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PRESENTACIÓN

La historia de Sorda y Sonora, aunque aún muy joven, se remonta a marzo de 2010, cuando Roberto
Bráñez y Stefanía Quintanilla asumieron la presidencia del Centro de Estudiantes de Lingüística de la
PUCP. Necesitábamos de un espacio propio donde poder publicar nuestros trabajos y dar comienzo a
nuestro camino como lingüistas. El primer intento, Sorda y Sonora, tuvo mucha acogida entre nuestra
comunidad lingüística y, este año, decidimos dar un paso más. Manteniendo aquella convicción
propuesta por las dos primeras entregas del boletín Sorda y Sonora, presentamos la revista del mismo
nombre. La presente edición de la revista se encuentra a cargo de Luis Miguel Rojas Berscia y Joel
Zavala Tovar, ambos estudiantes de Lingüística Hispánica de nuestra universidad. Intentamos dar
apertura para temas de las diversas áreas de la lingüística, con el fin de contribuir a la investigación
interdisciplinaria entre los alumnos de nuestra universidad.

La presente edición contiene artículos que abordan el tema de las lenguas andinas. Agradecemos
enormemente por tal razón a nuestro profesor de latín, mg. Pablo Carreño, quien voluntariamente abre
esta nuestra revista con uno de sus últimos estudios sobre las africadas en el quechua central.
Continuando con la temática, uno de nuestros compañeros que actualmente cursa el segundo ciclo de
lingüística, Gabriel Martínez, nos presenta su reseña sobre las lenguas del Ecuador.

Por otro lado, Luis Miguel Rojas Berscia, cambiando un poco el rumbo de los temas, nos presenta su
última investigación en relación a los polémicos trabajos de Daniel Everett sobre la lengua pirahã. Así
abrimos el terreno de la gramática generativa y presentamos la última investigación de Joel Zavala sobre
la modularidad del lenguaje, tema seguido por Piero Costa, quien dando aquel toque interdisciplinario,
nos contará un poco sobre la identificación de criterios científicos de simplicidad en los principios de
economía metodológica del Programa minimista de la corriente generativa chomskiana contemporánea.

Pedimos disculpas de haberse escapado alguna imprecisión de edición. Esperamos, en todo caso, que
nos hagan llegar sus comentarios para seguir mejorando la revista. Asimismo, nos agradaría invitar a
todos los demás estudiantes de lingüística y profesores que quieran abrir los próximos números a
publicar algún artículo en las siguientes ediciones de S&S, para así seguir dándole vida a este nuevo
proyecto que no tiene fin alguno más que la propia difusión de nuestros trabajos y el diálogo
académico.

Luis Miguel Rojas Berscia


Joel Armando Zavala Tovar
Editores
SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

Colaboradores
Pablo H. Carreño (La Oroya, 1970) estudió la carrera de lingüística en la Pontificia Universidad
Católica del Perú, casa donde también realizó sus estudios de maestría en el mismo campo. Aunque se
ha desempeñado también como profesor de cursos de lengua y castellano, sus áreas principales de
interés son tanto las lenguas indo-europeas antiguas (griego, latín y sánscrito) como las lenguas
vernaculares del Perú, especialmente el quechua en sus distintas variedades. En ambas áreas, su interés
está orientado tanto a la filología, la cultura y la traducción literaria; cuanto a los temas lingüísticos y
gramaticales propiamente dichos. En el campo de las lenguas clásicas, se ha desempeñado por varios
años como profesor de latín en su alma mater, así como también como profesor de sánscrito en su
Centro de Estudios Orientales. Como resultado, en 2009 presentó Bhagavad-gita: la canción del Señor,
primera traducción en versos castellanos medidos del famoso poema filosófico sánscrito, aparecida en
la colección El manantial Oculto del rectorado de la PUCP. En el campo de las lenguas vernáculas, por
otro lado, se ha desempeñado como docente y traductor de quechua en la misma Universidad Católica
y en otros lugares. En esta misma línea, en 2010 presentó como tesis de maestría Quechua de
Cajatambo: un esbozo gramatical, sobre la variedad quechua de la provincia de Cajatambo, en la región
Lima, y obtuvo nota sobresaliente. En otros campos, tiene publicada una traducción del portugués de
Primeras historias (Lima, 1999), libro de cuentos del escritor brasileño João Guimarães Rosa, así como
diversos artículos en sus áreas de especialización.
Correo electrónico: pcarren@pucp.edu.pe

Gabriel Antonio Martínez Vera (Guayaquil, 1986) vivió en Guayaquil hasta los 18 años, lugar donde
estudió la educación primaria y secundaria. En 2005 ingresó a la Compañía de Jesús, orden religiosa a la
que perteneció por tres años. Realizó, como jesuita, estudios de teología y Biblia. En 2008 llegó a Lima
y, tras dos años y medio de estudio, obtuvo el título de Diploma de Humanidades en la Universidad
Antonio Ruiz de Montoya. Asimismo, obtuvo el Diploma de EFL Teachers del Centro de Idiomas de
la Universidad del Pacífico (CIDUP).. En la actualidad, es estudiante de Lingüística en la Pontifica
Universidad Católica del Perú. Además, trabaja como profesor de inglés en el CIDUP desde el segundo
tercio del año en curso y, además, es profesor a tiempo parcial de Lenguaje de la Escuela
Preuniversitaria de la Universidad del Pacífico.

Correo electrónico: gabriel.martinez@pucp.pe

Luis Miguel Rojas Berscia (Lima, 1991), políglota y esperantista, estudia el pregrado en lingüística
hispánica de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Actualmente se desempeña como profesor de
chino mandarín en el Instituto Confucio de la misma institución y es miembro del grupo Estudios de
Gramática Generativa PUCP. Desde 2006 es delegado juvenil y general de la Asociación Universal de
Esperanto en Lima y en 2010 asume también el cargo de delegado de lingüística de la misma
organización. Sus áreas de interés son el estudio lingüístico-histórico de la familia indoeuropea de
lenguas, la familia sino-tibetana y las lenguas del Perú, así como la gramática descriptiva y formal. En las
primeras tres macro-áreas su interés también se enfoca hacia el análisis lingüístico, traducción literaria y
enseñanza de segundas lenguas. Otros de sus intereses son la poesía, tanto clásica como moderna, la
literatura experimental y la acuariofilia.

Correo electrónico: lmrojasb@pucp.edu.pe

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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

Joel Armando Zavala Tovar (Tarma, 1989). Estudiante de Lingüística de la Pontificia Universidad
Católica del Perú y la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es miembro del grupo de Estudios
de Gramática Generativa PUCP y administrador del blog de lingüística generativa Linguistics Blog. Sus
investigaciones giran en torno a la teoría sintáctica, lingüística teórica, biolingüística, análisis lingüístico,
lingüística computacional y sintaxis del español. En estas áreas ha publicado diversos artículos en
revistas de lingüística y ha brindado ponencias en algunas universidades del país, entre las que destacan:
“La modularidad de la facultad del lenguaje: relación modular y arquitectura interna” (2010), “La
perspectiva biolingüística” (2010), “La saturación temática y el grid theta” (2010), ”Biolingüística y
minimismo” (2009), ”Hacia una clasificación de los nombres en función de las redes argumentales”
(2009), “Análisis temático del quechua” (2008), “La Teoría Temática y el grid theta” (2008),
“Consideraciones para las barreras” (2008), “La semántica en la gramática generativa” (2008),
“Biolingüística” (2007). Actualmente se encuentra explorando su tema de tesis sobre la sintaxis de los
dativos de interés en español e investigando algunos fenómenos del español desde una perspectiva
minimista.

Correo electrónico: jzavalat@pucp.edu.pe

Piero Renato Costa León (Lima, 1991) es estudiante de Lingüística de la Pontificia Universidad
Católica del Perú. Actualmente, se encuentra cursando el segundo año de la carrera. Sus intereses en
torno a la Lingüística giran principalmente alrededor de la metodología de investigación, el cambio de
paradigmas en los programas de investigación y la Sociolingüística, especialmente el estudio de las
actitudes lingüísticas. Esta es su primera participación en una publicación.

Correo electrónico: p_costa_l@hotmail.com

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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

LAS AFRICADAS DEL QUECHUA CENTRAL: CRONOLOGÍA DE TRES


CAMBIOS LINGÜÍSTICOS 1
Pablo H. Carreño
Pontificia Universidad Católica del Perú

Resumen
Este artículo pretende clarificar la fecha de inicio de tres cambios
lingüísticos que afectaron a las consonantes africadas de las variedades
del quechua central. Para ello, en la primera sección se presenta la
situación actual del quechua central por medio de una revisión
bibliográfica, y se discute la probable cronología relativa de los
cambios. En la segunda sección se revisan siete textos que
documentan el quechua central colonial, para constatar si ofrecen
algún testimonio de la ocurrencia de los cambios en las africadas en el
momento en que fueron escritos. Finalmente, se extraen algunas
conclusiones, se discute una probable cronología absoluta de los
cambios, y se hipotetiza acerca de los desencadenantes del cambio.

0. Introducción
Mi objetivo en este trabajo es arrojar luz sobre la fecha de inicio de tres cambios lingüísticos que
afectaron a las consonantes africadas del quechua central2. El quechua central se considera, en términos
generales, la rama más antigua y diversificada de la vasta familia quechua en términos de subvariedades;
y suele considerarse también que las diferencias entre sus variedades se remontan a una fecha muy
temprana.

1 Esta es una versión actualizada de Carreño 2002, ponencia que fuera leída en el 3er Congreso de Investigaciones
Lingüístico-Filológicas realizado en la Universidad de San Marcos. Esta versión incorpora datos de Quechua de Cajatambo: un
esbozo gramatical (Carreño 2010), mi tesis de maestría en lingüística, y mejora las conclusiones a la luz de la nueva evidencia.
2Entiendo el término quechua central aproximadamente en el sentido en que A. Torero entiende su término Quechua I (cf.
Torero 1964) y G. Parker su término Quechua B (cf. Parker 1971). Sin embargo, a diferencia de dichos autores, considero
dentro de su alcance a la variedad de Pacaraos, tenida por ellos por aislada.
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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

A modo de ilustración, véase el siguiente cuadro, donde se muestran la forma actual, en el quechua de
seis localidades de la Sierra Central del Perú, de las palabras protoquechuas */chaki/ ‘seco’ y */traki/
‘pie’3:

‘seco’ ‘pie’

Sihuas (Áncash) Chaki traki

Huaraz (Áncash) Tsaki chaki

Huánuco (Huánuco) Chaki chaki

Cajatambo (Lima) Saki chaki

Picoy (Lima) Tsaki traki

Pacaraos (Lima) Saki traki

Cuadro 1

El cuadro 1 ilustra los cambios que han afectado a las consonantes africadas, desde la variedad más
septentrional de Sihuas —que mantiene una situación conservadora, próxima a la de la protolengua—
hacia el sur4. (Ver el mapa en el apéndice final).
Sobre la probable cronología de los cambios que han configurado estos dialectos, en un trabajo
anterior, luego del análisis de los documentos provenientes de la zona de Cajatambo publicados en
Duviols 1986, afirmé lo siguiente:

“La primera diferencia saltante [entre el quechua central antiguo de los documentos y el
actual] son los cambios que afectan a las consonantes africadas [...]. Aunque los
documentos no los reflejan, es probable que en el siglo XVII [...] ya estuvieran presentes
en la zona e, incluso, que sean muy antiguos.” (Carreño 2000: 97).

Este trabajo representa una revisión de aquella hipótesis, que es, por otro lado, un lugar común en la
lingüística. A la luz de los datos que aquí presenta, ya no puedo estar de acuerdo con que los cambios
que afectan a las africadas del quechua central estuvieran ya presentes en el siglo XVI ni, mucho menos,
con que sean muy antiguos. En este trabajo intentaré fundamentar las razones de este cambio de

3 En general, utilizaré la ortografía común del quechua para los ejemplos, ya que sigue de cerca a la fonología. Así, /tr/
representa una consonante africada retrofleja sorda (AFI [tʂ]); /ts/ representa una consonante africada dorsoalveolar sorda
(AFI [ts]); y /ch/ una africada prepalatal sorda (AFI [tʃ]). Las vocales duplicadas (<aa>, <ee>, <ii>, <oo>, <uu>) son
largas. Por otro lado, / / indica una transcripción fonológica; [ ], una fonética; y < >, una ortográfica.
4Vale recalcar que este trabajo se limitará al tema del quechua central. Los cambios similares que puedan haber afectado a
otras ramas de la familia quechua no serán considerados.
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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

opinión y abogar, más bien, por la idea de que los cambios que afectan a las africadas del quechua
central se remontan, con gran probabilidad, recién al siglo XIX y a la primera mitad del s. XX.

En la primera parte del trabajo, esbozaré la situación de las africadas del quechua central en la
actualidad. En primer lugar, sobre la base de una revisión bibliográfica, daré cuenta de los cambios que
han afectado a las consonantes africadas y delimitaré su dispersión geográfica. En segundo lugar,
discutiré la posible cronología relativa de los cambios. En tercer lugar, esbozaré una sencilla
clasificación dialectal de las variedades centrales, sobre la base de los cambios de sus africadas.

En la segunda parte del trabajo, evaluaré críticamente algunas fuentes documentales para poder
establecer una cronología absoluta de los cambios que han afectado a las africadas del quechua central.
Asimismo, discutiré el valor de otro tipo de fuentes para reforzar el estudio de su cronología. Por
último, extraeré algunas conclusiones.

1. Las africadas del quechua central en la actualidad


Fue recién en la década de 1960 que se empezó a estudiar seriamente la dialectología de la familia
quechua. Este idioma, hablado en seis países sudamericanos por unos diez millones de personas (cf.
Cerrón Palomino 1987: 75-6 y Chirinos 1998, 2001), presenta un estado de gran fragmentación
dialectal, sobre todo en lo que respecta a las variedades de la sierra central del Perú. Trabajando sobre
un muestrario muy amplio de variedades quechuas, los trabajos pioneros de G. Parker (1963) y A.
Torero (1964) revelaron una compleja realidad dialectológica, ignorada por gramáticos y filólogos
durante más de cuatro siglos, concentrados por lo general en el quechua del Cuzco.

Se ha argumentado que el quechua central está tan fragmentado dialectalmente por ser la rama más
antigua de la familia quechua. Así pues, la cuna del quechua habría estado en la costa o la sierra del
centro del Perú. Según A. Torero, la primera expansión de la lengua data del inicio de nuestra era
(Torero 2003: 88) y su área de expansión fue “la misma que hoy ocupa el Q. I [el quechua central] más
la franja costera adyacente” (Torero 2003: 86). En efecto, las costas de Áncash y Lima hoy solo hablan
castellano, pero fueron zonas quechua-hablantes antes de la conquista española5.

5 En Carreño 2010: 29, trabajando sobre una hipótesis de A. Torero, decía lo siguiente sobre el origen y extensión del
primitivo quechua central: “Sobre la antigüedad del quechua central, Alfredo Torero (2002: 41-3) ha apuntado la posibilidad
de que los orígenes de estas variedades se remonten a los centros culturales del período Arcaico tardío (Pre-cerámico, hasta
2 000 a. C.), cuyos restos son abundantes en la zona; esta civilización original es muy anterior al famoso Chavín de Huántar
(900 a. C.), que parece ser, más bien, una consecuencia de la misma. Entre otros, se puede mencionar La Galgada (sur de La
Libertad, cuenca norte del río Santa; 2 900 a. C.); Huaricoto (Áncash, Callejón de Huaylas; 2 000 a. C.); Piruro (Huánuco,
cuenca del Marañón; 2 400 a. C.); Las Haldas (costa de Áncash, valle del río Casma; 2 000 a. C.); Kótosh (Huánuco, cuenca
del Huallaga; 2 000 a. C.); Áspero (costa de Áncash, valle del río Pativilca; 3 000 a. C.); Caral (costa de Áncash, valle del río
Supe; 2 600 a. C.); Bandurria (Áncash, valle del río Huaura; 3 300 a. C.); y Río Seco (Lima, valle del antiguo río Chancay; 2
200 a. C.). Estos restos arqueológicos, afines entre sí, definen una zona cultural Norcentral, que se extiende desde el río
Santa por el norte hasta el río Chillón por el sur; y que llega por el este hasta las cuencas de los grandes ríos Marañón,
Huallaga y Mantaro”.
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1.1 Fuentes
Trabajaré básicamente con las variedades de Áncash, Huánuco, Cerro de Pasco y Lima, ya que son las
que presentan cambios en sus africadas. A continuación, una lista de las principales fuentes consultadas
para este trabajo.

 En cuanto a las variedades de Áncash, la información que se encuentra en Torero 1964 y 1974 es
muy valiosa desde un punto de vista dialectológico. De una gran calidad y prolijidad son los trabajos
de G. Parker referidos al quechua de Áncash; se ha consultado especialmente Parker 1967, 1971,
1973, 1976, y Parker y Chávez 1976. Asimismo, se ha consultado la gramática de Escribens y Proulx
1970, referida a la provincia de Huailas. Las provincias de Bolognesi y Ocros, en la parte sur del
departamento, han sido estudiadas, desde el punto de vista dialectológico, por G. Solís 1976 (pero
cf. también Solís 1990 y 1998).

 Para las variedades quechuas de la Región Lima, en principio, está mi esbozo gramatical del
quechua de Cajatambo (Carreño 2010), con abundantes datos frescos del quechua hablado en la
ciudad de Cajatambo, al norte de Lima. En segundo lugar, hay una descripción de la fonología del
quechua hablado en Picoy (Creider 1967). En tercer lugar, hay un estudio bastante completo de la
variedad hablada en Pacaraos (Adelaar 1982 y 1987). Por último, G. Taylor ha estudiado, desde el
punto de vista dialectológico, el quechua hablado en la provincia de Yauyos (1984, 1987, 1994 y
2000).

 Las variedades del departamento de Huánuco han sido estudiadas por D. Solá (1967) —en la zona
de Huamalíes— y, últimamente, por D. Weber (1996 y 1998) —en la zona de Huánuco.

 Finalmente, la fonología del quechua hablado en la zona de Yanacocha, en el departamento de


Cerro de Pasco, está estudiada en Escobar 1967.

La mayoría de los trabajos mencionados son descripciones principalmente sincrónicas de la realidad


dialectal o gramatical de las variedades quechuas centrales. No obstante, los trabajos de Parker y Torero
escapan a esta regla, ya que forman parte de sus respectivos intentos por reconstruir los procesos
histórico-lingüísticos que dieron origen a las diferentes ramas de la familia quechua. Que sepa, no hay
ningún trabajo que explore la posible cronología absoluta de los cambios que interesan a este trabajo.

1.2 Las africadas, los cambios que las afectan y su distribución geográfica
Según las reconstrucciones aceptadas hoy, el sistema fonológico consonántico del protoquechua era el
siguiente (cf. Parker 1969b: 123; Cerrón Palomino 1987: 128; y Torero 1974: 18 y 2003: 58):

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Bilabial Dental Palatal Retrofleja Velar Uvular Glotal

Oclusiva */p/ */t/ */k/ */q/

Africada */ch/ */tr/

Fricativa */s/ */sh/ */h/

Nasal */m/ */n/ */ñ/

Vibrante */r/

Lateral */ll/

Aproximante */w/ */y/

Cuadro 2

Como se puede apreciar en el cuadro 2, hay dos africadas en el protosistema reconstruido: la palatal
*/ch/ y la retrofleja */tr/. Muchos dialectos del quechua mantienen todavía este sistema primitivo,
sobre todo en la zona central del Perú y entre los dialectos del norte. Esta situación contrasta con la de
los dialectos del sur, más conocidos, donde la oposición entre ambos protofonemas se perdió 6. Ahora
bien, en una amplia zona del quechua central, tres cambios han alterado la fisonomía del sistema de
oclusivas del protoquechua. Los cambios en cuestión son tres:

(1) Depalatalización: */ch/ > /ts/.

(2) Deafricación: /ts/ > /s/.

(3) Derretroflexión: */tr/ > /ch/.

Cada uno de estos cambios tiene su propia zona de dispersión. El mapa anexo al final de este trabajo,
elaborado sobre la base de la bibliografía antes mencionada, representa grosso modo el área de dispersión
de cada cambio.

1.2.1 El cambio de depalatalización


Por este cambio, se cambia el punto de articulación de la protoafricada */ch/, palatal, por un punto de
articulación alveolar, /ts/. En el mapa puede observarse que el área en que se ha dado este cambio es la
que ocupa el área mayor. Se extiende, más o menos, por las siguientes zonas:

6 En el dialecto de Ayachucho, por ejemplo, /chaki/ es tanto ‘seco’ como ‘pie’.


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 La mayoría del departamento de Áncash quechua-hablante, excluyendo al extremo nororiente —


provincia de Sihuas— y a una pequeña zona al sur de la provincia de Ocros.

 El oeste del departamento de Huánuco, excluyendo sin embargo la cuenca del Huallaga y la capital,
Huánuco.

 La zona de Yanacocha, provincia de Daniel A. Carrión, al noroeste del departamento de Cerro de


Pasco.

 Las provincias de Cajatambo, Chancay y Huaura, al noreste del departamento de Lima, más la zona
de Pacaraos —provincia de Huaral—, algo más al sur.

 Las localidades de Huancaya y Vitis, al sur del departamento de Lima, ubicadas en la parte norte de
la provincia de Yauyos.

Es de notarse que el área de este cambio es continua salvo por la última zona, al sur del departamento
de Lima. Sin embargo, hay que recordar que el quechua ha desaparecido de la mayor parte del
departamento de Lima. Por ello, se puede manejar la hipótesis de que existió antes continuidad hacia el
sur, pero que esta ha quedado rota por el abandono del quechua por el castellano.

1.2.2 El cambio de deafricación


En principio, hay que notar que este cambio actúa sobre los resultados del anterior. Por este cambio, la
africada /ts/, producto del cambio de depalatalización, se convierte en fricativa, /s/ 7. Este cambio,
como puede observarse en el mapa, se ha dado en tres zonas no colindantes:

 Una zona hacia el noroeste del departamento de Huánuco, la provincia de Huamalíes, que incluye a
las localidades de Arancay y Llata.

 La zona del antiguo corregimiento de Cajatambo, es decir, la actual provincia de Bolognesi, al sur
del departamento de Áncash; la provincia de Cajatambo, en Lima; y parte de la provincia de
Chancay (distrito de Ambar). Sin embargo, queda excluida la zona sur del antiguo corregimiento, es
decir, parte de las actuales provincias de Oyón y Huaura, también en Lima.

 El valle alto del río Chancay, donde se encuentra Pacaraos, en la provincia de Huaral, en Lima.

1.2.3 El cambio de derretroflexión


Este cambio afecta al protofonema africado retroflejo */tr/, que se convierte en una africada palatal,
/ch/. Este cambio, siempre según el mapa anexo, se ha dado en una zona bastante amplia y continua.
Dicha zona coincide gruesamente con la del cambio de depalatalización con las siguientes excepciones:

7Hay que notar que este cambio no necesariamente implica la confusión de la nueva /s/ con los resultados del protofonema
*/s/, pues este, en la mayor parte de la zona central del quechua y desde antiguo, ha sido afectado por el cambio */s/ >
/h/.
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 La zona surcentral del departamento de Huánuco, que comprende a las provincias de Huánuco y
Ambo.

 La zona al sur de Cajatambo, es decir, las provincias de Oyón, Huaura y Huaral.

 La zona de la provincia de Daniel A. Carrión, en Cerro de Pasco.

 Las localidades yauyinas de Vitis y Huancaya.

1.3 Cronología relativa de los cambios


El siguiente esquema plantea una hipótesis respecto de la secuencia de cambios que dio origen a los
dialectos del quechua central, a partir del estudio de los cambios en sus africadas. Las localidades
mencionadas en el esquema son ejemplo de cada dialecto.

Cronología relativa de los cambios que afectan a las africadas

Protoquechua Dialectos actuales


*chaki ‘seco’ chaki chaki Sihuas, Junín
*traki ‘pie’ traki traki

*/tr/ > /ch/ chaki Huánuco


*/ch/ > /ts/ chaki

tsaki tsaki tsaki Picoy


traki traki traki

*/tr/ > /ch/ tsaki Huaraz


chaki
/ts/ > /s/
saki saki Pacaraos
traki traki

*/tr/ > /ch/ saki Cajatambo


chaki

Cuadro 3

Del cuadro 3 se desprenden varias conclusiones. En primer lugar, en el caso de Huánuco, el cambio de
derretroflexión (*/tr/ > /ch/) fue el primero y único en difundirse. Por ello, en dicha localidad
(provincias de Huánuco y Ambo), el quechua se habla con una única africada, /ch/, producto tanto de
*/tr/ como de */ch/8.

8 Esta situación coincide con la de las variedades quechuas del sur (véase la nota siguiente).
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En segundo lugar, se advierte que, en las otras zonas, el cambio de depalatalización (*/ch/ > /ts/) fue
previo al de derretroflexión (*/tr/ > /ch/), de modo que no condujo a una confusión entre los
resultados de */tr/ y */ch/.

En tercer lugar, como se dijo, se ve que el cambio de depalatalización es necesariamente anterior al de


deafricación, ya que este actúa sobre los efectos de aquel.

En cuarto lugar, adviértase que el esquema plantea una hipótesis respecto de la cronología relativa de
los cambios de derretroflexión y deafricación. El esquema asume que el cambio de deafricación (/ts/ >
/s/) fue anterior al de derretroflexión (*/tr/ > /ch/). Sin embargo, lo contrario (primero
derretroflexión y luego deafricación) también es posible, ya que el orden de los cambios no altera el
resultado final. La argumentación posterior demostrará la validez de esta hipótesis (cf. la conclusión F).

1.4 Clasificación de las variedades del quechua central


Según lo visto, las variedades del quechua central pueden clasificarse en seis dialectos, desde el punto de
vista de los cambios que han sufrido sus africadas en su evolución desde el protoquechua:

 Dialectos A1 (Sihuas en Áncash) y A2 (Cerro de Pasco menos Yanacocha; Junín; Yauyos menos
Vitis y Huancaya): ningún cambio.

 Dialecto B (cuenca del Huallaga en Huánuco): derretroflexión.

 Dialectos C1 (Picoy en Lima; Yanacocha en Cerro de Pasco) y C2 (Vitis, Huancaya en Lima):


depalatalización.

 Dialecto D (Pacaraos en Lima): depalatalización y deafricación.

 Dialecto E (Callejones de Huailas y Conchucos en Áncash; oeste de Huánuco): depalatalización y


derretroflexión.

 Dialectos F1 (antiguo corregimiento de Cajatambo) y F2 (Huamalíes en Huánuco): depalatalización,


deafricación y derretroflexión.

En el mapa anexo al final se muestran las zonas geográficas abarcadas por estos dialectos. En algunos
casos, la evolución histórica ha ocasionado que el dialecto tenga un área discontinua, pues su unidad fue
quebrada por algún factor externo. Es el caso de los dialectos A 1 y A2, C1 y C2, y F1 y F2.

2. Hacia el establecimiento de una cronología absoluta


Por cronología absoluta entiendo la fechación de un evento o, al menos, la determinación de sus
posibles termini ante quos. Para poder realizar una fechación, es preciso relacionar el hecho lingüístico
con algún otro hecho cuya fecha se conoce. Para ello, he recurrido a documentos de diferentes épocas,

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que puedan atestiguar, positiva o negativamente, los cambios sobre las consonantes africadas del
quechua central.

2.1 Documentación antigua de los dialectos de la zona

2.1.1 Fuentes
La documentación antigua para el estudio de los dialectos quechuas centrales no es abundante. Las que
hemos empleado en este trabajo son las siguientes (ordenadas cronológicamente) 9:

 Las observaciones y anotaciones generales sobre los dialectos llamados genéricamente


“chinchaysuyos” que aparecen en dos obras coloniales relacionadas con el quechua. En primer
lugar, la primera gramática quechua, la Grammatica o arte de la lengua general de los indios de los reynos del
Peru, de Domingo de Santo Tomás, aparecida en 1560. En segundo lugar, la Doctrina christriana,
documento religioso elaborado por los especialistas del Tercer Concilio de Lima y publicado en
1584.

 Los documentos conservados en el archivo arzobispal de Lima referentes a procesos de extirpación


de idolatrías y visitas de jesuitas que tuvieron lugar en el antiguo corregimiento de Cajatambo en el
siglo XVII. Los más sustanciales de dichos documentos, desde un punto de vista lingüístico, han
sido publicados en Duviols 1986. Adicionalmente, se ha publicado otros documentos referidos
específicamente a procesos de extirpación de idolatrías en García Cabrera 1994. Análisis lingüísticos
de los textos quechuas que allí aparecen, que complementan o superan a los que ya se ofrece en el
mismo Duviols 1986, son Solís 1990, Itier 1994, Szemiñski 1997 y Carreño 2000.

 El “Vocabulario de la lengua Chinchaysuyo y de algunos modos más usados en ella”, del padre Juan
de Figueredo, que apareció junto con la tercera edición del Arte y vocabulario de la lengua quichua general
de los Indios del Perú de Diego de Torres Rubio en 1700. En la cuarta edición, en 1754, “un Padre
Misionero [...] que ha corrido todo el Arzobispado de Lima”, le hizo enmiendas y añadidos al
“Vocabulario” de Figueredo10.

 La obra Die Keschua-Sprache, de Johann Jakob von Tschudi, aparecida en 1853. Aunque trata
principalmente del quechua del Cuzco, el autor incluyó unas “Bemerkungen über den
Chinchaysuyo Dialekt” [Anotaciones sobre el dialecto Chinchaysuyo] (Tschudi 1853, tomo I: 257-
262), donde se consignan algunos datos novedosos respecto de lo acopiado por Figueredo.

9 Agradezco a R. Cerrón-Palomino por haberme sugerido e incluso facilitado varios de los documentos mencionados a
continuación.
10 Este trabajo es la primera documentación extensa de un dialecto central, mientras no aparezca la obra de Juan Caxica,
Sermones para todos los evangelios de la Iglesia, Catecismos, Confesionarios, toda la Doctrina Christiana en diversos Idiomas i modos de
entender..., que, según Rivet y Créqui-Montfort (1951, tomo I: 24), incluía textos en chinchaysuyo.
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 El opúsculo “Dialecto Chinchaysuyo”, publicado originalmente por Sebastián Barranca en los N°


28 y 29 del periódico El siglo, en 1877 (cf. Rivet y Créqui-Montfort 1951, tomo II: 17-18); y luego
reproducido por Saturnino Vara Cadillo en 1920 como de autor anónimo en la Revista Histórica.

 Finalmente, se ha consultado el Vocabulario políglota incaico (Colegios de Propaganda Fide del Perú
1998 [1905]), extensa recopilación de inicios del siglo XX de términos en los dialectos quechuas del
Cuzco, Ayacucho, Junín, Áncash y en aimara.

2.1.2 Posibilidades de aprovechamiento


Las fuentes disponibles solo pueden ser de utilidad en la medida en que dejen traslucir los fenómenos
lingüísticos que se pretende estudiar. Existen dos factores que determinan la posibilidad de que su uso
sea provechoso. El primero es el hecho de que los sonidos que se quiere estudiar existan en castellano o
que, cuando menos, sean análogos a otros que existen en castellano, ya que es el castellano el vehículo
en el que nos llegan las fuentes. El segundo factor es el hecho de que la ortografía del castellano
permita representar dichos sonidos.

Vistas así las cosas, el estudio del cambio de depalatalización se muestra prometedor. En efecto, el
resultado de dicho cambio, [ts], si bien no es un sonido utilizado en español, puede ser analizado en
dicha lengua como la combinación de /t/ + /s/. Por otro lado, existen en la tradición gramatical
occidental —e hispánica en particular— formas de representarlo. Este sonido, en principio, existe en el
hebreo bíblico —una lengua familiar para los religiosos que usualmente hacían de lingüistas—,

representado por la letra tsade (‫)צ‬. Existe asimismo en varias lenguas europeas modernas, como el
italiano y el alemán —en ambas lenguas el sonido es representado actualmente con <z>. Incluso, el
sonido existe en varias lenguas de México y, por lo pronto, en las dos más conocidas: el náhuatl y el
maya —los nombres de Quetzalcóatl y de Chichen Itzá, respectivamente, así lo ilustran. Como se ve, la
grafía utilizada para representar el sonido es <tz>. Alonso de Molina, en su Arte de la lengua mexicana de
1571, nos dice respecto de este sonido: “esta lengua [el náhuatl] tiene una letra Hebrayca, que es: tsade,
la cual se ha de escribir con t y s o con t y z” (citado en González Casanova 1977: 11). Finalmente, el
sonido existe también en mochica, una de las “lenguas mayores” del Perú. Fernando de la Carrera, en
su Arte de la lengua yunga de 1644, dice respecto de las palabras que llevan este segmento —que él
representaba con <tzh>— que: “se pronuncian empezando por la t, e hiriendo en la z y en la vocal que
está después de la h, de manera que no diga ch, sino tzha” (citado en Cerrón Palomino 1995: 89).

