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Concepto de Hombre en La Psicologia (Antrolpologia) PDF
Concepto de Hombre en La Psicologia (Antrolpologia) PDF
Abstract
A concept as the one of human nature concerns lo the totality of the 4 social
sciences, and obvious to psychology also. +evertheless, inpsychology itself the
concept usually is at the very abstract level of the philosophical majorities or as an
initial subject of superficial importance. Therefore, in diverse íexts of psychology
one of these two optionsasitally isput into practice: Some íheoretical artífices are
used to end up in the empirical base ofpsychology, or it is only mentioned as
something ephemeral, in order to get to the real text as soon as possible.
The boarding, thus, is made from angles and no homogenous emphases among them.
That is completely understandable due to the conceptual heterogeneity, which has
been a íheoretical characíerisíic ofpsychology. Thaí is fhe reason why, many
íheoretical elemenís of diverse origin are compiled buí mosi the times, not specifically
psychological.
In íhis work we íriedío reach a type of mediaíion beíween thefie/d ofíhe philosophical
abstraclions and the factual plañe of the so called "social" psychology (lo which, for
reasons that would include consideralions differení from íhese Unes, I would prefer lo
denomínate psychosociology.
Key words: psychology, man, social psychology.
Supuestos generales
Dos son los grandes planos desde los que el concepto de hombre puede entenderse: el
propiamente filosófico y el específicamente psicológico. Frecuentemente el primero suele
prescindir del segundo, lo que no valida, de ningún modo, proceder al revés, ya que ninguna
disciplina sobre el comportamiento humano genera sus interpretaciones, intervención e
investigación sobre la acción humana sin adoptar, de antemano, un concepto global de
hombre, propiamente filosófico, aunque eso suceda de manera sólo implícita, o inadvertida.
El concepto inicial aquí adoptado en el nivel más general y desde el que pueden desprenderse
algunas sugerencias, consiste en aquella sexta tesis que Marx emplazara contra el naturalismo
de L. Feuerbach: el hombre entendido como el conjunto de sus relaciones sociales.
Desde luego no es suficiente con afirmar que la esencia o naturaleza humana consiste en la
relacionalidad históricamente condicionada entre los hombres; eso es tan suficiente como
obligado para contraponerlo y dejar muy atrás tanto al Llamado robinsonismo gnoseológico,
como a los remanentes escolásticos y las fantásticas especulaciones astrológicas. Pero de
nuevo, con hacerlo así no tendríamos, aparte del nivel más general, casi ninguna otra
aportación respecto a aquello que Marx sostenía respecto al trabajo genérico, en El Capital:
Largas citas cuya amplitud es justificable por el intento de enmarcar el concepto de hombre
que la psicosociología ha hecho suyo.
Un decisivo punto de arranque hacia la definición fue aquella concepción que inauguró la
avanzada del pensamiento revolucionario de finales del siglo XVIII, concepción que adjudica
una "esencia común" a todos los hombres, en supuesta independencia de condiciones como la
sexual, racial, económica o la adopción de creencias, entre muchas más. Cabe destacar que esa
igualdad frecuentemente late en la letra muerta del Derecho y juega por ello como señuelo
político-ideológico, a la vez que como dique teórico contra posturas historialitas no
racionalistas o romanticistas.
De esa igualdad formal provienen algunas formulaciones reduccionistas con que algunos
psicólogos definen al género humano, por ejemplo, el hombre es una unidad histórico-bio-
económica-psíquica-y-social, sostiene Díaz-Guerrero (4). Versiones así, apenas se diferencian
de las posturas teóricas que explican al género humano como "lobo del hombre" y cuyo
supuesto rasgo característico vendría a ser un "egoísmo" natural y suprahistórico, tan
omnipresente como inevitable en cada individuo.
Pero para avanzar un poco más respecto al concepto de hombre conviene revisar algunas
bases conceptuales intermedias, cuya utilidad llega más allá que mostrar lo muy sabido: que
la psicosociología ha adoptado un concepto de hombre un tanto superficial y añejo.
Volviendo a las reflexiones de Marx, Rensch y Bronowski hay una cuestión que se perfila con
claridad: el género humano es muy diferente a cualquier otro de la escala filogenética. Una
diferenciación que, con respecto al dominio de la naturaleza, ciertamente oculta aún
respuestas precisas a problemas agudos, entre los que pueden citarse los de la contaminación
de amplias porciones de la corteza terrestre, o la expansión de las enfermedades llamadas "de
la civilización". Tales problemas exhiben con elocuencia un precario control humano sobre el
medio natural circundante y también sobre las propias dimensiones corpóreas del género
humano.
