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Haciendo Comunidad
participativamente –
El arte de la facilitación
(texto en preparación)
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Facilitar, animar, es un regalo que damos y nos damos, pues al cuidar,
suspender, acompañar y acunar la participación y la creatividad, nos
llenamos de ternura, nos llenamos de humanidad, nos sanamos…
¡qué regalo que nos podemos dar ayudando!
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Índice
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Capítulo 1
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es para la vida? ¿Puedo participar facilitando, acompañando el
aprendizaje, más que instruir y enseñar “lo que hay que saber”?
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Sin embargo, basta observar con un poco más de detalle para
darnos cuenta que las dificultades más apremiantes y desgarradoras
de uno u otro tipo, están presentes en cada todos y cada uno de los
países y grupos humanos. Entre más nos “desarrollamos” más
profundas se vuelven las contradicciones e inviabilidades de nuestra
civilización. Basta observar dos aspectos. Por un lado parece que “la
única salida” es caminar rápidamente hacia el desarrollo e híper-
desarrollo de las sociedades, digamos volvernos como en Dinamarca,
Japón o Suecia. Pero resulta evidente desde hace al menos 40 años,
que si todos los humanos tuviéramos el “nivel de vida” de esos
pueblos, no alcanzan ni tres planetas Tierra para satisfacer a
semejantes humanos híper-consumidores de todo tipo de recursos.
¡Dinamarca es el país con la mayor huella ecológica del planeta!
Además su consumo es posible gracias a los miles de millones de
chinos, indios, mexicanos, nigerianos y demás, que producen a precios
de risa, en condiciones de trabajo brutales y con consecuencias
desastrosas para sus comunidades, su tierra, aire y ríos, así como a la
Madre Tierra. Hay algo que no está bien adentro de esa aparente
armonía del desarrollo. ¡Qué paradoja! Nos venden la idea que no hay
otra que desarrollarse, pero el desarrollo conduce a la destrucción del
humano y de la Tierra. Por otra parte, las sociedades “desarrolladas”
materialmente, poseen un profundo sub-desarrollo espiritual y
emocional, que está llevando a muchos callejones sin salida que el
propio desarrollo no puede solventar. Vacío, aislamiento, depresión,
híper-consumismo, olvido de los viejos, individualismo y destrucción de
la comunidad, drogadicción, adicciones de todo tipo, adicción al
trabajo y al control de la vida, etcétera. Por más que su propio
“desarrollo” personal los está llevando a la propia imposibilidad de
reproducir su confort social, ya que son sociedades que se ponen cada
vez más “viejas”, por lo que no hay jóvenes que trabajen y mantengan
los altísimos niveles de vida de las personas ancianas.
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Qué podemos decir de nuestras sociedades “sub-desarrolladas”,
lugares que han sido arrasados por nuestros gobiernos, guerras,
narcotráfico, contaminación, extracción de recursos, destrucción de
nuestros idiomas, de nuestras culturas tradicionales e indígenas,
donde la corrupción, muchas veces permitida y promovida por los
propios países “desarrollados” corroe cada espacio de la vida, llenos
de violencia, etcétera. Pero también estamos llenos de vida, de
tradiciones, de amor familiar, de encuentros espontáneos, de la vida
lenta y la falta de obsesión por la eficacia y el trabajo, de miradas y
manos amorosas que nos acunan cada día en las calles y en las casas,
de artesanías, de formas antiguas y hermosas de producir, de otras
propuestas de vida utópica y simple como la de los zapatistas o los
indígenas de Bolivia y Ecuador, etcétera.
La política de partido y de “representantes” se nos presenta
como la “mejor y única” opción viable para seguir siendo humanidad.
Las cosas “suceden”, la tecnología llega como quiera que esta sea y
hay que aceptarla sin reflexión profunda y pausada sobre sus
consecuencias. ¡Parece que no podemos elegir! La educación parece
que es cuestión exclusiva de escuelas y para niñas, niños y jóvenes. La
salud, o más bien la enfermedad es asunto de médicos y hospitales, no
de mi persona y mi comunidad. El matrimonio, y las las relaciones en
general, son algo que hay que seguir a pie juntillas acorde con los
designios de la ley, aunque todo ello esté haciendo agua por todas
partes y de forma evidente para todos los que vivimos esa institución y
esa emoción del amor de pareja.
En las organizaciones, las empresas, las organizaciones no
gubernamentales, las escuelas, etcétera, también nos encontramos
con cuellos de botella terribles, ya que las exigencias de productividad
son cada vez mayores, la competencia global “contra” los chinos, los
indios o brasileños, es despiadada. Las problemáticas a las que se
enfrentan las organizaciones son cada vez más complejas, ya que todo
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cambia y se enreda a mayor velocidad. Y las organizaciones responden
contratando a profesionistas cada vez más especializados que vienen a
“resolver” los problemas con métodos y conocimientos estandarizados.
Pero la realidad no es estandarizada, por lo que a más esfuerzos
“desde arriba”, más in-sustentable se vuelve la situación. Las personas
se sienten excluidas de las soluciones, pues son objetos pasivos a los
cuales se les “aplican” las metodologías y conocimientos diseñados
por especialistas. Este escenario propicia que se desperdicien las
enormes capacidades creativas y colaborativas de las personas “de a
pié”. Las organizaciones se desmiembran, no generan sentido de
pertenencia, pues las personas no les importa, no “cuentan” realmente
y por lo tanto no contribuyen y participan de forma genuina y creativa.
Pero esas personas son quienes están ahí día a día, y tendrían la
oportunidad de percibir con más profundidad los que pasa, lo que hace
falta, las nuevas formas creativas de mejorar y hacer las actividades y
la vida más humana, más apropiada y más pertinente para los
objetivos que se necesitan.
De forma similar, las y los investigadores, las y los estudiantes,
abordamos a las personas, a las comunidades, a los clientes, a l@s
usuari@s de los servicios, como seres pasivos, como “fuentes de
datos”. Asumimos de forma inconsciente, que para hacer una
investigación, para ayudar o transformar a esas personas, a ese
colectivo o comunidad, somos nosotr@s los que tenemos que
investigar, generar conocimiento y aplicarlo. Sin darnos cuenta que
también las personas y los colectivos tiene enormes capacidades para
dialogar con nosotr@s, para co-crear y explicitar conocimientos, para
abordar en colaboración con los agentes externos (es decir nosostr@s)
las tareas que son pertinentes para generar conocimiento y
transformación en las comunidades de forma sustentable.
Es decir, pareciera que las cosas vienen de afuera, son diseñadas
por expertos y nosotros somos receptores pasivos de todo esto. Tan
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sólo nos queda trabajar, ganar dinero y supuestamente “escoger” lo
que nuestro bolsillo puede pagar de la “oferta” que nos da la sociedad.
