ESTÉTICAS para el

CUIDADO
de lo SENSIBLE
ESTÉTICAS para el
CUIDADO
de lo SENSIBLE
© Universidad Distrital Francisco José de Caldas
©Facultad de Artes ASAB
© Mario Valencia, Fredy Oswaldo González, Alfonso Guzmán, Dilma
Valderrama y Jimmy Ramírez, Andrés Corredor, Dora López, María
José Arbeláez, Elizabeth Garavito.

ISBN físico: 978-958-787-417-4

ISBN digital: 978-958-787-418-1
Primera edición, 2021

Coordinación Editorial
Elizabeth Garavito López

Corrección de Estilo, Diagramación e Impresión

Acierto Publicidad&Mercadeo E:U. www.aciertopublicidad.com

Foto de Portada
María José Arbeláez

Comité Editorial
Grupo de trabajo porponente del Proyecto de Maestría en Prácti-
cas Estéticas Emergentes MAPEE: Andrés Corredor, Dilma Valder-
rama, Dora López, Edna Rocío Méndez, Elizabeth Garavito, Luisa
Piedrahíta, María José Arbeláez, Oscar Giovanni Monroy

Comité Científico
Grupo de Investigación Interinstitucional “Sensibilidades y Cultu-
rad del Sur Global” (Universidad del Cauca - Universidad Distrital
Francisco José de Caldas), Grupo de Investigación “Athanor” (Uni-
versidad Distrital Francisco José de Caldas)

Editorial U.D.
Universidad Distrital Francisco José de Caldas
Carrera 24 N° 34-37
Teléfono: 3239300 ext. 6202

El libro Cuidar tiene por objeto su divulgación en espacios de forma-

ción, por lo cual puede ser circulada en su versión digital con fines pe-
dagógicos. Se reservan los derechos de autor de la presente publicación,
así como los derechos de las obras, fotografías y textos aquí publicados.

Hecho en Colombia.
ESTÉTICAS para el
CUIDADO
de lo SENSIBLE
 Índice

Generalidades Genealogía Cuidar los pasos Tierra, cosmos Tierra, cosmos Aberturas estéticas

Páginas institucionales ............... 3
Prólogo .................................... 9
Introducción ........................... 13
Foto del grupo ....................... 14
Genealogía .............................. 17
“Sanación en la creación: ......... 19
Posibilidades y Límites del
cuidado de lo sensible”
Mario Valencia.
Cuidar los pasos ....................... 71
La danza de mí mismo ............. 73
Fredy Oswaldo González
“En el Camino Cuidado .......... 95
de sí con la danza del susurro”
Alfonso Guzmán
Tierra, Cosmos ...................... 113
“El oficio de la cerámica ......... 115
transformaciones”
Dilma Valderrama y Jimmy Ramírez Giraldo
“Sembrar, buscar el ................ 139
propio cuerpo”
Andrés Corredor
“Mujer y cuidado” ................. 155 Aberturas estéticas .................181
Dora López
“Ecolaborar, Estéticas ............. 183
“Nosotras las mujeres, ........... 163 para el cuidado de la
cuidamos” urdimbre vital”
María José Arbeláez Elizabeth Garavito López
 Prólogo
“El sistema solar desaparecerá en 5000 millones de años”, rezaba un artículo publicado en El País1.
Pocas cosas producen una nostalgia tan profunda; el planeta que habitamos sería absorbido
por el moribundo sol que se resiste a morir en soledad. Esta experiencia fugaz de nuestra
existencia, este espacio tiempo tan limitado en donde habitamos es todo lo que hay. Cuidar lo que
irremediablemente se está diluyendo en la fuerza solar, este paso de la humanidad que es tan solo

Cuidar
un pálpito de un universo en voraz expansión, pareciera ser la tarea. Ante la inminente aniquilación,
cuidar de este pálpito que se torna infinito en la multiplicidad de sentires que manifiestan la vida,
es el camino que plantea nuestro libro.

“Cuidar” se ha tornado una palabra de uso constante cuyo significado, a veces vacío, se adecúa
cada vez más a la lógica del hiperconsumo. ‘Cuidar’ es un nuevo fetiche que encarna profundas
contradicciones. Un aspecto importante es el eco latente del cuidado como eternización de lo
humano, el desvío común que niega el cambio y la trasformación, anclándose en una lógica de
preservar que deriva en control; esta perspectiva común del cuidado, hija de una sociedad narcisa,
ve en el cuidado la pócima de la inmortalidad.

De otro lado, presenciamos el cuidado como discurso cada vez más común en las agendas políticas
que se ancla convenientemente en las instituciones, el cual se desvía de lo esencial, sacando a la
superficie decálogos edulcorados, recetario fácil “para cuidar en tres pasos”. Hoy se nombra tanto
el cuidado, que hemos ocultado el descuido en el que estamos transitando este momento de la
existencia.

El libro Cuidar se propone como el espacio donde confluyen reflexiones, indagaciones y prácticas
de un grupo de investigadores inquietos por trascender versiones calcificadas de las prácticas del
cuidado, accionando palabras, gestos y sentires que permitan acercarse al reconocimiento de un

1 https://elpais.com/ciencia/2020-09-16/asi-puede-ser-el-final-del-sistema-solar.html

9
 cuidado para dar forma a nuestra vida. Así pues, Mario Valencia nos da la apertura a este encuentro
con su texto “Sanación en la creación: Posibilidades y límites del cuidado de lo sensible”, en el cual
teje una delicada filigrana a partir de una genealogía del cuidado que nos acerca a la comprensión
de la dimensión sanadora en los procesos creativos; para ello, nos conecta con voces de otros
tiempos y culturas (no occidentales), en un recorrido por estos pensamientos que cultivan –el
cuidado de sí, del otro y de lo otro–. Su texto nos invita a revisar la posibilidad de identificar nuestras
fuentes de energía vital para restaurar equilibrios, en un viaje sanador hacia el amor propio, que
necesariamente deriva en el amor relacional y vital.
La segunda parte de este libro “Cuidar los pasos” recoge la experiencia de Fredy Oswaldo González
a través de su texto, “La danza de mí mismo”, quien reflexiona sobre acciones teatrales que optan
por un baile al infinito universo de sí mismo. El texto busca identificar prácticas que trasciendan los
roles que adoptamos socialmente, para ello, el autor nos trae su performance “Yo: Un Supermán
que padece de artritis”, un juego de pieles que develan su propia precariedad con el fin de que nos
descubramos como humanos en el reconocimiento empático de nuestras fragilidades.
De otro lado, el texto de Alfonso Guzmán, “En el Camino Cuidado de sí con la danza del susurro” nos
adentra en la psicotransportación como un movimiento que transporta al ser emocional a través
del tiempo y el espacio, posibilitando la sanación a partir del cuidado de sí y de la alteridad; esta
Cuidar
acción es puesta en práctica en la “Danza del susurro”, la cual es posible a partir de una realidad
concreta, como acción vital, una danza de la vida para sanar. Es una propuesta que posibilita la
conexión espiritual a través de la psicotransportación donde se incorporan nuestros otros, en un
proceso de sanación para una conciencia comunal.
La tercera parte de este libro, “Tierra, cosmos”, nos lleva a reflexiones teóricas, prácticas y espirituales
con el fin de comprender el cuidado desde formas de hacer especialmente conectadas con
nuestro universo. Por tanto, Dilma Valderrama y Jimmy Ramírez nos ofrecen una práctica sensible
convocada para experimentar el cuidado. “El oficio de la cerámica, despertar sensibilidades para
lograr transformaciones” es un texto que presenta un ritual del cuidado, conectándonos con la
tierra sanadora, con el polvo cósmico y nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos. Esas
tierras amasadas luego florecieron en nuevos paisajes que podemos encontrar en las imágenes
expuestas en este libro.
Andrés Corredor nos acerca a la comprensión de la cosmogonía de la chagra en su texto, “Sembrar,
buscar el propio cuerpo”. Nos deja ver aspectos del pensamiento Uitoto que concibe la experiencia
humana integrada a sus entornos y en diálogo sensible con todos los seres existentes –humanos, no
humanos, materiales‒espirituales‒; el pueblo Uitoto perdura a través de tradiciones de conocimiento
sensible práctico, que permiten el equilibrio vital. En esta dimensión, la siembra en sí misma es una
práctica que trae consigo el equilibrio de las fuerzas vitales, en el cuerpo de quien la practica y en el
de su comunidad, y en el del mundo creado, configurándose así una potente práctica del cuidado.
10
El texto de Dora López, “Mujer y cuidado”, es una reflexión que nos ubica en la mirada del pueblo
Kogui sobre el ser femenino, el cual habita en la esencia de la madre Tierra en donde emerge
permanentemente la vida. En ese sentido, dentro de la cosmogonía kogui, el principio vital está
en mantener el equilibrio cuerpo/madre/naturaleza. En tensión permanente con esta forma de
experimentar la existencia, está el ser mujer en un escenario occidentalizado determinado por el
régimen patriarcal, en cuyo seno se produce y reproducen mujeres cuya identidad es definida desde
su exterior y donde el cuidado se torna en elemento obligatorio que determina su identificación
con el ser femenino.
En sintonía con el diálogo de Dora López, María José Arbeláez, en su texto “Nosotras las mujeres,
cuidamos” nos revela un poético recorrido en el que las imágenes y las palabras tejen una cartografía
para el cuidado. Desde la necesidad de integrar sus diferentes matices culturales heredados,
la autora propone caminos para recorrer en tiempo presente, donde la atención se centra en la
experiencia del cuerpo y su armonización con la Tierra y el cosmos. Plantea las posibilidades que,
desde nuestro femenino, nos abre rutas para una reconexión con la esencia y el corazón de la vida
misma, invitando a devolver lo sagrado a nuestra existencia.
Finalmente, en el texto de mi autoría, “Ecolaborar, Estéticas para el cuidado de la urdimbre
vital”, presento una reflexión para la comprensión de nuestras estéticas cotidianas desde un
Cuidar
pensamiento ecologizado a partir de una experiencia colaborativa de la cual surgieron una serie de
“microuniversos” –narraciones a través de pequeñas arquitecturas hechas con objetos y plantas–.
A partir de la observación y reflexión de esta experiencia, denominé poéticas “ecolaborativas” a
aquellas prácticas que nos permiten reinventar el encuentro, potenciar las posibilidades de estar
juntos para cuidar el tejido de la vida.
Es crucial revisar el cuidado como práctica, justo en estos tiempos cuando nuestros refugios vitales
son invadidos por la tajante espada de nuestro mundo laboral y nos vemos abocados a tener que
callar los cantos alegres de quienes cohabitan con nosotros, o a prohibir al perro que ladre, en fin, a
disfrazar los murmullos de nuestro hogar en búsqueda del eco sordo de nuestras pantallas; se torna
urgente “Cuidar”, acariciar la vida y respirar en presente. Acercarse a una experiencia profunda del
cuidado exige despojarse, traer el corazón al tiempo presente y sincronizar el aire que entra y sale
con el ritmo universal de la vida en todas sus manifestaciones. Así pues, este libro es una ofrenda
que nos abre un espacio en donde cuidar juntos el pálpito pasajero de nuestra existencia.
Elizabeth Garavito López
11
 Introducción
El libro “Cuidar” nace de las reflexiones y prácticas de maestros integrantes de los grupos de
investigación “Sensibilidades y Culturas del Sur Global” (Universidad del Cauca - Universidad
Distrital Francisco José de Caldas) y “Athanor” (Universidad Distrital). Más allá de nuestros intereses
académicos, compartimos como investigadores los mismos horizontes éticos, ubicarnos en este
lugar nos ha permitido pensarnos a partir de acciones concretas en aras de hacer frente a las

Cuidar
complejidades del mundo contemporáneo que obstaculizan el camino hacia un buen vivir.

Como una respuesta a las inquietudes que nos unen, los grupos hemos venido trabajando durante
los últimos años, la creación de la Maestría en Prácticas Estéticas Emergentes MAPEE, la cual se
encuentra en proceso de aprobación institucional; este proyecto posgradual recoge todas nuestras
discusiones y se forja como respuesta a una serie de cuestionamientos surgidos de la mirada crítica
sobre una existencia social en lo estético en los ámbitos del sur global, matizada por un abanico de
desigualdades, rupturas y violencias naturalizadas en prácticas sensibles, localizadas en lo vital, en
lo político y en la institucionalidad de las culturas y los Estados.

El proyecto MAPEE revisa el papel que juegan las estéticas y su capacidad de configurar diferentes
formas de relación sensible con la vida, en lo humano y lo natural, con miras a aportar elementos,
posturas y estrategias teórico-prácticas para la transformación de nuestras humanidades, nuestros
contextos, y nuestras comunidades.

Presentamos “Cuidar” como un aporte que emerge desde nuestras propias prácticas, para generar
conocimiento con las manos, con el pensamiento y con el corazón. El libro nace de experimentar el
cuidado, desdoblándose en formas, ideas y haceres articulados, para hacer del cuidado una práctica
vital que trascienda el discurso vacío y des-cuidado sobre el “Cuidar”.

13
Genealogía
 Sanación en la creación:
Posibilidades y límites del
cuidado de lo sensible
Mario Valencia1

Resumen

Como resultado de procesos prácticos de investigación-creación,

el presente ensayo expone, detenidamente, los componentes
y dinámicas que activan la dimensión sanadora de la experiencia

Cuidar
creativa, cuando ésta compromete lenguajes de la sensibilidad
(visualidades, sonoridades, imaginarios, gestualidades,
corporalidades, oralidades, gustos y demás), formas y
expresiones de la sensibilidad que histórica y estructuralmente
han sido regulados por la institución “Arte”. Con este propósito se
exploran los limites teóricos y prácticos, desde los fundamentos
filosóficos que le proveen las filosofías del sur global (en diálogo
crítico con el pensamiento crítico occidental). A partir de allí, el
ensayo identifica y analiza diferentes niveles e intensidades de
sanación como componente substancial que la práctica estética
de investigación-creación transfigurativa visualiza y propone.
Esta investigación, además, esclarece diferencias frente a
otras propuestas que emergen desde las estéticas expandidas
contemporáneas y señala su lugar en el campo del pensamiento
práctico y crítico de las filosofías de las artes, las culturas, y las
prácticas estéticas sur-globales.

Palabras clave: cuidado, sanación, creación, equilibrio,

transfiguración, espiritual, sensible

1 Mario Valencia. Doctor en Estudios Culturales Latinoamericanos, UASB,

Quito, Ecuador. Profesor titular, Departamento de Filosofía, Universidad
del Cauca, Colombia. E-mail: mavalencia@unicauca.edu.co

