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Bad Boy's Baby PDF
Bad Boy's Baby PDF
Moderador de Traducción
Koté
Staff de Traducción
Anna Lili-ana
Annette-Marie LittleCatNorth
Cili Rihano
Dee Shanybelen
Heidy.Styles Valentina95
Koté Vivi
Moderador de Corrección
Mariela
Staff de Corrección
Anna Mariela
Dionne Valentina 95
Flochi Xei07
Fraan
Revisión
Mariela
Diseño
Mrs. Carmichael
Índice
Capítulo 1 – Jack Capítulo 14 – Jack
Capítulo 13 – Leah
Sinopsis
Fabricante de Jugadas. Fabricante de problemas.
¿Fabricante de bebés?
Una fiesta no era una fiesta a menos que tuviera a dos mujeres mendigando
llevarme a casa.
Y la diversión sólo comenzaba cuando estaba de acuerdo con follar a las dos.
Primero la rubia molió contra mí. No es que no fuera aficionado a las rubias,
5 solamente había visto una gran cantidad últimamente. Ojos azules, sexys curvas,
labios que hacían pucheros más de lo que sonreían. Era el tipo de chica que succionaba
la fuerza de voluntad de un hombre a través de su pene y luego exigía una tarjeta de
crédito para ir de compras. Había aprendido a mantenerme alejado de esas chicas.
Buenas para una follada, tal vez dos, pero después ellas siempre quieren lo mismo.
En algún lugar, cuatro mujeres tenían ocho nuevas tetas de marca cortesía de Jack
Carson. Era casi como un servicio público.
Y la liga dijo que tenía que dedicar más tiempo a la caridad. Yo estaba haciendo
suficientes favores al mundo.
Sólo unos pocos de mis compañeros se unieron a nosotros para la noche. La mitad
de ellos se fue antes de que la fiesta se volviera escandalosa. El resto agarró más
cerveza y una chica de su elección.
Pedí a las camareras que nos llevaran otra ronda de todo; alcohol, alas, números
de teléfono. La música retumbaba, y dos de mis compañeros de equipo sacudieron la
rockola hasta que cambió. El R&B1 sonó, y algunas de las chicas comenzaron a bailar.
Llevaba un sexy vestido negro, algo digno de la Las Vegas Strip, no la ciudad de
Ironfield. Cuando se acurrucó en mi regazo, el dobladillo se levantó. Cubrí ese muslo
expuesto con una mano.
Acaricié hasta que obtuve su genuino y sexy suspiro, excepto que mi flirteo
molesto a la rubia. No serviría. Le di un guiño, y ella se normalizó, inclinándose lo
suficientemente cerca como para dejarme echar un vistazo a sus tetas. Ella tenía un
mejor escote que la morena. El tatuaje en forma de corazón era familiar, aunque...
La rubia se lamió los labios hacia mí. La morena quería mis dedos en ella. Estudié
sus cuerpos.
La morena estaba lista, pero yo estaba pellizcando su clítoris. Haría cualquier cosa
que dijera. Tenía la esperanza de que a la rubia le gustaran las morenas o no tendrían
tanta diversión cuando me las llevara a ambas a casa. Por otra parte, cierto
resentimiento era atractivo. Fue divertido cuando las chicas se pusieron territoriales.
Un pequeño rasguño de gata, mordiendo y silbando para apostar su demanda y hacer
el sexo malditamente emocionante.
—Chicas... —Sonrío mientras sus dedos recorren mi pecho—. Va a ser una maldita
buena noche.
Bryon Washington derramó su cerveza en mí. Chocar los puños era la felicitación
que obtendría como mucho de mi mejor amigo y compañero de equipo. Él golpeó el
culo de la camarera cuando llevó otra ronda de postres. No los habíamos pedido. Ella
se desplazó del toque itinerante de Bryon.
Miró por encima de la mesa; cubierta de copas vacías, cerveza derramada, huesos
de pollo, y un desastre general. Dudo que quisiera un autógrafo, probablemente sólo
necesitaba una noche libre después de que destrozamos el lugar. Al menos ella era
linda. Podría conseguir que la llevaran hasta llegar a casa si jugaba bien sus cartas.
Bryon lloró la partida cuando ella recogió una bandeja de platos vacíos y escapó
de los gritos y la risa desenfrenada. Se repuso de su rechazo lo suficientemente rápido.
Bryon hizo un guiño a la morena con su ceñido vestido negro y palmeó su regazo.
—Tienes que mantener esa imagen de caballero, Jack. Órdenes del entrenador.
—No van a ver mucho de la ciudad desde tus rodillas. —Le sonrió a la morena—.
Ven aquí, cariño. Él no te extrañará.
Esa no era la forma en que esto funcionaba. Yo era el líder. Estaba a cargo. Y, al
igual que cualquier alfa en una manada, comía primero. Los otros podrían tener los
restos después de que me satisficiera.
La última vez que los chicos y yo fuimos a pasear de noche, Bryon vino a cenar
con rayas de arco iris alrededor de su pene, tres diferentes colores de labial en su polla.
Se jactó de ello durante una semana, pensando que era una mierda caliente.
Yo no era un hombre de tomar ventaja o excesos, especialmente con las mujeres.
La rubia se rio y bromeó con los dedos alrededor de mis hombros. Sus uñas
empujado cuando deberían haber acariciado, pero tendría un buen agarre en mi pene
más tarde.
La morena arqueó una ceja que podría haber gritado una docena de obscenidades
si no estuviera suspendida hasta la muerte, estirada y rígida de botox. Se humedeció
los labios y volvió su atención hacia mí.
No era más que una universitaria regordeta, empujando sus gafas y jadeando
cuando la jarra se derramó. La alfombra se empapó de cerveza. Ella era linda, pero
demasiado nerviosa. Me gustaba una chica con confianza.
—Otra ronda para estas damas. —Gesticulé por encima mi nuevo club de fans—.
Lo que ellas quieran.
—Yo sé lo que yo quiero... —La rubia mordió su labio, sus ojos saltándose el
coqueteo y moviéndose rápidamente a mi ingle.
La camarera suspiró y tomó su libreta y lápiz, sin embargo la rubia con blusa
halter se burló ya que tuvo que repetir su orden sobre el ruido. Mi línea ofensiva rugió
de risa y robó el control remoto, cambiándole a la televisión a un programa repitiendo
uno de nuestros juegos críticos de la temporada pasada.
Uno de mis mejores pases fue destacado en plena gloria para que lo admiráramos.
La mesa trastabilló, y vasos salieron volando. Las chicas se rieron. La Rubiecita pasó
una mano sobre mi brazo lanzador.
Se rio. Ella aprendería muy pronto que esa no era la parte más dura de mí.
¿Cuál era el punto de ser rico, famoso, y tener un pene de veintitrés centímetros si
no podías celebrar con él de vez en cuando?
—¡Lo siento! —La camarera apretó los dientes cuando la morena tiró el vaso de
martini en su bandeja. Este salpicó el delantal—. Le conseguiré una nueva.
—Con dos aceitunas. ¿O debemos escribirlo por ti? —Ella se rio en mi dirección—.
Honestamente, ¿es tan difícil eso?
La camarera se sonrojó y me miró.—¿Cualquier otra cosa para usted, se… señor
Carson?
—Llámame Jack.
—E… está bien. —La camarera se balanceó entre fascinada y aterrorizada, como
si mirara toda la línea defensiva de los Hawks de Ashenville—. ¿Algo para ti, Jack?
—Nah. —Vi a Bryon agarrar a otra chica. Él la acorraló en las sombras, y eso
significaba que ya era hora de irnos. Los chicos eran un poco demasiado ruidosos, y
mis mujeres estaban inquietas—. Sólo lo que las chicas quieran, cariño.
—Aw, vamos. —La rubia con blusa halter dio un golpecito en mi botella de
cerveza—.Pensé que a Jack Carson le gustaba la fiesta.
11 Sí, pero había una línea muy fina entre diversión y olvidar el condón. —No has
visto nada todavía, nena.
Además, mi publicista tuvo un ataque la última vez que una historia estuvo en
internet sobre mí estando borracho. Ni siquiera estaba conduciendo y, de alguna
forma, me convertí en el malo de la película por divertirme.
—¡Santa mierda! —Se carcajeó el de cuadros—. Maldita sea, soy el fan más
grande de los Rivets en el maldito mundo. ¿Les importa si tomamos algunas fotos?
Todo el mundo amaba a un chico local.—Rompí cada record que tenía Shawnee
Hills.
Honré su cámara con una sonrisa que mostraba ambos hoyuelos. Las mujeres se
rieron. Me ofrecí a firmar un autógrafo, a pesar de Byron haciendo gestos como si me
ofreciera a darles a los aficionados una mamada.
El de cuadros me dio la mano de nuevo. —No puedo esperar para decirle a los
chicos en el trabajo que hoy me encontré a un maldito héroe.
El hombre mayor resopló. —¿Héroe? Cristo. ¿Qué diablos sucedió durante juego de
campeonato de la temporada pasada? Diablos, nunca vi a un hombre fallar tan mal.
No hizo falta mucho para molestarme, pero no había bebido suficiente para
calmar mi temperamento.
Aún tengo jodidas pesadillas de ese juego, y este idiota cualquiera ¿piensa que él
puede juzgarme sin siquiera pisar un campo de fútbol? ¿Él perdió dinero? Perdí más
que eso.
2 Touchdown. Forma de anotación en el futbol americano donde el jugador que acarrea el balón cruza
el plano de la zona de anotación; o cuando un receptor captura el pase en la zona de anotación.
Respeto.
El hombre más viejo percibió que estaba en jodido peligro mortal y sabiamente
aclaró su garganta. Nos agradeció por nuestro tiempo y condujo a su amigo lejos. El de
cuadros lo regañó mientras se metían en la sala principal.
Y así fue.
—Nos vamos.
14
El resto del equipo entendió la indirecta. La camarera trajo la cuenta. Ni siquiera
miré el total. Conté diez billetes de cien dólares de mi billetera y los arrojé sobre la
mesa. La mitad de ellos cayeron sobre el plato de alitas y hamburguesas, pero la chica
ganaría cuatrocientos en una propina si limpiaba la salsa barbacoa de los billetes.
Guíe a las mujeres de la mesa sin una palabra. Lo bueno era que estaba
llevándome a casa a tres chicas. Tendría que ser chupado dos veces antes de que me
relajara después de tratar con esa mierda. Podrían luchar sobre quién tendría la mierda
jodida fuera de ellas primero. No era importante para mí cual coño se sentara sobre mi
polla, con tal de que ellas decidieran cual sería el privilegiado que sería follado por mí.
Ella necesitaba una polla en su boca antes de que dijera algo más estúpido. Miré
de ella hacia un hermoso auto clásico que no debería haber estado en tan buena
forma.—Ese es un Camaro Z 28 de 1968. En perfecto estado.
Sí. Uno de esos sonaba perfecto para ahora. Abrí la puerta para ella como un
caballero, pero ¿dónde estaba la prensa para tomar esa fotografía?
Jadeó cuando mi pene estalló desde mis vaqueros; duro, palpitante, y exigiendo
que una de las chicas tragara cada pulgada. La Morena agradeció, inmediatamente
atragantándola por toda la longitud. Me conformé con esto hasta que su diente por
accidente me raspó.
Oh, demonios no. Uno de los famosos baches de Ironfield y sería circuncidado.
Tiré de su cabello y en cambio la alenté a usar su mano.
Nunca podría decirse que Jack Carson no les ofrecía a sus chicas un buen
momento y una variedad de nuevas experiencias.
Ella se aseguró a si misma contra el tablero cuando una minivan intentó salir del
puente cortando a través de tres carriles del tráfico y se tambaleó delante de mi coche.
Apreté los frenos, pero eso no hizo ni una maldita cosa cuando la van se desvió
bruscamente dentro de mi camino. Por cualquier razón de mierda, la furgoneta
presionó sus frenos también.
Estrellar mi nariz era mejor que mi brazo o mi rodilla, pero no por mucho.
Mis chicas saltaron del auto también, pasando una sobre la otra en una carrera
para alejarse del accidente.
Por lo menos ella tenía un par de tetas matadoras, incluso si no tenía ningún
jodido sentido común.
Pateé mi puerta para abrirla y pasé mi mano sobre mi nariz ensangrentada. No me
importaba probablemente habérmela roto. Mi auto estaba completamente destrozado.
Sus imágenes estarían subidas en internet en minutos. Eso no estaba bien. Estaba
en suficientes hashtags4 por el momento.
—¡Oye! ¡Eres Jack Carson!—El policía sonrió. Probablemente fue la gran llamada
17 de auxilio de su vida—. ¡No puedo creerlo! Soy el Oficial Ryan. ¿Estás bien, hombre?
¿Qué pasó?
Forcé una risa. El oficial no tenía la menor idea de que tan malo sería esto para
mí.
¿Y Leah?
Santa mierda. A menos que terminara con un yeso en todo el cuerpo, no tenía
forma de explicarle esta noche a ella.
4
Hashtag: etiqueta utilizada en internet para sea identificada la información rápidamente.
5Xanax: Sedante para el sistema Nervioso.
Si no me mataba en lugar de eso.
18
Capítulo 2
Traducido por Heidy.Styles, Anna, Rihano yLili-ana
Se frotó la barbilla con barba apenas saliendo. Jack era el tipo de hombre que tenía
un perpetuo aspecto descuidado, como si acabara de salir de la cama, alisara su cabello
rubio largo hasta el cuello, y saludara al día con un dedo medio y una erección
matutina que haría sonrojar a una chica honesta y trabajadora.
Y yo era la que convertía la luz de la luna en luz de sol y hacía salir a las famosas
duendecillas escandalosas a escondidas de su dormitorio.
Hoy no.
Problemático.
Al menos, esa es la única manera que podía llamarlo en amable compañía sin
perder mi trabajo. El merecía muchos más nombres, empezando con cabeza hueca y
progresando hasta los insultos que mi padre gritaba mirando el juego de campeonato.
—Buenos días, Kiss6. —Me dio una sonrisa victoriosa que probablemente derritió
las bragas de las chicas de anoche. Si habían estado usándolas. Conociendo a Jack, eso
era improbable—. Te ves bien hoy.
—¿Qué?
Él se rindió y alzo sus manos. Su brazo estaba lastimado, pero no tanto como su
cara. ¿Se rompió la nariz anoche? Consideré arrojarle el periódico, pero una
respiración calmante sirvió en el pasado para lidiar con sus crisis.
Tres horas de sueño me dejaron malhumorada, pero estaba bien. Podía ser
profesional durante las entrevistas y conferencias de prensa. Cordial. Manejaría la
última catástrofe de Jack Carson con la gracia esperada de T&R Publicists LLC. Él nos
contrató para pulir las manchas en su reputación. Algunas veces necesitábamos un
trapo grueso. Hoy, necesitábamos… un martillo.
Este problema no era como las otras situaciones de Jack. Era peor. Mucho peor. La
liga programó una citación para las ocho a.m. y el correo que recibimos del presidente
no era amigable.
Preferiría lidiar con abogados y amantes despechados que con Frank Bennett,
presidente de la Liga Americana. No sólo era inflexible con los equipos, tenía una
fijación con destruir la carrera de Jack.
6
Kiss es beso en inglés y en este caso se refiere a Hershey’s Kisschocolate envuelto en papel plateado.
7
Mocha Latte es un sabor de café.
Y eso era inaceptable.
No esperé a que mi jefa llegara. Por casi un año, Jolene había confiado en mí para
domar lo indomable, aunque sólo fuera porque ella tenía un gran enamoramiento por
Jack como para encargarse de su caso. No es un problema para mí. Jack no era mi
tipo. Me mantenía a mí misma fuera de problemas.
—Cualquier cosa que quieras que digas, Kiss. ¿No es ese tu trabajo?
—No me gusta.
—Te quedaba.
—¿En serio?
Oh, por favor. —Así que… ¿no tuviste acción anoche y ahora lo estás poniendo
todo en mí?
Eso nunca iba a pasar. Doblé mi falda antes de sentarme. Mi portátil me traicionó
con más y más titulares en mi página de inicio. Historias del accidente automovilístico
de la estrella multimillonaria mariscal de campo dominaban el ciclo de noticias, pero
este artículo era nuevo. Aparentemente, Jack detuvo el tráfico por tres horas en el
puente más ocupado de la ciudad.
Su expresión se endureció, tan serio como podía serlo. —Destrocé mi Camaro Z28
de 1968, eso es lo que pasó.
Ya aprendí de fútbol para este trabajo; no iba a tomar literalmente un curso sobre
accidentes automovilísticos también. —Jack, el auto no importa. Tenías a tres mujeres
contigo y el conductor de la furgoneta acababa de dejar a sus hijos. Tienes suerte de que
no golpeaste a una familia con tu… tu…
—¿Mi qué?
—Tu… ¡puta-móvil!
—¿Mi puta-móvil?
El encogió los hombros. —¡Mi dañado, maldito Camaro 1968! Sin incluir a las
zorras.
—Oh, lo lamento. —No lo lamentaba para nada—. ¿Qué actividad íntegra estabas
planeando hacer con esas señoritas?
—¿Un paseo?
Su diversión no era mi definición de pasar un buen rato. —Jack, esa diversión casi
te mata.
Jack inclinó su cabeza mientras observaba la fotografía. —Bueno, ese fue un mal
día para olvidar llevar ropa interior.
—¿Tú crees?
—Demasiada información.
—No lo pregunté.
—Qué sorpresa.
24 Jack cruzó los brazos detrás de su cabeza. Cada músculo de su cuerpo se flexionó
sin importar si él lo notaba o no. Me odié por estudiar la apretada camiseta de algodón
mientras se estiraba contra su bíceps. El tatuaje en su brazo se expuso. Le dije que
nunca saliera sin un traje. Su tinta, la furiosa caligrafía y letras, palabras y fechas,
mensajes para él mismo y recuerdos de su pasado, no se veían como el tributo que él
quería. Eran intimidantes. Oscuros. Los tatuajes no hacían nada para cautivar a todos
esos quienes ya pensaban que él era malas noticias.
Yo incluida.
—¿Te das cuenta de cuán mal luce esto? —Esparcí mi libreta, bolígrafo, y teléfono
ante mí, limpia y ordenadamente. Junté mis manos, y entrelacé mis oscuros dedos con
cada reserva de mi paciencia—. El restaurante que dejaste estaba destrozado. Las
camareras humilladas. Hay fotos de tendencia en los medios sociales de ti en una
habitación privada con una mujer diferente en tu regazo toda la noche…
Jack no se disculpó por nada en absoluto. —¿No tengo permitido tener un buen
rato?
—¡Oye!
No iba a explicarme con el Señor Mamada Escapé Por Un Pelo. Durante el último
año mientras dirigía su caso, había tratado con todas mis fuerzas forzar una relación
profesional con el hombre menos profesional en toda la Liga Americana. No había
manera de que le permitiera a este imbécil arrogante meterse bajo mi piel.
O mi ropa.
Jack se rio. —Necesitas alguien que te invite a salir… y luego que te lleve a casa.
—Oh, Dios. Sólo voy a poner en el comunicado de prensa que estabas llevando a
esas tres rameras a la iglesia.
—Una era… ¿Sophie? —Se encogió de hombros—. Luego estaba Blusa Halter…
y… ahm, Rubiecita.
—Genial. —Busqué mi correo de nuevo—. Eso hace mi trabajo más fácil. Sexo
anónimo. Fantástico.
—Técnicamente, se supone que iba a ser un cuarteto anónimo. —Cruzó sus brazos
detrás su cabeza—. Lo que podría haber sido…
Por otra parte, él follaba a cualquier persona que cruzara su camino. Sólo Dios
sabe quién podría ser el próximo objetivo de Jack Carson. Me compadecí de esa futura
chica por su noche de sexo animal y sin significado en los brazos de un atlético dios
masculino que no quería más que un par de horas de pasión absoluta y sin
arrepentimientos.
Quizás.
26
Jolene se sentó a mi lado, incapaz de mirar a su cliente. Su enamoramiento con
Jack era tan vergonzoso que me dejó tomar la iniciativa en el caso a pesar de que
todavía era su asistente. El exitoso mariscal de campo era una espina en nuestro lado,
pero si pudiera mantenerlo fuera de problemas, podría conseguir un bien merecido
ascenso. No iba a detenerme hasta que lograra ser socia en la compañía de Jolene y
volverme la mejor publicista en la ciudad.
Finn se secó la frente con un pañuelo e hizo malabares con una botella medio
vacía de Pepto-Bismol8.
Jolene y yo nos preparamos para lo peor. Finn sacó su teléfono del bolsillo. Su
mano dejó una huella de sudor en el celular y en la mesa de caoba. Le ofrecí una
botella de agua. Él se negó, sorbiendo el Pepto en su lugar.
8
Pepto-Bismol: producto especializado para aliviar una gran variedad de enfermedades estomacales.
—Déjame adivinar. —Jack no estaba intimidado. ¿Nada lo molestaba nunca?—.
Está decepcionado. —Levantó una mano y empezó a contar con sus dedos—. Está
aterrorizado de que esté herido. Está demandando que quede fuera de la línea de
ataque. Quiere que deje mi estilo de vida. Está cabreado por las mujeres, por los
destrozos, por la hora de la noche. No va a decirle una maldita cosa al resto de los
compañeros que me invitaron a salir. La culpa recae solamente en mí.
Eran sólo las ocho a.m. y ya Finn se había aflojado su corbata. —Jack, eres el líder
de los Rivets. En el campo y fuera de él.
27 —El año pasado, rompí dos records en la temporada y empaté otros tres. Ahí es
donde se encuentra mi liderazgo. Mi vida nocturna no importa, sólo si puedo
conseguirle al equipo el campeonato. Y lo hice.
—Y perdiste.
Finn dijo lo que todos pensamos, pero no era nada que Jack quisiera escuchar. La
silla se volcó mientras se ponía de pie. Se cernió sobre nosotros con un oscuro ceño
fruncido que hizo a los tatuajes en sus brazos oscurecerse en la luz artificial de la sala
de conferencias.
Sabía que no encajaba en los interiores cerrados como este. Un hombre como Jack
necesitaba desahogar su frustración en el campo, en el gimnasio, o en la cama de una
hermosa mujer.
O tres, aparentemente.
Era más fácil juzgar al prostituto cuando no estaba imaginándome qué le haría a la
afortunada mujer.
—Jack… —lo llamé antes de que alcanzara la puerta. El teléfono sonó mientras el
agarraba la perilla—. La Liga está llamando. Tienes que hablar con el Presidente
Bennett.
—Hijo de…
Jolene respondió la llamada y presionó sus dedos en sus labios. Esbozó una
sonrisa y saludó al presidente como si ellos fueran viejos amigos en lugar del objetivo
mensual de la ira de Frank Bennett contra Jack.
—Recuerdo.
28
Frank no se andaba con rodeos. Tampoco nos saludó porque no tenía ninguna
razón para decir hola. Apenas habíamos colgado el teléfono desde la última
conversación. Este escándalo se traduciría en la misma reunión como la anterior. Al
igual que la última llamada. Y la llamada antes de esa. Y la reunión antes de esa…
Cada conversación tenía las mismas preocupaciones: el alcohol, las mujeres y las
malas decisiones.
Era más fácil representar a jugadores que estaban realmente en problemas con la
ley. Al menos, el público podía creer que verdaderamente tenían remordimientos
cuando eran atrapados con las manos en la masa. Jack tenía puesta su mano en
demasiadas faldas para parecer otra cosa que un mujeriego impenitente.
Jolene fingió no darse cuenta, sin embargo, levantó la ceja hacia mí. —Sí, lo está,
señor.
—¿Con resaca?
Esta no sería una llamada agradable. Frank Bennett no estaba intimidado por las
habilidades o los éxitos de Jack. El nuevo presidente de la liga no se preocupaba por
las calificaciones. Era nuestra mala suerte que él estuviera comprometido con traer al
profesionalismo de nuevo a la liga después de innumerables problemas con drogas,
abuso doméstico y acusaciones de engaño inter-ligas.
—Supongo que oíste las noticias —dijo Jolene—. Nos complace informar que el
señor Carson no está lesionado y tampoco lo estaban los otros pasajeros en su auto.
—Sí. Este accidente no fue tu culpa, pero, ¡quién sabe lo que pasará después! Vales
millones de dólares, no sólo para ti mismo o para tu ciudad, ¡sino para la liga! ¿Qué
pasará cuando esas mujeres te demanden por daños y perjuicios? ¿O peor? ¿Qué pasa si
un día una mujer alega que la forzaste?
—¡Cielos! —Jack casi arrancó el teléfono de la mesa—. Vamos a dejar algo claro.
No tengo que forzar a nadie. Esas mujeres están rogándome…
—Sí, estoy segura de que ese es el caso —interrumpió Jolene antes de que Jack
revelara demasiado de sus hazañas—. Sin embargo, desde el punto de vista de
relaciones públicas, los medios de comunicación comenzarán a dar vueltas en torno a
las noches de Jack en la ciudad como un macho agresivo a la caza de mujeres. Si bien
muchas de sus amigas están… —Ella se aclaró la garganta—… encantadas, con el señor
Carson, nuestros estudios han demostrado una opinión desfavorable por su reputación.
Jack estaba enojado lo suficiente como para enumerar sus logros. —Yo tengo el
récord de pases en una sola temporada.
—…sino que también se te estás poniendo en peligro por una acción personal…
Finn agitó una mano para silenciar a Jack. —Señor Bennett, ¿qué está planeando?
Finn frunció el ceño. —Señor Bennett, yo estuve hablando por teléfono con el
entrenador Thompson… él no mencionó nada acerca de una expulsión…
—Cristo, debería haber estrellado mi cabeza a través del parabrisas —dijo Jack—.
Quizás querías ver más sangre.
—No tomo esta decisión a la ligera, Carson. Y deberías estar agradecido de que no
hablara con el entrenador Thompson y recomendara suspenderte ahora y dejarte en el
aire, mientras resolvemos los detalles.
Frank exhaló. —Lo siento, señorita Williams, pero la imagen de Carson perjudica
a todos. Él no es un modelo a seguir para los aficionados más jóvenes, y no proyecta
una impresión de respeto, decoro o responsabilidad.
Jack hervía a fuego lento, a punto de estallar. —¿Cómo se supone que parezca
responsable? ¿Recogiendo basura en el parque? ¿Arreando a una familia de patitos para
cruzar la calle?
Se me quedó mirando, los labios curvándose en una de las sonrisas que significaría
la ruina para cualquier mujer a la que persiguiera.
—¿Crees que la gente me quiere en una relación comprometida? —La voz de Jack
cambió, súbitamente excitado. Pensativo. Maquinando.
32 Frank no lo dudó. —Sí. Sería una muestra de que has madurado. Crecido.
Volviéndote un hombre completo y digno de confianza.
—Bueno… —La sonrisa de Jack creció, a pesar de que su voz se estabilizó en una
burla de respetabilidad—. Tan agradable como eso suena para mí… mi chica merece
más que ser arrojada a los tiburones de los medios.
Fruncí el ceño.
—¿Por qué debería tener que desfilar a mi novia por ahí para demostrar que mi
comportamiento es honesto?
—Sí, tengo una novia. A largo plazo. Por eso es que todo este asunto es insultante
para ambos.
—¿Quién es tu novia?
¿Verdad?
Sí, él lo haría.
Ni se te ocurra.
Él no podría.
Vi rojo. Nunca había contado hasta diez sin explotar, así que traté en diferentes
idiomas, sólo llegué hasta tres, trois y drei antes de que Jolene se pusiera loca.
—¿Estás… estás saliendo con Leah? —chilló.
¡No!
La voz de Frank sonó cansada.—Tú, Jack Carson, ¿estás en una relación seria con
tu publicista?
Jack movió sus cejas hacia mí. Esa sonrisa petulante en su cara.—Queríamos
mantenerlo bajo perfil, pero, con todos hablando de mí saliendo de la liga, estoy
seguro que a Leah no le importará responder por mí… su amado novio y mayor cliente.
Usó la firma de relaciones públicas contra mí. ¡Sabía lo mucho que lo necesitaba
como mi cliente para avanzar en mi carrera!
Esto no estaba sucediendo. No podía fingir estar en una relación sentimental con
un bastardo, mujeriego como Jack. Ninguna mujer que se respete alguna vez admitiría
ser su novia. Jack no era más que la fantasía más obscena de una mujer. Sin futuro. Sin
promesas. Sin familia. Sin nada más, además de una noche de sexo puro y un
lamentable error por ser una muesca más en el poste de su cama.
Había escuchado de mujeres que dormían con sus jefes para llegar a la cima, pero
¿aparentar dormir con alguien? Eso era tan desagradable. Especialmente desde que era
la única mujer en un radio de tres condados que ¡no dormiría con Jack Carson!
De ninguna manera Frank iba a comprar esto una vez saltara a través de la mesa y
ahogara la vida de este arrogante hijo de perra.
Él sonrió con entusiasmo, disfrutando el juego casi tanto como su nuevo juguete
para masticar. No tenía tiempo de pensar en una excusa y no podía imaginarme otra
manera de disuadir a Frank Bennett de expulsar a Jack de la liga.
—Es… cierto. —Mi voz vaciló. Dios, esperaba que ser socia en la firma valiera la
pena todo esto—. Estamos, uh, muy… felices.
La boca de Finn se abrió. —¡No lo creo! ¡Leah, eres tan… agradable mujer!
Jack cruzó sus brazos detrás de la cabeza. Él sabía que se salvó con absolutamente
sin ninguna consecuencia.
Sí, eso es lo que temía. Jack sonrió y deseé que eso no me calentara desde el
interior.
36
Capítulo 3
Traducido por Rihano, LittleCatNorthyKoté
Tenía que ser eso. Jack Carson no era sólo un mujeriego alborotador blandiendo
músculos, tatuajes y citas indecentes de una sola noche. Era un loco certificado. Un
37 cabeza hueca que se volvió loco y decidió echar a perder mi vida también.
¿Su novia?
Esto era más que un desastre, peor que los espaguetis en una alfombra blanca o
una falda metida en las pantimedias.
Caramba.
Por lo que sabía, Jolene planeaba despedir mi culo en el acto. Nunca tuvimos una
conversación acerca de dormir con nuestro más caro, temperamental e importante
cliente, pero algo me dijo que no era un comportamiento aceptable. Yo no estaba
saliendo con Jack Carson. Demonios, me tomó un año para siquiera considerar ver a
otro hombre después de dejar a Wyatt. No tenía suficiente café para hacer frente a este
desastre.
Pero esta era una maldita obra maestra de las relaciones públicas, algo que nunca
habría pensado hacer. ¿Domesticar a Jack Carson con rumores de una relación real y
comprometida? ¿Dejarlo parecer fiable y controlado?
Ganaba cuarenta mil dólares al año, pero tenía la posibilidad de seis cifras una vez
que me hiciera socia. Me habían prometido un vehículo de la empresa. Fiestas
elegantes. Relaciones importantes alrededor del mundo. Este trabajo era todo lo que
siempre quise.
Absolutamente no.
Jack Carson era problemas, metidos en el cuerpo de un dios griego con una sonrisa
llamativa y bandidos ojos azules. En el momento en que me producía mariposas en el
estómago, yo sacaba el aerosol de insectos.
—Leah… —Jolene tomó asiento con un suspiro—. No tenía idea de que tú y Jack
eran una… pareja.
Sip, fue una gran sorpresa para mí también. La verdad se acomodó como un
grueso nudo en mi estómago, enterrada junto a mi valor, la cual se escondía debajo de
lo que quedaba de mi orgullo. Necesitaba confesar. Yo no estaba saliendo con Jack.
No tenía nada con Jack.
Pero me congelé.
Si ella sabía que yo mentía, estaría fuera de su empresa más rápido de lo que Jack
podría correr las cuarenta yardas, eso era seguro.
—Es sólo que, después de lo que él hizo, no podía imaginarte saliendo con un
hombre como Jack, alguien que parece…
Oh, Jack estaba abanicando algunas llamas ahora, el fuego del infierno, en su
mayoría. —Jack siempre fue un caso especial.
—Esa es la verdad. —Jolene removió su café molido extra fuerte para los
momentos cuando las crisis golpeaban más duro que los apoyadores—. Creo que
deberíamos tener una charla acerca de la conducta entre oficinas y las relaciones con
los clientes.
—Tienes razón. No sabía que ustedes dos estaban saliendo. —Jolene rio—.
40 Siempre has sido el epítome del profesional, Leah. Pero, cuando te contraté como mi
asistente, lo hice porque podías manejar las responsabilidades y la naturaleza sensible
de nuestro trabajo. Debemos permanecer invisibles. Nosotros no somos la historia;
nuestros clientes son los que están en el punto de mira.
—Lo sé, lo sé. No dejarías que esta… aventura interfiera con tu trabajo.
Jolene asintió. Tomó un sorbo de su café, hizo una mueca, y lo tragó. Me ofreció
una taza de la cafetera detrás de ella. Olí la amargura desde el otro lado de la mesa, y
esa cantidad de cafeína sólo me animaría a golpear a Jack con los postes de anotación.
Nunca encontraría un trabajo tan bueno como éste. Me vería obligada a mudarme.
Tendría que vender mi auto nuevo. ¿No era bastante malo que mi plan para una
familia y matrimonio fuera arruinado cuando encontré a Wyatt follando su camino
hacia la soltería? No podía perder el trabajo que prometía cada éxito que había soñado.
Esta oportunidad se deslizaba a través de mis dedos, aún más trágico ya que era
todo lo que había quedado en mi vida.
—Antes de que regreses a trabajar, sólo tengo que decir que Jack Carson no es el
hombre adecuado para ti.
—¿No lo estás?
—Estoy preocupada por ti. —Sorbió el café antes de volcar tres paquetes de azúcar
en la taza—. Conoces la reputación de Jack mejor que nadie. Sé que él debe ser
divertido, pero nunca va a darte lo que necesitas.
—Yo…
—Eso no es lo que…
—Jack no te dará esa vida. —Jolene alzó su mano—. Esta soy yo hablando como
una amiga. Él sólo va a jugar contigo. Hazte a ti misma un favor y detenlo antes de
que te lastime. Eres una chica inteligente y adorable. No dejes que te rompa.
—Eso espero, Leah. Sólo… ten en cuenta mi advertencia. Termina esto antes de
que se ponga demasiado serio, por tu propio bien.
El plan de Jack no funcionaría. Teníamos que organizar una ruptura antes de que
la mentira se saliera de control.
***
Caleb West, el hombre más grande en el equipo así como el oso de peluche más
suave que había firmado, vociferó desde las bancas a mi lado. Él llevaba una botella de
agua y casi la arrojó en la cabeza del receptor.
—Gracias —dije.
—No hay problema, damita. —Caleb sonrió—. No estás aquí por mí, ¿o sí?
—Hoy no, pero ¿recuerdas que tienes un programa en la radio mañana en la tarde,
trasmitida en vivo desde el nuevo lugar de sushi en la Quinta?
—Sí, señora. Lo espero con impaciencia. Llevar a mis hijos para que pueda ver sus
caras cuando les dé pescado crudo. Todavía no me han perdonado por la pasta de tinta
de calamar.
—Dale un infierno… pero déjalo en una pieza —dijo Caleb—. Nos gustaría que
nos lleve de regreso al campeonato.
Caleb se fue sin prisas, huyendo de mí como de una arpía. Él no tenía idea.
Escogí un camino prudente entre los segmentos del equipo completando sus
ejercicios de condicionamiento y su circuito de carrera. Ahora era el momento más
difícil para los jugadores. Ochenta hombres competían por cincuenta y tres lugares de
la lista activa; cada uno de los jugadores cada vez más grande, más malo, y con un
cuerpazo más fuerte.
Perfecto.
Él era afortunado de ser tan condenadamente grande; uno de los más grandes
mariscales en la liga. Si fuera tan sólo unos treinta centímetros más bajo y cuarenta y
cinco kilos más ligero… podría tener una oportunidad de pisar realmente duro los
dedos de sus pies.
Los novatos colapsaron contra el césped. Un defensor también cayó. Jack contó
otras cinco flexiones con un sólo brazo antes de que sus hombres gimieran contra el
campo. Ahora era mi oportunidad.
—Jack.
El bastardo sonrió como si hubiese ganado la lotería mientras obtenía una
mamada de una estrella porno. Él saludó.
Suficiente de esto.
El equipo abucheó. Jack se puso de pie.—La mujercita llama. ¿Ves la mierda que
aguanto?
—Ahora.
—No lo suficiente.
—Hola, Kiss.
9
Juego de palabra: Jack-ass = Idiota, burro, asno.
Jack se paseó enfrente de mí. Frotó el sudor de su rostro con una toalla, pero no se
molestó en cubrir su pecho. No estaba acostumbrada a verlo sin una camiseta, y traté
muy duro de no admirar la docena de tatuajes y tinta colorida acunando sus músculos.
Eso era simplemente otro recordatorio de su mala conducta, arrogancia y cuan
increíblemente trabajado estaba…
Mis ojos subieron de pronto para encontrar a los suyos. Aclaré mi garganta.—
Tenemos que hablar.
Río, ese barítono engreído siempre a mis expensas. Lo obligué a alejarse del
campo. Me siguió a los túneles dirigiendo el camino desde el césped hacia el vestuario.
Las instalaciones de práctica eran demasiado concurridas para esta clase de charla;
entrenadores, personal y jugadores comenzaban su entrenamiento. La mitad del
Estiró los brazos, cada movimiento abultando músculos en la parte superior del
músculo.—¿Crees que podamos hablar adentro? Estoy un poco magullado desde el
accidente. Podríamos sentarnos en la bañera de hidromasaje juntos.
—Eres increíble.
—¿Jolene te despidió?
—No.
No iba a dejar que se fuera. La última vez que lo desafié en las instalaciones de
práctica, lo perseguí a través de los corredores y hacia el cuarto de vapor. Él había
dejado caer su toalla y no solamente se expuso él, sino a toda su línea ofensiva. Aún
no podía ver a esos hombres a los ojos.
Como si me deseara.
—Así que… viniste aquí… —murmuró perezosamente su voz, como si supiera los
temblores que eso provocaba—. ¿Porque estás preocupada? ¿Crees que voy a ser
arrojado fuera de la liga?
—Sí.
—¿Por qué?
Él me hizo sonar sin corazón. Tomé una respiración.—Mira, Jack. Sé que te gusta
jugar estos juegos, pero eso termina ahora. Le dijiste al presidente que eras un hombre
cambiado debido a mí. Si eres expulsado de la liga por hacer algo estúpido o inmoral
ahora, perderé más que mi trabajo. Arruinarás mi reputación también.
—¿Ese es mi trabajo?
—No. Se supone que te interese lo que la gente piense de mí. ¿Y qué si la gente me
llama un idiota? Así que, ¿qué si voy a una fiesta?
—Entonces rómpelo.
Él trató de irse de nuevo. Lo seguí, dando dos pasos para cada zancada suya.
—Entonces Frank Bennett tiene todas las razones para obligar a los Rivets a
echarte. Esta relación es la única manera de que permanezcas en la liga.
—¿Es así?
—Sí. Y eso significa que tienes que relajarte y tener un perfil bajo por lo que
dure… lo que sea que es esto. ¿Entiendes? Esta es tu última oportunidad.
—Bueno, ahí está nuestra historia. Va a tener sentido que, con el tiempo, nuestra
relación se convirtió en algo… más.
—¿Cómo llamadas para ligar?
Rodé mis ojos.—¿Siquiera alguna vez le has dicho a una chica Te amo antes?
—¡No!
Rechinaría mis dientes hasta el polvo antes de que el día terminara.—Estoy fijando
las reglas del juego.
—Kiss…
—¿Qué? —Sus ojos se agrandaron—. Así que no puedo salir con mis amigos. No
puedo conocer mujeres. No puedo tener sexo con nadie… —Una maliciosa sonrisa
alentó cada pensamiento que no quería que él tenga—. ¿A menos que pienses satisfacer
esas necesidades?
Se acercó más, su voz baja, apretando todo muy dentro de mí. —¿Te comprometes
a castigarme si no lo hago?
—Yo… —Mis manos se presionaron contra el frío cemento, el único alivio que
tenía del calor sofocante de la sombra opresiva de Jack—. Podemos fingir.
—No se puede fingir una conexión. Tiene que ser real. Tenemos que sentirlo.
La voz de Jack calentó como caramelo y ardió igual de caliente. —Si mi trabajo se
basa en esto, y tu reputación está en juego… tenemos que asegurarnos de que
funcionará, ¿verdad?
—Bésame.
Pánico.
—Voy a considerar un bono por firmar. —Sus brazos me rodearon a cada lado en
la pared. Me tenía inmovilizada sin tocarme, y no iba a ir a ninguna parte—. Un beso.
Y tenemos que hacerlo realista. La gente tiene que creer que estoy loco por ti, que
haría cualquier cosa por ti… —El acto parecía caer. Su voz se volvió solemne—.
Tienen que creer que yo daría todo para pasar una noche contigo.
Mi estómago dio un vuelco. No decía las palabras en serio, pero yo no había oído
a nadie prometer algo tan precioso desde antes que mi corazón fuera aplastado y roto
por Wyatt.
—Déjame besarte —susurró—. Mereces ese apodo no sólo por lo oscura y sabrosa
que tu piel es.
Jack me trajo más cerca, empujando su cuerpo contra el mío y sujetándome contra
el hormigón fresco. La pared se convirtió en lo único conectándome al mundo además
de su fuerza y la feroz sujeción de sus manos.
Besarlo no fue sólo un error… fue una rendición completa a un hombre que se
embolsaba bragas y rompía corazones. Él trataba la pasión como si fuera otro juego
para jugar y las chicas eran una puntuación literal.
Esto era malo. Quise alejarme, pero mis dedos sólo lo sujetaron más fuerte.
Yo era buena en mi trabajo, pero no tenía el talento para mentir y fingir que no
había sentido la química que él exigió.
Jack se apartó, cambiando un beso por su sonrisa. —Sal conmigo mañana por la
noche.
—¿Salir?
—La manera más fácil de demostrar que somos una pareja es si nos ven juntos. —
Se retiró, se puso tenso y agobiado, como si se enfrentara a toda una línea defensiva de
carga en lugar de enfrentarse a mí con ojos desorbitados—. Tú y yo. Afuera en la
54 ciudad. Te llevaré a un club.
—Yo… —Yo no bailaba. Ahora tampoco podía hablar, lo que significaba que no
podía volver a llamarlo cuando regresara al campo—. No podemos simplemente
hacerlo en tu lugar de reunión habitual. Tienes que demostrar que has cambiado.
No pensé que una relación falsa sería difícil. Recoger a Leah a las siete. Dejar que
la prensa me viera interpretando al caballero. Asegurarme que ella no se mostrara
enfadada conmigo durante la cena.
Leah tenía caderas que oscilaban, curvas que se sacudían, tetas que caían
pesadamente, y ojos que regañarían a un hombre por comerse con los ojos a la criatura
más hermosa del mundo.
Ya no. Bryon y sus zorras estaban condenados. Una mirada a Leah y lo único que
quería era a ella.
Conmigo en la cena.
Durmiendo en mi cama.
La peor parte era, que sabía que eso malditamente nunca ocurriría.
Pensé que podía ser lindo y comprarle una rosa roja. La flor se aplastó en mi puño
cuando ella abrió la puerta, y sólo tuve suerte de que mi mandíbula no se dislocara
como un idiota adolescente.
Sólo quería usarla como una distracción momentánea de la liga. Leah pensaba de
otra forma. Casi había huido cuando ella dejó caer las reglas del juego. Sin fiestas. Sin
chicas. Nada divertido. Habría arriesgado mis oportunidades con la liga de no ser por su
beso.
—¿Intentar qué?
—Jack, será mejor que no haya una próxima vez. Esa fue tu última disculpa
pública. Nadie te escuchará en tu próxima vez.
Touché.
El elevador nos envió al vestíbulo. Ella rozó una cautelosa mano sobre su vestido,
como si no confiara que la falda no se elevaría y mostrara una escandalosa cantidad de
pierna. Yo estaba rezando porque eso ocurriera.
La ayudé a entrar al Porsche, odiando la marca del nuevo coche porque no era mi
Camaro clásico. A Leah le gustó. Ella miró el interior, al sistema de navegación, los
lujos. Probablemente era una chica a quien no le importaba un poco de elegancia.
Bueno, no había nada más elegante que tener una follada en el asiento trasero de
un auto deportivo que costó más que un año de su salario, pero Leah no parecía de ese
tipo. Eso no me detuvo de imaginarlo. De quererlo. Ajusté mis pantalones cuando mi
polla creció pensando en su falda arrastrada hacia arriba y mi pene deslizándose
dentro.
Veámosla escribir una obra contada sobre el mejor sexo de su condenada vida.
Ella respiró hondo, encontrando mi mirada con esos grandes ojos moca, tan
sabroso como la tez chocolate de su piel. Ella volvía a mi pene de piedra, y no tenía ni
una jodida idea.
—No sabía que esperar. —Al menos fue honesta. Su voz cambió, tomando ese
profesional, impersonal tono—. He publicado en las redes sociales sobre lo de esta
noche. Tengo asientos reservados para un juego de béisbol y un evento con una de las
organizaciones benéficas de los Rivets a los que podemos asistir. Pero, ¿por ahora?
Probablemente deberíamos tomarnos una fotografía juntos un poco después, para
pasar una imagen de ti que no incluya tres mujeres ebrias y un auto destrozado.
—Gracias.
—No sé cómo proceder desde aquí. Cómo… hacer parecer que somos realmente
una pareja.
Follarla me convencería.
—Por favor. Gracias. De nada. ¿Oíste alguna vez esas palabras? —Ella no podía
verse enojada sorbiendo una copa de vino de cien dólares—. Tienes que ser cortés,
Jack. Eres una figura pública.
¿Desde cuándo arrojar un balón y esquivar furiosos defensas significaba que yo era
una figura pública?
—Oye, estoy siendo un jodido y perfecto caballero mientras que tú me cobras por
sacarte a la ciudad.
Leah actuó como si fuera a bajar su guardia o derramar el vino sobre mi cabeza,
cualquiera de los dos. Me gustó la indecisión. La hacía luchadora.
—Fue diversión, Kiss. Lo sabes. ¿Lo qué hace la gente cuando arrancan los palos
fuera de sus culos?
60
—Puedo divertirme. —El chal cubriendo sus desnudos hombros decían otra
cosa—. Pero también sé cuándo es tiempo de ser responsable. Tienes que planear para
tu futuro. —Me miró, sus ojos grandes, hermosos y más distractores que los bultos de
sus pechos—. ¿Has pensado algo acerca de tu futuro?
—¿Ganar?
—Tengo que ganar el primer juego. Tengo que ganar el siguiente. Tengo que ganar
las eliminatorias. Tengo que ganar el campeonato.
Ella esperó, como si yo tuviera más que decir.—¿Eso es… todo? ¿Esa es tu meta en
la vida?
—Sí.
Esa era la clase de charla sucia que me endurecería más que una afortunada chica
llamándome Papi.—¿Piensas que lo ganaré este año?
—Sí… Eres Jack Carson. —Tomó un trozo de pan—. Por supuesto que lo harás.
Alzó inmediatamente una de sus cejas mientras probaba el fresco pan horneado.—
Nunca me preguntaste que pensaba, sólo te mantuviste follando a mujeres al azar en tu
camino a la gloria.
¿Qué pasaba con ella?—No tengo ninguna otra meta. Te lo dije. Quiero mi anillo
del campeonato.
—¿Eso es todo?
—Sí.
—¿Entonces qué pasó? —Me reí—. ¿Dónde está el afortunado hombre a quien
encadenaste a una vida sin sorpresas?
—Durmiendo con mi mejor amiga.
Mierda. No esperaba que ella fuera tan honesta. Ella tampoco. No pudo esconder
la vergüenza y tomó el pan de nuevo.
Su copa fue rellenada. Ella tomó la mitad de una sola vez.—Hizo su trabajo antes
de que se desviara. Creo.
—¿Crees?
—Nunca debió hacer sólo el trabajo. El suyo debería ser el único condenado pene en
que puedas pensar.
Asintió. —Arruinado.
—Ya no quiero un cuarteto. —Robé el aperitivo aunque sólo fue para rozar sus
delicados dedos—. Hay solamente una mujer a la que llevaría a la cama ahora.
63
—Y tan estimulante como sería convertirme en una de tus conquistas sexuales…
—Leah rodó sus ojos—. Pasaré.
—Creo que pretender que soy tu novia es suficiente aventura por ahora.
Lo estaba. No fui a ninguna de las clases, pero gané los cuatro partidos de fútbol
americano universitario.—Fuiste lastimada por un idiota que te engañó. Tu plan está
arruinado. Piensas que no tienes tiempo para diversión, especialmente si quieres
alcanzar esas gran boda elegante, la profesión agradable, y hacer todos esos pequeños
bebés.
Sonreí.—Tienes razón. Hay besos. Juegos previos. Mamadas. Las mamadas son
mis favoritas.
—Uno de estos días, Jack, vas a conocer a una chica y caer tan desesperada e
idiotamente enamorado que no te reconocerás a ti mismo.
—¿Sí?
—Sip. Hazme un favor y llámame ese día. Dime acerca de qué piensas que se trata
la vida entonces. —Leah agradeció al camarero cuando él entregó nuestra comida—.
Ni siquiera voy a cobrarte por esas horas.
—No va a pasar.
—Tu fiesta más grande será la recepción después de la boda. —Ella guiñó un
ojo—. Te lo garantizo.
Era delirante pero hermosa. También buena compañía durante la cena, mejor que
64 la mitad de los chicos con los que generalmente salía. Sin cerveza derramada, gritos o
molestar al equipo de meseros.
No recordaba a qué sabía la sopa o incluso qué demonios había ordenado. Leah
sorbió su vino y rio. No sabía si ese era un acto para quienes nos reconocieron, o si ella
realmente se estaba divirtiendo.
La música en vivo rasgaba una suave melodía que me di cuenta que le gustaba. Yo
prefería los golpes del R&B en el club de desnudistas o el bar, pero le ofrecí mi mano
para guiarla a la pista de baile.
Ella aceptó sin revisar los alrededores o asegurarse si nadie nos veía.
La música no estaba mal. Ella no se apretó contra mí, pero su cuerpo encajó
perfectamente mientras la envolvía en un sólido abrazo. Mi mano se desplazó hacia
abajo, contra sus curvas, sintiendo su calor a través de su vestido.
Sabía por qué era tan reticente. La misma razón por la que mi pene se endureció
por ella.
Susurré en su oído—: ¿Por qué no admites que estás atraída por mí, Kiss?
—Mentirosa.
—Engreído11.
—Veintitrés centímetros de ello, Kiss. —No la dejé salir de mis brazos—. ¿Qué si
digo que tú eres mi tipo?
—Bueno… sí.
La hice girar de nuevo, esta vez observando todo desde sus tacones negros con
correas hasta el dobladillo de su falda.—Tus piernas son las mejores que he visto en mi
vida.
11
Cocky: significa engreído e igualmente polla o pene.
—Debería estar ofendida.
—Pero no lo estás.
—Kiss, eres una mujer increíblemente hermosa. —Dejé que mi toque fuera
descendiendo, rozando sus brazos, su cintura, y caderas mientras la acercaba más con
la música. Ella me lo permitió. Provocadora—. Te prometí la experiencia Jack Carson
completa. Comimos la cena. Estamos bailando. Ahora sólo hay una cosa por hacer.
—Oh, créeme, Kiss. Después de esta noche, eso será todo en lo que soñaré.
Ella lo haría también. Contuvo la respiración. Ella también quería saber cómo
66 sería. Podría averiguarlo. La arrastraría desde el restaurante, la lanzaría en mi auto, y
la dejaría en mi cama. Dudaba que ella alguna vez hubiera pasado una noche con sus
piernas en el aire y sus inhibiciones arrojadas al suelo junto a sus bragas. La tendría
gritando mi nombre y alabando mi pene antes de que acabáramos.
Tal y como Jack Carson complacía a la mujer lo bastante afortunada para atraerlo.
Pasión.
Lujuria.
Excitación.
Cruda, follada carnal.
Sus labios contenían un sabor dulce como el vino. Nunca besé a una chica con
labios tan suaves como los suyos. Por otra parte, difícilmente besé a una mujer alguna
vez. Normalmente sus labios hinchados se envolvían sobre mi pene.
Mierda.
Su lengua se precipitó sobre la mía. La sostuve más firmemente, con más fuerza.
Entonces… un flash.
—¿Qué tal una foto para el Calendario de Ironfield, nena? ¿La nueva zorra de Jack
Carson? ¿Eres una de las zorras del accidente?
Vi rojo. Rabia. El tipo de agresión que solamente sentí cuando el reloj de juego
marcó los segundos después de la final del campeonato y mis oponentes celebraron en
la zona final de mi pase interceptado.
Ella gritó cuando me abalancé hacia él, pero no apunté a su cuello. Esa fue la
única razón por la que sobrevivió.
Tomé su cámara y la lancé contra la pista de baile. Los lentes se quebraron, pero el
equipo no se rompió hasta que llevé mi pie sobre él. El fotógrafo maldijo. Tomé el
brazo de Leah y la halé lejos de allí mientras el hombre se echó a maldecir
entrecortadamente.
—¿Qué demonios estás haciendo? —siseó ella.
Incluso si esta era una relación falsa. Incluso si sólo estábamos fingiendo.
Leah Williams era una condenada mujer que merecía algo mejor que una etiqueta
de zorra.
68
Capítulo 5
Traducido por Anna, Rihanoy Shanybelen
Más que enfadado. Furioso. El tipo de rabia que hace a mi trabajo como su
publicista extremadamente difícil.
Por lo general, sus peores escándalos eran de naturaleza sexual. De vez en cuando
Ese era el tipo de problemas que la liga esperaba, y exactamente el tipo de crisis
por las que me contrató para manejar.
Mi corazón dio un vuelco en mi pecho. Eso era bueno. Pensé que lo había dejado
en la cena, volviéndose un charco en el suelo a los pies de Jack mientras entregaba el
único gran beso de mi vida. Jack cerró de golpe la puerta de su auto. El Porsche era
demasiado costoso como para maltratarlo, pero fuimos malditamente afortunados que
mantuviera el vehículo en la carretera y bajo las ciento sesenta kilómetros por hora
cuando salimos disparados del restaurante.
—¿Qué estás haciendo? —Me estiré para alcanzar su brazo, pero no tenía el coraje
para tocarlo—. Jack, por favor, cálmate.
—¿Por qué?
—Rompiste su cámara.
Esa era una sección de la ciudad a la cual yo no pertenecía. Allí, las casas valían
millones, y los hombres dentro valían diez veces más que eso.
La mansión no era el llamativo palacio que esperaba, pero estaba enrejada, era
enorme y estaba envuelta por una piscina, jacuzzi y árboles de hojas perennes para
ofrecer privacidad. Entró a un garaje con capacidad para diez autos. Sólo cuatro de los
puestos estaban llenos. Un Mercedes, una motocicleta que estaba restaurando, un auto
clásico destrozado, y un viejo Toyota. Jack pasó más allá hecho una furia, pero lo
señalé. No miró.
—El antiguo auto de mi papá.
La extravagante sala de Jack era demasiado elegante para los dos. El salón era una
parte lujosa e intocable de lo que a todo millonario se suponía que le gustaría,
completado con candelabros y cachemir. Me mostró la cocina y el comedor con un
movimiento de su mano, pero se mantuvo alejado de la sala de estar que
probablemente no había sido utilizada desde que compró la casa.
71 universitario hasta ser seleccionado por uno de los más prestigiosos equipos en la liga.
Éste era el verdadero Jack, pero incluso en su entorno familiar, no había recobrado
su temperamento. Se sirvió una copa y se la bebió inmediatamente. Tenía otra antes de
ofrecerme algo con un gruñido.
—Él te llamó una zorra. —Abandonó el licor fuerte y abrió una cerveza en su
lugar. La botella tembló en su mano—. He estado con un montón de chicas. La
mayoría de ellas son fáciles, pero tú no eres como ellas. No voy a permitir que nadie
hable de ti de esa manera.
—Esa no era una buena relación pública. Él sólo quería sacar una foto de mí
consiguiendo problemas con una nueva chica.
—Pero eso es exactamente lo que queremos. La gente tiene que vernos juntos. Esas
fotos van a vender la historia. Será la prueba de que somos una pareja real.
Y el beso capturado en la cámara del reportero era suficiente evidencia,
malditamente irrefutable. Cada parte de mi cuerpo aún zumbaba con la intoxicación
de los labios de Jack. Mi piel se calentó. Mi barriga revoloteó. Partes de mí que nunca
deberían haber palpitado por un hombre como Jack repentinamente volvieron a la
vida.
—No vamos a decirle a gente como esa —dijo—. No con un gran maldito titular
llamándote zorra. Cristo, he intentado llevarte a la cama desde el día que contraté a tu
compañía. Si fueses una zorra, eres la puntuación más baja que tenido jamás.
Colocó la cerveza en la barra y caminó hacia mí; lentas y seguras zancadas que me
ataparon antes de que pudiera posicionar el sofá entre nosotros. —Mira, Kiss. Soy un
poco… protector contigo.
—¿Desde cuándo?
—¡Desde que algún fotógrafo imbécil con un blog decidió destellar una cámara en
Tragué. No ayudó. Era la primera vez en un año que en realidad me llamaba por
mi nombre real.
No tenía idea de que él fuera tan protector, tan valiente como para defender mi
honor.
¿La parte más loca de todo? No creo que él se diera cuenta de ello tampoco.
—Gracias —susurré.
—¿Está funcionando?
—Como si fingir una relación no fuese complicado… —Se inclinó, saltándose mis
labios y apuntando a mi cuello—. Aún podemos ser profesionales.
Aun así, eso no lo hacía correcto. O bueno. O cualquier cosa que debería haber
querido del playboy Jack Carson y sus conquistas.
—No voy a ser sólo otra chica que llevas a casa —le dije.
Sí, porque eso nunca sucedería. Un hombre como Jack era un problema,
especialmente cuando mi vida ya estaba en ruinas. El único plan que tenía era
escabullirme a casa y sumergirme en la bañera. A menudo fingía que no había recibido
el anuncio del compromiso de Wyatt y mi ex mejor amiga. Jennifer estaba
embarazada.
Ella había concebido cuando yo aún llevaba el anillo que Wyatt me dio.
No podríamos haber estado más equivocados el uno para el otro. Nadie creería
que estábamos saliendo.
Pero mi cabeza cayó hacia atrás. Le ofrecí otra probada de mi cuello. El temblor
fue angustioso.
Asombroso.
Su beso agitó mis ojos cerrados, y, durante un largo rato, me imaginé que esto
podría ser como ser mecida en los brazos de Jack. Dejarme ir. Tomar ese deseo y tener
sexo por… diversión. Por placer. Por mí.
Me retorcí, encontrando sus labios. El beso fue tan sensual como el del
restaurante, tan poderoso, confuso y absolutamente necesario. Su lengua se movió una
vez, dos veces contra la mía, y cada golpe me impactó por completo, zumbando
profundo en lugares que no estaba dispuesta a admitir.
Él se acercó hasta que la parte posterior de mis rodillas golpeó el sofá. Jack me
inmovilizó con la promesa de algo tan terriblemente atractivo que pude haber chocado
contra el cuero de pura anticipación, de dónde más podría haber tocado, besado,
explorado.
—Vamos, Kiss. —El material hizo cosquillas cuando lo subió por mis muslos.
Expuso las bragas transparentes, de color rojo, que llevaba sólo porque no pensé que
alguien vería que yo emparejaba mi ropa interior con mis vestidos—. Te volvía loca
cada vez que llegaba a la oficina. No teníamos una relación profesional que arruinar.
—Tenemos una ahora. —El vestido se deslizó demasiado alto. Mi barriga plana se
reveló a él, y la parte inferior de mis pechos desnudos se asomaba desde la seda atada.
Una mala noche para no usar un sostén—. ¿No crees que esto hará difícil el fingir estar
saliendo?
—No lo soy.
—¿Y ahora?
—…Problemático.
Jack me arrojó sobre el sofá, cayendo sobre mí una vez que se deshizo del abrigo
deportivo y rasgó los botones de una camisa cara. La brillante y desigual tinta se
asomaba sobre su pecho, remolinos de oscuros y expresivos tatuajes que se marcaban a
través de la fachada de respetabilidad que él tejió para la cena que disfrutamos.
Jack no era de aperitivos, cócteles y restaurantes franceses de lujo.
Él era feroz, crudo y apasionado. El sexo por el sexo, y disfrutar de cada segundo
de libertinaje.
Sus labios se deleitaron en los míos, su lengua robando mis abrumados murmullos
y creando un gemido salvaje en su lugar. Mi piel se enfrió en la casa con aire
acondicionado y el cuero fresco, pero cada golpe de su lengua me calentaba hasta que
el calor me consumía y rogué por un minuto de aire, de paz, de todo lo que aliviaría la
intensidad.
76 Me encantó la vista.
Esto estaba mal. Lo sabía. Cada instinto en mi cuerpo me lo decía. Sólo Dios sabía
con cuántas más él había jugueteado de esta misma manera, y con cuántas más casi lo
había hecho si su coche no se hubiera estrellado y su intento de cuarteto no se hubiera
dispersado.
Pero tan a menudo como yo peleaba con él y lo regañaba y lidiaba con cada uno
de sus terribles escándalos, Jack era justo lo que necesitaba después de evitar todo el
romance, todo lo sexual, todo lo placentero desde que perdí a un hombre que pensaba
que me ayudaría a empezar la vida que había planeado.
Jack no me daría nada, pero me podría mostrar lo que me había perdido. Sólo una
vez, quería esa libertad, esa irresponsabilidad, ese peligro de dar una parte de mí a un
hombre que sabía que no lo apreciaría.
Y no me importaba porque yo sabía lo que saldría de esto. Tendría una noche para
ayudarme a olvidar a un hombre que ya se olvidó de mí. Recibiría horas de placer, y
un momento para experimentar la emoción de pasar la noche con un hombre que tenía
una reputación tan pervertida que hacía que una chica como yo se horrorizara.
Las manos de Jack eran enormes. Así como lo era su cuerpo. Sus hombros. Su
pecho. Sus piernas.
—¿Una vez? —Sonrió, tirando de mi pezón hasta que este salió de su boca—.
Kiss, vas a querer más que una vez esta noche.
—Kiss, si crees que no voy a follarte toda la noche, no has estado prestando
atención a todos esos escándalos que encubres.
—Tú no eres un escándalo. —Las bragas cayeron sobre mis caderas. Su aliento
atrapado cuando el indicio de mi raja asomó entre mis piernas—. Nunca voy a
disculparme por lo que estoy a punto de hacerte.
Yo lo haría. Me sentiría mal por ello más tarde. Por ahora, no me arrepentiría ni
un segundo, mientras su aliento caliente hacía cosquillas contra mis piernas. Besó mis
muslos y me abrió las piernas. Temblé. Jack miraba una parte de mí que una vez juré
que él nunca, jamás; vería, tocaría, probaría, o tomaría.
Me arqueé, ofreciendo más para él. Jack sonrió, sus labios húmedos con mi propio
deseo.
Y Jack sabía exactamente cómo jugar conmigo. No era sólo un atleta experto; era
un amante pecaminoso. Sabía cómo hacerme gemir, cuando provocar mi gemido, y
78 cuál pequeño truco con su lengua susurraría una declaración indecorosa para obtener
más de su atención. Ninguna mujer estaba segura en sus brazos. No dejó ninguna
inocencia invicta.
Pero Jack necesitaba su propio alivio. Lo volví loco con una lamida de mi coño,
tanto que tuvo que bombearse a sí mismo mientras me tragaba entera. Mis ojos se
cerraron, pero traté de mirar, de ver lo que hacía a Jack Carson tan jodidamente
arrogante.
No era arrogante.
Incluso con las manos del mariscal de campo, no pudo contener la longitud entera
en su puño. La cabeza de esa arma de aspecto deliciosa relució con el líquido pre-
seminal, endurecido con deseo, y latía con la burla a mi coño tan cerca de su cuerpo.
Jack gruñó contra mis pétalos. El zumbido de sus palabras y el calor de su aliento
fusionados en una advertencia en contra de la amenaza de lo que quería hacer.
No tenía la fuerza para considerar qué tan rápido, cuán peligrosamente se movió.
Enfundó su pene en la protección y se movió sobre mí por un beso, dejándome
saborear lo mucho que había deseado sus labios en mis otros lugares delicados. Jack
movió mis piernas y me enrolló a su alrededor.
Lo miré con los ojos muy abiertos y encontré mi voz en una suave admisión.
Jack rio.
—No puedo decir lo mismo, pero nunca he dejado a una chica insatisfecha.
—Sí, pero con un pene como ese… ¿dejas a alguna con vida?
Jack sonrió.
—¿Confías en mí?
—Absolutamente no.
Separó mis piernas y cayó sobre mí, su peso se apoyó en un grueso brazo repleto
de músculos y se tensó con la necesidad de tomar, adorar y aprovecharse de mí.
Jolene habló rápido, pero le seguí el ritmo, mirando a Jack mientras estaba seguro
de obtener las noticias también. Terminé la llamada.
Él se encogió de hombros.
—¿Qué?
No sabía cómo cubrir mi desnudez, pero crucé los brazos ofreciéndome un poco
de protección.
—¿Se suponía que debías salir con Bryson esta noche? —pregunté.
—Sí.
Tiré de mi vestido del suelo e hice lo posible para meterme en él. Jack todavía
tenía mis bragas. Podía conservarlas. Un recuerdo del error que podría haber sido.
—Necesitas nuevos amigos, Jack —le dije—. Me alegra que no estuvieras con él.
Arqueé mi ceja. Jack apartó mi mirada en primer lugar. Bryon era exactamente el
tipo de hombre para hacer algo tan atroz.
81
—Está en custodia ahora. Jolene recibió una llamada de su agente. Nos quieren
contratar antes de que se ponga feo. Tengo que ir a trabajar. —Estiré mi mano—.
Bragas, por favor.
—Lo siento. —Me tapé la cara—. Lo siento, esto se salió de control. Nunca
deberíamos…
—Sí, deberíamos.
—No lo estaba.
—Y por eso es que tenemos que tener cuidado —le dije—. Esto. ¿Qué estamos
haciendo? Esta relación falsa es para nuestra protección. No podemos ponerlo en
peligro. No importa lo que pase. No podemos dejar que nosotros mismos….
—No, voy a llamar a un taxi. Quiero que te quedes aquí, ¿de acuerdo? Ese
periodista fue bastante malo. No quiero que nadie inicie un rumor de que estabas con
Bryon.
—Gracias por la cena —le dije—. Yo… eh, no te cobraré por ello.
82 —Jack…
—¿Así es como lo quieres? —Extendió sus brazos—. Así es cómo lo tienes. Nada
de perder el tiempo. Nada más que pura respetabilidad. Poseo cierta moderación, pero
gracias por el voto de confianza.
—Sí, lo hiciste. No soy tu tipo. Soy tu momento salvaje. El único hombre que
pudiste haber recordado mientras tu futuro marido está sobre ti durante treinta
segundos, para finalmente darte ese bebé que quieres tanto. —Se encogió de
hombros—. Bien. Te ahorraré la culpa de tener relaciones sexuales y usarme para
sentirte bien contigo misma.
—¡Lo siento!
—No soy ningún error por cometer —dijo—. Si te consigo, quiero todo de ti. No
sólo tu curiosidad. No porque yo sea algo malo que hacer. Quiero follarte y quiero que
te guste porque me deseaste.
83
Capítulo 6
Traducido por Annette-Marie yRihano
Pateé mi culo de un lado al otro del campo y trabajé mis músculos hasta doler, y
aun así no podía castigarme lo suficiente por ser tan jodidamente estúpido.
84 Principiante. Error.
¿Qué carajos me estaba pasando? Maldita sea esa mujer; esa hermosa, sexy y
exasperante mujer. Leah era la única chica que había deseado y que no me quería de
vuelta.
No… ella era la única que alguna vez me rechazó. Incluso después de que se
derritió en mi sofá. Ella no sólo me rechazó. Se negó a sí misma.
Ella no podía mentirme con mi cabeza entre sus piernas. Sus muslos se habían
apretado sobre mis oídos, pero no tuve que escuchar sus gemidos para sentir lo que ella
deseaba. Lo probé. Lo saboreé. Estaba prácticamente consumiéndome en el abrasador
calor de su perfecto coño que temblaba atractivamente contra mi lengua.
No fue suficiente. No sería suficiente hasta que tuviera mis bolas enterradas
profundamente dentro de esa mujer.
Pero primero, tenía algo igualmente importante que hacer. Recordé el plano del
Hospital Regional McGrin. Deseé no haberlo hecho. O que no hubiera recordado
todos los días y noches que pasamos corriendo de ida y vuelta por los pasillos. El ala
pediátrica era la peor, artificialmente coloreada y brillante, pero aun así aferrada al
olor a antiséptico.
Era un lugar de mierda para crecer. Era peor cuando la mayoría de los niños en las
camas no lo lograban.
85 Leah vestía para alcanzar el éxito. Cubrió todo su atractivo, pero no necesitaba de
una minifalda para hacerme suplicar. Se mordió el labio. Eso significaba que tenía
malas noticias. Pero, demonios, todo acerca de ella eran malas noticias.
Las mujeres no solían afectarme. Sólo necesitaba un polvo rápido, y podría sacarla
de mi sistema. Ninguna otra mujer serviría. La necesitaba a ella. Suplicando.
Jadeando. Deseando.
—Yo podría hacerte la misma pregunta. —Ella ajustó la correa del bolso de su
ordenador portátil de modo que no tuvo que verme a los ojos. No me había sostenido
la mirada desde esa noche—. Jolene representa este hospital. Imagina nuestra sorpresa
cuando nos contactó para decirnos que Jack ―Creador de Jugadas‖ Carson está
hablando con el jefe de Pediatría.
—¿Creíste que iba a arruinar algo? —Mi voz sonó con un borde duro—. ¿Causar
un problema? ¿Abalanzarme sobre una enfermera en el medio del pasillo?
Los ojos de Leah se abrieron como si le hubiera dado a ella los cincuenta grandes.
—¿Estás… donando? ¿Cómo, a la caridad?
86 —Sí.
Asentí para que me siguiera. Sus pequeñas piernas corretearon para permanecer a
mi lado.
—Jack, este es un momento que podríamos aprovechar. —Me siguió afuera pero
me llevó detrás de un pilar de hormigón antes de que yo corriera rumbo al
estacionamiento. Su voz baja—. Esto es algo sorprendente que podría utilizar como
una oportunidad para darte buena publicidad. Si pudiera escribir un artículo y
empujarlo a la prensa…
—Jack.
—No convertirás esto en una maldita maniobra de relaciones públicas.
Ella se encogió de hombros. —Lo estoy intentando. Tengo a las redes sociales re-
twiteando y posteando cosas sobre nosotros, y estoy filtrando fotografías. Sólo han
pasado dos semanas.
—Podrían ser dos putos meses, Kiss. Cristo. —No fue mi intención enfurecerme.
Dos semanas sin follar era algo con lo que no había lidiado antes—. A menos que esté
jodiendo con dos chicas en el baño de un bar, tomando tragos directo del cuerpo de
una chica con problemas paternales, o dejándomela mamar en mi auto; a nadie le
importa qué carajos hago. Ellos quieren ver la versión de los medios de Jack Carson.
Tu versión. El problemático.
—Jack…
—Me resulta reconfortante el hecho de saber que me estoy ahorrando diez dólares
de una caja de condones —dijo.
—De donde yo vengo, el caballero los compra. —Le guiñé un ojo—. Incluso los
consigue acanalados para el placer de ella.
—Oh, eso me recuerda que debo preparar ese acto tuyo de caridad para tu
siguiente pieza —dijo Leah—. ―Compasivo Mujeriego Dice Tú Traes El Vino, Yo
Tomaré El Lubricante‖.
—Tengo noticias para ti, Kiss… tú no necesitas ningún lubricante.
Ella se movió, incómoda e incapaz de negar cuán mojada y lista la hice estar.
—Bueno… ahora que me respetas mucho más como tu publicista, tal vez estarás
más inclinado a mirar con buenos ojos nuestra próxima y organizada salida.
—¿Dónde?
—Al ballet.
—Absolutamente no.
—Es importante.
88 Gruñí. —No lo es. ¡Esto no está funcionando, Kiss! Estas citas no hacen una
maldita cosa.
—Pura mierda, tú lo organizaste —dije—. Maldita sea. Estoy tan duro por ti que
intento anotar con un maldito beso a la cámara.
—No es una buena idea, Jack. —Ella exhaló y evitó mi mirada—. Especialmente
ahora.
Reconocí ese tono. Aprendí a odiarlo. —¿Qué pasó?
Era un punto doloroso entre nosotros. Ella pensaba que él significaba malas
noticias. Yo también, pero él seguía siendo mi mejor amigo e hizo un infierno de
fiesta.
—Hijos de puta.
89 —Quizás lo eres.
—Tenemos que hacer un plan esta noche, Jack. Voy a comprarnos una pizza, ¿si
puedo venir?
—¿Segura que quieres arriesgarte? La última vez que estuviste ahí, terminaste
desnuda y corriéndote completamente sobre mi sofá.
Su voz sonó afilada, un pequeño gatito arañando con sus garras. —Sí, voy a tratar
de contenerme a mí misma.
—Jack.
—¿Tienes alguna idea de lo sexy que eres cuando estás montando mi lengua y
dejándote ir?
Ella se alejó, y me encantó verla molesta, especialmente si era la única pasión que
podía obtener de ella. Se sentía bien conseguir colarme debajo de su hermosa piel de
nuevo.
* * *
Respira.
Respira.
Brazada.
Tenías cosas más importantes de las que preocuparme que pensar en cuándo
tendría finalmente esos labios alrededor de mi pene. Los Rivets no habían llamado a
mi agente para negociar los contratos. Esperaba una extensión antes de que el
campamento de entrenamiento empezara. Un maldito buen contrato. Cien millones de
dólares o más.
Respira.
Ellos no llamaron. Nadie en la organización tenía una maldita cosa qué decir al
respecto.
Por primera vez desde que me reclutaron, tenía la boca en el cañón y una cama
vacía. Era un buen chico, pero los Rivets todavía estaban preocupados por mi
comportamiento como el maldito presidente de la liga. Sólo Cristo sabía lo que Frank
Bennett les dijo, y no era bueno.
Brazada.
Si no conseguía firmar este año, no sería sólo un insulto; podría ser el final de mi
carrera. Sólo dos años dentro y yo estaba jodido sin posibilidad de reparación.
Respira.
91
Golpeé el final de la piscina y salí a la superficie para estudiar el par de delicadas y
elegantes piernas de cacao deslizándose por debajo de las ondas. Leah dejó caer su
computadora portátil y bolsa sobre una de las sillas del salón, y enrolló su falda un
poco más alto sobre sus muslos. Entonces, ella sumergió sus dedos del pie
perfectamente pintados en el agua.
—Hola. —Su voz era suave. Ella sabía que había quedado atrapada en un lugar a
donde no pertenecía—. Espero que no te importe que invada tu piscina. Hace mucho
calor aquí esta noche.
Negué con la cabeza, arrastrando una de mis manos por mi cabello mojado. Leah
reconoció mi sonrisa.
—Jack.
—Señora Carson.
Leah exhaló. —Sabía que esto era una mala idea. Sólo debí haber llamado.
—Probablemente.
Eché un vistazo a esas torneadas y oscuras piernas. No dejé que se saliera. Agarré
sus dedos de los pies bajo el agua y le hice cosquillas. Ella esbozó una sonrisa antes de
poder regañarme.
—La última vez que te tuve aquí, hicimos cosas verdaderamente adultas —dije.
—Jack, ¿qué estás haciendo? —Su respiración me provocó con el más pequeño de
92 los jadeos. Sin miedo. Sin preocupación.
Lujuria.
—Tú sabes malditamente bien lo que estoy haciendo. —Tiré de sus piernas para
separarlas más—. ¿Tienes alguna jodida idea de lo que me haces?
Sonreí y alcé una de sus piernas. El agua lamía baja contra mi traje de baño.
Cubría mi pene, pero no por mucho. Besé sus dedos del pie, el talón, el arco sensible.
—¿Por qué?
—Quiero una.
—¿No quieres ser besada? —Provoqué su pierna más arriba. Di gracias a cualquier
dios de la fertilidad que bendijo la piscina con agua fría. Evitó que explotara por esas
curvas tan cercanas a mis dedos—. Conoces mi reputación mejor que cualquiera. ¿Soy
conocido como un amante generoso?
—Dudo que alguna vez hayas pensando en alguien más que en ti mismo —dijo.
93 —¿Se supone que tengo que creer eso? —Sus palabras me estremecieron mientras
me acercaba más a ella, apoyando su otra pierna sobre mis hombros. Su falda subió lo
suficientemente alto para permitirme una ojeada de sus bragas.
Inocente.
Jodidamente sexy.
Ella miró hacia mí, encontrándose con mi mirada mientras la besaba despacio,
más abajo, desviándome hacia aquella parte de ella que me hacía salivar. Me masturbé
dos veces al día sólo en memoria de su sabor. Ahora ahí estaba. Esperando.
Temblando.
—No sólo a la cama. El piso. Contra la pared. Sobre el brazo del sofá.
—Jack…
—Quiero verte venir.
—¿Q… qué?
Separé sus piernas, respirando pesadamente contra su carne caliente. Ella entró en
pánico contra su propio deseo.
—Quiero verte venir. Una vez no fue suficiente, Kiss. Dos veces no serán
suficientes. Si lo hiciera a mi manera, te dejaría desnuda y retorciéndote en mi cama
desde ahora hasta que ambos nos desmayemos del cansancio. Entonces te despertaría
sólo para poder probar esa dulce crema tuya de nuevo. ¿Me entiendes?
—Yo… no puedo.
94 —Jack…
—Quiero hacerte venir. Quiero oírte agradecerme con un gemido. Quiero probar
tu placer. Y quiero ser dueño de cada pulso tembloroso de este pequeño coño. ¿Lo
entiendes ya? —Mis dedos se clavaron en sus muslos—. Y vas a dejarme, porque sabes
malditamente bien que es todo en lo que has pensado también.
Sus piernas cayeron abiertas para mí. Esas bragas rosas estaban en mi camino.
Habría mordido a través de ellas, si no estuviera preocupado de que accidentalmente
pellizcaría lo que había planeado adorar, hundirme, restregarme en contra en un
momento de puro éxtasis.
Mi pene se endureció hasta que amenazó con romperse. No había tiempo para
apartar el material. Lo empujé a un lado con un movimiento rápido de los dedos,
exponiendo la pequeña y delicada cresta.
La cabeza de Leah cayó hacia atrás. Sus caderas alzadas. Ahora sabía por qué
estaba tan desesperada por mantenerse al margen de mis brazos. Ella sabía que al
instante en que la agarrara sería el momento en que nunca la dejaría ir. No hasta que
malditamente se fundiera en un charco de gastado orgasmo y se deslizara de mis
brazos.
95 Pero podía cuidar que esta mujer se retorciera toda la tarde. Yo llevaría su
jadeante respiración e hirviente corazón a un frenesí, y luego la dejaría acurrucarse,
mientras yo envolvía sus piernas alrededor suyo. Planeaba follar a esta mujer delirante
con su propio deseo.
Joder, ¿por qué diablos trabajé toda mi vida por un campeonato, cuando la única
maldita cosa que quería era darle a esta mujer el deleite final de mi lengua
chasqueando contra su clítoris?
—Jack… —Sus dedos pasaron a través de su pelo, agarró el cemento, estiró una
mano hacia mí. Nada aliviaría esa necesidad en ella. Un orgasmo o cien, no
importaría cuánto la chica quería ser follada y penetrada muy duro—. Estoy… estoy…
Era mía.
—Jack, Dios…
No era la primera vez que yo era comparado a una deidad. No sería la última
tampoco.
Basta de esta mierda. No tenía ninguna extensión de contrato. Los artículos iban a
salir etiquetándome como algún tipo de depredador sexual.
A la mierda.
Yo estaba dentro.
La tenía.
“… Ninguna cantidad de talento vale la pena. Jack Carson tendría un valor de cien millones
de dólares de problemas.”
La lengua de Leah se movió sobre la mía. Traté de enfocarme en ella, pero los
insultos seguían viniendo.
Mis dedos se apretaron sobre Leah. Una foto del juego del campeonato apareció
en la pantalla, el confeti cayendo sobre el podio mientras el mariscal Tim Morgan
97 alzaba el trofeo que debería haber sido mío.
“Morgan tiene una sólida cabeza sobre sus hombros, y él debe estar esperando un bono y una
prolongación de su contrato.”
Mierda. Tim Morgan tenía más prostitutas en su armario que esqueletos. ¿No hay
manera de que el bastardo fuera el chico favorito ahora?
“… Este nuevo padre realmente cambió su vida y dio pasos para madurar y representar a su
equipo…”
¿Qué demonios tiene que ver ser padre con ser un buen mariscal?
Ninguna mierda.
Pero ellos arrullaban las malditas fotos del bebé como si la niña fuera el mariscal
de campo titular en lugar de Tim.
Yo no quité mis ojos de la televisión, mi sonrisa creciendo cada vez más por
momentos.
—¿Lo hiciste?
—¿Cómo?
98 —Quiero fabricar un bebé.
Capítulo 7
Traducido por Vivi y Lili-ana
¿Fabricar un bebé?
—¿Estás loco?— Tiré mi falda hacia abajo, cubriendo una parte de mí demasiado
expuesta al cachondo Señor Embarazador. —Tú quieres fabricar... Tú no fabricas un
99 bebé. ¡Tú tienes bebés!
Salí corriendo del sofá. Él tenía una furiosa erección y una idea estúpida. Era el
Jack Carson Problemático especial, y no había ordenado nada de eso.
—¿Cómo lo sabes?—pregunté.
—No me sorprende.
—Tim embarazo a una chica hace dos temporadas, y ahora ese idiota esta en cada
caja de cereal y de videojuegos. Él no cambió absolutamente nada acerca de sí mismo.
Sólo carga a esa niña y la gente piensa que es la segunda venida. El bebé cambio su
imagen. Todo el mundo olvidó la mierda y ahora lo alaban por ser un gran padre.
—Oh, Dios mío. —Mis piernas estaban todavía tambaleando desde el orgasmo
más increíble de mi vida—. ¿Es en serio en este momento?
—Vamos.
—Oh sí. Eso es un argumento convincente. —Le miré hacia abajo, pero los
brillantes ojos azules estaban demasiado emocionados para esta conversación—.
Puede ser que también acabas de pedírmelo porque todos los interesantes jugadores de
fútbol lo están haciendo.
—Escúchame…
—¿Qué tal en lugar de hacerlos pensar que has cambiado, dejas de meterte en
problemas? Y así tomas algo de responsabilidad por ti mismo.
Se encogió de hombros. —Se realista. A la liga le gusta tener un chivo expiatorio.
Ellos quieren castigarme. A los medios de comunicación le gusta cogerme con los
pantalones abajo y una chica chupando mi polla. Están buscando razones para
joderme. No importa si empiezo el celibato y nunca salgo de casa. Voy a cometer un
error, y lo van a usar en mi contra. Tener un bebé es como... como...
—No lo digas.
—Un seguro.
Jack sonrió.—Trague más de ti, Kiss. Eres más resbaladiza que la piscina.
—Detente.
Dejar que me toque con esas manos expertas y su lengua tentadora era
suficientemente peligroso. Ahora me miraba como una mujer que necesita ser
follada... y no creía que ahora tuviera intención de utilizar protección.
—Tú querías un niño —dijo Jack —Una pareja. Infierno, planeabas estar
embarazada ya.
Sabía que era mala idea ser honesta con el playboy. —Sí. También tenía planeado
casarme.
Tragué. —Sí, iba a casarme con Wyatt. No insultes la vida que quería. Él me
rompió el corazón.
Jack se cruzó de brazos. Sus músculos flexionados, pero el único bulto que estudié
fue el que existe entre sus piernas. —Tú no lo amaste.
—¿Perdón?
Tenía razón, pero nunca lo admitiría. —¿Crees que me conoces tan bien?
—El amor está sobrevalorado. Es necesario pasión y emoción y una noche en la que
eres libre para meterte en problemas. Nunca te dio eso.
—Es aburrido. —Jack se burlaba de mí con una sonrisa—. Tú necesitas más, Kiss.
Es hora de dar ese paso. ¿Y qué si tu plan está realizado fuera de orden?
—¿Qué…?
—No de esta manera. —Me quedé mirándolo, preguntándome por qué todavía se
veía tan tranquilo, tan dedicado a una proposición tan loca—. Sólo detente. Ya
tenemos una crisis con este artículo que sale mañana. Yo... voy a volver a la oficina.
Veremos si puedo organizar una entrevista o algo para que puedas refutar las
alegaciones.
Mi corazón se detuvo.
—Jack, estás…
—Kiss, no puedo pensar en nadie mejor para ello. Eres inteligente. Tienes talento.
Eres jodidamente hermosa. Tenemos una buena relación. ¿Por qué no podríamos tener
un hijo?
¿Era tan ingenuo? No hablé, sólo tomé mis pasos hacia atrás y esperaba no chocar
contra algo mientras corría a la puerta.
—Sé que quieres ser socio de la firma de Jolene—dijo—. Al diablo con ella. Deja
103 la agencia, y te seguiré. Voy a ser tu principal cliente, y buscaré un par de los chicos en
el equipo para firmar también.
—¿Por qué luchas para convertirte en socio cuando puedes obtener tu propia
agencia? Voy a dártela. —Su voz bajó—. ¿Cómo se ve ese plan ahora? Tu propia
compañía y un bebé, todo al mismo tiempo. Eso es una buena multitarea.
—Piensa en ello.
De ninguna manera.
Jack tenía un mal hábito de tomar el saco cuando debería haber lanzado el balón.
Se metió allí, y ahora enfrenta el bombardeo con él.
Yo no podía.
Dios, me estaba comprando un niño. ¿Qué era más inconsciente qué querer un bebé
de mí o insinuar que el amor era irrelevante para comenzar una familia? Claro, la
gente tenía niños todo el tiempo sin estar casados, pero esa no era yo
…¿Lo era?
Por supuesto, Jack era malo, pero no malicioso, él solo quería divertirse.
Él era divertido.
Corrí para ayudar mientras una pila de carpetas, periódicos y tazas de café de
papel cayeron. Ella grito a cualquiera que estuviera en el otro lado del celular, terminó
la llamada, y perdió el teléfono en algún lugar en el desastre de su escritorio.
—Bryon Washington tiene tres demandas por acoso sexual en contra. Su agente
está a punto de caer, y él lo quiere que yo suavice eso. —Jolene tomó un sorbo de su
sopa, quemándose su labio y colocando toda la taza en la basura—. Esta podría ser
—¿Qué?
Jolene sonrió.—Tú y Jack. Jack probablemente será votado como el jugador más
valioso. Sería bueno para los dos que tomes esas vacaciones cuando termine la
temporada.
Jolene extendió sus brazos sobre el desastre que era su escritorio, su oficina, su
trenza deshecha, y la sopa descartada en la basura.
—Un día, todo esto será tuyo. No he tenido unas vacaciones en cinco años, y no
creo que consiga uno este año tampoco. Tú quieres viajar, ¿verdad?
—Yo… sí.
—Hazlo mientras eres joven, Leah. Antes de estar demasiado arraigada en esta
carrera y luego los niños.
—¿Niños?
—Sí, niños, dijiste que querías tres. Leah, ¿qué está mal contigo? Estas actuando
106 extraña.
Sabía que Jolene estaba ocupada, pero pensé que le gustaba estar de esa manera.
No tenía idea que estuviera exhausta cancelando vacaciones que le costaron miles de
dólares, perdiendo la oportunidad de una cita y ver el mundo…
Pero eso no tenía sentido el comparar su vida con la mía. Éramos personas
diferentes. Queríamos cosas diferentes.
¿Verdad?
Me retire a mi oficina y llame a la aerolínea por ella. El billete no era
reembolsable, al igual que el depósito en su hotel. Y esas no eran las noticias que ella
quería escuchar.
—Que esto sea una lección para ti. —Jolene reunió dos bolsas y una computadora
portátil—. Esta carrera es dura, pero es bueno que sepas exactamente lo que quieres.
Aférrate a eso. A medida que pasen los años, perderás esa juventud, la mirada inocente
acerca del mundo. No te amargues. —Coloca la mayor parte de su trabajo en sus
bolsas para llevar a casa—. Apaga las luces cuando te vayas.
Demasiado ocupada.
Pero la única manera de tener éxito era si terminaba esta farsa con Jack para así
poder encontrar ese hombre correcto para la perfecta vida.
Peor aún, temía que mi cuerpo no se calentaría ante cualquiera como lo hizo para
Jack.
Pero ese tipo de física, salvaje pasión, no me había importado antes. No podía
permitir que eso influenciara mis relaciones ahora. Mi decisión era definitiva. En la
mañana organizaría la noticia de una ruptura amistosa y que nos gustaría ir por
caminos separados.
Pero no dormí bien. Lamentaba que esto no fuera la humillante revelación sobre el
trabajo y las demandas, pero no era eso. Desperté, tomé una ducha y traté de ignorar la
parte del plan de Jack que no sonaba tan loco.
De hecho… sonaba bien.
¿Mi propia compañía? ¿Un bebé? Esas eran las cosas que siempre había querido.
Nunca pensé que la lujuria fuera importante hasta que me retorcí de deseo feroz. No
podía recordar un momento con Wyatt dándome un orgasmo con su boca. O incluso
cuando trató la última vez.
Y Jack se sumergió en mí dos veces. Queriendo darme placer. Para verme tener mi
orgasmo. Para tenerme.
108 Dos docenas de niños gritaban, reían y salían huyendo a través del campo,
esquivando jugadores y contrabandeando balones y generalmente cayendo sobre ellos
mismos. Su emoción era demasiado linda, especialmente mientras trastrabillaban las
instrucciones dadas por lo jugadores que tenían la tarea de enseñarles el juego. El
entrenador Thompson luchó para mantener su atención. Incluso mi oso de peluche,
Caleb, perdió la calma y busco refugio con los apoyadores riendo de su difícil
situación.
Sólo un jugador exitosamente discutió con los niños. Él forcejeó con ellos en el
campo y pretendió caer en una loca atrapada mientras una pila de pequeños niños
saltaron sobre él.
Jack.
Su risa se transportó a través del campo, y se giró lanzando el balón para que los
niños fuesen corriendo. Los balones fueron arrojados con suavidad, pero, después de
una docena de pases solamente un niño logro atraparlo.
Y Jack grito como si eso fuera el touchdown ganador del juego de campeonato.
—¡Corre! —Corrió por el campo, animando al niño mientras el corría a su lado a
la zona de anotación—. ¡Sigue adelante! ¡Está en el veinte! El diez… todavía en el diez,
¡No ates tu zapato! ¡Corre!
El pequeño niño cruzo el campo. Jack perdido en eso. Levanto al niño sobre sus
hombros e hizo un baile con él en la zona de anotación. Yo tenía la esperanza que él
no tuviese el plan de clavar al niño en entusiasmo, pero Jack estaba demasiado
emocionado para hacer otra cosa que celebrar.
Los otros niños se volvieron locos, como si nunca tuvieran mucha diversión en sus
vidas. Cuando su director hizo sonar el silbato les ordeno ir al autobús, la mayoría de
los niños se mantuvieron al lado de Jack, pidiendo por otros minutos más.
Él era natural con ellos. Dijo que le gustaban los niños, pero no lo había creído
hasta que lo vi. Capturé un par de fotos de él jugando con los niños y las posteé en su
red social. En cuestión de segundo, docenas de comentarios aparecieron. Después de
cinco minutos, fueron cientos.
109 Al público le gustaba esta versión de Jack Carson. El gigante apacible. El hombre
sano. Este era el lado de él que medios de comunicación nunca mostraban.
Él estaba en lo correcto.
—Hola. —No trato de besarme, a pesar que le gustaba hacerme retorcer enfrente
de sus compañeros de equipo—. Trate de llamarte anoche…
—Tienes razón.
—¿Hacer qué? —Sus ojos se ampliaron. El azul casi parecía inocente a pesar de la
intención de nuestra propuesta. Sus palabras susurradas—. ¿Tú… quieres hacerlo?
—Sí.
—¿Estás segura?
—Sí.
—Puedo irme.
—Jack.
—Está bien. —Esa sonrisa podría cautivar mis pantalones fuera en ese mismo
momento—. Esto es enserio sin embargo, ¿esto no es una broma?
Quería a Leah.
¿Semilla?
En mi cama.
En mi brazos.
Llena de mi calor.
Abrió la puerta, pero no había esperado la pequeña linda camiseta sin mangas y
pantalón de chándal. Leí la escritura sobre su pequeño y apretado culo mientras hizo
un ademan para que entrara. Era tan Dulce como sus pantalones declaraban, pero no
ahora. Leah era todo negocio, exponiendo una variedad de papeles, carpetas y folletos.
—Me alegro que estés aquí —dijo—. Saque cierta información de internet. Creo
encontré una forma de hacer esto bien.
—Tú… uh, ¿tienes que investigar? —Cerré la puerta detrás de mí—. Es decir, si
me necesitas para explicar cómo se hace esto, podríamos tener un pequeño problema…
112 Leah se acurruco en el sofá, portapapeles en mano. Ella ondulaba sobre la mesa
del café, meticulosamente organizada con demasiados papeles brillantes y folletos.
Tenía un código de colores.
Sí, algo fuerte para beber sonaba bien. Al menos hasta que pudiera averiguar ¿Qué
demonios salió mal desde esta mañana hasta ahora? Me dio una botella de agua de su
refrigerador, pero no había quitado sus ojos de los papeles en su mano.
Leah se río. —Eso cuesta diez mil dólares por cada intento.
—Oh Cristo, Kiss. Solo tú podrías dejar fuera toda la diversión de hacer un bebé.
La expresión de Leah se desfiguró. Alejó un rizo descarriado de sus ojos, pero sus
dedos se enredaron en su cabello y se congelo.
—¿Tú no?
—¿Qué? ¿Estabas sólo sentada aquí, cruzando los dedos, esperando por una
maldita cigüeña?
—¿Que te follaría?
—Cámbiate.
Su ceño fruncido.—¿Qué?
—Cámbiate. Saldremos.
—¿Dónde?
—A Diva.
Leah esbozo una sonrisa tan sexy que pensé sólo la ganaría con mi cabeza
enterrada entre sus piernas.—¿Me estas invitando a una discoteca?
—Necesitamos… una nueva perspectiva. —Me lanzo una sonrisa—. Déjame que
te invite. Tener algo de diversión. Consigue una mirada del club más caliente de la
ciudad. Esto convencerá a las personas de que somos un pareja, más rápido que
besando tu mejilla en un partido de baseball por la tarde.
—Diva es el club más exclusivo en Ironfield —se burló—. Demonios, ni siquiera
permiten que Jolene y yo entremos. Colocamos a nuestros clientes en la lista y van
solos.
—Sin trucos. Creo que necesitas un poco más diversión esta noche, Kiss, y mucho
menos… —Despedí con la mano a los folletos—. Planificación. Cámbiate. Tendremos
un poco de diversión.
—Nada que no haya visto antes. —Mi voz bajó—. Me gustaría ver de nuevo.
115 —Espera. Aquí. —Oculto su emoción mientras cerró la puerta—. No puedo creer
que salga a un club contigo.
—Compré este vestido hace algunos meses. —Hizo una pirueta para mí,
provocándome, tentando a la suerte antes de dejar que se fuera de mi alcance—. Me
preocupa que sea un poco demasiado ajustado.
Hacia el final de la noche, ella estaría pidiendo por eso. Rogándome para
concederle una liberación. Para tocarla. Abrazarla. Follarla hasta colapsar en el último
placer que un hombre y una mujer estaban destinados a experimentar.
—Sí… —Miré por encima de su cuerpo de nuevo e imagine las curvas oscuras que
serían mías—. Tendrás una noche que nunca olvidarás.
—¿Lo prometes?
Dios, esa broma. Leah miro fijamente hacia el club con ojos abiertos y dio un
vistazo por la barandilla dorada. Sus caderas se movieron al compás de la música,
sutil. Al igual como había bailado en su oficina cuando ella pensó que nadie la miraba.
Pero miré. Yo la vi. Preguntándome como ese delicado culo podría sentirse
presionado contra mí.
Estiré los brazos por encima de ella, cubriendo sus manos en la barandilla y cerca
del borde. Se tensó pero no me alejó, incluso cuando besé el vulnerable, pulsante punto
entre su cuello y la clavícula.
Si lo hizo a propósito en mis labios traviesos, lo ocultó bien. Cerró sus ojos.
—Te deseo. —No tenía que decirlo. Mis pantalones atraparon mi polla, y molí la
dureza contra su culo al ritmo de la música—. Te daré la mejor noche de tu vida.
Leah no me alejó, pero su voz me desafío absolutamente igual. —No sabes eso.
Tal vez he tenido muchas noches buenas.
—Eso es subjetivo.
—No conmigo. Pasa una noche conmigo, y nunca nada va a sentirse igual.
Me aparté de la barandilla dejando que mis dedos estimularan sus brazos, sus
costados, su cintura.—Siempre soy serio acerca del buen sexo.
—Sí.
—Estoy empezando a pensar que eres muy complicada.—La envuelvo con más
fuerza, animándola a bailar. Sus caderas se contonearon, y mi polla se endureció
mientras su cuerpo se movió en un perfecta, sensual poesía. Nunca entendí esto antes,
pero obtuve una apreciación de esto ahora—. ¿Qué significa para ti?
Sus dedos hicieron cosquillas detrás de mí cuello. Ella jugaba con mi cabello.
Suavemente. Nuestros pechos chocaron y cada caliente toque endurecía mi pene.
119 —Especialmente para mí. —Me inclino, permitiendo que mis labios rozaran su
oreja—. Es una experiencia. Es la emoción. Pasión. No hay mejor manera de
demostrar la fuerza, la habilidad o la agresión de un hombre.
—¿Agresión?
—El sexo es toda agresión. Es una liberación del reprimido instinto salvaje que
poseemos. —Mordisqueé su oído—. Es brutal.
—¿Quién lo dice?
Leah no tuvo una respuesta. Me miro con los parpados pesados y ojos color moca
y oscuros con curiosidad prohibida.—¿Qué pasa con el romance?
—No deberíamos de hablar de esto ahora. —Sus ojos corrían a toda velocidad por
el lugar, estudiando a algunas bailarinas en vestidos de zorra que podrían atrapar mi
atención si no estuviera sosteniendo a la más hermosa mujer del mundo—. Cualquier
persona puede escuchar.
120 —Así que escuchen. Hazles saber lo que planeo hacerte esta noche.
—Jack…
—Serás follada, Kiss. Como nunca has sido tomada antes. Voy a poseer tu cuerpo.
Voy a follarte hasta que este herida, gritando y pidiendo que sea más duro y rápido.
Mejor acostúmbrate a lloriquear mi nombre ahora. Lo estará diciendo mucho.
Cristo, esta mujer.—¿Qué? ¿El placer no es buena idea? Tienes que ser tomada.
Tienes que estar holgada en tus rodillas. Tiene que sentir lo que se siente cuando estás
completamente abrumada en pasión, y la única forma de escapar es entregarse a tu
propio cuerpo.
Ella tembló, mirando fijamente mis labios. Quería un beso. El cual no estaba
recibiendo. No hasta que rogara.
—Estarás sobre tus rodillas. Estarás sobre tu espalda. Puedes montarme mientras
el sol sale. Te follaré hasta estar agotado, sudoroso y jadeante por cada respiración.
El cuerpo de Leah se calentó contra mí. —Pero no solamente estamos teniendo
sexo. Estaremos haciendo algo… completamente diferente.
—Sí. Eso es lo que hace esto tan emocionante. —La música pulso a través de mí.
Dentro de mí. Leah lo sintió también, moviéndose cerca. Me debatí empujarla contra
la pared del fondo y tomando lo que queríamos en ese mismo momento. Mi polla no
podía manejar mucho más su inocencia, su deseo oculto—. Esta noche, serás mía.
Ella miró sobre el piso, buscando por alguien que podría saber que diabólicas
cosas nos prometimos el uno al otro. La música incrementó y las luces parpadearon,
resguardándonos en nuestro propio baile privado en medio de todo.
—¿Qué pasa con las… consecuencias? —susurró Leah. Sus dedos clavados en mis
brazos.
Me agache, capturando sus labios, obligándola a escuchar las palabras que dije y lo
perdido en nuestra necesidad. Un bebé no sería una consecuencia. Jodiendo mi semilla
dentro de ella me cegaba con instinto salvaje y posesión agresiva. Los otros hombres
en la sala VIP miraban fijamente a la sexy mujer temblando en mis brazos.
Y sólo la única manera de probar esto al mundo era si ella acunaba a mi hijo.
—Estaré dentro de ti. Toda la noche, Kiss. No retirare mi polla ni una vez, no
desde el minuto en que cubra en este perfecto pequeño coño.
Susurré—: ¿Quieres saber si está bien para una buena chica, una chica
responsable, querer que el chico malo la folle? ¿Estar dentro de su pequeño cuerpo sin
protección?
Ella asintió. No quiera nada más que morder ese tembloroso labio inferior.
—¿Quieres saber si son correctas las cosas que haremos? ¿Ir a la cama con un
hombre peligroso? Darte cuenta de lo que haría a tu cuerpo. Puedes imaginar lo que
podría pasar una vez que los chorros de semen estén dentro de ti.
122 —¿Quieres saber si esto te haría mala al ser follada, sembrada y tomada por un
hombre como yo?
—Sí.
—Vamos a averiguarlo.
Capítulo 9
Traducido por Koté, Rihano y Dee
Ni siquiera en mis fantasías más salvajes imaginé tanta pasión. ¿Era el sexo siempre
así de desesperado? Lo que una vez consideré hacer el amor, lo cortés y apologético
bajo las sábanas, estaba completa y totalmente equivocado. Esto era algo irregular y
salvaje. Irrumpimos en un delirio demente.
Yo le creía.
Y deseaba experimentar.
Mi vida había sido tan estructurada, tan planificada, tan deliberada que nunca me
permití ninguna pasión. Esa emoción del descubrimiento se había perdido, enterrada
debajo de años de represión y trabajo.
Sus manos agarraron mi cuerpo, tirando de mí hacia él, exigiendo que me
entregara a su beso.
Jack era engreído. Arrogante. Se dio cuenta de cuan innegablemente atractivo era,
pero no me había seducido. Me seduje a mí misma. Me debía una noche perfecta de
deseo animal.
Jack me la daría, y mucho más. Las palabras que dijo se retorcían dentro de mí,
apretando todo lo que era demasiado crudo para desenlazar.
Ansiaba la sensación de piel contra piel. Era peligroso follar con su pene al
descubierto. Sabíamos lo que sucedería. Nos pusimos de acuerdo con eso. Lo
entendíamos.
124 Lo queríamos.
Con nuestra ropa rasgada. Jack me lanzó contra la cama con un orgullo tan feroz
y viril como si hubiera planeado esta conquista la primera vez que me vio.
¿Sabía él cuan imprudentes nos habíamos convertido en los brazos del otro?
Jack arrancó mi ropa interior de mis piernas. El vestido se perdió en algún lugar de
las escaleras. Esperé por debajo de él. Desnuda, sudando. Sus labios quemaban mi piel
ya calentada.
—Tal vez. —Se quitó la camisa—. ¿No te dabas cuenta? Cada vez que me
rechazabas, actuaba. Provocado un nuevo escándalo. Joder, Kiss. En mayores
problemas estaba, y más a menudo tenía que verte.
Me sentía como si pudiera ser honesta con él mientras estaba desnudo. Revelé mi
cuerpo y los pensamientos más íntimos a un hombre que no tardaría en controlar
ambos.
Jack agarró mis pezones en su boca. Sus labios sellados sobre la punta. —Habla
por ti misma.
Fue inútil.
Nunca vi, nunca toqué tales músculos. Colocó su cuerpo sobre mí, firme. Sus
bíceps no temblaron mientras soportaban todo su peso. Se inclinó sobre mí, y una cosa
era absolutamente segura.
Era más fuerte, más atractivo, más seguro que cualquier hombre tenía el derecho
de ser.
Y él lo sabía.
Por eso su pene era tan duro. Por eso se alimentaba de mi cuerpo, por qué sus
besos ribeteaban de un pezón al otro. Ellos nivelaron un camino caliente desde la parte
inferior de mi pecho hasta mi ombligo. Entonces, finalmente, descendieron donde ya
había reclamado con su boca dos veces antes.
Dios, me venía cada vez que Jack me tocaba. Cada vez que pensaba en él. Cuando
fantaseaba con él. Por la noche, me tocaba imaginándome desnuda y a su merced. En
Pero su lengua no era suficiente esta vez. Lloriqueé. Él entendió. Jack extendió
mis piernas y observó mi desnudez. Cada momento de su mirada era una alabanza sin
fin, y nunca me sentí tan deseada.
—Atormentándome... —susurré.
El toque sólo me calentó más. Su dedo se convirtió en algo para que mi cuerpo
apretara. Me imaginaba que era su duro pene, fantaseaba con el torrente de semen que
me prometió.
—Oh, Dios mío... —Me agarré la cama. Nada se había sentido así antes.
Jack rio cuando mi cuerpo lo apretó más fuerte. Mis caderas corcovearon. Dios, él
me estaba matando. Mis manos dolían por sentir más que las sábanas. Tenía que
tocarlo, y no sólo sus hombros o juguetear con su cabello. No había visto el problema
que él mantenía entre sus piernas todavía.
Esas eran las palabras que Jack ―Estratega‖ Carson vivía para oír. Él gimió
mientras se apartaba de mi hendidura, pero se movió rápido. Sus pantalones
apartados, y él liberando, exactamente lo que mi cuerpo ansiaba.
Casi aterrador.
¿Qué hombre en realidad querría un tatuaje tan cerca de esa zona sensible?
Yo sabía la respuesta. El único hombre que tatuaría su pene era el playboy que
planeaba mostrarlo.
Gemí y pasé mi lengua a lo largo de la carne caliente, trazando una vena gruesa y
pulsante, y ganando su agradecimiento. El gruñido sordo vibró entre mis piernas. Su
lengua se deslizó dentro mientras la cabeza de su pene saltaba hacia mi boca. La piel
salada me volvió salvaje, y yo gemí sin sentido como una pequeña puta sobre el sabor
de su polla.
Masculino. Limpio.
128
Delicioso.
Desnudo.
El vio todo.
Mi temblor.
Mi humedad.
Lamí mi labio inferior, degustando donde él mordió demasiado duro. —No estoy
asustada.
—Tan pronto como meta mi polla en ti, no la podré sacar. —Sus palabras me
emocionaron.
—¿Lo prometes?—susurré.
—No voy a parar, Kiss. Estás consiguiendo ser follada, y nada va a cambiar eso.
Pero si quieres que me ponga un condón, ahora es tu última oportunidad.
No.
Yo no le contesté. Descansé contra la cama y abrí mis piernas un poco más. Mis
caderas se levantaron, rozando su mano, tentando la cabeza de su desprotegido pene
contra mis resbaladizos pétalos.
Jack se hizo pedazos. Se sacudió más duro, pero entendió. Bajó su polla como si
me probara. O tal vez tentándose a él mismo. Frotó la cabeza hinchada contra mi
hendidura.
130
¿Cómo podía algo tan duro sentirse tan suave?
Y tan caliente…
Nunca tomé un pene desnudo antes. Era demasiado arriesgado en relación con mi
gran plan. La cabeza perlada con una gota peligrosa y sedosa. Jack se quedó mirando
la pequeña gota de líquido pre-seminal. Los dos contuvimos la respiración mientras él
dirigía su eje hacia mi abertura, una vez más, mezclando mi humedad con la suya.
El turno de Jack de volverse salvaje. Empuñó su polla más duro, los ojos
entrecerrados por la caza.
—¿Y tú?
Él respondió con toda la honestidad que yo necesitaba escuchar. —No.
Su pene era o bien una pesadilla de veintidós centímetros de carne o una pulsante
promesa de puro placer.
Se tomó su tiempo para entrar en mí, pero eso no duraría mucho tiempo. Ambos
necesitábamos más que el lento arrastre de su pene, centímetro tras centímetro, hacia
una tirantez que no había sido tomada así… nunca.
—Tan… suave… —dijo Jack con voz ronca mientras sus dedos se clavaron en mis
muslos. Empujó mis piernas hacia atrás y vio cómo su grosor lentamente me
131 empalaba—. Caliente.
No sabía si yo quería decir que nunca había tenido el placer tan grande, de una
polla desnuda deslizándose en mi desprotegida vagina, o si era la verdad.
Me sentí… sorprendida.
Algo más que lujuria me sofocó. Jack empujó su imposible polla en partes de mí
ya apretadas y abusó de su tamaño.
Jack cayó sobre mí, capturándome en sus brazos. Él me sostuvo con fuerza
mientras sus caderas se apresuraban, forzando su polla a salir sólo para irrumpir una
vez más. Dos veces. Tres veces. Él capturó mi orgasmo en un beso furioso, como si no
tuviera suficiente de mí. Como si no le hubiera dado sólo mi cuerpo.
Se movió salvaje, como si estuviera furioso o herido con una necesidad irracional
de empujarme contra la cama. Sus besos se volvieron mordidas, mordiendo mi cuello
mientras nuestros cuerpos chocaban más fuerte, más rápido, más húmedos que antes.
132 Empujó dentro de mí completamente, retirándose pero sin sacarlo de mí. Justo
como prometió. Él no lo sacaría hasta que se viniera. Tal vez ni siquiera entonces. Tal
vez me follaría más y más, llenándome de todo lo que podía ofrecer y tanto como mi
cuerpo podía soportar.
Agarré sus brazos. Mis pequeñas manos eran nada comparadas con su fuerza, sólo
un rayo de oscuridad cacao aferrándose para anclarme al suelo antes de que la
intensidad me hiciera olvidar. Era demasiado y no lo suficiente, todo al mismo tiempo.
Y esa era exactamente la razón por la que Jack Carson era tan malo para mí.
Él no era nada bueno para una chica como yo. No era respetable o responsable.
Él vivía para la diversión y el momento, ni una sola vez planificando anticipadamente.
Tomaba una mujer diferente cada noche sin remordimientos y todavía necesitaba más.
—Kiss…
Las palabras de Jack jadeaban. Sus embestidas se volvieron irregulares. Frenéticas.
Casi insoportables. Me aplastó desde dentro y gemí cuando su peso me atrapó entre él
y la cama. Me tensé, conteniendo la respiración, sufriendo por ambas liberaciones.
¿Cómo algo tan primitivo y salvaje se había convertido en las más emocionantes
palabras que pronuncié en mi vida?
Duro.
133
Rápido.
Sin remordimiento.
Tan íntimo.
Al instante.
Mi núcleo se apretó y apretó sobre su gruesa polla. Creció incluso dentro de mí,
doliendo con una dureza recién descubierta que me entregó a mi propio orgasmo.
Me levanté y me arqueé.
Jack se tensó. Pasó una mano por mi cara, mi labio, mi pecho. Hizo leves
cosquillas, sobre mi barriga, donde la semilla sería tomada. Luego se dirigió a mi
clítoris.
134
Mi coño todavía estaba empalado con su grosor. Vulgar. Sexy. Lleno. Movió mi
clítoris, una vez, dos veces, atrayendo un gemido de mi parte que forzó una nueva
reacción. Casi me doblé por la mitad, pero Jack me fijó a la cama a través de mis
delirantes convulsiones.
Su pene no se ablandó.
135
Capítulo 10
Traducido por Rihano y Cili
¿Lo que sea que dijo Leah, cualquier pensamiento loco que metió en mi cabeza, lo
que sea la mierda que ella quería decir sobre el sexo siendo más que sexo?
Apartarme de ella era la última cosa que quería hacer. Nunca. La follaría hasta
que nos derrumbáramos de agotamiento y la sujetaría debajo de mí hasta que jadeara
mi último aliento.
¿Qué me estaba pasando? El sexo solía ser más simple que esto. Yo no era una
bestia complicada. Jugaba al fútbol profesionalmente para vivir y me fue ofrecido un
millón de dólares para usar una determinada marca de zapatos. No tenía ninguna
ambición real en la vida, excepto ganar ese anillo de campeonato.
Mi vida era fácil. Entonces Leah abrió las piernas. Luego ella me dijo que me
deseaba. Dio la bienvenida a mi polla en su apretado y tembloroso cuerpo, y gritó mi
nombre cuando la follada la abrumó.
Me había metido dentro de ella, golpe tras golpe, incluso después de que disparara
mi carga en lo profundo de su vientre y pensara que mi corazón se rasgaría de mi
pecho. Leah susurró animándome y me abrazó, besándome a través de los
estremecimientos. Ella no se movió, y mi cabeza tuvo que aclararse antes de
137 comprender.
Ella descansaba quieta porque no estaba dispuesta a dejar que ni una sola gota de
la semilla que yo lancé en el interior de su vientre se derramara de su cuerpo. Ella
permaneció inmóvil para que esta se afianzara. Así se enterraría en su vientre.
Pero era más fácil follar otra carga dentro de ella de lo que era esperar a que ella
reviviera, aunque fuera por unos minutos.
—De rodillas…
Mi voz se volvió ronca en algún momento durante la noche. Me aparté de ella por
primera vez, estremeciéndome mientras esa hendidura oscura brillaba con todo lo que
yo había bombeado en el interior. La empujé hacia su vientre. Su hermoso, culo
redondo dirigido hacia mí. Cacao, piel sedosa, perfecta para besar, tocar y tomar.
Apasionada.
Finalmente.
Sus orgasmos temblaban desde su cuerpo contra el mío. Ella gritó mi nombre con
una desesperación que endurecía mi pene. Sus palabras me llevaron a sus labios para
que yo pudiera silenciar sus peticiones antes de que me desgarrara.
Caí sobre Leah, sujetándola a la cama. Mis manos sujetando las suyas,
presionándola con más fuerza contra el colchón. Sus caderas en ángulo, dejando que
mi polla empuje directamente en su centro. Me aplasté dentro de ella, tan cerca de su
vientre.
Me agarro contra sus caderas, clavo mis dedos en su culo. Leah gimió y empujó de
nuevo hasta empalarse más duro contra mi longitud.
Ella me pertenecería.
La primera mujer que quería repentinamente era demasiado peligrosa para mí. No
tenía idea de lo que estaba sintiendo. Caray, yo no sabía lo que ella estaba sintiendo.
No importaba. Ella era mía y sólo mía. Estaría condenado si la dejaba salir de la cama
sin follar a mi bebé en su interior.
—Simplemente disfrútalo.
—Tanto…
—Dios, no…
Nunca había follado a una mujer sin protección antes. Era una buena cosa que lo
hiciera con ella. Si hubiera sabido cuan malditamente increíble se sentía follar a una
mujer sin la carga de una barrera de caucho…
Nunca pensé que se sentiría así de bueno enterrarse dentro de una mujer cuando
me venía.
Mi orgasmo una vez fue la única parte del sexo que importaba. Ya no. Yo quería
verla venirse. Necesitaba ver ese temblor de sus hombros y escuchar el gemido de sus
labios.
Su cuerpo cambiaría por mí. Crecería una pequeña vida dentro de ella por mí.
Teníamos una conexión ahora… por mí.
Y no era algún truco de relaciones públicas. No era sólo una razón para salvar mi
culo. Si esto me hacía parecer responsable, bien. Pero esa pequeña vida sería mía.
—Jack…
—No…
—¿Quieres que me venga?
—Sí…
Leah gimió, moviendo sus caderas como si no estuviera golpeando su parte más
profunda. Me envolví en su cuerpo, golpeando el aire de su pecho en un jadeo rápido.
Se agarró al colchón mientras yo llegaba. No era justo usar toda mi fuerza contra ella,
pero esta mujer me conquistó desde el primer momento en que me besó. Ella me puso
de rodillas para saborearla. ¿Y ahora? Finalmente estallé dentro de ella, pero ella fue
quien llegó a mi corazón, a mi alma, y rasgar todos los músculos que me hicieron más
fuerte, más grande, más rápido que mis oponentes.
¿Porque no me molestaba?
—¿En dónde me voy a venir? —gruñí en su oído, cada sílaba venía con un empuje
más duro más profundo—. ¿Dónde quieres que me venga?
141
—Den… dentro de mí.
—¿En tu coño?
—¿Porqué en tu coño?
Ella se puso rígida, pero yo sabía que no había olvidado nuestro propósito.
Disolvimos nuestra fuerza de voluntad y perdimos nuestra dignidad mientras follamos
como animales. Criamos. Cruzamos. Cada empuje de su deuda conmigo porque yo le
di mi semilla y el orgasmo que ordeñó de mí.
Y sin embargo, yo era el que suplicaba. Necesitaba esta mujer más que nada.
Nada.
—Sí.
—¿Lo prometes?
—¿Qué quieres?
Finalmente hecho.
Destrozada.
Dolorida.
Cautivada.
No me retiré de ella. Nunca iba a retirar mi polla de ella si no tenía que hacerlo.
Nos volvimos a nuestros lados, y mi polla la mantuvo llena de todo lo que ofrecí.
Nunca me sentí tan cerca de nadie. Nunca he tenido tal placer. La dejé descansar
contra mi cuerpo. Tenía todo el permiso para dormir y disfrutar de la felicidad pura
que cayó sobre nosotros después del sexo.
Follando.
143
¿Haciendo el amor?
¿O tal vez lo fue? ¿Tal vez esto era cómo las parejas de hecho experimentaron
pasión y el sexo?
No sabía. Nunca he tenido nada más que diversión sin sentido. Reacciones físicas
directamente de los labios alrededor de mi polla o una vagina separada de mí por
caucho. Infierno, nunca hablaba con las chicas que me follaba, ni siquiera supe sus
nombres.
Pero conocía a esta mujer. Conocía a Leah. Y eso hizo el sexo... mejor.
144
Capítulo 11
Traducido por Anna y Rihano
Muy pegajosa.
145 Jack no estaba en la cama… gracias a Dios. Deslicé las mantas, me puse de pie
sobre mis piernas temblorosa, y examiné el desastre. Al menos podía evaluar el daño
sin él mirando y destellando esa sonrisa conocedora.
Logré mi cometido.
Oh, Dios. Era un desastre. Mi núcleo todavía caliente. Estaba pegajoso también.
Bueno, ese plan de vida se arruinó antes de que comenzara. Ahora tendría un bebé
a los veinticuatro con el playboy y mariscal de campo estrella de los Ironfield Riverts.
Era tan buen plan como cualquier otro, especialmente desde que significaba tener sexo
con un hombre que dominaba mi cuerpo con la misma facilidad que gobernaba el
campo de fútbol.
146 Revisé mi teléfono. Ocho en punto. Al menos era sábado o tendría un infierno de
momento explicándole mi retraso a Jolene. No, lo siento, estaba consiguiendo ser locamente
follada por Jack Carson la noche pasada. ¡Nop, no nos cuidamos en absoluto! Tomé gran parte de
su semilla dentro de mí, todavía estoy chorreando esta mañana…
Le permití a mis dedos deslizarse sobre el fluido entre mis piernas… algo de ello
mío, la mayoría de Jack. Mi clítoris palpitó bajo mi toque, y cada pequeño toque casi
impulsó el aire de mis pulmones.
No tenía nada para ponerme, así que robé una de sus camisas, la primera cosa que
mis dedos encontraron en el cajón. Por supuesto que era un jersey. Llevarlo sólo
podría impulsas su ego, pero ¿después de anoche? Quizás merecería ese privilegio.
El jersey era lo suficientemente largo para cubrir mi trasero. Las rayas negras y
carmesí se veían mejor en él, pero al menos cubriría la mayor parte de mi desnudez de
aquel hombre.
Tiré del material, fingiendo desinterés con el nombre de su liga rival. —Estaba
buscando un jersey de Tim Morgan, pero deduje que el tuyo funcionaría.
Así pensaba.
¿Quizás?
¿Sobre qué olvidaba hablar? Estuvimos de acuerdo en hacer un bebé. Tuvimos
sexo. Ahora el tocino se estaba quemando.
Me escabullí de sus brazos para tomar su puesto delante de la estufa, mis pies
descalzos se enfriaron en el helado azulejo. Era la única parte fría de mí. En cualquier
otro lugar ardía como si me estrellara con la grasa.
Volteé los panqueques mientras las manos de Jack se entretejieron sobre mis
caderas. El calor se volvió como el de un infierno, y gemí cuando sus labios se rozaron
contra mi cuello. Había mordido allí anoche. Ahora su boca pasaba sobre los sensibles
y pequeños moretones y pellizcaba. Disculpándose. Recargándose. Seduciéndome,
todo a la vez.
No tenía idea qué decirle, o cómo siquiera comenzar cuando mis palabras se
disolvieron en un sensual ronroneo. Susurré su nombre. Su agarre se apretó en mí.
—¿Te arrepientes?
—Absolutamente no —dije.
—¿Te lastimé?
—¿Lastimarme?
—Te tomé con más fuerza de la que planeaba. —Él apagó la estufa y me levantó,
sentándome en el mostrador sólo para que pudiera acomodarse entre mis piernas de
nuevo. Sus ojos azules brillaron, traviesamente, la mirada de un pícaro buscando robar
lo que ya había tomado—. Me volviste un animal, Kiss. No podía contenerme.
—Sobreviví.
—Lo deseaba. No puedo dejar de pensar en ti. Si supieras cuan duro estaba…
Sabía muy bien cuan duro estaba. Lo sentí presionándose contra mí. Levanté una
ceja.
—Joder, sí, lo quiero. —Los dedos de Jack rozaron mi pierna desnuda, haciendo
cosquillas hasta el borde del jersey—. Dime que ese no fue el mejor sexo de tu vida.
Rodé mis ojos. —Buen Señor, Jack. Crees que todo el mundo gira alrededor de ti.
—Dime que me equivoco. Dime que tus rodillas no están débiles todavía y que no
estás húmeda como el infierno debido a mí.
Él sabía la respuesta a eso. Miré hacia abajo, pero mi mirada se calló sólo hasta la
149 definición de su ancho pecho desnudo. El hombre era puro musculo, absolutamente
duro como una roca en cada lugar en que su cuerpo se había inclinado sobre el mío.
—No te equivocas. —No estaba asustada de ser honesta con él—. Nunca había
tenido una noche como esa. Nunca hubo nada como eso antes.
Jack dio un paso atrás. —¿Sólo tuviste sexo con un hombre antes de mí?
—Sí.
—¿Por qué?
Yo no creía que él lo entendería. —Porque tenía un plan. Wyatt y yo salimos en la
universidad, e íbamos a casarnos. Planifiqué los niños, los trabajos y todo lo demás.
Esto iba a funcionar. Me preparé para una vida perfecta, todo lo que siempre quise.
Mi estómago dio un vuelco. Todavía no había superado ese dolor, incluso después
de un año. —Sí. Él… quería un poco de libertad. Ya no le gustaba el plan, y, en vez de
decirme, decidió dormir con mi mejor amiga. Ellos… se casaron después de que ella se
dio cuenta de que estaba embarazada.
—Está bien. Pensé que podría simplemente… forzarlo. Conseguiría lo que quería
de todos modos. En realidad no he confiado en nadie desde entonces.
Él asintió con la cabeza. —Hace que sea difícil casarse y tener todos esos niños,
¿no es así?
Me moví, mis dedos apretando el mostrador. —Tenía un plan para eso también.
150
—No me sorprende.
Jack miró por encima del jersey, a mis piernas suaves. Juro que vio directo a través
del material a mi piel desnuda debajo. —Me haré cargo de todo con este bebé, Kiss.
Alcancé una tira de tocino, mordisqueando la punta. Jack se quedó mirando mis
labios.
—Demonios sí. —Jack metió tres tiras de tocino en una tortilla de panqueque
doblada y sumergió el improvisado taco de desayuno en jarabe. Dio un gran mordisco
y pareció sorprendido cuando le di una sonrisa escéptica—. Por supuesto que me
gustan los niños. Son grandiosos. Les gusta la diversión. Ellos no tienen ninguna
expectativa o responsabilidades. Les gusta tener un buen momento. A mí también.
Jack tragó, su sonrisa se desvaneció. —Mi hijo va a tener toda la diversión que hay
en la vida. Toda ella. Los parques de atracciones, y juguetes, y las vacaciones y todo.
Ellos lo tendrán todo, porque no todos los niños tienen la oportunidad de hacer algo
151 tan simple como lanzar una pelota con su papá.
Él se alejó del mostrador. Mi cuerpo se heló sin él entre mis piernas. Sólo
parpadeó, pero ya extrañaba su sonrisa.
—No. Él era mejor que yo. Hacía cosas cuando era un niño que yo no podía
hacer. Si no se hubiera enfermado, podría haber hecho cualquier cosa. Fútbol
americano, fútbol soccer, béisbol. Los malditos Juegos Olímpicos.
—Sam.
Jack se paseaba por la cocina. Odiaba lo doloroso que fue para él, pero me lo
estaba diciendo de todos modos. Eso era un regalo, una revelación que dudé que él
confiara a muchos que conocía.
—Sam merecía una mejor vida que esa. Vi a este pequeño niño sólo...
consumirse…—Hizo una pausa, un largo momento mientras recordaba más de lo que
yo sentía correcto pedir escuchar—. Los médicos hicieron lo mejor que pudieron, sin
embargo. Lo intentaron todo, y él siempre estuvo cuidado. Así que, eh... —Él se
encogió de hombros—. Me imagino que puedo devolver algo al ala en su memoria.
—¿Por qué?
—Eso es diferente.
153 —¿Cómo?
—No puedes salir de fiesta por siempre, Jack. Tienes que madurar algún día.
Empujé su pecho, pero mi mano cosquilleó sobre los gruesos músculos de sus
pectorales. —Mejor que tomes esto en serio, Jack.
—Soy tan serio como puedo en este momento.—Su sonrisa me cautivó incluso
cuando pensé que podía resistirla más—. ¿Crees que es demasiado pronto para tomar
una prueba de embarazo? —Me reí.
Su pene estaba duro, caliente, y más que listo para intentarlo de nuevo. Jadeé
cuando la gruesa cabeza empujó dentro de mi núcleo, todavía hinchado y crudo de la
follada de la noche anterior. Su gruñido me advirtió antes de que él empujara hasta el
último centímetro dentro de mí. Gemí, agarrando sus hombros, sujetándome con
fuerza mientras él empezaba a moverse.
Envolví mis piernas por encima de su cintura y dirigí su beso. Jack no era un
hombre que me lo negaría. Me derretí contra sus labios y saboreé la sensación de su
cuerpo contra el mío.
Caliente.
Fuerte.
Cerca.
Cada movimiento exploraba mi cuerpo, y exigía mi placer, y robaba de mí las
últimas defensas que lancé por Jack. No podía ocultar nada de él, mientras su pene me
estiraba, me atormentaba y me encantaba. Nunca imaginé experimentar una intimidad
tan apasionada con él.
155
Capítulo 12
Traducido por Annette-Marie
El equipo animó mientras me hacía atrás, escapaba, y lanzaba una bomba que
golpeó a nuestro receptor en el medio campo para completar las sesenta yardas.
Mi año.
Mi campeonato.
Byron terminó de realizar sus estiramientos y se burló de mí—: Bebé, diste una
patada superior en la temporada baja.
—Soy el hijo de puta más peligroso en este campo. Será mejor que vayan
llamando a sus mamis este lunes. No habrá nadie arrullándote para dormir en la noche
del domingo después de que los haya jodido.
—Amigo, hay niños ahí. —Matt no era el palo en el lodo, era toda la suciedad en
la maldita pileta—. Mejor cuida tu lenguaje.
La voz del entrenador Thompson sonó tan estridente como un silbato. Silenció al
campo. —¡Carson!
Yo era más grande que la temporada pasada. Más fuerte. Adecuado. Conocía
mejor la ofensiva que el diseño de mi propia casa. Y tenía una razón para ganar, no
sólo porque era el mariscal de campo más increíblemente adecuado para entrar en la
liga dentro de veinte años.
Tenía un orgullo que recuperar. Un juego perdido que olvidar. Y ellos lo sabían.
Tomé otro trago y esperé que fuera el calor lo que me hizo estar jodidamente
irritable. Lancé la botella de agua a mis pies y me volví hacia mi equipo.
El entrenador Thompson resopló ante mí. —¿Tú piensas que eres especial, Jack?
Me gustaría meterle ese silbato hasta la garganta. Me enfrenté a él, los ojos
entrecerrados, cada músculo de mi cuerpo tenso y listo para demostrarle que yo era el
158 atleta en un millón que no toleraría su mierda mucho más tiempo.
Él hizo un gesto hacia los otros entrenadores, haciéndoles retroceder cuando sentí
mi temperamento ser provocado, inspeccionado, y a punto de estallar de rabia. Él
palmeó mi hombro, pero el hijo de puta no tenía derecho a sacarme de quicio sólo para
cagarme cuando el impulso se apoderó de él.
—Lo has estado haciendo bien éstas últimas semanas, Jack. Mantente fuera de los
problemas.
—No me sermonees.
Que se jodan. No les había dado ningún punto para tomárselo con Leah. Ya era
bastante malo que estuviera lidiando con el accidente automovilístico y el incidente
con la cámara. Esos escándalos complicaron mis noches con mi publicista, cuando
tuvo que reprenderme antes de tirarla en la cama y tratar de embarazarla.
Había sido un buen par de semanas de intentos, sin embargo. El coño de Leah era
un gran alivio para el estrés. Algo sobre tener a una chica como ella en problemas,
incluso si ella me dio permiso, era suficientemente caliente para tenerme duro cada
minuto de cada día.
—Escúchame, Jack. Tienes que mantener la cabeza baja. Estás haciendo un buen
trabajo. Estás a tiempo. Y no estabas con Byron cuando se metió en ese desastre de lío
159 con la puta del centro. Estás haciendo lo que se supone que debes hacer. ¿Me
entiendes?
Lo hacía, así que ¿por qué me estaba resistiendo? —Sí. Soy el nuevo perro faldero
de la liga. Me enseñaron a no ladrar en la casa, pero aún me quieren castrado.
—¿Lo estoy?
—Sí, lo estas. No entiendo por qué esto siempre se vuelve una lucha contigo. —
Señaló el campo, viendo a los hombres corriendo y haciendo jugadas sin mí—. Eres
uno de los atletas más dotados que he visto, pero te rehúsas a cooperar con cualquiera.
Eres agresivo. Haces rabietas. Insistes en usar tu polla para tomar las grandes
decisiones.
No podía discutir eso, pero ¿cuándo había tenido a mi pene cometiendo un error?
—Éste último mes, te has estado comportando, y sí, digo comportando porque eres
el único maldito adulto que tengo que tratar como a un adolescente. Tengo niños en
casa, Jack, no necesito otra tripulación de desagradecidas mierdas aquí, ¿lo entiendes?
—Me miró por encima, pero no trató de respetarme—. No has estado saliendo de
fiesta.
Sí, porque tenía mis bolas enterradas profundamente en Leah por la noche, dando
mi maldito mejor esfuerzo por hacerla llegar al orgasmo tan fuerte que podría
desmayarse en mi polla. Cada hombre tiene un sueño. Este era uno nuevo. No
involucraba un juego de campeonato, pero tomaba una gran cantidad de mis noches.
—Estás enfocado, Jack —dijo—. Estás concentrado. Estás en gran forma. No estás
escondiéndote en tus gafas de sol porque tienes una rabiosa resaca. Lo entiendes ahora,
¿no? Estás listo para liderar a este equipo en la forma que tiene que ser liderado, y te
estás convirtiendo en el hombre que se supone que tenías que haber sido hace tres años.
No sé qué cambió, pero algo dio la vuelta a ese botón en tu cabeza. Esto nos traerá la
victoria.
Nada, excepto fingir estar en una relación con una diosa de piel de cacao. Una
mujer con clase, gracia, y una absoluta sensualidad que no quería nada más que la
160 tomara una y otra vez hasta que la preñara con mi hijo.
Sí. —Supongo.
Era Leah.
El día de hoy, sabía a dónde mirar. Leah prometió pasarse durante el almuerzo.
Escaneé los rostros en la multitud hasta que la encontré. Ella tomó mi consejo y esperó
al lado del campo, más allá de las cuerdas acordonando fuera a los aficionados de los
que tenían autorización para estar cerca de los jugadores.
Y sonriendo.
Hacia atrás.
No la alcancé a tiempo.
Leah se desmayó antes de que lo lograra, pero se despertó tan pronto como su
trasero golpeó contra el suelo.
—¡Kiss! —La cogí del césped y la llevé hasta el banco más cercano. Señalé a un
entrenador—. ¡Tú! ¡Trae tu trasero aquí!
Leah me despidió con un gesto, frotándose la cabeza. Sudaba, pero consiguió una
débil sonrisa.
—Mírala, ella está bien. —Forcé una broma. No alivió la torsión en mi estómago.
—Es posible que quizás tenga algunos calambres, tal vez agotamiento. ¿Tiene
dolor de cabeza?
—¿Náusea?
Ella asintió. —Debemos llevarle adentro y enfriarle. ¿Se ha hecho daño cuando
cayó?
—No.
—Son sólo ¿las once? —Ella me señaló antes de hacer una broma acerca de que es
la hora feliz en alguna parte—. Y no dijiste nada.
Yo también.
Ambos contamos los días, aunque no tenía ni idea de dónde se suponía que debía
empezar a contar, ni por qué. Leah dijo que algunas noches eran mejores que otras
para nuestras posibilidades. Yo la follé indiscriminadamente para asegurarme de que
todo estaría bien.
Sí.
Lo estaba.
Tenía que estarlo.
Ella saltó a mis brazos con un chillido, enterrando su rostro en mi hombro cuando
la emoción se convirtió en lágrimas. La abracé, sonriendo como un idiota a la
entrenadora quien probablemente pensó que Leah era el peor paciente del mundo.
—Ahora mismo.
164 —Sí...
Embarazada.
Lo hicimos.
Santa mierda.
165
Capítulo 13
Traducido por Annette-Marie
Los entrenadores dijeron que esperara para salir, que bebiera un poco de
Gatorade, y dejara que una ambulancia me lleve al hospital. Me negué, esperando
hasta que el mareo se detuvo y así pudiera ir con mi médico sin el bombardeo de los
166 medios.
Esto, no era una historia que quisiera que se extendiera a menos que fuera
absolutamente cierto.
No le creí. Dejé su oficina y compré tres pruebas más antes de dirigirme a la casa
de Jack. Si no estaba deshidratada antes, ahora lo estaba.
Embarazada.
Santo. Infierno.
Siempre me pregunté cómo se sentiría cuando ocurriera. Una vez imaginé una
vida muy diferente. Esposo. Estabilidad. Una cena con velas y yo acariciando la mano
de Wyatt, susurrando mi excitación. Ese era el romance que planeé. Imaginé música
suave sonando mientras le revelaba cómo nuestras vidas iban a cambiar. Pensé que
bailaríamos a la luz de las velas y sólo disfrutaríamos el milagro.
Podría hacerle una cena a Jack. ¿Tal vez? Pero él ya lo sabía. No había mucho de
misterio ahora, y yo no sabía qué servir para esa bendita revelación. O qué música
reproducir. Qué teníamos que hacer después de confirmado el embarazo...
Y Cristo, no había comparación entre Jack y Wyatt, incluso si cada vez que
imaginaba el suave baile, me veía balanceándome en los brazos de Jack.
¿Se supone que la vida debía ser divertida? Tener un bebé era un hecho serio, que
altera la vida. Tenemos que planear cosas y organizar todo, y prepararse para una
multitud de cambios, eventos y…
Tomé un bolígrafo, papel y mi ordenador portátil. Podía hacer una lista de cosas
que eran necesarias inmediatamente. Médicos y más vitaminas, cambios en los
167 seguros. Una tarde, y ya trazo nuestra vida para el primer trimestre, por lo menos. Tal
vez esta noche podríamos abordar el segundo...
El auto de Jack rugió por el camino. No esperó a que las puertas del garaje se
abrieran. Jack salió tan pronto como se estacionó y corrió a la casa. La puerta principal
se cerró detrás de él, y él gritó mi nombre como si fuera la mañana de Navidad y yo el
regalo esperando por él bajo el árbol.
Su sonrisa sólo se desvaneció por una fracción de segundo. —Esto es muy grave.
Suelta esos antes de que me des un beso.
—¡Bésame, Kiss!
Dejé caer mi cuaderno, papel y pruebas, pero Jack se lanzó sobre mí antes de que
pudiera moverme. Sus brazos me capturaron. Aspiré una bocanada de aire para
revelárselo otra vez.
—Jack, estoy…
Él no me dejó terminar.
Me folló cada mañana. Cada noche. A veces a medio día. Mi vida se convirtió un
poco más en horas de impaciencia cuando no estaba en su cama.
Las manos de Jack estaban sobre mis curvas, tomándome como si no hubiera
sentido mi piel durante décadas, y no sólo horas. Follamos en la mañana. Apasionada,
rápida y demandantemente. Lo monté, disfrutando el placer que le daba. Una y otra
vez. Mi orgasmo fue frenético, y supe que algo había cambiado.
—¿Celebrar?
—¡Maldición, sí! Debemos ir a la ciudad. Salir a cenar. Joder, vamos a los dos.
Tienen la segunda entrega en el primer restaurante. ¿Qué piensas? ¿Italiano y sushi?
—Sólo queremos estar a salvo. —Mordí mi labio—. Así que no... Ya sabes, mala
suerte.
—¿Por qué?
—¿Por qué? —Se movió más cerca, moviendo el cabello de mi mejilla—. ¡Porque
estás llevando a mi bebé!
—Jack... —Mi cuerpo se rindió de forma natural mientras descansaba sobre mí.
Aferré mis dedos a su camisa, sintiendo sus músculos duros. ¿Cuántas veces me había
aferrado a él con fuerza mientras me follaba por la noche?—. Realmente... tenemos
que hablar...
—¿Por qué?
Eso me asustó.
—¿Crees que necesito una razón para follarte? —Jack se lanzó hacia mi garganta,
pellizcando donde había aprendido que amaba ser mordida—. ¿Qué razón quieres,
Kiss? ¿Que eres la mujer más hermosa que he visto? ¿Que cuando te acercas mi pene se
endurece, y amo tomar las oportunidades?
—Entonces, ¿qué razón es la que quieres? —Jack rasgó mis bragas, mirando a mis
suaves pétalos—. ¿Qué hay acerca de que estás llevando a mi bebé? Que te tomé, te
preñé, y ahora estás haciendo la más malditamente asombrosa cosa que se me ocurre
por mí. Te follé. Puse un bebé dentro de ti. Y si no te tengo otra vez, me voy a volver
jodidamente loco porque esa es la cosa más caliente que he escuchado en toda mi vida.
Jack se acomodó entre mis piernas, indicando bien sus demandas mientras su
lengua se dirigía contra mi coño tembloroso y golpeaba duro, rápido, envolviéndome
completamente en su boca.
¿Por qué estaba todavía hablando? Su lengua se ajustó dentro de mí, lamiendo,
saboreando, y dibujando cada pequeño pliegue con toda la intención de prepararme
para follarme.
Su montaje.
Excepto que no teníamos una verdadera razón para hacer esto ahora. No podía
justificar follármelo, no cuando tenemos al bebé y ya convencimos a la prensa de que
somos pareja.
Y Dios, yo quería eso también, sólo que no tenía idea de a dónde nos conduciría
eventualmente.
Él tenía razón. Era tiempo de celebrar. Abrí mis piernas y di la bienvenida a otra
vuelta de su lengua contra mi furiosamente caliente centro.
Él sabía exactamente cómo probarme, cómo hacerme gritar su nombre mientras
sus dientes pellizcaban mi clítoris. Nunca fue rudo, pero Jack era demasiado grande,
demasiado fuerte, y demasiado insistente con su propio deseo de ser verdaderamente
pasivo. Sus besos estaban destinados a bajar mis defensas. Sus lametones contra mi
área más sensible eran un intento deliberado de debilitarme ante sus órdenes.
¿Y cuándo me follaba?
Podía aferrarme a la cama o a él, pero no había forma de escapar de esa masculina
guerra animal entre su humanidad y la necesidad primitiva de saciarse a sí mismo
dentro de mí.
Observé cómo su mano rozó desde mi cadera y por sobre mi coño sensible. Me
hizo cosquillas con los dedos sobre el estómago, pero tocó demasiado arriba de donde
el bebé estaba creciendo dentro de mí.
172 Tomé su mano. Me miró, y quedé sin aliento. Sus ojos ardían a través de mí. Me
sentía despojada. No sólo desnuda, pero completamente expuesta y vulnerable, como si
no pudiera escabullirme y revelar las palabras ocultas dentro de mi corazón.
Guíe su mano más abajo, por debajo de mi ombligo, y presioné sus dedos donde
eventualmente iría creciendo. Su cuerpo se estremeció con el mío, y yo sabía lo que
estaba imaginando.
—Me tienes.
—¿Puedo?
¿Podía?
Su pene me llenó por completo, como nada lo había hecho o haría alguna vez.
Agarré sus brazos y me arqueé. Él se hundió más profundo, y me estiré para acomodar
el lento empuje que reveló demasiado.
Explotó también, el calor de su orgasmo tan familiar, tan deliberado, y tan... tan...
Correcto.
Simplemente perfecto.
Él cayó sobre mí, empujando sus caderas para llenar el resto de mí con cualquier
174 otra cosa que pudiera ofrecer. Descansó en sus brazos, impidiendo que todo su peso
cayera sobre mi cuerpo. Amé que me cubriera con su fuerza, tamaño e intención.
Demasiado amoroso.
Si yo era de él, entonces él era mío. Y ninguno de los dos sabía qué hacer con ese
regalo.
Capítulo 14
Traducido por Vivi y Anna
Nada más genial que una mujer esperándote fuera del vestuario.
Hubiese sido mejor si Leah se uniera a mí en las duchas, pero eso habría
significado que mis compañeros de equipo consiguieran una mirada a la chica más
sexy del mundo. Y entonces me habrían visto jodiendo como el demonio amándola a
ella.
175 Tenía más sentido llevarla a casa, en la intimidad de mi dormitorio, donde sus
gritos sean para mí y hagan eco sólo en mis oídos.
Leah forcejea con su blusa. Sólo un mes de embarazo y sus tetas ya se hincharon
parecía ridículo y a la vez atractivo en ella. Por supuesto, la avergonzaba. Me excitaba.
Esta mujer era hermosa, sobre todo sabiendo que era mi culpa que su cuerpo cambió,
se suavizó, y, en algunos lugares, deliciosamente regordeta.
Le dije que no podía esperar para ver en su barriga un golpe del niño. Leah no
estaba tan encantada. Me hizo jurar mantener el embarazo en secreto hasta que
estuviéramos listos para anunciarlo formalmente.
Ella agitó el brazo cerca de mí con un dedo para que pudiera hacer de nuevo el
nudo de mi corbata, me gane algunas sonrisas de mis compañeros de equipo saliendo
por la noche. —Pronto. Tengo que irme ahora.
Hice una mueca. El lazo me ahogaba. Ella terminó, pero aflojó inmediatamente.
—Vamos, Kiss. No me gusta esta cosa. ¿Por qué no puedo simplemente usar ropa
normal?
—A menos que estés en un jersey, quiero que parezca que estás listo para dar un
discurso presidencial.
Ella sonrió. —Bueno. Voy a salir de la ciudad. Esos pantalones deben permanecer
allí, señor Carson.
—Se trata de una recaudación de fondos en Los Ángeles para algunos candidatos
políticos muy importantes. Quieren asegurar tratos de películas para la ciudad. —No
pudo ocultar su emoción. Durante las últimas semanas, decidí que no quería que me
ocultara nada. Nunca—. Creo que esto podría ser el segundo cliente que mantengo.
Jolene confía en mí para atraer a estas personas.
Le gustó eso. —La única cosa que tenemos que temer es que vomite en sus
zapatos. Créeme, entre las náuseas matutinas y el vuelo, voy a ser un desastre.
—Lo sé.
—¿Para qué? —Me crucé de brazos—. ¿Así puedes ir a buscar un cliente que
ocupe más de tu tiempo que yo? No, señora. Soy tu problemático número uno.
—Habla por ti. —Le guiñó un ojo—. Tal vez me gusta mantenerte en tus pies.
—Jack.
—En tu espalda…
Ella sonrió a pesar de su buen juicio, estoy bastante seguro de que era la
destrucción de todo su juicio.
177 —Suficiente.
—Ven aquí, mujer. —La tiré hacia mí—. Quiero un beso de despedida.
—Vas a estar fuera todo el fin de semana. Déjame algo para no echarte de menos.
Me mantenía entretenido.
Me tenía enderezado sólo porque era un esclavo de la hendidura entre sus piernas.
No tenía mala conversación en la cena tampoco. Y tenía un gusto decente en películas
y música. También le gustaba sentarse en la piscina mientras yo hacía mis vueltas. Y
era suave como la mierda para sostener, tener en mi cama, y despertar a la mañana.
Era la única mujer con la que había despertado alguna vez.
Leah era territorio peligroso para mí, pero no estaba listo para retirarme todavía.
Puse mis dedos en los de ella y la acerque. Me premio con una sonrisa tímida
mientras la besé, largo y profundo, aunque algunos de mis compañeros de equipo
pasearon fuera del vestuario y gritaron. Se movió lejos con una vergüenza adorable,
ocultando los ojos de los demás jugadores.
—Te veré la mañana del lunes. —Me señaló—. Mantente alejado de problemas.
—Tal vez.
Me dejó con una señal tímida. —Eso es lo que me he estado preguntando toda la
178 mañana.
Se paseó por la puerta, moviendo ese hermoso culo. Esperaba la mano de una
palmada en el hombro. Al menos Bryon sabía esperar hasta Leah no estaba a mi
alrededor.
—No le gusto a esa perra —resopló Bryon—. ¿Qué has hecho con ella?
—No la llames perra. —Quité su mano y abotoné mi traje—. Tal vez ser arrestado
por asalto sexual le dio una idea equivocada.
—Me soltaron.
No estaba acostumbrado a pensar que la mujer era algo que no sea desechable. Y
no estaba seguro de qué diablos sentía cuando la miraba, la vi, la sentí. La vi
jodidamente dormir por la mañana.
179 El sexo era irreal. Más que una celebración, mejor que la primera vez que me
sumergí en ella y descargué chorro tras chorro de mi semilla. Me conocía, y anticipaba
lo que me gustaba y lo que necesito. Nunca he tenido una mujer que en realidad le
importe lo suficiente como para aprender.
Cristo, lo sentía al verla partir del fin de semana. Odiaba estar solo. Odiaba estar
sin ella. —Amigo, es viernes, tenemos que salir —dijo Bryon—, salir de ese maldito
juego y patearlo todo.
No podía ignorar su única petición. Sabía lo que estaba haciendo. Leah era la
única razón porque la liga no me había suspendido por romper la cámara del
periodista ese primer día que salimos. Le pagué diez mil dólares por mantenerse lo más
lejos posible de mí, y era lo suficientemente bueno.
—¿Vas a dejar que esa mujer te azote? —Bryon me dio un codazo—. No estás
saliendo con ella. No me llenes con esa mierda, yo estaba contigo esa noche en que
casi anotaste con tres pequeñas putas. ¿Me estás diciendo que estabas en una relación
cuando las pusiste en tu regazo?
—Es complicado.
—O estas conectando exclusivamente con ella, o estas follando alrededor de la
cuidad. —Se encogió de hombros—. Y sabes lo que deberías estar haciendo.
Tal vez una vez lo hice. Ahora no estaba seguro. Me gustaba lo que tenía con
Leah, tan difícil y extraño como lo era. Y, Dios, me encantaba la apariencia de esa
mujer sabiendo completamente bien que llevaba en su estómago.
Bryon golpeó una mano contra la pared. —Maldita sea, tonto. Eres más
inteligente que eso. Envuelve ese maldito pincho para… jodidamente pinchar. —
Exhaló—. ¿Ya le ofreciste dinero para un aborto?
—¿Un bebé?
—Sí.
—Sí.
—Está bien, está bien. —Bryon me señaló—. Sólo vamos a sacar a nuestro
Creador de Jugadas por la cuidad. Pasar el rato. Empaquen, nos vamos. —Bajó su
voz—. ¿Tu chica no va a cortar tus pelotas ahora que tiene un hijo tuyo?
No debería haberlo seguido, pero habría sido un largo fin de semana, no estaba
deseando ir hacia una casa vacía. Siempre odié la quietud, y pateaba mi culo en la
práctica. Si incluso miraba la piscina podría probablemente ahogarme.
181
Extrañaba salir también. Leah era divertida, ¿pero la música y las luces, la
multitud de gente pidiendo mi atención? No podía resistirlo. ¿Qué daño haría? No era
como si fuera a conectar con alguien. Demonios, dejé de cazar coños porque no quería
a nadie más. No había acabado con la exploración de todo lo que Leah tenía para
ofrecer.
¿Y ya que su cuerpo estaría cambiando durante la mayor parte del año? Tendría
un montón por explorar. Planeaba tener ocho meses más de diversión con mi mamacita.
Así que una noche afuera no era malo. Una bebida, algo de música, unas cuantas
risas. Era sólo una forma de desahogarse.
Estuve de acuerdo.
Conduje hasta nuestro bar de elección, pero no logré entrar junto a los chicos. Mi
teléfono sonó en su lugar.
Cristo, ¿qué más tenía que hacer para probar que el equipo estaba comprometido?
Después la usó como escudo para cubrirse mientras las manos de Bryon subían sus
pantalones cortos.
Golpeé su cabeza y le dije que eligiera alguna de las chicas sentadas en el bar. Ellas
habían esperado por su llegada. Bryon las tenía en marcación rápida para folladas, y
esperaba por Dios que él no les hubiera pagado para mostrarlo.
—¿Quién?
—Kiss.
—¿Tu chica? —Bryon río—. Amigo, ella te tiene tan amarrado que no puedes
siquiera ver bien. Es la razón que no puedas conseguir respeto. Eres Jack ―Hijo de
Puta‖ Carson. Tú no te disculpas por llevar a tres zorras a casa. No te vistes con
remilgados trajes de mierda y pretendes que eres algún imitador de la clase alta. Tienes
que ser tú mismo para conseguir algo de respeto. Si ellos saben que pueden hacer que te
arrastres… —Bryon me ordenó otra cerveza para remplazar la que estaba empapando
mi camisa—. Joder amigo, podrías muy bien castrarte a ti mismo.
Pero no es como si jugar con las reglas del juego me haya llevado a ninguna parte.
Estaba entrando en el último año de mi contrato para un equipo que esperaba que los
llevara más allá de un campeonato y en una dinastía. Pero los bastardos ni siquiera me
ofrecieron un plazo de extensión. Si era despedido, me rompía un brazo o era sacado
de la temporada, joder. Eso era todo. Nadie tenía una razón para firmarme el siguiente
año si pensaban que sería un dañado.
—Hola, nena. El juego está roto. ¿Qué tal si giro tus botones esta noche?
Lancé mi peso hacia ambos hombres de trescientas libras, pero no era a mis
compañeros los que debería haber evitado. Me tiré hacia la derecha tratando de evitar
que le dieran una paliza al imbécil.
Falló.
Esperaba que Leah tuviera un largo vuelo. Esta mierda no iba a verse bien para
mí.
185 Casi la única cosa que no me hizo enfermar fueron las tres mil millas de distancia
de vuelta a casa. Por alguna razón, la enfermedad de la mañana se desvaneció cuando
me metí en los brazos de Jack.
Aun así, Jack no fue tan agradable como un ginger ale y algunas galletas saladas.
Nuestro vuelo era directo, pero duró por siempre. Sirvieron una cena que no estaba de
acuerdo conmigo o el bebé. Los babosos espaguetis de Jolene eran bastante malos,
pero el filete que trataron de darme casi terminó en su regazo mientras me lanzaba al
cuarto de baño de nuevo.
No tenía idea de cuánto tiempo ella creerá que era gripe, pero esperaba poder
cubrirlo por un tiempo más. El bebé era emocionante, absolutamente el secreto más
grande que jamás había mantenido, pero maldición… era difícil de manejar al pequeño
bebé, al increíble padre, y este nuevo acuerdo potencial. Todo estaba en juego en este
encuentro, y las náuseas matutinas de una madre no casada no firmarían contratos si
se enteraban.
Afortunadamente, teníamos nuestras propias habitaciones de hotel. Jolene se
registró en la de ella mientras yo acampaba en el baño. Me apoyé en la bañera y
considere entre una ducha fría o una copa de helado. Sólo deseaba poder acurrucarme
bajo las mantas, donde las náuseas y el cambio de horario no podrían alcanzarme.
Pero Jolene me ordenó repasar los detalles una vez más antes de conocer a nuestros
clientes potenciales para el desayuno.
No era un trabajo glamoroso, todavía. Pero tal vez una vez que contribuyéramos a
presentar un acuerdo que le daría a los estudios reducciones de impuestos por el rodaje
en Ironwood, yo podría conseguir una parte como extra en una divertida película de
acción.
—Hijo de…
Me lavé la cara y traté de ocultar el rubor de las náuseas matutinas mientras ella
golpeaba mi puerta. La dejé entrar. Agarró el control remoto sin una palabra y cambió
a los canales de deportes.
Estaba parado frente a una estación de policía, rodeado por sus idiotas compañeros
de equipo y los medios de comunicación. Jack no tenía a su agente, a su abogado, o a
mí allí para responder a sus preguntas.
—¿Qué demonios está haciendo? —Me hundí en la cama—. ¡Le dije que se
quedara en casa!
Sólo habían pasado un par de horas. ¿Cómo consiguió ser arrestado en unas pocas
horas?
—Mire, todo el mundo —dijo, y la multitud se calló. Jolene subió el volumen—. Fue
un malentendido.
Jolene se me quedó mirando, con los brazos cruzados. —¿Tienes alguna idea de lo
que ha hecho? La liga va a expulsarlo a ciencia cierta. ¡Se suponía que estarías
vigilándolo!
El teléfono de Jolene vibró, pitó y sonó. Esto puso mis nervios de punta. Quién
sabía qué tipo de información estaba recibiendo, pero yo tenía que defenderlo.
—Sí confío en él —le dije—, simplemente no confío que pueda mantener la boca
cerrada cuando debería ser la que hable por él.
La estación no lo tapó a tiempo. Gruñí. Ahí iba otra disculpa que él odiaría hacer.
Los reporteros cerraron la brecha por la que él trató de colarse. —¿Qué estabas
celebrando, Jack?
—Estaba fuera celebrando porque voy a ser padre. Todos ustedes arruinaron la noche.
Gracias.
Oh.
Dios.
No.
189
El mando a distancia se deslizó de la mano de Jolene. Se dio la vuelta para
mirarme, agarrando la botella de alcohol de la cama. Bebió mucho.
No estaba para explicar cómo o por qué. No podía, sobre todo ahora que nuestro
pequeño secreto nos había dado algo mejor que cualquier relación que habíamos
construido para su reputación.
—Está bien.
—Esto se debe a que todavía te ves como una ramita. Por el amor de Cristo, Jack
Carson es conocido por las fiestas salvajes con varias mujeres, por no mencionar el
alcohol y las peleas. No es un hombre que se establece. Tú lo sabes. Es un mujeriego.
190 —Jolene…
—Infiernos, ¡tal vez pensarán que es una ventaja! ¿Con quién mástú estás
dispuesta a dormir con uno para obtener negocios?
—¡Jolene!
—Debido a que estás teniendo su hijo. Eres el equipaje de una figura pública.
Eres... —Dudó—. Eras el futuro de esta empresa. Confié en que eras racional y
responsable; alguien para asociarse conmigo una vez que aprendiera su camino. No
puedo tener a mi asistente durmiendo con los clientes y quedando embarazada.
—Ya lo es. Había esperado que pudiéramos contener a Jack mientras esta
aventura pasara, pero no podemos. Leah, necesito que, ya sea te cases con este hombre
y hagas lo correcto o terminas con él para dejar pasar la impropiedad.
—…¿Qué?
—Lo siento.
¿Dejarme ir?
No podía responder. Corrí al baño y vomité. Jolene me habló desde la puerta, pero
no oí mucho. Se ofreció a pagar mi vuelo de regreso a Ironfield y dijo que enviaría mis
cosas de la oficina.
La puerta se cerró.
Mi estómago se revolvió hasta que ya no tenía nada dentro de mí, sino al bebé.
Nada.
Arruinada.
La cama de Jack.
Al igual que una disculpa. Una promesa de que podía confiar en él. Alguna razón
de que debería dejar al bebé cerca del demonio una vez que él o ella naciera.
Todo.
Jack abrió la puerta antes de que yo llamara. No había dormido, y parecía tan
enfermo como yo.
193 Captó la indirecta, pero agarró mi equipaje y lo arrojó dentro. Entonces casi me
llevó al sofá. Las lágrimas picaban mis ojos cuando se arrodilló a mis pies.
No podía tirar mis manos lejos. Besó mis dedos y se atrevió a pedir disculpas.
—La pelea no fue mi culpa. Sólo fui durante una hora. No fue... —Su voz se
desvaneció mientras me limpiaba una lágrima de mi mejilla que no tenía intención de
arrojar—. Yo no estaba reuniéndome con mujeres. No fue una fiesta.
Asintió. —No estaba pensando. Pero está bien. Funcionó. Ya he hablado con el
entrenador Thompson. Él...
¿Lo cortó? ¿Le impuso una multa? ¿Lo puso en la banca?
—Me felicitó.
Esas no eran felices noticias. Odiaba el hecho de que todo fuera una estrategia de
relaciones públicas.
194 —No se ve bien para la futura socia de su agencia esté embarazada por su
principal cliente.
—¿Qué?
—No es justo.
—No. —Mi voz se endureció—. No es justo. Esto es tú culpa, Jack. Tenía un plan
para anunciar el embarazo. Un plan que arruinaste. Se lo gritaste a cualquiera que
quisiera escuchar para lograr salir de la cárcel.
—No es verdad.
—Estás fuera de control, Jack. —Me empujé lejos de él—. Usaste al bebé para
salirte de tus problemas.
Oh. Dios.
No creí que nada podría ser más doloroso y perjudicial que la humillación de ser
despedida.
—Esa fue una pésima razón para tener un bebé. —No podía gritar, no podía
chillar. Sólo me sentí entumecida, agotada y en un estado de pura incredulidad—.
Amo a este bebé, Jack. ¡Lo quiero! Quiero criar a un niño, ser madre y experimentar esa
alegría.
Negué. —Tú quieres cualquier cosa que te beneficie a ti. Así puedes hacer lo que
quieras sin ninguna consecuencia. No puedo salvarte, Jack. Nada de lo que hacemos,
ni las historias que filtramos, nada nunca va a ayudarte a perder esta imagen egoísta.
No son las relaciones públicas lo que te lastima. Eres tú mismo.
—Kiss.
195
—Necesitas decidir si puedes ser un verdadero hombre, o si prefieres correr
alrededor como un niño, haciendo un berrinche cuando no consigues las cosas a tu
manera.
—Kiss...
Mi corazón se rompía con cada segundo que pasaba, y no tenía idea de cuánto
tiempo más podría soportar la mirada de un hombre que me lastimaba tanto.
—¡Te defendí! —dije—. Le dije a Jolene que eras un buen hombre, dulce y
cariñoso. ¿Y ahora esto? —Mi voz se redujo—. A ti ni siquiera te importa el bebé.
Jack se enfadó
Realmente enfadado.
Su expresión se endureció, y juro que cambió, hirviendo con fuerza y pulsando
con rabia. Me agarró la mano, ignorándome mientras me resistía a él tirando de mí
hacia las escaleras.
Jack me envolvió con sus brazos cuando me atreví a luchar. La profanidad no hizo
nada. Golpeé en su hombro, pero era demasiado fuerte para prestar atención a lo que
hice. Esperaba que me dejara en la habitación con la orden de empacar mis cosas.
—He estado trabajando en esto en las noches que no estabas quedándote aquí. No
está terminado todavía.
Calcomanías de los Rivets decoraban las paredes, y Jack revolvió un cajón que
estaba lleno de productos relacionados. Sacó uno, mostrándome el pequeño conjunto
de ropa hecho por encargo para el bebé con el logo de los Rivets y su número en la
espalda.
—He estado comprando cosas todo el mes. Probablemente más de las que un bebé
necesita. —Abrió el armario atascado lleno de juguetes, pañales y más ropa para bebé.
Tantas cosas hacían parecer como si hubiera vaciado una tienda entera. —Quería
sorprenderte. Quería...
—¿Quieres saberlo?
Él negó. —No. Es emocionante descubrirlo cuando nacen. Pensé que sonaba
divertido. Por lo tanto, en caso de que fueras por ello, escogí algo neutral para la
habitación.
Las lágrimas ardieron en mis ojos nuevamente. El alivio que me inundó abriendo
paso a través de mí fue suficiente para casi derribarme. No sabía qué decir. Acaricié la
cuna, imaginando a un pequeño bebé durmiendo en ella mientras nosotros lo
observábamos.
—Múdate conmigo.
—No hemos hablado de dónde se estaría quedando...el bebé. —Agitó una mano—
. Tengo un montón de espacio. Podemos mantener al pequeño chico aquí. Juntos.
—¿Juntos?
—No, no lo eres.
—¿Te quedarás?
—Jack, no lo sé. Podría llegar a... ¿y si nosotros...
Jack me sostuvo cerca, susurrándome mientras besaba mi cuello, rozando con sus
dedos mis brazos, y situó su enorme mano sobre mi barriga. Su palma cubrió lo que
sería todo mi vientre, pero su toque fue tan suave, tan cálido, tan perfecto.
—Lo siento, Kiss —dijo—. Pero ahora el secreto ha salido. Podemos celebrar y
decirle a la gente, y...
—¿Y?
Cubrí su mano, disfrutando de la presión sobre esa parte no tan secreta de mí.
—¿Sí?
—¿O si no?
—Me gustaría pensar que también tuve algo que ver con ello.
—Sí. —La mirada de Jack ardió debilitándome—. Tú reclinada hacia atrás fue
muy bonito.
—Entra al auto.
—Oh, Jack Carson... —se burló de mí, su voz entrecortada y aguda—. Debo tener a tu
bebé. Por favor. ¡Móntame ahora!
Fingí ignorarlo mientras bajaba pisando fuerte por las escaleras. —Por favor
compórtate mejor que esto esta noche. Estaremos sentados con periodistas y gente muy
importante.
—Excelente. Puedo contarles la historia sobre cómo me rogaste que tirara de tus
piernas por encima de tu cabeza mientras te follaba.
—No te atrevas.
—Y cómo te corriste como una pequeña puta mientras yo te llenaba con mi bebé.
Jack saltó hacia adelante increíblemente rápido, chocando en los últimos escalones
para deslizarse debajo de mí mientras caía. Me atrapó en sus brazos, haciéndome girar,
y dejándome sobre el suelo. Agarré sus brazos. Su mano frotó mi vientre.
201 Intenté provocarlo con una sonrisa y traté de reír. —Mi héroe.
Qué pensar.
Mi labio tembló, y las malditas hormonas me abrumaron. Ésta vez, las lágrimas
no fueron resultado de Jack haciendo un emparedado con la última porción de
mantequilla de maní.
Estas se sintieron genuinas. Reales. Tan honestas como cuando lloré en sus brazos
en el cuarto del bebé y estuve de acuerdo en mudarme a su casa.
Pero no podía confiar en las lágrimas. O en lo que significaban. O en lo mucho
que me gustaba cuando él las secaba con su pulgar. Me aparté de sus brazos antes de
que decidiera acurrucarme en su pecho para siempre.
—¿Estás bien? —Su mano rozó mi mejilla. Tan suave. Dios mío, este hombre—.
No tenemos que ir.
—No podemos esperar por ese encabezado: Jack Carson se Pierde la Recaudación de
Fondos Cuando Ex Publicista Embarazada Cae por las Escaleras.
—Novia.
202 Yo era su novia de mentira. Nosotros sólo estábamos durmiendo juntos. Teniendo
un hijo.
Todas las cosas perfectamente normales que dos adultos pudieran hacer
platónicamente.
¿Cómo demonios podía vivir la gente así, yendo día a día sin ningún plan real?
Jack vivía para la temporada que empezaría en cinco semanas, y yo tenía seis meses
para prepararme para un cambio que alteraría mi vida monumentalmente. Extrañaba
mis listas. Mi trabajo. La certeza de ocho-a-cinco.
Los camareros sirvieron vino blanco. Jack me pidió un ginger ale y galletas antes
de que pudiera siquiera preguntar.
Eran las pequeñas cosas que hacía las que me torcían al máximo.
—¿Lo estoy?
—Debe ser que siento como que hemos estado juntos desde siempre, entonces.
Él lo estaba estropeando. Al menos lo sabía. Sus dedos rozaron los míos por
debajo de la mesa. Una disculpa.
Ainsley inclinó la cabeza, una mirada no tan sutil a mi panza. Mi corazón latía un
poco más rápido. Buscó como si esperara encontrarme acomodando una almohada
debajo de mi vestido.
Jack sonrió. Al menos eso no tomó ningún esfuerzo. —Gracias. Estamos muy
contentos.
—Cuando la llamé, ella dijo que no tenía idea de que ibas a ser padre.
—Por una respuesta reactiva —dijo Ainsley—, estaba tan confundida como yo por
todo el asunto, pero ella expresó emoción por su nieto.
Oh, no. Me mordí el labio. Jack se quedó tranquilo. Eso me asustó más que si se
lanzara por encima de la mesa.
Lo pellizqué debajo de la mesa mientras los otros cinco periodistas silenciaron sus
conversaciones. Ellos dirigieron su atención hacia nosotros, escuchando la historia que
Jack estaba acostumbrado a darles con su rabia habitual.
—Era extraño que tu propia madre no supiera nada de tu amiga. —dijo Ainsley—.
O que tú estás esperando.
—He estado ocupado —habló Jack a través de los dientes apretados—. Había
mucho pasando.
¿Qué demonios estaba haciendo él? Asentí. Sacó un bloc de notas. —Leah
Williams… ¿es correcto?
—Sí.
Él se volvió hacia Jack. —Y, para que yo pueda escribir esto bien, ¿cuál es su
segundo nombre?
Tomé aliento. Ainsley me hizo callar antes de que yo contestara. Señaló a Jack. —
Por favor.
Jack apretó la mandíbula. —Ella no tiene.
Ainsley revisó sus notas. —Es Ruth, en realidad. Según mis fuentes.
206 —Teniendo un hijo ilegítimo y bi-racial es más que problemas, ¿no te parece?
Demonios no.
Hablé sin pensar, deseando no haber agudizado mi voz hasta un punto filoso. —El
bebé es amado, señor. Independientemente de sus circunstancias.
—Y usted sabría sobre esos problemas, Ainsley. Usted ha hecho la mayoría de los
informes de los negocios fuera del campo de juego de Jack.
Piso fuerte sobre el pie de Jack antes de que maldiga al reportero. —Esta
temporada debe ser la mejor. Los entrenadores dicen que su rendimiento en el campo
de entrenamiento es excepcional. Ellos tienen grandes esperanzas para él.
Ainsley resopló. —Haría mejor en jugar bien. Los rumores están circulando, sin
extensión de contrato este año. Esto podría ser tu última temporada con los Rivets,
Jack.
—¡Queremos dar las gracias a nuestro mayor donante individual, el señor Jack
Carson! —La voz del locutor era demasiado alegre para la tormenta sobre nuestra
mesa—. Su generosa contribución nos ayuda en esta lucha contra esta terrible
enfermedad. Es nuestra esperanza que, un día, ningún niño perderá su vida por la
leucemia.
—Te voy a decir esto una vez, y es tu única advertencia. ¿Si te atrapo llamando a
mi madre otra vez… si te atreves a molestar a Leah… si eres lo suficientemente
estúpido como para insultar a mi bebé de nuevo? Tú transmitirás en vivo desde la sala
de hospital con tu mandíbula cerrada y atada con alambre. Y puedes citarme. —Jack
tomó mi mano—. Vámonos, Kiss.
Toda la gente en la recaudación de fondos observó a Jack abrir de golpe las puertas
del comedor para nosotros. No se detuvo en el pasillo para enfriarse tampoco. Jack me
208 llevó hasta el valet del estacionamiento.
—¿Qué?
—Él te insultó. Y… —Sus ojos crepitaron azules con una furia feroz—. La forma
en que habló de mi bebé…
—Tú no puedes enojarte —dije—, no hagas nada sin pensarlo bien, Jack. Ainsley
Ruport es un poderoso periodista. Él conoce bastante gente dentro y fuera de la liga
para hacer esto más difícil. Ya duda de nuestra historia. Dale una oportunidad, y nos
va a investigar. Averiguará que esto era una mentira.
—No puedes mentir sobre un bebé. ¡Sobre mi bebé! —Golpeó el temperamento de
Jack, y yo utilicé todo mi peso para empujarlo en sus brazos así él no podría irrumpir
dentro y desgarrarle la cabeza a Ainsley—. Él va a usar a mi hijo en mi contra.
—Lo sé. Pero no puedes poner en peligro tu reputación sólo por antagonizar a
Ainsley. —Rocé mi mano sobre mi vientre, esperando que este pequeño no supiera
que estábamos molestos—. Tenemos que pensar en tu futuro ahora.
El valet llegó con el coche. Jack me ayudó a entrar en el asiento del pasajero pero
la puerta se cerró con un portazo en el instante en que estaba sentada dentro. Casi la
209 rompió. Traté de calmarlo, pero Jack estaba más allá de lo razonable. El Porsche salió
disparado del estacionamiento, y él sacó su enojo en la carretera.
—¿Por qué?
—Por qué estoy viviendo contigo, pero no estamos casados. No estoy trabajando.
Y por todo lo que ellos saben, yo fui despedida por haber estado jodiendo contigo. Se
ve mal.
Miré fijamente el camino y esperé que el coche llegara a la casa antes de que la
conversación se volviera real.
Jack se encogió de hombros. —¿Si eso los calla? ¿Sí los detiene de llamarle a mi
hijo ilegítimo?
210 La mandíbula de Jack se tensó. —Eso hace que suene que el bebé no es deseado.
Maldita sea. Recuerdo trabajar duro para hacer ese bebé.
No era un alarde, pero reviví los recuerdos. Lo que me calmó sólo lo frustró a él
más.
—Todo lo que tenemos que hacer es ser cuidadosos —le digo—. Nada necesita
cambiar.
—Bien.
Mordí mi labio. Mi estómago trastabillo. ¿Estaba satisfecho con las cosas como
estaban? ¿No sé estaba preguntando sobre el futuro? ¿Qué quería decir que estábamos
durmiendo juntos todavía? ¿Qué sucederá cuando el bebé llegué?
Tomo un brinco. —Supongo que debemos hablar sobre ello tarde o temprano.
—¿Hablar sobre qué?
Exhalo una respiración temblorosa. Odiaba estar sin un plan, sin siquiera una pista
de como acercarme a un hombre para el cual es más fácil casarse que enfrentar a un
reportero. Jack no tenía las mismas metas que yo, él difícilmente parecía compartir
cualquier responsabilidad que yo quería en la vida.
211 Su voz se puso más áspera. —Te dije. No estarás sola. Estaré ahí para mi hijo.
—¿Qué?
—No puedes ser visto con otra mujer. No puedes salir de fiesta. No puedes meterte
en problemas, especialmente si Ainsley está mirando. Tenemos que vernos como…
como una pareja real.
No sabía.
¿Siquiera él sabía?
Miré a otro lado, mordisqueando mi uña. Jack negó con su cabeza antes de que yo
pudiera hablar. Él salió de la autopista, dirigiéndose a la casa.
Su casa.
¿Nuestra casa?
—Jack.
—No puedo convencerte a ti que soy algo más que jodido. Eres peor que Ainsley,
¿sabes eso? Me tienes todo resuelto, como si sea otro punto en tu lista para ser
palomeado una vez que cometa mi error final.
—Eres más que un punto que marcar.
—Eso no es…
—Coordinado.
Deseé poder haber dicho algo, cualquier cosa, pero no tenía una respuesta.
—Te voy a decir que, Kiss. —Jack no dejó que su revelación robara su
confianza—. Voy a probarme. No a ellos, pero si a ti y al bebé. Entonces tal vez un día
puedas ver al hombre que realmente soy.
Mi corazón revoloteó.
213
Pude ver exactamente el tipo de hombre en el que se podría convertir. Esa era la
razón por la cual compartí su cama, y estuve de acuerdo con tener al bebé.
¿Lo peor de todo? Leah fue al médico sin mí para un chequeo. Prometió que era
rutina, que quería resolverlo y terminarlo. Yo sabía la verdadera razón.
El balón salió de mis manos, una limpia y ajustada espiral. El receptor novato
corrió la ruta a la perfección, pero la pelota rebotó de sus dedos.
Aparentemente.
Mierda.
De acuerdo con mi entrenador, eso fue mi culpa también. No había llamado a los
entrenadores para entregar agua mientras yo practicaba la apresurada ofensiva. Pero,
¿cómo se suponía que manejara una ofensiva rápida si mis chicos todavía seguían
consumiendo mucha agua?
Nos alineamos para una jugada. Los insectos zumbaban en nuestras caras, y el sol
quemaba nuestras espaldas. Me dolía la cabeza con la deshidratación a pesar de que
bebí una botella entera de agua antes de meterme en el campo.
—Tres pasos, pies ligeros. Más rápido, o tu culo va a comérselo la próxima vez
que juguemos con Ashenville.
¿Por qué?
—No bromees.
Él señala a los laterales. —Haz que la mamá de ese pequeño bebé tuyo se encargue
de ti esta noche.
Por supuesto que Leah estaría aquí ahora. Le dije que viniera y me animara.
Imaginé que esto impulsaría mi ego si ella lo acariciaba tan bien como acariciaba mi
pene.
Era una petición egoísta, sin embargo. No debería haberla hecho venir con este
calor. Sólo esperaba que me viera en el trabajo. Si entendía cuan duro lo intentaba,
cuan rigurosamente yo entrenaba, tal vez me daría un descanso. Dejarme entrar.
Llevarme a las citas con el médico.
Sentía un montón de orgullo por mí mismo, pero no mucho por todo lo demás que
había hecho. Excepto eso. Excepto por ella. Y quería que todos pudieran ver esa
protuberancia y saber que yo lo hice. Tal vez entonces ellos entenderían que había más
en mí que meterme en problemas.
No ayudó que la jugada fuera una simple carrera para Bryon. Recto por el medio,
nada complicado. Ni siquiera una jugada de acción que me diera la oportunidad de
217 hacer algo además de entregar la pelota.
Otro silbido. Bryon me atrapó antes de que me saliera de control. Un silencio cayó
sobre la multitud, lo suficientemente alto como para escuchar mis frustradas
blasfemias. Ni siquiera me molesté en mirar a Leah. Yo sabía lo que diría.
Mantente positivo. Imagina que hay una cámara sobre ti. Sé más paciente.
—No lo dejes joderte. Te pateará fuera del equipo en el instante en que explotes.
Que así sea. Lo ignoré y conté hasta diez, la sugerencia de Leah para cuando mi
temperamento sacara lo mejor de mí. Demonios, ella ni siquiera se acercó a los
laterales, para sostener su mano y contar uno-dos-tres-cuatro en sus delicados dedos.
Lancé un suspiro.
Fue ella.
Los ojos chocolate de Leah me estudiaron desde el otro lado del campo, y el tirón
de su sonrisa persiguió la adrenalina de mis venas. Ella me dio un lindo saludito, como
si no supiera en qué lugar estaba o qué estaba allí para mí. Ahuecó sus manos sobre su
vientre y me vitoreo.
Me alineaba bajo centro de nuevo. Ningún silbido aún. Lo tomé como una buena
señal y exploré la defensa. Se alinearon para engañarme, pero leí a través de ello.
Gruñí el recuento de atraer a la línea de fuera de juego, una especialidad
particularmente mía.
Funcionó.
Torcida.
Reventada.
Luego la conmoción.
El campo silenciado cuando mi grito agónico rasgó a través de cada hombre,
mujer y niño al alcance del oído.
Terror rompió a través de mí. Me tenía que levantar. Tenía que caminar fuera.
Tenía que…
—Tengo que llevarte a los vestuarios, Jack. —La entrenadora pelirroja quien una
vez ayudó a Leah me miró, con los ojos abiertos por la preocupación. No me gustaba
esa mirada. Odiaba aún más que me impidiera levantarme—. Espera por el carro.
—No, no, no. —Ahora estaba mareado. El dolor me daba náuseas—. Sin carro.
Puedo caminar.
—Jack…
Pero Leah corrió a mi lado, algo profundamente estúpido para una mujer en su
condición. Ya estaba llorosa con las hormonas. Esto sería peor que el fiasco del frasco
vacío de mantequilla de maní.
220 —Voy a estar bien. —Mentí. Mi rodilla parecía que una pelota de béisbol había
creció fuera de ella—. Sólo tengo que levantarme.
Oh, ella era linda cuando sólo estudió lo suficiente de fútbol para emitir un
comunicado de prensa. Llamé a mis chicos para que me ayudaran a levantarme. Los
entrenadores protestaron. No les hice caso. Bryon y otra persona podrían ayudarme a
caminar a los vestuarios. No necesitaba un carro.
—No es un paseo. —La miré, estallando con una mujer que no merecía mi
cólera—. Es el carro. No entiendes.
—Sólo tomas el carro si se trata de una lesión de final de temporada. —El dolor
quebró mi voz. El miedo se llevó el resto—. Acabo de joder mis posibilidades de jugar
este año.
221
Capítulo 18
Traducido por Lili-anayRihano
La lesión de Jack lo torturó más allá del dolor de un esguince en la rodilla. Se robó
su propósito en la vida.
Nunca me sentí más indefensa que ver cuando sus compañeros le habían recogido
222 del campo. El dolor se apoderó de él en el momento que llegó a los vestidores. Él
descansaba en la mesa de exploración, con las manos cubriendo su rostro durante la
valoración.
Pero él aún estaba trabajando el culo, incluso cuando los médicos y yo le dijimos
que lo tomara con calma. No podía ejecutar los ejercicios, pero entrenaba la parte
superior de su cuerpo en la sala de pesas, estudio el libro de jugadas y contribuyendo a
llamar a los jugadores en la práctica para ayudar al equipo.
—¿Puedo traerte algo? —Señale a la nevera—. Hice algo de cena… pero al bebé
no le gusto el olor del pollo está noche. Puedo ponerlo en el horno para ti sin embargo.
Estará listo en veinte. ¿Puedo traerte algo más cómodo para vestir que el traje? ¿Un
chándal está bien?
Jack apretó la mandíbula. La bolsa de lona cayó a sus pies.—No vestiré chándal a
menos que esté enfermo. No estoy enfermo. Puedo conseguir mis cosas de
entrenamiento.
No era solo la lesión, era todo. El cuerpo técnico contra él. Los medios. El dolor.
Yo.
Dios, él se culpaba.
Su corazón.
—¿Sin qué?
—Salir. Conseguir una bebida. Teniendo una noche con mis amigos. —Se encogió
de hombros—. No puedo hacer eso después de esa pelea en el bar…
Esperaba que no solo fuera la pela del bar lo que lo mantenía con buen
comportamiento.
Esperaba que fuéramos yo, el bebé y el trabajo que hicimos en el cuarto del bebé
después de que él llego a casa de la práctica, adolorido y mallugado pero con ganas de
construir móviles y portabebés.
Esperaba que la perspectiva de una buena cena, una noche tranquila, un batido de
moca con un puñado de arándanos. Por lo menos, Jack toleraba los antojos extraños
del embarazo mejor que yo.
Pero dudaba que nada pudiera de verdad cambiarlo. No había razón para mí en
forzar la vida que esperaba que él pudiese llevar. En lugar de ello, tenía que
arreglármelas casi tan interesante como salir para una noche de problemas y diversión.
—Si lo fuera, ¿tendría alguna importancia? —Caí al suelo ante él, manos sobre sus
rodillas—. Sé honesto.
—Gustar ¿qué?
Gimió mi nombre.
Susurró su alabanza.
No era talento. Era adoración. Tomé más de él en mi boca para evitar hablar.
Sólo…
Lo quería.
Sus palabras me agitaban, envolviéndome en un rápido calor que sólo servía para
hacer que todo se hiciera más complicado.
Sus ojos se abrieron, salvajes y agresivos. —Sí. Y es la cosa más sexy que he visto
nunca.
Jack me ayudó lo mejor que pudo, sin mover la rodilla. Sus dedos se aferraron a
mis pantalones cortos, rasgándolos. Sonreí y me quité la camiseta, temblando mientras
su atención se volvió salvaje cuando el sujetador cayó de mis hombros.
Era pura curvas. Toda natural. Suave y oscura e hinchada en ambos lugares, mi
pecho y abdomen.
Su pene latió con más fuerza. Más rígido.
—Chúpame. —Su orden fue penetrante, y sólo me agitó más—. Ahora, Kiss.
Chúpame mientras estás desnuda y llevando a mi bebé.
Caí de nuevo en mis rodillas, guiada por su mano cautelosa así no me lastimaría o
al bebé. Eso sólo me hizo quererlo más.
Nunca pensé que Jack Carson se preocuparía por alguien más. Tomó su placer de
mi boca, y él me tocó con tanta dulzura. Susurró un agradecimiento sensual y yo tenía
ganas de hacerlo gemir de nuevo.
Estudiándome.
¿Era esto un cambio? ¿Desde cuándo Jack Problemático Carson era compasivo con
los demás? ¿Especialmente cuando él tenía su polla chupada por alguien rogándole que
dejara su gruesa bomba de carne entre sus labios?
Ni yo tampoco podía.
Su susurro se deslizó a través de mí. —¿Tú me deseas?
—Siempre.
—¿Qué tanto?
Me sentí débil sobre él, pero Jack estaba allí para sostenerme. Me capturó en sus
brazos y se quejó conmigo cuando nuestros cuerpos se fundieron en la misma
desesperada necesidad que primero nos aplastó juntos.
—No hay nada más atractivo que esto… —Él flexionó sus caderas. Di un grito
ahogado cuando su pene golpeó aún más profundo—. Tú montándome a horcajadas,
follándome mientras… mientras…
Moví mis caderas contra él, disfrutando de lo grande que su pene era cuando está
completamente empalado en mí. —Esperé por ti…
—Sí.
Su siseo satisfecho puntualizado mientras golpeaba mis caderas. —No hay nada
mejor en este maldito mundo. Vamos a hacer esto para siempre, Kiss. A la mierda con
el maldito campeonato. Sólo te quiero a ti.
No tenía sentido luchar contra lo que sentía cuando lo único que importaba en este
mundo era el bebé dentro de mí y Jack hundiéndose en mi tembloroso núcleo.
A mí misma. Todo de mí. Todo lo que pensaba que era importante y el corazón
que había temido dar antes. Jack era pasión, romance y sensualidad, y cada segundo
que pasaba llena con su pene e hinchada con su hijo me hacía sentir…
Deseada.
Tal vez más. Tal vez un día. ¿Tal vez si ambos confiábamos el uno en el otro y en
nosotros mismos?
Mis sentimientos por Jack nos condenarían a ambos, pero por ahora podía
simplemente tomar mi placer en sus brazos mientras él se movía dentro de mí.
Silencio.
231 Contuve mi aliento, rozando suavemente mis labios contra los suyos. Él encontró
mi beso con la misma incertidumbre.
—El mariscal de campo de reserva de los Rivets, Matt Harrington, está ejecutado un
espectacular balón.
—Él realmente se adelantó y tomó el control de un equipo aniquilado. Antes de este primer
juego de pre-temporada, dudo que Ironfield deba preocuparse acerca de sus problemas de
mariscal. —La sonrisa vil de Aisley llenó la pantalla—.Y si fuera el entrenador principal
Thompson, estaría considerando un verdadero cambio de mariscal. Con el problema de imagen
de Jack Carson y sus altercados con la ley, ¿vale la pena poner en peligro una organización entera
por un solo jugador?—Él guiñó a la cámara—.Esta lesión de rodilla podría haber decidido por
los Rivets.
—¡Jack!
Leah me detuvo antes de que lanzara mi pierna mala contra el sofá. El dolor
rebotó por mi estúpido salto hacia mi pie. Maldije mientras la agonía hacía estragos a
través de mí. Leah corrió para ayudar.
—Estoy bien.
Nunca tuve un ritmo, pero sentarse en la misma condenada habitación noche tras
noche estaba enloqueciéndome. La rodilla no sanaría sin movimiento, y no podía vivir
hasta que consiguiera regresar al campo. Mis piernas exigían correr. Mis brazos lanzar.
Ya no podía ver las cintas de las últimas temporadas. Quería descifrar una defensa
verdadera.
Podría manejar a tres defensas corriendo, pero esta incertidumbre era peor que un
bombardeo. No tenía idea de lo que le sucedería a mi carrera o como podría
solucionarlo.
—Jack…
—Aún lo es.
Leah curvó sus manos en su regazo. —Sabe que tuviste un montón de errores en el
pasado.
—¡Cambié!
—Pero tú sabes que cambié. —Miré hacia ella, observando mientras sus perfectos
labios se separaban—. ¿Lo sabes?
No es jodidamente cierto.
Mi corazón latió con violencia tan duro que la sangre estaba a punto de caer por
mis oídos. —Tú no crees que haya cambiado.
—Sólo hemos estado realmente... —Ella aclaró su garganta—. Soy la única que
conoció al verdadero tú por varios meses.
—Tú nunca lo dijiste en voz alta. —Caminé de un lado a otro, a pesar del dolor en
mi rodilla—. El equipo no tiene fe en mí. La liga piensa que soy un pedazo de mierda.
¿Qué hay de ti?
Ella se estancó, su mano sobando su vientre y el bebé. Mi bebé. No iba a dejar que
reflexionara. No era una pregunta difícil.
—¿Por qué?
—¿Por qué?
—Porque por alguna maldita razón, tu opinión importa más que la de nadie más.
—Tuve una cita con el doctor hoy, Jack. —Ella tragó—. ¿Recuerdas?
Oh, mierda.
Miré unas borrosas líneas en la fotografía hasta que de repente ellas tenían más
sentido. Una cabeza. Un cuerpo.
Un bebé.
Mi bebé.
—¿Y?
—No iba a forzarte a elegir entre trabajar y alguna cita de rutina, no cuando estás
tan preocupado acerca de perder tu posición.
—Por supuesto que te quería ahí. Dios, Jack. Cada vez que voy estoy aterrorizada
de que algo esté mal. Me encantaría que estuvieras ahí así podrías sostener mi mano
hasta que oiga ese pequeño latido. Pero estoy intentando hacer esto fácil para ti. No
tengo idea como involucrarte o qué esperas…
—¡Entonces pregúntame!
No debí haberle gritado. Santo cielo, la única persona en el mundo quien me hace
sentir como si jodidamente importara no confía en mí con el condenado bebé que
creamos.
—¿Tú piensas tan poco de mí? —Miré a la mujer quien se había convertido
repentinamente mi mundo, mis sueños, mis deseos. Ella era más fantasía que
realidad—. Sé honesta.
—Nunca te alejé.
—Lo haces cada día. Piensas que soy algún jodido arruinador quien no puede
mantenerse fuera de problemas.
—Vamos, Kiss. Dudaste que moviera cielo y tierra para ir al doctor contigo.
Demonios, difícilmente crees que puedo construirle al bebé el mejor jodido cuarto de
niños que el dinero pueda comprar.
Leah mordió su labio.—¿Estás diciéndome que eres el tipo de hombre que puede
establecerse? ¿Tener una familia? ¿Mantenerse lejos de problemas?
—Sí.
—¿En serio? —Mantuvo sus brazos hacia afuera, su voz perpleja—. Tú fuiste quien
mintió a la liga y usó una falsa relación para protegerse.
Mierda. —Mira…
Ella no terminó. —Querías tener el bebé cuando viste cuan bien estaba
funcionando para otro mariscal. —Su voz se apagó—. Eso no es acerca de reparar tu
reputación, Jack. Es acerca de cambiar porque quieres ser un hombre diferente. Finge
una relación y ten un bebé engañando a la prensa, ¿pero quién eres para intentar
convencerme ahora?
Dios, esta mujer. Si ella supiera cuan fácil me había destrozado con sólo una
pregunta.
—Sí. —Y sabía por qué—. ¿Por qué confiar en mí cuando puedes creer todos los
escándalos en su lugar?
238 Mis palabras supieron amargas. —Sólo por una vez, desearía que olvidaras mi
reputación. Júzgame por el hombre que soy, de pie aquí, rogándote que me des una
oportunidad.
—Jack...
Qué demonios. La interrumpí, demasiado desesperado por oír palabras que nunca
pasarían sus labios.
Ella no tenía energía para pelear. Sus palabras suavizadas, rogando. —No con
esos amigos, Jack.
—¿Qué está mal con mis amigos?
—No finjas. Sabes lo que estás haciendo. —Ella se puso de pie, sus dedos
sosteniéndose firmes en el sillón—. No dejes ir todo porque estás frustrado…
—No estás yendo a aclarar tu mente. Te estás yendo porque eso es lo que te hacía
feliz en el pasado.
—¿Y?
Ella sostuvo mi mirada. —No te metas en problemas porque asumes que eres todo
para lo que eres bueno.
—Hablo en serio. No salgas con esos tipos esta noche. No vale la pena arriesgarse
a una pelea o ser visto con una mujer…
239 —¿Y qué si lo hago? —Suelo peligroso—. ¿Estás asustada de que me vaya a casa
con ella? ¿Qué la folle en el baño? ¿Qué vaya a conseguir tantas zorras como puedan
entrar en mi auto…?
Sus ojos emanaron con lágrimas, pero su voz se agudizó. —Si así es como
cambiaste, no tienes que preocuparte por mí esperando. No voy a estar aquí cuando
regreses.
El miedo retorció mis tripas, pero ¿qué más daba? Leah dijo su parte. No
necesitaba decirle sobre el pánico de ella dejándome era más aterrador que el de ser
cortado por el equipo y nunca firmar de nuevo.
Pero, ¿si ella no confiaba en mí, si no podía probarle que era un buen hombre para
ella?
¿Por qué me importaría lo que el resto del mundo pensara de mí?
—Quería cambiar —dije—. Para ti. Por ti. Siento que tú no hayas podido ver eso.
Salir a la ciudad no fue el más grande error que pude haber cometido.
Fui un idiota por no decirle a Leah que estaba enamorado de ella. No podía
soportar que ella no me amara.
240
Capítulo 20
Traducido por Valentina95 y Rihano
Y lo sabía.
Nunca, nunca cometía errores. No tenía lugar para ellos en mi vida, no cuando
cada decisión que tomaba venía con una lista de pros y contras que me rodeaban de
241 tanta incertidumbre que estaba asustada de dar un paso en caso de que hubiera tomado
una decisión… incorrecta.
No te vayas.
Hablemos.
Amor.
Decisiones reales.
Debí haber hecho el primer movimiento. ¿Cuántas relaciones de verdad tuvo Jack?
Él no sabe nada sobre un romance normal.
Hasta ahora nos habíamos enredados juntos por la noche. Sexo. Suaves sonrisas.
Coqueteo. Más sexo. La ocasional mirada coqueta y la promesa de más.
Sexo.
Lo que tuvimos fue real. Tenía que serlo. No estaba sólo imaginado la forma en
que se sentían sus manos o las palabras que murmuraba, o la forma en que me miraba.
Cuando Jack me llevó a su cama y entró en mí con una polla tan grande, poderosa y
amorosa, nos convertimos en algo más que dos personas en el calor del deseo.
¿Cuánto tiempo podría negar que lo que necesitaba? Teníamos paz juntos.
Comodidad. Nos ofrecimos el uno al otro y recibimos mucho más a cambio.
Me asustaba. Y había una razón para ello. Una gran razón. Una que se alojaba en
mi garganta cada vez que iba a admitirlo.
Mi teléfono sonó. Me lancé hacia mi bolso para agarrarlo, deseando que fuera
243 Jack. No lo era. Para peor, no me gustó la punzada que sentí en mi estómago cuando
me moví. Tomé una respiración profunda y dejé que el malestar pasara.
La mecedora era bastante cómoda, por lo menos. La única crisis era que el
mariscal y chico malo de los Rivets estaba enfadado, pícaro y decidido a encontrar
problemas para demostrar lo mucho que había cambiado. Por supuesto. Era un buen
momento para responder la llamada.
¿Ahora ella se preocupada por el bebé? Recordaba sus últimas palabras, un castigo
por mi imprudencia e indiferencia por mi propia vida. Aparentemente, dejé que Jack
me arruinara.
No estaba de acuerdo.
―¿Conoces el sexo?
244 Miré las paredes de color amarillo sol, los juguetes y mantas de un verde neutro.
―Idea de Jack.
―Bueno… ―Sonreí―. Sí. Él pensó que sería dulce que lo descubriéramos juntos.
Por extraño que parezca, lo hacía. Todo sobre el bebé tenía sentido con
Jack.―Siempre y cuando él o ella esté sano, eso es todo lo que queremos.
―Jo, detente…
—Lo es.
245
—Vamos. Para cualquier otra persona, él sigue siendo el problemático mujeriego
bordeando la ley y ahora teniendo hijos ilegítimos.
—Sé lo que tú piensas que pasó, y estás equivocada. El bebé no fue un accidente.
—Eso es aún más preocupante. ¿De verdad quieres abandonar todo por lo que
trabajaste tan duro para lograr, por Jack Carson?
Ella resopló. —Oh, ya basta, Leah. No vas a casarte. Estás sin trabajo. Y estás
teniendo un bebé con un hombre con el que nunca imaginaste que cargarías.
—No voy a cargar con él. —De hecho, se suponía que estaría manteniéndolo con
una correa. Fue mi culpa por dejar que esa correa se rompiera—. Me gusta mi vida.
Puedo arreglármelas yo sola. Lo prometo.
Suspiré. —Eso está muy bien, pero te das cuenta de que sólo estoy a cinco meses y
medio de no poder trabajar.
—No lo hará.
—¿Qué?
Pero no a Jack.
Las lágrimas picaban mis ojos. No podía dejarlo. No ahora, no por un aumento o
promoción u oferta que me daría una vida cómoda. Nunca me atraparía a mí misma en
una existencia sin pasión de nuevo. Antes de él, no había entendido lo que necesitaba
en la vida. Lo hacía ahora.
Jack me suplicó que fuera honesta. Quería saber lo que pensaba de él.
La respuesta era fácil. Él era todo lo que necesitaba para hacer mi vida entera.
247 —Leah…
Agarré el teléfono, pero abracé a uno de los animales de peluche del bebé. —Lo
siento, mi respuesta es no.
Tan segura como alguna vez iba a estarlo sobre cualquier cosa.
Finalicé la llamada. Se lo dije, pero alguien más merecía saber cómo me sentía. En
algún lugar, afuera en el mundo, Jack se ahogaba en su propia soledad y miseria.
Ningún hombre que amara debería haberse sentido tan solo cuando yo estaba aquí
esperando por él.
—Jack… soy yo. Creo que algo está mal. —Contuve mis lágrimas, pero hipé
cuando otro pinchazo pasó e hizo doler mi interior de nuevo—. Por favor, llámame.
Tengo que ir al hospital.
248
Capítulo 21
Traducido por Anna y Lili-ana
Bryon siempre está listo para un trago… o una línea, aunque yo no era tan
estúpido.
Una llamada y él tenía al equipo reunido en su casa, cada persona cargando una
caja de algo más potente y costoso que la anterior. Cerveza. Vino. Una
particularmente buena botella de whisky.
Nos encontramos en su sala porque, como el resto del equipo había experimentado
249 tan imprudentemente, cuando la mayoría de los Rivets se reunían en público,
usualmente causaban problemas tanto para el establecimiento como para los idiotas
dentro que buscaban peleas.
Pero esta noche no era sobre revivir viejos errores. Esa noche era para cometer
nuevos. Al parecer, eso era todo en lo que era bueno.
¿Padre?
Oh, no todavía. Aún tenía cinco meses y medio para arruinar mi propia vida, por
no hablar de arruinar la del niño.
Al menos el bebé tenía a Leah. Ella tiene el suficiente sentido común y convicción
para conseguir lo que necesitaba de la vida, incluso si eso no era yo.
A la mierda.
Bryon palmeó mi hombro y me arrastró hasta su sala. Su casa era diez mil metros
cuadrados de pura pocilga porque él no podía dejar acosar a sus empleadas el tiempo
suficiente como para permitirles limpiar la maldita casa. Le dio una calada a un
cigarro y señaló su sofá.
Me solían gustar.
Ella no tenía ni idea de cuan increíble era, y se ponía más hermosa cada día. No
podía esperar a ver qué más hacia el embarazo por ella. Ella pensó que no estaría
atraído por ella una vez que se pusiera demasiado grande. Cristo, sería afortunada si
pudiera mantener mis manos fuera de ella.
¿Siquiera le dije algo? Sé lo que había sentido en la cama. Cada vez que la tomaba
era una experiencia más significativa y romántica que la última, pero nunca pensé en
decir las palabras que me aplastaban desde adentro hacia afuera.
—Jack, ¿qué demonios está mal contigo? —Bryon me entregó un vaso lleno con
algo que estaba seguro quemaría mi garganta—. Bebe, hombre. Consigue una mamada
para tu polla. Deja de estar abatido. Estas volviéndome jodidamente loco.
—Lo siento. —Me quedé mirando el vaso. Bryon tomó el sofá frente a mí, mis dos
fieles guarda líneas, Orlando y Marcus, en el otro lado de la habitación—. Es sólo…
Leah.
—¿La perra?
—Ella no es una perra. —Mi voz se levantó. Bryon se disculpó—. Ella fue al
doctor sin mí.
—Sí.
—Joder, hombre, suena como si ella te hiciera un favor. Quien quiere gastar su
tiempo en una OBGAGA, o lo que sea esa mierda. Hay jodidos bebes de mierda en
todos lados y ovarios. —Bryon se estremeció—. Me pone los pelos de punta.
No, no lo había hecho. Ese bebé y su madre eran las cosas más grandiosas en mi
vida. Sorbí el alcohol. Era un whisky barato, pero funcionaba.
—Necesitas salir de esa relación —dijo Bryon—. Esa perr… señora te puso un
collar.
—No importa.
—Sí, bueno, no te ves muy feliz ahora. Infiernos, no te hemos visto salir en
absoluto. No es una fiesta a menos que Jack Carson haga una aparición, bebé.
Bryon miró a los guarda líneas. Sus labios se torcieron en una sonrisa. —Jack,
¿estás preocupado por tu posición?
—¿No debería estarlo?
—Amigo, relájate carajo. Mira. —Su voz bajó mientras hacia un gesto a nuestros
amigos—. Matt lo está haciendo bien, pero tú di la palabra, y nosotros podemos que
estés menos cómodo en el foco.
—Sólo estoy diciendo. Tal vez algún bloqueador consiga perderse. Tal vez se
adelante a un par de pases. Matt no tiene las habilidades que tú tienes. Nosotros lo
hacemos lucir bien. Si crees que ayudaría, podemos hacerlo lucir… no tan bien.
—¡Jodido Jesús, escúchate! —Casi salto fuera del sofá. Si mi rodilla no estuviera
cooperando, me la hubiera desgarrado justo entonces—. Cristo, ¡no! No voy a
permitirles arruinar los juegos porque me quieren bajo el centro. Quiero mi posición
porque soy el mejor en ello, no porque…
Bryon levantó sus manos. —Está bien, está bien. Sólo lo estaba diciendo, Jack. La
oferta sigue en pie.
—Nadie está haciendo nada, Jack. Cálmate, joder. —Bryon sonrió—. Todos
somos amigos aquí.
La tercera mujer espero por mí, rozando sus dedos de ébano a lo largo de mi
pecho.
Ella no lo era. Leah lo era. Esta chica era una mala imitación.
¿Nuestra cama?
Mierda, una cama. No importa de quién. Solo importaba que ella estuviera allí.
—Pareces tenso, bebé —susurró la mujer—. ¿Puedo ayudar?
No estaba seguro cuando sucedió, pero la revelación no fue una sorpresa. Quería a
Leahy sólo a Leah.
—Pero…
—Pero eres Jack Carson… —La chica sonrió—. Creí que esta noche sería
divertida.
—¿Qué?
—Tú sabes… mami en casa, enferma y de mal humor. ¿Y papi? —Se lamió los
labios—. Papi necesita un poco de amor extra. Puedo ayudar.
—Vamos. ¿Qué te preocupa? Sólo una noche, Jack. Solo tú y yo. Sin cadenas. Sin
bebés o esposas.
12
Sonograma: imagen creada mediante ultrasonidos. Es el resultado de una ecografía.
La mujer lamió sus labios y tiró su camisa hacia abajo, revelando la carne rolliza
de sus pechos.
¿Era esto lo que quise una vez? ¿Sexo sin sentido, casual, olvidable? Utilizado para
sentirse bien, y escapar. Sin preguntas. Sin correas. Siempre haciendo un escape rápido
de la chica que quería algo estúpido como desayunar o mí número.
Jesús. Nunca lo usé para querer un compromiso, familia y todas las cadenas que
vienen con ello, pero, ¿ahora? Era la única cosa que tenía sentido.
Me había cabreado y alejado de Leah. Necesitaba hablar con ella antes de que
cumpliera su amenaza y se fuera. Y, una vez que la encontrara, no la dejaría ir. No
más oportunidades. Nada de esa indecisión e incierta idiotez. Leah era la única mujer
para mí… por ahora y para siempre. Por primera vez en mi vida, necesitaba algo más
que el campeonato para demostrar mi valía.
254 Quería alguien a quien amar.
—Sí, no quiero que ella se altere. Tengo que asegurarme que ella no se derrumbe.
Gracias por…
Por mostrarme como de hueco había sido todo. Por probar que Leah tenía razón,
y yo estaba equivocado y aceptando finalmente, que había algo más que mierda
superficial en mi vida.
Esto era una cada terrible pesadilla hecha realidad porque yo fui demasiado
malditamente egoísta para considerar el mundo más allá de mí mismo.
—Jack… soy yo. Creo que algo está mal. Por favor, llámame. Tengo que ir al hospital.
255
Capítulo 22
Traducido por LittleCatNorth y Rihano
La autopista se veía borrosa debajo del auto. No comprobé para ver cuán
suicidamente rápido conducía.
Pasé seis autos en la derecha, dos en la izquierda, y evadí a cualquier idiota que no
pudiera notar cómo mierda funcionaba el acelerador. Nada me detendría de llegar al
hospital.
256 Nada.
Fue mi culpa. La hice enojar. Peleé con ella. Salí. Y luego algo le pasó al bebé.
Joder, sabía que algo no estaba bien con ella. Las señales estaban ahí. Estaba
cansada. Débil. Se agarraba del sillón por apoyo.
Mi corazón se aplastó a sí mismo contra mis costillas. Esto no era justo. Nunca me
perdonaría a mí mismo si cualquier cosa le pasaba a Leah, pero ¿si el bebé estaba en
peligro?
Joder.
Yo no era un buen hombre. No era un modelo a seguir. Pero mierda, pensé que
podría ser un buen padre.
Un buen esposo.
Presioné la bocina y pasé a otro idiota yendo bajo el límite de velocidad en el carril
izquierdo. Diez minutos perdidos. Se sintieron como diez días. Era demasiado tarde
para contactarme con Leah. Ella no respondía su teléfono, y esperaba que eso
significara que ya estaba con el doctor y no...
Esto era una mierda. Forcé el auto a ir más rápido y corriendo por la autopista,
bajando la velocidad sólo para no romper mi cuello al salir por la rampa y entrar a la
ciudad. El hospital estaba a menos de una milla de distancia, pero al instante en que
monté sobre la calle Hayes, luces rojas y azules destellaron en mi espejo.
Pero, ¿y sí corría?
Al menos Leah sabría exactamente dónde estaba cuando la televisión del hospital
mostrara la cobertura de la persecución a alta velocidad con el titular Jack-ass Carson;
Aún libre después de joderlo todo.
No podía hacer que Leah atravesara eso, no mientras ya estaba adolorida. ¿Cuánto
podría tomar una parada? ¿Un minuto? ¿Dos?
—Aguanta, Kiss. —Me detuve—. Estaré ahí tan rápido como pueda.
Miré en el espejo mientras sus gruesas botas golpeaban contra el suelo. Las cenizas
y los desechos de la carretera se desmoronaban bajo sus pies. Él ya sabía a quién
atrapó. Bastante seguro de que corrió mis placas y consiguió una erección de solo
pensar en la forma en que me torturaría esta noche.
Era el mismo policía que disolvió la pelea del bar. Vino detrás de mí primero y se
aseguró de que estaba esposado incluso aunque era el único hecho polvo. Tenía un ojo
ennegrecido, aparentemente eso también quería decir que conseguí un codazo en las
costillas y fui tratado como algún criminal idiota de baja calidad.
El oficial Burke odió que los cargos fueran descartados. Ahora él tendría su
venganza, excepto que no estaba sólo jodiendo conmigo. Cada segundo que él
258 acarreaba su complejo de autoridad por encima de mí; impulsado por el ego y
alimentado por la testosterona, era otro segundo que Leah me esperaba en el hospital.
—Jack Carson —resopló él—. Tengo que pedirte que salgas del auto.
—Mira…
—Ahora.
—Estoy en camino a…
—No me importa una mierda voladora hacia dónde estás yendo o por qué. Vas a
exceso de velocidad en mi ruta, causando alteración pública de nuevo. Saca tu trasero
fuera del auto.
—Voy al hospital.
Hijo de…
Pateé mi puerta para abrirla. El oficial Burke me arrastró detrás del auto y pateó
mis piernas. Mi rodilla mala se torció, y eso sólo le dio la ventaja que necesitaba para
golpearme en el camión y me registró como si fuera un maldito convicto.
—Crees que puedes hacer cualquier mierda que quieras en esta ciudad, ¿no es
cierto?
259
Gruñí e intenté alejarme del auto. La porra de metal en su mano se extendió. La
golpeó contra mi espalda y usó el acero para mantenerme clavado.
No peleé con él. Peleé contra cada instinto que luchaba por mi orgullo.
—Tengo noticias para ti, Carson. —Se burló el oficial Burke—. Soy un fanático de
Ashenville.
—Eso explica mucho.
—Tú, pequeño…
—No estoy por encima de la ley, pero puedo pagar por una maldita buena defensa.
Escríbeme la maldita boleta y déjame ir. ¡Tengo que llegar al hospital!
Eso sólo lo molestó. Pensé que lo haría. Él me empujó hacia la acera, y el bordillo
roto raspó mis palmas mientras caía. Mi presión arterial se disparó.
Hijo de puta.
260 La rabia me cegó, pero luché conmigo mismo más que con el maldito oficial de
policía. No podía hacer una escena. Él quería que yo peleara. Necesitaba la excusa
para desquitar su agresividad en mí y utilizarme como una jodida cabeza de turco.
Y tal vez me lo merecí por una vez, pero no ahora. No cuando otra persona
dependía de mí. Leah tenía razón. Mi reputación me precedía, y no en el buen sentido.
Ésta coloreaba la percepción que todos tenían de mí. Mi imagen causó el problema
ahora, y yo estaba jodido por ello.
Miré hacia la oscuridad, probando el escape de los coches y el picor del cobre de la
sangre de donde mordí mi labio al caer al suelo.
—Te vas a sentar justo aquí —dijo el agente Burke—. Te multé por conducir lo
suficientemente rápido como para incautar ese lindo y pequeño auto, y arrastrar tu
culo por conducción imprudente.
—Entonces déjame llamar a mi abogado para que pueda demandar tu culo por
alejarme del hospital.
El oficial Burke me sonrió, alcanzó su radio. Llamó a la comisaria. —Oficial
Veintitrés Treinta solicitando respaldo en la intersección de Hayes y Cuarta.
Jódeme.
Apreté los puños, pero busqué mi teléfono en lugar de rabiar. La linterna LED del
imbécil me cegó. El oficial Burke gruñó.
Cristo, había tomado un sorbo de la bebida. Incluso si tuviera dos tragos, medía uno
noventa y tres y pesaba más de noventa kilos. Nada me afectaba a menos que quebrara
la botella encima de mi cabeza también.
—Pararse sobre una pierna con esa rodilla rota debe ser divertido, ¿eh, Carson?
¿Puedes hacerlo?
—Tranquilo, Creador de Jugadas. Hacemos las cosas con calma en mi campo, ¿me
entiendes?
¿Qué demonios se suponía que hiciera? Si no lograba salir de este maldito lío
ahora, sólo Dios sabía lo que Leah soportaría sola.
Si la noche tenía un beneficio, era el oficial Ryan. Él fue el agente que respondió a
mi accidente de auto hace unos meses, y acababa de entregarme el informe de la
policía la semana pasada. Nos saludó a los dos, y tomé mi oportunidad antes de que
Burke pudiera darle los detalles.
—Mi novia embarazada fue al hospital. Algo está mal con mi bebé, y estoy
tratando de llegar con ella.
El oficial Burke frunció el ceño. —Iba a ciento diez saliendo de la rampa. Estoy
pensando en llevarlo.
El oficial Ryan era un tipo más joven, y el anillo en su dedo estaba flojo, como si
fuera demasiado nuevo y él olvidó cambiar el tamaño. Si alguien iba a entender lo de
una nueva familia, esperaba que fuera él.
Ambulancia.
Ella tuvo que esperar a que extraños la rescataran. ¿Cuánto tiempo había sido
desperdiciado en el cual pude haberla ayudado?
—Debemos dejarlo ir —dijo el agente Ryan—. ¿Si él lleva esto a los medios de
comunicación y dice que lo retrasamos, mientras su novia tenía un problema con su
embarazo? Santa mierda, hablando de mala publicidad.
Finalmente, la reputación de otra persona trabajó en mi favor. Burke juró y
arrancó una página de su libreta de multas. Firmó su nombre y lo arrojó a mis pies. El
oficial Ryan asintió.
Mi rodilla gritó mientras corría hacia el auto, pero me negué a dejarla que me
detuviera. Me volví, odiando hacer la pregunta.
No me dio esperanza.
Todo lo contrario.
263
Mi corazón se rompía a medida que más nos acercábamos al hospital. Ella había
estado sola durante tanto tiempo.
Mi corazón aún acelerado. No creí que siquiera iría más lento. Más lágrimas
264 cayeron sobre mis mejillas. Las enfermeras me dieron un puñado de pañuelos mientras
me recuperaba de los tipos de descarga. No ayudó.
Necesitaba a Jack.
Estaba tan contenta de escuchar su voz, aun cuando hizo eco una desagradable
maldición para la enfermera principal que se negaba a darle mi número de habitación.
Saqué mi teléfono e hice una nota para enviar una cesta de varios accesorios de los
Rivets al paciente personal forzado a tratar con la última rabieta de Jack Carson.
—Está bien.
—¿Tú lo estás? —Su voz se rompió. Bajó su mano como si tuviera miedo de tocar
mi panza—. ¿Lo está el…
Los ojos de Jack se ampliaron, una oleada de azul tan brillante que me sorprendió.
Me miró como si pudiera mentirle al único hombre que he amado.
—Sí.
—Pero estabas…
—¿Exagerando? —Mordí mi labio—. Es… inusual para mí, te voy a conceder eso.
—Tuvieron una buena toma en el ecografía está noche, pero aún es muy
temprano. Tenemos que verificarlo de nuevo en un par de semana.
Jack se puso en posición vertical con una fuerza interior que ahora envidiaba.
Sacudió su cabeza, halándome más cerca para otro beso.
—Estoy segura de que tus donaciones son mejor asignadas a los niños en pediatría
—dije—. Tuve algunas molestias cuando estaba parada y caminando, pero es
perfectamente normal, aunque completamente espantoso para una mamá primeriza.
Los doctores dijeron que mantuviera un ojo en ello.
—Los dos —prometió—. Puedes dormir. No lo haré. No hasta que él bebe haya
nacido y esté a salvo y…
Suspiré. —Detente. O voy a enviarte abajo para conseguir una RM13si te destrozas
la rodilla.
—Podría resultar un poco difícil jugar fútbol americano con una pierna. —Me
encogí de hombros—. Eres un gran tipo, Jack, pero incluso tu trípode no puede
escapar de un ataque sorpresa.
—Y todo está bien. Sólo estoy esperando los papeles que me digan que exageré.
—No exageraste. —Su voz se ahueca—. No tenías a nadie allí para ayudarte.
13
RM: Resonancia Magnética.
—Puedo manejarlo por mí misma.
Él no me cree.—Eso no es cierto…
—Sí. —Él golpeó su pecho con su puño—. Te habría llevado. Habría estado allí.
Te habría mantenido a salvo, calmada y estaría ayudándote. Pero no estuve allí.
Jack se calmó, aunque se veía más grande, cada centímetro de su cuerpo rabiando,
tenso y preparado para una batalla que nunca podría ganar contra su propio
arrepentimiento.
—Jack…
Caí sobre la cama. Jack se arrodillo delante de mí, y realmente iba a necesitar mi
mano de vuelta para tapar el grito de asombro que salió más allá de mis labios. Él
sostuvo mi palma, ambas, y las besó. Su mirada fija en la mía. Creí cada palabra que
dijo.
—Te amo —dijo—. Fui un idiota. No supe que hacer debido a la lesión, y la tomé
contra ti. Fue un error.
—¿Me amas?
—Fui a la fiesta porque pensaba que me haría feliz. Como siempre solía hacerlo.
—No las deseaba. Me mantuve pensando en ti. Te dejé tan molesta y lastimada.
Joder, fui estúpido. No vi lo que tenía. —Él apretó mi mano—. No crees que sea
responsable. No crees que puedas depender de mí. Probablemente estas en lo cierto,
pero voy a trabajar en ello. Voy a estar allí para ti, para el bebé, para nosotros.
—Me amas.
Jack asintió. —Eres la única mujer que he amado jamás. Eres la única mujer que
podría hacerme amar a otro que no sea yo. Lo lamento muchísimo por siquiera hacerte
pensar de otra forma.
El cansancio y las hormonas me alcanzaron antes que sus palabras, pero ahora era
268 un desastre lloroso. Esnifando, apoyada sobre su hombro mientras miraba a mi
increíble hombre.
—Me conoces… —susurré—. Tengo un plan para todo. Sé qué hacer, qué decir,
cómo reaccionar. Puedo prevenir cualquier tipo de desastre.
—De la peor clase. —Toqué su mejilla—. No tengo ni idea de qué hacer cuando
estoy cerca de ti. No hay ningún plan que pueda proteger mi corazón. Tendría que
dejarte protegerme de todo lo que siento… y, Jack, si tuviera que pasar otro momento
separada de ti, puede que me pierda a mí misma.
—Estás aquí. Y no tienes ni idea de cuánto significas para mí. ¿Me preguntaste
que pensaba de ti? Es sencillo. Tú eres mi mundo. Eres todo lo que podría,
posiblemente, desear en esta vida.
—Podemos darle un giro para que sea algo más positivo. Es por eso que me pagas
mucho dinero.
—Sí.
269 No era nada que la vieja yo hubiera hecho, pero ahora sonaba bien. Por una vez,
no pensé en mi respuesta.
—Sí —susurré.
—¿Sí?
—Sí.
Salir del hospital sería un buen comienzo. Apoyé la mano sobre mi barriga,
mirando hacia él. —¿Qué tal si nombramos al bebé?
Jack se quedó inmóvil. —¿Ponerle nombre?
—¿Sólo uno? Es probable que tuvieras alguna sábana de cálculo configurada con
una docena de nombres todos en orden alfabético y colores coordinados…
—Sam.
—Por mi…
—A mí también.
270 —Yo… —Él se acercó de nuevo, besándome tan suavemente que era como si
pensara que me rompería—. Gracias.
—Todas hemos estado allí, cariño —dijo—. Especialmente con nuestro primer
bebé.
—Gracias.
¿Policía? Qué demonios… por supuesto que tenía que ser Jack.
Me di la vuelta, siguiendo su gesto. No estaba en absoluto sorprendida de ver a un
policía uniformado estrechar la mano de Jack. Él le dio las gracias por la escolta.
¿La escolta?
Crucé mis brazos. —Jack Carson, ¿puedes salir una noche sin que alguien llame a
la policía por ti?
También yo.
El flash de la cámara me desorientó. Dos hombres corrían por los pasillos del
hospital, perseguidos por un guardia de seguridad corpulento que les gritó que se
271 detuvieran. La cámara de video apuntaba directamente a mí, la cámara de mano brilló
hacia Jack.
Jack se lanzó, pero no antes de que la sabandija lo arrinconara y tomara otra foto.
—¿Perdiste al bebé, Leah? —El periodista lo gritó para que todos pudieran oír—.
¿Dónde estaba Jack celebrando cuando el bebé murió?
272 —De verdad desearía que no lo hubieras golpeado delante de mí —dijo él.
Yo también. Así como Jack. Pero mi chico malo no tenía miedo de una buena
pelea.
—Oye, sé que hablé mucho acerca de cambiar. Mucho. Pero… tengo que irme
para ser…
—Sí.
—De nuevo.
Besé su mejilla. —¿Dime que no quieres casarte conmigo sólo porque así tendrás a
alguien para sacarte de la cárcel?
—Al menos tú sabrás dónde está la chequera —dijo—. Esta es la última vez. Lo
prometo.
Sí, los viejos hábitos persistían. Saqué mi celular y me preparé para hacer mi
habitual lista de llamadas. —Le estoy cobrando por horas extras en este caso, Sr.
Carson.
—Es por eso que te amo. —La sonrisa de Jack se desvaneció cuando el oficial lo
llevó hacia los ascensores—. Eres práctica.
—También te amo.
Enderecé su corbata y suavicé las arrugas de su saco del traje. Él agarró el discurso
que preparé en su mano. Si él lo rompía, tenía repuestos. Una copia en mi bolso, otro
en su chaqueta, y aún tenía mi tableta y teléfono con copias listas para ayudar en
274 cualquier momento.
—Porque lo escribí. —Lo jalé cerca por un beso—. Lee lo que dice. Dilo en serio, y
veremos qué pasa cuando la liga concluya su investigación.
—¡Pero no lo siento! —Su voz se agudizó—. ¿Aceptar la suspensión de cuatro
juegos sin preguntas? ¿Cooperar completamente con cualquier decisión que ellos
hagan? ¿Pagar la multa y donar una cantidad igual a caridad?
—Sí. —Él sacudió su cabeza—. Pero ahora todo el mundo lo sabrá. Dejaré que mi
nombre obtenga la mierda, pero no quiero que ellos digan algo acerca de mi
hermanito…
—No lo harán. Créeme, Jack, esto les enseñará que tienes un compromiso más
allá de ti mismo.
—¿Lo prometes?
—Aún tengo esa atadura sobre ti, Jack Carson. Más ajustada que nunca.
Su sonrisa sólo creció. Debí saber mejor que eso lo animaría, pero incluso en los
momentos más oscuros, él siempre estaba ansioso de ligar.
Me besó y frotó mi barriguita. Descansé mis manos sobre las suyas. Jack aún no se
recuperó de nuestro susto, y él pasó cada minuto de vigilia atendiendo mis
necesidades; ofreciéndome comida, mantas, cualquier tipo de diversión de segundo
trimestre de travesura que hizo cosquillas a mi fantasía.
Pero sabíamos que sería brutal. No estaban castigando a Jack. Él serviría como
una lección para cualquier otro chico malo en la liga, pero si él solo pudiera ser
autorizado para quedarse...
Uno de los portavoces de los Rivets golpeó la puerta. Él nos saludó acercándose, y
le di a Jack un abrazo tanto como mi panza me lo permitía.
—¿Irritado y sarcástico?
Y eso era por lo que estaba asustada. Escondí el discurso dentro de su saco y lo
dejé conducirnos hacia la sala de prensa. La sala de prensa era lo suficientemente
grande para que entrara el grupo habitual de reporteros locales, pero esta noche estaba
completamente llena, desbordando en los pasillos y ajustada con más cámaras y
fotógrafos de los que se habían ajustado durante las eliminatorias de la última
temporada.
Jack ofreció una sonrisa a la habitación, incluso aunque le dije que pareciera tan
serio como pudiera. Eso no iba a pasar. Crucé los dedos.
Él odiaba mucho esto. Mi corazón dolía por él, pero esta era la única manera.
Jack no era un hombre quien rogara por misericordia. Él ganó las oportunidades
que tenía porque era el mejor mariscal de campo en la condenada liga y todos lo
sabían.
—Buenas tardes. —Jack leyó su discurso. Las cámaras se agitaron e hicieron clic.
Destellos de luz capturaron el duro ángulo de su mandíbula, su creciente ceño
fruncido—. Me gustaría tomar esta oportunidad para agradecer a los miembros de la
prensa y a mis fanáticos por permitirme este momento para expresar mi más sincero
arrepentimiento por... —Él se detuvo. Exhaló—. Por...
—No. —Jack comenzó de nuevo—. No siento lo que pasó esa noche. Sí, me
arrestaron. De nuevo. Y sí, me dieron una gran multa por exceso de velocidad y casi
pierdo mi licencia. Lamento la molestia que causó al equipo, la liga, y a mi familia,
pero no puedo disculparme por la razón por la que ocurrió. De hecho, lo haría todo de
nuevo si tuviera qué hacerlo.
—No hay mucho más que hacer para un hombre mientras esperamos a que el niño
nazca. Yo, uh, pinté la habitación. Conseguí helado en la madrugada. Hice masajes de
pies. Pero eso no es nada cuando te das cuenta de lo inútil que eres sí hay un problema.
—Su voz se endureció, confidente—. No puedo hacer mucho por él ahora, pero
siempre estaré ahí si él está en problemas, no importa las condenadas consecuencias.
278 —Podría ya no ser un mariscal, pero al menos sé que seré un maldito buen esposo
y padre. No hay disculpas para eso.
Jack envolvió eso con un cabeceo. —Ahora, lo siento por los problemas legales
que esto está causando. Mi forma de conducir fue imprudente, y le di un puñetazo a
un tipo. —Él se detuvo—. Sé cómo mi comportamiento se refleja en la liga y el equipo.
Demonios, sé que esto está haciendo a Leah retorcerse porque me estoy yendo del
guion. Sólo déjenme decirlo, tomaré el castigo. Lo que sea que la liga quiera. Y no voy
a quejarme porque es merecido. Pero no voy a disculparme por defender a mi familia.
La amo. Amo a mi bebé. Y haré cualquier cosa que sea necesario para mantenerlos
protegidos y a salvo.
—Cásate conmigo ahora —dijo—. Si mi carrera está acabada, al menos sabré que
te tendré, Kiss. Vamos a casarnos ahora y simplemente ser felices.
Miré dentro de esos bandidos ojos azules. —Eres realmente malo, ¿no?
—Amarte no es insensato.
—¿Segura?
Su cuna era cálida y confortable. Sam me miro con los grandes ojos, moca,
simplemente tan expresivos como los de su madre. Le gustaba cuando perdía el
tiempo, balbuceando y pataleando sus piernas tan tanta fuerza, que esperaba que él
quisiera jugar fútbol soccer y no convertirse en un pateador.
No estaba seguro cuantas noches pasé viendo al pequeño chico. Leah me dio un
280 tiempo difícil. Dijo que Sam no podía dejar de mirarme cuando yo estaba alrededor, y
que yo lo envolvía cuando se suponía que debía estar durmiendo.
Igualmente, pequeño.
Yo no podía seguir todas las reglas, todo el tiempo. Mi hijo valía la pena
romperlas todas.
—El año pasado fue para tu mami —dije—. Tenía algo que demostrarle. ¿Este
año? Es todo por ti, Sam. Cada juego, cada partido, cada victoria, es gracias a ti. Eres
mi razón.
Podía ver que él era mi hijo porque no tenía ni una pizca de humildad en esas
mejillas rosadas. Sonreí.
—Tú sabes, no estaría de más si le dice a su mamá que… creo que escucharlo
podría sumar algunos puntos…
Leah se rio desde la puerta. Me guiñó un ojo mientras esperó por mí. Con los
brazos cruzado.
—El entrenamiento comienza mañana. —Yo era mucho más alto que ella, pero
estaba lista para mí. Sabía lo que quería. Ella sonrió mientras dejaba que su esposo la
llevase a la cama—. No estaré alrededor tanto.
Zarpeé hacia ella, lanzándola sobre la cama y ataque su cuello, sus labio, su
barbilla con besos voraces.
—Habla por ti misma… —Metí mis dedos dentro de su falda—. ¿Qué harás
mañana cuando todos los equipos de noticias y prensa estén en el campo?
—La ventaja de trabajar desde casa. Tengo todo coordinado desde el interior de la
habitación del bebé.
—¿Deberás?
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—¿Necesitas una demostración?
—Me he casado y tengo un bebé, Jack Carson. —Leah bromeó con un golpe de
sus caderas—. No hay necesidad de halagarme más.
—¿Hazme el amor?
—Y tú sabes que me encanta verte satisfecha. —La besé de nuevo—. ¿Eres feliz?
—Mucho.
Las manos de Leah encontraron las mías, jugando con la cremallera. Tiro de mi
polla, viendo como me estremecía con cada perfecto golpe de su mano.
—Amor.
—Sabes que tú no eres nada parecido a lo que imaginaba para mí —le susurré.
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—¿De verdad?
—Bueno. —Sus manos se apretaron sobre mis brazos—. Porque yo siempre tengo
la razón.
—¿Toda la noche?
Fin.
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Sobre el autor
SosieFrost no es ajena a situaciones extravagantes, embarazosas y salvajes, y ella
está canalizando la angustia de los nuevos adultos en romances divertidos.
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