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Mito los dioses de la Muerte

Mictlan, o mejor conocido como el inframundo, es el lugar donde van a parar las almas de
los muertos. Este sitio inmundo es cuidado y
gobernado por Mictlantecuhtli y su esposa
Mictecacihuatl. Sin embargo, en la profundidades del
inframundo encontramos también muchos otros
dioses que habitan sus regiones.

Entre ellos, encontramos a Ixpuzteque, Tzontemoc,


Chalmecacihuatl y muchos
otros. Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl fue la pareja
de mas trascendencia en el inframundo, y cuidan el
lugar donde llegan los hombres a 'descansar' después
de haber entregado tus pertenencias mas valiosas a los
dioses.

Mictlantecuhtli es descrito por muchos libros como un cuerpo hecho totalmente de huesos
de hombre, una mascara que ocupa toda su cabeza, montando grandes caballos negros que
llevan en sus ojos estelas brillantes. Dicen que son una combinación entre murciélago,
araña y búho.

El Niño Fidencio

José de Jesús Fidencio Constantino Síntora, más conocido como el Niño Fidencio, fue uno
de los más famosos curanderos de México. Nació el 18 de noviembre de 1898 en Espinazo,
Nuevo León. Aunque para otros investigadores nació un 13 de noviembre en el Valle de las
Cuevas, Guanajuato. Sus padres fueron el señor Socorro Constantino y la señora María del
Tránsito Síntora. Parece ser que tuvo más de tres hermanos. En su niñez, y junto con su
amigo Enrique López de la Fuente, aprendió a curar con hierbas. Asistían juntos a la
escuela primaria y ayudaban en el curato del padre Segura, que era tío de Enrique. Su
instrucción llegó hasta tercer grado de primaria. Desde pequeño adivinaba la suerte de sus
compañeritos y hacía predicciones. Se dice que su desarrollo físico como hombre nunca fue
completo, pues siempre fue lampiño, agudo de voz, y virgen de por vida.
Más tarde, en 1912, ambos jóvenes partieron a la ciudad de Morelia, Michoacán, a trabajar
como ayudante de cocina de una familia pudiente. Llegada la Revolución, Enrique se
adhirió a la lucha armada y Fidencio se fue a vivir a Loma Sola, Coahuila, con su hermana
Antonia. En el año de 1921, tras años de separación, Fidencio se fue a vivir con su amigo
Enrique a Espinazo, como cocinero y niñero de su hijo Ulises. En este tiempo, Fidencio
comenzó a llamar “padre” a su amigo, pues le consideraba un protector. Es en este año que
dio inicio su carrera de curandero. Su forma de curar era sui generis: operaba sin anestesia a
sus pacientes, sin que sintiesen el más mínimo dolor; subido a un árbol de pirul arrojaba
diversos objetos a los enfermos: los que recibían el golpe se curaban. Otras veces, acudía
con sus pacientes a un charco de lodo que se encontraba en las afueras del pueblo, en donde
sumergía a los dolientes quienes salían completamente curados. El 8 de febrero de 1928,
Fidencio curó al entonces presidente de la República Plutarco Elías Calles de lepra nodular.
Este hecho acrecentó su ya merecida fama. Miles y miles de pacientes acudían a Espinazo
para ser curados por El Niño Fidencio.

Murió Fidencio en Espinazo en el año de 1938, a la edad de 40 años, debido a las duras
jornadas de trabajo que realizaba, pues trabajaba hasta de 48 horas seguidas, para curar a
los miles de enfermos que acudían de todo el país. Se dice que sus últimas palabras, junto al
famoso pirul donde agonizaba, fueron: -Ya me voy, pero volveré, y nadie sabrá en quien.
Unos cuantos minutos después de su muerte, una mujer cayó en trance y dijo: -¡Yo les dije
que me iba y volvería, y aquí estoy de nuevo!

Desde entonces muchos de sus seguidores empezaron a curar en su nombre y se conocen


con el nombre de “cajitas”. Sigue siendo venerado en Espinazo, a donde acuden

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