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Argumento

Éxtasis Revelado
Título original: Ecstasy Unveiled
Serie Demoniaca: Libro 4
Autor: Larissa Ione

Un Demonio Esclavizado
Lore es un demonio seminus mestizo que se ha visto obligado a actuar como el asesino de su maestro
oscuro. Ahora, para ganar su libertad y salvar la vida de su hermana, él debe completar una última
matanza. Poderoso y despiadado, no se detendrá ante nada para llevar a cabo esta misión mortal.

Un Angel Tentado
Idess es un ángel terrenal con un lado salvaje, que ha jurado proteger al humano que Lore tiene
como objetivo. Ella está determinada a frustrar a su Malvado y hermoso adversario por cualquier
medio necesario, incluso si eso significa arriesgar su voto de castidad eterna. Pero lo que comienza como
una simple seducción pronto se convierte en una pasión que deja a ambos ángel y demonio con ancias de
una rendición completa.

Desgarrados entre el deber y el deseo, Lore y IDess deben unir sus fuerzas en su lucha de atracción
mutua. Debido a un enemigo del pasado que está de vuelta, un temerario de la venganza y la destrucción
inimaginable.
Índice
Argumento .................................................................................................2
Dedicatoria .................................................................................................5
Agradecimientos ........................................................................................ 6
Glosario.......................................................................................................7
Capítulo Uno ............................................................................................ 10
Capítulo Dos ............................................................................................ 25
Capítulo Tres ............................................................................................35
Capítulo Cuatro .........................................................................................53
Capítulo Cinco .......................................................................................... 74
Capítulo Seis ............................................................................................. 91
Capítulo Siete .......................................................................................... 109
Capítulo Ocho .......................................................................................... 116
Capítulo Nueve ........................................................................................137
Capítulo Diez .......................................................................................... 154
Capítulo Once.......................................................................................... 169
Capítulo Doce .......................................................................................... 179
Capítulo Trece ......................................................................................... 193
Capítulo Catorce ...................................................................................... 199
Capítulo Quince........................................................................................ 211
Capítulo Dieciséis .................................................................................... 222
Capítulo Diecisiete .................................................................................. 248
Capítulo Dieciocho.................................................................................. 258
Capítulo Diecinueve ................................................................................ 266
Capítulo Veinte ...................................................................................... 278
Capítulo Veintiuno ................................................................................. 299
Capítulo Veintidós ................................................................................... 316
Capítulo Veintitres ..................................................................................334
Capítulo Veinticuatro ............................................................................. 349
Capítulo Veinticinco ............................................................................... 368
Capítulo Veintiséis .................................................................................. 380
Capítulo Veintisiete ................................................................................ 389
Capítulo Veintiocho ................................................................................ 398
Agradecimientos .................................................................................... 402
Dedicatoria

Para mi madre, que me enseñó a ser fuerte, a creer que podía ser cualquier cosa que
quisiera ser. Te amo.

Y para todos mis compañeros cónyuges militares por ahí — que se encargan y lidian
con tanto, mientras que su otra mitad está fuera, tiene que tratar con los traslados, las
funciones y los constantes cambios que ejercen presión sobre sus familias. Sus sacrificios
merecen reconocimiento y agradecimiento.

Para todos los fabulosos miembros de la lista — y un enorme gracias, especialmente


a las mujeres que lo hicieron posible — Lo, Cin, Ada, Olivia, Natasja, y Luna. ¡Para
vosotras, señoras!

Y los reconocimientos para Ayla y Fenton Ilona, Soufan Fatin, Tibbs Valerie,
Manter Kristin, Charlotte Johnson, Klatte Maureen, Franczak Lea, Ing. Cruz,
Wheeler Greta, Joy Harris, Melissa Bradley, Hilda Oquendo, Lillie Applegarth... por
su apoyo y amistad que han ido más allá de lo sorprendente.

Y para Mho, la “Oveja demonio”, porque acaba de hacerme reír…


Agradecimientos

Escribir esta serie ha sido un sueño hecho realidad para mí, y no ha


sucedido solo. ¡Gracias a mi agente!, Irene Goodman, a todo el personal de
Hachette Book Group, y un agradecimiento especial, a mi blando editor,
Amy Pierpont.

¡Eres un santo, Amy!


Glosario
Aegis: Sociedad de guerreros humanos dedicados a proteger al
mundo del mal. Ver Guardianes, Regente y Sigil.

Carceris: Son los carceleros del mundo subterráneo. Todas las


especies de demonios envían representantes para un período en el
Carceris. Los miembros del Carceris son responsables de detener a los
demonios acusados de violar la ley demonio, y para actuar como guardias
en las prisiones Carceris.

Council (Consejo): Todas las especies y razas de demonios que se


rigen por un Consejo que hace las leyes y que castiga a los miembros
individuales de su especie o raza.

Dresdiin: El equivalente demonio de los ángeles. Ver: Memitim.

Fakires: Término despectivo utilizado por los vampiros para describir


a los seres humanos que, o bien se creen vampiros reales o que pretenden
ser vampiros.

Guardianes: Guardianes Guerreros de la égida, entrenados en


técnicas de combate, armas y magia. En la inducción en el Aegis, a todos
los Guardianes se les entrega una pieza encantada de joyería que lleva el
escudo Aegis, que, entre otras cosas, permite la visión nocturna y la
posibilidad de ver a través del hechizo de invisibilidad de los demonios.

Harrowgate: Portales de desplazamiento, invisibles a los seres


humanos, que usan los demonios para desplazarse entre lugares de la
Tierra y el Sheoul.

Infadre: Una hembra de cualquier especie de demonio que ha sido


impregnado (fecundada) por un demonio Seminus.
Maleconcieo: El nivel más alto de las juntas de demonios gobernante,
compuesta por un representante de cada especie. Las Naciones Unidas
del mundo de los demonios.

Centinela Marcado: Humanos encantados por ángeles y


encomendado con la protección de un artefacto vital. Los centinelas son
inmortales e inmunes a los daños. Sólo los ángeles (incluidos los caídos)
pueden herir o matar a un Centinela. Su existencia es un secreto muy
bien guardado.

Memitim: Ángeles terrenales asignados para proteger a los Primori.


Los Memitim permanecen terrenales hasta que cumplen sus funciones,
momento en el que Ascienden, ganando sus alas y su entrada en el Cielo.
También conocidos como dresdiin para los demonios. Ver: Dresdiin,
Primori.

Orgesu: Una esclava sexual demonio, a menudo tomadas de las


razas criadas específicamente con el propósito de proporcionar sexo.

Primori: Humanos y demonios cuyas vidas están destinadas a afectar


el mundo de forma crucial.

Regente: Jefe (s) de las células locales Aegis.

Renfield: Personaje de ficción en Drácula de Bram Stoker. También,


término despectivo para cualquier ser humano que sirve a un vampiro.
Una fanática vampiro.

S’genesis: Ciclo de Maduración final de los demonios Seminus. Se


produce a los cien años de edad. Un varón post—s'genesis es capaz de
procrear y posee la habilidad de cambiar de forma en el macho de
cualquier especie de demonio.

Sheoul: Reino de los demonios. Situado en las entrañas de la Tierra,


accesible sólo a través de los Harrowgates (portales de desplazamiento).

Sheoul—gra: Un depósito de retención para las almas demonio. El


lugar donde las almas demonio van hasta que puedan volver a nacer o
que las mantiene en el limbo tortuoso.
Sheoulic: Idioma Universal hablado por todos los demonios, aunque
muchas especies hablan su propio idioma.

Sigil o Consejo Sigil: Consejo compuesto de doce seres humanos


conocidos como Ancianos, que sirven como los líderes supremos de la
égida. Con sede en Berlín, que supervisa todas las células Aegis en todo
el mundo.

Swans: Seres humanos que actúan como donantes de sangre o de


energía para los vampiros, ya sean reales no—muertos o Fakires.

Ter'taceo: Demonios que pueden pasar por humanos, ya sea porque


su especie es de apariencia humana naturalmente, o bien porque pueden
transformarse adoptando dicha forma.

Therionidryo: Termino que se utiliza para bestia, también se usa


como plazo para una persona él o ella en cuando se convirtió en hombre—
bestia.

Therionidrysi: Cualquier sobreviviente de un ataque de bestia.


Término utilizado para aclarar la relación entre el padre y su therionidryo.

Ufelskala: Un sistema de puntuación para los demonios, en función


de su grado de maldad. Todas las criaturas sobrenaturales y los seres
humanos malignos se pueden clasificar en los cinco niveles de maldad, el
Quinto Nivel está integrado por lo peor de los malvados.

Clasificación de los Demonios, según el listado de Baradoc, demonio


Umber, con la raza demonio Seminus como un ejemplo:

Reino: Animal.
Clase: Demonio.
Familia: Demonio sexual.
Género: Terrestre.
Especie: Incubo.
Raza: Seminus.
Capítulo Uno
Traducido por MJ
Corregido por Kitty, Estivali10 y Mir

“El que no ve a los ángeles y los demonios en la


la belleza y la maldad de la vida estará aislado del
conocimiento, y su espíritu estará vacío de afecto”.
—KAHLIL GIBRAN

Lore siempre había creído que cuando se trata de sexo, cuanto más,
mejor. Lástima para él que "más " significaba sólo que más gente tendría
que morir.

Entonces, ¿qué diablos estaba haciendo en la cama con una curvilínea


empleada de una tienda de licores que había encontrado en su tercera
ronda de tequila como en tantos días?

Claro que, técnicamente, no estaba en la cama. Estaba parado a los


pies de una demonio de apariencia humana de California King, golpeando
en ella por la espalda mientras estaba arrodillaba en el colchón, gimiendo
a través de su cuarto orgasmo.

La presión se fue acumulando en sus testículos y su eje palpitaba con


la necesidad de llegar, pero sin importar lo que hiciera, él no podía
encenderse. La agarró con más fuerza por las caderas, haciendo el impulso
más profundo. Más rápido.

Nada.

La levantó por las rodillas saliendo de la cama, tomando el control


absoluto de ella, y golpeando contra sus caderas con giros febriles.

Todavía nada.
El sudor corría por su rostro, y sus pulmones quemaban por la fuerza
de su jadeante respiración.

—Vamos, nena—, la mujer —que él pensó que su nombre era Abril...


o Mayo... quizá Junio— gritó. Ella se corcoveó, consumida por otro
orgasmo, y luego dejó caer la cabeza agotada con su pelo rubio extendido
sobre las sábanas de raso negro.

Era bonita, no tan bonita como Gem, pero ahora nadie lo era. Lore
sacudió la imagen de la Gótica Doctora medio Soulshredder de su cabeza,
porque ella estaba enamorada de un idiota humano llamado Kynan, y Lore
no había tenido realmente una oportunidad con ella de todos modos.

Que él no pudiera llegar al clímax porque estaba preocupado por


matar a esta chica de una misteriosa especie de demonio era jodidamente
divertido teniendo en cuenta que él había matado por dinero, sin
escrúpulos, sin remordimientos y había definitivamente peores modos de
morir que por un orgasmo.

Pero Gem parece haber abierto una vena en él, que terminó con los
sentimientos de pensar en su culo en lugar de su sangre. Y en verdad,
había una razón por la que no había tenido relaciones sexuales en las
últimas décadas, aunque su raza Seminus le daba la necesidad abrumadora
de fecundar a cada mujer que se cruzaba en su camino. Afortunadamente
para él, su lado humano le permitía manejar esos momentos y a sí mismo,
a diferencia de la raza pura Sem que tenía que tener una pareja femenina
o morir.

Cuando Lore tenía relaciones con mujeres, ellas morían.

Con un rugido de frustración, se separó de AbrilMayoJunio1 o como se


llamara y tomó en su puño su polla con la mano enguantada. Su liberación
fue dura y rápida... y, como era de esperar, no más satisfactoria que si
hubiera estado solo. Y ahora, sin nada que le distrajera, no podía ignorar
el huella en forma de mano que ardía en su pecho.

1
N de T: April, May y June son nombres comunes en USA. En este caso Lore no recuerda el nombre
de la mujer con la que está entonces se refiere a ella como AprilMayJune (AbrilMayoJunio).
Lore tenía que irse. No más entretenimiento. Después de tres semanas
de evasión, sobre todo después de mandar a la mierda a su jefe, era hora
de afrontar el castigo como un hombre. Bueno, medio hombre, medio
incubus.

La hembra se dio la vuelta y lo miró con ojos soñolientos. Todavía no


estaba seguro de por qué se había caído del vagón del celibato por ella,
excepto quizás por el hecho de que ella había estado en el lugar correcto,
en el momento en que había conseguido otro texto de el Doctor Eidolon.
Jesucristo, el hombre sólo tenía que incluir el Doctor en su firma, como si
el infierno entero no supiera su profesión.

El recordatorio de que su hermano era un respetado médico que


salvaba vidas, mientras que Lore no era más que un asesino mestizo, de
clase media—baja, lo había enviado a un espiral auto—destructivo, que
incluía una gran cantidad de alcohol y una propuesta para AbrilMayoJunio.

Sin embargo, él finalmente iba a tener que enfrentarse a Eidolon y a


sus hermanos de nuevo, no importaba lo que Lore había prometido a su
hermana, porque tenía la sensación de que si sus recientes hermanos
querían encontrarlo, lo harían. Y no parecían del tipo de respetar el espacio
y la privacidad.

—Te dije que no estoy con mi ciclo—, dijo AbrilMayoJunio, su voz


sonaba soñolienta con la saciedad sexual—. No puedo quedar embarazada.

—No importa—. Se metió de nuevo en sus pantalones de cuero. —Soy


estéril—. Al menos, eso era lo que uno de los otros hermanos, Shade, le
había dicho. Lore no estaba seguro de cómo se sentía al respecto, pero
definitivamente era para mejor.

Ella suspiró y volvió a caer sobre las almohadas. —¿Entonces por qué
está todo tu esperma por todo el piso? ¿Y por qué llevas todavía esos
guantes?

—Para reducir las posibilidades de que te vaya a matar—. Cualquier


persona que tocara la piel desnuda de su brazo derecho y la mano,
marcada por símbolos de color diluido llamado dermoire que serpenteaba
desde el hombro hasta las uñas, caía muerta en el contacto. Él usaba
chaqueta y guantes cerca de todo el mundo, a excepción de su hermana,
durante décadas, pero durante el orgasmo su citado "don", podía matar
directamente a través del cuero protector, razón por la cual, durante el
acto sexual, él trataba de no tocar a sus compañeras a medida que se
acercaba el clímax. Trataba, porque, con muy pocas excepciones, algo
había salido siempre mal.

La mujer mostró los dientes, que, en el último par de segundos, se


habían vuelto más filosos. Y más largos. —¿Crees que podrás tomarme?

Lo acabo de hacer, cariño. —Sé que puedo—. Le dio unas palmaditas a


su bolsillo para asegurarse de que no había robado su cartera, a
continuación, comprobó su arnés de armas por la misma razón. Tendría
que matarla si ella había robado su daga Gargantúa—hueso.

Con gracia, ella se puso de pie, que ahora estaban inclinados por
garras curvas, justo como sus manos. ¿Qué clase de demonio era ella? —
Polla arrogante—. Su pronunciación era pesada ahora, las palabras
pronunciadas a través de una fila adicional de dientes que no habían estado
allí antes.

—Estás metiéndote con la polla arrogante equivocada, niña—. Lore se


dirigió hacia la puerta. —Gracias por la diversión. Nos vemos.

—¿Niña? —Ella se lanzó tras él, tomándolo por la espalda y tirándolo


a la pared. Cuando él se dio vuelta ella rastrilló sus garras en el pecho,
desgarrando su camiseta y dejando un rastro de sangre tras esos arañazos.

El hambre brillaba en sus ojos negros cuando ella se deslizó hacia él


como un gato preparándose para saltar. —Me voy a comer tu cerebro
crudo.

Lore puso una mano sobre los cortes que le provocaron escozor. —
Jesús. Eres una maldita Mantis—Dire—. Imaginó que, después de sesenta
años de celibato, la primera hembra que tomara sería una que se come la
cabeza de los hombres demonios con los que folla.

—Si te sirve de consuelo—, ronroneó ella—, fue el mejor sexo que


cualquiera de mis compañeros me han dado.
—Bueno, duh—. La vio lamer los labios como si ya estuviera
degustando su cerebro. Repugnante. —No puedo creer que yo estaba
preocupado por matarte.

Ella se lanzó a por él. Él la esquivó. Él podía matarla con un chasquido


de presión en el cuello, pero las mordeduras de Dire—Mantis te
paralizaban, y él no quería arriesgarse a llegar a ninguna parte cerca de
esa boca.

Ella fue hacia él de nuevo, rechinando los dientes. Al llegar, él se giró


a un lado y la agarró del antebrazo. Su poder mortal chisporroteó como un
rayo de su hombro a los dedos, y ella cayó al suelo quedando su cuerpo
sin vida haciendo un ruido sordo. Se contrajo un par de veces antes de
acabar del todo.

La mayoría de los demonios de raza pura que morían se desintegraba


en cuestión de segundos, pero él no se quedó a mirar. O preocuparse. Salió
de la habitación y de la casa sin mirar hacia atrás. Él era, después de todo,
un asesino. En las tres semanas desde que asistió de cerca al fin del
mundo, conociendo a sus hermanos, y trayendo de vuelta a la vida un ser
humano que hubiera preferido dejar muerto, él había estado ahogándose
en botellas de licor. Pero no más. La pérdida de sí mismo y llegar a sus
límites casi le había costado la vida en el dormitorio de AbrilMayoJunio.

Él no cometería nunca más ese error.

***

—Dame una razón por la que no debería matarte.

Chocando el piercing de su lengua contra los dientes, Lore consideró


la respuesta cuando se puso de pie delante de su maestro—cuchillero—
imbécil jefe. La etiqueta de proxeneta podría aplicarse también al demonio,
viendo como Deth permitía a sus asesinos tener un trabajo
independiente... siempre y cuando recibiera el 60% de la parte del dinero
ganado. Y ninguna de las muertes hechas en los contratos por fuera,
contaban para la obligación de Lore a Deth, a pesar de que el demonio
requería que sus asesinos aceptaran tres empleos fuera en un año. Imbécil.

Lore mantuvo su mirada al nivel de la de Deth, más para mantenerse


con los pies en la tierra que para mostrar que no estaba nervioso. Él había
venido directamente desde el lugar donde había estado con la Mantis, pero
había sido ayer. Durante doce horas había sido encarcelado por debajo de
la cámara principal, con el cuerpo en tensión y de rodillas sobre fragmentos
de vidrio.

Lo que significaba que no había sido capaz de satisfacer las


necesidades sexuales de su cuerpo, y podía sentir la tensión resultante, la
rabia creciente que amenazaba con convertirse en una bestia arañando el
interior de su piel. El resto de su cuerpo no se sentía mucho mejor. Sus
articulaciones le dolían, sus pelotas estaban muy tensas, y cada centímetro
de su piel estaba ardiendo.

Pero todo ese dolor era menor en comparación con las torturas que
había sufrido, un castigo que se había ganado cuando había usado su don
de la resurrección. Antes de que Lore entregara su alma a Deth, Lore
pasaba veinticuatro horas en agonía sangrienta después de traer a alguien
de entre los muertos. Pero ahora, debido a su vínculo de esclavos, era su
maestro, Detharu, quien experimentaba el precio agonizante que Lore
tenía que pagar por traer a un ser de vuelta a la vida. Y Deth se aseguraría
que Lore pagara en grande por su sufrimiento.

Es curioso cómo sus dos habilidades especiales —tomar y dar la vida—


eran tan opuestas, pero sólo la del "bien" venía con dolor. Él suponía que
tenía sentido; la jodida vida duele.

—Bueno—, arrastró las palabras, por último, con una calma que no
sentía—, soy tu asesino más guapo, y sin mí, tendrías que mirar a la gente
como Adriano Maggotface todo el día.

Detharu, un demonio cuya especie Lore nunca había determinado,


sobre todo porque parecía diferente para todos los que lo habían visto,
sonrió. Por lo menos, la curva de sus labios negros, con costra era lo más
parecido a una sonrisa que Lore le había visto. Fuera lo que fuera, no hizo
nada para calmar el malestar en el intestino de Lore, un malestar que era
aún más aplastante de lo habitual.
—Te has conseguido un tanto. Pero no es suficiente—. El cambió de
posición en su trono, construido con los huesos de varias especies de
demonio y por lo menos, de un humano, Detharu hizo un gesto con el puño
enguantado de acero.

Dos de sus centinelas, grandes demonios Ramreel con cuernos


retorcidos y un profano amor por los machetes, se despegaron de las
paredes de piedra irregular. Sus ojos pequeños, brillaban como los de los
cerdos, con anticipación asesina, mientras se acercaban a ambos lados de
Lore.

Cuatro Ramreel más observaban desde sus posiciones en la entrada


de cámara, con la baba chorreando de su hocico, como si Pavlov hubiese
tocado la campana de la cena. Y en las sombras detrás de Detharu, otro
hombre permanecía de pie, la expresión de su rostro era ilegible, pero Lore
sentía una cierta... anticipación. Extraño. Lore había visto a ese tipo antes,
saliendo con su hermano loco, Roag y Byzamoth, un ángel caído
igualmente demencial que había tratado de iniciar el Armagedón.

Pero tantos chiflados habían desaparecido que no tenía sentido


preguntarse por qué el demonio estaba allí, porque en este momento, el
misterio más grande frente a él era si seguiría manteniéndose con vida.

Lore enderezó los hombros, haciendo su mejor imitación de un tipo


que no estaba en absoluto preocupado de que su próximo aliento podría
ser el último. —Mira, Deth, no es necesario que te pongas nervioso. Te
compensaré…

—¡Has dado la vida a alguien para que yo pasara dos puestas de sol
en agonía!

Sólo Deth podría pensar que la resurrección de Kynan había por él. —
Sí, pero…

—¡Somos asesinos, imbécil! ¡No damos vida! ¡Me haces un


hazmerreír! —Detharu se puso de pie con un gruñido, el enorme fuego de
la chimenea en el centro de la sala proyectaba sombras parpadeantes
sobre sus costillas —que estaban en el exterior de su cuerpo. —¡Lo que es
peor, tú y Zaw no mataron a los demonios Seminus que es para lo que
fueron contratados!
Lore apretó los puños a los costados para no hacer algo estúpido,
como estrangular a su jefe. —Puedo conseguirte el dinero.

Esa era una gran mentira. No había manera en el Hades que pudiera
reunir los veinte millones que habría recibido del beneficiario del
testamento de Roag a la prueba de que Wraith, Eidolon, y Shade estaban
muertos. La mitad de eso, tal vez, pero no la cantidad completa.

—Pero no puedes recuperar el respeto perdido a los ojos del Gremio


de Asesinos—, rugió Deth.

—Tiene que haber una manera.

—La hay—. Detharu se hundió hacia abajo como si el estallido de su


temperamento nunca sucedió. —Tu cabeza en una pica, mostrada en la
sala del Gremio.

—Sí, eso no funciona para mí—. Lore metió la mano enguantada por
el pelo, pero eso no calmó la tensión de su cabeza. —Dame un respiro
¿quieres? Ellos son mis hermanos.

Afortunadamente, Lore había fracasado en su intento de matarlos.


Después del intento y la consiguiente revelación de los lazos de sangre,
Lore se había quedado alrededor de sus hermanos, el tiempo suficiente
para recibir un poco de historia de la raza Seminus y ver qué pasaba con
la mujer de Wraith; a continuación, había salido del hospital demonio como
si se quemara.

No había visto ni hablado con sus hermanos desde entonces, aunque


los mensajes de texto constantes de Eidolon habían sido tan irritantes
como garras en una pizarra.

—¿Familia? —Detharu se inclinó hacia delante en su asiento—.


Entonces, ¿Por qué estuviste de acuerdo con matarlos?

—Cuando me ofrecieron el trabajo, yo no sabía que eran mis


hermanos—. No, ese pequeño secreto había sido tan retorcido como Roag.

La silla crujió cuando Detharu se sentó y se frotó la barbilla


puntiaguda. —Tengo hermanos. Maté a dos de ellos. Me gustó hacerlo.
Esto no se veía nada bien. —No hay duda de que lo merecían—. Sí,
Lore podía besarle el culo como el mejor.

Detharu se encogió de hombros. Durante un largo momento, el único


sonido en la sala era el crepitar del fuego y el goteo ocasional de baba
Ramreel. Los ojos de Lore se dirigieron a la salida, reuniendo a toda prisa
un plan de escape. Podía sacarse al demonio más cercano a él, a su gancho
machete, y luego rezarle a Dios para que pudiera acribillar a los demás
antes que Detharu le alcanzara. Si él lograba llegar a la sala exterior, otros
esclavos asesinos de Detharu le ayudarían a escapar.

No es que él pudiera estar libre por mucho tiempo. Era un esclavo


marcado, la huella quemada de una mano en su carne por encima de su
corazón, a la larga lo obligaría a regresar aquí o afrontar el sufrimiento
inimaginable como cuando el vínculo quemó su piel por primera vez, y
luego se abrió camino a sus músculos y órganos. O regresabas a la
madriguera, o eras quemado hasta la muerte. Poco a poco.

Finalmente, Detharu sacudió la cabeza. —No te voy a ejecutar por no


matar a tus hermanos.

—Eres grande—, murmuró Lore.

Un gruñido como una sierra retumbó en el pecho del esqueleto de


Deth. —¿Qué has dicho?

—Dije gracias—. Lore frunció el ceño a los Ramreel. —Ya lo oyeron.


Lárguense. No habrá asesinatos para ustedes hoy—. Los esbirros Ramreel
actuaban más como guardianes que como verdugos, pero más o menos
hacían lo que Deth quería que hicieran, y cuanto más sangrienta era la
tarea, mayor era su felicidad.

Los ojos brillantes de color naranja de Detharu se redujeron. —Hay un


precio, por supuesto.

—Naturalmente.

—Tengo un trabajo para ti.

Lo que significaba que a pesar de las amenazas y posturas, Deth no


tenía intención de atravesar la cabeza de Lore en un palo puntiagudo en
absoluto. —¿Qué tengo que hacer? —preguntó Lore entre dientes—.
¿Recoger otra deuda? ¿Entregar una advertencia sangrienta a alguien?
¿Quieres que busque una pizza? Porque sabes cómo me encanta jugar al
chico de los recados.

Odiaba jugar a peón de pizza.

—Puedes traerme una corona de carne con la cabeza de un ser


humano. Te daré tu centésima matanza.

Lore dejó de respirar, incluso con el pulso acelerado. Había estado


esperando treinta años por esto. Después de haber completado su presa
número cien, Deth ya no tendría ningún control sobre él. Él sería un hombre
libre. Pero espera... algo no estaba bien. Detharu había evitado darle un
trabajo de asesino desde hacía años, poco dispuesto a entregarle esa
última asignación que liberaría a los dos, a Lore y a su hermana, Sin, para
siempre.

Lore estudió el rostro impasible de Deth, buscando, sin encontrar,


alguna pista sobre lo que estaba pensando. —¿Cuál es el truco?

Los dedos huesudos de Deth hicieron irritantes ruidos de "clic" sobre


el apoya brazos de su silla. — Tú violaste los términos de nuestro trato al
romper el subcontrato con Roag y no matando a los hermanos Seminus.
Yo perdí mi parte y esto me hace quedar como un tonto. Por lo tanto,
modifico nuestro acuerdo.

Mierda. Lo sabía. —¿Y cuáles son los términos del nuevo acuerdo? —
puso de nuevo los pies en la tierra.

—En el pasado, se te ha permitido que te negaras a ciertas tareas.

—Y pagué el precio en sangre—. Una gran cantidad de sangre.

—No te negarás de esta.

Uh—oh. Un escalofrío se deslizó hasta la columna vertebral de Lore.


Deth esperaba que lo rechazara, lo que significa que el objetivo sería un
niño o mujer embarazada o algo así. —¿Y si lo hago?

—Si te niegas o no tienes éxito, entonces tendré la cabeza de Sin en


lugar de la tuya por tu imposibilidad de matar a tus hermanos.
Una cortina roja cayó sobre su visión. Mantén la calma. Mantén... la
calma. No funcionó. La rabia en el interior de Lore gritó yendo a la
superficie, perdiendo completamente el período de transición que era lo
normal… él se abalanzó sobre el demonio. — ¡Hijo de puta!

Los centinelas lo atraparon, sujetando un brazo cada uno. El instinto


y la ira se fusionaron, y sin pensarlo, él cargó su don. El Ramreel que
agarró el bíceps derecho de Lore ni siquiera tuvo tiempo a gritar. Cayó al
suelo, con los ojos amplios más cerca de la muerte de lo que había estado
alguna vez en la vida.

Al instante, el otro rodó lejos, usando su machete, se lo clavó en las


costillas a Lore.

Detharu se puso en pie, y lo siguiente que supo Lore, fue que el puño
enguantado de Deth estaba en su cara. La cabeza de Lore se echó hacia
atrás y el dolor estalló en el cráneo. La furia retorcida apareció en la
expresión de Detharu, con los dientes afilados entre sus labios,
ennegrecidos.

—Eso fue estúpido, Lore. Incluso después de tanto tiempo, no has


aprendido a controlar tu temperamento.

Le irritaba admitirlo, pero Detharu tenía razón. La furia de Lore había


sido un problema desde que tenía veinte años, cuando había pasado por la
transformación y habían aparecido extraños tatuajes cubriendo su brazo.
Pero eso fue sólo el comienzo. También obtuvo el "don" para matar a todo
lo que tocaba con el brazo tatuado, la capacidad de resucitar a los muertos
o "sentir " cómo una persona había muerto, y una libido desenfrenada que
tenía que abordar varias veces al día para que no saliera su cólera que no
terminaba hasta que alguien fuera asesinado o tuviera relaciones sexuales
—sexo que terminaba con la muerte de su pareja.

Pero ser saciado sexualmente no era una garantía contra la rabia. El


dolor y la ira podría ponerlo fuera de control no importaba cuántas veces
o cuánto tiempo hubiera pasado desde que él mismo se hubiera aliviado.

Respiraba profundamente, quiso parar antes de que la rabia lo llevara


al punto de no retorno o antes de que hiciera algo estúpido otra vez. El
movimiento que había hecho contra Detharu traería a él la pena de muerte.
La cosa era que Lore no podía haber herido a Detharu de todos modos.
La magia del vínculo prevenía la violencia en contra de un maestro. Lore
no podría tocar a Detharu a menos que el demonio quisiera que lo tocaran.

Y gracias a Dios Deth hacía tiempo que había decidido que a Lore no
le sería permitido tocar. Pocos de los asesinos de Deth eran tan
afortunados.

Lore apretó los dientes, decidido a mantener fuera el escozor, pero se


negaba a pedir disculpas. En cambio, dijo, —¿Quién es el objetivo? ¿A quién
debo matar?

Lore se había olvidado completamente del hombre en las sombras,


pero ahora él se había movido ligeramente, su pelo negro, largo hasta la
cintura que parecía absorber toda la luz de la habitación. Era como si el tío
llevaba su sombra como un manto. Esto era algo jodidamente serio.

Una sonrisa siniestra apareció en la cara ancha de Deth. —El


objetivo—, dijo—, es Kynan Morgan. El mismo humano que trajiste de
vuelta a la vida.

La tierra se movió bajo los pies de Lore. ¡Oh, santos infiernos! A pesar
de que Lore había salvado la vida de Kynan, lo odiaba y realmente no le
importaría ponerlo bajo tierra. Pero Jesús... si él mataba al humano, Lore
pasaría el resto de su vida mirando sobre su hombro. Tendría a cada tutor
Aegis que hubiera con el objetivo de matarlo a él, que sería agradable en
comparación con lo que Gem y sus hermanos le harían.

Deth se inclinó cerca, tan cerca que Lore podía sentir el calor del feo
demonio en la cara. —Tienes la misión de matar a Morgan —utilizando tu
toque de la muerte— y recuperar su amuleto dentro de noventa y seis
horas. Y si te niegas o no lo logras, Sin va a morir.

Sin, cuya frase favorita acababa de convertirse en una realidad


irónica.

Ninguna buena acción quedará impune.


Ninguna mierda de mierda.
Por preservar a sus hermanos, Lore podría haber condenado a su
hermana a la muerte.

***

Rariel no pudo contener una sonrisa al ver a Lore salir de la cámara


de Detharu. Había esperado tanto tiempo para poner su plan en marcha,
y ahora que la bola rodaba, nada podía detenerla.

—¿Por qué solicitaste específicamente a Lore para este trabajo? —


Detharu se situó en el borde de la chimenea, su piel blanca tomaba el
color naranja de las llamas como la de un camaleón. A diferencia de la
mayoría, Rariel podía ver la verdadera forma de demonio Molegra, aunque
quiso no haber podido. La criatura sin ojos con forma de hombre era uno
de los demonios más repugnantes que Rariel había conocido.

—Tiene la reputación de ser uno de los mejores—, mintió Rariel.

Lore tenía una reputación de excelencia en su trabajo, pero eso no


era la razón de por qué Rariel lo había elegido. Rariel lo había elegido
porque haberle dado a Kynan, un centinela Marcado, la vida, Lore se había
convertido en el único ser que lo podía matar no siendo un ángel.

Detharu asintió con la cabeza mirando siempre hacia el fuego. —Me


voy a arrepentir de perderlo. Y a Sin.

Sí, Rariel había tenido curiosidad sobre esta persona, Sin que
Detharu había colgado sobre la cabeza de Lore. —¿Es su compañera?

—Hermana.

El aliento de Rariel quedó atrapado. Hermana... —¿Es una asesina?


Detharu se dio la vuelta, y los músculos de su cuerpo ondularon
grotescamente. —Lo es. Es despiadada y astuta, al igual que su hermano.

Oh, esto era perfecto. Poético, incluso. —Entonces quiero a Sin para
otro trabajo.
—¿Durante el mismo tiempo? —preguntó Deth.

—Sí.

El maestro asesino se arrastró hasta su trono. —Este trabajo urgente


te costará cuatro veces más, como con Lore.

—Estoy pagando cuatro veces por mi insistencia en el uso de Lore te


priva de su uso como esclavo.

—Doble entonces. Lo tomas o lo dejas.

Rariel podía dejarlo e ir con otro asesino, pero lo de hermano—


hermana le daba escalofríos de placer. —Hecho.

Detharu sonrió, sus labios pálidos, sin forma, hicieron una fisura
profunda que reveló dientes pequeños y puntiagudos. —Dime, ¿por qué
este amuleto de Morgan es importante para ti?

—Es una chuchería. Sin valor, excepto como trofeo—. La verdad era
que era una moneda de cambio que no tenía precio ya que con ella Rariel
conseguiría todo lo que quería, y no era algo que iba a compartir con
nadie, y mucho menos con una escoria asesina.

El demonio parecía dispuesto a comprar la mentira. —Vamos


entonces —dijo, señalando hacia la puerta—. Vamos a darnos un festín
con la carne dulce de un huldrefox recién nacido, mientras que
elaboramos los contratos.

Las crías peludas de huldrefox no eran baratas, y con lo que Rariel


estaba pagando, el hijo de puta podía permitirse el lujo de comer a los
jóvenes de cualquier especie todos los días si quería. Sin embargo, Rariel
no podía aprovecharse mucho ahora. Cuando siglos de planificación
estaban a punto de dar resultados.

Oh, sí. Casi se podía oír los gritos de miseria de Idess.

El susurro helado de una mano acarició su brazo, que le recordaba


de la deuda que Rariel aún tenía que pagar. Rariel no era el único ser en
la sala que estaba en busca de venganza.
Y después de lo que los hermanos de Roag le habían hecho, Rariel
no podía culpar al demonio en absoluto.
Capítulo Dos
Traducido por Kitty
Corregido por Estivali10 y Mir

Idess estaba cerca del final. Podía sentirlo. Prácticamente podía


saborearlo e imaginarlo como si estuviera de pie en la cima del Monte
Everest mirando hacia el cielo.

Un viento helado azotaba la nieve a su alrededor, pero ella no lo notó


a pesar de que llevaba bajo la cintura sus pantalones cortos cammy, una
camiseta sin mangas que dejaba a la vista su vientre, y botas de montaña.
Como Memitim, la única clase de ángel que nacía, no hecha directamente
por la mano de Dios, era inmune a los elementos. Era inmune a la mayoría
de las cosas que podían dañar a otros. En poco tiempo, incluso las pocas
cosas que hoy la podían lastimar o matar, ya no serían una amenaza.
Pronto, ella Ascendería, ganaría sus alas y se reuniría con su madre,
completaría totalmente su transición a ángel, y estaría con sus hermanos
y hermanas en el cielo.

No es que ella se preocupara por ver a muchos de ellos. Con la


excepción de su hermano Rami, conocía algunos de sus hermanos muy
bien, mas no a todos. Pero ella no podía esperar para ver a Rami, había
pasado los últimos quinientos años desde que él Ascendió en soledad.

El único contacto que tenía con la gente era cuando salía de compras,
su pasatiempo favorito, y cuando se alimentaba, un mal necesario que
despreciaba. —La alimentación es la maldición de nuestro padre—, decía
Rami. —Nos recuerda que nadie es perfecto, y que todos debemos resistir
a las tentaciones de la carne, para no permitir que la corrupción ensucie
nuestras almas.

Rami temía que ella disfrutara del contacto físico que requería
alimentarse de un Primori, y que poco a poco sucumbiera al pecado.
Tenía razón en preocuparse. Tomar sangre era más que entregar una
breve infusión de poder Memitim necesarios para mantener su capacidad
de destellarse. Temporalmente esto también los mantenía conectados
psíquicamente a su anfitrión, lo que obligaba a un Memitim, durante
horas, a sentir lo que sentía el Primori, ya sea ira, tristeza, lujuria...

¡Oh!, Idess no podía esperar hasta el día en que sería una de los
Ascendidos y ya no fuera necesario participar en tales intimidades nunca
más. Por lo que, ella despreciaba tanto la alimentación que siempre tendía
a ignorar su hambre, manteniendo apagada su necesidad hasta el último
momento posible.

—Está casi terminado—, gritó al cielo. El viento se comió sus


palabras, pero sabía que había sido escuchada. En el Cielo, siempre oían
todo.

El pensamiento trajo una punzada instantánea de miedo a sus


entrañas, porque en verdad, esperaba que no fuera el caso. No había sido
exactamente... un ángel.

Sin embargo, ella estaba a punto de serlo. Ahora sólo tenía dos
Primori que cuidar, y uno de ellos era la joya de su corona.

Kynan Morgan era un Centinela Marcado, un ser humano que había


sido encantado por un ángel. Los Centinelas no podía ser heridos o
asesinados, excepto por un ser de origen angelical, lo que por lo general
significaba que no calificaban para ser observados por un Memitim. Pero
por alguna razón él lo hacía, y ella había sido elegida para protegerle de
la posibilidad infinitesimal de que alguien pudiera superar su encanto. Por
otra parte, él era inmortal, lo que significaba que podría protegerlo
durante cientos de años. Miles, incluso.

Pero ella no lo creía. Su otro Primori, un hombre lobo, tenía una larga
vida, pero no era inmortal, por lo que una vez que muriera o cumpliera lo
que el destino le tenía deparado, ella sólo se quedaría con Kynan... y todo
el mundo sabía que un Memitim no vigilaba únicamente a un Primori.

Sin duda el honor de mantener a Kynan seguro se le otorgaría a uno


de sus hermanos, y ella ganaría sus alas por un trabajo bien hecho.
No podía esperar.

La tierra apestaba, como a los seres humanos en estos días le


gustaba decir.

Suspirando, visualizó la sala de estar de su villa italiana y se destelló


desde la montaña hasta su casa. Ella había nacido cerca, e incluso
después de miles de años, todavía sentía la fuerza que la llevaba a su
casa todos los días.

Las suelas de sus botas se tambaleaban sobre las baldosas de piedra


de color beige y dorado mientras se movía hacia la cocina. Usualmente
ponía en el estéreo algo de Mozart, pero la emoción seguía agitando su
sangre, y el hambre rugía en su estómago.

Miró el tazón de fruta en su mesa del comedor y el plato de chocolate


italiano en el mostrador de la cocina, los Wafles...y luego cogió una
granada.

La fruta es una bendición de la naturaleza. Solía decir Rami. No debemos


contaminar el cuerpo que Dios nos dio con espíritus y dulces insalubres.
Claro, nada de eso podría hacerle daño, pero Rami había sido devoto
y puro, incluso antes de haber sido arrancado de su vida humana a la
tradicional edad de diecinueve años para convertirse en un Memitim, y
como su maestro en todas las cosas santas, había sido muy estricto. Lo
cual, pensó, mientras ella se comía un caramelo, dándose un placer de
vez en cuando. Ella en realidad tenía muchas ganas de verlo
sermoneándola cuando finalmente lo volviera a ver.

Una punzada leve le cruzó la muñeca derecha. Extraño. Ella giró el


brazo para ver las dos marcas Primori del tamaño de un cuarto en la parte
inferior de su muñeca. El heraldi de Chase que había estado allí durante
ocho años, era del mismo color que su piel, las delgadas líneas se
levantaban como una marca o el contorno de un tatuaje fresco. Pero el
de Kynan era nuevo, lo tenía hacía tres semanas, y todavía no se había
acostumbrado a verlo. Frunciendo el ceño, lo miró más de cerca. Los
bordes eran de color rosa... hinchándose rápidamente... empezando a
arder, a brillar, y dejó caer el caramelo con un jadeo.
Kynan, uno de los pocos intocables del planeta, estaba en peligro.

***

Lore se situó en la entrada de una mansión del norte del estado de


Nueva York, con los puños apretados cuando vio a Kynan en la enorme
sala de estar, con su Stang en forma de S en una mano y agua bendita
en la otra. Al parecer, los demonios Croucher se habían instalado en la
vivienda, y Kynan tenía la intención de hacerse cargo de ellos antes de
que la rica familia que vivía allí se diera cuenta de lo que estaba pasando.
Y antes de que alguien saliera lesionado.

El Aegis al rescate.
Vaya panda de idiotas, y tú el más santo de los hipócritas. A Lore
nunca le habían gustado los Guardianes, pero el disgusto se había
convertido en franco odio hacía dos décadas, cuando uno de sus contratos
había sido un Guardián que había cabreado al demonio equivocado. El
Guardián había sido tan bueno en su trabajo que estuvo cerca de dejar a
Lore fuera de combate.

El que casi consiguiera golpearlo no era lo que había molestado a


Lore, se lo había merecido por bajar la guardia. Lo que había conseguido
hartar a Lore era el hecho de que el Guardián había utilizado métodos
bastante oscuros para coger y matar demonios, incluyendo mantener
jaulas llenas de demonios bebés a los que torturaba hasta que algún
demonio adulto los venía a salvar.

Lore no sentía una gran simpatía por los demonios, pero había
algunas cosas que simplemente no hacía. Er... sí. El interruptor del Lore
hipócrita había hecho clic, debido a las muchas cosas que había tenido
que hacer durante sus años de infierno como un asesino. Le echó un
vistazo a Kynan, y estaba bien, Lore no tenía reparos en matar a ese tipo.
Habían sido enemigos desde que se habían reconocido entre sí como
competencia por la misma mujer. Desde aquel entonces, Lore esperaba
una oportunidad para arrancarle la cabeza al tipo, por eso el hecho de
que Lore hubiera traído a Kynan de vuelta a la vida después de que él
había sido desangrado era tan irónico. Por otra parte, había resucitado a
Kynan sólo porque no había podido soportar el inmenso dolor de Gem.

Esta vez, no lo tendría que ver.

La marca de esclavitud en su pecho pulsó, iniciando la cuenta


regresiva de su plazo, y no tenía sentido esperar. Lore se acercó al
interior, sus botas golpeando el mármol con vetas rojas y negras, para
anunciar su presencia, sin sutileza alguna. Lore nunca había sido sutil.

Al instante, Kynan se dio la vuelta. —¿Qué diablos estás haciendo


aquí?— Su voz era un nudo de sospecha, y sí, no había amor entre ellos.

Lore no se quitó el guante, sería demasiado obvio. Había encendido


el poder mortal de su don a través del cuero. —Quiero una tregua.

Kynan resopló. —Yo no había oído que el infierno se congelara.

Que tipo más gracioso. Lore casi lamentó tener que matarlo. Casi. —
Cierto. Me imagino que cuanto más me relacione con mis hermanos, más
tendremos que vernos tú y yo, y estoy pensando que las peleas en las
comidas campestres familiares serían mal vistas.

—Es evidente que tú no sabes nada de tus hermanos—, dijo con


ironía Kynan, y Lore experimentó una extraña sensación... como si tal vez
bajo las circunstancias adecuadas, podría llegar a gustarle aquel humano.

Sin piedad, empujó a un lado sus sentimientos de mariquita y


emprendió su juego . Ahora mismo la vida de su hermana estaba en
juego. —Bueno, esa es la idea de frecuentarlos—. No es que eso fuera a
suceder. Le había hecho una promesa a Sin, y esta vez, no le iba a fallar.
—Entonces, ¿qué dices?

El escepticismo ensombreció los ojos azules de Kynan, y las palmas


de Lore se humedecieron por el sudor. —No te di las gracias por salvarme
la vida.

—No hace falta—. En realidad, algo de agradecimiento estaría bien,


teniendo en cuenta la cantidad de dolor que Deth le había causado a Lore
por usar su poder de resurrección.
—Y una mierda—. Kynan metió su Stang en el arnés de armas que
le cruzaba el pecho, el sonido del metal deslizándose en su cubierta de
cuero resonó en el espacio cavernoso. —De ninguna manera, soy yo el
que estará en deuda contigo para la eternidad. Voy a darte las gracias, y
de alguna manera, estaremos parejos.

Lo estarían cuando Kynan fuese el invitado de honor en su propio


velorio. Y espera... ¿la eternidad? ¿Qué diablos quería decir con la
eternidad? Lore observó la cadena de oro colgando alrededor del cuello
de Kynan, la que se suponía debía tomar después de matarlo. Wraith le
había dado el amuleto de cristal... ¿lo hizo para otorgarle protección
mágica o longevidad?

Bueno, sólo había una manera de averiguarlo. —Muy bien. Acepto tu


agradecimiento. ¿Tregua? —Lore le tendió la mano, dejó que el poder de
su don crepitara desde su brazo en la parte superior del símbolo en el
hueco de su cuello hasta la punta de sus dedos. Si se quitara la chaqueta,
sabía que cada símbolo estaría brillando como una marca.

Durante un largo tiempo, Kynan se quedó allí quieto. Tómala, tómala...


Lore hizo un gesto con los dedos, esperando que el hombre se acercara.
Finalmente, Kynan asintió con la cabeza.

Y le tendió la mano. —Tregua.

***

Idess se materializo dentro de la casa —una costosa, a juzgar por la


decoración. Al instante, una picazón intensa llameó entre sus omoplatos
a lo largo de las marcas individuales en donde sus alas algún día brotarían.
Eran como dos sensores demonio, y en este momento, gritaban
advertencias.

En el centro de una sala ricamente decorada y acogedora, Kynan se


enfrentaba con un hombre enorme vestido de cuero negro. El hombre
debía ser un demonio, y de alguna manera era el origen de las vibraciones
de peligro que zumbaban a través de ella como si estuviera agarrando un
cable eléctrico. Pero ¿cómo podía ser una amenaza para Kynan? El
hombre no era un ángel caído, ella detectaría eso.

Sin embargo, el heraldi de Kynan se chamuscaba en su brazo, por lo


que la imposibilidad de la situación no importaba. Ella se destelló entre
los dos hombres, utilizando el elemento sorpresa y su fuerza superior para
golpear al desconocido con las palmas de sus manos en el pecho,
lanzándolo al otro lado de la habitación.

—¿Qué demo…? —él golpeó la pared con un sonoro crack, el impacto


fue tan fuerte que yeso y polvo descendieron alrededor de él. Sacudió la
cabeza, lanzando partículas blancas de su pelo corto, casi negro.

Idess había convocado una guadaña, el arma era la firma de un


Memitim y muy útil para separar la cabeza de un cuerpo. Odiaba matar,
—como la hija de un ángel, ella era protectora de la vida, por naturaleza—
pero haría cualquier cosa para garantizar la seguridad de su Primori.
Cualquier cosa, gracias a los genes más violentos heredados de su padre.

Ella balanceó el arma en un arco agraciado —Kynan la golpeó por


detrás, y su objetivo falló cuando él la tiró de golpe al suelo.

—¡Idiota!— ella escupió. Kynan claramente no se dio cuenta de que


ella estaba allí para protegerlo, y él había acudido en ayuda del hombre
que estaba allí para matarlo. Ella rodó, vio el destello de una stang,
mientras caía, sintió el susurro del metal cuando le rozó el hombro.

Entonces el demonio estaba allí, el puño enguantado se cernió sobre


ella tan rápido que apenas tuvo tiempo de alejarse. Bloqueando su
próximo golpe, saltó sobre sus pies y barrió su pierna hacia afuera,
golpeándolo en la espinilla, y aunque él gruñó, no cayó al suelo.

Kynan le atacó por su costado, consiguiendo lo que, en un ser


humano, hubiera sido una rotura de la rodilla, y maldición, ella no tendría
que estar luchando con estos chicos. Girando, ella clavó un golpe en la
mandíbula de Kynan que lo hizo tambalear. El impacto brilló en sus ojos
antes de que ladeara la cabeza y se desplomara al suelo.
Girándose, se enfrentó al macho restante. Él tiró un golpe hacia ella.
Ella lo bloqueó. Lanzándole un golpe con la guadaña. Lo sorprendió e
impulso hacia atrás, pero sólo por un momento. Era grande, pero se
movía como una pantera, bailaba suavemente sobre sus pies, cada golpe
controlado y más que a menudo aterrizaban en su cuerpo.

Sorprendida por su habilidad, perdió impulso, y en una serie de


jugadas impresionantes, él hizo que su columna chocara contra la pared
colocándose íntimamente sobre ella, el antebrazo en su garganta y su
cuerpo de seis pies la aprisionaba. Sus dedos le rodearon la muñeca y la
sostuvieron en la cadera, bloqueando su arma. Por el momento.

—¿Quién carajo eres tú?— los ojos de ébano del macho, enmarcados
por largas y exuberantes pestañas, por las que cualquier mujer mataría,
brillaban con reflejos de oro y un poco ira.

—Viendo que eres un asesino, yo diría que no tienes derecho a estar


indignado.

—Viendo como yo podría matarte si pusiera un poquito más de


presión en tu laringe, yo diría que hacerte la lista es bastante estúpido—
. Se apoyó en ella un poco más, por lo que quedaron pecho contra pecho
y sus labios rozaban la mejilla. —Pero estás buena, y si follas como luchas
creo que podría perdonar tu falta de cerebro.

Este cretino estaba, —¿Cuál era el dicho popular en esta década?—


¿Frito? Sí, este cretino estaba frito. —Voy a disfrutar matándote.

Él apretó con más fuerza en su muñeca. —¿Quién te envió?

—Dios—. Ella se sacudió hasta sus rodillas. Él se movió y lo golpeó


sólo de refilón en su ingle. Sin embargo, él inhaló. Bien.

—Niña mala—, gruñó, llevándola al suelo con un gancho en la parte


posterior de su pierna y empujando firmemente su cuello.

La dejó caer, cayendo encima de ella. Con un pensamiento rápido y


un movimiento de su mano, la guadaña se transformó en una daga. Ella
empujó hacia afuera, golpeándolo en el hombro. Él silbó y se echó a un
lado al sentir la hoja cortar a través de su chaqueta de cuero y de su
carne.
Un punto para la niña mala. Ella rodó fuera de debajo de él,
apuñalándolo en el muslo. El olor metálico de la sangre llenó sus fosas
nasales, un aroma tentador para la parte en ella que debía alimentarse
una vez al mes, pero lo más importante, es que le dijo que este hombre
era de ascendencia tanto humana como demonio.

La especie de demonio le era desconocida, pero dado lo guapo que


era, supuso que era de la raza incubus.

Embistiéndolo, ella lo cortó otra vez, pero en un rápido movimiento


gatuno, él se aplanó sobre la tierra. Se había salvado de un corte
repugnante, pero su posición le dio la oportunidad a ella de saltar a sus
pies y golpearlo con el pie en su caja torácica. El hueso cedió bajo su bota,
y él gruñó mientras le agarraba el tobillo con ambas manos.

—¿Qué pasa con las mujeres que están tratando de matarme


últimamente?

—Dice mucho de ti, ¿no te parece?— Sintiendo una punzada de pesar


por tener que destruir un ejemplar masculino tan guapo, empujó el puñal
hacia abajo.

Una sensación de aprensión erizó su piel una fracción de segundo


antes de que el clic de un tiro de ballesta atravesara el aire. Idess se
derrumbada por la fuerza de lo que sentía como una perforación de bala
en la espalda. La sangre explotó en una nube de rocío fino desde su pecho,
y el vapor silbó por el orificio justo debajo de su esternón, donde había
atravesado el perno.

La agonía del dolor atravesaba su cuerpo, un dolor desgarrador y


único en su intensidad. Probó la bilis. La sangre. ¿Qué pudo haber hecho
esto? Sin aliento, Idess miró en torno a la mujer que llevaba la ballesta.
Vestida de cuero de color rojo sangre que hacía juego con sus cabellos
color merlot, se puso de pie en forma protectora sobre Kynan. Otro
Guardián.

La comprensión y el horror cortaron a través de la niebla del dolor.


El perno se había cubierto de qeres, un perfume egipcio antiguo, de la
momificación usado por El Aegis para luchar contra los ángeles caídos. No
los mataría, pero el veneno podía paralizar e incapacitar durante años.
Podría, sin embargo, matar a un Memitim que aún no había
atravesado la Ascensión.

El demonio macho se apartó de Idess y se arrastró hacia Kynan.

Los músculos de Idess se volvieron de goma, pero impulsada por la


necesidad desesperada de mantener al demonio lejos de Kynan, ella
reunió lo último de sus fuerzas y tiró al demonio por los pies. Ella destelló
al lugar más remoto que se le ocurrió, un bosque profundo en Ucrania.
Muchos demonios morían con el frío. Ella esperaba que él fuera uno de
ellos.

A medida que se materializaba en la nieve, se hizo evidente que él


no era uno de ellos, y si estaba sorprendido por su repentina aventura en
la nieve, no lo demostró. Pero entonces, su visión había comenzado a
desdibujarse, y hasta el paisaje blanco prístino tomó un fondo difuso y
gris. Sus dedos de entumecieron y la daga desapareció de sus manos, así
como su capacidad para mantener conjurada el arma. Un temblor de
miedo recorrió su alma. Eso fue todo. El final. Había sobrevivido a la caída
de Roma. La Inquisición. La Segunda Guerra Mundial. Y una pequeña
asesina que jugaba para el mismo lado, el Equipo de los Buenos y Santos,
acababa de matarla.

La oscuridad se arremolinaba en su visión, superando sus sentidos,


y ella cayó. Una voz sonó en sus oídos, apagada y lejana, y entonces ella
sintió que la levantaban, pero de alguna manera puso en duda que los
brazos alrededor de ella fueran los de un salvador.
Capítulo Tres
Traducido por Strella y Kitty
Corregido por Kitty y Mir

¿Qué… mierda?

Lore se quedó como drogado, arrodillado en la nieve en medio de un


bosque olvidado por Dios, acunando a su posible asesina contra su pecho
y preguntándose cómo había ido al infierno tan rápido. Había estado a un
paso completar su misión, y ahora estaba en medio de la nada,
confundido, y con muchísimo dolor.

La agonía gritaba a través de su tórax con cada respiración. Sus


condenadas costillas estaban rotas. Un gemido ronco le recordó que la
mujer en sus brazos estaba mucho peor. Cualquiera sea la cosa que Tayla
le había disparado, la había herido gravemente. Obviamente, su cuñada
Guardiana había creído que la mujer era una amenaza para Kynan, en
lugar de Lore.

Todavía no estaba seguro de por qué sostenía a la pequeña


alborotadora en lugar de matarla. La perra era contestadora, había
tratado de matarlo, y su culo pesado era el infierno para sus costillas.

Aunque para ser justos, no era tan pesada. Sólo… alta. Y curvilínea.
Y sólidamente atlética. Infiernos, parecía que había entrenado con
bastante peso.

Aunque contestadora… maldita sea, tenía una linda boca. Amplia, con
labios carnosos creados para hacer rogar a un hombre. Sus rasgos eran
perfectos, finamente labrados, delicados y femeninos de una manera que
estaba totalmente fuera de sincronía con el peligroso poder que ejercía.
Y olía como si hubiera bañado en azúcar con canela. Exótica. Sexy.
Comestible.
Pero ¿qué diablos era ella, por qué estaba detrás de él, y por qué
carajo él de repente anhelaba galletas en una cama?

La necesidad de obtener las respuestas a sus preguntas le hicieron


tantear el terreno para el próximo Harrowgate. Sus sentidos demonios
encontraron uno cercano, lo que era bueno, porque cargarla iba a doler.
Por mucho que odiaba hacerlo, tendría que llevarla al UG para que sus
hermanos pudieran sanarla para estar lo suficientemente bien como para
ser interrogada. Si alguien había puesto precio a su cabeza, él necesitaba
saberlo.

¿Quién te envió?

Dios.

Sí, claro. ¿Cuántos maestros asesinos conocía que decían ser


enviados por Dios? Esta chica podría estar trabajando para cualquiera de
una docena de pendejos.

Se abrió paso entre los árboles, dejando un rastro de sangre, tanto


de él cómo de ella, en la nieve mientras cojeaba hacia el portal. Dos veces
tuvo que detenerse para recoger su cola de caballo hasta la cintura para
no pisarla. Por lo menos estaba bien atada, el grueso lazo marrón fijaba
cada una de las seis pulgadas o más con elaboradas bandas de oro y
piedras preciosas. El efecto, combinado con su suave piel de porcelana y
ojos almendrados color miel, la convertían en una de las mujeres más
sorprendentemente bellas que había visto nunca.

Pero bueno, si alguien iba a tratar de matarlo, él prefería que fuese


una caliente chica sedienta de sangre, a un tío feo. La levantó para evitar
chocarla con la rama de un árbol, y sí, definitivamente mejor que su
potencial asesino fuera una mujer ligera como una pluma.

El Harrowgate se alzaba por delante, una cortina vertical,


resplandeciente de luz, visible sólo para los demonios. Dios, odiaba esas
cosas. Cada vez que daba un paso en uno, sentía como si su humanidad
se estuviera drenando. Siempre era un poco más salvaje, un poco más
en el borde cuando salía en el otro lado, y se preguntaba cuándo llegaría
el día en que arribara a su destino siendo nada más que un monstruo.
Él esperaba que no fuera hoy.

Cojeó dentro del Harrowgate y fue tragado inmediatamente por una


oscuridad casi completa mientras la puerta se cerraba. Paredes de
obsidiana grabadas con mapas crudos que representaban, la Tierra y el
Sheoul que lo rodeaban por todas partes, las delgadas líneas que
componían los mapas, brillaban intensamente como en la paleta de un
pintor llena de colores.

En sus brazos, la mujer se dobló, la fuerza de su ataque lo golpeó


con fuerza contra la pared. El dolor atravesó la parte superior de su cuerpo
y el brazo se le aflojó, y joder, su hombro izquierdo había cambiado de
posición. Aspirando el aire entre los dientes, bajó suavemente a la mujer
al suelo y utilizó su mano buena para teclear el mapa, América del Norte,
Estados Unidos, el estado de Nueva York, Nueva York, hasta que encontró
el emblema médico para llevarlo al Hospital General del Inframundo, que
existía debajo de las calles de la Gran Manzana, justo bajo las incautas
narices humanas.

La puerta se abrió en una sala de emergencia iluminada por bombillas


de color rojo enjauladas en filas en el techo. Un temblor de inquietud se
disparó a través de él, lo que no fue una sorpresa, dado que la última vez
que estuvo aquí, había venido a matar a sus hermanos.

Hablando de incómodo.

Galletita seguía inmóvil sobre el piso de la Harrowgate, y se iba a


quedar allí a menos que actuara junto con Lore. Acunó su brazo inútil y
se apoyó a una de las columnas de piedra de la entrada del Harrowgate.
Mierda. Esto iba a doler como una madre.

Preparándose, golpeó el hombro contra el pilar. El dolor bombardeó


su brazo, mientras se metía de nuevo en la articulación. Una ola de
náuseas lo invadió, pero él recogió a la mujer y se fue cojeando hacia la
mesa de selección.

La enfermera dotando la estación, un demonio humanoide Bedim, de


piel oscura, levantó la vista de una pila de papeles. Una especie
extremadamente sensual cuyas mujeres se mantenían por lo general en
un harén, las Bedim rara vez se aventuraban al mundo exterior de los
palacios Sheoulin donde vivían. Lore, la hubiera apreciado su declaración
de independencia, si no hubiera estado sangrando hasta la muerte.

—Ambos están heridos—, dijo ella.

—¿Lo crees?

Ella lo señaló con su pluma. —Con esa actitud lo único que obtendrá
serán un par de patadas en el culo, señor.

¡Jesús! Los Bedim eran por lo general un pueblo pacífico, amistoso,


pero dale a los demonios algo de poder, y se convierten en… bueno,
demonios. —Lo que sea. Simplemente consíguenos ayuda.

La Bedim olfateó con altivez, pero ya el personal médico los rodeaba.


Un hombre con bata de médico hizo un gesto para que Lore lo siguiera.
Lore lo hizo, a una sala de trauma, donde puso a Galletita sobre la mesa
de examen. Una enfermera Trillah puso sus dedos en la muñeca de la
mujer.

—¿Qué estás haciendo?— El Hombre en Uniforme le gritó a la Trillah,


sorprendiendo a Lore. —¡El ABC, idiota! Vías aéreas, respiración,
circulación… en ese orden. ¿Cuánto tiempo llevas siendo enfermera?

Gruñendo, con las patillas crispándose, la enfermera murmuró


algunas maldiciones, y Lore juró que Hombre en Uniforme se iba a lanzar
contra ella sobre la mesa de examen.

—Oye—, espetó Lore. —¿Es este un hospital o no?

El Hombre en Uniforme y la Trillah pronunciaron varias obscenidades


más, pero al menos volvieron a la crisis actual.

—¿Qué pasó?— El Hombre en Uniforme tenía un lunar en forma de


estrella detrás de la oreja, lo que significaba que era una especie de
cambiaformas. Cortó la camisa de Galletita por el centro con las tijeras y
separó la tela de su piel.

—Le dispararon con una ballesta—. Ohh, sujetador negro. —No sé


qué tipo de bala.

—¿Qué especie es?


Satén, no, encaje. —No tengo ni idea—. Y con cierre delantero.
Agradable.

Eidolon, vestido con una bata verde y bota negras, entró a la


habitación con la autoridad de un rey entrando en su castillo. —Ella es un
ángel caído.

De una sola vez, con un movimiento tan coordinado que parecía


ensayado y casi cómico, todo el mundo se apartó de ella, con las manos
en alto.

Lore se volvió a Eidolon. —¿Cómo lo sabes?

—Tayla llamó. ¿Es ésta la mujer que te hirió a ti y a Kynan?

—La misma galleta.

Eidolon bajó la voz para que nadie, sólo Lore pudiera oír. —Ky sólo
pueden ser herido por ángeles, y sólo los caídos querrían hacerle daño.

¿Qué? Sería mejor que Eidolon estuviera equivocado en eso, o el


trabajo de Lore acaba de tomar un giro por la carretera de la Real Mierda,
y no había salida en ese camino del infierno. — ¿Estás seguro?

—Hay una manera de confirmarlo.

Eidolon fue al lado de la mujer y le tocó el brazo. Su dermoire se


encendió y ella gimió. — ¿Mujer? ¿Cuál es tu nombre?

Ella gimió de nuevo, y Eidolon se inclinó más cerca. Ella le susurró


algo, y Eidolon asintió con la cabeza mientras se enderezaba en toda su
estatura. La concentración puso líneas en su frente mientras canaliza la
energía en ella a través de su mano. El don Seminus de Eidolon le permitía
sondear el interior de un cuerpo por lesiones y curar las heridas, pero
cuando su boca se apretó en una barra sombría, Lore supo que las noticias
no eran buenas.

— ¿Que es lo que está mal con ella?

—Ha sido envenenada. Su columna se ha roto y tiene lesiones


internas masivas—. Eidolon gritó unas órdenes al personal de la sala y
cuando nadie se movió, Eidolón gritó: — ¡Ahora! Es seguro tocarla. Nunca
tuvieron problemas con Reaver.

Reaver… correcto. El ángel caído que había ayudado en la gran


batalla el mes pasado. Excepto que al parecer, ya no era un caído. No
obstante, ¿qué tenía que ver esto con Kynan?

Con cuidado el equipo médico giró a la chica ángel sobre su abdomen.


Las yemas de los dedos de Eidolon rozaron entre dos líneas verticales tipo
cicatrices ubicadas entre sus omoplatos.

—Definitivamente ángel—. Miró a Lore. —Estás son las anclas de las


alas—. Continuó rozando sus dedos por la espalda sondeando la herida
de entrada. Ante los ojos de Lore, la carne y los huesos comenzaron a
repararse. —Llamen a la Doctora Shakvhan. Tenemos que darle en un
baño de sanación.

Un baño de sanación sonaba muy bien para Lore, lo que con la forma
en que su intestino estaba haciendo gimnasia y la habitación daba
vueltas. —Eh, uh… ¿podría conseguir un poco de ayuda aquí? Snicker-
doodle2 no es la única sangrado a muerte.

Eidolon tomó a Lore por el brazo y lo guió a la habitación contigua a


la de la mujer. — ¿Qué pasó?

—Me Apuñalaron. Mi brazo y mi pierna—. Lore se sacó la chaqueta.


—Estoy seguro que tengo algunas costillas rotas, también.

—Dios, eres tan malo como Wraith—. Eidolon hizo un gesto con la
barbilla hacia la cama mientras se lavaba las manos en el fregadero. —
Siéntate. Y sácate la ropa si puedes.

Mientras que Eidolon se preparaba y se ponía guantes, Lore se


desnudaba, haciendo una mueca ante el tirón de los músculos contra sus
costillas y alrededor de sus heridas. Eidolon arqueó una ceja hacía el

2
Snicker-doodle: tipo de galletita: http://thebakingpan.com/recipes/cookies/Images/Snickerdoodle-
Cookies.jpg
montón de armas que Lore había colocado al lado de su ropa, pero no dijo
nada.

Desnudo, salvo por sus breves bóxers, Lore se acostó en la cama y


mató el tiempo estudiando una grieta que serpenteaba a lo largo de varios
pies de una pared gris, que dividía los símbolos de protección y las letras
escritas con sangre. —Pensé que los chicos habían reparado el lugar,
después de toda esa mierda el mes pasado.

—Lo hicimos—, dijo Eidolon, mientras tomaba una toalla. —Pero


todavía estamos teniendo algunos problemas. Tengo contratistas
investigando. La integridad del edificio podría estar en peligro.

Lore dirigió sus ojos al techo. —¿Así que estás diciendo que el edificio
podría caerse encima de nosotros?

—¿De verdad crees que mantendría el hospital funcionando si no


fuera seguro?— Eidolon envolvió la toalla alrededor del brazo derecho de
Lore, cubriendo el tatuaje que, con la excepción de la falta de un símbolo
personal, era casi idéntico al de sus hermanos. Habían descubierto que el
toque mortal de Lore que no afectaba a Eidolon, Shade, o Wraith, pero al
resto del personal que estuviera expuesto, sí. Y puesto que la exposición
sería accidental, el hechizo de Haven, que impedía la violencia y las
lesiones intencionales dentro del hospital, no ofrecería ninguna
protección.

—No lo sé—, dijo Lore, que le valió una mirada sucia. Delicada. —
Entonces, ¿no son los ángeles, incluso los caídos, una especie de
inmortales?

—Sí.

—¿Por qué te molestaste en curarla entonces? Ella se sanará por sí


misma.

—Quiero respuestas, y no quiero esperar. El arma utilizada por Tayla


podría poner a un ángel de culo durante años.

Lore frunció el ceño. —¿Por qué Tayla está en posesión de algo que
puede acabar con un ángel caído?
—Porque es uno de los guardaespaldas de Kynan.

¿Guardaespaldas? ¡Qué maricón! —Y Kynan necesita protección ¿por


qué?

—Debido a que El Aegis es un grupo de reinas del drama paranoicas—


. Eidolon abrió un paquete de gasa. —Salvo en este caso, parece que su
paranoia se justifica.

—¿Por qué los ángeles caídos son una amenaza para él?— Cuando
Eidolon no dijo nada, Lore maldijo. —¿Puedes decirme al menos por qué
sólo ángeles pueden hacerle daño?

—Y los ángeles caídos— dijo Eidolon, que no era la respuesta a su


pregunta, pero Lore tenía la sensación de que era todo lo que iba a
obtener de su hermano. Eidolon deslizó una bandeja que contenía
diversos instrumentos médicos al lado de la cama. —Entonces, ¿qué
hacías con Kynan, de todos modos?

—Sólo intento hacer las paces.

Eidolon dejó escapar un resoplido dudoso, y en el interior, Lore se


tensó. Necesitaba que su hermano creyera que era inocente.

—Lo digo en serio.

—Así que tú estás diciendo que esto no tiene nada que ver con Gem—
. Eidolon pellizcó la carne de Lore cerca de su hombro. —No te muevas.
Esto va a doler.

Aliviado de que las sospechas de Eidolon estuvieran fuera de lugar,


Lore se relajó. —Sí, estoy diciendo… ¡ay! ¡Carajo!

—Te lo advertí.

—Eres un idiota.

—¿Quieres que te cure, o no?

—¿Eres tan grosero con todos sus pacientes? ¿O simplemente con


tus hermanos perdidos?

Eidolon se aclaró la garganta. —¿Quién llamó a quien idiota?


Si el zapato te queda… —Lo que sea. ¿Necesito cirugía?

—Nop. Los cortes son superficiales, nada que no se pueda arreglar


aquí—. Tomó un instrumento de aspecto maligno de la bandeja. —Un
pequeño pinchazo…

Lore casi salió disparado de la condenada mesa. Pequeño pinchazo


mi culo. —¿Por qué no acabas de curarme con tu don?

—Usé una gran cantidad de energía en el ángel caído. Tuve un día


ocupado y ya estaba casi acabado antes de trabajar en ella. No quiero
perder mucho de la energía que me queda en tus lesiones si no hay riesgo
para tu vida. No te muevas.

Lore rechinó los dientes y Eidolon se puso a trabajar, arreglando su


carne con una combinación de herramientas manuales y, cerca del final,
utilizó un poco de su don, un proceso que quemaba y que era casi tan
doloroso como las lesiones iniciales. Cuando terminó, Lore tuvo que
admitir, a regañadientes, que el hombre había hecho un buen trabajo, y
su eficiencia y profesionalismo había sido francamente sorprendente.

Él era todavía un idiota.

—Gracias—, murmuró Lore, y Eidolon asintió brevemente antes de


llamar a una enfermera para limpiar a Lore.

El enfermero llegó pesadamente, y no sólo se destacaba que sería


varón. Y Slogthu, lo que significaba peludo y condenamente feo.

Lore esperó a que el enfermero hubiera terminado limpiarle la sangre


y se fuera para hacer un sondeo. Cuando él y Eidolon estuvieron solos,
Lore preguntó en forma casual. —Así que… ¿cómo está Kynan?— Con un
poco de suerte, muerto.

Un gruñido bajo retumbó desde el pecho de Eidolon. —No lo sé.


Shade y Tay lo traían, deberían estar aquí en cualquier momento. ¿Qué
pasó con Idess?

—¿Idess? ¿Ese es el nombre del ángel?— Lindo. Idess. Id-dess.


Idess, Idess, Idess. Le gustaba la forma en que rodaba en su lengua. —
Idess.
Eidolon miró a Lore como si estuviera loco. —Ah, sí. Idess. ¿Qué
pasó?

—Ella salió de la nada y nos atacó.

Eidolon frunció el ceño. —¿Por qué ella desapareció de la mansión


contigo? ¿A dónde te llevó?

El aroma a canela y azúcar volvió a Lore, poniendo un autostop en


su memoria acerca de Idess, su cuerpo ceñido con pantalones de montar
y una camiseta sin mangas a juego, verde oliva y rosa que había revelado
una gran extensión de vientre tonificado, plano.

—Me llevó a un bosque en el culo del mundo, y no tengo idea de por


qué lo hizo—, dijo Lore, ahora más confundido que nunca. Había
descubierto que estaba tras él, pero si lo que E había dicho acerca de que
los ángeles eran las únicas criaturas que podría perjudicar a Kynan era
cierto, entonces tal vez Lore no era más que un daño colateral. —Pensé
que era el objetivo. Ella dijo que me iba a matar. Es por eso que la traje
aquí en lugar de terminar con ella. Necesito saber si algún maldito puso
precio a mi cabeza—. Eidolon se echó a reír, lo que era bastante
malditamente grosero. —¿Qué es tan jodidamente divertido?

—Eres un asesino, ¿pero estás indignado por el hecho de que alguien


podría estar tratando de asesinarte?

—Los dobles estándares tienen mala reputación—. Un frío extraño


susurró a través de la piel de Lore, pero Eidolon no pareció darse cuenta
mientras buscaba en un cajón. —Mira, ¿por qué no me das el cotilleo
sobre Kynan? Si sé lo que me estás ocultando, podría ser capaz de
reconstruir lo que pasa con esta chica Idess.

Eidolon le arrojó a un uniforme. —No es que quiera ocultarte nada,


pero es la historia de Kynan para que te la cuente. No mía.

Hombre, Lore odiaba a los demonios con ética. Él tiró de los


pantalones oh-tan-varoniles-verde menta, mientras su hermano tiraba
las herramientas ensangrentadas en un cesto para desechos biológicos.
Estaba poniéndose la camisa por la cabeza cuando ese zumbido extraño
de desasosiego que había conseguido cuando llegó por primera vez le
inundó de nuevo.

—¿Sientes eso, E? Es como si estuviera siendo observado—. O


cazado.

Eidolon miró alrededor. —¿Cómo papel de lija sobre las


terminaciones nerviosas?

Lore no pudo haberlo dicho mejor. Encogiéndose de hombros en su


chaqueta, él asintió con la cabeza.

—Todos lo sienten. Shade, Wraith, el personal. Todos hemos estado


al límite.

Lo que explicaba la insolente enfermera de la recepción y la gente


irritada que examinó a Idess cuando Lore la trajo por primera vez.
Entonces, podría haber sido el hecho de que eran demonios.

Las elevadas voces de afuera de la sala llamaron la atención de Lore,


quien miró hacia la puerta, donde estaba Tayla, con sus ojos verdes en
llamas. —¿Dónde está esa perra?

—Recuperándose—, dijo Eidolon, y cuando Tayla abrió la boca, él


levantó una mano. —Sé lo que vas a decir, pero tenía que curarla para
que pudiéramos saber lo que está tramando—. Echó un vistazo a Lore. —
Y detrás de quién está ella en realidad. ¿Dónde está Ky?

Shade rozó a Tayla. —En la sala 3 de examen. Perdió el conocimiento


durante unos minutos, pero hice un sondeo rápido dentro de su cabeza y
aparte de una conmoción leve, está bien. Sin embargo es posible que
desees darle una afinación con una sesión de curación—. Se dio la vuelta
hacia Lore. —¿Qué demonios estabas haciendo ahí?

Okaaay. Lore no esperaba un abrazo o algo así, pero la última vez


que había visto a Shade, el hombre había sido al menos más hablador.
Más o menos.

—Hola a ti también, hermano.

—Responde la pregunta.
Ya en el borde de la onda malévola y todo lo que había pasado hoy,
Lore empujó sus pies, a través de la mierda de Shade. —No es un puto
asunto tuyo.

Las sombras se retorcieron en los ojos de Shade. —Te dije que te


mantengas alejado de Gem.

Como si Lore necesitara el recordatorio. La advertencia había sido lo


último que Shade le había dicho cuando abandonó el hospital hacía tres
semanas. No te conviertas en un extraño. Oh, y mantente lejos de Gem.

—La última vez que chequeé—, Lore se tensó, —no eras mi jefe.

Shade apretó los puños y dio un paso amenazador, y maldita sea, si


el muchacho quería echársele encima, Lore estaba más que listo. La
extraña sensación venenosa se enredó con su temperamento, y s
encontró con Shade cara a cara. El primer lanzamiento fue suyo. La
violencia entre los hermanos Seminus no estaba cubierta por el hechizo
del Haven.

Eidolon se interpuso entre ellos, y Tayla lo flanqueaba. Era una


lástima. —Shade…— La advertencia en la voz de Eidolon fue suave pero
inconfundible. —Para. No se trata de Gem.

—¿En serio crees eso?— Shade exigió.

—Lo que yo crea no importa, pero sí, lo creo. Lore luchó contra el
ángel, lo que pudo haber salvado la vida de Kynan. Así que déjalo.

Hubo un silencio largo y tenso, durante el cual una pequeña punzada


de culpa pinchó la conciencia de Lore. Lore se aclaró la garganta, más
para hacer ruido en su mente que para poner fin al silencio. —Ah, bueno,
alguien puede decirme por fin ¿qué pasa con Kynan y el tema del ángel?

—No es un puto asunto tuyo—, dijo Shade, escupiendo las palabras


hacia Lore.

Lore disparó a Eidolon una mirada. —Si te preguntas por qué no he


contestado ninguno de tus textos, ahí está la respuesta. Todos ustedes
han sido tan agradables—. Por supuesto, el hecho de que él había tratado
de matarlos podía tener algo que ver con eso.
—Yo sólo quería hacer algunas pruebas, averiguar por qué tu don es
tan diferente—, dijo Eidolon.

—Yo creía que todo estaba jodido porque soy mitad humano, y los
Seminus y los humanos no se mezclan.

—Estoy seguro que es por eso, pero si puedo determinar


exactamente qué salió mal, yo podría ser capaz de arreglarlo.

El corazón de Lore dio un golpe emocionado. Su don le había hecho


la vida miserable y solitaria, y daría su huevo izquierdo por poder
deshacerse de la condenada cosa.

Pero una vida de decepción le había enseñado también a ser


escéptico, por lo que se derribó con una sonrisa amarga. —¿Y luego voy
a estar agradecido, nos vamos a unir y vamos a ser una gran familia feliz?

¿Tienes un montón de otras opciones, entonces?— dijo Eidolon


arrastrando las palabras.

—Me las arreglo muy bien por mi cuenta.

Eidolon arqueó una ceja al montón de ropa ensangrentada en el


suelo.—Obviamente.

Asno sarcástico. Por otra parte, Eidolon podría tener un ajustado


sentido del humor, pero al menos tenía uno. Por lo que Lore podía decir,
Shade apenas sabía lo que era una sonrisa, y Wraith no había sido un
montón de risas, tampoco.

Nada de eso importaba, sin embargo, porque incluso si Lore no había


prometido a su hermana se quedaría lejos de ellos, ellos nunca lo
perdonarían por matar a Kynan.

Asumiendo que podría. El hecho de que Kynan tuviera


guardaespaldas cazadores de demonios cuidándolo era una complicación
que no necesitaba. Lore podía manejarlo, había derrotado Buffies3 antes.

3
Buffies: se refiere a la serie Buffy la Cazavampiros.
Pero una vez que pasara de ellos, tenía un problema mucho más grande
para hacer frente si sólo los ángeles podían liquidar a Kynan.

Sofocado bajo la aglomeración de tantas miradas hostiles, Lore se


dirigió hacia la puerta. —Me voy de aquí.

—¿Apurado por matar a alguien?— preguntó Shade.

La pregunta tocó un poco demasiado cerca, pero Lore rodó con ella,
feliz de aguijonear a Shade. —Sí.

Eidolon cruzó los brazos sobre su pecho amplio. —¿No vas a esperar
a que nuestro ángel herido despierte? No es como que el que tengas que
matar va a conseguir estar más vivo. Mátalo más tarde. Tal vez mientras
está esperando, consiga ser golpeado por un rayo o algo así. Ahorrarte
un poco de trabajo—. Sí, Eidolon era un comediante.

—Deja que se vaya—, dijo Shade. —Obviamente, tiene trabajo que


hacer.

La falsa amabilidad de Shade hizo Lore quisiera evitar decir algo por
despecho. —¿Qué es lo que piensan hacer con Idess?

—Tan pronto como ella despierte, vamos a obtener algunas


respuestas—. Eidolon niveló a Lore con una mirada fría, haciendo todo
aún más escalofriante por el hecho de que no había emoción en ella. —
De una forma u otra.

***

Lore se transportó a través del Harrowgate de UGH, lejos de sus


hermanos, y lejos de Kynan. Pero no se dirigía a su casa. Todavía no.

Lanzando una mirada encubierta por encima del hombro para


asegurarse de que sus curiosos hermanos no estaban viendo, se deslizó
más allá de la mesa de selección y por un pasillo, sabiendo exactamente
a dónde iba. Había interrogado al personal y memorizado los planos del
hospital cuando había planeado los golpes a Shade y Eidolon. Las salas
de recuperación, tres suites equipadas con varios tipos de baños, sillas y
camas aclimatadas, se encontraban en el extremo del ala, justo después
de la piscina de agua salada que era lo suficientemente grande como para
que una orca diera varias vueltas.

Encontró a Idess en el primer cuarto de la sala de recuperación.

Todo excepto su cabeza había sido sumergido en una tina de lo que


probablemente era una infusión de hierbas mágicas. Un olor picante y
medicinal impregnaba el aire y le dieron ganas de estornudar mientras
cerraba la puerta detrás de él y se acercaba a ella. El agua hervía en torno
Idess, y el vapor se arremolinaba sobre la superficie, pero nada de eso
podía ocultar el hecho de que estaba desnuda. Las sombras proyectadas
por la luz tenue acentuaban sus pechos llenos y caderas estrechas, pero
dejaba detalles tentadoramente a la imaginación.

Lore siempre había tenido una gran imaginación.

Alguien se había llevado los anillos de oro de su pelo, y ahora su


melena castaña se desplegaba a través de una almohada inflable y las
baldosas del suelo detrás de la cabeza, y tuvo la extraña necesidad de
tocarlo y ver si era tan suave como parecía.

En cambio, descendió hasta sus talones al borde de la piscina y


estudió su perfil, tan femenino y apacible, como si estuviera descansando
en un jacuzzi en vez de recuperarse de una lesión que habría matado a
cualquiera. Sus largas pestañas, lanzaban sombras grises a través de la
delicada piel de marfil bajo sus ojos y sus mejillas con un ligero toque
rosa, tal vez por el calor del agua, o un sueño sexy.

—¿Supongo que no puedes oírme?

Sus párpados revolotearon, pero no los abrió.

—¿Cuál es el problema?— preguntó en voz baja. —¿Estás detrás de


Kynan, o de mi?— Esta vez, los ojos se abrieron y se fijaron en él. No
había reconocimiento allí, ninguna señal de que ella ni siquiera sabía
dónde estaba.

—¿Rami?— Había esperanza y desesperación en su voz, los cuales


hacían vulnerable a una persona. Manipulable.
Él podría utilizar eso. —Sí—, dijo él, siguiendo con la idea de la
manipulación. —Soy Rami.

Sus labios exuberantes se curvaron en una sonrisa que le dio un


puñetazo en pleno estómago. Esa boca que cualquier hombre mataría por
probar… o que lo probara.

—¿Has venido por mí?

No pudo evitarlo, dejó que su mirada se deslizara a lo largo del


delgado cuerpo de ella. Jodidamente magnífica. —Sí—, dijo con voz
áspera. —He venido por ti—. Vendría contigo.4

—Bien—, suspiró ella— Llévame al cielo.

Su polla se sacudió, toda, Seguro, tomaremos esa oferta, y Lore tuvo


que admitir, que si las circunstancias fueran diferentes, lo que significaba,
que ella no hubiera tratado de matarlo, ya estaría haciendo eso. —En
primer lugar, ¿por qué no me dices cuál es tu misión?

Ella frunció el ceño. —¿Acaso fallé?

—¿Fallaste en asesinar a Kynan?

—¿Asesinar?— Ella se movió, y un mechón de pelo se deslizó en el


agua, extendiéndose como sangre sobre su pecho. —Proteger.

Ácido burbujeó en la garganta de Lore. ¿Ella era la protectora de


Kynan?

—Llévame, hermano—, dijo ella, y woha, eso enfrió su propulsión. —


Llévame al cielo para que pueda obtener mis alas.

Lore tropezó hacia atrás, recordando lo que ella le había dicho en la


mansión.

—¿Quién te envió?

4
Juego de palabras. Ella pregunta si la fue a buscar y él usa el mismo verbo para
pensar que se correría con ella, en referencia a un orgasmo.
—Dios.

¡Oh, Jesús!, ella estaba realmente hablando acerca del Cielo. El Cielo.
No era un ángel caído. Era un ángel.

No es que importara. Ella era una amenaza para él sólo por el hecho
de querer proteger a Kynan.

Aturdido, se quitó su guante. El hospital estaba a salvo, protegido


por el hechizo Haven, pero estaba dispuesto a arriesgarse a un dolor que
le partiera el cráneo si eso significaba salvar la vida de su hermana. Había
sufrido peores dolores, seguro.

Él alcanzó a Idess. Todo lo que él necesitaba hacer era rosar sus


nudillos sobre la mejilla de ella… la caricia de un amante que la enviaría
al Cielo, tal y como ella había pedido. Ella cerró los ojos, como si se
anticipara a su tacto, y su mano comenzó a temblar.

¿Qué demonios? Él era un asesino. Un asesino a sangre fría. Y ella


era peligrosa y no sólo se interponía entre él y su meta, si no que también
había tratado de matarlo.

Pero en este momento, no parecía peligrosa. Ella parecía dulce y


angelical. Frágil. Desamparada.

Lore podría ser un asesino, pero tenía normas, y él nunca, nunca


había tomado la salida cobarde. Él le dio a cada una de sus víctimas la
cortesía de un asesinato despierto, cara a cara. Asesinar a una mujer
mientras se recuperaba de las heridas era bajo, incluso para él.

La puerta se abrió. Lore se puso de pie para enfrentar a Wraith, que


estaba allí, el pelo rubio cayendo en torno a una grave línea de la
mandíbula y mostrando los colmillos en un gruñido silencioso. —¿Qué
estás haciendo?

—Sólo pensé en ver cómo está. ¿Por qué estás aquí?

La mirada de Wraith cayó a la mano expuesta de Lore, y cuando


volvió a mirar hacia arriba, un destello de conocimiento en sus ojos azules
le dijo a Lore que su hermano sabía exactamente que había estado a
punto de pasar. —Tu venganza tendrá que esperar.
Lore exhaló, en un vano intento para liberar algo de tensión. —¿Por
qué?

—Porque—, dijo Wraith, con su voz llena de ira —Voy a entrar en su


cabeza. Quiero saber quien quiere muerto a Kynan. Y entonces voy a
hacerles desear nunca haber nacido.
Capítulo Cuatro
Traducido por Mir
Corregido por Kitty

―Necesito tu ayuda. Por favor, Idess―. Agarrando su antebrazo,


Rami se dobló al borde del río Nilo. Idess se arrodilló a su lado.

― ¿Qué está mal?― Pero incluso mientras hablaba, ella lo sabía. Dos
de sus cuatro Heraldi brillaban con ira. ¿Dos? Eso era más que raro
―hasta el punto de que ella nunca había oído hablar de que esto
ocurriera. Cuando un solo Primori estaba en problemas, el dolor era
insoportable. Ella no podía imaginar dos en peligro, al mismo tiempo. ―
¿Qué puedo hacer?

―Ayuda... al Vikingo.

―Por supuesto―. Ella pasó su dedo como pluma sobre un Heraldi en


el brazo de Rami, y al instante, fue transportada a una especie de batalla.

El hedor a muerte era tan espeso como la niebla a su alrededor. La


tierra estaba empapada de sangre, sembrada con partes de cuerpos y
vísceras. Las víctimas... oh, dulce Señor, las víctimas... mujeres. Niños.
Esto no era una batalla. Era una masacre. Y en el centro de todo, haciendo
trizas con un hacha a un hombre moribundo, estaba el Primori de Rami,
un Vikingo cuya aura del mal se envolvía alrededor de él como una
mortaja, casi apagando el resplandor azul que delataba su condición de
Primori. Aunque los seres humanos podían ser tan malos como cualquier
criatura del inframundo, este hacía picar las marcas de sus alas y enviaba
escalofríos deslizándose por su espalda. Sangre de demonio fluía por las
venas del Primori.

