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I
EXAMEN CRITICO

DE LOS APOLOGISTAS

DEL CRISTIANISMO.
EXAMEN CRÍTICO

DE LOS APOLOGISTAS

DEL CRISTIANISMO,

OBRA DEL CÉLEBBE FRERET,

SECBETAHIO DE LA ACADEMIA DE LAS IKSCRIPCIOJ M T BILLAS


LETRAS j

Traducida por J. B. J. G. ;

Con Jfotasy un Apéndice relativo á nuestros libros sagrados.

BURDEOS,
EN LA IMPRENTA DE LAWALLE JOVEN,

1822.
PRÓLOGO

DEL TRADUCTOR.

la razon exerciése sobre los hom


bres el imperio que justamente de
biera, los objetos obtendrían una aten
cion proporcionada á su importancia ,
y el exámen del sistema de cuya ver
dad ó falsedad depende la felicidad
ilimitada de los mortales , el examen
de la religion ocuparía, el primer
lugar en la consideracion humana.....
¡Cuán diferentes reglas sigue la mayor
parte de los hombres! Creyentes
y descreídos , casi todos se conducen
▼j PRÓLOGO
en esto á la aventura. El siglo en que
Yiven y el pais en que nacieron, son
el único regulador de sus ideas reli
giosas. El habitante del Tajo es cris
tiano, idólatra el que del Gánges ha
bita las orillas ; y los mas de los incré
dulos del siglo diez y nueve, en el sigla
undécimo las banderas de Pedro el
ermitaño seguirían.... Unos solo ven
con los ojos del hermano de Aaron ó
del hijo de María , otros solo piensan
con el entendimiento del patriarca
de Ferney ó del filósofo de Ginebra.
Veamos con nuestros ojos, pensemos
eon nuestro entendimiento, sustituya
mos á la fé implícita la analisis y la
lógica reunidas.

La obra cuya traduccion damas 4


DEL TRADUCTOR. VÍj
iuz, presenta una erudicion segura,
escogida , oportuna. La crítica filoló
gica y la exactitud filosófica rivalizan
en ella con la erudicion. ¿Qué hay
de extraño ? Es produccion de un es
critor eminentemente erudito, y, á la
par de erudito , crítico y filósofo. No-
es voluminosa, mas. las cosas preciosas
no lo son.

Las notas alfabéticas son del Tra


ductor. No eran, necesarias > se dirá
tal vez. Lo confieso ; y , si con igual
justicia se añadiere : no son útiles j,
abandono su defensa.

Y, volviendo á insistir sobre la


importancia , nunca demasiado reco
mendable, del examen enunciado, tec
Vil ] PRÓLOGO DEL TRADUCTOR.
minaré, diciendo : « Pties que blaso
namos de racionales , hagamos uso
de la razón ; pues que nos gloriamos
de vivir en la edad de la filosofía , filo
sofemos. »-
INTRODUCCION.

-tiL medio casi infalible de echar A


perder las me/ores causas es, la ex
periencia nos lo enseña, sostenerla*
con suposiciones dudosas y argu
mentos equívocos. La mayor parte
de los hombres de la presencia de
pruebas débiles infieren la ausencia
de razones victoriosas. Tal es el
carácter de casi todos los lectores.
Un paralogismo que noten en una
obra , absorbe toda su atencion , y
no les dexa ninguna que prestar á
los argumentos mas evidentes. Este
descubrimiento es para ellos un
triunfo , y la superioridad que se
X INTRODUCCION.
atribuyen sobre el autor\ les inspira,
desprecio acia él escrito..
Esta es una injusticia de que los
entendimientos recios se preservan,
pues saben distinguir una causa de
su defensor / pero ¿ como es suma
mente corto el número de sabios ¿
nunca podrá ser excesivo nuestro
rigor en la eleccion de pruebas} seña
ladamente en las relativas á la reli-
gion. Solo con la verdad se debe
combatir por la verdad , dice muy
bien Grocio (i); y el abad Houteville
ha observado con razon que cual
quiera que escriba acerca de mate
rias religiosas , debe emplear sola
mente pruebas fundamentalmente
perentorias j decisivas¿y que las dé
biles y contestables,y¿ con mas razons

(«) De veritate Relig. Crisl., Rom. I, c. a.


INTRODUCCION. X)
las defectuosas, deben ser severa
mente eliminadas j porque todo lo
que no es útil, es perjudicial {i).
Por no haberse seguido siempre
esa regla , se ha acrecentado tanto
el número de los incrédulos ¡ y, para
disminuirle, nos hemos propuesto
en esta obra manifestar la debilidad
de las pruebas de que se valen ge
neralmente los apologistas del cris
tianismo. Tal vez empeharémos asi
A algún nuevo escritor á tratar esas
materias con la exactitud necesaria
para que no quede recurso alguno á
la incredulidad,

(i) Prólogo de la Religion Cristiana probada,


por los hedio*, p. 186.
EXÁMEN CRÍTICO

DE LOS APOLOGISTAS

DE

LA RELIGION CRISTIANA.

CAPITULO PRIMERO.
#
Los apologistas del cristianismo no se han,
ocupado bastante en probar la auten-
ticidad de los evangelios , á pesar de que
se pueden oponer contra ella grandes
dificultades que exigen una aclaracion.

Como son los evangelios los que suminis


tran la prueba mas completa de la verdad
del cristianismo , nunca podrá presentarse
con sobrada evidencia su autenticidad, pues
de ai depende el juicio que debemos for
marnos acerca de la sinceridad de sus au
tores.
a BE LOS APOLOGISTA*
Esta cuestion tan esencial, parece que
los apologistas del cristianismo la han des
cuidado demasiado ; la han mas bien su
puesto que tratado. Y no es porque carezca
de dificultades ; pues hay dos , sobre todo ,
que parece deben embarazar á los entendi
mientos mas despejados. Vamos á presen
tarlas aquí con la mayor claridad , quizas de
este modo haremos un servicio á la verdad;
á lo menos tal es nuestro objeto.
Nadie ignora que ya en el primer siglo
de la iglesia y los discípulos de J. C. se di
vidieron en diferentes sectas, que, aunque
opuestas en sentimientos, convenían sin em
bargo todas en llamarse cristianas. Todas
se creian igualmente interesadas en la gloria
de su legislador. Muchos de los gefes de
esos partidos diferentes habian visto á J. C.
Ahora bien : entre esos testigos tan antiguos,
Jiabia muchos que hacían profesion de mirar
como falsa la doctrina consignada en los
evangelios que actualmente nos restan ; y
las tradiciones que han transmitido , son
enteramente contrarias á lo que leemos en
nuestros libros sagrados : como lo vamos
A justificar con los pormenores siguientes.
BB LA ItELIG. CRIST. 3
•Los gnósticos (i), tan antiguos que los pa
dres de la iglesia han creido que san Pablo
los habia conocido , acordaban todos en
negar lo que dice san Juan que el 'verbo
se hizo carne. Pretendían que el Verbo de
Dios y Cristo habían aparecido en la tierra ,
pero que su encarnacion , su nacimiento de
la Virgen , su naturaleza humana , su pasion,
y, de consiguiente , su resurreccion , todo
era aparente.
Esas mismas eran las ideas de Cerinto (2) t
sostenia que era imposible que J. C. hubie
se nacido de una Virgen ; estaba persuadido
de que san José era su padre ; y negaba la
resurreccion de J. C, que, segun él preten
día , no dcbia resucitar sino con los demas
hombres.
La creencia mas general de los ebionitas,
era que J. C. era verdadero hijo de José.
Símaco , que abrazó esa secta (3) , escribió
contra la genealogía que sau Mateo -da á

(1) Tilleraon , tom. II, p. 5.


'(2) San Iieneo, L 1, c. 26 , n. 1., p. ti. San Epifanía,
Hom. 2S , p. 110.
(3) Tülemon , t. IV, p. 108.
4 PE LOS APOLOGISTAS
J. C. Basíiides (i) decia que Jesus no habia
encarnado ; que solo se habia revestido de
, la apariencia de hombre; que en el" tiempo
de la pasion habia tomado la figura de Simon
Cireneo , y dádole á este la suya ; que así
los Judios no habian crucificado sino á Simon;
que Cristo , que los estaba mirando , se bur
laba de ellos sin que lo viesen ; y que des
pues subio á los cielos á unirse con su padre,
sin haber sido conocido ni de los ángeles ni
de los hombres.
Los carpocracianos creian que J. C. habia
sido engendrado por José , y que era seme
jante á los demas hombres (2) , y aun algunos
de entre ellos no vacilaban en decir que le
igualaban y aun sobrepujaban : estos secta
rios no admitian la resurreccion de la carne.
Los Cainistas (3) , acordes .en esto con
muchos de los primeros , hablaban de la
ley de Moyses con el mas alto desprecio ; j
(1) Tillemon , t. IÍ , p. 221. Epifanio , Hom. 24 , p.
70 y 71. Teodoreto, Hcereticorum Fabularum , L 1,
p. .{)5.
(2) Tillemon, t. II , p. 25?. Ireneo , I. i , c. a5 , p.
jo3. Tcodoreo, hist., p. 196. Epif., Hom. 27 , p. I02j
lo3 y 1 o.\
{3} Tillemon', t. II , p. 47.

-
I

DE LA RELIG. CRIST. 5
aseguraban que un principio malo era el
autor de ella. No creian pues que J. C.
hubiese venido á cumplirla.
Marcion (i) enseñaba que nuestros evan
gelios estaban llenos de falsedades , y pre
tendía ser mas veraz que los que nos han de
jado escrita la historia de J. C. Semetipsum
esse veraciorem quam sunthi qui Iradide-
runt evangelium apostoli, suasit discipulis
suis ¡ non evangelium sed evangelii parti-
culam tradens eis. Así habla de él stin
Yreneo, tom. I, p. 3o6.
Los alogos (2), Teodoto y los teodocianos
rechazaban con desprecio el evangelio de
san Ju.m ; y hablaban de él como de una
obra fabulosa.
El evangelio de los valentinianos era del
todo diferente de los que tenemos al pre
sente. Ut nec evangelium quidem sit apud
eos sine blasj^emid , dice san Yreneo ,
1. 3 , p. 192,0. 11. En fin, estos cristianos
antiguos sostenian que esos evangelios de-

(1) San Epifanio , Hom. 42 , p. 3o¡). .


(1) Tillemon, t. II, p. 438. Epif. Hom. 34, p. 46a
y 463 , n. 5i , p. 424.
6 DE tOS APOLOGISTAS
Lían haber sido corregidos muchas veces ,
se esse emendatores apostolorum. Así se
explica san Yreneo , hablando de ellos ,
lib. a , p.
He ai pues un gran número de cristianos
primitivos que declaran que lo que dicen
ios evangelios es contrario á la verdad bis-
tórica , y que atacan , entre etros artículos ,
Jos dos puntos capitales de la fe católica :
el nacimiento milagroso de J. G. y la resur
reccion. Nótese que estos testigos que de
ponen contra la creencia recibida de nuestro*
tiempos habian sido ó contemporáneos de
los apóstoles , como los gnóstieos, los ebio~
nitas y Cerinto , ó pretendían saber la his->
toria de J. C. de personas que pudieron ha-
berse informado bien de ella. Basílidcs (1)
tuvo por maestro á Glaucia , discípulo é in
térprete de san Pedro , y Valentín á Teo-
dato , discípulo de san Pable.
Hay otra objecion muy grlve contra mies-*
tros evangelios , y es que los padres de la
iglesia mas antiguos de la secta dominante
n.o han conocido al parecer los cuatro evan*

(1) Clemente de Alexandria , 1. J, p. ^6^.,


BE LA RELIG. CKIS*^ 7
gelios qne tenemos , al paso que citan , con
frecuencia y entera seguridad , libros apó
crifos, como si fueserf^auténticos.. -
Aquí nos vemos forzados á entrar en dis
cusiones no muy agradables ; pero espera
mos que nuestros lectores nos perdonaran la
aridez de este exármen en favor de la impor
tancia de la materia. Es un hecho , y nadie
duda de él , que los padres del tiempo do
los apóstoles han tenido noticia de los libros
apócrifos. El autor de la epístola de san
Bernabé cita, por confesion misma del padre'
Menard, varias palabras de J. C. (i) que'
no se hallan en el evangelio : lo que hace
presumir que son tomadas de algunas de
estas obras, que no se han juzgado dignas
de ser transmitidas á la^oostcridad,
Clemente, discípulo delos Apóstoles (a),
cita en sus do» cartas un texto de escritura
diferente de los nuestros , y que, segun
la opinion de Castelier, dfbe de ser de al
gun libro apócrifo. Lo que henios dicho de
la segunda carta de san Clemente , termina

(1) Menard, c. 4,p. 5g;c. 7, p. 24.


(2) Clemente , n°. 23 , p. »6o,

«
8 BE LOS APOLOGISTAS
con este texto de un evangelio, que Clemente
de Alexandria nos hace saber que es el de
los egipcios (i).
Preguntó una persona al Señor cuándo
yendria su reyno , y el Señor respondió :
« Cuando dos no compongan sino uno ;
cuando lo que estuviere fuera semeje á lo
que esté dentro ; cuando no haya hembra ni
váron. »
Julio Casiano, autor del siglo segundo,
cita estas mismas palabras , y nos hace saber
que fué Salomé la pecsona que hizo la pre
gunta (2).
San Ygnacio refiere (3), en su carta á los
de Esmirna , un discurso de J. C. de que
no hacen mencion nuestros evangelios. Al
legar á los que estarna con san Pedro, les
dice : Tocactme , y rereis que no soy un
espíritu. Tocáronle, y al punto creyeron ,
habiendolos convencido con su propia carne .
Eusebio (4) cita el lugar de las obras de

(1) Clemente , n'. 12 , p. 188.


(2) Clemente , Stromat. , 1. 3 , p. 435. <
(3) Clemente Alejandrino , n°. 3 , p. 35.
(4) Euseb. Histor. «celes. , 1, 3 , p. 3j.
DE LA REL1G. CRISX. Q
san Ygnacio en que se hallan esas palabras ;
pero no sabia de qué evangelio habia tomado
ese discípulo de los apóstoles el discurso de
J. C. Mas, instruido que él en esa parte ,
san Jerónimo (i) nos hace saber que es:e
discurso se hallaba en el evangelio de los
Hebreos, obra muy célebre en los primeros
tiempos de la iglesia , y que ha sido conocida
de Hegesipo y de Pápias , discípulos de saa
Juan (2).
Hasta Justino , no se ven citados sino
los libros apócrifos; desde Justino hasta
Clemente de Alexandría , los padres de la
iglesia se valen de la autoridad de los libros
supuestos , y de los que hoy dia pasan por
canónicos; en fin, vencen estos últimos , y
eclipsan totalmente á los primeros. Sin em
bargo , no ha dejado de haber posterior
mente autores que hayan mirado todavía á
aquellos con veneracion.
Hay una cosa muy digna de atencion , y
es que los primeros padres de la iglesia,
que estan citando á cada paso los falsos evan-
,' ' *
(') De Scriploribus ecclcsiasticis.
(2) Eusíb. Histor. eccles. 3, c, 39, t. IV, c. 22.
JO DE LOS APOLOGISTA*
gelios, no nos hayan hablado nunca Je lo»
que tenemos. Mateo, Marcos, Lúeas y
Juan no son? citados, ni por Bernabé', ni pop
Clemente, ni- por Ygnacio, ni en fin por nin
guno de los escritores de los primeros siglos.
Es verdad que Víctor de Capua eitaalguno»
pasages dePolicarpo(i), donde se habla de
los cuatro evangelistas ; pero todos convie
nen en que esos fragmentos son apócrifos ,
é indignos del escritor á- que se- han atribui
do (a). San Justino- es el primero, entre los
escritores que nos quedan, que haya tenido
noticia de los cuatro evangelistas que han
llegado á nuestras manos (a)i
Lo que acabo de asegurar, es un hecha
de que fácilmente se convencerá cualquiera,
por la lectura de los padres de la iglesia
contemporanos de los apóstoles ; y esto de-*
muestra la poía confianza que debernoste-.,

(i) Castelier, p. 2o3~.


(a) Tillemon ,t. H,n». 5 , c. 635.
(rt) Y san Ireneo , el primero y ¿tilmo que haya pro-.
hado que los evangelios debian ser euatro , pin que eran,
cuati o los vientos cardinales. Vease á Dupuis en sa
olí ra : Origen «fe les cultos ¡ explicacion del Apou-
BE LA. RELIG. CRIST. JH
tler en la buena fé ó crítica de I09 apolo
gistas de la religion cristiana. Al leerlos ,
parece que los primeros padres de la iglesia
han atestado sus escritos de citas de nuestros
evangelistas. «San Mateo , dice Abadía (i),
ha sido citado por Clemente ,. obispo de
Roma , discípulo y contemporaneo de los
apóstoles. Bernabé le cita en su carta : Ygna-
cio y Policarpo le admiten ; y los mismos
padres que deponen en favor de Mateo , de
ponen tambien en favor de Marcos. »
¿ Quien no se imaginaría al ver un tono
lan decisivo que los padres del tiempo de
los apóstoles hablan con frecuencia de nues
tros evangelios? Sin embargo ,. es indudable
que los nombres de estos evangelios no se
hallan en ninguno de esos escritores primi
tivos ; y es bien extraño que el obispo de
Londres haya tenido valor para afirmar en
su tercera carta, que Clemente, el discípulo*
de los apóstoles , haya citado el evangelio
de san M;iteo ,.y nombrádole , cuando nada,
hay mas falso.
La seguridad con que hablan los defen*-

(r) Abadía ,,t. II, sect, 2, c &-


12 BE LOS APOLOGISTAS
sores de la religion cristiana, proviene, sia
duda , de que los padres del primer siglo
alegan algunas veces textos bastante pare
cidos á lo que leemos en nuestros evange
lios ; mas de ai no se puede inferir que
hubiesen tenido noticia de ellos , pues es
mas verosímil que los hayan tomado de los
libros apócrifos , en que habia muchas de
las sentencias consignadas en los evangelios
que nos restan.
Aun es dudoso si la mayor parte de las
máximas de J. C. repetidas por los prime
ros padres de la iglesia han sido tomadas
de algun libro , ó retenidas de viva voz ,- y
transmitidas á los discípulos por el canal de
la tradicion. Mas , aun suponiendo que esas
paUbras de J. C. hayan sido tomadas de
algun evangelio , no hay razon alguna para
decidir queese evangelio sea de los nuestros
y no de los que se han perdido. Los padres
masantiguos, como se ha observado ya, leian»
y alegaban con frecuencia los libros apócri
fos ; y es indudable, por otra parte , que e»
estos libros fabulosos habia muchas cosas
parecidas á las que tenemos en nuestro*,
evangelios y aun algunas en los mismos tér
minos.
BE LA KELIG. CRIST. . 1$
• Esta 'asercion se demostrará fácilmente
con ei ¿quinto capítulo de la segunda carta
de Clemente, p. en que se leen la»
palabras siguientes : Ait enim Dominus*
eritis sicutagni in medio luporum : Respon-
dens autem Petrus , et dixit : si ergo lupi
ngnos discerperint? Dixit Jesus Petra ; rae
tímeant agni post mortem suam lupoé ; et
*vos nolite timere qui occidunt vos, etpostecí
nihil possunt vobisfacere ; sed tímete eum
qui postquítm mortui fueritis , habet potes*
tatem animas et corporis > et mittere in
gehennam .
El Señor dixo : « Sereis como corderos ett
medio de lobos. » Respondió Pedro : « ¿y si
los lobos despedazaren á los corderos ?» En-
tónces , Jesus dixo á Pedro : «Los cordero»
no deben temer á los lobos , despues que
hayan muerto : no temais , pues , á los que
no puedan quitaros otra cosa que la vida ,
y que , despues de vuestra rnueite, no oé
pueden hacer mal alguno ; pero temfd á-
quien , despues de vuestra muerte , puede
perder vuestra alma y cuerpo, precipitán
dolos en el infierno. »
Todos convienen en que estas palabra»
»4 »E tOS APOLOGISTA*
Km sacadas de algunos libros apócrifos f
pues es evidente que esta conversado»
entre J. C. y sao Pe¿ro no se halla en
nuestros evangelios. Sin embargo, el sentido
se halla en ellos : Ecce ego- mitto vos sicut
oves in medio luporum ; Mát. c. 10, v. 16-»
Ecce ego mitto vos sicut agnos inter lupos;
Luc. c. 10,. v» 3. Nolite timere eos qui
occidunt corpus , animam alífera- non pos-
sñnt occidere , sed potüis tímete eum qui
potest animam et corpus perdere in gehen~
nam ; Mát. c. 10 , v. 28. Dico autem.
vobis , amicis meis : ne terreamini ab his
qui occidunt corpus, et post hac non habent
amplias quod faciant. Ostendam autem
wobis quem timeatis : tímete eum qui , posb-
quarn occiderit , habet potestatem mitter&
ingehennam; ¡ta dico. vobis : hunc tímete f,
Luc. c. 12 , v. 4 y 5.
Aunque el capítulo quinto de la carta se
gunda de Clemente tiene cosas muy pare
cidas á algunos pasages de san Mateo y san
Lucas , sin embargo es indudable que 110
S£ han sacado de esos evangelistas;, así mismo
las expresiones que en Bernabé y Policarpo
se encuentran parecidas á las que leemos
DE LÁ helig. crist. l5
en los evangelios, no prueban que los hayan
conocida; pues, por mucha que sea la seme
janza entre los textos de esos padres y los
evangelios , nunca será mayor que la que
hemos -visto entre la conversacion de san
Pedro con J. C, referida por Clemente, y no
sacada ciertamente de los evangelios , y los
pasages paralelos de san Lúeas que hemos
presentado.
Igual reflexion provoca el capítulo octavo
de la carta segunda del mismo Clemente ,
que cita- este discurso de Jesus , tomándole
de un evangelista que no nombra. Aitquippe,
Dominus in evangelio : si parvum non ser-
vatis, (juis vobis magnum dabt't? Dico enim,
vobis , quijidelis est in mínimo , et in ma-
jori fidelis erit. El Señor ha dicho en el
evangelio : « Si no conservais bien un pe
queño depósito , ¿ quien os confiará uno
considerable ? Yo os lo digo. : el que fuere
fiel en ana cosa pequeña , lo será en una
grande. » Estas últimas palabras se bullan,
en el evangelio de san Lúeas , ^eap. 16 ,,
y. 10. Qui fidelis erit in mínimo , ét irt
majori,fidelis erit.
Sin embargo , san- Clemente no pensaba
l6 DE LOS APOLOGISTAS
en ese evangelista , puesto que el principio
de la cita no se halla en él , y que segu
ramente debe de haberse sacado literal
mente de algun evangelio.
Dedúcese de ai que la semejanza entre algu
nos pasages de los antiguos padres y los textos
del evangelio no prueba que esos primeros
autores hayan querido citarle cuando es
cribían; sería bien extraño que hubiesen
tenido noticia de nuestros evangelistas, y
no los hubiesen mentado nunca. El silencio,,
confesado por el sabio Dodwell (acerca de
san Yreneo , p. 6-j) es un testimonio tanto
mas fuerte contra la antiguedad de los evan
gelios que nos\quedan , cuanto es innegable
que esos padres han Conocido y citado otros
que el desprecio de los siglos siguientes ha-
hecho desaparecer.
Los apologistas del cristianismo no han
profundizado bastante esa cuestion de crítica,
de que depende la verdad del cristianismo.
Se han imaginado que probaban suficiente
mente la, autenticidad de los evangelios,
procurando demostrar que la suposicion
de tales libros es imposible.
Este es el gran argumento de Ditlan ,
BE LA RELIG. CRIST. 1J
Aliadla y Houtteville ; sus aserciones pu
dieran hacer alguna impresion en quienes
no supiesen que ha habido en el primer si
glo muchos evangelios falsos : pero , como
este hecho es indudable , se infiere de él
que no era muy difícil engañar á los Cristian
nos primitivos , y venderles fábulas por li
bros históricos. 1
Examinemos las pruebas de la pretendida
imposibilidad de esa especie de suposicio
nes. «Todos los partidos y todas las sectas
(segun Ditton , p. "2^5) han recorrido en
sus disputas á nuestros libros sagrados , y
reconocídolos por regla de fé ; jamas se
los ha tachado de suposicion ó falsificacion. »
Si estoes cierto con relacion á los últimos si
glos, no es á lo menos exacto de modo alguno
con relacion á los primeros , que merecen
una atencion bien superior.
Los cristianos, cuya doctrina contradecía
abiertamente ú nuestros evangelios , ¿ recur
rían á estos en sus disputas? ¿y esas contra
dicciones no deben ser consideradas como
una acusacion de falsedad contra los libros
sagrados que nos quedan? Nunca lo repe
tiremos demasiado : la historia de los falso*
l8 DE tOS APOLOGISTAS
evangelios demuestra la ilusion y los sofis
mas de la pretendida imposibilidad de 1%
snposicion de los nuestros.
Las razones alegadas por Abadía para
probar la autenticidad de los Hhros del nuevo
Testamento prueban con igual fuerza la de
los apócrifos. « Los que forjan un libro bu- £
mano, dice, t. II, sect. 2, c. 1, tienen
generalmente para bacerlo todo el tiempo
que quieran ; pero aquí la imaginacion no
halla tiempo alguno en que pueda figurarse
la suposicion del nuevo Testamento. Si su
bimos de siglo en siglo , hallamos que los
cristianos le han tenido siempre ante sus
ojos , y le vemos citado en los antiguos pa
dres r que le miran como divino.
Este racíocinioencierra una falsedad ma
nifiesta , y está contrarestado por una verdad
de hecho incontestable para fodo hombre
de instruccion. La falsedad es, que los pri
meros padres boyan conocido y citado nues
tros evangelios. La verdad de hecho es que,
en el primer siglo, se forjaron una multitud
de obras , que , por largo tiempo , estuvie
ron admitidas como verdaderas , y fueron
citadas coa veneracion por los padres coa
DE LA REtlC. CRIST. JQ
temporáneos de los apóstoles. Desde que
es evidente que ha tabido T ya ea los pri
meros siglos , falsos evangelios recibidos con
respeto , se signe que es posible la .suposi
cion de tales obras.
« No es imposible , continúa Abadia , el
forjar libros humanos , pues comunmente
nadie toma interes en ello, ó es muy corto
el ínteres que se toma-, pero hubiera sido
Muy difícil el forjar libros que obligan á
correr al martirio , cuales son los libros del
nuevo Testamento : si un hombre que presta
su dinero , cuida tanto de asegurarle ¿ qué
no deberá hacer una persona ó mas bien
una infinidad de personas que renuncian á
todo por el evangelio? »
Es conocer poco al hombre y al espíritu
de partido el raciocinar así ; la experiencia
nos enseña que los hombres obran con mas
prudencia en los negocios temporales quo
en los espirituales. En los primeros casi
nunca se determinan sino despues de haber~
los examinado por sí mismos ; en vez que
en los segundos se dejan conducir por la
preocupacion ó la seduccion. Hay. una-
respuesta sencillísima á esa declamacion.
20 DE LOS APOLOGISTAS
Los falsos evangelios, que fueron recibi
dos desde el primer siglo , no habían sido
forjados sino con el designio de procurar el
triunfo de la religion de J. C. , y de inducir
á los hombres á que se lo sacrificasen todo
á ella. Estamos viendo todos los dias que
los que se hallan preocupados, admiten
por lo comun cuanto se imaginan favorable
á la causa que han abrazado : he ai porque
los primitivos cristianos se dejaban engañar,
siempre que algunos trapaceros se querían
tomar el trabajo de seducirlos.
« Ha habido personas , añade todavía
Abadia , que han forjado libros humanos ;
pero no ha habido ninguna que haya querido
morir por sus ficciones. Ahora hi-en : en
nuestro caso, no se puede sospecha r que el
nuevo Testamento haya sido forjado sinopor
personas que han muerto por defender la
religion cristiana, y, por consiguiente, para
confirmar la verdad de los hechos de la es
critura , que es la base del cristianismo. »
, Se creería , al escuchar á Abadia , que
todos los primitivos cristianos han muerto
por defender la religion cristiana. Quiero
concederle que el mayor número estaba
iJE LA RELIG. CRIST. pl
dispuesto á morir por J. C. (a) , y pregunto:
¿ quiénes son los que en el primer siglo
han forjado libros en favor del cristianismo.?
Aadie negará , me parece , que son los cris
tianos. Si todos los que profesaban el cris
tianismo se hallaban dispuestos á morir por
su fé , es preciso suponer que ha habido
falsarios dispuestos á morir por defender la
gloria de sus ficciones , y que no erau rete
nidos por la moral' de su secta , cuando se
trataba de hacer prevalecer su causa. Creían
en ese caso poder emplear la falsedad ; y
esto es lo que . demuestra , contra Grocio y
Abadia, que es posible que, entre los prime
ros predicadores del cristianismo, haya ha
bido algunos que hayan querido engañar á
su siglo.
El abad Houtteville 1. i , c. 7 , no racio
cina con mas solidez, y no le acusa sin razon
su crítico de haber probado mal la autenti
cidad de los evangelios. La gran razon de
este apologista , es que no se le ocurre á la
imaginacion humana , á menos que se halle

(a) Es preciso conceder algo mas , y esa necesidadt


Ja prueba el raciocinio siguiente de Freret,
22 1)E t-OS APOLOGISTAS
atacada de un delirio que la perturbe , cT
combinar ficciones, y decir á los circuns
tantes : « He ai lo que habeis visto , lo que
lia sucedido dentro de vuestros muros , y lo
que no podeis contradecir. » Este raciocinio,
que probaria mas bien la sinceridad de los
primeros testigos de la vida de J. C. que la
autenticidad de los escritos del nuevo Testa
mento, no decide ni en favor de Ja una ni
en favor de la otra , y no se le puede emplear
sino ignorando completamente la historia de
los impostores. Los falsos evangelios, casi
tan antiguos como J. C. , y que han sedu
cido á muchos de sus lectores , prueban
que no es imposible engañar á sus contem
poraneos , aun acerca de hechos que parece
han sido públicos.
« Si se me dijere, continúa Houtteville,
que esa osadía no carece de ejemplos , cíte
seme uno , y me doy por vencido. » Es
verosímil que hubiera usado un lenguage
diferente * sí hubiese escrito despues de los
Vampiros y de los milagros atribuidos ál
diácono- Páris. •
Preválese tambien de que los judios no re
clamaron contra los falsos evangelios 5 pero
Me LA TTEtlG. CRIST. 33
6u incredulidad ¿no es una reclamacion au
téntica? Con semejante raciocinio, se sosten
dría la verdad de los libros apócrifos. Aun
hay mas : el autor de los Actos de los Após
toles , cap. 28, v. 22, nos dice que en to
das partes sufría contradicciones la nueva
secta de los cristianos : Nam de sectd hdc
notum est nobis quod ubique ei contradi-
citur; es decir, que por todas partes se ne
gaba la verdad de los hechos milagrosos en
que se fundaban los defensores de la nueva
religion ; y. el antiguo autor del diálogo coa
Tiifon asegura que los Judios enviaron
emisarios por todas partes para declarar
que no se diese crédito d las maravillas que
los cristianos atribuían á J. G.
24 »E LOS APOLOGISTA»

ww\vwvww\'uwmv'\wvw\w\\\\\vwv\\w\v\vivw\\v\*wv»v\wV'VW\v\\WS

capitulo n.

Historia de la suposicion de obras hechas


, en los primeros siglos de la iglesia.

Para dar mejor á conocer la facilidad con


que se seduce á los hombres, dándoles
obras supuestas por verdaderas, presenta
remos una ligera relacion de las suposicio
nes que se hicieron en los primeros tiempos
de la iglesia ; hallaremos en ella pruebas
bien visibles de la trapacería de sus autores
y de la credulidad de los pueblos.
Ni el nombre de J. C. ha sido respetado
de los impostores : paganos , hereges y ca
tólicos , todos le¿iau atribuido falsos escri
tos. Los paganos, para hacer odioso, al
autor de la religion cristiana , han pretendido
que habia compuesto libros de magia (i),
y que los habia dirigido á san Pedro y san
Pablo.

(i) San Agustin , de conscnsu evangelii , 1. i , part*


2, c, 10, t. III, p. 8. "
»E LA RELIS. CKTST. 2*»
Las constituciones, apostólicas nos dicen
que Simeon y Cleobio dieron á luz (i) mu
chas obras bajo el nombre de J. C.y de
su§ apóstoles. San Leon dice, en su ser
mon 33°. ,-que los maniqueos tenian bajo
el nombre de los apóstoles , libros supuestos,
que estaban atestados del veneno de sus er
rores. Hállanse enunaearta de san Agustín
á Cereso, algunas palabras (2) d» un himno
muy obscuro que los priscilianistas tenian
en sus libros apócrifos , y que sostenian
que era el que J. C. recitó despues de la
cena.
Eusebio nos ha dado (3), bajo el nombre
de J. C. , una carta al rey Abgaro , que
asegura sacada de lps archivos públicos de
la ciudad de Edesa , donde pretende que se
halla en siriaco. La autoridad de Eusebio
no ha persuadido sino á críticos vulgares.
¿Es verosímil que un monumento tan pre
cioso para los cristianos, haya sido ignorado
de los padres ,de los tres primeros siglos, j

(1) L. r, c 16.
(2) Tillemon fc c. 2, p. 494-
(3) Hist. cedes. , 1. 1 , c. i3. .
26 DE LOS APOLOGISTAS
colocado por el papa Gdasío en el rango
de los libros apócrifos ? En cuanto al pre
tendido argumento deducido delos archivos
de Edesa , Dupin observa con razon que no
merecen una confianza entera historias
de esta especie.
La carta de la Virgen á los habitantes de
Mesina , que se enseña en esa ciudad, con
firma la obServacion de Dupin. Su fecha es
de Jerusalen año 42- Aunque esta sea una
de las ficciones mas insostenibles que se
hayan inventado jamas , ha habido no obs
tante un jesuíta , llamado Inchofer , que ha
compuesto una obra larga para probar que
la carta ha sido verdaderamente escrita por
la Virgen. Tambien hay otra de la misma
laya , escrita por la Virgen á los Florentinos,
ya no hay nadie que tome la defensa de la
que se pretendía (i) que ella habia escrito á
san Ygnacio , obispo de Antioquía y de la
respuesta del santo. Ha habido diversas ac
tos falsas de la pasion de J. C. Los paga
noslas fraguaban, para deshonrar al legislador
de los cristianos. Fué al principio del si-

(i) Tillemon , t. I , p. 70* i


LA RZLIft. CRlST.
f-lo IVo. (i) , cuando Maximino las hizo pu
blicar por todas partes, en las ciudades y aun
en las aldeas : mandó que se hiciesen apren
der de memoria en las escuelas de gramá
tica ; de suerte que los muchachos no tenian
otra cosa en la boca. Se habian compuesto
con tan poca exactitud , que estaban llenas
de faltas cronológicas (2).
Los cuarto-decimanos tenian actas parti
culares sobre la muerte de J. C. (3) Esta
ban persuadidos de que eran auténticas ;
pero ellos solos las admitían.
Parece que san Justino tuvo alguna noticia
de algunas actas concernientes á J. C. (4)>y
no llegadas á nosotros ; pero , como tenia
poca crítica (a) , y escribió en un tiempo en
que cada dia aparecían escritos supuestos ,
su autoridad no basta para persuadirnos que

(1) Eusebio, Histor. íceles. , 1. 9, c. 7.'


(a) Idem, Histor. eccles. , 1. 1, c. 12.
(3) Epif. , sect. 5o , p. 420-
(4) Apolog. , p. ij&
(a) Y no mucha vista , pues transformóla inscripcion
Semoni Dco Sanco en Simoni Deo Sancto, de lo quf
dedujo que los Romanos habian adorado por Dios i
Simon Mago.
¿8 DE LOS APOLOGISTAS
esas actas fuesen mas legítimas que laí
demas.
Tertuliano (i), que no era menos crédu
lo (a) , pretende que Pilato envió al empe
rador Tiberio una relacion sumaria de la
vida y muerte de J. C. ; cosa que hizo tal
impresion en el ánimo de ese príncipe, que
suplicó al senado decretase los honores
divinos á J. C. Pero los magistrados , dice ,
no tuvieron para con Tiberio la complacen
cia que hubiera deseado , porque llevaron
á mal que el negocio no se hubiese dirigido
á ellos en derechura.
Esta relacion dió á algunos falsarios oca
sion de fraguar relaciones con el nombre
de Pilato (2). Una lectura somera basta para

(1) Apolog. , n", 5. "* ' '


(a) Si el señor san Justino tenia poca crítica, el
señor Tertuliano tenia mucha credulidad. Nos habla,
con la confianza mas edificante , de la Jerusalen celeste
descendida del cielo , y aparecida en Judea durante
cuarenta dias. Pero nos hace saber que la aparicion era
al amanecer, y que los muros de esa Jerusalen se achi
caban , á proporcion que la claridad se aumentaba. Lib.
3 , contra Marcion. - » ..
(2) Pedro de Blois , p. 480. Tillemon, t. I ', ri°. 29 1
p. 5i6. Fabricio, Bibliot. grecca , t. Xni^p. 477>
DE LA RELIG. CMST.
mostrarnos Ja impostura. Y al presente no
hay escritor sensato que no las mire como
producciones de personas que han querido
engañar á su siglo.
Gregorio Turonense se imaginaba poseer
los actas de los milagros de la muerte y re
surreccion de J. C. , tales como Pilato las
habia enviado al emperador ; pero las citas
que de ellas hace, prueban (segun Tillemon)
que esas pretendidas actas solo merecen el
desprecio , y eran recien. fabricadas.
Aunque muchos autores (i) han adoptado
la relacion de Tertuliano, y emplcádola
como argumento muy favorable á la religion
cristiana , sin embargo Van-Dale (a) la dese
cha por fabulosa ; y no sin razon, pues se
presentan contra esa historia dos graves
dificultades.
La primera , deducida del carácter im
perioso de Tiberio y de la bajeza del senado
de su tiempo. Tácito nos dice que estaba

(i) Euseb., Histor. eccles. , 1. 2, c. a. Chroniq. part.


de orbis concordia , 1. i , c. 12. Abadía , sect. 2, c. I
y 2. Tilkmon , t. I , p. Houtteville, p. 169.
(z^-De irá dei et interitu, *. 2. ♦
3o DE LOS APOLOGISTAS
tan' servilmente sometido á ese principe, que
toda su atencion se dirigía á prevenir todos
los caprichos del sucesor de Octavio (i).
La segunda , de la persecucion qne , se
gun supone Tertuliano , hubo á la sazon , lo
que no se coneilia muy bien con la historia.
En fin , ese documento, tan favorable al cris
tianismo , no ha sido conocido de los pri
meros apologistas cristianos. No hicieron
uso de él , cuando trataron de inducir á los
emperadores á que les concedieran su pro
teccion ; debe , pues , ser sospechoso segun
esta regla de crítica : todo hecho que es
muy favorable á una causa , y que no ha
sido empleado por sus defensores , siendo
asi que se hallaban en estado de saber la
verdad , debe ser tenido por dudoso , desde
que sus únicos garantes fueren autores que
hayan escrito dos siglos despues del tiempo
en que se supone que el hecho haya pasado,
sobre todo , si no se hiciere escrúpulo al
guno en fraguar escritos é inventar fábulas
para sostener su causa. Eusebio refiere esa
misma historia ; pero , como no hace maj

(i) Tacito, AnnaL , L 3 , c. f¡6.,


BE LA RELIG. CRIST. 3t
que copiar á Tertuliano , no da nuevo peso
á la relacion enunciada.
La vida de J. C. es la que ha exercitado
mas el talento de los falsarios ; no bien fué
crucificado , cuando los cristianos inunda
ron el público de historias en que no se pro
ponian otro objeto (i) que inspirar admi
racion acia su legislador , y autorizar sus
opiniones particulares sin cuidar de la ve
rosimilitud. San Lúeas nos dice que mu
chos autores, no bien informados, habian em
prendido escribir la vida de J. C. , y nos
da á entender que no estaba satisfecho de
los escritos que habian parecido hasta en
tóneos sobre ese objeto, aunquese cree gene
ralmente que su evangelio fué publicado (a)
despues de los de san Mateo y san Marcos.
San Ambrosio, Beda, Teofilacto , y casi
todos los interpretes de san Lúeas, aseguran
que este evangelista no emprendió su obra
sino para detener el progreso de los falsos
evangelios que ya estaban en gran estima-

{i) Blondel , de las Sibilas , I. i, c. 7. Cottelier, Ju-


dicium de S. Irenei et Clementis epistolis, t. I, p. 180.
(a) Tillemon, t. II, art. S. Luc , p. (33.

-
3a , BE LOS APOLOGISTAS
cion . El número de ellos era tan grande, que
san Jerónimo se temía que la simple enu
meracion aumentase demasiado el prólogo
de sus comentarios sobre san Mateo (i) :
enumerare longíssimum est. Apenas han
llegado á nosotros sino los títulos de esas
obras apócrifas , y muchas sin duda se han
perdido con el transcurso del tiempo. Er^-
cuéntranse , sin embargo , como untís treinta
en los diferentes autores que han hablada
de esa materia.
Orígenes (i) , san Ambrosio , san Jeró
nimo , Beda y Teofilacto, hacen mencion
de un evangelio atribuido á los doce após
toles reunidos. Apenas hay entre estos nin
guno cuyo nombre no haya servido de dis
fraz & algun falsario. El decreto de Gelasio
habla de los evangelios de san Andres (3) ,
de san Bernabé, de san Bartolomé , de san
'Tadeo , de san Matias , de san Pedro y de

(i) Prcefatio incog. sitper Mathaeum, t. IV, p. i.


(-i) Orígenes , sobre san Lúeas, t. I, p. i34-
(3) Veanse tambien Orígenes y Beila , sobre san.
Xúcas , Eusebio, Histor. eccles. , 1. 3 , c. a5 ; 1. 6 , c. 8
y 12; san Jerónimo, prol. sobre san Mateo, t. IV, p. I J
y Teodoreto > Fab. , L 3., p. 3í<fc
BE LA RELIG. CRIST. 33
Santiago el menor. Todavía hay uno de
este último apóstol bajo el nombre de proto-
evangelio . Eustaquio (i) cita una historia
larga, que contiene los pormenores del na
cimiento milagroso de la virgen María ; su
matrimonio con José , y la muerte de Zaca
rías , sacrificado por las órdenes de Herodes.
Se descubrieron en España , acia el fin del
íígloXVII diez y ocho libros, entre los cuales,
Labia uno con el título de Historia evangé
lica , que se atribuía á Santiago el menor (a)
este evangelio , así como todos los demas
libros que le acompañaban , fué condenado
como apócrifo en el año 1682, por el papa
Inocencio XI.
Los cainistas tenían, bajo el nombre de
Judas , un evangelio de que san Epifanio cita
algunos pasages (í). ' .
Losmaniqueos tenían uno, bajo el nombre
«te santo Tomas (4;.. Coteh'er ha publicado

(r) Eustaquio, p. 69 y 70, sobre el Hoxameron.


(2) Francisco B¡n io, sobre la Crónica de Lucio de
Isterm , p. 5^1
(3J Titt>morí , T. á , p. 47- Epif. Boca. 38, p. V¡<^
Teodor to^ 1 r , p. 206; •
(íf) Orígenes , Gil isio , Eusebio . Histor. eccles. , t,
JU,c. 55. Cirilo, p. 10.J,
34 DE LOS APOtOCISTM
un trozo de un libro intitulado : Infancia y
milagros deJ. C. , atribuido al apóstolsanto»
Tomas (i)^
Tenemos todavía algunas obras , con el
nombre de san Juan Evangelista (3), sobre el
descendimiento de la cruz y sobre la muerte
de la Virgen. Hállanse en el manuscrito 453o".
de Colbert, que hoy dia pertenece al rey de
Francia.
San Epifanio ($) cita algunos pasages del
evangelio de san Felipe, de que hacían use
los gnósticos. Todavía tenemos uno atri
buido á Nicodémus ; é intitulado : Evan
gelio de la pasion y resurreccion de J.. C.
Subsiste tambien el de la infancia , conde
nado por el decreto de Gelasio , así como
tambien otro libro intitulado : Líber de nati-
vitate Salvatoris et Marid obstelrice.
Ha habido dos evangelios muy venerados
en la antiguedad, y de la mayor aceptacion
despues de los canónicos. El primero es el*

(1) Cotelier , sobre las constituciones apostólicas.,,


t 4, c 16. ^
(3) Oudin , t I , c. 1*.
(3) Enif. , p. 9&
DE LA RELIG.-CRIST. 35
de los egipcios ; se le cree mas antiguo que
el de san Lúeas (i). Es mentado en la carta
segunda de san Clemente , y en las obras
de Clemente de Álexandría , de Orígenes y
de c-tros padres de ese tiempo (2) : y era la
regla de fe de los sabelíanos.
El evangelio de los Hebreos se baila
tambien citado muchas veces (3); algunas
se le" da el título de Evangelio de los Na
zarenos y Ebionitas. Semejaba algo al de
san Mateo; lo que ha hecbo creer á san
Epifaf>o (4) que era el mismo : pero se ba
engañado ; pues san Jerónimo , que ha tra
ducido los dos , cita (5) alguna cosa del
evangelio de los Nazarenos que no se halla
en el de san Mateo.
Todas las sectas antiguas tenían , cada
cual , su evangelio particular. Apeles habia
compuesto uno de que habla san Jerónimo.

(r) Epif. Rom. 62 , p. 5i4.


(2) Eusebio-, Histor. eccles. , c. 25.
(3) Orígenes , Constit. eccles. Epif. haeres 3o. Euse
hio, Hislor. recle»;, í. 3, c. 27.
(4) Epif. Hom. 29 , p 124. - *.
(5) De scriptoribus ecclesiasticis, sobre el capítulo
22 di; san Mateo, t. IV, p. 47- Los Pelag. , t. IV, p. 53,
36 DE LOS APOLOGISTAS
Los marcionitas haciau uso de él. Basílides-
y Cerinto (i) habian compuesto otro. Lo*
ebionitas , los enc.ratistas , lps gnósticos , los
maniqueos, los senconianos y los valenti-
níanos tenian cada uno el suyo. El de los
gnótiscos se llamaba el evangelio de la per
feccion (2). El de los senconianos se inti
tulaba : El libro de los cuatro ángulos del"
mundo (3) (a). Los valentinianos intitulaban'
el suyo ,, el evangelio de la verdad (4). Los.
maniqueos tenian uno con el título de evan
gelio vivo (5). Se conserva en la bfl^oteca
de Oxford el evangelio de Luciano; de que-
Grabe cita algunos fragmentos en sus notas
sobre san Ireneo. Se parecen bastante á algu
nos pasages del evangelio de la infancia.
Los falsos apocalipsis fueron tambien de
moda no menos que los falsos evangelios..

(1) Epifánio y Orígenes.


(2) Epif. Hom. a6 ,. p. 83;
{3) Prcefutio Arabica ad concilium Nicenum.
(a) Los sabios de esos tiempos conocían mejor Iffc
émpircografia que la geografía : lo.mismo acontece
algunos sabios de nuestros dias.
(4) Ireneo , 1. 3 , c. ai , n°. 9 , p. 192. .
(5) Tuño\eo>de iis qui ad JScclesúim accedunt^
DE LA REtlGv CRI9T. 3^
Era genera^ en los primeros siglos el deseo
de pasar por hombre inspirado ; lo cual dió
origen a todas las falsas revelaciones. Se ha
atribuido un apocalipsis á san Podro (r), y
otro á san Pablo. Este último contenia la
revelacion de lo que san Pablo babia visto
en el cielocuando á»él fué arrebatado. Tam
bien subsiste todavía uno de sao Juan , muy
diferente del que se halla en los libros ca
nónicos (a); se le puede ver en la biblioteca
del emperador de Alemania.
El decreto de Gelasio hace mencion de
los apocalipsis de santo Tomas y de san Es
teban. El heresiarca Cerinto habia com
puesto uno: tambien se halló uno en Es
paña entre los libros que se .descubrieron
en i5t)5.
San Jerónimo nos dice (a) que se habian
fraguado revelaciones con el nombre de los

(1) Pease á Lecíwc , Hist. eccles., p. 477.


(«) Si nuestros incrédulos han negado toda especie
de mérito al Apocalipsis canónico, no han faltado per
sonas que hayan sido menos injustas En el Oriente,
se enrontró el manuscrito del Apocalipsis unido á las
fat ulas de Esopo. Dupuis, Oríg. delos cultos, expli
cacion del Apocalipsis.
(2) Contra Vigilando.
3B DE LOS APOLOGISTAS"
patriarcas y de los profetas. Se hacemen—
cion en las obras- de san Epilanio de los-
apocalipsís de Adan, de Abraham y de
Moyses ; Sincelo y Gedreno citan este úl
timo. Los priscilianistas teman uno (i) que-
atribuian á Elias.
Pueden colocarse en» el rango de los fal
sos apocalipsis el cuarto libro de Esdras ,
-que no contiene sino visiones , el pastor de
Hermas,. y el testamento de les- doce pa
triarcas , en otro tiempo ,. citado con respeto,
y hoy mirado por todo el mundo como-
obra de un impostor. Hay pocos apóstoles
á quienes no se hayas atribuido algunos
libros supuestos. Fuera del evangelio, y del
apocalipsis publicados conel nombre de san
Pedro , se le han atribuido tambien actasfa),
un libro de la prediccion y otro del juicio,
final. Se cree que estas obras sean del siglo
segundo.
Cotelier ha dado á luz , despues de sus.

