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Simposio y Mesa redonda: El estado de la cuestión agraria en el Río de la

Plata. Balance y perspectivas.


Coordinadoras: Blanca Zeberio, Andrea Reguera y María Inés Moraes.

DOS VERSIONES SOBRE LAS TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS Y


SOCIALES DEL MEDIO RURAL URUGUAYO ENTRE 1860-1914.

Autor: María Inés Moraes


Programa de Historia Económica y Social del Uruguay; Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la
República, Montevideo, Uruguay.

1.3. Introducción.
Este trabajo tiene como objeto de estudio la historiografía uruguaya sobre las
transformaciones económicas y sociales ocurridas en el medio rural uruguayo entre el
último cuarto del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX. Está fuera de mis
posibilidades ofrecer un rastreo que debería ser exhaustivo y erudito de las distintas
contribuciones realizadas por la historiografía de casi un siglo sobre este punto. Apenas se
intenta aquí presentar una descripción a grandes trazos de los principales tramos que
llevaron a la conformación de una imagen, por cierto muy precisa, del Uruguay rural del
último cuarto del siglo XIX y primeras décadas del XX, que hoy es de uso común entre
especialistas y legos.
En una comunidad científica abigarrada (por no decir esmirriada) como es la de los
historiadores uruguayos, no podrá llamar la atención la escasa cantidad de contribuciones
que aquí serán referidas como vertebradoras del conocimiento sobre una etapa que tuvo, en
su versión más famosa, el nombre de “modernización del Uruguay”. Cierto es que un saber
(de cualquier clase) no se establece únicamente por los canales formales de creación del
conocimiento, y que a menudo los parentescos conceptuales, así como las comunes
preocupaciones de un cuerpo de investigadores, se fundan mas en sus comunes
circunstancias históricas que en un cuerpo preciso de referentes intelectuales. Este trabajo
no se propone sino secundariamente, por lo tanto, conocer cómo y por qué los estudios
sobre las transformaciones del último cuarto del siglo XIX y primeros años del siglo XX
aparecieron cuando aparecieron y tuvieron el fruto que tuvieron. Mas bien se propone hacer
una sistematización de los rasgos de la economía y la sociedad rurales del período 1870-
1914 que emergieron de aquel esfuerzo historiográfico, ya que esa imagen es la que hoy
domina la bibliografía sobre el punto. Por ello, en el apartado segundo se hace una
presentación sumaria de los antecedentes del tema; en los apartados tercero y cuarto se
presentan las dos versiones que consideramos dan forma al conocimiento actual sobre el
período y sus problemas; en el apartado quinto se comentan algunos aspectos teóricos y
metodológicos que sustentan aquellas visiones, y en el apartado sexto se reflexiona sobre
algunas características de la historiografía rural uruguaya.

1.4. Algunos antecedentes del tema.


Hasta por lo menos la mitad del siglo XX la historia económica y social no estuvo
precisamente en el centro de las preocupaciones historiográficas de un país que dedicaba lo

1
medular de su esfuerzo a la reconstrucción de un pasado político donde mejor fundar la
elusiva, tal vez equívoca “identidad nacional”1.
La cuestión de las transformaciones de la economía y la sociedad rurales
(“ovinización”, consolidación de los derechos de propiedad y del latifundio; definitiva
asalarización de la mano de obra; expansión ferroviaria; mestización del ganado vacuno y
aparición de los frigoríficos), ocurridas entre el último cuarto del siglo XIX y la primera
década del siglo XX, constituye un ejemplo de lo anterior: la historiografía tradicional las
conocía y aludía a ellas cada vez que repasaba episodios políticos (gobiernos y
“revoluciones”), pero lo hacía como quien alude a una secuencia natural de telones de
fondo, cuya sucesión de colores y paisajes era un dato apenas necesario para comprender la
verdadera trama histórica, que era la tejida por los sucesos políticos. Pueden citarse dos
ejemplos de tal situación, una de una obra de tono generalista; otra que constituye un
estudio que hoy llamaríamos sectorial. Así, en los Anales... de E. Acevedo, es obvio el
contraste entre la profusión de datos sobre la importación de alambre y la orfandad
analítica conque el tema del alambramiento es presentado 2. En la misma década que el
maestro Acevedo, Ruano Fournier en su enjundioso estudio sobre el sector productor de
carnes daba cuenta de la evolución en el número de mestizos vacunos pero no destinaba ni
un breve párrafo a historiar el proceso de eliminación del ganado criollo, ni los requisitos
que lo hicieron posible, ni el significado profundo que para la historia de los sistemas de
explotación ganadera tuvo el episodio3.
Hacia los últimos años 50 se hizo visible una primera versión de las
transformaciones ocurridas en el medio rural hacia el último cuarto del siglo XIX en las
obras de quienes posteriormente serían considerados como “los revisionistas uruguayos 4”.
De entre ellos, sobresale por la fecundidad de sus tesis, la obra del político, ensayista y
periodista Vivián Trías. En un enssayo que pretendía brindar una lectura marxista de la
historia uruguaya que sirviera (en el mejor de los sentidos) a las necesidades políticas de su
hora, Trías re- interpretó en 1955 nuestra historia colonial, la revolución artiguista, la
independencia uruguaya, el crecimiento liderado por las exportaciones y el batllismo 5. En
esta verdadera tour de force interpretativa aparece cristalizada una visión de lo que
posteriormente sería estudiado, difundido y consagrado como modernización rural. Trías
recorta el proceso y lo jerarquiza históricamente como el momento en que el país hace su
ingreso definitivo al modo de producción capitalista 6 ; asimismo, da una visión de conjunto
del mismo como una secuencia de adaptaciones y ajustes producidos para satisfacer
requerimientos externos. Refiriéndose al proceso iniciado por el alambramiento y seguido
de la aprobación del Código Rural, la creación del Registro de Marcas y Señales y la
pacificación (forzada) de la campaña durante el militarismo, puntualiza:

1
Sobre las características fundamentales de la historiografía uruguaya de la primera mitad del siglo
XX, véanse: Soler, L; La historiografía uruguaya contemporánea y Ribeiro, A.: Historia e historiadores
nacionales (1940-1990). Sobre la evolución de los estudios histórico-económicos en el Uruguay entre 1940-
1990 véase Camou, M. y Moraes, M. I; Desarrollo reciente y perspectivas actuales de la historia económica
en el Uruguay.
2 Acevedo, E; Anales históricos del Uruguay.
3 Ruano Fournier, A; Estudio económico de la producción de las carnes del Río de la Plata.
4 Soler, L; La historigorafía uruguaya contemporánea; pág. 29-39
5 Trías, V; “Raíces apogeo y frustración de la burguesía nacional”.
6 Trías, V; Ob. Cit; pág. 91.

2
“ (...) Estas modificaciones sustanciales y significativas en la estructura económico
– social del país, eran el efecto de crecientes exigencias del capitalismo británico
que requería – dinamizado por la crisis- más y mejores cueros y carnes, y
necesitaba más y más permeables mercados para sus industrias7”.
Una década más tarde ambos señalamientos de Trías habrían de ser codificados en un
nuevo lenguaje y elevados a la categoría de definición. Asimismo, serían exploradas a
fondo sus tesis sobre la relación entre el imperialismo británico y la expansión
ferrocarrilera en el Uruguay, así como entre aquél y la expansión de los frigoríficos en esta
orilla del Plata, componentes del proceso transformador que Trías contribuyó a incluir en la
lista de temas de interés.

1.5. La versión “clásica” sobre las transformaciones del medio rural


uruguayo c. 1870-1914.
En los últimos años 50 los primeros síntomas de lo que sería la crisis irremediable
del “Uruguay feliz” vinieron a coincidir con un período donde se echaron las bases
institucionales de lo que en la década posterior se perfilaría como una mayor
profesionalización y renovación temática y metodológica de los historiadores. Por otro
lado, la cuestión agraria estaba llamada a encontrar una cima -desde los últimos años de la
década del 50 y durante todos los 608- en la agenda de cientistas sociales y – lo que no es
menos importante- en los pronunciamientos políticos de un Uruguay – ayer como hoy-
partidocéntrico.
Puede adivinarse que tanto la crisis económica y social del país como la renovación
institucional y metodológica, y finalmente, la urgencia política dictaron, en los años
transcurridos entre los últimos 50’s y los primeros 60’s, un nuevo programa de
investigación histórica, que mas que innovar radicalmente en materia temática, desplazaba
viejas jerarquías temáticas y colocaba en el centro lo que antes había sido territorio
marginal o secundario. No es pertinente a los fines de este trabajo reseñar la génesis y
apogeo (intelectual y editorial) de una historiografía pujante, renovada y hasta masiva como
fue la que eclosionó ya entrados los 60. Sí cabe señalar que cupo a este tramo del esfuerzo
historiográfico del país generalizar definitivamente el concepto de “modernización rural”
para referirse a los cambios en cuestión, delimitar una secuencia de acontecimientos o
instancias que jalonaron el proceso y dejar asentadas un conjunto fundamental de tesis
áureas que permearon no sólo la agenda posterior de los historiadores si no que pasaron del
terreno de la investigación histórica al de la investigación en sociología y aún en economía,
para pervivir – aunque modificada- en las más recientes contribuciones sobre el punto .
El gran dispositivo– si cabe la metáfora - que acabaría por hacer posible tal
resultado fue, por cierto, la Historia Rural del Uruguay Moderno (en adelante: HRUM) de
Barrán y Nahum, ese largo convoy de siete tomos, más tres mil páginas y trece años de
investigación sin pausa en un mismo tema, que habría de convertirse en el referente
ineludible de cualquier historia económica y social uruguaya del período 1851-19149.

