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Formación en socorros

Socorrismo y Primeros Auxilios

Cada vez más cerca de las personas


Formación
en socorros
Socorrismo
y primeros auxilios

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© Cruz Roja Española

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Edita:

Cruz Roja Española


Avd. Reina Victoria, 26
28003 - MADRID

Fotografías: Santiago Gómez Esteban, Félix Diez Me-


dina y Cruz Roja Española.
Ilustraciones: Juan Pablo Ocal

1ª Edición. Julio 2008.


2ª Edición. Marzo 2009.
3º Edición. Junio 2009.
4ª Edición. Octubre 2009.
5ª Edición. Marzo 2010.
6ª Edición revisada y actualizada. Junio 2011.

ISBN obra completa: 84-7899-219-7


ISBN: 84-7899-222-7
DEPÓSITO LEGAL:

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Índice
Introducción 5

1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales 7

2. Seguridad en la intervención 45

3. Evaluación del paciente 69

4. Soporte vital básico: RCP y OVA 95

5. Hemorragias y shock 151

6. Heridas y contusiones 177

7. Quemaduras, congelaciones y alteraciones


de la termorregulación 213

8. Traumatismos osteoarticulares 249

9. Traumatismos craneales, de columna


y politraumatismos 269

10. Otras situaciones de urgencia 301

11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas 371

12. Movilización y evacuación de heridos 425

13. Intervención en accidentes con múltiples víctimas 447

Bibliografía 457

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Introducción
Este modulo 2, titulado Socorrismo y Primeros Auxilios, forma
parte de la formación modular en socorros, dirigida a los volunta-
rios y voluntarias que van a incorporarse al Plan de Intervención
en Socorros y Emergencias de Cruz Roja Española

El objetivo general de esta formación modular es capacitar ini-


cialmente a los voluntarios y voluntarias para el desempeño de
las actividades que el Plan de Intervención en Socorros y Emer-
gencias desarrolla en cada ámbito territorial.

Los módulos que componen esta formación modular son:

1. El Plan de Intervención en Socorros y Emergencias de CRE.


2. Socorrismo y primeros auxilios.
3. Transporte sanitario urgente.
4. Coordinación operativa y comunicaciones.
5. Apoyo psicológico.
6. Desfibrilación semiautomática externa.
7. Prácticas
8. Servicios preventivos.
9. Intervención en emergencias.
10. Salvamento marítimo.
11. Técnicas instrumentales aplicadas.

En el siguiente cuadro se indican los puestos de actividad volun-


taria y los módulos que habría que realizar para acceder a estos
puestos.

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SOCORRISTA EN PROGRAMA DE SERVICIOS PREVENTIVOS TERRESTRES
1 2 4 5 6 7 8

SOCORRISTA SANITARIO EN PROGRAMA DE SERVICIOS PREVENTIVOS


ACUÁTICOS
1 2 4 5 6 7 8

MARINERO TRIPULANTE EN PROGRAMA DE SALVAMENTO MARÍTIMO


1 2 4 5 6 7 10

SOCORRISTA DE ACOMPAÑAMIENTO EN ERIE DE INTERVENCIÓN


PSICOSOCIAL
1 2 4 5 6 7 9 11

SOCORRISTA EN ERIE DE BÚSQUEDA Y SALVAMENTO EN MEDIO TERRESTRE


1 2 4 5 6 7 9 11

TÉCNICO EN EMERGENCIAS EN ERIE DE AISTENCIA SANITARIA


Y CLASIFICACIÓN DE VÍCTIMAS
1 2 3 4 5 6 7 9

TÉCNICO EN EMERGENCIAS EN LA ACTIVIDAD DE TRANSPORTE SANITARIO


1 2 3 4 5 6 7

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1. Socorrismo
y conducta PAS:
aspectos generales

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1.1. Introducción al socorrismo 9
1.1.1. Concepto 10
1.1.2. Objetivos 10
1.1.3. Premisas 11

1.2. Conducta PAS 12


1.2.1. Proteger: prevenir el agravamiento del accidente 13
1.2.2. Alertar: a los servicios de socorro 17
1.2.3. Socorrer 19

1.3. Constantes vitales y sus valores normales 21


1.3.1. Estado de consciencia 22
1.3.2. Frecuencia respiratoria 23
1.3.3. Pulso 23
1.3.4. Temperatura 24
1.3.5. Tensión arterial 25
1.3.6. Relleno capilar 26

1.4. La cadena asistencial 27

1.5. Movilizaciones urgentes 29


1.5.1. Arrastre de Rautek 30
1.5.2. Tracción por los tobillos 30
1.5.3. Tracción desde las axilas 31
1.5.4. Víctima dentro de un vehículo 32

1.6. Marco legal relacionado con el socorrista 33

1.7. El socorrista y los aspectos jurídicos 34


1.7.1. El socorrista y las normas civiles 35
1.7.2. El socorrista y la petición de consentimiento 36
1.7.3. El socorrista y las normas penales 37

1.8. La ética del socorrista 40

1.9. Código deontológico del socorrista 42

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

1.1. Introducción al socorrismo


Gracias a los avances de las ciencias médicas, la morbi-mortalidad
causada por enfermedades ha disminuido de forma considerable,
pero paralelamente, ha aumentado la mortalidad originada por acci-
dentes; cada vez disponemos de más y mejores máquinas y de ele-
mentos que hacen la vida más cómoda y agradable, pero no exentos
de riesgos. Estamos rodeados de un mayor número de productos
químicos (medicinas y productos de limpieza), mayor número de pro-
ductos altamente inflamables, máquinas que ante un mal uso repre-
sentan un peligro, vehículos de motor más veloces, etc.

Un accidente en la vida real afecta a personas, y cuando ocurre,


hay que afrontarlo con serenidad y un mínimo de conocimientos,
ya que sus consecuencias pueden ser muy serias. Un accidente
es un hecho fortuito del que se puede derivar un daño tanto fí-
sico como psicológico a las personas. Sus consecuencias, con
frecuencia nos hacen recordar que podría haberse evitado y, con-
seguirlo, es una función de la prevención, ya sea con medidas que
actúan directamente sobre la causa (medidas técnicas y legislati-
vas) o actuando sobre el sujeto (educación).

Es más fácil y gratificante prevenir el accidente que tratarlo una


vez producido. Es necesario que conozcamos los riesgos exis-
tentes en los lugares en los que se desarrolla nuestra actividad
diaria. Mediante la prevención detectaremos los imprevistos y la
falta de seguridad presentes en un momento dado, que pueden
facilitar que el accidente se produzca.

De igual manera, podemos prevenir la aparición de enfermeda-


des si observamos unos hábitos de vida saludables que incluyen
una correcta alimentación, evitar el sedentarismo, practicar ejer-
cicio adecuado a nuestra edad y constitución, evitar el tabaquis-
mo y la ingesta de sustancias tóxicas, etc.

A pesar de todo, el accidente por propia definición, es un hecho


en cuya producción interviene el azar, y por tanto, una vez ocurrido,
hemos de colaborar en la disminución del daño individual y social,

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Formación en socorros

efectuando el oportuno y eficaz auxilio, utilizando una serie de


técnicas bien aprendidas y no aplicando remedios sin objeto, y
siempre, teniendo presente que de los primeros cuidados de-
penderá la evolución posterior.

El eslabón más importante en la asistencia sanitaria inicial son


los cuidados básicos proporcionados por la primera persona que
encuentre a la víctima de un accidente o enfermedad repentina.
En la mayoría de las ocasiones, esa primera persona no es un
sanitario y a no ser que ese individuo actúe adecuadamente en
ese momento, la víctima tendrá pocas posibilidades de sobrevi-
vir o de quedar sin secuelas.

Por tanto, el socorrista interviene tanto en el aspecto pre-


ventivo, vigilando los posibles riesgos que pueden existir,
evitándolos si es posible y estando siempre alerta, como en
el aspecto de restauración de la salud al prestar la primera
asistencia.

1.1.1. Concepto

• Consiste en prestar los primeros cuidados a un accidentado o


enfermo repentino.

• En el lugar de los hechos.

• Hasta la llegada de personal especializado que complete la


asistencia.

• De estos primeros cuidados depende en muchos casos la evo-


lución posterior del accidentado.

1.1.2. Objetivos

• Asegurar el mantenimiento de las constantes vitales.

• No agravar el estado general de la víctima, o las lesiones que


pueda presentar.

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

• En caso necesario asegurar su traslado a un centro sanitario


en las condiciones adecuadas.

1.1.3. Premisas

a) Tranquilidad

Es frecuente que ante un enfermo repentino o un accidente “se


pierdan los nervios” y que como consecuencia, movidos por la
prisa, se den actitudes bien intencionadas pero incorrectas. Es
necesario hacer sólo aquello de lo que se esté seguro.

Hay que actuar rápido pero con serenidad, manteniendo la cal-


ma y transmitiendo la sensación de tranquilidad a los demás y
a la propia víctima. Sólo de esta manera, lograremos dominar la
situación y evitar el pánico.

b) Composición de lugar

Una vez ocurrido el incidente, hay que delimitar la realidad del


mismo y sus posibles consecuencias. Dado que prácticamente
cada situación será diferente, debemos recordar unas pautas de
actuación sencillas, que nos permitan llevar a cabo una interven-
ción correcta y eficaz al mismo tiempo.

Deberemos reconocer el lugar exacto del acontecimiento, los peli-


gros existentes y las formas de evitarlos, cómo solicitar ayuda, etc.

Hay que controlar la situación, recordando que mientras no haya


sanitarios ni fuerzas de orden público, el socorrista será el res-
ponsable de los accidentados y de la situación global que rodea
la emergencia.

c) Mover al herido con gran precaución y sólo lo imprescindible

El riesgo de producir graves lesiones medulares o complicar


la gravedad de otras ya existentes nos debe hacer extremar la
prudencia en la movilización de heridos, haciéndolo únicamente

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Formación en socorros

en caso de extrema necesidad o cuando pueda hacerse con


garantía.

d) No hacer más que lo indispensable

Si se intentan hacer demasiadas cosas, se retrasarán otras muy


necesarias, por ejemplo el traslado de la víctima que lo necesite.
Nuestro papel no es reemplazar a los servicios sanitarios, sino
que se limitará a proporcionar aquellas medidas estrictamente
necesarias.

e) Evitar situaciones intempestivas

Solamente haremos aquello de lo que estemos totalmente segu-


ros. Así evitaremos maniobras improcedentes y, lo que es más
importante, vernos envueltos en desagradables reclamaciones
judiciales, por responsabilidad civil.

1.2. Conducta PAS


La actuación inicial se resume en la conducta PAS que corres-
ponde con las iniciales de:

Proteger

Alertar

Socorrer

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

Proteger, alertar y socorrer son las tres fases que debe asumir
cualquier persona que vaya a intervenir en una situación con
heridos o enfermos.

1.2.1. Proteger: prevenir el agravamiento


del accidente

Hablar de autoprotección del socorrista, es referirse a una serie


de métodos y técnicas que se deben de llevar a cabo para evitar
que, al efectuar un auxilio, el elemento agresor lo sea además
de para la víctima afectada, también para el socorrista.

Desafortunadamente, este aspecto es olvidado muchas veces


por aquellos socorristas poco experimentados. Podríamos decir
que sufren temporalmente de lo que se llama “visión en túnel”.
Este defecto temporal, junto con un fuerte deseo de ayudar, a
menudo impulsa a un socorrista a no apartar su vista de las per-
sonas lesionadas viendo, únicamente su estado, y no detectan-
do situaciones de peligro tanto para él, como para las propias
víctimas.

El socorrista debe adoptar las medidas necesarias para evitar


que las consecuencias del incidente se agraven. Pensando
en qué riesgos potenciales pueden amenazar nuestra inte-
gridad, la de los que nos rodean o agravar el estado de la
víctima, debiendo encargar si es posible a varios testigos el
ocuparse de evitar que tales situaciones se produzcan. En
caso de encontrarnos solos, extremaremos al máximo la pru-
dencia, siendo en todo momento objetivos con las medidas y
acciones a realizar.

Se protegerá al afectado velando por su integridad e intimidad


en todo lo posible, creando para ello una zona de seguridad,
donde evitaremos el acceso de curiosos.

Existen múltiples situaciones a las que el socorrista deberá en-


frentarse y que pueden suponer un riesgo. Seguidamente haremos

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Formación en socorros

referencia a varias situaciones potencialmente peligrosas y cuál


debe ser la actuación del socorrista.

• Mercancías peligrosas

Se trata de sustancias que suponen un importante riesgo para


la vida cuando sus efectos son incontrolados. Trabajar ante este
tipo de riesgos debe ser tarea de equipos especializados en ello.
Por tanto nuestra intervención consistirá en pedir ayuda a dichos
equipos, informándoles de las materias de que se trata y de la
situación ante la que nos encontramos (accidente sin afectación
de la cisterna, con afectación, con derrame, etc.). Protegeremos
el lugar de la intervención y evitaremos que los curiosos se acer-
quen al vehículo siniestrado.

Identificaremos a distancia las placas de peligro y los paneles de


producto, las cifras que en ellas aparecen serán comunicadas a
los servicios de emergencia que vayan a atender el accidente a fin de
que conozcan las medidas de protección y normas de la actua-
ción a realizar.

Mercancías peligrosas

PAS

Código de peligro
Código de materia

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

No intentaremos acercarnos al lugar, atenderemos a las víctimas


únicamente cuando el lugar sea seguro o cuando los equipos de
salvamento las hayan evacuado a lugar seguro.

• Rescates

Determinadas situaciones hacen que el rescate de los acciden-


tados sea dificultoso y que sea necesario un equipamiento es-
pecial para hacerles frente, y por tanto, serán múltiples las oca-
siones en que deberemos esperar a que acudan los servicios de
bomberos o de policía para poder intervenir.

• Violencia

Las situaciones violentas deben ser controladas por la policía


antes de iniciar la atención a los heridos; esperaremos a que
ellos nos indiquen que el lugar es seguro para intervenir.

Otros ejemplos pueden ser los que relatamos seguidamente.

Persona caída en una habitación donde hay una estufa de bu-


tano.

• En primer lugar tomaremos las debidas precauciones para


evitar que nos intoxiquemos como consecuencia de la posible
presencia de gas.

• Cerraremos la válvula de la botella de gas.

• Airearemos la habitación.

• Evitaremos que se manipulen interruptores de luz, enchufes


(producen chispas) o llamas.

Otro ejemplo podría ser un accidente de carretera, en el que a


pesar de la limitación de nuestras posibilidades de actuación, sí
que es importante realizar algunas acciones:

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Formación en socorros

• Mientras nos aproximamos al lugar iremos reduciendo lenta-


mente la velocidad de nuestro vehículo y estacionaremos fuera
de la calzada, en un lugar seguro, encendiendo los intermiten-
tes de emergencia. Antes de salir de nuestro vehículo nos ha-
bremos puesto el chaleco de reflectante y nos aseguraremos
que no existe ningún peligro para nosotros.

• Señalizaremos el accidente, especialmente si es de noche o


si las condiciones de visibilidad son reducidas, procuraremos
que antes y después del accidente, a una distancia de unos
150 metros, haya una persona haciendo señales para que los
conductores que se aproximan al lugar disminuyan la velocidad
con suficiente antelación.

• Asimismo, colocaremos los triángulos de indicación de peligro


al borde de la calzada.

• Desconectaremos la corriente de los vehículos implicados, qui-


taremos el contacto.

• Impediremos que se fume en las proximidades para evitar el


riesgo de explosión e incendio.

• Haremos que se controle a los curiosos, normalmente estorban


y dificultan las tareas de auxilio a las víctimas.

No movilizar a las víctimas


Sólo se hará si hay peligro de “sobreaccidente”;
Siempre manteniendo alineado el eje cabeza-cuello y tronco.

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

PAUTAS DE ACTUACIÓN

PAS
Proteger el lugar del suceso evitando
sobreaccidentes

1.2.2. Alertar: a los servicios de socorro

Implica establecer los contactos adecuados para conseguir la


ayuda necesaria lo antes posible.

Hoy en día son diferentes las alternativas existentes (1-1-2, pos-


tes SOS en carretera, columnas DEA) y posibles en el futuro
(sistema e-call). Se considera prioritaria la activación de los Ser-
vicios de Emergencia ya que de la inmediatez de su intervención
dependerá que la situación se resuelva de modo satisfactorio en
muchos casos.

Siempre se ha de permanecer cerca del herido para emprender


las acciones de urgencia necesarias y sólo se le dejará el tiempo
imprescindible para conseguir ayuda; se pedirá a un testigo (si
es posible) que alerte al 112, indicándole cómo debe hacerlo y
qué debe decir.

La persona que activa al 112, tiene que indicar siempre:

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Formación en socorros

• El lugar exacto del incidente: dirección exacta y población (ca-


lle, número del inmueble más próximo, piso, etc.), carretera,
punto kilométrico, distancia al pueblo más cercano, etc.

• El tipo de incidente y las circunstancias que puedan agravar


la situación: edificio con varias alturas, sin ascensor, persona
muy obesa, actos de violencia que impiden actuar, vehículos
en la calzada, riesgo de incendio, heridos atrapados, derribo
de postes eléctricos, etc.

• Número de afectados, estado, si están atrapados, gravedad


aparente.

• Es necesario identificarse: dar el nombre o decir desde don-


de y número de teléfono desde el que se llama; las llamadas
anónimas no inspiran confianza. Hacer repetir los datos al in-
terlocutor puede evitar pérdidas de tiempo innecesarias. Es fre-
cuente que se den instrucciones de cómo actuar o qué veri-
ficar, no debemos interrumpir la comunicación sin que nos lo
autoricen.

PAUTAS DE ACTUACIÓN

PAS
Alertar a los servicios
de socorro 112
Indicar:
• Lugar y dirección exacta.
• Quién y desde qué
número llama.
• Descripción de lo ocurrido.
• Número de afectados.
• Estados de las víctimas.
• Qué asistencia están
recibiendo. 112

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

1.2.3. Socorrer
Inmediatamente deberemos actuar manteniendo la calma. La in-
tervención es una acción de responsabilidad e implica estar pre-
parados para hacerlo mientras se espera la llegada del personal
sanitario.

Si no nos sentimos capaces podemos ser útiles evitando que la


gente se aglomere, solicitando iluminación, controlando el tráfi-
co, etc.

No hay que olvidar que un acontecimiento grave despierta sen-


saciones de angustia y miedo en quienes lo sufren; es importan-
te tranquilizar y darles confianza y explicarles que se ha avisado
a los servicios de socorro y que pronto les auxiliarán.

Se atenderá en primer lugar al afectado que más riesgo o


gravedad presente y/o que más se beneficie de nuestra in-
tervención.

Recabar datos sobre los heridos y técnicas empleadas o sobre


su evolución para transmitirlas al Servicio de Urgencias, ya que
son útiles para conocer su evolución desde el momento del in-
cidente.

Se vigilará periódicamente el estado de los heridos, atendiendo


especialmente al nivel de consciencia, dificultades o ausencia de
respiración, reactivación de hemorragias y aparición de shock.

Extremaremos las medidas de precaución en el manejo de los


afectados en esta fase en la que todavía no se conoce cuáles
son sus lesiones, de lo contrario podríamos causar daños mayo-
res y empeorar su estado.

La eficacia con que llevemos a cabo estas tres acciones (PAS)


potenciará la utilidad de nuestra intervención como socorristas.

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Formación en socorros

PAUTAS DE ACTUACIÓN

PAS
SOCORRER atender a quienes lo nece-
siten mientras se espera la llegada
del personal sanitario

En definitiva y resumiendo diremos que la actuación del soco-


rrista se fundamenta en:

• Percibir

La condición individual de la persona necesitada es lo primero


a percibir, captar las peculiaridades de aquellos a quienes que-
remos socorrer. Es posible que cualquier persona que necesite
nuestra ayuda presente una peculiaridad o discapacidad que
debamos percibir desde el primer momento y por tanto adaptar
nuestra actuación a ella.

El miedo y la angustia que presenta el afectado dificultarán nues-


tra actuación, hay que tranquilizarlo, detectar sus diferencias,
ser sensible y actuar conforme a ellas.

• Explorar

Hacer las verificaciones que nos indicarán la presencia de lesio-


nes, valorar su estado y cualquier hallazgo que ayude en nues-
tra intervención.

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

• Actuar

Dar los pasos necesarios para evitar el agravamiento del acci-


dente y atender las lesiones que presente el afectado. Nunca se
puede socorrer de la misma forma a dos personas. Es necesario
evaluar cual es la situación en cada caso.

• Evacuar

Trasladar a los afectados, al centro sanitario adecuado, lo más


rápido y en las mejores condiciones posibles.

Todos los pasos anteriormente relacionados conforman uno de


los eslabones de la cadena que va a proveer la asistencia en
una emergencia, “La Cadena Asistencial”.

1.3. Constantes vitales y sus valores


normales
Las constantes vitales son aquellas manifestaciones cuya pre-
sencia nos asegura que la persona que está siendo explorada
mantiene sus órganos vitales en funcionamiento adecuado, y
cuya ausencia o alteración establece la existencia de una emer-
gencia médica con grave riesgo para la vida de la víctima.

Es fundamental dominar la técnica de reconocimiento de dichas


constantes y tener en cuenta que requieren una serie de condi-
ciones para asegurarnos de que lo hacemos correctamente:

• Dominio de las técnicas de reconocimiento.

• Serenidad, para ser capaz de hacer lo necesario en un momen-


to dado.

• Concentración, para reconocer lo que estamos buscando.

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Formación en socorros

• Tiempo. Es necesario asegurarnos de que el tiempo dispuesto


para cada comprobación ha sido suficiente.

Debido a los escasos medios con que contamos generalmente


cuando vamos a prestar un auxilio, tendremos acceso limitado
a la comprobación de las constantes vitales. Por esa razón,
vamos a trabajar sólo con aquellas que nos resulten fáciles de
reconocer:

• Conciencia.

• Respiración.

• Pulso.

• Temperatura.

• Tensión arterial por palpación.

• Relleno capilar.

1.3.1.Estado de consciencia

Indica el grado de afectación del encéfalo. Se verifica fácilmente


sometiendo a la víctima a distintos estímulos y viendo si respon-
de o no a ellos. Así se puede clasificar en GRADOS:

• A. Consciente: responde a todos los estímulos. Está alerta.

• V. Grado 1: No está alerta pero responde a los ruidos o a estí-


mulos verbales.

• D. Grado 2: no responde a los ruidos, pero sí al dolor.

• N. Grado 3: no responde a ningún estímulo. Inconsciente.

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

1.3.2. Frecuencia respiratoria


Número de veces que una persona respira en un minuto. Se com-
prueba oyendo, sintiendo y observando el paso de aire a los pulmo-
nes. Las cifras que se obtienen en una persona en reposo, son:

• Cifras normales: en una persona sana y en reposo son de 12


a 20 respiraciones por minuto.

• Taquipnea: respiración rápida y superficial. Se da, fundamen-


talmente en esfuerzos, en caso de insuficiencia respiratoria
(asma, crisis de ansiedad, etc.).

• Bradipnea: respiración demasiado lenta. Puede aparecer en


casos de Hipotermia severa, intoxicación por depresores del
sistema respiratorio, etc.

Cuando se mide la respiración, hay que comprobar también si


es rítmica o no, es decir, si los intervalos entre respiraciones son
iguales. La respiración normal siempre es rítmica. Una respira-
ción irregular suele implicar una lesión importante en el sistema
nervioso. Los movimientos de la caja torácica deben ser simétri-
cos, lo contrario indica lesión de la parrilla costal y/o diafragma.
La inspiración debe durar la mitad que la espiración.

1.3.3. Pulso

Tomar el pulso equivale a medir la frecuencia cardiaca. Puede


ser tomado en cualquier arteria, pero las más accesibles son las
arterias carótida (a ambos lados de la nuez, la arteria radial
(en la cara externa de la muñeca, detrás del pulgar) y la arteria
pedia (en la parte central del dorso del pie). Nunca debe ser
tomado con los dedos pulgares, ya que podríamos estar toman-
do nuestro propio pulso.

• Cifras normales: en una persona sana y en reposo son de 60


a 100 pulsaciones por minuto (ppm).

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Formación en socorros

• Taquicardia: más de 100 ppm.


En este caso, el corazón está
trabajando demasiado deprisa
y puede fallar. Esta circunstan-
cia se presenta en hemorragias
internas, lipotimias, algunas en-
fermedades cardíacas, etc.

• Bradicardia: menos de 60 ppm.


En esta situación, el corazón tra-
baja demasiado lento, con lo cual
se envía poca sangre al resto del
cuerpo. Hay que tener en cuenta
que una persona bien entrenada
físicamente puede tener menos de
60 pulsaciones sin que ello indique Valoración de la circulación.
que el corazón está fallando. Este
signo se puede observar en casos de hipotermia severa, en algunas
enfermedades cardiacas, etc.

1.3.4. Temperatura

Se debe tomar con un termómetro electrónico axilar o timpánico.


Las cifras normales que se obtienen, varían según el lugar don-
de la tomemos. Las más normales son:

• Hueco de la axila: aproximadamente 36,5 grados.

• Interior de la boca: aproximadamente 37 grados.

• Interior del recto: aproximadamente 37 grados.

La razón de que la temperatura axilar sea medio grado más baja


que la tomada en orificios naturales, es que está tomada apli-
cando el termómetro a la piel, la cual, por su contacto directo con
el ambiente exterior, tiene una temperatura algo más baja.

Como socorristas siempre tomaremos la temperatura en la axila.

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

Por encima y por debajo de la cifra normal, se dan las siguientes


situaciones:

• Hipertermia: temperatura superior a la normal. No suele haber


peligro hasta que no rebasa los 41-42 grados centígrados. A
partir de esa cifra, se pueden producir lesiones en el sistema
nervioso central, sobre todo en niños. La temperatura sube,
fundamentalmente en casos de infección o de exposiciones ex-
cesivas al sol sin protección adecuada.

• Hipotermia: temperatura demasiado baja. Es peligrosa por de-


bajo de los 34,5 grados centígrados y prácticamente mortal por
debajo de los 31. La temperatura baja se da fundamentalmente
en casos de exposición prolongada al frío.

1.3.5. Tensión arterial

Dato importantísimo que mide la presión con la que circula la


sangre dentro de las arterias y por lo tanto, la fuerza con la que
el corazón impulsa la sangre. Cuando se mide se pueden obte-
ner dos cifras:

• Tensión mínima o diastólica: es la que se obtiene cuando el


corazón está en diástole (relajado).

• Tensión máxima o sistólica: la que se mide cuando el cora-


zón se contrae (sístole) impulsando más sangre a las arterias,
y elevando momentáneamente, la presión.

Valores

La presión arterial se mide en milímetros de mercurio (mmHg), si


bien con frecuencia la población habla de ella en cmHg.

• Normales: para la mínima, de 50 a 90 mmHg (5 – 9 cmHg) y


para la máxima, de 100 a 140 mmHg (10 a 14 cmHg). Hay que
tener en cuenta que la tensión de una persona será, por lo gene-
ral, mayor cuantos más años tenga.

25

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Formación en socorros

• Hipertensión: cuando se obtienen cifras por encima de lo nor-


mal. Comienza a ser peligrosa cuando la máxima supera los
200 mmHg, ya que a esta presión, se puede romper alguna ar-
teria en el sistema nervioso central (accidente cerebrovascular
agudo). La hipertensión es una enfermedad “per se”, y no hay
nada que un socorrista pueda hacer para descenderla. Puede
aumentar de forma patológica en determinadas enfermedades
y situaciones de estrés, y también como respuesta al ejercicio
físico.

• Hipotensión: cifras por debajo de lo normal. Peligrosa si la máxi-


ma cae por debajo de los 100 mmHg. Cuando esto sucede la
presión no es suficiente para llevar al cerebro la cantidad de
sangre que éste necesita, con lo cual se pueden producir des-
de la simple lipotimia, en el caso más leve, hasta gravísimas
alteraciones de consciencia en los casos más graves. La ten-
sión desciende en situaciones de cansancio, si el ambiente
está cargado o caluroso, por el ejercicio intenso y agotador, y
cuando se producen grandes pérdidas de sangre.

Una de las cosas que debemos aprender es a valorar la situa-


ción hemodinámica del paciente sin necesidad de tomar la ten-
sión arterial y de una manera rápida.

Las diferentes localizaciones del pulso nos dan de forma inme-


diata, un diagnóstico de situación fiable:

• Pulso radial presente: T.A. sistólica > 80 mmHg.

• Pulso carotídeo presente: T.A. sistólica > 60 mmHg.

NOTA: El alumno debe centrar su atención en el aprendizaje de


la TA por palpación.

1.3.6. Relleno capilar

Nos indica si la sangre llega adecuadamente a la periferia de


nuestro organismo. Para valorarlo presionaremos el pulpejo de

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

un dedo o la eminencia tenar, de


modo que al dejar de hacer presión,
la palidez producida desaparece rá-
pidamente (menos de 2 s), en ca-
sos de “mala irrigación” esta palidez
desaparece más lentamente.

1.4. La cadena
asistencial
a) Primer eslabón

Cualquier persona que se encuentre


Control de la hemorragia aguda.
con el incidente deberá tomar las me-
didas de seguridad necesarias para
que no se produzcan nuevos accidentes, dará la alarma; y obser-
vará el estado de las víctimas iniciando las medidas de socorro
adecuadas a cada caso.

b) Segundo eslabón

Una vez que los Servicios de Emergencia y de Seguridad han lle-


gado al lugar del incidente, los integrantes de la dotación realiza-
rán una valoración y control de la situación, despejando la zona de
curiosos no cooperantes, regulando el tráfico, eliminando riesgos
y estableciendo las prioridades de actuación sanitaria.

Después de conocer las lesiones de las víctimas procederán a


actuar de acuerdo a cada una. A continuación se procederá al
traslado hacia el centro de evacuación adecuado si es necesario.

c) Tercer eslabón

Cuando los afectados han llegado al centro de evacuación, el


servicio de urgencia realizará el tratamiento adecuado, estabili-
zándolos, y prestando la asistencia definitiva.

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Formación en socorros

d) Cuarto eslabón

Los pacientes realizarán una recuperación física en cuanto a las


lesiones que padezcan y psíquica en cuanto a problemas deri-
vados del incidente.

En muchos casos será necesaria una rehabilitación social en


cuanto a la problemática surgida por la pérdida de enseres, pér-
dida de funcionalidad física, etc.

Por último, procede un análisis y evaluación de los datos re-


cogidos, para poder incidir en la PREVENCIÓN de un suceso
semejante.

LA CADENA ASISTENCIAL
SUCESO

1ER ESLABÓN

CUALQUIER PERSONA
• Detección
• Alarma
• Medidas inmediatas
4O ESLABÓN 2O ESLABÓN

SERV. REHABILITACIÓN SERV. DE SOCORRO


Rehabilitación • Control situación
• Física • Sop. Vital Básico
• Psíquica • Transporte
3ER ESLABÓN
• Social
SERV. ESPECIALES
• Estabilización
• Trasferencia
• Cuidados especiales

4O ESLABÓN

RECOGIDA DATOS
PREVENCIÓN SUCESO ANÁLISIS
EDUCACIÓN

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

1.5. Movilizaciones urgentes


En la movilización de un accidentado debe darse prioridad a
su seguridad y bienestar. No moveremos nunca a una persona
gravemente lesionada a menos que su vida corra peligro in-
mediato, debiendo esperar la llegada de ayuda especializada
para ello.

NO

NO se deberá mover a un herido a no ser que corra peligro, y deberá


hacerse de manera que no le dañemos la columna vertebral.

La víctima que ha sufrido un accidente, a menudo, presenta


lesiones que una incorrecta manipulación pueden agravar. Sin
embargo, nos veremos obligados a realizar movilizaciones si
la víctima corre un riesgo vital inminente, si el peligro es real, y
no puede evitarse de otro modo y si el riesgo que corre el so-
corrista es importante. Cualquiera de estas situaciones puede
producirse en una habitación ardiendo, llena de humo, en una
carretera con tráfico intenso, en un vehículo que comienza a
arder, etc.

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Formación en socorros

La movilización de urgencia
podemos considerarla como
prevención de un sobre-ac-
cidente. No se realizará nada
más que después de efectuar
una rápida evaluación de los
riesgos existentes, tras loca-
lizar un trayecto y destino se-
guro, y con la certidumbre de
que el socorrista no correrá
ningún riesgo vital.

1.5.1. Arrastre de Rautek

1. Alinearemos las extremida-


des del afectado.

2. Nos situaremos arrodillados


a la cabeza del afectado.
Pondremos una mano bajo
la nuca para proteger la columna cervical, y la otra la deslizare-
mos cuidadosamente bajo los hombros.

3. Lenta y cuidadosamente levantaremos a la víctima hasta situarla


en posición de sentado, manteniendo su espalda apoyada
en nuestros muslos.

4. Pondremos uno de los brazos del afectado en ángulo rec-


to. Nuestros brazos los pasaremos bajo las axilas. Con una
mano le sujetaremos una mano y con la otra el mentón.
Nos pondremos en cuclillas y nos elevaremos junto con la
víctima pudiendo desde esa posición arrastrar y cambiar
la posición.

1.5.2. Tracción por los tobillos

Si el terreno está relativamente plano y sin riesgo de golpear la


cabeza contra el suelo, lo cogeremos por los tobillos, y elevando

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

las piernas, tiraremos de él manteniendo el eje cabeza-cuello-


tronco; resulta práctico sujetar los brazos de la víctima con la
cinturilla del pantalón.

1.5.3 Tracción desde las axilas

Si el terreno no permite la tracción por los pies (suelo con es-


combros, obstáculos, etc.) y el peligro obliga a trasladar a un
accidentado, nos situaremos por detrás, y evitando movilizacio-
nes bruscas del cuello, cruzaremos los brazos del accidentado
sobre su pecho, pasaremos los nuestros por debajo de las axilas
y lo arrastraremos cuidadosamente hacia atrás, manteniendo su
cuerpo recto. Una vez en zona segura, situaremos a la víctima
en la posición adecuada a su estado.

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Formación en socorros

1.5.4. Víctima dentro de un vehículo


Para extraerla verificaremos que
los pies del accidentado no es-
tán atrapados con los pedales
del vehículo, lo liberaremos del
cinturón de seguridad, el soco-
rrista se aproxima a la víctima
desde un costado, deslizará
sus brazos por debajo de las
axilas, sujetaremos un brazo de
la víctima por la muñeca, con
una mano, y con la otra, se su-
jetará el mentón, moveremos
lentamente al accidentado, extrayéndolo desde el interior del vehí-
culo y manteniendo la cabeza-cuello-tronco en bloque. Una vez
extraída se depositará poco a poco sobre el suelo o camilla. Una
alternativa consiste en vez de sujetar el brazo, coger la cintura
del pantalón.

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

1.6. Marco legal relacionado


con el socorrista
En principio, es necesario aclarar que en nuestro país, la figura
del socorrista (en sus distintas modalidades: terrestre, acuáti-
co, de montaña, de ambulancia, etc.), no está tipificada por el
Ministerio de Educación o las Consejerías correspondientes en
aquellas Autonomías con las competencias educativas transferi-
das; quiere esto decir que la formación del socorrista es una acti-
vidad educativa de carácter no reglado y que por tanto, conduce
a la obtención de un título sin validez académica. (Decreto
707/1976, de 5 de Marzo, sobre Ordenación de la Formación
Profesional, art. 351).

No obstante, algunas Comunidades Autónomas han comenzado


a legislar la formación en materias relacionadas con los primeros
auxilios y el socorrismo, y las personas que han de desarrollar
estas tareas. Así en lo referente a primeros auxilios existe legis-
lación en Cataluña (DECRETO 225/1996, de 12 de junio, por el
que se regula la formación en atención sanitaria inmediata). Otra
de las materias relacionadas en cierta forma con el socorrismo,
es el transporte sanitario, en el que se ha creado la figura del
Técnico en Emergencias Sanitarias, cuya formación se encuen-
tra recogida en el Real Decreto 1397/2007, de 29 de octubre,
por el que se establece el título de Técnico en Emergencias Sa-
nitarias y se fijan sus enseñanzas mínimas. Por último, por ser
la de más reciente aparición, se ha legislado en relación a la
formación sobre el manejo del Desfibirlador Semiautomático Ex-
terno (DESA) por parte de personal no sanitario en las diferentes
Comunidades Autónomas.

Cruz Roja Española ha dedicado desde su creación, una gran


parte de su esfuerzo en formar a sus voluntarios en particular, y
a la población en general, en materia de Socorrismo y Primeros
Auxilios. Cabe resaltar el reconocimiento de los Centros de For-
mación de Cruz Roja como Centros Colaboradores, primero del

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CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 33 30/5/11 12:27:03


Formación en socorros

Instituto Nacional de Empleo (INEM) y después de las distintas


Comunidades Autónomas en la impartición de especialidades
del Plan Nacional de Formación e Inserción Profesional (Plan
FIP), relacionadas con el socorrismo y los primeros auxilios.

Además del repaso de la normativa de las Comunidades Au-


tónomas que hemos visto en los párrafos anteriores, El marco
legal vigente en la actualidad de ámbito estatal que nos permite
desarrollar este tipo de formación no académica es el siguiente:

• Cruz Roja Española, es una Institución Humanitaria, de ca-


rácter voluntario y de interés público, que desarrolla su activi-
dad bajo la protección del Estado, regulada por Real Decreto
415/1996, de 1 de marzo.
Tiene como uno de sus fines principales (artículo 2), “el fomento y
participación en programas de salud y en aquellas acciones que
por su especial carácter altruista resulten más convenientes para
la sanidad pública”, así como “el desarrollo de acciones formati-
vas encaminadas a la consecución de los anteriores fines.”

• El Decreto 707/1976, del Ministerio de Educación y Ciencia,


sobre Ordenación de la Formación Profesional en nuestro país,
establece en su Artículo 35.1 que “las enseñanzas de carácter
no reglado cuyo desenvolvimiento no conduzca a la obtención
de un título con validez académica, podrán ser establecidas
libremente, con el único requisito de comunicarlo al Ministerio
de Educación y Ciencia.”

1.7. El socorrista y los aspectos jurídicos


Las siguientes preguntas podrían resumir las preocupaciones de
los socorristas:

• ¿Qué ocurrirá si al atender a un accidentado agravo su situación?

• ¿Qué ocurrirá si fallece al trasladarle?

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

• ¿Qué responsabilidad asumo si el resultado de mi actuación es


desgraciado?

• ¿Qué pasaría si no atiendo a la víctima?

Para hallar la respuesta a estas preguntas, el socorrista debe


conocer algunos aspectos de la ley, y además saber que su
desconocimiento no exime a nadie de su cumplimiento. Existen
varios tipos de normas que rigen todos los aspectos de nuestra
vida, entre ellas, al socorrista (como persona altruista, sin ánimo
de lucro, ni vinculación contractual alguna) le afectan las normas
civiles y las normas penales.

1.7.1. El socorrista y las normas civiles

El Código Civil es el texto que contiene las reglas básicas de


convivencia de la sociedad. El nuestro data del año 1889 y con
bastantes modificaciones, sigue vigente, de él se desprende el
concepto de “el buen padre de familia” que define el comporta-
miento de una persona adulta normal, responsable, madura...
aunque con defectos y debilidades. Todo el Código Civil se basa
en “el buen padre de familia” para pedir cuentas a alguien por
sus actos. Bajo este concepto podríamos indicar el que todo so-
corrista sensato y prudente haría lo siguiente:

• Cambiar de lugar a la víctima sólo si la vida de ésta corre pe-


ligro.

• Si la víctima está consciente, pedir su autorización para ayu-


darle.

• Revisar si hay alguna emergencia que amenace la vida de la


víctima.

• Llamar al Servicio Médico de Urgencias.

• Continuar asistiendo hasta que llegue el personal profesional.

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CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 35 30/5/11 12:27:03


Formación en socorros

En definitiva pedimos al Socorrista que use el sentido común y


un nivel responsable de habilidad.

Cuando no se actúa conforme a ese patrón y se producen con-


secuencias negativas, se habla de que se actúa con culpa o con
negligencia.

Esas consecuencias negativas se llaman daño y ese daño pue-


de provocarse tanto en personas como en cosas. Cuando esto
se produce, la Ley pide al responsable que repare el daño cau-
sado. A esa obligación que nace de producir un daño con culpa
o negligencia se le denomina Responsabilidad Civil.

Nace así una obligación de reparar el daño causado, y de di-


cha obligación se responde con bienes materiales, reparación
que puede ser asumida por un tercero (Seguro de Responsabi-
lidad Civil).

1.7.2. El socorrista y la petición de consentimiento

Todo paciente tiene derecho a que se le pida autorización para


atenderle, evidentemente hay que puntualizar esta afirmación
diciendo que existen tres niveles de consentimiento:

1. Voluntario: entre el paciente y el socorrista.

2. Involuntario: en el que la ley suple la voluntad del paciente.

3. Implicado: en el que deben darse dos situaciones, la prime-


ra que existan lesiones que amenacen la vida, y la segunda,
la inconsciencia del paciente. En estas ocasiones seremos
nosotros quienes, en base a nuestros conocimientos y a la
gravedad de las lesiones del paciente, tomemos la decisión
de cómo y qué hacer.

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

1.7.3. El socorrista y las normas penales


El Código Penal actualmente vigente data de 1995 y contiene
todos aquellos actos que la Ley castiga mediante penas. No se
puede castigar nada que no esté previsto por el Código; tales
conductas pueden ser delitos o faltas es decir, las acciones u
omisiones penadas por la Ley.

Solo habrá responsabilidad criminal cuando exista dolo o culpa


o sea, cuando se haya actuado con intención, o con impruden-
cia respectivamente. Por eso no hay delito cuando se produce
fortuitamente o por fuerza mayor.

La intención es el deseo expreso de causar un mal, con concien-


cia y voluntad, sabiendo lo que se hace y queriendo hacerlo.

La culpa o imprudencia se produce cuando el individuo realiza


una acción sin intención, pero actuando sin la debida diligencia,
causando un resultado dañoso, previsible y penado por la Ley.

Según lo expuesto, para que el socorrista incurra en delito cuan-


do actúa en funciones propias del socorrismo, o bien deberá
causar un mal con intención de hacerlo, o bien causará un mal
sin intención, pero omitiendo aquellos pasos, aquellas atencio-
nes indispensables que debe conocer inexcusablemente.

Hay circunstancias que intervienen en los delitos y faltas anu-


lando, atenuando o agravando la responsabilidad: eximentes,
atenuantes, agravantes o circunstancias mixtas. Veamos al-
gún ejemplo:

• Eximente: se produce un daño o lesión ante la presencia del


socorrista, pero este se encuentra atendiendo a otro herido
también grave. P. ej.: un conductor que ha sufrido un accidente
entra de repente en parada cardiaca y muere, y tú no te en-
teras porque estás atendiendo una fuerte hemorragia de otro
accidentado.

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Formación en socorros

• Atenuante: se produce lesión o daño presenciado por el so-


corrista, pero este por determinadas circunstancias no está en
condiciones de prestar ayuda, desprendiéndose un daño de
esa falta de auxilio. P. ej.: ese mismo conductor entra en para-
da cardiaca, pero como has estado imprudentemente tomando
unas cañas en ayunas, estás mareadísimo y no eres capaz de
auxiliarle bien, por lo que muere.

• Agravante: viendo y conociendo las graves consecuencias de no


auxiliar a la víctima deja impasiblemente que éstas se produzcan.
P. ej.: el socorrista está viendo como la víctima sangra abundante-
mente, pero no tiene público que aplauda su hazaña, así que deja
que muera, mientras va a buscar gente para que le admire.

De un delito no sólo es responsable quien lo comete físicamen-


te, autor, sino también los cómplices y encubridores.

Toda persona responsable penalmente, también es respon-


sable civil (pero no al contrario). La responsabilidad penal se
traduce en la imposición de penas que deben ser satisfechas
por los propios responsables indefectiblemente y de las que a
nosotros nos interesan dos:

• Privación de libertad.

• Multa o días de multa.

Concretando, diríamos que los delitos en que puede incurrir el


socorrista serían los siguientes:

• Omisión del deber de socorro: con penas de arresto mayor


y multa.

- Cuando el socorrista omite la prestación de socorro a una


persona que esté desamparada y el peligro sea manifiesto
y grave. No hace falta que la persona fallezca a consecuen-
cia de la situación en que se encuentra. El delito se produce
siempre por no ayudarla.

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

- Cuando el socorrista no puede prestar auxilio personalmente,


por alguna razón y se queda “de brazos cruzados”, sin buscar
auxilio ajeno.
- Cuando la víctima lo es por accidente ocasionado por el que
omitió el auxilio debido (el propio socorrista).

Estos deberes de solidaridad comunes de personas, lo son


más fuertes para aquellos que voluntariamente o por contrato
asumen la función de socorrer a las personas (del socorrista
no sólo se va a demandar la actuación, sino también el intento
de evitar el resultado que pueda producirse; así, el socorrista
que contempla cómo una persona sufre daños y no actúa, por
determinados prejuicios, o por reconocer en aquella persona
a un enemigo, por ejemplo, incurriría en responsabilidad agra-
vada por “comisión por omisión” reservada para quienes han
contraído la obligación legal de socorrer, o han asumido volun-
tariamente ciertas obligaciones, o han creado ellos la fuente de
peligro). No sólo exige actuar, sino además, intentar evitar la
producción del resultado lesivo.

• Omisión del deber de impedir delitos o de comunicarlos a


la autoridad: en este caso, la ley no solo castiga la pasividad; el
individuo ante una situación delictiva, tiene que intervenir para
evitar y si no puede intervenir, tiene al menos la obligación de
denunciarlo (la ley exige intervenir, sólo cuando no hay riesgo;
no es delito abstenerse cuando hay riesgo propio o ajeno). Se
penan, según el delito de dos formas que irán desde el arresto
mayor si el delito es contra la vida y con multa si el delito es
contra la integridad, salud, libertad y libertad sexual.

• Infracción del secreto: todo socorrista tiene obligación de guar-


dar y no difundir todos aquellos aspectos concernientes a la inti-
midad de la víctima. Se castigará con arresto mayor y multa.

• Cohecho: aunque el cohecho sólo lo pueden cometer los car-


gos públicos, aceptar una recompensa por hacer algo injusto, o
que, aunque no sea injusto, discrimine a los demás a favor de

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Formación en socorros

alguien es un agravante muy importante en caso de que suce-


diese algo de lo que sea responsable el socorrista.

• Imprudencia punible y negligencia profesional: la impru-


dencia se produce cuando la acción carecía de intención, pero
no se había puesto la debida diligencia y por eso resultaba un
mal. La imprudencia temeraria es un delito y supone actuar
sin guardar los cuidados más elementales, indiferencia al res-
peto a la vida o integridad corporal de los demás implicados.
La diferencia entre delito o falta no se mide en este caso por
la mayor o menor gravedad del resultado producido, sino por la
mayor o menor falta de prevención y diligencia del sujeto. Un
socorrista incurrirá en imprudencia, por ejemplo, al manipu-
lar inadecuadamente a un herido cuyos síntomas indican que
puede sufrir lesión de columna vertebral.

1.8. La ética del socorrista


De la persona a la que atendemos, posiblemente no conozcamos
nada, y es por eso que el miedo por la responsabilidad de la inter-
vención nos produzca un sentimiento de rechazo a prestar ayuda.

Debemos actuar de forma desinteresada e imparcial (sin tener en


cuenta más factores y circunstancias que el sufrimiento de la vícti-
ma), guardando siempre el secreto de nuestras actuaciones.

Cuidaremos también los aspectos básicos de educación a la hora


de dirigirnos a la persona afectada, a sus familiares o acompa-
ñantes, cuidando el trato y vocabulario utilizado. Nunca y bajo
ningún concepto utilizaremos la violencia ni exteriorizaremos
signos de agresividad (en casos conflictivos deberán actuar las
fuerzas de orden público, manteniéndonos al margen de esa in-
tervención en tanto no sea un lugar seguro).

La actuación del socorrista se realiza la mayoría de las veces en


situaciones de urgencia, lo que hace que tenga que enfrentarse
a circunstancias en las que existen heridos graves, fallecidos,

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

todo ello rodeado de un alto contenido emocional, unas pautas


concretas de actuación en estos casos son:

Víctima herida

• Si la víctima demanda información sobre su situación personal


le explicaremos lo que estamos haciendo, de forma que lo en-
tienda.

• Si la víctima demanda información sobre las personas involu-


cradas en la situación, si no existen signos claros de gravedad
podemos indicarle: “están siendo atendidos”, “mis compañeros
están con ellos”. En caso de gravedad e incluso muertes, nun-
ca engañaremos a la víctima, no adoptaremos una actitud op-
timista ni culpabilizadora “cómo ibais a semejante velocidad”,
“cómo no llevabais puesto el cinturón de seguridad”. Si nos
vemos forzados a decir lo inevitable añadiremos frases como:
“se ha hecho todo lo humanamente posible”, “no han sufrido en
ningún momento”, etc.

Personas involucradas en el accidente

Seguramente preguntarán por el estado de sus compañeros he-


ridos. En general, las pautas de actuación son las mismas que
hemos establecido anteriormente para las víctimas, es decir ex-
plicar lo que están haciendo nuestros compañeros con la víctima
herida, transmitir seguridad, no culpabilizar, utilizar el lenguaje no
verbal en coherencia con el verbal (gestos, expresiones, etc.).

Familiares que acuden al lugar

Es conveniente separarles de la situación y explicarles qué es lo


que ha ocurrido, qué están haciendo tus compañeros, qué es lo que
vais a hacer con las víctimas (traslado a un hospital, etc.). Si la
situación es muy grave utilizar frases como, “la cosa no va demasiado
bien”, “no estoy en condiciones de responderle ahora”. Utilizaremos el
lenguaje no verbal, coger la mano, un brazo, mirada directa sin
desviarla, preguntaremos si necesitan algo y en qué podemos

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Formación en socorros

ayudarles. Evitaremos frases vacías como “lo siento mucho”,


“entiende lo que estáis pasando”, etc.

Por último, recordar que la diferencia entre el Voluntario de Cruz


Roja y un socorrista cualquiera es el que nuestra actuación no
debe terminar al evacuar al accidentado, sino que a veces será
oportuno hacer un seguimiento y/o acompañamiento del enfer-
mo y sus familiares.

1.9. Código deontológico del socorrista


• El socorrista ha de poseer los conocimientos, habilidades y
actitudes necesarias para realizar lo que su título le faculta. Por
ello, repasará frecuentemente lo que por desuso pueda caer
en olvido.

• El socorrista ha de mantenerse en forma para prestar el mejor


servicio posible.

• El socorrista nunca desempeñará su actividad bajo los efectos


del alcohol y otras drogas.

• El socorrista debe observar el protocolo exigido en cada caso,


estableciendo las prioridades que correspondan en cuanto al
cuidado del paciente.

• El socorrista es un auxiliar sanitario, por lo que —de haberlos—


ha de ponerse a disposición del médico, enfermero o técnico
de transporte.

• Como primera medida de actuación, el socorrista ha de prote-


gerse a sí mismo y a los demás, y ha de proteger siempre la
zona.

• El socorrista debe ofrecer seguridad y tranquilidad al paciente,


los familiares y espectadores.

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1. Socorrismo y conducta PAS: aspectos generales

• El socorrista nunca dejará de vigilar al paciente mientras está


a su cargo.

• El socorrista nunca dará por perdido a un paciente hasta que


un facultativo verifique su muerte.

• El socorrista no se extralimitará más allá de sus funciones.

• En caso de que existan indicios de delito, el socorrista ha de


dar parte a la autoridad.

• El socorrista es el responsable de los efectos personales de la


víctima que se le hayan confiado.

• El socorrista está obligado a guardar secreto profesional.

• El socorrista nunca debe aceptar recompensas por su labor.

• El socorrista, al finalizar su servicio, debe:

- Sanear el material utilizado.


- Reemplazar lo que se haya gastado del botiquín.
- Adoptar las medidas necesarias de higiene personal.
- Rellenar los informes y registros del caso, según lo estable-
cido.

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2. Seguridad en
la intervención

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2.1. Primeros auxilios y el riesgo de padecer estrés 47

2.2. Primeros auxilios y enfermedades transmisibles 48

2.3. Prevención de contagios en socorrismo 50


2.3.1. Vestuario 50
2.3.2. Posición de la espalda 53
2.3.3. Lavado de manos 53
2.3.4. Uso de guantes 55
2.3.5. Uso de mascarilla 58
2.3.6. Protección ocular y ropa específica de protección 59
2.3.7. Agujas, jeringuillas y objetos puntiagudos 59
2.3.8. Vendas y material de curas 60
2.3.9. Superficies y suelo 60

2.4. Prevención de enfermedades 61


2.4.1. Tétanos e inmunización 62
2.4.1.1. Características y consecuencias 62
2.4.1.2. Puerta de entrada 62
2.4.1.3. Pronóstico 62
2.4.2. Hepatitis B y C 64
2.4.3. Socorrismo y SIDA 65
2.4.3.1. El contagio 65
2.4.3.2. ¿Cómo podría efectuarse el contagio? 67
2.4.3.3. Procedimientos post-exposición
a fluidos corporales 68

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2. Seguridad en la intervención

2.1. Primeros auxilios y el riesgo


de padecer estrés
Prestar los primeros auxilios a una persona que lo necesita es
una situación muy estresante para el socorrista, ya que se va a
enfrentar a situaciones en las que las lesiones, el sufrimiento y
la presión por parte del herido, familiares y/o espectadores van a
estar constantemente a nuestro alrededor.

Frecuentemente, como socorristas nos enfrentaremos a situacio-


nes en las que la muerte estará presente, el paciente o víctima
pueda ser un niño, pueden existir amputaciones traumáticas,
o tener que atender a personas lesionadas que constante-
mente se dirigirán a nosotros diciendo: no puede ocurrirme a
mí, o se preguntarán, por qué me ha ocurrido a mí; todo esto
hace que el socorrista deba de estar preparado psicológica-
mente para hacerles frente.

El estrés es una respuesta del


organismo ante un determina-
do estímulo; por contra de lo
usualmente creído no es una
respuesta negativa, sino una
reacción adaptativa que pone a
disposición del organismo una
importante cantidad de recur-
sos excepcionales a los que re-
currimos en los momentos más
apasionantes a los que asis-
timos o de los que participa-
mos. Únicamente cuando esa
respuesta es excesivamente
frecuente, intensa o duradera,
pueden aparecer consecuen-
cias negativas.

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Formación en socorros

El estrés afecta a las personas que deben tratar las situaciones


de emergencia. Los signos de estrés son: irritabilidad hacia los
compañeros, familia, amigos o pacientes, incapacidad para con-
centrarse, agotamiento físico, dificultad para dormir, ansiedad,
indecisión, pérdida de apetito, pérdida de interés por el trabajo,
depresión, alteraciones orgánicas, etc. Algunas recomendacio-
nes para reducirlo son:

• Dieta saludable. Una dieta saludable mantendrá nuestro organis-


mo en buenas condiciones y listo para afrontar una emergencia.

• Dejar de fumar. Todos conocemos los riesgos de esta práctica


y sus beneficios. Para conseguirlo busca ayuda en tu centro
sanitario.

• Hacer ejercicio físico regularmente. Ayuda a mantener en buen


estado el sistema cardiovascular. El ejercicio ayuda a mante-
ner un buen estado físico y psíquico.

• Intentar mantener la calma (interésese por las técnicas de re-


lajación).

• Compaginar trabajo, ocio y familia.

2.2. Primeros auxilios y enfermedades


transmisibles
Cuando se proporciona asistencia durante una emergencia es
normal preguntarse acerca de los riesgos a los que nos veremos
expuestos, entre ellos, los que se conocen como enfermedades
transmisibles. Pero no debemos olvidar que el respeto de las
normas de higiene y las medidas de protección deben ser recí-
procas; el socorrista debe considerar no sólo el riesgo que corre,
sino el peligro que suponen las prácticas antihigiénicas para la
persona que recibe la asistencia.

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2. Seguridad en la intervención

Uno de los primeros pasos en la protección personal es preve-


nir la transmisión de enfermedades entre socorrista y pacientes.
Es imposible predecir o suponer si un paciente sufre o no una
enferme-dad transmisible. A su vez, es posible que el socorrista
transmita enfermedades a los pacientes, compañeros y fami-
liares.

Las enfermedades que se transmiten de una persona a otra se


llaman enfermedades contagiosas o transmisibles, y se produ-
cen cuando los gérmenes invaden el cuerpo y causan la enfer-
medad. Los gérmenes más comunes son bacterias y virus.

Las bacterias pueden vivir fuera del cuerpo y no dependen de


otros organismos para mantenerse vivas. No todas infectan a las
personas, pero algunas pueden producir infecciones muy impor-
tantes. La mayoría pueden combatirse con antibióticos aunque
algunas ya son resistentes por su uso inadecuado.

Los virus dependen de otros organismos para mantenerse vivos.


Existen muy pocos medicamentos capaces de combatirlos, sien-
do la principal defensa los glóbulos blancos.

Es importante saber cómo se transmiten y conocer cómo prote-


gerse de los agentes infecciosos. En situaciones que requieren
primeros auxilios, las vías de contaminación de una persona a
otra pueden ser por inhalación, por ingestión, a través de heridas
y por absorción.

Podemos contagiarnos al tocar a una persona infectada, si los


gérmenes en la sangre o en los líquidos corporales de esa per-
sona entran en nuestro organismo a través de grietas, heridas,
(principalmente en nuestras manos) o a través de las membra-
nas mucosas que recubren los ojos, nariz y boca.

Algunas enfermedades se transmiten a través del aire que res-


piramos, en este caso el contagio se produce al respirar el aire
que exhala una persona infectada o cuando esta tose, estornu-
da, habla, etc.

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Formación en socorros

Los animales pueden transmitir enfermedades por medio de mor-


deduras, por ejemplo, gatos, perros y animales silvestres pueden
transmitir la rabia. Incluso la mordedura de una persona también
puede transmitir alguna enfermedad.

La hepatitis B (VHB), la Hepatitis C (VHC) y el SIDA (VIH) son


enfermedades graves pero no se transmiten fácilmente por con-
tacto casual, por ejemplo, por un apretón de manos. Podremos
reducir la posibilidad de transmisión de enfermedades siguiendo
las medidas de precaución universales:

• Evitar el contacto con fluidos corporales.

• Colocar barreras, tal como guantes de látex, telas limpias y


secas, etc.

• Cubriendo y protegiendo cualquier herida que tengamos.

• Lavándonos intensamente las manos con agua y jabón inme-


diatamente después de atender a la víctima. O haber tenido
una exposición.

• No tocando sin protección objetos manchados con sangre.

• Desechar los objetos punzo-cortantes en el recipiente amarillo.

2.3. Prevención de contagios


en socorrismo
Conseguirlo requiere por parte del socorrista conocer. Las medi-
das universales y los equipos de protección individual (EPI).

2.3.1. Vestuario

Nuestro vestuario, además de estar limpio, debe ser el adecua-


do para la actividad y la climatología.

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2. Seguridad en la intervención

La ropa limpia reduce al mínimo la contaminación tanto del so-


corrista como del paciente. La ropa sucia puede infectar las heri-
das abiertas.

En Cruz Roja Española el equipo de vestuario a utilizar por los


voluntarios y voluntarias de la Institución, está regulado por la
Resolución del Presidente 3/2000, de 11 de agosto. Esta re-
solución tiene un documento técnico anexo en el que se esta-
blecen las características de cada prenda. En este apartado se
incluyen imágenes de aquellas prendas de uso más habitual.

La utilización de un calzado adecuado, que proteja completa-


mente el pie, evitará que nos lesionemos. Recomendamos con
cumplimiento de la norma EN 345 y resistencia a perforaciones,
aplastamiento y con suela antideslizante.

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Formación en socorros

Es conveniente que la indumentaria que llevemos esté provis-


ta de elementos reflectantes que nos hagan visibles desde una
distancia prudencial (Norma Europea E. N. 471, Comité Europeo
de Normalización) y en situaciones de baja visibilidad.

VESTUARIO ALTA VISIBILIDAD

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2. Seguridad en la intervención

El uso del anorak de alta visibilidad esta indicado además de


en condiciones climatológicas adversas, al realizar el rescate de
víctimas en accidentes de tráfico por la presencia de cristales y
metal afilado.

El casco de protección debe


cumplir las normas EN 12492
para rescate en entornos pe-
ligrosos y la norma EN397 de
protección frente impactos y cai-
da de objetos punzantes. Su uso
estaría indicado en accidentes
de tráfico, rescate en lugares pe-
ligrosos, incendios, catástrofes,
etc.

Dentro de este apartado y aunque no corresponda al vestuario,


habría que hacer referencia al cabello largo debe estar recogido,
de forma que no se interponga frente a nuestros ojos y evitar al
mismo tiempo que caiga sobre los materiales que utilizamos en
la atención a la víctima, o sobre sus lesiones.

2.3.2. Posición de la espalda

La espalda debe mantenerse siempre lo más recta posible, flexio-


nando las piernas para realizar con ellas los movimientos de su-
bir y bajar. De esta forma no forzaremos la columna vertebral y
evitaremos lesiones.

2.3.3. Lavado de manos

Está demostrado que las manos son uno de los principales fac-
tores de transmisión de infecciones bidireccionales (sanitario -
paciente y viceversa); es el método más importante para preve-
nir el contagio de enfermedades.

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Formación en socorros

El lavado debe ser vigoroso, con jabón y enjuague con agua


abundante. Debe durar alrededor de 1 minuto. En caso de no
disponer de agua, podremos hacerlo friccionando las manos con
alcohol o con preparados comerciales que lo contienen.

Cuándo deben lavarse

• Cuando nos incorporamos al Servicio.

• Siempre que haya un requerimiento de auxilio.

• Siempre antes y después de realizar cualquier técnica (curas,


inmovilizaciones, etc.).

• Siempre antes y después de ponerse y quitarse los guantes.

• Siempre antes y después de comer.

• Siempre al salir del aseo.

En general siempre que se tenga que realizar manipulación de


materiales y/o pacientes.

Técnica

• El socorrista deberá
de mantener las uñas
cortas y limpias, pres-
cindirá de barnices de
uñas, y no usará pul-
sera y anillos en las
manos.

• Abriremos el paso del


agua, ajustando la tem-
peratura (preferible-
mente caliente) y flujo del agua. Seguidamente mojaremos las
manos.

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2. Seguridad en la intervención

• Las manos y muñecas


se enjabonarán cuida-
dosamente por delan-
te y detrás, así como
los espacios interdigi-
tales, no olvidando las
yemas de los dedos
(es aconsejable con-
tar con dispensadores
de jabón crema).

• Las manos y muñe-


cas se enjuagan minuciosamente.

• Cogeremos un trozo de papel para seca-


do de manos, cerrando con él el paso de
agua y desechándolo posteriormente.

• Cogeremos nuevamente papel secándo-


nos primero las manos y después las
muñecas a toques. Al finalizar lo desecha-
remos.

• Podremos combinar el lavado de manos


con la aplicación de una solución alco-
hólica durante 15-30 seg. hasta secarse
al aire.

2.3.4. Uso de guantes

Constituyen una de las barreras que tene-


mos contra la infección, y no sustituyen al
lavado de manos.

Se recomienda el uso sistemático de guan-


tes para proporcionar una barrera de pro-
tección con el fin de reducir la potencial
transferencia de gérmenes a través del

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Formación en socorros

contacto de las manos con sangre, fluidos corporales, secrecio-


nes, heridas y membranas mucosas. Utilizaremos preferible-
mente por este orden; guantes de nitrilo, látex no empolvados (si
no tenemos alergia) o vinilo. Este último no protege adecuada-
mente frente a cierto tipo de infecciones y son más porosos que
los otros tipos aquí reseñados.

Recuerde que Los guantes deben ser utilizados como una me-
dida adicional, y nunca sustituir a las medidas de higiene de las
manos (lavado de manos con agua y jabón, soluciones alcohó-
licas, o en su defecto, con alcohol de 70º, antes y después de
una intervención).

Los guantes son de un solo uso, desechables, no estériles y has


de estar limpios, deben ajustarse adecuadamente y no deben
ser lavados ni reutilizados.

Técnica de colocación

La colocación de los guantes (estériles) deberá hacerse de forma


que evitemos, al máximo, el contacto de los mismos con nues-
tras manos, cogiéndolos por la zona de muñecas para pasarlos
y terminando de ajustarlos a los dedos con ambas manos, una
vez estén enguantadas.

Para colocarnos los guantes no estériles simplemente buscare-


mos donde se encuentra el pulgar e introduciremos las manos.

Sacarse los guantes. Técnica

• Con una de las manos enguan-


tadas cogeremos el guante de
la otra mano, por su cara exte-
rior, a la altura de las muñecas
y tiraremos de él hasta que
salga.

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2. Seguridad en la intervención

• Una vez extraído seguiremos cogiéndolo con la mano enguantada.

• Con la mano desenguantada cogeremos el guante de la otra


mano por la cara interna, a la altura de las muñecas y tiraremos
de él hasta que salga.

• De este modo, los guantes quedan uno dentro del otro y la cara
que vemos es la que teníamos en contacto con nuestra mano.

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Formación en socorros

Cuando realicemos pequeñas curas podemos recoger las gasas uti-


lizadas en las mismas junto con el primer guante que nos hemos ex-
traído, de forma que al extraer el segundo, todo quede en el interior.

2.3.5. Uso de mascarilla

Se utiliza ante el riesgo de contagio vía oral o nasal y en pa-


cientes con lesiones en la vía aérea y siempre que se prevean
salpicaduras de sangre o fluidos corporales.

Mascarillas quirúrgicas

Serán colocadas, si es posible, tanto a aquellos pacientes o usua-


rios que presenten sintomatología sospechosa de enfermedad
transmisible por aerosoles (Tuberculosis, Meningitis, Influenza,
Sarampión, Tos ferina, Varicela, etc.), como a nosotros.

Evitan que se disemine la infección, por las gotitas de saliva y


porque impiden la contaminación del ambiente al retener y filtrar
las gotas que contienen gérmenes expulsadas al respirar, ha-
blar, estornudar o toser.

La eficacia de la mascarilla quirúrgica, incluso utilizando varias a


la vez, es mucho menor que la de los protectores respiratorios.

Protectores respiratorios

Filtran el aire inhalado protegiendo al personal que los porta de la


infección por gérmenes que se transmiten por gotas de saliva.

Existen diversos tipos en función de la eficacia mínima de filtra-


ción y de la fuga total hacia el interior:

• FFP1 = 78% eficacia filtración mínima

• FFP2 = 92% eficacia filtración mínima

• FFP3 = 98% eficacia filtración mínima

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2. Seguridad en la intervención

Su utilización queda restringida a aquellas situaciones en las que


un médico o enfermero lo recomienden en base a una clínica
positiva para alguna de las siguientes patologías: tuberculosis,
Meningitis, Influenza, Sarampión, Tosferina, Varicela, SARS, o
por indicación de una autoridad de Salud Pública pertinente.

Deben ajustar perfectamente al perfil facial (difícil de conseguir


cuando la persona tiene barba).

2.3.6. Protección ocular y ropa específica


de protección

Se deberá utilizar ante la posibilidad de salpicaduras de sangre


o fluidos corporales a los ojos.

El uso de protectores oculares o gafas de protección, preferen-


temente, de montura integral (según Normativa EN166:2001),
y de ropa específica de protección impermeable a partículas
(Tipo 5) y a salpicaduras de intensidad limitada (Tipo 6), como
buzos, delantales, gorros, etc. están especialmente indicados
para proteger la piel y la mucosa ocular durante los procedimien-
tos y las actividades de atención sanitaria en los que se prevé se
puedan originar salpicaduras de sangre, o de fluidos corporales,
ya que reducen el riesgo de infección si se usan correctamente.
Serán utilizados por el personal sanitario a cargo de las tareas
de triaje y primera asistencia de víctimas.

2.3.7. Agujas, jeringuillas y objetos puntiagudos

Las agujas y jeringuillas son de-


sechables. Las agujas usadas
no deben volver a introducirse
en la envoltura de plástico; para
desecharlas se emplearán re-
cipientes especiales, herméticos
y asegurados contra pinchazos.

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Formación en socorros

2.3.8. Vendas y material de curas


Se desecharán con extremo cuidado, evitando el contacto direc-
to o indirecto con otras personas o materiales.

2.3.9. Superficies y suelo

La limpieza debe ser frecuente y utilizaremos de manera general


productos con lejía.

MÉTODOS DE PROTECCIÓN
ACTIVIDAD PERSONAL RECOMENDADOS

Guantes Bata Mascarilla Protección

Control de
hemorragias SÍ SÍ SÍ SÍ
intensas

Control de
SÍ NO NO NO
hemorragias

Parto SÍ SÍ SÍ SÍ

Limpieza
manual de SÍ NO NO NO
la vía

Limpieza
de material SÍ NO NO NO
contaminado

Palpar pulso SÍ NO NO NO

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2. Seguridad en la intervención

MECANISMOS DE TRANSMISIÓN DE ENFERMEDADES

Enfermedades Medio de transmisión

Meningitis
Contacto con secreciones bucales o nasales.
bacteriana
Varicela Aire, contacto directo con secreciones de vesículas.
Rubéola Aire, contacto directo con secreciones bucales.
Contacto directo con orina, heces o ingestión
Hepatitis A.
de productos contaminados con ellos.
Sarampión Aire, contacto directo con secreciones.

Parotiditis Aire, contacto directo con saliva.

Tosferina Aire, contacto directo con secreciones bucales.


Escarlatina Aire, contacto directo con secreciones bucales.
SIDA Contacto sexual, sangre, agujas contaminadas
Hepatitis B y C. Sangre, secreciones bucales, contacto sexual.
Neumonía Aire.

Tuberculosis Aire.

2.4. Prevención de enfermedades


Los socorristas constituyen un colectivo de especial interés, en
cuanto a la necesidad de prevención se refiere, ya que están en
contacto con una serie de factores de riesgo que pueden favo-
recer o desencadenar el desarrollo de determinadas enfermeda-
des. Nos referiremos básica y principalmente al Tétanos, Hepa-
titis B y C y SIDA (VIH).

