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Planeta superhabitable

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Recreación artística del posible aspecto de un planeta superhabitable. El tono rojizo de las masas
continentales se debe al color de la vegetación.1

Impresión artística de un planeta superhabitable.

Un planeta superhabitable es un tipo de exoplaneta hipotético, similar a la Tierra, que


presenta condiciones más adecuadas para la aparición y evolución de la vida que nuestro
propio planeta.23 En los últimos años, un gran número de expertos ha criticado el
criterio antropocentrista en la búsqueda de vida extraterrestre.4 Consideran que la Tierra
no representa el óptimo de habitabilidad planetaria en varios aspectos como el tipo
de estrella en torno a la que orbita, superficie total, proporción cubierta por océanos y
profundidad media de estos, intensidad del campo magnético, actividad
geológica, temperatura superficial, etc.56 Por lo tanto, es posible que haya exoplanetas en
el universo que ofrezcan mejores condiciones para la vida, permitiendo que surja con más
facilidad y que perdure por más tiempo.7
Un extenso reportaje publicado en enero de 2014 en la revista Astrobiology titulado
«Superhabitable Worlds», de René Heller y John Armstrong, recopila y analiza gran parte
de los estudios realizados en los años anteriores al respecto.8 Las investigaciones de
estos astrofísicos permiten establecer un perfil para los planetas superhabitables según el
tipo estelar, masa y ubicación en el sistema planetario, entre otras características.5
Concluyeron que esta clase de planetas podrían ser mucho más comunes que
los análogos terrestres.9
Para principios de 2017, todavía no ha sido confirmado ningún exoplaneta que reúna todas
las características de un planeta superhabitable. Si la composición atmosférica y masa
de Kepler-442b —que son desconocidas— se corresponden con las de un planeta de esta
tipología, puede serlo considerando su ubicación en la zona de habitabilidad,n. 1 tipo de
estrella y tamaño estimado.11

Índice

 1Características
o 1.1Superficie, tamaño y composición
o 1.2Geología
o 1.3Temperatura
o 1.4Estrella
o 1.5Órbita y rotación
o 1.6Atmósfera
o 1.7Edad
 2Perfil
o 2.1Aspecto
 3Abundancia
 4Véase también
 5Notas
 6Referencias
 7Bibliografía
 8Enlaces externos

Características[editar]
Los múltiples criterios analizados en las investigaciones de Heller y Armstrong, concluyen
una serie de características básicas aproximadas que deben reunir los hipotéticos planetas
superhabitables.12 De sus estudios, se extrae que los planetas de unas 2 masas
terrestres y 1,3 radios terrestres, contarán con un tamaño óptimo para la tectónica de
placas.13 Además, su masa implicará una mayor atracción gravitatoria, suponiendo un
incremento en la captura de gases durante la formación del planeta.12 Por tanto, es
probable que cuenten con atmósferas más densas que ofrezcan una mayor concentración
de oxígeno y de gases de efecto invernadero, que a su vez eleven la temperatura media
hasta unos niveles óptimos para la vida vegetal —unos 25 ℃—.14 Su mayor gravedad
también puede influir en el relieve del objeto planetario, haciéndolo más regular y
disminuyendo el tamaño de las cuencas oceánicas, lo que mejorará la diversidad de la
vida acuática, más abundante en aguas poco profundas.15
Otros factores a tener en cuenta son el tipo de estrella —las enanas naranjas presentan
las mismas ventajas que las estrellas más pequeñas y mayores sin sus teóricos
inconvenientes—,16 la edad del sistema —ligeramente superior a la del sistema solar,17
dando más tiempo a la vida para evolucionar— y una ubicación más próxima al centro de
la zona habitable del sistema,18 entre otros.5
Superficie, tamaño y composición[editar]
Un exoplaneta con 1,6 R⊕ tendrá un radio similar al de Kepler-62e —segundo empezando por la
izquierda—. En el extremo de la derecha figura la Tierra, a escala.