Una mujer en harapos se arrastraba hacia el Vikingo, el asesinato


flameaba en sus ojos y una daga era agarrada con fuerza en su puño. Ella
era la amenaza para el Primori. Que la mujer lo matara, sea cual fuere el
destino iba a provocar en el mundo, sea bueno o malo, no ocurriría.

En caso de matarlo, Rami tendría un punto negro en su historial, se


vería obligado a reparar el daño al permanecer atado a la tierra por más
tiempo.

Lo que significaba que podía quedarse con Idess. Tal vez incluso el
tiempo suficiente para que pudieran Ascender juntos.

El pensamiento parpadeó a través de Idess con excitación, seguido


inmediatamente por vergüenza. Quería que Rami ganara sus alas y
encontrara la felicidad eterna en Heaven. Pero una vez que se hubiera
ido, Idess quedaría en la Tierra, solitaria y miserable, sin el hermano del
que había dependido por siglos.

La mujer se deslizó a través de la sangre y vísceras, la venganza y


el dolor grabados en su cara mientras se preparaba por detrás del Vikingo
y levantaba el cuchillo...

Detenla. La compulsión a hacer su trabajo azotó a Idess, pero


también lo hizo a sabiendas de que si salvaba la vida del Primori, él
masacraría a la mujer, probablemente después de violarla y torturarla.
Un temblor sacudió el alma de Idess. La mitad de ella que era hija de su
madre pidió piedad por esta mujer a pesar de que la obligación de Idess
requería que hiciera lo que era correcto para el mundo, no para un
individuo.

Pero ella había visto los horrores que los hombres infringían a las
mujeres. La evidencia estaba sembrada a su alrededor.

Idess cerró los ojos.

Y no hizo nada.

La mujer hundió la hoja profunda en la parte posterior del Vikingo.


Su rugido de furia y dolor atravesó el velo de niebla, silenciando los
sonidos de la batalla en la distancia. La mujer apuñaló otra vez, golpeando
al Vikingo en su cuello, y él se desplomó sobre sus rodillas. Idess no
esperó a ver más. Ella destelló hacia su hermano, que estaba de pie fuera
de un templo de Asia cerca del cuerpo de un hombre cuya cabeza estaba
a varios pies de distancia. Cerca de allí, la hembra Primori estaba sentada
apoyada contra un árbol, aturdida, pero viva.

Rami se volvió hacia Idess, jadeando, apretando su antebrazo.


―Gracias, Dios―, susurró. ―Tú estás ilesa Cuando sentí que mi Primori
murió me preocupé de que tú hubieras sido herida…

―Lo siento―, jadeó ella. ―Yo… fallé.

―Lo intentaste. Eso es todo lo que puedo pedir―. Rami deslizó sus
brazos alrededor de ella y la abrazó. ―Estoy tan orgulloso de ti, hermana.
Has venido en mi ayuda, ¿cuántas veces hasta ahora? Eres un mérito para
todos los Memitim, y sé que nuestro Señor te recompensará bien.

La culpa se apoderó de ella como un sudario de dos toneladas, y sus


rodillas se doblaron bajo el peso del enorme, resistente error que había
cometido. Ella había traicionado a su hermano. Su raza. Su Dios...

Idess se incorporó con un grito. Sus pulmones quemaron con la


fuerza de su respiración jadeante, y su pulso martilló en sus venas.
Odiaba ese sueño. Esa pesadilla. Ella no podía creer que incluso después
de 1200 años aún tenía el poder de reducirla a un tembloroso desastre.

No podía creer que incluso ahora la abrasadora y torcida culpa estaba


agarrándola en una prensa de dolor una vez más. Especialmente desde
que hacía mucho tiempo se había convencido de que Rami la perdonaría
una vez que ella explicara lo que había hecho. Él siempre había sido un
alma indulgente, dulce y cariñosa. Más importante aún, había operado en
la misma onda que ella. Él la había entendido como nadie más, y había
sido reacio a dejarla sola cuando Ascendió. Tan reacio que había evitado
entrar en el faro de luz durante meses, incluso a riesgo de incurrir en la
ira del Consejo de Memitim.

Eso había sido hace quinientos años, y aún así, los dolores de la
traición corrían en ella. Agarrándose el vientre con una mano y frotándose
los ojos con la otra, quiso salir del pasado. El presente era mejor. Mucho,
mucho mejor. Los seres humanos tenían café ahora. Y helado. Ella podría
usar un galón de los dos...
Haciéndosele agua en la boca, ella abrió los ojos, haciendo una
mueca a la textura de papel de lija del interior de sus párpados, y a la luz
rojiza que llenaba su visión. ¿Dónde estaba? Entrecerrando los ojos,
distinguió los equipos de hospital forrando las paredes grises, que estaban
salpicadas con lo que parecían ser hechizos de protección escritos en
sangre. Cráneos y cosas espeluznantes en frascos se sentaban en filas
perfectas en altos estantes. Ella bajó la mirada hacia sí misma, hacia la
delgada bata de algodón de hospital que cubría su cuerpo vendado.

Ella era una paciente en el Underworld General. Este tenía que ser el
infame hospital de demonios. ¿Cómo había llegado hasta aquí?

Algo explotó cerca de ella en un borrón. Sorprendida, ella puso la


cabeza a un lado. Dos fantasmas flotaban cerca de la pared del fondo, tan
claros para ella como seres sólidos.

Él está de vuelta. ¡De vuelta! ¡Date prisa! La voz del hombre era
metálica, aguda, y goteaba pánico.

La mujer lanzó un ataque contra la pared, una ráfaga de puños contra


la larga grieta que corría horizontalmente de una esquina a otra. Idess
observaba en secreto, porque tan pronto como ellos se dieran cuenta de
que podía verlos y escucharlos, la acosarían, ya sea con súplicas para que
los ayude a cruzar o con mensajes para entregar a seres queridos
sobrevivientes.

¡Apúrattttttte!
La grieta se amplió en una grieta profunda debajo de sus puños. El
terror que emanaba de los fantasmas era un zumbido de bajo nivel de
electricidad sobre la piel de Idess. ¿Qué podría asustar a los muertos de
esa manera? Y aún más misterioso era el hecho de que eran humanos.
¿Cómo habían llegado aquí? ¿Estaban atrapados porque la luz no podía
penetrar en el centro construido por demonios?

Temblando por ese pensamiento, trató de columpiar sus piernas de


la cama... y fue detenida. Había sido encadenada. Idiotas. Las
restricciones no podían sujetarla. Con un gruñido, recurrió a dos de sus
poderes Memitim innatos; súper fuerza y velocidad.
Nada pasó. Ella no podía romper las cadenas. Lo intentó de nuevo.
Todavía nada. Bueno, maldición. Frunciendo el ceño, trató de destellarse
fuera del hospital. Una vez más, fracaso. Renovó sus esfuerzos con un
sentido de urgencia, tirando de las cadenas que unían sus muñecas con
lo que parecían ser enormes tornillos en el suelo. Incluso trató de
transformarse en su forma alternativa, pero no pudo hacer crecer una
sola garra.

―Luchar es inútil, mujer. Esas son Bracken Cuffs5, utilizadas por los
carceleros demonio y Distribuidores de Justicia para anular las facultades
que pudieras tener.

Un demonio Seminus de pelo oscuro en bata entró en la sala, todo


en él exudaba confianza, desde su modo de andar hasta la astuta
inteligencia en su mirada. Él tenía un notable parecido al demonio que
había tratado de matar a Kynan, y se preguntó si eran parientes. Ella no
sabía mucho acerca de la rara raza de Incubus, pero ella sí sabía que los
relacionados en unas pocas generaciones tendían a tener rasgos
familiares, y que hermanos a menudo podían confundirse con gemelos.

―Y―, continuó, ―deberías saber que en el sistema jurídico de los


demonios, eres culpable hasta que demuestre lo contrario. La carga de la
prueba está en el que usa las esposas, no en la víctima―. Una pícara
sonrisa apareció en una de las esquinas de su boca. ―Es un gran sistema.
Muy pocos reincidentes.

―Libérame―, le espetó ella. ―No tienes derecho a detenerme, no


importa lo que tus leyes idiotas de demonio expongan.

―Este es mi hospital. Tengo derecho a hacer lo que quiera.

― ¿Quién eres tú?

―Soy tú médico. Mi nombre es Eidolon. Sé que tu nombre es Idess,


pero ¿quién eres?

5
Bracken Cuffs: Esposas Bracken. Usadas para anular los poderes que pudiera tener el detenido.
―No te diré nada―. Los fantasmas que golpeaban la pared se
deslizaron a través de esta y desaparecieron. Otro entró desde la pared
de enfrente. ― ¿Por qué tienen fantasmas humanos?

― ¿Discúlpame?

―Fantasmas. Tú sabes, gente muerta. El hospital está infestado con


humanos. ¿Por qué?

Su mirada era desesperantemente calma, su tono condescendiente.


―Algunas especies, como los cambia formas y los vampiros, tienen almas
humanas.

Por supuesto. Si hubieran muerto aquí, estarían atrapados. Qué


horror.

La puerta se abrió, y dos demonios Seminus más se acercaron, uno


con el pelo oscuro y usando un uniforme negro de paramédico, y el otro
un gran rubio, en pantalones vaqueros y con una remera de Jack Daniel's.
Ambos tenían el pelo bien largo que caía sobre sus hombros, y todos
tenían símbolos que corrían desde la punta de sus dedos derechos a la
garganta, donde dos anillos tatuados unidos, rodeaban sus cuellos.

―La única manera de que obtengas tu libertad es si te llevamos fuera


y separamos tu cabeza de tu cuerpo―, dijo el rubio con voz aburrida,
como si fuera el residente del hospital especialista en decapitación
preparándose para una nueva rutina trabajo.

Y la decapitación sería definitivamente una de las formas con éxito


asegurado para matarla. Abrió la boca para responder... y la dejó
colgando abierta cuando entró Kynan. Detrás de él estaba la Guardiana
que le había clavado la ballesta, y la esposa de Kynan, Gem, a quien Idess
había visto sólo una vez, cuando ella había ido a conocer por sí misma
―básicamente, espiar― a su nuevo Primori. Gem estaba vestida tal como
lo había estado entonces, con pantalones de medianoche Goth, botas con
hebillas, un corsé con patrones de cráneos y un collar de perro. Sólo su
cabello era diferente, en lugar de negro y rosa, sus coletas trenzadas eran
violeta y negro eléctrico.
¿Qué estaban haciendo Kynan y Gem en un hospital para demonios?
¿Qué estaba un Guardián haciendo aquí? Se suponía que mataban
demonios, no pasaban el tiempo con ellos. Idess se fregó sus ojos,
preguntándose si estaba dormida. Pero cuando miró de nuevo, todos
estaban todavía allí, rodeándola como hienas para matar.

Ella tiró inútilmente en sus cadenas. ― ¿Qué está pasando?

Gem empujó con el hombro a Eidolon a un lado para ponerse en la


cara de Idess. Ella más que nadie parecía como si quisiera provocar a
Idess un importante dolor, y cuando sus labios pintados de negro se
elevaron lejos de sus dientes, parecía que tal vez quería tomar unos
cuantos bocados de Idess, también.

― ¿Por qué trataste de matar a Kynan?

Idess quedó con la boca abierta.

― ¿Matarlo? Yo estaba tratando de salvar su vida.

― ¿Y es por eso que me dejaste sin conocimiento?― la voz de Kynan


era ronca, y aunque Idess no había aprendido mucho sobre los
antecedentes de Kynan todavía, sospechaba que la cantidad de cicatrices
en el cuello tenía algo que ver con eso.

―Tú me atacaste. Yo sólo te golpeé para sacarte del camino para


poder protegerte.

―No necesito protección.

El paramédico cruzó los brazos sobre su pecho y la miró


deliberadamente.

―Excepto de los ángeles caídos.

― ¿Ángel Caído? ¿Eso es lo que creen que soy?― Ella soltó un bufido.
―Por favor. Esas escorias no levantarían un dedo para proteger a sus
propias madres. Si las tuvieran.

―Entonces ¿qué eres, y por qué demandas velar por Kynan?― Gem
hizo un gesto al demonio rubio. ―Wraith no pudo entrar en tu cabeza
para conseguir algo de información, así que sabemos que eres una
especie maligna poderoso.

―No soy maligna―, dijo apretando los dientes, pero eso era todo lo
que iba a decir, porque no había manera de que ella dejara saber a los
demonios el estatus de Centinela Marcado de Kynan.

―Entonces es mejor que empieces a hablar―, dijo Kynan. ―Sabes


que yo estoy encantado. Y sabes que sólo ángeles y ángeles caídos
pueden hacerme daño. Así que quiero saber por qué y cómo te enteraste
sobre mí. Y espero por tu bien que no estés planeando una especie de
apocalipsis, porque todavía nos estamos recuperando del último.

La sangre de Idess se heló en sus venas con la palabra "encantado",


porque la única razón por la que se sentiría cómodo al admitir semejante
gran secreto era si los demonios ya lo sabían, y si no sintiera que Idess
supiera tal cosa fuera un riesgo.

Lo que significaba que tenían la intención de matarla.

―No estoy buscando para iniciar un apocalipsis, se los aseguro.

― ¿Así que pensaste en pasar por una mansión infestada de


demonios y golpearme? Si no fuera por Tayla y Lore, ¿quién sabe qué
habría pasado?

Tayla debía ser la Guardiana feliz con la ballesta junto a Eidolon,


pero... ― ¿Lore?

―El demonio que estaba conmigo. Él que te trajo.

¿El demonio que ella había tratado de matar la había salvado?


―Tontos―, murmuró. ― ¡Imbéciles! Estoy asignada para protegerle. Soy
Memitim, un tutor de Primores.

Eidolon repitió la palabra, ―Memitim―, en voz baja.

Gem se volvió hacia el médico, sus trenzas golpearon suavemente


contra la piel desnuda de sus hombros.

― ¿Qué es un Memitim?
La sala quedó en silencio mientras Eidolon se pasaba las manos por
el pelo un par de veces. ―Según algunos estudiosos de la religión,
Memitim son ángeles que presiden a humanos moribundos que no están
siendo vigilados por sus ángeles de la guarda.

Tenía razón, en cierto modo. Pero lo que describió eran deberes de


un Memitim después de la Ascensión. Ahora mismo ella estaba atada a la
tierra, y era poco más que un guardaespaldas glorificado. Cerró miradas
con Kynan. ― ¿Puedo hablar contigo a solas?

―No―. Kynan hizo un gesto a los demonios que lo rodeaban. ―Son


mis amigos y parientes, y ellos saben todo sobre mí.

Oh, esto no era bueno. Kynan no sólo era un Elder, parte superior
del nivel de Guardianes, sino un Centinela Marcado, que estaba en
posesión de algo tan importante para la supervivencia de la raza humana
que había sido hechizado por los ángeles con la inmortalidad con el fin de
proteger el ítem ―un elemento que los demonios podrían utilizar contra
los humanos para esclavizarlos, destruirlos, o algo peor.

―Hay cosas que no puedo hablar frente a demonios.

―Estos demonios me hicieron lo que soy. Incluso estoy casado con


uno. Así que superarlo.

El paramédico golpeó con los nudillos de sus cadenas.

―No es como si tuvieras opción.

Ella le frunció el ceño.

― ¿Cómo te llamas?

―Shade.

―Bueno, Shade, podría no tener opción, pero tampoco ustedes.


Kynan está en gran peligro, y si no me liberan, podría morir.

Kynan le deslizó una mirada afilada con duda.

― ¿Quién está detrás de mí? ¿Un ángel caído? Como has visto, estoy
preparado.
―No es un ángel caído. El demonio que llaman Lore.

Eidolon arqueó una ceja.

―Eso es imposible.

―Yo hubiera pensado así, también, pero no habría sido convocada a


Kynan si él no hubiera estado en verdadero peligro.

Todos ellos intercambiaron miradas, y a continuación Kynan soltó sus


cadenas de las estacas en el suelo.

―Sólo hay una manera de averiguarlo.

― ¿Reaver?― preguntó Shade.

―Sep.

La arrastraron sin contemplaciones por las puertas corredizas de la


ER6 hacia un aparcamiento subterráneo, las Bracken Cuffs todavía
rodeaban sus muñecas, lo que significaba que no podría destellarse fuera
de allí. No es que lo haría. Necesitaba que Kynan entendiera la gravedad
de su situación. Pero ¿por qué el estacionamiento?

―Hay un hechizo que protege el hospital de la entrada y salida a


través de cualquier medio que no sea la Harrowgate y el
estacionamiento―, dijo Eidolon, obviamente anticipando su pregunta.
―Puesto que Reaver ya no puede utilizar las Harrowgates, tiene que
materializarse en algún lugar sin protección.

Kynan se situó en la parte trasera de una ambulancia negra en el


centro del lote y gritó por Reaver.

― ¿Quién es Reaver?― preguntó ella.

―Un ángel.

¿Un ángel? Seguramente se refería a un ángel caído...

6
ER: Emergency Room: Sala de Emergencias
Una luz brillante inundó el lote, cegando con su intensidad. Idess hizo
una mueca de dolor, cubriendo sus ojos hasta que desapareció. Y allí, de
pie delante de Kynan, estaba un hermoso ángel macho, con el pelo de oro
que flotaba en una cortina imposiblemente perfecta alrededor de sus
anchos hombros. Su ropa era moderna, casual de negocios... pantalones
negros y una camisa azul oscuro que hacía juego con sus ojos, y de
ninguna manera este era un ángel caído.

Idess abrió la boca como una idiota. Como los verdaderos ángeles
completos, tendían a pasar el rato en el cielo, había visto muy pocos, y
habían sido sólo de pasada y desde lejos.

―Hey, hombre―, dijo Kynan con una sonrisa. ―Me alegro de verte.

Reaver metió las manos en los bolsillos y les dio a todos una ojeada,
su mirada se prolongó un segundo extra en Idess.

―Ojalá pudiera decir lo mismo―, dijo con brusquedad, aunque con


una ligera inclinación de su boca reveló el hecho de que no estaba
completamente molesto por haber sido convocado. ―No es realmente
bueno para mí pasar el rato con demonios en un hospital de demonios.

―Oh, claro―, dijo Wraith arrastrando las palabras. ―Ahora que ya


estás todo angelado, eres demasiado bueno para nosotros, ¿eh?

Reaver pareció considerar eso. Luego asintió con la cabeza.

―Más o menos.

Wraith resopló, mostrando los colmillos. ¿Era parte vampiro?

―Déjame ver tus alas―, dijo, y cuando Reaver niveló una mirada
vacía con él, Wraith puso los ojos en blanco. ―Oh, vamos. Salvé el
mundo. Debo al menos poder ver tus alas.

¿Él había salvado al mundo? Sin duda, este demonio sexual insolente
no era el rumoreado de haber evitado el Armagedón. Durante las últimas
semanas, la historia se había extendido como fuego del infierno a través
de las filas terrestres Memitim, pero la información que ella había recogido
de sus hermanos habían sido todas especulaciones. Y el demonio que
supuestamente luchó del lado del bien contra el ángel caído, Byzamoth,
se decía que era de seis metros de altura, humilde, y un siervo de Dios.

―Te enseñaré las mías si me enseñas las tuyas―, engatusó el


demonio, con un meneo de las cejas, y este definitivamente no podía ser
el campeón impuro que ya era una leyenda. ―Muéstrale al salvador de la
raza humana algunas plumas.

―Nunca vamos a escuchar el final de esto, ¿no?― Reaver preguntó,


y Eidolon negó con la cabeza.

Dios mío, es verdad.

―Tenemos que escucharlo todos los días.

El rubio Sem sonrió.

―El Consejo de Vampiros colgó un retrato mío en la pared de sus


héroes. ¿Qué tan irónico es eso?

―Sobre todo porque te lo mostraron antes de torturarte por convertir


a Serena―, dijo Shade.

Wraith resopló de nuevo.

―Malditos.

―No la retendremos―, Eidolon interrumpió. Hizo un gesto a Idess,


que aún procesaba lo que acababa de enterarse. ―Pero necesitamos
saber si lo que ésta… persona nos dice es verdad.

― ¿Qué les dijo?

Idess levantó la barbilla y dio un paso adelante.

―Soy Memitim, y Kynan es mi Primori asignado.

Reaver entrecerró los ojos hacia ella antes de asentir.

―Ella es Memitim―. Se volvió hacia Kynan, quien tenía su brazo


alrededor de la cintura de Gem. ―Tú eres Primori.

― ¿Qué es un Primori?― preguntó Kynan.


Reaver se encogió de hombros como si no fuera gran cosa.
Probablemente porque era un ángel completo y no uno de bajo rango, en
el fondo del barril antes de la Ascensión, Memitim como ella.

―Primori son seres humanos y, de vez en cuando, demonios, que


tienen un destino que cumplir. Ellos pueden cambiar el curso de la historia
o causar, por sus acciones, cambios en las leyes, etcétera. Una vez que
su destino se realiza, ellos mueren o vuelven a ser gente común. Pero
hasta entonces, tienen guardianes asignados para evitar cualquier cosa
interfiera con una muerte prematura.

― ¿Así estás diciendo es que es una chica buena?― preguntó Kynan.

―Sí. Del estilo de aspirante a ángel.― Reaver disparó a Kynan una


mirada ofendida. ― ¿En qué te has metido ahora?

Idess resistió el impulso infantil de decir: “Se los dije”, a todos ellos.
En cambio, ella dio un paso adelante.

―Él está en peligro. Pero no por parte un ángel caído.

La cabeza del Reaver giró en torno a Idess, sus ojos brillaban.


―Entonces, ¿quién? Nadie sino un ángel…

―Lore―, dijo Gem abruptamente. ―Idess dice que es Lore.

Reaver se volvió hacia Kynan.

― ¿El que te resucitó?

―Yo podría haberlo hecho sin el recordatorio, pero sí.

La expresión de Reaver creció contemplativa.

―Es posible. Él te dio la vida con poderes místicos que no deberían


existir. Es el orden del universo que pueda tomar esa vida―. Reaver fijó
los ojos en Idess tan intensamente el aire salió de sus pulmones. ―Tú
sabes que Kynan es un Centinela, y que el amuleto que lleva es el objeto
más importante en el universo, pero ¿entiendes que él es igual de
importante?― Por supuesto que lo hacía ―algo así― pero cuando ella
abrió la boca para decir eso, el ángel la cortó. ―Si no puedes mantenerlo
seguro, Memitim, fallarás a la raza humana, y nunca Ascenderás.
―Amigo―. Wraith la miró. ―Sin presiones, ¿no?

Eidolon maldijo en voz baja.

―Voy a hablar con Lore.

―Kynan debe ser protegido a toda costa―, dijo el Reaver. ―Hablar


no es suficiente―. La cara del Reaver se convirtió en piedra, pero sus ojos
quemaban con fuego celestial cuando estrechó su mirada en el médico.
―Deben matarlo.

***

Lore usó la Harrowgate para llegar a su casa de Carolina del Norte,


que en realidad no era más que una choza de una habitación en el medio
del bosque. Tenía dinero, mucho, pero no veía el punto en comprar una
casa grande, de lujo, cuando esta lo hacía muy bien y desde hacía cien
años.

Pasó por delante de su vieja camioneta y su nueva Hummer, ninguna


de las cuales veía mucho tiempo de conducción, pero le gustaba el
recordatorio de su humanidad. Sintió la presencia de su hermana gemela
antes de entrar por la puerta de atrás y verla descansando en el sofá en
sus habituales pantalones de cuero y sudadera negra, de manga corta,
vertiendo shots de aguardiente hecha en casa. Antes que Detharu lo
esclavizara, el alcohol ilegal le había proporcionado su ingreso
fundamental por más de medio siglo. La prohibición había sido una gran
cosa para Lore.

Cuando él entró en la sala de estar, Sin golpeó su copa sobre la mesa


de café, salpicando de líquido todo el tablero de roble.

― ¿Qué diablos te pasó?

―Me metí en una pequeña pelea.

Los ojos negros como el carbón se redujeron a feroces rendijas


cuando ella saltó a sus pies y apuntó con un dedo su bata.
―Tú fuiste a ese... ese hospital, ¿no?― Ella escupió la palabra
―hospital― como si hubiera mordido algo amargo y vil.

Él se sacó la chaqueta y la camisa y las dejó caer en el suelo, ansioso


de liberarse de la prenda de ajeno sentimiento.

―No pude conseguir nada para ti.

― ¿Los has… visto?

―Sí.

Su expresión se apretó. ―No dijiste nada acerca de mí, ¿verdad?

―Prometí que no lo haría―. Se dirigió hacia el baño de la habitación,


pero Sin no se dio por aludida y se adhirió como velcro a sus talones. En
la puerta, él se dio vuelta, y estuvo a punto de chocar con ella. ― ¿Te
importaría?

―Ellos no pueden saber de mí.

―No creo sea una gran cosa…

― ¿En serio? ¿Una hermana que no debería existir? ¿Quién es una


aberración? ¿Una fenómeno?― Ella metió con fuerza los puños en sus
caderas. Los músculos de sus bíceps temblaron, haciendo que la dermoire
en su brazo derecho se retorciera, e hiciera que las cicatrices se
entrelazaran con la ondulación de las marcas. ―Vamos. Incluso los seres
humanos matan a su propia clase, cuando alguien “no está bien” ¿Crees
que los demonios no lo harán? Lo hemos visto pasar.

Sí, lo habían visto pasar. De hecho, había especies de demonios que


se dedicaban por entero a la destrucción de los híbridos humano-demonio
y demonios de raza mixta.

Los demonios Seminus eran uno de un puñado de razas que se criaba


con otras especies, principalmente usando a las mujeres como
incubadoras, pero los hijos eran siempre hombres, y siempre de pura raza
sin importar la especie de la madre.

A menos que la madre fuera humana.


Pero a pesar de lo extraño de que Lore había sido cría con un padre
Sem y una madre humana, no podía compararse con lo que había
sucedido con Sin. Por lo que él sabía, nunca había habido Seminus
mujeres, y, sin embargo, habían compartido un útero, un día de
nacimiento, y las marcas del brazo.

―Tú no eres un fenómeno. Y dudo que haya nada de qué


preocuparse con ellos―. Él levantó las manos cuando ella abrió la boca
para discutir. ―Pero no te vuelvas loca. Lo prometí.

― ¿Loca?― Ella resopló. ―Voy a dar un paseo. Que tengas una buena
ducha.

Ella se alejó, su pelo negro azulado golpeaba contra la parte baja de


la espalda. Con un último ruido de disgusto, dio un portazo al salir de la
casa. Ella estaba exagerando. Mucho. Pero tenía una tendencia a perder
los estribos primero y pensar después, y usaba sus largas caminatas como
una forma de desahogarse de la quemazón inicial que la había encendido.

Lore sólo sacudió la cabeza y se metió en la ducha. Su hermana era


la persona más bloqueada que hubiera conocido, pero entonces, con su
pasado, él podía entender eso. Él sólo deseaba haber podido ayudarla
mucho tiempo antes de que ella regresara a su vida. Como, tal vez antes
de que él la hubiera abandonado a décadas de abuso. Sí, eso habría sido
bueno.

Se lavó, pero no importa lo fuerte que fregara, su pasado no se


limpiaría. Demasiado había pasado, demasiadas personas habían muerto,
y demasiados errores se habían cometido. Una ducha no iba a mandar
todo por el desagüe.

Aun así, saboreó la sensación del agua caliente y la espuma de jabón


enjuagando su cuerpo, lavando la sangre y la suciedad que la enfermera
Slogthu olvidó cuando le había dado un baño de esponja a Lore. Por lo
menos las heridas estaban curadas. Los cortes habían sido cerrados
internamente con puntos de disolución, y aunque Eidolon apenas había
utilizado su don de curación, había sido suficiente para sellar la capa
externa de piel y dejar sólo las más finas brillantes cicatrices blancas.
Había soldado también las costillas juntas de nuevo, y el hombro se sentía
bien como nuevo.
Con todo, Lore estaba de regreso en plena forma y listo para eliminar
a Kynan. Con un poco de suerte, no habría ninguna mujer loca caliente
que olía como azúcar y especias en torno para ponerse en su camino esta
vez.

La interferencia de Idess había sido desafortunada, molesta, y...


excitante. Y ¿qué tan loco era eso? Ella trató de dañarlo, sin embargo una
parte de él encontró eso extremadamente excitante. Suficiente ya que
convirtió la imagen en su mente mientras tomaba su polla con el puño y
comenzaba a acariciar. Por lo general, sus sesiones eran una cuestión de
mantener a raya a su rabia, pero por primera vez en mucho tiempo, él
tenía la necesidad de liberarse para él, no por su rabia. Incluso April-
Mayo-Junio, como todas las mujeres antes que ella, habían sido por rabia,
y últimamente, ella no había sido nada más que un medio para un fin.

Pero Idess... ella era diferente, y en esta fantasía caliente, ella era la
mujer sexy de rodillas delante de él. Él podía imaginar su mirada hacia
él, con los ojos somnolientos, los labios hinchados, el pequeño aro
pendiente en la parte superior de su oreja derecha brillando a la luz. Se
tragó un gemido cuando levantó su palma arriba y abajo de su eje,
imaginó que era la boca húmeda de Idess haciendo el trabajo. Mierda, sí,
ella era buena... malditamente buena que no podía aguantar, y cuando
se corrió fue el mejor maldito orgasmo que había tenido en las últimas
décadas.

Cuando sus piernas dejaron de temblar, terminó con la ducha, colgó


una toalla alrededor de sus caderas, y se fue a su dormitorio. Se vistió
con pantalones cortos de chándal y una camiseta, e hizo una nota mental
para ir de compras pronto, había llegado a su última chaqueta de cuero.

Vagabundeó descalzo por la sala de estar, donde el sol de la mañana


estaba entrando por la ventana. Sin había vuelto, estaba sentada en el
sofá viendo Today Show, la botella de aguardiente y su copa hacían
equilibrio sobre el cojín a su lado. Por encima de su cabeza, el ventilador
de techo giraba en círculos perezosos que no hacían nada para aliviar la
humedad primaveral.

Sin no parecía darse cuenta de la brisa pegajosa mientras ella


ociosamente tiraba uno de sus cuchillos al aire y lo atrapaba con dedos
ágiles. Ella podía darle a un blanco en el ojo a diez metros con esos
cuchillos de lanzamiento. No es que ella necesitaba matar de esa manera,
su don dermoire era similar al suyo, pero más controlado, y ella lo usaba
a menudo.

Ella siguió tirando el cuchillo mientras él se sentaba en el sillón


reclinable de cuero en el extremo de la mesa de café.

―Entonces, ¿le pateaste el culo?― Sus palabras fueron un poco


confusas. ― ¿El hombre con el que te metiste en la pelea?

―No era un hombre.

―Bueno, sé que no estabas tonteando, ¿así que qué pasó?

―Hey―, dijo, ofendido. ―Puedo tontear. Lo hice la otra noche.

Cogió el cuchillo en el aire y lo arrojó de nuevo.

―Uh-Huh.

―En serio.

― ¿La mataste?

―Un poco―. Puso sus pies sobre la mesa de café. ―Pero no fue culpa
mía. Era una mantis religiosa. Trató de comerme.

Sin ladró una risa.

―Sólo tú, hermano. Sólo tú―. Se volvió hacia el televisor y apagó a


un invitado que hablaba sobre el amor y el matrimonio. ― ¿Y? ¿La chica
te pateó en el culo lo suficiente para aterrizar en el hospital?

―Ella estaba defendiendo mi objetivo―, dijo Lore con cuidado,


porque a pesar de que la asignación era una buena noticia, que no quería
que Sin supiera que su vida podría terminar si él fallaba.

― ¿Un trabajo por cuenta propia?

―No.

Se volvió hacia él con tanta rapidez que escuchó su cuello crujir. La


hoja en el aire cayó y se incrustó en el brazo del sofá.
― ¿Hablas en serio? ¿Lore? ¿Estás jodiéndome?― Ella golpeó el
botón de silencio en el control remoto, cortando a Ann Curry.

El golpe rítmico de los latidos del corazón en sus oídos llenó el


silencio. ―Estoy hablando muy en serio.

Ella gritó. Su hermana nunca gritaba.

― ¡Oh, Dios mío! Pensé que habías dicho que no. Es tu número cien
Lore. ¡Estamos casi libres!― Ella salpicó de licor el vaso con una mano
temblorosa.

―Sí.

―Okaaaay―. Bajó su copa. ―No pareces muy entusiasmado.

Mierda. ―Lo estoy. Hemos querido esto desde hace décadas, ¿no?―
Se sentía como siglos, sin embargo, desde el día en que había convenido
en un centenar de muertes a cambio de su libertad y la de Sin.

―Es la fecha límite, ¿no?

Él parpadeó.

― ¿Cómo lo sabes?

―Fue una suposición, porque tengo uno, también. Un trabajo. Con


un plazo increíblemente corto.

El temor cuajó el contenido del estómago de Lore. Nunca habían


tenido que completar una tarea en menos de dos semanas antes.

― ¿Qué pasa si no cumples con tu fecha límite?

La mirada de Sin saltó lejos, y ella recuperó su cuchillo.

― ¿Sin?― La voz de Lore se quebró. Por primera vez en mucho


tiempo, tenía miedo. No por sí mismo, sino por Sin, que había pasado por
más que una parte justa de miseria en su vida.

―Él me venderá―, dijo entre dientes. ―Él va a cortar con un cuchillo


mi brazo, así no podré utilizarlo para matar, y me venderá a los Neethuls.
Oh, Jesús. Los Neethuls eran una raza muy cruel que criaban,
entrenaban, y comercializaban esclavos... especialmente esclavas
sexuales. Antes de ser vendida a Detharu, Sin había sufrido como esclava
teniendo que hacer cualquier cosa que su amo quería, desde vender
drogas hasta matar enemigos, pero los Neethuls harían que lo que ella
había pasado pareciera un día en la playa.

―Eso no sucederá―, maldijo él. ―Voy a ayudarle a eliminar a tu


objetivo. ¿Quién es?

―Tú tienes tu propio objetivo con quien tratar.― Ella probó el filo de
la cuchilla con el pulgar. ― ¿Qué pasa si pierdes tu fecha límite?

―Nada.

Su mirada se volvió de acero, fragmentos plateados sobre un fondo


negro.

―Sandeces. Dime.

―Si pierdo la fecha límite, Deth tendrá al doble de mi tiempo de


servicio―, mintió.

Ella lo miró con recelo, como si se trata de decidir si estaba diciendo


la verdad o no. Ella tenía una tendencia a cuestionarlo todo,
especialmente si se trataba de Lore, y él se preguntó si alguna vez ella
confiaría totalmente en él otra vez.

―No perderás la fecha límite―, dijo ella finalmente. ―Tú nunca lo


haces. ¿Entonces qué pasó mientras estabas tratando de eliminar tu
objetivo? No es propio de ti ser atrapado así.

Fuera de la ventana abierta, el trino agudo de un ave sonaba como


la risa, que era justa para el momento. ―Fui arrogante.

―Ahora eso lo creo―, dijo con ironía. ―Entonces, ¿quién es? ¿Tu
objetivo?

Era una pregunta que ningún asesino le preguntaba a otro, el riesgo


de que alguien apuntara a tu objetivo y te lo robara por encima de ti era
demasiado grande, pero Lore y Sin habían compartido siempre detalles.
― ¿Recuerdas que te conté sobre ese humano imbécil traje de vuelta a la
vida? Es él. Debí haberlo dejado muerto, supongo.

El agarre de Sin sobre el cuchillo se apretó.

―Ah... no es amigo de...― Se interrumpió, porque se negaba a


decirlo. Nuestros hermanos.

―Sí. Está bien. Lo voy a manejar para que nunca sepan que fui yo―.
La duda apretó su mandíbula en una línea terca, por lo que dirigió la
conversación lejos de Kynan y el problema potencial en el que Lore
estaba. ― ¿Y tú? ¿Quién es tu objetivo?

Sin se desparramó en el sofá y metió un brazo detrás de su cabeza.


Los círculos oscuros bajo los ojos a media asta revelaban su agotamiento.
―Un hombre lobo. Solitario. Debería ser una rápida entrada y salida.

Sonaba como un golpe lo suficientemente fácil para Sin, pero aún


así, en el segundo que Kynan estuviera muerto, Lore iba a ayudar a Sin
con el hombre lobo, o Huargo, como les gustaba llamarse. De ninguna
manera iba a ser vendida a los Neethul.

Un ruido como leve zumbido atrajo su atención, y se lanzó de la silla


para agarrar su teléfono celular del bolsillo de los pantalones. Imaginó
que sería Eidolon. De nuevo. Con un suspiro, abrió el mensaje... y
rápidamente dejó de respirar.

Ven a mi apartamento. Ahora. Tenemos que discutir sobre Kynan.


Capítulo Cinco
Traducido por Dayadepp92
Corregido por Mir

Lore se quedó afuera de la habitación de Eidolon, incapaz de evitar


la sensación de que estaba yendo hacia una trampa. Y, sin embargo, como
un gato persiguiendo un objeto, no se pudo resistir.

Lo cual no significaba que él era un completo idiota. Él iba a jugar


este juego con todas sus ventajas, aprovecharía esta oportunidad para
aprender todo lo que pudiera sobre Kynan. Por lo general, Lore tenía
semanas para planear un golpe, para investigar todo sobre sus objetivos;
sus trabajos, amigos, familiares, puntos débiles, y hábitos, pero la fecha
de expiración de esta misión se aproximaba demasiado rápido para su
gusto y con complicaciones extras, todo en sí estaba por volverse
complicado.

En el momento en el que estaba por levantar el puño para golpear la


puerta, una sensación de hormigueo le recorrió su cuello.

—Bueno, bueno—, ronroneó una voz femenina —Que casualidad


verte por aquí.

—Idess—. Él se giró. Ella estaba a unos pocos pies de distancia, sus


rotos y desteñidos vaqueros revelaban tentadoras muestras de piel desde
sus delgados muslos hasta sus rodillas, donde el jean terminaba dentro
de sus botas de cuero con tacón. Lore se excitó con una imagen de él
extendido en el suelo, con ella montándolo a horcajadas, cada
provocadora bota a los costados de su pecho mientras ella se deslizaba
sobre él, mierda, sus hormonas estaban fuera de control últimamente.

Ella inclinó su cabeza hacia un lado, y su cola de caballo se movió


detrás de ella, la rizada punta de su cabello tocando sus caderas, todo
sólo sumándose a su fantasía cabalgante. —¿Que estás haciendo?
—Creo que lo sabes.

Su sonrisa pícara hacía brillar sus ojos. —Quieres saber cuánto saben
tus hermanos de tu intento de matar a Kynan.

—No quiero matarlo—, dijo él inocentemente —No tengo la menor


idea de lo que estás hablando.

Idess chasqueó su lengua. —No nací ayer, demonio.

—¿Los ángeles nacen?— dijo, respirando profundamente para captar


su rico y picante aroma, dio un paso acercándosele, probando sus propios
límites. Ella alzó una pulgada su barbilla pero no se movió. —Así que todo
esa mierda de pureza y de benditos-entre-todos… no son más que
malditas mentiras? ¿Ustedes existen gracias a una follada como lo hace
todo el mundo? ¿Como nosotros, los muy por debajo de ustedes:
demonios?

Esa malvada y pecaminosa boca se apretó —Sabes a lo que me


refería. No hay necesidad de ser vulgar.

—Siempre hay un motivo para ser vulgar—. Él la barrió con su mirada


desde la cabeza hasta los dedos de los pies, deteniéndose en aquellos
lugares dulces. Más que todo tratando de ser un patán. Más que todo.
Dichos lugares realmente merecían comérselos con los ojos. —Sobre todo
cuando quieres sacar toda la mierda mojigata de una angelita remilgada.

—¿Remilgada?— Ella colocó su cabello sobre su hombro y jugó con


él distraídamente, sus dedos acariciando las bandas de oro que tenían
una longitud exótica, dedicándole la misma cantidad de tiempo a cada
una. —Mantente alejado de Kynan, por que la próxima vez que intentes
lastimarlo, te azotaré. Y no de la manera divertida. ¿Qué tal estuvo eso
para una remilgada?— Guiñando un ojo, ella meneó sus dedos hacia él y
se esfumó del pasillo.

Hombre, él odiaba que desaparecieran así. Nunca los podías agarrar.


No es que no le gustaría agarrarla7.

7
Juego de palabras.
¿Y de que iba eso de los azotes? Porque para él cualquier clase de
azote era bueno. Si ella lo iba a amenazar, tenía mucho por aprender.

Él tocó la puerta, y Eidolon debió de estar justo al otro lado ya que


la puerta se abrió de golpe. Sin ni siquiera un hola, Eidolon se giró y se
dirigió hacia el pasillo, lógicamente esperando ser seguido, como si un
Ph.D.8 lo hiciera un Dios.

Lore fue detrás de él, alcanzando a su hermano en la enorme sala de


estar, donde un chucho de color café con negro estaba tendido sobre el
sofá de cuero, valientemente tratando de ignorar el hurón que jugaba con
su cola.

Eidolon enfrentó a Lore. —¿Qué pasa contigo y Kynan? Y no me


vengas con malditas mentiras. Sabemos que lo quieres muerto. Quiero
que me prometas que lo dejarás en paz.

Idess, pequeña rata. —Mira lo que sea que Galletita te haya dicho,
es mentira. No quiero hacerle nada a Kynan…

De repente su espalda estaba besando la pared y el puño de Eidolon


estaba enredado en su camisa. Sus ojos dorados brillaban con furia—Dije
que no me llenaras de estúpidas mentiras—. Eidolon gruño. —Nosotros
ya lo sabemos. Necesitas dejar esta obsesión por Gem. Ella le pertenece
a Kynan, y nada de eso va a cambiar, incluso si él está muerto.

La propia furia de Lore hirvió, y se obligó a respirar profundo,


luchando por mantener la calma. Salirse de control con su hermano no lo
iba a favorecer en nada, y de verdad, el hecho de que E pensara que él
hacia todo esto por Gem, le servía. —Ok. Está bien, lo entiendo. Gem es
de otro—. Él ya la había superado, y si sus hermanos le creían, podría ser
que lo dejaran en paz si tan sólo prometía dejar pasar la situación. —
Ahora retrocede.

Los músculos de la mandíbula de Eidolon se tensaron, y Lore


escuchaba como crujía el esmalte de sus molares cuando los apretaba

8
Doctorado
entre sí. Por fin, con un empujón, soltó a Lore. —Estoy hablando en serio.
Esto no va de proteger a un amigo. Esto va de salvar a un hermano.

—Sí, sé que estás muy unido a Kynan…

— No. Esto es para salvarte a ti—. Eidolon señaló el pecho de Lore


con su dedo. —Estás tan ensimismado con Kynan, que tu vida está por
irse a la mierda. ¿Lo captas?

—Soy capaz de manejar a Idess.

La cara de Eidolon se tornó sombría. —Tan solo promételo Lore.


Prométeme que te mantendrás alejado de Kynan. Y mientras tratas de
ignorarlo, añade a Shade y a Wraith a tu lista.

—Eso no va a ser fácil—, dijo Wraith arrastrando las palabras desde


la entrada, donde estaban él, Shade y Kynan de pie, todos clavándole la
mirada. Perfecto. Tan sólo perfecto.

Shade pasó junto a Wraith y Kynan —¿Qué demonios, E? Muy lindo


que Idess tuviera que avisarnos sobre tu pequeña reunión.

—Tal vez sus invitaciones se perdieron en el correo—. Ofreció Lore

Eidolon se puso entre Lore y sus otros hermanos —Tranquilícense.


Lore ha acordado mantenerse alejado de Kynan.

Wraith le clavó una mirada dura a Lore —No le creo nada.

—No me importa lo que creas—, Lore devolvió —Ustedes chicos


pueden irse a la mierda. Yo me largo de aquí—. Encendió su don y se
dirigió hacia el pasillo. Él sólo podía pasar cerca de Ky…

Un puño se estrelló contra su mandíbula, haciéndolo girar hacia


Eidolon.

Idess se quedó allí, luciendo muy orgullosa de sí misma y él suponía


que debería estarlo - ella tenía un excelente gancho.

Wraith salió de la nada, haciendo de soporte y llevando a Lore sobre


la alfombra. Lore rugió, yendo contra su hermano con suficiente fuerza
como para derribarlo, pero Wraith se movía como un fantasma, y de
alguna manera evadió el poderoso ataque de Lore. Shade dirigió su bota
al costado de Lore, y Lore gruñó, pero se puso de pie y logró ubicar bien
su propia patada en el muslo de Shade. Ahora podía correr a Kynan…

—¡Deténganse!— El rugido de Eidolon congeló a todos, excepto a los


animales, quienes escaparon corriendo de la habitación. —Déjenlo ir.

—Él no estaba intentado irse—, dijo Idess. —Él iba a por Kynan—.
Ella se frotó el antebrazo como si le doliera. —Todavía planea matarlo.

Los ojos de Eidolon pasaron del color dorado al rojo, empujó lejos a
Wraith y a Shade, agarró la camisa de Lore otra vez, y lo colocó nariz con
nariz, su cuerpo entero temblando. —Dijiste que ya habías terminado con
Gem—. Había tanta rabia en su voz que sus palabras sonaban
distorsionadas, difíciles de entender—¿Por qué estás haciendo esto?
Respóndeme, ¡maldita sea!

—Porque no tengo otra alternativa—, le espetó Lore. —Él es mi


misión.

Un destello de incertidumbre cruzó el rostro de Eidolon, Lore


aprovechó el momento para lanzarlo contra la pared e ir a por Kynan. Él
tenía que terminar con esto, de una vez por todas. Si sus hermanos
acababan con él después, ¿a quién le importaba? Demonios, que le den
lo mejor que tuvieran. Por lo menos iba a morir sabiendo que Sin estaría
a salvo.

Y libre.

Una violenta punzada en la base de su cráneo lo hizo tropezar, pero


el agarre de Idess sobre su brazo lo detuvo.

—Da otro paso y liberaré un gusano perforador en ti—, dijo ella y


puro hielo corrió por la medula de sus huesos. Ser comido vivo desde
adentro no estaba entre sus formas divertidas de morir.

Ella presionó su cuerpo contra su costado izquierdo, pegándose a él,


con lo que ella podía sentir incluso su más mínimo movimiento, la más
débil advertencia de que él se defendería. Astuta galletita.
Sus dedos soltaron su brazo. —No puedo dejar que Lore le haga daño
a Kynan. Así que, lo matan ustedes, o lo haré yo.

Shade, Wraith y Kynan alzaron sus manos para ofrecerse como


voluntarios. Cuan hermoso. El amor fraternal corría dulcemente por toda
la habitación.

Lore barajó sus opciones. Podía matar a Idess… pero una vez muerta,
dudaba seriamente que pudiera pasar a través de la barrera de demonios
que constituían sus hermanos, para llegar a Kynan.

Y si él fallaba en matarla, tenía asegurado un gusano impregnando


su columna vertebral. Y si ella le atacaba con esa cosa, uno de los efectos
secundarios de ser comido vivo era que lo haría vulnerable a sus órdenes,
entonces ella podía obligar a Lore a hacer lo que sea que ella quisiera,
desde cacarear como una gallina, hasta pararse enfrente de un autobús.

El lado positivo era que ella se mostraba reacia a utilizarlo. En el


momento en que la criatura se encontraba dentro de su huésped, el
invocador sufría un dolor casi debilitante. Los gusanos perforadores eran
una medida de última instancia, en el mejor de los casos.

En la medida de que sus hermanos y Kynan se acercaban a él como


una manada de lobos furiosos, aparecieron los primeros indicios de que
él no iba a salir vivo de este lío. No le tenía miedo a la muerte; tenía
miedo de morir antes de que pudiera asegurarse que Sin estuviera a
salvo.

La enorme posibilidad que iba a morir ahora mismo trajo un velo de


lava roja que fluía como cascada sobre su visión. Respiró profundamente,
esperando calmarse, mientras fulminaba a sus hermanos con la mirada.
—Retrocedan, maldita se…

Idess lo hizo girar hacia la pared por lo que se encontró comiendo


yeso. Su pelvis envolviendo su trasero, encajando perfectamente, no
pudo ignorarlo, incluso cuando su ira iba en aumento. Sus pechos rellenos
frotaban su espalda, y se encontró con una erección como efecto sexual
secundario de su rabia.
—Es un poco tarde para dar macha atrás—, murmuró en su oído, y
su sangre se espesó con furia y con deseo. —La única razón por la que no
te he matado aún, es porque quiero saber quien desea muerto a Kynan.
Además, pensé en darles a tus hermanos ese honor.

—¿Ahora no eres tú la vulgar?— gruñó él. —Eso es sexy—. Los mataré


a todos ellos y luego te follaré duro. El pensamiento se incrustó en su mente,
incrementando la furia que envenenaba todo su cuerpo. Jadeó,
desesperado por tranquilizarse, porque estaba a solo un insulto o menor
ofensa, del punto de no retorno.

Y entonces él podía garantizar que los hombres iban a morir. La


mujer…

Idess lo bloqueó con su pierna haciendo presión sobre su muslo, y


ese fue el detonante que faltaba. Lore escapó de su agarre, tirándola
encima de Shade. Ambos cayeron. Kynan. Primero mata al humano…

Idess saltó sobre sus pies, bramando órdenes en el lenguaje


universal de los demonios, Sheoulic.

Lore comprobó de la manera más brutal como un gigantesco dolor


se instalaba en su cerebro y recorría toda su columna vertebral. Cemento
reemplazó sus músculos y se comprimieron sus pulmones. Él era un
hombre muerto ahora.

El último pensamiento semi-coherente que pasó por su mente justo


antes de que su cerebro se apagara, como sucedía cuando aparecía la
pantalla azul en un computador, fue que él debió haber negociado con
Detharu 99 muertes en vez de 100.

***

La migraña cayó intensificada sobre todo el cuerpo de Idess,


exprimiendo su cerebro, su columna vertebral, incluso el fluido óseo de
sus huesos. Odiaba tener que utilizar a los gusanos perforador, pero a
ella le gustaba ganar, e iba a utilizar cualquier ventaja que tuviera,
siempre.

Haciendo una mueca de dolor, entrecerró sus ojos contra la luz que
acuchillaba sus terminaciones nerviosas, levantó su cabeza y se quedó
sin aliento. Lore estaba allí, de pie, rodeado por sus desconcertados
hermanos, con la mirada vacía debido al dominio del gusano. Eso era de
esperarse. Lo que fue totalmente inesperado - y que conllevaba un
montón de problemas - era el hecho de que Lore estaba rodeado por una
leve luz azul.

En la fracción de tiempo que le tomaba a un ángel replegar sus alas,


él se había convertido en un Primori, importante para la misma esencia
de la tierra. Lo que traducía que ella no podía matarlo. Y aún peor, su
propio brazo ardía nuevamente, forjando un patrón circular en su
muñeca…

Imposible. ¡No, no, no! Las nauseas se arremolinaban en su


estómago, no sabía si era por la agonía que desgarraba su cerebro y sus
huesos o del creciente miedo causado por que el heraldi que tomaba
forma en su piel no era para nada bueno, ella simplemente no lo sabía.

Pero a medida que el símbolo se incrustaba firmemente en su brazo,


por encima de los otros dos, formando un triangulo de círculos. Ella no
podía ignorar la nueva conexión que se extendía como una cadena
invisible desde ella hasta el nuevo integrante.

Lore no sólo era un Primori; él era su Primori

Oh, esto era una broma enfermiza.

El símbolo de él empezó a palpitar con más fuerza, una gran


advertencia de que Lore corría peligro. Ella miró a tiempo para ver a
Kynan sacar una pistola de la funda de su pecho, con intención de
asesinar, convirtiendo el azul de sus ojos en hielo glacial ártico. Débil
debido a que el gusano perforador drenaba su energía, sujetó el brazo de
Lore y lo destelló a su casa.
Ella tenía que detener esto y rápido, antes que el gusano causara un
daño permanente en él, y antes de que su propio dolor se tornara tan
abrumador que le hiciera perder el control sobre la criatura.

Rápidamente, condujo a Lore hacia el dormitorio y le ordenó que se


quitara los guantes y la chaqueta, y el arnés de cuero de su pecho que
estaba cargado con armas… y el artefacto de su muñeca…y la pistolera
del tobillo junto con el arma, y la funda del otro tobillo con la navaja… y
las estrellas ninjas de los bolsillos de su pantalón…

Miró un arma en particular que cayó al suelo, una fina y rara daga,
la Gargantua de hueso. Estas bellezas invaluables eran prácticamente
indestructibles, y una vez impregnada con la sangre de su posible víctima,
la daga guiaba virtualmente a su dueño con el fin de acertar con un ataque
mortalmente preciso sobre su objetivo. Wow, Lore era un asesino
extraordinariamente equipado.

Cuando él se levantó la camisa para despojarse de una daga de


cerámica pegada a sus costillas, ella contuvo el aliento con la vista de los
músculos de su abdomen y de su exquisito pecho macizo. Sip, muy bien
equipado. Él era enorme, una montaña de poder que ella quería tocar,
aunque sólo fuera para ver si ella podía sentir ese poder atravesar sus
dedos.

Ella frunció el ceño, sus ojos fijos en una marca singular con forma
de mano sobre su corazón. ¿Un vínculo asesino?

Hablando de vínculos, el Heraldi de Lore se había establecido, pero


otro había empezado a estremecerse. El del hombre lobo. El zumbido era
leve, lo que significaba que la amenaza era real, pero no inmediata, podría
incluso desaparecer. Aun así era realmente increíble. Incluso en el caso
más difícil cuando había tenido que encargarse de una docena de Primori,
a ella escasamente se le presentaba más de un problema por mes. Ahora
ella tenía a tres Primoris en problemas en cuestión de horas.

Nada bueno. —Sube a la cama—, le dijo a Lore. —La espalda contra


el cabecero.
Él obedeció como un buen zombie, aunque ella habría podido jurar
que escuchó el más débil eco de un gruñido. Impresionante. Pocos podían
poseer cualquier tipo de conciencia bajo el dominio del gusano perforador.

Una explosión sorprendentemente fuerte del gusano lastimando


apuñaló su cerebro, haciendo una mueca, ella se transportó al garaje,
donde había tirado las esposas Bracken que le había robado a Eidolon,
cuando había dejado su hospital. Que objetos tan útiles. Todos deberían
de tener un par.

El zumbido del heraldi perteneciente al Huargo se intensificó. Rápido,


rápido…
La prisa la golpeó de lleno urgiéndola mientras escarbaba entre las
montañas de cosas pertenecientes a su hermano hasta que encontró lo
que estaba buscando, una cadena finamente labrada pero resistente de
unos seis metros de largo. Agarrándola junto con las esposas Bracken, se
apresuró a regresar hacia donde se encontraba Lore y le ordenó esposarse
sus muñecas mientras ella enredaba la cadena sobre su cama de dosel y
ataba los extremos en cada esposa. El resultado lo dejaba con sus brazos
extendidos hacia arriba, haló un poco la cadena para dejarle mover. Él
era fuerte, sin duda, pero no era rival para la cama que había hecho
especialmente para aplacar sus pesadillas.

—Estalila enalt.

El hechizo que tenía sobre el gusano perforador se quebró, y al


instante, desapareció el dolor de su cuerpo, pero también lo hizo su
fuerza. Tenía que alimentarse lo más pronto posible. El rugido de Lore la
siguió hasta el momento en el que ella agarró la Gargantua de hueso,
tocó el heraldi del Huargo, y se materializó en el patio trasero de un
pequeño trailer.

Rogando para que no fuera demasiado tarde, entró por la puerta


trasera abierta. Se encontró a Chase Barnstead desnudo, doblado sobre
sí mismo, con los brazos agarrando fuertemente su estómago. Una mujer
en ropa interior agarraba su hombro, como si estuviera preocupada,
tratando de ayudarlo… pero las marcas que tenía ella en su brazo derecho
se retorcían con fuerza.
Esos eran símbolos Seminus. ¿Una compañera Sem? Demasiadas
coincidencias y ninguna de ellas buenas. Lo que esa que ella le estuviera
haciendo a Chase lo estaba matando, el daño ya estaba hecho. La marca
del Huargo sobre el brazo de Idess estaba desapareciendo, una lúgubre
luz gris empezaba a rodear el cuerpo de él, predestinando su muerte. Sus
poderes curativos no podrían ayudarlo. Su muerte ahora estaba más allá
del libro de la vida.

Furia y necesidad de venganza rugieron a la vida, consumiendo todo


el cuerpo de Idess. Se lanzó sobre la hembra clavándole una patada
giratoria en el centro de la marca con forma de huella que tenía sobre su
corazón.

La mujer voló hacia atrás sobre un sofá reclinable, partiendo una


botella de cerveza, pero esa patada le había parecido a Idess muy sosa,
sin la fuerza suficiente. La perra debería de haber traspasado la pared.

Eso es lo que obtengo por no alimentarme a tiempo. Y todas estas peleas


la hacían drenar su energía vertiginosamente. Se precipitó sobre la otra
mujer, lista para estancarle la Gargantua de hueso directo en el corazón.
—Me voy a reír cuando los Griminions vengan por tu alma.

Idess empinó la daga... y un dolor lacerante se disparó por su brazo.


Lore. En peligro. ¿Cómo? Se tambaleó, dejando caer la daga. La perra de
pelo negro se extrajo un trozo de vidrio incrustado en su muslo, y con un
gruñido, se abalanzó sobre Idess, pareciendo un torbellino de brazos y
piernas.

Estupefacta por el dolor y la sorpresa, Idess cayó bajo una lluvia de


golpes, esquivando y bloqueando e incapaz de atinar un golpe ella misma.
Unos nudillos se estrellaron contra su boca, partiendo sus labios. Su
cabeza dio un crujido de nuevo sobre su columna vertebral, ¡ow!, ella iba
a lamentar esto por un mes.

Idess cayó y rodó lejos de la otra mujer, que de alguna manera había
logrado apoderarse de la daga. La Seminus la apuñaló, e Idess siseó por
la irrupción del metal sobre la piel de su brazo izquierdo. Ahora que su
sangre había tocado la hoja de la daga, ésta no fallaría en la próxima
embestida.
Ella se echó hacia atrás, por fuera del alcance de la mujer, esta era
una batalla perdida, Chase ya debería de estar muerto, de todas maneras.

De hecho… él ya no estaba aquí. Mientras ella estaba peleando con


esta asesina, él había huido.

Apretando su palma sobre el corte hecho por la Gargantua, Idess se


destelló fuera de allí, enferma por su fracaso en salvar a Chase, y por el
conocimiento de que su muerte le supondría más siglos en la tierra.

***

La tensión vivida dentro del apartamento de Eidolon podría ser


medida con un barómetro, incluso después de que Idess se hubiera
largado llevándose a Lore con ella. ¿Qué demonios había hecho ella con
él?

Finalmente, Kynan se dirigió hacia la puerta —Iré a Aegis HQ9, tiene


que haber una manera de neutralizar la habilidad de Lore—. Hizo una
pausa antes de llegar más lejos, y cuando habló, hubo determinación en
su voz, carente de crueldad. —Sé que él es su hermano. Pero haré lo que
tenga que hacer para defenderme. Gem está embarazada y no voy a
dejarla sola a ella, o a mi hijo sin un padre.

Eidolon contuvo el aliento con la repentina noticia, y Shade dejó


escapar una fuerte maldición.

—Eso no va a suceder—, maldijo Wraith.

Kynan asintió y salió de la habitación, dejando a E solo con Shade y


Wraith, ambos irradiando cólera en fuertes ráfagas que Eidolon podía
sentir como pequeños latigazos contra su piel.

—¿Y bien?— Shade demandó, y si él esperaba una disculpa por no


avisarles de la charla que tendría con Lore, estaría esperando por mucho

9
HQ: Cuarteles
tiempo. Eidolon había hecho lo que tenía que hacer para mantener a su
familia intacta. —¿Quieres explicar por qué Idess tuvo que avisarnos
sobre tu pequeña reunión?

—Eso ya no importa. Tenemos que encontrarla—, dijo E. —Antes de


que mate a Lore.

—Al diablo con eso—, gruñó Shade. —Yo digo que la dejemos.

—Él es nuestro hermano, Shade.

—También lo es Ky—, manifestó Shade. —Él no es nuestro hermano


de sangre o incluso de nuestra maldita especie, pero dio su vida para
salvarnos, a nuestras familias, y a todo el puto planeta. En cambio, no
sabemos nada de Lore excepto que intentó matarnos.

Eidolon lo miraba, sin poder creer lo que su hermano justo acababa


de decir —Concuerdo contigo sobre Kynan, ¿pero de verdad? ¿No te
importa que Lore muera?

—Mejor él que Kynan—, Wraith estuvo de acuerdo.

—Solucionaremos esto—. Eidolon apuntaba la mirada de un lado a


otro entre Wraith y Shade. —Tenemos que darle una oportunidad.

Shade hizo un sonido de disgusto —¿Como hiciste con Roag? ¿Una y


otra vez?

Dioses, estaba tan harto de hablar sobre lo que había pasado con
Roag. Sí, Eidolon la había jodido esa vez. Pero él sólo podía rogar por
perdón muchas veces. —Nunca lo vas a superar, ¿no es verdad?

—¿Superar?— Shade preguntó con incredulidad. —Perdí a Skulk


porque tú seguías dándole oportunidades a Roag. Diciéndonos, 'él es
nuestro hermano'. Pues bien, a la mierda E. Si nos hubiésemos encargado
de él cuando debíamos, Skulk no estaría muerta.

Skulk había sido el demonio Umber hermana de Shade, y ellos habían


sido muy cercanos. Tan cercanos que ella había trabajado como
paramédico en el hospital sólo para que Shade pudiera mantener un ojo
sobre ella. Eidolon la echaba de menos, y cada día que pasaba su corazón
se oprimía con la culpa cuando se enteró del papel que jugó
inconscientemente sobre su muerte.

—Y tú no tendrías ni pareja ni niños de no ser por Roag—. No tendría


que haberlo dicho. Y Eidolon lo sabía. Lo supo, incluso cuando el puño de
Shade se estrelló contra su mandíbula.

La cabeza de Eidolon cayó hacia atrás y el dolor atravesó toda su


cara, lo que provocó su propia ira. Él le devolvió el golpe con el poder de
todo su cuerpo incrustado en un atronador puñetazo. Un crujido sonó al
mismo tiempo en el que la nariz de Shade salpicaba sangre. Rojo
cubriendo al negro en los ojos de Shade, sin duda, igualándose a los de
E, y entonces todo comenzó.

Ambos se abalanzaron contra sí con la fuerza de dos toros.


Lejanamente, Eidolon escuchaba como se quebraban los muebles, los
cuadros se caían de las paredes, y más tarde la televisión estrellándose
contra el suelo.

Cayeron al piso, ambos recibiendo una gran paliza en contra, en un


-todo se vale-, en el cual, el que más daño hiciera, era el que mejor
luchaba, algo que E y Shade nunca habían hecho.

Esto era a lo que se dedicaban Wraith y Shade.

Un puño particularmente fuerte se estrelló contra un lado de su


cabeza lo que hizo que Eidolon empezara a ver estrellitas. Gruñendo, él
clavo su rodilla en el abdomen de Shade. Por lo que Shade estampó el
cráneo de Eidolon contra el piso, desatando la furia de Eidolon y llevándola
a otro nivel.

—¡Basta!— Tayla los apartó, empujando a Shade tan duro que salió
rodando hacia atrás hasta caer sobre un sofá. Luego ella dirigió su mirada
hacia Wraith, que estaba apoyado contra la puerta, con los brazos
cruzados sobre su pecho y los tobillos relajadamente juntos.

—Gracias por ayudar, imbécil. ¿No pudiste parar todo esto antes que
yo?

—¿Pararlo?— Wraith apuntó el pulgar hacia la cocina— Demonios,


estaba por ir a por unas palomitas e ir a buscar a Jerry Springer.
Shade rodeó el sofá, listo para comenzar de nuevo. Una vez más,
Tayla se puso a si misma entre los dos, agazapándose en una posición de
defensa, E tuvo que morderse una sonrisa por la ferocidad que
demostraba ella.

Él estaba tan seguro de que le iba a hacer el amor al segundo de


haber sacado a sus hermanos de la sala. Ahora mismo, sin embargo, él
no podía dejarla luchar sus batallas. Delicadamente, apretó su hombro y
tiro de ella hacia atrás. —Oye, ya está todo bien.

—No, Eidolon, no está bien. Está lejos de estar bien—. La sangre


brotaba a chorros desde la nariz de Shade y de una horrible herida que
tenía en su frente, sus dientes también estaban manchados con sangre.
Dispuesto a utilizar su don, Eidolon se acercó para curarlo, pero Shade se
echó hacia atrás. —No te atrevas a tocarme.

Shade nunca había estado tan enojado como para no permitir que
Eidolon atendiera sus heridas.

—Shade, escúchame…

El beeper de Eidolon empezó a sonar. Lo ignoró, aunque supuso que


sus planes que incluían a Tayla desnuda iban a tener que esperar. —No
podemos dejar que Lore muera—, terminó.

Wraith se apartó de la pared —Tampoco permitiremos que Kynan lo


haga.

—Esto no va de que uno de los dos muera o no—, dijo Eidolon, de


repente despidiendo la adrenalina que todavía corría por su sistema. —
Nadie va a morir. Hablaremos con Lore y haremos que entre en razón, y
si eso no funciona, lo contendremos.

Los ojos de Shade destellaron con violencia. —Has lo que tengas que
hacer. Pero entiende, que si todo se reduce a una elección, yo elijo a
Kynan.

—Pero si…

Shade lo interrumpió con un gruñido. —Tú de verdad no quieres


llegar ahí.
Y con eso, se largó del apartamento. Wraith le lanzó una mirada de
No-digas-nada y acompañó a su hermano hacia la salida.

Eidolon soltó un respiro lleno de frustración. Se secó la sangre de su


labio con el dorso de la mano.

Tay lo envolvió en sus brazos, —¿Estás bien?

—Seguro—, mintió, aunque ella sabía la verdad por la conexión que


compartían a través de su vínculo de emparejados. Y la verdad era que
cuando él le había dicho a Lore que últimamente tenía algunas dificultades
con su personal, no se acercaba ni a la mitad de lo que pasaba. Todo el
mundo en UG quería arrancarle la garganta a todo el mundo, lo que no
dejaba si no errores inconcebibles y descuidos en el cuidado de los
pacientes.

—No puedes mentirme a mí, chico malo—, dijo Tay.

—Lo sé—, suspiró. —Nunca había visto a Shade tan alterado.


Empiezo a creer que Shade dejará que esta situación nos separe.

—Eso no va a pasar, ustedes han atravesado por situaciones mucho


más difíciles que ésta. Shade está enojado ahora, pero la cosa es que, lo
está por la misma razón que ama de ti, y es tu lealtad hacia tus hermanos
y a hacia tu familia. Dale una oportunidad para que pueda calmarse.

Tayla era muy joven -comparada con Eidolon- pero ella había tenido
su tiempo en las calles, y entendía a las personas. Y a los demonios… en
parte porque ella era medio Soulshredder, lo que le permitía percibir
cicatrices que la mayoría no podía notar.

Pero en este caso, Eidolon tenía sus dudas acerca de la predicción de


Tayla. Donde Roag había fallado en separarlos, Lore podría tener éxito.

***

La rabia era como ahogarse en un océano de sangre hirviendo.


Envolviéndose alrededor de Lore y estrujándolo tanto que respirar era una
dolorosa agonía.

Él se encontraba encadenado a una cama, en un dormitorio bien


cuidado, su cabeza martillándole y aún lista para el combate. No sabía
dónde estaba, ni quien lo había raptado; se estaba volviendo loco con la
necesidad de matar.

Cada segundo que luchaba contra las cadenas iba aumentando su


ira, y eso, sumado al continuo martilleo en su cabeza y la falta de una
reciente liberación, lo tenía caminando sobre una cuerda floja, donde el
más mínimo empujón lo haría estrellarse directamente contra el duro
pavimento de Villa SinRetorno.

Sin ninguna red esperándolo abajo para salvarlo.

Una ráfaga de adrenalina se apoderó de él como si de una maldita


explosión se tratara. Él tiro de las esposas. No sirvió. Intentó cada vez
más fuerte, hasta que sintió estallar los huesos de ambos, hombros y
codos. El dolor explotó en un flash de luz detrás de sus ojos.

Su ingle latía, joder, si tan sólo pudiera llegar hasta su polla, podría
terminar con esto antes de que fuese demasiado tarde…

Un hilillo caliente corrió por su muñeca. Sangre. El toque, la vista, el


aroma… desencadenó su necesidad por asesinar, como si alguien hubiera
encendido el interruptor que sacaba el Jason Voorhees que llevaba dentro.

Rugió, como la única herramienta que tenía para mantener su


cordura.

Por lo menos estaba atado, así que era incapaz de correr por ahí
como un sádico. Incapaz de matar a inocentes.

No. Esta rabia terminaría con él.


Capítulo Seis
Traducido por Leva Durby
Corregido por Kitty y Mir

Gruñidos espeluznantes llegaron a los oídos de Idess antes de que


ella se hubiera materializado plenamente en su sala de estar. Agotada
pero alimentada por el miedo, corrió al dormitorio, patinando sorprendida
en el umbral de la puerta. Lore estaba solo. Nadie estaba tratando de
matarlo.

Pero... se había transformado. Sus ojos, ardiendo como brasas de


carbón, se clavaron en ella, y su piel se había oscurecido con una
inyección profunda de color rojo oscuro, a través de las venas oscuras en
la parte superior de los abultados músculos. Le enseñó los dientes, como
si quisiera tomar un bocado de ella. Era hermoso y aterrador, y un temblor
la recorrió cuando entró en el dormitorio.

¿Qué, en el mundo que le había sucedido? Fuera lo que fuese, que


amenazaba su vida. El heraldi en su brazo seguía ardiendo, lastimándola
mucho más que una daga en una herida. Había oído que algunas especies
podrían llegar a enfurecerse incontrolablemente hasta el punto de la
permanencia.

O, aparentemente, la muerte.

—Lore…

Su rugido violento sacudió los cimientos de la casa. La sangre


goteaba de sus muñecas, que él había llevado en crudo por debajo de los
grilletes. Las suelas de sus botas habían destrozado la colcha y las
sábanas, hasta llegar al colchón.

—¿Qué puedo hacer?


—Libérame—. Sus palabras estaban distorsionadas por la rabia y el
odio.

Armándose de valor, dijo, —Eso no es posible.

Un torrente de maldiciones salió de su boca. —¡Maldita seas y la puta


que te parió!

Ella avanzó hacia él.

—No te puedo soltar. ¿Qué más puede calmarte?

Él se volvió loco, sus movimientos eran tan violentos que una grieta
sonó en el armazón de la cama hasta que se rompió. Manchas de color
rojo bailaban en sus ojos, los que se habían tornado completamente
negros, hasta tragar el blanco de ellos, el demonio detrás del hermoso
rostro pasaba a través de él como una especie de capa transparente.

Se detuvo al lado de su cadera, un grave error, porque aunque sus


muñecas estaban atadas por encima de su cabeza, sus piernas estaban
libres, y las echó sobre ella, atrapándola por las costillas y lanzándola
contra la puerta del cuarto de baño.

Frotando su pecho dolorido, volvió con él, esta vez junto a sus
hombros y fuera del alcance de esos enormes pies con botas. Sin
embargo, él metió sus rodillas hacia atrás y estuvo a punto de golpearla.
El muchacho era sorprendentemente flexible.

Se estaba haciendo daño a sí mismo, y eso sólo iba a empeorar. —


Dime qué hacer para ayudarte.

Él apretó los dientes con tanta fuerza que su mandíbula sonó


ruidosamente. —Joder.

Ella realmente odiaba a los demonios y sus bocas sucias. —Dime—,


repitió.

—Joder—, gruñó. —Sexo.

—¿Sexo?— Ella se echó a reír. —Si crees que voy a caer en eso, eres
más que estúpido.
Empujando la cabeza hacia atrás con tal fuerza que dejó un hueco
en el yeso, él soltó un rugido de agonía que sacudió a través de su interior.
Una ráfaga de calor salió de él, ella sintió una ola de necesidad como un
aflojamiento de los músculos y una oleada repentina de líquido salió de
entre sus piernas. Una fragancia pecaminosamente oscura la envolvió,
llenando sus pulmones y haciéndola balancearse hacia él. Se contuvo, dio
un paso torpe, tambaleándose para atrás. Había vivido lo suficiente como
para saber que los íncubos podrían sacudir feromonas para atraer parejas,
pero ella nunca lo había experimentado… hasta ahora.

Su mirada parpadeó involuntariamente hacia sus caderas, donde


efectivamente, una erección masiva trataba de volar fuera de sus
pantalones. De ninguna manera. Nah-uh. Tenía que haber otra manera.
Cualquier otra manera.

—Simplemente… permanece quieto—. Ella tomó otra bocanada de


ese delicioso aroma dentro de ella. —Voy a liberarte o algo así…

—¡No!— Su cabeza se quebró hacia adelante, y sus ojos, brillando


con una luminosidad extraña, se clavaron en ella. —Yo… no… me puedo…
controlar—. Cada palabra salía entre sus dientes apretados. —No es
seguro… Podría atacarte. O peor.

Idess suspiró sorprendida. Él estaba preocupado por lo qué podría


hacerle a ella, o a otras personas si se escapaba en esta condición. Ella
no había conocido muchos demonios, pero a los que había conocido, no
le hubiera importado. Un hilo de admiración se deslizó dentro de ella, y lo
maldijo, no era asunto suyo tener ningún sentimiento para con este
macho sino odio y repugnancia. Ella despreciaba a los asesinos, no era
excesivamente aficionada a los demonios, y él le había causado un
montón de problemas.

Por otra parte, también le había salvado la vida.

Por supuesto, él no habría tenido para salvar su vida si no hubiera


estado tratando de matar a Kynan en primer lugar.

Su momento de claridad pasó rápidamente, y de repente él era una


masa de violencia otra vez, lanzándose contra las cadenas, poniendo a
prueba su fuerza, y la cama se agrietaba más.
La culpa pinchó en ella, ella era la causa de su miseria. A ella podrían
no gustarle los demonios, pero no estaba en su naturaleza causar
sufrimiento. Su mente trabajaba frenéticamente buscando una forma
para ayudarlo. En primer lugar, tenía que evitar que se hiciera daño a sí
mismo. Apresuradamente, ella lo obligó a bajar sus piernas con un
apretón firme sobre sus muslos.

Él entró en un frenesí renovado, tratando de morderla, sacudiendo


los brazos contra las cadenas. Sus caderas corcovearon, restregando su
masiva erección en contra el brazo de ella. En el momento en que hizo
contacto, se tranquilizó un poco. Lo hizo de nuevo, esta vez con un rodar
controlado de la pelvis.

Interesante. Muy bien, así que tal vez hacerle frente a su excitación
era la única manera de ayudarlo. Ella miró el enorme bulto en sus
pantalones. ¡Oh, mi Dios! ¿Cuánto tiempo había pasado desde que ella
había tocado a un hombre íntimamente? La respuesta a esa pregunta era,
demasiado tiempo. Ella había vivido los primeros diecinueve años de su
vida creyendo que era humana, y aunque había conocido el sexo sólo los
dos últimos años de su existencia humana, recordaba exactamente lo
bueno que la piel de un hombre se sentía contra la suya.

Incluso después de dos mil años de celibato. Y ningún orgasmo.

No seas tentada por los placeres de la carne, Idess. Había oído eso de
Rami con una frecuencia molesta cada vez que él la atrapaba admirando
hombres. Había sido tan fácil para su hermano decirlo, ya que él nunca
había tenido relaciones sexuales, él había sido célibe, incluso durante sus
años humanos. Pero ella había tenido un lado salvaje como ser humano,
y durante siglos después, y él había sido implacable en su búsqueda para
domar su lado salvaje.

Le había tomado la traición a él para que finalmente fuera puesta en


vereda.

Dejó escapar un suspiro largo y lento. —No te dejes tentar por los
placeres de la carne—, susurró. Diciéndose a sí misma que no tenía
elección y que no era gran cosa, le palmeó la longitud gruesa que
presionaba con tanta fuerza contra el cuero que ella podía distinguir forma
de su eje. La gruesa cabeza. Él gritó y se puso rígido, pero al menos había
dejado de golpear. El blanco había regresado a sus ojos, y ahora eran
salvajes, amplios, como los de un caballo asustado. Estaba jadeando,
pero permanecía inmóvil, como esperando a ver qué iba a hacer a
continuación.

Él era extraordinario. Incluso en su furia, era magnífico. Su cuerpo


respondió una vez más, calentándose y hormigueando, creciendo en dolor
en sus instintos más primarios.

Instintos que deben ser ignorados. Estaba prohibido para los


Memitim tener relaciones sexuales con los seres humanos, por lo que ella
sólo podía imaginar la cantidad de problemas que tendría por tener sexo
con un demonio.

Ella frunció el ceño. ¿Era esta una especie de prueba final? Rami se
había enfrentado a algo similar, justo antes de su Ascensión, cuando se
había enamorado de una mujer humana que encontró herida por la flecha
de un arquero y que había cuidado hasta que sanó. Cuando, después de
una gran lucha interna, había resistido su invitación a su cama, le habían
dado su recompensa final.

¿Y si se trataba de la prueba de Idess? No es que alguna vez estaría


en peligro de enamorarse de un demonio, pero este era un demonio
sexual, una especie que se sabe irresistible para todas las mujeres. ¿Había
sido dado a ella con el fin de determinar su capacidad de resistir? Eso
explicaría por qué se había convertido de repente en un Primori. Su
Primori.

Y si era así, era una prueba deficiente de su fuerza de voluntad. Al


igual que todos los Memitim, ella había hecho un voto de castidad, y
ningún hombre, humano o demonio, podría hacer que ella lo rompiera
después miles de años.

Satisfecha con la idea de que podría manejar esto sin perderse a sí


misma en la lujuria, corrió la mano por su eje, dejando que su palma
moldeara la longitud firme de él. Sus labios se abrieron en un suave
suspiro, y por loco que pareciera, ella quería tocarlos. Con sus dedos, con
su boca…
Maldiciendo su respuesta, pero alentada por él, ella frotó más fuerte,
y su aliento se convirtió en un largo y torturado gemido.

Ella retiró la mano.

Al instante, arqueó la espalda, tiró de sus cadenas, y aulló… un


sonido de dolor inimaginable.

—De acuerdo—, dijo ella rápidamente, y lo palmeó de nuevo. Una


vez más, se estableció, pero le temblaba todo el cuerpo. —Lo siento.

Tal vez ella podría usar esto. Sólo un poco…

—Dime—, dijo ella, hincándose a horcajadas sobre sus rodillas y


tirando del botón superior de sus pantalones, —¿quién te contrató para
matar a Kynan?

Él sacudió la cabeza, y ella retiró la mano.

El sonido del chasquido de sus dientes apretándose sacudió el aire.


Se sacudió tan fuerte que ella casi se desprendió de su asiento.

—Mala idea—, murmuró ella, mientras rasgaba el resto de los


botones y lo liberaba. Era enorme, una gruesa columna de profundo,
rubor color marrón que desaparecía en la V de la bragueta. Sólo una ligera
polvareda de pelo oscuro dejaba una pista por debajo del dobladillo de la
camisa a través su abdomen, que se caracterizaba por todo tipo de
cicatrices, hasta su ingle.

Una necesidad prohibida la recorrió, y al mismo tiempo, Lore empujó


sus caderas hacia arriba, poniendo la cabeza embotada de su pene de
contacto con su mano.

—¿No estamos impacientes?— Estamos estaba bien, porque esto era


lo más cerca que podía llegar a un varón, y ella quería esto casi tanto
como él. Usando sólo la punta de los dedos, le acarició, la suave piel de
terciopelo, hasta que la cabeza de Lore cayó contra la pared con los ojos
cerrados con alivio. —Esto se siente bien, ¿no?— Sin duda se sentía bien
para ella. ¡Oh!, ella recordaba esto. Excepto que ella no recordaba haber
sentido tanto placer en tocar a un hombre.

—Mmm mmm.
Ella le apretó el eje, maravillándose de la piel satinada que se
extendía sobre una barra gruesa de hierro. Ella no recordaba a los
hombres de su tiempo fueran así de grandes, tampoco. —Acerca de
Kynan…

Enseñando los dientes, él sacudió la cabeza. Ella retiró la mano una


vez más.

Él se volvió loco, y su corazón se apretó y eso era suficiente prueba.


Apresuradamente, ella lo agarró de nuevo, el efecto en él era tan
dramático que ella apenas podía entender la importancia que el sexo tenía
para su existencia. La forma en que se tranquilizó con tanta rapidez, con
una expresión que reflejaba tanto un marcado alivio como miseria… era
fascinante. Durante mucho tiempo ella había evitado todo lo remotamente
sensual o sexual, porque mientras ningún hombre estuviera en su lecho,
era bastante simple, el voto de castidad también prohibía la
autosatisfacción, y eso no había sido tan fácil. Y ahora, como si su cuerpo
hubiera salido de un congelador, estalló caliente y se volvió líquido, y no
podía esperar ver a Lore correrse, ver al placer llevándoselo al mayor de
los éxtasis.

—Buen chico—, murmuró. Ajustando su posición, hizo lugar a la otra


mano para que pudiera llegar por debajo de su eje a sus bolas. Yacían
pesadas en su mano, y cuando ella comenzó a rodarlas suavemente, él
maldijo a una respiración baja, irregular.

Ella arrastró su otra mano hacia arriba, de la base gruesa a la cabeza


acampanada. Una gota de cristal se formó en la ranura, y ella la restregó
con el pulgar a través de él, difundiendo la humedad de seda alrededor
de la corona. Lore sacudió sus caderas, su pecho subía y bajaba a un
ritmo desigual. Su eje pulsaba y crecía, y ella sentía que estaba cerca.

—Más rápido—, dijo con voz ronca. —Más fuerte.

Ella obedeció, bombeándolo de la manera que él quería que ella lo


hiciera, amando la construcción de la fricción entre su palma y su piel.
Ella arrancó su mirada de lo que su mano estaba haciendo para poder
calibrar cada reacción.
Y oh, qué reacciones tenía. Sus ojos estaban abiertos, con hambre,
y centrados en su cara. Los tendones del cuello y los músculos de sus
brazos se destacaban marcadamente mientras se esforzaba contra las
cadenas, y ella sabía que si él conseguía quedar libre ella estaría debajo
de él en un santiamén.

El deseo se enroscó en su intestino, y una sensación de embriagadora


energía se disparó derecho a su cabeza a una velocidad vertiginosa. Ella
podría cambiar los intervalos entre sus respiraciones, alterando la
velocidad de sus caricias. Ella podía hacer que él gimiera al alterar la
tensión de su agarre. Y cuando ella pasaba el pulgar contra el área justo
debajo de la cabeza, todo su cuerpo se arqueaba.

Locamente su cuerpo se arqueaba, también. Hacia él. Ella estaba


sorprendentemente excitada por esto, de una manera que nunca lo había
estado. Oh, ella tenía momentos ansiosos, pero ejercicios de castigo o un
arrebato a los postres nunca dejaban de rescatarla de las garras de la
lujuria. Esta vez, ella tenía la sensación de que ninguna cantidad de
flexiones de brazos o tiramisú aliviaría el dolor que palpitaba a través de
ella. Su pulso latía irregular por sus venas, sus pezones se endurecieron
en perlas sensibles que se raspaban contra su sostén con cada respiración
irregular, y de alguna manera ella se había deslizado hasta el borde del
orgasmo.

¿Sería ir en contra de su voto correrse incluso sin tocarse? ¿Si fuera


un accidente?

Un orgasmo accidental. Ella no sabía si reír o llorar, porque su cuerpo


era una olla a punto de hervir, y tanto como ella anhelaba lo que le había
sido negado durante tanto tiempo, ella tampoco podía correr el riesgo.

Enojada y herida, se desquitó con Lore, ya que realmente, esto era


su culpa. Ella lo apretó más fuerte, lo bombeó más rápido, aprovechando
un silbido complacido de él. Él la miró como si tratara de encontrar una
manera de llegar a ella, pero cuando ella miró de nuevo abajo a la vista
erótica de la cabeza de ciruela madura empujando a través del anillo de
sus dedos, él se perdió en el ritmo, echando la cabeza atrás una vez más.

—No te detengas…— Su voz gutural era a la vez un mando y una


súplica, y él llegó de repente, su cuerpo corcoveó con tal violencia que
ella tuvo que agarrar su cadera para evitar ser lanzada. Una maldición
ruda surgió desde el fondo de su pecho, y el semen se disparó en su mano
y gruesas cuerdas sobre sus abdominales.

Era hermoso, tan grande, los músculos tensos y su cuerpo duro. Él


se sentiría muy bien encima de ella, su peso sosteniéndola hacia abajo
mientras empujara dentro de ella. Él estaría desnudo, sudoroso, y
estarían piel sobre piel, calientes, sus cuerpos uniéndose y sus lenguas
enredándose.

La presión alcanzó críticos niveles en su núcleo, y se dio cuenta de


que se estaba moliendo contra el muslo de él, incluso cuando ella acabó
con él con su mano. Su mirada voló hasta su cara, y ella suspiró
sorprendida, horrorizada por la forma en que se centraba en ella, sus ojos
soñolientos pero brillantes con conocimiento.

Aclarándose la garganta, ella liberó su pene, que estaba semi duro


todavía. —¿Con qué frecuencia necesitas sexo?— preguntó casualmente,
como si no sintiera nada excepto, especialmente con la forma en que su
piel se estremeció cuando su semilla le salpicó sobre su mano, llenándola
del más extraño impulso de suavizar los lugares sensibles y privados.

—Unas cuantas veces al día—. Su voz era ronca, un hermoso gruñido


postcoital.

Más nerviosa de lo que quería admitir, ella se bajo de él para ir al


baño y poner un vendaje sobre el corte del brazo. En el momento en que
terminó, se sentía casi normal otra vez, a pesar de que definitivamente
podría utilizar una ducha de agua fría y dos galones de helado.

Ella encontró un tubo de pomada antibiótica en el botiquín, una toalla


mojada, y volvió a Lore. —¿Si no consigues sexo, te vuelves loco?

—Sí—, gruñó él, como avergonzado. —¿Cómo lograste atarme así?


¿Y qué vas a hacer conmigo?

—Hice que te ataras tú mismo—. Ella se dejó caer en el colchón junto


a él. —Y pienso evitar que mates a Kynan.

—Eres un ángel, ¿verdad? ¿Como, ángel de la guardia de Kynan?


—Algo así—. Suavemente, ella limpió la sangre de su brazo izquierdo,
trazando un camino desde el hombro grueso a la esposa alrededor de su
muñeca. Tenía la piel suave, lisa, los músculos debajo de un conjunto de
surcos profundos entre los montones de acero. Ella demoró más de lo que
debería.

—Entonces, ¿por qué no me matas? ¿Por qué me tienes prisionero?

Porque tengo que protegerte también y tus hermanos parecen dispuestos a


arrancarte el corazón.
—Tal vez quiero dejarte encadenado a mi cama como un esclavo
sexual antes de matarte—. Cosa estúpida de decir, porque las
posibilidades empezaron a rodar por su cabeza.

—Si eso fuera cierto —, arrastrando las palabras, —me abrías follado
en lugar de masturbarme—. Su sonrisa torcida y el pelo revuelto le daba
un aspecto de muchacho encantador, que entraba en conflicto con las
palabras crudas y la increíble masculinidad que el emanaba. —Y sé que
deseabas follarme, pero no lo hiciste. ¿Así que la cosa de esclavo sexual?
No la creo.

—Eres increíblemente arrogante.

—¿Me equivoco?— Su tono dijo que sabía condenadamente bien que


no estaba equivocado.

Ella ignoró su pregunta. —Dime quién te contrató.

Él rodo sus ojos y suspiró. —¿Estamos de vuelta en eso otra vez?