(1) Tillemon , t. VIH , p. 4'


(2) Clemente de Alejandría , !. 1 , p. 35^ ; 1 6, p.
635. Origines, i3. sobre san Juan. Eusehio , Hist_
eccles. , 1. 3, c 3'; t 6, c. it\ San Jerónimo, descriptor*
«celes. Hutino, de Sj miolo Ajjostolorum.
DE LA BELIC CRIST. 3$
recogniciones , una pretendida carta de san
Pedro á Santiago , en que le suplica no co
munique á tos gentiles, ni á ninguno de los
que no tenga' bren conocido*, el libro de sus
predicciones. Esta carta es seguid» de un
escrito que tiene por titulo : C&ntestatio pro
iis qui librum accipiunt. Se halla en- él la
historia de lo que se pretende que hizo San
tiago en consecuencia de la carta de san
Pedro. Ha habido dos apocalipsis con el
nombre de san Pablo. Los caulistas habian
fraguado uno de que habla san Epifanio con
horror (i). Habia otro que parece haber
obtenido, la estimacion de Sozomeno (2).
Una expresion equívoca de la epístola á
los colosenses , ha hecho creer á algunos
que san Pablo habia escrito á la iglesia de
Laodicea -r y no ha sido necesario mas para
que un falsario hava forjado una epístola de
san Pablo á los laodicenses : y la suposicion
no es reciente ; pues los m.ircionistas ad
mitían una epístola de san Pablo á la iglesia

(1) Epifanio, r. 28, p. 277.


(2} Sozomeno ,1', 7 , c. *g,.
$0 DE LOS APOLOGISTA»
deLaodicea(i ). Se le ha atribuido una tercer*
epístola á los de Tesalóuica^2) , una tercera
epístola á los corintios , una segunda á los
efesíos , un libro de las actas de sus viages,
y cartas á Séneca , á que se han agregado las-
respuestas de este filósofo. Tambien habia r
entre los escritos que se le han supuesto,
una predicacion suya , fraguada por los dis
cípulos de Simeon.
Los encratistas , los maniqueos , los pris-
eialinistas y los apostólicos tenian actas con
el nombre de San Andres. (3). Los ebionitas-
han supuesto algunos escritos á San Juan (4) :
se le ha atribuido un libro de sus viages ,
citado en el séptimo concilio. Losmaniqueos>
y los príscilianistas , tenian actas de este
apóstol en que apoyaban su doctrina.
Se han supuesto á santo Tomas viages y
actas que los encratistas admitian (5). El.

(i) San Jerónimo, de scriptor. eccles. Epif., Hom.


42 , p. 3o9:
(a) San Jerónimo , ihidem.
(3) Euschio, Hist. eccles , 1. 3 , c. i5. Tillemon , K.
VIH , p. 3,4
(4) Ep¡f , Hom. 41, p 5ofi TilWion,t.Vin,p. 494,
(5) Tillcmon,t T, p. 36o, Epif., p. 40o> carla ^
san Leon, c. 5 , p. 232.
DE LA RELIG. CRIST. 41
decreto de Gelasio nos dice que se habian
compuesto actas con el nombre de san
Felipe. Habia traducciones atribuidas á san
Matias, de que san Clemente de Alexandría
cita algunos pasages (i).
La carta de san Bernabé , aunque mas
autorizada que todos esos escritos , no es
mirada sin embargo umversalmente como
auténtica ; muchos hombres de grande ins
truccion (2) , la creen supuesta. Hállanse ,
en e'sa carta, dice Tillemon , muchas cosas
al parecer bastante difíciles de conciliar con
la estimacion que debemos tener hacia san
Bernabé ; pues el autor cita muchos pasages
que no se hallan en la escritura. Dice que
todos los sirios, árabes y sacerdotes de los
ídolos, practican la circuncision ; que todas
las cosas tendran fin dentro de seis mil años;
y que J. C. subió á los cielos en dia de do
mingo (3). Si esta carta no es de san Bernabé,
á lo menos es muy antigua , pues está citada
como auténtica por los padres mas antiguos.

(1) L. a, p. 38o ¡L 7, p 748.


(2) Mainard , Cotelier , le Moine , el P. Alexan-
dro Natal , Casimiro y Oudin,
(3) TUkraon , t. I , p. 569.
42 DE LOS APOLOGISTA»
Hay acias de san Bernabé, con el nombre
de Juan Marcos, primo suyo. Tillemon
dice decisivamente que es una obra supuesta ,
llena de fábulas é impertinencias (i).
Atribúyense á los apóstoles reunidos un
símbolo y un concilio , que se dice baber
gido celebrado en Antioquía, que contiene
llueve cánones , mirados por la personas
ilustradas como obra de la impostura (2).
Tenernos muchas liturgias con el nombre
de san Pedro , de Santiago , de san Mateo
y de san Marcos ; pero los frayles mismos
convienen en que son supuestas (3).
Entre los libros hallados en España ett
i5q5, habia uno con el título : de missá
apostolorum , que se atribuía á Santiago ;
peFO no ha tenido aceptacion.
Los falsarios no han respetado mas el
nombre de los discípulos que el de los após
toles. No hay la menor duda en que los lí*
bros de san Dionisio Areopagita son su
puestos. La primera vez que se los ve citados,
es en el siglo sexto. Los orientales le atri-

(1) Tillemon, t. II , p. ioi»


(a) Pagi , año 56, n°. 3,
(3) El padre Alejandro Jíatat

\
BE LA BSMB. CRIST.
huyen una liturgia (i) que los occidentales
desprecian , porque no la creen de ese santo.
El mas profanado de los nombres ha sido
el de Clemente de Alexandría. Eusebio tiene
por dudosarsu carta segunda. San Jerónimo
y Focio la desechan enteramente. Hay otras
cinco cartas de ese padre aun menos auto
rizadas. Clemente noticia en la primera la
muerte de san Pedro á Santiago , obispo de
Jerusalen : aunque este habia muerto mu
chos años antes de san Pedro. Sin embargo,
Rufino ha juzgado que debia traducir esa
carta. Las recogniciones que llevan el nom
bre de san Clemente , contienen las accio
nes de san Pedro , sus conversaciones con
Simún niHgu, v de qué modo Clemente re
conoció á su padre y hermanos ; lo que ha
dado á ese libro el nombre de recognicion.
Llámasele tambien el viage ó el itinerario
de san Pedro ó de san Clemente. Al pre
sente son universalmente desechadas (2) , y
todos convienen en que es una obra entera
mente despreciable. Sin embargo , son muy

(1) T!llemon,t. II, p. ia3,


(□) Idem, ibidem, p. i63„
44 DE L0S APOLOGISTAS
antiguas, pues Orígenes las cita. Ha habido
muchas ediciones diferentes. Cotelier cree
que las diez y nueve conferencias que ha
publicado con el nombre de Clementius ,
podrían muy bien ser de la seguada edicion.
Tambien habia, bajo el nombre de Cb mente,
una disputa de san Pedro y Appion , que
Eusebio y san Jerónimo han tenido por su
puesta (i). . 4
Entre las obras atribuidas á Clemente , la
mas célebre es la delas constituciones apos
tólicas , que algunos creen ser lo mismo
que lo que san Atanasio y Eusebio llaman
la doctrina delos apóstoles. En ellas aun
se hace hablar á casi todos los apóstoles. Sin
embargo , hay pasages que no se eluda sean
de Clemente. Los etiopes los respetan como
libro canónico ; y san Epifanio , aunque
confiesa (2) que se dudaba del autor de la>
autenticidad de las constituciones apostó
licas ; las admite, sin embargo, por legíti
mas. Cita pasages contrarios á los que lee
mos hoy dia (3); prueba clara de que esa
(1) Ensebio, Histor. eccles., t 3, c. 38.
(2) Epifanio , t. VII , p. 822.
(3) Vearue las notas del padre Pctavio.
*E LA RELIG. CRIST. $5
obra supuesta ha sido alterada por un se
gundo falsario. Las constituciones acaban
con los ochenta y cinco cánones, célebres
desde tanto tiempo con el título de cánones
de los apóstoles ; pero esos cánones son
muy posteriores á los apóstoles, pues es
evidente que se hallan en ellos muchas cosas
inusitadas en tiempo de los apóstoles y de
san Clemente.
No entraremos aquí en la cuestion de la
auteuticidad de las siete epístolas de san
Ygnacio. Bastará hacer la observacion que
las ocho á María de Carsobolo , la epístola
á Tarso , la epístola á los filipenses, la epís
tola al diácono Heron , y las dos á la Virgen
y á san Juan, son falsamente atribuidas á
san Ygnacio : he ai un punto que está ya
fuera "de disputa.
Ademas , las epístolas que son miradas
como de san Ygnacio por el mayor número
de los críticos, son desechada con razones
ftiuy fuertes por personas de mucha ilus
tracion. Era tal#la alteracion que habian*
sufrido muchos siglos ha , que era imposible
reconocer las interpolaciones. El cardenal
.Baronio ha sacado de dos manuscritos de
46 iDE LOS APOLOGISTA»
la biblioteca del Vaticano , una deprecacio*
de Heron á su maestro san Ygnacio ; pero
es tan poco apreciable como la carta de
Ygnacio á Heron.
Hállanse en Víctor de Capua (i) algunos
pasages de Policarpo, que-los buenos críticos
afirman que no pueden ser de ese santo.
Hay , ademas , un gran número de obras
supuestas con el nombre de los discípulos
de los apóstoles; como eludbdíasla historia
de la Tnuerte de san Juan , escrita por un
pretendido Euripo , que se califica de se
gundo discípulo de ese santo (2); la Historia
de los combates de san Pedro y san Pablo
contra Simon mago , por Marcelo, discí
pulo de San Pedro (3) : la historia de los
ludios, por Egesipo ; las obras de Herodio,
sucesor de san Pedro en la silla de Antio-
quía ; el escrito sobre la muerte de san
Pedro y san Pablo ; las cartas de san
Marcial á los Burdeleses ; la vida de san
Juan, por Procaro ; la cadena de los cuatro
1
(1) Tilleraon , t. II , n°. /¡ , sobre Policarpo , p. 635,
(2) TiUemon , t. II , p. 4g3.
(3) Idem, ibidem, p, 538; . ' .-..).
»E LA RELIG. CRIST. $J
evangelistas ; y el libro de Meliton sobre la
muerte de la Virgen.
Fué al principio del segundo siglo de
nuestra era, bajo el imperio de Marco Aure
lio , cuando los actuales libros de las Si
bilas aparecieron. Las personas inteligen
tes (i) convienen en que han sido compues
tos por los cristianos. La impostura salta
demasiado á los ojos para que pueda ocul
tarse á un hombre ilustrado que quiera con
siderar ese punto con alguna atencion.
Beulquenio y Nehringio en Alemania (2), y
et cavallero Floyd en Inglaterra (3), que han
emprendido la defensa de esas obras desa
creditadas , en vez de darles autoridad, solo
han conseguido deshonrar su crítica. No
bien habian parecido los libros sibilinos ,
cuando Justino los citó en un discurso diri
gido á Marco Aurelio y Lucio Vero ; y, desde
entonces ^ los cristianos han empleado la
autoridad de esas producciones con la misma

(1) Fabricius , Bibliot. grcecaJ Li,c 35 , n". i5.


(2) Fabricius , Delectus argumentorum, c. 1 , p. 33.
(3) Memor. litter. de la Glande Bretaña , t. IX ,
p. 17J.
$ñ DE LOS APOLOGISTA»
confianza que si no pudiera ser contestarla.
Teófilo, Clemente Alexandrino , Lactancio
ysan Agustín, colocanlas pruebas deducidas
de esos libros casi á la altura de las qu? se
toman de la Escritura. El emperador "Cons
tantino los cita con una valentía suma en un
célebre discurso (i). Es verdad « que con
fiesa que habia algunas personas que sos
pechaban que el acróstico que alega era
obra de algun cristiano , pero responde que
la verdad es tan clara que no se la puede
obscurecer. Se ha hecho, dice un cómputo
tan exacto de los años, que no hay el menor
motivo para imaginarse que ese poema haya
sido compuesto despues de la venida y
muerte del Salvador, pues todos convienen
en que Ciceron le ha visto , le ha traducido
en latin , y le ha inserto en sus obras. »
- Es muy verosímil que Lactancio haya
tenido parte en la composicion de este dis
curso ; pues en las obras de ese orador (2)
se hallan los mismos hechos que los que
alega Constantino ante los padres de Nicea,
acerca de las sibilas.
(i) Ad sanctorum ccctum , c 18:
(a) Lactancio , t. 4, e. i5 ,p. 4<x>>
»E LA RELIS. CRIST. 4^
Era necesar» contar mucho con la igno
rancia de los lectores , para aventurar aser
ciones tan extrañas. Ciceron cita, es verdad,
un acróstico en el segundo libro de divina-
tione ; pero difiere enteramente del que cita
el emperador para probar la verdad de la re
ligion cristiana. El mentado por Ciceron
fué compuesto por algun adulador de Cesar,
á fin de persuadir á los Romanos que el único
medio de que el .estado llegase á florecer ,
era reconocer por rey á ese dictador; y,
para conseguir su objeto , presentó una pre
diccion de la sibila, que declaraba que los
romanos no serian felices hasta que fuesen
regidos por un rey. Debemos hacer justicia
á algunos cristianos. Orígenes (i) nos dice
que habia algunos que reprobaban los argu
mentos deducidos de las sibila#-, y aun lla
maban sibilistas á los que bacian uso de
ellos : y esto hizo tal impresion en él que
no recurrió á tal autoridad. No quiso dar
motivo de censura á su adversario , que acu
saba á los cristianos de haber alterado las
obras de las sibilas (2) Se nota igual circuns-
(.t) Orígenes contra Celso, n. 2J2.
{2) Idem , ibidem , p. 3o&
5o BE LOS APOLOGISTAS?
peccion en Tertuliano , san Cipriano y Mi-
nucio Félix.
• Los libros de esa profetisa han abierto
campo ancho á la impostura , pues es cierto
que los paganos y los cristianos , imitando
á estos y á los orientales (i), han supuesto
en muchas ocasiones algunas profecías
atribuyéndolas á las sibilas.
Los primeros hereges rivalizaban con la
secta dominante en la osadía de las suposi
ciones : toda su ocupacion se reducia á fra
guar escritos en favor de sus sistemas.
Los ebionitas habian atribuido á san Ma
teo, Santiago y demas apóstoles , libros cuyos
fragmentos nos ha conservado Epifanio. Los
gnósticos tenian revelaciones con el nombre
de Adan (2) , un evangelio de Eva y muchos
tratados con*el nombre de Seth. A uno de
ellos daban el título de Novie, del nombre
imaginario que daban a la muger de Noe ;
otro se intitulaba : el parto de María , y
las interrogaciones de María, que dividían
en grandes y pequeñas.
(1) Fabricii Bibliot. Grceca, c. 3i, n°. 12.
(2) Epif. , Hom. 2G,i¡. 84 'y 89. TUlemon, t. IIj
p. Ü2.
DE LA BELIft. CRIST. 5í
Los setienses tenian ademas los libros de
Seth , un apocalipsis con el nombre de Abra-
ham , y otro atribuido á Moyses(i). Agripa
Castor, autor antiquísimo , acusó á Basílides
de baber compuesto un libro con el nombre-
de Barcof (2). Tambien compuso la profe
cía de Barsabas , y,sus discípulos se valían
de una pretendida profecía de Cam,
Los sectarios de Pródico tenian , con el
Hombre de Zoroastro , libros secretos que
contenian }as revelaciones y demas miste
rios dela religion. Plotino y Porfirio (3) han
escrito con el objeto de demostrar que esos
libros han sido forjados por los gnósticos.
San Ireneo acusaba á los marcosianos de
haber fraguado una infinidad de libros cuyos
fragmentos cita (4).
Los arcónticos fundaban su sistema en
un libro que intitulaban : El rapto de Isaías,

¡(1) Ireneo ,1. 1 . e. 34. Epif , Hieres 34-


(2) Eusrbio, Hist. eccles. , 1. 4 > c. 7.
(3) Vida de, Plotino, por Porfirio, en Fabricio, Bíbliot,
Grceca , t. IV, c. 162 , p. io5 y 106. Prideaux, His
toria delos Judíos , t. I, p. 4 '6.
' (J\) Ireneo , 1. 1 , c. 20 , n°. 1 , p, 9,
52 DÉ LOS APOLOGISTA*
y en siete cbras de los siete hijos del patriarca
Seth (i).
Los elcesaitas presentaban un libro (2)
que pretendían haber caido del cielo ; y.ase-
guraban que cualquiera que creyese lo que
én él se contiene, recibiría la remision de
sus pecados.
Los nicolaitas (3) tenian libros con el
nombre de Jaldabaoth, que, segun ellos, era
él primer hijo de Jarbclon, Habia cosas tan
obscenas en esas obras infernales,* que el pu
dor no me permite transcribirlas en nuestra
lengua , aunque Epifanio no haya tenido re
paro en insertarlas en sus libros (4)- Los
maniqueos tenian, segun san Leon , muchas
obras que atribuian á los apóstoles y aun
á J. C. mismo. Lo que llamaban memoria
de los apóstoles , admitida tambien por los
priscilíanistas , echaba por tierra toda la ley
.antigua (5). Orosio cita algunos pasages de

(1) Tillemon , t. II ,'p. 2g5. Epif., Hom. p. 291.


(2) Eusebio, Histor. cceles., 1. 5 , c. 38. Teodoreto,
Hoerclic. sab. , 1. a , p. 223.
(3) Epif.., Hom. 25 , p. j8.
(4) Idem, ibidem, p. 89. ,.
(5) San Leon, p, 232, Xillfmon , t. IV, p. 400 i
1. VIII, P. 4pí.
DE LA RELIG. CRIST.. 53
ella. Se croe que los maniqueos habian in
ventado algunas profecías que predecían la
venida de J. C. del modo que su secta la
sostenia.
Pero el mas famoso de todos los falsarios
que hayan tenido los hereges , se llamaba
Luceyo (i). Ese es el que ha forjado casi
todos los falsos actos de los apóstoles , ates
tados de milagros. Los montanistas, los ma
niqueos y los priscilianistas , admitían sus
escritos con admiracion. Estos últimos fun
daban sus opiniones en multitud de otras
obras supuestas, y el gran curso que le daban,
era la causa de que no, se oyese hablar en
España (2) sino de los libros de la ascen
cion de Isaías , del apocalipsis de Elias,
de Ormagildo , de Barbilon , de Abraxm ,
de Balzama , del tesoro de Maniqueo , del
ridículo Lacciboras , y de todos esos otros
nombres que se jactaban de sacar del hebreo ,
y que inventaban á su antojo para causar
terror y admiracion en los ignorantes.
Llegó á tal grado lo audacia de los here-

(1) Tillemon , t. II , p. 446- Focio , extracto 114.


(2) Tillemon , t. VIII , p. 199.
54 DE LOS APOLOGISTAS
ges, que tubo algunos que alteraron aun
obras de autores coetaneos suyos. Dionisio
de Corinto se quejaba de que sus cartas eran
falsificadas (i) , ya suprimiendo algunos pa-
snges , ya agregándoles otros que ni aun se
le habian pasado por la imaginacion. Igual
desgracia sucedió á Orígenes (a). Un hereje
publicó una conferencia en que atribuya
á ese doctor discursos muy opuestos á sus
sentimientos, y'esa conferencia fué espar
cida por toda la cristiandad.
Verosímilmente , despues de Orígenes y
ántes de Eusebio , fué cuando el célebre
pasage tan favorable á J. C fué insertado
en la historia de Josefo; pues Orígenes no
tuvo noticia de él , y se halla no obstante en
las obras del obispo de Cesarea (3) . Basta la
mas leve tintura de crírica, para sentirla evi
dencia de la suposicion; mas, aun cuando
la preocupacion ó la ignorancia no permi
tiesen prestar toda la atencion necesaria para

(i) Ensebio , Histor. eccTes. , I. ift «• ^3.


(-i) Tillemon , vida de Orígenes , t. III , art. 16,
X>. 528. '
(3) Demonstra cion , 1. 3,p. 17%
DE LA REUC. CRIST. 55
conocerla fuerza de las razones dadas por los
verdaderos sabios , parécenie que basta,
gue ese pasage sea contestado por un gran
número de cristianos inteligentes , para que
no se le alegue como prueba. Se desacre
dita una cosa , cuando es apoyada en mo
tivos dudosos.
Sin entrar en esta cuestion , que ha sido
apurada , me ceñiré á hacer la observacion
que, como todos convienen en que los escritos
de Josefo han sido falsificados , sea por los
cristianos ó por los judios, es mas natural el
creer que los cristianos hayan introducido
el pasage , que el imaginarse que los judios
le hayan suprimido. Es notorio que los
cristianos se permitían toda especie de li
bertades de esta especie, y seria difícil que
los judios hubiesen podido suprimir un
pasage tan favorable á los cristianos , si a
que estos hubiesen tenido la menor noticia;
algunos han sido de opinion que Eusebio
mismo habia insertado en Josefo la adicion
en que se habla de J. C. Esta opinion in
fundada ha sido refutada po¿' Válsis (i).
(i) Sobre el capítulo 11". del lib. 2°. de la llistor,
«celes, de Eusebio. -- .
56 DE LOS APOLOGISTAS
El célebre Blondel estaba persuadido que
el pasage de Josefo en -que se hace mencion
del Bautista , no podía ser del historiador
hebreo. « Se alaba en él demasiado , dice ,
al precursor de J. C. Y es fácil de. vislum
brar que las palabras que contienen su elo
gio , son una adicion hecha al texto del
autor. »
Si este sabio crítico, cuyo discernimiento
era tan fino, no se engaña en esta ocasion,
no es difícil de adivinar de qué mano viene
la adicion.
No se ciñó el celo de los cristianos á hacer
hablar en su favor al historiador Josefo ,
pues ha habido quienes hallaron en las obras
de Filon un testimonio de que los judíos
sufrían el castigo de haber despreciado y
maltratado á J. C. (i).
Si quisieramos detallar todas las falsa»
actas de los mártires , nuestra relacion seria
interminable ; nos reduciremos , pues , so
lamente á observar que las auténticas son
pocas. Fraguáronse falsas aun en los pri
meros siglos.*

(i) Pedro de Blois, Contra perfid. Jud. c. sjj.


PE LA 11ELIG. CRIST. 5j
- Celasio condena por apócrifo un libro
jnfiíulado : JÍctas de san Pablo y sta.
Tecla (i). Es muy posible que sea la obra
que se compuso en vida de san Juan , con
el nombre de san Pablo , y que ocasionó la
degradación de su autor.
. Tenemos tambien las actas (2) del mar,-
tírio de san Andres, cuyo texto asegura
que han sido escritas por los sacerdotes y
diáconos de Acaya , testigos oculares de 1»
que refieren, y dirigidas á todas las iglesias
del orbe. Pero aun los que se sieDten con
nías disposicion á admitirla* , convienen.en
que contienen mucha* señales de falsedad.
. Las verdaderas aclasse conocen por su estilo
sencillo y distante de toda afectacion ; y ca
recen de los hechos prodigiosos inventados
por los falsarios con .el objeto de agradar ó
seducir , y que comunmente descubren la
verdad. Pondremos un ejemplo.
Segun esas actas, san Clemente, discí
pulo de los apóstoles , murió mártir, y su

(1) Jerónimo, De scriptoribus ecclesiastiris. Tertul..


de liupt. TiUemon, t. II, p. 60.
(2) TiUemon , t, I , n°. 2 ,'sobre san Andres , p. 58g,
3*
58 DE LOS APOLOGISTAS
martirio fué acompañado de milagros esta—
pondos ; ivas , como esos milagros no ne
garon a la notii ia de san Ireneo, de Eusebia,
ni de san Jerónimo (i), que aun parece
ignoraron que ese santo baya obtenido la
corona del martirio , debemos inferir que
el autor de las actas ha tratado mas de pre
sentarnos maravillas que la verdad.
Acia el fin del siglo quinto, deseando
aplicar un remedio al desorden causado en
la iglesia por los falsarios , publicó Gela>-
sio (2) un decreto en que condena un gran
numero de libros supuestos ; mas las pre
cauciones de ese papa no pudieron extin*-
guir el espíritu de impostura, que es de todos,
los partidos y de todos los siglos.

(1) TiHemon, t. II, n° 12 , p. 6o5.; \ \


(2) Pagi-', aim. 494, 11°. 3.'. 1
DE LA RELIS. GRIST.

CAPITULO III.

¿Se hicieron informaciones entre los judio*


y los paganos para averiguar la verdad
de los milagros de J. C.? ¿ Que juicio
se deba uno fomiar sobre esta cuestion?
¿Si es verdad que la mayor parle de
los apóstoles hayan muerto mártires?

Si nos atenemos á los apologistas del cristia


nismo , desde que los apóstoles empezaron
á predicar la religion cristiana , fueron pre
sos y puestos á la tortura, para arrancarles"
á fuerza de tormentos la verdad acerca de
la historia de J. C. Eusebio, y despues
Pascal y Abadia , haü hecho gran uso de
ese argumento (i).
« ¿Porqué tratar de engañarse á sí mis
mo? dice este último, t. II, c. 5. Nadie
ignora que , cuando se da tormento á un:
criminal , se le hace- copfesar su crimen.-

(i), Demontr. evang.,.l. 3, c. 3, p. na.


6o DE LOS APOLOGISTAS
La tortura arranca la verdad delas accione»
mas secretas , y es un medio casi infalible
empleado bastantes veces por la justicia
humana para descubrirla verdad. ¿Cómo es
posible, pues, que tantos impostores, ínter-
rogados y requeridos por el hierro y el fueg».
para desdecirse , perseverasen con tanta
constancia en una falsa deposicion? Pues no
es un solo suplicio el que sufren, sino to
da especie de suplicios ; no en un solo lugar
son apurados con tormentos para que se
retracten sino en casi todos los países en que
predican ; no en un solo momento, sino en
todos los momentos de su vida, se hallan
expuestos á esa persecucion ; y no es una
sola parte de los hombres la que tienen con
tra sí , pues tienen contra sí á ios judios , á Ios-
paganos, á los magistrados , á los reyes , á los
pontífices y al pueblo. Y no son atacados sola
mente con dolores , el oprobio es uno delds
medios que emplean contra ellos. Siñ embar
go , nadie se desdice ; separados ó confronta
dos, siempre deponen unánimemente que
J. C. resucitó , y que le vieron.levantarse del
sepulcro. Si así se defiendela impostura, di
gasenos ¿cómo se sostiene la verdad ? >»
"BE LA RELIG. CRlST. 6l
Este raciocinio seria muy fuerte , si no se
fundara en una suposicion directamente
contrariaála historia. Los actos de losapós-
toles deben ser para los cristianos la fuente
de las noticias de todo lo que pasó inme
diatamente despues de la muerte de J. C,
y en ellos , lejos de verse nada que se refiera
á esos pretendidos exámenes de los milagros
de J. C. , solo vemos que los primeros
cristianos eran mirados con horror ; y la
razon que los hacia odiosos, era que se opo
nían á la religion antigua y que las nove^
dades que predicaban , excitaban grandes
alborotos. Esta era la acusacion que los ju
díos del Asia hacían contra sán Pablo. Hic
est homo qui adversas populum et legem
et locum~ hunc ubique dicens insuper et
gentiles induxit in templum et violavit
sanctum locum istum. Act. c. 21 , v. 28.
El odio llegó á tal grado , que no hubo cri
men , por execrable que fuera (1) , de que
lio fuesen acusados : fueron acusados de

(1) Atenágorns, p. 4- Just. Apolog. , p. 55. Dialog.


ton Trifon , p. 337. Teófilo á Antólico , t. IH , p. Í19.
Minucio Félix , p. 86.
62 DE LOS APOLOGISTAS
ateismo -, de incesto , de comer carne hu--
xnana (a) y de despreciar las autoridades. Sus
criados mismos (i) depusieron contra ellos.
Esasacusaciones, aunque infundadas, fueron
umversalmente creidas. Bastabasercristiano,
para que se le reputase indigno de la vida. La
confesion de ser cristiano llevaba consigo la
de todos los crímenes. No era el vulgo solo
el que se dejaba arrastrar de ese furor , el
contagio se habia transmitido hasta los en
tendimientos mas sobresalientes de aquellos
tiempos. Nadie ignora el desprecio con que
miraba Tacito á esa secta nueva. «Eran ,
dice, hablando de los cristianos (2), hombros,
aborrecidos por sus infamias. El pueblo los
llamaba cristianos, á causa.de Cristo, su
autor, que sufrió el último suplicio, impe
rando Tiberio , por orden de Poncio Pilato,
governador de Judea ; mas esta secta ,. re
primida, por algun tiempo , se multiplicó de

(a) Noticias inexactas acerca de la Eucaristía , die


ron , sin duda , origen al error de los paganos. Estos-
no- tenían idea de antropofagias, místicas.
(.1) Ensebio, Histor. eccles. ,1. 5, o. I»
(?) Tacito, anual., 1. i5.
DE LA RELIG. CRIST. 63
Tiuevo , no solo en el lugar donde nació , sino
aun en Roma mismo , receptáculo , y digá
moslo así, cloaca do todas las inmundicias
del orbe. Prendióse , pues , á- los que con-
fernban ser de esa religion , y, por su de
claracion, se llegó á descubrir una infinidad
de ellos , que no fueron convencidos tanto
del crimen que se les imputaba , de haber
incendiado á Roma , como del odio del gé
nero humano'. Aun en su muerte fueron in
sultados, pues fueron cubiertos con pieles
de fieras , y destinados á ser devorados por
fos perros , ó clavados en una cruz, y encen
didos para que sirviesen de luminaria.
Aunque esos miserables no eran inocentes,
y habian merecido la muerte , sin embargo
do dejaban de excitar la compasion y porque
el príncipe no tanto los haeia morir por el
bien general, eomo por satisfacerla crueldad
que le caracterizaba. »
Suetonio encarece todavía sobre Taci*o
en su odio contra- el cristianismo (a) , pues
i
(ir) De consiguiente, no debe pasmarnos el verle decir
delos cristianos : Genuthominumsuperstitionisnovis-
ac malejicce. . .. . 1 .. . . iZ
64 DE tos APOLOGISTAS
alaba á Neron de la aversion que tenia &
los cristianos.
La célebre carta de Plinib el menor nos
hace saber que la declaracion sola de ser
cristiano pasaba por crimen capital. «He ai,
dice á Trajano , la conducta que he tenido
con los que me han sido denunciados : los
he interrogado para saber si eran cristianos
«n efecto ; si lo han confesado , les he hecho
dos ó tres veces la misma pregunta, amena
zándolos hasta con la muerte. A los que han
.persistido en su declaracion , los he enviado
al suplicio , persuadido de que , aun cuando
.el cristianismo no los hayahecho criminales,
.su obstinacion y tenacidad invencibles los
bacian dignos del castigo. »
El mismo Plinio hizo dar tormento á dos
mngeres muy zelosas por esa nueva religion.
/El objeto de la tortura era solamente el saber
lo que pasaba en las asambleas de los cris
tianos , y si era justa la acusacion que se les
hacia de cometer varias cosas abominables.
Dos eran , segun las actas mas antiguas de
mártires^ los motivos principales que hacían
condenar á muerte los cristianos. El pri
mero , era su resistencia á sacrificar á lóp
»E LA RELI6. CRIST. 65
ídolos (i) , cosa que era mirada como una
apostasía. El segundo motivo que los hacia
odiosos a los magistrados y á los pueblos ,
era que se obstinaban en no querer jurar
por la ventura de los emperadores (2). Iu-
feríase de eso que no tenian amor á los
príncipes , lo cual se dice expresamente en
Ja sentencia de muerte del procónsul de
Africa , Saturnino , contra Esperato y demas
mártires de Cartago , llamados escilitanos ,
en el año 207 (3).
No tenemos prueba alguna de que los
milagros de J. C. hayan sido examinados
por los judíos ni los gentiles. Jerusalen y
ftoroahaciaman pocooprocinde ellos, como
haría hoy dia París de maravillas que se pre
tendiera se estaban obrando en las Cevénes.
Aun me atrevo á decir que insistir sobre
estas informaciones , es perjudicar á la causa
del cristianismo. El que ha criticado al
abate Houteville , lo ha probado muy bien.

(1) Vease él martirio de santa Sinforosa. Tillemon,


II , p. 243. El de Policarpo. Tillemon , t. H, p. 338,
(2) Tillemon , t. II , p. 339.
(3) Tillemon, t, III, p. 134.
66 DE LOS APOLOGISTAS
« A pesar de las informaciones , dice (i) 9
la mayor parle del universo ha dejado de
creer en J. C. ; y , si exceptuamos un corto
número de cristianos, los hechos de los
evangelios uo hallaron por largo tiempo per
sona alguna que los creyese. »
Es necesario , pues , decir que el universo,
que se nos pinta tan atento y tan empeñado
en el descubrimiento de la verdad de esos
hechos , no los ha creido verdaderos ; pues,
¿ porqué todos , exceptuado un corto nú-
mero de hombres , detestan á J. C. y le
miran como un -seductor ? La filosolia se
lie de sus sectarios , y la corte los persigue.
¿Es verosímil que , si los licclius que se le
atribuyen hubiesen sido bien demostrados
y examinados , se hubiese hecho tan poco
aprecio de ellos ?
A pesar de la notoriedad de los milagros
que los cristianos atribuyen á J. C. , los após
toles no encuentran mas secuaces que un
vil populacho , siempre fácil de seducir. Las
personas distinguidas por su rango y sa ta
lento, acogen con sumo desprecio esa nueva

(i) Carta 4.
4»E LA RELIG. CRIST. 6j
-I-eligíon ; y ella halla contradiccion en todas
partes desde su nacimiento (i) , ubique
ei contradicitur. Los autores mas ilustrados
de esos tiempos, que tienen que decir algo
de los cristianos , no hablan de ellos sino
como de una cuadrilla de fanáticos. Cuanto
mas estupendos y públicos se supongan lo»
milagros de J. C. , tanto mas fuerza se da á
la incredulidad ; pues, en fin, todos los que
no se declaran por la nueva religion , son
otros tantos testigos contra ella ; y, si Euse-
Lio (n) ha refutado con justicia la historia
de la resurreccion de una joven , hecha en
Roma por Apolonio Tianeo , fundándose
en que un hecho de esa especie no se hu
biera ocultado al emperador y á las per
sonas principales de esa ciudad; y, si la
fuerza de la verdad ha forzado á un autor
célebre (3) á negar el milagro de la mano
restituida por la Virgen á san Juan Damas-
ceno , por la razon de que si la ciudad de
Damasco le hubiera presenciado , habri*
«

(i) Act. C. 28, V. 22.


(a) Eusebio contra Hesiod., c. 3a y 35.
(3) Juliano. Vease á Bayle, art. Damasceiw^
68 DE I.OS APOLOGISTAS
abjurado el mahometismo, con mas razan
podremos sacar de ]¡i incredulidad de los
judíos un argumento invencible contra los
milagros notorios de J. C. y delos apóstoles;
tanto mas cuanto es indudable que el nú
mero de los cristianos no llegó á ser supe
rior, sino cuando ya era imposible el exa
men de los hechos en que se funda la mi
sion de J. C. Ditton, que ha conocido que,
si la resurreccion de J. C. ha sufrido graves
dificultades entre los judios, era natural que
prestasemos atencion á sus objeciones , ha
pretendido probar (i) que quedaron con
vencidos de la resurreccion de J. C. (a). Pero
¿caen electo verosímil quehubiesenpersegui-
do tan encarnizadamente á los cristianos , si
hubiesen visto claramente que el autor de
la religion era enviado por Dios? No es fácil
de concebir que los hombres quieran per
derse á sabiendas , y osen resistir á la voz
clara de Dios. Supóngase , si se quiere , que
$lgun malvado sea capaz de una impiedad

(i) Ditton , p. 3o4.


(a) Prueba de eso la persistencia de ellos en la ley-
de Moyses.
BE LA RELIG. CRIST. 6$
tal, pero será difícil de creer que una nacion,
entera y un tribunal respetable hayan po
dido incurrir en una ceguedad tan porten
tosa. Si se ha podido decir de los judios, que
no le hubieran crucificado nunca , si hubie
sen conocido que era hijo de Dios , se puede
decir con igual razon que no le hubieran
perseguido despues de muerto, si hubiesen
tenido pruebas efectivas de su mision ce
leste (a).
Otra ilusion de los apologistas del cristia
nismo, es querer insinuar que casi todos los
apóstoles hayan muerto en medio de los su
plicios, y atestiguando la verdad de los mila
gros de J. C. Sin embargo , nada mas falso ;
vlos críticos mas inteligentes convienen hoy
dia en que se ignora qué especie de muerte
hayan tenido los apóstoles , y en que no se
sabe nada de ellos fuera de lo que dicen
los actos de los apóstoles , y algunos auto-

(n) Freret no ba advertido que, entrando en los planes


divinos , como los doctores cristianos lo aseguran , la
incredulidad de los judios , debió dios obcecar á estos,
para que no viesen la divinidad de las maravillas que
presenciaban.
*J0 DE tOS APOLOGISTAS
res aprobados , de los cuales muy pocos haft
llegado hasta nosotros.
Quo moitis genere excesserint apostoli ,
dice el padre Tierri Ruinart (i ), plane nobis
ignotum est, si nonnulla excipias quee velin
probatis auctoribus, quorum ex ed tetate
paucissimi ad nos usque pervenerunt, refe-
runtur (a). Heracléon (7.), autor eclesiástico
del siglo II°. , asegura que Mateo, Tomas ,
Felipe y otros muchos apóstoles, murieron
de muerte natural. No se saben los porme
nores de la muerte de Matías , Bernabé ,
Júdns,' Simon , Bartolomé , y Juan Evange
lista. Todo cuanto se dice de ellos, no tiene
por fundamento sino obras poco fidedignas.
*
(T) Acta sincera , p. 1. Admonit. Martyr. sancti '
Jacobi.
(1.) La sintaxis de esta cita y lo que la precede hacen
sospechar aqoí una laguna, y es esta : (qute) in aclis
apostolonwi (vel)
(:í) Clemente. Alexandrino , Str. L 4-
T>É LA RELIG. CRIST. 7 1"

CAPITULO IV.

¿Si el testimonio de los judíos, de los pa


ganosy de los mahometanosj prueba gtiS
J. C. haya hecho milagros?

Los apologistas cristianos han insistido


mucho en que los enemigos mismos de J. C.
se habian visto forzados á confesar que habia
hecho un gran número de prodigios. Es
cieno que Celso (i) supone que J. C. ha
podido hacer, por arte mágica, cosas que pa
rezcan superiores al poder humano , y Ju
liano no niega que haya curado á cojos y
ciegos (2). Los mahometanos y los talmu
distas (3) tampoco han puesto en duda los
milagros que se le atribuyen.

(')Pag. 7 y 3o en Orígenes. Vease áLactancio , 1.5,


e. 3,p. 463.
(2) En san Cirilo , L G , p. igi,
(3) yease el Toldos Jesu.
y3 DE LOS APOLOGISTAS
Mas estos testimonios no son tan decisi
vos como se. lo imaginan los que estan
acostumbrados^ admitir sin examen todas
las pruebas que creen favorables á su caUsa ;
pues, así como los testimonios de los padres
de la iglesia no prueban la realidad de los
milagros del paganismo , tampoco los que
se encuentran en los enemigos de la reli
gion cristiana deciden nada en favor de
los milagros de J. G.
Era en aquellos tiempos un principio re
conocido de todos los partidos, que un hom
bre , con el auxilio de los espíritus , podía
hacer cosas sobrenaturales ; los filósofos de
aquellos siglos estaban tan persuadidos de
ellos como hoy dia lo está el vulgo de que
los que llama brujos , pueden exercer do
minio sobre la naturaleza. -
Esta es la razon porque no tenian difi
cultad alguna en admitir prodigios de que no
creian que pudiera sacarse ventaja alguna ;
pues no se imaginaban que esos milagros
decidiesen mas á favor de J. C, que los de
Phágoras y Apolonio á favor de estos hom
bres célebres. Así estos testimonios son da
dos sin examen , y deben ser considerados
DE LA IlELIG. CRIST. ^3
«orno las proposiciones que conceden lo*
filósofos y los teólogos , porque no quieren
tomarse el trabajo de disputarlas , en la per
suasion de que de ninguna manera deciden
ia cuestion fundamental. Un pasage de
Celso nos lo prueba con mucha claridad.
Hablando de los milagros de J. C. , no trata
de discutirlos « porque nada se dice de él ,
(son sus expresiones mismas) (i) , que sea
superior á las maravillas de algunos cubile
teros ; lanzan demonios , curan enferme
dades, evocan almas de héroes , y presentan
de repente á la vista banquetes magníficos
y figuras de animales que parecen moverse ,
siendo así que estan inmóviles. »
Aunque los milagros de J. C. sean reco
nocidos por los talmudistas, gente poco ver
sada en la historia y en el arte de raciocinar,
sin embargo , parece cierto que los judios
de los primeros siglos no los admitían. Los
actos de los apóstoles nos dicen que la reli
gion cristiana no halló sino contradicciones
en su origen. El autor del diálogo con Trifon,
asegura que apenas murió J. C. , los judios

(i) En Orígenes, p.
^4 DE LOS APOLOGISTAS
enviaron comisionados por todas partes cott
objeto de advertir se precaviesen de las re
laciones de sus discípulos ; por consiguiente,
aparentaban , á lo menos en e6e tiempo ,
que los miraban como embusteros.
DE LA RELIG. CRIST. 7^

tMmmunx\YMwuu\vuvmm\v»ut-.mimvtttu»tMv%iivnv«ivi*n

CAPITULO V.

Del imperio que se han atribuido los cris


tianos sobre los demonios. Todas las
sectas se han imaginado poseer el mismo
privilegio . ¿No es verosímil que ese pre
tendido poder sea solo un efecto de la
imaginacion , de la trapacería , ó de la.
supersticion de los que han creído que
había palabras eficaces para ese efecto}

TJito de loá argumentos mas comunes de los


primeros defensores de la religion cristiana,
es deducido de los exorcismos. Los que
pueden mandar á los demonios estan au
torizados por el cielo ; y esos espíritus ma-
lignos-se ven-forzados á obedecernos , cuandb
les hablamos en nombre de J. C. Este ra
ciocinio se halla en casi todos los escritos
que se publicaron mientras subsistió el pa
ganismo. San Justino nos dice que estaban
difundidos por todo el Imperio romano los
DE LOS APOLOGISTAS
cxorcístas cristianos ; y se jactaban de lanzar
tan poderosamente los demonios de los
cuerpos poseidos , que los que se curaban
se convertían al cristianismo , si nos atene
mos á san Ireneo (i).
Octavio añade enMinucioFélix(2)que loa
espíritus malignos , conjurados por los exor-
cistas , se veian forzados a confesar que tra
taban de engañar á los hombres. «La
mayor parte de vosotros , dice , sabe que
los demonios se hacen justicia á sí mismos.
Serápis y todas las falsas divinidades que
adorais, vencidas por el dolor, confiesan
lo que son. Vosotros mismos lo veis; ¿las
creereis por ventura capaces de deshon
rarse con una mentira ? Dadles crédito ,
pues , cuando os aseguran que no son siuo
demonios. Ellas no pueden mantenerse en
los cuerpos, cuando son conjuradas en nom
bre del único Dios verdadero. Al momento
salen segun la fe del paciente ó la voluntad
del exorcista, y, desde entóncQs, no dejan
de huir de los cristianos , á quienes acos-

(1) San Ireneo, 1. 2, c. 32 , n°. 4» p. 16^


(2) Minucip Felix , p. 2§2jt.
DE LA RELIG, CRIST. 77
tumbraban insultar por ministerio vuestro
en las asambleas públicas. »
Es muy posible que hubiese exageracion
en este discurso , ó era preciso que los pa
ganos sospechasen inteligencia entre exor-
cistas y exorcizados, puesto que no se ren
dían á esa prueba.
Tertuliano (i) habla con mas seguridad
todavía (a) « Hágase venir algun endemo
niado , el primer cristiano forzará al demonio
á confesar que no es sino un espíritu inmun
do. Quitad la vida á los cristianos, si no
arrancaren de los demonios esa confesion.
¿ Puede haber prueba mas completa ? Vues
tros dioses estan sometidos á los cristianos;
nosotros los hacemos abandonar los cuerpos
á pesar suyo. »

(j) Apolog.,c. 23. De spectaculis , c. 19. Ad sca-


pulam , n". 4-
(fl) Seguridad muy propia del carácter intrépido de
Tertuliano.' Nadie hasta él hahia dicho : Lo creo,
porque es un disparate; credo quia absurditm. Nadie,
probablemente, lo repetirá. Es difícil que los hombres
Be eleven á esa sublimidad ideológica Y ¿ con qué
ocasion tuvo Tertuliano tan peregrina ocurrencia ?
¡ Hablando del nacimiento , pasion y muerte de J. C, I
¡Qué modo de defender la religion..,.!.
^8 DE LOS APOLOGISTAS
Orfgencs asegura que es tal la eficacia del
nombre de J. C. , que algunas veces aun los
perversos lanzaban con él los demonios (i). -
Habla tambien con ayre victorioso san
Cipriano (2) cuando trata de este asunto
{a) : «Si quisiereis oírlos-, dice á Demetrio,
cuando- los, conjuramos y los lanzamos de
los cuerpos con'efazote espiritual, cuando
los forzamos a quejarse y á confesar' que
deben ser juzgados , venid á presenciarlo ,
y vereis que no decimos, sino la verdad.»
Lactancio (3) habla casi en los mismos tér
minos ; pero añade hechos tan inverosímiles r
que disminuyen en extremo la fe que se pu
diera dar á todo cuanto ha dicho hasta en
tonces para mostrar la superioridad de J. C
sobre las demas divinidades. Sienta (4)» como

(1) Orígenes, p; 7, 2o, i33, 261-, 262, 334.


(2) San Cipriano ad Dcmctrium, p, i33. Veas»
tambien el libro á Donato , p. 3 .
[a) San Cipriano tenia revelaciones en sueños,. y , á
falta de tales revelaciones , haciavenir algunos niños ^
y excitaba en ellos, éxtasis que le instruían , pues de-
la boca de los niños sale la verdad, Dupuis , Orígert
de los cultos, explicacion deL Apocalipsis.
(3) Lactancio , 1. 2 , c. i3 ¡ 1. 4 , c. 2y ; L 5 , c . 21.
(4) Lactancio, 1; 4, c- a7-
DE LA RELIG. CHIST. <JQ
un hecho cierto « que los que tienen la vir
tud de exorcizar , pueden evocar sin dificul
tad , de los infiernos á Júpiter , Neptuno ,
Vulcano , Mercurio , Apolo y Saturno ; pero
J. G. , dice , no obedecerá nunca á la evo
cacion. » Siquis studet altiüs inquirere,con-
greget eos quibus peritia est ab inferís cierc
animas , evocet Jovem, , Neptunum , slpol-
linem , patremque omnium Saturnum , res~
pondebunt ab inferís omnes , et interrogad,
loquentur de se ac fatebuntur ; post hoec
evocet Cbristum , non aderit , non appa-
rebit.
La razon que da es , que Jesucristo no
estuvo sino dos dias en los infiernos : quia
non nmplíus biduo apud bíferos fuit. V ,
como si nada hubiera que replicar, acaba
por preguntar : ¿Se puede dar una prue-
La mas completa ? ¿ Quid hdc proba-
tione certiús efferripotest (a) ? Enfin, Aino-

(«) El Ciceron cristiano , tal es el epíteto con que se


ha favorecido á Lactancio , el Ciceron cristia.no , digo ,
no era descontentadizo en materia de pruebas. La que
nos ha dejado en orden ála imposibilidad de los antí
podas bien lo demuestra. Afirma que , si los hubiese ,
•starian con la cabeza para abajo y los pies para arriba,
&0 DE LOS APOLOGISTAS
bio (i) , Julio Firmico Materno (2) , Euse-
bio (3), Gregorio Nacianzeno (4) , Cirilo
Jerosolimitano (5), san Jerónimo (6) , Cirilo
Alexandrino (7), Zaqueo (8) y el autor de la
disputa de Gregencio con Herban, baldan
con ayre victorioso de esa virtud exorcística,
que miran como una prueba incontestable de
la divinidad de la religion cristiana ; y Juan
Pico de la Mirándula ha hecho uso de ella en
los últimos siglos. En obras posteriores na
se habla tanto de ella ^ y no sé que entre los
autores modernos haya habido ninguno que
lo haya hecho fuera del padre Baltus (9) ,

tosa imposible, y , en consecuencia , se borla altamente


de los fi'ósofos que sostenían lá existencia.
(t) Arnob. , p.
(2) De error, prof. relig., p. 29 y 3o.
(3) Dcnionstr. evang , l. 3, p i32 , contra Hicróclv
c. 4.
(4) N". 1 , p 3 ; n°. 3 , p. 76 y 77. *
(5) Catb , c 4, sert. i3 , p. 58.
(6) Epist 44 ad Marcellum ,'t'. IV,p'.-55.
(7) Contra Julianum, t VI, p. 201.
(8) Espicilegio , t. X , p. 7.
(9) Respuesta á la Historia de los Oráculos , terceis»
parte , p. 3i4.
DE LA REt-Ifi. CMST. 8t
qne cha la virtud de lanzar los demonios,
como una de las pruebas mas evidentes de
Ja verdad de la religion.
Novemos que este argumento haya hecho
impresion alguna en los paganos; y ¿cómo
podia hacerla , cuando tenían tambien ellos
exorcistas, á quienes, á su parecer, obede
cían igualmente los demonios ? Plutarco (i)
habla de ellos, y nos dice que los que se
dedicaban á ese oficio , prescribian como ua
remedio excelente , las letras Efesianas :
eran unas palabrSs bárbaras; Clemente
Alexandrino refiere algunas , y se pueden,
ver en Hesiquio.
Luciano se burla de esa virtud exorcístic»
en su Filofendo . No seria extraño que en
el pasage que vamos á citar aludiese á los-
cristianos ; mas , sea lo que fuere , supone'
en otras muchas partes de esa obra que Ios-
paganos recurrian á los exorcismos. « Todo-
el mundo , dice, conoce á ese Sirio de Pa
lestina , que , por dinero , liberta de dolen--
cias á los lunáticos y á los endemoniados j
pues, ínterin que estan tendidos estos en:

(i) Simpos. 7,1. 5. Quesüon.