Por su parte, el estudio del cambio de deafricación es aun menos problemático, ya que su resultado, [s],
puede identificarse con el fonema español /s/. Por ello, los resultados de dicho cambio deberían
quedar claramente atestiguados en los documentos por <c>, <ç>, <z>, <s>, grafías utilizadas para
representar este segmento.

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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

Por el contrario, el segmento africado retroflejo [tr] plantea un problema de principio. Dicho sonido ni
existe en español —en el estándar, cuando menos— ni en las lenguas del viejo mundo más conocidas,
antiguas o modernas. Como consecuencia, no hay tradición ortográfica para transcribir este sonido. Por
ello, cuando se lo representa, es común que se haga simplemente con el dígrafo <ch>, confundiéndolo
con el segmento [ch]11. Esta práctica ortográfica no deja saber si una variedad quechua maneja ambas
africadas, con valor distintivo, o solo una. Sin embargo, véase lo siguiente.

2.1.3 Análisis

2.1.3.1 De las anotaciones generales


Veamos lo que dice Fray Domingo de Santo Tomás (se cita sólo lo relevante al análisis fonético):

“es de notar que muchos términos los pronuncian los indios una provincia
distinctamente que los de otra. Exemplo: unos indios de una provincia dizen xámuy que
significa ‘venir’; otros en otra provincia dizen hámuy en la misma significación; unos en
una provincia dizen çara, que significa ‘trigo’; otros en otra dizen hara en la misma
significación; unos en una provincia dizen xúllull, que significa ‘en verdad’; en otra dizen
súllull, que significa lo mismo; unos dizen póri, que significa ‘andar’; y otros en otras
provincias dizen póli en la misma significación” (Santo Tomás 1995 [1560]: 18).

Por su parte, el Tercer Concilio de Lima dice (se cita sólo lo relevante al análisis fonético):

La imperfeccion o barbariedad, que ay en los que hablan corruptamente la lengua


Quichua, no esta tanto en la conexion de las dicciones, quanto en la variedad de los
vocablos, que son differentes de los que se vsan en el Cuzco, y algo toscos, tomados de
sus idiomas particulares, o del vso que comunmente rescibieron todos los que se llaman
Chinchaysuyos. Como son, tamyan por paran ‘llueve’; pachian por tocyan ‘rebienta’; chiquiac
por cómer ‘verde’; pistani por lluchuni ‘dessollar reses’; sitani por chocani ‘tirar’; chuscu por
tahua ‘cuatro’; quihua por cachu ‘yerua’; ocsa por ychu ‘heno’; vllcu por cari ‘varon’; chacuas
por paya ‘vieja’; cusma por vncu ‘camiseta’; anacu por acso ‘saya de india’; y otros vocablos
de este modo. Tambien esta en la pronunciacion, que cada prouincia la tiene particular y
diuersa de la del Cuzco, [...] o quitando letras o añadiendo o mudando, como hara por
çara ‘mayz’; hocta por çocta ‘seys’; coha por coça ‘marido’; quima por quimça; pani por pana
‘hermana’; turi por tora ‘hermano’; vllcu por vrcu ‘macho’; -pis por -pas [...]. (Tercer

11 Al parecer, la primera vez que se representó este sonido del quechua de manera clara, distinta y sistemática fue en la
sección correspondiente a Junín del Vocabulario Políglota Incaico, con la grafía <t-r>.
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Concilio de Lima 1985 [1584]: 167-8; se han resuelto las abreviaturas y se ha


modernizado la puntuación).

Como se puede apreciar, ambos textos mencionan algunas de las principales isoglosas que tipifican al
quechua del centro. En cuanto a las isoglosas de tipo fonético, se encuentra mención de las siguientes:
(a) el cambio */s/ > /h/, ya mencionado en la nota 2; (b) el cambio /h/ > Ø, continuación del cambio
anterior; y (c) el cambio */ll/ > /l/. Sin embargo, sorprende que el cambio de depalatalización */ch/ >
/ts/ no sea mencionado en absoluto. Si dicho cambio tenía ya por entonces la enorme área de
dispersión que presenta en la actualidad, debería haber llamado la atención de los especialistas tanto
como los otros cambios fonéticos que se mencionan. Por otro lado, de manera consecuente, el cambio
de deafricación /ts/ > /s/ también brilla por su ausencia.

Pasando al análisis de los ejemplos, la Doctrina Christiana cita la palabra <chacuas> ‘vieja’, cuya forma
fonológica debió ser /chakwash/ (cf. Cerrón-Palomino 1976, s. v. chakwash; Adelaar 1982, s. v. sakwa).
El hecho de que se escriba la palabra con <ch> es nuevamente un indicio de que el segmento se
pronunciaba africado y palatal, es decir, de que no se había dado, en el tiempo y lugar en que se
tomaron los ejemplos, ni el cambio de depalatalización ni el de deafricación. En cuanto al cambio de
derretroflexión, en el texto del Tercer Concilio aparecen algunas palabras con el segmento /tr/
representado por <ch> (<chuscu> /trusku/ ‘cuatro’ y <pachian> /patryan/ ‘revienta’, por ejemplo).
Ahora bien, ya que los cambios de depalatalización y derretroflexión aún no parecen haberse dado, por
razones de cronología relativa ya explicadas, se puede asumir que este segmento tenía aún una
pronunciación retrofleja.

Es difícil afirmar de qué variedad central específica nos habla el texto, ya que se habla gruesamente de
quechua “chinchaysuyo”. Sea cual fuere la variedad (tal vez Huaraz), esta no parece haber
sufrido los cambios que nos ocupan.

2.1.3.2 De los documentos de Cajatambo


El análisis de estos textos se ha llevado a cabo sobre la base de la edición y análisis que se hace de los
mismos en Itier 1992, de modo que los números entre paréntesis remiten a las páginas de dicho texto.
Los textos analizados provienen de distintas localidades de todo el antiguo corregimiento de
Cajatambo.

En el texto el segmento /ch/ está siempre representado como <ch>: <kachuz> (1022) /kachun/ ‘sea’
(hoy en Cajatambo /kasun/); <churiyoc> (1037) /churiyuq/ ‘con hijos’ (hoy /suriyuq/); <quisiac-
/chic> (1035-6) /qishyanchik/ ‘nos enfermamos’ (hoy /qishyansi/); <uchanta pampa chapuy> (1027)
/huchanta panpachaapuy/ ‘perdónale sus faltas’ (hoy /huchanta panpasaapuy/); <camachi/surcaiqui>

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(1040) /kamachishurqayki/ ‘te mandó’ (hoy /kamasishurqayyi/) 12; etc. Sin embargo, un ejemplo como
<pisca> (1045) ¿/pishqa/, /pisqa/? ‘cinco’ (< */pichqa/) podría estar reflejando el inicio de un cambio
de depalatalización y/o deafricación en posición implosiva.

El segmento /tr/, por su parte, también aparece regularmente representado por <ch>: <chasqui
pamay> (1027) /trashkipamay/ ‘recíbemelo’ (hoy /chaskipamay/); <punchao> (1028) /puntraw/ ‘día’
(hoy /punchaw/); <mamacochapita> (1044) /mama qutrapita/ ‘desde el mar’ (hoy /mama
quchapita/); <pachayqui> (1029-30) /patrayki/ ‘tu barriga’ (hoy /pachayyi/); etc. Dado que los
resultados de las protoafricadas */ch/ y */tr/ no se han confundido en el moderno cajatambino, hay
que asumir que su pronunciación aún era retrofleja cuando se recogieron los textos.

A partir de lo visto, queda claro que, en la época en que fueron recogidos los documentos, aún no
habían tenido lugar los cambios de depalatalización, deafricación ni derretroflexión. Ello es notable, ya
que el quechua que nos muestran los textos no ha aún sufrido la mayoría de los cambios que
hoy singularizan al cajatambino moderno, y este se muestra casi idéntico al quechua de Huaraz y
Huánuco (cf. Carreño 2010).

2.1.3.3 Del “Vocabulario” de Figueredo


En cuanto al texto de Figueredo, hay que notar que tanto él como la persona que corrigió y añadió a su
obra hicieron algunas observaciones respecto de las diferencias fonéticas entre la variedad que
describen y la lengua general del Cuzco. Así, en lo que respecta a la fonética, Figueredo nota, por
ejemplo, que “En lugar de la s vsan h, v. g. en lugar de huasi, huahi” (Figueredo 1754: folio 213 r). Su
comentador, por su parte, nota que “algunas voces que en la General se pronuncian con una tilde [...]
para pronunciar ñu, v. g. puñuchcanmi ‘está durmiendo’, en la Chichaysu-/yo se pronuncian llanamente,
punuycanmi.” (Figueredo 1754: ff. 214 r / 215 v). Sin embargo, ninguno hace mención de los cambios de
depalatalización, deafricación o derretroflexión. Por desgracia, no hay alusiones precisas a la ubicación
de la variedad que se describe. Probablemente se trata de la variedad de Huaraz (o la de Huailas), pero
no se puede saber con certeza.

Pasemos ahora a ver algunos ejemplos. La posible forma fonológica ha sido reconstruida a partir de la
comparación con las formas modernas de Áncash y Junín, según Parker y Chávez 1976 y Cerrón
Palomino 1976, respectivamente. Los números entre paréntesis remiten a los folios del texto. En
cuanto al cambio de depalatalización, no hay evidencia de que se haya dado en la variedad representada.
El segmento /ch/ aparece regularmente representado por <ch>: <chaihuampis> (213 r)

12Como dato curioso, en este tipo de ejemplos he detectado la pronunciación ['kamatsʃuɾɢaj], donde el contexto fónico
sordo ensordece la vocal y favorece la retención de una pronunciación africada, inusual en el cajatambino moderno.
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/chaywanpish/ ‘y con eso’ (hoy en Huaraz /tseewanpish/); <vlluchini>13 (216 v) /ulluchii/ ‘yo meto’
(hoy /ullutsee/); <accha> (217 r) /aqcha/ ‘cabello’ (hoy /aqtsa/); <chari-> /chari-/ ‘coger’ (218 r)
(hoy /tsari-/); <lluychu> (220 v) /lluychu/ ‘venado’ (hoy /lliitsu/); <chacua> /chakwa/ ‘perdiz’ (218
r) (hoy /tsakwa/ y /chakwa/); <chacuas> /chakwash/ ‘vieja’ (218 r) (hoy /chakwas/ por la probable
influencia de otras variedades); etc.

Lo mismo, evidentemente, puede decirse del cambio de deafricación, que nunca se dio en Huaraz. Por
otro lado, en cuanto al cambio de derretroflexión, se puede asumir que no se había producido, ya que
en el quechua huaracino de hoy los resultados de */ch/ y */tr/ se mantienen distintos. El segmento
/tr/ aparece regularmente representado por <ch>: <maichau> /maytraw/ ‘dónde’ (213 r) (hoy en
Huaraz /meechoo/); <chuscu> (218 r) /trusku/ ‘cuatro’ (hoy /chusku/); <hacha> (216 r) /hatra/
‘árbol’ (hoy /hacha/); <machca> (220 r) /matrka/ ‘harina’ (hoy /machka/); <pacha> (221 r) /patra/
‘vientre’ (hoy /pacha/); <cuchi> (218 r) /kutri/ ‘pulga’ (hoy /kuchi/); etc.

Las conclusiones que pueden extraerse son similares a las del acápite anterior. No hay huellas de los
cambios de depalatalización y derretroflexión, lo cual nos deja con un quechua huaracino (si es que
es de Huaraz) que todavía no tiene uno de los rasgos que hoy más lo singulariza: la presencia
del fonema /ts/14.

2.1.3.4 De las “Bemerkungen” de Tschudi


Entre el texto de Figueredo y este media más o menos un siglo, ya que, como se dijo, estas anotaciones
fueron publicadas en 1853. Tschudi ubica al dialecto chinchaysuyo como hablado “in Mittelperu,
besonders auf dem Plateau zwischen der Küsten- und Binnencordillera, zwischen dem 11. und 13.° S.
B. und in einigen Küstenstrichen15” (Tschudi 1853, t. I: 17). La zona que delimitan esas coordenadas
corresponde, más o menos, a los departamentos actuales de Lima y de Junín. ¿Quiere decir esto que él
tomó sus datos en esta zona? Es difícil afirmarlo, ya que se trata de una zona muy amplia, en la
actualidad muy diferenciada lingüísticamente, y Tschudi no es explícito al respecto. Siguiendo sus
coordenadas, el quechua que nos presenta en sus ejemplos sería el huanca. Existe siempre la
posibilidad, sin embargo, de que sus coordenadas estén erradas y se trate una vez más del huaracino,
que parece haber sido tomado históricamente como el quechua central par excellence.

Pasando al tema de sus observaciones dialectológicas, Tschudi señala ciertas características que
diferencian al chinchaysuyo de la lengua general:

13 El sufijo -ni es una intromisión del quechua sureño (donde marca la 1ª persona singular) debida a la práctica colonial de
nombrar los verbos en 1ª persona, como en latín. La marca de primera persona en el quechua central es el alargamiento de la
última vocal del radical.
14 Puede observarse que tampoco hay huellas de la monoptongación de los diptongos /aw/, /ay/ y /uy/ en /ee/, /oo/ e

/ii/, respectivamente, rasgo esencial del huaracino moderno.


15 “En el Perú central, principalmente en la altiplanicie entre la cordillera costera y la del interior, entre los 11 y los 13° de
latitud sur, y en algunas líneas costeras”.
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“In der Aussprache finden einzelne Verschiedenhaiten statt, z. B. das gequetschte n (ñ)
der Kechua wird meistens im Chinchaysuyo als einfaches n ausgesprochen, das r als l,
das h bald als s (samu statt hamu), bald das s als h (huahi statt huasi), u. s. f.” (Tschudi
1853, t. I: 258)16.

Como puede verse, no hace ninguna mención de los cambios que aquí interesan. El hecho es
particularmente interesante ya que en alemán existe como fonema la consonante africada alveolar sorda
/ts/, representada ortográficamente con <z>. Es poco probable que Tschudi hubiera dejado de
mencionarlo si hubiera encontrado un sonido particular de su lengua natal en la variedad chinchaysuya
del quechua.

Algunos ejemplos de las palabras chinchaysuyas que consigna ratifican lo dicho (los números entre
paréntesis remiten a las páginas del texto). El segmento /ch/ aparece regularmente representado por
<ch17>: <achikiañau> (258) /¿achikyañaq?/ ‘había amanecido’ (hoy en Huaraz /atsikyanaq/); <accha>
(258) /aqcha/ ‘cabello’ (hoy /aqtsa/); <upichi> (259) /upichi-/ ‘apagar’ (hoy /upitsi-/); <chacha>
(260) /chacha/ ‘anciana’ (hoy /tsatsa/); <hichok> (260) /ichuq/ ‘izquierdo’ (hoy /itsuq/).

Asimismo, el segmento /tr/ también aparece regularmente representado por <ch>: <machca>
/matrka/ ‘harina’ (260) (hoy /machka/); <pacha> /patra/ ‘barriga’ (261) (hoy /pacha/); <raccha>
/raktra/ ‘sucio’ (261) (hoy /rakcha/).

Nuevamente nos encontramos con la situación de que esta variedad quechua, acaso el
huaracino, no había sufrido los cambios que nos interesan. Si se tratara del huanca, sin embargo,
el hecho sería más natural, ya que el huanca mantiene las africadas /ch/ y /tr/ claramente diferenciadas
y pronunciadas como en la protolengua.

2.1.3.5 Del opúsculo “Dialecto chinchaysuyo” de Barranca


Entre este trabajo, de 1877, y el analizado en el acápite anterior no media gran distancia temporal. Sin
embargo, como veremos, hay un cambio significativo. Barranca es más preciso que sus predecesores en
definir el área del quechua chinchaysuyo:

“Este dialecto hablado en un espacio considerable, en el N. del Perú, ocupa una zona
comprendida entre los 9 y 13 grados de latitud S., siendo su ancho variable. El río
Iscuchaca es el límite natural entre dialectos algo diferentes del cusqueño hacia el S. y el

16 “En la pronunciación tienen lugar algunas diferencias, p. ej. la n palatal (ñ) del quechua [general] se pronuncia en el
chinchaysuyo como n simple, la r como l, ora la h como s (shamu- en lugar de hamu-), ora la s como h (huahi en lugar de huasi),
etc.”.
17 El tachado de la <ch> trata de representar un diacrítico que Tschudi emplea para aclarar que el dígrafo tenía
pronunciación palatal, y no velar como en su nativo alemán.
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de Huancayo hacia el N., que forman una especie de transición, entre aquél y los que se
usan en el departamento de Huancavalica [sic] y otros.” (Barranca 1920 [1877]: 8).

Es lamentable que Barranca no nos informe del lugar exacto en donde recogió sus datos. Sin embargo,
podemos asumir que se trata de Huaraz o sus alrededores, debido a las características del quechua que
describe. En efecto, al enumerar las peculiaridades fonéticas de este dialecto, Barranca es el primer
autor conocido que menciona explícitamente y documenta el cambio de depalatalización: “Tch [se
cambia] en ts: atsca, mucho; quichua atchca.” (Barranca 1920 [1877]: 13).

Pasando al análisis de los datos que proporciona Barranca, puede verse que el autor no es totalmente
sistemático a la hora de representar las africadas. En efecto, escribe algunas palabras con el segmento
/ch/ utilizando la grafía <ch>, como: <eche> /e:tsa/ ‘carne’; <apanchic> /apantsik/ ‘llevamos’. Sin
embargo, en otros casos, mucho más numerosos, el autor utiliza la grafía <ts>: <atsca> /atska/
‘bastante’; <akktsa> /aqtsa/ ‘cabello’; <apatsí> /apatsii/ ‘hago llevar’ (hoy en Huaraz /apatsee/);
<atshic> /atsik/ ‘luz’; <katsué> /qatswee/ ‘baile’; <patsa> /patsa/ ‘suelo’; <ratsac> /ratsak/ ‘sapo’;
<chetse> /tsiqtsi/ ‘murciélago’, etc. Estos ejemplos nos hacen ver, a pesar de la ortografía vacilante,
que el cambio de depalatalización ya había tenido lugar en la época y lugar en que se recogieron estas
palabras. La fonología reconstruida de estas palabras corresponde muy bien con la forma de las
palabras del quechua huaracino moderno. Asimismo, no hay huellas del cambio de deafricación, lo cual
es lo esperable si es que se trata del quechua huaracino, que nunca sufrió ese cambio.

En cuanto al cambio de derretroflexión, generalmente el protosegmento aparece representado con la


grafía <ch>. Teniendo en cuenta lo dicho en el párrafo anterior, este segmento debe haber conservado
su articulación retrofleja hasta después del cambio de depalatalización, ya que ambos segmentos no se
han confundido: <ccocha> /qutra/ ‘lago’ (hoy en Huaylas /qucha/); <maché> /matree/ ‘cueva’ (hoy
/machee/); <méchomi> /meetroomi/ ‘dónde’ (hoy /meechoomi/); <cucho> /kutru/ ‘rincón’ (hoy
/kuchu/); <puchccon> /putrqun/ ‘agrio’ (hoy /puchqun/). Hay un hecho que podría estar indicando
que la pronunciación de este segmento era todavía retrofleja cuando se escribió este texto. En
ocasiones, el autor representa el segmento /tr/ con la grafía <t>: <cutu> /kutru/ ‘rincón’ (hoy en
Huaraz /kuchu/); <tusto [sic]> /trusku/ ‘cuatro’ (hoy /chusku/); <tunca> /trunka/ ‘diez’ (hoy
/chunka/); <tutschpi> /trushpi/ ‘mosca’ (hoy /chushpi/). Esta manera de representar el sonido puede
ser un intento de representar las extrañas cualidades fonéticas del segmento y tal vez sea una prueba de
que la retrofleja /tr/ era tenida como distinta de la palatal /ch/. Sin embargo, cognados de algunas de
estas palabras existen en el quechua actual de Áncash con /t/: /kuta/ ‘rincón’; /tuspi/ ‘mosca’ (cf.
Parker y Chávez 1976: s. v.), acaso un antiguo sustrato aimara.

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2.1.3.6 Del Vocabulario políglota incaico


Dentro de las variedades que se encuentran representadas en esta obra, la única de interés para nosotros
es la de Áncash, pues solo allí han ocurrido los cambios examinados en este trabajo. En el prólogo del
trabajo se nos informa con precisión sobre la procedencia de la variedad consignada: “En [la sección]
de Ancash se ha de notar que se ha consignado según la manera de hablar en Huari” (Colegios de
Propaganda Fide del Perú 1998 [1905]: XXII).

A continuación, veamos algunos ejemplos representativos de la columna correspondiente a Áncash


(entre paréntesis se indica la voz bajo la que se consigna el término). El segmento /ch/ aparece
regularmente representado por <ch>: <Chacuas> (s. v. Vieja) /chakwash/ ‘vieja’ (hoy /chakwas/);
<Aycha> (s. v. Carne) /aycha/ ‘carne’ (hoy /aytsa/ ~ /eetsa/); <Chaki> (s. v. Seco) /chaki/ ‘seco’ (hoy
/tsaki/); <Huañuchí> (s. v. Matar) /wañuchii/ ‘yo mato’ (hoy /wanutsii/); <Achka> (s. v. Muy)
/achka/ ‘mucho(s)’ (hoy /atska/); <Pichga> (s. v. Cinco) /pichqa/ ‘cinco’ (hoy /pitsqa/).

El segmento /tr/, por su parte, también aparece regularmente representado por <ch>: <Chaki> (s. v.
Pie) /traki/ ‘pie’ (hoy /chaki/); <Chuscu> (s. v. Cuatro) /trusku/ ‘cuatro’ (hoy /chusku/); <Chamuy>
(s. v. Llegar) /traamuy/ ‘llegar’ (hoy /chaamuy/); <Manam caychucho> (s. v. No está aquí) /manam
kaytroochu/ ‘no está aquí’ (hoy /manam kaychootsu/); <Uchpa> (s. v. Ceniza) /utrpa/ ‘ceniza’ (hoy
/uchpa/).

La conclusión que puede extraerse es la de que los cambios de depalatalización, deafricación y


derretroflexión aún no se habían dado en la variedad descrita18. Esto podría parecer contradictorio
con lo visto en el acápite anterior, ya que el Vocabulario Políglota Incaico es posterior al estudio de
Barranca, pero la explicación puede radicar en que se trata de dos variedades diferentes. En efecto, la
localidad de Huari está situada en el sur del callejón de los Conchucos, en un lugar más bien periférico
de Áncash, que se caracteriza por su conservadurismo lingüístico. Por ejemplo, en Huari, a diferencia
del callejón de Huailas, el cambio de monoptongación es de aplicación variable y a veces se conservan
los diptongos del protoquechua: /aytsa/ ‘carne’ en Huari, versus /e:tsa/ en el callejón de Huailas.

2.2 Otras fuentes de evidencia


De manera más bien somera, quisiéramos repasar otros indicios que pueden reforzar las conclusiones
que se está extrayendo del análisis de los documentos. Una primera evidencia adicional la constituye la
existencia de préstamos del español en el quechua de Huailas como /kutsillu/ ‘cuchillo’ (< esp. cuchillo;
cf. Parker y Chávez 1976: s. v.). Como puede verse, la africada de este préstamo, palatal en español, ha
sufrido el cambio de depalatalización. Para que esto haya sido posible, es necesario que la palabra

18El hecho de que en la sección relativa a Junín se haya utilizado una grafía especial <t-r> para el segmento retroflejo y que
no se hiciera lo mismo en la sección Áncash no implica que dicho sonido no existiera en la variedad descrita para Áncash
(Huari). Los autores de las secciones no son los mismos y sus convenciones ortográficas son también diferentes.
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entrara al idioma quechua cuando el cambio aún estaba en funcionamiento. En ese sentido, esta sería
una confirmación de que el cambio de depalatalización no puede haberse consumado en
época prehispánica.

Una segunda evidencia la constituyen los nombres propios, principalmente topónimos, de origen
quechua. La mayoría de esas palabras entró al español en los siglos XVI y XVII; la escritura del español,
por lo general, conserva su pronunciación antigua. En cambio, en el quechua, por ser una lengua
básicamente oral, los nombres propios generalmente sufren los mismos cambios que afectan a las
demás palabras. Un ejemplo claro lo constituye, por ejemplo, el topónimo Vichaycocha, recogido en la
zona de Pacaraos. Este topónimo, en el quechua de la zona tiene la forma /wisayqutra/ ‘el lago en el
declive’ (cf. Adelaar 1987: 12). Vemos pues que, cuando el topónimo pasó al español, no debía tener la
pronunciación actual (que es producto de los cambios de depalatalización y deafricación), sino que
debió pronunciarse como /wichayqutra/. Parecida evidencia nos dan los topónimos Chamas, Chilcas
(ambos de la zona de Cajatambo), Quichis y Pichis (de la zona de Áncash). Los cuatro están formados
con el sufijo toponímico /-sh/. La etimología de los cuatro podría ser, respectivamente: */chamash/
‘tierra de arbustos Chama’ (probablemente relacionado con el quechua de Huailas /chamana/ ‘un
arbusto’); */chillkash/ ‘tierra de arbustos Chilca’ (cf. el quechua de Huailas /chillka/ ‘un arbusto’);
*/kichish/ ‘tierra de arbustos Quichi’ (cf. el quechua de Huailas /kichi/ ‘un arbusto’); y */pichish/
¿‘tierra de perros’?, ¿‘tierra pequeña’? (si es que está relacionado con el quechua de Huailas /pichi/
‘perro pequeño’). El tema de la toponimia necesita de más investigación.

3. Conclusiones
A. Una primera conclusión, ya anunciada en la introducción y que se desprende del análisis realizado,
es que los tres cambios considerados —depalatalización, deafricación y derretroflexión—
tienen un origen relativamente reciente, desde mediados del siglo XIX hasta mediados del
s. XX.

B. Del cotejo de los cuatro grupos de documentos examinados, se desprende que el cambio de
depalatalización */ch/ > /ts/ debe haberse difundido desde mediados del siglo XIX.
Debió difundirse desde un centro innovador, que pienso que pudo ser Huaraz. En efecto, si se
examina el mapa anexo que muestra la dispersión actual del cambio, se verá que Huaraz ocupa un
lugar central en el área del cambio de depalatalización. Dado que, generalmente, los cambios se
propagan desde centros de prestigio, Huaraz, en su calidad de ciudad principal, es el centro
innovador por excelencia19.

19No obstante, Parker (1976: 25) apunta que la ciudad de Huailas, al norte del Callejón, fue en el pasado una ciudad
influyente y cuna de varias innovaciones. Es necesaria más investigación histórica sobre este punto.
21
SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

C. En cuanto al cambio de deafricación /ts/ > /s/, se sigue que debe ser haberse difundido
desde las postrimerías del siglo XIX, ya que es necesariamente posterior al de depalatalización.
Respecto de este cambio, pienso que el centro de innovación fue la ciudad de Cajatambo, antigua
capital del corregimiento de Cajatambo, cuyo territorio coincide de manera sorprendente con una
de las zonas de dispersión de este cambio (dialecto F 1 en el mapa anexo). La ciudad de Cajatambo
ocupó un lugar de prestigio en la primera mitad del siglo XX, lo cual explicaría la difusión del
cambio de deafricación por su zona de influencia. Luego, la pérdida paulatina de sus territorios, el
trazado caprichoso de las carreteras, el decaimiento de su economía y otros factores minaron su
importancia.

D. En cuanto a la propagación del cambio de deafricación /ts/ > /s/ al dialecto F2 del mapa anexo —
la provincia de Huamalíes en Huánuco, cuya capital es la ciudad de Llata—, pienso que se debe
también a la influencia de Cajatambo. Durante mi trabajo de campo en Cajatambo, he recogido
tradiciones que hablan de la frecuente llegada a dicha ciudad, en tiempos pretéritos, de arrieros
huamalianos con el fin comerciar, atraídos por el prestigio de Cajatambo y sus conexiones con la
Costa. Estos arrieros pudieron llevar la deafricación de regreso a su provincia, movidos por el
prestigio del hablar cajatambino.

E. Asimismo, se puede postular que el prestigio de la ciudad de Cajatambo también jugó un papel
importante en la difusión de los cambios de depalatalización y deafricación hacia el centro y sur del
departamento de Lima y hacia el occidente del departamento de Cerro de Pasco. En efecto, como
se puede ver en el mapa anexo, el primero de estos cambios llegó hasta el sur del departamento, en
la provincia de Yauyos y, asimismo, alcanzó el extremo noroccidental del departamento de Cerro de
Pasco. Como ya dije, es probable que la desaparición del quechua de esa zona oculte la continuidad
de este cambio a lo largo de la sierra del departamento de Lima. En cuanto al cambio de
deafricación, su presencia en Pacaraos puede deberse también a la difusión desde el centro
innovador de Cajatambo.

F. En cuanto al cambio de derretroflexión */tr/ > /ch/, el cotejo de los documentos y la actual
situación de los dialectos permite afirmar que, en la mayor parte de las zonas donde se ha dado este
cambio, tuvo lugar después del de depalatalización */ch/ > /ts/ (se excluye de esta afirmación al
dialecto B —Huánuco— del mapa anexo). En efecto, como se desprende del cuadro de la página 8,
esto es requisito para que no se confundan los resultados de las dos africadas del protoquechua. En
consecuencia, estaríamos también hablando de una fecha posterior a mediados del siglo XIX.
Ahora bien, la evidencia en el último documento analizado —el anónimo “Dialecto
chinchaysuyo”— de la representación ocasional mediante <t> del segmento retroflejo parece
sugerir que, para entonces, el mencionado segmento conservaba aún su pronunciación retrofleja.
De ser cierto esto, el cambio de derretroflexión se habría difundido recién desde principios
22
SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

del s. XX. En cuanto al foco de la innovación, podrían ser varios. Dado que el sonido retroflejo
/tr/ puede considerarse un sonido “marcado”, la innovación puede haber surgido espontáneamente
a partir de varios focos y en momentos diferentes en cada zona (probablemente, desde las ciudades
más influyentes de la zona, como Huaraz, Huánuco y Cajatambo). El avance del castellano,
asimismo, puede haber sido un desencadenante de la desaparición del sonido, ya que dicha
lengua desconoce el segmento /tr/. En efecto, el cambio de deretroflexion parece haberse
difundido en la época en que el castellano empezó a permear todos los aspectos de la vida en las
serranías del Perú, y, de hecho, puede apuntarse que las variedades quechuas donde aún se utiliza el
sonido /tr/ son, hoy por hoy, las menos.

G. Lo dicho sobre la cronología se resume en el siguiente cuadro:

Hipotética cronología absoluta del inicio de los cambios sobre las


africadas del quechua central

Siglo Cambio Foco


XIX

Depalatalización Huaraz (¿Huaylas?)


(*/ch/ > /ts/)

Deafricación Cajatambo
XX (/ts/ > /s/)

Derretroflexión Varios (¿influencia del español?)