7 Trías, V; Ob. Cit; pág. 88.


8 Moraes, M. I; “El estado de la cuestión agraria en el Uruguay y las fuentes para su estudio”.
9 Barrán, J. P. y Nahum, B; Historia Rural del Uruguay Moderno. La secuencia de tomos es como sigue:
Tomo I: 1851-1885 (2 vol.) editado en 1964; Tomo II: 1886-1884, editado en 1971; Tomo III: 1895-1904,
editado en 1973; Tomo IV: Historia social de las revoluciones de 1897 y 1904, editado en 1972; Tomo V: La
prosperidad frágil (1905-1914) editado en 1977; Tomo VI: La civilización ganadera bajo Batlle (1905-1914),

3
Aunque cupo a Barrán y Nahum el desarrollo minucioso de un plan de investigación
ambicioso y vasto como pocos, ellos no estuvieron solos, por lo menos en el punto de
partida. En 1967 vio la luz la Breve Historia del Uruguay, de Luis C. Benvenuto, en cuyas
límpidas páginas si bien no se hacía una indagatoria detenida de los cambios del último
cuarto del siglo XIX, se ensayaban algunas tesis sobre el papel de la ganadería en el
crecimiento económico del Uruguay en el largo plazo y sobre las peculiaridades de la
dependencia resultante del crecimiento exportador uruguayo, que como veremos más
adelante, constituyen un aporte importante al estudio del período. Asimismo, entre la
publicación de los tomos I y II de la HRUM vieron la luz dos trabajos monográficos
producidos por dos jóvenes oficiantes de la historia, que tenían como centro
respectivamente el análisis del alambramiento de los campos 10 y los inicios de la
mestización del rodeo vacuno11, ahora claramente atendidos como parte de un ciclo mayor
de transformaciones radicales en el medio rural, y donde las nociones de “tránsito a la
modernidad”,“aparición de formas capitalistas”, son usadas indistintamente para referirse al
proceso de “adecuación de las estructuras agrarias nacionales a las exigencias del
capitalismo inglés”. Aunque con un porte heurístico menor, estas obras son indicativas del
afloramiento simultáneo de una preocupación por el tema de la “modernización rural ” que
evidentemente tomaba cuerpo en distintos ámbitos de producción historiográfica , y de una
mirada global sobre el período que expresa una común apreciación no sólo de la
importancia histórica del objeto de estudio si no del significado que habría tenido para lo
que era entonces el presente.
Al cabo de la larga década que tomó la escritura de la HRUM, muchas obras de
distinto tenor sobre las cuestiones rurales y sobre la historia económica del país en general
fueron tomando como base, re-elaborando, a veces perfeccionando y casi siempre
ratificando los sucesivos aportes de Barrán y Nahum sobre el período 1851-1914. Hacia el
final de los 70 ya existía una versión para estudiantes avanzados de enseñanza media que
de alguna manera codificaba lo que debía entenderse por modernización, las instancias del
proceso, su marco temporal y su significado histórico como ingreso definitivo del país a las
formas capitalistas y a la economía internacional 12. Los principales vertebradores de la
versión “clásica” continuaron - apenas iniciados los 80 - su obra magna con otra igualmente
relevante sobre el Batllismo, corolario tal vez inexcusable de un programa que había
empezado 20 años atrás con la coyuntura consagratoria del latifundio y el imperialismo
británico y terminaba ahora con un análisis pormenorizado del antilatifundismo y
nacionalismo radicales de Batlle. Entre una y otra circunstancia histórica se tendió, como
un arco extenso y complejo, la modernización del Uruguay rural.
El legado de la HRUM fue enorme. Como se verá oportunamente, las reflexiones
vertidas en el análisis de la modernización tenían implicancias en relación con casi todos
los grandes problemas del Uruguay contemporáneo. De allí que pasaran a formar parte del
bagaje de prácticamente todos los cientistas sociales interesados por ejemplo en el carácter
urbano del país,13 o en la dinámica demográfica del siglo XX 14, o en los ciclos de

editado en 1977, y Tomo VII: Agriculura, crédito y transporte bajo batlle (1905-1914), editado en 1978.
10 Jacob, R; Consecuencias sociales del alambramiento (1872-1880).
11 Mariani, A; “Los comienzos de la mestización ganadera”.
12 Mendez Vives, E; El Uruguay de la modernización, 1876-1904.
13 Véase, por ejemplo: Klazcko, J.- Rial, J; Uruguay: el país urbano.
14 Véase, por ejemplo : Aguiar, C; Uruguay: país de emigración.

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crecimiento y estancamiento de la ganadería contemporánea 15, así como en la relación entre
estado y clase dominante16, o en las peculiaridades de la democracia uruguaya17.
En este apartado se repasan a los principales componentes de lo que hemos llamado la
versión “clásica” sobre el período aproximado entre 1860-1914, versión que tiene como
primer y nada trivial componente, al nombre que finalmente se dio al período:
“modernización”.
En efecto, aunque el nombre nunca fue fundamentado acabó imponiéndose por encima
de otros, y aunque provenía de una tradición académica donde conceptos como
“tradicional” y “moderno” tenían un contenido preciso, sufrió una suerte de re-definición
de su contenido original. La fragua teórica del concepto de modernización y su aplicación
al caso uruguayo serán comentados con más detalle en el apartado quinto.
Un segundo componente fundamental de la versión “clásica” viene dado por la
secuencia de transformaciones modernizadoras y su interrelación: expansión del ovino,
alambramiento, consolidación de la propiedad privada sobre tierras y ganados, pacificación
de la campaña y represión de la vagancia, mestización del ganado vacuno, expansión
ferrocarrilera y finalmente aparición de los frigoríficos emergen como los grandes
acontecimientos que tuvieron como sede al medio rural. Particular atención recibió la
cuestión del estado, ya que en un único proceso el estado uruguayo ingresó él mismo en un
estadio moderno a la vez que respaldaba y garantizaba la modernización del campo. Al
analizar la cambiante relación entre el estado y los diferentes actores sociales involucrados
en el proceso modernizador, la versión clásica realizó una de las contribuciones más
importantes al conocimiento no sólo de la historia rural, si no del Uruguay contemporáneo
como totalidad.
Finalmente, serán apenas presentadas algunas de las grandes líneas interpretativas o
tesis áureas que resultaron de la bibliografía mencionada, cuya riqueza únicamente permite
un tímido muestreo de las grandes aseveraciones que resultaron al cabo del esfuerzo de
investigación.

3. 1.Modernización, ingreso a formas capitalistas de producción e inserción


internacional.
Con la excepción de quienes revistaban en el marxismo, el grueso de los historiadores
uruguayos que comenzaron a publicar en los 60 tenía como rasgo propio una expresa
omisión de definiciones teóricas que, inevitablemente y pese al aparente vacío teórico de
sus practicantes, enmarcaban y orientaban su análisis. Tal vez por eso ninguna de las obras
que introdujo el término modernización se sintió en la obligación de fundamentar esta
opción por una categoría de análisis que no era nueva, ni neutra. Los cierto es que la
palabra modernización irrumpió para denominar al conjunto de transformaciones asociadas
a dos fenómenos: por un lado, la definitiva predominancia de las formas capitalistas de
producción en el campo; por otro, la inserción de la economía uruguaya en el sistema
comercial internacional del último cuarto del siglo XIX.
Sobre lo primero, señalaron Barrán y Nahum a propósito de la expansión del ovino, en
la década de 1860:
“...constituyó un claro elemento de modernización, entendida sobretodo como ingreso
a estadios de explotación económica más adelantados históricamente. O, en otras
15 Véase, por ejemplo: Vigorito, R; “Evolución y estado actual de la producción de carne en el Uruguay”.
16 Véase, por ejemplo: Finch, H; Historia económica del Uruguay contemporáneo.
17 Véase, por ejemplo: Panizza; F; Uruguay, batllismo y después.