En la prevención de enfermedades infecciosas hemos de co-


nocer los conceptos de inmunidad, vacuna y gammaglobulina;
en un breve resumen, diremos que las vacunas y las gamma-
globulinas pretenden producir inmunidad, es decir, aumentar la
resistencia que presenta el organismo a padecer infecciones.

La inmunidad puede ser:

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Formación en socorros

• Natural, el individuo es resistente a una enfermedad determina-


da y no será atacado nunca por ella.

• Adquirida, conseguida después de pasar una enfermedad infec-


ciosa o mediante inoculación inyección de sueros o vacunas.

2.4.1. Tétanos e inmunización

El Tétanos es una enfermedad infecciosa y caracterizada por


un estado de contracción muscular sin movimiento), trismus (di-
ficultad para abrir la boca), contractura de los músculos de la
nuca, generalizándose posterior-mente al tronco con frecuentes
accesos convulsivos clónicos.

2.4.1.1. Características y consecuencias

• Se presenta en heridas profundas y con recovecos que no estén


en contacto con el oxígeno, aunque no siempre las heridas res-
ponsables del tétanos tienen estas características. Una herida por
insignificante que sea puede dar lugar a la aparición de tétanos.

• Es un germen que produce toxinas, que se acantona en el


punto de entrada y envía sus toxinas al resto del organismo.
La terminación de los nervios motores a nivel del músculo se
impregnan de toxinas evolucionando de forma ascendente y
progresando hacia los centros motores cerebrales, provocando
un tono muscular exagerado ante mínimos estímulos.

2.4.1.2. Puerta de entrada

Son numerosas, más frecuentemente si son heridas penetrantes,


profundas y complicadas.

2.4.1.3. Pronóstico

Sigue siendo una enfermedad muy grave, con gran mortalidad.


Es precisa la vacunación sistemática de la población, la revacu-
nación periódica y la prevención ante una situación de riesgo.

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2. Seguridad en la intervención

La valoración del estado de vacunación así como de la necesi-


dad de ser realizada debe ser efectuada por personal sanitario;
el socorrista se limitará a recomendar a cualquier herido que
acuda a ellos sistemáticamente.

Vacunación antitetánica del adulto


1º 2º
1ª dosis 2ª dosis 3ª dosis Recuerdo Recuerdo
(4ª dosis) (5ª dosis)

Adultos Al menos Al menos


Tan pronto 10 años 10 años
sin dosis 1 mes 6 meses
como sea tras la 3ª tras la 4ª
previas después después
posible dosis dosis
de la 1ª de la 2ª

Herida contaminada y/o en


Herida limpia
consumidores de drogas inyectadas
Antecedentes
o inmunodeprimidos1
de vacunación
Inmuno- Inmuno-
Vacuna (Td) Vacunas (Td)
globulina globulina
< 3 dosis o Sí (completar Si (completar
No Sí
desconocida vacunación) vacunación)
NO (si hace
más de 10 NO (si hace más
años desde la de 5 años desde
3 ó 4 dosis No No2
última dosis, la última dosis,
administrar administrar una dosis)
una dosis)

NO (si hace más


de 10 años de la
última dosis, valorar
5 ó más dosis No No la administración No2
de una única dosis
adicional en función
del tipo de herida)

1. Heridas o quemaduras con un importante grado de tejido sin vida, herida punzante (particularmente donde ha
habido contacto con suelo o estiércol), las contaminadas con cuerpo extraño, fracturas con herida, mordeduras,
congelación, aquellas que requieran intervención quirúrgica y que ésta se retrasa más de 6 horas, y aquellas que se
presenten en pacientes que tienen infección generalizada en su organismo.
2. Aquellas heridas contaminadas con gran cantidad de material que puede contener esporas y/o que presente
grandes zonas de tejido sin vida (heridas de alto riesgo), recibirán una dosis de inmunoglobulina.

(Fuente: Ministerio de Sanidad, Politica Social e Igualdad)

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Formación en socorros

2.4.2. Hepatitis B y C

Es, sin duda, uno de los principales problemas de salud en


el campo de las enfermedades transmisibles, no sólo debido
a la alta incidencia de infecciones agudas causadas por el
virus de la hepatitis B (VHB), y por el de la Hepatitis C (VHC),
sino también por el hecho de que alrededor de un 10% de las
mismas evolucionan a la cronicidad, en la Hepatitis B, y condi-
cionando la aparición de millares de portadores del virus que
forman el gran reservorio de la enfermedad, y son responsa-
bles de su persistencia en nuestro medio. Además, muchos
de los portadores crónicos presentan enfermedad hepática
degenerativa.

En la Hepatitis C, cura espontáneamente el 15-20% de los


pacientes. Ante la inexistencia de un tratamiento eficaz, en
ambos casos, solo las medidas de prevención se muestran
capaces de ofrecer expectativas de control a nivel comunita-
rio y, como es lógico, para el caso de el VHB el recurso idóneo
es la vacuna.

Debemos estar correctamente vacunados de la Hepatitis B para


realizar nuestra labor voluntaria. Consultaremos en nuestro cen-
tro de salud la esta posibilidad o con nuestro responsable de
salud y socorros.

Las medidas generales de prevención de la hepatitis B y C que


se deben seguir son las siguientes:

• Extremar las medidas de higiene personal.

• Usar materiales desechables.

• No realizarse tatuajes en lugares no autorizados por Sanidad


ya que el material ha de estar esterilizado.

• Evitar toxicomanías.

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2. Seguridad en la intervención

• Usar guantes para evitar el contacto de la piel con sangre, objetos


manchados de sangre, fluidos corporales, heridas y secreciones.

• Lavarse las manos al acabar la intervención.

El VHB y el VHC se han transmitido también, a través de la piel


lesionada; por lo tanto, este tipo de exposiciones conlleva un
riesgo de infección para el socorrista.

Además de lo anterior, la inmunización frente a la hepatitis B


puede conseguirse por los siguientes medios:

• Inmunización pasiva: mediante la administración de inmunog-


lobulina específica antihepatitis B, que proporciona una protec-
ción inmediata porque, si se administra dentro de las primeras
24 h, impide el acceso del virus a las células hepáticas (sobre
todo en casos de exposición accidental) y deberemos combi-
narla con la inmunización activa.

• Inmunización activa: se realiza mediante la administración de


la vacuna antihepatitis B. Estar correctamente vacunado es lo
más eficaz para evitar la infección.

2.4.3. Socorrismo y SIDA

El virus que causa el SIDA es el virus de la inmunodeficiencia


humana (VIH); coloniza una célula humana, desde la cual se va
a multiplicar.

La particularidad del VIH es que ataca a una célula en particular


del organismo humano, los linfocitos. Los linfocitos son glóbulos
blancos encargados de defender al individuo contra las infecciones.
Disminuyendo la capacidad de defensa frente a enfermedades.

2.4.3.1. El contagio

Tres conceptos deben ser conocidos: el contagio se efectúa a par


tir de un organismo en el que se encuentra el virus (el reservorio)

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Formación en socorros

a través de un medio de transmisión (el vector) hacia un orga-


nismo receptor (huésped); en el caso del virus VIH, un cuarto
concepto es importante, la puerta de entrada, es decir, el lugar
por donde debe penetrar el virus para contagiar al receptor.

• Reservorio: el reservorio de este virus es el hombre. No existen


animales capaces de ser portadores del virus VIH.

• Vectores y puerta de entrada: este virus está presente en la


sangre, el esperma, las secreciones vaginales, el plasma, el
líquido céfalo-raquídeo, la saliva, la orina y en la leche materna
contaminada por el VIH. Sólo la sangre y el esperma son vec-
tores de transmisión de la enfermedad.
Transmisión que puede efectuarse:

- Directamente por transfusión sanguínea o inyección de


derivados sanguíneos. La legislación actual de muchos paí-
ses, entre ellos España obliga a que a toda donación de san-
gre se le efectúan sistemáticamente unas pruebas de detec-
ción para evitar este riesgo.
- Por inoculación de sangre. Está ligada a la utilización de
material de inyección contaminado con sangre que utilizan
los toxicómanos consumidores de drogas por inyección in-
travenosa. Puede ser debida a una herida accidental con
material médico (de extracción de sangre, inyecciones, etc.)
contaminado. Este riesgo es muy inferior al del contagio por
otro virus (hepatitis por ejemplo) pero real.
- Por medio de la placenta: durante el embarazo o el parto,
el virus contamina al hijo de una madre infectada al pasar a
través de la placenta.

• Puerta de entrada: la transmisión sexual es la forma más fre-


cuente de diseminación del virus. La puerta de entrada es la
mucosa genital o rectal. Los contactos heterosexuales u homo-
sexuales permiten la transmisión del virus.

El virus no se transmite: por picaduras de insectos, por los


contactos familiares no sexuales, tos o estornudos, donación

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2. Seguridad en la intervención

de sangre, saliva, sudor, alimentos, agua, aire, retretes, ropa de


vestir y ropa de cama, lágrimas, etc.

2.4.3.2. ¿Cómo podría efectuarse el contagio?

Puede tener lugar por una inoculación directa por medio de un


objeto manchado, punzante o cortante, en una actividad de auxi-
lio a víctimas.

Esto concierne, en particular, al material de inyección de toxicó-


manos, al material de inyección y punción utilizado por personal
sanitario, y más excepcionalmente, a fragmentos de cristal o me-
tálicos manchados por sangre contaminada.

Por tanto, deberemos se especialmente cautelosos en lo refe-


rente a:

• Recogida de materiales de punción e inyección y su posterior


eliminación en un recipiente adecuado.

• Llevar guantes de protección.

• Todo contacto de sangre sobre la piel, los ojos o la boca debe


ser lavado de inmediato.

• Por maniobras de ventilación oral.

La técnica de ventilación a través del boca a boca no ha mostra-


do en ningún caso la transmisión por esta vía.

Desde el punto de vista teórico, el único riesgo digno de consi-


deración se plantearía en los casos en que el enfermo sangre
por la boca y el socorrista tenga en la suya heridas abiertas;
no obstante, en la práctica no se ha comprobado que el VIH se
transmita por estas circunstancias.

67

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Formación en socorros

2.4.3.3. Procedimiento post-exposición a fluidos corporales

Pasos a seguir en caso de exposición a fluidos corporales, como


por ejemplo sangre procedente de pinchazos, salpicaduras, con-
tacto…:

• Favorecer sangrado (presionando por debajo del lugar si es un


dedo, dejando el miembro hacia abajo, etc.)

• Lavado de la herida con abundante agua y jabón.

• Aplicar Clorhexidina, solución alcoholica o povidona yodada.

• Informar al responsable de Salud y Socorros para cobertura


sanitaria y poder realizar al paciente (lo tiene que autorizar) y a
nosotros las pruebas serológicas (VIH, VHB, VHC).

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3. Evaluación
del paciente

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3.1. Concepto de evaluación del paciente 71

3.2. Desarrollo de la evaluación inicial 73


3.2.1. Valoración primaria 73
3.2.2. Fase de reanimación 75
3.2.3. Valoración secundaria 75
3.2.3.1. La entrevista 76
3.2.3.2. La exploración 78
3.2.3.3. Examen neurológico 78
3.2.3.4. Valoración de la respiración 81
3.2.3.5. Valoración del pulso 82
3.2.3.6. Temperatura corporal o de la piel 84
3.2.3.7. Reconocimiento de la cabeza a los pies 84
3.2.4. Tratamiento definitivo 93

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3. Evaluación del paciente

3.1. Concepto de evaluación del paciente


A la hora de prestar los Primeros Auxilios, se hace necesario
disponer de un esquema de actuación, sencillo de recordar para
el socorrista y basado en la aplicación de conductas y gestos
previamente automatizados mediante un aprendizaje.

De esta manera, conseguiremos desarrollar unas pautas de actua-


ción de forma sistematizada, que harán de nuestra intervención,
una intervención correcta y eficaz al mismo tiempo.

La evaluación del paciente es un proceso continuo, que se rea-


liza “in situ” periódicamente con el fin de conocer la evolución
de la persona a la que atendemos y de verificar si las acciones rea-
lizadas han proporcionado el resultado previsto, permitiéndonos
actuar en consecuencia.

Consiste en realizar una valoración global del estado de la víc-


tima al objeto de:

• Determinar el alcance de sus lesiones.

• Establecer las prioridades de actuación.

• Adoptar las medidas necesarias en cada caso.

• Asegurar el correcto traslado de la víctima a un centro sanitario.

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Formación en socorros

Previamente y después de haber tomado las medidas que ga-


ranticen una intervención segura, el primer paso es hacernos
una idea global de la situación; esta impresión formada, es
la primera evaluación del paciente y su entorno. En este primer
paso determinaremos los cuidados iniciales que necesita el pa-
ciente y estableceremos los siguientes pasos de la evaluación. En
esta impresión general discerniremos si se trata de una enferme-
dad o de una lesión traumática y determinaremos la naturaleza de
los daños.

El objetivo de este primer paso es determinar si el paciente tiene


lesiones que amenacen la vida, lesiones entre las que se incluyen
hemorragias intensas, respiración y circulación inadecuadas; si
cualquiera de estas situaciones aparece, deberemos corregirlas in-
mediatamente. Esta impresión general guiará los siguientes pasos
de nuestra intervención, p. ej., si se trata de un paciente que ha sido
atropellado, incluso aunque parezca estable o con lesiones leves,
deberemos sospechar la existencia de graves lesiones internas.

De forma resumida, podemos decir que el esquema básico de actua-


ción que se debe seguir ante cualquier accidente es el siguiente:

Percibir – Explorar – Actuar – Evacuar

Escuche a familiares y testigos

Los miembros de la familia del paciente, sus amigos e incluso


los espectadores pueden dar ideas acerca de lo que ha ocurrido,
tendremos muy en cuenta esos comentarios.

A pesar de la información que podemos obtener de los familia-


res o testigos, no debemos dejar que esta recopilación de datos
interfiera en la rápida evaluación que debemos hacer de la per-
sona afectada, incluso es posible que el paciente se encuentre
en una situación de vida o muerte y que las únicas posibilidades
que tenga de sobrevivir dependan de nuestra rápida interven-
ción.

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3. Evaluación del paciente

Fases de la evaluación inicial

• Valoración primaria del paciente.

• Reanimación y/o mantenimiento de la respiración y circulación.

• Valoración secundaria.

• Tratamiento definitivo (hospitalario).

3.2. Desarrollo de la evaluación inicial


3.2.1. Valoración primaria

En ella, se identifican las situaciones que supongan una ame-


naza inmediata para la vida del paciente. Debe consistir en un
rápido reconocimiento de las constantes vitales.

Simultáneamente, se iniciará la restauración de las funciones


vitales, en caso necesario (fase de reanimación).

Prioridades:

• Valoración de consciencia.

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Formación en socorros

• Mantenimiento de la permeabilidad de la vía aérea, con control


de la columna cervical.

• Valoración de la respiración.

• Valoración de la circulación y control


de la hemorragia aguda.

Valoración del nivel de conciencia

Asegurar la permeabilidad de la vía


aérea, controlando la columna cer-
vical

Hay que asegurar la permeabilidad de


la vía aérea, con el objeto de permitir Maniobra de frente-mentón.
el paso de aire hacia los pulmones.
La obstrucción de la vía aérea, por la
caída de la lengua, es la causa más frecuente de muerte entre
quienes sufren una pérdida de consciencia.

Un paciente alerta, que habla o llora tiene la vía aérea abierta,


por tanto, pasaremos a evaluar su respiración.

Maniobra de tracción mandibular.

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3. Evaluación del paciente

Si no contesta, procederemos a abrir la vía aérea, emplearemos la


maniobra frente-mentón. Hay que asumir que todo paciente con
lesiones por encima de la clavícula tiene una lesión de columna
cervical.

Valoración de la respiración

Una respiración adecuada asegura el intercambio del oxígeno


a nivel pulmonar. Para valorar la respiración se debe ver, oír y
sentir la salida del aire y el movimiento torácico.

No se debe confundir la respiración adecuada con respiraciones


entrecortadas y ocasionales. En caso de no existir respiración se
debe comenzar RCP.

Valoración de la circulación y control de la hemorragia aguda

Se examinará al paciente en busca de heridas que sangren


abundantemente y se detendrá la hemorragia aplicando presión
directa sobre el punto sangrante.

3.2.2. Fase de reanimación

Se realiza simultáneamente a la valoración primaria en el mo-


mento de identificar el problema, realizando las técnicas adecua-
das a cada situación.

En esta fase se tratan aquellos problemas que constituyen una


amenaza inmediata para la vida.

3.2.3. Valoración secundaria

Se realiza una vez aseguradas las funciones vitales consiste en


la exploración detallada del paciente, por sectores, de la ca-
beza a los pies en busca de lesiones y/o dolencias.

Mediante este segundo reconocimiento descubriremos los pro-


blemas que, aunque no supongan una amenaza inmediata para

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Formación en socorros

la vida, si pueden llegar a serlo en caso de no atenderse de for-


ma adecuada.

Esta evaluación secundaria se basa en una entrevista en la que


el paciente o público serán nuestra fuente de información, y un
examen durante el que se revisa cada parte del cuerpo del
paciente con el propósito de encontrar lesiones o síntomas de
enfermedad que en principio pueden pasar inadvertidos.

3.2.3.1. La entrevista

• Nos pondremos cerca del paciente. Procurando que nos vea


(seguramente no nos agradaría oír una voz que nos oculta la
cara). Conforme a la posición del paciente decidiremos si nos
arrodillamos o si permanecemos en pie cerca de él.

• Nos identificaremos e intentaremos transmitir seguridad


al paciente. Para una persona que se encuentra enferma o
lesionada resulta importante saber desde el principio que alguien
competente se ocupa de ella. Le diremos nuestro nombre, que
pertenecemos a Cruz Roja, colocaremos nuestra mano amis-
tosamente sobre el hombro o sobre el brazo del paciente. El
simple contacto físico es reconfortante para la mayoría de las
personas, pero muy especialmente si son niños o ancianos.

• Evitaremos las frases vacías de la conversación, pues co-


mentarios como “todo está bien”, “usted está muy bien” y “no
se preocupe” para una persona enferma o lesionada, no son
sino frases carentes de todo significado. Es obvio que no todo
marcha bien y que dicha persona tampoco está bien, pues de lo
contrario no se encontraría tirada en ese lugar, víctima de fuertes
dolores; trataremos de inspirar confianza al paciente con una
conversación oportuna, adecuada, y poniéndole al corriente de
lo que vamos a hacer.

• Preguntaremos el nombre de la víctima. Nosotros ya nos


hemos identificado y ahora deberemos pedir a la víctima que lo
haga ella. Este dato es necesario ya que nos ayuda a evaluar al

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3. Evaluación del paciente

paciente necrológicamente, pero además, al conocerlo, podre-


mos llamarlo por su nombre cuando nos dirijamos a él. Esto,
sin duda, constituye un acercamiento personal que ya en sí
mismo inspira confianza.

Seguidamente realizaremos las siguientes preguntas que nos


orientarán sobre la posible dolencia que sufre:

• “O”. Averiguaremos qué le ocurre. Preguntaremos dónde le


duele. Alguien que ha sufrido lesiones se encuentra capacitado
para identificar las áreas de dolor. Por otra parte, una persona enfer-
ma es capaz también de explicar qué y dónde le duele. Intenta-
remos conocer las circunstancias de lo sucedido, cómo ocurrió. Si
se trata de un accidente insistiremos para conocer el mecanismo
que ha producido la lesión; pero si, en cambio, la situación parece
corresponder a un problema causado por enfermedad, pregunta-
remos entonces si apareció o no de forma repentina.

• “P”. Preguntaremos acerca de antecedentes personales.


Tanto los accidentes como las enfermedades pueden atribuirse,
en ocasiones, a antecedentes de carácter médico. Por consi-
guiente, preguntaremos al paciente si le ha ocurrido alguna vez
algo similar, si recibe tratamiento médico alguno. Si su respuesta
es afirmativa, indagaremos la razón.

• “U”. Última comida realizada. Conocer en qué consistió y el


tiempo transcurrido, puede ayudar a identificar la dolencia que le
aqueja así como a prevenir determinadas complicaciones deri-
vadas del tratamiento a recibir, si existe riesgo de vómito…

• “M”. Preguntaremos acerca de la medicación tomada. Aun-


que es un dato de poca importancia para las medidas urgentes
a realizar, sí puede ser importante conocerlos a la hora de trans-
ferirlo a un Servicio de Urgencias.

• “A”. Finalmente, determinaremos cualquier tipo de alergia que


sufra el paciente. Es importante conocerlas para el tratamiento
definitivo en un Servicio de Urgencias.

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Formación en socorros

Estos datos serán de gran valor para la continuidad de la asistencia


sanitaria, se deben registrar por escrito, siempre que sea posible.

O. Qué ha Ocurrido.
P. Antecedentes Personales.
U. Última comida, a qué hora, y en qué ha consistido.
M. Medicaciones utilizadas habitualmente.
A. Preguntar si padece alguna Alergia.

3.2.3.2. La exploración

El objetivo que busca la exploración es detectar lesiones o los


efectos de una enfermedad detectando la presencia de deformida-
des, contusiones, objetos penetrantes, quemaduras, laceraciones
y signos de inflamación. La realizaremos empleando los órganos
de los sentidos.

Generalmente el paciente consciente nos informará de qué es lo


que le ocurre. En un paciente inconsciente, el público o sus fami-
liares podrán informarnos. En un inconsciente habrá que realizar
la exploración como si se tratase de un traumático (garantizando
la inmovilización de la columna vertebral).

Ante un paciente aquejado de dolor indagaremos acerca de las


características del dolor o enfermedad, desde cuándo conoce el
problema, qué lo provoca o agrava, intensidad, irradiación, tiempo
de evolución, etc.

3.2.3.3. Examen neurológico

• Nivel de consciencia.

• Pupilas.

• Sensibilidad y motricidad de las extremidades.

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3. Evaluación del paciente

Nivel de consciencia (clasificado en cuatro grados)

Para evaluar el nivel de consciencia, hablaremos con el pacien-


te. Nos presentaremos, le diremos que somos socorristas, le ex-
plicaremos lo que le vamos a hacer. Observaremos su respuesta.

Para valorar el nivel de cosciencia utilizaremos la escala A-V-D-N


(explicada en el punto 3.2.1).

Un paciente alerta es aquel que responde con prontitud y ade-


cuadamente a nuestras preguntas. Preguntaremos su nombre,
dónde se encuentra, qué hora es y por qué solicita ayuda. Si
alguna de estas preguntas no puede ser contestada adecuada-
mente, nos encontramos con un paciente alerta pero desorien-
tado.

Otros parecen estar inconscientes y sin embargo responden


cuando nos dirigimos a ellos directamente, nos encontramos con
que el paciente tiene respuesta verbal.

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Formación en socorros

Los que no responden a estímulos verbales, pueden hacerlo a


estímulos dolorosos, pellizcaremos la piel y buscaremos cual-
quier reacción de dolor, podrá responder intentando retirarse de
lo que le produce el dolor. Y por último, aquel que no responde
ni a los estímulos dolorosos.

A. Midriasis. B. Miosis. C. Pupilas asimétricas


D. Pupilas normales.

Pupilas

• Tamaño: miosis (contraídas), midriasis (dilatadas).

• Reactividad: reactivas (reaccionan a la luz), arreactivas (no re-


accionan a la luz).

• Simetría: isocoria (igual tamaño), anisocoria (asimétricas, pupi-


las de distinto tamaño).

Se debe tener especial cuidado al valorar las pupilas pues cual-


quier anormalidad en ellas nos informa de un sufrimiento cere-
bral, aunque en algunos casos podemos encontrar anisocoria en
personas que tienen una asimetría congénita, que usan colirios
ciclopégicos o que han sido sometidos a una intervención qui-
rúrgica ocular.

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3. Evaluación del paciente

Sensibilidad y motricidad de las extremidades

Nos informarán de alteraciones del Sistema Nervioso Periférico


y/o médula espinal.

3.2.3.4. Valoración de la respiración

Determinaremos la frecuencia y características


de la respiración

El único interés que debemos tener con respecto a la respiración


del paciente durante la evaluación primaria es el de asegurarnos
de que respira y no hay obstrucción de la vía aérea.

Sin embargo, en la evaluación secundaria debe interpretarse la


frecuencia, ritmo y profundidad de la respiración.

La frecuencia se refiere al número de respiraciones que realiza


una persona en el transcurso de un minuto, ya que el término
“respiración” se aplica para designar el ciclo completo de inhala-
ción y exhalación. La frecuencia respiratoria normal calculada
para adultos en reposo varía de 12 a 20 respiraciones por minu-
to, y en los niños la frecuencia varía
de 35 a 50 respiraciones por minu-
to. En los ancianos la frecuencia
disminuye. Aparte de la edad hay
otros factores que influyen en la fre-
cuencia respiratoria de las perso-
nas y entre esos factores se en-
cuentran la talla corporal, grado de
ejercicio realizado y estado emo-
cional. Además, también la hacen
variar la frecuencia del pulso y de la
temperatura interna. Podemos ha-
blar de taquipnea o de bradipnea
según la frecuencia sea mayor de
20 ó menor de 12 respiraciones por
minuto, respectivamente.

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Formación en socorros

El ritmo se refiere a la manera en que respira una persona. Se


considera que la respiración es regular cuando los intervalos
entre cada ciclo de inhalación-exhalación son iguales, e irregu-
lares cuando dichos intervalos son diferentes.

La amplitud se relaciona con la cantidad de aire que se toma


en cada respiración. General-mente al hablar de la respiración
se dice que está aumentada su amplitud si la cantidad de aire
es grande, que es normal, o que está disminuida cuando la
cantidad de aire en cada respiración es pequeña.

La espiración debe durar aproximadamente el doble que la


inspiración.

3.2.3.5. Valoración del pulso

Las características del pulso de una persona proporcionan da-


tos valiosos, por ejemplo, los de la actividad de bombeo que
desarrolla el corazón. Debemos determinar la frecuencia, ritmo
y fuerza.

La frecuencia del pulso varía de un individuo a otro, pero la


frecuencia que se considera normal en un adulto en reposo es
generalmente de 60 a 80 latidos por minuto. La frecuencia del
pulso normal en los niños es aún más rápida y varía de 80 a 100
latidos por minuto. Junto con la edad, hay factores que influyen
en la frecuencia cardiaca de las personas y entre ellos inclui-
mos el estado físico, el tipo y cantidad de ejercicio realizado, la
talla corporal y la tensión emocional o nerviosa que existe en
el momento de examinarlo. Igualmente podremos determinar
la existencia de bradicardia o taquicardia dependiendo de que
la frecuencia sea menor de 60 o mayor de 100 pulsaciones por
minuto, respectivamente.

El ritmo del pulso se refiere a su regularidad, y así se dice que


es regular cuando los intervalos entre latidos son iguales. El
pulso es irregular cuando los intervalos no son iguales.

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3. Evaluación del paciente

La fuerza se encuentra en función directa de la presión que


expande las paredes arteriales. La palpación del pulso en un
punto produce la sensación de una ola de sangre, plena y poten-
te, que pasará bajo la yema de los dedos. Se dice que el pulso
de una persona normal y sana es un pulso lleno. Sin embargo,
cuando por alguna razón se reduce la fuerza de contracción el
del corazón pulso puede sentirse muy débilmente.

La frecuencia, el ritmo y la fuerza del pulso pueden determi-


narse en puntos que se encuentran distribuidos por todo el
cuerpo, pero el método más usual consiste en la palpación del
pulso radial, si encontramos dificultad para localizarlo, palpa-
remos el pulso carotideo.

El relleno capilar: se refiere a la capacidad del aparato circulatorio


para restaurar la circulación en un lecho capilar previamente presio-
nado, siendo lo normal que se inviertan menos de 2 segundos. En
estados de shock el relleno capilar será mayor de 2 segundos. Se
trata de un test muy fiable y habitualmente se realiza presionando la
eminencia hipotenar el lecho ungueal del pulgar, el dedo gordo del
pie, etc. La valoración del relleno capilar puede verse dificultada en
los casos en los que la temperatura ambiental sea muy baja.

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Formación en socorros

NOTA: La cifra de 2 sg, es una cifra tomada a nivel orien-


tativo, sin que exista ninguna evidencia científica que la
respalde; en definitiva se trata de trazar un límite artificial
entre los normal y lo patológico.

3.2.3.6.Temperatura corporal o de la piel

La temperatura corporal es el balance que existe entre el calor produ-


cido por el cuerpo y el calor que se pierde. La temperatura de la piel
no constituye en realidad un signo vital, pero bien puede ser un indi-
cador de temperaturas internas anormales, ya sean altas o bajas.

La toma de la temperatura corporal no siempre se incluye en la


evaluación secundaria, sin embargo, hay ocasiones en que el ha-
cerlo es importante, como puede ocurrir en caso de temperaturas
corporales demasiado altas (hipertermia) o demasiado bajas (hi-
portermia). Determinaremos la temperatura de la piel con el dor-
so de la mano. Si la temperatura de la piel se acerca a la normal,
será fácil advertirlo puesto que no se notará diferencia significati-
va entre la piel del paciente y la
del dorso de nuestra mano. Sin
embargo, si la piel del paciente
se siente caliente o fría, la dife-
rencia entre nuestra piel y la de
él será notable.

La medida exacta de la tem-


peratura debe hacerse con un
termómetro.

3.2.3.7. Reconocimiento
de la cabeza a los pies

Durante esta fase de la evalua-


ción secundaria, emplearemos
los sentidos en la inspección
y palpación de las diferentes
partes corporales a evaluar.

84

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3. Evaluación del paciente

• Inspección: es el examen visual de una parte del cuerpo. Al


hacerlo deberemos buscar posibles deformidades, heridas, el
movimiento del tórax, etc.

• Palpación: es el nombre que se da al examen del cuerpo que


se hace con los dedos o con las manos. Por medio de nuestros
dedos detectaremos zonas dolorosas, pulsaciones de los va-
sos sanguíneos o fracturas de huesos.

CABEZA

Hay que buscar:

• Signos de fractura del cráneo:

- Hemorragia y/o salida de líquido acuoso por el oído.


- Hemorragia y/o salida de líquido acuoso por la nariz.
- Hematoma alrededor de los ojos y orejas.

• Heridas en cuello cabelludo y cara.

• Lesiones oculares.

• Fractura nasal, luxación maxilar.

• Contusiones, etc.

Examinaremos la nariz y las ore-


jas buscando rastros de sangre
o líquido transparente. El cerebro
y la médula espinal se encuen-
tran protegidos y al mismo tiempo
se alimentan gracias a un líquido
acuoso y transparente llamado lí-
quido cefalorraquídeo. Una fractu-
ra en el cráneo puede dar por re-
sultado el derrame de dicho líquido,
que se extiende por las cavidades

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Formación en socorros

cercanas y que brota finalmente a través de las orejas, la nariz, o


de ambas partes. La pérdida de líquido cefalorraquídeo constituye
un indicio importante de fractura craneal y de una posible lesión
cerebral.

Buscaremos si hay sangre en la boca. La sangre en la boca pue-


de provenir de un labio o de la lengua tras haber sufrido alguna he-
rida o laceración, de un carrillo lastimado o de un alveolo dental;
pero también es posible que provenga de los pulmones o del
aparato digestivo.

Sangre en la boca. Examen nariz y orejas.

CUELLO

Palparemos la región cervical de la columna vertebral para


determinar algún punto sensible o alguna deformidad (un
punto sensible en el cuerpo equivale a una respuesta de dolor a la
presión suave que se ejerza con el dedo).

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3. Evaluación del paciente

NOTA: Si encontramos un punto sensible o una deformi-


dad en la columna cervical, es recomendable que se sus-
penda el reconocimiento e inmovilicemos temporalmente
la cabeza del paciente. La sensibilidad externa al dolor y
la deformidad indican la posibilidad de que la columna
vertebral se encuentre afectada. La inmovilización dismi-
nuye la probabilidad de que la cabeza se mueva en forma
peligrosa mientras se continúa la exploración.

Recordar: Sólo el estudio radiográfico descartará una lesión de


columna vertebral.

TÓRAX

Buscaremos objetos clavados o alguna herida que haga


pensar que algo ha penetrado en la pared torácica.

Examinaremos la posibilidad de fractura torácica.

Continuaremos el examen de la
parte posterior del tórax del pacien-
te y presionaremos suavemente
los lados de la caja torácica. An-
tes de hacerlo, advertiremos al
paciente de nuestra intención y
de que quizá eso le causará algún
dolor momentáneo. Si efectiva-
mente la presión provoca dolor,
éste indica que hay costillas frac-
turadas.

Observaremos si la expansión
del tórax es normal.

Nos situaremos en un punto des-


de el cual podamos ver con clari-
dad y determinar si el movimiento Posibilidad de fractura torácica.

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Formación en socorros

ascendente y descendente del pecho se efectúa de manera


normal.

Ver expansión del tórax.

ABDOMEN

Examinaremos el abdomen en busca de algún objeto clava-


do o alguna herida penetrante en él.

Con el abdomen debidamente descubierto podremos observar si en


la superficie hay algún rastro de objetos penetrantes. Algo que so-
bresalga del abdomen será demasiado obvio, pero pueden también
existir heridas menos notorias y quizás hasta difíciles de encontrar,
producidas por algún objeto punzante. En estos casos, puede ser
que no se produzca hemorragia externa debido a la naturaleza pro-
pia de los músculos abdominales y del tejido adiposo que los rodean,
una de cuyas características es la de cerrarse por sí mismos.

Palparemos el abdomen con objeto de encontrar puntos sen-


sibles al dolor. También en esta ocasión es importante advertir

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3. Evaluación del paciente

al paciente de lo que pensamos hacer, pues en caso de que haya


alguna enfermedad o lesión abdominal quizás pueda sentir dolor
en algún momento.

Palparemos SUAVEMENTE el abdomen del paciente. En caso


de que haya alguna lesión o de que sea víctima de una enferme-
dad la sensación de dolor puede ser local, es decir que se redu-
ce a un punto, o difusa, que se extiende sobre una zona amplia,
EN CUALQUIER CASO, LA VALORACIÓN DE LAS LESIONES
SÓLO DEBE REALIZARLA UN MÉDICO.

Palparemos la parte baja de la espalda buscando puntos sen-


sibles o deformidades. También ahora resulta importante prepa-
rar al paciente para un posible aumento del dolor. Deslizaremos
suavemente nuestra mano por debajo del espacio creado por la
curva de la columna vertebral, y al mismo tiempo que intentare-
mos localizar puntos sensibles al dolor, trataremos también de
sentir alguna deformidad.

Palpación parte baja del abdomen. Palpación de pelvis.

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Formación en socorros

Palparemos la pelvis, donde quizás haya fracturas. Esta es otra


etapa potencialmente dolorosa del reconocimiento y, por lo tanto
habrá que advertirlo al paciente, cuando se valore, deberá hacerse
con suavidad y sólo una vez, pues es una zona con la que se debe
tener especial cuidado y no se debe manipular.

Deslizaremos las manos desde la región lumbar hasta alcanzar


los huesos de la pelvis y oprimiremos esta con suavidad. Si la
presión que ejercemos causa dolor, consideraremos la posibilidad
de una fractura en la estructura ósea de esta región.

EXTREMIDADES

Piernas

Examinaremos cada una de las piernas buscando indicio de le-


sión o de parálisis. Examinaremos la pierna desde el muslo hasta
el pie y trataremos de localizar deformidades, hemorragias, huesos
salientes e hinchazones.

Buscaremos lesiones y parálisis en cada pierna.

Palparemos ligeramente cada sitio donde haya posibilidades de


que exista fractura y tomaremos en cuenta las respuestas al dolor
producido.

Es importante saber si
el paciente ha sufrido
fracturas, pero no lo es
menos conocer si la cir-
culación o los nervios
se encuentran afecta-
dos.

Palparemos el pulso pe-


dio ya sea en la parte
posterior del tobillo o bien
por detrás de donde se Examen de cada pierna.

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3. Evaluación del paciente

unen el primer y segundo de-


dos. La existencia del pulso in-
dica que la circulación no pre-
senta problemas, en tanto que
si no se encuentra pulso debe
pensarse que un extremo de
algún hueso fracturado o fuera
de lugar, oprime o ha cortado la
arteria principal de irriga el
miembro. Pulso pedio.

Una vez que hayamos establecido la presencia o ausencia de


pulso pedio, pediremos al paciente que extienda y flexione el pie
en forma alterna. El poder hacerlo constituye un indicio de que no
ha habido lesión nerviosa, en tanto que la incapacidad de hacerlo
anuncia por el contrario que una lesión ha afectado a los nervios
de la extremidad.

Deberemos explorar la existencia de rotura de nervios, para ello,


tocaremos un dedo del pie del paciente y le pediremos que indique
cuál es el que hemos tocado.

Finalmente probaremos la capacidad de movimiento de la pier-


na pidiendo que presione la planta del pie contra la palma de
nuestra mano, si muestra incapacidad para hacerlo, podremos
pensar que las funciones motoras están afectadas debido a una
lesión medular.

La pérdida de sensibilidad y la parálisis de una sola pierna ge-


neralmente puede atribuirse a que un hueso roto o fuera de lugar
ejerce presión o ha cortado un nervio principal; pero cuando ambas
piernas están paralizadas es probable que la lesión haya afectado
a la médula espinal.

Brazos

Examinaremos el brazo, desde la clavícula hasta la punta de los


dedos y buscaremos la presencia de deformidades, hemorragias,

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Formación en socorros

huesos salientes e hincha-


zones. Palparemos ligeramen-
te el lugar donde sospecha-
mos que puede haber una
fractura e indagaremos asi-
mismo si hay puntos sensi-
bles al dolor.

Palparemos el pulso radial,


si existe circulación, éste no Examen del brazo.
estará afectado.

Pediremos al paciente que


flexione y extienda la mano.
Si puede hacerlo es que sus
nervios motores están in-
tactos.

Para confirmar que los ner-


vios sensitivos están intac-
tos, pediremos al paciente
Pulso radial.
que indique cual es el dedo
que tocamos.

Finalmente, le diremos que tome nuestra mano entre la suya y


nos la apriete para valorar la fuerza con que lo hace. Si hay fuer-
za quiere decir que no ha habido lesión en la médula espinal que
afecte a las funciones motoras.

92

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3. Evaluación del paciente

Por último recordar que cualquier actuación realizada necesi-


ta una verificación del resultado obtenido con ella por si fuese
necesario algún tipo de variación o intervención.

3.2.4. Tratamiento definitivo

Se llevará a cabo en el medio intrahospitalario.

Una vez realizada la Evaluación Inicial y mientras atendemos a


la víctima o esperamos poder realizar el traslado, es conveniente
mantener al paciente en la posición que más beneficie a su es-
tado. (Ver prácticas capítulo 5).

93

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4. Soporte vital
básico: RCP y OVA

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4.1. Introducción 98

4.2. Recuerdo anatomo-fisiológico del aparato


respiratorio y del aparato circulatorio 101
4.2.1. Anatomía de las vías aéreas: elementos 101
4.2.1.1. Vías respiratorias 101
4.2.1.2. Pulmones 102
4.2.2. Objetivo de la respiración y la ventilación 102
4.2.3. Anatomía del aparato circulatorio:
elementos de los que consta 102
4.2.3.1. El corazón 103
4.2.3.2. Los vasos sanguíneos 104
4.2.4. Dificultades en el proceso de la respiración.
Ventilación y respiración 104

4.3. Reanimación cardiopulmonar (RCP): conceptos 105


4.3.1. El algoritmo universal 105
4.3.2. Parada respiratoria 106
4.3.3. Parada cardiorespiratoria (PCR) 107
4.3.4. Reanimación cardiopulmonar 108
4.3.5. Muerte clínica y muerte biológica: diferencias 109
4.3.6. La cadena de la supervivencia 110
4.3.7. RCP Básica 111
4.3.8. Inicio y fin de las maniobras de RCP: indicaciones 112
4.3.8.1. Inicio 112
4.3.8.2. Fin 112

4.4. Reanimación cardiopulmonar básica en adultos 113


4.4.1. Previo al inicio de las maniobras de RCP 114
4.4.2. Valorar el estado de consciencia 114
4.4.2.1. Paciente consciente 114
4.4.2.2. Paciente inconsciente 115
4.4.3. Apertura y mantenimiento de la vía aérea 116
4.4.4. Determinar la existencia de parada respiratoria 117
4.4.4.1. Si el paciente respira con normalidad 118
4.4.4.2. Si el paciente no respira con normalidad 120
4.4.5. Iniciar el masaje cardíaco, compresiones torácicas 121
4.4.6. Iniciar la ventilación artificial 122

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4.4.7. Otros aspectos a tener en consideración 124
4.4.8. Combinación entre compresiones torácicas
e insuflaciones 125
4.4.9. Mantenimiento de la reanimación 126

4.5. RCP básica en pediatría 126


4.5.1. Introducción 126
4.5.2. Vía aérea y ventilaciones 129
4.5.3. Masaje cardiaco 129
4.5.4. Consideraciones sobre la RCP
en lactantes y niños 130
4.5.4.1. Lactantes 130
4.5.4.2. Niños 132
4.5.5. Guía de actuación 133
4.5.5.1. Previamente al inicio de las maniobras de
RCP 133
4.5.5.2. Valorar el estado de consciencia del niño 133
4.5.5.3. Apertura y mantenimiento de la vía aérea 134
4.5.5.4. Iniciar la ventilación artificial 136
4.5.5.6. Continuar la reanimación hasta... 137

4.6. RCP básica en embarazadas 138

4.7. Problemas más frecuentes que pueden aparecer


durante la RCP: soluciones 139
4.7.1. Objetos extraños en la cavidad oral 139
4.7.2. Dilatación gástrica 139
4.7.3. Vómitos 140
4.7.4. Obstrucción de las vías aéreas por cuerpos
extraños en adultos 141
4.7.4.1. Golpes interescapulares 142
4.7.4.2. Maniobra de Heimlich 143
4.7.5. Casos especiales de obstrucción de la vía aérea 144
4.7.6. RCP en laringectomizados 147

4.8. Ventilación con mascarilla 148


4.8.1. Aplicación 149
4.8.2. Mantenimiento 150

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Formación en socorros

4.1. Introducción
En la década de los 60 se comenzaron a introducir las mo-
dernas técnicas de reanimación cardiopulmonar. A partir de
entonces se vio necesaria la homogeneización tanto en su
aplicación como en su enseñanza. Esta homogeneización la
llevaron a cabo diferentes asociaciones como la Australian Re-
sucitation Council, la Heart Stroke Fooudation of Canada, el
Resuscitation Council of Southern Africa, y por la mayor influen-
cia en nuestro entorno la American Heart Association (AHA).

En 1991 se creó el grupo de trabajo de Soporte Vital Básico


del European Resucitation Council (ERC). Los objetivos de este
grupo fueron:

• Realizar un programa de enseñanza.

• Conseguir un consenso en los estándares del soporte vital bá-


sico con el fin de asegurar una uniformidad en la enseñanza de
las técnicas en Europa, tanto del personal sanitario como de la
población en general.

Reanimación
Cardio
Pulmonar

98

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

Los resultados obtenidos por este grupo se comenzaron a plas-


mar al principio en unos protocolos y actualmente en unas reco-
mendaciones que se van actualizando periódicamente (las últi-
mas están fechadas en octubre de 2010).

Por tanto a nivel docente parece haber aumentado la confusión


al coexistir varias recomendaciones tanto para RCP Básica como
para RCP Avanzada.

La adaptación del Soporte Vital a un modelo u otro dependerá


de la implantación que ese modelo tenga; es muy difícil mientras
no exista un consenso decidir el cambio de un modelo a otro
despreciando el trabajo realizado hasta ese momento.

El estudio de lo que se ha hecho hasta hoy revela que los resul-


tados obtenidos en la realización de RCP en pacientes en PCR
son bajos y su análisis llevó a impulsar el concepto de CADENA
DE LA SUPERVIVENCIA, que siendo un concepto europeo que
data de hace cincuenta años se ha visto revalorizado al confor-
mar una serie de actuaciones básicas que irán encaminadas a
mejorar la supervivencia de las víctimas, la rehabilitación y rein-
serción social del individuo.

Las organizaciones científicas están de acuerdo en la importan-


cia del inicio de la cadena por la población, lo que incluye la aler-
ta de los servicios de urgencia de forma precoz, limpieza de vía
aérea, utilización del aire espirado, compresión cardiaca externa
y mantenimiento de esa actuación hasta que sea posible el inicio
de la RCP Avanzada.

Unos protocolos indican que se alerte a los Sistemas de Emergen-


cias Médicas 112 de forma inmediata, otros, una vez diagnostica-
da la situación y tomadas las medidas iniciales reconocidas, como
norma general se indica QUE SE DEBE GRITAR SOLICITANDO
AYUDA TRAS COMPROBAR EL ESTADO DE INCONSCIENCIA
de un paciente. No obstante, el sentido común sugerirá que ante
la dificultad extrema de acceder a la solicitud de ayuda sanitaria,
se inicie RCP hasta que la petición de ayuda sea posible.

99

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Formación en socorros

Con el fin de unificar criterios y evitar confusiones, se creó un orga-


nismo, el ILCOR (Comité Internacional de Enlace y consenso para
las maniobras de Reanimación) éste hizo públicas en 1997 unas
directrices y recomendaciones relativas al Soporte Vital en adultos
y niños con el propósito de ser aceptadas internacionalmente, con
las diferencias que la propia idiosincrasia de los diferentes países y
el desarrollo de sus sistemas de emergencia impongan.

En junio de 1998, en su 4.° Congreso, el ERC siguiendo las reco-


mendaciones del ILCOR en el intento de simplificar las técnicas
de reanimación, modificó sus anteriores directrices, y en agosto de
2000, noviembre de 2005 y octubre 2010, las grandes organiza-
ciones encargadas de la difusión de las maniobras de Soporte
Vital publicaron en sus respectivos órganos de difusión, las revis-
tas cientificas Circulation y Resuscitation las Recomendaciones
2010 para la Reanimación Cardiopulmonar y Cuidados cardio-
vasculares, en ellas se incorporan diferentes niveles de atención
dependiendo de la cualificación de la persona que las realice.

El Consejo Español de RCP en el que Cruz Roja Española está in-


tegrada como miembro fundador y uno de los máximos difusores de
las técnicas de Soporte Vital Básico, ha estudiado las implicaciones
de adoptar esas recomendaciones conforme al estado de desarro-
llo de los Sistemas de Emergencias en nuestro país. Valorando los
cambios propuestos, ha acordado adoptar las recomendaciones
del ERC ya desde el año 1998, incorporando las modificaciones
2005, y más recientemente las recomendaciones 2010.

Por último, cabría añadir que, cuando hablamos de técnicas de


RCP. deberemos de tener presente, de un lado, el entorno en
que éstas se realizan, y de otro, a quienes las estamos ense-
ñando; existe consenso acerca de que toda la población debe
conocerlas, pero también, lo existe en cuanto a que lo enseñado
deberá ser más profundo dependiendo de la cualificación de
esa persona, es decir, no enseñaremos lo mismo a la población
en general que a un Socorrista, que a un Auxiliar o Técnico de
Transporte Sanitario, etc., lo que nos obligará a adoptar unas
variaciones en lo enseñado.

100

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

4.2. Recuerdo anatomo-fisiológico


del aparato respiratorio
y del aparato circulatorio
4.2.1. Anatomía de las vías aéreas: elementos

El sistema respiratorio está constituido por órganos que inter-


vienen en la obtención de oxígeno desde el aire ambiental, y
permiten el paso de este gas a la sangre.

Se distinguen dos partes principales: vías respiratorias y pulmones.

cavidad nasal
faringe
laringe
traquea
epiglotis
pulmón bronquios
derecho

pulmón
izquierdo

diafragma cavidad
pleural

Aparato respiratorio.

4.2.1.1. Vías respiratorias

Forman el canal aéreo por el que va el aire de la atmósfera al


lugar de intercambio gaseoso.

Los órganos que forman este canal aéreo son: fosas nasales,
faringe, laringe, tráquea, bronquios y bronquiolos.

101

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 101 30/5/11 12:27:44


Formación en socorros

4.2.1.2. Pulmones

La función respiratoria tiene como órganos esenciales los pul-


mones. Los pulmones son dos vísceras voluminosas, situadas
en las partes laterales del tórax, a cada lado del corazón y de los
grandes vasos que de éste parten.

En su espesor se encuentran los alvéolos, que a modo de sacos


de delgada membrana permiten el intercambio gaseoso, cedien-
do el oxígeno al capilar sanguíneo y cogiendo de él el anhídrido
carbónico.

Para facilitar el deslizamiento de los pulmones en continuo mo-


vimiento sobre la pared torácica, están envueltos en todo su
contorno por una membrana serosa de doble capa, denominada
Pleura.

4.2.2. Objetivo de la respiración y de la ventilación

Los términos ventilación y respiración no son equivalentes, el


término respiración hace referencia al proceso de intercambio
de oxígeno y de dióxido de carbono que tiene lugar en los
alvéolos pulmonares. El término ventilación se refiere exclu-
sivamente al movimiento mecánico de inspiración y de espira-
ción con el que se extrae el aire de los pulmones.

En cambio LA RESPIRACIÓN CELULAR consiste en un proceso


químico en el que se oxidan los alimentos para obtener energía.

4.2.3. Anatomía del aparato circulatorio: elementos


de los que consta

El aparato circulatorio o sistema circulatorio es el encargado de


transportar, repartir y recoger los elementos intervinientes en el
metabolismo celular y en su defensa: oxígeno, grasas, proteínas,
glucosa, iones, hormonas, anticuerpos, etc.

Sus componentes se dividen en dos:

102

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

a) Continente, en el que hay una bomba aspirante/impelente,


que es el corazón y un sistema de canalización del que for-
man parte venas, arterias y capilares.

b) Contenido, la sangre que está compuesta de células y plas-


ma o líquido sanguíneo.

4.2.3.1. El corazón

El corazón, órgano central del sistema circulatorio, es un músculo


hueco que desempeña el doble papel de bomba aspirante, llegando
a sus cavidades la sangre que circula por las venas, y el papel de
bomba impelente, impulsándola hacia las arterias aorta y pulmonar, y
por intermedio de éstas a todas la redes capilares del organismo.

Ocupando la parte media de la cavidad torácica, el corazón se


divide en dos partes, mitad derecha en la que circula la sangre
poco oxigenada y mitad izquierda para la sangre oxigenada.
Cada una de estas mitades se subdivide a su vez en dos cavi-
dades intercomunicadas entre sí y situadas una encima de otra:
cavidad superior o aurícula y cavidad inferior o ventrículo de
pareces más gruesas.

En los movimientos cardíacos:

• Llamamos diástole, al movimiento de relajación y de llenado


de sangre del corazón.

• Llamamos sístole, al movimiento de impulsión o contracción


de los ventrículos del corazón.

El número de contracciones cardíacas o latidos, es de 60 a 100


por minuto en el adulto, siendo mayor en el niño.

Los latidos cardíacos son transmitidos por las paredes de las


arterias y detectables por el tacto, movimiento que se conoce
como pulso. El pulso es fácilmente perceptible en diversas zo-
nas del cuerpo: cuello, ingle, muñeca, tobillo, etc.

103

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Formación en socorros

4.2.3.2. Los vasos sanguíneos

Arterias, venas y capilares constituyen el sistema de canaliza-


ción de la sangre.

a) Circulación mayor o sistémica. Expulsada del ventrículo iz-


quierdo, la sangre arterial (oxigenada) penetra en la aorta
que, ramificándose, la distribuye por todo el cuerpo cediendo
a las células todo lo necesario para su nutrición y funciona-
miento (sobre todo oxigeno); recibiendo a su vez de ellas las
sustancias de desecho (anhídrido carbónico), transformándo-
se así en sangre venosa (poco oxigenada).

La sangre venosa es entonces conducida por las venas a la


aurícula derecha y de aquí al ventrículo derecho.

b) Circulación menor o pulmonar. El ventrículo derecho impul-


sa la sangre a otra gran arteria, la pulmonar, que la lleva y
disemina alrededor de los sacos alveolares, aquí cede el an-
hídrido carbónico (CO2) y se carga nuevamente de oxígeno.

Por medio de las venas pulmonares llega a la mitad izquier-


da del corazón, a la aurícula en primer lugar y enseguida al
ventrículo izquierdo, su punto de partida.

Las arterias comunican con las venas por un sistema inter-


madio de conductos muy finos llamados capilares. Las redes
capilares se encuentran en estrecho contacto con las células
y es aquí donde se realiza el intercambio de sustancias entre
células y sangre, formándose la sangre arterial en el territorio
alveolar de los pulmones y formándose sangre venosa en el
resto del organismo.

4.2.4. Dificultades en el proceso de la respiración.


Ventilación y respiración

Podemos encontrar muchas situaciones anormales o patológicas


que alterarán los diferentes pasos del proceso de la respiración,

104

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 104 30/5/11 12:27:44


4. Soporte vital básico: RCP y OVA

y que podrán suponer un compromiso importante e insuficiencia


o paro respiratorio. Podemos enumerar algunas:

• Presencia de una baja concentración de oxígeno inspirado (como


ocurre en las intoxicaciones por gases).

• Alteración en el proceso de la ventilación y del intercambio


gaseoso en el pulmón.

- Ausencia de impulso ventilatorio (alteración del Sistema Ner-


vioso Central).
- Obstáculo a nivel de vías respiratorias superiores (Presencia
de cuerpos extraños. Obstrucción de las vías respiratorias por
la lengua…).
- Alteraciones en la difusión de oxígeno a la sangre (determi-
nadas enfermedades pulmonares como la fibrosis pulmonar,
presencia de líquido en los pulmones...).

• Alteración en la circulación sanguínea como por ejemplo en el


shock.

• Alteraciones sanguíneas que impiden el correcto transporte del


oxígeno.

- Hemorragias, anemias, intoxicación por monóxido de carbomo, etc.

• Alteración en la respiración celular (intoxicación por cianuro).

4.3. Reanimación cardiopulmonar (RCP):


conceptos
4.3.1. El algoritmo universal

“Los algoritmos de resucitación básica y avanzada en el adulto


y del paciente pediátrico se han actualizado para reflejar los
cambios en las directrices del ERC. Se ha hecho todo lo posible

105

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 105 30/5/11 12:27:44


Formación en socorros

para simplificar estos algoritmos sin que pierdan su efectividad


con las víctimas de paradas cardiacas en la mayoría de las
circunstancias.

El personal de emergencia comienza la RCP si la víctima está


inconsciente o no responde y no respira con normalidad.

Se utilizará una única relación de compresión/ventilación


(CV) de 30:2 en el caso de un único reanimador en el adulto
o niño (excluidos los neonatos) en intervenciones extrahos-
pitalarias y para todas las RCP de adultos. La relación única
se justifica para simplificar su enseñanza, facilitar la memo-
rización de la técnica, aumentar el número de compresiones
administradas y disminuir la interrupción de las mismas.”
(ERC 2010)

Los protocolos de reanimación cardiopulmonar avanzada deben


consultarse aparte y no forman parte de la enseñanza habitual a
personal no especializado.

4.3.2. Parada respiratoria

Ocurre cuando por alguno de los motivos anteriormente enumera-


dos (apartado 4.2.4) se priva al organismo del oxígeno necesario
para vivir. Situaciones como pacientes traumáticos, sobredosis de
drogas, ahogados y niños constituyen los máximos exponentes
de asfixia o parada respiratoria y en los que la ventilación artificial
con aire espirado tendrá una importancia capital. Una rápida ac-
tuación en la detección de los signos que demuestran insuficien-
cia respiratoria y que pueden derivar a un paro respiratorio, como
taquipnea o bradipnea severa, trabajo de musculatura respiratoria
excesivo, ruidos anómalos o alteraciones del nivel de consciencia
y color de la piel, ayudará a prevenir el paro.

Pero en la actualidad y según los protocolos, es importante re-


saltar que LA FALTA DE UNA RESPIRACIÓN NORMAL (ap-
nea) y LA RESPIRACIÓN EN BOCANADAS O AGÓNICA se
considera una parada cardiorespiratoria (PCR) y supone el

106

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

inicio inmediato de las técnicas completas de Resucitación


cardiopulmonar (RCP).

4.3.3. Parada cardiorespiratoria (PCR)

Es la interrupción brusca e inesperada de la respiración y cir-


culación sanguínea espontáneas. La para-da cardiorrespiratoria
puede debutar como una parada respiratoria o como una parada
cardiaca, cuando lo que sucede inicialmente es una parada res-
piratoria, el latido cardiaco si bien puede persistir durante algu-
nos minutos no se considera efectivo y deberán iniciarse las ma-
niobras de RCP de forma inmediata. Si la parada es inicialmente
cardiaca, se produce un rápido deterioro de los órganos vitales
por falta de oxígeno, debiendo iniciar también las maniobras.

Parada
Cardio
Respiratoria
Cese de la
actividad
respiratoria
y circulatoria

La situación de PCR puede ser producida por diversas causas que


irían desde una enfermedad hasta por determinados accidentes o
traumatismos (asfixia por gases, ahogamientos, atragantamientos,
traumatismos craneales, etc.). Pero la parada cardiaca súbita, debi-
do a la cardiopatía isquémica (falta de sangre en el corazón) es una
de las principales causas de mortalidad en España y Europa, y que
afecta a jóvenes y adultos, siendo la fibrilación ventricular, un ritmo
caótico del corazón la situación más frecuente.

107

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 107 30/5/11 12:27:44


Formación en socorros

Este ritmo producido por la fibrilación ventricular, es potencial-


mente recuperable con una descarga eléctrica. Pero el factor
tiempo resulta fundamental, ya que por cada minuto transcurrido
las opciones de recuperación se reducen cerca de un 10%. Por
ello resulta fundamental la actuación de la primera persona que
reconozca la situación de parada cardio respiratoria.

Se produce daño cerebral irreversible cuando se detiene la cir-


culación (paro cardiaco) durante un tiempo aproximado de 4 a 6
minutos. Después de 6 minutos sin oxígeno el daño cerebral es
extremada-mente probable, y pasados 10 minutos irreversible.

Derivado de esta definición, podemos afirmar que la PCR es un pro-


ceso potencialmente reversible, pero para ello el factor tiempo será
fundamental, en el inicio de maniobras y en la solicitud de ayuda.

El reconocimiento de una parada cardiorrespiratoria lo hacemos


durante la Evaluación Inicial del Paciente, en su fase de Explo-
ración Primaria, comprobando si existe conciencia, respiración
y circulación espontáneas, teniendo en cuenta que actualmente
en rcp básica del adulto la ausencia de respiración normal ya
nos indica que no hay circulación efectiva y, por tanto, estamos
ante un paro cardio respiratorio.

En el contexto de una RCP básica del adulto no es necesario


y por tanto no se debe detectar el pulso para catalogar a un
paciente de paro cardiaco, la ausencia de consciencia y respira-
ción normal es suficiente para ello.

El monitor tiene que apoyarse en estas ideas, para reforzar que


la RCP ha de iniciarse de forma inmediata.

4.3.4. Reanimación cardiopulmonar (RCP)

Es el conjunto de maniobras que realizadas por cualquier perso-


na, nos permiten intentar mantener al paciente con probabilida-
des de supervivencia hasta la llegada de un desfibrilador.

108

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

Es importante iniciarla lo antes posible y preferiblemente antes


de que transcurran 4 minutos desde el momento que se produ-
jo la PCR, dado que cuanto más se tarde en comenzar la RCP,
menores son las posibilidades de recuperación de la víctima.

Actualmente se recomienda comenzar con el masaje cardiaco


en el adulto con Parada Cardio Respiratoria (PCR). Con este
masaje se consigue movilizar la sangre para que irrigue órganos
como el miocardio y el cerebro. Esta sangre, según recientes es-
tudios, contiene aún un alto porcentaje de oxígeno que podemos
hacer llegar mediante el masaje a estos órganos vitales.

Al hablar de inicio de la RCP hay que hacer especial énfasis en


que se trata de activar todas las fases de ésta, la RCP Básica, la
RCP Avanzada y la posterior vigilancia del estado del paciente.

4.3.5. Muerte clínica y muerte biológica: diferencias

La muerte clínica o aparente consiste en la detención del latido


cardíaco y de la respiración, sin que se hayan producido aún le-
siones en las células cerebrales. Cuando las lesiones se produ-
cen de un modo irreversible en el cerebro, hablamos de muerte
real o muerte biológica.

La muerte biológica es la muerte de todas las neuronas cere-


brales, generalmente debido a la ausencia de oxígeno y sangre
durante más de 6 minutos (también existen otras causas), que
resulta irreversible.

Según lo dicho, la muerte clínica o muerte aparente es susceptible de


ser recuperable si se hace llegar al cerebro y otros órganos vitales
sangre oxigenada suficiente para que dicho órgano no se lesione. En
esa posibilidad está basada la reanimación cardiopulmonar.

Existen excepciones relativas al tiempo de muerte aparente


como es el caso en que la temperatura ambiente sea muy baja,
produciéndose en esa situación una hipotermia que hace que
tengamos más tiempo para tratar de recuperar la PCR. Por ello,

109

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Formación en socorros

no se deben establecer tiempos máximos a partir de los cuales no


se iniciaría la RCP básica.

4.3.6. La cadena de la supervivencia

Desde el momento en que se produce una PCR, hasta que se


presta la asistencia definitiva deben realizarse una serie de ac-
ciones cuyo objetivo es reducir al mínimo las lesiones y secuelas
posteriores a la víctima. El socorrista es el encargado de prestar
la primera asistencia. Cuanto más y mejores socorristas dispon-
ga la sociedad mejor y más rápida será esa primera asistencia y
de forma más rápida se activará la asistencia especializada.

La cadena de la supervivencia es el resultado de la unión de cua-


tro eslabones básicos, cada uno con sus acciones y objetivos:

1. Activación precoz del Sistema de Emergencia Médico, es


decir, reconocer rápidamente la parada cardiaca de los signos
y/o los síntomas sugestivos o premonitorios de PCR y llamar
al 112. Su objetivo es que se activen el resto de los elementos
que componen la cadena de supervivencia, y lleguen cuanto
antes al lugar de los hechos.

2. Soporte vital básico precoz (SVB). Iniciar las compresiones


torácicas lo antes posible y alternarlas con ventilaciones. El
SVB es aquel que se realiza con las manos y el aire expirado
del socorrista, sin ayudas externas (mantenimiento de la per-
meabilidad de la vía aérea y soporte a la respiración y la circu-
lación sin ayudas externas). Es muy difícil que pueda por sí solo
revertir la situación de PCR, pero sirve para mantener la circu-
lación y oxigenación mientras llegan el resto de intervinientes,
evitando el daño cerebral. Para que sea eficaz ha de iniciarse
en menos de 4 minutos, por lo que los resultados son mucho
mejores si la primera persona que acude al lugar de los hechos
inicia la reanimación.

3. Desfibrilación precoz. Aplicar un choque eléctrico mediante un


desfibrilador cuando esté indicado, de forma precoz, intercalando

110

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 110 30/5/11 12:27:45


4. Soporte vital básico: RCP y OVA

de forma protocolizada el soporte vital básico. El ritmo inicial


más frecuente en las paradas del adulto es la fibrilación ventri-
cular, ritmo que en pocos minutos pasa a asistolia si no se trata
con desfibrilación. Sabiendo esto se ha extraído la desfibrila-
ción del Soporte Vital Avanzado (SVA) para introducirlo como
una técnica aplicable en RCP básica e instrumental. Se han
ideado para ello desfibriladores semiautomáticos, que pueden
ser utilizados por personal no médico debidamente entrenado.

4. Soporte vital avanzado (SVA) precoz. Es el conjunto de me-


didas invasivas empleado para la reversión de la PCR. que per-
siste tras las técnicas básicas, o bien el mantenimiento de las
constantes vitales en las personas que han superado el paro
tras la RCP, a fin de intentar la conservación de las funciones
básicas en especial de corazón y cerebro así como restaurar a
posteriori su calidad de vida. En él se incluyen la desfibrilación
y el tratamiento eléctrico de las arritmias, por personal sanitario
entrenado, la intubación orotraqueal y ventilación mecánica, y
el acceso venoso y la utilización de fármacos. Para que resulte
eficaz ha de iniciarse en menos de 8 minutos.

4.3.7. RCP básica

Realizada por cualquier persona, con sus manos y el aire espi-


rado. Resulta vital su inicio antes de transcurridos 4 minutos de
la Parada Cardio Respiratoria (PCR).

Su objetivo es aportar a los tejidos una perfusión y oxigenación


de emergencia que mantenga las posibilidades de supervivencia
hasta la llegada del Desfibrilador Externo Automático (DEA) o
ayuda especializada.

Durante la aplicación de esta técnica, se llevan a cabo las si-


guientes actuaciones:

1. Apertura de la vía aérea.

2. Masaje cardiaco externo.

111

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Formación en socorros

3. Ventilación.

4. Aplicación precoz del Desfibrilador Semi Automático

4.3.8. Inicio y fin de las maniobras de RCP:


indicaciones

4.3.8.1. Inicio

Está indicado que se realice RCP a toda persona en la que haya


desaparecido la consciencia y la respiración normal, e inmedia-
tamente después de ser detectado el fallo durante la exploración
primaria del paciente, salvo que:

• Exista la certeza de que ha transcurrido excesivo tiempo sin


haber practicado ningún tipo de soporte vital básico que haga
irreversible la situación de paro (excepto en ahogamiento o hi-
potermia, sobre todo en niños).

• La parada sea consecuencia del desenlace final de una enfer-


medad incurable. Conocida y esperada y siguiendo indicacio-
nes médicas.

• El paciente presente signos inequívocos de muerte. Ante la


duda iniciar maniobras.

4.3.8.2. Fin

Solamente detendremos las maniobras de RCP en los siguien-


tes casos:

• Tras la recuperación de la respiración espontánea en el paciente.

• Llegada de ayuda especializada que se haga cargo del paciente.

• Certificación del fallecimiento de la víctima por personal médico.

• Extenuación del socorrista sin otra alternativa posible.

112

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

En principio, la PCR es una situación que debe resolverse en


el lugar en que ocurra, y no debe trasladarse a menos que se
cumpla alguna de las siguientes condiciones:

• El paciente recupera sus funciones vitales y por tanto lo trasla-


daremos a un centro sanitario para observación.

• El vehículo de traslado permita seguir realizando la RCP. en


condiciones adecuadas y ante la imposibilidad de que la PCR
sea atendida por un Servicio de Urgencias Médicas “in situ”.

4.4. Reanimación cardiopulmonar básica


en adultos
Esta secuencia se aplicará a personas adultas, considerando
este hecho a partir de la pubertad. No obstante el reanimador, en
función del tamaño de la víctima podrá aplicar el protocolo RCP
adulto o el de RCP pediátrico.

SOPORTE VITAL BÁSICO DEL ADULTO

¿NO RESPONDE?

Pedir ayuda

Abrir vía aérea y comprobar respiración

¿NO RESPIRA?

Llamar al 112

30 compresiones torácicas
2 ventilaciones

113

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Formación en socorros

4.4.1. Previo al inicio de las maniobras de RCP


Es necesario garantizar un mínimo de seguridad antes de iniciar
estas maniobras, asegurando el lugar de los hechos y com-
probando que:

• No existe peligro para el/la socorrista que está prestando los


primeros auxilios.

• No hay peligro adicional para la víctima.

4.4.2. Valorar el estado de consciencia

El socorrista determinará el esta-


do de consciencia mediante la rea-
lización de estímulos verbales y
estímulos dolorosos:

1. Estímulos verbales: hablar a la


víctima, preguntarle “¿está Vd
bién?, ¿Cómo se llama?

2. Estímulos dolorosos: para com-


probar si el paciente responde
a estímulos dolorosos se puede
presionar a la altura del trapecio
o realizar presión sobre la zona
ungueal.

Se debe evitar “zarandear” a los pacientes para comprobar el


estado de consciencia, ya que pueden tener lesiones cervicales
que complicaríamos con la realización de la maniobra.

4.4.2.1. Paciente consciente

Estaremos ante un paciente consciente si obtenemos algún tipo


de respuesta (el paciente habla, grita, se mueve, etc.).

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

Ante un paciente consciente:

• Realizar la entrevista del paciente: OPUMA.

• Dejarle en la posición que está, hasta la llegada de la ambu-


lancia.

• Buscar signos de hemorragia y shock.

• Efectuar la exploración secundaria en busca de lesiones, mo-


viendo lo menos posible al herido, para evitar el agravamiento
de posibles lesiones existentes.

• Seguir controlando periódicamente las constantes vitales de la


víctima.

• Solicitar el apoyo de la ambulancia si es necesario.

• Rellene el parte de asistencia del paciente.

• No se exponga a peligros innecesarios.

Un paciente consciente siempre mantiene abierta la vía aé-


rea y presenta respiración y pulso. Debemos seguir pres-
tando atención al mantenimiento de la permeabilidad de la
vía aérea (descartar presencia de secreciones, sangre…)
y a la calidad de la respiración y de la frecuencia cardiaca.
Sabiendo que está presente, nos ocuparemos de evaluar
cómo es la respiración (ritmo, frecuencia, profundidad) y cómo
es el pulso (ritmo, frecuencia, calidad).

4.4.2.2. Paciente inconsciente

El paciente está inconsciente si no responde ni a estímulos ver-


bales ni a estímulos dolorosos y entonces hay que proceder a
valorar si el paciente respira o no.

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Formación en socorros

Se determina la secuencia de actua-


ción:

• GRITAR PIDIENDO AYUDA, activando


el entorno para que alguien próximo
active el sistema de ayuda médica ur-
gente. No abandonando a la víctima.

Posición del reanimador

Arrodillado a un lado de la víctima, a la


altura de sus hombros, lo que permitirá
efectuar todas las maniobras de la re-
animación sin modificar su posición.

Posición de la víctima

Con la víctima inconsciente lo prioritario es abrir la vía aérea y


comprobar la presencia o ausencia de una ventilación normal, por
lo que si la posición en la que se encuentre la víctima dificulta las
maniobras de reanimación será importante colocar a la víctima en
la posición adecuada para realizar una correcta valoración.

