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La teoría de la

acción comunicativa
como nuevo paradigma
de investigación
en ciencias sociales:
las ciencias de la discusión
Guillermo Hoyos Vásquez
Germán Vargas Guillén
LA TEORÍA CRÍTICA DE LA SOCIEDAD

Sin embargo el desarrollo de la racionalidad, su fuerza dominadora de la naturaleza, la


ejecución de sus tareas emancipadoras, cobra tal fuerza que la razón instrumental se
vuelve contra la misma naturaleza humana para poder como quien dice llevar su labor a
feliz término. Es el proceso contradictorio, de no retorno, ya descubierto por Adorno y
Horkheimer en su obra de 1947, Dialéctica de la ilustración. Allí se muestra cómo la
cultura en la era del consumo termina por ser anticultura, al ser despojada aquella de su
substancia negativa y ser sacrificada a la lógica de la mercancía. Todavía más: la razón
en su proceso emancipatorio se autoobjetiva a sí misma, se autodomina en lugar de
emanciparse. En este lugar los padres de la teoría crítica se han inspirado en las tesis
nihilistas de Nietzsche y se han anticipado a la crítica posmoderna a la razón como
agente de la barbarie, en las variadas formas de razón carcelaria.

Para los autores de la Dialéctica de la ilustración, víctimas en su análisis de la


perspectiva monológica de una filosofía de la historia, sólo quedan salidas no
racionales: o anticipar una libertad posible como categoría escatológica; o, como lo
piensa Adorno, –quien definitivamente no teme llevar la reflexión hasta encontrar sus
límites–, la Dialéctica negativa (1966), en la que se abandona definitivamente la
sedimentación de los conceptos, las teorías y las críticas, para volver a los orígenes
en la dimensión estética y en la mimesis, espacio previo de la diferencia esquiva a
toda identidad; o buscar una salida de la unidimensionalidad, como lo propone Marcuse,
hasta la víspera de su muerte, en La rebelión de los instintos vitales (1979). Así
como la propuesta de Adorno se desarrolla y amplía en una muy rica y ambiciosa
Teoría estética (1970), la utopía Marcusiana se enriquece en la renovada relación
entre Marx y Freud, que permite una apropiación profunda de la metapsicología para
las perspectivas de emancipación.

4.6. Propuesta epistemológica de la teoría crítica: conocimiento e interés

Para Habermas estas soluciones de los padres de la teoría crítica, así pretendan responder
a la intención fundamental de Marx, no lo logran por permanecer prisioneros del paradigma
monológico de la reflexión o de la filosofía de la historia. En este punto tampoco superan
ellos ni a la tradición de las ciencias sociales representada en Max Weber, ni a la de la
filosofía clásica alemana representada en la fenomenología. Habermas propone por ello
un cambio de paradigma: de la filosofía de la conciencia a la teoría de la acción

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EA
L TEORÍA CRÍTICA
PISTEMOLOGÍA Y PARADIGMAS
DE LA SOCIEDAD
DE LAS CIENCIAS SOCIALES

comunicativa, de una razón centrada subjetivamente a una racionalidad intersubjetiva,


discursiva. Este cambio de paradigma le permite una reconstrucción genética del
materialismo histórico, a partir de la siguiente pregunta: ¿qué ocurriría al marxismo si se
cambiara su categoría fundamental de análisis, la de trabajo social, por la de acción
comunicativa? 177.

Detallemos la propuesta de Habermas. En un primer momento, en sus obras en torno a


Conocimiento e interés (1968), Habermas profundiza la distinción entre fuerzas productivas
y relaciones sociales de producción; esta distinción corresponde a la diferencia entre
ciencia y técnica por un lado y formas sociales por otro, o entre acción instrumental por
finalidad y acción comunicativa, o entre un concepto de hombre como productor de
instrumentos y un concepto de hombre como animal que habla, que puede ser reprimido
y en su represión es capaz de fantasear. La distinción en todos estos casos permite
mostrar cómo el desarrollo humano consiste a la vez en el progreso técnico y en la
emancipación política, en el avance de la ciencia y en el de la crítica reflexiva, en la
reproducción material y en el desarrollo simbólico del mundo de la vida. Esta íntima
relación es la que lleva a Habermas en sus últimos trabajos a plantear una caracterización
de sociedad en términos de racionalidad comunicativa y racionalidad sistémica, gracias
a la complementariedad necesaria entre mundo de la vida, entretejido comunicativamente,
y estructuras sociales coordinadas sistémicamente.

En su primera propuesta de reconstrucción del materialismo histórico, Habermas muestra


cómo a partir del análisis del desarrollo de la especie y del individuo se puede caracterizar
tres tipos de acciones fundamentales, constitutivas del mundo de la vida: trabajo, lenguaje
e interacción social con base en el reconocimiento mutuo.

En estos tres tipos de acciones fundamentales se articulan tres tipos de intereses: en


los procesos de trabajo se manifiesta un interés técnico de dominio de la naturaleza; en
la utilización del lenguaje un interés práctico de comprensión de los contextos históricos
y sociales; y finalmente en los procesos de interacción el interés fundamental
emancipatorio, heredado de la más pura tradición idealista.

177
Ver: Habermas, J., Der philosophische Diskurs der Moderne. Frankfurt, a.M., Suhrkamp, 1985, pág. 395.

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Habermas muestra cómo son precisamente estos intereses los que median y orientan el
desarrollo mismo del conocimiento en los diversos tipos de ciencias: las empírico-analíticas
permiten, gracias a un interés técnico de dominio de la naturaleza, una racionalización
cada vez mayor de los procesos de trabajo; las histórico-hermenéuticas, movidas por un
interés práctico de apropiación de las tradiciones, proporcionan una relación cada vez más
racional con la dimensión significativa de la cultura, articulada en textos y en la dimensión
del lenguaje; finalmente las así llamadas ciencias crítico-sociales, como por ejemplo la
economía política o el psicoanálisis, orientadas por el interés de emancipación, se
constituyen en un saber cada vez más consciente de las diversas formas de poder que
conforman la cotidianidad humana: gracias a este saber reflexivo es posible una crítica
desestabilizadora de la dominación en búsqueda de formas de organización social, de
socialización y de identidad, capaces de resistir en todo momento la pregunta por su
legitimidad.

Estas ciencias deberían ir conformando discursos que vigorizaran la reproducción tanto


material como simbólica del mundo de la vida y que permitieran un manejo cada vez más
racional de los procesos de trabajo, lenguaje y poder. Pero en la sociedad capitalista
estos tipos de racionalidad adquieren una conformación positivista, dependiente de la
racionalización dogmática del poder como dominación, que influye en que el lenguaje se
racionalice como ideología y el trabajo se racionalice como alienación.

Estos análisis de Conocimiento e interés tienen sus méritos. Al caracterizar Habermas el


positivismo como "el renegar de la reflexión", busca reconstruir críticamente las cicatrices
de la reflexión negada; por ello la reflexión reconstruye el auténtico sentido de experiencia
como algo mediado por intereses vitales de la cotidianidad y no meramente como
observación de datos; con esto se determinan los métodos científicos como respuesta
de la razón astuta a determinados intereses; y finalmente la aplicación de las ciencias se
devela como algo dependiente de los intereses que en cada momento orientan el
conocimiento a partir del mundo de la vida.

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