Está en la página 1de 3

La formación espiritual del niño

Betty Constante

Buenos Aires, Publicaciones Alianza, 2004.

Era una tarde calurosa en una pequeña ciudad de la Argentina. Habíamos


terminado dos días de intensa actividad didáctica en un taller para maestros de
escuela dominical. Un grupo de fieles maestros de varias iglesias había asistido
a nada menos que diez horas de clases de capacitación. Me sentía satisfecha
por la buena asistencia y por el interés evidente de parte de todos ellos.
Mientras guardaba mis carpetas y papeles, una maestra se me acercó.
—Gracias, señora —me dijo—, por todo lo que nos ha enseñado. Fue muy
interesante y nos será muy útil. Pero en nombre del grupo de maestros de mi
iglesia, quiero preguntarle algo. ¿No trajo usted materiales que podría dejar con
nosotros? Aquí tenemos muy poco, y es tan difícil enseñar sin buenos
materiales.
Me enderecé para mirarla mejor. Mi sensación de satisfacción se me disipó
rápidamente.
—Lamento mucho —le dije, sintiéndome culpable—. No traje nada porque no
tengo nada para ofrecerle. Lo que utilizo está en inglés y lo traduzco según mis
necesidades.
Observé su expresión de desánimo y una pregunta empezó a pulsar en mi
mente: ¿De qué valía aprender cómo enseñar si uno no tenía los elementos
para hacerlo?
Hablamos un rato sobre lo difícil que era conseguir materiales didácticos
adecuados para la escuela dominical. Ella mencionó la falta de una librería
evangélica en la zona, el costo elevado de los materiales que a veces se
podían conseguir en Buenos Aires y las complicaciones de pedirlos desde el
interior del país.
—Además —agregó—, los materiales que a duras penas consigo nunca me
dan las ayudas que necesito para enseñar como usted nos indicó. Cuando
mucho, me dan indicaciones de cómo contar la historia bíblica y nada sobre
cómo lograr que se produzcan cambios en las vidas de los alumnos.
Emprendí mi viaje de vuelta a Buenos Aires con una pesada carga sobre mi
corazón. Esa maestra y su esperanzada súplica marcaron el comienzo de un
rumbo diferente en mi ministerio para el Señor. Por once años había sido
profesora de educación cristiana en el Instituto Bíblico Buenos Aires. Allí, junto
con otras personas, había trabajado capacitando a estudiantes para enfrentar
la tarea de la educación espiritual en las iglesias donde en un futuro tendrían su
ministerio. Los alumnos, combinando su inteligencia y creatividad en el
cumplimiento de las tareas requeridas de las clases, habían producido
excelentes lecciones y programas de enseñanza. Pero habiendo terminado sus
estudios y una vez sumergidos en sus respectivas realidades y enfrentando las
muchas demandas en sus iglesias, se veían imposibilitados de continuar
produciendo nuevas lecciones. El resultado parecía ser un círculo vicioso.
Habían recibido una capacitación en la metodología de la enseñanza, pero
ahora las exigencias del ministerio pastoral hacían que la creación de sus
propias lecciones fuera esporádica y sin continuidad. El reclamo seguía año
tras año: no tenemos materiales para llevar a cabo la tarea de la educación
cristiana.
En el año 1981 el contexto de mi trabajo, junto con el de mi esposo, cambió.
Fuimos a vivir en el sur de la Argentina para dedicarnos a la iniciación de una
iglesia. En ese lugar me vi obligada a comenzar a escribir materiales de
enseñanza para niños para uso en nuestra iglesia naciente. Algunos maestros
de otras iglesias en la zona, por medio de talleres que yo había ofrecido,
llegaron a saber de mis lecciones y comenzaron a pedirme copias para usarlas
en su iglesia. Fue entonces que mi esposo se ocupó de hacerlas imprimir. Así
nació el proyecto de producir materiales de enseñanza bíblica que llegaron a
ser conocido luego como materiales VIVIR LA BIBLIA. Hoy, con la ayuda de un
equipo de colaboradores, estas lecciones representan nuestro esfuerzo de
proveer materiales de apoyo para los maestros dedicados, pero a menudo
frustrados, de las iglesias evangélicas de América Latina.
Cada lección de estas series ha sido escrita desde el laboratorio de mi propia
experiencia con grupos de niños reales. Antes de ir a la imprenta, muchas
fueron enseñadas y evaluadas en escuelas dominicales en iglesias donde
hemos sido pastores o en otras donde tenemos maestros que evalúan las
lecciones como parte del proceso de enseñanza. A veces las críticas más
acertadas han venido de los niños mismos, quienes han descubierto algún
error o no han entendido alguna actividad. Habiendo utilizado por muchos años
este proceso de evaluación y corrección, creo que las lecciones responden a
las realidades de las iglesias y a un método de enseñanza que tiene su
probada eficacia. Por lo tanto, es mi oración constante de que las lecciones de
VIVIR LA BIBLIA sean útiles para el crecimiento espiritual de la niñez de las
iglesias en todo el continente.

