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Introducción
La Semiótica –ciencia general de los signos y de los fenómenos comunicativos que se producen
en las diversas culturas- muestra las relaciones que se establecen entre la creación de los signos y
las leyes que guían su vida. Desde la perspectiva de la Semiótica, la sociedad y la cultura pueden
explicarse como sistemas de signos que abarcan amplios campos de la comunicación plasmados
en palabras, gestos, hábitos, imágenes y formas.
La Semiótica estudia no solo en que consisten sino como actúan los signos en tanto sistemas,
como comunican, y como los sujetos involucrados interactúan en los más diversos contextos. La
semiótica es una ciencia que depende de la realidad de la comunicación: primero vivimos y nos
comunicamos, luego reflexionamos sobre su sentido, estructura y funcionamiento.
La arquitectura como fenómeno cultural se puede comprender como sistema de signos, en tanto
dispone de un lenguaje específico basado en sus formas y los modos de combinarlas para
comunicar diferentes discursos. Puede ser estudiada con herramientas de la Semiótica.
La Semántica se ocupa del sentido de los signos, lo que quieren significar y de las relaciones de
los signos con los objetos a los que son aplicables. La semántica es en general una disciplina
descriptiva y técnica de los significados de un determinado lenguaje, en este caso se trata del
lenguaje arquitectónico.
En arquitectura el nivel semántico incluye cuestiones como la definición y entidad de los signos
arquitectónicos, las unidades y partes componentes. Estos dependen del modo de su
delimitación, es decir del mecanismo de segmentación (o separación del todo) para su
individualización, sus transformaciones en el tiempo y en diferentes situaciones contextuales.
La Sintáctica describe las relaciones entre los signos y establece los principios generales de su
construcción. Analiza e investiga las combinaciones, sustituciones y transformaciones operadas
según el modo de conectar los signos, reconociendo diferentes niveles de profundidad entre
relaciones elementales y totalidades.
Mientras la semántica se ocupa de la entidad de los signos, (como son las unidades y su sentido,
es decir, como se pueden percibir y entender a primera vista, con nombres y significados
propios) la Sintaxis se ocupa de las relaciones entre los signos: cómo coordinar, unir o separar
esas unidades básicas de sentido, como una estructura de posiciones relativas de esas partes
constituyentes.
Las partes pueden combinarse de muchas maneras distintas, según las finalidades y
condicionantes de la obra, las intenciones y capacidad de los autores. Los significados de la obra
de arquitectura no solo dependen de los signos en sí, sino que la sintaxis también es generadora
de significación.
SINTAXIS ARQUITECTONICA
Sintaxis es un término de origen griego que significa disposición o colocación. “La sintaxis
arquitectónica estudia las maneras en que objetos arquitectónicos relativamente complejos se
componen a partir de unidades o elementos menores.”
La sintaxis sería en principio “la disciplina de la distribución”, una técnica que enseña a ordenar y
manejar el espacio, a proporcionarlo, a concretarlo dimensional y geométricamente, básicamente
a hacer concordar la relación entre los signos y las ideas a comunicar según los fundamentos
estéticos y funcionales de la arquitectura en un tiempo y un contexto dados.
El tipo de segmentación que se considera en este modelo es una segmentación canónica, usual,
que se realiza siguiendo cortes que respetan códigos arquitectónicos como reglas de la tradición
constructiva. La posibilidad de las partes de ser nombradas verifica su existencia en la
codificación disciplinar. Al segmentar la obra arquitectónica, cada parte tiene significado en
relación con su posición relativa en sí y con el todo.
- Se entiende como sintagmas a los signos compuestos de varios elementos conjugados entre sí,
con relaciones fijas, o incluso convencionales, que forman un conjunto intermedio entre la
totalidad y el elemento mínimo. (Signos complejos). Su significado es relativo a la relación que
mantienen con las partes mayores o menores. Es decir que su significado se lee no solo por su
identidad sino también por su sintaxis interna. Vinculan por contigüidad elementos materiales,
espaciales, y tanto espaciales como materiales. Se reconocen estas unidades sintagmáticas en
obras entre sí muy diferentes, esto reafirma que su entidad no depende de la totalidad de la que
segmenta sino de su composición propia.
RELACIONES SINTÁCTICAS
Establecida la identidad de las partes, e identificados los signos según el modelo, se puede
desarrollar el análisis de la sintaxis arquitectónica, aplicándolos tanto al nivel de los elementos
espaciales como de los materiales.
Se distinguen dos enfoques analíticos de las relaciones sintácticas: a) sintaxis propiamente dicha
y b) principios sintácticos.