(*/tr/ > /ch/)

XXI

H. Queda por llevarse a cabo una investigación más minuciosa en las fuentes históricas de inicios de la
República, para descubrir qué hechos extra-lingüísticos podrían estar detrás de estos cambios
lingüísticos. Si los cambios empezaron alrededor de la segunda mitad del siglo XIX, podría pensarse
que estuvieron relacionados con las guerras de independencia del Perú (desde inicios del siglo XIX),
que significaron un gran impacto político y social para la sociedad peruana, en especial, la serrana.
En efecto, aparte de la gran cantidad de conflictos armados que precedieron y sucedieron a la
independencia (y que se pelearon por lo general en la sierra), esta tuvo como consecuencia la
desaparición de la República de Indios, la entidad colonial que velaba, mal que bien, por los
indígenas. Se ha repetido muchas veces que, bajo la nueva República criolla, la sociedad indígena
pasó a tener una condición más vulnerable que bajo el régimen colonial. Más adelante, a finales del
siglo XX tuvo lugar la Guerra del Pacífico (1979-1884), que tuvo también un severo impacto sobre
23
SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

el Perú y que, nuevamente, se peleó en gran parte en la sierra, en la llamada Campaña de la Breña20.
Finalmente, debe tenerse en mente el surgimiento y desarrollo de las grandes capitales serranas tales
como Huaraz, Huánuco y Huancayo, y el crecimiento masivo de la capital de la República, Lima,
muy cercana a la zona del quechua central, que ha modificado seriamente la geopolítica del centro
del Perú. Tal vez la recopilación de las tradiciones orales de las comunidades quechua-parlantes —
una tarea siempre necesaria— podría contribuir a una mejor comprensión de los procesos
históricos que han moldeado la lengua quechua en los siglos recientes, y nos dé una visión más
detallada del desarrollo pasado, presente y futuro del quechua central.

I. Solo resta por discutir una hipótesis alternativa para explicar los hechos aquí presentados: que los
documentos no ilustren los cambios aquí discutidos, no porque estos no se hubieran dado, sino por
las convenciones ortográficas y normalizadoras de la época y los autores en cuestión. De plano, esto
me parece harto improbable por varias razones. En primer lugar, la naturaleza de varios de los
textos presentados se decanta por buscar el “exotismo” en la diversidad del quechua, ya que son
apuntes sobre las variedades consideradas no-estándar. En ese sentido, nuestros autores buscan
documentar todos los fenómenos que no se dan en las variedades prestigiosas del sur, en
especial el quechua cuzqueño. Sería raro que no documentaran también los cambios sobre las
africadas, que aportarían más del exotismo deseado. En segundo lugar, precisamente por su
condición de variedades no-estándar, las variedades del centro carecían (como todavía carecen) de
una variedad “literaria” que se escribiera sin incorporar los “vicios” de la lengua hablada. Aún hoy
se puede decir que, cuando se escribe quechua central, se escribe tal como se pronuncia. En
tercer lugar, muchos de los autores mencionados estaban familiarizados con el sonido /ts/ por
formación u origen nacional, por lo que sería muy extraño que no lo mencionaran si lo hubieran
encontrado. Por estas razones, solo se puede concluir que si los cambios en las africadas no
aparecen en ningún texto antes de Barranca, es porque aún no se habían dado.

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20Debe recordarse, por ejemplo, que, luego de esta Guerra, en 1885, Áncash fue escenario de la gran rebelión de Pedro
Pablo Atusparia contra el gobierno peruano, debido a promesas incumplidas durante la guerra. Se dice que más de 10,000
indígenas fueron masacrados por el ejército peruano como consecuencia.
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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

Anexo

29
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LENGUAS ANTIGUAS DE LOS ANDES DEL ECUADOR

Gabriel Martínez Vera


Pontifica Universidad Católica del Perú

Resumen
En este documento, haremos un estudio de las lenguas antiguas de
los Andes del Ecuador. Nuestro objetivo consiste en reconstruir, a
partir de los datos disponibles, la realidad lingüística del Ecuador
antiguo, en concreto, en las regiones Costa y Sierra del país. A su vez,
presentaremos de manera general cada lengua, aunque
profundizaremos un poco más en aquellas de las que se tenga mayor
información. Las lenguas de la Costa son el cha’palaachi, el tsafiki y el
atacame, y las de la Sierra son el pasto, el kara, el kito, el puruguay, el
cañar, el palta, el malacato, el rabona, el bolona y el xiroa. Por último,
al final del documento, incluiremos una bibliografía detallada de cada
tema tratado.

Palabras clave: lenguas extintas, lenguas barbacoas, atacame, lenguas antiguas de la Sierra, toponimia.

En el presente documento, haremos un breve estudio de las lenguas antiguas de los Andes del
Ecuador. Nuestro objetivo consiste en reconstruir, a partir de los datos disponibles, la realidad
lingüística del Ecuador antiguo. Para rastrear este pasado, es necesario acercarse a los datos disponibles
en relación a las lenguas que se hablaron (y hablan) en las regiones Costa y Sierra del país, aunque estos
pueden ser muy variados (o no existir) según cada caso. A partir de la información disponible,
presentaremos de manera general cada lengua, aunque trataremos de profundizar un poco más en
aquellas de las que se tenga mayor información. Además, al final del documento, como una suerte de
apéndice, incluiremos una bibliografía detallada de las fuentes que permiten acercarse a este tema.

1. Lenguas antiguas de la Costa

Al abordar el tema de las lenguas antiguas de la Costa ecuatoriana y plantearnos la pregunta de una
posible reconstrucción lingüística en la zona, nos topamos con una realidad que podemos dividir en dos

30
SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

partes: por un lado, tenemos un conjunto de datos lingüísticos respecto a la parte norte, sobre todo en
relación a las lenguas pertenecientes a la familia barbacoa, que todavía son habladas en la zona, y a la
lengua atacame, que ya está extinta; mientras que, por otro lado, la reconstrucción de la realidad
lingüística prehispánica del centro-sur de la Costa del Ecuador resulta casi imposible.

1.1 Lenguas de la Costa norte

1.1.1 Lenguas barbacoas

En lo que se refiere a la Costa norte, encontramos, en primer lugar, a las dos lenguas de la subfamilia
sureña de la familia barbacoa: el cha’palaachi o cayapa, y el tsafiki o colorado. En realidad, estas dos
lenguas forman parte de un grupo conformado por cinco lenguas que todavía son habladas. Las tres
restantes (awa o cuaiquer, guambiano y totoró), que forman parte de la subfamilia norte de la familia
barbacoa, son habladas en la costa sur de Colombia. En segundo lugar, en cuanto a las fuentes
bibliográficas para obtener información sobre las dos lenguas que trabajamos, no se pueden dejar de
consultar las obras de Constenla Umaña (de las cuales solo pondremos una en la bibliografía, ya que
está directamente relacionada con nuestro tema), quien compara la familia barbacoa con la chibcha para
determinar sus semejanzas y diferencias, y de Jijón y Camaaño (1940-45)21. Ahora bien, en términos
generales, queda mucho por hacer para tener una descripción gramatical detallada de las lenguas
barbacoas. No obstante, en lo que respecta a las fuentes de las dos lenguas en las que nos centramos,
existen algunas obras que permiten una primera aproximación a sus gramáticas: estudios de tsafiki se
hallan en Moore (1966) y del cha’palaachi, en Lindskoog y Brend (1962), Lindskoog y Lindskoog (1964)
y Vittadello (1988). Además, para un primer acercamiento a temas de fonología y léxico de ambas
lenguas, se puede acudir a Moore (1962) y a Curnow y Liddicoat (1998). Por último, en cuanto a los
datos actuales de ambas lenguas, el cha’palaachi es hablado por alrededor de 4 000 hablantes que
pertenecen al grupo nativo cayapa (o chachi) en la provincia de Esmeraldas, cerca del río Cayapas. El
tsafiki, por su parte, es hablado por los colorados, cuyo número asciende a 2 000 personas, en las
ciudades de Santo Domingo de los Colorados (provincia de Pichincha) y Quevedo (provincia de Los
Ríos).

Tras haber abordado estos datos generales de ambas lenguas, acerquémonos ahora a algunos rasgos
gramaticales de ellas. Veamos, en primer lugar, las características principales de la fonética y la fonología
de ambas lenguas. En cuanto a las vocales, el cha’palaachi distingue /a/, /e/, /i/, /u/; mientras que el

21Para tener una información detallada de las referencias bibliográficas de estos estudios y de los que serán mencionadas
más adelante en lo referente a otras lenguas, remitimos al lector a la bibliografía. Pondremos como guía, junto al nombre de
cada autor, el año de la publicación de la obra a la que nos referimos.
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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

tsafiki distingue /a/, /e/, /i/, /i/, /u/. En esta última, pueden encontrarse alófonos vocálicos
nasalizados cuando al final de palabra se sitúa una consonante nasal. Por otro lado, presentamos el
inventario de las consonantes de las dos lenguas:

Tabla 1. Consonantes del cha’palaachi

Bilabial Alveolar Palatal Velar Glotal


Oclusiva sorda p t ty k ʔ
Oclusiva sonora b d dy g
Africada c22 č23
Fricativa sorda f s š x
Fricativa sonora β
Nasal n ny ŋ
Lateral l ly
Semiconsonante w y

Tabla 2. Consonantes del tsafiki

Bilabial Alveolar Palatal Velar Glotal


Oclusiva sorda p t k ʔ
Oclusiva sonora b d
Africada c
Fricativa sorda  s x
Nasal m n
Lateral l
Vibrante r
Semiconsonante w y

Con respecto al tsafiki, /c/ y /s/ tiene alófonos palatales [č] y [š], respectivamente, delante de vocales
altas. La vibrante /r/ se convierte en [dr] en inicio de palabra. Las oclusivas sonoras /b/ y /d/ se
preglotalizan en posición inicial. Además, las consonantes sordas suelen aspirarse al interior de palabra.

En cuanto a la morfosintaxis, conviene mencionar algunos datos importantes de ambas lenguas.

22 Esta consonante es representada en algunas de las fuentes de la bibliografía con los grafemas /ts/.
23 Esta consonante es representada en algunas de las fuentes de la bibliografía con los grafemas /t/.
32
SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

Desde un punto de vista tipológico, el cha’palaachi y el tsafiki, junto a las demás lenguas barbacoas,
pertenecen a la esfera andina central, mas no a la chibcha. El orden preferido en la oración es SOV. El
mecanismo morfológico principal es la sufijación, aunque ambas lenguas presentan un número limitado
de prefijos. En estas lenguas, el caso nominativo no tiene marca; mientras que el acusativo es marcado
con un sufijo (el cual tiene una función locativa), aunque este se limite a seres humanos y objetos
definidos. No obstante, este desarrollo es reciente y se cree que se debe al contacto con el quechua. Los
modificadores, ya sean adjetivos o adverbios, preceden a las categorías modificadas. En estas lenguas se
distingue entre hablante y no hablante. Al respecto, el tsafiki, para el primero, utiliza -yo- o -yu-, mientras
que el segundo carece de marca:

(1) anó i-yo-ʔé


plátano comer-hablante-declarativo
‘(Yo) comí.’

(2) anó i-Ø-ʔé


plátano comer-no hablante-declarativo
‘(Él) comió.’

En lo que respecta a la morfología nominal, encontramos que las referencias personales se marcan
por medio de pronombres libres y se diferencian la primera, segunda y tercera persona, así como el
número. Al respecto, tomemos los pronombres del cha’palaachi:

Tabla 3. Pronombres del cha’palaachi

Pronombres personales Pronombres posesivos Pronombres posesivos


(adjetivos) independientes
1 singular I in in-č
1 plural la-la la-la-ʔ la:-či
2 singular nyu nyu-ʔ nyu-či
2 plural nyu-lya nyu-lya-ʔ nyu-lya-či
3 singular Ya ya-ʔ ya-či
3 plural ya-la ya-la-ʔ ya-la-či

Podemos agregar que -ʔ y -či son las marcas del caso genitivo e indican también las relaciones

33
SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

existentes entre sustantivos. Por otra parte, en tsafiki se distingue el género en lo que respecta a los
pronombres de primera persona singular: -la (‘yo’) es utilizado por los varones y čihké por las mujeres.
Finalmente, en ambas lenguas hay un uso extensivo de nominalizaciones. Por ejemplo, en tsafiki, está
el agentivo -min, el infinitivo -no, el instrumental -nun y el participio estativo -ka.

En lo que respecta a la morfología verbal, en ambas lenguas es esta bastante rica. Cuentan con
diversos sufijos para expresar la subordinación verbal. Entre ellos, están los que distinguen oraciones
subordinadas con el mismo o con distinto sujeto. Por otra parte, la raíz verbal ki- (‘hacer’) es utilizada
para crear nuevos verbos a partir de sustantivos, adjetivos y préstamos del castellano. Por ejemplo, en
cha’palaachi, el verbo que significa ‘escupir’, iŋbi ke-un, se forma a partir del sustantivo iŋbi (‘escupitajo’).
En este caso, además, -un es la marca del infinitivo. Además, en esta lengua se construye un pasivo
morfológico. Finalmente, en ambas lenguas se encuentran prefijos verbales con varias funciones: por
ejemplo, en cha’palaachi, de- significa tanto ‘terminar de hacer algo’ y es un pluralizador nominal. A su
vez, ma(n)- (‘repetición’) se encuentra en ambas lenguas.

1.1.2 Atacame, tacame o esmeraldeño

El atacame, tacame o esmeraldeño fue una lengua hablada hasta fines del siglo XIX en la parte oeste
de la provincia de Esmeraldas, es decir, en los alrededores del río Esmeraldas y, particularmente, en la
zona llamada Chinto. No obstante, no se puede excluir la posibilidad de que la lengua haya sido hablada
en una región de mayor extensión en la costa del Pacífico. W. B. Stevenson, el secretario británico del
presidente en la Audiencia de Quito, visitó la zona a inicios del siglo XIX y reportó que el atacame era
hablado por una población negra. Junto a las dos lenguas barbacoas descritas anteriormente, el atacame
es una de las pocas lenguas antiguas (de la Costa) del Ecuador de la que tenemos ciertos datos24. No
obstante, es problemático calificarla como antigua en sentido estricto, puesto que el atacame fue la
lengua de una población indio-negra. Sin embargo, según cuenta la tradición local, la lengua nativa se
habría conservado. A este respecto, esta tradición incluye lo siguiente: un barco lleno de esclavos negros
arribó a la zona tras algunos problemas; estos mataron a los nativos y se quedaron con sus mujeres.
Gracias a estas últimas, la lengua local se habría mantenido. Consideramos, no obstante, que convendría
rastrear sus orígenes a partir de estas dos vertientes para tener mayor claridad sobre los elementos que
conforman esta lengua. Constenla Umaña señala que podría haber una relación con alguna lengua de
Mesoamérica debido a algunos rasgos tipológicos de la lengua (por ejemplo, se utiliza el orden VOS y

24 Adelaar y Muysken mencionan que solo se tiene información de dos lenguas de la Costa ecuatoriana: el atacame y el
cha’palaachi. Consideramos que esta apreciación es errónea, puesto que del tsafiki se tiene información y es una lengua
costeña, ya que está asociada a una población que está ubicada, como ellos mismos mencionan, en Santo Domingo de los
Colorados, ciudad situada a 500 m.s.n.m. Considerarla como lengua serrana por estar en la provincia de Pichincha sería un
error, ya que esta ciudad, precisamente, es la porción de esta provincia que pertenece a la Costa.
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los adjetivos pueden estar antes o después de su núcleo). No se puede dejar de considerar que el
atacame tuvo contacto también con el tsafiki, ya que comparten diversos elementos léxicos. Sin
embargo, parece que las raíces de la lengua hay que rastrearlas en alguna lengua africana y en la lengua
propia del lugar antes de la llegada de los esclavos. Por último, respecto a las fuentes que nos permiten
acceder a datos lingüísticos del atacame, los únicos datos directos que existen son aquellos recogidos
por Pallares en 1877. Estos fueron publicados primeramente por Wolf (1892). Años más tarde, estos
datos han sido publicados nuevamente y discutidos por Seler (1902) y Jijón y Caamaño (1941).
Constenla Umaña (1991) también los discute brevemente. En lo referente a información
extralingüística, se puede acudir a Stevenson (1825), a quien mencionamos anteriormente, y a Phelan
(1967), si el interés consiste en rastrear las relaciones históricas (desde el siglo XVI) entre las
poblaciones americanas y africanas.

Luego de haber abordado los datos generales del atacame, acerquémonos a sus principales rasgos
gramaticales. Aproximémonos, en primer lugar, a las características principales de la fonética y la
fonología. En cuanto a las vocales, a partir de los datos disponibles, parece que el atacame tuvo cinco:
/a/, /e/, /i/, /o/, /u/. Sin embargo, Jijón y Caamaño considera que son solo tres (/a/, /i/, /u/), pero
con un considerable grado de variación alofónica. Menciona también que la lengua pudo haber tenido
vocales nasalizadas y un sonido vocálico no identificado, el cual se transcribía como àà o áá en las
terminaciones del pasado participio. Seler indica, por otra parte, que el acento era de carácter
contrastivo. En cuanto a las consonantes, incluimos a continuación una tabla en la que incluimos el
inventario de estas:

Tabla 4. Consonantes del atacame


Labio-
Bilabial Alveolar Palatal Velar Glotal
dental
Oclusiva
p t K
sorda
Oclusiva
b d G
sonora
Africada č
Fricativa
f s š X (h)
sorda
Fricativa
(v)
sonora
Nasal m n

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Percusiva ɾ
Vibrante r
Lateral l ly
Semi-
w y
consonante

Este cuadro es solo una reconstrucción tentativa a partir de los datos disponibles. Adelaar y Muysken
señalan que la interpretación de algunos de los fonemas indicados permanece incierta. Por ejemplo,
parece que la letra v, en los datos disponibles, no es otro que el fonema /b/; [x] y [h] parecen, en
cambio, alófonos de un mismo fonema que están en distribución complementaria (el primero al interior
de palabra y el segundo en inicio de palabra).

En cuanto a rasgos generales y característicos de la morfosintaxis, el atacame es una lengua en la que


el verbo se coloca al final, el genitivo se sitúa después del núcleo, y los adjetivos pueden estar antes o
después del núcleo. Asimismo, se utilizan tanto prefijos como sufijos. La negación es marcada por
medio del prefijo ba- y el marco bal-…-ka indica que se carece de algo. El sufijo -le es utilizado con
adjetivos y verbos para indicar un estado particular:

(3) bal-di-ka
negación-mano-negación
‘Sin mano.’
(4) uba-le
morir-estativo
‘(Él) murió’, ‘muerto’.

Por otra parte, los sustantivos presentan frecuentemente prefijos clasificadores en relación a la forma.
Algunos de ellos son mu- (‘objeto abultado e indivisible’), ra- (‘elemento que sobresale’), ta- (‘objeto
largo’) y vi(l)- (‘piel’). Por ejemplo, las palabras que se refieren a partes del cuerpos están unidos en
muchas ocasiones al prefijo ra-, tal como ocurre en ra-rapo (‘cabello’). Para indicar los diversos casos,
tanto sufijos como preposiciones son utilizados: el sufijo -ra se refiere a la ubicación espacial y la
preposición tun es traducido como ‘frente a’. Los sufijos -s(a), -va y, -e o -é se refieren a la primera,
segunda y tercera persona, respectivamente. El atacame no tiene pronombres personales libres. En
algunas formas verbales, las marcas de sujeto y objeto pueden combinarse:

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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

(5) pisko-vá-s
vender-2da. sujeto-1ra. objeto
‘¡(Tú) véndemelo!’

Por último, el imperativo se señala a través de -ma para la segunda persona singular y de -aja para la
primera persona plural. Además, Jijón y Caamaño indica que el atacame utiliza formas verbales que
parecen impersonales, pero puede que esto parezca ser así por la falta de datos.

1.2 Lenguas de la Costa centro-sur

Respecto a las lenguas de la Costa centro-sur, el pasado lingüístico de la zona permanece oculto: ya
en 1600 tenemos noticias de que el castellano se estaba convirtiendo en la lengua de contacto
interregional en la costa ecuatoriana frente al progresivo retroceso de las lenguas nativas. Más aún, en la
actualidad, las lenguas de la zona están extintas. Ahora bien, con el fin de reconstruir el pasado
lingüístico, Jijón y Caamaño menciona que hubo un grupo lingüístico Manabí-Huancavilca-Puná, al que
posteriormente Paz y Miño calificó como el grupo atallán 25. El primero considera que este grupo
constituye una sola lengua con algunos dialectos y Loukotka (1968) asume estos datos al hacer su
propio clasificación de las lenguas de los Andes. No obstante, asumir la existencia de este grupo es
problemático. En primer lugar, Adelaar y Muysken mencionan que no hay evidencia empírica suficiente
para sustentar su existencia y, por otra parte, parece que el espectro lingüístico de la zona no era tan
unitario; puesto que grupos como aquellos que habitan la Bahía de Caráquez (provincia de Manabí), los
chonos (provincia del Guayas), los campaces (cantón Daule) y los colima (ubicación indeterminada) no
estuvieron asociados a los huancavilcas, quienes constituyen el núcleo central del grupo lingüístico
mencionado líneas arriba. Más aún, ya un texto de 1605, Descripción de la Gobernación de Guayaquil (1973),
hace referencia a una realidad lingüística diversa a la de Guayaquil (provincia del Guayas) en la ciudad
de Portoviejo y sus alrededores (provincia de Manabí). Por último, esta realidad queda más oscurecida
debido a que no existe ningún registro lingüístico referente a la isla Puná (provincia del Guayas), la cual
era fundamental para entender las relaciones comerciales de la zona. Es más, Jijón y Caamaño asume el
intercambio comercial al postular el grupo Manabí-Huancavilca-Puná y, aunque sea verosímil concebir
estas relaciones comerciales, la ausencia de mayores datos impide ahondar en el conocimiento respecto
a las lenguas habladas en la zona. En consecuencia, nos encontramos ante el hecho de que es casi
imposible reconstruir el pasado lingüístico en el centro-sur de la Costa ecuatoriana: los datos
lingüísticos son muy escasos, motivo por el cual no podemos sino contar con hipótesis que de alguna

25Aunque Adelaar y Muysken mencionan que no hay suficientes datos para darle sustento al grupo Manabí-Huancavilca-
Puná, señalan que este grupo podría ser el mismo que el de las lenguas tallanas del norte del Perú, debido a que se hace una
mención a ello en el Sínodo Diocesano de Quito del año 1593.
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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

manera nos permitan aproximarnos al pasado lingüístico de la zona.

2. Lenguas antiguas de la Sierra

Al abordar el tema de las lenguas antiguas de la Sierra del Ecuador, debido a la falta de datos
lingüísticos registrados, se hace necesario intentar hacer una reconstrucción lingüística (ligada,
naturalmente, a las regiones geográficas en las que se hablaban las lenguas). Para ello, es relevante
“combinar la fuente documental con la investigación toponímica, antroponímica y de nombres de
plantas y animales lugareños” y, cuando sea posible, “cotejar la información así obtenida con los
resultados de las investigaciones sobre las lenguas oriundas sobrevivientes de suroeste colombiano y el
noroeste ecuatoriano” (Torero 2002: 369). Por otra parte, es conveniente fijarse también en la presencia
de posibles sustratos de las lenguas desplazadas en el quechua (a la variedad ecuatoriana se la identifica
como quichua, quichwa o kichwa) o en el castellano, que fueron las lenguas que las sustituyeron. Con
respecto a los sustratos presentes en el quechua, Torero menciona que en esta última se evidencia la
presencia de rasgos fonológicos que dan cuenta de que las lenguas antiguas están presentes como
sustrato de los dialectos de quichua actuales. Entre ellos, están la presencia de la africada /c/ (que en la
provincia de Azuay se ha convertido en /s/), la aspiración de las oclusivas sordas (/p h/, /th/, /kh/) en
las provincias centrales del país, a saber, Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo y Bolívar, principalmente,
y, en menor medida, en Cañar y Azuay. No obstante, este rasgo no está presente en el dialecto norteño
de la provincia de Imbabura, hablado en las cercanía de Otavalo (el dialecto quichua de Ilumán). En
lugar de /th/, se utiliza la fricativa /f/ (que puede ser bilabial) y en lugar de /p h/ y /kh/, se utilza la
fricativa /x/. A su vez, la aspiración de las oclusivas en el dialecto de Zámbiza es distinto: solo se aspira
/ph/ y /kh/ es convertido en /x/. Por último, en cuanto a las fuentes para reconstruir la realidad
lingüística prequechua y precastellana de los Andes ecuatorianos, está, en primer lugar, la Crónica del Perú
de Cieza de León (1984), en la cual el autor relata sus viajes por el Ecuador y Perú actuales. En lo que
respecta al Ecuador, Cieza de León indica qué lenguas se hablaban en las regiones por las que pasó
además del quechua. Están también las Relaciones Geográficas de Indias, que fueron recopiladas por Marco
Jiménez de la Espada (1965) y que ayudan a reconstruir el pasado lingüístico de los Andes ecuatorianos.
A su vez, están las obras ya citadas de Jijón y Caamaño (1941) y los artículos escritos por Paz y Miño
(1936-61). Los escritos de este último abordan a cada una de las lenguas de los Andes ecuatorianos por
separado y con cierto detalle, por lo que son una referencia importante en la tarea de reconstrucción
lingüística. No obstante, a pesar de su importancia, Adelaar y Muysken mencionan que las conclusiones
de estas investigaciones deben evaluarse a partir de métodos modernos. Finalmente, en relación a datos
toponímicos referentes al periodo inca en los Andes ecuatorianos, están Salomon (1986), y Salomon y
Grosboll (1986). Además, algunos datos relevantes para examinar la lengua palta están en Gnerre

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(1975) y en relación a la etnohistoria de los grupos que hablaban estas lenguas se puede acudir a
Caillavet (2000).

Acerquémonos, ahora, a una reconstrucción tentativa de la distribución de las lenguas antiguas de la


Sierra del Ecuador. De norte a sur, estas son: pasto, kara (o cara) o caranqui u otavalo, kito o panzaleo
(nombre tomado de un asentamiento inca), puruguay o puruhá, cañar, y un complejo lingüístico
conformado por las lenguas palta, malacato, rabona, bolona y xiroa. En primer lugar, la lengua pasto es
clasificada normalmente como una lengua barbacoa, junto al tsafiki y al cha’palaachi. El pasto se
extendía por la sección meridional del departamento de Pasto, en Colombia, y en la provincia del
Carchi, en Ecuador. Paz y Miño menciona que quedan cinco vocablos reconocibles en la actualidad:
iscual (‘lombrices’), quer (‘pueblo, tierra, lugar plano’), pas (‘estirpe, familia’), pue (‘redondo’) y tal
(‘piedra’). Algunos de los finales toponímicos de esta lengua son -aza, -puel, aín y -tar. Además, el pasto
tiene secuencias silábicas CVVC, tales como chues, fuel, kual y kuel. Esta lengua ha sido remplazada por
el castellano. En segundo lugar, la lengua kara se situaba en la provincia de Imbabura (en los valles del
Chota y Mira) y se extendía hasta la ciudad de Quito, al norte de la provincia de Pichincha. Los finales
de palabra más frecuentes ligados a esta lengua son -bi (‘agua’), como en Calapí y Chulxabí; -qui, como
en Pomasqui; -biro o -piro (‘laguna’), como en Pimampiro y Tumbabiro; y -buro (‘loma, monte’). Se ha
vinculado a esta lengua con la familia barbacoa debido a que se encuentran coincidencias fonéticas
entre el kara y el cha’palaachi, tales como /c/, /f/ y /x/. En tercer lugar, el kito se situaba en las
provincias de Tungurahua, Cotopaxi y en la sección meridional de Pichincha. Esta lengua fue
reemplazada por el quechua. Los segmentos finales toponímicos más frecuentes en estas zonas son –
(h)aló (‘río, agua’), como en Pilaló; -leo (‘arenal’), como en Tisaleo y Pelileo; y -(l)agua o -(r)ragua (‘monte,
loma’), como en Tungurahua. No parece que esta lengua esté emparentada con el páez. En cuarto lugar,
el puruguay se situaba en la provincia de Chimborazo, excepto en su parte sur (en los poblados actuales
de Alausí y Chincha), donde compartía el territorio con la lengua cañar. En la actualidad, en esta
provincia se habla quichua. Los segmentos finales -cela y -lema son típicos en los apellidos de la zona,
aunque también tienen resonancia histórica, como en Duchicela (que pertenecía a la panaka de
Atahualpa) o Daquilema (el rebelde del siglo XIX), respectivamente. En cuanto a las terminaciones
toponímicas, están –shi (Pilligshi), -tus, (Guasuntús) y –bug (Tulubug), así como las más complejas -
cahuan, -calpi y -tactu. En quinto lugar, el cañar se hablaba en la parte sur de Chimborazo, en las
provincias de Cañar y Azuay, e incluso en Saraguro (provincia de Loja). Algunas terminaciones
toponímicas características del cañar son -cay o -kay (‘río, agua’), como en Saucay y Yanuncay; -copte
(Chorocopte); -huiña (Catahuiña); -turo (Molleturo); -zhuma (Guagualzhuma); y –zol (Capzol). Aunque el
puruguay y el cañar han sido relacionados (por ejemplo, comparten el uso de consonantes oclusivas
sonoras a inicio de palabra), Adelaar y Muysken consideran que no están emparentadas, puesto que son
tratadas por separado en las fuentes coloniales. Además, sustentan su postura en la evidencia de que
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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

ambas lenguas muestran varios segmentos toponímicos diferentes (aunque otros sí sean compartidos,
como -pala, -pud, -bug y -shi). Torero, sin embargo, ante la misma evidencia, se inclina a pensar que sí
formaban un mismo grupo lingüístico y que, incluso, podrían estar relacionadas con el grupo de lenguas
cat. Finalmente, está el complejo lingüístico ligado a la provincia de Loja. Por un lado, la lengua palta se
extendía desde Loja hasta la región montañosa del Xoroca, no lejos de Jaén. En esta última zona se han
registrado cuatro palabras paltas: yumé (‘agua’), xeme (‘maíz’), capal (‘fuego’) y let (‘leña’). La tres primeras
son claramente jíbaras por lo que se relaciona al palta con esta lengua. Por otro lado, se tienen algunos
elementos léxicos de la lengua rabona. Torero sugiere que esta forma parte de la familia candoshi
debido al parecido entre elementos como chicxi (‘zapote’), del rabona, y čiči(ri), del candoshi. No
obstante, hay elementos que se parecen al aguaruna, por ejemplo, guapuxi (‘guayaba’), del rabona, y
wámpušik, del aguaruna. Adelaar y Muysken, por su parte, ante estos datos, prefieren dejar la filiación del
rabona irresuelta. Por último, por la falta de información, las lenguas bolona y malacato no pueden ser
clasificadas, y se cree que el xiroa es una forma alternativa de referirse al jíbaro.

3. Conclusión
Para concluir el presente documento, mencionemos brevemente cómo quedaría el mapa lingüístico
reconstruido de las lenguas antiguas del Ecuador. En la Costa norte, se encuentran las lenguas
barbacoas (cha’paalachi en Esmeraldas y tsafiki en Santo Domingo de los Colorados) y la ya extinta
atacame (también en Esmeraldas), que tiene raíces americanas y africanas. Con respecto a la Costa
centro-sur, no tenemos información para sustentar alguna hipótesis. Podría conjeturarse la existencia de
un grupo Manabí-Huancavilca-Puná o la existencia de dos grupos lingüísticos distintos: uno en la actual
provincia de Manabí, cerca de Portoviejo, y otro en la actual provincia del Guayas, cerca de Guayaquil y
Puná. En lo que respecta a la Sierra, todas las lenguas están extintas y son, de sur a norte, la lengua palta
(Carchi), que tiene filiación barbacoa; la kara (Imbabura y norte de Pichincha), que también está ligada a
la familia barbacoa; la kito (centro y sur de Pichincha, Tungurahua y Cotopaxi), que permanece
inclasificada; la puruguay (norte y centro de Chimborazo) y la cañar (sur de Chimborazo, Cañar y norte
de Loja), en las que permanece abierta la cuestión de si están emparentadas o no; y el complejo
lingüístico de Loja, que incluye las lenguas palta (extendida hasta Cajamarca y vinculada con la lengua
jíbara), malacato , rabona (de posible filiación candoshi), bolona y xiroa (que podría ser otro nombre de
la jíbaro).