82 DE LOS APOLOGISTAS
el suelo, que mueven los ojos auno y á otro
lado, y que echan espumarajos, el interroga al
demonio, que le responde en griego, o eli otra
lengua , sin que el paciente menee los labios,
hasta que se vea el demonio precisado a sa
lir por ln fuerza de sus conjuros y amenazas,,
y yo mismo he visto salir uno enteramente
negro y ahumado. »
Búrlase tambien Lucio de los exorcistas
en uno de sus epigramas , cuandb dice que
lanzaban los demonios no tanto con la vir
tud de sus palabras como con-la fetidez ere
su aliento-.
Ha habido entre los paganos exorcistas
célebres, entreoíros Apolonio (i), Porfirio
é Isidoro (2). Damasio refiere que este último-
lanzó" un demonio -del cuerpo de su muger ,
hablándole del Dios de los Hebreos, a quienr
ese diablo confesó que respetaba como á lasr
demas divinidades.
Los padres de la igl'esia no han contestado-
& los paganos esa virtud de exorcizar. Jus-.

(1) Ensebio contra ITcsíodo , c. 3o y 35¿.


(a) Símaco, -ykla de Pollina..
t)E LA. RET,IG. CRI3T. 83
tmo(i) lo confiesa, mas pretende que los cris
tianos lanzaban demonios que habian resistido
a todala virtud de los exorcistas paganos (a).
Orígenes no niega que los egipcios ex-
pelian delos cuerpos los demonios (2), y nos
dice que empleaban el nombre de Abrahajn
en sus conjuros. Tambien era empleado el
de J. C. en las fórmulas de los demas exor
cistas paganos , segun lo afirma san Agustín
en s« tratado séptimo sobre san Juan.
Eusebio (3) confiesa que era cierto lo que
sobre este punto decian en favor de Apo-
lonio sus admiradores, pero pretende quo
Apolonio recibió su poder de los demonios
mismos (b). -
Habia prevalecido' tanto la moda de exi
girse en exorcistas , que fué necesario que la&
leyes imperiales reprimiesen ese frenesí (4).-

(1) Justino, p. /|5. Apolog. diah con Tiifon, p. 3oa'


y 3io
(a) ¿Quién lo duda? Solo los incrédulos lo pueden*
Juiíar.
( ) Orígenes contra Celso;
(3) Eusebio contra Hierócleí , cap. 3o y 35. (
(li) Eso, no hay necesidad de decirlo.
(4) tfg. I, til. de extraovd. causis.. ^ •
84 DE LOS APOLOGISTAS
Tambien hay exorcistas en los pueblos
sumergidos en la idolatría (a). Los Chinos
tienen frayles que se ocupan en exorcizar (i).
Son de la orden de un tal Sarisio , que ha com
puesto una regla que observan todos los que
quieren- lanzar los diablos. He aqui cómose
manejan : despues de pintar figuras horro*
rosas en papel amarillo , las pegan en cerco
de las casas que se dicen infestadas del
diablo , hecho esto, entran en ella metiendo
un ruido espantoso , y dicen que así han
espantado al diablo , y larizádole de la casa
y del cuerpo de las personas que atoruiea-
toba. ' -" ":->!- - x ' :~r ' "- .
El padre Tachard dice que ; estando en
Batavia , fué á ver un sacrificio de los Chi
nos. «Queríamos, dice (a), verlo todo hasta
el fin ; pero, habiendosenos dicho que el sa-t
orificio tenia por objeto lanzar el diablo del
euerpo de un enfermo , y que la ceremonia-

(a) ¿ Cómo no ha de haberlos ? El diablo anda allí


roas suelto , así corno diren que andaba mas osado-
entre los cristianos (españoles y portugueses) antes de
la invencion de la bula.
(l) Embajada de los Holandeses al Japon, p. «ojr-
(3} Viajf», 1. 3, p.. r3oV. ,
DE £A RELIG. CRIST. 85
duraría hasta la noche, despues de habernos
detenido allí cerca de una hora , nos reti
ramos muy compadecidos de la ceguedad
de esos pueblos (a). »
Los bonzos no solo lanzcn los demonios,
sino tambien venden talismanes (i) con que
-probiben á los demonios inquietar á ciertas
personas (6). Las sacerdotisas de la isla de
Formosa tienen la reputacion de lanzar el
diablo (2). Habla entre los judios personas
que hacinn profesion de exorcizar(3) , y re
corrían el inundo. San Jerónimo confiesa
que sus conjuros eran eficaces (4).
Hay en Berbería frayles llamados exor-

(«) ¿ Qué cristiano 110 los compadecerá?


. (l) Cartas del padre Chavagnas , 9 ; coleccion de la»
«artas edificantes , p. S^fi.
(¿) Pío se envanezcan tanto los bonzos. Tambien
nosotros tenemos talisman*-» ; tenemos santos esca
pularios , rosarios benditos , agn us deis , etc , etc. , etc.
(2) Candidio y Auterreno , de la Compañía de las
nidias , t. IX , p. 207.
(3). Josefo añiig. judaic. , X. 8 , c. 22. Tratado de
Orígenes sobre san Mateo , p. G7 y 68. '
(4) L. a, c.6, n°. 2, p. 222. -
86 DE LOS APOLOGISTAS
cistas (i). Cuando quieren enviar el- ¿Hablo
á los infiernos, forman círculos en que ins
criben ciertos caracteres, estámpaulos en
la mano 6 casa del poseido , y despues le
encierran en un lugar lleno de hedores fé
tidos , y hacen sus conjuros. Preguntan al
espíritu cómo ha entrado en el cuerpo, de
dónde es , cómo se llama , y en fin le mandan
salir. Exorcistas hay tambien en el reyno de
Fez (2).
Esto nos manifiesta que en todos los países,
los hombres son los mismos r y que todas,
las religiones pueden apoyarse en .los mis
mos -argumentos ; mas un. privilegio comun
á todas las sectas no establece prerogativai
alguna en favor de ninguna de ellas en-
particular. Si se examinara esa materia con
atencion y despreocupacion , sé vería que,
cuanto se cuenta del demonio y del poder
de los hombres sobre ese espíritu maligno,
no tiene mas fuudamento. que una imagina
cion desarreglada, y la mala fe de los. que-

(1) Marnfol, t. 1,1 », t. 3, p. 1 33. Vicans., V. *n


«. i5 , p. i¿ja. \
(2) Leon de Africa.. Damitis , t. I , p. Z(ji - -t
DE LA RELIG. CRIST. 87
sacan su pro de mantener tos errores po
pulares.
Hipócrates (i) refiere que hay ciertas
personas á quienes el miedo les perturba
de tal suerte la cabeza , que se imaginan ver
espíritus que los aterran , y que algunas se
han ahorcado por libertarse del tormento que
esas visiones les causaban (a).
Posid'ouio (2) , medico celebre del siglo
IV°., colocaba en el rango delas enfermeda
des naturales las quenosotros llamamos pose
siones, y Saint-Andi e , que ha escrito recien
temente con mucha sensatez sobre esa ma-

' [y) Cartas del señor Saint- André , p. a56.


. («) Un ejemplo lastimoso de esa especie de aliena
ciones mentales fué et de los" Tempestarlos , de que
tabla San Agobardo. De resultas de grandes tempes
tades y enormes daños- originados de ellas , llegó á creer
el vulgo en Alemania que los autores de esos daño»
esan unos brujos. Las imaginaciones se exaltaron „
hubo muchas personas que vinieron á persuadirse que
eran tempestarías ; y, aunque veían que las que se
declaraban tales , perecían en el último suplicio , per
sistían sin embargo ante los tribunales en sostener que
lo eran... ¡y su ilusion tenaz las conducía á una muerte
ignominiosa !
(?) Filost., 1 4.
8S DE LOS APOLOGISTAS1
teria (i) no está muy distante de adoptar es*
opinion. «Considerad, dice, lo qae acabo-
de referir , co'mo efectos del desarreglo de
la imaginacion del histérico , de la atrabflis,
de una esperma corrompida... Un demente,,
un melancólico , una casada ó soltera histé
rica , se imaginan fácilmente qae estan ob
sesas ; y la idea que se forman de estarlo
los arrastra á mil extravagancias , y les causa,
mil incomodidades físicas y morales. En la>
firme persuasion de que estan atormentados
é incesantemente perseguidos por el diablo
fraguan mil cuentos, y aseguran tan positiva
mente la verdad , que es difícil no dar cré
dito á lo que dicen. Sobre todo , el vulgo se
creería culpable , si mostrara en esa parte
la menor incredulidad ; si no atribuyera át
diablo todo cuanto en sus palabras ó accio
nes ve de extraordinario. A cada paso r
eontinúa Saint-André, vemos solteras y ca
sadas con esa enfermedad , que consiste
en tener visiones. Algunas se curan con una
sangría de pie y baños, otras baypara quienes
todos los remedios son inútiles , y cuya rina-

(i) Carlas del señor, de Saint-André , p 256.


VE LA 11ELIG. CKIST. 89
gínacion está tan conmovida , que , si no se
tuviese una continua vigilancia con ellas, se
quitarían la vida , y con todo eso algunas lo
llegan á efectuar, por mas precauciones que
se tomen para impedirlo. Los que han tra
tado de engañar al género humano , han ha
llado grandes recursos en la materia de los
exorcismos. La historia y la experiencia nos
enseñan que , desde que los hombres ven
algun efecto extraordinario , al momento se
le atribuyen al diablo. Antójesele á uno ha
cer visages y contorsiones horribles , y tenga
la osadía de insinuar que su indisposicion
no es natural , al momento será puesto en la
clase de los obsesos , todo el mundo querrá
verle; y, si , cuando esa noticia comienza
á hacer impresion en los ánimos , un hom
bre sensato tratare de manifestar el engaño,
será tratado como si no creyera en Dios. »
En todos tiempos se ha hecho intervenir
al diablo, cuando se ha querido engañar á
los hombres. Sabemos que los exorcistas.
fueron muy de moda en los primeros siglos
dela iglesia, y no les faltó ocupacion en tiem
pos posteriores. La impostura se entremetió
en ellas , y fué muchas veces, descubierta.
g<> DE LOS APOLOGISTA*
Dice Amiston que en su tiempo los pohreí
se quejaban de estar obsesos, para excitar
la compasion de los ricos , y que , dándoles
de palos, se les hacia confesar la verdad (a).
Ha habido imposturas notables en los siglos
precedentes. «En tiempo de Luis XI hubo
grandes noticias, dice la crónica escandalo
sa , por todo el reyno y otros paises , de una
jóven de diez y ocho años , poco mas ó
menos , que vivía en la ciudad de Mans , la
cual hizo muchas locuras y maravillas , y
decia que el diablo la atormentaba y la lan
zaba al ayre , gritaba , echaba espumarajos ,
y hacia otras muchas maravillas , engañando
á muchas personas que la iban á ver; mas
en fin , se descubrió que todo era un engaño,
y que ella era una bribona , y hacia esas
locuras y diabluras por exhortacion , direc
cion y medios de algunos de los dependien
tes del obispo de Mans , que la mantenían
y hacian de ella lo que se les antojaba , y

(n) Este modo Je descubrir la verdad encanta. Se


parece á la exploracion por medio de la tortura. Yo no-
dudo que la obsesion era falsa j mas, "supongámosla por
un momento verdadera , la zurra ¿no hubiera arrancad»
vna denegacion ?
DE LA RELICt. CRIST. , gi
la habian inducido á hacer esas locuras. »
En tiempo del papa Paulo IV (i) , ochenta
y nueve Judias abrazaron en Roma el cris
tianismo. Algunas personas que deseaban
apoderarse de los bienes de los judios per
suadieron á esas neófitas que fingieran que
los judios Ies habian enviado demonios que
las atormentaban cruelmente , porque habían,
recibido el bautismo ; y esto es lo que ellas
respondieron á un monge benedictino que
. las exorcizaba. Informado de esa respuesta
el papa , tomó la resolucion de echar de
sus estados á todos los judios. Un jesuita (a)
le representó que era muy posible que hu
biese en esto alguna superchería. En
-virtud de esa observacion , se procedió
á una informacion mas amplia. Las ende
moniadas, á los primeros latigazos con-

(i) Basnage , Hist. de los ludios, 1. 9, c. ai,n°. 18.


Resp. á las cuest. de un Provincial , t. I , c. 33.
(a) La sagacidad ha sido el distintivo de los jesuítas.
Los demas institutos religiosos han quedado en esa
parte muy atras.
(b) Vuelve el mismo medio equívoco de descubrir la
verdad. Es cierto que, en este caso, la declaracion,
siguió á los primeros latigazos ,pero las judias pudifi'rajw
t«mer la continuacion.
g2 DE LOS APOLOGISTAS
fesáron que no se .habian fingido tales sino
por sugestion de algunos cortesanos. En
consecuencia , se impuso a eslos la pena
capital , segun nos lo dice Luis Guyon, autor
coetaneo. He aquí Otra historia de la misma
especie que nos refiere Pedro Pigral, ciru
jano de Henrique III.
«El año de 1 587, me mandó el rey fuera á
verá una joven de 27 años que se hallaba
en el convento de Capuchinos de Paris ,
atormentada de tal suerte, que estaba hecha .
un diablo. SuMagestadmeordenóque llevara
conmigo dos de sus médicos , que fueron
los Sres. Leroy y Botalt ; fuimos al convento
donde ella estaba, al parecer , muy afligida
y abatida de dolor; y, despues de haber in
terrogado á la hija , cogí separadamente á
la madre, ambas sostuvieron la bellaquería;
y, despues de todos sus discursos, salió el
Prior , y nos contó haber visto en ella cosas
extrañas, y añadió que, si queríamos, la exor
cizaría delante de nosotros ; á lo que sub
scribi gustoso. Hízola entrar en la iglesia,
dejando cerradas las puertas, y la exorcizó
allí; mas ella daba gritos asombrosos y hacia
movimientos extraños y horribles , especial-
DE LA EELIG. CIUST. t)3
mente cuando el Prior recitaba el evangelio.
Este diablo respondió , por la boca de la
muger, á algunas palabras latinas, pero no
á todas ; pues no era de los mas sabios (a).
Queriendola ver su Magestad , mandó que
se la sacase á un lugarejo cerca de Saint
Antoine-des-Champs. Mandóme el rey le
hablara á ella separadamente , y nos encerró
á los dos en un aposento ; pero tenia entre
abierta la puerta que estaba en frente de
nosotros. Un mozo joven me dijo que ha.jia
sido vapulada en Amiens. Díxeselo al rey,
y al momento envió este á llamar al obispo,
que se hallaba á la sazon en Paris , lo cual
dejó pasmadas á madre é hija. Habiendo el
rey preguntado al obispo si las conocía ;
estas fueron las palabras del obispo : Señor,
hace cerca de dos años que esta moza,
acompañada de sus padres y de un mucha-
cho hermano suyo , fueron á Amiens. Pi-
dióseme pemiiso para exorcizarla , y se
efectuó con gran admirado n+del pueblo
fjue los seguía. Envista de esto, sospeché

(a) Y ¿porqué no ha de haber tambien clases en la


sociedad diabólica?
ÍE L0S APOLOGISTAS
(¡fue había en ello algun engaño , y la hice
ir al palacio episcopal, para verla exor
cizar y para reconocereldiablo . ífize vestir
de sacerdote, , y con estola , á uno de mis
criados, y le di las epístolas de Ciceron.
Esta moza se arrodilló para ser exor
cizada, como lo había sido dos dias antes.
,Cuando mi contraecho sacerdote empezó
á leer las epístolas de Ciceron , el diablo,
-que no acertó á distinguir este latín del
latín del evangelio , hizo todas las demos
traciones acostumbradas . Entonces , hice
llamar á parte al muchaclmelo , su her
mano , que , despues de bien interrogado,
nos lo descubrió todo. Nos dijo que su
padre la instruía por las noches, y le ex
plicaba algunas palabras latinas ', á que
ella de ningun modo respondía. Emienda
esto, lúcela azotar por este caballero que
está presente \ que le dio dos latigazos de
los mas fuertes y violentos que se puedan
dar, y elttt los sufrió con la mayor pa
ciencia y constancia sin confesar cosa al
guna ; pero , cuando vió que se trataba
de repetir, se hincó de rodillas, y lo con
fesó todo ; sus padres hicieron lo mis*
DE LA BET.IG. CRIST, g5
mo (a). Habiendo oído esto , «1 rey la con
denó á reclusion perpetua.
Este suceso tiene alguna semejanza coa
el que se lee eh la confesion de Sanci ,
c. 6 : « Que , habiendo dos jóvenes reli
giosos , llenos de zelo , llevado al obispo de
Angers una señora joven instruida en la de-
inonologia , el obispo preguntó por qué
señales conocería que ella estaba atestada
de diablos , y que se le respondió que
tocándole la cutis con alguna cruz en que
hubiese madera de la verdadera cruz. Que la
otra prueba se veia en los brincos y brami
dos que daba, cuando se le leia algun texto
del evangelio ; son palabras de d'Aubigné.
El obispo tenia al cuello una de esas cruces.
El conductor de la endemoniada , que veia
esa cruz al cuello del obispo , arremangó
hasta mas arriba de la pantorrilla á la bi
zarra , que estaba tendida por el suelo, y
-hizo seña al Prelado para que la tocase sú
bitamente con la cruz. Pero este mal hom
bre quitóse , es verdad , la cruz del cuello

(a) Me remito á lo que tengo dicho sobre los casq(


análogos referidos,
§6. *E LOS APOLOGISTAS
con una mano , pero con la otra sacó do
repente una llave del bolsillo ; apenas la
buena señora sintió en el muslo la frialdad
de la llave , cuando empezó á aterrar á los
asistentes con sus brincos. Para hacer la
segunda prueba , era preciso leer los evan
gelios. El obispo sacó del bolsillo un Pe
tra/lio Arbiter, qué llevaba siempre con
sigo en vez de breviario , y empezó á leer :
Matrona queedam Ephesi , y la madama á
echar espumarajos , y nacer maravillas. Y,
-cuando se llegó á ¿ Placitone etiam pug-
nabis amori? cayó desmayada. No pudiendo
ya dudar de la bellaquería , ha contado el
obispo este suceso á cuantos le bayan que
rido escuchar. »
No hay en materia de obsesion, impostura
que iguale en celebridad á la del siglo pa
sado , y cuya principal actriz fué Marta Bro-
sier , pero es demasiado larga la historia
para detallarla aquí. Los que quieran saber
los pormenores de ella , podran recurrir al
libro 1 33 del historiador Thou ; quedaran
satisfechos. Se podrá consultar tambien el
capítulo VI de la confesion de Sanci y las
notas; tambien se puede consultar ea Bajle,
DE LA R|LI«. CniST. 97
diccion, art. Radziwil, el efecto que pro
dujeron sobre pretendidos endemoniados
los huesos de unos animales que se habian
substituido á unas reliquias perdidas.
El príncipe de Radziwil hizo un viage á
Roma , y el papa le concedió unas reliquias.
El gentil hombre á cuya custodia estaban
confiadas , llegó á perderlas , y no halló otro
remedio que poner en lugar de ellas los pri
meros huesos que encontró : él solo poseia
el secreto. Luego que el príncipe llegó á sus
estados , los religiosos de ese pais le presen
taban endemoniados en quienes las reliquias
hacían milagros. Informado de la verdad
el príncipe cou el transcurso del tiempo,
puso á un endemoniado en manos de sus
palafreneros Tártaros, que le forzaron á con
fesar que los religiosos le habian inducido
á fingirse obseso. No contento con esto,
Radziwil puso tambien los religiosos á dis
crecion de los Tártaros , y confesaron la
impostura. La razon que dieron para jus
tificarse , fué que habian tratado de impedir
los progresos de la heregía.
Todo el mundo sabe ya á qué*atenerse
sobre la obsesion de Loudun. Todos con
5
C)8 DE LOS APOLOGISTAS,
vienen en que fué una invencion de los.re-
ligiosos , que servían de instrumento para
la venganza que se quería tomar de Gran-
dier , y á que las religiosas se prestaron.
Mientras Laubardemon recibia informa
ciones sobre la obsesion , el pretendido
diablo amenazó levantar la mañana siguiente
hasta la bóveda de la iglesia á los incrédulos
que se presentaran , cuando quisiese ator
mentar á la religiosa por cuya boca hablaba.
Quillet oyó esa amenaza , y no dijo una pa
labra ; pero al dia siguiente , á la hora se
ñalada , se presentó en la iglesia , y á pre
sencia de Laubardemon y de un gran con
curso , provocó al diablo á que cumpliese su
palabra , y protestó que se burlaba de él ,
de manera que el pobre diablo se vió muy
embarazado, .y toda la diableriá quedó sobre
cogida (a). Laubardemon dió un aulo de
prision contra Quillet, quien , viendo que
no estaba seguro en Francia , se salió con la
mayor presteza, y pasó á Italia. Este inci
dente , aunque muy interesante , ha sido

4}
(a) ¡ Vean vmds para lo que sirven los incrédulos }
¡fara aguar las funciones mas divertidas.
DE LA RELIG. CRIST. 99
omitido por Lamonardaye , en su historia
de los diablos de Loudun.
Moncouis ha dado mucha celebridad ú
U visita que hizo á la superiora de las Ur
sulinas de Loudun. Se le hizo aguardar largo
tiempo en el locutorio ; y, cuando ella llegó,
le mostró, en la mano izquierda, escritas
en letras de sangre, las palabras , Jesus,
María, José, y Francisco de Sáles. Cuando
iba á salir , indicó el deseo de volver á ver
la mano de la religiosa , y ella se la alargó
al traves de la reja. « Entonces, dice, le hice
la observacion de que el color de las letras
no estaba tan subido como cuando ella vino
al locutorio ; y , pareciendome que las
letras se descostraban , y que toda la cutis
de la mano parecia levantarse , como si hu
biese sido una película de agua de engrudo
desecada , me llevé , con un ligero frota
miento , parte de la pierna de la letra M ,
«osa que la sorprehendió mucho, aunque esa
parte quedó tan hermosa , como las demas
partes de la mano : quedé satisfecho con,
tanto, y me despedí de ella. » -
El príncipe de Gondé experimentó por
sí mismo que hay mucha trapacería en ma
100 *>E LOS APOLOGISTAS
teria de obsesiones. Habiendo tenido la cu
riosidad de ver á las pretendidas obsesas de
Borgoña , y de examinar por sí mismo lo
' que se d¿cia de ellas , llegó precisamente
al tiempo (i) que una de las endemoniadas
hacia su papel, y se acercó a ella. Díxosele
que , cuando se le ponia sobre la cabeza
un relicario , nombraba todos los santos y
santas de que habia reliquias. El príncipe ,
que se acordó en aquel momento que su
relox estaba parado , le sacó del bolsillo ,
y le puso, como si fuera un relicario, sobre
la cabeza de la obsesa : esta comenzó á
recitar la leyenda , y á nombrar un grau
número de santos y de santas de que debia
de haber reliquias. El príncipe le dejó decir
cuanto ella quiso, y, concluida la letanía,
le enseñó el relicario . La endemoniada se
enfureció, declamó contra el príncipe, é
hizo un ademan de lanzarse sobre él ; y
entónces fué cuando el príncipe dijo esta,
agudeza : Señor don diablo , si vmd no se
está quieto, yo apalearé fuertemente- su
estuche (2).
(1) Cartas de Saint-Andró , p. 26£,
(-*) Si«graisiann , p. i5j.
DE LA RELIG. CRIST. 101
Este siglo se parece á los precedentes.
El ahogado Chaudon ha indicado que tenia
noticias de una impostura de esa especie,
pero nonos dalos pormenores. Solo nombra
al principal autor, que era el padre Dubois ,
jesuíta , y dice que el resultado de sus exor
cismos sobre la pretendida obsesa se re
dujo á una preñez (a). La escena pasó en
Nevers.
De algunos años acá , un prelado célebre
por su zelo en favor de la causa, y por su
credulidad , no ha podido menos de ex
clamar (i) : « ¿Cuál es el obispo que haya
regido con vigilancia durante muchos años
su diócesis , y no haya confundido y re
chazado mas obsesiones falsas , milagros du
dosos y visiones equívocas que cantas cosrs
de estas hayan sido criticadas por la malig
nidad de los hombres del siglo (b)1 »
Historias semejantes han hecho decir ni
juicioso cardenal Ossat (a) : « Que es lan

(a)Tor fin , esto es aumentar la cristiandad.


(i) Discurso preliminar á la vida de Maria á-la-Coque,

(A) ¿ Quiénes mas incrédulos que los mas creyente*?


(a) Carta 220 , t. III , p. 407 y /JuS.
102 de los Apologistas
obscura esta materia por los fraudes- que
en ella se cometen, y la semejanza de los
efectos del humor melancólico con los del
diablo , que de diez pretendidos obsesos ,
apenas se hallará uno que en realidad lo
sea. »
Generalmente , reyna entre los médicos
la misma divergencia de opiniones que entre
los teólogos. Tal es (a) tambien la opinion
de Saint-André (i) , cuando dice : « No be
visto casi nunca nada que pueda caracte
rizar una verdadera obsesion : lo que he
hallado comunmente, es impostura, artificio,
blasfemia, a
Mucho antes del nacimiento del cristia
nismo, estaba -difundida en todo el mundo,
la opinion de que habia nombres y palabras
que tenian por sí mismas tal virtud que,
con pronunciarlas , se curaban las enfer
medades y se ahuyentaban los espíritus ma
lignos. En Efeso nació ó se perfeccionó
esa ciencia (2) ; y por tanto se dió á esas

(«) No cual la de esos médicos , sino cual la del car»


denal Ossat.
(1) Cai tas particulares , p. 256.
(2) Basnage , HUtor. de los Judíos , 1. 3 , c. 2^,
DE LA RELIG. CRIST. Io3
palabras el nombre de letras efesianas.
Orígenes (i) nos dice que los sabios de
Egipto, los magos de Persia, los bracmancs
y samaneos de la India , estaban persua
didos de la eficacia de ciertas palabras. Esa
doctrina pasó de ellos á los cristianos. Se
sabe la eficacia que Basílides atribuía á la
palabra Abraxas , y que el Abracadabra
ha pasado largo tiempo por un poderoso
talisman.
Lqs heracleonitas (2) tenían una fórmula
compuesta de nuestras voces bárbaras, que
aconsejaban recitar al artículo de la muerte,
por creerlas capaces de recbazar las poten
cias invisibles. Se bailan esas palabras en san
Epifanio (3). Orígenes (4) nos dice que los
nombres Sabaoth y Adonai , pronunciados
con respeto , tienen una virtud admirable.
Se Lacia uso de ellas como de un remedio
infalible contra algunas enfermedades (a).

(i) Orígenes contra Celso , p. 19.


(a) Clemente Alexandrino, L ¡J.
(3) Hom. 36, p. 260.
(4) Orígenes contra Celso, p. 19, 178 y 184.
(«) Y ¿porqué no contra todas? ¿Eran específicos?
)04 DE LOS APOLOGISTAS
Marcelo (i) asegura que , para curarse de
dolores de entrañas , basta colgar del cuello
una lámina de estaño con estas palabras : Tn
nomine Dei Jacob, in nomine Dei Sabaoik .
Los Egipcios habian repartido el cuerpo
humano en treinta y seis partes , que habian
colocado , cada cual de ellas , bajo la pro
teccion de alguna divinidad ; y se imaginaban
que , cuando esas partes sufrían , bastaba
pronunciar el nombre bárbaro de la divi
nidad protectriz , para quedar aliviadas al
momento (a). He aquí algunos de esos nom
bres : Ehnaccehunna , Encetsicut , Bin ,
Eris , Crebin, Romanor, Recanoas' (2).
Los antiguos (3) estaban persuadidos de
que , pronunciando ciertas palabras, podian
preservarse de los males que los amena
zaban. Así , era un principio admitido entre
los médicos, quehabia enfermedades que se
curaban , recitando ciertos versos. Veteres

(i) De medicamentis empyricis , 1. ai.


(a) Esto ya era uñ sistema completo de medicina
mágica.
(a) Orígenes contra Celso, p. 19, 178 y 184.
(3) De medicamentis empyricis, 1. 2i.
DE LA RELie. CRIST. IOS
medici, dice Apuleyo , eti<im carmina re
media vulnerum nórunt. Esta idea des
cabellada ha tenido aceptacion en los últi
mos tiempos.
Los profanos mismos se valían del nom
bre de J. C. en sus supersticiones. El .Tutor
incógnito del Tratado sabre el bautismo
de los hereges, sostiene que la eficacia do
ese nombre es tal, que aun los paganos hacian
milagros, pronunciándole.. San Epifíiino (i)
asegura que habia judios que curaban en
fermedades con la pronunciacion de ese
nombre (a). En otro tiempo, los mágicos
mezclaban en sus conjuros el nombre de
J. C. con los demas nombres, de que se
valian : san Agustín (2) nos lo dice : Illiipsi
qui seducunt per ligaturas , per cantatio-
nes , per machiname nta inimici , permis-
cent percantationibus suis nomen Christi.
Habia una condicion indispensable para
que las palabras conservasen toda su virtud.

(1) Epifanio ,1. 3o , n°. 5.


(») Mas afortunados eran que muchos cristianos de
esto tiempo.
(2) Tract. j , in Joannem.
5*
106 DE LOS APOLOGISTAS
Era preciso que fuesen pronunciadas en la
lengua original , sin lo cual eran inefica-,
ees (i) ; Orígenes mismo lo creia así. Lxr-
ciano se mofa con gracia de esos dis
lates en su Filofendo. Presenta un cierto
Linómaco , que sostiene seriamente que la
grasa de una corza unida á su pata derecha
y al pelo de su hocico, tiene grandes vir
tudes , con tal que se sepan las palabras que
se deben decir : -« ¿ No sabes pues , añade ,
que se suspende cada dia la liebre con- en-- '
cantos , que se hechizan las serpientes , y
que se curan las enfermedades con ciertas
palabras que las viejas saben ? »
Este método de curar por medio de pa
labras , ha sido muchas veces prohibido.
Leonardo, Duvair y Dulnurent (2) hablan de
una ley de Atenas , que mandaba que nadie
se dedicara á curar con palabras. Y á tal
grado llegó la prohibicion , añaden , que ,
informados cierto dia de que habia en Acaya
una muger que curaba con el auxilio de al-

(1) Vandal., de divihat. idol.,j,. 5o$. JambL,l: 7,.


o. 5.
2) Thiers,delas supersticiones, L &, c. 3,t. I, p. Íg3.
»E LA RELIG. CRIST. ICJ
gunas palabras , la condenaron á ser ape
dreada , diciendo que los diosas inmortales
habian dado , en efecto , el poder de curar
á piedras , hierbas y animales, pero no á las
palabras. Sea esto cierto ó no , lo que sí es
cierto , es que el emperador Valentiano
condenó á muerte una vieja (i) , porque
trataba de curar con palabras fiebres interT
mítentes. Tambien mandó cortar la cabeza
á un jóven que quería curar la epilepsia
pronunciando siete letras del alfabeto (a).

(i) Amano Marcelino, 1. 9.


¿a] Este emperador no quería curas muy baratas.
IOS DE LOS APOLOGISTAS

»»1»\»\1^rt«W\^W\1WVv\»V\Ul\V\W\*WVl\\V\W\W\WW\\W\»V\»V»

CAPITULO VI.

JEl cristianismo no halló acogida al prin


cipio sino en el populacho. Autorídadl
de esta aceptacion.

Los apologistas del cristianismo colocan en


el rango de sus argumentos victoriosos , la
acogida favorable que dieron los pueblos á
la religion de J. C. San Agustín dice decidi
damente que la conversion del mundo-
( estas son sus palabras ) , es el mayor de
todos los milagros , y que él solo bastaría
para determinar á todo honíbre sensato &
preferir la religion cristiana á todos las
demas. Para juzgar con acierto del valor de
ese raciocinio^trasladémonos á los primeros
siglos de la iglesia, y examinemos cómo se
ha introducido en el mundo el cristianismo.
El pueblo , siempre crédujo , y por con
siguiente mas susceptible de seduccion que
los grandesylos filósofos^ abrazó desde luego
DE LA RELIG. CRIST. IOg
la religion cristiana. Los evangelistas con
fiesan que J. C. no era seguido sino de la
plebe , y él mismo da gracias á Dios de haber
preferido los pobres á los sabios y prudentes.
San Pablo nos dice que en la iglesia habia
pocos sabios segun la carne , pocos podero
sos, pocos nobles; que Dios habia escogido
lo queá los ojos del mundo era necio,. débil,
miserable.
Esto es lo que echaron en cara á los cris
tianos sus primeros enemigos. Si creemos
á Cecilio , los que Octavio defendia , se
hallaban en la miseria y la indigencia : Ecce
pars vestra , egetis , algetis , opere , /ame
laboratis (a). Lo mismo dice Celso ; añade
que no era difícil el engañar á una multitud
ignorante é iliterata , y pretende que lol
cristianos no buscaban prosélitos sino entre
imbéciles, esclavos, mugeres y niños ; asi
los compara á los cubileteros que no quieren
por testigos de sus juegos sino niños y gentes
rudas.

(a) Se puede aplicar á J. C. lo que se dijo de Antis-


tenes : Esurire docet , et discípulos invenit. Sin em-
bargo , razones tirvo muy poderosas para predicar tan
árido sistema.
irO CE LOS APOLOGISTAS
No dejó Juliano de echarles en car» eso
mismo. Aseguró quelos primeros predicado
res del cristianismo no habian podido conver
tir sino á esclavos y hombres de poco mérito.
Los autores cristianos no han tenido reparo
en convenir que el cristianismo, en su orí-
gen, no se componia sino de un hato de
miserables.. -
«Es cierto, dice Puffendorf, que, des
pues de la ascension del Salvador del mundo,
cuando los apóstoles comenzaron a difundir
muy lejos la doctrina de la religion cristiana,
con arreglo á la orden que habian recibido
de su maestra, hicieron en b/eve grandí
simos progresos en la conversion de los ju
dies y demas naciones, pero principalmente
'de la gente plebeya , que hasta entonces
habia estado sumergida en las densas ti
nieblas de la ignorancia y de la supersti
cion, que pasaba una vida de miseria y ca
lamidad , y por esta misma razon , abrazó
con tanto mas gozo y avidez la doctrina del
evangelio , cuanto es indudable que des
cubría en ella luces tan grandes y consuelos
tan poderosos contra las incomodidades de
la vida. Y fué tanto mas fácil á los apósto
DE LA ftüLIG. CRIST. III
les hallar acogida en el ánimo de esta clase
de personas, porque, siendo ellos mismos
de extraccion obscura y de ninguna repre
sentacion , tenían ocasiones de conversar
familiarmente con ellos como con iguales
suyos. Pero entre personas elevadas por su
nacimiento y dignidad , así como tampoco
entre los doctos, no se halló al principio ,
casi nadie , que quisiese abrazar esa religion,
ó que la considerase digna de examen (i). »
El padre Mauduit (2) habla del mismo
modo : « Su ha hecho la observacion , dice ,
que pocos grandes y ricos entraban en una
sociedad tan poco complaciente para todas
sus inclinaciones. » Abadía (3) y Leclerc (4)
tienen el mismo lengunge. Las expresiones
del último son dignas de referirse; «cuando
J. C. predicaba el evangelio á los judios,
dice , parecía que los doctores de la ley
debían ser los primeros en abrazarla , por

(1) Pufíendbrf , intr. á la liist. , t. VI , p. 174-


(2) Trat. de la Relig. crist. contr. los Ateos, 1. 7, c.
7,p. 78.
(3) AKadie , t. II. , c. 2 , p. 8.
(4) Parrhasiana , t. II. , p. 10$
112 BE LOS APOLOGISTAS
ser mas capaces de examinar los milagro*
de J. C, y de conocerla excelencia de su
doctrina, que no lo podia ser el valgo : del
mismo modo , cuando el evangelio fué pre
dicado por los apóstoles , pocos fueron los
filósofos que le abrazaron ; mas, al contra
rio , fué grande el número de ignorantes
que se sometieron gozosos á la religion
cristiana (i). »
El crítico del abad Houtteville ba hecbc>
sobre este punto reflexiones que merecen
ser examinadas. «No deja de ser extraño r
dice (2) , que los primeros discípulos de
J. C. bayan sido los Hombres mas despre
ciables y mas ignorantes de la tierra , y#
por consiguiente, los mas susceptibles de
credulidad grosera. No son ni los doctos
Fariseos ni los virtuosos Esenios los que
abrazan ese partido , los que dan fe á su
doctrina y se dejan arrastrar de sus milagros,
eino hombres, de la hez del pueblo , pesca
dores estúpidos y groseros , recaudadores
desnudos de ciencia y delicadeza , como

(1) De la incredulidad , part. I , c. I , p. 2j.


(2) Carta 10 , p. i63.
DE LA RELIG. cniST. Il3
gentes de esa especie lo son siempre , mu-
geres perdidas y desacreditadas por su li
bertinaje. He ai, se dice, los fundadores
del cristianismo, los autores de la reforma
del universo , los ministros , los apóstoles
de J. C. »
Lo mismo ha sucedido en la China y el
Japon, cuando la religion cristiana fué
anunciada en estos últimos siglos. Las per
sonas distinguidas y letradas no escuchaban
á los misioneros sino con desprecio (a) ,
como lo confiesa el padre Lecomte que ,
con esta ocasion, dice : «no es nuevo el
que los pobres sean en la iglesia la parte
mas querida y la mas preciosa heren
cia, (i) »
(«) Al oír la pronunciacion animada.de nuestros mi
sioneros , decian fríamente los Chinos ilustrados : Si
tiene razon , ¿porqué se enfada ? En t fecto , la con
viccion pertenece ála ideología , las funciones de la re
tórica se ciñen á mover , y no pocas veces se dirigen á
seducir. Fuera , pues , de la' arena polémica los movi
mientos oratorios. La declamacion , como lo ha dicho
ingeniosamente un hombre de talento, cuyos princi
pios políticos , dígolo de paso , estoy muy lejos de pro
fesar, la declamacion , repito, es la elocuencia del
error. . ,
(i) T. II , p. 294 y 35o,
Íl4 DE LOS APOLOGISTA*
La causa de haberse extendido tanto la
religion cristiana en el Japon fué el gran
número de personas miserables. El autor -
de la embajada memorable de la compañía
holandesa de las Indias lo asegura. «Puede
decirse que jamas nacion alguna estuvo
mas dispuesta al cristianismo ni mas ansiosa
de él, son sus expresiones (i) , que la na
cion japonesa , y que en ninguna parte ha
hecho la fe progresos tan asombrosos como
en el Japon.» La primera razon que se da
para explicar ese fenómeno , y que es la
principal , es que hay en ese pais un número
prodigioso de pobres , que se hacen cris
tianos por desesperacion, esperando hallar
pronto así el término de sus penas .en la
muerte que estan seguros de atraerse , ha
ciendo esa profesion (a).
(i) T. III, f. 188.
(a) Puede ser que esa haya sido una de las razontís»
subsidiarias de los progresos del cristianismo en el
,Japon , pero no creo fuese la piincipal. ¿No podian
quitarse la vida á sí mismos esos miserables ? Su reli
gion no proscribe el suicidio; y, si nos atenemos á las
relaciones que se nos han hecho acerca de ese pais ,
tampoco sus costumbres le rechazan. Otra , pues , ha
debido ser la razon fundamental. Idease la nota al fin.
¿el capítulo.
DE LA RELIG. CRIS*. Il5
Numerosos hechos consignados en las
historias de la antiguedad nos enseñan que
el vulgo se presta siempre á la seduccion ,
desde que se presenta alguien que la intente,
y que casi siempre admite los mayores ab
surdos con el mas leve motivo y sin examen
.ninguno ; pero una experiencia muy reciente
nos demuestra que el testimonio de la mul
titud no es de valoralguno, cuando se trata
de milagros y cualquiera otra cosa extraor
dinaria. La Europa entera acaba de ver con
qué facilidad se ha alucinado á la mitad de
una de las mayores ciudades del mundo, con
motivo de los pretendidos milagros del diá
cono Páris , y los rápidos progresos que ha
hecho en un momento por toda la Fran
cia la creencia de esas supuestas maravillas.
Se veia, segun lo dice, uno de los prelados
mas respetables de la iglesia romana (i) ,
una multitud de personas de todas edades,
sexos y clases , que aseguraban haberse
curado milagrosamente (a).

(i) Instrucc. past. del obispo de Montpelier, 1^33,


p. i3.
(a) Agreguesela historia de los vámpiros, que halló
tai) buena acogida en el P. Calmet.
Il6 DE T.OS APOLOGISTAS
Hay, ademas , una notable diferencia en
tre lo acontecido en París y en Jerusalen,
diferencia que los defensores de los nuevos
milagros pueden alegar en su favor. Estos
últimos han hallado crédito, no solo en el
vulgo , sino tamhicn en personas consti
tuidas en dignidad , en magistrados , ejx
sacerdotes , en vez que no se presenta en
favor de los primeros milagros sino un po
pulacho no menos crédulo que incapaz de
examen. Los milagros del diácono Páris
han tenido la ventaja de haber sido discu
tidos y examinados por cirujanos , eclesiás
ticos , y otras personas ilustradas que , des
pues de largas reflexiones , han creido que
habia en ellos alguna cosa sobrenatural.
No puede decirse otro tanto de los otros.
Si los sabemos , es por el canal legítima
mente sospechoso de personas interesadas
en emplear el fraude , cuando tratan de
hacer triunfar su causa , y no tienen mas
garantía , que la de unos libros cuya auten
ticidad no se halla tan bien probada como
el vulgo se lo imagina.
Cuando se quiera hacer el parangon entre
Jos que creyéron en J. C. en el primer siglo,,
BE LA RELIG. CRIST. llj
y los que se negaron á creer las maravillas
que los cristianos propalaban , me parece
que resultará un contraste poco favorable
á los primeros. Por una parte , se verán
rústicos , artesanos y mendigos que afirman
hechos inverosímiles ; por la otra , se veran
sacerdotes , magistrados , un tribunal respe
table, una nacion entera , todas las personas
ilustradas del mundo , despreciando todas
esas relaciones ó tratándolas abiertamente
de imposturas. Y es mas fácil de concebir
que un liviano é ignorante vulgo haya sido
engañado, que imaginarse que , si esos mila
gros hubiesen tenido algun fundamento en
su favor, no hubiera habido un hombre
distinguido, que se hubiese propuesto exa
minarlos , y que ninguno de cuantos habia
respetables por su nacimiento , sus talentos
y dignidades , no los hubiera creido verda
deros. Este seria el lugar mas oportuno para
citar lo que han dicho los hombres mas
grandes contra la voz del pueblo , que
Cbarron caracteriza juiciosamente de mala
Jianza (i). Seneca lo habia dicho ántes. ;

(i) Charron , 1. a, c. i, p. 277,


Il8 BE LOS APOLOGISTAS
jírgumentum pessimi turba (a); y en esto
no habia hecho mas que ser el eco de Cw
ceron, que dice (i) : Quasi tibi ipsi in ju-
dicando placeat multitudo . - Lactancio (2)
se ha aprovechado de esas reflexiones , en
la observacion que ha hecho de que el
voto de algunos hombres ilustrados es pre
ferible al testimonio de una muchedumbre
ignorante. ¿Quis autem nescit plus e'sse
momenti in paucioribus doctis , quam in
pluribus imperitis ?
No era solo en Judea , donde el espíritu
de partido podía oponerse á los progresos
de la verdad, no era solo en Judea donde
subsistía esa maravillosa incredulidad ; la
habia tambien en Roma y en todas las ciu
dades principales del Imperio, á pesar de
los esfuerzos que hacían los cristianos por
persuadir los milagros del autor de su re
ligion (¿). Los hombres grandes de esos pri-
(a) y tambien dice : /Estimesjudicia,non numeresi
(1) De divínate, 1. I , c. 3g.
(2) Lactancio, 1. !\ , c. 2, p. 35.
(¿) Siempre se ve que los hechos notorios encuentran
mas crédito en el país en que acontecen , que no en
paises lejanos. No sucedió así con los milagros de J. C. ,
Dios quiso , en esle caso, desmentir la regla general^
DE LA relig. cmst. • ng
ineros tiempos , que han tenido ocasion de
hablar de esa secta naciente, la tratan con
el mismo desprecio que nosotros trataríamos
á los profetas delDelfinado, 6 a los fanáticos
de las Cevénes , si tuvieramos que hablar
de ellos en alguna historia que escribiese»
mos (a),

(a) Hay quimes sostienen que el cristianismo fué


una religion de circunstancias , y su raciocinio es el
siguiente :
« Un sistema de circunstancias se arregla á ellas en
cus principios fundamentales , y á ellas el cristianismo
se arregló.
» Cnando nació la religion cristiana , el mundo era
esclavo j ilotas casi todos ios hombres. La señora del
mundo , Roma , no contenia en su seno sino cuatro
Cresos insolentes, en medio de una inumerable turba de
Iros degradados. Un sistema que, proclamando abier
tamente la igualdod y la libertad , ó , lo que viene á
ser lo mismo, la fraternidad, fulminase rajos Contra
el orgullo del-poderoso , el fausto del rico y la presun
cion del sabio , y convirtiese , en mérito exclusivo para
una felicidad ulterior, la humillacion , pobreza é igno
rancia voluntarias , debía atraerse necesariamente todos
los hombres pertenecientes á la clase desamparada, es
decir , la casi totalidad de los moríales. Y , si á ese
atractivo agregase una docilidad Completa en materias
extra-religiosas , una resistencia meramente pasiva en
las agresiones religiosas que sufriera y una suma flexi
bilidad expiatoria, en especial para los que con tas
120 BE LOS APOLOGISTA»

iawwv\ww.WAWWWWWWW\Awwwwwwwvww\ww>wwwwwwwW>1

CAPITULO VIL

¿El cristianismo debe sus mayores progre


sos á las medidas violentas de los em
peradores cristianos .

ISo sin razon asegura Jurieu que el paga


nismo subsistiría todavía , y las tres cuartas

liberalidades ó proteccion , hienmerecieran de la nueva


doctrina , deberia arrastrar tambien toda la alta clase ,
excepto los sacerdotes y sus satélites , únicas perso
nas que debían perder necesariamente en el cambio
de ideas religiosas. Este cuadro conviene exactamente
á la religion cristiana ; los evangelios , los actos de los
apóstoles y la historia eclesiástica lo prueban. Debió,
pues, triunfar el cristianismo; y no es el mayor de
los milagros , sea dicho con permision de san Agustín
y demas apologistas de la religion cristiana , no es
el mayor de los milagros el que el evangelio haya tri
unfado en el siglo IV°. ¡ el mayor de los milagros es
que no haya triunfado en el primero. Esta es una
nueva prueba de que pueden valerse los nuevos defen
sores del cristianismo. »
He ai en substancia lo que dicen algunos incrédulos ,
pero esas cavilaciones no deben alterar nuestra fe. La
esfera de la fe cristiana está muy alta ¡ la de la ciencia
humana no la puede alcanzar.
BE LA RELIG. CRIST. 12 t
partes de la Europa serian paganas , si
Constantino y sus sucesores no hubiesen
empleado su poder en abolirle y substi
tuirle el cristianismo. Contentáronse at
principio con proteger la iglesia. En se
guida , fueron vedados los sacrificios ; mala
mente mirados en la corte , los que per
severaban en la religion antigua ; prohibido,
en fin, bajo pena de la vida el ejercicio de
ella : tal es comunmente la marctyt gradual
de la persecucion. Todos esos hechos son
fáciles de probar por las leyes del imperio ;
presentaremos un bosquejo de ellas.
El rescripto de Amulino (i) es uno de los
primeros privilegios que se hayan concedido
á los cristianos. Por esta ley, que es de 3i3,
mandó Constantino que los clérigos de la
provincia en que mandaba Amulino , que
pertenecía á la iglesia católica , y estaba so
metida á Cecilio , obispo de Cartago , estu
viesen exentos generalmente de toda especie
de funciones civiles , á fin de que nada los
distrajese de su ministerio , ni los separase

(i) Tillemon ,t. IV. Vida de Constantino, art. 3a ,


p. 14&
112 OE LOS APOLOGISTAS
criminal y sacrilegamente del servicio dai
altar, « no ignorando, dice , que los nego
cios públicos sacaran una grandisima ven
taja de que ellos se dediquen al culto di
vino. »
Por el estilo se echa de ver fácilmente
el tono eclesiástico; ese es su lenguage
comun. Las mismas exenciones fueron con
cedidas despues por Constantino á todas
las demas iglesias. El año de 3a i , mandó
que en los domingos no se exerciese nin
gun acto de judicatura , ni se executase ,
trabajo alguno , mecánico , ni ninguna de
las ocupaciones comunes de las~ ciuda
des (i) , exceptuadas las agrícolas. Tam-r
Jiien tuvo la idea de convertir en dias de
fiesta los viernes y sábados , mas parece que
esa idea no tuvo consecuencias.
Despues de haber vencido á Licinio , en
vió , en el año de 323 , gobernadores cris
tianos á la mayor parte de las provincias ,
y estaba prohibido á todas las grandes di
gnidades , aun al prefecto del pretorio , el
sacrificar ó hacer cualquier otro acto de

(i) Tillemon, art. 45 , p. 180,


BE LA RELIG. CKIST. 1 23
idolatría. En seguida , hizo una ley , que
confirmó muchas veces , por la cual prohi-»
bia consagrar nuevos ídolos y hacer nin
gun sacrificio. Compuso por sí mismo un
edicto latino , que dirigió á todas las pro
vincias del imperio ; en él hacia presente la
ceguedad de sus predecesores en el culto
que habian rendido á los ídolos. Exhortaba
á sus subditos á adorar al único Creador
del universo, y á colocar en J. C la es-
. peranza de la salvacion. Les deja , sin em
bargo , á los paganos sus templos ; pero da á
entender que habian sido derribados ya en
algunas partes , y que hubiera deseado que
se hubiese hecho lo mismo en todas. No
obstante temiendo que la obstinacion de al
gunos en el error causase turbulencias , re
comendó á los cristianos que no recurriesen
á la fuerza ni á la violencia... El zelo de -
este emperador se acrecentó con el trans
curso del tiempo (i). Despojó de sus rique
zas á los templos paganos , hizo sacar de
ellos las estatuas principales , y ni aun res
petó siempre los templos ; pues hizo derri-

(1) Vida de Constantino, art. 54 , p. 2o4y art. 55.