El propósito del libro "La formación espiritual del niño"


He escrito este libro con tres finalidades: la primera es la de explicar una
filosofía básica sobre la enseñanza espiritual del niño (Capítulos 1 a 6); la
segunda es orientar al maestro sobre la formación espiritual del niño,
especialmente en lo que son las formas de guiarle en aceptar a Cristo como su
Salvador (Capítulos 7 a 12); y la tercera es dar una explicación de la
metodología de enseñanza para preescolares, escolares y adolescentes que
utilizamos en los materiales VIVIR LA BIBLIA (Capítulos 13 a 17). Hay tanto
que decir sobre el tema de la enseñanza espiritual del niño que es imposible
cubrirlo todo en un libro. Pero mi propósito es ampliar horizontes y crear el
deseo de saber más sobre distintos temas relacionados con la enseñanza
espiritual del niño.
El libro está dirigido específicamente a las personas que comienzan a enseñar
la Biblia utilizando los materiales VIVIR LA BIBLIA. Reconozco que ningún
material didáctico puede ser la respuesta perfecta para el crecimiento espiritual
de alguien. Libros y papeles son fríos y muertos en sí y son útiles únicamente
cuando son utilizados por una persona cuya vida es el instrumento en las
manos de Dios para hacer vivir la verdad divina. Los materiales son la
herramienta; la persona es el canal que Dios utiliza; y el Espíritu Santo es el
que hace vivir la Palabra. Por esa razón, no puedo enfatizar demasiado la
importancia de la preparación espiritual del maestro y la coherencia de su vida
en Dios.
Los materiales VIVIR LA BIBLIA expresan una filosofía definida con relación al
proceso enseñanza/aprendizaje de la Biblia. Es mi convicción de que la razón
de enseñar la Biblia es para que se logren transformaciones en las actitudes,
los valores y las conductas de las personas. Este libro, entonces, intenta
explicar esta filosofía para que el maestro pueda usar los materiales para este
fin en su clase.
Una parte integral de esta filosofía pedagógica es mi fuerte convicción de la
necesidad de reconocer las etapas de desarrollo espiritual del niño. Trato de
orientar al maestro en este sentido porque considero que es un elemento casi
ignorado en la capacitación del maestro. Es esencial que la persona que
trabaja en el contexto de la formación espiritual del niño comprenda que hay
elementos que pueden ser distorsionados, con lamentables consecuencias, si
no se toman en cuenta las limitaciones intelectuales de cada etapa de su
desarrollo. Admito que en estas páginas se da apenas una orientación escueta,
dado que la finalidad de este libro no permite la elaboración amplia que merece
este importante tema.
Sobre todo, en este libro he querido ofrecer algunos recursos prácticos para los
maestros que utilizan las lecciones VIVIR LA BIBLIA con la esperanza de que
puedan transformar el proceso de enseñanza/aprendizaje dentro de la escuela
dominical. El testimonio de muchos maestros que han usado los materiales
verifica esta posibilidad, principalmente por la respuesta positiva de sus
alumnos a la metodología usada. Creo que una excelente manera de glorificar
a Dios es convertir la escuela dominical en una experiencia de gran entusiasmo
y gozo en el estudio de la Biblia. Mi deseo es que este libro pueda abrir para
usted, estimado maestro, el camino hacia ese fin.

También podría gustarte