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de Reconocimiento y
Participación de las
FAMILIAS
Junta Nacional de Jardines Infantiles
Políticas Regionales
de Reconocimiento y
Participación de las
FAMILIAS
Junta Nacional de Jardines Infantiles
ediciones
delajunji
POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
Departamento Técnico-Pedagógico
Subdirecciones Técnicas Regionales
Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI)
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Nacional de Jardines Infantiles.
ÍNDICE
Presentación 7
Antecedentes 9
Fundamentos 12
Principios 18
Región de Tarapacá 32
Región de Antofagasta 44
Región de Atacama 56
Región de Coquimbo 66
Región de Valparaíso 78
Región Metropolitana 88
Como integrantes de las comunidades educativas, niñas y niños requieren ser felices y
que todos los actores piensen, conversen, reflexionen y proyecten los sentidos de una
buena educación; educación vivida en la cotidianeidad, en la convivencia diaria de las
comunidades, para que en cada experiencia educativa se les permita a los párvulos dis-
frutar con todo su ser.
El propósito principal de las Políticas regionales de reconocimiento y participación de las
familias consiste en contribuir a este proceso de transformación social que se inicia en la
primera infancia a través de la generación de alianzas que, sobre la base de una profunda
reflexión, permita la construcción de sentidos compartidos respecto de la educación que
queremos para los niños en cada una de las comunidades educativas a lo largo del país.
Este proceso democrático y participativo que nos enorgullece como institución pública,
ha contado con el amplio compromiso de equipos educativos, asesores territoriales, fa-
milias, agentes comunitarios de las redes sociales e institucionales, que han permitido en
tiempos de grandes reformas que estas políticas porten la voz de todos para resignificar
los sentidos de una educación parvularia humanizante, inclusiva e integral, que se suma
al compromiso presidencial de una importante ampliación de cobertura en el nivel.
Publicada por Ediciones de la JUNJI, estas políticas regionales emprenden su propio vuelo
para enriquecer los procesos educativos y avanzar en la legítima aspiración de una edu-
cación pública, gratuita, de calidad y desde la cuna para todos los niños y niñas de Chile.
El compromiso de la JUNJI con las familias fue materializado en 2002 mediante la cons-
trucción de la Política de trabajo con madres, padres, apoderados y comunidad y el énfasis
que se buscó materializar en ese proceso, fue el de la participación ciudadana, recogien-
do el interés político de instalar a la ciudadanía en el debate público y el interés de JUNJI
por fortalecer el vínculo de las familias y comunidades con la gestión educativa de los
diferentes programas educativos institucionales.
A raíz de lo anterior y debido a que las transformaciones sociales son una constante,
en esta última década se materializó de manera más profunda procesos de cambio, en
pos de una sociedad que busca la justicia social y que valora el carácter diverso de su
10 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
1 Ley N° 20.422 o Ley de igualdad de oportunidades e inclusión social de personas con discapacidad, del 10 de
febrero de 2010.
2 Ley N° 20.609 o Ley de no discriminación, del 24 de julio de 2012.
3 El Convenio N° 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre pueblos indígenas y tribales
en países independientes es un tratado internacional adoptado en Ginebra el 27 de junio de 1989 y
ratificado por Chile en septiembre de 2008.
4 Ley N° 20.830 o Ley de acuerdo de unión civil, del 21 de abril de 2015.
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 11
Entre los diversos actores de la ciudadanía, hoy existe un gran acuerdo para reivindicar
la educación como un derecho social materializado en los ideales de la actual Reforma
Educacional chilena. Este derecho social, habilitante para el ejercicio de los demás dere-
chos humanos, cobra vida en el espacio público de la comunidad educativa, visión que
implica considerar que la educación debe ser para todas y todos, sin distinción y que las
personas adultas que pertenecen a ella son corresponsables de esta gran tarea.
El enfoque comunitario reconoce y valora a las familias como la principal estructura co-
munitaria. Esta lógica quiebra el esquema tripartito de familia-escuela-comunidad, pro-
moviendo la comprensión de una realidad que cohesiona en la “comunidad educativa”
a un todo integrado y complejo que genera alianzas, entendiendo que las familias son
parte de la comunidad. Por tanto, sus realidades, problemas y tensiones forman parte de
la naturaleza del contexto territorial en el que habitan.
Las alianzas a modo de redes vinculares, entre el espacio público del jardín infantil, las
familias y agentes sociales comunitarios, constituyen una de las formas en que se pone
en juego la participación de la comunidad educativa en la vida social. “Una alianza es
concebida como la articulación de actores diversos en función de objetivos comunes
que ponen a disposición sus recursos (humanos, materiales, financieros) para solucionar
problemas y aprender conjuntamente en ese proceso”10 para, a partir de diálogos y con-
sensos, acordar la propuesta educativa a desarrollar. La construcción de alianzas implica
el desafío de transitar desde una comunidad educativa jerarquizada a una comunidad
7 Víctor Manuel Martínez, El enfoque comunitario. El desafío de incorporar a las comunidades en las
intervenciones sociales, Universidad de Chile, Santiago, 2006.
8 Ibíd.
9 Ibíd.
10 Marta Krichesky, Escuela y comunidad: desafíos para la inclusión educativa, Ministerio de Educación,
Ciencias y Tecnología de la Nación, Buenos Aires, 2006.
14 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
educativa compuesta por redes, en la que se valoran los individuos y las redes vincu-
lares que los relacionan. Avanzar en este sentido, en la comunidad educativa, implica
por ejemplo que las normas establecidas sean un marco amplio y que se releve el cri-
terio técnico pedagógico de los equipos educativos para convivir democráticamente,
asumiendo que el contexto es variado, diverso y que los acuerdos y decisiones deben
tomarse situacionalmente, lo que conlleva a evitar medidas estandarizadas y sanciones
que denotan el ejercicio autoritario y el poder personificado.
Lo anterior desafía a comprender que “la sociedad está cambiando de una sociedad de
roles a una de redes (Castells); de una sociedad donde lo básico eran las estructuras,
a una donde lo básico lo constituyen los sujetos (Touraine). La sociedad de redes, se
contrapone a la industrial por la horizontalidad, la descentralización, la autonomía de
sus partes, la versatilidad funcional y la ausencia de normas formales que restringen
el funcionamiento de las organizaciones. Sus valores son la interdependencia entre las
partes, la libre asociación y la adaptabilidad al cambio. Ello se traduce en la necesidad de
desarrollar la habilidad para consensuar acciones y la capacidad para moverse en esce-
narios inciertos, haciéndose cada vez más necesario el aprendizaje constante, la gestión
del riesgo y la reciprocidad basada en la confianza”.11
Esta propuesta releva la confianza como un requisito fundamental para actuar. La con-
fianza permite el movimiento y dinamiza la capacidad de transformación. “Todo sistema
social, y por lo mismo la escuela, requiere desenvolver la confianza como condición de
funcionamiento”.12
11 Ricardo Hevia, “Frente a la crisis de sentido, una pedagogía de la confianza”, Revista PRELAC, Vol. 2, Oficina
de Educación para América Latina y el Caribe, Santiago, 2006.
12 Ibíd.
13 Humberto Maturana y Ximena Paz Dávila, “Biología del conocer y biología del amar. Desde la matriz
biológica de la existencia humana”, Revista PRELAC, Vol. 2, Oficina de Educación para América Latina y el
Caribe, Santiago, 2006.
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 15
mutua entre los diversos actores; se reconocen y valoran los saberes y experiencias de
las familias y su ocupación constante por la educación de niñas y niños que habitan su
espacio familiar, y las capacidades, saberes y experiencias de los equipos educativos.
Juntos, mediante un sistema de colaboración y corresponsabilidad, piensan, conversan,
crean, idealizan la educación que es más pertinente a ese grupo de personas y al medio
natural y cultural en el cual habitan. Sólo el reconocimiento y valoración mutua de todos
los actores de la comunidad educativa, basados en relaciones de confianza, inspira la
participación de las familias en un espacio que reconocen suyo, como extensión de lo
que ocurre en el plano familiar.
Por otra parte, es necesario considerar y admitir que las familias participan del proceso
de educación y formación de los niños activa, constantemente y de manera cotidiana;
por tanto, erradicar el mito de que las familias no se inmiscuyen en las educación de sus
hijos permitirá generar una red vincular libre de prejuicios sancionadores. En este senti-
do, el Nivel de Educación Parvularia complementa y colabora en la labor formativa que
tan significativamente realizan las familias.
Las familias pueden nutrirse del apoyo especializado de profesionales, técnicos, agentes
educativos, que poseen saberes didácticos para ampliar y enriquecer las oportunidades
educativas que ofrecen a sus hijos. “Educar es un intento de hacer de manera artificial
algo que debería ocurrir espontáneamente en la convivencia en familia o en la comuni-
dad (…) la familia o la comunidad cercana no proporciona todo el espacio experiencial
que el educando debería vivir (…). El aprendizaje es una transformación en la conviven-
cia. El educando no aprende una temática, sino un vivir y un convivir. Aprende una forma
de vivir del ser humano”.14
14 Ibíd.
16 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
En esta lógica, equipos educativos, niñas, niños y sus familias deben pensar y conversar
sobre la forma que desean convivir, construir un ideario una visión que los identifique,
planear un conjunto de experiencias con sentido humano y pedagógico, ir tomando de-
cisiones conjuntas corresponsablemente, liderados pedagógicamente por los equipos
educativos, pues la función y rol social que poseen los equipos educativos, debe poner
al centro el bienestar y aprendizajes integrales de niñas y niños y promover el disfrute
de los procesos de transformación que se darán en la convivencia cotidiana. Quizás las
familias no podrán estar en la implementación de cada experiencia, pero el ideario cons-
truido en el seno de cada comunidad educativa, el nivel de compromiso de las familias
en la labor formativa, impregnará las formas en las cuales los párvulos y sus familias se
transforman en su íntimo espacio de convivencia.
En ese sentido, la real participación de las familias en el ámbito educativo es aquella que
tiene un carácter político “donde las familias forman parte e intervienen en los procesos
de toma de decisiones básicos que determinan el rumbo y la orientación. En este caso,
participar no significa sólo aportar recursos sino también decidir acerca de su uso e inter-
venir en la definición de los sentidos y objetivos que vale la pena seguir. Estos procesos
implican trabajar con los cambios como posibilidad colectiva y no como salida individual,
tomando como parámetro el sentido político de la participación”.15
Ampliando la mirada, las familias como unidades sociales básicas educativas, son un ac-
tor significativo de la comunidad; no obstante, “la comunidad, incluye una diversidad de
actores de la sociedad civil que, junto con el rol activo del Estado en las políticas educati-
vas, pueden potenciar y dar riqueza a la tarea educativa”.16 En este sentido, la generación
de redes vinculares sólidas que se producen por efecto de la participación sobre la base
de la confianza y normas de reciprocidad, brindan la oportunidad de asumir correspon-
sablemente la educación de niñas y niños.
En este contexto, se invita a resignificar la mirada puesta en los niveles de participación y
a transitar hacia una mirada puesta en la profundidad de las relaciones que se establecen
en las redes vinculares para desarrollar una práctica que se cuestione constantemente
su quehacer respecto de las interacciones que se establecen con los diversos actores de
la comunidad educativa.
Lo anterior, “implica una visón de liderazgo que inspira a una comunidad educativa a
tener convicciones profundas sobre el sentido de la educación inicial, a reflexionar crí-
ticamente y a transformar la realidad teniendo una visión de futuro compartida”.17 Este
proceso conlleva el ejercicio ciudadano e institucional de una práctica dialógica
democrática con las personas que habitan la comunidad educativa (equipos educativos,
niñas, niños y sus familias, agentes y organizaciones sociales) para la construcción de un
proyecto pedagógico en base a cuestionamientos profundos respecto del concepto de
niña y niño, finalidad de la educación, entre otras.
Las redes vinculares que se puedan construir entre los diversos actores de la comunidad
educativa son propias y singulares –a nivel territorial y local– dada la historia y la tradición
pedagógica, pues muchos factores influyen en la riqueza del tejido asociativo comuni-
tario. No obstante, la pertinencia de lo que allí se hace es fruto de cuánto conocimiento
y reconocimiento mutuo existe, cómo se generan los procesos de colaboración y coo-
peración recíproca y cuánto espacio hay para la reflexión, creación, toma de decisiones
conjunta, disfrute en la convivencia y transformación constante.
Al respecto, la red vincular entre familias y equipos educativos supone que aquella trans-
formación constante en la convivencia ocurra en encuentros dialógicos, horizontales en
donde la capacitación y habilitación de un otro cede espacio a la construcción de sen-
tidos compartidos, es decir, en conjunto los diversos actores conversan y “dan vueltas
juntos” en torno a problemas que les competen, que les son significativos, crean, acuer-
dan, inventan, se atreven, innovan, se equivocan, vuelven a “danzar”, pues asumen con
convicción que el compromiso que como personas adultas tienen es dar vida al derecho
a la educación de niños y niñas, derecho que les habilitará para ejercer su ciudadanía y
contribuir a su felicidad.
En coherencia con los fundamentos, los principios que sustentan la elaboración e imple-
mentación de las políticas regionales son los siguientes:
Construir entre los diversos actores de la comunidad educativa redes vinculares ba-
sadas en la confianza, el respeto y la valoración mutua abre espacios auténticos de
participación y compromiso frente a la educación y bienestar integral de los niños.
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POLÍTICAS REGIONALES
DE RECONOCIMIENTO
Y PARTICIPACIÓN DE
LAS FAMILIAS
22 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
I. INTRODUCCIÓN
La Región de Arica y Parinacota se caracteriza por su rica diversidad cultural, folclórica,
étnica y por su pasado histórico. Su ubicación limítrofe permite la movilidad humana fa-
voreciendo que cientos de personas crucen la frontera en forma diaria, convirtiéndola en
una zona de migración y asentamiento. Frente a esto, el desafío radica en transformarse
en una sociedad de acogida que reconozca las fortalezas y los saberes de las personas
que llegan desde otros países.
Es importante señalar la historia común que existe con los países vecinos del Perú y
Bolivia, lo que determina que haya tantas familias en esta región con troncos genea-
lógicos representativos de ambos países. Es necesario también evidenciar que en esta
composición familiar de diferentes orígenes predominan en esta zona las familias del
pueblo originario aymara, las que en la actualidad han logrado reposicionar su cultura e
identidad a través de sus costumbres, tradiciones y lengua.
Asimismo, y al igual que en el resto de América, el hombre y la mujer africana estuvieron
presentes en la historia de esta región, traídos como esclavos desde Angola, el Congo y
Mozambique. Las investigaciones indican que a consecuencia de la malaria que azotó
las costas de la zona norte de Chile fue disminuyendo la presencia del hombre blanco
en Arica y aumentando la presencia africana, ubicándose en diferentes sectores de la
ciudad y en el Valle de Azapa.
Esta reflexión permitió construir redes vinculares entre los diversos actores de la comu-
nidad educativa basados en la confianza, el respeto y valoración mutua, abriendo espa-
cios auténticos de participación y compromiso frente a la educación y bienestar integral
de los párvulos.
II. FUNDAMENTOS
Desde sus inicios la Junta Nacional de Jardines Infantiles, en coherencia con los principios
de la Educación Parvularia, ha relevado la importancia de las familias distinguiéndolas
como principal responsable del cuidado, protección, educación y socialización de sus
hijos e hijas. La participación de las familias es constante en la educación de los niños
y niñas, y se despliega de manera cotidiana en contextos naturales de la vida para que
se construyan aprendizajes significativos, reconociendo con ello su importancia en los
procesos pedagógicos como principales actores involucrados, valorando la diversidad
tanto en su composición como en sus creencias, lo que hace posible visibilizar su identi-
dad, origen y cultura desde una mirada inclusiva, en concordancia con los lineamientos
institucionales de la JUNJI.
Para la Unesco “participar implica: opinar, tomar ciertas decisiones, proponer y disentir
en los diversos espacios de la institución educativa. Proponer aquellos propósitos cu-
rriculares que guiarán la enseñanza de sus hijos e hijas, dar ideas respecto de los recur-
sos requeridos y acerca de las formas de obtenerlos, haciéndose parte de la gestión;
asistir a reuniones o a escuelas para padres, en las cuales el conocimiento final surge
desde aquello que aportan los educadores y también desde el conocimiento cotidiano
de las madres y los padres. Participar significa, por tanto, hacerse parte de los proble-
mas y desafíos que enfrenta la institución educativa actuando pro-activamente para su
solución”.20
al enriquecimiento del currículo, favoreciendo con esto la autoestima del niño y niña,
ya que promoverá sentimientos de confianza y protección, garantizando su estabilidad
emocional y participación en la toma de decisiones.
Conocer que todos los párvulos son sujetos de derechos, que poseen características y
particularidades nos lleva a considerar esto como un eje central para mejorar la calidad
de la educación.
El jardín infantil es definido por las familias como un lugar donde se puede compartir,
aprender a socializar con los pares y el entorno en un ambiente seguro, que genera con-
fianza y permite trabajar o estudiar con tranquilidad. Valoran el juego como elemento
central de los aprendizajes, también la inexistencia de espacios para la discriminación,
sintiéndose aceptados e incluidos en cada experiencia.
Es necesario considerar que los programas educativos de la JUNJI poseen una inserción
territorial caracterizada por el amplio reconocimiento y valoración por parte de la comu-
nidad, junto con el establecimiento de vínculos y trabajo colaborativo con su entorno.
Por esto, es necesario reforzar una mirada que valore e integre las características del
contexto en las que se desarrollan las prácticas educativas, que se reconozca e inte-
gre la diversidad territorial así como los recursos y las necesidades de las comunidades
educativas.
La necesidad de generar ambientes que tengan presente el desarrollo sustentable e in-
corporen elementos que fomenten la conciencia y respeto hacia la naturaleza será un
imperativo para lograr despertar en los niños y niñas el interés por descubrir y explorar
su entorno.
III. CRITERIOS
1. Reconocimiento de las familias como una unidad social educativa
Las familias surgen como el principal y primer espacio formador de los niños y niñas,
siendo agentes de cambio activos que potencian los saberes adquiridos en la unidad
educativa.
4. Autonomía de gestión
Las convicciones permitirán la autonomía de acción de las unidades educativas, tenien-
do claridad en los procesos de transformación, avanzando desde una comunidad jerar-
quizada a una comunidad más democrática basadas en relaciones de confianza, reco-
nociendo a las familias como unidad social educativa y el jardín infantil como espacio
público.
5. Valoración de la diversidad
Valorar y reconocer a las familias en su diversidad constituye considerarlas como el pri-
mer espacio relacional de cada ser humano, espacio donde se generan genuinas interac-
ciones, alianzas, nuevas experiencias y se consensuan acuerdos.
6. Asociatividad democrática
Los individuos tienen facultad social para sumar esfuerzos y compartir ideales cuando se
asocian con otras personas, para dar respuestas colectivas, participando todas y todos
en las decisiones y elecciones.
7. Pertinencia cultural
Reconocer y validar los conocimientos, cultura, fortalezas, costumbres, creencias y ex-
periencias de las familias permite incorporar sus saberes, enriqueciendo las estrategias
educativas pertinentes a los contextos de los niños, niñas, familias y comunidad.
28 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
IV. OBJETIVOS
Objetivo general
Reconocer y valorar los saberes de las familias en las distintas modalidades educativas
de atención, generando instancias de participación que consideren la pertinencia y la
territorialidad en las propuestas educativas, enriqueciendo los aprendizajes de niños y
niñas.
Objetivos específicos
• Construir en conjunto con las familias los propósitos curriculares que guiarán la edu-
cación de los niños y niñas.