5
palabras, significó la introducción de formas económicas capitalistas en el medio
rural18”

Y Jacob, en su estudio sobre las consecuencias sociales del alambramiento, afirmaba:


“....El alambramiento de los campos y sus ventajas técnicas en la ganadería así como
la mecanización del trabajo agrícola no es más que el comienzo de la implantación de
métodos capitalistas de producción en el medio rural que van sustituyendo a las
prácticas antiguas19”

A diferencia de otros países, la cuestión de cómo caracterizar las formas


“tradicionales” de producción, es decir, las anteriores al proceso modernizador, no llegó
despertó mayores polémicas. Previamente a las primeras entregas de la HRUM, existía una
curiosa convergencia por la cual tanto la historiografía tradicional como la renovada de los
60 y aún dentro de ésta quienes profesaban expresamente el marxismo, usaban el término
feudal para tipificar la vida rural en el “viejo Uruguay” . Posiblemente cada autor evocara
algo distinto al emplear el mismo término, y Barrán y Nahum contribuyeron a erradicar la
equiparación automática entre el feudalismo europeo y las formas de vida y producción en
el medio rural uruguayo que eran usuales en la historiografía anterior. Barrán y Nahum
plantearon la existencia de un tipo híbrido, no puramente calificable como feudal ni como
capitalista, en el estanciero atrasado del Norte y Centro del país:

“... Coexistían en el país dos estadios de la evolución económico-social que en


Europa se habían dado en distintos tiempos. El señor feudal francés de los siglos X y
XI no era un empresario, esencialmente era un militar. El estanciero uruguayo fue
ambas cosas, existiendo además, en nuestro país importantes acentuaciones en uno u
otro de esos opuestos aspectos, según se tratara de las diversas regiones de la
campaña uruguaya.[ El gran propietario del Norte] Nunca fue, sin embargo, un señor
feudal, porque en alguna medida consideró a la estancia como negocio y no como
mera fuente de recursos para su actividad política o militar20”.

Sin embargo, esas diferentes “acentuaciones” de un mismo estanciero uruguayo de fines


del siglo pasado que los autores distribuyeron regionalmente, tendrían importantes
consecuencias tanto sobre el ritmo de la modernización como sobre su éxito final, como se
verá más adelante. Por lo tanto, el descartar la genérica denominación de “feudales” no
importaba, para estos autores, una automática apelación de los estancieros uruguayos como
unánimemente capitalistas. Bien pronto este punto de vista – que sume cierto carácter dual
del campo uruguayo de principios de este siglo, con unas zonas mas claramente capitalistas
y otras con profundos resabios “arcaicos”- se convirtió en un nuevo consenso entre
estudiosos del agro y corresponde señalar que la historiografía uruguaya no volvió a
ocuparse del asunto sino hasta la segunda mitad de la presente década, como se verá muy
pronto.
18 Barrán, J. P. y Nahum, B; HRUM; Tomo I (compendio); pág. 75.
19 Jacob, R; Ob. Cit; pág. 14.
En efecto, hablaban de rasgos feudales autores tan disímiles como Pivel Devoto (en Raíces coloniales de la
revolución oriental de 1811) como los ya citados Trías y Jacob. Benvenuto también constató la dificultad
intrínseca en esa asimilación del concepto acuñado para la historia europea, y la denunció como una
“analogía externa y superficial”. Véase Benvenuto, L; Ob. Cit; pág. 67.
20 Barrán y Nahum; Ob, cit; Tomo I (compendio), pág. 91.

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En cuanto al proceso modernizador como un proceso de adaptación y ajuste a los
requerimientos de los centros capitalistas hegemónicos– una tesis cuyo antecedente se vio
en Trías – es presentado ahora en forma unánime tanto por Barrán y Nahum 21 como por
Benvenuto22 y por Jacob23. Especialmente los dos primeros y el último enfatizaron el papel
del capital británico en las diferentes instancias del proceso de modernización, y la
funcionalidad de los cambios locales respecto de los intereses de los capitales británicos.
Pero la cuestión de la inserción del país en el comercio internacional dominado entonces
por la hegemonía británica, replantea la cuestión de la dependencia, preocupación que si
bien no era nueva experimentaba un auge singular en la época en que estas obras fueron
producidas. Por su importancia, este aspecto será analizado por separado cuando se revisen
las tesis áureas sobre la modernización uruguaya.

3. 2. La secuencia de transformaciones relevantes y su marco temporal.


Al cerrarse la saga de tomos de la HRUM se tuvo finalmente la secuencia completa de
transformaciones que habían pautado tanto el desarrollo del capitalismo en el campo, como
la inserción del país a la economía mundial en su carácter de productor de materias primas
y alimentos.
Esta secuencia había comenzado, según Barrán y Nahum, con la expansión del ovino
hacia 1860-69:
“El afianzamiento de la explotación del ovino significó la primera modificación de la
estructura económica rural desde el coloniaje (...) Con él se produce la fractura más
preñada de consecuencias de una organización económica que dependía exclusivamente
del cuero, y en menor medida, del tasajo24”, consignan los autores citados. La expansión del
ovino, en efecto, habría aparejado además de una clara diversificación de la producción 25,
un proceso de inversiones que empezó con las majadas, siguió con los primeros
alambramientos y potreros e incluyó nuevas instalaciones e insumos sanitarios, teniendo
como resultado inmediato una mayor “capitalización del medio rural26”. La ovinización
como transformación productiva originó también importantes cambios sociales en el seno
mismo de la ganadería tradicional vacuna: habría sido la base de una nueva clase media
rural, de un nuevo tipo de empresario ganadero – casi siempre extranjero, interesado en el
lucro y más abierto a los cambios – y de nuevas formas de organización del trabajo, con
mayores requerimientos de mano de obra (en tanto no se generalizara el alambramiento) y
de división del trabajo27. Debido a que las peculiaridades de las praderas uruguayas
permiten la cría conjunta de ovinos y vacunos, estas transformaciones – aunque claramente
regionalizadas en su primera etapa – no constituyeron un polo aislado cuya existencia
dejaba inalterada las antiguas prácticas de producción ganadera, sino que revolucionaban su
unidad productiva básica: la estancia. Finalmente, la incorporación del ovino a la ganadería
uruguaya del siglo XIX habría echado las bases de todo un proceso de transformaciones
que habría de incluir la finalización de las guerras civiles y la consolidación del poder
21 Véase a título de ejemplo; Tomo I, Compendio, pág.83.
22 Con brillantez Benvenuto despliega en pocas páginas un análisis afinado de la inserción del Uruguay
exportador de productos ganaderos a la economía internacional finisecular, y de las peculiaridades del caso
uruguayo, en las pág. 72 y ss. de su obra citada.
23 Jacob, R; Ob. Cit; pág. 8-9, 13 y 114.
24 Barrán, J. P. y Nahum, B; Ob. Tomo I (compendio) Cit; pág. 75.
25 Idem ant; pág. 75.
26 Idem ant; pág. 76.
27 Idem ant; pág. 77 y ss.

7
estatal. En palabras de los autores citados: “Posiblemente no hubo en toda nuestra historia
rural una transformación más radical28”.
El segundo paso en esta secuencia fue el alambramiento, tal vez el acontecimiento rural
mas reconocido por la historiografía previa 29 sobre este período, pero que habría de ser
situado ahora en una nueva dimensión. El alambramiento de las estancias fue, en la
versión “clásica” un “hecho tecnológico”30 resultado de la expansión del lanar y con
múltiples efectos económicos y sociales: consolidó la propiedad privada de tierras y
ganados 31, creó las condiciones para la mestización de los rodeos y el consecuente aumento
de la productividad32, permitió la clara discriminación entre “cría” e “invernada 33”, menguó
los requerimientos de mano de obra y por lo tanto expulsó población de la estancia, que al
no ser absorbida por ninguna otro sector de actividad, dio origen a una masa de población
rural paupérrima y errante34; consolidó el latifundio en desmedro de las tierras fiscales y la
pequeña y mediana propiedad35. En este nuevo marco de análisis pudo afirmarse que
“después del ovino, el alambrado fue el segundo elemento transformador de la estructura
económica rural36”. El proceso de cercamiento se intensificó a lo largo de la década 1870-
80.
En simultaneidad con el alambramiento, y como paso imprescindible para garantizar
sus resultados esperados a la vez que “controlar” sus resultados indeseados, se transformó
el estado uruguayo. En un proceso complejo y plagado de novedades, los años desde 1876
hasta 1886 vieron cómo un poder estatal controlado por dictadores militares lograba el
control efectivo sobre el territorio, reprimía eficazmente todo cuanto se opusiera a los
intereses de la clase alta rural en la campaña con la ayuda de nuevos dispositivos
institucionales y tecnológicos, a la vez que mantenía ocasionalmente neutralizadas las
históricas divisas partidarias. Así, en la versión “clásica” el militarismo fue interpretado
como el período fundacional del estado uruguayo moderno, que habría nacido tocado por
un cierto carácter de clase, ya sea porque se lo interpreta como fruto de una alianza de
intereses entre las clase altas rurales y el cuerpo militar37, o porque éste último habría
actuado para satisfacer “...la necesidad de las oligarquías de aplicar modernos métodos y
técnicas de explotación que la revolución industrial había desarrollado y el capital
británico impulsaba”38. Pero el proceso no acabó allí: una segunda fundación (en palabras
deBarrán y Nahum) del Uruguay moderno tuvo lugar con el ascenso del batllismo en el