Para valorar la respiración tendremos que colocar al paciente en


decúbito supino ya que cualquier otra posición no nos va a permitir
valorar la permeabilidad de la vía aérea y la expansión del tórax.

4.4.3. Apertura y mantenimiento de la vía aérea

Siempre debemos sospechar que todo paciente inconsciente


presenta obstrucción de la vía aérea superior como consecuen-
cia de:

• La atonía muscular que hace que la lengua caiga hacia atrás


obstruyendo la vía aérea.

• Presencia de cuerpos extraños (visible y fácilmente extraíble).

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

Por lo tanto, al hablar de liberación y mantenimiento de la vías


aéreas nos referimos tanto a las técnicas de apertura como a las
de de limpieza en caso de obstrucción (permeabilidad de la vía
aérea) y siempre que los cuerpos extraños sean visibles y
fácilmente extraíbles, no debiendo realizar barridos ni búsque-
da a ciegas de cuerpos extraños en la cavidad bucal.

Actualmente, para conseguir esta apertura de la vía aérea se


recomienda la maniobra denominada frente-mentón.

Para realizar la maniobra frente-men-


tón realice los siguientes pasos:

1. Coloque una mano sobre la frente


de la víctima y empuje con la palma
para inclinar la cabeza hacia atrás.

2. Coloque los dedos de la otra mano bajo


la mandíbula inferior, en el mentón.

3. Incline la cabeza ligeramente hacia


atrás (al realizar la maniobra se le-
vanta la lengua, evitando así la obs-
trucción de la vía aérea por una hipo-
tonía de la lengua). Maniobra frente-mentón.

Esta maniobra ha sustituido a todas las anteriores y está reco-


mendada para la población general, incluso para sanitarios sin
entrenamiento específico en apertura de la vía aérea, en todos
los casos de pérdida de conocimiento, incluyendo la sospecha de
paciente traumático.

4.4.4. Determinar la existencia de parada


respiratoria

Una vez abierta la vía aérea con la maniobra frente mentón y


manteniéndola así en todo momento debemos comprobar si

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Formación en socorros

hay una respiración NORMAL durante un máximo de 10 se-


gundos.

Para comprobar la respiración del paciente, el socorrista deberá


haber realizado previamente la apertura y comprobado la per-
meabilidad de la vía aérea. Según las recomendaciones no se
deben buscar sistemáticamente cuerpos extraños sólo se debe
comprobar su existencia en caso de que la causa de la parada
sea una OVACE.

Mire, vea si se mueve el pecho, sienta el aire en su mejilla


y escuche los sonidos que pueda emitir la víctima con la
respiración. Para ello, nos
arrodillaremos mirando ha-
cia el tórax de la víctima, a
la vez que acercamos nues-
tra mejilla a su boca, para
de este modo poder obser-
var la presencia de movi-
mientos torácicos y sentir la
salida de aire espirado por
el paciente.

En definitiva se trata de acercarnos con nuestra mejilla lo sufi-


ciente, a unos pocos centímetros de la víctima para VER si el
tórax se eleva, OÍR y SENTIR la salida de aire exhalado durante
unos 10 segundos. La presencia de respiración en bocanadas o
agónicas NO SE CONSIDERAN RESPIRACIÓN NORMAL.

4.4.4.1. Si el paciente respira con normalidad

• Hay que colocarle en posición lateral de seguridad.

• Llame para pedir ayuda y/o active el sistema de emergencias


sanitarias.

• Compruebe que la víctima respira con regularidad y vigile, las


constantes vitales.

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

Cuando colocamos al pacien-


te en posición lateral de segu-
ridad se debe garantizar:

• Reducir al mínimo el movi-


miento de la víctima.

• Mantener la cabeza, cuello


y tronco en línea recta.

• Permitir la salida de secreciones de ca-


vidad bucal para evitar broncoaspiracio-
nes.

• Evitar el riesgo de obstrucción de la vía


aérea por la lengua.

Colocar al paciente en posición estable y


en la que puedan salir los fluidos de su
boca. La realizaremos del siguiente modo
(ver “prácticas” de este capítulo):

• Quitarle las gafas, si las llevara.

• Arrodillarse junto a la víctima, aproxima-


damente a la altura del abdomen y com-
probar que tiene ambas piernas estira-
das.

• Colocar el brazo más cercano al reani-


mador formando un ángulo recto con el
cuerpo de la víctima, con el codo doblado
y con la palma de la mano hacia arriba.

• Poner el brazo más lejano sobre el tórax,


y el dorso de la mano contra la mejilla de
la víctima que esté más cercana a usted.

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Formación en socorros

• Con la otra mano, agarrar la pierna más


alejada justo por encima de la rodilla y
tirar de ella hacia arriba, manteniendo el
pie en el suelo.

• Manteniendo la mano de la víctima contra


la mejilla, tirar de la pierna más lejana ha-
cia usted para girar a la víctima sobre un
lado.

• Ajustar la pierna superior de manera que


tanto la cadera como la rodilla se doblen
en ángulo recto.

• Inclinar la cabeza hacia atrás para cer-


ciorarse de que la vía aérea sigue abier-
ta y en una postura en la que los posi-
bles fluidos existentes en la boca salgan
de ella por acción de la gravedad. Veri-
ficaremos regularmente la existencia de
una ventilación adecuada.

En el contexto de una RCP instrumental,


es preferible vigilar al paciente en la po-
sición de RCP con el material adecuado,
utilizando la posición lateral de seguridad
(PLS) de forma excepcional.

4.4.4.2. Si el paciente no respira con normalidad

ACTIVAR AL SERVICIO DE EMERGENCIAS MÉDICAS 112.

Siempre que se pueda haremos que alguien vaya a pedir ayuda,


y si nos encontramos solos DEBEMOS DEJAR a la víctima un
momento para activar al Servicio de Emergencias Médicas vol-
viendo e iniciando rápidamente las maniobras de reanimación,
concretamente las compresiones torácicas.

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

4.4.5. Iniciar el masaje cardíaco, compresiones


torácicas
Una vez detectada la ausencia de signos de respiración normal,
deberemos iniciar rápidamente el masaje cardíaco mediante
compresiones rítmicas en el centro del pecho que conseguirán
provocar la salida de sangre desde el corazón hacia el resto del
organismo.

Seguiremos los siguientes pasos:

1. Arrodíllese al lado de la víctima.

2. Asegúrese de que la víctima esté acos-


tada boca arriba sobre una superficie
plana y firme. Si la víctima está boca
abajo o de lado, gírela con cuidado
hasta que quede boca arriba.

3. Retire la ropa que cubra el pecho de


la víctima.

4. Coloque el talón de una mano en el CENTRO DEL PECHO


de la víctima.

5. Coloque el talón de la otra mano enci-


ma de la primera.

6. Entrecruce los dedos de las manos


con el objetivo de no aplicar presión
sobre las costillas de la víctima. No
aplique presión sobre la parte supe-
rior del abdomen o el extremo inferior
del esternón.

7. Colóquese con sus brazos rectos y


codos bien extendidos, verticalmente
sobre el pecho de la víctima.

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Formación en socorros

8. Comprima el esternón con una profundidad de al menos 5 cm.

9. Tras cada compresión, libere la presión del tórax sin perder el


contacto entre sus manos y el esternón de la víctima; repita a
una frecuencia de al menos 100 compresiones por minuto.

10. La compresión y la descompresión deben durar lo mismo y


ser cada una el 50% de la duración del ciclo.

11. Realice 30 compresiones torácicas y 2 ventilaciones.

El número de compresiones torácicas aplicadas por minuto


durante la RCP es un factor de gran importancia para resta-
blecer la circulación espontánea y para la llegada del oxíge-
no a los órganos diana.

El número real de compresiones administradas por minuto


viene determinada por la frecuencia de las compresiones y
el número y duración de las interrupciones de las mismas.
Se debe reducir al mínimo las interrupciones de las compre-
siones torácicas.

Técnica correcta del masaje cardíaco: brazos extendidos, mo-


vimiento de cadera, ritmo adecuado de masaje (al menos 100
por minuto, ayudado por un metrónomo si fuera preciso), y
profundidad adecuada (al menos 5 cm en el paciente adulto).

4.4.6. Iniciar la ventilación artificial

Se ha demostrado que en ausencia de respiración normal es-


pontánea, el método de ventilación artificial con aire espirado es
el más sencillo. El aire exhalado tiene una cantidad de oxígeno
alrededor del 16-18%, suficiente para mantener la oxigenación
de los órganos vitales. Después de 30 compresiones torácicas,
abra de nuevo la vía aérea utilizando la maniobra frente-mentón
y actuaremos de la siguiente forma:

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

• Tape la nariz de la víctima, ce-


rrándola con el índice y el pul-
gar y apoyando la mano en su
frente.

• Permita que se abra su boca


manteniendo elevada la barbi-
lla de la víctima.

• Inspire una vez y coloque los


labios alrededor de la boca
de la víctima, sellándolos con
fuerza.

• Insufle el aire en la boca de la


víctima a un ritmo constante,
mientras observa si se eleva
el pecho; esta insuflación ha
de durar aproximadamente un Tapar la nariz de la víctima.
segundo; de esta manera se
realiza una ventilación boca a
boca efectiva.

• Manteniendo la cabeza inclina-


da ha cia atrás y la barbilla ele-
vada, retire su boca de la de
la víctima y observe si el tórax
desciende al espirar el aire.

• Inspire normalmente e insufle


en la boca de la víctima otra
vez, para conseguir dos res-
piraciones boca a boca efecti-
vas. Luego vuelva a poner las
manos inmediatamente en la
posición correcta sobre el es-
ternón y practique 30 compre-
siones torácicas más.

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Formación en socorros

Técnicas de ventilación:

• BOCA A BOCA

• BOCA A BOCA-NARIZ

• BOCA A ESTOMA

• BOCA A NARIZ

En las recomendaciones 2010 se insiste en el reinicio inmedia-


to de las compresiones torácicas evitando interrupciones en las
comprobación de las ventilaciones.

Continúe con las compresiones torácicas y la ventilación boca a


boca en una relación de 30:2.

4.4.7. Otros aspectos a tener en consideración

• Deténgase si el paciente recupera la respiración espontánea.

• Si hay más de un reanimador presente, han de relevarse en


la RCP cada 2 minutos para prevenir el agotamiento y mayor
efectividad de las compresiones torácicas. Recientes estudios
demuestran que en la RCP básica extrahospitalaria, el relevo
cada dos minutos por parte de dos socorristas es mucho más
eficaz que cuando éstos lo hacen de forma simultánea, tam-
bién se ha demostrado que la eficacia de la RCP mejora de
forma significativa cuando se controla el tiempo (dos minutos)
por otro socorrista, por un testigo o si se dispone de un DESA.

• Si estamos solos o no podemos controlar el tiempo y a modo


orientativo 2 minutos equivalen aproximadamente a 5 ciclos de
30 compresiones / 2 ventilaciones.

• Si el reanimador no puede o no quiere hacer la respiración


boca a boca, se deben dar solamente las compresiones torácicas,

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

éstas han de ser continuadas y a un ritmo de al menos 100


por minuto, parando exclusivamente si creemos que la víctima
inicia respiraciones. Pero sepa que en muchas situaciones de
paro respiratorio, las respiraciones artificiales son necesarias y
lo mejor siempre será combinar ambas técnicas, y en especial
el personal sanitario.

• Existen circunstancias en las que no puede realizarse el boca


a boca (pacientes afectos de trismus, heridas en la boca, etc.),
empleándose entonces el procedimiento boca-nariz, cerran-
do la boca de la víctima e impulsando el aire a través de su
nariz, con lo que también conseguiremos que llegue oxígeno
a los pulmones. También existe la posibilidad de boca estoma
en pacientes laringectomizados. Si bien en ambas situaciones
la eficacia de las ventilaciones puede ser menor, recordar que
no debemos estar más de un segundo por ventilación y que lo
prioritario es iniciar el movimiento de la sangre mediante las
compresiones torácicas.

• Se recomienda, si existe la posibilidad, que se utilicen dispositi-


vos de barrera para ventilación, sin que el no disponer de ellos,
implique el no iniciar de inmediato las maniobras de reanima-
ción.

• Si la víctima recupera la respiración espontánea pero continúa


inconsciente le colocaremos en PLS manteniéndonos vigilan-
tes ante una nueva parada cardiorespiratoria y la necesidad de
reiniciar las compresiones torácicas y la ventilación artificial.

4.4.8. Combinación entre compresiones torácicas


e insuflaciones

Se deben efectuar las técnicas de ventilación y masaje con una


corrección extrema, al mismo tiempo que las alternamos entre sí
con la frecuencia necesaria, para de este modo conseguir bom-
bear un volumen de sangre que permita una correcta oxigena-
ción cerebral.

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Formación en socorros

4.4.9. Mantenimiento de la reanimación

La reanimación continúa hasta:

• La llegada del Servicio de Emergencias Médicas o ayuda pro-


fesional que releve.

• La víctima se recupere, empiece ventilar espontáneamente.

• Nos encontremos exhaustos.

4.5. RCP básica en pediatría


4.5.1. Introducción

Aunque el diagnóstico de la PCR en el niño no difiere del adul-


to, y aunque la RCP es un procedimiento rutinario, el paciente
pediátrico presenta una serie de peculiaridades que aconseja el
estudio de estas diferencias.

En primer lugar cabe resaltar que la PCR del niño es de ori-


gen respiratorio en su mayoría, situaciones como cuerpos extra-
ños, infecciones respiratorias severas, ahogamiento y la muerte
súbita del lactante, originan una hipoxia en las células que irá
disminuyendo las posibilidades de supervivencia. La causa cir-
culatoria, fundamentalmente el shock ya sea séptico debido a
infecciones sanguíneas generalizadas, o a situaciones de hipo-
volemia como gastroenteritis o hemorragias, traumas e incluso
situaciones metabólicas serán la segunda causa de paro, siendo
la tercera el origen cardiaco primario, normalmente en niños con
cardiopatías congénitas, teniendo en cuenta que la fibrilación
ventricular podemos llegar a encontrarla hasta en un 20% de los
casos en niños y adolescentes.

Todo esto hace que el pronóstico de paro en pediatría sea des-


graciadamente muy malo.

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

Dada su incapacidad para defenderse, son de máxima impor-


tancia las medidas de protección del niño durante sus activida-
des, LA PREVENCIÓN. Las medidas de prevención, respetando
la postura de dormir adecuada (decúbito supino o lateral) en el
lactante, las normas de protección en vehículos, los consejos
de seguridad domésticas, así como la rápida detección de los
signos y síntomas premonitorios de paro y una actuación precoz
ante un niño con detención de la respiración, podrán evitar un
desenlace fatal.

Tanto es así que la cadena de la supervivencia en pediatría tiene


modificaciones:

• 1er eslabón: Prevenir los accidentes.

• 2.º eslabón: RCP precoz.

• 3er eslabón: Alerta inmediata.

• 4º eslabón: RCP avanzada.

Tanto la ventilación como las compresiones torácicas son im-


portantes en las víctimas en parada cardiaca cuando se agotan
las reservas de oxígeno, aproximadamente en 4-6 minutos tras
un colapso por FV o inmediatamente después de un ataque de
asfixia. Desde las recomendaciones 2000 se intenta tener en
cuenta las diferencias en la fisiopatología del origen respiratorio
del paro en pediatría y se recomienda que los niños debieran
recibir 1 minuto de RCP antes de que el reanimador abandone a
la víctima para pedir ayuda.

Es importante tener en cuenta que muchos niños no pueden


ser reanimados porque las personas de la población o perso-
nal sanitario poco entrenado, que potencialmente pueden hacer
RCP, temen hacerles daño, están inseguros o simplemente no
conocen o no recuerdan los protocolos pediátricos. Este miedo
es infundado; es mucho mejor seguir el protocolo de un SVB
de adulto para la resucitación de un niño que no hacer nada en

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Formación en socorros

absoluto. Por lo tanto, para facilitar enseñanza y la retención,


se debe enseñar a las personas sin formación sanitaria que la
secuencia de actuación en un adulto también puede emplearse
en los niños que no respiran ni reaccionan.

No obstante, las siguientes pequeñas modificaciones en la se-


cuencia de actuación para un adulto la hacen más adecuada
para un niño:

• Haga cinco ventilaciones de rescate iniciales antes de comen-


zar con las compresiones torácicas, siguiendo después con la
combinación 30/2.

• Un reanimador único debe aplicar la RCP durante 1 minuto


aproximadamente, antes de ir en busca de ayuda.

• Use sólo dos dedos para los niños menores de un año; use una
o ambas manos para niños mayores de un año, lo que sea ne-
cesario para lograr una profundidad de compresión adecuada.

• Se debe comprimir el tórax al menos 1/3 del diámetro antero-poste-


rior (aproximadamente 4 cm en lactantes y unos 5 cm en niños).

• La frecuencia de las compresiones, tanto para niños como para


lactantes, debería ser de al menos 100 compresiones pero no
mayor de 120 por minuto.

Así pues como vemos, las fases de la RCP en pediatría son simi-
lares a las del adulto y con los mismos objetivos, siendo incluso
adecuado y actualmente aceptado para un socorrista lego iniciar
la reanimación tras comprobar la ausencia de respiración por las
compresiones torácicas realizadas de forma adecuada y segui-
do de las ventilaciones, si bien hay que resaltar que, si estamos
solos, en los niños, se recomienda seguir RCP Básica durante
un minuto antes de activar el sistema de emergencias, de-
bido a las diferentes causas y mecanismos de producción de
la PCR del niño (asfixia en primer lugar) con respecto al adulto
(enfermedades cardiacas).

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

4.5.2. Vía aérea y ventilaciones


Se recomienda utilizar en pediatría la maniobra frente mentón,
para abrir la vía aérea por los socorristas legos en todas las
situaciones. La extensión cervical será mayor a medida que el
niño sea más grande, siendo la posición neutra la más adecua-
da en el lactante y similar a la del adulto en el niño mayor.

No debe realizarse barrido digital sistemático, ni a ciegas, ni


debe emplearse tiempo en la búsqueda de objetos en la cavidad
bucal, en una reanimación.

Las personas sin experiencia en Primeros Auxilios no deben per-


der tiempo verificando la obstrucción de la vía aérea por cuerpos
extraños en una víctima inconsciente, sólo si encuentra a una per-
sona inconsciente y con franca sospecha de la presencia de cuer-
pos extraños en la vía aérea deberá iniciar la secuencia de RCP y
cuando se vayan a realizar las ventilaciones se deberá mirar en la
boca por si hay cuerpos extraños y si son fáciles extraerlos.

La ventilación con aire espirado debe contener un volumen ade-


cuado al tamaño del tórax del niño, observando la correcta ele-
vación del pecho. Realizaremos boca a boca nariz en los lac-
tantes y boca a boca como en el adulto en los niños.

Las ventilaciones durarán un segundo, asegurando que la téc-


nica que realizamos es correcta, no debemos repetir aquellas
insuflaciones que no sean efectivas, se darán sólo 5 al inicio y
posteriormente sólo dos cuando las combinamos con las com-
presiones torácicas.

4.5.3. Masaje cardiaco


Las compresiones en edades pediátricas serán de al menos 100
por minuto y no más de 120. La relación será de 30 compresio-
nes / 2 ventilaciones en la mayoría de casos si estamos solos y
será la relación más adecuada en el contexto de una RCP bási-
ca para la población general.

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Formación en socorros

Edades

Por sus peculiaridades anatomofisiológicas diferenciaremos las


maniobras de reanimación en:

• Recién nacidos: sólo en sala de partos, o parto inmediato.


No siendo motivo de esta formación.

• Lactante: primer año de vida.

• Niño: mayores de un año hasta la pubertad, decidiendo el


reanimador según aspecto de la víctima el algoritmo a aplicar.

4.5.4. Consideraciones sobre RCP en lactantes


y niños

4.5.4.1. Lactantes

• Al lactante se le estimulará más cuidadosamente que al adulto,


hablándole en voz alta, por estímulos táctiles (palmadas, pe-
queños pellizcos, etc.). Deben evitarse los movimientos brus-
cos ante la sospecha de lesión espinal.

• Para la apertura de las vías aéreas sigue recomendándose


la maniobra frente mentón, teniendo en cuenta la diferencia
en cuanto a la extensión cervical, que debe ser realizada me-
diante una ligera inclinación de la cabeza, debido a que una
hiperextensión forzada producirá el adelgazamiento del ca-
libre de la tráquea y la obstrucción de la vía aérea, efecto
contrario al deseado.

• El volumen de insuflación se valorará observando la elevación


torácica del niño, durante 1 segundo para evitar la distensión gás-
trica.

• La ausencia de respuesta y respiración normal será considera-


da como paro cardiaco por los socorristas legos.

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

El masaje cardiaco tendrá una serie de peculiaridades:

• En los lactantes igual que en el resto de edades, la RCP debe


realizarse en un plano duro y liso, por lo que el antebrazo del
socorrista no es el lugar más adecuado, únicamente se con-
templa la posibilidad de trasladar al lactante en nuestro bra-
zo, en caso de riesgo inminente o para solicitar ayuda y ganar
tiempo al minuto de RCP, en ambos casos privará la rapidez
sobre la realización de las técnicas, debiendo seguir con las
maniobras correctamente realizadas y en una superficie ade-
cuada con posterioridad.

• El punto de compresión será localizado en el esternón, un dedo


por debajo de una línea imaginaria que une las dos mamilas
(pezones). Lo que corresponde al tercio inferior des esternón.
Las compresiones cardíacas se harán presionando únicamen-
te con la punta de dos dedos, preferiblemente índice y medio,
comprimiendo el esternón con la fuerza suficiente para depri-
mirlo un tercio aproximadamente de la profundidad del tórax.
unos 2 cm aproximadamente.

• La frecuencia de compresiones será de al menos 100 por mi-


nuto y no más de 120.

• En caso de PCR la RCP básica por población general o si esta-


mos solos se realizará alternando 30 compresiones y 2 ventila-
ciónes, independientemente del número de socorristas.

131

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Formación en socorros

4.5.4.2. Niños

• La ventilación artificial se realizará con la técnica del boca a


boca de preferencia, o boca a boca-nariz, según la edad y
tamaño de la cara del niño.

• Las compresiones torácicas se harán comprimiendo con el ta-


lón de una sola mano.

• La ausencia de respuesta y res-


piración normal será considera-
da como paro cardiaco por los
socorristas legos.

• Localizaremos el punto de com-


presión en el tercio inferior del
esternón, que se corresponde con
el centro de tórax habitualmente,
de forma similar al adulto. En ni-
ños mayores, si se aprecia que
la fuerza de compresión no es
suficiente, se realizará como en
el adulto con dos talones.

132

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

• La fuerza de compresión será suficiente para producir una de-


presión esternal, al menos 1/3 del diámetro antero-posterior
(aproximadamente 4 cm en lactantes y unos 5 cm en niños).

• En niños e independientemente a que haya uno o dos reanima-


dores la RCP básica por población general o si estamos solos
seguirá la secuencia 30 compresiones y 2 ventilaciones.

4.5.5. Guía de actuación


SOPORTE VITAL BÁSICO PEDIÁTRICO

¿NO RESPONDE?

Pedir ayuda

Abrir vía aérea y comprobar respiración

¿NO RESPIRA?

5 VENTILACIONES DE RESCATE
Llamar al 112
después de 1 si no hay signos de vida
minuto de RCP

30 compresiones torácicas
2 ventilaciones

4.5.5.1. Previamente al inicio de las maniobras de RCP

Es necesario tener en cuenta:

• Que no existe peligro para el que efectúa el rescate.

• Que no hay peligro adicional para la víctima.

4.5.5.2. Valorar el estado de consciencia del niño

Determinar el estado de consciencia hablándole en voz alta, con


estímulos táctiles (palmadas discretas, suaves pellizcos), etc. Le

133

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Formación en socorros

preguntaremos gritando: “¿Estás bien? Deben evitarse los movi-


mientos bruscos ante la sospecha de lesión espinal.

Si obtenemos algún tipo de respuesta (habla, grita, llora, se mue-


ve, etc.) nos encontramos ante un:

Paciente consciente:

• Se le dejará en la posición que lo encontramos, si es seguro.

• Buscar signos de hemorragia y shock.

• Efectuar la exploración secundaria en busca de lesiones, mo-


viendo lo menos posible al niño, para evitar el agravamiento de
posibles lesiones existentes.

• Seguir controlando periódicamente el estado de consciencia


de la víctima.

• Telefonear solicitando ayuda si esta fuera necesaria. En caso


de no obtener respuesta alguna se trata de un:

Paciente inconsciente, en este caso hay que:

• Gritar pidiendo ayuda. Sin abandonar al niño, alertando al


entorno.

4.5.5.3. Apertura y mantenimiento de la vía aérea

En caso de dificultad de control de vía aérea o de realizar las


maniobras de reanimación en la posición en que se encuentra
la víctima la colocaremos en posición de RCP, decúbito supi-
no, sobre sus espaldas en un plano duro, liso y con el paciente
alineado, al movilizar a un niño con sospecha de traumatismo
procuraremos que sea en bloque cuidadosamente.

Para la apertura de las vías aéreas debemos realizar la maniobra


frente mentón, teniendo en cuenta la diferencia en cuanto a la

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CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 134 30/5/11 12:27:57


4. Soporte vital básico: RCP y OVA

extensión cervical, que debe ser realizada mediante una ligera incli-
nación de la cabeza, debido a que una hiperextensión forzada pro-
ducirá la obstrucción de la vía aérea, efecto contrario al deseado.

Determinar la existencia de parada respiratoria, ausencia de res-


piración normal.

Una vez abierta la vía aérea y manteniéndola así en todo momento


debemos comprobar si respira o no durante unos 10 segundos.

Mire, sienta y escuche la ventilación

Para ello, nos arrodillaremos mirando hacia el tórax de la víctima


en los niños el movimiento de tórax y abdomen puede estar pre-
sente, a la vez que acercamos nuestra mejilla a su boca, para
de este modo poder observar la presencia de movimientos torá-
cicos y sentir la salida de aire espirado por el paciente.

En definitiva se trata de VER si el tórax se eleva, OIR Y SENTIR


la salida de aire exhalado durante unos 10 segundos. La respi-
ración agónica o en bocanadas no se considerará respiración
normal.

3a) Si el niño respira:

• Hay que colocarle en posición lateral de seguridad. Vigilar


las constantes vitales y activar el Servicio de Emergencias Mé-
dicas 112.

3b) Si el niño no respira:

• Si hay un solo reanimador éste realizará las maniobras de RCP


básica durante un minuto antes de separarse del niño para so-
licitar ayuda al sistema de emergencias 112.

• Si hay dos reanimadores, uno de ellos iniciará la RCP mientras


el otro activa el sistema de emergencias 112, volviendo cuanto
antes para ayudar en las maniobras de reanimación.

135

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Formación en socorros

4.5.5.4. Iniciar la ventilación artificial

• Dar cinco insuflaciones de rescate de aproximadamente 1 se-


gundo de duración cada una. Durante las ventilaciones debe
observarse el ascenso y descenso del tórax.

• En el lactante la ventilación directa se hace mejor, aplicando la


boca del reanimador sobre la boca y la nariz del lactante.

• En el niño la ventilación artificial se realizará con la técnica del


boca a boca.

• Retirando su boca de la del paciente se producirá la salida de


aire de forma pasiva.

El reanimador debe coger aire adecuado antes de cada insufla-


ción para conseguir un contenido adecuado en su aire espira-
do, mientras efectúa la ventilación debe mantener la vía aérea
abierta de forma correcta con la maniobra frente mentón y sellar
adecuadamente su boca con la boca o boca a nariz del niño,
procurando que la fuerza y volumen de insuflación se adopte a
la edad y tamaño del niño. Si el tórax no asciende se debe ir mo-
dificando la técnica de apertura de la vía aérea, extensión, etc.
hasta conseguir una buena entrada de aire. Lo ideal para una
adecuada oxigenación, es conseguir al menos dos insuflaciones
efectivas, pero según los nuevos protocolos esto no supone nin-
guna condición, debiendo seguir con el algoritmo sea cual sea
el número de insuflaciones efectivas conseguidas, sólo si tras
cinco insuflaciones no hemos conseguido una buena expansión
torácica pensaremos en una posible obstrucción por cuerpo ex-
traño y actuaremos en consecuencia. DE TODAS FORMAS NO
HAREMOS MÁS DE CINCO INTENTOS, pasando al siguiente
paso.

La comprobación del pulso no está indicada para el personal


lego, retrasan el comienzo de las maniobras de reanimación car-
diopulmonar. Siendo prioritario el comienzo de las compresiones
torácicas lo antes posible.

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

La activación del Servicio de Emergencias Médicas en esencial, si


hay más de un Socorrista, uno de ellos debe activarlos, si solamente
hay un Socorrista y se trata de un lactante, o niño pequeño y tras
haber realizado un minuto de RCP y sólo con el objetivo de interrum-
pir las maniobras de RCP lo menos posible existe la posibilidad de
ir a pedir ayuda intentando mantener las maniobras de reanimación
sobre el brazo del socorrista, si bien éste recuro es excepcional y no
debe constituir una norma en la reanimación de lactantes.

4.5.5.6. Continuar la reanimación hasta...

• La llegada del Servicio de Emergencias Médicas.

• Que la víctima inicie respiraciones normales o se recupere.

• Que nos encontremos exhaustos.

SVB ADULTO SVB NIÑO SVB LACTANTE

Estímulos verbales Estímulos verbales Estímulos verbales


CONSCIENCIA
y dolorosos y dolorosos y dolorosos

APERTURA Maniobra Maniobra


Posición neutra
VÍA AÉREA frente-mentón frente-mentón

Ver, oír y sentir Ver, oír y sentir Ver, oír y sentir


RESPIRACIÓN
<10 segundos <10 segundos <10 segundos
Profundidad: Profundidad:
Profundidad de 1/3 del diámetro 1/3 del diámetro
al menos 5 cm antero-posterior antero-posterior
COMPRE- Frecuencia de (aprox. 5 cm) (aprox. 4 cm)
SIONES al menos Frecuencia de Frecuencia de
TORÁCICAS 100 compresiones al menos 100 al menos 100
por minuto pero compresiones por compresiones por
no mayor de 120 minuto pero no minuto pero no
mayor de 120 mayor de 120
TÉCNICA
Boca a boca Boca a boca Boca a boca nariz
VENTILACiÓN
5 ventilaciones 5 ventilaciones
30 compresiones: rescate rescate
SECUENCIA
2 ventilaciones 30 compresiones: 30 compresiones:
2 ventilaciones 2 ventilaciones

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Formación en socorros

4.6. RCP básica en embarazadas


Durante la reanimación de una embarazada, debemos conside-
rar que tiene dos pacientes: la madre y el feto. Para que sobrevi-
va el feto es necesario que la Reanimación a la madre se realice
de forma efectiva para lo cual se tienen que tener en cuenta una
serie de modificaciones:

1. EVITAR LA OBSTRUCCIÓN AORTOCAVA

A partir de las 20 semanas de gestación el útero puede obstruir


el flujo sanguíneo en la vena cava superior cuando la embara-
zada se encuentra en decúbito supino, lo cual ocasiona hipoten-
sión y mareos y puede producir un paro cardiaco si la paciente
está gravemente enferma. Es preciso que evitemos la postura
de decúbito supino y coloquemos a la madre en decúbito lateral
izquierdo.

En caso de producirse el paro cardiaco, el útero debe ser des-


plazado de la vena cava superior ladeando a la paciente hacia el
lado izquierdo unos 15-30º, o bien movilizándolo manualmente.
Si no se realiza esta maniobra las compresiones torácicas resul-
tarán inefectivas.

2. COMPRESIONES TORÁCICAS

Las compresiones torácicas deben realizarse un poco más arri-


ba del esternón, ligeramente por encima de su centro. Esto com-
pensará la elevación del diafragma y de los contenidos abdomi-
nales provocada por el útero grávido.

3. MANIOBRA DE HEIMLICH CONTRAINDICADA

Por la posibilidad de producir lesiones en el útero. Se recomien-


da la utilización de compresiones torácicas en su lugar.

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

4.7. Problemas más frecuentes que pueden


aparecer durante la RCP: soluciones
4.7.1. Objetos extraños en la cavidad oral

Sólo miraremos en el interior de la boca, para comprobar si hay


algún objeto que obstruya las vías respiratorias si sospechamos
que la causa del paro es un atragantamiento. Sólo extraeremos
los cuerpos extraños claramente visibles y fáciles de extraer sin
hacer barridos digitales a ciegas.

Pueden aparecer vómitos o restos alimenticios. Nuestra actua-


ción, por tanto, no debe limitarse a la comprobación de materias
extrañas sólo durante la exploración primaria; debemos verifi-
car su presencia cada vez que sospechemos que se ha produ-
cido una regurgitación o un vómito. En estos casos, debemos
realizar una limpieza de la cavidad oral, la introducción de un
dedo en forma de “gancho” en la boca es una posibilidad, pero,
cuidando no enclavar aún más el objeto.

La búsqueda de dentaduras postizas en cavidad bucal no debe


ser un objetivo de la reanimación, en el supuesto de observar
claramente el desplazamiento de estas piezas y si son fácilmen-
te manipulables se extraerán, no obstante la mayor parte de
dentaduras postizas en la actualidad mantienen buena fijación y
serán un buen recurso más que un problema para la RCP.

4.7.2. Dilatación gástrica

La faringe es el conducto común para la vía aérea y el tubo di-


gestivo, que se separa un poco por encima de la nuez de Adán
en dos conductos:

• Uno anterior (la laringe, que se continúa con el tracto respiratorio).

• Otro posterior (el esófago, que se dirige hacia el estómago).

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Formación en socorros

El esófago es un conducto que casi siempre se encuentra ce-


rrado (sólo se abre para dar paso a los alimentos); pero si insu-
flamos muy bruscamente al practicar las ventilaciones, provoca-
remos su apertura, y parte del aire puede llegar al estómago e
hincharlo.

A medida que el estómago se va dilatando, pueden aparecer dos


tipos de problemas:

• Llegará un momento en que se active el reflejo del vómito.

• Puede producirse una compresión del diafragma y por tanto, una


dificultad adicional para el llenado de aire de los pulmones.

En el caso de que notemos el estómago muy hinchado, pode-


mos realizar las siguientes maniobras:

• Ladear discretamente la cabeza de la víctima.

• Rectificar la posición en la maniobra frente mentón.

• El hecho de presionar sobre el epigastrio aunque sea con deli-


cadeza, supone un riesgo de reflujo de todo el contenido gás-
trico, aéreo líquido y sólido, y por tanto de complicaciones en la
RCP, como hemos visto la prioridad actual ante un PCR es el
masaje, así realizar sólo las compresiones torácicas momentá-
neamente sería una alternativa.

• Continuar la RCP.

4.7.3. Vómitos

Consisten en la expulsión involuntaria del contenido del estó-


mago hacia la boca. Una de las causas más frecuentes es la
hiperinsuflación gástrica, al ventilar de forma brusca.

El vómito también podemos provocarlo nosotros, al intentar va-


ciar el aire del estómago.

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

La aparición de vómitos en una persona inconsciente que está


siendo sometida a un proceso de reanimación cardiopulmonar,
puede crear graves complicaciones debidas a dos factores:

• Paso de las sustancias sólidas del vómito a las vías aéreas con
obstrucción del paso de aire.

• Aspiración de las secreciones líquidas del vómito que al ser de


tipo ácido originan una gran irritación de las vías aéreas.

En caso de presentarse cualquiera de estas complicaciones, la-


dear rápidamente la cabeza de la víctima, limpiar la cavidad oral
y continuar la RCP.

4.7.4. Obstrucción de las vías aéreas por cuerpos


extraños en adultos

La obstrucción de las vías aéreas se produce debido a la intro-


ducción en el tracto respiratorio de un cuerpo extraño que impide
el paso del aire para realizar adecuadamente la función ventila-
toria.

La obstrucción puede ser de dos tipos:

• Completa: cuando impide totalmente el paso del aire.

• Incompleta o parcial: cuando el paso de aire aún existe, aun-


que en cantidad mucho menor.

El reconocimiento de una obstrucción completa se realizará


de una u otra forma dependiendo del estado de consciencia de
la víctima:

• Víctima consciente: de forma brusca, empieza a realizar ade-


manes violentos, se lleva las manos al cuello y su cara se con-
gestiona. No es capaz de hablar, toser o respirar. El peligro es
inminente, el siguiente evento será…

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Formación en socorros

• Víctima inconsciente: podemos llegar a este extremo cuan-


do la víctima se ha ido complicando de forma progresiva o la
sospecharemos cuando al empezar a realizar la ventilación ar-
tificial, encontremos una resistencia inusual al paso de aire, no
observándose movimientos torácicos. Antes de sospechar la
obstrucción, deberemos asegurarnos de que la apertura de la vía
aérea está correctamente realizada. Tras esto y con intentos
fallidos de ventilar deberemos sospechar la obstrucción com-
pleta de la vía aérea.

Otra forma de sospecharla es mediante la información que nos


pueda dar alguna de las personas que estaban presentes cuan-
do ocurrió el hecho.

• Si nos encontramos ante una obstrucción incompleta de vías


aéreas (el paciente tose, habla y puede respirar), nuestra ac-
tuación SE LIMITARÁ A ANIMAR A TOSER AL INDIVIDUO, los
golpes en la espalda están contraindicados.

• Paciente consciente con obstrucción completa: En caso de pre-


sentarse una obstrucción completa de la vía aérea, el paciente
ESTÁ CONSCIENTE no respira, está agitado y el color de su
piel se vuelve azulada progresivamente; nos encontramos ante
una obstrucción total de la vía aérea y antes de intentar ventilar
a la víctima, deberemos desobstruir la vía aérea mediante gol-
pes interescapulares y compresiones abdominales o maniobra
de Heimlich y solicitar ayuda lo antes posible.

4.7.4.1. Golpes interescapulares

Nos situaremos a un lado de la espalda de la víctima, y soste-


niéndole el tórax con una mano y manteniéndola inclinada, le
daremos 5 palmadas enérgicas o golpes entre los omóplatos.
Comprobando la efectividad en cada golpe interescapular. Si
tras cinco golpes no hemos conseguido resolver el problema ini-
ciaremos las compresiones abdominales o Heimlich.

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

4.7.4.2. Maniobra de Heimlich

Es una técnica que se realiza en presencia de una obstrucción


completa de la vía aérea en una víctima adulta. Más adelan-
te, describiremos otras técnicas a emplear en casos especiales
(obesos, embarazadas y niños).

El objetivo es simular el mecanismo de la tos aumentando la


presión intraabdominal.

• Descripción de la técnica en una víctima consciente

El paciente estará de pie o sentado, lo abordaremos por detrás y


rodearemos su tronco con nuestros brazos, colocándole un puño
cerrado, con el pulgar hacia adentro, sobre la boca del estómago
y la otra mano encima, sujetando el puño. Ahora, y sin despegar
el puño, presionaremos con fuerza hacia atrás y hacia arriba con
un movimiento firme y seco.

Repetiremos la maniobra de 5 veces seguidas y comprobaremos


la posible presencia de cuerpos extraños en la boca.

Repetiremos el ciclo de 5 golpes in-


terescapulares con 5 compresiones
abdominales, comprobando la efec-
tividad hasta que la obstrucción se
haya resuelto.

En caso de ser nosotros quienes


sufrimos la obstrucción y ante la
imposibilidad de ser socorridos por
alguien, intentaremos la maniobra
de Heimlich, auxiliándonos de al-
gún objeto sobre el que ejercer
presión con nuestro abdomen a fin
de producir la fuerza que empuje
al objeto extraño hacia el exterior

143

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Formación en socorros

(Autoheimlich). Si bien se ha descrito anteriormente esta técnica,


son dudosos sus resultados.

• Paciente inconsciente con obstrucción completa

Si los ciclos de 5 golpes interesca-


pulares alternados con 5 compre-
siones abdominales no solucionan
la obstrucción y la víctima queda
inconsciente:

• Colocaremos al paciente sobre


el suelo con cuidado, en posición
de RCP.

• Activaremos de forma inmediata


los servicios de emergencias sa-
nitarios.

• Iniciaremos la RCP, con las com-


presiones torácicas 30, alternan-
do con dos intentos de ventila-
ción. Se ha demostrado que las compresiones torácicas en el
inscosnciente son más efectivas que las técnicas descritas en
algoritmos anteriores.

• Al hacer las ventilaciones comprobaremos si existe un objeto


en la boca, y si es fácilmente extraíble lo sacaremos.

4.7.5. Casos especiales de obstrucción de la vía


aérea

En general la secuencia es la misma, aplicar los golpes interes-


capulares conforme se describió anteriormente y aplicar alter-
nativas, dado que no siempre puede realizarse la Maniobra de
Heimlich, bien por estar contraindicada ante el peligro de lesio-
nes internas (embarazadas y niños pequeños), o bien por resul-
tar imposible realizar correctamente la técnica (obesos).

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

Tanto en el caso de obesos como en el de embarazadas, aunque


por diferentes motivos, es posible sustituir las compresiones ab-
dominales por compresiones en el tórax, abrazándolo en caso de
conscientes y en caso de inconscientes, masaje cardiaco siendo
el resto de la secuencia similar. a la maniobra de Heimlich.

VALORE LA SEVERIDAD
DE LA OBSTRUCCIÓN

GRAVE (TOTAL) PARCIAL


Tos no efectiva Tos efectiva

CONSCIENTE
ANIME A TOSER
INCONSCIENTE 5 golpes espalda
Revalorar
Inicie RCP 5 compresiones
continuamente
Heimlich

Obstrucción de la vía aérea por cuerpos extraños en edades


pediátricas

Si el niño está respirando, tosiendo o llorando espontáneamente


deberemos estimularle para que tosa y expulse el cuerpo extra-
ño. Si esto es inefectivo y el niño no respira pero esta consciente
procederemos a:

• Solicitar ayuda.

• Extracción manual: sólo se realizará si el cuerpo extraño es


fácil de ver y extraer. La extracción manual a ciegas no debe
llevarse a cabo por el riesgo de empujar el cuerpo extraño ha-
cia el interior provocando una mayor obstrucción.

• Maniobras de expulsión: Si el niño o lactante están conscien-


tes pero no respira, iniciaremos golpes interescapulares, 5 golpes

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Formación en socorros

entre los omoplatos, que los alternaremos con compresiones


torácicas en el lactante o abdominales en el niño.

Maniobras de expulsión en lactantes

• Colocaremos al lactante en decúbito prono boca a bajo, apo-


yado sobre nuestro antebrazo, sujetándolo firmemente por la
mandíbula con los dedos pulgar e índice, mantendremos la ca-
beza ligeramente extendida procurando que esté en posición
más baja que el tronco.

• Golpearemos cinco veces con el talón de la mano en la zona


interescapular con impulsos secos y enérgicos.

• Voltearemos al lactante cambiándolo al otro antebrazo ponién-


dolo en decúbito supino, sujetándole la cabeza con la mano y
en posición más baja que el tronco.

• Efectuaremos cinco compresiones torácicas en la misma zona e


igual que el masaje cardíaco pero más fuerte y algo más lento.

• Examinaremos la boca y eliminaremos cualquier cuerpo extra-


ño visible.

Maniobras de expulsión en niños: Si se trata de un niño reali-


zaremos 5 golpes interescapulares colocándonos a un lado de la
espalada del niño, y ligeramente inclinado y con una mano en el
tórax, igual que la técnica del adulto, revisando la efectividad de
los cinco golpes, posteriormente y si no han sido efectivos reali-
zaremos cinco compresiones abdominales o de Heimlich. Dado
el tamaño del niño podemos hacerlo poniéndonos de rodillas de-
trás de él, o bien sujetándolo y utilizando un punto de apoyo para
nosotros, como la pared.

Cuando el niño o lactante pierde el conocimiento, solicitaremos


ayuda de emergencia si no lo hemos realizado antes, colocare-
mos suavemente a la víctima en el suelo o una superficie dura e

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

iniciaremos las técnicas de RCP, pudiendo iniciar directamente


las compresiones torácicas.

ATRAGANTAMIENTO
SEVERO

Tos inefectiva Tos efectiva

CONSCIENTE ANIME A TOSER


INCONSCIENTE Continuar hasta
5 golpes espalda
Abrir via aérea la resolución de la
5 compresiones
Iniciar RCP obstrucción o que la
Heimlich
(torácicas lactantes) tos no sea efectiva
(abdominales niños)

4.7.6. RCP en laringectomizados

Un laringectomizado es una persona en la que, como conse-


cuencia de haber contraído un cáncer de laringe, ha sido ne-
cesaria la extirpación de ésta; desde ese momento tiene que
respirar durante el resto de su vida por un orificio situado en la
parte baja del cuello llamado Traqueostoma.

Respiración “boca a estoma”

• Aflojar o quitar, la ropa que pueda entorpecer, dejando el cuello


libre de ropas.

• Quitar aquello que tape el orificio del cuello (baberos, pañuelos,


etc.), dejándolo al descubierto.

• No quitar la cánula si la lleva.

• Colocar la cabeza horizontalmente sin utilizar la maniobra


frente-mentón.

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Formación en socorros

• Comprobar si respira. Colocando la oreja a la altura del orificio


del cuello (estoma), oír, sentir y escuchar el paso del aire.

• Solicitar ayuda al 112.

• Iniciar compresiones torácicas, 30.

• Iniciar la respiración “boca a estoma” inmediatamente, colocan-


do la boca y los labios firmemente sobre el orificio del cuello o
alrededor de la cánula traqueal.

• El tiempo, forma y ritmo de las ventilaciones son iguales a los


procedimientos anteriormente estudiados. Es importante poder
disponer de algún método de barrera.

4.8. Ventilación con mascarilla


Es un dispositivo que se apli-
ca sobre la nariz y la boca del
paciente en la realización de
la respiración artificial, crean-
do de este modo una barrera
entre el reanimador y el pa-
ciente, que evita el contacto
directo y por tanto las infeccio-
nes cruzadas entre ambos.

Son muchos los modelos existentes en el mercado, desde sen-


cillos a los más sofisticados. Pese a esta gran variedad, pode-
mos decir que básicamente consta de tres partes:

• Cuerpo máscara.

• Válvula unidireccional (sistema antirreflujo).

• Boquilla.

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4. Soporte vital básico: RCP y OVA

4.8.1. Aplicación
• Situados de rodillas a la altura de los hombros del paciente (en
caso de dos socorristas, el que ventile se situará detrás de la
cabeza), colocaremos la mascarilla de tal forma que su ápice
quede sobre el puente de la nariz y su base entre el labio infe-
rior y la parte prominente del mentón (pueden existir pequeñas
modificaciones según modelo).

• Sujetaremos la mascarilla tal y como se ve en la figura, de este


modo conseguiremos que la mascarilla selle perfectamente la
nariz y la boca del paciente y que éste a su vez mantenga las
vías aéreas correctamente abiertas.

• Inspiraremos y soplaremos a través de la boquilla, al tiempo que


comprobamos con la vista, la eficacia de la insuflación (cada in-
suflación durará de 1 seg. en adultos).

• Una vez finalizada la insuflación, retiraremos nuestra boca de


la boquilla para permitir la salida de aire, y continuaremos la
respiración artificial boca-mascarilla, de acuerdo con los proto-
colos de reanimación cardio-pulmonar establecidos.

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Formación en socorros

• La mayoría de las mascarillas dispones de un filtro de un solo


uso, que sería cambiable. En caso de que la mascarilla no sea
desechable, se limpiará después de su uso.

4.8.2. Mantenimiento

En caso de que la mascarilla no sea desechable, se limpiará


después de su uso de la siguiente forma:

• Lavado con agua y jabón.

• Posterior inmersión en desinfectante, en la dilución y tiempo


que determine el producto.

• Aclarar con agua destilada estéril.

• Secar con una tela limpia.

• Guardar en bolsa de plástico y funda.

• Colocación, verificando que no hay pérdidas de aire.

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5. Hemorragias
y shock

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5.1. Recuerdo anátomo-fisiológico del Sistema
Cardiovascular 153
5.1.1. El corazón 153
5.1.2. Los vasos sanguíneos 154
5.1.3. La sangre 155

5.2. Hemorragias y complicaciones 157


5.2.1. Según el espacio en el que se vierta la sangre 157
5.2.2. Según el volumen perdido 158
5.2.3. El shock 159
5.2.4. Shock hipovolémico 161
5.2.4.1. Signos y síntomas del shock
hipovolémico 161
5.2.5. Resumen de los signos y síntomas de shock 164
5.2.6. Primeros auxilios en el shock 164

5.3. Primeros auxilios en caso de hemorragias externas 166

5.4. Hemorragias internas 169

5.5. Primeros auxilios en caso de hemorragias internas 170

5.6. Primeros auxilios en caso de hemorragias


exteriorizadas por orificios naturales 171
5.6.1. Otorragia 171
5.6.2. Epistaxis 172
5.6.3. Hemorragias por la boca 173
5.6.3.1. Hematemesis 173
5.6.3.2. Hemoptisis 174
5.6.4. Otros tipos de hemorragia 175
5.6.4.1. Hemorragias por el ano y rectorragia 175
5.6.4.2. Hemorragias exteriorizadas a traves
de los genitales 176

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5. Hemorragias y shock

5.1. Recuerdo anátomo-fisiológico


del Sistema Cardiovascular
El aparato circulatorio o sistema circulatorio es el encargado de
transportar, repartir y recoger los elementos intervinientes en el
metabolismo celular y en su defensa: oxígeno, grasas, proteinas,
glucosa, iones, hormonas, anticuerpos, etc.

Sus componentes se dividen en dos:

a) Continente, en el que hay una bomba aspirante/impelente, que


es el corazón y un sistema de canalización del que forman parte
venas, arterias y capilares.

b) Contenido, la sangre que está compuesta de células y plasma


o líquido sanguíneo.

5.1.1. El corazón

El corazón, órgano central del sistema circulatorio, es un músculo


hueco que desempeña el doble papel de bomba aspirante, llegando
a sus cavidades la sangre que circula por las venas, y el papel de
bomba impelente, impulsándola hacia las arterias aorta y pulmonar, y
por intermedio de éstas a todas la redes capilares del organismo.

Aurículas

Mitad derecha. Mitad izquierda.


Sangre venosa Sangre arterial

Ventrículos

153

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Formación en socorros

Ocupando la parte media de la cavidad torácica, el corazón se


divide en dos partes, mitad derecha en la que circula la san-
gre venosa y mitad izquierda para la sangre arterial. Cada
una de estas mitades se subdivide a su vez en dos cavidades
intercomunicadas entre sí y situadas una encima de otra: ca-
vidad superior o aurícula y cavidad inferior o ventrículo de
pareces más gruesas.

Movimientos cardíacos:

• Llamamos diástole, al movimiento de aspiración o dilatación de


las cavidades del corazón.

• Llamamos sístole, al movimiento de impulsión o contracción de


los ventrículos del corazón.

El número de contracciones cardíacas o latidos, es de 60 a 80 por


minuto en el adulto, siendo mayor en el niño.

Los latidos cardíacos son transmitidos por las paredes de las arte-
rias y detectables por el tacto, percibiéndose el pulso fácilmente en
diversas zonas del cuerpo: cuello, ingle, muñeca, tobillo, etc.

5.1.2. Los vasos sanguíneos

Arterias, venas y capilares constituyen el sistema de canalización


de la sangre.

a) Circulación mayor o sistémica. Expulsada del ventrículo iz-


quierdo, la sangre arterial penetra en la aorta que, ramificándo-
se, la distribuye por todo el cuerpo cediendo a las células todo
lo necesario para su nutrición y funcionamiento; recibiendo a su
vez de ellas las sustancias de desecho, transformándose así en
sangre venosa.

La sangre venosa es entonces conducida por las venas a la au-


rícula derecha y de aquí al ventrículo derecho.

154

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5. Hemorragias y shock

b) Circulación menor o pulmonar. El


ventrículo derecho impulsa la san- Circulación
menor o
gre a otra gran arteria, la pulmo- pulmonar
nar, que la lleva y disemina alrede-
dor de los sacos alveolares, aquí
cede el anhídrido carbónico (CO2) y
se carga nuevamente de oxígeno,
transformándose en sangre arte-
rial.
Circulación
Por medio de las venas pulmona- mayor o
sistémica
res llega a la mitad izquierda del
corazón, a la aurícula en primer lu-
gar y enseguida al ventrículo iz-
quierdo, su punto de partida.

Las arterias comunican con las venas por el intermedio de un sis-


tema de conductos muy finos llamados capilares. Las redes ca-
pilares se encuentran en estrecho contacto con las células y es
aquí donde se realiza el intercambio de sustancias entre células y
sangre, formándose la sangre arterial en el territorio alveolar de los
pulmones y formándose sangre venosa en el resto del organismo.

5.1.3. La sangre

La sangre es el contenido del sistema de canalización cardiovascu-


lar. Un adulto tiene un contenido sanguíneo de aproximadamente
de 5 a 6 litros. La sangre transporta oxígeno y otros nutrientes a las
células y recoge los productos de desecho evitando su toxicidad
para los tejidos. El proceso de liberación de oxigeno y recogida de
desechos celulares se denomina perfusión. No todos los órganos
necesitan el mismo nivel de perfusión por lo que se ha desarrolla-
do la capacidad de regular la cantidad de sangre que debe recibir
cada uno en cada momento dependiendo de sus necesidades.

Se considera que su composición es una parte líquida equivalente


al 52-58% y otra sólida de 42-48%.

155

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Formación en socorros

Pared vaso sanguíneo Plaquetas Plasma

Glóbulos blancos Glóbulos rojos

• Plasma o parte líquida de la sangre. Está constituida en su mayor


parte por agua y productos orgánicos e inorgánicos (proteínas,
hidratos de carbono, lípidos, electrolitos, albúminas, fibrinógeno,
etc.).

• Células sanguíneas o parte sólida de la sangre. Proceden de la


médula ósea, al cumplir su ciclo biológico serán destruidas en el
bazo, sobre todo los hematíes.

- Hematíes, glóbulos rojos, o eritrocitos; transportan oxígeno y


CO2, constituyen el 98,5% de la parte sólida.
- Leucocitos, o glóbulos blancos. Intervienen en los sistemas de
defensa neutralizando toda sustancia o microorganismo ajeno
al organismo.
- Plaquetas o trombocitos. Intervienen en los sistemas de coa-
gulación cuando se producen lesiones en las paredes de los
vasos sanguíneos, evitando así la hemorragia.

La sangre se renueva constantemente. Las células nacen y mue-


ren con una vida media de unos 120 días para los glóbulos rojos.
Estas células se forman principalmente en el bazo y la médula
ósea entre otros.

La sangre tiene como funciones:

156

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5. Hemorragias y shock

• Transporte del oxígeno y de los nutrientes.

• Termorreguladora: mantiene la temperatura del cuerpo.

• Defensa ante las infecciones internas y externas.

• Coagulación en heridas, hemorragias, etc.

5.2. Hemorragias y complicaciones


Una hemorragia se define como la salida de la sangre de los
vasos sanguíneos, ya sea por rotura espontánea o provocada
y de forma más o menos extensa, la sangre podrá vertirse y
acumularse en órganos o cavidades internas o bien salir hacia el
exterior del cuerpo.

La gravedad de una hemorragia dependerá principalmente de la


rapidez con que se pierda la sangre, del volumen sanguíneo per-
dido y además, del estado físico y edad de la persona afectada.

Son diversas las clasificaciones que podríamos hacer, pero en


base a su importancia desde el punto de vista del socorrista lo
haremos:

• Según el lugar en el que se vierta la sangre.

• Según el volumen perdido.

5.2.1. Según el espacio en el que se vierta


la sangre

• Hemorragia externa: la sangre sale directamente por la herida al


exterior.

• Hemorragia interna: la sangre no se ve; queda alojada en el inte-


rior del organismo.

157

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Formación en socorros

• Hemorragia exteriorizada por orificios naturales: la sangre sale de


alguna cavidad interna a través de conductos propios del orga-
nismo, oídos, nariz, boca, recto, genitales.

5.2.2. Según el volumen perdido

La sangre debido a los pigmentos que la componen (Hemoglobina)


posee un color rojo que al visualizarla, genera mucha alarma, in-
cluso en pequeñas cantidades es de gran aparatosidad. Además,
éste hecho se ve agravado en muchas ocasiones por desconocer
cuanto tiempo lleva sangrando la víctima.

Es importante recordar que la volemia, es decir el volumen circulante


de la sangre en un adulto oscila entre unos 5-6 litros, pero no es así
en los niños, éstos tienen unos 80 cc por kilogramo de peso aproxi-
madamente, (p.e. un lactante de 10 kg tendrá unos 800 cc) y por tan-
to una pérdida de sangre de medio litro que en un adulto generaría
pocos signos de alarma, podría llegar a ser letal en un niño.

Por ello es importante saber calcular de forma aproximada, qué can-


tidad de sangre se ha podido perder en una hemorragia, por los
signos y síntomas que se presentan.

Conocer los signos de alerta en cualquier paciente nos ayudará a


prever la presencia de una de sus más graves complicaciones: el
shock.

Distinguimos básicamente cuatro grados de sangrado o hemorra-


gia, de menor a mayor gravedad:

Clasificación de las hemorragias según su gravedad


(en el adulto)

CLASE I CLASE II CLASE III CLASE IV

Volumen
Hasta 15% Del 15 al 30% Del 30 al 40% 40% o más
de sangre
Hasta 750 ml. 750-1.500 ml. 1.500-2.000 ml. >= 2.000 ml.
perdido

158

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 158 30/5/11 12:28:02


5. Hemorragias y shock

TIPO I

Pérdida de sangre hasta los 750 ml (15%). El organismo reacciona


ante esta pérdida, compensando las carencias con los depósitos de
reserva que tiene (bazo, hígado y piel).

TIPO II

Pérdida de sangre entre 750-1.500 ml (15-30%). El organismo res-


ponde con una frecuencia cardíaca mayor y una función respiratoria
más fuerte para recuperarse mejor de la pérdida sanguínea.

TIPO III

Pérdida entre 1.500 y 2.000 ml (30-40%). El paciente se encontrará


con sudor frío, pálido, obnubilado.

TIPO IV

Pérdida de más de 2.000 ml (40% y más). El paciente estará en un


estado de shock hipovolémico. Normalmente estará confuso o en
estado de coma.

5.2.3. El shock

El shock es un término médico, que expresa una situación muy


crítica, es una situación en la que las células de los diferentes
tejidos del organismo, por diversas causas están sufriendo un
estado de disminución en su oxigenación (hipoxia) por falta de
una perfusión o aporte de sangre adecuado y, que pondrá en
peligro la vida.

Está claro que los órganos más importantes del organismo,


corazón, cerebro... serán los primeros en reaccionar ante una
situación de hipoxia-hipoperfusión de sus células, intentando
poner solución mediante mecanismos de compensación, como
redistribución de la sangre, aumento de frecuencia cardiaca y

159

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 159 30/5/11 12:28:02


Formación en socorros

respiratoria, etc., por lo tanto, hablamos del shock como una si-
tuación dinámica y progresivamente grave.

Es un estado clínico muy grave, evolutivo y que, en sus inicios,


puede prevenirse. Cada célula del organismo necesita un ade-
cuado y continuo riego sanguíneo. Cada vez que el corazón se
contrae, la sangre es bombeada a través de las arterias hacia
los órganos, aportando a sus células oxígeno y nutrientes y re-
cogiendo los productos de desecho.

Una alteración en la capacidad de transportar la sangre a cada ór-


gano produce alteraciones en todo el organismo, las células mueren
y los órganos fallan como resultado de esa alteración en el aporte
sanguíneo. Así pues esta situación de baja oxigenación tisular por
baja perfusión (hipoperfusión) es lo que se conoce como shock.

El shock origina daño a los tejidos por la falta de oxígeno y un


exceso en el acumulo de productos de desecho.

El shock puede estar motivado por diferentes causas, porque


el corazón no sea capaz de bombear adecuadamente la san-
gre, porque no haya suficiente sangre y/o por alteraciones de
distribución en el sistema circulatorio (shock cardiogénico, hipo-
volémico y distributivo); en cualquiera de estas situaciones el

TIPOS DE SHOCK
• CARDIOGÉNICO
Insuficiencia cardiaca, embolismo pulmonar, arritmias, etc.

• HIPOVOLÉMICO
Hemorragias, quemaduras, traumatismos, etc.

• DISTRIBUTIVO
Infecciones, sepsis, intoxicaciones, anafilaxias, etc.

160

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 160 30/5/11 12:28:02


5. Hemorragias y shock

cerebro, corazón, pulmones y riñones se dañan rápidamente por


una hipoperfusión y este fallo producirá la muerte.

La clave en la correcta actuación en el shock está en reconocer rápi-


damente los signos y síntomas y en proveer una asistencia médica
lo más rápida posible.

5.2.4. Shock hipovolémico

Cuando el shock es originado por un inadecuado (insuficiente) vo-


lumen sanguíneo se denomina shock hipovolémico; puede estar
originado por pérdida de plasma (quemaduras), deshidratación (vó-
mitos, diarreas) y, lo más frecuente, por hemorragias internas o ex-
ternas. El shock hemorrágico está originado exclusivamente por
hemorragias y es el más frecuente en los pacientes traumáticos.

5.2.4.1. Signos y síntomas del shock hipovolémico

Los primeros signos y síntomas aparecen a consecuencia de la hipo-


perfusión cerebral, lo que se manifiesta por cambios en el compor-
tamiento y por deterioro mental (intranquilidad, ansiedad y rebeldía
para ser atendido); frecuentemente estos signos se entienden como
el nerviosismo propio del accidente, pero suelen ser los de un esta-
do inicial de shock.

Cuando un paciente sangra abundantemente, ya se empiezan a


poner en funcionamiento una serie de mecanismos con el objeti-
vo de prevenir las consecuencias del shock, mecanismo que po-
dríamos llamar compensatorios, pero que con el paso del tiempo
pueden ser insuficientes. En un primer momento se liberan hormo-
nas y sustancias químicas (adrenalina) al torrente circulatorio que
producen vasoconstricción, lo que hace que aumente la presión
sanguínea, y paradójicamente aumentan la producción de sudor
en un inicio.

A medida que persista el sangrado o la clínica que motiva la hipo-


volémica veremos los siguientes signos:

161

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Formación en socorros

• La perfusión en la piel (órgano secundario), disminuye, y la san-


gre revierte a los órganos vitales. Esta disminución origina pali-
dez, frialdad y sudor frío.

• Simultáneamente los vasos sanguíneos de brazos y piernas dis-


minuyen su calibre, siendo por tanto menor la cantidad de sangre
que los puede ocupar, este fenómeno provoca la disminución y
posterior pérdida de pulsos periféricos.

• La disminución de la perfusión periférica puede comprobarse me-


diante el tiempo de relleno capilar, que estará aumentado, este
signo se verifica presionando ligeramente la uña del pulgar, lo que
provoca la desaparición de la sangre de los vasos de esa zona (y
por tanto palidece); al liberar la presión, el color debe retornar antes
de 2 segundos aproximadamente, en caso de hipoperfusión, tar-
dará más tiempo. Este signo únicamente debe evaluarse cuando
la temperatura ambiente no sea fría.

• La frecuencia cardiaca aumentará de forma progresiva. Toman-


do el pulso en carótida.

• A la vez que disminuirá la fuerza con que el corazón bombea.

• El aumento de la frecuencia cardiaca y la vasoconstricción que


hacen que la presión sanguínea (tensión arterial) se mantenga
en las fases iniciales, empezará a descender. Hipotensión.

• La frecuencia respiratoria aumenta en un intento del paciente


de aumentar la oxigenación sanguínea. Si el shock progresa, la
respiración se volverá superficial, trabajosa e irregular.

162

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 162 30/5/11 12:28:02


5. Hemorragias y shock

SIGNOS Y SÍNTOMAS DEL SHOCK HIPOVOLÉMICO


CLASE I CLASE II CLASE III CLASE IV

Volumen
Hasta 15% Del 15 al 30% Del 30 al 40% 40% o más
de sangre
Hasta 750 ml 750-1.500 ml 1.500-2.000 ml >= 2.000 ml
perdido

Volumen
Hasta 15% Del 15 al 30% Del 30 al 40% 40% o más
de sangre
Hasta 750 ml 750-1.500 ml 1.500-2.000 ml >= 2.000 ml
perdido

MUY
ELEVADA MUY
Frecuencia NORMAL ELEVADA
100-120 / ELEVADA
cardiaca < 100 / minuto 120-140 /
minuto > 140 minuto
minuto

Amplitud
FUERTE DÉBIL MUY DÉBIL MUY DÉBIL
de pulso

Relleno
INMEDIATO < 2 segundos 2-4 segundos > 4 segundos
capilar

MUY MUY
Frecuencia NORMAL ELEVADA
ELEVADA ELEVADA
respiratoria 14-20 / minuto 20-30 / minuto
30-40 / minuto > 40 / minuto

Nivel del
ANSIOSO INTRANQUILO CONFUSO LETARGIA
consciencia

Hay otros signos y síntomas para reconocer el shock en un pacien-


te, aunque no siempre están presentes, y debemos observarlos
atentamente para sospechar la posible aparición del shock:

• Náuseas y vómitos: cuando la sangre se deriva a los órganos


vitales, el volumen sanguíneo del aparato digestivo disminuye y
puede provocar náuseas y vómitos.

• Además el paciente puede manifestar sed y/o hambre.

• Puede haber ausencia de micción.

• Cuando el shock es profundo, las pupilas no reaccionan a la luz,


quedan dilatadas.

163

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Formación en socorros

• Los Labios y mucosas estarán pálidos o amoratados.

5.2.5. Resumen de los signos y síntomas del shock

• Resistencia, ansiedad y rebeldía a ser atendido, en los primeros


estadios.

• Aumento de la frecuencia cardiaca (pulso débil y acelerado).

• Disminución del relleno capilar (tiempo superior a 2 seg).

• Palidez, frialdad y piel sudorosa.

• Disminución del nivel de respuesta.

• Respiración superficial, rápida y trabajosa.

• Disminución de la tensión arterial, solo en hipovolemias graves.


Por ello, no es prioritaria la toma de la tensión arterial.

• Cianosis en labios y mucosas.

• Pupilas que no reaccionan ante la luz.

• Sed persistente.

5.2.6. Primeros auxilios en el shock

• Tras reconocer posibles peligros que puedan afectarnos, el pri-


mer paso en el tratamiento de los signos y síntomas del shock
es garantizar una adecuada apertura y limpieza de la vía aérea,
así como una adecuada ventilación (los pacientes traumáticos
pueden tener sangre, vómitos, dientes rotos dentro de la boca,
por lo que es importante extraerlos si son fáciles de extraer y
visibles).

• Avisaremos a los servicios de emergencias 112.

164

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 164 30/5/11 12:28:02


5. Hemorragias y shock

• El mayor problema del shock es la incapacidad de liberar oxí-


geno y nutrientes en los tejidos, por lo tanto, es muy importante
que el paciente pueda respirar aire lo más puro posible, y en
el momento que llegue una ambulancia iniciar, bajo supervisión
médica, un aporte de oxígeno. El objetivo es intentar mantener
la SpO2 por encima del 95%. Por ello sólo es necesario monito-
rizar la SpO2 (pulsioximetria) bajo supervisión médica.

• El siguiente paso es detener rápidamente la hemorragia em-


pleando los métodos adecuados.

• No se recomiendan para pacientes en shock las postura anti-


shock (tumbado de cubito supino con piernas elevadas) o Tren-
delemburg (tumbado en un plano inclinado con las piernas mas
altas que la cabeza), pues pueden comprometer la respiración,
debido a la presión de las vísceras abdominales sobre los pul-
mones. Además la vasoconstricción que provoca el shock, no
permite la teórica autotransfusión sanguínea de las extremida-
des a los órganos vitales.

• Inmovilizar las extremidades si se sospecha fractura y si el


tiempo lo permite. No retrase el traslado del paciente en shock
para realizar una inmovilización de extremidades.

• Es importante evitar la pérdida de calor. Cuando el paciente


siente frío, el organismo intenta regular la temperatura mediante
la producción de escalofríos. Esos escalofríos gastan oxígeno y
energía que podrían emplearse en mejorar la perfusión de ór-
ganos vitales. El mejor sistema para prevenir este problema es
cubrir al paciente con una manta.

• El shock debe tratarse en el hospital, ya que frecuentemente re-


quiere un tratamiento complejo para solucionar el problema que
lo ha originado, por lo que es prioritario el haber previsto un medio
de transporte.

165

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 165 30/5/11 12:28:02


Formación en socorros

5.3. Primeros auxilios en caso


de hemorragias externas
A) PRESIÓN DIRECTA SOBRE LA HERIDA

• Asegurar el entorno.

• Llevar a cabo la exploración de la víctima, para localizar exac-


tamente el origen del sangrado.

• Tranquilizar a la víctima haciéndole ver que conocemos el pro-


cedimiento y las técnicas que vamos a emplear.

• Aplicar presión directa sobre la herida es la medida más eficaz


para cohibir la hemorragia, pero hemos de procurar evitar el
contacto directo de nuestras manos con la sangre de la víctima
siempre que esto sea posible, para ello podemos recurrir a la
colaboración de la víctima haciendo presión él mismo, o bien
mediante la utilización de guantes, o de un paño limpio, etc. En
cuanto se pueda, aplicaremos sobre la herida sangrante una
gasa o compresa estéril, y sobre ella, haremos fuerte presión
con nuestras manos.

• La aplicación de presión directa detiene prácticamente cual-


quier tipo de hemorragia en pocos minutos, al facilitar la forma-
ción del coágulo.

• Tumbaremos al herido para evitar una lipotimia o desvaneci-


miento y que se añadan otras posibles lesiones.

• ACTIVAREMOS EL SISTEMA DE EMERGENCIA 112, SI FUE-


RA NECESARIO.

• No retiraremos la gasa o compresa que hemos puesto al princi-


pio, aunque esté empapada en sangre, pues con ello se retira-
rían los coágulos formados y aumentaría la hemorragia.