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4. Bibliografía

Como se ha constatado a lo largo de este documento, se acude a fuentes muy variadas para hacer
una reconstrucción lo más precisa posible de las lenguas antiguas del Ecuador. En términos generales,
se tiene muy poca información de la mayoría de las lenguas, lo cual es una dificultad casi imposible de
salvar. A su vez, es necesaria también la crítica textual de los documentos que registran información
lingüística, puesto que los signos utilizados no son siempre fáciles de interpretar desde un punto de
vista fonético-fonológico, tal como sucede, por ejemplo, en el caso del atacame en relación a las
consonantes principalmente. Además, queda mucho por investigar en lo que se refiere a las lenguas que
sobreviven, especialmente, las lenguas barbacoas. Ahora bien, hemos decidido incluir una bibliografía
detallada de las fuentes que se utilizan para esta reconstrucción lingüística, puesto que puede orientar al
lector y al investigador interesados que deseen profundizar en el tema. Está dividida en las mismas
secciones que se han seguido en el documento, con el fin de que el lector no tenga dificultades para
relacionar lo dicho en las páginas anteriores con las referencias bibliográficas respectivas.

4.1 General

ADELAAR, Willem F. H. y Pieter C. MUYSKEN


2004 The Languages of the Andes. Cambridge: Cambridge University Press.

CAMPBELL, Lyle
1997 America Indian Languages. The Historical Linguistics of Native America. Nueva York: Oxford
University Press.

CIEZA DE LEÓN, Pedro


1984 Crónica del Perú: primera parte. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del
Perú.

JIJÓN Y CAMAAÑO, Jacinto


1998 El Ecuador interandino y occidental antes de la conquista castellana. Quito: Abya-Yala.

KAUFMAN, Terrence

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1990 “Language History in South America: What we know and how to know more”. En: David L.
PAYNE. Amazonian Linguistics. Austin: University of Texas Press.

LOUKOTKA, Česmir
1968 Classification of South American Indian Languages. Los Ángeles: Latin American Center, UCLA.

TORERO, Alfredo
2002 Idiomas de los Andes. Lingüística e historia. Lima: IFEA, Horizonte.

4.2 Lenguas antiguas de la Costa

4.2.1 Lenguas barbacoas

CONSTENLA UMAÑA, Adolfo


1991 Las lenguas del Área Intermedia: introducción a su estudio areal. San José: Editorial de la Universidad
de Costa Rica.

CURNOW, Timothy Jowan y Anthony J. LIDDICOAT


1998 “The Barbacoan languages of Colombia and Ecuador”. En: Antrophological Lingusitics 40, 3,
pp. 384-408.

LINDSKOOG, John N. y Ruth BREND


1962 “Cayapa Phonemics”. En: ELSON, Benjamin (editor). Studies in Ecuadorian Indian Languages,
vol. 1. Oklahoma: Summer Institute of Linguistics, pp. 31-44.

LINDSKOOG, John N. y Carrie A. LINDSKOOG


1964 Vocabulario cayapa. México: Instituto Lingüístico de Verano.

MOORE, Bruce
1966 Diccionario Castellano-Colorado Colorado-Castellano. Quito: Instituto Lingüístico de Verano.
1961 “A statistical morpho-syntactic typological study of Colorado (Chibcha)”. En: International
Journal of American Linguistics 27, 4, pp. 298-307.

VITADELLO, Alberto
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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

1988 Cha’palaachi: el idioma cayapa. Guayaquil: Pontificia Universidad Católica del Ecuador: Sede de
Esmeraldas. Museos del Banco Central del Ecuador.

4.2.2 Atacame, tacame o esmeraldeño

PHELAN, John Leddy


1967 The Kingdom of Quito in the Seventeenth Century. Madison, Milwaukee y Londres: University of
Wisconsin Press.

SEELER, Eduard
1902 Gesammelte Abhandlungen zur altamerikanischen Sprach- und Alterthumskunde, vol 1. Berlín: A.
Asher & Co.

STEVENSON, William Bennett


1825 A Historical and Descriptive Narrative of 20 Years Residence in South America. Londres: Hurst,
Robinson and Co.

WOLF, Teodoro
1892 Geografía y geología del Ecuador. Leipzig.

4.2.3 Lenguas de la Costa centro-sur

YCASA, Julio Estrada (editor)


1973 “Descripción de la Gobernación de Guayaquil”. En: Revista del Archivo Histórico del Guayas, pp.
55-93.

4.3 Lenguas antiguas de la Sierra

CAILLAVET, Chantal
2000 Etnias del norte. Etnohistoria e historia de Ecuador. Quito: Abya-Yala.

CERRÓN-PALOMINO, Rodolfo
1987 Lingüística quechua. Cuzco: Bartolomé de las Casas.

GNERRE, Maurizio
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1973 “Sources of Spanish Jívaro”. En: Romance Philology 27 (2). Berkeley: University of California
Press, pp. 203-204.

JIMÉNEZ DE LA ESPADA, Marcos (editor)


1965 Relaciones geográficas de Indias. Perú. Madrid: Atlas.

PAZ Y MIÑO, Luis T.26


1961a “Las agrupaciones y lenguas indígenas del Ecuador, en 1500 y 1959”. En: Boletín de la
Academia Nacional de Historia 43, 97, pp. 5-16.
1961b “Lenguas indígenas del Ecuador: la lengua kañar”. En: Boletín de la Academia Nacional de
Historia 43, pp. 193-229.
1946-52 “Lenguas indígenas del Ecuador. Diccionario toponímico.” En: Boletín de la Academia Nacional
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1942 “Lenguas indígenas del Ecuador. IV. La lengua puruguay”. En: Boletín de la Academia Nacional
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1941a “Lenguas indígenas del Ecuador. III. la lengua kara”. En: Boletín de la Academia Nacional de
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1941b “Lenguas indígenas del Ecuador. II. La kito o panzaleo”. En: Boletín de la Academia Nacional de
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1940 “Lenguas indígenas del Ecuador. I. La lengua pasto”. En: Boletín de la Academia Nacional de
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1937 “Contribución al estudio de las lenguas indígenas del Ecuador”. En: Boletín de la Academia
Nacional de Historia 15, pp. 9-41.
1936 “Contribución al estudio de las lenguas indígenas del Ecuador”. En: Boletín de la Academia
Nacional de Historia 14, pp. 40-54.

SALOMON, Frank
1986 Native Lords of Quito in the Age of the Incas. New York: Cambridge University Press.

SALOMON, Frank y Sue GROSBOLL


1986 “Names and peoples in Incaic Quito: retrieving undocumented historic process through
anthroponomy and statistics”. En: American Anthropologist 88 (2), pp. 387-399.

26Aunque este autor incluye en algunos de sus artículos información referente al resto del país, hemos agrupado sus escritos
en esta sección debido a que la mayoría de ellos se refieren a las lenguas antiguas de la Sierra del Ecuador.
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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

LA AUSENCIA DE RECURSIVIDAD EN PIRAHÃ COMO RETO PARA LAS


TEORÍAS CHOMSKIANAS ACERCA DEL LENGUAJE: EVIDENCIAS Y

CONTRAEVIDENCIAS
Luis Miguel Rojas Berscia
Pontificia Universidad Católica del Perú

1. Resumen
En la presente investigación, se tomará como eje el trabajo del lingüista Daniel L. Everett acerca de la
lengua pirahã, la cual, según el autor, no presenta incrustación, representación en la lengua de la
recursividad chomskiana. Se discutirán, asimismo, las posturas de Andrew Nevins, David Pesetsky y
Cilene Rodrigues, lingüistas generativistas quienes son las principales voces contrarias a lo postulado
por Everett. Siguiendo esta línea de trabajo, se realizarán contraargumentos a los ejemplos de Nevins,
Pesetsky y Rodrigues, empleando los mismos ejemplos de ellos extraídos de Everett (1986-1987) y
postulando unos propios. Por supuesto, no podemos sumarnos al debate afirmando o negando la
existencia de recursividad, visto que carecemos de mucho trasfondo teórico y trabajo de campo. A lo
que apunta la presente investigación es a probar que el lado chomskiano, vale decir para este caso,
Nevins, Pesetsky y Rodrigues, no ha logrado aun dar una respuesta que contradiga satisfactoriamente
los argumentos del lingüista Everett. Por consiguiente, afirmar la incursión del Principio de Inmediatez
de la Experiencia postulado por Everett en pirahã no es nuestra labor. Asimismo, se brindará una
definición de recursividad y se agregarán argumentos, a modo de agregado propio y de especulación, a
favor de su carácter de simple herramienta formal del quehacer lingüístico, así como de su artificialidad,
al ser de naturaleza escrita. Por supuesto, este intento de definición se realiza solo con el fin de
continuar la línea de trabajo propuesta desde un principio: los argumentos presentados por los
lingüistas del MIT, NPR, aún no son suficientes para contraargumentar lo postulado por Everett. Al
parecer, hasta el momento, quien lleva la ventaja es el lingüista de Bentley. De esta forma, no se afirma
que la recursividad no exista del todo en pirahã, sino que la evidencia hasta hoy no prueba lo contrario.

2. Introducción
El pirahã es una lengua de la familia Mura hablada por una pequeña comunidad en la Amazonía
brasileña en los márgenes del río Maici. La descripción de diversos aspectos de su gramática por el
lingüista Daniel L. Everett (2005) se presentó como un gran suceso para la Lingüística contemporánea y
las ciencias cognitivas, visto que, según sus indagaciones durante su trabajo de campo de más de
45
SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

veintiocho años, esta lengua poseería un sistema fonológico bastante simple, en comparación con otras
lenguas aledañas, un sistema de numeración muy escueto y, sobre todo, ausencia de recursividad
sintáctica (específica). Su planteamiento ha causado una revolución, puesto que la recursividad es
tomada por especialistas en Lingüística generativa como presente en toda lengua humana. La
confirmación de tal hallazgo haría tambalear el entramado teórico chomskiano y llevaría a lingüistas de
diversas partes del mundo a buscar una posible explicación.

Entonces, ¿cuál sería el reto que presenta el pirahã para las teorías generativistas chomskianas acerca del
lenguaje, según los argumentos de Everett, como base para un rechazo de la hipótesis del fenómeno de
recursividad como presente en toda lengua humana natural? La siguiente investigación intentará dar
respuesta a la pregunta analizando tanto el lado chomskiano (Nevins, Pesetsky y Rodrigues 2007) como
la contraparte everettista, la cual asume que el pirahã verdaderamente no presentaría recursividad
sintáctica (específica), dadas las evidencias del trabajo de campo y los poco eficientes contraargumentos
de sus detractores que nosotros también analizaremos; sin embargo, no afirmamos que tal postulado
sea en todo sentido verídico, puesto que hace falta aún mucha más investigación por parte de otros
especialistas. Para tal cometido, se someterá al pirahã a un análisis lingüístico, tomando como base el
corpus de Everett (2005) y los análisis de su contraparte (Nevins, Pesetsky y Rodrigues 2007) y se
presentarán los argumentos de ambos, dando un alcance de mano propia. No obstante, al parecer,
serían verdaderamente factores culturales los que restringen al pirahã a no necesitar una recursividad,
debido a aquella cosmovisión de inmediatez de referente de los pirahã presentado por Everett; sin
embargo, como ya mencionamos al principio, esto no lo podemos probar nosotros, sino los que están
estudiando la lengua en el campo ahora. No se dejará de lado tampoco un alcance propio sobre el
carácter escrito y de “propuesta formal” del mismo fenómeno de recursividad, a modo de especulación,
el cual sería resultado de una tradición escrita occidental y de la pretensión del quehacer lingüístico
actual por formalizar la disciplina. Por supuesto, todo el análisis será en continuo contraste con la
lengua estudiada, el pirahã.

El no poder realizar una salida de campo para conseguir corpus en lengua pirahã nos restringe a utilizar
solo los ejemplos empleados por Everett, bastante bien apreciados por su contraparte, y los de Sakel y
Stapert (2010), lingüistas que también han realizado un trabajo de campo en la zona y han obtenido
resultados parecidos a los de Everett. Por tal razón, la presente investigación solo se ha sometido a un
análisis de escritorio, por lo que se pide disculpas de antemano si existe alguna imprecisión a la hora de
explicar algunos fenómenos en pirahã, al no conocer del todo tal lengua.

El desarrollo de la presente investigación procederá mediante la siguiente organización. En primer lugar


se definirá lo que es la recursividad para la teoría generativista chomskiana, escindiéndola en lo que se
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conoce como recursión general y recursión específica. Posteriormente, se dará una breve explicación de
cada tipo de recursión específica presente, según la teoría, en todas las lenguas humanas. El desarrollo
de esta primera parte se basará sobre todo en el texto de Harry van der Hulst (2010), el cual da una
explicación detallada sobre el tema y, de la misma forma, nos será de gran ayuda a la hora de determinar
la naturaleza formalista de esta propuesta, así como característica de una cultura escribal.

En segundo lugar, se presentará la propuesta de Everett (2005) sobre las restricciones culturales que
determinan por qué el pirahã no presenta incrustaciones de tipo sintáctico. Además, se tocarán temas
como la ausencia de numerales en el pirahã, los cuales pueden servir como base aun más valiosa para
dar sustento al argumento de que el pirahã no tiene recursividad, vista esta como un fenómeno
proyectable a nivel matemático al existir esta como característica primordial de la facultad del lenguaje
(Wiese 2003).

En tercer lugar, se darán a conocer los análisis más relevantes y contundentes de Nevins, Pesetsky
Rodrigues (2007), los cuales probarían de alguna forma que el pirahã sí presenta recursión. Se hará
especial énfasis en su análisis de los supuestos procesos de incrustación en el pirahã, para así tener una
base sólida que sirva para el posterior análisis comparativo de esta propuesta con la anterior. Es
importante mencionar que también se hará hincapié en los argumentos teóricos que los tres autores
presentan, puesto que muchos son bastante complejos y sólidos, los cuales demuestran el gran avance
en los estudios generativos; sin embargo, vale la pena recalcar que muchos de estos análisis son errados,
pues se basan en lenguas muy poco parecidas al pirahã y desarrollan ejemplos que poco tienen que ver
con el fenómeno estudiado. En el apartado, se hará una descripción mucho más detallada.

En cuarto lugar, se procederá a la presentación de los contraargumentos a Nevins, Pesetsky y


Rodrigues, basados en el análisis mucho más profundo que desarrolla Everett en su respuesta de 2007,
y se agregará algunos ejemplos y análisis de propia mano, ayudados a su vez por el trabajo de Sakel y
Stapert presentado en 2010, quienes desarrollaron una abordaje similar al presentado en esta
investigación, pero, por supuesto, sustentado por su labor de campo, ausente en esta aproximación al
fenómeno. Por un lado, Everett estaría presentando un acercamiento de carácter mucho más
descriptivo, situándose en las tradiciones de la lingüística descriptiva americana de Franz Boas y
Edward Sapir, y del pragmatismo americano, representado por Peirce, James y Dewey, en constante
rechazo de postulados generativos, mientras que sus contrapartes se enfocarían más en encontrar
sustento a los postulados generativos tratando de hallar en el corpus indicios de una recursividad que
ellos llaman muy común y la cual se podría encontrar en lenguas como el alemán, quechua, etc.

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Finalmente, se enunciará las conclusiones del análisis propio y de lo deducido en los apartados previos.
Por supuesto, mucho trabajo de campo y de análisis en el pirahã es necesario para poder dilucidar
mejor este fenómeno de gran revuelta lingüística, el cual suscitará la aparición en diciembre de una
propuesta sobre el lenguaje del lingüista Daniel L. Everett. Como se mencionó desde un principio, este
trabajo seguirá su línea, la cual, a pesar de ser nueva, concilia dos puntos que se intentaron escindir en la
anterior escuela, lo cognitivo y lo vivencial; no obstante, es aún muy temprano para afirmar que la
recursividad no existe. Hay aun un gran camino por recorrer.

3. La recursión o recursividad

Desde el renombrado Panini hasta el famoso Willem von Humboldt, se ha tomado al lenguaje como un
número potencialmente infinito de enunciados que pueden ser producidos (Van der Hulst 2010: xvi)).
La lingüística generativa chomskiana de principios del XXI asume que existe cierta propiedad de la
facultad humana del lenguaje llamada recursión o recursividad, la cual sería de carácter universal y sería
su característica primordial (ver gráfico 1). Pero, ¿qué es recursividad? “Una regla recursiva [o
recursividad] es aquella que tiene la propiedad de auto-incrustación, eso es, en la cual el mismo tipo de
frase aparece en ambos lados de una regla de reescritura de una estructura de frase (la traducción del
español es mía)27” (Fitch 2010: 79). De esta afirmación, podemos deducir que en una frase subordinada
a otra habría información que nos permitiría saber que esta se subordinó a la anterior y, de la misma
forma, mientras incrustemos más frases. Esta deducción, por supuesto, se da a un nivel de oraciones
subordinadas, en sintaxis. En las lenguas naturales, hay normalmente dos tipos de representación de
esta recursividad: las oraciones incrustadas y las frases nominales complejas (Fitch 2010: 79). Este tipo
de recursividad sería la que no se presentaría en pirahã, puesto que, según Everett, esta lengua no
presentaría incrustación de ningún tipo. Vale la pena recalcar que una frase nominal compleja también
requiere incrustaciones, visto que ello es lo que la hace compleja.

(1)

27 “A recursive rule is one which has the property of self-embedding, that is, in which the same phrase type appears on both
sides of a phrase structure rewrite rule” (Fitch 2010: 79).
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(Chomsky et ál. 2002: 2)


Como vemos en el gráfico, la recursión o recursividad estaría en el núcleo de la facultad del lenguaje.
Esta forma parte de la Faculty of language in a Narrow Sense, o bien de la facultad del lenguaje en sentido
estrecho. Así, el sistema computacional de recursión constituiría esencialmente esta FLN, por lo que
sería el único rasgo del lenguaje humano y ausente en los sistemas de comunicación animal, a diferencia
de FLB (Faculty of Language in a Broad Sense o Facultad del lenguaje en sentido amplio), cuyos
constituyentes sí podrían atestiguarse en animales (Van der Hulst 2010: xvii). Chomsky, Fitch y Hauser,
en su artículo de 2002 The Faculty of Language, hablan de este fenómeno sin llegar a una descripción
exhaustiva del mismo; sin embargo, sostienen lo siguiente:

a. La recursividad constituye esencialmente la facultad humana innata del lenguaje.


b. La recursividad es el único rasgo del lenguaje humano.
c. La recursividad es única a la facultad del lenguaje.
d. La recursividad es universal (o sea presente en todas las lenguas humanas).
e. La recursividad es única a la mente humana. (Van der Hulst 2010: xvi)

Sin embargo, “La recursión parece jugar un rol en otros sistemas cognitivos como el `módulo
matemático´, o la `inteligencia social´, los cuales van en contra de la pretensión de c (La traducción es
mía)28” (Van der Hulst 2010: xvii), lo cual se hace más explícito en el texto de Everett (2005) cuando se
toca el tema de los números y numerales en el pirahã. Por otro lado, vale la pena mencionar que se
representaría a la recursividad, según la teoría, en todas las lenguas humanas, de dos formas: una de
estas es la recursión general y otra, la recursión específica.

La recursión general o Merge hace posible que en las gramáticas, siendo finitas, se genere un infinito
número de expresiones lingüísticas. Estos mecanismos recursivos serían los responsables de aquella
infinitud de las lenguas naturales, las cuales, mientras se piensen como varios conjuntos de expresiones,
estos son de naturaleza infinita. Así, podría afirmarse que no hay un límite para la creación de
expresiones lingüísticas a nivel potencial. Es decir, cualquier hablante podría generar enunciados
“infinitos” empleando esta recursión general gracias a su competencia como hablante nativo de una
lengua particular. También se ha intentado proponer que sería una iteración la verdadera causante de
esta creación de infinitas expresiones con medios finitos; sin embargo, de ser una iteración y no una
recursión, esta no englobaría de manera adecuada la naturaleza recursiva de las estructuras semánticas
que los sintagmas presentarían. Así es como se toma el concepto de recursividad sintáctica como
solución, pues esta sería la que estaría en las mente-cerebro de los hablantes de las lenguas o, mejor

28 “Recursion seems to play a role in other cognitive systems such as the ‘mathematical module’, or ‘social intelligence’,
which runs against claim c28” (Van der Hulst 2010: xvii).

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dicho, en sus respectivas gramáticas. Everett, según mi interpretación, no estaría contradiciendo a la


recursividad general, visto que “los hablantes de pirahã pueden construir y comunicar estructuras de
pensamiento recursivo como cualquier grupo humano, y, en consecuencia, ellos han de tener auto-
incrustación de construcciones conceptuales (la traducción es mía)29” (Fitch 2010: 89). Hasta ese punto
estamos de acuerdo con Fitch, visto que el mismo Everett ha dicho que es así en comunicación
personal con él. Nunca mencionó que los pirahã no pudiesen pensar recursivamente; no obstante, el
pirahã sí parece carecer de recursividad específica, o sea, la de incrustación, presente, por ejemplo en las
estructuras oracionales subordinadas.

Fitch intenta terminar de una vez el debate en relación a la recursividad dando su propia definición de
recursión lingüística; empero, no presenta el sesgo que hicimos entre recursión general y específica, lo
cual es importante sí se quiere saber verdaderamente a qué se está refiriendo Everett cuando afirma que
el pirahã no posee recursividad sintáctica.

3.1. Tipos de recursividad específica

3.1.1. Recursividad anidada

En este tipo de recursividad, hay constituyentes incrustados en otros constituyentes. Así se postula que
se pueden formar incrustaciones centrales como en los ejemplos presentados por Van der Hulst:

(1) “[The man [the boy [the girl kissed] hit] filed a complaint]” (Van der Hulst 2010: xxiv)

Hasta ahora no se ha encontrado lengua humana alguna que presente tal tipo de construcciones; no
obstante, según la Lingüística chomskiana, estas no se necesitarían presentar en el ambiente o de
manera externa, sino de manera interna. Así muchos lingüistas pensaron que este tipo de recursión no
se daría; empero, ejemplos de la misma se dan en inglés y en nuestra lengua con mucha frecuencia:

(2) “[The fact [that the teenager [who John dates] was pretty] annoyed Suzie]” (Van der Hulst 2010: xxv)

(3) [El saber [que el señor [que Juan atropelló anoche] estaba bien] alegró a su hermana]

Pirahã speakers can construct and communicate recursive thought structures like any other human group, and thus they
29

must have self-embedding of conceptual constructions” (Fitch 2010: 89)


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Como vemos, esta distribución de cláusulas posee una jerarquía, lo cual hace notar que unas están
subordinadas a otras, por más que no sea el mismo tipo de subordinación en cada uno de los casos en
los que sucede. Este sería uno de los principios fundamentales de la recursividad sintáctica específica.
3.1.2. Recursividad de cola

A diferencia de la recursividad anidada, la recursividad de cola no implica relaciones a larga distancia,


sino, contiguas. Así, se postulan dos tipos de recursividad de cola, la de borde izquierdo y la de borde
derecho. Es importante ver cada uno de estos tipos, pues ninguno de estos puede suceder en pirahã
según la información brindada por Everett (2005). Veamos los siguientes ejemplos:

(1) Borde izquierdo: “[[[John’s] sister’s] dog’s] bone was found in the yard” (Van der Hulst 2010: xxvi)
(2) Borde derecho: “[This is the car [that hit the boy [who crossed the street]]]”

Otras lenguas presentarían ejemplos similares:

(3) BI: [[Peters] Vaters] Hund ist nicht hier. (trad. del alemán: El perro del padre de Pedro no está
aquí.)
(4) BD: [Asta e casa [pe care a cumpărat-o domnul [pe care am văzut alăltaieri]]]. (trad. del rumano:
Este es la casa que compró el señor que vi antes de ayer.)

Este tipo de recursividad tampoco se daría en pirahã y esto se hará más explícito en los próximos
apartados.

3.2. Algunas consideraciones empíricas

El saber cuáles son las propiedades precisas de las estructuras recursivas ha suscitado grandes debates.
Muchos lingüistas afirman que ejemplos como el presentado en el caso de la recursión anidada de
incrustación central nunca se dan en las lenguas naturales (ver ejemplo (1) de 3.1.1.), por lo que tendría
que someterse aquel principio de infinitud a un análisis riguroso. Como bien explica Van der Hulst,

Si la recursión es un rasgo definitorio del lenguaje humano, como se ha pretendido,


esperaríamos encontrar evidencia en el habla cotidiana, la forma primaria de lenguaje.
Chomsky aseguró famosamente que el lenguaje no fue diseñado para ser producido o
analizado (entendido), o sea que el lenguaje no está diseñado para ser usado como un
sistema de comunicación, sino es un sistema para facilitar el pensamiento […] Un factor
que debe ser reconocido al evaluar el `conflicto´ entre la rareza de la recursión y su alegado
rol central en el lenguaje es que estudios de la ocurrencia actual de la recursividad se
enfocan en la recursividad específica, mientras que las propuestas chomskianas más

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recientes acerca de la centralidad de la recursividad parecen enfatizar en recursividad general,


es decir, agrupamiento jerárquico (La traducción es mía)30. (Van der Hulst 2010: xxxiii)

Van der Hulst aquí ha sido de mucha ayuda, visto que nos permite entender mucho mejor el fenómeno.
Everett no ha dicho que no exista un agrupamiento jerárquico en pirahã, por lo que sí habría
recursividad general, sino, que no hay recursividad específica, es decir, incrustación en un nivel mayor a
dos para el caso las frases genitivas y de uno para los otros tipos de incrustación. El debate a suscitarse
podría tener que ver con el considerar actuación como el factor a estudiar. Aquí habría un conflicto de
teorías lingüísticas (funcionalismo y generativismo), lo cual, a manera de reflexión, nos podría hacer
pensar si es verdaderamente lo que se presenta en el habla cotidiana o una supuesta organización
cognitiva lo que constituye el lenguaje y lo que se debe estudiar.

Ya algunos lingüistas han empezado a indagar en el tema. Uno de ellos es Karlsson (2010), quien afirma
que muchos niveles de recursividad anidada (mayor a nivel tres) no existen en la lengua escrita, mientras
que oralmente, un nivel mayor uno de recursividad anidada es casi inexistente. Esta tesis se vería
reforzada por las propuestas de Laury y Ono (2010), lingüistas del finés y el japonés, quienes afirman
que, en el diálogo espontáneo de individuos que hablan estas lenguas, es casi imposible determinar si
una unidad clausal está o no incrustada en otra. Así llegan a la conclusión de que la recursividad es un
fenómeno limitado en el lenguaje oral y, por consiguiente, la recursión es irrelevante cuando se trata de
lo que los hablantes verdaderamente hacen.

Vale la pena mencionar que la recursión es una propuesta formal del entramado teórico generativista
chomskiano y, por consiguiente, puede ser una simple categoría de lingüistas, afirmado incluso por
Bickerton en su artículo de 2009, en donde propone, además, que lo único al lenguaje no sería
recursividad, al ser esta un artefacto de análisis, sino Merge. Sin duda alguna, la recursividad ayuda a
explicar el fenómeno de incrustación sintáctica en un gran número de lenguas en todo el mundo; no
obstante, como veremos más adelante, esto no parece darse así en el caso del pirahã. Los lingüistas,
aunque muchos no lo admitan, proceden de una tradición humanista escribal y, por ende, suelen
obtener muchas de sus conclusiones sobre la lengua de textos escritos o de ejemplos que desarrollan de
manera escrita. La recursión, desde esta perspectiva, podría ser un simple fruto de la tradición
académica escribal y no una característica fundamental de la facultad innata del lenguaje humano. Esto
se queda en mera especulación; empero, una afirmación de este tipo apoyaría la tesis de Everett acerca

30 If recursion is a defining feature of human language, as has been claimed, we would expect to find evidence of it in
everyday talk, the primary form of language. Chomsky famously asserted that language was not designed to be produced or
parsed (understood), meaning that language is not designed to be used as a communication system. Rather it is a system to
facilitate thought […] A factor that must be recognized in evaluating the ‘clash’ between the rarity of recursion and its
alleged central role in language is that studies of the actual occurrence of recursion focus on specific recursion while
Chomsky’s more recent claims about the centrality of recursion seem to emphasize general recursion, i.e. hierarchical
grouping.
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las restricciones en el lenguaje debido a culturas o prácticas sociales determinadas. Valdría la pena
empezar a realizar estudios en el pirahã y en otras lenguas, con el fin de poner a prueba esta hipótesis y,
finalmente, dilucidar un poco esta gran incógnita.

A continuación, se presentarán los argumentos de Everett acerca de la ausencia de recursividad en la


lengua pirahã, acompañados de algunos ejemplos extraídos de su artículo presentado en Current
Anthropology en octubre de 2005.

4. La propuesta everettista

El lingüista Daniel L. Everett, en su trabajo aparecido en la revista Current Anthropology, hace un análisis
del pirahã que presentaría un gran problema para las teorías de corte generativo chomskianas. Por un
lado, este afirma que el pirahã no presenta recursividad sintáctica en su gramática; sin embargo, esto no
se debería a una simple casualidad, sino, por el contrario, al hecho de que existe un principio, El
Principio de Inmediatez de la Experiencia, el cual actuaría sobre el pirahã. Sería la cultura que, según el
lingüista, condiciona a los hablantes de esta lengua a no necesitar de pasado, de términos de
cuantificación (incluidos los números) e incrustaciones de tipo sintáctico. Everett lo expresa de la
siguiente forma:

La lengua pirahã reta la aplicación simple de las universalmente aceptadas características de diseño
del lenguaje humano de Hockett mostrando que algunas de estas características (intercambiabilidad,
desplazamiento y productividad) pueden ser culturalmente restringidas. En particular, la cultura
pirahã restringe la comunicación de sujetos no-abstractos, los cuales desaparecen en la experiencia
inmediata de los interlocutores. Esta restricción explica un número sorprendente de características
de la gramática y la cultura pirahã: la ausencia de número de cualquier tipo o de un concepto de
cuenta y de cualquier término para la cuantificación, la ausencia de términos para colores, la
ausencia de incrustación, el inventario de pronombres más simple conocido, la ausencia de
“tiempos relativos”, el sistema de parentesco más simple hasta ahora documentado, la ausencia de
mitos de creación y ficción, la ausencia de cualquier memoria individual o colectiva de más de dos
generaciones en el pasado, la ausencia de dibujo u otro arte y una de las culturas de material más
simple documentada, y el hecho de que los pirahã son monolingües después de más de doscientos
años de contacto regular con brasileños y los Kawahiv, hablantes de Tupi-Guaraní (la traducción
del inglés es mía)31. (Everett 2005: 621)

31 The Pirahã language challenges simplistic application of Hockett’s nearly universally accepted design features of human
language by showing that some of these features (interchangeability, displacement, and productivity) may be culturally
constrained. In particular, Pirahã culture constrains communication to nonabstract subjects which fall within the immediate
experience of interlocutors. This constraint explains a number of very surprising features of Pirahã grammar and culture: the
absence of numbers of any kind or a concept of counting and of any terms for quantification, the absence of color terms,
the absence of embedding, the simplest pronoun inventory known, the absence of “relative tenses,” the simplest kinship
system yet documented, the absence of creation myths and fiction, the absence of any individual or collective memory of
more than two generations past, the absence of drawing or other art and one of the simplest material cultures documented,
and the fact that the Pirahã are monolingual after more than 200 years of regular contact with Brazilians and the Tupi-
Guarani-speaking Kawahiv. (Everett 2005: 621)

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Por supuesto, Everett de ninguna forma intenta demostrar que el pirahã es en algún sentido primitivo.
Vale la pena aclarar, una vez más, que él en ningún momento menciona que los pirahã no pueden
pensar recursivamente, sino que simplemente la recursividad no se hace presente sintácticamente a
nivel específico. En el presente apartado, se harán explícitos los puntos de Everett acerca del fenómeno
de incrustación ausente en el pirahã, así como sus argumentos acerca de la ausencia de cuantificadores,
numerales y números en pirahã, lo cual está en estrecha relación con el fenómeno de recursividad, visto
que, según Wiese (2003), el contar y los numerales, en relación con el lenguaje, necesitan de la
recursividad, la cual se tomaría prestada del lenguaje. El que no haya números en el pirahã, entonces,
daría un argumento más a la ausencia de recursividad en esta lengua.

