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Etica Profesional LIBRO PDF
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UNIDAD # 1
LA ÉTICA, LOS ACTOS HUMANOS MORALES
Y LA CONCIENCIA MORAL
OBJETIVOS OPERACIONALES
Mediante el estudio de la presente unidad, usted estará en capacidad de:
Describir lo que es la Conciencia Moral, sus características y las funciones que desempeñan.
CONTENIDOS
1.- NOCIÓN DE ÉTICA
2.- DIVISIÓN DE LA ÉTICA
3.- LA ÉTICA PROFESIONAL
4.- OBJETO DE LA ÉTICA PROFESIONAL
5.- IMPORTANCIA DE LA ÉTICA PROFESIONAL
5.1.- EN EL ORDEN ESPECULATIVO
5.2.- EN EL ORDEN PRÁCTICO
6.- NATURALEZA DE LOS ACTOS HUMANOS
7.- CLASIFICACIÓN DE LOS ACTOS HUMANOS MORALES
8.- CAUSAS QUE PUEDEN MODIFICAR LOS ACTOS HUMANOS
8.1.- CAUSAS INTERNAS
8.1.1.- LA IGNORANCIA
8.1.2.- LA PASIÓN
8.1.3.- EL TEMPERAMENTO
8.2.- CAUSAS EXTERNAS
8.2.1.- EL MIEDO
8.2.2.- LA VIOLENCIA
8.2.3.- EL AMBIENTE
9.- FUENTES DE MORALIDAD DE LOS ACTOS HUMANOS
9.1.- EL OBJETO
9.2.- LAS CIRCUNSTA NCIAS
9.3.- EL FIN DEL AGENTE
10.- LA CONCIENCIA MORAL
10.1.- CONCEPTO
10.2.- FUNCIONES QUE DESEMPEÑA
10.3.- CARACTERES FUNDAMENTALES
11.- CLASES DE CONCIENCIA MORAL
11.1.- SEGÚN LA CONFORMIDAD DE LA CONCIENCIA CON LA OBLIGACIÓN SUBJETIVA
11.1.1.- RECTA O VERDADERA
11.1.2.- ERRÓNEA O FALSA
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DESARROLLO PEDAGÓGICO
1.- NOCIÓN DE ÉTICA
Etimológicamente
El término Ética proviene de la palabra griega “Ethos”, que tiene doble significación: morada
domicilio y también significa: costumbre, hábito, carácter.
El vocablo moral procede del latín mos, moris, que significa costumbre.
Ambos vocablos significan lo mismo: costumbre, hábito, pero no son términos equivalentes, ya que
Ética es una disciplina normativa, que trata de fundamentar filosófica y científicamente el
contenido de moralidad, mientras que la moral es una disciplina práctica que formula reglas
concretas para la acción y que se manifiestan en los deberes.
A la idea de “costumbre de obrar”, añadámosle la idea de norma o regla del bien obrar, y se tocará ya
la idea de definición real de Ética.
Real
Ética es:
La ciencia de las normas o reglas a las que deben sujetarse las acciones humanas.
Es una reflexión filosófica sobre la bondad o malicia de los actos humanos, es decir de
los actos realizados consciente y deliberadamente.
La Ética estudiará, pues, las normas que rigen los actos humanos, en orden al bien verdadero total, o
fin supremo de la naturaleza racional .
LA ÉTICA Y LA MORAL
Lo normativo está constituido por la serie de normas y leyes que enuncian algo que debe ser:
“Haz el bien y evita el mal”. “Haz a los otros lo que te gustaría que te hagan a ti”
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Lo fáctico corresponde al plano de los hechos morales, a los hechos consumados, realizados.
Ejemplo: El hecho de haber realizado una acción mala. El haber hecho a otro lo que no me gustaría
que me hagan a mí.
Lo normativo y lo fáctico se hallan íntimamente relacionados, ya que la norma existe para ser
cumplida. Si la norma se cumple, el acto será bueno, pero si se la desobedece (viola), el acto será
malo. De igual manera, un acto moral práctico sólo tendrá significado moral, en cuanto que puede ser
referido positiva o negativamente a una norma.
Ética General
Especial
ÉTICA GENERAL
ÉTICA ESPECIAL
Estudia las normas que han de regir la conducta moral del hombre, a la luz de los principios
generales y en las diversas circunstancias de la vida.
Así tenemos:
La Ética Individual: Que se preocupa del comportamiento del hombre consigo mismo.
La Ética Profesional: Que es una parte de la Ética Especial y que es materia de estudio del
presente curso.
“Es la ciencia normativa que estudia los deberes y derechos de los profesionales, en cuanto tales”.
El concepto medular de la Ética Profesional es el concepto de moralidad.
Todos los principios normativos y aplicaciones prácticas deben estar impregnados e impulsados por
la moral. Pero erraría quien hiciera objeto de la Ética y responsabilidad profesional solamente a las
obligaciones impuestas por la moral o el derecho natural, con exclusión de cualquier otra exigencia de
índole jurídica o social.
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Estas ideas principios deben ser difundidos y practicados por los profesionales, puesto que tienen un
carácter eminentemente dinámico.
Permite definir, con claridad y precisión, la naturaleza de la profesión y distintas relaciones con todos
los elementos humanos que sufren sus influencias.
Gracias a la Ética Profesional, los principios y pautas de conducta que rigen l a vida profesional
podemos llevarlos, del campo teórico o especulativo, a la práctica.
La educación deberá brindar una sólida y férrea formación ética en el estudiante, para que los
principios que en ella aprenda, los ponga en práctica, durante su vida profesional.
La primera desilusión del recién graduado es el encontrarse con ese divorcio entre los principios
morales, que deben dirigir la vida de todo profesional, y la forma diferente en la que ellos actúan, casi
siempre alejados de toda norma moral o ética.
Orienta la labor del profesional, garantiza un servicio de calidad y genera un compromiso de servicio
al cliente.
Muchos profesionales se sustraen a sus obligaciones y el bien com ún sufre irreparables pérdidas.
Muchas veces la sociedad tiene que soportar el espectáculo bochornoso del profesional que:
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Es catastrófica una comunidad sin orden, sin cooperación, donde todo el mundo se cree suficiente y
cada uno obra a su parecer, a su criterio. En ayuda a esta situación caótica y en procura del bien
común se nos presenta la Ética Profesional.
No todos los actos que realiza el hombre los podemos catalogar como humanos, puesto que escapan
a su razón y a su voluntad.
El hombre debe tener la libertad de: hacer o no hacer una cosa: de hacer una cosa u otra cosa.
Se da cuenta que al hacerlos, carga con la responsabilidad de ellos ante sí mismo, ante la sociedad y
ante Dios.
Los actos humanos al ser concientes y libres adquieren la calidad de actos morales.
Bueno, en general es todo aquello que es conveniente y útil. Un acto humano puede ser bueno de
diversas maneras:
Si un acto no tiene como meta el fin verdadero o perfección, este acto humano es malo
de maldad moral.
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Entendemos, entonces, que un acto físico perfecto, puede ser moralmente perverso.
Ejemplo: Un buen ladrón es un mal hombre. El acto de robar, por haber sido bien realizado es un acto
físicamente bien realizado, pero moralmente es malo, porque no tiene un fin verdadero y no busca la
perfección moral del ser humano.
En la calidad moral de los actos humanos no hay término medio, o están orientados al bien de la
naturaleza racional y son buenos, o están en disconformidad con aquel bien, al menos en la
intención que obra, y son malos, pues, no hay fines indiferentes para la voluntad racional.
Actos válidos o inválidos: según tengan los requisitos para lograr su efecto o carezcan
de uno de ellos.
Actos voluntarios o imperados, según emanen de la voluntad propia o los realice bajo
el impulso de otra voluntad.(obligado)
Actos Perfectos, son los realizados con clara advertencia y plena voluntad libre, en la bondad o
malicia moral de ellos.
Actos Imperfectos, son hechos con una advertencia disminuida o con un consentimiento menos
libre, en esa bondad o malicia moral.
La Ética estudia particularmente los actos perfectos e imperfectos, según la plenitud moral con
que son producidos.
Será carencia superable, si la persona tiene a su alcance algún medio para salir de esta
ignorancia.
8.1.2.- LA PASIÓN.- Considerada como un movimiento natural del apetito sensitivo hacia un bien
sensible (placer), o contra un mal sensible, (dolor).
La pasión es antecedente cuando actúa antes de que el sujeto se dé cuenta y su razón delibere.
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La segunda es advertida y admitida por la razón y, por consiguiente, no quita la moralidad del acto, ni
la disminuye.
La tercera es eminentemente voluntaria y libre, y pone de relieve la plenitud del acto moral.
Existen temperamentos sanos y equilibrados, que permiten el dominio de sus actos y una elevada
moralidad en los mismos.
Existen también temperamentos tarados y desequilibrados por herencia o por enfermedad de tipo
nerviosa (neurastenia, histeria, hipocondría, obsesión psicastenia, melancolía, etc.) que influyen en
disminución estorbo, desorden y hasta extinguen, la libre determinación, de la voluntad, con la
consiguiente desvalorización del acto moral.
El miedo grave no quita tampoco la responsabilidad, puesto que no priva del conocimiento, ni de la
libertad pero la disminuye, puesto que ejerce alguna coacción moral sobre la voluntad deliberante.
Obrar por miedo al “que dirán” (Respeto humano) implica un acto de cobardía o de hipocresía.
8.2.2.- LA VIOLENCIA.- Es una presión física, ejercida sobre alguien para hacerle obrar contra su
voluntad.
La fuerza bruta puede lograr de otra persona la realización de actos externos, pero no de actos
internos, en los que reside formalmente la moralidad.
El hipnotismo priva también al hombre del dominio de sus actos mientras perdura el ensueño
hipnótico.
Es cierto que uno es hijo de sus padres, de su país y de su tiempo; pero somos influenciados por el
ambiente que tan sólo tiene, como el temperamento, una influencia dispositiva, no determinante sobre
el modo de vivir o de obrar moralmente. Da cierto matiz general a la vida, pero no suprime y
disminuye el dominio de la voluntad libre sobre cada uno de los actos deliberados.
- El objeto.
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- Las circunstancias.
9.1.- EL OBJETO
El objeto del acto será bueno o malo según la naturaleza, conforme o disconforme con el bien de la
vida racional, expresados en la ley natural o en la ley positiva.
Ejemplo: Amar a Dios, respetar a los padres, estudiar, etc. Ese objeto podrá ser moralmente
indiferente si no está ni en pro, ni en contra del bien de la vida racional. Ejemplo: pasear, sentarse,
etc.
¿Quién?.- Según la calidad del agente que obra (niño, adulto, barrendero, profesor sacerdote,
etc.) varía el valor moral del acto.
¿Qué?.- Según la materia (cantidad o cualidad) del objeto, varía también el valor moral del acto.
Ejemplo: robar un anillo dorado o un anillo de oro...
¿Con qué medios?.- Si son medios lícitos o ilícitos, si con engaños, etc.
¿Cómo?.- Modo como se realiza el acto; con repugnancia o complacencia, con aplicación o
negligencia, etc.
¿Cuándo?.- Esto es, si fue en día ordinario o en día festivo...si duró mucho, o poco, o un
instante....El momento en que se realiza el acto puede ser oportuno o inoportuno.
Este fin distinto del fin de la obra es intrínseco a ella. Puede ser principal o primario, o bien accesorio
o secundario: puede ser también próximo, intermedio o último.
Siempre un acto humano, público o privado, de cualquier naturaleza, es hecho con algún fin, en
conformidad o en disconformidad con el verdadero bienestar de la criatura racional.
Por lo mismo, el fin es la fuente principal de la moralidad buena o mala de los actos humanos.
Obrará bien el que quiere el fin, en sí mismo bueno de la obra, y mal, el que apetece el fin, en sí
mismo malo de la obra.
Obrará bien el que añade un fin extrínseco bueno al fin bueno de la obra: o bien, el que añade un fin
bueno a un acto, cuyo objeto es indiferente.
Obrará mal el que añade un fin extrínseco malo al fin bueno de la obra o a una obra indiferente.
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El fin primario da el valor moral substancial al acto; si es bueno, un fin secundario malo no desvirtúa a
fondo el acto, pero le comunica un defecto accidental. Ejemplo: socorro a los pobres porque quiero
aliviarlos, fin primario; pero, me gusta recibir por ello alguna alabanza: pequeña vanidad que desvirtúa
a fondo el acto de caridad.
Conciencia Psicológica consiste en darnos cuenta de los actos síquicos que ocurren, tanto en
nuestro exterior, como en nuestro interior. Es un testigo que observa.
Conciencia Moral es el dictamen o juicio de la razón sobre la bondad o malicia de los actos, que se
me presentan, que estoy haciendo, que acabé de hacer o que omití hacer.
La conciencia psicológica percibe también estos fenómenos internos como presentes y suyos, pero
no se pronuncia sobre su bondad o malicia, juicio reservado a la conciencia moral.
Legisladora.
Maestra.
Jueza.
Testigo.
Fiscal.
Abogada.
Consejera.
Pone de manifiesto la distinción del bien y del mal moral y su aplicación al caso presente: legisla y
enseña. De inmediato se vuelve un imperativo, que manda hacer el bien y prohíbe hacer el mal.
b) Durante el acto
La conciencia está presente como testigo de él y, según los casos, lo estimula o lo frena, lo aconseja
o lo permite.
La conciencia lo ve y lo siente como cosa propia de la que es responsable. Si ha sido un acto bueno,
la conciencia se complace, naturalmente, con él y siente la paz; si ha sido un acto malo, la conciencia
se acusa a sí misma y siente remordimiento; sentimiento de culpabilidad, hasta no dar satisfacción al
guardián del orden violado.
a) ES UNIVERSAL: Porque existe en todo ser humano, que ha llegado al uso de la razón; pues, con
el despertar de ella, todo ser humano siente el imperativo que le manda hacer el bien y evitar el mal
b) ES UNIFORME: Es decir, que en todo hombre, el dictamen de conciencia que versa sobre los
bienes esenciales de la vida racional, es idéntico.
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11.1.1.- RECTA O VERDADERA: Si ve y siente la obligación tal como es en sí. Ejemplo: Deber de
respetar la autoridad.
11.1.2.- ERRÓNEA O FALSA: Si no ve, ni siente la obligación objetiva, tal como es en sí. Ejemplo:
Yo soy un católico y asisto a las ceremonias de una iglesia evangélica.
11.2.1.- CONCIENCIA CIERTA: Si juzga firmemente, sin temor de errar, que tal acto es bueno, o que
tal acto es malo.
11.2.2.- CONCIENCIA DUDOSA: Si suspende su juicio porque tiene iguales razones de pensar que
el mismo acto es bueno y es malo, al mismo tiempo.
11.2.3.- CONCIENCIA PROBABLE: Si opina, por razones de peso, que no excluyen el temor de
errar, que tal acto es bueno o malo.
11.2.4.- CONCIENCIA PERPLEJA: Si cree que obrará mal, tanto si hace el acto, como si deja de
hacerlo.
Se debe obrar siempre y cuando la conciencia es cierta y cuando es dudosa, no se debe obrar, se
debe estudiar el caso, hasta salir de la duda, antes de obrar.
El conocimiento de la ley natural en sus principales aspectos y aplicaciones, esto es, el estudio
de los diez mandamientos, que forman el compendio de la ley natural.