124 DT L0S APOLOGISTAS
bar en unos los vestíbulos, y en otros los
techos que los cubran , para que se fueran
arruinando ; y aun hizo demoler hasta los
cimientos algunos de los mas célebres , y
donó las rentas á las iglesias.
En seguida , prohibió las fiestas y solem
nidades paganas (i), y tuvo la satisfaccion
de ver que su zelo no era infructuoso ; pero
el deseo de agradarle y de merecer sus fa
vores contribuía mas á la mudanza exterior
que ningun otro motivo (a) , Tillemon lo
confiesa , y no se puede dudar de ello , al
ver que muchos de esos nuevos cristianos
no dexaban de ser paganos de corazon. En
fin , este príncipe sació su zelo religioso ,
haciendo morir al filósofo Sopatro (h) , para

(i) Vida de Constantino, art. 56.


(a) No puedo resistir á citar los hermosos versos ds
Claudiano sobre este objeto :
Regis ad exemplum totus componitur orbis ,
Nec sic flectere sensus
fiumanos edicto valent, quam vita regentis.
Quand Auguste buvait , la Pologne ¿tait ivre.
(i) Este sí que entendia en toda la fuerza de la, exr
presion el compelle if}traiy>
DE LA RELIG. CRIST. 125
hacer ver , segun Suidas , el odio que pro
fesaba contra el paganismo.
Constanle y Constancio , sucesores de su
padre Constantino, manifestaron mas ardor
todavía en favor de la religion cristiana.
Publicaron , en 34 1 > una ley que prohibia
absolutamente la supersticion (i) y la locura
de los sacrificios, bajo pena de sufrir, sin
misericordia , el rigor de las leyes. Créese
que este edicto es de Constante (2) , á quien
alaba algunos años despues Julio Fírmico
Materno , por haber demolido los templos.
Otra ley de Constancio , que se dice ser
de ocho años despues (3) , prohibe los sa
crificios bajo pena de la vida ; manda que
se cierren los templos para todos , y ame
naza con el último suplicio á los goberna
dores de provincias que no hicieren obser
var ese reglamento. Esta ley fué confirmada
el año 356 por el mismo Constancio (4).
Habiendo Juliano subido al trono , se

- (1) Cod. Teodos. , t. VI, 1. 16; t. X, p. a5i.


(2) Tillemon , vida de Constantino , art. 7.
(3) Cod. Teodos., t. VI, p. a63^
(4) Idem , ibid. , p. a66.
126 DE LOS APOLOGISTAS
declaró por el paganismo , y este , en con
secuencia , volvió á, ser la religion domi
nante. Su sucesor Jovino (i), aunque buen
cristiano , permitió la idolatría.
Mas zeloso Valentiniano prohibió, bajo
pena capital , las ceremonias paganas , las
supersticiones mágicas y los sacrificios noc
turnos (2). Créese que fué autor, ó parti
cipé en el edicto que despoja los templos
de los ídolos de todas las tierras que les
Labia devuelto Juliano (3).
Mitigóse mas tarde , en consecuencia de
las representaciones que le fueron hechas ,
el rigor primitivo de Valentiniano : hay un
edicto suyo (4) que declara que no prohiba
ni la disciplina de los arúspices , ni ningun
otro exercicio religioso permitido por los
antiguos , como no intervenga ninguna ope
racion mágica. Otra ley suya del a5 de Ju
nio del mismo año concede muchos privi
legios á los pontífices de las provincias , y

(1) Tfflemon , t. IV, art. 5 , p. 585. .


(2) Tillemon , t. V, art. 3 , p. 6.
(3) Idem, p. 7.
(4) ffw, P- 9y lo.
sé la RELts. gmst. 127
les da los mismos honores que á los coip-
-des.' Esta conducta moderada ha sido desa
probada por los historiadores cristianos :
Baronio cree que ella fué la causa de las
desgracias de la familia de Valentiniano y
de la funesta muerte de sus hijos (a).
Su hermano Valente no persiguió á los
paganos. No atormentaba , dice Teodoreto ,
sino á los que sostenían la doctrina de los
apóstoles (i). . -
Teodosio imitó el zclo de Constantino.
Prohibió la adoracion de los ídolos en el
Oriente y en todo el Egipto (2). Cirigio,
prefecto del pretorio , fué encargado de
esa comision , que desempeñó con mucha
exactitud. La destruccion del templo de Se-
rápis (3) , fué causa de una grande sedi
cion en Alexandría , y hubo en ella mucha
«fusion de sangre.
Al mismo tiempo que se derribaban los
templos , prohibia el emperador los sacri-

(á) Revelaciones del cardenal Baronio.


(1) Tillemon, vida de Teod., art. 7, p. a5o.
(2) Idem, ibid., art. ig.
(3} Idem, ibid., art. 5a. . ,
i28 de los Apologistas
ficios , y mandaba á los gobernadores de
las provincias y á sus subalternos (i) vela
sen en la execucion de esa ley , amenazán
dolos con que su negligencia seria castigada
con multas muy fuertes.
En fin , el 8 de Octubre del año 392 ,
prohibió Teodosio enteramente las huno—
.lociones de animales bajo pena capital (2) ,
y los mas leves actos de idolatría , como el
incensar , bajo pena de confiscacion de las
casas y tierras en que se exerciese. Añade
Teodoreto que habia publicado una ley que
ordenaba la demolicion de los templos del
politeisimo ; y parece , en efecto , que los
magistrados iban de mano armada por todas
las ciudades á executar esa orden. Los pa
ganos se oponían á esa violencia con todo
«1 vigor que les era posible ; mas al fin la au
toridad suprema logró su intento. •
Márcelo , obispo de Apamea , se hizo
- célebre por su zelo contra los templos pa
ganos. Fué muerto en una expedicion con
tra el templo de Aulona situado en el ter-

(1) Cod. Teod.,t. VI, p. 271.


(2) Idem, t. VI , p. 273. Tillemon , art. 57.
DE LA RELIG. CRIST. . I2Q
rítorio de Apamea (i) : llevaba consigo sol
dados y gladiatores. Sin embargo , no se ha
dejado de colocarle en el número de los
mártires.
Apénas Arcadio llegó á ser emperador ,
cuando confirmó las leyes de su padre con
tra los paganos (2) , y aun los amenazó con
penas mas severas (3) ; lo cual fué causa de
que muchos idólatras abrazasen el cristia
nismo. En consecuencia de las órdenes del
nuevo príncipe (4) , los templos que sub
sistían todavía , fueron derribados hasta los
cimientos.
No era menor la severidad que se des
plegaba contra los paganos en el Occi
dente (5) : aquí fueron excluidos de todos
Jos cargos públicos»; confiscados para el
príncipe los lugares consagrados á la ido
latría , así como tambien todas las rentas y
todos los sitios deffnados para los festines

(1) Tillemon , vida de Teodosio , art. 5g.


(a) Cod. Teod., t. VI, p. 977.
(3) Ibidem.
(4) Tillemon , vida Je Arcadio , art. 6.
(5) Idem, vida de Honorio, art. 2.
6*
1 3o DE LOS APOLOGISTAS
y otros gastos relativos al paganismo. Se
mandó quitar de los baños y demas lu
gares públicos las" estatuas que eran ea
otro tiempo honradas con sacrificios ,
por el temor de que hicieran recaer en la
idolatría.
Mas severo todavía fué Teodosio el mé-
ñor ; condenó á destierro y confiscacion de
bienes, á los que se obstinasen en profesarla
.religion pagana (i) , y creia que los trataba
con indulgencia perdonándoles la vida ;
pero luego fué mas lejos , pues el año de
4.26 impuso pena de muerte á todo el que
exerciese algun acto de la religion pagana.
El emperador Marciano confirmó ese
edicto el año de 45 1 , y se ve por su ley (2),
que no habia ya en el Oriente templos eji
que los falsos dioses fuesen adorados. El
último reglamento sobre esta materia, es del
emperador Leon , y 4(£>e de ser de ^68,.
Ordénase en él que los que , despues de
bautizados., permanecieren en los errores
del politeísmo, sean castigados con pena

(1) Cod.Teod.,t. VI, p. 2S0.


Cod., de JusUniano,
DE LA RELIG. CRIST. 131
capital , y se manda á los que todavía no
hayan recibido el bautismo , se bauticen al
instante.
Toda esa violencia fué necesaria para
convertir á los paganos ; pues se ve que , á
pesar de la proteccion que concedian los
emperadores á la religion cristiana , los
miembros mas ilustres del senado eran muy
adictos á la religion antigua. Esto consta por
la tentativa hecha para el restablecimiento
del altar de la Victoria , y por la demanda
presentada sobre este objeto por Símaco en
nombre de todo el senado (i) : Ubi pri-
mum senatus amplissimus semperque ves-
ter , subacta legibus vitia (a); evomuit diü
pressum dolorem , atque iterum me querc-
larum jussit esse legatum.
No hay duda que hubo senadores cristia
nos que no tomáron parte en esa demanda ,
pero ella prueba que el partido pagano pre-
valecia todavía en el senado : lo que se ve
tambien con claridad, por la diputacion que

(i) Obras de Símaco, p. 287.


(a) Aquí hay una laguna ; y , para llenarla , es pt«-
eiso consultar las obras d« Símaco..
l32 DE LOS -APOLOGISTAS
envió el mismo cuerpo (i) á Valentinian©
segundo en 392 , para pedirle el restableci
miento de los privilegios que habia concedido
Graciano á los templos de los idólatras. Las
sediciones que acontecían continuamente en
la destruccion de los templos de los dioses
falsos , manifiestan que la conversión de los
paganos no ha sido tan voluntaria como nos
-lo quisieran persuadir los apologistas de la
religion cristiana.
En solo un pueblecillo llamado JJfile ,
habiendo derribado los cristianos una es
tatua deHércules (2) , se echaron encima los
paganos, y mataron sesenta, que han sido
colocados en el martirologio romano, en
el número de los mártires , el 3o de Agosto.
Solo pues empleando los medios mas
violentos , se, ha podido conseguir la des
truccion del paganismo , y Ja substitucion
completa de la religion cristiana (ti).
Lo que idebe disminuir la sorpresa que
pudieran causar los progresos del cristia-

{1) Tillemon, vida de ¡TeodoSv, art.'6j„


(2) Tillemon , art. l4,.
(i) Compelle intrate,. - 1 .......
DE LA RELIG. CRIST. l33
nismo , es que , por poco que se acredite
un heresiarca , los pueblos , noveleros , se
apresuran á seguirle ; y , si algun príncipe
llegare á abrazar la nueva doctrina , al mo
mento la mitad de su reyno cambia de re
ligion. Pruébalo la historia de las sectas
antiguas. Las revoluciones religiosas de Lu
lero y Calvino lo demuestran. Todos los
países cuyos príncipes adoptaron la doctrina
de esos hombres célebres , no contienen en
su seno sino luteranos y calvinistas.
Supongamos que en el tiempo en que
Calvino y Lutero declamaban contra la re
ligion romana, toda la Europa se hubiera
hallado bajo la dominacion de un solo prín
cipe que se hubiese inclinado á esas nove
dades , los católicos estañan hoy dia redu
cidos á un número muy corto. La Ingla
terra , la Holanda , diferentes estados de
Alemania, y los reynos del Norte, son un
testimonio seguro de que la mayor parte de
los subditos se dejan llevar muy presto
del ejemplo del príncipe ; y es de notar que
se ha estado muy lejos de emplear contra
los católicos , en los paises en que ha pre
valecido la religion reformada , las pedidas
1 34 DE LOS APOLOGISTAS
violentas de que se valieron los empera
dores cristianos para hacer abjurar el pa
ganismo.
Se insistirá , sin duda , en que las perse
cuciones de los emperadores romanos no
han podido destruir el cristianismo, y sobre
esto hay que hacer varias reflexiones. La
mayor parte de esas persecuciones han sido
de tan corta duracion , que no es extraño
que no hayan producido el efecto que se
prometían los emperadores ; por otra parte,
la extension del Imperio romano oponia
un gran obstáculo á la mala voluntad de los
enemigos de los cristianos, pues no era
fácil enviar simultaneamente pesquisidores
por todas partos , ni difícil á los perseguidos
substraerse al furor de sus verdugos. Mas ,
á pesar de tantas dificultades , si íbs empe
radores romanos hubieran empleado contra
los cristianos, durante muchos años con
secutivos , la misma severidad y exactitud
que las usadas en el Japon para extermi
narlos , es sumamente verosímil que habrían
igualmente logrado el objeto á que aspira
ban. ¿Porqué no seria posible hacer en los
demas países lo que han hecho en sus es-
DE LA RELIG. CRIST. 1 35
ta dos los" emperadores del Japon (a) ? La
religion cristiana "habia llegado allí á estar
muy floreciente ; y ahora no se halla ni un
solo cristiano siquiera (i) (¿).

. (a) Y lo que los emperadores cristianos hicieron


contra los paganos.
(i) Embajada mera, delos Holandeses, p. 107.
(¿) El contenido de este capitulo demuestra que no
hay ideas ni hábitos , por arraygadas que sean , que re
sistan á la lógica constante de la fuerza. Esta lógica
es victoriosa , sobre todo contra el error , cuando se
halla este bastantemente minado. Contra las verdades
universal y altamente importantes , la victoria seria
efímera ; como el fenix , renacerían de sus cenizas , y la
fuerza misma vendría á prosternarse en fin á sus pies,
abandonando las sacrilegas banderas de sus persegui
dores. Ved lo que han conseguido los tiranos , con per
seguir á los filósofos : ser estigmatizados por la reyna
del mundo, la opinion pública. Su reynado va á acabar,
y el de la filosofía llega......
l36 DE LOS APOLOGISTAS

CAPITULO VIII.

Examen del argumento deducido de la con


ducta arreglada de los primeros cristia
nos , de su adhesion á su religion , y de
las desgracias acontecidas á sus perse-
giridores.

Dirase, sin duda, que los progresos de la


religion cristiana han sido acompañados
-de circunstancias que prueban claramente
que hay en ellas algo de sobrenatural. Las
naciones abandonan religiones cómodas para
abrazar una muy mortificánte. En vano la
autoridad suprema persigue á los cristianos,
la providencia atestigua, en diversas oca
siones , que detesta á sus perseguidores.
He ai declamaciones capaces de deslumhrar
á los entendimientos superGciales'; pero
que no pueden sufrir un severo examen.
Es verdad que se vió en los primeros
cristianos un gran amor á la virtud : el
DE LA RELIG. CRIST. 1 37
cristianismo se pareció á todas las sectas
nacientes , en que muchos se resolvieron á
abrazarla por el deseo de la perfeccion.
Sin embargo , nos engañaríamos mucho , si
nos- imaginasemos que no habia un gran
dísimo número de picaros entre los prime
ros cristianos. El nuevo Testamento mismo,
la historia de los heresiarcas deí primer siglo,
y las suposiciones de obras hechas eh ese
tiempo, prueban demasiado la multitud de
impostores y falsarios que contenia lar cris
tiandad.
Por lo demas , la regularidad de conduela
y las austeridades , son pruebas poco con-
cluyentes en favor de la verdad de una re
ligion.
El padre Mauduit, en su Tratado de la
Religion, cap. IX, p. 110, lo ha confe
sado : « Dios , dice , ha permitido que entre
tantas religiones, como ha habido y hay,
no hubiese quizas una que no pudiese pre
sentar algunos exemplos de las virtudes
exteriores que han brillado mas en la ver
dadera. La generosidad , la intrepidez , la
modestia , la moderacion en el exercicio
de un poder absoluto , la fidelidad invio
1 38 DE LOS APOLOGISTAS
lable , la constancia en los tormentos hasta
la muerte , la pobreza voluntaria 4 el des
precio sincero de las riquezas-', la fe y cas
tidad conyugal , la liberalidad con los in
digentes , la compasion con los miserables,
y, generalmente , todas las virtudes cuyo
exercicio presenta á nuestra vista un aspecto
en alguna manera brillante, se hallan en to
das las naciones, y en las falsas religiones
igualmente que en la verdadera. Por eso ,
los paganos tuvieron sus vestales y sus
estoycos , y , por eso , tienen los turcos sus
dervises. Se han visto sectas enteras de fi
lósofos practicar las virtudes mas sublimes
con un zelo admirable , y ser seguidas de
un gran número de personas que no anhe
laban sino la perfeccion. »
* Los pitagóricos son un ejemplo sensible
de esa verdad. No bien habia llegado Pitá-
goras á Crotona (i) , cuando desterró de
esa ciudad el luxo , restableció la frugalidad,
indujo á las señoras á dejar sus vestidos
magnificos y á consagrárselos á Juno, per
suadiendoles que el pudor era el adorno mas
digno del bello sexo. ,
(i) Justino , I. 4o , c. 4-
de la RF.Lifi. ciust. 1 3g
Por lo que toca a la austeridad , nunca
los cristianos la han llevado al punto que los
gentiles de la India ; austeridad que nos seria
difícil de creer, si no fuese aseverada por
testigos oculares.
Muchos siglos ha que Estrabon (i) ha ce
lebrado la aversion que tienen los bracma-
nes al placer. El antiguo autor de las rela
ciones publicadas por Renaudot habia visto
penitentes indios , y habla de ellos así, en la
página 89.
« Hay en la India hombres que hacen
profesion de vivir en los bosques y las cor
dilleras , y de despreciar lo que mas estiman
los demas hombres. No comen sino hierbas
y frutas crudas que nacen en los bosques :
echan un arillo de hierro á las partes des
tinadas á la reproduccion de la especie,
para ponerse en la incapacidad de tener
acto alguno con las mugeres. Hay quienes
estan enteramente desnudos , y algunos se
ponen en ese estado vueltos al sol ; otros
estan cubiertos solamente de una piel de
leopardo. »
Estrabon , 1. i5, p. •¡¡3. Veas* i Bayle , art.
Bracmanes.
l4o DE XOS APOLOGISTAS
Estas penitencias extravagantes son toda
vía de moda en la India. Los últimos viageros
hacen mencion de ellas. He aquí taque dice
Bernier, t. I, p. 121 : « Entre una infini
dad de alfaquíes , ó , como se los quiera
llamar , de pobres dervises ó santones de, la
India , hay un gran número que tienen como
una especie de convento donde hay supe
riores , y hacen cierta especie de votos de
castidad , pobreza y obediencia , y pasan
una vida tan extraña , que yo no sé si lo
podreis creer. Estos son los que comun
mente son llamados Joghis , como si dije-
ramos, amigos de Dios. Se ve una multi
tud de ellos enteramente desnudos, senta
dos y tendidos dia y noche sobre cenizas ,
y con bastante frecuencia , debajo de los
grandes árboles que hay en los bordes de
los taluts ó estanques , ó bien en las galerías
que circundan sus entas , ó templos de
ídolos. He visto en varias partes Joghis que
tenian un brazo, y algunas veces los dos le
vantados y estirados perpetuamente acia
arriba á mayor altura que la cabeza, y en la
extremidad delos dedos unas uñas enroscadas
mas largas que la mitad del dedo auricular,
DB. LA REMG. CIIIST. l^t
segun la medida que yo tomé. Sus brazos
eran cortos y descarnados , como los de las
personas que mueren éticas, porque no se
nutrían bastante en esa postura forzada y
antinatural , y no podian bajarlos para coger
nada, ni para comer 6 beber, porque los
nervios se habian encogido , y las coyun
turas endurecido y desecado. Así , tienen
consigo jóvenes novicios que los sirven con
grandisimo, respeto , como á personages de
encumbrada santidad.
» He visto muchos , continúa Bernier ,
que hacían por devocion las peregrinaciones
mas largas', no solo en desnudez entera ,
sino aun cargados de cadenas de yerro tan
gruesas como las que se les ponen en los
pies á los elefantes , y , por un voto especial,
se estaban siete ú pcho dias- en píe descan
sando solamente sobre sus piernas , que ve
nían á hincharse y ponerse tan gruesas como
sus muslos, sin sentarse ni acostarse, ni
tomar otro descanso que inclinarse durante
algunas horas de la noche sobre una cuerda
tirante puesta delante de ellos : otros que
pasaban horas enteras apoyados únicamente
sobre sus manos , sin moverse , con la ca
l42 DE LOS APOLOGISTAS
beza para abajo y los pies para arriba; y,
de este modo , yo no se cuántas posturas
tan forzadas y difíciles, que no tenemos
nosotros titiriteros que los puedan imitar ,
y todo esto , al parecer , por devocion,
como lo he dicho ya , y por motivo de re
ligion , siendo así que en eso seria imposible
descubrir ni aun sombra de razon religiosa. .
» Entre todos estos de que acabo de
hablar, hay algunos que tienen la reputa
cion de verdaderos santos , de iluminados ,
y perfectos Joghis, ó perfectamente unidos
con Dios : son personas que han abando
nado enteramente el mundo, y que se re
tiran á la soledad , a algunos jardines muy
apartados a manera de hermitaños , sin venir
jamas á poblado. Si les llevan de comer, lo
reciben; si no, se dice que se pasan sin
comer , y se cree que viven por favor del
cielo , en ayunos y austeridades perpetuas;
y, sobre todo, habituados á la devocion,
pasan horas enteras arrebatados en éxtasis ,
en inaccion completa de sus sentidos exter
nos , y en esa situacion se imaginan ver
á Dios. » -
Tavernier, t. V , c. 6, asegura haber
DE LA REUG. CRIST. \fó
visto un alfaquí que vivia en una hoya , en
que no recibia luz sino por un agujero, y
permanecía en ella nueve ó diez dias sin
comer. Habla de otro penitente indio , que
pasaba muchos años sin acostarse ni de dia
íii de noche , apoyándose solo algunas ve-
cer en una cuerda colgada al ayre , que le
pasaba por los sobacos. Hace la descripcion
de otros que tienen hasta la muerte levan
tados los brazos en el ayre ; de modo que
se les forman en las coyunturas unas callo
sidades tan fuertes , que no pueden ya bajar
los brazos. Sus cabellos crecen hasta' mas
abajo de la cintura , y sus uñas igualan en
largura á sus dedos. Permanecen desnudos,
noche y dia , hibierno y verano, en esta pos
tura , expuestos á los rayos del sol y á las
picaduras de las moscas, sin que puedan
valerse de sus manos para espantarlas. He
ai , pues , mas de dos mil años que los In
dios se estan ejercitando en las austeridas
mas pasmosas. « PjTo se ha de creer , dice
Bernier , que ninguno de nuestros religiosos,
6 eremitas europeos, exceda en pobreza,
ayunos , y demas mortificaciones á estos
hombres , ni aun generalmente , á los reli
giosos asiáticos. »
l44 DE L0S APOLOGISTAS
Esto es lo que ha movido á Justino (i)
& hacer esta juiciosa reflexion , que el espí
ritu de ilusion puede obrar cuanto se atri
buye al Espíritu Santo, y que mucho tiempo
ha que se ha observado que esas austerida
des y esas guerras crueles declaradas al
cuerpo , no son pruebas de la verdadera
religion.
Todas estas extravagancias han hecho de
cir á Chardin (2) que, segun habia obser
vado en sus viages , las religiones mas des
razonables eran las mas austeras y mejor
guardadas. Ellas. nos demuestran que los
hombres pueden habituarse á prácticas di
fíciles y á ceremonias penosas, sin tener ra
zones solidas para ello; y que la impostura
y el capricho pueden producir los efectos
mas pasmosos.
¿ No era usada en Egipto la circunci
sion y en un gran número de pueblos del
Asia ? El capítulo 34 del Génesis nos dice
que los siquemitas se sujetaron á ella por
la simple exhortacion de Jacob y de Siquen.

(1) Preocupaciones legítimas, t. I, c. 39, p. 363.


(a) Descripcion de la Persia , part. 2 , c. 8 , secl.p.
DE LA RELIG. CRIST. l45
Y en vista de eso me sorprehendo de que
ira hombre tan grande comoGrocio (i), baya
deducido un argumento en favor de los judios,
de la facilidad con que adoptaron la circun
cision , despues de haber leido en la Escri
tura que sus vecinos la habian adoptado sin
ningun motivo religioso. Los sacerdotes de
Cibéles , en honor de su diosa , se hacian
inhábiles para la propagacion (2) , y los
Asirios , por razones religiosas , se quema
ban el brazo ó la muñeca.
Pero, no hablando sino de cosas recien
tes , es indudable que hay mahometanos tan
llenos de fervor y supersticion , que se re
vientan los ojos despues de haber hecho la
peregrinacion de la Meca , para no profanar
los con otros espectáculos. Paulo Lúeas (3)
asegura haber visto en Roseta uno de esos
ciegos. Hay naciones enteras que lo sa
crifican todo á sus supersticiones. Ce7
lébrase entre los Canarinos una procesion

(1) De verit. relig. Christ., I. 1 , sect. 14.


(2) Luciano , de Deá Syrid.
(3) Viage de Italia y del Levante , porSerment, p-.
i53.. Viage de Lúeas , en 17 14 , p- 190.
7
l46 BE LOS APOLOGISTAS
solemne, en que son llevados los ídolos en
un carro magníficamente adornado de flores,
y montado sobre cuatro ruedas de un gran
dor extraordinario (i) ; sujétanse en los rayos
de esas ruedas , entre el cubo y el aro
mayor , muchos garfios de hierro, y se ar
rojan sobre ellos á cuerpo descubierto los
que quieren señalar su fervor devoto por
los dioses : una vez enganchados , giran si
guiendo el movimiento de las ruedas , hasta
perder la vida. Otros se tienden por el suelo
en los parages por donde debe pasar el
carro , para tener la dicha de ser aplastados
por él. Unos y otros se inmolan gozosos
por la gloria de sus divinidades, en la espe
ranza de obtener una inmortalidad feliz ó
«na suerte distinguida en una generacion
ulterior.
Casi lo mismo sucede en la ciudad de Ja-
grenate, situada en el golfo de Bengala (2).
Hay en ella un ídolo del mismo nombre ,
cuya fiesta se celebra anualmente por el es
pacio de ocho ó nueve dias. En ella la con*

(1) Delon, 1. 1., p. 57r.


(3) Bcrnier, i. I, p, 142.
DE LA RELIG. CRIST. l^"J
currencia es inmensa. Construyese una
máquina magnífica de madera con un gran
número de figuras extravagantes. Móntanla
sobre catorce ó diez y seis ruedas , y en
medio está, á la vista de todos , el ídolo Ja-
grenate. El primer dia que se le presenta
con solemnidad en el templo , es general
mente tan considerable el número de per
sonas que asisten , que upénas hay año al
guno en que no mueran sofocados algunos
de los miserables peregrinos , que llegan
desde lejos rendidos de cansancio : todo
el mundo los colma de bendiciones por
haber tenido la dicha de morir en una oca
sion tan santa ; y, cuando marcha el carro ,
hay personas que se arrojan al suelo bajo
las anchas y pesadas ruedas, que los aplas
tan , en la persuasion de que no puede haber
accion mas heroica ni mr* meritoria , y da
que Jagrenate los recibirá como hijos suyos,
y los hará renacer en una situacion mas
feliz (a).
Lo mismo piensan los Chinos (i). Cele-

(n) Amen.
(i) Embaj. mem. de los Holandeses al Japon, p. aiSi
l48 DE LOS APOLOGISTAS
bran todos los aííosur.i gran fiesta en honor
de Su dios Amida, y asiste á ella un gentío
inmenso. La suerte de los que mueren so
focados es envidiada de los demas.
Así como los antiguos sacerdotes de
Baal , los habitantes de la India se sajaban
todo el cuerpo , cqaudo querian aplacará su
dios , y obtener de él una cosecha abuiu
dante (i).
Gaspar Vitela (2) asegura que ha visto in
dios que se abogaban con la esperanza do
ir al cielo ; y otros que se encerraban en un
tonel , y se morian allí de hambre volun
taria.
• No han podido destruir todavía los turcos
en el Mogol la antiquísima y bárbara cos
tumbre de quemarse las mugeres con los
cadáveres de sus esposos. Consecuencia de
esas ideas extr; » jantes en órden á la divi
nidad ha sido la abstinencia religiosa de
ciertos manjares en muchos pueblos. Sexto
Empírico recogió las nociones extrañas de
las naciones de su tiempo sobre esta materia ;

(if Pedro Mártir, c. 9 , p. /¡5a y ¿¡53.


(2^ Manuel Acpsta , p. i5a y 170,
BE LA REL1G. CMST. l4g
vamos á copiar sus palabras, que son bien
dignas de atencion (i) : « Si examinamos
ahora las diferencias, en comida y bebida ,
derivadas del cuko de los dioses , y guardadas
muy exactamente por los hombres, halla
remos que son considerables. Un judio ó un
sacerdote egipcio , antes que probar carne
de puerco, se moriria de hambre. Un habi
tante de la Libia cree que el mayor de los
crímenes es comer carne de oveja : Sirios
hay que se imaginarían cometer un gran
pecado , comiendo pichones ó carne de
víctimas. En ciertos templos es un acto re
ligioso el comer pescado ; en otros un acto
de impiedad. Si consultamos á los sabios
de Egipto , unos nos diran que es una pro
fanacion el comer la cabeza de un animal ;
otros nos diran que el comer yo no sé qué
parte. Ninguno de los iniciados err los mis
terios del monte Cario comerá cebolla ja
mas.
» Un sacerdote de Venus libio no con
sentiría ni aun en probar el ajo. En unos
templos existe la abstinencia de la menta,

(i) Instit. Pyrrton., 1. 3r C>a3i


l5o DE LOS APOLOGISTAS
la del apio existe en otros ; y hay quienes
dicen que, ántes que habas, cornerian la
cabeza de su padre. »
La adhesion extrema de los cristianos á
tu religion (i) ha sido tambien uno de los
grandes argumentos de los apologistas del
cristianismo. «Cuanto mas se nos persigue,
diceLactancio , mas el número de cristianos
es acrecentado. Seria pues carecer do
sentido comun no inferir de ai que las per
sonas sensatas se deben declarar por nos
otros. »
No se puede dudar que los primeros cris
tianos tuvieron una adhesion muy fuerte á
su religion ; mas tambien la han tenido sec
tarios de cultos despreciables , y esto es muy
fácil de probar. La validez de esta prueba
fué una cuestion en el primer siglo de la
iglesia. Los montanistas pretendían autorizar
su partido con la multitud de mártires que
podian presentar; y, en efecto, era tal su
tenacidad, que se encerraban en sus iglesias,

(i) Diálogo con Trifon, p. 349. Orígenes contra


Celso, p. Ensebio proepar. Evang., 1. 1, c. 4,
p. 9. Lactancio , 1. S , c. 3 , p. 494 ¡ c. 19 , p. i58.
6E LA RELIG. CRIST, l5l
y les pegabnn fuego ellos mismos , para
substraerse así á la violencia de los católicos ,
que querían forzarlos á volver á la ortodoxia ,
prefiriendo quemarse Vivos á correr el riesgo
de cambiar de religion (i). Un antiguoautor
eclesiástico (2), que ba escrito contra los
montañistas , sostiene que el error y el
martirio no eran incompatibles.
- Orígenes (3) confiesa que un egipcio hu
biera sentido , á par de muerte , el verse
forzado á no considerar como divinidades
á los animales que estaba acostumbrado á
adorar , ó á comer manjares que le eran
prohibidos por su religion.
Los mahometanos no ceden á los cris
tianos en respeto á su legislador y en per
suasion íntima de la divinidad del culto que
siguen (4). Un capuchino , que habia vivido
largo tiempo en Ispahan , mostró muchas
veces ai célebre viagero Chardin un Souffi,
tan persuadido de la verdad de su religion
y de la falsedad de todas las demas , que le
(1) Anécdotas , c. II.
(3) Ensebio, Hist. ccclos., 1. 5, c. 16.
(3) Orígenes contra Celso , p. 1 1C y igo.
(4) Viagc de Cbardin; t.V, c. ir , p. 1G0. /
l5a BE LOS APOLOGISTAS
propuso una prueba para conocer quien de
los dos seguía el verdadero camino , y era
el que se precipitaran los dos de lo mas ele
vado de su .casa. El R. P. Rafael juzgó que
no debia tentar á Dios.
Los buenos musulmanes creen tan evir
dente su religion, que se imaginan que todos
los sabios conocen que ella es verdadera (i).
La prueba se puede hallar en una obra de
Azis Nesefi , autor tártaro mahometano , im
presa en turco y latin, en Colonia del Esprea,
año de i665, por Andres Múller : «Que no
haya mas dios que Dios , dice Azis Nesefi ,
y que Mahoma sea su servidor y su enviadoj
¡ó almas religiosas ! esto no es difícil de com-
prehender : mas Ja educacion (a) se opone
al conocimiento de esta verdad, como lo
enseña el enviado de Dios : todos los hom
bres nacen con los principios de la verda
dera fé ; pero unos son educados por sus
padres en el judaismo, otros en el cristia
nismo , otros en la religion de los magos. »
Los últimos siglos nos han dado el bár-

(i) Disertacion lnslfirica del señor delaCroze,p. i33.


(«) No sieiuio mahometana,.
DE LA HELIG. CIIIST. l53
baro espectáculo (a) de un gran número de
hombres que han preferido la muerte á la ab
juracion de los sentimientos que la secta do»
minante de los cristianos coloca en el rango
de los errores dignos de las penas eternas.
Los anabautistas (i) tienen su martirolo
gio , que compone un grueso volumen. El
compilador de sus errores refiere haber
n'sto algunos « agavillados y arrojados al
agua y al fuego atados de pies y manos , sin
lanzar ni siquiera un suspiro de dolor. Co
munmente tenían en la boca esta sentencia :
Bienaventurados los perseguidos , pues de
ellos es el reyno de los cielos. Hubierais
dicho , continúa Florimon de Raymond ,
que eran corderos conducidos al matadero ,
sin quejarse ni agitarse (2). Esta constancia
pasmó de tal modo á los asistentes, que do
podian desechar la idea de que era una cosa
poco cristiana el quitar la vida á esas per
sonas. Su vida sencilla , sus buenas costum

ba)Jiárbaro , de parte d« los opresores ; lastimoso^


de parte de los oprimidos.
(1) Bayle , diccion, art. Anabautistas, nota 5.
(a) Florimon de Raymond , del Tiacimiento de la te-
regia , 1. 1 , c. 6 ;. 1. a , c. 4 , n". 4-
f
1 54 BE L0S APOLOGISTAS
bres , su inocencia exterior , su perseve
rancia en el combate de la muerte y la es
critura citada á cada instante, tenían al pue
blo en una extraña perplexidad. » El padre
Catrou confiesa que la firmeza en los supli
cios era el carácter comun de los anabau*
tistas.
Los luteranos mostraron una constancia
igual , y no lo niega Florimond de Raymond,
uno de sus mas fuertes enemigos : « Por
todas partes babia bogueras encendidas (i).
La tenacidad de los conducidos al suplicio,
que perdían antes la vida que el valor, pas
maba á muchos de los circunstantes; pues
al ver á simples mugercillas solicitar tor
mentos para dar una prueba de su fe , y ,
yendo á la muerte , no dirigir clamores sino-
á Cristo , al.Salvador, y cantar^algunos sal
mos, ó á jóvenes doncellas marchar mas ale
gres al suplicio que al lecho nupcial ; á los,
hombres regocijarse , á la vista de los terri
bles y espantosos aprestos é instrumentos
de muerte que se habían preparado contra,

(i) Florimon de Raymend, del nacimiento de la t««


regía, 1. i, c. 7 ; c. 6, n°. 3.
DE XA REUG.: CBIST. l5Í)
ellos ; y , medio quemados y tostados , con
templar de lo alto de la pira con valor in
victo las tenazadas recibidas , conservar un
rostro y una actitud alegres en medio de
los garfios de los verdugos , y ser como rocas
contra las olas del dolor , en una palabra ,
morirse riendo : ese espectáculo triste y
constante perturbaba en algun modo, no solo
los ánimos de las personas sencillas , sino
aun el de las mas ilustradas , pues no se po
dían persuadir que esas gentes no tuviesen
la razon en su favor, puesto que á costa
de su vida mantenian sus ideas con tanta
firmeza. Seguíase de ai que muchas perso
nas, que hasta entónces no habian tomado
parte alguna en esas disputas, se sentían ten
tadas á examinar lo que inspiraba tanto des
precio de la muerte á esos desgraciados, y
el examen acababa por convertir á los que.
le emprendían. Así, cuanto mayor era el
número de los quemados , tanto mayor era
el de los que renacían de sus cenizas. »
El historiador Thou refiere sobre este
punto una cosa notable (i). Habiendo sido

(i) Thou , prólogo de su historia,


l56 OE LOS APOLOGISTAS
condenado al fuego un hombre por haber
abrazado la religion reformada, sele ató á
un poste para quemarle. Mas humano que
Jos jueces , pegaba fuego por detras el ver
dugo por no aterrarle. Ken , le dijo el
paciente , y enciende por delante ; si j a
hubiera temido elfuego , no estaría aquí.
En mi ha estado el evitarle.
No es necesario recurrir á una fuerza so
brenatural para explicar esos hechos.
«Basta la naturaleza , dice Florimond? c. i,
p. 5 , para hacernos soportar todo génepo
de penas y tormentos, ni mas ni menos, que
esos jóvenes nobles de Lacedemonia ; no
habia en ellos sino la naturaleza sola para
hacerlos sufrir los latigazos que les daban ,
y , sin embargo , conservaban en ese de
suello un rostro alegre y risueño ; y la na
turaleza sola fué bastante fuerte enEseévola,
para entregar , sin apariencia de dolor , sus
manos al fuego , y mirar derretirse la grasa,
con ayre indignado y no doloroso , á fin de
eternizar su nombre con tal acto. »
Nos hemos valido de las expresiones mis
mas de un autor cuyo testimonio no debe
-ser sospechoso á los católicos, cuando habla
BE LA KEL1G. CRIST; -jS'J
en sentido favorable á los protestantes. Se
puede recurrir al mismo autor para hallar
otros muchos hechos semejantes. Siguese
de todo eso que la tenacidad de los hom
bres es uno de los mas débiles argumentos
que se puedan emplear.
Ni aun los ateos han carecido de márti
res. Ricaut nos dice que hubo uno , ajus
ticiado estos últimos tiempos en Constanli-
nopla, y llamado Mahomet Effendi (i) í.
« Lo mas admirable que hubo en eso , dice,
fué que, pudiendo librarse de la muerte con
abjurar su doctrina , prefirió á la retractacion-
el morir en su impiedad ; y decia que su amor
á la verdad le determinaba á sufrir el mar-,
tirio , aunque estaba bien seguro de que no
tenia que esperar por ello ninguna recom
pensa. » . .. i .
Deduzcamos, pues, con Montaigne, la
consecuencia que « cualquiera opinion;
puede ser bastante fuerte para ser soste
nida á costa de la vida. El primer artículo,
continua , que la Grecia juró y mantuvo en

(i) Ricaut, íiístor. del estado presente del Imperis»


•lomano , t. II , c.
l58 DE LOS APOLOGISTAS
la guerra contra los persas, fué que antes
cambiarían la vida por la muerte que sus
leyes por las dePersia. ¿Cuántos en la guerra
entre turcos y griegos, quisieron aceptar mas
pronto la muerte mas acerba que el bau
tismo ? Exemplo que toda especie de reli
gion le puede dar. »
Mas verdad hay en eso que en lo que
dice Houtteville , que no ha habido mártires
sino entre los judios y los cristianos (i).
Asercion mas juiciosa es el decir con
Jurieu (2) , que la prueba que se saca de
la adhesion de una secta á sus ideas tiene
algo de equívoca , pues no es imposible que
haya personas que se encaprichen en un
error ó en una heregía hasta el punto de
querer morir por ese error y esa heregía. No
necesitamos mas pruebas de ese portentoso
encapríchamiento de los hombres por su
religion, que el ver que los cultos mas anti
guos y mas infundados tienen sectarios toda
vía . Sabeos hay aun hoy dia en el oriente que
pretenden haber recibido su doctrina de

(j) La Religion probada por los hechos, p. 408.


(aj Hist. del CaMn. y del Pap. , p. Cr 3 , p. 164.
. /
DE LA RELIG. CKIST. l5g
Sobeo, hijo de Seth (i). Aun hoy dia hay
magos en la Persia y en la-India que obser
van la mismaí religion que en tiempos anti
guos les enseñó Zoroastro (a). Han sufrido
grandes persecuciones de parte de los Sar
racenos ; pero todo lo han aventurado mas
bien que mudar de culto (2). Los armenios
que viven en ese pais, han persistido siempre
en sus ideas religiosas, á pesar de las veja
ciones de los mahometanos y la solicitacion
de los misioneros de Roma ; sin embargo ,
su religion es muy incómoda ; y los que han
viajado por aquellas tierras , afirman que
toda su creencia descansa solamente en las
preocupaciones de la infancia (3).
Tambien se ha formado un gran argumento

(1) Prideaux , hist. de los Judios, I. 3 , c. 1 , p. 323.


(a) Na miraran ciertamente el sabeismo con el mismo -
desprecio que Freret los hombres eminentemente eru
ditos que sostienen que los sistemas metaiisicos de
religion que actualmente se dividen la mayor parte del
globo , no son sino extrañas degeneraciones de la doc
trina de tos sabeos. Veanse las Ruinas de Patmira,.
por Volney , y el Origen de los cultos, por Dupuis,.
(a) Prideaux , 1. 3 , c. 1 , p. a3.
(3) Chardin ,u-VI , p. a3&.
lGo DE tOS APOLOGISTAS
de las desgracias acaecidas á los persegui
dores de Ja religion cristiana. Nadie ignora
que Lactancio ha compuesto sobre esta
materia un tratado ; pero nada mas capaz de
pulverizar esa prueba, que el demostrar que
las sectas miradas con mas horror por la
religion dominante pueden apropiársela en
su favor. Este es el punto en que los mi
nistros Jurieu yLeger hablan con ayre vic
torioso, cuando disputan contra los católicos.
El primero refiel e (i) que un tal Giles
padre , preboste de Saint Pierre le Moutier,
habiendo asegurado a muchos protestante* ,
que habia condenado á ser quemados vivos,
los conducía por sí mismo á París , en conse
cuencia de su apelacion interpuesta ; y que
en el camino le atacó el mal de rabia , de
que no pudo curarse.
Se ha hecho la observacion qne ese ha
sido el castigo comun de la providencia
contra los perseguidores sedientos de san
gre humana ; y se dan por prueba de ello á
Antioco Epifanes , Heródes , Maximino ,
Galeno , y el rey Himeneo.

(i) Hist. del Calvin, y del Pap. ,p. n.,c. l4,P- »94-
BE LA RELIG. CniST. l6l
Las dos columnas mas firmes del partido
católico , los dos enemigos mayores del
calvinismo , el duque de Guisa y su hermano
el cardenal, fueron asesinados en Blois.
Brantome afirma haber oido decir a un prín
cipe, que el mariscal Tavánes , primer ver
dugo de la san Bartolomé , murió rabioso ;
y el autor de los suplementos á las obras
de Cnstelnau dice que los autores princi
pales y mas ardientes perseguidores del
dia cruel de san Bartolomé, perecieron todos *
de muerte violenta.
El ministro Leger , en cuyos escritos se
hallan muchos hechos semejantes , detalla
uno , sobre todo , que merece ser referido
por su singularidad, y le apoya con la auto
ridad de un acta pública (i).
« Tampoco debo olvidar aquí, dice, el
ejemplo de un capuchino , misionero del
Perrier en el valle de san Martin : he aquí
lo que deponen seis de los ancianos prin
cipales y cónsules de ese valle , en un tes
timonio cuyo original conservo , y es de

(i) Hist. gener. de las Iglesias Vodesas,l. i, c. a6,


p. 344- -- "'- '
162 DE LOS APOLOGISTAS
fecha del i3 de Octubre de i636. Por lo»
años de 1626, 1627 y 1628, habia en el
Perrier en el valle de san Martin un predi
cador capuchino , de que los romanistas
hacian mucho aprecio , y que tenia el don de
impudencia y de ficcion para perjudicar á
los fieles del valle , como el de halago de
flexibilidad y de liberalidad para seducirá
los ignorantes , grangearse á los pobres , y
atraerse á los debiles y á todos cuantos estu
viesen en cierto modo disgustados de los
pastores , á causa de la disciplina que estos
exercian contra sus crímenes , hasta tal
grado que se habia ganado ya la confianza
de algunos á quienes habia prometido que
no les quedaría escrúpulo alguno , desde
que le oyesen predicar. Fueron pues á
oir el sermon ; pero todavía , despues de
haberle oido , se hallaban con algunas difi
cultades. El frayle les dijo para convencer
los : Si lo que os he predicado no es cierto,
que el diablo me Heve al instante. No bien
habia pronunciado esas palabras , cuando
cambió de color, se puso negro como el
hollín t tembló y se estremeció , y sufrió
un sacudimiento extraño. Tiendo esto lo*
DE LA KELIG. CRIST. l63
oyentes , quedaron tan aterrados f atur
didos que solo un tal Simeon de Brique
tuvo resolucion para acercarse á socorrer al
pobre capuchino. Apenas sele acercó, hétele
á mi capuchino levantándose en el ayre con
tal rapidez, que todo lo que pudo hacer Si
meon fué atraparle por los pies , y tirarle
acia abajo. Así estuvo disputando cerca de
un cuarto de hora con el diablo á quien se
le llevaría (a) , y , mientras que los demas se
entretenian en hacerse cruces, por fin, el dia
blo le soltó, y se ignora qué fue del frayle des
pues de esta aventura» . Crease de esto lo que
se quiera ; lo que se puede decir , es que no
hay hecho favorable á la religjon cristiana,
mejor probado que este : los que le atesti
guan, eran personas de las mas distinguidas
del país. Pueden verse, los nombres en
Leger ; hablan con la mayor seguridad.

(«) No debitaos rechazar el suceso por inverosímil.


Jacob estuvo luchando contra Dios una noche entera ,
y, por mas que este le suplicaba le dejara irse porque
iba á amanecer, el hijo de Isaac persistió en su em
peño de no permitírselo , sin que le echase la bendicion,
y, la consiguió , aunque á costa de una cojera. Génesis,
cap. 32 , v. 24 y siguientes.
f64 BE LOS APOLOGISTAS
«Lo susodicho, dicen, es públicamente noto
rio tanto entrelos de la religion reformada ,
como entre los de la religion católica de este
valle de san Martin que vivían por ese
tiempo , y no puede sufrir contradic
cion ; lo que nosotros los infrascritos ates
tiguamos con verdad , como cosa trivial é
incontestable , y que hemos oido contar
muchas veces á los espectadores mismos ;
en fe de lo cual hemos dado el presente
certificado firmado de nuestro propia mano ,
el 1 3 de Octubre de i636. »
Los quákaros ó tembladores se han creido
tambien favorecidos del cielo , y han sos
tenido que el juez Bennet (i), muy opuesto
á Fox , habia sido castigado de Dios mila
grosamente.
En fin , hasta los paganos , han podido
autorizar con esa prueba su religion. Ha
biendo Aulo Pompeyo , tribuno de la plebe,
insultado á Partobáces , sacerdote de Ci
béles, que habia venido á anunciar la vic
toria de parte de la diosa , cayó enfermo
luego que volvió á su casa , y murió.

(i) Elrquio, 1. i, r.,jjj.


BE LA RELIG. CRIST. l65
Menófanes , uno de los generales de Mi-
fbidátes, saque ó el templo de Délos (i);
pero ni él ni su amo pudieron evitar la
venganza divina , pues , terminada la expe
dicion , estando ya Menófanes en alta mar,
unos comerciantes que se habian salvado
de la mortandad consiguieron alcanzar la
nave en que él iba , abordarle y quitarle la
vida. En cuanto á la muerte de Mitridátes ,
todos saben cómo fué.
Todos los que robaron el oro sagrado
de Tolosa (a) , fueron desgraciados ; cosa
que dió origen á un proverbio célebre.
Celso (2) se jactaba de poder presentar un
gran número de ejemplos de impíos casti
gados por haber despreciado la religion
pagana. Pueden verse algunos en Lactaucio
y Eusebio (3).
He ai como cada partido pretende justi
ficar sus pretensiones. Estos hechos no
podrian servir de prueba sino en cuanto

(1) Plutarco , -vida de Mario,


(a) De Francia,
(a) Orígenes , t. V,
(3) Lactnncio , 1. 2, c. 7 , p. 164. EuseLió", prepar.
ffvang.j t. IV, p. i3o,
l66 DE LOS APOLOGISTAS
fuera constante que la providencia hubiese
dispuesto que los perseguidores de los justos
hubiesen de ser desgraciados desde esta
vida (a) ; pero , como los que emplean ese
argumento , convienen en que los juicios
de Dios son impenetrables (b) , y hay cri
minales que viven y mueren tranquilos , al
paso que hay santos cuya vida no es sino
una continuada serie de desdichas , no se
puede sacar partido alguno de hechos se
mejantes de que hay ejemplos en todas las
sectas. Tal era el parecer de Montaigne ,
que se explica sobre esto con mucha sen
satez.
« Yo desapruebo , dice (i) , el método
usual de tratar de afirmar y apoyar nuestra
religion con la prosperidad de nuestras em
presas ; pues acostumbrado el pueblo á esos
argumentos plausibles y propiamente de
su gusto , hay el peligro de que' , cuando
acontezcan á su vez cosa8 contrarias y des-

(a) O tuvieran los hombres una revelacion que les


hiciese distinguir las desgracias inflictivas de las que
no son sino probativas ó meramente permisivas.
(6) Para los demas se entiende,
(t) Montaigne, t. I, c. 3i.
DE LA RELIG, CRIST. 167
favorables , sienta vacilar su fé : como se
ha visto en nuestras guerras actuales de re
ligion ; pues , cuando hombres que han ce
lebrado mucho la ventaja obtenida en las
refriegas de la Roche-Abeille en i56c), y
validose de ella como de prueba favorable
á su partido , vienen despues á excusar su
derrota de Moncontour y de Jarnac , di
ciendo que son azotes y castigos paterna
les del cielo , dan facilmente á conocer al
pueblo , á menos que le tengan enteramente
á discrecion, que es tomar de un saco dos
maquilas, y hacer á dos palos. Mejor fuera
hablarle de los verdaderos sentimientos de
la religion. »
l68 DE LOS APOLOGISTAS

CAPITULO IX.

j Son hoy dia mas ilustrados los hombres


que antes de la predicacion del e^a«-
gelio?

uno de los artículos fundamentales de la


religion cristiana, es que, compadecido Dios
del género humano , y queriendo sacarle de
la miseria é ignorancia en que yacia , envió
al mundo su único hijo para ilustrar á los
hombres, é inspirarles el amor de la virtud.
Si no fueren pues los hombres mas ilus
trados y virtuosos que antes de la encarna
cion del verbo (a) , ¿no habrá razon para
decir que esa encarnacion ha sido inútil?
Para ver si los hombres son mas ilustrados
que antes de la venida de J. C, es necesario
hacer una breve recapitulacion de la teo
logía pagana.