• Generar espacios que garanticen la participación de las familias y faciliten las diferen-
tes formas de organización y representatividad de éstas, en función de sus intereses
y saberes, beneficiando a niños, niñas y comunidad educativa.
V. ESTRATEGIAS
Se presentan propuestas generales de vinculación con las familias de la Región de Arica
y Parinacota, considerando que cada unidad educativa debe definir las acciones de
acuerdo a su realidad y necesidades.
A continuación se dan a conocer algunas estrategias que pueden orientar a las unidades
educativas en la vinculación con las familias.
Se propiciarán encuentros con los equipos educativos para que desarrollen autonomía y
capacidades técnicas a partir de la reflexión de su propia práctica. Es importante que la
unidad educativa exprese y registre sus avances y experiencias, de tal manera de que se
cuente con la mayor cantidad de insumos para tener una visión global de la participación
y reconocimientos de las familias en los jardines infantiles.
A través de ella se espera que fortalezcan tanto las competencias de los equipos de aula
como la de los agentes que participan en el proceso, a partir de la reflexión, orientando
el foco en la participación de las familias en la educación de los niños, en cómo se valida
la participación, cómo se reconoce y cómo se avanza hacia una comunidad educativa
menos jerarquizada, validando a los diferentes actores en la construcción de la educa-
ción que se quiere.
REGIÓN DE TARAPACÁ
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 33
I. INTRODUCCIÓN
En la última década, a nivel país y en claro cuestionamiento a las políticas sociales se ha
comenzado a precisar respecto cómo deberían ser las relaciones de participación activa,
entre los ciudadanos, los ordenamientos y estrategias que rigen el bienestar y desarro-
llo de la sociedad. En este sentido, y siguiendo a Kliksberg, la participación “además de
mejorar la efectividad de los proyectos de desarrollo, es un derecho básico del ser hu-
mano. Trabajar por la participación es, en definitiva, hacerlo por elevar la dignidad de las
personas y contribuir a la búsqueda de mayores y mejores posibilidades de desarrollo y
realización humana”.21
II. FUNDAMENTOS
La Región de Tarapacá ha evolucionado significativamente no tan sólo desde una pers-
pectiva económica, sino también en sus dinámicas y composiciones familiares, sien-
do una de las transformaciones más determinantes la presencia de diversas formas de
construir familia, donde la fuerza laboral femenina ha tomado gran importancia tanto en
el desarrollo de la región como del país. De lo anterior se puede evidenciar la diversidad
en la composición familiar, los diferentes propósitos de los agentes comunitarios y la
realidad migratoria que convergen en la participación activa en el jardín infantil.
Bajo este nuevo contexto se hace necesario reflexionar por todos quienes forman parte
del quehacer educativo en la primera infancia, sobre la educación como un derecho so-
cial que emerge de un derecho fundamental, de los valores y convicciones que son base
constitutiva de una nación republicana.
Investigaciones del último siglo han demostrado que el proceso educativo, a parte de la
importancia de ser un puente secular entre los distintos estadios sociales, coinciden en
reconocer que una de las funciones más relevantes de la educación es y será la sociali-
zación cultural de la cosmovisión que se comparte como pueblo en un tiempo y lugar
determinado. En este sentido, y tomando en cuenta las particularidades de la Región
de Tarapacá, el sistema educativo debiera incluirlos a todos, puesto que es en sus aulas,
patios o espacios comunes donde a los seres se los reconoce como iguales y diversos a
la vez, y se construyen habilidades como la inclusión social, la formación de ciudadanos
libres, solidarios y autónomos; el desarrollo de valores y la vivencia de experiencias co-
munes. Éstas últimas permiten comunicar y crear relaciones sociales, que garantizan la
mayor consideración y respeto por la dignidad de las personas dando paso a la confor-
mación de una nueva sociedad.
En concreto, las comunidades educativas, como parte del sistema educativo, deben
contribuir al ejercicio de los derechos sociales que desarrollan políticas públicas y ge-
neran procesos pedagógicos acordes a la realidad regional manifestada en la gestión
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 35
Ahora bien, desde una mirada societal, el jardín infantil se convierte para las familias en
un espacio importante; no tan sólo como un lugar en donde sus hijos e hijas tienen la
oportunidad de aprender y desarrollarse integralmente como personas, sino que este
espacio también se transforma en un lugar público de oportunidad para generar equidad
y calidad de vida y para pensar la educación que se desea para los niños y niñas.
Para que la participación entre el equipo educativo y las familias sea efectiva y eficaz,
ambos agentes deben conocer y tener acceso a la información en ambos sentidos, con-
siderando el sentido bidireccional. Este aspecto se refiere a que familias y educadores
se escuchen mutuamente, es aquí donde el canal de comunicación cobra relevancia en
la medida que permite ser un puente de conocimiento y comprensión, que se presenta
mediante un objetivo común que favorece, no sólo intercambiar información y puntos
de vista, sino que propender a la toma de decisión conjunta. Esto implica cambiar el tipo
de relación, transitar hacia la corresponsabilidad educativa, en donde jardín infantil y fa-
milias se unan en torno al diálogo para alcanzar procesos pedagógicos significativos para
los niños sobre la base de la corresponsabilidad que les permita la evaluación y reflexión
permanente de la calidad educativa que se desea alcanzar.
III. CRITERIOS
1. Reconocimiento social y valoración de las familias de la región
Los cambios actuales en la familias guardan estrecha relación con la evolución económi-
ca y social de los últimos años, siendo una de las transformaciones más determinantes
36 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
Por otra parte, al considerar modelos educativos respetuosos es esencial que las ac-
tividades pedagógicas sean enfocadas en el protagonismo del niño, considerando las
opiniones y aportes de ellos y sus familias para avanzar en los aprendizajes y logros
esperados.
La diversidad cultural permite reflexionar sobre los aportes que entregan estas familias y
su significado, lo que hace que el jardín infantil sea más cercano y pertinente a la realidad
que se vive en la región. A su vez las Bases Curriculares plantean en relación al niño y
su medio que “la sociedad chilena está cambiando con ritmos y sentidos que no tie-
nen precedentes históricos; consecuentemente con ello, la educación debe responder
en forma dinámica a estos nuevos escenarios y preparar a las nuevas generaciones para
una participación plena acorde a sus posibilidades y características personales”.22
Para desarrollar este proceso de confianza, habrá que empoderar a los equipos educati-
vos en el rol que cumplen para la generación de espacios cotidianos más significativos y
amigables, donde las familias perciban la escucha y comunicación permanente en am-
biente de respeto y valoración mutuo.
Por otra parte, habrá que potenciar otros espacios de participación de la comunidad con
la finalidad de generar redes que vinculen el trabajo con entidades como actores y/o , di-
rigentes sociales, servicios públicos, empresas, entre otros, que reconozcan el quehacer
de cada integrante de las unidades educativas.
Las redes de confianza desafían las formas de comunicar y los contextos singulares que
cada unidad educativa define para lograr una sana convivencia y constructiva entre los
miembros de la comunidad educativa.
Cada unidad educativa es distinta. La región se caracteriza por contar con dos provincias
y tres territorios diversos, en donde las familias responden a una amplia diversidad, que
transita desde el altiplano chileno, pasando por la pampa y bajando hacia ciudades que
están al nivel del mar.
Los equipos educativos en conjunto con las familias definirán espacios de asociación
clave y determinantes, como lo es el proceso de elaboración de proyecto educativo del
jardín infantil, donde se forjan las propuestas pedagógicas, visión y misión del estable-
cimiento en co-construcción con las familias, actores sociales y otros que son parte del
entorno y territorio.
Para potenciar la asociatividad se deben considerar las redes sociales, donde las familias
reactiven y fortalezcan el capital social en conjunto con los equipos de trabajo de cada
jardín infantil. Generar espacios de diálogo y transformación mutua donde cada apren-
dizaje será significativo e importante para los actores que son parte del trabajo que se
realiza con los niños y niñas. Las redes sociales finalmente son el espacio de reencuentro
entre familias y el entorno que es apoyo en la vida cotidiana de cada integrante del grupo
familiar.
Por último es indispensable comprender que el concepto de interés superior del niño
y la niña es garantizar el disfrute pleno y efectivo de todos los derechos reconocidos
por la Convención de los Derechos del Niño de 1989. En ese sentido, diariamente las
comunidades educativas deben estar enfocadas al cumplimiento de esto, considerando
la opinión de cada párvulo, con la finalidad de escuchar y atender a cada necesidad,
sentimiento y requerimiento que tengan presente los niños. Así se estará velando por
potenciar el apoyo del establecimientos a las familias que son parte de la JUNJI, lo cual
favorecerá la entrega de educación de calidad en todas las modalidades de atención que
tiene la institución.
6. Pedagogía humanizante
Las unidades educativas de la Región de Tarapacá están enfocadas a que cada niño y
niña que está inmerso en el sistema sea considerado como sujeto de derechos, es decir,
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 39
que necesita de una atención de calidad. La Convención de los Derechos del Niño men-
ciona atender el interés superior del niño y como institución pública, la JUNJI se enfoca
en entregar una educación integral considerando como centro de atención a los lac-
tantes y párvulos que son parte de los jardines infantiles. También refuerza valores, la
escucha activa a cada niño y niña como un ser único, fomenta la creatividad y da paso a
la exploración, en donde se abre la posibilidad a descubrir el mundo con amor y felicidad.
IV. OBJETIVOS
Objetivo general
Avanzar y fortalecer la construcción de relaciones democráticas en las comunidades
educativas a partir del ejercicio de derechos colectivos de las familias, en un proceso de
transformación social.
Objetivos específicos
• Visualizar a niñas y niños como sujetos de derecho, reconociendo a sus familias
como participantes activos de su educación.
V. ESTRATEGIAS
Como hemos señalado, en la Región de Tarapacá las familias son una unidad social edu-
cativa que genera por su sola esencia aprendizajes, traspaso de culturas, hábitos y valo-
res, que modifican y construyen la sociedad.
Para poder llevar a cabo este trabajo de reconocimiento y participación de las familias
en la JUNJI en Tarapacá, se hizo necesario generar, desde las unidades educativas, estra-
tegias que buscaran instancias de reflexión y propuesta de acciones que fortalecieran y
favorecieran la comunicación, en donde la participación de la comunidad educativa es
indispensable.
• El equipo técnico velará que el Programa Educativo Institucional, al ser elaborado por
cada educativa, incluya objetivos articulados en la nueva Política de reconocimiento y
participación y las familias. Este trabajo debe ser dinamizante y acogedor, ya que la
política nos invita a generar, potenciar y/o fortalecer los vínculos entre los diversos
actores de la comunidad educativa.
• Evaluación del proceso de instalación de la política regional en conjunto con los equi-
pos educativos.
REGIÓN DE ANTOFAGASTA
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 45
I. INTRODUCCIÓN
La Junta Nacional de Jardines Infantiles desde sus inicios ha relevado la importancia de
las familias, distinguiéndolas como las principales responsables del cuidado, protección,
educación y socialización de sus hijos e hijas en el contexto de la Educación Parvularia,
como actores fundamentales en el proceso educativo.
Desde el año 2001, la JUNJI materializó su compromiso con las familias y equipos edu-
cativos mediante la construcción colectiva de una política de trabajo con madres, padres,
apoderados y la comunidad que recogió la experiencia acumulada en la institución des-
de sus inicios, además de retratar el momento histórico y social del periodo, época en
que se iniciaron profundas transformaciones sociales.
Es así como a partir de 2016, la JUNJI comienzó la construcción colectiva de políticas re-
gionales de reconocimiento y participación de las familias con el objetivo de descentrali-
zar la gestión educativa y, al mismo tiempo, retratar a nivel territorial a las familias como
los principales actores involucrados en el proceso educativo de niñas y niños, relevando
la pertinencia como elemento clave en el reconocimiento y la participación.
Para ello se realizaron encuentros y diálogos participativos en las 6 comunas en las que
la institución tiene presencia, considerando un levantamiento diagnóstico que permitió
un proceso de consulta reflexiva y de generación de ideas, convocando a las familias
usuarias, funcionarias, equipos de aula, profesionales de la dirección regional, actores
sociales y autoridades locales en las comunas de Antofagasta, Calama, San Pedro de
Atacama, Taltal y Tocopilla. Esto con el propósito de co-construir de manera participativa
y democrática el camino por el que la JUNJI, regionalmente, orientará el trabajo con las
familias, además de enriquecer los procesos de aprendizaje de los niños en los jardines
infantiles, incluyendo las otras modalidades de atención de sus territorios, y consecuen-
temente resignificando el rol de la familia como el principal referente educativo y forma-
dor de los párvulos desde la cuna hasta su vida adulta.
II. FUNDAMENTOS
La Región de Antofagasta se caracteriza por la diversidad de sus familias, con dinámicas
y estructuras diversas, pertenecientes a pueblos originarios, provenientes de migración
interna o externa, marcadas por la influencia urbana, rural o costera. El entorno geográfi-
co se caracteriza por una amplia zona de playas extensas y rocosas, la presencia del de-
sierto más árido del mundo y el cordón de volcanes más extenso del territorio nacional,
lo que influye e impacta en las dinámicas familiares.
La región está conformada por 9 comunas que presentan una gran dispersión geográ-
fica, especialmente en las localidades rurales, lo que exige desafiarse constantemente
en la búsqueda de estrategias que favorezcan una gestión técnica eficiente, pertinente
e inclusiva, a través de la asesoría y acompañamiento al personal educativo existente en
las comunidades educativas.
Por lo tanto, es imprescindible reconocer las diversas realidades culturales y sociales que
existen en el territorio regional, desde el altiplano andino hasta las localidades costeras,
desde jardines clásicos a jardines alternativos de comunidades indígenas, con familias en
asentamientos urbanos y rurales. En cada uno de sus contextos, las familias nortinas son
parte de una comunidad local con historias particulares y diversas, que a través de los
años y de manera progresiva han sido parte de una ascendente migración desde otras
regiones y países.
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 47
Para reconocer a las familias se debe tener una mirada inclusiva y pluralista que las valide
como legítimo otro y reconozca su diversidad, saberes, creencias, aportes, composición
y paradigmas desde los que le dan sentido a sus vidas. La región a través de una reflexión
permanente, “reconoce al otro como legítimo otro en la convivencia” (Maturana), consi-
derando sus conocimientos de manera efectiva, a través de una participación que incide
en la toma de decisiones. Esto quiere decir también:
• Conocer, valorar, empoderar y respetar a las familias por lo que son y por lo que ha-
cen, considerando sus vivencias, emociones, conocimientos, pautas de crianza, po-
niendo a disposición de la educación de sus hijos todos aquellos aspectos positivos
que las destacan y las hacen diferentes.
• Todas las familias cuentan con características positivas: sólo hay que reconocerlas y
potenciarlas en beneficio de la educación.
• Reconocer en las familias sus estilos de crianza para respetarlas y promoverlas desde
una parentalidad positiva.
interior de las comunidades educativas, que mueve a reconocer a otras y otros como
parte de un todo, que sus aportes son significativos y trascendentes en la vida de sus
niños, como parte de una comunidad educativa que los considera.
La diversidad de las familias implica entonces entender una realidad presente y en cons-
tante cambio, a partir de:
• Sus orígenes fuera y dentro del país, de los fenómenos migratorios y la movilidad de
las familias en el territorio nacional.
• Su realidad socioeconómica y entorno local, así como sus estilos de vida y formación
valórica.
El reconocimiento de las familias como una unidad social educativa, implica que se co-
noce, valora y respeta como la organización primaria que favorece y permite el creci-
miento, desarrollo, socialización y educación de sus hijos e hijas.
24 Junta Nacional de Jardines Infantiles, Marco de sentidos para la elaboración de políticas regionales de
reconociemiento y participación de las familias en la JUNJI, Departamento Técnico-Pedagógico, Resolución
Exenta Nº 015/00639, Santiago, 2016.
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 49
Reconocer a las familias significa generar las condiciones para su inclusión de manera
activa en cada una de las dimensiones del proyecto educativo. En este ámbito, es pri-
mordial la participación y la autodeterminación de cada una de ellas, ya que la partici-
pación debe ser efectiva, desde sus saberes, necesidades y expectativas. No se puede
restringir su participación efectiva en pos de una educación de calidad concebida desde
la mirada solamente técnica.
• Acoger todas las expresiones de participación que ellas deseen en una relación de
confianza de la familia aceptando sus ideas y formas.
• Promover a los padres o referentes significativos como maestros para sus hijos y re-
forzar el proceso de aprendizaje desde el hogar, dando énfasis a la adquisición de
conocimientos desde lo cotidiano.
Las familias de la Región de Antofagasta declaran su rol formador desde las primeras
etapas del desarrollo de los aprendizajes con sus hijos e hijas, valoran su relación de ape-
go y amor vinculantes con su entorno social inmediato, generando los primeros pasos al
desarrollo social y afectivo de las personas en cada etapa del ciclo de vida.
Se reconocen en su rol activo respecto de la educación y el traspaso de valores formati-
vos desde sus saberes, sus propias experiencias, costumbres y maneras de ver el mundo.
Se reconocen como garantes y defensoras del derecho social a la educación, relevando
los lazos de cooperación que se generan con los agentes educativos institucionales a
partir de la necesidad permanente de ser acompañadas en la crianza de sus hijos, vi-
sualizando las diversas maneras de participación ofrecidas por los jardines infantiles.
También se reconocen como figuras relevantes de las experiencias educativas a través
de la propuesta pedagógica, la planificación y la evaluación de actividades.
Por lo tanto, y en respuesta al sentir colectivo de las familias de la totalidad de los terri-
torios, cobra especial relevancia el presente ejercicio de construcción conjunta de una
política que dé respuesta a las necesidades particulares de las familias, desde un sentido
ético y social, que reconoce el ejercicio democrático y político de participar de acuerdo a
sus intereses, a partir del reconocimiento y una mirada inclusiva y pluralista.
50 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
Las redes vinculares de confianza son uno de los principales desafíos para generar un
real proceso de transformación social, que incida en lo pedagógico y comprometa a to-
dos los actores de la comunidad educativa en la generación de un sentido compartido.
Lo anterior en un ejercicio permanente, en espacios de conocimiento mutuo, donde se
pueda pensar reflexivamente sobre la visión de niño y niña, estableciendo acuerdos de-
clarados e implícitos para avanzar hacia una educación de calidad.
El nuevo escenario social implica generar una relación con las familias basada en la con-
fianza y sintonía, avanzando de manera conjunta mediante su aporte al sentido y sig-
nificado del proceso educativo con los desafíos propios del nivel. Esto hace imperativa
la existencia de equipos educativos empáticos hacia las diversas realidades familiares
de los párvulos que transiten desde el conocimiento de datos de las familias al víncu-
lo emocional desde lo cotidiano, avanzando desde la lógica de los deberes a la de la
comprensión de sus tiempos, historia y de la evolución permanente de las formas de
vincularse. Por lo tanto, es fundamental la convicción y responsabilidad institucional en
la formación permanente de los equipos de los jardines infantiles, pues se requieren
espacios de participación ciudadana, desde una relación vinculante y sobre la base de
las confianzas, respeto y la valoración mutua que permita vínculos de colaboración a la
educación y bienestar integral de niñas y niños.
veces y por diferentes motivos ajenos al interés compartido, están impedidas de parti-
cipar presencialmente.
III. CRITERIOS
1. Autonomía en la gestión y flexibilidad institucional
La política regional de Antofagasta promueve la autonomía en los diferentes niveles de
gestión, relevando los procesos de cambio, las estrategias y/o iniciativas que se generen
a nivel local, siendo flexible frente a las particularidades de los diversos contextos. De
esta manera se evita que las normativas y/o procedimientos institucionales rigidicen las
intervenciones, generando barreras comunicacionales y de relación con las familias.
