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generación del 28
Introducción
Mariano Picón Salas decía que el siglo XX en Venezuela empezaba después de la
muerte de Gómez, después de 1935. Esta es una de esas frases que en cierto modo más
que de la realidad a la que apunta, dice de la perspectiva desde la cual se está mirando
esa realidad. Para toda una falange de intelectuales que vivieron su periodo de formación
y adolescencia durante la dictadura de Juan Vicente Gómez, se hacía necesario
denunciar las ominosas condiciones de castrador aislamiento que un régimen oprobioso
hizo vivir al país.
Desde una perspectiva contemporánea, sin embargo, es interesante estudiar otro
aspecto de esa misma situación de conjunto: aquél que nos muestra cómo las
contingencias negativas impuestas no pudieron impedir que los tormentosos y vitales
vientos de la contemporaneidad fertilizaran los espíritus de la intelectualidad venezolana
de esos años y cómo, pese a todo, no se rompió ni se congeló la dinámica de la historia
cultural.
El estudio de la formación y desarrollo de las ideas de vanguardia literaria en
Venezuela puede contribuir, en nuestros días, a demostrar que aun en las peores
condiciones cada pueblo busca siempre los caminos no sólo para mantener la
continuidad de su cultura sino también desarrollar la participación en el diálogo con la
contemporaneidad histórica.
El trabajo que en estas páginas se ofrece pretende ser una contribución al
conocimiento de ese aspecto de la historia literaria venezolana que revela la presencia
del espíritu de renovación que significaron las vanguardias artísticas de postguerra en
todo el mundo. Y pecando de ambicioso, pretende también sentar la tesis de que la
formación y desarrollo de la vanguardia literaria en el país se vincula a motivaciones —
18→ nacionales y a condiciones que, de una u otra manera, homologan el proceso
venezolano al del resto del continente.
No creo que, a estas alturas del desarrollo histórico, sea posible comprender un
proceso cultural aisladamente. Comprender es tarea coronaria del estudio histórico y del
estudio crítico, y comprender no debe reducirse a una simple intelección atomizada sino
que implica establecer las conexiones de un hecho o de un proceso con los conjuntos
mayores de que forma parte. La historia literaria y la crítica literaria deben entenderse,
a mi juicio, como un proceso de comprensión, una actividad intelectual que vaya
estableciendo la articulación de un hecho o un proceso literario con sistemas culturales
y sociales más amplios en los que adquiere pleno sentido. No hacerlo así significaría
simplemente reducir el estudio a un recuento descriptivo, a la elaboración de catálogos
empíricos de datos, fechas, cifras.
El principio básico que subyace en este trabajo es el de que estudiar cualquier
aspecto de la producción literaria en nuestro continente sólo puede legitimarse en la
medida en que pretendo contribuir al conocimiento de nuestra realidad y a un diseño
más objetivo y complejo de nuestra fisonomía.
En el caso de la literatura de vanguardia que se desarrolla después de la primera
postguerra, la perspectiva de estudio que ha dominado en nuestro continente es la que
busca establecer, a partir de los cánones de las tendencias vanguardistas europeas, la
presencia de elementos futuristas, cubistas, expresionistas, dadaístas, etc., en las letras
hispanoamericanas. El estudiar las vanguardias en América a partir de estos parámetros
puede contribuir a establecer lo que de europeo pueda haber en nuestra literatura; pero
lo que una crítica renovadora se debe proponer es determinar y organizar en un perfil de
conjunto las diferencias más bien que -o por lo menos tanto como- las semejanzas.
De este modo, al examinar cómo se hace propia y diferenciada una determinada
tendencia internacional, al establecer una sintaxis de las diferencias, por así decirlo, se
hará posible determinar mejor aquellos elementos, factores y fuerzas que constituyen
los nódulos de una personalidad histórico-cultural específica.
Metodológicamente el proceso de comprensión histórico-literaria -aparte de la
puesta en relación del fenómeno literario con los factores —19→ históricos generales
y determinantes- implica intentar establecer la dialéctica de tres variables: la nacional
(en este caso, la vanguardia venezolana), la continental (en este caso limitada a la
hispanoamericana) y la europea (fundamentalmente por el peso y prestigio internacional
que ha tenido).