166

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 166 30/5/11 12:28:02


5. Hemorragias y shock

• Es preferible colocar nuevas compresas secas sobre la anterior


y mantener la compresión con fuerza.

B) SE APLICARÁ UN VENDAJE COMPRESIVO FIRME SO-


BRE LOS APÓSITOS PARA MANTENER LA PRESIÓN.

C) ACTIVE EL SISTEMA DE EMERGENCIAS 112, si no lo ha


hecho antes.

D) LAVE SUS MANOS CORRECTAMENTE TRAS HABER


REALIZADO EL CONTROL DE LA EMERGENCIA.

TENGA PRECAUCIÓN ANTE…

E) ELEVACIÓN DE LA EXTREMIDAD AFECTADA: Esta técnica


se hacía con el objetivo de reducir el aporte sanguíneo a la
zona de la herida, por efecto de la gravedad. La técnica de
elevar la extremidad afectada, no mejora la efectividad en el
control de la hemorragia, respecto a la compresión directa, ni
siquiera cuando hacemos las dos técnicas, simultáneamente.

La elevación puede generar otras lesiones secundarias, en el


caso de la elevación de la extremidad, por movilización de es-
tructuras que pueden estar dañadas (fracturas, roturas mus-
culares, otros vasos sanguíneos…) a la vez de entorpecer la
coagulación por los movimientos que generamos.

F) COMPRESIÓN SOBRE LA ARTERIA PRINCIPAL DEL MIEM-


BRO. Recientes estudios constatan que hay poca evidencia
que demuestre que la compresión indirecta, es decir sobre el
trayecto de una de las arterias principales que irrigan a la ex-
tremidad afecta, sea más efectiva que la simple compresión
directa. La compresión sobre una arteria para ser efectiva ha
de ser importante y tener una base sólida, con un hueso, si-
tuación ésta que puede generar una manipulación innecesaria
además de que la isquemia que generamos al presionar y la
consiguiente hipoxia que pueden originarse, puede comportar
lesiones en tejidos sanos totalmente innecesarias.

167

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 167 30/5/11 12:28:02


Formación en socorros

POR TANTO, PODEMOS CONCLUIR QUE NO HAY EVI-


DENCIA ACTUALMENTE QUE APOYE EL USO DE LA
PRESIÓN Y ELEVACIÓN DEL MIEMBRO AFECTO Y TAM-
POCO DE LA COMPRESIÓN ARTERIAL A DISTANCIA.

H) TORNIQUETE

Como ya hemos visto una presión directa intensa es capaz


de controlar prácticamente la totalidad de las hemorragias en
los primeros minutos, por lo que en la actualidad NO DEBE
UTILIZARSE EL TORNIQUETE. Por tanto debe retirarse de
las técnicas habituales en el socorrismo básico, quedan-
do únicamente a criterio de personal médico.

No debemos olvidar que una vez aplicado un torniquete, no


sólo hemos interrumpido la corriente sanguínea, sino que
además estamos confundiendo los tejidos blandos, produ-
ciéndose una alteración muscular y sobre todo, comprimien-
do y alterando el nervio correspondiente; con el peligro de
que el miembro tratado sufra una alta posibilidad de daños y
complicaciones irreversibles, tales como:

• Gangrena (muerte o necrosis local de los tejidos).

• Parálisis por lesión nerviosa.

• Pérdida posterior, por amputación quirúrgica del miembro.

• Lesiones en órganos producidas por las endotoxinas libe-


radas.

Pero también es cierto, que en ocasiones el personal medico


realiza torniquetes con el fin de salvar la vida del paciente, aun-
que pueda conllevar la pérdida de la extremidad. La aplicación
del torniquete esta siempre acompañada de otras medidas de
soporte vital avanzado como el aporte de fluidos por vía intrave-
nosa.

168

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 168 30/5/11 12:28:02


5. Hemorragias y shock

Dar alerta a los servicios de emergencia 112 de forma inmediata


ante hemorragias severas o heridas complicadas y realizar las
técnicas anteriormente descritas hasta su llegada, será lo más
beneficioso para la víctima.

POR TANTO, EL TORNIQUETE SERÍA EN LA ACTUALIDAD


UNA TÉCNICA CONTRAINDICADA PARA EL CONTROL DE
LA HEMORRAGIA EN SOCORRISMO BÁSICO.

Localice el origen
de la hemorragia
APLIQUE PRESIÓN DIRECTA SOBRE LA HERIDA
• Si es posible use guantes de látex.
• Coloque un apósito estéril o lo más limpio posible sobre el punto sangrante.
• No retirar el primer apósito si está empapado en sangre, ponga otro sobre él.
APLIQUE UN VENDAJE COMPRESIVO

NO ¿Detenida la SÍ
hemorragia?

APLIQUE PRESIÓN DIRECTA PREVENGA LA APARICIÓN DEL


SOBRE LA HERIDA SHOCK, CUIDE LA HERIDA

BUSQUE AYUDA MÉDICA

5.4. Hemorragias internas


En este tipo de hemorragias, la sangre se derrama en el interior
del organismo y no tenemos posibilidad de verla, a menos que
salga por orificios naturales al exterior (hemorragias internas
que drenan por orificios naturales). Este tipo de hemorragias son
difíciles de detener, y hemos de confiar en que los sistemas de
coagulación propios de la sangre, realicen su función.

Pueden estar originadas por:

• Traumatismos o golpes violentos.

169

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 169 30/5/11 12:28:02


Formación en socorros

• Heridas causadas por proyectiles de arma de fuego o armas


blancas.

• Más raras, pero también posibles, las hemorragias espontá-


neas, es decir, sin mediar causa externa aparente. Sería el
caso de rotura por deterioro (arterioesclerosis) o dilatación
(aneurismas) de los vasos sanguíneos…

• Fracturas. Las podemos sospechar en:

- Traumatismos de tórax y abdomen.


- Enfermos con piel pálida, fría, sudorosa, en estado incons-
ciente o confuso y con el pulso rápido y débil.

Costillas 50 ml.

Fémur 600 ml.

Húmero 75 ml.
Pelvis 300 - 3.000 ml.

Tibia 225 ml.

5.5. Primeros auxilios en caso


de hemorragias internas
Al ser difíciles de detectar y detener, nuestra actuación irá encamina-
da a sospechar su existencia y prevenir la aparición de signos que
indican que hay mala perfusión y oxigenación de los tejidos (shock).

• Exploración primaria: asegurar la permeabilidad de la vía aérea,


valorar la respiración y circulación.

170

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5. Hemorragias y shock

• Prevenir y tratar el shock hipovo-


lémico: cubrir al paciente.

• No dar de beber ni de comer.

• En caso de una fractura cerrada


la inmovilizaremos, para prevenir
que puedan lesionarse los vasos
sanguíneos y provocar una ma-
yor hemorragia interna.

• Traslado urgente a un centro sa-


nitario, en posición antishock, vi-
gilando las constantes vitales.

5.6. Primeros auxilios en caso


de hemorragias exteriorizadas
por orificios naturales
5.6.1. Otorragia

Concepto: Salida de sangre por el oído. Si el paciente está cons-


ciente, no ha habido traumatismo y la pérdida es pequeña, suele
ser consecuencia de heridas en el conducto auditivo externo o tím-
pano o de infecciones y aunque no suelen tener demasiada impor-
tancia y suelen ser leves, deben ser valoradas por un especialista.

Es un síntoma de gravedad cuando va asociada a un traumatismo


previo y puede significar una fractura de la base del cráneo, acom-
pañando en este caso a otros síntomas estudiados en el capítulo 9.

Primeros auxilios:

• Evaluación inicial (Primaria y Secundaria).

• En casos leves: limpieza externa del oído.

171

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Formación en socorros

• En casos graves:

- Mantener precaución en to-


das las movilizaciones.
- Cubrir con gasas estériles
el oído sangrante, sin tapo-
nar. Puede haber signo del
halo (ver capítulo 9).
- Si está consciente, trasla-
dar en decúbito supino vigi-
lando las constantes vitales y correctamente inmovilizado.
- Si está inconsciente, mantener la permeabilidad de la vía
aérea, lo que puede implicar el tener que situar a la víctima
en decúbito lateral sobre el oído sangrante, extremando la
precaución al realizar dicha movilización y siempre con una
correcta inmovilización posterior en esa posición.

5.6.2. Epistaxis

Concepto: Es la salida de sangre por la nariz. Las causas son


muchas aunque generalmente leves y entre ellas aparecen
aquellas sin una causa patológica grave (rascado, estornudos,
etc.); y las que tienen una base
patológica (hipertensión arterial,
enfermedades de la coagulación
de la sangre, etc.), además de las
secundarias a golpe

Primeros auxilios: Compresión


manual de ambas alas de la nariz
durante 4-10 minutos, con la ca-
beza ligeramente inclinada hacia
adelante (disminuye la presión den-
tro de la arteria y evita deglutir san-
gre); si continúa sangrando:

• Taponamiento anterior: Se in-


troduce una gasa o una venda

172

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 172 30/5/11 12:28:04


5. Hemorragias y shock

empapada en agua oxigenada, en la fosa que sangra, que sea


fácil de sacar y que se vea bien (si el paciente lo tolera, lo ideal
es taponar las dos fosas).

Si continúa la hemorragia se trasladará a un centro sanitario.

Localice el origen de la hemorragia

Siente a la víctima ligeramente inclinada hacia delante


para que la sangre no le penetre en la garganta

Apriete con dos dedos las ventanas


nasales durante 5 minutos

NO SÍ
¿Hemorragia detenida?

Apriete de nuevo las ventanas


nasales durante 5 minutos


NO ¿Hemorragia detenida?

Realice un taponamiento anterior

NO ¿Hemorragia detenida?

Acuda a un centro sanitario FIN DE LA ACTUACiÓN

5.6.3. Hemorragias por la boca

Las hemorragias exteriorizadas por la cavidad bucal, pueden


provenir dos sistemas, el digestivo, es cuando hablamos de he-
matemesis (vómito de sangre) o del sistema respiratorio, hablan-
do de hemoptisis (tos con sangre).

5.6.3.1. Hematemesis

La sangre procede del aparato digestivo.

173

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Formación en socorros

Síntomas y signos característicos vómitos mezclados con san-


gre semidigerida (“posos de café”), sensación de náuseas y oca-
sionalmente, alteración del estado de consciencia y lipotimia.

En enfermos con enfermedades hepáticas graves, la hemorra-


gia digestiva alta, por rotura de vasos del estómago o esófago,
puede llegar a ser muy abundante, con coágulos y de conse-
cuencias graves.

Primeros auxilios

• Activar a los sistemas de emergencias 112.

• Posición lateral de seguridad o decúbito supino, con ambas


rodillas flexionadas y con la cabeza ladeada para prevenir la
aspiración del vómito.

• Traslado; guardar restos del vómito sanguinoliento, para valo-


ración facultativa.

• Valorar la presencia de síntomas del shock hemorrágico.

• No dar líquido o alimentos.

5.6.3.2. Hemoptisis

La sangre procede del aparato respiratorio.

Síntomas característicos: tos, sangre roja mezclada con el es-


puto (aspecto espumoso).

Primeros auxilios

• Colocarlo en posición de decúbito supino o decúbito lateral,


semisentado.

• Traslado, conservando para valoración médica los esputos si


es posible.

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5. Hemorragias y shock

• Valorar la presencia de síntomas del shock hemorrágico.

• No dar alimentos ni bebidas.

5.6.4. Otros tipos de hemorragia

5.6.4.1. Hemorragias por el ano y rectorragia

La expulsión de sangre por el ano puede tener dos característi-


cas fundamentales:

Color rojo

Suele ser debida a procesos patológicos muy bajos en el tracto in-


testinal, generalmente leves como las originadas por hemorroides,
pólipos o fisuras, etc., graves como las originadas en carcinomas,
colitis, etc. En ocasiones, son producidas por hemorragias masivas
de tramos altos, pero entonces se acompañan de signos de shock.

Ante toda hemorragia roja por el ano, se debe orientar al enfer-


mo hacia la consulta con su médico.

Color negro

Originan la aparición de heces negras conocidas como “melenas”.

Este aspecto indica que existe sangre digerida y transformada,


proveniente de tramos digestivos altos.

La causa más frecuente son las hemorragias digestivas que no


han aparecido como hematemesis.

Se caracterizan por Heces negras, de color brillante maloliente,


untuoso y pegadizo. En estos casos se requiere la observación
y estudio del enfermo por parte del médico.

Conviene no olvidar que ciertos alimentos (ciruelas, pasas, uvas


negras, etc.) o medicamentos (hierro, etc.) pueden teñir de negro

175

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 175 30/5/11 12:28:07


Formación en socorros

las heces, por lo que la valoración de los antecedentes del pa-


ciente, así como la presencia o no de signos y síntomas genera-
les serán los que nos indiquen si se trata de melenas.

5.6.4.2. Hemorragias exteriorizadas a través de los genitales

Cuando la sangre sale mezclada con la orina, hablamos de he-


maturia; la orina se tiñe más o menos intensamente de rojo.

En el caso de la mujer, puede haber hemorragias fuera del perío-


do menstrual; hablamos entonces de metrorragias.

En ambos casos, es necesaria la revisión médica.

176

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6. Heridas
y contusiones

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 177 30/5/11 12:28:07


6.1. La piel. Recuerdo anátomo-fisiológico básico 179
6.1.1. Estructura 179
6.1.2. Funciones 180

6.2. Heridas 181


6.2.1. Concepto 181
6.2.2. Clasificación 182
6.2.2.1. Según el aspecto y agente
que las haya originado 182
6.2.2.2. Según el riesgo de infección 185
6.2.3. Factores de gravedad 187
6.2.4. Síntomas comunes a las heridas 187
6.2.4.1. Dolor 188
6.2.4.2. Hemorragia 188
6.2.4.4. Separación de bordes 188
6.2.5. Primeros auxilios ante una herida 188
6.2.5.1. Actuación ante heridas simples
o superficiales 190
6.2.5.2. Actuación ante erosiones
y abrasiones superficiales 192
6.2.5.3. Actuación ante ampollas 193
6.2.5.4. Primeros auxilios en caso
de heridas graves 194
6.2.6. Casos especiales 196
6.2.6.1. Heridas en el cráneo 196
6.2.6.2. Heridas perforantes en el tórax 196
6.2.6.3. Heridas perforantes en abdomen 201
6.2.6.4. Amputaciones traumáticas 202
6.2.6.5. Cuerpos extraños enclavados
en nariz, ojos y oídos 203
6.2.6.6. Heridas por mordeduras de animales 204
6.2.6.7. Heridas por mordedura humana 206
6.2.6.8. Heridas por arma de fuego 206

6.3. Contusiones 207


6.3.1. Concepto 207
6.3.2. Clasificación 207

6.4. Síndrome de aplastamiento 210


6.4.1. Actuación 211

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6. Heridas y contusiones

6.1. La piel. Recuerdo anátomo-fisiológico


básico
La piel es el órgano más externo de los seres humanos. Tiene la
particularidad de renovarse a sí misma, es la barrera defensiva
que nos aísla y a la vez nos relaciona con el mundo exterior.
Cumple funciones muy importantes, actúa de receptor sensorial,
regula la temperatura corporal, colabora en la lucha contra las
infecciones, etc., de ahí que su integridad sea fundamental para
la existencia de los seres vivos.

6.1.1. Estructura

Tiene una superficie aproximada de 2 m2. Está formada por tres


capas: epidermis, dermis e hipodermis. Los pelos y las uñas son
consideradas como anejos cutáneos.

• Epidermis: es la capa más externa de la piel, formada por capas


de células superpuestas, duras y resistentes, que garantizan
una eficaz protección contra las agresiones externas. Su capa
más externa está constantemente siendo eliminada y renovada.
En esta capa se encuentran los res-
ponsables de la coloración de la
piel (melanocitos).

• Dermis: esta formada por un tejido


conectivo muy vascularizado y rico
en terminaciones nerviosas. Con-
tiene los órganos y vasos sanguí-
neos de la piel, pelo, corpúsculos
sensitivos, dolorosos, del tacto, tér-
micos, glándulas sudoríparas, mús-
culos para la erección del pelo, etc.

• Hipodermis: contiene vasos san-


guíneos, glándulas sudoríparas y
grasa.

179

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Formación en socorros

6.1.2. Funciones

Son múltiples y esenciales para la vida:

• Protección frente a agresiones:

- Mecánicas: mediante el almohadillamiento graso, la elastici-


dad y su tensión nos protege de laceraciones, contusiones,
entrada de cuerpos extraños, etc.
- Físicas: las radiaciones ultravioleta son detenidas por la me-
lanina.
- Biológicas: la piel se opone a la entrada de gérmenes gracias
a la integridad y constante renovación de su capa externa y a
la secrección de sustancias protectoras.

• Relación: la piel tiene la capacidad de recibir múltiples estímu-


los del entorno: tacto, calor, frío, dolor, picor.

• Regulación térmica: influye en la regulación y en el manteni-


miento de la temperatura corporal mediante la sudoración, la
vaso constricción de sus vasos sanguíneos, el aislamiento del
frío externo, etc.

• Producción de vitamina D.

FUNCIONES DE LA PIEL
Protección frente a agresiones:

• Mecánicas.

• Físicas.

• Biológicas.

Relación.

Regulación térmica.

Producción de vitamina D.

180

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6. Heridas y contusiones

6.2. Heridas
6.2.1. Concepto

Herida es toda pérdida de la solución de continuidad de los teji-


dos de la piel o mucosas, es decir la pérdida de integridad de la
piel o de las mucosas, secundaria a un traumatismo, que produ-
ce la interrupción en la estructura del tejido y una comunicación
entre el interior de la herida (estéril hasta ese momento) y el
exterior.

Como consecuencias inmediatas podemos citar:

• Riesgo de infección: posibilidad de entrada de gérmenes en


el foco de la herida, al desaparecer la función de barrera pro-
tectora de la piel.

• Hemorragia, más o menos abundante dependiendo de las


estructuras afectadas y vasos afectados…

• Lesiones en los tejidos u órganos adyacentes: músculos,


nervios, vasos sanguíneos, etc. Dependiendo de las caracte-
rísticas del agente traumático, no solo se lesiona la piel, sino
también las estructuras colindantes a la herida.

CLASIFICACIÓN DE LAS HERIDAS


Según el agente causal

• Incisas. • En colgajo.

• Contusas. • Por arrancamiento.

• Punzantes. • Con pérdida de sustancia.

Según el riesgo de infección

• Con menos riesgo de infección.

• Infectadas.

181

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Formación en socorros

6.2.2. Clasificación

No hay una única clasificación de las heridas, pueden adoptar


diversos aspectos en relación con los mecanismos causales y
agentes, pueden afectar a diferentes estructuras en función de
la intensidad del traumatismo que ha ocasionado la herida y su
localización y podrán tener diferentes grados de gravedad, que
influirá en el momento de la intervención, a nivel docente podría-
mos hacer varias clasificaciones.

6.2.2.1. Según el aspecto y agente que las haya originado

Heridas incisas

Son aquellas heridas en las


que predomina la longitud,
sobre la profundidad, están
originadas por la acción de
un agente cortante (cuchillo,
navaja, cristal, etc.), siendo
producidas por la presión y
tracción rápida del mismo.

Suelen ser sencillas de va-


lorar ya que su profundidad
es fácilmente apreciable al separar los bordes y al tener sus bor-
des “muy nítidos”, en general son heridas muy sangrantes.

Heridas contusas

Son heridas habitualmente de aspecto estrellado pero que pue-


den adoptar diferentes aspectos, en relación al objeto “agresor”
están ocasionadas por el efecto de un golpe o contusión, no
obstante la gravedad de éstas lesiones suele estar más relacio-
nada con la intensidad de la contusión, que por el objeto en sí..
El típico mecanismo causal suele ser la acción de un objeto de
superficie “roma o redondeada” (piedra, puño, palo, etc.), que
condiciona sin duda las características de la lesión.

182

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 182 30/5/11 12:28:07


6. Heridas y contusiones

Los bordes están, frecuentemen-


te aplastados, con hematomas cir-
cundantes y bordes poco definidos,
son heridas por lo general poco
sangrantes, si bien dependerá de
la localización (el cuero cabelludo
sangra profusamente); en su interior
es frecuente que se haya producido
estallido de los tejidos, creándose
frecuentes laceraciones, recovecos
o anfractuosidades; por ello, deben
ser siempre bien exploradas en
busca de posibles cuerpos extra-
ños, para evitar el peligro de infec-
ción.

Cuando la causa de la herida es una


contusión pero presenta bordes lineales y bien definidos, puede
clasificarse con la condición mixta de herida inciso-contusa.

Heridas punzantes

Están producidas por la acción de


objetos alargados y puntiagudos
(punzón, agujas, clavos, etcétera).

En ellas predomina normalmente


la profundidad sobre la superficie;
debido a esto pueden resultar en-
gañosas. Tienen alto riesgo de in-
fecciones, entre las que incluimos
el tétanos.

En éste apartado diferenciar el con-


cepto de Herida Penetrante, inclu-
yendo es este término las heridas
que llegan a afectar a cavidades (tó-
rax, abdomen, cráneo…).

183

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 183 30/5/11 12:28:08


Formación en socorros

Heridas en colgajo

También llamadas heridas en “Scalp”,


presentan un fragmento de piel unido
al resto de la superficie cutánea, a tra-
vés de un pedículo.

Son muy frecuentes donde la piel


es muy laxa. Por ejemplo en la cara
anterior de la rodilla y en la cara pos-
terior del codo.

Heridas por desgarro


o arrancamiento

Son heridas severas que se producen por un mecanismo de


tracción sobre los tejidos. Tracción violenta que se puede pro-
ducir en múltiples circunstancias (atropellos, poleas, máquinas
industriales, etc.).

Se caracterizan por la gran separación, irregularidad y despega-


miento de sus bordes.

En ocasiones, no son sólo los tejidos los afectados, sino que


puede separarse violentamente algún sector orgánico (falange,
dedo, miembro completo, cuero cabelludo, etc.). Aquí se inclui-
rían las amputaciones traumáticas.

Heridas con pérdida


de sustancia

Son heridas en las que se ha


perdido la estructura propia de
la piel, el pedículo de unión que
puede unir el tejido lesionado
con la integridad de la piel se ha
seccionado, quedando al des-
cubierto tejidos más profundos.

184

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 184 30/5/11 12:28:11


6. Heridas y contusiones

En este apartado podemos incluir otros tipos de heridas, las


ABRASIÓNES que se deben a un mecanismo de fricción (roza-
duras), y las AVULSIONES cuando obedecen a un mecanismo
de tracción.

Por supuesto, muchas veces las heridas comparten diversas ca-


racterísticas y todas ellas comparten el riesgo de la infección,
por lo que la clasificación en función de ése riesgo será también
muy práctica.

6.2.2.2. Según el riesgo de infección

Heridas con menos riesgo de infección

Aún siendo no infectadas, siempre deberemos considerarlas con-


taminadas y por tanto, con riesgo de producirse la infección
ante una mala actuación. Hemos de pensar que independiente-
mente del aspecto o potencial infectante del objeto causante de
la lesión, la piel está colonizada por abundantes microorganis-
mos, hongos y bacterias, que un momento determinado pueden
ocasionar lesiones en tejidos más profundos, por lo que no hay
heridas accidentales estériles.

185

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 185 30/5/11 12:28:12


Formación en socorros

En éste grupo de heridas tendremos:

Las heridas “limpias”, incisas, de bordes nítidos y simples (afec-


tación únicamente del tejido sub-cutáneo, sin llegar a las partes
blandas más profundas).

En general, el tiempo transcurrido desde que se produjeron debe


ser inferior a seis horas, tiempo que se considera que una he-
rida ya se ha infectado, y que incluso salvo en circunstancias
especiales no deberán ser suturadas salvo indicación especial y
cobertura antimicrobiana.

Heridas infectadas

Son aquellas en que probablemente se ha producido invasión de


tejido por un elevado número de patógenos. Su riesgo es mayor,
son las siguientes:

• Heridas muy evolucionadas (más de 6 horas).

• Heridas en un principio simples, pero que se han complicado


en su evolución (dehiscencia de suturas, etc.).

• Heridas con bordes irregulares.

• Heridas muy contaminadas por cuerpos extraños y complejas


(afectación de vasos, nervios, músculos, etc.).

• Heridas por arma de fuego o asta de toro.

• Heridas por mordedura.

• Heridas por picadura.

Aunque las heridas pueden ser muy llamativas y tener inicial-


mente un aspecto dramático, como por ejemplo una cara ensan-
grentada, la mayoría de las veces no ponen en peligro la vida
del accidentado. No obstante, la valoración inicial debe ser lo

186

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 186 30/5/11 12:28:12


6. Heridas y contusiones

primero, y debe dirigirse a descartar cualquier lesión grave que


pueda comprometer los signos vitales, y sólo después, prestare-
mos nuestra atención al resto de heridas.

6.2.3. Factores de gravedad

Consideraremos heridas graves aquellas, que por sus características


pueden afectar a signos vitales o complicaciones con seguridad.

Las heridas graves presentan una o varias de las características


siguientes:

• Profundidad. Por el riesgo de afectar estructuras profundas y/o


cavidades.

• Extensión. Por el riesgo de infección y cicatrización anómala,


ejemplo las heridas circulares a extremidades. Cualquier ex-
tensión superior a la superficie de la palma de la mano de la
víctima se debe considerar grave.

• Localización: manos, cara, orificios naturales, genitales, tórax,


abdomen, articulaciones.

• Suciedad evidente.

• Presencia de cuerpos extraños incrustados o enclavados.

• Signos evidentes de infección: calor, rubor, dolor e inflamación.

• Presencia o historia de enfermedades crónicas, y edades ex-


tremas de la vida.

6.2.4. Síntomas comunes a las heridas

Los síntomas de una herida son muy variables y estarán directamen-


te relacionados con su localización, complejidad, afectación de es-
tructuras profundas, etc. No obstante, hay una serie de síntomas lo-
cales que se presentan de modo constante; entre ellos destacamos:

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Formación en socorros

• El dolor.

• La hemorragia.

• La separación de bordes.

6.2.4.1. Dolor

Es variable, según la sensibilidad del individuo y de la zona afectada.

Interviene en su producción el modo de originarse el traumatis-


mo. Un corte limpio, originado por un objeto muy afilado, suele
ser menos doloroso que si el corte está producido por otro objeto
de superficie más ancha e irregular.

6.2.4.2. Hemorragia

Es la lógica consecuencia de la sección o corte de los vasos


sanguíneos constituyendo muchas veces el motivo prioritario en
la actuación del socorrista.

6.2.4.3. Separación de bordes

Depende en gran manera de la forma y modo de actuar el agen-


te traumático pero, principalmente, de la elasticidad y posibilidad
de retracción de los tejidos. Retracción que va a seguir unas
líneas de tensión, tanto en tejidos superficiales como profundos.

En heridas importantes derivadas de traumatismos, pueden pre-


sentarse síntomas generales (derivados del shock, dolor, etc.), que
habrán de valorarse cuidadosamente y tratarlos del modo adecua-
do, ya que de ello dependerá en ocasiones la vida del paciente.

6.2.5. Primeros auxilios ante una herida

En el tratamiento de una herida las prioridades son detener la


hemorragia y prevenir la infección. Para ello, seguiremos orde-
nadamente los siguientes pasos:

188

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6. Heridas y contusiones

• Evaluación inicial del paciente, indagando y tratando aque-


llas alteraciones vitales (vía aérea, respiración y signos de cir-
culación, hemorragias intensas, etc.). Indagaremos sobre la exis-
tencia de enfermedades asociadas (especialmente diabetes y
problemas vasculares, ya que son enfermedades que dificultan
la cicatrización), inmunización tetánica, alergias, toma de fár-
macos (antiagregantes o anticoagulantes ante el riesgo de he-
morragia), etc.

• Valoración de la herida: una vez que el paciente ha sido esta-


bilizado, debe dirigirse la actuación hacia la herida, debemos
tratar de conocer el tiempo transcurrido desde su producción,
agente causal o mecanismo lesional y posibilidad de cuerpos
extraños en ella.

Basándonos en esta evaluación podremos considerar dos po-


sibilidades:

- Heridas simples o superficiales.


- Heridas graves.

• Tratamiento de la herida: Una cura mal realizada, sin la debi-


da asepsia y usando fármacos o antisépticos incorrectamente,
retrasan y complican el proceso de curación.

En el tratamiento de una herida nos interesa crear las condicio-


nes para:

- Detener la hemorragia.
- Evitar la infección (limpieza de la herida).
- Favorecer la cicatrización.

El socorrista debe huir de hacer una cura local con fines de tra-
tamiento definitivo (pomadas, polvos, antisépticos, etc.), ya que,
generalmente, todo traumatismo abierto suele precisar una repa-
ración quirúrgica que incluirá limpieza profunda, desbridamiento
y sutura.

189

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Formación en socorros

6.2.5.1. Actuación ante heridas simples o superficiales

• Mantener la asepsia (térmi-


no que hace referencia a las
medidas que pondremos para
tratar de evitar que la herida
se contamine como consecuen-
cia de nuestra intervención).

Lavado de manos y brazos con


abundante agua y jabón.

- Utilización de guantes.
- Utilizar material de curas es-
téril (pinzas, tijeras, etc.).

• Si fuera necesario quite o corte la ropa para exponer la herida.

• Contener y cohibir la hemorragia, en caso de existir, mediante


presión, aplicando apósitos estériles o lo mas limpios e higié-
nicos posibles.

• Limpiar la herida “a chorro” con agua limpia o con suero fisio-


lógico con el fin de conseguir arrastrar los posibles cuerpos
extraños de la superficie de la herida (restos de tierra, etc).

• Limpiar con agua y jabón neutro es adecuado en heridas su-


perficiales y los bordes de la herida (preferiblemente a tempe-
ratura ambiente, pues el frío enlentece la cicatrización). Una
herida tarda varias horas en recuperar su temperatura normal
después de haberla irrigado con un líquido frío,

• Con una gasa estéril limpiaremos la herida desde el centro


de ésta hacia el exterior, para evitar introducir suciedad o gér-
menes que pudieran existir en los bordes, desechándolas una
vez efectuada esta limpieza. Es importante recalcar que para
la limpieza de varias heridas no usaremos la misma gasa, utili-
zaremos tantas como sea preciso.

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CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 190 30/5/11 12:28:13


6. Heridas y contusiones

Nunca debe emplearse al-


godón directamente sobre
la herida, pues al perder fi-
lamentos, complicará su ci-
catrización si estos quedan
adheridos a sus bordes.

• Aplicar a nivel local un an-


tiséptico conocido y que
haya sido recomendado
por un sanitario. Podemos
utilizar algún antiséptico,
siempre que conozcamos
sus características y no exis-
ta contraindicación. Es fun-
damental preguntar al pa-
ciente sobre posibles alergias
o hipersensibilidades al pro-
ducto.

El alcohol y las soluciones alcohólicas aunque está muy exten-


dido su uso, no podemos considerarlas como un buen antiséptico,
se utilizará únicamente como sistema de desinfección de nuestras
manos y sólo tras haberlas lavado bien con agua y jabón, pero no
sobre la herida; puede provocar quemaduras en sus bordes.

El agua oxigenada puede servir para algún tipo de heridas,


siendo utilizado en lesiones bucales y como hemostático.

Son antisépticos muy utili-


zados la povidona acuosa
yodada y la clorhexidina, y
pueden ser una buena alter-
nativa para la cura de heri-
das superficiales y poco ex-
tensas, en caso de heridas
graves es mejor consultar o
simplemente irrigar y cubrir.

191

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Formación en socorros

En general, los antisépticos que colorean de forma permanente


las heridas no son recomendables en primeros auxilios por la difi-
cultad que supondrá para una valoración posterior de la herida.

(Diferentes alternativas, indicaciones y contraindicaciones serán


descritas posteriormente en el ANEXO).

• Cubrir la herida con gasas estériles, fijándolas posteriormente


con vendas u otros medios.

Recordar que en ocasiones el lecho de la herida debe estar


húmedo y cubierto. Los apósitos de gasa seca en heridas con
mucho componente exhudativo (hemorragia en sábana o capi-
lar se adhieren a la herida y retrasan la cicatrización; por ello,
podemos utilizar gasas estériles con suero fisiológico y si dis-
ponemos y está indicado de tul graso, lo aplicaremos y encima
pondremos gasa y esparadrapo.

El socorrista no empleará pomadas o polvos que contengan


antibióticos, u otros componentes por el peligro de posibles re-
acciones de tipo alérgico.

• Si la herida es complicada se trasladará a la víctima a un centro


sanitario.

En situaciones de lejanía o aislamiento, las curas deben efec-


tuarse al menos, una vez al día, debiendo mantener el venda-
je seco y limpio. SIEMPRE preguntar y aconsejar al paciente
acerca de su estado de inmunización tetánica.

6.2.5.2. Actuación ante erosiones y abrasiones superficiales

Si la herida es lo que conocemos por erosión o abrasión, se trata


de heridas superficiales en las que únicamente se ha dañado
la piel y no las partes blandas que hay bajo ella. Generalmente
producidas por rozamientos o fricción, suelen ser muy exten-
sas, sangrantes y expuestas a infección. El tratamiento inicial es
similar al expuesto en las heridas: limpieza abundante con agua

192

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6. Heridas y contusiones

y jabón para eliminar cuerpos extraños, asegurándonos que no


quede ninguno y aplicación de antisépticos. Posteriormente se
deben tapar, a ser posible con gasas vaselinadas.

Al cabo de unos tres o cuatro días el proceso de cicatrización


estará ya avanzado y tendremos dos opciones:

• Si la erosión está en una zona de roce con la ropa, seguiremos


cubriéndola utilizando gasas normales.

• Si la erosión está en una zona que puede quedar expuesta al


aire, aplicaremos un antiséptico tipo povidona yodada 2-3 ve-
ces al día para favorecer la formación de una costra cicatricial.

6.2.5.3. Actuación ante ampollas

Se producen por una fricción que se ejerce de forma repetida


sobre la piel. Es una lesión típica por el roce superficial y conti-
nuado, como el de los zapatos especialmente si están mal ajus-
tados, llevamos el calcetín arrugado, o hemos caminado más de
lo que lo hacemos normalmente. Otro ejemplo sería el uso de uten-
silios manuales de madera.

El tratamiento es distinto para cada una de las fases por las que
pasan:

• Comienzan por sentirse las molestias características del roza-


miento. Al quitar el zapato vemos que la piel está enrojecida.
Este es sin duda el mejor momento para tratar la lesión, bas-
taría con proteger la piel con esparadrapo o tirita ancha para
evitar el roce. Si es producida en invierno por llevar botas, de-
beremos poner, además de lo anterior, por debajo del calcetín
grueso, otro más fino.

• Nos encontramos que la ampolla ya se ha formado, aunque


permanece intacta. En este momento está indicada su pro-
tección mientras cura sola. Pero si se debe seguir andando y
ocasiona molestias al caminar, tendremos que vaciarla con el

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CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 193 30/5/11 12:28:16


Formación en socorros

riesgo de infección que ello conlleva al romper la barrera pro-


tectora que ejerce la piel. Para vaciar la ampolla y bajo consejo
de personal sanitario desinfectaremos en un primer momento
la piel de la ampolla con povidona yodada o clorhexidina y lue-
go la pincharemos con una aguja estéril. Se procurará no dejar
introducido en la ampolla ningún elemento que pueda favore-
cer la infección. Es preferible no quitar la piel de la ampolla al
servir de protección. La utilización de pomadas antisépticas y
posterior vendaje están indicados.

• La ampolla, además de romperse ha perdido la piel que la cu-


bre. El tratamiento en este caso sería el mismo que se ha ex-
plicado para las erosiones.

6.2.5.4. Primeros auxilios en caso de heridas graves

Considerar en este grupo a toda herida que no sea estrictamen-


te superficial y, en particular:

• Heridas con bordes que no se juntan o miden más de 2 ó 3 cm.

• Con presencia de hemorragia que no se detiene.

• Dejan ver el músculo o hueso, afectan a articulaciones, manos


o pies. Genitales.

• Heridas más extensas que la superficie de la palma de la


mano.

• Heridas punzantes o penetrantes.

• Enclavamiento de cuerpos extraños.

• Mordeduras de personas o animales.

• Heridas que si no se atienden pueden dejar cicatriz evidente


(p. ej.: en la cara).

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6. Heridas y contusiones

Efectuaremos la Evaluación Inicial (Primaria y Secundaria).

No extraer cuerpos extraños enclavados en una herida; los in-


movilizaremos para evitar que se muevan durante el traslado y
causen nuevos daños.

No se debe explorar dentro de la herida, haya o no cuerpos ex-


traños.

Contener y cohibir la hemorragia, pensando en la posibilidad de que


existan hemorragias internas. Ocluir con apósito estéril y cubrir.

En las heridas con pérdida de sustancia o muy extensas, se pue-


de colocar una gasa humedecida con suero fisiológico para evi-
tar que el apósito se adhiera sobre ellas y, encima, gasa seca
estéril, manteniendo el conjunto con un vendaje.

La colocación de un apósito y su fijación mediante vendaje se


realiza para:

• Luchar contra la infección, al ser el apósito estéril e impedir el


paso de nuevos gérmenes.

• Luchar contra la hemorragia al comprimirla mediante sujeción


y vendaje.

• Luchar contra el dolor, al inmovilizar la zona traumatizada. El apósito,


una vez colocado, no será retirado por el socorrista a no ser que:

- Aumente considerablemente el dolor.


- El herido tenga sensación de que se le “duermen” los dedos
de los miembros o la zona afectada. En estos casos, se afloja
y se procede a su nueva fijación.

En el lugar del accidente podemos no disponer de gasas o com-


presas estériles y podemos usar provisionalmente, algún pañue-
lo lo más recientemente planchado (el calor y la humedad del

195

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Formación en socorros

planchado lo han dejado en buenas condiciones higiénicas), pero


nunca usar trapos o lienzos sucios.

6.2.6. Casos especiales

Sin perjuicio de lo dicho con carácter general, podemos estudiar


heridas concretas en función de su localización, o del agente
agresor que las produce:

6.2.6.1. Heridas en el cráneo

Scalp o arrancamiento del cuero cabelludo. Se trata de heridas


que sangran abundantemente, por lo que será prioritario dete-
ner la hemorragia; se debe volver a colocar el cuero cabelludo
arrancado sobre la zona sangrante y fijarlo con vendas que no
opriman, pero que sujeten.

En el supuesto de heridas más fractura, no movilizar con brus-


quedad, ni poner vendajes compresivos.

Recordar la necesidad de la protección de la columna cervical


en todas aquellas situaciones que afecten al cráneo y que hayan
sido secundarias a mecanismo de intensidad.

6.2.6.2. Heridas perforantes en el tórax

Las heridas penetrantes en el tórax lesionan el pulmón y la pleu-


ra, provocando una grave dificultad respiratoria.

Generalmente, serán indicadores


de gravedad la presencia de:

• Dolor intenso.

• Dificultad respiratoria importante.

• Cianosis.

196

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6. Heridas y contusiones

• Ocasionalmente, hemoptisis.

• A veces, da la sensación de que la herida “respira”, saliendo


por la misma, burbujas sanguinolentas (neumotórax abierto).

HERIDAS PERFORANTES EN EL TÓRAX


Aire de los pulmones
llenando el espacio
alrededor de
los pulmones

Aire del exterior


llenando el espacio
alrededor de
los pulmones

a) Neumotórax abierto

Entidad en la que la capacidad pulmonar se ve disminuida de


forma importante, como consecuencia de la ocupación por aire
del espacio existente en la cavidad pleural y que hace que el
pulmón se colapse.

El comportamiento de este fenómeno es el siguiente:

• Durante la inspiración el aire entra en la cavidad pleural a


través de la herida torácica abierta y succionente. Se pierde
la presión pleural negativa permitiendo el colapso del pulmón
y reduciéndose el retorno venoso al corazón. El mediastino se
desplaza y comprime el pulmón opuesto.

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Formación en socorros

• Durante la expiración y a medida


que la pared torácica se contrae y el
diafragma se eleva, se expulsa aire
de la cavidad pleural a través de la
herida. El mediastino se desplaza ha-
cia el área afectada y el aleteo o bam-
boleo mediastínico que se produce
Inspiración
contribuye a perjudicar el retorno ve-
noso debido a la distorsión de la vena
cava.

b) Este fenómeno puede evolucionar


y agravarse produciendo un neumotó-
rax a tensión en el que:

• Durante la inspiración: el aire entra


en la cavidad pleural a través de la Expiración

herida en el pulmón (o en ocasiones


por una herida torácica penetrante)
con una abertura de tipo valvular. El pulmón de ese lado se
colapsa y el mediastino se desplaza hacia el lado opuesto,
comprimiendo el pulmón contralateral y alterando su capaci-
dad ventilatoria.

• Durante la espiración: la presión intrapleural se eleva, cerran-


do la abertura de tipo valvular y evitando así el escape del aire
pleural. Por tanto, la presión aumenta progresivamente con
cada respiración. Aumentan la desviación mediastínica y tra-
queal, el diafragma está deprimido y el retorno venoso está
alterado por la presión aumentada y la distorsión de la vena
cava.

Primeros auxilios

El tratamiento inicial de ésta lesión irá encaminado a evitar que


siga penetrando aire mediante la aplicación de un vendaje oclu-
sivo, y en la medida de lo posible, a favorecer la eliminación del

198

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6. Heridas y contusiones

aire de la cavidad pleural, esto lo conseguiremos mediante un


vendaje valvular, o lo que llamamos parcialmente oclusivo.

• Evaluación inicial del paciente y tratamiento de las alteraciones


observadas (vía aérea, respiración, signos de circulación-pul-
so, hemorragia intensa).

• Vendaje oclusivo parcial (taponamiento oclusivo parcial o de


tres bandas): colocar un apósito de material impermeable (plás-
tico, papel de aluminio, etc.), cubriendo la herida con una gasa,
se sella con esparadrapo al tórax dejando un lateral sin sellar
con esparadrapo.

• Con este tipo de oclusión, durante la inspiración, cuando el


aire intenta penetrar por la herida, el apósito se pega a ella
impidiéndole el paso; durante la espiración, el aire que hay en
la cavidad pleura) puede salir libremente por el lado no sellado.

No extraer cuerpos extraños enclavados (inmovilizarlos).

Un vendaje valvular impide la entrada de aire durante la inspiración y permite, durante la


expiración, la salida de aire acumulado en la cavidad pleural.

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Formación en socorros

• Traslado urgente en posición semisentado o de Fowler, si la


víctima está consciente.

• No dar nada de comer o beber al accidentado.

• Vigilar las constantes vitales con frecuencia.

EVALUACIÓN INICIAL

NO ¿Herida SÍ
penetrante?
NO ¿Objeto
clavado?
NO ¿Herida SÍ
Aspirante? SÍ
No extraiga el objeto
Selle la herida Estabilícelo
¿Fractura
para prevenir la
de costilla?
entrada de aire

Inmovilice las
costillas y el pecho

Busque cuidado médico

200

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 200 30/5/11 12:28:18


6. Heridas y contusiones

6.2.6.3. Heridas perforantes en abdomen

Complicaciones más frecuentes:

• Hemorragia interna y/o externa: pensar en el gran riesgo de


aparición de shock hipovolémico y prevenirlo. Cubrir la heri-
da y procurar el traslado urgente a un centro hospitalario.

Síntomas diferenciales con las heridas leves de abdomen

• Perforación del abdomen; puede pre-


sentarse un cuadro de “abdomen
agudo” con “vientre en tabla” y dolor
abdominal generalizado.

• Salida de asas intestinales.

• Infección.

Primeros auxilios

• Realizar la evaluación inicial y aten-


der aquellos aspectos que supon-
gan una amenaza para la vida.

• No dar nada de comer ni beber a la víctima.

• Vigilar las constantes vitales, con frecuencia.

• Cubrir con un apósito amplio, estéril y humedecido.

• Si la víctima está consciente, traslado urgente en posición


de decúbito supino con las piernas flexionadas (si no pre-
senta ningún otro traumatismo que lo contraindique, como
fractura en extremidades inferiores o sospecha de lesión ra-
quimedular), cubriéndola con una manta para evitar la pér-
dida de calor.

201

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 201 30/5/11 12:28:19


Formación en socorros

• No extraer cuerpos extraños enclavados; sujetarlos para evitar


que se muevan en el traslado.

• No reintroducir contenido intestinal. Cubrirlo con gasas estéri-


les y procurar mantenerlo húmedo con Suero fisiológico (a ser
posible templado), evitando la pérdida de calor, manteniendo la
temperatura corporal, por ejemplo con manta térmica.

EVALUACIÓN INICIAL

NO ¿Herida SÍ
penetrante?
NO ¿Objeto
clavado?
NO SÍ
¿Evisceración? SÍ
No extraiga el objeto
¿Golpe en No reintroducir los órganos. Estabilícelo
el abdomen? SÍ No los toque. Cúbralos con
vendaje limpio, húmedo

Coloque a la víctima en posición


lateral en caso de vómito. No
le dé líquidos ni alimentos

Busque cuidado médico

Lesiones abdominales.

6.2.6.4. Amputaciones traumáticas

• Realizar la evaluación inicial y atender aquellos aspectos que


supongan una amenaza para la vida.

• Cuidados de la zona de la amputación (muñón):

- Control de la hemorragia.
- Limpieza y protección de la zona.

202

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 202 30/5/11 12:28:20


6. Heridas y contusiones

• Cuidados de la parte amputada de cara a su reimplante:

- Limpieza con suero fisiológico.


- Cubrir con apósitos estériles.
- Introducirla en una bolsa de plástico.
- Colocarla dentro de otra bolsa que contenga hielo preferente-
mente hielo picado. No poner la parte amputada directamen-
te sobre el hielo o el agua.

• Procurar el traslado urgente controlando las constantes vitales.

• Si la amputación no ha sido total, inmovilizarla.

No cualquier parte amputada puede ser reimplantable; cuan-


do menos debe tener un tamaño mínimo, y aún así la recu-
peración de la función dependerá de su longitud (a mayor
longitud, mayor tiempo para recuperar la inervación y por
tanto mayor atrofia muscular).

6.2.6.5. Cuerpos extraños enclavados en nariz, ojos y oídos

• No extraerlos.

• Inmovilizarlos para evitar que durante el traslado produzcan


mayores lesiones.

• La inmovilización de un ojo requiere que se cubran ambos, ya


que se mueven de forma simultanea.

203

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 203 30/5/11 12:28:20


Formación en socorros

¿Producto SÍ
NO
químico en
los ojos?
NO ¿Objeto

enclavado
en ojo? Mantenga el
NO ¿Objeto ojo lexionado
SÍ No mueva el
suelto completamente
en el ojo? objeto enclavado, abierto, lávelo
¿Herida SÍ no intente con chorro de
en el ojo? extraerlo. Cubra el agua durante 15
No aplique ojo no lesionado minutos. Vende
presión. Cubra con un vendaje. holgadamente
NO
ambos ojos con Mantenga a la los dos ojos
Mantenga a la gasa. Mantenga víctima echada
víctima sobre la a la víctima sobre la espalda
espalda con los en posición
ojos cerrados. semisentada
Coloque
suavemente Intente cada procedimiento hasta
una compresa que uno de ellos resulte efectivo:
fría sobre la Tire del párpado inferior hacia abajo y mire
parte ósea. hacia la superficie inferior mientras la víctima
mira hacia arriba. Si se ve el objeto lave
cuidadosamente con chorro de agua. Incierta
el párpado superior sobre un bastoncillo.
Si ve el objero lave cuidadosamente con
chorro de agua. Si tiene éxito, por lo
general no es necesaria ayuda médica.

BUSQUE AYUDA MÉDICA

6.2.6.6. Heridas por mordeduras de animales

Las lesiones producidas como consecuencia de mordeduras de


mamíferos no humanos pueden estar representadas por abra-
siones, desgarros, heridas penetrantes y avulsiones.

La cavidad bucal es la zona que contiene más microorganismos,


por lo que la mordedura por animales casi siempre se acompaña
de infección, pues en la boca del perro, gato, etc.

A continuación se describe una enfermedad transmitida por mor-


dedura de animales (perro, zorro, murciélago, etc.), y que por su
gravedad merece una consideración aparte.

204

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 204 30/5/11 12:28:20


6. Heridas y contusiones

Rabia

Si bien en nuestro país el número de casos notificados de sos-


pecha de Rabia es prácticamente testimonial, la realidad es que
en Europa central hay un reservorio importante y no debemos
bajar la vigilancia. También podemos detectar casos proceden-
tes de mordeduras que se nos han producido en otros países,
por murciélagos o monos.

La Rabia, es una enfermedad producida por un virus que se


transmite a los seres humanos por la saliva u otras secreciones
infectadas.

Signos y síntomas:

• Afectación del sistema nervioso.

• Fiebre.

• Cefalea.

• Malestar general.

• Irritabilidad.

Estos síntomas van evolucionando hasta aparecer una fase de


parálisis que origina la muerte del individuo.

Se sospechará en caso de mordedura por ataque imprevisto de perro


callejero y sin dueño, máxime si existe un brote de rabia en la zona.

Primeros auxilios:

• Lavado exhaustivo de la herida.

• Aplicar un antiséptico.

• Cubrir la herida.

205

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 205 30/5/11 12:28:20


Formación en socorros

Traslado a un centro sanitario y comunicación del incidente a las


autoridades sanitarias.

6.2.6.7. Heridas por mordedura humana

En la cavidad oral humana también encontramos multitud de


gérmenes, de ahí, que una de las complicaciones más frecuen-
tes y graves sea la infección.

Primeros auxilios

• El tratamiento de las heridas por mordedura humana es el de


una herida infectada.

• Limpieza y lavado con suero o agua y jabón.

• Aplicar un antiséptico.

• Cubrir la herida.

• Traslado a centro sanitario.

6.2.6.8. Heridas por arma de fuego

La lesión producida por un proyectil en nuestro cuerpo puede


ocasionar heridas con una serie de peculiaridades, en general ya
sea por alojarse en el interior o por el hecho de atravesar nuestro
cuerpo, encontraremos lesiones internas, en cavidades, estructu-
ras complejas, hemorragias, y restos de materiales arrastrados
por la bala, pólvora, ropa, contaminantes aéreos, etc. Debere-
mos tratar como hemos comentado anteriormente para todo tipo
de heridas, pero hemos de intentar adivinar el trayecto que ha
podido seguir el proyectil, para sospechar las posibles complica-
ciones a las que nos podemos enfrentar, habitualmente la herida
de entrada suele ser más pequeña y limpia, con presencia de
restos de pólvora en la piel circundante, mientras que si existe
herida de salida, ésta será más grande e irregular, con bordes
estrellados.

206

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 206 30/5/11 12:28:20


6. Heridas y contusiones

6.3. Contusiones
6.3.1. Concepto

Son lesiones originadas por la acción violenta de instrumentos


y mecanismos variados (palo, piedra, caídas, etc.) que chocan
violentamente contra el organismo, originando diversas altera-
ciones, pero sin producir la rotura de la piel o de las mucosas,
que ceden sin romperse, debido a su elasticidad.

El permanecer la piel intacta no quiere decir que por debajo de


ella no existan lesiones graves.

Nos vamos a referir en este apartado, a aquellos traumatismos


que, respetando las estructuras externas (piel o mucosas), no
producen lesión importante de órganos internos y son pequeños
o localizados.

Al no cursar con solución de continuidad en la piel, a priori, no


existe riesgo de infección.

Por otra parte, al no lesionarse la piel pueden resultar engaño-


sas, al haberse dañado estructuras internas importantes (hay
que tenerlo siempre en cuenta).

6.3.2. Clasificación

Según la intensidad del traumatismo o golpe, se dividen en:

• Mínimas.

• Primer grado.

• Segundo grado.

• Tercer grado.

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Formación en socorros

a) Contusiones mínimas

No se produce ninguna alteración o desgarro de planos profun-


dos.

Por efecto del pequeño golpe (bofetada o azote, etc.), se pro-


duce en la zona afectada un enrojecimiento (vasodilatación) por
lesión de los vasos sanguíneos, formando un “moratón”.

No requieren tratamiento y desaparecen en un corto espacio de


tiempo. No obstante, se pueden aplicar sobre la zona compre-
sas frías.

b) Contusiones de primer grado

Si el golpe es un poco mayor, se afectan únicamente las zonas


superficiales y los pequeños capilares de la zona, que por la ac-
ción del golpe, se rompen, produciéndose una pequeña pérdida
sanguínea, llamada equimosis o cardenal.

Se aprecia a través de la piel, que se torna de color amoratado.


Las equimosis pueden ser precoces o tardías. Pueden locali-
zarse en el foco de lesión o a distancia. La sangre extravasada
tiende a ir a planos declives. Esta equimosis desaparece al cabo
de unos días, variando su color a verdoso y después, amarillento
por reducción o modificación de la hemoglobina de la sangre.

Los síntomas, aparte de dolor, se completan con una discreta


paresia muscular, más intensa cuando el golpe se localiza sobre
algún trayecto nervioso.

No suelen requerir tratamiento, aunque sus síntomas se miti-


gan:

• Manteniendo la zona en reposo.

• Con la aplicación de compresas frías.

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6. Heridas y contusiones

c) Contusiones de segundo grado

Al ser más intenso el traumatismo


o golpe recibido, se lesionan vasos
mayores y la contusión se caracte-
riza por una colección líquida, que
produce relieve, y que conocemos
con el nombre de hematoma o “chi-
chón”.

Primeras medidas a tomar:

• Inmovilizar la zona afectada.

• Aplicar frío local, utilizando para


ello una bolsa de hielo y protegien-
do la piel con un paño, por perío-
dos intermitentes nunca superio-
res a 20 minutos.

No pinchar ni intentar vaciar los hematomas. Se reabsorben por


sí solos.

d) Contusiones de tercer grado

Son aquellas en que, aunque la piel en un primer momento puede


tener un aspecto normal y después tornarse de color grisáceo,
hay un aplastamiento intenso de partes blandas (grasa, múscu-
lo) que pueden quedar reducidas a una especie de masa, incluso
pueden estar afectadas otras estructuras como nervios, huesos,
etc. Pudiendo a posteriori producirse una úlcera.

Primeras medidas a tomar:

• Como la piel, aunque intacta de aspecto, ha sufrido también los


efectos de la contusión y presenta gran fragilidad, debe pince-
larse con sustancias antisépticas, tipo povidona yodada para
evitar su rotura.

209

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Formación en socorros

• Inmovilización de la zona afectada.

• Elevación cuidadosa en caso de tratarse de una extremidad, si


no se sospecha de fractura.

Traslado a un centro sanitario para su tratamiento definitivo.

6.4. Síndrome de aplastamiento


Hablar de Síndrome es hacerlo de un conjunto de signos y sín-
tomas que no son exclusivos de la patología que estamos estu-
diando, por tanto al hablar de Síndrome de Aplastamiento nos
referimos a unos síntomas que lo son de otras muchas afeccio-
nes del organismo.

Hacemos referencia a un aplastamiento cuando sobre una per-


sona o sobre una zona del cuerpo se produce una presión cons-
tante y mantenida. Su gravedad dependerá por un lado de la
violencia y rapidez con que se produce, y por otro, del tiempo
transcurrido hasta su liberación.

Esta presión actúa sobre grandes zonas vasculares y musculares,


por tanto habitualmente extremidades produciendo necrosis muscu-
lar isquémica debido a la compresión prolongada, estado de shock
por el dolor y la hemorragia y fracaso renal por el efecto de la destruc-
ción muscular (mioglobina) que colapsa al sistema excretor renal.

Los músculos, en un primer momento, sufren isquemia (dismi-


nución del riego sanguíneo) y liberan, pasado un tiempo, una
sustancia llamada mioglobina. Superadas las cuatro horas, las
lesiones isquémicas serán irreversibles y por lo tanto evolucio-
nan a una gangrena. A nivel de los músculos isquémicos se pro-
ducen grandes pérdidas de plasma, que hacen que el músculo
aumente su tamaño de forma importante.

El Síndrome de Aplastamiento se instaura inicialmente en el mo-


mento de la agresión, de modo que el afectado mostrará un cierto

210

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6. Heridas y contusiones

grado de agitación o ansiedad, sin otras alteraciones de cons-


ciencia. El estado cardio-vascular que al principio es normal, se
va degradando progresivamente tras la tercera o cuarta hora del
accidente (pulso débil, rápido, mal relleno capilar, !!!Shock!!!).

Tras la descompresión hay un brutal restablecimiento de la cir-


culación del miembro afectado, que por un efecto esponja admi-
te gran cantidad de plasma y sangre lo que hace que aumente
todavía más el edema, favoreciendo la presencia de Shock hi-
povolémico e insuficiencia renal, por los productos tóxicos de los
tejidos lesionados, que ejercen su función nociva cuando pasan
a la circulación.

El miembro aplastado lo encontraremos frío, duro, inflamado,


con ampollas o vesículas en la piel, con poca o nula sensibilidad
superficial. Además, pueden encontrarse otras muchas altera-
ciones locales debidas al propio impacto recibido (heridas, frac-
turas, etc.).

6.4.1. Actuación

Va a depender de la duración de la compresión.

211

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Formación en socorros

COMPRESIÓN ENTRE 1 Y 4 HORAS


SITUACIÓN ACTUACIÓN
Liberación (idealmente antes
de los 15 minutos)
Ausencia de Shock No torniquete
Posibilidad de vigilancia médica Control de signos vitales
Inicio de sueroterapia por los
Servicios de Urgencia
Liberación
Ausencia de Shock No torniquete
Imposibilidad de vigilancia médica Inmovilización
Control de signos vitales

COMPRESIÓN ENTRE 4 Y 8 HORAS


SITUACIÓN ACTUACIÓN
Liberación (idealmente antes
de los 15 minutos)
No torniquete
Mejoría o ausencia de Shock
Inmovilización
Posibilidad de vigilancia médica
Control de signos vitales
Inicio de sueroterapia por los
Servicios de Urgencia
Liberación
Torniquete (bajo supervisión –
Shock instaurado
autorización personal sanitario)
Imposibilidad de vigilancia médica
Inmovilización
Control de signos vitales

COMPRESIÓN SUPERIOR A 8 HORAS


Liberación
Torniquete en todos los casos (bajo supervisión-autorización personal sanitario)
Inmovilización
Control de signos vitales
Inicio de sueroterapia por los Servicios de Urgencia en cuanto sea posible

212

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7. Quemaduras,
congelaciones
y alteraciones de la
termorregulación

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7.1. Quemaduras 216
7.1.1. Concepto 216
7.1.2. Clasificación 216
7.1.3. Factores de gravedad 216
7.1.3.1. Profundidad 217
7.1.3.2. Extensión 219
7.1.4. Valoración de gravedad 220
7.1.5. Complicaciones 221
7.1.6. Primeros auxilios en caso de quemaduras
por llama 221
7.1.6.1. Apagar - Enfriar 221
7.1.6.2. Valoración inicial 222
7.1.6.3. Tratar 223
7.1.6.4. Trasladar 224
7.1.7. Quemaduras químicas 225
7.1.7.1. Primeros auxilios 226
7.1.7.2. Si la quemadura o causticación
se produce en los ojos 226
7.1.8. Quemaduras eléctricas 227
7.1.8.1. Primeros auxilios 229
7.1.9. Fulguración 229

7.2. Congelaciones 231


7.2.1. Factores predisponentes 232
7.2.2. Signos y síntomas 233
7.2.2.1. Primer grado 233
7.2.2.2. Segundo grado 234
7.2.2.3. Tercer grado 234
7.2.3. Tratamiento 235
7.2.4. Prevención de las lesiones producidas
por el frío 236

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7.3. Urgencias por fallos en la termorregulación 237
7.3.1. Regulación de la temperatura corporal 237
7.3.1.1. Por conducción 237
7.3.1.2. Por convección 238
7.3.1.3. Por radiación 239
7.3.1.4. Por evaporación 239
7.3.2. Lesiones producidas por exposición al frío 240
7.3.2.1. Hipotermia 240
7.3.3. Lesiones producidas por exposición al calor 244
7.3.3.1. Hipertermia 244
7.3.3.2. Prevención de lesiones producidas
por el calor 248

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Formación en socorros

7.1. Quemaduras
7.1.1. Concepto

Quemadura es toda lesión local de los tejidos producida por el calor,


en cualquiera de sus formas llegando a provocar su destrucción.

Junto a esta lesión local, se pueden presentar grandes trastor-


nos generales, que pueden afectar a órganos y sistemas y a su
función, determinando el curso evolutivo del proceso.

7.1.2. Clasificación

Según el agente causante, distinguimos los siguientes tipos de


quemaduras:

• Físicas:

- Térmicas:
- Escaldaduras: normalmente no son muy graves, pero de-
penderá del líquido y su densidad. Se producen en derra-
mamientos.
- Llamas: suelen producir lesiones profundas con pérdida to-
tal de la dermis y coagulación intravascular debido al calor.
- Eléctricas: atmosféricas, industriales y terapéutico-médicas.
- Energía radiante: energía natural (Sol) y radiaciones ionizantes.
- Rozamiento.

• Químicas (causticaciones): producidas por agentes químicos de


tipo corrosivo.

7.1.3. Factores de gravedad

Principalmente son:

• Profundidad: condiciona la afectación de estructuras internas


y la cicatrización posterior. Su apreciación puede resultar difícil
para personas sin experiencia.

216

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7. Quemaduras, congelaciones y alteraciones de la termorregulación

• Extensión: la gravedad es directamente proporcional a la super-


ficie quemada, por la gran pérdida de líquidos que conlleva.

• Localización: se consideran quemaduras graves aquellas que


afectan a la cara, manos, pies, orificios nasales, genitales, etc.

• Riesgo de infección.

• Edad: las edades extremas (niños < 4 años y ancianos > 60


años) son factores de mal pronóstico.

• Compromiso de la función respiratoria: la inhalación de hu-


mos, hollín o gases tóxicos (monóxido de carbono, cloruro de
hidrógeno, dióxido de azufre, etc.) producirá alteraciones en la
vía aérea y por tanto en la captación e intercambio de oxígeno.

• Patologías previas: cualquier enfermedad que debilite el esta-


do general del afectado hará que la respuesta de su organismo
a la agresión sea peor.

7.1.3.1. Profundidad

Según su profundidad, las quemaduras se clasifican en tres gra-


dos:

a) Primer grado:

- Afectan a la epidermis, capa su-


perficial de la piel, siendo la le-
sión característica el eritema o
enrojecimiento de la zona afec-
tada.
- Son dolorosas.
- Hay inflamación en la zona.
- Curan en 48 horas aproxima-
damente.

217

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Formación en socorros

b) Segundo grado:

• Dérmica superficial
- Afectan a la epidermis y al
tercio superior de la dermis.
- Se caracterizan por la apa-
rición de ampollas o flicte-
nas y por debajo aparecería,
en caso de que se abrieran, una coloración rojiza brillante,
con gran exudado.
- Curan espontáneamente por reepitelización en unos 14 -
20 días.
- Son muy dolorosas.

• Dérmica profunda
- Afectan a la totalidad de la dermis.
- Se caracterizan por la aparición de flictenas y por deba-
jo, aparecería en caso de que se abrieran, una coloración
blanca-rosada, menos exudativa que la anterior.
- Se diferencian porque al ti-
rar del pelo de la zona, este
se desprende con facilidad.
- El dolor puede ser variable,
desde liguero a intenso de-
pendiendo de la afectación
sensitiva producida.

c) Tercer grado:

• Afectan a todas las capas de la piel (epidermis, dermis e


hipodermis) e incluso pueden llegar a afectar a músculos,
nervios, vasos sanguíneos, etc.

• Aspecto que irá desde escara blanca y seca hasta color


negruzco.

218

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7. Quemaduras, congelaciones y alteraciones de la termorregulación

• No son dolorosas por sí mismas ya que se destruyen las


terminaciones nerviosas nociceptivas (la zona afectada está
insensible, como anestesiada).

7.1.3.2. Extensión

Para valorar la extensión de una quemadura de una forma rá-


pida, aunque no precisa en situación de urgencia, la superficie
corporal se expresa en porcentajes que calculamos mediante la
regla de los “9” o de Wallace:

• Cabeza y cuello 9%

• Miembro superior derecho 9%

• Miembro superior izquierdo 9%

• Cara anterior (tórax y abdomen) 18%

• Cara posterior (espalda y lumbar) 18%

• Miembro inferior derecho 18%

• Miembro inferior izquierdo 18%

QUEMADURAS: EXTENSIÓN
9%

18%
9%
9%
Frente 18%

Espalda 18% 9% Frente 18%


1%

9% Espalda 18%
1%
18% 18% 13% 13%

219

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Formación en socorros

Esta regla es válida únicamente en adultos, pues en los niños


las proporciones corporales varían (ver figura).

Para valorar la superficie corporal afectada, no se computan las


quemaduras de primer grado en el caso de que existan grados
distintos de profundidad.

Un segmento de un miembro o del tronco, no debe confundirse con


la totalidad de cada uno de ellos (la cara no es la cabeza entera).

En quemaduras no tan extensas, la valoración de superficie


puede hacerse sabiendo que, la palma de la mano del herido
representa el 1% de su superficie corporal siendo válido para
todas las edades.

7.1.4. Valoración de la gravedad

La siguiente relación no debe influirnos para decidir trasladar o


recomendar el traslado a un centro sanitario para su valoración
y adecuado tratamiento de toda quemadura de primer grado ex-
tensa y de segundo y tercero independientemente de su exten-
sión.

Son quemaduras graves:

• Todas las de tercer grado, independientemente de su extensión.

• Las de segundo grado, cuando la superficie del cuerpo afecta-


da supera el 10% en adultos o el 5% en niños y ancianos.

• Las de primer grado que afectan a más del 50-60% de la su-


perficie corporal.

• Las que se localizan en zonas del organismo con pliegues (de-


bido a la dificultad de su cicatrización).

• Quemaduras de localización especial: cráneo, cara, cuello, axi-


las, mano, área genital, etc.

220

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7. Quemaduras, congelaciones y alteraciones de la termorregulación

• Todas las lesiones por inhalación.

• Quemaduras alrededor de la boca.

• Todas las quemaduras eléctricas.

• Todas las quemaduras con lesiones asociadas.

7.1.5. Complicaciones

Son múltiples y graves, pero a nivel de primeros auxilios nos in-


teresan principalmente por la importancia de nuestra actuación
las siguientes:

• Infección. Toda quemadura debe considerarse infectada por


gérmenes procedentes de la propia flora bacteriana del indivi-
duo y por las técnicas realizadas.

• Shock como consecuencia de la salida de plasma de los vasos


capilares.

A largo plazo, la cicatrización anómala de la zona lesionada es


otra complicación que conllevará importantes secuelas psicoló-
gicas en muchos casos.

7.1.6. Primeros auxilios en caso de quemaduras


por llama

Una quemadura grave es una urgencia vital que requiere ser


tratada en un centro sanitario, por lo que además de unas me-
didas generales, habrá que procurar un traslado lo más urgente
posible.

7.1.6.1. Apagar - Enfriar

Debemos evitar que la quemadura siga profundizando, apagan-


do en caso de llama y refrescando la zona si la persona está
ardiendo, hay que impedir que corra presa del pánico; hay que

221

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Formación en socorros

apagar las llamas con una manta o similar, haciéndola rodar por
el suelo.

Refrescar la zona quemada inmediatamente, poniendo compre-


sas humedecidas con agua fría o con poniéndola bajo un chorro
de agua fría; esto evita la aparición de flictenas y alivia el dolor.
En quemaduras extensas no se recomienda el enfriamiento con
agua fría por el cuadro de hipotermia que se puede producir.

7.1.6.2. Valoración inicial

Lo primero que debemos de tener en cuenta es la situación en


la que se encuentra el quemado. Valorar el estado general (eva-
luación inicial) y asegurar el mantenimiento de las constantes
vitales.

Buscar signos de inhalación de humos (quemaduras faciales,


nariz y mucosas chamuscadas, esputos negruzcos, etc.).

222

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 222 30/5/11 12:28:25


7. Quemaduras, congelaciones y alteraciones de la termorregulación

7.1.6.3. Tratar

Es de vital importancia mantener la máxima asepsia posible,


dado el gran riesgo de infección.

Se deben retirar anillos, relojes, pulseras, etc., para evitar que se


estrangule la zona a consecuencia del edema que se producirá.

Retirar la ropa quemada. Se puede recortar con tijeras, salvo


la que esté adherida a la piel. Esa ropa se dejará pegada y no se
arrancará por la fuerza.

Limpieza cuidadosa con solución jabonosa, para no destruir el


tejido subyacente.

No se deben pinchar ni romper las ampollas, son la mejor defen-


sa ante el riesgo de infección.

No se aplicará ningún producto farmacéutico (ni casero) ya que


sólo producen sensación de alivio momentáneo, lo que sin duda,
retrasará que el paciente acuda a un centro sanitario.

223

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 223 30/5/11 12:28:26


Formación en socorros

Cubrir la zona quemada con gasas estériles o, en su defecto,


con paños muy limpios (sábanas, fundas de almohada, etc.), al
objeto de absorber el exudado producido. Se cubrirá a la víctima
con una manta, para evitar que pierda calor y se mantendrá en
ambientes caldeados.

Los pacientes con quemaduras en la cara, presentan rápida-


mente edema; pueden manifestarse complicaciones respirato-
rias debido a los humos aspirados. Tenerlo siempre en cuenta;
mantener abiertas las vías aéreas y administrar oxígeno en caso
de dificultad respiratoria, trasladándolos semi-sentados.

No vendar superficies quemadas juntas (p. ej. los dedos). No


poner vendajes compresivos ni muy voluminosos (se maceraría
la zona lesionada).

No dar tabaco ni alcohol al herido; comprometen todavía más


el riego sanguíneo de la zona Un quemado se considera un po-
litraumatizado y por ello debemos buscar otras posibles lesio-
nes como puedan ser fracturas, hemorragias, etc.