IV. OBJETIVOS
Objetivo general
Contribuir a una educación integral para los niños a través de la implementación de la
política regional de reconocimiento y la participación de las familias de Antofagasta en
todos los programas educativos.
Objetivos específicos
• Relevar la importancia de la inclusión de las familias desde sus distintas formas de
participación, considerando la diversidad de posibilidades y expresiones para contri-
buir en los procesos de enseñanza y aprendizaje de sus hijos e hijas.
V. ESTRATEGIAS
• Difusión local constante y permanente de la política regional en el proceso educati-
vo, permitiendo el posicionamiento de los sentidos en la construcción colectiva de
una educación inicial que valida el protagonismo de las familias en la educación de
sus hijos.
• Relevación de las interacciones afectivas y positivas como eje del vínculo y relación
con las familias. Para ello es fundamental el desarrollo de la empatía, de valorar y
validar al otro desde la diversidad, transformando prejuicios y estereotipos.
• Seguimiento de la política regional desde los equipos técnicos territoriales que pro-
mueva una visión integral e interdisciplinaria, considerando un trabajo en equipo, que
favorece el análisis multidimensional de los procesos de las comunidades educativas.
REGIÓN DE ATACAMA
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 57
I. INTRODUCCIÓN
La construcción de la Política de reconocimiento y participación de las familias ha desafia-
do mirar y resignificar las relaciones vinculares con las familias atacameñas pertenecien-
tes a los jardines infantiles y programas educativos de la JUNJI, procurando convertirse
en una herramienta pertinente, contextualizada y dinámica que permita abrir las posi-
bilidades de acción y participación, que invite al diálogo y la convivencia en espacios de
confianza mutua, que se nutra con cada una de las experiencias vividas y que crezca en
valores y principios éticos comunes de una sociedad democrática.
La esencia de esta política está cimentada por diversas inspiraciones curriculares diseña-
das por la JUNJI, como el Marco de sentidos para la elaboración de las políticas regionales
de reconocimiento y participación de las familias en la JUNJI, la Política de trabajo con fami-
lia y comunidad (2005), el Referente Curricular (2010) y el Enfoque territorial en el trabajo
educativo de JUNJI (2010). Así, la sistematización del diagnóstico participativo y de la re-
visión documental, permitió dar fruto a esta política regional contextualizada, coherente
y enfocada en sus realidades.
Este territorio tiene una superficie geográfica de 75.176 km2, tanto de zona urbana como
rural, permitiendo dar respuesta a través de distintos programas educativos a la deman-
da de educación inicial. Asimismo, la geografía de la población regional ha presentado
transformaciones importantes, ya que han llegado nuevos habitantes atraídos por la mi-
nería que incentiva el desarrollo del comercio y los servicios. Tal situación, ha incremen-
tado la llegada de población flotante y de personas de países vecinos.
Es importante señalar y destacar que la región cuenta con una población indígena re-
conocida por la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (Conadi), que se compone
de descendientes de pueblos originarios, en su mayoría mapuche, colla y diaguita. Es
en este contexto, las comunidades educativas de la región valoran la educación inclu-
siva como una oportunidad para el aprendizaje y la ciudadanía, lo que se materializa
en la profundización de la propuesta educativa y en la incorporación de Educadoras de
Lengua y Cultura Indígena (ELCI) como agentes educativos.
PROVINCIA COMUNAS
Chañaral Diego de Almagro y Chañaral
Copiapó Copiapó, Tierra Amarilla y Caldera
Huasco Vallenar, Huasco, Alto del Carmen, Freirina
Esta realidad laboral ha provocado que los jardines infantiles del territorio generen pro-
cesos educativos inclusivos y flexibles, los cuales se traducen en potenciar la participa-
ción de diversos miembros de la familia, horarios diferidos, contextos educativos per-
tinentes a la realidad situacional, constituyéndose en una riqueza multicultural para el
proceso de aprendizaje.
Territorio 3, comprende las comunas de Vallenar, Huasco, Alto del Carmen y Freirina.
60 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
Las familias que integran los diferentes programas educativos, desde el punto de vista
de su composición, están conformadas por padre, madre e hijos; madre y/o padre, hijos
y otros familiares, y, en menor porcentaje, familias compuestas por padres y/o madres
del mismo género.
Las familias en las zonas rurales se identifican por acceder a los beneficios estatales so-
ciales, entre los cuales se destaca el Subsidio Único Familiar, Chile Solidario y atención
pública de salud, a diferencia de las zonas urbanas, donde las prestaciones médicas las
realizan tanto en el sistema público como privado. Es relevante señalar que en los grupos
familiares se presentan problemas tales como enfermedades crónicas no transmisibles
(hipertensión arterial y diabetes mellitus tipo II) y, en menor proporción, condiciones
asociadas a situación de discapacidad.
Respecto a la etapa escolar, hijos e hijas se concentran en los niveles parvulario y básico,
observándose menor concentración en la educación media y superior.
II. FUNDAMENTOS
Diálogo con las familias, personal, actores locales
La reflexión de los énfasis institucionales, en contraste con las experiencias comparti-
das por las comunidades educativas, permitió la construcción de los cuatro de Familias,
Educación Parvularia, Comunidad y Participación, sobre los cuales se sustenta la Política
regional de reconocimiento y participación de las familias.
FAMILIAS
En Atacama las familias se autodefinen como un grupo de personas que tienen sentidos
y experiencias comunes, se consideran los primeros agentes educativos de niños y niñas
donde se entregan valores, normas, costumbres y cultura, a través de las relaciones y
vínculos afectivos compartidos que se dan en las conversaciones, interacciones y vida
diaria.
Es una construcción social primaria que protege y cuida a otros sin necesidad de tener
vínculos consanguíneos ni relaciones de parentesco. Se trata de un contexto privilegiado
para el desarrollo y bienestar de los niños en el que los adultos responsables deben ser
garantes de sus derechos.
EDUCACIÓN PARVULARIA
Es el primer nivel de educación formal que refuerza los valores entregados en el hogar.
Es un espacio que facilita la participación, por lo cual es de suma importancia establecer
alianza con las familias.
Se destaca el currículo con enfoque integral de la JUNJI, donde se visualiza a los niños
como ciudadanos con aprendizajes sustentables que potencian su participación, desa-
rrollo pleno y armónico.
COMUNIDAD
PARTICIPACIÓN
Es un derecho que tienen las personas para expresar individual y colectivamente sus
inquietudes, sus deseos, sus idearios, en todos los contextos de la vida, que busca la
materialización de espacios y proyectos comunes, pudiendo ser presencial y no presen-
cial. Desde el ámbito educativo y se concibe como la responsabilidad que los distintos
actores tienen dentro del proceso educativo de los párvulos que genera ambientes ricos
en diálogos y reflexión, donde las personas comparten la toma de decisiones, compro-
misos, acuerdos, enfatizando el ejercicio de la corresponsabilidad que tienen todos los
actores involucrados en el desarrollo integral de los niños.
Desarrollo de confianza
Generar relaciones de confianza es esencial en las interacciones entre los actores so-
ciales que conforman la comunidad educativa. Ésta se materializa a través de la valo-
ración de la experiencia y saberes del otro, en contextos de respeto, libertad de opi-
nión, validación, singularidad y diversidad sociocultural. Conocerse entre todos, con sus
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 63
Articulándonos en la diversidad
El rescate de los saberes y aportes de las familias, desde la diversidad cultural en pos
de la articulación pedagógica, facilita que los equipos pedagógicos valoren su relación
con las familias como una oportunidad de enriquecimiento mutuo, generando con ellas
espacios conjuntos que permiten la reflexión crítica para resguardar el desarrollo cultural,
sus creencias y saberes, contribuyendo así al enriquecimiento y pertinencia de las prác-
ticas educativas y desarrollo integral de los niños y niñas.
Reconocer como comunidad educativa las redes locales, comunales y regionales, como
así mismo los actores comunitarios destacados, con el fin de posicionar al centro edu-
cativo como un espacio público identitario, donde convergen democráticamente las ac-
ciones necesarias para materializar el enfoque de derecho de la primera infancia en el
territorio.
III. CRITERIOS
1. Territorialidad
La pertinencia de las acciones a desarrollar invitan a considerar los contextos socio his-
tórico y cultural de las localidades en las que están insertos.
64 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
2. Formación continua
El proceso de profesionalización docente tanto en el jardín infantil como a nivel insti-
tucional deben propender al desarrollo de competencias que brinden más y mejores
herramientas de acción.
3. Participación dialógica
Aporta a la co-construcción permanente, continua y sistemática entre los actores que
componen la comunidad educativa.
IV. OBJETIVOS
Objetivo general
Reconocer desde un enfoque de derecho a las familias de las comunidades educativas
de la JUNJI de Atacama, a través de la generación de vínculos de confianza mutua para
definir en espacios comunes de participación el rumbo de la propuesta pedagógica que
se imparte en los centros educativos desde la territorialidad.
Objetivos específicos
• Generar vínculos de confianza entre los actores de la comunidad educativa, logrando
un sentido de pertenencia y compromiso.
V. ESTRATEGIAS
De acuerdo a la realidad identitaria y territorial se considera pertinente y significativo que
la construcción de las estrategias para la operacionalización de la política sea el desafío
de cada comunidad educativa acompañada del equipo técnico, entendiendo que transi-
tará desde lo más cotidiano a lo más complejo, valorando la riqueza de la diversidad de
lo que allí surja.
REGIÓN DE COQUIMBO
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 67
I. INTRODUCCIÓN
La Junta Nacional de Jardines Infantiles otorga educación gratuita y de calidad a niños
y niñas a través de diferentes programas educativos con perspectiva de territorialidad,
desde una visión de sociedad inclusiva y de párvulos sujetos de derechos, que reconoce
potencialidades educativas en contextos familiares, sociales y culturales, reconociéndo-
las para dar mayor pertinencia a sus aprendizajes. Es así, como en este contexto, durante
2016 la JUNJI decidió avanzar en la descentralización de la gestión educativa diseñando
políticas regionales de reconocimiento y participación de las familias para orientar la
elaboración colectiva e implementación de esta política bajo la mirada técnico pedagó-
gica e interdisciplinaria, en coherencia con el enfoque inclusivo de la misión institucional.
La riqueza natural de este territorio ha permitido que la región destaque como abastece-
dor de productos agrícolas y mineros, tanto para la exportación como para el consumo
nacional. Las fuentes laborales también se sustentan en la actividad portuaria, la pesca
y los servicios. En tanto, sus cielos limpios y estrellados han posibilitado el desarrollo
turístico en torno a la observación astronómica.
El amor por esta tierra, la tranquilidad de sus valles y la limpieza de sus cielos ha sido
un permanente motivo de inspiración de niños, niñas, jóvenes y ancianos a través de
la historia de este territorio. En cada rincón, ciudad y pueblo encontramos cantautores,
componedores de huesos, poetas, meicas o curanderas, ceramistas, tejedoras y otros
personajes populares, todas personas inspiradas que crean y recrean el mundo en que
les tocó vivir, siguiendo el camino de grandes como Gabriela Mistral. El arte, la creación
y los conocimientos populares, viven en la identidad y sentir de la Región de Coquimbo.
II. FUNDAMENTOS
La política de la Región de Coquimbo se fundamenta en la experiencia acumulada en
estos años de implementación de la Política de trabajo con madres, padres, apoderados y
comunidad, desde la voz de las familias, agentes comunitarios, equipos docentes y equi-
pos técnicos territoriales, obtenidas en diferentes instancias participativas y sustentadas
en referentes teóricos explicitados en el siguiente diagrama:
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 69
MISIÓN INSTITUCIONAL
MARCO DE SENTIDOS PARA LA “Reconoce las potencialidades
educativas de sus contextos POLÍTICA DE SUPERVISIÓN
CONSTRUCCIÓN DE LA POLÍTICA
familiares, sociales y culturales “Desarrollar una pedagogía de
“Equipos educativos, niñas y niños y
incorporándolas para dar mayor correspondencia y participación entre
sus familias, deben pensar y conversar
pertinencia a sus aprendizajes”. todos los sujetos, valorando la
sobre la forma que desean convivir,
importancia de que las familias se
construir un ideario, una visión que les
incluyan en los procesos educativos”.
identificque, planear un conjunto de
experiencias con sentido humano y
pedagógico”.
BASES CURRICULARES DE LA
REFERENTE CURRICULAR
Política Regional de EDUCACIÓN PARVULARIA
“La familia es quien ayuda al niño y a Reconocimiento y “La familia, considerada en su
la niña en la construcción de su Participación de las diversidad, constituye el núcleo central
identidad; fortalecimiento de su Familias básico en el cual la niña y el niño
autoestima; confianza en sí mismo;
encuentran sus significados más
valoración por los otros; desarrollo
personales, debiendo el sistema
emocional y significado para sus
educacional apoyar la labor formativa
aprendizajes”.
insustituible que ésta realiza”.
III. CRITERIOS
Los criterios que a continuación se enuncian, emergen desde las voces de las familias,
agentes clave y equipos pedagógicos de la región que orientan e inspiran el desarrollo
de una forma de convivir en armonía entre las familias y todos quienes conforman la
comunidad educativa.
familia de manera consultiva, pues se debe avanzar en integrar sus saberes al proceso
educativo.
En educación es necesario hoy más que nunca, desarrollar la conciencia ecológica sobre
el cuidado de la madre tierra y el medio donde se vive, pues la inconciencia de las so-
ciedades ha detonado el calentamiento a nivel global. La relación con la madre tierra es
clave para la supervivencia humana, pero es además parte de la cultura, del sistema de
creencias y de experiencias espirituales. Los pueblos indígenas, a través de su cosmovi-
sión, tienen la certeza de que el ser humano es uno más entre otros de la naturaleza. En
consideración que la educación ambiental, la cultura, la interculturalidad forma parte de
los enfoques de la educación inicial, es que la familia considera muy importante educar
en este ámbito, por cuanto, están conscientes que urge modificar los comportamientos
inadecuados hacia el medioambiente. Es por ello que la ética ambiental, basada en el
principio de solidaridad donde los seres humanos comparten y disfrutan sus bienes y
recursos naturales de forma racional, es una guía para trabajar con los niños en el cuidado
del medioambiente, dado que los seres humanos y la madre tierra son completamente
interdependientes.
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 71
4. Educación integral para niños y niñas que aprenden con todo su ser
Las familias anhelan una educación donde se respete las diferencias y la singularidad de
los párvulos, donde aprendan y se expresen de diversas formas y se atienda su desarro-
llo integral para potenciarlos física, emocional e intelectualmente. Se propone que los
agentes clave de la comunidad, como artesanos o artistas, participen en las prácticas de
los jardines, aportando su experiencia, pues la región tiene una historia cultural y popular
destacada que debe ser relevada en la educación de los pequeños.
Los valores son las normas de conductas y actitudes según las cuales las personas se
comportan y que están de acuerdo con aquello que se considera culturalmente correcto.
Es por eso que será necesario que la comunidad educativa defina el concepto de edu-
cación en valores sin perder de vista el rol protagónico de las familias en la transmisión
de valores desde el hogar. El criterio de educar en valores compartidos con las familias
representa un desafío, por cuanto los valores no se enseñan como contenidos, sino que
deben ser vividos y transmitidos con el ejemplo. Es por ello, que las comunidades edu-
cativas deberán relacionarse afectiva y respetuosamente, para que niñas y niños vivan
cotidianamente los valores y puedan interactuar mejor con sus padres, hermanos, abue-
los, amigos y con todas las personas con las que tengan que convivir. Se espera educar
en valores de respeto, amor, cuidado de la naturaleza, diversidad e inclusión, buen trato,
convivencia pacífica, pertinencia y reciprocidad.
Las familias que conforman las comunidades educativas de los jardines infantiles de la
región, poseen claridad de la importancia y la relevancia que tiene el juego en la educa-
ción inicial de sus hijos e hijas y lo arbitrario que sería la escolarización en la educación
parvularia. Desde que nacen los niños experimentan el mundo, están llenos del deseo
y la habilidad de comunicarse y de investigarlo todo desde el inicio de su vida, son fe-
lices jugando, creando y recreando todo a su alrededor. Por ello, es preciso que toda la
comunidad educativa reflexione junto a las familias, que el juego es inherente al ser hu-
mano ya que en esta actividad se encuentra el origen de la fantasía y creación. Sólo en
la medida que el ser humano juega puede desarrollar todo su potencial creativo, siendo
su carácter esencial la libertad. Por todo lo expuesto, se tendrá el desafío de crear estra-
tegias innovadoras, espontáneas, creativas y lúdicas con las familias, para que éstas a su
vez las consideren en el proceso de enseñanza aprendizaje hacia sus propios hijos e hijas.
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 73
Asimismo, la capacidad de escuchar sin prejuicios a niños, niñas y sus familias ayudará a
construir una comunidad educativa comprometida, solidaria, participativa, respetuosa y
más humana que, consciente de sus deberes y derechos en la educación, comenzará a
ejercer la ciudadanía que le es garantizada por el Estado de Chile. Los niños tienen voz
propia y son actores sociales, tomando parte en la construcción y en la determinación
de sus vidas, pero también en la vida de aquellos que se encuentran a su alrededor y en
la sociedad en la que habitan. Aprenden a amar su territorio, su cultura, sus tradiciones
heredadas de sus ancestros, son sensibles frente a la madre tierra.
Es por ello que el desarrollo del protagonismo cotidiano, en todo espacio educativo, con-
tribuirá decididamente a la formación de ciudadanos críticos, reflexivos y transformado-
res de sus realidades.
10. La educación inicial como desafío ético profesional para el servicio público
Las familias demandan un personal sin prejuicios, con conciencia inclusiva, incorporados
a la comunidad y parte del territorio. Equipos pedagógicos con salud compatible para
el trabajo con párvulos, tanto física como emocionalmente. Transitar hacia relaciones
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 75
Es fundamental que los equipos educativos cuenten con perfiles idóneos a las funcio-
nes que desempeñan, destacando el desarrollo de habilidades blandas como cercanía
con párvulos y adultos, vocación de servicio público, buen carácter, buen humor y, por
ende, buen trato, dedicación, pasión por los niños y por su función. Disfrutar del trabajo,
respetar y valorar la diversidad de familias en un sentido amplio y flexible. Lo anterior se
promueve con el sello de la región “todo se construye desde lo humano” generándose,
estos últimos años, los espacios bien tratantes, recreacionales y de formación continua
en las funcionarias y funcionarios, para favorecer equipos pedagógicos con las habilida-
des sociales y cognitivas que demandan los usuarios.
IV. OBJETIVOS
Objetivo general
Transformar el proceso educativo a través de una comunidad educativa que convive re-
flexionando y tomando acuerdos que permitan el reconocimiento y protagonismo de
las familias en el proceso educativo integral de niñas y niños, con pertinencia al territorio.
Objetivos específicos
• Construir colectivamente relaciones de confianza que permitan a equipos educati-
vos, niñas y niños y sus familias, cimentar un ideario, una visión colectiva, sobre la
forma que desean convivir, con sentido humano y pedagógico.
V. ESTRATEGIAS
Matriz para la acción
La transformación fundamental en este nuevo proceso regional se construirá entre to-
dos con la participación real, dialógica, equilibrada y corresponsable de las familias y
los equipos pedagógicos. El conjunto de decisiones, sentidos y acuerdos alcanzados en
complementariedad, desarrollarán sólidas bases para la construcción de una comunidad
donde cada uno aportará sus saberes a la labor educativa, comprendiendo que no sólo
se sembrará para uno, sino para todos. En ese momento, se habrá comenzado a convivir
con las familias, el barrio y el territorio.