4.1. Los números, numerales y cuantificadores

Según Everett, no hay números en pirahã ni cuantificadores, no pudiendo decir por ejemplos “tres
árboles” o “cuatro casas”. Aquí, por supuesto, no hablamos de número gramatical. Para el caso del
número gramatical, oraciones como las siguientes podrían tener varias interpretaciones. Veamos los
ejemplos:

(1) hiaitíihí hi kaoáíbogi bai -aagá


Pirahã people he evil spirit fear -be
Glosa castellana: Piraha él espíritu malo temor -ser
“The Pirahã are afraid of evil spirits,” “A Pirahã is afraid of an evil spirit,” “The Pirahã are afraid of an evil
spirit,” or “ a Pirahã is afraid of evil spirits.” (Everett 2005: 623)
Traducción al castellano: “Los pirahã tienen miedo de espíritus malvados”. “Un pirahã tiene miedo de un
espíritu malvado”. “Los pirahã tienen miedo de un espíritu malvado”. “Un pirahã tiene miedo de espíritus
malvados.”

(2) báigipóhoaá ’i ’óooí kobai -baaí


name:feminine she tarantula watch –intently
GC: nombre:femenino ella tarantula mirar –atentamente
“Ba´ igipo´ hoaa´ watched the tarantula[s] closely.” (This can refer to one woman named “Ba´ igipo´ hoaa´” or
several.) (Everett 2005: 623)
T: “Ba’ igipo’ miró a la tarántula de cerca”.

Pareciese, por el contrario, que hubiera conceptos de “todo”, “báaiso” y “parte”, “gíiái” en el pirahã; sin
embargo, solo debido a la traducción tendrían estos valores según el autor. Veamos los siguientes
ejemplos:

(3) tíobáhai hi bá -a -i -so kohoai -sóog -ab -agaí


child he touch –causative -connective -nominalizer eat-desiderative -stay –thus
GC: niño él tocar –causativo-conectivo -nominalizador comer-desiderativo-quedar-así
“The child wanted/s to eat the whole thing.” (lit.“Child muchness/fullness eat is desiring.”) (Everett 2005: 624)
T: “El niño quería comerlo completo.”

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(4) tíobáhai hi gíi -ái kohoai -sóog -ab -agaí


child he that –there eat -desiderative -stay –thus
GC: niño él eso-allá comer-desiderativo-quedar-así
“The child wanted/s to eat a piece of the thing.”(lit. “Child that there eat is desiring.”) (Everett 2005: 624)
T: “El niño quería comer un pedazo de la cosa.”

Como vemos en los ejemplos, estos no serían cuantificadores en sí, sino simples ensamblajes
morfológicos con otros valores semánticos. Otros usos de los mismos son como nombres o como
modificadores postnominales según el lingüista. Mirando el ejemplo siguiente pareciese que sí se tratara
de un cuantificador:

(5) tiobáhai hi poogaíhiaí báaiso kohoai -sóog -ab -agaí


child he banana whole eat -desiderative -stay –thus
GC: niño él plátano todo comer-desiderativo-quedar-así
“The child wanted/s to eat the whole banana.”(lit. “Child banana muchness/fullness eat is desiring.”) (Everett
2005: 625)
T: “El niño quería comer el plátano completo.”

Sin embargo, presenta otro ejemplo que hace dudar de la naturaleza cuantificadora de “báaiso” como
“todo”. Él cuenta el caso de un pirahã que mató una anaconda. Primero, el pirahã afirma que un
extranjero comprará “toda” la anaconda. Cuando el extranjero compra solo un pedazo de la misma, el
pirahã sigue utilizando “báaiso” para decir que la compró. Es decir, esta no tendría el valor de un
“todo”. Veamos los ejemplos presentados por Everett:

(6) ’áoói hi paóhoa’ai ’isoí báaiso ’oaboi -haí


foreigner he anaconda skin “whole” buy -relative certainty
GC: extranjero él anaconda piel “todo” comprar-certitud relativa
“The foreigner will likely buy the entire anaconda skin.” (Everett 2005: 625)
T: “Es probable que el extranjero compre la piel de anaconda completa.”

(7) ’aió hi báaiso ’oaob -áhá hi ’ogió ’oaob -áhá


affirmative he “whole” buy-complete certainty he bigness buy -complete certainty
GC: afirmativo él “todo” comprar-certitud complete él grandeza comprar-certitud completa
“Yes, he bought the whole thing.” (Everett 2005: 625)
T: “Sí, la compró toda”.

Por supuesto, existen muchos más ejemplos en su artículo original. Aquí solo he seleccionado los más
interesantes a mi parecer, puesto que son los que enmarcan el argumento general. Valdría la pena seguir
estudiando este fenómeno con el fin de poder afirmar los resultados de este enfoque o, de lo contrario,
presentar buenos contraargumentos. Después se analizará los argumentos de NPR (2007) sobre el
tema.

Algo interesante que menciona Everett (2005: 625) sobre su experiencia en el campo es el hecho de
intentar enseñar a los pirahã los números en portugués. Como él menciona en su texto, muchos de
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hechos querían aprender estos números para poder comunicarse de una mejor manera con los
comerciantes que los proveen de víveres y alcohol; sin embargo, después de extenuantes pruebas, no
logró enseñarles prácticamente nada. Según el investigador, esto tendría que ver con el PIE (Principio
de Inmediatez de la Experiencia), por el cual la cultura pirahã está restringiendo la gente no emplear
numerales, ya que estos no son necesarios para su vida actual o inmediata. El aprender números de
otras lenguas sería, entonces, una tarea casi imposible, visto que esta gente no tendría este concepto de
cuantificación en sus mentes.

A continuación, presentaremos las pruebas de Everett acerca de la ausencia de incrustación en la


gramática pirahã.

4.2. Incrustación

Una de las características más inusuales de la lengua pirahã es la ausencia de incrustación en sus sintaxis.
Esto significaría que habría una ausencia de recursividad a nivel sintáctico según Daniel L. Everett. En
nuestra lengua, por ejemplo, a los verbos “decir”, “pensar” y “querer” les sigue un complemento
clausal, como en “Yo digo que el pirahã es raro” o “yo pienso que esto es difícil”. En pirahã, sin
embargo, los contenidos de tales verbos se expresarían sin incrustación. Así:

(8) ti gái-sai kó ’oí hi kaháp -ií


I say -nominative name he leave –intention
GC:Yo decir-nominativo nombre él marcharse-intención
“I said that Kó ’oı´ intends to leave.” (lit. “My saying Kó’oí intend-leaves.”) (Everett 2005: 629)
T: Yo digo que Ko’oi’ pretende marcharse.”
(Resalto este prefijo “-sai”, puesto que aparecerá en diversas construcciones consideradas como recursivas por
las contrapartes.)

El verbo gái en pirahã siempre es nominalizado, por lo que no ocurre una subordinación; no obstante,
esta nominalización no se da por el –sai. Ya se explicará con mayor profundidad después. La
traducción, por supuesto, al estar en nuestra lengua, ocurre empleando una construcción subordinada.
Una traducción que se ciña más al pirahã es la que aparece como literal. Por otro lado, en pirahã no
existe el verbo “pensar”, por lo que se emplea el verbo “decir” para expresar este contenido
intencional. Entonces, una frase como “Juan piensa que…” sería expresada en pirahã como “Lo dicho
de Juan…” o algo similar.

Por otro lado, otro tipo de cláusulas de complemento se realizan de forma parecida en pirahã,
empleando también este sufijo “-sai”.
(9) A. hi ob –áa’áí kahai kai -sai
he see -attractive arrow make –nominative La estructura aquí es SVO.
GC: él mirar-atractivo flecha hacer-nominativo
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B. kahaí kai -sai hi ob -áa’áí


arrow make -nominative he see –attractive La estructura aquí es OSV.

C. ∗hi kahaí kai –sai ob -áa’áí


he arrow make –nominative see attractive
GC: él flecha hacer- nominative mirar atractivo
“He knows how to make arrows well.” (lit. “He sees attractively arrow-making.”) (Everett 2005: 629)
T: “Él sabe cómo hacer flechas bien.”

Hasta B, parecería que la incrustación es plausible en el pirahã; sin embargo, cuando intentamos
formular C, incrustando esta “cláusula” entre el sujeto y el verbo se genera una agramaticalidad. Según
Everett: “Además, aunque el orden de cláusulas de “complemento” y “matriz” pueden ser revertidos, la
cláusula “incrustada” nunca puede aparecer en posición del objeto directo (la traducción es mía)32”
(Everett 2005: 629). Por supuesto, en ninguno de los casos sucede una incrustación. Son cláusulas
simples.

Otra prueba de falta de incrustación según el lingüista son las evidencias que él encuentra en las formas
interrogativas. Veamos sus ejemplos:

(10) A. hi gó ’igí -ai kai -sai hi ’ ob -áa’áí


he information question associate -do/be make -nominative he see –attractive
GC: él pregunta de información asociar-jacer/ser hacer-nominativo él mirar-atractivo
“What [thing/kind of] making [does he] know well?” (lit. “He what associated making sees well?”)
T: “¿Qué sabe hacer bien?”

B. ∗hi go´ ’igi -ai ’ob -a´a’a´ ı´ kai -sai


“What thing [does he] know well to make?” (lit. “What associated thing he knows well to make/making?”)
(Everett 2005: 629)
T: ¿Qué sabe hacer bien?

Como vemos, hay agramaticalidad en el caso de B, ya que el orden de las cláusulas debe ser el de A.
Según Everett, no hay incrustación, visto que la palabra interrogativa debe siempre tener una posición
inicial en las frases y la aparición de toda la cláusula al frente de la construcción significa que la pregunta
de la extracción no surge desde dentro de una incrustación u otra frase, sino dentro de la misma frase
(Everett 2005: 629).

Otros ejemplos muchos más claros de falta de incrustación y que tienen relación con el punto anterior
son los que presentaré a continuación:

(11) ti kobai -baí ’áoói hi ’íkao -ap -áp -iig -á


I see -intensive foreigner he mouth -pull -up -continuative –declarative
GC: Yo mirar-intensivo extranjero él boca –levantar-continuativo-declarativo
“I really watch[ed] the foreigner fishing [with line and hook].” (lit. “I watch the foreigner intently. He was pulling
[fish] out by [their] mouths.”) (Everett 2005: 629)

32“Further, although the order of “complement” and “matrix” clauses can be reversed, the “embedded” clause can never
appear in direct-object position” (Everett 2005: 629).
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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

T: “Yo miré realmente al extranjero pescando.”

(12) *hi gó ’igí -ai hi ’íkaoapápiigá hi kobai -baí ’áoói


he information question associate -do/be he fish he see -intensive foreigner
GC: él pregunta de info. Asociar-hacer/ser él pez él mirar-intensivo extranjero
“What did he pull out by the mouth you watched intently?” (Everett 2005: 629)
T: “¿Qué sacó por la boca que tú mirabas atentamente?”.
(13) hi gó ’igí -ai hi kobai -baí ’áoói
he information question associate-do/be he see –intensive foreigner
GC: él pregunta de info. Asociar-hacer/ ser él mirar-intensivo extranjero
“What did he see the foreigner do?/Why did he watch the foreigner?” (Everett 2005: 629)
T: “¿Qué vio hacer al extranjero?”.

Según Everett, el ejemplo de (12) es agramatical puesto que no hay una relación que pueda ser
entendida para obtener las dos cláusulas. Se estaría haciendo una pregunta que se respondería por una
cláusula y afirmando algo acerca de la otra. Esta, por consiguiente, no sería interpretada por los nativos.
Pareciese que hubiese una simple yuxtaposición de cláusulas, las cuales no están unidas mediante una
incrustación. En el punto 6, veremos análisis mucho más interesantes y contundentes acerca de estos
puntos y, sobre todo, en relación con “-sai”.

Todos estos ejemplos fueron dados para casos de recursividad anidada; no obstante, para el caso de
recursividad de cola, también hay bastantes ejemplos. El no poseer ambas demostraría que el pirahã no
poseyera recursividad específica como la hemos definido al principio.

Veamos este ejemplo, en el cual solo hay un nivel de posesión. Forzar un nivel dos de recursión de cola
causaría agramaticalidad:

(14) ’ísaabi kai gáihií ’íga kó ’oí hoagí ’aisigí -aí


name daughter that true name son the same –be
GC: nombre hija eso verdadero nombre hijo el mismo-ser
“That is ’ísaabi ‘s daughter. Kó ’oí’s son being the same.”
T: “Esta es la hija de ’ísaabi. Siendo igual hijo de Kó’oí.”.

Según el lingüista, esta frase daría a entender que ‘Ísaabi es hijo de Kó’oí. Algo así como “esa es la hija
del hijo de Kó’oí”. Al no poder expresar algo de ese tipo, se requiere oraciones contiguas de este tipo.
Gracias a este y a muchos ejemplos más, los cuales pueden ser revisados en el artículo original de
Everett mencionado en la bibliografía, Everett concluye que:

Aunque el pirahã con toda seguridad tiene los recursos comunicativos para expresar cláusulas que
en otras lenguas están incrustadas, no hay evidencia convincente de que el pirahã, de hecho, tiene
incrustación y, como hemos visto, postularlo complicaría nuestro entendimiento de la formación de
preguntas. Esto se seguiría del principio de inmediatez de codificación de la información, que tomo

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como el principio icónico que restringe la conformidad de la gramática a la restricción cultural (la
traducción es mía)33. (Everett 2005: 631)

Esta conclusión fue la que suscitó grandes polémicas en el mundo de la lingüística formal y por la cual,
lingüistas como Nevins, Pesetsky y Rodrigues presentaron un artículo a modo de respuesta en 2007. En
el siguiente apartado se presentará la interesante propuesta de los lingüistas del MIT acerca de la
recursividad en el pirahã y el caso de los numerales, obviamente, contradiciendo los puntos presentados
en este apartado. Por supuesto, Everett también se pronunció al respecto y ha brindado un corpus
mucho más rico y lleno de ejemplos. NPR, por su parte, han empleado el corpus presentado por
Everett en 1986 y 1987 en sus tesis para PhD acerca del pirahã. Vale la pena mencionar que ellos basan
toda su argumentación en esta tesis, dicho de otra forma, confrontan la opinión del Everett de hace
más de veinte años con la actual. A parecer propio, esto es una estrategia interesante pero poco
productiva, pues se asume que los lingüistas o los científicos en general no pueden o no deben cambiar
sus líneas de trabajo después de realizar análisis más detallados en su objeto de estudio. Por otro lado,
ellos agregan algunos ejemplos en otras lenguas, algunos errados, los cuales también serán discutidos en
el apartado 6, junto con los contraargumentos del mismo Everett y algunas propuestas de mano propia.

5. NPR: el otro lado

Nevins, Pesetsky y Rodrigues presentan su respuesta al artículo de Everett en 2007. Ellos, desde un
principio, se oponen a cada uno de los postulados de Everett, arguyendo que el pirahã no es en sí una
lengua muy diferente de las demás. Para estos, el pirahã sí presentará casos claros de recursividad
sintáctica y, para tal cometido, emprenden una labor de comparación entre lo postulado por el lingüista
en el Handbook of Amazonian Languages publicado en 1986, su tratado gramatical sobre el pirahã de 1987
y su artículo de 2005. Por supuesto, ellos toman como base de su trabajo los trabajos de Everett de
hace más de veinte años, pues ellos los consideran de mayor rigor científico; sin embargo, mi opinión es
contraria, como se puede notar en el apartado previo.

Para NPR, lo presentado por Everett en su más reciente artículo estaría basado en concepciones y
análisis incorrectos, los cuales serían fácilmente discutibles y puestos a prueba mediante comparaciones
con otras lenguas que presentan los mismos fenómenos; empero, estos nunca evidencian el hecho de
que sus argumentos solo se dan individualmente en algunas lenguas y no, en conjunto, como en pirahã,
por lo que esta sería de igual fascinación, a pesar de no contar con recursividad, de ser el caso.

33“Although Pirahã most certainly has the communicative resources to express clauses that in other languages are
embedded, there is no convincing evidence that Pirahã in fact has embedding, and, as we have seen, positing it would
complicate our understanding of question formation. This would follow from the principle of immediacy of information
encoding, which I take to be the iconic principle constraining the grammar’s conformity to cultural constraint” (Everett
2005: 631).
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Lo que afirman, en primer lugar, es que el Principio de inmediatez de la experiencia es irrelevante para
la gramática universal y, por consiguiente, fallaría al explicar estas peculiaridades en pirahã; sin embargo
aparentan cierta apertura con respecto al pirahã al afirmar lo siguiente:

En la práctica, un lingüista que investiga la gramática de la forma descrita arriba generalmente se


embarca en la tarea con un “marco teórico” en mente—un conjunto de creencias acerca de
aspectos de la gramática que son casi “no-negociables” y considerados no variables de lengua a
lengua, junto con un grupo de expectativas acerca de las formas en que las lenguas varían. […]
Lógicamente, por supuesto, es posible que creencias consideradas “no-negociables” resulten ser falsas
y no es jamás bueno ser tan rígido acerca de las expectativas de uno que devenga en imposible a un
nuevo descubrimiento ofrecer el elemento de sorpresa (la traducción es mía)34.” (NPR 2007: 4)

Por otro lado, ellos hacen explícito el hecho de que emprenden la investigación debido a todo el boom
que la prensa ha generado en torno a los hallazgos de Everett. Para ellos, por consiguiente, afirmar que
lo presentado por Everett es “el último clavo para la inmensamente influyente teoría acerca de la
gramática universal de Noam Chomsky (la traducción es mía) 35” (The New Scientist, 18 de marzo de
2006), o que esto “es un golpe devastador para la teoría chomskiana 36” (The Independent 6 de mayo de
2006), es una exageración y, por tanto, es de ellos el pronunciarse, visto que todo esto, desde su punto
de vista, es un sinsentido.

Dejando un poco atrás el pathos, vale la pena ingresar ahora a sus ejemplos y propuestas que de alguna
forma probarían que sí hay recursividad en el pirahã. En primer lugar, NPR afirman que Everett de
alguna forma estaría yendo en contra de la propiedad formal de “infinitud discreta”, la cual es central en
la facultad humana del lenguaje. Chomsky, Hauser y Fitch describen esta propiedad de la siguiente
manera:

La propiedad nuclear de la infinitud discreta es intuitivamente familiar para cada usuario de la


lengua. Las oraciones se construyen de unidades discretas: Hay oraciones de seis palabras y de siete
palabras, pero ninguna de 6.5 palabras. No hay oración más larga (cada oración candidata puede ser
sometida a incrustación, por ejemplo, incrustación en “María piensa que…”), y no hay límite
superior no-arbitrario para la longitud de las oraciones. En este sentido, el lenguaje es directamente
análogo a los números naturales. Mínimamente, entonces, la FL incluye la capacidad de recursión.
(La traducción es mía.)37 (CHF 2002: 1571)

34 As practical matter, a linguist investigating grammar in the manner described above generally embarks upon the task with
a “theoretical framework” in mind—a set of beliefs about aspects of grammar that are almost “non-negotiable” and
believed not to vary from language to language, coupled with a set of expectations about ways in which languages do vary.
[…] As a logical matter, of course, it is possible that beliefs considered “non-negotiable” will return out to be false, and it is
never good to be so rigid about one’s expectations that it becomes impossible for a new discovery to offer the element of
surprise (NPR 2007: 4).
35 “the final nail in the coffin for Noam Chomsky’s hugely influential theory of universal grammar” (The New Scientist, 18 de

marzo de 2006).
36 “Strikes a devastating blow to Chomskian theory” (The Independent 6 de mayo de 2006).
37 The core property of discrete infinity is intuitively familiar to every language user. Sentences are built up of discrete units:

There are 6-word sentences and 7-word sentences, but no 6.5-word sentences. There is no longest sentence (any candidate
sentence can be trumped by, for example, embedding it in “Mary thinks that . . .”), and there is no nonarbitrary upper
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De esta forma, la propuesta de Everett también violaría la regla de Merge propuesta por Chomsky en
1995, según la cual se tomarían dos unidades discretas ofrecidas por el lenguaje humano, las cuales se
combinarían para formar una nueva unidad, la frase. Esto tendría que ver con el conocido dogma de la
binaridad (en Lingüística generativa) que no puede ser violado al hacer diagramas arbóreos en sintaxis.
De tratarse así, Everett estaría muy equivocado, pues dado su corpus, sí podríamos hacer diagramas
arbóreos y encontrar estructuras binarias; no obstante, este argumento le costará caro a NPR, puesto
que, como se afirmará en el apartado 6, Everett nunca mencionó esto en su artículo, pues nunca
discutió el hecho de la existencia o no de la infinitud discreta, sino tan solo el de la recursividad
sintáctica (caso concreto, incrustación).

5.1. Las restricciones de recursividad: el caso del alemán y el pirahã

Según NPR, “algunas instancias de Merge en las lenguas del mundo bloquean otras instancias de Merge de ocurrir (la
traducción es mía)38” (NPR 2007: 11). Así se podría argumentar que el genitivo en inglés es recursivo (alcanza un nivel
mayor a 2), mientras que el genitivo sajón, como en el caso del alemán, no.

(1)
a. John's car (English)
b. Hans-ens Auto (German) (NPR 2007: 11)
T: El carro de Juan.

(2)
a. [John's car's] motor (English)
b. *[Hans-ens Auto]-s Motor (German) (NPR 2007: 12)
T: El motor del carro de Juan.

El pirahã, con tal evidencia, se parecería mucho al alemán al no poderse formar un genitivo recursivo,
lo cual dejaría totalmente de lado aquella perspectiva que asume a la cultura como causante de esto.
Veamos los ejemplos en pirahã:
(3)
a. Posesor prenominal no-recursivo
xipoógi hoáoíi hi xaagá
Xipoógi shotgun 3 be
GC: Xipoógi escopeta 3 ser
“That is Xipoógi's shotgun.” (Everett 1986: 205)
T: “Esa es la escopeta de Xipoógi.”

b. Recursión en posesor prenominal


*kó'oí hoagí kai gáihií 'íga

bound to sentence length. In these respects, language is directly analogous to the natural numbers. At a minimum, then,
FLN includes the capacity of recursion (CHF 2002:1571).
38 “certain instances of Merge in the languages of the world do block other instances of Merge from occurring” (NPR 2007:

11).
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name son daughter that true


GC: nombre hijo hija eso cierto.
"That is Kó'oí's son's daughter." (Everett 2005: 630)
“Esa es la hija del hijo de Kó’oí.”

Como vemos, al igual que en alemán, en pirahã no se puede hacer recursión en el posesor prenominal,
lo cual probaría que lo mismo que impide la posibilidad de recursión para este caso en alemán también
lo hace en el pirahã. Para NPR esta sería la prueba de que el pirahã es tan común como otras lenguas en
el caso del genitivo. Antes de pasar al siguiente punto, es importante recalcar que este análisis por parte
de NPR es errado, lo cual se analizará en el apartado 6, agregando ejemplos de mano propia que
muestran que en alemán sí hay recursividad de cola de borde izquierdo mayor a un nivel dos en posesor
prenominal.

5.2. La incrustación de cláusulas

NPR asumen la posición de que el pirahã sí posee incrustación, posición claramente en contra de lo
postulado por Everett. Ellos, sobre todo, basan sus argumentos con ejemplos del uso del sufijo –sai, el
cual indicaría un topicalizador según Everett (2007), y nominalización, según NPR (2007), argumento
sacado del primer trabajo de Everett de 1986. Según las contrapartes, el análisis anterior era el correcto,
mientras que el análisis actual es incorrecto en lo que postula. Veamos los siguientes ejemplos:

(1) hi ob- áaxáí [kahaí kai- sai]


3 see/know-INTNS arrow make-NOMLZR
GC: 3 mirar/saber-INTNS fleche hacer-NOMLZR
'He really knows how to make arrows.' (Everett 1986:263)
T: “Él sabe realmente cómo hacer flechas.”

(2) xoogiái hi xob-áaxaí [xapaitíisi xohoai- sai] hiaitíihi xigiábi-koí


Xoogiái 3 see-well Pirahã language speak- NOMLZR Pirahã people like- EMPH
GC: Xoogiái 3 mirar-bien lengua Pirahã hablar-NOMLZR personas Pirahã como-ENF
'Xoogiái really knows how to speak Pirahã, like the Pirahã.' (Everett 1986:222)
T: “Xoogiái sabe realmente cómo hablar Pirahã, como los Pirahã.”

(3) kóxoí soxóá xibíib-i- haí [tiobáhai biío kai-sai]


Kóxoí already order-PROX-RELATIVE CERT child grass do-NOMLZR
GC: Kóxoí ya odernar-PROX-CERT RELATIV niño pasto hacer-NOMLZR
'Kóxoí already ordered the child to cut the grass.' (Everett 1986:263)
T: “ Kóxoí ya ordenó al niño cortar el pasto”.

(4) ko xoogiái gói tiobáhai xibíib-a- áti [xabo-óp-i- sai]


VOC Xoogiái 2IMP child order-REMOTE- UNCERT turn- go-EP-NOMLZR
GC: VOC Xoogiái 2IMP niño ordenar-REMOTO-INCERT voltear-ir-EP-NOMLZR
'Hey, Xoogiái! Make your child return!' (Everett 1986: 220)
T: “¡Ey, Xoogiái! ¡Haz que tu niño regrese!”

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Para NPR, estas cláusulas incrustadas por –sai tienen una apariencia nominal debido a una supresión de
aspecto a distinciones de concordancia que se dan en los verbos de la cláusula principal. De esta forma,
ellos afirman que el complemento de incrustación en pirahã es el sufijo que ya mencionamos antes y,
además, los argumentos de Everett no tendrían razón. A primera vista, parece que los lingüistas tienen
razón, puesto que su análisis es bastante bueno y bien pensado; no obstante, en el próximo apartado
veremos como NPR han confundido cómo funciona este sufijo.

La ausencia de flexión en las cláusulas con –sai sería un argumento a favor para la idea de que el sufijo
es el marcador de subordinación, pues se agregaría al verbo, impidiendo su flexión y así subordinando
la frase cuyo núcleo es aquel verbo flexionado a la frase principal. Como veremos más adelante, este
análisis también presenta algunos problemas de interpretación, entendibles pues NPR no conocen a
fondo el pirahã y solo se están basando en un corpus restringido al igual que nosotros; no obstante, no
se puede descartar que su análisis es bueno desde el punto de vista de carencia de corpus, pues muchos
lingüistas quizás deducirían lo mismo con tales datos.

5.3. Parataxis

En el ejemplo (11) del apartado cuatro, vimos lo que para nosotros en nuestras lenguas es recursividad,
expresado, sin embargo, mediante una yuxtaposición de ideas. Así, NPR presentan los siguientes
ejemplos:

(8) Conjunción paratáctica (Everett 1986: 223)


a. xisaitoógií hi kapiigakagakai-baí xoogiái hi koíhi xabaxáígio
Xisaitoógií 3 study- INTNSF Xoogiái 3 little only
GC: Xisaitoógií 3 estudiar-INTNSF Xoogiái 3 solo poco
'Xisaitoógií studied a lot. Xoogiái (studies) very little.'
T: “Xisaitoógií estudió mucho. Xoogiái (estudia) muy poco”

b. batío paga póoko xoogiái hi mais paga bíi19


Martinho pay little Xoogiái 3 more pay well
GC: Martinho paga poco Xoogiái 3 más pagar bien
[lit. 'Martinho pays little. Xoogiái pays better. - authors]
'Xoogiái pays better than Martinho.'
T: “Xoogiái paga mejor que Martinho.”

Como podemos notar, ninguno de los dos ejemplos presenta –sai, y no pueden ser analizados como
argumentos de un predicado dentro de otra; sin embargo, es claro que tanto una frase como la otra
están al mismo nivel. Según NPR, la parataxis puede ser usada en algunas lenguas para expresar lo que
otras lenguas expresarían mediante incrustación clausal; no obstante, no encuentran una explicación
clara para la ausencia de tiempo y aspecto en la morfología de los verbos con –sai, los cuales según ellos
sí serían núcleos de las cláusulas subordinadas, lo cual es muy común en pirahã.
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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

5.4. La ausencia de cuantificadores

NPR menciona estar en contra del enfoque de Everett, basándose en su antiguo estudio de 1986, y
afirma, al mismo tiempo, que este de mayor rigor científico. Esta opinión continúa para el tema de la
ausencia de cuantificadores en el pirahã. Para los lingüistas, la lista de cuantificadores presentada pro
Everett sería la siguiente, la cual fue extraída de su artículo de 1986:

Pirahã quantificational vocabulary (Everett 1987: 352) (traducción de NPR)


xogió 'all' “todo xaibóai 'half' “medio”
xaíbái / báagiso 'many' (count nouns) “muchos” hói 'one' “uno”
xapagí 'much' (non-count nouns) “mucho” hoi 'two' “dos”
xoíhi 'a little' “poco” xi ába 'nothing' “nada

Los ejemplos (6) y (7) del apartado 4.1, entonces habrían sido mal interpretados. NPR afirman que
quizás el haber interpretado báaiso como “todo” es errado; sin embargo, esto no significa que puedan
significar de manera diferente. Así, argumentan que se podría tratar de un tipo de cuantificación
distinta. Por otro lado, llegan a la conclusión que este báaiso podría siempre tener el valor de parte, algo
así como un cuantificador partitivo.

Así como en los otros casos, veremos que el análisis de NPR es algo impreciso y errado. Everett en su
respuesta presenta un análisis más detallado del fenómeno de los cuantificadores, los cuales,
aparentemente no existen en pirahã. Esto, por supuesto, será discutido en el siguiente apartado con
detalle, agregando algunos ejemplos hechos por mí. Hay muchos más argumentos de NPR y Everett
que no han sido tocados en todos los apartados previos por una simple cuestión metodológica y de
puntualidad. De querer profundizar en el tema, se recomienda seguir las citas y leer los trabajos
originales de los lingüistas.

6. Contraargumentación

A pesar de la gran publicidad que se realizó debido al trabajo de Everett y por el cual Nevins, Pesetsky y
Rodrigues emprendieron su artículo, la presente investigación no pudo encontrar evidencias
contundentes en los análisis de los últimos tres lingüistas que pudiesen, de alguna forma, contradecir o
falsear las ideas de Everett. Lamentablemente, muchos lingüistas solo basan sus trabajos en recursos
bibliográficos, olvidando u obviando el tan valioso trabajo de campo, en contacto con los hablantes
reales de una lengua. Sorprende verdaderamente cuan convencidos están NPR de que se necesita hacer
una mayor investigación en el campo de la Lingüística con relación al pirahã, puesto que ellos solo se
han basado en registros bibliográficos de hace más de veinte años, sin siquiera probar cara a cara a un
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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

hablante nativo. Sin duda alguna, nosotros hemos seguido la misma línea; no obstante, no hemos osado
en plantear hipótesis osadas acerca del pirahã, puesto que nos hemos enfocado simplemente en falsear
algunos argumentos errados. Por otro lado, NPR emplean ejemplos en otras lenguas que no conocen,
sin siquiera averiguar si existen otras posibilidades de ensamble frasal en dichas lenguas. Dicho de otro
modo, se basaron en ejemplos muy precisos y descuidaron las otras posibilidades. Sin duda alguna, no
podemos criticar el análisis completo por los simples ejemplos; sin embargo, NPR basan casi todo su
trabajo en contraejemplos, con el fin de probar que la hipótesis de Everett es errada, sin olvidar, por
supuesto, que muchas de sus interpretaciones se desprenden de sus propias traducciones al inglés.
Obviamente, el inglés es una lengua en la que sí existe recursividad sintáctica; no obstante, no podemos
afirmar que porque en la traducción sí se logra expresar recursividad sintáctica, en la lengua original se
tiene que dar de la misma forma.

Vale la pena recalcar que NPR afirman que Everett piensa que los pirahã no piensan recursivamente.
Esto, por supuesto, es una malinterpretación. Everett nunca afirmó que los pirahã no puedan pensar
recursivamente, sino, por el contrario, que sí lo hacen; sin embargo, su sintaxis no es recursiva a nivel
específico: no plasma el pensamiento de tal forma. Asimismo, Everett nunca ha dicho que no existe la
infinitud discreta. Esto ni siquiera ha sido mencionado por el lingüista. Quizás la ola periodística ha
sensacionalizado un poco esto y ha llevado a algunos lingüistas a exagerar en su cometido.

