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 Kacero “Los enunciados identificatorios y su relación con la identidad”

Los enunciados identificatorios son juicios emitidos por otro significativo de quien se
depende afectivamente. Afectan la imagen que el yo integra acerca de si mismo. No sólo
determinan conductas, sino que a lo largo de los años pueden plasmar estructuraciones
psicopatológicas del psiquismo.
Tanto el Yo como el Superyo se moldean según las líneas de estructuración que
proceden de la incorporación tanto de los rasgos (imagen de si), como de los enunciados
(representaciones significativas) que le aporta el otro significativo.
El Yo es un término utilizado para designar la forma bajo la cual el sujeto se representa.
Se halla integrado por el conjunto de representaciones que el sujeto toma como
representaciones de su ser.
El “Yo” que representa al sujeto está construido por juicios acerca de lo que él es.
El Yo es efecto de la apropiación de los enunciados identificatorios que sobre él
pronunciaron los objetos investidos.
Determinados atributos singulares son trasladados a categorías valorativas que
atribuyen una identidad al sujeto: pegarle al hermano se transforma en “sos malo”. Este
pasaje de un registro (el acto concreto) a otro (a la categoría general) es lo que se llama
transposición categorial. A partir de un aspecto limitado saca una conclusión general
acerca de la identidad global del sujeto.
Una vez congelada la identidad bajo esas etiquetas, las nuevas acciones y atributos van
a caer en esa misma etiqueta.
Existe transposición categorial cuando, por ejemplo el fóbico, registra una sensación
determinada como pueden ser palpitaciones (significante físico) y lo trasmite
significado como “me muero”. Luego esas creencias se independizan de las sensaciones
de las que partieron y terminan por volverse “literales” creando la convicción de muerte.
A partir de una generalización se pasa a un discurso totalizante. Luego, ese discurso
totalizante preexiste y determina la visión del mundo y de sí mismo.
Lo específico del discurso totalizante es la creencia o premisa que actúa como punto de
partida. Esta moldea, transforma los datos de modo que pasen a ser miembros de una
clase: “Soy tonto... entonces eso que dije es tonto”. El discurso totalizante puede llegar a
ser tan abarcativo que termina generando la mayor parte de los enunciados que va
creando el psiquismo. Puede empezar a decir “mi cuerpo puede enfermarse” para
después deslizarse hacia “algo siniestro va a ocurrir…”, o “estoy en peligro.
En el “discurso superyoico” abundan calificativos como: bueno, malo, decente,
inmoral, mentiroso, etc, categorías en las que quedan encasilladas y traspuestas todas la
conductas. Esta adjetivación transmite una modalidad de captar al mundo, crea un estilo
de pensamiento.
La transposición categorial puede ser una regla y no meramente un enunciado
identificatorio, porque con esa operación el niño adquiere una forma de organizar la
experiencia. Cada vez que se encuentre con una conducta, suya o del otro, la
correlacionará con una categoría general. No lee conductas aisladas sino identidades
globales.
Todo proceso de socialización, en la familia y fuera de ella, constituye una interminable
serie de transformaciones categoriales. El llanto de un niño es convertido, por la
palabra del adulto que lee desde su propio código, en evidencia de hambre, frío, soledad
o rabia. Se trata de la llamada violencia primaria, necesaria para los primeros tiempos
en que el niño necesita significados para atravesar su existencia y poder reconocer y
hablar de los estados por los que está pasando.
Vemos como la identidad supuesta por el otro significativo tiene un papel estructurante
por haberse constituido en premisa general. Las palabras son como bloques ofrecidos
por la cultura para hablar de la realidad y ya llevan incluidas creencias.
En la constitución del sujeto no sólo es importante lo que se dice en la familia como
enunciado identificatorio, sino que a través del lenguaje y de las conductas, se van
transmitiendo modelos de operaciones mentales que van más allá de un contenido
particular, a la manera de metamensajes no conceptualizados.
Es importante señalar la diferencia entre enunciados identificatorios que son
afirmaciones concretas que dicen que alguien es, fue o será de determinada manera y las
reglas de enunciación identificatoria que son normas para construir aquellas
afirmaciones.
Es necesario ver qué reglas se transmiten y cómo se transmiten cada una de las
operaciones psíquicas que conducen a esta atribución de identidad (“Mi papá nunca
hablaba, sólo que cuando te clavaba la mirada uno ya sabía lo que quería decir”).
Es necesario distinguir:
1-. Los enunciados identificatorios directos (que hablan sobre el sujeto)
2-. Los enunciados identificatorios por implicación (lo dicho sobre un tercero adjudica
un lugar al sujeto mismo).
Los segundos son más importantes aún que los directos, porque al no hablar
directamente sobre el sujeto se le hace menos evidente que está siendo ubicado en algún
sentido respecto de esa afirmación. (“la carrera de medicina no es para todos” o “mi
hermano tiene suerte, todos sus hijos han hecho una carrera universitaria”)
Si bien es necesario indagar o reconstruir lo que se decía del sujeto, lo no dicho sobre él
o lo dicho sobre un tercero, es a veces más importante en la construcción de la
identidad.
Acá resulta pertinente recordar que la palabra es acción que atraviesa y estructura.
Si hay “falta” de palabra se genera un vacío porque no hay enunciados identificatorios
para atravesar la existencia y darle forma.
El yo es autoalteración; aprende a reelaborar las representaciones identificatorias. Sin
embargo contiene parte de la voz y el deseo de aquellos que lo significaron en sus
primeros tiempos.
Las significaciones ofrecidas por esas voces van configurando un sistema de opciones
que determinarán una clausura o una apertura para otras significaciones posibles.
Dependerá de la fuerza en los modos de transmisión de esos mensajes y de los recursos
del propio sujeto. Dependerá, también de la frecuencia, de los tonos empleados, del
momento en que se pronuncia (momento constitutivo o no de algún trabajo psíquico del
sujeto) o del contexto en que se pronuncian.
Los enunciados identificatorios y las reglas inconscientes que conllevan, no son sólo las
familiares. La cultura también transmite de manera invisible metamensajes y genera
modos en los que el yo se concibe, puede o debe concebirse.

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