Para ello, se propone trabajar con una matriz que articula tres conceptos para ayudar a
encontrar una práctica relacional dialogante y equilibrada, entre el conocimiento institu-
cional y el conocimiento de las familias y comunidades. Estos conceptos tienen su origen
en diversas tradiciones originarias de Sur América que han legado su sabiduría sobre la
relación dual que todo ser y proceso tiene en la tierra y que se denomina “dualidad com-
plementaria”. Para esta política en especial, la dualidad estará representada por “saber” y
“saber ser”, ambos saberes en iguales condiciones, aprenderán a complementarse para
crear un “saber hacer”.
SABER
En la vida humana este saber se encuentra relacionado con el desarrollo cognitivo y está
representado por el pensamiento en todas las personas. Sin embargo, en esta matriz
y con el fin de operacionalizar la política regional, extrapolaremos el “saber” al “saber
institucional”. Este saber estará compuesto por los referentes que orientan el accionar
pedagógico en la JUNJI, así como las herramientas metodológicas y pedagógicas que
cada unidad educativa posee.
SABER SER
Este saber nace del sentir profundo y vivenciado de los seres humanos, pues proviene
de los sentimientos y saberes que han construido o heredado de sus familias y ances-
tros. Sin embargo, en esta matriz, extrapolaremos el “saber ser” al “saber familiar y co-
munitario”. Este saber estará compuesto por costumbres familiares, pautas de crianzas,
sueños, tradiciones y todo aquello que la familia y la comunidad releve para la crianza
de los niños.
SABER HACER
Este saber está representado por el trabajo, es la acción que se debería realizar como
un acto voluntario y equilibrado entre el intelecto y el sentimiento. Sin embargo, el
“Saber hacer” representará el “trabajo complementario entre todos los que conforman
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 77
la comunidad educativa”. Será un espacio validado para tomar decisiones conjuntas, res-
petuosas y responsables, en igualdad y equidad de condiciones.
SABER SABER
SABER SER
HACER
REGIÓN DE VALPARAÍSO
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 79
I. INTRODUCCIÓN
El presente documento se enmarca en la necesidad de descentralizar la Política de tra-
bajo con madres, padres, apoderados y comunidad que sentó las bases para potenciar la
participación de las familias y la comunidad en la unidad educativa. Esta política surgió
al considerar tanto aspectos del contexto nacional como la existencia de la Política gu-
bernamental de participación ciudadana, la Reforma Educacional, la nueva realidad so-
cial de las familias y su organización con la incorporación de la mujer al mundo laboral,
provocando readecuar sus roles y funciones, así como los procesos de globalización y
modernización. Consecuentemente, esta política tuvo dentro de sus ejes temáticos la
participación de la familia en el ámbito pedagógico, los agentes educativos instituciona-
les y el ejercicio de los derechos de las familias en la JUNJI. Asimismo, contuvo líneas de
acción y estrategias que propendieron a su implementación.
Tanto en las reflexiones y sentidos que se proponen en esta política como en la propues-
ta metodológica para su creación, se consideró la incorporación todos los agentes y la in-
formación respecto a la percepción sobre la participación en los procesos educativos de
niñas y niños en los programas educativos. Esta instancia fue entendida como un acer-
camiento humano para pensar y proyectar procesos educativos formales que inciden en
el desarrollo humano y social y que son parte cotidiana de la vida de los niños. De ahí, la
importancia de reflexionar sobre el papel que asumen estos agentes en la educación, en
las dinámicas de cambio y en el progreso de una sociedad.
25 Agentes son todas las personas que tienen alguna vinculación, participación, compromiso o incidencia
con las niñas y niños dentro del contexto de la educación parvularia e infancia, ya sea por el rol y/o las
funciones que desempeñan.
26 La producción de información, surgimientos de nuevas ideas y legitimación de los nuevos procedimientos
que reconocen la participación de la familia nos sugiere un encuentro fundamental entre el quehacer
institucional y las dinámicas sociales que enfrentan las familias de nuestros párvulos en la región. “La
técnica de los grupos focales se enmarca dentro de la investigación socio-cualitativa, entendida como
proceso de producción de significados que apunta a la indagación e interpretación de fenómenos
ocultos a la observación de sentido común. Además, se caracteriza por trabajar con instrumentos de
análisis que no buscan informar sobre la extensión de los fenómenos (cantidad de fenómenos), sino más
bien interpretarlos en profundidad y detalle, para dar cuenta de comportamientos sociales y prácticas
cotidianas” (Fontas, Conçalves, Vitale y Viglietta, 2013).
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 81
Parvularia brinda la oportunidad para incidir en ella. En este escenario, surge la necesidad
apremiante de generar un trabajo colaborativo, pues desde los saberes y las experiencias
se pueden enriquecer los procesos pedagógicos, planteándose como desafío construir
en conjunto una obra novedosa, didáctica, pensada y diseñada según las características,
intereses y requerimientos, de los niños y según las necesidades de reconocimiento y
participación de las actuales y nuevas generaciones.
II. FUNDAMENTOS
La Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por Chile en 1990, sienta las ba-
ses mínimas para el establecimiento de una ciudadanía plena para la niñez, una nueva
relación jurídica entre el Estado y la sociedad con la infancia, en donde la niña y el niño
son considerados como sujetos de derechos y no como objeto. Esto marca un hito en el
desarrollo de políticas públicas evidenciadas en las Bases Curriculares a través de orien-
taciones valóricas como el reconocimiento del rol de las familias como primera educa-
dora desde su pluralidad como adultos significativos.
La Junta Nacional de Jardines Infantiles no ha estado exenta a ello y es así como en los
fundamentos del Referente Curricular se incorpora el concepto de niña y niño como una
forma de dar respuesta su derecho de contar con una educación integral, de calidad,
oportuna y pertinente, para y desde sus fortalezas, intereses y necesidades. Asimismo,
desde el quehacer de los jardines infantiles se ha abordado el enfoque de derechos des-
de el decálogo que plantea la Convención, donde el foco está centrado en los niños,
confiriéndoles un rol protagónico efectivo y permanente en sus procesos de enseñanza
y aprendizaje, abarcando todas las dimensiones de la vida y de su desarrollo integral.
Sin embargo, lo anterior, ha estado matizado por experiencias homogéneas, trabajadas
como un discurso lineal, donde aún falta la consideración de niños como individuos úni-
cos con características propias, autónomas, pertenecientes a familias y comunidades
diversas, siendo imprescindible su protección en el nivel de Educación Parvularia, como
entidad garante de derechos.
contextos y recursos que las familias tenían o se podían potenciar, generando climas de
tensión y de desconfianzas entre los equipos de las unidades educativas y las familias.
Es importante plantear que en el espacio de los derechos aún éstos son considerados
desde el enfoque de los deberes, comprendiéndoloscomo una condición sine qua non
para el ejercicio pleno de los derechos, en la interacción de los adultos con los niños y
entre los adultos. El derecho pierde su coherencia al ser utilizado como herramienta para
ejercer el poder sobre el otro cuando niega su rol efectivo frente a los derechos humanos
y configura un modo de relaciones humanas basadas en la desconfianza por el otro más
que como un consenso que establece reglas para una convivencia en equidad y que
permite la unión del tejido social.
Estos valores deben desafiar y guiar el trabajo, garantizando los derechos de niñas y ni-
ños desde las unidades educativas por medio del desarrollo de oportunidades de apren-
dizajes, mediante experiencias educativas significativas, provocadoras, innovadoras que
permitan elegir diferentes rutas, diseñando espacios educativos pertinentes y contex-
tualizados que releven su protagonismo en todo momento, resignificando el juego como
estrategia metodológica para el ejercicio de ciudadanía, siendo esencial que se valoren
los saberes y experiencias de las familias, como un recurso válido y primordial en el
desarrollo de los procesos de aprendizaje, tanto del aula como fuera de ella de manera
natural y espontánea.
Hasta ahora las redes vinculares se han implementado desde una lógica funcional e
instrumental, donde se ha priorizado el cumplimiento de objetivos y metas tanto ins-
titucionales como organizacionales, lo que ha dificultado una auténtica asociatividad y
colaboración mutua basadas en las confianzas, con todos los agentes que componen
la red comunitaria, obstaculizando el pleno ejercicio de los derechos de niñas y niños.
Es por ello que una manera de avanzar en la educación parvularia es generar una plani-
ficación estratégica que sea participativa, pertinente, coherente y contextualizada, que
reconozca los saberes colectivos como legítimos. Sin embargo, la experiencia muestra
que la elaboración de este instrumento tiene elementos fragmentados que resta una
mirada sistémica en la construcción del mismo, donde el foco ha estado en los niveles
de participación alcanzados, desde un nivel informativo, consultivo, colaborativo, hasta
27 “El mundo de vida cotidiana no sólo se da por lo establecido como realidad por los miembros ordinarios
de la sociedad en el comportamiento subjetivamente significativo de sus vidas. Es un mundo que se
origina en sus pensamientos y acciones, y que está sustentado como real por éstos” (Berger y Luckmann,
La construcción social de la realidad, Amorrortu, Buenos Aires, 1968).
84 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
la toma de decisiones y el control y eficacia. Al respecto es vital avanzar hacia una partici-
pación que propicie el ejercicio pleno de los derechos, en espacios de participación efec-
tivos, dialógicos y democráticos que conduzcan al desafío de una genuina participación
política de las familias. Para esto, el equipo educativo se debe empoderar internamente,
adquiriendo confianza en sí mismo, posibilitando una apertura hacia la red, con una es-
cucha activa, que les permita conocer y saber del otro,28 sin competencias ni jerarquías,
poniendo de manifiesto las necesidades y requerimientos de todas y todos, donde se
reconozca y valore la diversidad de experiencias, saberes, conocimientos, culturas, idio-
sincrasia, lo que contribuirá a tomar acuerdos, por medio de la corresponsabilidad para
converger en una idea en común que garantice el bienestar integral de los niños en pro
de una propuesta educativa pertinente a sus contextos y conforme a las características
particulares en las que están insertos.
Este ejercicio no estará exento de problemas y divergencias, pero deberán ser trabajados
con igual interés desde las habilidades parentales, pedagógicas y de influencia en el me-
dio social, ya que vivimos en tiempos de acelerados cambios que cuestionan la forma en
que nos reunimos como sociedad. Las diferencias sociales que reconocemos como des-
igualdades29 requieren ser superadas en conjunto, donde el sentido de la participación
permita reunificar el tejido social, posicionando el jardín infantil como espacio público
donde todos los agentes que componen la unidad educativa (equipos educativos, fami-
lias, actores comunitarios, integrantes de la dirección regional, entre otros) contribuyen
a la construcción de la institucionalidad para garantizar el bien superior de los niños,
resguardando el valor que tiene la Educación Parvularia en la región.
III. CRITERIOS
Confianza y legitimación del otro considerando su diversidad sociocultural, ejes clave en
las relaciones para el efectivo ejercicio de derechos.
IV. OBJETIVOS
Objetivo general
Reconocer y valorar los saberes, conocimientos y experiencias de todos los agentes en
su diversidad sociocultural, promoviendo su participación en la construcción conjunta de
procesos educativos de calidad, significativos, inclusivos, pertinentes y sustentables, que
garanticen el desarrollo integral de niñas y niños como sujetos de derechos.
Objetivos específicos
• Garantizar el ejercicio de los derechos de los niños, como ser íntegro, ciudadano, ca-
paz de construir aprendizajes significativos en esta etapa de su vida para su desarro-
llo integral.
V. ESTRATEGIAS
• Implementación del enfoque de derechos en los contextos de aprendizajes30 y del
juego como estrategia válida para el desarrollo y la promoción de derechos como ser
ciudadano, considerando la cotidianeidad en los aprendizajes.
• Desarrollo de acciones asociadas a que los niños ejerzan sus derechos de manera
sistemática e integral.
• Creación de condiciones y espacios para que los niños puedan opinar, expresarse y
tomar decisiones de manera autónoma.
• Priorización del enfoque de derechos en las instancias de reflexión crítica con todos
los agentes involucrados.
30
Planificación, evaluación, organización del tiempo, organización del espacio, conformación y
funcionamiento de comunidades educativas.
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 87
• Rescate de la comunicación cara a cara con las familias, desde las confianzas y el
respeto, estableciendo el bien común en pos del interés superior de niñas y niños.
Cabe consignar que la implementación de esta política es una responsabilidad que com-
pete a todos los funcionarios de los distintos estamentos que conforman la institución: el
acompañamiento directo hacia la comunidad educativa es labor de todos los integrantes
del equipo técnico pedagógico de la dirección regional.
La idea será asumir un compromiso genuino con la infancia y con la educación parvularia
desde el amor, la solidaridad y la belleza que habitan de manera inherente en todos.
88 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
REGIÓN METROPOLITANA
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 89
I. INTRODUCCIÓN
“En el conversar construimos nuestra realidad con el otro. No es una cosa abs-
tracta. El conversar es un modo particular de vivir juntos en coordinaciones del
hacer y el emocionar. Por eso nos podemos herir o acariciar con las palabras.
En este espacio relacional uno puede vivir en la exigencia o en la armonía con
los otros. O se vive en el bienestar estético de una convivencia armónica, o en
el sufrimiento o de la exigencia negadora continua”. (Humberto Maturana, El
sentido de lo humano, Editorial JC Sáez, Santiago, 1996).
Las grandes transformaciones sociales que han tenido lugar en los últimos decenios mo-
tivaron a la Junta Nacional de Jardines Infantiles a promover una reflexión sostenida so-
bre el desafío de visibilizar y reconocer las potencialidades educativas de las familias de
los jardines infantiles y salas cuna, considerando además la enorme diversidad cultural
que caracteriza a la Región Metropolitana, una diversidad percibida como los colores que
pintan y embellecen el paisaje cultural regional.
El valor que tiene la política radica en que refleja el sentir y saberes construidos por di-
versos actores participantes en instancias convocantes generadas por las comunidades
educativas de cada una de las provincias que componen la región. A través de eso se
han posibilitado nuevas formas de hacer educación pero, sobre todo, se han abierto las
opciones a la construcción de una sociedad más democrática, más inclusiva y con un
profundo espíritu de participación desde los cimientos mismos de la composición social:
las familias.
II. FUNDAMENTOS
Por años se ha naturalizado la idea de que es normal que ciertos grupos de saber teóri-
co o con mayores años de preparación educativa, determinen las formas de educación
y de participación de las familias, estableciendo una lógica jerárquica en el quehacer
90 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
Esto, porque los niños y niñas no requieren sólo de un contexto educativo formal para
desarrollar sus aprendizajes, sino que aprenden todo el tiempo: desde cómo su madre,
padre o familiar desempeñan su oficio y desarrollan sus particulares formas de vida, has-
ta en los aprendizajes promovidos en las unidades educativas, enriqueciendo mediante
sus propios saberes los procesos de las comunidades.
En las opiniones de los integrantes de las comunidades educativas, se advierte que ni-
ñas, niños y familias empiezan a aportar con sus ideas durante los procesos educativos,
ejercitando su derecho a participar activamente de los quehaceres propios del jardín in-
fantil. De este modo, se observa cómo se comienza a diluir la visión de una sola dirección
del saber, a otra, donde todos pueden nutrirse apreciando los conocimientos diversos y
particulares de los demás.
Lo anterior permite observar que de a poco ha ido surgiendo el sentimiento de una edu-
cación para las niñas y niños sustentada en el reconocimiento y participación demo-
crática, en la que se busca una educación que promueva el ejercicio del derecho que
tienen las familias a participar de las decisiones en los jardines infantiles, entendien-
do que la educación debe ser participativa, de calidad y promotora de mayor equidad.
Resguardando el principio básico de observar a la familia como primera unidad social
educativa, relevando su rol, puesto que es en esta donde niñas y niños se desarrollan y
tienen sus primeras experiencias educativas, las que sin duda son valiosas y deben res-
catarse en las comunidades educativas.
Es así que en casi 20 años las formas de hacer familia en la región han cambiado, invi-
tando a reflexionar sobre las formas de participación concebidas actualmente. La diver-
sidad de las familias invita a reflexionar sobre las formas de colaboración, reconociendo
y respetando cada una de sus particularidades, valorando las diferencias y las nuevas
composiciones sociales.
Es posible ver en las convocatorias regionales cómo se comienza a gestar la visión de los
jardines infantiles y salas cuna como un espacio público, observándose éstos como una
oportunidad de participación democrática real donde es posible que los distintos actores
de las comunidades puedan vivir y pensar la educación y la infancia.
Para lograr esta forma de vivir la educación existe la profunda convicción de que las
familias lograrán una real participación si se generan espacios de confianza genuina, he-
rramienta valórica sentida como el cimiento de las relaciones entre los integrantes de las
comunidades educativas, donde no sólo es necesario generar confianza con las familias,
sino que reflexionar en cuanto a los lazos afectivos entre cada uno de los integrantes de
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 91
Relevar los saberes familiares, por otra parte, impregna este documento de un fuerte
componente de reconocimiento, siendo consecuente con el sello regional de ambientes
bien tratantes. Y si bien hasta ahora se había recorrido un camino en el que se conside-
raba a las familias como actores relevantes en las unidades educativas, la validación de
sus sentires y la dignificación de su rol tal como se promueve en la Política de Ambientes
Bientratantes de JUNJI, resultó en uno de los mayores elementos de inspiración para las
nuevas visiones regionales.
Estos nuevos enfoques inspiran el creer que al generar mayores espacios en los que se
incorpore a las familias, reconociéndola como un actor generador de propuestas y no
meramente colaborativo, impactará en un aumento de la vivencia democrática en las
comunidades educativas, sintiendo confianza para expresar opiniones, reflexiones, du-
das y deseos profundos de participar en beneficio de la calidad de la educación que se
entrega a niñas y niños en las unidades educativas.
Es posible sentir entonces que la política regional representa –por la validación del saber
de las familias, la profunda participación ciudadana durante su elaboración y los análisis
surgidos de estas experiencias– el desarrollo de una democracia real, expresada en las
particularidades de todas las unidades educativas de la región, puesto que importan to-
dos los sentires y saberes y no cuán fuerte es la voz del actor social.
Son los párvulos quienes debieran ser los principales protagonistas de los últimos cam-
bios educativos, resguardando los adultos, en especial las familias, este esencial derecho
a su educación. A esta labor protagónica se incorporan los jardines infantiles y salas cuna
compartiendo responsabilidades en los procesos y especialmente promoviendo el de-
recho social a tener una educación que rescate y valore los saberes familiares.
Otro aspecto observado es la necesidad de realizar un cambio más allá de una simple
modificación en estructura, avanzando a un cambio en la visión de las familias, valo-
rando su derecho a participar como protagonistas en la educación de niñas y niños y
apreciando y fomentando el ejercicio activo de este derecho.
El valor de la diversidad
La diversidad familiar emerge como una riqueza. Esta riqueza es dinámica y presenta
diversas aristas que han cambiado las formas de hacer familias, así como su estructura,
siendo necesario pensar distintos tipos de participación que lleven a la reflexión y la de-
cisión colectiva respecto de los procesos educativos. Será la valoración de la diversidad la
base de todo modo de participación, dando cabida a sus distintas maneras de expresión,
comunicación y saberes.
Por una parte, los cambios sociales y culturales de los últimos años han modificado las
estructuras familiares tradicionalmente observadas en la Región Metropolitana: la inser-
ción femenina al mundo laboral ha transformado los roles y orden familiar considerados
como habituales, no siendo exclusivamente la madre quien participa en los procesos de
las unidades educativas, sino también las redes de apoyo de las familias.