—Es algo importante.

Lore se encogió de hombros, haciendo sonar las cadenas. —Nadie


me contrató. Kynan es un tonto. ¿No es eso razón suficiente?

—A pesar de que le dijiste a Eidolon que Kynan era una misión, podría
creerte si no hubiera encontrado a otro de mis subordinados sacrificado
por una asesina.

Algo brilló en su mirada oscura. —Coincidencia.


—¿En serio?— Ella secó suavemente su muñeca destrozada debajo
de la esposa. Esto debía haber dolido, pero no se inmutó. —¿También es
casualidad que el asesino llevaba impresos tatuajes Seminus como el
tuyo?

Esta vez, el cambio en su expresión era una lectura fácil: miedo. Lo


escondió a toda prisa, pero demasiado tarde.

—¿Quién es ella?— presionó Idess — ¿Y por qué han sido enviados


asesinos detrás de mi Primori?

—No tengo ni idea. ¿Quienes son los Primori?

—Primori son los que estoy asignada proteger—, dijo ella vagamente.
—Y tú estás mintiendo.

—¿Crees que los maestros asesinos comparten algo con sus esclavos
asesinos? Nos dan un trabajo que hacer y no nos importa por qué.

—Encantador.

Él soltó un bufido. —¿Tú me estás juzgando a mí? Hola, no encadené


a nadie a una cama para ser usado como esclavo sexual. No es que me
importe—, agregó. —Pero el sexo sería mucho mejor si estuviera libre.

Hombre imposible. —Háblame de la mujer Seminus—, zanjó ella.

—No hay mujeres Sem—, dijo Lore. —Los machos Sem usan mujeres
de otras razas para que sean huéspedes de sus hijos, los que nacen son
todos machos.

—Entonces ella es una compañera—. Una vez más, una emoción


desconocida trajo el color a sus mejillas, y un pensamiento inquietante
hizo girar su intestinos. —¿Tuya? ¿Es tuya?

Él se quedó mirando. Ahora decidió callarse. Pero su silencio era


respuesta suficiente.

***
Lore mantuvo un ojo curioso en Idess, notando cómo ella pareció
enfermar repentinamente después de preguntar si Sin era su pareja. De
ninguna manera ella estaba celosa. Tal vez la idea de que ella podría
haber tenido intimidad con un macho comprometido, perturbaba a la
santurrona.

Gracioso.

Pero no era gracioso que ella supiera de Sin, y por lo visto, su


presentación no habría involucrado apretones de manos. Y el labio inferior
de Idess estaba hinchado y cortado, además tenía un corte en brazo, y
algunos mechones de sus espeso cabello se habían soltado de la cola de
caballo, dándole un parecido con Xena la Princesa Guerrera, apariencia
que él no debería apreciar. Pero lo hacía. O lo hubiera hecho, si no
estuviera preocupado por su hermana.

Él mantuvo su voz nivelada. Apenas. —¿Dónde está la mujer?— Ella


no dijo nada, y él gruñó, harto de su juego, cualquiera que fuera. —¿Qué
hiciste con ella?

Idess evitó el contacto visual, concentrándose en untar la pomada en


su muñeca. Él no podía esperar a que llegara a su brazo derecho. Ella
estaría tan muerta. Ella podría haber conseguido escapar de su contacto
con su dermoire antes, pero él lograría que lo tocara ahora.

—Si me dices lo que quiero saber, te diré lo que tú quieres saber.

—¡Respóndeme!—rugió, y ella retrocedió.

—No te preocupes—, le espetó ella. —Ella se escapó. Pero logró


matar a uno de mis Primori.

Bien. Sonaba como si Sin hubiera completado su misión. No habría


esclavitud a manos del Neethul para ella. Pero si no cuidaba a Kynan,
hacer cosas viles para el Neethul sería la menor de sus preocupaciones.
—Eso es muy malo, Galletita.

Idess ignoró su sarcasmo y cambió de lado. La anticipación creció


mientras se preparaba para limpiar su brazo derecho. Él giró la cabeza
hacia ella y trató de no admirar las largas y exuberantes pestañas que
enmarcaban sus grandes ojos color caramelo. Ojos que lo había visto
marcados por el hambre mientras lo acariciaba. Ellos se habían puesto a
media asta, oscuros, y ella había rodado su labio inferior entre sus
atractivos dientes blancos como si hubiera querido usar su boca en vez
de la mano.

Él habría estado de acuerdo con eso. Más que de acuerdo. Demonios,


se estaba poniendo duro otra vez con sólo pensarlo. Idess se inclinó. Tal
vez ella lo besaría. Si ella se ponía a ello de la manera que lo hizo cuando
lo masturbó, él disfrutaría cada segundo de ello. Al menos, hasta que ella
se dejara llevar y entrara en contacto con su brazo.

Más cerca. Más cerca… en un momento ella estaría muerta y él


estaría… ¿qué? Él estaría encadenado sin manera de liberarse.

—¡Alto!

Se quedó paralizada, con el paño a milímetros de su brazo. —¿Qué?

—Mi brazo… es sensible. Déjalo en paz.

—Oh, por amor de Dios. Para ser un gran demonio asesino, eres igual
a un bebé—. Mirándolo, ella dejó caer la toalla, y él dejó escapar un
suspiro de alivio. Y entonces, para su horror, ella puso su mano
suavemente sobre el antebrazo.

—¡Idess!

Ella jadeó, sus ojos se ampliaron. Sus dedos se le clavaron en la piel


y ella gimió… pero curiosamente, no parecía sentir dolor. En todo caso,
se diría que la expresión de su rostro estaba lo más lejos de la muerte
como podría estar.

¿Estaba ella…? Nah. Si ella se estaba corriendo, ella estaría salvaje.


Y ruidosa. De alguna manera sabía que ella sería ruidosa en la cama.

—Lore—, gimió. Su toque se aligeró, sus dedos apenas descansaban


en su brazo, pero ella lo estaba tocando.

Aturdido, miró la mano de ella. Su calor se filtraba en su dermoire e


irradiaba hasta el brazo, exactamente lo contrario de lo que debería haber
sucedido. ¿Por qué no se había desplomado? No dejó de notar que dentro
de su pánico él la había llamado por su nombre, y por alguna razón,
hacerlo se sintió extrañamente… íntimo. Finalmente, ella se apartó,
enfocando sus ojos en la forma en que sus marcas se retorcían en su piel.
—¿Qué… qué ha pasado?

—Ah… no sé. ¿Qué acaba de suceder?

Tentativamente, ella lo tocó de nuevo. Esta vez, el barrido golpe


experimental de sus dedos parecía no tener ningún efecto. —No lo
entiendo. Cuando te toque antes, fue…

—¿Orgásmico?

Ella le clavó la mirada con disgusto. —Difícilmente. Fue como si


tomara la energía de ti. ¿Te sientes drenado?

Guiñándole un ojo, él balanceó sus caderas. —Oh, sí.

Esta vez ella sólo resopló. —Lo digo en serio.

—Yo también.

Ella murmuró algo acerca de íncubos que no sonó cortés. —A lo mejor


tiene algo que ver con las esposas Bracken.

Esposas Bracken, los mismos dispositivos carceleros de demonios


que sus hermanos habían utilizado en él el mes pasado para anular su
don. Él debería haberlo sabido. No era de extrañar que no se hubiera
freído cuando ella lo tocó.

—¿Está bien si te lo limpio ahora?— preguntó ella.

Su polla se sacudió. —¿Ah?

—Tu brazo—, ella lo aferró.

—¿Por qué te importa?

Ella se encogió de hombros y tomó el paño mojado de nuevo. —


Tengo que evitar que mates a Kynan, pero eso no quiere decir que quiero
que sufras—. Ella limpió la sangre de sus erosionadas muñecas. —¿Te
duele?
Lejos de eso. Los arremolinados jeroglíficos siempre habían sido
sensibles, él no había mentido sobre eso. Pero estaban sensibles de una
manera muy erótica, y ahora que estaba claro que no iba a morir al
tocarlos, las terminaciones nerviosas justo bajo de su superficie
chispeaban, cada roce de sus dedos enviaba sacudidas placenteras
directamente a su ingle. Dios, ninguna mujer le había tocado alguna vez
el brazo así, y esto lo estremecía. Lo excitaba. Lo amenazaba con llevarlo
a alturas que nunca había conocido.

—No—, dijo con voz áspera. —Estoy bien.

—Los jeroglíficos son extraordinarios—, dijo. —Parece que se


mueven—. Trazó uno con la uña, y él se tragó un gemido. —No son
tatuajes, ¿verdad?

—Son una historia de nuestra paternidad.

—¿Naciste con ellos?

—La mayoría de los Sem lo hacen.

Ella enjuagaba el paño y volvió a limpiar bajo el brazo, a pesar de


que ya no parecía necesario, y un escalofrío resbaló a través de él. —
¿Pero tú no? ¿Tiene esto algo que ver con la reproducción humana?

—¿Cómo sabes que soy de descendencia humana?

—Puedo oler el ser humano en tu sangre—. Ella se movió en la cama.

Él no vio ninguna razón para mantener en secreto su origen, y


además, tal vez si podía hacerla hablar, podría revelar información que él
podría utilizar. Como por qué era guardián de Kynan. Y si era cierto que
sólo los ángeles podían hacerle daño. Y cómo Lore podría burlar ese
detalle menor. —Mi madre era humana. Al parecer, eso hace que las cosas
sean un poco chifladas.

—¿Así que cuando ganaste los símbolos?

—Cuando tenía veinte años—. Vinieron con una sentencia de dolor,


seguido de un postre de lujuria y furia. Oh, sí… buenos tiempos.
Ella usó una uña cuadrada para trazar el contorno del símbolo de una
flecha en el hueco de su codo. Su erección palpitó como si no acabara de
disfrutar justo el orgasmo más intenso de su vida. —¿Y hace cuánto
tiempo fue eso?

—Si quieres saber la edad que tengo—, dijo, —sólo tienes que
preguntar.

—Muy bien. ¿Cuántos años tienes?

—Nací en 1880. ¿Y tú?

La sonrisa de ella transformó de una hermosa a una preciosa para


caerse muerto. —Soy bastante mayor que tú.

—¿Sí?— Él meneó las cejas. —Siempre he tenido una cosa con las
mujeres mayores.

Hubo más murmullos sobre íncubos mientras ella dejó caer el paño
en el cesto de ropa sucia. —Yo nací día que Julio César murió. Eso es
mucho tiempo.

—Así que tú realmente naciste. Y en los idus del marzo10—,


reflexionó. —¿Es por eso que te dieron ese nombre?— Cuando ella asintió
con la cabeza, él se acomodó y le dirigió una mirada soñolienta,
seductora. —Es un nombre bonito. Bonito como tú.

Ella soltó un bufido. —No voy a caer en cualquiera de tus trucos.


Especialmente cuando son tan evidentes.

—Dame un respiro. No tengo mucha experiencia seduciendo


mujeres.

—Sí, claro—. Ella frunció el ceño cuando él no reaccionó. —¿Hablas


en serio? ¿Cómo puedes ser un íncubo y no tener ese tipo de experiencia?

10
Idus de marzo: En el calendario romano los idus de marzo caían en el 15 del mes de Martius. Los
idus eran días de buenos augurios que tenían lugar los días 15 de marzo, mayo, julio y octubre y los días 13
del resto de los meses.
Él se encogió de hombros, reacio a contarle sobre su toque de
muerte. —Supongo que hay anomalías en todas las especies.

—Viendo qué eres un demonio sexual que mata, yo diría que eso es
cierto.

—Hay íncubos que usan el sexo para matar. Pero no es que quiera
matar a nadie—, añadió, y si bien era cierto que él estaba jugando con su
lado suave, también era… cierto. Él no era un asesino porque quería serlo.

No, tú matas por dinero. Eso es mucho mejor.


—Bien—, dijo ella —Entonces necesito que no mates a Kynan.

—Sí, está bien. No lo haré.

Sus pestañas abanicaron creando sombras bajo los ojos, y ella de


repente parecía cansada. —Yo sé cómo trabajan los maestros asesinos,
Lore. Tú no puedes simplemente ignorar tus órdenes.

—Entonces, ¿por qué me pides que no mate a Kynan si sabes que


tengo que hacerlo?

—Sólo quiero tu palabra de que no lo matarás mientras estoy


tratando de averiguar quién te contrató, y por qué.

—¿Así que piensas que si sacas del camino al que me contrató, el


golpe será cancelado y Kynan estará a salvo?

—Sí.

Era un bonito pensamiento, pero no iba a suceder. El Gremio de


Asesinos había construido su reputación en su promesa de discreción y
silencio, y nadie sabía nunca la identidad del contratante. Había ocurrido
sólo una vez, hace cientos de años, cuando un cliente había sido
traicionado por un maestro asesino, y aquel maestro había sido hecho un
ejemplo.

Su cuerpo fue destrozado, preservado en cera, apareció en la entrada


de la sala de su clan, su carne pelada como un plátano lejos del hueso.
Pero la peor parte era que de alguna manera su alma había quedado
atrapada con el cuerpo, y sus gritos podían ser escuchados por todos los
demonios que entraban.

Pero él no le iba a decir eso a Idess. Nop. Él le seguiría la corriente.

—Necesitarás mi ayuda—, dijo.

Ella secó su frente, que brillaba con una fina capa sudor. —Puedo
manejar esto por mi cuenta.

—¿En serio? ¿Sabes quién es mi maestro? ¿Puedes comunicarte con


él?

Las mejillas de Idess se motearon de color rosa, porque él tenía un


punto. —¿Vas a decirme?

—¿Me dejarás ir?

Ella se tambaleó sobre sus pies, y un rayo pánico zigzagueó a través


de él. —¿Galletita? ¿Qué va mal?

—Nada—. Ella levantó la barbilla y enderezó la espalda, en una


demostración de fuerza, pero un hilo sudor corría por su sien.

—¿Quieres mi ayuda? Me dirás que coño está mal. En este instante.

Ella vaciló. La vulnerabilidad no era parte fácil, sobre todo frente a


un enemigo. Un gemido se le escapó mientras se desplomaba,
agarrándose del tocador

—¿Idess? ¿Qué es?

Su mirada parpadeante se prendió a la suya, sus ojos muy vidriosos


y desesperados. —Parece—, le susurró, —que me tengo que alimentar.
Capítulo Siete
Traducido por MJ
Corregido por Kitty y Mir

Necesito alimentarme.

¿Ella había dicho eso realmente? Las palabras seguían sonando en


los oídos de Idess como un eco eterno. Se hacía más fuerte y más fuerte,
hasta que ella golpeó las palmas sobre sus oídos. Oyó a Lore llamándola
por su nombre, su voz profunda era un simple zumbido.

Cálmate… cálmate…

Oh, esto era malo. Su odio absoluto por la alimentación la había


llevado a ignorar las necesidades de su cuerpo por mucho tiempo, y la
batalla con Lore y el daño subsiguiente no había ayudado nada. A medida
que la náusea se desvanecía, ella fue bajando las manos alejándolas de
su cabeza.

—Idess—. El tono duro de Lore finalmente penetró la bruma de su


cerebro. —Cuando dices alimentar ¿quieres decir lo que creo que quieres
decir?

—Sí—. Ella se sentó en la cama junto a él, sus piernas demasiado


inestables para sostenerla por mucho más tiempo, y lo último que quería
era desmayarse frente en su cautivo. Eso sin duda sería de gran ayuda
para demostrarle quién estaba a cargo.

—Pero, ¿no eres una especie de ángel?

—Considérame un ángel en la formación—. Ella se frotó los ojos,


incluso mientras se pasaba la lengua por la punta de los caninos que
habían comenzado a descender.

—¿Todos los ángeles beben sangre?


Estaba tan cansada que ya no se preocupaba por resguardar cosas
de Lore. Tan agotada, de hecho, que se tambaleó, su cabeza le daba
vueltas como si hubiera tomado demasiados vasos de vino, que era el
único alcohol que se suponía que los Memitim bebían. Se había
complacido mucho durante sus días más salvajes. Ahora ella lo evitaba,
y a cualquier cosa que pudiera socavar su control y llevarla lejos del
camino de la bondad que ella tan duramente trataba de seguir. —No, sólo
mi tipo.

—¿Y qué tipo eres exactamente?

—Soy un Memitim—. Ella pasó su mano por encima de la colcha azul


y dorada hecha a mano que había comprado en la campiña italiana,
rozándola. Pequeñas cosas como esta serían lo que ella echaría de menos
cuando Ascendiera. —A diferencia de Querubines y Tronos y todas las
otras clases de ángeles de las que puedes haber oído hablar, los Memitim
nacen en la Tierra y nos quedamos aquí hasta que Ascendemos. Y ya que
estamos atados a la tierra y a este plano, debemos alimentarnos a si
hemos agotado nuestra energía—. O tal vez lo que Rami dijo era verdad,
que se alimentaban no porque estaban vinculados a esta vida, sino debido
a quien era su padre y que los Memitim estaban, en esencia, pagando por
sus pecados. Los pecados del padre que todos compartían, por así decirlo.

—¿Por qué estás agotada?

—Luchar contigo, por una parte—, dijo con ironía. —El que me hayan
disparado y perder la Primori de tu compañera mató tomó mucho de mí,
también.

Se quedó en silencio por un largo tiempo, dejándola sola con los


latidos en la cabeza. —Aliméntate de mí.

Su mirada voló para reunirse con la de él. —Eh… ¿perdón?

—Toma mi sangre.

Sus dientes ya palpitaban dentro de sus encías, ansiosos por


extenderse. —¿Por qué te ofreces?

—Porque parece que te vas a desmayar en cualquier momento. Y si


te mueres de hambre, nunca saldré de estas cadenas.
Su vientre se retorcía prácticamente de anticipación, tenía la boca
hecha agua y sus colmillos golpeaban hacia abajo. Lore se había dado
cuenta, su mirada iba a sus labios entreabiertos, y ella juró que vio un
destello de hambre en sus ojos, también. Ella se retorció, insegura acerca
de eso. Ella nunca había tomado de un demonio antes. De hecho, ella
había buscado siempre el más suave, más decente Primori humano que
podía.

Cuando las emociones se quedaban contigo, no querías que la sangre


de un psicópata zumbara a través de tus venas.

—No puedo—, dijo. —Voy a encontrar a otra persona…

—Tómala—, dijo, y esta vez con voz áspera. Imperiosa. —Toma lo


que necesites—. Sus ojos habían descendido y ella siguió su mirada hasta
su erección. —Toma lo que quieras.

—Bastardo arrogante—, murmuró, pero no habría poder detrás de


sus palabras. Ella quería su sangre, y la verdad sea dicha, su cuerpo
traicionero le dolía por todo lo que tan audazmente le ofrecía.

Tenía que salir de allí.

Ella brilló. Trató de brillar. Su cuerpo parpadeó como una bombilla a


punto de apagarse. Oh, dulce Señor, estaba atascada. Si Kynan fuera
atacado en este momento…

Tenía que hacerlo. Tenía que tomar de Lore, aunque sólo fuera para
garantizar la seguridad de Kynan. Pero la idea de beber de él, de tomar
sangre de su cuerpo poderoso… era peligroso. ¿Qué tipo de emociones se
quedarían con ella si bebía de un íncubo? Ya, la idea le había calentando
todo el cuerpo, sus muslos se apretaron y la humedad floreció entre sus
piernas.

Él inclinó la cabeza hacia un lado. Su cuello musculoso se expuso, su


pulso en la yugular era fuerte y constante por debajo de la piel bronceada.

Sólo una pequeña muestra. Un sorbo. Lo suficiente para darle la


fuerza para cazar un huésped adecuado. Tomada la decisión ella lo montó
poniéndose a caballo entre sus muslos. Se deslizó hacia atrás en un
intento de evitar el contacto íntimo, pero su sonrisa maliciosa dijo que no
iba a jugar de esa manera. Él levantó las rodillas para desplazarla hacia
delante, y ella casi se queda sin aliento al sentir la cresta dura de su sexo
contra el suyo.

Maldito sea. Ella se negó a darle la satisfacción de una reacción, por


lo que preparó sus manos sobre sus hombros y se inclinó. Su olor a tierra
y valentía, encendieron un zumbido agradable en su interior. ¡Oh, sí que
necesitaba esto!

—No dolerá—, susurró contra su piel.

—No estoy preocupado por eso—, le susurró él.

Se dijo que tocarlo era necesario, que no significaba nada, se dijo a


sí misma todo tipo de mentiras al tiempo que arrastraba la lengua hasta
el cuello, justo sobre la yugular. Su cuerpo se tensó debajo del de ella, si
con anticipación o temor, ella no lo sabía. Lamió otra vez, tomándose su
tiempo, a pesar de que no era necesario, su primer golpe adormecía el
sitio de la mordedura. No, este segundo golpecito era para ella, no para
él, y no había que mentir sobre eso.

—Estoy empezando a sentirme como un Tootsie Pop11, aquí—, dijo


con voz áspera.

Ella no pudo contener una sonrisa. —Sí… ¿cómo era ese viejo
comercial?— Ella lo lamió. —Uno—. Ella lo lamió otra vez, y él gimió. —
Dos—. Ella lo lamió una vez más, y sus caderas se salieron de la cama.

—Tres.12

***

11
Golosina: http://www.imprintitems.com/sitewide/images/prod/0_foodandedibles_suckers_-
_candy_-_pops_tootsie_-_pop_sm.jpg
12
Comercial al que Idess y Lore hacen referencia: http://www.youtube.com/watch?v=LZ0epRjfGLw
Los colmillos de Idess se deslizaron por la garganta de Lore tan
suavemente que él sólo sintió una mínima sensación de hormigueo, y
luego su boca se prendió en él.

—Oh… sí.

Nadie nunca lo había mordido antes, pero wow, esto era increíble.
Todavía no estaba seguro de por qué se había ofrecido para jugar a ser
un bote de zumo, pero definitivamente no lo lamentaba. El calor fluía de
su boca a través de su cuerpo, aflojándole los músculos y la mente. Él se
imaginó en un lugar feliz mientras ella le chupaba el cuello, su lengua y
sus labios le acariciaban la piel tan suavemente que casi le pidió que
succionara con más fuerza, para darle aún más para sentir.

Con la forma en la cama con dosel se inclinó de sus luchas, las


cadenas le daban el espacio suficiente para que pudiera tocarla si él se
tensaba. Estirándose, pasó los dedos por los mechones sueltos de su pelo,
maravillado por la textura sedosa y las rizadas ondas. Con su contacto,
ella comenzó un poco, y luego se hundió contra él, poniéndolos en
contacto con todo el cuerpo.

No debería sentirse tan bien. Ella era su captor. Si él no conseguía


escapar, Sin iba a morir. Ninguna cantidad de placer debería ser capaz de
influir en él, pero Idess era placer carnal, y su cuerpo incubus sólo podía
responder.

Él nunca respondía. A pesar de la liberación anterior, su polla le dolía


en el interior de su prisión de cuero, sus bolas estaban apretadas y su piel
quemaba por todas partes.

Dios, deseaba poder tocarla, tocarla realmente. Quería arrancarle la


ropa, rodarla sobre su espalda, y hundirse en ella hasta que gritara.
Quería mostrarle lo que era estar en cautiverio, incapaz de sentir nada,
excepto lo que tu captor quería que sintieras.

Él la torturaría a ella, con toda la razón del mundo. La llevaría al


borde de la pasión y la frenaría hasta que ella se volviera loca por la
necesidad de llegar al final. Sólo después de que le rogara el tiempo
suficiente y de una forma lo suficientemente buena, él se lo daría.
Ella estaba jadeando, y con su cuerpo fuera de control. Perdido en
sus propios pensamientos, que no había sido consciente de que se
presionaban el uno contra el otro, tenían relaciones sexuales con la ropa
puesta. —Tócame—, dijo él bruscamente.

Los dedos de ella se apretaron sobre sus hombros, cavando en un


dolor tan dulce. Era condenadamente bueno, pero quería sus dedos
tomaran un lento deslizamiento hacia el sur. Extremo sur.

—Así. Pero más abajo.

Sus dedos se clavaron en aún más, y él siseó. ¿Cómo era posible


sentirse tan relajado y lleno de energía, al mismo tiempo?

Levantó una pierna para aprovechar y poner su erección más firme


contra ella. Pero aún cuando se arqueó contra él, emitió un gemido desde
el fondo de su pecho y su control sobre los hombros se alivió. Sus dientes
se desengancharon y sintió el movimiento de su lengua caliente sobre la
piel de su cuello.

Extrañamente, ella no se movió de él. En cambio, apoyo su cabeza


sobre su hombro.

—Ah… esto no puede ser todo lo que hay de la alimentación, ¿no?


Quiero decir, teníamos un poco de la acción debajo de la cintura…

Ella no se movió. Mierda.

—¿Pastel de Ángel?— Él sacudió sus cadenas. —¡Idess!— Preocupado


de que ella estuviera herida o enferma o que su sangre de demonio fuera
veneno para un ángel, él tiró de su cabello.

Y fue recompensado con un chirrido pequeño… seguido por una serie


de suaves ronquidos.

Se había quedado dormida. Ella había tomado alimento de él y, a


continuación, como un contento gatito, ella hocicó su cuerpo contra él y
se quedó dormida.

Algo dentro de él lo sacudió con tanta fuerza que lo sorprendió que


Idess no se saliera de encima de él. Esto era lo más cerca que había
estado alguna vez de una mujer. Oh, él las había follado, e incluso se
había ocupado de una que tontamente había pensado que podría ser de
él. Pero ninguna mujer había dormido junto a él. Era una intimidad
sorprendente que le daba una infernal borrosa calidez en una situación en
la que no tenía derecho a sentirse bien en absoluto.

Y, sin embargo, le acarició el pelo y trató de quedarse quieto, porque


locamente, esto era la cosa más increíble que jamás le había ocurrido.
Capítulo Ocho
Traducido por Estivali10
Corregido por Kitty y Mir

Underworld General era el último lugar donde Sin quería estar. Pero
Lore estaba desaparecido, y el hecho de que la chica interrumpiera su
intento de asesinato tratando de matar a Sin con la daga de él era una
señal escalofriante de que estaba en problemas. La ventaja era que la
hoja había probado la sangre de la mujer, lo que significaba que quería
más.

Por desgracia, la daga Gargantúa tenía una seria limitación, ya que


sólo se podía utilizar para realizar un seguimiento de la víctima durante
el momento más inoportuno en la zona horaria en donde había sido
derramada la sangre de la presa. Por lo tanto, como Sin tenía tiempo para
matar, buscó a Lore en todos los lugares obvios. Había ido a la guarida
del asesino. Nada. Había ido a su casa. Nada. Lo había llamado y dejado
mensajes de texto y correos electrónicos. Ninguna maldita cosa.

Su último recurso fue el UGH, donde podría ser un paciente... o


donde podría estar haciendo amistad con sus hermanos. Los hermanos
de él, porque ella rechazaba reconocerlos.

Y por qué la idea de que podría estar saliendo con ellos la ponía
terriblemente incómoda, inclusive celosa, no tenía ni idea.

Salió del Harrowgate en lo que debía ser el servicio de urgencias. Un


demonio Umber macho levantó la vista de la mesa de recepción, los labios
de un color gris acero desnudaron dientes blancos.

—¿Qué quieres?

Al parecer, la educación no era necesaria para trabajar en un hospital


demonio. Sin se le acercó, cojeando por la herida que había tenido
durante la batalla con la chica misteriosa. —¿Tienen un paciente llamado
Lore?

El Umber se burló. —No estoy autorizado a dar información sobre los


pacientes.

Tanto alivio como temor la inundaron. —Así que él es un paciente.

—Yo no he dicho eso—, dijo el Umber.

Sin golpeó sus puños sobre el escritorio. —Eres un imbécil.

—¿Hay algún problema aquí?— La voz profunda la congeló al


embaldosado suelo negro. No era Lore, pero el tono de prohibición era el
mismo. Este sería uno de sus hermanos. Mierda.

Lentamente, se dio vuelta. Se encontró mirando un siniestro símbolo


médico sobre un camisa de medico que cubría un amplio pecho. Tragando
secamente, arrastró su mirada, y si, este hombre, con su pelo corto y su
presencia de "poseo este hospital", y la expresión severa podría no ser la
viva imagen de Lore, pero si lo suficientemente cerca. Además, el
dermoire que se extendía a su cuello conectado a dos anillos alrededor de
la garganta, la marca de estar emparejado y la marca de la madurez, lo
delataba. Bueno, eso, y su tarjeta de identificación. Eidolon.

No era bueno.

—La hembra busca a Lore—, dijo el Umber, y en su interior, ella se


abatió. Este era el escenario que había esperado evitar.

La expresión de Eidolon seguía siendo de piedra, y de pronto se


preguntó qué haría falta para sacarlo de quicio. —¿Cómo conoces a Lore?

—Eso no es asunto tuyo.

—Supongo que no quieres saber si es un paciente—. Eidolon se dio


la vuelta y se dirigió hacia un par de cabinas con cortinas.

Maldiciendo, Sin corrió para alcanzarlo. —Trabajo con él.

Eidolon se detuvo y la miró con recelo. —Él no está aquí.

—¿No podrías haber dicho eso sin todo el drama?


Eidolon no tuvo oportunidad de responder, porque las puertas
correderas de emergencia se abrieron, y dos médicos guiaban una camilla
cargada de su víctima Huargo. Mierda.

Uno de los médicos se sentó a horcajadas sobre el Huargo,


bombeando compresiones en el pecho. Eidolon entró en acción.

—¿Qué tenemos?— preguntó, pasando junto a los médicos. Sin le


siguió el ritmo a pesar de su cojera, pero se quedó atrás para pasar
desapercibida.

El médico que empujaba la camilla, sus colmillos intermitentes


revelaban su condición de vampiro, dijo con voz cortada, —Huargo. Fue
encontrado inconsciente y sin respirar. Nuestros intentos por reanimarlo
fueron un éxito, pero lo perdimos al cabo de tres cuadras.

Él recitó algunas estadísticas vitales que Sin no entendió mientras


empujaban la camilla hacia una de las habitaciones con cortinas. Más
personal médico pululó hacia su interior. Sin esperó afuera, escuchando
a más médicos hablando algo que no sonaba bien. Bueno, no bien para el
Huargo. Bien para ella.

Después de unos minutos, los médicos salieron. Uno salió por las
puertas, mientras el otro, el vampiro rubio, se detuvo fuera haciendo
apuntes en su portapapeles.

Sin se aclaró la garganta. —Hey, ¿cómo está el Huargo?

Sus misteriosos ojos plateados se fijaron en ella, pero siguió


escribiendo. —Muriendo. ¿Por qué?

—Por ninguna razón—. Se frotó los brazos por las mangas de su


chaqueta de jean y se movió inquietamente bajo su desconcertada
mirada. —¿Qué pasó con él? ¿Fue un accidente? ¿Estaba enfermo de algo?

—Eres un poco entrometida.

Eres bastante sexy. Ella se encogió de hombros. —Sólo soy un


ciudadano preocupado—. Sí, preocupada porque Eidolon salvara al
hombre lobo y ella tuviera que matarlo otra vez.
El vampiro la observó por un momento, y el piso pareció temblar
debajo de ella. Él era realmente extraordinario. Él era fácilmente tan alto
como Lore, con los hombros igual de amplios, pero hasta ahí terminaba
la similitud. El Médico Hot Vampiro era de constitución delgada, atlética,
pómulos cincelados, y una boca sensual llena, que sin duda podría
aferrarse a los puntos más sensibles de una mujer y hacerla gemir.

Él la escaneó de pies a cabeza. —Deberías hacerte ver esa pierna.

Frunciendo el ceño, ella miró hacia la mancha de sangre que se había


filtrado a través de sus pantalones vaqueros y del vendaje que había
envuelto alrededor de su muslo. —No es nada grave…

Él ni siquiera esperó a que terminara. Le entregó el portapapeles al


Umber y salió por la puerta por la que había venido. Era un completo
encanto.

Ella se habría irritado por su descarado despido si no fuera por el


hecho de que el Huargo que necesitaba muerto estaba siendo tratado por
su hermano, que no sabía que ella existía. Cristo, sólo ella podría entrar
en este tipo de desastre.

Esto nunca había ocurrido antes, que una víctima de ella sobreviviera
incluso minutos después de haber sido infectada por su toque y un
pensamiento horrible apuñaló en su cerebro, ¿y si él había infectado a
alguien más? A pesar de que su corazón se había convertido en azufre
hacía décadas, y en su mayor parte no le importaba nada la vida y la
muerte de las personas que ni siquiera conocía, ella no mataba por
diversión. Cuando mataba, era deliberado y rápido. Controlado. Matar era
lo único en lo que ella tenía algún control, el único aspecto de su vida que
no era caótico, y no podía soportar la idea de que podría ser responsable
de muertes que no podía evitar o hacer que sucedieran en la forma en
que deberían.

Ella paseaba, esperando cerca del Harrowgate donde el Umber no la


notaría, pero podía mantener un ojo en la habitación. Era extraño, estar
en el hospital que sus hermanos habían construido. Ella no sabía qué
esperar, pero no era desorden y falta de profesionalismo. El personal
estaba de mal humor, y cuando un paciente llegó con una lanza clavada
en el estómago, dos médicos pasaron tanto tiempo peleándose por quien
tenía que tratar al tipo que este se desplomó mientras los médicos se
gritaban el uno al otro.

Había visto más orden en una riña de bar.

—¿Qué diablos está pasando?— Eidolon salió de la habitación del


Huargo, sus ojos dorados brillaban fijándose en el tipo que sangraba en
el suelo. Su furia pareció golpear algún sentido en los doctores que
discutían, mientras Eidolon se precipitaba hacia el paciente, su expresión
le dijo a Sin que esos médicos pronto iban a lamentar que sus padres no
hubieran practicado el control de la natalidad.

Pero bueno, la conmoción hizo era una gran distracción, y Sin podía
transformar cualquier situación en una que la beneficiara.

Mientras toda la atención estaba en el drama del hombre-brocheta,


Sin se asomó a la habitación del Huargo. El alivio la inundó al ver una
sábana cubriendo un cuerpo. Ahora, si tan sólo pudiera encontrar una
prueba de la muerte y salir de allí para buscar a Lore…

Por supuesto, ella no podría obtener la prueba mientras el cuerpo


estuviera tendido en medio de la sala de emergencias. Tendría que
esperar hasta que lo llevaran a la morgue. Mientras tanto, necesitaba
privacidad.

Asegurándose de que nadie estaba mirando, se deslizó por una de


los pasillos, a una sala llena de equipos médicos, de aspecto malvado,
con extrañas restricciones, e incluso más extrañas con un toque
hogareño, como un tocador de madera y estantes llenos de toallas y
zapatillas en varios tamaños y formas.

Sin se quitó la chaqueta, se sentó en el borde de la cama, y esperó.


No tuvo que esperar mucho tiempo. Una vibración comenzó del fondo de
su cuerpo, en constante aumento hasta concentrarse en su brazo
derecho. Su dermoire se retorció, apretó, y, por último, la piel se dividió
entre dos símbolos, y una profunda herida apareció en su bíceps.

Apretó los dientes con tanta fuerza que hizo crujir su mandíbula, no
pudo contener un grito de dolor. La sangre salió a borbotones, pero ella
no se molestó en detenerla. No, se trataba de una clase de limpieza, algo
que sucedía después de cada muerte, como si su cuerpo se estuviera
purgando de la culpa que no podía permitirse sentir.

—¿Qué demonios?— Eidolon se precipitó en la habitación, la agarró


de la muñeca, y pegó su mano en la herida.

—¡No me toques!— Ella rodó lejos, pero él se movía como Lore, con
una increíble velocidad y gracia, y en un instante ella estaba de espaldas
en la cama, el brazo extendido, con una palma ejerciendo presión sobre
sus bíceps.

La dermoire de él estaba iluminada. Ella le dio un rodillazo en el


estómago, y con un gemido él se dobló, aflojando suficientemente su
control como para permitirle alejarse de él, recoger su chaqueta, y
dirigirse rápidamente hacia la puerta.

Él la abordó antes de que llegara.

Ella golpeó duramente en el suelo, el aire explotó en sus pulmones.


Eidolon la hizo rodar, se puso a horcajadas sobre ella, y fijó sus muñecas
juntas sobre su pecho. Entonces la miró con esa mirada furiosa, de ojos
dorados que Lore había perfeccionado.

—¿Quieres explicar esto?— Mirando fijamente las marcas en su brazo


derecho. —¿Y cómo has conseguido evitar el hechizo del Haven?

—¿Hechizo del Haven? ¡Suéltame de una puta vez y déjame en paz!

Él le mantuvo las muñecas fijas con una de sus manos y con la otra
arrancó de su hombro la tira de la camiseta, revelando su dermoire desde
el brazo hasta el cuello. —¿Tú te has hecho esto? ¿Cómo? ¿Magia?— El
frotó el pulgar sobre uno de los símbolos. —¿Tinta permanente? ¿Tatuaje?

—Vete a la mierda—. El dolor rayó encima de su brazo hasta el


enorme rasgón que estaba abierto en su bíceps, el cual se estaba abriendo
por el torpe apretón que él hacía en su brazo, haciendo que goteara
sangre en el piso.

Ella se retorció, pero él la sujeto con más fuerza, presionándola entre


sus muslos mientras colocaba su palma sobre la laceración aplicando
presión. —El símbolo de arriba es de mi padre. ¿Te emparejaste con él?
¿Con Khane?

¿Emparejarme? ¿Con un demonio Seminus? Eew. Sin embargo, ella


puso su más honesta expresión. —Sí. Amo a esos divinos y calientes
machos Seminus.

Él entornó los ojos en ella. —Estás mintiendo. Es el brazo incorrecto


para las marcas de un compañero.

—Si ya sabías la respuesta, ¿Por qué preguntas?

Él siguió como si ella no hubiera hablado. —A menos que… pudieras


estar vinculada con Lore, ya que tienes las mismas marcas. Con sus genes
humanos, el vínculo podría haber sido un poco raro.

—Sí—, dijo ella, sintiendo asco ante la sola idea de estar vinculada
de cualquier otra forma que no fuera por nacimiento a Lore. —Nos
preguntábamos qué pasó con eso.

Él bruscamente la cortó fijamente con su mirada, y con un silencio


largo y tenso, se miraron el uno al otro. Era extraño, mirar al completo
desconocido que era su hermano, mientras él trataba de armar el
rompecabezas tanto de lo obvio y como de lo imposible.

La sangre bombeaba de su herida en una carrera caliente entre sus


dedos, y la dermoire de él estaba iluminada.

—¡No!— le espetó—. No lo cures. Esto es asunto mío.

Haciendo caso omiso de ella, deslizó sus dedos en la herida. Ella


sacudió la cabeza y lo mordió en el bíceps.

—¡Ay!— Él retiró lejos su mano—. Demonios. Por lo menos déjame


coserlo.

—Te he golpeado, dado un rodillazo, mordido… ¿y en todo lo que


puedes pensar es en arreglar un rasguño?

—Es más que un rasguño, y soy un médico. Así que, imagínate, tengo
este deseo loco de ayudar a la gente—. Con mucho cuidado, él la soltó.
—¿Vas a ser agradable para que pueda cerrar esa herida?— Él exploró su
cuerpo. —¿Y la que tienes en la pierna?

Mierda. Esto se le estaba yendo de las manos. Ella podía prometer


ser agradable y tratar de escapar de nuevo, pero tenía la sensación de
que iba a terminar en la misma situación que se encontraba actualmente
y él no iba a dejar ir la cosa del dermoire. El fuego en sus ojos lo dejaba
suficientemente claro.

Maldito seas, Lore. Sólo tenías que encontrar a estos chicos, ¿verdad?
—Bien—, gruñó ella—. Pero no te atrevas a usar esa cosilla estúpida
de curación que Lore dice que haces. Quiero puntos. En mi brazo. Puedes
eliminar el rasguño de la pierna.

—Los puntos te dejaran una cicatriz…— su voz se desvaneció cuando


observó las otras cien cicatrices a lo largo de su brazo—. Aunque supongo
que no es gran cosa para ti.

—Duh.

Él sacudió la cabeza con exasperación, pero se levantó y le ofreció


una mano. Ella se negó. Su brazo le dolía como el infierno, pero se las
arregló para levantarse y se plantó en la cama mientras él reunía una
bandeja de suministros.

—Así que. Estás vinculada a Lore. ¿Desde cuándo?

Su corazón se disparó en la garganta a la pregunta aparentemente


inocente que ella sabía era realmente un severo interrogatorio13. Sintió
un calor de baja intensidad, pero aún así contestó. —Es muy reciente.
Aún estamos de luna de miel, ¿sabes?— Dios, esto era realmente
asqueroso.

—En serio—. Él corrió una silla y la bandeja alrededor de la cama


delante de ella. — ¿Y dices que lo estás buscando?

13
N de T: juego de palabras. Grilling significa tanto interrogatorio severo, como
asado. Por eso luego dice que se sentía como un calor de baja intensidad.
—Sí. Estoy preocupada.

—¿Está sufriendo?— Su dermoire se iluminó, canalizando una


cantidad insoportable de poder hacia su pierna.

—No tengo idea—, dijo ella en un chillido. —¿Cómo diablos iba yo a


saberlo?

Él se inclinó para mirarla a los ojos, y ella empezó a sudar, porque él


acababa de emitir más calor. —Porque —dijo— si estuvieras vinculada a
él, sentirías su dolor. No estás vinculada a él. Entonces, ¿por qué no me
dices la verdad?

—¿Y cuál sería, Dr. Sabiondo?

—Que de alguna manera tú eres su hermana—. Su voz era baja.


Peligrosa. —Lo que significa que de alguna manera eres la mía.

***

Eidolon apagó su poder curativo y esperó la respuesta de la mujer,


su mente trabajando a toda máquina para intentar que todo esto tuviera
sentido, a pesar de la imposibilidad absoluta. ¿Una hermana? ¿Cómo?

—No hay demonios Seminus hembras—, dijo ella finalmente. —


Deberías saber eso, cerebrito.

Sus movimientos eran metódicos y rápidos cuando él limpió el área


alrededor de la laceración del brazo y preparó su inyección con anestesia.
—Ya lo sé. Pero a menos que sea un truco, la evidencia me dice lo
contrario.

—Bueno, ¿No eres el lógico?

—Eso intento.

Él la miró, observó que tenía el pelo oscuro de su familia, aunque el


de ella era tan negro que tenía un tono azul. Tenía los ojos oscuros, piel
bronceada, y las marcas en el brazo eran jodidamente perfectas. Por
supuesto, cualquiera de esas cosas se podía fabricar. Sólo su tamaño era
extraño, ella baja, tal vez de la altura de Tayla, y aunque estaba bien
tonificada, era pequeña, y de esa manera era todo lo contrario a Eidolon
y sus hermanos.

—Lo que sea—. Ella rodó sus ojos. —Te equivocas. Y no pongas esa
mierda en mí. Puedo soportar el dolor—. Ella alejó su mano cuando él
intentó inyectar la anestesia.

—Es gracioso cómo suenas igual a Wraith, Sra. No Estoy Relacionada


Contigo—. Haciendo caso omiso de la cadena de insultos al estilo Wraith,
llamó por megafonía a una enfermera, y mientras esperaba, preparó un
equipo de sutura y dejó que lo que había descubierto penetrara. Las
marcas de Lore eran idénticas a las de ella… desvanecidas, sin símbolo
personal. Lore era un cambion, nacido de una unión humano-Seminus, y
esas salían muy chifladas, así que aún cuando fuera improbable que una
hembra pudiera nacer de aquella clase de acoplamiento, no era imposible.

La puerta se abrió, y Chu-Hua, una enfermera Guai que se parecía a


un jabalí en posición vertical, entró. —¿Sí, doctor?

Hizo un gesto a la mujer. —Toma una muestra de sangre. Quiero


resultados de ADN comparados al mío cuanto antes.

La pequeña mujer se alejó. —Oh, no. Mantente lo más lejos posible


de mí.

—¿Tienes algo que esconder?

—No.

Él asintió con la cabeza a la enfermera, pero su paciente siseó y se


alejó. Él la agarró por la muñeca. —Podemos hacer esto de la manera fácil
o de la manera difícil. Recomiendo el camino más fácil.

Su mirada perforó agujeros a través de él. —Te odio.

—Me hieres—. Eso le valió un saludo con el dedo medio. Él le sostuvo


el brazo, mientras que Chu-Hua comenzó con la extracción. —¿Cómo está
el paciente? —preguntó a la enfermera, refiriéndose al que había estado
sangrando afuera mientras los médicos Pon y Rivers estaban con él.
—Está siendo preparado para cirugía—, dijo ella.

—Mantenme estar informado—. Habría tratado con el paciente él


mismo, pero el demonio parecido a un elfo blanchier era una de las pocas
especies que no respondía bien al don de curación de Eidolon. —Y
asegúrate que Rivers y Pon no salgan de mi oficina—. Cualquier otro día,
habría despedido a los médicos, pero Eidolon sospechaba que lo que sea
que le estaba sucediendo al resto del personal estaba afectando a los dos
médicos también.

Chu-Hua se fue con la muestra de sangre, dejándolo a solas con la


mujer, cuya mirada no había cedido en absoluto.

—¿Cómo te llamas?— El pinchó la base de su desgarro y comenzó la


primera puntada.

—¡Ay! Mierda. ¿De dónde sacaste tu título? ¿Online?

—Te dije que iba a doler. ¿Cuál es tu nombre?

—Sin.

— ¿Abreviatura de?

—¿Cómo sabes que es la abreviatura de algo?

Debido a que un humano no llamaría a un niño por nombre Sin 14. —


Responde a la pregunta.

—Sinead.

—Así que... Loren y Sinead. ¿Gemelos, supongo?— Esa no una


aventurada conjetura; su padre era de la clase que las violaba y las
abandonaba, y Eidolon tenía serias dudas de que había preñado a la
misma mujer dos veces. Cuando Sin no respondió a su pregunta, suspiró.
—La prueba de ADN confirmará lo que ya sé. Así que sólo admítelo.

14
N de T: Sin significa pecado.
—Sí—, replicó ella—. Lore es mi hermano gemelo. Debes haber sido
el primero en tu clase online.

Él hizo caso omiso del sarcasmo. Tayla le había roto el esquema de


la lengua afilada de una mujer hace mucho tiempo. —¿Por qué Lore no te
ha mencionado?

Ella soltó un bufido. —Le dije que no dijera nada sobre mí.

—¿Por qué esconderlo de nosotros?

—¿Por qué no?

Dioses, ella era exasperante. Era la versión femenina de Wraith. —


¿Vas a contestar la pregunta?

Ella suspiró. —Ya tengo un hermano que es un dolor en el culo. No


necesito más, ¿de acuerdo?— Había desafío y cautela en sus ojos que le
indicaban que había más en la historia que lo que ella le decía, pero ahora
no era el momento para empujar.

Trabajando con cuidado, él puso las puntadas finales en el lugar. —


Así que si no querías conocernos, ¿Por qué el riesgo de venir al hospital?

—Te lo dije. Para encontrar a Lore—. Ella se mordió el labio y él le


dio un momento para decidir si ella quisiera decir algo más. —Él está en
cierto modo desaparecido.

Sí, Eidolon estaba dolorosamente consciente de ello. Pero antes de


que él le dijese lo que sabía, quería toda la información de ella como fuera
posible. —Él está detrás de un amigo mío. Sabes eso, ¿verdad?

Por primera vez, algo más que la ira brilló en su expresión. Miedo. —
¿Qué hiciste con él? Te lo juro, si le haces daño…

—Yo no le hice nada. Todavía.

Ella tragó saliva audiblemente. —No es culpa de Lore. Él tiene que


hacerlo. Hay graves consecuencias si falla en una misión.

—Parece como si lo supieras por experiencia. ¿Eres una asesina,


también?
—Otra estrella de oro para ti.

—Mi carrera online me ha servido bien—, dijo él secamente. —


Entonces, ¿quién lo contrató?

—Incluso si lo supiera, no podría decírtelo, asno entrometido—. Ella


balanceó sus piernas hacia el lado opuesto de la cama y saltó. —Ahora, a
menos que piense que me vas a derribar de nuevo, voy a ir a buscar a mi
hermano.

Eidolon bloqueó la puerta, tenía toda la intención de retenerla


físicamente si tenía que hacerlo. —Sólo quiero hacerle unas pocas
preguntas más. Y tal vez pueda ayudarte a encontrar a Lore.

Ella pareció considerarlo, y aunque entornó los ojos hacía él, asintió
con la cabeza lentamente.

—¿Cómo te hiciste daño?— le preguntó.

—Eso no es asunto tuyo—. Cuando él maldijo, ella resopló. —¿Qué?


Es una respuesta.

Dioses, ella comenzaba a hacer que Wraith pareciera agradable. —


¿Cuál es tu don?

Un modelo de pulmón plástico se estrelló contra el piso,


sorprendiendo a Eidolon y haciendo saltar a Sin. —¿Qué demonios fue
eso?

—Un fantasma—. Maldita sea, estaba harto de esta mierda. —¿Tu


don?— él incitó.

Echando un vistazo al modelo destrozado como si se fuera a lanzar


sobre ella, se frotó la venda, pero cuando se dio cuenta de lo que estaba
haciendo, ella dejó caer la mano. —Don no es la palabra que elegiría para
ello.

—Habilidad, entonces. ¿Cuál es? No usas un guante, así que supongo


que no es el mismo que el de Lore.

Ella se echó a reír con amargura. —No, pero aún así es jodido. Al
parecer, sólo los purasangres consiguen las cosas buenas.
—Al parecer—. Esperó a que ella respondiera a su pregunta, pero no
lo hizo, él rechinó los dientes. —Así que… ¿tu habilidad? ¿Cuál es?

—Puedo causar enfermedad con un toque.

—¿Enfermedad?— repitió, sólo para asegurarse de que escuchó


correctamente.

—E-N-F-E-R-M-E-D-A-D. Enfermedad. Tú debes haber aprendido


todo sobre ellas en una de sus clases de Internet.

Inhaló profundamente. Exhaló profundamente. —¿Qué tipo de


enfermedad?

Alejándose, ella se frotó su lesión de nuevo. —Es diferente en cada


uno. Envío una chispa en alguien, y la chispa averigua la enfermedad más
horrible, y personalizada que puede encontrar para matar a aquel
individuo.

Dioses, Lore y Sin no podían ser lo más opuesto a Eidolon en términos


de habilidades. Él sanaba; ellos mataban. —Y tú haces eso, ¿Por qué?

Ella se volvió hacia él, y le clavó el dedo en el pecho. —¡No me


juzgues, imbécil! Tú no eres exactamente un ángel, tampoco. Hago lo que
tengo que hacer. Y si esto ofende tu alto nivel de educación y te hace
sentir mejor, lo hago con rapidez. El hombre lobo fue un accidente.

—¿Qué hombre lobo?

Ella se sacudió. —No es nada. Tengo que irme—. Sin lo empujó, pero
él la agarró del brazo y la levantó hasta que quedó apoyada en sus dedos
del pie, desequilibrándola, y no habría manera de equivocarse en que él
no estaba jugando.

—El Huargo que entró—, gruñó él. —Su muerte fue obra tuya, ¿no?

—Vete a la mierda.

—¡Sin, maldita sea, contéstame!


—Sí, ¿está bien?— Sus ojos negros brillaban con motas doradas, un
rasgo Seminus que no podía ser falsificado, y la última gota de duda, se
alejo de él. —¿Estás contento ahora?

—En realidad no—, murmuró, liberándola. Dioses, su mente seguía


teniendo problemas para procesar todo esto. La existencia de Lore había
sido inesperada, pero ¿una hermana? Un hermano con una madre
humana era muy jodido, pero Eidolon ni siquiera podía imaginar lo que
podría salir mal con una mujer Seminus. —Tenía la esperanza de ayudar
a Lore a hacer frente con su don… tal vez pueda ayudarte con el tuyo.

Ella se rió y puso distancia entre ellos. —¿Ayuda? Sí, está bien. Si
realmente quieres ayudar, cortarás la cabeza del Huargo y me lo traerás
en una bolsa. Eso sería una gran ayuda.

El dejó escapar un suspiro de disgusto. —Necesitas una prueba de su


muerte.

—Ahí va el neurocirujano de nuevo.

—No tendrás su cabeza—, dijo él firmemente. —No voy a dejar que


profanes su cuerpo.

—¡Tengo que hacerlo!— El pánico apagó las manchas de oro en sus


ojos. —Necesito una prueba.

—¿O qué?— Cuando ella no dijo nada, él repitió, su voz rajaba aún
el aire. —¿O qué?

—O voy a ser vendida a los traficantes de esclavos Neethul.

Eidolon inhaló bruscamente. En cuanto a los castigos, no había otro


peor.

—¡Hey!— Sin lo codeó en el bíceps. —¿Estas teniendo un ataque o


algo así? Estás pálido. Además no estás siendo arrogante. Algo está mal.

Oh, ella era graciosa. —¿Pueden aceptar algo más que su cabeza?

—A veces un rasgo de identificación único funciona, pero se necesita


una condenada buena razón para no tener la cabeza.
—¿Tu empleador aceptaría mi palabra como Distribuidor de la Judicia
y médico?— Por supuesto, ya no era un ejecutor de la ley demonio, pero
tenía conexiones de gran alcance y una jodidamente buena reputación.

Ella niveló una mirada de incredulidad hacia él. —Estás bromeando,


¿verdad?

—Puedo hacer que se vea oficial. Voy a incluir un informe de la


autopsia y una fotografía.

—Supongo que no es una idea horrible—. Ella le deslizó una mirada


de cachorro con pucheros que parpadeaba con sus pestañas que debía
venir estandarizada en todas las hermanas, porque Omira, la hermana
judicia con la que había crecido, trataba de utilizar la misma cosa. —
¿Estás seguro de que no puedo tener la cabeza? ¿Por favorcito? Él ya no
la necesita.

—Estoy seguro. Vuelve mañana por el informe—. Hizo una pausa. —


Acerca de Lore…

Sin se congeló cuando llegó a la manija de la puerta. —¿Qué?

Él le contó de Lore e Idess, y de todo lo que se había enterado,


aunque omitió los detalles sobre el estado de Centinela de Kynan.

—Así que esta chica está protegiendo de Kynan ¿Por qué?

—No lo sé—, mintió.

Sin estalló con un creativo flujo de maldiciones, y cuando hubo


terminado, le preguntó: —¿Cómo luce ella?

—Como si luciese bien sobre un colchón.

Sin golpeó sus puños sobre las caderas. —Eso no me dice nada, ¿Y
no estás emparejado?

—También soy un demonio sexual masculino. No quedé ciego cuando


tomé a mi compañera—. Él había, sin embargo, perdido las ganas de
siquiera tocar a otra mujer. Él sólo quería a Tayla. La quería a ella
constantemente, e incluso ahora el calor comenzó a encenderse ante la
sola idea de ella. —Pelo largo, de color marrón oscuro recogido en una
cola de caballo, ojos marrones claros. Alta. Oreja derecha perforada en la
parte superior.

—Esa perra—. La voz de Sin era baja y mortal, su cuerpo se enroscó


como un depredador a punto de atacar, y él de repente vio al asesino que
ella era. —Ella me atacó, también. Y tenía la daga Gargantúa de huesos
de Lore. La recuperé.

Eidolon parpadeó ante eso. Aquellas dagas eran más raras que los
duendecillos mana ácidos e iguales de invaluables. —¿Probó su sangre?

La sonrisa de Sin era francamente malvada. —Sí. Hasta las 03 a.m.,


estoy de caza.

Eidolon no tenía ninguna duda de que Sin encontraría a Idess. Él no


conocía a su… hermana… por mucho tiempo, pero ya sabía que ella había
heredado la determinación inquebrantable de su familia. Y la obstinación.
—Sin no puedes matar a la mujer cuando la encuentres.

—Oh, tengo la intención de matarla. Me Gustaría, mucho. Después


de que ella me diga lo que ha hecho con Lore.

—Ella es un ángel. Sólo lograrás que te mate.

—Puede que te sorprendas. ¿Pero qué pasará cuando realmente


encuentre a Lore?— preguntó ella en voz baja. —Él está detrás de tu
amigo. ¿Te mantendrás sólo al margen y dejarás que Lore lo tenga? ¿O
lo rescataré solamente para que entonces sus propios hermanos puedan
matarlo?

—Nada va a pasarle—, dijo Eidolon, pero dudó que ella le creyera,


porque él no lo creía tampoco.

***

El calor rodeaba a Idess como una manta. Un aroma a especia


masculina, y embriagadora, cosquilleó su nariz. Retorciéndose, ella se
enterró cerca del olor y el calor. Después de tantos años de soledad y
sintiéndose como que no pertenecía -o no merecía pertenecer a cualquier
lugar- finalmente se sentía en paz. Ella debía de estar soñando… salvo,
que ella no soñaba. Ella siempre tenía pesadillas. No es que se fuera a
quejar. Ella iba a disfrutar de esta maravillosa sensación mientras
pudiera.

—¿Idess?— La voz ronca flotó hacia ella. —¿Ángel?

—Mmm.

—Tengo que ir al baño.

Ella se puso en posición vertical, parpadeando, tratando de enfocar


sus ojos y su cerebro. Le tomó varios segundos reconocer su dormitorio,
su cama… su demonio que estaba encadenado a dicha cama.

Aturdida por la constatación de que se había quedado dormida


encima de él, murmuró en su palma, —Oh, lo… siento. ¿Estás bien?— Su
peso tuvo que haber puesto una presión extra sobre sus hombros y
brazos.

—Sí—. Su voz era ronca. Tal vez él se había quedado dormido,


también. Un repentino dolor en la ingle rechazó la teoría del sueño,
mientras la excitación pulsaba en ella a través de su conexión de sangre.
Grr. Ella sabía que había sido un error alimentarse de él. —Sólo tengo que
ir a mear.

Aturdida por la poderosa necesidad sexual que cursaba a través de


ella, trepó torpemente fuera de él, preguntándose cómo iban a manejar
esto. Y por cuánto tiempo más podría mantenerlo prisionero.

Ella miró su reloj y soltó una leve maldición.

—¿Qué pasa?— preguntó Lore.

—Son casi las 3:00 a.m. en Nueva York, lo que significa que en unos
quince minutos, tu novia, probablemente, va a cazarme con tu daga
Gargantúa.

—¿Me la robaste?

Sonaba tan indignado. —La tomé prestada. Pero ella me la quitó.


—¿Y te apuñaló?

—Por favor. Fue sólo un rasguño.

El sol de la mañana rayaba por la ventana y caía sobre su cuerpo,


pero se cortaba bruscamente en su cuello, dejando su cara en la sombra.
Sus ojos oscuros de color café parecían aún más oscuros en el gris
aguado.

—¿Qué planeas hacer?

Una nota de celos sonó a través de ella en la forma en que su voz se


hizo baja y peligrosa ante la mención de su novia. Su miedo la golpeó
también, en una ráfaga psíquica que le dio dolor de cabeza.

—Nada —le espetó ella con irritación. —Me destellaré cerca y la haré
perseguirme, pero no la mataré.

—¿Por qué no? Ella te hizo daño y mató a tu Primori. ¿Por qué no
tomar venganza?

—Soy un ángel. Estoy muy por encima de ese tipo de mezquindades


egoístas—. Mentirosa.

—¿Así que estás diciendo que nunca dejas que tus emociones
gobiernen tus acciones? ¿Nunca le has hecho nada jodido a alguien en
toda tu vida? No me lo trago—. Él se movió contra sus cadenas, y el
corazón de ella dio un tirón en respuesta. —¿Qué vas a hacer con ella,
Idess?— Él tiró de sus cadenas de nuevo, con más violencia, y las chispas
doradas atravesaron el carbón en sus ojos.

Su preocupación la agitó, y se hizo su preocupación también. No


importaba cuan desesperada estuviera, nunca se alimentaría de él otra
vez. —Lore…

—¡Dime!

—Ya dije que no le haré daño—, dijo ella, pero su duda gritaba en su
mente tan fuerte que ella quiso cubrir sus oídos. —Tratamos de no
desordenar las vidas de los Primori si podemos evitarlo.

Él contuvo la respiración. —¿Ella es Primori?


—No, tú lo eres—, espetó ella estúpidamente. Tan estúpidamente.
Ellos no debían decir nunca quienes eran Primori. La idea de ser
observados no les sentaba bien a muchos de ellos, y en el pasado, habían
encontrado modos de ocultarse. Ella tenía que alejarse de Lore. Ahora,
antes de que dijera algo que la comprometiera más. O a Kynan. O a todo
el universo, por el camino en que iba. —Estaré de vuelta pronto.

Haciendo caso omiso de sus furiosas maldiciones, corrió al garaje y


encontró otra cadena. Él había dejado de maldecir en el momento en que
regresó, y permanecía en silencio, mirándola con ojos astutos,
inteligentes, mientras ella manipulaba las cadenas de modo que él tuviera
cierta libertad para moverse. No mucho, pero al menos podría llegar al
baño que estaba a cinco pies de distancia.

Ella dio un paso atrás cuando él se puso en pie sin problemas, con
un poco de rigidez. En lugar ir directamente al cuarto de baño, él se dirigió
hacia ella. Más exactamente, él la acechó. Y ahora que él estaba de pie,
era mucho más grande de lo que ella recordaba, una pared del músculo
y carne masculina que llenaba su visión por lo que no había nada más que
Lore. Cada paso hacía que su corazón saltara de un golpe, como si el ruido
sordo de cada pisada le hiciera sobresaltar el ritmo.

A pesar de que sabía que la cadena lo detendría, no pudo evitar dar


un paso atrás.

La cadena dio un tirón parándolo a dos metros de distancia. Se quedó


allí, con los ojos oscuros perforando en ella y manteniéndola tan cautiva
como él estaba.

—Me escaparé—, gruñó. —Y cuando lo haga, vas a experimentar todo


lo que tengo. Te lo prometo.

Tragando secamente, ella dio un paso adelante, resistiendo el


impulso de estremecerse cuando él tiró de las cadenas entonces él no
estaba más lejos que a una pulgada de ella.

Su mirada fija cayó en su boca, dejándola sin aliento, y sospechó que


si él pudiera, la besaría.

—No puedes vencerme —dijo ella alejándose, jadeando un poco.


—Sí. Puedo.

Oh, él era arrogante e intimidatorio y demasiado sexy para su propio


bien. Y para peor, podría tener razón. Ella era vulnerable a él de una
manera que nunca había sido vulnerable a alguien antes. Sobre todo
ahora, con su sangre corriendo por sus venas, y todos sus deseos y
emociones canalizados a través de ella, haciéndola simpatizar con él.
Empalizar. Quererlo.

—Tal vez no tenemos que vencer a nadie—, dijo ella, esperando que
su voz no sonara para él tan atragantada con lujuria como lo hacía para
ella. —Podemos ayudarnos el uno al otro.

Él sonrió y levantó su mirada para que sus ojos se fijaran. —De


acuerdo. Tú me dejas ir, y yo haré lo que tú quieras—. Él inhaló
profundamente, y su sonrisa se hizo siniestra. —Y sé exactamente lo que
quieres.

Su cuerpo se estremeció y su corazón se aceleró, empujando sangre


sobrecalentada por sus venas. Sí, él sabía exactamente lo que ella quería.
Y era algo que ella nunca podría tener.
Capítulo Nueve
Traducido por Leva Durby
Corregido por Kitty y Mir

Wraith realmente odiaba las malditas reuniones familiares. Siempre


lo había hecho, siempre lo haría. Que tuviera pareja y un niño significaba
que le encantaba sentarse con Eidolon y escuchar a sus hermanos
reprenderlo por algo.

No es que esta sería una molesta reprimenda. Wraith había sido un


buen chico, relativamente, desde que Serena y su hijo habían entrado en
su vida, y él no pondría en peligro la felicidad que había encontrado.

Así que si esta reunión no era acerca de él, tenía la sensación de que
sería acerca de Lore.

Era tan jodidamente genial que finalmente no fuera él el hermano


que causaba problemas.

Mickey, el hurón de Tayla, lo atacó en el momento en que entró por


la puerta principal del departamento de Eidolon que se encontraba en uno
de los rascacielos de Manhattan. Wraith le entregó su hijo pequeño,
Stewie, a Serena, justo cuando el hurón escaló por sobre su cuerpo y
sobre su hombro, al mismo tiempo que jugaba con él y lo acariciaba.

Serena se rió, un sonido, pensó Wraith del cual nunca se cansaría.


Algunas veces, se preguntaba cómo había vivido sin eso durante tanto
tiempo. —No estabas bromeando cuando dijiste que le gustabas.

—Sí —dijo él, mientras acariciaba con un dedo la reducida cabeza de


la criatura, —molesta muchísimo a Tayla, también. Me parte de risa.

Serena levantó a su hijo para que pudiera ver a Mickey, y entre la


sonrisa sin dientes del bebé y los sonidos del hurón, Wraith calculó que
terminarían siendo buenos amigos muy pronto.
Dejó a su compañera y a su hijo en la sala de estar con Tayla y
Mickey, y cuando se dirigía al estudio de E, Shade entró, con un bebé en
cada brazo. Detrás de él, Runa llevaba el tercero de los trillizos. Ella
sonreía, pero Shade no parecía muy contento de estar aquí. Obviamente,
la lucha anterior todavía estaba demasiado fresca. Lo que era curioso, ya
que Shade nunca había sido un enfermo rencoroso contra E ó Wraith y
Wraith había definitivamente merecido algún resentimiento prolongado.

Wraith dejó que se llevara a los niños y los instalara, y se fue al


estudio de E. Como de costumbre su hermano estaba sentado en su
escritorio, con la nariz enterrada en un texto médico y su perro Mange a
sus pies.

E levantó la vista. —¿Está Shade, también?

—Sí—. Wraith se dejó caer en el sofá de cuero y se tendió, pateando


un pie sobre los cojines.

Shade golpeó la puerta de la sala. —¿De qué se trata esto?— Él no


se sentó, sólo se quedó cerca de la puerta, con los brazos cruzados sobre
el pecho, las mandíbulas trabajando a toda máquina un pedazo de goma
de mascar. —Porque si se trata de Lore, estás perdiendo el tiempo.

—Se trata de Lore—, dijo E en voz baja. —Pero sobre todo se trata
de su hermana.

Shade entrecerró los ojos. —¿Cómo es que él tiene una hermana? Su


madre era una humana, por lo que cualquier hermana estaría muerta
hace mucho tiempo o jodidamente muy vieja.

—Él sí tiene una hermana, y ella no va a estar muy feliz con nosotros
si le ocurre algo a Lore.

—¿Y qué?

De repente, Eidolon se puso de pie. —¡Dioses, Shade! ¿Cómo puedes


ser tan arrogante sobre el destino de Lore?

Los ojos de Shade se tornaron dorados, y Wraith se preparó para la


segunda ronda de Jerry Springer. —No estoy enamorado de él como tú.
Y no daría una mierda por su hermana. No la conozco, y no quiero
conocerla.

—Bueno, así esta la cosa —dijo Eidolon—. Yo sí conozco a su


hermana. Y ustedes dos van a querer hacerlo.

Wraith bostezó. —Yo no.

Eidolon le dio una mirada molesta, como si Wraith no hubiera visto


una de esas antes. —Sí, lo harás. Porque no es sólo la hermana de Lore.
Creo que es nuestra, también.

—¡Santo infierno!—, murmuró Shade—. Debo haberte golpeado en


la cabeza más duro de lo que pensaba.

—Su nombre es Sin—, continuó E.— Ella es hermana gemela de Lore.


Y es una hembra Sem.

Whoa. Wraith se enderezó y se preguntó si se veía tan aturdido,


confundido, y escéptico como estaba Shade. —Eso es imposible.

—Ya lo sé. Pero la conocí. A menos que esté usando un infierno de


ilusión para cambiar su apariencia, ella no está fingiendo. Tomé muestras
de ADN para estar seguro. Sabremos algo mañana.

Shade se paseaba, con pasos largos y forzándose a dar un cambio


de dirección cada cinco pasos. —Y una mierda. Estás equivocado. Ella
puso un hechizo sobre ti o jodió con tu cabeza—. Se detuvo y se dio la
vuelta—. Maldición, estás tan jodidamente desesperado por salvar a Lore,
que bien pudiste inventar todo esto de la nueva hermana.

—¿Crees que yo he inventado esto? —hielo se formó en las palabras


de E, y mierda, las cosas se volverían críticas.

Wraith se puso de pie. —Ah… mira. E tiene una fijación con Lore,
pero no es un mentiroso—. Dioses, ¿cuándo se había él convertido en la
voz de la razón de la familia?

Shade ladró una risa. —¿Así que tú crees que sólo debemos darnos
la vuelta y dejar que Lore mate a Kynan para que esta hermana no quede
con sus pequeños sentimientos lastimados?
—Al diablo con eso—, dijo Wraith—. Lore no tocará a Kynan. Pero
esa no es la cuestión en este momento, desde que el ángel se lo llevó. Él
podría estar muerto.

—¡Qué lástima!—, dijo Shade en un tono de burla mientras


balanceaba su cabeza hacia Eidolon en un flagrante intento de irritarlo…
y funcionó. E se lanzó.

Wraith lo atrapó, y con un movimiento fácil y fluido, lo empujó contra


la pared. Esto era una locura. Estos dos nunca habían estado en
desacuerdo antes. No era propio de E que fuera tan temperamental, y no
era propio de Shade ser tan cruel. Algo andaba muy mal.

—No vamos a hacer esto—, gruñó Wraith—. No en una casa llena de


niños. Así que chicos necesitan dar un paso atrás, o los voy a tumbar—.
Su amenaza iba más o menos en contra de lo que recién había dicho
acerca de no pelear, pero E y Shade estaban demasiado ocupados
gruñéndose el uno al el otro para darse cuenta.

Shade dio un puñetazo en la pared. —No hay problema. La casa no


estará llena de niños, porque nos largamos de aquí—. Él se movió hacia
la puerta.

—¡Shade! —Eidolon con una voz estridente detuvo a su hermano


sobre sus pasos, aunque no se dio la vuelta. —Si alguna vez más me
acusas de llevar a cabo un engaño así de nuevo, vas a necesitar algo más
que a Wraith para salvarte.

Los puños de Shade estaban apretados a sus costados, y por un


momento largo e, interminable, la tensión que hacía vibrar el aire bailó
en la piel de Wraith. Por último, Shade caminó fuera de la habitación y
pareció respirar con más facilidad. Al menos, hasta que E intentó seguirlo.

—No lo creo—. Wraith lo tenía contra la pared hasta que la conmoción


afuera y los golpes en la puerta de entrada confirmaron que Shade, Runa
y los pequeños se habían ido. En el momento en que liberó a E, su
hermano dio un par de vueltas por la habitación, dejando caer palabrotas
con cada paso.

—¿Qué mierda le pasa? —preguntó E.


—¿A él? Ambos son unos pendejos—. Wraith cruzó los brazos sobre
el pecho. —¿E?

—¿Sí?

—¿Realmente crees que esta chica Sin es de fiar?

Eidolon se puso rígido. —¿Tú dudas de mí, también?

Wraith eligió cuidadosamente sus palabras, no quería enviar a E fuera


de órbita de nuevo. —Es jodidamente conveniente. Sé que no estás
jugando con nosotros, pero ¿y si ella lo está? ¿Y si esto es una trampa
para ayudar a que Lore a que mate a Kynan?

—No lo sé, Wraith. De verdad que no.

Hombre, ¡qué circo! —¿Y si es verdad? ¿Qué significaría que existe


una hembra Seminus el mundo?

—¿En el mejor de los casos?

Wraith asintió con la cabeza.

—Caos—, dijo con gravedad Eidolon. —Por lo que he visto, esta


hembra es caos sobre dos piernas.

***

Las tres A.M. hora de Nueva York tomaron una eternidad en llegar.

Sin había pasado el tiempo en la guarida del asesino, había ganado


seiscientos marcos de oro Sheoulin en dos juegos de billar, pero al final,
la espera la había conducido a la superficie y de vuelta a la casa de Lore.
Al menos en su casa, ella podría sentirlo, podría aferrarse a la esperanza
de que aún estaba vivo.
Por último, cuando el reloj marcó la hora del diablo, la daga en la
mano de Sin empezó a brillar. El calor se filtraba desde su palma hasta
su brazo y hacia su cerebro, como si su objetivo fuera conectarse a su
fuerza vital.

Idess estaba a una gran distancia, pero gracias a los Harrowgates,


miles de kilómetros se reducían a segundos de tiempo de viaje. Lo que
estaba bien, ya que Sin sólo tenía sesenta minutos para trabajar con la
daga.

Ella dio un paso hacia la puerta cercana de la cabaña de Lore.


Cerrando los ojos y dejó que la daga guiara su mano sobre los mapas de
luz del mundo y Sheoul. Cuando sus dedos tocaron tierra, abrió los ojos
una vez más.

Las líneas en las paredes cambiaron, trayendo a Canadá,


detalladamente a la vista .La daga guiaba su mano hacia el noroeste, al
territorio del Yukón. Una vez más, las líneas de la parte trasera zumbaron,
centrándose en la remota provincia. Y luego su dedo cayó cerca del
centro, y el Harrowgate se abrió en un bosque —con cerca de tres pies de
nieve.

Madre. Mierda. ¿Sabían en Canadá que era Mayo?

Idess debía saber que ella estaba siendo cazada, y haría esto lo más
difícil posible. Furiosa, Sin golpeó los mapas hasta que salió en Sheoul,
en la puerta cerca de la guarida de asesino. Corrió a su cuarto, se cambió
a su equipo de clima frío, y golpeó el Harrowgate a la carrera. A medida
que golpeaba el mapa para volver a Canadá, miró su reloj.

¡Maldita sea! Media hora desperdiciada. Ella prácticamente voló fuera


del Harrowgate, maldiciendo en cada idioma que sabía. No es que ella
fuera fluida en ninguno, excepto en Inglés. Ella sólo sabía un montón de
palabrotas.

Casi instantáneamente, el frío se comió sus maldiciones cuando la


respiración se le congeló en la garganta y la nariz. Con cada paso, su bota
rompía la gruesa capa de hielo en la parte superior de la nieve,
retrasándola y poniéndola furiosa.
Sin iba a torturar mucho a esta perra para averiguar dónde se
encontraba Lore.

Con manos temblorosas, levantó la manga de la parka y miró su


reloj. El tiempo casi se acababa. Y luego, delante… una figura solitaria de
pie en un claro, vistiendo sólo pantalones vaqueros, botas y una maldita
camiseta sin mangas. ¡Qué bueno que la chica secuestradora era
impenetrable al frío, mientras que Sin estaba a punto de congelarse hasta
morir.

—¿Dónde está él?— gritó. —¿Dónde está mi hermano?

Idess parpadeó. —¿Hermano?— Por alguna razón, ella sonrió—.No te


preocupes. Él está bien.

—No te creo.

—No me importa.

En la mano de Sin, la daga vibraba, hambrienta de otra muestra de


sangre de la hembra. Sin embargo, cuando Sin se movió hacia adelante,
Idess se movió hacia atrás.

—Deja ir a Lore —gruñó Sin.

—Eso no es posible.

—Entonces te mataré.

—No va a ser fácil.

—Nada que vale la pena jamás lo es—. Sin dio otro paso hacia
adelante. Idess dio otro atrás—.¡Maldita seas! Lore no puede ser
prisionero. Él necesita… él tiene necesidades.

—Sí—, dijo Idess rotundamente—. He descubierto eso.

—Si has dejado que sufra…

—No lo he hecho—. Ella miró su reloj y sonrió. —Parece que nuestro


tiempo aquí se ha terminado. Si quieres que tu hermano regrese, tendrás
un nombre para mí la próxima vez que nos encontremos.
—¿Un nombre?

—El nombre de la persona que los contrató a ti y a Lore.

Sin respiró fuerte y casi se atragantó con el aire helado. —No puedo
—jadeó. Jesús, aunque supiera quién los contrató, decirle rompería el
código de asesino y ganaría un destino mucho peor que la muerte.

Idess se encogió de hombros. —Entonces, no verás a Lore de


nuevo—. Movió los dedos y desapareció, dejando a Sin medio congelada
y furiosa en medio de un bosque olvidado de Dios.

***

Idess se había ido por casi veinte horas. Veinte malditas horas . Ella
sólo necesitaba una hora para eludir a Sin, y escenarios de lo que podría
haber salido mal mantuvieron zumbando la cabeza de Lore. La
preocupación, la impotencia y el hambre roían en él, y tenía que
encargarse de sus necesidades físicas con una frecuencia molesta.

Por alguna razón, sus liberaciones habían sido insatisfactorias, y la


tensión se mantenía justo por debajo de la superficie de su piel, como si
en cualquier momento su piel se podría dividir liberando a su demonio
interior en un devastador asalto. Su cuerpo había probado a Idess, y era
su tacto lo que anhelaba, lo que podría ser un maldito problema si sus
habituales métodos para controlar la ira comenzaran a fallar.

Así que sí, veinte horas dedicadas a preocuparse, masturbarse, y


tramar una vía de escape que implicaba seducir a Idess para que lo dejara
ir. Era el plan menos convincente en la historia de los planes de escape…
poco convincentes. Ella tenía dos mil años. De ninguna manera caería en
el viejo “Te Quiero Así que puedes confiar en mí”.

Lo que no quería decir que no lo iba a intentar. Sólo que no tenía


grandes esperanzas en él.

Él, sin embargo, sí tenía grandes esperanzas en su otro plan. Porque


cuando lo había esposado mientras estaba bajo la influencia del gusano
perforador, su subconsciente había estado en el modo de auto-
preservación. Había hecho un trabajo de mierda, y con poco más que
hacer durante las últimas veinte horas, había logrado liberar su muñeca
izquierda del grillete, y si pudiera conseguir a Idess lo suficientemente
cerca, la atraparía en su trampa.

Pero ella tenía que regresar rápido. Además de la inminente salida


de su ira, su pecho había comenzado a arder. Detharu lo estaba llamando.
Peor aún, el pulso del vínculo, el cual se hacía más fuerte y más rápido
cuanto más cerca estuviera de su fecha límite, se había acelerado.

Él había estado aquí por casi dos días. Casi dos días más cerca de la
muerte de Sin. Suponiendo que todavía estaba con vida, ¿dónde creía ella
que él estaba? Tenía que estar preocupada. Por lo menos, tan preocupada
como Sin se podía preocupar sobre cualquier cosa.

El sonido de pisadas sorprendió su corazón a un ritmo que


tartamudeó, y rápidamente introdujo su muñeca de nuevo en el grillete,
dejándola ligeramente cerrada. Su mirada se pegó a la puerta, contuvo
el aliento mientras esperaba para ver si Idess o Sin caminarían a través
de ella.

Idess. Extrañamente, estaba tan aliviado de verla como de repente


lo estaba de temeroso por Sin, y ¿qué tan jodido era eso?

Luego ella sonrió, y su boca se secó. Esa era una sonrisa muy mala.

—Así que—, dijo—. ¿La hembra Seminus? Parece que es tu hermana.

El control no era fácil de conseguir ahora, y le tomó hasta la última


gota del mismo para evitar embestir en Idess y exigir respuestas—. Soy
consciente de eso. Si le hiciste algo…

—Dije que no lo haría—. Ella agitó la mano en un gesto desdeñoso.


—Yo la hice seguirme al desierto Canadiense. Voy a tener que seguir
evitándola… esta noche estoy pensando que voy a empezar en China, y
luego tal vez voy a vagar por ahí un poco. ¿Crees que le gustaría ver la
Gran Muralla?

Aliviado de que Sin estaba bien, Lore se relajó y puso una sonrisa
despreocupada. —A Sin le gusta viajar.
—Bien. A mí también—. Ella levantó la mano, y bendijo su pequeño
corazón de ángel, ella tenía una bolsa con comida rápida. El olor de las
hamburguesas y papas fritas le hicieron agua la boca.

La vista de una gran extensión, del cremoso estómago de Idess entre


el top arrugado y la cintura baja de sus pantalones vaqueros, también.
Su estómago gruñó y su polla se endureció mientras su cuerpo jugaba un
tira y afloja con sus dos hambres.

—¿Tienes hambre?

—Ni siquiera te lo puedes imaginar.

El arrepentimiento se arremolinó en sus ojos—. Realmente lo siento,


Lore, nunca he tenido prisioneros antes.

—Sí, definitivamente lo novato brilla a través de ti—, dijo con


aspereza. Él no sabía cómo hacer frente a un secuestrador que era
realmente agradable. Si ella lo hubiera golpeado o provocado o
simplemente no le hubiera dicho nada en absoluto, él estaría justo en la
zona. Pero Idess lo dejó en un estado de qué-mierda-hago-ahora, cuando
normalmente sabía exactamente qué hacer en cualquier situación.

Ella también lo dejó en un estado excitación, y sin duda sabía qué


hacer en esa situación.

Tenía que desnudarla. Y encadenarla. Y si las señales que ella había


emitido durante y después su alimentación eran un indicio, no le
importaría. No, ella había estado caliente por él – en eso había acertado.

Ella se sentó junto a él, y con su mano le ahuecó la mejilla. El gesto


era tan tierno, tan íntimo, que una vez más, no estaba seguro de cómo
reaccionar. Su cabeza se sentía como una maldita bola de ping pong.

—Lo siento, por haberme ido por tanto tiempo. Lo creas o no, estoy
tratando de encontrar una salida a esto.

—Ah… ¿llaves? —sugirió él—. Eso me sacará esto.

Una esquina de su boca se ladeó en una coqueta media sonrisa—.


Buen intento.
—¿Así que eso es un no?

—Eso es un no.

Echó un vistazo a la bolsa—. ¿Podría conseguir algo de comer


entonces?

—Yo no estaba segura de qué te gusta, así que conseguí una Coca-
Cola, hamburguesas, papas fritas, tots15, y un sándwich de pollo—. Ella
le lanzó una mirada de cachorro-que-hizo-algo-bueno- que hizo que algo
en su interior se derritiera cuando nada debería derretirse por esta mujer.
Su polla tembló, y por lo visto no todo se estaba derritiendo.

—En este punto, me podría comer un maldito cactus—, murmuró, y


sus hombros se desplomaron un poco. Y en realidad se sintió mal por
hacerla sentirse mal.

Bienvenido al Síndrome de Estocolmo16.

Ella le entregó la bolsa y esperó a que él devorará el sándwich de


pollo y las papas fritas. Cuando su estómago paró de crujir, él comió más
lento—. Así que, háblame de ti.

Ella parpadeó. —¿De mí? No hay nada contar.

—Tienes dos mil años, y ¿estás diciendo que no tienes absolutamente


nada de qué hablar? —Se tomó la mitad de la soda—. Dime algo acerca
de tu nacimiento. ¿Eran humanos tus padres?

Durante mucho tiempo ella se quedó sentada allí, lo suficiente para


que él se comiera una de las dos hamburguesas. Levantó una delicada
mano para molestar su cola de caballo mientras hablaba—. Nací de un
ángel… Y fui cambiada por la hija verdadera de mis padres mortales. Eran
esclavos de una rica familia romana.

15
Fritura de patatas. http://dailyhighfive.com/wp-content/uploads/2011/02/Tater-Tots.jpg

16
El Síndrome de Estocolmo es una reacción psíquica en la cual la víctima de un secuestro, o persona
retenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad o afecto con quien la ha secuestrado.
—¿Así que creciste pensando que eras humana?

—Sí.

Él también, en el fondo siempre se había sentido diferente, y en la


retrospectiva 20/20, podía ver las luces de neón. Como la que su madre
gritó: ¡Tú eres la semilla del diablo! Y Nunca debería haber dejado que
esa planta del demonio germinara en mi vientre. Claro, todos los médicos
del sanatorio dijeron que su madre estaba loca, pero sus “delirios” nunca
cambiaron, y los amigos que habían estado con ella la noche en que había
“llamado a Satanás” habían confirmado todo lo que dijo su madre. No
habían creído que el extraño de cabello oscuro y tatuajes en uno de sus
brazos, fuera el mismo Satanás, pero ellos estaban seguros de que o bien
era una especie de demonio o un estafador.

Tenían razón en ambos casos.

—¿Hubo alguna vez algo que te hizo sobresalir?—preguntó él,


principalmente para no pensar en el pasado—. ¿Te has sentido diferente
a los demás?

—No del todo—. Ella se estaba torciendo una de las bandas de oro
sobre su cabello de la misma manera que había torcido antes su mano
sobre su pene—. Me sentí como en casa hasta el día de mi cumpleaños
diecinueve.

—¿Así que vivías una vida normal? ¿Casada? ¿Niños?

—Ni siquiera cerca.

Él no era un historiador, pero había creído que en aquellos días, en


que la vida era de corta duración y que las niñas eran casadas jóvenes,
Idess habría sido una rareza. Probablemente era de mala educación
preguntar, pero también era grosero tener a alguien encadenado a una
cama, por lo que a la mierda.

—¿Por qué no?

—Es una larga historia.

Él tiró de sus cadenas. —Parece que lo que me sobra es tiempo.


Idess se movió, pero tenía la sensación de que no importa qué tan
cómoda se pusiera junto a él, ella no iba a sentirse cómoda con este tema.
Había sin duda una herida allí.

—A la edad de dieciséis años, fui dada como regalo al hijo de un


noble.

—Pero, ¿no tenías que ser de una cuna noble o algo así para casarte?

—No era para casarme.

Su tono dolido pusieron sus dientes en el borde. —¿Para sexo? ¿Al


igual que, una prostituta?

—Como una amante. Me consideraban muy hermosa—, dijo ella, sin


una pizca de orgullo. —Mi virginidad era el regalo. Estuve con él durante
dos años, pero cuando se hizo de una esposa, me enviaron con un amigo
cruel de él. Si lo satisfacía, iba a convertirme en su amante, o en un
juguete para compartir con los amigos.

—Tu amo era un idiota—. Hombre, él deseaba poder volver atrás en


el tiempo y patear el culo de ese tipo. Duro.

Ella se echó a reír. —Antes de que pudiera tocarme, mi hermano


Rami vino por mí, y el amigo murió de una muerte horrible
convenientemente en una batalla de unos años más tarde.

Él ronroneó con aprobación. —Dios, amo a una mujer sedienta de


sangre.

—Bueno, tú eres un asesino.

—No siempre lo fui—. Una nota de actitud defensiva se arrastraba en


su voz. —Soy más que un asesino—. Sin embargo, ¿era eso cierto?
Incluso dudaba de sus propias palabras. Él no había sido más que un
asesino desde el día que recibió su don. Y cuando se había ido a trabajar
para Detharu, su condición de asesino había sido asegurada. Incluso ganó
el título de Primer Asesino. Qué especial. Sí, estaba muy orgulloso de ser
tan bueno en matar personas que había ganado un premio.

Él era un pedazo de mierda.


—¿Qué más eres?— No había condena allí. Sólo curiosidad, y él no
podía responder. La mano de ella se acercó a su pecho, justo encima de
su marca de esclavo, y un calor dulce y suave estalló sobre su piel. —Tu
amo… él puede convocarte a través de esto, ¿verdad?

—Sí —dijo con voz ronca. Se concentró en bajar su libido,


concentrándose en la extraña y fría sensación de su mano. No estaba
funcionando. —Ha estado intentándolo durante todo el día.

Su mano se congeló, y las uñas de ella se clavaron en su piel. El


delicioso placer-dolor hizo que retuviera el aliento. —¿Qué pasará si no
vas?

—El dolor poco a poco va a empeorar, hasta que tenga que ir o sufrir
en agonía.

Ella respiró sobresaltada. —¿Hasta cuándo?

—Depende de que tanto me quiera ver. Y voy a decir que ahora


mismo está realmente apurado.

Ella cerró los ojos y agachó la cabeza. Su cola de caballo se deslizó


alrededor, acariciando su cintura, y, ¡hombre, lo que no daría para liberar
su cabello! Y dejar que resbalara por todo su cuerpo suave como la seda
y besar todo su camino hacia abajo. —¿Qué tan grave es? En este
momento, quiero decir.

—Quema—, dijo, y no era una mentira. Se sentía como si tuviera una


plancha caliente sobre el pecho. —Pero tu mano… es fresca. Se siente
bien.

Ella levantó la cabeza. —Puedo conseguirte hielo.