• Si la quemadura es extensa es conveniente mantener al pa-


ciente en ayunas ya que puede ser necesario administrarle
anestesia general en el hospital para realizar un desbridamien-
to de las heridas o para facilitar la respiración en caso de que
las lesiones afecten al tórax de forma circular. En caso de que el
enfermo no estén en ayunas podría vomitar y parte del conte-
nido gástrico pasar al pulmón, generando la aparición de una
neumonía por aspiración.

Lo más adecuado sería que un Servicio de Urgencias Médicas


iniciase la rehidratación por vía intravenosa en cuanto fuese po-
sible.

7.1.6.4. Trasladar

Traslado a un centro hospitalario adecuado a las lesiones que


presente la víctima.

224

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7. Quemaduras, congelaciones y alteraciones de la termorregulación

Durante el traslado se ha de prestar especial atención a la lo-


calización de las quemaduras; si afectan a las extremidades,
elevar el miembro afectado. Si afectan a la cara y orejas, man-
tenerlo semisentado (“posición de Fowler”). Si es el cuello el
afectado. No trasladarle con las ropas mojadas (riesgo de hi-
potermia).

No se debe olvidar que la víctima presentará ansiedad, angustia,


estrés, miedo, dolor, etc., y que será importante que sienta que
está siendo atendida correctamente.

7.1.7. Quemaduras químicas

Nos referiremos únicamente a la lesión producida en la piel por


el contacto con un producto químico o corrosivo, no a las que-
maduras internas que pueden producirse en caso de ingestión
o inhalación.

Se producen cuando la piel entra en contacto con sustancias


químicas (ácidos o álcalis) u
otras sustancias corrosivas.
Las lesiones son parecidas
a las producidas por el calor,
aunque la acción corrosiva
de los cáusticos se prolonga
mientras queden restos del
mismo en la zona afectada.

Estas lesiones varían, desde


el enrojecimiento o eritema,
hasta la destrucción de los
tejidos, según la naturaleza
del cáustico, su concentración, y tiempo de contacto.

Producen lesiones que, en general, tienen tendencia a la forma-


ción de costras secas de color amarillo o negro.

225

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Formación en socorros

No forman costra los álcalis fuertes como la potasa, sosa y cal


viva, que producen quemaduras de aspecto blanquecino, blan-
das y húmedas y son especialmente dolorosas.

7.1.7.1. Primeros auxilios

• Debemos retirar el producto quí-


mico del contacto con la piel tan
rápidamente como sea posible;
no hay que perder el tiempo.

• Es preciso iniciar cuanto antes el


lavado con agua abundante, pero
no a presión (ducha suave, man-
guera de jardín, regadera, etc.).

• Retirar los objetos y ropas que


estén en contacto con la piel.

• Mantenerlo bajo un chorro abun-


dante de agua entre 15 o 20 mi-
nutos.

• Tratar después como el resto de las quemaduras: cubrir y tras-


ladar.

7.1.7.2. Si la quemadura o causticación se produce en los ojos

• No retrasar el lavado con agua.

• Las causticaciones oculares se deben lavar con agua, al me-


nos, durante 30 minutos, incluso durante todo el tiempo que
dure el traslado. Esta acción es el factor más importante para
determinar el pronóstico visual final.

• Está contraindicado el uso de neutralizantes.

• Periódicamente, se limpiarán las partículas residuales.

226

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7. Quemaduras, congelaciones y alteraciones de la termorregulación

• Traslado urgente a un Centro con Servicio de Oftalmología.

7.1.8. Quemaduras eléctricas

Es la lesión producida por el calor liberado por la corriente eléc-


trica cuando pasa a través de nuestro organismo.

Las lesiones eléctricas son devastadoras. Incluso con una des-


carga suave, la víctima puede sufrir lesiones internas muy graves.
Una corriente de 1.000 voltios o más se considera alta tensión,
pero incluso los 220 voltios domésticos pueden ser fatales.

El concepto de electrocución se refiere a la parada cardiaca o


muerte producida por una descarga eléctrica industrial, si la des-
carga es de origen atmosférico se le conoce como fulguración.

Cuando alguien se electrocuta, la


corriente entra en el cuerpo en el
punto de contacto y viaja a lo
largo del camino de menor re-
sistencia (los nervios y los va-
sos sanguíneos) quemándolos
y destruyéndolos. Normalmente
la corriente sale por donde el
cuerpo toca el suelo o una su-
perficie metálica.

227

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Formación en socorros

Las quemaduras eléctricas poseen unas características muy es-


peciales tanto desde el punto de vista de las alteraciones que
producen como desde el tratamiento que requieren.

Su gravedad dependerá de múltiples factores:

• Tipo de corriente (alterna, continua).

• Voltaje e intensidad.

• Trayecto recorrido por el interior del organismo.

• Duración del contacto eléctrico.

La quemadura eléctrica produce en su recorrido por el interior de


nuestro cuerpo unas lesiones características en el punto de en-
trada producidas por el calor que se genera en el punto de entra-
da y consecuentemente por la resistencia que opone la piel. Son
frecuentes en los miembros superiores. En caso de altos volta-
jes podemos encontrar momificación de los tejidos. La lesión tie-
ne un aspecto bien definido, deprimida, como piel curtida con
áreas de coagulación y necrosis.

Las lesiones en el punto de salida son de aspecto bastante dife-


rente al de entrada. Ante una exposición corta y voltaje no muy
elevado se produce una lesión tipo úlcera, con centro deprimido
y bordes elevados. Si la corriente es muy intensa se pueden
apreciar múltiples salidas de aspecto explosivo y con pérdidas
de sustancia.

En este tipo de accidentes es frecuente la aparición de lesiones


traumáticas asociadas (fracturas, heridas), secundarias a la caí-
da o al lanzamiento de la víctima por acción de la descarga. En
consecuencia, la gravedad de la quemadura vendrá dada por
los órganos que puedan verse afectados en su recorrido por el
interior del cuerpo y por las lesiones asociadas.

228

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 228 30/5/11 12:28:30


7. Quemaduras, congelaciones y alteraciones de la termorregulación

7.1.8.1. Primeros auxilios

• Resulta imprescindible pensar detenidamente cuál va a ser


nuestra actuación.

• Desconectaremos la corriente antes de tocar a la víctima. Evi-


taremos tocar a la víctima a través de palos, u otros objetos,
ya que nunca podemos estar seguros, de que no vayan a con-
ducir la electricidad, ya que si el voltaje es lo suficientemente
alto, casi todos los materiales tienen capacidad de conducir la
electricidad

• Si sospechamos que la corriente eléctrica es de alta tensión


avisaremos al 112. Evitarmos entrar en la zona hasta que la
autoridad competente nos indique que la zona es segura.

• Comprobaremos las constantes vitales y actuaremos conforme


a esa valoración.

• Cubriremos la zona afectada (orificios de entrada y salida).

• Siempre será necesario trasladar al hospital aunque las lesio-


nes sean mínimas; pueden aparecer alteraciones tardías u ór-
ganos internos afectados.

7.1.9. Fulguración

(Libro: Medicina para montañeros. Autor: Javier Botella de Maglia)

Medidas Inmediatas.

Sólo muere una de cada cuatro personas alcanzadas por un


rayo. La muerte se produce por parada respiratoria. La medida
prioritaria ante todo fulgurada es asegurar la respiración.

La descarga eléctrica interrumpe momentáneamente la activi-


dad eléctrica del corazón y del cerebro.

229

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 229 30/5/11 12:28:30


Formación en socorros

Por lo general, el corazón permanece muy poco tiempo parado,


pues tiene la propiedad de reanudar su actividad espontánea-
mente y a los pocos segundos comienza de nuevo a latir. La
actividad eléctrica cerebral puede tardar bastante más en nor-
malizarse. Como la respiración está gobernada por el centro res-
piratorio que se halla en el bulbo raquídeo, si éste no funciona, el
sujeto deja de respirar. La respiración espontánea puede tardar
media hora o más en reaparecer. Durante ese tiempo, de nada
sirve que el corazón lata si la sangre no transporta oxígeno. A
los pocos minutos de no recibir oxígeno, el cerebro sufre daño
irreversible y, poco después, el corazón acaba parándose defini-
tivamente. El sujeto muere, a menos que se le haya mantenido
vivo con respiración artificial.

El 70% de los fulgurados cae inmediatamente en coma. Al perder


el conocimiento y caer al suelo o al vacío, el sujeto puede sufrir
golpes más graves que la propia acción directa de la descarga
eléctrica. En ocasiones, sufre una contracción muscular violenta
que puede arrojarlo al vacío. También pueden presentarse con-
vulsiones. La principal causa de las mismas, pero no la única
posible, es la falta de oxígeno en el cerebro (¡asegurar la respi-
ración!). En definitiva, deben sospecharse lesiones traumáticas
graves en toda persona que esté inconsciente a consecuencia
de la caída provocada por el rayo. Hay que proteger la colum-
na cervical, durante la evacuación.

Otros fulgurados permanecen despiertos, pero con alteraciones


mentales transitorias (desorientación, agitación, amnesia) que
les impiden valerse por sí mismos. Debe ponerse cuidado en
que con su comportamiento no añadan gravedad a la situación
(caída al vacío, decisiones imprudentes, etc.).

Es necesario trasladar a todo fulgurado al hospital en preven-


ción de complicaciones que pueden tardar horas o días en apa-
recer. Algunas de esas complicaciones son lesiones traumáticas
producidas por caída, insuficiencia cardíaca por daño eléctrico
del corazón, pérdida de memoria, diversas parálisis generalmen-
te transitorias, falta de riego en las extremidades por espasmo

230

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 230 30/5/11 12:28:30


7. Quemaduras, congelaciones y alteraciones de la termorregulación

de los vasos sanguíneos, ruptura de uno o ambos tímpanos y/o de


la cadena de huesecillos del oído, problemas emocionales o psi-
quiátricos reversibles y quemaduras de la piel, generalmente no
graves. Puede haber también complicaciones a largo plazo que
se manifiestan en los meses siguientes (cataratas y diversas al-
teraciones del sistema nervioso).

7.2. Congelaciones
Se conoce con este nombre a las lesiones locales producidas
por el frío. La congelación se produce, porque por efecto del
frío intenso, se constriñen los vasos sanguíneos que llevan la
sangre a la zona expuesta y se solidifica el agua del interior de
las células. Como consecuencia, el tejido se destruye por dos
mecanismos: congelación de tejidos y por la detención del sumi-
nistro sanguíneo a los tejidos debido a la obstrucción provocada
por trombos y coágulos.

El frío provoca, inicialmente, una fase de vasoconstricción pe-


riférica (los vasos sanguíneos se cierran), como mecanismo de
defensa para disminuir la pérdida de calor.

Ese vasoespasmo produce una falta de oxígeno con liberación


de sustancias tóxicas.

Este acumulo de sustancias conduce a una dilatación de los va-


sos sanguíneos de la zona, en un intento de compensar la falta
de oxígeno que están sufriendo.

Se produce un aumento de la permeabilidad de las paredes de


los capilares y se provoca la salida de plasma sanguíneo con for-
mación de edema o inflamación y aparición de ampollas y/o flic-
tenas.

Pero el sufrimiento del organismo por el efecto de la congela-


ción, no se limita sólo a las células o a los vasos sanguíneos,
sino que produce otras alteraciones:

231

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 231 30/5/11 12:28:30


Formación en socorros

• En las arterias y venas.

• En los músculos.

En nervios y sus componentes que se alteran sufriendo dege-


neraciones.

Normalmente, afectan a las zonas que están más expuestas y


más alejadas del centro del cuerpo como manos, pies, cara (pa-
bellones auriculares, mejillas), que son las más distales y menos
protegidas, y por tanto, las que se enfrían más rápidamente.

Es importante distinguir entre congelaciones reversibles e irre-


versibles:

• Congelaciones reversibles: al exponerse al frío, la extremidad


va quedando pálida, fría e insensible, pero al recalentarla, vuel-
ve a la normalidad, pasando por una fase de dolor y enrojeci-
miento. Durante una o dos semanas persiste una sensación de
acorchamiento que luego desaparece.

• Congelaciones irreversibles: el tejido ha quedado destruido por


la acción del frío, por lo que a pesar de recalentarlo, no vuelve
a la normalidad. Durante los primeros días, la zona afectada
está insensible, hinchada, amoratada y con ampollas. A los tres
o cuatro días, va empezando a quedar negruzca y acartonada.
Si la congelación es superficial, transcurridas varias semanas,
el tejido muerto se desprenderá como un caparazón. Si es pro-
funda, habrá quedado dañado el espesor de la parte afectada,
y se producirá su pérdida.

7.2.1. Factores predisponentes

Para producirse una congelación, no sólo es preciso que una


baja temperatura nos rodee, sino también la existencia de unos
factores predisponentes, que unas veces favorecen la evapora-
ción, otras dificultan la circulación sanguínea, otras roban nues-
tro calor, etc., entre ellos podemos citar:

232

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 232 30/5/11 12:28:30


7. Quemaduras, congelaciones y alteraciones de la termorregulación

• Humedad.

• Viento.

• Cambios bruscos de temperatura.

• Estado de ánimo.

• Hambre.

• Isquemia o falta de riego sanguíneo.

• Consumo de tabaco y alcohol.

• Falta de ejercicio muscular y cansancio.

• Contacto con superficies que “roban” calor (planchas metáli-


cas, objetos metálicos, etc.).

• Edades extremas.

• Factores individuales (enfermedades, convalescencia, etc.).

A -30 ºC las partes del cuerpo expuestas pueden congelarse en


un minuto y a -60 ºC en treinta segundos.

7.2.2. Signos y síntomas

Dependerán de la intensidad de la lesión; para diferenciarlos,


hemos de conocer la clasificación de las congelaciones; según
su intensidad, y desde el punto de vista de la actuación del so-
corrista distinguimos tres grados:

7.2.2.1. Primer grado

Es el grado más leve. La piel, debido al vasoespasmo, sufre palidez


extrema, sin dolor inicialmente. La sensación de frío en la zona, da
paso al entumecimiento y a la disminución de la sensibilidad.

233

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 233 30/5/11 12:28:30


Formación en socorros

Más adelante, hiperemia reactiva, enro-


jecimiento y sensación de múltiples pin-
chazos.

Es fácilmente reversible si se trata a


tiempo. El ejemplo más típico es el sa-
bañón (eritema pernio).

7.2.2.2. Segundo grado

Al persistir y ser más intensa la sensa-


ción de frío, se acentúan los síntomas.
La piel tiene aspecto de cera, y la zona
toma una coloración morada apare-
ciendo ampollas o flictenas, con un lí-
quido en su interior que es plasma san-
guíneo más gló bulos rojos (de ahí su
color).

• El afectado tiene sensación de tensión


en la zona.

• Existe inflamación o edema.

• Pueden ser dolorosas y el dolor au-


menta con el calor.

• Al secarse las ampollas, aparecen unas


costras negruzcas.

7.2.2.3. Tercer grado

Se produce la muerte o ne-


crosis irreversible de los teji-
dos afectados. Con el paso
de los días aparece una zona
negra y bien delimitada de la
piel sana.

234

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 234 30/5/11 12:28:30


7. Quemaduras, congelaciones y alteraciones de la termorregulación

7.2.3. Tratamiento
Para prevenir la congelación de los pies se debe saltar o correr
sobre el mismo lugar, para las manos se recomienda hacer gi-
ros con los brazos bien estirados y con los dedos extendidos,
haciendo grandes círculos con el fin de que la fuerza centrífuga
haga llegar más sangre caliente a los dedos.

• Apartar al afectado del ambiente frío para evitar la extensión de


las lesiones.

• Traslado en reposo (camilla o en brazos).

• Poner ropas secas.

• Tranquilizarlo, ya que el miedo aumenta la sudoración e incre-


menta el enfriamiento.

• Dar líquidos calientes, a ser posibles azucarados.

• Desaconsejar el tabaco; aumenta la vasoconstricción en los


tejidos y por tanto dificulta el aporte sanguíneo.

• No dar bebidas alcohólicas, produce vasodilatación periférica y


aumenta la pérdida de calor.

• Recubrir las ampollas voluminosas. No emplear apósitos con


vaselina; usar siempre apósitos secos. No romper las ampo-
llas, por el riesgo de infección.

• Nunca frotar la lesión.

• No intentar descongelar si hay que continuar en ambiente ad-


verso.

• El recalentamiento será gradual, sumergiendo las partes afec-


tadas en agua cuya temperatura se aumente gradualmente de
20 °C a 40 °C. Si no se dispone de termómetro, se comprobará

235

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Formación en socorros

la temperatura del agua metiendo el codo en ella, debiendo


estar agradablemente tibia, de lo contrario, si el agua está de-
masiado caliente se corre el peligro de producir quemaduras.

• El baño debe prolongarse hasta que se haya logrado la recu-


peración (congelaciones reversibles) o hayan pasado al menos
20 minutos. Durante el baño, el paciente debe mover los dedos
para evitar futuras retracciones.

• No se utilizará para el recalentamiento, el calor por radiación


(calefactor, chimeneas, etc.).

• Mantener las extremidades en su posición natural para evitar


deformidades.

• Una vez efectuado el recalentamiento, si la zona congelada no


recupera sensibilidad hay que cubrirla con un vendaje grueso y
limpio de algodón y evacuar.

• Es fundamental el reposo y la elevación de la zona, para pre-


venir el edema.

• En las congelaciones de primer grado, es suficiente cubrirlas


con un vendaje grueso de algodón que proporcione calor.

• Traslado a un centro sanitario cuando sea posible.

7.2.4. Prevención de las lesiones producidas


por el frío

• Mantener una buena hidratación y alimentación equilibrada.

• Ir con ropa adecuada, sobre todo en manos y pies.

• Cambiarse los calcetines y guantes siempre que estén húmedos.

• No usar ligas apretadas, ni vestiduras que impidan la buena


circulación sanguínea. No abusar de las bebidas alcohólicas.

236

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7. Quemaduras, congelaciones y alteraciones de la termorregulación

• Hay que recordar que la deshidratación es un factor favorece-


dor de las congelaciones y por tanto habrá que prevenirla.

7.3. Urgencias por fallos


en la termorregulación
El hombre es un animal homeotermo. Esto quiere decir que para
subsistir, tiene que ser capaz de mantener su temperatura corporal
entre los 36 y 37 ºC, independientemente de la temperatura que
hay en el ambiente. El cuerpo desnudo es capaz de mantener esta
temperatura sólo si la temperatura ambiente es superior a 28 ºC.

Estas alteraciones en la temperatura corporal originarán pro-


fundos cambios en su funcionamiento que pueden llegar a
constituir una amenaza para la vida y, por tanto, una urgencia
vital. En ocasiones el mecanismo de la termorregulación falla o
se ve sobrepasado, originándose lo que se denominan las ur-
gencias por fallo en la termorregulación, diferenciándose las
siguientes:

• Lesiones producidas por exposición al frío.

• Lesiones producidas por exposición al calor.

7.3.1. Regulación de la temperatura


corporal

7.3.1.1. Por conducción

Consiste en la transferencia del calor por con-


tacto directo del organismo con cualquier otra
materia cuya temperatura sea inferior (de aquí
que normalmente se recomiende tapar a los
accidentados con una manta, para evitar la pér-
dida de calor por conducción con el aire, con el
suelo mojado, etc.).

237

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Formación en socorros

No todos los elementos “conducen” el calor de igual manera; así,


por ejemplo, el agua absorbe el calor 25 veces más rápido que el
aire y, por tanto, será un factor importante a tener en cuenta de
cara a la supervivencia en aguas frías.

7.3.1.2. Por convección

Es la pérdida de calor corporal debida a la ac-


ción de las corrientes de aire o de agua so-
bre el organismo. De todos es conocido que
el viento refresca mucho más el cuerpo que el
aire inmóvil (esto se nota tanto en días caluro-
sos como fríos).

Los vientos con velocidad superior a 64 km/h


sólo producen un pequeño efecto térmico.

La velocidad del viento puede ser estimada


por una serie de signos:

• 16 km/h: se siente el viento en la cara.

• 32 km/h: se mueven las ramas pequeñas de los árboles y se


levanta el polvo.

• 48 km/h: se mueven las ramas grandes de los árboles.

• 64 km/h: se mueve todo el árbol.

238

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7. Quemaduras, congelaciones y alteraciones de la termorregulación

TABLA DE LA TEMPERATURA EQUIVALENTE


DE ENFRIAMIENTO POR EFECTO DEL VIENTO
Fuerza Aérea Argentina y Servicio Meteorológico Argentino
16 24 32 40 48 56 64
0 km/h 8 km/h
km/h km/h km/h km/h km/h km/h km/h
10 ºC 7,5 ºC 5 ºC 2,5 ºC 0 ºC 0 ºC -2,5 ºC -2,5 ºC -2,5 ºC
5 ºC 2,5 ºC -2,5 ºC -5 ºC -7,5 ºC -7,5 ºC -10 ºC -10 ºC -10 ºC
0 ºC -2,5 ºC -7,5 ºC -10 ºC -12,5 ºC -15 ºC -17,5 ºC -17,5 ºC -20 ºC
-5 ºC -7,5 ºC -12,5 ºC -17,5 ºC -22,5 ºC -22,5 ºC -25 ºC -25 ºC -27,5 ºC
-10 ºC -12,5 ºC -17,5 ºC -25 ºC -25 ºC -30 ºC -32,5 ºC -32,5 ºC -35 ºC
-15 ºC -17,5 ºC -25 ºC -32,5 ºC -35 ºC -37,5 ºC -40 ºC -42,5 ºC -42,5 ºC
-20 ºC -22,5 ºC -32,5 ºC -37,5 ºC -42,5 ºC -45 ºC -47,5 ºC -50 ºC -50 ºC
-25 ºC -27,5 ºC -37,5 ºC -45 ºC -50 ºC -52,5 ºC -57,5 ºC -60 ºC -62,5 ºC
-30 ºC -32,5 ºC -45 ºC -52,5 ºC -57,5 ºC -60 ºC -62,5 ºC -65 ºC -65 ºC
-35 ºC -37,5 ºC -50 ºC -57,5 ºC -65 ºC -67,5 ºC -72,5 ºC -72,5 ºC -75 ºC
-40 ºC -45 ºC -57,5 ºC -65 ºC -70 ºC -75 ºC -77,5 ºC -80 ºC -82,5 ºC
-45 ºC -50 ºC -62,5 ºC -72,5 ºC -77,5 ºC -82,5 ºC -85 ºC -87,5 ºC -90 ºC
-50 ºC -55 ºC -67,5 ºC -77,5 ºC -85 ºC -90 ºC - 95 ºC -95 ºC -97,5 ºC

7.3.1.3. Por radiación

Consiste en la transferencia de calor por rayos de


energía sin contacto directo del cuerpo con otro
elemento; por ejemplo, una estufa calienta una
habitación, desprendiendo calor por radiación.

7.3.1.4. Por evaporación

La evaporación es la transformación de un líqui-


do en vapor de agua por la acción del calor, tal y
como ocurre, por ejemplo, con el sudor o con la
humedad de las ropas mojadas tras haber caído
al agua. Cuando la temperatura ambiente es ele-
vada, el cuerpo intenta disipar el calor mediante
la producción del sudor, cuya evaporación pro-
duce un enfriamiento en esa zona, que contribu-
ye a refrescar la piel.

239

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Formación en socorros

Cuando nos enfriamos, nuestro organismo intenta producir ca-


lor y evitar que éste se pierda, mediante la vasoconstricción
periférica, provocando que la piel se enfríe y no se pierda calor
por convección y conducción; también se aumenta la actividad
muscular en forma de escalofríos y se aumenta la velocidad con
la que se queman los combustibles orgánicos.

Para mantener la temperatura corporal en límites correctos cuan-


do ésta aumenta, se produce vaso-dilatación para que acuda
más sangre a la piel y se pierda calor por conducción y convec-
ción, se produce sudoración y también se pierde calor mediante
la respiración.

7.3.2. Lesiones producidas por exposición al frío

7.3.2.1. Hipotermia

La hipotermia surge en el momento en el que el organismo no es


capaz de generar el calor necesario para contrarrestar las pér-
didas que tienen lugar; ante esta insuficiencia, la consecuencia
inmediata va a ser la disminución de la temperatura corporal por
debajo de los 37 °C presentes en condiciones normales. Si no
se pone remedio a la situación y continúa la pérdida de calor, la
temperatura corporal descenderá hasta los 35 °C, momento a
partir del cual se considera que la persona presenta una hipo-
termia.

Factores predisponentes

Para que se produzcan las lesiones, no sólo se precisa la pre-


sencia de frío, sino también otros factores condicionantes, como
tiempo de exposición, viento y humedad (que facilitan enorme-
mente la pérdida de calor), contacto con superficies que roban
el calor, edad, existencia de enfermedades previas, y de otras
lesiones asociadas como contusiones y fracturas (que conllevan
inmovilización, favoreciendo aún más la acción del frío). Men-
ción especial merecen la toma de alcohol, la desnutrición, el en-
trenamiento, aclimatación y tipo de ropa utilizada; circunstancias

240

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7. Quemaduras, congelaciones y alteraciones de la termorregulación

todas ellas que pueden llegar a provocar o favorecer la aparición


de la hipotermia.

Signos y síntomas

Tendremos que sospechar la posibilidad de hipotermia en toda


persona que haya estado expuesta al frío, no siendo necesarias
temperaturas extremas para que ocurra. Los signos y síntomas
de una hipotermia leve son poco llamativos, al contrario que los de
una hipotermia severa que suelen ser graves y de consecuen-
cias dramáticas. Sus síntomas varían a medida que disminuye la
temperatura corporal; generalizando, encontramos como signos
más importantes el deterioro mental y la alteración motora
que sufre el paciente, por tanto, será el nivel de respuesta del
paciente, el indicador del nivel de hipotermia, de modo que en el pa-
ciente podremos encontrar:

• Descoordinación.

• Alteración de la memoria.

• Incapacidad de actuar con lógica.

• Sensibilidad disminuida o ausente.

• Dolor en músculos o articulaciones.

• Paciente poco comunicativo.

• Irritabilidad.

• Vértigos y convulsiones.

• Dificultad para hablar.

La piel abdominal fría nos alertará de una situación de urgencia


(la sangre periférica se ha derivado a los órganos centrales para
mantener su temperatura).

241

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Formación en socorros

Cuando disminuye la temperatura corporal, se producen escalo-


fríos, en un intento de generar calor. Estos escalofríos se detie-
nen cuando se alcanza una temperatura de 32 °C. Aparecerán
entonces, rigidez y calambres.
SIGNOS Y SÍNTOMAS DE LA HIPOTERMIA
TEMPERATURA CORPORAL INTERNA EN ºC

37
36
TEMBLOR INTENSO,
ESCALOFRÍOS
35
CONFUSIÓN MENTAL,
34 DESORIENTACIÓN, AMNESIA

33 RIGIDEZ MUSCULAR PROGRESIVA


SOMNOLENCIA,
32 EL CORAZÓN LATE MÁS DESPACIO

31 CESAN LOS TEMBLORES

30 POSIBLES ANOMALÍAS DEL RITMO CARDÍACO,


PUPILAS DILATADAS QUE TODAVÍA
REACCIONAN A LA LUZ INCONSCIENCIA
29
28
27
26 RELAJACIÓN MUSCULAR
FALTA DE REFLEJO PUPILAR
25 MUERTE APARENTE
FIBRILACIÓN
24
SÍNTOMAS

Los signos vitales cambian; inicialmente, el cuerpo intenta au-


mentar la producción de calor y la frecuencia cardíaca y respira-
toria aumentan. Si la hipotermia progresa, se continúan produ-
ciendo cambios.

A modo indicativo diremos que una persona con una temperatu-


ra corporal de:

• 34 °C-35 °C presentará escalofríos intensos e incontrolables.

• Por debajo de 34 °C, la víctima tendrá dificultad para hablar,


calambres y convulsiones.

• De 32,5 °C a 30 °C, rigidez generalizada, convulsiones, pérdida


de movimientos espontáneos, dificultad respiratoria y apatía.

• Por debajo de 24 ºC, muerte casi segura por fallo cardiaco.

242

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 242 30/5/11 12:28:32


7. Quemaduras, congelaciones y alteraciones de la termorregulación

HIPOTERMIA LEVE HIPOTERMIA GRAVE


Lento, débil. Irregular.
PULSO Rápido
Puede detenerse
Irregular, lenta.
RESPIRACIÓN Rápida
Puede detenerse
PIEL Enrojecida Pálida, cianótica, tensa.
PUPILAS Reactivas Arreactivas

Tratamiento

Al tratarse de una urgencia vital, trasladaremos a la víctima a un


centro sanitario lo antes posible. Previamente será necesario:

• Vigilancia de las constantes vitales e inicio de maniobras de


RCP si el paciente presenta parada cardiorespiratoria (recordar
que es una de las situaciones en que está indicado su inicio,
aún pasado un tiempo que podría considerarse excesivo).

• Mantenerlo en posición antishock (si está consciente).

• Cambiar las ropas de la víctima si están mojadas. Abrigarlo


bien.

• Colocarlo a cubierto, aislado del suelo y lejos de cualquier co-


rriente de aire.

• Proporcionarle bebidas calientes, si está consciente. Nunca


dar comidas ni bebidas estimulantes (chocolate, café, té, etc.)
ni alcohol.

• Trasladar a la víctima a un centro hospitalario lo antes posible.

• Si no es posible el traslado inmediatamente, seguir los siguien-


tes pasos:

• Proporcionarle calor externo de cualquier manera posible, pre-


feriblemente colocando sobre diversas partes del cuerpo bolsas
de agua caliente, debidamente aisladas para evitar quemaduras.

243

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Formación en socorros

Los baños y duchas calientes implican gran riesgo de colapso


por recalentamiento, por lo que sólo son aconsejables en ca-
sos de hipotermia ligera, cuando el afectado esté consciente y
su temperatura corporal sea superior a 35 ºC.

• No masajear las extremidades.

Un caso especial lo constituye la Hipotermia por inmersión,


circunstancia en la que se prolonga la resistencia cerebral a la
hipoxia, por lo que siempre estará indicado iniciar las maniobras
de reanimación eh estos casos si es necesario.

7.3.3. Lesiones producidas por exposición al calor

Nuevamente volvemos a mencionar la importancia de que el


hombre, como animal de sangre caliente, mantenga la tempera-
tura del organismo entre los 35,5 °C y 37 °C, con independencia
de la temperatura exterior, equilibrando la pérdida de calor con la
generada. El sistema nervioso central es extremadamente sen-
sible a las altas temperaturas corporales y su aparición supone
una urgencia vital.

7.3.3.1. Hipertermia

La hipertermia se produce cuando la temperatura corporal aumen-


ta por encima de los 37 °C; son diversos los términos empleados
para nombrar los estadíos de una hipertermia (golpe de calor, in-
solación, agotamiento por calor, calambres por calor, etc.).

• Síncope por calor: generado por el aumento del volumen san-


guíneo en las extremidades, lo que provoca una leve y fugaz
pérdida de consciencia. Generalmente, mantener al afectado
tendido en posición horizontal, lleva a la recuperación.

• Calambres por calor: espasmos dolorosos de la musculatura


tras un esfuerzo importante con abundante sudoración y sin
reposición (pérdida de líquidos y electrolitos). Con estiramiento
muscular de la zona acalambrada y reposición de líquidos

244

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 244 30/5/11 12:28:33


7. Quemaduras, congelaciones y alteraciones de la termorregulación

como zumo o begidas comerciales ricas en carbohidratos.des-


aparecen.

• Insolación: producida por la exposición directa de la cabeza a


los rayos solares.

• Golpe de calor: producido por la combinación de una eleva-


da temperatura y humedad con un fracaso de los mecanismos
termorreguladores. Se caracteriza por la aparición de signos y
síntomas neurológicos (vértigo, síncope, confusión y convul-
siones). Es una emergencia médica que pone en peligro la vida
del paciente.

Factores predisponentes

El organismo elimina el exceso de calor, aumentando el flujo


sanguíneo a las extremidades, en donde puede perderse calor
a través de la piel y el sudor. La urgencia se produce cuando el
ambiente es muy caliente y húmedo. En estas circunstancias,
el cuerpo no puede perder calor por radiación o evaporación. Du-
rante el ejercicio intenso en ambientes calurosos, el organismo
pierde más de un litro por hora de sudor, sudor que se compone
de líquido y electrolitos (sodio y cloro) que son necesarios para
su normal funcionamiento.

Los ancianos y niños están predispuestos a las hipertermias


ya que su sistema termorregulador está afectado o inmaduro; la
no ingestión de suficiente cantidad de líquido (deshidratación)
y la toma de determinados medicamentos en los ancianos les
hacen propensos a padecer estas alteraciones.

A estos factores habría que añadir el entrenamiento o capacidad


de soportar el calor, aclimatación, tipo de ropa utilizada (la ropa
oscura y gruesa absorbe más radiaciones), cantidad de super-
ficie corporal expuesta directamente al sol, constitución física, y
presencia de enfermedades previas.

245

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 245 30/5/11 12:28:33


Formación en socorros

Signos y síntomas

La hipertermia es la progresión de hechos que ocurren en un


paciente con la temperatura interna aumentada. Una pequeña
elevación es generalmente bien tolerada, pero si continúa el au-
mento, los signos y síntomas comienzan a aparecer, pudiendo
ir desde una ligera desorientación a la inconsciencia y muerte,
pasando por:

• Piel pálida y caliente.

• Sudoración profusa.

• Debilidad, fatiga.

• Náuseas y vómitos.

• Calambres musculares y/o abdominales.

246

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 246 30/5/11 12:28:33


7. Quemaduras, congelaciones y alteraciones de la termorregulación

Si aparece alguno de los siguientes síntomas, deberemos sos-


pechar la existencia de un golpe de calor:

• Alteración del comportamiento.

• Cefalea.

• Alucinaciones, delirios.

• Pérdida de consciencia.

• Pérdida de la capacidad de sudoración.

• Vértigos.

Tratamiento

Dada la variedad de las diferentes afecciones con que podemos


encontrar, debe valorarse la posible gravedad y clasificación del
cuadro, tomando inicialmente una serie de medidas generales, y
actuando con cada uno de los síntomas de forma adecuada.

• Situar al paciente en lugar fresco y aireado, disminuyendo su


ropa o llegando incluso a desnudarlo.

• Si el paciente está consciente, colocarlo en decúbito supino


con los miembros inferiores elevados; si está inconsciente o
vomita, ponerlo en posición lateral.

• Reposición de agua y sales: si el paciente está consciente y


no siente náuseas, debe administrarse una solución de un litro
de agua más dos cucharadas de sal y media de bicarbonato o
cualquier bebida isotónica comercial disponible. Evitar las be-
bidas alcohólicas.

• Enfriar el paciente mediante la aplicación en el tórax y extre-


midades de compresas húmedas y/o baños de agua templada,
acompañados de masajes en miembros superiores e inferiores.

247

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 247 30/5/11 12:28:34


Formación en socorros

• Trasladarlo a un centro sanitario siempre que el paciente no se


recupere de forma apropiada en un tiempo adecuado.

• Si hay síntomas neurológicos y, por tanto, sospechamos que


el paciente padece un golpe de calor, se debe activar de for-
ma inmediata a los servicios de emergencias. La medida más
importante que se puede establecer en socorrismo es la de
enfriar al paciente. Es importante que no se intente rehidratar
al paciente vía oral, ya que es muy posible que se produzcan
vómitos y que el paciente pierda el nivel de consciencia, con el
consiguiente riesgo de que aspire el contenido gástrico

7.3.3.2. Prevención de lesiones producidas por el calor

• Evitar que el sol incida directamente sobre la cabeza; llevar la


cabeza cubierta.

• No descuidar la hidratación cuando preveamos estar mucho


tiempo a la intemperie.

• Intentar ante exposiciones previstas aclimatarse a la tempera-


tura en que nos desenvolveremos.

248

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8. Traumatismos
osteoarticulares

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 249 30/5/11 12:28:34


8.1. Sistema locomotor: recuerdo anátomo-fisiológico 251
8.1.1. Funciones 251
8.1.2. Estructuras anatómicas que forman parte
del sistema locomotor 252
8.1.2.1. Aparato osteoarticular 252
8.1.2.2. Aparato muscular 255

8.2. Lesiones más frecuentes del aparato locomotor 256


8.2.1. Fracturas 256
8.2.1.1. Concepto 256
8.2.1.2. Clasificación 257
8.2.1.3. Signos y síntomas 258
8.2.1.4. Complicaciones 259
8.2.1.5. Primeros auxilios 260
8.2.2. Esguince 262
8.2.2.1. Concepto 262
8.2.2.2. Signos y síntomas 262
8.2.2.3. Primeros auxilios 262
8.2.3. Luxación 264
8.2.3.1. Concepto 264
8.2.3.2. Signos y síntomas 264
8.2.3.3. Primeros auxilios 265
8.2.4. Distensión muscular 266
8.2.4.1. Concepto 266
8.2.4.2. Primeros auxilios 267
8.2.5. Material de inmovilización 267
8.2.5.1. Medios improvisados 267
8.2.5.2. Medios no improvisados 268
8.2.6. Procedimientos de inmovilización 268

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8. Traumatismos osteoarticulares

8.1. Sistema locomotor: recuerdo


anátomo-fisiológico
8.1.1. Funciones

Este sistema cumple una triple función:

• Función de relación, al proporcionar movimiento a las distin-


tas partes del cuerpo, facilita el desplazamiento en el espacio
y el acceso a las personas y a los objetos que nos rodean.
Dado que su apariencia externa es única, proporciona a cada
cuerpo una identidad individual. Todo ello conforma la función
de relación que, junto al sistema nervioso, forman el sistema
locomotor.

• Función de protección de aquellas estructuras que son indis-


pensables para la vida: encéfalo, tronco cerebral y médula espi-
nal, corazón y pulmones, hígado, riñones y algunos órganos pélvi-
cos. Funciones que realizan la
caja ósea craneal, la caja ósea
raquídea o vertebral, la caja to-
rácica y la cintura pélvica.

• Función de sostén del cuerpo


en una posición vertical, mer-
ced a las curvaturas fisiológi-
cas que presenta la columna
vertebral.

• Función hematopoyética, en
la médula ósea roja del hueso
se forman las células sanguí-
neas.

• Función de almacén, en el
hueso se almacenan minera-
les como el calcio y el fósforo.

251

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 251 30/5/11 12:28:34


Formación en socorros

8.1.2. Estructuras anatómicas que forman parte


del sistema locomotor

8.1.2.1. Aparato osteoarticular

Está constituido por huesos y articulaciones que forman el arma-


zón y sostén del cuerpo.

LOS HUESOS

Son estructuras duras y resistentes de distintas formas y tama-


ños. El cuerpo humano presenta un total de 206 huesos, reparti-
dos en cabeza, tronco y extremidades superiores e inferiores.

Los huesos se componen de sales inorgánicas, calcio y fósforo


que garantizan su solidez, de una sustancia elástica, el coláge-
no, que asegura elasticidad y resistencia en los movimientos y
de células encargadas de la formación del hueso.

Huesos de la cabeza

a) Huesos del cráneo. El cráneo es la superficie ósea que envuel-


ve al cerebro, y está compuesto por: un frontal, dos parietales,
dos temporales, un occipital, un etmoides y un esfenoides.

b) Huesos de la cara. La estructura ósea de la cara, como la


parte de la cabeza situada por debajo de la porción anterior
del cráneo, se divide en macizo facial superior y del maxilar
inferior o mandíbula y consta de los siguientes huesos:

• Palatinos (2)
• Vómer (1)
• Lagrimales (2)
• Cornetes (2)
• Pómulos o malares (2)
• Maxilar superior (2)
• Maxilar inferior (1)
• Nasales (2)

252

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 252 30/5/11 12:28:35


8. Traumatismos osteoarticulares

Huesos del tronco

a) Cintura escapular, formada por las escápulas (omóplatos) y


la clavícula.

b) La columna vertebral: es un conjunto de huesos cuyas misio-


nes fundamentales son la de sostén del peso del organismo y
proteger la médula espinal.
Se compone de 7 vértebras cervicales, 12 torácicas o dor-
sales, 5 lumbares, 5 sacras (soldadas entre sí por lo que se
considera una sola) y el coxis (formado por 4 vértebras fu-
sionadas).
Las vértebras no tiene todas el mismo tamaño, a medida que
descienden se hacen más grandes, pues es mayor el peso
que tienen que soportar.

b) Las costillas: doce a cada lado, nacen de las vértebras dorsa-


les y se articulan las siete primeras, en la cara anterior con el
esternón, configurando una jaula o caja torácica que protege
el contenido visceral.

c) El esternón: situado en el centro del tórax, en él convergen las


costillas y se compone de tres partes: mango o manubrio
(zona superior), cuerpo (zona media) y apéndice xifoides (zona
inferior).

Huesos de las extremidades

a) Superiores. La extremidad superior comienza en la escápula


u omóplato. Articulada con la clavícula.
El brazo lo constituye el húmero y el antebrazo el cúbito y el
radio.
En la muñeca se encuentran ocho pequeños huesos: el carpo,
que se articula con los huesos del metacarpo (5) numerados
del 1 al 5 empezando por el del dedo pulgar y éstos a su vez
se articulan con las falanges de cada dedo (tres en los dedos
II, III y IV y dos en el dedo pulgar).

253

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 253 30/5/11 12:28:35


Formación en socorros

b) Inferiores: La extremidad inferior comienza en la pelvis, caja


ósea que contiene las vísceras abdominales, y se continúan
con el fémur, hueso más largo del cuerpo humano, que se
encuentra en el muslo y forma articulación con la rodilla.
Mediante la rótula, se une con la tibia que junto con el peroné
forman la pierna.
En el pie nos encontraremos con los huesos del tarso:el cal-
cáneo, el astrágalo, escafoides, cuboides y las tres cuñas,
que se articulan con los cinco metatarsianos y estos a su vez
con los dedos, con tres falanges cada uno de ellos, excepto el
primer dedo que tiene sólo dos.

LAS ARTICULACIONES

Son los elementos de unión entre los huesos, forman junto con
los músculos los componentes dinámicos del aparato locomotor,
es decir son responsables del movimiento.

Están formadas por ligamentos y membranas que unen los ex-


tremos de los huesos, proporcionando una mayor amplitud y di-
versidad de movimientos.

Considerando la conformación y el modo en el que los diferentes


huesos entran en contacto, las articulaciones se dividen en:

• Fijas, también llamadas suturas o articulaciones inmóviles, como


por ejemplo las que forman parte de los huesos del cráneo.

• Semimóviles como la articulación de la sínfisis del pubis.

• Móviles. Son la mayoría. Por ejemplo la articulación del ester-


nón, la cadera, la escápula y la rodilla, articulaciones vertebra-
les, etc.

254

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8. Traumatismos osteoarticulares

Músculo del
muslo anterior
(cuadriceps)

Hueso del
Tapa de la muslo (fémur)
rodilla (patela)
Cartílago
articular

Ligamentos

Menisco
Tendón
patelar
Espinilla
(tibia)

Constan de los siguientes elementos:

• Superficie o caras articulares recubiertas por cartílagos que


sirven de almohadillado del hueso para evitar su desgaste por
el roce.

• Cápsula articular, reforzada por ligamentos que van de uno a


otro hueso.

• Cavidad articular, con líquido sinovial en su interior para suavi-


zar el movimiento.

• Anexos. Sólo aparecen en algunas articulaciones. Son los ro-


detes o meniscos, que evitan el desgaste.

8.1.2.2. Aparato muscular

Los músculos son estructuras que permiten el movimiento del


cuerpo estos se contraen cuando son estimulados. Se clasifican
en musculatura lisa y estriada, la lisa es de contracción lenta e
involuntaria por ejemplo la musculatura del aparato digestivo y la
estriada es de contracción rápida y a veces voluntaria (músculos
del aparato locomotor o musculatura esquelética) y a veces in-
voluntaria (músculo cardiaco).

255

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 255 30/5/11 12:28:35


Formación en socorros

Los músculos esqueléticos dado que se contraen bajo la influen-


cia de la voluntad son también llamados músculos voluntarios,
en número aproximado de 500, se agrupan alrededor de las di-
ferentes piezas del esqueleto que están destinados a mover y
así constituyen los órganos activos de la locomoción. Presentan
unos extremos duros, resistentes, de color blanco (los tendones)
y una porción central en la que se produce la contracción llama-
da vientre del músculo.
Frontal
Infraespinoso

Trapecio Esternocleidomastoideo
Deltoides Deltoides Pectoral mayor
Redondo
mayor Biceps
Triceps Serrato anterior
Dorsal ancho Supinador
largo
Cubital Flexor del
Cubital posterior antegrazo
anterior Radial externo
Recto abdominal

Glúteo Cuadriceps
Semitendinoso mayor Vasto externo
Bíceps Vasto interno
Semimembranoso femoral

Gemelos Tibial Peroneo


anterior
Sóleo
Tendón
de aquiles

8.2. Lesiones más frecuentes del aparato


locomotor
8.2.1. Fracturas

8.2.1.1. Concepto

Una fractura es la pérdida de continuidad en un hueso. Esta puede


ir desde una simple fisura (rotura incompleta), hasta la rotura com-
pleta del hueso.

256

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 256 30/5/11 12:28:35


8. Traumatismos osteoarticulares

Las fracturas aunque pueden


producirse como consecuencia
de determinadas enfermedades
que afectan a los huesos, gene-
ralmente se producen como re-
sultado de la aplicación de una
fuerza de origen violento sobre
el esqueleto.

Se trata de lesiones dolorosas,


raramente mortales a no ser que se asocien con una lesión vas-
cular que pueda suponer una importante pérdida de sangre.
Pero si no son reconocidas y atendidas, pueden causar serios
problemas e incluso dejar incapacitada a la víctima.

8.2.1.2. Clasificación

De los diferentes tipos de clasificación, nos interesa la que dife-


rencia las fracturas en abiertas y cerradas.

• Cerradas: El hueso se fractura pero la piel permanece intacta


(no hay herida).

• Abiertas: Originan la rotura de la piel (hay herida próxima al


foco de la fractura), poniendo en comunicación el hueso con
el exterior. Conllevan riesgos adicionales de hemorragia y de
infección de la herida y de los extremos del hueso fracturado.

257

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 257 30/5/11 12:28:35


Formación en socorros

8.2.1.3. Signos y síntomas

No siempre se podrá determinar la existencia de fractura, por lo


que tendremos que sospecharla al conocer la causa de la lesión,
recogiendo información del propio herido (puede referir que escu-
chó o sintió un crujido en el momento de producirse la lesión) o,
en su defecto, de los testigos presenciales.

Hay que dejar visibles las zonas lesionadas para un examen


visual completo, lo que nos permitirá identificar los signos y sín-
tomas de la lesión ósea:

• Dolor intenso, que aumenta al intentar mover la zona.

• Deformidad, desdibujamiento, acortamiento, etc., según el gra-


do de desviación de los fragmentos rotos; esta deformidad es
variable dependiendo del hueso roto (comparar con el lado
opuesto).

• Amoratamiento, que engloba dos síntomas, el edema (infla-


mación) de la zona y el hematoma (por la hemorragia interna).

258

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8. Traumatismos osteoarticulares

• Impotencia funcional. Este síntoma también es variable; una


fractura de húmero dará una gran impotencia funcional, sin em-
bargo la fractura del escafoides en la muñeca no limita tanto la
función.

Es importante la palpación del hueso sin presionar, para evitar


el desplazamiento de los fragmentos óseos si los hubiera, co-
menzando siempre por la zona proximal y así localizar puntos
dolorosos.

Uno de los peligros más importantes en


una fractura será la posible existencia
de una compresión vascular y/o nervio-
sa que pudiera comprometer la vida de
esa extremidad; signos de este hecho
serán:

• Ausencia de pulsos periféricos, radial


y pedio.

• Relleno capilar retardado (más de 2


seg. en recobrar el color).

• Baja temperatura de la zona (comparar


con la otra extremidad).

• La alteración de la sensibilidad y movi-


lidad de la extremidad indicará la posi-
ble existencia de sección nerviosa.

8.2.1.4. Complicaciones

Además de la fractura en sí, pueden aparecer otro tipo de com-


plicaciones que pueden agravar la lesión, tales como:

• Posibilidad de lesión en las partes blandas adyacentes; vasos


sanguíneos, nervios, músculos: órganos internos, etc.

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Formación en socorros

• Hemorragia y shock hipovolémico. Es especialmente impor-


tante en la fractura de la pelvis y de la diáfisis femoral, o en
politraumatizados donde se suman las pérdidas de sangre de
varias lesiones.

• Shock neurogénico, por el dolor; normalmente puede aparecer


en politraumatizados, en una mala inmovilización, etc.

• Infección, en el caso de fracturas abiertas.

8.2.1.5. Primeros auxilios

• Evaluación inicial del paciente,


prestando especial atención a las
lesiones que puedan comprome-
ter la vida y asegurándonos de la
buena ventilación de la víctima.

• Escuchar al paciente el relato de


los hechos; en ocasiones será difí-
cil determinar con exactitud si exis-
te o no fractura; en cualquier caso,
los primeros auxilios se prestarán
como si realmente existiese.

• No movilizar al accidentado, si
no es absolutamente necesario,
para evitar agravar la fractura y si
fuera necesario su movilización
antes tendríamos que inmovilizar
el foco de la fractura. Hay que tener en cuenta que como con-
secuencia de una movilización apresurada se puede agravar
su estado.

• Retirar anillos, relojes y pulseras (en caso de afectación de la


extremidad superior) que pueden llegar a dificultar la circula-
ción sanguínea cuando se edematice la zona.

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8. Traumatismos osteoarticulares

• Inmovilizar el foco de la fractura (sin reducirla) incluyendo las


articulaciones adyacentes con férulas rígidas, evitando siem-
pre movimientos bruscos de la zona afectada.

• Cubrir la herida con apósitos estériles en el caso de las fractu-


ras abiertas y antes de proceder a su inmovilización.

• Traslado a un centro sanitario para su tratamiento definitivo,


con las extremidades elevadas (si han sido afectadas), una vez
inmovilizadas.

Observar con frecuencia la presencia de pulso periférico (en


el caso de las extremidades), la coloración y temperatura de la
piel. Una coloración blanquecina o azul oscura, indican que los
vendajes están demasiado apretados y es necesario aflojarlos.

El pulso periférico de la extremidad superior se localiza en la muñe-


ca debajo del pulgar (pulso radial) y el de la extremidad inferior lo
podemos localizar por arriba de la unión del 1er y 2° dedo en medio
del empeine (pulso pedio).

Si hubiera ausencia de alguno de estos pulsos y la asistencia


médica fuera a tardar, deberíamos solucionar este problema me-
diante la tracción sostenida de la extremidad.

261

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Formación en socorros

8.2.2. Esguince

8.2.2.1. Concepto

Consiste en la separación momentánea de las superficies arti-


culares, que produce la distensión y a veces rotura de los liga-
mentos. Generalmente se produce tras un movimiento forzado de
la articulación en una dirección determinada.

8.2.2.2. Signos y síntomas

• Dolor acusado y localizado en


el punto de la lesión, más o me-
nos intenso, que posteriormente
cede y se reactivará al cabo de
unas horas.

• Inflamación de la zona (compa-


rar con el miembro ileso).

• Impotencia funcional más o me-


nos manifiesta.

• El paciente normalmente describe cómo se ha lesionado.

• En esguinces graves se observa hematoma.

8.2.2.3. Primeros auxilios

• Inmovilizar la articulación afectada mediante un vendaje com-


presivo.

• Elevar la extremidad afectada y mantenerla en reposo, para


disminuir la inflamación.

• Aplicar frío local inicialmente, lo que ayudará a calmar el dolor.


Esto se realizará aplicando una bolsa de hielo envuelta en una
toalla o similar para evitar que el frío sea excesivamente intenso.

262

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8. Traumatismos osteoarticulares

• Realizar, si es posible, un vendaje compresivo en forma de ocho


(vendajes articulares).

• No aplicar pomadas antiinflamatorias ni analgésicos ya que en-


mascaran los síntomas.

• Trasladar a un centro sanitario con la extremidad lesionada en


reposo.

263

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Formación en socorros

Esta pauta de actuación se corresponde con el acrónimo RICE:

R: reposo
I (ice): hielo
C: compresión
E: elevación

8.2.3. Luxación

8.2.3.1. Concepto

Es la separación permanente de las superficies articulares. A dife-


rencia con el esguince, éstas no vuelven a su posición normal.

La luxación, según el grado de separación entre las superficies


articulares, puede ser:

• Incompleta, también llamada subluxación.

• Completa.

8.2.3.2. Signos y síntomas

• Dolor intenso, debido a la ex-


trema sensibilidad que poseen
las articulaciones.

• Inflamación.

• Deformidad de la zona (com-


parar con el miembro sano).

• Impotencia funcional: debido


a la luxación, no hay movimien-
to de la articulación o este es
anómalo. Escuchar cómo des-
cribe el paciente el mecanismo
de la lesión.

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8. Traumatismos osteoarticulares

8.2.3.3. Primeros auxilios

• Inmovilizar la articulación afectada tal y como se encuentre.

• No intentar reducir la luxación, es decir, volver a colocar el


hueso en su sitio.

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Formación en socorros

• Traslado a un centro sanitario para su reducción y tratamiento


definitivo.

• No dar nada de comer o beber al paciente, ya que posiblemen-


te se necesitará anestesia para reducir la luxación.

• Observar la circulación distal a través de los pulsos periféricos,


la coloración y temperatura de la piel.

• Está contraindicada la tracción por parte del socorrista.

8.2.4. Distensión muscular

8.2.4.1. Concepto

La distensión muscular se produce cuando los músculos o ten-


dones se estiran y pueden desgarrarse; a menudo son causadas
al levantar algo pesado o al forzar demasiado un músculo.

Suele suponer un problema el diferenciarlas de un esguince,


pero generalmente, en éstos los síntomas se encontrarán a nivel
de las articulaciones, mientras que las distensiones aparecen en
una zona muscular.

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8. Traumatismos osteoarticulares

8.2.4.2. Primeros auxilios

• Inmovilizar la zona.

• Aplicar frío local no más de 10 minutos seguidos.

• Elevar la extremidad afectada y mantenerla en reposo, para


disminuir la inflamación.

• No aplicar pomadas antiinflamatorias ni analgésicos, ya que


enmascaran los síntomas.

8.2.5. Material de inmovilización

Una inmovilización se hace con el objeto de impedir todo mo-


vimiento de una zona lesionada, sea por fractura, esguince o
luxación y, así, no agravar las lesiones existentes.

La inmovilización supone las siguientes ventajas:

• Reduce la posibilidad de lesiones musculares, nerviosas y vas-


culares por los fragmentos de los huesos rotos.

• Reduce el dolor.

• Reduce la posibilidad de shock.

• Aumenta la comodidad del accidentado, al mantener en reposo


la zona afectada.

• Consecuentemente, necesitaremos tener una idea clara de lo


que queremos hacer, para luego utilizar los materiales o ele-
mentos más adecuados de que dispongamos.

8.2.5.1. Medios improvisados

Emplearemos tablillas, almohadillas, revistas, férulas rígidas im-


provisadas, pañuelos triangulares, vendajes, etc.

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Formación en socorros

8.2.5.2. Medios no improvisados

• Férulas neumáticas.

• Férulas de vacío.

• Férulas rígidas (de Cramer, etc.).

8.2.6. Procedimientos de inmovilización

• Pensar en el material y método que se vaya a utilizar.

• Alguien debe mantener la zona afectada, inmovilizada con las


manos, mientras aplicamos el método elegido.

• Cubrir con apósitos las heridas que existan.

• Almohadillar la zona a inmovilizar.

• Inmovilizar en la posición en que encontremos la zona afectada.

268

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9. Traumatismos
craneales,
de columna
y politraumatismos

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9.1. Sistema nervioso: recuerdo anátomo-fisiológico 271
9.1.1. Estructuras constituyentes 271
9.1.1.1. Órganos receptores 271
9.1.1.2. Órganos integradores 271
9.1.1.3. Órganos efectores 272
9.1.2. Encéfalo 272
9.1.3. Médula espinal 273

9.2. Traumatismos craneales y de columna 274


9.2.1. Generalidades 274
9.2.2. Heridas que afectan al cuero cabelludo 275
9.2.3. Traumatismo cráneo encefálicos 276
9.2.3.1. Contusiones craneales 276
9.2.3.2. Fracturas del cráneo 277
9.2.3.3. Lesiones encefálicas 280
9.2.3.4. Actuación general en los traumatismos
cráneo encefálicos 282
9.2.4. Traumatismos en la cara 283
9.2.4.1. Actuación 284
9.2.5. Traumatismos en la columna vertebral 284
9.2.5.1. Mecanismos de producción 287
9.2.5.2. Signos y síntomas de lesión vertebral 288
9.2.5.3. Signos y síntomas de una lesión
en la médula espinal 289
9.2.5.4. Primeros auxilios, pautas generales 293

9.3. Trauma grave 295


9.3.1. Concepto 295
9.3.2. Primeros auxilios 296

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9. Traumatismos craneales, de columna y politraumatismos

9.1. Sistema nervioso: recuerdo


anátomo-fisiológico
9.1.1. Estructuras constituyentes

9.1.1.1. Órganos receptores

Externamente representados por los órganos de los sentidos


(ojo, lengua, oído, piel y nariz), e internamente por los recep-
tores neuronales situados en todos los tejidos para recoger va-
riaciones respecto a temperatura, presión, metabolismo, gases
respiratorios, etc.

9.1.1.2. Órganos integradores

Localizados, principalmente en el Sistema Nervioso Central, for-


mado por Médula Espinal y Encéfalo, recogen el estimulo origi-
nado en el receptor, que es analizado e integrado con el total de
los estímulos recibidos y elaborada una respuesta es transmitida
a los órganos efectores.

Cerebro
Bulbo Cerebelo
raquídeo
Plexo cervical
Plexo
braquial Nervio Frénico
Nervios
torácicos Nervio Radial

Nervio cubital
Plexo lumbar
Plexo sacrocoxigeo

Nervio safemo Nervio ciático

Nervio femoro-cutáneo
Nervio peroneo
Nervio cutáneo medial

Nervio tibial

Nervio sural
Rama plantar lateral

Rama plantar medial

271

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Formación en socorros

9.1.1.3. Órganos efectores

Se localizan, principalmente en el Sistema Nervioso Periférico,


formado por nervios espinales o esqueléticos y por nervios ve-
getativos o metabólicos. Estos nervios, saliendo de la médula
espinal producen la respuesta de la estructura estimulada.

9.1.2. Encéfalo

El encéfalo está alojado en el interior de la cavidad craneal, y a


su vez en él se distinguen tres componentes: cerebro, cerebelo
y bulbo raquídeo.

9.1.2.1. Cerebro

Es el órgano más voluminoso de los tres y está dividido en dos


hemisferios (derecho e izquierdo) por un surco central; cada hemis-
ferio controla el lado opuesto del cuerpo. Ocupa prácticamente toda
la cavidad craneal.

Es el asiento de la inteligencia, de la voluntad y de las sensaciones.

9.1.2.2. Cerebelo

Situado por debajo del cerebro en su parte posterior (nuca), es


el centro coordinador de los movimientos, de la estabilidad y del
equilibrio.

9.1.2.3. Bulbo raquídeo

Situado por delante del cerebelo, une, junto con la protuberan-


cia, el cerebro con la médula espinal.

En su interior se localizan los centros que controlan las funciones


vitales (respiratorio, cardíaco y vasomotor). Esto explica que, en
determinadas ocasiones, aun existiendo lesiones a nivel del ce-
rebro (por ejemplo en un traumatismo craneal), el corazón y los
pulmones sigan funcionando (muerte cerebral).

272

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9. Traumatismos craneales, de columna y politraumatismos

Cerebro

Bulbo
raquídeo
Cerebelo

9.1.3. Médula espinal

Tiene forma de cordón blanquecino y está alojado en el interior


del conducto raquídeo, formado por la superposición de los agu-
jeros vertebrales. Se une al bulbo por arriba, y termina a la altura
de la primera vértebra lumbar; en la llamada “cola de caballo” de
la medula espinal.

De ella parten los nervios raquídeos o espinales, que contienen


fibras motoras y sensitivas.

El sistema nervioso central está cubierto por unas membranas


protectoras denominadas meninges. Son tres:

• Duramadre, situada externamente junto al cráneo y al conduc-


to raquídeo.

• Aracnoides, parecida a la tela de araña, situada en el medio.

• Piamadre, situada internamente y muy rica en vasos sanguí-


neos, adherida al tejido nervioso.

273

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Formación en socorros

Entre la piamadre y la aracnoides, se encuentra el líquido ce-


falorraquídeo; tiene un aspecto acuoso y transparente y una
función amortiguadora y nutritiva.

Ganglio
espinal
Raíces dorsales y raíces
ventrales del nervio espinal
Nervios
cervicales

Rama dorsal del


Nervios nervio espinal
torácicos

Nervios
lumbares Rama
cutánea lateral

Nervios
sacros

Rama
cutánea anterior

9.2. Traumatismos craneales y de columna


9.2.1. Generalidades

Los traumatismos de cráneo y columna, son situaciones que po-


demos encontrar en cualquier etapa de la vida. En la edad infan-
til el trauma craneal, es la urgencia traumática más frecuente y
relacionada con accidentes domésticos y las lesiones de colum-
na, aunque en mucho menor grado son comunes en caídas en
parques, accidentes en piscinas y niños precipitados.

Pero sin duda es en la edad media de la vida, dónde este tipo de le-
siones son las más importantes, debido a los accidentes de tráfico.

Las lesiones medulares y encefálicas por traumatismos son ac-


tualmente la causa de más elevada morbi-mortalidad. Veamos

274

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9. Traumatismos craneales, de columna y politraumatismos

algunos datos que se desprenden del Boletín Informativo de Ac-


cidentes en 2005, publicado por la DGT.

En 2005 se produjeron en nuestras carreteras 91.187 accidentes


con víctimas, que ocasionaron 137.251 víctimas (4.442 muertos
—a treinta días— y 132.809).

La importancia en cuanto a su morbi-mortalidad, pues se debe a,


que estos traumatismos constituyen la primera causa de inva-
lidez y de parálisis (hemi o tetraplejia) en jóvenes (responsa-
bles del 40% de las minusvalías que se producen).

Los traumatismos craneoencefálicos son especialmente impor-


tantes, ya que, dependiendo de su intensidad, podrían afectar al
sistema nervioso central localizado en la cavidad craneal.

Así, después de un traumatismo craneal, nos podemos encon-


trar diferentes situaciones anómalas desde una simple herida
en el cuero cabelludo o en la cara, a una fractura craneal, o
hasta signos de afectación encefálica, o varias de estas lesio-
nes juntas.

En función de las estructuras afectadas nos encontraremos con


varios tipos que veremos en los siguientes apartados.

9.2.2. Heridas que afectan al cuero cabelludo

El cuero cabelludo está forma-


do por una capa de piel grue-
sa, que se desplaza con cierta
facilidad sobre la superficie del
cráneo; esto hace que al sufrir
una contusión o herida se des-
prenda fácilmente, originando
las heridas en colgajo o “en
scalp”.

275

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Formación en socorros

Como además todo este tejido está muy vascularizado, las heri-
das del cuero cabelludo sangrarán abundantemente, y será priori-
tario en el tratamiento de estas lesiones, controlar la hemorragia.
Por lo demás, se aplicarán los primeros auxilios para heridas.

9.2.3. Traumatismos cráneo encefálicos

La importancia de los traumatismos craneoencefálicos viene


dada como hemos dicho antes por el hecho de que continúan
siendo la .primera causa de muerte en los accidentes de tráfico,
sobre todo motos (el 80%) y que este tipo de lesiones tienen una
alta tasa de mortalidad prehospitalaria (50-60%).

Las lesiones de esta región cor- 80 %

poral serán más graves puesto 70 %


que contienen centros vitales,
con gran riesgo para la vida o 60 %

para la aparición de graves se- 50 %


cuelas si sufren un daño impor-
40 %
tante. Dependiendo de la intensi-
dad del impacto, podremos tener 30 %
simplemente contusiones, he-
20 %
matomas superficiales, que con
frío local mejorarán o heridas, 10 %
como las que hemos visto ante- 0
riormente, o fracturas y lesio-
INDUSTRIA
TRÁFICO

HOGAR

nes encefálicas, que precisarán


un manejo más complejo.

9.2.3.1. Contusiones craneales

Las contusiones craneales serán aquellas lesiones que sin llegar


a dar herida o fractura, generarán hematomas externos visibles,
en mayor o menor grado, el típico “chichón”…, no obstante éste
tipo de lesiones pueden generar también lesiones internas, como
la contusión cerebral relacionada con la fuerza del impacto, éste
ocasiona un desplazamiento de la masa encefálica que “choca”
contra las paredes internas del cráneo, con la subsiguiente aparición

276

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 276 30/5/11 12:28:48


9. Traumatismos craneales, de columna y politraumatismos

de síntomas y signos de afectación del sistema nervioso central,


en más o menos grado.

En éste grupo también entraría lo que llamamos “Conmoción cere-


bral”, que consistiría en pérdida de consciencia transitoria, y amne-
sia o pérdida de memoria del suceso sin otras complicaciones, re-
cordando siempre que no será necesaria la presencia de fractura.

9.2.3.2. Fracturas del cráneo

Las fracturas de cráneo, no son más que la rotura de los huesos


de la bóveda craneal o en casos de impactos de alta energía, de
la base del cráneo en sí, lo verdaderamente importante es la po-
sible lesión del las estructuras que ahí se albergan, el encéfalo
(cerebro, cerebelo y tronco del encéfalo). De hecho, una fractura
de cráneo, sin asociarse a lesión interna del sistema nervioso,
no tendrá a priori excesiva gravedad.

Es importante recordar que el cráneo de los lactantes está en


formación y que muchas veces notaremos zonas blandas habi-
tuales llamadas fontanelas en la zona superior del cráneo, ésto
que es una ventaja para el crecimiento del cerebro, influye en
retrasar la aparición de los signos de afectación encefálica en
caso de lesión, por eso cualquier contusión craneal en niños
menores de 2 años que haya sido capaz de generar un hema-
toma externo, deberá ser visto por un pediatra, para descartar
posible fractura, independientemente de su estado en ese mo-
mento.

Dentro de estas fracturas se pueden distinguir dos grandes


grupos:

Fracturas de la bóveda craneal

Varían, desde las simples fisuras óseas, visibles por rayos X,


hasta las fracturas con hundimiento, en las cuales, el fragmento
roto resulta proyectado y desplazado hacia el interior de la cavi-
dad craneal.

277

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 277 30/5/11 12:28:48


Formación en socorros

Pueden ser cerradas o abiertas, en función de si se acompañan o


no, de herida en la piel. En cualquier caso, su diagnóstico se esta-
blecerá mediante exploración radiológica, por lo que el socorrista
se limitará a sospechar su existencia, inmovilizando a la víctima
en plano inclinado con la cabeza elevada (semisentado) si no tie-
ne otras lesiones, y vigilando sus constantes vitales, y procurando
mantener lo más inmóvil posible la columna cervical.

Fracturas de la base del cráneo

Fracturas mucho más graves, pueden afectar a diferentes zonas


las que afectan a la fosa anterior o región fronto-orbitarla, gene-
ralmente se acompañan de epistaxis y liquorrea (salida de LCR
líquido céfalo raquídeo). Pueden aparecer también hematomas
periorbitarios en ambos ojos.

Las fracturas que afectan a la zona media o región temporal,


cursan con otorragia, que también se puede acompañar de sa-
lida de líquido cefalorraquídeo, generando un signo exploratorio
determinado mediante el “test del halo”, en que al poner un paño
en el exterior del pabellón auricular, vemos como se marca un

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9. Traumatismos craneales, de columna y politraumatismos

circulo externo de sangre y más claro el centro, por el LCR. Tam-


bién podremos encontrar y hematomas alrededor de la apófisis
mastoides (detrás de las orejas).

La afectación de la fosa posterior o región occipital, puede ser


también importante, ya que se albergan estructuras como el ce-
rebelo, básico para mantener el equilibrio y la coordinación, una
lesión en esta zona también podrá dar trastornos visuales.

SERÁ COMÚN EN TODOS ESTOS TIPOS DE LESIONES LA


AFECTACIÓN EN MÁS O MENOS GRADO DEL NIVEL DE
CONSCIENCIA.

Recordar que un traumatismo sobre el cráneo capaz de frac-


turarlo, implica además una alta posibilidad de lesión de la
columna cervical.

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Formación en socorros

9.2.3.3. Lesiones encefálicas

Como ya hemos dicho antes, no se necesita ni herida ni fractura


de cráneo para pensar en la posibilidad de lesiones encefálicas
internas.

Los traumatismos con meca-


nismo de acción de alta ener-
gía, precipitados, caídas, de
más altura que la talla propia,
accidentes de moto o coche,
etc. siempre deben ponernos
en alerta.

El conocimiento de los sig-


nos y síntomas propios de
afectación de estructuras nerviosas y el mecanismo de lesión
deberán ser suficientes para sospechar lesiones graves y por
tanto activar los sistemas de emergencia 112 lo antes posible.

Las lesiones encefálicas variarán desde la presencia de edema o


inflamación, hasta la producción de hemorragias de diferentes lo-
calizaciones, con el subsiguiente aumento de la presión intracra-
neal y presencia de signos y síntomas específicos y graduales.

Los signos que indican la afectación del sistema nervioso central


son:

• Alteración del estado de consciencia: La pérdida de con-


ciencia breve y transitoria aunque común debe indicar visita
médica, y cualquier grado de afectación del estado normal de
consciencia debe ser valorado, la confusión o agitación inicial,
la somnolencia, la falta de respuesta a estímulos, como el estu-
por y por supuesto el coma , serán síntomas de gravedad.

Para ello podemos aplicar la regla AVDN:

- El paciente se encuentra: Alerta, coopera, está consciente.

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9. Traumatismos craneales, de columna y politraumatismos

- El paciente responde a estímulos Verbales: está desorienta-


do pero obedece órdenes.
- El paciente responde a estímulos Dolorosos, pero no a orde-
nes verbales.
- El paciente No responde; no reacciona a ningún estímulo,
está inconsciente.