Poniendo la mirada en la distribución de las partes entre sí, se estudia la articulación interna y
como se conforma el todo, que presenta gradaciones según la segmentación realizada
dependiendo de la escala de la obra en juego y la nitidez de las fronteras entre partes. Se trata de
estudiar la organización de los elementos materiales y espaciales según diferentes rangos de
abstracción, concentrándose en la estructura relacional definida según la geometría, la analogía
matemática y la topología. No se consideran significados connotativos, es un reconocimiento y
descripción denotativa de la presencia de las relaciones formuladas.
La determinación de la clase o tipo de sintaxis depende de cómo son observadas las relaciones
según el objetivo del análisis: la lectura de la sintaxis puede desarrollarse sobre el espacio
tridimensional, (volúmenes, masas, espacios), o bidimensional (planos limitantes, materiales,
fachadas,) o en sus representaciones en plantas, cortes vistas, etc.
- Operacional: las partes se combinan por analogía con las operaciones aritméticas, adición,
sustracción, multiplicación y división. En un nivel de máxima abstracción de la materialidad se
hace foco en el mecanismo operatorio por agregación o división, según predomine la forma
parcial o total.
Las operaciones pueden ser abiertas (potencialmente se podría añadir o quitar mas elementos sin
alterar el todo) o cerradas (no puede agregarse elementos sin alterar el todo); completas, con
contacto (elementos adosados con límites bien definidos) o incompletas o sin contacto, (con
elementos intermedios, sin integridad de elementos divisorios).
La adición es la suma de elementos bien delimitados, similares o diferentes, (de variadas formas
y tamaños) que se disponen cerradas o abiertas.
La multiplicación consiste en la repetición de varios elementos idénticos, o muy similares, en
módulos, células, tramas, con o sin contacto. La forma final puede ser abierta, (pueden agregarse
elementos sin alterar el planteo compositivo), o cerrada, ordenada o desordenada (determinada,
que no admite el agregado libre, sino en las reglas previas del sistema aditivo elegido).
La sustracción significa una totalidad predominante a la que se le quita una porción, interna o
externa, ésta parte puede desaparecer es decir una sustracción conceptual, o estar en una
proximidad sin contacto, pero demostrando la parte quitada.
La división significa la incorporación de límites internos a un espacio o superficie dada,
constituyendo partes numerosas contenidas en el todo. Esta división puede ser completa, con
contacto, definida. Cuando los límites de los espacios o sectores divididos no forman una
frontera continua, se trata de una división incompleta. Si no existe una forma previa definida a
dividir, pero aparecen ciertos límites que recortan partes, se trata de una división indefinida,
completa o incompleta. Existe subdivisión cuando se presenta la división de un elemento
principal o parte íntegra que es compartimentada en múltiples partes iguales o parecidas entre sí,
implicando la multiplicación de sub-partes dependientes jerárquicamente del todo inicial.
En la adición y multiplicación la parte domina sobre el todo, y a la inversa, en la sustracción y
división el todo predomina sobre la parte.
Las relaciones topológicas son las de carácter más general y abstracto, e incluyen conexiones y
posiciones relativas con respecto a determinados límites, fronteras o puntos de situación. Actúa
sobre las relaciones entre partes que se ubican según su posición relativa u orientación en el
espacio con respecto:
A un lugar de referencia: adelante, atrás, izquierda, derecha, arriba, abajo, frente, fondo, (por
ejemplo con respecto a calle o acceso: fachadas, medianeras, contrafrentes, lados)
A un perímetro: Cerrado/abierto, continuidad/ cierre, total o parcial; adentro, afuera, (inclusión
con o sin contacto, exclusión)
De posición yuxtaposición, superposición, acumulación. De interposición de un espacio respecto
a otro: interpenetración, fusión, completa, incompleta.
De proximidad: contigüidad, cerca, lejos, vecindad, concentración, dispersión. De agrupación:
(conformaciones derivadas de la proximidad: grupos, racimos, hileras, simples o repetidas, en
modalidades concentradas o dispersas, ordenadas o desordenadas. Se incluyen en este tipo de
sintaxis las distribuciones según una organización formal no geométrica: en anillo, en zig-zag, en
cruz, en molinete, en peines, en tiras, en L, U, T, H, etc.
Constituyen, principios organizativos de orden general que reglan la combinación de los diversos
componentes formales de la obra de arquitectura. Sintetizan simultáneamente las relaciones
geométricas, topológicas y operacionales, produciendo significados globales nuevos que las
sintaxis anteriores no generaban.
Mientras los niveles geométricos topológicos y operacionales son una lógica interna
posicional, y se aplican por vía de la abstracción y la esquematización, estos principios
actúan considerando la influencia del contexto histórico social constituyendo significados
basados en códigos arquitectónicos. Entonces, para cada momento histórico se aceptan y
privilegian determinados principios sintácticos, mientras que otros se descartan. Sin embargo hay
principios sintácticos que son invariantes formales presentes en casi todas las obras de un
periodo determinado y que de este modo permiten caracterizarlo morfológica y estéticamente.