(a) Freret sigue la opinion antigua. Volney y Dupuif


siguen otra. Veanse las /tuinas de Palmira , por el
primero, y el Origen de los Cultos, por el segundo.
DE LA RELIG. CRIST. 169
Todas las naciones civilizadas admitían
una divinidad; lo que ha hecho decir &
Aristóteles (Decáelo, 1. 1 ., c. 3., p. 43-4-)» °iue
todos los hombres sostenían la existencia
delos dioses , yá Veleyo {De natura Deo-
rum , 1. 1. p. i84, edit. trad. de Olivet) :
« ¿Qué pueblo , qué especie de hombre no
tiene aun fuera de toda instruccion una pre
nocion de los dioses? En efecto, puesto
que esta no es una. opinion que provenga
de la educacion ó de la costumbre ó de
ley alguna humana , sino una creencia firme
y unánime de todos los hombres , sin ex
ceptuar ni siquiera uno solo , es indudable
que nociones impresas en nuestras almas
ó, mas bien , innatas nos dan el conoci
miento de los dioses, y, como toda nocion
natural, cuando es universal, es necesaria
mente verdadera , es inevitable la admision
de los dioses ; y, puesto que, sabios é
ignorantes, todos concuerdan en. esto, de
bemos reconocer que los hombres tienen
una idea natural de los dioses, ó, Como ya
lo he dicho-, una prenocion. »
Del mismo modo.se explica Ciceron ha
blando por sí en el primer libro de las
.8
170 DE LOS APOLOGISTAS
Tusculanas, y en el primero de las Leyes.
No tratamos aquí de examinar el princi
pio en que se funda , ni de saber si en
efecto tenemos una idea innata de Dios,
no tratamos ahora de esto; y, aunque sea
verosímil que haya todavía pueblos bárba
ros y- salvages que no reconozcan Dios ni
admitan culto alguno , sin embargo , la exis
tencia de un Ser supremo ha sido conside
rada en todos los pueblos civilizados como
el primer artículo de la religion (1).
Platon y sus discípulos tenian ideas muy
rectas acerca de la naturaleza de Dios (2).
San Agustín confiesa que su Dios era incor
poral. «Estos filósofos, dice (3), que la
fama y la gloria han elevado justamente so
bre los demas , han conocido desde luego
que Dios no podia ser corporal. Han bus
cado pues la divinidad en lo inmutable.»
. El dogma de la espiritualidad de Dios ha
sido admitido por los mejores filósofos ,
como lo advierte el antiguo autor de la vida

(1) Historia de la Filosofía pagana , t. I , p. 8.


(2) Fcdon , t. I, p. 71. Rep., t. II , p. 281.
(3) De civitate Dei,\. S , c. 6, t. VII, p. 195.
DE LA RELIG. CRIST. l'Jl
de Homero (i) : no debemos, sin embar
go , inferirlo de todos los pasages en que á
Dios se da el nombre de Automatas ; pues
mucbas veces esa palabra no excluye un
cuerpo ligero y sutil , cosa fácil de probar
por varios testimonios de los antiguos (2).
Los indios piensan sobre la naturaleza de
Dios lo mismo que los cristianos , y en sus
libros se dice que Dios es una substancia es
piritual , inmensa y eterna (3) (a).
Aun los poetas comprehendiéron que no
podia haber sino un solo Dios. El Júpiter
de Homero es mas fuerte que todos los dio
ses y hombres reunidos (4) 4 y el de Virgi
lio gobierna á los dioses y á los hombres (5).
O! qui res homirilimque Deúmque 3
Mternis regís imperiis etfulmine ierres!

(1) Página 336, edit. de Geta.


(-2) Historia de la Filosofía pagana , t. I , p. 62.
^3) Delon , viages , t. III , p. 1 .
(a) Y se hallan tambien la trinidad y encarnaciones
divinas : un Cris-en ó Cris-na, como en nuestros evan
gelios el Cris-tos. leanse las obras ya citadas de Vol-
ney y Dupuis.
(4) Iliada , 1, 8 , v. 29.
(5) Eneida ,1. 1 , v. a33. '
I72 DE LOS APOLOGISTAS
Platon no admite mas que un Dios (1) ;
llámale el padre y el autor de todas las
cosas . « No hay sino un Dios , dice Aristó
teles (2) , á quien se le han dado nombres
diferentes. »
Los mas ilustrados de los paganos conve
nían en que era deshonrar á la divinidad el
ardmitir la pluralidad de dioses. Tertuliano
mismo nos lo dice , cuando hace esta pre
gunta (3) : Nonne conceditur de cestima-
tione communi , aliquem esse sublimiorem
et potentiorem , velut principem mundi,
perfectce potentiai atque majestatis ?Nam et
plerique sic dlsponunt dwinitatem et impe-
rium summa? dominationis penes unum, ut
ofjicia ejus penes inultos esse velint.
«¿No convenís generalmente en que hay
un ser mas poderoso que los demas á quien
se le puede llamar principe del mundo cuya
potencia y magestad son perfectas? El su
premo imperio no pertenece sino á uifo
solo , que se vale de las demas divinidades
como de ministros suyos. »
(■) Plutarco, t. II, p. ,00o.
(a) Aristóteles , de mundo, c. 7 , p. 6.5,
(3) Apolog., c. 2íj, .'
BE LA RELIG. CRIST. 17?
El pagano Máximo, escribiendo sobre
este punto á san Agustin , confiesa que es
.una demencia el negar la unidad-divina, y
aun pretende excusar á los gentiles , soste
niendo que , segun ellos , las diversas di
vinidades no son sino las diferentes virtudes
del Ser supremo (1) : Equidem esse uftum
Deum summum , sine initio , sine prole na
tura; , seu patrem magnum atque magnifí-
cum , quis tam demens , quis tam mente
captus neget esse certissimum ?
Segun Séneca , la divinidad es inmutable,
porque no le es posible dejar de seguir lo
mas perfecto , quia non licet ab optimis
aberrare (a). No hay filósofo que , admi
tiendo la divinidad, no haya confesado que
el Ser supremo debe ser eterno.
Plutarco (3) cree que es posible que haya
nacion que no reconozca Dios alguno;
pero que es imposible hallar una , que ,
creyendo en Dios , no admita su eternidad
é inmortalidad.

(1) San Agustín, ep. i5, t. II , p. áo.


(a) De beneficiií, 1. 6 , c. 23,- p. 26.
(3) T. II , p. io5. ^
174 BE L0S APOLOGISTAS
Los filósofos mns célebres han creido
que Dios está en todas partes ; siguiendo
esa opinion , hau dicho los poetas : Jovis
omnia plena.
Suponiendo la inmensidad de Dios, Te-
mistio y Simplicio enseñan que las peregri
naciones son devociones incongruentes (a).
«Dios, dicen (1), á quien pretendeis ve
nerar en lugares lejanos , está donde os ha
llais : está en todas parles. Aun los poetas
han enseñado que Dios tenia una ciencia
ilimitada. » Esa doctrina se halla estable
cida en casi lodos los escritos que nos res
tan de la filosofía pagana. Preguntado cierto
filósofo , si los hombres podian ocultar sus
acciones á Dios , respondió que aun los
pensamientos de los hombres eran conoci
dos de la Divinidad. Valerio Máximo atri
buye á Tales esa respuesta. Otros dicen que
es de Ptitaco. Nihil Deo clausum, decía
Séneca.
No solo era un dogma casi universal-

(«) Se conoce que Teniistio y Simplicio no tenían


santuarios á su cargo.
0) Temisiio , oraí. 4 , P- Simplicio , p. 2 , h. 9
DE LA RELIG. CIUST. 1^5
mente admitido , que Dios sabia perfecta
mente todo lo pasado y lo presente, sino
-que ademas los filósofos mas célebres y
el vulgo convenian en que sabia lo futuro.
Los oráculos , tan venerados en todos los
pueblos, prueban cuál era la opinion vul
gar ; y las últimas palabras de Sócrates ma
nifiestan su persuacion de que lo mas oculto
del universo no era desconocido á Dios.
«Voy á morir, dice, os restan todavía bas
tantes dias de vida : solo Dios sabe quien
de nosotros será mas feliz (a). »
Ammonio Hérmes (i) se expresa sobre
esa materia con la misma exactitud que pu
diera un teólogo cristiano. « Debemos de
cir (son sus expresiones) que Dios sabe
lo Focarln y lo futuro del modo que le con
viene , es decir, por un solo aciu :u...»i.! i.
de inteligencia ; y no debemos pensar que
los becbos contingentes hayan de suceder,

(a) El dios de Noe es mas popular que el de Sócrates.


Desciende del cielo él mismo en persona para averiguar
el estado de la torre de Babel. Génesis , c. IL, V. 5.
(i) Comment. art. de interpreta 1. a, 5, 6, p. 207
y 208.
1^6 DE LOS APOLOGISTAS
porque Dios los ha previsto , pues que no
los preve sino como han de suceder. »
-La omnipotencia divina era un dogma
de la filosofía de Sócrates, y Xeuofonte hace
d.'cir á Clearco (i), que todo está sometido
á los dioses , y que su. soberano poder se
extiende á todas las cosas.
Dios es la bondad misma segun los pla
tónicos (2) y los hombres el objeto de esa
bondad. La causa del mal debe ser busca
da fuera del ser benéfico (b).
Las ideas de Platon sobre la providencia
divina son tan ortodoxas, que los padres dé
la iglesia se imaginaron que lashabia tomado
de los libros hebreos. Prueba extensamente
ese filósofo en el tratado de las leyes, que

(1) Expedicion de Ciro, t. II, p. 285.


(2) Platon, de repub.,1. 2, p. 3;j. Munio en Eu-
sebio. Ev. ,1.-11 , p. ;44-
(/.) La coexistencia del nial y de un Ser supremo
elevado á la cúspide de la perfeccion es un problema
de los mas difíciles. Su origen se confunde con el de la
fdosofía , y se aguarda t.-davía su solucion. El dualismo-
explicaría sin violencia esa dificultad cosmológica , pera
las mitológicas le abruman. Y un Ser supremo, sin
suma perfeccion , sucumbiría i todas ellas.
DE LA RELIG. CRIST. I77
la atencion de la providencia se extiende
hasta las cosas mas pequeñas (1).
«Ved pues, Cebes, decia Platon, si de todo
lo dicho no se sigue necesariamente que nues
tra alma es muy parecida á lo divino , in
mortal , inteligible , simple , indisoluble , y
siempre semejante á sí , y nuestro cuerpo
perfectamente parecido á lo humano , mor
tal , sensible , compuesto , disoluble, y siem
pre desemejante á sí mismo : siendo esto
innegable , ¿ no conviene al cuerpo el disol
verse luego j y al alma el permanecer indi
soluble ? (a) (a) »
Los griegos y los romanos creian que la
inmortalidad del alma es una de las ver-

(1) De legilus , p. gno.


(2) FeJon , tracl. de Dacicr, p. 80.
(a) : Qué materia tan interesante para el homhre"
la de la iti mortal idad del alma! Su importancia eclipsa
á los ojos humanos la de tod;¡s las demas. Una atencion
somera apovada solo en el sentido comun ó en analogías'
resuelve facilmente ese proMema , mas la severa filo-
solía rechaza decisiones tan poco autorizadas. Aun no'
íia sido 1 se punto bastantemente sometido al escalpelo-
analítico, y la explicacion es olivia : la invencion de'
ese instrumento es reciente ; hasta el siglo diez y ocho»
no ha sido conocido.
8*
I78 DE LOS APOLOGISTAS
da des que no se pueden contestar sin Im
piedad (Vi) Y aun hoy dia casi todos los
pueblos por bárbaros que sean, estan de
actierdo con los cristianos sobre este punto.
Ha tenido pues el paganismo, sin el
socorro de la revelacion, ideas rectas acerca
de la divinidad y espiritualidad é inmorta
lidad del alma. Veamos ahora si ha lenido
un conocimiento exacto de los verdaderos
principios de la moral.
Es indisputable que los filósofos mas cé
lebres han enseñado la libertad de alvedrío;
creian como nuestros teólogos que sin
libertad no podia haber moral (b). Prado

(a) Sin embargo , Cesar no reconoció la inmortalidad


del alma en el discurso que pronunció en pleno senado
y á presencia de Caton, con el objeto de salvar á Len-
tuloy Cétego, cómplices de Catilina.
(o) Si por moral se entiende un sistema de preceptos
ó de acciones conforme a los principios de ía razon prác
tica , é inseparable del conocimiento que le concierne
y de la determinacion espontanea consecuente á ese
conocimiento , yo no sé porqué sin libertad de ahe-
drío no pueda haber moral , entiendase por esta voz la
ciencia de las costumbres ó las costumbres mismas debi
damente reguladas. Si por moral se entiende un sistema
de preceptos ó de -acciones inseparable de la libertad
de alvedrío , la cuestion se reduce 3. decir que , sin
DE LA RELIG. CRIST. T^g
compuso un libro (i) para conciliar esa li
bertad con la presciencia divina («).
La flor de los filósofos ha creido siempre
que habia cosas esencialmente justas é in
justas , y que habia una ley eterna, regula
dora de nuestras acciones (b). Esta ley

bertad de alvedrio t no puede existir un sistema in*


separable de la libertad de alvedrio, y esto no sufrirá
disputa.
(i) Fabricii bibliot. Gresca , t. VIII , p. 4íA
(0) Esta es otra dificultad como la del bien y del mal
najo la denominacion He un ser sumamente perfecto.
Si las aceiones humanas son producto inmediato ó
mediato de la voluntad divina, f, dónde está la libertad
humana? Y, si no lo son t ¿dónde el poder divino?
Pues, en este segundo caso, es evidente que hay en el
hombre una fuerza independiente de Dios. Ciceron , no-
pudiendo salvar la dificultad entera , salvó la «mitad :
salvó lo libertad de alvedrio á costa de la predetermina
cion divina.
Omitamos las razones que pudieran oponerse á la
libertad (te alvedrio, aun fuera de las deducidas de lar
predeterminacion divina, es decir, la imposibilidad de-
efecto sin causa ó razon suficiente, ó de coexistencia
de causa y lio causa, razon suficiente y no suficiente -
ideas que, á mi parecer, no entraran facilmente en las-
cabezas analíticas.
(A) No puedo aquí pasar en silencio una insostenible
paradoja } renovado poco ha en una de las mas respe
l8o BE LOS APOLOGISTAS
eterna , que debia ser la reguladora de nu
estras acciones, es Dios mismo , á quien los
pitagóricos , seguidos en esto por Platon ,
pretendían que debiamos tratar de aseme
jarnos , en cuanto la flaqueza bumana lo
permitiese.
Los mismos filósofos han echado de ver
fácilmente que nuestras acciones , para ser
perfectas , deben referirse ni origen de la
perfeccion : lo cual hizo decir á Pitágoras (i)
que debemos tener siempre á la vista la
divinidad ; á Plutarco (2), que debemos re-

tables asambleas del mundo civilizado , por uno de sus-


miembros. Este vocal ha negado la existencia dt l derecho-
natural. Para patentizar que su pretendida demostra
cion ha sido un paralogismo, basta presentar el racio
cinio siguiente.
Desde que hay seres , hay relaciones entre ellos j
desde que hay relaciones entre seres , hay exigencias en
ellos ; estas exigencias tienen en los seres inteligentes
el nombre de derechos ; luego desde que hay" seres in
teligentes, hay en elios derechos, luego hay en los
seres inteligentes derechos naturales; el conjunto de
esos derechos naturales se llama derecho natural) luego
hay, para los seres inteligentes, derecho natural, quod
eral demcnstranditm.
(1) JamM., c. 28, n°. i3j , p. 1 15.
(2) De genio Socralisj p. 58o , trad. de Amiot.
BE LA RELIG. CRIST. 181
ferir á Dios el principio de nuestras acciones;
y á Marco Aurelio ( i ) , que no executaremos
nunca una accion buena si no la dirigimos
á Dios ; razon por la cual prescribia que
nadie se determinara por el motivo solo del
placer, cuando debiese obrar , porque esta
es la causa de todos los crímenes (a).
San Agustin (2) confesaba que en los li
bros de los paganos se encontraban algunas
verdades relativas al culto de Dios. De que
t'pso uno Deo colando , nonnullai nveniun-
tur apud eos. Pueden verse sobre esa ma
teria las leyes de Zaleuco , y sobre todo-

(1) L. 3 , sect. r3 , p. 37.


(<i) El sistema moral de nuestros dias descansa sobre
el interes ó placel* individual bien entendido. Prescin
diendo del egoismo que la atencion constante á nosotros,
resultado necesario de ese sistema moral, debe gene
ralmente producir ; ¿no resultaría una mayor elevacion
de sentimientos de reconocer por base el bien de la
especie humana , ya que 110 se adopte la del orden ge
neral resultante de las relaciones comparadas de los
seres que existen dentro de" nuestra esfera de accion ?
Los estoyros , los mas virtuosos de los filósofos, ad
mitían esa Base. Y, si á esa sublimidad moral so la
llama exaltacion ¡ (¡era. á lo menos la exaltacion de
la virtud.
(2) De doctrina Christi, 1. 2, c. 4o, t. III, p. 42-
l8a DE LOS APOLOGISTAS
el prólogo, que -es admirable. Bayle (i)
afirma que Esealígero le ha llamado divino
con razon , pues indica , segun él , del modo
mas claro , la necesidad del culto interior y
de la pureza del alma , si se quiere rendir
el verdadero culto á los dioses. En efecto,
Zaleuco (2) prescribe que se purifique el
alma de toda especie de crímenes , porque
Dios no era reverenciado por los sacrificios
de los perversos , por dispendiosos que fue
sen , sino por la virtud , por el exercicio
de las buenas acciones ; lo cual es conforme
álo que leemos en Ciceron (3). Cultas autem
deorum optimus , idemque certissimus at-
gue sanctissimus , plenissimus pietatis ,
ut nos semper pura , integre! , incorruptd ,
et voce et mente veneremur. No son los
únicos filósofos que hayan conocido el valor
y la necesidad del culto interior.
Los egipcios pedian á Dios la purificacion
y !a#salud del alma (4). Se leian , segun dice

(1) Pensamientos diversos, t. III, p. i36.


(2) Diodoro Sírulo ,1. I2,p. 64. Stobec. I , p. 278.
(3) Oe naturá dennim , t. II , p. 228.
(4) Oe abstinentiá ,"1. a , sect. 19. Agente tambien i
san Chilo contra Juliano ,1. 9 , p. 3i2.
DE LA RELIG. CRIST. l83
Porfirio , estos dos versos en el templo de
Epidauro (i).
Caslus adoran conscendat limina templi,
At castum dicat , simado sanela sapit.
El amor de Dios, esa verdad importante
que algunos teólogos han tratado de desterrar
de entre los cristianos , ha sido recomen
dada por muchos filósofos célebres.
Amad á Dios mas que á vos mismo ,
decía Sexto el pitagórico. Segun Platon , el
verdadero filósofo es el que ama á Dios :
San Agustin es quien ha hallado esa doc
trina en el discípulo de Sócrates. Ipsum
autem nerum ac summum bonum Plato
dicit Deum : undii vult esse philosophum
amatorem Dei , ut , quoniam philosophia
ad beatam añtam tendit , rursus ideo fit
beatus qui Deum amaverit (2).
El amor del próximo era mirado coma
una virtud indispensable. Dum inter homi-
-nes sumus , dice Séneca (3), colamus hu~'
manitatem ) non timori cuiquam, non

(r) Jamhl., de mysteriis, sect. 10 , c, 9, p. 1 78.


(2) De civitate Dei , t. VIII , c. 8 ; t. I 193. , .,-
(3) De irá, 1. 3, c. 43. --»
l84 »E LOS APOLOGISTAS
periculo simus. Era un principio admitido
no solo entre los filósofos , sino aun entre
los pueblos, que era preciso tratar á los demas
hombres como nosotros desearíamos que
ellos nos tratasen (a).
En consecuencia de esta verdad , la hos
pitalidad era respetada en aquellos tiempos
remotos ; todos los hombres se consideraban
hermanos , y se hubiera tenido tanto horror
á quien hubiese negado acogida á un ex-
trangero , como se tendría hoy dia al padre
que cerrase la puerta á un hijo suyo.
Habia,en la isla de Creta, casas públicas
de hospedería para los extrangeros , y en
Lucania eran castigados los que no recibiesen
en su casa á un viagero despues de ano
checer (b).

(a) Ese principio es falso sin este con ectivo : siempre


que esos deseos sean justos.
(b) ¿ Cuándo la civilizacion , abandonando las ver
gonzosas reglas de una moral calculadora , adoptará, '
por razones puramente filantrópicas, los grandes prin
cipios de la fraternidad universal? ¿Cuándo se elevará
el hombre á la altura que corresponde al monarca dela
tierra —-.? Si el corazon humano no debiera mejorar,
*aldr¡a mas que la especie humana desapareciese del
universo.
DE tA RELIG. CRIST. l85
No hay padre de la iglesia que haya
hablado coa mas vehemencia contra los
que se niegan á socorrer á los pobres que
un filósofo chino , que decia que el
rico (i), aun el legítimamente enriquecido,
es un ladron, cuando ha dejado sufrir al
indigente (a) : lo que tiene mucha conexion
con la expresion de san Ambrosio : « No le
habeis alimentado , luego le habeis asesi
nado.» Non pavisti , ergo occidisti.
El perdon delas injurias y el amor de los
enemigos no han sido tampoco desconocidos
de los paganos. Pitágoras queria que nonos
Vengaramos de los que nos hubiesen ofen
dido, sino procurando ganarnos su amistad.
Sócrates dice en el Griton , «que no es per-

(i) Legat,t. II, p. 109.


(a) Y ¿qué rosa mas comun? La opulencia endurece
el corazon j solo almas privilegiadas pueden resistir á
su accion lapidifica. Aun la propiedad misma tiene
una influencia antifraternal. Algunos escritores la co
locan en el número de las instituciones concedidas ad
duritiem cordis. Uno delos mas "célebres publicistas
del siglo pasado la llamaba el pecado original de las
sociedades. Estas ideas nos escandalizan , y los cris
tianos somos los primeros en mirar con aversion unas
máximas establecidas por los primeros propagadores de
nuestra religion.
j86 DE LOS APOLOGISTAS
mitido á un hombre injuriado vengarse con
otra injuria; » y con este pasage prueba Celso
que la prohibicion de la venganza no ha sido
introducida en el mundo por JVC.
El precepto que Pitágoras recomienda
mas, es el decir la verdad. Segun Marco
Aurelio , el hombre de bien dice siempre
la verdad ; y aun llega este emperador á
afirmar que no se puede mentir, sin co
meter una impiedad. La mentira era colo
cada por los persas en el rango de los
mayores crímenes.
« ¿ Quien es el que quiera cometer un
perjurio? dice Aristóteles (i). Los perjuros
deben temer el castigo divino, y son deshon
rados entre los hombres; y, aun cuando sn
crimen se ocultara á los mortales , los dioses
inmortales no le ignorarían. »
Era tal el horror alperjuriorqueha habido
personas que no han osado consumar una
mentira por medio de este crimen. Esto es
lo que sucedió á Lucio Flaminio (2) , que
fué echado del senado por haber hecho

(1) Retor., 1. 18, t. Il,V. . ,y


(a) Plutarco.

r
DE LA RELIG. CRIST. 1 87
toiorir á un criminal en una orgia, con el ob
jeto de complacer á una muger perdida : negó
el hecho; pero, luego que quisieron referirse
á su juramento -propio , este hombre , que
no habia temido mentir, no osó perjurar.
Marco Aurelio daba gracias á los dioses
de haber guardado castidad en su juventud.
Aun los poetas mas licenciosos han cele
brado esta virtud. Hállanse en Tíbulo estos
dos versos :
Casta placent superis , pura cum veste venite 3
Et manibus puris sumitc fonlis aquam.

Aristóteles quiere (i) que se castigue álos


jóvenes que se habituan á proferir palabras
capaces de ofender el pudor, y <~n¡e sean
tratadas con ignominia las personas provectas
que se expliquen con igual libertad ; y se
funda en que el hábito de hablar mal con
duce al de obrar mal. La sentencia de
Epicteto sobre esta materia es de las mas
juiciosas (2). Censura todos los discursos
contrarios á la castidad : quiere que todos

(1) De Repub.,\. 8, c. 17, p. 448,


(2) Simplicio , p. a85.
l88 DE LOS APOLOGISTAS
cuantos delinquieren en ese punto sean -re
prehendidos por los que los esten escu
chando si estos tuvieren alguna superio
ridad sobre aquellos , y que , en el caso con
trario, muestren con su silencio triste y
ceñudo que desaprueban esa conversacion.
« El hombre de bien, segun Menandro (i),
no debe seducir, ni cometer adulterio. »
La fidelidad conyugal no esménos obliga
toria para el marido que para la rouger , si
creemos á Séneca : Sicut illi nil cum adul
tero , sic tibi nil esse debere cum pellice.
En casi todos los paises habia leyes que
castigaban clii severidad á los que no res
petaban el lecho nupcial. La ley Juliana
condenaba á muerte á los que, cum. masculis
nefandam libidlnem committere audent.
Los libros morales de los chinos , de los
japoneses y de los siameses , contienen los
principios mas graudes de moral. Las obras
de Confucio estan llenas de sentencias que,
para bien del género humano, deberían ser
practicadas por todos los hombres. s
Los siameses tienen una ley de mas de

(i) Seneca ,ep. gí,p. 498.


DE LA RELIG. CRIST. 1 8g
doscientos artículos (a >, de los cuales algunos
concuerdan con lo mas excelente y difícil
de la moral evangélica , como es el despre
cio de sí mismo , no guardar nada para el
dia siguiente , y no tener sino un solo ves
tido (b).
El padre Tachard confiesa que no puede
enseñar un cristiano nada que sea mas per
fecto que lo que la religion de los siame
ses (i) prescribe con relacion Ja las costum
bres y conducta hu mana. « Ellalesprescribe,
dice , obrar bien , y no solo Ies prohibe las
acciones malas , sino aun todo deseo y pen
samiento criminal (2). »
Un viagero moderno , que lia estado en
el Japon, y que parece muy instruido (3),
dice que la nacion japonesa , considerada

(n) La concision de esta ley es lo que alabo. Ella


me recuerda la bula de Leon X contra Lutero ) en que
habia un periodo de mas tic cuatrocientas palabras.
(b) El autor de esa ley no pensaba en establecer des
caisses d'épargnes , casas de ahorros.
(1) Hist.nac. y polit. del reynode Siam, part. 2,p. J..
(2) Viages ; t. VI , p. 368.
(3) Kcmpfer , List, del Japon, 1. 3, c, 2.
XQO DE LOS APOLOGISTAS
en general, suministra una prueba evidente
que las luces de la razon natural y las leyes
civiles pueden dirigir con acierto á cuantos
quieran practicar la virtud y conservar la pu
reza de su corazon.
Se hubiera podido tratar este asunto con
mas extension ; nada mas fácil que hallar
en las obras de los paganos, y sobre todo
en las de los filósofos , dogmas tan puros
como los quet enseña el cristianismo. Hay
obras enteras sobre esta materia. Pueden
consultarse, entre otros escritos , el de Huet
intitulado qu<ustiones Alnetance , la historia
de la filosofía pagana , y el capitulo duodé
cimo del libro cuarto de Grocio , sobre la
verdad de la religion cristiana ; y se verá
que ha tenido razon Lactancio en afirmar (i)
que , si alguien quisiera tomarse el trabajo
de recoger todas las verdades enseñadas
por los filósofos , se formaría un cuerpo de
doctrina conforme á los principios de la re
ligion cristiana. Y aun esta comparacion
hubiera disgustado á Celso (2), pues sos-

(1) De vita benlá, 1. 7 , sect. 1 , p. 664.


(2) Orígenes, p. 274-
BE LA RELIG. CRIST. igi
tenía que los filósofos habian tratado de las
virtudes morales con mas inteligencia y cla
ridad que los cristianos.'
1Q2 DE LOS APOLOGISTA*

m»\mvww\wvpw»\*wwwmwvw»viímvwwvwwwwwwiv\wwww»V

CAPITULO X.

¿Son mas perfectos los hombres despues


de la venida de J. C. ?

Acabamos de ver por confesion misma de


los cristianos, que J. C. no ha enseñado
verdad alguna á los hombres, y que todos
los deberes que la religion prescribe , no
son sino lo que nos dicta la razon natural :
examinemos ahora sí valen mas los hombres
despues que Dios ha enviado su hijo*á re
formarlos. Parece que esa reforma debia ser
uno de los objetos principales que la sabi
duría divina se propusiese en la encarna
cion.
Orígenes (i) así lo creia ; y Eusebio (2)
lo ha comprehendido muy bien , cuando
ha dicho que ella ha corregido á los pueblos

(1) Orígenes contra Celso, p. a y 55.


(2) Prep. Evang., 1. r, c. 4 , P- 1 1.
DE LA RELIG. CRIST. Tt)3
bárbaros , y destruido las costumbres impías
introducidas en ellos. Tal era tambien la opi
nion de san Agustin (i) ; pues , baldando de
los infieles, y queriendo ensalzar á los cris
tianos , llama la atencion sobre su equidad,
su rectitud, su candor, su buena fe , su pie
dad, su moderacion , su union , su caridad,
su fortaleza , su paciencia y su desinteres.
Esta materia era el objeto de una obra com
puesta en el siglo catorce contra los judíos
por Teofánes , arzobispo de Nicea , y cuyo
manuscrito se conserva en Roma (2).
El autor trataba de probar en el libro
,cuarto de su obra , que el evangelio tenia
por autor á Dios , puesto que habia hecho
á los hombres mas virtuosos que lo que fue
ron en la ley antigua ; pero , si se hiciera
ver que los hombres son tan perversos ahora,
como lo eran antes de la ley nueva , se po
dría objetar á los que se han valido de ese
argumento, que la venida de J. C. era inútil, „
ó ha sido infructuosa : y la primera parte

(1) Bourdaloue, Dominicales., t. IV, p. 2^9.


(2) Oudin, t. 'XIII, p. i33. FaLricio , de larg.,
J). 125.
9
Iq4 de los apologistas
de la proposicion no es difícil de demostrar.
El cristianismo ha tenido de comun, con
todas las sectas nacientes , el zelo grandi
simo y estrecha union de sus miembros.
El zelo , sobre todo , fué llevado mas allá
de sus justos limites , pues que con frecuen
cia le fué sacrificada la verdad ; y, aunque
habia hombres muy corrumpidos entre los
que tomaban el nombre de Cristianos , se
puede decir , en general , que habia en esa
sociedad muchas personas llenas de respeto
acia su Dios y de benevolencia acia los
hombres. Se volvía á hallar en ellos lo que
se habia vjsto ya en los pitagóricos y los
esenios.
Igual espectáculo han dado los últimos
siglos (i). Los mayores enemigos de los lu
teranos , de los calvinistas , de los anabau-
tistas y de los quákaros ^ no han podido
dexar de tributar elogios á la piedad y regu
laridad de esas sectas nacientes.
No duró mucho entre los primitivos cris
tianos ese estado de perfeccion : muy pronto

(l) Florimon de Raymond , drl nacimiento de la h«*


Ffg>a,p. 227. Grocio, 1. 1 , p. 117,
DE LA RELIG. CRIST.
los padres de la iglesia se quejaron de que no
había caridad en la conducta de los fieles
ni arreglo en las costumbres ; que las vir
tudes cristianas habian llegado á desapare
cer; y que los sarracenos y los paganos guar
daban sus leyes y costumbres con mas exac
titud que los cristianos. Son las expresio
nes mismas de san Cipriano (i) , de san Gre
gorio Nazianceno y del papa Gregorio VIL
Las disputas sobre la religion suben casi al
tiempo de J. C. mismo. Cada cual de sus
discípulos trató de hacer triunfar sus pro
pias opiniones. Estas contiendas origináron
asambleas llamadas Concilios en que muchas
veces la violencia y el amaño obtuvieron
decisiones que se forzó á respetar como des
cendidas del cielo.
Admitidos á la confianza de los príncipes,
llevaron los sacerdotes la ambicion y la
ingratitud hasta el punto de querer persua
dir que la autoridad soberana estaba subor
dinada á la jurisprudencia eclesiástica ; y ,
á favor de un principio tan sedicioso, se han

(i) Vease el prólogo «le la Comunion frecuente ,


art. 3fi.
i

106 ^ DE LOS APOLOGISTAS


visto trastornados los tístados y los reyes
destronados (a).

(«) Así raciocinaba en substancia , Hildebrando


( Gregorio VII ) , para probar la autoridad indirecta
de lo» pontífices sobre la autoridad temporal.
Todos los objetos deben estar clasificados con rela
cion á su tiaturayzo : el inferior debe estar subordinado
al superior , siempre que entre -ellos Haya colision. El
oiijeto de la autoridad temporal es inferior , por su na
turaleza , al objeto de la autoridad espiritual , luego, si
hubiere colision entre ellos , el primero debe estar su
bordinado al segundo. La declaracion del caso de co
lision debe pertenecer á alguna autoridad, y tío es regular
pertenezca á la autoridad temporal , que es la inferior,
Juego debe pertenecer á la espiritual, que es la supe
rior. El papa tiene la supremacía en el orden espiritual
( tal era la opinion general de aquellos tiempos), luego
el papa es el que tiene el derecho de declarar ese caso,
y de tomar, et* consecuencia, las medidas que crea
convenientes para que el objeto respetivo de ambas au-r
¿oridades ocupe el lugar que su naturaleza le asigna.
El argumento de Hildebrando no deja de ser sutil. Fío
nos admiremos pues de que haya arrastrado á muchas
personas de talento sobresaliente.
Si el uso de esa dictadura pontificia hubiera sido siem
pre ó generalmente tan justo en sus efectos , como algur
as vneces lo fué, los filósofos hubieran cerrado los ojos á
todas las demas consideraciones , y los mas decididos
incrédulos hubieran sido los primeros en prosternarse
ante los órganos del vaticano. Vease la obra intitulada :
fja contagion sacrée , ou Histoire naturelle de Id
QUpWstition t chapitre Saccrdoce, t ^
tt LA RELIO. CRIST. íCfl
La historia del imperio de Alemania su
ministra muchos ejemplos. No sin asombro
leemos en Silhon , « que la religion cristiana
ha venido a fortalecer la salud que desfa
llecía en los estados bajo la idolatría, y á es
trechar los lazos de la obediencia que los
pueblos deben á sus príncipes. » (a) Esta

Años pasados, ha tenido la corte de Roma la mas


bella ocasion para recobrar con creces, por una nueva
senda , su antigua dictadura. La ha malogrado , y es
verosímil que sea la última que "se le presente. Su mi
serable táctica la pierde. ¡Tan cierto es que apenas hay
hombre que acierte á marchar fuera de los caminos tri
llados , y que es necesario el transcurso de muchos
siglos para que aparezca un genio que todo lo ava
salle!!!....
(í?) Esto se entiende no interviniendo razones reli
giosas , pues, en tal caso, el obedecer á Dios antes
que á los hombres 3 es el faro de los fieles. Es verdad
que, en los tiempos primitivos , la oposicion de los cris*
tianos á las medidas antievangélicas de los emperadores
paganos era meramente pasiva, y se puede decir en
cierto modo, triunfaban sucumbiendo, pero esa especie
de oposicion y <le triunfo no es ahora de su gusto, ni
puede ciertamente serlo de nadie por largo tiempo. Belar-
inino confiesa que, silos cristianos primitivos no trataron
de destronar á los emperadores, fué porque carecían de
fuerza para realizarlo. ¡Qué bella clave para descifrar
ciertos enigmas morales!
ig8 DE LOS APOLOGISTAS
ha - sido refutado con mucha solidez por
Bayle(i). «Desde el siglo cuarto hasta nues
tros dias , dice , las conspiraciones, las se
diciones , las guerras civiles , las revolucio
nes , los destronamientos , han sido tan
comunes entre los cristianos como lo fueron
entrelos infieles. Si ha habido algunos paises
que hayan estado menos sujetos á esas des
gracias , no se atribuya ese fenómeno á la
religion cristiana , sino al diferente carácter
de los pueblos y á la diversa naturaleza de
los gobiernos ; pues muchas de las conmo
ciones y catástrofes que han perturbado , y,
algunas veces , trastornado los estados , han
tenido por motivo la religion , y esas han
sido , con especialidad , las mas turbulentas
y las mas furiosas.»
Resulta de lo dicho que hay mucho que
rebajar de lo que afirma Silhon ; pues se
pueden oponer á los trofeos que ha erigido
á la religion cristiana, no solo la experiencia
de mas de doce siglos , sino aun las crueles
reconvenciones que se hacen recíproca
mente los católicos romanos y los protes
tantes.
(i) Resp. á las cuest. de un provincial , c. 21 ,p. 3qq»
DE LA RELIG. CRIST. ig<J
Los primeros acusan á los segundos de
espíritu revolucionario , faccioso, inquieto,
de republicanismo , de aversion á la monar
quía , de profesar dogmas incompatibles
con la tranquilidad de los estados , y pro
pios para inspirar miras ambiciosas, em-
prendedoraSj y siempre en accion, no siendo
reprimidas por la fuerza.
La acusacion que ha consignado contra
los hugonotes un padre del Oratorio en un
volumen abultado que opone al historiador -
del edicto de Nántes , son tan graves , sobre
todo, relativamente al espíritu de rebelion,
que no hay príncipe católico , que , dando
crédito á esa descripcion , no prefiriese el
dejar desierta la mayor parte de sus pro -
viraras averias pobladas de tales habitantes.
He ai la idea que los eaiol
forman de lo que ellos llaman calvinistas ,
presbiterianos , puritanos .
Por su parte , los protestantes no cesan (i)
de sostener que el papismo debe ser des
terrado de todos los estados, puesto que
dispensa á los subditos del juramento de fí-

(1) Prólogo general á la hist. del edicto de Nántes.


200 DE LOS APOLOGISTAS
delidad prestado á los soberanos separados
de la comunion de Roma , y no trabaja sino
en enseñorearse de todo , ya por conspira
ciones sordas , ya por la rebelion abierta
-de los pueblos.
No son infundados estos cargos. Los ase
sinatos mas horribles ban sido cometidos
por un zelo ardiente acia la religion católica.
El asesino del célebre príncipe de Orange ,
Guillelmo de Nassau, decia , en medio de
los mas espantosos tormentos , que se tenia
por dichoso en haber hecho un servicio tait
señalado á la religion católica y á su amo el
rey de España (i).'
Jacobo Clemente se habia imaginado ga
nar la corona del martirio, quitando la
vida á Henrique 'III. Juan Chatel Aecia &
sus jueces que creia haber hecho una obra
meritoria , en atentar contra la vida de un
príncipe que no estaba reconciliado con la
santa sede , y que , por consecuencia , no.
debia ser mirado como rey legítimo.
Estos mismos principios animaron á Ra-

(0 Carta* de Ossat, t. 1,1. i3, p. 3§k


DE LA RELIG. CRISTV 20 1
Yaíllac, y costaron la vida al rey mas grande
de la Francia (a).
Hemos -visto Antes (capítulo ) , las di
versas violencias empleadas contra los pa
ganos para convertirlos al cristianismo. Aun
mas fuerte es el zelo de los ortodoxos con
tra los cristianos de doctrina divergente.
Al principio , los castigos espirituales fue
ron los únicos infligidos á los llamados he-
reges ; pero, luego que^l sacerdocio ad
quirió un gran ascendiente con la conversion;
de los emperadores , primero el destierro f
y despues la muerte , fueron la suerte de
los que se alejaron de la secta dominante.
Violar las primeras obligaciones de la hu
manidad, creyóse el medio de agradar áDiosj
y la reputacion de religioso crecía á propor-
cionde las sevicias exercidas. Esto dió motive*
j
(rt) Que iba á realizar la idea eminentemente filan--
trópica, nacida en el cerebro de la gran Isabel dar
Inglaterra, y mofada en el virtuoso abad de Saint-Fierre
por espíritus na sé si mas egoístas que frivolos , idea
sublime, sin cuy,a realizacion la marcha progresiva del
espíritu humano , jamas llegará á tener toda ta rapidea"
y magestad posibles j iba , digo , á realizar ln federan
«ion europea !'! Vcansc las Memorias de Sulü,-
9* .
203 DE LOS APOLOGISTAS
á un autor distinguido para decir lo siguien
te (i) : « me he admirado mil veces de que los
judios,que aborrecen tanto álos cristianos ,
y que, estando difundidos por todo el mundo,
saben lo que pasa en él , y pueden comu
nicarse las noticias de todos los países , no
hayan traducido en diferentes lenguas como,
por ejemplo , la china , la japonesa y la ma-
lahara , la historia del cristianismo ; pues
dispondrían así á todas las naciones á no su
frir que los crislftnos se estableciesen en
ellas. »
Ese espíritu de persecucion se habia apo
derado aun del buen rey san Luis , pues de
cía confidencialmente á Joinville (2) « que
cuando un seglar oyese hablar mal de la re
ligion , debía defenderla no solo de palabra,
sino con espada muy ajilada, metiendosela
por el cuerpo á los blasfemos é incrédulos,
hasta la guarnicion (a). »

(1) La Francia enteramente católica bajo el rejnadi»


de Luis el Grande, p. 66.
(2) Joinville, Ducange , p. 11..
(a) El argumento de san Luis era , si no cristiano,
á lo menos victorioso. Su primo san Fernando llevaba
«1 hombro la lefia para cniemar á los herejes...
DE LA RELIG. CRIS*. 2o3
Esta es una violacion manifiesta de los
preceptos de los primeros doctores de la
iglesia,que habian decidído ,quejamas debía
ser empleada la violencia en favor de la
verdad (a). Los que tenian ese lenguage ,
carecían de poder temporal. Sus omnipo
tentes sucesores no hicieron diferencia entre
los rebeldes al estado, y los que no deferían
ciegamente á las decisiones de la iglesia (b).
El cardenal du Perron ha confesado que
los primeros padres de la iglesia fueron de
diverso sentir que los obispos del último
siglo , en órden á la conducta que se debia
tener con los hereges. « Las reglas de la
prudencia cristiana , relativamente á la con
servacion dela religion, son diferentemente
aplicadas por la i glesia ( i ) , segun la diferencia
de tiempos y ocasiones, como, por ejemplo,
bajo la dominación de los emperadores pa
ganos, los cristianos decían que á nadie se

(a) Cuando era imposible.


(b) Alguna hicieron. Los recalcitrante» contra la oo*
tnridad espiritual fuéroncolocados al frente de los demos-
criminales.
(i) Pirroniana , p. 234-
2C>4 DE L0S APOLOGISTAS
debía perseguir por causa de la fe , y qrce
la religion no debia ser forzada. Despues,,
cuando, por la conversion de los empera
dores , los cristianos llegaron á ser dueños
del imperio , viendose la iglesia perturbada
por heregías , recurrió á la fuerza , y em
pezó á reprimirá los hereges eon penas y
correcciones temporales (a). Entónces , no
se ciñeron á las simples expresiones de Ter
tuliano , que no era acto de religion el forzar
la creencia , ántes bien creyeron que los
apóstatas y bereges , aunque separados mo-
- mentaneamentedel seno de la iglesia , sin
embargo , como babian prestado obligacion
de obedecerle , podian ser compelidos á
cumplirla , aun con la intervencion delbrazo-
secular y de las penas temporales. >i
San Agustín dice que, aunque al prin
cipio fué de diferente dictamen ; despues
mudó de opinion , convencido por las ra
zones de sus colegas , que eran mas pru
dentes y experimentados que él, fundán
dose en el texto del evangelio : Fuérzalos a
entrar. Los teólogos se abstuvieron, al
(«) Esto es saberse elevar á la altura de las circunsr
fcwsias.. 4Htre ternas, atare facon de voir...
DE LA RELTO. CRIST. 2o5-
principio , de la pena capital , contentándose
eon la multa de diez libras de oro , impuesta
& los hereges por las leyes imperiales. Mas,
como los males que la heregfa causaba á la
iglesia , fuéron acrecentándose cada dia ,
se aplicó á los heterodoxos la ley del deu-
teronomio que condena á muerte á los que
adoren dioses falsos , yr en consecuencia r
los hereges fuéron privados no solo de los
bienes, sino tambien de la vida (a).
En esta regla se fundaba Calvino , cuando-
hizo quemar á Serveto en Ginebra (b) $ y
los ministros suizos , cuando hicieron lo-
mismo con Valentino. En Inglaterra , los
arríanos deben sufrir -la pena de muerte
aunque esto sea en. virtud de las leyes ci
viles , despues que la iglesia baya interve
nido y y haya declarado dios magistrados que-
lo pueden y deben hacer en conciencia „

(Vr) ¡ Asi es como un Dios de misericordia lia sido


transformado por sus ministros en Dios de venganza !'
¡ Así es como se ha ultrajado ef cielo y ensangrentado.
1* tierra !!
(A) A Serveto, que , con bastante fundamento , puede
disputar al insigne Harveo la gloria del descubrimiento»
de la circulacion de la sangre !,,...
206 DE LOS APOLOGISTAS
sacando la espada , como dice san Bernardo,
ad riutum sacerdotis (a).
Estos funestos principios son los que han
producido el monstruoso tribunal de la
Inquisicion , cuyo nombre horroriza á todo
el que no sea italiano , español ó portu
gues (¿>). Volúmenes enteros serian nece
sarios para describir todas sus iniquidades.

(«) Qut'a regnum ( J. C ) non esí de hoc mundo.


(¿) ¡ Almas sensibles ! consolaos ; el estandarte
impío en que caribes sagrados habían inscrito el texto
devorador de Exurge, Domine, el judica causanz
tunm , ha desaparecido, y desaparecido para siempre,
del hermoso suelo de la Hesperia , y el nombre de Fer
nando el católico , de Juan III y de sus infames sate
lites quedará eternamente consignado en los sangrientos'
anales de la atrocidad religiosa. Desapareció esa institu
cion infernal.'., pero aun subsiste la intolerancia!!!
¿ Cuándo llegaran los hombres á persuadirse que no se
han reunido en sociedad para ser teólogos , sino para
¿er libres , virtuosos y felices ? ¿ Cuándo conoceran que
la intolerancia religiosa es enemiga de la libertad , de
la poblacion , de la riqueza, de la civilizacion y de la
felicidad pública y privada ? ¡ Hijos de la Hesperia £
destruid los restos desoladores de la teocracia expirante.
Y vosotros, ¡habitantes de las deliciosas regiones
transatlánticas ! no concedais asilo al fanatismo relia
gioso , perseguid , exterminad la hidra , do quiera que
parezca, Os lo pide la filosofía : el género humana
OS lo pide.
BE LA REI.IG. CRIST. 20J
Nos contentamos con remitir á la excelente
obra de Limborch («).
Pocos años ha que han conocido los in
gleses la injusticia de castigar con pena ca
pital á los llamados hereges. Bajo el reynado
de Cárlos II han abolido el acta de hcere-
tico comburendo (b).
En consecuencia de esas crueles opinio
nes , se ha visto enseñar publicamente ,
en oprobio del cristianismo , que no se
debía guardar fe á los hereges ; principio
que Clemente VIII , que por lo demas era
bastante hombre de bien para ser papa ,
le aprobaba, segun se queja amargamente
de ello el cardenal Ossat.
La inhumana decision del concilio de
Constanza, sobre la violacion del salvo con
ducto , es tambien fruto de esa doctrina per
niciosa (i); mas vamos á probar, por medio
(ia) Nosotros remitiremos á tas obras intituladas :
Inquisicion sin máscara , por el ex-diputado español
Puigblanc , e Histor* de la Inquisicion , por el maes
trescuela Llorente.
(A) Pero todavía dura la degradacion civil de los ca
tólicos ; Y se llama filósofa esa nacion .'
(i) Hist. del conc. de Constanza , prólogo de Leu-
fant, f. 4j-
2o8 DE LOS APOLOGISTA»
de algunos ejemplos escogidos , que las
mayores crueldades han sido miradas como
pruebas de adhesion religiosa.
El autor de la vida de san Cuillelmo T
arzobispo de Brujas (i), hablando dela
victoria conseguida centra los albigenses
por los católicos , alaba á estos de haberlos
pasado todos á cuchillo sin perdonar sexo
ni edad en el saqueo de Beziers. Ñeque
(Etati pareentes , neque sexui; de haber
muerto á los niños en los brazos de sus
madres , y de no haber respetado ni igle
sias, ni monasterios. Inter matrum ulnas
parviiti quoque ceesi sunt; et neque ecclcsioe,
neque monasterio, eos tueri poterant, qui
Eclesiaí ruperant unitalem (a).
Puede añadirse á esos rasgos de zelo lo
acontecido en 'Inglaterra bajo el reynado de
María (2). Habiendo sido condenada al fuego-
una muger CQrt dos hijas suyas , fueron ar
rojadas simultaneamente á la hoguera. Una
de estas estaba preñada y próxima al partoj
(1) Bolando , t. I , p. 633.
(n) ; Y estos adoran un Dios crucificado ! No , no
son lujos de Jesus, son hijos de Lucifer.
(a) Apología en favor de la reforma , c.j, p.. 38»,
DE LA RELIG. CU1ST. 2O9
el dolor causado por el fuego la hizo parir.
Uno de los circunstantes , ménos bárbaro
que los demas espectadores, sacó del fuego
al niño ; pero , despues de haber deliberado
sobre el caso , le Uegáron á echar á la ho
guera.
La religion católica ha sido la causa de
los horrores de la san Bartolomé y de la hor
rible matanza de Irlanda. Cassamaoni , que
escribia algo despues de esta matanza (1),
exhortaba á sus compatriotas , en un libro
impreso en Francfort , á matar á los hereges
y á los que los defendieran^ Se congratula
y los felicita de que en el espacio <3e cuniro
años ( desde 164.1 hasta i645 ) habian
muerto mas de cincuenta mil. La carni
cería hecha en los valles de Piamonte es
quizas superior á cuanto se haya executado
en esa especie : es imposible leer la relacion
que hace el ministro Leger, sin derramar
lágrimas (2).
«Los niños, arrancados desapiadadamente
de los pechos de sus tiernas madres, eran

(1) Bibt. ingl., 1. 2, p. 208.


