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● también los
objetivos, métodos de enseñanza, actividades de la clase,
● la
realidad del aula y de la escuela
que incluye las interacciones entre
docente y alumnos y alumnos entre sí,
● sentidos y
significados que tanto alumnos como docente le atribuye a los
contenidos en la práctica…
Es decir, como primer acuerdo tenemos que el curriculum está asociado a los
contenidos de la enseñanza.
Mi propósito es entonces que luego de leer esta ficha ustedes tengan nociones sobre:
La pregunta sobre quiénes definen qué se enseña en las escuelas, implica al menos
revisar dos cuestiones: 1) los
campos o ámbitos que intervienen en la definición del
curriculum y 2) las personas o sujetos que participan en esta determinación, lo que
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Alicia de Alba llamó
sujetos del curriculum
.
A continuación hago una selección de párrafos extraído del libro de estos autores
“El
ABC de la tarea docente”
a. El campo cultural
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nuestra cultura: leer, escribir, aprender a armar artefactos simples, desarrollar
hábitos de conducta. Fuera de la escuela no existe un grupo específico que posea
control sobre ellas.
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entender el funcionamiento del poder en las sociedades actuales. Los agentes
económicos influyen de múltiples maneras en la selección cultural y la
conformación de los contenidos escolares:
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enseñar cuando es impuesto a través de un proceso complejo de presiones y
negociaciones en el cual quienes ejercen el poder, la autoridad y la legitimidad
social en cada campo tienden a determinar lo que debe ser considerado como saber
oficial o saber oficializado.
En la selección de contenidos se juegan condicionamientos económicos, motivos
políticos, presiones de grupos de interés, cuestiones ideológicas, intereses
corporativos, asuntos de especialistas.
Este concepto corresponde a Alicia de Alba, autora mexicana que ha definido que:
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b. Sujetos del proceso de estructuración curricular
: Son los que en el ámbito
institucional escolar le otorgan forma y estructura al curriculum luego que los
sujetos de determinación curricular han dado las líneas generales. Son los que
concretan y escriben el plan de estudios. Ejemplo: consejos técnicos, consejos
universitarios, especialistas de distintas disciplinas que conforman los equipos
de evaluación y diseño curricular tanto nacionales como jurisdiccionales
(Estado Nacional y Estados Provinciales)
c. Sujetos de desarrollo curricular
: Son los que convierten en práctica cotidiana
un curriculum. Ejemplos: maestros y alumnos. Es decir, son los que desarrollan
en la práctica el curriculum determinado y estructurado en las instancias
anteriores, transformándolo y dándoles sus propios sentidos y significados.
2. ALGUNAS DE LAS CONCEPTUALIZACIONES MÁS IMPORTANTES SOBRE EL CURRICULUM
En Argentina, la palabra curriculum se utilizó por primera vez en el año 1971 para
reversarse a los documentos oficiales de nivel inicial y primario en reemplazo de plan
o programa de enseñanza (Gvirtz y Palamidessi, 1998) El curriculum como texto
escrito es una de las acepciones más usuales del término entre docentes, quienes lo
usan para definir aquellos textos y documentos oficiales (objeto material) donde se
encuentra escrito un conjunto de contenidos, instrucciones y sugerencias que guían la
actividad del docente en el aula. Como textos oficiales se entienden a aquellos que son
producidos desde el Estado, en nuestro caso desde el Ministerio de Educación. Existen
documentos jurisdiccionales (Ciudad de Buenos Aires y provincias) y documentos
nacionales definidos desde el Ministerio de Educación de la Nación como los Núcleos
de Aprendizaje Prioritarios (NAP)
Estos documentos pueden ser consultados en las páginas web de los respectivos
ministerios:
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● Ciudad de Buenos Aires:
http://www.buenosaires.gob.ar/areas/educacion/curricula/index.php
http://servicios.abc.gov.ar/lainstitucion/organismos/consejogeneral/disenioscurricu
lares/
● NAP
http://www.me.gov.ar/curriform/nap.html
Es sabido que cuando se seleccionan los contenidos a ser enseñados se eligen algunos
dentro de un universo de saberes, por lo tanto en esa selección quedan otros afuera.
Estos que quedan afuera serían parte del curriculum nulo o ausente.
Ejemplos: un alumno que cursó esta materia el año pasado preguntó “¿Por qué no se
enseña yoga en las escuelas?”. Esto puede ser una muestra de la ausencia de saberes y
experiencias escolares que incluyan el movimiento y el conocimiento corporal, por
ejemplo.
También puede suceder que por opciones político-pedagógicas ciertos contenidos que
sí son prescriptos en el curriculum escrito sean transformados en nulos al no
enseñarlos. Es el caso de docentes, escuelas, comunidades o provincias que, por
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ejemplo, deciden no enseñar educación sexual integral en sus aulas.