Genealogía 19

Sanación en la creación:
Posibilidades y límites del
cuidado de lo sensible
Pero la plenitud de un plan es como el curso de las líneas de nuestras
manos o como la disposición de los estambres de un cáliz. Proust, ese
niño viejo, se recuesta, profundamente cansado, en los senos de la
naturaleza, no para mamar de ella, sino para soñar junto a los latidos
de su corazón. Así de débil hay que verlo (…). Marcel Proust ha muerto
de la misma inexperiencia que le ha permitido escribir su obra. Ha
muerto por ser extraño al mundo y porque no supo modificar las
condiciones de su vida que terminaron por destruirle. Ha muerto por no
Cuidar
saber cómo se enciende el fuego, cómo se abre una ventana.
Benjamin, Walter. Iluminaciones, Madrid:Taurus, p. 53.
Situada más allá de las líneas de demarcación establecidas por
la muerte del arte. Habitando ese tercer espacio que deja el falso
dilema entre lo moderno y lo posmoderno, en sereno diálogo
con el horizonte de posibilidades que ofrece la visualización de
un orden civilizatorio transmoderno, y en clave decididamente
arquitectónica, la investigación-creación transfigurativa, en cuyo
desarrollo trabajamos desde hace un par de décadas, reconoce la
sanación como uno de sus componentes capitales.
Como práctica de saber-hacer a través de los lenguajes de
la sensibilidad (visualidades, sonoridades, gestualidades,
imaginarios, oralidades, corporalidades, etc.) la investigación-
creación transfigurativa considera que estas prácticas recobran
un sentido potente a partir de su capacidad de restaurar
equilibrios mediante la liberación intersubjetiva y transpersonal
de sistemas simbólicos, acontecimientos y elaboraciones
ontoestéticas, en torno a los componentes dolorosos de una
20
existencia vivida en “negativo”2; es decir, sobrevivida y tramitada
desde las atmósferas, espacios y relaciones determinadas por el
sufrimiento.
Tomando en cuenta lo anterior, el presente ensayo revela
elementos clave que han emergido en los procesos de
investigación-creación en los que se ha aplicado la investigación-
creación estética crítica con enfoque intercultural (IEC), en
adelante investigación-creación transfigurativa en negativo
(-); los mismos han permitido visualizar y conceptualizar la
naturaleza y el papel del acontecimiento de sanación en el
contexto de los procesos creativos en el campo de los lenguajes
de la sensibilidad, tradicionalmente denominados “artísticos”.
2 La investigación-creación transfigurativa distingue dos fases o
dimensiones de un mismo proceso de liberación de la sensibilidad en el
espacioepistémicoypolíticodelainvestigación-creación.Enesepropósito
distingue la Investigación-creación transfigurativa en negativo (-) de la
Investigación-creación transfigurativaen positivo (+). Aunque ambas
propuestas parten de asumir la “muerte del arte” (primero declarada
por las estéticas euronorteamericanas modernas/posmodernas),
como una realidad innegable, como parte de la tarea crítica-analítica
de las epistemologías del arte dominantes, la investigación-creación
transfigurativa en negativo (-) centra su objetivo en la superación de
los estados parciales o totales de dolor al encarar heridas estructurales
(particularmente originadas dentro de la “matriz colonial” que domina
muchos espacios del mundo global y que son recurrentes en el campo
artístico contemporáneo); por eso el adjetivo en negativo (-), puesto
que se realiza desde y en el dolor. Esta variante de la investigación
transfigurativa, inicialmente nombrada como investigación-creación
estética crítica con enfoque intercultural (IEC) ha sido desarrollada por
quien escribe este ensayo en Sensibilidad intercultural (2013) y en Ojo
de jíbaro (2015), entre otros trabajos. Sin embargo, soy consciente de
que el tema acerca del rol, la naturaleza y el alcance de la sanación, su
dinámica y funcionamiento, solo fue brevemente enunciada en los libros
mencionados, vacío que aspiro empezar a resolver a través del presente
escrito. Con respecto a la propuesta de investigación-creación en positivo
(+), se distingue de la anterior porque su desarrollo parte de un sujeto que
ya ha tramitado (parcial o totalmente) su dimensión ontológica de dolor
y es consciente de ello, o, se ejecuta por sujetos cuyo tejido existenciario
no ha sido determinado estructuralmente por el sufrimiento (lo cual,
ciertamente, es posible), por sujetos cuyas heridas han sanado, han
recuperado su agencia y están ontológicamente en posibilidad de crear
más allá del dolor. Esta variante de la investigación transfigurativa ha sido
desarrollada en algunas de sus partes en “Transfiguraciones: mudanzas
ontológicas de la sensibilidad en la literatura digital latinoamericana”
(2017) y actualmente está en etapa de precisión y formulación.
 El lado espiritual de la creación: Más allá del
arte, la terapia y lo cotidiano
En un proceso creativo cuyo horizonte proyecte como parte de los
resultados finales, el acceso a algún nivel de sanación de heridas
cuya verificación nos remita a la restauración de equilibrios
perdidos, se considera presupuesto fundamental, encontrar
sintonía con alguna frecuencia de restauración del ser interno,
no prevista en las coordenadas investigativas académicas
convencionales. Este componente se ocupa claramente del
cuidado de sí, del otro y de lo otro y requiere de la implementación
de saberes, teorías y prácticas diversas que ayuden a fortalecer
ese proceso ontológico, sociogenésico y espiritual.
Este componente, base de los procesos de investigación-creación
estética crítica (IEC), no se asume como una tarea de sanación en
sentido clínico, ni en sentido sicoanalítico, y eso explica el por
qué no se implementan ejercicios artísticos específicos como
Cuidar
herramientas terapéuticas. La IEC no encara la herida como
enfermedad sino como estado de desequilibrio energético y
espiritual, como fractura sociocultural y del “orden natural de las
cosas”, y concibe como necesaria y urgente la superación de un
estado de ignorancia y salida de un error que causa dolor. Estos
resultados de equilibrio (en clave de las ontologías ancestrales
de Abya-Yala) son verificables como resultado empírico al final
de cada proceso, y no son asimilables a la semántica médica
occidental, en términos de resultados de un tratamiento
clínico de una huella o marca determinada preliminarmente
como enfermedad. Más bien como movimiento y proceso de
reajuste ontológico del ser interno a través de medios sensible-
poiéticos, simbólicos y ritualísticos activados a través de los
lenguajes propios del ver, percibir, gustar, oír, escuchar, imaginar
y crear, empleados rigurosamente, al tope de las capacidades y
competencias de los ejecutantes.
Cuando el investigador o la investigadora toman como núcleo
experiencial de investigación sus heridas, están convirtiendo
su vida real en un espacio de exploración, y están utilizando
las huellas de su memoria como materiales y texturas de su
creación final, no para solazarse en ese dolor ni para perpetuarlo
22
como recuerdo; por el contrario, el objetivo es claro: intentar
restaurar el equilibrio perdido y proyectar un ser y una vida
parcial o totalmente sana, gracias a la trascendencia del dolor
como resultado de su profunda y verdadera comprensión. Así,
la comprensión profunda lo sana, y facilita otras formas del
cuidado de sí, del otro y de lo otro.
La sanación por vía de la creación, intenta superar un
dolor comprendiéndolo. Pero esa comprensión no es una
interpretación racional, ni una visibilización delatora, ni una
espectacularización de la herida, sino una observación directa,
completa, múltiple del problema, una observación que deja a un
lado los prejuicios sobre el objeto que es fuente del dolor y decide
mirarlo como si fuera un objeto totalmente desconocido que ha
visto por primera vez, y con curiosidad desapasionada lo explora
hasta comprenderlo cabalmente, precipitando la supresión de
esa forma de sufrimiento (Krishnamurti, Ojaí, 1945-1946).
Sanación a través de la creación, como liberación del desequilibrio
Cuidar
del vivir en el lado del dolor y la ignorancia: he ahí el giro ontológico
estructural de la transfiguración. Ni la emancipación política, ni
la ruptura con el orden social, ni el desenganche del campo de
las artes, ni la renuncia al mundo material, valen solas, y por sí
mismas, como liberación. Esta solo es posible como estado de
sanación. Y ese estado de sanación no se refiere precisamente
a la salud física sino al equilibrio mental y a la luz espiritual. A tal
estado de libertad se accede por medio del “cultivo de la vida” que
aquí llamaré cuidado de sí, del otro y de lo otro en la misma dirección
de la respuesta que Kuan-Chung le dio a Yen-Tse cuando este le
preguntó por el significado de cultivar la vida para los antiguos
chinos: “Cultivar la vida es cuidarte a ti mismo. Significa vivir
libremente y no imponerte limitaciones” (Lie-Tse, 2005: 264).
Se escribe aquí sobre un camino, una opción y unas prácticas que,
sin interferir con el orden natural de las cosas, desde el no-hacer,
procura recorrer con naturalidad la vida: ver, oír, gustar, oler, tocar
de forma natural; sin esperar de estas acciones utilidad alguna.
Esto no es otra cosa que liberar la sensibilidad y el pensamiento de
la aprobación y el control externo; pero, sobre todo, de los dolores
que causa el anhelo, la codicia, el yugo del ego que marca nuestro
estar en el mundo con base en metas e intereses. Darle el control
Genealogía 23
 a estas u otras formas de “ignorancia” no solo significa perder
esta libertad sino exponerse a los daños y enfermedades que
apagan la luz interior, porque “Cuando no puedes pensar, tener
sensaciones, sentir o actuar libremente, tu cuerpo y tu mente son
dañados. Rompe estas opresiones y cultivarás la vida.” ( Lie-Tse,
2005: 264). Inmersos en este flujo, la muerte se nos revela como un
componente de la vida, no como la perturbadora presencia de lo
inefable sino como parte del flujo natural de una “vida satisfecha” y
de la realidad de la muerte, como algo “simple”.
La inexpresable (stricto sensu), filosofía del budismo antiguo,
se presenta desde sus orígenes como tratamiento o cura para
quienes tuvieran suficiente fuerza para seguir el camino,
es decir, como un método y proceso de curación (Zimmer,
H., 2008: 504). Esto es una de las formas de comprender “El
óctuple sendero” que puede y debe leerse como el diagnóstico
médico de las cuatro nobles verdades y como receta de
curación. Así, Gáutama Sakyamuni,
Cuidar
siguiendo el procedimiento médico de su tiempo
al inspeccionar un paciente, el Buddha pronun-
cia cuatro juicios sobre el caso del hombre. Estos
juicios se llaman las “Cuatro Nobles Verdades”
que constituyen el corazón y el núcleo de su doc-
trina. (…) “La primera: Toda vida es dolorosa, anun-
cia que nosotros, miembros de la especie huma-
na, tenemos mala salud espiritual, y el síntoma
de ello es que llevamos sobre nuestras espaldas
el fardo del dolor; y esta enfermedad es endémi-
ca. Este diagnóstico del hecho no va acompaña-
do de ninguna cuestión acerca de la culpa, pues
el Buddha no hacía disertaciones metafísicas
o mitológicas. Pero inquiría acerca de la causa
en el plano práctico, psicológico, pues tenemos,
como segunda de las “Cuatro Nobles Verdades”:
La causa del sufrimiento es el deseo ignorante (trsna).
Como en la enseñanza del Sankhya, aquí tam-
bién se dice que la raíz de la enfermedad cós-
mica es un involuntario estado mental común a
todas las criaturas. El deseo de la nesciencia, del
no-saber (avidya) es el problema: nada menos y
24
nada más. Tal ignorancia es una función natural
del proceso vital, pero no es necesariamente im-
posible desarraigarla, como no lo es la inocencia
de un niño. (…) la tercera y la cuarta de las “Cuatro
Nobles Verdades”. Habiendo diagnosticado la
enfermedad y determinado su causa, el médico
pregunta si la enfermedad es curable. El pronós-
tico budista afirma que, en efecto, es posible una
cura; y, por lo tanto, nos dice: puede lograrse la su-
presión del dolor. La última de las Cuatro Verdades
receta el camino: El camino es el Noble Óctuple Sen-
dero, que comprende: concepción correcta, aspi-
ración correcta, lenguaje correcto, conducta cor-
recta, medios de vida correctos, empeño correcto,
atención correcta, y contemplación correcta.
(Zimmer, H., 2008, pp. 504-506)
Claramente la medicina se enuncia desde aquí como un conjunto
de prácticas complementarias e interrelacionadas entre sí3. Estas
Cuidar
3 En este viaje sanador cuyo vehículo es la barca de la aplicación a la
disciplina de las prácticas del Óctuple sendero, por parte de quien está
en proceso de sanación. La primera de ellas, es la “concepción correcta”,
traducida en otros casos como “visión perfecta”, que exige la activación o
liberación de una intuición que nos lanza al viaje gracias a una visión
que se ha activado por cualquier circunstancia vivencial, experiencia
o afección profunda que marca en términos de claridad inicial, la
necesaria visión que se requiere para emprender el viaje.
La segunda práctica se refiere a la aplicación de la “Emoción perfecta”
o “aspiración correcta” que implica tres disposiciones específicas: 1)
Generosidad (Dana) que constituye la disposición o el querer dar y
compartir (cosas materiales, tiempo, energía, atención, conocimiento,
cultura, saber, infundir valor, dar a sí mismos y dar el dharma a los otros).
2) Amor (Metta), entendido este como emisión de una emoción positiva
y creativa que se cultiva pacientemente a través de la meditación
y en medio del caos, justamente para contribuir a aliviar el caos. 3)
Compasión (Karuna), que como se ha dicho no es un sentimiento de
lástima, sino una forma de expresión del amor frente al sufrimiento
ajeno o propio. 4) Alegría (Mudita), como regocijo por la felicidad de
los demás. 5) Tranquilidad (Upeka) como trabajo de suavizamiento del
impulso egoísta inherente al ser.
El tercer componente del viaje propuesto en el Óctuple sendero es el
desarrollo del “Habla perfecta” o “lenguaje correcto” e indica que el viajero
ha de cuidar de que su habla haya pasado por tres puertas: que lo que se
diga sea verdadero, sea afectuoso, sea útil en el propósito de fomentar
la concordia, la armonía y la unión. Ello implica lograr la suficiente
claridad mental y autoconocimiento como forma de abrir umbrales
Genealogía 25
 prácticas configuran el orden de la práctica medicinal sanadora
de la doctrina de la barca que esencialmente puede resumirse
a través de una sabiduría analógica expresada por un poiético
hacia el exterior y el interior.
La cuarta etapa del sendero habla de la “acción perfecta” y exige un
cuidado absoluto con el estado mental bajo el cual se actúa. Ese estado
mental determina la eticidad de la acción y señala particularmente
tres estados que gobiernan la mente afectada y sobre los cuales hay
que trabajar en su desvanecimiento: el odio, la avidez y la ignorancia,
que hacen que nuestras acciones en la vida sean torpes. Para recuperar
y cultivar la acción perfecta se debe actuar con base en la creatividad,
la amabilidad, la bondad, la generosidad, el desprendimiento y la
sabiduría, cualidades que hacen nuestras acciones hábiles.
La quinta etapa del sendero hace referencia a la “subsistencia perfecta” o
“medios de vida correctos” y se asocia a la nobleza generada por el cultivo
de la perfección en los actos cotidianos. Y en ese sentido, el modo de
organización de la producción que garantice la subsistencia está cerca
de aquella que apuesta por “coproducción condicionada” en el seno
de una democracia real. Lo cual elimina de entrada toda forma de
subsistencia asociada al crimen, la matanza, las armas, las drogas y el
culto a la vanidad y la exhibición del ego (farándula).
Cuidar
El sexto estadio del sendero nos sitúa frente al “esfuerzo perfecto”
o “empeño correcto” y alude directamente al cuidado físico (vyama)
necesario como soporte para una vida que, contrario a lo que pudiera
pensarse, no es una vida de reposo sino una vida muy activa y dinámica,
un viaje exigente de transformación que exige estar mentalmente
activo y que son recogidos en cuatro prácticas puntuales: prevenir,
erradicar, desarrollar y mantener. Acciones que constituyen el
equivalente de situar inteligentemente “un guardián en la entrada de
los sentidos” para evitar que, entrando a través de ellos, se apodere de
nosotros y obnubile nuestra mente cualquier desborde exacerbado e
irracional en el que impere el poder del deseo, el desasosiego, el odio, la
pereza o la indecisión.
La siguiente etapa (séptima) habla de la “Atención perfecta” o “correcta”
(smrti) cuyo significado directo es recuerdo/memoria, porque la
desatención es la falta de ella (memoria), que cuando domina
impide la concentración y, lógicamente, por negación, neutralizarla
y superar la posibilidad del desarrollo de la concentración a distintos
niveles operativos: sobre las cosas, la realidad, el cuerpo, uno mismo
y/o los demás.
Finalmente, la octava etapa en el recorrido del Óctuple sendero indica
la obtención del Samadhi perfecto o estado de “contemplación correcta”
y significa el arribo a un estado del “ser firmemente establecido”
en el cual se accede a un estado pleno de disposición consciente o
“iluminación”. Este último término, que genera cierta estupefacción y
que intimida por lo portentoso, por su magnanimidad, simplemente
define el triunfo de la visión correcta en donde predomina un estado
de sosiego y quietud (samata) espiritual. Y por lo tanto, la posesión,
obtención o recuperación de la plena salud. (Dharmacharini
Saddhakara, en Centro Budista Triratna, Valencia, https://budismo-
valencia.com/budismo/camino-octuple).
26
simbolismo de un viaje, no en vano el libro anónimo e icónico de
la literatura china toma ese nombre: Viaje al Oeste: Las aventuras del
rey mono de autor anónimo del siglo XVI. Un viaje como conjunto
de acciones destinadas a la cura de un mal. La yana como vehículo
(barca) transporta de una a otra orilla del río y constituye una de
las imágenes-símbolo centrales del budismo que condensa el
significado de la transformación desde lo oscuro a lo luminoso
a través de la superación de la ignorancia, significa “…comenzar
a cruzar el río de la vida desde la orilla de la experiencia que el
sentido común nos proporciona acerca de la no iluminación,
la orilla de la ignorancia espiritual (avidya ), el deseo (kama) y la
muerte (mara), hacia la otra orilla de la sabiduría trascendental
(vidya), que es la liberación (moksa) de esta esclavitud general.”
(Zimmer, H., 2008: 511-512).
En estos términos, esta concepción de la característica sanadora,
de la investigación-creación transfigurativa en negativo (-), se
diferencia estructuralmente de la arteterapia, en primer lugar,
porque la creación transfigurativa no se vale del “arte” sino de
Cuidar
los lenguajes de la sensibilidad en general, no exactamente de
técnicas reconocidas como artísticas. Y, en segundo lugar, porque
la sanación en la creación, como aquí se entiende, no funciona
como reparación catártica, paliativo o calmante o como parte
de “tratamiento” psicoanálítico, fisiológico o como “fármaco”
alopático. Escribir un poema, pintar un cuadro, bailar una danza
como terapia de neurosis funciona y calma transitoriamente, pero
no equilibra estructuralmente el ser interno alterado. Prueba de
ello es que, por lo general, el poeta o la poetisa sigue escribiendo
desgarradamente, el pintor pintando angustiosamente y la
danzarina bailando frenéticamente, de manera indefinida
durante toda su vida, incluso hasta la autoinmolación, sin que
haya logrado restaurar el equilibrio perdido. Si sanara el ser,
necesariamente dejaría de escribir desde “la sombra”, o cambiaría
de tema, forma, intención o tono trágico, es decir, transformaría
su práctica en otra cosa que difícilmente podría considerarse
“arte” o “poesía”, según la tradición de estas disciplinas.
En una dirección diferente, el proceso sanador concebido no
como cura de neurosis sino como equilibramiento necesario
en un proceso de transformación ontoestética profunda (que
he llamado en otra parte transfiguración ontológica de la
Genealogía 27
 sensibilidad (en adelante TOSL) (Valencia, 2016), implica un giro
de 180 grados, un salto cualitativo de forma de ser y de vivir y, una
reconfiguración de la estructura profunda del sentir-vivir que
arroja como inevitable resultado una concepción del escribir,
pintar, esculpir, instalar, etc., tan distinta, que difícilmente puede
ser reconocida como tal. Y mucho menos reivindicada como
“arte”, dentro del contexto de las genealogías y las prácticas de
identidad hermenéutica que regulan, clasifican y reconocen
estas prácticas como artísticas. Y la explicación es sencilla: un
resultado investigativo-creativo que tiene como base y finalidad
relativa, el cuidado y la sanación de sí, necesariamente se expresa
en obras y lenguajes entendidos o concebidos como “arte” por las
tradiciones occidentales de la estética cuyo objetivo final ha sido
siempre la celebración del talento.
Este giro tiene como base la implementación, recuperación o
activación consciente (de rutinas inconscientes) de prácticas de
trasfiguración ontológica del sentir-expresar muy concretas que
constituyen en parte la base espiritual del proceso transfigurativo
Cuidar
y de los resultados creativos y cognitivos que remueven las
fibras más profundas de la vida. Tales prácticas, parecerán a
algunos anodinas o triviales, sin embargo, la experiencia en los
procesos investigativos-creativos ha enseñado que desde su
implementación hasta su funcionamiento operativo adecuado
es altamente difícil y compleja, y los niveles de resistencia frente
a ellas son elevados. El valor de un diario, la importancia de los
sueños, escuchar al contradictor o al victimario, no dejarse afectar,
encarar el pasado para comprender, neutralizar el autoengaño,
caminar, respirar adecuadamente, concentrarse, poder renunciar,
romper una rutina, sembrar y cultivar, aquietar la mente, ritualizar
la vida cotidiana en las tareas domésticas, meditar, dialogar
en clave de solidaridad, saber dar y saber recibir, insertarse
armónicamente en el orden natural de las cosas, involucrarse sin
juzgar, dar espacio sin ignorar, manejar distancia sin caer en el
desinterés, contemplar, saber comer, compadecer, perdonar sin
superioridad moral parecen acciones y prácticas insignificantes
e irrelevantes para el mundo de la investigación e ingenuas para
algunos artistas. Pero en realidad no lo son, mucho menos para
quienes habitamos el campo de la investigación-creación situada
en los mundos y en los lenguajes de la sensibilidad.
28
No es pertinente tampoco leer esta concepción de la creación
como otra forma de estética de la vida cotidiana, por lo menos no
en el mismo sentido que tiene el modelo de análisis expandido
para las prácticas extraartísticas (Mandoki, Katya, 2006), cuya
propuesta, en tanto que expandida (ampliada), y no exterior (por
fuera de), también permanece de alguna manera englobada
dentro de la misma línea genealógica de las estéticas que han
estado históricamente “a cargo”, criticándolas, pero sin romper
con ellas, sobre lo que no me detendré ahora, pues esto sería
objeto de otro ensayo en otra línea de análisis. A manera de
aclaración importante afirmo que la matriz de análisis de la
“Prosaica”, por definición, constituye un instrumento de análisis
de lo ya producido o creado, y se usa a posteriori y no forma parte
del proceso de creación sino de recepción, mientras que para la
IEC, la implementación de estas prácticas es consubstancial al
proceso creativo, integrada y simultánea a él y, por ende, tiene
carácter metodológico-creativo, no analítico.
En lugar de una estética expandida para la recepción y valoración
Cuidar
de prácticas estéticas de la vida cotidiana, aquí se busca la
activación o reactivación de una vida cotidiana, como praxiología
de una sensibilidad concreta e inmediata, en dinámica de
transformación ontoestética vivencial y espiritualmente
atravesada, esto sin negar que los resultados (también a posteriori)
pueden ser, como cualquier objeto, susceptibles de valoración
estética o de otro orden, pero sin que esta sea la finalidad, ni el
resultado más valioso del proceso.
Lo importante en esta apuesta, es que las formas
anteriormente nombradas de cuidar de sí, del otro y de
lo otro, y otras muchas no mencionadas, constituyen
microacciones poderosas, necesarias en la exploración,
creación y expresión de microuniversos (Garavito, Elizabeth,
2016), sin las cuales no son posibles las transformaciones
ontológicas posteriores a escala social y cultural mayor. Los
microuniversos constituyen una forma fractal, microsocial y
microcultural de ser y actuar en dinámica de transformación
de nuestras comunidades.
Genealogía 29
 A este respecto el pensamiento de la profesora Elizabeth
Garavito deja claro que
Esta necessidade de articularmo-nos possivelmente
nasce para resistir ao esquecimento iminente, tentar
atravessar uma margem, sem ter muito claro onde
estão os limites e as fronteiras destes traços invisíveis,
mas não por isso menos subjugantes. Estar juntos
para resistir, juntar forças para caminhar, avançar
com o calor da proximidade para se transformar (…)
Por tanto, en el camino que facilita el diálogo, la colaboración, el
reencuentro consigo y con los otros, tiene sentido que el concepto
de “microuniverso” haya sido
… a palavra com a que melhor pude definir os
objetos que produzimos neste processo (…)
“… foram então uma mescla entre minijardim,
jogo, maquete, história e fundamentalmente,
Cuidar
um espaço para narrar além das palavras, e
especialmente para pôr em jogo criações através
de ações, para percorrer de diversas maneiras
nossas vidas e nos refazer em nossos próprios
caminhos, para compreender nossas ações
como aberturas a nossos reversos, silêncios e
esquecimentos.” (Garavito, Elizabeth, 2018: 81-93)
Garavito, Elizabeth, Microuniversos, 2018. Foto: Andrea Ortiz Díaz
30
Esta focalización de la sanación en la creación, toma mayor valor
porque tales cuidados, técnicas y prácticas transfigurativas tienen
de entrada la enorme resistencia de los cuerpos disciplinados
y controlados; de las sensibilidades modeladas, prefabricadas,
distorsionadas, afectadas y de un grueso sedimento de conceptos
y prejuicios académicos de todo tipo. Por tanto, lo que puede
parecer obvio y básico se vuelve difícil y complejo, aunque su
enunciación, desde los mundos antiguos de numerosas culturas,
siga siendo elemental y sencillo, como debiera ser.
Me parece igualmente valioso dejar claro, finalmente, que la
sanación en la creación procura abrir, sin ningún complejo, un
espacio para una forma mestiza de ser sensible, del pensar
y simbolizar desde lo sentido. En el sentido de renunciar
a todo esencialismo racial, cultural y disciplinar basado
en el ejercicio de la voluntad de reunirse y mezclarse libre
y autónomamente con quien se desea una vez garantice
vínculos de simetría y equilibrio. En ejercicio de este
mestizaje del sentir-expresar, integralmente respetuoso
Cuidar
de la alteridad y la diferencia, autónomamente creado y
voluntariamente aceptado, he optado por cruzarme, adrede,
con varias fuentes de pensamiento crítico global, algunas
europeas, especialmente del oriente: la India y la China, y
especialmente he echado mano de la memoria honda, de
mi experiencia vivida y de los lugares, tiempos, culturas,
sentires y pensamientos específicos que he transitado en
compañía de amigos, alumnos y cómplices. A continuación,
presento algunas reflexiones sobre las bases filosófico-
morales, teóricas y prácticas que fundamentan los procesos
a los que me refiero.
Cuidado de sí: una vuelta a la realidad,
después del mundo de la ilusión
No hay nada más aparentemente básico y en lo que seamos
más torpes que en el cuidado de sí mismos. Y pudiera
decirse, que toda la historia cultural de la especie podría
condensarse en un relato: la historia del esfuerzo de la raza
humana por sobrevivir.
Genealogía 31
 Todas las teorías y revoluciones científicas no son más que
un desesperado intento por proteger nuestro amenazado
cuerpo y sobrevivir a todo tipo de peligros. Y las revoluciones
sociales, un fallido intento por evitar que nos despedacemos
los unos a los otros. Cuidado del mundo exterior y cuidado
de los otros. En un tercer espacio, ya que nunca ocupó el
lugar central, la civilización occidental dejo el cuidado de sí
mismo, el cual no ha sido menos fallido que los otros dos
porque ese cuidado interior de sí mismo, en un porcentaje
elevadísimo, lo entregó a seres abstractos e invisibles
todopoderosos o a valores materiales perecederos, como un
escape o vía de emergencia ante el fracaso de las otras dos
formas de cuidado básico.
Según los diccionarios etimológicos, el término “cuidado”
deriva del latino cura. En su forma más antigua cura en latín se
escribía coera, asociada semánticamente al amor y la amistad
y llevaba las marcas semánticas de desvelo, inquietud,
preocupación por la persona amada. Sin embargo, el término
Cuidar
“cuidado” en otros estudios también aparece asociada al
cogitare-cogitatus, que se transforma en la forma coyedar,
coidar, cuidar. El sentido de cogitare-cogitatus es el mismo que
el de “cura”: cogitar, pensar, poner atención, mostrar interés
(Boff, Leonardo, 2002:173). Así “el cuidado solo surge cuando
la existencia de alguien tiene importancia para mí. Paso
entonces a dedicarme a él, me dispongo a participar de su
destino, de sus búsquedas, de sus sufrimientos, de sus éxitos,
en definitiva, de su vida” (Boff, Leonardo, 2002: 173).
En la segunda línea etimológica que plantea Boff podría ubicarse
la indagación filológica sobre la que se basa Michel Foucault
(Foucault, M., 2018: 30) cuando hace el rastreo en el pensamiento
griego antiguo como preocupación por sí mismo y como ámbito
de autoconocimiento y autoatención. El sentido y significado que
Foucault recoge en la expresión: “inquietud de sí” el cual se apresura a
separar con claridad y contundencia de la autoexaltación y del culto
a sí mismo, por considerarlas formas sanguíneas o eufóricas que
toma la subjetividad, o simplemente formas de dandismo moral o,
en todo caso, formas insuperables de individualismo incapaces de
asumir una moral colectiva. Foucault prefiere asimilar la inquietud
de sí a “toda una práctica de sí mismo” (Foucault, 2018: 94-95).
32
Esta “práctica de sí”, que el filósofo francés rastrea en Filón de
Alejandría, nacería como una forma de cuidado médico: “Más
interesante, sin duda, es el hecho de que la práctica misma
de sí, tal como la define, designa y prescribe la filosofía, se
concibe como una operación medica” (p. 110). Esta operación
médica correspondería, en la línea filológica que seguimos
en el contexto antiguo, a la terapia, bajo la noción griega de
Therapeuein. En este sentido, afirma Foucault: “Filón dice, desde
las primeras líneas, que se llaman a sí mismos terapeutas. ¿Y por
qué, dice Filón, se llaman terapeutas? Pues bien, porque velan
por el alma como los médicos velan por el cuerpo” (Foucault,
M., 2018: 111). En una distinción entre la terapéutica y la iátrika
(técnica de la medicina), gracias a la cual se le asigna un valor
superior a la primera en tanto “actividad asistencial más amplia,
más espiritual y menos directamente física”, distinta de la iatrike
asociada totalmente al cuerpo (Foucault, M., 2018: 111).
Como ya se ha dicho en la primera parte de este ensayo, el
cuidado de sí en el contexto de la sanación en la creación, se
Cuidar
inscribe en la línea de cuidados del ser espiritual-material que
somos, pero se prefiere apartar esta práctica de la designación
y de la semántica ligada al término Therapeuein, por considerar
que en el contexto actual, la terapia está asociada justamente
al polo contrario al que le apostaba la filosofía griega antigua de
Filón; es decir, hoy en día, la terapia como práctica desplegada
en el campo de las artes está circunscrita al cuerpo enfermo o a
la psiquis (mente) enferma y no al cuidado de sí como cuidado
del ser corpo-espiritual que somos, en términos de regulación
de sus dinámicas y equilibrios. Sin embargo, parece importante
retrotraer esta concepción en lo que aquí se propone.
Para cuidarnos del frío inventamos la ropa y la casa; para
cuidarnos del hambre, la agricultura; para cuidarnos del sueño,
la cama; para cuidarnos del olvido, la fotografía; para cuidarnos
del tedio, el entretenimiento; y todo esto lo concentramos en el
mayor y más complejo artefacto ideado por la especie humana:
la ciudad. Es tanta la dificultad para mantenernos vivos, sanos y
saludables a sí mismos que producimos centenares de miles de
millones de objetos y cosas destinadas a la manutención de los
ciento diez y seis huesos y los veintiún órganos-vísceras que nos
mueven a diario. Es solo entrar en un supermercado y dejar correr
Genealogía 33
 velozmente la mirada sobre los estantes, para ver la infinidad de
cosas que hemos fabricado para calmar el miedo a morir.
Pero basta solo un instante en que el mundo y la vida te dejan
totalmente solo, o incluso, un momento en que simplemente
te atrevas a imaginarlo, serena y profundamente, como algún
día será, un momento en que te sitúas en un lugar cualquiera,
solo y sin ayuda de nadie, en un lugar extraño, lejos de todo lo
conocido para comprender que desde el levantarse hasta el
acostarse tienes que desplegar una serie de maniobras básicas,
que no conoces y has despreciado, para cuidar de ti mismo.
Microacciones sobre las cuales no tienes ni la más remota idea:
tu higiene personal, tu alimentación, la confección y selección de
tu vestido, la concepción espiritual de tu trabajo, el cuidado de
tu salud, tu alegría, tu cordura: tareas intransferibles, incómodas
que quitan esfuerzo y tiempo, y que por años o décadas has
endosado a los otros: al campesino, o al albañil, a los padres o a la
escuela, al médico, a tus empleados, a tu pareja o a tus amigos…
al supermercado o a los ilusionistas.
Cuidar
De repente, un severo golpe de realidad: la muerte cerca o
el abandono, la bancarrota, el viaje o la decepción, te hacen
consciente de la real torpeza e incapacidad desplegada durante
toda una vida, y te enteras que perdiste todo contacto con
la Tierra, el mundo, la ensoñación y la magia. ¡Y entonces te
enfrentas sin preámbulos ni aplazamientos a esta “gigantesca
tarea”! Cuidar de ti mismo, por un día, por una semana, por unos
años, para el resto de tus días: producir desde ti mismo, cubrirte
a ti mismo, acariciarte a ti mismo, acompañarte a ti mismo,
ensoñar contigo mismo.
Es entonces cuando el mundo de la vida y la experiencia
cotidiana real te exige a tope tu atención. Un acontecimiento que
te lleva al límite pero también ilumina tu vida al abrir conexiones
bloqueadas entre el mundo de lo abstracto y la vida práctica. El
cuidado de sí exige la reconexión perdida entre lo macrocósmico
y lo microcósmico. El cuidado activa la sincronicidad que existe
entre el mundo abstracto, especulativo, místico y el mundo
material, los cuales están ligados el uno al otro, no escindidos sino
relacionados de forma interdependiente (aunque jerarquizada),
como garantía de aplicabilidad y utilidad de los conocimientos.
34
Para el mundo “Veda”.
…no hay dicotomía; no hay antagonismo entre lo
“real” y lo “irreal” en esta concepción estrictamente
no dualista, pues la suprema Realidad trascendente
y sus manifestaciones mundanas (visibles o
verbo-conceptuales) son, en esencia, lo mismo.
Hay, sin embargo, una jerarquía o graduación de
las manifestaciones, estados o transformaciones
de la esencia que todo lo abarca y que todo lo
despliega, según los diferentes grados de sus
intensidades y poderes.” (Zimmer, H., 2008: 378)
Así, el lado espiritual y de los saberes, se concibe anclado
estructuralmente al mundo empírico. Un realismo para el que
no tiene ninguna validez la memorización de las doctrinas y
de los principios teóricos si estos no son llevados a las prácticas
concretas. En el estudio del Vedanta, por ejemplo, se exige a
quien recorre este camino, el acompañamiento de los estudios
Cuidar
teóricos con la adopción de una forma particular de práctica
articulada con el mundo espiritual, de análoga y equivalente
forma que la filosofía occidental moderna se confunde con las
ciencias exactas y sus métodos: “… la reclusión monástica, el
ascetismo, la meditación, la plegaria, ejercicios de yoga y muchas
horas diarias dedicadas al culto (…).” (Zimmer, H., 2008: 69).
Fin del aterrador escenario en el que cada minuto y movimiento
del día significaba “jugarse la vida”, interrupción de una avalancha
metafísica en que las horas, los días, los meses, los años estuvieron
ocupados exclusivamente en desarrollar un “yo” producido por los
otros,disolución de un sujeto ocupado a cada minuto en desarrollar
una teoría trascendental, en inventar un objeto único, en hacer
una carrera de éxito y fama, objetivos centrales desaparecidos de
una vida que ahora tienes que, simplemente cuidar: lamentas el
tiempo perdido y estropeado, porque en ese lugar en el que ahora
estás (intentando cuidar de ti mismo, por ti mismo) esas teorías y
objetos no están allí, alivianando tu “carga”, o mejor, están allí no
como abstracciones separadas de tu materialidad, sino en forma
de cuerpo sensible fundidas con tu mente y tu espíritu, y por lo
tanto, no te sirven de nada como eslabones separados, como
piezas de culto o bastones de autoridad.
Genealogía 35
 Entonces ves claramente el papel lesivo de suplantación
que el otro y la otra han jugado durante toda tu vida (por
autodeterminación), en esta tarea intransferible de cuidar de ti,
algo que no sabías ni aceptabas remotamente. En ese momento
comprendes realmente todas las dimensiones de la soledad, ¡y
claro! Te duele despertar, evitar el smartphone, no ir al shopping,
huir del mundo virtual y desconectarte de una vez por todas
de este escenario falso y prestado, aunque paradójicamente, el
único que hasta ahora te parecía real, y del que solo la dureza de
la vida te ha rescatado.
En el momento en que inicia el cuidado de sí, empieza el proceso
de transfiguración ontológica de la sensibilidad (Valencia, M.,
2016), las dinámicas de transformación estructural de los modos
de ver, oler, escuchar, saborear, sentir. La marcha de estos procesos
diluye la dualidad teoría/práctica imperante en Occidente dando
paso a la experiencia de la sabiduría sensible-espiritual del
pensamiento védico.
Cuidar
Esta aspiración marca la ruta de las prácticas, desde el
reconocimiento crítico de estar inmerso en el mundo de
la ilusión, hasta el camino de acceso al estado de mente
luminosa, pasando por el necesario ejercicio y despliegue
de la capacidad de concentración que implica la adopción y
desarrollo de pasos precisos de depuración de la sensibilidad:
“El segundo requisito de quien estudia el Vedanta es un
resuelto desdén por todo lo ilusorio" (…). El tercero de los
medios necesarios es la concentración, tratada en el capítulo
de “Los seis tesoros” el primero de los cuales es sama, “quietud
mental, pacificación de las pasiones”. El sama es la actitud
o forma de conducta que mantiene a la mente libre de las
perturbaciones que provocan los objetos sensibles. (…) Según
la psicología clásica hindú, el hombre tiene cinco facultades de
percepción (oído, tacto, vista, gusto, olfato), cinco facultades
de acción (habla, prensión, locomoción, evacuación,
generación) y un “órgano interno” de control (antahkárana)
que se manifiesta como yo (ahankara), memoria (cittam),
entendimiento (buddhi), y pensamiento (manas). La palabra
dama se refiere al hecho decisivo de alejar del mundo externo
todo este sistema” (Zimmer, H., 2008: 72-73).
36
Un profundo y estricto trabajo de transformación estructural
del ser sensible, de la percepción y aprehensión del mundo a
través del cuerpo. La depuración y dominio sobre la percepción
(no es su anulación ni su bloqueo, sino su perfeccionamiento),
con la finalidad de trascenderla como espejismo, al
concebirla como intermedio hacia el mundo de lo espiritual
y el eslabón que conduce al saber profundo y a los estados
más potentes en donde se aspira a alcanzar la supresión del
sufrimiento. Nada de ello es posible sin la ejercitación en la
paciencia y en la capacidad de soportar: “El tesoro siguiente,
úparati, es el “completo” cese de las facultades que tienen
por objeto la percepción y la actividad sensibles. El cuarto,
titiksa, “paciencia, aguante”, representa el poder de soportar
sin la menor inquietud el calor y el frío extremos, la buena y
la mala fortuna, los honores y los insultos, las pérdidas y las
ganancias y todos los demás “pares de opuestos” (dvandva). El
discípulo está ahora en condiciones de dirigir su mente más
allá de las distracciones mundanas. Ahora puede obtenerse,
por lo tanto, el quinto tesoro: samadhana, “la constante
Cuidar
concentración de la mente” (Zimmer, H., 2008: 73-74).
Querer cuidar (se) a sí mismo
como técnica de equilibrio
Pero qué duda cabe de que quererse a sí mismo constituye
el impulso necesario y la fuerza estructural que sostiene la
dinámica de la vida en el cosmos. No estamos hablando de
un orden jerárquico, ni de un asunto de posiciones, no es un
tema que tenga que ver con el poder. Estamos hablando de
dinámicas y circuitos a través de los cuales fluye la vida y la luz.
Porque quererse a sí mismo nada tiene que ver con cultivar el
ego, ni “engordar” la “importancia personal”, o encerrarse para
mirarse, contemplarse y envanecerse, poner a un lado a los otros
y considerarlos menos importantes, en segundos o terceros
lugares. Este componente del cuidado alude a aprendizajes,
depuraciones, correcciones y formas de iluminar una otra
existencia, mediadas por el trabajo con/desde el cuerpo, pero no
solo para el cuerpo sino cuerpo-espíritu, relacionados en el sano
equilibrio de una unidad intensamente viva.
Genealogía 37
 La historia de la agonía del planeta en la era del Antropoceno y/o
capitaloceno, es también la historia de la agonía de una especie
autodestructiva.En esta relación hombre-naturaleza históricamente
escindida y dañina,la historia cultural-material de la especie humana
haosciladoentrelavozyelsilencio,entrelavidaylamuerte.Lahistoria
de nuestra especie es también una historia cultural del silencio. Y una
categorización crítica del silencio en intención transfigurativa,sitúa la
sanación en la creación de un punto en el que una triple y conflictiva
relación (pero también una triple sucesión de etapas) localizadas
entre un silencio estético colonial (la ausencia de sonido y la
prescripción del ruido), el silenciamiento ontológico (el acallamiento
sufrido por motivos raciales, de clase social, religiosos o de género),
y el silencio espiritual (el estado mental, macro y microcósmico
de equilibrio fluido), se interpelan y alteran mutuamente. En esta
triada, el silencio espiritual apunta hacia “... Una experiencia plena
de la vida; en donde, silencio que no significa callar, ni reprimir o
calmar artificialmente los deseos humanos, sino crear un lenguaje
y una atmósfera de conexión con la vida; un espacio de libertad, en
donde la experiencia corporal cobra sentido, en la medida en que
Cuidar
me acerco de manera sensible a la fuerza activa de la naturaleza, a su
lenguaje desde la contemplación, como un saber escuchar, que al fin
me permite llegar a un estado de equilibrio armónico y fluido entre
mente, cuerpo y espíritu, así como de integración con la alteridad
(hombre/mujer/naturaleza)” (Vivas, Maria Camila, 2019: 52).
Accedemos a una interacción entre la mente, el cuerpo y el
espíritu que requiere la búsqueda y el logro de estados de
equilibrio sin los cuales sería imposible ese flujo entre lo
macro y lo microcósmico, lo concreto y lo abstracto, lo político
y lo poiético. En este plano, el sujeto no actúa desde teorías
abstractas sino a través de prácticas concretas en donde estas
dimensiones se interpenetran en dinámica de transfiguración.
Hablo de la conciencia de formas antropoestésicas que hemos
adoptado paulatinamente en un tránsito liberador y sanador
hacia otras, para las cuales, el silencio espiritual se plantea como
lugar, estado y momento de equilibrio.
La “mudanza” como mapa de la existencia, como viaje a través
de los sonidos y los silencios de la naturaleza, tal y como la
propone Vivas, activa:
38
…una forma de ser conscientes de que esta Tierra
no se entiende solamente desde el intelecto y
desde la dominación, sino desde la comprensión
de que somos Tierra, y por tanto cada parte de la
naturaleza es una parte de nuestro cuerpo, y cada
objeto, ser animado o inanimado, humano o no
humano, es sagrado (Vivas María Camila, 2019: 52).
Vivas, María Camila. Mapas de la existencia corporal: Un viaje por la memoria sonora y el silencio de la naturaleza, 2019.
Cuidar
(Foto Camila Chaves)
Y es en esa compresión honda de la conexión con la vida, en
donde la “mudanza” de Vivas deja de ignorar y menospreciar
la vida de la Tierra, al encontrar un punto de equilibrio para
su ser, sin pretensiones y aspiraciones, concentrado en una
transformación continua que no tiene principio ni fin. En esta
práctica y proceso, la espiritualidad es una continua preparación
para encontrar el equilibrio con las cosas.
En este contexto, la exploración práctica de la danza como
técnica de equilibrio entre vida y muerte, voz y silencio, sana en la
creación de las condiciones corporales-mentales para sostener el
flujo dinámico no destructivo de la vida en todos los planos y que
restaura la escisión dramática que la lógica de las polaridades
instaura en la mente occidental separada de la naturaleza.
Hablamos de una concepción cosmoteándrica, que según
la investigación-creación transfigurativa de Vivas, quien
sigue a Pannikar, muestra que nuestra tarea se centra en la
transformación del macrocosmos a partir de experiencias
de vida que nos conducen a superar los dualismos que
determinan la vida cotidiana, lo material y lo espiritual, lo
Genealogía 39
 interior y lo exterior, lo sagrado y lo profano. En esta perspectiva,
no somos seres aislados, dinámica que permite, en la práctica
de la biodanza, como “mudanza”, el encuentro humano en
proceso de transformación, sin centrarse en una concepción
biologicista; de manera que Dios, naturaleza y hombre no
pueden concebirse aisladamente. En esta intuición o visión
cosmoteándrica no se gravita sobre un mismo punto: ni Dios,
ni el hombre ni el mundo y, en este sentido, no tiene centro.
Los tres elementos de la triada coexisten y se interrelacionan.
Así que la Tierra está viva y es necesario superar la dicotomía
entre el misticismo de la naturaleza y el misticismo teísta.
Pues “la realidad en la vivimos es un único misterio en el que
todos nos movemos.” (Vivas, María Camila, 2019: 53)
La búsqueda de esta “mónada luminosa” en el contexto del
pensamiento filosófico de la India, se hace a través de una
estricta relación de educación entre el cuerpo (los sentidos) y
el espíritu. Todo avance se da sobre el mundo sensitivo y, en
este sentido, puede decirse que el mundo sensorial abre la
Cuidar
puerta hacia el mundo espiritual, porque “… el vedantino desea
ver a través y más allá del carácter ilusorio de la existencia en
cualquiera de sus formas (…). Sabe que no es él quien actúa
sino la persona espiritual que mora, omnipresente, dentro de
él mismo y de todas las cosas, y a quien él, como devoto, está
totalmente dedicado: el Dios que es el Yo (Atman) dentro de su
corazón.” (Zimmer H. F, 2008: 72).
La circulación de esa energía vital está determinada por
momentos, secuencias y estados de flujo de vida y de luz,
pero también de sombras y abismos. Quererse a sí mismo es
identificar, acercarse, sumergirse y fluir en y con la corriente vital
que me fortalece, me da vida y me lanza al mundo con suficiente
y potente luz como para moverme y compartir. Ser consciente
de la potencia y capacidad de este flujo (y de sus estados de
desequilibrio) y hacer inmersión consciente en esta dinámica,
es como encontrar el mecanismo adecuado que me permite
acceder a un estado de equilibrio no solo entre mi cuerpo y mi
mente sino entre mi yo y la naturaleza, las cosas y el cosmos. En
esta lógica, quererse a sí mismo es cultivo de la armonía pura;
sabiduría y poder sobre el caos y el desequilibrio. En los planos
de la sensibilidad y de las representaciones significa convertirse
40
en reguladores de luz y energía vital pura. Un pintor o un poeta,
un bailarín o un músico, situado en esta frecuencia de acción,
adquiere la dimensión de un transformador energético inserto
en las turbulencias de la vida social.
La dinámica de flujo que rige esta técnica es horizontal: te sitúas
y te conectas a tu fuente de energía sin aislarte ni desconectarte
de los otros que deseas cuidar (querer), sin eliminarlos, ni
bloquearlos en el circuito; de este modo, la energía que te
recarga y potencia, fluye hacia las conexiones que libremente
deseas establecer, es un circuito abierto e interconectado,
no una pirámide escalafonada de posiciones, tú no eres
más importante que los otros, al recuperar tu energía vital y
luminosa, eres igual de valioso a los otros, y eso es distinto; has
encontrado tu fuente de vida y las formas de conectarte a ella,
el manantial energético que mueve la luz de la vida y te hace
refulgir y resplandecer. Ese resplandor ilumina (por supuesto)
todo a tu alrededor y a quienes están cerca de ti, solo unos
segundos, unas fracciones de segundo después de la recarga
Cuidar
y hasta su agotamiento, lo cual quiere decir que necesitamos,
debemos estar cerca de nuestra fuente, con regularidad y
constancia para garantizar el suministro necesario de energía.
Ahora bien, la fuente no es la misma para todos, cada quien
debe encontrarla, establecer relación con ella y aprender el
manejo de su propia fuente, ese es quizás el secreto básico. Tal
secreto se refiere simple y llanamente al amor, porque “El amor
es la única respuesta duradera a nuestros problemas humanos”
(Krishnamurti, 1940: 18).
De manera que las vivencias, los gestos, las lágrimas,
las risas, los lazos de afecto y amistad que nos unen,
que nos hacen volver a buscar dentro de nosotros
esos momentos de la vida que nos han configurado
y requieren del otro para recuperar la totalidad
de la existencia, surgen también en presencia
de los seres de la Naturaleza, del contacto con el
agua, la tierra, el aire y el fuego, como elementos
esenciales de nuestra vida cotidiana, que evocan
en nosotros recuerdos que nos enseñan la forma
de vivir en comunidad, de repensarnos desde el
espacio vacío, desde el silencio, en el misterio de
Genealogía 41
 la existencia. Es importante entonces, reconocer El amor concebido como energía que fluye es como una
que cada espacio generado para el encuentro con composición en donde los planos se modifican: pasas a
el otro/lo otro, a través del diálogo, el sonido, el ocupar un primer plano dentro de un plano abierto y general
silencio, el movimiento y la quietud, nos permiten en donde todo está relacionado con todo y cada detalle es
crear nuevas formas de interacción que nos dan igual de importante en el contexto de tu mundo; pero son
luces de cómo habitar y comunicarnos en un solo planos porque hay un solo cuadro, una sola escena
mundo diverso y múltiple. Y es ahí en el encuentro general integrada por las sinergias de cada elemento que
con la Naturaleza, con los objetos, lo humano y no- fluyen dentro de él en la composición en donde cada quien
humano, en donde creamos otras maneras de ser debe encontrar su lugar dentro de la escena, el lugar en donde
y estar en el mundo, desde el afecto. Un lugar para encuentra su fuente de energía vital para entrar en ese circuito
el reconocimiento de nuestra historia personal, de relaciones sin alterar el equilibrio. Entre los hindúes se ha
en donde aquello que callamos emerge, en donde llamado esta fuente Brahma: soplo, fuente y aliento poderoso
las palabras no dichas comienzan a encontrar un de vida. Equivalente taoísta del “Ki”4, (aliento, soplo, vapor)
lugar en donde resonar, en donde los silencios se
vuelven sonidos, palabras, acciones, movimientos El brahman es el encantamiento o sagrada fórmula
que nos permiten no solo transformarnos a nivel mágica, es la forma cristalizada y congelada de la
individual sino colectivo. (Vivas, María C., 2019: 160). más alta energía divina; o, por así decir, su forma
cómoda y manual. Esta energía late perennemente
en el hombre, dormida pero capaz de ser activada
Cuidar

Cuidar
por la concentración mental hasta convertirse en
vigilia creadora (…). En otras palabras, el brahman
es aquello mediante lo cual vivimos y actuamos, la
espontaneidad fundamental de nuestra naturaleza
(…). Como poder que transforma y anima todas las
cosas del microcosmos y del mundo exterior, es el
huésped divino del cuerpo mortal, y se identifica
con el Yo (Atman), que es el aspecto superior de lo
que en Occidente llamamos indiscriminadamente
“alma”. (Zimmer, H., 2008: 97)

Es la fuente de alimento del más alto nivel sin la cual es imposible

el sostenimiento energético-vital de todo cuanto existe.

4 “La idea original del concepto de “Ki”, se identifica, sobre todo, con el
fenómeno del viento y de la tierra: el viento trae un cambio del tiempo e
influye en el cultivo de los granos. Por tanto, el viento se asemeja a Dios que
existe por todas partes.Para la antigüedad china,la tierra es un lugar sagrado
donde surgen y crecen las criaturas y donde se supone que está la raíz de la
fuerza vital”. (Kwano, Moe. Dimensión, cosmológica, antropológica y patológica
del “Ki”, Capítulo 41. Universidad Ramón LLull, p. 668). https://www.google.
com/search?q=que+es+el+ki+en+la+filosofia+china&rlz=1C5CHFA_
Vivas, María Camila. Mapas de la existencia corporal: un viaje por la memoria sonora y el silencio de la naturaleza, 2019. Foto Camila Vivas enCO760CO760&oq=que+es+el+ki+en+la+filosofia+china&aqs=chrome

42 Genealogía 43
 La sustancia vital que llena el cuerpo del universo
circula por sus criaturas con una corriente rápida y
continua, al ser presas unas de otras en alimentos
y alimentadores recíprocos. La parte que de esta
manera se hace visible es solo un centésimo de la
esencia total, algo insignificante en comparación
con la totalidad, pues, con mucho, la mayor parte
permanece oculta a la vista: está almacenada
en el más alto dominio del universo (…). Al
transformarse continuamente en la energía y
sustancia del mundo, el infinito acopio no sufre
la menor pérdida. La vaca no disminuye ni en
sustancia vital ni en vigor productivo al dar la
leche de un ordeño. (Zimmer, H., 2008: 380)
Este tipo de alimento tiene su correspondiente práctico
cotidiano (como es arriba es abajo), que se traduce en
hábitos de cuidado de la ingesta, una forma consciente de la
transformación vital energética en el plano material de nuestros
Cuidar
componentes químicos, orgánicos, los cuales deben estar tan
sanos y potentes que nos permitan abrir y acceder a estados
más luminosos de conciencia. El ver depende, en buena medida,
del comer, podría decirse. Entonces el lugar privilegiado de la
técnica plástica o dancística o sonora da paso al sentir sano y
depurado de la alimentación blanda en armonía con los niveles
fisiológicos necesarios para mantener la unidad del ser potente.
Se comprende entonces como práctica complementaria, pero
no menos importante, en la neutralización y superación de
los obstáculos en el camino de la supresión del sufrimiento, la
alimentación juega un papel importante puesto que
Los guna, por ser los componentes de la sustancia
del mundo que evoluciona a partir de su estado
primordial de indiferenciación perfectamente
equilibrada, son inherentes a los alimentos, lo
mismo que a todo lo demás. Los alimentos suaves,
jugosos y sabrosos, sólidos y agradables son preferidos por
los hombres en quienes predomina el sattva. Los alimentos
agrios, amargos, picantes, ácidos, salados, fuertes,
ásperos y muy calientes, los platos que queman (vid hin
[como el curry caliente]) son preferidos por las personas
44
en quienes predomina el rajas. Esta dieta produce dolor,
angustia y enfermedades [en tanto que la comida sáttvica
produce longevidad, vigor, fuerza, bienestar, placer y
buena salud]. La comida rancia, desabrida, maloliente,
pasada, sobrante [de otras comidas] y ritualmente
impura, gusta a las personas de disposición tamásica.
(Bazgavad Gita, citado por Zimmer, H., 2008: 436).
Comprender esta lógica para fluir dentro de esta dinámica es
aprender a cuidarse a sí mismo, a quererse a sí mismo y estar
en capacidad y disposición de amar, primero a mí mismo, y
articulada y secuencialmente (no en segundo lugar), amar al
otro, a lo otro. Es por eso que quien no asimila adecuadamente
esta lógica, termina centrándose en su ego, tratando
desesperadamente de imponerse ante todo, y creyendo
equivocadamente que está haciendo el trabajo de cuidarse y
quererse a sí mismo. En realidad, cuando estamos desconectados
del funcionamiento de este mecanismo, no solo estamos tristes
sino inhabilitados para querernos y mucho más para querer a
Cuidar
los otros. El amor como el dinero es un flujo de energía no una
consignación, ni un retiro bancario de afecto; no es exactamente
el solo dar y recibir, es fluir en la energía vital de la luz.
Cuidar/descuidar: la abisal línea entre lo
transitorio y lo contingente
Pero vivimos una época de emociones, sentimientos y relaciones
fugaces, de afectos superficiales, banales y transitorios, que
confunde el cuidado de sí con el cultivo de la personalidad, el
cuidado del cuerpo con la adoración al cuerpo, la seguridad en sí
mismo con la autoidolatría, la salud con la imagen; en esta época
se confunde el cuidarse con el encerrarse en sí mismo para la
autosatisfacción, la autoestima con la autoestimulación, el amor
propio con el culto a la propiedad privada, la seguridad con la
dureza, la intimidad y la selectividad, con la exclusividad de élite
y la lealtad al ghetto.
Una era posnietzscheana que creyó recuperar el cuerpo, la
subjetividad y la libertad, pero en realidad se extravió, dolorosa
Genealogía 45
 y agónicamente, en un frenesí absurdo de egolatrías de la más
variada especie, que van desde el narcisismo extremo de las
adoradores de la soledad, pasando por la producción serial de
egos espiritualizados en salones de yoga fitness, danzas blandas
y arteterapia, los cursos que dan títulos express de Maestro Reiki
en un fin de semana, hasta las derivadas del consumo constante
de yagé con igual o equivalente frecuencia sustitutiva del alcohol
y las drogas sintéticas, como escenarios donde se proclaman los
nuevos gurúes de la era poshumana de la posverdad.
Es cierto que la vida, como fenómeno general está determinada
irremediablemente por su carácter perecedero. La vida es
un suceso fugaz, pero ello no significa que debamos vivirla
y consumirla como alimento perecedero de supermercado,
el carpe diem mal entendido, conduce al frenesí y al desfogue
incontrolado, al exceso nihilista que celebra el consumo
inconsciente de la vida convertida en combustible de fogata de
una fiesta. Comprender este hecho irrefutable, sin embargo, no
es lo mismo que aceptarlo. La ignorancia a este respecto estriba,
Cuidar
primero, en no comprender a fondo esa eventualidad ineludible
del vivir. Y, en segundo lugar, aun comprendiendo la brevedad de
la vida, en batirse ferozmente contra lo ineluctable, e intentar,
consciente o inconscientemente, acceder a lo eterno, buscarlo y
resistirse a la caducidad del instante.
Estas velocidades del ser y el mover-se posmodernas están
enmarcadas por las dinámicas y regulaciones del tiempo-Cronos:
el tiempo establecido y controlado biopolíticamente que incluye
los tiempos de desborde y dislocamiento. A diferencia de este,
el tiempo del kairos es el tiempo de la oportunidad, un tiempo
único, inevitable que escapa a las regularidades de la razón
occidental pero también a sus transgresiones deconstructivas.
Entonces podríamos decir, yendo más allá de la doble dimensión
del tiempo fluctuante entre Cronos y kairos que en la sanación
en la creación se puede actuar desde una temporalidad viva
en la memoria, y colegir de allí que entre un tiempo duro y uno
blando, existe un modo intermedio de poder ser en el tiempo. En
esta temporalidad puede encontrarse un modo sanador de fluir
del cuerpo, de estar y moverse por fuera de esa temporalidad
desbordante e irracional de la posmodernidad, un modo de ser
en el tiempo que permite ir y venir hacia y desde nuestros lugares
46
de memoria, haciendo posible una forma de dar lugar al cuerpo
que en la dinámica de danza permite el viaje hacia texturas y
materialidades que yacen bajo los recuerdos, pero también
hacia dolores y traumas ocultos en las cosas pasadas, para
desbloquearlos y sanarlos, lo que Alfonso Guzmán denomina
sicotransportación, en donde:
El tiempo, en este caso, no es lineal y funciona como
vibraciones que alteran y modifican la realidad,
permitiendo el diálogo en un solo lenguaje entre
la naturaleza y las personas como alteridad, el
lugar y las materialidades, alterando y colocando
a fluctuar el espacio en un momento de exaltación
de la memoria del viaje hacia el pasado, el presente
y las proyecciones; con estados cambiantes que
transfiguran el espacio. (Guzmán Alfonso, 2019: 26)
La comprensión profunda de la estructura de correspondencia
entre el micro y el macrocosmos, que tiene su versión
Cuidar
correspondiente en la lógica ancestral andina donde se
enuncia “Como es arriba es abajo”, nos lleva a aprehender
el esencial carácter dinámico del cosmos, la naturaleza
ininterrumpidamente cambiante del universo. Y esa
comprensión trae la luz necesaria para ver el carácter fugaz de
nombres y formas (namarupa), el torrente de nacimientos y
muertes incesantes como esencia de todo lo que es, en ese flujo.
Guzmán, Alfonso. Corporeografias de la migración, 2019 Ph. Terry Valencia.
Genealogía 47
 Armonizamos nuestros oídos con las notas
consonantes y disonantes de la sinfonía cósmica,
considerándonos como un breve paso, como
una momentánea melodía que ahora aumenta
pero que pronto decaerá y no volverá a oírse. Así,
comprendiendo su papel y su función en el eterno
canto a la vez alegre y doloroso de la vida, el
individuo no siente melancolía ante las perspectivas
de los dolores de la muerte y del nacimiento, o por
el hecho de que sus expectativas personales sean
defraudadas. Ya no valora la vida sobre la base del
dolor. Tanto las penas como las alegrías de la ronda
sontrascendidaseneléxtasis.(Zimmer,H.,2008:385).