(2) Ilistor. de las Iglesias voJesas , 1, 2 , c. 9 , p. noy.
310 BE LOS APOLOGISTAS
cogidos por los pies , magullados y aplasta
dos coutra las paredes y los peñascos, y ma
chas veces sus sesos quedaban allí pegados ,
y sus cuerpos eran arrojados á un muladar;
ó bien , cogiendola uno de una pierna , á
una de estas inocentes criaturas, y otro de
otra , la partian lastimosamente por el medio,
y despues la tiraban» al campo. Los en
fermos y ancianos de ambos sexos eran que
mados en sus HUsmas casas , ó hechos taja
das, ó atados en desnudez completa á ma
nera de ovillo con la cabeza entre piernas,
y precipitados por las rocas ó rodados por
las montañas. A l«a pobres solteras y casa
das que habian violado , les atiborraban el
vientre de guijarros de un modo que hor
roriza el describirle , ó bien las llenabau
de pólvora y les pegaban fuego ; así como
á muchas personas les han llenado de ella
la boca y los oidos, y , despues, para pegarles
fuego , les partian las quijadas , y les hacian
saltar los sesos. Otras miserables mugeres,
solteras y casadas , han sido empaladas vivas
por las partes que el pudor no permite nom
brar, y, en esta horrible postura , han sido
expuestas enteramente desnudas en los ca
DE LA RELIG. CRIST. 211
minos públicos ; á otras las han mutilado
de diversos modos estos verdugos , y cor-
tádoles los pechos , y en seguida loe han
guisado , y comido
« Algunos hombres eran hechos tajadas
estando vivos; les cortaban el miembro des
tinado á la generacion , y se le metían entre
los dientes de sus cabezas cortadas ; otros
eran desollados vivos ; aquí , el padre veia
desollar á su hijo por la mitad del cuerpo,
y aplastarle contra las rocas á fuerza de brazo,
y los soldados disputarse los restos : allí ,
el marido veia á su muger violada á su pre
sencia , y la madre , á su hija , y , despues ,
abierto el vientre de esta por los soldados ,
ó atiborrado de piedras , y llenado de pól
vora. Se ha visto abrir el vientre de mugeres
preñadas, estando enteramente vivas, co
ger el feto con la punta de las alabardas ,
y llevarle ensartado en ella. »
Con razon pues ha dicho Bayle : « Que
las violencias cometidas por el cristianismo,
sea para extirpar la idolatría , sea para so
focar las heregías , son indecibles ; que la,
relacion de ellas horroriza , y que uno se
estremece s como no carezca enteramente
212 DE LOS APOLOGISTAS
de benignidad (ij. Un buen corazon, con
tinúa , no es capaz de leer tranquilamente
esa especie de relaciones; de dejar de mal
decir la memoria de los que han sido los
autores de estas combustiones, y, en vez
de tratar de sembrar flores sobre sus tumbas,
en vez de buscar fórmulas de buenos de
seos en Tíbulo , buscaría un formulario de
imprecaciones en Juvenal. »
En fin , la intolerancia de los cristianos
-ha llegado hasta prohibir , bajo pena de la
vida , algunas opiniones filosoficas (a). He
aquí un ejemplo no muy distante de nuestro
tiempo.
Villon , Bitaut y Claves habían sostenido
en 1624» algunas opiniones contrarias á la
doctrina de Aristóteles. La facultad de París
las condenó , y denunció los autores al par
lamento , que proveyó en consecuencia
el auto que se halla en las obras de Lau-
noy (a). Mándase en él : «Que las conclu-

(1) Resp. á la cuest. efe un provincial, t. IV, c. 2.


Eiic, art. Japon y n°. 3.
(a) Con el célebre Ráruos la intolerancia fué mas
allá. Le costó' la vida su anti-aristotelismo singular.
(a) De variá Arislolclis fortuna , 2,12.
DE LA RELIG. CIUST. , 21 3
siones en que se hallen esas proposiciones
sean rasgadas ; que se haga una intimacion
por medio de alguaciles á los dichos Claves,
Villoa y Bitaut, para que salgan de Paris
en las veinte y cuatro horas , con prohibi
cion de retirarse á ciudades ú otros lugares
de la jurisdiccion del tribunal , de enseñar
filosofía en ninguna de las universidades de
ella , ni ú persona alguna de cualquiera clase
y estado que sea, ni-poner en cuestion las
dichas proposiciones contenidas en las con
clusiones enunciadas , ni hacerlas publicar,
vender, ni circular, so pena de castigo corpo
ral, ya sean impresas en Francia , 6 en otra
parte ; y se prohibe á todos , pena de la
vida , sostener ni ensenar máxima alguna
contra los autores antiguos, es decir, contra
Aristóteles (a). »
Si se quisiera examinar á fondo la cor
rupcion de los cristianos , seria preciso re
ferir casi toda la historia de la iglesia ; J

(a) Y este Aristóteles , segun algunos peripatéticos


cristianos, dijo de Moyses, despues de haber lrido el
Pentateuco : Este bárbaro había bien , pero nadtí
prueba.
2l4 DE LOS APOLOGISTAS
se vería en ella la corrupcion , la crueldaá,
y la licencia de las costumbres llevadas
hasta el mayor exceso.
Los historiadores cristianos mas zelosos
no lo han podido negar (i) ; pero son hechos
tan públicos que seria perder tiempo el tratar
de probarlos circunstanciadamente (2). La
iglesia de Roma , que hubiera debido dar
buen ejemplo , ha sido el centro del desor
den.
Alcuino se quejaba en su tiempo que en
Roma no habia ni temor de Dios , ni ho
nestidad , ni caridad , y que se veian fre
cuentemente en esa capital rasgos de la
mayor impiedad. Nonne in sede Romana...
ibi extrema ñnpietatis exempla , nec ibi
timor Dei , nec chantas esse videtur (3),
El mal era general : á summo capitis pa-
riter pedis usque deorsüm ad plantam sa-
num esse nih.il -. nunc caput est scelerum ,
quae caput orbis erat (a).

(1) Baronio, al art. io4g.


(a) Lenfant , pref. del conc. de Constanza , p. g3g.
£a defensa de la reforma , t. I , c. 2.
(3) P- i5o2. '
(a) « Desde la cabeza hasta los pies nada hay sano j
BE LA RELIG. C1UST. 2l5
El buen papa Adriano VI lo confesaba :
Scimus , dice , in hác sanctd sede , aliquot
jam annis , multa fuisse abominartela ,
abusas in spiritualibus , excessus in
mandatis, et omnia denique in perversum
mulata (i) (a).
Mas era lo que habiá diebo Pico Míran-
dulano , escribiendo á Leon X ; « No hay
ya en la iglesia de Dios , ni pudor , ni mo
destia , ni justicia ( son sus expresiones ) ; la
piedad se ha convertido en supersticion ,
el vicio está honrado , condenada la virtud;
los templos y los conventos de religiosas
son lugares públicos de disolucion en que
los pecados mas enormes se cometen sin re
serva.^). Los sacerdotes y los obispos igno-

y es ahora cabeza de maldades la que del orbe era la


cabeza.
(i) Ingelo-en Vossio , t. I, p. 35o. Alcuino, ibid.,
t. IV, p. 659,
(a) « Sabemos que en esta santa sede ha habido mu
chas abominaciones f abuso en cosas espirituales, exceso
en los mandatos ; eh fin , todo en perversion transfor
mado. »
(6) Mas recato huvo en la famosa aventura de Co-
rella. Vease la Historia de la Inquisicion , por Llo
rente , t. IV, p. 3 : y sig.
21 6 DE LOS APOLOGISTAS
raba a la deprecacion que se del ña hacer
ante un crucifijo , y eran simoniacos pu
blicamente (i), a
Mas, para manifestar de nuevo que el
cristianismo no ha suavizado las costumbres,
citaremos algunos pasages de Ja obra del
célebre Bartolomé de Las Casas : es verdad
que estos pormenores horrorizan , que no
se encuentra nada tan horroroso en toda la
bistoriade los paganos ; pero son demasiado
decisivos en favor de nuestra tésis , para que
los pasemos en silencio.
Despues de haber pintado el carácter
suave , dócily sumiso delosindios, añade (2):
« Entre estos corderos han entrado los es
pañoles como leones , lobos y tigres feroces
acosados de hambre. De cuarenta años acá
nada mas han hechosino despedazarlos, ma-
turlos, afligirlos, atormentarlos y destruirlos
con crueldades nunca vistas, nileidas, ni oí
das; de suerte que demas de tres millones de
almas que habia en la isla española (a), no

(1) Fasciculus temporum , p. 209.


(2) Historia del Papismo , por Jurieu , c. 2 , p. 208.
(«) Bartolomé de Las Casas comete aquí una inexacü
DE LA KELIG. CIUST. 2 17
hay ya sino doscientas personas naturales
del pais (a).
» Por lo que hace á la tierra firme , con
tinúa , sabemos con seguridad que los es
pañoles han despoblado mas de diez reynos
mayores quela España, comprehendiendo en
esta los reynos de Portugal y de Aragon , y un
pais doblemente extenso que lo que media
entre Sevillay Jerusalen, en que, sin embar
go , hay mil leguas de distancia. Todos esíos
reynos estan hoy dia desiertos , despues de
haber tenido la mayor poblacion posible (b).

tud notable* La poblacion primitiva de la isla españo


la , hoy Santo Domingo, era de algo mas que un millon
de almas , no de tres millones ( Herrera, década primera
lrb. 10, cap. 1a). Puede ser que la reduccion de los is
leños á doscientas personas sea tambien inexacta.
(a) La desaparicion de la casta indígena no prueba
siempre extincion de los individuos pertenecientes á
esa clase. La mezcla con otras razas puede producirla;
no obstante á ninguna parte de los ex-dominios espa
ñoles transatlanticos es menos aplicable ese principio
que á la isla española ; ella ha sido el principal teatro
de las atrocidades de los primeros pobladores europeos.
(¿) El zelo filantrópico , en favor de los indios , hacia
SO pocas veces á Las Casas traspasar los limites de la
verdad. Hemos visto la inexactitud de su asercion en or
den á la poblacion primitiva de Santo Domingo. Para
atenuar en algun modo vi extravío intelectual que
10
3l8 DE LOS APOLOGISTAS
Por cálculo bien hecho y certísimo se puede
probar que los españoles , con su tiranía, han

aserciones semejantes pudieran producir en nuestros


lectores, nos creemos obligados á presentarles algunas
leves indicaciones : sus reflexiones darán á estas la lati
tud debida. ' ^
ia. El hemisferio transatlántico no estaba, ni podía
estar, poblado en razon de su vasta superficie. La po*
blacion no puede prosperar donde se ignoren los medios
quj mas la favorecen, y tal era la situacion de las na
ciones mas adelantadas de la América , la mexicana y
la peruana j el uso de los metales y el dominio del hom
bre sobre los animales eran en ellas desconocidos. Los
demas pueblos, casi todos se bailaban en su infancia so
cial : eran cazadores.
3D. Las guerras encarnizadas de los indios entre si,
y el lastimoso" estrago que les atraían' sus repetidos co
natos de independencia , mas fuertes y loables que sa
lsamente dirigidos, la introduccion de la viruela, y,
sobre todo, la mala administracion resultante de la
ignorancia de los primeros pobladores europeos, han
eido causas muy poderosas de despoblacion.
3a. La mezcla de la casta indigena con la europea y
.la africana y con las mestizas ha debido producir una
gran diminucion en la primera.
4a. No toda ausencia ó escasez de poblacion en cier
tos puntos de la América prueban extincion. Los indios,
huyendo de la persecucion de los europeos ó de la vida
jsoeiul , se han refugiado muchas veces en los inmensos
desiertas de ese continente. , ,
Na negaremos, sin embargo, que la crueldad de los
primeros conquistadores y colonos, no una atrocidad
t>E LA RELIG. CniST. 21 9
quitado la vida á mas de doce millones de
personas entre hombres , mugeres y niños,
y no creería equivocarme , diciendo quince
millones (a) : abrían e) vientre a mugeres
preñadas , y les arrancaban el feto. Hacian
apuestas á quien de un tajo abriría y partiría
un hombre por medio , ó le cortaría la
cabeza con mas destreza , ó le abriría mas
adentro las entrañas. Cogian algunas veces
los niños por los pies , arrancándolos «del
seno de sus madres, y les magullaban la ca
beza contra las rocas : otros los arrojaban
á los rios , tirándolos en alto, y, cuando
caían en el agua , su júbilo era sumo. Ilacian

sistemática del supremo gobierno , haya sido sobrado


funesta á la existencia de los desgraciados indios. —
Y ¿qué se podia prometer una raza desvalida y conside
rado inferior á la humana de las intenciones dominado
ras y de las miras expoliatrices de Feroces conquistado
res unidas á la incultura moral y al fanatismo ntli-
gioso ? Mas básteles á esos hombres desapiadados la
sangre por ellos derramada.... La causa de la humani
dad no debe ser profanada, con hipérboles. Marchen
otros al templo de la justicia por el camino de la men
tira j nosotros marcharemos por la senda de la verdad.
(«) Tampoco creyó equivocarse sobre la poblacion
primitiva de Santo Domingo , y yo á mi vez creo que
lan exacto es este segundo juicio suyo como «1 primero.
320 BE LOS APOLOGISTAS
horcas largas y bajas , de modo que los píes
de los ajusticiados. casi tocasen en el 'suelo;
cada una de ellas era para trece personas ,
en honor , decían , de J. C. y sus doce após
toles ; despues pegaban' fuego por debajo ,
y quemaban vivos á los que habian colgado
de esas horcas. A los nobles y grandes se
ñores de los indios les quitaban comunmente
la vida de este modo : formaban cierta es-,
pecie de parrillas con pértigas puestas sobre
horquillas , y encendian un corto fuego ,
para que esos miserables muriesen lenta
mente , lanzando gritos de desesperacion. »
El autor que acabamos de citar, dice que
vió una vez cuatro ó cinco de los principa
les señores sobre una de las parrillas , y
habia ademas otras tres ó cuatro igualmente
ocupadas : los que estaban en ellas , arro
jaban horribles alaridos que quitaban el
sueño al capitan. En consecuencia , este
mandó que se les diese garrote ; pero el
sargento fué bastante cruel para ponerles
mordazas por sí mismo , á fin de que no pu
diesen gritar, y atizaba el fuego para asarlos.
« Yo he visto todo eso , y una infinidad
d.e cosas mas , » añade Bartolomé de Las
fcfe LA RELIG. ClUST. 22t
Casas. Este mismo autor nos dice que los
españoles , para coger á los indios que se
refugiaban en las montañas , tenían mastines
y galgos grandes que despedazaban á un indio
en menos de un credo. Llenaban de esos
miserables habitantes las trojes , y quema
ban de una vez muchos millares. Si algun
español cogía á lá grupa algun indio para
tenerle por esclavo , iba por detras otro es
pañol , y , para hacer un ensayo-de destreza,
mataba á este de un bote de Janza. Si algun
niño ó muchacho caía en el suelo, iba un espa
ñol á corlarle las" piernas, y le dejaba mutilado.
« En una ocasion , continúa , en que loa
indios , habiendo salido á recibirnos á diez
leguas de una gran ciudad con víveres y
manjares exquisitos , eslabau sentados quie
tamente delante de nosotros ; haciendonos
mil cariños, de repente entfóles un arre
bato á los españoles, y, á presencia mía,
sin el menor motivo , mataron cerca de tres
mil de estos inocentes. Yo vi allí tales atro
cidades, que jamas hombre alguno no habrá
visto, ni Verá semejantes (a). »
(a) Es muy loable el ínteres de Las Casas por los Indios,
y no lo hubiera ¿ido menos, si, prescindiendo de sus mi-
DE LOS APOLOGISTAS
Yendo un dia á caza un español , j no
teniendo 'comida que dar á sus perros, ar
rancó un niño indio de los brázos de su
madre, despedazóle, y le distribuyó á sus
lebreles
No se puede reflexionar sobre estos hor

ra» teocráticas (Robertson, híst, de la América , Iib. 3 ,


pag., 29*3 y sig. ), su compasion se hubiera extendido á
los pobres descendientes de Cam. Pongamos el justo
correctivo á su filantropía demasiado celebrada, Las
Casas por asegurar la consecucion de su objeto por otra
parte bien justo , de salvar á los Indios oprimidos , su
girió la substitucion de la esclavitud de los negros, y
fin la liberacion de los Indios ,1a esclavitud de los ne
gros fué adoptada. ; Lunar eterno en su mérito moral I
3No se debe sacrificarla justicia á la predileccion. Adopte
esc sistema la prudencia aulica, el zelo evangélico le debe
rechazar, pionca debiá sugerir medios inicuos para la
conservacion de los dominios americanos. Perezcan
las colonias antes que violar las leyes de la justi
cia , tal es la divisa del verdadero filántropo ; tal debió
serla suya. Si la hubiera altamente profesado, el gé
nero humano le votara altares Pero las imprecacio
nes de los habitantes de Guinea y de Monomotapa
no permiten oir las bendiciones que le dirigen los pri
mitivos hijos del Orinoco y del Marañon.
(¿) ¡ Y la naturaleza es espectadora pasiva de tales
atrocidades ! ¡Y el sol alumbra a esos monstruos^
y la tierra los sostiene! ¿ O naturaleza !!!..,„
DE LA RELIG. CtUST. • 225
rorcs , sin verse forzado á confesar que ha
tenido razon Escalígero (i) en decir, que
los cristianos son mas perversos que los
paganos y mahometanos , y tal era tambien
el sentir de Montaigne/
« Comparad, dice ,• vuestras costumbres
á las de un pagano ó de un mahometano ,
siempre os hallareis debajo. «¡ En el mismo
tono ha hablado Leclerc (2) ! Si se buscaren
entre los cristianos las virtudes que uno so
debe á sí mismo , como son la modestia
la humildad , la abstinencia de los placeres
prohibidos , y. la paciencia en la adversidad,
dudo que se encuentren mas en ellos que
en los paganos antiguos y modernos, con
tal que se quiera hacer justicia á unos y á
otros » .
Los cristianos que han tomado la deno
minacion de reformados , estan todavía muy
lejos de la perfeccion. Sus mas zc-losos de
fensores lo confiesan. Brandt (3), que ha
escrito la hi¿ toria de la reforma de los Países

(1) Scaligeriann , p. 49.


(a) De la incredulidad , p. 211. .
(3) Bibüot. ingl. , t. V, art. 4 , P; 4^4-
224 DE L0S APOLOGISTAS
Bajos, dice que los reformados han dester
rado la inocencia , la dulzura , la humildad
y la caridad ; y que el vicio , la persecu
cion y el odio , la envidia y el amor propio,
han ocupado el lugar de esas virtudes.
El ministro Jurieu confiesa el desarreglo
de las costumbres de su secta : « El mayor
de todos los males , dice ,- es su extremada
corrupcion. Los reformados de la Francia
se dejan arrastrar del torrente de la vanidad,
del orgullo, del lujo, y del fausto que do-
mina en todo el reyno , y muchas veces ,
sobrepujan en esto á sus compatriotas (a).
» La Inglaterra tiene sus defectos que
no son menores : la piedad se ha disminuido
allí , los hombres son soberbios , las muge-
res sumamente desarregladas , vanas y fa
laces hasta un punto que no se puede ima
ginar. Los reynos del norte y las provin
cias reformadas de Alemania estan sumer
gidas en una crápula que degrada y em
brutece , y por todas partes reyna general
mente una prodigiosa indiferencia acia la
religion. Los príncipes , los soberanos ,

(o) Los católicos.


DE LA RELIG. CRIST. 225
íolo se ocupan de intereses políticos. El
cuidado de la iglesia y de la verdad es lo
que , menos les llama la atencion. No hay
piedad en los pueblos , ni fervor en los pas
tores ; y, cuando todos debieran sostener
la gran obra de la reforma , todos con
tribuyen á que cayga por el suelo. »
No son menos amargas las quejas de la
Placette sobre el desarreglo de los refor
mados : reúnanse, dice (1) , todos los 60-
brios y castos ; por grande que sea el nú
mero, quedará siempre reducido á muy po
cas personas, si de él se dedujeren todos
los detentadores de bienes agenos , todos
los avaros, todos los ambiciosos , todos los
orgullosos , todos los idólatras del falso
honor , todos los vengativos , todos los acu
sados de algun delito , todos los calumnia
dores , todos los maldicientes , todos los
aduladores , todos los embusteros , todos
cuantos se niegau á asistir á los pobres ,
sin hablar de los indevotos, de los blasfemos,
de los supersticiosos , de los incrédulos y
de los idólatras. Hechas todas esas deduc-

(1) Ensayo sobre el amor de los placeres, c . 4 , p- 91 «


10*
226 DE LOS APOLOGISTAS
ciones, el resto será tan corto, que apenas
compondrá una suma sensible. » - ' .
Nadie sobre esta materia ha hablado con
mas sensatez y exactitud que Roberto Bar-
clayo , en su apología de los Tembladores.
Este pasage es algo largo , pero es dema
siado importante para que le omitamos.
Hele aquí cual se halla en la tesis 10 ,
página 1 3 5 :
« Habiendo empezado á decaer bien
pronto , en cuanto á la vida interior , las
iglesias particulares de Cristo , reunidas
en el tiempo de los apóstoles, llegaron á
estar inundadas de diversos errores, y á estar
atormentados del antiguo espíritu y de la
conversacion del mundo los corazones de los
que profesaban el cristianismo : sin embargo,
quiso Dios conservar , durante algunas cen
turias , esa vida en muchos , que animó de
zelo para que permaneciesen firmas , y su
friesen por su nombre las persecuciones ;
mas pasado ese tiempo , la humildad, la
dulzura, la caridad, la paciencia, lajiondad
y la templanza- del cristianismo, vinieron
á perderse ; pues , luego que los príncipes
de la tierra llegaron á profesar la religio»
DE LA RELIG. CHIST. 22^
cristiana , y que el ser cristiano , dejando
de ser una infamia , empezó á ser un medio
de progresar , los hombres ya fueron tales
por nacimiento y educacion , y no por con
version y renovacion del espíritu. Entonces
no habia persona , por miserable , perversa,
y profana que fuera , que no llegase á ser
miembro de la iglesia; y los doctores y
pastores de esta , alternando con los prín
cipes , y enriquecidos por la beneficencia
de estos , se envanecieron y , en cierto modo,
embriagáron con la vana pompa y gloria
mundana. Así la virtud, la. vida', la subs
tancia y el alma de la religion cristiana ,
vino á perderse , y no quedó sino la sombra
é imagen ; y está imagen muerta, ó esqueleto
del cristianismo (para hacerle adoptar mejor
á esa supersticion interior, ó haciendose
menos malos ó menos supersticiosos , pero
con muy corta alteracion en el objeto de sus,
supersticiones), falta del adorno interior de
la vida espiritual, empezó á adornarse con
muchas clases exteriores y visibles , y á
embellecerse con oro, plata, piedras precio
sas y oíros adornos magníficos de este mundo
perecedero : mas esto no debia llamarse
228 DE LOS APOLOGISTAS
religion cristiana , á pesar de la profesíoii
exterior, así como tampoco un cadáver debe
ser reputado cuerpo vivo. Esa iglesia após
tala de Roma no ha introducido menos ce
remonias y supersticiones en la religion
cristiana que las que habia , sea entre los
judios , ó entre los paganos , y ha habido
tanto ó mas orgullo , avaricia , sucias cober
turas de lujo , adulterio , profanacion y ateis
mo entrelos doctores y principales obispos,
como ha podido haber jamas en cualquiera
de los pueblos. Nadie puede dudarlo, si ha
Icido á sus propíos autores , á Platina y de-
mas ; y, aunque los protestantes hayan re
formado algunos artículos y doctrinas absur
das , no obstante no han hecho mas que
podar el sistema , y sostienen con destreza
las mismas raices de que ha brotado el árbol.
Se ve que. el mismo orgullo , la misma ava
ricia y la misma sensualidad se ha difun
dido por todas partes , y fermentado en sus
iglesias y en sus ministros, y la vida , poder
y virtud de la verdadera religion se ha per
dido entre ellos ; y la misma muerte t la
misma esterilidad , la misma sequedad y la
misma inanicion se hallan en sus misterios ;
UE LA RELIO. CRIST. 229
de modo que se pudiera .decir con verdad
de unos y otros, sin ofenderla caridad,
que , teniendo muchos de ellos solo la apa
riencia de la piedad y nada mas , son falsas
imágenes de ella. »
Los autores mondes mas estimados del
catolicismo , que han escrito de un siglo acá,
nos pintan su tiempo como una época en
que el desorden ha llegado al mas alto
grado. Escuchemos al céle! -re Arnaldo ;
k es horrible , dice, en su libro de la co
munionfrecuente , que nunca se hayan visto
mas confesiones y comuniones , y nunca
tampoco mas desórden ni mas corrupcion.
Todas las verdaderas señales del cristianismo
estan hoy dia casi extinguidas en las costum
bres de los cristianos ; jamas hubo mas im
pureza en los matrimonios, mas corrupcion
en las familias , mas disolucion en la ju
ventud, mas ambicion en los ricos, mas
lujo en toda clase de personas , mas inude-»
lidad en el comercio , mas alteracion en
las mercancías , mas fraude en los artesanos,
mas excesos y desenfreno en los pueblas :
¿ quien ignora que de veinte años acá la
fornicacion ha pasado entre las gentes muc
23o DE LOS APOLOGISTAS
danas por una falta leve; el adulterio, el
mayor de todos los crímenes (a) , por una
buena suerte; la decepcion y la traicion ,
por virtudes de corte; la impiedad y el li-
bertinage, por valentía dfe espíritu ; el ju
ramento y la blasfemia , por adorno del dis
curso ; el engaño y la mentira , por ciencia
de despacho y tráfico ; el furor de un juego
continuo , por una decente ocupacion de
las mugeres ; el desprecio de los maridos ,
el abandono del cuidado de la familia , la
negligencia de la educacion de los hijos ,
por privilegio de las que han recibido al
gunas ventajas de la naturaleza ó de la
suerte? No digo una palabra de crímenes
mas abominables , que nuestros padres igno
raron , y que se han derramado de tal modo
en este siglo desgraciado , que no se puede
pensar en ello sin sentirse horrorizado. »

(a) Esto , siento mucho oponerme á uno de los orá


culos de Port-Royal , esto , repito , se resiente de tono-
declamatorio. KL adulterio no es el mayor de los
crímenes , pues no es crimen sino delito , y , si , á costa
de la propiedad d/ 1 lenguage , se quisiere sostener que
es un crimen , diré que es un crimen positivo t no un
crimen natural.
DE LA RET.IG. CMST. . 23 1
Los jesuítas estan acordes en esto con
Port-Royal. « ¿ Dónde hay hoy dia religion?
Si atendemos al modo con que se vive en el
mundo, todas las verdaderas señales depie
dad estan casi borradas en las costumbres de
los cristianos, exclama el padre Rapin (de la
fé de los últimos siglos, cjp. vin , p. 465. )
Hubo nunca , continúa, mas desarreglo en In
juventud , mas ambicion en los grandes , mas
embriaguez en los pobres , mas desenfreno
en los hombres , mas luxo y molicie en las
mugeres , mas mala fe en todos los estados
y todas las clases ? ¿ Hubo jamas menos
fidelidad en los matrimonios , menos de
cencia en las tertulias , menos pudor y mo
destia en la sociedad ? El lujo de los ves
tidos, la suntuosidad de los muebles, la
delicadeza de la mesa , la superfluidad de
gastos , el desenfreno de las costumbres y -
oíros desarreglos de la vida, han llegado á
un exceso inaudito. Todos los principios de
la verdadera piedad estan tan trastornados,
que hoy dia se profiere en el trato un mal
vado urbano á un hombre de bien que no
lo sea, y cometer el crimen con prudencia
y sin. ofender á nadie , se llama en el
^32 DE LOS APOLOGISTAS
inundo^ tener probidad. J;iuias se habló
tanto de moral , y jamas hubo tan malas cos
tumbres ; jamas hubo tantos reformadores,
y menos reforma ; jamas tanta ciencia , y
menos piedad ; jamas mejores predicadores,
y menos conversiones : á juzgar por el modo
en que vivimos, ¿ no somos paganos en todo?
La corrupcion es universa] , el pecado reyna
por todas partes, y la penitencia en ninguna
parte se hace : tenemos verguenza de ser
virtuosos , y el vicio marcha con frente er
guida , como la prostituta de Babilonia , que
es la figura del último grado de abomina
cion ; y parece que jamas han sido los hom
bres tan idólatras del mundo , ni tan amantes
del vicio, es decir, jamas han estado en
una oposicion tan formal con el espíritu de
Dios.
» ¿Es posible , dice el padre Bourdalue
en las Dominicas , t. iv, p. 268 , que un
predicador del evangelio se vea reducido á
hacer publicamente esta confesion ? Todos
han abandonado los caminos de la santidad
que se les habia trazado ; todos se han en
tregado al pecado. »
Igual es el tono del padre Croiset, en sn
DE LA RELIG. CRIST. 233
paralelo de las costumbres de este siglo y
de la moral de J. C. , t. I, p. 33.
« Todos acusan de depravacion á su siglo
( són expresiones suyas) ; pero, sin hacer
excesivamente e) papel de Jeremías , ¿vióse
jamas menos inocencia en la juventud , tan
poca regularidad en las costumbres y con
ducta de laspersonasde edad madura? ¿vióse
jamas menos piedad en todas las clases? ¿ y
tan poca religion en casi todo lo que se
llama gentes del gran mundo ? ¿ Deja de
ser menos público , el libertinage , por
ser mas civilizado ? »
No solo en sermones y libros devotos ,
en que no reyna siempre una suma exac
titud , se encuentran invectivas contra las
costumbres desarregladas de estos últimos
siglos : dos grandes obispos de Francia , el
señor Poncet y el señor Arras , abriendo su
corazon al papa Ynocencio XI , exponién
dole los males de la iglesia , y pidiendole
remedio , hablan con igual vehemencia :
« Aunque de muchos siglos aca , dicen /
esté muy difundida la corrupcion en las
costumbres de los cristianos , no obstante
en otro tiempo el vicio , reconociéndose
23,| DE LOS APOLOGISTAS
por lo que es , llevaba siempre consigo un
carácter de timidez y de verguenza ; y , por
comun que fuera el desorden , nadie osaba
á lo menos autorizarle públicamente. Pero
al presente el mal ha venido á ser mayor
y mas funesto á la iglesia ; pues no solo el
número de los perversos se aumenta cada
dia , sino que , ademas , se halla sostenido
por la temeridad inconsiderada, por no
decir otra cosa mas fuerte , .de algunos au
tores nuevos que parece no tienen mas ob
jeto que lisongear la concupiscencia de los
hombres , ahogar los remordimientos de
la conciencia , extinguir hasta los impulsos
de abandonar el pecado , abrir la puerta á
toda especie de vicios , armar las tinieblas
contra la luz, la falsedad contra la verdad ;
en fin , desembarazar el crimen del temor
y verguenza que naturalmente tiene , y qui
tarle la infamia y aun el nombre de cri
men. »
El desarreglo de los cristianos ha dado á
los judios motivo para formar un argumento
contra la religion cristiana. « ¿ Cúal ha sido
pues el resultado de lan-enida del Mesías ,
decia Ovobio , y en qué consiste la cura de
DE LA RELIG. CRIST. 235
nuestros males ? ¿ Cómo se probará que el
reynado del demonio se ha acabado ? Se
ve claramente lo contrario ; jamas' ha sido
tan poderoso : no será lo mismo cuando
venga el Mesías (a) ; entónces , Ja envidia,
el odio , la discordia quedaran en confusion
eterna. Todo el mundo vivirá en paz; el
amor de Dios y la observancia de la ley seran,
la única ocupacion de los hombres (¿).»
En consecuencia de esas señales carac
terísticas que los judíos creen claramente
designadas en las profecías, ha escrito el
ministro Jurieu que debe haber una segunda
venida del Mesías despues de la cual la
justicia reynará sobre la tierra : lo cual ha
dado ocasion á Simon para escribirle , bajo
el nombre de los rabinos, una carta irónica,
que es digna de leerse. Sin embargo , esa
idea no era nueva (i) , y san Justino la había
adoptado antes (2).

(fl) Mucho tenemos que aguardar, scfiorTDiobío,


(¿) Muy fácil es hablar de talanquera.
(1) Cartas escogidas, t. I , p. 3o-\.
(2) San Justino, p. aoS.
2?>6 DÉ LOS APOLOGISTAS
Puesto que los hombres no estan mas
ilustrados que antes de la venida del Mesías,
puesto que el diablo no es ménos pode
roso (i) , hágasenos ver cuáles han sido las
ventajas de la encarnacion del hijo de Dios.

(i) Bayle, art. Xenofonte , n\ 3.


DE LA RELIG. CRIST. 23^

CAPITULO XI.

Varias reflexiones sobre el antiguo y nuev»


Testamento .

Los libros sagrados de los cristianos han


dado origen á varias objeciones que toda
vía no han recibido solucion (a). Los pri
meros capítulos del Genesis son tan difíciles
de explicar , que muchos intérpretes no
pudiendo darles un sentido razonable , han
recurrido á la alegoría Las aguas infe
riores al firmamento , los dias anteriores al
sol , y otras muchas cosas de este jaez , son
otros tantos enigmas para los físicos. La
situacion del paraíso terrestre ha embara
zado , y embarázará siempre á cuantos escri-

(«) Vease el apéndice al fin del libro.


(í) No ha dejado de haber doctor de la iglesia que
haya dado á los primeros capítulos del Génesis un sen
tido alegórico. Pero, si la caidade Adan fué alegórica y
la-red ncion debe haberlo sido tambien.
238 t)E LOS APOLOGISTA*
han sobre esta materia : pues no hay sitio
nlguno en el mundo de donde salgan el
Tigris , el Eufrates y otros dos rios cau
dalosos j caracteres que distinguen á este
famoso jardín.
No hay cuestion que haya ejercitado tanto
la imaginacion de los comentadores(i). Unos
le han colocado en el tercercielo,enelcuarto,
en el cielo delaluna , en la region media del
ayre, debajo dela tierra, en un lugar oculto y
distante de la inteligencia humana . Otros en el
polo árctico, en la Tartaria, en el sitio que hoy
dia ocupa el mar Caspio. Hay quienes le han
alejado á la extremidad del mediodía , á la
'tierra del fuego ; quien le ha fixado en el
Levante , en las orillas del Ganges , ó en la
isla de Ceylan. Quien ha escogido para ello
la-China , la Armenia , el Africa , el ecua
dor y el Oriente equinocial , á las faldas de
los montes de la luna , donde se creia que
nacia el Nilo. La mayor parte de los escri
tores le han colocado en Asia ; unos en la
Armenia , otros en la Mesopotamia , ó en la
Siria , ó en Babilonia , ó en la Arabia , ó en

(0 Calmei j 1. 8 , v. 8 tlel cap. 2 del Génesis-


DE LA ItELIG. CRIST. 23g
la Asiria , ó en la Palestina; y no han fal
lado quienes hayan querido hacer ese honor
á la Europa.
Filon y Orígenes creyeron que ese paraíso
era meramente espiritual. Los Seleucianos
sostenían que era invisible. Todas estas
opiniones , delas cuales muchas son extra
vagantes , prueban la obscuridad de la ma
teria : lo cual ha hecho decir á Saurin (i)
que quizas cuantos esfuerzos se hayan he
cho y en adelante se lucieren, para aclarar
esa cuestion, seran inútiles (a). Las demas
dificultades de esos tres primeros capítulos
no pertenecen á la clase de las cosas inin
teligibles ; se entienden muy bien , pero
los incrédulos las comparan á las metamor
fosis de Ovidio (b).
(i) Discurso , p. 24.
(a) No había salido á luz en ese tiempo. El Mundo
primitivo del caballin o Erro. En esa obra se designa
de un modo fijo , por medio de un mapa topográfico, el
lugar donde estuvo el paraiso terrenal , y la exactitud
de la designacion se deduce de la etimología bascon-
gada del Eufrates : Eufavatzá ó Eitbaralzá ,- suave ó
amena huerta ó^udin , pues eu significa cosa suave ó
■mena y baratzd huerta ó jardín.
(l>) Volney y Dupuis bandado a esos capítulos un»
explicacion astrológica,
a4o »DE LOS APOLOGISTAS
Habla la serpiente ; y aunque solo ha sido
instrumento del diablo , no obstante es mal
decida y castigada. En este capítulo y otros
lugares de la Escritura , Dios es represen
tado como corporal , y se le bace chancear
con Adan. .
La historia de la burra de Balaan tiene
alguna relacion con la historia de la ser
piente (a). Ha parecido tan poco creíble al
rabino Levi , hijo de Gerion , que no ha
querido que se tome á la letra (i). El diluvio
es un manantial de dificultades insupera
bles (b). El texto de la Escritura decide
claramente que fué universal. Los que han
calculado la inmensa cantidad de agua ne
cesaria para cubrir la tierra , han sostenido
que se necesitaba de veinte veces mas agua
que la del Oceano para cubrir el globo
terrestre (2). El conde de BoulanvilHers ha

(0) Tan historia es la una como la otra.


(1) Basnage , hist. de los Judíos , 1. 9 , c. 20 , n'. 13.
(i) El diluvio de aguas será un diluvio de dificultades
para todo el que le diere un * sentido literal, f^ease el
apéndice y las obras de Volney y Dupuis.
(a) Saurín , discurso S , p. 98.
tlE LA. RELIG. C1UST. » 24 I
hecho sobre este punto observaciones di
gnas de atencion, en su Historia del mundo .
« Es imposible, dice, que en el estado
actual de la tierra, pueda haber un diluvio
general que cubra las mas altas montañas
en altura de quince codos superior a su
cumbre. Pruébase esto por la profundidad
del mar y la elevacion de las mas altas
montañas , ó por el declive de las tierras
desde el medio de ellas hasta la mar. El
monte Gordiano ó el de Ararat , en que el
arca se detuvo , tiene mas de tres mil pasos
de elevacion sobre la superficie del mar (a).
Esta tomada en general , no tiene mas de

(a) No veo imposibilidad en eso, aunque si una gratl


inverosimilitud ; pues supongamos , por im momento ,
<¡ne la parte interior del globo fuese una enorme cavi
dad llena de agua , y que la superficie del globo se hu
biese hundido toda ella á la vez , en tal caso la tierra
entera podia haber sido cubierta del agua central , sin
necesidad de recurrir á las cataratas del cielo. Pero
donde la dificultad es mayor , es en la desaparicion re
pentina de tanta agua. ¿Fué por evaporacion causada por
m viento ardiente ? Mas virtud tenian entonces los
vientos que no ahora. ¿ Fué por la reconstitucion del
globo terrestre eñ el estado hipotético que he supuesto?
2'orfo es posible, solía decir en casos parecidos
Fontenelle.
11
34 2 BE LOS APOLOGISTA»
trecientos pies de profundidad : así , sin
coutar cou que la capacidad del globo se
ensancha al paso que este se eleva , se
necesitaría de una cantidad de agua diez ó
doce veces igual á la que el mar y las ca-r
vidades subterraneas puedan contener , para
inundar toda la tierra del modo señalado
en la escritura (a). No se puede decir que
Dios baya creado , para este objeto , una
llueva cantidad de agua , que despues haya
aniquilado ; pues la escritura no habla sino
de medios naturales, es á saber, de la
abertura de los abismos , y de la caída de
Ja lluvia. J)ice tambien de un modo expreso
' que Dios se valió del viento para evaporar
el agua. Tampoco se puede imaginar nadie
que con las lluvias mas fuertes y las tem
pestades mas violentas cayga mas de pulgada
y media de agua en el espacio de media
hora. No habiendo pues llovido sino du--
rante cuarenta dias y cuarenta noches , se
necesitaría para que el agua llegase á la cima
de las montañas mas altas, dándoles solo dos
mil pasos de elevacion , que es un tercio

(a) jPiemjtptpe á la nola precedente.


DE LA REUG. CRIST.
menos ele su altura , que hubiesen caído en
. veinte y cuatro horas docientos cincuenta
pies de agua ; lo cual excede tanto las fuer
zas de la naturaleza y de la probabilidad, que
es incomprehensible (o). »
Los que limitan el diluvio á la parte del
mundo habitado (i), preguntan cómo po
dían llegar á donde estaba Noé los animales
que se hallaban a una portentosa distancia
del lugar donde fué construida el arca, y
cómo volvieron á su lugar primitivo. Isaac
Vosio , uno de los mas acérrimos impu
gnadores de la universalidad del diluvio ,

(a) ¿ Qmén puede afirmar que tal fenómeno dado


exceda las fuerzas dela naturaleza ? ; Hay alguien acaso
que las conozca ? Podrá decirse a lo mas tal fenómeno
excede lasfuerzas ordinarias de la naturaleza; no es
conforme á las leyes conocidas', ¿pero no tiene otras le
yes, otras fuerzas con que confunde á veces la seguridad
semi-nlosóíica de los hombres? No presento estas refle
xiones para sostener el hecho impugnado por Boulanvi-
lliers , presentole solo como principio incontestable
que debe estar gravado en nuestra razon para darle ,
en las ocasiones oportunas , la aplicacion correspon
diente. Ademas , la gradacion : excede lasfuerzas de la
naturaleza y de la probabilidad, es contraria á la su
bordinacion de las ideas, debia ser inversa.
(i) ycase á Saurín , discurso 8, p. 99.
244 BE xos APOLOGISTAS
insiste fuertemente en esta objecion ; hu
bieran necesitado , segun él , veinte mil
años ciertos animales llamados perezosos, á
causa de su lentitud , para poder llegar hasta
el patriarca.
Hay mil dificultades en conciliar esa mul
titud de hombres que se ven aparecer sobre
la superficie de la tierra poco despues de Noé,
con la universalidad del diluvio («). Lenglet
lo comprehendió bien , y lo advirtió en su
proyecto de subscripcion á la segunda edi
cion de su método para estudiar la historia;
pero se juzgó conveniente haeerl-e suprimir
esas observaciones. « Hallamos en Egipto,
decia , docientos ó trecientos años despues
del diluvio , una can'idad tan grande de
pueblos , que veinte mil ciudades no po
drían contenerlos. La China no estaba menos
poblada que el Egipto , y la Escitia lo estaba
igualmente que la Tartaria. »
Creese haber adelantado mucho, creando
(a) La mencion simultanea de Noé y del diluvio me
íecuerda el siguiente epigrama castellano ;
Bien hay a el padre Noé ,
Que el primer bajel formó ¡
Si en agua no se anegó,
£n vino anegado fué.
DE LA RELIO. CÜIST.
hombres á plumadas ; se pretende persua»
dimos , como este sabio jesuita , á fuerza
de cálculos y progresiones arisméticas , que
docicntos sesenta años despues del diluvio,
debia haber sesenta mil setecientos diez y
nueve millones de personas, es decir , mu
chas mas que las necesarias para poblar cinco
ó seis globos corno el nuestro.
Si los hombres procreaban tanto en esos
primeros tiempos , ¿ cuál no deberá haber
sido la poblacion diez siglos despues del
diluvio? Habrá habido, ciertamente, segun
los mismos cálculos, bastantes habitantes
fiara poblar una centena de mundos : esto
docto jesuita debia haber reflexionado que,
segun la escritura , esos hombres no tenian
hijos sino muy tarde, y verosímilmente po
cos , y que así la poblacion no pudo au
mentarse ni tanto , ni tan rápidamente ; se
debería pues recurrir á cálculos mas razona
bles , para explicar la formacion de los im
perios ; pues todo cuanto se dice para jus
tificar esas posibilidades , es contrario á la
experiencia.
La historia de la China contradice abier
tamente á la de los judios. No pretendo
246 DE LOS APOLOGISTAS
hablar de los cálculos inmensos que los
chinos adoptan en sus libros históricos ; solo
me atengo á lo que no puede ser contestado.
Escuchemos sobre este punto á un jesuíta
que ha escrito poco ha (i). «Lo que hay de
cierto , dice , es que la China ha sido poblada
mas de dos mil ciento cincuenta y cinco
años antes de J. C. ; verdad que se demues
tra por un eclipse solar acaecido en ese
año. » El abadllenaudot desecha ese eclipse
fundándose en el testimonio deCasini ; pero
no ha comprehendido la cita que ha hecho
de ese célebre astrónomo.
Se han enviado al P. Soucict observa-1
ciones astronómicas sacadas de las historias
y libros de los chinos , que prueban á la
vez su instruccion en astronomía, y la an
tiguedad de sus observa-ciones. Las dará á
luz , lo cual me dispensa de extenderme
mas sobre este asunto. Bástanos retener á
lo menos dos mil ciento cincuenta y cinco
años ántes de J. G. Es cierto que esta an
tiguedad tiene consecuencias funestas , pues

(i) Carta del P. Fauque, p. /J58 , Coleccion ig*. d»


las Carlas edificantes y curiosa»:
Í)E LA RELIÓ. CRISTi
que contraría la universalidad del diluvio y
la autenticidad del texto hebreo (a) , segutí
el cual la tierra no estaba habitada sino por
los hijos de Píoé, dos mil ciento cincuenta y
cinco años antes de J. C.,y, de consiguiente^
no podia en ese tiempo haber astrónomos
en la China (¿).
Es igualmente difícil de comprehender
cómo los negros puedan tener el mismo
origen que los blancos. Boulanvilliers , que
ha tratado de la causa del color de los ne
gros en su Historia del inundo , pretenda

(«) La prueba del eclipse no es concluyeme. Los


astrónomos calculan, con igual exactitud que los fu
turos, los eclipses pasados, históricos ó* ultra-históri
cos. Los chinos, á quienes el autor concede instruccion
astronómica, pudieron recurrir al medio de antedatar
-sus observaciones para darse mayor ' antigüedad. Sin
embargo, si la observacion mas antigua que presentan
es la enunciada, se debe creer que sea verdadera?, pues
no es verosímil que sus antedatas astronómicas no sa
extendieran mas.
(¿) §i la China era entonces la China y no la Arme
nia. Esto podrá parectr un logogrifo. Lo explicare
mos. Las cosas no son siempre lo que parecen.- Así , cii
la escritura , Babilonia no es siempre Babilonia, á ve
ces es Moma; y David á veces es Cristo, no el hijo de
Ysai Y , en teología , ¿ no tenemos una gracia suji-'
cierne que no es suficiente ?
248 PE LOS APOLOGISTAS
que hay razones físicas de esa negrura , que
han sido recientemente descubiertas.
« La anatomía , dice , ha descubierto, de
pocos años acá, una causa física y sensible
de la negrura de los negros , deducida de la
sola disposicion de su cutis, es á saber, un
. tejido que parte del ombligo , y se extiende
por toda la epidermis, tejido que es de azul
obscuro , y no se encuentra en los blan
cos. » ' ,
Seguiriase de ai que tienen un origen di»
fcrente , que , de consiguiente , no pueden
descender de- Adan, y esto hallaría uria
nueva prueba en una observacion'de Brown,
si es cierto, que la negrura de los negros se
perpetúa siempre , aun mudando de pais ,
y que los blancos nunca producen negros,
aunque se establezcan en el pais de estos (i).
Es cosa muy singular, que el Pentateuco,,
cuyo lenguage sobre la inmortalidad del
alma , punto fundamental de la verdadera
religion , es tan obscuro, que hombres muy
doctos , como el cardenal du Perron (2) >

(1) Errores populares, I. 4, c. lo, p, 220.


(a) Perroniana , p. 3,
DE tk IlELIG. CRISTV
Lúeas de Bruges (i), Divois, etc. (2), han
creido justamente que no se hace en él
mencion alguna de esa verdad , parece ,
sin embargo , suponer que los animales pue
den merecer y desmerecer. Manifiestalo
bien el versículo 5, del cap. g, del Génesis,
en donde se dice : Tomaré venganza do
todos los animales que hubieren derramado
vuestra sang?-e; y el versículo 10 : Con
traeré alianza con los animales que están
con vosotros , con los pájaros, con los ani
males domésticos, y del campo, con todos
los que han salido del arca , y con todos
los animales de la tierra.
Esto hace decir al P. Calmet que se ven
muchas veces en la escritura expresiones
que parecen suponer en los animales cierta
especie de inteligencia. Dios les habla des
pues de la creacion , y les manda crecer y
multiplicarse. En la antigua ley, son castiga
dos de muerte los toros que hubieren herido
al hombre con sus cuernos, y los animales
que hayan servido de instrumento á un crí-

(1) Basnagc , hist. de los Judíos , 1. 5 , c. 17.