El estudio de las leyes positivas, que le afectan a cada uno, según su condición y su profesión
en la sociedad en que vive y obra.
Leyes civiles y eclesiásticas, sin cuya observancia no será uno ni buen ciudadano, ni buen
cristiano.
El estudio de los deberes del estado, según las circunstancias particulares o generales en que
debe actuar: normas de vida que propondrá la Ética Especial.
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La docilidad a los consejos de personas prudentes e imparciales que tienen altura moral y
experiencia en la vida.
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UNIDAD # 2
DEBERES Y VIRTUDES PROFESIONALES
OBJETIVOS OPERACIONALES
Luego de haber aprendido la unidad, usted será capaz de
Destacar las virtudes profesionales e identificar los vicios que pueden afectar al profesional.
CONTENIDOS
1.- CONCEPTO DE PROFESION
2.- DIGNIDAD Y SENTIDO SOCIAL DE LA PROFESION
3.- REFLEXIONES GENERALES SOBRE LOS DEBERES
4.- LA COMPETENCIA PROFESIONAL
5.- REQUISITOS QUE PERMITEN UNA BUENA COMPETENCIA PROFESIONAL
6.- LA COMPETENCIA INTELECTUAL
7.- FACTORES QUE DETERMINAN LA COMPETENCIA INTELECTUAL
7.1.- FACTORES EXTERNOS
7.1.1.- FACTORES DE FORMACIÓN
7.1.2.- FACTORES DE INFORMACIÓN
7.2.- FACTOR INTERNO
8.- LA COMPETENCIA TECNICA Y HUMANISTICA
9.- LA CONPETENCIA MORAL
10.- VIRTUDES PROFESIONALES
10.1.- JUSTICIA Y CARIDAD
10.2.- VIRTUD INTELECTUA L
10.3.- DIGNIDAD PERSONAL
10.4.- TRABAJO
10.5.- ORDEN
11.- VICIOS
11.1.- EL JUEGO
11.2.- EL ALCOHOLISMO
11.3.- LA LUJURIA
12.- RELIEVES MORALES SOBRE LOS DEBERES GENERALES Y VIRTUDES PROFESIONALES
13.- LA HIGIENE Y LA SALUD MENTAL
13.1.- CONCEPTUACIÓN
13.2.- CARACTERÍSTICAS
13.3.- CONSIDERACIONES SOBRE HIGIENE MENTAL
13.4.- RECURSOS ORDINARIOS
13.5.- RECURSOS PROFESIONALES
13.6.- RELIEVES MORALES
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DESARROLLO PEDAGÓGICO
1.- CONCEPTO DE PROFESIÓN
El diccionario de la lengua denomina profesión a “el empleo, facultad u oficio que cada uno
tiene y ejerce públicamente”
En Castellano y en Francés se usa la palabra profesional para designar lo mismo una carrera que
un oficio.
Cuando usamos la palabra profesión, profesional o profesionista, nos referimos a las profesiones
universitarias o profesiones que suponen el haber obtenido un título universitario para ejercerlas.
LA COMPETENCIA
El profesional es competente cuando puede exhibir un título universitario, requerido y refrendado por
el Estado, y que certifica la idoneidad para desempeñar un trabajo.
Se entiende por idoneidad la capacidad para realizar con excelencia un trabajo, en una área
específica, dentro de contexto determinado, para servir a la comunidad, después de cursar estudios
superiores, superando exámenes y prácticas numerosos y difíciles.
LA INDEPENDENCIA
Es la facultad que tiene el profesional de cumplir con su labor, en beneficio de la comunidad, sin otras
limitaciones que las del bien común y su conciencia. Esta facultad no se la pierde al sujetarse a
horarios, jefes, programas ajenos, sino al criterio que emplea el profesional, a su personalidad que le
da “independencia espiritual”, difícilmente compatible con ninguna otra actividad.
HUMANIDAD
Aquí está el origen de su responsabilidad social indiscutible y la poderosa razón, para que el sentido
de servicio, con que debe ser concebida y vivida la profesión, no ceda la primacía a ningún otro
interés o utilidad, que necesariamente deberá ser desplazado como subalterno.
Cualificada: La capacidad no debe ser lograda de cualquier manera, sino a través de la preparación
científica, técnica, humanística y ética, durante los estudios y prácticas universitarios.
Requeridas por el bien común: Toda profesión tiene sentido, en tanto y en cuanto se pone al
servicio de la comunidad. Mientras más sirva a la comunidad, más importante es una profesión. Es
inadmisible una profesión que no se proyecte al servicio de sus congéneres Toda profesión deberá
posibilitar mejorar la calidad de vida de las personas.
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Con peculiares posibilidades: Cada profesión es diferente y oferta, por tanto, distintos servicios a la
sociedad; unas se orienta a atender directamente al ser humano, en su esfera corporal, mental,
espiritual, como lo hacen los médicos, los maestros, psicólogos o los sacerdotes y otras profesiones
que sirven al ser humano indirectamente, como es el caso de un arquitecto, ingeniero, etc. que
producen bienes y ofrecen servicios.
Económico – sociales: El profesional requiere sobrevivir él y su familia, por tanto existe un interés
económico que debe estar normado por la ley y que no debe ser el único interés, peor sobrepasar el
interés del servicio y el bien común al que está obligado el profesional. No debe dejarse enceguecer
por el brillo del dólar, lo que si debe es realizarse como ser humano y profesional en el placer y la
satisfacción de ser útil a los demás, de manera especial, favor de los más urgidos.
- La Opinión Pública
a.- Extrínseca
- La Legislación Común
1.- Invariable
- Producción de Bienes
Dignidad: b.- Intrínseca
- Prestación de Servicios
2.- Variable
La opinión publica
La sociedad, para solucionar todos los problemas que le impiden vivir en armonía y con un nivel
de vida aceptable, requiere de la presencia efectiva y de la excelencia del servicio que los
profesionales le brinden. Si los profesionales ejercen su profesión con excelencia, lo sociedad
verá solucionar sus problemas y valorará y estimará en sumo grado los servicios del profesional.
En una comunidad, en la que hay un alto índice de morbilidad, si los m édicos logran curar las
enfermedades, la sociedad valorará, en sumo grado, este servicio y será grata con el profesional.
De igual manera, en una comunidad en donde no se eduquen los niños y jóvenes y si hacen
presencia los maestros y posibilitan una educación de calidad, la sociedad valorará el servicio y
estimará al profesional y a la profesión que le ayuda a solucionar sus problemas.
La legislación común
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3.- El profesional adquiere también el “derecho deber” del secreto profesional; que, por un lado
exime de declaraciones, y por otro, le persigue como reo de revelaciones indebidas, cuando es
infidente.
4.- Los profesionales universitarios gozan del derecho constitucional de la “libertad sindical”; pero,
independientemente de ésta, son tutelados por los respectivos colegios, o Asociaciones
Profesionales.
5.- Cuando la responsabilidad profesional no ha sido acatada y hay que juzgar la mala actuación
profesional, la mayoría de los códigos le eximen de responsabilidad, por una falta leve; y en
casos graves, prefieren ratificar el veredicto de los respectivos Colegios Profesionales.
Es aquella que está condicionada a una jerarquía espiritual y eficiente de cada pers ona, que da
realce y excelencia a la profesión, por triviales y burocráticas que sean o parezcan sus actividades.
Sentido social de la profesión: Se trata de una precisa y objetiva responsabilidad, que casi
universalmente escapa a la conciencia profesional de nuestros días.
Segundo, considerado más propiamente como función: su valor y eficacia en la familia humana, que
es, en realidad, lo que aquí pretendemos destacar vigorosamente y subrayar a nuestros
profesionales.
Función de selección: Hace relación con la selección de los mejores posibilitados intelectual y
moralmente para el ejercicio de su profesión, ya que puestos de Asociaciones Profesionales deben
estar representados por profesionales idóneos y capacitados, no por mediocres, ni tramposos, porque
ellos propiciarían el hundimiento de las instituciones y de la patria.
Función de servicio: Puede aparecer como una repetición, pero no lo es. Aquí investigamos, si la
sociedad, como tal, y el bien común tienen que recibir algo del profesional, sin que ese algo deba
estar compensado económicamente a título de honorarios.
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El servicio implica en la profesión una actitud que le eleva a un nivel espiritual, en el que es natural y
frecuente un contacto con el mundo del ideal. Y si el verdadero ideal reclama la generosidad y, no
pocas veces, el absoluto desinterés de quien la posee, la función de servicio en las profesiones
seguirá escribiendo páginas más brillantes, en la verdadera historia de los pueblos.
Función de orientación: Debe cumplirla a través del medio más eficaz y más sencillo que es el
ejemplo. El rol de un profesional toma importancia sobre los miembros de una comunidad y la
influencia que en ella ejerce, debe servir para ayudar en la orientación de los objetivos de la
comunidad. Quien no la cumpla, lleva sobre sí una grave responsabilidad.
Función de unión: En la sociedad, dentro del convivir humano existen siempre roses, discrepancias
y distanciamientos. El profesional, a través de su preparación académica, de su solvencia científica y
moral, y al empleo eficaz de las relaciones humanas, debe constituirse en vínculo de unión entre los
miembros de esa comunidad.
En el perímetro de la libertad humana, podemos descubrir sectores llenos de reglas que no son
suficientes para crear un deber (reglas gramaticales, artísticas o técnicas).
Dondequiera que surge el deber, invariablemente le acompaña la nota moral; por cuanto todo
deber (cualquiera sea el sector de su procedencia), tiene carácter ético, obliga en conciencia, y su
violación voluntaria implica responsabilidad.
Cuando analizamos los deberes profesionales debemos hacer un estudio serio y sistemático de las
actividades peculiares de todas y cada una de las profesiones. Hablamos de deberes generales y
particulares, de deberes impuestos por la ciencia y de otros, impuestos por la conciencia.
Es evidente que existan algunos deberes más graves que otros, pero la Ética Profesional no permite
que se omita ningún deber, por más que no se preocupan de cumplir deberes religiosos, familiares,
pero descuidan otros deberes como los de la profesión y es la sociedad la que sale afectada, por esta
posición parcializada del profesional.
La profesión no es un área neutral para la conciencia, sino que es capaz de potenc iar los deberes y
casi, con carácter de exclusivo, tener la obligación de resolver los problemas humanos.
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Si el ciudadano es acomodado o instruido, comienza por averiguar si el flamante graduado vale (si
tiene talento, títulos, aprovechamiento, rendimiento, etc.).
Este requisito, que está al menos implícitamente en la conciencia universal, constituye el primer deber
del profesional. El de la competencia.
b) La mayor parte del público extraoficial, que es el más exigente de la competencia de altos
niveles, casi nunca se da cuenta de la conexión que tienen entre si la competencia
intelectual, con la competencia moral del profesional.
c) Ese mismo público desconoce las relaciones que puede haber entre competencia
profesional y las condiciones físicas de un individuo.
Por tanto, la competencia no se puede limitar únicamente a la dotación inerte de ciencia y moralidad
del profesional, sino que debe significar en la conciencia de todo profesional una colaboración
dinámica y permanente de todo su ser, en toda su dimensión física y espiritual, con una
tendencia conjunta, hasta el bien común.
- TRABAJO.- Sólo ejerciendo la profesión nos vamos profesionalizando; ello implica un trabajo
eficiente, honesto, permanente, cotidiano, puntual, eficiente, eficaz, siempre con la mira de hacerlo
cada vez mejor, optimizando tiempo y recursos que permitan la mayor satisfacción de las
expectativas del cliente.
- ESFUERZO.- El trabajo intelectual, para ser coherente, debe ser fundamentalmente un estudio
disciplinado y abnegado.
La actualización científica y técnica del profesional permite el mejoramiento en la praxis y así obtener
nuevas técnicas y métodos propios, que posibiliten un mejor ejercicio de la profesión, lo que implica
un esfuerzo constante.
El estudio y la investigación constantes deben ser el aliado de un profesional, para que pueda brindar
un servicio, acorde a los adelantos de la ciencia y la técnica y que responda a las exigencias de la
sociedad, cada vez más compleja y complicada.
- MÉTODO.- Es importante el método que se utilice para mantenerse actualizado. En relación con el
método podemos hablar largamente, pero por razones de tiempo vamos a hablar únicamente de
algunos aspectos:
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La Lectura: Actualmente, los profesionales nos quedamos en una simple lectura de folletines,
fascículos, revistas y periódicos, que en la mayoría de las circunstancias tienen interés
especulativo y nos olvidamos de las verdaderas fuentes que nos prodigan información profunda,
como son los textos y los libros y revistas científicas de autores de solvencia moral y científica, el
Internet, etc.
El periódico es útil porque nos permite estar al tanto del acontecer mundial, regional,
nacional y local, no podemos pues, minimizar su importancia, pero tampoco podemos
enquistarnos en él.
La lectura que realice el profesional no debe ser la común, corriente o superficial, deberá
ser la lectura científica, que se caracteriza por tener objetivos definidos, por ser
planificada y profunda.
Tiempo Disponible: Los profesionales deben saber planificar sus actividades, procurando dejar
un tiempo prudencial para la lectura y el estudio. Aunque en la actualidad las obligaciones del
trabajo y de la vida de la sociedad moderna, muy agitada, no nos dispensa tiempo para
actividades que nutran el espíritu, a través del aprendizaje y la lectura, sin embargo, debemos
posponer otras actividades no indispensables para mantener este alimento espiritual.
El orden: Se requiere orden en el estudio y en el trabajo. Orden para la distribución del tiempo
en la comida y en el descanso.
Debemos tener en orden las fichas y notas del estudio y de trabajo, convencidos de que
lo que se anota, se dispersa o se extravía.
El recogimiento: La libertad espiritual, indispensable para pensar, crear y vivir con plenitud de
conciencia psicológica y moral, sólo se logra cuando se llega a amar el recogimiento y el silenci o.
Para concluir con el asunto del método, anotamos unos consejos cortos, sencillos y prácticos.
Cuando se canse de una actividad, descanse cambiando a otra actividad o estudiando otra
materia.
No existe ningún método fácil para las cosas difíciles y entre las cosas difíciles ha estado y estará
siempre el estudio y la cultura.
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Cuando hablamos de ciencia, nos referimos a las ciencias positivas o naturales, que constituyen el
elemento mayoritario y prevalente de la educación científica y tecnológica.
La educación científica y tecnológica, como la educación humanística, deben poseer una dosis
suficiente de valor informativo y lo más importante, ponerlas en práctica al servicio de la sociedad.
Al mismo tiempo que la ciencia influye en la claridad mental y en el rigor intelectual del hombre,
también puede proporcionarles el amor a la naturaleza, que consideraron los clásicos como el
amor a la sabiduría.
El valor formativo y humano de la ciencia debe tener relieve especial en nuestras universidades
modernas, por el hecho humano e histórico de ocupar un puesto peculiar en la vida individual y
colectiva, que se ha acelerado y complicado, gracias a la invasión imprevista de los
descubrimientos científicos.
Sería insensato negar este valor educativo a la ciencia, como reducir las humanidades a un árido
estudio gramatical.
- Los maestros
- Los libros
- Los más importantes son los libros y la revistas profesionales o universitarios de seria
solvencia y el Internet.
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La primera parte hace relación a la ciencia que debe poseer el profesional; y la segunda, al arte o
experiencias, en la aplicación de esos conocimientos.
