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El sistema linfático está formado por una serie de vasos que recorren todo el cuerpo y
por ganglios que son como unos colectores.
Los ganglios linfáticos son como unas pequeñas bolsitas (o racimo de uvas) que se
encuentran, en distintas partes del organismo, en zonas como el cuello, las axilas, las
ingles, el tórax, el abdomen y la pelvis.
Estas dos estructuras transportan y contienen la linfa que está compuesta por un tipo de
glóbulos blancos llamados linfocitos.
El tejido linfático también se forma en otros órganos de nuestro cuerpo como son el
bazo, la médula ósea y el timo.
El bazo, glándula vascular sanguínea, situada en el lado izquierdo del abdomen, debajo
de las costillas, produce linfocitos y otras células del sistema linfático. También
almacena células sanas de la sangre y filtra células dañadas, bacterias y productos de
desecho de las células.
El timo es una glándula que se encuentra, en la base del cuello, en el tórax y que
produce un linfocito especial llamado linfocito T.
Los linfomas, o tumor del tejido linfático, se clasifican en dos tipos: linfomas o
enfermedad de Hodgkin, denominados así por el doctor Thomas Hodgkin, quien los
descubrió, y los linfomas no Hodgkin.
Las células de los linfomas Hodgkin son diferentes de las células de los no Hodgkin.
Se denominan células de Reed-Sternberg, apellidos de los médicos que las
descubrieron, y son un tipo de linfocitos B malignos. Los linfocitos B normales son los
que se encargan de la defensa de las infecciones.
La enfermedad de Hodgkin produce una inflamación del tejido linfático. Puede ocurrir
en cualquier zona donde se encuentre este tejido.
CAUSAS
La enfermedad es más frecuente en hombres que en mujeres. Afecta más a adultos
jóvenes (es muy frecuente de los 15 a los 34) y a adultos mayores de 55 años.
La causa es desconocida aunque se piensa que el virus Epstein-Barr, que causa una
infección llamada mononucleosis infecciosa, tiene relación con la enfermedad. Aunque
en el 50% de los pacientes no está probada la presencia de este virus.
Se ha observado también que este cáncer es más frecuente en personas que tienen el
sistema inmunológico deteriorado como son aquellas que padecen el sida, o aquellas
que han sido sometidas a un trasplante y que, para evitar un posible rechazo, se ha
suprimido su sistema inmunológico.
DETECCIÓN Y SÍNTOMAS
La enfermedad de Hodking produce una inflamación del tejido linfático, siendo lo más
llamativo es la inflamación de los ganglios. Generalmente suelen detectarse alterados
los del cuello, axilas o ingles, mientras que los más profundos sólo se podrán ver con
una radiografía o con una tomografía computerizada (TC).
El que una persona tenga algún ganglio inflamado no significa que ya tenga esta
enfermedad; los ganglios se suelen inflamar cuando existe una infección. Tras ser
tratada, su tamaño vuelve a ser normal.
Otros síntomas que suelen acompañar a la enfermedad son la pérdida de peso, fiebre,
sudores nocturnos, picores intensos en la piel, etc. Los síntomas variarán según el
desarrollo de la enfermedad.
El médico primero realizará una exploración física para comprobar si nota inflamados
los ganglios linfáticos.
Después podrá pedir otra serie de pruebas como son un análisis de sangre, radiografía
de tórax o TC como se ha comentado anteriormente.
La prueba que se precisa para confirmar el diagnóstico es una biopsia de los ganglios. A
través de ella se observará al microscopio el tejido del ganglio y se podrá comprobar la
existencia de células cancerosas (de Reed-Sternberg) o no.
ESTADIOS
El control de galio es otra prueba que consiste en inyectar en los vasos linfáticos del pie
una dosis pequeña de galio, una sustancia radioactiva. El galio es tomado por las células
de la enfermedad de Hodgkin y, tras unos días, se puede observar su ubicación a través
de una gammagrafía o un sistema que detecta la radioactividad.
Muchos pacientes, sólo precisan los resultados de la clasificación clínica por etapas para
planificar su tratamiento. Sin embargo, otros requieren la clasificación patológica por
etapas.