( ) Pruebas de la verdadera religion, 1. 2, p. 90.
25o DE LOS APOLOGISTAS
men abominable. El Salmista habla de la
muerte de los animales en los mismos tér
minos que de la muerte de los hombres :
Aufercs spiritum eorum , et deficient. Los
privareis del alma , y pereceran.
Los Ninivitas hicieron ayunar á los ani
males (a) , y, cuando Jonas se queja á Dios
de que haya perdonado á Ninive , le res
ponde Dios : « ¿ Porqué no he de perdo
nar á esa gran ciudad , en que hay tantos
hombres que no saben distinguir su mano
derecha , y en que hay tantos animales ? »
Como si ese gran número de animales pu
diera ser un motivo que moviese á Dios á
. perdonar á Ninive.
Podríanse referir otros muchos pasages
de la escritura en que parece que se supone
inteligencia en los animales. Mas esta opi
nion no es la dominante entre los cristianos,.

(a) Pero tambien ayunaron ellos , y no como dos


señoras francesas del tiempo de Luis XIV. Compun
gidas en extremo , despues de un sermon del P. Bour-
ctaloue , di jo una de ellas á la otra : Amiga , somos muy
pecadoras , es preciso que hagamos penitencia. —
Si, es verdad, respondió la «egunda , ¿ qué haremos ?
Hagamos ayunar á nuestros criados , dijo la püi~
mena,, - .
TTE LA RELIG. CHIST. 25l
y se ven forzados á decir que el Espíritu
Santo je ha acomodado á las preocupa
ciones de los hebreos , cuyas ideas en esta
parte eran conformes á las de todas las na
ciones vecinas. *
Es nn objeto de admiracion para los in
crédulos la abundancia de expresiones he
terodoxas que se encuentran en obras com
puestas por inspiracion/divina, para fixar la
creencia de los hombres , é indudablemente
en el antiguo Testamento.
Lejos de sorprehendernos de que haya
existido una secta de antropomorfitas , es
de admirar que , cuantos .miran la Biblia
como libro divino , no hayan adoptado la
opinion que supone á Dios corporal , pues
que en ella Dios es representado siempre;
como dotado de cuerpo. Cuando los des
cendientes de Noé estaban fabricando la;
torre de Babel, bajó el Señor a ver la ciu
dad y la torre que levantaban los hijos cie
los hombres. Así hace hablar á Dios el
escritor sagrado (c. 1 1 , v. 5, del Génesis) :
« Yo bajaré , y veré si sus obras correspon
den á la voz que ha llegado á mí, a sabepT
sieso es así ó no. *
aí>2 DE LOS APOLOGISTAS
Lleno está el antiguo Testamento de tale*
frases, que han sido ocasion de blasfemias
para los judios y las personas sencillas.
Acusan tambien á la escritura los incré
dulos de proponer por modelos y alabar
muchos personages cuya vida ha estado lejos
de ser edificante , y de canonizar acciones
condenadas por la razon y la religion natural.
El libro de los Jueces (cap. 3 , v. i4) »
hace el elogio de la accion de Aod, que
asesinó á Eglon , rey de Moab , cuyo sub
dito era por el derecho de la guerra. La
lectura de una obra en que se halla un prin
cipio tan peligroso , debiera ser prohibida
á las personas sencillas en un estado bien
arreglado. Quizas ese pasa ge fué lo que se
dujo á los Ravaillacs y los Clementes , lo
que los indujo á cometer con tranquilidad
el mayor de todos los crímenes.
No parece mas conforme á la sana moral
laaccionde Jahel. Esta era muger delleber,
que estaba en paz con Jabin , rey de Azor.
Sisara , general de ese príncipe, huia , des
pues de haber sido derrotado por Baruc ;
salea recibirle Jahel , prométele que le ocul
tará, y, después de todo, le quita traydo
DE LA RELIO. CRIST. 253
ramente la vida. Apesarde eso, Jahel ocupa
un lugar honroso en el cántico de Débora.
Hay, no obstante , en esa conducta , una
complicacion de perfidias que hubiera de
bido aterrar á una conciencia algo timorata.
El P. Calmet lo confiesa. « Debemos reco
nocer que ella mintió , y obró contra la
buena fe que se debe guardar, aun en la
guerra , con sus enemigos mismos , invi
tando á Sisara á entrar en su tienda , y ex
hortándole á no tener temor alguno. Ella
violó las leyes de la hospitalidad para en
gañar á su enemigo : cosa que nunca es
permitida , pues la hospitalidad ha pasado
siempre por una cosa sagrada é inviolable.
Parece , ademas , que Heber y Jabia eran
aliados , y no se ve que Sisara haya exeeu-
tado acto alguno contra esa alianza. » ( cap.
5, v. i4, de los Jueces .)
Hay otros muchos rasgos semejantes ea
los libros del antiguo Testamento , cosa que
habia inducido á los maniqueos á desecharle
con desprecio (i).
El Eclesiastes ha sido un objeto de es-

• (i) Aug. comía Fausto ,1. aa , t. VIII,p. 363 y 36/J<


254 DE L0S APOLOGISTAS
cándalo para los deistas , estos se han ima-'
ginado que era evidente para todo hombre
despreocupado, que ese libro habia sido
compuesto con el objeto de probar que el
hombre no se debe proponer otro fin que
pasar en este mundo una vida tranquila ; sin
cuidar de lo futuro , pues que todo perece
con el cuerpo ; pensamiento que se prueba,
con estos pasages (cap. 3 , v. 12 y 18) r
« He visto que no habia nada mejor que
hacer bien durante la vida. He dicho para
mí mismo , relativamente á los hijos de los
hombres , que Dios los experimenta , y hace
ver que son semejantes á las bestias. Por
eso , los hombres mueren como las bestias,
y su suerte es igual. Así como muere el
hombre , mueren tambien las bestias : las
unas y los otros expiran del mismo modo ;
y el hombre nada tiene mas que Jas bestias..
Todo está sujeto á la vanidad , y todo tiende
á un mismo lugar. Todo ha salido de la
tierra , y volverá á ella : ¿ quien sabe si el
alma de los hijos de Adan subirá á lo alto r
y el alma de las bestias bajará á lo profun
do ?— He visto que nada mejor puede ha
cer el hombre sino complacerse en sus.
DE LA RELIG. CRláT. 255
obras , que este es su destino : pues ¿quien
le hará volver á ver lo que despues de él
acaeciere (ibid. cap. 8, v. i4)? He creido
que la felicidad que se podia gozar bajo del
sol, era comer, beber y regocijarse, y que
este era el único fruto que el hombre llevaba
consigo de todo el trabajo que se habia to
mado, durante los dias que Dios le habia
concedido bajo el sol. »
En fin , en el versículo 5 , cap. 9 , se de
cide positivamente que los muertos nada
saben , que no son recompensados, y que
su memoria es sepultada en el olvido ; sin
embargo, esa era la ocasion de<jue el autor
se hubiera explicado sobre la inmortalidad
del alma, si hubiese tenido noticia de ella.
Es verdad que, al fin de la obra, dice que
el polvo se unirá de nuevo á la tierra
de donde salió , y el espíritu volverá á Dios
que le dió. Pero este Rouah , 6 este espíritu,
es lo que en otra parte se llama ( Gen.
cap. 8, v. 7), spiraculum vitoe , y significa
uná cosa algo corporal. Una prueba de que
el autor del Eclesiastes no ha entendido por
esa palabra una mbstancia espiritual é in
mortal , es que se vale del mismo término*
256 DE LOS APOLOGISTAS
cuando habla del alma de los brutos ( cap.
3 , v. 9. ) (a). Esas expresiones favorecerían
mas al espinosismo que á la doctrina orto
doxa.
El cántico de los cánticos es tan escanda
loso , á lo menos en la apariencia , que los
intérpretes confiesan (1) que sería temerario
el querer explicarle todo literalmente.
Teodoro Mopsuestano , y , en los últimos
tiempos , Castalion, han hablado de él como
de una obra licenciosa , sola, propia para
corromper las costumbres. Viston (2) ha
tratado de probar poco ha que el cántico
de los cánticos es un libro lleno de dispa
rates , de vanidad y de disolucion , y que no
debe ser colocado entre los libros canóni
cos (b).

(0) No hubiera raciocinado así el jesuíta Bougeanr.


Este creia que las almas de los brutos eran espirituales
é inmortales coreo las nuestras , y cortaba las dificul
tades con decir que eran diablos encerrados en esos
cuerpos para purgar su rebelion. Es verdad que se re
tractó en sus últimos momentos.
(1) Vease Calmet , Diccion, de la Biblia.
(2) Memorias liter. de la Gran Bretaña, p.292,n". i4-
(¿) ¡ Terrible es este Viston !.'....
DE LA RELlG. CMST. 25j
Grocio , que no ha conocido mas sentido
que el literal , ha sido tratado como blas
femo ; y eso ha hecho decir al P. Calmet
que , si Salomon hubiese querido dar las
lecciones que Grocio cree Ver en ese libro,
debería ser sepultado el cántico de los cán
ticos en un olvido y silencio eterno (a).
Seria una fuente envenenada que debiera
ser cerrada. No sin razon los judios prohi
bian la lectura de ese libro á las persona»
que no hubiesen llegado á los treinta años;,
pues pocas imaginaciones juveniles dejarían
de enardecerse con los rasgos siguientes
(eap. 7, v. a3, 7 y 8).
« Tu ombligo, hija del rey, es como
nna copa tan redonda como la luna, donde
jamas falta licor. Ta vientre es como un
monton de trigo coronado todo de lirios ;
tus dos tetas son como dos gemelos ; tu
cabeza semeja á la cabeza de la palma , y
tus tetas á racimos de uvas. Yo he dicho ;

(a) Caila cual tiene su literalismo, Grocio tomata á


la letra los textos de la escritura , y el P, Calmet las
relaciones de Ungaros y Polacos sobre las habilidad**
de los Vampiros,
258 DE LOS APOLOGISTAS
subiré ú la palma , cojeré sus hojas , y ttu
tetas seran como racimos de uvas. »
Rasgos tan romancescos hay en el libro
de Tobías , que bastarían para desechar
como fabuloso todo otro libro en que se
hallasen. Sara se habia casado sucesiva
mente con siete hombres, y un demonio
llamado Asmodeo los habia muerto a todos,
luego que se hahian acercado á ellas (cap,
3. v. 8 ) (a). El joven Tobias halla un án
gel que se ofrece á servirle de guia , y
este ángel mentiroso le asegura que es uno
de los hijos de Israel, que se llama Azadas
y que es hijo del gran Ananías , (cap. 5 , v.
5). El humo que sale del pez que Tobíaspesca
en el Tigris, lanza todos los demonios, sea
del cuerpo de un hombre, sea. del cuerpo
de una muger, de suerte que nb vuelven
mas á acercarse ( cap. 5 , v. .8 ).
El demonio Asmodeo es preso por el
ángel Bafael, que le deja encadenado en
los desiertos del Egipto superior ( cap.
8.,v.3).
El libro de Judie es mas propio para iu-
(a) Este demonio hubiera sido bueno para eunuco del
serrallo.
DE LA RELIG. CIUST. 20g
ducir al crimen que para inspirar la virtud.
Es muy difícil el fijar el tiempo en que
esta heroína floreció. Dícese , en el versí
culo 3o , del cap. 1 1 , que vivió ciento y
cincuenta años , y que , ni durante su vida ,
ni muchos años despues , se halló nadie
que perturbase el sosiego de Israel. Ahora
bien : en los últimos siglos del reyno de
Judá , no se encuentra tiempo alguno de
-tranquilidad bastante largo para poder lijar
el acontecimiento del sitio de Betulia. No
halla para salir de esta dificultad mas expe
diente el P. Calmet sino dar á Judit sesenta
ó sesenta y cinco años , cuando mató á
Iloloférnes ; sin embargo , ella es represen
tada en la historia como muy hermosa en
ese tiempo. Prideaux confiesa que no le ea
posible aclarar esc punto ( cap. i, p. 73)..
El autor de la defensa de las opiniones
sobre la historia crítica (carta 10, p. i4í))»
se inclina á creer que el libro de Ester es
una historia fingida, ó romanee espiritual.
Ese autor ha reunido todos los rasgos que
puedan confirmar esa idea. El versículo vi
gésimo segundo del primer capítulo de ese
libro tiene algo de cómico. Dícese en él que
260 BE LOS APOLOGISTAS
Asuero envió órdenes á todas las provin
cias del imperio , para que los maridos tu
viesen en sus familias toda la autoridad.
El edicto contra los judios no tiene ve
rosimilitud alguna. Si la intencion de Aman
era de acabar con los judios , como se su
pone, no pudo conducirse con mas torpeza,
dándoles tiempo , y advirtiendoles que de
bían tratar de salvarse con la fuga. El ver
sículo 14 del último capítulo, que, á la ver
dad, solo está en griego, presta á Asuero un
discurso muy poco conveniente á la digni
dad de un rey tan poderoso. Se le hace de
cir que Aman , que con la muerte de los ju
dios privaba de ese socorro á los persas ,
trataba de apoderarse del reyno y entre
garle á los macedonios. Estos rasgos mani
fiestan la vanidad de los judios, que querían
pasar por columnas del imperio de los per
sas. Por ese tiempo los macedonios hacian
muy poco papel ; lo cual ha forzado al P.
Calmet á decir que el autor del libro de
Ester daba al rey Artaxero, ó Asuero , un
«mguage nada conforme al tiempo en que
vivía ese príncipe (a).
(«) La importancia que el auter del libro de Ester da
DE LA RELIG. CRIST. 2&1
Si creemos á los enemigos de la revela
cion, el nuevo Testamento, aunque mucho
mas perfecto que el antiguo , no carece
tampoco de defectos. El exeniploque citan,
es sacado del trozo mas hermoso de ese li-
hro : el sermon de la montaña , q»e con
tiene el resumen de la moral cristiana,
tiene seguramente máximas excelentes ; - es
lástima solamente que la práctica sea impo
sible. Así, los padres de la iglesia han pro
bado , por la conducta misma de J. C, que
sus discursos no debian tomarse á la letra ;
y pretenden hallar consejos en cosas que
parecen presentas por él. ( Vease al P.
Galmet ). Sin embargo , no se ve distincion
alguna en el texto sagrado , y esos pretendi
dos consejos siguen inmediatamente á la
prohibicion del adulterio y del perjurio.
Nada dice J. G. que pueda hacernos creer
que establece alguna diferencia entre sus
diversas instrucciones ; y aun habla en tono
imperativo en las ocasiones mismas en que
se sostiene que solo se limita á aconsejar.

a Ws macedonios, prueba qpe esa produccion es poste


rior 4 los tiempos de Alejandro.
262 DE LOS APOLOGISTAS
«Sabeis dice : ( cap. 5, v. 38 del evangelio de
san Mateo'), que se ha dicho, ojo por ojo, y
diente por diente; y yo os digo que no resistais
al mal que os quisieren hacer sino antes bien :
si alguien os diere una bofetada en la me
jilla derecha , presentadle la izquierda ; si
alguien pretendiere quitaros vuestro vestido,
dadle tambien vuestra túnica.» ¿Qué di
riamos de una ley humana que confundiese
lo esencial con lo arbitrario? ¿No la mira-
riamos como indigna de un legislador sen
sato? Es verosímil que esa distincion de
consejos y preceptos sea invencion de los
intérpretes , que echaron de ver que la ob
servancia exacta» de la moral de J. C. no es
ni posible , ni conforme á los intereses so
ciales. El autor del sermon de la montaña
no distinguía entre preceptos y consejos %
cuando predicaba; es pues muy probable,
por lo que precede y sigue /que miraba la
paciencia sin límites en los insultos é injus
ticias , y la abnegacion de la defensa legí
tima de sí mismo, como necesarias para agra
dar á Dios. Muchas sectas cristianas han to
mado á la letra ese sermon ; y , en el
último siglo, Roberfo Barclay ( tesis i5,.
DE LA RELIG. CRIST. 263
p. 638 ) , ha emprendido probar, en su
apología de los Tembladores , que es claro
como la luz del dia, que J. C. ha prohibido
la guerra (a). El sentido literal es favorable
á esa opinion. En consecuencia de esa ex
plicacion , un hombre docto , de que habla
Bayle (i) , se imaginaba que J. C. no habia
propuesto la religion como una cosa que
pudiera convenir á toda especie de perso
nas, sino solo á un corto número de fdósofos.
Se fundaba en que un pueblo entero que
practicase exactamente todos los preceptos
del cristianismo , seria incapaz de preser
varse de la invasion de sus enemigos. No
obstante, la intencion de Dios no ha podido
ser que una sociedad entera se privase de
los medios humanos de conservarse en la
independencia de los demas pueblos. Que-
ria pues persuadir ese hombre que, como
la filosofía de los estoveos , impracticable
para todas 4as sociedades, no era destinada
sino á almas extraordinarias , así el evange-

(a) Tertuliano crcia que un cristiano no potlia sel- ni


tinlitar , ni comerciante , ni magistrado.
(i) Pensamientos diversos, t, III, p. ia5.
264 DE L0S APOLOGISTAS
Jio no era propio sino para personas esco
gidas, superiores á la humanidad, y capaces
de desprenderse de las cosas terrenas (a).
Las epístolas de san Pablo y de san
Pedro suponen en muchos pasages una
opinion cuya falsedad ha sido demostrada
por el transcurso de los tiempos ; anuncian
que el Antecristo debia parecer muy
pronto , y que el mundo estaba próximo á
su fin. «Os declaramos, djee san Pablo
(Tesal. i, cap. 4 , v- *5)> como que lo
hemos sabido del Señor, que nosotros que
vivimos, y que estamos reservados para su
venida pues el misterio de iniquidad se
está formando al presente ( lo declara ,
Tesal. 2, cap. 2, v. i ), y, entonces se des
cubrirá el impío , que el señor Jesus des
truirá con el soplo de su boca. » San Pedro
habla del mismo modo , y san Juan está de
acuerdo con ellos. « ¡ Madres, niños ! es la
última hora , dice en su primera epístola ,

(a) Si esas virtudes extra-naturales no convienen á


una sociedad política , ni á tiempos ordinarios , pudie
ron convenir muelle á tiempos extraordinarios y á una
religion naciente.
BE LA RELIG. CIU9T. 265
(cap. a , v. 18) ; y, como habeis oído decir
que el Antecristo debe venir, sabed que hay
al presente muchos Antecristos , lo cual
nos da á conocer que nos hallamos en la
Última hora» .
Con ocasion de esos pasages , el P. Cal-
met hace la observacion (i) de que los
apóstoles, san Pedro y san Pablo se han
explicado , como si el fin del mundo estu
viese muy próximo (a). Tambien el evangelio
favorecía esta opinion ; pues la desolacion
de Jerusalen y el fin del mundo se anun
cian en san Lúeas, cap. 2 1 (b), como que de
ben seguirse de cerca. J. C. asegura que la
generacion que veia , no se acabaría sin
que todas esas cosas quedasen cumplidas.
En vista de esto , no debemos pasmarnos
de que los primeros padres de la iglesia
hayan creido hallarse cerca del fin del

(i) Disertacion, sobre el Antecristo , t. VIII , art. 4,


p. 356.
(a) El P. Fray Gerundio ííifia á todo esto, citando
al filósofo , que esns anuncios solo eran ad terrorem.
(í) Y" en el cap. 24 de san Mateo y el cap. i3 de san
Marcos.
12
266 DE LOS APOLOGISTAS
mundo. Esta opinion duró basta el fin del
siglo 4°. (i ). O).
Hay una gran diferencia entre los senti
mientos de respeto que los mahometanos
tienen por su Alcoran , y el que los cristia
nos profesan por la escritura. No puede
llevarse mas lejos la veneracion que los
sectarios de Mahoma muestran cuando ha
blan del Alcoran. «Es, dicen, el mayor
de los milagros, y todos los hombres reuni
dos no' son capaces de hacer cosa alguna
que se le parezca; lo cual es tanto mas
admirable, cuanto que el autor no habia
recibido instruccion alguna, ni leido libro
alguno. El Alcoran solo equivale á sesenta
mil milagros (este es poco mas ó menos
el número de los versículos que contiene).
La resurreciou de un muerto no probaría
mas eficazmente la verdad de una religion^

i
(i) Vease á Laclando , 1. 8 , c. a5 , p. 726.
(¿r) V se renovó con fuerza acia e] siglo décimo , fun-
dándpse en aquellas expresiones del cap. 20 del Apo
calipsis. « Y, cuando se haran cumplido los mil años,
saldrá de su cárcel Satanas , y seducirá á las naciones
que naja en los cuatro ángulos de la tierra.......
DE LA RELI6. CRIST. 267
que la composicion del Alcoran (a). Es
tan perfecto que se le debe mirar como
una obra increada (i). »
A la verdad, los cristianos dicen que su»
libros fundamentales han sido inspirados por
el Espíritu Santo; pero ¿cómo pueden con
ciliar esa opinion con las imperfecciones
que les atribuyen? En toda la Italia y en los
demas paises en que la autoridad papal es.
ilimitada , la escritura es considerada como
un libro peligroso para el mayor número de
fieles , y de que es facil hacer un abuso;
en consecuencia de esa opinion , no es per
mitido el vender la biblia traducida á len
gua vulgar, sino á personas que tengan per
miso de leerla ; lo cual está expresado en
la regla quinta del índice, cuya traduccion

(«) Es una idea análoga á esta la del famoso pasage


de J. J. Rousseau, que ha neutralizado hasta cierto
grado , en el corazon de los cristianos zelosos , el dolor
causado por otros rasgos menos ortodoxos del mismo
escritor, quiero hablar de*aquel pasage del Emilio:
« La majestad de la escritura me pasma , la santidad
» del evangelio habla á mi corazon »
(i) Pease el espécimen , hist. arab., p. 171. Emazari
de Alcoran , p. 43 y 4Í .
s68 de i.os apologistas
es la siguiente (i) : « Habiendonos demostrado
la experiencia , que si la lectura de la biblia
traducida en lengua vulgar fuera permitida
indiferentemente á todos , la temeridad de
los hombres atraería mas males que bienes;
ordenamos que en esto se defiera á la deci
sion del obispo ó inquisidor , quienes, en
consecuencia del parecer del párroco ó del
confesor , podran conceder el permiso de
leer la biblia, traducida por autores católi
cos en lengua vulgar, á aquellos á quienes
juzgaren que esta lectura no les pueda ser
perjudicial ; será preciso que tengan por
escrito ese permiso ; y , si hubiere algunos
que se tomaren la libertad de leer ó retener
la biblia sin tal permiso por escrito , se les
negará la absolucion , mientras no hayan en
tregado la biblia al ordinario ; y, en cuanto
á los libreros que vendan biblia en lengua
vulgar á los que no tuvieren ese permiso por
escrito, ó se la hayan facilitado , sea del
modo que fuere , perderan el valor de sus
libros, que el obispo clestinará á objetos pia
dosos , y seran castigados ademas con otras

(i) Starii , part. 4*. , p- 5,


DE LA RELIG. CRIST. 269
penas arbitrarias : tampoco los regulares
podran leer, ni comprar esos libros, sia
permiso previo de sus superiores. »
Los que no tuvieran mas noticia de la
escritura que la que les diese esta regla ,
se formarían sin duda acerca de ella una
idea poco favorable. Estas prohibiciones
han sido, segun el P. Simon (carta 5 , p.
i 83), el resultado de una observacion hecha
por varios teólogos , es á saber que la
lectura de la biblia es mas perjudicial que
útilá la religion. El cardenal Ximénez , que
había adoptado esos principios, decia,vierido
la traduccion de los salmos , de los evange
lios , y de las epístolas , hecha por el arzo
bispo de Granada, que , si llegaba a tradu
cirse la biblia en lengua vulgar , traería
consecuencias fatales á la religion.
Esto era imitar á los judios (1) , que pro
hibian £ los jóvenes la lectura de los pri
meros capítulos del Génesis , del principio
y fin de Ezequiel y del cántico de los cánti
cos. Se ha tratado de introducir en Francia
esos principios ultramontanos. Muchos ca-

£1) Orígenes, Hom. I, sobre ti cántico de los cánticos.


27O BE tOS APOLOGISTAS
tólicos zelosos vcian con disgusto, que hom
bres sencillos , despues de una lectura su
perficial de la escritura , tomaban* parte en
las disputas de los teólogos , y se declara
ban por las opiniones nuevas. El cardenal
du Perron se declaró mas que nadie contra
la lectura dela escritura (i), « pretendía ¿que
en la mano de los hombres sencillos , era
un cuchillo de dos filos , que los podía atra-
vesaz; que, para evitar ese inconveniente,
era mejor que el pueblo sencillo la oyese
de boca de la iglesia , con las soluciones é
interpretaciones de los jjasages que parecen
á los espíritus sensuales llenos de absurdos
y contradiciones , que leerlos por sí , sin el
auxilio de ninguna solucion ni interpreta
cion. » En seguida, hacia una larga enu
meracion de esos absurdos , en términos
tan poco mesurados, que el ministro Jurieu
no tiene reparo en decir que no se^acuerda
de haber leido jamas nada mas horrible , ni
mas escandaloso , en ningun autor cris
tiano.

(1) Vease el Espíritu del señor Armand, t. II, p»


DB LA REH6. CRIST. Skjt
Otro autor católico , aprobado por el
cardenal Ojio , ha asegurado que , sin la
autoridad de la iglesia , no tendría mas ve
neracion por la biblia que por las fábulas de
Esopo (i).
La constitucion Unigenitus ha redoblado
la disputa sobre la lectura de la sagrada es
critura. El autor de las Anécdotas ( tom. I,
p. 191 ) nos dice que, cuando se trabajaba
en la instruccion , que ha parecido con el
nombre de los cuarenta obispos, el cardenal
de Rollan , que daba el descargo , expuso
una tradicion desde san Ireneo hasta los
doctores de los últimos tiempos , para ma
nifestar que la lectura de la biblia es muy
peligrosa. El cardenal de Noalles , que se
hallaba presente en esa asamblea , repre
sentó que seria excitar la indignacion de los.
fieles el apoyar tanto sobre la prohibicion
de esa lectura; pero el cardenal Bissy,
cuya obra era esa tradicion , se creyó obli
gado á defenderla, y dijo que, como el
público se habia declarado tanto contra las
proposiciones , era tanto mas conveniente

(1) Pensamientos libres sobre la religion, p. 191.
2^2 BE LOS APOLOGISTAS
cargar la censura para forzarle á que se so
metiese á ella por autoridad. Despues el
cardenal de Noalles mismo se rindió al sen
tir de sus colegas ; y he aquí como habla ett
la página 4y de su pastoral del 2 de Agosto
de 1 739 , dirigida á la aceptacion de la bula:
« Entre los libros de la escritura , hay
algunos cuya lectura debe , en parte ó en
totalidad , ser prohibida á ciertas almas.
San Jerónimo y Teodorcto nos dicen que
era costumbre entre los judios no permitir,
ánies de los treinta años , la lectura del
principio del Génesis , del principio y fin
de Ezequiel, y de todo el cántico delos
cánticos. Orígenes , tan zeloso por la lec
tura de la escritura sagrada , da el mismo
consejo á los que no estan firmes todavía en
la virtud , y el gran san Basilio escribía al
monge Cliilon :«No descuideis las lecturas,
particularmente las del nuevo Testamento j
pues la lectura del antiguo es muchas ve
ces perjudicial , no porque lo escrito en
ella sea perjudicial, sino porque el espíritu
de los lectores es débil. » ' ,
Los protestantes mismos no tienen por
-la. escritura todo el respeto que debieran
DE LA RELIG. CRIST. 2^3
tener. El ministro Juríeu, que, como aca
bamos de ver, ha invectivado tan fuerte
mente contra el cardenal duPerron, sufrió
de los católicos iguales reconvenciones.
Escuchemos á Papiu, en su 'Tratado de la
naturaleza y de la gracia (i). «Yo vi á este
mismo ministro enseñar al público que to
dos los caracteres de la sagrada escritura ,
sobre que estos pretendidos reformadores
habían fundado su persuasion acerca de la
divinidad de aquellas , no le parecen sufi
cientes. No permita Dios, dice, que yo
trate de disminuir la fuerza y la claridad de
los caracteres de la escritura ; pero me
atrevo á afirmar que no bay uno que no
pueda ser eludido por los profanos. No hay
uno que constituya prueba y á que no pueda
darse alguna respuesta ; y aunque , todos
reunidos tengan mas fuerza que separados
para formar una demostracion moral ,/ es
decir , una prueba capaz de fundar una cer
teza que excluya toda duda (a), confieso

Las consecuencias de la tolerancia , p. ia3.


(n) El ministro Jurieu es mas teólogo que filósofo. De
mostracion moral es una implicacion. Aun lo es de
2^4 DE LOS APOLOGISTA
sin embargo , continúa , que nada me pa
rece mas opuesto á la razon , que el decir
que esos caracteres por sí mismos sean ca
paces de producir una certeza tal. »
Los que han reflexionado sobre el estilo
y orejen de los libros sagrados , han hablado
de ellos como de obras mal ordenadas ; de
suerte que , segun Leclerc , se hallan
á cada paso obscuridades que todas las re
glas de la gramática no son capaces de disi
par (i). Si se entendieren á la letra sus expre
siones forman un sentido absurdo y contrario
á sus ideas. Fuera de la dificultad que se
halla en sus expresiones, no siempre hay
seguridad de seguir el orden de sus racioci
nios, porque las reglas de la retórica son
descuidadas ; se pasa insensiblemente de
un asunto á otro , y se vuelve al primero-,

mostracion física. Toda demostracion es del órdm abs


tracto, irretafísico ó matemático. Certeza que excluya
toda duda prudente, }a puede dar el orden moral» ,
certeza que excluya absolutamente toda duda , no la
puede dar. La ignorancia ó inadvertencia de estos prin
cipios sencillísima suele ocasionar paralogismos las
timosos.
' (f) Opiniones de algunos teólogos , p. i-5.
DE LA RELIG. CRIST. 2^5
sin advertir al lector. Muchas veces es
omitida la mitad de la comparacion ó del
raciocinio, y dejan por suplir al «lector una
multitud de cosas que no enuncian ; en una
palabra , muchas veces es preciso adivinar ,
para comprehender la serie del discurso. »
El obispo Taylor piensa lo mismo que
Leclerc «Hay, dice, en la escritura inu-
merables pasages que contienen sin duda
grandes misterios ; pero estan ocultos en
nubes tan densas, obscurecidos de tanta
sombra , cubiertos con expresiones tan im
penetrables , tan envueltos en alegorías y
adornos retóricos, tan profundos por ra
zon de la materia , tan difíciles por su ex
presion , que parece que se nos han dado
para exercitar nuestra penetracion , y para
darnos ocasion de excrcer la caridad y la
tolerancia mas bien , que para ser objeto de
nuestra creencia , y llenar nuestras protes
taciones de fe. »
Simon está de acuerdo con su contrario
en cuanto á los defectos de la escritura.
«Dudo, dice (i), que se pueda atribuir á
/
(i) Historia crítica , p. 35.
3."j6 DE LOS APOLOGISTAS
Moyses , ó á los escritores públicos de su
tiempo , la falta de orden que se nota en
algunos lugares del Pentateuco. » (a) Este
desorden es lo que le ha hecho imaginar el
sistema de los rollos , que cree han sido
desordenados.
Yo no examinaré la verdad de estas
observaciones; pero lo que diré solamente
es que es difícil de concebir que obras tan
defectuosas puedan ser dignas del Ser
sumamente perfecto cuyas obras todas
parece que deben llevar consigo el sello
de la perfeccion. ¿Qué diriamos de uB
príncipe que diese decretos obscuros y
confusos? ¿Podíamos dejar de pensar que
ese príncipe carecia de sabiduría , y que
habia faltas esenciales en sus órdenes (h)?

(o) Veasc el apéndice de este libro , y , sobre todo ,


el t.-IV de las obras completos de. Volney. Invest. nuev.
sobre la Hist. ant. - ,
(A) Esto es raciocinar de un modo profano.
DE LA RELIG. CRIST. 277

vnui.ivnMinvuunvHuvuiwuiíiuoiuuuuMimuv.Hiiuinm

CAPITULO XII.

¿ Como se pueda conciliar la necesidad de


una religion revelada con la ignorancia
de la mayor parte de los hombres , y
su corta capacidad?

La dificultad cuya aclaracion pedimos en


este capítulo , interesa á todas las religiones
reveladas . y merece t?nto mas ser aclarada r
cuanto que parece fundada en proposicio
nes que no deben ser sujetas á disputa.
Es un principio constante, y adoptado en
todas las sectas , que la religion es destinada
á todos los hombres, y que entra en las obliga
ciones generales. Siguese de ai que debe
tener signos y cáractéres de evidencia que
causen impresion en todos cuantos apli
quen de buena fé su atencion á conocerla ;
pues en el caso contrario, aquellos á quie
nes Dios hubiese negado la capacidad de
sentir la fuerza de sus pruebas, no tendrían
2^8 DE LOS APOLOGISTAS
mas obligacion de adoptarla , que los insen
satos y los estúpidos.
Los que han tratado esta materia, han
supuesto este principio como un axioma
incontestable. «No hay nadie, dice Ni-
cole (1) , que no pueda y deba ser conven
cido , por la luz natural , acerca de la reli
gion, y, por la del sentido comun, acerca
de las verdades siguientes : Que es cierto
que Dios quiere salvar á todos los hombres,
y aun á los mas ignorantes y sencillos
que no obstante no les presenta para ese
objeto mas camino que el de la verdadera
religion ; que es preciso pues que sea no
solo posible sino aun fitcil el conocerla.
» Todo camino , dice en otra parte , que
no pueda conducir á la fe á los hombres-
sencillos y á los ignorantes , no podrá con
ducir ;í persona alguna, puesto que el carác
ter, y señal del verdadero camino debe ser
el conducir á ella todo el mundo. »
En fin sostiene, en el libro de los pre
tendidos reformados convencidos de cisma,
«que toda sociedad que no pueda conducir

(1) Frúlogo de las preocupaciones legítimas.


DE LA RELIG. CRIST. 279
á la fe los pobres y los ignorantes , - no
puede ser la verdadera iglesia ; y este prin
cipio , continúa , es tan claro y tan cierto ,
que no le niegan los ministros».
El ministro mismo Claudio alega ese
principio para dar á los de su partido una
seguridad razonable de la justicia de su
causa. «Dios, dice, no ha hecho inaccesi
ble á las almas mas sencillas su salvacion : el
célebre Rurnet, obispo de Salisburi , con
fesaba á Róchester (1), que el principio
necesario para la correccion de los hombres,
debia ser fácil y al alcance del género hu
mano » .
Osterwald declara (2) que , como entre
todas las verdades no hay ningunas mas
importantes que las religiosas , es preciso
que les pruebas de esas verdades sean
sencillas , evidentes , y al alcance de todos
los hombres. En Roma se tiene el mismo len-
guage. El docto P. Marali demuestra (3) en
>
(1) Memorias concernientes á Ta vida de milord Ró
chester , p. 20.
(3) Trat. del origen.de la corrupcion, p. 17.
(3) Prcemium Pr&donii , p. 2»
280 DE LOS APOLOGISTAS
su refutacioú del Alcoran, impresa en esa
capital del mundo cristiano , que no puede
haber obligacion de abrazar una religion ,
cuyas pruebas no sean evidentes. He ai
pues un principio admitido por todas las
sectas ; es preciso pues que sea muy
evidente , cuando ha obtenido el consenti
miento de los teologos de todas las creen
cias.
Sentado ese principio , puede formarse
este raciocinio , cuyas proposiciones todas
parecen susceptibles de demostracion.
Una religion , cuyas pruebas no esten al
alcance de todos los hombres razonables,
no puede ser la religion establecida por Dios
para los sencillos y los ignorantes (a) ; es
así que , entre todas las religiones que se
pretenden reveladas, no hay ninguna cuyas
pruebas esten al alcance de todos los hom
bres ; luego ninguna de las religiones que se

(a) A menos que la instruccion de los doctos sea atri


buida á los ignorantes, del modo que el pecado original
de nuestros primeros padres nos ha sido imputado á
nosotros , sus menguados hijos. — ¿ Pero á qué doctores
seguir ? ¿ A los del Tíber ó á los rV Ganges ? — EsW ja
es nueva dificultad.
»E LA RELIG. CR!ST. 28 1
pretenden reveladas , puede ser la religion
establecida por Dios para los sencillos y los
ignorantes.
La consecuencia de ese argumento está
bien deducida : la primera proposicion no
es contestada. Solo se trata pues de la
segunda , que es bien fácil de probar , si se
presta alguna atencion : 1°. á las dificulta
des que acompañan siempre á las discu- ,
siones religiosas; i", á la debilidad del
espíritu humano ; 3°. á la multitud de ne
cesidades y negocios que dominan á la
mayor parte de los hombres ; pero , para
entrar en un mayor detalle , es preciso
observar que las pruebas de las religiones
reveladas contienen hechos cuya discusion
exige un detenido examen , y encierra
grandes dificultades, y, de consiguiente,
no está al alcance de la mayor parte de los
hombres.
En efecto , todas las religiones tienen
por base profecías y milagros, que han
sido ó conservados por la tradicion , ó
consignados en libros antiguos , escritos en
una lenga desconocida, no solo'para el pue
blo , sino tambien para un gran número, de
personas ilustradas.
282 DE LOS APOLOGISTAS
Es imposible poder juzgar de la fuer»
<del argumento deducido de las profecías,
sin seguridad previa : i°. del tiempo en
que vivió el profeta, para saber si la pro
fecía no es posterior al suceso ; 20. del
verdadero sentido del pasage que la profe
cía encierra, lo cual supone el conocimiento
de la lengua original del libro profético;
3°. de las circunstancias en que se ha he
cho la prediccion , á fin de estar ciertos de
que no haya podido.acertar , por conjetura,
lo predicho; 4°- y de las relaciones de la
profecía con otras, verificadas por felices
casualidades , para ver si no hay analogía
en la naturaleza del cumplimiento.
Los milagros se fundan generalmente en
libros cuya verdad no se puede probar,
sin el auxilio de la historia : 1 u. es preciso
examinar el siglo de los historiadores que
los refieren ; i", es necesario asegurarse de
la autenticidad de sus libros , y de la sin
ceridad de sus testimonios} 3°. nos debe-
riamos asegurar tambien si los milagros de
que hablan , no son efecto de la decepcion,
6 hechos provenidos de causas naturales.
j - ¿ cómo un hombre poco instruido
DE LA RELIG. CRIST. 283
podrá convencerse de que esos libros no
sean obra de la impostura , cuando es inne
gable que el género humano está dividido en
diferentes sectas que presentan , todas ellas,
en favor de sus opiniones , libros que pre
tenden igualmente inspirados? Solo un
trabajo muy intenso puede hacer discernir
el mérito de esas obras ; es suponer una
cosa contraria á la experiencia y á la razon ,
el imaginarse que todos los hombres puedan
hacer todas las investigaciones necesarias
para llegar á ese discernimiento. Luego la
salvacion dependerá de la ciencia y de
Una cuestion de rrítíra.
En cuanto á las pruebas deducidas de la
tradicion, poca sagacidad basta para cono
cer la incertidumbre de ella; pero solo,
por medio de estudios profundos y seria*
reflexiones , se puede determinar el grado
de creencia que pueda merecer.
Ni bastará haber examinado una sola
religion ; pues hay en el mundo una infi
nidad de sectas que se jactan de su origen
celeste , fundándose en pruebas de la misma
especie. Para dar, con conocimiento de
causa, la preferencia á una de ellas, sería
284 DE LOS APOLOGISTAS
preciso compararlas , y juzgar cuál es la
mas fundada.
¿Seria posible que la mayor parte de los
hombres , en el seno de la ignorancia que
los ciega y de la miseria que los abruma ,
se erigiesen, por decirlo así, en tribunal,
en que hiciesen comparecer todas las sectas
del universo , y en que , despues de haber
examinado detenidamente sus títulos y sus
pretensiones, diesen una decision equitativa?
Esta imposibilidad del examen , para los
sencillos, ha sido reconocida y demostrada
por los autores mas célebres. « ¿Cómo,
dice el P. Mnlehranulio , conversacion l3.,
pág. 199, pueden estar seguros los hom
bres sencillos de que los cuatro evangelios
que tenemos sean de una autoridad infali
ble ? Los ignorantes no tienen prueba
alguna de que sean de los autores cuyo
nombre llevan , y que no hayan sido alte
rados en cosas esenciales. No sé, continúa,
si los doctos tienen pruebas muy seguras
de ello ; pero , aun cuando estuvieramos
ciertos de que el evangelio de san Mateo,
por ejemplo , sea de este apóstol , y que
fie halle hoy dia tal, como ese evangelista le.
DE LA RELIG. CRIST. 285
haya compuesto, no podemos, careciendo
de autoridad infalible , que nos manifieste
que este • evangelio ha sido obra de inspi
racion divina , no podemos , digo , apoyar
nuestra fe en sus palabras , como en las de
Dios mismo. Hay quienes pretenden que
la divinidad de los libros santos es tan sen
sible , que su lectura sola basta para mani
festarla ; pero ¿en qué descansa esa pre
tension ? Se necesita de algo mas que de
sospechas y de preocupaciones, para atri
buirles la infj 'bilidad. »
La misma confesion ha hecho Nicole.
«¿Qué hay (son sus expresiones), mas evi
dentemente superior al entendimiento y
luz natural de la mayor parte de los hom
bres, y, con especialidad, de los sencillos
é ignorantes, que el discernir, entre tantos
dogmas disputados entre los cristianos ,
los que se deben admitir y los que se de
ben desechar? ¿Qué será pues , cuando
se trate de decidir sobre todos ellos , y de
hacer una eleccion comparada de un culto
cristiano? »
Nicole juzgaba confundir con el argu
mento siguiente á todos cuantos se habían
286 DE tOS APOLOGISTAS
separado de la iglesia Romana. «El examen,
decia , es imposible á la mayor parte de los
cristianos; luego no los obliga : pero, si ha
sido útil á la iglesia católica, ¿no ha sido
perjudicial al cristianismo? Pues estan difí
cil á los hombres sencillos la decision sobre
la mejor de todas las religiones , como so
bre la secta cristiana preferible (a).» Los
principios de Nicole han hecho decir á Ju-
rieu(i), que, si quisiera componeruna obra
para' destruir el cristianismo , el libro de
Nicole seria la primera parte.
Sin embargo este hombre insigne no se
ha atraído esa reconvencion , sino por haber
sentado la proposicion mas clara y mas in
contestable. «He aquí el secreto, había
dicho , que los calvinistas han hallado para
instruir á los hombres en la fe ( habla del
examen J; he aquí el camino que les señalan
y en que los quieren meter ; es decir , un

(rt) No veo la conexion entre la causal fie Nicole , y


!a proposicion intervogatoria á que se refiere% Me parece,
que la causal nada prueba ó prueba igualmente los in
convenientes del examen para el catolicismo como para
el cristianismo. '
(i) Sistema de la iglesia , p. 448-
DE LA RELIG. CTUST. 287
Camino no solo cortado por obstáculos y
barreras insuperables , siuo ademas de una
largura tan poco proporcionada al espíritu
humano , que no puede haber la menor
duda en que no puede ser el que Dios haya
escogido para instruirle en las verdades
necesarias para la salvacion : pues , si aun
los que estan dedicados toda su vida al es--
tudio de la teología , debian juzgar supe
rior á sus fuerzas ese examen , ¿ qué será de
aquellos que estuvieren forzados á destinar
la mayor parte de su tiempo á ocupaciones
diferentes? ¿Qué será de los jueces, de los
magistrados , de los labradores , de los mi
litares, de las mugeres y de los niños, que
todavía tienen el juicio por formar? ¿Qué
será de aquellos que no entendieren siquiera
jina de las lenguas en que la biblia se halle
traducida? ¿ Qué será delos ciegos, que
110 pueden leer? ¿ Qué será, de los que care
cieren absolutamente de luces y de capaci
dad? ¿ Cómp esas personas podran examinar
todas las cuestiones ?» Luego es evidente que
la discusion no es necesaria para decidirse de
un modo razonable. Vease tambien los
Visionarios t carta 10, p. 109,
288 DE LOS APOLOGISTAS
En efecto, s*gun el cálculo de Papia
( en la autoridad de la iglesia establecida ,
p. 161 ) , que no seria ^traño fuese cierto,
apenas habrá una persona entre cien mil,
que pueda seguir la via del raciocinio y del
examen. Es un dogma tan incontestable
entre los católicos, que el exámen es supe
rior á la capacidad de las personas sencillos,
que se baila sentado y demostrado en cate
cismo destinados á la lectura de todo el
mundo (i).
No ban tratado los protestantes de res
ponder á los argumentos de los católicos
sobre este punto ; solo se han ceñido á usar
de recriminacion , demostrando que en la
comunion romana hay que vencer las mis
mas dificultades. Jurieu mismo , que habia
impugnado tan vehementemente á Nicole,
por haber demostrado que las personas
-sencillas eran incapaces de executar el exa
men , lo ha llegado á probar perfectamente ;
-tan cierto es que es preciso violentarse in
faliblemente, cuando se abandona ese punto
en que reside unicamente la verdad (2).
(1) Catec.de Montpollipr, part. a , c. 9 , sect. 2,
(aj Sistema de la iglesia, c. 14 , p. 33g.
CE LA RELIG. CRIST. 389
«Antes que los cristianos sencillos , dice ,
puedan creer , sin temeridad , que la iglesia
que les habla sea infalible, es preciso que
se aseguren : i°. de que la reügion y la
iglesia son verdaderas ; 20. que esa verda
dera iglesia ha recibido el privilegio - de la
infalibilidad; 3°. que la iglesia Romana', ú
otra cualquiera , es la verdadera iglesia ex
clusivamente; y, despues que nuestros hom- -
bres sencillos hubiesen salido de (¡se labe
rinto , todavía restaría algo por hacer, pues
seria preciso que encrasen en otro : ántes
de descansar en la autoridad de la iglesia
cristiana , deberían estar seguros de que
Dios le hubiese concedido el privilegio de
la infalibilidad (a).»
Los católicos creen salir de esa dificultad ,
prescribiendo la sumision á la autoridad.
« La exclusion del examen, pretendida por
Nicole (1) , nos conduce por sí misma al
camino de la autoridad ; puesto que todo

(a) Jurieu se olvida de lo que acaba de sentar. Su


seguido laberinto forma una ecuacion con la segunda
part^^l primero.
(1) Pretendidos reformados convencidos de cisma,
cap. 3.
i3
29<* BE L0S APOLOGISTA*
kombre que está obligado á saberla verdad
¿e una cosa , y no la puede saber por sí
mismo , debe por precision tratar de sa
berla por otro (a) ; y, en esta precision, es
evidente que el mejor uso que se pueda
hacer de su razon , es someterse 4 la mayor
Autoridad que haya en el mundo (b) , y que
tenga mas señales de estar asistida de las
luces divinas. »
No es necesario ver que un entendimiento
tun recto haya raciocinado así , para notar
lo absurdo que es este raciocinio. Al mismo
íiempo que Nicoie prohibe á los hombres
sencillos ei examen, les permite decidir,
eon el motivo mas frivolo y mas inductivo
Él error, la mas difícil de todas las cuestiones,
á saber , cuál es la sociedad qlie tenga mas
señales de ilustracion y de verdad. Parecia
mucho mas natural el decir que los hom
bres sencillos no son capaces de exámen ;
luego un Dios sabjo y bueno no puede exigir
de ellos que se decidan sobre materias su-

(a) Del mismo modo que es cierto que todo b^bre


/que no pueda saber una cosa por sí mismo ni por otro,
fio está obligado á saberla.
¿fr) jCatylico.
T5E LA RSLIG. CIUST. 2§1
períores á su capacidad , porque no po
drían decidirse sino á la aventura , y opo
niendose a la ley eterna que prohibe juzgar,
sin la instruccion previa- que excluya el te
mor de incurrir en error. En consecuencia
del principio de Nicole , un Peruano teu-
dria razon para obstinarse en conservar la
religion de Manco Capac ; un habitante de
la India , la de Brama , y un Egipcio , la de
'fiérmes. «
El examen del único artículo de la auto
ridad pide casi tanta instruccion como el
de todos los demas. Jurieu lo ha probado
muy bien ; pero lo que ha demostrado , es
que los hombres sencillos no se hallan ca
estado de determinarse sobre esta cuestion
con conocimiento de causa. «Yo pregunto
( son sus palabras) , si para instruirse acerca
de este artículo , la iglesia es infalible , no
se debe saber tambieu : i°. ¿si el libro es
canónico y divino? 2°. ¿si es conforme al
original? 3°. ¿si no hay algun modo de
leerle que debilite la prueba ? 4°- ¿si el
pasage no puede tener un sentido diferente?
» El primer artículo lleva consigo no
solo el examen de la controversia de lo»
$í)a BÉ COS APOLOGISTAS
libros canónicos y apócrifos , tal como se
agita entre los cristianos ; sino que ademas
será preciso que el catecúmeno, que no
conoce todavía la iglesia, y que la busca
por medio de la escritura , dispute sobre
ella con los paganos y los ateos.
» Para evacuar el segundo artículo , será
preciso que aprenda las lenguas originales ,
6 que consulte un gran número de personas
ctoctas ; lo cual será muy largo , y tal vez
potnuy seguro.
» Para asegurarse acerca del tercer artí
culo , se deberan examinar las obras de los
críticos , y todo lo que se llama observacio
nes sobre las variantes.
» Para ilustrarse sobre el artículo 4°- , se
deberan' leer los comentadores antiguos y
modernos, examinarlos diversos sentidos,
ver las dificultades , las objeciones y las
respuestas de una y otra parte ; pues nunca
puede uno considerarse exento de incurrir
en error, sino cuando pueda asegurarse á
sí mismo de no haber omitido medio alguno
para evitarle.
» Vamos ahora á la menor del argumento :
PS as£ que la iglesia Romana es esa iglesia
»E LA RELÍG. CMST.
única, visible, sucesiva; he aquí otra
Bueva dificulta'd. Será preciso que ese pa*
gano, que no sabe leer, ni escribir, escu
che no obstante las altercaciones que sobr*
ese punto ha habido entre griegos y latinos i
nestorianos y armenios ; pues tomar una
decision sobre un asunto de tanta impor
tancia , sin oir previamente las partes , seria
la mayor temeridad. El concilio de aldeanos
y de mugeres se hallará entonces tan emba
razado , como si tuviese que decidir por
ínedio de la escritura los cinco puntos de
controversia ; pues será preciso que esos
aldeanos aprendan el griego y el lalin , y
«e tomen el trabajo de leer una infinidad de
libros. Así , por mas que se haga , es ine
vitable el parar siempre en exáinen , desde
que se imponga la necesidad de creer algu
nos hechos. » • ,
Ambos partidos se han acusado recípro
camente de que sus principios conducían al
pirronismo.
Suprimid la via dela autoridad, dicePa-
Pln C1)) y exponeis á los cristianos á caer

(i) Consecuencias de la tolerancia, p. mjj.