Un exoplaneta con un volumen mayor que el terrestre, un relieve más complejo o una
superficie más amplia cubierta por agua en estado líquido puede ser más adecuado para
la vida.19 Sin embargo, puesto que el volumen de un planeta suele guardar una relación
directa con su masa, cuanto más masivo sea mayor será su atracción gravitatoria, lo que
puede traducirse en una atmósfera excesivamente densa.20
Los estudios del equipo de Courtney Dressing, investigadora del Centro de Astrofísica
Harvard-Smithsonian (CfA), indican que existe un límite natural, fijado en 1,6 radios
terrestres (R⊕), por debajo del cual casi todos los planetas son cuerpos telúricos,
compuestos principalmente de roca-hierron. 2 como Venus y la Tierra.22 Normalmente, los
objetos con una masa inferior a 6 masas terrestres (M⊕) tienen altas probabilidades de
presentar una composición similar a la de la Tierra.23 Por encima de este límite, la
densidad de los planetas disminuye a medida que aumenta su tamaño, a imagen de
los gigantes gaseosos.2425 Además, las supertierras demasiado masivas pueden carecer
de placas tectónicas.13
Así pues, cabe esperar que cualquier exoplaneta con una densidad similar a la terrestre y
un radio superior —próximo a los 1,6 R⊕— sea más apto para la vida.6 No obstante, otros
estudios indican que los mundos oceánicos representan un estado de transición entre
los minineptunos y los planetas telúricos, especialmente si pertenecen a estrellas poco
masivas —cuyos planetas situados en la zona habitable tienden a acumular mucha más
agua—.2627 Aunque los planetas océano pueden ser habitables, la profundidad media de
sus masas de agua y la ausencia de tierras emergidas se alejan del concepto
de superhabitabilidad sostenido por Heller y Armstrong.28 Por tanto, aunque los cuerpos
planetarios ligeramente más masivos que la Tierra son, en principio, más adecuados para
la vida, un tamaño excesivo consigue justo el efecto contrario.28 Desde una perspectiva
geológica, el óptimo para la masa de un planeta se encuentra en torno a las 2 M⊕, así que
debe contar con un radio que mantenga la densidad de la Tierra —entre 1,2 y 1,3 R⊕—.29
Otro factor de habitabilidad inherente a la superficie que puede mejorar la aptitud para la
vida terrestre es la distribución de las masas continentales. En el
pasado, supercontinentes como Pangea podían tener vastos desiertos en su interior como
consecuencia de la lejanía respecto al mar.30 Por el contrario, los continentes más
separados y los archipiélagos presentan una cantidad mayor de vegetación y de diversidad
biológica.316
La profundidad media de los océanos también influye en la habitabilidad de un planeta.
Las áreas poco profundas del mar, dada la cantidad de luz que reciben, suelen ser más
acogedoras para las especies acuáticas, por lo que es probable que los exoplanetas con
una profundidad media menor sean más adecuados para la vida.2832 Los exoplanetas más
masivos que la Tierra tienden a tener una superficie más regular por efecto de su
gravedad, lo que puede suponer unas cuencas oceánicas menos profundas.33 Por otro
lado, los planetas con menor cantidad de agua que la Tierra tienen una probabilidad menor
de presentar un efecto invernadero descontrolado si se encuentran en el confín interno de
la zona habitable y es menos probable que padezcan una glaciación global si pertenecen
al confín externo.34
Geología[editar]

Impresión artística de un planeta superhabitable.

