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INSTITUTO UNIVERSITARIO NACIONAL del ARTE

DEPARTAMENTO DE ARTES VISUALES

HISTORIA DE LA CULTURA III


CATEDRA: LIC. ERNESTO CASTILLO

Profesor: DANIEL VAZQUEZ

FICHA DE CATEDRA No.5


A propósito de los grabados de Théodor de Bry y las representaciones
europeas de la práctica social de la antropofagia en el mundo americano
colonial

I-
Los grabados de Theodore de Bry integraron una colección de varios
volúmenes denominada AMERICA TERTIA PARS, y que fuera editada por
distintas generaciones de la familia de Bry a finales del siglo XVI y
principios del XVII. Allí se combinan relatos de viajeros e imágenes sobre
el mundo americano: la producción de de Bry se apoyo
fundamentalmente en las crónicas del alemán Hans Staden y del francés
Jean de Leyry. Esos relatos de viajes habían sido acompañados por
xilografías que también sirven de apoyatura para la producción editada
por de Bry.

II – Sobre el análisis histórico cultural


Los grabados posibilitan un dialogo mas estrecho entre los lenguajes visuales y
textuales que confluyen en los libros ilustrados. El desarrollo del grabado en el
siglo XVI trae aparejado una verdadera revolución en la difusión de la imagen
(Burke, 2005: 21). Chicangana ha señalado como la mejora en la calidad de la
imagen, que se reproduce a través de los procedimientos de grabado, hace posible
el rescate-difusión de tradiciones medievales: pareciera pertinente plantearnos el
rescate-difusión de la tradición clásica que la técnica de grabado tendría que
favorecer.

1
Las imágenes que circulan a través de los grabados pueden ser analizados como
representaciones visuales… Así, no nos aproximamos a ellas como producciones
artísticas, sino que vamos a detenernos en ellas para preguntarnos por las
representaciones de la otredad americana que aparecen en ella. ¿Cómo tratar de
abordarlas? No desde lo estilístico ni desde lo iconográfico que son abordajes valiosos sin
lugar a duda. Pero nos preocupamos por la conexión entre la producción visual y su
contexto histórico-social. Para poder establecer ese complejo vínculo ubicamos nuestras
imágenes en una red de representaciones que nos permite asomarnos a la sociedad que las
produce. . Confiamos que la producción y sus diversos vínculos externos nos permitan
arribar a más conclusiones respecto a el problema de la otredad americana.

III-Sobre el concepto de representación


En el uso del concepto de representación que aquí hacemos aparecen las
improntas de Louis Marin y de Roger Chartier. Por un lado, toda representación
alude a un sujeto/objeto ausente, asumiendo un carácter transitivo, y en este
sentido supone una neta distinción entre lo que representa y lo que es representado. Por
otro lado, y este es su carácter reflexivo, una representación exhibe una presencia:
hay una imagen presente que se plasma en la presentación pública de una cosa o una
persona.1 Esta perspectiva que reúne las dos dimensiones de toda representación,
que advierte esa verdadera oscilación entre evocación mimética y sustitución2 nos lleva
al pararnos frente a ella haciéndonos la doble pregunta de que nos muestra y que
nos oculta.

IV- Sobre el canibalismo


El tema del canibalismo ha provocado debates académicos en diferentes disciplinas como
la antropología, la historia, la psicología y los estudios literarios y culturales. Por
ejemplo, se ha intentado explicar la práctica caníbal:
 como una forma social de agresión institucional (Eli Sagan 1974),
 como sistema de control demográfico y práctica relacionada causalmente con
deficiencias proteínicas (Marvin Harris 1977, Michael Harner 1977),

1
Roger Chartier, El mundo como representación. Historia cultural: entre prácticas y
representación Barcelona: Gedisa, 2002 pgs.57/ 58; también ver R. Chartier, Escribir las
prácticas. Foucault, de Certeau, Marin, Bs.As: Manantial,1996
2
Carlo Ginzburg, Ojazos de Madera. Nueve reflexiones sobre la distancia, Barcelona: Península,
2000 pág. 85

2
 como ritual simbólico por medio del cual ciertas cualidades del sacrificado pueden
ser obtenidas (Marshall Sahlins 1978)
 como un sistema ritual productor de símbolos para construir la identidad social
(Peggy Sanday 1986).
Por otra parte:
 Los numerosos estudios que se han hecho sobre las narrativas del
canibalismo han revelado su uso como justificación de la agresión imperial (Julio
Salas 1920; William Arens 1979; Tzvetan Todorov 1984; Peter Hulme 1986).
 Historiadores y críticos literarios han explorado, a su vez, la recurrencia y
representaciones del caníbal en el imaginario europeo desde la antigüedad clásica
(Michael Palencia-Roth 1985, 1996; Maggie Kilgour 1990; Frank Lestringant
1997), y los discursos coloniales sobre el canibalismo en Latinoamérica (Hulme
1986,1998; Palencia-Roth 1985, 1996, 1997; Alvaro F. Bolaños 1994; Jáuregui
2000, 2001).
 Adicionalmente, se ha señalado las articulaciones de este tema contes de
género (Sara Castro-Klarén 1991, 1997), su conexión con los discursos
contracoloniales y de identidad afro-caribeña (Eugenio Matibag 1991), y se ha
analizado los diferentes contextos culturales y discursos que articula este tropo (i.e.
eucaristía, lenguaje de la sexualidad, el consumismo, etc.).
 Recientemente la crítica cultural ha atraído renovada atención sobre el tema
caracterizada por sus aproximaciones interdisciplinarias y poscoloniales. Brasil—
de manera central—ha ocupado gran parte de la reflexión sobre el canibalismo
como tropo colonial, romántico, modernista y posmoderno, especialmente debido a
la enorme atención crítica a la “reivindicación” vanguardista del caníbal en el
Brasil, en torno al proyecto que cristaliza Oswald de Andrade (1890-1954) con su
“Manifiesto antropófago” (1928) y la Revista de antropofagia (1928-1929).

V-Canibalismo e imagen erótica


Emanuele Amodio, Formas de la alteridad. Construcción y difusión de la imagen
del indio americano en Europa durante el primer siglo de la conquista de América.
Quito, Ed. Abya Yala, 1993.

Por lo que se refiere a la desnudez del indio, es necesario también hacer


referencia al status ocupado por las imágenes iconográficas en las
sociedades europeas. Durante el siglo XVI, las imágenes iconográficas
recorren dos “circuitos icónicos” (Ginzburg), uno público y uno privado,
con finalidades diferentes en la mayoría de los casos. Mientras que el
circuito público, por lo menos en uno de los niveles socioculturales de

3
circulación, incluía también imágenes "morales" utilizados por la iglesia
"...en una propaganda dirigida a las masas compuestas en general por
analfabetas” (Ginzburg, 1986b: 135); el circuito privado incluía también
imágenes destinadas a un uso erótico.
Es evidente que este segundo circuito excluía los grupos sociales populares,
sobre todo porque esas imágenes iconográficas eran producidas en su
mayoría por encargo. Nos parece que este segundo circuito icónico puede
ser considerado también como el trasfondo de la circulación de las
imágenes del indio americano. De hecho, nos encontramos con una gran
producción de imágenes de hombres y mujeres desnudas de las cuales se
describe una sexualidad exagerada o, en casos más sofisticados, como el de
Vespucio, junto a descripciones literarias y menudas de sus cuerpos
desnudos y del uso que de ellos hacen5.
No resulta así fuera de lugar adelantar la hipótesis de que la iconografía
americana ocupó un lugar en el circuito icónico destinado a la mirada
"erótica" de los estamentos acaudalados de la sociedad europea, italiana
sobre todo, del siglo XVI.
Aparte de las descripciones de las colecciones privadas de dibujos del siglo
XVI, la relación entre iconografía americana y erotismo parece
suficientemente demostrada por el análisis contextual de la relación entre
figuras y textos de muchas publicaciones de contenido americano. No se
trata solamente de De Bry, bien antes y desde el comienzo de la circulación
del material americano escrito y dibujado, las descripciones escritas
abundan en descripciones "atrevidas" de los cuerpos desnudos y de las
prácticas sexuales de los indios, mientras los dibujos ofrecen a la mirada
europea la prueba fehaciente de la descripción. Y vale también el proceso
contrario: a partir de la representación gráfica, que deja entrever unas
posibilidades eróticas negadas en Europa, el texto escrito será
reinterpretado bajo esta óptica, de manera que hasta las descripciones más
castas terminan siendo motivo de lectura “libertina".
Un ejemplo representativo de esta redundancia entre texto escrito y texto
iconográfico, puede ser considerado el libro de Cesare Vecellio. Se trata de
una larga recopilación de informaciones sobre la manera de vestir de gran
parte de las poblaciones del mundo conocidas en la época. Cada corta
descripción está acompañada por un dibujo rico en detalles del personaje
descrito. Y es en el capítulo 12, agregado en la segunda edición, que la
contraposición entre hombre y mujeres europeas, vestidos de manera
sobreabundante, e indígenas americanos, en gran parte desnudos, se hace
explícita, cargándose particularmente la descripción de los indios de un
aura de erotismo, subrayada por la constante referencia a los órganos
sexuales(...)
(...) En la relación entre erotismo e iconografía, es necesario considerar un
aspecto importante de su difusión. La utilización cada vez mayor de la
imprenta en la producción de libros implicó una parcial ruptura de los
circuitos: "gracias a ella, un público todavía para nosotros no bien definido,
pero que incluía de cualquier manera estratos sociales subalternos
(artesanos y hasta campesinos), entró en contacto no solamente con la
página impresa, sino también con las imágenes que a menudo las
acompañaban. La existencia de libros a precios relativamente bajos, en

