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Resumen Analítico
Resumen Analítico
Clarice Lispector en su obra Agua viva 1972 creó un texto fronterizo, híbrido que no pertenece
a un género literario específico y definido. La obra es notable por su carácter fragmentario y el
nivel de experimentación de una escritura innovadora en la búsqueda de los límites de la
lengua con especial atención en los procedimientos narrativos, la singularidad de expresión y
la transgresión de los modelos del lenguaje. La singularidad expresiva de Clarice ocasionó
impacto en la crítica desde los inicios de su actividad literaria. Sin embargo, la cuestión del
lenguaje con el tiempo cedió lugar a otros enfoques y estudios desde la crítica feminista,
existencialismo, misticismo, psicoanálisis y erotismo. Esta práctica es acentuada por la actual
tendencia de relacionar la literatura con otros campos del saber, y con otras temáticas:
represión, libertad, política, compromiso y muchas que aún puedan descubrirse. Se generan
estudios cada vez más periféricos y/o específicos; y se deja de lado una problemática
fundamental: la articulación entre lengua y pensamiento; cuestión que se retomó en este
trabajo. La confrontación experimental de Clarice con la lengua puede encontrarse en toda su
producción literaria. Sin embargo en Agua viva están los trazos de estilo y de lenguaje
formalmente más radicalizados.
Agua Viva presenta una forma de monólogo, pero apunta al dialogo. Se considera que el
texto requiere un tipo de lector modelo que comprenda y aprecie las reglas del lenguaje
propuesto por tal escritura y no entender como esenciales los siguientes aspectos: unicidad de
la trama; la forma tradicional de descripción de ambientes; tampoco la presencia de
personajes. En agua Viva el protagonista de la ficción es el lenguaje.
De acuerdo a las teorías de la lectura consideradas, el autor deja indicios textuales, cuya
función sería guiar al lector, “intención de texto”, según H. Eco. Esos indicios posibilitan un
dialogo fluido en el acto de lectura, tomando como presupuesto que el lector de Agua Viva
debe comprender las orientaciones de los indicios; y además de percibir los procedimientos
textuales y temáticos, experimentar un goce del texto. La complicidad y comprensión de la
obra, se relaciona a los “vacíos” del texto, las entrelíneas, la relación entre lo dicho y lo no
dicho. Escribir es un modo de existencia de la palabra como señuelo para la pesca de la no
palabra. Cuando la entrelínea (no palabra) muerde el señuelo significa que algo se escribió.
Los medios de expresión y recursos textuales de Agua viva son tan numerosos, que no han
podido ser exhaustivamente estudiados. No tiene otra historia que no sea el “flujo errático de
una meditación apasionada”, que le otorga una estructura textual caleidoscópica como
percibe y señala la propia Clarice en el texto. La obra contiene “extrañas metáforas”, numerosa
figuras retóricas, imágenes, “sonidos”, y “gestos” del pensamiento que requieren un estudio
más profundo. En la obra conviven “inexpresar” y expresar en la búsqueda de sobrepasar los
límites impuestos por la lengua. Un lenguaje que inexpresa lo expresable instaura un tipo de
comunicación capa de “significar” el pensamiento. Clarice utiliza medios linguisticos
innovadores que subvierten la sintaxis. Las rupturas narrativas instalan el “yo” del “ser” de la
existencia con la presencia de una narradora ausente del mundo formal, movida por el deseo
de traducirse por medio del pensamiento. Lispector lleva a extremos la desestructuración de la
forma en la novela; elabora un género híbrido marcado por la fluidez, la apariencia inacabada,
sensación de libertad, embriaguez productiva.