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BORRADORES DE ECONOMÍA

ENSAYO

ANGÉLICA LOAIZA

Código: -----------

UNIVERSIDAD SANTIAGO DE CALI

FACULTAD DE DERECHO

MATERIA ----------------

SANTIAGO DE CALI

2017
BORRADORES DE ECONOMÍA

Los borradores de economía son una serie de publicaciones realizadas por diferentes
autores cuyos escritos son revisados y aprobados por la subgerencia del Banco de la
República de Colombia, los escritos reflejan un proceso investigativo y proposicional de
carácter provisional que los autores plantean de manera personal, sin comprometer
directamente el punto de vista del Banco de la República, pero cuyos contenidos han
llamado la atención de propios y extraños en las ciencias económicas; cada uno de estos
escritos se sujeta a un tema competente a estudios económicos o comportamiento
financiero en perspectiva a cada variable analizada y se encuentran sustentados en
estudios estadísticos y probabilísticos de la acción y el flujo de capital dentro de la
cotidianidad del colombiano.

A continuación se presentará uno de estos borradores con el único fin de clarificar el


sentido de los escritos y crear un concepto más global de la economía nacional que hace
parte del diario vivir en Colombia.

Borrador 1: El uso de efectivo y tarjetas débito y crédito en Colombia (José Eduardo


Gómez, Juliana González Jaramillo y Adolfo Meisel-Roca. Mayo, 2016).

Para nadie es un secreto que los avances tecnológicos han modificado enormemente la
dinámica de vida de todas las personas que han tenido acceso a algún mecanismo digital
o en quienes a través de la internet se sumergen en el moderno mundo globalizante; no
sólo se vive en la era de la tecnología sino especialmente en el tope máximo del
consumismo, el acceso a diversos mercados a través del mundo han derivado la
necesidad de implementar la tecnología transaccional bancaria a la hora de ejecutar los
pagos en red, o simplemente con una popularización extrema del uso de las tarjetas
débito y crédito que poco a poco van desbancando al dinero en efectivo del honorable
lugar que poseía.

En Colombia se habla del dinero plástico desde la segunda mitad del Siglo XX pero sin
duda alguna su momento cumbre fue durante la década de los 70’s, cuando se reactivó
la economía en Suramérica, en parte por la introducción de la cultura americana a todos
los pueblos del sur y por otra parte por el enorme flujo de capital que empezaron a mover
tanto las actividades lícitas de exportación acompañadas de otras tantas ilícitas con el
narcotráfico y la comercialización de esmeraldas. A partir de este momento las personas
en Colombia ya no querían llevar dinero en efectivo para hacer pagos en establecimientos
comerciales, como también se enorgullecían de llevar sus servicios bancarios a cualquier
lugar, sacar dinero en los cajeros automáticos las 24 horas del día fue una gran
contribución a la consolidación de las tarjetas. Ahora es mucho más simple realizar una
transacción bancaria vía cajero automático, datafono, o a través del internet; para ello se
cuenta con dos alternativas de pagos comerciales por internet, uno pagar directamente
al establecimiento comercial y la segunda opción es el Pay Pal, que es un sistema que
permite la generación de un usuario y contraseña para pagar de forma rápida sin tener
que llenar formatos, ni introducir números de tarjetas en cada tienda virtual, sumado a
todo esto también se cuenta con la telefonía celular de alta gama que posibilita otro
enorme portafolio de servicios a través de los pagos móviles.

De acuerdo con el informe de Tecnocom (2014) en Colombia se ha duplicado el número


de usuarios de banca móvil y ha ocurrido un crecimiento significativo en el uso de
teléfonos inteligentes. Si bien la mayor oferta de medios de pago virtuales ha llevado a
que el efectivo sea cada vez menos necesario para realizar compras, éste no ha dejado
de ser utilizado como medio de pago, especialmente en transacciones de bajo monto. De
hecho, en un estudio reciente de la Reserva Federal de San Francisco, Bennett et al.
(2014) muestran que el efectivo es el 3er medio más usado en pagos de bajo valor. De
acuerdo con una encuesta diseñada por los autores, en Estados Unidos el efectivo
representa el 40% de las transacciones de los consumidores, seguido por las tarjetas
débito (25%) y las tarjetas de crédito (17%). La situación es similar en Canadá (Arango
et al., 2015) y en la mayoría de países, excepto los escandinavos. En Colombia, aunque
la disponibilidad de información al respecto no es tan buena como la de los países
desarrollados, con los datos disponibles se puede ver que la situación es similar. Aunque
se ha dado un avance en el uso de los clientes así como la aceptación por parte de los
comercios, de las tarjetas y los medios de pago electrónicos, aunque el efectivo se ha
mantenido como un importante medio de pago.
En este borrador se presenta una radiografía sobre el uso del efectivo y de las tarjetas
débito y crédito en Colombia comparado con países cercanos geográficamente que
presentan economías similares; también se discuten algunas razones que explican el alto
uso del efectivo en el país y las barreras que limitan el uso de medios de pago
electrónicos.