Al prescindir de un modelo de «literatura de vanguardia» -dado que sólo se podría
obtener por ahora a partir de la europea- se ha tratado de hacer un análisis inductivo de
los elementos de reacción al Modernismo literario en Venezuela, para tratar de
vincularlos entre sí y ver su potencial productivo en una perspectiva de desarrollo, y al
mismo tiempo su eventual articulación con el conjunto del «arte nuevo», o la «nueva
sensibilidad» que se estaba gestando en otros países del continente. Probablemente esto
haga que el estudio tenga una marcada apariencia de sequedad erudita y documental;
esto es producto por una parte de un intento de contribuir a establecer las fuentes que
permitan la confrontación de las hipótesis y un eventual diálogo, y por otra del deseo de
eludir la irónica observación del mismo Picón Salas que cuestiona el tono hímnico con
que suele escribirse la historia.
Una última observación. Los límites del trabajo están señalados por su título. No se
intenta aquí una historia de la vanguardia literaria en Venezuela; apenas sí contribuir al
conocimiento de su formación, hasta 1928. A partir de entonces viene una nueva etapa,
más rica, variada y compleja. La obra primera de Uslar Pietri, el (los) libro(s) de relatos
de Nelson Himiob y Carlos Eduardo Frías, la poesía de Rojas Guardia y Barrios Cruz,
la revista Viernes... Todo un panorama que amerita un estudio prolijo y comprensivo,
para el cual este libro quisiera ser capítulo introductorio.
En último término, podría decirse que dentro del complejo de fuerzas sociales que
actúan en este período, las que forman la antigua oligarquía y las de la nueva burguesía
financiera, mercantil e intermediaria, presentan una contradicción contingencial, no
básica, y en ningún caso ofrecen un antagonismo fundamental con respecto al sistema;
su conflicto es un conflicto por la hegemonía en el interior de las clases dominantes, por
el control político del sistema. Los sectores populares, particularmente el creciente
proletariado, presentan, en cambio, un potencial antagonismo básico con ambos grupos
de las clases dominantes, y, cualquiera fuere el grado de conciencia con que se
incorporaban a las luchas, representaban virtualmente un proyecto histórico que no se
detenía en el desplazamiento de la oligarquía. Eso es lo que hacía que a pesar de la
confusión ideológica -principalmente alimentada por el reformismo y el populismo- la
unidad de estos sectores antioligárquicos fuera más bien formal y contingencial, ya que
no podían superar el esencial antagonismo ideológico que sus intereses de clase
determinaban.
Si se toma en cuenta el complejo sistema de intereses que subyace en las
manifestaciones políticas y culturales de ese período de la postguerra, es posible
comprender el por qué, sobre todo en sus momentos ascendentes, el desarrollo artístico-
literario del continente ofrece un panorama —45→ tan rico y variado, tan complejo
y contradictorio. Independientemente del grado de conciencia que pudieran alcanzar sus
protagonistas, es posible sostener que esta etapa de cuestionamiento y búsqueda en dicho
plano se vincula al proceso de transformaciones y cambios que vive el conjunto de la
sociedad latinoamericana de la postguerra.
—65→
La literatura hispanoamericana de postguerra: renovación y vanguardia
—77→
3.3. Espacio nacional y espacio continental de la literatura
vanguardista
Hay otro aspecto importante que se hace necesario tomar en cuenta para un intento
de caracterización del Vanguardismo hispanoamericano: la necesidad de intentar el
examen de su producción considerándola como un conjunto continental y no sólo como
una simple suma informativa de manifestaciones nacionales aisladas. Se trataría, en
último término, de un diseño teórico del «espacio intelectual» configurado por la
vanguardia, concebido como el sistema de relaciones en que están imbricadas cada una
de sus realizaciones concretas. Para ello habría que establecer las correspondencias que,
con o sin contacto directo se pueden encontrar entre las manifestaciones grupales o
individuales de distintos países, a fin de poder determinar un marco referencial en lo
literario que permita una comprensión de las variables nacionales que adquiere un
proceso que abarca todo el continente91.