¿No existen otras opciones? ¿No hay otras formas más “a pie descalzo”
que podamos construir? ¿Siempre serán “los expertos” y sus
conocimientos la respuesta y la propuesta de todo? ¿O podemos re-
aprender nuestras capacidades, ensancharnos en nuestras enormes
capacidades creativas, de colaboración y aprendizaje?
En la historia han existido y existen otras formas de organizarse.
Algunos lo llamamos PARTICIPACIÓN, una forma de holarquía en
donde cada persona y las comunidades se organizan y generan sus
formas de vida acorde con sus reflexiones, su colaboración, sus
conocimientos y su cuidado de si mismos, de su territorio y del mundo.
Holarquía quiere decir holos, totalidad, participación, Arquía, refiere
al orden, el arco, la forma, la coherencia.
Por lo que holarquía menta a un orden, una viabilidad,
una coherencia que es co-creada desde la participación de
todas y todos, no sólo los humanos, sino también los otros
seres, la Madre Tierra, el territorio, cada ser, los niños, los
ancianos, los ancestros y los descendientes.
Pero estas formas de educarnos, de aprender, de atender
problemas, de crear conocimiento, de sanarnos, de construir nuestras
viviendas, de cultivar nuestros alimentos, de intercambiar bienes y
servicios, de divertirnos, de enamorarnos y unirnos, de reproducirnos y
criarnos, de todo lo que es lo esencial de nuestra vida de manera
PARTICIPATIVA Y COLABORATIVA, es algo que hay que re-aprender.
Pues las y los seres humanos tenemos las capacidades, como las
abejas, como las hormigas, como los bosques, como las células, como
las y los niños, de co-operar, de pensar y de hacer con inteligencias
colectivas y participativas. Y ahora sabemos que estas formas
participativas y colaborativas, son infinitamente más poderosas que lo
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que ocurre con individuos aislados usando solamente sus capacidades
intelectuales convencionales.
Hacer comunidad en aprendizaje, es el arte de
participativamente recuperar y florecer nuestra vida y nuestros
aprendizajes en nuestro territorio, con las personas con las que
convivimos, co-creando el mundo desde nuestras acciones
inteligentes, colaborativas y amorosas, llenas de consciencia política
profunda y de cuidado por las personas, los seres, nuestro territorio y
nuestro mundo.
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Al usar el prefijo “co-“ quiero enfatizar el que lo que ocurre es en colectivo de forma
participativa. Co-crear implica participar colectivamente para construir procesos
desde la creatividad.
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y comunidades seamos capaces de construir nuevas formas de vida
sustentables o lo que los pueblos originarios han llamado y llaman
“buenvivir”, es decir una vida digna en comunidad, en armonía y
respeto con la Madre Tierra.
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Capítulo 2
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Complementariamente podemos darnos cuenta que tenemos en
nuestras sociedades humanas (en mi propia historia personal) como en
nuestros animales o en las plantas, múltiples ejemplos de formas
participatorias. Algunos ejemplos pueden ser, cómo las hormigas y
las abejas cooperan para construir grandes obras, como los bosques se
auto-organizan, cómo lo cardúmenes de millones de peces cooperan y
viven siempre participando en cada instante, cómo los seres humanos
somos capaces de peregrinar en miles y millones de formas
espontáneas y auto-organizadas, cómo las niñas y los niños crean
juegos sin reglas externas y respetando la participación, etcétera.
Podemos entonces, a partir de esto identificar desde nuestra
propia experiencia estas dos formas básicas de interactuar y que
expresan de forma profunda, una dimensión política, es decir, dominar
o participar implican una relación política entre las personas y entre los
seres en general.
Cultura co-creativa
Quizás el primer elemento que debemos abordar cuando pensamos en
la facilitación es en lo que podemos llamar una cultura co-creativa,
es decir una cultura que es capaz de conformar de forma consciente
hacia dónde camina. Esto implica que podemos cooperar, reflexionar,
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decidir y actuar respecto a cualquier aspecto de nuestro vivir
(relaciones, trabajo, familia, transporte, educación, sexualidad,
violencia, gobierno, nuestros espacios de vida, etcétera) desde nuestra
propia actividad consciente y cuidadosa.
A este respecto podemos iniciar reflexionando en que en muchos
aspectos las y los humanos desde hace miles de años vivimos en una
cultura opresiva y patriarcal2. Es decir, la mayoría de los ámbitos en los
que convivimos no permiten ni promueven que de forma solidaria
participemos, que tengamos consciencia de por qué y cómo hacemos
lo que hacemos, de forma que tomemos decisiones de forma
autónoma y participativa en torno a lo que vivimos, hacemos,
recibimos, consumimos, etcétera. Si reflexionamos de forma pausada y
profunda nos podemos dar cuenta que aún la tan alabada democracia
que es anunciada como el racero y referente óptimo de organización
política-social justa, no es más que otra de las formas en que las y los
poderosos (militares, corporaciones, políticos, etcétera) usan al pueblo
y a sus “cuerpos representativos” para favorecerse, y para ultrajar a
las y los desposeídos y a la Madre Tierra. Y esto es válido desde Suiza
y Noruega, hasta México y Bangladesh.
¿Nos percatamos cómo estamos sujetos en cada momento de
estas formas dominatorias en que la sociedad y sus instituciones nos
dominan y nosotros reproducimos dichas formas?
Alternativamente, sería por lo tanto importante que nos
diéramos cuenta de que en la naturaleza y en las sociedades humanas
existen infinitos ejemplos de procesos participativos donde las y
los individuos, los grupos y las comunidades, son capaces de hacer
2
La palabra patriarcal se refiere a la forma en que la mayoría de las sociedades
desde hace más o menos 5,000 años (Riesler 1999), sean occidentales, orientales,
modernas o ancestrales, han “funcionado” sobre la base del dominio de los hombres
o de figuras impositivas que ejercen el poder de forma violenta, sea simbólicamente
o físicamente. Por supuesto que esto tiene una infinita gama de variantes e
intensidades, pero básicamente son sociedades donde no impera la solidaridad, el
cuidado y el amor como esencia política en todas las esferas de la vida.
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cosas junt@s, de acunar una maravillosa creatividad producto de la
colaboración, de la confianza y de la conexión, de diseñar y crear
formas de organización humana, tanto hacia adentro de cada individuo
como con las y los otros individuos, en cada uno de los aspectos
centrales de la vida, y también para con el mundo.
Si observamos lo que resulta de estos comportamientos resulta
hermoso, esperanzador e inspirador para darnos cuenta de que sí es
posible co-crear formas de vida sustentables.