—No funcionará—. Él cubrió su mano con —su mano derecha, en


parte debido a que su mano izquierda se encontraba en una situación
precaria, era la que él había logrado zafar de los grilletes que lo tenían
amarrado, y en parte porque podía tocarla con la mano marcada con la
dermoire mientras esta estuviera rodeada por las Bracken Cuffs. —Pero
esto está ayudando. No sé por qué. Tu toque es mágico.
Se suponía que debía estar seduciéndola. Se supone que debía
hacerle creer que era hermosa, perfecta y sexy. Se supone que debería
estar haciendo todo eso para poder salir de aquí. Pero de repente, él
quería hacerlo porque ella era todas esas cosas. Él llevó su mano a la
boca. A pesar de que su pecho empezó a arder de nuevo, valió la pena la
molestia para poder rozar los labios a lo largo de la suave piel de sus
nudillos. —Tú me haces arder mucho más que cualquier cosa que mi
vínculo pueda hacer.

Ella hizo un pequeño sonido sorprendido, sólo un susurro de aire, una


captura de su aliento. —Si estás tratando de seducirme, te dije que eso
no va a funcionar—. Y, sin embargo, ella estaba sin aliento, y él podía
sentir su picante excitación. Cuando ella se movió, el escote de su blusa
se abrió, revelando el profundo escote que era demasiada carne, y a su
vez no lo suficiente.

—Oh, va a funcionar—, dijo lentamente. —Sólo que no me liberará.

Ella se erizó. —Entonces, ¿cuál es tu plan? Tienes que tener uno. Yo


lo tendría.

Él golpeó la cabeza hacia atrás contra la pared y la miró con los ojos
medio cerrados. —Acércate.

—¿Así puedes tratar de hacerme daño? No lo creo.

—No —murmuró él—. Así te puedo tocar. En todas partes.

Ella lo miró como si sus palabras fueran un truco, pero sus sentidos
incubus recogieron el sonido de su corazón latiendo más rápido, su
respiración tambaleándose, y él sabía que ella estaba imaginando lo que
él había dicho. —Eres un cerdo—, dijo, con mucho menos convicción de
lo que él sabía que era capaz.

—¿Quieres que me convierta en un monstruo furioso? —En realidad,


él no estaba en mucho peligro por el momento, pero ella no sabía eso. Él
solo… la quería a ella.

—Tienes un montón de holgura en tus cadenas. Si necesitas liberarte,


tienes una mano… —Se aclaró la garganta. —El cuarto de baño está
justo…
—Necesito tocar—, gruñó—. Soy un incubo, Idess. Necesito contacto.
Una mujer. Tú. Esto es tortura—. Claro, estaba jugando con su culpa,
pero no estaba mintiendo. Tenerla tan cerca y no poder hacer nada al
respecto lo estaba matando.

Su barbilla se elevó, toda altiva. —Pides demasiado de mí.

—Entonces, podrías… —Respiró hondo. —¿Darme un beso?

Sus párpados volaron. —¿Qué? No. No puedo.

—¿Es contra las reglas de los ángeles?

Ella tragó con fuerza suficiente para que él escuchara. —No, pero…

—Entonces dame eso al menos.

—No tengo mucha experiencia con los besos—. Su mirada se apartó,


y sintió la necesidad extraña de consolarla.

—Yo tampoco—, admitió.

—Mentiroso—, susurró Idess.

—No acerca de esto—, le susurró de vuelta.

Sus miradas se encontraron. La tensión floreció como una rosa


Sheoulin, oscura, bella y potencialmente venenosa. Y luego, con una
lentitud agonizante, ella se inclinó hacia delante y se apoyó en sus
hombros. El primer fugaz contacto de sus labios contra los de él envió un
zumbido de lujuria a través de él. El segundo contacto fue más audaz,
persistente, y el zumbido creció lo suficientemente fuerte como para
enviar reverberaciones todo el camino hasta sus pies.

Ella podría no saber lo que estaba haciendo, pero no importaba,


porque lo que estaba haciendo era suficiente. Más que suficiente. Él
levantó la cara para encontrarse con la de ella, para intensificar el beso
que ya estaba construyendo vapor. Cuando la lengua de ella golpeó con
timidez a través de su labio inferior, él se sacudió como si hubiera sido
bendecido y condenado, casi olvidó por qué le había pedido que le besara
en el primer lugar.
Armándose de valor, sacó la muñeca del grillete. Flexionó los dedos.
Deseaba poder tocarla, podría correr con este beso y ver a dónde
conduciría.

En su lugar, la golpeó.
Capítulo Diez
Traducido por Araceli
Corregido por Dyanna, Kitty y Mir

El sonido ominoso de la sujeción del metal alrededor de la muñeca


de Idess llegó a sus oídos una fracción de segundo antes de que Lore la
diera vuelta y la tirara sobre el colchón.

—¿Recuerdas cuando dije que me liberaría y te haría experimentar


todo lo que tenía? —gruñó.

—¡Hijo de puta! —Todavía aturdida por el beso, lo golpeó con la mano


libre, pero él le cogió el puño, lo arrastró hacia la mano encadenada de
él, y la tomó prisionera. Sin esfuerzo, la cubrió con su cuerpo pesado y
fue con los dedos hasta el bolsillo de sus vaqueros.

—¿ Yo soy el hijo de puta? Tú fuiste quien me encadenó.

—¡No me diste otra opción!

—Sí, sí—. Él sonrió, y ella sabía que había encontrado la llave de las
esposas. —No puedes matar a Kynan. Lore malo, malo.

Gruñendo, ella balanceaba la cabeza para atraparlo en su boca


mentirosa, desesperada por causar cualquier tipo de daño que pudiera.
Si él se liberaba… bien, ella no quería pensar en lo que podía hacer con
ella. Con Kynan. Él se echó hacia atrás, y ella sólo lo golpeó de refilón en
la barbilla.

—Luchadora—, reflexionó—. Me gusta. Dame más.

—Oh, voy a darte más—. Las esposas Bracken le impidieron que se


transformara en la forma de ángel caído de su padre, pero eso no
significaba que ella no pudiera hacer nada. Llevó su rodilla fuerte,
clavándola en la parte interna del muslo. Él aspiró aire y luchó volviendo
la pierna de ella hacia abajo antes de atrapar a ambas piernas entre las
de él.

Maldiciendo, él se lanzó, y ella oyó el clic de la llave en la cerradura


de la esposa. En un instante, él era libre, y las muñecas de ella estaban
aseguradas. Rodó fuera de ella y tiró de las cadenas, dejándolas tensas y
fijándola en la cama con los brazos estirados por encima de ella. Ella gritó
con frustración, pero él debía haberlo tomado como un grito de dolor,
porque aflojó las cadenas antes de enlazarlas en torno a los postes de la
cama, impidiéndole efectivamente llegar a sus pies.

Por primera vez, ella deseaba poder sentir sus emociones, podría
utilizar el conocimiento para salir de esto. En su lugar, ella había perdido
horas manteniendo el vínculo de sangre a distancia, sintiendo lo que él
sentía mientras estaba segura lejos de él. Le gustaba pensar que era
fuerte, pero cada vez que el deseo que él sentía, latía a través de ella,
caía de rodillas y rezaba que la fuerza de voluntad no fuera hacia él.

—¡Vas a pagar por esto! —Ella tiró todo lo que tenía en un asalto a
las cadenas, gritando y tirando hasta que estuvo segura de que sus brazos
iban a salirse de sus articulaciones.

Lore la alcanzó, pero quitó su mano en el último segundo. Asquerosas


palabras brotaron de sus labios, cuando encontró un guante y su chaqueta
en el suelo. Se las puso vigorosamente, y lo siguiente que ella supo, era
que él estaba sobre ella otra vez, estableciéndose como si el cuerpo de
ella fuera el lugar más cómodo en el mundo para estar. El peso de él se
acopló como una manta, envolviéndola y calmándola, como a un niño
envuelto en pañales.

—Así, ahora—, dijo él en voz baja—. El tablero ha cambiado. El captor


es ahora el cautivo, y todas esas otras divertidas líneas de película que
nunca pensé que diría.

El corazón de Idess golpeaba contra su caja torácica cuando la


impotencia y la fresca ansiedad se juntaron. —Déjame ir.

—¿Como tú me dejaste ir cuando te lo pedí?

Ella tragó saliva. —Por favor. Tú no puedes matar a Kynan. Él es


importante.

—Sí. Importante para mí.

—Para el mundo.

—Creo que el mundo va a sobrevivir sin un humano imbécil.

En realidad, tal vez no, pero ella había encontrado que los demonios
rara vez se preocupaban por el destino de la humanidad, por lo que
cambió de rumbo. —No es sólo acerca del mundo. Tengo un interés
personal en su vida.

Él soltó un bufido. —¿Qué, no ganarás tus alas si se muere?

—Eso es exactamente lo que sucederá.

Él rodó los ojos, pero cuando ella se quedó mirando, él se puso rígido.
—Hablas en serio.

—Ni siquiera te lo puedes imaginar—. Temblores de pánico se


apoderaron desde los dedos de los pies hasta su cuero cabelludo. Sólo un
puñado de Memitim nunca habían Ascendido, estaban condenados a
cualquier guardia Primori para siempre o a pasar la eternidad como un
ser humano, nacer una y otra vez y nunca llegar al Cielo. Algunos incluso
habían sido apagados de la existencia. Sin embargo, tan terrible como
sonaban los castigos, no eran su motivación principal para no querer
fallar.

Si ella no tenía éxito en proteger los recursos humanos más


importantes en existencia, el destino mismo de toda la humanidad, de
miles de millones de almas, se vería afectado cuando la última batalla
entre el bien y el mal entrara en erupción en la Tierra.

Su traición a Rami había pesado sobre ella durante 1.200 años, y


cada día había orado por la oportunidad de pedir perdón. ¿Pero si
traicionaba a la raza humana? No habría ninguna absolución.

Algo caliente y húmedo goteó por su mejilla. Una lágrima. Caray, no


había llorado en siglos. No desde el día en que Rami había Ascendido.
Antes de que ella lo supiera, la lágrima se convirtió en un arroyo y de
pronto ella no estaba llorisqueando o incluso llorando. Ella había entrado
en un completo griterío que incluía grandes sollozos, temblores y jadeos
por aire.

—Idess… cálmate… ¿Idess? —Las manos de Lore enmarcaban su


rostro. —Hey. Está bien. Tranquila, Ángel. Tranquila…

Ella gritó más fuerte. No podía detenerlo… era como si hubiera


almacenado las lágrimas de todos estos cientos de años, y ahora, como
un volcán dormido que había estallado por fin, el flujo no podía ser
refrenado.

Entonces los labios de Lore se encontraron con los de ella, y la estaba


besando. Su boca siguió el rastro de lágrimas en sus mejillas mientras
sus pulgares, uno desnudo, uno vestido de cuero, rozaban su piel hacia
atrás y adelante, que se había vuelto tan sensible como si fuera quemada
por el sol.

—Shh… —Él la besó con ternura en la oreja. —Todo está bien.

—No—, gimió ella, porque esto estaba lejos de estar bien.

Las manos de él, le acariciaron las mejillas, el pulgar al descubierto


iba a la deriva perezosamente a través de su labio inferior. —Lo siento—
, murmuró—. No estoy acostumbrado a manejar algo como esto. No sé
qué hacer.

—Yo… —Ella se calló cuando la punta del dedo pulgar se deslizó en


su boca. Ella no pensó. No quería.

En un impulso, ella se aferró a él y lo dirigió más profundo que en su


boca. Los ojos oscuros de él y su boca se abrieron tanto que su piercing
brilló y wow, si ella había pensado que antes había tenido poder sobre él,
cuando él había estado a su merced, encadenado, y necesitando
liberación… eso era nada en comparación con esto. Saber que ella podía
afectarlo mientras ella estaba restringida era una revelación.

Ahora sólo tenía que averiguar cómo, exactamente, utilizar lo que


ella recién había aprendido.

Sobre la base de sus habilidades de seducción muy oxidadas,


arremolinó su lengua alrededor de su nudillo y luego le mordisqueó la
yema. Cuando él liberó un aliento irregular, una chispa de pura emoción
golpeó a raudales a través de ella poderosamente, casi sexual. Sus pechos
se volvieron adoloridos, su vientre revoloteó, y bien, no había un casi al
respecto. Darle placer al hombre era un afrodisíaco, seguro.

—Odio lo mucho que te deseo—. La voz de él era áspera, como si


también odiara haber hecho esa confesión.

Ella cerró los ojos. —¿Es malo que me alegre de que lo odies?

—Yo creo que sería raro si no lo hicieras—. Sacó el pulgar de su boca


y deslizó su mano por la curva de su cuello. La piel de ella se estremeció
bajo su palma, y sus pezones se convirtieron en pequeñas gotas
apretadas.

¿Por qué tenía que ser tan comprensivo? Ella quería cercarlo, luchar
contra él, pero él capturó su boca con la suya en un sorprendente beso
suave, a pesar de lo tenso que estaba su cuerpo, y de lo rápida que era
su respiración. La lengua de él se burlaba de las arrugas de sus labios,
con golpecitos minúsculos y húmedos. Ella dijo a sí misma que no la
estaba afectando, que él no la estaba relajando, que abrirse a él era para
seducirlo.

Pero cuando separó los labios, lo único que podía pensar era en lo
bien que se sentía al ser tocada así, no importaba cuáles fueran las
circunstancias.

Con un gemido, Lore metió la lengua en la boca para enredarse con


la de ella. El piercing fresco y suave contra su lengua era un contraste
erótico al calor brutal del beso. Él movió con facilidad la mano entre ellos
hacía su pecho, y más bajo, su excitación entró en contacto con su núcleo.
Contra su voluntad, se arqueó contra él, acogiendo con satisfacción la
presión y la fricción y la humedad caliente que de repente la inundó.

Ella tenía suficiente juego en las cadenas para enhebrar los dedos
por el pelo de él, y en el momento en que lo hizo, él se sacudió como si
hubiera sentido una descarga eléctrica.

—¿Qué está mal? —murmuró contra sus labios.

Levantando la cabeza, parpadeó hacia ella. —Simplemente… —Él


negó con la cabeza. —Nada.

—Dime—. Ella no tenía ni idea de por qué quería saberlo, dado que
la había encarcelado y hecho llorar.

También la hizo arder.

Pero no dijo nada, en vez de eso, enterró su rostro en la curva de su


cuello y hombros y la besó allí. Una vez más, ella se arqueó y empezó a
moler en su contra, lo que provocaba un profundo dolor.

La mano de él recorría hacia abajo, entre sus cuerpos, y con un


movimiento de sus ágiles dedos, rasgó los pantalones vaqueros de ella.
El pánico estalló, y ella se puso rígida.

—Lore… no. No puedo.

Su callosa palma se deslizó en sus bragas para tomar su intimidad,


y ella estuvo a punto de tragarse la lengua. —¿No puedes qué?

—T-tener relaciones sexuales. Coito.

Una maldición suave susurró a través de su piel. Pero entonces un


dedo se deslizó entre sus pliegues y sus labios acariciaron su oído cuando
le decía, —¿Puedes hacer esto? ¿Dejarme hacerte sentir bien?

Sí. —No—, gimió ella, jadeando cuando su dedo rozó su clítoris.

—Estás mintiendo. Puedo sentirlo.

Sí, lo estaba. Más o menos. Esto no tenía nada que ver con su voto
de castidad. Se trataba de ella, y lo que ser íntima de cualquier manera
con este hombre le haría.

—No—, dijo ella pero su cuerpo la traicionó, y se balanceó hacia su


toque.

—¿No qué? —Un dedo se deslizó dentro de su núcleo, y ella estuvo a


punto de llorar de placer. —¿Qué no haga esto?

Ella no podía hablar más. Incluso respirar se había convertido en un


esfuerzo. Las relaciones sexuales y la auto-gratificación estaban
prohibidas, pero ¿qué pasa con la satisfacción por manos de otros? ¡Oh,
no dudaba que estuviera prohibido! pero aún Rami había admitido que
había una oscuridad en el voto, probablemente intencional, para permitir
la libre voluntad de meterse en problemas.

Y Lore era definitivamente problemas.

—¿Quieres correrte? —Otro dedo se unió al primero, extendiendo su


tejido sensible y enviando flujos de una casi abrumadora sensación
directamente a su cerebro. —Dilo.

Tenía los dientes tan apretados que era demasiado difícil hablar. Se
retorcía, tratando de conseguir su pulgar en el lugar correcto, tratando de
alejarlo del lugar correcto, ambos, ninguno, porque ya no sabía lo que
quería en este punto.

Él no bajó la intensidad, siguió haciendo pequeños movimientos hacia


atrás y adelante recorriendo la punta de su clítoris lo que la llevaba fuera
de su mente a un lugar donde sus necesidades físicas estaban superando
a sus pensamientos.

—Dilo—, murmuró.

—No—, exclamó ella.

—Quiero verte—. Él agachó la cabeza y rozó sus labios sobre los de


ella. —Quiero ver cómo te corres, Idess. Déjame.

Él quería esto. Darle lo que quería era parte de la seducción, ¿verdad?


Estaba encadenada e impotente y no podía ser culpada si hacía lo que
fuera necesario para liberarse y proteger a Kynan. Además, Lore era
Primori, y ella no podía traicionar la relación Memitim / Primori al negar
algo que su encargo requería.

Los razonamientos eran patéticamente débiles, pero era todo lo ella


tenía y se moría por esto y gritó un desesperado —¡Sí!

La sonrisa de él era de triunfo masculino primario. Sus dedos


comenzaron un profundo bombeo de ritmo furioso, y el pulgar realizaba
círculos y barridos. Había pasado tanto tiempo desde que ella había
experimentado esto que todo se sentía nuevo y maravilloso, y estaba
absolutamente segura de que el mejor sexo completo que había tenido
no había sido tan bueno como esto.

Lore agregó otro dedo, aumentó de la presión con el pulgar, y el


cuerpo de ella se volvió loco, golpeando mientras detonaba. Los colores
se arremolinaron detrás de sus párpados como un caleidoscopio,
llevándola a través del éxtasis mientras la mano hacía su magia. Él la
llevó hacia abajo poco a poco con caricias más ligeras, hasta que por fin
pudo respirar, y ver una vez más.

—Maravilloso—, susurró él. La mirada a media asta de él era


intencional, asombrada, y tan llena de hambre que su cuerpo
inmediatamente se precipitó a la vida otra vez. —Dios, tú eres… —él se
interrumpió con una mueca de dolor. Puntos muy pequeños de color
carmesí salpicaban sus ojos negros cuando miró el cuarto de baño.

—Yo… Tengo que… —Tragó, y cuando volvió a hablar, su voz era tan
profunda y grave que ella lo sentía por dentro, casi como si ese tono
estaba destinado a preparar a una mujer para la penetración. —Necesito…
privacidad—. Él se apartó con sus manos y se arrodilló por encima de ella.

—No. Por favor. Quédate—. Sorprendentemente, él se detuvo. —Yo


quiero… quiero ver—. No quiero estar sola. Sola quería decir tiempo para
pensar. Y lamentar.

Un gruñido bajo de aprobación salió a relucir desde su pecho


mientras se desabrochaba los pantalones.

***

Lore no podía creer lo que estaba a punto de hacer. Nunca había


tenido ninguna inhibición sexual, aparte del hecho de que el sexo tendía
a matar a sus compañeras, pero aún así. Nunca se había hecho una paja
delante de nadie. Y aunque el pedido de Idess había sido un gran
encendido, su mano temblaba mientras bajaba la bragueta.

Así que tal vez sí tenía inhibiciones.


—Mierda—, gruñó—. No puedo. —Él empezó a bajarse de la cama.

—¿Por favor? —Idess tendida allí, toda extendida, relajada, saciada,


el olor del sexo saliendo de ella y causando estragos en su libido.

Él quería estar dentro de ella, no tocándose en un cuarto de baño


oscuro, como una especie de pervertido, mientras ella estaba a pocos
metros de distancia. Pero tampoco tenía ninguna experiencia de ser tan…
sexual… frente a una mujer. Oh, él tenía arrogancia a palas e instintos
masculinos hiperactivos rugiendo a través de su cuerpo, pero no estaba
seguro de que acariciarse con una mujer atada que lo mirara fuera algo
que pudiera hacer.

—¿Te da vergüenza? —La sorpresa en su voz azotó a su control ya


rallado.

—No soy un puto virgen.

—No has estado con muchas mujeres, ¿verdad?

Ahora eso era insultante. Él había estado con algunas. Simplemente


no había estado con ninguna más de una vez. Y con las que había estado
eran todas por gratificación instantánea, entrar y salir sin tiempo para
jugar. Sin un toque real.

Sin conexión.

Esto… esto sería una conexión. Él no sabía por qué o cómo, pero lo
sería. Él sólo lo sentía. Y sentir algo por esta mujer sería malo. Eso lo
sabía.

—Está bien —dijo ella en voz baja—. No tienes que responder. Y no


tienes que quedarte si no quieres.

El hecho de que ella estuviera siendo tan amable con él, que
estuviera tan preocupada por sus sentimientos, lo hicieron enojar.
Acababa de cambiar las posiciones en el tablero con ella, la encadenó,
podía hacer lo que quisiera con ella… Mordiendo una maldición
desagradable, se ajustó la erección, aún cuando la presión se acumulada
bajo la piel y en sus bolas. —¿Por qué? ¿Por qué quieres ver?

—Porque—, dijo ella con voz ronca—, eres hermoso, también.


Su corazón tropezó con sus palabras, el calor se propagó a través de
él. Nadie jamás le había dado un cumplido así, con tal… reverencia.

Despiadadamente empujando a un lado sus reservas, se apoderó de


su pene con su mano desnuda. La oyó tomar una suave respiración, el
pequeño enganche que de alguna manera lo encendió más de lo que
cualquier cosa lo había hecho. Su estómago se apretó y tenía dificultad
para respirar, y mierda santa, tenerla mirando… no había anticipado que
se sentiría tan encendido. Ahora que su poder ya no era contenido por las
esposas Bracken, por todo lo que tenía que preocuparse era de mantener
su brazo derecho lejos de ella cuando se corriera.

—¿Ves? —Su voz era ronca—. No es tan duro17, ¿verdad?

—Oh, está duro—, se justificó, y los labios de ella se curvaron en una


sonrisa.

—Y grande.

Su pene pulsaba como si estuviera feliz con el cumplido. La maldita


cosa era demasiado estúpida para darse cuenta de que ella estaba
haciendo lo que él le había hecho, tirar sutilezas para obtener el lado
bueno del captor. No es que lo que ella había dicho no fuera cierto.

—Dices las cosas más agradables.

Completamente a gusto ahora, pasó la mano desnuda de arriba a


abajo, amando cómo el alternar la velocidad o la longitud de los trazos
hacía que los párpados de ella se pusieran pesados, o cómo, cuando él
cambiaba aún más y torcía el puño alrededor de la cabeza, la boca de ella
se abría completamente. Y Jesús, cuando frotó la punta con la palma de
su mano, ella realmente se lamió los labios.

Envalentonado, se acercó, atormentándola con la vista de su pene.


—Te gusta esto, ¿no? —los ojos de ella volaron a los suyos—. Dime lo que
quieres que haga. —Cuando la boca de ella se movió, pero no salió nada,
él sonrió y dejó de acariciarse—. ¿Qué pasa? ¿Te da vergüenza?

17
Juego de palabras. Hard puede traducirse como duro o difícil.
El enojo flameó en esas increíbles profundidades color ron, y con el,
la luz de la batalla.

Anormalmente caliente.

—Acaricia—. La orden podría haber sido más eficaz si no hubiera


habido un ligero temblor en su voz, pero él hizo lo que le había pedido.
Poco a poco.

—¿Cómo está?

—Más rápido.

Suprimiendo un gemido, aumentó la velocidad, pero no por mucho.

—Dije, más rápido. Y… y haz eso de revirar que haces cuando tu


mano está en la punta.

Él se habría reído de la linda fiereza en su voz, si no estuviera tan


ocupado frenando su orgasmo. Gotas de sudor perlaban su frente
mientras apretaba los dientes y jadeaba por la presión cada vez mayor.

—Detente—, dijo, y maldita sea, apenas tenía el control para


obedecer—. Desliza tu mano hacia abajo. Hacia tus… tus pelotas. —
Manchas rosa colorearon sus mejillas. Era poderosa y sexy, sin embargo,
la palabra "pelotas" la hizo ruborizarse.

A Lore le encantó.

Dejó que su mano se moviera lentamente por su eje. En el momento


en que llegó a su saco, su pene dolía. —¿Y ahora qué?

—Frótalas—, dijo ella sin aliento—. Finge que yo… una mujer lo
estuviera haciendo.

Cerrando los ojos, maldijo, porque era muy fácil de fingir que era su
mano cálida tomándolos, rodando sus bolas suavemente entre los dedos
como lo había hecho antes. Ella le hizo jugar un minuto, y justo cuando
estaba a punto de pedirle que le permitiera hacer más, dijo—, Ahora.
Hazte correr—. Su voz bajó peligrosamente. Seductoramente. —Sobre
mí.
La sorpresa se disparó a través de él y el clímax llegó en sus talones,
sus palabras provocaron una reacción en cadena que era nuclear. Apenas
tuvo tiempo de caer y abrazarse a sí mismo con su brazo derecho,
manteniéndolo así fuera del alcance de su toque cuando bombeó su
semilla en el abdomen duro y plano de ella. Su visión quedó totalmente
fuera de línea cuando el placer hizo corto circuito en un par de sus
sentidos, incluyendo su audición, porque oía a Idess hablando, pero no
tenía idea de lo que ella estaba diciendo. Sólo quería que siguiera
hablando, porque su voz era un afrodisíaco, y su orgasmo seguía y
seguía…

Por último, mientras su brazo temblaba amenazando con


derrumbarse bajo su peso, terminó. Su cabeza le daba vueltas y su aliento
se sentía como fuego en la garganta. Abrió los ojos y se encontró con los
de Idess.

—Estoy muy celosa—, susurró, y él parpadeó.

—¿De qué?

La cabeza de ella cayó hacia atrás sobre la almohada, y miró hacia


el techo con los ojos más tristes que jamás había visto. —Estás tan lleno
de vida, Lore. Hay fuego en ti. Voluntad de vivir, cuando todo lo que yo
quiero es terminar con esta vida.

Una emoción desconocida obstruyó la garganta de Lore, cortándole


la respiración. ¿Voluntad de vivir? A él no le importa su propia vida. Lo
que le importaba era Sin, y asegurarse de que no tuvieran que adueñarse
de ella de nuevo. Hasta que eso sucediera, tenía que aguantar. Ella era
una de las razones por las que esperaba que sus hermanos no resultaran
ser mierdas totales, y que ella llegara a conocerlos. Ella necesitaba a
alguien que la cuidara. Alguien mejor que Lore.

—No estés celosa de mí—, graznó—. No hay nada sobre de mí que


debas envidiar. Soy una persona terrible.

Una sonrisa tembló en los labios de ella. —Tus elecciones son


terribles, pero una persona terrible no amaría a su hermana como tú lo
haces.
Él no creía eso, en absoluto. Pero extrañamente, Idess tenía razón
en una cosa. Estaba vivo, por lo menos, ahora lo estaba. Por primera vez
desde que salió de la transición que lo había convertido en un asesino frío,
sintió una chispa. Las bromas con Idess lo energizaban. Sus batallas lo
desafiaban. El sexo lo excitaba. Claro, nada de eso había ocurrido en
condiciones ideales, pero tenía que preguntarse cómo serían las cosas
entre ellos si no fueran cabeza a cabeza por Kynan.

Y si ella no estuviera encadenada.

Ahogó una risa loca, porque todo eso era un sueño, y nunca había
sido un soñador. Además, una vez que Kynan estuviera muerto, Lore
imaginaba que sus hermanos, o Idess, se asegurarían de que él nunca
soñara otra vez.

***

¿Quién en su sano juicio construiría un centro médico para


demonios? Era una pregunta que Rariel se había hecho desde el día en
que había oído hablar del General del Inframundo, y mientras buscaba el
símbolo del Harrowgate del UGH18, descubrió que en realidad sentía
curiosidad.

UGH. Tuvo que reírse en la absoluta falta de previsión que alguien


que había mostrado cuando había nombrado al hospital. Idiota.

Esta sería la sexta vez que había estado allí, aunque las primeras
cinco veces no había salido siquiera de la Harrowgate. Él simplemente lo
había abierto, dejado a Roag fuera o adentro, y continuado. Al parecer,
la maldición que el hermano del Roag le había cargado había dejado al
demonio no sólo invisible para la mayoría, pero sin la capacidad de
manipular objetos como el Harrowgate o las puertas, lo que hacía difícil
viajar.

18
UGH: Underworld General Hospital: Hospital General del Inframundo.
Pobre tipo. Ser traicionado por un hermano era el peor dolor que
podía experimentar, y Rariel lo sabía de primera mano.

Lanzó una mirada comprensiva a Roag, quien le parecía a Rariel


como un espectro transparente, no tan sólido como lo eran los espíritus.
Y, a diferencia de los espíritus, la única comunicación de Roag con Rariel
era telepática.

—¿Estás listo? —Rariel preguntó.

—Sí.

Rariel pulsó el símbolo del hospital con anticipación. Esta vez, iba a
entregar a su viajero y pasar un rato. Observar. Maquinar.

La puerta se abrió y salieron. La sala de emergencia estaba llena,


pero dudaba que alguien pudiera ver eso.

La mayoría de la gente que daba vueltas eran fantasmas, y cuando


Roag entró al hospital, esos espíritus se volvieron locos. Algunos huyeron,
algunos se acobardaron, algunos se quedaron en su lugar y se
lamentaron, tanto que Rariel quería tapar sus orejas con sus manos.

El amigo invisible de Rariel aterrorizaba de miedo a los fantasmas, e


incluso los seres vivos en la sala de emergencias, se agitaron
repentinamente.

Una vampiro usando delantal se le acercó. —¿Necesita ayuda?

—No—, dijo Rariel, mientras Roag literalmente rasgó uno de


fantasmas que gritaban. Eso era lo divertido de los espíritus. Podías
destrozarlos, causando un dolor inimaginable y, aun así, no morirían. —
Estoy aquí sólo para ver.

—Haz lo que quieras, repugnante—. La vampiro se alejó, y él se


quedó bajo la señal de Sala de Espera. A distancia, oyó voces enojadas,
y en otra dirección, algo gritó. Los espíritus estaban aún volviéndose
locos, llorando y golpeando las paredes.

Cerca de allí, entre un sofá cubierto de plástico y una mesa de piedra


sólida, dos mujeres reunieron a tres infantes más cerca de ellas. La mujer
bonita con el pelo castaño y llamativos ojos color champán, dejó escapar
un gruñido de lobo. La hembra con la mirada más dura con pelo rojo
acariciaba la empuñadura de una espada en su vaina de la cadera, con
los ojos de color verde con una mirada de guerrera en alerta.

En el momento en que Roag las vio, la furia despegó de él en una ola


de conmoción que todas las personas en el departamento de emergencia
fueron afectadas. Personal y pacientes perdieron sus pasos, dejaron caer
equipos, y se abrazaban a sí mismos como si tuvieran frío.

Roag se dirigió hacia el pequeño grupo, con una mirada de asesinato


en sus ojos. Ah, sí… las mujeres eran compañeras de los Sem, y los
trillizos eran cachorros Sem. Esta era la familia de los mismos hermanos
que Roag quería destruir. Y curiosamente, uno de los recién nacidos
parecía verlo. Roag sonrió… por lo menos, el giro de sus labios parecía
una sonrisa. Cambió la forma en un Sem grande con pelo oscuro largo
hasta los hombros.

El pequeño alargó la mano hacia Roag. Roag rodeó la familia, y el


bebé observaba, retorciéndose en los brazos de su madre cuando
intentaba alcanzar a Roag.

—Rade, tranquilo—, dijo la mujer, sosteniendo al bebé apretado


contra ella.

Roag disparó a Rariel una sonrisa, y el estómago de Rariel se tensó.


Él podría ser malo, una mierda enferma en su propio derecho, pero la
tortura de un joven de cualquier especie no era algo que disfrutaba.

Pero cuando los pensamientos de Roag se mezclaron con los suyos,


se relajó. No tendría que torturar. Sólo matar.
Capítulo Once
Traducido por Araceli
Corregido por Kitty y Mir

―Kynan, por favor. Quédate en el hospital conmigo. Estás a salvo


aquí.

Para Kynan Morgan era difícil negarle algo a su esposa, pero él había
sido un soldado en el ejército y para El Aegis la mayor parte de su vida,
y no estaba en su naturaleza el esconderse del enemigo.

¿Con qué frecuencia, sin embargo, el enemigo era el hermano de tu


mejor amigo?

Él envolvió sus brazos alrededor de Gem, el sonido suave de la bata


púrpura en contra de su chaqueta de cuero era reconfortante. Amaba
sostenerla, no podía creer que había habido un momento en el que él
tontamente no había querido tener nada que ver con ella.

―Voy a estar bien ―murmuró en su pelo. ―Estaba luchando contra


los demonios, incluso antes de me convirtiera en todo intocable e
inmortal―. Y antes de que se enterara que había un ángel en su árbol
genealógico.

―No me importa―. Ella dio una sacudida petulante de la cabeza y


dio un paso atrás, con las manos en las caderas. ―Tú nunca antes habías
tenido a un asesino entrenado detrás de ti.

―Voy a estar rodeado de Guardianes, Gem. Tayla estará conmigo


todo el tiempo que tú estés de turno. Tu hermana nunca dejaría que me
pase algo.

Gem tiró de una trenza violeta con rayas. ―Ya lo sé, pero que si…

―Shh―. Él apretó dos dedos en los labios de ella. ―Te prometo que
voy a estar bien. Tengo un ángel velando por mí, también.

Ella le cogió la mano. ―Todos deberían estar velando por ti. Es


estúpido que ellos no puedan.

Él pensaba lo mismo. Reaver había explicado la situación de nuevo


cuando Serena había sido guardiana del amuleto, Heofon, e incluso
entonces Kynan la había llamado patrañas a toda la mierda de no poder
interferir con humanos. Por lo menos su condición de Primori, lo que sea
que fuera eso, lo había hecho esquivar un poco la norma de no
interferencia.

Él comprendía la preocupación de Gem, sin embargo, la cadena


alrededor de su cuello tenía la llave a una destrucción inimaginable, y
gracias a los acontecimientos del mes pasado, no era tan secreto como
debía ser. Lo convertía en un blanco, y no podía dejar de preguntarse
quién podría haber sabido que Lore era el único no―ángel que podía
matarlo. Sólo un puñado de personas habían asistido a la resurrección de
Kynan y el regalo del collar y el encanto de la inmortalidad, y no había
manera de que los hermanos Sem hubieran hablado, al igual que los
Guardianes. Probablemente. No todos en El Aegis estaban felices por el
hecho de que Tay y Ky fueran aún Guardianes, y ambos estaban todavía
haciendo frente a las consecuencias.

Los ojos verdes Gem se convirtieron en líquido cuando ella le besó


en los nudillos. ―Sólo ten cuidado.

―Siempre―. Él tenía un bebé en camino, uno que iba a nacer


encantado, el primero en recibir el don de la inmortalidad de esa manera
y él estaba malditamente seguro de que estaría cerca para criarlo. Y para
hacer más. Gem quería una gran familia, y él también.

Pero para tener su gran familia, él tenía que hacer frente a lo que la
amenazaba.

Lore.

Se le hizo un nudo en el estómago. Él les debía demasiado a los


hermanos Sem. Ellos le habían dado un trabajo, una esposa, una vida.
Pero él les había sacado en un santiamén el hermano que ellos no habían
tenido aún la oportunidad de conocer. A pesar de que él no le había dicho
a Tayla, tenía a todos los miembros del Aegis utilizando sus recursos para
recorrer el planeta por el demonio.

Más le valía a Eidolon que rezara por encontrar a Lore antes de que
Kynan lo hiciera.

***

―Ella es definitivamente nuestra hermana, Shade.

Eidolon se quedó mirando el informe de ADN, mientras hablaba en el


teléfono. Esto era una locura. Irreal. Había hecho que ejecutaran la
prueba dos veces para asegurar la exactitud y para confirmar que nadie
había manipulado el informe, aunque en su corazón lo había sabido desde
ayer.

Sin se sentó en la cama en una de las habitaciones de los pacientes,


balanceando los pies mientras ella esperaba por él. A través de la ventana
de la sala, se veía pequeña e inocente mientras miraba los carteles de
anatomía en la pared. Ella había regresado como había dicho que lo haría,
aunque Eidolon no tenía ninguna duda de que no se quedaría una vez que
obtuviera el informe de la autopsia del Huargo que ella había asesinado.
No tenía nueva información útil sobre Lore, excepto que ella había tenido
una tensa confrontación con Idess, y Eidolon estaba empezando a
preocuparse.

Para empeorar las cosas, había tenido que suspender a cuatro


miembros del personal por luchar, tres por negligencia en el cumplimiento
del deber, un paciente había muerto hoy cuando una enfermera le había
inyectado accidentalmente una dosis letal de medicamentos, y ahora la
familia del Mamu muerto estaba amenazando con daños corporales contra
todos los miembros del personal. Para colmo, la tensión aún vibraba entre
él y sus hermanos, sobre todo Shade.

Durante todo este tiempo, él se había sentido orgulloso del hospital


que él y sus hermanos habían construido desde cero, y sí, UG era un logro
increíble. Pero ahora, sus corazón ―sus habitantes― estaban enfermos,
y él no podía dejar de sentir que era su culpa, que los había olvidado de
alguna manera. Y al suspender de trabajadores, él estaba tratando los
síntomas individuales en lugar de la enfermedad subyacente, pero en este
momento, era su única opción.

―E―, dijo Shade, con la voz ahogada por el sonido del motor de la
ambulancia, ―esto es raro. Espero que nuestro querido y viejo padre no
nos tenga más sorpresas en espera para nosotros. Mitad―cabras,
chicos―perro…

―Ya lo sé. ―Eidolon miró Tayla, que justo acababa de unirse. ―Mira,
me tengo que ir. Runa te está esperando. Wraith estará aquí en cualquier
momento con un exorcista.

Él esperaba que deshacerse de los fantasmas terminaría los


problemas que aquejaban al personal del hospital, pero incluso si lo
hiciera, se trataba de un ejemplo de su falta de consideración a todos los
problemas potenciales que podrían afectar a sus trabajadores. Tendría
que haber practicado la medicina preventiva en lugar de esperar hasta
que una situación de emergencia surgiera.

Tendría que haber previsto esto hace mucho tiempo, a pesar de que
debía preguntarse por qué estaba sucediendo ahora.

―Bien. Voy a estar allí en cinco. ―Shade hizo una pausa. ―Estoy
llevando otra huargo.

El estómago de Eidolon se deslizó a sus pies. ―¿Enferma?

―Parece que sí. Los mismos síntomas que los dos primeros.

Los dos primeros. Quiénes estaban muertos. Al parecer, el que Sin


había enfermado, había transmitido su misteriosa enfermedad a otra,
quien había venido tan sólo horas después del primer Huargo. Si el
paciente de Shade estaba enfermo con los mismos síntomas, ellos podrían
estar ante un posible brote. Eidolon no le había dicho a Sin sobre el
segundo Huargo, pero hacía unos minutos había tomado más de su
sangre para analizar.

―Dile a Runa que vaya a mi oficina, ―dijo Shade. ―No quiero a ella
y a los niños en cualquier lugar cerca de este paciente.

―Lo tienes ―dijo E, pero Shade ya había colgado.

Eidolon chasqueó el teléfono cerrándolo, llamó a la mesa de triaje19


con un mensaje para Runa, y luego se quedó mirando el informe de ADN
otra vez. ―Esto está tan jodido.

Tayla le dio una ojeada al informe. ―¿Qué está jodido? ¿La Pitufina?

―¿La qué?

―Pitufina. ―Tayla rodó los ojos. ―Nunca has visto los dibujos
animados, ¿verdad?

Wraith dio la vuelta de la esquina, el aleteo del cuero alrededor de


sus botas. Él le disparó a Tay una mirada empapada de simpatía. ―E es
demasiado almidonado para ver dibujos animados. Eso no le pasará a
Stewie. Él ya está comprendiendo a Los Simpson.

―¡El tiene tres semanas! ―Tayla boquiabierta miró con enojo hacia
Wraith.

―Casi cuatro.

Tayla resopló. ―¡Dios mío! No puedo creer que tú estés criando a un


niño. ¿No hay algún tipo de organización demonio equivalente a Servicios
de Protección Infantil?

―Hey. ―Wraith cruzó los brazos sobre el pecho. ―Tengo tanto


derecho arruinar a un niño como cualquier otro. Entonces, ¿qué está
pasando, de todos modos?

Eidolon realmente no tenía idea, ya que nunca había visto Los


Simpsons, y Stewie, el hijo de Wraith, había sido nombrado por algún
niño del infierno de otro dibujo animado que Eidolon no había visto.
Afortunadamente, el chico también tenía un nombre de demonio
adecuado, pero Wraith y su compañera, Serena, parecían pensar que

19
Triaje: Triaje es un método de la Medicina de emergencias y desastres para la selección y clasificación de
los pacientes basándose en las prioridades de atención privilegiando la posibilidad de supervivencia, de acuerdo
a las necesidades terapéuticas y los recursos disponibles
necesitaba tiempo para convertirse en Talon, así que por ahora, era
Stewie. En cualquier caso, esta conversación estaba muy por encima de
Eidolon, o por debajo de él. Él iba a ir con la segunda.

Tayla maldijo en voz baja. ―Estaba explicando a Eidolon que Sin es


una Pitufina.

Wraith giró a su gran cuerpo para estudiar a Sin con los ojos azules
que eran muy diferentes de los de Shade, de los de E, y los de Lore. Los
de Sin, también. ―No. Pitufina es mucho más caliente.

―¿Qué carajo es una Pitufina? ―Eidolon estaba jodidamente enojado


ahora.

―Hay unos dibujos animados llamados Los Pitufos―, explicó Tayla,


lentamente, como si Eidolon fuera el niño aquí. ―Son estas personas
pequeñas azules, y son todos hombres. Pero un día una mujer se
presenta. Ella no debería existir, pero existe.

Eidolon consideró eso por un segundo. ―¿Cómo llegó ahí?

―Un malvado mago llamado Gargamel la hizo―, dijo Tayla. ―En un


laboratorio o algo así.

―¿Así que estás sugiriendo que un malvado mago hizo a Sin?

―Por supuesto que no, tonto. Sólo digo que es una Pitufina. Una
única mujer entre los varones.

Eidolon frunció el ceño. ―¿La Pitufina se apareaba con los hombres?

―Amigo. ―Wraith hizo una mueca. ―Es una caricatura.

―Entonces, ¿por qué hablamos de esto? ―Eidolon preguntó, y


Wraith y Tayla intercambiaron una mirada que decía que era un caso
perdido. ― ¿Wraith, encontraste un exorcista?

Wraith empujó el pelo rubio de su rostro. ―Sí. Es un tipo raro. Lo


dejé en el departamento de emergencias para que tuviera una idea de las
cosas.

―Bien. Lo tendré trabajando de inmediato. Si hay algo que necesite,


quiero que lo consigas para él. ―Como procurador de los suministros no
tradicionales únicos para la medicina de los demonios, hacer frente a las
necesidades de un exorcista caía dentro de la descripción de las funciones
de Wraith

―No hay problema. ―Wraith hizo un gesto con la barbilla hacia Sin.
―¿Encontró a Lore?

Una tensión súbita echó raíces en la mención del nombre de Lore.


―No.

―Espero que no esté muerto ―dijo Wraith, sorprendiendo a Eidolon.


Su hermano metió la mano en un bolsillo de la chaqueta, sintiendo
probablemente un arma. ―Si él necesita matar, nosotros debemos hacer
los honores.

Ok, sí. Eso era más propio de él. ―Wraith…

―¿Qué? ―El desafío en la voz de Wraith fue lo que hizo Eidolon


retrocediera. No es que tuviera miedo de ir mano a mano con su hermano,
pero eso era exactamente lo que Wraith quería, y Eidolon no iba a darle
la satisfacción. Había habido demasiadas peleas entre ellos últimamente.

―Nada. Sólo asegúrate que Kynan tenga un montón de refuerzos. Si


un asesino ha sido enviado tras él, podría haber más.

―Kynan no se ha quedado sin un Guardián desde que todo esto


empezó―, dijo Tayla. ―De hecho, es mi turno para quedarme con él.
Tengo que irme.

―Ten cuidado.

―No es divertido si lo hago. ―Ella lo besó y se fue, y Eidolon se tomó


un momento muy necesario para admirar su oscilante retirada.

Wraith se quedó mirando a Tayla, pero por razones diferentes.


―¿Qué piensa El Aegis de todo esto?

―Ellos no saben más de lo que nosotros sabemos―, respondió


Eidolon, volviendo su mirada a su hermano. ―Kynan dijo que ellos saben
que un objetivo fue puesto en él, para que ellos estén preparados para
tener que luchar contra los ángeles caídos, pero no saben quién está
detrás de la contratación.

―Tú sabes―, Wraith murmuró, ―que la vida era mucho más fácil
cuando nosotros odiábamos a todos los humanos y no nos importaba una
mierda lo que le pasaba a una gran cantidad de ellos―. Se echó a reír.
―Bueno, yo no podría decir eso con una cara seria. Todavía no me
importa una mierda.

Eso no era del todo cierto… Wraith consideraba a Kynan un amigo y


hermano, y luego estaba el hecho de que se había enamorado de Serena,
mientras que ella seguía siendo humana. Y tenía un suegro humano, que
también era miembro del Sigil de El Aegis. Wraith se dio la vuelta. ―Voy
a ver si el Tipo Exorcista necesita algo, y luego me voy a casa con Serena
y el hijo del demonio.

Él corrió fuera, casi chocando con Shade cuando su hermano tomaba


la esquina.

―¿Dónde está el fuego? ―Shade gritó tras él, pero Wraith siguió su
camino. Sacudiendo la cabeza, Shade se detuvo delante de Eidolon.
―¿Qué está pasando?

―El sol está arriba.

Shade asintió con la cabeza en comprensión. Como un vampiro


ahora, la compañera de Wraith estaba atrapada en su casa durante las
horas del día, y a Wraith no le gustaba dejarla sin su protección. No es
que ella estuviera totalmente indefensa. Él había hecho construir un túnel
subterráneo desde su bodega que conducía a un laberinto de cavernas
con salidas cercanas a Harrowgates, y dentro de un mes, uno se dirigiría
directamente al hospital.

―¿Cómo está el Huargo? ―preguntó E.

―No está bien. Shakvhan está trabajando en él, pero tendrá suerte
de sobrevivir otros cinco minutos.

―Maldita sea. ―Eidolon metió su mano por el pelo. ―Voy a crear


una sala de aislamiento en caso de que tengamos algo más. Y hasta nuevo
aviso, quiero que todo el personal Huargo evite el servicio de urgencias y
a todos los pacientes Huargo.
―Voy a informar a mis médicos Huargo que les está prohibido
responder a las llamadas que involucren hombres lobo. ―Sombras
cobraron vida en los ojos casi negros de Shade, retorciéndose con ira.
―Esta era la última cosa que necesitábamos justo ahora.

―El problema de fantasmas debería solucionarse en breve, así que


eso será un problema menos.

―Bien. Esta mañana ambas ambulancias tenían pinchaduras.

Eidolon gruñó en señal de frustración. ―Y casi perdimos a otro


paciente, porque su respirador había sido apagado.

―Odio a los fantasmas… ―Shade dejó de hablar cuando vio a Sin,


aún sentada en la cama, ahora tocando un texto médico. Él tragó saliva,
y las sombras en sus ojos se aplacaron. ―¿Es… ella?

Eidolon inclinó su cabeza. ―Ella ha estado esperando desde hace


tiempo. Tengo que tomar su papeleo.

―Creo que debería ir a saludarla.

―¿Significa eso que estás dispuesto a darle un descanso a Lore?

Shade miró. ―Voy a hacer lo que tenga que hacer para proteger a
Ky, lo entiendas o no.

―¡Dioses, Shade! No es que yo no lo entienda…

Shade le interrumpió con un gesto desdeñoso de la mano y se dirigió


hacia la habitación donde esperaba Sin. E lo detuvo con una mano en el
antebrazo.

―Shade. Ella no es… no es a lo que estamos acostumbrados.

Por un momento, Shade miró perplejo, pero poco a poco, su


expresión se fue cerrando. ―Ella no es Skulk, quieres decir.

Shade había sido muy apegado a todas sus hermanas Umber, pero
como el único sobreviviente de una masacre que había matado a los otros,
Skulk había sido especial para él. Ahora había un agujero en el interior de
Shade que E temía que fuera a tratar de llenar con esta nueva mujer, y
Sin parecía no querer tener nada que ver con sus hermanos recién
descubiertos.

―Sólo no esperes mucho.


Capítulo Doce
Traducido por Marie-Eline
Corregido por Kitty y Mir

Sin oscilaba sus pies hacia atrás y adelante sobre el borde de la cama
como un niño esperando a sus padres en la oficina del director. No es que
ella supiera cómo se sentía estar en esa situación. Ella y Lore habían sido
educados en casa por sus abuelos quienes pusieron más énfasis en el
trabajo físico que en las tres Rs20.

¿Y qué diablos estaba tomando tanto tiempo a Eidolon? Ella había ido
por las cosas de la autopsia, y él la había hecho esperar —miró su reloj—
una maldita hora. Ella prácticamente había memorizado todo el volumen
de Parasitología Médica, y… Eew.

No tenía tiempo para esto. Ella tenía un plan, y tenía que ponerlo en
marcha.

Deth aún sentía la fuerza vital de Lore, lo que significaba que Idess
no había estado mintiendo. Lore aun estaba vivo. Así que en lugar de
tratar de herir al ángel con la daga Gargantúa, ella iba a marcarla con el
arma secreta de un asesino. Una granada indicadora, una vez detonada,
contaminaba todo dentro de unas veinte yardas con una sustancia que
dejaba un rastro fácil de seguir. Existían limitaciones y trampas que a
veces las hacían inestables, peligrosas y poco fiables en manos no
capacitadas, pero Sin era una experta, y nada había ido nunca mal con
una de sus granadas. No, el mayor desafío era la localización de los
ingredientes y el montaje de la cosa.

20 Rs: The three Rs are the foundations of a basic skills-orientated education program within schools:
Reading, writing and arithmetic.
Las tres R: son las bases de una educación orientada en habilidades básicas dentro de las escuelas:
Lectura, Escritura, y Aritmética...
Después de terminar, ella tendría que esperar hasta la hora del
diablo, lo que era más fácil de decir que hacer. A diferencia de Lore, Sin
nunca había sido paciente. Su hermano sería un buen francotirador, podía
esperar durante días para conseguir el tiro perfecto, quirúrgico; Sin
prefería arremeter contra las situaciones con todas las armas de fuego,
acribillando a todo el mundo, y dejando que Dios y Satanás pusieran en
orden las almas.

Cansada de esperar, saltó de la cama. Iría a cazar a Eidolon si tenía


que hacerlo. La puerta se abrió antes de que la alcanzara, y un Seminus
que llevaba un uniforme negro de paramédico caminó unas pulgadas. Con
cabello oscuro, de expresión severa, y de hombros anchos, parecía un
cruce entre de Eidolon y Lore.

—Tú debes ser otro hermano—, murmuró.

—Shade.

—Grandioso. Encantada de conocerte. Ahora bien, si no te importa,


me tengo que ir.

Parecía un poco desconcertado, pero su expresión se cerró cuando


bloqueó la puerta. —Eidolon estará aquí en un minuto. Fue a buscar el
informe que estás esperando.

Ella dejó escapar un suspiro de frustración. —He estado esperando


durante una hora ya.

—Él ha tenido algunas situaciones de emergencia a las que hacer


frente, pero va a venir ahora. En serio.

—Bien—. Ella cruzó los brazos sobre el pecho y lo miró fijamente.

Él le devolvió la mirada.

—¿Y bien? —le espetó. —¿Te vas a quedar allí todo el día? ¿No hay
algún lugar donde tienes que estar?

—Acabo de salir fuera de servicio. —Él metió la mano en bolsillo de


la camisa y sacó un paquete de chicles. —Creí que nosotros deberíamos
conocernos.
Sin hizo un gesto hacia la puerta. —OK. Nos hemos conocido. Adiós.
—Shade parecía completamente perdido. —¿Por qué no te has ido
todavía?

—¿Por qué eres así?

Dios, ¿qué sucedía con estos tipos? —Porque yo sólo quiero estar
sola, ¿de acuerdo? ¿Es eso tan difícil de entender?

Él arqueó una ceja. —No, en realidad. Pero tal vez si nos conocieras…

—¡No quiero! —Ella lo empujó fuera del camino y abrió la puerta, con
necesidad de alejarse de la aplastante presión de la súbita familia. —Sólo
manténgase alejados de mí. He vivido más de cien años sin ustedes, y
desde luego no los necesito ahora.

Ella no necesitaba a nadie. Había aprendido hace mucho tiempo que


no podría confiar en nadie más que en sí misma. Ni siquiera en Lore. Él la
había dejado cuando ella más lo necesitaba, y aunque ella entendía por
qué lo había hecho y sabía que él estaba intentando compensarla, una
parte de ella no podía simplemente bajar sus escudos defensivos y confiar
en él de nuevo completamente.

La confianza, como su viejo amo solía decir, era mala e insidiosa. Y


él lo sabía. La había sacado de las calles cuando era vulnerable, la hizo
confiar en él, y entonces la obligó a hacer… cosas. Él había aprovechado
su capacidad de matar y su necesidad de sexo, y la había utilizado hasta
que su alma se había marchitado.

Incluso antes de que él hubiera llegado, la confianza la había hecho


creer que su madre la amaría. Lo que no fue así. Había hecho a Sin pensar
que sus abuelos siempre estarían allí para ella. Ellos habían muerto. Esto
la había hecho creer que Lore la cuidaría. Y él la había abandonado.

Nadie la abandonaría nunca más.

Excepto, que eso en realidad ya no era del todo cierto, ¿verdad? Ella
había estado a punto de confiar en Lore de nuevo, más cerca de lo que
había creído posible. Y ahora él se había ido. Claro, no era lógico echarle
la culpa esta vez, más de lo que debía culpar a sus abuelos por morir.
Pero la lógica nunca había sido su punto fuerte.
Ella se alejó de Shade, con el corazón palpitante y la esperanza de
que no la siguiera. El problema era que no sabía hacía dónde iba. Había
llegado a través un Harrowgate, pero no recordaba el camino y cuando
ella estaba asustada, se entorpecían sus sentidos. No podía percibir la
puerta en absoluto.

Una salida se alzaba por delante, puerta doble corrediza.


Rápidamente, se deslizó a través de ella y se encontró en un
estacionamiento subterráneo del que no parecía haber forma de salir. Y
no sólo lo figuraba. Después de vagar alrededor de unos minutos, se dio
por vencida, pero no había manera de que ella regresara al hospital.
Todavía no. Ella simplemente necesita unos minutos de paz y
tranquilidad, sin hermanos molestos viendo todos sus movimientos.

Los eventos de los pasados dos días había hecho mella en ella, y
aunque ella podía utilizar un cuarto en la casa mata ratas de Lore y tomar
una siesta de una semana, se dio cuenta que lo mejor que conseguiría en
este momento serían unos pocos minutos para ocultarse. Exhausta, ella
se dejó caer sobre el pavimento junto a una ambulancia de color negro.

No llevaba ahí más de treinta segundos, cuando oyó pasos.


Gimiendo, ella hundió la cabeza entre las manos.

—Vete a la mierda, Shade…

—No soy Shade. Soy Conall.

Sorprendida, levantó la cabeza, y no, definitivamente el tipo de pie


allí no era su hermano. Era el paramédico vampiro extremadamente
caliente que había visto alrededor del Huargo que ella había matado. El
de los originales ojos de plata y arenoso pelo rubio. Sr. Personalidad.

—¿Estás bien? —preguntó con brusquedad.

—Ah… sí.

—Entonces, ¿Por qué te estás escondiendo cerca de mi ambulancia?

—Yo no me estoy escondiendo. Estaba descansando.

—En una playa de estacionamiento—. Él le dirigió una mirada seca.


—Sobre el piso.
Ella se levantó. — ¿Todo el personal médico toma clases sobre cómo
ser desagradable? Porque pensé que tal vez era una cosa de hermanos,
pero estoy empezando a pensar que es algo médico.

—Tienes un tremendo peso sobre tus hombros, ¿verdad? —El


vampiro abrió la parte trasera de la ambulancia y arrojó una bolsa de
nylon en el interior.

Sin frunció el ceño. —Ni siquiera me conoces.

—Y déjame adivinar —dijo, sonando totalmente aburrido. —Esa es la


manera en que te gusta.

— ¿Qué, eres psíquico o algo así?

Él rió, un sonido profundo y melodioso que sonó a través de ella. —


Yo tengo más de mil años. Lo he visto todo. Tú, mejillas dulces, no eres
nada nuevo—. A lo que debió ser una expresión de indignación en su
rostro, él se echó a reír otra vez. —Vamos. Ciertamente no puedes pensar
que eres la única mujer por ahí que ha tenido una vida dura, su corazón
ha sido aplastado, la han mantenido en un calabozo durante tres siglos,
bla, bla, bla, elige tu trauma, y ahora estás pisando fuerte por ahí, con
toda esa rabia acumulada que derramas, como el ácido a todo el mundo
que trata de llegar a conocerte. —Él estrechó su mirada en ella. —¿Qué
tan cerca estoy?

Sin abrió la boca, pero nada salió. Ella finalmente la cerró para evitar
el aspecto de un pez jadeando en la orilla de un río.

—Eso es lo que pensaba. —Hizo un ademán ahuyentando con la


mano. —Ahora, sigue de largo y ve a ser mordaz con alguien a quien le
importe. Oh, espera, a nadie le importa, ¿verdad? Porque tú no se lo
permites…

Ella arremetió, queriendo romper aquella nariz perfecta. Él cogió su


muñeca cuando sus nudillos estaban a media pulgada de su rostro. Él no
se inmutó, y la única parte de su cuerpo que se había movido, como un
rayo, había sido su brazo. Dejando al descubierto sus colmillos, se inclinó
sobre ella para que sus narices casi se tocaran. —No vuelvas a golpearme.
No tienes idea de lo que soy capaz.
—Lo mismo digo, hijo de puta. —Ella debería encender su don y darle
alguna enfermedad horrible de vampiros. Los vampiros podrían estar
muertos, pero eso no significaba que sucumbían de forma más rápida.
Ella no estaba segura de cómo funcionaba, pero sucedía. Excepto… que
su mano estaba caliente. Su cuerpo estaba caliente. No era un vampiro.
Al menos, no era un vampiro muerto.

—Vete. —La soltó con un empujón. —Tengo cosas mejores que


hacer, que discutir con una niña que necesita una buena paliza.

Oh, ella le mostraría quién iba a conseguir una paliza. Cuando se dio
la vuelta, despidiéndose de ella con nada más que una sacudida brusca
de la cabeza, ella barrió la pierna hacia fuera, cogiéndolo por las rodillas,
y cuando perdió el equilibrio, ella se giró y le golpeó en la espalda con su
otro pie. Él cayó, pero ella ni siquiera tuvo tiempo de sonreír por su
victoria, porque él se paró en un flash, y en un instante ella quedó
atrapada a un lado de la ambulancia. La cara de Conall era una máscara
de furia fría, con los ojos vidriosos como hielo. —Con esas marcas,
supongo que estás aquí por un asunto relacionado con los hermanos Sem,
así que sólo por eso no voy a drenarte aquí mismo, ahora. Pero jode
conmigo otra vez, y voy conseguir mi primera probada de sangre
Seminus. —Con su antebrazo en la garganta, y con la otra mano
capturaba su brazo contra su costado, y su cuerpo de seis pies la sostenía
para que ella no pudiera moverse.

Pero no podía evitar notar las largas y exuberantes pestañas que


enmarcaban sus ojos salvajes, inteligentes. Y la dura y masculina
pendiente de su mandíbula. Luego estaba la promesa de sexo duro que
rezumaba por todos sus poros, una promesa ella no tenía duda de que
podría cumplir.

Algo en su intestino comenzó a palpitar, moviéndose hacia abajo


cuanto más tiempo ella se lo quedaba mirando. Mierda. Sus hormonas
estaban actuando, justo a tiempo. Si no recibía una dosis diaria de sexo,
se ponía extremadamente enferma. Era posible, incluso, que pudiera
morir. Ella simplemente nunca había pasado el tiempo suficiente para
saber si ese era en realidad el caso.
Esta mañana había estado demasiado distraída o demasiado apurada
para subir a la cama con uno de los asesinos con los que ella se acostaba,
y estaba pagando por eso ahora, como sus hormonas en ebullición
estaban muy felices de hacerle saber. Pero una cosa que ella había
aprendido con los años, era que sus hormonas no solamente la afectaban
a ella. También eran buenas para atraer a los hombres… y conseguir salir
de situaciones malas con ellos.

—¿Me quieres degustar? —ronroneó, echando su cabeza hacia atrás.


Bien, bien.

Sus ojos se estrecharon. —¿A qué estás jugando?

—¿Yo? —preguntó inocentemente. —A nada.

Su mirada recorrió su rostro antes de dejarla caer más bajo, a su


garganta al descubierto. El hambre en su expresión comenzó a duplicarle
el pulso. Y cuando se apartó de ella, sólo lo suficiente para dejar que la
mirada bajara, a sus pechos, su pulso se triplicó.

No estaba segura de lo que podría haber pasado después y ella nunca


lo sabría, porque oyó unos pesados pasos. Cuando ella volvió la cabeza,
había otro enorme hombre en un uniforme de paramédico, de pie cerca
de la parte trasera de la camioneta. Su expresión era tan negra como su
pelo lanudo.

—Conall, hombre, ¿qué estás haciendo? El turno ni siquiera ha


comenzado y ya estás follándote a las mujeres. E nos advirtió sobre el
sexo en público. Llévala a la camioneta.

Sin resopló. —¿Qué te hace pensar que va a haber sexo? Yo estaba


a punto de patear el culo de este tipo. —Conall había aflojado su agarre,
lo que le permitió liberarse y empujarlo. Su resoplido la siguió cuando ella
pasó junto al paramédico de pelo oscuro y se dirigió a la entrada del
hospital.

Puede que no quisiera ver a sus hermanos, pero mejor ellos que un
vampiro con signos de vida cuestionables quien, por alguna razón, la
hacía sentir viva cuando lo único que quería era permanecer muerta.
***

Conall observó a la mujer irse, su culo balanceándose


tentadoramente en unos jeans ajustados y bien gastados. Una rasgadura
colocada estratégicamente se abría en el pliegue donde la pierna y el
cachete del culo se unían, atrayendo sus ojos como un imán. Luc también
miró, su mirada era caliente. —Ella es…

—Sí.

Luc enarcó una ceja. —No sabía que había mujeres Sem.

—Yo tampoco. ¿Piensas que está aquí por negocios? ¿Como un


miembro del Consejo? ¿O crees que está relacionada con los hermanos?
Tal vez ella es su reina o algo así.

—No sé. —El Huargo de cien años de edad, nunca decía mucho, y
cuando lo hacía, gruñía en su mayoría. —¿Alguna vez lo has hecho con
una súcubo?

—Un par. —Conall generalmente evitaba a los súcubos. Nunca se


sabía lo que buscaban. Tu semilla, tu alma, o tu vida. Con esperaba que
fueran las dos últimas.

Luc se cruzó de brazos sobre el pecho y apoyo un hombro contra la


ambulancia. —Te reto a que la te la folles.

La polla de Conall se agitó. Bueno, se agitó más. —Yo nunca lo he


hecho con un demonio Seminus. —Conall siempre estaba haciendo cosas
que nunca había hecho. Y con de mil años de vida, había hecho mucho.

—Diablos espero que no, —dijo Luc. —Dado que hasta hoy creía que
todos eran machos.

Con se echó a reír, a pesar de que Luc no estaba intentando ser


gracioso. Le gustaba el Huargo, lo que era un milagro teniendo en cuenta
de que había conocido a Luc en una pelea de bar, Luc y él habían peleado
en el bar. Los dos habían terminado en el hospital de demonios que Con
ni siquiera sabía que existía, y se había quedado impresionado, y
aburrido, lo suficiente para firmar para convertirse en médico. Ahora, él
y Luc a veces trabajaban juntos. Compañeros. No amigos, rivales
amistosos se parecía más.

—Te doy cien dólares si te la clavas.

Con le dio una mirada de que te den. —Cinco.

—¿Quinientos? —Luc resopló. — ¿Por un súcubo? Ella probablemente


te saltara encima.

—Si está relacionada con los hermanos Sem, yo arriesgaré mis bolas
por cien dólares.

Luc asintió con la cabeza. —Buen punto. Quinientos. Con prueba.

—Hecho. —Con le dio una sonrisa. Este iba a ser el dinero más fácil
que había hecho nunca.

***

El calor seguía inundando su cuerpo, cuando Sin entró a través de


las puertas de la sala de emergencias, y se chocó con Shade. Dios, estos
tipos eran como malditos Terminators. O Borg. La resistencia es inútil y
toda esa mierda. Estaba claro que no iba a sacudirse a los Hermanos Del
Infierno, así que por lo menos debería conseguir lo que pudiera de ellos.
—¿Dónde está Eidolon?

—Probablemente en su oficina, —dijo Shade.

—Quiero lo que me prometió. Ahora. Estoy cansada de las tácticas


de estancamiento.

—¿Por qué estancamiento?

—Vaya, me pregunto. ¿Quizás lo que hiciera para obligarme a pasar


el rato aquí y llegar a conocerlos?
Él suspiró, como si ella fuera un niño que estaba malhumorado. —
Vamos. Te llevaré a su oficina.

—Ya era hora, —murmuró. Ella lo siguió a un área administrativa,


donde caminaron a través de un laberinto de oficinas, algunas separadas
por cubículos donde varios demonios masculinos y femeninos estaban
sentados, y algunas más privadas, habitaciones llenas con puertas y
ventanas con persianas hacia el vestíbulo.

Eidolon estaba en su escritorio y se puso de pie cuando ella y Shade


entraron en su oficina. Extendió un archivo, como si hubiera estado
esperándola. —Aquí está tu prueba de la muerte. Si tu jefe tiene alguna
pregunta, dile que se ponga en contacto conmigo.

—Te tomó bastante mucho tiempo.

—De nada —dijo él secamente.

Shade se giro hacia ella. —¿Y ahora qué?

—Voy a entregar esto.

—¿Vas a volver?

—Lo dudo. —Ella sonrió. —Un placer conocerte. Adiós.

—¿Nos abandonas tan pronto? —La voz profunda vino detrás de ella,
alarmándola. Ella giró, quedando cara—con—pecho con un macho alto, y
rubio que ella asumió era el hermano que ella no había conocido aún.
Wraith.

—¿Pronto? —Ella se distanció así no tendría que estirar el cuello para


mirarlo. — He estado atrapada aquí por demasiado tiempo.

—Pensé que te habías ido a casa —dijo Shade.

—¿He olvidado mi IPod en la oficina? —Sus ojos azules brillaron hacia


Sin. —¿Dónde está Lore?

—Si lo supiera, no estaría perdido.

—Él probablemente está muerto—. El tono de Wraith era


perfectamente casual, totalmente frío, y Sin quería darle un puñetazo.
—Wraith… —dijo Eidolon con voz tranquila.

—Está bien, Eidolon—, dijo ella, mirando todavía a Wraith. —Puedo


manejar fácilmente cualquier cosa de este tipo pueda repartir. —Ella se
adelantó. —Fuera de mi camino.

Los anchos hombros de Wraith llenaban la puerta… y él no se movió.


—Tranquila, Pitufina.

¿Pitufina? —Muévete.
—No.

Lo golpeó. Puso su puño derecho en su perfecta nariz. Él ni siquiera


se inmutó, y ella tuvo la impresión de que podía haberla detenido, si
hubiera querido. En cambio, él sonrió, los colmillos relucieron malvados.
—Golpeas como una niña.

Ella jadeó con indignación. –Yo. Dije. Muévete. Voy a encontrar a mi


hermano.

Él soltó un bufido. —Y si yo no puedo encontrarlo, tú no tienes más


posibilidades que de una Margarita en una reunión de AA21.

—T-tú asno arrogante—, chisporroteó ella.

—Esto no es arrogancia si puedes sostenerlo.

Iba a matarlo. Realmente lo haría. —Él no les importa, ¿verdad? No


les importa una mierda que la chica ángel podría hacerle daño, haciéndole
cosas horribles. —Ella giró y miró a Shade y de él a Eidolon.— ¿Ves? Es
por eso que no quería conocerlos, a pesar de que Lore seguía diciendo
que deberíamos darles una oportunidad.

—¿Por qué diría eso? —Preguntó Shade.

—No tengo idea—, le espetó ella.

21
Alcohólicos Anónimos
Eidolon juntó los largos dedos delante de él. —Yo creo que sí.

—Y yo creo que lo puedes adivinar—, replicó ella. —¿Cómo te


sentirías si pasaras tu vida solo, atrapado en una choza en los bosques
de Carolina del Norte, pensando que no perteneces a ninguna parte o con
nadie? —Ella miró a cada uno de ellos. —Cuando se enteró de ustedes,
pensó que por fin alguien nos entendería. Podríamos conseguir algunas
respuestas acerca de lo que somos. Pero entonces… —Le dije que se
mantuviera alejado de ustedes.
¡Oh, Dios! Ella había estado tan asustada, tan preocupada por sí
misma que le había impedido la única oportunidad que tenía para aliviar
tal vez un poco su soledad. Y debido a ella, sus hermanos no le conocían,
y ellos no estarían tan indispuestos a protegerlo a él en vez de a Kynan.

Si alguno de estos chicos hería a Lore, sería culpa suya.

Las náuseas se apoderaron de ella, y ella estalló en un sudor frío.


Shade frunció el ceño y la alcanzó. Su pecho se apretó con una sensación
de claustrofobia. —Oye, ¿por qué no tomas asiento?

Ella lo rodeó, balanceándose un poco. —Me tengo que ir.

Wraith casualmente apoyó los hombros contra la batiente de la


puerta. —Eso no sucederá.

—¡Tengo que encontrar a Lore! —Sin golpeó las palmas de sus manos
en el pecho de Wraith. —¡Muévete! —Una vez más. —Tengo que salvarlo.
—Una vez más, más duro. El tipo era una pared sólida de músculo. —No
tienes idea de lo que es ser prisionero, torturado…

Sus manos rodearon sus muñecas. Él no la lastimó, pero sus dedos


pidieron haber sido también grilletes de hierro por todo lo que ellas cedían
ante su lucha. —Yo sé más sobre eso de lo que tú te puedes imaginar. —
Su voz era calmada y tranquila.

—Deja que se vaya, Wraith. —Salió desde Eidolon.

La mirada fija de Wraith se dirigió a Shade, quien debe haber


asentido con la cabeza, ya que la liberó y se apartó. A medida de que ella
se lanzaba hacia la salida, Eidolon gritó: —Si encuentras a Lore, déjanos
saberlo.

—Lo haré —dijo ella. Cuando el infierno se congele.

***

Shade se fue en el momento en que Sin se había ido, sin siquiera un


adiós. Wraith hizo lo mismo, y Eidolon se preguntó si alguna vez esto se
iba a terminar.

Pellizcándose el puente de la nariz para evitar un asesino dolor de


cabeza, se dirigió al servicio de urgencias. Un macho de especie
indeterminada quién parecía principalmente humano, excepto por el
conjunto rechoncho de cuernos negros en las sienes estaba cerca de la
mesa de triage, con la cabeza inclinada y los dedos sujetando una cuerda
larga con cuentas… algún tipo de artefacto religioso demoníaco,
probablemente.

Ese sería el exorcista.

Eidolon se le acercó. —¿Con qué rapidez se puede tener el hospital


limpio?

El demonio levantó la mirada, y en sus ojos color avellana se


arremolinaba lo que Eidolon podría jurar era miedo. —No puede ser
limpiado.

—¿Qué quiere decir, con no puede ser limpiado? ¿Por qué no?

El demonio miró a su alrededor salvajemente y bajó la voz como si


tuviera miedo de ser escuchado. —Un gran mal se apodera de los espíritus
que están atrapados aquí. Nunca he sentido nada igual.

Perfecto. Un exorcista cobarde. —¿Qué es este gran mal? ¿Es otro


espíritu?
—No. Es por eso que no se puede realizar un exorcismo. Cualquiera
que sea el que ejerce el control de los espíritus es un demonio, pero no
puedo decir quién.

—Entonces, ¿quién puede encontrar a este demonio?

—No lo sé. Pero no seré yo. —Él se estremeció. —Un gran mal. El
odio como nunca lo he sentido. —Él se escurrió hacia el Harrowgate. —Le
enviaré mi factura.

—Gracias por nada —murmuró Eidolon.

Alguien lo tocó en el hombro y se volvió para encontrarse con Runa.


Shade y los niños no estaban por ningún lado, y Runa debió haber previsto
su pregunta, ya que ella ladeó la cabeza hacia las puertas de Urgencias.

—Shade está poniendo a los niños en el coche. —Ella cambió su peso


y se mordió el labio inferior antes de decir impulsivamente: —Odio lo que
está pasando entre ustedes.

—También yo, Runa, Shade está siendo imposible…

Su furioso rugido lo interrumpió. —No culpes de todo esto a él.

Su dolor de cabeza era ahora un mazo contra su cráneo. —Estoy


tratando de mantener la seguridad de todos. No estoy eligiendo a Lore
sobre Kynan, sin importar lo que piense Shade al respecto o lo que te
haya dicho.

—¿Qué pasa si todo se reduce a una elección? —la voz de Gem llegó
a él por detrás, y él maldijo en silencio. No hay nada como una emboscada
para hacer un día de mierda, aún más apestoso.

—No lo hará. Encontraremos una manera de evitar que Lore mate a


Ky.

—Entiendo lo difícil que es para ti. —La voz de Gem era tensa, dadas
las circunstancias, era totalmente comprensible. —Tienes un nuevo
hermano y hermana que deseas proteger. Pero yo te digo ahora que si
algo le pasa a Kynan, ni siquiera Tayla los podrá proteger de mi ira.
Capítulo Trece
Traducido por MJ
Corregido por Dyanna y Mir

Lore no pensó jamás que él había disfrutado más de una ducha. Por
supuesto, no había sido encadenado por tanto tiempo, pero en general,
se duchaba dos o más veces al día, y no hacerlo lo ponía de mal humor.

Por lo menos no podía oír a Idess gritarle más.

Él la había limpiado y luego derechito a la ducha, haciendo caso


omiso de sus maldiciones y amenazas y las demandas de que la dejara
ir. Ella se calmó por un tiempo, pero luego de media hora en la ducha se
había puesto en marcha otra vez, lo suficientemente fuerte que él podía
oír sus gritos de “¡Lore, maldita sea!” incluso sobre el trueno de agua.

—Estaré contigo en seguida, Angel Food22—, gritó, y se preparó para


su respuesta furiosa.

No lo defraudó, y aunque no podía oír exactamente lo que dijo, el


tono dejó bastante claro que no era ningún elogio. Ella dijo algo más, algo
que sonaba como "levantar una roca", y que en realidad le hizo reír. No
hay duda de que le gustaría darle con algo duro en la cabeza.

Y probablemente lo haría después de que él eliminara a Kynan.

La idea lo puso serio. La vida de Sin estaba en juego, pero también


lo estaba el futuro de Idess. No debería importarle. Preocuparse por ella
podría dar lugar a cosas malas. Como matarla accidentalmente, ahora
que él no llevaba las Bracken Cuffs. O como considerar no golpear a
Kynan.

22
Comida de Angel.
Joder. El no matar a Kynan ya disparaba a través de su cerebro. No
es que no lo fuera a hacer. Lo haría. Pero tal vez podría posponerlo,
mientras que Idess trataba de averiguar quién había ordenado el golpe.

Aplazarlo sería una estupidez. La dilación siempre daba lugar a que


la mierda saliera mal en el último minuto. Siempre. Pero tal vez él podría…

Siempre.

Pero…

Siempre.
¡Maldita sea! Arrojando las maldiciones más viles que se le ocurrían,
cortó el agua y se secó con una toalla. Apestaba tener que vestirse con la
misma ropa, pero era mejor que nada, y mientras se ajustaba los
pantalones, Idess hizo un ruido extraño.

—¿Idess?— Por un segundo no oyó nada. Pero en ese instante, las


palabras que había dicho antes, se filtraron a través de su cabeza.
"levantar una roca." Miró su reloj. Tres de la tarde, hora de Nueva York.

Tres de la tarde. No levantar una roca.


¡Joder!

—¡Lore!— Su dolor perforó en su cerebro mientras volaba a través


de la puerta del baño tan rápido que la arrancó de sus goznes. La pesadilla
que lo saludó lo llevó a detenerse con más eficacia que si hubiera chocado
contra un muro.

Idess… en la cama… una daga Gargantúa enterrada en su hombro.


Sin estaba de pie en la puerta del dormitorio, preparándose para dejar
caer una lluvia de cuchillos sobre ella.

—¡No!— Se lanzó para cubrir a Idess. Un dolor instantáneo y ardiente


empezó en su cuello, y cayó como una piedra sobre la cama,
retorciéndose para evitar aplastarla. La sangre salpicó a su alrededor, y
levantó una mano temblorosa en la garganta. Sabía lo que iba a
encontrar.

Los cuchillos de lanzamiento de Sin.


Su grito superó los golpes bruscos de su pulso en sus oídos. Sin no
gritaba. Esto no era bueno. Su visión y audición se desvaneció dentro y
fuera de su cabeza y lo siguiente que supo era que su hermana estaba
allí, las lágrimas corrían por su rostro.

Ella no solía llorar tampoco.

Esto era mucho peor que malo.

—¡Lo siento, Lore, oh, Dios mío, lo siento mucho!

—Hospital… Idess… también—, jadeó, pero sus palabras se ahogaron


en un río de sangre.

—Está bien. Está bien. Sólo estate quieto—. El hecho de que Sin
aceptara de buena gana significaba que era peor de lo que pensaba.

—¡Suéltame!— El tono de Idess era una orden que debía haber


erizado las plumas de Sin. —Puedo destellarlo allí.

Sin no lo dudó. Él oyó el ruido de cadenas y, a continuación lo


siguiente que sabía, era que estaba tendido en el asfalto del
estacionamiento del Hospital del inframundo.

Idess estaba en cuclillas junto a él, su mano en el hombro. —No


puedo destellar dentro del edificio—, dijo ella, con un temblor en su voz,
—y eres demasiado pesado de llevar. En seguida vuelvo.

Él no tenía fuerzas para contestar. La vida que ella le había dicho que
tenía se estaba drenando en el asfalto. Probablemente no debería haberle
importado demasiado, pero a pesar de que no merecía que sus hermanos
lo salvaran, él realmente esperaba que lo hicieran.

***

Idess corrió hacia las puertas correderas de urgencias tan rápido que
tropezó con sus propios pies en dos ocasiones. El dolor en su hombro no
era nada comparado con la agonía que llegaba a ramalazos por el heraldi
de Lore. Se estaba muriendo.

Llorando, ella sostuvo el puñal que sobresalía de su hombro mientras


corría. La sangre se filtraba entre los dedos y caía al suelo, pero ella no
le importaba. Ella llegó hasta el hospital, y al instante, el personal médico
se precipitó hacia ella, pero ella hizo un gesto salvaje hacia el
estacionamiento.

—Afuera. El hermano de Eidolon. Búsquenlo. ¡Dense prisa!— Ella no


permitió que nadie se quedara a su lado hasta que Lore fuera llevado en
una camilla, un frenesí de actividad lo rodeaba. Ella no entendía mucho
de la jerga que el personal estaba usando, pero sus tonos y oraciones
cortas le decían que era malo.

Por otra parte, todo lo que tenía que hacer era mirar a la piel
cenicienta de Lore y los ojos vidriosos mientras era llevado en una sala
de trauma para saberlo.

—Hemos llamado a Eidolon y a Shade—. Una enfermera guió a Idess


hacia otra habitación con una mano peluda en su codo. —Y su brazo fue
envuelto para evitar cualquier accidente.

—Bueno. Es… espera—. Idess se detuvo. —¿Accidente? ¿Con su


brazo?

—Como he dicho, lo hemos envuelto. No hay necesidad de


preocuparse. Todo el personal ha sido informado de su condición.

—¿Y qué condición es esa?

—¿Tú no lo sabes?— Las cejas pobladas de la enfermera se


sumergieron en un profundo fruncido. —Cualquier persona que entra en
contacto con su brazo derecho muere al instante.

Idess se acordó de cuando le dijo que no tocara su brazo cuando ella


lo había limpiado… ¿era esa la razón?

—Ahora, vamos a cuidar de ti. Ese cuchillo no va a salir por su cuenta.


—No—. Idess se alejó de la enfermera Slogthu cuya mordida y
parches de piel la hacían parecer como un bulldog escuálido. —Tengo que
asegurarme de que Lore va a estar bien.

—Será mejor que así sea—. Sin salió de la Harrowgate y se dirigió


hacia ella. —Esto es por tu culpa.

—Tu cuchillo está en su la garganta—, señaló Idess. —No los míos.


Y yo lo traje aquí para ayudarlo.

Los puños de Sin se enroscaron en bolas a los costados. —Sólo reza


para que Lore lo consiga.

Sin se sentó en una silla y miró fijamente a la sala donde el personal


estaba trabajando frenéticamente en Lore. Él estaba inmóvil en la camilla,
la sangre se acumulaba en el suelo debajo de él. Un técnico estaba
apretando el contenido de una bolsa de IV en él a través de una línea en
el brazo izquierdo. Otro estaba forzando aire en sus pulmones a través de
una máscara y bolsa.

Por favor, Dios, déjalo vivir. Una oración inútil, sin duda, dado que él
era un demonio, pero la impotencia y el terror la habían desesperado a
intentar cualquier cosa. Por favor no me dejes perder otro Primori. Debido a
que era su principal preocupación. Él era un Primori, y si lo perdía, ella
nunca llegaría al Cielo y ganaría sus alas.

Le preocupa sólo porque era su Primori.

La mentira se sentó en su pecho como un elefante, sobre todo cuando


uno de los médicos dio un paso atrás para tomar algún tipo de
herramienta de metal y vio la mano de Lore colgando sobre el borde de
la camilla. Era la misma que había usado para tocarla. Para darle placer.
Y ahora colgaba lacia y sin vida, manchada de sangre.

El pecho Idess se comprimió. Por favor, no mueras…


Su heraldi gritó de dolor, como si alguien estuviera tratando de
sacarle algo con una cuchara. Los dolores insoportables hacían que el
empalamiento de su propio cuchillo pareciera nada más que una picadura
de insecto.
¡No te mueras! Ella pensó profundamente en el don que no debía usar,
el que tenía el poder para sanar, o matar, y ella no sabía que haría. Pero
Lore se iba a morir de todos modos, así que ella podía probarlo y esperar
un resultado positivo…

Eidolon apareció rápidamente por la Harrowgate. Gracias a Dios. Si


alguien podía salvar a Lore, sería él. Tenía el pelo revuelto y la camisa por
fuera y sólo la mitad de botones, y apenas miró en su dirección mientras
corría a la sala. Inmediatamente, su dermoire se encendió, y estaba
ladrando órdenes y llamando a una sala de operaciones.

Eidolon salió de la habitación con Lore, disminuyendo la velocidad el


tiempo suficiente para decirle a Sin. —Te mantendré informada.
Capítulo Catorce
Traducido por Marie-Eline
Corregido por Mir

Sin no podía esperar. No podía sentarse y hacer nada, sino gruñir al


personal del hospital mientras su hermano se estaba muriendo en una
mesa de operaciones.

La bilis se acumulaba en su garganta, amarga y cáustica, porque lo


que había sucedido con Lore no era del todo culpa de Idess. Pero en este
momento, Sin no estaba dispuesta a tomar cualquier parte de la culpa en
sí misma. ¿Ahora? Que tal nunca, si Lore moría.

Los pinchazos venenosos de cólera picaron la piel de su brazo. Ella


no expresaba su rabia hacia fuera como lo hacía Lore cuando no tenía
bastantes orgasmos en un día, pero ella realmente se volvía irritable y
enferma si no se ocupaba de sí misma, y tenía una tendencia de salirse
de sus casillas con muy poca provocación. Eso ciertamente no ayudaría a
su hermano, y podría empeorar las cosas si cabreaba al miembro del
personal equivocado.

Las señales de advertencia trepaban sobre ella, desde la picazón en


la piel hasta los músculos que se sentían tensos hasta el punto de
romperse si no hacía algo para relajarse. Podía follar o matar a alguien,
con lo uno o lo otro ella conseguiría la liberación que necesitaba.

Miró a Idess. Matarla definitivamente activaría la válvula de alivio de


Sin. Lástima que no podía hacerlo, y no por el hechizo del Heaven. Lore
había tomado la cuchilla por la muchacha por alguna razón, y hasta que
Sin averiguara el por qué, Idess conseguía consevar su cabeza.

Entonces cuando Idess finalmente permitió a los doctores tratar su


herida de cuchillo, Sin huyó, tratando de escapar de la rabia, del miedo,
de sus pensamientos. No sabía a dónde iba, pero cualquier lugar era
mejor que estar sola con su propia cabeza.

Tal vez el hospital tenía un gimnasio, donde podría sacar sus


demonios fuera con un saco de boxeo. O un bar, donde podría sacar sus
demonios fuera con su hígado.

Corrió más rápido. Ciegamente. Tenía que ir a alguna parte.

Antes de llegar allí, se encontró con Conall. Literalmente. Chocó con


ella cuando salía de una habitación que, cuando miró dentro, parecía la
oficina de un dentista. Y, efectivamente, el letrero en la puerta lo
confirmaba. ¿Demonio dentistas? Sus hermanos pensaban en todo, ¿no?

—Hola—. Conall la tomó por el codo y la hizo detenerse. —¿Estás


bien?

—Ya basta—, le espetó ella. —¡Basta! No necesito su preocupación o


la tuya o la de nadie.

—Whoa—. Conall levantó las manos y dio un paso atrás. —Muerde


mi cabeza.

Ella trató de sacar a relucir un grano de culpa por atacarlo, pero se


había entrenado muy bien para no sentir esa emoción. Bueno, eso no era
cierto. Ella la sentía, pero mayormente se manifestaba como dolor físico
en su brazo matador. Y este tipo no merecía una cicatriz.

Bajo cualquier otra circunstancia, sin embargo, él valdría una sana


mirada lasciva. Nunca se había sentido atraída por un hombre con
uniforme, pero algo en la forma en que llenaba su uniforme BDU23 de
paramédico lo hacía demasiado atractivo para ella. Desde el cuello de
tortuga negro debajo de la camisa negra del uniforme, a los pantalones
con múltiples bolsillos bien ajustados y las grandes botas de combate, él
era un sólido muro de ñam ñam. Algo le decía que era tan bueno en su
trabajo como lo era en… todo.

23
BDU : abreviatura de Battle Dress Uniform: Uniforme de combate.
—¿Por qué estás aquí? —preguntó, sin molestarse en absoluto en la
irritación de su temperamento.

Conall arqueó una ceja. —Trabajo aquí.

Bueno, duh. Pero él no estaba exactamente molesto de verla, como


lo había estado en el estacionamiento. —¿Y?

Una tímida sonrisa iluminó su rostro, dejando al descubierto sus


sexys colmillos. —Y tal vez esperaba encontrarte.

Ella gruñó. —Lo sabía. Eidolon probablemente te pidió que no me


pierdas de vista. O que me conozcas o alguna mierda—. Ella le clavó un
dedo el pecho muy musculoso. —Bueno, vete a la mierda y él también. Y
Shade. Y Wraith. No quiero tener nada que ver contigo o con ellos o con
este hospital, y estoy segura como el infierno que no quiero conocerte.

—Yo no quiero conocerte—. La mano de Conall se cerró alrededor de


la de ella, y una descarga instantánea de lujuria se desató en el contacto.
—Quiero follarte.