La tectónica de placas, en combinación con la presencia de grandes masas de agua sobre


un planeta, es capaz de mantener unos niveles de CO2 constantes.353637 Este proceso
parece ser habitual en los planetas telúricos geológicamente activos con una velocidad de
rotación significativa.38 Cuanto más masivo sea un cuerpo planetario, más tiempo
perdurará su calor interno, un factor principal que contribuye a la tectónica de placas.13 No
obstante, una masa planetaria excesivamente alta también puede ralentizar este fenómeno
a causa de una mayor presión y viscosidad del manto, lo que dificulta el deslizamiento de
la litosfera.13 Las investigaciones sugieren que la tectónica de placas alcanza su máximo
de actividad en cuerpos con entre 1 y 5 M⊕, siendo el óptimo una masa aproximada de 2
M⊕.29
Si la actividad geológica no es lo suficientemente intensa para generar una cantidad de
gases de efecto invernadero que eleven las temperaturas globales por encima del punto
de congelación del agua, el planeta puede experimentar una glaciación global permanente,
a menos que el proceso sea contrarrestado por una irradiación estelar intensa o por una
fuente de calor interno como el calentamiento de marea.39
Otro factor favorable para la vida en los planetas más masivos que la Tierra reside en su
potencial para desarrollar una magnetosfera mayor que proteja al planeta más eficazmente
de la radiación cósmica y, especialmente, de los vientos estelares.40 Los cuerpos poco
masivos y los que presentan una rotación lenta —o están anclados por marea a su
estrella— tienen un campo magnético débil o inexistente que en el transcurso del tiempo
puede suponer la pérdida de una porción relevante de su atmósfera, sobre todo
del hidrógeno, por escape hidrodinámico.13

El clima de un exoplaneta más cálido y húmedo que el terrestre puede ser similar al de las zonas
tropicales de la Tierra. En la imagen, manglar en Camboya.

Temperatura[editar]
La idoneidad térmica de un planeta para la vida está determinada por su temperatura de
equilibrio —es decir, la que correspondería a la Tierra en su lugar— y por la fluctuabilidad
de la misma.41 A lo largo de su historia, la Tierra ha sufrido importantes variaciones de
temperatura durante largos períodos, como las superglaciaciones durante el Criogénico y
el calentamiento global que pudo contribuir a la extinción masiva del Pérmico-Triásico.4243
Incluso en nuestros días registra oscilaciones térmicas significativas en función de
la latitud y de las estaciones del año. Es posible que los planetas con atmósferas más
densas que la terrestre, una distribución más dispersa de sus tierras emergidas y/o menor
inclinación de su eje tengan una amplitud térmica menor y estaciones menos
pronunciadas.41 En tal caso, las especies autóctonas no tendrían que adaptarse a cambios
de temperatura tan radicales y podrían ser más diversas.41 El efecto termorregulador del
mar quizás suponga unas temperaturas moderadas en planetas oceánicos situados en la
zona de habitabilidad de su estrella.44
La temperatura de equilibrio óptima para la vida es desconocida, si bien parece que en la
Tierra la diversidad animal ha sido mayor en épocas más cálidas.45 Es posible, por tanto,
que los exoplanetas con temperaturas medias ligeramente más altas que las de la Tierra
sean más aptos para la vida.41 Sin embargo, estudios recientes indican que la Tierra se
encuentra en el límite interno de la zona habitable del sistema solar,46 lo que puede
perjudicar a su habitabilidad a largo plazo, ya que las estrellas aumentan su luminosidad
con el paso del tiempo.4748 Paradójicamente, un planeta superhabitable debe ser algo más
cálido que la Tierra y, a su vez, orbitar más próximo al centro de la ZH de su sistema.4918
Esto sería posible siempre que su atmósfera fuese más densa y/o tuviese una mayor
concentración de gases de efecto invernadero.5051
Estrella[editar]
Véanse también: Habitabilidad en sistemas de enanas naranjas y Habitabilidad en sistemas
de enanas rojas.

Posición en la ZH de algunos de los planetas confirmados con mayor IST y temperatura media
superficial.52n. 3

El tipo estelar determina en gran medida las condiciones presentes en un sistema.5354 Las
estrellas más masivas —O, B y A— tienen un ciclo vital muy corto, abandonando
rápidamente la secuencia principal.5556 Además, las de tipo O y B producen un
efecto fotoevaporación que impide la formación de planetas en torno a la estrella.5758
En el lado opuesto, las menos masivas —tipos M y K-tardío, es decir, enanas rojas— son,
por mucho, las más comunes y longevas del universo, pero su potencial para albergar vida
aún es objeto de estudio.5358 Su escasa luminosidad reduce el radio de la órbita de los
exoplanetas en la zona habitable, que quedan expuestos a los brotes de radiación
ultravioleta que tienen lugar frecuentemente, especialmente durante los primeros mil
millones de años de vida de estas estrellas.16 Un radio de órbita corto también puede
abocar al acoplamiento de marea del planeta, que presentaría siempre un
mismo hemisferio hacia la estrella —conocido como hemisferio diurno—.5958 Aun si fuese
posible la existencia de vida en un sistema de este tipo, es poco probable que cualquier
exoplaneta perteneciente a una enana roja pueda ser considerado como superhabitable.53
Descartando ambos extremos, quedarían los sistemas de estrellas de tipo K y G —enanas
naranjas y amarillas, respectivamente— como mejores hogares para la vida.1658 Ambos
permiten la formación de planetas a su alrededor, tienen una larga esperanza de vida y
ofrecen una zona habitable estable y libre de los efectos derivados de una proximidad
excesiva a su estrella.58 Las de tipo G, como el Sol, tienen una zona de habitabilidad
mayor, pero su vida es considerablemente más corta que las de tipo K.16 Además, su
radiación es muy elevada como para permitir la vida compleja sin la existencia de
una capa de ozono.16 Por el contrario, las de tipo K o enanas naranjas permanecen en la
secuencia principal por periodos hasta tres veces mayores que las de tipo G.60 Son
también las más estables y su zona habitable varía muy poco durante su vida, por lo que
un análogo terrestre situado en una estrella tipo K puede ser habitable durante la práctica
totalidad de la secuencia principal.16 Además, su baja radiación puede facilitar la presencia
de vida compleja sin la existencia de una ozonosfera.166162
Órbita y rotación[editar]

Impresión artística de un análogo a la Tierra. Algunos planetas superhabitables podrían presentar un


aspecto similar si no guardan diferencias importantes con la Tierra.

La rotación sincrónica en los planetas anclados por marea a su estrella puede no ser un
factor importante para la vida mientras cuenten con una atmósfera lo bastante densa como
para repartir el calor entre los hemisferios diurno y nocturno.63 Sin embargo, se ha
cuestionado la probabilidad de que se desarrollen formas de vida complejas en este tipo
de planetas y, en cualquier caso, es difícil que puedan ser catalogados como
superhabitables.53
Los expertos no han alcanzado un consenso sobre cuál es la velocidad de rotación óptima
para un planeta, pero sí que no debe ser muy elevada ni demasiado lenta —en última
instancia, este último supuesto puede acarrear unos problemas similares a los observados
en Venus, que completa una rotación cada 243 días terrestres y que, como consecuencia
de ello, no puede generar un campo magnético similar a la Tierra—.6465 La hipótesis de la
Tierra especial añade la necesidad de un satélite natural de considerables proporciones
para equilibrar el eje planetario, pero esta teoría ha sufrido importantes críticas en la mayor
parte de sus argumentos y las investigaciones recientes sugieren que puede ser preferible
la ausencia de un satélite.6667
La órbita de un planeta superhabitable debe situarse en la zona habitable de su sistema.68
Más allá de esta consideración, no hay consenso sobre el efecto que puede tener una
mayor excentricidad orbital en los análogos terrestres:5069 es posible que las fluctuaciones
térmicas derivadas de diferencias notorias en la distancia a la estrella en
el apoastro y periastro sean perjudiciales para la vida;50 por otro lado, una excentricidad
moderada pero mayor que la de la Tierra puede servir como protección ante eventos de
glaciación global o de efecto invernadero descontrolado.27071
Atmósfera[editar]
No hay argumentos sólidos para asegurar que la atmósfera terrestre tenga una
composición óptima para la vida.50 Con independencia de que no existen organismos
pluricelulares totalmente anaeróbicos y que se considera imprescindible la presencia de
una cantidad importante de oxígeno en la atmósfera para que puedan desarrollarse formas
de vida complejas, el porcentaje de oxígeno respecto al total atmosférico parece limitar el
tamaño máximo que pueden tener algunas formas de vida —una mayor concentración
permitiría una mayor diversidad animal— e influye en la amplitud de las redes
metabólicas.7250 En la Tierra, durante el período Carbonífero, se llegaron a alcanzar
concentraciones de oxígeno de hasta un 35 %, lo que coincidió con una de las épocas de
mayor biodiversidad en nuestro planeta.73
Mientras que atmósferas menos densas que la de la Tierra ofrecen una protección menor
frente a la radiación cósmica de alta energía y conllevan tanto una diferencia térmica
mayor entre el día y la noche y entre las zonas ecuatoriales y polares como una mala
distribución de las precipitaciones, una atmósfera más densa puede conseguir justo el
efecto contrario.5150 La densidad atmosférica debe ser mayor en planetas más masivos, lo
que refuerza la hipótesis de que las supertierras puedan presentar condiciones de
superhabitabilidad.50
Edad[editar]