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Dado que este texto es una semilla para i) generar experiencias de auto-formación,
y ii) acompañar un proceso pausado y paulatino hacia el arte de la facilitación, divido
el proceso en fases. En la fase 1, se aborda LO ESTRICTAMENTE ESENCIAL para
iniciar la práctica de la facilitación; en la fase 2, se regresa a algunos puntos iniciales
pero con mayor profundidad. En las fase 3 se enriquece y profundiza el arte de la
facilitación desde las experiencias de cada persona y desde algunos elementos
teórico-prácticos detallados.
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esta cultura de participación. No solamente se ha perdido esta cultura
si no que se han instaurado hábitos y formas represivas (tanto
interiores como exteriores) que impiden o desaniman a las personas
para ser capaces de colaborar, de reflexionar críticamente y de co-
crear su vida individual y colectiva. Una cultura que cultiva y ejerce de
forma vigorosa estas cualidades, es capaz de co-crear formas
sustentables de vivir a mediano y largo plazo.
Por lo tanto, necesitamos re-crear nuestra cultura participativa,
pero no podemos hacerlo imponiéndolo, enseñándolo, indoctrinando al
otro, es decir, repitiendo las mismas formas dominatorias con las que
nos han educado, criado y gobernado en nuestras sociedades
patriarcales. Podemos decir que inclusive en nuestros esfuerzos por
liberarnos y por cambiar reproducimos la dominación, la disputa y la
indoctrinación a través de lo que podríamos denominar formas no
participativas de organizarnos y de vivir.
Podemos decir, que una ruta alternativa y novedosa de acunar y
de acompañar el renacimiento de estas cualidades en los seres
humanos para poder co-crear una cultura participativa, es el arte de
la facilitación.
Es decir, el arte de la facilitación sería el arte de acunar, de
acompañar, sin manipular, sin imponer, es decir, ser un ingrediente,
ser una persona que es capaz de, escuchando delicadamente,
acompañar procesos donde las personas y las comunidades re-
aprenden sus habilidades participativas y co-creativas al estar
haciendo y reflexionando sobre el mundo que vivimos.
Resulta fundamental resaltar en este momento que otra cualidad
distintiva de la facilitación es que el acompañamiento de procesos
participativos no ocurre desde lo exclusivamente racional, sino
que se da primacía a la experiencia, a lo que sentimos al
experimentar en vivo las situaciones y que es entonces el
fundamento para nuestra reflexión personal y colectiva. Esto
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implica que no hay un “líder”, una maestro o instructor que nos dice lo
que “es correcto” o la idea “rectora” que nos llevará a “buen lugar”.
Por lo que de forma alternativa al articular desde la facilitación
nuestras experiencias y la reflexión crítica sobre lo vivido, podemos
crear procesos participativos donde aprendemos de forma
consciente y experiencial, pero sobre todo podemos decidir y co-
crear cómo podemos vivir de formas alternativas y que nos permitan
construir un buenvivir.
Tal como abordaremos más abajo, estas formas participativas
para co-crear, sólo pueden ocurrir desde el cultivo de la consciencia la
cual sólo tiene lugar en la práctica del auto-conocimiento.
Paralelamente, el arte de facilitar sin imponer o proyectar nuestra
emocionalidad de forma azarosa, implica el constante trabajo de
aceptación y cultivo de nuestro mundo emocional. Es mi experiencia
que la herramienta más hermosa y humana que he conocido para este
trabajo emocional es lo que se llama “el cuidado del alma” (Moore
2000). En esta sección abordamos lo esencial en el cuidado de estos
dos dimensiones: la consciencia y el cuidado del alma. Esto requiere
ocurrir primero en la o el facilitador, para que a través de los
procesos facilitatorios se pueda trabajar de forma individual y
colectiva. De otra forma todo lo que estamos mencionando aquí en
términos de co-crear, diseñar, reflexionar, etcétera, será la expresión
de seres humanos centrados en su ego automático e indoctrinado, lo
cual no conduce más que a repetir de forma inconsciente los mismos
patrones insustentable que nos tienen sumid@s en esta crisis humana
y planetaria.
Por lo que podemos sugerir que como resultado de la actividad
facilitatoria los colectivos, las comunidades y las personas reflexionan
sobre sus condiciones de vida, la re-diseñan y transforman su realidad
de forma consciente, solidaria y participativa. Pero nos han impuesto
la creencia de que esto sólo ocurre cuando una fuerza externa
1
o una institución lo promueve o lo impone. También creemos
que las personas no nos podemos poner de acuerdo, no
podemos cooperar, no podemos solventar nuestras diferencias
y que siempre se tiene que imponer un líder, que tenemos que seguir
ideologías y que no puede haber creatividad y empatía como principios
de auto-organización. No sabemos cómo hacerlo. Y es precisamente
por esto que la facilitación es quizás el ingrediente esencial para
regenerar nuestra capacidad de vivir, convivir y crear una sociedad
justa y equilibrada: sustentable.
Por lo anterior podemos decir que una facilitadora o facilitador,
requiere de un arduo trabajo de auto-formación para ser capaces de
resistirse al hábito y a la tentación de reproducir los esquemas
represivos y dominatorios de la cultura imperante. Esto lo podemos
sintetizar en una de las frases clave de la facilitación:
1
humano, es decir el acto de creación individual y colectiva desde
una auténtica libertad (que no es cualquier cosa que se me ocurra),
se requieren de condiciones para que se cultive lo esencial de cada
una y de cada uno.
Es decir, para que pueda haber participación necesita generarse
un vacío, necesitamos desnudarnos de aquello que nos llena de
certezas, de prejuicios y de ideas y sentimientos pre-concebidos. Por lo
que una facilitadora o un facilitador inician su trabajo transformativo
de auto-formación al abordar su propia problemática de ser capaces de
crear un espacio vacío en nuestro interior (suspender), para
poder así respetarme y respetar a los otros en su aventura hacia lo
nuevo.
Por lo que en un espacio de facilitación estamos invitándonos e
invitando a las y los demás a crear un espacio de confianza y de
respeto para que pueda ocurrir este vacío. Por lo tanto, esto exige de
la o el facilitador el arte de un buen pensar y un buen sentir (el
cuidado esencial, Boff 2000), de un pensar que no juzga, que no
asume, que no impone, que es capaz de vaciarse para acompañar e
invitar a las otras y los otros a caminar este mismo sendero.