• Alteración en el tamaño de las pupilas. Signo importante de


que existe daño encefálico y debemos observar si existe:

- Midriasis. Dilatación de ambas pupilas.


- Miosis. Contracción de ambas pupilas.
- Anisocoria o diferencia marcada entre ambas pupilas.
- Ausencia del reflejo foto-motor. Las pupilas no reaccionan a
las variaciones de intensidad de la luz.

• Pérdida de memoria. Que puede ser:

- Amnesia retrógrada. Pérdida de la memoria de los hechos


que ocurrieron antes del accidente.
- Amnesia postraumática. Pérdida de la memoria de los he-
chos posteriores al accidente.

• Aparición de convulsiones.

• Presencia de vómitos repetidos.

• Dolor que no cede, y que puede dar irritabilidad en caso de


niños, hipersensibilidad en el lugar de la lesión, o alteraciones
sensitivas en general.

• Deformidad evidente del cráneo (bóveda craneal), y con cre-


pitación o inestabilidad a la palpación.

• Comportamiento anómalo.

• Respiración irregular, con breves detenciones a intervalos.

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Formación en socorros

• Hemorragia por los oídos (otorragia), nariz (epistaxis) o por ambos.

• Hematoma en la región orbitaria (alrededor de los ojos) y/o


periauricular (alrededor de las orejas).

• Salida del líquido cefalorraquídeo a través de oídos, nariz o


de ambos o bien por una herida del cuero cabelludo, si es que
esta existe.

Algunos de estos signos indican la existencia de lesión ence-


fálica pero la falta de signos significativos, no necesariamente
indica que ésta no exista. Ya que pueden ir manifestándose de
forma progresiva a lo largo de unas horas.

9.2.3.4. Actuación general en los traumatismos cráneo encefálicos

Sospecharemos lesión cráneo encefálica en aquellas víctimas


con lesiones craneales claras, alteraciones de la consciencia y
los síntomas y signos sugestivos de lesión encefálica evidentes
tras un traumatismo, pero también cuando no quede claro el ori-
gen de su estado.

Tras la primera valoración, activaremos el sistema de emergen-


cia 112.

Evitaremos mayores complicaciones, procurando no mover ni


que muevan a la víctima si ésta está estable.

Si respira y es preciso aseguraremos la vía aérea y colocare-


mos, si la columna cervical no está comprometida a la víctima
en posición lateral de seguridad, siempre que sea posible y no
suponga más riesgo añadido, moviéndola en bloque, respetan-
do el eje cabeza-cuello-tronco.

Si no respira iniciaremos la RCP según el protocolo habitual.

En algunos casos si la víctima está en un plano duro adecuado,


tabla o camilla, será beneficioso mantener una elevación de la

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9. Traumatismos craneales, de columna y politraumatismos

cabeza unos 30º en plano inclinado, lo que llamamos posición


anti-trendelenburg, vigilar el mantenimiento de sus constantes
vitales y asegurar su traslado a un centro sanitario en condicio-
nes adecuadas.

Hemos de tener en cuenta que el pelo dificulta la exploración visual


de la zona; algunos síntomas/signos pueden pasar desapercibidos,
especialmente, en pacientes que hayan perdido el conocimiento.

La epistaxis y la otorragia no deberán ser taponadas.

Debemos recordar que lo verdaderamente importante en los trau-


matismos craneoencefálicos es el mantenimiento de las cons-
tantes vitales y su control continuo, es decir, la valoración prima-
ria de la víctima, pudiendo ser trasladada ésta sin una valoración
secundaria, debido a la urgencia del caso.

9.2.4. Traumatismos en la cara

Los traumatismo faciales revisten importancia por la posible re-


percusión que pueden tener tanto a nivel respiratorio (afectarán
a boca-nariz), como de los órganos de los sentidos (oídos, nariz,
ojos). Además de heridas, contusiones, quemaduras, etc., des-
pués de un traumatismo facial nos podemos encontrar:

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Formación en socorros

• Fractura de los huesos propios de la nariz: cursa con epis-


taxis y deformidad evidente.

• Fractura de los maxilares superior e inferior: son lesiones


difíciles de apreciar a simple vista. A menudo, se acompañan
de dolor o dificultad para abrir la boca, en especial, si se afecta
el maxilar inferior.

• Fracturas de los huesos de la órbita, que afectarán a la mo-


tilidad ocular.

9.2.4.1. Actuación

• Activar el sistema de emergencia 112.

• Controlar los signos vitales.

• Control de las hemorragias.

• Vigilar que no haya piezas dentarias sueltas en el interior de la


boca.

• No palpar por norma la cara, podemos favorecer algún hundi-


miento óseo.

• Observar el movimiento simétrico de los ojos.

Resulta evidentemente que una de nuestras preocupaciones


será la de mantener abiertas las vías aéreas, impidiendo que la
hemorragia pueda complicar la lesión. En cualquier caso, proce-
de la revisión médica de la lesión.

9.2.5. Traumatismos en la columna vertebral

Los traumatismos de la columna en general serán lesiones que


siempre deberán obligar a una exploración muy exhaustiva, pero
a veces sólo la sospecha por el mecanismo de producción, nos
obligará a ello. Las lesiones más frecuentes suelen ser los esguinces

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9. Traumatismos craneales, de columna y politraumatismos

de la musculatura adyacente, las luxaciones, las fracturas y la


asociación de estas dos últimas, pero sin duda lo más temible
será la lesión de la médula espinal.

Algunas partes de la columna vertebral son más susceptibles


que otras de sufrir lesiones. Debido a que en cierta forma, se en-
cuentran reforzados por las costillas que se articulan con ellos,
los segmentos de la región torácica generalmente no sufren
daño, excepto en traumatismos muy violentos. Lo mismo puede
decirse del sacro.

Por el contrario, las regiones cervical y lumbar están muy expues-


tas a las lesiones, porque no tienen el apoyo de otras estructuras
óseas. Generalmente, la región cervical se lesiona en acciden-
tes que provocan “latigazo” (lesiones por flexo-extensión); la
región lumbar suele lesionarse al intentar levantar una carga pe-
sada con una técnica inapropiada (aplastamiento lumbar).

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Formación en socorros

La importancia de las lesiones en la columna vertebral resulta


del riesgo de afectación de la médula espinal, ya sea por com-
presión o por sección (total o parcial).

Cuando una exagerada inclinación (flexión o extensión) o movi-


miento oscilatorio brusco fuerzan la columna vertebral, existe
la posibilidad de aplastar o acuñar una vértebra, con el riesgo
de que sus fragmentos óseos se desplacen y que al apoyar-
se en el canal, compriman o inclusive lleguen a seccionar la
médula.

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9. Traumatismos craneales, de columna y politraumatismos

9.2.5.1. Mecanismos de producción

Sospecharemos que puede haber lesión craneal o de la colum-


na vertebral cuando encontremos a un paciente que ha sufrido
o presenta:

• Caída sobre los pies o glúteos desde una cierta altura (lesión,
fractura indirecta, aplastamiento vertebral).

• Caída desde una altura mayor que su estatura y precipitados.

• Golpes violentos sobre la columna (caída sobre la espalda,


accidente de moto, etc.).

• Movimientos violentos y forzados de la columna (frenazos de


coche, colisiones frontales).

• Cualquier accidente en una zambullida, o un ahogamiento no


visualizado.

• Lesiones causadas por golpes en la cabeza o el tronco de alta


energía.

• Accidentes de automóvil de alta energía o motocicleta.

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Formación en socorros

• Rotura de casco, ya sea deportivo, industrial o de conducción.

• Presenta signos y síntomas sugestivos de lesión vertebral y/o


medular.

• Presenta alteraciones de conducta, consciencia o sensibilidad


no explicados por otras causas.

9.2.5.2. Signos y síntomas de lesión vertebral

Los síntomas de lesión de la columna vertebral más caracterís-


ticos son:

• Dolor localizado en el lugar de la lesión. En ocasiones, se irra-


dia siguiendo el trayecto del nervio afectado. La sensibilidad al
dolor está aumentada o muy disminuida.

• Rigidez o contractura muscular en la zona lesionada.

• Impotencia funcional, total o parcial.

• Deformidad: es difícil de apreciar (fijarse en la apófisis espino-


sa de las vértebras).

No obstante recordar que con la sospecha de lesión por el mecanis-


mo que ha habido es suficiente, ya que cuando el paciente presente
otras lesiones como, fractura de huesos de extremidades, heridas,
etc., la vértebra que es un hueso menor irrigado e inervado que
otros, puede doler comparativamente menos… y “engañarnos”.

En cualquier caso, si se sospecha la existencia de una lesión


o, en caso de duda, debe tratarse a la víctima como si exis-
tiese esa lesión realmente. No hay que olvidar que la médula
puede no haberse dañado en el momento de producirse la
lesión, y dañarse “a posteriori”, como consecuencia de un mo-
vimiento imprudente.

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9. Traumatismos craneales, de columna y politraumatismos

Como medida preventiva, en el caso de un paciente incons-


ciente que haya sufrido un traumatismo por encima del nivel
de las clavículas, deberá ser tratado como si tuviera la colum-
na cervical lesionada.

9.2.5.3. Signos y síntomas de una lesión en la médula espinal

En nuestro entorno, un 50% de las lesiones medulares agudas


(LMA) son consecuencia de los accidentes de tráfico, seguidos
de los accidentes laborales, domésticos y deportivos (dentro de
esta última causa, destacan los lanzamientos de cabeza en pis-
cinas) y, principalmente, afectan a personas con edades com-
prendidas entre los 16 y 35 años.

El 50% de las LMA se producen en la porción cervical y el 34%


a nivel dorsal.

Existe una relación directa entre la localización de la lesión y la


pérdida o disminución de funciones en las distintas zonas corpo-
rales, debido a la distribución de los nervios periféricos.

• Dolor. A este respecto, una lesión en la médula espinal es


similar a otros tipos de lesiones en huesos y articulaciones. El
movimiento de las partes lesionadas causa dolor. Si una perso-
na con supuesta lesión en la espina experimenta dolor, con el
movimiento voluntario del cuello o de la espalda, es un marca-
do índice de que existe lesión. Pero si hay otras lesiones puede
dar la falsa sensación de doler menos…

• Parálisis o parexia. La parálisis de las extremidades inferiores


(paraplejia) o de las cuatro extremidades (tetraplejia), cons-
tituye probablemente el signo más característico y seguro de
que el paciente presenta una lesión en la médula espinal.
Deberemos pedir al paciente que mueva los dedos de los pies
y las dos manos; tomaremos su mano (como si fuera a saludar-
lo) y le pediremos que apriete.

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Formación en socorros

Si no mueve los dedos, o le cuesta, o si no tiene fuerza para


apretarnos la mano, o el hacerlo le ocasiona más dolor, pensa-
remos en la afectación de la médula espinal.

• Pérdida de la sensibilidad (más o menos acusada). Pellizque


la piel del paciente, o tóquele los dedos para ver si distingue en
qué dedo le ha tocado.

• Signos de shock, el trauma medular por el dolor y la afecta-


ción nerviosa, puede generar un conjunto de signos compati-
bles con la situación de shock, si bien tendrán rápida tendencia
a la bradicardia.

• Pérdida del control de esfínteres. La micción y la defecación


involuntarias pueden ser consecuencia de una lesión en la mé-
dula espinal a nivel cervical.

• Posición anómala de los brazos y manos. Algunas víctimas


de accidente se encuentran con los brazos extendidos y aun-
que existe la posibilidad de que esto se deba simplemente a que
cayeron en esa posición, también es posible que la postura de
los brazos se deba a una lesión localizada en la parte baja de la
región cervical. (postura de descerebración) En este caso, se
interrumpen las vías nerviosas que conectan con los músculos
extensores de los brazos, pero no los que llegan a los múscu-
los que flexionan los codos y levantan los brazos. La relación
entre una lesión con estas características y la posición descrita
de los brazos es obvia. Otra postura que indicará gravedad es
con los brazos extendidos sobre el tronco con muñecas (puños)
flexionados, (postura de decorticación) típica de afectación ce-
rebral añadida.

• Trastornos de la respiración. Debemos observar los esfuerzos


que realiza el paciente por respirar mientras practicamos el re-
conocimiento que permitirá determinar si existe alguna lesión.
Si en cada respiración solo se aprecia un leve movimiento en
el abdomen y es muy tenue el movimiento del pecho, sin lugar
a dudas podemos asumir que esa persona respira únicamente

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9. Traumatismos craneales, de columna y politraumatismos

gracias al diafragma (respiración diafragmática, pues la muscu-


latura torácica no funciona). Una dificultad respiratoria, acompa-
ñada de respiración diafragmática es indicativo de ir acompaña-
da de lesión medular, muchas veces en salvas.

• Laceraciones y contusiones en tronco y cabeza. Lo mismo en


personas conscientes que inconscientes, es posible apreciar
heridas y contusiones que implican que el cuerpo ha sufrido
la acción de fuerzas violentas. Las laceraciones y contusiones
por encima de la clavícula constituyen índices de posibles le-
siones en la columna cervical, en tanto que lesiones similares
en hombros, parte inferior de la espalda y en el abdomen su-
gieren posible lesión de las partes de la columna vertebral que
se encuentran bajo el cuello.

• Priapismo. El priapismo corresponde a la erección constante


del pene. Algunas lesiones en la médula espinal afectan a los
nervios que llegan a los órganos genitales externos; la sangre
se acumula en el pene y lo congestiona. Cuando esto ocurra,
debemos considerar esta posibilidad como signo evidente de
que la víctima presenta presión en la médula espinal y, por
consiguiente, deberemos tratarlo con sumo cuidado.

Y como resumen debemos recordar que la presencia de los si-


guientes signos y/o síntomas siempre deberán hacernos pensar
en una lesión craneal o medular grave:

• Cambios en el estado de consciencia.

• Dolor importante en cabeza, cuello o espalda.

• Hormigueo o pérdida de sensibilidad en las extremidades, ma-


nos y dedos.

• Pérdida total o parcial del movimiento en cualquier parte del cuerpo.

• Hematomas “chichones” o deformidades en cabeza y/o colum-


na vertebral.

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Formación en socorros

• Hemorragia o salida de líquido cefalorraquídeo por oído o nariz.

• Hemorragia externa severa en cabeza, cuello o espalda.

• Convulsiones.

• Respiración o vista disminuidas como consecuencia del trau-


matismo.

• Nauseas y vómitos persistentes.

• Pérdida de equilibrio o coordinación.

• Hematomas alrededor de las orejas y ojos.

• Signos de shock incompleto.

Una exploración neurológica sin datos de anormalidad, lo úni-


co que nos indica es que en ese momento no hay daño me-
dular, pero no nos garantiza que el accidentado no tenga una
lesión que de momento no haya dañado la médula.

En general, el diagnóstico de inexistencia de lesión medular aguda


a nivel extrahospitalario, será únicamente de presunción, y lo único
que la descartará con certeza será una exploración radiológica.

Consideraremos con posible lesión medular (LMA):

• Traumatismos de la cara y todo trauma por encima de las cla-


vículas.

• Todos los heridos precipitados, incluso desde poca altura.

• Todos los ocupantes de vehículos que necesiten desincarceración.

• Todos los pacientes traumatizados inconscientes.

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9. Traumatismos craneales, de columna y politraumatismos

9.2.5.4. Primeros auxilios, pautas generales

Ante la sospecha de lesión craneal o de columna vertebral, habrá que


activar el sistema de emergencia 112 y solicitar una ambulancia.

Si la víctima está consciente le, la tranquilizaremos en lo posible


y le pediremos que no se mueva. Muchas lesiones son produci-
das por los propios accidentados.

Garantizar la permeabilidad de las vías aéreas, la respiración


y el pulso. Debemos controlar la posible aparición de shock o
parada cardiorrespiratoria.

Inmovilizar la cabeza y el cuello de forma bimanual en posición


neutra (mirada hacia el frente) que no se deberá retirar aunque se
ponga el collarín cervical para evitar movimientos de lateralidad.

El alineado neutro del eje cabeza-cuello no debe intentarse cuan-


do el paciente presente resistencia para colocarle en esta posi-
ción, esté agitado o poco colaborador, la maniobra aumente el
dolor o el defecto de alineación del cuello sea tan pronunciado
que ya no parezca salir de la línea media de los hombros.

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Formación en socorros

Por norma los socorristas procurarán evitar los movimientos de


la víctima, sólo en caso de riesgo vital, por tratarse de una zona
poco segura con riesgo de la vida y en caso de no disponer
de ayuda especializada, se movilizará al paciente manteniendo
el eje cabeza-cuello-tronco, pelvis y extremidades, como un
bloque rígido. Los movimientos intempestivos pueden dañar la
médula IRREPARABLEMENTE.

Mientras llega la ayuda especializada que hemos solicitado, vigi-


lar las constantes vitales del paciente.

El método idóneo para recoger al accidentado es la camilla de


tijera y tabla espinal; para su transporte, el colchón de vacío.
En su ausencia, será necesario improvisar, con ayuda de un
medio rígido. En algunas situaciones, al colocar al paciente en
decúbito supino, será preciso elevar el tronco (niños) o la cabe-
za (obesos) con almohadillado para mantener la horizontalidad
estructural del cuerpo.

El traslado de la víctima al hospital por parte de los técnicos, ha


de ser extremadamente cuidadoso, observando una conducción
sin maniobras bruscas (aceleraciones, frenazos, vaivén en las
curvas, etc.). Recuerde que si ha habido daño en la médula espi-
nal, la piel estará insensible por debajo del nivel de la lesión, con
lo que el paciente no se quejará de movimientos que, en con-
diciones normales le producirían dolor. Por otra parte, si existe

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9. Traumatismos craneales, de columna y politraumatismos

parálisis, la víctima no podrá colaborar en los movimientos, con


lo que estará a merced de sus auxiliadores.

Conviene saber que toda persona que haya perdido el conocimien-


to transitoriamente después de haber sufrido un traumatismo cra-
neal, debe ser llevada a un centro sanitario para ser reconocida, por
muy insignificante que haya sido el tiempo de inconsciencia.

¿Se sospecha lesión espinal?

EVALUACIÓN PRIMARIA

¿Víctima en lugar SÍ
NO peligroso?
¿Sólo un socorrista?
NO SÍ
Inmovilice todo el cuerpo
¿Conocen los
NO primeros auxilios?
Arrastre

suavemente
Practique Inmovilice a la víctima
previamente, si y mueva manteninedo
es posible, cómo suavemente alineados la
mover a la víctima a la víctima cabeza y el tronco

Espere la llegada de equipos


de rescate y urgéncias médicas

9.3. Trauma grave


9.3.1. Concepto
Entendemos por politraumatizado o trauma grave, al paciente
que, a consecuencia de un traumatismo, presenta una o más
lesiones en uno o varios órganos, aparatos o sistemas, que le
pueden suponer un riesgo vital, ya que el politraumatismo no
sólo es la suma de una serie de lesiones, sino la respuesta que
se genera en el organismo ante esta agresión.

Este tipo de pacientes necesitan recibir asistencia especializada


lo antes posible.

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Formación en socorros

Los accidentes de tráfico constituyen la principal situación en


la que se producen los politraumatismos: víctimas despedidas,
atrapadas o aplastadas entre sus hierros al quedar el habitáculo
notablemente deformado, etc.

9.3.2. Primeros auxilios

Como hemos dicho el riesgo de afectación vital es lo que marca


el pronóstico de las víctimas politraumatizadas, por lo que asegu-
rar una buena oxigenación mediante el control de la vía aérea
y problemas respiratorios, la vigilancia de signos y síntomas
de shock por mala perfusión de los tejidos generalmente debido
a la hemorragia pero agravada por el dolor y la prevención de
lesiones neurológicas añadidas, mediante el control cervical
y una correcta manipulación del paciente, ayudarán a aumentar
las posibilidades de supervivencia de estos pacientes.

Es necesario efectuar de una manera rigurosa la evaluación ini-


cial de la víctima (exploración primaria y secundaria) mediante
una sistemática de actuación ABCDE, al objeto de:

• Determinar el alcance de las lesiones.

• Establecer las prioridades de actuación.

• Adoptar las medidas necesarias en cada caso.

• Asegurar el adecuado traslado de la víctima a un centro sani-


tario.

Para actuar de forma correcta ante un politraumatismo, debere-


mos actuar de forma secuenciada, priorizando aquellas situacio-
nes que puedan comportar riesgo vital. Con los objetivos de:

• Asegurar el mantenimiento de las constantes vitales: conscien-


cia, respiración y circulación.

• REANIMACIÓN CARDIOPULMONAR SI PRECISA.

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9. Traumatismos craneales, de columna y politraumatismos

• Controlar la hemorragia aguda y prevenir la aparición del shock.

• Mantener el eje cabeza-cuello-tronco en un bloque único.

• Inmovilizar las zonas lesionadas. Tratar heridas y quemaduras.

• Dar la máxima información posible a los sistemas de emergencia.

• Preparar el traslado.

• Reevaluar periódicamente.

En consecuencia con los resultados obtenidos en la evaluación


del paciente, podremos establecer la siguiente priorización en
el tratamiento de las lesiones que presenta la víctima:

A) ALERTA Y VÍA AÉREA

- Control cervical inmediato mediante inmovilización bimanual.


- ¿Está conciente? Responde? Sí o no. Con voz y poca ma-
nipulación.
- Activación inmediata de sistemas de emergencia 112.
- Asegurar la permeabilidad de la vía aerea, población gene-
ral frente mentón, personal entrenado tracción mandibular y
cánula de guedel.

B) RESPIRACIÓN - OXIGENACIÓN

- Asegurar la oxigenación, administrar oxigeno si personal es-


pecializado.
- Control de respiración y de signos de riesgo de muerte in-
mediata (rim), descartar respiración agónica y realizar con-
trol de signos de insuficiencia respiratoria, cianosis, trabajo
respiratorio, frecuencia respiratoria, etc. Observar respiración
asimétrica (neumotórax), respiración paradójica (volette cos-
tal), ingurgitación o llenado masivo de las venas del cuello,
(taponamiento cardiaco).

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Formación en socorros

- Hacer RCP si es preciso.


- Seguir asegurando inmovilización cervical (collarín).

C) CIRCULACIÓN, SIGNOS DE SHOCK

- Control de las hemorragias.


- Control del shock tomaremos pulsos distales y centrales,
observaremos el relleno capilar la frecuencia cardiaca y si
es personal especializado la Tensión arterial.

D) CONTROL DAÑO CEREBRAL

- Exploración más a fondo del estado de consciencia, me-


diante AVDN y/o escala glasgow.
- Exploración pupilas, tamaño, reacción, asimetría…

E) EXPOSICIÓN Y POSTERIOR VALORACIÓN SECUNDARIA


sólo cuando no se precisen de maniobras para estabilizar las
situaciones anteriores o RCP.

- Asegurar alineación del paciente eje cráneo, cuello, colum-


na, pelvis extremidades. Si no se ha hecho previamente.
- Desnudar en lo posible sin manipular.
- Valoración secundaria exhaustiva con tratamiento de las le-
siones.
- Colocar en la posición de espera adecuada si lo permite el
estado de la víctima, de la forma correcta (en bloque).
- Evitar la hipotermia.
- Y recordar en todo momento para un politraumatizado que
debemos:

- Controlar los signos vitales.


- Reevaluar constantemente.
- Sólo haremos una valoración secundaria, cuando el pa-
ciente esté estable tras la valoración primaria.

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9. Traumatismos craneales, de columna y politraumatismos

MOVILIZACIÓN DE UNA VÍCTIMA TRAUMÁTICA

VÍCTIMA DE ESPALDAS
Nº SOCORRISTAS CONSCIENTE INCONSCIENTE
Colocar en
posición lateral de
seguridad (PLS).
1 PELIGROSO pero
INDISPENSABLE
hacer siempre
Mantener la cabeza en bloque
y el cuello en el eje
Un socorrista
del tronco pelvis
mantiene la cabeza
y extremidades
y el cuello en el eje
del cuerpo y el otro
2 ó más
u otros socorristas
ponen a la víctima
en posición lateral
de seguridad (PLS)

VÍCTIMA DE COSTADO
Nº SOCORRISTAS CONSCIENTE O INCONSCIENTE

Completar la posición lateral de seguridad (PLS)


INDIFERENTE
Mantener la cabeza y el cuello alineados

VÍCTIMA BOCA ABAJO


Nº SOCORRISTAS CONSCIENTE INCONSCIENTE
1 Si respira NO TOCAR

NO TOCAR Poner a la víctima en


2 ó más Esperar la llegada de posición lateral de
personal médico seguridad (PLS)

299

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10. Otras situaciones
de urgencia

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10.1. Introducción 305

10.2. Dolor torácico agudo 306


10.2.1. Introducción 306
10.2.2. ¿Cómo es la angina de pecho? 309
10.2.3. ¿Cómo es el infarto de miocardio? 310
10.2.4. Primeros auxilios 310

10.3. Trastornos metabólicos 312


10.3.1. Introducción 312
10.3.2. Hipoglucemia: causas 314
10.3.3. Signos y síntomas 315
10.3.4. Primeros auxilios 315

10.4. Dolor abdominal agudo 316


10.4.1. Signos y síntomas 316
10.4.2. Primeros auxilios 317

10.5. Alteraciones de la consciencia 317


10.5.1. Lipotimia o síncope 319
10.5.1.1. Concepto 319
10.5.1.2. Causas 319
10.5.1.3. Síntomas 320
10.5.2. Coma 321
10.5.2.1. Concepto 321
10.5.2.2. Causas 321
10.5.3. Primeros auxilios en caso de alteración
de la consciencia 321

10.6. Cuadros convulsivos 322


10.6.1. Convulsiones febriles 324
10.6.2. Ataque epiléptico 325
10.6.3. Ataque histérico 326
10.6.4. Primeros auxilios en caso de crisis
convulsivas 326

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10.7. Intoxicaciones 327
10.7.1. Introducción 327
10.7.2. Concepto 329
10.7.3. Manifestaciones generales 330
10.7.4. Primeros auxilios. Actuación general 332
10.7.4.1. Exploración del entorno 332
10.7.5. Vías de penetración 335
10.7.5.1. Actuación ante intoxicaciones 336
10.7.6. Urgencias por ingestión de drogas 336
10.7.6.1. Conceptos básicos 336
10.7.6.2. Clasificación de las drogas 338
10.7.6.3. Depresores de la actividad
del sistema nervioso central 339
10.7.6.4. Estimulantes de la actividad
del sistema nervioso central 346

10.8. Picaduras y mordeduras 355


10.8.1. Mordedura de reptiles 356
10.8.1.1. La inoculación del veneno 357
10.8.1.2. Síntomas 357
10.8.1.3. Primeros auxilios 358
10.8.1.4. Prevención 359
10.8.2. Picadura de insectos 359
10.8.2.1. Primeros auxilios 360
10.8.3. Picaduras de arácnidos 361
10.8.3.1. Escorpión 361
10.8.3.2. Araña 362
10.8.4 Picaduras de animales marinos 363
10.8.4.1. Síntomas 363
10.8.4.2. Primeros auxilios 363

10.9. Deshidrataciones 364


10.9.1. Causas 364
10.9.2. Síntomas 365
10.9.3. Primeros auxilios 365

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10.10. Traumatismos dentales 366
10.10.1. Avulsión dentaria 366
10.10.2. Desplazamiento dental sin avulsión 367

10.11. Cuerpos extraños 367


10.11.1. Ojos 368
10.11.2. Oídos 369
10.11.3. Nariz 369
10.11.4. Faringe 369

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10. Otras situaciones de urgencia

10.1. Introducción
El socorrista es un agente de salud cuya función principal es
activar la cadena de la supervivencia en caso de alteraciones
que pueden conllevar riesgo vital, ya sea por enfermedades o
por situaciones accidentales. La solicitud de ayuda es el primer
eslabón de la cadena, que en la actualidad se define como sa-
ber detectar aquellas situaciones que pueden generar un paro
respiratorio.

Fuente: European Resuscitation Council, Guidelines for Resuscitation 2010.

Existen múltiples situaciones que pueden hacer que una persona


se deteriore de forma progresiva, y existen muchas variedades
de enfermedades que pueden manifestarse de forma repentina.
A menudo, los signos y síntomas que podremos observar en
todas ellas serán comunes, y será nuestra función detectarlos
para solicitar ayuda a tiempo. Las víctimas, por lo general, ten-
drán aspecto de estar enfermas; otras veces, aparecerán con
cambios o pérdidas de la consciencia, sensación de mareo o
náuseas, dificultad para respirar o adormecimiento; su piel esta-
rá pálida o enrojecida, sudorosa, puede quejarse de dolor, etc.

Generalmente, no conoceremos la causa exacta de la enferme-


dad, pero esto no debe ser un obstáculo para proporcionar los
cuidados necesarios, ya que atenderemos inicialmente los sig-
nos y síntomas que aparezcan en el cuadro, pero no trataremos
la enfermedad en sí, nuestra función NO ES HACER DIAGNÓS-
TICOS, es saber detectar situaciones que puedan comportar

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Formación en socorros

riesgo vital, activar los sistemas de emergencias y actuar con


técnicas básicas en función de los signos y síntomas que encon-
tremos para evitar que la situación sea más grave.

Debemos recordar que nuestra intervención debe comenzar por


realizar la Valoración Primaria del paciente, para comprobar si
las constantes vitales están o no presentes y, por tanto, actuar
en consecuencia a ello, y posteriormente, la Valoración Secun-
daria en busca de signos y síntomas que nos indiquen el tipo de
alteración presente.

No debemos olvidar que un ANALISIS PREVIO DEL ENTORNO


DEL PACIENTE, nos puede ayudar o dar pistas de la situación
que nos encontramos.

10.2. Dolor torácico agudo


10.2.1. Introducción

El cuerpo humano está formado por millones de células con vida


propia que necesitan un continuo aporte de oxígeno, de productos
energéticos y también requiere que se retiren los productos de de-
secho que en ellas se producen; estas misiones las realiza el apa-
rato cardiocirculatorio (sangre, vasos sanguíneos y corazón).

El corazón es la bomba que, con sus contracciones, hace que


la sangre salga por la arteria aorta que, a su vez, se ramifica
sucesivamente hasta llegar a las células de todo el organismo.
Una vez producido el intercambio en la célula de nutrientes y
sustancias de desecho, la sangre retorna por el sistema venoso
hacia la parte derecha del corazón que, con sus latidos, la envia-
rá hacia los pulmones para que se cargue de oxígeno, volviendo
nuevamente al corazón (a su parte izquierda) para salir al resto
del organismo.

El corazón tiene una gran capacidad de adaptación a las nece-


sidades de nuestro organismo, ya que en situación de reposo

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10. Otras situaciones de urgencia

latirá unas 60-100 veces por minuto, impulsando en ese mis-


mo tiempo una cantidad de 5 litros aproximadamente de sangre,
mientras que en situaciones de máximo esfuerzo podrá duplicar
su velocidad.

El corazón es fundamentalmente un músculo (miocardio) que


para realizar esa incesante actividad, requiere una gran canti-
dad de energía, energía que le proporciona, como al resto del
organismo, la sangre que le llega por una red sanguínea propia
formada por las arterias coronarias.

Siempre que al corazón se le solicita un mayor aporte de ener-


gía, éste responde adecuadamente aumentando su trabajo, pero
a base de aumentar también su propio consumo de oxígeno, lo
que implica el que a través de su red arterial propia le debe llegar
una mayor cantidad de sangre.

A lo largo de la vida todas las arterias de nuestro organismo su-


fren un proceso de envejecimiento que hace que se endurezcan.
En algunos casos, este proceso natural se acelera al ir deposi-
tándose en ellas una serie de productos que pueden producir
estrechamientos importantes y por
tanto, la imposibilidad de que ante
una mayor demanda sanguínea
ésta pueda circular libremente por
esa arteria “enferma”; este proceso
ocurre de igual modo en las arterias
que llevan la sangre al corazón, por
lo que ante una necesidad suple-
mentaria de oxígeno, como con-
secuencia de un esfuerzo, dicha ne-
cesidad no podrá ser atendida y, por
tanto, una parte determinada del mio-
cardio sufrirá sus consecuencias,
apareciendo lo que se conoce como
enfermedad coronaria que, fun-
damentalmente, puede manifestarse

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Formación en socorros

Formación de una placa de ateroma

Depósito de
colesterol

Coágulo de
sangre

como Síndrome Coronario Agudo (antes conocido como Infar-


to Agudo de Miocardio o angina de pecho): las dos son la expre-
sión de un mismo fenómeno, la reducción del aporte de sangre
a un determinado espacio del miocardio.

Los síndromes coronarios agudos (SCA) son la causa más co-


mún de arritmias malignas que derivan en muerte súbita de ori-
gen cardiaco.

• En el caso de la Angina de Pecho ésto habitualmente es tran-


sitorio, dura unos minutos y cesa sin producir una grave lesión
en el músculo cardíaco.
• En el Infarto de Miocardio la reducción del aporte de sangre
ya sea por una obstrucción arterial total o por ser lo suficiente-
mente prolongada como para que se produzca la lesión irrever-
sible, por muerte de células del corazón.

308

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10. Otras situaciones de urgencia

Arterias del
corazón

Sin Obstrucción Obstrucción


obstrucción parcial total

Existen una serie de elementos que pueden acelerar los pro-


cesos que hemos descrito anteriormente y que son conocidos
como factores de riesgo coronario, entre otros: alcohol, ta-
baco, hipertensión arterial, obesidad, estrés, antecedentes
familiares, etc., y que en general, responden a unos determi-
nados hábitos de vida que si son eliminados o por lo menos
controlados (evitar fumar, no abusar de grasas en la comida,
sedentarismo, etc.) haremos que la probabilidad de aparición de
la enfermedad coronaria disminuya.

10.2.2. ¿Cómo es la angina de pecho?

Es una sensación de dolor, opresión o malestar que, general-


mente, se inicia en el centro del pecho pudiendo extenderse a los
brazos, preferentemente por el izquierdo, cuello, espalda y man-
díbula, pero con una duración limitada. Frecuentemente, el dolor
se desencadena después de realizar un esfuerzo físico, tras una
emoción, disgusto, comida copiosa, etc.; otras veces, puede apa-
recer en situación de reposo (indicativo de mayor gravedad).

El dolor suele durar pocos minutos y cesa cuando se interrumpe


el ejercicio.

309

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Formación en socorros

10.2.3. ¿Cómo es el infarto de miocardio?

El infarto agudo de miocardio, se manifiesta como un dolor si-


milar al de la angina de pecho pero de mayor duración e inten-
sidad. Generalmente, el enfermo siente una sensación de gra-
vedad. El dolor torácico que puede irradiarse a diferentes áreas
de la parte superior del cuerpo, frecuentemente acompañado de
otros síntomas que incluyen la dificultad respiratoria (disnea),
la sudoración, la náusea o los vómitos y el síncope. Dolor en
cualquier zona del tórax o epigastrio, siendo más frecuente en la
zona retroesternal (zona de la corbata); normalmente, el dolor se
irradia a hombro y brazo izquierdos; otras veces, se manifiesta
como una indigestión o dolor muscular. Se produce porque una
determinada arteria coronaria se obstruye totalmente y una por-
ción del miocardio queda sin riego sanguíneo; su repercusión
dependerá del tamaño de esa área.

En la vida cotidiana frecuentemente, aparecen dolores torácicos


inespecíficos de origen muscular, respiratorio o funcional, que
nada tienen que ver con la enfermedad cardíaca; tienen localiza-
ción variada, con existencia de antecedentes de traumatismos;
no debe descartarse una afectación cardíaca y, por tanto, se
debe recomendar sistemáticamente el reconocimiento médico.

10.2.4. Primeros auxilios

• Hacer que la víctima deje de inmediato el trabajo o actividad


física que realizaba y permanezca en situación de reposo.

• Mantenerlo en posición de semisentado ya que así se favorece


la respiración. Monitorizar la saturación arterial de oxígeno me-
diante un pulsioxímetro, guiará la necesidad de suplementos de
oxígeno. Estos pacientes no necesitan oxígeno suplementario
si tienen la saturación de oxígeno del 94-98% o del 88-92% en
los pacientes con EPOC o asma. Datos limitados sugieren que
el oxígeno a alto flujo puede ser dañino en pacientes con infar-
to de miocardio no. La administración de oxigeno debe consul-
tarse con personal médico.

310

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10. Otras situaciones de urgencia

• Tratar de no aumentar el nerviosismo del enfermo. Hacerle


sentir que conocemos la actuación a realizar.

• Ayudaremos a la víctima a tomar sus medicamentos, si se le ha


prescrito alguno previamente por parte de su médico en estas
situaciones. La nitroglicerina y la aspirina han demostrado su
eficacia y descenso de la mortalidad al administrarlas de ma-
nera temprana.

• Aconsejar siempre visita a un centro sanitario y solicitar ayuda


médica y si el dolor no se calma en unos minutos, acompañarlo
a un centro sanitario, bajo vigilancia. Hemos de pensar que
cualquier dolor precordial en un adulto puede tener un desen-
lace fatal.

• Vigilaremos la respiración y el pulso frecuentemente durante


el traslado.

Dolor en el pecho que dura 2 minutos


Reconocer signos y síntomas de ataque cardiaco

Haga que la víctima esté inactiva


sentada o acostada

NO ¿Conoce si padece SÍ
del corazón y si
toma medicación?

Busque inmediatamente
cuidado médico, bien: Dele la medicación
• Llamando al servicio médico de urgencia que él o sus familiares
• Llevando a la víctima al centro le indiquen
sanitario más cercano

311

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Formación en socorros

10.3. Trastornos metabólicos


10.3.1. Introducción

Los trastornos metabólicos son un grupo de enfermedades com-


plejas relativamente frecuentes y de curso crónico, pero desafor-
tunadamente suelen desarrollar crisis o riesgo de descompensa-
ción, ocasionando frecuentes situaciones de urgencias, muchas
de ellas con compromiso vital, enfermedades como la cirrosis
hepática muy común en nuestro país, la insuficiencia renal, tras-
tornos metabólicos y sin lugar a dudas la más famosa de ellas
la diabetes.

Habitualmente se trata de enfermedades conocidas, controladas,


pero que por circunstancias puntuales, como una infección, o el
ayuno o ejercicio etc., se reagudizarán, presentando síntomas
y signos muy inespecíficos, como vómitos, palidez, taquicardia,
temblores y trastornos del estado de la consciencia.

La Diabetes, es una enfermedad, que se caracteriza por la inca-


pacidad del organismo para convertir adecuadamente el azúcar
de los alimentos en energía. Para que podamos hacer ejercicio,
las células del organismo necesitan como fuente de energía el
azúcar extraído de los alimentos durante la digestión. También
nuestro cerebro necesita un aporte continuo de azúcar (glucosa)
para funcionar correctamente; la falta de ese aporte hace que
aparezcan una serie de signos y síntomas “neurológicos”. El azú-
car es absorbida por la sangre con ayuda de una hormona lla-
mada insulina. La insulina se produce en el páncreas y favorece
el paso de glucosa al interior celular para su consumo. Para que
el organismo funcione adecuadamente, es necesario que exista
un equilibrio entre la insulina y el azúcar.

La diabetes ocurre cuando no se produce insulina o ésta no es


usada en cantidades adecuadas. Existen dos tipos principales
de diabetes: Tipo 1, o diabetes insulino-dependiente, y Tipo II, o
diabetes no insulino-dependiente.

312

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10. Otras situaciones de urgencia

Páncreas NORMAL
Insulina Flujo
sanguíneo

Azúcar
Insulina
Azúcar

Células
Digestión

Páncreas DIABÉTICO
Insulina
Azúcar Flujo
sanguíneo

Células

Digestión

• La diabetes Tipo 1, o diabetes insulino-dependiente, se pro-


duce cuando el organismo no es capaz de producir insulina, y
por tanto, debemos administrarla desde el exterior, se adminis-
tra insulina mediante inyección subcutánea.

• La Tipo II, o diabetes no insulino-dependiente, ocurre cuan-


do el organismo puede producir insulina, aunque en cantidades
insuficientes; para estimular su producción se administran an-
tidiabéticos orales.

Los primeros síntomas y signos de la diabetes, es decir su debut,


suele ocurrir en la preadolescencia o juventud y se caracteriza

313

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Formación en socorros

por beber abundantemente (polidipsia), comer mucho (polifagia),


orinar en abundancia (poliuria) y paradójicamente perder peso, a
veces el debut es de forma progresiva y dando tiempo a un diag-
nóstico médico precoz, pero en otras ocasiones el inicio es en
pocos días, con una clínica severa de deshidratación que puede
llevar al coma dada la cantidad de azúcar circulante en la sangre
y la prácticamente inexistencia de glucosa en el interior de las
células, en lo que se conoce como cetoacidosis diabética.

Pero sin duda una vez diagnosticada la enfermedad y ya en tra-


tamiento la urgencia más frecuente será la hipoglucemia.

10.3.2. Hipoglucemia: causas

Aunque son diversas las causas que la producen entre las más
frecuentes destacamos:

• Hipoglucemia iatrogénica (de origen medicamentoso), de-


bida a un exceso en la administración de insulina subcutánea
o de antidiabéticos orales.

• Hipoglucemia producida por el ejercicio; se ha demostrado


que aparece hipoglucemia por el ejercicio prolongado.

• Hipoglucemia en ayunas; sus síntomas comienzan durante el


ayuno y se acentúan con el ejercicio.
Además de por diversas enfermeda-
des, es frecuente en individuos mal
nutridos que ingieren alcohol.

• Hipoglucemia postprandial; apare-


ce después de las comidas y se da
en pacientes con antecedentes de
cirugía gastrointestinal. AZÚCAR

• Y siempre que se produzca un dese-


INSULINA
quilibrio entre la insulina presente en
el organismo (ya sea administrada

314

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10. Otras situaciones de urgencia

externamente o producida en nuestro organismo) y la presen-


cia de azúcar circulante. Hemos de pensar que los pacientes
diabéticos en la mayoría de veces adecuan la dosis de insulina
que se suministran a la glucosa que presentan, al ejercicio que
hacen o la ingesta que prevean.

10.3.3. Signos y síntomas

Dependiendo de que la hipoglucemia se instaure de forma re-


pentina o lenta aparecerán unos signos u otros.

Cuando el nivel de glucosa disminuye rápidamente aparecerá:


ansiedad, sudoración, temblor, taquicardia, nerviosismo, ham-
bre súbita, fatiga, mareos, etc.

Cuando la disminución de la glucosa es lenta o la hipoglucemia


es prolongada aparecerá: cefalea, trastornos visuales, letargia,
debilidad, dificultad para hablar, confusión mental y, por último,
pérdida de consciencia y convulsiones.

10.3.4. Primeros auxilios


• Si esta disponible un aparato de glucemia capilar, realice una
prueba.

• Si se encuentra por debajo de 60 mg/dl, tendremos una hipo-


glucemia y solo Si el paciente está consciente y no vomita,
administrar por vía oral, azúcar común (por ejemplo un sobre,
que contiene entre 5 y 8 gramos), o un zumo de fruta, miel o
bebida azucarada. Si en unos minutos los síntomas no ceden,
hay que pensar en la posibilidad complicaciones o en otras
enfermedades. Recuérdele a los familiares si disponen de la
jeringa de Glucagon en la nevera. En cualquier caso, si el pro-
blema era un exceso de azúcar, haberle suministrado un poco
más de ella no le perjudicará.

• Ante un paciente inconsciente, trasladarlo urgentemente a un


centro sanitario.

315

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Formación en socorros

NO SÍ
¿Víctima consciente?

Respira, tiene
pulso, no sangra
Dele la
• Coloque un poco de medicación
azúcar bajo la lengua de que él o sus
la víctima (no líquidos) familiares le
• Mantenga la vía indiquen tiene
respiratoria abierta. prescrita
• Esté alerta (por vómito).
• Ponga a la víctima Acuda a un centro sanitario
sobre un lado (PLS).

10.4. Dolor abdominal agudo


El abdomen es una zona del cuerpo humano que contiene gran
cantidad de vasos sanguíneos y terminaciones nerviosas, ade-
más de numerosos órganos de importancia capital para funcio-
nes básicas de nuestro organismo.

Así pues el dolor abdominal puede ser la manifestación de cual-


quier proceso o enfermedad intraabdominal o a veces de pro-
cesos extraabdominales que se refieren en esta zona, pero que
siempre van a necesitar una valoración médica, por lo tanto, lo
más importante será identificar su existencia y sospechar posi-
bles complicaciones.

10.4.1. Signos y síntomas

• Dolor abdominal de aparición más o menos brusca, unas ve-


ces extendido por todo el abdomen y otras, localizado en una
zona determinada.

316

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10. Otras situaciones de urgencia

• Puede aparecer rigidez de la pared abdominal e hipersensibili-


dad abdominal, lo que se conoce como “vientre en tabla”.

• Posible aparición de náuseas y vómitos.

• Enfermo que buscará alivio echado boca arriba o en posición


lateral con las piernas encogidas (posición antiálgica).

• Aumento de la temperatura corporal.

10.4.2. Primeros auxilios

• No dar nada de beber ni comer al enfermo (dieta absoluta).

• Solicitar ayuda médica o realizar el traslado del paciente a un


centro sanitario.

• No dar ningún calmante sin prescripción médica ya que, al desa-


parecer el dolor, podría pensarse de forma errónea que el pro-
blema se resolvió y podría enmascarar los síntomas.

• Respetar la posición de piernas flexionadas, siempre que no


suponga un riesgo añadido.

10.5. Alteraciones de la consciencia


El Sistema Nervioso Central constituye el medio de comunica-
ción y coordinación entre todas las estructuras que componen
el cuerpo humano. Hay diferentes afecciones que se pueden
producir en el propio Sistema Nervioso Central provocando ma-
nifestaciones externas y otras afecciones, que viniendo de otros
órganos, afectarán al SNC, dando alteraciones en el estado de
consciencia normal y que, cuando aparezcan, crearán situacio-
nes difíciles de resolver. La mayor parte de causas capaces de
producir alteraciones del estado de consciencia podrán dar otras
complicaciones como coma o cuadros convulsivos.

317

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Formación en socorros

Hay múltiples causas que pueden provocar alteraciones del es-


tado de consciencia:

• Fiebre alta (estados febriles y golpes de calor).

• Intoxicaciones agudas (alcohol, medicamentos, drogas como:


cocaína, anfetaminas y drogas de diseño).

• Infecciones del Sistema Nervioso Central (meningitis, tétanos,


toxoplasmosis, sífilis).

• Síndrome de abstinencia (alcohol y tranquilizantes).

• Traumatismos craneales (fracturas de cráneo, contusiones).

• Edema cerebral (crisis de hipertensión, eclampsia).

• Trastornos metabólicos (hipoglucemia, coma hepático).

• Falta de oxígeno a nivel cerebral (problemas respiratorios, in-


toxicación por CO).

• Trastornos neurológicos (tumores, epilepsia, hemorragias in-


tracraneales).

• Accidentes vasculares cerebrales, isquemias, infartos o hemo-


rragias cerebrales.

La consciencia es el estado de respuesta adecuado hacia es-


tímulos externos y la capacidad de conocimiento del propio or-
ganismo, es decir, estamos perfectamente conscientes cuando
tenemos la capacidad de responder a preguntas de forma ade-
cuada y además sabemos donde estamos, cómo y quien somos,
de ahí, a la pérdida total de conexión con el entorno y de autoco-
nocimiento, que sería el coma, hay diferentes estadios:

• La CONFUSIÓN, acompañada de irritabilidad o tendencia a


somnolencia.

318

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10. Otras situaciones de urgencia

• La SOMNOLENCIA u OBNUBILACIÓN, en la que somos capa-


ces de responder a estímulos intensos de forma más o menos
adecuada.

• El ESTUPOR, en el que prácticamente sólo tenemos respuesta


a estímulos de dolor.

• INCONSCIENCIA o COMA, en el que ya no hay respuesta, pu-


diendo mantener de todas maneras reflejos para la vida, como
la respiración.

También podremos encontrarnos situaciones en las que detec-


tamos una pérdida total de la consciencia de forma transitoria y
reversible (LIPOTIMIA) más prolongada y no siempre reversible
(COMA).

10.5.1. Lipotimia o síncope

10.5.1.1. Concepto

También se denomina desvanecimiento, síncope o desmayo.


Consiste en la pérdida del conocimiento de una forma breve, su-
perficial y transitoria. Normalmente, se debe a una disminución
más o menos brusca del flujo sanguíneo que llega al cerebro (y
por tanto, también del oxígeno). Suele acompañarse de mani-
festaciones previas a la pérdida del conocimiento, como son la
sensación de mareo y de flojedad en las piernas.

10.5.1.2. Causas

El miedo, las emociones intensas, las visiones desagradables,


son causas habituales. El calor, el agotamiento, los ambientes
cerrados, las aglomeraciones de gente, la falta de aire fresco,
etc., favorecen al mecanismo de producción y también la pos-
tura, ya sea por permanecer de pie durante un día caluroso,
o incorporarse bruscamente después de haber estado un rato
tumbado. Frecuentemente, se asocian varias causas para su
producción.

319

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Formación en socorros

EMOCIONES VISIÓN AMBIENTES


MIEDO
FUERTES DESAGRADABLE CERRADOS

PERMANECER
INCORPORARSE CALOR VARIOS
EN PIE

10.5.1.3. Síntomas

El paciente se siente mareado, puede tener la sensación de no-


tar acúfenos (pitos en oídos, se nubla la vista) se desvanece y se
desploma sobre el suelo. Presenta la piel de la cara pálida, fría y
sudorosa. Su pulso es rápido y débil, a veces, imperceptible en
la muñeca.

Puede presentar lesiones sobreañadidas, como consecuencia


de la caída.

Al estar en la posición horizontal el riego sanguíneo cerebral vuel-


ve a su situación normal y se recupera en pos segundos, en defi-
nitiva, podemos considerar a la lipotimia como un mecanismo de
defensa del organismo, a través del cual, al adoptar la posición de
decúbito, se intenta mejorar el aporte de oxígeno al cerebro.

320

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10. Otras situaciones de urgencia

10.5.2. Coma

10.5.2.1. Concepto

Es un estado en el que destaca la pérdida de la consciencia pro-


longada, con disminución o ausencia de los reflejos protectores
(deglución, tos, etc.) y de reacción ante estímulos externos, más
o menos intensos.

10.5.2.2. Causas

Todas las enumeradas con anterioridad, pero se distinguen cua-


tro grandes grupos de causas:

• Traumatismos: tras caídas o golpes violentos, en especial,


traumatismos craneales.

• Intoxicaciones: alcohol, narcóticos, drogas, etc.

• Alteraciones metabólicas: diabetes.

• Alteraciones neurológicas: epilepsia.

10.5.3. Primeros auxilios en caso de alteración


de la consciencia

• Si la persona siente que se va a marear:

- Sentarla con la cabeza agachada o mejor aún, tumbarla en


posición horizontal sobre su espalda (decúbito supino), y ele-
varle las piernas 45 grados.
- Aflojarle la ropa que pueda oprimirle (cuello, cintura).
- Mantenerla en reposo hasta que se encuentre mejor.

• Si la persona se ha desmayado:

- Grite pidiendo ayuda.


- Abrir vías aéreas y comprobar respiración.

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Formación en socorros

- Colocarla sobre su espal-


da y elevarle las piernas
45 grados, lo que favore-
ce el flujo sanguíneo ha-
cia el cerebro.
- Mantener la permeabilidad
de la vía aérea y asegurar-
se de que respira, hasta que
recupere el conocimiento.
- Aflojarle las ropas que le opriman (cuello, cintura).
- En caso de que vomite, ponerla de lado y vigilar que respira con
normalidad (PLS).
- Retirar a los curiosos del lugar.
- Mantenerla tumbada durante unos minutos.
- Intentar recabar datos sobre el mecanismo de producción.

• Si no recupera la consciencia:

- Activar al 112 y traslado urgente a un centro sanitario vigilando


constantemente respiración y pulso.

10.6. Cuadros convulsivos


Las convulsiones son contracciones enérgicas e involuntarias
de los músculos esqueléticos del organismo, secundarias a des-
cargas cerebrales originadas por una irritación de los centros
nerviosos, es decir, los músculos del cuerpo humano están su-
jetos a control de estímulos eléctricos transmitidos por las neu-
ronas del sistema nervioso central (cerebro, cerebelo, tronco del
encéfalo); si los movimientos están bajo la voluntad de una per-
sona en estado consciente, entonces son suaves y coordinados,
pero cuando las funciones normales del encéfalo están afecta-
das como consecuencia de una lesión, infección o enfermedad,
la actividad eléctrica que desarrolla el encéfalo se hace irregular
y debido a esa irregularidad se producen contracciones muscu-
lares incontroladas: “las convulsiones”.

322

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10. Otras situaciones de urgencia

Suelen ser de comienzo brusco, repetitivas y de breve dura-


ción. Pueden ser de varios tipos, siendo frecuente que coincidan
en el tiempo:

• Tónicas: consisten en contracturas persistentes de los múscu-


los (opistótonos).

• Clónicas: son movimientos amplios y rítmicos que dan lugar a


movimientos de flexión y extensión de las extremidades (sacu-
didas musculares).

• Más raramente pueden haber crisis de hipotonía o flacidez.

Las convulsiones, según la extensión corporal a la que afecten


pueden ser: generalizadas, unilaterales (sólo afectan a un lado
del cuerpo) o parciales (solamente a una zona corporal).

La convulsión, por sí sola, no es una enfermedad, es la manifes-


tación de un proceso que ocurre en el sistema nervioso central
y que puede ser producido por un amplio abanico de causas, si-
milares a las que comentábamos en las alteraciones de la cons-
ciencia, entre las que podemos nombrar:

• Infecciones del sistema nervioso central (meningitis, encefali-


tis, tétanos, etc.).

• Trastornos metabólicos.

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Formación en socorros

• Intoxicaciones (alcohol, plomo, etc.).

• Falta de oxígeno en el cerebro.

• Traumatismos cráneo-cerebrales.

• Fiebre elevada.

• Insolaciones.

• Enfermedades del sistema nervioso central.

• Lesiones que ocupan espacio como tumores, hemorragias.

• Accidentes vasculares cerebrales.

Todo lo dicho nos obliga a que todo paciente una vez haya cesa-
do la convulsión deba ser trasladado a un centro sanitario.

10.6.1. Convulsiones febriles

Son típicas de la edad pediátrica y no constituyen una enfermedad


grave, complementar con el capítulo de urgencias pediátricas.

Caracterizadas por:

• Elevación de la temperatura corporal por encima de los 38 °C y


producidas por cualquier enfermedad.

• Se presentan con mayor frecuencia entre los seis meses y


seis años de edad.

• Aunque pueden ser parciales habitualmente se trata de convul-


siones generalizadas.

• El tratamiento consiste en mantener la permeabilidad de la vía


aérea y en bajar la temperatura preferentemente con medios
físicos.

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10. Otras situaciones de urgencia

• Deberemos aconsejar visita médica aunque el episodio suele


controlarse en pocos minutos.

10.6.2. Ataque epiléptico

La epilepsia es una enfermedad crónica, muchas veces no sa-


bemos la causa exacta, y otras responderán a los problemas
anteriormente mencionados. Se manifiesta por una serie de fe-
nómenos que aunque no siempre presentes caracterizan a un
ataque epiléptico típico:

• Crisis previa, “aura” o sensaciones premonitorias de la crisis


(alucinaciones olfatorias o visuales, contracciones localizadas
de algún músculo, etc.).

• Inicialmente, el sujeto grita (a veces), pierde el conocimiento de


forma brusca y repentinamente, cae al suelo.

• Fase tónica: aparece una contracción muscular intensa y gene-


ralizada, con breve apnea (10-20 segundos), que puede oca-
sionar la aparición de cianosis en labios y cara.

• Fase clónica: sacudidas musculares breves, generalizadas, res-


piración ruidosa, hipersalivación, micción. El paciente puede
morderse la lengua, golpearse la cabeza contra el suelo;
aparecen movimientos incontrolados de las extremidades.
A veces por la boca sale saliva en forma de espuma, fina-
lizando con hipotonía y a menudo relajación de esfínteres
(micción).

• Resolución o período postconvulsivo. Suele quedar inconscien-


te o semiinconsciente durante varios minutos y progresivamen-
te, el sujeto se despierta, confuso, desorientado, somnoliento,
con dolor de cabeza, con dolor muscular y no recuerda lo que
le ha pasado.

Deberemos diferenciar este cuadro de otro parecido y “provoca-


do” por quien lo sufre; nos referimos al ataque histérico.

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Formación en socorros

10.6.3. Ataque histérico

La personalidad histérica presenta una inadecuación o despro-


porción entre sus conflictos internos y la manifestación externa
de sus emociones. En ocasiones esta desproporción “explota”
en el llamado ataque histérico, en él puede existir:

• Grito inicial.

• Caída al suelo de manera aparatosa, siempre delante de gente


y de forma “cuidadosa” para no lesionarse.

• Convulsiones aparatosas, arrítmicas, para llamar la atención.

• No existe mordedura auténtica de la lengua.

• No suele existir emisión de orina o heces.

• No hay período de somnolencia intensa.

• En ocasiones, termina el ataque con una crisis de risa histeri-


forme o llanto.

No siempre será claro y fácil diferenciar una crisis epiléptica de


una crisis histérica, ante la duda actúa asegurando el estado
de la víctima y como si de un cuadro convulsivo se tratara.

10.6.4. Primeros auxilios en caso de crisis


convulsivas

• ACTIVAR LA ASISTENCIA SANITARIA 112.

• No sujetar a la víctima, para tratar de “cortar el ataque”; dejar que


la crisis siga su curso, podría lesionar huesos y articulaciones.

• Tener cuidado con nuestra integridad, debido a los movimien-


tos incontrolados.

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10. Otras situaciones de urgencia

• Dejar a la víctima tendida en el


suelo. NO
• Protegerla para que no se lesio-
ne por sí misma. Colocaremos
un objeto blando debajo de la
cabeza.

• Retirar los objetos que le puedan


lesionar (sillones, mesas, etc.).

• No se recomienda introducir ningún


objeto en la boca ya que podría-
mos causar:

- Obstrucción de la vía aérea


- Rotura y pérdida de piezas dentales (sobre todo con los abre-
bocas)

• Aflojarle las vestiduras que puedan oprimir el cuello y el abdomen.

En el período postconvulsivo:

• Colocar a la víctima en PLS.

• Permanecer alerta ante la posibilidad de que un vómito le im-


pida respirar.

• Explorar posibles lesiones debidas a la caída. La revisión mé-


dica se recomienda sistemáticamente.

10.7. Intoxicaciones
10.7.1. Introducción

En este apartado nos ocuparemos de las intoxicaciones, es decir


el conjunto de síntomas y signos consecuencia de la ingesta de

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Formación en socorros

PRODUCTOS GASES Y
INSECTICIDAS PINTURAS
DE LIMPIEZA VAPORES

HUMOS PLANTAS PEGAMENTOS VARIOS

un tóxico externo. Las intoxicaciones suelen ser en su mayor parte


accidentales, pero hemos de pensar en ocasiones en las de origen
voluntario (las menos). A pesar de que la actuación de la persona
que presta ayuda ha de ser la misma, con independencia del origen
de la intoxicación, es importante tener en cuenta este factor, ya que,
como veremos más adelante, la colaboración de la víctima o de la
familia será diferente según el caso (por ejemplo: en las intoxicacio-
nes de tipo voluntario, ya sea por intento de suicidio o por drogode-
pendencia, encontraremos una tendencia de la víctima a negar la
ingestión del tóxico y por tanto a dificultar en parte nuestra acción).

Múltiples pueden ser los agentes causantes de una intoxicación


pero el análisis de datos revela que en España, en la segunda mi-
tad de los 90 y según datos, del Instituto Nacional de Consumo,
el 50% de las intoxicaciones se produjeron en menores de veinti-
cuatro años de edad; que por orden de frecuencia, correspondieron

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10. Otras situaciones de urgencia

a: productos de limpieza y medicamentos, seguidos de intoxica-


ciones por agroquímicos, productos del hogar y cosméticos.

10.7.2. Concepto

Intoxicación es toda alteración del funcionamiento normal del or-


ganismo, producida por la entrada de un tóxico en el mismo.

• Tóxico: consideramos tóxico a todo producto que una vez dentro


del organismo, es capaz de producir una alteración, en sentido
nocivo, del funcionamiento normal del organismo incluso de las
funciones vitales. Pero no debemos de olvidar que casi cualquier
producto administrado en exceso también puede resultar tóxico
para el organismo.

• Causas y edades relacionadas con las intoxicaciones (Informe


1996, Sistema comunitario de información sobre accidentes en el
hogar y del tiempo libre. Instituto Nacional del Consumo).

DISTRIBUCIÓN DE LAS INTOXICACIONES SEGÚN TIPO


DE PRODUCTO

TIPO DE PRODUCTO Nº DE CASOS %


Agroquímicos 1.562 9,54
Medicamentos 3.727 22,77
Productos del hogar 1.247 7,62
Productos industriales 957 5,85
Productos de limpieza 7.090 43,33
Cosméticos 1.194 7,30
Alimentos 21 0,13
Animales 168 1,03
Plantas 115 0,70
Setas 17 0,10
Otros 253 0,08
Desconocidos 13 1,55

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Formación en socorros

EDAD (años) TOTALES %


<1 0,8
1–4 4,0
5 – 14 20,0
15 – 24 25,0
25 – 44 21,1
45 – 64 15,8
> 65 13,4
Totales 100,0

Según la concentración, la dosis y el tiempo de exposición al tóxico,


las intoxicaciones pueden ser agudas, en que la aparición de signos
y síntomas es inmediata o crónicas (con efectos a largo plazo).

Pero también hay otros factores que tienen un papel muy impor-
tante en la evolución de la intoxicación. Estos factores son los
siguientes:

• Edad de la persona intoxicada, las edades extremas tendrán


más gravedad.

• Tiempo trascurrido desde que el toxico llegó al cuerpo de la


víctima.

• Enfermedades que padecía el individuo antes de intoxicarse.

• Combinación del tóxico con otros medicamentos. Si la víctima ha


ingerido otros medicamentos antes de la intoxicación o si ha inge-
rido más de un tóxico, la intoxicación puede que sea más grave.

10.7.3. Manifestaciones generales

El tóxico, además del efecto nocivo especifico sobre el orga-


nismo, provocará en general un mecanismo de defensa con el
objetivo de eliminarlo, como vómitos, diarreas, aumento de la
excreción renal, tos, sudor, etc., en general las manifestaciones
ante la ingesta de un tóxico serán muy variadas y podemos des-
tacar entre ellas:

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10. Otras situaciones de urgencia

• Alteraciones digestivas: náuseas, vómitos, dolor abdominal,


diarrea, etc.

• Alteraciones del sistema nervioso: alteración del estado de


consciencia y coma, convulsiones, alteraciones del comporta-
miento, descoordinación de movimientos.

• Alteraciones respiratorias: disnea, cianosis, paro respiratorio.

• Alteraciones circulatorias: alteraciones en el pulso, tensión


arterial, arritmias y paro cardíaco.

Independientemente de estas manifestaciones generales, po-


drán aparecer asociadas otras dependiendo del tipo de producto
que la haya originado (quemaduras en los labios, alteraciones
respiratorias, alteraciones neurológicas, etc.).

Sospechar la posibilidad de una intoxicación por indicios, pue-


de salvar una vida.

Buscaremos señales de lo ocurrido. Analizaremos bien el entor-


no físico y social de la víctima. Intentaremos obtener información
de la víctima, familiares o personas de alrededor.

Llegar a la conclusión de encontrarnos ante un envenenamiento


se basa en sospechar el que un individuo que aparentemente está
sano, se ve de forma repentina rodeado por alguna de las siguien-
tes circunstancias: presencia de olores extraños, llamas, humo,
recipientes abiertos o derramados, un botiquín con medicamentos
abiertos, u otras señales de un posible envenenamiento.

Las señales de envenenamiento pueden ser náuseas, vómitos,


diarrea, dolor en el pecho o abdomen, dificultad respiratoria, su-
doración, cambios en el estado de consciencia y convulsiones.
Otros signos pueden ser quemaduras nos pueden ser quemadu-
ras alrededor de los labios, lengua o en la piel. Todos estos datos
nos ayudarán a sospechar la existencia de una intoxicación,

331

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Formación en socorros

pero SOBRE TODO PENSAREMOS EN UNA INTOXICACIÓN


CUANDO NOS ENCONTREMOS SIGNOS Y SÍNTOMAS, FUN-
DAMENTALMENTE NEUROLÓGICOS QUE NO PODEMOS
EXPLICARNOS, “QUE NO NOS CUADRAN”.

La gravedad de la intoxicación dependerá de:

• Tipo de producto.

• Vía de administración.

• Dosis.

• Tiempo que ha estado expuesto al tóxico.

• Características del individuo.

10.7.4. Primeros auxilios. Actuación general

10.7.4.1. Exploración del entorno

Lo más importante ante una intoxicación es solicitar ayuda lo an-


tes posible, ya sea al 112 o al centro NACIONAL de toxicología
91 562 04 20, ellos nos darán las instrucciones a seguir.

El CENTRO NACIONAL DE TOXICOLOGÍA está abierto para


consultas, las 24 horas del día.

Será importante, antes de llamarles, haber recabado / recogido


la mayor información posible, ya no sobre la sintomatología de la
víctima, sino sobre los datos del tóxico.

A la hora de hacer una evaluación del accidentado, además de


la exploración física, es básica y muy importante la observación
cuidadosa del entorno, sin olvidar nuestra seguridad o autopro-
tección (contra gases y humo, jeringas, sangre etc.). Este es un
aspecto que nos ayudará a saber qué es lo que ha pasado y qué
tipo de tóxico ha provocado la intoxicación.

332

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 332 30/5/11 12:29:02


10. Otras situaciones de urgencia

Hay cinco preguntas clave que hemos de hacer de forma siste-


mática:

• ¿Qué tóxico o tóxicos son?

• ¿Qué cantidad?

• ¿Cuándo? (tiempo trascurrido desde que se tomó).

• ¿Qué puerta de entrada ha utilizado?

• ¿Qué síntomas presenta, ha vomitado?

Esto junto con los síntomas y signos que presenta nos dará la
pista de la posible intoxicación.

Parece obvio que en el interrogatorio se hagan justamente es-


tas preguntas, pero, a menudo, la situación, la ansiedad de la
familia, el estrés de la asistencia, etc. hacen que las dejemos
de lado.

La mayoría de pacientes que sufren una intoxicación están cons-


cientes y manifiestan su relación con el producto tóxico. Sin em-
bargo, también hemos de tener en cuenta que en muchos casos
los pacientes negarán la ingestión de sustancias, sobre todo en
las intoxicaciones voluntarias.

Si, por cualquier causa, el interrogatorio no es posible, y siem-


pre dando prioridad a la vida del afectado, inspeccionaremos el
lugar dónde éste ha sido hallado. La finalidad es la identificación
del tóxico absorbido. Miraremos el entorno próximo a la víctima
buscando envases vacíos de medicamentos, restos de pastillas
o alcohol, envases diversos, jeringas y signos de venopunción
(señales de pinchazos en las venas) en las extremidades. Tam-
bién es útil inspeccionar los vómitos si los hay, porque a menudo
las pastillas se ven aún sin deshacer. Todo esto lo apuntaremos
o memorizaremos para notificarlo al médico una vez estemos en
el hospital.

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Formación en socorros

No se ha de olvidar que, a pesar de la importancia de la explo-


ración del entorno, daremos siempre prioridad al estado general
del paciente y a los signos y síntomas que presenta, sobre todo
si éste es inestable.

LOS TRATAMIENTOS SON MUY COMPLEJOS EN LA MAYORÍA


DE LAS OCASIONES, PERO A NIVEL GENERAL, SE TRATA DE:

• Llamar a los servicios de emergencia 112 o al Centro Na-


cional de Información Toxicológica (teléfono 91 562 04 20)
donde nos indicarán las pautas que se han de seguir. Atienden
las consultas las veinticuatro horas del día.

• Retirar lo que está produciendo la intoxicación; cuanto me-


nos tiempo esté el tóxico en contacto con el organismo, menor
cantidad del mismo se absorberá y la intoxicación será menos
grave. Nos limitaremos a retirar y no provocaremos el vómito
sin indicación facultativa/del medico.

• Neutralizar el tóxico: consiste en alterar el tóxico ya absor-


bido para que pierda su acción tóxica. Se realiza mediante la
utilización del antídoto específico para cada producto. Queda
reducida al ámbito hospitalario en la actualidad.

• Tratamiento de los síntomas: medidas adoptadas para man-


tener las constantes vitales.

• Traslado urgente a un centro sanitario.

Y RECUERDA OTRAS ACTUACIONES GENERALES:

• Protegerse para evitar la autointoxicación, pensad en intoxica-


ción por gases…

• Eliminar el riesgo o alejar a la persona de dicho riesgo.

• Hacer una exploración primaria de la víctima y comprobar sus


signos vitales.

334

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10. Otras situaciones de urgencia

• Si es necesario, iniciar el soporte vital básico.

• Identificar el tóxico, la cantidad, y el tiempo que ha pasado des-


de la exposición al mismo (siempre que sea posible).

• Recoger una muestra del tóxico.

10.7.5. Vías de penetración

Podemos diferenciar tres vías de penetración principales de los


productos tóxicos en el organismo:

• Vía digestiva: es la más frecuente. Los venenos que una


persona puede ingerir incluyen productos químicos (de uso
doméstico y jardinería), alimentos, ya sean no comestibles
(hongos y setas venenosas) o comestibles en mal estado de
conservación y, por último, el abuso de alcohol y medicamen-
tos. Muchas sustancias que no son venenosas en pequeñas
cantidades pueden serlo en cantidades mayores.