28 Barrán, J. P. y Nahum, B; Ob. Cit; Tomo VII; pág. 183.


29 El alambramiento de los campos era un fenómeno bien conocido por historiadores y ensayistas de diverso
cuño. Historiadores “tradicionales” como Eduardo Acevedo en sus Anales, singulares como Pivel Devoto en
su Historia de la República Oriental del Uruguay; ensayistas como Martínez Lamas en Riqueza y Pobreza en
el Uruguay; sociólogos precursores como Aldo Solari en su Sociología Rural, todos ellos repasaron el hecho
y especialmente enfatizaron el desempleo rural por él causado. Alberto Zum Felde dedicó a las consecuencias
sociales del alambramiento, y especialmente a la extinción del gaucho, algunas de las mas bellas páginas de
su Proceso Histórico del Uruguay.
30 Barrán, J. P. y Nahum, B; Ob. Cit; Tomo VII; pag. 185.
31 Barrán, J. P. y Nahum, B; Ob. Cit; Tomo I (Compendio); pág. 179.
32 Idem ant. pág. 172-173.
33 Idem ant; pág. 177.
34 Idem ant, pág. 181-187.
35 Idem ant; pág. 180-181.
36 Idem ant; pág. 176.
37 Idem ant; pág. 168 y ss.
38 Jacob, R; Ob. Cit; pág. 114.

8
primer quinquenio del siglo XX, y esta refundación habría de implicar cambios tanto en los
apoyos sociales del gobierno como en la naturaleza misma del estado uruguayo39.
Cualquiera fuera la naturaleza de la relación entre estado moderno y clases altas,
quedaba claro que sin estado moderno no podía avanzarse en el proceso de modernización
rural; en tal sentido, fue un correlato de las primeras transformaciones agrarias de este
período40.
La siguiente transformación de la serie correspondió a la expansión ferrocarrilera
experimentada entre 1884 y 1892. Al respecto, Barrán y Nahum jerarquizaron el papel que
jugó el ferrocarril en el proceso de centralización y fortalecimiento del poder estatal y la
poca o nula necesidad que del nuevo medio de transporte tenía la producción rural del
momento. Analizaron las causas de la acelerada expansión de vías férreas desde 1880 en
adelante y las encontraron fundamentalmente en la política imperial británica de
exportación de capitales, que coincidió con los intereses de un estado uruguayo en vías de
fortalecer su accionar coercitivo sobre el territorio nacional 41. En especial estos autores
resaltaron la adecuación de la expansión ferrocarrilera – tanto en su trazado como en el
ritmo de su desarrollo – a los intereses de la industria y las finanzas británicas así como del
alto comercio montevideano, que habría sido beneficiado con un trazado orientado a captar
las mercancías de toda la región platense y dirigirlas al puerto montevideano. Finalmente,
en la posición de estos autores el ferrocarril no habría respondido a una necesidad de la
producción rural, ni habría contribuido a modificarla: “(...) En resumen vemos dos causas
para explicar el trazado radial de los ferrocarriles en nuestro país. La primera (...) servir
al comercio de tránsito. La segunda: fortalecer la autoridad del gobierno central (...). Pero
ninguna de las dos tiene relación directa con los sectores básicos de la economía rural.
Ninguna tendió a impulsar la agricultura, o a promover la ganadería, o alentar la
colonización agropecuaria42”.
La siguiente transformación de gran impacto fue la mestización del rodeo vacuno
criollo. Ésta venía teniendo lugar desde la década de los 60, pero se vio demorado su
avance entre 1886-94 por razones de coyuntura, se aceleró entre 1894 y 1904 y habría de
continuar hasta la segunda década del siglo 43. La progresiva desaparición del ganado criollo
se asocia a las transformaciones precedentes y aparece como su correlato natural. El vacuno
criollo era funcional a la industria del tasajo mientras que los recientes cambios en la
demanda mundial de carnes iban en la dirección de la nueva industria (el frigorífico) y el
nuevo producto (el congelado). Tal vez la nota distintiva de la versión clásica sobre el punto
sea la correspondencia que plantean Barrán y Nahum entre grados de mestización del
rodeo vacuno, tamaño de la propiedad y nacionalidad del productor 44. Según su análisis, el
mestizaje avanzó más rápidamente en el litoral y el sur del país que en el centro y norte,
donde predominaban la gran propiedad en manos de brasileños. Tanto la vinculación con
diferentes mercados (en el caso del litoral y el sur, con los frigoríficos de Buenos Aires; en
el caso del norte con los saladeros de Río Grande) como diferentes mentalidades habrían
dado lugar a un desarrollo fuertemente diferenciado en lo regional. Asimismo, los autores
vincularon el escaso desarrollo de la agricultura forrajera, y particularmente la persistente

39 La tesis de la “sgunda fundación” se encuentra en Barrán, J. P. y Nahum, B; Ob. Cit; Tomo V; pág. 9 y ss.
40 Idem ant; pág. 168 y ss. También: Barrán, J. P. y Nahum, B; Ob. Cit; Tomo VII; pág. 183-84.
41 Barrán, J. P. y Nahum, B; Ob. Cit; Tomo II; pág. 534 y ss.
42 Idem ant; pág. 551-52.
43 Idem ant; pág. 220.
44 Barrán , J. P. y Nahum, B; Ob. Cit; Tomo III; pág. 176 y ss.

9
relación entre estancia “moderna” y pasturas naturales con variadas razones entre las cuales
destacaron, sin embargo, la mentalidad del estanciero uruguayo, que consideraban atrasada
y sólo parcialmente capitalista: “Por cierto que esta búsqueda de razones [al fracaso de la
agricultura forrajera] no tendría mayor sentido si los hacendados uruguayos hubieran
poseído una mentalidad por entero capitalista. En ese caso – y aún así, no siempre- los
incentivos económicos hubieran bastado para producir el cambio. Pero nuestros
estancieros ilustraron (...) otro modelo cultural, con pautas de comportamiento que no
tenían al lucro permanente como único fin45”.
La última gran transformación que fue destacada por esta bibliografía fue la aparición
de la industria frigorífica y las modificaciones que impuso a la dinámica productiva tanto
rural como urbana. Fueron destacados el papel de los capitales nacionales en la etapa
fundacional (1905-11) y la importancia de la pugna entre capitales británicos y
norteamericanos por controlar el mercado platense de ganados en la inmediata
extranjerización que experimentó la recién nacida industria frigorífica uruguaya 46. Al igual
que cuando analizaran el ferrocarril, Barrán y Nahum enfatizaron el papel de los factores
externos al país en el proceso de surgimiento de la nueva industria, aunque hicieron de ésta
una valoración más positiva47. Finalmente, opinaron que la nueva industria no terminaba de
derribar el viejo orden de las cosas, si no que permitía su tenaz permanencia: “El frigorífico
no enfrentó a los ganaderos uruguayos al mismo dilema de hierro que presentó a los
argentinos: modificarse o desaparecer. Por las circunstancias anotadas nuestros
hacendados tuvieron suficiente tiempo como para cambiar con lentitud lo que de otra
forma hubieron debido efectuar con brusquedad. Esa lentitud les permitió mantener
intactos los rasgos más visibles de su sistema de explotación, la sobrevaloración del
ganado y el culto a la tierra, la estricta separación entre ganadería y agricultura (...) El
país se enriquecía, el ganado criollo tendía a desaparecer...y el viejo orden rural se
mantenía, y hasta consolidaba alguno de sus rasgos negativos: el poder económico en
pocas manos, las de los grandes propietarios, las de los invernadores48.