Comparando a Colombia con otros países la relación entre el uso del efectivo y la
profundización de los pagos electrónicos es negativa. Es decir, entre más se popularice
el uso de las tarjetas se reduce directamente el pago en efectivo, ahora bien el costo de
manejo y los requerimientos de las entidades bancarias son la contraparte, uno porque
muchos colombianos no pueden acceder a una cuenta de ahorros debido a su escaso
poder adquisitivo, su bajo nivel económico y sumado a ello se encuentran los costos por
cuotas de manejo de las tarjetas y la inexperiencia en el uso eficaz de éstas lo que al final
se traduce en un límite de endeudamiento sobre el límite máximo, lo que al final se
traduce en aumento de cartera para las entidades financieras y en ahogamiento y crisis
para el cliente que no puede cumplir, aunque quisiera hacerlo; todo ello determina
entonces que el dinero en efectivo puede ser más utilizado por las clases media y baja,
mientras que los colombianos de clase alta si pueden darse el lujo de tener diferentes
tarjetas y dejar de lado el uso de efectivo. Viéndolo de esta manera no se puede totalizar
y concluir el concepto de que el efectivo tiende a desaparecer, al contrario, cada vez se
populariza más, en la mayoría de países, que contienen tanto economías desarrolladas
como emergentes, el efectivo ha venido creciendo en proporción al producto. Se concluye
entonces que la demanda o disminución de consumos con pagos en efectivo puede estar
más relacionada con la infraestructura bancaria y con el acceso a las entidades bancarias
que con factores culturales o institucionales. La verdad es que el efectivo no ha perdido
totalmente su interés, de hecho aún se presenta una amplia participación de este
mecanismo en términos de volúmenes de pago en los negocios, especialmente si se trata
de pagos de bajo valor comercial.

Otro factor que influye a la hora de la preferencia del pago en efectivo es la desconfianza
de los clientes hacia los bancos o hacia los medios de pago electrónicos, eso hace por
ejemplo que la mayoría de personas prefieran pagar en efectivo los recibos de servicios
públicos y otros gastos de baja cuantía, pues consideran innecesario el uso de tarjetas
ya sea por temor a que exista un fallo en la transacción o que sus tarjetas sean clonadas
y evitar los fraudes financieros. Por otro lado el mercadeo hace lo suyo cuando
promociona artículos con buenos descuentos si el pago se hace en efectivo o se usa
también el mecanismo de acumulación de puntos para la próxima compra o algo similar,
esto atrae mucho a los consumidores, quienes dejan de lado las tarjetas.

Ya se mencionó el bajo poder adquisitivo y la economía tan limitada que pueden llegar a
tener la mayoría de colombianos de a pie, y hay otro aspecto importante que se une a
esto y es el nivel educativo que importa mucho a la hora de tener y mantener en equilibrio
una cuenta bancaria. De hecho, los resultados muestran que a mayor nivel educativo
mayor es la probabilidad de demandar una cuenta de depósito, puesto que el nivel
educativo de las personas está correlacionado de forma positiva con el nivel de educación
financiera. Los empleados formales tienen mayor probabilidad de demandar una cuenta
que los estudiantes, empleados informales, desempleados y personas dedicadas al
hogar. Sin embargo, tienen la misma probabilidad de demandar una cuenta bancaria que
los pensionados. Estos resultados pueden reflejar el hecho de que, tanto empleados
formales como pensionados, suelen recibir sus pagos mensuales por transferencia
directa a una cuenta bancaria. A mayor nivel de ingresos, mayor probabilidad de
demandar una cuenta bancaria, mayor confianza en el sistema financiero, mayor
probabilidad de demandar dichas cuentas. Las personas que cuentan con al menos un
seguro tienen mayor probabilidad de demandar una cuenta de depósitos que aquellos
que no cuentan con algún tipo de seguro. No hay diferencias regionales significativas. Es
decir, todo lo demás constante, el vivir en una u otra región de Colombia no cambia la
probabilidad de que un individuo demande una cuenta de depósitos. Finalmente, la edad
de la persona tampoco incide sobre la probabilidad de demandar una cuenta de
depósitos.

Para concluir es justo y necesario rescatar el pago en efectivo que aunque por momentos
se opaca con el boom tecnológico de los pagos electrónicos, no ha sucumbido ante este,
de hecho los pagos en efectivo se han incrementado en años recientes, lo que no es un
fenómeno aislado, en realidad es un concepto común en otras economías de países de
la región y en varios países de otras regiones del mundo. Aunque las tecnologías
transaccionales han avanzado mucho y los medios de pago electrónico se usan cada vez
con mayor intensidad en el comercio, el efectivo no ha perdido vigencia y se sigue
utilizando para transar, especialmente para realizar pagos de baja cuantía. El uso del
efectivo se explica por varias ventajas que presenta, como su menor costo y rapidez para
realizar transacciones de bajo monto, así como su amplia aceptación en el comercio. En
Colombia ha aumentado el número de tarjetas débito y crédito de forma importante
durante los últimos veinte años. Sin embargo, el uso con fines transaccionales de dichas
tarjetas es aún limitado. Entre los impedimentos para que las tarjetas se usen de forma
masiva se encuentran los altos costos de las mismas y la falta de facilidades de pago con
tarjeta en muchos comercios, especialmente los pequeños y los informales.

En cuanto a la proyección y probabilidades de una cambio notable en este equilibrio entre


pagos en efectivo y pagos electrónicos, es importante recordar que todo dependerá de
factores externos como si el consumidor se encuentra en zona rural o urbana y si cuenta
con acceso a los portafolios bancarios, también se debe atender su nivel de ingresos, su
nivel educativo, y su confianza en el sistema financiero. Por su parte, dentro de los
determinantes de la probabilidad de demandar un crédito se destacan el estatus laboral,
la región, la confianza en el sistema financiero y la edad.

Ahora, se puede establecer la finalidad de los tantos borradores económicos que han
sido revisados y publicados por la subgerencia del Banco de la República. A través de
estas investigaciones se acerca en un lenguaje más cotidiano y claro todo un sinfín de
temas de interés general, los cuales solo acercan las realidades financieras y económicas
a los hogares de todos los colombianos.

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