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2.4) Curriculum oculto
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El curriculum oculto es el conjunto de influencias formativas que
la escuela ejerce sistemáticamente pero que no están explicitadas
ni formalmente reconocidas. Esto incluye diversos tipos de
resultados: a) resultados no previstos y que los docentes consideren
negativos, b) resultados buscados pero no explicitados, c) resultados
ambiguos y genéricos. Estos resultados pueden implicar aprendizajes
tan importantes para el alumno como: a) el reconocimiento de los
modos de satisfacer las exigencias y los gustos de un docente, b) saber
cuándo engañar o simular una conducta tácitamente aceptada, c) el
modo en que se simula poseer determinados conocimientos, d) las
maneras de hacer transcurrir el tiempo, e) las formas de agradar a sus
compañeros, etcétera” (Las letras negritas corresponden a los
autores)(Gvirtz y Palamidessi, 1998: 64)
Es decir, se trata de aquellos modos que los alumnos usan para “sobrevivir” dentro del
sistema educativo. Lo que otros han llamado “oficio de alumno”. Gvirtz y Palamidessi
usan la palabra “aprendizaje” para denominar este tipo de efectos del curriculum
oculto. Yo pondría en cuestión esta denominación teniendo en cuenta la concepción
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de Pichón Riviere de aprendizaje como adaptación activa a la realidad. Me preguntaría
si es válido llamar aprendizaje a la
sobre adaptación que genera el curriculum oculto y
a la escisión que produce en los alumnos al tener que comportarse de un modo en la
escuela y de otro por fuera de ella.
Carlos Torres: Gracias por su respuesta. Lo que usted, en último análisis, defiende es
que el profesor sea realmente democrático, ni autoritario ni permisivo. Promoviendo
esa democrática sustantividad, como usted dice, debemos estar atentos en cuanto a la
distinción entre “currículo escondido” u oculto y currículo explícito. Para mí no hay
duda de que usted combate por un currículo explícito con una particular especie de
contenido, con una metodología particular, etcétera.
¿Qué hay en torno del currículo oculto? ¿Qué hay en torno de las relaciones sociales en
el ámbito del salón de clase? ¿Qué me dice de los valores implícitos en las relaciones,
muchas veces “no habladas”, silenciosas entre profesores y estudiantes?
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Paulo Freire: Tal vez ahora, Carlos, hayamos alcanzado en nuestra conversación
uno de sus momentos importantes. No sólo pensando en torno del contexto
brasileño, sino también internacional. Para tratar tu pregunta o el contenido de ella
me siento obligado a repensar alguna cosa sobre la que he hablado insistentemente
en seminarios dentro y fuera de Brasil y a la que he hecho referencia en entrevistas.
Me refiero a lo que estoy llamando virtudes o cualidades de los educadores y
educadoras progresistas. Cualidades o virtudes que, en última instancia, deben ser
creadas por nosotros, en nuestra práctica. No es fácil participar en una lucha
permanente contra preconceptos que hace mucho están “habitando” en nuestro
cuerpo, haciéndolo moverse de acuerdo con ellos.
Una de esas virtudes indispensables a una o un educador progresista es la
coherencia entre el discurso y la práctica. Disminuir la distancia entre uno y otra es
un ejercicio que se nos impone. Una cosa es hablar o escribir sobre las relaciones
democráticas y creadoras entre profesores y alumnos, y otra es reprimirlos porque
le hacen, al profesor, una pregunta incómoda.
Una cosa es hablar bonito sobre democracia y otra es permitir que su clase, en
nombre de la democracia, se transforme en un desorden que dificulta la mínima
producción de algo.
Una cosa es hablar de seriedad de la docencia, del rigor académico, de la necesaria
ética, y otra es poner en la bibliografía sugerida a los alumnos libros citados en
obras recién publicadas, pero aún no leídas.
Pensemos ahora un poco en el currículo oculto. Creo que la primera aproximación
que hacemos al concepto para desnudarlo delante de nosotros nos revela cuánto se
encuentra su «intimidad” cargada o rellena de un sinnúmero de preconceptos que
terminan por, de un lado, opacar la realidad sobre la que trabajamos o de la que
hablamos, por otro, por hacernos un tanto miopes, lo que dificulta nuestra visión de
la realidad. Es por eso mismo por lo que el currículo oculto es más fuerte, a veces,
que el explícito, en su ejecución.
Un profesor, por ejemplo, puede estar teóricamente claro en cuanto al respeto que
debe a sus alumnos, a su identidad cultural, pero el poder de la ideología autoritaria,
que vive introyectada en él, es tan fuerte que lo vence. El no tiene otro camino que
apelar a escapes que justifiquen su autoritarismo que, en el caso brasileño, está
arraigado en las tradiciones histórico-culturales y políticas de nuestra sociedad.