3.3.1. 2. Las grandes líneas interpretativas: ganadería, capitalismo y


dependencia en el Uruguay moderno.
La Historia Rural del Uruguay Moderno redondeó una imagen muy precisa del
Uruguay que nacía al cabo del período estudiado. Tres elementos claves definieron esa
imagen: ganadería, capitalismo y dependencia.
La “modernización” no modificó la especialización productiva histórica del medio
rural en torno a la ganadería sino que la consolidó. En este sentido, actuó como el
puntillazo final de una hegemonía ganadera que venía desde la Colonia como un rasgo
definitorio de muchos otros fundamentales del país todo. Barrán y Nahum hablaron, así, de
una “civilización ganadera49” extremadamente estable que ratificaba sus rasgos distintivos
por detrás de los cambios:
“Analizada así, con la perspectiva de doscientos largos años, desde 1700 cuando
nacía, a 1914 cuando afianzó su ‘modernidad’, llaman más la atención los rasgos

45 Barrán, J. P. y Nahum, B; Ob. Cit; Tomo VI; pág. 112.


46 Idem ant; pág. 206 y ss.
47 Idem ant; pág. 251-52.
48 Idem ant; pág. 264.
49 Barrán, J. P. y Nahum, B; Ob. Cit; Tomo VII; pág. 178

10
estructurales inalterados que las novedades. Incluso podría afirmarse, exagerando algo la
nota, que los cambios sirvieron en última instancia al mantenimiento del ‘establishment’
ganadero ya definido en 1800. Este conservadorismo [sic] visceral de la historia rural
uruguaya no pudo menos de reflejarse en toda la vida nacional, desde la economía a la
política y la cultura50”.
Los autores postulan que la historia del Uruguay habría estado marcada por una
secuencia de ciclos productivos que, a diferencia de otros países latinoamericanos, siempre
se basaban en la misma actividad: la ganadería. Así, al ciclo inicial del cuero, se agregaron
el del tasajo entre 1700-1860, el de la lana, el cuero y el tasajo entre 1860-1914, y el de las
carnes refrigeradas, la lana y el cuero, entre 1914-1978. Factores externos e internos se
conjugan para determinar el conservadurismo referido:“...la demanda mundial en una
compleja combinación de fuerzas, a la vez que promueve cambios, refuerza permanencias.
Ello consolida las tendencias conservadoras de toda sociedad rural. La demanda mundial
las santifica pagándolas. En el Uruguay todo lo viejo halló sitio al lado de lo nuevo51”.
Con un tono apenas menos amargo, Benvenuto también había señalado a la ganadería
como el eje vertebral de distintas etapas productivas: “La combinación de praderas y
ganados rioplatenses constituye una suerte de maquinaria de producción natural y
automática (..). La historia económica del Uruguay podría representarse como la
descripción de sucesivas etapas - desde la primitiva vaquería, pasando por los
‘elaboratorios de carne’, hasta los frigoríficos que fueron modernos hace treinta años -
del progresivo aprovechamiento de la ‘capacidad instalada’ de esa maquinaria52.
En este contexto, la acumulación capitalista en el campo uruguayo adoptó una dinámica
parsimoniosa, poco innovadora y con tendencia a la baja productividad. Benvenuto había
señalado en su ensayo:
“Una constante acompaña el proceso: la escasa inversión de capital. Esta, cuando se
produce, tiene el carácter de ‘por una sola vez’ y suele realizarse para comenzar la
explotación de un nuevo producto, pero no se mantiene al ritmo requerido para
intensificarla53”.
Pero mientras Benvenuto insinúa una explicación en términos cercanos a los planteos
de ‘renta diferencial’, Barrán y Nahum, con acento toynbeeano, elaboraron la exitosa
metáfora de la “bendición diabólica” :
“Desde los lejanos días del coloniaje nuestra pradera natural posibilitó la obtención de
los bienes económicos con la menor fuerza demográfica y técnica posibles. Desde este
ángulo fue una bendición. Pero al no actuar nunca como un desafío que exigiera la
respuesta inventiva del hombre e impusiera su activa intervención, obró como un
anestésico (...) Desde este ángulo la ‘bendición’ era diabólica: hizo posible desdeñar el
cambio y mantener – en lo esencial – las estructuras antiguas de la explotación rural hasta
el día de hoy desde el siglo XVIII. Estableció la ‘ganadomanía’, el descuido del suelo, el
cuidado del animal. El protagonista de la explotación no es la tierra, es el vacuno54.
Para esos autores, el latifundio era el tercer vértice de un triángulo que tenía en los otros
dos vértices a la pradera natural y la mentalidad arcaica (su reverso, como sugiere la

50 Idem ant.
51 Idem ant; pág. 182.
52 Benvenuto, L; Ob. Cit; pág. 75-76.
53 Idem ant.
54 Barrán, J. P. y Nahum, B; Ob. Cit; pág. 189.

11
metáfora de la bendición diabólica)55. Ni la ovinización ni la secuencia completa de
transformaciones “modernizadoras” habían podido con él. En efecto, hacia la mitad del
período 1870-1914 ya era evidente una efectiva regionalización del medio rural, con zonas
de neto predominio de estancieros empresarios orientados a la cría conjunta de vacas y
ovejas, innovadores, adversos a las revueltas políticas y deseosos de un poder central
efectivo y fuerte. Por otro lado, en otras zonas predominaban claramente el estanciero
tradicional, orientado predominantemente al vacuno, tecnológicamente rutinario y
políticamente receloso del poder de la capital y su círculo de “doctores”. Detrás de este
dualismo se adivinaba el verdadero: el de la estructura de la propiedad territorial. Los
primeros eran medianos propietarios y arrendatarios, los segundos eran “grandes” 56. Para
estos autores, la existencia de la gran propiedad arcaica era la marca distintiva de una
modernidad incompleta, o como ellos la llamaron, de un desarrollo bloqueado:
“Si entendemos por desarrollo económico una modificación profunda de las
estructuras que permite una producción superior en calidad y cantidad, debemos llegar a
la conclusión de que el Uruguay conoció a partir de 1860, con el triunfo del ovino, un
proceso de esta naturaleza (...) Se debe anotar, empero y desde ya, que este desarrollo se
bloqueó al poco tiempo de iniciado, ya que en la evolución político-social que lo
acompañó cristalizó un factor dominante: la clase terrateniente tradicional y latifundista,
que tendía a convertir el desarrollo en mero crecimiento económico (...) Lo que
relataremos de aquí en adelante es, entonces, la historia de este desarrollo bloqueado57”.
Y más adelante resumían:
”(...) He aquí uno de los elementos que mejor explican las dificultades del desarrollo
del país: nunca pudimos librarnos de algunas rémoras de la estructura antigua que se
creyó destinada a perecer58”
Jacob, en su obra citada, reafirmaba este aserto:
“...el Uruguay capitalista nació frustrado. El alambramiento – elemento innovador por
excelencia - chocó con una situación proveniente de la colonia. Las tierras eran propiedad
de unas pocas familias. El alambramiento consolidó al latifundio y fue realidad nacional
en pocas décadas; la modernización del medio rural – por el contrario- quedó restringida
a la acción de una elite de ganaderos progresistas agrupados en la Asociación Rural del
Uruguay, con más peso en las esferas urbanas y de gobierno que en muchos puntos de la
campaña- El latifundio improductivo siguió de pie, coexistiendo con el productivo. Ambos
– entre otras muchas razones- causaron la frustración del país capitalista.59”

Finalmente, la dependencia era el otro gran factor explicativo de las peculiaridades de la


modernización uruguaya tal cual la describieron Barrán y Nahum. A todo lo largo de la
HRUM, sus autores enfatizaron lo que consideraron una perniciosa ligazón de la estructura
productiva a la demanda externa; las restricciones impuestas por el capital financiero y las
inversiones directas de origen extranjero al desarrollo de la ganadería y la agricultura; las

55 Idema ant; pág. 190.


56 Una primera presentación de la regionalización se hace en el Tomo III de la HRUM; pág. 176 y ss. Una
versión ampliada y enriquecida con otros indicadores de diferencias regionales puede verse en el Tomo VI,
pág. 267 y ss.
57 Barrán, J. P. y Nahum, B; Ob. Cit; Tomo I (compendio), pág. 126-27.
58 Idem ant; pág. 91.
59 Jacob, R; Ob. Cit; pág. 115-16.