Desde mi experiencia, este es un arduo camino de auto-
conocimiento en el cual tenemos a disposición la herramienta
maravillosa del diálogo. Llamamos a esto más propiamente el
proceso de “re-aprendizaje de habilidades para el diálogo”. Al respecto
David Bohm, nos ha obsequiado su propuesta de Círculos de Diálogo
como una herramienta de cultivo del auto-conocimiento para,
colectivamente, abordar y reconstruir nuestras habilidades para
suspender nuestras identificaciones con nuestras ideas y
creencias, al mismo tiempo que recuperamos nuestra capacidad de
reconocer lo que sentimos. Resulta fundamental, acorde con Bohm,
experienciar este proceso de auto-conocimiento no a través de
palabras sino de la experiencia, en particular de la experiencia
1
contemplativa de lo que ocurre en la totalidad de nuestro
cuerpo y nuestra relación con el mundo a la luz de darnos
cuenta de cómo pensamos y nos comunicamos en un constante
identificarnos con las ideas que van pasando por nuestro
“pensar”. En este proceso como oportunidad de auto-conocimiento
que tiene lugar en el Círculo, tenemos la oportunidad de cómo
facilitador@s estar cultivando el auto-conocimiento que nos permite
mediante un trabajo arduo cultivar lo que llamo la “vigilia” respecto a
nuestro estar senti-pensando el cual suele ocurrir a través de la
constante identificación con las ideas y creencias. Si somos capaces de
darnos cuenta de esto en el instante en que está teniendo lugar, y de
percatarme que soy MUCHO más que las ideas que se piensan en
mí, y que mi cuerpo y mi vivir es infinitamente más rico y creativo,
entonces estoy llevando a cabo lo que Bohm y Jiddu Krishnamurti han
llamado la SUSPENSIÓN.
2
Si como facilitadores, como seres humanos que colaboramos y
acunamos la vida, la convivencia y el aprendizaje, no re-conocemos
esta dimensión en nuestra persona, y no somos capaces de encontrar
la “com-pasión” Diálogo y cuidado esencial de nuestro pensamiento y nuestro actuar
2
que es el poder facilitar procesos donde andamos junt@s la posibilidad
de la participación y la co-creación de cómo vivimos y cómo podemos
construir un presente más apropiado para un “buenvivir”.
Modos de facilitación
Podríamos decir que el arte de la facilitación implicaría aquellos
procesos en donde una persona (facilitadora o facilitador) es capaz de
acompañar y animar cuidando(se), procesos en los que colectivos de
personas colaboran donde nadie por arriba de ellos los está dominando
o controlando para lograr un objetivo, donde no hay una idea
imperante o prejuicios que guíen sutilmente las percepciones, la
imaginación o las decisiones de las personas.
Es decir, que la facilitación de forma alternativa, implica
el arte de acompañar procesos participativos.
Pero obviamente este no es un camino fácil, pues requiere de un
re-aprendizaje respecto de una cultura dominatoria de más de 5,000
años. El proceso no se da de un día para otro ni de forma mágica, por
lo que requerimos una ruta que vaya re-construyendo paso a paso las
cualidades humanas necesarias. Para así auto-formarnos en el cultivo
2
primero en nosotr@s mism@s del paso desde una cultura dominatoria
hacia una participatoria. Desde mi punto de vista esto requiere de la
atención de los tres ámbitos fundamental de ser humano
sustentable: i) auto-conocimiento/consciencia, ii) cuidado del
alma, iii) política/justicia (en un texto que estoy terminado de
escribir, abordo esta dimensión esencial humana a cuidar si es que
hemos de sobrevivir).
En los procesos de facilitación para acompañar el re-aprendizaje
y co-creación de una cultura de la participación iniciamos desde lo
elemental reconstruyendo la confianza (desde la ternura y el amor)
(Restrepo 2001) en el otro y en los procesos participativos. Desde ahí
podemos ir acompañando el fortalecimiento de los distintos ámbitos
del ser humano en la ruta de re-aprendizaje hacia la co-creación y la
autonomía.
Desde esta perspectiva podemos asumir que existen
esquemáticamente tres tipos de facilitación; i) la facilitación jerárquica,
ii) la facilitación cooperativa, y iii) la facilitación autónoma (Heron
1999). Por lo que en nuestro proceso de auto-formación como
facilitador@s resulta fundamental que experienciemos cómo se siente,
nos enriquece y transforma el participar en una experiencia (un
ejercicio en la acción-reflexión), en un proceso en el que una
facilitadora o facilitador nos acompañan desde una facilitación
jerárquica (que propone y acompaña experiencialmente, pero no
impone, enseña o indoctrina) que activa desde la praxis y la reflexión
la participación co-creativa de las personas y los colectivos 4. Cuando
experienciamos esta forma de ser, hacer, cooperar, participar y re-
4
Más adelante describimos cómo los procesos participativos desde la facilitación
trabajan acompañando y animando el re-aprendizaje a través del ciclo básico
reflexión-acción-reflexión desde la presencia plena/consciencia abierta. Al poner a
disposición de los colectivos experiencias que involucran holísticamente las distintas
dimensiones del ser humano, se activa la creatividad, el potencial humano y la
autonomía cooperativa. Todo esto siempre desde el ciclo de aprendizaje experiencias
(reflexión-acción-reflexión) resulta central para el empoderamiento de la cultura
participativa de los seres humanos.
2
aprender desde una dinámica “de-centrada”5, que no instruye y
domina, sino que participa como humano ella o el mismo (la o el
facilitador(a)). Implica escenarios talleriles o de la vida cotidiana que
intentan cultivar y acunar el aprendizaje y la transformación donde
podemos tener el espacio-tiempo para “re-re-re-re…”, es decir desde
la pausa, el silencio y el SerCuerpo6, hacer y reflexionar individual y
colectivamente, estallamos en alegría y asombro por el regalo que
estamos recibiendo y dándonos. Esta experiencia liberatoria es
formadora de una cultura participatoria, pues además es llevada a
cabo en múltiples niveles de realidad, es decir cultivando
holísticamente a la totalidad del ser humano en cooperación y
participación. Este es el regalo de la facilitación, y que suele iniciar
desde la facilitación jerárquica.
Esto posibilita el paso hacia procesos y dinámicas en una
facilitación co-operativa que activa la co-operación (literalmente:
operando los procesos y la vida colectivamente) de las personas en la
co-creación y realización de sus propias experiencias, si bien aun
guiadas y acompañadas por la o el facilitador. Resulta evidente quizás
a estas alturas darnos cuenta de las cualidades y capacidades que
esta fase del trabajo pueden estás desatando en las personas y los
colectivos.
Finalmente aspiramos a que las personas y los colectivos se
apropien cada vez más de los procesos participativos co-operativos
hacia la autonomía, espacio donde la dimensión humana florece
políticamente desde sus propias necesidades, capacidades re-creadas
e iniciativas hacia la autonomía co-creativa (facilitación autónoma).
5
De-centrado, significa que no hay centro, no hay “líder”, no hay profesor(a), no hay
conceptos que memorizar (“aprender” sic!). Sino otro ser humano que hace conmigo,
acompaña y acuna experiencias desde la presencia plena y la reflexividad
participativa.
6
Al decir SerCuerpo, estoy llamando la atención en torno a que somos la totalidad de
los que somos mucho más allá que tan solo cerebro o razón, somos cuerpo en todas
sus dimensiones: celular, emocional, energético, político, intelectual, intuitivo,
cutáneo, auditivo, etcétera.