—Ah—. Ah. Bien, así estaba mejor. Su sangre se calentó, pero en


este momento, no tomaría mucho. Ella ansiando por sexo, y cuanto más
miraba a Conall, más inquieta se sintía. Esta podría ser la distracción que
necesitaba de sus pensamientos y temores acerca de todo lo que podía
salir mal en una sala de operaciones. Sin embargo, entrecerró los ojos
hacia él, porque nada por aquí parecía tan simple. —¿Me prometes que
eso es todo lo que quieres?

Su mirada fija la quemó mientras él audazmente la arrastró de arriba


hacia abajo por su cuerpo. —Juro que sólo quiero meterme en tus
pantalones.

Qué alivio. Finalmente, alguien en este maldito hospital que no quería


conocerla o entrar en su corazón o en su cabeza. —Bueno, en ese caso…
—Ella agarró su mano y lo arrastró por el pasillo, calculando que podía
encontrar un espacio conveniente, pero él la detuvo frente a la puerta de
un armario de suministros.

—Aquí—, dijo él, tirándola al interior con él. —Nadie mira por aquí.
En un santiamén la había apoyado contra la pared, su boca sobre la
de ella y su muslo entre las piernas. Sus labios eran suaves, pero su beso
duro, y él sabía a brandy y a café exótico y oscuro. Besar no era su acto
favorito, pero Conall blandía su lengua y colmillos como armas eróticas
que penetraban sus defensas con una facilidad notable.

Él acarició su pecho, y a ella se le escapó un gemido. Dios, ella nunca


gemía, siempre había sido silenciosa en su pasiones. Sus necesidades
sexuales la controlaban, pero se negaba a dar algo de ese control a los
hombres con los que dormía. Decidida a hacerse cargo, dejó caer su mano
a la cremallera de Conall y ahuecó su erección. Oh, mi Dios. Esto iba a
ser bueno.

La humedad inundó su sexo mientras su sangre se calentada aún


más. Conall sólo lo estaba haciendo peor, arrastrando los labios por su
cuello, mordisqueando y besando mientras amasaba sus pechos y mecía
su pierna contra su núcleo.

—Nunca lo he hecho en un almacén—. Su voz era áspera y baja,


latiendo con la misma excitación que estaba trabajando entre sus piernas.

Su sonrisa le hizo cosquillas en la clavícula. —Estas salas ven un


montón de acción. Aunque no tanto, ahora que los hermanos Sem están
vinculados—. Se quedó paralizado. Su mirada no dejó escapar a la suya.
—Espera. ¿Quiénes son ellos para ti? ¿Primos? ¿Amigos?

—Pendejos.

—Sí, pero ¿cómo los conoces?

Ella se resistió con frustración. —Ellos son mis hermanos. ¿Podemos


volver a lo que estábamos?

—¿Hermanos? —Maldijo. Se retiró. —No vamos a hacer esto.

El cuerpo entero de Sin se acalambró con la pérdida de contacto. Ser


encendida así y dejarlo, llevaba al dolor y la miseria, no había manera
que dejara a este idiota embromarla y abandonarla. —Vamos a hacerlo—
. Con su puño en el cuello y lo obligó de nuevo hacia ella.
Sus manos se elevaron para desprender las de ella. —No. No lo
haremos. Esos tipos son hiperprotectores. Una vez, un enfermero trató
de seducir a la hermana de Shade, Skulk, y… digamos que el hombre
todavía cojea. Estoy lo bastante seguro de que también perdió su lengua,
porque él no habla más.

—Maldita sea—. Sin arrancó su parte superior y abrió sus pantalones


vaqueros. —Ellos no me conocen, no les gusto, y no tienen ninguna voz
en lo que hago. —Ella empujó abajo sus pantalones y la tanga y salió de
ellos, amando la manera en que los ojos de Conall se oscurecieron de
plata pura a hierro forjado a pesar de su paranoia repentina.

Conall tragó. Un par de veces. —No.

Al menos la convicción había desaparecido de su voz. Sin embargo,


él retrocedió hacia la puerta. —No lo hagas vampiro—, advirtió ella. —O
lo que quiera que seas.

—Tengo que hacerlo—. Su mano cayó sobre el pomo de la puerta.

—Ábrela, y les diré que trataste de violarme.

Él siseó. —No lo harías.

—Pruébame—. Su cuerpo le dolía. Caliente. Tan caliente que ni


siquiera podía sentirse mal por la amenaza que acaba de hacer. Sucias
maldiciones cayeron desde la boca hecha para complacer de Con. —Puta.

—¡Eh!, tú te acercaste a mí. Me encendiste. Necesitas trabajar en tu


remate.

—Ah—, él comenzó, en un tono ronco, —no tengo ningún problema


con el remate. Con lo que tengo un problema es con tus hermanos y lo
que ellos le harán a mis pelotas si averiguan que te follé como un animal
en un condenado armario.

—¿Un animal? —Las imágenes de él tomándola duro y rudo llenaron


su cabeza, en realidad la hicieron sudar un poco. —¿En serio?— Estuvo
orgullosa del modo en que no sonó esperanzada.

—¿Qué? ¿Eres del tipo amoroso y tierno? —Él resopló. —No lo creo.
Ella nunca había tenido sexo tierno, ni amoroso, por lo que no, ella
no era de aquel tipo. Incluso el más agradable de sus maestros nunca
había sido demasiado suave, y los compañeros sexuales que ella escogía
nunca le hicieron daño, pero ellos tampoco fingían que ella era nada más
que una cogida. Y ella no quería que ellos pensaran diferente, porque ellos
no eran nada más que para una cogida para ella también.

—No soy definitivamente de ese tipo—, dijo ella. —Así que vamos a
hacer la cosa animal. ¿O eres demasiado gallina?

Un gruñido decididamente parecido a un lobo estalló en su pecho. —


No te metas conmigo, mujer.

Su barbilla se elevó y ella dijo de forma clara y perfecta, —Gallina.

El gruñido se intensificó. —Eres muy afortunada que la marea lunar


no ha revuelto mi sangre todavía.

—Cocococo.

Su control se partió como un mastín de doscientas libras atado por


el hilo de una cometa. Dejó escapar un aullido y se arrojó hacia ella, y oh,
wow… la verdad la golpeó justo antes de que su cuerpo lo hiciera. Marea
lunar. Gruñido de lobo. Colmillos chupadores de sangre, pero de sangre
caliente.

Él era un vampiro, pero también era un Huargo24. Era un dhampir,


una rara cruza entre un vampiro y un hombre lobo. Tan raro, de hecho,
que su existencia era considerada por muchos como un mito.

Conall la cogió por los hombros, la giró, y la puso contra la pared de


modo que su pecho caliente estuviera contra su espalda y su dura
erección contra la abertura de su trasero.

—Te lo advertí—, dijo con voz áspera al oído. —Sabé esto, no voy a
tener sexo contigo porque te burlaste de mi con insultos infantiles—. Oyó

24
Huargo (Warg): Son una especie de lobos, más grandes que los normales y con
cierta inteligencia (creados en la imaginación del autor del señor de los anillos; aquí
también la autora los refiere a una clase de raza de hombres lobos)
el roce inconfundible y suave de una cremallera, y luego sintió el calor
abrasador de su polla en la piel desnuda de su culo. —Voy a follarte
porque necesitas una buena paliza.

Ella jadeó con indignación, y luego jadeó con placer cuando se


enfundó dentro de su vaina. Su núcleo se cerró en torno a él, y ella apretó
los dientes. Ella no emitiría otro sonido, no le daría la satisfacción de saber
que podía afectarla de ninguna manera.

Una vez más, el hábito. La costumbre nacida de la humillación, del


conocimiento de que ella era una criatura repugnante y horrible, que sólo
llegaba a su clímax cuando su pareja lo hacía. Cualquier pareja. Bajo
cualquier circunstancia. Y si eso no era lo más jodido, ella no sabía que lo
era.

El aliento de Conall avivó sobre su oreja mientras empujaba dentro


de ella, con un ritmo salvaje y crudo. Incluso su apretón sobre sus caderas
era feroz con sus dedos enterrados.

—Muérdeme—. La orden salió antes de que pudiera retenerla. Ella


nunca había permitido que sus compañeros vampiros la mordieran, pero
al momento en que pudo reunir las palabras para detenerlo, ya era
demasiado tarde.

Sus colmillos penetraron su garganta, y dolor dulce, feliz y el éxtasis


corrió a través de ella. Conall dejó escapar un gemido agradecido, y sus
golpes se hicieron más profundos, más duros, llevándola al borde del
éxtasis que no podía tener, hasta que él llegara.

—Por favor—, susurró—. Ahora.

Él desenganchó sus colmillos y lengüeteó la mordedura antes de decir


en una voz llena de lujuria, —Te quiero satisfacer antes de que yo me
corra—. Su mano llegó a su alrededor, y él raspó un dedo sobre su
hinchado clítoris.

—No puedo… no puedo… hasta que… —¡Oh, Dios, esto era bueno! —
Hasta que tú lo hagas.

Su mano la sujetó más fuerte sobre su cadera. —¿El semen es un


disparador para ti?
Cuando ella asintió con la cabeza, porque la capacidad de hablar la
había abandonado, comenzó un nuevo y frenético bombeo que le
acompañó a un rugido de liberación. Su semilla caliente salpicó en su
interior, el combustible necesario para su fuego, y ella se unió a él en un
clímax feroz.

Se desplomaron contra la pared, con su peso sobre ella casi


aplastándola. Pero era un buen peso, del tipo que nunca se había tomado
el tiempo en disfrutar. Ella no se permitía ser tocada así por tanto tiempo.

Tan pronto como ella recuperó el aliento, llegó a su límite de contacto


íntimo. —Quítate.

—Tu gratitud me asombra—, dijo él rotundamente, ante el rechazo.

—¿Yo debería estar agradecida que me follaras?

—Eres un súcubo, ¿no? Lo necesitas, ¿no? Algún tipo de imperativo


biológico—. Él metió su pene semiduro de nuevo en sus pantalones.

—Ah. Entonces te has rebajado para atenderme en la bondad de tu


corazón. ¡Qué bueno! Entonces sí, gracias por realizar este acto
desagradable. Siempre estaré en deuda contigo.

Él se rió. —No dije que no conseguí nada de ello.

Imbécil. —Conseguiste un orgasmo y sangre. Yo diría que obtuviste


más que yo.

—En eso tienes razón—. Le guiñó un ojo, y floreció la sospecha. Tenía


una súbita sensación de que había conseguido más que un momento de
placer y de sustento. —Esto queda entre nosotros, ¿verdad?

—Mientras no me cabrees—, dijo ella mientras se ponía sus


pantalones. —¿Me vas a cabrear?

Él le dio una sonrisa lobuna. —Cada vez que pueda—. Con eso, él se
había ido, y una vez más, estaba sola con sus pensamientos, y locamente,
se sintió más sola que nunca.
***

Conall encontró a Luc en la parte posterior abierta de su plataforma,


sentado en las escaleras y comiendo un sándwich de carne asada muy
raro. Tan raro que la sangre goteaba en el suelo. Con estuvo tentado de
mirar a su alrededor para ver la vaca de donde había salido, porque
seguramente tenía que estar cerca.

—¿Shade ya se puso al día contigo? —preguntó Luc.

Mierda. ¿Sabría el Sem que Con se había echado un polvo con su


hermana ya? —No. ¿Por qué?

—Otro Huargo fue traído en la última vuelta del Medic Two25.

Medic Two era la ambulancia de Shade y su compañero, un ángel


llamado Blaspheme26. —¿Igual que los otros dos?

—Sí. Shade quiere que todos los médicos Huargo se retiren de las
llamadas de emergencias huargo.

Conall maldijo. Él esperaba que estos casos fueran aislados, pero


mejor sería informar al Consejo de Huargos tan pronto como fuera
posible. Como miembro del Consejo, y único representante de dhampires
y el único concejal empleado por el UG, estaba obligado a alertarlos de
problemas potenciales. No es que prestaran atención a cualquier cosa que
él dijera. En la jerarquía de los huargos, los dhampires apenas estaban
valorados por encima de los huargos convertidos, y eso era solamente
debido a que había tan pocos dhampires que no constituían una amenaza
para los huargos nacidos.

25
Medic Two: Nombre de la ambulancia.

26
Blasfemia
—¿Y? ¿Qué pasó con Sin? —Luc arqueó una ceja, y luego la otra
cuando Conall sacó la tanga de Sin de su bolsillo y le dio vueltas en un
dedo. —Que me condenen—, dijo. —Te la clavaste.

Por alguna razón, la forma que Luc habló con tanta indiferencia, como
si Sin fuera algún cisne que Conall había recogido en un bar de vampiros,
lo crisparon. Probablemente debido a que respetaba los hermanos Sem,
y él no podía desestimar a su hermana como una mamada y follada
barata, a pesar de que así fue como él la había tratado.

—Sí—, zanjó, —yo la clavé.

—¿Dónde? —Luc siempre quería los sucios detalles.

—Almacén—. Le tendió la mano. —Paga.

Luc resopló y alcanzó su cartera. —¿Realmente me tomaste en ésta,


¿verdad? —Él entregó cuatro de cien y cinco de veinte.

—Sí, bueno, podrás reír al último una vez que los hermanos Sem se
enteren y se pongan al día conmigo—. Con corrió su dedo pulgar sobre
los billetes. —Parece que ella es su hermana.

—Amigo—. Luc estiró la palabra y luego silbó, bajo y largo. —Un


placer conocerte.

Con podía cuidar de sí mismo, no estaba demasiado preocupado a


pesar de lo que había dicho a Sin sobre mantener sus pelotas, pero le
gustaba este trabajo y no quería perderlo. Al menos, no hasta que se
aburriera de él. Y lo haría. Siempre lo hacía. En mil años no había
conseguido no aburrirse con nada.

Ni con nadie.

—Entonces—, dijo Luc, —¿por lo menos ha valido la pena? Ser


destripado por Shade, quiero decir. ¿Estuvo bien?

Su cuerpo se calentó cuando recordó. Queriendo más.

—Por supuesto que estuve bien.


Mierda. Con se dio la vuelta para encontrar de pie a Sin allí, con las
manos en las caderas y furia en su expresión. Como un niño atrapado
robando dulces, escondió el dinero detrás de la espalda.

Ella lo miró como si fuera un idiota y le agarró el brazo, trayéndolo


hacia el frente.

—No es lo que piensas—, dijo sin convicción, debido a que era


exactamente lo que ella pensaba.

—¿De verdad? ¿Así que el gran asno detrás de ti no te apostó


quinientos dólares a que no podías follarme?

—Ah…

—Eso es lo que pensaba. Idiota. ¿Como de estúpida crees que soy?


Tu nombre realmente va contigo, Con27—. Ella cogió el dinero de él, tomó
dos de cien y tres de veinte, y empujó los restantes doscientos cuarenta
dólares de nuevo en su mano. Luego, con una amplia sonrisa, le dio un
puñetazo en el hombro. —La próxima vez que hagas una apuesta así, no
me engañes con mi mitad. Te debo diez.

Ella le guiñó un ojo y lo dejó, con la mandíbula caída y abierta,


alejándose con paso despreocupado.

Luc hizo un sonido ahogado. —¿Eso acaba de pasar? ¿Ella no estaba


enfadada porque hiciste la apuesta… ella estaba enfadada porque no le
diste la mitad del dinero?

—Sí—. Con sonrió. —Sí, acaba de pasar. Creo que podría estar
enamorado.

—Hombre, ni siquiera bromees sobre eso. Las mujeres como ella,


son un cubo meado lleno de problemas.

27
Con: estafa.
Cierto. Pero las mujeres así eran también la clase que hacían la vida,
un desafío, y había pasado mucho tiempo desde que Con había sido
desafiado.
Capítulo Quince
Traducido por Vapino
Corregido por Kitty y Mir

Eidolon perdió a Lore dos veces en la mesa de operaciones. Y lo más


jodido de todo era que en ambos casos podría haberse evitado.

Alguien o algo había apagado el respirador y más tarde, las luces en


un momento crucial. Esto no se trataba de fallas en los equipos. Eidolon
había visto la tecla de encendido del respirador voltear a la posición de
apagado con sus propios ojos. Wraith necesitaba conseguir un nuevo
exorcista y rápido.

Puso los últimos toques en la curación de Lore y le dijo a una


enfermera que lo llevaran a una sala de recuperación. Estaría bien, pero
sólo porque Eidolon había llegado al mismo tiempo que él lo había hecho.
Dos minutos más tarde y Lore se habría desangrado allí mismo, en sala
de emergencia.

Después de quitarse sus guantes y la bata ensangrentados, entró en


la sala y fue inmediatamente envuelto por una aplastante sensación de
odio. La fuerza de la animosidad era tan poderosa que se tambaleó, y,
luego, tomó una profunda inhalación cuando vio a Shade apoyado contra
la pared, con la expresión tan negra y amenazadora como una nube de
tormenta.

—¿Lo logró?

—No suenas muy emocionado—. Eidolon obligó a sus piernas acuosas


a que lo llevaran hacia la sala de espera.

—Espero que hayas tomado la decisión correcta.

Eidolon se dio la vuelta. Aspiró profundamente, en busca de calma,


pero el odio se arremolinaba en el aire como una toxina llenando sus
pulmones y se extendía a través de su cuerpo. El veneno lo afectaba a
nivel celular, aprovechando su demonio interior y trayendo su carácter a
la superficie.

—Sé que no que estás insinuando que debería haber dejado morir a
Lore. Porque ya estoy harto de esta discusión, Shade. Ya he terminado.
Él es nuestro hermano, y no dejamos que nuestros hermanos mueran.

—¿Terminaste? Sí, está bien. Yo también. Tú has hecho tu elección,


y yo también Así que supongo que no hay nada más que decir. —Su voz
se degeneró en un tono áspero, y sus ojos brillaron. —Nunca.

Las palabras de Shade sonaron tan afiladas como una hoja de bisturí,
que cortaron en rodajas el corazón de Eidolon, drenado su ira con la
laceración.

Dioses, esto había sucedido realmente. Algo los había roto. Sintió un
dolor opresivo irradiando hacia fuera desde el centro de su pecho, casi
con la misma intensidad que cuando un hermano moría, cortando la
conexión que permitía a todos los hermanos Seminus de raza pura la
capacidad de sentir el estado de salud y la ubicación de cada hermano. Él
se quedó atónito, demasiado asustado para hablar. Aún cuando Shade se
dio la vuelta y se alejó, Eidolon no podía reunir las palabras mientras el
abismo que se había formado entre ellos se hacía más grande.

Y cuando Shade desapareció en una esquina, E juró que escuchó el


cacareo de una risa.

***

Idess salió de las sombras proyectadas por una estatua de gárgola


en uno de los pasillos dobles del UG. Shade acababa de alejarse, y Eidolon
había ido en la dirección contraria después de golpear la pared con el
puño. Ni uno de ellos la había visto en el rincón oscuro, donde había
estado escuchando la conversación. Su espionaje no había sido
intencional, ella había estado inquieta esperando por noticias sobre Lore,
y había tratado de quemar su energía nerviosa caminando por los pasillos.

Se alegró de que lo hubiera hecho. Parecía como si Shade se hubiera


convertido en un verdadero peligro para Lore, y era un desarrollo que ella
tendría que vigilar.

Había otro peligro que los acechaba de cerca, también. Una figura
encapuchada había visto a los dos hermanos discutir, y aunque había
estado de pie junto a ellos, no se habían dado cuenta. Pero entonces,
ellos no podrían, si no eran capaces de ver fantasmas. Excepto que si la
criatura encapuchada era un fantasma, era el más inusual que Idess había
conocido. Su forma había sido trasparente en lugar de sólida,
pareciéndole del modo que los fantasmas se les aparecían a los humanos.

El mal en él estaba fuera de escala, su vibración siniestra era tan


maligno que ella podía sentirlo como espinas en la piel, y cuanto más
cerca había estado de Shade y Eidolon, más rojos sus ojos se pusieron y
más crueles fueron el uno con el otro.

Después de que los hermanos se separaron, la criatura giró su cabeza


alrededor para clavarla con una fija mirada glacial. Pero no había ningún
picor entre sus omóplatos, y se le ocurrió que nunca había experimentado
la sensación de alerta de demonios dentro del hospital.

O con Lore, el incidente de la mansión podría haber sido causado por


otros demonios. O con Sin. O sus hermanos ¿Y qué significaba eso?

¿Quién eres?
—Mi nombre es Idess—, dijo, todavía un poco inestable por el fracaso
de su sensor del mal.

La cosa sonrió, dejando al descubierto unos espantosos dientes


brillantes que se extendían por sus labios llenos de cicatrices. Ayúdame.

Ella había ayudado a espíritus humanos, pero esta cosa… se


estremeció. —No puedo.
Por favor. Fui quemado vivo y maldito por mi propia familia. Sólo necesito
un pequeño favor. Hay algo que puede aliviar mi sufrimiento. ¿Puedes sacarme
de este hospital?
Idess cerró los ojos. Esta criatura era mala, pero ya había sido herida.
Por la familia. Su tripa desgarraba ante esto. Tal vez lo que él era no era
su culpa. En cualquier caso, conseguir sacarlo fuera del hospital sólo
podría ser una cosa buena.

—¿Dónde quieres ir?

Un parque tranquilo.
Bueno, eso no sonaba tan mal. —Tenemos que pasar por el
estacionamiento. —Llevó al fantasma demonio-cosa fuera de la sala de
emergencia, se apoderó de su hombro, que bajo su tacto era solido. Él le
dijo donde ir, y ella se materializó con él en un barrio residencial.

—Esto no es un parque…

La criatura se echó a reír alegremente y salió disparado,


desapareciendo en un bosquecillo de arboles detrás de varias casas.

Con la esperanza de no haber cometido un error enorme en su


juzgamiento, regresó al estacionamiento y se metió de nuevo en la sala
de espera, donde había pasado la mayor parte de las tres horas que Lore
había estado en cirugía. La primera hora había sido la peor, el personal le
había reparado el hombro, pero su brazo, su Heraldi, había estado
constantemente quemando como fuego, dos veces con tal intensidad que
ella gritó y cayó de rodillas.

Ahora ella se hundía en una silla cerca de Sin y se sentó en un silencio


tenso. Después de mucha inquietud, Sin subió los pies a una silla y se
echó hacia atrás. —Si Lore muere, te voy a matar.

—Tal vez no te diste cuenta de que traté de salvar su vida.

—Si no lo hubieras secuestrado, en primer lugar, no tendrías que


hacerlo.
—¿Se te escapó darte cuenta que era yo la que estaba encadenada
cuando llegaste?

Sonriendo, Sin se cruzó las manos sobre su abdomen. —Él estaba


encima de ti ¿Verdad? Debe haberte sacado de quicio.

Lo había hecho. Hasta el punto en él que le había dado el orgasmo


más intenso de su vida. —Por supuesto que no. Dejé que me contuviera.

—Correcto. —Sin arrastró su mirada sobre Idess. —Luces como si te


gustara el bondage28.

—¿De qué otra forma explicarías que él tratara de evitar que me


mates?

Sin estrechó los ojos. —Para con la mierda. ¿Qué está pasando? Sé
que estás protegiendo a Kynan, entonces ¿Por qué simplemente no matas
a Lore?

—Esa es una buena pregunta—. Eidolon entró en la habitación, y Sin


saltó a sus pies. Idess luchó contra el impulso de hacer lo mismo, aunque
sabía que Lore estaba fuera de peligro. —Va a estar bien, Sin. —Sonaba
mejor que cuando estaba con Shade, pero parecía peor. Desde su pelo
violentamente surcado que decía que sus dedos lo habían rastrillado un
montón veces, a los círculos oscuros bajo los ojos y la ropa arrugada, él
era un desastre. —Y tú—, le dijo a Idess. —¿Qué está pasando?

No tenía sentido mentirle. Lore sabía la verdad, y tal vez si ella


llegaba al lado bueno de Sin y de Eidolon, suponiendo que Sin tuviera un
lado bueno, ella podría obtener algo de ayuda. Ganar algo de confianza.

—Tengo que protegerlo—, dijo, encontrando la mirada fija de Eidolon


al mismo nivel—. Él es Primori como Kynan.

—No entiendo esta cosa Primori—, dijo Sin. —Pero en este momento,
no me importa. Tengo que verlo—. Ella comenzó a pasar por delante de
Eidolon, pero él la cogió por el brazo, e Idess se preguntó si el poder

28
Actividad sexual que implica la inmovilización o restricción de uno de los participantes.
Seminus de Sin mataría como la enfermera había dicho que el de Lore lo
hacía.

—Eso está fuera de discusión. Se está recuperando y necesita


descansar.

—Vete a la mierda. —Sin se movió fuera de su agarre. —Yo voy a


verlo.

—Sin. —La voz de Eidolon quebró como un trueno en la pequeña


habitación. —No puedes.

El corazón de Idess tartamudeó. —No se trata de su recuperación,


¿verdad?

—¿De qué está hablando ella? —exigió Sin.

—Ellos van a tenerlo aquí—, dijo Idess, hablándole a Sin, pero sin
apartar la mirada de Eidolon. —Contenido. Y tú no puedes verlo porque
tienen miedo de que lo puedas poner en libertad. ¿No es así, doctor?

Sin se instaló en una posición de combate, los puños cerrados, el


cuerpo inclinado hacia adelante agresivamente. —Hijo de puta.

—Yo no tengo opción, Sin. —Eidolon se frotó los ojos con una mano,
trabajando con los dedos y el pulgar tan fuerte, que Idess esperaba ver
sangre. —Vamos a resolverlo. Sólo dame un día para hablar con él.
Pensarlo bien. Vamos a llegar a un plan que funcione para todos.

Idess se puso de pie. —Vamos a darle veinticuatro horas. —Apretó


el hombro de Sin y esperó que ella recibiera el mensaje. Complácelo.

—Bien—, gruñó Sin—. Pero al final del día, será mejor que sea puesto
en libertad. —Ella alejó de Idess de un tirón y se salió fuera de la
habitación, dejando a solas a Idess con Eidolon, quien se quedó mirando
fijo la puerta.

—Esto es una maldita pesadilla—, murmuró.

—Te sientes como si hubieras traicionado a tus hermanos

Se volvió hacia ella. —No he traicionado a nadie.


—Así no es como Shade lo ve. —De la nada, Idess se imaginó a Rami
y se preguntó si supiera lo que había hecho. ¿Él entendería, o estaría tan
furioso como Shade?

—¿Qué sabes tú de eso?

—Los he oído discutir desde el pasillo.

La maldición vil de Eidolon acompañó un ajuste violento del


estetoscopio en el cuello. —Shade no lo entiende. Nadie tiene que morir.

—Pero aún así perdiste un hermano. —La emoción hizo su voz


áspera, y reconoció la misma tristeza en los ojos del médico demonio. —
Lo siento. Sé lo que es luchar para mantener a un hermano, y luego
perderlo de todos modos.

—Entonces, sabes porque tengo que mantener a Lore seguro. Ahora


más que nunca.

Sí, lo sabía. Si Wraith se ponía del lado de Shade, Lore sería todo lo
que le quedaría a Eidolon. Perderlo significaba que había pasado por todo
este infierno con sus otros hermanos para nada.

—Shade podría cambiar de parecer—, dijo ella en voz baja. —Todavía


hay esperanza. ¿Cuál es el dicho… el tiempo cura todas las heridas?

Eidolon se echó a reír con amargura. —Los médicos curan heridas.


¿Tiempo? Todo lo que hace es permitir que las heridas se agraven.

Mientras se alejaba, todo lo que Idess podía hacer era rezar que él
no estaba bien, porque si él lo estaba, sólo podía imaginar lo que 500
años de infección podrían haber hecho con Rami.

***

Las resacas apestaban.

Lore no podía recordar la última vez que había tenido una. Él sanaba
rápido, lo que significaba que rara vez conseguía excederse con el
consumo hasta el punto de estar cercano a la muerte. Pero él siempre se
acordaba de su borrachera, y al abrir sus ojos se encontró con que no
tenía absolutamente ningún recuerdo de tomar algunos tragos o beberse
cervezas.

Se sacudió cuando un recuerdo perforó su mente como una aguja


desafilada. Idess. Sin. ¡Mierda! Con un grito de pánico, se levantó
sentándose. Él estaba en el hospital. Pero, ¿Dónde…?

—Hola.

Él giró la cabeza para ver a Idess, que estaba de pie junto a su cama,
luciendo como si no hubiera tenido una daga Gargantúa de hueso
atravesando su hombro. —Estás bien—. Su alivio ni siquiera parecía
extraño. Debían ser enemigos, pero algo había cambiado, y a indiferencia
de Sin, sabía cuándo dejar de luchar y seguir la corriente.

—Estoy bien. Y tú, también Pero eso estuvo cerca.

Tragó saliva, recordando la hoja que se había alojado en su garganta.


—¿Sin?

—Eidolon no permitirá que entre. Sólo a mí se permite porque el


piensa que me voy a comportar—. Ella sonrió, pero fue forzado. Algo
estaba mal. Y cuando él levantó su mano y descubrió que estaba fijado a
la cama, supo lo que era.

—Eidolon tiene la intención de impedirme que persiga a Kynan, ¿no?


—De un conjunto de cadenas a otro. Increíble. —Y es por eso que Sin no
puede verme, ¿no? Tiene miedo de que me deje libre.

—Sí—, dijo ella. —Creo que tienen razón para estar preocupado.

—Sin puede ser difícil—, murmuró Lore.

Idess levantó una ceja delicada. —Esa es una manera de decirlo.

Lore la alcanzó, sólo para ser sacudido brevemente por la cadena. —


Lo siento, ángel—. Él parpadeo. ¿Acababa de utilizar la palabra “ángel”
como una expresión de cariño y no un insulto sarcástico? Él volvió a
parpadear. Sí. Sí, lo hizo. Huh. —No debería haberte dejado sola en el
dormitorio. No pensé…
Ella lo calló con un beso. Fue sólo un beso, pero fue suficiente para
descarrilar sus pensamientos y dejar sus emociones a la deriva. Su
hermana casi la mata, pero allí estaba ella, sonriendo cálidamente y
besándolo y siendo demasiado bueno para ser verdad.

—Tomé una página de tu libro—, dijo, mientras se enderezaba—. Es


una técnica interesante, besar a alguien para hacerlos callar o para
calmarlos. —Hizo una pausa. — Creo que me gusta.

Un instinto posesivo y extraño hizo a sus entrañas quemaran, y


quería decirle que no usara ese truco en particular con nadie más. En
cambio, entrecerró los ojos hacia ella. —Algo está mal aquí. Sin no se
mantendría excluida. Encontrará una manera de ingresar aquí.

—Ella no está levantando un escándalo… porque juré que te sacaría


de aquí yo misma.

Todo tipo de banderas rojas se levantaron. —¿Por qué? ¿Así me


puedes llevar a tu casa y encadenarme a tu cama otra vez?

Ella se sonrojó, y maldita sea, sentía algo por debajo de su cintura


que empezaba a moverse, porque tanto como odiaba ser encadenado,
había cosas peores que estar encadenado a la cama de Idess. Mejor su
cama que la de un hospital.

—No a menos que me obligues.

—¿Así que me estás diciendo que sólo vas a dejarme correr suelto?
¿No estás preocupada por tu precioso Kynan?

—Lo estoy—. admitió—. Pero este hospital es un lugar muy peligroso


para que estés aquí.

—Ah… es un hospital.

—Lleno de hermanos que quieren verte muerto.

Muy bien, así que sabía que no estarían felices con su plan de matar
a su amigo, ¿Pero matarlo? —Si eso fuera cierto, ¿por qué me salvaron?

—Eidolon es el que quiere que sigas con vida. Él piensa que si estás
contenido, los otros dos se aplacaran lo suficiente como para no matarte.
—¿Pero tú no crees eso?

Ella soltó un largo aliento, como si alargar esto disuadiría lo que ella
estaba claramente poco dispuesta a decir. —Vi asesinato en los ojos de
Shade.

—Soy capaz de manejar a Shade—, dijo. —¿Pero por qué estás


dispuesta a correr el riesgo de liberarme?

—Porque creo que es hora de que empecemos a trabajar juntos.


Empezando por confiar el uno en el otro.

Se echó a reír, pero se puso serio rápidamente. —¡Dios mío!, lo dices


en serio.

Ella asintió con la cabeza. —Tengo que proteger a Kynan, pero


también te tengo que proteger a ti. Está claro que alguien está tratando
de meterse con mis Primori. Tú y tu hermana son las claves. Tú me
ayudas a llegar al fondo de esto, Kynan vive, y tus hermanos no serán
una amenaza para ti. Todos somos ganadores.

Claro, tenía sentido combinar recursos, pero también los empujaba


juntos cuando lo último que necesitaba era estar distraído con ella. Porque
dudaba que encontrarían al titular del contrato, lo que significaba que
tendría que matar a Kynan, y cuanto más cerca estuviera de Idess, más
difícil sería.

Pero si su plan funcionaba (gran si), Idess ganaría sus alas y Sin
viviría. Y también Kynan, esa rata bastarda.

—Está bien, ¿qué necesitas de mí, en este mismo momento, para


sacarme estos grilletes?

—Necesito que me lleves con tu Amo.

—No puedo hacerlo. A menos que seas marcada, no se puede pasar


más allá de los guardias y a la guarida. —Lore podría matar a los guardias,
pero no podía arriesgarse a la ira de Deth hasta que Sin estuviera a salvo.
—Lo que significa que la única manera de llegar a Detharu es a través del
Gremio, y confía en mí, no quieres hacer eso.
Ella fue cerca de él, y en un movimiento muy lento, cubrió su marca
de esclavo con la mano. Su toque era como un puñetazo en el alma, y
tuvo que apretar los dientes y los puños para evitar el temblor. —¿Por
qué no?

Pasaron treinta segundos completos antes de que pudiera responder


sin sonar como si hubiera perdido sus testículos en un accidente
industrial. —Debido a que no te dirán nada. No importa lo mucho que les
paguen o como se les amenacen. La única manera que revelen algo es si
haces que valga mucho la pena, e incluso entonces… Yo no confiaría en
la información que te den. Los Asesinos tienen fama de guardar secretos.
Si no lo hicieran, no estarían en el negocio.

A pesar de que perdió un poco del color en su cara, ella esbozó una
sonrisa. —Bueno, entonces, creo que voy a darles algo que valga la pena.
Vamos, y tú me vas a llevar. —Él Habría protestado, pero ella desabrochó
el brazalete en su muñeca izquierda, y él se prometió que la llevaría todo
el camino hasta Marte si le liberaba el otro brazo, también. —Ah, y tú
podrías haber mencionado tu pequeño problema de muerte.

—¿Problema de muerte?

Hizo un gesto a su brazo derecho, que estaba envuelto en gruesas


capas de gasa y cinta de su mano a su hombro. —Tú sabes, cómo
posiblemente podrías matarme con un solo toque.

Descubierto. —Ah, sí. Eso. Un detalle menor. Y si tú recuerdas, te


dije que no lo tocaras.

—Sí, pero tú dijiste que era porque tu brazo era sensible.

—Lo es.

—Vamos a tener hablar sobre esto. Más tarde. —Ella le entregó su


daga Gargantúa-hueso. —En este momento tenemos que sacarte del
hospital. Vivo.
Capítulo Dieciséis
Traducido por Estivali10 y Mir
Corregido por Mir

Sacar a Lore del hospital no era un problema. Su habitación se


encontraba cerca de la sala de emergencia, y mientras Sin creaba una
muy fuerte y desagradable distracción, cerca de la Harrowgate, Idess y
Lore habían hecho una loca carrera hacia el estacionamiento, donde Idess
los destelló fuera de allí.

Pero ponerse en contacto con los Asesinos del Gremio iba a ser
mucho más difícil. Su sede estaba localizada en Sheoul, un lugar
extremadamente peligroso para los ángeles, especialmente los pre-
Ascendidos que eran más fáciles de matar y más vulnerables a la
corrupción.

Haciendo el asunto más peligroso, como no era exactamente un


ángel, Idess no podía destellar dentro o fuera de Sheoul. Ella sólo podía
ir allí si su Primori estaba en peligro de muerte, obligándola a destellar
dentro, o a través de una Harrowgate. Pero, naturalmente, esto también
tenía una trampa, ella sólo podría usar un Harrowgate si estuviera con un
demonio, porque ningún ser divino podría manejarlos.

Así que Lore la llevaría, pero si él moría o se quedaba inconsciente


mientras ellos estaban allí, ella no podría salir. Y si el gremio se
encontraba bajo el tratado Maltranseo, ningún ser divino de Dios podía
entrar.

Idess y Lore habían ido a su casa primero, para poder ducharse y


cambiarse, y, a continuación, vestidos con cuero negro de pies a cabeza
- incluyendo sus manos – él la había llevado a través de una Harrowgate
a una región húmeda, cavernosa de Sheoul, donde la tierra esponjosa
gruñía y sangraba con cada paso. Algún tipo de luz pálida iluminaba el
lugar, pero por lo que ella podría decir, no había ninguna fuente. Todo lo
que sabía con certeza era que la luz afectaba sus sombras, haciéndolas
moverse cuando Idess y Lore no se movían, o se hacían inmóviles cuando
Idess o Lore se movían.

Haciendo caso omiso del picor leve en sus omóplatos, Idess convocó
una guadaña y la sostuvo con fuerza mientras se abrían camino entre las
rocas y enredaderas espinosas que se enroscaban alrededor de sus
tobillos si se acercaban demasiado.

—¿Estás segura que quieres hacer esto?— Lore habló fuerte para que
ella pudiera escucharle por encima de los sonidos furiosos de la tierra. —
No hay un ser en Sheoul que no le gustaría poner una cabeza de ángel en
su chimenea. Aquí abajo, tú destacas como, bueno, un ángel en el
infierno. Eres una especie de… radiación de bondad. Todo lo que necesitas
ahora es una jodida aureola para asegurarle incluso al más tonto de los
demonios lo que eres.

—Yo puedo cuidar de mí misma, sabes.

Él meneó sus cejas. —Yo puedo cuidarte mejor29.

Oh, ella sabía de primera mano lo bien que podía cuidar de ella. Su
cuerpo se calentó no deseando recordar sus dedos mágicos tocándola
entre sus piernas. Se aclaró la garganta. —Dime lo que esperar en el
gremio.

—Tendrás que hacer un sacrificio de sangre—. Él se puso tenso, la


única advertencia que tuvo antes de que algo escamoso, con unas
enormes filas de dientes y del tamaño de un mapache se abalanzara sobre
ellos desde un saliente rocoso. Lore lo atrapó con facilidad en el aire,
evitando por poco sus mandíbulas… y la cosa cayó muerta en el suelo.

Impresionante. Y un poco tenebroso.

—¿Cómo hiciste eso?

Él flexionó su mano, respondiéndole sin dejar de quitar la mirada de


los alrededores. —Funciona incluso a través del cuero si lo fuerzo a ello.

29
Juego de palabras de doble sentido, refiriéndose a la masturbación.
—Oh—. Ella pasó por encima de la criatura muerta que todavía
temblaba, un poco conmocionada por haber visto de primera mano el
poder de Lore. Ella no esperaba que fuera así… de rápido. —Así que, uh…
¿naciste con este asunto?

—Nop—. Él siguió caminando, con su mirada fija vigilando el entorno.


—Vino con mi dermoire cuando tenía veinte años. La primera persona que
toque fue a Sin, y no le afectó. La segunda persona cayó muerta. Pensé
que le había dado un ataque al corazón o algo así. No es que me
importaba. Yo había enloquecido en aquel entonces.

—¿Enloquecido?

Él hizo una pausa, alzando la cabeza, sus ojos negros exploraban, y


sus pelos en la parte posterior de su cuello en posición de alerta. —Junto
con el dermoire vino una lujuria incontrolable y una ira divertida—. Él
comenzó a moverse de nuevo, como si nunca se hubiera detenido.

—¿Todo sucedió de repente?

—Sí—. Su voz era ronca. —Sin y yo compartimos la casa de nuestros


abuelos durante un año después de que ellos murieron. Una mañana, los
dos fuimos golpeados con este enorme dolor. Se prolongó durante horas.
Cuando todo terminó teníamos nuevos tatuajes, y yo era un monstruo
furioso—. Dio una patada a una piedra del tamaño de una pelota de
softbol enviándola lejos. —La asusté bastante. Rompí la casa. Creo que
me fui, desaparecí durante varios días. No recuerdo la mayor parte de
ello, a excepción de partes y pedazos que me gustaría no recordar.

Ella comenzó a ir hacia él, pero dejó caer su mano a su lado en el


último segundo insegura, si él apreciaría un gesto reconfortante. —Lo
siento.

—Lo que sea. Fue hace mucho tiempo.

Tal vez, pero era, evidentemente, todavía doloroso. —¿Qué pasó con
Sin? Quiero decir, si te volviste loco ¿ella también?

—No lo sé—. Él lanzó una estrella con un suave movimiento que


apenas se podía ver hasta que un demonio alado cayó del aire delante de
ellos, la cuchilla dio en el centro de su tercer ojo. Este lugar le iba a dar
un infarto. Él, en cambio, estaba actuando como si estuvieran paseando
por un parque. —Nunca hemos hablado de ello.

¿Nunca hablaron de ello? Idess y Rami habían hablado de todo. Entre


ellos no había nada oculto. Por supuesto, habían pasado siglos juntos, Sin
y Lore tenían sólo una fracción de eso, pero todavía parecía extraño,
considerando como se protegían el uno al otro.

Ella lo vio recoger su arma y limpiarla sobre la piel curtida de la


criatura. —¿Qué te dijo cuando finalmente llegaste a casa?

Metiendo la estrella en un lugar en su funda de cuero, él emprendió


el camino. —Ya casi llegamos.

—Lore—, dijo ella, intentando mantener su paso, —¿qué te dijo?

Él acarició su chaqueta y maldijo. —Me olvidado mis dardos de


garra—. El silencio se extendía mientras seguía caminando. Por último,
un suspiro largo y prolongado salió de él. —La traicioné y abandoné. Es
horrible, y no me gustaría recordarlo.

Ella lo agarró del brazo y lo obligó a detenerse. —Dime que le has


pedido disculpas.

Él frunció el ceño hacia ella. —¿Por qué te importa?

—Es sólo que… si no lo haces, podrías perder la oportunidad de


hacerlo. Y te arrepentirás por el resto de su vida.

—Hablas como si supieras algo de eso—, murmuró, pero de alguna


manera ella lo escuchó a pesar de los gruñidos y chillidos escalofriantes
de la tierra que llegaban a ellos por todos lados.

—Lo sé.

Sus ojos estaban en constante movimiento, alertas y en búsqueda


de posibles amenazas, pero también parecía estar haciendo un esfuerzo
consciente para no mirarla. —Ella sabe que lo siento.

—¿Estás seguro de eso?


Su ceño se profundizó. —He estado pagando por lo que hice todos
los días de mi vida.

—No es lo mismo.

—Confía en mí, lo es—. Algo gritó cerca, sobresaltándolo. —Ella lo


sabe.

—¿Cómo?

—Dios, eres persistente—, refunfuñó. Ella cruzó los brazos sobre su


pecho y comenzó a interceptar su paso, pero cuando el terreno protestó
con una corteza, ella se congeló y decidió que Lore la podría llevar el resto
del camino. —Soy un asesino por su culpa, ¿de acuerdo? Ella se metió en
problemas con Detharu hace treinta años, y vino a mí. No nos habíamos
visto en unos setenta y cinco años, lo que debe decirte lo desesperada
que estaba. Él planificaba venderla al servicio en una galería de sangre30.

El estomago de Idess dio un vuelco. ¡Oh, dulce Jesús! Ella nunca


había estado en lo que era una versión demoníaca de una casa de putas-
denslash, pero que había oído lo suficiente sobre ellos para comprender
el temor de Sin. Algunos seres humanos y demonios participaban
voluntariamente, pero otros eran forzados. Se les darían drogas y luego
se los ponía en —boxes—, donde los bebedores de sangre como vampiros
podían beber y drogarse mientras usaban a los humanos para tener
relaciones sexuales. Cada galería tenía normas diferentes que regían el
trato a los humanos, pero incluso en los establecimientos estrictos, los
accidentes y las sobredosis sucedían. En el peor de los lugares, los seres
humanos eran desechables, rara vez sobrevivían más de un día, o incluso
más allá de un cliente.

—¿Qué hiciste?— preguntó ella con voz ronca.

—Traté de encontrarle una salida. Cuando no la encontramos, fui a


él y me ofrecí como un asesino a cambio de su vida. Y ahora su vida pende
de un hilo de nuevo.

30
“blood galery”: Llaman así a los burdeles demoníacos en donde tienen sexo, drogas y sangre.
—No entiendo.

—Es por ella que tengo que cargarme a Kynan—. Su voz se hizo tan
profunda y ominosa que vibraba. —Si lo hago, ambos seremos libres. Si
no lo hago, ella muere.

Idess apretó su mano tan fuerte sobre su arma que sus nudillos se
pusieron blancos y de alguna manera se las arregló para hablar sin el
nudo de pánico que le inflamaba la garganta. —¿Lore? Si tu amo no
tuviera la vida de Sin, ¿todavía querrías matar a Kynan?

—¿Querer? Sí—. Él se rió amargamente. —¿Pero lo haría? No.

—¿Por qué no?

Él miró a lo lejos, su mirada fija que en algún lugar que ella no podía
seguir. —Debido a que mis hermanos podrían ser unos imbéciles, pero
serán buenos para Sin. Y yo esperaba… quiero decir, ellos son inmunes a
mi tacto… pero lo que sea. Matar a Kynan acabará con el mundo. Ya lo ha
hecho.

La emoción se unió a la masa de pánico que obstruía la garganta de


Idess, cuando él empezó a caminar de nuevo. Lore quería algún tipo de
relación con sus hermanos, y podría haber tenido una oportunidad si él
no hubiera sido puesto contra ellos… ella se detuvo. Lore se dio la vuelta.

—¿Y ahora qué? Ya te he dicho más de lo que debería.

—No es eso—, dijo ella. —Escucha… todo el tiempo he creído que los
ataques de mis Primori eran por mí. Pero ¿y si no se trata de mí en
absoluto? ¿Qué pasa si se trata de ti?

—Ah… ¿por qué sería de sobre mí?

—Bien, sobre ti y tus hermanos. Quiero decir, ¿cuáles son las


probabilidades de que te hayan elegido a ti para matar a Kynan? ¿No te
parece que es bastante coincidencia de que él esté relacionado con tu
hermano? Y mira el trabajo que está haciendo en ti y en ellos. Los está
destruyendo a todos. ¿Qué si está tratando de llegar a ustedes?

Lore silbó entre dientes. —No sería la primera vez. Fui contratado
originalmente para matarlos por nuestro propio hermano. Pero ¿porque
encargarle a Sin uno de tus otros Primori? El Huargo no tenía nada que
ver conmigo ni con mis hermanos.

—Eso es lo que no tiene sentido en mi teoría—. Ella negó con la


cabeza. —Y espera, ¿has dicho que fuiste contratado para matar a tus
hermanos? ¿Por tu hermano?

—Síp—. Se pasó la mano enguantada por su rostro. —Ese enfermo


hijo de puta quería vengarse de ellos tanto así que hizo arreglos para
matarlos, incluso en el caso de su propia muerte.

Idess consideró eso. —¿Así que él está muerto, entonces? ¿Él no


puede ser la misma persona que está detrás de esto?

—Según Shade, el hombre está bien muerto—. Empezaron a caminar


de nuevo.

Ella dejó escapar un suspiro. —Bien, así que tiene que haber otra
respuesta. Tu participación en algo que está poniendo a tus hermanos en
conflicto, es demasiado conveniente.

Él se encogió de hombros. —Estoy seguro de que lo averiguaremos


muy pronto. El área convocatoria está justo delante.

—Espera—. Un escalofriante picor llameó entre sus omóplatos. Ella


no estaba segura si debería estar feliz de que su sistema de detección del
mal estaba funcionando, o preocuparse por eso. —Algo está mal.

Como un rápido rayo, las manos de Lore agarraban las cuchillas. —


La tierra está muy silenciosa.

—La carne de ángel es muy dulceeeeee.

Idess se dio vuelta para ver a dos demonios de especie desconocida


despegarse de las cornisas de piedra. Eran de color gris oscuro y de unos
ocho pies de altura, ellos eran finos y delgados, con hoyos en el hocico y
con escamas puntiagudas parecidas a la de los cocodrilos, que cubrían
sus cuerpos.

Ella oyó un susurro de aire, y luego la hoja de Lore perforó a través


del pecho de uno de los demonios. La cosa se echó a reír. El otro arrancó
una escama de su brazo y la lanzó como un disco volador. Idess se arrojó
al suelo, conteniendo el aliento al oír el silbido que esta hizo al rozarle la
mejilla.

—¡Quédate abajo!— Lore le gritó, pero si pensaba que ella iba a


quedarse allí mientras él luchaba, estaba loco.

Con el corazón palpitando, ella saltó a sus pies. Lore se agachó


evitando el golpe de una de las criaturas, sus garras capturaron aire. El
segundo golpe lo golpeó en la cara, y lo catapultó hacia atrás, chocando
contra un saliente de roca.

Enfurecida, Idess atacó, lanzando su guadaña a la criatura más


cercana cogiéndola por sorpresa. La hoja le cortó el brazo. Lodo negro
salía a borbotones de la herida salpicando el chillante suelo. Ella balanceó
otra vez, pero el segundo demonio atacó con sus garras el hombro de
Idess. El dolor aumentó, y como su concentración se rompió, el arma
convocada se desvaneció.

El demonio la liberó con un chillido y cayó al suelo. Lore estaba detrás


de ella, sus ojos girando dorados y carmesí, flexionando su mano
enguantada. Aquella cosa de muerte que él hacía estaba más allá de ser
aterradora.

—¡Abajo!— gritó él, Idess se agachó, evitando por poco una escama
Frisbee mientras convocaba otra guadaña. Dos escamas más silbaron en
el aire, y oyó un gruñido cuando una alcanzó a Lore.

Una mano con garras salió de la nada y golpeó los pies de debajo de
ella. El aire salió de sus pulmones y sus oídos pitaron mientras ella
luchaba para orientarse. Otro demonio, un recién llegado, se abalanzó
sobre ella. Ella rodó, barriendo su arma en un arco violento. Carne se
rasgó a medida que ella hundía su arma en la cosa en medio de su
entrepierna hasta su cuello. Vísceras y sangre se derramaron como una
espantosa lluvia.

Idess se puso de pie para evitar ser aplastada por el demonio cuando
cayó muerto. Lore, que sangraba por una horrible herida que tenía en el
pecho, peleaba con la criatura sin brazos, deslizando su hoja mientras
trataba de acercarse. El demonio había ganado terreno, moviéndose en
borrosos movimientos, evitando el brazo mortal de Lore.
Idess balanceó su guadaña, pero la hoja sólo golpeó el aire. La cosa
bailaba alrededor de ellos, emitiendo un ruido extraño, estridente desde
su pecho.

—Está llamando a otros—, jadeó Lore. —Tenemos que acabar con él.
Ahora.

Idess se lanzó, pero una vez más, su guadaña golpeó el aire.


Obligándose a calmarse, respiró profundamente, estudió a su oponente
de la manera que Rami le había enseñado hacerlo. Estudiando el paisaje.
El aire. Cualquier cosa que se podría utilizar para su ventaja.

Las sombras… Idess frunció el ceño, y aunque ella apenas tuvo


tiempo para hacer una pausa, miró las formas de las sombras y como se
desvanecían… y, ¡sí! Su secuencia tenía sentido ahora - ellas se movían
antes de que el demonio lo hiciera.

La sombra del demonio parpadeó dentro del alcance de su arma. Ella


balanceó con toda su fuerza, y la cabeza de la criatura cayó al suelo.

Jadeando, Lore se inclinó, reforzó sus manos sobre sus rodillas, pero
él levantó la mirada hacia Idess, una sonrisa que resplandecía en su
hermoso rostro. —Eres increíble, nena—. Se enderezó y la tomó de la
mano. —Vamos. Tenemos que salir de aquí antes de que más de esas
cosas vengan por nosotros.

—Estás herido…

—También tú. Nuestras lesiones desaparecerán en un minuto.


Démonos prisa.

Ella no entendía, pero ahora no era el momento para veinte


preguntas. Corrieron hasta que doblaron en una esquina la cual se abrió
en una llanura vaporosa.

—Esta es el área de convocatoria. Se llama el KillBox—. Hizo un gesto


a dos pilares de azufre, en torno a los cuales unas criaturas como
comadrejas, sin ojos, se deslizaron. —Esos son guardianes. Destrozan a
cualquier persona con pensamientos engañosos. Ahí está el altar. Tienes
que ofrecer tu sangre.
Cautelosamente, Idess cogió el puñal extendido sobre una mancha
de sangre, en la piedra plana. Ella puso el filo sobre su piel, pero él la
agarró por la muñeca.

—Lo haría yo mismo si pudiera.

Su mirada era intensa, llena de una promesa masculina que la dejó


sin aliento e hizo que su corazón se acelerara. Y luego, como si él no
acabara de haberle jurado soportar el dolor por ella cuando tenía todas
las razones para desear hacerle daño, la soltó y dio un paso atrás, como
un centinela silencioso, todo poder, músculo y confianza. Idess era más
que capaz de cuidar de sí misma, pero por primera vez desde que Rami
la había dejado, alguien estaba a su lado, y se sentía bien. Lore estaba
dispuesto a protegerla, incluso si eso significa un riesgo para sí mismo.

Había estado tan equivocado cuando dijo que era una mala persona.

Su mano temblaba mientras se pasaba la hoja a través de la muñeca


y dejaba que su sangre cayera sobre la piedra. Una vez que había formado
una piscina del tamaño de un borde de la taza de café, un anillo de luz
brilló en todo el charco mojado.

—Está hecho—. Con cuidado, Lore ejerció presión contra el corte con
la palma de su mano. —Me gustaría tener el don de Eidolon. Me gustaría
poderte sanar.

—A mí también me gustaría—. Sólo que ella no estaba hablando de


un simple corte. Su corazón y su alma dolían, y la única cura sólo se podía
encontrar en el Cielo.

Un ruido como si sorbieran saliva anticipó la llegada de una mujer


humanoide de piel oscura, que salió del elegante pasadizo como si fuera
la pasta de un tubo de pasta de dientes. Suprimiendo un estremecimiento,
Idess se apartó de Lore. Ella odiaba Sheoul… los olores, los sonidos, los
habitantes. Todo aquí era deformado.

Vapor se arremolinaba alrededor de los pies de la mujer cuando ella


se detuvo ante Idess. —¿Pregunta usted acerca de una sola muerte? ¿Una
matanza de masas? ¿La víctima es humana o demonio? ¿Una muerte
rápida, o dolorosa?
Agradable. —Ninguna de las anteriores. Debo encontrarme con el
Gremio—. La mandíbula del demonio se cayó, revelando una blanca legua
bífida. —Usted está bromeando o es muy, muy estúpida.

—Veré al Gremio.

—Eso no es posible.

—Entonces, usted traerá la ira de Azagoth sobre sus cabezas—, dijo


Idess con un encogimiento de hombros.

La piel del demonio se hizo ceniza. El nombre de Azagoth sólo se


susurraba entre los demonios. Cuando un nombre era sinónimo de
muerte, nadie lo decía en voz alta. —Mientes.

Idess se había preparado para esto. Tomando una respiración


profunda, convocó hasta la última gota de furia que había sentido nunca,
dejando que se condensara hasta que ella se sintió como una botella de
champán sacudida. Cuando la presión se convirtió en un insoportable
golpe detrás de sus ojos, ella lo dejó escapar en un escape de dolor.

Todo a su alrededor, la agrietada tierra negra tembló mientras su


piel se hundía y su cuerpo se duplicaba en tamaño, se transformaba, y
estallaba en una luz brillante. El demonio rodó lejos, aterrorizado y las
cosas que protegían el pasadizo se encogieron protegiéndose. En cuestión
de segundos, Idess era una criatura alada, esquelética que nadie,
demonio o humano, podrían mirar sin pensar en la muerte encarnada.

Ella era, de hecho, una mezcla perfecta entre la forma verdadera de


Azagoth y un ángel.

—Usted representa al gremio, y yo represento a la Muerte—. Su voz


era un oscuro y profundo estruendo haciendo grietas en las vertientes
rocosas escarpadas de todos lados de ella. —Llévame.

La mujer hizo una reverencia, por lo que las cuentas de hueso en su


pelo hicieron ruido. —Entregaré su mensaje—. Ella desapareció en la
puerta, atravesándola una vez más. Idess volvió a su forma preferida, y
se volvió para encontrar a Lore boqueando ante ella. Oops.

—Ah… ¿hay algo que quieras decirme?


—No realmente—, ella murmuró, y se divertía por como las cosas
pasaban silbando aterrorizadas por el arco para distanciarse de ellos.

—¿Idess? ¿Quién es Azagoth?

Oh, Demonios. —¿Nunca has oído hablar de él?

—He oído el nombre, pero pensé que era algún jefe militar regional
malo de Sheoul.

Ella soltó un bufido. —Difícilmente. Una vez fue un ángel. Antes de


que convertirse en tal cosa como la muerte—. Ella silbó a las cosas
espeluznantes otra vez cuando intentaron acercarse demasiado. —Pero
entonces ese idiota de Caín mató a Abel, y porque los humanos podrían
morir, los demonios tenían que perder su inmortalidad también. Algunas
especies, de todos modos. Así que después de eso, las almas humanas y
las de demonios corretearon por ahí causando estragos. Los ángeles
fueron asignados para escoltar a las almas humanas al Cielo, pero alguien
tenía que estar a cargo de las otras almas.

—Entonces, ¿qué… este tipo Azagoth se ofreció de voluntario?

—Aparentemente—, respondió ella, manteniendo un ojo en el Arco


de Crest Cel. —Mejor un ángel que un demonio para manejar el trabajo.
Así, según la leyenda, Azagoth cayó voluntariamente. Creó el tanque de
retención, Sheoul-gra, y al mismo tiempo, trató de mantener su bondad,
pero con el tiempo, fue corrompido. Tal vez porque comenzó a
alimentarse de demonios, o tal vez porque lidiar con almas de demonios
y ver todo lo que habían hecho en sus vidas erosionó su pureza. En
cualquier caso, preside las almas que sus griminions escoltan a Sheoul-
gra.

—¿Griminions? Al igual que, ¿los pequeños ayudantes de la Parca?


¿Esos griminions?

—Sí. Azagoth es el ser que los humanos conocen como La Parca—.


Ella echó un vistazo al portal, que comenzó a brillar. —También es mi
padre.
Lore emitió un sonido ahogado, pero no tuvo oportunidad de decir
nada, porque un Neethul macho de siete metros de altura se escurrió por
la puerta y fue directamente a ellos.

Los Neethulum eran una raza hermosa, elfos en apariencia, lo que


les hacía aún más aterradores. Ellos eran la prueba de que el mal no
siempre era feo. Este tenía ojos color esmeralda y pelo blanco largo, con
varias cicatrices faciales irregulares que empañaban su perfección.

—Si usted está mintiendo acerca de quién es—, dijo amablemente,


—será despellejada y destripada viva y colgada de las vigas hasta que
muera.

Lore casualmente se quitó el guante, la exposición de su mano


asesina, y su sonrisa fría hicieron juego con la del Neethul. Salvo que en
Lore, era sexy. Más sexy de lo que debería ser, pero ella rápidamente se
dio cuenta de que Lore era un montón de cosas que no debería ser.

—Síganme. Y sepan que no se pueden convocar armas en el interior


del Ayuntamiento—. El Neethul los llevó al portal, pateando una de las
cosas demonio se deslizaba en su camino.

La puerta los destelló a algo que se parecía a un pequeño pueblo


medieval subterráneo. Espinosas ratas del infierno se escurrían bajo los
pies de varias especies de demonios, algunos de los cuales parecían estar
allí contra su voluntad. Bolas y cadenas reales se arrastraban detrás de
ellos, y cerca de una choza junto a un charco negro y humeante, un
diablillo estaba siendo azotado.

—¿Ves?— susurró Lore. —Estamos curados.

Efectivamente, las lesiones de Lore ya no sangraban, y cuando ella


se tocó la mejilla, donde la escama la había cortado, su piel no estaba ni
siquiera sensible. Pulcra. Pero su espalda picaba como loca.

Lore tomó su mano con la izquierda y siguió al Neethul al edificio más


grande, una estructura de piedra de color hueso que sangraba una
sustancia negra. Dentro, todo era gris, desde el piso de barro cocido duro
hasta el techo, desde el que cientos de cabezas colgaban, algunas nuevas,
algunas tan antiguas que se habían podrido a nada más que cráneos
amarillentos.

El estómago de Idess se tambaleó mientras el Neethul los conducía


por habitaciones que parecían no tener un propósito excepto para mostrar
cabezas y algunas otras partes del cuerpos a elección; hasta que llegaron
a un pasillo largo y oscuro. Al final, una puerta vertical móvil se abrió
dando paso a una sala más grande todavía. En el centro había una mesa
de caballetes de madera cruda, en la cual al menos un centenar de
demonios se sentaban, algunos bebiendo de jarras de cerveza, y otros
royendo trozos de carne sanguinolenta. El Neethul se sentó en una silla
cerca de la mitad.

Un demonio lagarto de especie desconocida se paró en el extremo


más alejado. —¿Por qué solicita esta audiencia?— preguntó, su voz
retumbó con una resonancia no natural, un truco de la arquitectura de la
sala, Idess estaba segura.

—Vengo para obtener información acerca de uno de sus clientes.


Tengo que hablar con el maestro conocido como Detharu.

Hubo una explosión de charla, y el hombre lagarto hizo un gesto de


silencio. —Su petición es ridícula. Por lo tanto, serán asesinados.

—Voy a hablar con Detharu, o se enfrentarán a la ira de mi padre—.


Cerró miradas con el demonio.

El gruñido siniestro del hombre lagarto vibró en el aire. —No creo


que usted entienda. Ningún maestro puede revelar el nombre de quien
firmó un contrato con él.

—Yo no he dicho que quería un nombre—. En este punto, incluso una


descripción esquemática sería mejor que nada.

La conversación siguió y, por último, el demonio se volvió hacia ella.


—El precio, incluso para el más pequeño grano de información será
grande.

—¿Y que precio sería?— rechinó.

—Usted se convertirá en una asesina.


No podían estar hablando en serio. La forma que Lore se tensó a su
lado, dijo que sí lo estaban. —No lo haré.

Un hombre sin ojos se puso de pie, su piel pastosa le recordaba la de


una larva. O un gusano. Sus manos estaban encerradas en metal, con
pinchos en los nudillos. —Una matanza. Quien sea que ordenemos. Sólo
uno. Acepte o váyase.

—No lo hagas, Idess—, gruñó Lore con una voz tan baja que ella
dudaba que los otros pudieran oír.

La adrenalina corría por sus venas en una punzante carrera. Ella no


podía hacerlo. Matar así… la eliminaría como candidato para la Ascensión.
Pero sería eliminada si perdía Kynan, también.

—No puedo matar—, dijo. —Pero podría servir de alguna otra


manera.

—¡Idess!— Lore le apretó el codo. —No.

Todos miraron al de piel blanca. —De acuerdo.

Oh, Dios, ¿qué había hecho?

Él se acercó a ella, quitándose uno de los guantes mientras se


acercaba. Cuando estaba en frente de ella sonrió, dejando al descubierto
dientes pequeños y afilados. —Durante seis meses serás mía.

Un estruendo sísmico se enrolló en el pecho de Lore. —Oh, no lo


hará—. Su brazo se enganchó alrededor de la garganta de ella mientras
la tiraba hacia atrás, y luego hubo una presión increíble en su garganta,
y luego… nada.

El mundo se volvió negro.

***
Mierda, mierda, mierda. Lore realmente había intervenido esta vez.
Salió corriendo a través del Guild Hall31, Idess en sus brazos, después de
dejarla fría con un modificado toque para dormirla. Los furiosos gritos de
Deth lo siguieron. El demonio iba a torturarlo como la mierda por esto.

Estimulado por las pisadas detrás de él, pateó la puerta exterior con
tanta fuerza que se astilló, saltó a través de ella, y golpeó el portal a la
carrera. Cuando salió en lo que se sentía como en cámara lenta al KillBox,
no se detuvo. Y cuando su vínculo de esclavo se iluminó como si estuviera
prendido fuego, respiró a través de la agonía y corrió más fuerte, hasta
que estaba encerrado de forma segura en un Harrowgate. Jadeando y
maldiciendo, dio unos golpecitos en el mapa hasta que llegó a la puerta
más cercana a su casa.

Idess empezó a moverse, y mierda, le iba a patear el culo, también.

La maldita hija del Grim Reaper.

Déjenselo a él conseguir cagarla con la niña de la Muerte. Mierda.

Él explotó fuera de la Harrowgate y no paró hasta que llegó a la


puerta principal. Que no estaba cerrada con llave, como siempre, y
afortunadamente, Sin no estaba allí esperándolo. Lo último que
necesitaba ahora era su preocupación, sermones, o ataques de drama.

Puso Idess en el sofá, pero ella había despertado lo suficiente como


para retorcerse y sentarse. —¿Qué… ¿qué pasó?— Ella parpadeó hacia él,
su mirada un poco vidriosa.

—Te salvé de hacer un monstruoso error.

Ella volvió a parpadear, y luego se puso de pie tan rápido que él tuvo
que dar un paso atrás. —Tú ¿qué?

—¿Supongo que te acuerdas?

—¡Ellos me iban a decir quién está tratando de matar a mi Primori!—


gritó.

31
Ayuntamiento
Él levantó las manos. —Despertaste de mal humor. No eres una
persona de la mañana, ¿verdad?

Ella abría la boca con indignación. —Tú… tú…

Él palmeó la nuca de su cuello, tiró de ella cerca, y la besó. Su táctica


de asalto no funcionó. Su grito de indignación y los puños contra sus
hombros fueron la primera pista de que esto podría no ser el mejor
enfoque a la situación. La rodilla a la ingle fue la segunda.

Había estado preparado para eso, sin embargo, y él dio un paso atrás
y se retorció, evitando lo que hubiera sido un golpe doloroso.

—¡Hijo de puta!

—¿Qué?— dijo, limpiándose la boca con el dorso de su mano. —Tú


estabas loca.

—No estaba hablando sobre el beso.

Él sonrió. —¿Eso quiere decir que puedo hacerlo otra vez?

Ella pisó fuerte. En realidad pisoteó con furia indignada.


Probablemente no debería haber sido lindo, pero lo fue. —¡Lore, esto es
serio!

—Yo seriamente te salvé del servicio de Detharu—. Frotándose el


pecho chamuscado, se movió hacia la cocina y tuvo que morder una
sonrisa en el resoplido que ella hizo de frustración.

—No necesitaba ser salvada—, dijo el Idess, siguiéndolo al pequeño


espacio de la cocina.

—Sí, lo necesitabas. Estabas en peligro mi pequeño ángel.

—Tengo dos mil años. Tengo mucha experiencia, sabes.

Se echó a reír. —¿En serio? ¿Tienes alguna idea de para que ibas a
ser utilizada? Adelante e imagínatelo desnudo. Porque utiliza sus asesinos
para algo más que sólo matar.

—Oh… Dios mío—. Su mano voló hasta la garganta. —¿Ha él… te ha…
—He tenido suerte—. Tomó un vaso de un armario. —Creo que me
tiene miedo. Ninguno de sus asesinos le puede hacerle daño
intencionalmente, pero como tocar mi brazo puede matar… él no toma
ningún riesgo.

Ella miró sus pantalones vaqueros y enjugó algo de pelusa invisible.


—Sin embargo, yo habría calculado los detalles con él…

—Él iba a marcarte. Cuando llegó hasta ti, eso es lo que iba a hacer.
Habrías tenido una huella de una mano en el pecho que coincidiría con la
mía y hubiera sido demasiado tarde para negociar.

Su boca se movía en silencio. —Oh.

—Un agradecimiento estaría bien—, arrastró las palabras mientras


agarraba una jarra de su whiskey de la nevera. Ni siquiera estaba frío.
Maldita nevera se había cagado otra vez. Pero entonces, había tenido la
Kelvinator desde 1940, al igual que el horno que nunca usaba.

—¿No podrías haberme advertido? ¿Tenías que secuestrarme en


cambio?

Se echó a reír. —Eso, ¿viniendo de ti?— Salpicó licor en un vaso y


bebió un trago. —¿Quieres uno?

Ella vaciló, y luego negó con la cabeza. —Gracias, no.

—¿Tienes hambre? Tengo ingredientes para hacer sándwich. Creo. Si


te gusta la mantequilla de maní. Y la mortadela.

—A pesar de lo apetitoso que suena, voy a tener que pasar. Gracias,


estoy bien.— Arrastró su mano por el pelo, tirando hebras de la cola de
caballo, y se hundió en su sillón. —¿Y ahora qué? Me estoy quedando sin
ideas.

—Tengo una, pero va a requerir a Wraith. Tengo que ponerme en


contacto con los chicos de todos modos, que sepan que lo que está
pasando puede ser sobre ellos en lugar de ti.

El plan de Lore con Wraith sería una apuesta arriesgada, aunque no


tenía idea cuan eficaz la invasión de mentes de Wraith era en un ser como
Deth… asumiendo que Lore pudiera juntar a esos dos. Y suponiendo que
Wraith no matara a Lore antes de que eso sucediera. En primer lugar, sin
embargo, iba a tener que ir a Detharu y tomar el castigo por robar a
Idess. Su pecho ardía como una madre, y el dolor estaba sólo horas de
distancia de santa-mierda-voy-a-morir.

En una rápida sucesión, se tomó cuatro tragos más de alcohol para


adormecerse. Tenía que llevar su otro extremo apagado, también, el
sexual, así sería menos probable que enloqueciera durante su tortura. —
Mira, tengo que irme. Yo sólo voy a, eh, darme una ducha y salir.

—¿Dónde?

—Tengo que ver a Sin—, mintió.

—Voy contigo.

—No, no lo harás.

Idess dejó escapar un aliento agravado. —Yo no voy a dejarte ir solo.

—Tienes miedo que vaya a cazar Kynan—. La culpa puso sombras en


sus ojos, y maldijo. —Te dije que no lo haría—. Una explosión
inusualmente poderosa de calor en el pecho le hizo apretar los dientes. —
¿No confías en mí?

—Quiero, Lore. Pero esto es importante.

—No puedes ir. Voy a la guarida de los asesinos.

—No hace falta—. La monótona voz de Sin llegó a través de la puerta


biombo. —Estoy aquí para una visita amistosa.

Mierda. —Ahora no es un buen momento, Sin.

Ella no le hizo caso al tumbarse en el sillón. Iba vestida como un


matón de calle, con pantalones anchos con cadenas, una sudadera con
capucha negra y zapatillas de deporte. Incluso su pelo recogido bajo una
gorra de los Yankees virada hacia atrás. —Así que. ¿Cómo te fue en el
Gremio?

—No fue—, dijo Idess. —Tu hermano sintió la necesidad de


rescatarme.
Sin arqueó una ceja. —¿Rescatarla?

Lore se tomó otro trago. —Vamos a dejarlo, ¿ok?

—¿Qué hiciste?— Él debería haber sabido mejor que esperar que Sin
lo dejara.

—Él me golpeó y me tiró por encima del hombro como una especie
de hombre de las cavernas—, dijo Idess, y sí, eso era bastante cierto. —
Dice que si él no lo hubiera hecho, habría sido marcada como ustedes
dos.

Los ojos de Sin se abrieron, porque sabía exactamente lo que salvar


a Idess le había costado a él. —Mierda—, murmuró ella, e hizo un gesto
a su botella. —Dame.

Él se la pasó a ella, y ella bebió directamente desde la botella.


Delicado, su hermana no lo era.

—Me voy a la ducha y me voy—, murmuró, y se dirigió hacia el cuarto


de baño.

—Pero Sin está aquí—, señaló Idess. —No tienes ninguna razón para
ir a la guarida.

Los ojos negros chispearon, Sin plantó la jarra entre sus muslos. —
Oh, ¿él no te ha dicho?

—Sin…

Ella ignoró su tono de advertencia, pero entonces, él no esperaba


otra cosa. —Él seriamente cabreó a Deth al llevarte de esa manera. Va a
ser torturado.

***

Idess se sintió mal del estómago mientras Lore acompañaba a Sin


hasta la puerta con instrucciones para traer a Wraith de vuelta a la casa
de Lore. Cuando se dio la vuelta, ella se puso de pie, aunque no sin
esfuerzo. Su sillón debía tener cien años, y si tenía resortes, estaban
muertos. Él realmente no se preocupaba por su bienestar. O tal vez no
podía permitirse cosas buenas.

O cosas personales, observó con el ceño fruncido. Las paredes


estaban dolorosamente al descubierto. No tenía adornos. Nada que
revelara nada de él - excepto lo que la falta de efectos personales revelaba
sobre él, la casa estaba creada para un intruso no aprendiera nada
esencial de él o de su hermana. Él podría partir para siempre en cuestión
de minutos.

—¿Lore? Dime que lo que dijo Sin sobre que serás torturado no era
cierto.

Él no la miró mientras se movía hacia el cuarto de baño. —No era


cierto.

—Estás mintiendo.

—Tú me dijiste que lo haga.

—¡Maldito seas!— le espetó. —¡Alto!

Se detuvo, pero aún no la miró. —Está bien, Idess. No es como si


Deth no lo ha hecho antes.

La forma en que lo dijo, como si no fuera gran cosa, porque estaba


acostumbrado a ello, le rompió el corazón. ¿Cuántas palizas le tomó antes
de que se hiciera insensible a ellas? Demasiadas, sospechaba.

—No le permitiré hacer esto—. Ella tomó un respiro hondo y


harapiento. —Iré de mi padre. Yo…

—Detente—. Lore se volvió hacia ella, pero no parecía enfadado. Si


tuviera que elegir una mirada, ella diría que parecía sorprendido por su
promesa de ayudarlo. —Tengo que hacer esto. Sabía donde me estaba
metiendo, y voy a lidiar con esto.

—¿Pero por qué? ¿Por qué lo hiciste? Después de lo que te he hecho,


deberías disfrutar de verme esclavizada.
—¿De verdad crees eso?— Dio un paso hacia ella. —Estoy
arriesgando la vida de Sin al posponer lo que tengo que hacerle a Kynan.
Estoy haciendo eso por ti. No por Kynan o mis hermanos. Tomé un cuchillo
por ti. Te he besado una y otra vez cuando nunca beso a nadie. Así que
¿por qué diablos iba a querer verte sufrir?

Su boca se abrió en estado de shock, y su estómago se agitó. Algún


instinto femenino idiota que ni siquiera sabía que tenía, estúpidamente
meneó la cola ante su admisión. —¿Qué estás diciendo?

—No sé—. Tomó la jarra de licor de la mesa de café, donde Sin la


había dejado. —Mierda. No tengo ni idea. Olvida que he dicho algo.

De ninguna manera. Se movió más cerca de él, no queriendo perder


la más mínima de las matices en su expresión cuando ella lo golpeó con
su súbita sospecha. —No besaste a nadie porque tienes miedo de
matarlas, ¿no? Lo mismo pasa con el sexo, ¿no?

Él se apartó y ella lo agarró del brazo - el derecho, protegido por su


grueso abrigo de piel. —¿Lore? Dime.

—Sí, ¿está bien? ¿Tienes alguna idea de lo que se siente al ver caer
muerta a tu pareja porque te corriste? No—, dijo groseramente. —
Supongo que no.

—Pero si usas una manga y guante…

—Cuando llego al clímax, mi poder golpea a través de él.

Pensó en cómo había él se había acariciado para terminar sobre ella


y darse cuenta que él había depositado sus piernas entre las suyas y se
mantenía lejos de ella - para impedir que ella le diera una paliza, y sin
querer tocara su brazo cuando él se corriera.

—¿Alguna vez has estado con una mujer de forma segura?

Tragó saliva, y ahora probablemente no era el momento para darse


cuenta de lo sexy que era su garganta cuando los músculos trabajaban
debajo de su piel bronceada, pero whoa. —Sólo una vez. Hace mucho
tiempo.

—¿La amabas?
Él soltó un bufido. —No sabía su nombre. Ella me la chupó en un
callejón mientras apuntalaba mis brazos por encima de mi cabeza contra
un edificio.

—Oh—. Ella podría haber seguido su vida sin saber eso.

—¿Estás disgustada ahora? Porque yo lo estoy. No porque haya


pagado a una puta por sexo, sino porque estaba tan jodidamente solo que
corrí el riesgo de matarla. Ya te dije, soy un pedazo de mierda egoísta.

Le rompió el corazón al oírle decir eso, porque había visto un montón


de pruebas de lo contrario. —Una persona egoísta no habría aceptado ser
un esclavo para salvar a su hermana. Una persona egoísta no se habría
encerrado de la sociedad con el fin de protegerlos. No eres egoísta. Has
tenido deslices, como todo el mundo.

Él tiró la jarra a través del cuarto, rompiéndola contra la pared. —


¡Mis deslices matan gente, Idess!

Ella miró a su piso de madera desgastado, a la humedad


extendiéndose a través de él como sangre derramada. —¿Alguna vez has
amado a alguien? Además de tu hermana, quiero decir—. Di que no.

—¿Por qué diablos estamos hablando de esto?

—Tengo curiosidad.

—Porque esta es una conversación genial pre tortura.

El recordatorio lanzó una bola de bolos derecho en la boca de su


estómago. —Por favor—, le rogó. —Tengo que hacer algo para detenerlo.
Iré a mi padre y ver si se le puede dar a Deth un ataque al corazón o algo
así.

—¿En serio?— Él arqueó una ceja. —¿Eso es lo que tu padre hace?

—Más o menos. No sé cuánta influencia tengo con él. No lo he visto


en siglos.

Ella había vivido en el reino de Azagoth por un centenar de años,


justo después de que fue retirada de su vida humana. Ella había sido
aprendiz de Rami, aprendiendo las costumbres de los Memitim, cómo
destellar y usar sus habilidades innatas, el aprendizaje de infinidad de
normas. Pero una vez que se le dio un Primori, dejó el reino y no había
vuelto.

Lore extendió la mano y metió un mechón de su cabello detrás de la


oreja. El gesto era el suave toque de un amante, y provocó un dolor
profundo dentro. —Te lo dije—, dijo en voz baja. —Sabía en lo que me
estaba metiendo.

Motas doradas atravesaban el negro de su iris, moviéndose de forma


fluida, como la luz del sol en un arroyo. —¿Por qué tus ojos hacen eso?—
Se puso de puntillas para estar más cerca, asombrada por la belleza. —
Eran de color rojo cuando te enfureciste, pero son dorados ahora.

—Ellos hacen eso cuando estoy ligeramente molesto—. Su mirada se


intensificó, de alguna manera haciéndose más oscuros y más dorados, y
su terroso olor masculino llenó sus fosas nasales. —O excitado.

—¿Cómo estás ahora?— graznó ella. Tan pronto como la pregunta


salió de sus labios su cuerpo respondió con un torrente cálido y húmedo
entre sus piernas.

—Adivina—. Su voz era profunda y ronca, y él se dio la vuelta y se


dirigió hacia el dormitorio.

—¿A dónde vas?

—Estoy a punto de ser torturado—, dijo, sin mirar atrás, —lo que
probablemente me va a hacer montar en cólera. Si no dejo un poco de
vapor antes de irme… podría ser malo.

—Puedo ayudar—, espetó ella. Una parte de ella ansiaba


experimentar la intimidad de nuevo, y parte de ella sólo quería hacer algo
por él. Ser útil. Para compensar por encadenarlo y casi conseguir que lo
maten.

Él llegó a un punto muerto en la puerta. —No creo que eso sea una
buena idea. De hecho, es una idea terrible.

—Pero lo quieres, ¿no? Quieres que yo sea la que te alivie.


Su gran cuerpo se estremeció. —Dios, sí—. Y allí estaba ese
penetrante estruendo que hacía temblar su corazón en el pecho. —Es
mejor contigo.

—¿Mejor, cómo?— Era estúpido seguir presionando, porque cuanto


más sabía, más cerca estaba de él. Sin embargo, un lado oscuro y salvaje
de ella quería eso. Quería caminar por la línea entre el amor y el odio y
ver de qué lado se inclinaba.

—¿Estás preguntando para alimentar tu ego, o sientes realmente


curiosidad por saber cómo me afectas?

—Ambos, creo—, dijo con sinceridad.

La respiración larga y profunda que él tomó le dijo que ella le había


dado la respuesta correcta. —Mi liberación es más poderosa. No es que
se siente mejor… quiero decir, sí… pero consigo más alivio, por más
tiempo antes de que lo necesite de nuevo. Joder, Idess… no puedo.

—No tuviste ningún problema en dejar que te ayude antes—, señaló


ella, aunque lo hizo sin aliento.

—Estaba encadenado con las esposas Bracken la primera vez. No


tenía necesidad de preocuparme por tocarte. La segunda vez, tú estabas
restringida, por lo que yo estaba en control—. Él rodó sus hombros
anchos, y el cuero de su chaqueta se tensó en las costuras. —No puedo
correr el riesgo.

—No mucho puede matarme—. Caminó a su alrededor para poder


mirarlo a los ojos. —No estoy preocupada.

—Entonces eres una tonta.

Manteniendo contacto con los ojos, ella deslizó su palma hacia abajo
por el brazo hacia su mano enguantada. Sus dedos se cerraron alrededor
de los de ella.

—Idess, esto es estúpido—. Pero él dio un paso hacia ella, tan cerca
que podía sentir el calor saliendo de él.

Vacilante, ella puso su otra mano en su cintura, sintió la tensión muy


leve en su cuerpo. —Ya lo sé.
Capítulo Diecisiete
Traducido por Marie-Eline y Estivali10
Corregido por Kitty y Mir

Las palabras de Idess rebotaban a través de Lore, golpeándolo justo


en el alma, imbécil.

No eres egoísta. Has tenido deslices. Deslices. Un desliz podría costarle


a Idess su vida.

El pánico se convirtió en una presión en torno a su pecho, y él la


soltó. —No—, dijo con voz ronca. —No, no puedo hacer esto. Los
accidentes ocurren.

Y no había forma de que Idess vaya a ser un accidente. Sólo hace


unos días, quizás no le habría importado. Pero ahora le importaba
demasiado.

—Lore…

—¡No!— Antes de que ella pudiera discutir, se encerró en su


habitación. Para su sorpresa, ella no irrumpió o incluso no golpeó. Ella
respetó su privacidad, y por alguna razón, su consideración lo perforó de
nuevo.

El pecho gritaba con dolor por el vínculo y la ingle se apretaba por la


necesidad que ella había revuelto, caminaba de un lado a otro,
prácticamente dando vueltas alrededor de su dormitorio tratando de
controlarse. Estaba duro y adolorido, pero cuando se palmeó la polla, Dios
le ayudara se sentía entumecido. Su último par de sesiones en la ducha
le había llevado un montón de tiempo, ¿pero ahora? No importaba qué
tan rápido o que tan fuerte se acariciara, o lo caliente que fuera la fantasía
sobre Idess, no podía llegar.

Al igual que un Seminus de pura raza. Joder.


No tenía idea de lo que iba a suceder una vez que la tortura
comenzara.

Como si su cuerpo estuviera tratando de prepararlo, un rayo de dolor


le golpeó, extendiéndose desde el vínculo hacia cada extremidad.
Maldiciendo, se dobló de dolor, se deslizó por la ventana y se dirigió al
Harrowgate.

Lore odiaba dejar a Idess, pero tenía un demonio con el cual


enfrentarse. Al menos podía consolarse con el hecho de que Idess no
podía destellarse en Sheoul. De ninguna manera quería que ella se
estropeara con esto.

Al momento que Lore entró en la guarida, su vínculo de dolor


disminuyó. Detharu estaba esperando en su habitación, mirándolo
jodidamente cabreado. El hedor del terror de alguien agriaba el aire, por
lo que Lore podía saborearlo en la parte posterior de la lengua.

—Lore—, gruñó Deth. —Mi paciencia está llegando a su fin.

—Puedo ver que no estás con el mejor de los ánimos—, dijo Lore,
dando marcha atrás. —Voy a volver más tarde.

Las guardias de Deth bloquearon la entrada, y Lore se volvió, con


cuidado instruyendo a su expresión para ocultar el hecho que él estaba
sufriendo un mundo de dolor.

—¿Dónde está la mujer?

—No sé.

—Estás mintiendo.

—Y tú eres feo. ¿Cuál es tu punto?

Deth salió disparado de su asiento. —Vas a traerla a mí.

—¡Vete a la mierda!

—Voy a hacerte sufrir—, gruñó Deth.

—¿No es por eso que estoy aquí?


—Oh, sí—. La anticipación brillaba en los ojos del hombre mientras
Deth arrastraba los pies hacia él. —¿Mataste a tu objetivo?

—Todavía tengo tiempo—. Lore se estudió las uñas. —Voy a lograrlo.

—Lograrlo será difícil, si estás encerrado en mi pozo durante un mes.

—No puedes hacer eso—. Lore cruzó los brazos sobre el pecho, siguió
jugando al indiferente. —Estoy dentro del plazo.

—Entonces debiste pensar en eso antes de dejar ir a la hembra.

Un escalofrío de temor se deslizó por la columna vertebral de Lore.


—Mira—, dijo con calma, aunque por dentro estaba sudando, —te juro
que tan pronto como tenga la cabeza de Kynan, me someteré a tu castigo.
Lo que quieras.

El puño de acero de Deth se clavó en la mandíbula de Lore. El dolor


arañó por encima de su cara, hasta su cráneo, pero él se negó a mostrar
ninguna reacción.

—¡Tú no vas a negociar conmigo! —rugió Deth—. Te voy a castigar


por haber tomado a la mujer. Ahora mismo.

Lore resopló. —Golpeas como gatito. —Fastidiar a Deth no era lo más


inteligente, pero el dolor iba a venir, no importaba lo que dijera, por lo
que Lore también podía conseguir dar algunos de sus golpes.

Esta vez, Deth lo golpeó en el pecho, los picos de los nudillos lo


perforaron, arañando como garras de águila y arrebatándole el aliento de
los pulmones. Se tambaleó hacia atrás, pero esbozó una sonrisa y chilló,
—Amo el juego preliminar.

Deth gruñó, arrojando su aliento fétido hacia Lore. —¿Sin también lo


amar?

El demonio quería ver miedo, pero Lore no le daría esa satisfacción.


—No lo sé. Probablemente.

Deth estaba justo en su cara. Una vez más con el aliento podrido. —
No puedo esperar a que falles la misión. Yo te haré ver como mato a Sin.
Sus gritos serán la música que llene este lugar durante semanas.
La piel de Lore se puso apretada, sus músculos se tensaron, él estaba
a punto de estallar. Un gruñido escapó como si a través de él diera con
una válvula de escape. —Te voy a matar algún día. Te lo juro.

Deth se echó a reír. Parpadeantes llamas del fuego en la chimenea y


las antorchas sobre las paredes jugaban con las sombras sobre su cara,
torciendo su expresión en algo aún más horrible. —¿Cuántas veces he
oído eso?— Metió un puñetazo en la tripa de Lore y lo retorció para que
las púas lo cornearan con saña, rasgando y desgarrando. —Ahora,
¿traerás a la hembra ante mí?

El dolor atravesaba a Lore, no todo físico. Nunca traería a Idess aquí,


y salvaría a Sin. De alguna manera, él las iba proteger a ambas.

—Vete a la mierda—, gritó, mientras luchaba para mantenerse en


pie.

Deth silbó, y la trampilla bajo Lore cedió. Después de una caída de


seis metros, aterrizó rompiéndose los huesos en el piso húmedo y frío del
calabozo. Una mujer Nightlash estaba de pie junto a una pared de
instrumentos de tortura, sonriendo a Lore como si fuera un regalo.

Los juegos previos habían terminado. Ya era hora del evento


principal.

***

El sonido de la tortura era como el sonido de alguien tosiendo durante


una película. Rariel encontraba que ambos eran sumamente irritantes.

—Añade un latigazo extra por mí—, dijo a Deth. Lore había jodido en
serio algo que Rariel habría pagado por ver; Idess como esclava asesina.
—Y asegúrate que su vida no sea puesta en peligro por esto.