A mi parecer, el trabajo de campo es crucial a la hora de estudiar e interpretar córpora de una lengua
determinada, por lo que pido disculpas una vez más, al hacer este análisis desde el escritorio. Al igual
que NPR no conozco el pirahã y no lo sé pronunciar, por lo que puedo fallar en alguna interpretación
gramatical; empero, en cuanto a los contraejemplos para los ejemplos de NPR que presento en los
apartados siguientes, puedo decir que sí son de mano propia en constante interacción con hablantes
nativos de esas lenguas (caso concreto en alemán), lo cual me permitió percatarme de sus errores
cometidos, por lo que mi análisis es en parte de oficina y de campo.

A continuación, presentaré contraejemplos a los ejemplos de NPR, agregando algunos aspectos


teóricos importantes, lo cual será de suma importancia a la hora de determinar que los argumentos de
los tres lingüistas no son suficientes para afirmar que Everett está equivocado; por el contrario,
pareciese que le han otorgado más argumentos para darse cuenta que la hipótesis funciona.

6.1. Ausencia de posesores apilados en pirahã y alemán

Según Everett, la ausencia de recursividad en el pirahã predeciría la falta de muchos posesores, así como
la ausencia de numerales, de verbos auxiliares, de conjunciones y de disyunciones. Por falta de tiempo,

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no se podrá tratar cada uno de los puntos; no obstante, se intentará hacer hincapié en los más
importantes. NPR afirman que algo parecido al pirahã estaría sucediendo en alemán; sin embargo,
como se mencionó en los párrafos previos, esta interpretación es errada.

Si nos fijamos en el ejemplo (2) de 5.1., pareciese que no se puede hacer una recursión de cola al igual
que en pirahã, lo cual probaría que aquella característica es común en ciertas lenguas y no tendría por
qué ser consecuencia de un principio de inmediatez de la experiencia; empero, esto no es así.

Veamos los siguientes ejemplos:

(1) Peters Vaters Auto.


El carro del padre de Pedro.

(2) Peters Bruders Computer.


El computador del hermano de Pedro.

(3) Der Hund von den Eltern von meiner Frau./Der Hund von den Eltern meiner Frau.
El perro de los padres de mi esposa.

En (1) y (2) vemos que las conclusiones de NPR son erróneas, visto que construcciones genitivas de
más de dos posesores sí pueden construirse en alemán. El genitivo –s, sin embargo, no se comporta de
la misma forma que en inglés, visto que existe una restricción. Este tipo de genitivo solo se puede
utilizar con posesores que sean términos de parentesco. Por supuesto, el ejemplo (2) de 5.1. sí es
agramatical, ya que no hay un término de parentesco, por lo que se podría deducir que una restricción
cultural está funcionando también en alemán siguiendo lo propuesto por Everett (2005). De esta forma,
solo hay recursión de cola para el genitivo con –s en alemán mientras se trate de posesores que refieran
a términos de parentesco. Debido a esto, pareciese que NPR le han dado un argumento más a Everett
para que su hipótesis tenga sustento.

Por otro lado, en (3) vemos otro tipo de construcción recursiva de posesión en alemán, la cual emplea
la preposición von (en español “de”) al igual que en nuestra lengua. Esta recursión de cola sería la
misma que empleamos a diario en castellano y la cual es común en alemán, por lo que, una vez más, el
argumento de NPR no tiene sustento. Así, por medio de una simple comparación, vemos que en pirahã
ningún tipo de recursión específica es posible para ningún caso de posesión mayor a nivel dos, mientras

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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

que en alemán sí es posible en todos los casos (al emplear von) y el algunos casos, como para los
términos de parentesco.

6.2. La ausencia de subordinación: el caso de -sai

NPR se basaron en los análisis de Everet de 1986 y 1987 excluyendo la posibilidad de un mejor análisis
veinticinco años después. Es por ello que afirman que el sufijo –sai causaría una nominalización (como
en (4), (5), (6) y (7) de 5.2.) de la cláusula, la cual sería automáticamente subordinada a la cláusula
principal. Al descartar los nuevos análisis, NPR se cerraron ante la antigua propuesta y ni siquiera se
fijaron en lo propuesto por Everett recientemente. Este último, según sus últimos estudios, considera
que –sai es un marcador de información vieja y no es, de ninguna forma, un nominalizador. Así, este
podría usarse en un gran rango de contextos:

-sai on 'embedded' clauses/-sai en cláusulas “incrustadas”:


(4) (hi) 'obáaxa'i' (hi) kahaí-kai-sai.
he sees well (he) arrow-makes-old information
GC: él mira bien (él) flecha-hace-información antigua
'He is really smart/very talented. (That is with respect to the fact that) he makes
arrows well.' (Everett 2007: 10)
T: “Él es realmente inteligente/muy talentoso. (Eso es en relación con el hecho de que) él hace flechas bien.”

no –sai in either clause/ ningún –sai en ninguna de las dos cláusulas:


(5) (hi) 'obáaxa'i' (hi) kahaí-kai -bai
he sees well (he) arrow-make –intensive
GC: él mira bien (él) fleche-hacer-intensivo
'He makes arrows well.' (Everett 2007: 11)
T: “Él hace flechas bien.”

-sai on 'main' clause/-sai en la cláusula « principal »


(6) hi 'obáaxáí -sai kahaí' -kai -koí
he sees well –old information arrow -make –intensive
GC: él mira bien –información pasada flecha-hacer-intensivo
'He makes arrows well.' (Everett 2007: 11)
T: “Él hace flechas bien.”

inflected verb 'to say' + inflected 'embedded verb' (no –sai)/verbo “decir” inflexionado +verbo
“incrustado” inflexionado (sin –sai)
(7) (hi) gaxagaxaiabaí (ti) kahápiisoogabagaí
he say (I) want to go
GC: él dice (yo) quiero ir
"He says 'I want to go.'(Everett 2007: 11)
T: “Él dice “Yo quiero ir”.”

-sai on a morphologicall simple NOUN/-sai en un NOMBRE morfológicamente simple


(8) kóxoí -sai (hi) kahápií
name -old information he go
GC: nombre –información Antigua él ir
'Ko'oi left.' (Everett 2007: 11)
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T: “Ko’oi se fue.”

Como menciona el mismo Everett, “es verdad que Everett (1986) analiza –sai como un nominalizador
(la traducción es mía)39” (Everett 2007: 11); sin embargo, un estudio profundo de los casos en los cuales
se utiliza este sufijo lo llevan a la conclusión de que este también se emplea en expresiones nuevas para
indicar que son nombres. Como él mismo menciona, sería absurdo que un nombre tenga de sufijo a un
nominalizador, por lo que este solo sería un marcador de información vieja. Así, –sai sufijaría a
nombres cuando estos expresan una acción pasada, como topicalizador de acción pasada.

Según Everett,
Cada construcción en cada lengua debería ser estudiada es sus propios contextos lingüístico y
cultural antes de llegar a una conclusión acerca de esta. Esta es una razón por la cual estoy de
acuerdo con un enunciado que escuché de un lingüista de campo hace algunos años , que ninguno
debería estar permitido de escribir un artículo sobre una lengua antes de haber escrito la gramática
entera de aquella lengua. Solo después de haber escrito una gramática de una lengua, puede uno
contextualizar su entendimiento de cómo las estructuras, las construcciones y los significados
funcionan en aquella lengua. NPR son “caseros” del método de intuición a primera vista y, como
vemos directamente, esto los lleva no solo a sus vergonzosas especulaciones acerca del pirahã, sino
a análisis erróneos e igualmente malinformados de lenguas bien conocidas como el alemán. (La
traducción es mía.)40. (Everett 2007: 12)

En este sentido, dados los ejemplos, pareciese que hasta el momento Everett tiene razón (a pesar de
algunas fallas en sus propios ejemplos en alemán, no de gramaticalidad sintáctica, sino morfológica),
visto que NPR solo se han basado en lo que él escribió antes para sacar conclusiones y porque hasta el
momento no han presentado ningún argumento que contradiga lo postulado por Everett.

6.3. El pseudo-problema de la parataxis

En el ejemplo (8) de 5.3., vimos que existe, según NPR, unas estructuras que, en ausencia de –sai,
forman lo que se conoce como parataxis. Para los lingüistas, esta yuxtaposición sería indicio de un tipo
de recursividad. Como veremos, esto no se trata de ningún tipo de yuxtaposición, sino, por el contrario
de dos ideas completamente distintas. Los lingüistas, al no conocer el pirahã, tomaron los ejemplos de
la bibliografía de Everett de hace veinticinco años sin siquiera consultar o hacer un trabajo con los
hablantes, para así comprobar sus hipótesis.

39 “it is true that Everet (1986) analyses the –sai as a nominalizer” (Everett 2007:11).
40 “Each construction in each language should be studied in its appropriate linguistic and cultural contexts before drawing
any conclusions about it. This is one reason I almost agree with a statement that I overheard from a field linguist a few years
ago that no one should be allowed to write an article about a language before they have written an entire grammar of the
language. Only after writing a grammar of a language can you contextualize your understanding of how structures and
constructions and meanings work in that language. NPR is rife with the eyeballing methodology and, as we see directly, this
leads them not only to their embarrassing speculations about Pirahã, but erroneous and equally misinformed analyses of
languages as well-known as German”(Everett 2007: 12).
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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

-Sai, en aquellos casos no aparece en ninguna de las dos cláusulas; no obstante, podríamos poner –sai,
en cualquiera de las dos para dar a entender que una de las dos sucedió antes. Ni la primera está
subordinada a la segunda, ni las dos están yuxtapuestas, sino que ambas expresan conceptos distintos.
Como mencionaba antes, la traducción al inglés hace que ellos piensen que lo que no está en pirahã
está, pues sí aparece en su traducción. Veamos los siguientes ejemplos:

(9) hi xobáaxai -iigá hi kahaí kai -baí-sibiga


he sees well -continuative he arrow make -intensive-deductive
GC: él mira bien-continuativo él flecha hacer –intensivo-deductivo
'He is being really smart/knowing well. He really makes arrows.'
T: “Él está siendo realmente inteligente/sabiendo bien?. Él realmente hace flechas.”

Moreover, -sai can appear on either clause, modulo the information structure of the discourse (Por otra parte, -sai
puede aparecer en cualquiera de las dos cláusulas, por medio de la estructura de la información del discurso):

(10) a. hi xobáaxáí -sai hi kahaí kai -baí -sibiga


he sees well -old information he arrow make -intensive –deductive
GC: él mira bien –información antigua él flecha hacer –intensivo-deductivo

b. hi xobáaxai hi kahai kai -baí -sai


he sees well he arrow make -intensive -old information
GC: él mira bien él flecha hacer-intensivo- información antigua
'He is being really smart/knowing well. He really makes arrows.' (Everett 2007: 15 y16)
T: “Él está siendo realmente inteligente/sabiendo bien. Él realmente hace flechas.”

Como observamos, aunque no habría parataxis o coordinación alguna. Se trataría de dos ideas
separadas, las cuales pueden o no tener relación entre sí en el discurso. El uso de –sai, como vemos, es
indistinto y depende de lo que queramos decir en pirahã.

6.4. La cuantificación

El que no existan cuantificadores en pirahã daría más indicios de la ausencia de recursividad en esa
lengua, visto que, como se mencionó en los primeros apartados, el contar requiere recursividad, la cual
es tomada prestada del lenguaje, como menciona Wiese (2003). Según Everett, no hay cuantificadores
en pirahã. Esto sería plausible, visto que de no existir recursividad sintáctica específica en la lengua, el
contar no se desarrollaría, pues no tendría de dónde tomar prestados los mecanismos recursivos.
Asimismo, “Experimentos recientes por Michael Frank, Dan Everett, Evelina Fedorenko y Ted Gibson

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confirman fuertemente la ausencia de cuantificación y numerales de cualquier tipo en pirahã (La


traducción es mía.)41” (Everett 2007: 20).

Como bien él afirma, antes él sí creía que aquellos términos presentados en 5.4. eran cuantificadores;
empero, cambió de opinión al aprender metodología de trabajo de campo en semántica, en un artículo
de Lisa Mathewson (2005), lo cual le permitió examinar las verdaderas condiciones de aquellas palabras.

Para Everett, estas serían las palabras con su respectiva traducción, con mayor ceñimiento a la
semántica original:

a. xogió 'that big' T: “eso grande”


b. xaíbái 'be intensive' T: “ser intensive”
c. báagiso 'cause to touch' (i.e. to pile things, or bring things
together) T: “causa tocar” (es decir, apilar cosas o amontonar
cosas)
d. hói 'small' T: “pequeño”
e. hoí 'slightly larger' T: “ligeramente más largo” (Everett 2007: 20)

El lingüista menciona que no intenta exotizar al pirahã, sino, por el contrario, tratar de presentárnosla
de una forma mucho más parecida a la realidad de la lengua, dejando de lado conceptos provenientes
de la traducción o de la primera vista. Así,
Estaría fallando en expresar la riqueza y la distinción del pirahã si me dispusiese a
traducir a la fuerza con el fin de que la traducción se vea menos extraña para un
grupo pequeño de lingüistas, quienes han concedido interés a encontrar estos
cuantificadores en todas las lenguas. […] esto es metodología de primera vista, una
vez más, no análisis, aunque tiene un largo pedigrí en algunos modelos de
lingüística (la traducción es mía)42. (Everett 2007:20)

Estas palabras, siguiendo la línea propuesta por Everett, no manifestarían nunca las verdaderas
condiciones de cuantificadores y, por consiguiente, el análisis de NPR estaría también errado. A mi
parecer, un estudio mucho más profundo, y de campo, debe der realizado en relación a estos supuestos
cuantificadores en pirahã, con el fin de saber cuál enfoque es el más adecuado, a falta de más ejemplos
de uso de estos términos.

Habiendo llegado al final de esta pequeña investigación, quedan abiertas aún muchas dudas acerca de
esta lengua. Pareciese que Everett lleva mucha ventaja hasta ahora debido a la falta de rigurosidad de

41 “recent experiments by Michael Frank, Dan Everett, Evelina Fedorenko, and Ted Gibson strongly confirmed the absence
of numerals and counting of any kind in Pirahã” (Everett 2007:20).
42 “I would be failing to express the richness and distinctness of Pirahã if I were to overtranslate just so that the free

translation could look less strange to a small set of linguists who have a vested interest in finding these quantifiers in all
languages […] This is eyeballing, once again, not analysis, though it does have a long pedigree in some models of linguistics”
(Everett 2007:20).

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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

NPR, los cuales cometieron errores que pudieron haber evitado, de realizar una búsqueda más
profunda(como el caso del alemán); no obstante, mayor investigación de campo es necesaria, para así
encontrar cuál es la mejor interpretación para hechos hoy por hoy tan cuestionados. Quizás este sí es
un reto para la teoría generativa chomskiana. Para mí, un remezón nunca está de más, ya que puede
tanto fortalecer o debilitar la teoría, cuanto aportar un nuevo enfoque a la ciencia del lenguaje en
general.

7. Conclusiones

(1) Everett nunca menciona que los pirahã no puedan pensar recursivamente, sino que esta no está
representada en su sintaxis, a modo de recursividad específica.
(2) Everett nunca afirmó que la infinitud discreta no exista en pirahã.
(3) El alemán no es equiparable al pirahã en cuanto a posesión; al contrario, presenta estructuras de
genitivo con preposición parecidas al español y, de no ser así, utiliza la marca genitiva –s para
términos de parentesco, lo cual parece ser resultado de una restricción cultural, mas no sintáctica.
(4) –sai no es un nominalizador, sino un simple sufijo marcador de información pasada o vieja, al no
presentarse ningún contraejemplo y al NPR haber errado en su interpretación, basándose solo en
documentación antigua.
(5) No hay yuxtaposición en pirahã en el caso de parataxis. Ambas frases son independientes según el
análisis de Everett, el cual presenta mayor evidencia que el de NPR.
(6) No hay argumentos para afirmar o negar la existencia de cuantificadores en pirahã. Everett parece
tener la razón; no obstante hace falta mayor análisis al respecto.
(7) NPR no presentan evidencias contundentes contra el modelo presentado por Everett.
(8) A falta de argumentos mayores, se puede afirmar que, con los datos obtenidos hasta el momento,
parece que no hubiese recursividad específica mayor a nivel dos, para el caso de la frase genitiva, y
mayor a uno, al no darse el caso de incrustaciones de cláusulas subordinadas, en pirahã según el
análisis de Everett. Esto probaría que en pirahã, a diferencia de otras lenguas, no hay incrustación.
(9) El trabajo de campo es necesario para analizar una lengua sin incurrir en inexactitudes.
(10) Mayor investigación gramatical sobre el pirahã precisa de ser realizada para obtener mejores
conclusiones.
(11) Este fenómeno sí es un reto para las teorías universalistas chomskianas; sin embargo, esto no
significa que estas sean automáticamente desprestigiadas; por el contrario, podría ser un gran aporte
para su fortalecimiento y mayor precisión científica.

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LA MODULARIDAD DE LA FACULTAD DEL LENGUAJE: RELACIÓN


MODULAR Y ARQUITECTURA INTERNA

Joel Armando Zavala Tovar


Pontificia Universidad Católica del Perú

Sumilla

Hace veinte años, en su libro El conocimiento del lenguaje, Noam Chomsky propuso que el conocimiento
del lenguaje debe ser concebido «como un cierto estado de la mente/cerebro, un elemento
relativamente estable en los estados mentales transitorios, una vez que se alcanza; es más, como un
estado de una facultad diferenciable de la mente –la facultad lingüística– con sus propiedades,
estructura y organización específicas, un “módulo” de la mente» (1989: 28). Esta consideración de la
facultad del lenguaje es aquella que abordaremos en nuestra investigación. Sin embargo, resulta
conveniente mencionar que la noción de modularidad había sido planteada inicialmente en 1983 por
Jerry Fodor en su libro The Modularity of Mind en el que se refería al “módulo lingüístico” como un
sistema de entrada. La propuesta chomskyana considera que esta noción inicial propuesta por Fodor
para referirse al módulo lingüístico puede ser completada añadiendo un sistema de salida que está
conectado con el sistema de entrada (Chomsky 1989:28). El presente artículo tratará estos aspectos
conjuntamente con las relaciones que establece la facultad del lenguaje con los sistemas de actuación y
la arquitectura interna de la facultad del lenguaje.

1. Introducción
El presente artículo se ocupa de dos cuestiones fundamentales sobre la modularidad de la facultad del
lenguaje. La primera de ellas corresponde a la posición de la facultad del lenguaje en la arquitectura de la
mente y la segunda, a la arquitectura interna del módulo lingüístico. Consideramos que la facultad del
lenguaje es un módulo de la mente ya que presenta una organización y tarea específicas, además de estar
relacionada con otros módulos de la mente, fundamentalmente, con los sistemas de actuación a través
de los niveles de interfaz: la interfaz de Forma Fonética (FF) que se encuentra vinculada con el sistema
Articulatorio-Perceptual (A-P) y la interfaz de Forma Lógica (FL) que se relaciona con el sistema
Conceptual-Intencional (C-I). A su vez, la facultad del lenguaje presenta una arquitectura interna que
consta de módulos especializados que refleja el funcionamiento global de la mente. En este sentido,
este trabajo tiene como objetivo establecer las razones por las cuáles la facultad del lenguaje es un
módulo y cómo se relaciona esta facultad con otros módulos de la mente, además de determinar por

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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

qué la facultad del lenguaje se organiza modularmente y en qué consisten estos módulos. De esta
manera, una primera parte de nuestro artículo tratará sobre la relación que tiene el módulo de la
facultad del lenguaje con otros módulos de la mente. En este punto explicaremos por qué la facultad
del lenguaje constituye un módulo de la mente y cómo se relaciona con otros módulos, mientras que la
segunda parte estará relacionada con la modularidad de la facultad del lenguaje en sí misma, es decir,
determinaremos por qué esta se organiza modularmente y cómo son estos módulos. Finalmente,
estableceremos las semejanzas y diferencias entre la modularidad de la mente y la modularidad de la
facultad del lenguaje, además de establecer algunas conclusiones que se derivan de la presente
investigación.

2. La facultad del lenguaje como un módulo de la mente y su relación modular


Jerry Fodor en The Modularity of Mind (1983) plantea que la mente posee determinados procesos o
sistemas: los sistemas centrales y los sistemas de entrada. Los sistemas centrales son los responsables de
las actividades cognitivas mayores, como la resolución de problemas y la fijación de creencias, mientras
que los sistemas de entrada proveen información a los sistemas centrales y corresponden en primera
instancia a los sistemas sensoriales, pero también incluyen al lenguaje porque comparten una serie de
propiedades (Smith 2003: 87). Estos sistemas de entrada son considerados como módulos y se
caracterizan porque presentan las siguientes propiedades (Boeckx 2010: 127):
 Especificidad de dominio (los módulos solo operan sobre ciertos tipos de entradas — son
especializados).
 Encapsulamiento de la información (los módulos necesitan referirse a otros sistemas
psicológicos para poder operar).
 Obligatoriedad (los módulos operan de forma obligatoria).
 Rapidez de ejecución, debido probablemente a que ellos están encapsulados (de tal modo
que solo necesitan consultar un rango limitado de opciones) y son obligatorios (el tiempo no
necesita ser desperdiciado en determinar si el input es procesado o no).
 Outputs superficiales: el output para los sistemas centrales es muy simple.
 Modo característico de desarrollo (desarrollo periódico fijo).
 Arquitectura neural fija y compacta (como sugieren las patologías específicas.

De acuerdo con Fodor el carácter modular de los sistemas de entrada dependen de la posesión de la
mayoría o no de las propiedades mencionadas. Si existen otros sistemas psicológicos que posean todas
o la mayoría de estas propiedades, estos deben ser considerados modulares (1986: 76). En este sentido,
Fodor considera que la facultad del lenguaje es un módulo, un sistema de entrada, ya que presenta las
características mencionadas anteriormente.
76
SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

A continuación veremos que esta consideración inicial, que denominaremos modelo fodoriano, se
diferencia de la propuesta chomskyana de la facultad del lenguaje como un módulo de la mente.
Además abordaremos la relación que tiene el módulo lingüístico con otros módulos de la mente.

2.1 La facultad del lenguaje como un módulo de la mente


Como vimos líneas arriba, Fodor considera que la facultad del lenguaje debe ser considerada como un
módulo, un sistema de entrada, que provee información a los sistemas centrales. De esta manera, el
modelo fodoriano sería esquematizado de la siguiente manera:

Modelo fodoriano de la modularidad (Smith 2003: 89).

Donde, como vemos, la facultad del lenguaje está al mismo nivel de los sistemas sensoriales que
alimentan al sistema central.

En El conocimiento del lenguaje, Noam Chomsky propone que el conocimiento del lenguaje debe ser
concebido «como un cierto estado de la mente/cerebro, un elemento relativamente estable en los
estados mentales transitorios, una vez que se alcanza; es más, como un estado de una facultad
diferenciable de la mente –la facultad lingüística– con sus propiedades, estructura y organización
específicas, un “módulo” de la mente» (1989: 28). Esta concepción de la facultad del lenguaje como un
módulo, que denominaremos modelo chomskyano, difiere en algunos aspectos del modelo fodoriano.
Chomsky considera que el módulo lingüístico no debe ser considerado solo como un sistema de
entrada, sino que habría que agregársele un sistema de salida que se encuentra conectado al sistema de
entrada43. Dos son las principales razones por las que Chomsky asume esta posición (Smith 2003: 88-
89)

43 Chomsky argumenta que la facultad del lenguaje debe ser considerada como un sistema de entrada al que se le agrega un
sistema de salida, ya que no se espera que una persona hable solo inglés y comprenda solo japonés. Es decir, ambos sistemas
deben tener acceso a un sistema fijado de conocimiento (Chomsky 1989: 28).
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(1) Primero, nosotros usamos el lenguaje para hablar y entender, y si Fodor es correcto
en identificar los módulos con los “sistemas de entrada”, entonces el lenguaje, que
es también un sistema de salida, no puede ser considerado como un módulo.

(2) Segundo, y más importante, la facultad del lenguaje debe en algunos aspectos ser
“central” para acomodar el hecho básico de que es un sistema de conocimiento. Por
otra parte, este conocimiento constituye un almacén común que es neutral en
cuanto al hablante y al oyente.

Lo que (1) y (2) plantean es que la facultad del lenguaje debe ser considerada como un sistema central
que se vería esquematizado de la siguiente manera.

Modelo chomskyano de la modularidad (Smith 2003: 89)44.

Esta concepción de la modularidad es la que asumiremos a lo largo de nuestra investigación. En la


siguiente sección abordaremos el tema de la facultad del lenguaje y su relación con otros módulos de la
mente.

2.2 La facultad del lenguaje y los sistemas de actuación


Chomsky considera que la facultad del lenguaje debe ser entendida como un módulo de la mente que
debe ser diferenciado de otros módulos de la mente, principalmente de los módulos encargados de la
articulación-percepción de sonidos y la formulación del pensamiento en términos conceptuales-

44Los transducers o transductores que se muestran en la imagen tienen como función recibir la energía que incide en las
superficies del organismo y traducirlo dentro de una forma representacional accesible por otros sistemas psicológicos
(Appelbaum 1998: 626).
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intencionales (Lorenzo 2001: 119-120). Chomsky denomina a estos módulos sistemas de actuación
como externos a la facultad del lenguaje, sin embargo, esto no significa que la facultad del lenguaje no
se relacione con estos sistemas de actuación. La facultad del lenguaje provee representaciones abstractas
a estos sistemas a través de los niveles de interfaz. De esta manera, la interfaz de Forma Fonética (FF)
se vincula con el sistema Articulatorio-Perceptual (A-P) y la interfaz de Forma Lógica se encuentra
relacionada con el sistema Conceptual-Intencional (C-I) (Chomsky 1995: 1-2), pero esto no es todo, el
modo en que los niveles de interfaz se relacionan con los sistemas de actuación se realiza a través de las
condiciones de legibilidad. Estas condiciones son entendidas como requisitos que imponen los
sistemas de actuación a los niveles de interfaz, es decir, el sistema A-P exige a la interfaz de Forma
Fonética representaciones óptimas, convergentes, que pueden ser leídas por dicho sistema, del mismo
modo que el sistema C-I exige representaciones legibles de la interfaz de Forma Lógica (Chomsky 2000:
94-95).

Esta concepción de la facultad del lenguaje (arquitectura, modularidad y relaciones) plantea cuestiones
interesantes sobre la naturaleza del módulo del lenguaje, además que constituye una hipótesis de trabajo
en las investigaciones contemporáneas dentro de la gramática generativa, donde la cuestión sobre la
perfección del lenguaje se pone de relieve, lo que se ha venido a llamar tesis minimista fuerte que
postula que “el lenguaje es una solución óptima a las condiciones de legibilidad” (Chomsky 2000: 96-
97).

3. La facultad del lenguaje y su organización modular


En la parte 2 de nuestra investigación hemos abordado cuál es la posición del lenguaje dentro de la
arquitectura de la mente. En primer lugar, se ha caracterizado la facultad del lenguaje como un módulo
y en segundo lugar, se ha visto cómo este módulo establece relaciones con otros módulos de la mente.
Esto constituye un primer sentido de la modularidad de la facultad del lenguaje. En la presente sección
trataremos la modularidad lingüística en el sentido de arquitectura interna, es decir, determinaremos
por qué la facultad de lenguaje presenta una arquitectura modular y cuál es la naturaleza de cada uno de
estos módulos.

3.1 La modularidad de la facultad del lenguaje


La concepción modular de la facultad del lenguaje se pone de relieve en la llamada Teoría de Principios
y Parámetros que hace propio el planteamiento de que la mente presenta módulos o dominios mentales
independientes hasta cierto punto, pero no obstante interrelacionados entre sí. Esta idea es interpretada
en dos sentidos fundamentales:

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(1) Se asume que la facultad del lenguaje no es sino uno de más de los módulos en que se articula la
mente humana.

(2) Defiende la idea de que la propia facultad del lenguaje es, a su vez, modular en su organización.

(Lorenzo y Longa 1996: 25)

La idea que se plante en (2), como podemos notar, se justifica con lo planteado inicialmente en nuestro
trabajo de investigación (sección 2.1), donde consideramos que la facultad del lenguaje constituye un
módulo lingüístico, abordado en primer lugar desde la perspectiva fodoriana y posteriormente con las
precisiones planteada por Chomsky. Sin embargo, es conveniente mencionar que el modelo de
Principios y Parámetros asume la modularidad del lenguaje chomskyana y no la visión de Fodor 45.

El sentido que se plantea en (2), por su parte, responde a que la Teoría de Principios y Parámetros
considera que, del mismo modo que la actividad global de la cognición surge de la proyección
simultánea de los diferentes subsistemas de la mente, la actividad lingüística se basa en la modularidad
de los componentes en que se articula la gramática (Lorenzo y Longa 1996: 25).

Finalmente, de acuerdo con Seuren (2004: 57-58), la noción de modularidad planteada por Chomsky
consiste en que la gramática contiene módulos (Teoría-θ, Teoría de la X-Barra, Teoría de Caso, Teoría
de Rección, Teoría de Ligamiento, Teoría de acotación, Teoría de rección, Teoría de control) donde
cada módulo tiene sus propias restricciones sobre reglas y estructuras, además de las restricciones
comunes a cada uno de estos módulos. Esta noción de modularidad es aquella que todavía se defiende
en Chomsky (1995: 27), pero que va siendo menos deseable y subestimada en el programa minimista
(Chomsky 1995: 229) como vimos en la sección 3.2, donde la investigación minimista se avoca a las
cuestiones sobre la perfección de la facultad del lenguaje en relación con los sistemas de actuación.

En la siguiente sección nos encargaremos de definir cada uno de los módulos pertenecientes a la
facultad del lenguaje de acuerdo a los planteamientos de la Teoría de Principios y Parámetros, pero sin
perder de vista las consideraciones fundamentales en las que se basa esta idea.

3.2 Los módulos de la facultad del lenguaje


La Teoría de Principios y Parámetros es altamente modular, es decir, consta de módulos, cada uno de
los cuales está asociado con principios y parámetros. Estos módulos son considerados como subteorías
que interactúan unas con otras para producir construcciones complejas (Boeckx 2006: 62-63). De

45 Cf. Eguren y Fernández (2004: 11)


80
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acuerdo con Van Riemsdijk y Williams (1990: 307) la consideración de que una teoría lingüística conste
de módulos o subteorías relativamente autónomas, caracterizado cada uno por un pequeño número de
principios simples y universales, pero parametrizados en algunos casos, se basa en el hecho de que
dentro de la gramática generativa se propuso que los mecanismos descriptivos de la parte
transformativa deberían reducirse al mínimo posible.

A continuación, presentamos cuáles son estos módulos pertenecientes a la Teoría de Principios y


Párametros:

(1) Teoría – θ (o Teoría Temática). Este módulo es el encargado de la relación que


mantienen los argumentos con los predicados, además de las especificaciones en que las frases
nominales pueden ser argumentos del verbo. El principio que hace posible la relación entre
argumentos y predicados es conocido como Criterio– θ (o Criterio Temático).

(2) Teoría X’ (o Teoría de X-Barra). Esta subteoría es la encargada de la formación de las


estructuras de frase en las lenguas. Se postula un esquema general de las estructuras de frase
llamado X-Barra que consta de los siguientes principios: binariedad, endocentricidad,
maximidad.

(3) Teoría del Caso. Regula las condiciones que se deben cumplir para que un elemento
sea visible en la sintaxis. El principio que hace posible esto se denomina Filtro de Caso
(Lorenzo y Longa 2006: 40).

(4) Teoría de la Acotación. Precisa el contenido de las relaciones estructurales implicadas


en la formulación de los diferentes principios (Lorenzo y Longa 2006: 40).

(5) Teoría de Rección. Se encarga de un tipo de relación estructural especial capaz de


explicar diversos fenómenos sintácticos.
(6) Teoría de Ligamiento. La teoría de ligamiento da cuenta de las relaciones entre
anáforas como himself, pronombre como him, las llamadas expresiones referenciales como Joe y
sus posibles antecedentes dentro de la frase (Smith 2001: 101). Los principios que regulan estas
relaciones son llamados Principio A, Principio B y Principio C, respectivamente.