2
Situación en la cual la o el facilitador participan como colega que
enriquece los procesos, pero ya no juega un papel preponderante.
2
Puedo sugerir que existen tres ámbitos fundamentales en los
que interviene de manera formal una facilitadora o un facilitador:
1. Diálogo – Aprendizaje – Creatividad.
2. Gestión y seguimiento de procesos colectivos y
sociales.
3. Haciendo Comunidad.
Estos tres tipos de actividad que se animan como parte de la vida en la
que participa el o la facilitador(a), reflejan aquello que resulta esencial
como espacios de vida en sociedad en donde las personas, los
colectivos y las comunidades pueden encontrar la energía y los
detalles necesarios para que sus procesos puedan permanecer de
forma humanamente sustentable. A continuación detallamos qué
implica cada uno de estos ámbitos.
2
implica aquellas actividades donde como facilitador@s animamos
talleres, reuniones, encuentros donde acompañamos la posibilidad del
re-aprendizaje y la creatividad. Esto puede implicar desde procesos
formales educativos o de organización, hasta cursos, fiestas,
reuniones, talleres, etcétera. Puede incluir talleres para co-diseñar
procesos o iniciativas, o también para crear arte en expresiones
colectivas para la regeneración y la transformación personal y
comunitaria (teatro, pintura, música).
2.- Gestión y seguimiento de procesos colectivos y
sociales. Facilitando una reunión, es decir, creando las condiciones
para que se genere una reunión, se lleve a cabo de forma organizada,
se propicie la participación y el respeto de cada persona en su
diversidad y contribución, y se logren identificar los acuerdos y
decisiones de forma que se revalore la importancia de hacer las cosas
juntos y decidir por el bien común sin imponer. Facilitación de procesos
de trabajo y planes de acción para llevar a buen término en su
realización nuestros objetivos y metas como colectivo. Esta parte
también implica establecer relaciones con instancias gubernamentales,
fundaciones, empresas, ONG’s, escuelas, etcétera; lo que implica que
se puedan crear los vínculos para que lo que deseamos emprender
como familia, como colectivo comunitario, como cooperativa, etcétera
pueda florecer. Como resultado de nuestra actividad facilitadora, estas
iniciativas pueden encontrar resonancias y colaboraciones en otros
espacios más formales de la sociedad. También este tipo de
habilidades facilitatorias implica la capacidad de generar informes,
propuestas, documentos memoria de trabajos realizados, sistematizar
y crear páginas Web, libros, memorias gráficas, etcétera. También
puede incluir la búsqueda de financiamientos y oportunidades
económicas para la viabilidad socio-económica de nuestras iniciativas.
3.- Haciendo Comunidad. Esta quizás es la faceta menos
conocida y más importante para la viabilidad de nuestro trabajo para
2
crear formas de vida comunitarias sustentables a mediano y largo
plazo. En el contexto de nuestra sociedad moderna donde la
comunidad está siendo destruida, requerimos de facilitador@s que
puedan caminar las calles y el campo, hablar con las personas,
reconocer territorios donde existen comunidades potenciales (centros
de trabajo, barrios, escuelas, grupos de jóvenes, etcétera), es decir, el
arte de ir encontrando oportunidades de transformación comunitaria y
social para regenerar el tejido humano-comunitario. Esta faceta de
nuestro arte es muy lenta, ardua, de gran amor y perseverancia, pues
es mucho más fácil llamar a un taller, generar una iniciativa que dure
unas semanas o meses, pero calar profundo para crear vínculos
significativos con las personas, penetrar en los espacios y tiempos
íntimos y en el interés genuino de las personas por continuar y
construir comunidad, es un trabajo de mucho mucho amor y fe en el
presente y futuro de la humanidad. El arte de hacer comunidad, quizás
es aquella actividad de la que dependerá la posibilidad de que la
humanidad pueda permanecer como especie y como comunidades,
cuando esta apuesta de la sociedad globalizada y el consumismo
pueda regresar hacia las raíces de la vida simple comunitaria a escala
de lo esencial y sustentable: el buenvivir.
2
¡Esto es el mejor regalo de la auto-formación de facilitación,
pues se expresa en todo mi vivir y va creando sutilmente una cultura
de participación y de un buenvivir!
3
acompañamiento de espacios colectivos para que se puedan organizar,
se tomen decisiones y se dé seguimiento a los procesos creativos y
transformativos humanos hacia la participación social consciente
desde una actitud de facilitación que promueva la co-creación de
futuros sustentables, es decir del buenvivir.
Por lo que en esta sección nos enfocamos en remarcar la última
de las cualidades y quizás la esencia humana creativa de todo lo
demás, que es el Carisma. Una facilitadora o facilitador es una
persona que ha desarrollado, ha cultivado una singular forma de
acunar, de invitar, de estar pendiente, de cuidar los múltiples y sutiles
niveles que participan y permiten que las personas se abran y confíen
para co-crear juntas. John Heron plantea (1999) que la fuente desde
donde surgen estas cualidades de la facilitadora o facilitador es el
Carisma.
Podemos decir que la cualidad del Carisma es algo que se cultiva
desde el auto-conocimiento y el cuidado del alma, y que existe en cada
persona sin excepción. Dentro de la facilitación el Carisma permite
influenciar (expandir la atención, la participación empática y el auto-
conocimiento reflexivo) de forma cariñosa y respetuosa hacia el
entorno, especialmente hacia las personas y las situaciones. El
Carisma no es la capacidad de ejercer el poder para dominar a las y los
otros, sino que es una cualidad de brillo empático, fundamentalmente
hacia adentro (presencia plena/consciencia abierta) y desde este
interior humilde y compasivo se irradia como una calidad de presencia
y de cuidado hacia afuera.
Como decía, el carisma no es un don divino, sino un brillo que se
cultiva desde el trabajo interior. Por lo que podemos decir que una
persona que desarrolla su Carisma es una persona que es co-creadora
de su propia realidad interior y exterior.
A este respecto, John Heron (1999) nos comparte que se pueden
identificar doce aspectos de la persona que pueden ser cultivados
3
como parte del carisma: 1.- gesto, 2.- posición relativa, 3.- mirada, 4.-
tono de voz, 5.- discurso, 6.- olfato, 7.- gusto, 8.- escucha, 9.- tacto,
10.- postura, 11.- percepción intrasensorial, 12.- expresión facial.
