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Varios son los números que la constitución Sacrosanctum concilium dedica al tema de la
participación en la Liturgia.
Para asegurar esta plena eficacia, es necesario que los fieles se acerquen a la sagrada
Liturgia con recta disposición de ánimo, pongan su alma en consonancia con su voz y
colaboren con la gracia divina, para no recibirla en vano. Por esta razón, los pastores de
almas deben vigilar para que en la acción litúrgica no sólo se observen las leyes relativas a
la celebración válida y lícita, sino también para que los fieles participen en ella consciente,
activa y fructuosamente (no. 11).
Al reformar y fomentar la sagrada Liturgia, hay que tener en cuenta esta plena y activa
participación de todo el pueblo, porque es la fuente primaria y necesaria en la que han de
beber los fieles el espíritu verdaderamente cristiano (no. 14).
Para promover la participación activa se fomentarán las aclamaciones del pueblo, las
respuestas, la salmodia, las antífonas, los cantos, y también las acciones o gestos y
posturas corporales. Guárdese, además, a su debido tiempo, el silencio sagrado (no. 30).
Se puede decir que hay participación en la Liturgia, cuando todos los fieles presentes:
Porque:
La santa Madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles a aquella
participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la
naturaleza de la Liturgia misma, y a la cual tiene derecho y obligación, en virtud del
bautismo, el pueblo cristiano, 'linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo
adquirido' (SC, 14).
La Liturgia es la fuente primaria y necesaria en la que han de beber los fieles el espíritu
verdaderamente cristiano (SC, 14).
Estos textos señalan claramente las razones por las cuales los fieles deben participar en la Liturgia.
Se puede resumir así:
De la mano de estas orientaciones, podemos reflexionar más sobre este punto. La participación
litúrgica ha de ser:
Externa: hay participación externa cuando todo el cuerpo manifiesta con sus posturas, voz
y gestos la adhesión interna a la celebración.
Interna: compromete a todo el interior de la persona: mente, corazón, voluntad,
conciencia para acoger y responder a la salvación que llega en la celebración.
Consciente: cuando la persona que participa sigue con su conciencia y capta con su
reflexión los momentos y el sentido de la celebración litúrgica.
Activa: el fiel ha de participar no sólo con su interioridad sino también con su acción,
según el servicio o ministerio que desempeña en la asamblea.
Piadosa: la asamblea celebra el encuentro redentor con el misterio pascual que nos
constituye y recuerda la condición de hijos de Dios, recibida en el bautismo.
Ferviente: motivada por le fe en la Trinidad y por la caridad hacia los hermanos de la
asamblea y hacia los demás ausentes.
Plena: integral y total, de cuerpo y espíritu, del momento actual, haciendo memoria de la
historia de la salvación, que se renueva en la Liturgia.
Personal: cada fiel presente ha de ser el actor que interviene según los diferentes
ministerios asignados.
Comunitaria: los fieles no celebran aisladamente ni solitariamente. Forman comunidad y
como pequeña Iglesia reunida ofrecen el culto al Señor y reciben la salvación.
Fructuosa: al vivir y celebrar así la Liturgia, necesariamente la asamblea recibe el don del
misterio pascual, que dará sus frutos en la vida concreta de cada día.
b. Exigencias internas:
6. Tareas
1. Leer y reflexionar los textos de la SC arriba citados. A la luz de esta enseñanza, pensemos:
¿cómo es nuestra participación en la Liturgia, sobre todo, en la Eucaristía dominical? ¿Hacemos
todo lo posible para que nuestra participación tenga las características señaladas por este
documento?
3. ¿Qué podemos hacer para que el pueblo cristiano comprenda y participe mejor en la Eucaristía
y en la celebración de los otros sacramentos?