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P U B L I C AC I O N E S D E L
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
ESCUELA DE ESTUDIOS HISPANO-AMERICANOS
MINISTERIO
CONSEJO SUPERIOR
DE EDUCACIÓN DE INVESTIGACIONES
Y CIENCIA CIENTÍFICAS
NIPO: 653-05-057-0
ISBN: 84-00-08314-8
Depósito legal: SE-3315-05
Edición al cuidado de J. Raúl Navarro García
Impreso en España
Impresión: A:G: Novograf
Maquetación: Juan Gallardo Blanco
ÍNDICE GENERAL
PRÓLOGO ................................................................................... 11
que acaso sueña con restablecer una armonía sagrada entre el hom-
bre y la naturaleza, entre el cuerpo y el lenguaje, que es también
decir: entre el hombre y el hombre. Debajo del lenguaje más articu-
lado y más preciso, podría decirse, alientan las fuerzas primitivas del
mito, de la leyenda, de la metáfora originaria, especie de reserva de
signos a la que no podemos sustraernos en tanto seres hablantes y
pensantes. La mejor demostración de ello, por supuesto, es el len-
guaje de la poesía. En este contexto no me queda sino recomendar
la lectura de este interesante y en muchos sentidos original libro.
EVODIO ESCALANTE
Departamento de Filosofía
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa
EL PRIMER JAIME SABINES:
UNA POÉTICA MANIERISTA1
5 Zarebska, Carla: Jaime Sabines. Algo sobre su vida, Trónix, México, 1994,
pág. 55.
6 De ahí viene aquel verso absurdo “le curo las almorranas a Neruda” en el
Diario semanario y poemas en prosa (1961).
Las lecturas del poeta 25
7 Neruda, Pablo: “Sobre una poesía sin pureza”, Caballo verde para la poesía,
1935, reprod. Schwartz, Jorge: Las vanguardias latinoamericanas. Textos programá-
ticos y críticos, Cátedra, Madrid, 1991, págs. 485-486.
26 BEATRIZ BARRERA PARRILLA
11 “Busqué los atajos / angostos, los pasos / altos y difíciles... / A tu alma se iba
/ por caminos anchos. / Preparé alta escala / -soñaba altos muros / guardándote el
alma-, / pero el alma tuya / estaba sin guarda / de tapial ni cerca. / Te busqué la puer-
ta / estrecha del alma, / pero no tenía, / de franca que era, / entradas tu alma. / ¿En
dónde empezaba? / ¿Acababa en dónde? / Me quedé por siempre / sentado en las
vagas / lindes de tu alma” (Pedro Salinas en la antología de Gerardo Diego Poesía
española contemporánea, Madrid, Taurus, 1979, pág. 306).
12 “Como pájaros perdidos”, XXXIII, Maltiempo, RP, pág. 240. Esta última
observación no apareció en la versión del presente artículo anteriormente publicada
en la revista Mapocho.
30 BEATRIZ BARRERA PARRILLA
15 Pensemos en Ramón López Velarde, pero también en ese librito que Jaime
Sabines cuenta en numerosas entrevistas que memorizó completo: el Declamador sin
maestro, ejemplo de un tipo de publicación de enorme éxito popular donde conviven
poemas de distintas épocas y muy variable calidad bajo el único criterio de la sonori-
dad. Nos extendimos en la importancia del Declamador para Sabines en un artículo
titulado “Jaime Sabines, una poética del interior”, publicado en Cultura, suplemento
del Diario Ovaciones, en México, el 27 de junio de 1999, que sirvió de base a un estu-
dio posterior incluido en el libro: Jaime Sabines: Una poética entre el cuerpo y la
palabra, Escuela de Estudios Hispano-Americanos (CSIC), Sevilla, 2004.
36 BEATRIZ BARRERA PARRILLA
19 Sobre todo la poesía modernista, que tanto consumió, era en sus postrimerías
una colección de variaciones sobre unos cuantos temas que no dejaban de aparecer.