¿Es más importante la ciencia o la experiencia ? No se puede prescindir de ninguna de las dos;
tanto ciencia como experiencia son dos requisitos que debe poseer todo profesional; son
inseparables, y es más, ambas se influyen mutuamente.
Es importante recalcar, que si bien la universidad facilita la preparación científica al estudiante, ésta
no puede facilitar toda la ciencia al futuro profesional, es menester pues, que el estudiante, al
convertirse en profesional, obtenga el deber moral de mantener su interés por la constante
preparación y actualización científica – técnica, puesto que la ciencia avanza a pasos gigantescos y el
profesional no puede darse el lujo de quedar relegado, ante un mundo nuevo, cambiante y
progresista.
La competencia humanística hace relación al conocimiento de otras áreas del quehacer humano:
saber histórico, saber filosófico que prepara a la mente y al ánimo de los jóvenes para la experiencia
estética, que es esencial para el equilibrio cultural y espiritual.
Debemos insistir sobre este humanismo profesional, sobre todo en aquellas profesiones de carácter
eminentemente técnico, para sacar a los jóvenes de las dimensiones utilitarias y materiales, que les
predomina y les convierte en fósiles.
Para concluir, diremos que la ciencia es una premisa necesaria para la cultura; pero no es la cultura.
Para que la ciencia se transforme en cultura y para sacarle al profesional de ese infantilismo que hace
peligroso el manejo de sus propios instrumentos técnicos, es necesario educarlo como hombre,
dotándole de un mínimo de competencia humanística.
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a) Es importante que toda actitud profesional esté ligada a los principios morales, que toda conducta
esté dirigida al bien.
En tal virtud el hombre no es moral ni virtuoso por ser casto, moderado o justo, sino por estar
dominado por el bien, en toda su amplitud, subjetiva y objetiva.
b) El bien que realiza el profesional no tiene como realidad ni como medida a la persona del
profesional. Para aquella persona, que no posee otra medida del bien que a sí misma, en contra de la
conciencia objetiva, se quedaría en un mero utilitarismo, siendo más importante para ellos los
honores y ganancias.
d) La competencia moral, que implica en el profesional la existencia de la virtud, se manifiesta por una
doble sensibilidad:
El hecho consiste en darnos cuenta de que no han asimilado los avances de la técnica, que
tampoco han mejorado su condición y nivel de vida.
El derecho, se relaciona con la atribución que tiene la sociedad de exigir del profesional la
prestación de servicios, en favor de quienes conforman dicha sociedad; en realidad, existe
desconfianza y escepticismo, porque quizá nunca saborearon el beneficio de la misión
redentora del profesional.
Por consiguiente, las virtudes profesionales principales son virtudes sociales y estas son:
La Justicia. Ulpiano la define como: “La voluntad perpetua y constante de dar a cada uno lo suyo”.
Hay varias virtudes que son anexas a la justicia: piedad, gratitud, veracidad, afabilidad,
liberalidad, equidad, etc.
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La Caridad. Es la dinámica social en su más auténtico sentido. Mientras que la justicia promueve el
orden, ligando o restituyendo cada cosa en su lugar, con su dueño, prácticamente está separando a
las personas. Pero la caridad pone en circulación la generosidad de las almas, haciendo que
las personas se enajenen a sí mismas, en beneficio de las demás.
La justicia respeta los desniveles naturales, dejando a cada uno lo suyo. La caridad sólo descansa
cuando ha hecho todo lo posible por equilibrar los niveles humanos, con la aportación de los
propios bienes y de las propias personas.
El descuido de la caridad es el sector humano en el cual el profesional está más cerca de atropellar.
Al pensar
Al hablar
Al actuar
El culto a la verdad debe ser la base de todo pensamiento y de toda obra, presidiendo toda la vida
intelectual y la vida moral.
Cuando el profesional no cuida su seriedad, cuando emplea su preparación técnica para convertirse
en demagogo o charlatán, está pecando contra la virtud intelectual.
Tanto los que creen que la verdad es patrimonio personal incomunicable, como los que opinan que la
verdad es comunitaria y social, deben anteponer rigurosamente la verdad a todos los órdenes de
existencia.
No se refiere a los deberes generales inherente a la conciencia que hemos visto en temas anteriores.
Podemos catalogar como las virtudes exteriores o complementarias que son esencialmente
incompatibles con el vicio y el engaño.
El profesional tiene dignidad profesional cuando responde lealmente a las exigencias del
público.
La dignidad personal es, a veces, sobreentendida por el público, por encima de las virtudes morales.
El profesional tiene necesidad de inspirar una dignidad profesional, en base a una conciencia sólida y
homogénea.
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a) el desinterés
b) la cortesía y corrección.
c) la distinción.
d) la puntualidad.
e) la delicadeza, etc.
10.4.- TRABAJO
Jean Grasset decía ya en 1675 “El hombre formal tiene su diversión en sus ocupaciones; el
insensato hace de la diversión su ocupación”.
Un profesional, que no tiene conciencia de trabajar con seriedad y eficiencia, está menoscabando su
perfección individual, la dignidad de la profesión y defraudando la confianza de sus conciudadanos.
Existen algunas consideraciones que nacen del valor humano del trabajo y de nuestra competencia
cualificada:
a) El trabajo debe hacerse bien. Todo trabajo tiene un sello de perfección o imperfección,
pero salva su valor ético y humano quien sinceramente ha buscado su perfección.
b) Con alegría y entusiasmo. Sin alterar el carácter. Sin una actitud desabrida, desesperada o
áspera.
El profesional debe tener cuidado de caer en los grandes peligros a que se halla expuesto en los
trabajos de la vida profesional, como:
Profesionales sin reglas y sin disciplina, sin orden y sin leyes, refractarios a toda sujeción u
obediencia, destruyen sistemáticamente la paz de todas las comunidades y se convierten en
carga y problema de todo el mundo.
La dispersión se da cuando el profesional hace justamente aquello que no sabe hacer, y que
casi nunca haga lo que verdaderamente sabe hacer, y puede hacer. Es la mejor manera de
anularse y trabajar mucho para morirse de hambre.
10.5.- ORDEN
Debería se connatural con la vida profesional. El profesional debe tener como su especial y
específica conducta “Introducir el orden”, en un determinado sector de las estructuras sociales o
económicas.
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b) Las cosas. La oficina debe ser un local adecuado, tanto en su ambiente, como en los
muebles y utilería, que responden al buen gusto, higiene y fundamentalmente la sencillez y
funcionalidad arquitectónica.
11.- VICIOS
El profesional es una persona humana, por lo tanto, sujeto a la práctica de virtudes y vicios.
El profesional está sujeto a realizar actos inmorales y cuando éstos se repiten, el hábito inmoral se
convierte en vicio.
Consideramos tres vicios capaces de desarticular la vida de un profesional y aún destruirla como
capacidad potencial, como dignidad humana y como riqueza social. Estos son: El juego , El
alcoholismo, y, la lujuria.
11.1.- EL JUEGO
La práctica en los profesionales del juego, como vicio, se da sin escrúpulos, sin formación moral
cuando:
El juego, cuando se lo practica como deporte, es sano, útil y necesario para el profesional porque
permite distracción y recuperación de sus energías y renovación de ánimo para su labor; pero cuando
éste se convierte en vicio, destruye al profesional, lo ata y le impide cumplir, a cabalidad, con el
ejercicio de su profesión, como la ética y la sociedad lo exigen.
11.2.- EL ALCOHOLISMO
Como problema social ha movilizado un verdadero ejército de apóstoles, sociólogos terapeutas. Es
evidente que ningún profesional debía considerarse dispensado de interesarse activamente sobre el
problema, por sus graves consecuencias en la salud, la economía, la familia, el trabajo, etc.
Los términos del problema son relativamente claros cuando hablamos del popular “borrachito”. Las
consecuencias cirróticas y poli neuríticas aparecen fatalmente en proporción con las dosis y
frecuencia de las libaciones.
Está embriagado el que ha perdido en mayor o menor escala el control de la personalidad. Pero el
borracho no es necesariamente un alcohólico.
Aunque sea difícil establecer el punto en el cual la ingestión alcohólica se vuelve nociva, es
relativamente fácil adoptar un criterio práctico:
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11.3.- LA LUJURIA
El hombre normal, aún con poca formación moral y exiguo conocimiento sexual comprende
fácilmente lo que debe corresponder al hombre y a la mujer, en cuanto al rol sexual; y no es sino por
la separación entre el instinto y el resto de la personalidad, cuando cae en la satisfacción brutal,
egocéntrica y habitual de ese mismo instinto.
Queremos lamentar la triste situación de algunos profesionales, a veces casados, que convierten su
despacho en un prostíbulo, con libros, revistas, decoraciones, fotografías, conversaciones y
comentarios, propios de tales ambientes.
En esos despachos son permanentes las suspicacias y el doble sentido, el chisme, la difamación y la
calumnia; las cintas y las visitas sospechosas; la interrupción del trabajo, la suspensión del deber y el
crecimiento de la frivolidad y, no pocas veces, la provocación del delito y el escándalo.
Cuando una mujer decente, tiene la desgracia de llegar, por equivocación a tales antros, ha de verse
amenazada por toda clase de vejaciones, que la sensibilidad femenina no deja de percibir en las
miradas procaces, en las palabras equívocas, en las intenciones sórdidas y en la actitud animal que
acompaña la conversación.
La enseñanza universitaria del profesional debe tomar muy en consideración varios aspectos al
respecto:
El profesional tiene la grave obligación moral de estar seriamente informado de los mínimos
elementos de una sexología científica, que comprende la anatomía, la fisiología y patología sexual.
b) En el orden moral. El hombre lujurioso se morirá sin sospechar siquiera lo que verdaderamente
es la mujer, sin hacer conocido jamás el amor. Puede tener también trastornos psico-fisiológicos.
Los candidatos de cualquier carrera, en quienes en su vida ordinaria no haya práctica, ni siquiera una
idea de conciencia del deber, deben ser absolutamente eliminados de la Facultad. Posiblemente en
esos candidatos se están formando asaltadores, vividores, estafadores, y quién sabe, hasta posibles
criminales.
Por consiguiente, es menester prestar atención a los factores morales de los candidatos a cualquier
carrera o profesión.
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c) Constituyen una falta grave para el profesional el no desechar sistemas insuficientes e inefectivos y
tratar de defenderlos, por pura pereza moral.
En relación con la temática tratada, nos permitimos transcribir las 16 reglas para la mente, del
conocido Monseñor Fulton J. Sheen.
1.- Tómele el gusto al libro, revistas antes de leerlos. La mente es más importante que el estómago.
Así hay comidas que sólo sirven para el bote de basura, también hay lecturas que no son aptas para
la mente.
2.- Una mente que no se perfecciona, por la buena lectura, se entorpece. Los músculos, que no se
usan, se atrofian y, una mente que no se nutre, termina languideciendo.
3.- El extremo opuesto es realizar el estudio en una sola dirección. La súper especialización, confesó
Darwin, arruinó su mente, porque por ella perdió sus inclinaciones por la música, poesía y las artes.
Muchas tesis universitarias versan sobre temas tan especializados, que no dan provecho alguno, ni al
estudiante, ni a la universidad, ni al público.
4.- Limitar nuestras lecturas a los periódicos y revistas populares es caer en la uniformidad y en la
monotonía del hormiguero.
Cuando todos saben la misma cosa, nadie sabe nada.
5.- La mejor hora para el estudio depende de la constitución física de cada uno. Hay quien nace gallo
y trabaja mejor por la mañana; otros nacen búhos y dan mentalmente lo mejor de sí, por las noche.
6.- La conducta puede condicionar el conocimiento. El estudiante que no vive una vida moral rehuirá
toda lectura que ponga en evidencia su bancarrota. A un ladrón de bancos no le gusta que le
iluminen con la luz de un proyector, mientras esta volando una caja fuerte, así tampoco quiere un
hombre malo, que la luz de verdad ilumine sus malas acciones.
7.- Así como el alimento es masticado, lo mismo debe ocurrir con la lectura. De la misma manera
como la boca posee jugos transformadores del alimento, así también la mente tiene jugos mentales
para convertir la lectura en conocimiento. Como la madera debe ser secada antes de encenderla, así
la lectura, debe meditarse, para captar todo su sabor.
8.- El ojo no siempre ve, de vez en cuando parpadea o cae en temporal ceguera. Así también la
mente tiene que apartarse de lo que lee para reflexionar sobre el contenido, a fin de aprenderlo, luego
de comprenderlo mejor, cuando se vuelve a leerlo.
9.- No tenga abierta permanentemente la mente, es decir no lea de todo, sin tomar decisiones. Una
mente abierta que no se decide nunca sobre la verdad de lo que lee, puede resultar ser nada más
que un orificio en la cabeza. La boca abierta que no se cierra sobre el alimento, hambrea a su
poseedor.
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10.- Si el libro es de propiedad, léalo con un lápiz en la mano; marque los pasajes más importantes
para una segunda o tercera lectura. Si no es suyo, pase por alto la sugerencia.
11.- El libro del mes, no es necesariamente el libro que valga la pena leerlo. Si usted ha leído la vida
de Plutarco, es para usted como si terminaran de salir de las prensas. Emerson sugirió no leer nunca
un libro hasta después de un año de su publicación. La última moda no es necesariamente la mejor.
12.- Leer novelas, exclusivamente, o contemplar en la T.V. dramas o aventuras del oeste excita
nuestra emotividad contra objetos puramente ficticios, irreales. Más tarde, cuando debiera dirigirse a
un objeto real, la emotividad está fatigada. El mundo moderno ha perdido así el poder de la
indignación moral.
13.- Los estudiantes harían bien en recordar que hay clases universitarias a las que no vale la pena
asistir; entre ellas están principalmente las clases en las que los maestros acostumbran a dictar.
También aquellas en que se dan estadísticas sólo para el año en curso. Un buen libro vale más que
muchos curso universitarios.
14.- No hay atajos hacia el conocimiento. No existe sendero fácil hacia la adquisición de un idioma
extranjero, de las matemáticas.
El gusto por todo lo que es bueno y noble es el resultado de dura labor disciplinada.
15.- Un hombre puede ser muy inteligente, saber mucho, publicar mucho, maravillar en las audiciones
de preguntas y respuestas y ser un demonio. El conocimiento por sí y en sí no es santidad, la
bondad está en la voluntad, no en el intelecto.
16.- Rece antes de estudiar, pues, aunque el conocimiento viene de los libros, la sabiduría viene de
Dios.
13.2.- CARACTERÍSTICAS
a) La adaptación al medio social: No debemos confundirla con el conformismo pasivo o
convenienciero con las estructuras sociales.
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No debemos confundir la “La aptitud para la dicha”, con el hecho de ser dichosos, especialmente
cuando vivimos en una época de disturbios y conflictos, que predominan como marcos de
problemas profesionales, afectivos y sociales de la vida cotidiana.
Aunque digan los ingleses que la vida es una cebolla y la pelamos llorando, la aptitud para la vida
nos hace buscar constantemente el mejor lado de la cebolla y aún saborearla con un aderezo
inteligente.
b) La Higiene, sin ayuda práctica rigurosa y habitual, es una ciencia muerta y nociva.
c) La Higiene, para ser racional y moderna tiene que abarcar todo el hombre, comprendiendo la
Higiene Mental, Moral; Afectiva, Sicomotora, Psico-genética e Individual.
d) La Higiene Normal y para los casos normales, es parte de la responsabilidad social del profesional,
quien tiene el deber de orientar convenientemente a la mayoría de los prójimos que cuentan entre sus
clientes y colaboradores.
