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Nació en Montevideo, el 19 de marzo de 1845, durante la Guerra Grande.

A la edad de 22 años
emprendió un viaje a Europa y Estados Unidos, conociendo en París al escritor Víctor Hugo y
en Estados Unidos al argentino Domingo Faustino Sarmiento, cuya preocupación por los temas
de la educación le produjo un gran impacto.

Sarmiento vinculó a Varela con diversos especialistas norteamericanos en educación, lo que le


permitió conocer muchos institutos de enseñanza y conocer sus métodos y objetivos docentes.
Varela captó la importancia la educación adecuada de todos los miembros de la sociedad,
como factor de progreso social y político, observando por ejemplo que las mujeres en la
sociedad americana tienen un lugar superfluo y la compara con la mujer de EEUU que trabaja y
es culta

Nuestro país en esa época poseía una sociedad estratificada, se observaba un éxodo rural a las
ciudades estableciéndose en los cinturones de la ciudad formando los llamados “rancheríos”.

En ese contexto el mundo cultural es dominado por la universidad (la cual para Varela genera
renta intelectual pero no productiva) y toman fuerza las ideas positivistas, creándose la
Facultad de Medicina.

A su retorno a Uruguay se dedicó al periodismo mediante el cual difundió sus ideas y logró el
apoyo de influyentes amigos. En 1868, con un grupo de ellos, entre los que estaban Elbio
Fernández, Carlos María Ramírez y otros, fundó la "Sociedad Amigos de la Educación Popular”
quienes se proponen dedicarse a la causa de la educación popular; además publicará sus libros
"La educación del pueblo" y "La legislación escolar".

Entre las primeras decisiones de esta sociedad, estuvo la de abrir una escuela que sirviera
como campo experimental de la reforma de la educación, fundándose así la Escuela “Elbio
Fernández” en homenaje a su amigo recientemente fallecido.

El gobierno de facto de Latorre designa a Varela como Director de Instrucción Pública, lo que le
permitió elaborar un proyecto de Ley de Educación que incluía la gratuidad de la enseñanza
primaria y también la obligatoriedad de la asistencia, limitaciones a la enseñanza religiosa y
una alta participación popular en la administración y orientación de la escuela pública.

Los fundamentos teóricos de su proyecto de Ley de Educación Común fueron registrados en su


obra “La legislación escolar”. Donde analiza las causas sociales, económicas, financieras y
políticas que colocaban al país en una situación crítica y llegó a la conclusión de que era
indispensable elevar el nivel de la educación popular.

El gobierno promulgó la ley, pero modificando el proyecto original y aceptando solamente la


gratuidad y obligatoriedad, estableciendo un sistema de gobierno escolar centralizado,
creándose la Dirección General de Instrucción Pública a cargo del mismo Varela, que debía
controlar y dirigir el sistema educativo en todo el país.

En las capitales departamentales funcionaría a partir de ese momento una Comisión


Departamental de Instrucción Pública y un Inspector Departamental.
La reforma vareliana tuvo una esencial importancia en la historia uruguaya, terminando con el
predominio de la educación privada católica para unos pocos privilegiados y transformando a
la enseñanza en un deber del Estado, abarcando la totalidad del pueblo.

Entre las ideas que impulsa Varela están las de crear escuelas, bibliotecas, formar maestros y
extender las nuevas formas de enseñar, diferentes de las metodologías tradicionales.

Estas nuevas formas consisten en darle al niño un lugar activo, eliminar los castigos físicos,
darle relevancia a las ciencias (geografía, física, biología, etc) y no solo a la lectura y escritura.

Un concepto importante de Varela son las lecciones sobre objetos, las cuales son innovadoras
para la época. Las mismas modifican las lecciones que eran únicamente orales, pasando a
basarse en lo concreto, mediante la experimentación y el análisis después de la teoría. La idea
era dar a los alumnos una noción general del conocimiento universal pero orientarlos hacia
una aplicación práctica de lo que se aprendía, al estilo estadounidense, con vistas al mercado
de trabajo.

Las ideas de Varela eran rechazadas por algunos sectores de la sociedad que se oponían a que
hijos de pobres y ricos fueran juntos a la escuela y se les enseñara lo mismo. Además de
concurrir a la misma escuela, se establece el banco vareliano donde se ubican los hijos de ricos
y pobres.

Varela analiza los factores que para el ocasionan la crisis en la que vivía el país, por un lado la
crisis cultural debido a que la mayoría de la población no era educada, no conocían ni
respetaban la ley y se manejaban en base a supersticiones. Por otro lado la crisis económica
debido a la ausencia de hábitos de trabajo, poca producción y exceso de gasto donde la
población de Montevideo tenía hábitos de consumo europeos.

La educación del pueblo

Como parte de las actividades de la “Sociedad de Amigos de la Educación Popular”, Varela


presenta sus ideas sobre educación en su obra “La educación del Pueblo” en 1874.

En la misma analiza a modo de informe, la organización de la escuela y los contenidos de la


educación, mostrando su preocupación fundamental de que la educación sea la base de la
democracia y la gran igualadora de las diferencias sociales.

Capítulo I – Fines de la Educación.

A diferencia de los animales inferiores, provistos con lo necesario para satisfacer sus
necesidades y dotados de instinto, el hombre nace débil e incapaz de abastecerse por sus
propios medios, siendo dependiente por un tiempo de los cuidados de la madre. El hombre
desde que nace, comienza a ser educado, y desarrolla fuerzas físicas, morales e intelectuales
que necesitará, lo que Varela llama, “triple naturaleza del hombre”.