Que Idess hubiera aparecido para proteger a Lore, ahora que era su
Primori —lo que era una sorpresa desagradable— sin duda sería una cosa
mala. Ella no podría destellarse aquí bajo circunstancias normales, pero
Rariel no quería poner a prueba su capacidad de hacerlo si su Primori se
estuviera enfrentando a la muerte. A pesar de que podría valer la pena
para verla forzada a la esclavitud como asesina…

Deth dio un resoplido indignado. —Mi torturador es un maestro,


entrenado en todas las artes y las debilidades de todas las especies. Ella
nunca mataría accidentalmente a una de sus víctimas.

Seguro, Rariel había oído eso antes. —Ten cuidado. Y quiero su daga.
Tengo un uso especial para ella.

Deth marcó a un centinela, que desapareció.

—¿Lo curarás después de que esto termine?

—No me gusta—, gruñó Deth, —pero está en el plazo de tu contrato,


voy a usar mi recién adquirida Sem asesina para que lo cure.

—Bien. —Rariel sonrió mientras el guardia regresó con la daga de


hueso de Gargantúa de Lore.

Ahora, llegó el momento de cumplir con la obligación de Roag y


arruinar —y terminar— algunas vidas inocentes.

***

Para el momento que Idess se destelló en el estacionamiento del UG,


se encontraba en un pánico total. Lore se había escapado de ella, y tocar
su Heraldi no la dirigía a él. Lo que significaba que estaba en Sheoul.
Probablemente siendo torturado. O tal vez ocultándose de ella allí abajo.

En la parte trasera de una ambulancia, Eidolon estaba cargando una


camilla. Cuando él la vio, cerró las puertas con tanta fuerza que volvieron
a abrirse. —¿Dónde está él?

—Estoy bastante segura de que está en la guarida del asesino.

—¿Bastante segura? ¿Estás bromeando? ¿Le ayudaste a escapar, y


ahora lo has perdido?
—Sólo necesito ayuda para encontrar la guarida. ¿Está Sin aquí?

—¿Me veo como su guardián? —Eidolon buscó su móvil del bolsillo y


marcó. —¿Ky? ¿Dónde estás? Sí, está bien. Pero debes saber que Lore
está en paradero desconocido…

—No está en paradero desconocido—, interrumpió Idess. —Está en


la guarida—. Siendo torturado.

Eidolon le dijo a Kynan que se mantuviera a salvo y cerró su teléfono.


—¿Por qué no puedes encontrarlo? Es tu Primori, ¿verdad? ¿No tienes
algún tipo de línea con él?

—Sí, pero si está en Sheoul, es invisible para mí.

—¿Hay alguna otra manera en que el sería invisible? —Cuando ella


no respondió, su tono se desplomó directamente a Sheoul con Lore. —
¿Idess?

Ella resopló. —Es posible que el pudiera encontrar a alguien para


lanzar un hechizo de escudo en él. Es por eso que no le decimos a un
Primori lo que son—. Sólo había roto un millón de reglas hasta ahora,
pero a veces había que hacer trampa para ganar.

Rami le daría una bofetada, si se enterara de ese pensamiento en


particular. Él siempre había jugado según las reglas. Ella siempre había
estado más preocupada por ganar, y cuando todo se reducía a una batalla
entre el bien y el mal, las reglas se iban por la ventana.

Las maldiciones de Eidolon hacían ampollas en sus oídos.

—Sabes—, le espetó ella—, no te forzaría a escuchar una lectura de


la Biblia, así que te agradecería que mostraras la misma cortesía y no me
maldijeras a mí y a mi clase al infierno.

Eidolon la fulminó con la mirada, pero al menos ya no la estaba


maldiciendo. —Idess—, dijo con una calma muy forzada—, he tenido un
día realmente malo, y acabo de ver un niño huargo morir de una
enfermedad que no puedo curar. Así que discúlpame si estoy un poco en
el borde, porque tú has perdido al hermano que yo juré que impediría que
matara a uno de mis mejores amigos.
—Lo entiendo—, dijo ella en voz baja. —Y lo siento. Necesitaba a Lore
para que me ayudara a entrar en el Gremio de Asesinos. Si pudiera a
averiguar quién lo contrató…

—¿Lo averiguaste?

—Por desgracia, no. Pero tengo una idea. ¿Es posible que todo esto
sea sobre ti en vez de mí o Kynan?

—¿Qué, crees que Lore fue contratado para matar a Kynan sólo para
que mi familia fuera separada?

—Suena un poco flojo, me doy cuenta. Pero diablos, es mucha


coincidencia. ¿Tienes enemigos que quieran que esto suceda?

—Somos demonios del sexo—, dijo él con ironía. —Molestamos a un


montón de hombres antes de que tomáramos a nuestras compañeras. Y
Wraith ha hecho una carrera para hacer enemigos.

Eso no era muy provechoso. —Lore mencionó a otro hermano. Aquel


que lo contrató para matarlos.

—Roag. Él se ha ido.

—¿Ido? ¿Cómo?

Eidolon se encogió de hombros. —La maldición Maluncoeur. Él está


condenado a una existencia invisible, hambre, sed, dolor… nada que no
se merezca.

Idess se estremeció. Hablando sobre el tormento eterno. Espera… —


¿Él es invisible? ¿Pero está todavía alrededor?

—Supongo. Pero no puede lastimar a nadie.

Pero todavía podría esconderse. Ver todo a su alrededor. Oh… oh,


no. —¿Es posible que esté aquí?
Los hombros de Eidolon se agruparon con tensión. —Lo dejamos en
Escocia, pero podría haber enganchado el Harrowgate con otros
demonios.
—Creo que… —Ella inhaló una respiración entrecortada. —Creo que
él hizo exactamente eso. ¿Sabes que puedo ver espíritus? He visto una
figura que parece transparente para mí. Él está como…

—¿Quemado?

—Sí.

—Roag. —Los ojos de Eidolon se volvieron carmesí, y enterró su puño


en el lado de la ambulancia, dejando un hueco del tamaño de un pomelo.
—¡Hijo de puta!

—¡Eidolon! —Ella lo agarró del brazo, y cuando él lo arrebató del de


ella, ella le dio un tirón. —Llevé a la criatura fuera del hospital. Él no está
aquí ahora mismo, a menos que encontrara una manera de volver.

Él se quedó tan quieto como un poste de luz. —¿Dónde lo llevaste?

—Phillips Court… una especie de complejo de apartamentos y


viviendas.

—La antigua casa de Shade. Pero ¿por qué iría él allí? —Eidolon
hablaba para sí mismo, lo cual era bueno, porque ella no sabía la
respuesta. Ella se sentía realmente culpable, pese a todo.

Finalmente, él negó con la cabeza. —Voy a averiguarlo. Tú necesitas


encontrar a Lore. Yo buscaré a Shade.

***

Sin no quería volver al hospital. Sus hermanos eran unos imbéciles,


y todo el lugar le ponía los pelos de punta.

La única cosa positiva que había sucedido últimamente era el sexo


con Conall y resultó ser una apuesta. Los 260 que había obtenido de eso
le comprarían un nuevo par de dardos Fae paralizantes hechos a mano.

Excepto… que ella no los necesitaría, ¿verdad? Ella se libraría de


Deth, y entonces podría… ¿qué?
Algo se apretó dolorosamente en su estómago, como si una piedra
hubiese saltado a través de un lago de ácido. Ella no había pensado en
eso antes. Desde la edad de veinte años, ella nunca había sido libre, sin
dueño, y no tenía idea de que se suponía que haría si de repente no tenía
a nadie que le diera órdenes.

Salió del Harrowgate y al servicio de urgencias… y directamente al


caos. Shade y Eidolon rodaban por el suelo, lanzando golpes y, por lo que
ella podía ver, sin contenerse.

Conall y Luc estaban viendo, cada uno con un puñado de billetes.


Otra apuesta. Me pregunto cómo podría entrar en esa. La mirada de plata
fundida de Conall se cerró con la suya, y ella tomó una respiración
repentina, caliente. Él era la fantasía de cada mujer, desde su cuerpo
perfecto a sus extraordinarios ojos, a su peligrosa masculinidad. Las
chicas buenas se temblarían ante él, incluso cuando se entretuvieran con
fantasías malvadas, privadas. Las chicas malas harían realidad esas
fantasías en cualquier momento y en cualquier lugar.

Sin era una chica mala.

Y su niña mala interior —bueno, su demonio interior— moría de


ganas de hacer algo que pudiera molestar a sus hermanos.

Follar con uno de sus paramédicos podría ser el billete. Además,


como ya había aprendido, el sexo con Conall no era exactamente una
dificultad.

La batalla duró mientras crujían todas las deliciosas posibilidades en


su mente, hasta que de pronto, Shade se apartó de Eidolon, agarrándose
el estómago, su boca abierta en un jadeo silencioso. Sin instintivamente
dio un paso adelante para ayudar, y se sorprendió cuando Eidolon hizo lo
mismo. Habían estado luchando como si se odiaran el uno al otro, estaban
ensangrentados y con moretones, pero el miedo en la expresión de
Eidolon no dejó ninguna duda de que no eran enemigos.

—¿Shade? —Eidolon estaba de rodillas junto a su hermano, su


dermoire brillaba. —¿Qué pasa? ¡Maldita sea, Shade, habla conmigo!
Shade se puso de rodillas. —Joder—, suspiró. —Runa. Ella está…
está… en problemas—. Él se puso en pie y se tambaleó hacia el
Harrowgate. —E. Envía a Tay a mi casa. La casa. ¡Joder, de prisa!

Eidolon no perdió tiempo buscó su teléfono celular de su bolsillo


mientras Shade desaparecía por la puerta.

Sin no tenía idea de lo que había sucedido, pero una sensación de


hundimiento le decía que esto era sólo el comienzo de algo horrible.
Capítulo Dieciocho
Traducido por Vapino
Corregido por Kitty y Mir

La hembra llamada Runa se revolcaba en un charco de sangre, el


cuchillo de Lore empalado en sus intestinos. Ella había intentado cambiar
a su forma Huargo, pero Rariel había estado preparado, y la había
golpeado en el cuello con un alfiler de plata.

No la mates, dijo Roag. Quiero que viva. Que sufra por el resto de su vida,
que escuche para siempre los gritos de sus hijos y sabiendo que murieron
padeciendo un dolor insoportable.

Rariel tenía que entregársela al demonio, fue tan astuto como la


mierda, al engañar a Idess a dirigirlo al viejo apartamento de Shade. A
partir de ahí, había ido a pie allí y se había deslizado en el interior cuando
Runa abrió la puerta.

Rariel se arrodilló a su lado y se ajustó el pasamontañas que usó para


ocultar su identidad. La perra se lo había arrancado torciéndolo en su
lucha. —Voy a matar a tus cachorros ahora.

Con cuidado pasó sus nudillos sobre su rostro en una necesidad


extraña, impulsiva de consolarla a pesar de lo que estaba diciendo.
Despreciaba eso sobre sí mismo, los pequeños destellos de bondad que
aún no habían sido corrompidos por la maldad que lo rodeaba. Por suerte,
no duraban mucho, ni sucedían a menudo.

—Vas a escuchar sus llantos—, continuó, —pero no puedes hacer


nada al respecto. Voy a tomar a uno de ellos, y tú le dirás a Shade que lo
cambiaré por Kynan. Si no entregan al humano dentro de las próximas
veinticuatro horas… usa tu imaginación.
Ella dejó escapar un grito agónico y trató de arrastrarse hacia las
escaleras. Él admiraba su valentía, por todo lo bueno que le haría.

Dejándola sangrando, Rariel siguió el sonido de los llantos de bebés.


Estaban en la parte superior de las escaleras, tres de ellos, en una
guardería decorada en tonos azules y verdes profundos. Aunque los
juguetes esparcidos por el suelo y los murales de animales cubrían las
paredes, la sala no estaba en absoluto dispuesta como una guardería
adornada para humanos. Sin embargo, desde las dos mecedoras hasta el
sofá cama donde era obvio que uno o ambos padres se habían acostado
con los niños, la habitación era un testimonio del amor que Shade y Runa
compartían con sus hijos.

El pesar revolvió el estómago de Rariel de adentro hacia fuera, pero


después de un solo aliento, tembloroso, se repuso y levantó al niño más
ruidoso de su cuna.

La cosa lo mordió. Tal vez retorcerle su pequeño cuello no sería tan


difícil después de todo.

—¡Runa!— El grito de Shade llegó por las escaleras, al igual que los
golpes de pies. Mierda.

Vete, dijo Roag. Voy a deslizarme en el Harrowgate con ellos. Quiero ver
la miseria de Shade.
—Que te diviertas—. Rariel echó una última mirada a los dos recién
nacidos en las cunas, y se destelló con el tercero.

Él no había matado a los bebés, pero todavía podía conseguir lo que


quería: Kynan. Muerto. Amuleto. En la mano.

Idess. Deshonrada.

La victoria estaba tan cerca que podía saborearla. A medida que se


materializó en su escondite central en Sheoul, sonrió al bebé chillón, y
pensó que tal vez le permitiría a Deth una probada, también.

Del niño.
***

Necesitando estirar las piernas y sintiendo la picazón de impotencia,


Sin fue a agarrar un poco de café. No es que ella supiera dónde estaba la
cafetería. Era curioso cómo encontró el mismísimo armario donde había
tenido sexo con Conall.

El calor inundó su cuerpo con el recuerdo, y ella había arrastrado sus


dedos en la puerta a su paso.

Idiota.

¿Y dónde diablos estaba la cafetería? Se había perdido en el laberinto


de pasillos del hospital, siguió las señales de nuevo a la sala de
emergencias, donde el personal se concentraba alrededor de un cubículo
con cortinas.

Estirando el cuello, Sin podía ver la parte superior de la cabeza de


Eidolon. Ágilmente, ella se subió a una de las sillas de la sala de espera
para poder tener una mejor vista. Y entonces deseó no haber visto la
maldita cosa.

Shade y Eidolon se encontraban en la sala pequeña, donde una mujer


ensangrentada yacía inmóvil en la cama. Shade parecía que iba a colapsar
en cualquier momento. La hembra debía ser Runa, su compañera.

Eidolon y Shade ambos canalizaban poder en ella, Eidolon


maldiciendo y Shade suplicando. Dos veces el dermoire de Shade estalló
tan brillante que Sin tuvo que entrecerrar los ojos. En ambas ocasiones,
Eidolon cruzó a través de Runa para ponerle la mano encima a su
hermano.

—Tranquilo, hermano—, murmuró Eidolon la segunda vez. —


Disminuye la velocidad. Vas a fundirte.

Shade tembló mientras sus marcas se atenuaban, aunque todavía su


brillo era mayor que el de las marcas de Eidolon.

—Por favor, Runa—. La voz de Shade se quebró. —Vuelve a mí, bebé.


Sin quedó paralizada, sin poder apartar la vista de la mujer luchando
por su vida y los dos varones que estaban tan ferozmente tratando de
hacer que sucediera.

—Yo, Sin.

Se dio la vuelta hacia el dueño de la voz, casi cayendo de la silla. Una


mujer de pelo rojo que llevaba las marcas de su compañero Seminus en
su mano izquierda estaba a su lado, pero Sin no podía decir a cuál de los
otros hermanos ella pertenecía, ya que su chaqueta de cuero y cuello alto
cubría el resto de la dermoire. Pero ella sostenía un niño que se retorcía
en cada brazo, y cuando Sin se bajó de la silla, la otra mujer empujó a un
bebé contra ella.

—Aquí. Sostén a tu sobrino.

Demasiado asustada para negarse, Sin tendió las manos, y lo


siguiente que supo, era que sus manos estaban llenas de niño32. Ella lo
olió. No olía a talco de bebé o a mierda. Bonus.

—¿Eres Tayla?— Sin recordaba vagamente a Lore mencionar que la


compañera de Eidolon era Guardián, y esta mujer llevaba un arnés de
armas debajo de su chaqueta y un sable en la cadera. Sin respetaba eso.

—Sí—. Tayla ausente sacudió al bebé en sus brazos mientras


observaba el trabajo de Shade y Eidolon en Runa. Algo del personal se
habían dispersado para manejar un trauma de entrada, dejando el
escenario abierto para que Sin y Tayla pudieran ver todo lo que sucedía.

Sin imitó el movimiento de balanceo del Guardián. Intentó, de todos


modos. Por alguna razón su bebé se sacudía mucho más de lo que lo hacía
el de Tayla. —¿Qué pasó con Runa?

—No sé—, dijo Tayla. —Llegué a la casa de Shade después de que él


lo hizo. Runa estaba inconsciente y Rade no estaba.

—¿Rade?

32
Rugrat: Chavito, chaval, chavillo, güerco, güerquillo, pulga, chiquitín, crío, chaparro, chilpayate,
chamaco, mocoso, etc.
Furia envolvió los ojos verdes de Tayla como un bosque en llamas.
—Uno de los trillizos.

Sin miró hacia abajo al bebé retorciéndose, incapaz de imaginar que


alguien robara algo tan pequeño e inocente. —¿Sabes quién lo hizo? ¿O
por qué?

—No, pero si le ocurre algo… —Ella se calmó, y Sin llenó los espacios
en blanco. El secuestrador puede darse por muerto. Probablemente lo
estaba si importar si el niño estuviera herido o no.

—¿Shh… Shade? —La voz de Runa era aflautada y débil, pero ambos,
Eidolon y Shade parecían aliviados de haberla oído.

—Gracias a los dioses—, susurró Shade. —¿Qué pasa, lirsha?— Le


acarició suavemente la mejilla con la yema de sus dedos. Su garganta
trabajaba en varias ocasiones en tragar saliva, y Sin tenía la impresión
de que estaba tratando de contener las lágrimas.

Runa parpadeó, con la mirada desenfocada, pero Sin vio el momento


en que todo volvió a ella con una claridad terrible. La compañera de Shade
gritó y levantándose tan rápido que nadie tuvo la oportunidad de empujar
su espalda hacia abajo.

—¡Rade! ¿Dónde está?

—Runa, cálmate…

—¿Dónde?— Ella tomó en los puños la camisa de Shade y lo arrastró


hacia ella. —Él lo tiene. ¡Oh, Dios mío, él lo tiene! Tengo que
encontrarlo…— Sollozando, Runa luchó por salir de la cama, pero Eidolon
inyectó algo en la línea IV. Casi al instante, ella se quedó aturdida, con
los ojos fuera de foco, y Shade fue capaz de depositar su espalda sobre
la cama.

—¿Runa? ¿Qué pasó? ¿Quién tiene a nuestro hijo?

—Puedo sentirlo… pero está tan lejos…

—Él está vivo entonces. Gracias dioses—. Shade le apretó


suavemente el hombro. —Runa, dime lo que pasó.
—Traté de luchar… tan fuerte… —Las lágrimas corrían por su rostro
mientras yacía allí, mirando fijamente al techo. —Él dijo… dijo que
tenemos que entregar a Kynan dentro de veinticuatro horas. O… o…

Shade la apretó contra él y utilizó su gran cuerpo para amortiguar


sus sollozos de gran alcance. En los brazos de Sin, el bebé lloraba.

***

Miseria como Shade nunca había conocido se rompió a través de él,


su propio dolor considerablemente masificado por Runa. Ella era fuerte, y
su dolor físico era soportable, pero su agonía emocional era una cuchilla
caliente a través del alma.

Tenemos que entregar a Kynan dentro de las veinticuatro horas. O...


Sólo una persona quería a Kynan así. El extraño sentido de maldad
que había tomado al hospital últimamente parecía filtrarse dentro de
Shade a través de la laceración de su alma, echando leña a la rabia y el
odio que burbujeaba como metal fundido en su corazón. Con cuidado,
bajó a Runa, ya noqueada por lo que sea que E le había dado. Apenas se
mantenía unido cuando cogió el puñal que había sido empalado en el
cuerpo de su compañera y se dirigió hacia Sin.

Ella se mantuvo firme mientras él se acercaba, a pesar de que sabía


que sus ojos se habían enrojecido y que probablemente podía sentir la ira
irradiar fuera de él.

—Shade… —E le palmeó el hombro, pero Shade le restó importancia


y se plantó delante de Sin. Wraith salió de la Harrowgate.

Con la empuñadura por delante, Shade le empujó la daga a su


hermana. —¿A quién le pertenece esto?

Sin respiró sobresaltada. —¿Dónde lo conseguiste?

—Contesta la pregunta.
Sus ojos brillaron con fastidio, pero olía a ansiedad.

—¡Sin!— Su ladrido la hizo saltar e hizo que el pequeño Stryke dejara


de llorar.

—Es de Lore—. De algún modo, ella hizo su respuesta sonar como


un desafío.

Él podría haber respetado esto, si esta hubiera sido cualquier otra


situación. Como era, un oscuro y helado vacío se formó en su pecho. A
pesar de todo lo que había sucedido, la mayoría de las veces él no
esperaba realmente la muerte de Lore. Por alguna razón, cuando él estaba
fuera del hospital y lejos de Eidolon, era cuando en realidad podría
establecerse y pensar racionalmente. E irónicamente, Runa había
defendido a Lore. No era que ella quería que Kynan muriera, ella sólo no
quería que Shade renunciara a ninguno de sus hermanos.

Era demasiado tarde para eso.

—¿Dónde está?

Dando un paso atrás, Sin realmente escondió a Stryke más cerca de


su pecho, como si Shade pudiera ser un peligro para su propio hijo. —No
puedes pensar que él tenga algo que ver con las lesiones de tu compañera
o la desaparición de tu hijo.

—¿Dónde-está-él?

—Escúchame…

—¿Dónde?

—Él está siendo torturado ahora mismo, ¿de acuerdo?— Ella niveló
su mirada con desafío. —No podría haberlo hecho debido a que está
siendo torturado.

—¿Tú fuiste testigo?

—No, pero, él no habría hecho esto—, le espetó ella. —Y no hay


manera en el infierno que haya dejado la daga olvidada.

—¿Y por qué es eso?


—Porque yo se la di. Nunca habría renunciado a ella voluntariamente.
Nunca.

A Shade no le importaba una mierda el valor sentimental, y en este


momento, no le importaba una mierda lo que Sin pensaba que sabía
acerca de su hermano, tampoco. —Ve con él—, gruñó Shade —Ve con él
y dile que quiero verlo. Ahora.

Sin entregó a Stryke. —Lo haré. Y voy a esperar a que te arrastres


en tus pies y pidas perdón cuando te demuestre que estás equivocado—.
Echó un vistazo a Wraith, como si tuviera algo que decirle, pero después
de un breve movimiento de la cabeza, se fue, desapareciendo en la
Harrowgate.

En el momento en que ella se había ido, Shade estrechó a Stryke y


se giró hacia E, cuyo rostro estaba pálido, su mirada fija atormentada.

—Esto es tu culpa—, gruñó. —Hijo de puta, ese bastardo casi mató


a Runa, y él tiene a mi hijo porque te negaste a hacer lo que era necesario.
—Las manos de Shade se estremecieron con la necesidad de golpear a E,
pero en su lugar apretó a su hijo. —Si no necesitara cuidar de Runa, te
desgarraría ahora mismo.

—Necesitas alejarte, Shade—, dijo Tayla, en voz baja y tranquila,


para no asustar a los bebés, pero la advertencia subyacente era clara. —
Antes de que digas algo de lo que te vas arrepentir.

—Hay un montón de cosas que lamento—, dijo, sin apartar los ojos
de Eidolon —pero confía en mí, nada de lo que diga aquí, será una de
ellas—. Se volvió a Wraith, que parecía tan molesto como si su propio hijo
hubiera sido tomado. —No puedo dejar a Runa o a los bebés, y no me fío
de que Sin hiciera nada más que decirle a Lore que corra. Encuéntralo,
Wraith. Encuéntralo, mátalo, y trae de vuelta a mi hijo.
Capítulo Diecinueve
Traducido por Estivali10
Corregido por Kitty y Mir

Sin corrió por los estrechos pasillos de la guarida del asesino,


haciendo sonar sus armas en contra de su cadera, sus pechos, la parte
baja de la espalda. Tenía que encontrar a Lore. Tenía que ver por sí misma
que él no era responsable de lo que había sucedido a Runa y el bebé.

No es que ella tuviera alguna duda. Lore nunca le haría daño a un


niño. Había sido contratado y le habían ordenado matarlos antes, y él se
había negado… esto había dado lugar a que sangrara durante días a
manos de los torturadores especiales de Deth. Los llamados Peladores.

Sin se estremeció y maldijo en silencio a Deth y a sus secuaces


demonios.

Pero ¿Y si Lore se había llevado al niño como garantía, sin intenciones


de lastimarlo, sólo para asustar a Shade para que renunciara a Kynan?
No podía imaginar que fuera tan despiadado como para herir a Runa así,
y él seguramente no sería lo bastante descuidado como para olvidar su
daga, pero…

¡Oh, Dios!
Comenzó a correr descontroladamente, violentamente a través de la
sala, rebotando en las paredes y derribando a un Sunil, un cambiador de
formas tigre con carácter inusualmente dócil. Él ni siquiera le maldijo
cuando ella tumbó de un golpe. El lyco, sin embargo, lo hizo. El macho
huargo siempre la había despreciado, y su desagradable promesa de
venganza quedo suspendida en el aire helado mientras corría.

Delante, la puerta de la cámara de Deth se abrió, y la luz de color


naranja pálido corría a través de la apertura, una figura oscura arrojaba
una sombra de gran tamaño. Envuelto en traje negro, él se deslizaba por
el pasillo, lejos de Sin, pero no antes de que ella alcanzara a ver algo que
se retorcía en sus manos.

Un pie diminuto y pálido cubierto por el hueco de su brazo. —Rade—


, susurró ella.

Con su corazón palpitando, ella corrió hacia el demonio. —¡Hey!


¡Alto! —El hombre emitió una mirada de odio por encima del hombro,
redobló el paso, dobló en una esquina… y desapareció.

¡Mierda! Furiosa, y al borde de la locura, arrastró su culo a la cámara


de Detharu, donde su amo estaba cerca de la chimenea, desnudo y
observando como una nueva asesina hembra Drekevac estaba siendo
dominada por dos guardias y forzada a hacerse una perforación en la
lengua. Los ojos de Deth brillaban, su polla estaba hinchada, y Sin sabía
que la mujer de rodillas iba a tener una introducción grosera al mundo de
la hermandad de Detharu.

—Deth. ¿Dónde está Lore?

—Abajo. Es libre de irse.

Ella parpadeó. —¿Puede moverse?

—Él será sanado.

Gracias a Dios. Se aclaró la garganta. —El hombre que acaba de salir.


¿Quién es?

—¿Rariel? —Deth s estiró para acariciar la cabeza espinosa a de la


hembra abriéndole a la fuerza la mandíbula. —¿Por qué?

—Sólo por curiosidad.

—Eres un dolor en el culo. —Él hizo una onda con su mano. —Vete.

Su tono no dejaba lugar para la discusión. Él ya había sido mucho


más útil de lo que había esperado, probablemente porque estaba distraído
con su nueva adquisición. Eso, y porque toda su sangre se había dirigido
hacia el sur dejándolo estúpido.
—Sólo una cosa más… el niño. ¿Es suyo?

Deth giró su cabeza como si fuera un cojinete de bolas y ella sabía


que había ido demasiado lejos. —Una palabra más, y te unirás a Ystla de
rodillas.

La hembra gritó cuando el piercing perforó a través de su lengua. Sin


había escapado hace años de ese destino, gracias a una laguna en su
contrato, una laguna que a la que Deth le había encontrado la vuelta
desde entonces. Sin definitivamente, no quería que él encontrará una de
esas turbias maniobras ahora.

—Y recuérdale a tu hermano se le acaba el tiempo para entregar la


cabeza del humano.

Ella asintió con la cabeza apenas lo suficiente para satisfacer su


necesidad de reverencias, y se dirigió hacia la escalera que la llevarían
hacia las mazmorras.

***

—¿Lore?

Lore gimió ante el sonido de la voz de Sin, y gimió más cuando ella
cortó el cable de la viga de la que había estado colgando. —¿Dónde está
Idess? —graznó él. Tenía la garganta en carne viva como si hubiera
estado gritando durante días, y le dolían las mandíbulas por evitar hacer
precisamente eso. —¿Dónde?

—Donde tú la dejaste, asumo. —Sin lo bajó a sus rodillas en el charco


de su propia sangre y sostuvo un vaso de agua en sus labios resecos.

Sí… eso era correcto. Él la había dejado en su casa. Ella quería estar
con él, y él la había rechazado. Había arriesgado la rabia en lugar de
despojarla de sus ropas, desnudarla y tomarla como debería.

No puedes tomarla. Ella morirá.


Pero él la necesitaba. La rabia corría por su sangre, como el aceite
de un motor, espesándose y haciéndose cada vez más contaminado a
medida que circulaba.

—Ella estará enojada conmigo—. Él cayó de bruces a sus manos y


rodillas mientras la habitación giraba. Sus pensamientos giraban también,
todos corriendo juntos hasta que él no estaba seguro de cuáles eran
recuerdos y cuáles eran fantasías. —Por ella es como conseguí aguantar
esto, Sin. Sólo pensé en ella. No puedo tenerla, pero seguí pensando en
ella y sé que ella está enojada y joder estoy balbuceando.

—Un poquito. —Ella golpeó sus labios con la taza. —No te preocupes
por eso ahora. Nos vamos.

—Deth no ha terminado conmigo. —El torturador todavía no había


trabajado la parte delantera de Lore, y aún había una parrilla completa
de herramientas que no había utilizado. No, Lore tenía varias horas de
tenazas en los lugares más divertidos por venir.

—Deth dijo que puedes irte.

—¿Por qué? —Él bebió el agua fresca con gratitud, pero escupió un
sorbo cuando un horrible pensamiento vino a él. —¿Qué tipo de acuerdo
hiciste con él?

—Ninguno.

El dolor lo puso de mal humor, y golpeó con fuerza el vaso para


llamar su atención. —¿Que es lo no me estás diciendo?

El hecho de que Sin no le regañara por su característica demostración


de temperamento le decía que esto iba a ser malo. De repente, cada una
de las laceraciones en su espalda se sentía como si tuviera su propio latido
de corazón.

—Estuvieron a punto de matar a la compañera de Shade, y se han


llevado a su hijo. —La voz de Sin era grave. —Has sido culpado por ello.

—Maldita sea—. La rabia en su sangre se convirtió en lodo, y sus


músculos comenzaron a temblar como si quisieran atravesar su piel. —
¡Maldita sea! —Cerrando los ojos, respiró profundamente y se preguntó
cómo iba a salir de este lío. —¿Le dijiste a Wraith que tengo que hablar
con él para ver si puede conseguir meterse en la cabeza de Deth…?

—Uh… ¿Te has perdido cuando dije que has sido culpado? Pienso que
deberías evitar a tus hermanos en este momento. Por lo menos hasta que
tengamos pruebas de que no eres responsable.

—Te Necesito que más que nunca, Sin. —Y vaya, nunca pensó que
diría eso.

—No, no. Creo que sé quién lo hizo.

Lore giró su cabeza para mirar a su hermana. —¿Quién?

—Ese tío llamado Rariel. Lo vi salir de la cámara de Deth con Rade.

—¿El de cabello largo negro? ¿Con una toga?

—Sí.

Hijo de puta. Sabía que ese imbécil tramaba algo. —Hay que decirles
a nuestros hermanos.

—No me van a creer. Pensarán que estoy mintiendo para salvarte.

Ella probablemente tenía razón. —¿Crees que lo puedes encontrar?


—Su hermana era uno de los mejores rastreadores en la guarida.

—Ya lo creo. Te veré en tu casa en una hora. Debería tener una pista
para entonces. —Ella sonrió tristemente. —Mientras tanto, afila tus
armas.

Sus músculos se agitaron acaloradamente otra vez, y rechinó los


dientes, respirando a través de ellos, mientras contenía la oscuridad que
quería salir y tragarse a un montón de gente.

La puerta del hoyo se abrió con un crujido, y entró un Seminus rubio


desconocido. —Soy Tavin. Detharu me envió para curarte.

Esta era la primera vez, pero Lore no iba a quejarse. —Simplemente


no toques mi dermoire—, dijo al Sem. Él no sabía si esto mataría o no al
tipo o no, los hermanos de Lore y su hermana eran inmunes, pero no
sabía si era porque eran hermanos o porque eran demonios Seminus, y
él no quería poner a prueba eso en este momento.

—Si me puedes noquear al mismo tiempo que me estás curando,


hazlo, —Lore exhaló. —De lo contrario, tenemos un jodido problema.

—Está cerca, ¿verdad? —Sin preguntó en voz baja, y Lore asintió con
la cabeza.

Tavin arqueó una ceja rubia. —¿De qué está cerca?

—De destriparte con sus dientes. Y eso es sólo el comienzo. —Sin se


puso de pie. —Déjalo inconsciente, o no tendrás oportunidad de desear
haberlo hecho.

***

Lore se despertó, completamente curado y tendido en el suelo fuera


del Harrowgate cerca de su casa. Alguien incluso lo había limpiado y
vestido. Probablemente Sin. Ella lo había cuidado en innumerables
palizas.

La rabia todavía ardía en él, pero lo que Tavin había hecho durante
la curación le había aliviado un poco. El hecho de que él ya no tuviera
dolor ayudaba mucho, también.

Esperaba que pudiera mantener controlado su increíble Hulk hasta


que hablara con Idess para averiguar quién demonios lo había inculpado,
y por qué. Su teoría de que todo esto era sobre él y no sobre ella,
comenzaba a parecer más plausible.

Tenía que encontrar a este tipo Rariel y traer de regreso a Rade. Por
loco que pareciera, no era siquiera porque el niño era su sobrino. Era
solamente lo que había que hacer. Se rió de eso a medida que se acercaba
a su casa. Idess se estaba frotando sobre él, infectándole con sus
vibraciones de ángel de bienhechor o algo así.
Entró en su vivienda por la puerta trasera, y antes de haber dado
cinco pasos, Idess estaba en su cara. —¡Maldito seas! ¡Cómo te atreves a
escabullirse así! Te he estado buscando por todas partes. Y… —Hizo una
pausa en su diatriba para examinarlo. —No has sido torturado. Estás bien.
—Ella voló a sus brazos, haciéndolo tambalearse hacia atrás sorprendido
como el infierno. —Gracias al Señor, que estás bien. La culpa me estaba
matando.

—Sí—, dijo él, esperando que ella no se diera cuenta de que había
tenido que hablar con un nudo en la garganta. O que ahora tenía una
furiosa erección. —Estoy bien.

Ella se retiró. —Entonces, ¿dónde fuiste?

—A la guarida. —Suavemente, la alejó de él y dio unos pasos


alrededor de ella. Él había subestimado groseramente la respuesta de su
cuerpo a ella, e incluso ahora vibraba con la necesidad de tirarla y tomarla
duro y rápido. Era en parte por la rabia, y en parte por el hecho de que
se trataba simplemente de… Idess. Él la quería, y no había forma de
negarlo. La quería tanto que cuando estaba colgado en la cámara de
tortura de Deth, se había entretenido con ideas locas, mientras estaba en
la bruma de dolor.

Quería vincularse con ella para que ella fuera suya para siempre.
Quería correrse dentro de ella una y otra vez, de modo que su semen
actuara como una droga, convirtiéndose en algo que ella anhelara cuando
sus orgasmos se hicieran más fuertes y más duraderos. Pero él no era un
Sem de raza pura, por lo que ¿podría suceder algo de eso?

Incluso si pudiera, ella era un ángel. No podían estar juntos. No de


forma permanente. Sin duda, el tipo grande de arriba no veía con buenos
ojos las relaciones ángel-demonio, e incluso si no, ella Ascendería pronto.
Abandonándolo.

Pero todo eso era un punto discutible de todos modos. Su estúpido


don de la muerte descartaba una relación de cualquier tipo, y como si eso
fuera poco, tenían el enorme problema llamado Kynan en la sala.

Rechinando los molares con frustración, se dirigió derecho a su


bebida y se detuvo en seco en la disposición sobre la mesa. Pasta con
pollo y un envase oliva lleno de salsa roja. Pan tostado con ajo. Coloridos
vegetales al vapor. Su estómago gruñó como un pozo de alquitrán del sur
de Sheoul.

—Pensé que podrías tener hambre cuando regresaras. —Sus manos


bajaron suavemente sobre sus hombros, y el nudo en la garganta se hizo
más grande. —Porque si fuiste torturado…

Su corazón se apretó. Ella había estado preocupada por él, y había


desahogado su energía nerviosa cocinando. Sus dedos comenzaron un
masaje profundo en los hombros mientras el mordía un pedazo de pan y
gemía. Y ella era una cocinera excepcional, también. Él apenas podía
hacer un sándwich.

Ella tenía el material para una compañera, pura y simple. Las


fantasías que lo habían mantenido cuerdo durante la tortura volvieron a
él en crudo detalle y la rabia que había estado construyendo en su interior
fue sustituida por un impulso primario de aparearse. De hacerla suya.

—Un ángel que cocina. —Su voz era áspera por el esfuerzo que hacía
para no saltar sobre ella. —¿Quién diría que había esto en ti?

Ella se apartó para apagar el televisor, el cual estaba a todo volumen


dando las noticias sobre los problemas sin fin en Oriente Medio. —Nunca
he cocinado para nadie más que para mí, pero creo que puedo hacerlo
bien.

Ese fue el eufemismo del siglo, y el pan se convirtió en plomo en sus


entrañas. Ella era tan perfecta, tan decente y tan mala para él, y mientras
era agradable fantasear con tenerla, esas pequeñas rebanadas de una
vida con ella sólo eran un estúpido sueño temporal.

—Hey—, la voz de Idess era un suave mensaje desde la sala de estar.


—¿He dicho algo malo?

—Sí. —Él maldijo. —Quiero decir, no. No has hecho nada malo—. Has
hecho todo bien, Demonios. —Galletita, tenemos un enorme nuevo
problema. —Olvidando la comida, y anulando temporalmente sus
impulsos corporales, se volvió hacia ella. Ella estaba quieta allí, con las
manos cruzadas delante de ella, lo miraba con preocupación. Deseaba
que ella dejara de hacer eso, porque él no lo quería, no lo merecía.

—¿Y ahora qué? —Ella se había cambiado de ropa en algún momento,


mientras que él se había ido, estaba usando un par de pantalones de color
caqui BDU33, botas de combate, y una blusa negra, con botones atado
debajo de sus pechos, revelando su vientre plano que él quería besar cada
vez que lo veía.

Ella lucía dulce y sexy, encendiéndolo como un adolescente que


acababa de recoger su primera revista porno.

De forma casual ajustó su erección y siguió. —La compañera de


Shade ha sido atacada, y uno de sus hijos secuestrados. Rade es retenido
como rescate por Kynan.

Cada gota de color desapareció de su rostro. —¿La compañera de


Shade? ¿Dónde?

—No sé. ¿Por qué?

Ella se enganchó los pulgares en los bolsillos y miró hacia el suelo.


—En primer lugar… ¿sabes quién la atacó y tomó al niño?

—Sin vio a Rade con un demonio llamado Rariel.

Frunciendo el ceño, Idess lo miró de nuevo. —¿Rariel?

La esperanza chispeó. —¿Lo conoces?

—No… pero eso suena como un nombre de ángel. Podría ser caído.

Era el turno de Lore fruncir el ceño. —Si él es un ángel caído, ¿Por


qué no va él mismo detrás de Kynan?

33
BDU: (battle dress uniform): pantalones de camuflaje
—No sé—, dijo Idess, —pero la razón por la que pregunté sobre
Shade es porque puede que yo tenga otra pieza del rompecabezas. Tu
hermano, Roag, acecha el hospital.

Lore se congeló. —¿Cómo lo sabes?

—Lo he visto. Los ángeles son capaces de ver aquellos que existen
en dimensiones que su vista limitada no puede recoger. Le ayude a salir
del hospital, —dijo con voz ronca. —Yo no sabía quién era, y al parecer,
lo llevé al antiguo apartamento de Shade. Lo busqué después de que
Eidolon me dijo, pero… —Ella negó con la cabeza. —¿Y si él tuvo algo que
ver con el ataque?

El impacto hizo que la mente de Lore trabajara perezosamente, ya


que reproducía los últimos días, desde el principio. El tipo Rariel había
estado con Deth… y tenía a Rade, queriendo intercambiarlo por Ky Pero
si él era un ángel caído, ¿por qué le tendería una trampa a Lore para que
tomara toda la culpa? Espera…

—Ángel.

—¿Sí?

—No tú—. Lore sonrió un poco a eso, pero se puso serio rápidamente.
—Ten paciencia conmigo, aquí. Me encontré con Rariel cuando Roag me
contrató. Ellos se conocían entre sí. Si él es un ángel caído…

—Él podía ver a Roag igual que yo—, suspiró ella.

—Exacto. ¿Y si ellos están trabajando juntos para que Roag pueda


conseguir su venganza sobre nuestros hermanos? Rariel podría haberme
contratado para matar a Kynan así como para culparme de secuestrar a
Rade. Roag consigue lo que quiere, y Rariel consigue el collar especial de
Kynan. —Él frunció el ceño. —¿Qué pasa con el collar, de todos modos?

—¿Collar? No lo sé. —Ella estaba mintiendo, y ella cambió de tema


antes de que él pudiera recurrir a ello. —Pero ¿por qué Rariel también
contrataría a Sin para matar a mis otros Primori?

Sí, todavía faltaba una pieza del rompecabezas, pero ahora, su


principal preocupación era recuperar a Rade.
—Sin está tratando de rastrear a Rariel. Estará aquí en una hora.
Pero si le hace daño a ese niño… —Sería culpa de Lore. Idess le apretó la
mano, y el fuego se disparó en su brazo. Él siseó y se alejó tan rápido que
tropezó con la pared. —¡No!

Ella lo siguió, la preocupación puso líneas delicadas en la frente. —


¿Lore? Hey, ¿estás bien?

—No—, gruñó. —No estoy bien.

Algo oscuro y primitivo vibraba a través de Lore, como si toda la


lujuria que había aumentado a lo largo de los dos últimos días estuviera
harta de esperar. Quería salir. Y quería a Idess.

Ella lo alcanzó. —Quiero ayudarte.

Él se movió sin pensarlo, su cuerpo dirigiéndose hacia ella antes de


que su cerebro, incluso reaccionara, y lo siguiente que sabía, era que
estaba sobre ella, presionándola entre su cuerpo y la pared. Él la agarró
por la cadera con su mano desnuda y su cuello con su mano enguantada
inclinándole la cabeza para que sus labios rozaran su oreja.

—¿Ayudarme? ¿Sabes lo que me ayudaría? Desnudarte


completamente para poder zambullirme entre tus piernas y lamerte hasta
que grites.

—Oh, Lore. —Ella puso sus manos en su cintura y le susurró contra


su mejilla, —Yo no lucharía contigo.

Eso era totalmente lo peor que pudo haber dicho. Un gruñido sacudió
en su pecho al mismo tiempo que restregaba su erección contra ella. —
Tienes que luchar contra mí, ángel. Porque no me detendría allí. —Aspiró
profundamente, recogiendo su picante aroma natural que se mezclaba
ahora con un olor aún más sabroso de excitación. —Antes de que puedas
respirar, estaría dentro de ti, te follaría hasta llenarte tanto de mí que me
sentirías durante semanas.

Su gemido de necesidad puso una grieta en su sistema de seguridad.


Algún impulso profundo, elemental vino sobre él, y él hundió sus dientes
en la suave curva entre su hombro y cuello para sostenerla mientras
empujaba contra ella deseando que estuvieran piel contra piel. Idess
gritó, pero ella se arqueó hacia él para encontrar con cada empuje de sus
caderas.

—Lore… —Sus pechos se frotaban contra el pecho de él y sus dedos


picaban en su cintura y él iba a arrancarle la ropa con los dientes.

Loco por la necesidad, arrastró su mano enguantada hasta su caja


torácica. Su calor prácticamente derritió el cuero, y luego el encontró sus
pechos, y… y maldita sea, él no podía hacer esto.

Con un rugido, se apartó de ella. Su polla palpitaba y le dolían las


bolas, y en sus venas fluía lava en lugar de sangre. Ella lo alcanzó, y él la
enfrentó con un gruñido demoníaco. —Tócame, y lo último de mi control
se romperá, Idess. Te tomaré. Y ángel o no, no sobrevivirás.

En el interior, la mitad demonio de él aullaba de dolor y pena. Quería


a Idess como nunca había querido a nadie más. Se la exigía. La mitad
humana le gritaba que se alejara.

La parte de él que era totalmente masculina quería marcarla como


suya y nunca dejarla ir. El pensamiento lo hizo estallar en un sudor
helado, porque si no se alejaba de ella, la única cosa que él marcaría sería
su tumba.
Capítulo Veinte
Traducido por Tsubasa14
Corregido por Kitty, Mir y Mavi

Cada célula en el cuerpo de Idess, estaba encendida. Era como si


estuvieran frotándose juntas, la fricción creaba un calor abrazador, que
casi la tenía destellándose a casa sólo para tomar una ducha fría. Lo que
estaba bastante segura de que era lo que Lore estaba haciendo.

Era eso, o él estaba…

Las imágenes de lo que podía estar haciendo asaltaron su cerebro y


agregaron un infierno a su cuerpo. Lo vio acariciándose cuando había
estado encadenada en la cama, y ella estaba completamente mojada
entre las piernas.

Antes que puedas tomar una respiración, estaré dentro de ti, follándote
hasta que te llene tanto de mí que me sentirías por semanas.
Más imágenes. Más calor. Más excitación líquida.

Ella no podía tener sexo, pero ella podía acompañarlo en la ducha.


Justo ahora. Remplazar sus manos con las suyas. Su mano con su boca.
Y él lo permitiría. Él estaba a punto, pero su miedo de lo que podría pasar
si tocaba su dermoire, lo había hecho retroceder. Pero ella sabía que su
toque no la mataría. Pocos demonios podían. Ángeles caídos, por otro
lado… esa era otra historia.

El ruido de algo golpeando la ventana de la sala, la sacó de sus


pensamientos. Cuando ella revisó fuera, su corazón se aceleró. Una
paloma estaba en el pórtico, aleteando sus pequeñas alas y pateando con
sus patas.

―Oye, pequeña―, murmuró, la tomó gentilmente entre sus manos.


Sangre burbujeaba en una de sus fosas, y su pico se abría y cerraba en
silenciosos gritos. Su aura no era gris aún… ella tenía tiempo.

Cerrando sus ojos, Idess llamó a los poderes de su madre, tocando


muy dentro de ella en el pozo de salud y vida. El poder la llenó, y aunque
no abrió los ojos, supo que su cuerpo estaba brillando con una brillante,
luz blanca. En su mano el ave tembló.

También ella. No tenía manera de saber si había salvado o matado


al pájaro, pero de cualquier manera su dolor había desaparecido.

Abrió los ojos. La sangre se había ido del pico del ave, y ladeaba la
cabeza para mirarla con lo que ella juraría era gratitud. Y luego se fue
volando, desapareciendo en las copas de los árboles.

―Eso fue asombroso―. La voz de Lore era increíblemente profunda,


salvaje y venía detrás de ella.

Sorprendida, Idess giró. Él permanecía en el marco de la puerta, la


toalla que llevaba alrededor de su cadera no hacía nada para ocultar la
enorme erección que llevaba debajo. Su raspado cuerpo de luchador
resplandecía en la luz del sol, y el agua goteaba de su cabeza, por su
plana cara y duros músculos de su pecho, dejando un camino en su
bronceada piel. Ella tenía la extraña urgencia de beber a lengüetazos cada
gota, haciendo el camino desde los dedos de sus pies.

―No fue nada―, dijo ella esperando que él no notara que tan
cansada sonaba.

―No fue nada para el pájaro―. Él cambio su peso, y la toalla se


deslizó una pulgada hacia abajo. Otro centímetro y él muy probablemente
sería arrestado en este estado, por exposición indecente. O exposición
decente. ― ¿Todos los Memitim pueden hacer eso?

Ella puso su mirada sobre él, y casi se mordió la lengua ante la


desesperación que había en sus ojos. Ciertamente él no había hecho lo
que ella se había imaginado que él había hecho en la ducha.― ¿Lore?
¿Estás bien?

― ¡Responde! ―bramó. Sus manos se flexionaban en los costados,


y su dermoire se retorcía furiosamente.
Ella debería estar furiosa por su orden, pero sospechaba que en este
punto, su control sobre su comportamiento era provisorio, en el mejor de
los casos. ―Depende de qué tipo de ángel es nuestra madre. Mi madre
es vivificus, una restauradora de vida.

Él paso una mano temblorosa por sus cabellos, dejando surcos


profundos. ―Quiero saber más, pero…

Ella dio un paso hacia él, pero un gruñido la congeló en su lugar.


―Estás al límite.

Motas de luz dorada se mostraban en las piscinas negras de sus


ojos.―Me están tendiendo una trampa para que mis hermanos me
masacren, tengo que matar a Kynan o mi hermana morirá, pero si lo
hago, tú pierdes tus alas, algún malvado imbécil le está haciendo, sabe
Dios qué, a mi sobrino, y yo estoy en agonía y al borde de la ira por ti.
Entonces sí, estoy un poco al límite.

¿Agonía? ¿Ira? ― ¿Por mí?

Su pecho suspiró con la fuerza de su respiración jadeante, el tipo de


respiración que uno toma cuando está tratando de controlar dolor o enojo.
Él había hecho lo mismo antes, en la agonía de la rabia, e incluso ahora,
destellos rojos se unían al dorado de sus ojos.

― ¿Por qué…?― ella se lamió los labios repentinamente secos, y la


mirada de él se fijó en ellos. ― ¿Por qué no te encargas de ti mismo?

―No… puedo―. Sus mejillas se sonrojaron, como si estuviera


avergonzado. ―Te necesito a ti.

―No entiendo. Dijiste…

―Me hiciste algo―. Él dio un paso más cerca, y se convirtió en una


lucha por respirar, no porque ella tuviese miedo, sino porque junto a la
furia en su mirada, había una extraña posesividad que estaba dirigida
exclusivamente a ella. ―Me hiciste necesitarte. Desearte―. El intento
acariciarla con su mano derecha, pero en el último momento, la regresó,
maldiciendo, retrocedió trastabillando.

― ¡Lore!― Ella tomó su muñeca izquierda. Su cuerpo entero tembló.


―No me lastimarás, solo déjame tocarla…

― ¿Qué?― Él saltó hacia atrás muy rápido que chocó con un lado de
la casa. ―Mantente alejada de mí.

― ¿Y luego qué?― gritó ella. ― ¿Estás enojado porque eres


demasiado testarudo para dejarme tocarte?

― ¡Te mataré!― rugió él en respuesta. ― ¿No lo entiendes? Te


pondré bajo la maldita tierra, y no puedo vivir con eso.

Ella levantó sus brazos en señal de frustración. ―Entonces ¿qué


quieres de mi? ¿Quieres que me ponga de rodillas y te chupe mientras
repites el incidente con la prostituta cuyo nombre nunca supiste? ¿Es eso
lo que quieres?― Dios la ayudara, ella lo haría, buscaba poner su boca en
él y saborear su pasión, pero no hasta que él escuchara. ―Porque puedo
invertir en una gran cantidad almohadas para las rodillas. Es probable que
lo hagamos por varios años, ya que soy tu Memitim y tengo que
mantenerte vivo, entonces déjame hacerlo, ¿ok?― Ella acarició el lado de
la casa, la palma de su mano haciendo un sonido tan hueco como su voz
contra la madera. ― ¿Cómo lo quieres? ¿Manos aquí? Sí, eso va a
funcionar.

―Por favor… lo siento―. Un sonido de angustia burbujeó profundo


en su pecho. Su cuerpo entero estaba temblando, y sus dientes apretados
estaban al desnudo. Sus respiraciones jadeantes siseaban alrededor de
ellos, y ella tuvo el presentimiento que el estaba más allá de poder hablar.
Pero entonces, de alguna manera, él produjo un resoplido.
―Encadéname.

El corazón de ella sangró. No entendía por qué o cómo su situación


había cambiado, que no podía atender sus necesidades por si mismo, pero
él no entendía, tampoco, y era el que estaba sufriendo. Ella sólo lo estaba
haciendo peor.

―Te encadenaré―, ella mintió. ―Sólo permanece ahí, ¿ok?― Con


indiferencia ella se movió hacia su izquierda, para no asustarle… y luego
ella se destelló al otro lado y tomó su brazo, justo sobre el extraño
remolino en su muñeca que parecía un reloj de sol trenzado.
― ¡No!― Lore se apartó de ella, pero ella se sostuvo, cerca de tener
un hombro dislocado. Él corcoveó y giró como un toro en pleno rodeo.

― ¡Lore!― sus dientes estaban tan apretados que su cráneo vibraba.


― ¡Detente!

El hecho de que ella lo estuviera tocando y que no muriera, lo congeló


tan rápido como cuando se había alterado.

― ¿Ves?― ella apenas podía escuchar su voz a través del zumbido


de sus oídos. ―Nada pasó―. Excepto que algo estaba pasando. Una
extraña energía se sentía bajo sus palmas. Se centraba y movía hacia su
brazo, trazando líneas desde sus dedos hasta su hombro y ella tomó una
aguda respiración cuando se dio cuenta de que la energía se estaba
asentando sobre su piel en el mismo patrón que la dermoire de él.

Un poder seductor llenó su cuerpo entero, una embriagadora fuerza,


sexual que enviaba un cosquilleo a todas sus zonas erógenas. Era como
si cada pulgada de su piel fuera una zona erógena, y ella quería posarse
en Lore, enredándose como un gato.

―Idess―, gimió.

Ella se derritió contra él, necesitando sentir su cuerpo en el suyo. Su


brazo la rodeó, y oh, se sentía tan bien ser sostenida de esa manera. ―Te
dije que no me matarías.

Su voz sonó grave. ―Te hizo algo.

―Mmm. Puedo sentir tu dermoire en mi piel. Como su fuera mía.

Él estudió su brazo, pero no había nada allí. ―Cuando estaba


encadenado, tocaste mi brazo. ¿Se sintió así?

―Más o menos―. Ella acarició su pecho, amando como se sentía su


suave piel en su mejilla. ―Pero mucho más suave.

―Por las esposas Bracken―. Su voz era grave y áspera. Pero no


como antes.

―Estás afectada también.


―Tu toque sacó el límite, pero…

Él se movió hacia atrás para revelar que la toalla se había caído en


algún momento, su gruesa y completa erección estaba demandando
atención. La terrosa esencia masculina que ella asociaba con él se
arremolinaba en el aire, y con cada respiración que ella hacia su cuerpo
reaccionaba y se preparaba. Sus pezones se pusieron duros, su sexo se
calentó y mojó, sus pechos se apretaron y sensibilizaron.

―Tócame―, susurró. ―Ya no te contengas.

Él dudó hasta que ella tomó su mano derecha y la colocó en su pecho.


Por un largo, desesperado momento, él no hizo nada. Y luego, en un
movimiento torpe, ahuecó su mejilla, la acarició como si de una pluma se
tratase, que ella casi ni lo sintió. Sus dedos, los mismos que eran capaces
de matar, eran gentiles mientras él tocaba su piel, y su mirada era suave
y llena de asombro.

―Nunca he… ―su voz sonó entrecortada y tuvo que aclarar su


garganta. ―Nunca he sentido a una mujer de esta manera.

―Nunca me han tocado así―. Era una declaración que ella no debió
haber hecho, una que la dejaba vulnerable, pero justo ahora no le
importaba.

Cuando estuvo segura de que él no huiría, cubrió su mano con la


suya y la guió a su garganta, sobre su clavícula y hacia su pecho.

Cuando su palma rozó su pezón, ambos gimieron.

A través de su playera, él rodó su sensible pezón entre dos dedos,


una vez, dos veces. Su ardiente mirada capturó la suya, y así de rápido,
el ardor estaba encima y las ardientes flamas quemaban fuera de control.
En una poderosa oleada, él le rasgó la camiseta y la apoyó contra uno de
los lados de la casa, su prominente erección pinchaba la piel desnuda de
su vientre.

Acarició su garganta, mordiéndola, y besándola. ―Ahora―, dijo


contra su piel. ―Voy a tenerte ahora.

―Sí―, jadeó ella. ―No. Hacerlo no.


Poniéndose rígido, él retrocedió, y el dolor en sus ojos, casi le hicieron
brotar lágrimas de los suyos. ―Te asusté. Lo siento, ángel.

Ella colocó dos dedos en sus labios. ―No es eso. He tomado un voto
de celibato.

Sus cejas se alzaron, y luego una sonrisa muy traviesa apareció en


su boca. ―Muero por estar dentro de ti―, dijo, ―pero podemos hacerlo
con nuestras manos―. Él lamió un caliente camino a lo largo de su
yugular. ―Y nuestras lenguas.

***

Lore no podía creer esto. Estaba tocando a Idess de una manera que
nunca había tocado a ninguna mujer. Aún mejor, cuando ella había puesto
su mano sobre él, ella de alguna manera había drenado algo de su
embravecida necesidad. Oh, él aún la necesitaba, pero la rabia había sido
diluida, permitiéndole tomar el control.

Dios esto era irreal. Surrealista. Y al mismo tiempo demasiado real.


Su mano desnuda estaba en su piel, acariciando su pecho. Y la palma de
ella estaba acariciando su brazo hacia arriba y hacia abajo, dejando una
increíble estela hormigueante en su dermoire.

Más. Él necesitaba más de este milagro llamado Idess.

Sin sutileza en lo absoluto, le abrió los pantalones y se los bajó, junto


con sus blancas bragas de seda. Le ayudó a salir de ellos… y luego
permaneció ahí. De rodillas.

Oh, cielos, la unión entre sus piernas… hermosa. Impresionante.


Desnuda. Su boca en realidad se hizo agua mientras sus palmas iban a la
deriva desde sus tobillos hasta sus muslos. Cuando no pudo soportarlo
más, se inclinó para besar la dulce piel de satén del interior de su muslo.
Su aullido llegó a él, y ella se sacudió, pero él hundió sus dientes en su
pierna, no tan fuerte como para lastimar, pero lo suficiente para que ella
se quedara donde estaba.
Esta era la segunda vez que él la había mordido. No tenía idea de
donde provenía este deseo, pero era poderoso, animal, y estaba de
acuerdo con él.

―Lore―, jadeó ella. ―Nunca he… tal vez deberíamos… ya sabes,


usar nuestras manos…

Infierno, no. Ahora que la tenía justo donde la quería, de la manera


que había fantaseado, la devoraría. Deslizó su lengua entre sus dientes e
hizo húmedos círculos en su piel. Ella tembló, y él sabía cómo se sentía,
porque por dentro estaba temblando como una hoja.

Gentilmente, retiró el agarre de su mordedura, pero antes de que


ella pudiera escapar, besó su piel suave, y luego arrastró su lengua hasta
la parte interna de su muslo. Se detuvo justo en la entrada, besando,
lamiendo y frotando su mejilla en ella.

Mientras él jugaba, ella se enganchaba más y más, enredando sus


dedos en su cabello y gentilmente guiándolo. No es que él la dejara. Él
iba a desatar un infierno sobre ellos, mientras pudieran soportarlo.

Acarició el exterior de sexo perfecto, y el almizcle de su excitación


fue directo a su polla. Sus caderas se sacudieron hacia arriba como
tratando de alcanzarla a ella y a ese lugar que tanto anhelaba. Abajo,
muchacho.

Gentilmente pellizcó la parte interna de su muslo y se estabilizó sobre


su cadera. ―Acércate a mi, ángel. Más cerca. Necesito probarte―. Su
experiencia haciendo esto era… bueno, él no tenía. Pero era mitad
demonio sexual, y esos instintos estaban saliendo a la superficie,
otorgándole un deseo y confianza que no podía explicar.

Ella dudó sólo el tiempo que le tomó exhalar, antes de que abriera
sus piernas y se moviera para que su hendidura estuviera al nivel de su
boca. Ladeando la cabeza, cerró sus labios sobre ella. Su respiración se
detuvo, y él escuchó sus palmas golpear contra la pared de la casa
mientras se apuntalaba.

Lore quería esto, más que cualquier otra cosa que hubiese querido
en el pasado, pero no se apresuraría. Dejó que su lengua barriera hacia
delante y atrás suavemente sobre su sexo hinchado, saboreando su
creciente anticipación.

―Eres un provocador―, dijo ella, colocando sus caderas aún más


cerca de él, pero él retrocedió, sin darle lo que ella quería.

Este era su espectáculo. Ella lo había arruinado para su propia


gratificación, y aunque todo lo que eso conllevaba era problemático, justo
ahora no era momento para preocuparse. La torturaría un poco más y la
haría suplicar.

Aunque él definitivamente estaba obteniendo lo mejor de esta


situación. No importaba que tan bueno fuera su orgasmo, él sería el que
encontraría satisfacción.

Frotó su cara en sus muslos, a veces barriendo sus labios sobre su


centro. Cada vez, ella trataba de acercarse, y cada vez, él la hacía
transpirar. Finalmente cuando su corazón comenzó a martillar en su caja
torácica como apurándolo, tocó con su boca su carne desnuda y caliente.

Más lento de lo que creyó que sería capaz, deslizó su lengua dentro
de su valle sedoso. Ella gimió ante su contacto y luego quedó en silencio
cuando él puso su atención en su núcleo. Facilitando sus dedos hacia
arriba, la penetró mientas chupaba y lamía cada pulgada de su piel
rosada. Trabajando con lentitud despiadada, aprendió sus respuestas y
se dirigió a todas sus zonas erógenas.

Ofreció, pero también tomó, y su lengua degustó su crema, la


saboreó como si se tratase de un exquisito postre. Ella era suave,
deliciosa, y mierda, él podía hacer esto por días.

―Oh, sí―, gimió ella. ―Justo… ahí.

Ella estaba cerca, entonces él detuvo lo que había estado haciendo y


deslizó su lengua sobre su hendidura. Su grito de frustración lo hizo
sonreír. Mientras ella bajaba de la cornisa, él la besó suavemente, siempre
cambiando la sensación para que ella no pudiera tomarlo demasiado
donde lo necesitaba.

Quería escuchar su nombre cuando ella gritara de placer. Quería


saber que había llegado a ella y que ella supiese que él había sido el
ingeniero de su placer.

La suave danza de su lengua la volvía loca, movió sus caderas


tratando de perseguir el placer. ―Lore, déjame correrme.

―Ruega.

―Maldito―. Las palabras fueron ásperas pero el tono era uno de


extrema excitación y deliciosa agonía.

―Extiéndete para mi, Idess.

Con un pequeño sonido de alivio. Ella deslizó su palma sobre su


vientre y separó su sexo como él pedía. Él sopló una corriente de aire
sobre ella, y se estremeció. Golpeó la punta de su lengua sobre su clítoris,
y sus estremecimientos se convirtieron en convulsiones de éxtasis. Tan
pronto como ella estaba alcanzando el éxtasis, él se retiró una vez más.

―Ruega.

―Lore―, ella sollozó. ―Por favor, Lore. ¡Por favor!

La victoria se extendió a través de él. Capturó su coño con sus labios


y lo chupó gentilmente, girando su lengua al mismo tiempo. Su liberación
la golpeó con tanta fuerza, que su placer lo llenó a él también, como si
estuvieran conectados. Su grito —su nombre— vibró en las paredes y sus
piernas temblaron, y luego ella se deslizó hacia abajo de rodillas frente a
él como si no pudiera soportar su peso.

***

Le tomó una eternidad a Idess recuperar su respiración. Se sentía


desahuciada, débil, aunque al mismo tiempo, una nueva energía se
agitaba dentro de ella. No podría describirlo, pero venía con mariposas en
su estómago y calidez en sus venas.

La rasposa respiración de Lore llenaba sus oídos mientras se aferraba


a él. La saciedad cambió, mientras un instinto diferente se hacía cargo, y
ella tomó su dura longitud en la mano. Apretó suavemente mientras se
apartaba de su pecho. Él la miraba con curiosidad, pero al mismo tiempo,
la necesidad brillaba en sus ojos oscuros, un recordatorio de que esto no
era del todo acerca de orgasmos sólo por diversión. Su vida dependía de
lo que ella podía darle.

La anticipación hacía que su corazón se acelerara mientras


comenzaba a acariciar. Su silbido de placer se unió al susurro de las hojas
y las llamadas de los pájaros en los árboles.

―Idess―, gimió, ―No… no voy a durar mucho. Lo necesito


demasiado―. Cerrando sus ojos, tomó un aliento desigual, y hecho la
cabeza hacia atrás. ―De hecho… ah, mierda.

El sol acarició su cara mientras él comenzó a sacudirse, su gran


cuerpo levantándose y tensándose. Su semen salpicó en su mano, y ella
lo uso como lubricante para acelerar sus movimientos. Un oscuro gruñido
de aprobación vino de su garganta, luego estaba en los coletazos del
orgasmo nuevamente, esta vez sus ojos estaban abiertos y mirándola con
posesividad. Gruñó algo que sonó como mía, antes de tirar la cabeza hacia
atrás y dejar salir una serie de intensos espasmos.

―Ahora eso fue fantástico―, murmuró ella, cuando él finalmente se


apoderó de su muñeca -con su mano izquierda- para detenerla.

― ¿Asombroso? Avergonzante diría. Duré sólo dos segundos.

Ella rió. ―No tan embarazoso como si fuéramos atrapados por tu


hermana aquí.

―Cierto―. Tomó la toalla y mientras la envolvía alrededor de su


cintura, paloma graznó. ― ¿Esa cosa nos observó todo el tiempo?
Pequeño pervertido.

―Estoy segura que no estaba mirando―, dijo ella, tiró de sus


pantalones. ―Sólo está agradecido.

Calmadamente, Lore miró a los árboles. ―Entonces, si tú y los otros


ángeles pueden salvar vidas, ¿porque la gente muere?

―Morir, es el orden natural de las cosas.


―Ok… pero quiero decir, se oyen historias de milagros, de ángeles
salvando vidas. ¿Por qué sólo esas pocas personas? ¿Por qué unos lo
merecen y otros no? ¿Por qué los conductores ebrios viven y las víctimas
inocentes mueren?

Idess observó la luz del sol acariciando sus hermosos rasgos


angulosos como si fuera un amante, como si incluso la naturaleza no fuera
capaz de resistirse a un demonio hecho para el sexo. ― ¿Qué te hace
pensar que salvarse de la muerte, es lo que uno merece?

―Sí―, dijo él, cogió una de sus rodillas y colocó sus brazos sobre
ella. ―Es una pregunta loca.

A ella le encantaba cuando él jugueteaba, incluso si su jugueteo era


simplemente sólo sarcasmo. ―El conductor ebrio no recibe un regalo por
sobrevivir. Recibe más infierno en la tierra. Él recibe su penitencia, o su
alma tiene algo más que aprender en la Tierra. Él podría incluso ser
Primori cuyas acciones lleven a nuevas leyes o activismo que en última
instancia salve más vidas. ¿Pero las víctimas? Sus almas ya son perfectas
y listas para su recompensa.

―A riesgo de sonar como idiota… ¿huh?

Ella soltó una risa. ―Vivir en la Tierra significa poco para los ángeles,
porque nosotros estamos concentrados en las almas, no el cuerpo. El alma
es la verdadera esencia de una apersona o un animal. La vida del otro
lado, en el Heaven, es la verdadera existencia. De hecho, los que están
en el Heaven ven a las personas que son terrestres como los fantasmas.
De la manera que los humanos ven espíritus, como seres transparentes,
es como nos ven en el Heaven―. Ella alzó las manos. ― ¿Todo esto? Es
el infierno en comparación. Pero los humanos no lo saben hasta que
“mueren”. Lo que ustedes llaman morir, para nosotros, es nacer.

― ¿Entonces por qué los ángeles rescatarían a alguien en esos


milagrosos rescates? ¿Por qué no sólo dejan que todos mueran y vayan
al Heaven?

Idess, se había preguntado lo mismo varios siglos atrás, y aunque


Rami había tratado de explicárselo, le había tomado siglos entenderlo
realmente. ―Porque hay un propósito en vivir en la tierra. Muchos de esos
“milagros” de los que has oído, eran acerca de Primori salvados por sus
Memitim. Un niño cae de un edificio de 20 pisos y sobrevive sin ningún
rasguño. Una mujer es encontrada viva bajo los escombros de un edificio
dos semanas después de que la esperanza se hubiera perdido. Un hombre
es ahorcado y su cuerda se rompe antes de que sea estrangulado. Todos
fueron salvados por su Memitim. Por mí, de hecho.

Con cuidado, él extendió su mano derecha y trazó círculos sobre su


rodilla, vacilando al principio, pero después sonrío a lo que la mayoría no
consideraría siquiera como un simple placer. ― ¿Pero es siempre el caso?
Salvaste a la paloma. ¿Qué pasa si se suponía que debía morir?

―Entonces nada de lo que podría haber hecho habría marcado una


diferencia. Cuando canalizo mi energía en un ser humano o animal, ya
sea que estén heridos o que su alma se esté liberando. Es como drenarlos.
Dreno la vida de ellos, o dreno la muerte de ellos. De cualquier manera,
evito el sufrimiento y devuelvo la vida… en el plano terrenal o en el
celestial.

― ¿Entonces por qué no hiciste lo mismo conmigo, cuando tenía un


cuchillo atravesado en mi garganta?

―Porque nunca sé cuál será el resultado. Podría haberlo usarlo en ti,


sólo para liberar tu alma. No podía correr el riesgo―. Su pérdida le habría
costado su Ascensión, pero más que eso, ella lo habría perdido a él. Si su
alma fuera la de un demonio, él se habría perdido para siempre.

Su estomago se revolvió, pero extrañamente, no era porque su alma


podría no ser humana. No, lo que la hacía sentirse mal era la realidad de
que ella se había encariñado tanto que haría cualquier cosa para no
perderlo. Quería que él se quedara con ella.

Los mismos sentimientos la habían llevado a traicionar a Rami.

Lore pareció sentir su angustia, y ella podría haberlo besado cuando


él cambió de tema. ―Realmente nunca has hablado de tu madre. ¿La
conociste?

―No tenemos ningún contacto hasta que Ascendemos, e incluso


después… no lo sé―. Realmente no importaba, suponía. Para Idess, su
madre era la humana que la había criado con tanto amor como el que
tenía para dar.

Una brisa se hizo presente, levantando las hojas, Lore giró su cabeza
hacia ella, cerrando sus ojos mientras hablaba. ―Entonces… ¿cómo es
que el Grim Reaper y un ángel se mezclaron? ¿Hay alguna clase de bar
de levante donde ellos se conocieron, coquetearon, y bebieron hasta que
terminaron en la casa del otro, o qué?

Idess rió ante la peculiar imagen. ―No estoy segura de los detalles,
pero Rami me dijo que un puñado de ángeles se ofrecieron
voluntariamente para ser madres de nacimiento, así como Azagoth se
ofreció voluntario para caer por el bien del mundo. Él no puede dejar su
reino, sin embargo, entonces ellas van a él.

― ¿Cuántas mamás hay?

―De acuerdo a Rami, hay 72. Él estudió algunas religiones humanas,


y siempre estuvo convencido de que muchas tradiciones y creencias se
habían basado en este hecho.

― ¿Como las 72 vírgenes para los mártires musulmanes?

―Exacto. El número vino de algún lado, y Rami cree que está basado
en las madres Memitim. Él cree también que “virgen” es de hecho un
anagrama y debería leerse como “ángeles”―. Ella bufó. ―Como si
cualquier hombre tuviera 72 ángeles como recompensa.

― ¿Qué tal un ángel? ―la voz de Lore era ronca y gruesa, una caricia
que la hizo estremecerse con apreciación.

―Técnicamente aún no soy un ángel―, dijo― por lo tanto, no creo


que yo cuente.

Él tocó su cara. ―Estás deseosa de irte, ¿verdad?

La pregunta se hundió en su estómago y lo agitó aún más porque


por primera vez desde que había aprendido lo que era y lo que sería su
recompensa por buen servicio, ella estaba dudando.

―No puedo esperar a salir de aquí―. En serio. No podía. Como le


había dicho a Lore, la Tierra era el infierno. Había sufrimiento, dolor y
crueldad.

Y hombres ardientes como Lore.

El dolor destelló en sus ojos, y se paró. ―Cierto, aquí apesta. No hay


nada por lo que valga la pena quedarse.

―Lore, no quise decir…

―Está bien. Mejor nos alistamos para ir de cacería. Sin estará aquí
en un minuto.

Ella se paró y lo alcanzó. ―Lore.

Ignorándola, entró a la casa, dejándola sintiéndose más miserable


que el día que había traicionado a Rami

***

Para cuando Lore estaba vestido y cubierto de armas, era hora de


que Sin apareciera. E Idess estaba de vuelta. Ella se había destellado
desde el porche después de que él la hubiera dejado, obviamente para ir
a su casa y cambiarse, porque ahora vestía, pantalones, botas sexies de
tacón alto, y un extraño suéter Versace multicolor.

Veamos si puedes vestir eso en el Heaven. Sí, estaba un poco


amargado, pero no tenía idea porque. ¿Qué esperaba cuando le hizo una
pregunta de la cual él no quería una respuesta? ¿Una declaración de amor
eterno, y la promesa de que dejaría todo para quedarse con él? ¿Sólo
porque se habían masturbado mutuamente un par de veces? ¿Sólo porque
era la única mujer en el planeta que no estaba relacionada con él, que
podía tocar su brazo y no colapsar?

Geez, Idess podría haber, al menos, haberlo hecho sonar como si


dejarlo en la tierra significara uno o dos minutos de llorisqueos.

Claro, porque ella estaría tan triste de despedirse de un demonio que


prácticamente la había obligado a ponerse de rodillas y ser una zorra para
él.

Mierda, con un movimiento firme colocó su cuchillo en la funda de su


cinturón, y se cambió a modo asesino. No podía darse el lujo de llorisquear
cuando estaba cazando.

Pero realmente se sentía como un pedazo de mierda por como la


había tratado más temprano, así que trataría de cambiar la situación un
poco. ―No tenía idea de tu gusto por los diseñadores de moda―, dijo
ásperamente.

―No lo tengo. Pero trato de comprar productos locales cuando


puedo―. Levantó una pierna para mostrar su bota. ―Cuero italiano. Me
encanta.

A él también. La manera como se le ajustaban a las pantorrillas.


Hacían que sus piernas parecieran eternas. Dejó salir un silbido de
apreciación mientras levantaba su mirada. ― ¿De dónde sacas el dinero,
de todos modos?

Encogiéndose de hombros. ―Pienso en él, y está aquí.

―Debe ser bonito―. Bonito no tener que matar a gente por él. Ah,
Vaya modo asesino. Dios, Idess era el infierno para su disciplina.
Ella asistió con vehemencia. ―Lo es.

La puerta principal se abrió ruidosamente, enseguida Lore se colocó


delante de Idess, con una daga en una mano y una pistola en la otra.

―Hola, hermano―, dijo Wraith, su tono era calmado pero al mismo


tiempo despectivo. Despectivo, porque el lenguaje corporal del demonio
―sus puños cerrados, su cuerpo encorvado, y con motas rojas sobre el
dorado de sus ojos― dejaba claro que estaba listo para causar daño. Y
oh, genial, Kynan estaba con él, mirándolo con más enojo que Wraith.

Instintivamente, Idess caminó alrededor para colocarse entre Lore y


Kynan. No iba a suceder. Todo el instinto protector de Lore lo llamaba a
luchar, y con un gruñido, la puso detrás de él nuevamente. Puede que
ella no quisiera quedarse con él, pero hasta que ella tomara sus
condenadas alas, era suya, y nadie vendría a joderla.
Ella se destelló a donde había estado, maldita.

―Kynan no deberías estar aquí―, dijo ella, permaneciendo en medio


del living, con sus manos en la cadera.

― ¿No?― Miró furioso a Lore. ―Soy lo que él quiere ¿cierto? Entonces


aquí estoy. Dale el bebé a Wraith.

―No tengo al niño de Shade.

Wraith mostró sus colmillos. ―Más te vale, porque si lo dejaste con


alguien que no sea la maldita Mary Poppins, no quedará suficiente de ti,
como para llenar un vaso de jugo.

― ¿Eres sordo? No lo tengo―. Lore enfundó sus armas antes de


matar a su hermano. Claro, quería matar a Kynan, pero lo podía hacer
con su mano desnuda.

―Está diciendo la verdad―. Sin retroceder, Idess colocó sus brazos


sobre su pecho. ―Yo he estado con él.

Wraith gruñó. ― ¿Incluso cuando estaba siendo torturado? Porque


luce malditamente bien para ser un hombre torturado.

―Fui curado, idiota.

―Llámame así una vez más―. Sonriendo Wraith tronó sus dedos.
―En serio.

Lore dio un paso adelante. ―Idiota.

Kynan se movió hacia él. Lore orientó su brazo derecho hacia un lado,
no listo para matarlo aún, y su movimiento le costó. Le costó un puñetazo
en la cara. El dolor apareció en sus ojos, y se dio la vuelta, demasiado
enojado para pensar, y cogió al humano con su mano derecha, con lo que
consiguió un codazo en las costillas. ¿Qué carajo? ¿Por qué el tipo no
había caído muerto?

Dreno la muerte de ellos. Las palabras de Idess estallaron en su mente


justo antes de que un gancho lo derribara.
Lore se puso en pie antes de Kynan pudiera darle una patada, y
Jesús, Wraith estaba sonriendo, y Idess lo miraba con los brazos
cruzados, golpeando el pie en el suelo y luciendo molesta. Obviamente
sin su poder, Lore no era una amenaza mortal para Kynan. Y Kynan
estaba fuera de causar dolor, mucho menos la muerte.

Haciendo todo aún más divertido era el hecho de que no importaba


cuan duro Lore tratara de inmovilizar a Kynan algo siempre salía mal. No
podía acertar un solo puñetazo o patada. Kynan era despiadado, usando
las fallas de Lore en su contra.

Lore recibió una buena paliza antes de que Idess se destellara en


medio de ellos y los separara con su increíble fuerza.

― ¡Suficiente!

Jadeando, él y Kynan se miraron. Wraith dio un paso hacia adelante.


―Si ustedes terminaron…

―No hemos terminado―, dijeron simultáneamente.

―Por ahora terminaron―, gruñó. ―Tenemos que encontrar al niño―.


Jaló a Lore hacia él. Lore tiró un puñetazo, perdió el equilibrio y tropezó
sin siquiera golpear a su hermano. ―Estoy encantado, imbécil. Como
Kynan. No puedes herirme. Y aparentemente no puedes matar a Ky con
tu toque. Creo que ya no tendremos que preocuparnos por ti.

―Eso no es verdad―, dijo Idess. ―Creo que es temporal, su


habilidad para matar probablemente regrese pronto.

Lore esperaba que esto pasara antes de su fecha límite. Su vínculo


asesino latía, marcando que el tiempo estaba avanzando de forma rápida.

― ¿Cómo pasó eso?― preguntó Wraith.

―Lo drené.

Wraith arqueó una ceja hacia ella. ―Apostaría a que lo hiciste.

Ella puso los ojos en blanco. ―No así―. Habría sido creíble, también,
si no se hubiera sonrojado, porque ella lo había drenado así.
Wraith dio un dudoso bufido, e Idess sacudió su cabeza. ―Aún no
puedo creer que tú salvaste el mundo.

―Lo sé, ¿no?― Wraith se giró hacia Lore. ―Entonces ¿dónde está
Rade?

―Te lo dije. No lo tengo. Pero tenemos una pista. Posiblemente un


ángel caído llamado Rariel. Sin lo está cazando justo ahora―. Lore
chequeó su reloj y su corazón se detuvo. Ella estaba retrasada cinco
minutos. Sin nunca se había retrasado sin llamar.

Lore esperaba que Wraith se burlara, que lo llamara mentiroso que


lo golpeara. Cualquier cosa menos que asintiera. ―Puedes probarlo.

No era una pregunta, y Lore frunció el ceño. ―No realmente.

―Sí―, dijo él―, puedes―. De pronto Wraith estaba detrás de él. Su


grueso brazo envolvía el cuello de Lore, y Lore estaba… bueno, no estaba
seguro de donde estaba. Sus recuerdos giraron a través de su mente justo
como una baraja de cartas, y luego estaba en su casa otra vez, un poco
mareado y Wraith estaba varios pies en frente de él.

―Joder―, murmuró Wraith. ―Está diciendo la verdad.

― ¿Qué demonios pasó? ―gritó Lore.

Kynan sonrió burlonamente. ―Acabas de probar el jodido don de


mentes de Wraith.

Ah. Lore no se esperaba que el don de Wraith de meterse dentro de


las cabezas fuera tan intrusivo y detestable. ―Estúpido.

― ¿En serio? ―preguntó Wraith ― ¿Es todo lo que tienes? ¿Estúpido?


¿Idiota? Tú hermana suelta mejores insultos de los que tú haces.

―Ella es tu hermana también―. Señaló Lore, más que nada para


evaluar la reacción de Wraith.

Wraith sonrió ―E dice que a ella es una versión femenina de mi.


Genial.

―No, no es genial―, Lore gruñó. ―Y ahora sabes que yo no tengo al


niño, te saldrás rápidamente de mi cara, ¿no?

―Détente, Mario―, dijo Wraith ―Todavía planeas matar a Kynan.

Idess interceptó a Lore. ―No, no lo hace.

En el interior del pecho de Lore, algo se sacudió por su defensa,


porque él aún haría todo lo que fuera necesario para salvar a su hermana.
Sí, Idess perdería sus alas y permanecería en la tierra. Pero ella no
moriría. Y… podría quedarse con él.

―Estaba en la cabeza de Lore, Halo. Sé lo que estaba pensando―.


Los ojos de Wraith se ensancharon al comprender todo. ―Sin morirá si tú
no lo haces. Ah, mierda.

Kynan frunció el ceño a Wraith. ― ¿Hablas en serio?

Lore asistió. ― ¿Piensas que soy suficientemente estúpido como para


matarte por mierda y sonrisas? Eso no sería divertido―, agregó.

Kynan bufó. ― ¿Piensas que este tal Rariel me quiere muerto?

―Él… y Roag.

―Sí―, dijo Wraith. ―E mencionó eso. Shade piensa que ustedes


están trabajando juntos.

―Justo cuando pensaba que Shade no podía pensar nada peor de


mi―. Murmuró Lore.

―Tenemos que encontrar a Rariel―, dijo Kynan, el infeliz rey del


Estado de la Obviedad.

Un teléfono celular sonó, y Wraith buscó dentro de su bolsillo. ―Sep


¿E?― Wraith escuchó por un segundo y colgó con una maldición.
―Tenemos que irnos Ky. Es Gem.

Kynan perdió el color en su cara. ― ¿Qué está mal? ¿Es el bebé?

¿Bebé?
―Fue atacada―, dijo Wraith. ―Fue atacada dentro del hospital.
Capítulo Veintiuno
Traducido por Tsubasa14
Corregido por Kitty, Estivali10 y Mir

Idess transportó a Lore al estacionamiento del UG. Corrieron hacia


dentro, donde al menos dos docenas de espíritus estaban frenéticos
atacando las murallas, gimiendo, encogiéndose en las esquinas. Eidolon
estaba de pie cerca del escritorio de triage y en el instante que vio a Lore,
sus ojos se volvieron carmesí y atacó como un tigre.

—¡No! —Idess se apresuró a ir hacia adelante y golpearle sus palmas


en el pecho, —Lore no atacó a la compañera de Shade. Y él no tiene al
bebé, Wraith estará aquí en un momento. Él lo confirmará.

Hablando del demonio, el Harrowgate destelló y Wraith salió de ahí,


justo detrás de Kynan. Kynan, como humano, no debería haber podido
viajar a través del Harrowgate a menos que estuviera inconsciente, pero
su estatus de encantado lo protegía de ciertas muertes.

—¿Qué pasó? ¿Dónde está Gem?

—Examen uno—, dijo Eidolon. —Fue encontrada inconsciente y


sangrando de una herida en la cabeza en la sala de personal.

—¿El hechizo Heaven ha caído? —preguntó Wraith.

—No.

Idess tomó una larga respiración. —Fueron los fantasmas.

—Joder —gruñó Wraith—. Este es el único lugar que debería ser


seguro del hijo de puta que atacó a Runa, y debemos preocuparnos de
los malditos fantasmas. ¿Serena y Stewie están todavía aquí?

Eidolon asintió. —Están con Tay en mi oficina.


—Los llevaré a casa. No los perderé de vista. —Movió el pulgar hacia
Lore. —Gran hermano aquí, no es responsable por lo de Runa y Rade. Fue
una escoria llamada Rariel.

Eidolon dejó salir una larga respiración. —Necesitas decírselo a


Shade. Él no me escuchará.

—¿Dónde está?

—Está en la cueva con Runa y los chicos. Es demasiado arriesgado


tenerlos aquí cuando tenemos huargos enfermos ingresando.

¿Huargos enfermos?
—Él debería estar a salvo entonces. Me largo de aquí—. Wraith bajó
corriendo al recibidor, tropezando con uno de los espíritus, que lloraba
fuerte como para llamar la atención de Idess.

Eidolon pasó una mano por su cara y se dirigió a Lore. —¿Dónde has
estado?

—Oh, no te preocupes por disculparte por pensar que ataqué a mi


cuñada, secuestré a mi sobrino o cualquier cosa.

Un músculo en la mandíbula de Eidolon se torció, Idess tuvo el


presentimiento de que estaba tratando de mantener su temperamento
bajo control.

—Tu daga estaba enterrada en su vientre, y el mensaje decía que


entregáramos a Kynan. ¿Qué se suponía que debía pensar? Estás tratando
de matar al tipo. Por dinero.

—Por su hermana—, dijo Idess tajantemente. Ella estaba harta de


que culparan a Lore, lo odiaran, lo pelearan. —Sin morirá si Lore no lo
hace.

—Mierda—. Los oscuros ojos de Eidolon, como los de Lore, miraron


a su hermano. —¿Cómo planeas salir de esto? —La voz del doctor era fría,
profesional, y lo suficiente plana como para revelar que tan duro estaba
tratando de esconder su preocupación por la situación de sus hermanos.

—Necesitamos encontrar a Rariel. Él está detrás del contrato. Tengo


que matarlo y el contrato estará anulado.

—¿Y qué hay acerca de los fantasmas? —preguntó Eidolon. —Es


demasiada coincidencia para pensar que no está relacionado.

Idess quitó su atención de los dos espíritus cercanos al Harrowgate


quienes estaban arañando los postes, su lamentable intento por conseguir
que la puerta funcionara, era desconsolador. —Es Roag. Está
aterrorizando a los espíritus—. Ella escaneó la habitación, y lo
suficientemente segura, en la intersección de dos vestíbulos, miró a un
espectro oscuro, que permanecía envuelto en una capa, emitiendo un
aura amenazante.

Idess se movió hacia el demonio, el Harrowgate destelló, y una nueva


sensación se apoderó de ella. Familiar. Pero a la vez escalofriante, como
una canción favorita tocada a la velocidad equivocada. Su piel quería
salirse de ella.

—¿Se supone que un Harrowgate haga eso? ¿Destellar, pero que


nada salga?

—Últimamente sí—, dijo Eidolon. —Es raro.

La familiaridad se posó sobre ella nuevamente, y lágrimas brotaron


de sus ojos. Lore la agarró. —¿Idess? ¿Galletita? ¿Qué va mal?

—No… no lo puedo explicar. Se siente como Rami. Y dolor.

—Oh querida hermana—, dijo una voz demasiado familiar detrás de


ella. —Como amo causarte dolor.

***

Lore atrapó a Idess cuando colapsó. Ella estaba blanca como los
fantasmas de los que habían hablado, y aunque puso su máximo esfuerzo
para permanecer de pie, no apartaba los ojos de Rariel.

Pero… ¿querida hermana?


Lore se mantenía cerca de Idess, aferrándola a él. —¿Dónde está
Rade?

Con el nombre del infante, Eidolon se tensó. —¿Esta es la escoria que


tomó a mi sobrino?

—No—, murmuró Idess—. No puede ser. Rami… no.

—¿Rami? —Lore escupió—. ¿Así como, el hermano que Ascendió?

—¿Ella te habló de mí? —Él sonrió manteniendo sus manos dentro de


los bolsillos de sus jeans—. Estoy alagado.