• Vía respiratoria: sigue en incidencia a la anterior; el tóxico


penetra a través de la respiración, unas veces originada por
la inhalación de gases tóxicos, como el monóxido de carbono
(producido por tubos de escapes y combustiones incompletas
de calentadores de agua, estufas de butano, etc.), por dió-
xido de carbono acumulados en pozos y alcantarillas, por el
cloro que se almacena para higiene de piscinas, etc. Dentro
de este grupo también se encuadran los vapores desprendi-
dos por productos domésticos como pegamentos, pinturas,
limpiadores, etc.

• Vía parenteral o transcutánea: el tóxico entra directamen-


te en el organismo después de atravesar la piel, ya sea por
inyección (picaduras, mordeduras de animales ponzoñosos,
inyección de medicamentos, drogas y otras sustancias), o por
absorción a través de la piel (hiedra, contacto con abonos, in-
secticidas, etc.).

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Formación en socorros

10.7.5.1. Actuación ante intoxicaciones

La actuación ante todos los supuestos será guiada por el Centro


Nacional de Información Toxicológica (teléfono 91 562 04 20)
o llamando al 112 desde cualquier teléfono le pasarán con ellos.

10.7.6. Urgencias por ingestión de drogas

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define una droga


como una “sustancia natural o química que, introducida en el or-
ganismos por cualquier vía —respiratoria, digestiva, intramuscu-
lar, endovenosa—, llega a la sangre y es capaz de actuar sobre el
sistema nervioso central (cerebro) y provocar alteraciones físicas
y/o psicológicas capaces de producir modificaciones en el com-
portamiento de las personas”.

10.7.6.1. Conceptos básicos

Según esta definición, podemos decir que el concepto de droga


incluye también los medicamentos. Pero, cuando hablamos de
drogas nos referimos a aquellas sustancias que producen mo-
dificaciones del estado físico/psíquico del individuo y que son
susceptibles de causar dependencia cuando se consume repe-
tidamente.

Drogodependencia

En un sentido amplio podemos definir la drogodependencia como


el consumo no terapéutico de una sustancia que comporta in-
convenientes, de mayor o menor importancia, al mismo indivi-
duo, a otras personas o a ambos.

La drogodependencia se caracteriza por:

• Una tendencia a consumir la sustancia de manera continuada.

• Una pérdida progresiva de la capacidad de abandonar la sus-


tancia.

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10. Otras situaciones de urgencia

La drogodependencia es el resultado de la relación entre la per-


sona que consume una droga y la droga misma. Esta relación
origina en el sujeto la necesidad de continuar consumiendo la
sustancia con la intención de experimentar los efectos que esta
provoca (dependencia psicológica) o de evitar las molestias físi-
cas que la interrupción de su consumo le produzca (dependen-
cia física).

En la dependencia psicológica, se da la necesidad imperiosa


de buscar, obtener y reiniciar el consumo de la sustancia de la
cual se es dependiente, sin tener en cuenta los elevados costes
personales y familiares que esto supone. El consumidor tiene la
convicción que los efectos de la droga de la cual depende son
necesarios para su bienestar.

En la dependencia física, el consumo repetido de una droga provoca


dentro del mismo organismo una serie de cambios fisiológicos que
le permiten adaptarse a la nueva situación creada por la presencia
de la sustancia. Sabemos que hay dependencia física por que la
suspensión brusca del consumo ocasiona una serie de trastornos
físicos que varían de intensidad según el tipo de droga y el estado
del organismo y que constituyen el síndrome de abstinencia.

Tolerancia

Como resultado de la adaptación del organismo, la droga se asi-


mila cada vez mas rápido, a la vez que se modifica la respuesta
del cuerpo a su presencia. Como consecuencia, la persona ne-
cesita aumentar progresivamente la dosis para conseguir efec-
tos similares.

Este fenómeno es denominado tolerancia y se caracteriza por:

• La necesidad de dosis mayor para provocar y sentir el mismo


efecto.

• Una disminución de los efectos físicos y psicológicos con la


misma cantidad de droga.

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Formación en socorros

Tolerancia cruzada

Es el fenómeno por el cual al tomar una sustancia, aparece tole-


rancia no solamente a otra del mismo tipo —la heroína provoca
tolerancia cruzada con la morfina y al revés—, sino que también
a todo tipo de drogas diferentes. El consumo intenso de bebi-
das alcohólicas produce tolerancia cruzada con determinados
fármacos.

El uso previo de una droga puede potenciar los efectos de otra


sustancia sobre el organismo.

Urgencias por drogas

La persona que habitualmente consume una o más sustancias,


acabará con alteraciones o problemas a corto y a largo término.
Las urgencias derivadas de este consumo que puedan requerir
la intervención de un socorrista están asociadas a tres tipos de
situaciones:

• Las intoxicaciones agudas: las funciones vitales básicas del


individuo no se ven afectadas, porque su organismo ha podido
asimilar la cantidad de sustancia ingerida o bien porque tiene
tolerancia a esta sustancia.

• Las sobredosis: el organismo de la persona que ingiere la droga


no puede asimilarla. Sus funciones vitales (respiración y pulso)
quedan seriamente afectadas y su vida corre grave peligro.

• Síndrome de abstinencia: aquellas situaciones derivadas de la


suspensión brusca del consumo de una droga.

10.7.6.2. Clasificación de las drogas

El sistema nervioso controla el buen funcionamiento de todos los


órganos de nuestro cuerpo. También es el encargado de recibir,
almacenar y suministrar toda la información necesaria para que
podamos conocer el mundo que nos rodea y relacionarnos con él.

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10. Otras situaciones de urgencia

De todas las clasificaciones posibles de las sustancias conside-


radas como drogas, la que resulta más útil es la que las diferen-
cia según su acción sobre el sistema nervioso central (SNC).

Las sustancias depresoras del sistema nervioso central son aque-


llas que ralentizan todos sus procesos; las estimulantes aceleran
su actividad y los alucinógenos la perturban.

• Alcohol. • Nicotina. • Cannabis (hachis,


marihuana).
• Heroína, morfina y • Cafeína.
derivados del opio. • LSD.
• Cocaína.
• Hipnóticos y sedantes. • Mescalina.
• Fármacos
• Ansiolíticos o antidepresivos. • Estramonio.
tranquilizantes.
• Anfetaminas y • Peyote.
• Disolventes volátiles. derivados.

• Éxtasis y drogas
de síntesis.

10.7.6.3. Depresores de la actividad del sistema nervioso central

INTOXICACIÓN AGUDA POR DEPRESORES DEL SNC


(EXCLUYENDO EL ALCOHOL)

SÍNTOMAS

• Respiración lenta(depresión respiratoria).

• Disminución de las percepciones sensoriales.

• Confusión.

• Locución poco clara. Es difícil comprender lo que dice el afectado.

• Descoordinación psicomotriz: al enfermo le cuesta realizar


movimientos con precisión. Por ejemplo si intenta coger un

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Formación en socorros

bolígrafo le cae al suelo; es incapaz de andar en línea recta


y tropieza con facilidad.

• Fiebre: casi siempre es debida a la inoculación del tóxico o


droga en la vena ya que se hace de una forma séptica (sin
desinfectar la piel antes de la inyección).

• Miosis puntiforme y hiporreactiva: si abrimos los ojos de la víc-


tima, veremos el tamaño de las pupilas más pequeño de lo
normal, de forma alargada y poco reactivas a la luz (si las ilu-
minamos con una linterna, no alteran su tamaño).

OBSERVACIÓN

En el caso de la intoxicación por consumo de disolventes voláti-


les a parte de los síntomas descritos encontraremos a la perso-
na en un estado de euforia con las pupilas dilatadas y algunas
veces con sensación de vértigo y alteraciones de la percepción
(la persona ve y sienten cosas que las demás personas no sien-
ten). Puede perder el autocontrol y el sentido de la realidad.

ACTUACIÓN

Si la persona está consciente:

• Activar al 112.

• Hablarle para evitar que se duerma.

• Controlar las constantes vitales, tanto el nivel de consciencia


como la respiración porque son los dos parámetros que prime-
ro se alteran.

• Proporcionar al intoxicado un espacio seguro y libre de peligros.


La disminución de las percepciones sensoriales y la descoordi-
nación psicomotriz pueden provocar accidentes (caídas por las
escaleras, accidentes de tránsito, atropellos, quemaduras por

340

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10. Otras situaciones de urgencia

cigarrillos, incendios en la cama provocados al dormirse con un


cigarrillo encendido, etc.).

En caso de que tenga alucinaciones por consumo de disolventes


volátiles:

• Protegernos del riesgo potencial de violencia.

• Demostrar calma. Hablar con voz baja.

• Actuar teniendo presente que es una persona que delira.

• No darle la razón ni participar en su pensamiento delirante,


favoreciendo así su contacto con la realidad.

• Plantear dudas sobre su pensamiento delirante. Por ejemplo: Co-


mentarios como: ”Piensas que eres un tigre, pero yo no lo veo”,
pero no contradecirlo.

SOBREDOSIS POR CONSUMO DE DEPRESORES DEL SNC


(EXCLUYENDO EL ALCOHOL)

SÍNTOMAS

Los tres síntomas clásicos son los siguientes:

• Cianosis: es la coloración azulada o amoratada de la piel y las


mucosas (labios por ejemplo) debido a una respiración lenta
que evolucionara hacia una parada respiratoria y minutos más
tarde a una parada cardíaca. Es el signo objetivo que nos indi-
ca que la persona no respira bien.

• Pupilas no reactivas a la luz y mioticas.

• Coma: encontraremos a la persona inconsciente, no respon-


de a ningún estímulo verbal o doloroso. En algunas ocasiones
estará semiinconsciente y sólo responderá a estímulos dolo-
rosos.

341

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Formación en socorros

ACTUACIÓN

• Conseguir ayuda médica activar al 112 y el traslado del afecta-


do al hospital, lo antes posible.

• Sin descuidar las constantes vitales del sujeto, observaremos


el entorno para intentar identificar el tipo de droga ingerida y si
ha tomado más de un tipo de droga. Si es posible interrogare-
mos a los familiares y/o amigos.

• Si está inconsciente pero mantiene las constantes vitales, le


pondremos en posición lateral de seguridad y le estimularemos
dolorosamente. Con esto conseguiremos aumentar la frecuen-
cia respiratoria y podremos evitar el paro.

• Si el enfermo está inconsciente y no mantiene las constantes


vitales realizaremos el soporte vital básico.

INTOXICACIÓN AGUDA POR CONSUMO DE ALCOHOL

El alcohol es sin duda la droga que más muertes ocasiona al


final del año. A las defunciones derivadas de los trastornos y
las enfermedades que produce, añadiremos que el alcohol es
el responsable del 30% al 50% de los accidentes mortales de
tráfico. De hecho, el alcohol constituye la primera causa de mor-
talidad de los jóvenes entre los 17 a 24 años.

La intoxicación aguda por ingesta de alcohol se conoce popular-


mente como borrachera.

SÍNTOMAS

• Euforia (desinhibición producida por su efecto depresor sobre el


SNC, que hace disminuir el nivel de consciencia y de autocontrol).

• Cambios bruscos de humor.

• Dificultad de concentración, coordinación, y pronunciación.

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10. Otras situaciones de urgencia

• Agitación y trastornos del equilibrio.

• Confusión.

• Descoordinación psicomotriz (dificultad para realizar movimien-


tos con precisión).

• Alteraciones de la marcha (incapacidad de andar en línea recta).

ACTUACIÓN

Los efectos inicialmente desinhibidores hace que la persona ten-


ga mucho menos percepción del riesgo, cosa que, juntamente
con la disminución de los reflejos y la descoordinación psico-
motriz, puede dar lugar a accidentes de todo tipo. Si asociamos
el consumo de alcohol con drogas estimulantes puede generar
conductas violentas en personas previamente predispuestas.

En la tabla siguiente, veremos la evolución de los síntomas que


produce el consumo del alcohol, según los índices de alcoholemia.

• La actuación de un socorrista ante la intoxicación aguda por


alcohol ha de estar encaminada a proporcionar al intoxicado
un espacio físico seguro y libre de peligros, y a controlarle las
constantes vitales.

• Se ha de tener en cuenta que ante un grado de alcoholemia de


0’8 g/l, por ejemplo, hay que esperar para conducir un vehículo
6 horas, tiempo que dependerá si el intoxicado estaba en ayu-
nas, de su peso corporal y del sexo.

TASA MÁXIMA DE ALCOHOL PERMITIDA PARA CONDUCIR

CONDUCTOR TASA EN AIRE TASA EN SANGRE


General 0,25 mg/l 0,5 g/l
Novel 0,15 mg/l 0,3 g/l
Profesional 0,15 mg/l 0,3 g/l
FUENTE: http://www.iabogado.com/esp/guialegal/guialegal.cfm?IDCAPÍTULO=05030000

343

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Formación en socorros

ALCOHOLEMIA EJEMPLOS PARA:


(gramos de alcohol EFECTOS Hombre de 88 kg.
por litro de sangre) Mujer de 55
0,15 • Disminución de reflejos. • Disminución de reflejos.
• Hombre: 1 consumición en
• Dificultad para mantener
ayuno ó 2 consumiciones
la conducción rectilínea.
0.20 comiendo.
• Falsa apreciación
• Mujer: 1 ó 2 consumiciones
de las distancias.
en ayuno.
• Subestimación de • Hombre: 1 ó 2
la velocidad. consumiciones en ayuno.
0.30
• Perturbación en los • Mujer: 1 consumición
movimientos. comiendo.
• Euforia.
• Hombre: 3 consumiciones
• Disminución de la
comiendo.
0.50 percepción del riesgo.
• Mujer: 2 consumiciones
• Incremento del tiempo
comiendo.
de reacción.
• Hombre: 4 consumiciones
• Perturbación general en ayuno.
0,80
de la conducta. • Mujer: 2 consumiciones
en ayuno ó 3 comiendo.
• Hombre: 4 consumiciones
• Fuerte fatiga y en ayuno.
1,20
pérdida de visión. • Mujer: 2 consumiciones
en ayuno ó 3 comiendo
• Hombre: 7 consumiciones
en ayuno.
1,50 • Embriaguez notoria.
• Mujer: 4 consumiciones
en ayuno ó 5 comiendo.
• Se presenta un estado de apatía que se convierte en
3
como a partir de 4 ó 5 gramos por litro de sangre.
• Muerte por afectación del Sistema Nervioso Central
5,5
(Cerebro).
Una consumición, corresponde a 10 g. de alcohol puro que entra en la sangre.
Algunas equivalencias:
• Un vaso de cerveza de 4 a 6 grados. • Dos vasos de vino de 12 grados.
• Una copa de champán de 12 grados. • Una copa de coñac de 38 grados.
• Medio cubalibre de 38 grados • Medio whisky de 43 grados.
Si quiere calcular la cantidad de alcohol ingerido:
Gramos de alcohol = (cm3 de bebida alcohólica x grado x 0,8) / 100
FUENTE: Institut Català de SegurItat Viària. Direcció General de Salut Pública.

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CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 344 30/5/11 12:29:02


10. Otras situaciones de urgencia

Es totalmente falso que:

• Un café reduzca los efectos del alcohol.

• Una ducha mejora los reflejos.

• Beber agua disminuya los efectos del alcohol.

• Emitir gran cantidad de orina, elimina el alcohol.

• El vómito elimine el alcohol de la sangre.

• Se pueda beber más alcohol si come mucho.

Todas estas acciones dan sensación de mejora momentánea,


pero no eliminan el alcohol de la sangre.

SOBREDOSIS POR INGESTA DE ALCOHOL

Si la alcoholemia pasa de 3 g/l, la persona entra en coma y pue-


de morir por colapso y parada respiratoria.

ACTUACIÓN

• Conseguir ayuda médica 112 y el traslado urgente al hospital.

Si la víctima está CONSCIENTE:

• Hablar con la persona para evitar que se duerma.

• Controlar las constantes vitales. Es muy importante estar aten-


to al nivel de consciencia y a la respiración, porque son los dos
parámetros que se alteran primero.

• Proporcionar al intoxicado un espacio físico seguro y libre de


peligros.

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Formación en socorros

• Provocar el vómito puede conllevar riesgo importante de aspi-


ración y no conseguiremos nada si no ha pasado más de dos
horas de la ingesta. Esto no elimina el alcohol ya absorbido.

Si está INCONSCIENTE pero mantiene las constantes vitales,


ponerlo en posición lateral de seguridad y estimularlo dolorosa-
mente.

Si está INCONSCIENTE y no mantiene las constantes vitales,


realizar el soporte vital básico. Investigaremos tipos que y canti-
dad de droga que ha tomado interrogando a las personas que lo
rodean o mirando al entorno próximo.

10.7.6.4. Estimulantes de la actividad del sistema nervioso


central

INTOXICACIÓN AGUDA POR ESTIMULANTES DEL SISTEMA


NERVIOSO CENTRAL

SÍNTOMAS

• Dilatación de las pupilas.

• Sequedad de boca.

• Irritabilidad, agitación agresividad.

• Temblor de manos.

• Fiebre, sudor.

• Convulsiones.

• Se pueden dar crisis de pánico.

• En algunos casos, delirio paranoico.

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10. Otras situaciones de urgencia

ACTUACIÓN

• Activar 112.

• Control de las constantes vitales.

• Demostrar calma, hablar con voz baja y actuar sin prisa.

En caso de delirio, la persona con alteraciones del razonamien-


to, alucinaciones y/o conducta destructiva padece un caso psi-
quiátrico urgente. Como norma general tendremos de tomar las
siguientes medidas:

• Protegernos del riesgo potencial de violencia.

• Demostrar calma, hablar en voz baja.

• No participar de sus delirios ni darles la razón, se trata de una


persona que delira.

• Plantearle dudas sobre sus pensamientos, pero no contrade-


cirle abiertamente.

• Evitar conflictos sobre sus pensamientos.

En caso de alucinaciones haremos lo siguiente:

• Iluminar la habitación.

• Proporcionar un ambiente físico seguro y libre de peligros.

• Protegernos del riesgo de violencia y autoprotegerle de su agre-


sividad.

• Si tiene convulsiones actuar consecuentemente.

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Formación en socorros

Puede darse una crisis de pánico. Se trata de un episodio brusco


de miedo con gran intranquilidad. La persona presenta al menos
4 de los siguientes síntomas:

• Dificultar en respirar.

• Vértigo, sensación de inestabilidad.

• Taquicardia.

• Temblores.

• Sudor.

• Náuseas o dolor abdominal.

• Sensación de irrealidad.

• Hormigueo.

• Cambios de temperatura corporal.

• Miedo de morirse.

• Miedo de volverse loco o a actuar sin control.

Estos síntomas desaparecen cuando la persona se tranquiliza o


pasa los efectos de la intoxicación.

ACTUACIÓN

• Activar al 112.

• Actuar sin prisa y con tranquilidad.

• Expresar empatía (comprensión).

• Tocar a la persona con suavidad.

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10. Otras situaciones de urgencia

• Tranquilizarla verbalmente asegurándole que la ansiedad in-


tensa se puede controlar.

• No dejarla sola.

• Escucharla con atención y hablar con ella, de adulto a adulto,


no de forma maternal.

• Tranquilizarla diciéndole que estamos allí para ayudarle.

Si la crisis se repite sin haber tomado ninguna sustancia es ne-


cesaria una ayuda psicológica.

El consumo de estimulantes, especialmente de drogas de sínte-


sis en determinadas condiciones, puede provocar sintomatolo-
gía similar al GOLPE DE CALOR.

SOBREDOSIS POR CONSUMO DE ESTIMULANTES SNC

SÍNTOMAS

• Taquicardia.

• Hipertonía muscular.

• Convulsiones.

• Parada cardiorespiratoria.

ACTUACIÓN

• Conseguir sin demora ayuda médica al 112 y trasladarlo al hos-


pital.

• Si está inconsciente pero mantiene las constantes vitales, po-


nerlo en la posición lateral de seguridad y estimularlo doloro-
samente.

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Formación en socorros

• Si el enfermo está inconsciente y no mantiene las constantes


vitales realizar el soporte vital básico.

• Si es posible, y sin descuidar las constantes del enfermo, inte-


rrogar a los amigos o familiares y mirar el entorno para poder
identificar el tipo de droga ingerida e indagar si ha tomado más
de una clase de droga.

ALUCINÓGENOS

Son unas sustancias capaces de provocar trastornos de la per-


cepción y de los sentidos y que afectan las emociones y el
pensamiento. Pueden producir alucinaciones. Entre ellas en-
contramos:

• LSD.

• Mescalina.

• Peyote.

En este grupo entran también los derivados del cannabis indio


(hachis, marihuana) aunque sus propiedades alucinógenas no
sean comparables con las sustancias ante dichas. Es poco pro-
bable que se produzca una urgencia sanitaria por el consumo de
cannabis, aunque asociado con un fuerte consumo de alcohol
podría potenciar el efecto depresor de este y dar lugar a com-
portamientos suicidas.

INTOXICACIÓN AGUDA POR ALUCINÓGENOS

SÍNTOMAS

Los síntomas principales son las alteraciones de la percepción,


fundamentalmente alucinaciones visuales y auditivas (la perso-
na ve y siente cosas que no existen en la realidad).

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CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 350 30/5/11 12:29:03


10. Otras situaciones de urgencia

Es difícil pensar en una situación de sobredosis cuando habla-


mos de alucinógenos porque se requerirían dosis muy superio-
res a las consumidas normalmente.

Las principales dificultades derivadas del consumo se produ-


cen cuando la persona tiene alucinaciones terroríficas llamadas
popularmente “MAL VIAJE”, que pueden derivar a accesos de
pánico o agresividad hacia los otros o hacia uno mismo. En ca-
sos extremos se pueden dar intentos de suicidios o accidentes.
Como que la persona piense que puede volar y se tire por la
ventana. También se puede producir accidentes de tráfico, es-
pecialmente si la persona conduce bajo los efectos del alcohol o
derivados anfetaminicos.

A largo plazo los principales problemas asociados al consumo


de alucinógenos están ligados a la aparición de complicaciones
psiquiátricas (psicosis) en personalidades previamente predis-
puestas y especialmente si se toman con anfetaminas o deriva-
dos del cannabis.

ACTUACIÓN

• Activar al 112.

• Controlar los signos vitales del paciente.

• Proporcionarle un espacio físico seguro y libre de peligros.

• Si la persona delira, tomar las medidas antes indicadas.

• Si tiene alucinaciones, iluminar la habitación para no favorecer


las visiones de insectos, serpientes y otros animales muy des-
agradables.

• Evitar que la persona se haga daño, creen que los animales le


atacan y se lesionan para evitarlo.

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Formación en socorros

• Si la persona tiene una crisis de pánico, tomar las medidas


antes indicadas.

• Cuando veamos que existe un riesgo de suicidio bajo los efectos


de la intoxicación, todos los esfuerzos han de ir encaminados
a procurar que la persona no se haga daño eliminando de su
entorno aquellos objetos peligrosos: cinturones, cristales, gafas
etc. Es bueno recordar que mientras está bajo los efectos del
tóxico, cualquier intento de razonamiento es inútil.

No debemos olvidar que el socorrista ha de intentar proteger la


vida de los demás, pero sin poner en peligro la suya. En algunos
casos sólo será válida la contención física del intoxicado. Para
ello se pedirá ayuda a las fuerzas de seguridad que están más
preparadas que nosotros para hacer esta tarea.

SÍNDROME DE ABSTINENCIA

Son situaciones un tanto violentas en las que no peligra la vida


de la persona, por tanto no se las considera como de urgencias
sanitarias.

No obstante existen unos síndromes extremadamente peligrosos en


que realmente sí peligra la vida de la persona: son los desencadena-
dos por la suspensión de la ingesta de alcohol y de barbitúricos.

SÍNDROMES DE ABSTINENCIA DE ALCOHOL

La abstinencia común de alcohol aparece al cabo de 6 o 8 horas


después de suspensión del consumo y desaparece al cabo de
48 horas.

SÍNTOMAS

• Temblores (sobre todo en la lengua, las labios y las manos).

• Ansiedad.

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10. Otras situaciones de urgencia

• Cansancio y depresión leve.

• Insomnio.

• Sudores.

• Vómitos.

• Diarreas.

• Inquietud psicomotriz.

DELIRIUM TREMENS

Es el grado máximo de abstinencia al alcohol. Se inicia en el


segundo o tercer día de abstinencia y se alcanza la máxima in-
tensidad al cabo de 72 horas.

SÍNTOMAS

Se inicia con un estado de ansiedad, seguido de:

• Temblores (en las manos, labios, lengua y también en las ex-


tremidades inferiores).

• Confusión intensa.

• Sudor.

• Temblores generalizados.

• Agitación intensa y continuada.

• Alucinaciones.

• Desorientación.

• Puede producir la muerte.

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Formación en socorros

ACTUACIÓN

• Conseguir ayuda médica 112 y el traslado al hospital.

• Si la persona está inconsciente y mantiene las constantes vi-


tales colocarle en la posición lateral de seguridad y estimularla
dolorosamente.

• Si está inconsciente y no mantiene las constantes vitales, rea-


lizar el soporte vital básico.

• Proporcionarle un espacio físico seguro y libre de peligros.

• Cuando tenga alucinaciones, iluminar la habitación para no fa-


vorecer las visiones de los insectos, serpientes y otros anima-
les desagradables.

• Protegernos de su potencial violencia.

• Demostrar calma, hablar con voz baja.

• Si la persona delira actuar como hemos indicado anteriormente.

SÍNDROME DE ABSTINENCIA DE BARBITÚRICOS

SÍNTOMAS

• Temblores.

• Insomnio.

• Agitación.

• Confusión intensa y delirios, como en el caso del delirium tre-


mens.

• Puede haber una crisis de epilepsia o coma.

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10. Otras situaciones de urgencia

La actuación es la misma que en el caso de delirium tremens. En


las dos situaciones hay que conseguir el traslado del enfermo al
hospital lo más rápido posible.

10.8. Picaduras y mordeduras


Frecuente mente se producen picaduras de animales que pue-
den inocular distintos tipos de veneno. Algunos de ellos, son
tóxicos para la población en general, pero otros, sólo revisten
peligro para aquellas personas que sean alérgicas a un determi-
nado veneno animal.

Es importante, pues, hacer hincapié en este concepto de la aler-


gia. Hay personas que son alérgicas a uno de estos venenos y
reaccionan de forma grave frente a una picadura de un insecto
cuyo veneno es de escasa importancia, como la abeja, la avispa
o el abejorro. No es que el veneno en ellos cause más síntomas o de
mayor gravedad que en otras personas no sensibles, sino que
ellos reaccionan de esa manera.

Hay personas que conocen su alergia y las repercusiones que


puede causarles la picadura. Como para este fenómeno alérgico
es necesario un contacto previo con el veneno, se requeriría
que la persona hubiese sido picada por el mismo tipo de animal
anteriormente; no siempre es así, sino que puede ocurrir que le
haya picado anteriormente sin el desarrollo de una reacción alér-
gica y que ésta, sea la primera vez. Deberemos de estar alerta,
y si la picadura se hincha más de lo normal, salen ronchas, la
piel se pone roja o el dolor es exagerado, no dudar en acudir a
un centro sanitario, ya que puede tratarse de una reacción alér-
gica.

Podemos agrupar a los animales venenosos en varios grupos:

• Reptiles.

• Insectos.

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Formación en socorros

• Arácnidos.

• Animales marinos.

10.8.1. Mordedura de reptiles

En España existen trece especies autóctonas de serpientes, de


las cuales, cinco son venenosas; de estas cinco, tres pertenecen
a la familia de las víboras y dos a la de las culebras.

VÍBORA CULEBRA
Colmillos 2 (sobresalen) Todos los dientes iguales
Pupila Alargada Redondeada
Nº de escamas entre el
Varias Una
ojo y el labio superior
Cola Corta Larga

Víbora Culebra

La víbora, generalmente, se trata de un


animal tímido que sólo ataca al hombre
cuando se encuentra acorralada o sin
escapatoria. Habitan en zonas relativa-
mente secas, con hojarasca, rocosas y
no demasiado soleadas. Ante la presen-
cia del hombre suelen recurrir a la huida
y rara vez le hacen frente. Al morder, de-
jan dos incisiones paralelas separadas
entre sí por unos 6 mm.

Las culebras son más agresivas, aunque


la inoculación del veneno se ve dificultada

356

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10. Otras situaciones de urgencia

por la posición de sus colmillos. Las huellas de su mordisco son


puntiformes.

10.8.1.1. La inoculación del veneno

Se produce por
la mordedura que
se origina al in-
tentar coger estos
reptiles, pero tam-
bién se puede dar
de manera impre-
vista, accidental.
Sólo es probable
que se produzca
en los meses de
verano, ya que hi-
bernan. Probablemente, menos del 50% de las mordeduras se aso-
cian a la inyección de veneno. Por lo general, este tipo de mordedu-
ras son frecuentes y graves en algunas zonas geográficas, pero
afortunadamente la mortalidad es escasa, estando por debajo del
1%. La gravedad de la mordedura está en relación con la potencia
del veneno, la cantidad del mismo, el peso, patología previa y zona
de la inoculación de la persona afectada. Siendo lógicamente más
grave en niños y aún más en lactantes, puede ser peligrosa en an-
cianos y personas inmunodeprimidas.

10.8.1.2. Síntomas

Síntomas locales

Dolor inmediato y de intensidad variable en el lugar de la mor-


dedura. Transcurridos 15-30 minutos, aparecerá la zona amo-
ratada y al cabo de una hora, surgirá gran inflamación, que en
ocasiones, se extiende hasta la raíz del miembro afectado. Se-
cundariamente, puede darse muerte de los tejidos en la zona
mordida, casi siempre superficial. La regresión de la inflamación
es lenta y puede durar varias semanas.

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Formación en socorros

Síntomas generales

Se producen manifestaciones digestivas, como vómitos, dolor


abdominal, diarrea, sed intensa y tendencia al shock. Las for-
mas graves no son frecuentes, pero se pueden producir en niños
de corta edad, tras la mordedura con inyección en el torrente
sanguíneo de veneno o mordedura a nivel de cabeza o cuello.
Estas formas presentan inflamación grave y extensa con situa-
ción se shock y aparición de hemorragias. En ocasiones, puede
producirse una depresión neurológica, aunque es raro el coma.
También pueden aparecer arritmias, cefaleas, trastornos respi-
ratorios y otras sintomatologías de gravedad.

10.8.1.3. Primeros auxilios

El tratamiento a instaurar incluye las siguientes medidas:

• Avisar al 112.

• Reposo de la víctima procurar que no se mueva; tranquilizarle


e inmovilizar la parte afectada en una postura cómoda.

• Desinfección de la herida.

• Quitar al herido todo lo que pueda presionarle en caso de que


se inflame la zona (anillos, pulseras, relojes, etc.).

• El hecho de aplicar ligaduras o lo mal llamado torniquete ve-


noso, no se ha demostrado que aporte mayor beneficio que la
simple compresión con aplicación de frío local.

• La aplicación del frío sobre la zona es aconsejable, ya que


disminuye la difusión del veneno e inactiva a las sustancias
responsables de la inflamación local. Está contraindicada la
aplicación de hielo directamente sobre la herida por la vaso-
constricción que produce, lo que se puede traducir en una ne-
crosis de tejidos.

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10. Otras situaciones de urgencia

• Valorar periódicamente las constantes vitales.

• Actuar conforme a los síntomas que se produzcan.

• Se trasladará a la víctima inmediatamente a un centro sanitario, en


absoluto reposo, ya que el ejercicio muscular del miembro afec-
tado aumenta el riego sanguíneo de dicha zona y puede producir
una rápida distribución del veneno por todo el organismo.

• Queda contraindicado el uso de torniquetes.

• Queda contraindicado el hacer incisiones sobre la herida.

• La succión del veneno queda contraindicada por el riesgo de


ser absorbida por lesiones existentes en la cavidad bucal, ade-
más de considerarse que extrae poca cantidad de veneno.

10.8.1.4. Prevención

• Las excursiones por lugares donde se sospeche la existencia


de estos animales, se realizarán protegiendo las partes inferio-
res de las piernas mediante zapatos o botas de material grue-
so, así como con gruesos calcetines que cubran las piernas,
dado que la mayoría de las mordeduras se producen en las
extremidades inferiores.

• Evitar las marchas nocturnas por zonas de hierba alta, maleza


o zonas rocosas.

• No matar serpientes de manera innecesaria, pues gran número


de picaduras se producen en esas circunstancias.

• No introducir la mano bajo piedras o huecos de las rocas.

10.8.2. Picadura de insectos

Hemos de destacar que existen un gran número de insectos que


inoculan veneno y que hay otro número aún mayor que pican

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Formación en socorros

pero que no inoculan veneno. Por último, hay insectos, tales


como mosquitos, chinches, garrapatas, piojos, etc., que pueden
transmitir diversas enfermedades infecciosas por virus y bacte-
rias. Solamente nos referimos a los más frecuentes entre los que
inoculan veneno: abeja, avispa y abejorro.

La sintomatología que producen es leve, limitándose a una afec-


tación local con dolor, hinchazón y enrojecimiento de la zona
de la picadura. Sólo existirá peligro cuando alguien sea picado
de manera múltiple, es decir por varios insectos a la vez (por
ejemplo, un enjambre de abejas), o si es alérgica al veneno ino-
culado.

Nuevamente comentamos el hecho de que existen personas


alérgicas al veneno de estas picaduras, y que pueden desarro-
llar un cuadro clínico grave, por lo que es preciso que ante cual-
quier síntoma sospechoso se acuda a un centro sanitario.

10.8.2.1. Primeros auxilios

El tratamiento de las picaduras simples, no complicadas con


procesos alérgicos, es relativamente sencillo y consistirá en las
medidas siguientes:

• Avisar al 112 según gravedad de la situación.

• Limpiar y desinfectar la zona de la picadura.

• Extraer el aguijón cuando éste se haya introducido en la piel


y permanezca en la misma. Se hará con sumo cuidado y con
unas pinzas previamente desinfectadas.

• Aplicar frío local (agua fría, vinagre).

• En caso de picadura en el interior de la boca que provoque


dificultad respiratoria, hacer chupar hielo durante el traslado
urgente al centro sanitario.

360

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10. Otras situaciones de urgencia

• Mantener la zona afectada en reposo.

• No aplicar remedios caseros, tales como barro, saliva, amonia-


co y otros productos difundidos entre la población en general
(calman el dolor, pero pueden infectar o dañar la herida).

• Prevención.

• Protección, sobre todo en niños, con lociones antimosquitos,


ahuyentadores de insectos, etc.

• Evitar permanecer en lugares donde exista agua estancada.


Evitar prendas cuya tonalidad sea amarilla, verde o de colores
vivos, en zonas donde abunden los insectos.

10.8.3. Picadura de arácnidos

Dentro de este grupo de animales destacamos por su toxicidad


el escorpión y las arañas.

10.8.3.1. Escorpión

SÍNTOMAS

La inoculación produce una fuer-


te reacción local, con dolor agu-
do en la zona de la picadura, in-
flamación y gran edema en el
miembro afectado, calambres mus-
culares, temblores y hormigueo.
Esta inflamación cursa con enro-
jecimiento y amoratamiento; ex-
cepcionalmente puede provocar
agitación, desorientación y con- Escorpión
vulsiones.

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Formación en socorros

PRIMEROS AUXILIOS

• Avisar al 112.

• Inmovilizar al afectado, en especial, la zona de la inoculación.


Incluso si ha de ser trasladado, lo conveniente sería hacerlo en
reposo.

• Aplicar frío, no hielo directo, sobre el lugar de la inoculación, ya


que se retrasará la absorción del veneno.

• Aplicar una banda constrictora, que interrumpa solo la circulación


venosa superficial, sin afectar la circulación profunda del miem-
bro afectado. NO DEBE SER UNA PRÁCTICA HABITUAL.

• No se recomienda la incisión en el lugar de la inoculación.

• Prevención.

• Evitar el contacto con escorpiones una vez localizados.

• No meter la mano o el pie en huecos entre las rocas o debajo


de piedras sin asegurarse previamente de que no hay ningún
animal.

10.8.3.2. Araña

SÍNTOMAS

El dolor suele aparecer pocos


momentos después de la pica-
dura, acompañándose de una
reacción inflamatoria local, alre-
dedor de una zona amoratada.
Rara vez provocan más sínto-
mas, como hinchazón del miem-
bro afectado, dolor de cabeza, Araña
náuseas o dolores articulares.

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10. Otras situaciones de urgencia

PRIMEROS AUXILIOS

• Activar ayuda sanitaria si es preciso.

• Aplicación de frío en la zona de la picadura.

No suelen revestir serio peligro y rara vez requieren un trata-


miento médico más extenso.

10.8.4. Picaduras de
animales marinos

Dentro de este grupo y consideran- Medusa


do los más frecuentes en nuestro
medio, destacaremos a las medu-
sas, anémonas, actinias, erizos
de mar, pulpos y araña de mar.

10.8.4.1. Síntomas
Escorpora
La picadura de estos animales rara-
mente suele revestir gravedad, aun- Erizo
de
que sí que producen una gran sen- mar
sación de dolor y picor, seguida de
una inflamación de la zona afecta-
da, con enrojecimiento e hinchazón
del lugar en el que se produjo. Posteriormente, pueden aparecer
vesículas similares a las producidas por una quemadura. Aparece
con cierta frecuencia un cuadro de angustia, agitación, conjuntivitis
y, en ocasiones, dolor de cabeza.

10.8.4.2. Primeros auxilios

• Activar sistema sanitario 112 si es preciso.

• Inmovilizar la zona afectada.

• En caso de púas clavadas, realizar la extracción de éstas.

363

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Formación en socorros

• Las secreciones emitidas por estos animales son destruidas


por el calor; introducir la zona afectada en agua caliente ali-
viará el dolor.

• Es aconsejable no rascarse ni frotar la zona afectada, lo cual


aumentaría las molestias.

• Lavar la zona con agua salada y limpia (en el caso de picadura


de medusa); hacerlo con agua dulce provocará un cambio en
la densidad y se producirá la descarga de más cantidad de
veneno.

• Ocasionalamente se ha descrito que vinagre diluido o limón


puede ir bien , hay múltiples tratamiento, pero no parecen apor-
tar nada respecto el tratamiento anteriormente mencionado.

• Traslado a un centro sanitario.

10.9. Deshidrataciones
Cuando aparece un desequilibrio entre los ingresos y las pér-
didas de los líquidos corporales se instaura un cuadro denomi-
nado deshidratación; generalmente afecta más a niños de corta
edad y ancianos.

10.9.1. Causas

• Ingesta deficiente de líquidos: generalmente, en situaciones


extremas de falta de agua. El riesgo de padecerla aumenta en
época estival. Es en verano, principalmente, cuando el calor
aprieta, cuando la sudoración se hace bastante más profusa y
el ejercicio es más intenso.

• Aumento de pérdidas: el desequilibrio puede aparecer no por


falta de ingesta de líquido sino por un exceso de pérdidas como
consecuencia de diarreas y vómitos profusos, determinadas
enfermedades que provocan la emisión de grandes cantidades

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10. Otras situaciones de urgencia

de orina, fiebres que aumentan en forma considerable la su-


doración etc., en definitiva, todas ellas causas que consiguen
provocar una deshidratación si no se reponen adecuada y rápi-
damente las pérdidas.

10.9.2. Síntomas

• Alteraciones del estado general, como irritabilidad excesiva o


en otros casos somnolencia.

• Un signo objetivo es el llamado del “signo del pliegue” y con-


siste en la aparición de arrugas o en un enlentecimiento de la
piel en volver a su posición de normalidad cuando se pellizca.
Esta pérdida de elasticidad es signo inconfundible de deshidra-
tación.

• Sequedad de boca, lengua y mucosas. Sed.

• Pulso rápido y débil.

• Si el cuadro progresa puede aparecer somnolencia muy mar-


cada, confusión mental y escasez o ausencia de orina.

10.9.3. Primeros auxilios

• Activar ayuda sanitaria 112.

• Resulta fundamental sospechar y reconocer su existencia.

• Rehidratación:

- Si no hay vómitos, bastará simplemente con la administración


de agua o algún preparado comercial de agua y electrolitos.
- Si existen vómitos, puede ensayarse la administración fre-
cuente de pequeñas cantidades de líquido por vía oral.
- La preparación de agua con electrolitos puede hacerse siguien-
do la recomendación de la Organización Mundial de la Salud
(OMS): por cada litro de agua potable, media cucharadita de

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Formación en socorros

bicarbonato sódico, media de sal de mesa, dos cucharadas


soperas de azúcar y una taza de zumo de naranja o limón.
Si bien en la actualidad se disponen de abundantes sales de
rehidratación ya listas para su disolución.
- Se recomienda acudir a un centro sanitario.

10.10. Traumatismos dentales


10.10.1. Avulsión dentaria

Se entiende por avulsión dentaria la salida completa del diente


fuera de su alveolo. En este caso, el período que el diente ha
estado fuera de lugar es crítico para su recuperación.

Debemos controlar el sangrado, enrollando un apósito estéril y


colocándolo en el espacio del diente desprendido. Pediremos a la
víctima que ejerza una ligera presión mordiendo sobre el apósito.

Tras pedir consejos al 112 y si así lo indica, cogeremos el diente


por la corona, o sea, el borde por el cual se mastica, y sin tocar la
raíz, volveremos a colocar el diente en su alveolo. Pediremos
a la víctima que muerda ligeramente sobre un apósito mante-
niendo de este modo el diente en su posición, siendo deseable
reimplantarlo por parte de un odontólogo en los primeros treinta
minutos.

Es fundamental la visita con odontólogo, probablemente deba


tratarse la infección.

Si el reimplante inmediato no es posible, un medio de almace-


namiento que evite que se seque la raíz es fundamental; este
medio puede ser leche, suero fisiológico o la propia saliva, por
este orden de preferencia.

Si ninguno de estos medios es accesible, y siempre que la vícti-


ma esté consciente puede almacenarlo ella misma debajo de su
propia lengua.

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10. Otras situaciones de urgencia

AVULSIÓN DENTAL
• Coja el diente por esmalte, sin tocar la raiz.
• Conserve el diente húmedo.
• Acuda a un odontólogo.

Esmalte
Corona

Encía

Raíz

Alvéolo

El reimplante es posible

Todo traumatismo dental debe ser tratado por el odontólogo, ya


que el pronóstico de conservación del diente depende de la pre-
mura con que se traten las posibles complicaciones.

10.10.2. Desplazamiento dental sin avulsión

Si el desplazamiento ha sido hacia fuera o lateral y siempre que


se haga antes de los 90 minutos, la recolocación puede hacerse
por presión digital sobre la corona dental. Remitir posteriormente
al odontólogo.

Si el desplazamiento ha sido hacia el interior o han transcurrido


más de 90 minutos, no debe manipularse y se debe trasladar al
paciente al odontólogo.

10.11. Cuerpos extraños


Se define como cuerpo extraño a toda estructura que acciden-
talmente penetra en nuestro organismo a través de los orificios
naturales. La actuación del socorrista cambia según las diferen-
tes localizaciones.

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Formación en socorros

10.11.1. Ojos
• Si es pequeño y está libre (mota de polvo):

- Explorar con buena iluminación el globo ocular y el interior del


párpado inferior.
- Evertir el párpado superior si es necesario.
- Si está claramente visible y accesible, intentar arrastrarlo con
una gasa o torunda humedecida. Recomendar al paciente
que parpadee.
- No frotar los ojos.
- No insistir excesivamente. Es preferible acudir al especialista.

• Si está enclavado o es metálico:

- Activar 112.
- Inmovilizarlo, si es necesario.
- No tocar.

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10. Otras situaciones de urgencia

- Cubrir y hacer un vendaje ahuecado


sobre los dos ojos (los inmoviliza).
- Trasladar al paciente a un centro
sanitario con especialidad en oftal-
mología.

10.11.2. Oídos

• No intentar nunca la extracción con al-


fileres y otros objetos punzantes.

• No echar agua.

• Acudir a un especialista.

10.11.3. Nariz

• Intentar su expulsión con una espira-


ción forzada, apretando la fosa nasal
libre contra el tabique nasal.

• Si no sale, acudir al especialista.

• No echar agua.

• No manipular con objetos puntiagu-


dos.

10.11.4. Faringe

• En general, no son peligrosos y son evacuados en las heces.


Intentar el arrastre con miga de pan o manzana.

• Trasladar para extracción por parte del especialista.

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11. Urgencias
maternoinfantiles
y pediátricas

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11.1. Introducción 374

11.2. Recuerdo anatómico fisiológico del aparato


genital femenino 374

11.3. Anatomía del aparato genital femenino


en el embarazo a término 375

11.4. Urgencias en el embarazo 376


11.4.1. Traumatismos en la mujer embarazada 377
11.4.1.1. Actuación 377
11.4.2. Metrorragias y amenazas de aborto 378
11.4.2.1. Actuación 378
11.4.3. Eclampsia 379
11.4.3.1. Signos y síntomas 379
11.4.3.2. Actuación 379

11.5. Actuación ante un parto 380


11.5.1. El primer período: dilatación 380
11.5.1.1. Actuación en la fase de dilatación 382
11.5.2. Segundo período: expulsivo 383
11.5.2.1. ¿Cómo detectamos un
parto inminente? 383
11.5.2.2. Actuación 383
11.5.2.3. Cuidados iniciales del recién nacido 390
11.5.2.4. Evaluación del recién nacido 392
11.5.2.5. Situaciones especiales
en la fase expulsiva 392
11.5.3. Tercer período: alumbramiento 395

11.6. Primeros auxilios en niños 397

11.7. Causas posibles de paro cardio respiratorio


en pediatría 398

11.8. Particularidades en la atención pediátrica 400

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11.9. Aspectos físicos de los lactantes-niños.
Triángulo de evaluación pediátrica 401
11.9.1. Apariencia 403
11.9.2. Trabajo respiratorio 404
11.9.3. Circulación de la piel 406
11.9.4. Consideración global del triángulo 406

11.10. Patologías más frecuentes 408


11.10.1. Respiratorias 409
11.10.1.1. Laringitis aguda o crup 409
11.10.1.2. Epiglotis aguda 410
11.10.1.3. Bronquiolitis o bronquitis aguda
(crisis) 412
11.10.2. Circulatorias 413
11.10.2.1. Shock hipovolémico
en el niño 413
11.10.2.2. Deshidratación aguda
del niño-lactante 415
11.10.2.3. Fiebre y petequias
(shock séptico) 418
11.10.3. Otras causas 419
11.10.3.1. Convulsiones febriles 419
11.10.3.2. Síndrome de la muerte súbita
del lactante 421

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Formación en socorros

11.1. Introducción
El embarazo es el período de tiempo durante el cual el feto se de-
sarrolla en el interior de la madre hasta que llega el momento del
nacimiento. El embarazo es un proceso fisiológico natural, en el
90% de los casos se desarrolla de forma normal. A pesar de ello, en
ocasiones (10% de los casos) pueden aparecer una serie de alte-
raciones que pueden suponer un grave riesgo para la madre y/o el
feto. En este capítulo estudiaremos varias de estas urgencias.

Al término del embarazo, que viene a durar nueve meses (40 semanas
±2), sobreviene el parto, que es básicamente el acto por el que el nue-
vo ser toma contacto con el mundo y comienza a vivir por sí mismo.

Se considera como parto normal o eutócico, aquel en que el na-


cimiento sobreviene espontáneamente a través de los genitales ex-
ternos de la madre, presentándose como primera parte del feto, el
occipucio o coronilla, cosa que ocurre en más del 90% de los casos.

Por el contrario, será parto anormal o distócico, aquel en que


la expulsión fetal no ocurre espontáneamente y son necesarias
maniobras o intervenciones (instrumentación obstétrica, ejemplo
forceps, espátulas…) para finalizar el parto.

El primer caso es el único en el que el socorrista podrá tener una


participación activa, y el que vamos a describir en este capítulo.

11.2. Recuerdo anatómico fisiológico


del aparato genital femenino
En su doble vertiente funcional reproductora y sexual, sus com-
ponentes anatómicos se encuentran localizados, en su mayor
parte en la cavidad pélvica.

En el caso del aparato genital femenino, éste está formado por:


ovarios, trompas de Falopio, vagina y genitales externos.

374

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

11.3. Anatomía del aparato genital


femenino en el embarazo a término
Dentro de la anatomía del aparato genital femenino, los principa-
les órganos que intervienen son:

1. Útero, en sus dos partes bien diferenciadas que son el cuerpo


y el cuello.

2. Placenta: Es un órgano discoide que pesa entre 500 y 600


grs. Entre sus funciones, destaca el intercambio de sustan-
cias nutritivas y de oxígeno, vertiendo hacia ella sustancias
que favorecen el crecimiento fetal por parte de la madre y
también los productos del metabolismo fetal (estos intercam-
bios se realizan de manera que la sangre fetal y materna no
están nunca en contacto directo).
Por tanto, la función principal de la placenta será que la san-
gre del feto se “depure o purifique” y, a través de ella reciba
sustancias nutritivas y oxígeno de la madre.

375

CRUZ ROJA SOCORROS 003.indd 375 30/5/11 12:29:08


Formación en socorros

3. Cordón umbilical: Une la parte anterior del abdomen fetal con


la placenta, insertándose en ésta; dentro de él se encuentran dos
arterias y una vena, que son las vías por la que la sangre del feto
se purifica y por las que recibe las sustancias nutritivas.

4. Bolsa de las aguas o saco amniótico: Está constituida por


las membranas fetales, estructuras que forman una bolsa ce-
rrada dentro de la que se encuentran, el feto y el líquido am-
niótico. Entre las funciones del líquido amniótico están la pro-
tección fetal (amortiguar los golpes), maduración pulmonar y
eliminación de catabólicos o sustancias de deshecho fetales.

Columna Cavidad
Vertebral amniótica

Placenta

Útero

Recto Vejiga
Pubis
Ano
Uretra
vagina

11.4. Urgencias en el embarazo


A continuación se van a tratar tres de las urgencias en el emba-
razo más importantes:

• Traumatismos en la embarazada.

• Metrorragia y amenaza de aborto.

• Eclampsia.

376

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

11.4.1. Traumatismos en la mujer embarazada

Se trata de una situación bastante frecuente, mucho más al final


del embarazo debido a los cambios en el centro de gravedad de
la mujer y a la sobrecarga de la columna vertebral.

A pesar de ser una situación relativamente frecuente, son muy


raras las lesiones fetales ya que éste se encuentra protegido por
la pared abdominal materna, el útero y el líquido amniótico.

Aún con la baja incidencia de lesiones, los traumatismos van a


crear en la madre una situación de ansiedad por la preocupación
acerca del bienestar fetal, e incluso por las lesiones que la pro-
pia madre pueda haberse producido.

11.4.1.1. Actuación

• Socorrer rápidamente a la madre es la mejor garantía para la


supervivencia del hijo.

• Intentaremos en todo momento mantener la calma y transmitir-


la a la embarazada.

• Realizar una valoración primaria de la madre y la colocare-


mos en decúbito lateral izquierdo para favorecer la circulación
fetal.

• Buscar signos de hemorragia y la presencia o no de contrac-


ciones uterinas.

• Es recomendable acudir a un centro sanitario para comprobar


el bienestar fetal.

• Tratar las posibles lesiones que le haya podido producir el trau-


matismo a la madre.

377

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Formación en socorros

11.4.2. Metrorragias y amenazas de aborto

Los abortos se producen por malformaciones genéticas, proble-


mas hormonales, malformaciones uterinas, problemas inmuno-
lógicos, y por otras múltiples causas.

El signo de alarma es la aparición de metrorragia (sangrado


uterino por vagina) y contracciones uterinas en una etapa de
embarazo en que no deben existir.

• Durante las fases tempranas del embarazo el sangrado puede


ser signo de aborto.

• En las etapas finales de la gestación, suele indicar problemas


placentarios.

Tras el parto (puerperio inmediato) es normal que exista una


metrorragia moderada, serán signos de alerta el que el sangrado
sea persistente (en sábana), que manche más de 6 compresas
a la hora, y que aparezcan signos y síntomas de hipovolemia
(taquicardia, palidez, sudoración, etc.).

Toda metrorragia en la embarazada o en el puerperio inmediato


debe tratarse en hospital inmediatamente.

11.4.2.1. Actuación

• Mantener a la madre en reposo absoluto.

• Inducir tranquilidad ya que la ansiedad aumenta las contracciones.

• Recostar a la madre en decúbito lateral izquierdo (evita la com-


presión de las vena cava y por tanto facilita el retorno venoso).

• Colocar un apósito o toalla sobre la vagina, sin introducir nada en


ella, cambiándolo cuando sea necesario (guardaremos tanto los
restos de cualquier tejido que salga por la vagina como los apósitos
para hacer una estimación del sangrado en el centro sanitario).

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

• Controlar periódicamente las constantes vitales.

• Trasladar a un centro sanitario para exploración y tratamiento.

11.4.3. Eclampsia

Se trata de un cuadro de convulsiones en la embarazada como


consecuencia de una hipertensión severa. Un 50% de las eclamp-
sias ocurren en el anteparto y el otro 50% durante el intraparto o
en las primeras 24-48 horas posparto.

11.4.3.1. Signos y síntomas

• Náuseas y vómitos.

• Dolor en la parte superior del abdomen, epigastrio.

• Cefaleas intensas, en ocasiones de aparición súbita.

• Vértigo.

• Trastornos visuales: pérdida de visión o visión borrosa, sensi-


bilidad a la luz...

• Seguidamente se producirá la convulsión con riesgo de mor-


dedura de la lengua, golpes con objetos cercanos, caída de la
cama, paros respiratorios.

11.4.3.2. Actuación

• Recostar a la madre en decúbito lateral izquierdo (evita la


compresión de las vena cava y por tanto facilita el retorno
venoso).

• Protegerla de lesiones (no hacer contra resistencia a sus mo-


vimientos, ponerle alguna cosa blanda debajo de la cabeza,
retirar del área objetos duros o punzantes con os que pudiera
lesionarse…).

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Formación en socorros

• Proteger y vigilar la permeabilidad de vías aéreas.

• Trasladar a un centro sanitario para exploración y tratamiento.

11.5. Actuación ante un parto


La actuación ante un parto imprevisto y fuera de un centro sani-
tario consta de los siguientes pasos:

• Preparación de la madre.

• Asepsia del asistente al parto.

• Asistencia al parto.

• Cuidados del recién nacido.

• Asistencia durante el alumbramiento.

El parto eutócico se compone de tres fases consecutivas entre


sí:

a) Período de dilatación.

b) Período expulsivo.

c) Alumbramiento.

11.5.1. El primer período: dilatación

El primer período del trabajo del parto comienza cuando un ciclo


de contracciones se inicia, debido tanto a la presión que el feto
ejerce sobre las paredes del útero, como a ciertos cambios de
carácter químico que se presentan en la placenta.

Las contracciones hacen que el feto descienda y provocan la dila-


tación progresiva del cuello uterino (de 2 a 9 cm). Se presentan

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

con intervalos variables de tiempo, más espaciadas al inicio del par-


to y cada vez más intensas, rítmicas y ya no se detienen.

A medida que el feto desciende y el cuello uterino se dilata, la


bolsa de las aguas se rompe. El líquido amniótico, en el cual ha
flotado el feto durante todo el embarazo, se derrama y lubrica el

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Formación en socorros

conducto obstétrico, lo cual señala el fin del primer período del


trabajo del parto (rotura de la bolsa de las aguas).

También, como consecuencia de la dilatación del cérvix uterino,


se expulsa el tapón muco-sanguinolento que cierra el mismo du-
rante el embarazo lo que se conoce como “marcar”. A menudo
es la primera señal del parto.

Las contracciones (dolores) se van haciendo cada vez más fre-


cuentes e intensas, y el dolor asociado más severo.

Todas estas manifestaciones nos indican que el parto (período


expulsivo) es inminente.

No podemos olvidar que este período de dilatación puede durar


minutos (p. ejemplo en el caso de una multípara) o varias horas
(en el caso de una primípara).

Probablemente, sentirá la necesidad de defecar y/u orinar du-


rante las mismas.

11.5.1.1. Actuación en la fase de dilatación

• Procurar aislar a la gestante del exceso de gente.

• Durante este período se ha de ayudar a la futura madre para


que se relaje.

• Durante las contracciones podemos indicarle como respirar


(respiraciones rápidas y superficiales durante las contraccio-
nes y respiraciones más lentas y profundas durante el período
de reposo. Controlaremos el tiempo entre contracciones.

• La posición ideal para la gestante en esta fase es decúbito


lateral izquierdo, para favorecer una buena circulación (evita
la compresión de las vena cava y por tanto facilita el retorno
venoso, así como la oxigenación del feto). En ocasiones la ges-
tante puede preferir estar sentada o caminar.

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

• Preparación del socorrista ante el parto inminente: lavado de


manos, medidas de autoprotección, preparación de material
que se pueda necesitar en la siguiente etapa

11.5.2. Segundo período: expulsivo

Se inicia con la dilatación completa y finaliza con la expulsión


del feto.

Solamente atenderemos un parto inminente, y en caso de tener


que hacerlo, debemos recordar que el socorrista solo ayuda,
guía y sostiene al bebe, pero es la madre la que da a luz.

11.5.2.1. ¿Cómo detectamos un parto inminente?

• La madre multípara (la que ya ha tenido hijos) puede estar en


disposición de indicarnos si el parto es inminente y no da tiem-
po para intentar el traslado.

• Si hay coronación (la cabeza o pelvis del bebé está en la vagina).

• Si la madre tiene sensación de defecar (la cabeza del bebé


presiona sobre el recto).

• Las contracciones uterinas se producen cada dos o tres minu-


tos y siente deseos de empujar.

11.5.2.2. Actuación

Una vez que se inicia el parto (expulsivo) no hay manera de


detenerlo. Nunca se deben mantener juntas las piernas de la
madre, ni se ejercerá ninguna presión manual contra la vagina
en un intento de retrasar la salida del niño, ya que sólo complica-
rá el parto. Tampoco se debe permitir que acuda al baño aunque
tenga sensación de defecar.

Alentaremos a la madre a que repose entre cada contracción y a que


respire profundamente a través de la boca con las contracciones.

383

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Formación en socorros

Hay que colocar a la parturienta acostada sobre su espalda, con


las piernas separadas y flexionadas sobre los muslos, y apo-
yadas firmemente en las plantas de los pies (si es posible, los
talones han de estar ligeramente elevados).

Hay que lavarse las manos cuidadosamente y mantener el pe-


riné materno lo más limpio posible, con ayuda de toallas, sába-
nas, etc.

Una vez finalizada la dilatación y el encajamiento del niño en el


canal del parto, sobreviene la coronación; anime a la parturien-
ta a empujar con cada una de las contracciones que sienta.

Cuando aparezca la cabeza del niño por la vulva materna, pon-


ga una mano bien abierta, justamente debajo del orificio vagi-
nal (periné), apoyada en las nalgas, con objeto de evitar que se
produzcan desgarros mientras sale la cabeza (protección del
periné).

384

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

Una vez expulsada la cabeza, asegúrese de que el cordón


umbilical no se encuentra alrededor del cuello del niño y,
en caso de que lo esté, aflójelo cuidadosamente y sáquelo de
la cabeza, para evitar que se produzca el estrangulamiento del
niño. Tome precauciones especiales para no romper el cordón
mientras lo manipula.

385

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Formación en socorros

Si el cordón diese más de una vuelta alrededor del cuello del


niño, no hay posibilidad de desenredarlo. En este caso, pase
dos dedos por debajo del cordón y colóquele dos pinzas sepa-
radas entre sí unos diez centímetros, una vez efectuados estos
dos pinzamientos, corte el cordón entre los pinzamientos y siga
atendiendo el parto.

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

Cuando los hombros pasan a través del conducto obstétrico, el


niño se gira y su cara mira entonces hacia uno de los muslos de
la madre. Deje que la cabeza se voltee sola, no la fuerce hacia
ningún lado.

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Formación en socorros

Este cambio de posición coloca los hombros uno sobre otro, de for-
ma tal que pueden salir a través del orificio vaginal. Generalmente,
aparece primero el hombro que se encuentra arriba, aunque con
frecuencia su salida presenta algunas dificultades, de modo que para
facilitar el proceso, guíe la cabeza del niño hacia abajo, colocando
una mano a cada lado de la cabeza, pero sin utilizar la fuerza.

Si el otro hombro a su vez parece ofrecer dificultades para su ex-


pulsión, ayúdelo, y para ello guíe la cabeza del niño hacia arriba.

En ambos casos procure siempre tratar la cabeza del niño con


delicadeza. No tirar del niño hacia afuera en ningún momento.

Sostenga cuidadosamente la cabeza y los hombros del niño. La


expulsión del resto del cuerpo será rápida y puede ser difícil su-
jetarlo debido a que es escurridizo.

El niño no debe permanecer vertical y con la cabeza hacia abajo,


sino más bien, colóquelo de costado con la cabeza a un nivel in-
ferior al del cuerpo a fin de permitir que la sangre y la mucosidad
escurran de la boca y de la nariz.

El niño debe estar aproximadamente a la misma altura que la


madre (sobre su pecho o entre sus piernas). Si estuviera más

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

bajo, se produciría paso de sangre de la madre hacia el niño


(riesgo de ictericia). Si estuviera más alto, se produciría paso de
sangre del niño hacia la madre (riesgo de anemia).

Limpiar la boca y nariz del recién nacido de secreciones. Le es-


timularemos en los pies y, en breves momentos, el niño va a co-
menzar a llorar y por tanto, a respirar por sus propios pulmones;
hasta ahora, se valía de la placenta para conseguir oxígeno.

Si disponemos de material estéril para ello, hay que ligar el cor-


dón umbilical por dos lugares, una vez que haya dejado de
latir, colocando la 1.a ligadura a unos 20 cm de la tripita del niño,
y la 2.a, a unos 10 cm de la 1.a, en dirección a la madre; procede-
remos a cortar el cordón umbilical entre una y otra.

Si no disponemos de un equipo para parto no debemos cor-


tar el cordón umbilical. Cuando sea expulsada la placenta se
debe envolver en una toalla limpia y ser transportada junto con el
bebé. La placenta y el bebé se mantendrán al mismo nivel, evi-
tando así el paso de sangre del recién nacido hacia la placenta.
Una vez producido el alumbramiento, ligaremos el cordón con
vendas o gasas y sin cortarlo.

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Formación en socorros

11.5.2.3. Cuidados iniciales del recién nacido

Estos cuidados iniciales se basan en:

• Vigilar la adaptación cardiorrespiratoria.

• Evitar el enfriamiento.

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

a) Vigilar la adaptación cardiorrespiratoria

La adaptación a la vida fuera del útero es un proceso fisiológico


de gran complejidad en el que participan prácticamente todos
los órganos y sistemas; sin embargo se consideran esenciales
los cambios inmediatos que se producen a nivel pulmonar y cir-
culatorio.

Las vías aéreas superiores deberán mantenerse libres de secre-


ciones mediante la extracción manual de éstas.

Normalmente el hecho de secar y limpiar vías aéreas es suficien-


te para comenzar a respirar. En caso de no hacerlo se realizan
estímulos táctiles, con golpes en la planta de los pies o bien ma-
sajes sobre el abdomen, siendo habitualmente suficiente para el
inicio de la respiración espontánea.

b) Evitar el enfriamiento

El recién nacido mantiene su temperatura corporal dentro de un


estrecho margen y pierde calor con facilidad. Un neonato hipo-
térmico utiliza toda su energía para producir calor; esta cons-
tante utilización de energía puede ocasionarle trastornos en las
demás funciones vitales, como son paradas respiratorias, hipo-
glucemias, alteraciones neurológicas, etc.

Las medidas que favorecen el mantenimiento de la temperatura


corporal son:

• Secado rápido del recién nacido. El neonato emerge mojado


a un ambiente más frío. La evaporación del líquido amniótico
que recubre su cuerpo le causa pérdida de calor, por lo que el
niño debe ser secado inmediatamente y colocado en ambiente
templado.

El contacto directo de la madre y el niño inmediatamente des-


pués del parto, abrigando bien a ambos.

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Formación en socorros

• Poner un gorro de lana al neonato le evita la pérdida de calor a


través de la cabeza (recordemos que su cabeza es un 18% de
su superficie corporal).

11.5.2.4. Evaluación del recién nacido

Debemos anotar:

• Hora del nacimiento.

Frecuencia cardiaca, tomada en la arteria braquial o en el cor-


dón umbilical (recordar que lo normal es una Fc > 100 (pm).

• Esfuerzo respiratorio: anotaremos si las respiraciones son re-


gulares, rápidas, lentas, superficiales, laboriosas.

Tono muscular: si las caderas y rodillas están flexionadas y


oponen cierta resistencia al intento de extenderlas; si están
flexionadas pero no oponen ninguna resistencia a la extensión;
si están fláccidas.

• Reacción a estímulos: si ante ellos se produce llanto fuerte,


llanto débil o no hay llanto.

• Coloración de la piel: anotaremos si todo el cuerpo está sonrosa-


do; sólo parte del cuerpo está sonrosado; o si está azul o pálido.

11.5.2.5. Situaciones especiales en la fase expulsiva

Prolapso de cordón

Salida del cordón umbilical por la vagina antes que el feto. Es


una complicación grave que compromete la vida del feto por fal-
ta de oxígeno.

No se presenta normalmente en una fase muy avanzada del par-


to por lo que suele dar tiempo a trasladar a la madre al centro
hospitalario. Pero cuando sucede es una urgencia.

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

Actuación

• La mejor posición será en trendelemburg, con la cabeza más


baja que los pies o con la pelvis elevada sobre un cojín. Man-
tendremos a la madre en reposo absoluto.

• No se ha de intentar nunca reintroducir el cordón al interior de


la vagina, ya que se vería comprometida la circulación fetal.

• Tapar la parte del cordón que sale con gasas estériles empapa-
das con suero fisiológico.

• Indicaremos a la gestante que no empuje cuando sienta la ne-


cesidad, recordaremos las técnicas de respiración durante las
contracciones.

• Traslado urgente al centro hospitalario.

Presentación de nalgas

En la mayoría de los partos la presentación es cefálica pero se


pueden dar otras formas de presentación fetal.

Si durante la fase de dilatación nos damos cuenta de la presen-


cia de las nalgas del feto en la vagina de la madre siempre que
sea posible se organizará el traslado, teniendo en cuenta que
suelen ser partos más lentos y suelen dar tiempo a llegar al hos-
pital. Si es posible el traslado, la mejor posición será decúbito
lateral izquierdo.

Actuación en el momento de la expulsión

• La mejor posición para la mujer será estirada sobre una super-


ficie plana con las rodillas flexionadas y separadas.

• Durante la fase de expulsión será muy importante no tocar el


niño ni que este toque la litera ni ningún otro objeto. Si llegara
a pasar esto, se activaría el reflejo respiratorio del recién nacido

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Formación en socorros

y hay que tener en cuenta al tener la cabeza en el interior del


útero, la respiración seria imposible.

• Sin hacer nada, esperar a que el niño salga. Una vez haya sa-
lido la cara interna de los dos codos colocar nuestra mano para
sujetar el cuerpo del niño y dejar que las piernas cuelguen.

• Introducir un dedo de la otra mano el la cara interna del codo y


acompañarlo suavemente hacia abajo.

• Una vez han salido los brazos, el cuerpo suele salir sin dema-
siados problemas pero si pasan mas de 10’ se deberá actuar
rápidamente para evitar que el niño se ahogue por falta de aire
en el interior de la vagina.

• Si la cabeza del recién nacido no sale de manera espontánea


se podría levantar el niño hacia arriba varias veces hasta con-
seguir la expulsión. No estirar nunca ni del cuerpo ni de las
piernas del niño para hacer que salga más deprisa.

• Una vez finalizada la expulsión se actuará igual que en un parto


normal.

• Traslado del recién nacido, madre y placenta a un centro sani-


tario.

Parto múltiple o gemelar

Delante de la sospecha o confirmación de que ha de nacer otro


feto, se tendrán en cuenta los siguientes puntos:

• Pinzar el cordón del primer niño y cortarlo si se puede para evi-


tar que el segundo niño pueda tener una hemorragia a través
del cordón.

• Observar si la primera placenta que sale tiene uno o dos cordo-


nes umbilicales, en caso de que sea un único cordón se espe-
rará la salida de la segunda placenta.

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

• Hay que tener presente que en los gemelos la incidencia de


partos prematuros es superior, y por tanto se tendrán que ex-
tremar las precauciones, manteniéndolos bien abrigados para
evitar perdidas de calor.

• Una vez finalizada la expulsión se actuará igual que en un parto


normal.

• Se activara el traslado de los recién nacidos, madre y placenta/s


a un centro sanitario.

11.5.3. Tercer período: alumbramiento

Se inicia después de la expulsión del feto y finaliza con la expul-


sión de las membranas ovulares (placenta).

Este tercer período se inicia con una breve aparición de los dolo-
res propios del parto que se habían suspendido con la expulsión
del niño. Estos dolores son menos intensos que en el período
expulsivo y la causa de éstos, son las contracciones del útero
que intenta expulsar la placenta.

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Formación en socorros

La placenta se separa del útero espontáneamente y su expulsión


suele realizarse al cabo de pocos minutos, aunque en ocasiones
este proceso puede tomar 30 minutos o más (alumbramiento).

En ningún caso, hay que tirar del cordón umbilical para pro-
vocar la salida de la placenta, ya que esto podría ocasionar des-
garros internos y una gran hemorragia.

Una vez que ha sido expulsada, hay que conservarla para que el
médico pueda comprobar su integridad.

Tienda a la madre sobre su espalda. Coloque una toalla sobre


el orificio vaginal y crúcela las piernas. No introduzca nada en la
vagina.

Colóquela con los pies ligeramente elevados y recomiéndele


que mantenga las piernas juntas y cruzadas (posición de Fritz).
Manténgala abrigada para que no pierda calor.

Deberemos trasladar urgentemente al hospital si:

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

• Han pasado 30 minutos y la


placenta no se ha expulsado.

• Si hay un sangrado mayor de


250 ml antes de su expulsión.

• Si hay sangrado considerable


después de la expulsión.