—78→
Esto se hace tanto más necesario cuanto que hasta ahora cada una de las
manifestaciones particulares se suelen estudiar poniéndolas directamente en relación
con el vanguardismo europeo y no con un conjunto hispanoamericano. Es indudable que
el Vanguardismo de entreguerras es un fenómeno internacional, pero no es menos cierto
que en nuestro medio el primer nivel de esta «internacionalidad» lo constituye el
conjunto continental, y a él debieran ser referidos inicialmente los fenómenos locales.
Una perspectiva como ésta no sólo posibilitaría una comprensión más plena de muchas
obras y autores que se vinculan a esta tendencia -y que de no estudiarlos así aparecen
como hilos sueltos, casos raros y singulares, desintegrados del conjunto nacional92-, sino
también posibilitaría comprender mejor el carácter y significación del Vanguardismo
hispanoamericano como parte del perfil artístico de un período, y su función en el
proceso evolutivo de nuestra vida cultural contemporánea.
El principal obstáculo para este examen de conjunto reside en la arraigada tendencia
historiográfica y crítica que lleva a considerar la literatura hispanoamericana no como
una síntesis diferenciable, como un espacio propio, sino como una sumatoria mecánica
de literaturas nacionales, cada una de las cuales obedece a un principio evolutivo
inmanente o, a lo más, a impulsos de índole estrictamente local93. Para superar este
esquema ideológico es necesario considerar que en la medida en que los hechos
económicos, sociales y políticos van unificando la condición histórica, se
internacionalizan también sus manifestaciones superestructurales, —79→ y la
literatura, que es una de ellas, funciona también como fenómeno supranacional.
Ya el surgimiento mismo de la literatura vanguardista en Hispanoamérica se nos
presenta como una floración múltiple, puesto que aparecen brotes casi simultáneos en
la mayoría de las ciudades importantes sin que exista un núcleo irradiador preciso o una
concertación programática. Tendrá que ser tarea y responsabilidad de la crítica el poner
en relación y organizar el sentido de esta presencia multiplicada que hasta ahora ha sido
más bien vista, como fenómeno marginal, en un registro atomizado. El dilucidar el
concierto implícito que surge de esta proliferación crea una perspectiva que permite el
estudio de los brotes aislados ya no como «islas» sino como parte de un verdadero
«archipiélago» continental, como habitantes de un espacio propio y supranacional en el
que entran en relación, dialogan y se jerarquizan.
En los hechos, los mismos escritores de la vanguardia sentían su quehacer
funcionando en un espacio distinto al nacional, ya que si bien a ese nivel eran expresión
de un proyecto minoritario no lo eran tanto en función de un impulso continental del que
se sentían partícipes. En último término, conscientes o no de esta dimensión, a través de
revistas y otras publicaciones mantuvieron un diálogo de afinidades que los enlaza como
proyecto por sobre las fronteras.
El examen de algunas de las revistas de la vanguardia es revelador de esa
consanguinidad continental -y universal- en la que se reconocían sus integrantes. Y si se
piensa que la antología más importante del inicio de la poesía vanguardista, el Índice de
la nueva poesía americana (1926), es preparada por el argentino Jorge Luis Borges, el
peruano Alberto Hidalgo y el chileno Vicente Huidobro94, tendremos alguna idea del
sentido que adquiría este espíritu. Por otra parte, el modo en que era enfrentado este
problema puede ser ilustrado por uno de los comentarios a esta antología que se publica
en Hangar, Nº 2:
por primera vez en un libro desde la civilización del
hombre americano se cita todo el pensamiento del continente
- destruyendo los límites creados por la fauna zoológica que
infectó el orbe cuyo olor a cadaverina se siente en lugones —
80→ - chocano - valencia - jaimes freire -etc-etc-etc-etc-etc-
etc-etc-etc-etc aquí en américa todos somos americanos - la
necedad de fronteras - un mito - no es cierto imbéciles
patrioteros?95
Sin que sea necesario abundar en ejemplos, creemos que hay una indudable
comunidad de actitud y de espíritu que enhebra el conjunto de las manifestaciones
particulares de la vanguardia en Hispanoamérica y le da una cierta fisonomía unitaria y
diferenciada. Por eso mismo, la caracterización y comprensión de cada una de sus
realizaciones hace necesario que se tome en cuenta el conjunto al que se integran, ya
que estas obras se sitúan más significativamente dentro de un espacio literario
supranacional que en el sistema literario dominante en cada uno de los países en que
surgen en esos años.