Cada uno de ellos es de aplicación alternativa entre dos extremos, constituyendo polos: el
principio en si o su opuesto.
Los principios directos que se aplicaron históricamente en la arquitectura fueron estableciendo
un “canon” o regla, una codificación convencional que por repetición ha hecho perder capacidad
de significar perdiendo interés, por eso su trasgresión o antagonismo renovó el lenguaje
arquitectónico. A partir del sistema normativo y de su contraparte anticanónica se obtiene
actualmente una estructura de condiciones -principios directos u opuestos- susceptibles de
selección y combinación útil en los momentos iniciales del proceso de proyecto, como pautas a
lograr de carácter estético comunicativo.
UNIDAD:
El objeto se manifiesta como una entidad completa, separada de su entorno por su carácter
identificable y homogéneo. Existen remates y terminaciones que indican y limitan la extensión
del objeto. La unidad implica elementos y orden legibles. Es un principio que existe desde la
antigüedad, su objetivo es la armonía con el hombre y el universo. Esto se manifiesta con una
proporcionalidad legible, repetición de motivos en diferentes escales, jerarquización entre
principal y secundario, relaciones de subordinación que desembocan en una obra cerrada
formalmente.
Define carácter, integridad con coordinación, y equilibrio entre las partes y entendiéndose como
una totalidad
Principios opuestos:
Uno de ellos es lo no unitario: se manifiesta como indefinido, sin principio o fin determinado,
fusionado con el entorno se articula con el sitio en adiciones abiertas, con forma total casual y
con posibilidades de crecimiento.
ORDEN:
Lo básico de este principio es expresar racionalidad, hacer visible la exactitud, la planeación
previa la abstracción y la visión de conjunto, remarcando la existencia de reglas y control.
Contribuyen a este principio la repetición, la geometría, el énfasis, la simplicidad (que no implica
uniformidad necesariamente), la regularidad y la proporción. El exceso de orden produce
relajación, disminuye la atención, sobre todo en los casos donde hay poca variedad.
Puede conseguirse orden por medio de la contraposición, el equilibrio o balance de contrarios
(como redondo-cuadrado, horizontal-vertical, pesado-liviano; lo importante es el sistema, no el
elemento.
Principio opuesto:
Su contrario, el desorden es lo fortuito, incompleto, libre, presentando simultáneamente partes
con principios contrarios entre sí que chocan. Surge como aparente falta de organización, de
impericia, que se refleja en lo azaroso, libre de las combinaciones.
El exceso de orden produce cansancio por poca espontaneidad. El exceso de desorden provoca
fastidio y confusión.
JERARQUIZACIÓN:
Consiste en diferenciar y valorar las partes de acuerdo a su importancia relativa, a través de sus
tamaños, su protagonismo y sus ubicaciones respectivas. Implica una clasificación de partes en
dominantes y subordinadas, principales y secundarias. La jerarquización ayuda a comprender las
obras como totalidades, que resultan claramente legibles. Sus recursos son el énfasis, la
acentuación y la variedad, por medio del color, los ornamentos y la textura. El énfasis consiste en
sobrevalorar un elemento en especial, por tamaño y ubicación, por ejemplo el centro, la masa, un
acceso, una sucesión de espacios secundarios para llegar al principal. etc.
Un principio derivado consiste en la subordinación: las partes siguen un orden jerárquico que
depende de una prefiguración de la totalidad. La obra tenderá a ser unitaria, completa cerrada. La
parte depende del todo.
Principios opuestos:
La no jerarquización, con autonomía de las partes: las partes, jerarquizadas, componen por su
propio dominio una forma final eventual. El todo depende de las partes. Puede haber unidad por
medio de balance o equilibrio de múltiples partes de desiguales proporciones y orientaciones
contrarias.
Si la obra es abierta, indefinida, se relaciona con el ritmo y la repetición, tenderá a ser no
unitaria, incompleta (se le pueden ir agregando partes sin alterar el tipo de planteo compositivo).
Principio opuesto
No coordinación. Equivale al desorden métrico, desequilibrio y caos de medidas, el uso
simultáneo de escalas incongruentes, como miniaturización o exageración de elementos,
tendiendo a las disonancias y a los contrastes no resueltos.
SIMETRÍA
Es un principio básico de armonía y orden, principalmente clásico. Significa desde un punto de
vista geométrico la relación de igualdad o espejamiento entre partes referidas a uno o varios ejes,
verticales y horizontales, centros o radios, como disposiciones axiales o especulares de diverso
grado de complejidad, aplicadas principalmente en plantas y elevaciones en el exterior o interior
de los edificios. Como sintaxis geométrica tiene carácter ideal y racional, adecuado al desarrollo
proyectual de plantas y fachadas, pero como principio general se presenta también a la
percepción visual directa de edificios construidos; la simetría especular es detectada
inmediatamente hasta por los observadores menos experimentados.