4
general con ilustraciones, aumentó de una vez, en sentido cualitativo y
cuantitativo, el patrimonio de palabras y de imágenes de esas clases
sociales" (Ginzburg, 1986b: 150). Si a la producción de libros añadimos
también la de las "Hojas volantes”, como las "Zeitungen” alemanas, que
contenían a menudo imágenes americanas, podemos identificar un
fenómeno muy amplio de disfrute de esas imágenes, tal vez con finalidades
muy diferentes de las previstas por sus editores. De hecho, si es
demostrada la utilización erótica de las imágenes iconográficas por parte de
los grupos sociales dominantes del siglo XVI, no es de extrañar que el
mismo fenómeno se haya dado también a niveles populares, cuando fue
posible acceder a imágenes de ese tipo. A final de cuentas, debían ser muy
escasas las oportunidades para un campesino de ese siglo ver una mujer
desnuda y, todavía menos, las posibilidades de una mujer de contemplar a
un hombre sin ropa. Las imágenes fueron así, tal vez, un sucedáneo útil
para satisfacer tales curiosidades.
Es evidente que la circulación de este tipo de imágenes, en el contexto de la
cruzada moralizadora de la iglesia en el siglo XVI, terminó por desatar la
reacción eclesiástica. Protagonista, entre otros, de esta represión en Italia
fue el Teólogo Catarino Politi, quien incluyó a los mismos curas y obispos
que coleccionaban dibujos mitológicos en su lucha contra las imágenes
eróticas (Ginzburg, 1986b: 137).
Tal vez debido a esta represión eclesiástica, al lado de los cambios
determinados por la presencia europea en América, desde el final del siglo
XVI los indios fueron cada vez más representados con ropa al uso europeo,
en el intento de eliminar el carácter "escandaloso” de sus cuerpos
desnudos. Véase, por ejemplo, la representación de un indio bautizado por
Luis XIII reproducida en la obra de C. D'Abbeville Historia de la misión y
de los misioneros capuchinos de la isla de Marahú , de 1614; o los indios
tupinambá vestidos con una mezcla de ropa europea y plumas indígenas
dibujados en 1613 para el libro de Yves D’Evreux Viaje al norte de Brasil
……………………………………………………………………………
Volviendo a la desnudez real del indio americano, superada la fase
“edénica", ésta fue asumida como índice de una condición de pecado. El
indio desnudo se vuelve hombre bestia, con sus costumbres abominables
como la sodomía y, naturalmente, el canibalismo. Desde Colón y Vespucio,
una porción de grupos indígenas será considerada caníbal y, todavía antes
que el texto de Hans Staden circulara por Europa, una de las “Zeytungen"
alemanas -a partir del texto de Vespucio sobre la " ... carne humana salada y
colgada de las vigas, como entre nosotros se usa ensartar el tocino y la
carne de cerdo" (Vespucio, 1985: 65)- publica en 1505 la xilografía de dos
colores de una escena caníbal, acompañada de un larga leyenda con
detalles realistas de tales prácticas

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