Las lecturas del poeta 47
Contemporáneos
Jaime Sabines dice haber leído “algo de los Contempo-
ráneos” la primera vez que fue a México. Debe referirse a
1945, el momento de su contacto problemático con la metró-
poli. Sabemos que Carlos Pellicer le ofreció un prólogo para
Horal que él rechazó. “Carlos Pellicer es un gran poeta mexi-
cano, pero no mi maestro”, diría años después2. El caso de
Pellicer es extensible a los demás poetas de Contemporáneos:
Sabines probablemente había conocido algo de ellos cuando
escribió sus primeros libros, incluso podrían reconocerse hue-
llas verbales, algunas muy fuertes, como la de José Gorostiza,
pero no fueron sus maestros.
En 1959 dijo que “las mejores voces [de la poesía mexica-
na moderna] –Díaz Mirón, Velarde, Pellicer y Gorostiza– son
voces fuertes, abiertas y precisas. “Muerte sin fin es un poema
a todo volumen”. Al ser interrogado sobre sus poetas mexica-
nos preferidos responde que “los cuatro mencionados y Othón.
1 Un borrador parcial de este artículo se publicó con el título “García Lorca y
Sabines” en un homenaje: Jaime Sabines “In memoriam”, La Jornada semanal,
México, 28 de marzo de 1999. El resto es inédito.
2 Pacheco, Cristina: “La poesía, donde todos bebemos”, Siempre!, México, 25
de enero de 1984; reprod. en Mansour, Mónica: Uno es el poeta, SEP, México, 1988,
págs. 388-389.
50 BEATRIZ BARRERA PARRILLA
3 Entrevista con José Casahonda Castillo cit. Macías, Elva: “Jaime Sabines”,
Punto de partida, México, 1982; reprod. en Mansour, pág. 346; cit. Escalante,
Evodio: “Seis propuestas para leer a Jaime Sabines”, La poesía en el corazón del
hombre. Jaime Sabines en sus sesenta años, UNAM /INBA, México, 1987, pág. 110.
4 Arellano, Jesús: “Raíces poéticas de Jaime Sabines”, Nivel, núm. 33,
México,1961, págs. 2 y 6; reprod. Mansour, pág. 155.
5 Vallarino, Roberto: “Jaime Sabines: el único poeta mexicano cotidiano”,
Cuadernos de Literatura, núm. II, 5 de agosto de 1977, págs. 93-96; reprod. Mansour,
pág. 290. Completaremos la observación aportando los conocidos versos del
“Nocturno de la estatua” de Xavier Villaurrutia: “Correr hacia la estatua y encontrar
sólo el grito, / querer tocar el grito y sólo hallar el eco, / querer asir el eco y encon-
trar sólo el muro / y correr hacia el muro y encontrar un espejo. // Hallar en el espe-
jo la estatua asesinada, / sacarla de la sangre de su sombra, / vertirla en un cerrar de
ojos, / acariciarla como a una hermana imprevista / y jugar con las fichas de sus dedos
/ y contar en su oreja cien veces cien cien veces / hasta oírla decir: “estoy muerta de
sueño” (Villaurrutia, Xavier: Obras, FCE, México, 1966 (r. 1974), págs. 46-47).
Las lecturas del poeta 51
9 Cf. Dauster, Frank: Ensayos sobre poesía mexicana. Asedio a los contempo-
ráneos, De Andrea, México, 1963, pág. 47.
10 Cf. Dauster, Frank: “Poetas mexicanos nacidos en las décadas de 1920, 1930
y 1940”, Revista Iberoamericana, núms. 149-150, Pittsburg, julio-diciembre de 1989.
11 Cf. al respecto Barrera, Beatriz: Jaime Sabines: una poética entre el cuerpo
y la palabra, EEHA (CSIC), Sevilla, 2004.
12 Novo, Salvador: Poesía, FCE, México, 1961, págs. 38-39.
Las lecturas del poeta 53
César Vallejo
La cercanía entre Jaime Sabines y César Vallejo ha sido
advertida en numerosas ocasiones. Vallejo es siempre destaca-
do como una de las voces más afines: con parecida sensibili-
dad, en versión mexicana, Sabines está atrapado en las mis-
mas coordenadas que el peruano. Sin embargo se empeña en
negar la evidencia, debemos a Marco Antonio Campos una
entrevista en la que Sabines declara:
14 Los otros tres son: Efraín Huerta, “amigo y gran tipo”, Chayo (Rosario)
Castellanos, por su dulzura, ternura, inteligencia y sentido del humor, y Carlos
Pellicer. Cf. Dehesa, Germán: “El poeta, el hombre, la medalla (Entrevista a Jaime
Sabines)”, Reforma, México, 7 de octubre de 1994.
