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Mi muñeca.

Había una vez una niña que tenía 5 años y le gustaba jugar con su muñeca favorita que era muy
bonita con vestido rosado y tenía zapaticos de color blanco y la niña dijo: -Nunca te dejaré, ni
aunque sea viejita-.
Ella todas las mañanas se levantaba y lo primero que hacía era coger su muñeca favorita y jugar con
ella.
5 años después.
Ana tenía 10 años y ya casi no jugaba con su muñeca.
La mama pensó hacer una venta de garaje para poder vender todos los juguetes de Ana porque tenía
muchísimos y ya no le cabían en la casa.

Empezaron a recoger sus juguetes y Ana dijo: -No, esta no esta es mi muñeca favorita- y se fue a
jugar con ella mientras que su mama se quedó organizando el resto de juguetes para poder
venderlos y ya que Ana se quedó toda la tarde jugando con su muñeca favorita.
Ya por la tardecita, Ana regresa con su muñeca, su mamá los llama a cenar y reúne a toda la
familia. Ana cuenta cuan divertida fue la tarde y la mamá cuenta cuánto dinero en la venta de los
muñecos de Ana y decide con ese dinero comprar nuevas cosas para la habitación de Ana.
Así pasaron los días, las semanas, los meses, los años y Ana terminaba la secundaria pero también
Ana se había olvidado nuevamente de su muñeca; la había dejado en una caja con trastos viejos,
hasta que un día la mamá decide limpiar la habitación de Ana y encuentra su muñeca y le dice: -
Ana ¿nuevamente has guardado tu muñeca favorita?.
-Si mamá, ponla en el tocador- respondió Ana, pero sin embargo ella no le dio la menor importancia
pues ya tenía nuevos amigos y podía ir a fiestas, al parque, al cine, a paseos del colegio sola o con
sus amigos; Ana tenía todo el tiempo ocupado que no le daba lugar para pensar en su muñeca
favorita.
Termina la secundaria y decide ir para la universidad. Se va y después de tres años regresa pero su
madre al ver la habitación de Ana en su ausencia recoge sus cosas y las guarda en una caja y
también su muñeca favorita, dice ella que para cuando llegue Ana decida qué hacer con sus cosas.
Pasaron los días y por fin ha llegado Ana, después de mucho tiempo ha entrado a su habitación y la
ha encontrado sin sus cosas, solo ve un montón de cajas y la mamá le dice: -Hay que botar o vender
las cosas que no utilizas- y entre esas cosas encontró su muñeca, pero esta vez le hizo una promesa
pero no una promesa de niña de 5 años si no una promesa de grande, una de adulto. Cuando la toma
en brazos se acuerda de todo lo que hizo con ella de las tardes serenas, de su vestido rosadito que ya
no estaba tan rosadito porque habían pasado tantos años, de sus zapaticos blancos. Pero seguía
siendo la misma muñeca hermosa para ella. Ana decide que ya no la va abandonar más, que se irá
con ella a la universidad. Así que coloca en su habitación y ella la espera a que llegue de las fiestas,
a que llegue de los paseos, siempre sonriendo y con su tierna mirada azul.
Luego de la universidad, pasa el tiempo. Ana se casa, tiene hijos, nietos y ya muy anciana le cuenta
a sus nietos todas las aventuras que vivió con su muñeca favorita y sentada en una mecedora con su
muñeca entre las piernas ella envejeció.

Fin.

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