—100→
4.3. La agitación política del 28
La etapa de las protestas, prisiones y manifestaciones solidarias en relación con la
Semana del Estudiante marca el inicio de una cadena de acontecimientos que agitan todo
el año 1928. Como señala un testigo contemporáneo, «nunca pensó Juan Vicente Gómez
cuando envió a la cárcel a los estudiantes de 1928, cómo asistíamos así a la primera
Universidad de la vida que pudimos visitar»131. Otro contemporáneo comenta: «Esta
corta prisión, que puso a la juventud universitaria en contacto con muchos detenidos,
cambió el rumbo de la vida de algunos de ellos, haciéndolos mirar con interés lo que
hasta entonces les había sido indiferente. Comenzaron y se mantuvieron en contacto
(sic) con los desafectos al régimen»132.
Es una nueva oposición la que se inaugura. Como ha señalado Ramón J. Velásquez:
en febrero de 1928, Gómez va a enfrentarse a una nueva
oposición en la cual figuran los hijos de muchos de sus
amigos y colaboradores. Es otra generación, un nuevo estilo.
Es una generación que no ha conocido la guerra civil, ni la
división del país en liberales amarillos y godos o
nacionalistas. Y va a protagonizar el movimiento estudiantil
y político más importante de toda la primera mitad del siglo
XX venezolano. Empiezan a conocerse los apellidos de los
cabecillas del movimiento universitario: Villalba, Betancourt,
Leoni, Otero Silva, Zuloaga Blanco, Palacios, Jiménez
Arráiz, Gabaldón. Nombres que continuarán repitiéndose
cuarenta años después, cuando de la vida política venezolana
se trate. A la presencia de esta nueva oposición responde la
dictadura con sus métodos tradicionales: cárcel y destierro.
Cárcel y destierro que terminarán de conformar la fisonomía
revolucionaria de este nuevo grupo de dirigentes del país.
Cárcel y destierro que los pondrán en contacto con las nuevas
doctrinas políticas y sociales, nuevas en Venezuela aislada del
mundo y viejas para el resto del universo civilizado133.
Una vez que las manifestaciones populares y las acciones de solidaridad lograron la
libertad de la mayoría de los detenidos en febrero, —101→ algunos de los dirigentes
buscan pasar a un nivel superior de acción. Entran en contacto con oficiales jóvenes de
la Guarnición de la capital y preparan un levantamiento cívico-militar que estallaría en
la madrugada del sábado 7 de abril en Miraflores y en el Cuartel San Carlos. En el
proyecto estaban involucrados tanto estudiantes como militares y trabajadores, cuya
nota común era la juventud y la actitud de rechazo a la dictadura. Sus propósitos
concretos consistían en tomarse el cuartel y repartir en el pueblo los cinco o seis mil
fusiles. Y el parque que allí se guardaba para transformar esta acción en un
levantamiento popular contra el régimen134.
El intento del 7 de abril significa también la vinculación de los jóvenes opositores
del 28 con los antigomecistas del exilio. Para estos efectos llega a Caracas el poeta
Alfredo Arvelo Larriva, enviado del general Román Delgado Chalbaud y del grupo de
exiliados de Europa, cuya misión es tratar de coordinar las acciones con el objeto de
lograr un levantamiento concertado y en todos los frentes. El complot de abril fracasa
por una delación y la mayor parte de los comprometidos son enviados a prisión o deben
huir al exilio.