En los brazos de Lore, Idess tembló —¿Cómo es posible?

—Obviamente, hermanita, caí. Por ti.

—¿Cómo? ¿Por qué? —Ella se separó del agarre de Lore pero


permaneció a su lado.

—Perra—, siseó, y Lore tuvo que reprimirse para no golpear al


maldito. Con o sin hechizo del Heaven. —Me traicionaste. Me arruinaste.

El personal comenzaba a acercarse, todos mirando expectantes a


Eidolon, como esperando una orden.

—Lo que hice—, dijo Idess—, fue terrible. Haré lo que sea necesario
para compensarte. Sólo no lastimes al niño.

Al mismo tiempo ambos, Lore y Eidolon, gruñeron —¿Dónde está?

—El cachorro está… a salvo. Relativamente. —Rami alzó sus hombros


haciendo que sus músculos se tensaran debajo de su camiseta negra. —
Su hermana, sin embargo…

El aire explotó de los pulmones de Lore en un rugido de dolor —¿Qué


le hiciste?

Rami mostró sus dientes. —Divertirme con un alambre de púas.


Ahora tengo una cueva que visitar—. Se paró, ofreciendo un falso
fruncimiento de cejas a Eidolon, quien tenía una expresión helada otra
vez. —Oh, ¿pensabas que no sabía sobre la cueva de Shade o cómo llegar
a ella? Roag es una valiosa fuente de información.
Lore se lanzó hacia el ángel caído. Rami chasqueó sus dedos como
una reina del drama, y la mano de Lore se cerró en el aire vacío. —¿Cómo
puede destellarse fuera de aquí?

—¡No puede!— Idess miró hacia el Harrowgate. —Pero puede


volverse invisible… —La puerta se cerró, ella se deslizó y se paró. —Se ha
ido. Hijo de puta, se ha ido.

Eidolon buscó su teléfono, sus dedos temblaban mientras tecleaban


los botones. —Vamos, Shade. Contesta. Contesta… —Esperó y luego—,
¡Shade! Sal de ahí. No cuelgues… ¡mierda! —Él intento otra vez,
caminando de un lado a otro y maldiciendo. Luego, con una maldición,
arrojó su teléfono contra la pared. Varias piezas de plástico y partes
electrónicas explotaron en el aire.

—Tenemos que ir por ellos—, dijo Lore.

—Lo sé—, Eidolon buscó detrás del escritorio y apretó un botón—.


Médicos de la ER, Código Verde.

Casi al instante, dos paramédicos aparecieron en la puerta cercana


al estacionamiento, traían bolsas en los hombros. El hombre rubio con
ojos plateados se detuvo enfrente de Eidolon, quien hizo un gesto para
que lo siguieran.

Lágrimas aparecieron en los ojos de Idess. —Esto no es tu culpa—,


dijo Lore y puso sus labios sobre los suyos. Tomó su mano con la mano
enguatada y entraron en la puerta con Eidolon y los médicos. La puerta
se abrió en una jungla espesa, y Eidolon hizo una carrera bajo el duro sol
que había.

Ellos lo siguieron en una carrera en contra la muerte. Las ramas


golpeaban sus caras, las raíces y las enredaderas parecían salir del suelo
para agarrarlos, pero ellos no se detuvieron, continuaron corrieron hasta
toparse con una cascada montada sobre una enorme roca. Eidolon la
rodeó, alcanzó un hueco, y una sección enorme de pared retumbó y se
hizo a un lado.

—¡Shade! —El grito aterrorizado de Eidolon se unió a los


espeluznantes sonidos de una batalla que provenían de la cueva.
Corrieron a través de una moderna cocina, hasta que llegaron a un
enorme dormitorio, en donde Shade luchaba cuerpo a cuerpo con Rami.
Los golpes de Rami eran fuertes y rápidos, mientras que los poderosos
golpes de Shade parecían ser una pequeña molestia para el ángel caído.
La sangre —la mayor parte de Shade, por lo que Lore podía decir— cubría
el piso y manchaba las paredes. En una esquina una enorme huargo de
pelaje caramelo estaba encorvada protectoramente sobre un niño. Muy
cerca, Sin era un inerte bulto de sangre y moretones.

Él la había visto así antes, y su cabeza se balaceó cuando el maldito


recuerdo golpeó su cerebro.

Lore no reconoció a la mujer que se estrelló contra la pared. Ella


yacía en el piso, sangrando y acurrucándose en sí misma. La sed de
sangre rugía a través de sus venas, inflamando su ya quemada piel. Su
brazo estaba encendido, las nuevas extrañas marcas estaban brillando.

Matar.

La mujer en el piso tenía las mismas marcas. Lloraba.

Matar.

Un sudor frío recorrió todo su cuerpo, pero no detuvo el fuego. La


mujer lloró nuevamente.

Corre.

Lore se quedó pasmado, cuando sus recuerdos lo golpearon. A través


de la neblina de su visión, vio a Eidolon y los médicos arrojándose a la
batalla, arrancando a Shade del ángel caído, llevando algo de músculos
frescos a la pelea. Al verse superado en número, Rami gruñó y
desapareció de ahí. Todo parecía distante, cuando el recuerdo del día en
que él había adquirido sus tatuajes y sus dones se adhirió a las paredes
de su mente.

Sin. Él no había recordado nada de esto. Hasta ahora. Dios él le había


fallado. Una y otra vez, y nunca había sido capaz de compensárselo. Se
arrodilló junto a ella, tomando la rotura de sus rótulas como una
inadecuada penitencia. Idess y el médico rubio se le unieron.
En el fondo, sus hermanos hablaban con palabras ásperas y suaves
murmullos… y entonces Runa, en su forma humana, estaba arrodillándose
al lado de Sin.

Lore agarró el hombro de su hermana. Sus brazos estaban metidos


torpemente debajo de ella, y estaba extrañamente encorvada. Gimiendo
ella cambió de posición. Debajo de ella, acunado contra su estómago,
estaba el segundo bebé.

Lágrimas bajaban por las mejillas de Runa mientras acercaba al


infante a su pecho. —Gracias—, sollozó—. Salvaste su vida.

—Sí. —La voz sarcástica de Sin era un doloroso murmullo. —Soy un


héroe—. Ella se puso sobre su lado, y los intestinos de Lore se revolvieron
ante la vista de las muñecas ensangrentadas, las cuales estaban atadas
con alambres de púas que le cortaban la carne. Resistió el urgente deseo
de colocar sus muñecas en la misma situación sólo por compasión.

El médico maldijo, y la mirada sorprendida de Sin se dirigió hacia él,


—Con—, murmuró ella—. ¿No podías mantenerte alejado, eh?

Con gruñó y movió sus manos enguantadas sobre el cuerpo de Sin


con experta confianza. —¿Qué te duele?

—El alambre de púas no es muy cómodo—, repuso ella.

—Aguanta un poco, necesito la ayuda del doc E para removerlo.

Lore maldijo —Sin lo siento…

—Cállate—, dijo ella, pero no había enojo en su voz. —Yo la cagué


dejando que esa escoria de ángel me capturara con la guardia baja. Él me
trajo aquí, así podía ver morir a mis sobrinos—. Estremeciéndose, se
movió. —Debajo mío. La daga.

Cuidadosamente, Lore buscó con su mano debajo de ella, y cogió su


daga Gargantua… la cual estaba cubierta con sangre. —¿Está…?

—Sí—, ella le ofreció una sonrisa temblorosa. —Apuñalé al hijo de


puta. Ahora ve por él—. Su sonrisa se desvaneció. —Hermano, tu tiempo
se está terminando.
Ella no estaba hablando de Rariel y él lo sabía. Su vínculo de esclavo
latía con tan rápida pulsación, que el dolor era más constante ahora.
Rariel moría, o Kynan lo tendría que hacer, y él tenía apenas 24 horas
para hacer que una muerte sucediera.

—Lo sé Sin. Tengo que manejar esto—. Lore cruzó una mirada con
Con. —Cuida de ella.

—No te preocupes.

Lore se levantó. El otro doctor y Eidolon estaban atendiendo a Shade,


quien se apoyaba en una cruz de San Andrés… y fue cuando Lore notó
todos los… interesantes… adornos de la pared. Grilletes peludos, látigos y
máscaras de cuero… y sip, esto era TMI34. No podía imaginarse a la
delicada Runa, quien estaba sentada en la cama, observando a Shade con
ojos preocupados y abrazando fuertemente a sus hijos, sosteniendo un
látigo.

—¿Cómo está Sin? —Eidolon no sacó la mirada del masivo sangrado


en el muslo de Shade.

—Los signos vitales están bien—, respondió Con. —Las heridas no


son más que contusiones y laceraciones poco profundas. Pero ella tiene
alambre de púas enredado en sus muñecas. La recuperación de los vasos
capilares es satisfactoria.

Eidolon dio un brusco asentimiento. —Las púas probablemente


evitaron los principales vasos sanguíneos.

Aliviado de que Sin no estuviera en un peligro inminente, Lore giró


hacia Idess, pero ella había desaparecido. La encontró en la sala de cine,
con su cabeza encorvada y sus brazos alrededor de ella.

—Hey—, dijo él, jalándola hacia sus brazos. Dios, se sentía bien
contra él. Como si perteneciera. Mientras permanecieran así, todo estaría
bien.

—Mi hermano—. Lanzó un gran estremecedor sollozo. —¿Cómo pudo

34
TMI: Too much information: demasiada información.
suceder esto? ¿Cómo permití que esto pasara?

El corazón de Lore se agrietó. —No es tu culpa ángel. Él no es el tipo


que alguna vez conociste. Está enojado y demente… —Se interrumpió
cuando la imagen de Sin tendida en el piso de la casa de sus abuelos
volvió a su mente. Su voz sonó rasposa. —Todos están bien. Llegamos a
tiempo.

Ella agitó la cabeza tan fuerte que su cabellera chocó con sus brazos,
—Pero, Rade. Oh, Lore… si él lastima a Rade…

—No lo hará—, juró Lore. —Clavaremos su trasero al muro. Mi daga


probó su sangre. Puedes destellarnos a él.

—Bien —susurró—. Eso está bien.

El sonido de botas en el piso anunciaba la llegada de dos personas.


Manteniendo a Idess detrás de él de manera protectora, Lore se giró.

Eidolon tomó un teléfono satelital del final de la mesa que estaba


cerca del sofá. Shade se paró a unos pocos pies de Lore, aún cubierto de
sangre y con una sombría mirada. —Entonces este tipo Rariel tomó a
Rade—. No era una pregunta, y cuando Lore asintió, Shade tragó saliva.
—Pensé que tú lo tenías.

—Estabas equivocado.

Más tragos. Y ninguna disculpa. —Pero tú fuiste contratado para


matar a Ky.

“Contratado” no era la palabra correcta. “Forzado” estaba más cerca,


pero justo ahora no era el momento para explicarlo. —Sí.

Las manos de Shade formaron un puño, y Lore situó a Idess a un


lado y se preparó para el golpe. —E dijo que si tú no lo hacías, Sin
morirá—. Habló en un tono conciliador, por el cual Lore estaba
agradecido.

—Sí.

—No podemos dejar que nada de eso pase—. El tono de Shade era
mortal. Plano. Pero al menos había visto la verdad de la situación y quería
ayudar a salvar a su hermana.

—Es por eso que Idess y yo iremos a asesinar a Rariel—. A su lado


Idess se tensó como un cable, y mierda, más le valía estar de acuerdo en
matar al bastado. —Dijiste que su nombre es Rami, ¿por qué se hace
llamar Rariel?

—Nos otorgan nuevos nombres después de la Ascensión. —Ella


sacudió su cabeza y dejó caer sus hombros. —Todavía no puedo creer
esto.

Shade agarró una chaqueta negra que estaba colgada en la pared de


la cueva. —Iré con ustedes.

—No puedes—, dijo Idess—. Sólo puedo transportar a una persona a


su ubicación.

—Mierda—, la maldición de Shade se escuchó por toda la habitación.


—Quiero saber cómo encontró la cueva—. Tiró su chaqueta, tirando una
sonaja de oro del sofá. Casi de manera respetuosa, recogió el juguete que
estaba grabado con el nombre de Rade.

Eidolon colocó el teléfono en su base. —Roag. —El dudó antes de


adherir tranquilamente. —Es lo que trataba de decirte antes de que Runa
fuera atacada, y luego hace un momento cuando te llamé.

La tensión se sentía en el aire, y Lore contuvo su aliento, inseguro


de si Shade fuera a arremeter contra Eidolon por su propio rechazo
obstinado de escuchar a la advertencia de Eidolon.

La tormenta pasó cuando Shade gruñó. —Ese falso quemado hijo de


puta. —Apretó el sonajero tan fuerte que Lore pensó que se iba a romper.
Pero al menos él no había golpeado a E. —Él está bien muerto y aún así
nos sigue jodiendo.

—¿Quién nos está jodiendo? —Runa permanecía en la entrada de la


sala. Su cabello cobrizo estaba en su cara, pero Lore sabía que ella no
estaba nada cerca de ser tan frágil como aparentaba.

Shade fue hacia ella —No es importante. Necesitas cuidar de los


chicos, yo manejaré esto.
—¡Por supuesto que lo harás!— Ella lo golpeó en sus hombros. —Mi
hijo está en peligro y quiero saberlo todo.

—¡Runa…!

—Todo.

Shade, suspiró. —E dice que es Roag. Él tiene que ver con todo esto.

Runa perdió el poco color que había tenido su cara, pero su voz era
estática y mortal cuando sentenció, —lo quiero muerto. Una muerte
dolorosa.

Idess cruzó la habitación, y cuando estuvo enfrente de Runa, ella


tomó sus manos —Haré esto por ti—, juró suavemente. —Les juro a todos
ustedes que de alguna manera arreglaré esto.

—Idess—, dijo Lore. —Te dije. Esto no es tu culpa.

—Pero sí lo es. Mi hermano quiere vengarse de mí, y de alguna


manera se las arregló para involucrarlos en esto.

—Si esto es verdad —comenzó Eidolon, —me gustaría saber como


Roag y Rariel se juntaron.

—No sé como se juntaron después de que Roag fuera maldecido—,


dijo Lore, —pero ellos se conocían antes de esto. Rariel estaba presente
cuando Roag me contrató para asesinarlos.

Todo mundo salvo Idess lo miró furiosamente. —¡Eh! Dije que lo


sentía. —De hecho, no creía que lo hubiera hecho, pero tal vez ellos no lo
recordaban. Probablemente era hora de irse antes de que lo hicieran. Miró
su reloj. Tenían una hora antes de que tuviesen que cazar a Rami.

—Idess, tenemos que irnos. La hora del diablo está comenzando, y


necesitamos prepararnos.

Ella se giró a Eidolon —¿Puedes mandar a Kynan o a Tayla a la casa


de Lore, con algunas armas tratadas con qeres?

—Considéralo hecho.

—¿Qeres? —preguntó Lore. —¿Algún tipo de veneno anti ángel?


Ella asintió. —Es lo que me afectó tanto cuando Tayla me disparó.
Incapacitará a Rami de igual forma.

—No lo quiero incapacitado —rugió Shade—. Lo quiero muerto.

Cerrando sus ojos, Idess tragó. Antes de que ella pudiera decir algo
en defensa de Rami, que Shade y Runa no apreciaran, Lore le tomó la
mano —Vamos, Galletita. Transpórtame a casa. Tenemos que
prepararnos para una batalla.

***

Idess todavía estaba entumecida cuando aparecieron en la casa de


Lore. Ellos estaban en medio de la sala, y cuando Lore trató de abrazarla,
ella lo rechazó, incapaz de aceptar alguna bondad después de lo que ella
había hecho.

—¡Oye! No es tu…

—¡Deja de decir eso! Tú no sabes. ¡No entiendes qué es lo que hice!

—Entonces dime—, dijo él suavemente—. Dime qué es eso tan


terrible que hiciste como para que él fuera echado del paraíso y quisiera
comenzar toda esta locura.

—Esto es serio, Lore. Yo lo traicioné. Y ahora está en la tierra y quiere


lastimarme y a todos con los que me haya involucrado—. Ella miró hacia
abajo, demasiado avergonzada para siquiera mirar a Lore.

—¡Oye! —Él tomó su mentón y la forzó a mirarlo. —Incluso si tuvieras


razón, el tema de Roag definitivamente no es tu culpa. El demonio ya
estaba chiflado antes de que todo esto comenzara. Él sólo estaba
esperando a alguien que le ayudara a llevar a cabo su venganza.

Un golpe en la puerta anunció la llegada de Tayla y Kynan. Entraron


y por primera vez Kynan no miró a Lore como si quisiera matarlo. Tayla
llevaba una ballesta y Kynan tenía un sable. Se lo dio a Lore por la
empañadura.
—La espada y las dos ballestas están recubiertas con qeres—, dijo
Kynan. —Me hubiera gustado tener más, pero el Aegis tiene una reserva
limitada.

—¿Y a que se debe eso? —preguntó Lore.

—La receta se ha perdido. Lo poco que tenemos es todo lo que


tenemos.

—Así que úsenlas sabiamente. —Tayla le entregó la ballesta a Idess.


—¿Estás segura que no podemos ir?

—Afirmativo. —De todas formas Idess se alegraba por eso. Menos


gente que su hermano pudiera lastimar. Menos testigos que vieran su
vergüenza. —Sólo puedo transportar a una persona.

—Entonces llévame—, dijo Kynan. —Es a mí al que quiere.


Intercámbiame por Rade. Puedo manejar esto por mí mismo una vez que
saques a Rade de ahí.

Idess suspiró. —No puedo arriesgarte así. Y en última instancia, te


quiere muerto, pero no por su mano. Su meta es arruinarme, lo cual sólo
pasará si tú eres asesinado por alguien que no sea él.

—Maldito —bramó.

Ella asintió ante lo apropiada que era la maldición. —¿El Aegis sabe
lo que está pasando?

—El Concejo sabe que estoy en peligro… —Kynan miró a Lore —pero
estamos considerando la amenaza de un ángel caído. Porque si este
maldito muere, no tengo nada de qué preocuparme ¿cierto?

—Tú todavía deberías preocuparte—, murmuró Lore, y Idess aclaró


su garganta, él le dio una mirada arrepentimiento. —Sí, sí. Una vez el
contrato sea inválido, no tendrás que preocuparte de mí.

Kynan resopló. —Nunca te tuve miedo.

—Mentiras. Has estado a punto de mojarte en los pantalones.

Idess medio esperó que su heraldi comenzara a quemar, pero cuando


Kynan se rió, creyó que oía cosas. —Si no te odiara tanto, pensaría que
podrías llegar a gustarme.

—Probablemente me gustaría más si siguieras odiándome.

La sonrisa ladeada de Kynan podía parar el tráfico. —Estás enojado


porque me quedé con la chica.

—No—, dijo Lore, dirigiendo su mirada a Idess con tal posesión que
hizo que su respiración se atorara en su garganta. —Tengo a la única que
quiero.

Su corazón se aceleró y su cara se sonrojó, ella se aclaró la garganta.


—Si ustedes dos ya terminaron, deberíamos prepararnos para lo que
tenemos que hacer—. No iba a decir “matar a Rami”, porque rezaba para
no se redujera a eso. Tal vez podría negociar con él. O salvarlo de alguna
manera. Porque destruirlo, la destruiría a ella. —Por cierto, ¿cómo está
Gem?

—Como he dicho siempre, ella tiene una cabeza dura —dijo Kynan,
con afecto indiscutible en su voz grave. —Al parecer, cuando ella se inclinó
para recoger algo del suelo, la cafetera se cayó de la mesa y la golpeó.

No se había “caído”, Idess estaba segura. La había empujado uno de


los fantasmas que probablemente estaba bajo la influencia de Roag.

—Tenemos que irnos—, dijo Tayla. —Quiero chequear a Shade y


Runa. Oh, E me dijo que te dijera que Sin está bien. Está siendo
examinada en el UG.

—No me cabe duda de que ella amará eso—, dijo Lore irónicamente.

—Bueno, escuché un montón de maldiciones de fondo… —Tayla se


encogió de hombros. —Chicos tengan cuidado, y por favor traigan de
regreso a Rade.

—Lo haremos—, juró Lore—. Aunque sea lo último que haga, le


regresaré ese niño a Shade.

Tayla asintió, y luego ella y Kynan salieron del lugar.

—Esto va a ser peligroso—, dijo Idess—. Incluso con las armas qeres,
Rami tiene una ventaja, Lore. Como ángel caído, él utiliza poder de
Sheoul. No soy un ángel verdadero, y soy mucho más débil que él.

—¿Es por esto que te viste tan afectada por el disparo de la ballesta?

—Exacto. —Distraídamente ella se frotó su esternón. —Pero en


realidad, obtén un agujero del tamaño de un maldito puño a través de tí,
y fíjate como te va.

—Paso. —Se quitó los guantes y los arrojó en la mesa de la cocina,


—Te trasportaste justo después de eso. ¿Qué pasa si él hace lo mismo?

—No lo hará. Tengo un as bajo la manga.

Su chaqueta fue la siguiente, dejando al descubierto sus apetitosos


brazos que sobresalían de su camiseta de manga corta. —¿La cual es…?

—Un polvo de vino bendecido por monjes.

—¿Vino… de monjes? —Él hizo una pausa mientras desenfundaba las


armas que tenía atadas con una correa a través de su pecho. —¿Así cómo,
un vino hecho por monjes?

Ella asintió. —Un vino, hecho en una cámara secreta en una abadía
de Inglaterra, bendecido y deshidratado por monjes. Una vez que esta
pulverizado puede ser utilizado temporalmente como un arma antimateria
en contra de los ángeles caídos—. Y Ángeles. Que es la razón por la que
lo guardaban bajo llave. Si alguna vez llegara a caer en las manos
equivocadas, podría ser utilizado para inmovilizar al ejército de Ángeles
de Dios durante la Batalla Final.

—¿Por cuánto tiempo?

—Sólo nos dará unos pocos minutos.

—Eso apesta, pero es mejor que nada—. Lore desplegó su funda y


sistemáticamente comprobó cada arma. Si no estuvieran persiguiendo a
su hermano, ella en realidad pensaría que la eficiencia y confianza con
que manejaba las armas eran increíblemente atractivas. —¿Entonces
dónde piensas que puede estar?

—Sheoul. El Abismo Prohibido. —Su voz sonó más fuerte de lo que


estaba internamente.

La maldición asquerosa de Lore chamuscó el aire. —Ese es un lindo


nombre para eso. ¿Sabes dónde es eso? ¿Qué es eso?

—He oído de él. —¿Quién no había oído de él?

—Es conocido como “El patio de los carniceros”. —Su voz era
sombría. —Se dice que nada está prohibido ahí. No hay reglas excepto
que nadie puede morir rápidamente.

Era también uno de los pocos lugares del Sheoul donde los ángeles
no podían entrar en absoluto. Algunos afirman que al mismo Satanás le
gusta pasar el tiempo allí. Sin duda era un gran lugar vacacional para
alguien como él.

—Es por eso que sé que él estará allí. Él nunca hizo las cosas a
medias, y si se volvió malo, se volvió malo.

—Maldición—, murmuró Lore. —Si está en Sheoul, no puedes


transpórtanos hasta allí, y si los rumores son verdaderos, el Harrowgate
más cercano está a días de camino. Esto podría ser un enorme obstáculo.
En 24 horas el juego habrá acabado para mí, ángel.

Idess echó un vistazo al reloj sobre la pared. Ellos tenían cuarenta y


cinco minutos E incluso si Rami no estaba en el Patio, si ellos no lo
encontraban dentro de una hora, tendrían que esperar por otras
veintitrés.

Lo que los ponía peligrosamente cerca del plazo de Lore.

Ella miró al demonio que está de pie delante de ella, un demonio que
tenía más honor y amor en su corazón que muchos de los humanos que
ella había tenido que cuidar durante siglos. El destino le había jugado una
mala pasada, y él había estado pagando por ello durante más de ciento
treinta años.

El destino también lo había hecho Primori, lo que significaba que ella


debía protegerlo. Él no podía enfrentar a Rami solo en el Patio.

Y no lo haría. Si esto era una prueba, ella la pasaría —pero tendría


que hacer trampa para hacerlo. Ella podía ir con él, pero sólo si ya no
fuera un ángel.

—¿Lore?

—¿Sí?

Lamiendo sus labios, colocó sus palmas sobre el pecho de él, sobre
su marca de asesino, y luego las arrastró hacia abajo. Suavemente.
Cuando ella alcanzó el cinturón de sus pantalones, las fosas nasales de él
estaban llameando, con la esencia de la excitación que se había encendido
en ella en el momento lo tocó.

—Hazme el amor.
Capítulo Veintidós
Traducido por Tsubasa14
Corregido por Kitty, Mavi y Mir

—Idess… —Su nombre salió en un susurro estrangulado.

—Por favor.

Retroceder fue lo más difícil que alguna vez hubiera hecho. —No es
el momento. —¿Qué estaba diciendo? Cualquier momento era el
momento. Especialmente desde que ambos podrían morir y esta podría
ser la última oportunidad de tener sexo con alguien.

—Es el momento perfecto.

—Supongo que el Patio del Carnicero no es la gran cosa si estás


enfrentando a la muerte ¿huh?

—Supongo que no.

—Pero… tu voto. ¿Qué pasa si lo rompes?

Ella avanzó hacia él. —Sólo algo de penitencia. Nada que no pueda
manejar.

Su sentido común le decía que el castigo para un ángel que rompía


su voto de celibato no era pequeño, y él no podía permitir que ella sufriera
sin importar cuánto dolor sintiera por ella. Pero cuando él trato de
rechazarla, ella agarró sus caderas y presionó su entero, sexy, y largo
cuerpo contra el de él. Todavía, podría tener una oportunidad de
rechazarla nuevamente… hasta que ella palmeó su entrepierna
torpemente.

La ternura lo invadió. Ella lo quería pero no sabía cómo iniciar el sexo.


No es que él fuera un genio en eso tampoco. Ninguno de los dos era
técnicamente virgen, pero ¿emocionalmente? Él lo era.
Él había follado. Había sido mamado. Pero nunca había hecho el amor
con alguien.

La miró, a sus ojos inocentes que incluso ahora brillaban con una
desesperada honestidad. Ella se había resignado a algo —probablemente
la muerte de ambos— y estaba preparada para enfrentarlo.

Su fuerza lo abrumó. Lo devastó. Haciéndolo querer hacerla suya,


sin importar cual fuera el costo.

—Mía—, gruñó, y de un momento a otro la colocó entre sus brazos y


la llevó a la habitación. No tenía idea qué tipo de instinto cavernícola se
había apoderado de él, pero se había adueñado de él y ahora tenía el
control y la única cosa que podía hacer era dejarlo volar en piloto
automático. Y no era como si Idess fuera a impedírselo.

El pecho de ella jadeaba, su piel se encontraba ruborizada debido a


la excitación, y el contorno de sus pezones formaba picos que rogaban
por su toque. Su lengua. Incluso a través de la ropa.

Mía.
Incapaz de soportar sentir la ropa en lugar de su piel por un segundo
más, la recostó en la cama y se quitó la camiseta, pero antes de que
pudiera desabrochar sus pantalones, ella estaba de rodillas sobre el
colchón, sacando sus manos fuera del camino.

—Yo haré esto.

Estaba lejos de discutir. Además, esto era realmente ardiente, la


forma en que la punta rosada de su lengua se deslizaba entre sus labios
a medida que trabajaba su cremallera. Su polla saltó libre, y no tuvo
tiempo de disfrutar la impresión del aire frío antes de que su mano se
cerrara alrededor de ella.

Una alborotada respiración vino de sus pulmones. —Idess…

Su boca se cerró en la punta de su polla y él casi se tragó la lengua.


Ella lo succionó haciendo que sus ojos rodaran hacia atrás en su cabeza
y luego ella lo soltó con un suave chasquido.
—He querido tanto hacer eso—, dijo ella en un áspero murmullo
matutino que lo agarró justo entre sus piernas con mucha más fuerza de
la que su mano había tenido.

Ella lo miró con una mirada somnolienta y seductora, y maldición,


esto era algo que dejaba a su piel deseosa. Con una ajustada sonrisa, ella
lo tomó dentro de sus labios otra vez. Oh, demonios, esto era asombroso.
Tan asombroso que sus rodillas se volvieron de goma mientras ella lo
succionaba. Cuando ella puso especial atención en arremolinar su lengua
en la hendidura, atrapando las cristalinas gotas que se formaban allí, él
tuvo que morder su mejilla para evitar gritar.

Una mano acariciaba sus testículos, su pulgar acariciaba el espacio


que había entre ellos. Sopló una ráfaga de aire frío sobre su asta húmeda
y él gimió con placer. Ella era una criatura malvada, pero no la quería de
otra manera.

Lentamente, ella arrastró su lengua por toda su longitud, hasta sus


testículos. Sus músculos se tensaron, su semen se construía como un
arroyo en su saco, haciéndolo más excitante cuando ella aspiró sus
testículos dentro de su boca y los lamió con su lengua.

—Idess—, gruñó.

Sintió sus labios formando una sonrisa, y comenzó un malvado


tarareo que envió un choque de estimulación desde su ingle hasta su
cráneo. Su cabeza nadaba y su piel se tensaba. Su oído se volvió más
agudo, su sentido del olfato mas nítido. Los colores eran más brillantes,
sus emociones más intensas.

Su boca se deslizó nuevamente sobre su polla, sus dientes raspaban


gentilmente y mordisqueaban mientras lo hacía. ¿Cómo había apendido
esta magia?

Ella lo tomó profundo, tan profundo que podía sentir la parte trasera
de su garganta… y luego ella tragó. Jesús, lo tragó, creando un torbellino
de sensaciones que se asentaban en la punta de su polla, mientras su
dedo y su pulgar hacían un círculo alrededor de su base y bombeaban
hacia arriba y hacia abajo, y la otra mano masajeaba sus testículos.
—Detente, oh, carajo… detente… —No podía aguantar, no podía
resistir las sensaciones que lo daban vuelta. Llevó sus manos hacia su
cabello, pero mientras su clímax estaba cerca, al filo de la navaja, él alejó
su mano derecha. Sabía que no la afectaría, pero cien años de paranoia
no iban a desaparecer de la noche a la mañana.

Sin romper su ritmo, ella tomó su mano y la regresó a su cabeza. Por


primera vez, él realmente se dio cuenta que tan especial era ella. Podía
dejarse ir… ella quería que se dejara ir. Que fuera libre. Para estar con
ella.

Ella succionó hacia arriba mientras su mano rodeaba su saco. Su


dermoire se retorció, el poder quemaba desde su hombro hasta su mano,
pero Idess estaba a salvo. Inalterable. El conocimiento y la libertad
condensaron todas sus emociones, todas las sensaciones,
concentrándolas tanto que no podía creer que sus pies aún permanecían
sobre el suelo. Su semen hizo ebullición en su polla, disparándose en un
furioso torrente. Levantándose, perdiendo el control, bombeó dentro de
su boca. Ella tomó todo y continuó lamiendo y chupando hasta que él
estaba tan sensible que tuvo que empujarla para apartarla.

Su sonrisa mientras lo miraba era una de satisfacción y afecto. El


deseo quemaba allí, también, y un segundo más tarde ella estaba
despojándose de sus pantalones.

—Es verdad—, dijo con voz áspera.

—¿Qué cosa?

Ella le mostró una sonrisa sensual mientras se recostaba sobre el


colchón y empujaba una mano dentro de sus bragas. Él estuvo cerca de
correrse nuevamente. —Las historias sobre el semen de tu raza. Que es
un afrodisíaco. Más leve de lo que imaginaba, pero… mmm… es
asombroso…

—Mi mitad humana probablemente afecta su potencia… —Él se


interrumpió mientras observaba, como ella tiraba la cabeza hacia atrás y
comenzaba a darse placer a si misma. —O, tal vez no.

—¿Quieres ver? Ya sabes, ¿verme correrme?


—Demonios, sí… —Tuvo que aclarase la garganta porque estaba a
punto de ahogarse en su lujuria.

—Justo… ahora… oh, sí… —Su cuerpo se elevó de la maldita cama


cuando llegó al clímax, y si esto no era lo más excitante que alguna vez
había visto, no sabía qué lo sería.

Gateó sobre la cama, y tomó sus muslos y los extendió. La esencia


de su excitación femenina le hizo perder la cabeza, y se le hizo agua la
boca, no podía esperar un segundo más. Cerró su boca sobre su sexo,
sobre la seda que la cubría, y lamió a través de la tela.

Gemidos de placer acompañaron a los movimientos frenéticos de sus


caderas, mientras las golpeaba contra su boca. Ella se corrió fuertemente,
dos veces, antes de que su impaciencia le obligara arrancar su ropa y
hundir su lengua en ella. La más duce miel llenó su boca y obstruyó su
cerebro. El sabor a ella era una droga, a la cual se hizo instantáneamente
adicto, necesitaría de esto todos los días. Dos veces al día. Mañana y
noche. Tal vez al mediodía, también.

Sus orgasmos llegaron, uno después de otro, apilándose hasta que


perdió la cuenta y hasta que ella lo tirara del pelo hacia arriba. Aturdido
y saciado como un gato, bien alimentado, ella lo miró acechar encima de
su cuerpo, y luego dio la bienvenida entre sus piernas.

Su polla estaba dura como una roca, la punta rozaba su entrada,


pero no estaba listo aún. Quería que esto fuera especial. Quería saborear
cada momento.

Besándola, le sacó la sudadera. Lo hizo lento, tomándose su tiempo,


titubeando debido a que sus dedos temblaban. Las manos de ella estaban
enredadas aún en su cabello, su lengua danzaba con la suya mientras su
desesperación crecía a cada instante.

—Hazme el amor—, dijo contra su boca, arqueando su pelvis en un


intento de empalarse así misma sobre su eje.

—Nada puede detenerme—. La besó, trazando un camino desde su


mandíbula hasta su cremosa garganta. Ella era un regalo, y él lo
desenvolvería lentamente. Su respiración era caliente mientras
desabrochaba su frágil sostén de encaje. No quería dejar de besarla,
incluso para remover lo último de su ropa, pero la quería desnuda. Piel
con piel sin nada que se interpusiera entre ellos.

Su teléfono sonó. Era el tono de Sin. Él lo ignoró. Tenía que estar


dentro de Idess. Nadie se interpondría entre él y lo que era suyo. Como
si sintiera su desesperación, ella colocó sus brazos alrededor de su cuello
y sus piernas alrededor de su cadera ajustadamente para que él no
pensara que podría liberarse incluso si quisiera.

Retumbando con el placer, él se hundió en su cuerpo suave y


deseoso. Idess abrió la boca, se aferró furiosamente a él, y susurró
órdenes dulces y calientes en su oreja.

Una corriente eléctrica lo recorrió cuando comenzó a empujar. Él e


Idess estaban unidos más que por sus cuerpos, y ahora entendía porque
sus hermanos habían tomado compañeras. La diferencia entre tener sexo
con cualquier mujer al azar y hacer el amor con alguien con todo tu cuerpo
y corazón, sólo podía medirse por algo parecido a la escala de Richter.

Hacer el amor con Idess, lo sacudió hasta la médula, y tumbó todas


sus murallas. Ella era 10 puntos, con certeza, y mientras siguiera
revolucionando mundo, estaba listo y preparado para asumir las
consecuencias.

***

Idess nunca había conocido que algo fuera tan perfecto. Lore la
besaba mientras se empujaba dentro de ella, llevándola a nuevas alturas,
que aplastaban el alma, y finalmente entendió lo bello que era entregarse
a otro.

Su vida desde Rami había sido acerca de castigarse a si misma, con


una auto penitencia, mientras esperaba una recompensa que no estaba
segura de merecer.

Finalmente había sido recompensada, aunque no de la manera que


había esperado.

—Idess—. La voz de Lore era maravillosamente ronca.

Él empujaba tan profundo como podía, y ella se arqueaba,


apretándose y sosteniéndolo allí. En su pasión, arañaba la espalda de Lore
y él siseaba de placer.

—Sí. Oh, demonios… —Él se movió, palmeó su trasero y lo levantó


duramente hacia él. Dejando caer su frente sobre la suya, mirando dentro
de sus ojos, mientras se impulsaba dentro de ella en un frenesí salvaje y
crudo.

La fricción era ardiente, humeante, y el placer la estaba llevando a


las nubes. Lore se liberó con un grito que ella apenas escuchó a través
del ruido de sus propios latidos en sus oídos. Parecía nunca terminar, y
mientras sus sentidos revoloteaban dentro de ella, ellos parecían
derretirse con tantas emociones juntas que no estaba segura de saber
como separarlas.

Esto era tan increíblemente correcto. Cerrando sus ojos, sostuvo a


Lore cuando colapsó sobre ella. Su peso era aplastante, pero nunca había
estado más feliz de tener obstaculizada la respiración.

—Lo siento—, murmuró él contra su garganta. —No tengo energía


para rodar fuera de ti. —Ella rió, trató de reírse, de todas formas, él gimió
y giró, atrayéndola cerca. —¿Qué es tan gracioso?

Bendito aire llenó sus pulmones, y finalmente la risa salió. —Tú. Un


gran malvado demonio, reducido a una masa de agotamiento por una
simple mujer.

Su mano acarició su brazo. —No hay nada simple acerca de ti. Me


has hecho correr desde el principio.

Ella sonrío sobre su pecho, amando como, por primera vez en siglos,
podía ser ella misma, podría romper todas las restricciones que la habían
mantenido tan contenida. Quería hacer locuras, bailar en un club, nadar
desnuda en el océano, beber una margarita, y después intentar un
montón de exóticas cosas sexuales con Lore —Estamos muy a la par ¿no?
Un largo y profundo silencio se instaló entre ellos. Al principio Idess
lo disfrutó, contenta y saciada. Pero gradualmente, comenzó a sentir la
creciente tensión.

—Es hora de irnos, ¿no?

—Sí. —Él la apretó con tanta fuerza que sus articulaciones hicieron
ruido. —¿Cuánto tiempo tienes? En la Tierra, quiero decir.

—Honestamente no lo sé.

Su cuerpo entero se tensó como una estatua. —No quiero perderte.


Sé que me hace sonar como un maricón, pero no quiero. —A su garganta
le costaba trabajo tragar. —Incluso… —Sacudió su cabeza. —No importa.

—¿Qué? —Ella se colocó frente a él para poder mirarlo. —Puedes


decirme.

Él colocó un brazo sobre sus ojos. —Me odiarás.

—No lo haré. —Ella le bajó el brazo. —Suéltalo.

Tragando nuevamente, miró fijamente el ventilador de techo


mientras daba perezosos giros sobre la cama. —En realidad pensé que si
mataba a Kynan, no sería demasiado malo; porque tú tendrías que
quedarte aquí por más tiempo.

Hielo llenó la cavidad de su pecho, dejando sin espacio para que su


corazón latiera. —¿Harías eso? ¿Truncar mi futuro? —No tenía por qué
quejarse, cuando ella le había hecho lo mismo a Rami, pero mientras el
hielo y el dolor se apoderaban de ella, verdaderamente empezó a
entender cómo se sentiría Rami traicionado y herido.

Lore, se sentó en un movimiento rápido y fluido que la sobresaltó. —


Demonios no. Fue un pensamiento desesperado y al azar. Soy un imbécil
egoísta, pero nunca te haría algo tan imperdonable. —Ella lloró, pero él
lo malinterpretó, y enmarcó su cara con sus cálida palmas y presionó sus
labios con los suyos. —No estoy mintiendo, Idess. Te lo juro, nunca
tomaría algo tan importante como tus alas. Moriría primero.

Las lágrimas quemaban sus ojos. Horribles, lágrimas ácidas que ella
merecía. Sabía que lo que le había hecho a Rami era imperdonable, pero
escuchar a Lore —un demonio— decir cuan horrible era esto con tanta
pasión, oh, dulce, dulce Señor, ella merecía cualquier cosa que Rami le
hiciera.

—¿Idess? Lo siento. Nunca debí haberte dicho…

—No es eso. —Ella realmente quería vomitar. —No tienes que


preocuparte porque obtenga mis alas. No las tendré. —Ella no las merecía
de cualquier manera, se había estado engañando por siglos, pensando
que llegaría al Cielo.

La miró con el ceño fruncido —¿Qué es lo que no me estás diciendo?

—Tenemos sólo una oportunidad para encontrar a Rami antes de tu


tiempo límite. Los ángeles no pueden entrar en el Patio, así que rompí mi
voto y me aseguré de estar arruinada. Puedo transportarte dentro del
Sheoul ahora.

—¿Arruinada? —Se levantó sobre sus rodillas y la tomó por los


hombros como si fuera a sacudirla —Oh, mierda. No me digas que te
arruiné por hacer el amor contigo.

—Fue mi decisión. Era la única manera de que llegáramos a Rami.


Era la única manera para que tú y Kynan se salven. Hasta que sea
convocada oficialmente, tengo todos mis poderes. Sólo que no soy
considerada un ángel.

—Maldición—, gruñó él. —Sabía que no debería haber hecho el amor


contigo. Eres mucho mejor que yo. Te he manchado…

Ella lo detuvo presionando sus dedos sobre sus pecaminosos labios.


—No me estás escuchando. Y no, no soy mejor que tú. ¿No lo ves, Lore?
Te has estado castigando por ser lo que eres. Por amar demasiado a tu
hermana que hiciste lo que pensabas que era mejor, a pesar de que lo
ves como una traición. Has dado todo por tu hermana, y es tiempo que
tomes algo para ti. Tómame. Puedo estar contigo ahora. —Él no
necesitaba saber que “ahora” probablemente no eran más que unas pocas
horas antes de que ella fuera llamada ante el consejo de Memitims… y
probablemente fuera destruida.

Él tragó ruidosamente. —¿Entiendes lo que estás diciendo, ángel?


Toma el consejo para ti.

Una realización lenta se habría paso a través de ella. Ella se había


castigado acerca de lo que le había hecho a Rami, por siglos, poniendo
toda su energía en su culpa. Haciendo lo mismo con lo que acusaba a
Lore. Pero su traición había sido mucho, mucho más destructiva para su
hermano.

Ella tragó con abatimiento. —No es lo mismo.

—¿Cómo puedes decirme que tome algo para mí mismo, que me


perdone, cuando tú no haces lo mismo?

Él tenía razón, y ella casi se ahogó en su propia hipocresía. —Tomaré


algo para mí luego. Después de que tratemos con Rami.

—Pruébalo. Vincúlate a mí—, soltó él. —Jura que serás mi


compañera.

Su corazón golpeó sus costillas con demasiada fuerza. Ella no había


visto venir esto. Había pensado en algo como un crucero en el trópico o
una casa más grande. Tragando secamente, miró el reloj que estaba
sobre mesa de luz, porque no podía mirar a Lore, demasiado asustada de
que él hubiera interpretado la duda en su cara como rechazo a él, cuando
la verdad era, que ella aún no estaba segura si merecía tomar algo tan
maravilloso.

—Tenemos que irnos. —Su voz se quebró, y la duda se hizo presente


en ella.

—Lo sé. —Él tomó su mentón y la hizo mirarlo. —Quiero esto, Idess.
Te he estado diciendo que soy egoísta, y esto lo prueba. No puedo unirme
con alguien más, porque estoy unido con Deth, pero tan pronto como nos
encarguemos de tu hermano, seré libre. Regresaremos aquí, y te haré
mía. Para siempre. No digas que no.

Tal vez ella no mereciera esto, pero él sí. Y ella no podía negarle
nada. —Sí —susurró ella. —Me vincularé a ti. —Sonrió esperando que él
no notara el temblor en sus labios, porque esto definitivamente no sería
para siempre.
***

2:59 A.M. Hora de Venezuela.

Lore respiraba profundamente y le entregaba a Idess la daga.

—¿Estás lista para esto?

—No del todo. —Ella se colgó la pequeña bolsa que contenía el polvo
de vino de los monjes. Se había transportado dentro y fuera de la abadía
sin ningún problema, y le había admitido a Lore que se alegraba que
hubiera podido probar sus poderes. Rami le había contado que los
Memitim arruinados retenían sus habilidades hasta que eran oficialmente
juzgados por el Consejo, sin embargo ella había estado nerviosa acerca
de eso.

—¿Puedes hacer esto?

Ella evitó su mirada, y el miedo pinchó dentro de él. Él entendía que


iban a matar a su amado hermano. Pero si no lo hacían, el contrato con
Deth permanecería válido y Lore estaría una vez más en una situación
imposible con Kynan y Sin.

Pero… si Idess se había arruinado al dormir con Lore, ¿todavía le era


requerido salvar a Kynan?

Rayos. Aún no podía creer que ella lo hubiera hecho —condenarse


así, cuando por doscientos años, todo lo que había soñado era obtener
sus alas. Y ahora nunca las tendría.

Por él.

Él tendría que recompensarla de alguna manera, incluso si sólo


pudiera asegurarse de que ella pasara el resto de su vida feliz. Él la
malcriaría, le haría el amor y la trataría como una condenada reina.

Pero primero tenían que matar a su hermano.

—¿Idess?
—Sí— murmuró ella. —Sí. Puedo hacerlo. —Ella ajustó su agarre a la
ballesta, y tomó la mano de él que sujetaba la daga, y luego de repente
estaban en una cueva dentro de Sheoul. Las paredes estaban tapizadas
con demonios vivos que estaban crucificados en cruces de madera,
algunos estaban siendo devorados por criaturas infernales.

Rami permanecía a sólo tres pies frente a Lore e Idess, con la


mandíbula abierta.

—¿Cómo…?

Idess soltó a Lore y lanzó el polvo de vino a la cara de Rami. El ángel


caído gritó y se tapó los ojos. Tomando ventaja de la miseria de Rami,
Lore enterró su espada en el vientre del ángel, Idess gritó ante la
espantosa visión de su hermano atravesado por la espada. Un vapor siseó
de la herida, y un sonido húmedo y grotesco acompañó el deslizamiento
de los huesos sobre el acero, cuando Rami se tambaleó hacia atrás y fuera
de la espada.

Por impulso, Lore blandió su espada, en un movimiento que habría


decapitado al ángel, si él no hubiera aterrizado. Pero el hijo de puta se
había colocado fuera de su alcance en un movimiento borroso, y la punta
de la espada sólo había rozado su garganta.

Él se apoyó en la pared, mostrando sus dientes, tocando su estómago


y mirando a Idess, quien le apuntaba con su ballesta. —Maldita.

—Rami, por favor. Escúchame. Lo siento. Lo que hice fue estúpido.


Egoísta. Sé que…

—¿Sabes qué? ¡Tu interesante hazaña me mantuvo en este infierno


de planeta por dos siglos más! —le bramó. —¡Y luego hizo que me
patearan fuera del Cielo, tú puta chupa pollas!

La ballesta comenzó a temblar. Lore se colocó cerca de Idess cuando


lo que quería era enterrar su espada en el trasero de su hermano. Su voz
temblaba tan fuerte como lo hacía su arma. —Lo que hice es
imperdonable. Pero te afectó en la Tierra no en el Cielo.

—No tienes idea. —Rami los rodeó, sus movimientos eran tan
cautelosos como los de una serpiente, a pesar del agujero en su
estómago. —Me enteré de tu traición días después de mi Ascensión.
¿Sabías, hermana, una vez que la amargura echa raíces en un ángel,
crece como la mala hierba? Crece hasta que el alma se marchita y
contamina con odio, lo cual no es bienvenido en el Cielo. Es tu culpa que
me expulsaran.

—No. —Idess quería cubrir sus oídos, para no oír la terrible verdad.
—¡No!

—¡Cierra la maldita boca! —Lore blandió su espada cubierta de qeres,


pero Rami esquivó nuevamente el golpe, Lore sólo alcanzó a rozar el
hombro de Rami. Aún la herida humeaba y silbaba, y Idess sabía muy
bien cuan doloroso era eso.

—Tan protector y posesivo. —Rami atrapó un arma de dos puntas


como un tenedor de un barril, y apuñaló una de las cosas como ratas con
escamas que habían estado mordiendo el pie de uno de los demonios
crucificados. —Como un animal —dijo, mirando a la pobre criatura
retorciéndose en agonía. —Porque todos los demonios lo son, Idess.
Escoria. Aún más bajos que los animales de los que se alimentan los
humanos.

Ella hubiese estado de acuerdo hace poco, pero a lo largo de


doscientos años, había visto animales con mas corazón que algunos
humanos, y recientemente, había conocido demonios con más compasión.

Caminando hacia adelante, se concentró en que su voz sonara suave


y tranquilizadora. —Rami, solías decirme que siempre había equilibrio en
el mundo. Si eso es verdad, y sabes que lo es, entonces no todos los
demonios son malos. Como el que tú tomaste. Rade es inocente. Tienes
que devolvérnoslo.

Rami tosió. —¿Inocente? Es un insecto. ¿Nunca has pisado a una


cucaracha?

—Oh, Rami. —La desesperación se instaló en su corazón. —¿En qué


te has convertido?

—¡Lo que soy, es gracias a ti! —bramó él.

—Podemos hacerlo mejor. Podemos ir con nuestro Padre…


—¿Mejor? —Él se rió, pero no había diversión en el sonido. —¿Sabes
qué lo haría mejor? Tú completa y total ruina. Quería que todos tus
Primori murieran para que nunca Ascendieras. Quería que fallaras. Sentir
la humillación que sentí cuando supe lo que me habías hecho.

Lore le lanzó una estrella, y aunque Rami se apartó de su trayectoria,


esta se enterró en su hombro. Rami retiró el arma y la tiró al suelo. —
Estoy decepcionado de ti, asesino. Roag me aseguró que eras
competente, a pesar del hecho de que le fallaste. Ahora tendré que
encargarme de Kynan yo mismo. Y una vez que tenga el amuleto,
negociaré mi regreso al Cielo.

—Estás loco —dijo Idess entrecortadamente. —Nunca te aceptarán.

—Entonces Satanás lo hará —ronroneó. —Él querrá ese collar, y me


dará todo lo que yo quiera. Sabes lo que dicen, es mejor gobernar en el
infierno que servir en el Cielo.

Lore resopló. —Nunca he conocido imbéciles más grandes que los


ángeles caídos. ¿Por qué trabajas con Roag, entonces? —La mano de Lore
se deslizó dentro de su chaqueta, e Idess se imaginó que buscaba otra
arma. —¿En qué te beneficia que mis hermanos sean castigados?

—En serio no entiendes cómo funcionan los contratos de unión—.


Detrás de él, uno de los demonios que estaba empalado gritó, Rami cerró
sus ojos como si disfrutara del sonido, su voz era más tranquila cuando
contestó —Tengo uno con Roag. Él usó sus contactos en el mercado negro
y el inframundo para descubrir cuáles eran los Primoris de Idess, y en
recompensa, yo tenía que darle lo que deseaba. Cuando desapareció,
pensé que estaba libre de culpa.

—Porque creíste que estaba muerto. —En un movimiento demasiado


rápido que Idess no lo vio hasta que había terminado, Lore lanzó un
cuchillo a la cabeza de Rami.

—Sí. —Rami se deslizó a la izquierda y la hoja del cuchillo pasó cerca


de su oído. Sus ojos aún permanecían cerrados. —Pero resulta que mi
contrato es aún válido. Los términos son rigurosos. Si no tengo éxito en
la destrucción de la vida de tus hermanos y en separarlos, yo seré…
desintegrado.
—Eso no sería tan malo. —Lore escupió las palabras.

La mente de Idess reaccionó ante un detalle. —Por Roag es que


supiste que Kynan estaba encantado—, musitó ella. —Él había estado
observando a sus hermanos. —Kynan había recibido su encantamiento
después de que Rami cayera, entonces él no podía haber sabido acerca
del estado de Humanos Centinela marcados. Ella aseguró su ballesta y
levantó la voz, porque en última instancia, nada de esto importaba, y no
tenían demasiado tiempo antes de que el polvo de vino, desapareciera y
permitiera a Rami transportarse fuera de ahí. —¿Dónde está el niño?
Necesito regresarlo con su familia.

—No necesitas hacer nada, más que sufrir. —Los ojos de Rami se
abrieron, y de ellos vino un terrorífico y segador resplandor. En una ráfaga
de fuego y sangre, se expulsó fuera de su hermosa piel, y se convirtió en
una negra criatura como un espectro empapado con tiras de carne. El aire
se agitaba con furia, y los demonios crucificados se retorcieron como
papel arrugado. Sus almas dejaron sus cuerpos y gatearon fuera de la
habitación, más aterrorizados ahora que cuando estaban crucificados a la
pared.

Un escalofriante viento aulló desde una oscura caverna en la parte


trasera de la cámara. El suelo debajo de los pies de Idess retumbó y
tembló. El aire se escapó por la entrada en una nube maloliente y se
arremolinó a su alrededor, su sonido mezclándose con el de los gritos
desesperados de las almas de los demonios. Idess cubrió sus oídos, pero
en cuestión de segundos, los agonizantes gritos habían terminado. Las
almas se habían desvanecido.

Querido Dios, Rami los había destruido. Tenía el poder de destruir


almas. Al igual que su padre.

—Ahora —gruño. —Voy a hacerte ver morir a tu amante


lentamente—. Se abalanzó y dio un puñetazo a la garganta de Lore. El
impacto le hizo soltar la empañadura de su espada y lo arrojó contra la
pared. Su cráneo golpeó la piedra, e hizo un lento deslizamiento hasta el
suelo.

—¡Lore! —Idess corrió hacia él, pero Rami le ganó. Él descendió la


espada, deteniéndola cuando la punta tocó el cuello de Lore. La sangre
corrió como un río a través de su garganta.

—¿Te alimentaste de él cuando lo follaste? —preguntó Rami. —


¿Puedes sentir su terror? ¿Sentirás su dolor? —Se relamió los labios,
saboreando con anticipación la muerte de Lore. Lore le lanzó una mirada
hostil en señal de desafío mientras Idess levantaba la ballesta.

—¡No lo hagas! —Ella se acercó aún más, deseando que sus rodillas
no temblaran y que su voz no hiciera lo mismo. —Te mataré.

Rami rió. —Ya gané. Sacrificaste tu pureza y no puedes Ascender.


Yo. Gané.

Con un guiño, apartó la espada y la lanzó hacia adelante en un


movimiento fácil. Gritando, Idess apretó el gatillo.

Rami gritó, el proyectil le había atravesado la caja torácica, justo


debajo de su axila y saliendo al otro lado. De manera formidable Rami
impulsó la espada hacia adelante. En horrorosa cámara lenta, Idess vio
como Lore trataba de bloquear la espada. El sonido del metal
encontrándose con la carne se escuchó cuando esta atravesó su
antebrazo. La sangre apareció, pero Lore no dudó, se puso de pie y
estrelló su puño en la cara de Rami.

Rami se alejó de los ataques de Lore, aferrándose aún a la espada.


Ríos gemelos de sangre roja corrían a sus costados. Su mirada
sorprendida se dirigió a Idess —Me… disparaste. —Su incrédula voz era
cruda, gorgojeante como las heridas en su costado.

Ella cargó otro proyectil en su ballesta. —Lo volveré a hacer Rami.


Dime dónde está Rade.

Una torcida sonrisa apareció en sus labios, la única advertencia antes


de que blandiera nuevamente la espada. Lore cayó hacia atrás víctima del
ataque, y el dolor apareció en el corazón de Idess antes de disparar otra
vez. El perno golpeó la espina dorsal de Rami, justo en el centro entre sus
omóplatos. Su grito de agonía era como ácido para sus oídos, y ella dejó
escapar un sollozo cuando lo vio tambalearse hacia Lore.

—Perra —dijo ásperamente. Su mano se deslizó con más velocidad


de la que debería ser capaz, considerando la magnitud de de sus heridas
y tomó a Lore por la garganta.

Lore gruñó, y con una eficacia brutal, llevó su puño a las heridas de
Rami. Rami gritó, y se sacudió como si estuviera siendo electrocutado, y
cayó al suelo. Contorsionándose, permaneció sobre su espalda, tenía los
ojos bien abiertos y problemas para respirar, cuando Lore le quitó la
espada de las manos.

Querido Señor, ella sabía que Rami era corrupto, ya no era la persona
cálida, el hermano que ella había amado, pero mientas él estaba herido y
sangrando, sus ojos líquidos bañados de dolor, ella solamente veía al
hermano que la consoló cuando sus padres humanos murieron, el
hermano que había combatido demonios a su lado.

—Rami, por favor. Todavía hay tiempo de hacer lo correcto. —Ella se


arrodilló a lado de él. —Hay bondad dentro de ti. Sé que es así. ¿Dónde
está el niño? Dinos que has hecho con él.

Lentamente, Rami estiró una mano hacia Idess. Su cuerpo entero


temblaba cuando él tomó sus dedos. Lágrimas rodaban por la cara de
Idess, y ella sollozó cuando él tosió, escupiendo sangre. Por un momento,
Lore pensó que Idess había llegado a él. Pero cuando los sollozos
terminaron, la mirada fría de Rami se encontró con la de Lore, y la sonrisa
que mostró, envió escalofríos a la columna de Lore.

—El… niño demonio —él sorbió en una gorgojeante respiración —será


una buena comida para tu jefe.

Puro, y auténtico odio invadió todos los pensamientos de Lore y los


reemplazó con uno solo. Matar. Con un rugido, Lore blandió su espada
sobre el cuello del ángel. Su cabeza se separó de su cuerpo y rodó hasta
las botas de Lore. Pero incluso cuando la sangre se vertía como un río de
los hombros de Rami, formaba vigorosas cuerdas que sostenían la cabeza
y la tiraban hacia el cuerpo.

Idess extrajo un cuchillo de la vaina de la parte baja de su espalda.


—En verdad te has ido, hermano mío—, susurró.

Aunque su mano temblaba, no dudó en cortar sus muñecas y


sostener su brazo sangrante para que su sangre se mezclara con la de
Rami. Un siseante humo maldito ascendió, y un segundo más tarde, el
cuerpo del ex ángel se había vuelto humo y cenizas.

Lágrimas brotaban de los ojos de Idess mientras se ponía de pie


sobre la pila de cenizas de lo que alguna vez fue su hermano, sosteniendo
su muñeca mientras la sangre se escapaba entre sus dedos.

Ella no tenía que decir nada. Lore la colocó dentro de sus brazos y la
abrazó cuando colapsó en sollozos.
Capítulo Veintitres
Traducido por Mir
Corregido por Kitty y Estivali

Idess no perdió mucho tiempo llorando. Había destruido a su


hermano, y de alguna manera tendría que lidiar con eso, pero tanto ella
como Lore sangraban mucho, y tenía que decirle a sus dos padres que su
hijo estaba muerto.

―Tenemos que irnos―, gruñó ella, y Lore asintió con la cabeza.

Ella los destelló al estacionamiento del hospital. Juntos entraron al


UG, y en el interior, encontraron a Eidolon limpiando uno de los varios líos
repartidos por todo el servicio de urgencias, equipos rotos, sillas volcadas,
píldoras desparramadas en el suelo. Los espíritus habían sido activos.

Eidolon corrió hacia Lore e Idess, frenando un poco antes de


alcanzarlos, la expresión devastada le decía a Idess que había leído la de
ellos.

―Lo siento―, dijo Lore con voz áspera.

Durante un largo momento, ella pensó que Eidolon se iba quebrar. El


tragó saliva varias veces, sus ojos inyectados en sangre y líquido. Pero
cuando la sangre de Lore empezó a gotear en el suelo, cambió al modo
de médico.

―Vengan conmigo―. No les dejó otra alternativa que seguirlo a una


sala de examen, donde hizo un gesto a Idess para que se sentara en la
cama, y a Lore que tomara asiento. ―Supongo que el hijo de puta está
muerto―, dijo, mientras se colocaba los guantes.
―Muy―. Lore metió el brazo herido protectoramente contra su
cuerpo. ―Cura a Idess primero.

Antes de que ella pudiera protestar, Eidolon tomó la muñeca de ella.


―Mantén presión sobre la herida―, le dijo a Lore. Idess apretó los dientes
cuando comenzó el doloroso proceso de curación de su corte, y cuando
hubo terminado, él suavemente enjuagó la sangre y cubrió la herida
mayormente sanada con una gasa y cinta adhesiva.

Eidolon se hundió en una silla frente a su hermano. ― ¿Conseguiste…


los restos?

Idess cerró sus ojos y ofreció un rezo para el pequeño muchacho al


que su hermano había matado.

―Los voy a obtener tan pronto como termine aquí―. Lore dijo con
gravedad.

Muy suavemente, Eidolon descansó el brazo de Lore en su muslo.


―¿Con que te hiciste tanto daño?―, murmuró él. ― ¿Una espada?

―Wow―, dijo Lore, cuando Idess se trasladó hasta él y le tomó la


mano buena en la suya. ―Estas bien.

―Veo mucho de esto―, dijo con ironía Eidolon. ―Por lo general, en


Wraith. ¿Estás listo?

―Sí―. Mirando hacia ella, Lore le apretó la mano. ―Sí, lo estoy.

Algo en su pecho se sacudió. Lore generalmente sufría solo y no


dependía de nadie, y probablemente lo prefería así. Pero él estaba
tomando fuerza y consuelo de ella.

La dermoire de Eidolon se iluminó, y cuando Eidolon terminó, le


limpió la sangre.

Idess se dejó caer junto a Lore cuando el localizador del doctor sonó.
Lo chequeó, maldijo sonoramente.

― ¿Qué es eso?― preguntó Lore.


―Huargo―, dijo. ―Hay dos entrando en ambulancia, y tres próximos
a través del Harrowgate―. Eidolon cerró los ojos y dejó escapar un largo
suspiro. ―Esto hace un total de ocho en cuestión de días. Tenemos una
epidemia en nuestras manos―. Abrió los ojos y le dio una mirada a Lore
que asustó a Idess hasta los huesos.― ¿Sin tiene alguna habilidad de
curación? ¿Cualquier poder de reversión?

―No, ¿por qué?― Pero Idess tenía la sensación de que sabía, y ella
vio en la cara de Lore que él lo sabía, también. ―Oh, Dios. Sin. Ella lo
empezó, ¿verdad?

―Sí.

Lore maldijo. ―No podemos tomar un descanso por aquí, ¿verdad?

Eidolon ajustó su estetoscopio en el cuello. ―Me gustaría decir que


esto es inusual, pero los dos últimos años han sido nada más que caos. Y
sólo va a empeorar si no podemos deshacernos de Roag y su alegre banda
de fantasmas.

¡Estúpido hijo de puta! No pueden deshacerse de mí. ¡Tú me hiciste


esto!

Idess giro bruscamente su cabeza hacia la puerta, donde estaba


Roag al acecho, la capucha echada hacia atrás para revelar una cara
horrible, deforme. Su piel era una masa de tejido de cicatriz oscura
estirada sobre lo que era su hueso, en algunos lugares, visibles. La locura
brillaba en sus ojos muertos.

―En realidad―, dijo Idess en voz baja, ―creo que puedo hacer algo
al respecto.

¿Puedes ayudarme? Por favor. Esta maldición… es una agonía que no


puedes comprender. No hice nada para merecerlo.

―Contrataste a tu hermano para matar a sus propios hermanos―,


le dijo. ―Tus hermanos.

―Ah… ¿Idess?― la voz de Lore vino de atrás, pero ella levantó la


mano para detener tanto a él como a Eidolon.

― ¿Me escuchaste, Roag? Querías a tus hermanos muertos.


¡Debido a que me quemaron vivo! Arrancó su manto, y ella casi
exclamó a los arrugados, restos retorcidos que eran su cuerpo. Y ahora
me duele. Me muero de hambre. Tengo sed. Nada me alivia. Por favor,
ayúdame. Sus labios desprendieron la sonrisa más malvada que ella había
visto nunca. Masacré a mis hermanos y a sus familias para que su sangre
corriera como un río por las calles. Los destripé. ¡Desgarré las
extremidades de sus cuerpos y sus ojos de las órbitas!

Su risa le atravesó como una lanza de hielo esculpido. ― ¿Quieres


ayuda? ¿En serio?― Ella agarró a Roag por el brazo. A pesar de que no
era sólido como ella, su energía se aferró a su electricidad estática.
―Puedo sacarte de tu miseria. Absolutamente. No tengo el poder para
destruir almas, pero conozco a alguien que lo tiene.

Ella lo arrastró fuera del hospital y al estacionamiento. Vagamente,


oyó a Lore y Eidolon llamándola por su nombre, pero ella siguió su camino.
Su hermano había destrozado a esta familia, y ella no pudo hacer nada al
respecto, pero ella si podía hacer algo sobre esto.

***

Inhalando profundamente, Idess brilló al reino donde su padre


residía, en el que sólo sus hijos y su griminions se les permitía estar. Ella
apareció en la escalinata de un templo griego antiguo, un gran edificio de
ébano flanqueado por pilares negros y situado entre otras estructuras
negras. Una vez, ella corrió la mano por la pared, sólo para retirarla
cubierta con una sustancia como hollín. Por donde su mano había estado,
el mármol blanco se había ensuciado como con una arena aceitosa.

Los grandes edificios de pilares y estatuas habían sido hace tiempo


de un blanco inmaculado. Ahora gemían bajo el peso de la deshonra y la
corrupción. El reino entero era una réplica gigante de Atenas, pero en la
oscuridad. Era Atenas, en sus pesadillas.

Aun manteniendo su agarre sobre Roag, cuyas luchas eran meros


susurros sobre su piel, ella subió las escaleras y entró por las puertas
dobles lo suficientemente grandes como para permitir el paso de King
Kong. En el interior, pulidos suelos de ébano se extendían
interminablemente. Lúgubres y oscuras estatuas de demonios y humanos
sufriendo se alineaban en las paredes, y en el centro de la gran sala, una
fuente teñía de rojo el fondo oscuro en la base.

Arrastró a Roag por un pasillo laberíntico, por decenas de izquierdas


y derechas, y finalmente, dos de sus hermanos, uno de los cuales
reconoció vagamente, abrió la enorme puerta de hierro al final.

Idess fue casi cegada por las brillantes luces que explotaron a través
de la abertura. El reino entero estaba establecido en un telón de tristeza,
pero a Azagoth le gustaba su color, y, ella notó con una mueca de dolor,
que al parecer le gustaba su música de los Beatles.

Se volvió hacia ella desde donde estaba parado delante de un arco,


donde los griminions desfilaban llevando las almas de demonios muertos.
En el momento en el que él se volvió, los griminions se detuvieron en
seco, no dispuestos a avanzar hacia su destino final, Sheoul-gra, hasta
que su jefe viera y aprobara cada una de las almas que eran traídas ante
él.

Azagoth era la personificación de la belleza masculina. Aparentando


estar en sus treinta y pocos, era alto, de pelo negro, los pómulos
cincelados, y una mandíbula fuerte y cuadrada. Llevaba una camisa con
botones esmeralda que hacían juego con sus ojos, y un ajustado pantalón
negro que enfatizaba sus largas piernas. En su mano, tenía una taza de
café Starbucks.

―Hija―, dijo, con una sonrisa que haría que cualquier mujer humana
se desmayara, pero que sólo parecía fría para Idess. ―Han pasado
siglos―. Lanzó una mirada a Roag, que, una vez dentro de la habitación,
se había convertido en sólido. ―Y trajiste un invitado.

― ¿Dónde estoy?― Roag gritó. ― ¿Qué has hecho, estúpida hija de


puta?

Idess soltó a Roag y se preguntó cuántas duchas tendría que tomar


antes de que su piel dejara de hormiguear por la sensación de su tacto.
Él corrió por la habitación, pero cuando se hizo evidente que no había
manera de salir, se lanzó hacia ella. Él intentó darle un golpe, pero su
mano como una garra pasó inofensivamente a través de su cuerpo.

―Como puedes ver, no tienes ningún poder aquí―. Azagoth


casualmente se cruzó de brazos sobre el pecho. ―O en cualquier lugar.

Los ojos de Roag de sobresalían mientras miraba fijamente a su


mano. ― ¿Estoy… muerto?

―Desafortunadamente, no―, dijo Idess.

― ¿Por qué estoy aquí?― El demonio rodeó a Azagoth. ― ¿Quién


eres tú?

Oh, esto prometía ser bueno.

Su padre tenía un gusto por lo dramático, y permitió unos momentos


de tenso silencio antes de decir: ―Yo soy el que ustedes conocen como
el Grim Reaper35.

Roag hizo un ruido ahogado. ― ¿Qu-qué quieres de mí?

―No lo sé. ¿Hija?― Azagoth se movió a su escritorio, una


monstruosidad de roble moderna al lado de una chimenea que estaba
encendida, pero no emitía calor. Su cámara estaba congelada. Él se sentó,
puso sus pies sobre el escritorio, y esperó a que ella dijera algo.

―Padre―, dijo ella, preparándose a sí misma para el discurso formal


que él prefería ―, humildemente le solicito que ponga fin a esta vil
criatura. Lo habría hecho yo misma en el reino terrenal, pero está
condenado sin forma, y no hay ningún cuerpo que matar.

Azagoth dejó su café. ― ¿En verdad? Interesante maldición.

― ¿Interesante?― Roag chilló. ― ¡Es el tipo de sufrimiento más cruel!

―Por favor―, se burló Idess. ―Escuchar que te quejas sobre la


crueldad, dado lo que has hecho en tu vida, me pone enferma.

35
Grim Raper uno de los tantos nombres que se le da a la personificación de la muerte.
Roag se burló de ella. ―Así que me trajiste aquí para matarme.
¿Crees que me da miedo? ¿Crees que me estoy meando en mis
pantalones? La muerte es bienvenida.

No hay duda que la muerte era preferible a la suerte que estaba


sufriendo. Después de la muerte, sería llevado a Sheoul-gra, donde
estaría con otros demonios, hasta que volviera a nacer.

―Padre, yo no lo quiero muerto―. Dio un paso hacia adelante,


empujando a Roag a un lado. ―Lo quiero destruido.

El grito ahogado de Roag resonó en la sala, y en el túnel, incluso los


griminions se estremecieron. ―No puedes hacer eso―, dijo él con voz
áspera. ― ¡No tienes derecho!

Azagoth juntó los dedos sobre el pecho y la sujetó a la pared con su


fría mirada. ―Lo que pides es poco frecuente. En todo mi tiempo, he
destruido sólo un puñado de almas, y no sin consecuencias. ¿Entonces
por qué, hija mía, debería correr el riesgo de la ira de Satanás por este
demonio?

Echó un vistazo a Roag, que estaba cerca del arco del túnel. Sus ojos
brillaban como fuego del infierno carmesí, y la malevolencia emanaba de
él con tanta fuerza que el alma de un demonio que estaba más cerca de
él seguía tratando de distanciarse una pulgada, sólo era mantenido
estable por su escolta griminions.

―Él es el mal como nunca lo he sentido, Padre. Ha retozado con


ángeles caídos, entre ellos mi hermano, tu hijo, Rami, también conocido
como Rariel. Teniendo en cuenta su historia y fuerza maligna, temo que
el tiempo de Roag en Sheoul-gra será breve, y que él es lo
suficientemente fuerte como para renacer con sus recuerdos intactos. Él
nunca se detendrá en busca de venganza, y un alma así sólo le servirá a
Satanás dándole más poder.

Sombras revolotearon en los ojos de Azagoth, y el temor revoloteó


en el estómago de ella. ―Hablando de Rami… ya no siento su fuerza vital.

Ella asintió con la cabeza. ―Yo lo destruí, Padre.


Las sombras bailaban más rápido, se hacían más oscuras. ― ¿Dónde
lo mataste?

―Sheoul. La Abyssal Prohibida.

―Tu servicio a la humanidad te ha costado―. Lentamente, Azagoth


se puso en pie y se fue hacia Roag. El arrugado demonio tembló cuando
la mano de su padre se cerró sobre la garganta del demonio.

Roag apretó los ojos cerrándolos. ―Por favor… no…

―Sé quién eres―, susurró Azagoth. ―Vi todas las almas que
torturaste y mataste cuando pasaban a través de mi arco. Sentí su
sufrimiento. Mi hija tiene razón sobre ti, y aunque ella no me hubiera
pedido poner fin a tu existencia de forma permanente, lo habría hecho de
todos modos. Ya ves, Dios exige lo mismo y lo opuesto. Ojo por ojo. Y un
mal tan grande como el tuyo no tiene su contraparte pura y buena en el
mundo humano. Tú desequilibras el universo. Así que debes desaparecer.

Con eso, el lo apretó. Los ojos de Roag se abrieron, y su grito


silencioso sonó como un silbido agudo por la mente de Idess mientras su
cuerpo comenzó un temblor violento. Fuego voló de las yemas de los
dedos de su padre y se extendió por el cuerpo ya quemado de Roag hasta
que quedó sólo ceniza en forma de demonio.

Y entonces no había nada. Ni cenizas, ni alma, ni mal.

Por alguna razón, la canción de Blue Oyster Cult “Don't Fear The
Reaper” resonó en su cabeza cuando él se volvió hacia ella. ― ¿Algo más?

La forma agradable en que había preguntado le daba ganas de


responder con “Una guarnición de papas fritas, por favor.” En cambio, ella
hizo una reverencia. ―Gracias, Padre, pero no.

―Idess―. Su voz era suave, pero urgente. ―Vienen por ti. La luz. Y
sea lo que sea que hagas, no corras.

***
Lore se dirigió a la cámara de Deth, con la mente centrada en un solo
objetivo. Él recuperaría los restos de Rade. Eidolon había jurado no decir
nada a Shade y Runa hasta que Lore volviera al UG, aunque Lore no
estaba seguro de cuanto más fácil sería la noticia con un cuerpo para
corroborarlo.

De cualquier modo, dos padres iban a ser destruidos.

Maldijo cuando vio a su hermana de pie delante de su jefe. Maldita


sea. No tenía duda de que tendría que negociar con Deth por los restos
de Rade, y también no tenía duda de que Sin no haría sino complicar las
cosas.

―Por tú bien, espero que hayas completado tu tarea―. La mano


derecha de Deth se cernía sobre el lado de su silla, y mientras Lore se
acercaba, la razón del porque se hizo evidente.

Deth tenía un nuevo Seminus, Tavin, encadenado a la base del trono


y lo estaba acariciando. El íncubo estaba en cuclillas, desnudo y golpeado,
con la cabeza colgando por lo que su cabello a la altura del mentón
ocultaba su rostro. Pero cuando levantó la mirada, sus ojos brillaban oro
con odio y desafío y, ―cuando él cerró su mirada hacia Sin, lujuria
también. Deth, ese hijo de puta, le había negado hembras al macho, algo
que lo volvería loco, y, si dejaba pasar mucho tiempo, daría lugar a su
muerte.

Lore quería rasgar el corazón de Deth y alimentar a los Ramreel.

―No maté a Kynan―, dijo Lore. ―Maté al titular del contrato. Rariel
es una mancha. El contrato es nulo.

Por un momento, Lore pensó que Deth iba a tener un accidente


cerebro vascular. Sus ojos de cerdito se abrieron amplios y su piel se
enrojeció, y era divertido como el infierno. ―Yo no te creo. Es un truco.

Lore se encogió de hombros. ―Verifica el contrato.

Deth hizo un gesto a uno de los Ramreel, que manipulaba una


palanca en la pared de piedra. Con un rechinar de roca, un panel se
despegó, revelando otro panel que contenía piedras brillantes en el muro.
El Ramreel palmeó una de las piedras y la llevó hasta Deth.
El maestro de Lore sostuvo el orbe verde brillante en una mano y
pasó la otra mano sobre él. La cosa se transformó en un pergamino, que
Deth miró por un momento antes de que se derrumbara de sus manos y
cayera como arena en el suelo.

―Te lo dije―, dijo Lore.

―Somos libres, ¿entonces?― Sin rebotó sobre sus pies, incapaz de


contener su emoción.

Deth gruñó. ― ¡Esto es un ultraje! Ustedes me engañaron.

―He esquivado los términos del contrato, hijo de puta. Ahora


libéranos.

Deth dio un salto de su trono y se paseó frenético, con los dientes


haciendo clic en una exhibición grotesca de molestia, y Lore sabía que
estaba tratando de encontrar algún resquicio legal que le permitiera
mantenerlos en servicio.

―Ahora―, dijo Lore apretando los dientes.

Deth siseó. ―No he recibido el pago de Rariel. No voy a perder a mis


dos mejores asesinos hasta que haya sido pagado en su totalidad.

―No es mi problema―, dijo Lore.

Maldiciones cayeron de los labios de Deth. Continuó paseándose,


estancándose.

― ¡Deth, ahora!

Deth se dio la vuelta, haciendo sonar su armadura. ―El niño―, dijo.


―El niño que Rariel trajo a mí. Él está relacionado contigo, ¿no?

La sangre en las venas de Lore se congeló incluso cuando los latidos


de su corazón golpeaban a toda marcha. Sonaba como si Rade todavía
estuviera vivo.

Mantén la calma. Mantén la calma. ―No.


Los ojos de Deth se estrecharon. Él chasqueó los dedos, y la Ramreel
más cercana desapareció por una salida lateral y regresó con Rade, su
cuerpo inerte tendido e inmóvil en los brazos del demonio.

― ¿Qué has hecho con él?― Hasta allí mantuvo la calma.

Deth sonrió. ―No sé cómo cuidar a un bebé. No ha habido ninguna


razón para mantenerlo con vida. Estaba destinado a ser comida, no un
animal doméstico, después de todo.

Sin se movió hacia Rade, cuyo hundido pecho subía casi


imperceptiblemente.

―Como pueden ver, no ha perecido todavía. Pero si lo quieren,


estarán de acuerdo con mis nuevos términos.

Sin aspiró aire entre los dientes apretados. ―Hijo de puta―, soltó.

Lore obligó a abrir sus propias mandíbulas. ― ¿Qué quieres?

―Quiero que uno de ustedes se quede conmigo. Para siempre.

La indignación casi mató a Lore. ―Nunca.

―Entonces el niño será enviado a la cocina―. Deth hizo un gesto a


la Ramreel.

― ¡No! Sólo… espera ―Para entonces, el Increíble Hulk de Lore


debería haber estado llamando a la puerta, y aunque él estaba tan furioso
que su voz tembló, él no tuvo la alterada sensación de que iba a explotar
de su piel y transformarse en un monstruo. El toque de Idess parecía
haber calmado a la bestia salvaje. Idess, lo había atraído de su vida de
soledad y muerte, y reemplazado con calor y luz.

Y Deth había arrancado justo todo eso de debajo de él. Lore no podría
vincularse con ella ahora. Maldición, no creía que pudieran estar juntos
en absoluto. ¿Cómo se suponía que iba a volver a casa con ella por las
noches y contarle sobre su día?

Hey, ángel, tuve que estrangular a alguien hoy. Le llevó un tiempo


morirse, porque tenía un cuello gordo y no pude usar mi don de la muerte,
porque me drenaste. Y mañana, Deth quiere que le rompa las piernas a
una mujer, porque engañó a su compañero. Creo que dejaré pasar ese
trabajo y tomaré los dos días de tortura en su lugar.

Oh, sí. Buenos tiempos se aproximaban.

Lore tomó la mano de su hermana y la condujo a un rincón tranquilo,


donde Deth no pudiera escuchar.

―Ese bastardo enfermo―, le espetó ella. ―Voy a matarlo, Lore le


daré herpes y sífilis y cockfire Khileshi, y morirá lentamente y con dolor…

―Escúchame―, Lore interrumpió. ―Quiero que tengas una


oportunidad, pero tienes que ser liberada para hacerlo―. No es que matar
a Deth sería fácil, o si fuera posible en absoluto. ―Me someteré a él para
servirle. Tú quedarás en libertad. Sólo necesitas llevar a Rade al UG una
vez que este hecho.

― ¿Qué? ¡No!― Ella agarró su chaqueta con ambas manos, se acercó


de puntillas y se puso en la cara. ―Tú manejarás el niño y a tus hermanos.
Si uno de nosotros tiene que quedarse, seré yo.

Suavemente, el retiró las manos fuera de su chaqueta y las sostuvo


contra su pecho. ―Sin, tienes que hacer esto. Te lo debo. Te debo mucho.
Quiero que tengas tu libertad.

Ella cambio torpemente, de un pie a otro. Sus ojos brillaban, por


segunda vez, desde que eran niños. Incluso entonces, ella no había sido
de la clase que lloraba. ―Tú no me debes nada. Es por mí que estás aquí,
en primer lugar. Tienes que liberarte.

La frustración perforaba su cráneo. Ella estaba haciendo esto más


difícil de lo que era necesario. ―Estás aquí por mí, también. Si no te
hubiera dejado hace tantos años, si yo hubiera hecho todo lo necesario
para protegerte, no te habrías visto obligada a vender tus servicios para
sobrevivir.

―No estamos hablando de eso―, dijo ella bruscamente. ―Es el


pasado, y se acabó.
Nunca estaría terminado para ella, y él lo sabía. ―Mi punto es, tú
nunca has sido libre. Lo necesitas. Necesitas tener una vida normal.
Puedes tener eso ahora.

Ella resopló con amargura. ― ¿Normal? ¿Crees que puedo ser normal
de alguna forma? Hola, Lore, soy un maldito fenómeno de la naturaleza.―
Ella agitó su mano derecha frente a él, como si él no supiera cuánto dolor
sus dermoires le habían causado.

―Sí… ―el vaciló, sin querer caminar por el camino que terminaba en
la puerta de Sin. Entonces Tavin gritó, golpeado con fuerza en la cara por
Detharu, recordándole a Lore que algunas situaciones de mierda no se
podían evitar. ― ¿Qué sabes sobre hombres lobo enfermos?

El color se desvaneció de su rostro, confirmando sus sospechas.


―Necesitas ver a Eidolon. Él está enfrentando algún tipo de plaga Huargo.

Ella soltó una maldición. ―Sí. Está bien. Más tarde. Tenemos que
resolver esto primero―. Lanzó una mirada oscura a Deth. ―Mira, yo sé
que quieres hacer esto, pero no puedo aceptar.

―No tienes elección―. Lore se dio la vuelta. ―Deth, libérala. Me


quedo.

― ¡No!― Ella lo empujó a un lado y se dirigió hacia el demonio. ―No


quiero ser libre.

―Maldita sea, Sin, ¡es una sentencia de por vida!

Ella se detuvo y se volvió lentamente, como si las palabras ―cadena


perpetua― finalmente se habían hundido. Ella tragó un par de veces antes
de sacudir la cabeza. ―No importa. La verdad es que me gusta estar aquí.
Soy buena en lo que hago. Es todo lo que puedo hacer. Y tienes a Idess
ahora. Una oportunidad para ser feliz. Tienes que tomarla―. Rodeó a
Detharu. ―Libéralo a él.

―No la escuches a ella―, advirtió Lore. ―Quiero quedarme.

El demonio juntó los dedos y los miraba con feroz interés. Estaba
disfrutando de esto demasiado. A sus pies, Tavin estaba mirando
fijamente a Sin, su jadeante respiración agónica llenaba el silencio. Lore
sentía pena por el hombre, pero si él se soltaba, Lore lo mataría. De
ninguna manera Lore permitiría que Tavin hiciera con Sin lo que su
naturaleza le obligaría a hacer.

―Si ella no quiere ser liberada―, dijo Deth por último, ―Yo no la
forzaré.

―Entonces no me iré, tampoco―. Lore plantó los pies y cruzó los


brazos sobre el pecho.

Sin maldijo en un par de idiomas diferentes. ―Eres un idiota. Deja


de ser tan terco.

Lore apretó las manos para evitar envolverlas alrededor de su cuello


y mover algo del sentido dentro de ella.

― ¡Basta!― Deth gritó. ―Lore, era tu contrato. Por lo tanto, tú serás


liberado.

Antes de que Lore pudiera protestar, Deth se sacudió de su silla y


golpeó su palma de la mano en el pecho de Lore. El aire explotó de los
pulmones de Lore, y de repente se sintió cien libras más ligero.

Aunque la sensación era increíble, también era horrible, porque Sin


era todavía la perra de Deth. Para siempre. ―Hijo de puta―, dijo con voz
áspera.

Deth agitó la mano despidiéndolo. ―Ya no perteneces a este lugar.

Tampoco Sin. Arremetiendo, Lore encendió su don. Lo intentó, de


todos modos. Ni siquiera chispeó, pero Lore podría eliminar a Deth con
sus propias manos…

― ¡Alto!― Deth arrebató a Rade de la Ramreel y curvó los dedos


alrededor de la garganta del bebé. ―Voy a acabar con él. Vete fuera de
la cámara, o el mequetrefe muere.

Jadeando, maldiciendo, Lore concentró cada gramo de odio en su


mirada mientras retrocedía hacia la puerta. Una vez que él estaba de pie
en el pasillo, dos guardias pincharon machetes en sus costillas, mientras
que otro trajo a Rade a él.
Deth arrastró un horrible dedo por la garganta de Sin en un camino
lento, sensual, una burla que casi llevó a Lore a atacar de nuevo al hijo
de puta. ― ¡Fuera de mi vista y no regreses a menos que tengas la
intención de firmar un nuevo contrato!

Vete, gesticuló Sin. Voy a estar bien.

Alejarse fue lo más difícil que Lore había hecho nunca, y mientras lo
hacía, no podía dejar de sentir como si, una vez más, le había fallado a
su gemela.
Capítulo Veinticuatro
Traducido por Lety MacKeltar
Corregido por Kitty y Mir

Por alguna razón, el heraldi de Lore ya no funcionaba. Idess se quedó


fuera del templo de su padre, acariciando varias veces el verdugón con
su dedo.

Nada.

Un poco inestable por la conversación con su padre sobre la luz que


venía por ella, tomó varias respiraciones lentas para aplacar el pánico que
la invadía mientras tocaba con la yema del dedo la marca de Kynan.

Todavía nada.

¡Oh, no! Esto era malo. Muy, muy malo. Rápidamente, ella se
destelló a casa de Lore, pero él no estaba dentro. Se precipitó fuera de la
cubierta. No había rastro de él, pero los cabellos en la parte posterior de
su cuello se erizaron. A su alrededor, el aire era calmado y los animales
del bosque se quedaron en silencio. Agachándose en una posición
defensiva, observó a su alrededor, esperando… ¿qué? La sensación que
sentía no era maligna. De hecho, su piel comenzó a sentir un hormigueo
agradable.

Y luego, volando ante ella, en un ataque de rayo silencioso, estaba


una columna vertical de luz. Se vertía desde los cielos en una cascada
brillante, llamándola. La rasgadura fue por todo el camino a su alma,
como un abrazo grande y blando.

Un tranquilo, hermoso calor se apoderó de ella mientras iba a la


deriva hacia la luz. Tan hermosa. Tan atractiva.

Ven a casa.
La voz musical no sólo cantó en su cabeza, sino en todo su cuerpo.

Ha llegado el momento.
No. Ella tropezó al final, los dedos extendidos y casi tocando la
corriente de luz. Había soñado con este día, ahora que estaba aquí, ella
sólo quería correr. Este debería haber sido el día más feliz de su vida,
pero esto no era una citación para Ascender. Esta era una llamada para
responder por sus acciones. Había perdido un Primori y dormido con un
demonio.

La cascada de luz se deslizó hacia ella. Ella se movió hacia un lado,


pero la luz la siguió. De ninguna manera iría. Había visto lo que había
ocurrido a Rami y Roag cuando su existencia se apagó. Se habían ido para
siempre. ¿Y si su destino era peor? ¿Condenada a la soledad y la vigilancia
de Primori por todos los tiempos?

¿Y que de Lore? Perder a Rami hace tantos siglos había dejado


apenada, sangrando de heridas que nunca sanaron.

Lo que sentía por Lore era mil veces más fuerte. Vivir sin él la
mataría.

La luz se acercó. Con un lamento, se destelló a su casa en Italia. La


luz la siguió, atravesando su techo y brillando en medio de su sala de
estar. Ella se destelló de nuevo, esta vez en la cima del Monte Ararat.

La luz estaba allí.

El pánico bordeaba las esquinas de su visión cuando ella se destelló


a Pompeya. Stonehenge. La Gran Muralla de China. Y en todas partes, la
luz la seguía. Un sollozo de desesperación se le escapó cuando ella cerró
los ojos apretándolos y se destelló al lote del estacionamiento del
Underworld General. Temblando como un nervioso Chihuahua, abrió los
ojos y se giró en un círculo lento. No había luz.

