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IUS PUBLICUM:

Ius Publicum es el creado por las leyes públicas y se equiparan a estas los
senadoconsultos y constituciones imperiales.

IUS PRIVATUM:
es el creado por los particulares por medio de negocios jurídicos. Estos no podrán
desbordar el margen de autonomía que les conceden las leyes públicas. El Derecho
público no podrá ser alterado por la voluntad de los particulares.

IUS COMMUNE:
Las normas jurídicas no pueden comprender todos los casos concretos por lo que
bastará que contengan los más frecuentes. Contienen una regulación de tipo general
que luego se aplica a casos concretos. Esta es la idea del Ius Commune.

IUS SINGULARE:
Definido por Paulo como aquel que ha sido introducido contra el temor de la razón
por una utilidad concreta en virtud de la auctoritas del que lo establece. La causa
de desviación del principio general es una utilidad concreta. Por ejemplo, aunque
cuando un esclavo se fuga la consecuencia lógica sería que se perdiera la posesión
del mismo por parte del amo, la utilitas aconseja que no se siga ese principio pues
si así fuera el esclavo podría privar por su voluntad al amo de la posesión.

PRIVILEGIA-BENEFICIA:
Las disposiciones de Ius Singulare, a veces se llaman beneficia. Son hechos con
base a la utilidad pública. En derecho Justinianeo el Ius Singulare, se identifica
con los beneficia para lograr una utilidad específica. Los privilegia son normas
dictadas en circunstancias especiales; no con base a situaciones de equidad, para
una o varias personas determinadas desviando un principio general en virtud de una
autoridad.

BONI MORES:
La trascendencia de los mores maiorum viene determinada por dos características de
la mentalidad del pueblo romano, su religiosidad y su tradicionalismo.
De acuerdo con la religiosidad, el prestigio de los mores maiorum, se apoyaba en la
religión. La autoridad del ordenamiento jurídico antiguo se basaba, más que en la
organización coactiva de un poder público, en un imperativo religioso. Infringir
los mores maiorum era nefas, es decir, equivalía a violar el fas o ley divina, y,
consecuentemente, atraía la ira de los dioses. Por otra parte, los propios
antepasados (maiores) no sólo eran venerados, sino deificados (dioses manes), lo
que revestía de particular relevancia a sus usos y costumbres.

Pero el prestigio de los mores maiorum se mantiene también por el apego del romano
a la tradición, lo que se manifiesta jurídicamente en el hecho de que, cuando se
propone una ley, no es presentada nunca como una innovación, sino como una
confirmación de los mores maiorum, contra los malos usos nuevos. Las costumbres de
los antepasados vienen a considerarse, pues, las buenas costumbres por excelencia
(boni mores). Cicerón afirmaba que si él propusiera una ley que no existiera en la
república, sin duda se hallaría en el mos (costumbre) de los antepasados.

MORES MAIORUM:
De mos (costumbre) y maior (que, en plural, se refiere, en sentido estricto, a dos
generaciones anteriores, y, en sentido amplio, a los predecesores, a los más
antiguos).

IUSTITIA:
El Derecho Romano, no es ciencia anclada en el mundo de los valores ideales, sino
justicia, y la justicia se cierne sobre la realidad viva del suceso humano. Ulpiano
define la iustitia como “la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su
derecho”. La justicia no es la justicia pura, la más alta justicia, sino la
justicia terrena que, estableciendo una cierta igualdad entre los hombres, propende
a la consecución del bien común. La justicia se concreta en ordenar las acciones
exteriores de conformidad con los mandatos del derecho positivo.

Lo que falta en la definición romana, es una determinación de la regla que sirva


para descubrir “el derecho de cada cual” en los distintos momentos y en las
diferentes situaciones, en las contingencias de hecho a que está sometida la vida
social. Sin embargo, no carece el jurista de criterio preciso para distinguir lo
justo de lo injusto, lo lícito de lo ilícito.

AEQUITAS:
El ius debe adaptarse a las singularidades de cada hecho, negocio o relación,
habida cuenta de la mudanza cotidiana a que es llevada la vida social. Hay
cuestiones que la ley deja sin responder, sea por defectuosa dicción, por su
angostura formal, o porque el espíritu de los nuevos tiempos la ha agotado y
envejecido. En este caso, interviene la aequitas, restableciendo la justa
proporción entre derecho y vida.

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