3
Es decir, una persona en aprendizaje experiencial es aquella que
participa en el vivir de forma que posibilita y atiende la reflexividad
consciente (holística), de forma que ese vivir se convierte y nutre
hacia y desde el aprendizaje transformativo. Por lo que la facilitación
busca acompañar experiencias personales y colectivas, donde co-
operativamente las personas somos capaces engarzar bucles co-
creativos de forma que su acción y su reflexión se nutren mutuamente
y se ligan hacia nuevos ciclos acción-reflexión co-creativos y de
aprendizaje transformativo. Gregory Bateson, nos dice que “si no hay
transformación, no hay aprendizaje” (Bateson 1989). De hecho, las
personas y los seres que están en cultivo de estas cualidades de lo que
Heron llama “aprendizaje extraordinario” (Heron 1999), están
realizando en cada instante una acción desde la consciencia que es
reflexiva, es decir que es capaz de percatarse de lo que está
sucediendo y reflexionar sobre este accionar y que al mismo tiempo,
su reflexión no es aislada de su estar y hacer en el mundo.
Por lo que, desde el punto de vista de la facilitación, la o el
facilitador, cultivan primero en sí mism@s inicialmente desde tomar
atención plena y cuidar su alma, ya sea en la acción o en la reflexión
3
de lo que está sucediendo en su vivir. Esto nutre el ciclo
transformativo de aprendizaje experiencial (reflexión-acción-
reflexión). De forma correspondiente al estar facilitando grupos en
distintas actividades, la o el facilitador acompañan procesos donde
tienen lugar acciones desde la presencia plena/consciencia abierta y el
cuidado del alma (“nadie puede dar lo que no tiene…”), para luego
acunar la atención del grupo en reflexionar holísticamente (individual y
colectivamente) acerca de cómo ha tenido lugar lo que está
ocurriendo, cómo hacemos lo que hacemos.
Aquí resulta importante remarcar lo esencial de un
trabajo sutil, lento y profundo de lo que se está experenciando
desde la totalidad de los que somos como personas
(facilitador(a) y personas participantes). Es decir, la calidad de
lo que sucede y cómo sucede es tan o más importante que los
“contenidos y objetivos” que buscamos atender. Pues es el
proceso de aprendizaje y de vida la real fuente de la
transformación y la creatividad, y más aun de la capacidad de
co-crear nuevos mundos más humanos y sustentables…
amorosos. Y esto necesita ocurrir desde el interior interesado
y consciente del SerCuerpo de la facilitadora o facilitador, si es
que ha de ser capaz de acompañar y animar los procesos de
aprendizaje experiencial en el colectivo.
Es así que en el seno de los procesos facilitatorios es posible
acunar esta reflexión crítica (aprendizaje transformativo) sobre lo que
hacemos, sus características, sus por qués, sus cómos, lo que hace
posible mejorar (más consciente, más coherente individual y
colectivamente) nuestra siguiente acción y así nutrir un constante ciclo
de acción-reflexión-acción-reflexión. Este ciclo básico es el que permite
el aprendizaje en el vivir.
Cuando los seres humanos y los colectivos tomamos consciencia
de que la vida que tenemos puede ser el resultado de nuestro propio
3
accionar reflexivo y que podemos darnos cuenta de esto a nivel
colectivo se refuerza y fortalece nuestra cultura participatoria y co-
creativa. Es decir, a través de la facilitación, no importa sobre qué
estemos facilitando, de qué aspectos particulares un colectivo esté
decidiendo que va a hacer o transformar, el resultado quizás más
importante es que se está generando una cultura participatoria que es
capaz de reflexionar críticamente sobre cómo vive y cómo desea vivir.
Desde este bio-culturo-campo co-creativo podemos re-diseñar y co-
diseñar nuevos espacios de convivencia, de vida cotidiana y de
comunidad para así ser capaces de transformar nuestra cultura y
nuestra sociedad hacia un buenvivir.
Aprendizaje holístico
De esta visión educativa y de aprendizaje para la vida, se deriva un
aspecto esencial para nuestra “calidad del ser”, tanto individual como
colectiva: el aprendizaje holístico. Este proceso de aprendizaje
desde la facilitación, abre lo que sucede hacia darnos cuenta de que
las personas tenemos potencialidades y dimensiones infinitas que no
participan en el aprendizaje. Por lo que el paso hacia el proceso de
facilitación del aprendizaje, implica que podemos acunar el
aprendizaje involucrando en sus procesos a “la persona en su
totalidad”.
Esto significa que por ejemplo, involucremos las emociones, la
creatividad, la belleza, los espiritual, la corporalidad y la colaboración
colectiva en aquello que estamos aprendiendo. Aprendiendo
asuntos y procesos involucrándonos como personas en nuestra
totalidad.
El actuar de esta forma implica un cuidado y cultivo de mi ser
que posibilita no nada más un aprendizaje mucho más integral y pleno,
un conocimiento que resulta de mi participación plena, sino
igualmente importante, implica que estoy cultivando mi persona
3
potenciando mi ser en una espiral que John Heron (1998) llama
“expansión creativa del ser”. Es decir una educación para el
florecimiento del ser en su totalidad.
De lo anterior se deriva que podemos andar el sendero de re-
aprender a ser personas en nuestra totalidad. Esto trasciende los
proceso educativos y de aprendizaje de tópicos y conocimientos, hacia
el cultivo de ser una persona floreciente como ser humano en nuestor
mundo. John Heron plantea que en este proceso de aprender a ser
persona en su totalidad, podemos identificar algunos ámbitos:
intrapersonal (esencial para ser persona), interpersonal, social,
ecológico-planetario, y finalmente trans-planetario (ser en el cosmos).
Es evidente la importancia de este proceso de formación humana en
una perspectiva holística y de sustentabilidad, tal como menciona
Edgar Morin, “educar para una ciudadanía planetaria”.
Capítulo 3
3
todas partes, en cada rincón de nuestros hogares, barrios y pueblos.
Sentimos que no podemos quedarnos así, que hay que hacer algo pues
las cosas cada día van de mal en peor.
Si observamos cómo ocurren las cosas en mi comunidad,
podemos darnos cuenta que una de las fuerzas que más han
determinado el cómo vivimos y cómo nos comportamos, tiene que ver
con poderíos e intereses externos a nuestra comunidad. Esta fuerza
está representada por los intereses de las compañías, del gobierno, del
consumo de productos, de patrones culturales, etcétera. Algunos
ejemplos de esto son: el cemento, el drenaje, la TV, los celulares, los
enlatados, los supermercados, los productos chinos, las drogas, la
corrupción gubernamental, etcétera. Muchos de estos cambios pueden
ser vistos como oportunidades de mejora, pero resulta evidente que
cuando se nos impone sin un proceso consciente y participativo, se
convierten en factores de conflicto y destrucción de las formas de vida
sustentable de nuestras comunidades.
Pero más aun estos cambios, estas tecnologías, estas fuerzas del
mercado y estos hábitos no están aislados entre si, sino que
interactuan generando efectos aun mayores, ya sean negativos o
positivos. Tampoco somos conscientes, ni participamos en modular y
suavizar, en hacer que sean pertinentes estas interacciones y sus
efectos.