La provocación de ese flujo sana, creando una consciencia

según la cual el cuidado de lo pequeño es ya un cuidado de lo
grande y viceversa. El contacto con la memoria (dolorosamente
viva) puede activarse a través de la intención de comprender
el dolor, una forma de ser en la cual la reconfiguración Guzmán, Alfonso. Corporeografias de la migración, 2019.
Cuidar

del sentido que tienen los elementos dolorosos de los
microuniversos de la memoria entran en contacto con el gran
soplo de vida, resuenan en los grandes mundos, como parte
de la comprensión mayor del conocimiento y observación del
comportamiento de lo macrocósmico. Y “… si podemos ahondar
profundamente dentro del conflicto y morir a él, enfrentarnos
a él como por vez primera, sin el lastre del ayer, entonces
podemos comprenderlo. Por estar nuestra mente-corazón
alerta y aguda, profundamente consciente y en quietud, el
problema se trasciende.” (Krishnamurti, 1940: 11-12).
Sabiduría necesaria para empezar a suprimir los dolores y los
asuntos concernientes a lo más pequeño e invisible y por ello
más intensamente doloroso de nuestra vida cotidiana.
Con la cocción de la coca se inició la
psicotransportación hacia los lugares de la memoria
con lo sonoro, lo visual y olfativo de los recorridos
consignados en imagen visual y proyectados por las
tres pantallas. Recorrí nuevamente cada momento,
cada camino; sentía el calor del territorio; las
hojas, entonces, me hablaban por intermedio
Cuidar
de la boca de la olla o el brote con las manos o de
la cuchara de palo. El momento de cocción de la
hoja de coca, es la conexión con lo espiritual; es
un momento sagrado y el cuerpo se siente en un
estado de consciencia completo, el ir y venir es el
psicotransportarse. (Guzmán Alfonso, 2019: 23)
Si la vida es brevedad, más aún lo son los actos y los
acontecimientos humanos, cada acontecimiento en nuestras
vidas es doblemente breve, pues yace en un continente de
por sí limitado: nuestra perecedera humanidad. Y el amor
humanamente vivido no es la excepción. Discurrimos en un
flujo extremadamente cambiante y en ese flujo nuestros
sentimientos también lo son. Lo máximo que puede durar
un sentimiento es el equivalente a la duración de nuestra
efímera vida: solo un instante. En la actitud transfigurativa de
sanar en la creación es posible ir y volver a ese instante, ir con
atribulación y volver con calma. En este caudal de cambios
y decesos, lo normal es que los sentimientos emerjan y
desaparezcan, nazcan y mueran, esta dinámica es afín y
armónica con el carácter elusivo de la vida.

48 Genealogía 49
 En la danza, las voces silenciadas retornaron
y hablaron de las historias no contadas, de la
verdad, y estas viajaron apoyados en los lugares
en donde algún día estuvimos y habitamos con
nuestro cuerpo; aquellos lugares de la memoria
individual y colectiva; las materialidades como
las imágenes de los lugares, voces, sonidos y
la acción en vivo de la tulpa para hacer la coca
para el mambeo, como alguna vez lo hizo mi
abuelo materno cuando nos invitaron al ritual
y a psicotransportarnos, con las vivencias
proyectadas, [con el] soporte espiritual de la
Danza del Susurro. (Guzmán, Alfonso, 2019: 13)
El irrefutable hecho de que somos efímeros (y que nuestro
sentimientos quizás también lo sean), no significa que
asumamos erróneamente el amor como un acontecimiento
sobre el cual, premeditada y calculadoramente, podemos
programar su obsolescencia. Una cosa es que todo fluya y
Cuidar
que en ese flujo las cosas lleguen y se vayan, que todo pase y
que así lo comprendamos y aceptemos, como parte del fluir
cósmico. Pero otra muy diferente, es asumirlo todo, incluso los
sentimientos más nobles, como experiencias desechables, bajo
el argumento de que todo es transitorio. La vida como las cosas y
los acontecimientos, duran lo que tienen que durar, y es un error
y una acción perversa, programar, determinar o precipitar de
antemano su duración.
En este punto, para quien crea, sana en la creación, bajo
el impulso amoroso del cuidado de sí y del otro, se hace
necesario como práctica deontológica sustituir el hedonismo y
el pesimismo del mundo de hoy, basado en la estimulación
del instinto agresivo de destrucción y el valor nulo que han
adquirido los seres y las cosas, por una consciencia de la
materia y la fuerza vital que estimule el amor, el aprecio y el
cuidado hacia lo contingente luego de haber comprendido
su justo valor y de haber aceptado su naturaleza fugaz. La
consecuencia de ello es la activación de un desapego inteligente
y sano frente al carácter transitorio y leve de todo lo que
existe, que elimina el dolor, la tristeza y la melancolía que
habitualmente ocasionan las pérdidas.
50
Este tipo de desapego, contrario al significado de indiferencia,
impasibilidad o desdén con el que lo asocia el imaginario
general de nuestro tiempo, está específica y concretamente
referido al interés egoísta por los frutos o resultados de las
acciones, por el interés sobre el fin. El apego bordea el deseo
como su emanación atávica, en el sentido de que quien
está apegado, en últimas, es alguien que no quiere cesar de
satisfacer su deseo, ni acepta la ausencia de esa satisfacción.
El desapego, entonces, no como constante ética o modo
permanente de relacionamiento afectivo basado en la renuncia
neurótica al otro o a lo otro (concepción errónea y opuesta),
sino entendido y asumido como técnica de superación de
obstáculos, según la voz de Krishna en el Baghavad Gita “…
es una especie de “vía media”. Por una parte, su devoto debe
evitar el extremo de adherirse a la esfera de la acción y a sus
frutos (de vivir de una manera egoísta, persiguiendo fines de
interés personal, por afán de adquisición y posesión), y por otra
parte, con igual cuidado, debe tratar de no caer en el extremo
negativo de la estéril abstinencia de toda clase de acción”
Cuidar
(Zimmer, H., 2008: 439). En términos más precisos y directos:
el desapego constituye una práctica basada en la siguiente
exhortación: “¡Actúa, porque en realidad actuarás cualquiera
sea la actividad que adoptes, pero consigue desapegarte de los
frutos!” (Zimmer, H., 2008: 439-440).
En este sentido, los límites de nuestro cuidado y del cuidado del
otro y de lo otro, nos exigen un sutil y delicado nivel de atención
en el cual nuestra comprensión no se confunda y nos permita
aceptar inteligentemente que el otro o lo otro (cosas, objetos,
traumas, pasiones), como cualquier acontecimiento y cualquier
cosa existente, llega y pasa, y no por ello es inevitable dejarnos
arrastrar por ellos. El miedo al sufrimiento, a través de la voluntad
de anticipación al inevitable deceso, imprime, voluntariamente,
una aceleración que no tiene, con el propósito de controlar la
natural e inevitable desaparición. Dentro del orden natural de
las cosas, la aparición y la desaparición, como el nacimiento y
la muerte de algo, su llegada y su partida tienen regulaciones y
ciclos internos propios del flujo del vivir, que se escapan al control
volitivo y racional. Aquí el cuidado está referido a la capacidad
de sincronizar nuestras acciones con los ciclos, las duraciones
naturales, y con la activación de la consciencia que accede a una
Genealogía 51
 concepción del “orden de las cosas” que aquieta y calma, que
permite vivir la vida, vivir las partidas, e incluso los decesos, si no
con total serenidad, por lo menos sin excesivo dramatismo, sin
convertirnos en asesinos programados de nuestros sentimientos.
El espacio del otro y el otro como espacio:
Práctica del equilibrio como psicología
geométrica
La subjetividad individualista contemporánea, reclama a
gritos su derecho al espacio propio, hasta elevar esta aspiración
al rango de condición sine qua non para la aceptación del otro
y de su realización. En medio de una vida frenética e invasiva,
la garantía de esa circunstancia se ha convertido en un tesoro.
Recuperar la cultura de compartir el espacio y concebirse como
posibilidad de ser espacio compartido, marca un giro radical
Cuidar
sobre ese egocentrismo.
Hemos olvidado que también somos espacio y que el espacio
no solo es el lugar externo a nosotros. Y que para cuidarme
debo reconocerme y reconocer al otro como espacio. Al
reconocerme como espacio procuro ser instante de espacio
al resguardo de cualquier invasión. Pero no siempre soy ese
solitario instante de espacio, a menudo soy espacio/cuerpo/
sentimiento/palabra, en contacto con otros espacios/cuerpos/
sentimientos/palabras y con otros seres-espacio.
La conciencia sobre el misterioso acontecimiento en el que
reconocemos que lo otro (humano/no humano) nos habita,
sufre, en principio, del bloqueo psicológico que como especie
tenemos frente a la alteridad, frente a todo lo que no soy yo.
Frente a ella domina el inicial estado nebuloso de profundo
terror, porque lo otro encarna (en principio) también el
absoluto misterio, y la razón erige lo misterioso (también en
principio) en amenaza. El temor a que lo otro nos rebase y
suprima, determina nuestro casi instintivo rechazo sobre la
proximidad del otro y de lo otro. Nacer es saltar al abismo del
mundo en una caída hacia lo desconocido: ser algo y reconocer
52
algo. Para ser, precisamos de una constitución social y de una
autoconstitución individual. Para reconocer (al otro/lo otro)
precisamos de una construcción en términos de delimitar,
aproximar y convivir. La coexistencia conmigo, con el otro, con
lo otro es toda una práctica creativa, de una forma análoga
a la que Camila Vivas se refiere al proceso de acercamiento
mimético y simbiótico a la naturaleza para danzar con ella:
Somos sujetos-cuerpos, superficie de inscripción
inconsciente, pero con una capacidad de desarrollar
nuestra conciencia interior con la finalidad de
percibir esas fuerzas que nos habitan. Por lo tanto,
dibujar los espacios requiere de una geopoiética del
silencio, una creación propia de nuestro ambiente,
delimitada por los espacios que nos habitan, en
relación con la naturaleza, creando otras formas
de movimiento no limitadas por una técnica sino
por una práctica constante de conciencia, escucha
activa y una sensibilidad profunda en donde
Cuidar
ocurren encuentros fortuitos de creación con la
naturaleza, es ahí donde comenzamos a dibujar y
a crear esculturas efímeras en el aire y en la tierra,
escritura efímera en movimiento sobre la piel
de la Tierra, que se consolida en la experiencia
del instante. (Vivas, María Camila, 2019: 43)
Quizás se nos olvida que casi siempre somos espacio
compartido o en disposición de compartir. Este es uno de
los lugares de experiencia en donde se hace más evidente
la famosa sociabilidad de lo humano como raza. Y eso
significa también que como espacio, en cuanto soy palabra,
soy existencia y espacio de diálogo. Por eso, el peor y más
egoísta de los gestos es negarse a escuchar la palabra del otro,
incluso la del victimario. Porque la utilización del silencio
como castigo o condena deja de ser práctica de conexión
con lo sagrado y profundo, práctica de aquietamiento, y se
convierte en forma violentamente pasiva de silenciamiento
que reproduce el ethos perverso del opresor. Al negarle la
palabra al otro se obstruye o mutila su ser más profundo,
se le suprime violentamente, en el espacio del lenguaje,
su existencia dialogal. Lo cual constituye, simplemente la
Genealogía 53
 reproducción de la capacidad asesina, en el campo de lo
simbólico, de eliminación histórica-estructural que el opresor
siempre ha practicado sobre sus víctimas.
Si hay espacios, hay medidas y hay distancias. Si hay espacios,
hay fronteras y hay límites. Cuidar de mí como espacio, y cuidar
al otro como espacio, me exige activar mi consciencia espacial,
mi capacidad de escucha y mi mejor palabra:
Comprendí que dialogar con la tierra requiere de
recorrerla con firmeza, de sentirla a través del ritmo del
corazón, desde ese vínculo y canal de comunicación
sonora que junto con el torrente sanguíneo tejen
una red de movimiento circular que se percibe
físicamente, después de permanecer unos minutos en
quietud y en silencio. (Vivas, María Camila, 2019: 117)
Pero, lamentablemente, a menudo, la activación de la
consciencia de mí mismo y del otro como espacio se confunde
Cuidar
con muchas cosas. Por ejemplo, se confunde con asumir al
otro como lugar inaccesible, incognoscible, insondable, con
interpretar al otro/lo otro desde el pesimismo de entenderlo
como lo infinito, a lo que jamás se puede acceder realmente.
En ese instante de brumas, se nos olvida que justamente esa
condición de ser finitos y contingentes es la que nos permite
gozar de la experiencia maravillosa de entrar al otro como
espacio/cuerpo/sentimiento/diálogo y habitarlo y de dejarnos
habitar por el otro, disolviendo las distancias que impone el
ego. La activación de la escucha y la revaloración de la palabra
se vuelve una práctica muy valiosa en la sanación de la creación.
Pero ese diálogo que empieza consigo mismo es un diálogo que
pasa por la alteridad sin detenerse en ella para avanzar hacia
el mundo exterior y la naturaleza. Quiere decir que el diálogo
sanador en la trascendencia se da no solo entre humanos, sino
entre humanos y no humanos.
Así, una investigación-creación que se pregunta por la muerte
y la agonía, desde el multinaturalismo y el perspectivismo,
desde la “Ontología orientada al objeto” (conocida también
como Ontología de la triple O), en este caso referida a la
naturaleza, pero también a la muerte como parte de la vida,
54
Díaz, Andrés, El rumbo de las moscas, 2020.
al acontecimiento en el que cesa los signos y los latidos e
irrumpe en nuestro horizonte de vida algo que denominamos
“inherte” –a falta de mejores palabras–, en donde no somos
nosotros los que miramos sino los que somos interpelados
por la mirada de la cosa, del objeto, del ser que vuela,
crece, o yace vivo aun o inane, también sea posible que, en
tanto espacio-cosa-voz de la naturaleza, ese algo devenido
punzada, estímulo, color, olor, sabor, así sea un insecto, se
sienta viva y se considere lenguaje (voz) de naturaleza/cosa/
animal/objeto, en suma: alteridad interpeladora del sujeto:
Motivado por esta nueva actitud investigativa –
reflexiona Andrés Díaz– le pregunté entonces a
las moscas si dejaban de batir sus alas para hablar
de sus artejos; ellas cara abajo sin necesidad de
estudios para hablar con los vertebrados estaban
deseosas de hablar de la muerte; zumbando a
toda velocidad sin sentir ansiedad me sugirieron
no tratar de esquivar las mierdas que parecen
Cuidar
perdidas sin buscar un brillo sugerente desde
donde registrar sin mover las circunstancias de
su posición original, ni tampoco de marcar su
lugar para no alterar el momento, una acción
de marcar lo que se mira dentro de los lugares
para ver cómo se descomponen, hasta que los
cuerpos se reintegren al más allá, desvaneciendo
opacamente en los momentos para habilitar
la vida de los huevos que las moscas siempre
siembran en ellos. (Díaz Andrés, 2020: 25)
Quizás seamos mónadas (Leibniz), pero no mónadas cerradas,
quizás seamos crisálidas, sí, pero no bóvedas herméticas,
quizás seamos recintos sagrados, pero no impenetrables. En
esa concepción de mí y del otro como lo infinito inaccesible,
habita un profundo pesimismo metafísico, y al mismo
tiempo, un pesimismo de y sobre la percepción, de y sobre
la sensibilidad, de y sobre el cuerpo. Aunque a menudo
podemos, en teoría, reconocer que tenemos acceso al cuerpo
y a los sentimientos del otro/lo otro, en el fondo seguimos
creyendo que ese acceso es insignificante, despreciable (en el
sentido matemático que tiene este término).
Genealogía 55
 La otra confusión recurrente en la activación de mí mismo
y del otro como espacio/cuerpo/sentimiento/palabra, es la
activación del respeto en grados excesivos, incluso, hasta llevar
ese respeto a convertirse en una forma lesiva de indiferencia.
Dejar ser al otro como espacio, se asume, a menudo, como el
retirar la mirada sobre el otro, y esto significa a su vez, retirar
la intención y la atención sobre el otro, como si temiéramos ser
invasivos con solo mirarlo. Sin darnos cuenta que al suprimir
la intención y la atención, por considerar estos dispositivos
invasivos de control, los componentes afectivos y perceptuales
del afecto, como parte fundamental del cuidado del otro,
también se retiran, y el calor mínimo necesario que requiere
ese cuidado del otro se apaga.
Aún más, en nombre del respeto por el otro, y del pretendido
respeto por el espacio del otro, también se llega a justificar el
desinterés por el otro. Una operación de sabotaje que se hace
considerablemente delicada cuando ese respeto por el otro
como espacio/cuerpo/sentimiento/palabra se hace reflexivo;
Cuidar
es decir, cuando el respeto concebido así y activado en esos
términos se proyecta sobre sí mismo. Entonces, uno se vuelve
indiferente con uno mismo, y con el otro, por respeto y se
silencia no solo al otro, sino a sí mismo.
En realidad, el problema central no consiste en no respetar
los espacios de los otros, ni en no hacer respetar los espacios
propios, ambos necesarios para la realización de ese solitario
y exclusivo instante de soledad que todos requerimos para
ser; el problema central y delicado estriba en el hecho
de no saber cómo relacionarnos como espacios/cuerpos/
sentimientos/palabras, en no aceptar la necesaria dinámica
de interpenetración connatural a todos, en no facilitar las
yuxtaposiciones inevitables en toda dinámica de contacto,
en no disfrutar de las contigüedades como formas de estar
en el mundo, en fin, en no entender ni aceptar los equilibrios
que requiere esa especie de psicología geométrica que nos
constituye y nos aparta del individualismo. Una integralidad
que asume la interdependencia, más que como defecto
psicológico como elemento positivo y constitutivo de los
procesos de cuidado.
56
El amor como absoluto y la agitada vida
social del amor
La vida en sociedad está basada en acuerdos, concertaciones,
reglas, diálogos. Sin este arsenal de recursos culturales, éticos,
sociales, afectivos, la sobrevivencia de la especie sería imposible.
Esta dimensión ontológica del ser humano necesita de una
racionalidad comunicativa generosa y amplia que permita
dirimir y avanzar en las decisiones cotidianas que tenemos que
tomar día a día para vivir en sociedad, actuando con el respeto
mínimo hacia los otros, para evitar que el instinto agresivo
animal-humano se imponga sobre la cultura y destruya las
civilizaciones. Esa dimensión racional de nuestros actos (la recta
actitud del óctuple sendero) requiere de mucho esfuerzo y es
incómoda, pero en ausencia de ella solo impera la ley del más
fuerte, capaz de imponerse en medio de la selva de los deseos
sensibles y los anhelos egoístas humanos.
Cuidar
La subjetiva incomunicabilidad del objeto o del acontecimiento
artístico y el creacionismo dogmático que mistificó el talento
a través de las narrativas que han posicionado el arte como
“salvación” constituyen prácticas de clausura de los principios de
acuerdo mínimos necesarios en la comunicación entre sensibles,
como donación básica sobre la que fluye el sentimiento
amoroso de la sanación en la creación. Y todo proviene de un
contexto más amplio en el que lo inexplicado/inexplicable, es
decir, lo ignoto absoluto se defiende a ultranza como parte del
individualismo radical, el cual transgrede este principio básico
para el funcionamiento adecuado de la conmensurabilidad
comunicativa como base mínima que hace posible la vida social
del amor. En lugar de la búsqueda del encuentro con el otro,
se impone la fuerza de la satisfacción del deseo, en lugar del
flujo de sentidos en comunidad, se impone el imperativo de la
satisfacción a través del “triunfo”. La cualidad deviene defecto.
Para la filosofía hindú del amor, “Kamadeva, el dios hindú del
amor, no es la pequeña criatura de Venus, el infante regordete,
sino un diestro y brillante joven. Su encantadora compañera
es Rat, “el placer sensual y la lujuria” (Zimmer, H., 2008: 159).
En su forma positiva superior Kama habita los altos mundos
Genealogía 57
 espirituales, pero en su versión negativa Kama, dios del amor, es
quien gobierna el deseo y el placer; posee la doble cualidad de
incidir sobre los estados más bajos y más altos de la naturaleza
humana. Es ángel y demonio al mismo tiempo. Personificación
de la seducción que desvanece, el amor bajo el dominio pleno
del deseo, no constituye única y necesariamente y en abstracto,
una fuerza de luz. Por el contrario, como deseo inmoviliza y ata,
atrapa y somete, y en este sentido constituye también una forma
de encantamiento que impide liberarse de la ilusión.
Alguien que pretende hacer su voluntad individual sin ningún
tipo de consideración por el otro, el que decide para sí mismo,
que por encima de todo están sus deseos, gustos, anhelos, y
piensa que lo más importante es la realización plena de sus
aspiraciones personales (sin ningún tipo de interferencias ni
obstáculos), en busca de la satisfacción de un impulso que llama
(equivocadamente) “libertad”, “triunfo”, “éxito”; es un ser que
desarmoniza las frecuencias de la vida social del amor.
Cuidar
Esta desarmonía se instala, porque la realización unilateral del
deseo implica, necesariamente, para que el impulso negativo
se realice plenamente, desconocer y anular la experiencia
afectiva pactada y compartida (en sociedad) con el otro, la cual,
de ser atendida, impediría la satisfacción incondicional del
deseo; porque siempre la acción ejecutada que da satisfacción
transitoria a quien la realiza, sucede a expensas de ignorar los
sentimientos del otro, lo cual siempre e inevitablemente causa
lesiones. Es por eso que la creación como autorrealización
competitiva y dominante es insostenible como valor positivo
desde la perspectiva de la creación transfigurativa. Desde
nuestro enfoque, la experiencia artística y sus productos, en el
seno del capitalismo cognitivo, es una de la formas en las que
El espíritu se rinde ante el paraíso del goce, El
Kama-loka, “el mundo (loka) de los deseos y
sus realizaciones (kama)” es el hermoso paraíso
de goces del dios del amor, donde hombres y
animales viven hechizados por los objetos de los
sentidos. Así atraídos, los seres que han olvidado
su Yo quedan fijados a la rueda universal de la
ronda del tiempo, condenados a renacer en la
58
Tierra, en los cielos, o en los purgatorios del
dolor, según el carácter de sus pensamientos y
deseos. Porque el fruto del deseo es el destino,
y así el individuo, por obra de la acción,
encadenado a la ronda causal por los delicados
pero fuertes y resistentes hilos de su propio
deseo, va de existencia en existencia –terrena,
celeste e infernal–, como hombre, como bestia
o como dios, incapaz de desligarse y alcanzar
la paz del más allá. (Zimmer, H. 2008:160-161)
Lo más grave es que este impulso que exige la aceptación
inexplicada de sus actos, va acompañado, casi siempre, de la
ceguera frente al impacto que genera su despliegue; al caer en
el hábito de este descuido, alguien que actúa así no advierte el
daño que causan las acciones que ejecutó unilateralmente y
sin mediación alguna de diálogo de concertación. Por eso, quien
impone el deseo se niega a explicarlo, pues lo que busca es solamente
satisfacerlo, de forma ciega, plena e inmediata y sin ningún
Cuidar
obstáculo aun ante el costo del dolor ajeno. En el egocentrismo
puro lo que importa es el deseo del yo, y allí no existe el otro.
Kama lleva un arco entrelazado de flores, y cinco flechas cuyas
puntas son perfumados pimpollos. (…)Kama se llama Puspa-
bana, “aquel cuyas flechas son flores”, y Pañca-sayaka, “dotado
de cinco flechas”. Lleva también un lazo o nudo corredizo (pasa)
con el cual atrapa e inmoviliza a sus víctimas desde lejos, y un
gancho para acercarlas. Estos cuatro instrumentos del dios
invencible –la flecha, el arco, el lazo y el gancho– en los ritos
y diagramas mágicos de las escuelas tántricas medievales se
asocian a las cuatro fórmulas de encantamiento que producen
el amor y la entrega, y que son, respectivamente, las órdenes:
“¡Abre!” (jambha), simbolizada por las flechas; “¡Confunde,
enloquece!” (moha), el arco; “¡Paraliza, detén, inmoviliza!”
(stambha), el lazo; y “¡Humilla, cautiva, somete!” (vasa), el
gancho.(Zimmer, H. 2008: 159-160).
Amar al otro, o lo otro, no es una obligación, es una decisión
que le apuesta a la luz. Cualquier sujeto que se mueve dentro
de algún círculo social del amor, y aquí, en este contexto, la
creación es uno de ellos, necesariamente, y dada su naturaleza
Genealogía 59
 social, debe dar explicaciones y hacer acuerdos. Explicaciones
mínimas y responsables sobre su cotidiano: en casa cuando la
casa es compartida con otros y otras, y si no desea hacerlo, debe
renunciar al hábitat grupal y vivir solo; una persona debe dar
explicaciones a sus compañeros de trabajo porque su trabajo
afecta el trabajo de los demás y los resultados colectivos
de su grupo, si no lo quiere hacer, puede trabajar y producir
en solitario; una persona que se niega a dar explicaciones y
facilitar acuerdos sobre las acciones que involucran o afectan
a otras personas (en lo social, político, económico, artístico) no
puede solo actuar y callar. En cumplimiento de una conducta
como esta, mejor podría retirarse a la montaña y dialogar con
la naturaleza; una persona que se niega o desea negarse a dar
explicaciones sobre la forma en que sus acciones cotidianas
inciden sobre otras personas con las que se involucra, no puede
golpear silenciosa e inexplicablemente como si más; mejor
podría abrazar la vida mística y hablar solo, con su Dios. Alguien
que no admite deliberación sobre los actos que regulan sus
relaciones frente a otros en términos de afectos y afecciones
Cuidar
compartidas que tocan la dignidad de los otros, podría
apartarse y entregar su amor a los animales, las plantas y los
ríos; una persona que se niegue a hacer acuerdos responsables
sobre la economía de su sexualidad, sobre los criterios que
regulan sus intercambios amoroso-afectivos con los demás,
y que impone la realización de sus deseos a toda costa (sin
consultar, concertar, negociar, acordar, ceder, incluir, pensar,
medir) es un depredador de los afectos, incapaz de amar al otro;
alguien que solo se relaciona afectivamente como depredador,
pues lo único que le importa es la realización plena, inmediata
y sin obstáculos de los deseos, ello es la consumación de una
conducta que reduce al otro a la categoría rasa de alimento.
Alguien que enarbola el siguiente eslogan como consigna: “Yo no
tengo que darle explicaciones a nadie, ni siquiera a mis padres,
¿usted quien es para que yo tenga que darle explicaciones?”, es
probablemente una persona que, en algún momento de su vida,
ha sido degradada a la categoría de “comida” sensible-afectiva,
por otros depredadores, y tal vez, inconscientemente, reproduce
esa dinámica salvaje y violenta porque aún le duele la herida y la
tiene abierta y sin sanación. Esta es una de las formas bajas del
amor, uno de los hábitos del descuido, por eso
60
Uno de los nombres que se aplican a Kama en estos
textos budistas es el de un viejo demonio védico,
Namuci, palabra que comúnmente se interpreta
como “el que no (na) deja ir (muc)”. Proporcionando
a cada criatura algunos de los goces de la vida, Kama
en forma de Namuci mantiene a todos hechizados,
de suerte que los seres producidos una y otra vez
caen presa de la muerte. De aquí que también se
lo llame “el maligno” (papiyan), o simplemente “la
muerte” (mara)5. Kama y Mara, el goce de la vida
y el zarpazo de la muerte son, respectivamente,
la carnada y el anzuelo: los placeres de la mesa
colmada y el precio que hay que pagar por ella, que
en este caso es la mortalidad, el sufrimiento y las
lágrimas. La douloureuse, la penosa hora del pago
pone fin a la ronda. (Zimmer, H., 2008: 162-163).
Este falso mundo, regido desde estos imperativos categóricos,
se erige como la base ética de actuación de una persona
Cuidar
“creadora” que vive bajo la tiranía del deseo, que toma
decisiones dominada por el deseo y se resiste violentamente
a la deliberación racional de sus actos en la vida creativa
del amor, y convierte esa práctica en el ejercicio egocéntrico
del no-amor. En síntesis, la actitud de aquel o aquella, que
siente que no debe darle explicaciones a nadie y actúa y
toma decisiones cotidianas así, y a menudo defiende estos
comportamientos como forma personal e incuestionable
de autocuidado, en realidad, transforma negativamente
la amorosa fuente energética del cuidado en una lluvia de
ignorancia emocional, alimentada por la sombra indolente
del egoísmo. Y es indolente, porque nada le importa el dolor
ajeno, ni el daño que infringe cuando tiene que decidir entre
la satisfacción del deseo y la sana vida social en la creación.
La inexplicada fuerza violenta del deseo es uno de los males
terribles de esta época; una de las más poderosas fuerzas de
la ignorancia que controla al mundo de hoy. Ese dominio de lo
sensitivo ciego del que hablaba Krishnamurti, y que yo enuncio
5 Mara, literalmente, “el que mata o hace ‘morir’ (mar)”; cf, el latín, mors,
mortis, y mor-tal, mor- talidad.
Genealogía 61
 aquí como contraética depredadora que destruye la vida social del
amor, instala y legitima el famoso “amor neoliberal”, y retrata la
oscuridad de estos tiempos, que lamentablemente hoy en día
domina el planeta: despedazar afectivamente al otro, para saciar
nuestro deseo, devorando su corazón.
Superación de la piedad y búsqueda de la
compasión
Tanto la compasión como la piedad proceden de dos tradiciones
distintas, la primera es de origen judeocristiano, la segunda
de la India y el Zen. Ambas prácticas, son formas de situarse
frente a la irremediable presencia de una alteridad que padece,
que es frágil o entra en estado de vulnerabilidad extrema.
Ambas prácticas son formas de mirar el dolor del otro/lo otro.
Sin embargo, la primera, de la cual se aparta la investigación-
creación transfigurativa, encarna la soberbia de quien se sitúa
Cuidar
ante esa levedad desde un sentimiento de suficiencia, y ve en
el otro una vulnerabilidad que él cree no padece, y le otorga la
potestad para sentir “pena” por aquel que sufre.
La piedad por quien no puede valerse por sí mismo (el
“desvalido”), el derrotado, el que se ha vencido, consiste en
la forma de perdón que toma como premio sustitutivo de la
vida del otro, su dignidad. Tiene como condición la asimetría
entre dos. En este par, uno ostenta un lugar incuestionable de
superioridad sobre otro. Ese desbalance, ese desnivel le otorga
la potestad (el poder) de perdonar la vida, de conmutar el
castigo o la pena, de calmar el hambre.
Mersault, el condenado a muerte en La caída de Albert Camus,
tiene sobre sí todo el peso de la ley, y la ley tiene a su disposición
la vida del condenado. En Mersault puede existir o no existir
sentimiento de culpa, ese flujo de pasiones oscila entre la duda
y el desconcierto; pero lo absoluto, como inevitable presencia,
es el sentimiento abismal de desamparo, de intemperie, de
falta total de protección. La única salida posible que le queda
al condenado a muerte es la piedad del verdugo o de quien
puede determinar su ejecución. Sin piedad, no hay mañana, y
62
la muerte “santifica”, pero la conmutación de la pena también.
La ley, a través de su juez, puede perdonar o no, apiadarse del
condenado o no. Pero no se puede afirmar stricto sensu que
la piedad sea una práctica, no existen seres piadosos en este
sentido antes descrito; es una circunstancia posible en el juego
de las fuerzas de la vida, donde, en un momento dado, un
desbalance sitúa arriba o abajo al jugador y lo pone a voluntad
de quien ocupa un lugar de poderoso control; en un instante
cualquiera, ocupa el lugar de quien yace vencido. En el acto de
quien practica la piedad, se salva, pero también se consuma
plenamente la interiorización del otro.
De naturaleza distinta, la práctica del cuidado de sí del otro y de
lo otro a través de la compasión, no representa un despliegue
de poder, ni la exhibición de un rango, ni un ataque que tome
por botín la dignidad del otro. No se afirma sobre la separación
jerárquica tajante entre alteridades. La compasión como
expresión del sentimiento de una vulnerabilidad compartida
frente a la vida, está determinada por la empatía, la compañía
Cuidar
y la simetría, la compasión en el Tao garantiza la reconciliación
entre todos los seres vivos y es el equivalente del amor como
empatía. Solo la hace posible la sincronía entre fuerzas de
la vida situadas contigua, paralelamente y en equilibrio.
Cuando alguien compadece, significa que ha decidido
situarse hombro a hombro, corazón con corazón, junto al
otro y ha tomado su mano; ha decidido voluntariamente (y
no por fragilidad), sentir algo igual, equivalente o similar a
lo que el otro está padeciendo, como forma de superación
del ego y expresión de amor. En esta práctica se consume un
profundo acoplamiento en el dolor entre seres sintientes.
Y los resultados son claros, van desde ignorar el percance u
olvidarlo, hasta la superación de una situación que ha puesto
en jaque el orden natural de las relaciones entre los seres o
entre las cosas, restaurando el flujo y permitiendo el avance a
partir del aprendizaje, según Lao Tze, a través de este, uno de
sus tres tesoros, se puede salvar una vida, ganar una guerra:
Todos en el mundo me dicen: el Tao es grande, a
nada se asemeja. Justamente porque es grande,
por eso a nada se asemeja. De asemejarse a algo,
tiempo ha que fuera ya pequeño.
Genealogía 63
 Tengo tres preseas que guardo con esmero. Llámese
la una amor, sobriedad la segunda; la tercera, no
atreverme a ser del mundo el primero. Con amor
puedes ser valiente; con sobriedad, generoso; no
atreviéndote a ser el primero, señor de los seres.
Al presente se quiere ser valiente sin amor,
generoso sin sobriedad, ser el primero sin ponerse
detrás, ¡eso es la muerte cierta!
Con el amor se vence en el combate, se es firme
en la defensa. El cielo te ayudará y con el amor te
protegerá.
(Lao Tse, 2012: 449)
No hay ni sujeto ni objeto de compasión. El acoplamiento que
la hace posible, no solo elimina la dualidad, sino elimina toda
posibilidad de culpa o ventaja moral. La práctica de la compasión
es una puerta de entrada a la construcción de la solidaridad,
Cuidar
desde lo hondo del corazón. En ese sentido, activarla, constituye
un potente espacio de sinergia en una doble dirección: para
la sanación en la creación colectiva y para la creación desde la
sanación6. La mutualidad compasiva sostiene grandes esculturas
de ingeniería social. Nadie más que ella puede soportar
exigencias y retos de esfuerzo de considerable magnitud sin
sucumbir por la intensidad o la duración de la tarea. Se puede
suspender el trabajo, se puede interrumpir o aplazar muchas
veces, pero nunca se abandona. Esa minga de afectos, bajo la
forma de compasión, se expresa en procesos investigativos-
creativos tejidos con base en diálogos sobre memorias dolorosas
comunes sanadas o en proceso de sanación, y son de una solidez
a toda prueba. Ello es fácilmente palpable en trabajos basados
en la solidaridad del padre, la madre, el hermano o el amigo,
entre vecinos de barrio, antiguos compañeros de exilio o castigo,
de escuela, entre miembros de comunidades sobrevivientes a
desplazamientos, recuperados de ultrajes o vejaciones, o entre
6 Esta última concepción del trabajo como energía vital creativa
basado en la empatía de afectos y sentimientos entre sujetos que
ya han reestablecido, parcial o totalmente, su equilibrio, es lo que
actualmente desarrollo como investigación-creación en positivo (+):
una apuesta desde la empatía dialogal.
64
personas con las que se tiene en común la intensa vivencia de la
vida y el haber recorrido, por separado, largos e intensos procesos
sanadores que espontáneamente convergen en un destino
amoroso en común. Esta pulsión de vida y amor es al mismo
tiempo un poderoso dinamo de creación.
El cuidado de la palabra, del juicio y del
interés moral
La superación del ego, como paso necesario en un camino de
autosanación asume la monumental tarea de enfrentarse a
un orden natural previo con el que venimos equipados y a un
orden cultural también naturalizado dentro del cual hemos
sido modelados. Esta tarea se hace mucho más compleja y
difícil si se toma en cuenta que, sí es cierta la teoría del egoísmo
esencial que subyace a todo lo existente, defendida tanto por
Hobbes a través de su principio del conato, como por Spinoza
Cuidar
en su teoría de las pasiones y, entonces “cada cosa se esfuerza,
cuanto está a su alcance por perseverar en su ser” (Peña García
Vidal, 2017: 16). Lo cual equivale a una especie de egoísmo
esencial con el que se viene equipado, significa esto, que todo
ser enfrenta una fuerza centrípeta (fuerza que busca el centro),
que va incesantemente en pos de su yo. Cualquier cambio
cualitativo a nivel de comportamiento interior se enfrenta a
esta fuerza interior que busca permanecer en su identidad
esencial: un yo que busca permanecer en su yo.
Esto lleva directamente a colegir que, si todo ser es egoísta
por naturaleza, como toda cultura es etnocéntrica, la tarea
de transfiguración ontológica es una tarea de intervención
estructural de y sobre la naturaleza esencialmente egoísta del
ser. Para dejar a un lado el ego necesito, como paso primero
fundamental, transgredir esa determinación esencialmente
egoísta, violar el impulso que busca el estado de separación y
distancia sobre el otro y sobre lo otro, como forma esencial de
afirmación de sí mismo. Una tarea que necesita de prácticas de
cuidado específicas que nos ayuden a superar tales obstáculos
mentales que impiden ese avance.
Genealogía 65
 En esta dirección, el aquietamiento de la mente como práctica
y como estado, representa uno de los ejercicios centrales en
la tarea de la liberación de los obstáculos que hacen nublada
y oscura la existencia. La mente es constante agitación y poder
creador del mundo. Una sustancia creadora de mundo en estado
de agitación. De ahí la necesidad de intervenirla y sanarla, pues
ella misma es fuente de transformación ilimitada e incesante. En
esa tarea, el mundo místico hindú se vale del yoga.
El yoga de Patanjali es una técnica desarrollada en la India
para liberarse de los obstáculos que, adheridos a la naturaleza
del hombre, le impiden o restringen la manifestación de su
verdadera esencia de serenidad y el acceso a su mónada vital
totalmente luminosa y que brilla por sí misma (Zimmer, 2008:
306). Tales impedimentos son básicamente cinco: 1) Ignorancia
(Avidya); 2) Yo soy (Asmita); 3) Apego (Raja); 4) Odio (Dvesa) y 5)
Adhesión a la vida (Abhinivesa) (ZIMMER, H. Filosofías de la India,
Sexto piso, 2008, México-España, p. 316).
Cuidar
Estos obstáculos generan un estado extremo de confusión
a través del juego de los tres gunas que constituyen los tres
elementos-poderes de la Praktri según el jainismo y que son
sattva, rajas y tamas. Este estado de oscuridad mental es el que
(desde mi interpetacion de esta forma de filosofía práctica india),
procuran contrarrestar tanto el yoga-sutra como el karma-yoga.
Primero que todo, aumentando el sattva, esto es, el estado ideal
del ser: bondad, perfección, pureza, claridad y quietud, mientras,
simultáneamente, busca neutralizar la oscuridad del polvo de
los rajas (ambición, vanidad, pasión, egoísmo) y la tenebrosidad
de existencia propia de la ceguera espiritual, activando la
sensibilidad, superando la frialdad, la crueldad y la inercia como
formas de erradicar la melancolía, de superar el error y no caer en
la ilusión (Zimmer, 2008: 315-318).
Todos estos impedimentos se acumulan y constituyen lo que
Occidente ha denominado “personalidad” (p. 320). En este
sentido, el yoga como técnica de cuidado de sí, del otro y de lo
otro, contribuye a su desvanecimiento. Una tarea necesaria e
inaplazable en la búsqueda de avanzar en el trabajo de superar
el ego estético sobre el que se levantó en todo el campo del arte
en Occidente. Esta idea ha estado históricamente acompañada
66
de las hagiografías de los artistas como seres “especiales” no
solo en el seno del romanticismo europeo sino a lo largo de la
historia moderna/posmoderna de las artes, aun en el mundo
de hoy donde es frecuente asociar la definición de las prácticas
estéticas aun como “formas superiores de ser”, como prácticas
sin las cuales lo humano y la humanidad serían impensables,
como absoluto ontológico en el destino de la especie y como
arquetipo de celebración de talentos especiales. En el camino
de avanzar en nuestro desvanecimiento “…es necesario que
se disuelva decididamente no solo la personalidad humana
consciente, sino también el inconsciente impulso animal que
sostiene la personalidad: la ciega fuerza vital que está presente
“tanto en el gusano como en el sabio” y que ávidamente se
adhiere a la existencia” (Zimmer, 2008: 322).
Ahora bien, el juicio como valoración, es distancia de lo otro
y sobre lo otro; por eso, su pretendida objetividad. Y el juicio
moral se basa en la distancia que se establece (casi siempre en
términos de bien y mal) entre quien ostenta o cree ostentar una
Cuidar
ventaja positiva, en este aspecto, sobre quien es juzgado. En
este orden de ideas, el juicio moral válido solo sería posible si es
emitido desde quien ha avanzado hacia un estadio en el que ya
ha superado ese egoísmo esencial, el cual en teoría, le daría la
legitimidad para proferir y establecer la distancia sobre el otro.
Sin embargo, y paradójicamente, se deduce de ahí que, quien
ha superado el estadio de egoísmo ontológico esencial, ya no
juzga (porque detiene voluntariamente la facultad de juzgar),
porque una de las características de quien ha llegado a ese
nivel, es que ya salvó la distancia con el otro y con lo otro, y
no desea ni puede ser centro de nada, no aspira a ostentar
ningún plus sobre nada ni nadie. Y lo puede lograr a través de
la “…detención (intencional) de las actividades espontáneas
de la sustancia mental” (Fragmento de los yoga-sutras, citado
por Zimmer, H., 2008: 305) que le permite superar la guna del
ego. De lo cual deduzco que el juzgar, específicamente moral,
es imposible para quien con base en el cuidado de superar el
egoísmo esencial, ha avanzado al estado mental-espiritual de
ser y saberse parte y flujo de todo lo existente, sin dualismos,
pero también sin escisiones internas consigo mismo.
Genealogía 67
 No obstante, debemos tener mucho cuidado, porque no
juzgar no es lo mismo que ignorar. La suspensión natural del
juicio lograda a través de prácticas arduas y prolongadas de
transfiguración ontológica, no significa ni implica lo mismo
que prescindir del otro y anularlo gracias al bloqueo o retiro de
cualquier gesto de atención hacia él. Como lo expuse antes, sin
atención no es posible la intencionalidad, sin intencionalidad
no es posible la presencia del otro en mí y para mi horizonte de
vida. Cuando se retira la atención y se ignora premeditadamente
al otro, también se lo asesina simbólicamente, y esta es una
forma real de muerte. Esta operación se soslaya y encubre, muy a
menudo, bajo la exhibición de ausencia de culpa; ¡claro!, porque
la culpa es proporcional a la intencionalidad que se da o se niega,
está ligada al tipo, calidad e intensidad de atención o desatención
hacia el otro. De este modo, si la calidad de esa atención es
negativa, o si abiertamente se niega, posiblemente sienta culpa;
pero sí, a diferencia de esto, se ignora (invisibiliza) y no se dirige
siquiera la mirada hacia el otro, no es posible ninguna valoración
del gesto y, por lo tanto, en esa práctica de descuido, el sujeto se
Cuidar
escabulle del sentimiento de culpa. Es como matar sin mirar.
El desinterés es lesivo y cínico, puesto que no solo es una
práctica de asesinato simbólico, sino permite al desinteresado
invisibilizador, vivir en aparente estado de tranquilidad, sin
sentirse responsable por lo que pueda suceder o acontecer con
el otro. Esto, por supuesto, tiene muchos matices dependiendo
de los contextos, las circunstancias, las relaciones y los seres
involucrados, pero suele ser una práctica muy frecuente entre los
egos espiritualizados, entre los falsos gurús, es una de las formas
de refinamiento que adopta el ego falsamente modesto del
agresor pasivo y “culto”.
68
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Genealogía 69
Cuidar los pasos
 La danza de Fredy
míOswaldo
mismoGonzález 1

Resumen

El artículo aborda algunas prácticas que desde la corporeidad

emergen en la escuela y el pensarse a sí mismo. En este sentido
indaga en teatralidades que le permiten rastrear en el concepto
de cuerpo. Para tal fin reflexiona y hace interpretación del
performance “Superman con artritis” en donde se ubica en
una postura del superhéroe con artritis, los pantalones rotos
y con reflexiones profundas sobre su manera de aparecer en el
mundo como macho. Finalmente, reflexiona el paso del teatro
a las teatralidades y cómo ese tránsito le facilita manifestar sus

Cuidar
angustias subjetivas que interpelan y “provocan” al espectador y
cuestiona los discursos prevalecientes en la escuela.

Observándonos a nosotros mismos

Descubriendo el teatro, el ser se descubre humano. El teatro es eso: el
arte de vernos, el arte de vernos viéndonos a nosotros mismos.
La fábula de Xuá, Xuá,
Augusto Boal

El arte de verse a sí mismo es la definición más bella sobre el

teatro y la concepción más auténtica: la de aquella posibilidad
de que los seres humanos nos observemos a nosotros mismos.
Siguiendo a Boal (1997): los seres humanos son “capaces de
pensar sus emociones y de emocionarse con sus pensamientos.
Pueden verse aquí e imaginarse más allá, pueden verse cómo
son ahora e imaginarse cómo serán mañana”.

1 Magíster en Estudios Artísticos, Magíster en Literatura y Doctorando en

Pensamiento Complejo.

Cuidar los pasos 73

 Una danza sobre sí mismo implica una ruptura con las
concepciones habituales puesto que ahora danzaría para sí
mismo y no para otros, tener inquietud sobre sí mismo no para
otros sino para sí e, incluso, no “representarse” para otros, sino
desde su propia conciencia: es ver el baile de un trompo que
gira sobre su eje que está inmóvil pero no quieto, en donde el
equilibrio depende de la velocidad y la aceleración (igual que
el meditador, que medita hacia adentro, muy adentro hasta
encontrarse con la libertad de no pensar ni en el pasado ni en el
futuro, sino quedarse en la quietud de su propio devenir).
En el juego de lo cotidiano los seres humanos asumimos roles
que implican maneras de hablar, formas de relacionarnos,
indagar y vivir experiencias para volvernos viajeros; o sea,
volverse parte del mundo de lo cultivado: (a veces como profesor,
padre, hijo, transeúnte anónimo de la calle, artista, disertador).
No obstante, hay una permanente lucha con aquella manera de
relatarnos y que nos fragmenta, nos escinde, nos rompe, no solo
en los roles sino por las formas de presencialidad y expresividad
Cuidar
que hacen los constructos y las categorías que se han generado
desde Platón hasta Descartes, desde Kant hasta las posturas
contemporáneas sobre el cuerpo y la corporeidad: carne/alma;
cuerpo/espíritu; mente/cuerpo; fisiología/filosofía; espectador/
actor; artista/no artista.
En la manera de preguntarnos por el mundo, las preguntas
emergen desde nuestras reflexiones como parpadeos del sol que
se cuelan entre las ramas de los árboles hasta el piso de nuestra
cotidianidad: ¿Qué otras prácticas de corporeidad emergen en
la escuela? ¿Cómo cavar en las teatralidades que les permitan a
aquellas personas indagarse y expresarse, encontrarse y mirarse:
ser espectáculo y espectador?
Nos encontramos con múltiples imágenes y discursos sobre
el cuerpo y la corporeidad. Dada su génesis, se establecieron
y anclaron en nuestras vidas, atravesando, incluso, algunas
intuiciones. En este sentido, la circulación de discursos e
imágenes se han hecho uno solo con las prácticas. Los discursos
e imágenes sobre el cuerpo evidencian múltiples consignas,
legislaciones y enunciados que lo han agenciado de una u
otra manera; se han pronunciado desde diversas disciplinas:
74
la urbanidad, la medicina, la moral, el arte. Desde allí, a veces
se entrelazaron; en otras ocasiones, unas prevalecieron o se
impusieron por encima de otras. En esta suerte de relaciones, el
discurso pedagógico sobre el cuerpo se instituyó con prácticas y
dispositivos determinados en la escuela.
Aunque hubo discursos oficiales que afectaron la vida cotidiana
(la urbanidad, la biología, la medicina, etc.) también hay
algunos de larga trayectoria que aparecen como imperativos
para el deber ser de un país en tanto se dirigía hacia la
modernidad: los acontecimientos eran establecidos por lo
promulgado bien sea por la ley, bien sea por el mandamiento
o por las recomendaciones que tienen corte de norma o
consigna, la urbanidad y las buenas maneras. Como agentes de
consignas, se apeló a los diferentes espacios de socialización: la
iglesia, la familia, los medios de comunicación, la escuela que
cumplían a cabalidad la necesidad de divulgar e implementar
las disposiciones que requirieron repetirse, asumirse hasta
naturalizarse.
Cuidar
Los siguientes son las reflexiones de orden personal surgidos
a partir de la teatralidad denominada Pasarela. Supermán con
artritis que se presentó en el Festival Grado Cero: teatralidades
expandidas en 2012 en Bogotá y en la Universidad de Buenos
Aires en el año 2016: “Es un proceso de performancia social,
donde a través de la plástica en movimiento, cada investigador
se interroga y cuestiona significaciones y los alcances que
Cuidar los pasos 75
 tiene la acción de vestir, particularmente desde condiciones de
género y sexualidad. Allí cada participante desnuda aspectos
de su existencia”2.
Yo: Un Supermán que padece de artritis
Vestirme de mi propio Supermán es desvestirme en otro. Es la necesidad
vital de descubrirme otro. No es colocarme más ropa, es quitarme una
piel y revelar mi dermis más frágil para dar cuenta de lo que ocultan
los dictámenes o las convencionalidades de la vida cotidiana. No todo
el tiempo me quito las corazas de mi identidad para dejar ver mis
preocupaciones por mi condición de hombre. Es manifestar las emociones
al exponerme no desde la verdad escénica del teatro sino desde mi
sentimiento en proceso de reflexión, mis sensibilidades cenestésicas y
trascendentales sobre este devenir del teatro hacia las teatralidades, de
mi relato ficcional a mi cuento existencial.
Cuidar
investirme en otro que relata mis preocupaciones. Es el proceso
de envejecimiento normal de todos los seres humanos y que, en
ocasiones, la sociedad de consumo y el encumbramiento de la
edad juvenil como única belleza, hace que todos los procesos de
maduración se quieran retardar: el botox, las cirugías plásticas,
las cremas rejuvenecedoras, las cámaras hiperbáricas, los geles
adelgazantes, el gimnasio, etc.
Además, a este héroe ya se le han roto los pantalones de tanta
batallas ganadas y perdidas. ¿Cómo quitar de la fantasía infantil,
la imagen de un superhéroe que llega hasta tan alto, peleando
contra la injusticias, indemne, ileso… Si después lo disfrazaron de
marine americano, soldado profesional, guerrero depredador?
Con su imagen entronizaron la muerte a nombre del bien y del
mal y mantuvieron la injusticia de manera permanente.
Me sumerjo en mis imaginarios. Desfilo por la pasarela de la vida
y a mi paso me rasguñaron las miradas, las caricias, los dolores
(una puñalada bien puede ser causada por una navaja o por unos

Cuidar
Me quito mi piel para dejar ver la dermis azul y roja que me recubre: la que
ojos que indagan, esculcan y juzgan; o puede ser ocasionada por
recoge mis imaginarios infantiles. Aquella voz que me permite pensarme
un cerrojo de mi propia corporeidad, o una mirada de soslayo).
al decir: ”Me dijeron que los niños no lloran y no lloré; me dijeron que los
Ante mis dolores internos y el puñal que atravesaba mi cabeza,
hombres son fuertes y me insensibilicé; me dijeron que los hombres son
discurro como el agua líquida que se quiere escapar. Soy lento y
machos y me volví victimario; me dijeron que los hombres son de acero y
acompasado, con el temor de saber que estoy en una itinerancia
torturé; me dijeron que era un superhombre y lastimé; me dijeron que era
permanente y que el paso que dejé atrás es el preludio para el
un guerrero y masacré; me dijeron que era un trabajador y esclavicé; me
que estaría dando en seguida. Al fin y al cabo, la vida está hecha
dijeron que era un patrón y exploté; me dijeron que era bello y desprecié;
por el paso a paso.
me dijeron que era un don Juan y herí, me dijeron que era un bufón y, a
penas, hice muecas; me dijeron que era Dios y me volví depredador; me
Desde hace rato mi traje ha sido parte de mi experiencia: ya
dijeron que era un maestro idiota y nadie me entendió; me dijeron que era
encumbrado por la sociedad de consumo en donde el modelo
un laberinto y me perdí y que quedó cifrado en la debilidad de hombre que,
Kent se privilegiaba como modelo de belleza, ya ataviado con
aparentemente, me daba fortaleza frente a los otros”3.
las botas de la izquierda y la derecha: la de caucho y la de la
tropa: las dos recogen mi otro desvarío entre las ideologías que
¿Por qué el Supermán que me habita padece de artritis?
me marcan, lastiman y nos meten en la dinámica de la guerra
Inicialmente es exponerme en otro contexto, también,
de este país en el que he tenido mi piel empeñada y, por eso,
escolarizado: es un reto personal que me permite acatar
también me duele.
el llamado a pensarme desde las maneras de vestirme o
Con estas botas he cruzado pantanos, atravesado páramos,
2 El grupo “Pasarela” nacido en el seno de la Maestría en Estudios
Artísticos de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. sumergido en arenas desérticas; quebrado los cultivos de maíz
3 Fragmento del monólogo “Superman que padece artritis” de Fredy y las espigas de trigo; pisado tobillos, cabezas de campesinos,
González (2013). estiércol, manzanas verdes, ciruelas, mangos; he bailado sobre

76 Cuidar los pasos 77

 pisos de madera, en la tierra, en las azoteas de edificios mayores,
en las bateas con hojas de coca, en manantiales que surgen del
nevado del Cocuy. Sus pasos rítmicos y permanentes, arrastran
mi existencia y, en ocasiones, la hacen transitar por los vaivenes
de las olas, los vaivenes de un ferri cruzando el río, las tablas
de una carretera perdida en la selva, las baldosas sueltas que
orientan a los ciegos de mi ciudad.
Transitar por una pasarela ataviado con un vestido que está en mi
intimidad es exponerme para que la mirada cuadrática se fije, así
sea de reojo, en mi culo: por eso mi capa me da a la cintura y mis
nalgas están descubiertas. Mi calzoncillo está rasgado, deja ver
aquello que supuestamente es visto por todos pero que también
él observa, como lo diría Quevedo (1612): “su tacto es blando: tiene
un solo ojo, por lo cual algunos le han querido llamar tuerto, y si bien
miramos, por esto debe ser alabado, pues se parece a los cíclopes, que
tenían un solo ojo y descendían de los dioses del ver. El no tener más de un
ojo es falto de amor poderoso, fuera de que el ojo del culo por su mucha
gravedad y autoridad no consiente niña”.
Cuidar
Mi trasero convoca miradas hechas con disimulo por los otros
que buscan encontrar en él la imagen de mi identidad. No es
vano pasar por las miradas a hurtadillas que arroba. Es el mismo
lugar en donde son convocadas las miradas cuando una mujer o
un hombre transitan por la pasarela del Transmilenio, del andén,
del corredor, del semáforo que detiene los carros, de los reinados
de belleza y sus proporciones. Es el lugar centrípeto de miradas
de la cultura que no pueden sustraer las miradas. Era una mirada
cultivada a través de los siglos y enmarcada en nuestra cultura.
Pero también era el lugar de la apología del canon de belleza.
En la cuadratura del marco que referencia la mirada y que inicia
en la construcción del concepto del otro. Era la cuadratura que
convocaba el deseo y que ha sido utilizada por la sociedad de
consumo para vendernos desde el tornillo hasta el detergente,
desde el engranaje hasta el automóvil.
Al descubrir este lugar-no lugar de mi corporeidad tan evidente –
pero tan oculto– no hacía más que acometer en el chascarrillo de
la risa que derrumba los héroes y los desmitifica. Es el Supermán
que sufre de artritis y reumatismo en el salón de la justicia, pero
también la imagen de los ídolos que cayeron de sus pedestales y
78
la del hombre macho, dominante que tiene pies de barro y dice:
-Me dijeron que los hombres son machos y lastimé, eres hermoso y herí,
eres un guerrero y torturé. ¿Cómo avergonzarme de mi condición
de hombre cuando se cometen actos salvajes atizados por el
instinto primitivo?4
Corifeo: “Me avergüenzo de ser macho”
Hoy me maldigo como hombre. Maldigo mis maneras y mis formas. No
quiero amar si amar suscita odios o sufrimientos.
Maldigo mi estado de ser carne viva a la que se le hecha sal. Maldigo el
ardor y el dolor pero también el placer y el goce. Encuentro de lo erótico y
lo tanático, bailando una danza del límite. Ritual de los goces y el dolor que
nos obliga a bailar como muñecos.
No quiero ser más, me canso de ser. De las palabras desgastadas, cansadas,
incomunicadas,marchitas:sonpétalossecosqueadornaríanbienmitumba.
Cuidar
Maldigo mis gestos que aman sin amar, mis contradicciones, mi vacío
afectivo, mi ardor intenso y urgente.
No quiero saberme poseedor de hilos visibles ni invisibles.
Maldigo la manera de formar voluntades, soy el idiota gritándole al
abismo.Soy el idiota gritándole al eco del eco para mover el vuelo del pájaro.
Lamento mi condición de ardilla desollada padeciendo el placer del
carnicero. Quisiera ser el gato que se lanza desde el quinto piso y cae de
pie. Quisiera ser el felino-pájaro al que nadie ni nada hace daño. Pero soy
la llaga del leproso, la garganta herida, la peritonitis de una mujer violada
hasta lo innombrable.
Sufro el mundo y ¿qué? Yo soy viruta de la vida que arrastra el viento sin
que el viento se entere. Ganas de llorar, palabras que en mí no salen pero
están también en mi piel:
nostalgia y desamor
Vergüenza que lo disfruta, ganas de gritar y de correr. Cuántas veces me
he dicho: ¡No me gusta lo que soy! Soy un producto prefacturado y, sin
embargo, intento ser.
Fredy González
4 Vínculo a Supermán con artritis. http://www.youtube.com/
watch?v=ZnBksYNZ3CI&feature=youtu.be
Cuidar los pasos 79