12
distorsiones derivadas de un sistema de transportes moderno desarrollado a instancias de
los capitales británicos, etc.:
“La paradoja del Uruguay – como la de toda América Latina- radicaba además en los
siguiente. Desde que nació como región (la Banda Oriental) todas las fuerzas productivas
se pusieron tensas para responder a la demanda externa y no al desarrollo interno. Cada
paso en lo que el siglo XIX llamó ‘el camino del progreso’ nos acercó más y más a la
dependencia absoluta de los grandes centros imperiales del mundo capitalista. Primero fue
el cuero, luego el tasajo, después la lana. Se deseaba ya como futura etapa la carne
refrigerada. Cada modificación nos adecuaba mejor al mercado internacional. La
estructura económica del país iba siendo moldeada por aquél. Todo lo que aconteciera en
los centro imperiales formaría parte de nuestro destino.60”
Y al final de la obra, concluyen:
“(...)lo evidente es que durante más de doscientos años el Uruguay rural – y a menudo
el Uruguay a secas - vivió al amparo y a la intemperie de los países imperiales, creciendo
si ellos lo necesitaban, estancándose si no era así61”.
Sin embargo, el claro sesgo dependentista en la interpretación de Barrán y Nahum
encuentra, desde el primer tomo, un matiz que hacia el final de la obra se ha hecho muy
claro, que aflora en su noción de “la menor de las dependencias”:
“Al Uruguay y a la Argentina parece tocarles en suerte desde 1870 a 1914 la menor
dependencia dentro de la dependencia; dicho con otro juego de palabras: la mayor
autonomía dentro de las regiones que carecen de ella (...) En primer lugar porque al
producir lo mismo que producía la Europa pecuaria se beneficiaba con lo que David
Ricardo llamó la renta diferencial (...) En segundo lugar porque en los países ganaderos
uno de los sectores claves de la economía, el productor, no estaba en manos de los
inversores extranjeros, sino del capital nacional (...) esa acumulación de riqueza estuvo en
la base, es lo que permitió, el nacimiento de las experiencias radicales australiana,
neozelandesa y también batllista uruguaya62”.

4. Una revisión de la versión clásica.


Los años 90 encontraron a los historiadores embarcados en nuevos rumbos
temáticos y metodológicos. Mayor profesionalización, mayor diversidad institucional y
programática, un relacionamiento variable – en intensidad y en transparencia- con las
ciencias sociales, mayor especialización temática, son algunos de los rasgos novedosos que
pueden apuntarse al pasar. Solo un análisis más riguroso de la situación actual podría
responder sobre las permanencias, tensiones y malestares que seguramente subyacen a este
aparentemente calmo panorama renovado. A los efectos de este trabajo, cabe señalar como
hecho notorio la virtual desaparición de la historia rural del programa actual de
investigación histórica. Por un lado, la investigación en historia rural parecería que
mantiene, ante los ojos de los historiadores más jóvenes, una adscripción férrea al campo de
la historia económica más convencional y “dura”, visión que desalienta a quienes estén
deseosos de explorar los nuevos métodos de la microhistoria o la “nueva narrativa”. Por
otro lado, quienes se avienen al ejercicio sistemático de los métodos y conceptos
específicos de la historia económica, se enfrentan a una suerte de “sentido común”
académico por el cual parecería que el agro es cosa juzgada, sea porque ya nadie le increpa
60 Barrán, J. P. y Nahum, B; Ob. Cit; Tomo II; pág. 49.
61 Barrán, J. P. y Nahum, B; Ob. Cit; Tomo VII; pág. 179.
62Idem ant; pág. 186-87.

13
la responsabilidad de una crisis nacional, sea porque su peso en el producto bruto interno ha
disminuido sin pausa en las últimas décadas, sea porque ya no muestra un estancamiento de
40 años de historia, sea porque se considera que ya está estudiado todo cuanto debía
estudiarse sobre el agro uruguayo.
El primer resultado de esta situación es que permanecen fundamentalmente
intocadas las versiones – ahora clásicas – que cada nudo problemático de la historia rural
uruguaya ha tenido. En lo que refiere al problema que aquí se discute vale citar como
ejemplo el tomo 10 de la célebre Historia de América Latina de la Cambridge University
Press, dedicado a América del Sur entre 1870-1930, que presenta una versión
rigurosamente clásica, hasta en el título, de “la formación del Uruguay moderno” 63 . El
segundo resultado es que las escasas contribuciones recientes que introducen
modificaciones al esquema clásico, o bien que se aventuran en nuevas dimensiones de la
historia agraria, caen en el vacío por falta de otras voces que repliquen o confronten las
nuevas lecturas.
Tal podría ser el caso del tomo II de la Historia Económica del Uruguay de Millot y
Bertino64, donde algunas de las tesis áureas de la HRUM – como el carácter retardatario del
latifundio del período - son desafiados con nuevos puntos de vista teóricos y con nueva
evidencia empírica.
En los capítulos de esta obra dedicados a la ganadería y sus actividades conexas
(intermediación, industrialización y exportación) se puede ver una reformulación – en
lenguaje de cuño marxista- de lo que en la versión “clásica” había sido la “modernización”.
Para comenzar, el proceso cumplido entre 1860-1910 – según estos autores- habría tenido
tres tiempos: entre 1860-76 habría tenido lugar la crisis definitiva del Uruguay pre-
capitalista (lo que los autores llaman la “república criolla”, cuya economía era aún
dominada por el capital mercantil)65; entre 1876-86 habría ocurrido “(...) una especie de
operación de acumulación originaria66”, y entre 1886 y 1910 habría transcurrido una
verdadera república oligárquica, donde ganaderos y comerciantes se unieron en una
política liberal clásica que, salvo disensos puntuales, fue operativa hasta el último año
mencionado67. En este marco, los cambios ocurridos en el medio rural fueron dando la
tónica, primero de la transición a las formas capitalistas de producción, y después, de la
progresiva afirmación de las mismas.
Ante todo, la consolidación de relaciones capitalistas de producción en el campo es
asociada a dos acontecimientos principales: la ovinización y el alambramiento. Sobre la
difusión del ovino señalaron los autores que: “(...) significó pues un avance de las
relaciones de producción capitalistas68”, y sobre el alambramiento, apuntaron:
“Barrán y Nahum consideran al alambramiento una revolución tecnológica. Entendemos
que significó un fenómeno social de gran significación (...) si bien supone un hecho
tecnológico que origina desocupación, ese fenómeno está envuelto en un proceso más
amplio (...) Este desapoderamiento [sic] de los medios de producción de una parte de la

63 Oddone, J; La formación del Uruguay Moderno, c. 1870-1930. ”


64 Millot, J. y Bertino, M; Historia económica del Uruguay; Tomo II: 1860-1910.
65 Idem ant; pág. 13-16.
66 Idem ant, pág. 16-17.
67 Idem ant; pág. 18-22.
68 Millot, J. y bertino, M; Ob. Cit; Tomo II; pág. 54.

14
población constituye un fenómeno de acumulación originaria que se venía procesando
desde fines del siglo XVIII69.
El proceso de mestizaje del ganado así como el nacimiento de la industria frigorífica
en el país son interpretados como una segunda etapa de cambios, derivados de los
anteriormente señalados, y orientados a incrementar la productividad del sector ganadero 70.
El análisis del proceso de mestizaje permite a los autores sentar algunas hipótesis
novedosas respecto de la dinámica del cambio técnico en la ganadería del último cuarto del
siglo XX. Tanto la innovación como la propensión / aversión al riesgo en diferentes
regiones y modelo productivos ganaderos son explicados en términos de racionalidad
empresarial capitalista, y en tal sentido, la tasa de ganancia, el riesgo, el precio de la tierra,
la renta y la productividad de la tierra son considerados las variables claves que
conjuntamente determinan el patrón tecnológico predominante71. En este marco, los autores
toman distancia del papel que Barrán y Nahum le atribuyen al latifundio como factor de
bloqueo de la modernización, y de la mentalidad arcaica que aquellos autores le atribuían al
latifundista. Millot y Bertino relacionan la variable productividad de la tierra con el tamaño
promedio de los predios por departamentos, con el precio y la renta por Há. y con el ingreso
promedio de los predios en cada departamento, para concluir que existe una fuerte
correlación entre la productividad de la tierra y el carácter “progresista” o “atrasado” de una
región, mientras que la relación entre tamaño del predio y mejoras tecnológicas se muestra
errática72. Además, los autores atacan la tesis “clásica” sobre la mentalidad arcaizante de
los grandes propietarios sosteniendo que “(...) los primeros que mestizaron fueron grandes
propietarios (...) que controlaban tierras de alta productividad (...) que siempre habían
tenido mejores transportes fluviales y ferroviarios a Montevideo y Buenos Aires y que
constituían a la vez centros de difusión de nuevas ideas, de contacto con el mercado
internacional y mercados ellas mismas73. Mas aún, critican el análisis “clásico” según el
cual el gran tamaño aseguraba altos ingresos y éstos desestimulaban la inversión, para
sostener que los altos ingresos eran la base financiera y el estímulo a la inversión, y que
desde ese punto de vista, quienes mejor se encontraban en condiciones de innovar eran los
latifundistas y no los medianos propietarios o arrendatarios 74. Finalmente, invierten el
razonamiento de Barrán y Nahum y explican el rezago del mestizaje uruguayo respecto del
argentino por el retraso en la fundación de frigoríficos de este lado del río, y no por razones
de mentalidad75.
Millot y Bertino ofrecen su propia “regionalización” del país rural en términos de
“zonas atrasadas” y “zonas progresistas”, a la manera de la HRUM. Tanto en la
caracterización como en la adscripción geográfica los resultados son muy similares a los
que integran la versión clásica; la diferencia radica en que estos autores enfatizan el papel
diferenciador de los recursos naturales - evaluados a través de los índices CONEAT de los
distintos departamentos76 – y resaltan el carácter de complejo integrado que el conjunto de
69 Idem ant; pág. 65.
70 Idem ant, pág. 81 y ss.
71 Idem ant; pág. 72-89.
72 Idem ant; pág. 89-94.
73 Idem ant; pág. 93.
74 Idem ant; pág. 94.
75 Idem ant; pág. 102.
76 Se trata de un índice de la productividad de todas las tierras ganaderas del Uruguay, construido con base en
diferentes indicadores físicos y económicos por una Comisión Nacional de Estudio Agroeconómico de la
Tierra. El índice CONEAT se usa en el sistema impositivo actual como ponderador del tamaño para