Esto necesariamente ha modificado las formas de comunicación, así como las posibi-
lidades de cooperación-colaboración, debiendo reconsiderarse tanto los tradicionales
conceptos de participación, como también otras formas que incorporan tecnologías que
puedan subsanar posibles brechas en la relación familia-unidad educativa.
Considerando la diversidad una cualidad regional que enriquece los contextos educati-
vos, como fuente de saberes locales que aporta en los aprendizajes de niñas y niños, así
como en la vida colectiva de los diversos actores sociales. La participación de las familias
necesita desarrollarse en un contexto libre de juicios de valor hacia sus formas de consti-
tución y contribución para efectivamente dar espacios de apertura y diálogo.
Producto de este cambio, actualmente se observa un creciente trabajo con las redes,
posibilitando y promoviendo en las comunidades educativas el desarrollo de instancias
colaborativas y cooperativas entre los distintos actores; considerado como una fortaleza
regional que deberá ser consolidada en los próximos años.
Sin embargo, no sólo basta con asegurar el acceso permanente y sin restricciones de
las familias a las comunidades educativas, así como el creciente trabajo con las redes,
sino que es necesario asegurar también una participación democrática de los distintos
actores en los procesos, observando al jardín infantil y sala cuna como espacios comu-
nitarios esenciales y primarios en los que se puede opinar, tomar decisiones y solucionar
conflictos utilizando los recursos propios y característicos de la comunidad. Al amparo
de esta mirada, se genera confianza en las acciones colectivas, produciendo profundas
experiencias de ejercicio y participación política, respecto de la Educación Parvularia.
De este modo, se cruza el umbral del mero acceso físico de las familias y comunidad a
los espacios educativos hacia el involucramiento total al quehacer diario de las unidades
educativas, observándolas como un lugar en donde se participa cotidianamente, toman-
do decisiones a nivel pedagógico, reflexionando conjuntamente el tipo de educación
que se quiere, dejando la exclusividad de esta área, históricamente considerada como
función de los equipos técnicos de los establecimientos.
Las comunidades educativas no son sólo el lugar donde se imparte educación para la pri-
mera infancia, también se transforman en un espacio comunitario en el que los distintos
actores pueden participar; donde se valoran sus saberes, las estructuras jerarquizadas se
diluyen y comienzan a transformarse en vínculos horizontales dialogantes.
Para el logro de esto se requiere de una herramienta fundamental –el diálogo– basada
en la confianza, respeto y encuentro, propiciando una comunicación virtuosa en la que
se pueden plantear expectativas, deseos, tomar decisiones conjuntas y también mani-
festar inquietudes o diferencias entre los distintos actores que confluyen en las comuni-
dades educativas.
Se resignifica entonces el vínculo con los otros a través de una profunda reflexión, recu-
perando lazos de confianza entre las personas, permitiendo dialogar sobre los intereses
y expectativas de los otros, sus formas de ver la vida, de sentir, su riqueza cultural e indi-
vidual. Esta reconstrucción de vínculos incidirá en los niños, impactando en su forma de
apreciar el mundo social y emocional.
Pero también se está aprendiendo la relevancia de la confianza para lograr acciones co-
lectivas, sintiendo esta cualidad como el elemento clave considerado como el motor de
los círculos virtuosos de aspiraciones sociales, lo cual es un factor tremendamente influ-
yente para una forma de vida democrática. Esto sólo será posible de aprender median-
te la interacción con otros, transformándose las comunidades educativas en un ámbito
privilegiado de aprendizaje.
Encontrar nuevos espacios de participación que den respuesta a las familias de hoy se-
gún la realidad de la región es el desafío; analizando la visión de participación presencial
y no presencial, posible incorporación de nuevas tecnologías, medios de comunicación,
trabajo con redes gubernamentales y no gubernamentales, incorporación de nuevos
idiomas, flexibilidad horaria, así como otros aspectos que den respuesta a los cambios
de las nuevas familias.
Se plantea entonces el reto de renovar la mirada e incorporar las nuevas visiones sobre
los roles de las familias en la educación, reconociendo sus derechos, sus distintas formas
de participación y la riqueza de sus particularidades. Defender y promover está visión
de sociedad es tarea de todos, en especial de la JUNJI en su misión esencial, en la que se
promueve Educación Parvularia desde una visión de sociedad inclusiva, reconociendo
las potencialidades educativas de los contextos familiares, sociales y culturales de niños
y niñas.
En este avanzar, sin duda habrá contratiempos, intentos fallidos y es muy posible que se
cometan errores. Pero por más difícil que se vea esta misión, hay que seguir adelante;
actualmente hay un gran grupo de familias que confían, que nunca habían tenido una
razón para participar hasta ahora, porque se han borrado fronteras invisibles, pero divi-
soras, barreras y estructuras sociales consideradas como indestructibles.
III. CRITERIOS
No es posible separar los criterios de manera categórica, puesto que se entrelazan los
sentidos (son conceptos que no fluyen por canales separados), sino que forman parte
de una misma fuerza de aspiración humana y educativa. Y en consideración a esto, se
establecen tres criterios para el desarrollo de acciones que permitan la implementación
de la política.
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 97
Será fundamental entonces resguardar la visión de las familias como primera unidad
social educativa, puesto que la legitimación inicial de sus formas de educar será el primer
paso para un diálogo democrático entre los integrantes de las comunidades educativas.
Vivir en la Región Metropolitana donde habitan tantas formas de hacer familia, vinculán-
dose entre sí de manera habitual, facilita un ambiente donde lo distinto ya no es hostil,
no descoloca ni crea recelo, sino que construye, supera escollos, forma puentes y, en
ocasiones, también produce una saludable curiosidad por conocer estas diferencias en
mayor profundidad.
98 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
IV. OBJETIVOS
Objetivo general
Promover el reconocimiento y participación de las familias de las comunidades educati-
vas desde una mirada democrática y sustentada en la promoción de derechos, estable-
ciendo la confianza como lazo fundamental entre los distintos actores que comparten
sentidos y compromisos en los procesos educativos de niñas y niños.
Objetivos específicos
• Promover la diversificación de los espacios de participación de las familias como pri-
meros agentes educativos, considerando instancias de reflexión y sensibilización con
los equipos técnicos de las unidades educativas.
V. ESTRATEGIAS
• Difundir la Política regional de reconocimiento y participación de las familias a través de
diversos canales de comunicación.
• Intencionar espacios de reflexión con los equipos técnicos al interior de las unidades
educativas y el nivel regional respecto al valor de la familia y su significancia en los
aprendizajes de los niños.
• Orientar la comunicación y vinculación con las familias de los jardines infantiles y
salas cuna en función de la política regional.
REGIÓN DE O’HIGGINS
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 101
I. INTRODUCCIÓN
La elaboración de esta política regional responde a un requerimiento de avanzar hacia la
descentralización de la gestión educativa sobre la base de la experiencia acumulada, res-
pecto de la implementación de la anterior Política de trabajo con madres, padres, apode-
rados y comunidad. El objetivo de este proceso es resignificar a las familias como primer
agente educativo sin perder de vista que el eje central consiste en resguardar el ejercicio
de derecho de los niños y las niñas a una educación integral, lo que requiere visibilizar la
participación de las familias en la educación de sus hijos, el desarrollo de alianzas, cola-
boración y compromiso de toda la comunidad educativa, con sentido de territorialidad.
educativas resulta fundamental en la legitimización del otro como legítimo, factor clave
para promover los procesos de confianza y respeto mutuo en la convivencia.
Por último y en concordancia con la actual Reforma Educacional, esta política propone
la reflexión crítica constante de las prácticas pedagógicas, donde todos quienes se re-
lacionan en contextos de educación inicial son responsables de examinar los sentidos y
significados que se le atribuyen al quehacer educativo para asegurar calidad.
II. FUNDAMENTOS
A continuación, se exponen los aspectos más relevantes que surgen de la reflexión de los
énfasis institucionales, de la experiencia acumulada de los actores de todos los niveles
educativos y de los hallazgos del diagnóstico regional; fundamentos que en su conjunto
constituyen las ideas centrales para el proceso de transformación que impulsa la pre-
sente política.
Las familias desarrollan cotidianamente la labor de educar, pues los procesos educativos
de los niños y niñas no sólo se dan en una institución educativa formal, sino en la vida
misma. Este fundamento releva la cotidianeidad del hogar como un espacio educativo
en donde las familias participan activamente en todos los aspectos del aprendizaje y
desarrollo de los hijos.
En relación a lo anterior, el jardín infantil debe relevar lo que cotidianamente hacen las
familias por sus hijos, basándose en el respeto de sus diferencias, características, reali-
dades y contextos, eslabón inicial para generar relaciones de confianza donde todos los
actores de la comunidad educativa puedan conversar sobre lo que están haciendo, los
logros que se están obteniendo, las barreras que se han presentado en esta búsqueda y
decidir en conjunto, los propósitos a lograr. Esto, a través de relaciones de confianza ge-
nuinas cultivadas con trasparencia, el establecimiento del diálogo como principal canal
de comunicación que pone al centro la reflexión de la educación integral y bien tratante
de los niños y niñas.
Es en este núcleo primario donde el niño y la niña inician su vida, espacio donde se de-
sarrollan instancias de convivencia con otros, en el cual se despliegan sus capacidades y
potencialidades, conocimientos y elementos primordiales que les facilitan el reconoci-
miento de sí mismo y del otro como un legítimo otro igualmente válido.
En este sentido, cabe señalar que al construir una comunidad educativa se debe con-
siderar la interculturalidad de todos los actores como procesos valorativos de respeto
mutuo a las diferencias, opiniones, ideas o actitudes, aunque no coincidan con las pro-
pias, concibiendo en todo momento el diálogo, la escucha y la comprensión a través de
la interacción.
Al evocar la casa natal, se piensa que independiente de las situaciones vivenciales, los
espacios de la comunidad educativa deben propender a generar extensiones de la coti-
dianeidad de sus hogares, en los cuales se generen interacciones que faciliten un clima
de confianza y respeto, abiertos a la comunidad logrando que el apego espacial brinde
seguridad. El espacio como organismo debe ser capaz de cambiar y evolucionar según el
proyecto cultural de quienes lo viven.
Por todo lo anterior, repensar la participación de los distintos actores en cada comunidad
educativa debe considerar también remirar los espacios de diálogo y acuerdos donde
cada uno se involucra y desde allí ampliar y diversificar el cómo, dónde, cuándo, cuánto
y quiénes participan del proceso educativo de los niños. Llegar a acuerdos mutuos de
sentidos y significados compartidos fortalecerá la democracia y la ciudadanía en estos
espacios.
Conversación y lenguaje
La vinculación de todos los actores de la comunidad educativa consiste en considerar in-
teracciones basadas en una convivencia directa y respetuosa, donde exista una relación
dialógica y de horizontalidad para responder a la realidad en la que se encuentra.
Lo anterior implica que como institución se considere una reflexión constante de las
formas de conversar, comunicar y establecer interacciones con las familias y con los
diversos actores de la comunidad educativa, construyendo espacios abiertos auténti-
cos de participación y compromisos que responden a la trasformación de las prácticas
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 105
Asociatividad democrática
En las unidades, el centro de padres, madres y apoderados es una de las formas de aso-
ciatividad democrática que se da al interior de la comunidad educativa que tiene como
función ser corresponsable y colaboradora de los procesos educativos de los niños, que
debe ser representativa de los actores involucrados en estos procesos, por lo tanto, esta
organización debe estar basada en redes vinculantes de confianza donde las relaciones
se den de manera horizontal, con roles y funciones claramente definidos sin perder el
objetivo y/o sentido colectivo por el cual se conforman de manera consciente.
Se espera que este tipo de asociatividad democrática se constituya en una red de apoyo
y colaboración a los procesos pedagógicos de los niños y no se transforme sólo en un
soporte de recursos para mejoras de los espacios físicos del jardín infantil.
Redes locales
El trabajo con las redes locales supone ir tejiendo relaciones, aprendizajes y complicida-
des hasta tener constituido un espacio común, abierto, diversificado y situado territo-
rialmente, en el que se puedan ir sumando iniciativas, propuestas y voluntades. Supone,
además formas diversas de alianzas y coordinación operativa en las que cada uno aporta
a través del debate, la planificación y la fundamentación de las acciones lo que le es pro-
pio y sobre lo que más sabe, a través de proyectos, acciones y líneas de trabajo concretas.
En este sentido el jardín infantil se entenderá como un espacio público que es parte de
una red local situada y caracterizada por relaciones vinculantes y democráticas; recono-
ciendo y valorando a cada uno en su quehacer con sus características y particularidades.
III. CRITERIOS
Cada uno de los criterios que se presentan a continuación está en estrecha relación a los
fundamentos planteados anteriormente y que responden a una realidad regional obser-
vada al interior de los jardines infantiles y/o programas educativos.
6. Los centros de padres, madres y/o apoderados, como una de las formas de asociati-
vidad democrática en la que se generen conversaciones profundas en función de la
educación integral de los niños.
7. La comunidad educativa como parte de la red local que abre espacio a lo público fa-
cilitando relaciones vinculantes y democráticas en torno a la educación de los niños.
IV. OBJETIVOS
Objetivo general
Resignificar el vínculo al interior de las comunidades educativas en torno al reconoci-
miento, participación y valoración del otro como legitimo otro instaurando el diálogo y
respeto como base para la trasformación de los procesos educativos de los niños y las
niñas de los programas educativos de JUNJI en la Región de O’Higgins.
Objetivos específicos
• Reconocer y relevar el rol de las familias como educadoras de los niños en la co-
tidianeidad extendiéndola a los distintos espacios e instancias desarrolladas en los
diferentes programas educativos.
• Generar instancias de participación amplias y diversas que permitan a todos los inte-
grantes de la comunidad educativa opinar y decidir respecto de la educación de los
niños.
• Promover relaciones vinculantes y democráticas con las redes locales que favorez-
can el ejercicio de la ciudadanía en beneficio del desarrollo integral de los niños.
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 107
• Reconocer al otro como legitimo otro en las distintas interacciones, procesos y prác-
ticas pedagógicas que se dan al interior de la comunidad educativa.
V. SEGUIMIENTO Y ACOMPAÑAMIENTO
El seguimiento y/o acompañamiento será complementario a las acciones que respon-
dan a la implementación de esta política regional desde una gestión técnica pedagógica
integrada en concordancia con los énfasis institucionales.
Las instancias que permitirán evidenciar los seguimientos y acompañamientos serán va-
riadas y atingentes a la realidad de cada comunidad educativa. Destacará principalmente
la aplicación de la Bitácora de Supervisión, la participación en reuniones de apodera-
dos, entrevistas con familias, visitas de asesoría para la gestión integral del jardín infantil,
coordinación con redes locales y comunitarias, asesorías agrupadas, seguimiento a la
aplicación de normativas de funcionamiento de centros de padres, monitoreo a proce-
sos de inscripción y matrícula, apoyo en la elaboración, desarrollo y evaluación del pro-
yecto educativo, participación en comunidades de aprendizaje de unidades educativas,
seguimiento a la aplicación de la trayectoria de aprendizajes, entre otras acciones.
108 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
I. INTRODUCCIÓN
La Junta Nacional de Jardines Infantiles, en concordancia con su misión institucional, de-
clara desde una visión de sociedad inclusiva y de niños y niñas como sujetos de dere-
chos, que reconoce las potencialidades educativas de los contextos familiares, sociales
y culturales incorporándolas para dar mayor pertinencia a los aprendizajes. Asimismo,
invita a generar el compromiso de garantizar el ejercicio de ciudadanía a través de la
elaboración de una Política regional de reconocimiento y participación de las familias con
un enfoque comunitario que la valide como la principal estructura de una comunidad y
que, a su vez, en esta vinculación dialógica y democrática, otorgue sentidos comparti-
dos y una corresponsabilidad en el proceso educativo-formativo que deben vivir niños y
niñas. En concordancia con lo anterior y consecuente con las políticas de estado, la ins-
titución propició la creación de espacios para la participación de las familias a través de
una Política de trabajo con padres, madres, apoderados y comunidad, que recogió el saber
acumulado en educación inicial hasta 2002. Esto facilitó la participación de la comuni-
dad en dar respuesta a las necesidades sociales del momento, como la incorporación en
forma paulatina de la mujer al mundo del trabajo y el respeto a los derechos de los niños
y niñas.
La Región del Maule es un amplio territorio geográfico de 30.269,1 km² y una población
de 1.083.322 habitantes. Administrativamente está dividida en 30 comunas con una alta
110 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
II. FUNDAMENTOS
La JUNJI mediante el enfoque comunitario y práctica de puertas abiertas, colabora con la
Ley N° 20.500 de participación ciudadana, siendo ineludible generar mecanismos for-
malmente intencionados para avanzar en la implementación de programas educativos
con apertura hacia toda la comunidad como lo plantea la política inicial en esta mate-
ria. Asimismo, las Bases Curriculares de la Educación Parvularia consideran a las familias
desde sus múltiples conformaciones debido a que “constituyen el núcleo central básico
en el cual la niña y el niño encuentran sus significados más personales, debiendo el siste-
ma educacional fortalecer la labor formativa insustituible que ésta realiza”.31 La participa-
ción de la familia en la educación es inherente a su rol desde lo cotidiano en forma activa
y permanente, lo que determina el reconocimiento de las normas y pautas de crianza,
La caracterización actual de las familias, aportada por una investigación regional, señala
que el matrimonio ya no es la forma predominante de constituir familia,32 y se refiere a
cambios en los modelos familiares: existen menos hogares biparentales considerando
de igual forma un aumento de la fuerza de trabajo femenina y de mujeres jefas de hogar.
Entre las actuales familias, la evidencia cualitativa da cuenta de la presencia de padres y
madres potencialmente más empoderadas independientemente del nivel de educación
formal que posean, demuestran actitudes mucho más críticas hacia la tradición, el co-
nocimiento experto, teniendo la capacidad de invocar, exigir sus derechos y necesidades
frente a la unidad educativa.
Los adultos provenientes de las familias actuales manifiestan que hacen uso permanen-
te de la tecnología (redes sociales), lo cual es legitimado como fuente de información y
conocimiento para sus integrantes. Este fundamento hace indispensable que los pro-
gramas educativos incorporen los recursos de internet y las redes virtuales cautelando
un uso responsable y respetuoso. Por otra parte, será responsabilidad de la comunidad
educativa resguardar que las redes sociales como medio de comunicación sean un espa-
cio que proteja los derechos de los párvulos y sus familias.
Según datos arrojados por una encuesta a estudiantes universitarios de la región del
Maule,33 se exploran algunos de los cambios más notables en los imaginarios juveniles
referidos a proyectos familiares y su relación con el trabajo remunerado. A partir de ahí
se concluye que, desde la diversificación de las formas familiares y la desestructuración
de la organización de trabajo remunerado, los jóvenes, tanto hombres como mujeres,
están redefiniendo el lugar del trabajo y el hacer familia en sus proyectos vitales, cues-
tionando también los roles de género tradicionales. Se demuestra que las mujeres con
pareja esperan compañeros que asuman responsabilidades parentales mucho más acti-
vas; asimismo, se observa un aumento paulatino en la participación de los varones en la
crianza de niños y niñas en diferentes instancias del proceso educativo que ellos reciben.
32 Verónica Gómez y Paulina Royo, “Nuevas subjetividades y proyecto de vida: jóvenes universitarios de la
Región del Maule, Chile”, revista Estudios Sociales, Universidad de Los Andes, Bogotá, 2015.