Cuidar
Quitar la piel y las huellas
Esta es la ruta para quitarse la piel y las huellas que quedaron
de un amor lacerante. Es preciso desollarse para borrarlas pero
nuestro gesto es una mueca. ¿Cómo quitarnos el puñal que
atravesaba nuestra mente cuando las mujeres que amábamos
nos dijeran Supermán y nos lo creímos? Desde allí comienza
nuestro peregrinaje hacia la desmitificación para ser desde
80
lo auténtico: no desde las miradas mitificadoras de los otros.
Sencillamente, es presentar al ser humano frágil como un cristal
o un caracol. Es vernos en nuestra condición de un habitante
de la modernidad líquida (Bauman, 2006) en donde podemos
ser vistos por el enajenamiento del amor entendido como una
existencia efímera: “No me comprometo contigo porque todas las
relaciones son líquidas: nada es eterno, nada permanece: todo lo sólido
se desvanece en el aire. En otros tiempos tal vez, en estos tiempos no”.
Estos son los dolores producidos por una modernidad que
atropella, llega y pareciera cegarnos con nebulosas blancas. Por
momentos aparece la sensatez que no es más que la añoranza
de tiempos pasados.
Ante este dolor había que terminar el duelo de la caricia hecha
pincel ahora aplicando maquillaje azul. No obstante, ¿quién lo
predijera?: el gesto del pincel untando la piel nos recordó el gesto
ejecutando la caricia del placer ¿quién dijera que el contorneo de
la escultura recordara aquello que se adentra en las porosidades
de la subjetividad y que pareciera poseer? Considerar que los
Cuidar
vínculos van más allá de lo virtual, las ondas electromagnéticas
y que están atravesadas por percepciones, pensamientos,
intuiciones, conexiones telepáticas, pensamientos que van y
que vienen trasportándose por el ambiente como se trasmiten
los cantos de las sirenas o los cantos de las ballenas o la energía
que hace que todos los duraznos florezcan y den frutos al mismo
tiempo. Eran tiempos de correspondencias que unían y atraían
a fuerzas extrañas que no sabemos cómo se transmiten pero
se transmiten. Son las energías que nos convocan hasta el beso,
hasta el encuentro de dos bocas o de dos sexos que se quieren
engullir hasta traspasarse y traslaparse en la corporeidad
del otro: sus emociones, sus sensibilidades, sus energías, sus
sinergias. Cada vez, estos lazos se van haciendo más fuertes.
Podríamos pasar por alto o disimularlos, pero van más allá de la
atracción o de la costumbre: es el cuidado del otro cuidándose
a sí; o el cuidado de sí cuidando del otro. Vínculo que va más
allá de la conmiseración y de la compasión humana. Espacio
bellamente pérfido e inexplicable, enajenación dolorosa por el
trabajo que demanda, por los lazos de comunicación que son tan
frágiles y que, en casi todos los casos, quedan en la subjetividad,
en los silencios, en lo no dicho; atadura invisible que se hace
visible en gestos cotidianos, en maneras de abordar el cada día.
Cuidar los pasos 81
 Del teatro a las teatralidadades
Nuestra corporeidad en la escena desde la teatralidad, ya no
es igual al teatro de la representación. Asuntos como la verdad
escénica mediada por desdoblarse en otro personaje, apelar a
la memoria emotiva y a la memoria sensorial, no tienen lugar.
Aquí, ante todo se era o se es, no pareciera ser. Era un devenir
desde nuestra corporeidad. Somos corporeidad: llaga, dolor,
relato que discurre. Estamos atravesados por las afectaciones
que nos obligan a indagarnos para mostrar la dermis azul.
Nos exponemos desde la carne viva del acontecimiento del
dolor ocasionado por la separación, la distancia con los hijos,
el abandono de la mujer que se ama; desde la política estaba
atravesada por la piel del país que teníamos puesta y lo que nos
dolía crónicamente; la condición de ser hombres en una cultura
que acuña machos en serie, como las rosas transgénicas que se
embarcaban perfectamente hacia las fiestas de San Valentín.
Cuidar
No es el espacio de la representación porque nuestra corporeidad
atraviesa nuestro sentir, nuestras emociones, preguntas, lugar
en el mundo; o sea, reafirma que ante todo somos corporeidad.
Desde esta manera de ser nos ponemos en escena para entrar
en la comunión con otros, para consultar sus solidaridades o
sus displicencias, sus emociones o su apatía. ¿Qué movilizaba y
afectaba a estas personas que discurrían por la ciudad-mundo?
¿A quienes asisten a un bar, un café, una calle, un taller, un salón
y se detiene por un momento para ser atrapados por estas
burbujas de afectación? Alguien se puede recluir en su intimidad
mientras sus audífonos lo atrapan con las dosis de músicas e
imágenes; otro, más allá, está atrapado por el alucinógeno o el
alcohol; otro se arroba en la dedicación exclusiva a su trabajo
de día y de noche; otro, tal vez, se da la licencia de perderse en
un atardecer; otros se pierden en los vericuetos de la fiesta y el
baile que embruja; otros se pueden adentrar en su onanismo
mientras ven bailarinas haciendo striptease.
Entonces, nos topamos con un espacio que se constituiría en un
ritual inaugural. Para nuestro caso, somos los demiurgos que se
ponen en escena ante las miradas, los juicios, los pensamientos,
las evocaciones, las reflexiones, las asociaciones, los choques de
82
los otros. Ellos, los que miraban con ojo escrutador o escéptico,
contemplan en el espacio de su intimidad el encuentro y el
desencuentro de lo que se les confronta. Es posible que solo lo
vieran desde el espectáculo de algo que discurre y que no afecta;
o parte del paisaje de las múltiples sensaciones que causan
placer. Allí Supermán se la jugó como alguien que discurre
por una pasarela. Pero se ubicó en el mundo, se problematizó
y sanó gracias a su propia mirada y la mirada de los otros. “De
esta manera le decía mi verdad al ser que me transitaba por dentro y
por fuera, a mi corporeidad incluida la corporeidad del otro que se dejó
afectar, de los otros que tal vez no”.
Nuestra rebeldía con el teatro de la representación es porque
su lenguaje sagrado fue sustraído por el cine, la televisión y la
publicidad. En el juego de la mímesis encontramos todas las
corrupciones: la fama, la idolatría, el estrellato, el quedarse
desdoblado, el afán de reconocimiento. Y por es este camino
nos llegaron, también, las banalizaciones de la vida, la máxima
sicologización de los productos de consumo, el cuerpo como
Cuidar
objeto de deseo. Nos construyeron como máquinas ignorantes
porque quisieron quitarle al teatro su capacidad crítica o para
volvernos máquinas deseantes sujetas a quedar atrapadas por
las imágenes diseñadas para ser consumidas. En ocasiones solo se
deja para el divertimento de una masa cada vez más necesitada de
ser divertida pero no tenía la capacidad adquisitiva ni volitiva para
asistir al teatro: eran corporeidades cansadas, agotadas por las
rutinas,sin posibilidad de nuevas experiencias que no incorporaron
a sus prácticas el ritual de ir al teatro. Solamente quedaron para
algunos privilegiados que pedían ver divertimentos, musicales,
entretenimientos, metáforas, pero también, montajes vitales que
le imprecan preguntas fundamentales al hombre.
He visto cómo los escenarios de teatro de mi ciudad están llenos
de seres humanos que juegan los juegos de mímesis pero que,
impotentes, siempre ven las mismas caras en las tablas que
han acomodado como palco para un público que solo llega
en la época de festivales. Veía también los eternos teatreros
que habitaban el teatro, vivían en la precariedad del teatro y
allí morían; pero también recogemos el testimonio de guerras
intestinas dentro de los grupos de teatro por las migajas de lo
prodigado por un Estado mezquino.
Cuidar los pasos 83
 En la competencia desmedida por mostrarse fuertes, algunos se
volvieron lisonjeros o burócratas del poder y otros continuaron
como alfareros haciendo sus piezas para sacarlas al mercado
que no las compraba. También habíamos sido testigos de la
humildad de una colcha colocada como vestuario o cómo una
cortina se convertía en vestuario por campesinos jugando juegos
de mímesis para burlarse de la realidad e, inclusive, reírse de sí
mismos o de su farsa para burlarse del orden político.
Además, encontramos la posibilidad de faltarle al respeto a los
cánones convencionales del teatro, para jugar y dejar jugar con
estos juegos: desde los más sencillos juegos de improvisación,
mojigangas, parodias hasta la majestuosidad de las comparsas;
desde la improvisación teatral en una mesa de un restaurante
hasta la altisonancia de jugar con las situaciones propuestas
por la dramaturgia; desde jugar con grandes argumentos: el
hombre que un día amanece convertido en insecto, el hombre al
que le anuncian su muerte, aquel que decide entregarle su alma
al diablo por riqueza, hasta jugar con los mitos de creación. Era
Cuidar
adentrarse con la irreverencia de los niños y los jovencitos para
sentirse identificado o distanciado. Era quitarle todo el ropaje y
las convencionalidades que ponen en lugar inalcanzable al teatro,
al alcance de todos: niños, viejos, inexpertos. Disponer juegos
miméticos para que los actores de la vida se comprometieran
con su corporeidad y, por lo tanto, con sus mundos interiores y
su subjetividad.
Pero también, desde mi interioridad, desde la mirada que
me arrobaba cuando miraba al espejo, aparecían otra serie
de acciones teatrales de la fábula de Xuá, Xuá. Aquel lugar del
teatro que me permitía mirarme a mí mismo. Ser especta-actor
o especta-actriz como alguien que se mira a sí mismo: el ser dos
personas en uno solo: actor y espectador, dramaturgo de mi
propio performance vital.
En la pantalla y en la vida real ya la modelo saltaba de la farándula
a la obra de teatro: el figurín que convocaba la atención de una
muchedumbre que se acostumbró a consumir ídolos. En la
tras escena era la “mentira real”. Como público sabía que no me
conmovía más allá de los llantos y delirios que eran copiados
y pegados en la telenovela de la tarde. Para aumentar más mi
84
desasosiego me veía en relatos, historias que no atrapaban
mi sentimiento ni mis afectos. Era necesario volver a los
planteamientos de Artaud (1978) para volver el espacio de la
escena un espacio vital, auténtico por lo franco. El de la risa festiva,
convulsiva y auténtica; el de la historia de los dolores compartidos,
las situaciones anónimas y cotidianas de personajes de carne y
hueso; el del ritual que convoca a la comunión.
Construirme como espectador para convertirme en actor-
espectador. No para ubicarme en el lugar cómodo de la silla
de quien observa, siente, cambia de canal; sino como aquel
que es involucrado en él. No en la separación del actor y del
espectador, sino aquel que es “incorporado” al ritual. Es una
manera diferente de abordar su corporeidad: como el sujeto
pasivo, ortopédicamente sentado, o aquel que es convocado de
otras maneras.
Todos son especta-actores de la vida, todos espectadores. De
igual manera, todos somos actores, todos nacemos actores.
Cuidar
¿Cómo no quedarnos en el pesimismo sino en un pesimismo
activo en donde seguimos pensando el teatro solamente como
aquello hecho por algunos que nos ganamos el pan de cada día
con el aura que entronizamos? A este respecto, con Artaud, desde
nuestras acciones le apostamos a otros juegos de indagación y
creación. Sabemos que los juegos desde la teatralidad no son
ni ilustrativos ni narrativos ni decorativos. Lo que interesa no es
la forma sensible sino la fuerza sensible del gesto y su potencia
de afectación. Cuando no hay afectación en el espectador-actor,
sencillamente, no hay experiencia sensible. De igual manera, las
prácticas artísticas no buscan producir gusto, ni complacencia
ante el placer o ante el dolor. Solo buscan a través del gesto cruel,
hacer sentir y pensar con crudeza nuestra realidad de finales
y comienzo de siglo. De otro lado, busca en el espectador un
choque, cuestionarlo, hacerlo sentir, pensar de manera diferente.
Estas prácticas artísticas eran vida siempre y cuando se asumiera
de manera experiencial.
Obviamente que en la evidencia de nuestra angustia subjetiva
hecha teatralidad (esto implicaba la mirada de los espectadores)
se pone en escena de alguna manera; tal vez es otra realidad
construida. Para esto se requiere por lo menos de un ojo virtual
Cuidar los pasos 85
 (cámara) o un ojo real que se disponga a observar. Y esto es,
disponerse para ver y observar de otra manera. Poniéndose a
disposición de ser afectado por los tiempos (y digo esto porque
la sensibilidad de los tiempos está determinada, por ejemplo,
a través de la aceleración, la mirada desprevenida, etc.). Quien
observa ejerce un poder soberano sobre los otros, sobre los
observados; de allí que los miedos que sobrecogen al actor
estaban determinados sea por las miradas escrutadoras de
quien observa, sea por la mirada de sí mismo. Ser espectador
significaba mirar un espectáculo. Para tal efecto, hay que arrancar
al espectador del embrutecimiento del espectador fascinado por
la apariencia y ganado por la empatía que le obliga a identificarse
con los personajes de la escena (Ranciere, 2010, p. 11).
El espectador mira y, como dice Ranciere, mirar es malo por
dos razones. “Primero, mirar es lo opuesto de conocer: significa
estar en frente de una apariencia sin saber las condiciones de
producción de esas apariencias o la realidad tras ella” Ranciere
(2003). En esto se da cuenta de un producto y no de un proceso.
Cuidar
Se muestra la pieza ya terminada pero no se dejar ver el trabajo
de artesanía que fue requerido. De otro lado, el espectador
ortopédicamente aquietado se le condiciona-cercena el
movimiento, el desplazamiento. A este respecto, Ranciere cita
a Platón: el teatro es el lugar donde gente ignorante es invitada
para ver a gente sufriente. Y nos asalta la pregunta: ¿qué clase de
teatro es reinventar en donde no haya espectador o en donde al
espectador se le conmine a ser actor, ejecutante o viajero? ¿Cómo
construir piezas en donde existan relaciones de afectación que
las haga vitales por lo auténticas, lo sinceras, sin que medien
la verdad escénica que convoca la memoria emocional, la
memoria emotiva, la memoria sensible, sino que, sobre todo, sea
sensibilidad, emotividad, trascendencia, presencialidad; es decir,
que haya una corporeidad comprometida?
Es una corporeidad afectando a otra corporeidad de manera
simbiótica, orgánica y no de manera unívoca y no relacionante.
De allí que las dinámicas tiendan a ser otras: indagarán en
la profundidad de las afectaciones para compartirlas: igual
que cuando alguien muestra una llaga y dejar ver la pus y la
memoria de la herida, o cuando alguien muestra la sonrisa y la
génesis de esa plenitud.
86
Se compele a un espectador que totalmente debe ser interpelado.
Si Brecht creó el efecto de distanciamiento, si otros involucraron
al espectador, si existen formas liminales para tumbarle la
banca al espectador quieto (igual al televidente que se enchufa
frente a la abuela electrónica, o el niño que en la escuela mira
unidireccionalmente al tablero), es importante jugar no solo con
la complacencia del espectador que mira con distancia.
Y Ranciere (2010) nos había señalado el camino: reconocemos
dos actitudes paradigmáticas personificadas por el teatro épico
de Brecht y el teatro de la crueldad de Artaud. Por un lado, el
espectador se tiene que convertir en más distante (Brecht), por
otro lado, tiene que perder toda distancia (Artaud). Es necesario
cambiar su mirada por otra mirada. Apunta a desacomodar al
espectador pero también a comprometer vitalmente al actor o al
ejecutante. A veces quisiera hablar del ejecutante y no tanto del
actor. Hablar más del actuante. ¿Cómo sustraer de la simulación
o el simulacro del teatro? Allí está el reto.
Cuidar
Nuestro camino encontrado y recorrido es a través de las
teatralidades en donde se compromete al actor-espectador
de manera vital, orgánica, proxémicamente cercana,
humanamente identitario. Se aborda al otro para hacer
comunión y ritualidad. No obstante, existía otro elemento que
el teatro había dejado de lado porque cada vez se distanciaba
de la prosaica de lo no ficcional: ser espacio para la discusión.
El foro era un espacio en donde se deshilvanaban y se tejían los
discursos, contextos e interpretaciones de lo vivido para que
alcanzara a la categoría de experiencia. Aquello no se podía
quedar en un ritual abstracto que no se inmiscuyera en lo
vivido para desentrañar los sentidos que contenían.
En este sentido, es necesario que se abordara una analítica de
lo vivido; o, por lo menos, la reflexión sobre lo hecho. De no ser
así, se le dejaría este espacio al crítico teatral que no existe o a
comentarios de otra índole que se perdían en la prosaica o en
el mar de palabras, o el onanismo de cada quien con su goce
estético. De no ser así, se le dejaba todo al espacio del regocijo
y la recreación, y no se hilvanaban los hilos de la relación de
la realidad vivida con la realidad política. Debía haber una
plenitud para que no se quedara la sensación de no plenitud,
Cuidar los pasos 87
 así como quien participa en un ritual y sale sin con quien hablar
de lo que ha vivido, sin saber hasta dónde se dejó afectar por lo
vivido. Tal vez con esto estábamos requiriendo del componente
pedagógico y político con la comunidad.
Ya Ranciere (2010), había planteado una división de lo
sensible en donde todos los opuestos como: mirar/saber;
apariencia/realidad; actividad/pasividad eran mucho más
que lógicas oposiciones. Podríamos agregar otras para
armar trilogías de conceptos que dieran cabida a la vitalidad
del rito: mirar-participar-comulgar/ actuarse-observarse-
reflexionarse/ no mentir-descubrirse-inquietarse, /desollarse-
descubrirse-analizarse/ ser en escena-hacer-escribirse/. Esto
nos reafirmaría la necesidad de escribirse no solo en el texto
del espectáculo sino escribirse con la palabra verbal y escrita
para definir una plenitud. Era ir más allá de la dramaturgia del
autor. Es la escritura dramática pero también la posdramática:
las ideas originales, los procesos de ponerse en escena, sus
apuestas vitales, su analítica, la perceptiva de sí mismo, de los
Cuidar
otros y lo otro.
¿En dónde podría encontrar este espacio en tiempos en
donde no hay tiempo, no hay lugares? El lugar es el taller de
subjetividades que hace parte del complejo de teatralidades
en donde alguien convoca, propone y dispone para que
todos intervengan, sobre todo, desde sus subjetividades: su
poética vital, su historia de vida, su afectación (dolor, gratitud,
alegría profunda, etc.). Podrían llamarse bioteatralidad, que
no son otra cosa que juegos performáticos que no se agotan
en la preparación de una pieza y la presentación sino en dar
cuenta del proceso en donde todos estamos en comunión y
en una permanente reflexión sobre lo alcanzado, los sentidos
descubiertos, etc. Todos vivíamos el poema, hacíamos el
poema, escribíamos el poema, jugábamos miméticamente
con el poema y sabíamos y le dábamos trascendencia hasta
compartirlo comunitariamente.
88
Corifeo: Mi poética
Para terminar esta reflexión, hay un poema que recoge una
mirada poética a partir de las implicaciones de ser el actor de su
propio drama y en donde se relata para sanar.
¡Madre!, / ¡que quiten las carcajadas deleznables, /retiren las
barrigas monstruosas del corrupto, /borra los odios de las mujeres
que me amaron, /diseca y detiene el dedo acusador, /Y aquel que
podría oprimir la bomba o el gatillo!
¡Madre!, / ¡ordena que la María que amo vuelva, /que me quite este
puñal de la sien:/lo nuestro es una obra con puesta en escena/con
conflicto que mantiene la tensión!
¡Es el teatro de nuestras vidas!/ ¡una obra escrita en lo cotidiano /
Cuidar
tatuado en nuestros muslos, en nuestras retinas/ en mi dedo gordo
del pie!
¡Madre!, / ¡consuela el último balbuceo del planeta que agoniza:/
una ballena me envió un mensaje con botella /largo y lastimero!
¡Madre!, / ¡arrulla a este bufón sin rey: /le saco la lengua a la luna, /
desafío el poder del protón y del bosón/Pero estoy hecho sin risa con
sonrisa!
¡Madre!, / ¡acalla las voces que me dicen idiota/ para que el silencio
grite!/ ¡Que las palabras que salgan de mis dedos y de mi boca/
Evoquen olor a eucalipto y a menta, a naranja y mata de café!;
/ ¡que traiga los colores de las mantas de mi abuela, / que me
recuerde la caricia del frailejón/ Y las mejillas de mis hijos!
¡Madre ¡/ que la incertidumbre me lleve/ como el rio arrastra la
hoja! / ¡Haz que nunca me falten mis ángeles! / ¡Para vivir este
poema de la vida!
Fredy González (2013)
Cuidar los pasos 89
 Los pretextos de la escuela
En la escuela se acumulan una suerte de impulsos vitales,
energías contenidas. Es como soltar un borbollón de agua cuesta
abajo. Desde allí surge una cascada de imágenes que brotan
repentinas y desafiantes ante el abismo de la incertidumbre.
De esta manera los pretextos pasan por su corporeidad: desde
las sensaciones y emociones, las afectaciones y preguntas
trascendentales. No es indagar en la apariencia del mundo de
las sombras sino meterse en el interior de cada uno para crear
lo que estaba afuera de la caverna. Aquí la apuesta, ahora, es
hacer de aquel zurcido un poema en donde el poeta también es
el espectador, en donde el espectador baila su propia danza, la
danza de sí mismo vivida en el momento de aquel ritual extraño.
La implicación pedagógica no involucraba ni tabulas rasas ni de
alguien que profesa o quiere enseñar como diría Ranciere. La
vitalidad convoca y atrae fuerzas, energías y reacciones. Aquellas
Cuidar
acciones ocurren en un sitio específico, pero que también se llena
de otros sentidos. Todas las acciones procuran corporeidades
vivas que convocan subjetividades trascendentales. Allí,
nuevamente, emplazan los intereses de los otros pero, sobre
todo, los intereses de unos celebrantes que hacen parte de un
ritual: que inauguran y descubren el nuevo lugar y los nuevos
contextos. El espectador no está frente a la interactividad del
video juego o ante los actos perlocutivos que le exige el celular. Es
un aquí y un ahora en donde unos seres anónimos, adolescentes,
ejecutantes sin pretensiones, actores sin mote se sumergen
en sus escrituras, dibujos, apuestas imaginarias, acciones,
rompimientos, desafíos personales, rupturas para adentrarse en
la construcción de nuevas realidades.
Este rol creador e interviniente es el que dispone un espacio de
experiencias en donde el sujeto político se constituye. Sabe que
es desde este lugar en donde los sujetos y la suma de energías
conforman caudales de acciones para pensar y posicionarse de
otra manera en el mundo. Como diría Ranciere, tal vez allí resida
una manera de emanciparse como medio privilegiado que
podría ser el principio de una “emancipación del sujeto” (2008)
hasta constituirse en un sujeto político, estético y ético.
90
El pretexto bien puede ser un dolor individual o colectivo como
el de una masacre de las tantas que asolan a este país pero que
los medios de comunicación telenovelizan evadiendo el dolor
humano que hay contenido ahí.
Aquí, todos somos espectadores con historias y versiones. Son los
relatos según los propios reversos y anversos de la experiencia
vivida y recordada.
El contexto en donde se hacen estas indagaciones con la
cotidianidad que habitamos y que nos habita. Aquella que
hay que estallar y problematizar, que nos condiciona con sus
tiempos, sus espacios, sus organizaciones, roles, relaciones; la
que nos dice que había que formar seres dóciles y competentes
para el trabajo y la otra que nos susurra que es necesario formar
críticamente, de tal manera que se pensara otro proyecto de
país y, si se podía, otra escuela: una escuela suspicaz y perspicaz
de las acciones. Era apostarle a una nueva sensibilidad en
donde, a pesar de la homogeneidad y el hacinamiento, hay
Cuidar
sujetos que en nuestro ocio y en la fuga de la experiencia
artística, nos damos la posibilidad de observarnos a nosotros
mismos para sanarnos.
Finalmente, hacer su propia danza implica entrar en sus
propias poéticas: en su relato existencial sustrayéndose de
ser cuerpo-objeto, cuerpo-sujeto, cuerpo esclavizado, cuerpo
constreñido, cuerpo gastado de las sociedades disciplinarias
y de la eficiencia de los instrumentos sociopolíticos para
adentrarse en la meditación, la autorreflexión y el ponerse
en escena apelando a diversas teatralidades que no
necesariamente, implican exponerse a otros. Danzar su propia
danza es manifestar la capacidad de desterritorializarse
de lugares habituales ubicados por la cultura, tener la
posibilidad de desollarse, calzar otros zapatos, y adentrarse
en formas y costumbres que van en contracorriente de los
tiempos de la filosofía del progreso, la aceleración constante
y la irresponsabilidad existencial.
Cuidar los pasos 91
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Cuidar los pasos 93
 EN EL CAMINO CUIDADO DE SÍ
CON LA DANZA DEL SUSURRO:
Caminos como planimetrías, el caminar
como coreografía y la danza del susurro como
cuidado de sí
Alfonso María Guzmán Hoyos1
1

Resumen

A continuación se realizará un viaje por los caminos que resaltan

los logros teóricos, materiales y espirituales en el terreno de la
danza, específicamente, la llamada Danza del Susurro, como fruto

Cuidar
de un proceso de investigación-creación previa, que recupera la
memoria, tanto individual como colectiva, de un grupo familiar
anclado en algunos municipios del Macizo Colombiano, con
una gran tradición e identidad, pero también, escenario de
múltiples violencias y dificultades que obligan a las personas
y grupos sociales a migrar a otros ámbitos geopolíticos. Esta
experiencia dancística sienta sus bases en elementos y conceptos
desarrollados por el “pensamiento crítico latinoamericano”,
inscrito en el llamado Sur Global, el pensamiento decolonial
con aportes teóricos desde el situacionismo2 como la deriva,

1 Licenciado en Educación Básica con énfasis en Educación Artística.

Coreógrafo de danza. Magíster en Artes Integradas con el Ambiente.
Docente del Departamento de Educación y Pedagogía de la Universidad
del Cauca. Integrante del grupo interinstitucional Universidad Distrital de
Bogotá y Universidad del Cauca Sensibilidades y Culturas del Sur Global y del
grupo de investigación de Pedagogía y Currículo de la Universidad del Cauca.
2 El movimiento situacionista de Guy Debord, en 1958, se constituye en una técnica
potencialmente subversiva basada en deambulaciones experimentales de la
vida cotidiana. La deriva debía llevar a la personas, como lo indica Pérez (2008), a
dominar y determinar la propia vida, y la propia experiencia consiste entonces
en dominar los condicionamientos que impone la ciudad y subvertir su empleo.
Con la deriva el hombre puede empezar a jugar con las circunstancias que lo
determinan y a crear su propia experiencia inmediata. Se trata de reinterpretar
y vivir la ciudad contra el orden establecido y de forma subjetiva (pp. 42-43).

Cuidar los pasos 95

 adaptándolos y originando el giro decolonial al medio
geoespacial referenciado desde la psicotransportación, todo lo
anterior para alcanzar la sanación a partir del cuidado de sí y el
cuidado de la alteridad.
Caminos como planimetrías y el caminar
como coreografía
La huella constituye la memoria –una memoria geográfica– mediante
la cual la montaña recuerda el paso de las aguas, la imaginación –
fantasía geográfica– mediante la cual espera e invoca en silencio su
repetición periódica, y la sensibilidad mediante la cual puede únicamente
llegar a experimentar la presencia de la corriente (Pardo, 1991, p. 21).
El trasegar por la vida se constituye en el caminar por ella, en
los momentos actuales de tensiones en todas las dimensiones
del cuerpo agenciadas por el sistema colonial, es importante
Cuidar
emprender el camino dando cada paso y dejando huella,
como una posibilidad pedagógica para que el otro coloque la
suya a un lado y emprenda su viaje hacia la sanación propia,
la de su familia y su alteridad constituyéndose la sanación
en el elemento esencial de este momento del mundo para
cuidar de sí y de la alteridad. Con mis padres Nina Hoyos y
Alfonso Guzmán emprendimos los viajes de retorno de esas
migraciones con el propósito de hurgar en la memoria y hacer
procesos internos a través de la psicotransportación, procesos de
memoria y materialidades desde los lugares de estos recorridos
y caminatas por el territorio; proceso espiritual de desapego, y
96
con la necesidad de volcar todos nuestros esfuerzos a caminar
por la verdad local y localizada para alcanzar la sanación como
posibilidad de cuidado máxime en estas épocas de crisis del
ser. Este proceso amplio, vivido como proceso de desarraigo
desde 1984, ha sido de acompañamiento constante como una
forma de aliviar las heridas producidas y tener entre las manos
la posibilidad de cuidado de sí, proceso en el cual “el otro” juega
un papel preponderante en la búsqueda inicial de aliviar por
momentos e instantes la herida colonial3. La alteridad es ese
otro cercano con el cual puedo dialogar y sentirme respaldado,
se puede constituir en ese eco de lo interno conectado con todo,
es el medio, es el cordón umbilical que conecta, que comunica,
que tramita esas posibilidades de alivio y desde la Investigación
Estético Crítica4 (en adelante IEC) buscar la sanación. En este
caso particular del trabajo denominado Corporeografías de la
migración como IEC se realizó una experiencia para encontrar
caminos hacia la sanación de la herida colonial, originada a
partir de dejar el territorio para desplazarse y encontrarse con
otra forma de vida en un lugar diferente, en una ciudad, capital
Cuidar
del departamento del Cauca, en Popayán.
En estos viajes de retorno, los cuerpos recorren los caminos
curvos; esas líneas que están a lo largo y ancho del territorio,
algunas de las cuales se han escondido y otras se dejan ver
3 Herida colonial: es usada por diversos autores como Mignolo, Walsh,
Maldonado-Torres, entre otros, en diversos escenarios. Pero es sobre
todo desde el pensamiento afrocaribeño de Frantz Fanon y Aime
Cesaire como aquí es utilizada, en tanto dicha expresión alude a las
huellas, marcas y vivencias profundas que la experiencia histórica de
la colonialidad en cualquiera de sus formas deja en la vida mental,
emocional, sociocultural y física de un sujeto, y a los desajustes, a
todos los niveles, que ella genera (Valencia, 2015, p. 304).
4 La IEC se considera una práctica, que al mismo tiempo, es material y
mental, social y filosófica, teórica y práctica; a la que no le es inherente
como un resultado imperativo o paso indispensable, la producción
de una Obra de Arte, pero sí la producción de un producto señalado
y/o buscado como artístico; además, ella está ligada al lugar de
enunciación de la persona o grupo que acomete la investigación, y
a sus necesidades específicas. La puesta final en símbolos de todo
el proceso hace parte importante del acto catártico de sanación; es
relevante una puesta en obra a través del despliegue de una semiosis
social, ritual, curanderil, espiritual, elementos en los cuales los aportes
poiéticos operan a nivel paradigmático (profundo), no sintagmático
(superficial) en este tipo de investigación (Valencia, 2015).
Cuidar los pasos 97
 como las arterias de las montañas por donde los cuerpos
líquidos despojados de esos lugares los recorren; en cada
tramo, por eso, la memoria habla, llora, sonríe y clama, porque
resuena el eco en los movimientos corporales llenos y repletos
de emoción, al retornar a los extensos campos donde habitan
los verdes, los rojizos del suelo y las lajas de arenisca que
parecen lava sin fuego, expelidas de los volcanes de Los Andes;
de óxidos que al fundirse con las gotas de lluvia, refrescan y
pavimentan el suelo formando un escenario para la danza
del agua que hacen hoyos circulares, caminos que agrietan la
laja, en donde podemos conocer de antemano los espacios, de
los cuales se sentirá el proceso de desapegarse de aquello que
embarga la nostalgia de un pasado de desplazamientos. Los
lugares se muestran como lo indica Pardo (1991):
Ellos son individuos, están hechos de hábitos y son los hábitos
quienes hacen al habitante o, mejor aún, «habitúan», «hacen
habitante» Son la huella dejada en el espacio por una fuerza
(que jamás se puede inferir simplemente de ella en un esquema
Cuidar
efecto-causa), la marca de una intensidad que ha herido al ser,
el signo del acontecimiento (el paso del río por la montaña;
así en las montañas tajadas –talladas– por las aguas pueden
observarse las huellas secas de la fuerza líquida que ha esculpido
la physis) que no es presente ni puede serlo (solo se entrevé en el
pasado –mítico, remoto– que el rito –el dibujo «sobre» la tierra–
rememora y celebra, o en el futuro igualmente extemporáneo
que el mismo rito anuncia, anticipa) (p. 33).
La danza interviene en esos espacios que se han construido
con hábitos; los cuerpos que llegan habitan esos espacios con
sus propios hábitos, que se han instalado en el cuerpo con
sus movimientos de vida, y que se pueden ver en los mapas
corporales; esas huellas, caminos y cicatrices que se fueron
configurando a medida que las hegemonías irrumpían en las
trayectorias de esa danza en el transcurso de su vida; huella
dejada por el viaje sobre el cuerpo. El cuerpo así se constituye
en el primer territorio, entendiéndose que el territorio no solo es
orgánico material sino simbólico y epistémico y que en palabras
de Escobar (2014): “… Es un proceso de apropiación sociocultural
de la naturaleza y de los ecosistemas que cada grupo social
efectúa desde su cosmovisión u ontología” (p. 91).
98
Imagen 1: Quebrada de laja de arenisca vereda Buenavista Bolívar Cauca.Foto: Alfonso María Guzmán Hoyos (2017)
Entonces, en ese orden de ideas, la danza se constituye en el
movimiento del cuerpo que hace proceso de desapego, desde
la búsqueda de esa (…) verdad local negada por la totalidad
hegemónica de la estética moderna/postmoderna y su campo
(Valencia, 2015, p. 158), para sumergirnos no en los movimientos
danzarios como en los géneros de danza como el clásico, el
contemporáneo, o el popular, sino en una danza viva, sin ensayos
y que trazan planimetrías como mapas curvos5 en los recorridos,
en el viaje migratorio de emociones que ebullen en la memoria,
Cuidar
que se trastocan con el tiempo como las huellas de laja de
arenisca sobre los pisos de las faldas de los cerros del Macizo
Colombiano.
Los lugares con sus trayectorias evocan más grafías de
movimiento de cinéticas corporales que cambian y transforman
el espacio, con la evocación de recuerdos y las emociones que
trastocan el tiempo del mapa curvo y que permiten el mapeo, no
de forma lineal, ya que la cartografía plana no permitiría tener
en cuenta los componentes políticos, sociales, raciales, culturales
y, lo más importante, los emocionales, que hacen parte de la
5 Unidad de análisis que define una/otra forma de representación
(geográfica y mental), que permite disrrumpir por un lado con la
lógica protocategorial helenocentrada y por otro, con la cartografía
plana que excluye componentes políticos, sociales, raciales,
culturales, emocionales y de género de la representación. Dispositivo
históricamente validado como forma dominante en la configuración
del espacio epistémico y mental, pero también en la configuración
colonial del territorio y del discurso. El mapa curvo es un elemento
epistético en tanto imagen para la aprehensión de las relaciones que
estructuran la realidad tanto simbólica, cognitiva, visible-invisible,
psicológica, emocional y cultural en general, y ayuda a comprender y
representar el lugar de enunciación no solo en sus aspectos racionales
sino en sus constituyentes elípticas de todo orden (Valencia, 2013).
Cuidar los pasos 99
 representación del espacio y la configuración del territorio forma más cotidiana sin pretensiones dramatúrgicas. Danza que
(Valencia, 2015). El lugar es el espacio vivido, que se percibe con la es posible en el viaje y recorridos realizados en esos espacios de
experiencia corporal, considerado como un canon de realidad, y hábitos donde fecunda la memoria, en los que se amalgaman
en el cual se otorga sentido a lo que se percibe desde ese lugar de tanto los lugares naturales y la comunicación con los cuerpos
enunciación que es fiel a las ideas de lo comunitario en cuanto a que danzan, con el sudor en el rostro, con la búsqueda de
sus creencias, mitos y objetivos (Laborda, 2005). las huellas dejadas, de los pasos que no se pueden repetir
nemotécnicamente como en la escuela de danza convencional,
El movimiento de esta danza convoca a muchas emociones el sino que la danza se da en ese instante del recorrido trazado, del
cual cambia, desde bajos hasta altos contrastes, y viceversa, mapa curvo construido espontáneamente con la alteridad.
en este caso, la belleza natural de la laja, serían los contrastes
bajos con las formas del agua que evocaron las aventuras del
jinete en sus visitas, con el temor de caerse en el pavimento
natural y la forma costumbrista de recibir una visita por parte
La danza del Susurro como cuidado de sí
de las personas del lugar y luego llegar a la observación del
Si bien hay muchos tipos de danza que buscan una cercanía
árbol de “descanso” que sería devuelta al bajo contraste. Toda
con lo espiritual y lo sagrado como la danza del derviche, en
la frase en movimiento estaría dada por un mapa curvo de
la cual el discípulo debía entrenar hasta dominar y buscar a
salidas y de entradas que les da la fuerza de la dinámica de
Dios a través de ella, desde el despertar espiritual a través de
los movimientos, a los cuerpos en el diálogo cuando recorren
los giros de su cuerpo sobre su propio eje. En la danza que se
los caminos de las planimetrías y coreografías de la memoria,
Cuidar

Cuidar
propone aquí, se trasciende la idea de que solo la danza está
un camino largo y extenso hacia la sanación. En el recorrido
constituida por movimientos preconcebidos y que necesitan de
nos cuidábamos de caer, compartíamos el agua para la sed
un entrenamiento riguroso para llegar a un propósito, ya sea el
para nuestro refrescamiento espiritual y la miel de las abejas
virtuosismo o, como en el caso de dicha danza del derviche, para
angelitas para purificarnos y nutrirnos.
buscar a Dios a través del clímax experimentado, cuando se gira
por mucho tiempo sobre el mismo eje. Por el contrario, en esta
Los recorridos realizados en los desplazamientos constituyen
perspectiva de danza experimentada a partir de la IEC permite,
en sí las líneas de la planimetría que atraviesan los cuerpos, las
desde el viaje, habitar el espacio del movimiento corporal desde
cuales no son previamente diseñadas como en el diseño de
el camino espiritual, simbólico y natural en búsqueda de la
una danza escenificada; esta planimetría resulta del recorrido
verdad; desde lo que los cuerpos dicen al habitar nuevamente
y por las motivaciones y emociones en el instante del mismo;
los espacios, resultado del diálogo y la comunión con los lugares.
además, allí juega un papel preponderante la memoria que es
la que define los trazos y los destinos. De esta manera, podemos
decir que las trayectorias nunca serán lineales y disrrumpen la
linealidad de la secuencia en el tiempo, van y vuelven, se quedan
estáticas y luego regresan; esto quiere decir que las trayectorias
trascienden el movimiento en el espacio.

Los pasos de estos recorridos por los caminos hacia el encuentro

con las motivaciones y la memoria familiar, considero tienen
todos los elementos de una danza, expresión, dinámica, ritmo,
tiempo y espacio que, en este caso, es el territorio que, en conjunto
con las sonoridades naturales de los lugares, se expresan de la Imagen 2: Danza del Susurro sobre laja de arenisca vereda Buenavista Bolívar Cauca. Foto: Terry Valencia (2018)

100 Cuidar los pasos 101

 De esta manera, esta danza la podríamos nombrar como la
danza del susurro, que parte desde el término susurro epistético,
el cual es: “(…) el ámbito en el que cohabitan lo sagrado y lo
simbólico, lo velado y lo claro, lo directo y lo indirecto. Un tercer
espacio gnoseológico y de representación que expresa las
luchas por el poder/saber no subsumido por la comunicación ni
totalmente oscurecido por el mito. Sino abierto como claridad
poética y como racionalidad analógica” (Valencia, 2015, p. 212).
La danza del susurro, concebida de esta manera, se mueve a
través del mapa curvo que recorre y que se proyecta en el caso
de estas primeras experiencias con la IEC, desde el viaje, que,
en este caso, son los recorridos por los lugares desde donde
tuvimos que migrar con mis padres; el territorio en el cual
nacimos y crecimos cada uno de nosotros en las fincas de Sucre,
Guayabal, Bellavista y los barrios de El Bordo, Huecolindo,
en Calle Nueva donde habitamos, y desde donde fue posible
adentrarnos en la memoria colectiva de un grupo familiar
que comparte la misma herida colonial; con caminatas que se
Cuidar
constituyen en las planimetrías espontáneas de nuestra danza,
desde las cuales, las voces silenciadas hablan de las historias no
contadas, que ebullen con los movimientos que están llenos de
entropías y de armonías no lineales en donde se unen el eco de
los vientos montañosos del Macizo, sus aguas que danzan con
la atmósfera, las rocas, los árboles, y nosotros cuando estamos
conectados aclarando la verdad, buscándola en la danza del
susurro como posibilidad de cuidado desde la sanación.
Imagen 3: En el Charco del Burro Sucre Cauca. Foto: Terry Valencia (2018).
102
En esta danza del susurro, los cuerpos y sus corporeidades se
manifiestan en presencia de la majestuosidad de la naturaleza
escindida, erróneamente considerada vacía de hábitos. Es
aquí que se trazan esos movimientos que son la entrada de las
percepciones, con las cuales es posible el primer acercamiento
para habitarlos. Los cuerpos, al pedir permiso para entrar a
habitar los espacios, permiten una comunión contemplativa
consciente del lugar, permitiendo abrazar la naturaleza y la
verdad reposada en la memoria, base fundamental para hacer
procesos interiores de desapego.
Estos viajes migratorios desde el caminar con el cuerpo
presente, exponen otras formas perceptivas del tiempo
y el espacio, ya que no corresponden a la lógica lineal de
una danza en la cual la duración de cada paso es limitada,
como también es el espacio. Entonces, podríamos decir
que el tiempo y espacio en la danza del susurro no son
condicionantes del tiempo, ni mucho menos del espacio,
por cuanto no corresponden a una lógica lineal de Kronos,
Cuidar
sino que el tiempo y el espacio en los viajes del retorno o en
los viajes de Chipe Kutij, que significa “quien regresa allí”. Se
entiende que siempre será el mismo lugar, pero aquel lugar
será transformado por el tiempo y el aliento de vida de los
seres humanos que conviven con él (Bermúdez et al., 2005),
ese aliento de vida que recupera la memoria.
Los lugares en este horizonte son considerados seres con
hábitos; y los hábitos, así como los lugares, son susceptibles
de transformar e, incluso, de destruir; cuando se quiere
desaparecer a una cultura, se deberán desaparecer los lugares.
Los lugares también transforman sus propios espacios en ese
sentido, lo que se percibe en el viaje de retorno para hacer el
proceso de desapego al encontrarse con una carga de memoria
simbólica que logre traspasar las barreras del tiempo, el
espacio y el cuerpo. A esta forma que usa el lugar la llamaremos
la psicotransportación, término que es asumido aquí como el
ser emocional y espiritual transportado en tiempo y espacio,
a través del vehículo de la memoria que lo puede llevar de
lugar en lugar, de tiempo en tiempo. Este término se apoya en
la teletransportación que es el traslado de un cuerpo o de un
objeto a otro lugar.
Cuidar los pasos 103
 La psicotransportación se ve afectada por las transformaciones
negativas de los hábitos, de los lugares de forma inconsulta
para el beneficio y el goce humano. Al encontrarse con estas
alteraciones, la comunión con los lugares se torna triste y de
paso con rupturas, que pueden alterar el encuentro con la
verdad. Entonces, aquellas alteraciones que se piensan realizar
al Macizo, a sus cerros y montañas para la extracción minera
se considerarían una alteración radical a los movimientos
psicotransportadores de los lugares en cuanto estos lugares
perderían las huellas de sus hábitos para convertirse en otros
hábitos diferentes; el viajero desconocería y pasaría por un
proceso de extrañamiento del lugar.
En el Macizo Colombiano todavía se conservan los mitos sobre las
montañas, las rocas, los bosques y los animales en forma mítica.
El Yanacona, cultura indígena de estos territorios, conserva la
idea de que cada uno de nosotros debe habitar el espacio del
duende, un duende que habita en los bosques y las fuentes
de agua, pues es su espacio y, por consiguiente, tiene un lugar,
Cuidar
con el cual espiritualmente debemos estar en plena sintonía,
conservando el equilibrio con todos los seres con los cuales se
habita el territorio.
Imagen 4: Cerro ancestral de Lerma Cauca. Foto: Alfonso María Guzmán Hoyos (2017).
104
La danza del susurro es entonces la danza donde es posible
la conexión espiritual desde las planimetrías de los mapas
curvos; es el espacio donde habitan la memoria como
territorio corporal donde es posible la psicotransportación
desde las solidaridades críticas de los viajes realizados
al lugar en donde nos encontramos con la alteridad para
sanar juntos desde el viaje realizado para adentrarnos en
la memoria comunal. Con la danza del susurro fue posible
tener la experiencia de sanar, búsqueda que fue esquiva, ya
que desde hace algunos años y después de vivir en contextos
de violencia y desplazamiento, donde el cuidado consistía
en mantenerse alerta, enfrentándose al peligro o alejándose
de él. Esta forma de cuidado pasaba por el cuerpo físico
fragmentando las otras dimensiones como son la espiritual,
social, cultural, geopolítica, emocional y subjetiva del cuerpo.
En los caminos de todos los viajes, siempre sorprende que cada
paso podría ser una vivencia, y cada vivencia una alegría, pero
también una tristeza; en los viajes migratorios es una constante
Cuidar
de picos que van desde los altos contrastes y se precipitan desde
las emociones más banales hasta las que son de lo profundo
del ser. En los viajes migratorios por desplazamiento forzado,
cada paso que se da es como caer en una mina mal llamada
“quiebrapatas”, porque, lo que quiebra y agrede este tipo de
migración, no solo se dirige a los pies sino al despojo por
completo del cuerpo; esta clase de minas es para todo el cuerpo y
para el lugar donde se construyeron los hábitos.
La maleta completa de recuerdos es abierta en los lugares donde
el viento deja de soplar y te detienes para hablar de ese paraje y
de ese lugar, que tiene contenidos y materialidades de las cuales
todavía tienes y guardas tus afectos, que encierran al cuerpo en
un conjunto de apegos que sobreviven en el tiempo envueltos en
tus pasiones, como la masa de arroz añejo en las hojas del colino.
El viaje tiene un viajero que emprende un camino; ese camino
como el que se propone en una IEC permite emprenderlo
como el Buda hacia la iluminación que lo hace consciente y
con liberación de lo que le afecta, actuando desde las buenas
prácticas: “… la práctica de los medios hábiles, se va liberando
progresivamente de las impurezas contingentes que la recubren.
En cuanto frutos: cuando todas las manchas se han disipado, la
Cuidar los pasos 105
 naturaleza del espíritu aparece en toda su pureza” (Wolpin, 1989,
p. 16). El investigador estético-crítico, desde su herida colonial en
la práctica, va liberando con el otro y, en comunidad, aquellas
huellas que se encuentran en el cuerpo impresas de ese viaje
largo, desconocido y lleno de incertidumbres.
Este investigador de lenguaje sensible y con pasos de
experiencia, camina y cada uno de estos pasos son cantos, danza
e imágenes que se encuentran atrapadas en la memoria hiriente
como mariposas sin alas para que se liberen cuando el viaje
psicotransportador abra sus puertas y se expongan los colores de
sus alas a la luz de un sol que calienta las frentes y que hace brotar
las gotas de sudor del viaje por caminos complejos. El caminar,
entonces, se constituye en la meditación que sana las heridas en
el investigador estético crítico, quien camina hacia la iluminación
semántica de la verdad, mientras que el Buda tiende hacia la
iluminación espiritual de la verdad; aunque pareciera que hay
grandes diferencias, los dos confluyen en lo importante que es
el viaje hacia la espiritualidad del Ser y en el uso de las buenas
Cuidar
prácticas. Esas buenas prácticas, camino del Buda, están en El
noble óctuple sendero, (…) que es el método que lleva a la extinción
de las pasiones:
1. Rectas opiniones; 2. Rectos pensamientos; 3. Rectas palabras;
4. Recta conducta; 5. Rectos medios de vida; 6. Recto esfuerzo;
7. Recta atención; 8. Recta concentración (Wolpin, 1989, p. 19).
El investigador estético-crítico puede, a través de los lenguajes de
la sensibilidad, caminar por este camino sin dejar de lado que los
senderos de dicho camino se pueden construir con la alteridad
que camina con él, máxime en estos procesos migratorios en los
cuales se relacionan con el sendero budista, en cuanto a que él
viaja hacia la consciencia y sus actos; el viajero, en estos viajes,
conoce y reconoce en un acto de comprensión las causas de su
herida colonial.
El viaje forzado desencadena sensaciones forzadas; no es un flujo
permisivo, sino una imposición que transforma, que obliga al
desapego de las cosas y de los lugares en donde se construyeron
los hábitos, y de las materialidades que, contienen en su
corporeidad, las vivencias de la migración. La migración forzada
106
como proceso de expulsión, hace posible el acceso a cierta
sabiduría, pero es diferente a llegar a ella desde la condición de
migración forzada, ya que no se presenta como un flujo natural,
sino como una serie de superaciones de traumas y dolores. De
esta manera, se llega de una forma obligada a deshabituarse de
los estados que generan apegos, odio y violencia; lo que quiere
decir que deja su estado de ignorancia.
Ese estado de permanencia, se puede decir que es como taparse
los ojos delante de la verdad y de lo acontecido, sin avanzar en el
camino de la vida y de lo vital, propósito de esta investigación-
creación-estético-crítica. También, es importante resaltar el
fundamento sobre el cual, en este proceso, se tiene en cuenta, así
como en el sendero budista, el Amor Universal y la Compasión
hacia todos los seres vivientes, muy afín a la IEC, en la cual no
se escinde a los seres de la naturaleza. Además, el investigador
estético-crítico se compadece o, mejor, es solidario con los demás
seres interrelacionados entre sí, a través de considerarlos seres,
desde una ontología relacional de la que habla Escobar, en la
Cuidar
cual no hay seres “(…) discretos autocontenidos, que existen en
sí mismos o por su propia voluntad; sino un mundo entero que
se enactúa minuto a minuto, día a día, a través de una infinidad
de prácticas que vinculan una multiplicidad de humanos y no
humanos” (Escobar, 2014, p. 100).
Esta parte del camino de la migración a través de la metodología
estético-crítica de la que habla Valencia (2014), lleva a cultivar,
no solo la buena palabra, sino la expresión desde los lenguajes
Imagen 5: Vista del horizonte con mi alteridad La Cuchilla Bolívar Cauca.Foto: Terry Valencia (2018).
Cuidar los pasos 107
 sensibles del amor, de la amistad con la alteridad, y el cultivo
de la utilidad de los mismos con todos los seres. En los viajes
migratorios6 se respetó cada una de las conversaciones y se cultivó
desde allí, el trato honorable, sacando los pensamientos de odio
y de pensamientos que causaran retrocesos y estancamientos
en el camino, tanto del retorno como en el camino de regreso a
la vida presente, que se constituyen en parte fundamental del
cuidado de sí y de la alteridad.
En este camino de los viajeros que han sido avasallados por
la matriz colonial y, en procura de dar un cambio vital a sus
vidas, se colocan los zapatos para caminar en este tipo de
horizontes desde los lenguajes sensibles del desenganche
y sanación. En dicho proceso, se presta atención al cuerpo, a
las sensaciones y las emociones, a las actividades de la mente
que transportan (psicotransportación), también a las ideas,
pensamientos y concepciones, a los saberes/haceres de la vida
en esos viajes migratorios. La psicotransportación, por tanto,
se relaciona con la experiencia zen iluminadora de estos
Cuidar
viajes por cuanto traza la ruta muy clara en la búsqueda de la
verdad, del reconocimiento de la herida y de la liberación por
medio de la reflexión profunda y del camino sanador que da
la búsqueda de la verdad (iluminación).
Este proceso u horizonte es semejante a: la antigua medicina
india que afirmaba cuatro principios: definir la enfermedad;
determinar la causa de esta; plantearse la curación, y administrar
el remedio. Buda tomó estas pautas orgánicas para desarrollar su
contraparte, y a la vez complementó: la terapéutica del espíritu.
Por este motivo se lo llamó Bhaisajyaguru, curador de todos los
males morales y espirituales (Wolpin, p.16).
En los viajes de retorno migratorio, después de pasar por el
pasado, acompañado del sufrimiento, el presente se vuelve
luz; esa luz permite el reconocimiento, ya que es la consciencia
la que se encuentra en el presente y es el momento en que se
produce la sanación. Una de las funciones de la consciencia
6 Los viajes de retorno que se realizaron al Macizo Colombiano en las
localidades del Bordo, Patía; Bellavista, Bolívar; y Sucre, Cauca. Los
recorridos se trazaron desde los lugares donde cada uno nació: mi
padre, mi madre y yo.
108
es la relación con el tiempo, tanto pasado como futuro; tratar
de estar en el presente (meditación) permite tener actos de
consciencia, ya que la presencia hace que las personas nos
percibamos en profundidad y, con ellos, aparece el desapego,
entendiendo que el desapego que no se relaciona con el
desprecio es el verdadero desapego.
Al estar en el lugar y recordar las vivencias que reviven los
anteriores hábitos de dicho lugar, se siente tristeza, resignación,
impotencia, pero también alegría, reconociendo que, aunque
aflore la memoria de las vivencias, también se debe ser
consciente y reflexivo de que se está habituado a otro lugar
como lo es la ciudad, ya que lo más importante para mis padres
son sus hijos y, es en la ciudad en donde se han transformado
sus hábitos para estar sin casa como edificación, pero tenerla
simbólicamente en el estado de cercanía con sus hijos y sus
familias; este estado también permite el paso al desapego y a
la sanación de la herida colonial.
Cuidar
Los pensamientos permiten que el ser humano se debata entre
vivir en el pasado o vivir en el futuro; el primero, permite vivir con
sufrimiento y el segundo, con ansiedad y miedo; otros estados
que han permitido estos viajes han sido el reconocimiento de
los estados de consciencia y diferenciar, por ejemplo, una vigilia
estando despierto, que la consideramos como la vida cotidiana;
la consciencia onírica es la del sueño o los sueños, y la otra es
la meditación o consciencia objetiva, en la cual se ejercita la
observación de sí mismo, y los lenguajes de la sensibilidad
permiten o potencian este tipo de consciencia en la que el trabajo
con el cuerpo es fundamental, ya que sentir el cuerpo, percibirlo
y sentir la alteridad, se fundamentan en la práctica de vivir en Imagen 4: Las llaves de la memoria Vereda
el ahora. Los viajes realizados, acompañados del palabreo, nos Buenavista Bolívar Cauca.
condujeron a esa consciencia de estar en un momento presente en Foto: Alfonso María Guzmán Hoyos
(2017)
el cual emergían las palabras, los gestos en una psicotransportación
vital que requiere esfuerzo y demuestra que el vivir el presente
conscientemente despierta la consciencia como lo vivido, por
ejemplo, en las casas en donde existían solo los vestigios, y en el
caso de la última morada de mis padres, la casa está abandonada.
Los cuerpos en estos lugares se transportaban a través de la
memoria, conduciendo a emociones distintas, pero también a un
estado de consciencia de nuestro habitar en la ciudad.
Cuidar los pasos 109
 De allí, que es posible meditar desde el viaje, en este caso, el
viaje de retorno es un medio psicotransportador, ya que para
meditar se necesita colocarse en un estado de consciencia
de observación, de alerta, de sí mismo, en sus pensamientos
y de lo que produce el mundo externo; de las pasiones
y apegos de aquello que produce el sufrimiento. Esas
prácticas desde los lenguajes sensibles permiten despertar
la consciencia, y despertar la consciencia es comenzar a ver,
no como una forma de escindir otros sentidos, porque se ve
con todo el cuerpo.
En el caso de los viajes migratorios, el inconsciente contiene
todas las vivencias, y fue en el contacto con el lugar y con la
memoria, que se activaron, en un proceso de relación entre
el adentro y el afuera que internamente están como espacios
que determinan la historia de las personas, de los viajeros.
Este proceso que también puede ser de meditación, no en
el sentido de controlar sino como un acto de soltar, permite
la atención sobre la observación de sí mismo, y ocurre en el
Cuidar
desandar, ya que no es un acto racional o de control racional
convirtiéndose en un acto de sanación y, por consiguiente, del
cuidado del sí y de la alteridad.
110
BIBLIOGRAFÍA
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Cuidar
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Wolpin, Samuel (1989). Temas sobre filosofía oriental. Buenos
Aires: Kier.
Cuidar los pasos 111
Tierra, cosmos
 EL OFICIO DE LA CERÁMICA
Despertar sensibilidades para lograr
transformaciones