(7) Teoría de Control. Se encarga de formalizar la capacidad referencial de las frases


nominales, es decir, determina las condiciones que determinan la correferencia de las FN
(Lorenzo y Longa 2006: 40).
81
SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

De acuerdo con Boeckx (2006: 75) la razón por la cual Teoría de Principios y Parámetros tuvo tanto
éxito en la captura de muchos hechos importantes de cientos de lenguas se debe en gran parte a la
estructura modular que acabamos de presentar. Los módulos permiten a los científicos aislar o analizar
los fenómenos de forma artificial y obtener más información sobre sus componentes.

Finalmente, presentamos algunas semejanzas y diferencias entre la modularidad de la mente y la


modularidad del lenguaje.

4. Semejanzas y diferencias entre la modularidad de la mente y la modularidad del lenguaje


En esta última sección presentaremos algunas semejanzas y diferencias entre la modularidad de la
mente propuesta por Fodor y la modularidad del lenguaje en el sentido propuesto por Chomsky,
teniendo en cuenta la visión que tienen ambas de la facultad del lenguaje. Como es de esperarse ambas
propuestas tienen más puntos de separación que de encuentro.
Una de las semejanzas entre la modularidad de la mente (propuesta por Fodor) y la modularidad del
lenguaje (propuesta por Chomsky) radica en que ambas coinciden en el hecho de caracterizar a la
facultad del lenguaje como un módulo de la mente. Sin embargo difieren en diversos aspectos, entre
ellos:

(1) La modularidad de la mente y la modularidad del lenguaje difieren en que la primera


considera a la facultad del lenguaje como un sistema de entrada, mientras que la segunda,
plantea que dicha facultad consta de un sistema de entrada y de salida.

(2) Fodor considera que la facultad del lenguaje es un sistema de entrada, mientras que
Chomsky lo ubica dentro de los sistemas centrales.

(3) La modularidad de la mente se refiere a la estructura mental, fundamentalmente, a los


sistemas de entrada, dando cuenta del uso lingüístico, mientras que la modularidad del lenguaje
se refiere a la estructura del conocimiento lingüístico.

5. Conclusiones

82
SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

Tras la presentación de las consideraciones fundamentales sobre la modularidad de la facultad del


lenguaje: relación modular y arquitectura interna, proponemos las siguientes conclusiones que se
derivan de nuestra investigación:

(12) La facultad del lenguaje es un módulo de la mente, ya que cumple con las características de los
sistemas de entrada, en la propuesta fodoriana, y una organización y tarea específicas, dentro de la
propuesta chomskyana.

(13) La facultad del lenguaje se relaciona con otros módulos de la mente, fundamentalmente, con los
sistemas de actuación, a través de las condiciones de legibilidad.

(14) La facultad del lenguaje se organiza modularmente, debido a que asume que la actividad lingüística
sigue los mecanismos de la actividad global de la cognición en la que los diferentes subsistemas de la
mente interactúan unos con otros.

(15) Los módulos de la facultad del lenguaje son los encargados del procesamiento lingüístico y se
caracterizan por estar asociados a un conjunto de principios y parámetros.

(16) Los módulos o subteoría de la facultad del lenguaje son: Teoría-θ, Teoría de la X-Barra, Teoría de
Caso, Teoría de Rección, Teoría de Ligamiento, Teoría de Acotación, Teoría de rección, Teoría de
control.

(17) La modularidad de la mente (propuesta por Fodor) y la modularidad del lenguaje (propuesta por
Chomsky) consideran a la facultad del lenguaje como un módulo de la mente.

(18) La modularidad de la mente considera a la facultad del lenguaje como un sistema de entrada,
mientras la modularidad de la facultad del lenguaje plantea que dicha facultad consta de un sistema de
entrada y de salida.

83
SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

IDENTIFICACIÓN DE LOS CRITERIOS CIENTÍFICOS DE SIMPLICIDAD


EN LOS PRINCIPIOS DE ECONOMÍA METODOLÓGICA DEL

PROGRAMA MINIMISTA

Piero Renato Costa León


Pontificia Universidad Católica del Perú

Resumen
El afán de esta investigación es explorar el sustento epistemológico que subyace a los Principios de
Economía Metodológica del Programa Minimista propuesto por Noam Chomsky, identificando los
cimientos metodológicos relevantes para desarrollar las nociones de simplicidad y reduccionismo
científicos, y delimitando cuáles se cumplen en la propuesta minimista. La investigación concluye que
los criterios presentes en los Principios de Economía Metodológica son, esencialmente, la exigencia de
un núcleo teórico elemental y sencillo que permita la posterior derivación de las hipótesis, la
eliminación de lo innecesario y la sistematicidad de las teorías. Se reconoce, en consecuencia, que el
Programa Minimista no debe olvidar su condición de programa de investigación científica, en tanto su
punto de partida es un núcleo teórico fuerte, para restarle carga conceptual al resto de su propuesta
teórica.

2. Introducción
Desde la presentación de una nueva propuesta de investigación en torno a la Gramática Generativa y
los estudios de la Facultad del Lenguaje, las consecuencias del Programa Minimista, el cual Noam
Chomsky empieza a proponer con claridad a inicios de la década de los noventa, han logrado un
impacto enormemente significativo en la Lingüística actual. Con este programa (en adelante, PM),
“estamos asistiendo (…) a una verdadera mudanza en el transfondo de presupuestos, en la perspectiva
de análisis y en algunas de las apuestas de carácter empírico de la teoría” (Lorenzo 2001: 10). Y, en ese
sentido, esta nueva perspectiva chomskiana nos lleva a replantear diversos aspectos de lo que constituye
nuestro conocimiento de la Lingüística.

Uno de los aspectos que es postulado con mayor claridad en el minimismo es la importancia expresa de
los Principios de Economía, entendidos como aquellos que procuran “obtener un resultado
computacional óptimo utilizando el menor número posible de recursos” (Eguren y Fernández Soriano
2004: 227). Estos principios se vuelven provechosos en la posterior elaboración de la teoría, pues “el
punto de partida del Programa Minimista es la decisión de establecer cuáles son las condiciones

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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

generales mínimas que la facultad del lenguaje (…) debe satisfacer” (Eguren y Fernández Soriano 2004:
210-211; la colocación en cursiva de la palabra proviene de la fuente), aspecto en el cual este diseño
óptimo se considera, naturalmente, crucial. Por tanto, se propone la coexistencia de dos tipos de
Principios de Economía, los cuales responden a necesidades diferentes y poseen “perfiles propios”
(Eguren y Fernández Soriano 2004: 212): los Principios de Economía Sustantiva (en adelante, PES) y
los Principios de Economía Metodológica (en adelante, PEM), cuyos propósitos se explicarán
posteriormente, en el desarrollo de la investigación.

A partir de esta división, el interés que asumo en este trabajo se centra en los PEM, ya que es esencial
explicar la propuesta chomskiana a partir de la motivación epistemológica que apoya a la investigación y
permite una clara delimitación metodológica, requisitos de los que parte cualquier propuesta científica,
ya sea expresa o tácitamente. En función de este interés, y con la intención de revisar la innovación
chomskiana sobre la base de los planteamientos epistemológicos de la ciencia, surge la necesidad de
preguntar qué principios científicos de simplicidad se reconocen en los PEM del PM. Ante esta
pregunta, la investigación propone, entonces, tres grandes principios bajo los cuales se asocian los
requisitos de la teoría de la ciencia y los puntos metodológicos de partida que el PM asume. Estos son:
la presencia de un núcleo teórico, en el cual se alojan los aspectos fundamentales del programa de
investigación y a partir del cual se propone las hipótesis más externas, que se extienden más allá del
núcleo, la eliminación de las teorías y reglas innecesarias, y la aplicación de la sistematicidad, principio
que proporciona una mayor regularidad y unidad a los elementos que componen el programa teórico en
cuestión.

Por tanto, reconozco como el objetivo general de este trabajo relacionar los PEM del PM con los
principios de simplicidad propuestos en las epistemologías científicas que sean especialmente relevantes
en la relación planteada y, en consecuencia, adecuar estor principios minimistas a una propuesta
científica de simplicidad. De esta forma, esta investigación pretende demostrar la tendencia de
continuidad que el PM toma con respecto a las epistemologías científicas antecedentes y a partir de las
cuales se genera, así como evidenciar la continuidad que toma el PM con respecto a las propuestas
chomskianas previas, dentro de una constante actitud de simplificación de los puntos teóricos de
partida. Finalmente, el paso por todos estos objetivos pretende llegar a una propuesta que plantee de
manera expresa los principios de simplicidad que albergan una teoría compartida para todos los marcos
epistemológicos y lingüísticos revisados en esta investigación. Los resultados de esta propuesta han sido
ya adelantados en la previa enunciación de la hipótesis.

Con la finalidad de satisfacer estos objetivos, la metodología a emplear consistirá en la revisión paralela
de propuestas de epistemología científica y de estudios de Gramática Generativa. Dentro de estos
89
SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

últimos, las fuentes bibliográficas se enfocan el marco epistemológico de la teoría chomskiana, en


especial, a partir de la propuesta minimista. En cada sección de la investigación, se tratará de explicar
los marcos epistemológicos y sus métodos de ejecución, a la vez que se buscará extender sus rasgos al
PM a través de las semejanzas que se encuentren. No obstante, también será pertinente la
problematización de algunos de los conceptos y relaciones hallados y expuestos, con lo que no solo se
confirmará las nociones introducidas, sino que, asimismo, se las refutará e, incluso, replanteará, en el
caso de que sean pertinentes estas tomas de postura. La bibliografía empleada, tomando en cuenta estos
dos grandes enfoques (por un lado, de la epistemología científica, y, por el otro, de teoría lingüística),
obedece también a esta división, según la naturaleza del tema que tratan. Por tanto, se tiene, de un lado,
textos que se centran en teoría de la ciencia y del conocimiento, y que abordan, en este sentido, estudios
de autores como Guillermo de Occam (Siglo XIV) e Imre Lakatos (1970). De otro lado, se cuenta con
bibliografía que desarrolla el marco metodológico de las propuestas de Noam Chomsky en torno a la
Lingüística y que, en algunos casos, se encarga de identificar la presencia de ciertos antecedentes
metodológicos que determinan la forma que la Gramática Generativa asume.

La organización de este trabajo contempla su división en un capítulo preliminar que define y aclara la
distinción entre los PES y PEM, y tres capítulos que revisan la composición epistemológica del PM y
sus PEM en función de distintas visiones filosóficas de cómo se debe construir la ciencia y las teorías
científicas. El primero de estos capítulos se enfocará en la noción de Programas de Investigación
Científica de Imre Lakatos y en la forma en que su dicotomía núcleo/periferia se aplica a la
investigación chomskiana de la Facultad del Lenguaje. El segundo capítulo se ceñirá en torno al aporte
de Guillermo de Occam a la exigencia de la aplicación de la simplicidad en las teorías científicas y de
supresión de todo aquello que aparezca como innecesario, criterio que también se maneja en la
Lingüística generativa. El tercer capítulo, finalmente, parte de la clasificación que el filósofo de la
ciencia argentino Mario Bunge (1975) hace de los tipos de simplicidad presentes en las teorías
científicas, así como de la tipología de los requisitos de la ciencia que se tornan especialmente relevantes
y aplicables a los PEM, para reconocer qué condiciones que interactúan con esta noción de simplicidad
ha de mantener el PM para permanecer dentro de los márgenes de una investigación científica.
Finalmente, la conclusión resumirá todos estos aspectos que resulten particularmente relevantes en la
introducción de la noción de simplicidad en los PEM en tres principios generales, ya previamente
expuestos en esta introducción y que agrupan los diversos criterios de simplicidad contemplados a lo
largo del trabajo.

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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

3. Definición y delimitación de los Principios de Economía Metodológica (PEM)


En primer lugar, considero conveniente empezar el desarrollo de la investigación definiendo y
delimitando el rango de alcance de los Principios de Economía, ya que, conociendo sus limitaciones
ontológicas, es más fácil poder trabajar estos límites y, posteriormente, replantearlos, tal como se verá
más adelante en el trabajo.

3.1. Caracterización de los PEM


Al hablar de los PEM estamos hablando de criterios de diseño teórico “extremadamente generales”
(Chomsky 2003: 82) que se han de aplicar a “la formulación de hipótesis” (Eguren y Fernández Soriano
2004: 32). Se comportan, en consecuencia, como un conjunto de criterios reguladores que velan por la
“eliminación de redundancias” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 224) al momento de elaborar el
aparato teórico, en general.

De esa manera, los PEM aluden en el PM a cuestiones de parsimonia y simplicidad en la propuesta, de


modo tal que, en la postulación de hipótesis y leyes generales, “más es peor, menos es mejor”
(Hornstein, Nunes y Grohmann 2005: 8; la traducción es mía). Por tanto, mientras no se ponga en
riesgo la validez de la teoría, “dos relaciones primitivas son peores que una, tres entidades teoréticas son
mejores que cuatro, cuatro módulos son mejores que cinco” (Hornstein, Nunes y Grohmann 2005: 7-8;
la traducción es mía). Entonces, un ejemplo de cómo participan los PEM en la propuesta minimista se
halla en la liberación de niveles internos de representación a lo largo de la derivación gramatical
(Lorenzo 2001: 143), ya que hay una evidente reducción de entidades en la Facultad del Lenguaje (FL) 46.

3.2. Delimitación de los PEM frente a los Principios de Economía Sustantiva (PES)
En contraposición a los PEM, el PM también concibe los Principios de Economía Sustantiva, o, como
los llaman Luis Eguren y Olga Fernández Soriano, “Minimismo ontológico” (2004: 212). Este conjunto
de criterios se enfocan, más bien, en “la naturaleza del objeto de estudio” (Eguren y Fernández Soriano
2004: 212). Entonces, los PES se concentran en una simplicidad presente, exclusivamente, en la
derivación gramatical, debido a los requerimientos que los sistemas cerebrales externos a la FL parecen
exigir, y no se refieren a la formulación de la teoría en sí misma, sino a los referentes conceptuales a
los que esta teoría alude. “La prioridad está colocada en las nociones del menor esfuerzo en tanto
recursos naturales para los principios gramaticales” (Hornstein, Nunes y Grohmann 2005: 8; la
traducción es mía). Algunos ejemplos de cómo se hacen evidentes estos criterios de aplicación son el
Principio del Retraso, que prefiere, entre las derivaciones léxicas posibles, “la opción con movimiento
encubierto (esto es, la que no tiene repercusiones fonéticas), dado que es computacionalmente menos

4 Este ejemplo parece, sin embargo, asociarse a la vez con la aplicación de los PES, dada su innegable naturaleza de
representación gramatical. Para ilustrar los PEM, nos serviremos solamente de la reducción de entidades que asume.
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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

costosa” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 222), y la Condición del Eslabón Mínimo, que
“compara dos derivaciones alternativas formadas con las mismas piezas léxicas y favorece aquella en la
que se produce el «movimiento más corto»” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 222-223).

Hay, por ende, una diferencia de enfoques entre los PEM y los PES. Así, mientras los primeros
apuntan hacia la reducción de reglas y entidades redundantes al interior del andamiaje teórico, los
segundos procuran la potenciación de las relaciones gramaticales, prestando atención a lo que el
entramado conceptual dice, y no a la organización teorética del mismo.

Por otra parte, los PEM han correspondido, además, históricamente, a una larga tradición de
preferencia por las generalidades. Así, “la adopción de una metodología minimista, con independencia
de cuál sea el objeto de estudio, es una de las características definitorias de la investigación naturalista y
del pensamiento racional en general” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 212-213). En función de estos
PEM, en el PM, de acuerdo con Adriana Belletti y Luigi Rizzi, son “comunes a la indagación racional
humana” estrategias como las de “minimizar el aparato, buscar la simetría y la elegancia” (Chomsky
2003: 85). Se puede rastrear, efectivamente, ciertos antecedentes de estos principios económicos en la
tradición científica legada por Galileo y Newton, ambos científicos del Siglo XVII, puesto que ambos
destacaron la importancia de la simplicidad y la economía en el estudio de la naturaleza. Como dijo
Newton, “la naturaleza no hace nada en vano, y cuanto sea más en vano, menos servirá” (Boeckx 2006:
113; traducción mía), pues se debe estudiar la naturaleza con simplicidad, dejando al margen las causas
superfluas (Boeckx 2006: 113) de los fenómenos estudiados en la naturaleza. En esa misma línea, por
tanto, “el minimismo puede verse como una investigación completa del principio de simplicidad,
interpretado de manera realista, esto es, dirigiéndose al objeto real, la facultad humana del lenguaje”
(Boeckx 2006: 114; traducción mía), facultad que se ha de entender como un muy probable punto de
partida para la investigación. Hay que tomar este concepto de simplicidad, además, como “simplicidad
de ideas, no simplicidad del tipo mecánico que puede ser medido a través del conteo de ecuaciones y
símbolos” (Boeckx 2006: 121; traducción mía), haciendo alusión, entonces, a procesos de economía
metodológica, en tanto consideremos estas “ideas” como otra forma de llamar a la formulación de
hipótesis.

No hay, solamente, por tanto, una diferencia en el enfoque que ambos tipos de principios toman, sino
que también entra en juego en su delimitación recíproca la presencia de los PEM en la historia de la
ciencia bajo la forma de un requisito de preferencia por las teorías más sencillas, normalmente bajo las
exigencias de que se eliminen las redundancias y se opte por las leyes generales (Eguren y Fernández
Soriano 2004: 213). “La vertiente sustantiva u ontológica del Minimismo no tiene, en cambio,
precedentes en el estudio del lenguaje” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 213). La diferencia radica,
92
SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

definitivamente, en el hecho de que, al tratar aspectos metodológicos, los cuales pueden compartirse, en
gran medida, con otras disciplinas, es comprensible la existencia previa de los PEM al mismo Programa
Minimista. En cambio, los PES surgen como una necesidad que el PM expresa, razón por la cual el
mismo Chomsky sostiene que “hay entonces un marco y una de sus consecuencias es la aparición de
nuevas cuestiones como la de la optimidad sustantiva, en lugar de plantearnos solo la optimidad
metodológica” (Chomsky 2003: 90). La labor del PM será, entonces, de ahora en adelante, aplicar este
conjunto de tareas reduccionistas al interior de la teoría gramatical, con el objetivo de postular el diseño
óptimo del lenguaje.

3.3. Convergencia entre los Principios de Economía


A pesar de las diferencias expuestas entre los dos tipos de Principios de Economía, ambos coinciden,
en realidad, en la intención de optar por el menor número posible de operaciones y entidades
intermedias. Es, en función de este objetivo, que cada uno de ellos parte de su respectiva preocupación,
más específica: los PEM se movilizan desde la importancia de reducir los marcos teóricos. En los PES,
en cambio, “la cuestión es determinar si la facultad del lenguaje es una solución adecuada para satisfacer
los requisitos externos impuestos por otros sistemas de la mente” (Eguren y Fernández Soriano 2004:
212), entendiendo, para esta caso, esta “solución adecuada” como máximamente productiva y
económica al interior del diseño de la FL.

La aplicación conjunta de los principios pretende un diseño óptimo de la Facultad del Lenguaje,
con “determinadas propiedades de los sistemas lingüísticos orientadas a aprovechar al máximo los
recursos computacionales disponibles” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 219), a optimizar, a partir
de las entidades y mecanismos mínimos, el aparato conceptual en torno al lenguaje. Es, entonces, en ese
sentido que las propuestas teóricas desarrolladas en el PM han de obedecer normas de economía y
parsimonia en todos sus niveles, tanto en su aspecto metodológico como en sus nociones substantivas.
Por eso, con una actitud generalizadora, “la intuición básica detrás de los principios de economía es que
cada uno pueda, por igual, minimizar el número de operaciones y símbolos necesarios en pos de la
convergencia” (Boeckx 2006: 100; traducción mía). La directriz bajo la cual se subsumen ambos
principios es, en consecuencia, la de “buscar la teoría más simple cuyas operaciones generen el menor
esfuerzo” (Hornstein, Nunes y Grohmann 2005: 8; la traducción es mía).

Finalmente, los PEM parecen ser los lineamientos que guían la proposición de cualquier hipótesis, en la
cual el contenido he de ceñirse a los principios de economía de recursos conceptuales,
correspondiendo así a los requisitos que los PES imponen. Con esto se entiende la relación entre
ambos de la siguiente manera: con respecto al marco conceptual, “el Minimismo ontológico marca (…)
la pauta, y el Minimismo metodológico nos sirve para construir la mejor teoría posible de un sistema
93
SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

cognitivo lingüístico que esté «bien diseñado»” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 213-214). Los PES,
entonces, valiéndose de la aplicación de los PEM sobre la elaboración del constructo teórico (con
preocupaciones como éstas: podemos mejorar nuestras teorías, eliminar redundancias, demostrar que
los principios son más generales de lo que creíamos, establecer teorías más explicativas (Chomsky 2003:
84)), se plantea preguntas como las siguientes: ¿es posible que el sistema lingüístico en sí tenga una
especie de diseño óptimo?, es decir, ¿es el lenguaje perfecto? (Chomsky 2003: 84).

4. Caracterización del Minimalismo como un Programa de Investigación Científica


Esta sección del trabajo partirá de la concepción de un programa de investigación científica que el
filósofo húngaro Imre Lakatos plantea hacia 1970 (Chalmers 2006: 123) para revisar, paralelamente, si
la estructuración del PM es, en efecto, correspondiente con estos programas de investigación. Esta
revisión, sin embargo, no sólo se efectuará al interior del Minimismo, sino que, hacia el final del
capítulo, también será posible entrever un posible hilo de continuidad entre este programa chomskiano
y sus teorías antecedentes en torno la Gramática Generativa.

4.1. Definición y estructuración de un Programa de Investigación Científica


Un programa de investigación científica es concebido en la propuesta de Lakatos como un modelo
de investigación (Boeckx 2006: 5), un proyecto de indagación científica con un marco general de
sucesión de teorías en áreas particulares de estudio (Lakatos 1998: 65-66), que toma como punto de
partida un presupuesto teórico cuya confirmación e implicaciones en la postulación de las hipótesis que
surgen como consecuencia suya han de ser desarrolladas a lo largo de la implementación de este
programa. Lakatos propone, de esta manera, una metodología de investigación científica (Boeckx 2006:
87), en la que algunos de sus elementos constituyentes, “algunas leyes o principios son más básicos que
otros” (Chalmers 2006: 124). “El programa consiste en reglas metodológicas” (Lakatos 1998: 65). Se
habla, entonces, de “una ciencia como el desarrollo programático de las implicaciones que tienen los
principios fundamentales” (Chalmers 2006: 124), como el desarrollo de hipótesis y planteamientos a
partir de lo que un núcleo central del programa determina para las derivaciones que le siguen.

Un programa de investigación científica no es, precisamente, el desarrollo de un tema particular, pues


es, más bien, un marco de averiguación que, en vez de tomar un área particular de estudios como punto
de partida, tiene como origen de su actividad indagadora una proposición cuya sustentación y desarrollo
son las directrices que guían el resto del trabajo científico de ese programa. En ese sentido, el interés
teórico se enfoca de manera específica en unas pocas preguntas centrales que guían al programa,
reduciendo así las amplias implicaciones que, en comparación, un tema de investigación puede llegar a
tener. Por otro lado, teniendo en cuenta que, en la ciencia, un “paradigma debe ser concebido como
una serie de valores compartidos, esto es, un conjunto de métodos, reglas y generalizaciones utilizadas
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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

conjuntamente por aquellos entrenados para realizar el trabajo científico de investigación” (Nosnik y
Elguea 1985; énfasis mío), es posible hacer notar que estos paradigmas se distancian de los programas
de investigación al introducir un conjunto de valores y parámetros comunes, con el fin de normar el
rumbo de la indagación científica. Los programas, en cambio, sólo han de proponer algún punto desde
el cual hay una mayor libertad para desarrollar la teoría probatoria para este punto inicial, “debemos
utilizar nuestra inteligencia para incorporar e incluso inventar hipótesis auxiliares” (Lakatos 1998: 66).

Teniendo en cuenta que un programa de investigación científica debe partir, necesariamente, de un


presupuesto teórico responsable del despliegue de las demás teorías concebidas al interior de este, se
puede ver que el PM es también, en consecuencia, un programa, ya que su directriz de indagación
parece ser la tesis minimista fuerte (the strongest minimalist thesis) de que “el lenguaje es la solución
óptima a las condiciones de legibilidad” (Chomsky 2000: 96; la traducción es mía). De esta forma, la
búsqueda que el PM emprende deberá responder, en líneas generales, a la pregunta de “¿hasta qué
punto es la facultad del lenguaje una solución adecuada para satisfacer las condiciones de legibilidad
exigidas por los sistemas de actuación en la mente?” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 215). Por
tanto, desde la dimensión teórica que esta tesis fuerte abre, el afán minimista de investigación será el
comprobar esta proposición; y, precisamente, de acuerdo con Noam Chomsky, este programa de
investigación parece ser exitoso en cuanto a este propósito. Por eso, respecto a la asunción de la FL
como un mecanismo perfecto en su interrelación con los sistemas externos de actuación, al interior del
cerebro, Chomsky dice: “detrás de la investigación siempre está la intuición, y quizá esta avanza en un
sentido equivocado, pero, a mi juicio, se ha demostrado lo suficiente para indicar que probablemente
no sea absurdo, y quizá sea muy aconsejable plantear en serio la pregunta de si el lenguaje tiene una
especie de diseño óptimo” (Chomsky 2003: 84).

Volviendo a la propuesta de programas de investigación científica de Imre Lakatos, hay que explicar la
distinción que se establece entre lo que constituye un núcleo firme de un programa y su cinturón
protector. El primero de estos dos términos hace referencia a los principios teóricos fundamentales
que guían y plantean rutas de interés en la investigación, como cuando se reconoce, por ejemplo, que
“el núcleo central de la astronomía copernicana lo constituían los supuestos de que la tierra y los
planetas giran alrededor de un Sol inmóvil y de que la Tierra gira sobre su eje una vez al día” (Chalmers
2006: 124). El segundo concepto, por su parte, en comparación con el núcleo, permanece en la periferia
teórica, pues, a través de sus hipótesis y suposiciones derivadas de este centro del programa, protege el
centro de las falsaciones47 que atenten contra la estructuración del programa48. “El cinturón protector

47Una falsación es “una acción de rebatir una proposición” (Real Academia Española 2001).
48De acuerdo con Alan Chalmers, la distinción señalada entre el núcleo y el cinturón protector es lo que hace que la
propuesta de Lakatos supere las dificultades teóricas de Karl Popper con respecto a la localización de la falsación (Chalmers
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de hipótesis auxiliares debe recibir los impactos de las contrastaciones y para defender al núcleo firme,
será ajustado y reajustado e incluso completamente sustituido” (Lakatos 1998: 66). Como se puede
concluir de lo expuesto, “más que ninguna otra cosa, la característica definitoria de un programa es su
núcleo central. Toma la forma de unas hipótesis muy generales que son la base a partir de la cual se
desarrolla el programa” (Chalmers 2006: 124).

Siguiendo esa definición, cabe entender el minimismo como un programa de investigación, porque
contiene un núcleo a partir del cual parte la investigación, en este caso, la tesis minimista fuerte de la
facultad del lenguaje. Se trata, como ya hemos visto, la suposición de la perfección de las condiciones
de legibilidad, en un diseño óptimo de la FL, aunque “el término «diseño» es una metáfora” (Chomsky
2003: 90), pues se asume que el lenguaje no ha sido diseñado de manera premeditada. Por otra parte, el
cinturón protector del Programa Minimista sería toda la justificación que busca defender el postulado
de la perfección del lenguaje. “Esta es la dirección que sigue la investigación: intentar demostrar que las
aparentes imperfecciones tienen de hecho una función computacional, una función computacional
óptima” (Chomsky 2003: 99), es decir, demostrar la subyacente perfección del lenguaje. Es, entonces,
en esta dirección que toda la teoría gramatical desarrollada pretendería ser solamente un aparato
conceptual que contribuye a explicar y defender el ya mencionado núcleo teórico.

Asimismo, “hay varias formas de articular y defender un programa de investigación dado” (Boeckx
2006: 94; traducción mía). Y, en ese sentido, estas “diferentes hipótesis auxiliares, o [inclusive]
diferentes disposiciones de los elementos del núcleo de un programa, pueden conducir a preguntas,
problemas empíricos, soluciones, etc., radicalmente diferentes” (Boeckx 94- 95; la traducción es mía).
Por ende, el minimismo “permite a cada investigador actuar como un pionero, considerar y
reconsiderar la arquitectura entera de la facultad del lenguaje partiendo desde diferentes esquinas del
mapa” (Boeckx 2006: 95; la traducción es mía), de modo que su calidad de programa de investigación
también le confiere la posibilidad de partir hacia la postulación de distintas hipótesis desde el núcleo en
el que residen sus leyes irrefutables. Cedric Boeckx expone, por ejemplo, dos métodos para estudiar los
recursos óptimos de la FL. El primero de ellos consiste en partir de la menor cantidad posible de
propiedades léxicas y de combinación (merge) para terminar mostrando las derivaciones sintácticas
(Boeckx 2006: 95-96). Por otro lado, también es posible, según Boeckx, depurar progresivamente el
constructo conceptual de la teoría de Principios y Parámetros, antecedente chomskiano del PM, de
aquellos elementos superfluos y suprimibles, con tal de dar con la caracterización mínima del lenguaje
(Boeckx 2006: 96-97).

2006: 124), ya que el único lugar en el que esta falsación tendría lugar en un programa de investigación científica sería el
cinturón protector.
96
SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

Esta capacidad de extensión desde la “nuclearidad” del PM hacia diversos rumbos y métodos de
producción se corresponde, asimismo, con la fecundidad que ha de caracterizar a un programa de
investigación científica aceptable. Por eso, “un programa de investigación (…) no puede distinguirse en
términos de correcto o equivocado. En cambio, los programas son fecundos o estériles” (Boeckx 2006:
89; la traducción es mía). Y, en ese sentido, el PM se presenta como un programa perfectamente
fecundo, ya que “plantea preguntas y sigue directrices lo suficientemente amplias para ser conducidas
en muchísimas direcciones Esta flexibilidad, este espacio para instancias alternativas del minimismo, es
lo que el término ‘programa’ enfatiza” (Boeckx 2006: 5; traducción mía). Ante la pregunta de cómo
demostrar que el lenguaje es una solución adecuada y económica para satisfacer las condiciones de
legibilidad de los sistemas externos de actuación, a saber, el Articulatorio-Perceptual (A-P), encargado
de la producción y recepción de las expresiones fónicas, y el Intencional-Conceptual (I-C), que asume la
interpretación semántica de las expresiones lingüísticas (Lorenzo 2001: 119-120), la distinta disposición
de los elementos conceptuales nucleares y el posterior desarrollo de hipótesis auxiliares determina que
la investigación minimista pueda asumir diferentes procedimientos en la indagación científica del
lenguaje, tal como ya se vio anteriormente. Además, la búsqueda de explicaciones con un número
mínimo de piezas que potencien de forma máxima la investigación resultante facilita la adopción de un
amplio repertorio de operaciones derivadas.

Por otro lado, el resto de las teorías que se plantea el PM cabría dentro de las leyes periféricas, pues “los
fundamentos de un programa necesitan ser ampliados con una serie de suposiciones suplementarias
con el fin de llenarlos de substancia, de modo que se puedan hacer predicciones definidas” (Chalmers
2006: 124). Entonces, mecanismos como la eliminación de niveles internos de representación en la
derivación gramatical (ver el acápite 3.1) aportan metodológicamente49 al fortalecimiento de las
condiciones óptimas de legibilidad, en tanto evitan transferir recursos evaluativos a niveles intermedios
en el momento de la derivación léxica. Esta condición (la eliminación de niveles intermedios de
representación y control gramatical durante la derivación) no se ubica, evidentemente, al interior del
núcleo teórico, pues no es la idea fundamental para el desarrollo del programa de investigación
minimista. No obstante, parece ser una herramienta bastante útil para hacer viable la suposición de que
las condiciones de legibilidad hacia los sistemas externos de actuación se logran de una forma bastante
económica y efectiva desde la FL. El Programa Minimista, entonces, “no sólo consta de hipótesis
explícitas y leyes que completan el núcleo central, sino además, de supuestos subyacentes a las
condiciones iniciales, que especifican situaciones particulares, y también teorías presupuestas en los
enunciados observacionales y en los resultados experimentales” (Chalmers 2006: 124-125), con un
margen natural de falibilidad que, como ya se dijo con anterioridad, sí podría refutar y reformular este
49 Se podría decir que se trata, esencialmente, de una ley substantiva, pero, con la finalidad de este trabajo de revisar los
principios metodológicos del PM, estamos haciendo énfasis en su carácter de economía metodológica. Aun así, considero
que este ejemplo es uno de los que aborda con mayor claridad la aplicación de los PEM.
97
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cinturón protector. Por tanto, si, ante la revisión de esta eliminación de niveles de representación
durante la derivación, ésta es juzgada errónea y/o insuficiente ante las situaciones en que se ha de
aplicar, esta condición habría de reemplazarse por otra que se adecúe mejor al resto del aparato teórico.
Así, “los científicos pueden tratar de resolver los problemas modificando los supuestos más periféricos de la
manera que crean conveniente” (Chalmers 2006: 124). Cada hipótesis auxiliar es falible y descartable, dada la
posibilidad de encontrar un “desajuste en la correspondencia entre un programa articulado y la observación”
(Chalmers 2006: 125).