33 Ibíd.
112 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
La política regional de reconocimiento busca visibilizar que las familias participan acti-
vamente de la educación de los niños en un marco de respeto, considerando su singu-
laridad y reconociendo la diversidad como un valor, entendiendo esta diversidad como
parte de la dinámica de la relación que se da entre los distintos actores sociales que com-
ponen la comunidad educativa, de modo que se acoja y facilite su derecho a participar y
colaborar con la tarea educativa de aula de forma presencial y no presencial. Lo anterior
significa respetar su derecho básico de participación de acuerdo a las posibilidades que
les demandan sus particulares formas de vida y trabajo. Las opiniones expresadas por
las familias en diferentes instancias dan cuenta que la escasez de tiempo para participar
de los procesos pedagógicos, no impide su interés por estar presentes en otro tipo de
experiencias y aprendizajes diversos que viven diariamente.
• ¿Quiénes somos?
• ¿Cuáles son los modos de vivir, criar y sentir de la comunidad en que se habita?
• ¿Cuál es la educación que aspiramos para los niños y niñas de esta comunidad?
34 Humberto Maturana y Gerda Verde-Zoller, Amor y juego, fundamentos olvidados de lo humano, Editorial JC
Sáez, Santiago, 2003.
114 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
III. CRITERIOS
1. Participación democrática
Reconocimiento del derecho de las familias de niñas y niños a participar democrática-
mente y de diversas formas en el nivel de Educación Parvularia, utilizando el diálogo y la
reflexión para intencionar una perspectiva de infancia respetuosa y consecuente con los
derechos de los niños.
2. Calidad educativa
Una educación integral de calidad como derecho básico de los niños, que privilegie el
juego como forma de vida y recurso metodológico, potencie la creatividad y la diversidad
de oportunidades de aprendizaje, complementado con los contextos para el aprendizaje
“como planificación, conformación y funcionamiento de comunidades educativas, orga-
nización del espacio, organización del tiempo y evaluación”.35
3. Enfoque inclusivo
Reconocimiento y valoración de la diversidad de familias y culturas como consecuencia
de un mayor desplazamiento humano y movimientos migratorios crecientes en el país
y en la región, considerándolo como elemento enriquecedor del proceso de enseñanza
y aprendizaje y del desarrollo humano. La educación inclusiva es definida por la Unesco
como “un proceso permanente, cuyo objetivo es ofrecer una educación de calidad para
todos, respetando la diversidad y las distintas necesidades y actitudes, características y
expectativas de aprendizaje de los educandos y de las comunidades, eliminando toda
forma de discriminación”. 36
IV. OBJETIVOS
Objetivo general
Potenciar la participación democrática de la comunidad educativa en los procesos peda-
gógicos y el reconocimiento a las familias en su diversidad, a partir del contexto territorial
y el sentido de la Educación Parvularia con el propósito de construir y compartir signifi-
cados acerca de la educación de los niños.
Objetivos específicos
• Valorar a las familias como principales formadores de sus hijos en sus contextos cul-
turales propios.
• Construir una comunidad educativa abierta, acogedora, receptiva a todas las familias
y párvulos pertenecientes a la institución.
• Proyectar con los diferentes actores los fines de la educación que se espera, garanti-
zando una educación con enfoque de derecho, a través del diálogo constructivo.
V. ESTRATEGIAS
• Incorporar a las familias en un marco de respeto, considerando su singularidad, reco-
nociendo la diversidad como un valor de modo que se acoja y facilite su derecho bá-
sico a participar y colaborar con la propuesta del proyecto educativo institucional en
todas sus fases y con la tarea educativa de aula de manera presencial y no presencial.
• Generar canales de comunicación efectiva con las familias, utilizando las vías dis-
puestas por la comunidad educativa, así como también las redes sociales resguar-
dando la normativa que las rige.
• Acoger a las familias con sus particularidades y necesidades para establecer relacio-
nes de confianza, respeto, integración y participación ciudadana.
I. INTRODUCCIÓN
La Política de reconocimiento y participación de las familias de la Región del Biobío es re-
sultado de un trabajo realizado en las provincias de Concepción, Arauco, Ñuble y Biobío
por medio de encuestas y diálogos participativos, en donde se recogió la opinión y apor-
te de apoderados, funcionarios y representantes de organismos vinculados, así como
a través de experiencias pedagógicas que obtuvieron la opinión de niños y niñas y que
constituyeron en las bases que inspiraron y argumentaron la construcción.
Dentro de este marco se visibilizó y reconoció la existencia de una relación vincular entre
los equipos educativos y las familias, favoreciendo la convivencia, las relaciones de con-
fianza y la comunicación fluida. Igualmente, se destacó desde las familias la modalidad
de jardines infantil puertas abiertas como un espacio de confianza.
Las familias reconocieron que son los primeros agentes educativos y que su participa-
ción es importante para fortalecer la educación de sus hijos. Sin embargo, consideraron
innecesario concurrir permanentemente al jardín infantil; por su parte, la opinión de los
equipos educativos fue que las familias no participaban con la frecuencia que ellas de-
seaban en los establecimientos, de ahí la importancia de remirar la participación en sus
diversas formas, escenarios y ampliar la visión de adulto significativo involucrado al pro-
ceso pedagógico, hacia una mirada más amplia de todos aquellos adultos relevantes que
inciden desde el hogar en la educación de los niños y niñas.
Al mismo tiempo, los párvulos manifestaron que existe una relación de afecto y confian-
za con el personal del establecimiento y además manifestaron su deseo de acompaña-
miento por parte de sus familias en los distintos periodos de la jornada, no tan sólo en
aquellas experiencias educativas intencionada, sino también en las distintas actividades
cotidianas. Igualmente se mostraron interesados en conocer a amigos y a su equipo edu-
cativo, ampliando la visión que la participación de las familias no sólo surge en el jardín
infantil, sino también en el hogar y la comunidad.
120 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
Esta diversidad se encuentra presente en la JUNJI: los niños y niñas provienen de distin-
tos tipos de familias, como uniparentales, biparentales, biológicas o adoptivas, homo-
parentales y extendidas, entre otras. No obstante a estas tipologías, los niños y niñas no
diferencian las familias desde su composición biológica o consanguínea, sino su mirada
está basada en los núcleos afectivos de los distintos entornos en donde crecen y se
desarrollan.
Actualmente la sociedad se desenvuelve de forma individualista, lo cual afecta las rela-
ciones vinculares, por ello, se debe transitar hacia una relación cada vez más humanista,
en donde el desarrollo de la confianza en los jardines infantiles, requiere reconocer a las
familias como primeros educadores y a su vez que los equipos educativos tengan con-
fianza en sí mismos, permitiendo de esta manera, la construcción de alianzas.
II. FUNDAMENTOS
La política regional sienta sus bases en cuatro fundamentos que tributan hacia los niños
como protagonistas de sus procesos educativos, siendo los diversos actores involucrados
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 121
ENFOQUE FAMILIAS Y
DE DERECHOS DIVERSIDAD
NIÑOS Y NIÑAS
Y SUS PROCESOS
EDUCATIVOS
RELACIONES
ENFOQUE
VINCULARES
COMUNITARIO
BASADAS
EN LA CONFIANZA
Familias y diversidad
“La familia no es una categoría eterna e inmutable en el tiempo y en el espacio, sino una
institución creada por individuos pertenecientes a una sociedad y sensibles a las necesi-
dades del medio físico, económico y social. Su adaptación a la realidad conforma un pro-
ceso en continuo reajuste”.37 En virtud de esto, se debe considerar la diversidad familiar
como un valor y erradicar cualquier tipo de estereotipo, para lo cual el jardin infantil debe
constituirse en un centro educativo democrático e inclusivo.
Tradicionalmente la visión educativa del trabajo con familias era percibida desde una
mirada más vertical, donde se visualizaba a los equipos educativos como quienes en-
señaban a las familias a involucrarse en los procesos pedagógicos de su hijos e hijas,
mediante formas de trabajo asociadas al control y la imposición, donde los derechos y
deberes era el mecanismo utilizado para mantener una convivencia estable. Sin embar-
go, la transición que esta política conlleva está centrada en la construcción de alianzas,
lo cual implica el desafío de transitar hacia nuevos paradigmas desde una comunidad
educativa jerarquizada a una comunidad educativa compuesta por redes, en la que se
valoran los individuos y la redes vinculares que lo relacionan velando que estas alianzas
tributen hacia los procesos educativos de calidad que se ofrecen a los niños y niñas.
La ruta que ayuda a conseguir este propósito es el desarrollo de las confianzas tanto
en sí mismo como en los otros, considerando que los saberes de cada uno son una im-
portante contribución a los procesos educativos de los niños. Frente a esto es necesario
relevar el capital social existente en todos los actores involucrados en la educación, con
el propósito de generar relaciones de confianza y aceptación de las personas como un
legítimo otro. En el desarrollo de estas relaciones basadas en la confianza, las formas de
convivencia son establecidas de manera democrática y horizontal, propiciando de esta
forma espacios educativos armónicos para todos los actores que allí convergen: niños,
familias, equipo educativo y comunidad, porque el bienestar de todas las personas de-
pende de qué tan confortables se sienten en las distintas circunstancias. Estas relaciones
brindan la oportunidad de asumir corresponsable y participativamente la educación de
los niños.
Enfoque comunitario
Una comunidad puede definirse como un grupo de personas que se reconocen a sí mis-
mas, que comparten elementos culturales, religiosos u otras características sociales, orí-
genes o intereses, y que forman una identidad colectiva con metas compartidas. De
ahí que las bases curriculares de la Educación Parvularia consideran que “las familias y
las comunidades en las que ellas están insertas son referentes culturales de los niños y
niñas, por tanto, toda experiencia educativa debe considerar el aporte coordinado de la
comunidad al trabajo educativo, en una mutua retroalimentación, teniendo como refe-
rente los derechos de los niños”.39
En la JUNJI la comunidad es visualizada como “un espacio social que permite aprendiza-
jes situados en los contextos naturales donde se desarrolla la vida cotidiana de niños; al
mismo tiempo facilita la pertinencia cultural de los procesos educativos de las unidades
y programas.”40 Por tanto, este enfoque comunitario, “le atribuye al espacio público del
jardín infantil un lugar privilegiado en donde se generan con mayor intensidad aquellos
encuentros que hacen posible la conversación en torno al quehacer educativo, la crea-
ción y la transformación de la práctica pedagógica”.41
Enfoque de derecho
La Convención sobre los Derechos del Niño buscó promover en el mundo sus derechos,
cambiando definitivamente la concepción de la infancia. Para ello consideró dentro de
los principios fundamentales la no discriminación, el interés superior del niño, su super-
vivencia, desarrollo, protección y la participación en decisiones que les afecten; respe-
tando y valorando sus opiniones. A partir de este tratado, niños y niñas ya no se con-
sideraron propiedad de sus padres ni beneficiarios indefensos de una obra de caridad;
se comenzó a tratar de seres humanos titulares de sus propios derechos que el estado
chileno a través de sus políticas públicas, debía resguardar y promover.
Desde esta perspectiva, la JUNJI como institución educativa del estado chileno a través
de sus jardines infantiles y programas educativos tiene el deber de resguardar los dere-
chos y propiciar en las aulas las posibilidades reales de su ejercicio. Es principalmente a
través de las propias vivencias de los derechos que los niños y niñas conocen, compren-
den y entienden su ciudadanía, teniendo como premisa que ellos son el foco de la for-
mación y que los adultos deben ser garantes de sus derechos. Por lo anterior, los diversos
actores de la comunidad educativa son responsables de resguardar la educación integral
como un derecho habilitante de los demás derechos, para el ejercicio de la ciudadanía
y la contribución a la felicidad de los niños y niñas, convirtiéndose la educación en un
derecho social.
40 Ibíd.
41 Víctor Manuel Martínez, op. cit.
124 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
III. CRITERIOS
Los criterios son los prismas que hacen necesario comprender y operacionalizar esta po-
lítica regional. Para su puesta en marcha se considerará un conjunto de criterios transver-
sales, sin perjuicio de otros complementarios que las comunidades educativas pudiesen
establecer y posicionar en los establecimientos.
El jardin infantil debe contituirse como un espacio inclusivo, para lo cual son necesarios
equipos educativos abiertos a adquirir nuevos conocimientos y saberes para la trans-
formación de la convivencia, dejando de lado prejuicios y estereotipos en relacion a
costumbres, necesidades e intereses, cosmovisión, tradiciones, composición familiar,
género, diversidad sexual, pertinencia cultural, uso de nuevas tecnologias y ambientes
sustentables, entre otros.
Es importante destacar que la Región del Biobío se nutre de diferentes escenarios y cul-
turas, entre las que destaca el pueblo mapuche (lafquenche y pehuenche), la migración
interna interregional, rural y urbana y el aporte de diferentes culturas, quienes vienen a
fortalecer diálogos interculturales que permiten el enriquecimiento de las personas. De
este modo, los diversos actores pueden pensar y proyectar como derribar barreras para
que los niños y niñas acceden al juego, aprendizaje y participación.
Junto con la confianza es necesario relevar el reconocimiento, lo cual implica una valo-
ración mutua entre los diversos actores que intervienen en la educación, donde se reco-
noce y valoran los saberes, experiencias y capacidades de cada uno de ellos, en la edu-
cación de los niños y niñas. Mediante un sistema de colaboración y corresponsabilidad,
estos actores, piensan, conversan, crean e idealizan la educación que es más pertinente,
en coherencia con el medio natural y cultural en el cual habitan. Sólo el reconocimiento
y valoración mutua de todos los actores de la comunidad educativa, basado en las rela-
ciones de confianza, inspira la participación, en un espacio que reconocen como suyo y
propio.
Se debe transitar desde una participación meramente instrumental, que derribe la anti-
gua concepción de una participación de escala ascendente y presencial, hacia una par-
ticipación de carácter social, político, ciudadano y comunitario, donde las familias y los
126 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
actores sociales formen parte e intervengan en los procesos de toma de decisiones que
determinan junto con los niños y niñas el rumbo y la orientación de la educación y for-
mación que ellos merecen y desean.
Por tanto, lo que el jardín infantil debe perseguir es un proceso de construcción conjunta
entre el equipo educativo, sus párvulos, las familias y actores sociales, constituyéndose
en un espacio público, en donde se consensuen diversas actividades pertinentes, en fa-
vor del bienestar integral de los niños y niñas.
Generar alianzas de participación supone un interés, una opción y una convicción perso-
nal, que implica más y mayores procesos de involucramiento en las decisiones y accio-
nes que nos afectan como padres, madres, vecinos, actores y sociedad. Estas alianzas se
enmarcan dentro del proceso denominado “asociatividad”, entendida como una orga-
nización voluntaria y no remunerada de individuos o grupos que establecen un vínculo
explícito, con el fin de conseguir un objetivo común orientado al fin último institucional
de favorecer los procesos educativos de los niños y niñas. Se trata de una mirada amplia-
da que trasciende las formas tradicionales hasta hoy concebidas –centros generales de
padres y apoderados– permitiendo la libre organización de cada comunidad educativa
acorde a su realidad y pertenencia local.
Como institución y región se respeta el principio de equidad que busca igualar las opor-
tunidades que tienen niños y niñas. De igual forma, se releva el principio de diversidad
territorial que plantea la necesidad de ofrecer respuestas heterogéneas pertinentes, es-
tableciendo garantías comunes de calidad educativa.
Dentro de la Región del Biobío, los aspectos sociales, económicos, históricos, políticos,
culturales, ambientales, van configurando un escenario en el cual se destacan particula-
ridades y riquezas, por tanto, es primordial aproximarse al territorio y su realidad social,
respetando, la multiplicidad de formas de vida que tienen las comunidades con las que
se trabajan, dentro de las cuales se destacan sectores costeros, forestales, mediterrá-
neos, mineros, campesinos, industriales y de comunidades mapuches (pehuenches y
lafquenche). Esta perspectiva multiterritorial permite entender, conocer, reconocer, va-
lorar, respetar y acunar los saberes que cada comunidad posee, constituyéndose el te-
rritorio en un lugar de aprendizaje auténtico y significativo para que el niño desarrolle su
vida y su infancia, aprendiendo las cualidades, características y atributos que cada lugar
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 127
ofrece, por tanto, este espacio constituye un elemento clave que debe incorporarse de
manera intencionada al proceso pedagógico.
IV. OBJETIVOS
Objetivo general
Contribuir al enriquecimiento de los procesos educativos de los niños y niñas, involu-
crando a todos los actores sociales vinculados a la educación, desde una visión de so-
ciedad inclusiva en la cual los niños sean respetados como ciudadanos sujetos derechos,
reconociendo a las familias como primer agente educativo en sus contextos sociales y
culturales en la Región del Biobío, dando mayor pertinencia a sus aprendizajes.
Objetivos específicos
• Promover procesos educativos de calidad que resguarden el derecho social de la
educación, realzando al jardín infantil como institución pública de convivencia social
y participación ciudadana.
V. ESTRATEGIAS
• Generación de instancias de encuentro, entre familias, equipos educativos y actores
comunitarios, con el fin de construir un sistema de relaciones vinculares basadas en
la confianza.
REGIÓN DE LA ARAUCANÍA
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 131
I. INTRODUCCIÓN
La Junta Nacional de Jardines Infantiles de la Región de La Araucanía, con la finalidad
de avanzar hacia la descentralización de la gestión técnico pedagógico, ha promovido
el desarrollo de procesos participativos y democráticos en el contexto de la educación
inicial. En este marco la elaboración de la Política regional de reconocimiento y participa-
ción de las familias se realiza sobre la base de la construcción colectiva, respetando las
características socioculturales y particularidades de las comunidades educativas y de los
territorios, relevando la diversidad familiar y cultural de la región.
La Araucanía se destaca por la importante presencia del pueblo mapuche, el cual man-
tiene un legado cultural en el territorio a través de la cosmovisión, tradiciones y costum-
bres de este pueblo originario, lo que otorga identidad cultural a la región. También es
importante relevar otras culturas, lo que da cuenta de la diversidad regional. Otra carac-
terística es su ruralidad y alta dispersión geográfica, lo que determina la oportunidad pro-
gramática que ofrece la JUNJI, con una importante presencia de programas educativos
alternativos y para la familia.
destacar que en el marco del Convenio N°169 de la OIT, se realizó una consulta a las
familias de niños y niñas mapuches a través de espacios de encuentros con presencia
de educadores de lengua y cultura indígena con experiencia en Educación Parvularia.
Finalmente se implementó un método de reflexión y análisis de la información obtenida
en los diálogos que se transformó en el sustento y base de esta política regional.
II. FUNDAMENTOS
Educación como derecho social
La JUNJI desde sus inicios ha focalizado su atención y prioridad en aquellas familias que
requieren mayores aportes del Estado. Es importante destacar que se ha avanzado gra-
dualmente a la universalización en la atención educativa de los niños y niñas. De esta
forma, la educación inicial se ha transformado en una herramienta fundamental para
disminuir brechas de desigualdad social y así otorgar mayor equidad e igualdad de opor-
tunidades, tanto en el acceso como en la calidad de la educación en primera infancia.
La educación, al ser considerada como un derecho social, implica que todos los niños
sin distinción de su cultura, condición socioeconómica, religión, nacionalidad, tienen el
derecho de recibir educación gratuita de calidad y las mejores oportunidades de apren-
dizaje, siendo la institucionalidad y todos los ciudadanos corresponsables de garantizar
este derecho.
Por tanto, el jardín infantil como espacio público es el lugar donde la comunidad educa-
tiva construye realidades, dialoga y comparte experiencias. Es un espacio donde todos
pueden contribuir al desarrollo de experiencias de aprendizaje con sentido y pertinencia,
en un marco de buenas prácticas y teniendo como foco los derechos de los niños.