Desde luego, sostener la diferenciación entre animales y hombre, suscita reacciones críticas en
contra, reacciones afianzadas en un antiantropo-centrismo que, por su parte, se atrinchera en
un naturalismo biologista entre cuyas principales bases se encuentra la quijotesca versión
rousseauniana de la enajenación (el hombre se ha deshumanizado a causa de la civilización) y
su rescate por escritores como Eugenii Zamiatin en la novela Nosotros (7), o de zoólogos
como el célebre Desmond Morris (8).
En contraste, la distintividad humana (distintividad que no valida la insostenible y deplorable
idea antropocentrista del hombre, proclamado como una especie presuntamente "superior") es
por supuesto un punto de calidad en las ciencias sociales, y ello significa llegar
epistémicamente mucho más lejos que las creencias de personalidades como Auguste
Comte. (9), E. Nácher (10), D. Morris (11), R. Audrey (12) o, más cerca del campo
psicológico y etológico, pensadores como N. Tinbergen (13), P. Leyhausen (14), V.C.
Wynne-Edwards (15), K. Lorenz (16) o I. Eibl-Eibesfeldt (17).
Gran cantidad de los argumentos formulados por autores como los mencionados, son la base
y trasfondo de acciones y explicaciones de infinidad de psicólogos tradicionales y, desde
luego, sus seguidores y continuadores.
Abreviando, entre las propiedades básicas de la distintividad humana respecto a la
animalidad, se encuentran:
En segundo lugar, la actividad orientada hacia fines, lo que A. Sánchez Vázquez plantea del
siguiente modo:
El hombre también puede ser sujeto de actividades —biológicas o instintivas- que no rebasan
su nivel puramente natural y que, por tanto, no podemos considerarlas como específicamente
humanas. La actividad propiamente humana sólo se da cuando los actos dirigidos a un objeto
para transformarlo se inician con un resultado ideal o fin, y terminan con un resultado o
productos efectivos, reales (...) Por esta anticipación del resultado real que se pretende
obtener, la actividad propiamente humana tiene un carácter consiente (...) Ello no significa
que el resultado obtenido haya de ser una mera duplicación real de un modelo ideal
preexistente(...) Cierto es que el hombre no sólo anticipa el futuro con su actividad
teleológica; al dar razón de una realidad presente, y sobre la base de su conocimiento, puede
prever una fase de su desenvolvimiento que no se da aún. Tal es la legítima función de la
previsión científica. (19)
Con lo previo no se afirma nada contrapuesto a otra manera común y general de reconocerlo:
el género humano es, por ahora y desde hace cuando menos 100 mil años, un phylum cultural,
respecto a las demás especies. Como se verá líneas adelante, el término mismo de "cultura"
amerita matices de ajuste semántico-metodológico.
Cinco propuestas
Desde lo anotado pueden exponerse algunos conceptos intermedios, referidos a la
distintividad de lo propiamente humano o, dicho en otras palabras, relacionados con aquello
que aquí se entiende por lo social.
El caso de todas las demás especies animales es radicalmente distinto, ya que la directividad
de su comportamiento depende predominantemente de conservarse o adaptarse como especie
genérica y frente al medio natural. De allí que la individualidad, entre las especies animales,
es asunto circunstancial e inimportante pues, fuera de su papel reproductor, el individuo es
virtualmete incapaz (con relativa excepción de cetáceos y primates) de condensar en su
propio desarrollo ontogénico el conjunto de experiencias vividas por los individuos que le
precedieron, cuando menos de la generación antecesora y, además, transmitirla. Eso quiere
decir que cada individuo animal, a lo largo de su existencia, reproduce las mismas
experiencias y respuestas específicas que, a lo largo de cientos y hasta miles de generaciones,
han realizado los demás miembros de su especie.
Por tales razones, básicamente no hay reserva alguna para afirmar que la directividad animal
es casi sólo biológica (es decir lo que aquí podemos denominar bioteleología), mientras que la
del hombre (la socioteleología) es extranatural, suprabiológica, esto es: la directividad humana
es social.
Con lo dicho hasta aquí puede enfocarse una equívoca y recurrente utilización del vocablo
social en la psicología, que además suele asumirse como punto definitorio de la existencia
misma de la especialización psicológica cuyo campo patrimonial es "lo social".
Tal vez no se encuentre en la psicosociología un caso tan ilustrativo y elocuente acerca de esa
visión naturalista, como el del texto ya clásico de Roger Brown, psicólogo "social"
norteamericano muy en boga en México durante los 70 y de cuyo primer capítulo intitulado
significativamente "La conducta social de los animales", tenemos:
Podríamos hacer una larga lista de las ventajas de la vida social (subrayado G.G.) Una
división del trabajo integrada como la que se observa en los insectos sociales permite a cada
individuo hacer aquello para lo
Que está mejor dotado (...) Lo que debemos preguntaren seguida es lo siguiente: "¿por qué e
individuo se porta como se porta en un sistema social?" (Subrayado G. G.) (...) La
interiorización o apropiación de los valores morales tal vez dependa, como creyó Freud, del
desarrollo de un vigoroso afecto. En este desarrollo tal vez existan periodos críticos y
personas de importancia decisiva. La adquisición de la conciencia desempeña en la vida
humana un papel integrador semejante a la conciencia de la especie' que el troquelado crea en
las aves. (20)
Desde luego ese punto de vista no es privativo de psicosociólogos, sino también de algunos
sociólogos clásicos, como Talcott Parsons:
Basados en lo expuesto, no causaría ningún asombro sostener que todo psicólogo es social
(como lo es cualquier especialista de cualquier otra disciplina de las ciencias sociales) en
virtud de que, independientemente de intervenir en el campo de una u otra especialidad
psicológica, de todos modos el psicólogo trata con hechos realizados (y pensados-sentidos
también) por individuos o colectivos humanos; colectivos o individuos que se comportan
realizando hechos dentro de una combinación de elementos de cualquiera de los seis ámbitos
mencionados.
Desde esta convicción parece sencillo afirmar que las ciencias sociales, respecto a las
naturales muestran, entre otras diferencias de fondo, aquella de que los ámbitos de lo social se
encuentran tanto en el objeto a estudiar como en el sujeto cognocente. Un reconocimiento así
condujo al sociólogo M. Lowy a proponer "la identidad parcial entre sujeto y objeto" (22), una
identidad que casi no tiene cabida en las ciencias de lo natural.
Incluso debe reconocerse que gran número de especies no humanas adoptan estructuras de
existencia colectiva asombrosamente complejas; sin embargo esa envidiable organización
gregaria no les ha permitido, por decirlo de algún modo, "animalizar" sus entornos naturales
hasta el grado de haberse apropiado del curso de su propia evolución y relación
ambiente/especie. Lo que más bien ha ocurrido es que han sobrevivido exclusiva o
predominantemente a base de adaptaciones al entorno natural, sobrevivencia que no ha
conducido a transformaciones de dichos entornos naturales.
A eso se debe que ni los elefantes han paquidermizado a la naturaleza, ni las ballenas
cetaceistizado los mares, ni los perros caninizado por lo menos los terrenos baldíos. Ahora
bien, no ha sido así porque hayan carecido de dimensión mental o emocional (o inteligencia).
No. En realidad ha sido así sencillamente porque su comportamiento ha obedecido
preferentemente, por centurias o milenios, a las determinaciones biote-leológicas; y de entre
ellas, dos en particular: i) sobrevivir como individuos y ii) desarrollar progenie, no obstante
existir asombrosos fenómenos de lo que se conoce como "altruismo" (23).
El hombre, por el contrario, debido a que su sobrevivencia está basada en crecientes formas
socioteleológicas, ha humanizado por ello al entorno natural, humanizándose o culturizándose
como especie, y por ende, socializando a cada nuevo individuo. Más aún, el hombre, filo-
genéticamente hablando, antes que social fue colectivo; eso vale tanto para los antecesores del
hombre de Cro- Magnon y Neanderthal, como para los sucesores inmediatos. Nadie podría
negar con fundamento que, desde entonces hasta la actualidad, el género humano es menos
dependiente del entorno natural, menos adaptativo, más transformativo, más rector de su
propia evolución. Sin embargo ese rectorado, con todo y no ser garantía absoluta de un futuro
venturoso y promisorio, depende de distintos proyectos socioteleologicos, y por supuesto que
tales proyectos expresan la predominancia de algún ámbito de lo social por sobre los otros.
LO SOCIAL o LO NATURAL
La mención del vocablo sujeto social, se refiere al hombre, sea en términos de individuo o de
colectividades. En contraste, cuando se alude aquí al objeto, ello se refiere a las cosas o
productos de la actividad humana.
Plantear así las cosas no despierta mayor problema. El asunto se complica cuando se enfocan
aspectos o "componentes" del sujeto. Las dificultades epistémicas empiezan cuando se busca
enfocar aspectos particulares del hombre. Esas dificultades se deben a que el hombre es, al
mismo tiempo, sujeto y objeto de conocimiento.
Por ello parece prudente proponer, a modo de esquema conceptual, dos grandes dimensiones
(o "componentes" o aspectos) de la integridad humana, de la integridad del sujeto: la
objetualidad y la subjetividad.
Corriendo el riesgo de pecar de esquematista, acudo al esquema A, en el que desde luego las
denominaciones mismas de "dimensión" o "subdimensión" pueden remplazarse con
cualesquiera otras, lo que no anulará la necesidad de apropiarnos o construir un esquema (o
modelo) conceptual global sobre el sujeto humano. Sólo de ese modo es posible evitar las
confusiones acerca de la ubicación del psiquismo y la mente, tópicos sobre los que pululan
desesperantes confusiones e insuficiencias teóricas en las ciencias sociales.
Proponer un esquema explícito parece justificado debido a que siempre que se menciona el
concepto "hombre", se recurre para ello a un determinado modelo sobre el género humano,
no obstante el enorme riesgo de trivializar las cosas al proponerlo de manera tan general. La
cuestión estriba en si ese esquema se explícita o sólo se adopta y expone de manera
subrepticia, implícita y/o subyacente.
Por otro lado conviene dejar establecido que con tal esquema no se busca sustituir ningún
concepto psicológico, ni global ni molecular. Antes bien se persigue enmarcar algunos
conceptos sobre el psiquismo, buscando diferenciar el plano filosófico (que en el esquema
queda nombrado como la subdimensión gnósica) del plano más definidamente orgánico (o
corpóreo).
O N
L D
OBJETUALIDAD
E CORPOREIDAD I
C V
T I
I PSIQUISMO U
V SUBJETIVIDAD A
O GNOSIS L
De este modo y con referencia al sujeto, la subjetividad queda ubicada sólo como una
dimensión de lo sujetual (ver esquema B).
De allí que toda idea, siendo subjetiva, es clasificable de dos modos diferentes:
i) ya sea como objetiva (no confundir con objetual), si es que tal ideación se apega a las
características o dinámica del objeto a analizar,
ii) o como subjetivista, es decir, en caso de que la idea no se apegue a las características
o dinámica del objeto (que no "subjetiva" como suele denominársele
tradicionalmente, sobre todo desde la simplista óptica neopositivista).
Desde la propuesta que ampara el esquema aquí sugerido, se consigue mayor certeza
utilizando las denominaciones de objetualismo y sujetualismo respectivamente. Tales
acepciones no son simples arreglos semánticos, sino denominaciones que (aspirando a
ello) obligan a esclarecer definiciones teórico/metodológicas. Sobre todo porque desde
ellas se derivan reflexiones acerca del controversial objeto de estudio de las
psicodisciplinas, aunque no sólo desde ellas.
Esquema B
Objetual
Denominación de todo aquello relacionado denominación sujeto, ya sea sujeto
con el objeto todo aquello denominado individual o colectivo, o bien sus aspectos
como la realidad materia, el mundo de las corporales (orgánicos), convivenciales, o su
cosas y productos humanos, la realidad estructura y/o características mentales
concreta, el concreto sensible o real, la (ideaciones y emociones)
realidad objetiva o de las cosas que integran
Objetualismo
o constituyen el mundo material. Lo que
existe independientemente de ser conocido Denominación del privilegiamiento del
por los humanos. objeto sobre la actividad del sujeto
Sujetual Sujetualismo
Denominación de todo aquello relacionado Denominación del privilegiamiento de las
con el sujeto todo aquello denominado bajo actividades del sujeto sobre la dinámica y/o
la configuración del objeto.
Subjetividad
Denominación de todo aquello relacionado con ideas, juicios, aseveraciones, enunciados,
representaciones, fantasías, delirios, postulados, formulaciones, efectos, emociones y opiniones.
Subjetivista
Actividad subjetiva que representa/interpreta o expresa arbitrariamente, o parcial, distorsionada
y/o falsamente la dinámica y/o configuración del objeto.
Sin embargo, la mayor dificultad radica en distinguir (25) dos niveles de actividad
subjetiva:
Así, las ideaciones globales se encuentran a un alto nivel de abstracción; las segundas,
en niveles más ligados a los procesos sensoriales-fisiológicos y por ello más ligadas a
la dimensión objetual del sujeto. Que en ocasiones ambos niveles parezcan
indiscernibles, no equivale a ignorar la distinción entre ellos.
Por otro lado, vistas las cosas desde la ontogenia del pensamiento, lo anterior sólo es
sostenible para los sujetos que han "cumplido" o completado -dicho sea sin mayores
rigores terminológicos- el periodo que J.Piaget (26) llamaba sensorio/motriz. Esto es, el
momento del desarrollo en que ya son apreciables algunos conceptos en el infante, es
decir, es el momento en que el pequeño atribuye ya significados a las cosas
(obviamente asignaciones subjetivas). Un consabido ejemplo de ello es la
improvisación, a modo de juego, de un palito o un popote entre pulgar e índice,
convertido por el niño en un avión volando o en un automóvil en marcha y que -
insistiendo- no obstante objetualmente el palito no es ni avión ni coche, el niño lo
asume subjetivamente así para él.
Antes de ese momento, la actividad corpórea y sensorial del niño fomenta y rige las
primeras ideaciones gnósicas.
Así, lo cultural, siendo una forma peculiar de combinación de los ámbitos de lo social,
no está al mismo nivel que cualquiera de esos mismos ámbitos. La aclaración es
pertinente si se recuerda que "lo cultural" suele colocarse, con insistente y extrema
ligereza, como un bloque más y además con el mismo peso que los ámbitos económico
o moral, y con el plano biológico o la dimensión psíquica (ver una vez más la mención
referida a Díaz-Guerrero en la cita 4).
Pudiera no ser el mejor ejemplo para ilustrar la inutilidad del concepto de hombre aquí
puesto en entredicho, debido a la recurrencia de Skinner a los reforzadores naturales;
sin embargo sí es un caso significativo de que a fines de siglo, hasta los conductistas
más concentrados se ven obligados a incursionar en terrenos que hasta hace apenas
unos cuatro lustros miraban con arrogante indiferencia.
Final
i) En primer lugar y como fue insinuado líneas antes, aquello que Sánchez Vázquez
denomina actividad teórica es denominado aquí subjetividad. Ello permite establecer
especificidades implicadas en los seis puntos señalados, es decir:
a) Objetualidad í subjetividad.
b) Subjetividad = actividad cognitiva + emocionalidad.
c) Psique = ideaciones de escaso nivel de abstracción + emocionalidad.
d) Actividad práctica = convivencialidad + corporeidad (ésta última constituye
primordialmente la subdimensión orgánica del individuo).
e) Praxis (o actividad práxica) = subjetividad + objetualidad.
f) Subjetivismo = subjetividad arbitraria.
ii) Una aseveración más es que los sujetos individuales no se comportan práxicos sino
hasta culminada una fase de su evolución ontogénica (ese periodo que Piaget llamó
"preoperacional"). Antes de ello, todo individuo es predominantemente un sujeto
práctico, ya que la actividad práxica apenas se está delineando.
iii) No existe un psicólogo que no sea social, lo que es en realidad una ociosa obviedad.
Pero lo que ya no es nada obvio, es preguntarnos con respecto a qué ámbito de lo social
lo es preferencialmente. Eso quiere decir que, por el contrario: sí es muy relevante
preguntarnos cosas como si tal psicólogo se reconoce enfáticamente político, ideólogo,
filósofo o moral (y así respecto a cualquiera otro de los ámbitos).
Por cierto que, explicar en qué medida están presentes, en las dimensiones de los
sujetos, los ámbitos aquí mencionados (sea en su objetualidad o en su subjetividad y ya
sea en sujetos individuales o en sujetos colectivos) es la finalidad de las diferentes
ciencias sociales. Por mencionar un solo ejemplo, la Sociología tiene por objeto de
estudio al comportamiento y la subjetividad de grandes y pequeños colectivos.
¡v) En consecuencia, desde este punto de vista, puede decirse que para la
psicosociología, su núcleo propio de estudio son las subjetivaciones colectivas, grupales
o masivas. Por ello, incluso empleando un término no tan trillado, pudiera
denominársele también psicología "gregaria".
v) A modo de punto final cabe decir que aquello que denota el vocablo socialización es
el proceso mediante el cual se inscriben las normas societales en las dimensiones de los
sujetos (objetual y subjetiva), ello mediante procesos y "agentes" diversos. Entre las
mediaciones que cobran especial importancia, por la eficacia y preminencia con que lo
logran, están en primer lugar los medios de información masiva (MIM) que hoy día
muestran mayor capacidad socializadora, en comparación con otras instancias
socializadoras como la familia o la estructura educativa formal. En términos breves: el
proceso de socialización son los modos en que se establecen, en la praxis de los
sujetos, combinaciones de los ámbitos de lo social.
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