15
las tierras uruguayas dedicadas a la ganadería exhibía al final del período, donde cría,
invernada y lechería se coordinaban entre sí y con el principal centro de consumo y
exportación: Montevideo77.
Otra consecuencia de los cambios iniciales (la ovinización de los 60’s y el
alambramiento de los 80’s), según estos autores, fue la expansión del ferrocarril. Aunque
reconocen el protagonismo de las compañías inglesas y critican – al igual que Barrán y
Nahum- la política gubernamental de “garantías” que redundó en importantes sangrías
fiscales y perversiones del trazado, no comparten el tono dependentista de las críticas de
aquellos autores a las compañías inglesas, ni su posición sobre el impacto que habría tenido
el nuevo transporte en el medio rural. En particular, se muestran críticos hacia la línea
argumental según la cual el ferrocarril se tendió teniendo en cuenta los intereses de las
compañías británicas y no las necesidades del medio, argumentando que “(...) lo que
perseguían las empresas ferroviarias es una obviedad en el sistema capitalista: la
ganancia78”. Por lo demás, aseguran que si en el campo uruguayo el ferrocarril no
contribuyó a diversificar la producción rural ni a procesos de colonización agrícola “(...) no
se debió a su trazado ni a las intenciones de las compañías británicas sino a que no era un
país de frontera abierta; la tierra estaba apropiada en su totalidad y su aptitud para la
agricultura era mucho menor [que en la pampa húmeda], no obstante lo cual el área
sembrada creció79.Además, estos autores sostienen que el trazado radial que adoptaron los
ferrocarriles estaba determinado desde antes, por el antiguo sistema de transportes basado
en diligencias, carretas y troperos80, y finalmente, concluyen que hacia el final del período y
gracias a la expansión analizada, “(...) el Uruguay poseía, junto con Argentina, pese a los
defectos que tuviera, el único ‘sistema’ ferroviario de Sudamérica, facilitado por su
producción relativamente homogénea, por su territorio predominantemente llano y por su
economías centrada en la capital puerto81”.
En síntesis, en Millot y Bertino las grandes transformaciones del medio rural
ocurridas entre 1860-1910 marcan – como en la versión clásica - el ingreso del país en las
formas capitalistas de producción y en un determinado contexto comercial internacional.
Pero en esta versión el proceso no aparece “bloqueado” por el latifundio ni el campo
uruguayo resulta, al final del período, marcado por la rémora de la gran propiedad y la
mentalidad retardataria, si no que emerge una economía rural plenamente integrada a los
mercados mundiales y de lógica homogéneamente capitalista, donde las únicas diferencias
relevantes al interior del sector ganadero son respuestas racionales a diferentes calidades de
recursos naturales. Por lo demás, el Uruguay rural de Millot y Bertino, que es capitalista y
ganadero como en la versión “clásica”, rehuye la tipificación de dependiente. En palabras
de estos autores: “(...) Parece más exacto hablar del modelado del mercado internacional
de nuestra estructura productiva y la defensa puntual de intereses británicos en casos
concretos, junto con la coincidencia objetiva de sectores de la clase dirigente del país 82. En

determinar la carga fiscal de los establecimientos ganaderos.


77 Idem ant; pág. 97-102.
78 Idem ant; pág. 351.
79 Idem ant; pág. 351.
80 Idem ant; pág. 354.
81 Idem ant; pág. 534.
82 Idem ant, pág. 20.

16
la misma dirección, señalan que “ (...) Desde 1870 el país entra en la zona de influencia
británica con todas las limitaciones que en el país tuvo el fenómeno imperialista83” .

5. Algunos comentarios sobre los marcos teóricos y matrices


historiográficas de la bibliografía comentada.

4. 1. Modernización y dependencia en la versión clásica.


Especular sobre el marco teórico de la versión que hemos llamado “clásica” puede parecer
aventurado y estéril, si se tiene en cuetna que la relación entre teoría e historia siempre ha
sido tensa y ha dado lugar a lo largo del tiempo a situaciones disímiles. Pero aquí se
sostiene que si bien en el Uruguay de los 60 la mayoría de los historiadores uruguayos se
mostraban reticentes a los modos de razonar y a los métodos de las ciencias sociales, eran
en los hechos fuertemente seducidos por sus problemas y por las preguntas que aquellas le
hacían al pasado. Por cierto que el trasfondo histórico de una crisis nacional en fase de
progresiva radicalización y violencia era quien dictaba el programa de investigación de la
mayoría de los intelectuales de entonces. Pero esto hacía que aún quienes desde el campo
de la historia se consideraban mas cautelosos respecto de una posible comunión de
intereses entre historia y ciencias sociales se vieran arrojados a las preguntas y desafíos de
aquellas. En este marco, los estudios agrarios de Barrán y Nahum pueden plausiblemente
ser vistos como un intento de explicación del subdesarrollo uruguayo, y en tanto tales,
como un producto profundamente impregnado de diversos modelos explicativos sobre la
cuestión del desarrollo. El concepto clave del que se valió la versión “clásica” es el de
modernización.
En la medida que el marco teórico de la modernización ha tenido su origen en el seno
de la sociología, pero que también ha dejado su impronta en ciertas corrientes del
pensamiento económico sobre el desarrollo y aún en cierta antropología, bien puede
hablarse del “paradigma de la modernización” para referirse a este marco teórico84. Con un
alto nivel de generalización, puede decirse que los componentes básicos de este modelo
eran la noción de desarrollo como proceso espontáneo e irreversible atravesado por las
diferentes sociedades en sucesivas etapas, donde la transición fundamental es la que se
opera desde las sociedades “tradicionales” a las “modernas”.
En la sociología clásica este modelo fue erigido por Durkheim, Tönnies y Weber;
posteriormente reformulado por Parsons tuvo versiones funcionalistas que igualmente
fueron de recibo en el pensamiento sociológico de la mitad del siglo XX 85. En América
Latina el pensamiento sociológico de la postguerra adoptó y adaptó este modelo analítico a
la realidad regional en los trabajos de Medina Echavarría y Gino Germani86.
En el campo de la economía Bert Hoselitz fue el primero en aplicar las categorías
parsonianas a la cuestión del desarrollo económico, y su revista – la célebre Economic
Development and Cultural Change, fundada en 1952 – se convirtió en la publicación
emblema del paradigma modernizador87. La versión más famosa, sin embargo, del modelo
de la modernización en economía es la presentada por Rostow en 1960, en su famoso The
stages of economic growth.
83 Idem ant; pág. 19.
84 Hettne, B; Development theory end the three worlds; pág. 60-74.
85 Idem ant; pág. 61-62.
86 Solari, A. et al; Teoría, acción social y desarrollo en América Latina; pág. 100-110.
87 Hettne, B; Ob. Cit; pág. 62.