Etapa I
La enfermedad se encuentra limitada a los ganglios linfáticos de sólo una parte del
cuerpo (por ejemplo, el ganglio de una axila) o se propaga localmente para afectar el
tejido adyacente (IE).
Etapa II
Pueden producirse las siguientes situaciones:
Puede haber una extensión local desde el(los) ganglio(s) linfático(s) hacia el tejido
adyacente (IIE).
Etapa III
La enfermedad se encuentra en áreas de ganglios linfáticos a ambos lados del diafragma
(por encima y por debajo de éste).
Etapa IV
La enfermedad de Hodgkin se ha propagado a uno o más órganos fuera del sistema
linfático, tales como la médula ósea o el hígado.
TRATAMIENTO
La radioterapia consiste en el uso de rayos X de alta energía para eliminar las células
cancerosas o disminuir el tumor. Esto se realiza a través de una máquina que emite esos
rayos en las zonas que se precise. La radioterapia se aplica sólo en las áreas afectadas.
Para el estadio I y II, el empleo de radioterapia como único tratamiento da una curación
de más del 90%. La radioterapia se administrará en la zona afectada y en los ganglios
más cercanos.
Los ganglios linfáticos que están muy inflamados precisan de radioterapia previa o
posterior a la quimioterapia.
Si la zona afectada del tórax es muy amplia se puede dar radioterapia de la zona y de los
ganglios del abdomen superior y el bazo. Aquí se puede utilizar la quimioterapia
combinada con la radioterapia.
En aquellos casos en los que se empleó una combinación de ambas terapias, habrá que
intensificar la terapia y si se emplean altas dosis de quimioterapia, habrá que realizar un
trasplante de médula ósea.
LINFOMA NO HODGKIN
Los linfomas no Hodgkin (LNH) son un grupo de síndromes del sistema linfático.
Puede decirse que es un cáncer que se produce en este sistema.
Es el quinto tipo de cáncer más frecuente. En Estados Unidos, el año pasado, se
diagnosticaron unos 55.000 casos y se produjeron 26.000 muertes.
Existen varias clasificaciones para estos linfomas, durante los últimos veinte años se
han utilizado sobre todo la clasificación de Kiel y la "Working Formulation".
La mayoría de los estudios clínicos (donde se trata cierto grupo de enfermos con
determinados fármacos para comprobar su eficacia) se han realizado durante los últimos
diez años, utilizando como base una u otra de estas clasificaciones, permitiendo una
aproximación en el desarrollo de tratamientos efectivos para estos tumores.
A pesar de lo amplias que son estas clasificaciones, existen algunas enfermedades
linfoproliferativas que no han sido incluidas en ningún grupo. Éstas son la
tricoleucemia, la leucemia linfática crónica o la micosis fungoide.
Como ejemplo de la complejidad y el número de tipos de linfomas se muestra la
clasificación de la "Working Formulation":
- Plasmocitoide.
- De célula clara.
- Polimorfo.
- Con componente célula epitelioide.
I) Linfoma linfoblástico:
- "Convoluted".
- "Non convoluted".
J) Linfoma maligno:
- Células pequeñas no hendidas.
- De Burkitt.
Miscelánea:
- Compuesto.
- Micosis fungoide.
- Histiocítico.
- Plasmocitoma extramedular.
- Inclasificable.
FACTORES DE RIESGO
La diversidad de linfomas así como los distintos tipos de personas que resultan
afectados y su relación con cuadros clínicos de inmunodeficiencia, indican su probable
diversidad en cuanto a las causas y mecanismos que producen la enfermedad.
Se conocen algunos factores que causan este tipo de cáncer, entre ellos están los
siguientes:
Las alteraciones en los cromosomas son frecuentes en este tipo de linfomas, de tal
forma que, aproximadamente, un 50% de los linfomas B presenta un cambio en el
cromosoma 14.
En otros casos, lo que ocurre es que se inactivan determinados genes supresores, éstos
actúan destruyendo la formación de tumores. Algunas alteraciones de determinados
cromosomas hacen que esos genes supresores de tumores no actúen y que se origine el
linfoma.
