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1904 MANUEL AMADOR GUERRERO

La egregia figura del DR. MANUEL AMADOR GUERRERO, primer presidente


de la República (1904-1908), nacido el 30 de junio de 1833, en Turbaco,
Colombia.

Por sus grandes virtudes, médico de profesión, fue elegido presidente por
unanimidad por la Convención Nacional Constituyente en 1904, ya que el
candidato lógico, José Agustín Arango, no quiso aceptar el cargo. Su toma de
posesión tuvo lugar en la Plaza de la Catedral, hoy Plaza de la Independencia,
donde el pueblo había ofrecido su respaldo a la separación de Colombia el año
anterior.

Muy brevemente, durante su gestión, se estableció la moneda nacional, el


Balboa. Se creó el Banco Hipotecario y Prendario, que se convirtió después en
el Banco Nacional. Además se determinaron los Símbolos de la Patria.

Constituyente de 1904

La Constitución de 1904 presenta los rasgos propios de la generalidad de las


constituciones: soberanía popular y separación de los poderes, con garantía de
los derechos fundamentales. Adopta además un modelo económico liberal.

Otros rasgos de esta Constitución son: un control judicial de la


constitucionalidad limitado a la declaratoria de inexequibilidad de leyes
previamente objetadas por el Órgano Ejecutivo, y unas disposiciones sobre
reforma constitucional que exigían su adopción por dos asambleas sucesivas
(lo que la hace una Constitución rígida).

El texto fue aprobado por la Convención Nacional Constituyente a partir de un


proyecto de los señores Ciro Luis Urriola, Julio Icaza, Emiliano Ponce, Rafael
Neira, Juan B. Amador, Arístides Arjona y Nicolás Victoria Jaén, tomando como
base la Constitución de la República de Colombia de 1886.
No puede dejar de señalarse el más singular de sus pasajes, introducido
durante el debate constituyente: el artículo 136, mediante el cual Panamá hace
depender su independencia de la protección de los Estados Unidos de
América.

De la Constitución de 1904 se ha dicho con frecuencia que le falta originalidad,


que era anacrónica (por ser liberal, en vísperas del constitucionalismo social), y
su carácter pactado (por surgir del acuerdo entre el partido liberal y el
conservador).

Independizado el Istmo de Panamá de Colombia, era imprescindible imprimir


fisonomía jurídica al nuevo Estado. Fue esa la tarea primordial de la Junta de
Gobierno y, sobre todo, de la Convención Nacional Constituyente que debía
dotar a la Nación de su primer Estatuto o Carta Fundamental. Los liberales y
conservadores, las facciones políticas tradicionales que se habían enfrentado
ideológica y bélicamente durante nuestro lapso colombiano, estaban ahora de
acuerdo en que a la naciente República panameña debía dársele rostro propio
en base al Derecho a través de un marco legal que reflejara los conceptos
imperantes del momento y enrumbara al país en democracia, justicia y
participación popular. Para ello, la Junta de Gobierno convocó a elecciones
para escoger a los representantes o constituyentes.

En enero de 1904 se instaló la Asamblea y las sesiones fueron presididas por


el eminente repúblico Don Pablo Arosemena.

Correspondió a los señores Ciro Luis Urriola, Julio Icaza, Emiliano Ponce,
Rafael Neira, Juan B. Amador, Arístides Arjona y Nicolás Victoria Jaén redactar
el proyecto constitucional, el cual estuvo preparado en un lapso de apenas tres
días.

Los debates y las diatribas no se hicieron esperar, pero en el fondo había


acuerdo, apremio y sobre todo patriotismo ante la realidad irrepetible que se
vivía.
La primera Constitución republicana panameña de 1904 fue promulgada el 13
de febrero y sancionada el mismo mes por el Poder Ejecutivo. Se iniciaba así la
marcha constitucional hasta nuestros propios días. Obviamente, la Constitución
estaba destinada a reconciliar a todos los panameños. Su modelo no era otro
que el de la Constitución de Rafael Núñez de1886. Esta, tan perfecta, estuvo
vigente un siglo en Colombia.

Pero nuestra Constitución, con todas las fallas que se le podían atribuir,
consagró los derechos individuales, dividió el Poder en los tres estamentos
tradicionales Ejecutivo, Legislativo y Judicial, reguló las relaciones con la
Iglesia eliminando el carácter oficial del catolicismo, estableció el período
presidencial en cuatro años y otras conquistas que no son del caso especificar.
Su exceso de individualismo contrastaba con las tendencias filosóficas y
jurídicas de estrenos del siglo XX. En tal virtud, José Dolores Moscote opinó
que había "nacido vieja".

Por su parte, el maestro constitucionalista César Quintero Correa expresó que


la Carta de 1904 fue redactada antes de la llegada del constitucionalismo social
que se manifiesta en América Latina en la década del 30.
Hemos, pues, de abonarle las buenas intenciones y el deseo implícito de darle
a Panamá un código básico cónsono con su escasa demografía, exiguo
territorio y a la tendencia liberal de la mayoría de los panameños.
La Constitución inicial estuvo vigente durante 37 años, hasta 1941 cuando
Arnulfo Arias implantó su nuevo modelo autocrático.
En todo caso, hay que reconocer a aquellos constituyentes de 1904 la
excelente voluntad de que la joven Nación se enrumbara dentro de normas de
respeto mutuo, de reconocimiento del fuero personal, que la distribución clásica
del poder seguía el espíritu de Montesquieu, por entonces ya universal y
aceptado por todos, y de que Panamá debía y podía entrar con pie firme en el
consorcio de los pueblos libres del mundo.
A un siglo de la Constitución que dio marco jurídico interno a los panameños
que vieron la Separación, hemos de saber y entender y practicar los ideales
que fundaron la Patria. Que los partidos están para servir nuestros intereses y
defender nuestras libertades. Así lo entendieron los prohombres de 1903 y
1904. Y esa es una gran lección que jamás podemos olvidar. Antes bien,
nuestra labor consiste en actualizarla y perfeccionarla en una ascendente
escala política y de acendrado nacionalismo.

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