Hasta los contenidos, sobre todo tal vez la manera en que son autoritariamente
enseñados, su mitificación, el poder mágico de “salvadores” de las clases populares
que se les otorga, todo esto que aparece medio explícito, medio escondido, tiene que
ver con la comprensión crítica del currículo oculto.
Por esta razón estoy convencido de que una de las más importantes tareas en las
que se debería centrar la formación permanente de los educadores sería invitarlos a
pensar críticamente en lo que hacen. Pensar la práctica sobre la que he insistido
tanto a lo largo de esta conversación.
Los aspectos más profundos del currículo oculto se encuentran, permíteme la
reiteración, en las experiencias sociales, históricas, culturales, de clase, de la
sociedad de la que los profesores forman parte. De ahí, por eso mismo, la
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importancia de los estudios en torno de la formación histórica de la sociedad a la
que, a veces, prestamos poca atención.
Creo estar siendo obvio en que, al referirme al currículo oculto, estoy tomándolo
con la misma amplitud con que entendemos el currículo explícito. No reducimos,
por eso mismo, su comprensión, la del currículo explícito, a una mera relación de
contenidos programáticos. En verdad, la comprensión del currículo abarca la vida
misma de la escuela, lo que en ella se hace o no se hace, las relaciones entre todos y
todas las que hacen la escuela. Abarca la fuerza de la ideología y su representación
no sólo en cuanto ideas sino como práctica concreta. En el currículo oculto el
“discurso del cuerpo”, las facciones del rostro, los gestos, son más fuertes que la
oralidad. La práctica autoritaria concreta echa por tierra el discurso democrático
dicho y repetido.
Un instrumento que nos puede ayudar enormemente en la “arqueología” de lo que
anda oculto en los corredores de las escuelas, en los patios de recreo, en los salones
de clase, en el tiempo del almuerzo, alrededor de las escuelas, es el video. Con él
podemos fijar muchas de nuestras reacciones más espontáneas, muchas
exclamaciones que producen todo un discurso contrario a otro recientemente
hecho.
Volvernos a ver en el momento en que damos clase, en el que simplemente andamos
por los corredores de la escuela, en el que conversamos con alumnos, nos ayuda a
entender mejor nuestra práctica y a percibir la distancia casi siempre existente
entre ella y lo que decimos. Naturalmente no será exclusivamente a través de la
discusión como confrontaremos la ideología. Estoy convencido, sin embargo, de que
cuanto más hablamos, pensamos y analizamos el poder de la ideología, tanto más
nos volvemos o nos podemos volver más fuertes para luchar contra ella, realizando
nuevas formas de práctica.
Es exactamente en esa línea en la que me parece importante que los educadores y
educadoras, realmente tocados o ya comprometidos con el sueño democrático,
discutan con los niños, sus alumnos, en torno de cuán dificil pero, al mismo tiempo,
necesario y bonito, es hacer democracia. Que los maestros, de vez en cuando,
llamen, humilde y críticamente, la atención de los alumnos sobre un descuido suyo
del que resultó un gesto o una explosión poco democrática. ¿Por qué me perdí así?
Creo, finalmente, que la sociedad brasileña participa hoy de un clima histórico
altamente favorable a experiencias democráticas. Tal vez nunca hayamos gustado
tanto de la libertad como hoy y soñado con ella tan apasionadamente.
Este gusto y esta pasión por la libertad, sin embargo, coexisten con las tradiciones y
las prácticas autoritarias, de las que proviene una de nuestras ambigüedades.
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Alicia de Alba (1998) desde una perspectiva pedagógica crítica intenta definir la
noción de curriculum dándole dinamismo, politicidad e historicidad al término.
Además su concepción de sujetos curriculares nos ayuda a entender quiénes son las
personas concretas que participan en su concepción, redacción y puesta en práctica.
BIBLIOGRAFÍA
Curriculum. Crisis, Mitos y perspectivas
DE ALBA, Alicia (1991) , UAM, México. (Cáp. III)
Págs. 57 a 74 y 91 a 93
La educación en la ciudad. Buenos
FREIRE, Paulo (2007) “Lecciones de un reto fascinante” en:
Aires, Siglo XXI
GVIRTZ, Silvina Y PALAMIDESSI, Mariano (1998) “La escuela siempre enseña. Nuevas y
El ABC de la tarea docente: curriculum y
viejas concepciones sobre el curriculum” En:
enseñanza.
Buenos Aires, Aique (Cáp. 2)
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Buenos Aires, Corregidor (Primera edición de 1957) Disponible en:
http://didacticadeestapatria.blogspot.com.ar/2013/04/lainstruccionprimarioenla.html
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