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Concepto de hombre en psicología*

Germán Gómez Pérez.15


Resumen
Un concepto como el de naturaleza humana atañe a la totalidad de las ciencias
sociales, y obviamente a la psicología también. Sin embargo, en la psicología mis-
ma el concepto suele quedar al nivel muy abstracto de las generalidades filosóficas
o como asunto inicial de importancia superficial.
Por consiguiente, en diversos textos de psicología suele practicarse una de estas dos
opciones: o se recurre a algunos artificios teóricos para acabar en la base empírica
de la psicología, o sólo se le trata como a una cuestión efímera, superficial y hasta
molesta para llegar lo más pronto posible a los temas que ocupan el texto en
cuestión. El abordaje, así, se realiza desde ángulos y énfasis no homogéneos entre
ellos. Eso es completamente comprensible debido a la heterogeneidad conceptual, lo
que ha sido un rasgo teórico de la psicología. A ello obedece, por tanto, que se
compilen elementos teóricos de procedencia diversa y, las más de las veces, no
específicamente psicológica. En este trabajo intentamos alcanzar una suerte de
mediación entre el terreno de las abstracciones filosóficas y el plano factual de la
llamada psicología "social" (a la que, por razones que abarcarían consideraciones
distintas a estas líneas, preferiría denominar psicosociología. Palabras clave:
psicología, hombre, psicología social

Abstract
A concept as the one of human nature concerns lo the totality of the 4 social
sciences, and obvious to psychology also. +evertheless, inpsychology itself the
concept usually is at the very abstract level of the philosophical majorities or as an
initial subject of superficial importance. Therefore, in diverse íexts of psychology
one of these two optionsasitally isput into practice: Some íheoretical artífices are
used to end up in the empirical base ofpsychology, or it is only mentioned as
something ephemeral, in order to get to the real text as soon as possible.
The boarding, thus, is made from angles and no homogenous emphases among them.
That is completely understandable due to the conceptual heterogeneity, which has
been a íheoretical characíerisíic ofpsychology. Thaí is fhe reason why, many
íheoretical elemenís of diverse origin are compiled buí mosi the times, not specifically
psychological.
In íhis work we íriedío reach a type of mediaíion beíween thefie/d ofíhe philosophical
abstraclions and the factual plañe of the so called "social" psychology (lo which, for
reasons that would include consideralions differení from íhese Unes, I would prefer lo
denomínate psychosociology.
Key words: psychology, man, social psychology.
Supuestos generales

Dos son los grandes planos desde los que el concepto de hombre puede entenderse: el
propiamente filosófico y el específicamente psicológico. Frecuentemente el primero suele
prescindir del segundo, lo que no valida, de ningún modo, proceder al revés, ya que ninguna
disciplina sobre el comportamiento humano genera sus interpretaciones, intervención e
investigación sobre la acción humana sin adoptar, de antemano, un concepto global de
hombre, propiamente filosófico, aunque eso suceda de manera sólo implícita, o inadvertida.

El concepto inicial aquí adoptado en el nivel más general y desde el que pueden desprenderse
algunas sugerencias, consiste en aquella sexta tesis que Marx emplazara contra el naturalismo
de L. Feuerbach: el hombre entendido como el conjunto de sus relaciones sociales.

Desde luego no es suficiente con afirmar que la esencia o naturaleza humana consiste en la
relacionalidad históricamente condicionada entre los hombres; eso es tan suficiente como
obligado para contraponerlo y dejar muy atrás tanto al Llamado robinsonismo gnoseológico,
como a los remanentes escolásticos y las fantásticas especulaciones astrológicas. Pero de
nuevo, con hacerlo así no tendríamos, aparte del nivel más general, casi ninguna otra
aportación respecto a aquello que Marx sostenía respecto al trabajo genérico, en El Capital:

Concebimos el trabajo bajo una forma en la cual pertenece


exclusivamente al hombre. Una araña ejecuta operaciones que
recuerdan las de un tejedor, y una abeja avergonzaría, por la
construcción de las celdillas de su panal, a más de un maestro
albañil. Pero lo que distingue ventajosamente al peor maestro
albañil de la mejor abeja, es que el primero ha modelado la celdilla
en su cabeza antes de construirla en la cera. Al consumarse el
proceso de trabajo, surge un resultado que antes del comienzo de
aquél ya existía en la imaginación del obrero, o sea idealmente. El
obrero no sólo efectúa un cambio de la forma de lo natural; en lo
natural, al mismo tiempo, efectiviza su propio objetivo, objetivo que
él sabe que determina, como una ley, el modo y manera de su
accionar y al que tiene que subordinar su voluntad. Y esta
subordinación no es un acto aislado. Además de esforzarlos órganos
que trabajan, se requiere del obrero, durante todo el transcurso del
trabajo, la voluntad orientada a un fin, la cual se manifiesta como
atención. (1)

Ese adelantamiento ideacional del hombre sobre su comportamiento práctico, a diferencia de


como ocurre en los demás animales, nos conduce a un punto intermedio, es decir, menos
filosófico y más factual. Para eso nada mejor que atender las palabras del biólogo alemán
Bernhard Rensch:
El hombre actual puede reflexionar experimentalmente-te sobre diversas
posibilidades de actuación y realizar el acto que parece relativamente más
favorable, es decir: puede pensar y actuar conforme a un plan en medida
mucho mayor que los monos (...) Así ha llegado el hombre -si bien en los
últimos seis a ocho milenios de su historia, que comprende centenares de
millares de años- a ser el único ser vivo que se reconoce a sí mismo y a su
devenir filogenético y que conoce el mundo, desde las galaxias más lejanas,
hasta el interior del átomo. Para ello fueron de decisiva importancia el
lenguaje, la escritura y la imprenta, como medios para el enriquecimiento de la
tradición y el desarrollo de una conciencia supra individual y un estándar
global de conocimientos (...) Señalaremos, por último, una peculiaridad muy
esencial del hombre y que, junto a muchos aspectos positivos, ofrece también
algunos negativos. El homo sapiens es el único ser vivo que ha logrado
modificaren gran medida la naturaleza de la superficie de la tierra. En el
transcurso de la historia de la civilización se ha ido creando así su propio
ambiente. Han sido sus hábitats artificiales, con todas sus instalaciones
técnicas, los que han posibilitado el desarrollo de la civilización actual. Más,
paralelamente de la creación de un nuevo ambiente, ha quedado suprimida, en
amplia medida, la selección natural. (2)

En un sentido semejante exclama Jacob Bronowski:


Un componente central en este progreso, en este ascenso del hombre,
ha sido la manipulación de la imaginación mental y su expresión en lenguaje y
otros simbolismos. Existe un locus biológico para ello, en y alrededor de las
áreas de lenguaje en el cerebro, que son únicas en el hombre; y la proyección
hacia el futuro a la que sirven está localizada en otra parte adyacente al cerebro
humano: sus grandes lóbulos frontales. Estas estructuras testifican que el Homo
Sapiens se distingue correctamente como un animal que planea y que sus
planes dependen de un análisis del mundo que es formalizado en sus lenguajes,
incluyendo los lenguajes de matemáticas y ciencia. En este sentido, el hombre
es único porque se prepara para sus acciones mediante la búsqueda del
conocimiento y es capaz de separar esto de las respuestas más inmediatas que le
evoca su medio ambiente. (3)

Largas citas cuya amplitud es justificable por el intento de enmarcar el concepto de hombre
que la psicosociología ha hecho suyo.

Un decisivo punto de arranque hacia la definición fue aquella concepción que inauguró la
avanzada del pensamiento revolucionario de finales del siglo XVIII, concepción que adjudica
una "esencia común" a todos los hombres, en supuesta independencia de condiciones como la
sexual, racial, económica o la adopción de creencias, entre muchas más. Cabe destacar que esa
igualdad frecuentemente late en la letra muerta del Derecho y juega por ello como señuelo
político-ideológico, a la vez que como dique teórico contra posturas historialitas no
racionalistas o romanticistas.
De esa igualdad formal provienen algunas formulaciones reduccionistas con que algunos
psicólogos definen al género humano, por ejemplo, el hombre es una unidad histórico-bio-
económica-psíquica-y-social, sostiene Díaz-Guerrero (4). Versiones así, apenas se diferencian
de las posturas teóricas que explican al género humano como "lobo del hombre" y cuyo
supuesto rasgo característico vendría a ser un "egoísmo" natural y suprahistórico, tan
omnipresente como inevitable en cada individuo.

Versiones de ese estilo auspician el énfasis sobre "componentes" fragmentables. Algunos


ejemplos, son los de Le Bon (5), quien privilegió lo psíquico "social" irracional para justificar
la supuesta irracionalidad de las multitudes, al tiempo que insistía en una sobresti-mación de
la inventiva supuestamente típica de "los líderes"; por su parte los clásicos Bandura y Walters
(6) subrayaron la gregariedad imitativa como piedra angular del insistido proceso de
socialización con que se "socializan" incluso los individuos de variadas especies animales.
Propuestas como ésas nutren esquemas más modernizados como el conductista y el etológico.

Pero para avanzar un poco más respecto al concepto de hombre conviene revisar algunas
bases conceptuales intermedias, cuya utilidad llega más allá que mostrar lo muy sabido: que
la psicosociología ha adoptado un concepto de hombre un tanto superficial y añejo.

Volviendo a las reflexiones de Marx, Rensch y Bronowski hay una cuestión que se perfila con
claridad: el género humano es muy diferente a cualquier otro de la escala filogenética. Una
diferenciación que, con respecto al dominio de la naturaleza, ciertamente oculta aún
respuestas precisas a problemas agudos, entre los que pueden citarse los de la contaminación
de amplias porciones de la corteza terrestre, o la expansión de las enfermedades llamadas "de
la civilización". Tales problemas exhiben con elocuencia un precario control humano sobre el
medio natural circundante y también sobre las propias dimensiones corpóreas del género
humano.
Desde luego, sostener la diferenciación entre animales y hombre, suscita reacciones críticas en
contra, reacciones afianzadas en un antiantropo-centrismo que, por su parte, se atrinchera en
un naturalismo biologista entre cuyas principales bases se encuentra la quijotesca versión
rousseauniana de la enajenación (el hombre se ha deshumanizado a causa de la civilización) y
su rescate por escritores como Eugenii Zamiatin en la novela Nosotros (7), o de zoólogos
como el célebre Desmond Morris (8).
En contraste, la distintividad humana (distintividad que no valida la insostenible y deplorable
idea antropocentrista del hombre, proclamado como una especie presuntamente "superior") es
por supuesto un punto de calidad en las ciencias sociales, y ello significa llegar
epistémicamente mucho más lejos que las creencias de personalidades como Auguste