En los tratados clásicos antiguos, en lugar de simetría se utilizaba la palabra “euritmia” que
indicaba las correctas proporciones, ubicación y similitud entre las partes. Era de carácter mas
perceptual, refiriéndose a la apariencia del edificio, que es construido de acuerdo a las leyes de
la armonía, con regularidad y correspondencia entre las partes La palabra simetría actualmente en
uso, del griego “symetría” (syn=con, metron= medida) es decir “con medida”, introduce un
punto de vista mas próximo al orden matemático, preciso y mensurable.
El punto de vista de la euritmia se aplica hoy en día mas al principio de balance, donde unos
elementos a un lado del eje se compensan con otros, que no son iguales literalmente pero que
tienen el mismo peso.
Principios opuestos:
Asimetría: Plantea la moderna libertad de disposición de las partes, que se entienden que deben
surgir de otras intenciones de la obra, tanto prácticas como estéticas, independientes del orden
rígido formal de la simetría. Introduce el concepto de dinamismo, trabaja más a partir de la
sintaxis topológica con superposición, acumulación e interpenetración de partes, en disposiciones
no jerárquicas.
EQUILIBRIO / BALANCE:
El equilibrio o balance puede entenderse como una trasgresión a la ley de la simetría, al utilizar
la axialidad pero no la especularidad. Se trata de una compensación que relaciona elementos de
disímil apariencia dispuestos a ambos lados de un eje o centro imaginario, pero que se conjugan
por una preponderancia similar, sin protagonismo de uno u otro. Puede haber contraste,
heterogeneidad, y tensión entre las partes pero un peso visual que contrarresta los opuestos.
Reemplaza al principio de simetría en plantas y elevaciones de la arquitectura moderna,
resultando una nueva armonía de partes que balancea vacíos y llenos, recto con curvo, formas
libres con geométricas, alto con bajo y extendido, formando generalmente pares polares.
Contraponerse a estos principios es disminuir o limitar los elementos espejados o balanceados.
CONTRASTE:
Los elementos o partes de propiedades opuestas se combinan en simultaneidad. La antítesis
puede ser de tamaños, escalas, órdenes, geometría, peso, materiales, colores, texturas. Se debe
producir entre ellos una atracción, una tensión que resulta en un equilibrio dinámico, una
compensación, Puede haber un contraste de elementos similares pero cumpliendo funciones
opuestas.
Su opuesto es la igualdad, la repetición o la homogeneidad.
REPETICIÓN:
Implica una cantidad de elementos iguales o similares que se presentan reiteradamente, ya sea
del mismo tamaño, o en entidades replicas mayores o menores (repetición jerárquica) replicas en
posiciones especulares, yuxtaposiciones reiteradas, de alusiones a elementos no presentes
(repetición a nivel significante), a nivel paradigmático.
Otro nivel de repetición es el uso de elementos o motivos que aparecen en diferentes lugares de
la obra, o un conjunto. Los motivos (aislados) actúan sobre el ojo y la memoria y reconstruyen la
unidad. No es como una repetición simultánea, que se aprecia de una vez, como por ejemplo en
una fachada las múltiples ventanas, o en un espacio las columnas.
RITMO:
Es una repetición alterna, a nivel del sistema base de la obra, que se presenta con variaciones de
regularidad métrica que debe enfatizarse. Cuando existe un orden que involucra varios
elementos disímiles pero ubicados de una misma manera, o su inverso, se manifiesta una relación
de repetición rítmica. Es importante el número y la proximidad de las alteraciones y repeticiones.
Los elementos forman clases por similitud.
Principio opuesto:
La falta de un sistema regulador, la heterogeneidad y la excesiva variedad dimensional y
jerarquizada de las partes contribuyen a uno de sus opuestos.
Lo único, o la absoluta homogeneidad de una forma dominante sin partes perceptibles, serían
otro opuesto.
TECTONICIDAD:
Este principio impone la presencia del edificio como algo sólidamente dispuesto con respecto a
la estabilidad y el equilibrio de las fuerzas soportantes. Define el carácter del todo con respecto a
la sustentación, estructura y construcción, real o percibida como tal. Desde el punto de vista
compositivo los volúmenes mayores y visualmente pesados descansan sobre la tierra, mientras
los livianos y finos van ascendiendo sin salientes o voladizos arriesgados. Es la expresión de la
relación de perpendicularidad del edificio como elemento vertical con la tierra como base o
elemento horizontal. También se refiere a la relación sostén/sostenido que depende de la
materialidad que concreta las partes, las líneas o mallas estructurales que deben afirmar
visualmente que el edificio se resuelve en un equilibrio de fuerzas. Este principio relacionado
con la unidad produce calma y equilibrio.
Principio opuesto: