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DIEZ ERRORES EN LA EVALUACIÓN EDUCATIVA

Delgado Santa Gadea, Kenneth


Evaluación y calidad de la educación
Edit Magisterio - 1996

Confusión entre Medición y Evaluación

La medición consiste en asignar puntajes al rendimiento del estudiante, no


representa más que un medio en el proceso de evaluación educativa. No es
un fin en sí misma. Pero es la medición, la nota, a lo que se reduce la
evaluación quedando el proceso incompleto.

Más que la nota interesa la valoración del aprendizaje; es decir, la


interpretación de esos puntajes para evaluar como va aprendiendo el
estudiante. Lo cuantitativo es importante, pero solo debe considerarse como
un insumo de la evaluación; ésta involucra conceptualmente al término
medición y tiene un significado de mayor amplitud.

Predominio de la heteroevaluación

Normalmente la evaluación está limitada a la iniciativa del docente; no


suele considerarse la evaluación que sobre su propio proceso educativo
realiza el educando ni la interevaluación, o coevaluación, que es la
evaluación de unos educandos por otros educandos dentro de un grupo de
estudiantes.

La evaluación que hace el docente es la heteroevaluación y debiera


complementarse siempre con autoevaluación e interevaluación, para lograr
desarrollo del sentido crítico y participatorio. En este caso los estudiantes
intervienen activamente en condición de agentes educativos y no como
simples objetos del juicio de sus profesores. Santos propone también una
paraevaluación (análisis – valoración del programa educativo) y la
metaevaluación para evaluar la evaluación misma.
Desconexión con los objetivos educacionales

La evaluación del aprendizaje se aplica en función de los contenidos y no


de los objetivos que se hayan previsto. En consecuencia, las preguntas o
reactivos de evaluación se formula arbitrariamente y a veces sobre un
conjunto muy amplio de contenidos que, además, no se hallan traducidos a
conductas. Y éstas son realmente el objeto de la evaluación, no los
contenidos por sí mismos.

Sin embargo, los profesores suelen indicar temarios para examen en lugar
de objetivos. En este caso los objetivos de la programación curricular se
consignan solamente para cumplir la formalidad administrativa que
demanda la supervisión.

Improvisación al prepara las pruebas

Generalmente las pruebas o exámenes no son planeados anticipadamente.


Podemos afirmar que predomina la improvisación y no es extraño formular
las preguntas minutos antes de la aplicación de la prueba. Es más frecuente
en el caso de pruebas tipo ensayo.

No hay planeamiento cuidadoso de las pruebas ni tampoco suele prepararse


banco de preguntas por iniciativa personal. Existe cuando es elaborado por
requerimiento institucional.

Subjetividad en la calificación

Añadido a todo lo anterior se encuentra la subjetividad en el acto de


calificar, por no contar con una base de comparación que permita asignar
los puntajes con justicia.

Esto es muy notorio al calificar monografías o trabajos de investigación,


que muchos profesores apenas revisan y colocan la nota o puntaje sin
criterios preestablecidos. Esta subjetividad es lo que también se conoce
como evaluación tipo juicio de expertos, que deja de lado una verdadera
medición durante la acción educativa o en sus resultados finales.
Ausencia de evaluación formativa

Vinculado a lo anterior, es habitual considerar que toda evaluación del


aprendizaje debe expresarse como nota o puntaje definitivo. Interesan los
resultados finales y no el proceso que lleva a esos resultados, como
oportunidad para efectuar los correctivos que sean necesarios.

La evaluación formativa promueve la retroalimentación del aprendizaje y


los posibles cambios en la actividad didáctica, para facilitar el logro de
objetivos. El término fue propuesto por Michael Scriven, en su obra
Metodología de la evaluación que fuera publicado en Chicago el año 1967.

Dejar de la evaluación formativa implica asumir que los aprendizajes deben


ser evaluados sólo a partir de sus resultados finales (mensuales,
bimestrales, semestrales, etc.), como si la finalidad del proceso de
evaluación fuera seleccionar. Aplicar una prueba o examen no debe
implicar necesariamente la idea de concurso; es diferente la aplicación de
una prueba de admisión a alguna universidad, que aplicarla como parte de
un proceso normal de aprendizaje con la finalidad de corregir y ayudar al
estudiante a superar sus posibles equivocaciones y reforzar sus aciertos.

Cuando la evaluación del aprendizaje se efectúa como apreciación de


resultados finales, calificando para certificar al estudiante, estamos ante una
evaluación sumativa. Esta es la evaluación que sirve para clasificar a los
estudiantes.

Tendencia a evaluar solo la evocación

Este es un defecto constante al elaborar las pruebas. Solamente interesa la


capacidad de los estudiantes para recordar nombres, fechas, clasificaciones,
etc. Posiblemente abundan estas preguntas porque son más fáciles de
formular y pueden sacarnos del apuro, cuando no hemos planificado
cuidadosamente el proceso de evaluación de los educandos.

Las preguntas que solo piden evocación o recuerdo de información, son


habituales en las pruebas objetivas y en las de ensayo, en todos los niveles
del sistema educativo.

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