Comte. (9), E. Nácher (10), D. Morris (11), R. Audrey (12) o, más cerca del campo
psicológico y etológico, pensadores como N. Tinbergen (13), P. Leyhausen (14), V.C.
Wynne-Edwards (15), K. Lorenz (16) o I. Eibl-Eibesfeldt (17).

Gran cantidad de los argumentos formulados por autores como los mencionados, son la base
y trasfondo de acciones y explicaciones de infinidad de psicólogos tradicionales y, desde
luego, sus seguidores y continuadores.
Abreviando, entre las propiedades básicas de la distintividad humana respecto a la
animalidad, se encuentran:

En primer lugar la disposición anatomo-fisiológica general, además de las estructuras y


funciones cerebrales del hombre, lo cual no niega que en algún futuro algunas especies
animales pudieran llegar a establecer formas de convivencia suprainstintuales y constituir
estructuras de normas (semejantes o incluso más complejas), como aquellas que el género
humano ha construido hasta ahora (18)

En segundo lugar, la actividad orientada hacia fines, lo que A. Sánchez Vázquez plantea del
siguiente modo:

El hombre también puede ser sujeto de actividades —biológicas o instintivas- que no rebasan
su nivel puramente natural y que, por tanto, no podemos considerarlas como específicamente
humanas. La actividad propiamente humana sólo se da cuando los actos dirigidos a un objeto
para transformarlo se inician con un resultado ideal o fin, y terminan con un resultado o
productos efectivos, reales (...) Por esta anticipación del resultado real que se pretende
obtener, la actividad propiamente humana tiene un carácter consiente (...) Ello no significa
que el resultado obtenido haya de ser una mera duplicación real de un modelo ideal
preexistente(...) Cierto es que el hombre no sólo anticipa el futuro con su actividad
teleológica; al dar razón de una realidad presente, y sobre la base de su conocimiento, puede
prever una fase de su desenvolvimiento que no se da aún. Tal es la legítima función de la
previsión científica. (19)

Con lo previo no se afirma nada contrapuesto a otra manera común y general de reconocerlo:
el género humano es, por ahora y desde hace cuando menos 100 mil años, un phylum cultural,
respecto a las demás especies. Como se verá líneas adelante, el término mismo de "cultura"
amerita matices de ajuste semántico-metodológico.

Cinco propuestas
Desde lo anotado pueden exponerse algunos conceptos intermedios, referidos a la
distintividad de lo propiamente humano o, dicho en otras palabras, relacionados con aquello
que aquí se entiende por lo social.

1) La actividad práxica es el comportamiento cuya(s) dirección(es) obedece(n) a


determinaciones no biológicas, no instintivas, es multi-direccional y no se circunscribe sólo a
la directividad biológica como phylum.

El caso de todas las demás especies animales es radicalmente distinto, ya que la directividad
de su comportamiento depende predominantemente de conservarse o adaptarse como especie
genérica y frente al medio natural. De allí que la individualidad, entre las especies animales,
es asunto circunstancial e inimportante pues, fuera de su papel reproductor, el individuo es
virtualmete incapaz (con relativa excepción de cetáceos y primates) de condensar en su
propio desarrollo ontogénico el conjunto de experiencias vividas por los individuos que le
precedieron, cuando menos de la generación antecesora y, además, transmitirla. Eso quiere
decir que cada individuo animal, a lo largo de su existencia, reproduce las mismas
experiencias y respuestas específicas que, a lo largo de cientos y hasta miles de generaciones,
han realizado los demás miembros de su especie.

Ahora bien, el reconocimiento de tales supuestos no niega que el comportamiento animal


pueda darse en un orden muy riguroso e incluso exquisito y sofisticado, ya que la directividad
animal (que se rige predominantemente por pautas de acción fija) es de una enorme com-
plejidad, transmitida genéticamente de generación en generación. Esa directividad tiene por
finalidad la conservación de la especie y en ella no hay más proyecto hacia el futuro que el de
la adaptación biológica al entorno o medio ambiente.

Por tales razones, básicamente no hay reserva alguna para afirmar que la directividad animal
es casi sólo biológica (es decir lo que aquí podemos denominar bioteleología), mientras que la
del hombre (la socioteleología) es extranatural, suprabiológica, esto es: la directividad humana
es social.

2) Lo social es la mezcla de lo económico, lo político, lo ideológico, lo ético, lo estético y lo


gnósico.

Que esas mezclas se expresan combinadas en variadas formas, y además periodizadas,


dinamizadas, determinadas y articuladas (según los modos de producción) históricamente, es
una verdad sin discusión. Puede afirmarse incluso que los modos de producción son formas
globales en que se combinan los ámbitos mencionados, y que aquello que define la
distintividad de un modo de producción es la predominancia del ámbito económico en dichas
combinaciones.