El sueño
No se puede determinar una cantidad estándar de sueño. El trabajo intelectual necesita una
compensación bastante mayor que el físico. Es aceptable que en 7,5 horas, un hombre cumpla con
este requisito.
La “siesta” es un recurso y una pausa maravillosa, que Aristóteles consideraba necesaria para la
regulación de una buena digestión.
Debemos recordar que para conciliar el sueño es menester: despreocupación, silencio y oscuridad.
Debemos evitar, a toda costa, trasponer la jornada de trabajo del día para la noche, no es natural y
recomendable.
La alimentación
Somos concientes de que no es fácil comer lo que se quiere y cuando se quiere, menos aún, lo que
se debe y cuando se debe.
A más del factor económico existe otro que conspira en contra de una buena alimentación, esta es la
ignorancia de las amas de casa sobre nutrición y dietética.
El profesional no sólo debe ingerir alimentos, sino que éstos deben responder a una necesidad de
una dieta alimenticia, la misma que debe contener cantidades proporcionales fundamentalmente de
encinas, vitaminas, proteínas, sales, minerales, agua y calorías.
Un detalle último es la preparación de los alimentos que es de suma importancia y que determina el
agrado o desagrado del gastrónomo.
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Ese cansancio, a más de ser intelectual, es físico (nervioso, muscular, sensitivo, vocal cardíaco,
pulmonar, etc.), y en gran parte moral, por falta de colaboración o comprensión; por la confianza o
amistad, por la carencia de estímulos e ideales y por las dificultades, zozobras, fracaso y traiciones
que nunca faltan.
Cuando un profesional esté enfermo, inmediatamente deberá recurrir a un profesional idóneo para
recuperar su salud y no dejar pasar el tiempo o dejarse llevar por consejos que no le permitan la
recuperación de la salud.
Cuando un profesional goza de buena salud, tiene salud, tiene buenas relaciones familiares y
sociales y logrará un rendimiento profesional mayor:
Para lograr un descanso mental es menester hacer uso de las distracciones y diversiones.
Quien adolezca de un padecimiento, que altere sus facultades profesionales hasta el punto de ser
causa de errores, confusiones o dilataciones perjudiciales, están obligados a desistir o a abstenerse
de ejercer sus funciones, hasta que esté en condiciones de hacerlo eficientemente.
Cualquier vicio que tenga un profesional afecta directamente al ejercicio eficiente de sus
responsabilidades, las relaciones con sus colegas y al bien común.
Es deber moral de un profesional, cuando ha llegado a la vejez o a una edad en que no pueda
desempeñar eficientemente la profesión, debe retirarse y dar paso a una renovación de personal que
inyecte nueva sangre y renovar bríos, dejando el paso a nuevas generaciones.
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En nuestro país tenemos al Seguro Social, quién jubila, pero existen personas, que a pesar de tener
los años de servicio y la edad suficiente para jubilarse, no quieren dejarse de trabajar.
Para concluir, diremos que la vida de un profesional debe ser un ejemplo de virilidad, probidad y
serenidad. Esto supone tener conciencia del compromiso contraído con el bien común y tener
conciencia de su limitación, declinación póstuma y destino último extra profesional.
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UNIDAD # 3
RESPONSABILIDADES PROFESIONALES
OBJETIVOS OPERACIONALES
Al concluir el estudio del presente módulo, usted estará en capacidad de:
Especificar los aspectos que abarca la responsabilidad del profesional para con el prójimo.
Describir los ámbitos que cubre la responsabilidad del profesional para con la sociedad.
CONTENIDOS
1.- EL SECRETO PROFESIONAL
1.1.- CONCEPTUACIÓN
1.2.- CLASES
1.3.- ASPECTO MORAL DEL SECRETO PROFESIONAL
1.4.- ASPECTO JURÍDICO DEL SECRETO PROFESIONAL
1.5.- AMPLITUD Y GRAVEDAD DEL SECRETO PROFESIONAL
1.6.- SECRETO TÉCNICO Y CIENTÍFICO
2.- LA RESPONSABILIDAD PROFESIONAL
2.1.- COCEPTUACIÓN
2.2.- RESPONSABILIDAD CONSIGO MISMO
2.3.- RESPONSABILIDAD CON EL PRÓJIMO
2.4.- RESPONSABILIDAD DE LA SOCIEDAD
2.5.- RESPONSABILIDAD CON LA SOCIEDAD
3.- EL CHARLATANISMO PROFESIONAL
DESARROLLO PEDAGÓGICO
1.- EL SECRETO PROFESIONAL
Antiguamente, sólo el Derecho y la Medicina estaban sometidos al sigilo profesional. Hoy en día
todas las profesiones exigen como obligación jurídica y deber moral a los profesionales, guarden el
secreto profesional. Cuando esto no sucede, se compromete seriamente l a estabilidad social y el
bien común.
1.1.- CONCEPTUACIÓN
Secreto es una verdad conocida por una o pocas personas, pero que debe mantenerse oculta a los
demás.
1.2.- CLASES
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Secreto Natural: Es el que obliga por su propia naturaleza, esto es: por tratarse de una verdad cuya
revelación acarrea necesariamente daño o disgusto al prójimo.
Secreto Promiso: Es el que obliga en virtud de la promesa formulada, aunque el interesado lo haya
confiado independientemente de esa promesa.
Esta confianza permite al profesional, aun sin requerirlo el carácter de su profesión y sin pretenderlo
de ninguna manera, penetrar en la intimidad de sus hogares, en los planes de sus clientes, en las
reales condiciones materiales y espirituales que muchas veces revelan cosas desconocidas e
insospechadas para todo el mundo.
Al refrendar los títulos, el poder público avala al profesional, certificando oficialmente su competencia.
De ahí la seriedad y severidad penal a declarar el reato (Obligación que queda de expiar la pena
correspondiente al pecado, aún después de perdonado) de quien revela el secreto profesional está
llena de precauciones, que lo reducen al estricto y preciso ejercicio de la profesión.
Además, para la configuración del reato se exige que la revelación del secreto profesional sea sin
causa justa, con provecho propio o ajeno, siempre que de ese hecho se derive algún daño o perjuicio
para el cliente.
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La moral, que simplifica las distinciones y las reduce al mínimo es la más sencilla y más digna,
aunque no por ello resulta más fácil y practicable.
La ética del secreto profesional tiene más ventajas para todos, en la medida en que el profesional
desecha la preocupación jurídica y acepta la responsabilidad moral en toda su amplitud, como una
prerrogativa universitaria y profesional.
1.- No restringe la información del secreto a la actuación profesional. El cliente lo puede ampliar y
profundizar.
2.- Cuando el profesional cuenta con solvencia moral, el cliente deposita en él secretos naturales
mucho más profundos y más celosamente cuidados y que posiblemente no los confiaría, de no tener
esta calidad moral.
3.- Algunas instituciones de beneficencia o de carácter social logran información exigidas u obtenidas
en base de la ingenuidad de las gentes, es más grave la obligación del sigilo profesional y también en
lo que se refiere a la conversación y custodia de dicha información.
4.- Cualquier secreto que el profesional lo difunda es materia apta para la publicidad y el escándalo,
gravitando en contra del cliente, dicha información.
5.- Considerando a la revelación como una aportación indebida de conocimientos secretos, todos los
profesionales que son inspectores o peritos deben mantener el secreto más rigurosos, para todo el
público, ya que el secreto profesional sólo les autoriza la manifestación de la verdad a las personas o
entidades que les encomendaron dichas funciones, teniendo buen cuidado de la justicia y de la
caridad, que jamás deben ser lesionados.
6.- Nunca será violación del secreto el manifestarlo a un colega o a una persona prudente, para pedir
consejo; entendiendo que la persona consultada queda obligada a guardar el secreto respectivo.
7.- Aunque sea insignificante la materia del secreto o en caso que el profesional tenga autorizaci ón
del cliente para divulgarlo, será norma invariable de todo profesional callar, discreta y
sistemáticamente, siguiendo la regla de la Ética Profesional.
La regla de oro de todo profesional debe ser: “No hagas a otro lo que no quieres que te hagan a
ti”.
La norma escrupulosa de conducta de los profesionales debe estar acorde con el compendio
deontológico del juramento hipocrático: “Quaecun que vero Inter. Curandum videro aur audiere,
tacebo” (Callaré cuanto viere y oyere en las curaciones).
Debemos aclarar también de que el secreto profesional no puede ser absoluto, especialmente cuando
se compromete el bien común y el cliente no posee dignidad o es un criminal, en este caso, el
guardar el secreto profesional, convierte al profesional en un cómplice y encubridor.
El código del Trabajo Ecuatoriano exige que los trabajadores deban guardar celosamente este
secreto y castiga a quienes infringen esta norma.
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Debemos aclarar que existen secretos técnicos propios de las maquinarias y de la empresa y
otros secretos técnicos propios del ingenio y habilidad del trabajador; los primeros son
susceptibles de guardarlos celosamente, pero aquellos que pertenecen a la persona del
trabajador, él está en libertad de hacer el uso conveniente de los mismos.
- ¿Cuál es el sistema de aislamiento de la nave para evitar los rayos cósmicos y las
elevadísimas temperaturas?
Estos y muchísimos secretos de tipo científico no es posible conocerlos porque se los trata de
guardarlos celosamente.
- Decimos que el sujeto es responsable cuando toma el deber como una obligación.
Por eso la responsabilidad, como imputabilidad de una acción, puede ser definida como “la
posibilidad de que uno puede ser declarado autor libre de esta acción y sus consecuencias y
que se le puede pedir cuenta.
La responsabilidad como deber, es la obligación de responder de los propios actos, delante del tribual
competente.
Cuando el tribual es Dios o nuestra propia conciencia, tenemos la responsabilidad moral. Cuando el
tribual es el poder público, tenemos la responsabilidad legal; que a su vez es civil o penal, según se
trate de responder de los actos comunes del ciudadano, o del daño inferido que requiere
indemnización o pena por la violación de las leyes.
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LA RESPONSABILIDAD PROFESIONAL
Toda conducta práctica de un profesional debe regirse por esta doble finalidad:
Existen varias clasificaciones de las responsabilidades de los profesionales. Las más importantes
son: con la familia, consigo mismo, con el prójimo y con la sociedad . Vamos a estudiar a
continuación las tres últimas.
Las responsabilidades están ligadas a los deberes. Con este criterio, la responsabilidad profesional
exige en el fuero íntimo de la propia conciencia una fidelidad permanente al triple deber de
competencia, que estudiamos en la unidad anterior.
Un profesional, que cierra sus ojos al adelanto científico y técnico de las ciencias, se convierte en un
invertebrado: ignorante absoluto de ideas modernas, ignorante de las estructuras fundamentales y del
funcionamiento de la historia, aislado sistemáticamente de todos los horizontes científicos y sociales,
presa incondicional de la propaganda, esclavo de la neutralidad y fetichista de las novedades, por ser
novedades.
El profesional que ha caído en esta situación está alerta para venderse al mejor postor, cuando no
emplean su título y su juramento a conciencia. Poco o nada les importa la clase de actividades y sus
responsabilidades, la calidad del patrón y sus fines, lealtad, la fidelidad, y el perfeccionamiento
profesional también se desvanece, al pobre anhelo material, sobre lo espiritual.
Consideramos el prójimo del profesional: al colega, colaborador, cliente o acreedor. En nuestro caso,
vamos a estudiar lo referente a la responsabilidad natural, hacia la persona.
El hombre es y debe ser tratado siempre como un fin y nunca como un medio. El hombre es un ser
personal porque es el único ser que puede constituirse en justificación de los valores éticos.
El comportamiento del profesional va más allá del comportamiento frente al prójimo, desde el punto
de vista legal, su comportamiento se basa, fundamentalmente, en la responsabilidad natural hacia la
persona.
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Hasta hace poco tiempo, la persona humana era el centro de interés y el punto neurálgico de la
humanidad, todos sus esfuerzos se dedicaban a lograr su mejor bienestar; hoy en día, con el
adelanto tecnológico científico, el hombre se ha mecanizado, materializado y deshumanizado, a
veces ya no se le toma como “fin”, sino como a un medio o instrumento de explotación, de
trabajo, olvidando su naturaleza humana .
Es justamente aquí donde la labor del profesional debe ser demostrada, al volcarse todo su esfuerzo
hacia ese prójimo, quienquiera que éste fuere, para brindarle todo su esfuerzo, su técnica y su
paciencia, inclusive a aquellos seres que son marginados de la sociedad, delincuentes y
transgresores de la ley, porque para el profesional toda persona es un ser humano y como tal
merece su respeto, consideración y atención, sin distingo de credos, raza, línea política o de
cualquier otra índole.
El profesional que opte por esta línea de conducta, está cumpliendo a cabalidad con su
responsabilidad para con el prójimo.
El profesional, por el mero hecho de ser promovido por medio de un título universitario, aunque no
esté vinculado directamente, ni a la política, ni a la economía, ni a los grupos de presión social, moral
o religioso, tiene que observar una conducta, en relación a la sociedad en donde se desenvuelve.
Hay una ley muy simple, pero rectora de la Psicología popular: el pueblo marcha solo y siempre en
pos de alguien que guíe.
Piensa como un periódico o sus libros, y confía ciegamente en sus conductores y caudillos, vivos o
muertos, aunque esté convencido de su propia libertad y autonomía.
Para que esto se realice, sólo hay que hacer una cosa, “convencerlo”. Con razones verdaderas o
falsas, pero hay que convencerlo, porque el hombre es un ser racional y sus actitudes o acciones se
rigen exclusivamente por razones verdaderas o falsas.
Siempre habrá líderes de mala fe, engañadores y tramposos, profesionales del escándalo y expertos
en ocultar eficazmente la verdad, diciendo siempre cosas verdaderas. Pero también hay líderes
espontáneos y sinceros, que no tienen la culpa de su ignorancia y sus errores, y mucho menos de la
valiente, heroica decisión con que defienden sus convicciones.
Sobre las obligaciones de los ciudadanos, la Constitución, en el capítulo VII: DE LOS DEBRES Y
RESPONSABILIDADES, en el artículo 97, manifiesta: “Todos los ciudadanos tendrán los siguientes
deberes y responsabilidades, sin perjuicio de otros previstos en esta Constitución y la Ley:
7. Estudiar y capacitarse;
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13. Asumir las funciones públicas como un servicio a la colectividad, y rendir cuentas a la
sociedad y la autoridad, conforme a la ley;
16. Preservar el medio ambiente sano y utilizar los recursos naturales de modo sustentable;
17. Participar en la vida política, cívica y comunitaria del país , de manera honesta y
transparente;
19. Conservar el patrimonio cultural y natural del país, y cuidar y mantener los bienes públicos ,
tanto los de uso general, como aquellos que le hayan sido expresamente confiados; y
20. Ama quilla, ama llulla, ama shua. No ser ocioso, no mentir, no robar.
Esta es la responsabilidad social que muchos profesionales no quieren cumplirlas siendo conductores
de esa sociedad.
Hombre, sin salud física ni mental, enfermizos, tristes e hipersensibles intelectuales y temerosos de
que la actividad social pueda comprometer su libertad intelectual o moral, política o religiosa, cuando
es precisamente la actividad social la que desenvuelve, estimula y enriquece la inteligencia y la
libertad.