Estas fuerzas, estos procesos sociales, económicos y culturales
son muy poderosos y vienen soportados por recursos de todo tipo y de
grandes dimensiones. Tenemos el caso de Walmart, del agua Ciel, de
la TV, de las cementeras, de las Sabritas, del YouTube, de los
transgénicos, etcétera. Como individuos casi no tenemos la posibilidad,
salvo en el caso estrictamente individual, de oponernos o de matizar el
cómo deseamos recibir estos cambios. Menos aun tenemos la
oportunidad de forjar direcciones alternativas y sustentables, locales.
Todo esto nos habla acerca de la necesidad de que nosotras y
nosotros, las personas que conformamos nuestra comunidad, podamos
reflexionar críticamente generando acciones coordinadas y
coherentes, de forma que podamos influir y determinar de manera real
y significativa en la dirección hacia donde se dirige nuestra comunidad.
Nuestras comunidades tienen, por lo tanto, la urgente necesidad de
organizarse, de re-encontrarse en espacios donde reflexione y actúe
en torno a lo que sucede y pueda construir cooperativamente el
presente y el futuro que deseamos tener. Esto es co-construir la
calidad de vida para todas y todos, llamamos a esto buen-vivir o
vida-dulce, como le llaman los pueblos indígenas.
De alguna manera esta forma de organización social pasiva nos
coloca como personas que sólo consumen productos y formas de vida,
la principal “libertad” que nos queda es obtener recursos monetarios y
entonces “decidir” qué queremos consumir de esta fastuosa diversidad
de objetos y servicios que se nos “ofertan”. Esta posición pasiva es
3
poco justa y agradable, peor aun resulta profundamente insustentable,
reflexionemos críticamente en cómo han sido las cosas en los pasados
30 años. Resulta nuevamente evidente que de forma aislada no
podemos más que recibir la influencia opresora de las fuerzas de la
sociedad.
Es importante recapacitar que la mayoría de estas fuerzas
representadas por productos, servicios, políticas, etcétera, son
“soluciones”, son propuestas que personas u organizaciones han
implementado con “buenas intenciones” hacia el mundo. Pero nos
damos cuenta de que si no hay participación, si no se dan las acciones
desde un diálogo y procesos donde sean incluidas las personas
afectadas y sus iniciativas conscientes, los procesos implantados se
convierten en más problemas y dificultades, en imposiciones hacia las
comunidades y las personas.
Una opción resulta entonces, es que como ciudadanas y
ciudadanos, dejemos de ser personas aisladas y pasivas para co-crear
juntas y juntos la comunidad y el mundo que queremos vivir.
Pero entonces ¿qué podemos hacer? ¿por dónde empesar? ¿es
posible cambiar las cosas?
La primera pregunta personal básica aquí es ¿deseo hacer algo?
¿siento que puedo dar el paso y perseverar en generar acciones y
colaboraciones para crear la comunidad hermosa que deseo vivir y
dejar a mis hijas e hijos?
3
las otras personas de nuestra comunidad. Y esto implica que esta
participación pueda convertirse en acciones y procesos socio-
económicos comunitarios viables y forjadores del mundo que
queremos tener.
Podemos decir entonces que las y los animadores somos
facilitador@s de la participación y la creatividad comunitaria.
¿Cuál es la visión de mundo que está detrás de esta actitud
animadora? Podemos decir que es un visión positiva y revalorativa,
una actitud de “buenas nuevas” de la humunidad. Esta forma es
diferente a la visión peyorativa que también tenemos, y que insiste en
que las cosas van a ir mal, que las personas y las comunidades no
pueden mejorar, que no podemos participar para transformar el
mundo porque siempre nos vamos a enredar y fracasar.
Desde el punto de vista práctico una animadora y animador es
una persona que camina y camina su comunidad, que conversa con
las personas y en estos espacios de conversaciones se comparten
escenarios posibles de transformación y de mejoras. En el seno de la
reconstruccion de estas RELACIONES COMUNITARIAS se gestan
disposiciones a la participación y la cooperación. Es aquí cuando la o el
animador(a) es capaz de convocar a reuniones donde podamos
visualizar qué temas son importantes para nuestra comunidad y de
qué formas podemos generar e implementar iniciativas para generar
mejoras.
Una vez que estamos en los espacios formales de cooperación
para generar e implementar propuestas, podemos decir que la acción
de animación comunitaria se enfoca en la facilitación de procesos
de organización. Esto implica básicamente juntarnos, compartir
visiones, decidir, planear y ejecutar organizadamente. Esto es un
efuerzo ¡claro! Pero un nuevo mundo requiere de eso y ¡vale la pena
hacerlo!
Podemos entonces esquematizar los que entendemos como los
procesos de animación sociocultural:
3
Capítulo 4
A. Conversaciones de Café
Algunas reflexiones
4
importan, preguntas con significancia respecto a patrones sutiles y
profundos que viven en problemáticas pertinentes para la
transformación comunitaria. Buscamos co-diseñar participativamente
alternativas y iniciativas a partir de nuevos entendimientos.
4
especialmente co-diseñadas para acometer cada temática. Se
comparte con los asistentes las normas de ética del conocer/diálogo
profundo para las conversaciones: respetar la diversidad-diferencia,
jugar, garabatear, dibujar, escuchar profundamente, conectar
nociones, no acaparar el tiempo. Cada sesión de conversación
implica a cuatro o cinco personas dialogando e intentando sisntetizar
gráficamente en la mesa lo esencial que “va surgiendo”. Dinámicas
complejas de inter-polinización, es decir después de 20 a 30 minutos,
tres personas de cada mesa se levantan y migran a otras mesas. Se
queda un(a) anfitrion(a) para recibir y relatar a sus nuevos huéspedes
la esencia de lo que “se gestó en la anterior conversación”. Para esto
se apoya también de lo que quedó expresado en el mantel de su mesa.
L@s que llegan a cada mesa nueva platican un poco sobre qué se
estaba dando en su mesa anterior. Se explicita a los participantes la
necesidad de la actitud de “asentar y sintetizar gráficamente” sobre
sus mesas lo que “surge” en ell@s al conversarl. Existirán co-
facilitador@s gráficos que estarán reflejando en las mamparas “lo que
surge” de las mesas así como de las Conversaciones como una
totalidad.
4
9. 1. Establecer el Contexto de las Conversaciones
4
cuales co-crearán las condiciones de diálogo profundo. Crear
espacios donde las personas puedan ver claramente lo que va
surgiendo del diálogo y así enriquecerse. En muchos aspectos es
más fácil y propicio obtener resultados creando ambientes propicios
que intentar que las personas “cambien”.