15 Campos, Marco Antonio: De viva voz, Premiá, La red de Jonás, Tlahuapan,
Puebla, 1986, pág. 33.
Las lecturas del poeta 55
el hilo universal del discurso queda roto por la voz que nombra lo
particular [...] Frente a la macrohistoria, pues, la microvida [...]. La
brusca aparición de lo mínimo humano y de sus símbolos (la cucha-
ra, el zapato, el pantalón, el pan [...], la semana del hombre con sus
días) denuncia la ocultación operada por los grandes lenguajes con-
ceptualizantes, por los decires de la totalidad.
Frente a ellos, el hombre se quiebra o se fragmenta; es, en rigor,
fragmento, no totalidad27.
2 Sabines afronta por primera vez la calidad frágil y orgánica del ser humano
en 1945 con la muerte en accidente aéreo de uno de sus mejores amigos, Tony Borges.
El joven poeta es llamado para el reconocimiento de los restos. La experiencia de la
enfermedad queda marcada por la imagen del cuerpo en destrucción. Además la her-
mana Rosa, el padre, el hermano Juan... mueren de cáncer tras terribles padecimien-
tos, quedando ese dolor en la escritura. El propio Jaime Sabines sufriría años después,
tras un accidente, una larga convalecencia llena de quirófanos, si bien en esa época
decidiría no escribir sobre ello.
80 BEATRIZ BARRERA PARRILLA
5 “Quise hacer dinero”, Yuria, RP, pág. 190. También es un motivo bíblico
recurrente en Sabines la comida transmutada en piedras o llena de ellas.
6 Pacheco, en Mansour, pág. 383.
82 BEATRIZ BARRERA PARRILLA
Adán y Eva
Adán fue hacia ella y la tomó. Y parecía que los dos se habían
metido en un río muy ancho, y que jugaban con el agua hasta el
cuello, y reían, mientras pequeños peces equivocados les mordían
las piernas8.
El árbol de la vida
Líbano. Se crió allá hasta los catorce años. Regresó a Cuba, después a México, se
metió a la Revolución y cuando llega a Chiapas tiene ya grado de capitán de las fuer-
zas carrancistas” (Jaime Sabines en Macías, Elva: “El olvido es la sobrevivencia”,
Periódico de Poesía, núm 1 (Nueva Época), UNAM, México, 1993, pág. 6).
11 La sabiduría se alaba a sí misma: “Elevada estoy cual cedro sobre el Líbano,
y cual ciprés sobre la cordillera del Hermón” (Eclesiástico 24, 17).
12 “Porque el día del Señor de los ejércitos aparecerá para todos los soberbios
y altaneros, para todos los arrogantes; y serán humillados: y para todos los cedros del
Líbano, y para todas las encinas de Basán” (Isaías, 2,13).
13 Ezequiel 31,1-18.
14 Para Guadalupe Flores “el padre (Dios y el Mayor Sabines) es símbolo de
protección, de fuerza, cohesión y unidad” (Flores Liera, María Guadalupe: Lo sagra-
do en la poesía de Jaime Sabines, tesis de licenciatura en Lengua y Literatura
Hispanoamericana, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, México, 1990, pág. 161).
Las lecturas del poeta 87
21 “Yo escribí en el rancho un poemita que jamás he publicado, pero que dice:
Porque hablando de ti, Señor, Señora… Dios es neutro. No quiero definirlo como
femenino, pero tampoco como masculino. Dios es neutro totalmente. Tiene los dos
sexos, si es que se puede hablar de sexos; tiene los dos géneros, tiene la totalidad.
Dios es lo; no es el ni la. Tiene la capacidad de lo neutro para ser total” (Sabines en
Bartolomé, pág. 11).
22 “–En alguna plática anterior que tuvimos, usted dijo que no le gustaba hablar
de Dios, ¿por qué?