Existen profesionales que son concientes de la existencia de los problemas sociales, pero no se
percatan de que primero deben resolver los problemas de su propia conciencia, antes de enfrentar los
sociales.
Se disfrazan de desprendimiento y austeridad para justificar todo lo justo y necesario que requiere
una vida decorosa.
Lloran como la Magdalena las maldades y miserias humanas, y ni siquiera piensan que podrían
remediarlas o aminorarlas fácilmente, poniendo en juego la contribución obligatoria de su
pensamiento y su trabajo.
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Ser de partido se entiende por pertenecer a un grupo organizado y el tomar partido se entiende
por decidirse a afrontar la responsabilidad, para actuar frente a los problemas sociales, en busca
de su solución.
Existen profesionales, que ante una pequeña dificultad, suspiran por un salvador o un dictador. A
veces los ciudadanos están pendientes para que el estado resuelva todos los problemas. El
estado puede resolver muchos problemas, pero no puede estar en todo, por lo tanto, no podemos
esperar de él todo.
Es aquí donde el profesional toma la iniciativa, lidera la comunidad y con la ayuda del estado
resuelve efectiva y satisfactoriamente los problemas que afronta la comunidad. Esto es también
tomar partido y es acción e iniciativa privada.
Difundir honradamente, sobre los hombres y sobre las cosas, ideas justas, simples, precisas y
firmes para que las palabras y la conducta de los ciudadanos estén acordes siempre a respetar la
verdad y el bien.
Lo lógico y natural es que un profesional se preocupe de aumentar y capitalizar sus virtudes y sus
méritos, porque ese es el mejor título que puede exhibir ante sus clientes ...
Quien, en defectos de unos y de otras, se vale del procedimiento engañoso o i ndigno (ya sean
privados o de intriga, ya sean públicos, por medio de técnicas de difusión, para cazar incautos)
merece el calificativo de charlatán y es digno de tacha moral, incurriendo en responsabilidades más o
menos graves, según el grado de charlatanismo que practique.
A veces es la malicia; otras la vanidad y, casi siempre, es el lucro el que determina este fenómeno.
a) El merolico: Es el tipo más corriente. Es el que exhibe títulos, cargos o méritos de que carece y
pretende ejercer simultáneamente funciones incompatibles. Su localidad es arrogante y jactanciosa,
en fragrante contraste con su incapacidad moral y científica. Presume de métodos maravillosos,
escamoteando con el secreto y el misterio lo que simplemente es inadaptado o anticuado, cuando no
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Las auto alabanzas procuradas diplomáticamente o previo pago de cualquier cantidad a pobres
reporteros ocasionales de eventos sociales o congresos científicos. El uso de modernos medios de
difusión, para exhibirse ante el público, como mentores de una ciencia que no poseen.
Para concluir, diremos que sólo se ejercita con honradez una profesión cuando con ella, sin desvirtuar
su autonomía y su función específica, se ayuda a despejar la incógnita de los problemas universales
que hoy acusan nuestra existencia.
¿De que vale correr, cuando se está en el camino errado? Prov. Alemán
La ignorancia es la noche del espíritu; noche sin luz y sin estrellas. Francis M.
Nuestra mayor gloria no está en no caernos nunca, sino en levantarnos cada vez que caemos.
Confucio.
La fe consiste en creer lo que no vemos y la recompensa, en ver lo que creemos. San Agustín
Delante de lo que un hombre es, nada significa lo que un hombre tiene. Grane.
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UNIDAD # 4
ÉTICA DEL MAESTRO
OBJETIVOS OPERACIONALES
Luego de haber aprendido la unidad, usted será capaz de:
Describir las relaciones que el docente debe mantener con la Unidad Académica.
Identificar los aspectos y el tipo de comportamiento que el maestro debe observar con sus
estudiantes.
Discriminar los diversos tópicos sobre la relación del maestro con sus colegas.
Especificar las normas generales que deben orientar la acción del docente.
CONTENIDOS
1.- FUNCIÓN MAGISTERIL
2.- RELIEVES PEDAGÓGICOS
3.- RELIEVES DEONTOLÓGICOS
4.- CUALIDADES ESENCIALES QUE DEBE POSEER UN MAESTRO
4.1.- CONDICIONES FÍSICAS
4.2.- CONDICIONES SOCIALES
4.3.- CONDICIONES INTELECTUA LES
4.4.- CONDICIONES MORALES
4.5.- CONDICIONES DOCENTES ESPECÍFICAS
4.5.1.- IMPORTANCIA DEL LENGUAJE DEL MAESTRO
4.5.2.- LA VOZ DEL MAESTRO
5.- RELACIONES DEL MAESTRO
5.1.- CON LA SOCIEDAD
5.2.- CON LA INSTITUCIÓN
5.3.- CON LOS ALUMNOS
5.4.- CON SUS COLEGAS
5.5.- CONSIGO MISMO
6.- NORMAS GENERALES DE ORIENTACIÓN DOCENTE
DESARROLLO PEDAGÓGICO
1.- FUNCIÓN MAGISTERIL
El maestro debe conjugar cualidades incompatibles de arte, ciencia y sacerdocio.
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Cualquiera que tenga un poco de experiencia en el magisterio sabe que la problemática no proviene
del hombre o del niño, sino del maestro, aunque no lo parezca.
El es siempre ejército de ocupación: un Moisés que muestra siempre la tierra prometida, sin lle gar
jamás a la ocupación o a la posesión.
Como los padres, han de ser capaces no sólo de comprender a las nuevas generaciones, sino
también de amarlas, seguirlas y glorificarlas, sin traicionarlas.
Como los padres, vive esperando siempre la oportunidad de pronunciar las palabras más
entrañables, acompañando a cada generación en su partida, despidiéndolos, para quedarse siempre
solos.
Pero hay algo más en el maestro que no hay en los padres: el don misterioso de reconocer cada vez
por auténticos a los alumnos del curso; y el minuto divino en que el maestro, como Prometeo,
entrega a sus estudiantes la revelación del fuego sagrado, que ha de provocar a largo plazo,
incendios y explosiones.
c) Sus peligros: Cualquier maestro debe ser accesible y distinguirse por lo que los latinos llamamos
facilidad; pero deben evitarse los peligros a que se expone esa difícil facilidad.
No debemos confundir ese falso y pueril mimetismo con la actitud de amor viril y paternal que debe
caracterizar al maestro.
No debe confundir el maestro acción con agitación, en la acción didáctica como educativa.
Tanto los niños, como los jóvenes, son personas urgidas de amor y comprensión.
Los maestros deberán ser capaces de prodigarles amor, pese a no ser los padres y hacerlo a cambio
de nada.
Hay alumnos, especialmente entre los niños, que son sencillos y transparentes como el agua de roca,
fáciles de comprender, de amar y de manejar. Pero la mayoría de los alumnos, especialmente los
adolescentes, tienen una infinidad de disfraces y de caretas, suministrados por la familia, el medio y
la edad, que les permite todas las metamorfosis y todos los mimetismos.
A los 16 años el joven discurre sobre el amor, la brevedad de la vida y la ingratitud humana. Y ante
esa persona que se siente capaz de comprenderlo todo y de ocultar a todo el mundo sus
pensamientos íntimos, es necesario descifrar el enigma, sin bloquear una oportunidad y sin estropear
un ideal.
Pobre del maestro que no llega a comprender que está permanentemente juzgado por el talento, la
pedantería, la pose presuntuosa suficiencia y el orgullo; y más pobre aún, si no adivina cuando
cuenta con el entusiasmo extravagante, el mal gusto y la adhesión de sus alumnos.
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Pobre del maestro que no comprende que hay maneras de ser un sabio o un ignorante, un técnico o
humanista, que son maneras de no ser hombre; que tiene por enemigo solamente a la ignorancia, sin
preocuparse de la vulgaridad, de la brutalidad y de la barbarie.
Es correcto cuando un maestro que está convencido de que basta abrir una escuela para que
se cierre una cárcel; pero el que condena en bloque a todos los jóvenes, considerándoles
generaciones de imbéciles, rebeldes y degenerados, debe consultar inmediatamente a un
médico y debe ser removido de su cátedra .
El sentido común es el primer requisito de la virtud; pero las virtudes del maestro generalmente están
destinadas a la indiferencia mastodóntica de la ingratitud colectiva.
El sentido común es el que defiende a la Pedagogía, hasta de los propios profesores, quienes
constantemente se ven solicitados por locas innovaciones y despropósitos temerarios, ya que
muchas veces la Pedagogía y sus mentores siguen la moda.
El sentido común es el que defiende la caligrafía, que es la manifestación del respeto al pensamiento
escrito, a la gramática, que es la educación y urbanidad del lenguaje, y a la memoria que es la
desacreditada, pero fiel compañera de la inteligencia.
Un maestro auténtico jamás podrá aceptar las semiverdades y semimentiras que pululan en la vida
social e infestan la vida intelectual. Jamás se armará de vocabulario pirotécnico para disimular la
falta de conocimiento, de claridad o de lógica.
Enemigo de las nebulosidades y novedades, conservador de las definiciones precisas y de las justas
jerarquías, tiene buen cuidado de no confundir inteligencia con cerebralismo, aprovechamiento con
escolaridad, civilización con cultura, los sueños con la meditación y el jui cio, razón con razonamiento
y racionalización, la ciencia con la erudición, la fuerza con el dinamismo, la acción con la agitación.
La primaria tiene por objeto enseñar al niño a leer, escribir y contar, y sobre todo, a ver y
conocer.
La secundaria enseña cómo aprender y cómo pensar correctamente, para hacerle frente a la
universidad y la vida.
La universidad busca las relaciones entre la humanidad y los alumnos para dirigir los
esfuerzos a solucionar sus problemas, a fin de mejorar la calidad de vida de la sociedad.
Es por eso que toda reforma a la enseñanza, para ser considerada correcta, debe iniciarse con la
conducta que debe observar el docente, sus posibles deficiencias y sus reformas oportunas.
Ante la sociedad escolar, el de amar y comprender: Algunos maestros hemos reunido las
siguientes quejas de parte de los alumnos:
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1.- Quisiéramos que nuestros profesores nos conocieran mejor, estuvieran espiritualmente
más cerca de nosotros y que miraran con más simpatía e indulgencia los sentimientos, ideas,
y aspiraciones de la juventud.
2.- Queremos profesores capaces de dar un consejo de padre, en las dificultades de la vida y
de los estudios.
3.- Entre los profesores y alumnos debe haber respeto recíproco, pero cuando el profesor
pierde la paciencia, olvida la educación y descarga sobre la clase una colección de epítetos.
4.- Hay profesores que nos mortifican profundamente. Nos impiden manifestar nuestro
pensamiento o nuestros juicios, diciendo que no entendemos nada.
5.- Hay profesores que nos humillan pasándose todo el curso sin prestar atención a un solo
trabajo, aunque les consta que trabajamos de noche, para cumplir con sus exigencias.
7.- Un profesor se pasa toda la clase quejándose de la mala organización que hay en la
escuela, el colegio o universidad o murmurando de sus superiores y colegas, o contándonos
sus dificultades domésticas.
8.- Cada vez que asisto a clase, creo que el profesor piensa que nosotros somos recipientes
vacíos, que él tiene que llenarlos hasta el tope. El pobre estudiante está obligado a aguantar
pasivamente las descargas de información. Luego tienen que repetir todo como papagayo,
sin que la inteligencia intervenga, para nada.
9.- Hay un profesor que no se le entiende nada. Cuando le queremos preguntar o discutir,
saca unas palabras tan difíciles y raras, que él mismo no las entiende, o bien, nos dice que
eso ya ha explicado muchas veces.
Ante la sociedad civil, al menos, el deber de enseñar: El maestro fundamentalmente debe ser
un facilitador del aprendizaje y de la formación del alumno, por lo cual la sociedad tiene
derecho a exigirle una debida preparación cultural y una preparación sicológica, que le permita
conocer mejor a los alumnos, mediante el estudio de una correcta higiene mental y de las
características síquicas principales de un niño y de un adolescente.
Como se puede apreciar, ninguna competencia profesional tiene la polivalencia y la problemática del
magisterio.
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Se le exige que viva dignamente y simplemente, y en los lugares más remotos e inhóspitos; que sea
huraño a la emigración y a las excursiones de moda, amando su oficio y respetando las almas.
No se le perdona que pueda tener una agenda de reivindicaciones, ni siquiera económica y
alimenticia.
Es justo de que se le considere, de manera más justa y humanamente, comprendiendo que esas
precarias condiciones, sólo un hombre viril y una mujer femenina son capaces de ponerse a la altura
de las almas y de la sociedad: de olvidarse un poco de sí mismo, de comprender a los jóvenes, y de
servir lealmente a la Patria.
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e) No es rencoroso.
f) No es vanidoso.
g) Es ordenado y metódico.
h) Es respetuoso del trabajo de los demás, por más modestos que éstos sean.
i) Es activo y laborioso, en su quehacer cotidiano.
j) No es proclive al vicio, en sus diferentes formas.
k) Es prudente, reservado.
l) Es escrupuloso y sencillo para vestir.
m) Respeta las tradiciones y convicciones de los demás.
n) Predica y practica la cooperación y el mutualismo.
o) Es ferviente propagandista de la paz y de la concordia entre los pueblos y entre los
hombres.
Las condiciones recomendadas y reconocidas como esenciales para el lenguaje didáctico son:
Corrección: El lenguaje del maestro debe ser correcto, esto es: exacto en su pronunciación; exacto
en la enunciación de los tiempos de los verbos; apropiado en el uso de los vocablos y sintácticamente
claro y coherente.
Fluidez: El maestro debe manejarse con soltura, mediante un léxico rico, accesible y diversificado.
Debe expresarse con facilidad y ductilidad, de suerte que las ideas se vayan clarificando, paso a
paso, a medida que avanza en sus explicaciones.
Sencillez: Los términos deben ser accesibles al entendimiento del alumno. La comprensión es la
clave de la sencillez, si bien lo sencillo no debe ser necesariamente vulgar o chabacano.
Precisión: Cada palabra, cada concepto, cada frase u oración, deben expresar claramente y con
precisión lo que quiere decir, sin más palabras que las imprescindibles
Concisión: De la precisión deriva la concisión. El lenguaje debe ser medio, limitado en cantidad
aunque rico, fecundo, en calidad “lo bueno, si breve, dos veces bueno”, sostenía Gracián. La
brevedad adquiere, en materia didáctica el significado valor de la economía en tiempo de aprendizaje.
Elocuencia: El lenguaje del maestro debe deleitar y persuadir, convencer y conmover al auditorio
escolar. Tanto las palabras, como los gestos o ademanes deben dar a entender, con viveza, lo que
quiere transmitir al alumno.
Calidez o tono afectivo: La palabra fría, deshumanizada, es incapaz de abrir la puerta del
entendimiento. El lenguaje en cuanto símbolo de comunicación debe teñirse de cordialidad, de
simpatía de calor humano o, si se quiere, de la dosis de emoción que, oportunamente puesta en
juego por el maestro, puede llegar a generar sentimientos altruistas en los educandos.
4.5.2.- LA VOZ DEL MAESTRO.- La correcta dicción es una de las condiciones esenciales del buen
maestro. Pronunciar bien equivale a poner en evidencia los valores del léxico utilizado enfatizando
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donde haga falta y la buena dicción no basta; es necesario que el maestro sepa utilizar su voz como
el instrumento que es, aprovechándola al máximo, en lo que atañe a sus cualidades.
De igual modo, la intensidad, el timbre y el tono que constituyen la cualidad zonal, deben
ensamblarse en un tono armónico a la atención y al interés de los alumnos.
Las estridencias fónicas, la voz destemplada, airada o ensordecida por la cólera repercuten
negativamente en el ánimo del alumno y generan formas disímiles de reacción que llevan al
resentimiento, a la decepción y al desengaño.
Más habla él, menos hablan quienes deben hablar más, que son los alumnos, en cuyo caso, poco
lugar se deja a éstos para la observación, la meditación y la expresión, que son los p rocesos
mentales sobre los que descansa la enseñanza.
Tomado de: “La práctica docente y sus fundamentos psicodidácticos”. J. Nervi, Ricardo. Kapelusz
Buenos Aires.
El éxito profesional del profesor depende, en gran parte, del apoyo que le preste el medio social.
Éste, a su vez, va a depender del grado de confianza que el profesor le inspire; confianza ésta
derivada de su conducta como profesional y como ciudadano.
El profesor, en cierto modo, es un ciudadano señalado, puesto que es el blanco de una observación
constante en lo que atañe a su comportamiento total. Sus pasos, actos y opiniones son
continuamente observados por el medio social. Todas sus acciones, públicas y privadas, tienen
repercusión social, pues van a reflejarse en la confianza que la sociedad deposita en él. En este
sentido, hay una singular analogía entre el profesor y el sacerdote. Ambos son permanentemente
fiscalizados y criticados, y de ambos se exige una conducta ejemplar.
Toda la vida del profesor pertenece a la sociedad. Lo que otros profesionales pueden llevar a cabo
impunemente no le es permitido al profesor, que está sometido a la observación y la crítica
permanente de todos sus actos, sus opiniones, concepciones y convicc iones, que son tenidas en
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consideración, principalmente si chocan con las establecidas por la colectividad a la cual sirve,
pudiendo ser vehículo de conflictos familiares y también sociales.
Decimos familiares, en el sentido de las actitudes que padres e hijos pueden asumir con relación a la
posición ideológica del profesor que, fatalmente, tendrá repercusión en el alma del educando. Lo
mismo puede decirse acerca de los conflictos sociales, cuando la posición del profesor disiente de la
que sostienen las clases dirigentes o representativas de una colectividad.
Ciertos vicios o debilidades, tan divulgados en nuestros días, deben quedar al margen de la vida del
profesor. Éste debe tener sumo cuidado en lo que concierne a la faz afectiva de sus relaciones,
pues, tanto la familia como la sociedad exigen equilibrio en este aspecto.
Tiene, asimismo, mucha importancia, su presentación personal, que no debe llegar al refinamiento de
la “coquetería”, pero que, empero, no puede caer en un descuido tal que lo lleve a presentarse
impropiamente.
Por último, y de un modo general, el profesor debe comportarse en su vida profesional, pública y
privada, de manera tal que inspire el máximo de confianza, tanto en el seno de la familia, como en el
de la sociedad.
El profesor tiene obligaciones morales para con la Unidad Académica en donde ejerce. Sus
compromisos son con la dirección, y con el propio establec imiento.
Así, debe esforzarse por mantener buenas relaciones con la dirección, en el sentido de una leal
cooperación y al margen de cualquier forma de adulación.
El trabajo de la Unidad Académica fracasará si no se cuenta con una estrecha colaboración entre la
dirección y el cuerpo docente, de modo que los esfuerzos de una y otros deben confluir en un mismo
objetivo; la educación del alumno. Es indispensable, pues, que haya coordinación y entendimiento
entre el profesor y la dirección, de modo que la acción de la Institución influya sobre el alumno en un
solo sentido.
Las conversaciones reservadas, los cambios de ideas con el decanato y los debates que surgen de
las reuniones de profesores, no deben ser objeto de divulgación pública ni entre el cuerpo de
alumnos. No es ético hacer “política” entre lo alumnos, comentando desfavorablemente las
cuestiones pendientes del profesor con la dirección o las decisiones y medidas adoptadas por ésta.
La actitud descrita transmite intranquilidad al ambiente escolar.
Las disidencias entre el profesor y la dirección deben ser tratas directamente, de modo franco, sin
inmiscuir a los alumnos en ellas.
Las cuestiones de sueldo u honorarios, lamentablemente, han invadido muchas salas de clase. El
profesor debe separar estos asuntos de su quehacer escolar, de modo que la acción educativa no se
vea perturbada por pasiones que puedan disminuir la necesaria confianza y tranquilidad que deben
reinar en una sala de clase.
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Es deber del profesor, asimismo, no comentar fuera de la facultad sus problemas con la dirección, ni
tampoco las demás cuestiones del establecimiento. Estos comentarios tienden a crear una atmósfera
de recelo, de “comidilla”, muy desfavorable para la actuación social de la institución. Por eso es
importante, para el prestigio de la entidad, que el profesor evite comentarios que vayan en detrimento
de la Unidad Académica en la que labora... Si se da el caso, y si fuese necesario formular críticas, es
aconsejable que las mismas se efectúen directamente a la dirección o en reunión de profesores,
siempre de una manera leal y franca, a fin de que sea hallada una solución positiva, para los posibles
males.
Es bueno no olvidar que los comentarios públicos de tono desfavorable contribuyen a establecer una
atmósfera de desconfianza y descrédito para la facultad, lo que debe ser evitado a cualquier precio,
pues, en última instancia, eso va a repercutir negativamente en la formación del educando.
Otra cuestión de suma importancia para la educación es el comportamiento del profesor con relación
al alumno. De la forma de actuar del profesor dependerán las buenas relaciones entre ambos. Es su
deber, tratar de comprender a los alumnos; lo contrario es más difícil, si no imposible. La
comprensión del alumno es fundamental para que se establezcan lazos de simpatía y de amistad con
el maestro. Y esta simpatía y amistad son también fundamentales para que sean alcanzados los
objetivos de la educación.
Son tantos los aspectos del comportamiento del profesor, respecto del alumno, capaces de influir en
sus relaciones, que resulta difícil discriminarlos en su totalidad. Intentaremos, sin embargo, registrar
aquellos que exigen la necesaria ponderación, en lo tocante a la conducta del profesor.
1.- El maestro debe cultivar una actitud de justicia y trato igualitario para con sus alumnos, con
relación a la atención y consideración, independientemente de las condiciones sociales y económicas
de los mismos. El maestro debe, sin embargo, dispensar el mismo trato a todos por igual; para ser
verdaderamente equitativos debe tratarlos conforme a sus diferentes individuales, tomando en
consideración la inteligencia, la timidez, el temperamento, la formación, las aspiraciones, etc. Nada
desalienta más a los alumnos que la comprobación de que el profesor tiene preferencias por uno u
otro compañero.
2.- El maestro debe abstenerse de asumir actitudes racistas, sea en relación con el color o la
nacionalidad, no sólo por ser las mismas anticientíficas y antihumanas, sino teniendo en cuenta que
somos un pueblo de formación inmigratoria y emigratoria, lo que irá fatalmente a herir la justa
susceptibilidad de los alumnos.
3.- Cuando un profesor quiera amonestar a un alumno, debe hacerlo franca lealmente, sin invocar
nunca razones de defectos físicos, deficiencias de inteligencia, raza o nacionalidad, estos son
aspectos que no pueden ser invocados, pues están más allá de la voluntad y de las posibilidades de
los alumnos. La amonestación debe reflejar lo que dependa de la propia acción del alumno.
4.-El maestro no puede revelar en la clase aspectos de la vida particular de la familia del
alumno, así como confidencias que haya escuchado o faltas que este último le haya
confesado. Esto sería una traición a la confianza del alumno. El profesor debe ayudarlo a vencer
problemas de esta índole, a fin de hacer factible su recuperación y no hacerlos públicos, ya que
nunca hay motivos valederos para ello.
5.- El maestro debe procurar ponerse en contacto con todos los alumnos, evitando formar
grupitos, especies de “clubes” o “logias”, dispuestos seguirle en todo y por todo. Estos grupos son
casi siempre mirados por los demás compañeros como “beneficiarios” del maestro. Éste debe, pues,
resistirse a las lisonjas. Cuando se constituyen tales grupos, le es difícil inspirar confianza a todo el
grupo de alumnos.
6.- Muchos maestro, deseosos de saber para “controlar” mejor a los alumnos, no titubean en
aproximarse a ciertos alumnos “maleables” para convertirlos en delatores de sus compañeros.
Estos “confidentes” pasan así a informar minuciosamente al maestro acerca de los actos,
apreciaciones, opiniones y conversaciones de sus colegas.
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7.- Hay maestros que son verdaderos especialistas en recurrir a todos los pretextos para no
dictar sus clases. Están siempre dispuestos a hablar de cualquier, cosa con tal de escapar del tema
prescripto para ese día. Cualquier incidente baladí pasa a convertirse, en sus comentarios, en el
tema central de sus interminables charlas.
Con relación a este punto, no es muy recomendable que el maestro procure “sensibilizar” a sus
alumnos con sus propias desventuras. Al comenzar cada una de sus clases, los alumnos lo asedian
con preguntas sobre sus “dramas”; el maestro les cuenta lo que le pasa, y así, entre respuesta y
respuesta, el tiempo de clase se agota sin que se hayan abordado las lecciones del día.
8.- Una conducta que debe ser evitada por el maestro es la de comentar peyorativamente las
pruebas de los alumnos, en público. Tampoco es ético ridiculizar a los alumnos teniendo a la vista
sus pruebas con los errores en ellas señalados. El maestro debe aceptar los errores de los alumnos
y analizarlos, a fin de poder corregirlos convenientemente. La ironía y la ridiculización nada resuelven;
por el contrario, inquietan, inferiorizan, cuando no aniquilan a los alumnos.
9.- Es común informarse que tal o cual maestro, o tal o cual maestra enamoran a sus alumnos.
El hecho de este enamoramiento entre profesor y alumno es simplemente deplorable. Constituye un
abuso de confianza. El estudiante no viene a la universidad para que sea enamorado por su maestro,
viene para que los eduquen.
El maestro/a que establece relaciones de tipo amoroso con el alumno/a, generalmente pierde la
fuerza moral frente a su curso y deja en el ánimo del resto del grupo de alumnos l a poca edificante
convicción de que está protegiendo especialmente a “alguien”. En esas circunstancias es lícito
preguntar si no pueden surgir en la clase sentimientos de amor entre el maestro y el alumno. La
respuesta más adecuada parece ser la siguiente: Pueden, si, surgir, lo que no tiene cabida es el
hecho de que se manifiesten en forma de relaciones amorosas, en tanto perdure la situación docente-
alumno.
Repetimos: cuando eso ocurre, se trata de un abuso de confianza por parte del maestro, y no debe
ser tolerado. Una vez terminada la relación docente-alumno, entonces, si, los sentimientos pueden
tener la manifestación más conveniente.
10.- El maestro, sin ser presumido o “snob”, no debe mostrarse vulgar, relatando,
enfáticamente, el último chiste escuchado durante la víspera a través de la radio o la
televisión, o repitiendo continuamente los dichos o refranes en boga . Las expresiones
excesivamente vulgares no deben ser usadas en todo momento por el profesor, a no ser en el
instante oportuno y sin estridencias innecesarias. El maestro tiene que ser un ejemplo para sus
alumnos y para el medio social en general, no sólo expresándose correctamente, sino, además
evitando los modismos lingüísticos vulgares en demasía.
11.- Acerca de la expresión verbal debe consignarse, asimismo, que el maestro no debe utilizar
palabras o frases de doble sentido y que den lugar a juicios maliciosos por parte de los alumnos. El
mismo, cada vez que se suscriben casos de ambigüedad, no debe dejarse ganar por la malicia, por el
contrario, debe tomarlas en su sentido más puro y no darse por enterado, frente a la clase, de la
segunda intención de lo expresado. Esta actitud debe concretarse sin ostentación, pero con
molestias y firmeza.
Puede, además, provocar un conflicto en el espíritu del alumno, a quien agradaría una concordancia
del pensamiento político de sus padres con el del maestro.
Así, puede surgir –debido a la carencia de espíritu crítico- una duda en el alumno: “¿Quién tendrá
razón, mi padre o mi maestro?”.
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Es necesario destacar, con todo, que tanto el maestro como la inst itución escolar tienen la obligación
de preparar políticamente a los alumnos. Su deber es formarlos en este aspecto de una manera
general y sin color partidista. Constituye una obligación, sin embargo, formarlos políticamente para el
régimen democrático, esto es, plasmar mentalidades democráticas en el sentido de repudiar los
privilegios de clase, y con un sentido de creciente respeto hacia el hombre y de fortalecimiento de los
ideales de la cultura cristiana.
El maestro debe evitar, a cualquier precio, mentir a sus alumnos o inventar “argumentos” para causar
mejor impresión y que sus opiniones sean aceptadas. Nada acredita más al maestro que la verdad.
Él debe ser el espejo de la veracidad o, por lo menos, debe esforzarse para serlo. Para el alumno no
hay nada más decepcionante que las mentiras de sus superiores, que pueden llevarlo, fácilmente, a
generalizaciones peligrosas para su vida. Es usual, lamentablemente, escucharlo decir, respecto del
maestro, que “son todas mentiras.....”
14.- El maestro debe evitar la actitud de hacer que siempre prevalezca su opinión. Es frecuente
encontrar maestros que justifican sus actos y decisiones con relación a sus alumnos diciendo
categóricamente: “Esto es así porque yo quiero que sea así.....”
La facultad es antes que nada, un local donde se encamina al individuo para que haga uso de la
razón. Siendo así, la obligación del maestro estriba en que todas sus exigencias estén acompañadas
de justificaciones y explicaciones lógicas, que tengan sentido, permitiendo el debate acerca de las
mismas, antes de establecerlas de manera definitiva.
Las propias notas adjudicadas a los alumnos deben merecer justificaciones lógicas y objetivas, a fin
de convencer en lo tocante a la justicia de las mismas. El procedimiento de explicación lógica de los
actos escolares tiene por objeto convencer a los alumnos de la racionalidad del comportamiento
humano, de modo que no llegue a imperar la actitud fatalista de que “todo puede ocurrir”. Es sobre la
base de esa logicidad que los alumnos pueden adoptar una “previsión del comportamiento” con
respecto a sus maestros, lo que constituye una seguridad y una garantía para ellos.
15.- El maestro debe esforzarse por hacerse amigo de sus alumnos. No debe ser temido. El
ambiente de temor es el menos propicio para que se realice el aprendizaje eficiente. Muchos
maestros acostumbran comentar dentro y fuera de la clase acerca de “quién aprueba y quién no
aprueba el año”, creando una verdadera situación de terror para los alumnos que se consideran
“marcados”... Estos comentarios deben ser abolidos por el maestro. Su actitud debe ser estímulo
constante, y en todas las circunstancias, para sus alumnos. Si la reprobación corresponde, que llegue
de manera natural, y que el maestro tenga conciencia de que hizo t odo lo que competía y le fue
posible hacer para que tal cosa no ocurriese.