Las primeras estrellas que aparecieron en el universo contaban con una metalicidad muy baja, que
probablemente impedía la formación planetaria.

Desde un punto de vista biológico, los planetas con más edad que la Tierra pueden tener
una mayor biodiversidad, ya que las especies autóctonas habrán contado con más tiempo
para evolucionar, adaptando y estabilizando las condiciones del entorno para sostener un
ambiente idóneo para la vida que puedan aprovechar sus descendientes.17
La zona de habitabilidad de un sistema planetario se aleja de la estrella con el transcurso
del tiempo, a medida que aumenta su luminosidad.16 Las estrellas menos masivas que el
Sol tardan más en abandonar la secuencia principal y su evolución es mucho más lenta.74
Como consecuencia, un planeta habitable perteneciente a una estrella tipo K puede
mantener su condición durante miles de millones de años antes de traspasar el confín
interno de la zona de habitabilidad.47 Por tanto, cabe esperar que los planetas que orbiten
a enanas naranjas con edades próximas a la del propio universo ofrezcan un mejor
escenario para la vida.16
Sin embargo, durante años se ha cuestionado el potencial para encontrar vida en sistemas
antiguos por la aparente relación entre la metalicidad estelar y la formación planetaria.75 La
cantidad de elementos pesados en el universo ha ido aumentando progresivamente desde
sus orígenes, así que las estrellas más antiguas que se conocen cuentan con una
metalicidad inferior a un 10 % de la del Sol.76 Los primeros descubrimientos
exoplanetarios, en su mayoría gigantes gaseosos que orbitaban muy cerca de sus
estrellas, sugerían que los planetas eran poco comunes en sistemas con baja metalicidad,
lo que invitaba a sospechar la existencia de un límite temporal en la aparición de los
primeros objetos de masa terrestre.77 Las posteriores observaciones del telescopio Kepler
han permitido a los expertos descubrir que esta relación es mucho más restrictiva en
sistemas con jupíteres calientes y que los planetas terrestres pueden formarse en estrellas
con metalicidades muy inferiores, hasta cierto punto. Estos resultados fueron anunciados
oficialmente por un equipo internacional de astrónomos dirigidos por Lars Buchhave,
del Instituto Niels Bohr de la Universidad de Copenhague, en el 220º encuentro de
la American Astronomical Society.76
En su presentación, indicaron que debe existir un límite temporal para la aparición de los
primeros planetas telúricos. Se cree, a expensas de nuevas observaciones, que los
primeros objetos de masa terrestre debieron aparecer en algún momento hace entre 7000
y 12 000 millones de años.76 Teniendo en cuenta la mayor estabilidad de las enanas
naranjas (tipo K) respecto al Sol (tipo G) y su mayor esperanza de vida, es posible que
cualquier exoplaneta habitable perteneciente a una de ellas que se encuentre dentro de
ese límite, pueda ofrecer un escenario mejor para la vida por el margen evolutivo
concedido a las especies locales.16

Perfil[editar]

Comparación entre el tamaño de Kepler-442b (1,34 R⊕) y la Tierra (derecha).