–Porque todo lo que he dicho acerca de Dios está en mi obra. Estoy en paz con la idea
de Dios. Lo único que podría agregar es que cuando lo pienso, siento que Dios es todo
lo que desconocemos. Me parece una forma poética de definirlo” (Atencio, Graciela:
“La felicidad es una mala receta de nuestra época, decía Jaime Sabines” La Jornada,
México, 21 de marzo de 1999, Cultura, pág. 31).
Sobre el tema de Dios en Sabines véase Escalante, Evodio: “La imprecación que no
cesa”, La Jornada Semanal, México, 28 de marzo de 1999, pág. 3 y Deltoro, Antonio:
“Poesía y crónica en Jaime Sabines”, La Jornada Semanal, México, 24 de marzo de
1996, pág. 6).
90 BEATRIZ BARRERA PARRILLA
La imagen de Job
El texto bíblico comienza contando la historia de un
“hombre intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del
mal” (Job 1,1), un patriarca tan pío que el Señor lo pone como
ejemplo ante Satán, quien dice que su fidelidad es debida sola-
mente a su vida próspera: “Mas extiende un poquito tu mano
y toca sus bienes, y verás cómo te desprecia en tu cara. Dijo,
pues, el Señor a Satán: Ahora bien, todo cuanto posee lo dejo
a tu disposición; sólo que no extiendas tu mano contra su per-
sona” (Job 1, 11-12). Entonces el santo varón recibe más y
más calamidades: le roban el ganado (bueyes de labor, asnos,
camellos), acuchillan a sus mozos, cae un rayo del Cielo que
El sol no apareció por ningún lado en todo el día. No hubo más que
humedad sobre las casas, humedad y tristeza. […] Porque todos los
deseos de pronto se echan al suelo, cansados, con los ojos cubiertos
de lágrimas. Y un solo afán, derrotado y obscuro, sigue adelante.
Esta gana de vivir a pesar de todo, este amor amputado que se
levanta sobre sus propios muñones, ¿qué es sino tristeza, perdón
maldito, trago amargo?
Nadie va a saber cuando llegue la noche29.
29 “El sol no apareció por ningún lado”, Diario semanario y poemas en prosa,
RP, págs. 130-131.
30 “¿Tiene uno, como la naturaleza...?”, Ibídem, RP, pág. 131.
Las lecturas del poeta 95
El Eclesiastés
Un saberse impotente y prescindible (o “El llanto fracasa-
do”) es también el espíritu del Eclesiastés, que marcará la obra
entera de Sabines: describe con su estribillo lo que es todo
31 “Alma mía, sangre mía”, Poemas sueltos (1951-1961), RP, págs. 165-166.
32 Autonecrología, VIII, en Yuria (1967), RP, pág. 200. La figura bíblica recu-
pera su nombre explícito en uno de los últimos textos de Sabines, figurando en el títu-
lo. Reconciliado con la divinidad, próspero, se le ocurre la posibilidad de otro juego
de Dios: “De pronto, me siento perseguido por la buena suerte. Todo me sale bien.
Disfruto de salud, de amor y de dinero. ¿qué hice? ¿qué debo hacer para merecerlo?
/ ¿Es una más de tus pruebas, Dios mío?” (“Preocupación de Job”, Otros poemas
sueltos (1973-1993), RP, pág. 273).
96 BEATRIZ BARRERA PARRILLA
33 “Unas hojas nacen y otras se caen; así de las generaciones de carne y sangre,
una fenece y otra nace. Toda la obra corruptible ha de perecer finalmente, y su artífi-
ce tendrá el mismo paradero que ella” (Eclesiástico 14, 19-20).
34 “El día”, Horal, RP, pág. 7.
35 Eclesiastés, 9,4-5.
36 “Así es”, Horal, RP, pág. 26.
Las lecturas del poeta 97
Sacralizaciones y desacralizaciones
a través de la intertextualidad
1 Este trabajo está previsto que se publique durante el año 2005 en la Revista
de Crítica Literaria Latinoamericana, Universidad de Dartmouth, Hanover, New
Hamspshire.