La acción educativa se realiza institución educativa a través de un grupo de maestros. Cuanto más
unificada sea esta acción, tanto mejores serán los resultados. En consecuencia, es necesario que
exista entendimiento entre los maestros, de modo que constituyan un todo de acción coherente en
sus objetivos de índole educativa.
Siendo así, hay normas de comportamiento que los maestros deben observar, con relación a sus
colegas, para que, cada vez más, haya mayor entendimiento entre ellos y, asimismo, para que sea
mejor la interacción e integración con los alumnos.
Veamos algunos tópicos significativos de las relaciones del maestro con sus colegas.
1.- Existe tendencia, por parte de cada maestro, a supervalorizar su materia. Hasta aquí
no hay nada de malo, en cuanto esta actitud no conduzca a menospreciar las otras asignaturas, lo
que disgustaría a sus colegas. Pero se trata, no obstante, de una actitud que debe ser combatida,
puesto que todas las disciplinas son medios para alcanzar los objetivos del colegio. El maestro debe
hacer de su asignatura un medio y no un fin.
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Es preciso resaltar también que ninguno quiere ser disminuido, principalmente en estas
circunstancias, en que todas las disciplinas son medios y no fines en si, por lo cual tienen el mismo
valor.
2.- Es condenable la actitud de ridiculizar a los colegas, sea por un motivo o por otro . Nunca
deben hacerse referencias que desairen a los colegas, s obre todo en el transcurso de la clase. Los
incidentes con los demás maestros no deben ser criticados negativamente junto a los alumnos. Esto
puede constituir un ambiente de “chismerío” de cual los alumnos suele aprovecharse lanzando un
maestro contra otro.
3.- Las decisiones tomadas por los colegas no deben ser comentadas en la clase, a no ser para
reforzarlas. Cuando surja ese tipo de comentario, el maestro debe esclarecer a los alumnos, en
sentido favorable, a esas decisiones. Pero, de un modo general, le corresponde evitar comentarios al
respecto.
4.- El maestro debe estar siempre dispuesto a destacar los méritos de sus colegas sus
iniciativas, su competencia y su dedicación a la enseñanza , actitud que favorecerá la tarea
educativa de aquellos.
5.- Cualquiera sea el tema que aborde en sus clases, el maestro debe aprovechar las
oportunidades para referirse a otras disciplinas, en acción globalizadora de conocimientos.
Esta posición tiene la ventaja de introducir al alumno en la concepción de la unidad de los
conocimientos, a la vez que le posibilita la comprensión de la utilidad de las otras materias, y la
valoración de los respectivos maestros.
6.- Es un deber del maestro evitar la formación de “corrientes de alumnos” adversas los
colegas o de insuflar reacciones contra las decisiones de éstos. Cuando tuviere lugar algún
entredicho entre maestros, relacionado con asuntos de la facultad, lo más conveniente es una
conversación en privado entre ellos, a fin de aclarar cualquier tipo de dudas. Según la índole de estas
disputas, la mejor solución es una reunión del cuerpo docente, donde los asuntos controvertidos
pueden debatirse de una manera amplia y sincera.
7.- El maestro no debe hacer comentarios desfavorables a los colegas fuera de la facultad . Es
necesario evitar esa forma de referirse a los demás maestros a través de medias palabras, dando a
entender que “todo lo que anda mal en la facultad“se debe a ellos.
Por último, es importante considerar los problemas de conducta que implican las relaciones del
maestro consigo mismo. No se trata de relaciones meramente subjetivas, ya que, de acuerdo con las
mismas, los resultados objetivos se manifiestan negativa o positivamente.
Es dable pensar que los otros tipos de relaciones dependen, fundamentalmente, de la manera como
el maestro se encara y se trata a sí mismo.
1.- El maestro debe creer en la educación. Aunque parezca paradójico hay muchos maestros que
no confían en la educación. Muchos no creen en la facultad como órgano educador, y pasan,
consecuentemente, a considerar su actividad como una mera forma de ganarse la vida. El maestro
que no cree en la educación es, en sí mismo, una contradicción. Cuando esto ocurre, lo mejor será
que cambie de profesión.
2.- En estrecha relación con el punto anterior, está el maestro que no cree en su asignatura, con un
sentimiento íntimo y secreto de la inferioridad de su disciplina con relación a otras. Así, sus lecciones
son automáticas y carentes de entusiasmo.
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mentalidades que se están formando y, más aún: que es él quien, en su calidad de profesional, actúa
con lo más delicado y valioso que hay en la naturaleza.
4.- El maestro debe tener el cuidado de planear sus trabajos. Constituye un deber la elaboración
del plan de curso de la asignatura que va a facilitar. El plan de curso tiene por objeto llevar el maestro
a que seleccione, dentro de los contenidos programáticos, lo que más conviene enseñar a sus
alumnos, de modo que lo fundamental no sea sustituido por lo accesorio o secundari o.
Otro planeamiento al cual está obligado el maestro es al de cada una de sus clases. El plan de clase
conduce al docente a reflexionar acerca de lo que va a hacer en el curso, esto garantiza que no va
entrar en el aula a improvisar alrededor de tal o cual tema.
Todo planeamiento didáctico es un signo de respeto hacia el alumno; constituye una prueba de que el
maestro está prestando atención al tiempo que el alumno pasa en la escuela, de modo que pueda
aprovecharlo de la mejor manera y con un máximo de eficiencia.
El maestro debe planear su trabajo, a través de planes de curso, de unidad y de clase, de actividades
extra-clase y de pruebas mensuales y parciales. Los años que el alumno pasa en la universidad son
verdaderamente preciosos y deben ser aprovechados al máximo para su formación. El tiempo
transcurrido en la facultad puede tener reflejos poderosos a lo largo de toda la vida del educando,
razón por la cual es muy grande la responsabilidad del maestro. Por todo esto la orientación del
trabajo docente debe llevarse a cabo de la manera más eficiente, lo cual sólo será posible por medio
del planeamiento.
El maestro debe establecer y conservar buenas relaciones con sus colegas, a fin de ir a la par de los
trabajos que éstos ejecuten e informarse acerca del comportamiento de sus alumnos en las restantes
disciplinas. Este contacto con los colegas puede también informarlo sobre la marcha de las demás
materias, de suerte que llegue a saber lo que debe y lo que puede exigir de sus discípulos, a fin de no
sobrecargarlos de trabajos.
El maestro debe preocuparse en saber dónde, qué, y cómo pueden est udiar sus alumnos lo que está
siendo objeto de su enseñanza. Es impresionante la cantidad de casos en que los alumnos no
progresan, y hasta fracasan, porque no saben estudiar.
El maestro tiene el deber de orientar y no desorientar al alumno, como puede observarse en todo
instante. Pondrá parecer insólita esta aseveración, pero resulta tan chocante el comportamiento de
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muchos maestros, en este punto, que es necesario formular la presente advertencia de que no es
lícito desorientar al alumno.
Hay maestros que al entrar en el aula, ostentando superioridad y autosuficiencia, no se dignan mirar a
los alumnos como seres jóvenes, que necesitan comprensión y orientación. Por el contrario, los
encaran como si fuesen adultos y hasta como enemigos, sin la mínima c onsideración que debe
tenerse hacía las limitaciones del que va a aprender. En ese clima, lamentablemente, los trabajos
escolares transcurren en un ambiente de sálvese quien pueda.
El maestro no debe olvidarse de prever, para todas sus lecciones, qué es lo que el alumno debe
hacer para aprender. Esta previsión es de suma importancia. Debe pensarse en lo que los alumnos
pueden y deben hacer, no sólo en cuanto al proceso del aprendizaje, sino también en lo que
concierne al problema de la disciplina, ya que, como es sabido, el alumno que no tiene nada que
hacer es, por lo general, un alumno indisciplinado o en vías de convertirse en tal.
Es necesario que el alumno suministre y aclare todas “las reglas de juego” para que las normas sean
comprendidas bien por los alumnos antes de serles exigidas en la práctica escolar.
Los primeros días de clase, al comienzo del año lectivo, deberían ser reservados para esclarecer al
alumno en cuanto a las líneas generales de los trabajos escolares. Lo que se establece debe ser
cumplido. En caso contrario, se creará confusión en la mente del alumno. De ahí que los trabajos
deben estar precedidos de informes precisos, en cuanto a su realización, plazos de entrega,
corrección, etc.
RESPETAR AL ALUMNO
El maestro debe ver en sus alumnos personas en formación, que requieren de su ayuda para
realizarse, esto es, debe ver y respetar a los alumnos como personas y no considerarlos meros
individuos o números distribuidos en la clase.
Así, es imprescindible que el maestro acepte al alumno tal como es, procurando mejorarlo a partir de
la realidad personal del sujeto. Cuando le es menester amonestar a un discípulo, debe hacerlo sin
exceder la frontera del amor propio, que lleva, fatalmente, a la humillación y al resentimiento
Es necesario que el docente reconozca, tanto los esfuerzos de sus alumnos, como sus éxitos. No
deben elogiarse tan sólo los buenos resultados, sino también los esfuerzos desplegados,
independientemente de los logros obtenidos. No hay duda que uno de los factores de éxito en la vida
es la persistencia la capacidad de esfuerzo de los individuos.
El docente debe interesarse más por las actividades de los alumnos en la vida de la facultad, de
suerte que pueda propiciar e intensificar la participación de los mismos. Es indispensable aprovechar
al máximo las sugestiones, ideas contribuciones en general de los alumnos, ya sea con referencia a
las asignaturas de su curso o a las demás actividades escolares. Las actividades extra-clase
constituyen un excelente recurso para conseguir la participación del grupo; cuanto más participan los
alumnos, más útiles y responsables se sienten.
Factor de éxito en los trabajos escolares es, sin duda, la buena relación entre docentes y alumnos.
Esa relación ejerce benéfica influencia en los trabajos de todo el alumnado y permite una asistencia
más efectiva del docente para con sus alumnos, individual y grupal mente. El problema de la
disciplina se ve bastante facilitado y las posibles dificultades que surjan son fácilmente vencidas,
cuando existe un buen entendimiento entre docente y educandos, esto es, cuando existen respeto y
estima mutuos.
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La confianza que los alumnos puedan depositar en sus maestros es un factor decisivo para el éxito
del proceso educativo. Son los docentes, pues, quienes tienen el deber de ganar y fortalecer esa
confianza. Esta proviene de dos fuentes distintas: primero, de la capacidad profesional, a través de la
eficiente preparación didáctica y constante perfeccionamiento en la cultura especializada y la cultura
general; por su espíritu de justicia, de coherencia, de seriedad y de firmeza comprensiva.
El maestro debe estar atento al estado físico de sus alumnos, ya que muchos fracasos escolares y,
asimismo, el comportamiento indisciplinado, pueden tener origen en un mal estado de salud.
Además, cuando un educando manifiesta alteraciones de conducta y mal rendimiento escolar, como
paso previo a cualquier acción psicopedagógica es necesario encaminarlo para que se lo someta a
un buen examen médico. Muchas dificultades, aparentemente psicológicas, serían el iminadas si se
adoptasen estos recursos.
DIALOGAR
El docente debe estar siempre dispuesto a dialogar con sus alumnos. El diálogo debe ser franco y
abierto, para que el alumno sienta que no existen actitudes preconcebidas con respecto a él. Así,
maestro y alumnos estarían en una constante “búsqueda de la verdad”.
El diálogo ayuda al maestro a una mejor comprensión de la problemática personal de sus alumnos y,
asimismo, a prestarles ayuda para que sepan comprender con mayor hondura ciertas situaciones
complejas de la vida social. Estas serían, así, encaminadas con un sentido de estímulo para su
generación.
Como contraparte de odios, rencores y actitudes extremas nocivas, el diálogo del maestro con sus
alumnos puede adquirir el sentido de encauzamiento de la actual generación, para aceptar el reto que
esas dificultades representan para la inteligencia y no para la violencia irracional.
Es indispensable tener presente que los alumnos difieren unos de otros en muchos aspectos, de ahí
que no puedan ser tratados igualmente, para que todos alcancen los objetivos de la educación. Es
útil no olvidar que los alumnos requieren un trato igualitario, pero teniendo en cuenta sus
desigualdades.
APROXIMACIÓN AL ALUMNO
El maestro debiera aproximarse, siempre que sea posible, a sus alumnos, ya que ésa es la base de
una buena comunicación con ellos, como ya fue visto. Pero el presente ítem se refiere más que nada
a una aproximación individual.
No se debe exigir de nadie más de lo que pueda dar. El maestro debe conducir al educando a
trabajar y a producir según sus posibilidades y su ritmo normal de acción, para que haya real
aprovechamiento en los estudios. La sobrecarga de obligaciones crea, naturalmente, aversión a las
tareas que se efectúan o que deben ser efectuadas.
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Acaso sea ésta una de las pocas conclusiones generales que pueden extraerse acerca del
comportamiento humano. De ahí la necesidad de cuidados especiales al ser distribuidas las
responsabilidades entre los alumnos, a fin de evitar o de atenuar posibles fracasos. Existe, claro
está, el fracaso motivador, que funciona de acuerdo con el tipo de alumno según las circunstancias
de que viene revestido. La solución más viable es la de las tareas diferenciadas o mixtas, pudiendo
existir, a través de ellas, un mejor ajuste de los trabajos escolares al alumno.
El educando debe sentirse miembro de una comunidad con la cual y para la cual trabaja; y el éxito de
todos depende, en parte, de su cooperación.
El miedo ha sido el gran recurso didáctico de todos los tiempos para hacer estudiar al alumno. El
más factible y el más malo. Si la antigüedad significase un mérito, el procedimiento de la intimidación
podría ser tildado de clásico, debido a los siglos de uso.
El miedo genera inseguridad, inhibiendo o volviendo agresivo al alumno y violando siempre su índole
humana. No es buena norma la de echar mano de amenazas y castigos para conseguir que el
alumno haga lo que debe hacer.
Estas dos actitudes, en última instancia, no hacen sino resaltar las flaquezas del alumno, esto es,
justamente lo que él quisiera esconder.
En lugar de volcarnos hacia los aspectos negativos, debemos mirar con bastante interés los aspectos
positivos, fortaleciendo el ánimo del alumno, destacando los méritos de todo lo bueno que haga. Esto
no quiere decir que el maestro deba hacer caso omiso de los aspectos negativos.
Debe anotarlos, en efecto, pero para orientar los trabajos del alumno en el sentido de que los
aspectos positivos puedan ir supliendo poco a poco a los negativos, hasta eliminarlos del tono.
Con esta actitud, basada en oportunas orientaciones, los aspectos negativos van siendo absorbidos
por los positivos, y sin inhibiciones ni humillaciones. Debemos apoyarnos en el uso del SÍ, evitando
las oportunidades del uso del NO. Esto equivale a decir que el SÍ debe sustituir, evidentemente, al
NO, si queremos realmente educar.
Cuando el NO se hace necesario, debe ser ponderado, explicado racionalmente, nunca en form a de
prepotencia. Lo ideal sería que a una negación le fuese adscripta una afirmación, esto es, una
orientación positiva sustituyendo a otra negativa.
Constituye una actitud equivocada no colocar al alumno frente a las dificultades. Es equivocado
también el hecho de no considerar las dificultades con que el alumno tropieza al tratar de resolverlas.
En otras palabras, es un error no tomar conocimiento de las limitaciones del alumno. Pero, de un
modo general, es preciso no dispensar al alumno de las dificultades naturales que debe enfrentar,
cuando éstas no sean superiores a sus posibilidades. Al resolver sus propias dificultades, el alumno
se siente fortalecido y confiado.