17
Pero en la segunda mitad de la década del 60 el paradigma modernizador fue objeto de
severas críticas en América Latina. En el proceso de elaboración de tales críticas , de hecho,
fue conformándose el paradigma interpretativo que habría de relevarlo: el dependentismo.
Autores como Stanvenhagen88 en México, Cardoso y Faletto en Brasil89, Sunkel desde
Chile, con la colaboración de André Gunder Frank 90 protagonizaron el conocido proceso de
demolición del paradigma modernizador y erección del modelo dependentista.
No corresponde aquí hacer un análisis del dependentismo latinoamericano – tema que
por cierto ha merecido abundante análisis con posterioridad a su crisis 91- pero sí recordar
que allí donde el paradigma modernizador entendía el desarrollo como una sucesión más o
menos natural de etapas reguladas por la dinámica interna de las sociedades, el paradigma
dependentista enfatizó el carácter histórico del subdesarrollo latinoamericano y la
relevancia de los factores externos a las sociedades subdesarrolladas para explicar su atraso.
A esta altura resulta evidente que desde el punto de vista teórico la versión clásica
uruguaya a que hemos aludido es en cierto modo aluvional, por cuanto incorpora como en
capas sucesivas, bagajes conceptuales tomados de también sucesivos – e incluso opuestos-
desarrollos teóricos.
En efecto, los cambios económicos, sociales y políticos del último cuarto del siglo
XIX fueron presentados como un proceso de adaptación y puesta al día de la antigua
sociedad “tradicional” (componente del paradigma modernizador), dando lugar a un
proceso de desarrollo muy pronto bloqueado por frenos internos (aquí se introduce un
componente cepalino: el desarrollo fue bloqueado por el latifundio, principal “obstáculo
estructural”) y que tuvo como resultado la acentuación de la dependencia respecto de los
centros mundiales de poder (componente dependentista, con énfasis crítico en los factores
externos).
En cuanto al quehacer historiográfico que subyace en la versión “clásica”, puede
anotarse la reconocida impronta de la escuela francesa de los Annales tal cual se mostraba
en los 60: enfoque holístico, análisis en términos de coyuntura / estructura; preocupación
por las estructuras socioeconómicas; manejo de fuentes cualitativas acompañado de un
expreso interés por la exploración de las cuantitativas. En este sentido debe repararse en la
magnitud del esfuerzo heurístico implicado en la HRUM; un esfuerzo que no tenía
precedentes en la historiografía uruguaya si se tiene en cuenta que estuvo dedicado a
sostener una investigación sobre aspectos económicos y sociales. Debe anotarse, además,
que si bien el tratamiento formal de los datos cuantitativos puede parecer - treinta años
después y en plena era informática - algo rústico, resulta admirable el empeño y la
tenacidad desplegada por lo autores en la construcción de una base de datos de ese
volumen.

5. 2. La versión reciente.
Los capítulos de historia agraria de la obra de Millot y Bertino que aquí hemos
comentado dialogan expresamente con la obra de Barrán y Nahum: actitud inevitable luego

88 Váse la crítica al modelo anterior en : Stavenhagen, ; “Siete tesis equivocadas sobre América Latina”.
89 Véase la crítica teórica del modelo de la modernización y la fundamentación de los nuevos conceptos
dependentistas en Cardoso, F. H. y Faletto, E; “Desarrollo y dependencia: perspectivas sociológicas en el
análisis sociológico”.
90 Váse la crítica teórica del modelo de la modernización y las alternativas propuestas en : Frank, A. G;
“Sociología del desarrollo y subdesarrollo de la sociología”.
91 Véase Hettne, B; Ob. Cit; pág. 82-98.

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del prolongado silencio que recayó sobre el período y los problemas planteados por la
Historia Rural y prueba irrefutable de su clasicismo.
Posicionada en un marco teórico post-dependencia, fuertemente tributaria de la
historiografía marxista sobre “las transiciones”, la obra de Millot y Bertino marca un tardío
pero necesario aggiornamiento de la historiografía económica rural uruguaya. En buena
medida los autores re-traducen los hitos principales del proceso “modernizador” a un nuevo
lenguaje teórico: pero lo que es más imoprtante, la imagen final que resulta de su análisis
difiere sustantivamente de la ofrecida por la versión “clásica”.
Por razones de formación así como por razones de pertenencia institucional del
equipo autoral92, toda la obra se beneficia con un uso mas riguroso y preciso de conceptos
económicos que brinda al conjunto un más aceitado ensamble interpretativo. En la faz
metodológica, la obra incluye algunas innovaciones (en el medio local) en el uso de los
métodos cuantitativos aplicados a la historia rural, como cálculos de producto sectorial para
el período 1860-1910 y sus respectivas tasas de crecimiento, haciendo posible una mirada
sobre las fluctuaciones y tendencias del sector ganadero que no estuvo disponible en la
versión clásica. Son piedra angular de esta investigación, como en el caso de la versión
“clásica”, las fuentes públicas y la prensa periódica (diarios y revistas), siendo notable la
dificultad de la nueva historiografía rural para operar una renovación de las fuentes.

6. Algunas reflexiones sobre la historiografía rural uruguaya a partir del caso


estudiado.
Este trabajo es, ante todo, una excusa para reflexionar sobre el estado actual de la
historiografía rural en el Uruguay. En este trabajo fueron elegidos como temas el período
1860-1914 y sus transformaciones por un puñado de motivos muy simples: porque existe
un cuerpo de conocimientos históricos compacto y de perfiles definidos sobre este período;
porque este período constituye un punto de partida inevitable para casi cualquier estudio de
historia uruguaya contemporánea, y porque quien esto escribe la encuentra familiar. Sin
embargo, creo que la historiografía sobre este período constituye un ejemplo interesante,
representativo a la vez que rico, de la historiografía rural uruguaya.
En el Uruguay parecerían existir tres grandes períodos sobre los cuales se han acumulado
un caudal importante de conocimientos históricos relativos al agro: el período colonial, el
período 1860-1914 y el período 1930-70. El primero tuvo como foco principal de análisis la
cuestión de la tierra y las luchas sociales generadas en torno a ella; el segundo tuvo como
centro de interés el cambio agrario, las transformaciones vividas por el medio rural y su
significado, y el tercero se centró en el estancamiento productivo: sus causas, su dinámica y
sus efectos sobre la economía entera.
Como toda la historiografía uruguaya, la historia rural en nuestro país es
eminentemente nacional: no conoce mas que en forma embrionaria versiones regionales ni
comparadas. Es además, una historiografía de enfoque eminentemente sectorial y global,
con un déficit importante de evidencias a nivel de la dinámica microeconómica del sector
agropecuario. Finalmente, es una historia predominantemente ganadera, seguramente como
respuesta inevitable al peso de la ganadería en las estructuras agrarias uruguayas, pero
también como corolario de las características mencionadas en primer término. En tanto
92 Millot se graduó en la Facultad de Ciencias Económicas con el título de Contador Público y formó parte
del staff de investigadores del Instituto de Economía en un período especialmente fecundo de ese centro
(1967-73). La obra comentada esta siendo producida en el marco del plan de investigaciones del mismo
Instituto.

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fenómeno de adscripción claramente regional, la agricultura no ha merecido el tratamiento
que se merece, si se tiene en cuenta que existen zonas enteras del país especializadas en
ciertos rubros de la producción agrícola, así como la diversidad de sistemas agrícolas
existentes adentro del conjunto subsectorial.
Por lo demás, la historiografía rural uruguaya parece haber florecido – cuando lo
hizo – a impulsos de una dinámica de preguntas e intereses sólo parcialmente específicos.
Así, la cuestión de la tierra en la Colonia fue un paso necesario en la re-elaboración del
significado del proceso revolucionario; la cuestión de la “modernización” del campo fue un
paso necesario en la comprensión del subdesarrollo uruguayo en perspectiva de larga
duración; el estudio del estancamiento ganadero fue un paso necesario en la comprensión
del fracaso del modelo de industrialización acelerada aplicado en la segunda postguerra. Y
es normal que haya sido así. La investigación en un campo temático se nutre
frecuentemente de los intereses nacidos en territorio vecino, y a diferencia del “Uruguay
moderno”, la historia no tiene alambrados.
Pero debe reconocerse que esta dinámica implica una justificación de las
investigaciones agrarias sólo en términos de “macro-preguntas”: ¿cuándo y cómo se
procesó la transición a las formas capitalistas de poducción en el caso uruguayo? ¿cuál
era el contenido social de la revolución artiguista? ¿son capitalistas los latifundistas
uruguayos? ¿fue el latifundio responsable de la crisis del país? ¿por qué los ganaderos
uruguayos no incorporaron cambio técnico durante cincuenta años? Y este tipo de
preguntas – es decir la elección del problema a investigar –forman parte de lo que
acertadamente Topolski llamó etapas pre-teóricas de la investigación, es decir vienen
dictadas inevitablemente por los intereses y dilemas del presente del investigador. En mi
opinión, esta dependencia directa de los estudios agrarios uruguayos respecto de las
“macro-preguntas” explica su actual descaecimiento. No porque hayan sido
irrefutablemente respondidas aquellas grandes cuestiones, sino porque las generaciones
actuales actuales de historiadores responden - saludablemente- a otros intereses e
inquietudes, dado que es otro su tiempo.
Lo que sí puede reprocharse a la historia rural uruguaya es no haber fructificado en
un programa de investigación menos dependiente de las macro-preguntas y mejor
autosustentado; un programa de investigación por ejemplo sobre sistemas agrarios donde
naturaleza, hombres y conocimientos articulen una historia menos ambiciosa en su
pretensión de “clave explicativa de la crisis uruguaya”, pero tal vez muy fecunda en
indicios concretos sobre los modos actuales de vida (y muerte) de los habitantes de amplias
zonas del país.

* * *

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