Con lo dicho hasta aquí puede enfocarse una equívoca y recurrente utilización del vocablo
social en la psicología, que además suele asumirse como punto definitorio de la existencia
misma de la especialización psicológica cuyo campo patrimonial es "lo social".

Junto al rótulo "psicología social" coexiste, complementaria y tácitamente, la creencia (es


decir, como un acto de fe) de que las otras especializaciones psicológicas profesionales como
la "educativa", la "industrial" o la "clínica" no tienen qué ver con lo social en sus escenarios
de actividad.

El núcleo de dicho equívoco es de un simplismo casi evangélico y cuya base nutricia es el


reemplazo de lo colectivo por lo social. Desde esta adulteración conceptual básica se ha
desatado una enorme cantidad de usos tergiversados del concepto.

Pero quizá el de mayor tergiversación del concepto de lo social es visible cuando se le


convierte en un factor más, junto a otros de menor dimensión conceptual; pongamos por caso,
fuera de la psicología, el "modelo multicausal" de la enfermedad de Me Mahon y también el
de una copiosa cantidad de psicólogos que esgrimen el concepto fragmentario de hombre que
veíamos en la cita núm. 4.
Con tales usos conceptuales se iguala o se da trato de iguales a vocablos que no lo son; en
este caso a lo económico con lo social, es decir: a un ámbito específico (el económico) se le
atribuyen alcances que lo equiparan con la totalidad de los demás ámbitos de lo social. Esa es
una cuestión que va más allá de los simples ajustes semánticos, ya que detrás de lo que se
entienda por "social" se disponen recursos, instrumentos, planes y cálculos complejos, para
lograr una determinada finalidad o proyecto de acción societal.

Tal vez no se encuentre en la psicosociología un caso tan ilustrativo y elocuente acerca de esa
visión naturalista, como el del texto ya clásico de Roger Brown, psicólogo "social"
norteamericano muy en boga en México durante los 70 y de cuyo primer capítulo intitulado
significativamente "La conducta social de los animales", tenemos:

Podríamos hacer una larga lista de las ventajas de la vida social (subrayado G.G.) Una
división del trabajo integrada como la que se observa en los insectos sociales permite a cada
individuo hacer aquello para lo

Que está mejor dotado (...) Lo que debemos preguntaren seguida es lo siguiente: "¿por qué e
individuo se porta como se porta en un sistema social?" (Subrayado G. G.) (...) La
interiorización o apropiación de los valores morales tal vez dependa, como creyó Freud, del
desarrollo de un vigoroso afecto. En este desarrollo tal vez existan periodos críticos y
personas de importancia decisiva. La adquisición de la conciencia desempeña en la vida
humana un papel integrador semejante a la conciencia de la especie' que el troquelado crea en
las aves. (20)

Desde luego ese punto de vista no es privativo de psicosociólogos, sino también de algunos
sociólogos clásicos, como Talcott Parsons:

Tanto si se utiliza el adjetivo "biológico" como si no es así, el principio de la evolución está


establecido firmemente en su aplicación al mundo de los seres vivos, en el que debe incluirse
el aspecto social de la vida humana (...) Una sociedad es un tipo de sistema social, en
cualquier universo de sistemas sociales, que alcanza el nivel más elevado de autosuficiencia
como sistema en relación a sus ambientes. (21)

Desde la visión aquí defendida, no es suficiente con incorporar el concepto de lo social, en


tanto vocablo global que es, dentro del "discurso" de los expertos en ciencias sociales sino,
antes que eso, precisar a cuál de sus ámbitos se adjudica qué peso con respecto a los demás, y
desde allí plantear, hipotetizar, investigar, explicar o modificar los hechos particulares.

Basados en lo expuesto, no causaría ningún asombro sostener que todo psicólogo es social
(como lo es cualquier especialista de cualquier otra disciplina de las ciencias sociales) en
virtud de que, independientemente de intervenir en el campo de una u otra especialidad
psicológica, de todos modos el psicólogo trata con hechos realizados (y pensados-sentidos
también) por individuos o colectivos humanos; colectivos o individuos que se comportan
realizando hechos dentro de una combinación de elementos de cualquiera de los seis ámbitos
mencionados.
Desde esta convicción parece sencillo afirmar que las ciencias sociales, respecto a las
naturales muestran, entre otras diferencias de fondo, aquella de que los ámbitos de lo social se
encuentran tanto en el objeto a estudiar como en el sujeto cognocente. Un reconocimiento así
condujo al sociólogo M. Lowy a proponer "la identidad parcial entre sujeto y objeto" (22), una
identidad que casi no tiene cabida en las ciencias de lo natural.

1) Lo colectivo es la gregariedad, lo multitudinario, lo masivo, lo supra individual. El género


humano no es social por ser una especie de convivencia colectiva, como tampoco lo es
cualquier especie animal como las hormigas, abejas, delfines, elefantes o lobos, antepuestos
ocasionalmente como ejemplos de organización "social". En divergencia, lo menos por decir
es que ni hormigas, ni abejas, ni ningún género animal dirige su comportamiento con arreglo
a normatividades económicas, políticas, ideológicas o estéticas.

Incluso debe reconocerse que gran número de especies no humanas adoptan estructuras de
existencia colectiva asombrosamente complejas; sin embargo esa envidiable organización
gregaria no les ha permitido, por decirlo de algún modo, "animalizar" sus entornos naturales
hasta el grado de haberse apropiado del curso de su propia evolución y relación
ambiente/especie. Lo que más bien ha ocurrido es que han sobrevivido exclusiva o
predominantemente a base de adaptaciones al entorno natural, sobrevivencia que no ha
conducido a transformaciones de dichos entornos naturales.

A eso se debe que ni los elefantes han paquidermizado a la naturaleza, ni las ballenas
cetaceistizado los mares, ni los perros caninizado por lo menos los terrenos baldíos. Ahora
bien, no ha sido así porque hayan carecido de dimensión mental o emocional (o inteligencia).
No. En realidad ha sido así sencillamente porque su comportamiento ha obedecido
preferentemente, por centurias o milenios, a las determinaciones biote-leológicas; y de entre
ellas, dos en particular: i) sobrevivir como individuos y ii) desarrollar progenie, no obstante
existir asombrosos fenómenos de lo que se conoce como "altruismo" (23).

El hombre, por el contrario, debido a que su sobrevivencia está basada en crecientes formas
socioteleológicas, ha humanizado por ello al entorno natural, humanizándose o culturizándose
como especie, y por ende, socializando a cada nuevo individuo. Más aún, el hombre, filo-
genéticamente hablando, antes que social fue colectivo; eso vale tanto para los antecesores del
hombre de Cro- Magnon y Neanderthal, como para los sucesores inmediatos. Nadie podría
negar con fundamento que, desde entonces hasta la actualidad, el género humano es menos
dependiente del entorno natural, menos adaptativo, más transformativo, más rector de su
propia evolución. Sin embargo ese rectorado, con todo y no ser garantía absoluta de un futuro
venturoso y promisorio, depende de distintos proyectos socioteleologicos, y por supuesto que
tales proyectos expresan la predominancia de algún ámbito de lo social por sobre los otros.

En suma: lo opuesto-complementario a lo colectivo es lo individual; así como lo opuesto-


complementario a lo social, por ende, no es lo individual, sino lo natural. Por ese par de
razones, tan social es un individuo como lo es un colectivo y, del mismo modo, lo natural está
presente tanto en el individuo como en las colectividades.

Expresado con mayor precisión: individuos y colectivos humanos son fundamentalmente


sociales y parcialmente naturales. Carece de sentido, siendo un burdo absurdo, oponer-
complementar lo individual a lo social, como lamentablemente es frecuente entre psicólogos
y también entre infinidad de especialistas en las ciencias sociales.

LO SOCIAL o LO NATURAL

Individual Colectivo Colectivo - ► Individual

1) Pero hay otra propuesta que puede acusar cierta controversia.

La mención del vocablo sujeto social, se refiere al hombre, sea en términos de individuo o de
colectividades. En contraste, cuando se alude aquí al objeto, ello se refiere a las cosas o
productos de la actividad humana.
Plantear así las cosas no despierta mayor problema. El asunto se complica cuando se enfocan
aspectos o "componentes" del sujeto. Las dificultades epistémicas empiezan cuando se busca
enfocar aspectos particulares del hombre. Esas dificultades se deben a que el hombre es, al
mismo tiempo, sujeto y objeto de conocimiento.

Por ello parece prudente proponer, a modo de esquema conceptual, dos grandes dimensiones
(o "componentes" o aspectos) de la integridad humana, de la integridad del sujeto: la
objetualidad y la subjetividad.

Y también pueden proponerse dos subdimensiones en cada una: corporeidad y


convivencialidad para la primera y psiquismo y gnosis
Para la segunda.

Corriendo el riesgo de pecar de esquematista, acudo al esquema A, en el que desde luego las
denominaciones mismas de "dimensión" o "subdimensión" pueden remplazarse con
cualesquiera otras, lo que no anulará la necesidad de apropiarnos o construir un esquema (o
modelo) conceptual global sobre el sujeto humano. Sólo de ese modo es posible evitar las
confusiones acerca de la ubicación del psiquismo y la mente, tópicos sobre los que pululan
desesperantes confusiones e insuficiencias teóricas en las ciencias sociales.

Proponer un esquema explícito parece justificado debido a que siempre que se menciona el
concepto "hombre", se recurre para ello a un determinado modelo sobre el género humano,
no obstante el enorme riesgo de trivializar las cosas al proponerlo de manera tan general. La
cuestión estriba en si ese esquema se explícita o sólo se adopta y expone de manera
subrepticia, implícita y/o subyacente.

Por otro lado conviene dejar establecido que con tal esquema no se busca sustituir ningún
concepto psicológico, ni global ni molecular. Antes bien se persigue enmarcar algunos
conceptos sobre el psiquismo, buscando diferenciar el plano filosófico (que en el esquema
queda nombrado como la subdimensión gnósica) del plano más definidamente orgánico (o
corpóreo).

Eso deja en sus mismos lugares, al interior de la psicología, a infinidad de conceptos


adscritos, circunscritos o suscritos en sus variadas corrientes y escuelas teóricas.
S U JE T O
C CONVIVENCIALIDAD I

O N

L D

OBJETUALIDAD
E CORPOREIDAD I

C V

T I

I PSIQUISMO U

V SUBJETIVIDAD A

O GNOSIS L

Ahora bien ¿por qué utilizar en el esquema tales términos?

Fundamentalmente debido a que en la tradición filosófica suele traslaparse,


superponerse y confundirse el significado del concepto "subjetivo", atribuyéndosele
simultáneamente dos significados: i) en primer lugar, todo aquello relacionado con el
sujeto, y además ii) todo aquel pensamiento contrario al pensamiento "verdadero",
científico u "objetivo".

En la propuesta se contrapone un modo distinto para referir tanto al sujeto como al


objeto: a) objetual (24) para todo aquello relacionado con el objeto, y b) sujetual para
todo aquello relacionado con el sujeto.

De este modo y con referencia al sujeto, la subjetividad queda ubicada sólo como una
dimensión de lo sujetual (ver esquema B).

Desde este punto de vista cualquier ideación, conceptualización, simbolización,


representación, afecto, emoción, fantasía, alucinación o delirio, es denominable como
subjetiva (es decir, no es "materia prima" de la objetualidad del sujeto); es producto de
esa dimensión aquí denominada subjetividad.

De allí que toda idea, siendo subjetiva, es clasificable de dos modos diferentes:

i) ya sea como objetiva (no confundir con objetual), si es que tal ideación se apega a las
características o dinámica del objeto a analizar,
ii) o como subjetivista, es decir, en caso de que la idea no se apegue a las características
o dinámica del objeto (que no "subjetiva" como suele denominársele
tradicionalmente, sobre todo desde la simplista óptica neopositivista).

En las deliberaciones de las ciencias sociales o en algunas controversias filosóficas, los


énfasis en la interpretación acerca de la "naturaleza humana" suelen derivarse, ya sea
desde lo objetual o desde lo sujetual (en cualquiera de sus dos dimensiones). En el primer
caso se habla comunmente de objetivismo y en el segundo de subjetivismo.

Desde la propuesta que ampara el esquema aquí sugerido, se consigue mayor certeza
utilizando las denominaciones de objetualismo y sujetualismo respectivamente. Tales
acepciones no son simples arreglos semánticos, sino denominaciones que (aspirando a
ello) obligan a esclarecer definiciones teórico/metodológicas. Sobre todo porque desde
ellas se derivan reflexiones acerca del controversial objeto de estudio de las
psicodisciplinas, aunque no sólo desde ellas.

Esquema B
Objetual
Denominación de todo aquello relacionado denominación sujeto, ya sea sujeto
con el objeto todo aquello denominado individual o colectivo, o bien sus aspectos
como la realidad materia, el mundo de las corporales (orgánicos), convivenciales, o su
cosas y productos humanos, la realidad estructura y/o características mentales
concreta, el concreto sensible o real, la (ideaciones y emociones)
realidad objetiva o de las cosas que integran
Objetualismo
o constituyen el mundo material. Lo que
existe independientemente de ser conocido Denominación del privilegiamiento del
por los humanos. objeto sobre la actividad del sujeto

Sujetual Sujetualismo
Denominación de todo aquello relacionado Denominación del privilegiamiento de las
con el sujeto todo aquello denominado bajo actividades del sujeto sobre la dinámica y/o
la configuración del objeto.

Subjetividad
Denominación de todo aquello relacionado con ideas, juicios, aseveraciones, enunciados,
representaciones, fantasías, delirios, postulados, formulaciones, efectos, emociones y opiniones.

En otros términos: alude a la actividad mental o también, a la llamada actividad subjetiva o


espiritual.
Objetiva
Actividad subjetiva que representa/interpreta/explica o expresa fidedignamente la configuración
y/o dinámica del objeto.

Subjetivista
Actividad subjetiva que representa/interpreta o expresa arbitrariamente, o parcial, distorsionada
y/o falsamente la dinámica y/o configuración del objeto.

La subjetividad es un sinónimo de otros términos como mente o espíritu. Aluden a dos


dinámicas del sistema nervioso central: la elaboración de ideas y de emociones.

Sin embargo, la mayor dificultad radica en distinguir (25) dos niveles de actividad
subjetiva:

i) aquél de las ideaciones globales o propiamente filosóficas

ii) aquél de las formulaciones más cercanas o vinculadas a la actividad


cognoscitivo/perceptual.
Con esta precisión podemos salir al paso de la postura dualista clásica sobre el añejo
problema de la relación entre la mente y el cuerpo, versión de la que se deriva aquel
supuesto según el cual la "sustancia" material o física es independiente de la
"sustancia" mental o pensante. Con esa formulación dualista parecería quedar
sobrentendido que ambas "sustancias" obedecen a leyes distintas, independientes entre
ellas. Tal creencia impide cualquier posibilidad de relación entre los aspectos que la
componen.

Así, las ideaciones globales se encuentran a un alto nivel de abstracción; las segundas,
en niveles más ligados a los procesos sensoriales-fisiológicos y por ello más ligadas a
la dimensión objetual del sujeto. Que en ocasiones ambos niveles parezcan
indiscernibles, no equivale a ignorar la distinción entre ellos.

Algo semejante puede decirse al respecto de la diferenciación entre ideas y emociones,


es decir, que ocurran conjuntamente no conduce a suponer que son lo mismo, es decir,
no son una y la misma cosa.

En esa posición, se asume aquí a lo propiamente psíquico como lo ideacional,


directamente vinculado a la sensorialidad y la emocionalidad.

Por otro lado, vistas las cosas desde la ontogenia del pensamiento, lo anterior sólo es
sostenible para los sujetos que han "cumplido" o completado -dicho sea sin mayores
rigores terminológicos- el periodo que J.Piaget (26) llamaba sensorio/motriz. Esto es, el
momento del desarrollo en que ya son apreciables algunos conceptos en el infante, es
decir, es el momento en que el pequeño atribuye ya significados a las cosas
(obviamente asignaciones subjetivas). Un consabido ejemplo de ello es la
improvisación, a modo de juego, de un palito o un popote entre pulgar e índice,
convertido por el niño en un avión volando o en un automóvil en marcha y que -
insistiendo- no obstante objetualmente el palito no es ni avión ni coche, el niño lo
asume subjetivamente así para él.

Antes de ese momento, la actividad corpórea y sensorial del niño fomenta y rige las
primeras ideaciones gnósicas.

2) Respecto al concepto personalidad, de enorme uso en la psicología, se propone


entenderlo aquí como la combinación (o sincretización quizá pueda decirse también) de
los ámbitos de lo social en un individuo, tanto en la dimensión de su objetualidad o
actividad práctica, como en la de su subjetividad o actividad teórica.

Por su parte la cultura es, complementariamente y por decirlo de un modo conjugado,


la "personalidad" de una colectividad equis. En ambos casos, cultura y personalidad,
se trata desde luego de lo social, expresado aquí en dos grandes niveles de análisis: el
singular individual y el general o global. Más todavía, el nivel global admite
segmentaciones (preferentemente de orden figurativo analítico) del tipo macro y
micro-colectivo; puede hablarse por ejemplo, con perfecta justificación, de la cultura
de un barrio y la de una ciudad.

Así, lo cultural, siendo una forma peculiar de combinación de los ámbitos de lo social,
no está al mismo nivel que cualquiera de esos mismos ámbitos. La aclaración es
pertinente si se recuerda que "lo cultural" suele colocarse, con insistente y extrema
ligereza, como un bloque más y además con el mismo peso que los ámbitos económico
o moral, y con el plano biológico o la dimensión psíquica (ver una vez más la mención
referida a Díaz-Guerrero en la cita 4).

Cierto que apreciaciones de este variante empiezan a ser remontadas en el campo de la


psicología; de ello es indicativo el merodeo que realizara B.F. Skinner, artífice del
conductismo de los 50 a los 70, quien unos años antes de morir anotó, sirviéndose de
Frazier, su personaje literario preferido, palabras como éstas:

Decir que el trabajador se despersonaliza, es un poco más difícil de explicar. Una


persona o un yo, es un repertorio de conducta. El repertorio moldeado y mantenido por
la vida cotidiana es rico y variado. El repertorio moldeado y mantenido de una fábrica,
es reducido y aburrido. No importa mucho a la persona (...). Un conductista diría que la
alienación ocurre cuando una persona es dividida en dos yos -una que observa y otra
que es observada-- (...) La conducta moldeada y mantenida por sus consecuencias
inmediatas, no sólo es inconciente, sino que es irracional, no razonada y no planeada.
Las contingencias sociales generan el autocontrol. Hacemos nuestras propias reglas y
las seguimos. Esto constituye una ganancia extraordinaria; sin embargo, nos aliena del
contacto inmediato con los grandes reforzadores genéticos y con los reforzadores
condicionados basados en ellos (...). Del mismo modo que el condicionamiento nos
conduce más allá de los límites de la conducta debida a la selección natural, la
evolución de las prácticas culturales nos lleva afuera de los límites del
condicionamiento operante. (27)

Pudiera no ser el mejor ejemplo para ilustrar la inutilidad del concepto de hombre aquí
puesto en entredicho, debido a la recurrencia de Skinner a los reforzadores naturales;
sin embargo sí es un caso significativo de que a fines de siglo, hasta los conductistas
más concentrados se ven obligados a incursionar en terrenos que hasta hace apenas
unos cuatro lustros miraban con arrogante indiferencia.