Resumen

El texto acoge la importancia del oficio de la cerámica como

experiencia sensible y su posibilidad de ser vehículo de
transformación y construcción de sensibilidades. Describe
la experiencia dada luego de propiciar un ejercicio de
acercamiento a este quehacer cuyo resultado objetual permitió
reconocer sus posibilidades de expresión y dio la oportunidad

Cuidar
de precisar imaginarios, pensamientos e inquietudes. La
Experiencia que aquí se presenta busca generar reflexiones
respecto cómo esta práctica estética establece relaciones
sociales y sensibles con otras personas, facilita espacios de
encuentro en busca de sanación y cuidado a partir de crear e
interpretar y de reconocer los objetos cerámicos como lenguaje
y contenedores de conocimiento.
Dilma Julia Valderrama1
Jimmy Ramírez Giraldo2

“Solo por desconocimiento de la gente puede explicarse la

displicencia de muchas personas,
incluyendo profesionales de las artes plásticas,
por el amplio mundo de la cerámica en los últimos decenios”
Germán Rubiano Caballero

1 Maestra en Bellas Artes, Magíster en Estudios Artísticos. Docente de

planta de la Facultad de Artes - Universidad Distrital FJC.
2 Maestro en Artes Plásticas y Visuales.

Tierra cosmos 115

 El oficio de la alfarería constituye un legado de gran importancia
y revelación acerca de la evolución del hombre, de sus
costumbres ceremoniales y utilitarias en varias comunidades
de Latinoamérica y el mundo. Se trata de un oficio adquirido por
transmisión generacional, en el que no solo prima el dominio de
la técnica, sino que es importante la incorporación y el respeto
por los cuatro elementos que hacen posible la construcción de
cada objeto, pero aún más sustancial es el contenido implícito
que ha generado el pensamiento del hacedor, quien le da al
objeto el valor simbólico y significativo.
La cerámica a través de la historia ha abarcado las academias de
formación en artes. Hoy día se cuenta con recursos tecnológicos
avanzados en cuanto a equipos, pero cabe anotar que el acto
manual no declina, es irremplazable, y esto hace que este
oficio adquiera una posición invaluable en la creación de piezas
tanto escultóricas como utilitarias y, más aún, se mantiene
la admiración por quienes día a día continúan con esta labor
artesanal.
Cuidar
A partir de este quehacer, nos vamos a generar la oportunidad
para acercarnos a los procesos ancestrales de creación que nos
permitan expresar nuestro sentir, razón que nos motivó a realizar
el pequeño taller de encuentro con la tierra. A fin de posibilitar
relacionarnos, dialogar y promover acciones.
Ahora bien, el taller de cerámica hizo parte de las actividades
de encuentro de experiencias sensibles como preámbulo a
116
los procesos académicos de la maestría en Prácticas Estéticas
Emergentes realizado en una de las sedes de la Fundación
Urantia en el municipio de Guasca, Cundinamarca. Aunque no
éramos muchos, nos tomamos la Maloca, reunimos unas cuantas
sillas y mesas y nos organizamos en círculo. Se dio inicio con una
introducción acerca de los yacimientos de barro, su composición,
colores, características, un poco de historia sobre la cerámica
precolombina, y luego una demostración de las diferentes
técnicas. Compartimos unos cuantos gramos de arcilla a cada
uno de nuestros compañeros y sugerimos la construcción de un
contenedor realizado con la técnica de pellizco como estrategia de
sensibilización y reconocimiento del material, para después dar
el paso a la realización de un objeto de libre concepción y diseño.
En el desarrollo de la actividad, algunos fueron osados y se
apropiaron de forma segura del material, y otros fueron un poco
más cautelosos y tímidos en el dominio de la arcilla. Los resultados
fueron fabulosos, se dieron toda clase de elementos dicientes
cada uno con su lenguaje propio. Objetos sencillos que surgieron
Cuidar
a partir del reconocimiento del oficio y al ir descubriendo las
posibilidades de elocuencia y expresividad que brinda la materia,
lograron registrar inquietudes e imaginarios personales.
No obstante, vale aclarar que la experiencia no buscaba
conseguir unos resultados académicos artísticos o pretenciosos,
sino más bien generar acercamientos, permitir sensibilidades
y precisar el pensamiento de cada quien según su sentir y la
posición microsocial que cada uno asume.
Por lo anterior, es importante mencionar algunas percepciones
dadas durante el desarrollo del taller, recordamos a Elizabeth
quien, con una actitud plácida y comprometida, en la búsqueda
de un volumen esférico, al que ella refiere como vientre, lo
realiza de forma consecuente con la técnica a partir de dos
partes hasta lograrlo, fue notoria la necesidad de continuar
hasta concluir y quedar conforme con la búsqueda. El vientre
por su forma, se acoge entre las manos ergonómicamente
permitiendo la sensación de cobijo y calor. En suma, luego de
la cocción, este objeto gana el carácter sonoro, lo que afianza y
hace honor a su concepción. María José, por su parte, tranquila,
inequívoca y de forma descomplicada, deja actuar sus manos
Tierra cosmos 117

creando dos vasijas bastante orgánicas a las que incluye dibujo
en línea y elementos figurativos que aluden a la naturaleza.
Rocío nos deja sorprendidos por el gusto y provecho que logra
de la arcilla hasta dominarla y conseguir una pieza bastante
delgada y precisa en su forma dejando ver la agudeza y
sencillez que alcanza entre sus manos. Armando, decidido y
Cuidar
en armonía con el taller, acoge la placa de arcilla y construye
un objeto formalmente enriquecido por calados, texturas y
pulimento; incluye además un elemento o asa sinuoso que
contrapone la totalidad de la forma. Humberto, creativo y
sin premura, resuelve hábilmente una pieza para contener
una matica en la que sutilmente deja huellas de vegetación
aludiendo a la función de la misma. Mario, seguro y pensativo,
precisa un dibujo en volumen que a primera vista semeja el
símbolo del Yin Yang, probablemente una versión particular,
interpretación de su propia comprensión simbólica en relación
con la vida misma. Formalmente lo desarrolla como relieve
permitiéndole considerar su función como sello. Por otro lado,
Alfonso, en absoluta concentración y dedicación, plasma el
fluir de sus pensamientos, poco a poco, logra crear una copa
de carácter ceremonial con incisiones imprecisas y expresivas.
Este ejercicio nos permitió entender de primera mano, la
posibilidad de trascender el pensamiento a partir de la creación
de objetos significantes que se generaron al tener en cuenta un
imaginario, un referente objetual o inquietud y su resultado fue,
el significado; o más bien, el sentido simbólico de esa imagen
tridimensional creada, figurada o abstraída.
118
De igual manera, pudimos notar que el mayor número de
participantes encontraron comunicación con la arcilla, se
tomaron el tiempo requerido sin querer parar hasta concluir.
Incluso, aparecieron durante el proceso otras tantas ideas
para concretar objetual como simbólicamente. Así mismo, se
pudo comprobar que es posible crear libremente en tan corto
tiempo, sin preámbulos conceptuales, ni referentes artísticos,
ni dominio de la técnica que prejuicien la creatividad. Por esta
razón, para nosotros, dar libertad a la creación, dar espacio a
la construcción de pensamiento, hace parte estratégica del
cuidado del otro y del autocuidado, al establecer una relación
de equivalencia de una realidad, una forma de sentir y de
percibir propia, al generar un espacio que obliga a pensar, a
abstraer y reflexionar. Otorgar la libertad que posibilita ligar
o establecer un vínculo entre nuestro mundo y el universo
simbólico, entre lo concreto y lo imaginario.
Las piezas fueron llevadas al horno para la cocción de bizcocho y
están a la espera de la aplicación de acabados que complementa
Cuidar
de manera importante la concepción del objeto y que será la
segunda parte de la actividad del taller “El oficio de la cerámica.
Despertar sensibilidades para lograr
transformaciones
Vale señalar que la arcilla es un material tan noble que, en
manos equivocadas, puede ser tan solo fango, pero aquel que
se aventura o que tiene la intuición, la creatividad o hasta la
necesidad de pronunciarse, se vale de este material, de su poder,
para comunicar cualquier tema que le inquiete y que valga la
pena destacar en nuestro tiempo.
Por otra parte, como su finalidad primordial, es dar paso al
quehacer de la cerámica, tal como se ha dado a través de
la historia, es decir, se trata de un oficio del día a día que ha
permitido conocer los sentimientos y costumbres de un
pueblo, de manera que para quienes vienen más adelante
encuentran una herramienta para reconstruir subjetividades,
lograr transformaciones ligadas al diario vivir, pues estas
Tierra cosmos 119
 prácticas culturales como experiencia sensible se convierten en

EL OFICIO DE LA CERÁMICA
la actualidad en prácticas estéticas que hacen resistencia a lo
que nos afecta y con lo que no estamos de acuerdo. Entonces, a
partir de lo sensible vamos a poder reconstruir una comunidad e,
incluso, se revelarán realidades sociales y culturales que se darán
en el tejido local y nacional.
Cuidar

120
Alfonso Guzmán

Alfonso Guzmán
Fotografía de: Arturo Ramírez Valderrama.
Braulio Ruiz

Braulio Ruiz
Fotografía de: Arturo Ramírez Valderrama & Carolina Holguín
Edna Rocío Méndez

Edna Rocío Méndez

Fotografía de: Arturo Ramírez Valderrama & Carolina Holguín
Elizabeth Garavito

Elizabeth Garavito
Fotografía de: Arturo Ramírez Valderrama & Carolina Holguín
Humberto Ascanio

Humberto Ascanio
Fotografía de: Arturo Ramírez Valderrama & Carolina Holguín
Jimmy Ramírez

Jimmy Ramírez
Fotografía de: Arturo Ramírez Valderrama
María José Arbeláez

María José Arbeláez

Fotografía de: Arturo Ramírez Valderrama & Carolina Holguín
Mario Valencia

Mario Valencia
Fotografía de: Arturo Ramírez Valderrama & Carolina Holguín
SEMBRAR: COMO PRÁCTICA
DE BÚSQUEDA Y CUIDADO
DEL PROPIO CUERPO
Andrés Corredor1

Resumen

A partir del diálogo con el sabedor Uitoto del Clan Enókaiyai,

Isaías Román, se aproxima a prácticas vitales dirigidas a
la búsqueda y cuidado del “propio cuerpo”, como acción
de “humanización” de la “gente humana”, en la siembra de
conocimiento, dirigido a la generación de modos de vida

Cuidar
fundamentados en sentir el sentir de la naturaleza, para el
cuidado del tejido vivo del “mundo creado”.

Eeruyá: es canto de bautizo. Es un canto de mucho respeto

porque está destinado a la criatura. La realización de ese canto
implica la propia delicadeza del niño recién nacido; por ello se bebe
con respeto la cahuana2 que interviene en la ceremonia, para que la

1 Docente de Planta, Universidad Distrital Francisco José Caldas, Bogotá.

Doctor en Estudios Culturales Latinoamericanos.
2 Bebida elaborada con yuca –existen distintos tipos de yuca–
usada cotidianamente y en distintas ceremonias. Fareka Yágiiyi, es
‘Esencia de Yuca Dulce’ para crecer en el pensamiento, con corazón
dulce: este concepto señala que la naturaleza encierra su sentir en
los alimentos y en el agua; y que el humano no vive sin ellos. La
yuca Fareka en su composición contiene más agua que masa de
yuca, de modo similar a lo que sucede con el cuerpo del humano.
El reconocer en el cuerpo de la gente humana, la esencia de yuca
dulce para crecer en el pensamiento con corazón dulce, implica
–físicamente– entender que la sangre es el agua que tiene el
cuerpo humano. Así la función de la esencia Fareka Yágiiyi es que
no haya escasez de sangre ni en los humanos, ni en la naturaleza.
Entonces Fareka Yágiiyi es aire de aliento para que la persona crezca
en el pensamiento, con corazón dulce, sintiendo el sentir de la
naturaleza. Es necesario que el humano se descubra, que se vea
reflejado en ese sentir (Román, 2010).

Tierra cosmos 139

 criatura no escuche palabras vulgares. Eeruyá, además de ser el
canto de bautizo, puede ser dado en cualquier circunstancia.
Es tratar con delicadeza, es cuidar; es cuidar mucho algo que
apreciamos, porque la belleza y la duración de las situaciones y
de las cosas dependen de nosotros, de nuestra relación hacia los
demás seres, porque hay situaciones y cosas que no se pueden
cuidar solas a sí mismas ante nuestra acción. Siendo Eeruyá el
cuidado de todo lo que nos rodea, es también aprender a cuidarse
uno mismo, porque nuestras acciones tarde o temprano terminan
también por afectarnos (Román, 2012b).
El preguntarnos sobre las prácticas del cuidado, desde los
espacios formativos en el campo de lo sensible, desde una
perspectiva intercultural crítica respecto a las normas del
pensamiento, el conocimiento y la sensibilidad hegemónicas,
nos remite a dialogar con otras formas de pensamiento y
sensibilidades que han sido excluidas o invisibilizadas por
la normatización del conocimiento colonial-moderno; y
entre ellas, con los sistemas de pensamiento y sensibilidad
Cuidar
de los pueblos indígenas de Abya Yala3 que se sitúan como
alternativas epistemológicas diferenciales a las hegemónicas,
en cuanto a la comprensión de la acción humana en el mundo,
desde la consideración de los modos de vida de los humanos,
en las relaciones respecto a la naturaleza (Santos, 2011).
Estas formas de pensamiento-sensible perviven y se sitúan
en la experiencia epistémica contemporánea, en tensión, y
muchas veces distanciadas respecto a los intereses políticos,
económicos y ontológicos, de las epistemes y sensibles inscritas
en la órbita del poder eurocentrado; y esto sucede porque estos
pensamientos-sensibles se caracterizan como racionalidades
cósmico-comunitarias que conciben la condición humana
integrada fundamentalmente a las comunidades naturales y
a sus entornos, por lo que consideran a todos los existentes –
humanos, no humanos, materiales-espirituales, como sujetos
de interacción y diálogo sensible.
3 “Tierra Madura, Tierra Viva o Tierra en Florecimiento, fue el término
utilizado por los Kuna, pueblo originario que habita en Colombia y
Panamá para designar al territorio comprendido por el Continente
Americano” (Carrera y Romero, 2016).
140
Entre estas epistemes, situadas en exterioridad relativa
respecto al orden de la colonialidad (Dussel, 2005), se localiza
la del Pueblo Huitoto que asume la experiencia vital humana
en la consideración de sus relaciones de equilibrio –en sus
dimensiones individuales -comunitarias- respecto a lo
humano y lo no humano–, desde lo cual genera tradiciones de
conocimiento-sensible-práctico que comprometen los modos
del ser, del pensar, del sentir y del accionar humano en el mundo,
en procura del mantenimiento de la vida.
Por esta línea, y al igual que el conocimiento de muchas
naciones, indígenas de América, la tradición de conocimiento
Huitoto, del Clan Enókaiyai,4 afirma la responsabilidad
humana en el cuidado de la vida, mediante el cumplimiento
de la “Ley de Origen”,5 lo que implica el ejercicio del poder
humano para entender el funcionamiento del mundo,
y desde allí, encontrar el camino para la generación y
mantenimiento de formas de existencia humana, armónicas
con el “sentir de la naturaleza” (Román, 2012c); es decir,
Cuidar
fundamentadas en el reconocimiento de las fuerzas vitales y
en la comprensión como “gentes” de todos los interlocutores
de la vida.6 Estas son relaciones desde donde emana la propia
condición del humano, o sea su capacidad de conocimiento
y relación responsable con los ciclos, los ritmos, los cambios,
los límites, los lugares y “las gentes” del ámbito natural,
para el mantenimiento del equilibrio en las condiciones
que producen, alimentan y mantienen la vida como la
conocemos Entonces, nos encontramos con una concepción
de “Mundo” que articula unidades narrativas-conceptuales-
prácticas-sensibles-, comprendidas como “Cuerpos-canastos-
Historias de Creación”, que son los cuerpos de “creadores que
se tejen con su historia” (De Corredor, 1986), configurando un
4 Mantenida por el conocimiento del Abuelo Cacique Rafael Núñez
-Enókayi- (fallecido), del Clan Enókaiyai–Gente de Mafafa Roja- y
sostenida actualmente por el Abuelo Oscar Román y por sus hijos,
entre ellos por el Sabedor Isaías Román.
5 Noción de conocimiento compartida por muchos pueblos
indígenas, también denominada como Ley originaria -dieta-, ley
natural, ley de la vida, ley invisible.
6 Entre las gentes existentes se encuentran los animales, las plantas, las
aguas, los vientos, las tierras, las piedras, los humanos, etc. (Román, 2010).
Tierra cosmos 141
 conjunto de “mundos”, compuesto por “el mundo de arriba y
por los mundos de abajo”.7
Así, El “Mundo”, complejo y múltiple, se teje por la acción de
las fuerzas vitales, generando el “mundo de arriba” –o “mundo
creado”–, y los “mundos de abajo”:
El mundo de arriba –o mundo creado– es el mundo que
conocemos y en el que se encuentran los lugares en donde la
gente humana vive y ha sido criada; por su parte, los mundos
de abajo permanecen en los ámbitos espirituales. Cada uno de
estos mundos se caracteriza por sus propias fuerzas, lugares,
“gentes”, olores, sabores y sonidos.
En la comprensión del “mundo creado” como cuerpo-canasto,
tejido-vivo, es posible afirmar que este respira, pulsa, se calienta
y se enfría, y que su cuidado implica el ejercicio de la escucha
y la precaución, ya que en el “mundo creado” hay cosas, seres, y
lugares que no se pueden proteger por sí mismos ante los efectos
Cuidar
de la acción humana (Román, 2012c), situación que demanda
su trato responsable, lo que puede incluir el “no tocarlos”.
Convocados en la tarea de cuidar el “mundo creado”,
encontramos la palabra del idioma Huitoto, Eeruyá, que entre
sus sentidos asociados apunta a la acción de cuidar, tratando con
delicadeza aquello que es cuidado, lo que en este caso implica la
relación respetuosa con “todo lo que rodea al humano” para el
mantenimiento de la belleza y la duración de las situaciones y de
las cosas (Román, 2012c).
Encontramos también en Eeruyá que aprender a cuidar el “mundo
creado” conlleva el “aprender a cuidarse uno mismo”, que a su vez
implica cuidar al otro, proteger al otro (Román, 2012c) porque
cada persona humana, cada gente “no humana”, cada clan, tribu
7 Los “mundos de abajo”, mundos espirituales, refieren a “cuando
no existía el mundo creado”, y atienden al pensamiento creador
que hace posible la aparición del mundo de las Gentes Humanas,
siendo su problemática principal el cuidado del aire y el agua. En lo
correspondiente al “mundo de arriba”, –la dimensión del “mundo
creado”–, este es el ámbito de las relaciones interpersonales, sociales,
políticas y de los modos de vivir humano con las “demás gentes”, es
decir, con el mundo natural (Román, 2011).
142
o pueblo hace parte de las fibras del tejido del mundo –siendo
necesaria su existencia para el mantenimiento del conjunto vital–
y dado que los efectos de las acciones de los humanos, al incidir en
el conjunto del tejido-vivo, terminan por afectar al mismo humano.
Como ya se ha mencionado, en el contexto Huitoto-Enókaiyai, el
sentido de las acciones humanas de cuidado del “mundo creado”
se articulan intrínsecamente a con las actividades que configuran
sus modos de vida, las que a su vez, se particularizan en la
realización de “los trabajos” necesarios para el vivir. Cada uno de
estos trabajos relaciona dimensiones de conocimiento respecto al
‘Mundo’ y al “mundo creado” y en correspondencia, al cuidado del
humano y de su comunidad. En tal sentido, los trabajos remiten
a las acciones de sembrar, de tejer y de alimentarse: se siembra y
se teje conocimiento y comunidad, y el conocimiento es entendido
como alimento espiritual que se deriva de la relación de las fuerzas
vitales Padre-Madre8, permitiendo comprender el funcionamiento
del mundo y, en ello, el lugar y los modos de la acción humana, en
su poder de afectación responsable del tejido-vivo.
Cuidar
Remitiéndonos a las palabras del Sabedor Isaías Román, nos
referiremos a algunos aspectos del cuidado de sí mismo, por
parte del humano9 mediante el trabajo de la siembra como
ejercicio de equilibrio de las fuerzas vitales, en su propio
cuerpo, en el de su comunidad y en el “mundo creado”:
8 Se entiende por alimento las distintas expresiones de las fuerzas vitales
Padre-Madre con las que las gentes entran en contacto, o a las que se
exponen durante su existencia. Así los humanos son configurados por
las fuerzas que los progenitores han aplicado a la criatura, previo, durante
su concepción y nacimiento, y posterior a ello, mediante los “hábitos
alimenticios” –modos del vivir– que la persona adopta y desarrolla
durante su vida. Estos hábitos son tocantes tanto a lo que el idioma
castellano define como alimentos, así como a las especificidades de las
experiencias formativas y de relación de la persona, mediante su contacto
con distintos tipos de influencias –alimentos de distinta naturaleza–, que
pueden ser de carácter espiritual y espiritual-material (Román, 2012b).
9 Se hace la aclaración, teniendo en cuenta que la “gente animal”
desarrolla sus propios hábitos de cuidado de sí misma, como en el
caso de los animales cazadores quienes cuidan la agilidad de “sus
manos” para conservar el poder de cazar, “como cuando entre los
meses de junio y julio, al llegar el tiempo de friaje, ellos “doblan
la mano para adentro”, es decir, que guardan dieta, que están en
silencio, que no cazan…” (Román, 2013a).
Tierra cosmos 143
 Sembrar, Buscar el Propio Cuerpo:
–Humanizarse y volverse Gente– (Román, 2012b)
“La comida se siembra con historia, con mito, con palabra de consejo y
con ley de trabajo” (Román 2012b).
Es necesario que todos, indígenas y no indígenas,
conozcamos las implicaciones y efectos del ejercicio del cultivo,
porque al realizarlo se adquiere una gran responsabilidad
en el cuidado de la naturaleza. Un suelo específico, el agua,
el alimento, no pueden ser pagados, ellos no tienen precio,
porque tienen un gran valor. Por eso la mujer y el hombre
deben cuidarlos con su trabajo (Román 2012b).
Los humanos somos sembrados. Cuando nuestros padres
nos enseñan, siembran en nosotros esperando que las
palabras que nos siembran den fruto. Cuando hay fruto, el
Cuidar
sabio goza de ese conocimiento. Por insignificantes que
nos parezcan las cosas, siempre hay que aprender de
ellas; siempre hay que aferrarse a algo que se aprenda.
Por ejemplo ,una gota de agua puede ser muy pequeña,
pero da vida.
Riare: es lo sembrado.
Riya / Riga: es lo que se siembra.
Rigámuiré: es, ya está materializado. Son todas
las gentes existentes.
Para sembrar es necesario, primero que todo, reconocer
el lugar donde se piensa realizar el trabajo. Con este
propósito, se observa la vegetación silvestre existente
en el lugar a ser intervenido, con el fin de conocer la
composición del suelo; también hay que saber quién es el
“dueño espiritual del sitio”, para realizar la preparación
correspondiente. Antes de sembrar es necesario
tumbar, porque siempre hay algo silvestre “previamente
plantado”; de ese modo, el terreno a ser sembrado nos
144
conduce al estudio de la botánica, ya que las plantas y los
árboles que se tumban van a desaparecer.
La siembra es un trabajo que convoca a la participación
familiar. En esto, la madre se lleva a la criatura a la espalda,
para que el niño sienta, chupe, todo lo que se va a trabajar.
Una vez que se ha preparado “espiritualmente” el terreno
para la siembra, que “se han puesto muchas cosas en el terreno,
por pensamiento”, entonces se enseña a toda la familia
los usos de las plantas silvestres que se están tumbando, así:
unas sirven para tejer, otras como pegamento, otras como
medicina, otras como venenos, etc. También se aprende
acerca de los animales que viven en cada tipo de árbol
y sobre sus alimentos, de forma que cuando se requiera
encontrar un animal, ya se sabe buscar en el tipo de
vegetación donde él habita.
Cuidar
Para tumbar y sembrar, hay ley de trabajo. Se dice entonces que
vamos a abrir el canasto de trabajo, el tejido de ese conocimiento.
El ejercicio de la tumba equilibra la agresividad que se origina en
los hombres, ya que el hombre –el varón– nace midiendo fuerzas.
Así el anciano les dice a los jóvenes: —Vayan a tumbar
árboles, vayan a trabajar—. Ahí sí se ve al “hombre guapo”; se le
reconoce por medio de su trabajo, por medio de su desempeño en la
tumba del monte. “Así se les habla a los jóvenes para que al hombre
le guste trabajar. Así es como se quema esa fuerza del desarrollo,
del crecimiento natural (Román 2012b).
Al inicio del trabajo de desforestación –la tumba de la vegetación
del monte– el anciano pregunta acerca de las personas
que tienen problemas; a ellos les encomienda otros trabajos
diferentes a la tumba como son los de traer leña, traer coca; así,
el anciano ocupa a las personas que tienen problemas, para
que no haya percances ni accidentes. Para las personas que se
encargarán de la tumba, el anciano se refiere a las normas
que permiten realizar la tumba sin contratiempos.10
10 Al tumbar se aprende a manejar al árbol seco; se aprende a tener
Tierra cosmos 145
 Para tumbar, es necesario abrir el canasto del hacha; hay Una vez que se ha enfriado la tierra, se
que saber usar el hacha y dejar que ella trabaje (Román
2012c). Una vez que el hacha ha sido ritualizada, “ella
puede sembrar
trabaja”. De este modo cuando se llega a tumbar con
La siembra se realiza a partir de tres consideraciones
el hacha, el trabajo se facilita, porque en la noche
principales, siendo la primera el necesario
anterior, cuando se ritualizó, el hacha ya comió el tronco
mantenimiento de las condiciones de continuidad de
del árbol que se tumba. Es prohibido sacar con la mano las
la vida que se había tejido en el terreno que se tumbó,
astillas que van quedando en el tronco; no hay que quitarle
previamente a la intervención humana. Entonces,
el trabajo al hacha. Así también hay que saber delegar
se hace necesario sembrar plantas de chagra, que sean
diferentes trabajos en otras personas.
“parientes” de las plantas silvestres que fueron tumbadas.
Esto con el fin de mantener el “polen de la vida” que
Una vez que se ha desforestado y que todos los árboles se
permitirá que las “plantas de monte” puedan regresar, una
encuentran en el suelo, conociendo la razón por la cual
vez que la chagra ha sido abandonada por las gentes
esos árboles tienen que morir; también se ha pensado
humanas y entregada nuevamente a la naturaleza; la
en lo que ellos van a dejar a los humanos con su muerte.
segunda consideración es la relación entre el sembrar y
Entonces se ofrece al Padre y a la Madre creadores, estos los
la “liberación de las enfermedades”, para el mantenimiento
árboles y plantas que van a ser quemadas; se les ofrece como
de la salud corporal o emocional de quienes siembran,
Cuidar

Cuidar
pescado y como carne ahumada. Y se les pide: “Abuelo,
asumiendo así el trabajo de la siembra como curación, al
Abuela, por donde usted pase su lengua (de fuego) voy a
transformar la enfermedad propia en alimento; la tercera,
sembrar: (Entonces se mencionan los nombres de las
como consecuencia de la segunda, tiene que ver con las
plantas que se tumbaron y las que van a ser sembradas en
necesidades de equilibrio en la interacción de la fuerza
su remplazo); luego, se procede a realizar la quema, sin
madre y de la fuerza padre, en el mantenimiento de
mirar la dirección del fuego –la boca del anciano–; ese es el
nuestros cuerpos, por la vía de la ingestión de alimentos.
camino del fuego, del verano:
Las consideraciones mencionadas corresponden entonces
al “encuentro del propio cuerpo” en los alimentos, respecto a los
balances establecidos entre la fuerza madre y la fuerza padre
para la salud del cuerpo-canasto del mundo, de nuestro cuerpo
cuidado con los palos secos, porque ellos se pueden convertir en
flechas. El palo seco puede estar en cualquier árbol; hay un árbol comunitario y de nuestro cuerpo personal.
que tiene comején de tierra, aireda, que es de pura arcilla fina y
que puede caerle a uno desde arriba. Se aprende que cada árbol es Porque somos plantas, porque somos sembrados, dado que
territorio de cada bicho. Cuando se golpea este árbol con el hacha,
suena como arena;hay árboles que crecen arqueados, o que están los alimentos, las frutas son expresión de la fuerza de
arqueados en el momento en que se van a cortar; se aprende nuestros padres creadores, la realización del trabajo
a cortar el árbol arqueado, para que al cortarlo, no lo ensarte
a uno; una vez que cae el árbol más grande o más grueso, toca de la siembra nos permite encontrar nuestro propio
quedarse quieto como unos cinco minutos; también se aprende a cuerpo, en forma de salud, inteligencia, conocimiento
evitar las ramas que son arrastradas por los bejucos que estaban
amarrados al árbol que se tumbó; el hachero debe saber manejar y sabiduría. Por ello, todo lo que se aloja en nuestro
las dos manos, es decir, los dos lados, para cuidar el cuerpo, para no cuerpo, así como todo lo que nos molesta debe ser sembrado
deformarse ni de los brazos, ni de los dedos (Román, 2012a).

146 Tierra cosmos 147

 en la chagra, de tal modo que al consumir sus frutos nos Son enfermedades que se transforman en alimento al sembrar
regulamos, nos equilibramos, nos humanizamos porque las plantas (Román, 2012b)
comemos con historia, con disciplina; eso es saber comer.
Todas las frutas están ligadas a la vida del humano (Román
2012a). Así los padres enseñan a sus hijos e hijas a trabajar Tabla 2.
en el sembradío para que cada uno de ellos aprenda a comer Enfermedad Se transforma en:
en el “Saber cuidar la vida”, esto es, encontrando su propio cuerpo,
Ají. Se siembra ají rojo, amarillo,
encontrando en sí el cuerpo del padre y el cuerpo de la madre. La rabia, el ardor,
verde, anaranjado

A continuación se mencionan algunas plantas de chagra que Plantas que se siembran en

Dolores, punzadas
son sembradas por ser parientes y reemplazo de las plantas estaca: coca, yuca
silvestres que son derribadas para dar paso a la chagra humana
Mucosas del estómago Uva
manteniendo las condiciones para el posterior regreso del
“monte”; también, algunas enfermedades que se transforman en La pulga de la locura que no nos Piña (la semilla de la piña parece
alimento al sembrar las plantas para la alimentación humana; deja concentrar pulga)
y algunas plantas relacionadas con el equilibrio y la salud de Hierba dulce y totumo ya que
distintas zonas del cuerpo del humano (Román 2012a). Ovarios esta planta simboliza la matriz,
“el ovario”
Cuidar

Cuidar
Son plantas de chagra parientes de las plantas silvestres, las
Uraji. (Un tubérculo, una especie
siguientes (Román,2012a): Sufrimiento de celos
de Mafafa)
Gente “parchuda” –que a veces
Tabla 1. parece estar mal, que a veces Aguacate
parece estar bien–
Planta silvestre Pariente de chagra
Para los que se quejan hasta
Palmas de monte Chontaduro Guamo
dormidos
Piñuela Piña
Alergia o dermatitis Maíz y maraca
Cacao silvestre Maraca
Platanillo de monte Plátano Para no juzgar, para el dolor
Yuca venenosa
del brazo
Caña agria Caña dulce
Uvilla de monte Uva del humano Guacuri/ Umarí de todas clases:
Dolor de cabeza
Aguacatillo de monte Aguacate verde, negro, anaranjado, café.

Ñame, batata, frijol, las plantas

Bejucos
que enredan
Árbol de sangre Tabaco (planta de sangre)
Coca de los animales: de venado,
Coca Humana
de danta, de águila
Guamillo Guamo

148 Tierra cosmos 149

 Son plantas que se relacionan con el equilibrio y la salud en Rigámuiré11
distintas zonas delcuerpo de la gente humana (Román, 2012b): (Canción)

En cada territorio
Tabla 3.
Está sembrada la Ley de Origen.
Correspondencia- Nosotros
Planta sensibilidad en el Los humanos
cuerpo humano Somos sembrados
Aquí en la Tierra.
Piña Cabeza Por eso
Maíz Dientes Nos alimentamos de lo sembrado.
Ñame y demás plantas que En ese sembradío
enredan. Se siembran y Encontramos
consumen para mantener sin Pies, venas y arterias El símbolo del cuerpo del Padre
problemas la circulación de la Y del cuerpo de la Madre.
sangre.
Debemos sembrar
Guamo cilíndrico Pene Para encontrar
Cuidar

Cuidar
Guama plancheta cortica Sistema genital de la mujer El símbolo de nuestro cuerpo.
Testículos en el hombre El dios de la riqueza
Caimo Fruta redondeada que De la abundancia
Glándulas mamarias en las
bota leche
mujeres. Enseñó
El árbol de pan nativo, Ibiyi, que
Le dió mucho consejo
Cerebro A su hija.
es grande como una chirimoya
Le enseñó a hablar
Tabaco dulce Palabra de vida.
Se usa para la elaboración del Aprendamos a trabajar y a hablar
ambil o para fumar. Regula el Palabra de vida
calor, bombea la sangre, protege Como ella.
Sangre
al humano de los desequilibrios
generados por los cambios de
La madre Tierra
temperatura, como efecto de Nos ofrece todo.
andar descalzo por el monte Se trabaja y se siembra con Amor.
Se siembra con Historia
Coca La carne, la materia Se siembra con Conocimiento.
El Conocimiento
Es un sembradío.

11 Rigámuiré: debemos sembrar para encontrar el símbolo

de nuestro cuerpo. Canción de la Carrera Ceremonial: Yiaki
(Román, 2013b).

150 Tierra cosmos 151

 Por esa razón BIBLIOGRAFÍA
El Conocimiento está para enseñar
A quien quiere sembrar De Corredor, Blanca (1986). La Maloca. Volumen I. [Monografía].
Y después va a cosechar. Departamento de Antropología: Universidad Nacional de
El Conocimiento Colombia,
No necesita
Exigir u obligar Dussel, Enrique (2005). Transmodernidad e Interculturalidad
A trabajar o a sembrar. (Interpretación desde la Filosofía de la Liberación). https://red.
Dicen nuestros ancestros: pucp.edu.pe/wp-content/uploads/biblioteca/090514.pdf
El hambre es el que manda.12
Si siembras Román, Isaías. (30 de Enero de 2010). De la clasificación de las
gentes. Diálogo con Andrés Corredor. Bogotá.
Comes
Si no siembras
Román, Isaías (7 de octubre de 2011). Sentarse para el
No comes nada. conocimiento. Diálogo con Andrés Corredor. Bogotá.

Román, Isaías (24 de julio 2012ª). Sembrar. Diálogo con Andrés

Corredor. Bogotá.
Cuidar

Cuidar
Román, Isaías (17 de noviembre de 2012b). Saber comer, saber
sembrar. Diálogo con Andrés Corredor. Bogotá.

Román, Isaías (12 de diciembre de 2012c). Sensibilidad, ser sensible.

Diálogo con Andrés Corredor. Bogotá.

Román, Isaías (10 de junio de 2013ª). Son manos y pies al mismo

tiempo: El que coge y captura. Diálogo con Andrés Corredor, sobre la
pintura de los brazos-garra de gavilán. Bogotá.

Román, Isaías (29 de agosto de 2013b). Canciones de cuatro carreras

ceremoniales, para la mirada del colibrí. Bogotá.

Santos, Boaventura de Sousa. (2011). Epistemologías del Sur.

Utopía y Praxis Latinoamericana, Revista Internacional de Filosofía
Iberoamericana y Teoría Social, año 16, No 54.

12 Se entiende por hambre, además de la necesidad fisiológica, a

la necesidad de conocimiento, que se presenta cada vez que el
humano se enfrenta a la resolución de una situación vital que
le resulta nueva o desconocida y que lo interroga y lo impulsa a
buscar vías para su solución y manejo.

152 Tierra cosmos 153

 MUJER Y CUIDADO
La madre tierra sabe,
dijo la esposa del mama Kogui cuando le anuncié mi embarazo,
ahora usted ya sabe,
finalizó en medio de una marcada sonrisa.

Dora I. López M.1

Resumen

Este texto pretende abordar el tema del cuidado desde tres

miradas distintas. La primera, esta anclada a la idea de cuidado

Cuidar
de la comunidad Kogi de la Sierra Nevada de Santa Marta en
la reciprocidad que subyace de la relación del ser humano y la
madre naturaleza. La segunda, habla sobre el rol impuesto a
la mujer como cuidadora desde el sistema heteropatriarcal,
adjudicando esta labor como un lugar de norma en el género.
Por último, se revisa de manera autobiográfica la relación de la
mujer madre y el cuidado fundado en el amor, el amor a los hijos.
A modo de conclusión, se entreteje la idea de cuidado en la
búsqueda de un equilibrio en las relaciones con uno mismo, los
otros y el planeta.

El cuidado de nuestra madre

A partir de su cosmogonía, los pueblos indígenas de la Sierra
Nevada de Santa Marta sostienen que la gran madre de todo lo
existente en el planeta es el mar, siendo así, el mar representa el
lugar de origen, un origen para ellos donde no opera ninguna

1 Magister Interdisciplinar en Teatro y Artes Vivas. Maestra en Artes

Escénicas con Énfasis en Dirección. Docente Universidad Distrital
Francisco José de Caldas

Tierra cosmos 155

 división entre lo material y lo espiritual: “lo material y lo espiritual de nuestro cuerpo-madre-naturaleza. Los hermanitos menores
siempre deben estar en perfecta armonía para que el equilibrio occidentales tenemos una mirada heteropatriarcal que nos aleja
no se rompa”.2 De ahí que estas comunidades indígenas realizan de las leyes mínimas de respeto y conciencia de la interacción
rituales específicos para mantener el equilibrio. Uno de ellos es el cuerpo-humano y cuerpo-madre naturaleza.
pagamento u ofrenda a la madre, que resulta para la comunidad
un espacio indispensable para la armonía y el bienestar, este
ritual es realizado principalmente por el mama (hombre o mujer
de conocimiento y adivino) o por los hermanos mayores que
Cuerpo mujer
tengan el aval para hacerlo; de este modo, se mantiene el diálogo
El cuerpo como espacio liminal donde sucede la realidad que
con la madre que sostiene y cuida el mundo.
habitamos, refleja de forma directa nuestro ser y acontecer en
el mundo: provee a nuestro cuerpo y al cuidar de él, nos conecta
En tierra firme se encuentran los ríos, lagos y lagunas que
directamente con el cuidado y amor a nuestra madre naturaleza
representan a la Abuela, lugares en donde se teje el diálogo con la
y todo lo que a ella la compone, así como lo entienden los pueblos
madre, conexiones sagradas que desde tiempos inmemorables
indígenas; es decir, como la dadora y sostenedora de vida,
reposan y bajan de las montañas, picos y nevados en forma de
donde si la interrelación cuerpo-humano, cuerpo-naturaleza se
ríos. Así, la buena madre nos cobija, entrega sin miramientos,
desequilibra, entonces deviene la enfermedad de la Tierra y de
nutre a sus hijos, nos provee de lo necesario para la vida, y cuida
todo lo que en ella habita. A modo de ejemplo: lo que sería talar
de los seres humanos. Los mamas nos denominan los hermanitos
uno o mil árboles para el hermanito menor puede significar un
menores (hombres o mujeres blancos) que no tenemos ninguna
Cuidar

Cuidar
ingreso de dinero, para el hermano mayor es el incumplimiento
reciprocidad con la madre Tierra y la madre agua, no cuidamos
de una ley y, por ende, la ruptura del equilibrio y el devenir de un
de ella, por el contrario, nos dedicamos a saquearla, agotando
sinnúmero de enfermedades y muerte.
los recursos naturales y rompiendo el equilibrio necesario para
la vida, un equilibrio mirado no solo desde el lugar de lo material
El observar lo que representa la madre, la dadora de vida para
sino también desde un lugar espiritual.
las culturas indígenas, es necesario hacer un paralelo en lo
que representa la mujer, mujer-madre para el pensamiento
En el ritual de pagamento encontramos que los indígenas
occidental.
integran la totalidad del cuerpo con una intención determinada
y con una acción concreta, acción que generalmente se realiza
Solamente a partir de la observación y cuestionamiento del
con diversos objetos y plantas de la naturaleza, conformando
hecho de ser mujer en el siglo XXI, donde la mujer tiene un largo
una triada que busca reestablecer la comunicación directa con la
prontuario frente a la represión-opresión que ha caracterizado
madre con el fin de sostener el equilibrio y la armonía necesarias
el hecho de ser mujer en esta sociedad. Tenemos un ejemplo
para la vida.
y anécdota histórica, cuando en las antiguas cartillas durante
la Colonia española en América se nombran las posesiones de
Nosotros –como herederos directos del pensamiento occidental–
los colonos en el siguiente orden: primero tierras, muebles y
vemos nuestro cuerpo de manera fragmentada, dividimos razón-
enseres, segundo hijos y animales domésticos y, por último, las
emoción-intención, separando las acciones más cotidianas hasta
mujeres, esposas e hijas.
las más sublimes. Al no tener una conciencia total del cuerpo y
de los sentidos, no solamente nos separa de nuestra totalidad
De ahí que, no podemos olvidar que vivimos en una sociedad
corporal, y también de los otros y, especialmente, nos separa
fundamentada en la autoridad patriarcal que desarrolla su
poder hegemónico en el sistema dominante. Por este motivo,
2 Mama Efraín, 2001.

156 Tierra cosmos 157

 la mujer permanece ajena a su propia identidad, careciendo de
un espacio propio dentro de una cultura netamente masculina
que definen su ser mujer dentro de acuerdos obviamente
masculinos, en los cuales ella poco o nada ha tomado parte y
mucho menos ha suscrito.
Una sociedad en donde todo se somete a un orden impuesto por
una minoría selecta masculina que solo persigue como único fin
la productividad. Esto ha afectado a la mujer directamente en
su conciencia, generando imágenes extrañas consigo misma y
sobre su propio ser que no le aportan nada bueno para sí, pero
que han buscado reafirmarse –sobre todo en América latina–
en lo que ya desde el siglo XIX llamaron el “Eterno Femenino”,
el ideal de mujer con tal cúmulo de virtudes; angelical, tierna,
dulce, totalmente pasiva y fácil de colonizar, así el colonizador
(hombre) tiene que evitar al máximo a ser colonizado (mujer)
atribuyéndole los defectos necesarios para que esta resulte más
fácil de subyugar, defectos como: ser más débil que él, menos
racional, menos inteligente y menos productiva. He aquí nuestra
Cuidar
herencia inmediata, sumado a esto existe todavía la imposición
a las nuevas generaciones de una mirada equivocada sobre
su propio cuerpo y su sexualidad, que se alimenta y expande
desde las distintas redes de comunicación y en los lugares donde
desarrolla su praxis, fomentando la idea de la sexualidad del
cuerpo de la mujer para generar una indignante explotación que
tiene fines netamente económicos.
Desde los años 70 ha surgido con fuerza el tema de la cosificación
de la mujer, es bien sabido que en términos publicitarios, si
quieres vender un producto debes vender primero la imagen
de una mujer, mostrando un cuerpo totalmente desvirtuado
en su esencia: ojalá semidesnuda, ojalá voluptuosa, ojalá
inmóvil, ojalá perfecta a la mirada del hombre que la convierte
así en cosa, como lo anota Ariel Levy (2014) en su libro Chicas
cerdas machistas, quien nos adentra en las distintas formas de
cosificación, donde la mujer no solamente es cosificada por el
hombre, sino por otras mujeres y por ella misma para vender y
sacar partido de su imagen de mujer sexualizada.
Es así como lo femenino siempre ha resultado difícil de
manifestar fuera de esos parámetros masculinos impuestos;
158
por esta razón, muchos espacios y labores estaban vetados para
la mujer porque para tener cabida en ellos se debía asumir un
rol diferente al que se ha entendido como lo femenino, donde es
prohibido mostrarse con sus emociones o sus intuiciones, y se
procuran comportamientos con aspectos más masculinos para
pertenecer a esos espacios casi exclusivos para los hombres.
Es importante resaltar, el nutrido número de mujeres que en
el arte y en la ciencia están acompañando a sus compañeros
sentimentales desde el laboratorio, o en la creación, pero donde
no se les reconoce su labor, tal como reza el adagio popular:
“detrás de todo gran hombre”… hay una mujer que cuida de él y
de sus hijos e invierte toda su capacidad creadora en ello.
Otro fenómeno es la rivalidad y competitividad entre las
mujeres, que también deviene del sistema patriarcal impuesto
por el que la mujer muchas veces acepta avasallar a otras para
satisfacer las necesidades de los varones, el pensamiento y los
modos de comportamiento con ataques directos que van desde
una superioridad intelectual, económica o de belleza, también
Cuidar
con prácticas de señalamiento social, que en el fondo son parte
fundamental que constituye el seguir inmersos en este mismo
sistema que también perpetuamos como mujeres.
Siguiendo esta revisión, resulta importante hablar de cómo en
nuestro país, un pueblo colonizado, se retrata la misma realidad
de hegemonía patriarcal pero aunada a una situación más allá
del subdesarrollo propio de nuestros pueblos latinoamericanos
anclados en el seno del capitalismo y al cual se le suma una
situación desgarradora: la violencia.
Y quién más sino la mujer latinoamericana, y especialmente la
colombiana, puede hablar sobre el dolor de perder su familia,
sus hijos, de ser violada y vejada en las peores formas, ser tratada
como trofeo de guerra, siempre víctima muda, ignorada hasta en
su dolor, y revictimizada en su misma lucha. Ellas son también
víctimas de la violencia junto a otras mal llamadas ‘del común’
como las ama de casa, las campesinas, las de los oficios varios,
aquellas que no tienen ningún reconocimiento especial, que
luchan día a día por ganarse el sustento propio y de los suyos, son
las que engrosan las listas de los oficios y quienes con el cuidado
a los otros construyen país y sociedad.
Tierra cosmos 159
 Mujeres conscientes del lugar y el tiempo en el que viven una
dura realidad, y que luchan día a día por transformarla, con
escasas oportunidades de superación porque no han tenido
acceso a la educación media y mucho menos a la superior que
lastimosamente en este país son un porcentaje muy alto, ellas
son las que conforman el grueso de nuestra sociedad. Mujeres
que han llevado el peso de una conducta impuesta por patrones
heredados de generación en generación convirtiéndolas en
mujeres pasivas, carentes de autonomía, excluidas de toda
creación de cultura, por tanto solo sobresalen en su rol de
madres y cuidadoras de la familia, un destino que nunca se
animaron a desafiar porque lo principal era atender lo mejor
posible al marido, a los hijos, y luego a los padres en la vejez, ya
que a los ojos de todos es la labor primordial de una mujer: el
cuidar de otros.
El problema no es el asumir la responsabilidad de cuidar al otro,
sino que todo el peso del cuidado recae sobre una sola persona,
la mujer, impidiendo que ella pueda desarrollarse en otro tipo
Cuidar
de actividad diferente, o por lo menos paralela, una actividad
que satisfaga sus propias necesidades, ya sean de carácter
profesional o familiar, pero que sean propias y no impuestas.
Por ello, resignadamente, asume la labor de cuidar de los otros
de la mejor posible, pero sin apagar totalmente sus anhelos de
realización personal.
De esta manera, muchas generaciones crecen escuchando de
sus madres o cuidadoras –la abuela, la tía, la vecina– frases
tales como: “Si no me hubiera casado otro sería mi destino” o
“Estudie niña, estudie, si no quiere terminar como yo”. Frases
llenas de frustración que generan una idea un poco deformada
e impuesta sobre el cuidar al otro, y en especial sobre el cuidado
en la maternidad, que resulta para algunas mujeres la única
posibilidad de recibir a cambio comida y techo. Es así como prima
el orden establecido en la sociedad en que la autoridad patriarcal
dictamina lo que debe o no hacer la mujer según su estrato social
o nivel cultural, y ella se ve abocada a asumir las labores que otros
no quieren realizar.
160
Mujer madre cuidadora
Para algunas mujeres, el ser madre en esta sociedad saca a flote
un resentimiento en ellas por no haber podido desarrollar otro
tipo de actividad diferente, o al menos, paralela a la maternidad.
Así, resignadamente, dicha labor la realizaron lo mejor posible,
pero no lo suficiente para eliminar totalmente sus anhelos de
realización personal.
Yo misma tenía una idea deformada del cuidado a los otros,
como hija en mi niñez vivencie un sinfín de momentos
donde sentía una gran necesidad de que alguien me cuidase
y donde el cuidado no se limita solamente a darme comida y
mandarme a estudiar. Solo cuando me convierto en madre
logro hacer conciencia de lo que es el cuidado al otro; una vez
que sientes algo vivo en tu interior sabes que es una parte de
ti pero, que al mismo tiempo es otro ser, entiendes, mujer –
madre, madre cuidadora. Como me lo explicaba muchos años
Cuidar
atrás un indígena3: “Un hijo es aquel dueño de nuestro legado
que seguirá mirando y vivenciando en el mundo una vez que ya
no estemos en él”.
Si bien, el cuidado como madre o el cuidado a los otros no
debe tornarse en un mandato de obligatoriedad para la
mujer, tampoco como me sucedió a mí, que hice un puente
con la sabiduría ancestral de los pueblos indígenas, donde el
cuidado está fundado en el respeto por el otro en relación con
la comunidad, el cual se funda primero en el cuerpo, desde sí
mismo hasta el respeto por la madre tierra-madre naturaleza,
que es la que nos permitirá seguir habitando el planeta con los
nuestros, en armonía y en comunidad.
Dicho respeto es algo que no solo atañe a la mujer sino a la
sociedad en general, empezar por mirar el cuerpo de la mujer
y el ser mujer con respeto. Proveer a nuestro cuerpo y cuidar de
él nos conecta directamente con el cuidado y amor a los otros
cercanos, a la madre naturaleza y todo aquello que la compone,
así lo hacen los pueblos indígenas.
3 Óscar Román, 2006.
Tierra cosmos 161
 Para ellos, si esta interrelación cuerpo humano-cuerpo
naturaleza se desequilibra, deviene en enfermedad de la Tierra
y todo lo que en ella habita, si no cuidamos a nosotros mismos, a
nuestros cuerpos, si no nos respetamos, difícilmente cuidaremos
del otro, por ende, no podemos cuidar del planeta.
El principio de cuerpo-mujer nos permite explorar una feminidad
contrapuesta al orden social producto del discurso patriarcal
dominante, resaltado en la idea de que la mujer es dadora de
vida y esto la prepara emocional y corporalmente para el cuidado,
sea o no madre. Clarissa Pinkola en su libro Mujeres que corren
con los lobos (2005), propone el retorno de la mujer a su espíritu
salvaje dejándose permear por una parte instintiva, que según
afirma la autora, las mujeres tenemos más desarrollada. Es allí
donde radica la cualidad en la mujer de protección al otro, en un
reconocimiento de esos otros sentires que van desde el afecto,
la intuición y el pensamiento empático con la vida, sumado a
que su cuerpo como generador de vida está fisiológicamente
equipado para cuidar, pero no por esto, cuidar o parir deben ser
Cuidar
la finalidad única de su existencia.
El tomar conciencia de nuestros actos y de nuestros cuerpos
en relación con los otros, con el planeta, resulta una acción
equiparable al pagamento indígena a la madre Tierra, un cuerpo
que respeta la vida de todo lo existente se torna en equilibrio
consigo mismo y con el todo.
BIBLIOGRAFÍA
Levy, A. (2005). Chicas cerdas machistas. Bogotá: Rey Naranjo
Proyecto Gonawindua. (1997). Mar y lagunas 1, Santa Marta:
Organización Gonawindua Tayrona.
Wolf, V. (1993). Un cuarto propio, Chile, Santiago: Cuarto Propio.
162
Nosotras las mujeres,
cuidamos
María José Arbeláez Grunndman1
El presente texto visual y reflexivo es el resultado de un recorrido
en espiral por ciertos temas de los cuales he hablado durante
un ciclo de mi vida, sostenidos por mi visión de mundo que
busca en la integración y en la conciencia de la interrelación los
viejos valores culturales occidentales enraizados en mi árbol
genealógico, así como también en nuevas ideas y actitudes
acerca del valor de cuidar. Para ello, desarrollo tres apartes:
Cuidar como albergar.
Cuidar
Cuidar como sentir en dulzura.
Cuidar como tejer la vida.
Cuidar como albergar
El tiempo de kronos, el del reloj, el tiempo dividido y fragmentado
con el propósito de producción nos domina actualmente. El tiempo
es el tesoro, el que intercambiamos por la energía del dinero, lo
invertimos y lo ahorramos según nuestros intereses y la finalidad
de adquirir la riqueza que produce nuestro éxito económico y social.
Desarrollar nuestra vida cotidiana solamente desde este tiempo,
nos impide lograr cualquier conexión con nosotras mismas, vivir
experiencias profundas en detenimiento con otras cualidades
1 Docente de Planta en el Proyecto Curricular de Artes Plásticas y Visuales
de la Universidad Distrital F.J.C. desde el 2006. Desarrollo mi práctica
artística como mujer sembradora que anda en la naturaleza por los
territorios de Colombia y entre los mundos, mediando un compromiso
afectivo, profundo y espiritual con el habitar en la tierra, teniendo el
sentimiento, la claridad de la necesidad de refundar nuestras prácticas
de vida en comunidades basadas, entre otras cosas, sobre las prácticas
de creación y recreación del cuidado familiar y del entorno de las
mujeres y los hombres.
Tierra cosmos 163
 vitales. Porque existe otro tiempo, el de Kairos, el tiempo cualitativo, Los abuelos y las abuelas también nos dicen que deberíamos
el cual permite que nos conectemos con nuestra naturaleza, pensar en las palabras como si fueran semillas, tomando en
prestando atención a lo que sucede en nuestro cuerpo y su sincronía cuenta el poder creador y transmutador para nombrar y crear por
con lo que acontece en la Tierra y en el Cosmos. medio de la palabra. Deberíamos plantarlas y luego permitirles
crecer en silencio. Siento la palabra, como dice Román (2018):
Uno de los primeros ejercicios para conectar con nuestro ritmo póngale energía y ganas a la vida, transforme su pensamiento y
diario es tomar conciencia de, ¿cómo siento mi cuerpo?, ¿cuál es el su vida por medio de la palabra. Mi vida refleja mis silencios, mis
primer pensamiento que tengo?, ¿cuáles energías me sostienen pensamientos y mi corazón.
cuando despierto para vivir un nuevo día? Aprender a escuchar
nuestro ritmo vital cada día, nos permite acercarnos a tomar
conciencia de nuestro ciclo menstrual y las correlaciones con
las diferentes fases lunares, por medio de los diagramas lunares
Cuidar como tejer la vida
sentir, percibir, anotar nuestras energías físicas, emocionales,
Nos cuenta Miranda Gray que las energías creativas femeninas
intelectuales, creativas y espirituales y por medio de hacer
estaban destinadas “a las áreas de la supervivencia, la tradición,
rituales como siembra de luna, pasos de vida, luna nueva, luna
la belleza, la comprensión, la maternidad, la claridad interior
llena (Gray, 1999). El cuerpo femenino responde a las fases
y la sabiduría” (1995, p. 133). La mujer arreglaba su hogar,
lunares, refleja los cambios corporales y es un indicador de los
organizando los espacios y las actividades de una manera
cambios que se producen en la conciencia.
armónica, preparando de una forma amorosa y cuidadosa
Cuidar

Cuidar
los alimentos necesarios para nutrir a la familia, coordinando
Como mujeres tomamos consciencia de que albergamos el
su interior para establecer un ambiente amoroso y próspero
misterio de la vida dentro de nuestro cuerpo, las energías
que envuelva a su familia a fin de que se sientan seguros,
creativas para dar vida y crear vida humana y proyectos. A
reconocidos y amados. Ella tenía conocimientos de cultivar la
sabernos e intuirnos dentro de la red conformada en el espacio
tierra, cocinaba, almacenaba los alimentos y sabia preparar
- tiempo, desde el interior de nuestro cuerpo en sinergia con las
medicinas naturales. La mujer cosía, tejía, fabricaba cestas,
energías de la vida de todos los seres vivos, y con el corazón del
telas, y decoraba todos sus productos creando historias
planeta que nos sostiene.
personales que reflejaban órdenes espirituales.

Las mujeres que damos la vida a nuestros hijos nos encontramos

muchas veces divididas entre dos grandes dragones de
Cuidar como sentir en dulzura voluntades y deseos, que nos desgarran. ¿Somos madres? ¿O
ejercemos y desarrollamos nuestras profesiones? En estos
Observar, escuchar en silencio, abrir nuestro corazón para luego
tiempos bienaventurados, las mujeres podemos estar centradas,
decidir como actuar. Este es un conocimiento transmitido por los
sabiendo que lo profesional está tejido con nuestra vida familiar,
abuelos indígenas y otras personas: lo trato de practicar.
con nuestra vocación de ser madres, abuelas, tías. La vocación va
entrelazada con la vida privada, con la intimidad. Devolvamos lo
De un lado, cultivar la escucha para poder sentir en dulzura y
sagrado a nuestra vida individual, como lo siento cada vez más
delicadeza el flujo del viento, los matices del cielo, el mudar
claro y como nos enseña Karina Falcón.
de las gentes a nuestro alrededor, el envolvimiento de la vida:
aprender lo que no sabemos. También, cultivar la escucha de
la voz de nuestro corazón para conectarnos con el silencio y las
palabras del Universo.

164 Tierra cosmos 165

 Proporciones inversas
Sentí la necesidad de estar sola, caminé un rato hacia otros
parajes,
percibí que estamos conectados, somos cuidadores y somos
cuidados en conciencia amorosa, en conjunto con las gentes, las
plantas, los animales,
Cuidar

Cuidar
las abuelas piedras, el padre sol, la madre luna y el padre cielo.

Me integró amorosamente a la Tierra.

Matriz cósmica
La miríada de estrellas… ¿Cruza rápida? … ¿O está detenida?

Las nubes de polvo y de agua existentes en el cielo es asombrosa.

Me había olvidado saberme gránulo del cosmos, gota galáctica,

polvareda mágica con poder de ensoñar,
de instaurar vida en comunidades amorosas con la Tierra,
de alegría de vivir,
de agradecimiento,
de cuidado en el habitar este BELLO planeta Tierra.

Esa noche dormí profundamente, sabiéndome cobijada por la

cúpula celeste,
por mi madre Tierra y mi madre Agua

166 Tierra cosmos 167

 ¡Un nuevo día!
Comienzo a sentir mi cuerpo poco a poco,
tomo conciencia de que estoy viva,
de que es un … ¡¡¡Nuevo Día!!!

Me inunda el agradecer:
contar con un montón de instantes ante mí para ser y para
compartir.
Tiemblo de felicidad y levanto un recito pidiendo por el bienestar
de todos los seres:
tener vida es un milagro muy enorme,
representa un trabajo muy grande en el que todos participamos.
Quiero resaltar la enormidad de esfuerzo de la Naturaleza,
para dar y mantener la vida en este bello planeta.
Quiero resaltar la enormidad de esfuerzos de las mujeres, en
Cuidar

Cuidar
especial de las madres,
para dar y mantener la vida de sus hijos en cuidados amorosos.

Mis comadres gallinas y un gallo

Cuando llegaba a la casa,
sentía el piar de las gallinas y su trasegar cerca a mí.
Ellas me observan, así lo siento yo.
Se quedan juntas, quietas en silencio.

Mi amiga del alma era la gallina blanca.

Aprendo a cuidar de mi boca,

a tenerla cerrada ante tantas cosas,
ante todo, y ante casi nada,
a sentir en silencio la compañía.

168 Tierra cosmos 169

 Corazón de oro
Y caminé en medio de un bosque lleno de helechos con bastante
agua, plantitas naciendo alrededor.
Sentí en mi útero, el palpitar de un corazón fuerte, amoroso,
compasivo, que pasa tocando dulcemente los miles de
riachuelos, caminos de agua y sangre, corrientes de viento de mi
cuerpo, conectándome con todo a mi alrededor.
Y caminé en la mañana, crucé mi mirada con la de un perro que
pasó de largo,
me conecté con su amor dócil y fiel para con su amo: lo amé.
Recordé lo que dice Jamie Sans:
Cuidar
“el amor de un perro es fiel, compasivo hasta en momentos de
injusticia:
comprende la humanidad del hombre”.
170
La madre agua
Cuidar
Me lavo en las mañanas sintiendo la madre agüita llevándose mi
ira ante todo y ante nada,
lavando mis miedos ante la monotonía del fracaso de lo
cotidiano, ante la fatiga de mi misma y los humanos.
Tomo un vaso de agua y siento la gracia del agua correr por mis
venas… Me perdono,
la vida vuelve en mi.
Cocino mis alimentos con agua, intenciono una buena comida
para mis seres queridos.
Lleno un jarrón de agua para mis matitas y mi gato. Pasó a su
lado y oigo que brincan diciendo: Tenemos ganas de agüita.
Caen las gotas de lluvia en mi cuerpo, me inunda la frescura,
siento la limpieza del correr del agua. Levanto mi cara al
cielo, soy bendecida por mi madre cuidadora en conciencia
intencionalmente amorosa.
Sigo las enseñanzas de la abuela: no solo hay que cuidar, sino
amar, respetar y venerar
a la madre agüita y a la madre tierrita.
Tierra cosmos 171
 Las abuelas piedras
Cuentan por ahí que las abuelas piedras guardan la memoria de
todo lo que ha pasado desde tiempos inmemorables en la Tierra.

En el Temazcal, son invitadas a sanarnos con su sabiduría

desprendida en la fusión del calor del fuego, las hierbas
medicinales y la agüita.

En el camino buscamos a las abuelitas piedra para sentarnos

más cómodas y seguras.

Recogemos piedritas en el camino, para recordarnos el haber

estado en algún lugar:
tienen colores, formas, texturas y olores diferentes.
Cuidar

Cuidar
Hablemos con las abuelitas piedras, escuchemos en silencio sus
Cuidar nuestros amigos los animales historias.

En estos días resuena en mí el “crear la tierra femenina”: una

tierra amorosa de relaciones establecidas desde el amor, el
respeto entre lo sagrado femenino y lo divino masculino, una
tierra donde la vida es sagrada.

Por ejemplo, la vida de las plantas…

Y me pregunto: ¿sigo actuando con irresponsabilidad hacia ellas?
las arranco, las boto si están viejas, si tienen bichos, si quiero
otras, sin sentir su pálpito vital, aunque sea más lento que el mío,
sin medir el esfuerzo, las coincidencias afortunadas, el tiempo
que ha conllevado que las matitas estén, como están de grandes.

Y la vida de los animales…

Y me cuestiono: ¿Cuido empáticamente a mi gato Pulgas?, quien
quiere tiempo, caricias y juego. Y claro, yo la humana, no paro
mi activismo desbordado y no atiendo a lo importante: nuestra
amistad.

172 Tierra cosmos 173

 ¿Dónde está la luz y la oscuridad?
¿Dónde el dorado, y el violeta grisáceo?
Atravieso espacios amarillos, grises, verdes, violetas.

Me asombro y permito inundarme todita de estas atmósferas

mágicas.

Maravillosa luz del sol en conjunción con la Tierra en actos

pasionales.
Quiero vivir allí.
Mirando los reflejos
Cuidar

Cuidar
¿Dónde estoy?
La intención se relaciona con la fuerza de comprometerme con la ¿En qué parte de mi camino voy?
comunidad de seres que
nos rodean y con la vida, lo cual va unido, a dar un sentido
consciente a mi propia existencia. No mas búsqueda de verdades
sicológicas, ni de juicios morales.

Sócrates plantea un plan de hacer, una invención de sí mismo,

estando el filosofo incontestablemente del lado de la estética de
la existencia.

174 Tierra cosmos 175

 ¡¡Lo chiquito y hermoso de estas plantitas!!
Nos detuvimos en un lugar del camino para hablar con algunas
plantitas. Yo escogí estas diminutas plantitas. Me encantó su
bello y brillante color, sus pétalos frágiles… lo pequeñitas.

Hablamos sobre lo flexibilidad de su tallo, se mueven con

el viento: me recordaron sobre lo necesario de fluir con el
movimiento de las situaciones en la vida.
Cuidar

Cuidar
También oí un susurro de palabras sobre la belleza de su
fragilidad y vulnerabilidad: me recordaron abrir mi corazón
al amor.

Hermosas matitas que piso con mis pasos sin darme ni cuenta,
pero que existen a lo largo de mi camino.
Mi amada ruda
Una fría oleada vino a mi cabeza, olí el perfume rancio y agrio de
la ruda.

Sentí repulsión ante su olor, mas este había penetrado en los

reflujos de mis aguas, mis emociones … calmándolas. La rudita,
la vengo bebiendo desde hace varios meses. Me sirve cuando me
da rasquiña con todos mis pensamientos obsesivos en la cabeza
y esta sale dando volteretas violentas contra el piso.