A pesar de la escasez de información exoplanetológica disponible, las teorías vistas en los


apartados anteriores invitan a elaborar un perfil del prototipo de planeta superhabitable.12
Aun cuando parte de los puntos vistos siguen siendo objeto de debate, en otros sí parece
haber cierto consenso. Así pues, algunos de los rasgos típicos de un planeta
superhabitable podrían ser:12

 Masa próxima a 2 M⊕.


 Para conservar una densidad similar a la terrestre, su radio debe oscilar entre 1,2 y
1,3 R⊕.
 Porcentaje de superficie cubierta por océanos similar, pero más repartida y sin
grandes masas continentales continuas.
 Menor distancia respecto al centro de la zona habitable del sistema.
 Temperatura media superficial ligeramente superior a la de la Tierra (14 ℃).78
 Perteneciente a una estrella tipo K intermedia, con una edad mayor que la del Sol
(4568 millones de años) pero inferior a 7000 millones de años.
 Sin satélites naturales de gran tamaño.
 Atmósfera algo más densa que la de la Tierra y con una concentración mayor de
oxígeno.
No hay ningún exoplaneta cuya existencia haya podido ser confirmada que reúna todos los
requisitos. Tras la actualización de la base de datos de exoplanetas de la NASA del 23 de
julio de 2015, el que más se aproxima es Kepler-442b, perteneciente a una enana naranja,
con un radio de 1,34 R⊕ y una masa de 2,34 M⊕, pero con una temperatura superficial
estimada en -2,65 ℃ que lo convierte en un psicroplaneta —considerando una atmósfera
similar a la de la Tierra—.79 Es posible que su mayor tamaño le haya conferido una
densidad atmosférica superior y que esto, unido a una mayor presencia de gases de efecto
invernadero, suponga una temperatura real igual o mayor que la terrestre.n. 4 En tal caso,
podría ser un planeta superhabitable. Por el momento, aunque es el cuarto exoplaneta
confirmado con mayor índice de similitud con la Tierra (84 %), es el que más
probabilidades tiene de albergar algún tipo de vida.81
Aspecto[editar]

La Tierra casi roza el borde interior de la zona habitable


del sistema solar —el área en la que las temperaturas
permiten a los planetas tipo-Tierra tener agua líquida
superficial—. Desde esta perspectiva, la Tierra es solo
marginalmente habitable. Eso nos llevó a la pregunta:
¿podría haber entornos más hospitalarios en planetas
terrestres?

—René Heller.82

La apariencia de un planeta superhabitable debe ser, en líneas generales, muy similar a la