Varela considera que todo hombre inteligente debe alcanzar la “triple naturaleza”, o sea un
cuerpo saludable y fuerte, una mente con sabiduría, conocimientos y con el poder de descubrir
verdades desconocidas y una moral que distinga el bien del mal y alejada de la tristeza y el
pesar. Para el autor, estos son los “fines de la educación”.

El deber de la educación, dice Varela, es darnos el poder de pensar, sentir, querer, observar,
razonar, de juzgar, etc. En resumen el poder gobernarnos a nosotros mismos e influenciar a los
demás, alcanzando la felicidad, que todos deben lograr.

Capítulos del II al VII – Ventajas de la Educación.

En los primeros capítulos de la obra “La educación del pueblo”, Varela nos plantea la idea de
que en todas las naciones la ignorancia ha privado a la humanidad de la alegría, creando
supersticiones y “alarmas” que dan como resultado, lo que él llama, “miseria humana”.

Siglos atrás la gran ignorancia de los fenómenos de la naturaleza como los eclipses, dió lugar a
la astrología, donde se cree que el destino de los hombres depende de las estrellas, de los
planetas, etc.

Pero el estudio de la historia natural, el agua, la tierra y los seres, junto con la filosofía y la
astronomía, explican las causas de estos fenómenos, y alejan las supersticiones. La transmisión
de los conocimientos útiles destruye la ignorancia, que ha causado desgracias en la humanidad
y para Varela esta transmisión la realiza la educación.

La educación también prolonga la vida, ya que promueve conocimientos y hábitos en el


hombre, curándonos de enfermedades que causan la muerte. Siglos atrás, la ignorancia de los
hábitos de higiene provocaba la propagación de enfermedades que destruían a los pueblos, así
como el escaso conocimiento en los trabajos exigía más tiempo y trabajo agotando al hombre
y dejándolo sin espacio para abastecer necesidades personales. Por el contrario, la educación
produce menos esfuerzos en la realización de un trabajo y logra más perfección en ellos,
exigiendo menos tiempo, logrando así, ofrecer la posibilidad de realizar necesidades
primordiales, satisfacer otros deseos y aspiraciones.

Para Varela, la educación aumenta la fortuna ya que los mejores educados son siempre los
mejores pagos. Esto provoca un gran desequilibrio ya que el desarrollo de la industria exige
más inteligencia, dejando así afuera al “obrero ignorante”.

Por lo tanto, la educación es el único bien que no se pierde nunca y que sus beneficios pueden
ser utilizados en todas las épocas de la vida.Los bienes materiales, las posiciones sociales, son
siempre inestables, solo la educación puede salvar al trabajador.

Además de los mencionados beneficios, para Varela la educación también disminuye los
crímenes, aumenta la felicidad y el poder de los países

Capítulos del VIII al XII – La democracia y la escuela

La educación es de vital importancia para el individuo y las sociedades, más aún para los
pueblos como el nuestro, que adoptaron la forma de gobierno democrático-republicana.
Propone la obligatoriedad de la educación instrumentada por el estado, justificándola a través
de la exitosa experiencia de los países de Europa que ya la realizan, y además argumenta que si
el estado exige determinadas condiciones para el ejercicio de la ciudadanía que solo se
adquieren mediante la educación, el padre que priva al hijo de esa educación, comete un
abuso. Por ser requisitos exigidos por el estado, la educación debe ser paga por la nación que
ofrecerá gratuitamente los medios para educarse, como un servicio de utilidad pública más.

La escuela se debe a un estado laico y por lo tanto también debe serlo, abandonando el
dogmatismo. La educación que brinda el estado no tiene por objetivo afiliarlo a una religión
sino prepararlo para la vida como ciudadano, desde el punto físico, moral e intelectual.

El estudio de la ciencia moderna ofrece conocimientos que le sirven al hombre en todo


momento en las acciones de la vida diaria, mientras que los estudios clásicos carecen de
utilidad y se centran más que nada en el estudio de lenguas y literatura antigua.

En el caso de los estudios clásicos se los debía continuar hasta el final o de lo contrario no se
sabría nada, mientras que en los modernos cada conjunto de conocimientos adquiridos forma
una base suficiente para aquellos que no pueden seguir estudiando luego de la escuela.

Capítulos XIII y XIV

Se llamaba estudios primarios a la enseñanza de la lectura, escritura, aritmética, geografía y


catecismo, todo mecánicamente aprendido. Estas materias se seleccionaban caprichosamente
sin una evaluación de que sería lo mejor para los niños y que estudios les servirían.

Varela menciona que se había determinado que el alimento debía ser distinto para los niños
que para los adultos en lo físico, pero en lo moral no se había llegado a esa diferenciación. Se
enseñaba lo que era mejor para el hombre pero no se tenía en cuenta si era lo mejor para el
niño.

No se tiene en cuenta sus inclinaciones personales, sus condiciones innatas, su capacidad de


raciocinio, etc. No se entendía necesario crear una sólida base para la fijación de la enseñanza

En base a los principios de desarrollo moral, físico e intelectual, enumera en el capítulo XIV las
materias que se deben enseñar, comenzando por los “estudios primarios” pero sumándole
lecciones sobre objetos, ciencia, pensamiento, moral, etc. Propone a las lecciones sobre
objetos como la base de todo método racional de instrucción, y la enseñanza moral como su
complemento

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