Las alteraciones del gen supresor p53, frecuentes en otros tipos de cáncer, son muy
infrecuentes en los linfomas, estando restringida a los estadios finales de los linfomas
foliculares y al linfoma de Burkitt.
Más frecuentes son los cambios en el cromosoma 6, que se asocia a un mal pronóstico,
y la alteración del cromosoma 13q14, que se dan en un 50% de los pacientes con
linfoma B linfocítico de células pequeñas.
Los LNH foliculares, son muy raros antes de los 20 años y aparecen sobre todo a partir
de los 50 años, sin que exista preferencia por ningún sexo.
Los LNH linfoblásticos aparecen en niños y adultos jóvenes, con un claro predominio
en el sexo masculino.
El linfoma de Burkitt se presenta como una forma endémica en África, donde los
afectados son niños de 10 años, y como una forma esporádica en países occidentales, en
donde afecta a enfermos de más de 10 o 12 años de edad.
Los LNH difusos de células grandes representan, en cuanto a sexo y edad, las
características medias de incidencia.
Los linfomas en niños cambian de los diagnosticados en los adultos por la rareza de los
linfomas foliculares y del LNH linfocítico de célula pequeña. Casi todos los LNH
pediátricos tienen un alto grado de malignidad: linfoblástico, indiferenciados, linfoma
de Burkitt y LNH de células grandes.
En otros procesos que tienen una base inmune, como el lupus eritematoso, la poliartritis
reumatoide, la sarcoidosis y la enfermedad celíaca, también se ha observado una
relación.
SÍNTOMAS
Los síntomas que producen este tipo de tumores varían según sea su localización y el
tipo de linfoma.
Síntomas ganglionares
En los linfomas no Hodgkin que afectan a ganglios linfáticos cercanos a la superficie
del cuerpo (cuello, ingle o axilas) se pueden observar o palpar fácilmente un bulto o
masa. Suelen ser detectados por el propio paciente, por un miembro de la familia o por
un profesional médico.
Los linfomas linfoblásticos, que inciden en niños y jóvenes, se presentan con una masa
en el mediastino, espacio de la cavidad torácica, de rápida progresión y que puede
producir un síndrome de la cava superior o una obstrucción traqueal.
El síndrome de la cava superior consiste en que el linfoma comprime esta vena y eso
produce inflamación de la cabeza y de los brazos. Esto puede afectar al cerebro y poner
en peligro la vida, por lo que hay que actuar con urgencia.
La forma esporádica del linfoma de Burkitt se presenta como una masa abdominal
importante. Puede producir obstrucción o una perforación intestinal, en ocasiones puede
afectar a los ovarios, al riñón, al retroperitoneo o a los ganglios periféricos o infiltrando
la médula ósea.
Síntomas extraganglionares
Los linfomas que presentan síntomas en otras zonas del cuerpo representan un 25% del
total. La mitad de ellos se sitúa en el tracto gastrointestinal.
El índice de supervivencia a los cinco años es bueno, mejor en las formas localizadas, y
oscila entre un 70% para los linfomas del tiroides, y un 25% para los del testículo.
Linfoma del tiroides: estos enfermos presentan una masa en el cuello no dolorosa, que
puede provocar dificultad para tragar, ronquera, estridor o un síndrome de la vena cava.
Linfoma óseo: también es frecuente, con una incidencia del 5%. Se presenta dolor local,
a veces, edemas, afectación de partes blandas y una masa que es perceptible. Los huesos
que suelen estar más afectados son los largos, seguidos de la mandíbula, el maxilar y la
pelvis. La supervivencia a los 10 años es del 60%.
Linfomas del sistema nervioso central: se presentan, al igual que los tumores cerebrales,
con alteraciones mentales, aumento de la presión intracraneal, cefaleas, parálisis de
nervios craneales, ataxia o convulsiones. Son procesos de muy mal pronóstico y sólo de
un 15% a un 30% viven a los dos años.
DIAGNÓSTICO
Historia clínica: debe ser detallada y recoger todos los síntomas que presente el
paciente. Éstos pueden sugerir la extensión de la enfermedad, y si indican esto se deberá
iniciar un tratamiento agresivo.