Que, ahora que lo pensaba, tenía sentido, ya que los fantasmas


humanos habían sido atrapados en la construcción del hospital demonio
porque la luz celestial no penetraba.
El repentino estruendo del motor de un vehículo sonó como el
gruñido de un dragón en el espacio subterráneo. Una ambulancia negra
salió de su lugar y rodó hacia la pared del fondo, que comenzó a brillar
como un Harrowgate. Por supuesto… sería la apertura a través de la cual
los vehículos venían.

Efectivamente, parecía como si toda la pared se hubiese convertido


en vidrio, permitiendo que la ambulancia pasase a través de él al garaje
del estacionamiento construido por el hombre en el otro lado.

Un garaje de estacionamiento, donde un haz de luz se ocultaba.


Esperando por ella.

El portal de los vehículos se cerró, dejando una pared sólida, una vez
más.

El hecho de que ya no podía ver la luz no la consolaba, porque todavía


estaba allí. Siempre estaría allí, y las palabras de su padre regresaron
para acosarla.

No corras.

***

Lore fue directo al UG. Al segundo que salió del Harrowgate, Eidolon
estaba allí. Su sorpresa y alegría al ver que Rade estaba vivo fue seguido
de inmediato por la preocupación por su estado.

―Maldita sea―, susurró, mientras tomaba el niño. ―¿Qué hicieron


con él?

―Nada―, dijo Lore. ―No creo que le dieran de comer o que lo


cuidaran en absoluto.

―Definitivamente tiene hipotermia―. Eidolon le dijo a una enfermera


que llamara a Shade y dio instrucciones a otra para ir a buscar mantas
calientes a medida que él se precipitaba a una de las salas de trauma con
el niño, su dermoire brillaba. Eidolon evaluó el bebé, que se había puesto
un poco más rosado y ya se veía mejor después de la infusión de lo que
sea que había hecho Eidolon en él con su poder sanador.

―¿Puedo hacer algo?― Lore ofreció su dedo índice izquierdo al niño,


y la pequeña mano de Rade se curvó alrededor de él.

―Lo que estás haciendo es perfecto―. Eidolon con mucho cuidado


inició un IV, y en el momento que terminó, un asistente médico había
llegado con mantas.

Lore ayudó a envolver a Rade, y una vez que estaba momificado por
completo, Lore se sentó en la cama y sostuvo el niño en su pecho,
imaginando que el exceso de calor no le haría daño, y Eidolon no le dijo
lo contrario.

―¿Va a estar bien?

Eidolon sonrió. ―Una vez que la temperatura de su cuerpo suba y se


amamante, él debería estar bien. Es un chiquillo duro.

Lore miró hacia abajo al bebé, que estaba tranquilamente en sus


brazos, mirándolo fijamente con los ojos grandes y marrones. Una
punzada de nostalgia pinchó en sus entrañas. ¿Podría Idess tener hijos?
¿Ella los querría?

Shade había dicho a Lore que los Sem de descendencia humana eran
estériles, pero si Idess quería niños, Lore movería el sol para asegurarse
de que ella los tuviera. ―¿Idess regresó?

―No la he visto―. Eidolon controló la temperatura de Rade con un


termómetro pequeño de oído. ―Se ve bien. Voy a ir a revisar a Shade.

Lore no estaba seguro cuánto tiempo se sentó a solas con Rade,


meciéndolo y hablándole como idiota, susurrándole con voz de bebé,
antes de que Shade y Runa llegaran con sus otros dos hijos. Se
precipitaron en el cuarto, y justo detrás de ellos estaban Tayla y Eidolon,
seguidos por Wraith y Serena.

Hacía casi un mes desde que había visto por última vez a la
compañera de Wraith, cuando ella había estado acostada en una cama,
sólo a horas de distancia de la muerte. Ahora, la alta y magnífica rubia
estaba sosteniendo a un bebé muy joven.

De pie, Lore entregó a Rade a Runa, que lloraba tan fuerte que no
podía entender nada de lo que le decía. Hizo su mejor intento de pasar
desapercibido retrocediendo para apartarse de la multitud, sólo se detuvo
cuando se encontró con un cuerpo sólido. Él sabía quién era antes de que
incluso se diera la vuelta.

Kynan. Gem estaba a su lado, sosteniendo su mano.

Durante un largo momento, todos se miraron. Y a continuación, Gem


lo abrazó. Se envolvió alrededor de él en la forma en que él hubiera
matado por tenerla hace apenas un mes. Ahora lo único que quería era
que Idess hiciera lo mismo. ¿Dónde estaba ella?

―Gracias―. Gem se apartó y dio un paso atrás hacia Kynan. ―Tú


salvaste a Rade, y no creo que ninguno de nosotros podamos agradecerte
lo suficiente.

Era Sin quien merecía el agradecimiento, pero no iba a arruinar el


feliz reencuentro con el anuncio de sacrificio Sin. En su lugar, el le metió
un golpe a su antiguo rival. ―Salve a Kynan, también, tú sabes.

―Sí―, Kynan arrastró las palabras, ―pero tendremos que tratar de


no pensar en eso.

―Oh, tengo la intención de restregártelo. Mucho―. Lore se rió de la


maldición de Kynan. ―Felicitaciones por la nueva prole, por cierto.

―Bueno―, dijo Gem, ―eso es mejor que lo que dijo Wraith―. Ella
bajó la voz e hizo una imitación de Wraith. ―Que genial lo del bastardo.

Kynan puso los ojos en blanco. ―El demonio tiene una especial
habilidad con las palabras―. Tomó la mano de Gem y palmearon la
espalda de Lore. ―Gracias, hombre.

La fiesta en la habitación de Rade llegó a su apogeo cuando Ky y


Gem entraron. Los hermanos de Lore parecían tan felices, sonriendo a
sus compañeras y abrazándose unos a otros con fuerza. Era una escena
de una maldita película o algo, completada con risas, recuerdos, y algunos
buenos y naturales insultos.

Lore no pertenecía aquí.

Tenía que encontrar a Idess de todos modos. Se fue hacia el


Harrowgate justo cuando las puertas del ER se abrieron. Idess se precipitó
en el interior y cayó en sus brazos.

Lore la recogió, apretándola con fuerza con la promesa silenciosa de


que nunca la dejaría ir. ―¿Dónde has estado? ¿Estás bien? ¿Dónde está
Roag?

―Más tarde―. Ella tomó su boca en un beso desesperado que lo dejó


en blanco. ―¿Tú…?

―Sí. Rade estaba vivo―. El dejó que sus pies tocaran el suelo otra
vez. ―Va a estar bien.

―Estoy muy contenta―. Parecía aliviada, pero había un tono


extraño, subyacente que no podía identificar.

Frunciendo el ceño, le metió un mechón suelto de cabello detrás de


su oreja. ―¿Qué es? ¿Qué no me estás diciendo?

Su mano se acercó a su mejilla, su toque tierno. ―Nada. Es sólo que


ha sido un día largo.

Rami. Dios, él era un estúpido. El tipo podría haber sido un monstruo,


pero él todavía era su hermano, y ella lo había amado por dos mil años.
Esperar que estuviera bien con matarlo pocas horas después de enterarse
en lo que se había convertido era una estupidez.

―Lo siento. No pensé.

El sonido de una garganta aclarándose hizo que Lore gruñera por la


interrupción. Pero cuando se volvió para ver a todos sus hermanos y
Kynan de pie, la crueldad se volvió confusión.

―¿Ah… sí?
Shade se adelantó. ―Runa y yo estamos en deuda contigo―. Respiró
hondo, echó su mirada hacia el techo. ―No sé qué demonios ha estado
mal en mí estos últimos días. Te quería muerto, me volví contra mi
hermano, y no sé por qué.

―Yo sé―, dijo Idess, y cinco pares de ojos se centraron en ella. ―Fue
Roag. Él no sólo estaba incitando a los fantasmas. Su esencia misma
estaba afectándolos a todos ustedes. Cuando estaba cerca, ustedes
estaban más enojados. Más agresivos. Era lo que él quería.

―¿Dónde está?― Ese fue Wraith.

―Ha sido destruido.

Las oscuras cejas de Kynan se dispararon hacia arriba. ―¿Está


muerto? ¿En serio? ¿No sólo invisible?

―No está muerto. Su alma ha sido aniquilada. Borrada. No puede


volver a nacer.

―Mierda―, dijo Shade. ―¿Cómo?

―Digamos que mi padre es un hombre muy poderoso.

―Eso es un poco subestimarlo, ¿no te parece?― Lore arrastró su


brazo sobre su hombro y tiró de ella hacia él, donde ella pertenecía. ―Ya
sabes, sabiendo que es el maldito Grim Reaper.

Hombre, podrían haberse oído a los fantasmas de puntillas en el


silencio. Por lo menos hasta que Wraith disparó a Lore una mirada de
simpatía. ―Amigoooo.

―No me digas―, intervino Kynan.

―Bueno, lo que sea que tú y tu padre hicieron…― dijo Eidolon,


―estamos todos muy agradecidos.

La mirada de Idess cayó al suelo. ―Es lo menos que podía hacer―.


Echó una mirada a las puertas de ER como si esperara que el Príncipe de
las Tinieblas apareciera a través de ellas en cualquier momento. ―Creo
que puedo hacer algo acerca de su problema fantasma, también.
―Ahora que Roag se ha ido, ¿no deberían calmarse?― preguntó
Eidolon.

―Un poco. Pero no pertenecen aquí. Están atrapados, y van a


volverse amargados. Los que han estado aquí más tiempo ya lo son. Roag
les mostró cómo hacer estragos. Ahora necesitan que alguien los guíe,
ah… a la luz.

Por alguna razón, se tropezó con la última parte de su frase.

―¿Y tú puedes hacer eso?

―Sí, pero habrá más. Necesitas a alguien para purgar tu hospital


regularmente.

―¿Te estás ofreciendo para el trabajo? Porque yo estoy pensando


que tendré dificultades para encontrar a otro ángel para manejarlo.

Idess se puso rígida. Fue un movimiento sutil que probablemente


sólo Lore notó. Pero sí, algo estaba definitivamente mal aquí.

―No puedo―, dijo en voz baja. ―Lo siento.

Lore esperaba que sus hermanos argumentaran o trataran de


convencerla, pero Eidolon simplemente asintió con la cabeza. ―Si
cambias de opinión, me encantaría tenerte.

Shade hizo un gesto a la habitación de Rade. ―Voy a llevar a Runa


y los muchachos a casa. No me gusta tenerlos aquí con la plaga andando.
Apretó el hombro de Lore. ―Gracias de nuevo. Y bienvenido a la familia―.
Muy lentamente, se volvió a Eidolon. Sus miradas se encontraron, y todo
a su alrededor se puso en pausa. Entonces, Shade abrazó a E en una
silenciosa pero poderosa disculpa. Cuando se separaron, los ojos de
Shade estaban mojados.

Wraith y Kynan se fueron con Shade, y una vez que se habían ido,
Lore se envolvió alrededor de Idess, porque ella no iba a ir a ninguna
parte durante un tiempo. ―Hablando de la plaga, ¿Qué está pasando con
eso?

Hubo un silencio largo y tenso, y Lore se preguntó si Eidolon había


maldecido en silencio la existencia de Sin o tal vez aún estaba tomando
la disculpa de Shade. Lore supuso que era una rareza. ―Diablos no sé.
No parece haber ningún patrón de cómo se está extendiendo o qué
segmento de la población Huargo está siendo afectada. Los cuerpos se
amontonan en mi morgue, y el Consejo Huargo está respirando en mi
nuca.

―¿Tienes una morgue?― preguntó Idess.

―Una morgue sin ME36. Él era un maldito Huargo.

Lore lo consideró. ―¿Puedo echar un vistazo?

―¿A mi médico forense muerto?

―A la morgue.

―Lo que sea que te haga conseguir un polvo―. Eidolon empezó a


bajar por uno de los pasillos. ―Por aquí.

Lo siguieron a un ascensor lo suficientemente grande como para


contener a un demonio Gargantúa. Ellos fueron hacia abajo, la cual era la
única opción, y las puertas se abrieron dando lugar a una zona fría del
tamaño de un gimnasio. Cajas usadas para almacenar los cuerpos
formaban una pared, sus tamaños variaban, unas del tamaño de una
persona, otras cuatro veces más grandes.

―¿Qué hace tu médico forense?― preguntó Idess.

Los dedos de Eidolon se arrastraron sobre una mesa de autopsias,


como un amante, lo cual tenía sentido, este hospital era su bebé, y estaba
orgulloso de él como la mierda. ―Como la mayoría de los demonios no
tienen que ver con la justicia que requiere de pruebas detalladas y
evidencia científica, nuestro hombre más que nada determina la identidad
y la causa general de muerte. Mística o natural, accidente u homicidio, el
tipo de arma utilizada… ese tipo de cosas.

36
ME: Medical Examiner: Médico Forense
Lore se sacó su guante, abrió uno de los cajones, y puso su mano
desnuda en el interior de una rígida femenina. ―Ésta murió de causas
naturales. Por lo menos, ella no murió de causas místicas.

E frunció el ceño. ―¿Cómo sabes?

―Porque mi poder de resurrección sólo se dispara si la persona murió


de causas naturales. Sólo puedo traer a alguien de vuelta si la muerte
tiene lugar unos minutos antes, pero ese mismo poder me dice cómo
murió esa persona―. Echó un vistazo alrededor de la habitación.
―¿Dónde están los hombres lobo enfermos?

Eidolon llevó a Lore a una puerta de acero inoxidable. Él la tiró para


abrirla y dentro había un refrigerador por el que un chef gourmet mataría.
Si no almacenara dos docenas de cadáveres.

Lore palmeó la frente de un varón. El aguijón revelador de una


muerte sobrenatural se disparó en el brazo. ―La enfermedad no es
definitivamente de origen natural―, dijo, ―pero eso no significa que Sin
sea la responsable.

―Ella admitió haber matado a la primera víctima―, dijo Eidolon. ―Al


parecer, fue interrumpida antes de que pudiera suministrar una dosis
completa de lo que sea que ella hace. El Huargo corrió a su compañera
de manada, que murió pocas horas después del paciente cero. La manada
completa fue eliminada, y la enfermedad se ha extendido a Europa.

―¡Oh, demonios!― Lore frotó la mano por su cara. ―¿Qué vas a


hacer?

―Necesito a Sin aquí. Ella es la clave de todo esto.

―Eso no va a ser fácil…

―Mierda difícil―, Eidolon escupió. ―Ella lo causo, por lo que puede


ser bien condenada a mi disposición.

Lore negó con la cabeza. ―No es eso. Ella va a estar ocupada―. Se


apoyó en Idess, necesitando su fuerza. ―Ella se ha comprometido a una
vida de esclavitud con el fin de obtener a Rade de vuelta.
Idess se quedó sin aliento, y Eidolon respiró horrorizado. ―Tenemos
que sacarla de eso.

Lore había tratado antes, y había terminado por ser esclavizado


durante treinta años. ―Estoy abierto a sugerencias.

Maldiciendo, Eidolon cerró la puerta de la nevera con cuidado, como


si él no quisiera molestar a los muertos. ―Ustedes dos han tenido un par
de días duros. Descansen un poco. Los fantasmas pueden esperar. Vamos
a reunirnos pronto y hablaremos sobre lo que podemos hacer para sacar
a Sin de su situación―. Se alejó, dejando solos a Lore e Idess en casi el
último lugar que Lore quería estar en este momento.

En este momento, quería estar dentro de ella, desahogando los


eventos del día en la cama, donde no habría maestros asesinos, ni ángeles
caídos, ni hermanos malignos, ni enfermedades de hombre lobo. Sólo
habría Lore e Idess, y un montón de piel desnuda.

La lujuria estalló en su vientre, y ella debía de saber exactamente lo


que estaba pensando, porque sus líquidos ojos caramelo brillaban con
calor, y su cara se enrojeció. ―¿Qué te parece si seguimos el consejo del
médico y regresamos a mi casa para… descansar un poco?

―No puedo―, susurró. ―Lo siento mucho, pero no puedo ir contigo.

―Entonces, la tuya. No tenemos que ir a la mía.

―No, Lore. No puedo ir a ninguna parte contigo―. Ella respiró hondo,


estremeciéndose. Lore dejó de respirar por completo. ―Nunca.

***

La confusión y devastación en la expresión de Lore casi hizo que las


rodillas de Idess fallaran.

―¿Qué es?― Lore la agarró por los hombros. ―Maldita sea, ¿qué
pasa? Me estás asustando.
―¿Podemos ir a otro lugar para hablar de esto? ¿Algún lugar donde
no haya un montón de muertos que nos miren?― Lo que incluía los
fantasmas, ya que varios los habían seguido hasta aquí a pesar de que
tenían tendencia a evitar los lugares que les recordaran que estaban
muertos.

Tomaron el ascensor de regreso, y Lore la llevó a una habitación de


pacientes vacía. Pesar y dolor revoloteaban en el pecho de Idess cuando
ella se dejó caer sobre la cama. Él rondaba la habitación como una
pantera.

―Dime lo que está mal―. Sus palabras salieron como un comando


rudo, pero ella no se ofendió. La ansiedad era la fuerza impulsora detrás
de su tono de voz, y ella lo sabía.

―No sé cómo.

―No hay nada que puedas decir que me haga enojar o molestar
contigo. Tú lo sabes, ¿verdad? ¿Por qué no nos vamos? Salgamos de este
lugar. ¿Vamos a una agradable isla tropical a beber ron con Coca Cola y
a rodar en la playa? Olvidarnos de todo esto. Dios sabe que podría tomar
unas vacaciones.

Las lágrimas picaban en sus ojos. ―No puedo salir de aquí, Lore.
Bueno, puedo, pero sólo para ir al Sheoul―. Ella se abrazó, de repente
hacía frío. ―He sido convocada, y si voy arriba, me llevarán.

―¿Llevarán?

―Al cielo.

Él se puso rígido, y se le rompió la voz. ―Pero tú dijiste que estabas


arruinada. Que tuvimos sexo y…

―Me equivoqué―. Su mentira la golpeó tan fuerte como el pulso en


sus oídos. No podía decirle la verdad, no podía dejarlo llorar. Ella lo amaba
demasiado para eso.

―Lo correcto que hay que decir es felicitaciones, ¿no? Se supone que
debo decir que estoy feliz por ti, ¿verdad?― Inclinó la cabeza, y la voz le
falló. ―¿Qué clase de imbécil soy que no estoy feliz? ¿Qué tipo de cabrón
egoísta soy que quiero agarrarte y rogarte que no te vayas?

―Oh, Lore…― Saltó de la cama y lo abrazó tan fuerte que el aire


salió de sus pulmones. ―Quiero quedarme contigo.

―¿Hay… hay alguna manera? Yo sé que no debería preguntar. Sé


que debería ser noble y toda esa mierda… pero no lo soy. Yo soy un
bastardo egoísta, y… mierda. Simplemente, mierda…

En un intento por calmarlo, le pasó las manos arriba y abajo de la


espalda, como si al hacerlo la justificara y la salvara romperse en mil
pedazos. ―Yo podría esconderme en el hospital para el resto de mi vida.
Esa es mi única opción.

Su gran cuerpo se estremeció. ―Una parte de mí preferiría que


hicieras eso a que me dejaras. Pero la otra parte de mí no puede dejarte
vivir así. Eres demasiado buena para mí, para ese tipo de vida… Dios,
Idess, ¿Cuando tienes que irte?

―Pronto―. No tenía sentido seguir arrastrando esto. Si lo hacía, sólo


se hacía más difícil y en realidad podría ser tentada a preguntarle a
Eidolon si podía alquilar una habitación.

Su pecho dio un tirón y sus brazos se apretaron alrededor de ella.


―¿Qué puedo hacer para detenerte? ¿O ayudarte? Infiernos, no sé lo que
quiero.

―Yo sé lo que quiero―, susurró. ―Hazme el amor. Una vez más.

―Cualquier cosa, ángel―. Lore levantó a Idess y la llevó a la cama.


En silencio, pero rápidamente cerró la puerta y se desvistió, en primer
lugar a sí mismo, y luego a ella. Se tendió a su lado tiernamente y le
temblaban las manos mientras le enmarca el rostro y la besaba.
Tiernamente acarició los labios de ella, lentamente al principio, y mientras
el calor entre ellos crecía, sus besos se volvieron más urgentes. Su mano
se arrastró de su garganta hasta su pecho, y ella siseó por la sensación
embriagadora de sus dedos callosos acariciando su piel sensible con tal
refinamiento.
Gimiendo, ella arrojó una pierna sobre su cadera, lo que le obligó a
deslizarse entre sus muslos. Su excitación dura se frotó contra su sexo,
arrastrando un gemido de él, también. Y cuando él empezó a mecerse
dentro de ella, deslizando su eje a través de la resbalosa humedad y
acariciando su clítoris con cada bombeo de su cadera, ambos jadearon.

―No quiero que esto termine―, murmuró él contra sus labios. ―Tal
vez podamos hacer esto para siempre. Mis hermanos nos pueden traer
comida, y nosotros podemos estar así como ahora.

Tentador, muy tentador. Ella entrelazó las manos con las de él y


apretó. ―Te necesito en mi interior. Por favor. Ahora.

Él flexionó un brazo, los músculos se agruparon bajo su dermoire


retorciéndose. Su mirada se estrelló contra ella. ―Te amo. No lo olvides.
Nunca me… olvides.

Él la amaba. La emoción brotaba de su garganta, dejando su voz


completamente destrozada. ―Nunca―, jadeó ella.

Con una poderosa ola, él la penetró. Ambos gritaron, y luego él


empujó, largos y lentos deslizamientos que iban tan dentro y luego tan
poco profundo que casi se salía de ella. Pero no era suficiente. Ella
necesitaba más de él en su interior. Ella quería sentir sus emociones. Por
primera vez, la alimentación era un deseo, no una tarea.

Deslizando la lengua por los colmillos, ella los quiso extender, y lo


hicieron con venganza, perforando dolorosamente sus encías.

―Eso es tan sexy―. Como si su cuerpo estuviera de acuerdo, él


empujó más rápido.

―¿Sí?

Él inclinó la cabeza hacia un lado, dejando al descubierto su cuello


bronceado. ―Sí.

Enredando sus dedos en su pelo, lo jaló hacia abajo. Su aroma llenó


su nariz, y su corazón se fundió. Un ronroneo masculino surgió de él, y
ella sabía que él lo había sentido, también.
Arrastró su lengua a lo largo de la yugular, una, dos, tres veces,
porque ella nunca se cansaría de probarlo y quería que esto durara.
Quería recordar todo acerca de él. Su sabor, su olor, incluso la forma en
que respiraba.

―Jesús, Idess. Me podría correr sólo con eso.

―Mmm―. Ella lo lamió otra vez, sonriendo por la forma en que él


tomaba un respiro entre los dientes. ―No puedes tener eso―. Babeando,
hundió sus colmillos en él.

Su boca se llenó de su sedosa y oscura esencia, y su cuerpo se llenó


de energía. La extraña sensación que había sentido antes como si alguien
dibujara el patrón dermoire en su piel con una pluma, empezó de nuevo.
Y todas las emociones que él había introducido dentro de ella… el amor,
la alegría, la desesperación. Pero sobre todo su deseo y su cuerpo
respondió.

Entre sus piernas, una tormenta erótica se reunía, construyéndose


como nubes de tormenta en la primavera. El cuerpo de Lore parecía tener
mente propia, siempre y cuando los dientes estaban en él, como si sintiera
su necesidad y sólo podía responder a ella. Aliviarla.

―Ah, sí… Idess… Yo… no puedo… parar…

¡Como si ella lo quisiera! Ella quería más. Más fuerte. Más rápido.
Ella quería estar adolorida e irritada, de modo que cada paso que diera
en el Otro Lado le recordaran a él.

Vincúlate a mí.
Él había mencionado que quería hacerlo antes de que se hubieran ido
a la batalla con Rami.

Vincúlate a mí.
Oh, ella quería eso. Pero cuando el Consejo Memitim la destruyera,
él lo sabría cuando sintiera la ruptura de su lazo.

―¡Únete a mí!
Para empezar, se dio cuenta de que él estaba hablando en voz alta.
Sus palabras no eran en su cabeza. Un rayo de la tormenta destrozó la
fortaleza de ella, transformando su sangre en combustible y cubriendo su
cuerpo en llamas. Ella estaba borracha con la esencia de Lore, y su orden
de enlace se convirtió en una compulsión con la que no podía luchar.

―Tu sangre―, jadeó él. ―Dámela.

Desenganchando sus colmillos, ella selló la herida con la lengua. La


alta sobrecarga de sensaciones físicas y emocionales, se mordió su
muñeca y se la apretó contra su boca. Con avidez, él se prendió mientras
cerraba su puño en su mano derecha y ella lo dejaba.

Quemándola, la energía pulsante se apoderó de ella. La explosión


fuerte de su orgasmo la destrozó. Y su alma se estrelló contra la de él,
girando y girando hasta que sólo había éxtasis.

Cuando terminó, se desplomó encima de ella, a pesar de que sostenía


la mayor parte de su peso sobre los codos para evitar aplastarla por
completo.

Durante mucho tiempo, sólo quedó allí, jadeando y sudando. Ella


apenas tenía fuerzas para levantar la muñeca a la boca para sellar las
perforaciones que se había hecho. Un hormigueo corría por su otro brazo.
Frunciendo el ceño, rodó su cabeza hacia un lado.

―¿Lore?

―¿Mmm?

―Mi brazo.

Él levantó la cabeza de donde la había enterrado en el hueco de su


hombro. ―Mierda―, susurró. ―Realmente lo hicimos. Mi dermoire está
cubriendo tu piel.

―¿Cómo sabías qué hacer?

―No sé―. Sus dedos recorrieron el sombreado patrón que latía justo
debajo de su piel, ella tragó aire. Wow. Zona erógena. En grande. ―El
instinto, supongo. Simplemente… se hizo cargo―. Se puso tenso, y ella
sintió el miedo de él directo en su corazón. ―No deberíamos haberlo
hecho. ¿Y si tus amigos ángeles lo ven? Estar unido a un demonio tiene
que ser algún tipo de descalificación para el trabajo.

No, romper su voto de castidad con un demonio ya lo había hecho.


―Está bien―. Ella sonrió tranquilizadoramente, porque la duda en sus
ojos decía que no le creía. ―Pero debería irme.

―No―. Él negó con la cabeza. ―Sólo un poco más.

Le tocó la cara, ampliando cada ángulo, cada curva, cada poro para
recordar. ―Ya es hora.

***

Más de tres docenas de espíritus esperaban a Idess en las puertas


de la sala de emergencias. La apuraban, pero ella hizo todo lo posible por
ignorarlos mientras caminaba de la mano de Lore, que había estado en
silencio desde que salieron de la habitación. Sus ojos estaban hinchados
por las lágrimas no derramadas, y su mandíbula estaba apretada, como
si él tuviera miedo de abrir la boca, por si los sollozos salían.

Ella sabía exactamente cómo se sentía, y no sólo por el vínculo.

Sus pasos eran de plomo, mientras caminaban por el


estacionamiento, el rebaño de fantasmas a la cola. Cuando llegaron a la
pared del fondo, por fin habló.

―¿Qué va a suceder?

―Necesito que la puerta se abra.

Él asintió con la cabeza y le gritó a médico que los había acompañado


a la cueva de Shade. ―¡Hey Con! Te necesito para abrir la entrada de
vehículos.

El médico subió a la ambulancia, y él debe de haber alcanzado un


interruptor, ya que la pared brilló y desapareció como había hecho antes.
Fuera, la columna de luz esperaba. Y más allá, en un nivel diferente, un
resplandor azulado, menos centrado. Era la que esperaba las almas
humanas. Se quedaron allí, confundidos… al parecer, incapaces de ver la
luz desde el interior del lote.

―Vengan conmigo―. Ella los condujo hasta la puerta, con cuidado


de no acercarse demasiado a su propia luz. Todavía no. ―Vayan ahora―.
Todos menos uno de ellos desfilaron por la puerta directamente a la luz,
que los tragó en pequeños destellos.

Un niño de tal vez diez años humanos se quedó. Tengo miedo.


Tragándosele nudo en la garganta, se puso de rodillas delante de él.
―Yo, también.

¿En serio?
―Sí, pero sólo porque es algo nuevo. Pero también es algo
maravilloso. ¿Echas de menos a tu familia?― En un gesto hosco, ella tomó
su mano. ―Van a estar en el otro lado de la luz, esperando por ti.

¿Mis padres y mi hermana?


―No lo sé, pero confía en mí, generaciones de la familia están
esperando para darte la bienvenida.

Inclinó la cabeza. No lo creo. Hice algo malo. He jugado con fósforos.


―¿Es así como moriste?

Y mi hermana.
―Oh, cariño, no te preocupes. Tu familia te ama. Hay perdón eterno
en la luz―. Se volvió hacia el resplandor, donde varios adultos y una niña
de pie esperaban, todos sonriendo. ―¿Ves? Están esperando.

La tensión se acumuló mientras miraba a la luz, la barbilla temblorosa


y lágrimas en su rostro. Siguió cambiando sus pies, estampándolos como
un potro que estaba a punto de salir disparado. Por último, con un sollozo
gigante, corrió, directamente a sus brazos. Cuando se volvió para
saludarla, la luz del espíritu se desvaneció.
La de ella se mantuvo.

Cuando se volvió a Lore, sus ojos eran tan grandes como habían sido
los del muchacho. ―Idess. Mi… Dios.

―¿Viste?

Él asintió con la cabeza aturdida. ―Debe ser el lazo o algo así, pero
sí. Wow. Eso fue… hermoso.

Ella entrelazó los dedos con los suyos. ―Es mi turno.

―Lo sé. Perdón eterno, ¿no?― Su sonrisa tembló, pero estaba


tratando de ser fuerte para ella.

El perdón eterno. Ella no le había mentido al muchacho. Ella lo sentía


en su corazón y alma, y por primera vez desde que la luz había llegado a
ella, ella no tenía miedo.

Lentamente, el bajó la cabeza y tocó sus labios a los de ella. ―Te


amo―, murmuró. ―Te amo tanto.

―Sé bueno―, dijo ella, aún cuando su corazón se abría. Ella no tenía
miedo, pero le dolía.

Antes de que pudiera cambiar de opinión, se apartó de él y entró en


la luz.

No miró hacia atrás.

Lore la vio salir, y al momento que desapareció la puerta se cerró de


golpe por lo que no era más que roca oscura, fría, se dejó caer de rodillas
y gritó.

Gritó hasta que los médicos llegaron. Luego Eidolon. Luego hubo un
pinchazo en el bíceps, y gracias a Dios, el mundo se volvió negro.
Capítulo Veinticinco
Traducido por Lety MacKeltar
Corregido por Kitty y Mir

Lore iba a matar a Deth. Bueno, claro, él lo decía todo el tiempo.


Pero después de dos días de no hacer nada más que sentarse en su choza
y beber, Lore se dio cuenta que no tenía nada mejor que hacer de todos
modos. Y si moría en el intento, que así fuera. No podría importarle menos
él mismo, porque la mejor parte de él se había ido.

El vínculo con Idess se había roto. Lo que significaba que estaba


muerta.

Tú destruiste tu pureza y no puedes Ascender. Probablemente serás


destruida.
Las palabras de Rami habían estado sonando alrededor de su cráneo
desde el momento en que ella había desaparecido en la luz. Ella había
mentido acerca de haber sido citada para obtener sus alas, maldita. Lore
había sido tan estúpido como para creerle, y ahora estaba muerta. Así
que sí, si él moriría también, ¿qué? Y si sobrevivía, Sin ya no estaría a
merced de ese malvado hijo de puta. Idess le había ayudado a perdonarse
a sí mismo de lo que le había hecho a Sin, pero eso no significaba que no
iba a seguir tratando de compensarla.

Lore sólo esperaba que su hermana estuviera bien. Ella no lo había


contactado, ni había respondido a sus mensajes o devuelto sus llamadas.
Si Deth la había lastimado…

Una ira ardiente se unió al agujero negro de pena que ninguna


cantidad de rayos blancos podría llenar.

No deberías haber dejado atrás a Sin de nuevo. No deberías haber dejado ir


a Idess. Las dos están muertas por tu culpa.
Tomó un trago de alcohol, disfrutando de la cruda quemazón en su
garganta. Si no podía mandar lejos la pena, por lo menos podía saborear
el dolor. Levantó la botella en el aire.

—Para ti, Deth. Uno de nosotros va a estar muerto por la mañana.

Lore fue a los bares demonio a la medianoche. Él sabía exactamente


lo que estaba buscando, y por supuesto, se encontró con el tigre
cambiaformas, Sunil, en una mesa de póquer, haciendo todo lo posible
por estafar a un vampiro, un Sora, y una cosa naranja con cuernos de
especie desconocida.

—Hey, hombre, ¿puedo hablar contigo?

Sunil bajó sus cartas. —Estoy fuera de todos modos—.Lore lo siguió


a una mesa del rincón. —Escuché que eres libre. Felicitaciones.

—Sí. ¿Cómo está Sin?

—No la he visto.

Un escalofrío latió en las venas de Lore. —¿Qué quieres decir con que
no la has visto? ¿Cómo supiste que soy libre?

—El nuevo Sem me contó. Él vino a mí por algunas curaciones


después de que Deth había terminado con él—. Sunil negó con la cabeza,
por lo que su largo flequillo moreno se sacudió a través de sus ojos como
los limpiaparabrisas. —El bastardo esperó hasta que Tavin estuviera loco
de lujuria, y luego le llevó una puta. Soltó a Tav y se quedó viendo el
show. No sé lo que le pasó a la hembra, pero maldición, Tav estaba roto.
Después, Deth lo pateó hacia mí para que lo arreglara.

Ese enfermo hijo de puta. Lore tomaría venganza por Tavin, así como
por Sin. —¿Puedes meterme en la guarida?

Sunil dio un trago a su cerveza. —Al diablo con eso. —Se limpió la
boca con el dorso de su mano. —Me gusta mi cabeza sobre mis hombros,
muchas gracias.

—Sin podría estar en problemas.


—Tu sabes que me gusta tu hermana, hombre. Pero no puedo
arriesgar mi vida por ella. Tengo hijos que alimentar.

—Lo sé, y no te preguntaría si esto no fuera importante. Planeo


volver con Deth—, mintió.

—Entonces ve a través de los canales normales.

No podía hacer eso, porque Deth se reuniría con él en el Guild Hall,


que estaba bajo un hechizo del Haven similar a la protección del
Underworld General.

—Tengo que ver a Sin primero.

—Maldita sea, Sem…

—Por favor—. Mierda, Lore odiaba rogar. Pero aspiró y añadió: —


Haré cualquier cosa.

Sunil maldijo. Larga y duramente. Por último, gruñó, —Voy a


conseguir que pases a través de la barrera. Tú serás responsable de
conseguir entrar dentro de la guarida de Deth. Y si nos pillan, voy a salvar
mi propia piel y decir que me obligaste.

Lore sonrió. —No esperaría nada más.

Deth estaba casi muerto. Todo lo que Lore tenía que hacer ahora era
visitar a Eidolon.

***

Lore se había ganado una feroz patada en el culo de su Hermano


Médico.

—Te he dejado una docena de mensajes—, dijo Eidolon, extendiendo


su mano sobre el pecho desnudo de Lore.

—No tenía ganas de responder.


—¿Cómo has estado?

Esa era exactamente la razón por la que Lore había evitado a Eidolon.
No quería hablar de nada de esto. No quería hablar de ello, pensar en
ello, no quería estar aquí, porque había hecho el amor con Idess por
última vez en este mismo hospital.

—Perdí a mi compañera, —dijo Lore con voz áspera. —¿Cómo crees


que he estado?

—Lo siento. Si algo le sucediera a Tayla…

—Te morirías. Lo sé—. Lore tomó en una respiración irregular. —Por


cierto gracias. Ya sabes, por anestesiarme el otro día. —Cualquier cosa
que fuera lo que su hermano le había inyectado lo puso sobre el culo por
unas buenas doce horas.

Pero cuando se había despertado en una cama de hospital, Idess ya


no estaba, y él había ido directo al colapso.

Eidolon asintió con la cabeza. —No deberías haberte ido tan pronto.

—Yo no quería estar aquí y ver que todo el mundo me tuviera lástima.
—Miró hacia abajo a la mano de Eidolon. —Un poco a la derecha. La
cicatriz tiene que parecer de verdad si me voy a tener que hacer pasar
por uno del escuadrón de matones de Deth.

Eidolon ajustó la palma de su mano. —¿Seguro que quieres hacer


esto? Si esperas, podemos elaborar un plan para conseguir sacar a Sin de
allí…

—No puedo esperar. Necesito hacer algo. —No veía ninguna manera
de que sus hermanos le ayudaran a sacar a Sin fuera del contrato de Deth
de todos modos. Este era su mejor tiro.

—Podríamos mantenerte ocupado.

Lore resopló. —¿Haciendo qué? ¿Puliendo los pisos? ¿Vaciando la


basura? Soy bueno matando gente, no curándola.

—No hemos sustituido nuestro ME—, dijo Eidolon con un


encogimiento de hombros y Lore lo miró fijo.
—Tienes que estar bromeando.

—Es perfecto para ti. No tienes que preocuparte de matar a nadie.

Lore corrió el meñique de Eidolon un pelo hacia la izquierda. —


Deberías estar haciendo monólogos de comedia.

—Lo digo en serio, Lore. Podríamos usarte.

—Sí, lo que sea. Te diré algo. Si Deth no me mata, puedes hacer lo


que quieras conmigo. —Él suponía que no iba a volver, así que bueno,
esto sería sólo otra promesa a un hermano que no iba a mantener.

Eidolon apretó la mano con más firmeza sobre el corazón de Lore. —


Esto va a doler.

—Una vez más, lo que sea. —No había nada allí que lastimar.

El dermoire de Eidolon se iluminó, y el inmediato dolor punzante


atravesó el pecho de Lore. A quién le importaba. Perdió la noción del
tiempo que pasó, pero cuando terminó, tenía una cicatriz en forma de
mano en el pecho. No era una réplica exacta de la de Deth, pero debería
ser lo suficientemente buena para hacerlo pasar por los secuaces de Deth.

—Buena suerte—, dijo E. —¿Estás seguro de que no podemos


ayudar? Wraith puede entrar en cualquier lugar.

—No puedo arriesgarme con levantar una alarma antes de llegar a


Deth y Sin. Él la mataría y saldría antes de que yo alcanzara la cámara
del trono.

—Si cambias de opinión, llama.

—Lo puedes apostar. —Extendió la mano, y estrechó la mano de


Eidolon. —Gracias. Por todo.

E asintió con la cabeza. —Si algo te sucediera, no vamos a dejar de


buscar una manera de rescatar a Sin.

—Cuento con ello.

Lore se reunió con Sunil en el bar demonio, y juntos se dirigieron a


Sheoul. Por primera vez en treinta años, Lore no pudo ver la entrada de
la guarida de Deth. Sunil agarró a Lore por la manga y lo guió a través de
una barrera invisible —para Lore—. Más adelante, más allá de un estrecho
pasillo de tierra helada, pedruscos, y viciosas trampas explosivas, estaba
la entrada abovedada a la guarida, donde dos de los secuaces de Deth
vigilaban.

Esta sería la primera prueba.

Sunil reveló su marca a los guardias, y después de deslizar una


mirada de buena suerte a Lore, desapareció en el interior.

—Bueno, ¿Sem?— uno de los guardias gruñó a través de los


colmillos.

Lore levantó la camisa, revelando la marca en forma de palma que


ellos esperaban. Por espacio de una respiración larga, e interminable, el
guardia lo miró fijo, y el pulso de Lore martilleó por sus venas.

—La marca es fresca. Renovaste tu contrato, ¿eh?

Lore se encogió de hombros. —Dense cuenta todos de lo bueno que


soy como asesino—. Descubrió que Eidolon era bueno haciendo cicatrices
cosméticas, también.

El otro guardia inclinó el pulgar hacia la entrada. —Ve.

El alivio puso débiles las rodillas de Lore, pero él avanzo de una


zancada a la guarida como si perteneciera. Como si él no fuera a arrancar
la maldita cabeza de Deth. Se movió por el pasillo, sus botas hacían un
ruido sordo en el suelo al ritmo de los latidos de su corazón. Más adelante,
las puertas dobles de la cámara de Deth estaban cerradas.

En el interior, habría dos Ramreels. Sonriendo, Lore sacó


rápidamente dos hojas del arnés de armas bajo su chaqueta. Ni siquiera
redujo la velocidad al llegar a las puertas. Las abrió, y antes de que los
Ramreels pudieran parpadear, había enterrado sus cuchillas en sus
gargantas.

Furioso, Deth se sacudió de su silla hueso. Junto a él, encadenada a


la base del trono y desnuda, estaba Sin. ¿Qué le había hecho ese puto
demonio?
—¡Lore, no!— La preocupación en su súplica sólo alimentó el fuego
de su ira, la cual se estaba convirtiendo rápidamente en un infierno
caliente.

Metió la mano en un bolsillo por una herramienta de corte y la arrojó


a Sin mientras Deth convocaba a más guardias. Una flecha atravesó el
hombro de Lore por detrás, y el dolor apareció a lo largo de cada terminal
nerviosa. Una neblina familiar bajó sobre su visión, y por primera vez en
lo que recordaba, se alegró por la rabia.

***

No había nada más que ligereza en la luz. No había sentido del


tiempo, caliente o frío, nada excepto una sensación de paz. Entonces, de
repente, Idess estaba de pie dentro de una glorieta de mármol blanco en
medio del mundo más hermoso que había visto nunca. Era como si las
nubes fueran malvaviscos lloviendo diamantes en todo un campo de
hierba esmeralda y rosas rubís.

Incluso su imaginación no podía hilar esto.

Agradable para visitar, pero yo no querría vivir aquí. No, ella quería los
vaporosos bosques del Norte de Carolina, McDonald’s, y al hombre
demonio que vestía de cuero.

De pie a su izquierda había cuatro ángeles, dos hembras y dos


machos, todos con lo que, Idess suponía, eran trajes de ceremonia. En
carmesí. Interesante opción del color. En sus manos, sostenían guadañas
de oro.

Obviamente, este era el Consejo Memitim. Y ninguno de ellos parecía


feliz.

Idess cayó sobre una rodilla en una profunda reverencia, y se dio


cuenta que estaba vestida con una túnica idéntica a la de ellos. Se
agrupaba alrededor de sus pies descalzos como la sangre.
—Ponte de pie—. Una voz de hombre la obligó a ponerse de pie. —
¿Sabes por qué se te ha traído aquí?

—Para el juicio—, respondió ella. —Por fallar en mi prueba.

La mujer de pelo castaño negó con la cabeza. —No fallaste.

Idess frunció el ceño. —Pero Lore. Tuve relaciones con él—. Estoy
vinculada a él. En realidad, no podía sentirlo. Ella lanzó una mirada
encubierta a su mano, donde las marcas todavía coloreaban su piel. Así
que tal vez todavía estaban vinculados, ¿pero su conexión se había caído
como una llamada en una red de teléfonos celulares de mierda?

—Él no era tu prueba.

Idess tiró de la túnica más cómodamente a su alrededor. —No lo


entiendo. Incluso si él no era mi prueba, ¿no está prohibido conocer a
cualquier hombre tan íntimamente? ¿Por no hablar de un hombre
demonio?

—Se hacen excepciones cuando el resultado es positivo.

Ahora estaba realmente confundida. —¿Resultado?

—Tu generosidad era tu prueba. Después de la traición de tu


hermano, nosotros teníamos que asegurarnos de que habías crecido. Y lo
has hecho. Al renunciar a lo que era más importante para ti —tu
Ascensión— por el bien mayor, demostraste tu valor. Sabías lo que las
relaciones con el mestizo te costarían, pero lo hiciste para entrar a la
guarida de Rariel. Al matarlo, anulaste el contrato sobre la vida Kynan y
garantizaste su seguridad.

—Así se hace, Idess—. La voz retumbante de Reaver llegó de detrás


de ella. Estaba recostado contra una columna, los brazos y los tobillos
casualmente cruzados. —Pensé dejarme caer para verte obtener tus alas.

—¿Alas? —Su voz era apenas audible, incluso a sus oídos.


Demasiados sentimientos mezclados entre sí… alegría, éxtasis… y pánico.
Ella había deseado esto durante dos mil años. Había pasado días enteros
soñando con esto. Imaginando este preciso momento.
Ella daría todo en un santiamén si pudiera regresar a la Tierra.

—Alas—, dijo el macho Memitim rubio. —Se te asignaran nuevas


funciones, los Ascendidos Memitim no son guardianes. Somos jueces.

Rami una vez le había dicho que los ángeles de la guarda


abandonaban a los humanos malvados, dejando a los Memitim para
juzgarlos a muerte. Grandioso. Bien. Pero ella ya no quería ese trabajo.

—¿Pero… es que no hay castigo por traicionar a Rami en primer


lugar? Si no fuera por mí, él no habría caído.

El hombre rubio soltó un bufido. —Él falló en su prueba. Nunca


deberíamos haberle permitido entrar.

Aturdida, Idess miró asombrada a los ángeles. —Él no falló. No


durmió con la mujer.

—Él lo hizo—, dijo el hombre. —¿Por qué crees que salió corriendo
de la luz convocatoria durante tanto tiempo?

—Para estar conmigo…— Se interrumpió, sintiéndose como un tonta


bajo las miradas de lástima de los Memitim. Él había mentido.

—Él vino a nosotros con una mancha en su alma. —La mujer castaña
miró al hombre rubio, e Idess sabía que él había jugado un papel
importante en esto de alguna manera. —Rami nos rogó para quedarse,
en lugar de regresar a la Tierra, y debido a que había fallado su prueba
sin amor, le dimos otra oportunidad. Pero su propia culpa es lo que
ennegreció su alma. Cuando se enteró de lo que habías hecho, eso
simplemente aceleró lo que estaba destinado a ser de todos modos.

Todos esos años, Idess se había castigado… y para nada.

—Avanza—, continuó la mujer de cabello castaño rojizo. —Te has


ganado tu recompensa.

Idess se congeló en el suelo, lo que también podría ser hielo en vez


de mármol. —No puedo.

El hombre rubio se acercó a ella. —No puedes negarte a la Ascensión.


—Quiero quedarme en la Tierra.

—Quieres estar con Lore—, dijo Reaver.

Ella no lo negó. —Por favor. Sé que voy a ser humana. Mortal. Pero
lo amo.

—Si eres mortal, —dijo Reaver gravemente, —su don podría matarte,
lo sabes, ¿verdad?

—Estoy dispuesta a correr ese riesgo.

—¿Qué pasa si Lore no está dispuesto a arriesgarse?

Ella se encogió de hombros. —No lo sabré hasta que llegue allí.

—Debes estar segura de esto—, dijo la mujer de pelo negro. —Lo


que sea hecho no puede ser deshecho.

—Eso no es del todo cierto—, espetó Reaver. —Ya sabes, la cosa de


hecho y deshecho. Soy prueba de ello.

El hombre de coronilla anaranjada que había estado en silencio


disparó una mirada de fastidio a Reaver. —Mantente fuera de esto, ángel
guerrero. ¿No tienes demonios que golpear?

—Totalmente. Hay un exorcismo previsto en Melbourne actualmente.


Pero tengo una hora para matar, y esto está más bueno que el X-Box37.

—Me haces sentir agradecido de haber Ascendido antes de la era de


la electrónica y la jerga ridícula—, dijo el hombre rubio.

—Estoy seguro de que tu era de Peste Negra38 y quema de brujas


fue mucho más divertida—, dijo Reaver secamente.

La hembra castaña levantó la mano. —Basta ya—. Se acercó a Idess,


con expresión preocupada. —¿Estás segura?

37
Consola de juegos de video.

38
La peste negra o bubónica fue una devastadora pandemia que asoló Europa en el siglo XIV,
causando la muerte de una tercera parte de la población del continente en el año 1348.
—Sí—, suspiró ella—, ¡oh, sí!

—No puedes permanecer como Memitim, pero por tu servicio te has


merecido más que una existencia mortal. Si tu razón para quedarte en la
Tierra es estar con Lore, entonces, te vincularemos a él de modo que su
poder no te mate, podrás viajar a través de Harrowgates con él, y tu
esperanza de vida será la de él. Como mestizo, él tiene siglos de vida por
delante. Cuando él muera, tú también lo harás, y suponiendo que no
caerás presa del mal, se les concederá a ambos la entrada al Cielo.

¿Cielo? —Así que… su alma es humana. —Idess casi no podía respirar


por las noticias. Ellos estarían juntos. Para siempre. —Hazlo—, dijo. —Haz
que suceda.

—Hay un precio. Un deber, si se quiere.

—Cualquier cosa. ¡Sólo apresúrate!

—Así sea. —La mujer agitó la mano, y al instante, el vínculo con Lore
estaba de vuelta.

Con una venganza.

Las rodillas de Idess se doblaron. Reaver la atrapó antes de que las


rodillas golpearan el suelo. La oscuridad y la rabia se estrellaron contra
su cerebro, así como la miseria y el dolor.

—Lore—, jadeó. Automáticamente, se rozó el dedo sobre la muñeca,


pero su heraldi se había ido.

—Ya no eres Memitim, y él ya no es Primori—, dijo la mujer.

—Tengo que ir con él. —Captó vislumbres de él… no, no era él… sino
lo que él estaba viendo. Sangre. Armas. Detharu. —Está en la guarida.
Tengo que ir. ¡Envíenme allí!

—No podemos llevarte dentro…

—¡Entonces, fuera! ¡Ahora!

La mujer de pelo negro sacudió la cabeza. —Eres humana ahora, y


no puedes luchar con los demonios en Sheoul.
—¡No me importa! Recuerdo cómo luchar. ¡Sólo envíenme!

Reaver la agarró por los hombros y habló con el Consejo. —Yo me


hago cargo. —Cuando Idess lo miró, él sonrió y agitó las cejas. —Ángel
guerrero. Vamos a patear algunos culos de demonios.
Capítulo Veintiséis
Traducido por Lety MacKeltar
Corregido por Kitty y Mir

Se materializaron en el Sheoul, en las afueras de una puerta gigante


que estaba custodiada por dos babosos Ramreels. Las bestias ni siquiera
tuvieron tiempo para sacar sus machetes antes de que Reaver hiciera de
Terminator con los demonios. Él no luchó contra ellos, los demolió.

Cuando no eran más que montones humeante de carne temblorosa


en el suelo, se sacudió las manos y abrió la puerta. —No puedo entrar sin
una orden ejecutiva. Buena suerte.

—Gracias, Reaver.

Con una inclinación de cabeza, se fue.

Los pies descalzos de Idess golpeaban en el suelo de la guarida de


Deth mientras corría, la túnica escarlata ondeando en sus piernas y
tobillos. El terror retumbaba a través de ella, estrellándose con la
aplastante furia y dolor que el enlace traía de Lore.

¡Oh, por favor, no! Idess irrumpió a través de las puertas… y patinó
hasta detenerse. Su corazón se estrelló contra su caja torácica y
permaneció allí, pegado a los huesos y sin latir.

Lore estaba furioso, era un caos sangriento que luchaba contra varios
demonios. Sin estaba en el suelo, luchando contra el dominio feroz de
tres Ramreels. Las heridas sangrantes y las armas esparcidas alrededor
de Sin, hablaban de su valiente intento por matarlos antes de que la
derribaran.

Deth situado en su trono, gruñó como un perro rabioso. —¡Tú! —le


dijo a ella entre dientes. —¡Teníamos un trato!
Ella se volvió, pero su nuevo cuerpo humano carecía de la fuerza a
la que estaba acostumbrada, y Deth la capturó fácilmente. Le dio un tirón
contra él, su mano golpeó contra su pecho, y el fuego derritió la bata y
quemó su piel. Ella gritó… y lo mismo hizo Lore. En su visión periférica, lo
vio embestir contra Deth, sólo para ser derribado al suelo por un Ramreel.

—¡Mátalo!— mandó Deth, y mientras el vínculo con Lore se perdía,


el vínculo fresco en su pecho quemaba con calor. —Mata a Lore—. La voz
de Deth era aguda por el pánico y la furia. —¡Hazlo ahora!

Matar no estaba en los términos que habían negociado en el Gremio,


pero la necesidad de cumplir tiró de Idess de todos modos. Contra su
voluntad, sus pies se arrastraron hacia Lore.

No. Apretando los dientes, ella luchó contra la orden de Deth. El


sudor salía de su frente, y sus uñas se clavaban profundamente en sus
palmas. Mientras ella llegaba al final, su resistencia a la orden de Deth se
convertía en una dolorosa picadura de agujas debajo de su piel.

Las maldiciones de Sin y los sonidos duros de la batalla resonaban


en sus oídos. Lore estaba luchando con todo lo que tenía, desde un
machete del demonio Ramreel, hasta sus dientes. Sus ojos brillaban
carmesí, brasas de odio dentro de su cráneo.

—¡Perra!— gritó Deth, mientras Lore derribaba a uno de los Ramreels


e iba tras el principal asesino. —¡Te dije que lo mataras!

Su vínculo se convirtió en una marca blanca al rojo vivo que cavó


hasta el final a su columna vertebral. Inexpresivamente, recuperó un
machete del piso. Los Ramreels habían puesto de alguna manera el brazo
de la muerte de Lore debajo de él. Él estaba vulnerable.

¡Mátalo!
Idess se balanceó. La pérdida de su fuerza Memitim hacía parecer el
arma más pesada y sus movimientos más lentos, pero ella decapitó la
cabeza del demonio más cercano.

Liberándose, Lore se lanzó sobre Deth, golpeándolo de pleno en el


pecho. El maestro demonio voló a la pared, su armadura se torció como
una lata aplastada. Los Ramreels fueron tras Idess, con la boca
chorreando espuma.

¡Oh!, qué no daría por una guadaña Memitim ligera como una pluma
en este momento. Con el corazón latiendo en su garganta, saltó y giró,
balanceando la pesada hoja con práctica habilidad. Los demonios se
dispersaron, pero se las arregló para cortar a uno de ellos abriéndolo a
través de su abdomen. El otro cayó hacia atrás con una mano cortada.

Ella fue por Deth, pero Lore ya estaba allí, cortando al demonio más
grande, los golpes húmedos del metal golpeando la carne hacían eco a
través de la cámara. Las heridas masivas del maestro asesino no le
impidieron golpear con su puño enguantado a Lore, que se sacudió hacia
atrás con un siseo de dolor.

Idess lo golpeó con su espada, y él gritó con furia y dolor. Ella golpeó
de nuevo. Y otra vez. El Ramreel sin brazo se disparó contra ella por la
espalda, y ella tropezó, momentáneamente fuera del juego.

Todo su cuerpo gritaba por venganza. Girando, lo cortó abriéndolo


como lo había hecho con el otro. Cayó al suelo con un ruido sordo, con
las manos tratando inútilmente de mantener sus tripas.

Idess reunió hasta la última gota de su fuerza y se giró a Deth. Su


machete le atravesó el pecho.

Los ojos de Deth se abrieron con incredulidad, y luego se nublaron


con la muerte mientras su cuerpo se arrugaba. Antes de caer al suelo, la
espada de Lore atravesó su cuello en un susurro espeluznante. La cabeza
del demonio golpeó el suelo una fracción de segundo antes que su cuerpo.

Detrás de ella, oyó otro golpe; el Ramreel de Sin había sido


derribado. Ella estaba de pie sobre su cuerpo, desnuda y jadeante, con
una cuchilla ensangrentada en la mano.

Un gruñido inhumano atravesó el silencio. Poco a poco, con miedo


de lo que vería, Idess se volvió hacia Lore. Él se cernía en las sombras,
más grande que la vida, la sangre corriendo en riachuelos por su chaqueta
de cuero y sus pantalones, como flujos de lava.
—Matar—. La palabra en sí era lo suficientemente fría, pero era la
forma en que la dijo, el tono salvaje de su voz, lo que convirtió la sangre
de Idess en fango.

La muerte de Detharu no había hecho nada para calmar la ira de


Lore. La furia contorsionaba su expresión, y sus ojos eran láseres
carmesíes cuyo objetivo era su aniquilación.

—Lore—, susurró, su voz cruda y dolorosa. —Lore, soy yo.

Él fue hacia ella. Sin le gritó, sin ningún efecto. Tacleó a Idess,
descendió sobre ella y empujó la punta de su espada en su garganta.

—¡Lore! —Idess le agarró la mano, utilizando toda la fuerza que tenía


para evitar que la apuñalara. —Soy Idess.

Sin corrió hacia ellos, y la cabeza de Lore se giró. Siseó hacia ella,
tensándose para el ataque.

—¡Sin! ¡Alto! —Idess tragó, haciendo una mueca por el pinchazo del
metal en su cuello. —¡Mantente atrás!

Sin obedeció, pero sus ojos negros eran salvajes por el miedo.

Idess golpeó con su pie la pierna de Lore, trayendo su atención hacia


ella. —Hola. Mírame. Puedes luchar contra esto. —Tiernamente, recorrió
con su pie su pantorrilla en una caricia suave. —Sé que no quieres
hacerme daño.

La presión en la garganta disminuyó, sólo un poco. Un hilo caliente


corría por su cuello del corte que él le había hecho.

—Bien—, suspiró ella. —Eso es bueno. Te amo, ¿lo sabes, verdad? —


Poco a poco, para no asustarlo, levantó las rodillas para arriba, creando
una cuna para el cuerpo de él entre sus muslos. Estaba duro, como
esperaba su rabia tenía un efecto secundario sexual y viceversa.

Las fosas nasales de Lore se abrieron, y un músculo de su mandíbula


tembló mientras la miraba. Podría haber sido su imaginación, pero parecía
como si el brillo demente en sus ojos se había atenuado. Entonces, un
gruñido estalló en el pecho y su cabeza se giró de nuevo hacia su
hermana.
—Sin—, dijo Idess, manteniendo su voz suave, para calmar la bestia
salvaje y todo eso. —Vete. Por favor. Sólo… espera afuera.

—Pero…

El violento cierre de los dientes de Lore la callaron. Manteniendo la


mirada en Lore, Sin retrocedió hacia la puerta, cerrándola detrás de ella.
Cuando se había ido, toda la atención de Lore se volvió a Idess. Sus ojos
habían vuelto al color de brasas ardiendo intensamente, pero había subido
aún más la hoja.

—No me harás daño—, repitió, y aunque lo creía, una pequeña parte


de ella se encogía de terror. Como ser humano ahora, era vulnerable, y
esto podría haber sido algo realmente estúpido. —Tienes tanto miedo que
lo harías, pero te conozco mejor. —Orando por que estuviera haciendo lo
correcto, ella inclinó la cabeza hacia un lado, dejando al descubierto su
cuello aún más. —Bésame aquí. Pon tu boca donde está la espada.

Su mirada cayó a la garganta, y se pasó la lengua por los labios con


un golpe sorprendentemente sensual de la lengua. Sus sentidos se
tambalearon un poco, una reacción totalmente inadecuada dadas las
circunstancias, pero así era como le afectaba, y ella no iba a sentir
vergüenza por ello.

—Eso es—, murmuró. —Bésame. Ámame. Aquí mismo en esta sala,


donde tu vida ha sido un infierno. Puedes cambiarlo todo—. Ella se arqueó
contra él, y esta vez el ruido que hizo él fue un torturado gemido.

—Ámame, Lore.

La hoja cayó, y ella dejó escapar un suspiro de alivio cuando él bajó


la cabeza y arrastró los labios de la clavícula a la mandíbula.

—¿Idess?— Su voz resonaba profunda, y totalmente extraña. —


¿Idess? ¿Eres realmente tú?

—Soy yo, Lore.

Él parpadeó. —¿Estoy muerto?

—No, pero no por falta de intentarlo.


De repente, él la cogió en sus brazos y la abrazó tan fuerte que
apenas podía respirar. —Eres real—, se atragantó. —Puedo sentirte. Por
dentro y por fuera. —Enterró la cara contra su cuello y la meció. La
humedad bajó por su piel, y ella supo que él estaba llorando.

Su demonio grande y fuerte lloraba por ella. Sacudida hasta la


médula, se unió a él, y cuando las lágrimas rodaron por sus mejillas, sus
emociones se infiltraron en ella, el lazo que compartían los ató juntos una
vez más. La quemadura en su pecho por la marca de Deth se alivió,
volviéndose meramente sensible, y luego se había ido por completo.

—¿Cómo sucedió esto? —Preguntó por fin, sentándose y limpiando


secretamente sus ojos. —¿Recibiste tus alas?

—Pasé de ellas. Te tengo en su lugar. Y la mortalidad. Modificada.

Él se sacudió como si hubiera sido picado. —¿Dejaste de ser un


ángel? ¡Idess, tienes que volver!

—Shh. Ya dejé de castigarme. Es hora de que tome lo que quiero, y


lo que quiero eres tú—. Ella palmeó su mejilla, con cuidado de no tocar
ninguna de sus heridas. —Estamos vinculados, y nuestras esperanzas de
vida están conectadas. Vamos a estar juntos en esta vida y la siguiente.
Y puedo usar los Harrowgates contigo—. Algo pasó revoloteando y frunció
el ceño. —Y al parecer, todavía puedo ver fantasmas—. Hay un precio. Un
deber, si se quiere.
Él apoyó su frente contra la de ella. —Maldita sea—, susurró. —¿Estás
segura de que es lo que quieres?

—Por supuesto que sí. ¿A menos que tú no?

—Ángel, ahora que estás de vuelta, nunca te dejaré ir.

Se produjo un golpeteo insistente en la puerta, seguido por el grito


sordo de Sin. —¡Hey! ¿Están bien?

Lore se puso en pie mientras Sin entraba a través de la puerta.

Todavía blandía una espada, pero había encontrado ropa, una túnica
tosca y gruesa hecha para alguien de dos veces su tamaño. El crudo alivio
puso un brillo en su cara y una sonrisa en sus labios mientras corría hacia
Lore y lo envolvía en un fuerte abrazo. —Gracias a Dios que estás bien.
—Ella deslizó un vistazo hacia Idess. —Y que no mataste a mi nuevo jefe.

—¿Discúlpame? —Idess se puso de pie, esperando que la nueva


altitud despejara sus orejas.

—Ah, sí…— Lore se acercó a Deth y arrancó un anillo de su dedo. —


El que de un golpe mortal a un maestro asesino se hace cargo. Es por eso
que mantienen una seguridad tan alta.

—Pero tú eres el que le cortó la cabeza.

—Después de que tú asestaras el golpe mortal. Lo que hice fue por


diversión. —Lore se encogió de hombros. —Su anillo es tuyo. También
tienes que cuartear su cuerpo y tienes que enviar las piezas a sus cuatro
mayores enemigos, y montar la cabeza sobre la entrada del Gremio por
noventa y dos días. —Lo dijo como la gente normal diría: También es
necesario llevar la ensalada de papa al día de campo.

De repente, ser humana y normal sonaba muy bien. —Así que, si


tomo el trabajo, ¿puedo liberar a todos los asesinos y acabar con esto de
una vez?

Sin miró a Deth con tal malicia que Idess pensó que tenía suerte de
estar muerto. —No. Sus contratos son vinculantes y deben cumplirse. Si
rompen los términos, puedes modificar los contratos, pero eso es todo.

—¿Puedo darte el trabajo a ti?

—¿En serio?— los oscuros ojos de Sin se encendieron y luego se


estrecharon. —¿Por qué no lo quieres? Es un gran trabajo.

—Soy una especie de humana ahora. —Recorrió todos los cadáveres,


la muerte y la destrucción. —Y dirigir una organización asesina no es
exactamente el trabajo de mis sueños.

Encogiéndose de hombros, Sin le tendió la mano. —Está bien.

—¿Está bien?— Lore se echó a reír y tiró el anillo en el aire hacia ella.
—Eso fue fácil.
—Te dije que esto es todo lo que sé, —dijo, y un destello de tristeza
cruzó la cara de Lore. —Así que bien podría ser la jefa. —Se puso el anillo
en su dedo índice. —¡Hey, yo sé todo sobre los contratos de todos!—
Sonriendo, miró a Idess. —El tuyo esta cumplido.

—Pero él me ordenó matar a Lore, y no lo hice.

—Desde que soy la nueva dueña del contrato, yo digo que la


desaparición de Deth cuenta como la matanza que se te había ordenado
hacer.

La felicidad inundó a Idess, y ella aplastó a Sin en un abrazo. Sin se


puso rígida como una tabla, pero le dio una palmadita torpe a Idess en la
espalda antes de empujarla fuera y poner unos cuantos pies de distancia
entre ellas, claramente incómoda con el afecto.

—Bueno, ¿y ahora qué?— Idess preguntó a Lore.

—Ahora—, dijo—, con una mirada lasciva, —nos dirigimos a casa.

Su hambre se estrelló contra ella a través del vínculo, intensificando


la suya hasta que se estaba quemando por dentro. —¿Mi casa o la tuya?—
respiró.

—Cualquiera que sea la más cercana—, dijo ásperamente, y ella


estaba definitivamente de acuerdo con esa sugerencia.

Sin puso los ojos en blanco. —¡Fuera de aquí ya!

Lore sonrió. —No puedes retenerme aquí. Si no tengo que ver este
lugar de mierda otra vez… bueno, se hacen una idea. —Él se puso serio
entonces, como si tal vez lo que había dicho no fuera cierto. Con un
movimiento espasmódico, metió la mano debajo de su chaqueta y sacó
su daga Gargantúa de hueso. —Sin, esto es tuyo ahora.

—Pero yo te la di a ti.

—Y no hay regalo que haya significado más—, dijo Lore en voz baja.
—Pero ya no la necesito más. Tú sí.

—Pero…
—Te diré algo, —dijo, cortándola. —Me la puedes dar de nuevo una
vez que estés libre de esta vida.

El brillo feroz en los ojos de Sin decía que nunca sería libre de ella,
algo de lo que Lore tenía que haberse dado cuenta, pero su expresión no
vaciló. Sostuvo el arma, y después de un momento, Sin la tomó.

—Gracias. —Sin se aclaró la garganta del enganche emocional en


ella, y de repente, era la despreocupada y fría asesina de nuevo. —Eres
el mejor hermano.

—Hablando de hermanos—, dijo él en un tono de hermano mayor, —


Necesitas ver a Eidolon de inmediato.

—Yo también—, dijo Idess. —Ahora que estoy de vuelta, puedo jugar
al exterminador de fantasmas a tiempo completo, después de todo.

Lore se echó a reír. —Él quiere que yo juegue con sus pacientes
muertos.

—¿Lo harás?— preguntó Sin, y había una preocupación subyacente


en su voz que Idess no entendía.

—Sin…

—Está bien. —Ella le ofreció una sonrisa temblorosa. —Quiero que


trabajes allí. Que los conozcas. —Deslizó la daga en su cinturón con un
firme empujón. —Ahora, tengo un negocio que atender. Nos vemos.

Idess envolvió su brazo alrededor de la cintura de Lore, y se fundió


con él cuando él tiró de ella más cerca. —¿Estará bien?

—Sí—, suspiró cuando Sin salía de la habitación. —Es una


sobreviviente.

Idess no podía dejar de preguntarse si eso era realmente suficiente.


Había sido una sobreviviente por dos mil años, pero todo eso significaba
que había existido. Ahora, mientras abrazaba a Lore, ella sabía que estaba
viviendo.
Capítulo Veintisiete
Traducido por Lety MacKeltar
Corregido por Kitty y Mir

Sin golpeó la puerta de la oficina de Eidolon, a pesar de que estaba


abierta. Frunciendo el ceño, apartó la vista de una pila de papeles, pero
su expresión severa se suavizó cuando la vio.

—Sin. Entra.

Ella dudó. Todos los problemas que había causado, junto con el hecho
de que Eidolon era uno de los hombres más intimidantes que había
conocido, la hacían sentir un poco insegura, cuando ella nunca había sido
así. Nunca.

Él era tan… diferente. Lore, Shade, y Wraith irradiaban peligro con


diversos grados de humor y mal humor. Ella había estado en peligro
durante toda su vida y podría tratar con él. Se sentía cómoda con él. Pero
con Eidolon era imposible decir dónde estaban sus pensamientos, y
cuando más calmado parecía era cuando más enojado estaba. Además,
tenía un lado lógico e inteligente al que ella no podía relacionar para nada.

Nop, el caos y la inteligencia de la calle era lo que la guiaba.

Él no dijo nada cuando ella no entró de inmediato, simplemente se


sentó allí con esa expresión cerrada y los ojos que no revelaban nada. Por
último, ella se acercó a su escritorio.

—¿Has aprendido algo?

—¿Acerca de por qué eres… cómo se llama… Pitufina? ¿O sobre la


plaga?

—La plaga —dijo en voz baja. Le importaban una mierda las razones
detrás de su existencia. Ella estaba viva, y eso era lo único que importaba.
—No tengo nada —admitió Eidolon. —Tu sangre no ha revelado
ninguna pista. Y esta enfermedad no es como nada que haya visto nunca.
Es una mierda de proporciones Sheoulic.

Oh, sorpresa, había causado una mierda de plaga. Lore siempre decía
que cuando ella hacía algo, lo hacía bien. Ella había usado sus palabras
como una insignia de honor, pero no podía sentir orgullo en lo que había
hecho esta vez.

—Por lo general todos los que infecto desarrollan algo único… nadie
se muere de la misma cosa. ¿Los huargos que has visto tenían síntomas
diferentes?

Eidolon se reclinó en su silla. —Todo ha sido idéntico a la primera


víctima, desde los signos y síntomas, hasta la manera en que sus capilares
se disolvieron, dando lugar a una hemorragia interna y, en definitiva, un
paro cardíaco. Lo que sea que le hiciste al primer huargo se ha pasado a
los huargos con los que entró en contacto, aunque el modo de transmisión
sigue siendo desconocido.

Ella frunció el ceño. —Conall entró en contacto con él, ¿por qué no
se ha enfermado?

—Supongo que su mitad vampiro le está dando la inmunidad o


resistencia.

—¿Tal vez haya algo en su sangre que pueda ayudar a crear una
vacuna?

Una pequeña sonrisa tiró hacia arriba un rincón de la boca de Eidolon.


—Estás desperdiciando tus talentos siendo una asesina. Deberías estar
trabajando aquí.

Eso fue una broma y media. —Yo mato, hermano. Ahí es donde mis
talentos están.

—No tiene que ser así —dijo, con una voz que destilaba superioridad
moral y juicio.

—No sabes nada de mí o de mi situación —le espetó ella—. Así que


no te atrevas a decirme lo que no tiene que ser.
Aunque su expresión no decía nada, dio unos golpecitos con los
dedos salvajemente en su escritorio. —Estás exagerando un poco…

—¿Exagerando? Jódete, imbécil. La próxima vez que inicies una plaga


que amenaza con llevarse a toda una especie, fíjate cómo reaccionas. —
Ella golpeó sus palmas sobre la mesa. Él ni siquiera se inmutó, sino que
siguió con su exasperante calma—. Todo lo que sé hacer es follar y matar,
y ahora enfermé no sólo a un huargo, sino que posiblemente, a toda una
población. Así que dime cómo tengo que reaccionar.

—¿Es eso cierto? —La profunda y resonante voz hizo tanto que Sin
como Eidolon giraran su cabeza hacia la puerta, donde Conall y otro
hombre más viejo estaban de pie.

Ninguno de los dos se veía feliz.

Eidolon miró su reloj. —Valko. Llegas temprano.

El hombre pelirrojo gruñó y se dirigió a la oficina, su mirada era


asesina, y Sin tenía el mal presentimiento de que era un huargo. —¿Es
eso cierto? —la apuntó con un dedo—. ¿Es ella la causa de la enfermedad
que está acabando con nuestro pueblo?

Eidolon se volvió hacia ella. —Sin, ¿por qué no vuelves más tarde?
— No era una petición.

Tragando secamente, ella asintió con la cabeza, pero cuando trató


de irse, el huargo la bloqueó. —No lo creo.

Eidolon saltó fuera de su silla, con sus ojos dorados, y mostrando los
dientes. Así que su hermano no era siempre el fresco, tipo sereno que
probablemente le gustaba pensar que era. Era bueno saberlo.

—Déjela ir. Ahora. —Su voz era un gruñido letal, y en ese momento,
sabía que había subestimado seriamente a Eidolon. Él era tan peligroso
como cualquiera de sus otros hermanos o tal vez el más peligroso, porque
con él, no veías el hacha hasta que estaba en tu garganta.

Hubo un silencio tortuoso, que golpeó a Sin extrañamente, porque la


tensión crujiendo en el aire, debería haber hecho ruido. Eventualmente…
para cuando sus pulmones estuvieron a punto de explotar por su
respiración contenida, el huargo se hizo a un lado. Por desgracia, eso
significaba que tenía que enfrentar a Conall ahora. Él había permanecido
en el pasillo, y cuando ella se deslizó junto a él, la agarró del codo.

El gruñido de Eidolon siguió, pero ella levantó la mano para cortarle


el paso. —Está bien —dijo ella, pero sabía que él iba a estar pendiente de
las cosas.

Los ojos de Conall brillaron como puñales de plata. —¿Qué has


hecho?

—¿No has oído? He comenzado una plaga que parece que va a acabar
con todo el lote, lo siento mucho por ti.

—¿Por qué?

Él lo hizo sonar como si lo hubiera hecho a propósito. Bien. Ella podía


jugar su juego. —Por diversión. ¿Por qué más?

Un músculo en su mandíbula tembló, y ella podía oír el crujido de sus


dientes. Todo ese crujido probablemente era terrible para sus colmillos.
—¿Me has infectado?

—Estás muy indignado para ser un tipo que apostó quinientos dólares
a que podría meterse en mis pantaletas.

Él la agarró por los hombros y la sacudió. —¡Respóndeme!

Ella sonrió dulcemente. —Si lo hubiera hecho, ya habrías muerto. Y


si no retiras tus manos, eso es exactamente lo que sucederá.

Su expresión se oscureció aún más, y ella resistió el impulso de


temblar mientras se inclinaba para que sus colmillos rasguñaran su oreja.
—Reza por qué nadie que yo conozca muera.

—Yo tendría cuidado con amenazarme—, dijo, dando un tirón de su


agarre.

—¿Por qué? ¿Debido a que tus hermanos vendrán por mí?

—No. Porque yo lo haré.


Con eso, ella se marchó, con la cabeza alta, pero por dentro, su
estómago se revolvía. No podía evitar la sensación de que acababa de
hacer un enemigo en la persona equivocada.

***

Conall observó a Sin irse, con el estómago revuelto con una mezcla
de emociones. Ira, lujuria, decepción. Él la deseaba, infiernos, todavía lo
hacía, pero ella era claramente mucho más que una mujer que lo había
fascinado con su confianza y humor.

Ella era una asesina a sangre fría.

Esperó hasta que ella hubo tomado una esquina y desaparecido antes
de entrar en la oficina de E, donde el médico seguía en pie, su cuerpo
enroscándose como si hubiera estado listo para arrancar la cabeza de
Conall. Tomó un total de treinta segundos para que Eidolon volviera su
atención a Valko, quien estaba prácticamente hirviendo de rabia.

—Quiero la cabeza de la hembra —espetó, y Conall hizo una mueca


de dolor, porque era evidente que el alto miembro del Consejo Huargo no
tenía idea de que Sin era la hermana de Eidolon.

—Tóquela —dijo Eidolon en una inquietante y razonable voz— y me


aseguraré de que esté muerto a la mañana siguiente.

Conall llevó su mano sobre el hombro de Valko. —Entendido. Nos


ocuparemos de ella más tarde. —Él dio a su compañero miembro del
Consejo un apretón, un mensaje silencioso de que en este momento,
fastidiar a Eidolon no era una idea brillante.

Valko se tensó, pero el hombre no era tonto, e inclinó la cabeza en


un gesto breve. —Quiero saber lo que piensa hacer con esta plaga.

Maldita sea. Conall había advertido al huargo no tratar a Eidolon


como si el médico fuera su sirviente, pero allí iba, y los ojos del demonio
se transformaron en hielo.
—Estoy haciendo todo lo posible…

—No es suficiente —ladró Valko—. Los huargo están muriendo. La


enfermedad se ha extendido a tres continentes y quince países…

—¿Tal vez usted podría hacerlo mejor? —sugirió Eidolon—. No hay


duda que su formación médica es superior a la mía.

Conall se habría reído si la situación no hubiera sido tan grave.

Valko se tensó aún más, convirtiéndose en una barra de acero. —Mis


disculpas —rechinó—. Pero estoy seguro de que puede entender mi
preocupación.

—Por supuesto que puedo. —Eidolon tomó asiento—. Pero no hay


tantas cosas que podamos hacer. La enfermedad se disemina tan rápido
que hacer un llamado de cuarentena no ha sido eficaz, y no he tenido
suerte aislando el modo de transmisión. El contacto directo parece ser
definitivo, pero no sé si el patógeno también es aeróbico o de transmisión
por contacto indirecto. Y hasta donde yo sé, nadie que haya estado en
contacto con las víctimas infectadas ha sido inmune.

—Excepto yo —dijo Conall.

—Sí, pero probablemente es tu sangre vampiro lo que te permite la


inmunidad. Estamos experimentando con la posibilidad de utilizar tus
anticuerpos naturales para trabajar en una vacuna, pero incluso si eso es
posible, podría tomar años para llegar a algo que pueda utilizarse en
huargos puros.

Conall maldijo. Esta cosa se movía tan rápido que no creía que su
especie tuviera años. —¿Qué podemos hacer para ayudar?

Eidolon resopló. —Hacer correr la voz acerca de esto. Sugiero que


las jaurías permanezcan aisladas por ahora. Se mantengan alejadas de
otros huargos. Y si escuchan que alguien no contrae la enfermedad
después del contacto con un huargo infectado, necesito saberlo.
Inmediatamente.

—Está bien.
Valko quería decir algo sobre Sin; Conall lo sabía. Pero en una inusual
muestra de moderación, agradeció a Eidolon y salió de la oficina. Cuando
Conall lo seguía, el médico se aclaró la garganta.

—Espera, dhampir.

Mierda. Conall se dio la vuelta. —¿Qué pasa?

—¿Qué está pasando entre tú y mi hermana?

Me la follé, y hombre, estuvo bueno. —Nada.

La duda puso líneas alrededor de los ojos de Eidolon, pero asintió con
la cabeza. —Mantenlo de esa manera.

Conall no dijo nada. Simplemente se unió a Valko en el pasillo.


Caminaron en silencio hasta el Harrowgate, y una vez cerrada la puerta
tras ellos, Valko golpeó los símbolos que los llevarían a la sede del Consejo
Huargo en Moscú.

Cuando salieron, Valko tomó a Conall por el brazo. —Quiero saber


todo lo que hay que saber acerca de esa mujer que trajo esto sobre
nosotros. Si Eidolon encuentra una cura o no, ella va a pagar por lo que
ha hecho. Y quiero que tú te ocupes de eso.

***

Tan pronto como Conall y Valko se habían ido, Eidolon apoyó los
codos en la mesa y hundió la cara entre sus manos. Esto se había salido
de control y más allá de su capacidad de manejarlo por sí mismo.

Desafortunadamente, casi todos los médicos demonios que conocía


trabajaban en el UGH, y los que no eran cirujanos eran médicos
generales. Necesitaba especialistas en enfermedades infecciosas
trabajando en este problema.
Y, en realidad, lo estaban. Había estado viendo las noticias,
manteniéndose al día sobre las últimas alertas médicas, y la enfermedad
había llamado la atención de los médicos humanos.

Anatómicamente, los huargos no eran diferentes de los humanos, y


los médicos no percibían el hecho de que las personas que estaban
tratando se convertían en bestias sanguinarias tres noches al mes. Así
que sí, estaban viendo algunos casos de esta nueva misteriosa
enfermedad, pero nunca en un millón de años averiguarían lo que los
conectaba.

Sin embargo, todo lo que aprendieran en su investigación ayudaría a


Eidolon.

Pero no con la suficiente rapidez.

Por mucho que odiaba hacerlo, ya era hora de llamar a las tropas.

Cogió el teléfono y marcó Kynan. —Hey, hombre, es E. Necesito que


me pongas en contacto con tu compañero del ejército, Arik—. Arik era
también hermano Runa, pero Eidolon no quería molestarla en este
momento, además, Kynan había trabajado con el hombre por años y sabía
más de la unidad secreta paranormal de los militares que nadie.

Eidolon pudo oír a Kynan inhalar. —Jesús… E, no creo que


involucrarse con el R-XR sea una buena idea.

Eidolon tampoco. —No tengo otra opción. Esta enfermedad de los


lobos tiene que ser detenida, pero no tengo los recursos para hacerlo.

—¿Y esperas que el Ejército ayude?

—Ellos operan el USAMRIID39, y no puedes decirme que el R-XR no


tiene contactos dentro de la organización. Sabes condenadamente bien
que la función de la mitad de la unidad paranormal es encontrar
sustancias del inframundo y elementos biológicos para usar en la guerra.

39
USAMRIID: The United States Army Medical Research Institute for infectious diseases. Instituto de
Investigación Médica de enfermedades infecciosas del Ejército de Estados Unidos.
Ellos definitivamente trabajan con alguien dentro del Instituto de
Enfermedades Infecciosas del Ejército.

Kynan intoxicó el aire con maldiciones. —Sí. Muy bien. Voy a ponerte
en contacto con Arik.

Eidolon colgó, preguntándose si había hecho lo correcto. No tenía


duda de que los militares podrían ayudar. Sólo esperaba que el precio
fuera algo que él pudiera pagar.
Capítulo Veintiocho
Traducido por Lety MacKeltar
Corregido por Kitty y Mir

—Apuesto que te gano. —Idess salió corriendo del Harrowgate hacia


su casa. La maldición de Lore la siguió, acompañada de unas fuertes
pisadas que cerraban la distancia entre ellos.

—Idess. —Su grito tenía una advertencia depredadora, una


advertencia de mal agüero—. Cuando te alcance, te tomaré donde
aterricemos.

¿Y eso se suponía que era una amenaza? —¿Cuándo? Si… —dijo ella.

Riendo, ella aceleró el ritmo, esquivando ramas de árboles y saltando


sobre las raíces de los árboles que tejían venas en el camino trillado a su
villa. Se arriesgó a mirar por encima del hombro y gritó de alegría. Estaba
casi sobre ella. Un hambre intensa quemaba en sus ojos oscuros, y ella
de repente sintió lo que debía sentir un conejo huyendo de un lobo.

De alguna manera obtuvo un último arrebato de velocidad, suficiente


para llegar a la puerta de su casa. Él la cogió allí, sujetándola contra la
madera con su gran cuerpo. En algún momento había perdido el guante
que todavía llevaba, a pesar de que ella periódicamente drenaba su poder
de muerte para darle temporales pedacitos de libertad.

Una mano ahuecó su pecho y la otra se apoderó de su cadera y su


cuerpo entero zumbó con anticipación.

—Te lo advertí —Su voz estaba sin aliento por la carrera y por la
necesidad, la última ella la podía sentir por todo el camino hasta su alma.

Ella levantó la pierna para poner su sexo adolorido en contacto con


su erección, y él silbó en un soplo. —¿Aquí contra la puerta?
—Sí. —Su mirada candente la retaba, mientras sus dedos
encontraban los botones de los pantalones vaqueros. Pero ella no iba a
detenerlo. De hecho, estuvo a punto de llorar de alivio por el roce suave
y urgente de sus nudillos al cepillar su piel cuando él abrió su bragueta.
—Deberías usar faldas.

—¿Sin bragas?

Una sonrisa maliciosa se elevó en su boca, robándole a ella la


capacidad de hablar. —Con bragas. De esa forma puedo arrancarlas con
mis dientes.

Las palabras y las imágenes, la marearon.

—Y si estoy demasiado apurado para quitarlas —dijo él, mientras


conducía su mano en la parte delantera de su pantalón—, puedo moverlas
a un lado. —Lo cual lo demostró tirando de la seda a un lado y empujando
dos dedos en su núcleo.

Ella gritó ante la maravillosa invasión. —Lore…

Él apoyó el antebrazo contra la puerta cerca de la cabeza de ella y se


recostó en ella mientras sus dedos comenzaban un lento deslizar dentro
y fuera. Ella esperaba que él la besara, pero en su lugar él la observó,
con la respiración entrecortada, y los ojos entrecerrados. Bajo su mirada
de admiración se sentía como un hermoso tesoro.

—Nunca me canso de mirarte —le susurró—. Quiero ver que te corres


todos los días. Diez veces al día. Cien.

—Dices las cosas más maravillosas —jadeó—. Nunca te desharás de


mí ahora. —Había pasado una semana desde que había dejado la guarida
del asesino para siempre, y ella había dicho lo mismo todos los días desde
entonces.

—Bien. —Hizo un pecador giro con los dedos, y ella se arqueó hacia
su mano, colgando justo en el borde—. Maldita sea, Idess. Estás
empapada, tan húmeda, y todo para mí.

—Para ti —ella estuvo de acuerdo.

—Mía —gruñó.
—Tuya.

Sus dedos se arrastraron en un punto profundo y sensible en el


interior que la encendió, enviando una llama que corrió a través de ella
hasta que incluso su aliento quemaba en su garganta. Cada pulso de su
clímax cantó con notas puras, ricas, mientras su cuerpo se agitaba a la
vida.

Lore la hizo correrse con movimientos suaves sobre su centro, ni una


sola vez apartó sus ojos de ella. Antes de él, no hubiera creído que ser
observada durante un momento tan privado e íntimo sería tan sexy, pero
la forma en que su mirada se hacía más caliente, su expresión más
intensa, y su cuerpo más duro… sí, esto era algo que le gustaba y quería
repetir con frecuencia. Su mente comenzó a hojear futuros escenarios,
más cosas que ella podía hacer, mientras él la miraba, y el fuego se desató
de nuevo.

—Adentro —dijo con voz áspera—. Ahora.

—¿Qué pasó con hacerlo contra la puerta? —dijo descaradamente.

—Te quiero tanto que la voy a romper. —Le pellizcó la garganta antes
de girarla y darle una palmada juguetona en el trasero.—Cama. Necesito
tu cama.

Ella abrió la puerta y se detuvo en el umbral. —Nuestra cama ahora.

Crudo orgullo masculino y posesión se apoderó de su expresión. Ella


se estremeció con reconocimiento, cuando él la tomó en sus brazos y la
llevó al dormitorio. Con una dulzura que ella no esperaba, la colocó en la
cama a la que ambos habían estado encadenados. Todavía lo estaban, en
cierto modo, y ella no cambiaría nada.

Ella arrastró un dedo a lo largo de las vueltas de su dermoire, y él se


maravilló ante la bendita sensación, no sabía si alguna vez se
acostumbraría a sentir algo por lo que había dejado de rezar hace
décadas. —Dijiste una vez que no siempre fuiste un asesino. Que eras
más que eso. Tenías razón.

—En el momento en que lo dije, estaba mintiendo.


—¿Y ahora que ya no eres un asesino? ¿Todavía piensas que es una
mentira?

—No —dijo, mientras arrastraba besos a lo largo de su hombro.—


Soy un hombre con un futuro y una familia. Por ti. Mi vieja vida ha
terminado, y no puedo agradecerte lo suficiente por eso.

Ella sonrió. —Me siento de la misma forma. —Su mano vagó hacia su
cintura, y luego más abajo, hasta que él estaba jadeando de placer.—Para
nosotros, el fin es sólo el comienzo.

Fin
Agradecimientos
Quiero Agradecer especialmente a Mir por su compromiso, disponibilidad y
excelente voluntad, por su apoyo para llevar a buen término este proyecto.
A Estivali y Marie Eline, nuestros verdaderos salvavidas, por su excelente disposición
en las emergencias.
Gracias a Marie Eline por los maravillosos diseños que hacen que leer sea un
verdadero placer a la vista.
En fin, gracias a todo el equipo de Dark Sensation, por su compromiso y
responsabilidad.
Kitty

Traductoras: Araceli, Dayana , Estivali10, Kitty, Lety MacKeltar, Leva Durby,


Marie Eline, Mj, Mir, Strella, Tsubasa, y Vapino.

Correctoras: Estivali, Marie Eline, Mavi, Dyanna, Mir y Kitty.

Diseño y Edición: Marie Eline.

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