Se reconoce y valora la diversidad de familias que han ido emergiendo producto de las
transformaciones sociales que el país y la región han vivenciado, uno de estos grupos
son las familias provenientes de diferentes lugares (países o ciudades) quienes deben
tener garantizado su derecho a la educación inicial en un contexto de inclusión. De esta
manera, se requiere visibilizar a las familias en su diversidad como legítimos otros, respe-
tando su derecho de construir familia y ejercer su rol de primer agente educativo.
Enfoque comunitario
Las familias se relacionan entre sí, situándose en espacios físicos y sociales concretos
con características, recursos e intereses comunes, lo que configura un contexto territo-
rial en el que se dan dinámicas de interacciones particulares, las que contribuyen a dar
identidad y sentido de pertenencia a las personas que componen la comunidad, siendo
considerada como un agente educativo que influye en el curso del desarrollo de los niños
y niñas, así como en su bienestar y calidad de vida.
De este modo, el jardín infantil, como espacio público que convoca y posibilita el en-
cuentro comunitario, promueve el principio de corresponsabilidad entre los distintos
actores, quienes han de reconocerse mutuamente, valorarse y aceptarse positivamente,
realizando acciones en conjunto para alcanzar el gran objetivo común que los moviliza,
siendo éste, la educación inicial y bienestar integral de los niños.
En este sentido, la comunidad educativa, se visualiza como un todo integrado que pro-
pone la construcción de sentidos colectivos, donde lo cotidiano y lo local cobra relevan-
cia para dar mayor pertinencia al proceso pedagógico y fortalecer el currículo educativo.
Por tanto, esta vinculación implica promover la corresponsabilidad entre los actores in-
volucrados, respecto de su rol como agente educativo. Esto conlleva a que los distintos
miembros de la comunidad establezcan una comunicación permanente, requiriendo de
compromiso, empatía y confianza.
Por otra parte, es necesario que la confianza esté presente en el contexto educativo para
fomentar y validar las diversas formas de participación de las familias y otros integrantes
de la comunidad educativa. Al referirnos a la participación, es preciso que sea entendida
como un derecho de cada uno de los actores involucrados en el proceso de aprendizaje
de los niños y niñas, la cual debe darse en un ambiente de relaciones horizontales, que
sea auténtica donde se respeten y legitimen los saberes y aportes de cada uno y que
conduzca a una construcción conjunta entre todos los agentes educativos, siendo reco-
nocidos como protagonistas del proceso educativo de los niños y niñas.
III. CRITERIOS
1. Reconocimiento y valoración de las diversas culturas
La interculturalidad supone la convivencia entre las diferentes culturas, pero también
el conocimiento de las mismas, la interrelación y la búsqueda de elementos comunes,
todo ello converge en el enriquecimiento del capital cultural de todos.
desafío para las comunidades educativas en promover una relación dialógica permanen-
te entre personas de diferentes contextos y culturas.
Se espera entonces, que las familias participen con sus conocimientos y saberes en la
planificación, desarrollo y evaluación de las propuestas educativas, a través de diversas
estrategias, ya sea presenciales o desde el hogar, que respondan a sus características y
necesidades particulares, relevando su rol protagónico y activo en la toma de decisiones
respecto de la educación que desean para sus niños.
respecto al proceso educativo y bienestar integral de los niños y niñas entre los actores
que componen la comunidad educativa.
Esto implica que las personas que lideran los procesos pedagógicos motiven y promue-
van permanentemente instancias de reflexión y diálogo basadas en relaciones horizon-
tales, respetuosas y de confianza, donde se sensibilice constantemente a los equipos
educativos sobre la importancia de reconocer y validar a las familias como primer agente
educativo.
IV. OBJETIVOS
Objetivo general
Promover el reconocimiento y las diferentes formas participación de las familias en los
procesos educativos de los niños y niñas, a través de relaciones dialógicas y de confianza,
para la construcción conjunta de una propuesta educativa pertinente e inclusivo, que
represente los intereses y aspiraciones de toda la comunidad educativa.
Objetivos específicos
• Propiciar espacios de sensibilización y reflexión continua en las comunidades educa-
tivas, en torno al rol protagónico de las familias en el proceso educativo de los niños
y niñas, fortaleciendo así una propuesta educativa integral y pertinente.
V. ESTRATEGIAS
• Promoción de diferentes formas de organización y asociatividad al interior de las
comunidades educativas, desde un enfoque inclusivo que contribuya al ejercicio de
la ciudadanía.
I. INTRODUCCIÓN
Prefiero que en mi forma de trabajar prevalezca la palabra “fascinación” sobre
la palabra “excelencia”. Me gusta pensar que mis niños y niñas se fascinen al
aprender y no me importa tanto si son excelentes o no. Para mí lo son siem-
pre. Mi objetivo es despertar en ellos las ganas de aprender y que sean niños y
niñas creativas, críticas y reflexivas, unos niños y niñas excelentemente fasci-
nados. (Rosa Llorente García, Pedagogía de la fascinación, Editorial Infantil y
Primaria, Barcelona, 2014).
Se reunieron en pos de la misión tan relevante de construir una Política regional de re-
conocimiento y participación de las familias; comenzaron socializando, conversando y
reflexionando sobre el Marco de sentidos para la elaboración de políticas regionales de
reconocimiento y participación de las familias en la Junji, conformaron equipos de trabajo
que posteriormente se desplegaron en las comunas de la región en diversos espacios
que permitieron realizar conversatorios, reuniones, diálogos, trawünes con familias y co-
munidades, mirándose y conversando sobre la educación que esperan para sus niños
y niñas.
Resignificaron en su total magnitud la riqueza cultural, social y humana que es tan propia
de las familias; la que se caracteriza por la confluencia de diversas culturas, tales como
la mapuche, inmigrantes alemanes y descendientes de españoles. Estas características
están también asociadas a los diversos rubros en que se desarrolla la economía regional,
destacando el área forestal, agricultura, ganadería, turismo y comercio.
A partir de este reconocimiento, se reconstruyó el sentido con mayor claridad, que las
familias “constituyen el núcleo central básico en el cual la niña y el niño encuentran sus
significados más personales, debiendo el sistema educacional apoyar la labor formati-
va insustituible que esta realiza”.43 También se creyó fielmente que las familias son el
primer espacio relacional del ser humano, donde se dan las primeras conversaciones
II. FUNDAMENTOS
Tal como dijera el Premio Nacional de Ciencias Humberto Maturana, durante la inau-
guración de año escolar en 2017, nuestra capacidad de establecer vínculos con otros es
lo que nos distingue y caracteriza como seres humanos; vínculos que nos permiten es-
tablecer un entramado de redes de significancia de nuestros haceres y sentires. Estos
haceres y sentires permiten la vinculación en base a las emociones; por lo tanto, la ca-
pacidad humana de establecer vínculos permite hacer familia y ser parte de una familia.
Esto invita a remirar las concepciones de las relaciones, desde la profundidad de la cul-
tura de cada orden familiar; la comunicación entre los equipos educativos y las familias
facilita establecer los contactos iniciales, los primeros vínculos que, con el tiempo, irán
consolidando las relaciones, generando la complicidad que reforzará los cimientos de
las prácticas cotidianas, respetuosas de la participación de las familias en un espacio que
reconocen suyo, como extensión de lo que ocurre en el plano familiar.
de Los Ríos resignificó a las familias en su diversidad, sus saberes, creencias, fortalezas,
composición y posición que tienen ante la vida. Para ello, transitar por la asociatividad
entre familias y jardín infantil generando sinergia, es de vital trascendencia para favo-
recer a través de un soporte amoroso, valorativo y respetuoso el desarrollo integral de
niños y niñas.
Las propuestas curriculares que hoy los programas de la Región de Los Ríos ofrecen es-
tán en sintonía con la valoración del ser humano en su esencia más profunda, resaltando
sentidos comunes en las prácticas del aula, resignificando aprender a conocer, aprender
a hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser a través de las pedagogías centradas en el
ser humano que constituyen un enfoque educativo donde las relaciones con su entorno
natural, cultural y social dejan fluir la libertad, la creatividad, que relevan la conversación
entre niños, niñas y adultos, donde se cuestionen y problematicen situaciones que afec-
tan la convivencia, para acordar formas para vivir en comunidad, pedagogías que relevan
la vida cotidiana en armonía, que dignifican la persona, que dignifican la infancia.
III. CRITERIOS
La trayectoria para el reconocimiento mutuo de los diversos actores de la comunidad
educativa orienta el proceso del desarrollo de la Política de reconocimiento y participa-
ción de las familias de la Región de Los Ríos, lo que permitirá a cada comunidad edu-
cativa transitar de acuerdo a sus ritmos particulares, profundizando en cada etapa del
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 145
Vivencias Confianza
compartidas
Reflexión crítica
de la práctica pedagógica
1. Vivencias compartidas
Las vivencias se refieren a una experiencia vivida con gran intensidad en un lapso que
transcurre aquí y ahora y que comunica un contenido preciso de sensaciones y percep-
ciones. Al ser protagonista de ese sentir, se supera la distancia entre lo que se siente y la
observación del sentir.
Los primeros encuentros vivenciales se generan a través del acercamiento de las familias
a la unidad educativa. Posteriormente esta relación de encuentro diario puede convertir-
se en una experiencia con sentido humano, vinculante y amoroso, fortaleciendo el vín-
culo a través de la comunicación diaria y cotidiana, de reuniones de familias, entrevistas
y acompañamientos, en aula u otros que sean propios de cada comunidad educativa.
unidos. “La familia es un lugar donde las personas aprenden a cuidar y a ser cuidadas,
a confiar y a que se confíe en ellas, a nutrir a otras personas y a nutrirse ellas” (Radhika
Coomaraswamy).
2. Confianza
El desarrollo de la confianza en las familias como actores sociales requiere previamente
que los equipos educativos tengan confianza en sí mismos. Sólo la confianza permite
generar una cultura de escucha atenta del otro. “Escuchar requiere aceptación de sí mis-
mo, una apertura para saber dónde no se sabe, de modo que lo que escuchamos del otro
nos ofrezca una oportunidad para aprender y no estar en la competencia” (Maturana y
Dávila).
A partir de lo anterior los equipos educativos podrán reflexionar en torno a las relaciones
que se generan al interior de la comunidades educativas considerando la confianza, los
espacios, roles, relaciones y vivencias que se suceden día a día en estas comunidades,
dando vida a la política que pone el foco en los niños y en su felicidad y formación hu-
mane e integral.
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 147
La reflexión crítica aporta al desarrollo de una educación de calidad, que busca trans-
formaciones colectivas en pro del bienestar y aprendizajes integrales de todos los niños
y niñas.
IV. OBJETIVOS
Objetivo general
Potenciar a todos los actores de las comunidades educativas, en la construcción autó-
noma y colectiva de propuestas educativas humanizantes que releven la felicidad de los
niños para una convivencia democrática e inclusiva.
148 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
Objetivos específicos
• Reconocer el valor de los encuentros cotidianos de vinculación entre los distintos
actores de la comunidad educativa para el proceso de transformación de la práctica
pedagógica, desde un enfoque democrático e inclusivo.
• Resignificar y acordar con los diversos actores de la comunidad educativa los sen-
tidos de una propuesta educativa humanizante que contribuya al proceso de cons-
trucción personal de cada niño, cultivando la autonomía y el respeto a sus formas de
ser y pensar.
V. ESTRATEGIAS
De este modo y en concordancia con lo anteriormente declarado, se invita a hacer rea-
lidad la Política de reconocimiento y participación de las familias, a través de estrategias
transformadoras que permitan transitar amorosamente en el reconocimiento mutuo,
según las características de cada comunidad educativa:
• Realizar encuentros a nivel regional para socializar la política con los diferentes nive-
les de gestión y con los diversos actores de las comunidades educativas.
- Foco en los espacios diversos de encuentro cotidiano con las familias para que
sean pertinentes y acogedores y permitan un diálogo reflexivo, cercano y honesto
en donde puedan reconocerse como un idéntico otro y en donde no exista uno
que dirija, sino un ser que acompaña.
- Foco en la confianza, esto puede facilitar que se creen redes de relaciones entre
familias para poder intercambiar ideas sobre la educación y crianza de los niños y
niñas.
• Generar instancias de diálogos para pensar y conversar profundamente con los di-
versos actores en los diferentes niveles de gestión educativa, sobre los sentidos de
una propuesta educativa humanizante que enriquezca las miradas de los proyectos
educativos de la región.
I. INTRODUCCIÓN
Desde 2001 la institución cuenta con una Política de trabajo con madres, padres, apo-
derados y comunidad que ha entregado orientaciones y estrategias de acción en esta
relación virtuosa entre unidad educativa, familia y comunidad por espacio de 16 años,
tiempo suficiente para detenerse y remirar lo realizado, repensar los objetivos, adecuar
las estrategias y construir una nueva política de carácter local, con énfasis regional y con
la pertinencia propia del trabajo territorial que se podrá realizar en las comunidades edu-
cativas de los diferentes programas institucionales vigentes.
Esta política regional sustenta sus fundamentos en los énfasis y sentidos institucionales,
donde las ideas allí contenidas sitúan esta elaboración sobre la base de construcciones
participativas de acuerdos y convicciones, respecto de las formas de convivir en las co-
munidades educativas, relevando el reconocimiento de la diversidad de las familias, en
beneficio de procesos educativos que favorezcan, integralmente, el desarrollo de niñas
y niños como sujetos de derecho.
Desde otra mirada, una política también señala el arte o la forma de resolver problemas
e instalar la soberanía de quienes gobiernan para mejorar la calidad de vida y llevar una
buena relación entre los diversos actores de una comunidad.
La JUNJI, desde sus inicios y en su actual misión ha relevado la importancia de las fami-
lias reconociendo las potencialidades educativas de sus contextos familiares, sociales y
culturales incorporándolas para dar mayor pertinencia a sus aprendizajes, entendiendo
que las familias tienen el principal rol en el cuidado, protección y socialización de sus
miembros y que, en lo que se refiere a la Educación Parvularia, se vislumbran como acto-
res fundamentales en el proceso de educación compartida entre el Estado y la sociedad.
El pasar de los tiempos, la sociedad y sus avances, los conflictos y nuevas miradas, la in-
clusión y la diversidad social, convoca a remirar lo establecido en la Política de trabajo con
madres, padres, apoderados y comunidad (2002), sus objetivos y estructuras que a mucho
152 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
Finalmente, al situar a los niños como sujetos de derecho como centro de la labor y es-
fuerzos educativos diarios y también al incluir la confluencia colectiva y democrática de
las comunidades educativas, se estará en condiciones de desarrollar esta nueva política
para fortalecer el enfoque de derechos de los niños y una educación integral en contex-
tos de aprendizajes sustentables, con un carácter local y pertinente.
II. FUNDAMENTOS
La construcción colectiva de una política regional es una propuesta que busca materia-
lizar sentidos y estrategias propias de la región, que pretende dar respuesta a las expec-
tativas y realidades visualizadas en las diferentes fuentes de información recogidas, las
que también contenían la experiencia acumulada de los principales actores involucrados
en los procesos educativos de los párvulos atendidos en los diferentes programas y mo-
dalidades educativas de la región.
De acuerdo a los hallazgos recogidos en la región, esta política regional debería contribuir
a impulsar algunas transformaciones relacionadas con:
• Erradicar el mito de que la familia participa poco en la educación de sus hijos e hijas
y avanzar en el reconocimiento de las familias como unidad social educativa, como
fuente de saberes, experiencias y oportunidades para favorecer el aprendizaje y de-
sarrollo de los niños y niñas en contextos cotidianos, más allá del espacio formal del
centro educativo.
Esta política regional también recoge los sentidos que la institución impulsa a raíz de las
transformaciones sociales, legales y cambios profundos que a nivel país se han ido pro-
duciendo especialmente en esta última década, dejando al descubierto un escenario en
que la mujer trabaja por una mejor calidad de vida, donde hay una sociedad más cons-
ciente de sus derechos, donde hay nuevas leyes, donde hay diversos tipos de familias,44
donde es necesario conversar con las diferentes culturas de los muchos inmigrantes45
que están llegando al país y a las regiones, etcétera. Estas transformaciones que han
obligado a la institución a replantearse y a establecer algunos principios de reconoci-
miento y participación de las familias, instan también a la región a construir su propia
propuesta en una política que responda al nuevo escenario que se vive a nivel territorial,
regional y de país.
44 Ley N° 20.422 o Ley de igualdad de oportunidades e inclusión social de personas con discapacidad, del 10 de
febrero de 2010.
45 Ley N° 20.609 o Ley de no discriminación, del 24 de julio de 2012.
154 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
especialmente al interior de las comunidades educativas, para que se produzcan las ver-
daderas transformaciones de las prácticas cotidianas respecto de la relación de los acto-
res de la comunidad educativa. Así por ejemplo, reflexionar críticamente sobre una par-
ticipación más política de las familias, sobre la profundidad que tiene el reconocimiento
de saberes de las familias en su diversidad, sobre la necesidad de vincularse con otros
en relaciones de confianza, sobre promover el ejercicio de ciudadanía, sobre el valor de
la asociatividad democrática, sobre una pedagogía humanizante, entre otros conceptos,
irán contribuyendo gradualmente a avanzar en ese cambio de paradigma en los equipos
educativos y en las propias familias, para llegar finalmente a consensos y alianzas en una
relación de corresponsabilidad en la educación y bienestar integral de los párvulos.
Por otra parte, es también importante enfatizar en la política regional, los elementos
identitarios de los territorios de la región, elementos que son clave a la hora de estable-
cer vínculos con los diversos actores:
46 Convenio N° 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre pueblos indígenas y tribales en
países independientes es un tratado internacional adoptado en Ginebra el 27 de junio de 1989 y ratificado
por Chile en septiembre de 2008.
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 155
con elementos culturales y sociales propios que determinan sus formas de vida y
relaciones, lo que debe ser reconocido y comprendido por los equipos pedagógicos
para lograr establecer vínculos de mutua colaboración y convivencia.
El sentirse parte de una comunidad educativa involucra el respeto al rol que cada miem-
bro de esa comunidad ocupa en el espacio educativo o cualquier escenario donde se
generen procesos de aprendizaje con intencionalidad, por tanto cobra gran importancia
transitar desde el rol pedagógico natural de las unidades educativas hacia el fortaleci-
miento del rol educativo de las familias, hacia el reconocimiento de sus saberes y cultu-
ras, para pensar en conjunto la educación de los niños y niñas, en la lógica de que todos
aprendemos de todos y que el rol educativo de las familias es inherente a su condición
parental. Lograr proyectar simbólicamente el aula al hogar o viceversa representa el sen-
tido más significativo del vínculo fraterno entre unidad educativa y familias, lo que es
absolutamente coherente con la educación parvularia actual. De igual manera, ampliar
los contextos educativos, salir del centro educativo, involucra articular y construir redes
comunitarias que permitan darle sostenibilidad a los Proyectos Educativos o propuestas
que cada centro quiera desarrollar, lo que es posible de realizar en cada territorio de la
Región, donde la JUNJI ya tiene espacios reconocidos.
III. CRITERIOS
1. Participación política y democrática de las familias y comunidad territorial
Una real participación tiene un carácter más político donde las familias forman parte e
intervienen en los procesos de toma de decisiones que determinan el rumbo y la orien-
tación. En este caso, participar no significa sólo aportar recursos sino también decidir
acerca de su uso e intervenir en la definición de los sentidos y objetivos que vale la pena
seguir. Por otra parte, también es necesaria la asociatividad democrática en base a redes
vinculares que orientan las acciones en consideración al bien superior de niños y niñas,
todo vinculado a la construcción y gestión de un proyecto educativo.