Durante y después del parto siempre se produce una cierta he-


morragia, pero si la hemorragia es excesiva sea cual sea la cau-
sa de la hemorragia deberemos cubrir la vagina con un apósito
y cambiar tantas veces como sea necesario (conservar los apó-
sitos para que a su llegada al hospital se pueda cuantificar la
cantidad de sangre perdida). Trasladar cuanto antes en posición
anti-shock, controlando periódicamente las constantes vitales.

Los cuidados de la madre no terminan aquí. Piense que acaba


de sufrir una tremenda experiencia emocional y que pequeños
actos de amabilidad contribuirán a que los recuerdos de dicha
experiencia sean agradables. El parto constituye una ardua ta-
rea y una vez terminado, la mujer se encuentra exhausta física-
mente.

11.6. Primeros auxilios en niños


Cuando por enfermedad o accidente se deben administrar pri-
meros auxilios a niños, el socorrista suele vivir estas experien-
cias con mucha angustia, la responsabilidad que eso supone y la
poca costumbre en el manejo de estas situaciones, hace que el
paciente pediátrico sea “incómodo” para el socorrista.

En general la actuación ante niños o lactantes no debe diferir


demasiado de la actuación ante el adulto, pero es cierto que la
atención de soporte psicológico y algunos aspectos físicos son
diferentes, debido entre otras cosas a algunos aspectos fisioló-
gicos y de crecimiento que presentan los niños.

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Formación en socorros

Las causas más frecuentes de muerte en pediatría varían en


función de la edad, los lactantes suelen sufrir más enfermeda-
des (enfermedades congénitas, problemas respiratorios, in-
fecciosos, cardiacos o neurológicos) o situaciones especificas
como la muerte súbita, mientras que en los niños más mayo-
res, los accidentes (domésticos, asfixia por inmersión) o si-
tuaciones traumáticas (precipitados, tráficos…) son los más
frecuentes.

A diferencia del adulto, en que el paro hemos visto que en general


responde a causas cardiacas primarias, en el niño el origen princi-
pal será el respiratorio, en segundo lugar y a “bastante distancia”
tendremos el fracaso circulatorio, ya sea por shock de origen
hipovolémico o distributivo, etc. Y finalmente estará la causa car-
diaca primaria, en la que las arritmias candidatas a desfibrilación
pueden llegar a presentarse en niños mayores hasta en un 20%
de los casos, con lo que la aplicación de los desfibriladores por
encima del año deben ser cada vez más, una realidad.

11.6. Causas posibles de paro cardio


respiratorio en pediatría
• De origen respiratorio (INSUFICIENCIA RESPIRATORIA)

- Obstrucción vía aérea:


- Cuerpos extraños
- Laringitis. Crup
- Epiglotitis.
- Afecciones pulmonares graves:
- Bronquiolitis
- Bronquitis (Asma)
- Neumonías
- Neumotórax
- Otras:
- Ahogamiento, alteraciones torácicas o del SNC.
- Muerte súbita del lactante.

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

• De origen circulatorio (ALTERACIÓN HEMODINÁMICA)

- Shock hipovolémico:
- Deshidratación, gastroenteritis.
- Hemorragias
- Alteraciones metabólicas (diabetes).
- Shock por distribución anómala:
- Sepsis, infección.
- Origen alérgico, anafilaxia.
- Obstrucciones intestinales.

• De origen cardiaco (PARO CARDIACO PRIMARIO)

- Cardiopatías congénitas.
- Arritmias…

• Otras causas

- Urgencias quirúrgicas.
- Alteración del nivel de consciencia...

Ante todas estas posibles causas, las medidas de prevención


domésticas, de seguridad vial y sobre todo el saber detectar una
situación potencialmente generadora de paro en pediatría debe
ser el objetivo de cualquier socorrista.

A lo largo del capítulo haremos un análisis de cómo actuar ante


los pacientes pediátricos, sus aspectos diferenciales respecto al
adulto, veremos como detectar aquellas situaciones capaces de
generar deterioro rápido del niño y potencialmente paro, apren-
deremos algunas técnicas diferenciales y veremos casos con-
cretos de algunas urgencias comunes.

La actuación ante el paro cardiorrespiratorio, la obstrucción de la


vía respiratoria o el paciente traumático, se trata en cada apar-
tado específico.

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Formación en socorros

Pero antes de entrar en los capítulos propios de la atención a


los niños, es preciso recordar la nueva clasificación de edades
en pediatría que se aplican exclusivamente en la atención a los
paros cardiorrespiratorios, según ERC 2005.

• Recién nacido: sólo se considera la atención en sala de partos.


• Lactante: Nos referimos al menor de un año.
• Niño: Desde el año hasta la pubertad.
• Adulto: A partir de la pubertad.

El socorrista tiene la potestad de aplicar los protocolos de una u


otra edad según su criterio, en función de tamaño, edad, etc. y
por su puesto de forma justificada.

11.8. Particularidades en la atención


pediátrica
Un niño no es un adulto pequeño. Tiene unas características
psicológicas que debemos tener en cuenta a la hora de relacio-
narnos con él.

El niño suele tener miedo y desconfianza hacia todas las perso-


nas que no son de su círculo habitual de relaciones y por tanto
será necesario establecer con él un buen contacto y contar con
la complicidad de la familia, al principio es bueno mantenerse
en una distancia prudencial y observar, no intervenir de forma
inmediata a no ser una urgencia vital.

Algunos consejos más:

• Tenemos que ganarnos su confianza, hablando con él, expli-


cando todas las acciones que vamos a hacer y porqué, insis-
tiendo que son para su bien y necesarias para su curación.
Si es pequeño se pueden utilizar algunos objetos que puedan
llamar su atención, muñecos, juguetes, cosas de colores…

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

• Es preciso hablar con los padres dándoles las explicaciones


oportunas e información de las técnicas o actitudes a tomar.
Esta premisa es básica cuando atendemos a lactantes o niños
pequeños y cuando han sufrido lesiones por accidentes do-
mésticos, ya que los padres suelen sentirse culpables.

No obstante estar alerta de aquellas situaciones que han po-


dido desencadenarse por posible negligencia o maltrato para
informar a los equipos médicos-pediátricos.

• La presencia del familiar mas cercano (generalmente la madre)


suele ser fundamental para poder examinar al niño o lactante.
Si es pequeño se puede observar su actitud en brazos de la
madre y realizar una exploración muy básica.

• Debemos utilizar un lenguaje sencillo.

• No hace falta hacerse el simpático utilizando una voz especial


o diminutivos continuos, debemos adaptarnos a la edad del pa-
ciente pensad que situaciones de teatralidad a veces harán el
efecto contrario.

• Una actitud normal, comunicativa, sabiendo escuchar, será su-


ficiente para establecer una buena relación con el niño y los
padres.

11.9. Aspectos físicos de los lactantes-


niños. Triángulo de evaluación
pediátrica

Es importante recordar que un lactante que llora, es un lactante


que respira y tiene por tanto signos de circulación.

La mayor parte de las veces el niño que llora es el que despierta


más angustia al socorrista y a menudo el que provoca una actuación

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Formación en socorros

más rápida por la sensación de gravedad que genera. Como ve-


remos más adelante, aunque el llanto y la irritabilidad es un dato
importante para detectar un niño grave, no lo será por norma y
deberemos valorar si es consolable o no y la situación en la que
se está produciendo.

Pero cuidado en ocasiones el lactante o niño que está quejoso,


llorisquea o gime, y por lo tanto “molesta menos al entorno” puede
transmitir menos sensación de gravedad, y la mayoría de veces
será todo lo contrario será un niño potencialmente GRAVE, también
deberán llamarnos la atención los niños pálidos, o con trastornos de
coloración, los que tienen dificultad respiratoria, signos de shock,
rechazo de la alimentación hipoactividad o desconexión del medio.

Para ordenar todo esto, en los últimos años se está proponien-


do desde los grupos americanos de APLS (Advanced Pediatric
Life Suport) una forma sistemática y sencilla de evaluación del
paciente pediátrico, sin prácticamente contacto físico ni manipu-
lación, que permite clasificarlo en estable, inestable o crítico y
poder decidir lo antes posible una actuación rápida.

Así pues, tenemos una “herramienta” nueva, para poder detectar al


paciente pediátrico con compromiso de sus funciones fisiológicas,
se llama TRIÁNGULO DE EVALUACIÓN PEDIÁTRICO, es de
aplicación rápida sencilla y útil para todas las edades y situaciones
de enfermedad o accidente y por tanto aplicable ya en los primeros
auxilios. Nos permitirá tener una primera impresión ya en los pri-
meros segundos de la urgencia y poder hacer de forma rápida una
buena valoración inicial, activando la ayuda correspondiente.

La aplicación del TRIÁNGULO DE EVALUACIÓN PEDIÁTRICO,


es fundamentalmente VISUAL, la realizaremos mientras nos
aproximamos al niño, observando como se mueve en su “entor-
no” con sus familiares, como reacciona ante nuestra presencia,
al quitarle la ropa o su actitud en general.

Como habíamos comentado nos mantendremos a una distancia


prudencial y buscaremos llamar su atención y conectar con él

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

para observar su APARIENCIA, su aspecto, posteriormente nos


acercaremos más y valoraremos su RESPIRACIÓN y finalmente
su CIRCULACIÓN CUTÁNEA, esto de forma RÁPIDA y VISUAL.

Tres lados tiene el triángulo:

1. APARIENCIA.
2. TRABAJO RESPIRATORIO.
3. CIRCULACIÓN EN LA PIEL.

Apariencia Trabajo
respiratorio

Circulación
de la piel

11.9.1. Apariencia

La apariencia del niño enfermo, su aspecto, será el dato más im-


portante para evaluar el grado de riesgo. Se trata de valorar la
ALERTA, como reacciona al entorno, como se desenvuelve en la si-
tuación, está como siempre o no…, pero para ello valoraremos:

• TONO MUSCULAR; se mueve con normalidad o está flojo, flá-


cido o rígido…

• INTERACTIVIDAD, está alerta al entorno, intenta coger cosas


o apartarnos…

• CONSOLABILIDAD, llora, pero los familiares o el juego son


capaces de calmarlo…

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Formación en socorros

• MIRADA, nos sigue con la mirada o por el contrario, está au-


sente con mirada perdida e inconexa.

• LLANTO/HABLA, está comunicativo o no, llora de forma vigoro-


sa o por el contrario esta gimiendo, como quejándose…

Lógicamente, cada edad tiene una desarrollo psicomotor carac-


terístico y la forma de interacción del lactante, niño o adolescente
será diferente, pero se trata de valorar el momento, la reacción,
si ha cambiado de cuando está normal o no… La apariencia
anómala nos indicará que estamos ante un paciente al me-
nos INESTABLE, por diferentes causas, (trastornos neurológi-
cos, infecciones, intoxicaciones…) y, por lo tanto, será impor-
tante activar el sistema de emergencia de forma rápida.

11.9.2. Trabajo respiratorio

La respiración debe ser para todos los pacientes, adultos y ni-


ños una situación confortable y cómoda, eso permite mantener
una buena ventilación y oxigenación adecuada de todos los
demás órganos y tejidos.

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

Cuando por alguna circunstancia la oxigenación se ve compro-


metida, se empezarán a poner en funcionamiento mecanismos
que nos alteraran esta “comodidad” respiratoria, en los lactan-
tes y niños, la respiración es fundamental y cuando por algún
problema médico o traumático falla, rápidamente observare-
mos signos “visuales” de alarma, de más trabajo respiratorio.

Deberemos acercarnos al niño, pero sin manipular, preferible-


mente con el torso desnudo y observaremos y escucharemos,
(sin necesidad de material médico), valorando:

• FRECUENCIA RESPIRATORIA, no se trata de contar con


exactitud las respiraciones, sólo de observar si va muy rá-
pido o nos lo parece o por el contrario demasiado lenta, con
apneas… Pero a modo orientativo cualquier frecuencia res-
piratoria inferior a 20x’ o superior a 40x’ debería llamarnos la
atención.

• ESFUERZO AL RESPIRAR, miraremos como respira, si con


comodidad o utilizando músculos no habituales, si se le mar-
can las costillas (tiraje), o se retrae a zona esternal. Si las alas
nasales se mueven como cogiendo aire (aleteo) o el abdomen
se marca exageradamente al respirar…

• RUIDOS RESPIRATORIOS, la respiración normalmente es


silenciosa, escucharemos ruidos sospechosos, ya sea de
vías altas (ronquera, afonía, voz apagada…) o de vías bajas,
bronquiales como pitos (sibilantes), quejido o gemido…

• POSICIÓN PARA RESPIRAR, observaremos que postura adop-


ta al respirar, sentado o tirado hacia delante, si pone los bra-
zos en trípode, si precisa mover la cabeza para coger aire…

Si bien la presencia de aumento de frecuencia respiratoria


puede deberse exclusivamente a nerviosismo, fiebre o dolor,
no debemos infravalorarla, ya que puede indicar otro grupo de
enfermedades y por tanto deberemos tenerla en cuenta para
activar los sistemas de emergencia o indicar visita médica.

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Formación en socorros

11.9.3. Circulación de la piel


La perfusión de la piel, es un parámetro de funcionamiento he-
modinámica muy fiable en pediatría, en casos de compromiso
de la circulación, la sangre tendrá tendencia a redirigirse hacia
los órganos vitales, disminuyendo su aporte en otros secunda-
rios, como la piel.

Mediante una valoración visual, al aproximarnos al paciente ten-


dremos muchísima información, pero además con una pequeña
palpación física localizada podremos conocer más exactamente
el estado hemodinámico.

Si estuviéramos delante de un niño que presenta sangrado, se


valoraría éste lado del triángulo como anormal.

En un paciente pediátrico valoraremos:

• COLOR DE LA PIEL, lo normal es rosado, la palidez, la ciano-


sis, pueden indicar hipoxia e hipovolemia, el color amarillento
o pajizo, infección… Miraremos si hay manchas, vesículas o
puntos negros y observaremos también uñas y mucosas.

• ASPECTO DE LA PIEL, observaremos la turgencia, hidratación


y si toda esta coloreada igual o con aspecto reticulado.

• TEMPERATURA, es una piel caliente o con extremidades frías…

• TIEMPO DE RELLENO CAPILAR, que la realizaremos en le-


cho ungueal, o palma de mano y que deberá llamarnos la aten-
ción por encima de 2”.

Este tercer lado del triángulo podría ser completado, una vez
realizado con la palpación de los pulsos, a fin de hacerse una
idea más completa del estado del paciente y tener una mejor
monitorización, y aunque no es imprescindible podría ser ade-
cuado realizarlo por personal con un mínimo entrenamiento.

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

• PALPACIÓN PULSO CENTRAL, braquial en el lactante o caro-


tídeo en el niño, y como es, fuerte o débil…

• FRECUENCIA CARDIACA, No se trata de hacer una deter-


minación exacta, veremos si hay aumento o disminución im-
portante, si hay ritmo adecuado, o arritmias. En general hay
muchas diferencias según la edad, pero por norma cualquier
bradicardia inferior a 80x’ o taquicardia superior a 150x’ deberá
ponernos en alerta.

• La toma de tensión arterial, no es una técnica aplicable por un


socorrista en los primeros auxilios básicos, y no debe aplicarse
en el triángulo de evaluación. No obstante por norma una ten-
sión por debajo de 70 mmHG de máxima en lactantes o niños
pequeños y de 90 en niños mayores, será signo de alarma.

Una vez aplicado el triángulo de evaluación, nos podremos ha-


cer una idea de la rapidez con la que deberá atenderse a un pa-
ciente pediátrico, puesto que aquellas situaciones que resulten
INESTABLES, deberán considerarse como pacientes CRÍTICOS
con riesgo de paro más o menos rápido.

11.9.4. Consideración global del triángulo

Consideraremos como NORMAL o ANORMAL cada uno de los


parámetros o “lados del triángulo”, según la aplicación que hemos
visto anteriormente, teniendo en cuenta que, ante la duda de que
algún factor es dudoso es preferible considerarlo como anormal.

Integrando los tres lados/parámetros del triángulo, tendremos:

1. Todo NORMAL, será paciente sin compromiso aparente y


por lo tanto ESTABLE, si bien deberemos seguir controlando,
para prever cambios.

2. Que los tres lados ANORMALES, será paciente CRÍTICO, al


que deberemos iniciar maniobras de RCP.

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Formación en socorros

3. Que el resto, uno o dos parámetros/lados ANORMALES serán


pacientes con diferentes grados de INESTABILIDAD, teniendo
en cuanta que la afectación de la apariencia siempre implica ma-
yor gravedad. Todo queda resumido en el siguiente cuadro.

PACIENTES INESTABLES

TRABAJO CIRCULACIÓN IMPRESIÓN EJEMPLOS


APARIENCIA
RESPIRATORIO DE LA PIEL GENERAL ETIOLÓGICOS

• Enfermedad • Trauma,
generalizada. TCE, sepsis.
Anormal Normal Normal
• Trastorno • Hipoglucemia,
SNC. intoxicación...

Asma,
Dificultad
bronquiolitis,
Normal Anormal Normal respiratoria,
crup,
distress.
neumonía, OVA

Las anteriores
Fracaso + lesiones de
Anormal Anormal Normal
respiratorio. caja torácica,
heridas…

Diarreas,
Shock
Normal Normal Anormal vómitos,
compensado.
hemorragias.

Las anteriores
Shock + sepsis,
Anormal Normal Anormal
descompensado. quemados,
politraumas...

Fracaso cardio
Anormal Anormal Anormal PARO
pulmonar.

11.10. Patologías más frecuentes


Veamos a continuación alguna selección de patologías más co-
munes y situaciones que pueden precisar traslado a servicio sa-
nitario.

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

11.10.1. Respiratorias

11.10.1.1. Laringitis aguda o crup

Enfermedad caracterizada por una inflamación repentina de la


área situada debajo de la glotis y de las cuerdas vocales, que
produce una dificultad respiratoria marcada habitualmente en el
niño de seis meses a cinco años. También se denomina “Crup
laringeo”.

La mayor parte de las veces es causada por infecciones de tipo


vírico, pero se ha relacionado también en procesos alérgicos.

SÍNTOMAS

Se suele iniciar de una manera repentina y predominantemen-


te por las noches o después de hacer la siesta. Puede haber
habido un cuadro previo de catarro de las vías altas con mu-
cosidad. Se observa dificultad respiratoria con ronquera, voz
afónica, tos estridente (perruna), ansiedad y a veces fiebre
poco alta.

En pocos casos se darán complicaciones graves, caracterizados


por signos de dificultad respiratoria como los siguientes:

• Aleteo nasal. Las alas nasales se abren en cada respiración


buscando el aire que les hace falta.

• Tiraje intercostal, subcostal o supraesternal. Contracción de los


músculos intercostales que hace que el tórax se hunda para den-
tro (al respirar, los músculos se hunden entre los espacios que hay
entre las costillas.

• Respiración rápida.

• Color pálido o azulado de la piel (cianosis).

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Formación en socorros

ACTUACIÓN

• El primer objetivo es mantener la calma ya que el inicio repen-


tino del proceso crea angustia generalizada.

• Aplicar el triángulo de evaluación pediátrica y activar el servicio


de emergencia si es preciso.

• La primera actuación consistirá en el primer momento en favo-


recer la respiración con aire frío: abriendo las ventanas de la calle,
saliendo a la galería o según algunos autores abriendo la puerta
del frigorífico durante 5-8 minutos, esto actúa disminuyendo la
inflamación de las vías altas.

• Posteriormente su puede humedecer el ambiente, pero siem-


pre tendrá que ser visitado por un médico y empezar un trata-
miento médico.

• La posición de espera de estos enfermos será semisentada


y en todos momentos se les controlará los signos vitales y se
actuará en consecuencia.

• Llamar al 112 o Iniciar el traslado a un centro sanitario.

11.10.1.2. Epiglotis aguda

Es una afectación de la laringe, pero concretamente del área su-


praglótica, LA EPIGLOTIS y las zonas circundantes, como la fa-
ringe y el inicio del esófago. Afecta a niños de meses hasta los
5 o 6 años de edad y se trata de de una auténtica emergencia
médica, ya que puede causar la muerte del niño.

En la mayoría de veces la causa una bacteria (Haemophilus in-


fluenza del tipo B), aunque existen otras. Afortunadamente ésta
forma parte actualmente del calendario vacunal obligatorio en
España, lo que ha hecho que se reduzca mucho el número de
casos.

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

SÍNTOMAS

• Fiebre elevada.

• Dificultad para deglutir y salivación abundante y continua.

• Voz apagada y poca tos.

• Ruidos al inspirar.

• Signos de dificultad respiratoria severa.

• Palidez y/o cianosis.

• Afectación progresiva del estado de la consciencia.

Tiene un curso fulminante. El aspecto general del niño nos indica


su malestar con una gran angustia y que no tolera ninguna posición
que no sea sentado, a veces con la cabeza con ligera flexión.

ACTUACIÓN

• Aplicar el triángulo de evaluación.

• Ante la sospecha, activar el sistema de emergencia 112, es una


auténtica emergencia médica.

• Siempre dejaremos al niño en la posición sentada, que le per-


mita respirar.

• Aseguraremos la abertura de la vía respiratoria y limpiaremos


de forma externa y sin forzar la cavidad bucal de secreciones.
(No examinar el interior de la boca.)

• Trasladaremos al enfermo de manera urgente a un centro sani-


tario o activaremos el traslado.

• Es necesario controlar los signos vitales y actuar en consecuencia.

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Formación en socorros

11.10.1.3. Bronquiolitis o bronquitis aguda (crisis)

Se trata de una inflamación de origen infeccioso (virus o bacte-


rias) o un proceso alérgico del árbol bronquial o de los bronquio-
los, más típico éste último de los lactantes, y que muchas veces
se manifiestan en forma de crisis.

La inflamación ocasiona una disminución del calibre de las vías


aéreas, un edema y aumento de producción de moco, con lo
que la espiración se hace cada vez más dificultosa, requiriendo
mayor trabajo respiratorio.

SÍNTOMAS

Se suele iniciar de una manera lenta, aunque en caso de crisis,


éstas son rápidamente progresivas; las encontremos durante un
cuadro catarral o bien ante estímulos determinados como polvo,
pelo de animales… Se puede observar tos persistente, mucosi-
dad y dificultad respiratoria.

Es común la presencia de signos sugestivos de dificultad respi-


ratoria como los siguientes:

• Apariencia en un primer momento normal, pero pudiendo ob-


servar irritabilidad y de forma progresiva fatiga y obnubilación
(el niño tiene poco oxígeno).

• A nivel de trabajo respiratorio podremos observar:

- Aleteo nasal. Las alas nasales se abren en cada respiración


buscando el aire que les hace falta.
- Tiraje intercostal, subcostal o supraesternal. Contracción de
los músculos intercostales que hace que el tórax se hunda
para dentro (al respirar, los músculos se hunden entre los es-
pacios que hay entre las costillas).
- Respiración rápida al inicio, que puede llegar a claudicar.

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

• A nivel de piel, color pálido o azulado de la piel (cianosis) y


taquicardia.

ACTUACIÓN

• Aplicar el triángulo de evaluación.

• Ante la sospecha de cuadro severo activar el sistema de emer-


gencia 112.

• Aseguraremos la abertura de la vía aérea.

• Muchas veces la familia o el propio niño, utiliza medicación


inhalada para sus crisis, que puede seguir utilizando.

• Dejar en la posición en que se encuentren más cómodos para


respirar.

• Trasladaremos al enfermo de manera urgente a un centro sani-


tario o activaremos el traslado.

• Es necesario controlar los signos vitales y actuar en conse-


cuencia.

11.10.2. Circulatorias

11.10.2.1. Shock hipovolémico en el niño

La causa del shock hipovolémico en el niño, es principalmen-


te la hemorragia de origen traumático, si bien el shock puede
acompañar a otras muchas situaciones, que cada vez vemos
con más frecuencia, con la deshidratación, que veremos más
adelante.

SÍNTOMAS

Obviamente la hemorragia, como ya habíamos comentado en


el capítulo 5, puede ser fácilmente localizable si es externa,

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Formación en socorros

pero deberemos sospecharla cuando pueda ser interna, anali-


zando síntomas que aparecerán ya en los primeros momentos,
como:

• Lo veremos inquieto y con hipoactividad progresiva.

• La frecuencia respiratoria aumentará de forma progresiva.

• Estará pálido y con sudor frío, especialmente en las extermi-


dades.

• Las extremidades pálidas y frías.

• Pulso acelerado que aparece cuando hay una pérdida superior


al 10% de la volemia, acompañada con respiración superficial
y acelerada.

A medida que el sangrado progresa, los mecanismos compen-


satorios fallarán y el shock se instaurará, apareciendo además:

• Sed.

• Poca o nula emisión de orina.

• Lentitud de los latidos del corazón que pueden llevar a una


parada cardiaca inminente.

ACTUACIÓN

• Aplicar el triángulo de evaluación.

• Hacer una exploración rápida de los signos vitales.

• Asegurar la abertura de las vías aéreas.

• Controlar la hemorragia (en su caso) con las medidas de he-


mostasia habituales.

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

• Avisar a los servicios de emergencia 112.

• Colocar al paciente en posición de antishock o piernas ele-


vadas.

• Trasladarlo rápidamente, o activar el traslado a un centro hos-


pitalario.

11.10.2.2. Deshidratación aguda del niño-lactante

La deshidratación es la pérdida de líquido y sales corporales. El


niño por su alto porcentaje de agua en su composición compara-
tivamente con el adulto, es mucho más sensible a estos cambios
y por tanto mucho más lábil.

El lactante es un ser que para subsistir depende de una aporta-


ción de líquidos de manera continuada y diaria. Sabemos que un
lactante para hacer vida normal ha de renovar aproximadamente
un 40% del líquido extracelular cada día. Esto explica porque
una deshidratación, que sería una pérdida de estos líquidos,
puede instaurarse con tanta rapidez en un niño pequeño.

El origen de las deshidrataciones en pediatría será fundamen-


talmente la gastroenteritis (vómitos y diarreas) pero podremos
encontrarla en otras situaciones como quemaduras extensas,
exposición al calor, transtornos metabólicos incluso mala pre-
paración de la alimentación, como los biberones en los lac-
tantes.

Las causas principales son las siguientes:

• Gastroenteritis aguda.
Es un problema del aparato digestivo debido a una intoxicación
alimentaria o a una infección vírica (rotavirus…) o bacteriana
(salmonelas…) y que se caracteriza por náuseas, vómitos, dia-
rreas, dolor abdominal y ocasionalmente fiebre.

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Formación en socorros

• En los lactantes pequeños podemos observar cuadros de des-


hidratación relacionados con una falta de lactancia o a una
mala preparación de los biberones, al cambiar la concentración
adecuada (proporción agua-polvo lácteo).

• La deshidratación de los grandes quemados.

• La pérdida de líquidos y/o sales de los niños expuestos a tempe-


raturas ambientales muy altas o al efecto del sol, o incluso a ejer-
cicio físico intenso, sin una reposición hídrica y salina correcta.

• Trastornos médicos específicos (problemas renales, hormona-


les y metabólicos).

SÍNTOMAS

Será importante observar los signos de deshidratación:

• La apariencia nos dará un niño de aspecto normal muchas veces,


pero a medida a medida que pasa el tiempo podremos encon-
trarlo o irritable o progresivamente más decaído y somnoliento.

• A nivel respiratorio podremos verlo con una tendencia progresi-


va a aumentar su frecuencia respiratoria (taquipnea).

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

• A nivel cutáneo tendremos el signo del pliegue: la piel, al pe-


llizcarla, queda plegada, no se estira no vuelve a la posición
inicial. La zona ideal para hacer esta prueba es el abdomen.

• Las mucosas, la lengua y los labios estarán secos o muy pas-


tosos.

• Si es un lactante pequeño, presentará la fontanela anterior muy


deprimida o muy hundida.

• En casos graves los glóbulos oculares estarán hundidos, y el


niño, muy ojeroso.

• Ocasionalmente, fiebre.

Son signos de mucha gravedad:

• Coma.

• Shock.

• Falta de emisión de orina.

• Ojos abiertos con córneas secas.

• Fiebre superior a 41 ºC.

• Convulsiones.

ACTUACIÓN

• Lo más importante es saber reconocer los casos graves para ha-


cer un traslado lo más urgente posible. Apliquemos el triángulo.

• Activar el sistema de emergencia 112.

• Si el niño está consciente podemos intentar una hidratación


oral, con líquidos que contengan agua, sales minerales (de sodio,

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Formación en socorros

bicarbonatos, de potasio) y glucosa. Actualmente existen co-


mercializados diferentes productos que reúnen estas caracte-
rísticas.

• Mantener la vía aérea abierta y controlar los signos circulato-


rios (el pulso, la tensión arterial, si se pudiera), el estado de
consciencia, la temperatura y el color de la piel. Si es posible,
cuantificar la orina y las defecaciones.

• Procurar mantener, en los casos graves, los párpados cerrados


e irrigar con suero fisiológico.

• Colocar al niño en decúbito supino o PLS, según el estado de


consciencia y siempre en discreta posición antishock.

• Controlar los signos vitales y actuar en consecuencia.

Sea cual sea el grado de deshidratación todos los casos han de


ser visitados por un facultativo y mejor aun tratados en un centro
sanitario.

11.10.2.3. Fiebre y petequias (shock séptico)

Las petequias son unas manchas rojas que aparecen en la piel de


forma súbita y que no desaparecen cuando las aprietas, cuando
las encontramos en el contexto de fiebre en el niño, puede ser una
situación rápidamente GRAVE. Es una enfermedad infecciosa en
más del 98% de los casos y aunque puede ser infección vírica,
siempre deberemos pensar en lo más temible, las bacterias, del
tipo meningococo o haemophilus influenza tipo b.o neumococo.

SÍNTOMAS

• Proceso febril habitualmente de pocas horas de evolución con


una afectación del estado general y afectación del aspecto del
niño y la aparición por todo el cuerpo y de manera progresiva
de unas manchas rojas pequeñas y que no desaparecen cuan-
do las comprimimos (Petequias).

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

• La situación puede empeorar con un aumento de las lesiones,


que se conviertan en verdaderas hemorragias cutáneas. Apa-
rece una situación de shock (séptico), taquicardia, taquipnea,
pulsos débiles y alteración progresiva del estado de conscien-
cia, con quejido y la muerte en pocas horas, estamos delante
de una verdadera emergencia médica.

ACTUACIÓN

• Aplicaremos el triangulo de evaluación. Y actuaremos en conse-


cuencia activando el sistema de emergencias 112.

• Siempre que aparezcan pete-


quias y fiebre es prioritario el
traslado del niño a un centro
sanitario.

• Durante el traslado o la espera


se habrán de controlar los signos
vitales y la fiebre si es posible.

11.10.3. Otras causas

11.10.3.1. Convulsiones febriles

Las convulsiones febriles son una situación típica en la edad de


asistencia pediátrica, generalmente coinciden con un proceso fe-
bril. Es un proceso frecuente y que no siempre indica gravedad,
pero que siempre generará una situación de mucha angustia.

Las convulsiones febriles afectan de un 2% a un 5% de los niños


en edades comprendidas entre los seis meses y seis años, aun-
que la mayor incidencia esta entre 1 y dos años.

La convulsión febril no tiene una causa orgánica determinada:


es la misma fiebre la que la produce, si bien deberá hacerse el
diagnóstico por parte del pediatra de la enfermedad que la moti-
va (catarro, otitis, gastroenteritis…).

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Formación en socorros

La situación se suele desencadenar cuando hay fiebre cons-


tantemente alta (39’5-40 ºC), que cede mal a los antitérmicos o
cuando ésta ha aparecido de forma repentina, aunque no siem-
pre será así. Hay niños que son propensos y pueden tener este
tipo de situaciones en varias ocasiones, estando la familia adies-
trada normalmente en estos casos.

SÍNTOMAS

• Se produce una pérdida de conocimiento con desconexión del medio.

• Las convulsiones febriles son crisis generalizadas en un 80-


90% de los casos, con movimientos de extremidades de con-
tracción-relajación, aunque también podemos encontrarlas en
un cuerpo flácido o hipotónico o totalmente rígido.

• Un síntoma constante será la aparición de fiebre.

• La fijación de la mirada hacia un lado, “como los ojos en blan-


co”, es también muy constante.

• Las convulsiones no suelen durar más de 15 minutos, y el niño,


se recupera de manera espontánea y progresiva.

• Queda somnoliento aproximadamente durante aproximadamen-


te de 15 a 30 minutos.

ACTUACIÓN

En principio hay que actuar de manera similar a la pauta que se


establece para la epilepsia, comentada en el adulto.

De toda manera, el niño y la convulsión febril tendrán unas con-


diciones especiales.

• Asegurar la abertura de la vía aérea. Recordemos que el niño


tendrá mucosidad abundante y que conjuntamente con la contrac-
ción continuada de la musculatura, tendrá dificultades al respirar.

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

• Activaremos el sistema de emergencia 112.

• Evitar que el niño se de golpes y pueda autolesionarse.

• Procurar bajarle la fiebre. Para ello le quitaremos la ropa, re-


frescaremos el ambiente y si es necesario le daremos un baño
en agua templada que iremos enfriando progresivamente.

• Es necesario tranquilizarse, y tranquilizar a los padres, ya que


como hemos dicho antes, se trata de un proceso habitualmente
benigno.

• Hay niños que como hemos dicho son propensos, y la familia


puede tener medicación para administrarle, dejaremos que lo
hagan.

• Colocar al niño en PLS, después de la crisis. Siempre tiene que


ser visto por un pediatra.

• Tras la crisis, aplicaremos el triángulo de evaluación y actuare-


mos en consecuencia.

11.10.3.2. Síndrome de la muerte súbita del lactante

Se trata de una situación desgraciadamente frecuente en el


primer año de vida. Es una muerte repentina e inesperada del
lactante entre un mes y un año de edad aunque el 95% de los
casos se da antes de los 6 meses. La muerte no es previsible
por la historia clínica del niño ya que se trata de un lactante sano
y no se hallan las causas después de un estudio postmortem
minucioso.

Las causas se desconocen, pero hay unos factores predispo-


nentes:

• Infecciones previas.

• Sueño muy profundo.

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Formación en socorros

• Retraso en el crecimiento.

• Sobrepeso.

• Antecedentes familiares.

• Ambiente de tabaco, o antecedentes de tabaquismo materno.

• Lactantes vomitadores o regurgitadores.

• Determinadas posturas al dormir (boca abajo).

Pero repetimos que no se puede atribuir con seguridad a ningu-


na causa concreta.

Parece que el cuadro culmina con una obstrucción respiratoria,


desencadenando una apnea (parada respiratoria) e hipoxia que
se prolonga hasta la muerte, ante la imposibilidad de reacción
del lactante por la inmadurez y la edad.

El lactante suele encontrarse en la cuna o en la cama.

SÍNTOMAS

Signos de muerte, “aparente”:

• Inconsciencia con un coma no reactivo.

• Ausencia de respiración.

• Ausencia de pulso.

• Palidez de piel o cianosis.

• Pupilas midriáticas y no reactivas.

• Según el tiempo transcurrido, hipotermia y rigidez.

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11. Urgencias maternoinfantiles y pediátricas

ACTUACIÓN

• Estamos ante un paciente CRÍTICO y en PARO en el triángulo.

• Exploración de los signos vitales y ABC, abrir vías aéreas y


aplicar protocolo de RCP.

• En todos los casos, excepto si hay rigidez muscular o manchas


cadavéricas, se ha de intentar la reanimación con las medidas
de soporte vital básico para lactantes.

• Buscaremos erupciones cutáneas, petequias, hematomas; com-


probaremos la temperatura, el tono muscular, la presencia de
restos sanguíneos o vómitos en la cuna o en la cama. Todo
esto con el fin de tener la máxima información posible.

• Se activará de forma inmediata el sistema de urgencias médi-


cas 112 para trasladar al niño a un centro hospitalario.

PREVENCIÓN

Actualmente se recomienda, que todos los lactantes sanos duer-


man en decúbito supino (boca arriba) para reducir la incidencia
de muerte súbita, o en su defecto en decúbito lateral.

Los hermanos de niños que han sufrido una muerte súbita o


aquellos lactantes que han podido sobrevivir a un episodio apa-
rentemente letal, deberán ser controlados con un aparato de de-
tección de apneas para procurar reducir la posibilidad del síndro-
me, en domicilio, durante meses.

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12. Movilización
y evacuación
de heridos

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12.1. Movilización y evacuación de heridos:
principios de la movilización 427
12.1.1. Principios generales 428
12.1.2. Principios concernientes al accidentado 430
12.1.3. Principios concernientes al socorrista 430

12.2. Evacuación de urgencia 431


12.2.1. Arrastres 431
12.2.1.1. Arrastre a horcajadas 431
12.2.1.2. Tracción por los tobillos 432
12.2.1.3. Tracción desde las axilas 433
12.2.2. Accidentado dentro de un vehículo 433

12.3. Técnicas para la recogida e instalación de heridos


sobre una camilla 435
12.3.1. Técnica de la “cuchara” 435
12.3.2. Técnica del “puente” 436
12.3.3. Técnica de los socorristas alternados 438

12.4. Transporte rápido para distancias cortas 439


12.4.1. Transporte rápido sin camilla a pocos
metros de distancia 439
12.4.1.1. En brazos 439
12.4.1.2. “En muleta” sobre los hombros
del rescatador 440
12.4.2. Trasporte sin camilla a media distancia 440
12.4.2.1. Por un solo socorrista 440
12.4.2.2. Por dos socorristas 441

12.5. Improvisación de camillas 443


12.5.1. Improvisación de una camilla
con una manta y dos largueros 444
12.5.2. Improvisación de una camilla únicamente
con una manta 445
12.5.3. Improvisación de una camilla con dos
chaquetones y dos largueros 445

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12. Movilización y evacuación de heridos

12.1. Movilización y evacuación de heridos:


principios de la movilización
Un aspecto importante a tener en cuenta a la hora de realizar los
primeros auxilios a un accidentado o enfermo repentino, es el
relacionado con su movilización y traslado desde el lugar donde
se encuentra hasta el centro donde será atendido.

En muchas ocasiones el nerviosismo que provoca en los socorris-


tas el propio accidente, unido a las prisas por querer ayudar a la
víctima y al desconocimiento de cómo se debe actuar en estos ca-
sos, originan una movilización incorrecta (a veces, innecesaria) del
accidentado, que puede agravar las lesiones existentes o producir
otras nuevas. Pensemos por un momento en la posible existencia
de fracturas o lesiones articulares en las extremidades, que reque-
rirían una inmovilización previa al traslado, o en el riesgo de una le-
sión medular tras un traumatismo que afecte a la columna vertebral,
lo que exigiría el manejo especialmente cuidadoso de la víctima.

Así pues, la primera pregunta que debemos plantearnos a la


hora de mover a un accidentado es si realmente es necesario
moverlo, o dicho de otra manera, ¿para qué vamos a moverlo?

Una vez conozcamos el alcance de las lesiones producidas, es-


taremos en condiciones de establecer las medidas que serán
necesarias en cada caso; hemos de recordar que a menos que
exista peligro inminente de incendio o explosión, riesgo de sufrir
una intoxicación por vía inhalatoria, parada cardiorrespiratoria,
no se moverá al paciente hasta que:

• Se hayan inmovilizado las posibles fracturas (no olvidar nunca el


riesgo de lesión medular después de un traumatismo violento).

• Se hayan contenido las hemorragias graves.

• O en caso de que la víctima se desestabilice rápidamente y sea


necesario reanimarla.

427

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Formación en socorros

El método de traslado dependerá de factores como la situación


en la que se encuentre la víctima (consciente, inconsciente, en
estado de shock, con dificultad respiratoria, etc.), el lugar en el
que se ha producido el accidente (espacioso, angosto, de difícil
acceso, etc.), el número de socorristas disponible, la existencia
o no de camilla, etc.

12.1.1. Principios generales

Cuando movilizamos a un paciente, lo debemos hacer sin com-


prometer o arriesgar innecesariamente nuestra salud. Algunas
pautas de conducta que debemos tener en cuenta para evitar
esfuerzos y lesiones indebidas son las siguientes:

• Trabajar con los brazos pegados al cuerpo y lo más tensos posible.

• Mantener la carga tan cerca del cuerpo como sea posible.

• No se levantará en un solo movimiento una carga por encima


de la cintura.

• Usar los grupos musculares más largos y fuertes (bíceps, cuá-


driceps, glúteos, etc.).

• Flexionar las rodillas y caderas para mantener la espalda ex-


tendida. Evitar doblar la cintura para levantar un peso; levantar
una carga con la espalda doblada exige un esfuerzo cinco veces
mayor que hacerlo flexionando las rodillas, corriendo además el
riesgo de sufrir una lesión en la columna vertebral.

• Establecer una base firme de apoyo, colocando ambos pies


sobre el suelo con una separación entre ellos de 50 cm y uno
ligeramente adelantado del otro.

• Enderezar las rodillas conforme se levanta, proporcionando la


mayor fuerza con los músculos del muslo y glúteos.

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12. Movilización y evacuación de heridos

• Mantener el abdomen firme y glúteos contraídos cuando se


eleve el peso, mantendremos alineados los hombros sobre la
columna y la pelvis.

• Evitaremos los giros del cuerpo al cambiar de dirección mien-


tras se sostiene una carga pesada, emplearemos un movimiento
pivotante preferiblemente.

• Mantendremos la cabeza recta y nos moveremos de forma ho-


mogénea y coordinada. Los movimientos repentinos tienden a
lesionar.

• Caminaremos lentamente con movimientos coordinados. Los


pasos no deben ser más largos que el ancho de los hombros.

• Las cargas excesivas lesionan la espalda. Nunca dudaremos


en pedir ayuda cuando se considere necesario.

PRINCIPIOS GENERALES

2 3

429

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Formación en socorros

12.1.2. Principios concernientes al accidentado

La manipulación de la víctima conlleva el riesgo de agravar sus


lesiones, sobre todo las esqueléticas. Es aconsejable, pues,
moverla lo menos posible y siempre manteniendo alineados la
cabeza-tronco-piernas.

Para respetar el eje cabeza-cuello-tronco es necesario tener al


menos seis puntos de apoyo:

• Un punto de sostén bajo el conjunto cabeza-nuca.

• De 3 a 5 puntos bajo el tronco.

• 2 puntos bajo los miembros inferiores.

12.1.3. Principios concernientes al socorrista

La manipulación de un herido exige un perfecto trabajo de equi-


po. Siempre habrá un encargado de dirigir los movimientos. El que
toma el mando da las órdenes necesarias, siempre por anticipa-
do y anunciando el movimiento antes de su ejecución: “Atención
vamos a levantar... Levantar”.

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12. Movilización y evacuación de heridos

Los movimientos de los socorristas deben ser suaves y coor-


dinados. Para maniobrar con más soltura, más fuerza y mayor
eficacia, y para evitar la aparición de lesiones en ellos mismos
se hace necesario cumplir las normas anteriormente dadas.

12.2. Evacuación de urgencia


Por regla general, no se debe desplazar, mover, ni tocar al acci-
dentado. Sin embargo, si existe peligro de sobre-accidente, se
impone la evacuación de urgencia, a pesar de los riesgos que
ello conlleva. Se debe transportar al herido en pocos segundos
a un lugar seguro.

La movilización de urgencia podemos considerarla como la pre-


vención de un sobreaccidente. No se realizará nada más que
después de efectuar una rápida evaluación de los riesgos exis-
tentes, tras localizar un trayecto y destino seguro, y con la certi-
dumbre de que el socorrista no correrá ningún riesgo vital.

12.2.1. Arrastres

Los métodos de arrastre son muy útiles, sobre todo, cuando sea
necesario desplazar a una víctima pesada o corpulenta (el soco-
rrista tendrá dificultades para cargar por sí solo con la víctima),
o bien, en lugares angostos, de poca altura o de difícil acceso,
y siempre que se tenga la certeza de que no presenta ninguna
fractura ni lesión de columna vertebral.

Existen distintas maneras de arrastrar a una víctima: por las axi-


las, por los pies, etc. Arrástrela siguiendo la dirección del eje
mayor de su cuerpo.

12.2.1.1. Arrastre a horcajadas

Uniremos con un pañuelo las muñecas del afectado y, situándonos


a horcajadas sobre ella, pasaremos sus brazos por nuestro cuello.
Comenzaremos a movernos cuidadosamente hacia delante. Este

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Formación en socorros

método es de aplicación casi exclusiva para arrastrar víctimas en


ambientes con humo.

12.2.1.2. Tracción por los tobillos

Si el terreno está relativamente plano y sin riesgo de golpear la


cabeza contra el suelo, lo cogeremos por los tobillos, y elevando
las piernas, tiraremos de él manteniendo el eje cabeza-cuello
tronco. Resulta práctico sujetar los brazos de la víctima con la

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12. Movilización y evacuación de heridos

cinturilla del pantalón. Es el método de elección, en pacientes


no traumáticos.

12.2.1.3. Tracción desde las axilas

Si el terreno no permite la tracción por los pies (suelo con es-


combros, obstáculos, etc.) y el peligro obliga a trasladar a un ac-
cidentado, nos situaremos por detrás y, evitando movilizaciones
bruscas del cuello, cruzaremos los brazos del accidentado sobre
su pecho, pasaremos los nuestros por debajo de las axilas del
accidentado y le agarraremos de las axilas o de los brazos (puño
derecho de la víctima-mano izquierda del socorrista), arrastrare-
mos cuidadosamente al accidentado hacia atrás, manteniendo
su cuerpo erguido. Una vez en zona segura situaremos a la víc-
tima en la posición adecuada a su estado.

12.2.2. Accidentado dentro de un vehículo

Sirve para extraer a un accidentado del interior de un automóvil,


protegiendo su columna vertebral. Sólo debemos extraer una víc-
tima del interior de un vehículo con este método y sin el material

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Formación en socorros

adecuado, cuando exista un riesgo evidente para los ocupantes


del vehículo (incendio, explosión precipitación del vehículo, etc).
En el resto de casos debemos esperar la llegada del material
específico de extricación.

Se conoce como maniobra Rautek.

• Verificaremos que los pies del accidentado no están atrapados


con los pedales del vehículo, lo liberaremos del cinturón de
seguridad.

• El socorrista se aproxima a la víctima desde un costado.

• Sujeta un brazo de la víctima por la muñeca, con una mano, y


con la otra, sujeta el mentón.

• Se mueve lentamente, extrayendo al accidentado del interior


del vehículo y manteniendo la cabeza-cuello-tronco de la vícti-
ma en un solo bloque.

• Una vez extraída se depositará poco a poco sobre el suelo o


camilla.

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12. Movilización y evacuación de heridos

Una alternativa consiste en vez de sujetar el brazo, coger la cin-


tura de pantalón extendiendo el brazo a lo largo de la columna
vertebral.

Nota: Esta maniobra únicamente la llevará a cabo el socorris-


ta en casos extremos: parada cardiorrespiratoria, incendio del
vehículo, etc.

12.3. Técnicas para la recogida e instalación


de heridos sobre una camilla
12.3.1. Técnica de la “cuchara”

Útil cuando sólo hay acceso a la víctima por un lado.

Los socorristas se aproximan por un lado de la víctima con una


rodilla en el suelo y la otra flexionada e introducen sus manos
por debajo de la misma:

• Un socorrista sujeta el cuello y parte alta de la espalda.

• El 2° socorrista sujeta la parte baja de la espalda y muslos.

• 3er socorrista sujeta las piernas por arriba y debajo de las rodi-
llas.

El socorrista en la cabeza de la víctima, da la orden de levantar a


ésta y la colocan sobre sus rodillas todos al mismo tiempo.

Al unísono se ponen en pie. Desde esta posición se podría co-


locar al paciente sobre una cama o camilla alta, en caso de no
ser posible y tener que desplazarse, en un nuevo movimiento
girarán a la víctima hacia su pecho para así poder caminar hasta
donde se encuentra la camilla.

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Formación en socorros

Los socorristas, cuando lo ordena el socorrista a la cabeza de la


víctima, depositan a esta sobre la camilla, todos al unísono.

12.3.2. Técnica del “puente”

Cuando hay acceso a la víctima por los dos lados.

Los socorristas se colocan agachados con las piernas abiertas,


sobre la víctima:

• El socorrista a la cabeza de la víctima esta mirando de frente a


sus compañeros, pasara sus manos por debajo del cuello de la

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12. Movilización y evacuación de heridos

víctima entre los dos omoplatos sujetándole con sus antebra-


zos la cabeza. Si no fuera posible pasar las manos entre los
omoplatos sin movilizar a la víctima, se sujetara el cuello de la
víctima con ambas manos haciendo una “cuna” en la descan-
sara la nuca.

• El 2º socorrista sujeta a la víctima por los hombros.

• El 3er socorrista sujeta a la víctima por la cadera.

El socorrista a la cabeza de la víctima, da la orden de levantarla.

Un cuarto socorrista deslizará la camilla desde los pies en direc-


ción a la cabeza y por debajo de las piernas de sus compañeros.
Los socorristas, depositan a la víctima sobre la camilla.

Si existiera un quinto socorrista sujetaría los pies de la víctima; si


solo existiera cuatro, el que introduce la camilla deberá levantar
los pies de la víctima si fuera preciso.

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Formación en socorros

12.3.3. Técnica de los socorristas alternados

Para llevar a cabo esta técnica se necesitan de 3 a 7 socorristas.

Se empleará cuando se sospeche lesión de columna vertebral y


no dispongamos de ayuda especializada.

Los socorristas se arrodillan a ambos lados de la víctima (3 a cada


lado) y el 7.° se arrodilla a la cabeza de esta, mirando hacia el pecho.

• 2 socorristas sujetan la zona baja de la espalda.

• Otros 2 sujetan la parte de los muslos y piernas.

• El socorrista a la cabeza de la víctima, sujeta ésta a la altura de


los lóbulos de las orejas, traccionando suavemente hacia sí.

El socorrista a la cabeza de la víctima, da la orden de levantarla


hasta la altura de sus rodillas y esto se hace en bloque, mante-
niendo el eje cabeza-cuello-tronco de la víctima.

A la orden, se deposita a la víctima sobre un plano duro y se la


inmoviliza sobre este. Para evitar los desplazamientos en sen-
tido lateral de la cabeza de la víctima durante el traslado, se
inmovilizará esta con una toalla enrollada o similar sujeta a la
frente de la víctima y a la camilla.

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12. Movilización y evacuación de heridos

12.4. Transporte rápido para distancias


cortas
Las técnicas descritas en este apartado tienen como objetivo la
movilización de personas incapaces de hacerlo automáticamen-
te peor sin que hayan sufrido traumatismo graves.

12.4.1. Transporte rápido sin camilla a pocos metros


de distancia

12.4.1.1. En brazos

Es un método muy útil para mover a


niños y adultos de poco peso que no
presenten traumatismos graves.

Consiste en coger a la víctima, colo-


cando una mano debajo de sus rodillas
de manera que sostenga las piernas y
la otra, alrededor de su espalda, sos-
teniendo el peso del tronco; la víctima
puede afianzarse en nosotros pasando
sus brazos alrededor de nuestro cuello.

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Formación en socorros

Hay que tener especial cuidado a la hora de “cargar” con el peso


de la víctima (p. ej., si estuviera sentada en el suelo), flexionando
las rodillas al agacharnos, para evitar hacer todo el esfuerzo con
la musculatura de la espalda, lo que podría propiciar la aparición
de lesiones a nivel lumbar.

12.4.1.2. “En muleta” sobre los hombros


del rescatador

Un accidentado que no presente lesio-


nes serias y que pueda caminar por sí
mismo, puede ser ayudado si colocamos
uno de sus brazos alrededor de nuestro
cuello, pasando nuestro brazo libre alre-
dedor de su cintura para lograr soporte
adicional. Este método puede ser lleva-
do a cabo por uno o por dos socorristas,
dependiendo de la corpulencia de la víc-
tima, la amplitud del lugar, etc.

Con la ayuda de una tercera persona


que sostenga las piernas de la víctima,
se le puede bajar por una escalera.

12.4.2. Transporte sin camilla


a media distancia

12.4.2.1. Por un solo socorrista

Sobre la espalda o “a cuestas”

Tiene las mismas indicaciones que el


método anterior; no obstante, no es ne-
cesaria la potencia de brazos de aquél,
ya que el peso de la víctima se transmite en parte al tronco del so-
corrista; entrelazando las manos es más fácil cargar con el peso
de la víctima.

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12. Movilización y evacuación de heridos

Es un método útil si la persona está cons-


ciente y puede sostenerse sobre la espal-
da del socorrista.

“Método del bombero”

Es útil para transportar a una persona que


no puede andar o que está inconsciente,
siempre que no sea muy pesada (en este
caso utilizar el arrastre). Tiene la ventaja,
además, de que permite disponer de un
brazo libre al socorrista, por ejemplo, para
sujetarse a una barandilla de una escalera,
apoyarse para guardar el equilibrio, etc.

• El socorrista se sitúa frente a la víctima, cogiéndola por las axi-


las y levantándola hasta ponerla de rodillas.

• El brazo derecho del socorrista pasa alre-


dedor del muslo derecho de la víctima
cargando el peso del tronco sobre su
espalda.

• El socorrista se levanta, se mantiene de


pie y desplaza a la víctima para que su
peso quede bien equilibrado sobre sus
hombros. Con su brazo derecho sujeta
el antebrazo derecho de la víctima, que-
dándole un brazo libre.

12.4.2.2. Por dos socorristas

“Asiento sobre manos”

Si la víctima no tiene traumatismos graves y puede cooperar,


puede transportarse mediante la técnica del asiento a dos, tres
o cuatro manos.

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Formación en socorros

La diferencia fundamental entre ellos estriba en que permiten


disponer o no (asiento a cuatro manos) de un brazo libre a un so-
corrista (asiento a tres manos) o de un brazo libre a cada soco-
rrista (asiento a dos manos), que se puede utilizar para sostener
una extremidad inferior que estuviera lesionada o como respaldo
para la espalda de la víctima.

La elección de una técnica u otra dependerá de las lesiones que


presente la víctima de su capacidad de colaboración y de la fuer-
za de los socorristas.

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12. Movilización y evacuación de heridos

“Sobre los brazos” “Asiento sobre una silla”

Si se dispone de una silla con respaldo, se puede utilizar para


trasladar a una persona sentada sobre ella; es un método muy
útil para subir o bajar escaleras que no sean totalmente verti-
cales, transportando a la persona siempre mirando “escaleras
abajo”.

Es un método muy útil para subir o bajar escaleras, sobre todo si


son estrechas, o para utilizar un ascensor en el que no entre una
camilla. La víctima ha de estar consciente.

12.5. Improvisación de camillas


El procedimiento ideal para el transporte es la camilla. En caso
de no disponer de ellas, éstas pueden improvisarse. Para hacer
una camilla improvisada, tomaremos una puerta o contraventa-
tana, una tabla de planchar o un tablero ancho, tal como la hoja
de una mesa de comedor. Además de estos procedimientos,
pueden utilizarse dos palos suficientemente resistentes unidos

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Formación en socorros

por una manta o con las chaquetas de los socorristas, un saco


de dormir, una cuerda de escalada, etc.

Una vez construida, seguiremos las normas generales del tras-


porte en camilla:

• Abrigar al accidentado.

• Sujetar al accidentado para evitar su caída.

• La cabeza del accidentado debe ir delante, en el sentido de la


marcha, puesto que de este modo el socorrista que va detrás
puede observarlo.

• Se debe mantener la camilla siempre horizontal.

• El socorrista que va delante, empieza a andar con el pie dere-


cho y el de detrás, con el pie izquierdo, o viceversa, procurando
mantener siempre el paso cambiado para dar mayor estabili-
dad al transporte en camilla.

• Siempre habrá un encargado de dirigir los movimientos de


la camilla, sirviéndose éste de voces preparatorias (“prepa-
rados”) y voces ejecutivas (“ya”), para bajar, subir, empezar
a andar, etc.

12.5.1. Improvisación de una camilla con una manta


y dos largueros

Es posible improvisar una camilla con dos largueros resistentes


y de longitud adecuada a la persona a trasladar, colocando entre
ambos una manta que sirva de soporte de la camilla; para ello
hay que proceder de la siguiente manera:

• Se coloca una manta extendida en el suelo.

• Se coloca un larguero en 1/3 de la manta y se dobla ésta por encima.


Se coloca el 2.° larguero y se dobla la manta por encima de éste.

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12. Movilización y evacuación de heridos

12.5.2. Improvisación de una camilla únicamente


con una manta

Enrollando la manta sobre sí mis-


ma, en sus laterales, y ciñéndola
al cuerpo de la víctima, lograre-
mos la suficiente resistencia para
trasladar a un paciente, en un tra-
yecto corto.

12.5.3. Improvisación de una camilla con dos


chaquetones y dos largueros

Se vuelven las mangas de ambos chaquetones hacia el interior


y se cierran las cremalleras.

Se pasan los largueros por las mangas.

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13. Intervención en
accidentes con
múltiples víctimas

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13.1. Introducción 449

13.2. Definiciones 449

13.3. Clasificación de víctimas (Triage) 450


13.3.1. Primario 450
13.3.2. Secundario 451
13.3.3. Niveles de clasificación 451
13.3.4. Criterios de clasificación 452

13.4. Sistemas de Triage 453


13.4.1. Triage MASS 453
13.4.2. Triage SHORT 454
13.4.3. Triage CARE FLIGTH 454
13.4.4. Sistemas de STAR 455

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13. Intervención en accidentes con múltiples víctimas

13.1. Introducción
A menudo se producen incidentes en los que la aparición de múlti-
ples víctimas hace necesario que se suministre atención sanitaria
inmediata por parte del personal de salvamento para, posterior-
mente ser trasladados a las instalaciones sanitarias apropiadas;
todo esto obliga a que este personal de salvamento conozca los
principios del “triage” o clasificación de víctimas, a fin de poder prio-
rizar tanto la asistencia como el transporte de los heridos.

13.2. Definiciones
Triage1

Método empleado en la medicina de urgencias para la selección


y clasificación de los pacientes basándose en las prioridades de
atención privilegiando la posibilidad de sobrevida, de acuerdo a
las necesidades terapéuticas y los recursos disponibles.

Catástrofe

“Suceso trágico que provoca una desproporción entre las nece-


sidades y los medios disponibles”. Álvarez Leiva, C. (2005).

Desastre

“Incidente natural o provocado que de forma súbita o importan-


te altera los mecanismos de respuesta y cuidados sanitarios,
cambia o incrementa la demanda de los servicios de la organi-
zación”. Serrano Moraza, A. (2006).

Incidente de múltiples víctimas

“Acontecimiento que excede cuantitativa y cualitativamente la


capacidad de respuesta en el lugar o en los hospitales recepto-
res para clasificar, tratar y evacuar a las víctimas involucradas”.
Álvarez Leiva, C. (2005).

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Formación en socorros

13.3. Clasificación de víctimas (Triage)


Tiene por objeto la clasificación lo más racional posible entre las
necesidades y los medios para lograr un mejor aprovechamiento
de los recursos.

Esta clasificación pretende lograr la correcta asistencia y el ade-


cuado traslado de los heridos. Los criterios de clasificación de
pacientes se establecerán en el mismo lugar del siniestro.

Para dicha acción se puede diferenciar dos tipos de triages:

13.3.1. Primario

Definición

Realizado en el lugar del incidente por personas preparado o no


preparado, utilizando métodos indicados, se realizarán acciones
salvadoras.

Materiales a usar

• Tarjetas de clasificación (tarjetas tipo TARTEM).

• Cánulas de Guedel.

• Compresores, gomas de hemostasia.

• Rotuladores, bolígrafos.

• Chalecos y material de distinción para el personas que hace la


clasificación primaria.

Acciones

Apertura de vía aéreas (colocación de cánula de Guedel). He-


mostasia (uso de torniquetes) y valoración de la gravedad del
paciente (escala de colores).

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13. Intervención en accidentes con múltiples víctimas

13.3.2. Secundario

Definición

Triage realizado por personas sanitario (Medicina y Enfermería).


Inicio del Soporte Vital Avanzado. Se realiza en zona habilitada
para ello (Puesto Sanitario Avanzado).

Materiales a usar

Materiales propios de atención sanitaria, intubación orotraqueal,


canalización de vías venosas, tubos de tórax, cirugías de extre-
ma urgencia.

Acciones

Estabilización de los pacientes para trasladarlos a un centro de


referencia, gestión de traslados de los pacientes (priorizando a
los pacientes críticos).

Triage primario y secundario (cuadro resumen)

PRIMER TRIAGE SEGUNDO TRIAGE


Objetivo Orden de atención médica Orden de evacuación
Fundamento Funcional Lesional o mixto
Complejidad Sencillo Complejo
Tiempo < 1 minuto > 1 minuto
Responsable Personal adiestrado Sanirtario
Precisión Falta por exceso Gran precisión
Lugar Entrada al área de atención Salida del área de atención

13.3.3. Niveles de clasificación

La clasificación de la Organización Mundial de la Salud estable-


ce cuatro categorías, codificadas por tarjetas de colores:

• Etiqueta de color Rojo


Prioridad I, o cuidados inmediatos. Símbolo: un conejo.

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Formación en socorros

• Etiqueta de color Amarillo:


Prioridad II o cuidados no inmediatos. Símbolo una tortuga.

• Etiqueta de color Verde:


Prioridad I I I o cuidados de menos importancia.
Símbolo: ambulancia con el símbolo X.

• Etiqueta de color Negro:


Prioridad 0 o fallecidos. Símbolo: una cruz.

13.3.4. Criterios de clasificación

• Etiqueta Roja: precisan asistencia inmediata, en el mismo lu-


gar del siniestro. Su supervivencia estará siempre en función
de la asistencia prestada “in situ” y la calidad con que haya sido
manejado y transportado.

• Etiqueta Amarilla: necesitan la asistencia médica en un centro


sanitario, es decir, son los pacientes cuya asistencia puede ser
demorada por espacio de unas seis horas.

• Etiqueta Verde: estos pacientes pueden ser enviados a cen-


tros sanitarios más alejados, son casos que no precisan hospi-
talización pero deben ser asistidos. Pueden ser transportados
por medios convencionales, no necesariamente de transporte
sanitario.

• Etiqueta Negra: abarca a aquellos accidentados que, por la


gravedad de sus alteraciones, son irrecuperables por sus po-
cas posibilidades de supervivencia y a los fallecidos. Serán
evacuados en último lugar.

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13. Intervención en accidentes con múltiples víctimas

Ilustración 1: Tarjeta Ilustración 2: Tarjeta


TARTEM Anterior. TARTEM Posterior.

13.4. Sistemas de Triage


13.4.1. Triage MASS

“Todos los que se puedan mover que SÍ


vayan donde está mi compañero”

NO

“Todos los que oigan pero no se


puedan mover que agiten algún objeto SÍ
o que muevan su brazo/pierna”

NO

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Formación en socorros

13.4.2. Triage SHORT


Sale caminando SÍ

NO

Habla sin dificultades SÍ


Obedece órdenes

NO

Respira y circulación SÍ

NO

13.4.3. Triage CARE FLIGHT


DEAMBULA VERDE
NO

SÍ OBEDECE
NO
PULSO
RADIAL
RESPIRA
SÍ SÍ
NO NO

AMARILLO ROJO NEGRO

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13. Intervención en accidentes con múltiples víctimas

13.4.3. Sistemas de STAR


Grupo de trabajo del Hoag Memorial Hospital de California, 1984

El primer recurso sanitario que acuda al incidente, debe indicar


a las víctimas que se desplacen a una zona específica, previa-
mente señalizada (banderín verde, árbol, etc.). A los que puedan
hacerlo se les asignará código verde. No se debe forzar a nin-
gún herido a movilizarse.

Se procede seguidamente a la clasificación de las víctimas que


quedan en la escena, no dedicando más de 60 segundos a cada
una. Se debe seguir un orden lógico y cómodo.

La clasificación se realiza teniendo en cuenta la respiración (B),


la circulación (C) y el estado neurológico de las víctimas (N).

B. Respiración

Si respira: frecuencia respiratoria < 30 / minuto Pasar al C (Circulación)


Si respira: frecuencia respiratoria > 30 / minuto Código Rojo
Abrir vía aérea con
No respira
maniobra frente-mentón
Si respira Código Rojo
No respira Código Negro

C. Circulación

Palpar pulso carotideo durante 5-10 segundos.

Débil, irregular Código Rojo


Fuerte Pasar a N (estado neurológico)
No pulso Código Negro

Si existe hemorragia debe ser taponada por el propio herido o


por alguna víctima del código verde.

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Formación en socorros

N. Estado neurológico
Dar órdenes sencillas (abrir-cerrar los ojos, apretar la mano, etc.).

Si obedece Código Amarillo


No obedece Código Rojo

Sale caminando
SÍ NO

Frecuencia respiratoria
(tras apertura vía aérea)
<30 >30 0

Pulso radial
SÍ NO

Responde
órdenes sencillas
SÍ NO

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Agradecimientos En la elaboración y revisión de los materiales de la formación modu-
lar en socorros han intervenido personas que pertenecen a la Ins-
titución y personas que no perteneciendo a Cruz Roja, se sienten
muy cerca de ella.

Aquí incluimos los nombres de las que más directamente han in-
tervenido, aunque somos conscientes de que en la mayor parte de
las ocasiones, detrás de cada nombre hay un grupo de participantes
anónimos que también han contribuido a que nuestros voluntarios y
voluntarias y el resto de personas interesadas en este tema tengan
acceso a estos módulos.

• Abel Martínez Mejías. • José Carlos García Yonte.


• Ana Gómez Pastor. • Gloria Rebollo.
• Ángel López González. • José Mª Benedicto Riaza.
• Antonio Bado Teba. • José Mª Zarraluqui.
• Antonio Fernández Vicente. • José Ramón Delgado.
• Agustín Salan. • Jesús Fuentes.
• Carlos Oroz González. • Juan Carlos Domonte Sánchez.
• Carlos Urkía Mieres. • Juan Antonio Pérez Vega.
• Elías Meana Díaz. • Julio Pulido Morilla.
• Elisa Moral Gómez de Enterría. • Luis Miguel Jurado Sánchez.
• Esmeralda Fernández Van • Raúl Sepúlveda López.
Konigsloo. • Santiago Bayarri.
• Félix Zubía Olaskoaga. • Vicente Salas Henarejos.
• José Luis Pascual Ulloa. • Vicente Sánchez-Brunete
• Francisco García Riesco. Ingelmo.
• Francisco José • Víctor Manuel Padilla Escalona.
Sánchez Muñoz. • Xavier Díez Roca.

A todas y a todos queremos agradecer el trabajo y el esfuerzo rea-


lizado.

Damos las gracias igualmente a la Universidad de Castilla-La Man-


cha la cesión del DVD sobre la conducta PAS que se incluye en el
material para el formador.
No olvidamos tampoco a los voluntarios y voluntarias de Cruz Roja
Española en la Comunidad de Madrid que han intervenido en las se-
siones fotográficas y en especial a la Asamblea Local de San Loren-
zo de El Escorial que nos brindó sus instalaciones para la realización
de estas sesiones.

En enero de 2011 se constituye otro grupo de trabajo para adap-


tar este módulo a las recomendaciones del European Resuscitation
Council (ERC), publicadas a finales de 2010 y a la actualización del
resto de los contenidos del mismo. Las personas que han formado
parte de este grupo de trabajo han sido:

• Tamara García Bravo. • Alberto Fernando Juan


• Felipe Neri Martín Rodríguez. Sebastián.
• Ignacio González Herrero. • Sendoa Ballesteros.
• Marcos Pérez García. • Helena Benito.
• Silvia Marín Valencia. • Mª Mar García Cabello.
• José Francisco • Juan Pablo González Berrón.
Ferraz Jerónimo. • Félix Díez Medina
• Generosa Guillén Loren. • Olga Delgado Fernández.
• Manuel Santamaría Canales.

Cualquier aportación a estos materiales se puede realizar en la si-


guiente dirección de correo electrónico: formacion@cruzroja.es

Departamento de Formación
Oficina Central

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Cruz Roja Española pertenece a la Federación Internacional de So-
ciedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, que promueve las
actividades humanitarias de las Sociedades nacionales en favor de
las personas vulnerables.

Mediante la coordinación del socorro internacional en casos de de-


sastre y el fomento de la asistencia para el desarrollo, se propone
prevenir y aliviar el sufrimiento humano.

La Federación, las Sociedades nacionales y el Comité Internacional


de la Cruz Roja constituyen, juntos, el Movimiento Internacional de la
Cruz Roja y de la Media Luna Roja.

Humanidad
El Movimiento de la Cruz Roja de la Media Luna Roja, al que ha dado
nacimiento la preocupación de prestas auxilio, sin discriminación, a
todos los heridos en los campos de batalla, se esfuerza, bajo su as-
pecto internacional y nacional, en prevenir y aliviar el sufrimiento de
los hombre en todas las circunstancias. Tiende a proteger la vida y la
salud, así como a hacer respetar a la persona humana. Favorece la
comprensión mutua, la amistad, la cooperación y una paz duradera
entre todos los pueblos.

Imparcialidad
No hace ninguna distinción de nacionallidad, raza, religión, condición
social ni credo político. Se dedica únicamente a socorrer a los indivi-
duos en proporción con los sufrimientos, remediando sus necesida-
des y dando prioridad a las más urgentes.

Neutralidad
Con el fin de conservar la confianza de todos, el Movimiento se abs-
tiene de formar parte en las hostilidades y, en todo tiempo, en las
controversias de orden político, racial, religioso o ideológico.

Independencia
El Movimiento es independiente. Auxiliares de los poderes públicos
en sus actividades humanitarias y sometidas a las leyes que rigen los
países respectivos, las Sociedades nacionales deben, sin embargo,
conservar una autonomía que les permita actuar siempre de acuerdo
con los principios del Movimiento.

Voluntariado
Es un Movimiento de socorro voluntario y de carácter desinteresa-
do.

Unidad
En cada país sólo puede existir una Sociedad de la Cruz Roja o de
la Media Luna Roja, que debe ser accesible a todos y extender su
acción humanitaria a la totalidad del territorio.

Universalidad
El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja,
en cuyo seno todas las Sociedades tienen los mismos derechos y el
deber de ayudarse mutuamente, es universal.

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