4
pregunta que importa y provoca, es aquella que llama la atención para
cuestionarse el problema hacia una complejidad profunda y rica. De
esta forma la pregunta y su conversación crece por rutas maravillosas
e impredecibles, revelando nuevas facetas de la situación. Las
preguntas que importan pueden funcionar como “atractores” para la
inteligencia colectiva y la sabiduría profunda del grupo. Una buena
pregunta es simple, si la pregunta es muy complicada, impersonal o
abstracta perdemos el contacto con el corazón de lo que puede vivir
ahí. Una buena pregunta crea una cierta tensión, una disonancia
respecto a una mirada simplificante y desinteresada, es decir la
pregunta intenta interesarnos sobre patrones aparentemente extraños,
pero que quizás invitan a explorar conexiones y patrones que viven en
mundos mucho más cercanos a la hiper-complejidad del Mundo Real.
Es un aspecto central, el que una buena pregunta puede ayudar a
enfocar nuestra atención más que en lo evidente y lo que llama
nuestra atención, en aquellas asunciones que yacen debajo de
nuestras creencias, ideas o apegos. También las preguntas pueden
llevar nuestra reflexión hacia niveles más amplios y poco explorados
de relación tales como el planetario, el energético, las relaciones de
poder, mi participación en la problemática, etc. Podemos identificar
palabras, nociones, objetos, relaciones, emociones, estados y energías
que viven en eso que el facilitador intuye, dada su experiencia y
relación con la comunidad, es un espacio de interés y valor. La vigilia
epistemológica sobre estas palabras y nuestra búsqueda es de vital
importancia. Después podemos intentar unir estas palabras en una
frase-pregunta, la cual de sentido desde una ética del conocer y con
las cualidades que antes describimos.
4
aquellos que es adentren a explorarla? ¿Qué asunciones y creencias
están embebidas en la forma en que esta pregunta está construida?
¿Deja esta pregunta espacio para nuevas y diferentes preguntas a ser
generadas conforme es explorada?
4
en su diseño e implementación a partir de los resultados de la nueva
ciencia de la biología sistémica y la auto-organización (Capra, Satouris,
Ho, Wheatley, etc.). La elección entre una cultura de la división y una
de la conexión es quizás el atributo distintivo que caracterizará a las
sociedad respecto a la sosteniblidad. En el Café al nutrir la
contribución de cada miembro y ser, incrementamos la densidad de
conexiones en el sistema, entre personas, en la totalidad de la
comunidad, densidad que se va amplificando a través de las distintas
rondas de conversaciones. Estos bucles de conexión cada vez más
densa y compleja crea las condiciones para que surja la co-inteligencia
y la creatividad sagrada y sostenible respecto a redes de
problemáticas. Así el Café enriquece las relaciones interpersonales y
nutre la experiencia de comunidad a través de las barreras
convencionales.
4
La cualidad y la praxis de la Escucha Visual, donde reflejamos
gráficamente o con palabras lo que está surgiendo en la conversación
y el Café en su totalidad, son espacios vitales para la búsqueda de
patrones… i) parar en silencio explícitamente para dar espacio a
plasmar gráficamente lo que “hay”, ii) invitar a grabatear dejar que la
mano y la pluma ruede…
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20. Simultáneamente llevamos a cabo la documentación de la
Cosecha para generar el Mural Final. La co-documentación puede ser
organizada desde antes pidiendo a un grupo de participantes (del
tamaño adecuado) que co-diseñen y preparen el proceso de
documentación, para que así, junto con los facilitadores, propiciar el
proceso de visión global, cosecha y generación del mural final. Esto
implica básicamente las preguntas de invitación y la forma como se
irán recorriendo las mesas para ir tomando notas e ir plasmando en el
Mural Final la Cosecha del Taller. El primer objetivo generativo de
esta etapa es invitar a los participantes a IMAGINAR EL PATRÓN
GLOBAL, EL FLUJO, LA FORMA Y CONCEPTOS GENERALES QUE TENDRÁ
ESTE CONOCIMIENTO COMUNITARIO, ESTA VSIÓN DE GRUPO QUE
HEMOS GENERADO DURANTE TODO ESTE CÍRCULO DE
CONVERSACIONES. todo esto se puede trabajar con preguntas y el
proceso de facilitación/co-facilitación y co-creación del mural de Visión
global: “…ahora has visitado y sentido en los murales, y tienes en tu
memoria corporal las partes de un todo que quiere gestarse… imagina
por unos instantes ¿cómo sería el esqueleto de esa totalidad, cuáles
son los valles, ríos, cimas, los flujos de esa gran pintura que es la Gran
Cosecha de este Taller? ¿cómo las nociones, propuestas, emociones e
ideas se conectan? Cierra tus ojos, siente y percibe la forma general y
descríbela con trazos, palabras globales que ocurren y viven en los
distintos parajes de este gran cosmos que está por gestarse.
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22. Ahora el silencio, el reconocimiento de la co-inteligencia y
sabiduría comunitaria construida. Podemos decirles al grupo algo
como: “es momento de dar la voz a los sistemas mayores en los que
esta comunidad vive; el suelo, el aire, las plantas y animales, los
materiales, el barrio y la ciudad, el valle, los ríos, en general los seres
que forman el gran sistema al que pertenece esta comunidad…”. Esta
visón sistémica provee aspectos centrales para la cosecha y
planeación: así podemos generar condiciones para la COHERENCIA en
la exploración que realiza la totalidad del grupo. Ahora con base en
las historias de cada mesa, intentaremos llenar con las nociones,
ideas, conceptos, intuiciones, valores, metas, etcétera, esta gran
forma global que está gestada en los manteles de las mesas.
Conversemos con nuestros compañeros de mesa y plasmemos
gráficamente y con pequeños textos o palabras el contenido que
llenará los parajes, los espacios que viven en este gran mural que se
está gestando en el mantel de mi mesa (tomaremos 25 minutos para
esto). Para esto los facilitadores proponemos algunas preguntas que
invitan a este proceso. Opción: Una última ronda para aterrizar
planeación, acción e implementación, así como involucramiento en
responsabilidades. En esta ronda, con base en el Mural Final, se
identifican Metas, Valores y Acciones que permiten gestar Proyectos
específicos y Planes de Acción que permiten aterrizan nuestro taller
hacia la transformación de nuestra comunidad. Como parte de este
proceso se pueden formar comisiones responsables de estos
Proyectos.
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Estrategias de facilitación social
Señaliemtos:
1. agenda y organización
2. toma tus responsabilidad
3. puntualidad
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Guión de Taller de Auto-formación de facilitador@s
b. Auto-
conocimiento:
suspender
nuestras
identificaciones
c. Reconocer:
cultura
Dominatoriaó
Participatoria
d.
Experienciamos
los tres modos
de facilitación:
jerárquico, co-
operativo y
autónomo
e. Co-facilitación
de los tres
ámbitos de
facilitación:
Reuniones,
seguimiento,
aprendizaje
experiencial
f. Cultivo del
Carisma
g. Facilitación
desde los Ciclos
de aprendizaje
experiencial
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