La rudita me protege la casa, la tengo plantada al pie de mi

ventana, ha crecido con dificultad atravesando la soledad o
mejor mi indiferencia, las ganas de arrancarla de mis vecinos,
historias que contar.

¡No hay tiempo de reloj!, fue lo que me enseñó.

176 Tierra cosmos 177

 BIBLIOGRAFÍA
Carrasco, Cristina. (2001). La sostenibilidad de la vida humana: ¿Un
asunto de Mujeres? Revista Mientras tanto, No. 82. Barcelona:
Editorial Icaria.

Falcón, Karina (2020). Acuario y lo sagrado femenino. La mujer lunar.

https://www.carpalunar.org/live/

Gray, Miranda. (1995) La luna roja. Los dones del ciclo menstrual.
Madrid: Gaia Ediciones.

Román, Isaías (2015-2016). Entrevista con Andrés Corredor, María

José Arbeláez. Bogotá.

La cronobiología o la importancia de vivir en sincronía

con los ciclos naturales. https://pijamasurf.com/2021/01/
la-cronobiologia-o-la-importancia-de-vivir-en-sincronia-
Cuidar

Cuidar
con-los-ciclos-naturales/
Andar es dar un paso, otro paso
y aún, otro paso
El intento principal es visitar las comunidades de gentes
materiales e inmateriales que habitan los lugares para
reconectar, resacralizar y amar.

Teniendo presente lo que dicen diferentes cosmovisiones

indígenas: el mantenimiento de la vida depende de que los
humanos asuman la existencia humana en función de sus
relaciones de equilibrio con la naturaleza; por ello, la ley de que
todo tiene vida y todo tiene espíritu, entre otras, es necesaria
respetarla, protegerla y enseñarla dentro de la tradición
individual-comunitaria.

178 Tierra cosmos 179

Aberturas
estéticas
 ECOLABORAR
Estéticas para el cuidado de la urdimbre vital
Elizabeth Garavito López1

RESUMEN

Ecología en Prácticas Cotidianas fue un proceso colaborativo

realizado a partir de las poéticas cotidianas de un grupo
de personas en la ciudad de Bogotá, Colombia, el cual fue
desarrollado desde una perspectiva ecológica utilizando algunos
métodos del construccionismo social. Las poéticas cotidianas

Cuidar
son los espacios que permiten que la vida se manifieste por fuera
de lógicas productivas y mecánicas, entre ellas se encuentran los
microuniversos, que son pequeños relatos construidos en una
matera, con plantas y objetos, por tanto, me concentré en ellos
para comprender mejor estas poéticas.

Esbozo aquí algunas reflexiones que surgieron de un diálogo

que formula preguntas a los diferentes conceptos sobre artes
relacionales, colaborativas y dialógicas para la comprensión de
estéticas cotidianas surgidas de la experiencia vital en torno al
cuidado a partir de redes de colaboración, así pues, nombré estas
prácticas como estéticas ecolaborativas.

Palabras clave

Prácticas artísticas colaborativas

Construccionismo social
Ecologías del cuidado

1 Elizabeth Garavito López. Doctora en Artes Visuales, Universidad

Estadual Paulista Júlio de Mesquita Filho - UNESP, São Paulo,
Brasil. Docente asociada, Facultad de Artes - ASAB, Universidad
Distrital Francisco José de Caldas, Colombia. Contacto: egaravitol@
udistrital.edu.co

Aberturas estéticas 183

 ECOLABORAR
Estéticas para el cuidado de la urdimbre vital
Ecología en Prácticas Cotidianas fue un proceso colaborativo
realizado a partir de las sutiles relaciones, colaboraciones y
poéticas cotidianas, de un grupo de personas en la ciudad
de Bogotá, Colombia; tuvo lugar en un jardín olvidado de la
Facultad de Artes - ASAB, en la Universidad Distrital Francisco
José de Caldas, a partir de una invitación abierta al público para
intervenir y desarrollar diferentes ocupaciones de este lugar.
Este proceso se conecta con la idea de un pensamiento
ecologizado y se desarrolla a través de una serie de labores
que van tomando forma en prácticas, las cuales denominé
ecolaborativas y que son una apertura para vislumbrar la fuerza
de la colaboración, son poéticas asociadas a las dinámicas
de la vida cotidiana y sus realidades, que forman parte de un
conjunto de acciones humanas para cuidar la vida, no adscritas
Cuidar
a sistemas hegemónicos, en las cuales conviven y se articulan
diferentes tipos de conocimientos y, principalmente, surgen de
una urdimbre comunal de saberes colectivos.
A través de estas prácticas ecolaborativas nos adentramos
en nuestras narrativas que originaron los microuniversos,
pequeñas narrativas realizadas con objetos y plantas dentro
de una matera, estos microuniversos juntaron palabras con
objetos, hicieron crecer historias al ritmo del crecimiento de las
plantas y recorrieron la memoria al compás de nuestro tacto.
Microuniverso Adela López.
Foto Andrea Ortiz Díaz
184
Estos escenarios trascendieron nuestras historias más allá de los
discursos que habíamos construido cada uno de nosotros con el
pasado, llevándonos a buscar caminos para re-relatar nuestra
existencia. Estos pequeños mundos fueron escenarios de charlas
y memorias, fueron territorios de reconfiguración de sí mismo,
lugares de debate consigo mismo, con la historia que nos hizo,
con la memoria que aún está presente.
Intentamos identificar los metarrelatos en los cuales están
fundamentadas nuestras creencias y formas de asumir la vida, y
los relatos dominantes que nos determinan, como los acuerdos
culturales y sociales de la versión propia de nuestra vida, de
la cual siempre hablamos y recordamos. Estos recuerdos son
una selección de todo lo que ha sucedido en nuestra historia:
son relatos dominantes que surgen de acuerdos sociales y son,
apenas, una fracción de lo que vivimos. A pesar de eso, “[...]
aspectos de la experiencia vivida que quedan fuera del relato
dominante constituyen una fuente llena de riqueza y fertilidad
para la generación o regeneración de relatos alternativos”
Cuidar
(White, Epston, 1993, p. 32).
En este proceso de construcción de microuniversos, poco a
poco trajimos a nuestras narrativas los relatos subyacentes
que también formaban parte de nuestra experiencia. En este
punto es importante no olvidar que, en nuestra forma de
relatar hacemos una selección de lo que queremos hablar
y “(...) dejamos de lado, de entre el conjunto de los actos de
nuestra experiencia, aquellos que no encajan en los relatos
dominantes que nosotros y los demás desarrollamos sobre
nosotros mismos (...)” (White, Epston, 1993, p. 29). Por esta
razón, gran parte de las cosas que suceden quedan sin ser
dichas, pero cuando damos rienda suelta a nuestros otros relatos
comenzamos a recordar algunos que quedaban olvidados porque
no los consideramos fundamentales. Así pues, re-relatar es un
camino de re-conocimiento de la riqueza de nuestra experiencia
vital. Sin embargo, a pesar de que nuestra vida está llena de un
sinnúmero de textos, son historias llenas de vacíos y lagunas, de
manera que es fundamental mirarlos para lograr representarlos,
así: “Estas lagunas ponen en marcha la experiencia vivida y
la imaginación de las personas. Con cada nueva versión, las
personas re-escriben sus vidas” (White, Epston, 1993, p. 30).
Aberturas estéticas 185
 Otro aspecto importante del proceso fue observar que cuando
re- narramos nuestra vida a partir de relatos no verbales,
también nos re-creamos permanentemente, eso quiere decir
que, recorremos caminos que habíamos bloqueado para
tener acceso a nuestra propia historia y con ello a unas nuevas
memorias, creamos y re-narramos otras versiones de nosotros
mismos, propiciando así una transformación. Las personas
vivimos la vida más allá de nuestra racionalidad, entrecruzamos
experiencias, recuerdos, deseos, sueños, miedos y una infinidad
de acontecimientos como camino de aprendizaje y construcción
de conocimientos.
Esta invitación a habitar el jardín buscaba generar acciones a
partir del espacio, e intentaba crear nuevos significados a partir
de nuestras narrativas de la vida cotidiana, deteniéndonos en
nuestros olvidos, para tejer en conjunto unas nuevas historias.
En el proceso de Ecología en Prácticas Cotidianas nos interesaba
que quedaran inscritas las risas, los guiños, los lazos, el afecto,
eso que nos une, eso que nos hace volver a buscarnos, a requerir
Cuidar
la presencia de otros, eso que nace en el contacto, por el simple
hecho de compartir este momento vital. Es fundamental
reconocer que cada vez que generamos un espacio diferente para
el encuentro, generamos nuevas formas de relación y son estas
formas que nos enseñan formas de habitar un mundo diverso y
múltiple. Permanentemente nos movemos en espacios reglados
socialmente, como la familia, la escuela, el trabajo, el bar, etc.
Estos espacios son susceptibles de ser afectados y codificados,
por eso, cuando creamos espacios de encuentro diferentes de
los que ya conocemos, necesariamente, tendremos que inventar
otros modos de relación.
En estas nuevas formas nos vemos avocados al reencuentro con
nosotros mismos. Cuando salimos de los libretos conocidos,
necesariamente creamos otras maneras de ser y estar;
posiblemente sacamos de nuestro acervo oculto voces que
teníamos calladas, silencios que esperaban ser palabra. Este es
un escenario ideal para crearnos porque allí nacemos otros, en
ese sentido, Felix Guattari, nos propone:
[…] reapropiar universos de valor en el seno de
los cuales procesos de singularización podrán
186
reencontrar consistencia. Nuevas prácticas sociales,
nuevas prácticas estéticas,nuevas prácticas de sí en la
relación con el otro, con lo extranjero, con lo extraño,
todo un programa que parecerá bien distante de
las urgencias del momento. (Guattari, 2008, p. 55)
Al finalizar nuestro proceso de Ecología en Prácticas Cotidianas,
propuesto como un escenario colaborativo, a partir de una
sensibilidad ecológica, comprendimos que la idea de colaborar
no es suficiente cuando estamos pensando en cuidado, en
redes, con miras a la cimentación de una vida distinta, una
tierra cohabitada por todo tipo de seres que entienden, viven
y respetan su diferencia, en equilibrio y sincronía con la de
otros seres del planeta. En esta perspectiva, nuestras prácticas
se definen mejor como Ecolaborativas, siendo ellas las redes
de colaboración entre seres autodeterminados a partir de
un paradigma ecológico con la vida en todas sus formas. A
partir de esta perspectiva, podemos pensar en unas prácticas
estéticas que se distancien de la perspectiva de la producción de
Cuidar
objetos artísticos que circulan en modelos para la visibilización
de artistas, si no en la generación de nuevas formas de
sensibilidad y otras propuestas para una vida futura. Podemos
pensar, entonces, en prácticas estéticas que hagan emerger
el arcoíris poético que nos habita, que conecten, colaboren y
dialoguen con consciencia solidaria, y que sean argumentos
oportunos al sinnúmero de preguntas que dejó abierta gran
parte de la producción artística de los siglos XX y XXI: prácticas
que, entendiendo las fracturas, se atrevan a hilar con poesía las
nuevas redes de sentido para una existencia en crisis.
Pensamiento ecologizado
Por eso, el arte de lo espontáneo es uno de los
pocos aliados que quedan de la transparencia.
Algo que solo acaba de entenderse, si es que se
llega a entender, cuando nos ponemos delante de
un bosque y acabamos deseando ser boscosos y
tendernos a nosotros mismos una emboscada de
sensibilidades participativas. (Araújo, 2007, p. 239)
Aberturas estéticas 187
 Quizá nos habita el deseo de que nuestra experiencia vital
única y trascendente, esta confabulación cósmica de estar
aquí y ahora respirando y palpitando en sintonía universal,
sea sublime, o por lo menos leve. Sin embargo, pasan los
días y pareciera que el sueño se ha pospuesto para gran
parte de la humanidad. La paradoja entre saber que somos
parte participante del todo, y que tenemos una humanidad
tan limitada que no afecta de manera visible el tejido de
la vida, nos deja muchas veces en una sensación de estar
jugándolo todo en la inocuidad de la existencia.
El tejido vital no es homogéneo, se ha roto en muchos
puntos, se ha endurecido en otros, se mantiene uniforme
en pequeños espacios y es frágil en otros, ¿cómo
tejernos consistentemente?, ¿cómo hacer un tejido lo
suficientemente flexible?, ¿cómo evitar que el tejido se
endurezca y nos asfixie?, ¿cómo destejer lo necesario sin
Cuidar
riesgo a colapsar?
Sentir el ritmo del universo, este caos en movimiento
sincrónico, es ya una respuesta. Nos hemos propuesto abrir
caminos que nos permitan pasar de la reflexión a la vida,
tejer nuestras ideas en actos vitales, sin excluir, sin tensar
mucho los hilos, sin perder el compás. Así pues, Ecología
en Prácticas Cotidianas es un espacio para reflexionar sobre
estos asuntos, tomando ideas de algunos pensadores
que se han preocupado por estas cuestiones, como
Edgar Morín (2008), el sociólogo francés que propone un
pensamiento ecologizado como un nuevo paradigma, en
el cual los seres humanos se conciban a sí mismos como
autoecoorganizadores.
Esta idea de un pensamiento ecologizado se propone
como una forma de habitar el mundo; de actuar en
nuestra cotidianidad. En ese sentido, la magnitud de
acontecimientos que componen nuestras vidas y que
son transformadores de la existencia y los microscópicos
188
acontecimientos que inundan nuestros segundos fueron
dejándose ver a través de las prácticas que desarrollamos
en el proyecto Ecología en Prácticas Cotidianas. De esta
manera, tuvieron importancia en estos contextos aquellas
actividades cotidianas y olvidadas que muchas veces pasan
desapercibidas, como escuchar crecer las flores, hablar con
las abejas, dejarse abrazar por los árboles, transformarse
en viento, entender que nuestro cuerpo se transforma al
ritmo de las montañas, contagiar de amor a los otros con
los dedos de los pies, entre muchas otras cosas, formando
paisajes infinitos en nuestras poéticas cotidianas. Así,
pues, propusimos este proyecto a partir del pensamiento
ecológico, entendiéndolo como un proceso en red en el cual
todos afectamos y somos afectados.
La ecología es una disciplina que se origina a finales del siglo
XIX y está encargada del estudio de las relaciones entre los
Cuidar
seres vivos y su entorno. Es la primera área del conocimiento
que observa de manera compleja la organización de los
individuos en el planeta y se organiza a partir del estudio
de las relaciones que existen entre los miembros de nuestro
hogar, la tierra. Así pues, la palabra ecología viene del griego
Oikos, que significa “casa”, término definido en 1866 por el
biólogo alemán Ernst Haeckel. Posteriormente en 1909, el
biólogo – filósofo alemán báltico Jakob Jakob von Uexküll
desarrolló el término umwelt, “entorno”, para referirse a la
interrelación entre seres y su ambiente, entendiendo que la
vida es posible por una relación de efectos y recepciones de
todos los seres que componen el planeta. Así pues, desde
sus orígenes, las comunidades ecológicas se pensaron
como entidades formadas por organismos organizados en
redes a través de relaciones nutricionales, estas reflexiones
permanecieron durante el siglo XIX (Capra, 1998).
Esta nueva disciplina fue un abono fértil para diversos
conceptos que ampliarían otras áreas de conocimiento,
creando nuevas preguntas en las diferentes comunidades
Aberturas estéticas 189
 de pensadores, desde una nueva perspectiva que obligaba
a las personas a pensarse de una manera sistémica e
interconectada. De otro lado, no solo fue una contribución
para reconocernos como seres partícipes de sistemas
complejos, muy interactivos y activos consigo mismos,
sino también era posible entendernos como seres
intermediarios de organismos menores que se hospedan e
interactúan permanentemente con cada uno de nosotros.
Así pues, además de construirnos en comunidades a través
de nuestros sueños y proyectos, también lo hacemos a
través de nuestras bacterias, hongos y gérmenes.
En este contexto, Edgar Morin se refiere al ecosistema
como un conjunto eco-organizado con todos los seres
del planeta, en el cual absolutamente todos somos
coautores, cooperadores y programadores de nuestro
propio desarrollo. Más allá de esto, existen en el ecosistema
Cuidar
múltiples relaciones que pueden ser de asociación, de
complementariedad, de jerarquía, de regulaciones,
etc. (Morin, Hulot, 2008), produciendo a su vez, ciclos,
procesos, inicios, finales, así como la vida, los días, los
deseos, las pasiones, los sueños y todas las emociones y los
sentimientos: lo que a veces creemos ser único y eterno se
va deslizando en estos movimientos cíclicos, que aparecen
y desaparecen; algunas veces, sin siquiera dejar rastro.
En el ecosistema podemos entender nuestro proceso
evolutivo y comprender claramente que los seres humanos
somos apenas una pequeña parte de la naturaleza junto a
todos los seres vivientes (Novo, 2007). Este concepto nos
permite dejar por algunos momentos nuestra mirada a
partir del centro y nos distancia un poco de nuestro ego
dictador, para entendernos como una parte que, al mismo
tiempo, nos necesita y, también, prescinde de nosotros.
De esta manera, entendemos el hecho de que “a lo largo
de millares y millones de años de evolución, múltiples
especies fueron tejiendo comunidades tan estrechas
190
que el sistema se asemeja a un enorme, multicriaturial
organismo” (Capra, 1998, p. 44), del cual no escapamos y
somos parte fundamental.
Con base en la ecología, se reconoce la vida en el
planeta como un conjunto ecosistémico que, según
Morin, es combinatorio e incluye ciclos, determinismos,
probabilidades y contingencias, considerado en pequeña
escala y en escala planetaria (Morin, Hulot, p. 2008). Es
relevante recordar que después de conocer el pensamiento
ecológico han surgido diversas aproximaciones, tales como
la ecología social, la ecología feminista o el ecofeminismo.
Todas ellas lo abordan de diferentes maneras y enriquecen
el paradigma ecológico, aunque existan debates opuestos
al interior de los mismos (Capra, 1998).
En cuanto a la ecología social, el psicólogo
Cuidar
norteamericano Urie Bronfenbrenner (1987) propone
que para comprender las estructuras sociales es preciso
verlas a partir de un modelo ecológico, en el cual la
capacidad de formación de un sistema está sujeta a
las interconexiones sociales entre ese sistema y otros.
Esta idea, la complementa el filósofo Felix Guattari
(2008, p. 33) así: “La ecología social deberá trabajar
en la reconstrucción de las relaciones humanas en
todos los niveles, de lo social”. En ese sentido, cualquier
proceso social requiere la participación conjunta de
los diferentes contextos y de la interacción entre ellos,
y el desarrollo de cualquier integrante del sistema
siempre será afectado por el ambiente en el cual se
desarrolla. Estos complejos sistemas, que no son más
que escenarios donde trascurre nuestra cotidianidad,
están en permanente transformación y se constituyen a
partir de sus propios cambios, de modo que justamente
“El carácter autorreorganizador espontáneo es la fuerza
del ecosistema” (Morin y Hulot, 2008, p. 13).
Aberturas estéticas 191
 Algunos pensadores de la psicología social señalan que es
importante revisar el carácter antiecológico de nuestras
estructuras sociales, que es evidente en las prácticas
del patriarcado, del imperialismo, del capitalismo, del
racismo, de la xenofobia, entre otros (Capra, 1998).
Las desigualdades, cada vez más profundas, en todos
los escenarios y en todas las dimensiones de la vida,
son un claro ejemplo de que esta sincronía ecológica
está desequilibrada, y esto produce, necesariamente,
enormes brechas en la vida social que son incorporadas
y casi naturalizadas en nuestra cotidianidad. Es posible
que cada día de nuestras vidas debemos luchar contra
las encrucijadas producidas por las reiteradas prácticas
de desigualdad, lideradas por avasalladores sistemas
de dominación. En este desolador panorama, no es
suficiente la creación de normas y leyes para la aplicación
de acciones ecológicas en el contexto social, porque “[…]
Cuidar
se tornó igualmente imperativo encarar sus efectos en
el dominio de la ecología mental, en el seno de la vida
cotidiana individual, doméstica, conyugal, entre vecinos,
de creación y de ética personal […]” (Guattari, 2008, p.
33). De esta manera, la construcción de nuestros propios
universos de pensamiento, a partir de una perspectiva
ecológica es fundamental.
Dentro de la ecología social también existe el ecofeminismo, que
parte de un análisis de la relación entre patriarcado y ecología. Así,
pues, es importante señalar que las relaciones entre feminismo y
ecología profundizan y amplían los marcos de la ecología social
porque el ecofeminismo encuentra en el dominio patriarcal un
arquetipo de toda dominación y opresión, expresando que la
explotación de la naturaleza, estuvo históricamente vinculada a
la explotación de las mujeres. En esta dirección, el ecofeminismo
afirma al saber femenino como un principio para abordar el
pensamiento ecológico (Capra, 1998). Un pensamiento y actitud
ecológicos son posibles cuando surgen otras voces, cuando
incorporamos el silencio y el silenciado en la trama de sentido y
las construcciones vitales.
192
La inclusión de la perspectiva ecológica dentro de la modernidad
capitalista se presenta como una propuesta disidente, en
consecuencia, es un pensamiento que como discurso pareciera
incorporado en las diferentes agendas políticas, sociales y
humanas, pero en su práctica, todavía está muy lejos de estar
incluido en la vida y de ser una opción que nos permita fluir en
equilibrio. En un mundo desigual y dividido:
[...] la ecología profunda plantea profundas
cuestiones sobre los propios fundamentos
de nuestra moderna, científica, industrial,
desarrollista y materialista visión del mundo y
manera de vivir. Cuestiona su paradigma completo
desde una perspectiva ecológica, desde la
perspectiva de nuestras relaciones con los demás,
con las generaciones venideras y con la trama de la
vida de la que formamos parte. (Capra, 1998, p. 29)
En ese sentido, en el panorama actual dentro del denominado
Cuidar
“capitalismo salvaje”, el paradigma ecológico se opone a las
prácticas propias de este pensamiento, siendo incorporado, en
muchos casos, a sus conveniencias, para disfrazar procesos de
dominación.
El pensamiento ecológico está en el fundamento de diferentes
culturas, mientras tanto, la idea de incorporar este pensamiento
en los nuevos escenarios sociales permanece en los discursos
porque estas inclusiones conllevan el eco de un pensamiento
profundamente arraigado, derivado de prácticas milenarias de
dominación y localizado políticamente en el tejido y repartición de
los poderes. Al respecto el antropólogo Arturo Escobar resalta que:
[…] una conexión duradera de las personas con la tierra resulta
ser de un activo engranaje con ella; en vez de ser una reflexión
de la “tradición”, es una parte integral de la vida moderna
contemporánea de estas comunidades, a pesar de que existen
casos en que esta conexión pude ser un vehículo para ejercer
poderes sobre ellos. (Escobar, 2012, p. 111)
De esta manera, las contribuciones del sur al tema de la
ecología no son nuevas, pues se refieren a las propias prácticas
Aberturas estéticas 193
 de existencia de diversos pueblos originarios y nativos de
diferentes lugares. De este modo, el tema se convierte en
otro descubrimiento y posterior colonización del norte,
haciéndolo reapropiarse de los conceptos y de las prácticas,
a través de lenguajes propios de los sistemas hegemónicos,
para ser presentados de nuevo como salvadores de las
actuales crisis. En este punto, no se debe olvidar, lo que afirma
Teresa Romañá:
[…] la responsabilidad fundamental de la crisis
ecológica recae del norte minoritario, que es el que
impone las condiciones de intercambio comercial
al sur y depreda sus recursos para el consumo
desmesurado de las sociedades opulentas,
con menos personas. (Romañá, 2007, p. 118)
Desde esta perspectiva, las ideas sobre un pensamiento
ecológico difieren profundamente del “norte hegemónico”
en relación al “sur global”, ya que, de forma paradójica, a pesar
Cuidar
que de los actores sociales del sur conserven y propongan
prácticas ecológicas de existencia, su lucha no consiste tanto
en su inclusión dentro de una sociedad globalizada, pero sí
en encontrar un camino por el cual estas visiones de mundo
garanticen condiciones dignas para la vida (Escobar, 2012). Esto
es consecuencia de que las condiciones actuales de vida para las
comunidades de seres humanos, cada vez más marginalizados,
son cada vez más estrechas.
El pensamiento ecologizado sucede recíprocamente en
nosotros y, a su vez, en aquello que afectamos. A partir de él se
percibe que toda la existencia vibra a través de una misma red
delicadamente interconectada, de manera que “[…] el cambio
de paradigma incluye, por lo tanto, el cambio de jerarquías de
las redes, de la organización social” (Capra, 1998, p. 32), lo que
implica un complejo proceso de restauración de la sociedad,
no solo reconociendo el valor y la responsabilidad individual,
sino también afectando directamente los sistemas actuales.
En esa dirección, cuando reconocemos y asumimos un lugar
en esta red de interdependencias, se verá reflejado en nuestra
vida cotidiana y de ella surgiría una ética radicalmente nueva
(Capra, 1998, p. 32).
194
Ecologías y estéticas
Esta nueva forma de estudiar y comprender nuestra existencia,
basada en un paradigma ecológico, hizo que otras disciplinas
como el arte, problematizaran sus propias prácticas y métodos.
Así, en el siglo XX, especialmente, se dieron una serie de
contribuciones de artistas que participaron de la transformación
de diferentes contextos y que dirigían sus prácticas artísticas
concretamente como dispositivos eficaces para el desarrollo
social. Intentaban convertir el arte en modelo de conectividad
y sanación del mundo, dejando de lado la primacía del ojo
para ir más allá, hasta los contextos sociales en la búsqueda de
tejer en conjunto, “creando un flujo en el que no hay distancia
espectatorial, ningún imperativo antagonista, sino casi la
reciprocidad que encontramos en juego en un ecosistema”
(Gablik, 1995, p. 11). Estas aperturas representaron un espacio
para generar un nuevo arte, el cual se incorpora de una forma
más sistémica a las dinámicas de la existencia que está más
Cuidar
sincronizada con una cultura de foco ecológico e interactivo
(Gablik, 1995).
La evolución hacia este nuevo paradigma es un proceso que
requiere de un largo aliento, pues no se presenta como una
salida mágica y salvadora a los problemas y rupturas del mundo
contemporáneo, pero nos propone una tarea colectiva que
implica un alto grado de compromiso individual y, al mismo
tiempo una transformación del foco con el que asumimos
nuestra individualidad. La propuesta del artista alemán
Joseph Beuys, en esa dirección, presenta la práctica artística
mucho más allá de los objetos, pues se enfoca en una poética
humana, en la cual nos asumiríamos como seres creadores,
capaces de autodeterminarnos. “[…] y eso quiere decir que
yo tengo que asumir una responsabilidad ahora. Tengo que
participar, cooperar. Ya no puedo vivir egoístamente solo para
mí mismo.” (Bodenmann-Ritter, 2005, p. 57). A pesar de que
las artes, históricamente, han tenido un carácter relacional y
conectivo, dado que complementan su sentido en la interacción
social generando lazos que perviven históricamente y que nos
conectan con siglos de existencia, son estas nuevas prácticas las
que toman las propias relaciones como material de su propuesta,
Aberturas estéticas 195
 posicionándose como un intersticio social que produce
relaciones entre las personas y el mundo (Bourriaud, 2006). Si
ampliamos ese territorio de análisis delimitado por estos autores
específicamente a la esfera de la actividad artística, respaldada
por instituciones, encontramos que en los sucesos de la vida
cotidiana se producen propuestas para crear nuevas formas de
relacionamiento. Son estas mismas propuestas, realizadas por
artistas y no artistas, las que parecen emerger de la nada, las que
ponen en conflicto lo que un conjunto social define como arte,
reiterando que la poética humana no reconoce solo los espacios
dedicados al arte, sino que al contrario circula en otra esfera de la
vida, generando nuevos sentidos de existencia.
Ahora, si el pensamiento ecologizado se presenta como un
nuevo paradigma, en debate con las condiciones actuales de
vida, es importante considerar que “[…] el problema ecológico no
solo nos concierne en nuestras relaciones con la naturaleza, sino
también en nuestras relaciones con nosotros mismos” (Morin e
Hulot, 2008, p. 25). La existencia en armonía con un pensamiento
Cuidar
ecológico cuestiona radicalmente nuestra forma de vernos, de
crecer, de sentir y de transformarnos.
Este proyecto significaría el paso de un yo único –con una
historia particular y una memoria específica, relativizándose y
diluyéndose en sus relaciones con el mundo– esta experiencia
modificaría drásticamente cada uno de nuestros relatos, las ideas
sobre nosotros mismos y, sobre todo, las prácticas de relación
con nuestro mundo. Esto se hizo muy evidente en el proyecto
Ecología en Prácticas Cotidianas, cuando nuestras narrativas
tomaron forma en microuniversos, generaron diálogos
que, a su vez, reordenaban y recreaban permanentemente
nuestra mirada sobre nuestra propia historia, nuestras formas
de pensar e interactuar con la vida, así como se revelaban
nuevas reconfiguraciones sobre estar en el planeta y nuestras
proyecciones futuras de existencia.
196
Poéticas ecolaborativas
Es posible tejer relaciones que conecten cada vez más lo
que conocemos como arte con las prácticas humanas de la
cotidianidad, dejar fluir nuestras poéticas hacia territorios
nuevos, no enfocadas en producir, sino en un abanico de
sensibilidades que nos permitan profundizar en el significado
de estar juntos, relacionarnos como postura política ante una
realidad que bombardea permanentemente la posibilidad
del encuentro. Una parte de nuestra historia nos recuerda que
éramos muchos seres compartiendo una sola alma, otra nos
esconde el alma en el infinito bosque de nuestra interioridad e
individualidad.
Es común que nos reunamos para hacer cosas juntos, la
propuesta de ecolaborar es hacer cosas juntos para encontrarnos.
La idea es, inventar el encuentro, recrearlo, reconocerlo como
potencia olvidada y permitir el fluir de otras formas de colaborar
Cuidar
que no conocemos. No es un encuentro fácil, ver a los ojos de
otro igual es ver el espejo profundo de nuestros miedos; es en la
comprensión de nuestra propia humanidad, en los límites de lo
que somos, en la precariedad de nuestras posibilidades donde
nuestro viaje por la vida se torna más real y profundo.
Una vez con la humanidad expuesta, con las diferencias
en la superficie, pero con la certeza de un espíritu universal
compartido, el sentido de la comunidad adquiere fuerza. En este
punto, la búsqueda de lo comunal no es el consenso, se trata de
sensibilidades en diálogo cuyo sentido más poderoso es “…una
utopía que haga posible un futuro común, por la recuperación de
la totalidad en el seno de la comunidad” (Valencia, 2015, p. 253).
En este contexto la tarea requiere una ética del cuidado de lo
colectivo, una mirada crítica sobre nuestros propios intereses,
una exposición honesta y verdadera sobre aquello que nos lleva
a propiciar el encuentro, la comprensión de que vamos a entrar
en un territorio con diferencias, oposiciones, otros tiempos,
otras formas de conocimiento, otras subjetividades, con el fin de
comprender así que nuestra labor no es unificar, ni corregir, ni
eliminar las diferencias. Se trata de recrear la existencia a partir
de una conciencia colectiva; de olvidar algunos modos de operar
Aberturas estéticas 197
 y actuar el mundo desde la fantasía de lo individual; de reinventar
nuevas comunidades de práctica, participativas, diversas y sólidas,
reexistiendo en todos los niveles. Solo así las poéticas dejarán de
ser el reflejo siempre imperfecto de un occidente que está del
otro lado de nuestra realidad, y serán una vía para dejar emerger
nuestras sensibilidades insospechadas y ocultas.
Para abordar las prácticas que denomino ecolaborativas, propongo
tener en cuenta algunos principios, así como ciertas nociones que
posibiliten su concreción en acciones. Por esto, es fundamental
tener en cuenta que estas prácticas incorporan tanto nuestras
ignorancias como nuestros conocimientos, tomando distancia
de categorías de conocimiento predeterminadas y estratificadas;
en este punto es necesario también, entender la ignorancia
como un eslabón necesario para la creación de conocimiento,
dejándola fluir para reinventar otras posibilidades de existencia
(Garavito López, 2013).
De otro lado, al caminar hacia las prácticas ecolaborativas,
Cuidar
permitimos el cohabitar de conocimientos en una ecología
de saberes diversos, para dar apertura a nuevos sentidos y
experiencias que actúan como posibilidades de prácticas y
saberes contrahegemónicos (Valencia Cardona, 2015) que se
constituyen como conocimiento dinámico en permanente
construcción.
Del mismo modo, es fundamental también, tener en cuenta
propuestas como las de Boaventura de Souza Santos (2012)
y abandonar la concepción lineal del tiempo para que las
prácticas y agentes de diferentes epistemes sean concebidas
en simultaneidad y contemporaneidad, entendiendo que no
existen prácticas que no deben ser usadas por su antigüedad o
por asociarlas con falsas ideas sobre lo primitivo.
Para abordar nuestra tarea, retomo la invitación de Mario Valencia
quien propone la construcción de una mirada limpia como
recuperación de la conciencia visual del mundo a través de un
punto de vista libre de prejuicios que impidan el vínculo saludable
entre la memoria y el ojo. Esto requiere el abandono de la mirada
pura instalada por occidente, normalmente, a-histórica, que solo
se reconoce a sí misma (Valencia Cardona, 2015).
198
También podemos incorporar propuestas como la de Jaime
Martínez Luna para pensar la comunalidad como forma de lo
colectivo a través de la desindividualización y de la comprensión
de una subjetividad comunal (Martínez Luna, 2009); esta es
una de las tareas fundamentales para llevar a cabo nuestros
propósitos, pero también, una de las más complejas cuando
estamos inmersos en un modelo que reitera permanentemente
la individualización como estrategia para el consumo.
La articulación consciente de conocimientos prácticos, sensibles,
teóricos, intuitivos y otros, como un conjunto en sus dimensiones
necesarias, sin privilegio de un único tipo de conocimiento
(Garavito López, 2013), es una necesidad en estos procesos, sin
olvidar reflexionar, reiteradamente, sobre la participación de
todas nuestras dimensiones.
En este proceso se suma la importancia de no perder la
curiosidad por aprender, así como tener la comprensión de que
todas las formas de conocimiento son incompletas y de que esta
Cuidar
condición es una potencialidad, es decir, algo necesario para
evitar interpretar todo a través de un solo tipo de pensamiento
(De Sousa Santos, 2012).
De esta manera, nos encaminamos hacia el desarrollo de un
pensamiento plural y propositivo basado en la intersubjetividad,
teniendo claro que en un escenario en donde coexisten distintas
prácticas de conocimiento, los tiempos y los espacios suceden
en diferentes escalas. En esta perspectiva, es importante estar
dispuesto a actuar en sintonía con estas diferencias (De Sousa
Santos, 2012).
Es significativo mencionar, igualmente, la reexistencia que
señala el geógrafo brasilero, Carlos Porto Gonçalves como
la alternativa de los pueblos que, en relaciones de poder
asimétricas, más que resistir, reexisten y se reinventan en su
diferencia, generando nuevas preguntas y otras formas de
relación (Porto-Gonçalves, 2002). Así pues, pensar en una
reinvención cotidiana de la vida, dejando de lado las lógicas
hegemónicas de una postura centralizada, y sumergirse en la
profundidad de las culturas para dignificar la vida, reinventarla
y transformara todo el tiempo (Albán Achinte, 2009).
Aberturas estéticas 199
 Finalmente, se refuerza la necesidad de tener una disposición
crítica permanente frente al proceso, que permita reflexionar
y estar en constante cambio, así como tener desapego por el
saber a través de la práctica de desaprender, para dar paso a
saberes que se articulen de acuerdo con cada circunstancia.
Teniendo esto en cuenta, es posible afirmar que en la
ecorrelación descansa el eje de estas poéticas. A pesar de que
una práctica ecolaborativa sea respaldada por cualquier espacio
institucional, de barrio o comunitario, es importante reconocer
que esto es solo una característica, pues el colectivo y sus
realidades van a definir los tiempos, los ciclos, los productos y
las formas del proceso.
De esta manaera, pensar en prácticas estéticas ecolaborativas, es
tener la posibilidad de desprendernos del hilo narrativo tejido
con ojos ajenos. Es, además, desaprender las limitaciones que
nos enseñaron a no ser, construir algo para un camino del que
poco sabemos y actuar a través de poéticas que no respondan
Cuidar
a la necesidad creada de pertenecer a algo que no existe, pero
que dé cuenta de universos y sensibilidades colectivas como
poder vital y potencia para nuestra existencia.
200
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