104 BEATRIZ BARRERA PARRILLA
de donde estos siete inferiores son llamados números o medidas de la fábrica. Así
mismo [el hombre] está compuesto por los Elementos, por lo que rinde obediencia a
los influjos de los superiores” (pág. 353). Este pensamiento antiguo y mítico, elemen-
tal, está en clara sintonía con la poética de Sabines. Escribía Descartes, por su lado
que “el cuerpo no es otra cosa que una estatua o máquina de tierra a la que Dios da
forma con el expreso propósito de que sea lo más semejante a nosotros, de modo que
no sólo confiere a la misma el color en su exterior y la forma de todos nuestros miem-
bros, sino que también dispone en su interior todas las piezas requeridas para lograr
que se mueva, coma, respire y, en resumen, imite todas las funciones que nos son pro-
pias [...]. Conocemos relojes, fuentes artificiales, molinos y otras máquinas similares
que, habiendo sido realizadas por el hombre, sin embargo poseen fuerza para mover-
se de modos distintos en virtud de sus propios medios; creo que no sería capaz de
imaginar tanta diversidad de movimientos en ésta, que supongo construida por la
mano de Dios, ni de atribuirle tal artificio, como para que no tengáis motivo para pen-
sar que pudiera ser aventajada por otra”. Comenta Aracil en seguida: “Frente a la
“fábrica humana” de Fludd, dominada por los planetas y las armonías musicales, la
“máquina de Descartes trata de despojarse de todo misterio y da paso a una nueva era
de las relaciones entre el hombre y el número, entre ciencia y naturaleza” (pág. 354).
Añadiremos que las palabras cartesianas implican un desafío a la técnica en cuanto a
la creación de vida artificial, una invitación al surgimiento del “nuevo Prometeo”, afín
al concepto de cyborg La nueva antropología se refleja en el androide desde la publi-
cación en 1748 (Leyden) de L’homme machine, de Julien Offray de La Mettrie.
5 Ibídem, pág. 372.
Las lecturas del poeta 107
7 Moriau.
8 Yehya, Naief: “El cuerpo en la sociedad pancapitalista: entre la perfección
del cyborg y la eugenesia”, Universidad de México núm. 575, UNAM, México,
diciembre de 1998, págs. 28-34.
Las lecturas del poeta 109
9 “You are what you drive” (Eres lo que conduces) es una frase asumida entre
los estadounidenses; el teléfono móvil constituye otro ejemplo en desarrollo del mis-
mo fenómeno, con el añadido de la compatibilidad entre aparatos para enviar iconos,
mensajes o imágenes o las promociones de las distintas compañías fomentando la
endogamia; el comportamiento, como la mercadotecnia asociada, es claramente sus-
titutorio de una dinámica sexual.
10 Sabines, Jaime: “Caballos de fuerza”, Otros poemas sueltos (1973-1993), en
el volumen Recuento de poemas (1950-1993), Joaquín Mortiz, México, 1999, pág.
271. Esta edición será citada desde ahora como RP.
110 BEATRIZ BARRERA PARRILLA
vez la burla sutil con el eco de los anuncios que venden distin-
ción: “tantas preciosidades que lo hacen distinto”. Se declara
el asombro ante la propia actitud, pues el poeta en ningún
momento duda de su adquisición, sino de su identidad estéti-
ca y de su libertad en relación al grupo y a sus valores, en los
que se ve envuelto, y sin responderse se responde que perte-
nece a la sociedad de consumo, porque se consuela. Lo inte-
resante es que la última frase podría restaurar al comprador
toda la dignidad en duda, aún no posee el coche, y el crédito
es una forma de lo provisional y lo transitorio, sigue siendo
pobre, es capaz de reconocer que el signo no es índice real-
mente, y que su manera de ser burgués le permite seguir en la
tierra, ganándose las cosas con el sudor de su frente.
No perdamos de vista el hilo principal de nuestra exposi-
ción, el papel de la prótesis en la sociedad contemporánea, su
tendencia metonímica a ocupar el lugar del todo. El resultado
del cuerpo orgánico perfeccionado por la tecnología ha sido
denominado cyborg, al que podemos llamar hombre ciberné-
tico, versión más actual del hombre-máquina. Explica Naief
Yehya:
11 Yehya.
12 El concepto mismo de deporte ha ido con el tiempo adaptándose a la tecno-
logía tanto en los accesorios permitidos a los atletas para mejorar su rendimiento (cal-
zado, fibras cada vez más ligeras de la ropa, diseño aerodinámico de protectores como
el casco de los ciclistas o la misma bicicleta,...) como en los dispositivos de medición
(en el fútbol ya completamente dependientes del video) o en las sustancias químicas
autorizadas. La desnudez de la primera olimpiada sería impensable hoy.