Final

Las reflexiones puestas hasta aquí admiten un vistazo extractado.

i) En primer lugar y como fue insinuado líneas antes, aquello que Sánchez Vázquez
denomina actividad teórica es denominado aquí subjetividad. Ello permite establecer
especificidades implicadas en los seis puntos señalados, es decir:

a) Objetualidad í subjetividad.
b) Subjetividad = actividad cognitiva + emocionalidad.
c) Psique = ideaciones de escaso nivel de abstracción + emocionalidad.
d) Actividad práctica = convivencialidad + corporeidad (ésta última constituye
primordialmente la subdimensión orgánica del individuo).
e) Praxis (o actividad práxica) = subjetividad + objetualidad.
f) Subjetivismo = subjetividad arbitraria.

ii) Una aseveración más es que los sujetos individuales no se comportan práxicos sino
hasta culminada una fase de su evolución ontogénica (ese periodo que Piaget llamó
"preoperacional"). Antes de ello, todo individuo es predominantemente un sujeto
práctico, ya que la actividad práxica apenas se está delineando.

iii) No existe un psicólogo que no sea social, lo que es en realidad una ociosa obviedad.
Pero lo que ya no es nada obvio, es preguntarnos con respecto a qué ámbito de lo social
lo es preferencialmente. Eso quiere decir que, por el contrario: sí es muy relevante
preguntarnos cosas como si tal psicólogo se reconoce enfáticamente político, ideólogo,
filósofo o moral (y así respecto a cualquiera otro de los ámbitos).

Por cierto que, explicar en qué medida están presentes, en las dimensiones de los
sujetos, los ámbitos aquí mencionados (sea en su objetualidad o en su subjetividad y ya
sea en sujetos individuales o en sujetos colectivos) es la finalidad de las diferentes
ciencias sociales. Por mencionar un solo ejemplo, la Sociología tiene por objeto de
estudio al comportamiento y la subjetividad de grandes y pequeños colectivos.

¡v) En consecuencia, desde este punto de vista, puede decirse que para la
psicosociología, su núcleo propio de estudio son las subjetivaciones colectivas, grupales
o masivas. Por ello, incluso empleando un término no tan trillado, pudiera
denominársele también psicología "gregaria".

v) A modo de punto final cabe decir que aquello que denota el vocablo socialización es
el proceso mediante el cual se inscriben las normas societales en las dimensiones de los
sujetos (objetual y subjetiva), ello mediante procesos y "agentes" diversos. Entre las
mediaciones que cobran especial importancia, por la eficacia y preminencia con que lo
logran, están en primer lugar los medios de información masiva (MIM) que hoy día
muestran mayor capacidad socializadora, en comparación con otras instancias
socializadoras como la familia o la estructura educativa formal. En términos breves: el
proceso de socialización son los modos en que se establecen, en la praxis de los
sujetos, combinaciones de los ámbitos de lo social.
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(15)en: BROWN, Roger (1972; EU, 1965) Psicología Social Siglo XXI Edtrs.:
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(16)LORENZ, Konrad (1976; Munich, 1965) Consideraciones Sobre las Conductas


Animal y Humana Plaza & Janes Edtrs.: Barcelona y también en LORENZ, K. y LE-
YHAUSEN, P. Biología del Comportamiento; raices instintivas de la agresión, el
miedo y la libertad Op. Cit.
(17)citado en LAGE, Elisabeth El Pecado Capital de la Etologia: K. Lorenz en.
ACHARD, P. (1980; París, 1977) Discurso Biológico y Orden Social Edit. Nueva
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(18)ver las su gerentes consideraciones de DEL ANNOY, J. y FEYEREISEN, P.
(1989; Francia, 1987) La Etología Humana Siglo XXI Edtrs.: México pp 26-32.

(19) SÁNCHEZ VÁZQUEZ, Adolfo (1980) Filosofía de la Praxis Ed. Grijalbo:


México 2da. ed. pp 246, 247 y 250.

(20) BROWN, Roger (1972; EU, 1965) Psicología Social Siglo XXI Edtrs.. Méxicopp
13, 29 y 49/50.

(21) PARSONS, T. (1974; EU 1966) La Sociedad, perspectivas evolutivas y


comparativas Ed. Trillas: México pp 10 y 21.

(22) LOWY, Michel (1975; París, 1971) Objetividad y Punto de Vista de Clase en las
Ciencias Sociales Dialéctica y Revolución Siglo XXI Edtrs.: México pp 181-215.
(23) ver En Defensa de la Sociobiologia en La Jornada Semanal México: agosto 19,
1990 pp 18-25.

(24) el vocablo objetual es una propuesta de G. MÁRKUS quien escribió: ..."Objetual''


sirve aquí para significar la coseidad, la materialidad de las cosas que son objetos.
"Objetivo" designará una propiedad de ciertos contenidos de conciencia... MÁRKUS,
Gyorgy (1985; Hungría, 1971) Marxismo y Antropología Edit. Grijalbo/Enlace: México
p 18.

(25) Cabe la precisión de que no es lo mismo distinguir que "separar". Distinguir


implica reconocer propiedades o aspectos diferenciables en un todo, sin que eso
conduzca a fragmentaciones, divisiones, separaciones o escisiones entre los aspectos o
elementos que integran ese todo; se trata de reconocer aspectos o "componentes"
diferenciables, de un modo inclusivo no excluyente. Muy por el contrario, separar
significa admitir que tales componentes o aspectos son divisibles de manera
fragmentaria, excluyente, independizando a un componente respecto de los demás.

(26) PIAGET, Jean (1973; París, 1972) Psicología y Epistemología Ed. Ariel: Barce-
lona, así como (1976; París, 1972) Problemas de la Psicología Genética Ed. Ariel:
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(27) SKINNER, B. F. (1985; EU, 1985) Noticias Desde Utopía, 1984 Boletín
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