IV. OBJETIVOS
Objetivo general
Desarrollar un proceso de transformación social de reconocimiento y participación de
las familias en las comunidades educativas, para brindar una educación de calidad, con
pertinencia territorial, inclusiva y que favorezca el bienestar integral de niñas y niños.
Existen varios usos para la palabra reconocimiento, no obstante y para desarrollar esta
política se lo vinculará más con la sicología, es decir, en lo referente a las relaciones hu-
manas, para expresar la importancia de hacer posible una convivencia democrática que
reconoce al “otro como legítimo otro” (Maturana), lo que implica una valoración mutua
entre los diversos actores, en que se reconoce y valora los saberes y experiencias de las
familias pero también los saberes y experiencias de los equipos pedagógicos. Juntos,
mediante un sistema de colaboración y corresponsabilidad abordan la educación de los
niños y niñas.
Objetivos específicos
• Relevar el rol educativo que desempeñan las familias en contextos cotidianos para el
aprendizaje, promoviendo una educación integral e inclusiva con los diversos actores
de la comunidad educativa.
• Generar espacios de diálogo para la transformación de las relaciones entre los distin-
tos actores educativos, teniendo como foco central el proceso educativo de niñas y
niños.
V. ESTRATEGIAS
Las líneas estratégicas generales que se proponen son concebidas desde la necesidad
de orientar en sus diferentes aspectos la implementación de la nueva política regional
para que pueden constituir rutas posibles para crear las acciones que se espera que cada
comunidad educativa determine de acuerdo a sus propias realidades y contextos.
158 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
- Participación en la
Relevar el rol educativo que planificación, ejecución y
desempeñan las familias en evaluación pedagógica.
contextos cotidianos para el
Familias y procesos - Construcción colectiva de
aprendizaje, promoviendo una
educativos. acciones de participación en el
educación integral e inclusiva
ámbito educativo.
con los diversos actores de la
comunidad educativa. - Instancias de retroalimentación
periódica.
- Generación de espacios de
construcción de sentidos
Generar espacios de diálogo compartidos, entre los diversos
para la transformación de las actores de la comunidad
Formación continua educativa.
relaciones entre los distintos
de los actores
actores educativos, teniendo - Sistematización de procesos de
educativos.
como foco central el proceso formación continua conjunta
educativo de niñas y niños. entre actores educativos.
- Instancias de retroalimentación
periódica entre actores.
REGIÓN DE AYSÉN
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 161
I. INTRODUCCIÓN
Para el año 2017, y con el fin de avanzar hacia la descentralización de la gestión educativa,
la Junta Nacional de Jardines Infantiles orienta la elaboración colectiva de políticas regio-
nales de reconocimiento y participación de las familias bajo una mirada técnica pedagó-
gica e interdisciplinaria, en coherencia con el enfoque inclusivo de la misión institucional.
La Región de Aysén es un territorio con una amplia diversidad de paisajes y climas que
se encuentra ubicada en la Patagonia chilena. Es la región más rica en aguas dulces del
país, y una de las más puras del planeta, siendo la tercera extensión más grande de hie-
los continentales del mundo, emplazados en Campos de Hielo Norte y Sur. En la misma
línea y en vinculación con el desarrollo económico del territorio, se puede mencionar
que además del turismo, éste se relaciona preferentemente con la ganadería, la industria
forestal y de minería, y de extracción e industrialización de productos marinos, sumado
al paulatino desarrollo desde el área de servicios públicos instalados en los centros más
poblados de la región, lo cual ha posibilitado el arribo de nueva población a la región,
incluyendo grupos provenientes de otros países y ciudades, que han presentado como
nuevo desafío la necesidad de contar con ofertas educativas permanentes, puestas al
servicio de los niños que habitan en el territorio.
De este modo, la población regional alcanza una densidad que considera 0,8 habitantes
por km2, con sectores de difícil acceso, debiendo desde JUNJI focalizar la atención de los
niños y niñas en base a esta realidad, contando en la región con programas de atención
presenciales y semipresenciales (jardines infantiles clásicos, alternativos laborales, co-
municacional y programas CECI o PMI) que han permitido entregar educación de calidad
162 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
En concordancia con lo anterior, se hace necesario considerar que las Bases Curriculares
de la Educación Parvularia reconoce el rol de primer agente educador de la familia y de
su condición de actor central y permanente en la Educación Parvularia, planteamiento
que lleva a tener presente la necesidad de establecer un trabajo colaborativo que poten-
cie la labor realizada por las familias y los establecimientos y programas de educación,
a través de metodologías y estrategias que permitan su construcción desde un diseño
participativo.
La política destaca el rol de las familias como primeros agentes educativos de las niñas y
niños, otorga valor a su diversidad, conformaciones, contextos socioculturales de donde
provienen y por tanto de su herencia social. Además, insta a las comunidades educativas
a establecer formas democráticas de participación que legitimen a las familias desde el
reconocimiento, y a los niños o niñas, como sujetos de derecho que merece una educa-
ción de calidad.
II. FUNDAMENTOS
Los seis primeros años de vida de las personas son esenciales en su desarrollo y apren-
dizaje, según estudios realizados de las neurociencias, se convierten en la base de lo
que podrán ser y aprender a lo largo de toda la vida. Durante los primeros años, el cere-
bro alcanza su máximo desarrollo a partir de la construcción de estructuras cognitivas y
afectivas que son fundamentales para su crecimiento, siendo la Educación Parvularia un
factor potenciador que favorece este desarrollo.
Una educación inicial de calidad es un derecho social habilitante de los niños que debe
vivenciarse en todos los ámbitos del proceso educativo, permitiendo así el desarrollo
de aprendizajes relevantes y significativos para toda la vida, potenciándolos a través de
oportunidades pertinentes que respondan a sus características, necesidades e intereses.
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 163
Se trata de una etapa en que el aprendizaje social es fundamental, base de las relaciones
que el niño desarrolla continuamente, en la que se aborda la conciencia social inclusiva
y la visión de personas como legítimos sujetos de derechos, a través de interacciones
positivas, juego, protagonismo y creatividad.
Es por esto que en coherencia con los fundamentos de la Educación Parvularia, la JUNJI
reconoce las potencialidades educativas de sus contextos familiares, sociales y cultura-
les, incorporándolas para dar mayor pertinencia a sus aprendizajes, por cuanto se esta-
blece como lineamiento para la acción de todos los actores involucrados en los procesos
desarrollados en torno a la educación. Todo lo anterior contribuye a la formación integral
de los niños y niñas, y por ende, de la sociedad en la que se desarrollan y crecen.
47 Junta Nacional de Jardines Infantiles, Referente Curricular, Departamento Técnico-Pedagógico, Santiago, 2010.
164 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
La comunidad educativa resguarda el derecho de los niños y niñas a crecer sanos física,
mental y emocionalmente, garantizando a través de las prácticas pedagógicas de cali-
dad un ambiente propicio para el aprendizaje. Este tipo de interacciones comprenden
ciertas habilidades en los adultos cuidadores, tales como atender de manera efectiva las
señales que niñas y niños entregan con su mirada, vocalización, expresión facial, contac-
to físico y reacción emocional, para interpretarlas adecuadamente, es decir, atribuirles
el significado que tienen, generando respuestas pertinentes y oportunas que regulen y
calmen el estado de malestar interno de niñas y niños, como rabia, miedo, frustración,
tristeza, angustia o vergüenza.49
Con base en los diversos enfoques expresados, las comunidades educativas construyen
propuestas curriculares orientadas al desarrollo integral del niño y niña, como personas
activas en sus contextos socioculturales y territoriales, contribuyendo a las transforma-
ciones sociales.
48 Junta Nacional de Jardines Infantiles, Política de Ambientes Bien Tratantes, Unidad de Buen Trato, 2016.
49 Ibíd.
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 165
Las familias como unidad social educativa y mediadora natural de los aprendizajes de
los niños y niñas, permanentemente desarrollan procesos auténticos para el aprendi-
zaje, teniendo como base la riqueza de sus saberes y costumbres, relativos a su cultura
y realidad territorial. Son los primeros responsables y asumen la educación de los niños
que habitan los espacios íntimos de sus hogares, constituyendo el nicho ecológico en
que se desarrollan los párvulos, es en este espacio en donde se toman autónomamente
decisiones que tienen que ver con el desarrollo y cuidado de los pequeños.
Resulta fundamental considerar las posibilidades que tiene cada una de las familias para
cumplir su función educativa, valorando sus diversas constituciones, como así también
los recursos propios con que cuentan, siendo un sistema en continuo movimiento.52
El centro educativo como institución avanza hacia un ideario, a partir del cual, los ele-
mentos contextuales deben adaptarse a las necesidades de los niños para dar paso a
una educación inclusiva, la cual tiene como gran desafío que el currículo logre responder
50 Ibíd.
51 Junta Nacional de Jardines Infantiles, Referente Curricular, op. cit.
52 Junta Nacional de Jardines Infantiles, Colección Currículo II. op. cit.
166 POLÍTICAS REGIONALES DE RECONOCIMIENTO Y PARTICIPACIÓN DE LAS FAMILIAS
a lo diverso, ofreciendo aprendizajes universales para todos los niños, que les asegure la
igualdad de oportunidades en la educación.
Las familias como mediadoras naturales para el aprendizaje y como agentes educativos,
valoran e intencionan la transmisión de la propia cultura en los diversos espacios educa-
tivos. Por otra parte, los equipos educativos, reconocen y valoran el rol de las familias en
la formación de los párvulos considerando sus conocimientos, vivencias y competen-
cias. De esta manera, el niño se ve beneficiado durante su crecimiento si las familias y los
equipos educativos, crecen y se transforman con ellos. Esto permite validar los procesos
auténticos para el aprendizaje.
La valoración de la riqueza social y cultural de las diversas familias, personas que han
llegado de otras ciudades, regiones, países y/o pueblos originarios, y que contribuyen
con sus saberes y costumbres, conforman el territorio sociocultural regional donde la
primera infancia crece y se desarrolla.
Las comunidades educativas deben procurar diversos espacios de participación para las
familias, con la finalidad de que se organicen, piensen, conversen, reflexionen y defi-
nan en conjunto, las formas de contribuir a la gestión educativa realizada en los progra-
mas, buscando concretar sus anhelos respecto a la educación que quieren para sus hijos
e hijas.
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 167
III. CRITERIOS
1. Educación como derecho habilitante
La Junta Nacional de Jardines Infantiles en la región de Aysén, ofrece diferentes pro-
gramas educativos que permiten garantizar el derecho de niños y niñas a la Educación
Parvularia, promoviendo el acceso a experiencias de aprendizajes inclusivas. Se trata de
un proceso educativo que ubica al niño y niña en el centro, considerando sus intereses
y necesidades singulares, co-construyendo con la comunidad educativa el currículum
desde el enfoque humanista.
Las familias y los diversos actores de la comunidad se vinculan y encuentran los espacios
pertinentes para la reflexión de ideas, opiniones y concepciones con el fin de construir
conocimientos para idear una propuesta educativa en un ambiente de respeto, confian-
za y valoración mutua que permita el ejercicio ciudadano de niñas y niños a recibir una
buena educación.
Por consiguiente, el ejercicio del derecho a la educación inicial garantiza que los párvulos
desarrollen al máximo su identidad y diversas capacidades transformando la sociedad
en un espacio más justo y democrático, ya que a su vez les permite conocer, hacer valer
y ejercer sus demás derechos. La educación por tanto, es una apuesta a la liberación del
sujeto, una apuesta a la construcción de una nueva ciudadanía.
Todos los actores que son parte del proceso educativo de los niños encuentran diversas
y valiosas formas de participar y aportar con sus conocimientos, experiencias y habili-
dades a la generación de aprendizajes; y en este contexto, prima el reconocimiento y
valoración mutua.
Cualquier organización funcional que se establezca a partir del espacio social del centro
educativo del cual son parte, debe estar orientada al rol fundamental del establecimien-
to, guiado por la propuesta pedagógica institucional.
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 169
Para consolidar la convivencia con las familias y otros actores de la comunidad educa-
tiva, serán fundamentales las relaciones vinculares profundas y valorar la diversidad de
quienes participan en el proceso educativo. La colaboración mutua estará efectivamente
orientada a enriquecer el proceso educativo de calidad.
IV. OBJETIVOS
Objetivo general
Fortalecer el reconocimiento, valoración y participación de las familias en su rol educa-
tivo, a través de una alianza vinculante e inclusiva de cada comunidad educativa, para el
desarrollo integral de niños y niñas en la Región de Aysén.
Objetivos específicos
• Reconocer a las familias desde su diversidad, como primeros educadores de los ni-
ños y niñas.
• Promover las diversas y amplias formas de participación de las familias y otros acto-
res de la comunidad, para enriquecer los contextos para el aprendizaje.
V. ESTRATEGIAS
• Difusión de la Política regional de reconocimiento y participación de las familias a
nivel regional.
REGIÓN DE MAGALLANES
JUNTA NACIONAL DE JARDINES INFANTILES 173
I. INTRODUCCIÓN
La Junta Nacional de Jardines Infantiles desde sus inicios reconoce la importancia de las
familias como la principal responsable del cuidado, protección y socialización de los ni-
ños y niñas. No obstante lo anterior, dicho rol se ha visto influenciado por los constantes
cambios sociales que se han dado a lo largo de la historia.
El compromiso institucional, que reconoce a las familias como principal unidad edu-
cativa, se materializa en 2001 mediante la construcción participativa de una Política de
trabajo con madres, padres, apoderados y comunidad, cuya implementación permitió for-
talecer el vínculo de las familias y comunidades con la gestión educativa. Sin embargo,
frente a los procesos de cambios y transformaciones sociales en un país que busca la
justicia social y valoración de la diversidad, la institución ha considerado la necesidad
de reorientar el reconocimiento y la participación de las familias y la comunidad, con-
siderando las dinámicas familiares y contextos sociales, visualizando la territorialidad
y pertinencia, permitiendo descentralizar la gestión, a través de la elaboración regional
de una política, construida participativamente, que guíe un proceso de transformación
pedagógica en las comunidades educativas de la Región de Magallanes y la Antártica
Chilena.
II. FUNDAMENTOS
La familia es el principal espacio de socialización en los primeros años de vida de niños
y niñas, “no es una categoría eterna e inmutable en el tiempo y en el espacio, sino una
institución creada por individuos pertenecientes a una sociedad y sensibles a las nece-
sidades del medio físico, económico y social en el que se desenvuelve”,53 y en en este
sentido, se reconoce y valora la diversidad de conformaciones familiares, contemplando
sus contextos y particularidades, siendo todas ellas, igualmente valiosas y legítimas.
Por tanto, y tal como señala la Unesco, el espacio de aprendizaje por excelencia es el ho-
gar, el barrio, la comuna, la ciudad, donde el jardín infantil viene a continuar y fortalecer,
con su conocimiento especializado, lo que la familia ya ha iniciado y continúa realizando.
En consecuencia, complementa el proceso educativo de los niños, existiendo una con-
tinuidad en el aprendizaje, siendo el espacio físico y social más próximo después de la
familia, donde el niño y niña tiene la posibilidad de desarrollarse integralmente.
Por otra parte, desde la perspectiva ecológica de Bronfenbrenner se insiste en que, aun-
que la calidad de estos contextos primarios o microsistemas es importante, no lo es
menos la relación entre los diversos microsistemas en que participan los niños. Los con-
textos son diferentes, pero el niño es el mismo.54
La actual cosmovisión de sociedad evidencia que no existe una forma única de ser fami-
lias en constitución, organización y funcionamientos. Es imposible encontrar una igual
a la otra, ya que están compuestas por personas, formas de relación y micro culturas
diversas. Esta diversidad se encuentra presente en la JUNJI Magallanes, pues niños y
niñas provienen de distintos tipos de familias: uniparentales, biparentales, biológicas o
adoptivas, homoparentales y extendidas. Son los mismos niños los que no diferencian a
las familias desde su composición biológica o consanguínea, sino que centran su mirada
en los núcleos afectivos de los distintos entornos en donde crecen y se desenvuelven,
siendo esto un importante hallazgo a considerar en esta política regional. Igualmente
cabe señalar que la región tanto por su aislamiento y situación geográfica como por su
poblamiento históricamente liderado por un gran número de familias de diversos oríge-
nes culturales, ha significado el encuentro y la interacción de diversas culturas, valores,
creencias y particularmente forma de relacionarse.
Por otro lado, es importante validar las diversas formas de asociatividad democrática
y avanzar hacia una visión de participación de las familias, centrada en el diálogo y la
reflexión, en donde la voz de las familias se visibiliza en la construcción de la propuesta
educativa, en la elaboración de los planes, en los reglamentos de convivencias y todos
los soportes técnicos que demanda una educación de calidad, equitativa e inclusiva,
consistente con los principios de la reforma educativa. En este escenario se releva la
construcción de una sociedad más participativa y creadora de su propia realidad que se
reconozca a sí misma y que valide las distintas formas de organización y representativi-
dad de las familias. La asociatividad democrática se concibe entonces, como un proceso
libre, espontáneo y autónomo, que surge en coherencia y compartiendo los sentidos y
compromisos frente al proceso pedagógico.
El proceso de transformación que se propone implica remirar las relaciones desde las
complicidades, donde la confianza y el respeto mutuo deben ser los cimientos de una
relación horizontal, constructiva y estable entre las familias y la unidad educativa. En
este sentido, el desarrollo de la confianza es clave, siendo necesario que esté presente
en los equipos educativos para luego proyectarlo en la relación con las familias y el que-
hacer educativo. Por tanto, una relación basada en la confianza genera un trabajo cola-
borativo y una oportunidad para aprender de y con otros, transitando desde una relación
asimétrica hacia una relación más igualitaria.
Las familias están demandando, en forma creciente, espacios donde su opinión sea con-
siderada. Las familias quieren ser escuchadas y de esa forma en ella disminuye el temor
a confrontar puntos de vista diversos. Efectivamente, se debe aprender como sociedad,
que es posible procesar los conflictos de modo tal, que de allí no surja el caos, sino una
manera constructiva de tratar los temas públicos. Por todo ello, se prevé que los años
venideros serán propicios para recrear el vínculo entre las unidades educativas y la par-
ticipación de las familias.
Finalmente, de lo que se trata, es de compartir los sentidos colectivos por medio del
lenguaje, puesto que las personas se transforman a través de distintas maneras de co-
municación que tienen lugar en las interacciones sociales cotidianas.
III. CRITERIOS
Confianza y
colaboración
Autonomía de la
gestión Reflexión crítica
4. Autonomía de la gestión
Es fundamental asumir que los territorios son espacios únicos. Cada territorio es diferen-
te a los demás, puesto que sus actores le dan un carácter propio e irrepetible, a través de
las relaciones, de los intercambios y las influencias cotidianas, más aún en la región de
Magallanes que se caracteriza por una gran dispersión geográfica y diversidad cultural.
Objetivos específicos
• Promover procesos de reflexión crítica, entre los distintos actores de la comunidad
educativa que aporten a la transformación de la práctica pedagógica.
V. ESTRATEGIAS
• Realizar diálogos reflexivos con una metodología activa, sistemática, participativa y
dinámica, ofreciendo posibilidades de expresión, retroalimentación y vinculación.
• Creación de diferentes espacios y encuentros entre los diversos actores de las comu-
nidades educativas para generar discusiones y reflexiones en torno a los intereses y
necesidades de la propuesta pedagógica.
Ediciones de la Junji es fruto del compromiso de la Junta Nacional de Jardines Infantiles por generar
conocimiento, creatividad e innovación en educación e infancia, y promover así nuevos medios para
el aprendizaje y el debate constructivo.