4.2. Simplicidad a través del núcleo


Ya habiendo descrito la existencia de un núcleo en el programa de investigación que el minimismo
desarrolla (la tesis minimista fuerte), ahora es turno de atribuir a su estructura nuclear la búsqueda de
requisitos de simplicidad. Manteniendo la separación conceptual entre el núcleo y el cinturón periférico
del programa, lo que ya se ha explicado en el acápite 4.1, se puede ver que el PM constituye una
propuesta de parsimonia y unificación teórica que apunta hacia la simplicidad en la formulación del
marco teórico general. El hecho de que se considere a la FL como una solución óptima para satisfacer
las condiciones externas de legibilidad hace que, mediante la aplicación de criterios de economía, el
diseño de esta facultad asuma, en consecuencia, que “la FL proporciona una maquinaria no mayor de la
que se requiere para satisfacer los requisitos mínimos de legibilidad y que sus funciones son las
funciones más simple posibles” (Chomsky 2000: 113; traducción mía). Hay, por tanto, una utilización
máxima y, a la vez, simple de los recursos de los que la facultad del lenguaje dispone. Las condiciones
de legibilidad, por su parte, parecen seguir incidiendo en la necesidad de contar con un marco
unificado, en el cual, por ejemplo, las imperfecciones de legibilidad (imperfecciones del lenguaje)
concebidas como “la presencia en una expresión lingüística de cualquier elemento irrelevante en la
interpretación conceptual o intencional de esa expresión” (Lorenzo 2001: 128), se configuran solamente
como aparentes (Lorenzo 2001: 135). Esta suposición sería, en realidad, una consecuencia directa de la
propuesta programática nuclear, y, por ende, “subyacente a las condiciones iniciales” (Chalmers 2006:
152), pero permite entender la exigencia de unidad teórica a partir de lo que determina el mencionado
centro de la investigación. Permite comprender que “una explicación unificada (…) acabaría por
eliminar su carácter de imperfección” (Lorenzo 2001: 137)

Además, por otros motivos también se entiende que el núcleo, en relación con su cinturón protector,
conduce hacia la liberación de complejidades y complicaciones, ya que “las anomalías sólo deben
originar cambios en el cinturón «protector» de hipótesis auxiliares «observacionales» y en las
condiciones iniciales” (Lakatos 1998: 67). Por tanto, al situar las hipótesis derivadas en el cinturón, si
alguna o varias de ellas resultaran fallidas, el diagnóstico de lo fallido no tendría que afectar
necesariamente el núcleo. En cambio, si alguna hipótesis resulta fallida y, por la gran extensión y

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SORDA Y SONORA. Vol. I. Nº1. 2011

complejidad del núcleo, en un modelo menos económico (y, de repente, menos unificado), trasciende
de este cinturón protector para llevar la falsación hasta la región de las leyes centrales de la propuesta,
se sugeriría un replanteamiento absoluto del programa. De esta forma se demuestra que el núcleo del
programa de investigación científica debe ser asumido dentro los mayores márgenes de simplicidad
posible, entendiendo simplicidad en este caso como una secuencia productiva desde las teorías más
sencillas y generales hacia las especificaciones particulares, más alejadas de la propuesta inicial del
núcleo. Este, a fin de cuentas, ha de presentarse bastante básico en el desarrollo de los programas de
investigación.

Volviendo a la apariencia de las imperfecciones, se puede argumentar, entonces, que si se llegase a


considerar que estas son, en realidad, parte constitutiva del núcleo minimista, la simplicidad de
presupuestos teóricos del núcleo se vería, evidentemente, en riesgo, ya que habría otra condición
irrefutable. Además, si se llegase a afirmar que esta propuesta se encuentra errada, o es insuficiente,
habría que hacer, en consecuencia, un replanteamiento en torno al núcleo, con lo cual, precisamente, se
pondría en riesgo la continuidad del programa entero, al ser vulnerado su centro. La simplicidad prueba
ser, de esta manera, un constituyen bastante oportuno en la región nuclear del programa.

4.3. Favorecimiento de las condiciones de simplicidad en el cinturón protector


También es posible pensar que, al contar con esta noción separada de “nuclearidad”, de un lado, y de
periferia, por el otro, se va en contra de la simplicidad científica, puesto que el desarrollo de una teoría
implicaría el paso de los axiomas primordiales de una región del programa, al espacio más periférico,
proceso que podría ser visto como un mecanismo complejo. Sin embargo, esta acción se vuelve, en
realidad, menos compleja de lo que parece, ya que se parte de leyes bastante elementales como, “las
leyes del movimiento de Newton más su ley de la atracción gravitatoria” (Chalmers 2006: 124), en lo
que se refiere a su programa de investigación de la física, que son muy simples y se ven
complementadas por el resto de teorías.

Además, con la implementación del cinturón protector se formulan reglas metodológicas que
establecen “un programa que enumera una secuencia de modelos crecientemente complicados”
(Lakatos 1998: 69; la cursiva proviene del mismo texto pero el énfasis es mío). De este modo, se hace
evidente que se prefiere lo menos complejo en las primeras instancias de la postulación de hipótesis en
la construcción de cualquier programa de investigación, haciendo, entonces, admisible el afán de
simplicidad metodológica del minimismo, también, en el nivel del cinturón periférico, en el cual, al
menos, las primeras hipótesis auxiliares parecen seguir las prescripciones de economía. Esta preferencia
por modelos económicos, entonces, repercute en el PM en todos sus niveles. Se demuestra, así, que ir

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más allá del núcleo no solamente se torna necesario en un programa de investigación, sino también que
es un proceso sumamente sencillo.

5. La navaja de Occam
Luego de haber revisado los criterios de simplicidad a partir de los programas de investigación
científica, es ahora pertinente servirse de otro principio epistemológico cuyas implicaciones sobre el
estudio científico de la lingüística proporcionan un interesante aporte. Estamos hablando del concepto
de la navaja de Occam, propuesto por el filósofo y teólogo medieval Guillermo de Occam (S. XIV).
Su recomendación de no extenderse más allá de la necesidad se vuelve sumamente importante en este
punto del trabajo.

5.1. Objetivo de la navaja de Occam


En Introducción a una sintaxis minimista (Eguren y Fernández Soriano 2004), se concibe este instrumento
epistemológico como uno que explica que, “para explicar los fenómenos no se deben multiplicar las
entidades más allá de lo necesario”, de modo que “si dos hipótesis (o dos teorías) concuerdan con los
mismos datos y no difieren en otros aspectos que sean relevantes para su confirmación, entonces la más
simple se considerará como la más aceptable” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 31). Y, en ese
sentido, dentro de un marco general de los aportes chomskianos a la Lingüística, “uno de los grandes
ejes (…) es la búsqueda progresiva de una mayor simplicidad en la formulación de las hipótesis y en el
diseño del modelo de gramática” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 32), repercutiendo, tanto en los
PEM (formulación de hipótesis) como en los PES (diseño de un modelo gramatical). No obstante, la
presencia de la navaja de Occam en los PES no constituye el interés primordial de esta investigación, de
modo que en el resto del capítulo, e, incluso, del trabajo, el énfasis de observación de la navaja de
Occam estará en los PEM.

El principal valor de la exigencia epistemológica occamiana es el de exigir la simplicidad en la


formulación de las teorías, teniendo, evidentemente aplicación en las restricciones de los PEM sobre la
forma en que se plantea y organiza las hipótesis. Siguiendo un hilo de continuidad con el legado de
Lakatos, tal como ha sido presentado en este trabajo, en el capítulo anterior 50, podría verse que ambas
fuentes metodológico-epistemológicas coinciden, de alguna manera, en la eliminación, cada vez que
sea posible, de los elementos innecesarios. No obstante, ambas propuestas epistemológicas difieren

50 La razón por la cual introduje primero la propuesta teórica de Lakatos, no fue, evidentemente, un criterio de orden
temporal, ya que el filósofo húngaro desarrolló su obra en el siglo XX, mucho tiempo después que Occam, cuya “navaja”
aparece en De los principios de teología, aparentemente escrita hacia 1328. El criterio empleado en esta investigación fue, más
bien, la importancia que la exigencia de un núcleo le da a la lingüística chomskiana, frente a una profundización en
cuestiones de simplicidad a partir de Occam, que, sin ser menos importantes, se pueden entender con mayor claridad luego
de la explicación de las consecuencias del planteamiento de Lakatos.
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en la forma en que se exige la eliminación de las entidades superfluas. Por un lado, Lakatos, con los
programas de investigación científica, se centra en la distribución de las leyes observacionales en las
distintas partes que constituyen este programa en su conjunto, por lo que la exigencia de condiciones de
simplicidad y eliminación de lo innecesario reconocidas allí no son más que posteriores
interpretaciones, o, al menos, efectos indirectos de la propuesta, tal como se pudo ver, por ejemplo, en
los acápites 4.2 y 4.3, en donde la eliminación de lo prescindible no es la característica más resaltante de
la conformación de los programas, sino que es una condición que se reconoce recién después de una
larga reflexión sobre el tema. Por su parte, el interés de la navaja de Occam sí se localiza
específicamente en la eliminación de lo superfluo. Constituye, así, el interés primordial de la
propuesta51.

Revisando la aplicación de los principios de la navaja de Occam al PM, hay que hablar de una
“apropiación” de ésta en la visión chomskiana de la Lingüística, puesto que hay una reducción extrema,
que satura sus posibilidades, tanto en “las hipótesis concretas como la teoría en su conjunto” (Eguren y
Fernández Soriano 2004: 32), lo cual constituye, definitivamente, una novedad que el PM presenta con
respecto a sus antecedentes. El minimismo suprime elementos innecesarios en la estructuración de la
teoría, como sucede en la eliminación de niveles de representación internos al interior de la FL, al igual
que aplica estos cortes al interior del aparato gramatical (ver en el acápite 3.2 el principio de Retraso y la
condición del eslabón mínimo). Por tanto en el PM la eliminación de lo superfluo se manifiesta con
notoria claridad en que el conjunto en cuestión “no es realmente una teoría, es un enfoque, un marco
que ha acelerado la búsqueda de las redundancias que debían eliminarse y que ha proporcionado una
nueva plataforma desde la que avanzar con mucho más éxito” (Chomsky 2003: 84).

Si bien la estrategia “por la que se eliminan, por ejemplo, las redundancias y se prefieren los principios
generales a las aserciones particulares, ha sido una práctica habitual en la lingüística chomskiana desde
hace décadas” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 213), “lo que distingue, por tanto, al Programa
Minimista de sus predecesores, en su vertiente metodológica, es el hecho de que esta estrategia de
reducción de los mecanismos teóricos y descriptivos se lleva ahora hasta el límite” (Eguren y Fernández
Soriano 2004: 213) dado que promueve procesos de simplificación no exclusivos para las disposiciones
sustantivas, sino también para el diseño del aparato teórico. No se trata solamente del uso de “medidas
de simplicidad internas” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 32), tal como hay en el paso de la Teoría
Estándar a la Teoría de Principios y Parámetros, cuando, a comienzos de los 80, se “cambia
sustancialmente la manera de concebir cómo escoge el niño que aprende su lengua materna una
gramática a partir de su experiencia lingüística: el niño fija ahora los valores de un conjunto de
51 Esta diferencia tal vez se deba a que la navaja de Occam tiene un margen de aplicación mucho más restringido y menos
ambicioso en sus objetivos, puesto que ese principio no pretende, por sí mismo, reformular la visión que se tiene del estudio
científico.
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posibilidades abiertas por la GU (o «parámetros»)” (Eguren y Fernández Soriano 2004: 32), de modo tal
que, con los Principios y Parámetros, “hay simplemente principios extremadamente generales (…) bajo
condiciones fijas que estaban propuestas, y entonces hay opciones que tienen que fijarse, decisiones
paramétricas (…). En este marco de principios y opciones fijos que hay que seleccionar, las normas y
las construcciones desaparecen, se convierten en artificios” (Chomsky 2003: 82). El PM trae la
novedad, al interior de la obra chomskiana, de una mayor simplicidad expresada en el plano
metodológico, puesto que “determinados principios favorecen ahora, de entre dos o más derivaciones
posibles de una expresión lingüística, a aquella que sea más económica” (Eguren y Fernández Soriano
2004: 33), logrando, así, que la formulación de la hipótesis comprenda el menor número posible de
entidades constituyentes. De esta forma, “los principios de la Gramática Universal son menos costosos
que las reglas específicas de un lenguaje que son contingentes con las opciones paramétricas” (Chomsky
1997: 145; traducción mía).

Se hace, por tanto, más radical y evidente la preferencia por los procedimientos más económicos, como
se ve, precisamente, en la reducción minimista de los niveles internos de representación gramatical
durante la derivación léxica. La aplicación de economía metodológica se hace presente, por ejemplo, en
el paso de un existente y más amplio número de instancias de representación a la supresión definitiva de
estos módulos. Mientras en Principios y Parámetros estos módulos rastrean, entre otros, marcadores
de caso, roles-θ, configuraciones de ligamiento, estructuras de frase y relaciones de control, y les
confieren un lugar dentro de la derivación léxica (Hornstein, Nunes y Grohmann 2005: 24), estos
niveles, como ya se explicó anteriormente, se eliminan en la propuesta teórica, por tanto, mucho más
simplificada, del PM.

5.2. Rechazo de lo superfluo


La navaja de Occam, como ya se adelantó, rechaza las entidades superfluas en función de que no son
necesarias. “Decir que cierto tipo de entidades son “vanas” o “superfluas” es decir que no hay razón
suficiente para que existan. Por eso, no solamente no hay una base positiva para postularlas, sino que el
“principio de la razón suficiente” efectivamente las relega” (Spade 1999: 102; la traducción es mía, y la
cursiva proviene originalmente de la fuente). Y, siguiendo esa misma línea, la economía metodológica
propuesta en el PM también incide en la derivación menos costosa, dejando, entonces, de lado,
aquello que, tal como se manifiesta en los principios occamianos, no resulta necesario. Si entendemos
que el principio del menor esfuerzo (least effort) en la derivación de las piezas léxicas hacia la
conformación de la oración implica el uso de la derivación menos costosa (Chomsky 1997: 145), en ella
cabe, evidentemente, la eliminación de los módulos de revisión gramatical, con lo cual la insistencia en
la economía metodológica determina que se quite toda regla y principio teórico que resulte irrelevante.

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Parece confirmarse de esta manera, tal como se vio en el acápite 3.3, que en la trayectoria sustantiva que
la investigación minimista toma, la incorporación de una economía metodológica parece seguir la pauta
que los PES proponen, sirviéndoles de soporte en el momento de enunciar las teorías. Esta
cooperación entre ambos tipos de Principios de Economía también se aprecia de un modo particular en
la aplicación de la navaja de Occam, con la eliminación de entidades superfluas y, por ende,
innecesarias, evitando así una extensión mayor a la realmente esencial.

6. Clasificación de Mario Bunge de la simplicidad teórica


Luego de haber revisado estas propuestas y herramientas epistemológicas, se hace ahora necesario
dirigir los conceptos y relaciones vistos hacia una clasificación contemporánea de la teoría científica y,
en especial, hacia la ubicación y distribución que la simplicidad tiene dentro de ella. Por ende, este
capítulo del trabajo toma como punto de partida la concepción de Mario Bunge (1975) de lo que
constituye una teoría científica y de la importancia de seguir condiciones de simplicidad, para empezar a
reconocer qué exigencias de la teoría científica se cumplen en el programa chomskiano.

6.1. La teoría científica


M. Bunge, en el ensayo “La simplicidad en la evaluación de teorías”, de su libro Teoría y realidad (1975),
concibe una teoría de la siguiente manera: “entiendo por teoría un sistema de hipótesis precisas
susceptibles de contrastación” (Bunge 1975: 129; énfasis mío). Delimita, luego, la ubicación y el papel
que la simplicidad tiene dentro de la ciencia y contrasta su función con otras necesidades que los
sistemas que agrupan teorías deben cumplir con el fin de ser considerados, de manera correcta,
científicos. Es, entonces, en función de estos criterios, a los que el autor denomina “requisitos de la
teoría científica o síntomas de la verdad” (Bunge 1975: 145) y que establece en una cantidad de
veinte52, que delimita y recorta el campo de extensión de la simplicidad, que también se presenta entre
estos requisitos.

Por eso, “la simplicidad no es un rasgo aislado de otras propiedades de los sistemas científicos, y a
menudo compite con otras exigencias” (Bunge 1975: 130). Si bien la simplicidad constituye, entonces,
un requisito deseable en las teorías científicas, no es suficiente por sí misma, razón por la cual se
retroalimenta en el campo de las ciencias, ya que se ve obligada a regir las teorías científicas junto con
otros síntomas de la verdad. Una situación semejante ocurre en el PM, puesto que la simplicidad sólo ha de

52 Estos requisitos propuestos por Bunge son: Corrección sintáctica; Sistematicidad o unidad conceptual; Exactitud
lingüística; Interpretabilidad empírica; Representatividad; Simplicidad semántica; Consistencia externa; Capacidad
explicativa; Capacidad predictiva; Profundidad; Capacidad unificadora; Fecundidad; Originalidad; Escrutabilidad;
Refutabilidad; Confirmabilidad; Simplicidad metodológica; Parsimonia de niveles; Solidez metacientífica; y Consistencia
desde el punto de vista de la concepción del mundo (Bunge 1975: 146-162).
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ser aplicable cuando no vaya en perjuicio de la constitución integral del programa, tal como se explica
mejor en el tercer acápite de este capítulo, el cual desarrolla con más profundidad esta condición.

6.2. Clases de simplicidad


Además, Bunge propone, junto con los requisitos ya tratados, una tipología para las clases de
simplicidad que puede hallarse al interior de una teoría científica (Bunge 1975: 132). Cabe resaltar, para
fines de esta investigación, aquellas que se aplican en un grado bastante notorio en los PEM, aunque no
se niega que también puedan aparecer en los PES, dada la estrecha vinculación que ambos tipos de
Principios de Economía tienen, tal como se ha revisado en la sección 3.3 y, en cierta medida, además,
en 5.2:

-Simplicidad sintáctica, que el autor entiende como una “economía de formas”. También “es
deseable por ser un factor de coherencia”, lo cual también ocurriría, de alguna forma con la economía
de representación. Esta economía de formas es coherente con los PEM porque ellos apuntan, como ya
ha quedado claro, a la parsimonia en la formulación de las hipótesis a lo largo de todo el aparato
teórico.

-Con el requerimiento de economía minimista de evitar la aparición de símbolos superfluos en el sistema


computacional lingüístico, es posible hallar, además, un rezago de la simplicidad epistemológica, o
“economía de términos trascendentes” que opta por la frugalidad en la enunciación de las
proposiciones y en el número de éstas en relación con su máxima productividad al interior de la teoría.
Este criterio es, en consecuencia, correspondiente con la exigencia de la navaja de Occam de no
extenderse más allá de las entidades estrictamente esenciales.

-La simplicidad semántica, por su parte, al ser una “economía de presuposiciones”, es decir, una
medida para generar solamente un grupo bastante reducido de “predicados básicos” que logran “inicios
sencillos de desarrollos” y facilitan “a la vez la interpretación de los signos”, también parece manifestar
cierta correlación con el PM, dado que el núcleo de este último es, esencialmente, como ya se ha
aclarado con especial énfasis en el capítulo 4, la idea de que el lenguaje es una solución ideal para las
condiciones de legibilidad de impuestas por los sistemas externos de actuación. A partir de lo esencial
de esta proposición, se despliega la investigación en el PM.

-Por otro lado, la opción por procedimientos metodológicos más sencillos en el PM parece asociarse
más firmemente con los criterios de la simplicidad pragmática, que, como “economía de trabajo”,
cuenta, entre otras cosas con criterios de simplicidad algorítmica (“facilidad de cálculo”) y
experimental (“facilidad de preparación y de interpretación de pruebas empíricas”). En general, este
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tipo de simplicidad tiene, entre otros efectos en la Lingüística chomskiana, el poder de “eliminar la
posibilidad de la opcionalidad en la derivación” (Chomsky 1997: 146; traducción mía), cuando ésta
resulta innecesaria. Es, de esta forma, comprobable, por ejemplo, una aproximación a la exigencia de
una derivación menos costosa (Chomsky 1997: 145; traducción mía), sin niveles intermedios de
representación.

6.3. Limitación de la simplicidad en las teorías científicas y la rigurosidad científica


La consideración de la simplicidad en las teorías científicas no debe perjudicar su profundidad
epistemológica, su capacidad predictiva, explicativa o cualquier otra de las características de la ciencia
(Bunge 1975: 134). En ese sentido, la simplicidad solo ha de ser tomada en cuenta en tanto haga la
teoría “más manejable, más coherente o más contrastable” (Bunge 1975: 134). Con la introducción de
los principios de simplicidad en las teorías científicas, solamente se busca, por lo tanto, “una cauta
reducción de redundancias” (Bunge 1975: 135). Así, el PM adopta una actitud metodológica que vaya
en pos de “la búsqueda de simetría o la eliminación de redundancias” (Eguren y Fernández Soriano
2004: 224), procediendo a trabajar posteriormente sólo con aquellas propuestas teóricas que, luego de
haber pasado satisfactoriamente por las restricciones impuestas por los PEM, sean máximamente
productivas en su aporte a la explicación de cómo la FL es óptima.

Por otro lado, si bien la propuesta chomskiana no parece hacer un énfasis especialmente explícito en la
rigurosidad científica, no obstante, se podría argumentar, de repente, una mayor explicitación de la
teoría científica en los criterios de adecuación descriptiva de la investigación lingüística, al tratar
asuntos como la “sistematización de la competencia lingüística”, un “aparato conceptual con el
suficiente poder expresivo” y las “previsiones teóricas sobre la frontera entre lo gramatical y lo
agramatical” (Lorenzo 2001: 78-79; la cursiva proviene de la fuente, pero el énfasis es mío)53; sí es
posible extender para el PM el reconocimiento de condiciones de “nitidez lógica o formulación exacta
de los postulados”, al no ser “posible ninguna deducción definida a partir de supuestos básicos
construidos con vaguedad” (Bunge 1975: 135-136), sino que el requisito de especificidad es,
definitivamente, muy útil para guiar el desarrollo del programa. “Así que realmente hay dos cuestiones
separadas, similares pero separadas. La primera es: hagamos que nuestras teorías sean lo mejor posible,
independientemente del objeto (…). Y la otra cuestión es: ¿tiene sentido que el dispositivo sea óptimo?
¿Es la mejor solución posible al conjunto de condiciones que debe satisfacer?” (Chomsky 2003: 85), de

53 Se podría identificar, asimismo, un fundamento adicional de la teoría científica en el nivel de adecuación teórica, pues “la
tarea del teórico no consiste en únicamente en describir experiencia del modo más económico, sino construir modelos
teoréticos (…) con fragmentos de realidad” (Bunge 1975: 182; el énfasis viene de la fuente), al igual que en la visión que
Noam Chomsky postula en Aspects of a Theory of Syntax, tal como lo traduce Guillermo Lorenzo: “una teoría lingüística [tiene]
éxito en seleccionar una gramática descriptivamente adecuada a partir de datos lingüísticos primarios” (Lorenzo 2001: 80).
De esta forma se cumple con la actitud científica de partir de los datos primarios para formular, posteriormente, ya sea
inmediatamente después, o después de una serie de instancias, las teorías.
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modo que la simplicidad no debe llegar a perjudicar el marco descriptivo y explicativo de las respuestas
al núcleo del programa, es decir, las hipótesis auxiliares, sino que debe actuar a favor suyo, tanto al nivel
de los PEM, como se entiende al inicio de la cita de Chomsky, como de los PES.

6.4. Replanteando la noción de “núcleo”


Vale también la pena retomar en esta parte del trabajo la noción de núcleo de un programa de
investigación científica de Lakatos, ya que este conjunto central de “principios fundamentales”, “de
unas hipótesis muy generales” (Chalmers 2006: 124) parece cumplir con la necesidad de simplicidad
de la base predicativa, que Bunge define de la siguiente manera: “cuanto menor sea el número de
conceptos primitivos de la teoría, tanto mayor deberá ser el número de puentes entre ellos y los
conceptos derivados (definiciones y teoremas); como consecuencia, tanto mayor será la conectividad
conceptual y proposicional de la teoría” (Bunge 1975: 137). Vista la situación de esta manera, hay un
aporte complementario que se desprende de esta semejanza, pues se refuerza la interrelación conceptual
entre la propuesta de Lakatos y la delimitación científica de Mario Bunge a partir de las conexiones
generadas en las leyes que constituyen el núcleo primitivo del conocimiento científico.

En este sentido, el PM, dentro del marco trabajado por Lakatos para los programas de investigación,
confirma su condición de científico cuando cumple con que “lo que ha de ser evaluado como científico” sea
“una sucesión de teorías”, de modo que “las más importantes de tales series en el crecimiento de la ciencia
se caractericen por cierta continuidad que relaciona a sus miembros” (Lakatos 1998: 65; la cursiva
proviene del texto), es decir, la teoría54 que desarrollan. El minimismo, en consecuencia, opta, como ya
se vio en el acápite 3.3, por la construcción progresiva de modelos crecientemente complicados, en
donde habrá preferencia por las hipótesis más sencillas en una transición que tiene su punto de partida,
como ya se ha demostrado, en el núcleo. La simplicidad en la base predicativa permite colocar el resto
de propuestas teóricas en el cinturón protector, asegurando, así, que la defensa del núcleo cuente con
más elementos que si se hubiera colocado más presupuestos programáticos en el centro, lo cual lo
podría en riesgo de perder solidez y complejizaría la investigación que refuerza el postulado inicial. Los
puentes de los que Mario Bunge habla serían, entonces, más frágiles. Se demuestra, de este modo, por
ejemplo, la conveniencia de considerar la eliminación de niveles internos de representación gramatical
como una condición periférica, ya que, antes de ser un elemento de constitución cuestionable al interior
del núcleo, es, preferentemente, hasta el momento un mecanismo de sólida utilidad en el PM.

54Retomo para esta sección el concepto de teoría como “hipótesis auxiliar o conjunto de hipótesis auxiliares” de los
programas de investigación científica.
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6.5. Sistematicidad
La sistematicidad o unidad conceptual es la propiedad de todo sistema teórico por la cual “sus
conceptos han de «estar ligados entre sí»” (Bunge 1975: 146). Si transferimos este requisito a nuestra
concepción de los programas de investigación, podemos decir que el efecto de esta cohesión teórica es
el natural fortalecimiento del programa entero, dada la mayor integración y contribución mutua de sus
partes.

Hay, asimismo, en la propuesta minimista una evidente exigencia de la sistematicidad, la cual se puede
apreciar, por ejemplo, en la asunción de que las imperfecciones de legibilidad del lenguaje son solo
aparentes, ya que la visión de estos fenómenos como solo superficialmente retadores del presupuesto
nuclear contribuyen intensamente a la constitución del programa en su conjunto, al incidir en la idea de
sistematicidad. Esta noción de sistematicidad cumple un rol importantísimo dentro de las exigencias de
simplicidad, ya que “la simplicidad de la base predicativa es favorablemente significativa para la
contrastabilidad en la medida en que es propicia a la sistematicidad” (Bunge 1975: 140). La
sistematicidad, tomando cierta distancia respecto a la clasificación de Bunge, puede ser vista no
solamente como un efecto de la simplicidad, sino como una condición general de simplicidad.

Partiendo de la caracterización que el filósofo argentino hace de la sistematicidad, a la que coloca como
condición para un “sistema conceptual unificado” (Bunge 1975: 146), es posible entenderla en relación
y como uno de los espectros en que se han de derivar las condiciones generales de simplicidad. Por
tanto, si bien, no son, en última instancia, conceptos idénticos, la simplicidad y la sistematicidad
presentan una gran similitud que permiten que se pueda tomar al último como una forma de realización
funcional del primero. La simplicidad dirige la investigación hacia una sucesión más sencilla y directa de
las hipótesis, acrecentando así la conexión lógica entre estas últimas. Esta conexión lograda por la
simplicidad tiene un fuerte punto en común con la sistematicidad en tanto señala formas concretas en
que se da una secuencia de propuestas teóricas. Esta secuencia, sin ser la única forma de conexión
posible, por lo cual no resulta ser la simplicidad lo mismo que la sistematicidad, indica ya una forma
particular, y, en ese sentido, única, que aporta una sensación de sistematicidad.

7. Conclusiones
Con la intención de dar por finalizado este trabajo, resulta ahora pertinente presentar las conclusiones a
las que el desarrollo de la investigación permite llegar:

(8) El amplio número de condiciones de promoción de la simplicidad en la ciencia que se han


expuesto aquí parecen agruparse en tres criterios generales que distinguen al Programa

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Minimista en cuanto a su economía metodológica. Se deberá entender estos criterios como


abstracciones mayores que proporcionen un marco epistemológico para exigir la
simplicidad en los Principios de Economía Metodológica. Estos criterios se generan y
obedecen los lineamientos científicos que, de alguna manera, aparecen en las tres propuestas
analizadas en los capítulos centrales de este trabajo. No obstante, es necesario recordar que la
delimitación y la correspondencia de los tres criterios generales con las distintas condiciones
aquí expuestas no son exactas, ya que algunas de estas condiciones posiblemente habrán de
encontrarse distribuidas en más de uno de los criterios, situaciones ante las cuales se preferirá la
colocación de las condiciones de simplicidad en el criterio que más se identifique con cada una
de ellas, en el caso en que se deba hacer verbalmente expresa esta correspondencia. Estos tres
criterios generales, entonces, son:
-Un núcleo teóricamente elemental y metodológicamente sencillo. Este concepto surge a
partir de la revisión del núcleo central de los programas de investigación científica de Lakatos,
pero también se muestra compatible con la exigencia de simplicidad en las bases predicativas y, de
alguna forma, con la simplicidad semántica que Mario Bunge sugiere para las teorías científicas.
Este criterio, también se manifiesta, entonces, de manera indirecta, en el Programa Minimista.
-Preferencia por la eliminación de todos los elementos superfluos e innecesarios para el
programa de investigación. Es a este criterio al que se adhiere la figura de la navaja de Occam, y al
que también se refiere el minimismo con nociones como las de la derivación y la representación
menos costosas. Esta situación, no obstante, no avanza en detrimento de la conformación de la
teoría científica, puesto que no ha de traspasar los límites de lo que sí es necesario para la
elaboración de una teoría o de un programa satisfactorio.
-La sistematicidad de las teorías. Este criterio favorece a la búsqueda de teorías en las que la
unidad y regularidad reduzcan las redundancias. Toda investigación científica, por lo general,
cumple con este requerimiento, de modo que el Programa Minimista, en su calidad de programa de
investigación científica, cumple con esta condición fundamental.
Estos criterios no existen de manera separada, sino que se complementan entre los tres, de modo
que cada uno se fortalece a partir de la contribución del otro.

(9) Dado que el Programa Minimista surge expresamente como un programa de investigación
científica, es indispensable que mantenga esta condición a lo largo de su desarrollo siempre. Al
respetar su doble constitución núcleo-cinturón protector, garantiza su aceptabilidad en el
marco científico.

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