13 Seguimos a Yehya en su planteamiento.
14 Es interesante advertir que el cyborg habita ya completamente el universo
infantil audiovisual: dibujos animados (desde el Inspector Gadget a los manga japo-
neses, en principio para adultos), juegos de ordenador o películas (los problemas de
los replicantes del Blade Runner de Ridley Scott se adaptan para el niño-robot inve-
rosímil de Inteligencia artificial de Steven Spielberg), quedando a gran distancia de
los rudimentarios androides que en películas algo más antiguas todavía se distinguían
con toda nitidez de los humanos (La guerra de las galaxias, de George Lucas, por
ejemplo, con los simpáticos pero nunca equívocos robots-mascota).
Las lecturas del poeta 113
Hay una palabra que al principio del siglo XIX viene a ocupar un
lugar completamente nuevo: es la palabra higiene. Los manuales
que tratan de la salud cambian de título. Todos centrados hasta ese
momento en el “mantenimiento”, en la “conservación” de la salud,
ahora se vuelven tratados o manuales de higiene. […] La higiene
no es ya el adjetivo que califica la salud (hygeinos significa en
griego “lo que está sano”), sino el conjunto de conocimientos que
favorecen su mantenimiento. Es una disciplina en el ámbito de la
medicina. Es un corpus de conocimiento, no un término calificati-
vo físico16.
mente a las venas, el tubo del suero... (en Algo sobre la muer-
te del Mayor Sabines, de 1973, se ofrece un interesante inven-
tario de material clínico y para medir el tiempo del cáncer el
reloj es de arena)23.
La relación de Sabines con la ciencia es tan poco tecnoló-
gica como todo lo demás, la manera de acercamiento al cuer-
po clínico recuerda a la observación minuciosa de los médicos
de provincia de novela realista y naturalista del XIX, más
directa para implicarnos en la carne que cualquier método
contemporáneo de connotaciones urbanas. La limpieza con
que actúa un láser, por ejemplo, o la representación por orde-
nador de las moléculas, pulcritud en una pantalla que nos evi-
ta el mal gusto de la carne cruda, contribuirían a construir una
imagen del cuerpo más cibernética que animal, que es preci-
samente la que se resiste a aceptar esta poesía, nacida en la
suciedad del excremento y la secreción, escrita sin guantes. La
sangre recuperará en Sabines valores ancestrales de vida eter-
na, desatendiendo al asco cultural que la desecha.
Por tanta divinidad antropomórfica y tanta esterilización,
Sabines va a tratar de ignorar la potencia alucinatoria de un
sistema que por otra parte lo rebasa. La sensibilidad barroca
encuentra placer tratando de restaurar la realidad del cuerpo,
como explica Jean Baudrillard:
En todas partes el espejismo del cuerpo es extraordinario. Es el úni-
co objeto sobre el que concentrarse, no como fuente de placer o de
sexo, sino como objeto de responsabilidad y desolado esmero, con
la obsesión del aflojamiento y de la contraprestación, signo y anti-
cipación de la muerte, a la cual nadie sabe ya dar otro sentido que
el de su prevención perpetua. El cuerpo se mima con la certeza de
23 “Mi padre tiene el ganglio más hermoso del cáncer / en la raíz del cuello,
sobre la subclavia, / tubérculo del bueno de Dios, / ampolleta de la buena
muerte”(Algo sobre la muerte del Mayor Sabines, Primera Parte, IV, RP, pág.248).
118 BEATRIZ BARRERA PARRILLA
31 El troglodita que se traza en este poema sobrevivirá muchos años, valga este
botón de muestra publicado en 1972: “No quería levantarse porque eran las cuatro de
la mañana, pero podía dedicar el insomnio a iluminar las cavernas adjuntas y a trazar
en ellas los signos rupestres de la impotencia cotidiana” (“Las hormigas”, Maltiempo,
RP, pág. 224).