294 be los apologistas
en el pirronismo sobre todos los artículos de
la fe. «Si Nicole pudiera persuadir una vez
que es imposible bailar la verdad por medio
del examen , vería bien pronto , dice la Pla-
cette (i), que no ha trabajado sino en es
tablecer el pirronismo. »
Puede ser que en esta ocasion , católicos
y reformados , todos tengan razon ; los ca
tólicos , porque , si solo por el examen
nos podemos asegurar de los hechos- y de
los dogmas de la religion , el mayor número
de hombres deberá mas ,bien suspender su
decision , que emprender una carrera de
que les sea imposible salir ayrosos ; los
protestantes , porque el camino de la auto
ridad misma conduce al exámen; pues,
como lo ha observado Bayle con mucha
sensatez un hambre .que quiera asegurarse
legítimamente de que debe someterse á k
autoridad de la iglesia, está obligado á sa
ber que la escritura se lo manda : hele
pues expuesto á una multitud de discu
siones ; y ademas debe saber si la doc
trina de los padres de la iglesia y la de to-

(i) Bayíe , Dice, art. Pelisson, nota D.


» BE LA RELIG. CRI9T*
dos los siglos del cristianismo es conforma
á la sumisión prescrita. Será bien infatiga
ble , sino prefiere dudar de todo á empe
ñarse en investigar todas esas cosas , y será
bien sutil , si diere en fin con la luz.
Luego es un camino al pirronismo. Mien
tras que Nicole y Jurieu se ciñen á atacar,
triunfan : la imposibilidad del examen e«
claramente demostrada por. los católicos;
lo absurdo que es el camino de .-la autori-
dad , lo presentan con la mayor claridad los
protestantes , y esto ha hecho tal impresion
en algunos de ellos, que no han tenido re
paro en decir que renunciarían el cristia
nismo , sé se viesen precisados á seguir el
camino de la autoridad para ser cris
tianos (i).
Dejamos á las personas despreocupadas,
la facultad de decidir qué cosa sea mas
razonable , si querer exigir de todos los
hombres una cosa tan imposible como es
el examen de un hecho , sajeto á grandes
discusiones, ó mandarles que tomen un par
tido sobre materias graves , sin motivos

(i) Papin , de la autoridad de la iglesia , p. 1 3g.


2qO ce los apologistas»
suficientes para determinarse razonable
mente ; y esto es lo que hacen los católicos,
entre los cuales uno de los escritores mas
célebres ha tenido valor para decir (i),que
era un error el imaginarse quefuese nece
sario siempre examinar antes de creer (a) .
El misnistro Jurieu, que ha conocido
mejor que nadie las dificultades del examen,
ha recurrido á otro sistema para justificar
á los que creen sin rozon ; se ha imaginado
que Dios operaba en las almas sencillas la
creencia religiosa por medio del sentimiento.
Se le debe escuchar, para ver de un modo
sensible , hasta qué punto de extravagan
cia conduce el espíritu de partido. Trata
de probar que el camino del sentimiento
conduce á la creencia de los misterios.
« Verdades hay de fe y de religion, dice (2) ,

(1) Bossuet , Reflex. sobre un escrito del ministro


Claudio , despues de la conferencia, p. 2t5.
(a) Sin duda que aquí el águila de Meaux no da á
la voz examinar toda la extension que le corresponde,
pues , exceptuadas las proposiciones evidentes por si
mismas , que no son el objeto de la discusion en este
caso , ninguna otra puede redamar justamente asen&a
alguno que no sea precedido del debido examen.
(?) Histor. de la Iglesia, p. 470 y 5o5.
DE LA RELIO. CRIST. * 297
que se pueden conocer por sentimiento :
¿porqué excluir de él las demas verdades
reveladas? ¿no tienen sus caractéres de
verdad? ¿será posible que Dios nos haya
prescrito la creencia de cosas que no
tengan en sí mismas ningun motivo de
credibilidad, como se dice? El conjunto de
todos los misterios ¿ no tiene caractéres de
grandeza , de sublimidad , de santidad , de
relacion con nuestro estado , con nuestros
deseos , cou nuestras necesidades naturales,
que los hacen sensibles? Es verdad que
entre esos misterios hay algunos que pare
cen increibles , un Dios en tres personas ,
un Dios encarnado ; pero , cuando esos
misterios , que espantan al entendimiento ,
han entrado en sociedad con los demas y
forman un cuerpo con ellos, resulta un
todo que se hace sentir á cuantos no tengan
el alma abismada en las tinieblas de las
preocupaciones y de las pasiones : sin este
medio , la predicacion del evangelio no
produciría conversion alguna. Los artículos-
de fe de la religion cristiana prueban por
sí mismos su suficiencia , así como prueban
su importancia, a

-
2Cf9 DE LOS APOLOGISTAS .
b
Si no se tratara sino de establecer los
primeros principios de la moral , no nos
sorprendeiiamos de oir íkcir que llevan
consigo una evidencia tan grande , que no
necesitan de pruebas extrañas ; pero, como
se trata de hechos arbitrarlos, de cosas
que chocan absolutamente cotí la razon-,
del pecado original, de un Dios en tres
personas , de un Dios crucificado , es de
lirar el sostener que el entendimiento
sienta naturalmente la verdad de estos
misterios , mientras nuestra razon clama
que son desatinos. No se ha separado Pas
cal (i) del fanatismo de Jurieu (a) , cuando
dice que los que creen , sin haber exami
nado las pruebas de la religion , tienen una
disposicion interior enteramente santa , y
que lo que oyen decir de la religion es
enteramente conforme á ella. No se trata
aquí de la moral, que es casi semejante en
todas las religiones. Luego este hombre

^i) Pensamiento», art. 6..


(«) La ciencia matemática , destituida de espíritu
ideológico. , no preserva de degradacion intelectual.
Prueba heroica de ello-, Newton ton su comentario,
¿el Apocalipsis.,
DE LA RELIG. CRIST. ' agQ
célebre ha pretendido hablar de lo mas
•difícil de comprehender que encierra el
cristianismo. A mi parecer, no puede ha
ber cosa mas absurda, que sostener que los
misterios de la religion cristiana sean con
formes á nuestras disposiciones interiores (a).

(«) Leibnitz sostenía que ía no-conformidad de los


dogmas del cristianismo con los principios de la razon
natural no arrastraban consigo la contrariedad. Pres
cindiendo de ía aplicacion , examinemos brevemente el
principio. Si la no-conformidad no supone contrariedad
tampoco la excluye. La no-conformiJad sin colision
está distante de contrariedad , pero está unida á con
trariedad la no-conformidad con colision. Si las cosas*
no-conformes entre sí pertenecieren á esferas diferentes,
la colision sera imposible, así como será inevitable, si
la una de las cosas no-conformes se hallare en la esfera
de la otra , si la esfera de 1» segunda fuere ilimitada ;
y tal es la esfera de la razon humana en cierta clase dé
ideas. ¿ Habrá acaso ó podrá haber especie alguna de?
cosas á que no sean aplicables estos principios : « Es im
posible que una cosa sea y no sea al mismo tiempo ; que
haya efecto sin causa ; imperfteeion que no suponga*
perfeccion perfeccion superior á la su' ia perfec
cion , etc. ? i> En el orden concreto ú físico , la órbita de-
la razon humana conoce límites ; en el órclrn abstracto %
metáiisico ó matemático, es inmensa. En el primero r
puede haber no-conformidad con la razon sin contra--
riedad con ella j en el segundo , t.jl no.-eoufoimidaU est
iuiriosible,.
300 DE LOS APOLOGISTAS
Osterwald (i) , que está persuadido de
que la religion no obliga sino en cuanto
sus pruebas sean capaces de persuadir á
todos los hombres , ha pretendido probar
que los caracteres de evidencia que se
hallan en la religion cristiana , estan di
alcance de todo el mundo. He aquí el
camino que toma para probar su tesis :
«Cuando, para probar que no hay sino
un solo Dios , se alega , por ejemplo , el
estado y órden en que subsiste el mundo;
cuando se hace ver que el mundo no puede
ser eterno , que todas las- cosas tienen prin
cipio ; cuando se establece la divinidad de
la escritura sagrada por las profecías con
tenidas en e,lla , é incontestablemente es
critas ántes del acontecimiento ; cuando se
prueba la verdad de la religion cristiana
por la verdad de los hechos y de la histo
ria , y se muestra que , si los hechos en
que la religion se funda no son ciertos,
bo puede haber certeza alguna en el mundo
sobre sucesos pasados , y que, si se dese-

(i) Tratado de las raices, de corrupcion.. Primer*


DE LA REL1G. CRIST. 3oi
cha el testimonio de los apóstoles , no hay
testigos ni historiadores que no puedan ser
desechados con mas fundamento ; cuando
se confirma la historia sagrada con el testi
monio de los autores profanos, y los monu
mentos mas antiguos y menos contestables
que los siglos pasados nos puedan suminis
trar; cuando se reflexiona sobre el modo
con que se estableció en el mundo la reli
gion cristiana y las mudanzas operadas por
ella; cuand\> se examinan los caracteres de
sinceridad , de verdad y de divinidad que
se advierten en la sagrada escritura ; ea
fin, cuando, considerando por menor la»
partes de ta religion, se hace ver y 'sentir
que sus dogmas , sus preceptos y sus ame
nazas, no tienen nada de absurdo, de
malo , de opuesto á los sentimientos natura
les , nada que no sea ventajoso á los hom
bres y á la sociedad; cuando se alegan estas
y otras pruebas , y se saben proponerlas de
un modo claro y juicioso, es constante que
ellas no presentan dificultad alguna ; y Ios-
raciocinios empleados para dar valor á esas,
pruebas son generalmente tan naturales y
jan conformes á nuestra» ideas y á los prio-
3o2 DE LOS APOLOGISTAS
cipios del sentido comun, que apenas hay
persona que no los pueda comprehender,
' si no perfectamente y en toda su extension,
lo que está reservado á las mas ilustradas ,
á lo menos lo suficiente para que se sienta
la fuerza que reside en ellos. »
Es alucinarse el raciocinar así ; ¿permití
acaso la luz natural que se conceda- la fa
cultad de decidir , sobre las materias mas
escabrosas, á personas que no sepan leer ni
escribir, ni tengan la mas leve tintura del
antiguo Testamento, como son la mayor
parte de los hombres ? ¿ Cómo pueden saber
si Aristóteles, y otros que han sostenido la
eternidad del mundo, estaban engañados?
¿Se puede uno imaginar razonablemente
que tengan bastante crítica é instruccion
para decir que las obras atribuidas á los
profetas no son supuestas ; que las profecías
estan explicadas por los judíos ; que los li
bros en que se refieren los milagros atribui
dos á J. C. , son de los autores cuyos nom
bres llevan ; que esos prodigios son dignos,
de crédito ; que sean superiores á los de
las demas sectas - y que la propagacion del
evangelio haya sido milagrosa? Crea que,,
DE LA RELIG. CRIST. 3o3
á no carecer enteramente de buena fe , se
confesará que la mayor parte de los hom
bres es inca-paz de entrar en esas discu
siones ; así Osterwald no ha osado genera
lizar absolutamente la proposicion. ¿Solo
ha sentado que apenas hay persona que no
pueda comprehender esos raciocinios;
pero , ¿ qué sera de aquellos que se halla
ren en esa imposibilidad? Facilmente se
probana que la mayor parte de los hom>-
bres se halla en ese caso. Será preciso
pues , si raciocinamos consecuentemente,
eximirlos de la necesidad de creer la reli
gion cristiana , y se podría decir con verdad
que obligaría á muy pocas personas. Tal e3
una de las ideas de uno de los apologistas
de esta religion, que no- ha tenido reparo en
confesar que las naciones que jamas han
sido, ni podido ser suficientemente ilustra
das, así- como- Tos individuos infieles que
se supusiese no haber podido conocer la
verdad del cristianismo , no seran jamas de
la clase de los reprobos, precisamente pop
no haberle abrazado.
Fórster, que ha refutado con aplauso
el célebre libro intitulado ; El Crisiia
3o4 DE LOS APOLOGISTAS
nismo razonable, no ha juzgado impo
sible el manifestar que aun los hombres
sencillos pueden llegar á comprthender
las pruebas del cristianismo.
«Es necesario confesar, dice, que es
mucho mas difícil el probar que las perso
nas que no saben leer, y son incapaces de
examinar por sí mismas las pruebas de la
verdad del cristianismo , puedan elevarse
sin embargo mas alto que una fe implícita
fundada sobre la autoridad de sus padres
ó de sus curas. »
No es difícil echar de ver todo lo absurdo
que ese raciocinio encierra : ¿qué es loque
el autor nos quiere decir, cuando afirma
que todos los hombres , sin excepcion al
guna , son jueces competentes de la exce
lencia propia é intrínseca de una revela
cion ? No es , á la verdad , la moral el asunto
de que aquí se traía ; todas las religiones
se semejan bastante por ese lado : se trata
de los misterios y de los hechos muy inve
rosímiles que los distinguen esencialmente.
¿Cree acaso que cada hombre se halle en
estado de juzgar cuál de todas las revelacio
nes sea la mas digna de Dios? Yo no sé
»E LA RELIG. CRIST. 3o5 ,
cómo conciliar esa pretension con lo que
confiesan todos los cristianos : que sus mis
terios son incomprehensibles , y que un
Dios crucificado es un desalino á los ojos
de la sabiduría humana.
¿Cómo un hombre sencillo podrá con
vencerse de que la persona que haya con
sultado, sea sincera, é imparcial? Una expe
riencia constante nos enseña que se puede
conciliar muy bien una gran probidad en las
acciones comunes de la vida, con mu cha preo
cupacion religiosa. Es evidente ademas que
los cristianos emprenden el examen de su
religion con la misma preocupacion que los
mahometanos y demas sectarios examinan
la suya ; y que nadie obra de buena fe en
esa investigacion , porque el partido ya está
tomado ántes del examen. He aquí hechos
de notoriedad pública. En vista de esto ,
tqdo hombre debe temer el engañarse.
¿No debe precaverse contra el consultor?
¿Con qué fundamento puede decidir que
sea el único hombre exento de preocupa
ciones? ¿Cómo estar seguro de que ese
oráculo no haya debilitado los argumentos
de los que tuvieren opiniones diferentes de
3o6 DE LOS APOLOGISTAS
la suya ? El medio de tranquilizarse seria
consultar á los doctores de todos los parti
dos ; pues la razon prohibe condenar á na
die sin haberle previamente oido : pero,
¿ cómo un hombre sencillo podrá ir tras ua
iman, un rabino , un bonzo', un bramin ,
un doctor, y seguirle en el laberinto de
raciocinios dependientes muchas veces del
conocimiento de las historias antiguas y de
las lenguas extrangeras? Los primeros prin
cipios no tienen una evidencia superior á
la de esta proposicion, que la may or parle
de los hombres no puede tomar parte al
guna en esas discusiones. Así, Fórster
confiesa que los ignorantes deben referirse
á lo que se les dixere en materia de hechos ,
como si no viesemos todos los días que
teólogos de probidad exterior alteran los
hechos, cuando se trata de autorizar su
causa. Fuera de eso, la religion cristiana
no descansa sino en hechos : así , permitir
que uno se refiera á su director en materia
de hechos , es permitir que se conduzca á
la aventura en el negocio mas espinoso de
la vida. Y esta es la conducta de casi todos
los hombres: el pais que habitan, no la
DE LA RELIG. CRIST. 3oj
razon , es lo que decide -de su religion (a);
toman partido sobre las cuestiones mas
importantes , no solo ántes de hallarse en
estado de juzgar, sino se puede decir tam
bien, aun ántes de nacer, sobre la fe de
sus padresT
Osterwarld (i) lo confiesa de buena fe.
« Es constante , dice , que la mayor parte
de los cristianos no lo son , sino porque
su nacimiento los ha empeñado á profesar
el cristianismo ; pero tampoco conocen la
Terdad y divinidad de su religion ; hubie
ran sido del mismo modo judios ó paganos,
si hubiesen nacido en el judaismo ó paga
nismo. Así, hablando con propiedad, no
se puede decir que creen , y que esten per
suadidos de la fe (b). Creer, es estar per
suadido ; y es imposible creer una cosa , sin
razon ni examen. Lo que se llama fe, no
es comunmente sino una opinion confusa

(n) Asi , un filósofo célebre del siglo pasado deoia qut


la religion era asunto de geografía ; pudiera hab«r
añadido : y de cronología.
(i) Tratado de las raices de la corrupcion , p. g.
(o) Helvecio decia que los cristianos no creían si na
creían creer.
3o8 PE LOS APOLOGISTAS
y general , que no hace siuo impresiones
leves : la verdadera fe es mas rara que lo
que se piensa. »
JVicole (i) no ha tenido dificultad en con
fesar que « el azar decide de la religion de
casi todos los hombres : adoptan general
mente las primeras máximas que se les
proponen , y jamas dudan de las que han
adoptado , como si estuvieran seguros de
que las primeras lecciones fuesen siempre
las verdaderas. Esto se observa particular
mente en materia de religion ; pues no hay
temeridad igual á la que induce á la mayor
parte de los hombres á adoptar una religion
con preferencia á otra. »
Esta- excepcion seria mas sensata , si los
cristianos no dieran la preferencia á su
religion sino con conocimiento de causa ;
pero , como la experiencia nos enseña que
creen el evangelio, como los mahometanos
el Alcoran , siempre seran inexcusables
de haber creido, sin haber puesto la aten
cion necesaria para preservarse del eiror.
Nicole se ve forzado á reconocerlo ,

(i) Ensayos de moral, t. II, cu.


t>E LA Helio, crist. 3o§¡
Cuando confiesa (i) que tal vez hay muchos
cristianos que no lo son sino á la Turca ,
es decir, por la sola virtud del ejemplo :
tal es el caso en que se hallan casi todos
los cristianos.
lia analisis de la fe de los hombres sim
ples se reduce entre los católicos á la auto
ridad ; pero" ya está demostrado que no
pueden tener la seguridad de que esa auto
ridad , base de su creencia , merezca su9
respetos. Es no menos evidente que el
sencillo protestante no puede estar con
vencido de la verdad del objeto de su fe ,
pues no es capaz del exámen necesario
para tranquilizar su espíritu.
Los que han querido evitar esOs escollos ,
han recurrido á operaciones interiores del
espíritu, es decir, que, huyendo de ^ex
travagancia , han caido en el fanatismo ;
pues , como dice muy bien Fenelon ,
arzobispo de Cambray (a) , « si se supone
que la fe no se deriva sino del corazon , sin
intervencion del entendimiento, y del ins-

(1) Ensayos de moral , t. II, c. 11.


( j) Cartas sobre materias diferentes.
3 10 Dfi LOS APOLOGISTAS
tinto solo de la gracia , sin un discerni
miento razona-ble acerca de la autoridad á
que uno se someta para creer los misterios,
se corre el riesgo de convertir el cristia
nismo en fanatismo , y los cristianos en en
tusiastas. » (a) . .
A pesar de eso , Barclay (i) , apologista
de los Tembladores, ha intentado probar
que este sistema debe ser el de todos los
cristianos : en efecto, si es imposible que,
en las discusiones religiosas que tienen di
vidido al género humano , la mayor parte
de los hombres tome-partido por el camino
de la razon y del examen , se veran obliga
dos á decidirse por un movimiento interior
1 y -ciego, de que no puedan darse razon;
y, si este movimiento ciego pudiera bastar
en el negocio mas importante de la vida,
¿porqué no podría en la conducta entera
de los hombres ?

(o^ ¿ No era entusiasmo el quietismo ? ¿ Tío era en


tusiasta madama Guyon?
(i) Tesis tercia, concerniente á la escritura.
«E LA RELIG. CRIST. 3ll

CAPITULO XIII.

Reflexiones sobre el argumento : que se


debe tomar siempre el partido mas
seguro.

Ee argumento que examinamos en este


capítulo, forma el asunto de un libro iutitu-
tulado : Tratado de la religion contra los
cíteos , los Deístas y los nuevos Pirronia
nos , en que, suponiendo la verdad de.
sus principios , se da una prueba convin
cente de que no pueden tomar otro partido
que el de la religion cristiana.
Un solo pensamiento de Pascal (i) con
tiene el resumen de esta obra. Su autor, el
P. Mauduit, trata de probar que , á pesar de
las dudas que pueda haber en el entendi
miento humano acerca de la religion cris
tiana , debemos creerla verdadera , aun ántes
de aclarar sus dudas. La Bruyere habia adop-

í i) Cap. delos Espíritus fuertes.


3l2 DE LOS APOLOGISTAS
lado igual idea (i). « La religion , décia, es
verdadera ó falsa ; si solo es una ficcion , lo
mas que se puede perder un eremita, un
cartujo, abrazándola , es sesenta años , este
es el único riesgo que corre ; pero , si
fuere verdadera, es una desgracia es
pantosa la que aguarda al hombre vicioso.
La idea sola de los males que se prepara ,
me perturba la imaginacion ; el entendi
miento es demasiado débil para concebirlos,
y las palabras, demasiado insuficientes para
expresarlas. »
No son los modernos los inventores de
ese argumento ; era demasiado digno de los
padres de la iglesia , para que estos no le
empleasen : así , Arnobio ha hecho uso de
él. Nonne purior ratio ex duobus incertis
et in ambigud expectatione pendentibus, id
potiüs credere quodaliquas spesferat, quam
quod omninb nidias 7 La gran razon del
P. Mauduit es que , « en la eleccion de
opiniones dudosas, debe preferirse el par
tido en que no haya nada que perder , en
caso de ser falso , y en que hay mucho que

(i) Cap. de los Espíritus fuertes.


be_la relig. crist. 3i3
^anar , sí es verdadero ; y , por el contrario,
se debe desechar aquel en que no haya nada
que ganar, aunque 6ea verdadero , y en
que habría mucho que perder, si fuese falsos
ahora bien, creyendo la religion cristiana,
hay una felicidad interminable que esperar ;
y , aun cuando fuese falsa , nada habria que
temer. »
Un judio y un mahometano pueden va
lerse del mismo argumento , que no se ha
imaginado sino para tranquilizar á quienes
crean sin motivos suficientes ; pero solo
podrá deslumbrar á quienes, no quieran
tomarse el trabajo de reflexionar : en
efecto, si, como los judios lo pretenden,
el Mesías no ha venido todavía , si Mahoma
ha sido enviado del cielo , áfin de que todos
los hombres le respeten como al mayor de
los profetas y aLintérprete de las voluntades
divinas , asf como lo expresan los artículos
de la fe mahometana , ¿ qué será de los que ,
en consecuencia de tan frivolo raciocinio ,-
hubiereu abrazado la religion cristiana?
Aunque la máxima de preferir siempre
lo mas seguro sea excelente , cuando se
trata de obrar y escoger entre partidos di
14
314 m L0S APOLOGISTAS
ferentes , no es lo mismo , cuando se trata
de creer, y la razon (i) es, que nuestro in
teres no decide ni de la verdad ni de la
falsedad de las cosas (a) : ademas , no de
pende de la voluntad el forzar el asenso del
entendimiento , como consecuencia de la
ventaja que pudiera haber en no ser incré
dulo : todo hombre que no creyese sino por
sola esta razon , tendría una fe muy dife
rente de la que exigen todas las sectas , y
haría mal uso de su razon. En efecto , como
lo ha dicho muy bien Nicole (2) : « Qué
cosa menos razonable , que tomar nuestro
ínteres por base de nuestra creencia ? Lo
mas que puede hacer , es determinarnos á
considerar con mas atencion las razones que
puedan hacernos descubrir la verdad de lo

(1) Vease el prefacio de Jacquelot , sobre la exis


tencia de Dios.
(a) No es el orden moral como el físico. En este , el
efecto depende de la naturaleza verdadera de la causa.
Un hombre se envenenará tomando una cantidad ex
cesiva de láudano , aunque crea tomar ta cosa mas ino
cente. Pero en el orden moral , el resultado corresponde
á la naturaleza existimada de la causa ; pues depende
de la intencion , y esta de la existimacion previa,
1^1) Ilógica, parte tercia, c. 19.
DE LA REUG. CRIST. 3l5
que deseamos que sea verdadero ; pero solo
esta verdad es lo. que se debe buscar en las
cosas mismas , independientemente de
nuestros deseos , y lo que debe persuadir
nos.. »
Tan cierto es este principio, que el P. Mau-
duit (c. ig) se ve precisado á admitirle. «Es
contraía justicia (son sus palabras), creer por
interes como cierto lo que no sea cierto to
davía : este interes es un peso extraño que
nada contribuye para probar la verdad de
la cosa (a) : así , cuando bace que el en
tendimiento apruebe como cierto lo que á
este no se le representare tal es fortaleciendo
los motivos de credibilidad con este peso
aparente , que no tiene relacion con el fondo
de la cosa controvertida , ó retrayendo al
entendimiento de atender á las razones de
incertidumbre. »
E1P. Mauduit, que ha conocido bien que
ese raciocinio destruia su. sistema, ha eludido
la cuestion diciendo que se debe creer Ja re
ligion cristiana, porque hay evidencia en los

((/) ¡ Pero que suele contribuir bastante para la per-


stlasion de los hombres !....... -
3l6 DE LOS APOLOGISTAS
motivos de credibilidad , aunque no la haya
en el objeto creido; peft> eso es alucinarse
visiblemente , pues que es comenzar á dar
por cierto lo que no se habia considerado to
davía sino como verosímil. Sin razon pues
ba dicho el autor : « Hemos supuesto cons-
tantemente las sospechas y dudas de los in
crédulos , y creemos haber demostrado in
venciblemente , por la incertidumbre misma
de ellas, que, á pesar de cuantas razones
tengan para dudar, no deben dudar sin
embargo pues les interesa el creer. »
A esto se reduce el argumento del P.
Mauduit : deberemos pues creer por iVi-
teres, y detcrniinarnos por un peso extraños
que no tenga relacion con elfondo de la
cosa controvertida: si el P. Mauduit res
pondiere que no debemos dudar, porque
la religion cristiana es la verdadera , eso será
salir de la cuestion , y , entónces todos los
argumentos deducidos de la prudencia nada
valen.
Para destruir invenciblemente toda la obra
del P. Mauduit, basta el raciocinio siguiente :
Un hombre razonable no debe prestar
jsenso, sin que motivos ciertos le determi
bE tA RELtG. CÍllSt. 3í}
hen ; es así que las amenazas y las promesa»
no son motivos suficientes de detérminacion^
sino en cuanto se haya probado que pro
vienen de Dios; luego no deben hacer sobre
nosotros impresion alguna , sino despues
de haberlas discutido (a).
Seria formarse una idea bien extravagante
de la divinidad , suponerla complaciendose
en el abuso de la raaon, en que se creyera
sin razones suficientes. Si c\ Ser suciamente
sabio nos tiene, para la otra vida, penas y
recompensas preparadas, como no *o debe
- dudar , las arreglará sin duda al buen ó mal
uso que hayamos hecho de nuestras facul
tades.
Pero admitamos el principio de que se
deba tomar siempre el partido mas seguro,
los defensores de la credulidad no podran
sacar de esa concesion ninguna ventaja ,

(a) Pudiera darse á ese raciocinio la siguiente base :


"- O la razon humana sirve-en 'materia de religion ó no.
En el caso negativo, nada se puede decidir en favor
ni en contra de ninguna opinion sobre objetos reli
giosos. En el caso afirmativo, ¿qué cosa puede presen
tarselas evidente que el que un hombre razonable no
deba prestar asenso , sin que motivos ciertos le ¡de
terminen ?
318 DE LOS APOLOGISTAS
puesto que el partido mas seguro será siem
pre no adrfiitir sistema alguno de religion ,
sino despues de estar coavencido que des
cansa en pruebas evidentes. El temor de
pensar mal de Dios debe inducirnos natu
ralmente á dudar, mientras nuestro enten
dimiento no estuviere persuadido ; y no es
verosímil que este temor sea considerado
como erím en, por quien nos prohibe el juzgar
sin razo* (a).

(«) Pero diran algunos lectores imparciales : « ¿ Tío


podrá alegarse nada en favor de la religion cristiana ? »
Sí : he aquí la substancia.
i". La religion cristiana se funda en la fe , y exige
el sacrificio de la razon , luego la ciencia y el raciocinio
no pueden tener analogía ninguna con ella , y, de con
siguiente, sus ataques son en falso.
a°. Las cosas no son- siempre lo que parecen. Hay
raciocinios, al parecer, demostrativos , que no son sino
paralogismos. Tales son quizas los que impugnan la re
ligion cristiana.
3°. La verdad no es su percepcion. La existencia de
la primera es independiente de la segunda. Hay ver
dades obscuras^ hay verdades incomprehensibles.
4°. Toda religion es natural ó sobrenatural ; la re
ligion cristiana no es natural , sus dogmas y máximas
peculiares bien lo prueban , luego es sobrenatural.
5". En fin , la verdad de las proposiciones contradic
torias á los dogma* de la religion cristiana no prueba
DE LA rélig. cmsf. 5ig
la falsedad de estos , si es cierto , como lo asegura el
matemático Málesieux , que hay verdades incompa-*
tibies.
Se me replicará acaso que las demas religiones podrán
Invocar en su favor esas razones , pero la religion
cristiana es diferente de las delnas.
Si algunos aristarcos quedaren descontentos de mis
reflexiones , les suplico se sirvan indicarme otras mat
fuertes : recibiré la indicacion con gratitud.
APÉNDICE
i
SOBRE

LOS LIBROS SAGRADOS

DEL ANTIGUO TESTAMENTO.

Sentaremos algunas proposiciones y las*


acompañaremos de pruebas suficientes.
i". El Pentateuco no es obra de Moyses
sino del sumo sacerdote Helquiahó Helcías,
maestro y tutor del piadoso rey Josías.
2a. El libro de los Jueces es obra de va-
' rios autores desconocidos, parecida á las
crónicas de nuestros monges de la edad
media , y posterior á la judicatura de Sa- s
muel.
3a. La cosmogonía del Génesis es cal-
dayea.
4a. La mitología del mismo libro, esto
es la pretendida historia anterior á la escla
APÉNDICE. 021
Titud del pueblo hebreo bajo los Faraones,
tambien lo es.
5a. El dilmio, que se dice haber des
truido el globo , y el incendio , que se afirma
causará un estrago igual , son fenómenos
astrológicos.

PROPOSICION PRIMERA.

El Pentateuco no es obra de Moyscs sino


del gran sacerdote Ilelqrtiah. Esta propo
sicion conliene dos partes : ia. El Penta
teuco no es obra de Moyses; 2a. El Pen
tateuco es obra del gran sacerdote Ilelquiah.

TRIMERA PARTE.
»
El Pentateuco no es obra de 3Ioiscs.

No llamaremos la atencion de los lectores


sobre las últimas palabras que se hallan en
el último capítulo del Deuteronomio , des
pues de detalladas la muerte é inhumacion
de Moyses. « Nadie , hasta el día , ha sabido
el lugar de su sepultura , v no ha apareci"do,
desde entonces en Jsraél profeta igual á
3.2a APÉNDICE.
Moyses. » Estas palabras no son ciertamente
de Moyses ; son una adicion , y no una
adicion reciente. Las expresiones; nadie
hasta el dia : « No ha aparecido , desde
entonces , profeta . : » prueban un largo-
transcurso de tiempo , pero estas expre
siones pueden no formar parte de 4a obra.
Mas ¿ cómo explicar otros pasages del mismo
libro no menos inconciliables con la hipó
tesis admitida? El primer capítulo d-elD-eu-
teronomio empieza asi : « he aquí las pala
bras que Moyses dirigió á todo IsFael del otra
lado del Jordan > en el desierto , etc. (a). »
Luego esta frase ha sido escrita de la parte,
de Jerusalen. Moyses murió en el desierto,,

(a) Volney dice que muchas traducciones latinas aí-


teran en este y otros pasages semejantes el sentido de
las voces substituyendo á la vos ultra las de intraiiMtu
ó in npa , aunque sea cierto que todos los hebraizanteS.
convienen en que b'ebur siguifica rigorosamente- au
deld (de la otra parte de). Yo he visto-ana traduccion,
mas valiente (la de Desoer). En ella el au dela [de la
otra parte de) es siempre traducido en dera (de esta
parte de). Así es como muchos argumentos pueden ser-
destruidos con aplauso de ros buenos creyentes. No.
obstante se ha cometido )a inadvertencia de dejar in
tactos otros no ménos fuertes , como son los expresados^
eu los dos nárrafos. siguientes,.
apéndice. 3a3
sin haber pasado el Jordan, Deuteron ,
cap. rv, v. 22. Luego la frase no es de
Moyses. El cap. m , v. 8 y sig , y el cap. iv,
v. 41 » 4^ y 47 reunidos presentan un argu
mento análogo. El cap. xn, del Génesis,
v. 6 , los cap. 22 , v. 14 y 1 4 » v- l4- reu
nidos , el primero al cap. 6 del Exodo , v. 3,
y el segundo , al cap. 18, v. 29 del libro
de los Jueces , y el cap. 2 , v. 12 del Deu-
teronomio, suministran otro en apoyo de la
misma opinion. Pero la prueba mas popular
se halla en el cap. 36 del Génesis, v. 3i
y en el Pentateuco reunido al cap. 9 v. 9
del libro i°. de los Reyes.
En el cap. 36 del Génesis r. 3i , se dice:,
«he ai los reyes que reynaron en la tierra do-
Edon ' antes que Israel tuviera reyes etc.»
Israel no tuvo reyes hasta Saul r luego esas-
palabras del Génesis no fueron escritas antes-
de Saul. *
En el Pentateuco Moyses es llamado pro
feta constantemente y no vidente , y en el
lib. i°. de los Reyes cap. 9, v. 9, leemos^
lo siguiente , hablándose de Saul. «En otro*
tiempo, cuaudo se iba á consultar á Dios J>
se acostumbraba decir : vamos aL vidente:M
324 APÉNDICE.
pues se llamaba vidente lo que hoy ft'ta
llamamos profeta. Luego es indudable que
la redaccion del Pentateuco no es anterior
¡r Saul. Luego el Pentateuco no es obra de
Moyses.

SEGUNDA PARTE.

¿7 Pentateuco es obra del gran sacerdote


Helquiah .

El año 1 8'del reynado de Josías , el sumo


sacerdote dice haber hallado un libro ( 6 el
libro) de la ley. Dásele á Safran , secretario
del templo , quien se le lleva al rey , y este ,
al oir la lectura , muestra lamayor sorpresa.
Luego no tenia noticia de eselibro ; y ¿ cómo ,
si ese libro hubiese sido escrito por Moyses ,
hubiera sido ignorado del rey, y de un rey
tan piadoso como Josías ? Luego el libro
hallado fué compuesto , quiero décir , re
dactado libremente por el sumo sacerdote.
La parle religiosa y legislativa , esparcida en
«1 Exodo , el Levítico, los Números y el
Deuteronomio, pertenece indudablemente á
Moyses, la parte histórica y cronológica es
produccion de Helquiah , mas ó menos ar-
APÉNDICE. 325
reglada á escritos y memorias de que ha
podido hacer uso y á tradiciones popu
lares. De libros de Moyses no se hace meru-
cion alguna antes de ese descubrimiento ,
y en escritos posteriores se habla de ellos ,
luego el libro descubierto es lo que hoy
llamamos Pentateuco . Veanse en las inves
tigaciones nuevas de Volney robre la his
toria dhtigua los motivos verosímiles de
esa suposicion de Helquiah.
Luego el Pentateuco es obra de Hel
quiah.
Luego el Pentateuco no es ob*a de Moyses
sino del sumo sacerdote Helquiah ó Helcías.

PROPOSICION SEGUNDA.
El libro de los Jueces es obra de muchos
autores desconocidos, parecida á las cró
nicas de nuestros monges de la edad, me
dia, y posterior al reynado de David.
Un examen atento hará ver que esa com
pilacion es un conjunto incoherente de cua
tro trozos enteramente distintos , formado
sin auxilio de archivos regulares , estable
cimiento de una nacion civilizada , no de
326 APÉNDICE.
una poblacion feroz, supersticiosa y guerrera,
El primero se extiende desde el cap. i°.
l^nsta el 16°. inclusive , y es propiamente
la historia de los Jueces. Hay en él repeti
ciones , y aun de sucesos que no pertenecen
á ese tiempo sino al de Josué. El segundo
es la historia de Sansón. El tercero empieza
así : « Por ese tiempo hubo un hombre de
Efraim llamado Michas etc. , » y wimpre-
hende los cap. 17 y 18. Y el cuarto es la
anécdota del levita de Efraim , y su ultraje
por los habitantes de Gabaa. Todos estos
trozos , redactados sin duda sobre tradi
ciones populares , fueron verosímilmente
recogidos y reunidos en un solo libro por
algun compilador tambien desconocido.
Una nota inserta en la historia del sacerdote
Michas indica que la compilacion fué hecha
despues que el pueblo de Israel llegó á
tener reyes.
« En ese tiempo pues , dícese tres reces
(cap. xvn, v. 6, y cap. xvin, v. iy3i)»
no habia reyes en Israel. » Luego hubo
reyes en Israel para cuando el autor eserj-
bia , luego la compilacion no es anterior á
Saul , pero puede ser muy posterior. En.
APÉNDICE.
efecto hay una prueba de que esa nota haya
podido ser inserta en el libro de los reyes
despues del rey nado de Salomon.
En el cap. i°. del lib. de los Jueces ,
v. ai , se dice : «Los hijos dqp Benjamín
no mataron á los Jebuseos que habitaban
en Jerusalen, y los Jebuseos han permane
cido en Jerusalen hasta hoy dia. » Ahora
bien : no solo en tiempo de David se hace
mencion de los Jebuseos como habitantes
de Jerusalen , Sam. lib. 1 (vulgó Reg. lib.
3 ) cap. xxiv , v. 1 8 y sig. , sino que , aun"
despues de citarlos como tributarios de
Salomon el escritor de la vida de ese rey,
añade » y han continuado siendo tributarios
hasta el dia de hoy » Lib. i°. de los Reyes
( vulgo Reg. lib i. ) Cap. ix , v. ao y 2 1 -
Luego continuaron siendo tributarios aun
despues de SalSmon. Luego la nota mencio
nada ha podido ser inserta despues del rey-
nado de Salomon. — Y, resumiendo en una
sola consecuencia el resultado de las obser
vaciones que hemos hecho acerca del libra
de los Jueces, diremos :
Luego el libro de los Jueces es obra de
muchos autores desconocidos , parecida &
3i8 APÉNDICE.
las cl ónicas de nuestros mongcs de la edad
media , posterior ála judicatura de Samuel,
y, tal vez, al reynado de Salomon.

PREPOSICION TERCIA.

La cosmogonía del Génesis es caldayca.


La duracion del mundo por doce miles
y la creacion en el espacio de seis se hallan
en los güebros , sucesores de los antiguos
persas y en su Génesis llamado Boun
Dehesen .
« El tiempo, dice ese libro antiguo ,.p.
4^0 , » es de doce mil años : la ley dice que
el pueblo celeste existió tres mil años, y
que entónces el enemigo ( Abriman ) no
estaba en el mundo. Rasomorte y el Tanro
existieron otros tres mil años en el mundo,
lo cual compuso el número 8e seis mil
Los miles de Dios parecieron en Aries,
Tauro , Géminis , Cáncer , Leon y Virgo
lo que compone seis mil años (Aquí la
alegoría se manifiesta ). « Despues de los
miles de Dios , llegó la Balanza : Ahrimaa
( ó el enemigo) vino corriendo al mundo
(el hibierno comenzó). »
APÉNDICE. 32g
Idem, p. 3|5 : « el liempo ( ó destino )
ha establecido á Ormusd rey por la dura
cion limitada de doce mil años. »
Pag. 348 : « La primera de las produc
ciones del mundo que debió su existencia
á Ormusd fué el ciclo ; la segunda, el agua;
Ta tercera, la tierra ; la cuarta , los árboles;
la quinta , los animales ; y la sexta , el
hombre. »
Pag. 4oo : Hablando en la ley , dice to
davía Ormusd : « yo he producido las cosas
de este mundo en 365 dias; por eso los 6
gahs , gahambras ( los meses ) estan con
tenidos en el año. »
En fin , en el origen de todas las cosas ,
el autor dice , p. 344 J siguientes : « que
las tinieblas y la luz estaban confundidas
al principio , y formaban un solo todo; que
en seguida habiendo sido separados por
el tiempo (ó destino) , formaron á Ormusd
y Abriman. » #
Lo que la cosmogonía caldayca llama
miles , la hebrayea llama dias. Por lo demas,
hay una analogía sensible entre ambas, ex
cepto en orden á la primera obra de la crea
cion , que en el Génesis es la separacion
33o APÉNDICE,
de la luz, J en el Boun Dehesch, la for
macion del cíelo. ¿Seran las dos cosmogo
nías obras de autores diferentes ? es posible,
pero no verosímil. Semejanzas tan grandes
no las produce la casualidad, y no se debe,
ademas, recurrirá solucion tan violenta i
teniendo á ta vista , en naciones entre quie
nes ba habido relaciones de contiguidad , y
aun mas fuertes , otra explicacion mas na
tural. ¿ Será la cosmogonía caldayca copia
de la hebrayca ? No es probable : un pueblo
ilustrado y poderoso no adopta las ideas de
un pueblo pobre é ignorante. Ademas en
el Génesis en lugar de Yahoud, nombre
del Dios únic.o de los hebreos, se halla
siempre Elhaim ( los Dioses), y resulta á
cada paso la absurda concordancia grama
tical de los Dioses creó. Escritores mas
cristianos que críticos han querido deducir
de ai el dogma de la trinidad, pero no es
esa la solucion de la dificultad. La .ley
de Moyses proscribia la pluralidadde Dioses,
la cosmogonía caldayca , así como todas
las paganas , atribuía á los dioses subal
ternos la formacion del universo. Combatido
de estas dos autoridades opuestas , y que , -
APÉNDICE. 33 1
aunque por motivos diferentes, se veia for
zado á respetar , no vió otro camino el re
dactor sino combinar con la pluralidad de
los agentes la unidad de la accion.
Luego la cosmogonía, del Génesis es cal-
dayca.

PROPOSICION CUARTA.

La mitología del Génesis, esto es, la pre~


tendida historia anterior á la esclavitud
del pueblo hebreo bajo los Faraones ,
tambien es caldayca.
« Beroso , dice Josefo (Ánt. J. , 1. 1, c. 7,
§ 2 ) » Suprimiendo el nombre de Abraham
le ha indicado , sin embargo , con estas pa
labras : en la décima generacion despues
del diluvio , existió entre los caldeos un
hombre justo y grande , que fué muy
versado en el conocimiento de las cosas
celestes. »
En efecto , segun la genealogía israelítica,
se halla Abraham en la décima generacion,
contada desde el diluvio. Sise íixare la aten
cion en la estrecha relacion de esa genea
logía con el diluvio caldayco , fenómeno
33a apéndice.
físicamente fabuloso , en la gran semejanza
de Abraham con Saturno en los rasgos prin
cipales ( veanse las nuevas investigaciones
ya citadas) y en el número marcadamente
astrológico de sus hijos; ¿qué valor histó
rico podran tener los personages y genera
ciones que tienen tal enlace con ese suceso
mitológico 1
Ademas , e.ca genealogía no es hebrayea,
¿Cómo podría haber conservado el pueblo
hebreo la genealogía de sus patriarcas hasta
la esclavitud de Egipto , cuando carece de
noticias concernientes á esa esclavitud
misma ? No se nos dign que , si no eshistorica,
puede á lo menos pertenecer á la mitología
de los hebreos , pues tampoco esta sube á
época tan remota. Las razones que han
probado el origen caldayco de la cosmogo
nía del Génesis' , extienden su fuerza á la
mitología del mismo libro. Agreguese & lo
ya expuesto la observacion siguiente : Abra
liam fué caldeo, caldeos sus ascendientes,
y sus descendientes hasta Jose inclusive
fueron Caldeos. En Caldea se daban noti
cias mas detalladas de Abraham que en
erusalen. Josefo mismo recurrió á Beroso
en esa parte.
APÉNDICE. 333
Luego la mitología del Génesis esto eS ,
la pretendida historia hebrea anterior á la
esclavitud del pueblo de israel bajo los Fa
raones, es tambien caldayca.

PROPOSICION CUINTA.

El diluvio , que se dice haber destruido el


globo, y el incendio, que se afirma cau
sara un estrago igual > son fenómenos
astrológicos .
Segun Aristóteles , 1. i. c. \\. Meteor.
Julio Fírmico , 1. 3. c. i , jp. n , y Epif.
hasres. c. i4, en el antiguo lenguage as
trológico la estacion ardiente del verano se
llamaba incendio , y la lluviosa del hibierno
era denominada diluvio ; y, como el año em
pezaba algunas veces por el solsticio estival ,
y otras por el hibernal , debió decirse que
el mundo acababa en esas estaciones.
Luego el diluvio , que se dice haber des
truido el globo , y el incendio , que se afirma
cansará un estrago igual, son fenómenos
astrológicos.
Omitiremos otras muchas observaciones
en orden á los libros sacados del antiguo
334 APÉNDICE.
Testamento ; sobre la supuesta genealogía
de los descendientes de Noe , consignada
en el cap. 10 del Génesis, no siendo sino
la descripcion geográfica de las naciones
- conocidas por los hebreos en tiempo de sus
reyes ; sobre las exageraciones decimales
de esos libros , y la inexactitud casi uni
versal de las fechas comparadas del libro
de los reyes; y sobre los conocimientos fí
sicos y operaciones químicas del hijo de
Amran. Pero creemos no deber pasar en
silencio dos hechos que pueden servir de
clave para descifrar muchos enigmas de la
historia maravillosa de los pueblos antiguos.
i*. Los escritores de la India (y gene
ralmente los asiáticos) han imaginado desde
tiempos muy remotos , con motivo de la
corrupcion de las costumbres de su siglo ,
valerse del respeto que se tributa á los
personages antiguos , y de la creencia ad
mitida que tienen estos el don de prever lo
futuro , para atribuirles , ya lecciones de mo
ral, ya advertencias y predicciones de cosas
futuras que , en seguida, se veian realizar:
es confesion de los bramines mas sabios- v
virtuosos , segun lo asegura John Bentley
APÉNDICE. 335
con motivo de una observacion crítica so
bre profecías insertas en los libros sagrados
de los Indios, como son los Pouranas y los
Shastras.
2°. Los copistas de los manuscritos he
breos no omiten nunca , por cierta obliga
cion tradicional , el dejar , en ciertos para-
g'es , lugares vacíos ó blancos , como si
fueran primitivamente destinados á admitir
interpolaciones de la especie de la profecía
que el sumo sacerdote Yado mostró á Ale
jandro. Vease todo esto con mas extension
en las nuevas investigaciones sobre la
historia antigua , t. 4- de las obras com
pletas de Volney.

ITS DEL APEHDICE.


TABLA

DE LAS MATERIAS.

Prólogo del Traductor. pág. v


Introduccion. - ix
Capítulo primero. — Los apologistas del
cristianismo no se han ocupado bastante
en probar la autenticidad de los evan
gelios, á pesar de que se pueden oponer
contra ella grandes dificultades que exi
gen una aclaracion. i
Cap. II. — Historia de la suposicion de
obras hecha en los primeros siglos de
la iglesia. > 24
Cap. III. — ¿ Se hicieron informaciones
entre los judíos y- los paganos para ave
riguar la verdad de los milagros de
J. C.?- ¿ Qué juicio se deba uno formar
sobre esta cuestion? ¿Si es verdad que
la mayor parte de los apóstoles hayan
muerto mártires? 5o,
TABLA DE LAS MATERIAS. 33}
Cap. IV. — ¿Si el testimonio de los judíos ,
de los paganos y de los mahometa
nos , prueba que J. C. haya hecho mi
lagros ? <it
Cap. V. — Del imperio que se han atri
buido los cristianos sobre los demonios i
Todas las sectas se han imaginado po
seer el mismo privilegio. ¿No es vero
símil que ese pretendido poder sea solo
un efecto de la imaginacion, de la tra
pacería, ó de la supersticion de los que'
han creido que había palabras eficaces
para ese efecto ? n5
Cap. VI. — El cristianismo no halló aco
gida al principio sino en el populacho .
Autoridad de esta aceptacion. 108
Cap. VII. — El cristianismo debe sus mayo
res progresos á las medidas violentas
de los emperadores cristianos . . I2O
Cap. VIII. — Examen del argumento de
ducido de la conducta arreglada de los
primeros cristianos , de su adhesion á
su religion, y de las desgracias acon
tecidas á sus perseguidores. i3S
i5
338 TABLA DE LAS MATERIAS
Cap. IX. — ¿Son hoy dia mas ilustrados
los hombres que antes de la predicacioft
del evangelio ? 168
Cap. X. — ¿Son mas perfectos los hombres
despues de la venida de J. C? 192
Cap. XI. — parias reflexiones sobre el
antiguo y nuevo Testamento. i"i"¡
Cap. XII. — ¿Como se pueda conciliar la.
necesidad de una religion revelada con
la ignorancia de la mayor parte de los
hombres , y su corta capacidad? 277
Cap. XIII. -— Reflexiones sobre el argu
mento : Que se debe tomar siempre el
partido mas seguro . 31 1

Fin de la tabla de las materias:

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