Pese a que militar y policialmente el gobierno de Juan Vicente Gómez logra en
todos estos casos finalmente controlar la situación, el régimen muestra evidentes
síntomas de deterioro y comienzan a manifestarse las disenciones internas. A mediados
de abril es destituido José Vicente —102→ Gómez, hijo del dictador y Vicepresidente
de la República, además de Inspector General del Ejército, en medio de rumores de
considerársele sospechoso de participación en los sucesos señalados anteriormente135.
En el mes de mayo el Congreso Nacional sanciona la quinta reforma constitucional
ordenada por Gómez, mediante la cual se elimina la Vicepresidencia y además se
incorpora el famoso Inciso Sexto, que prohíbe la propaganda comunista y declara
traidores a la patria a quienes la realicen136. Durante todo este tiempo continúan las
persecuciones y detenciones de reales o presuntos opositores137. Posteriormente hay un
frustrado intento de alzamiento en Coro, propiciado por Rafael Simón Urbina. En
septiembre el general José Rafael Gabaldón dirige una carta que constituye un verdadero
programa de reformas al General Gómez, carta que no tiene acogida y significa su
aislamiento por sospechoso de simpatizar con los rebeldes138.
A comienzos del mes de octubre los estudiantes promueven una nueva
manifestación de protesta. La FEV, con fecha 2 de octubre, dirige —103→ al general
Gómez una carta en la que se hace presente su «enérgica protesta contra los atropellos
que se están cometiendo por su gobierno en multitud de venezolanos decorosos y
patriotas». Se reclama en ella por la prolongada privación de libertad de un numeroso
grupo de ciudadanos, algunos de los cuales, como el poeta Pío Tamayo, estaban en la
cárcel desde el mes de febrero, y exigen la libertad de todos ellos139. Los firmantes de la
carta son detenidos y enviados a la prisión de Las Colonias, junto con los que acto
seguido fueron solidarizándose con ellos. Un enorme número de jóvenes va a parar a las
prisiones, y algunos de ellos son enviados a cumplir trabajos forzados140. Las
manifestaciones populares de solidaridad agitan de nuevo el país y el día 12 de octubre
se realiza en Caracas una gigantesca demostración que es dispersada violentamente por
la policía.
La casi totalidad de los detenidos, pese a múltiples gestiones - entre las que se cuenta
una carta dirigida a Gómez en vísperas de Navidad, firmada por el Nuncio Apostólico
de Caracas y los Arzobispos y Obispos católicos-, permanecen en prisión hasta 1929.
Como puede apreciarse, un somero y por cierto incompleto examen de la agitación
política y popular del año 1928141 muestra la acción predominante de una oposición que
tiende a adquirir fisonomía de masas, sin que desaparezcan totalmente los intentos
personales. Esto es lo que ha permitido sostener que «los sucesos del 28 indican el paso
a un nuevo modo de lucha para combatir el gobierno y acceder al poder (...) —
104→ La generación del 28 no se define sólo por su antigomecismo, por diferente que
éste sea de la oposición caudillista a Gómez. Hay también un elemento común positivo,
un proyecto unificador de este grupo, una idea del sistema que debe implantarse en
Venezuela». Este sistema sería el «modelo democrático-liberal, típico de una sociedad
en proceso de 'desarrollo' económico hacia la industrialización y la creación de las capas
medias urbanas y el proletariado»142.
Como señala Juan Bautista Fuenmayor, «el año de 1928 marcó el comienzo del
movimiento democrático y popular de Venezuela. Allí tuvieron nacimiento los hombres
que más tarde, al madurar, encabezaron y organizaron los partidos políticos actuales»143.
Es evidente que los —105→ cambios que se producen en la estructura económica del
país, pese a las condiciones impuestas por la dictadura, dan origen a la formación y
consolidación de nuevos sectores sociales que buscan encauzar su expresión histórica
tanto en lo político como en lo cultural. De allí que también sea ese año el momento más
importante en la expresión pública de las tendencias de la vanguardia artística en el
plano de la literatura.