122 BEATRIZ BARRERA PARRILLA
33 Anotamos aquí una concordancia con Charles Baudelaire que no nos parece
gratuita: “¡Señor, ten piedad de los locos y de las locas! ¡Oh Creador! ¿Pueden exis-
tir monstruos para los ojos de Aquel único que sabe por qué existen, cómo se han
hecho y cómo habrían podido no hacerse?” (“Mademoiselle Bistouri”, Petits poëmes
en prose (Le spleen de Paris), 47, en Oeuvres complètes, Editions du Seuil, París,
1968 (r. 1991), pág. 181) Sabines leyó a Baudelaire, aunque no lo cita nunca entre sus
lecturas, sólo se refiere a una idea de un poema suyo (también de El spleen de París)
en alguna entrevista a propósito del tema de la fama, pero la afinidad es constante.
126 BEATRIZ BARRERA PARRILLA
38 Cf. “He aquí que estamos reunidos”, Poemas sueltos (1951-1961), RP, 167
(“¡Henos aquí a todos, fermentados, [...]” en referencia a una escena de burdel) y
“Sigue la muerte”, La señal, RP, pág. 71 (la muerte es representada “como un esper-
ma contenido,/ como un vino enfermo”).
Las lecturas del poeta 131
5 En Sabines, ser hijo de la luz es otra cosa más: su madre se llamaba Luz, este
tipo de guiño abunda en sus poemas.
6 Un artículo de prensa de Piero Camporesi “Vivere di nulla”, recogido en su
libro Il governo del corpo, Garzanti, Milán, 1995, págs. 23-28, abunda en las prolon-
gaciones simbólicas del sol a propósito de la simpatía hoy vigente entre sus rayos y
la zanahoria (vegetal que sustituye a otros anteriores como absorbente y catalizador
de su energía) y de la atracción erótica de la mujer por el sol. Menciona Camporesi
también los ritos aztecas, que ofrecían al astro rey corazones aún palpitantes desde el
pecho abierto de los sacrificados.
7 “Mi corazón emprende”, Horal, pág. 23.
138 BEATRIZ BARRERA PARRILLA
8 Ibídem.
9 “El llanto fracasado”, Horal, pág. 25. El amanecer, la iluminación, la recu-
peración cotidiana del génesis, excluyen al poeta, quien habla desde otra temporali-
dad, desde otras leyes. Los montes que se levantan lo hacen con la llegada de la luz,
es un alzamiento visual, un efecto óptico. El mar que “sube hacia el mar” nos recuer-
da aquel verso de Juan Ramón Jiménez del poema “Cielo” (XLIII): “Hoy te he ido
mirando lentamente, / y te has ido elevando hasta tu nombre” (Jiménez, Juan Ramón:
Diario de un poeta recién casado, Visor, Madrid, 1994, pág.103), pues comparten el
Las lecturas del poeta 139
18 Ibídem.
146 BEATRIZ BARRERA PARRILLA
madre de la muerte,
recógelo, abrígalo,
desnúdalo, tómalo,
guárdalo, acábalo28.
30 Hay más casos, otro ejemplo: “¡padre mío, despierta!”, se exclama en Algo
sobre la muerte..., Primera parte, XIII, pág. 253.
31 Adán y Eva, III, pág. 80.
32 Ibídem, IX, pág. 83.
Las lecturas del poeta 153
Es una enorme piedra negra, más dura que las otras, caliente. […]
Es de esas que hemos visto caer lejos, iluminadas. Se desprenden
del cielo como las naranjas maduras y son veloces y duran más en
los ojos que en el aire […]. Allá arriba debe haber un lugar donde
mueren y de donde caen. Algunas han de estar cayendo siempre;
parece que se van muy lejos, ¿a dónde?33
35 Ibídem.
36 “Autonecrología”, III, Yuria, RP, pág. 197.
Las lecturas del poeta 155
en el fondo del alma, y luego viene un día violento en que nos que-
damos sin hojas, y fríos, e inmóviles.
Alma mía, cosechadora de lo que siembro con el sudor de mi fren-
te, con el frío sudor de mi frente, ¿puedes decirme a qué horas nos
encontramos, en qué sitio desierto vamos a vernos?41