Análisis de sangre: la analítica de sangre puede detectar algunas alteraciones como una
hipogammaglobulinemia en el 18% de los casos y una hipergammaglobulinemia de
carácter monoclonal en el 2 al 5% de los casos.
Radiografía de tórax: puede mostrar una afectación del mediastino, una infiltración
parenquimatosa o un derrame pleural.
Punción lumbar: se realiza para obtener una muestra de líquido cefalorraquídeo para
valorar una afectación del sistema nervioso central.
TRATAMIENTO
Este tipo de linfomas son los más difíciles de curar y los pacientes que más recaídas
sufren. Por este motivo todavía se está investigando en fármacos que sean más eficaces.
Cada linfoma, según sea su grado de malignidad, se trata de una manera distinta. Habrá
que evaluar el estado general del paciente y aplicarle el tratamiento que pueda mejorar
su calidad de vida, en los casos que no pueda pretenderse una curación total.
Si el linfoma, después de haber sido tratado, vuelve a aparecer y sigue siendo indolente,
se tratará con quimioterapia o radioterapia más quimioterapia. Para éste existen varios
tipos de tratamientos, éstos incluyen un agente alquilante (clorambucil o
ciclofosfamida), un agente alquilante más prednisona o análogos de nucleósidos de
purina (fludarabina, pentostatina).
Aproximadamente un 70% de los pacientes con este tipo de linfoma, en etapas I y II,
están vivos y libres de cáncer 10 años después del diagnóstico.
Linfomas de bajo grado de malignidad- etapas III y IV
Se utilizan diversos tratamientos para estos pacientes porque todavía no se ha
encontrado ninguno realmente eficaz.
Estos linfomas tienen un ritmo de crecimiento muy lento y los pacientes pueden vivir
mucho tiempo y sin síntomas.
Estos linfomas raramente se curan con la quimioterapia y la radioterapia, que son más
eficaces para destruir células de crecimiento rápido.
Los tratamientos son similares a los que se emplean para el linfoma no Hodgkin
indolente en las etapas I y II que no ha respondido a la radiación.
Aunque estudios recientes han demostrado que el tratamiento es más eficaz si se inicia
inmediatamente después de haberse diagnosticado el linfoma, algunos médicos junto
con el paciente, prefieren retrasar el inicio del tratamiento debido a la lenta evolución de
este cáncer. Así el tipo de pacientes para los que el tratamiento se retarda son los de
edad avanzada y aquellos que tienen otros problemas de salud graves.
Se emplean los mismos medicamentos que para las etapas I y II pero a dosis más altas.
La tasa de supervivencia a cinco años para estas etapas varían de 50% a 65%.
Debido a que estos linfomas tienden a extenderse al cerebro y a la médula espinal, con
frecuencia se realiza tratamiento preventivo del sistema nervioso central con
quimioterapia en el líquido cefalorraquídeo.
Las tasas de supervivencia a los cinco años, para estos linfomas y con estos
tratamientos, oscilan entre el 70% y el 80%. Aunque hay que tener presente que estas
cifras no son válidas para determinados pacientes que tienen ciertos factores pronósticos
desfavorables.
El pronóstico para pacientes con leucemia/ linfoma de células T es pobre. Este linfoma
está asociado con la infección por HTLV- 1 (un virus) parecido al virus del sida y
debido a esto, se ha estudiado el tratamiento de este tipo de cáncer administrando
algunos de los medicamentos antivirales que se utilizan en la infección por el VIH, y
parece que los resultados son buenos.
Cuando el linfoma se ha extendido más allá del órgano donde se inició, la radioterapia
y/ o la quimioterapia son opciones efectivas.
Para cada tipo de estos linfomas se empleará un tratamiento específico. Dos ejemplos
de estos tratamientos son:
Linfoma gástrico: algunos linfomas del estómago son causados por la infección con
Helicobacter pylori. El tratamiento de la infección con antibióticos puede disminuir el
tamaño del linfoma e incluso hacer que desaparezca. Si se produce recaída, después del
tratamiento antibiótico, se empleará la quimioterapia.