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ELIMINAR PRIVILEGIOS
La facultad debe ser una institución en la cual no existan privilegios. El respeto a los maestros debe
derivar de su acción como educadores; una acción comprensiva, justa, humana, pero también firme.
Los privilegios de todo tipo deben ser eliminados de la institución, sean éstos económicos, sociales,
intelectuales, etc. No hay nada más educativo que el ambiente en que los maestros y alumnos
reconozcan sus errores y sus aciertos con toda molestia, de modo que pueda surgir y fortalecerse el
auténtico respeto mutuo.
Es un absurdo pretender que el alumno se adapte al maestro. Es éste el que está en condiciones de
adaptarse al alumno, descendiendo hasta él, ciñéndose a su realidad social y humana para, con base
en esa misma realidad, iniciar un trabajo constructivo, de educación, de elevación del educando a
patrones de comportamiento más elevados.
Una práctica inhibitoria en los colegios es la nota. Notas para todo. La nota, si alguna vez funciona
como estímulo, en la mayoría de los casos funciona como factor de inhibición, principalmente por la
forma como es dada. Lo común es que sean dados ejercicios para resolver en el hogar, luego de una
clase de presentación de la materia y para obtener una nota. ¿Cómo podrá obtener buenas notas
quien todavía se encuentra en la fase del aprendizaje, si todavía está aprendiendo?
Es necesario que el alumno tenga derecho a equivocarse durante el periodo del aprendizaje. Lo que
puede existir es un adecuado control de la marcha del aprendizaje, pero no notas en el sentido que la
facultad, generalmente, les confiere.
La nota a ser dada para su registro en los boletines mensuales de calificación debe ser el fruto de la
verificación del aprendizaje, una vez que la enseñanza haya pasado a través de las fases de
presentación, fijación e integración.
Toda presentación de un tema nuevo es casi siempre confusa, imprecisa y hasta cierto punto, sin
sentido, principalmente cuando ella está al margen de ciertos recaudos de orden y organicidad. En
consecuencia, es necesaria mucha paciencia y bastante concretización con experiencias, gráficas,
proyecciones, grabados, apelación a la experiencia del alumno, etc., para que el nuevo asunto, el
inicio del aprendizaje, pase a tener sentido y organización mental en la conciencia del alumno.
No hay que tener prisa ni partir de presupuestos en el comienzo del aprendizaje. Al respecto, dice
muy bien Dewey: “Para quien ya aprendió, la materia es extensiva, exactamente definida y
lógicamente interrelacionada. Para quien está aprendiendo es fluida, parcial y relacionada mediante
sus ocupaciones personales.
No debe olvidarse que la materia debe ser presentada en forma gradual y con arreglo a un orden
creciente de dificultades. El lema vigente debe ser, de lo más fácil a lo menos fácil, lo que posibilita al
alumno a llevar a cabo exitosamente las tareas que se le encomienden y haciendo que este
procedimiento funcione como factor de motivación.
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El maestro debe conocer, al dictar su clase e indicar los ejercicios, tareas o c ualquier otro tipo de
trabajos, si el alumno va comprendiendo lo que él explica. Una actividad sin comprensión de lo que
se está haciendo o sin una imagen previa de los objetivos que se pretende alcanzar carece de
sentido. Es más: cansa, desorienta, irrita e indispone para el trabajo serio y honesto.
Así, es un deber del maestro enterarse, en todas las fases de la enseñanza, si los alumnos están
comprendiendo lo que enseña. De lo contrario, tanto el tiempo como el esfuerzo pueden darse por
perdidos, sumándose a ello la indisposición del alumno hacia la materia y hacia el maestro y facultad.
Para que la enseñanza resulte más intuitiva y comprensible debe partirse –siempre que ello sea
posible- de una experiencia de vida del alumno, procurando relacionar lo que se desea enseñar con
el bagaje vital del que va a aprender.
De ahí la necesidad de que el maestro conozca la fase vital de sus alumnos, esto es, la problemática
propia de cada edad, así como la experiencia individual del sujeto, para llevar a cabo una mejor
coordinación del asunto a enseñar, tomando como punto de partida la base significativa de la cual es
portador cada alumno.
LLEVAR A LA REFLEXIÓN
Es necesario recordar que la enseñanza debe ser encauzada en forma de situaciones problemáticas,
que exijan razonamiento y reflexión por parte del alumno. De lo contrario, se está simplemente
adiestrando u obligando a éste a memorizar para luego repetir.
Así, en la enseñanza de todas y cada una de las disciplinas, el maestro debe presentar dificultades y
problemas que exijan aplicación del razonamiento, a fin de que el alumno encuentre las soluciones.
Es necesario lograr que la reflexión del alumno no se transforme en una mera posibilidad de reflexión,
sino que funcione, se ejercite, a fin de desarrollarse y servir al alumno, dándole confianza en sus
posibilidades intelectuales.
El maestro debe tener presente que el hombre sólo crece mentalmente reflexionando.
Es importante mostrar la meta a la cual se pretende llegar, esto es, lo que se quiere alcanzar, lo que
se desea hacer, cuando se le exige a alguien un esfuerzo.
El esfuerzo por el esfuerzo no tiene sentido y cansa fácilmente, a la vez que, si se tuviese en vista la
meta a alcanzar, se daría mayor sentido y un estímulo más valioso al esfuerzo realizado. El alumno
mismo puede apreciar si se está aproximando o se está distanciando de la meta, llevándolo a dar una
dirección y un sentido inteligente a sus esfuerzos.
Así, con la clara visión de los objetivos a ser alcanzados, el resultado parcial de los trabajos ya
funciona como fuerza motivadora y auxilia en el trabajo de reflexión necesario para la conquista total
de los objetivos.
El maestro no debe olvidar que lo fundamental en un asunto que se está tratando debe ser enfocado
dándole la mayor importancia, de modo que sea allá mismo donde se efectúe su fijación, sin esperar
que ésta se lleve a cabo en el hogar o que el alumno la satisfaga por iniciativa propia.
Lo que se considere fundamental, en un asunto, debe ser tratado, elaborado y fijado en situaciones
específicas de la clase, bajo la observación del profesor.
El maestro debe estar atento a los errores de sus alumnos, con el propósito, no de atribuir notas
bajas o reprobar, sino para averiguar la causa de los mismos, esto es, si dichas yerros se deben a la
fatiga, a la falta de atención, a perturbaciones emotivas, falta de interés, falta de comprensión, falta de
fijación o deficiencias en la manera de orientar el aprendizaje.
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Los errores deben constituir un indicio para la mejor comprensión del alumno y no pretexto para
represalias, mediante el uso de bajas calificaciones. El maestro debe llevar a cabo relevamiento de
errores y de acuerdo con su frecuencia, realizar una rectificación del aprendizaje en forma colectiva,
individual o de pequeños grupos.
NO MATAR LA IMAGINACIÓN
El maestro, en nombre de la objetividad, no debe matar la imaginación del alumno. Por el contrario,
debe dar oportunidad para que la misma se manifieste y se desarrolle dentro de los límites de lo
razonable. Así, en los trabajos escolares, debe tener cabida la fantasía del alumno, que es una forma
de ejercitar el espíritu creador. Para eso es preciso crear y mantener condiciones de libertad de
expresión dentro de la clase y reducir al mínimo el trabajo de memorización.
El maestro debe empeñarse en alentar la formación de nexos agradables entre el alumno y sus
clases, promoviendo una atmósfera de optimismo, confianza, igualdad, respeto y buen éxito en los
trabajos escolares.
El maestro debe esforzarse por establecer un clima de festividad y alegría, de modo que la clase se
transforme en algo querido y esperado por el alumno.
El maestro debe proponer dar sentido práctico, de realización o de aplicación, a los asuntos
estudiados en la clase. Esa manera de orientar los trabajos escolares confiere un sentido de
vitalidad, realidad y objetividad a lo que se está estudiando, a la vez que disminuye el hiato existente
entre la facultad y la realidad física y social del mundo que envuelve al alumno. La aplicación puede
llevar también, la ampliación del aprendizaje según las preferencias y aptitudes del alumno.
ATRIBUIR RESPONSABILIDADES
El maestro debe transformar sus salas de clase en taller de trabajo, en las cuales todos tengan su
parcela de responsabilidad en cuanto a la ejecución de tareas. El ambiente debe ser de real ización y
de cooperación, en la consecución de logros comunes. No hay que olvidar que el alumno debe
trabajar en equipo e individualmente.
Hay un sentimiento de colectividad que debe desenvolverse, y un centro de individualidad que debe
fortalecerse, sin que haya entre ambos ni antagonismos ni contradicciones, pues uno precisa del otro
para la buena armonización de la personalidad.
El individuo no puede diluirse en el todo, pero el todo no puede ser ocultado por el individuo. Toda
necesidad legítima del individuo lo es también para la colectividad, pues se trata de un bien que debe
recaer sobre todos sus miembros y no solamente sobre algunos, como una forma de privilegio.
El maestro debe tener entre sus puntos de mira, y en toda su acción didáctica, una clara conciencia
que la facultad y comunidad deben constituir un todo, una unidad. De ahí él debe hacer todo lo
posible para que la universidad vaya hacia la comunidad y que la comunidad vaya hacia la
universidad.
La razón del estudio y de la aplicación debe estar en la comunidad. Las actividades escolares no
deben ser caricaturas de lo que se hace afuera del colegio, sino actividades auténticas, tal como se
hace allá afuera y para los que viven allá afuera.
INDIVIDUALIZAR LA ENSEÑANZA
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A pesar de que la enseñanza es colectiva, el maestro debe tener siempre presente la individualidad
de sus alumnos. La enseñanza será más eficiente a medida que se vaya haciendo más
individualizada, esto sea dicho en el sentido de que sean diagnosticadas las dificultades y
deficiencias de cada alumno.
Este trabajo debe hacerse a fin de que puedan adoptarse medidas adecuadas de orientación para los
alumnos que las requieran, teniendo en cuenta las reales condiciones y posibilidades de cada uno.
Esta actitud de individualización debe tomarse para caracterizar a los alumnos en cuanto a sus
carencias, sus posibilidades, su tipo mental y de personalidad, sus intereses aspiraciones, para lograr
una correcta orientación en el campo vocacional.
Todo comportamiento considerado anómalo tiene su causa, que debe ser investigada, a fin de que se
puedan tomar medidas eficaces de corrección.
Investigar las causas del comportamiento, para influir sobre las mismas de un modo acertado y
racional, orientando, esclareciendo, canalizando energías, estimulando, removiendo causas nocivas,
asistiendo, amparando y nunca reprimiendo, prohibiendo, castigando pura y simplemente, debe ser la
actitud científica del maestro.
Nadie se ilusione al respecto; educar es trabajoso y difícil, pero compensa. Compensa porque se
está instilando dignidad en el alma humana. Se la está orientando para la plenitud, para lo más alto:
para la felicidad.
Quien tenga sobre sus hombros el privilegio que da la responsabilidad de educar y no se sienta con
ánimo para hacerlo, sean cuales fueren las razones invocadas, será mucho más honesto y digno si
renuncia a la carrera de maestro.
AUSCULTAR ASPIRACIONES
Es importante destacar, de un ítem anterior, el término aspiración. Una de las funciones educativas
del maestro–y de suma importancia- es la de auscultar las aspiraciones de sus alumnos, a fin de
auxiliarlos en lo posible, para que dichas aspiraciones lleguen a su meta.
El alumno se siente realmente motivado cuando percibe que sus sueños tienden a convertirse en
realidad. La gran ayuda del maestro consiste –casi siempre- en orientar a sus alumnos para que
ciñan a medidas más reales y objetivas la dimensión de sus aspiraciones, pero, eso sí sin matar
jamás la belleza de la imaginación juvenil.
Los responsables de la educación escolar –maestros y decanos- deben revelar siempre que están
disponibles para con sus alumnos. Disponibilidad no es tanto una cuestión de tiempo, sino, más bien,
de actitud.
La actitud de estar siempre a disposición de un alumno cuando él lo necesita. Nada es más oportuno
y útil que atender al educando en la hora precisa, principalmente cuando éste solicita un poco de
atención y le hace falta una palabra, un cambio de opiniones, una voz de aliento y comprensión o una
ayuda.
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Aquel que se propone educar tiene que vivir los valores, las actitudes y los ideales, es decir, las
formas de comportamiento deseables, para que éstas sensibilicen al educando por medio del
ejemplo, proscribiéndose, por lo tanto, el dicho: “Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”, para
que prevalezca aquel otro: “Haz lo que yo hago”.
Siempre que sea posible y oportuno, enfatizar, dirigiéndose al educando, todo lo referente a derechos
y deberes, sin olvidarse de mostrar que, prácticamente, casi todos los derechos tienen su origen en
deberes. Poner de relieve, además, que, en realidad, nada le es dado gratuitamente al hombre, lo
cual hace resaltar lo importante que es tener conciencia de la proximidad y relación que hay entre
derechos y deberes.
Es importante que se desarrolle, respecto del educando, una labor de esclarecimiento referente al
hombre mismo, principalmente con relación a las fases de vida y sus correspondientes problemas,
con el fin de sensibilizarlo, en lo relativo a la precariedad de la vida y a la necesidad de comprensión y
armonía entre los hombres, independientemente de su edad.
La acción docente no debe tender a formar criaturas conformistas, prudentes o “buenitas”, sino
ciudadanos conscientes, eficientes y responsables.
Siempre que sea posible, empeñar al educando en tareas que exijan planeamientos, ejecución y
evaluación, para que pueda tener una visión total de toda empresa hum ana, en la que todos los
detalles tienen que ser previstos por el hombre, porque nada le es dado gratuitamente, a un tiempo
que va ganando confianza en sí mismo.
La acción educativa tiene, como uno de sus más serios compromisos, el de disponer al educando
para el trabajo, exaltando a éste como único medio de realización personal y social. Educar para que
se encare el trabajo como un bien, y no como un castigo, dado que él es la vía de la liberación y la
dignificación del hombre.
Encarecer, también, con respecto al trabajo, que lo más importante no es la actividad profesional
ejercida, sino la seriedad y compenetración con que se ejerce. Todas las profesiones son notables.
EDUCAR ECONÓMICAMENTE
La acción del maestro sobre el alumno debe tender a la formación del sentido de la economía, como
modelo de combatir el desperdicio de los bienes que el hombre y la sociedad necesitan. Orientar,
pues hacia la economía de la luz, el gas, el agua, el papel, los alimentos, los tejidos, etc .
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Siempre que sea posible y oportuno, el maestro debe llamar la atención del alumno hacia la
naturaleza, con el fin de enseñarle a observarla, sentirla, admirarla y respetarla.
El docente debe actuar, principalmente, sobre la familia, para que no quieran que el hijo sea el
primero o el mejor de la clase. Explicar a los padres que deben enseñar a sus hijos a dar lo mejor de
sí mismos, a esforzarse, a ser tan buenos como puedan, pero sin comparaciones ni competencia.
Cada uno puede ser grande en la medida de sus posibilidades reales.
SER OPTIMISTA
El maestro tiene la obligación de ser optimista, y, si no lo fuera, debe esforzarse por serlo.
Los educandos necesitan sentir el optimismo de sus maestros, de manera que los estudios tomen un
sentido positivo.
BIBLIOGRAFÍA
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