de la Tierra.5 Las principales diferencias, cumpliendo con el perfil visto anteriormente,
serían las derivadas de su masa. Su atmósfera más densa probablemente impedirá la
formación de casquetes polares, como consecuencia de la menor diferencia térmica entre
las distintas regiones del planeta.50 También tendrá una mayor concentración de nubes y
precipitaciones más abundantes.n. 5
Probablemente, la vegetación será muy distinta debido a la mayor densidad atmosférica,
precipitaciones y temperatura; y a la distinta luz estelar. Por el tipo de luz emitida por las
estrellas tipo K, posiblemente las plantas adoptarán tonos como el amarillo, el naranja o el
rojo en función de la masa estelar —amarillo-verdoso para las enanas naranjas más
masivas y rojo-marrón para las más pequeñas—, frente al verde predominante en la
Tierra.841 La vegetación cubriría regiones más amplias que en la Tierra, haciendo
claramente visible su tonalidad desde el espacio.5
En general, el clima de un planeta superhabitable sería más cálido, húmedo, homogéneo y
estable que el terrestre, permitiendo que la vida se extendiese por toda su superficie sin
presentar grandes diferencias poblacionales —características de las zonas más inhóspitas
de la Tierra en comparación con las regiones tropicales—.41 Las condiciones de estos
planetas podrían ser soportables para el ser humano incluso sin protección —traje
espacial— siempre que su atmósfera no contenga excesivos gases tóxicos o tenga
una presión considerablemente diferente, aunque requeriría de una cierta adaptación a la
mayor atracción gravitatoria que podría desarrollarse de forma natural: aumento de
la masa muscular, incremento de la densidad ósea, etc.n. 68586

Abundancia[editar]

Esquema de mundos terrestres y sus subconjuntos, según Heller y Armstrong. 87

El número de planetas superhabitables puede superar ampliamente el de los análogos


terrestres:9 las estrellas menos masivas de la secuencia principal son más abundantes que
las de mayor tamaño y luminosidad, por lo que hay más enanas naranjas que análogos
solares, más masivos y luminosos.88 Se calcula que, aproximadamente, un 9 % de las
estrellas de la Vía Láctea son de tipo K.89
Otro de los puntos que favorece el predominio de los planetas superhabitables respecto a
los análogos terrestres es que, a diferencia de estos últimos, buena parte de los requisitos
de un mundo superhabitable se pueden dar de forma espontánea y conjunta simplemente
por contar con una masa superior.90 Un cuerpo planetario próximo a las
2 M⊕ desempeñará mejor su tectónica de placas y contará con una superficie mayor que
uno de masa similar a la Tierra.31 Del mismo modo, es probable que sus océanos sean
menos profundos por el efecto de la gravedad sobre la corteza del planeta, que su campo
gravitatorio sea más intenso y que cuente con una atmósfera más densa —de este último
punto se infiere que su temperatura posiblemente será mayor y más homogénea que en
uno menos masivo—.14
Por el contrario, los planetas de masa terrestre pueden presentar una gran diversidad de
estados muy distintos al de análogo a la Tierra. Por ejemplo, al disponer de una tectónica
de placas menos activan. 7 y una densidad atmosférica inferior, la probabilidad de que
desarrollen una glaciación global permanente es mucho mayor.50 Otro efecto negativo de
la menor densidad atmosférica está representado en forma de oscilación térmica, que
puede suponer una alta variabilidad en el clima planetario y la exposición a eventos
catastróficos como el citado anteriormente. Además, al contar con una magnetosfera más
débil, pueden perder sus niveles de hidrógeno por escape hidrodinámico con más facilidad
y convertirse en planetas-desierto.50 Cualquiera de estos ejemplos podría impedir la
aparición de organismos sobre la superficie del planeta.91
Considerando a la propia vida como un factor de habitabilidad —que modifica su entorno,
optimizando sus condiciones—, puesto que los planetas superhabitables son más aptos
para la vida que los similares a la Tierra según Heller y Armstrong, esta también debe
perdurar con más facilidad en lugares que reúnan gran parte de sus características
principales.8 Suponiendo un número de planetas potencialmente superhabitables idéntico
al de planetas con potencial para ser análogos a la Tierra, habría un porcentaje mayor de
los primeros con algún tipo de vida sobre su superficie, que podría alterar sus condiciones
y convertirlos en verdaderos planetas superhabitables.9
En cualquier caso, la multitud de escenarios que pueden convertir a un planeta de masa
terrestre ubicado en la zona de habitabilidad de un análogo solar en un lugar inhóspito,
lejos de la imagen de un gemelo de la Tierra, son menos probables en un planeta que
reúna las características básicas de un mundo superhabitable, por lo que estos últimos
deben ser más comunes.9

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