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MONOGRAFÍA
AUTORES:
ASESOR:
TARAPOTO-PERU
2017
“La vida no se mide por el número
de veces que respiramos, sino por
los lugares que nos quitan la
respiración”
Fernando Trueba
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DEDICATORIA:
Los Autores.
3
AGRADECIMIENTO
Los autores.
4
ÍNDICE
Dedicatoria……………………………………………………………………………03
Agradecimiento……………………………………………………………………....04
Introducción…………………………………………………………………………...06
Referencia Histórica……………………………………………………..07
Marco Teórico…………………………………………………………15-19
Topónimos…………………………………………………………….20-22
Historia…………………………………………………………………….22
Marco Teórico…………………………………………………………30-35
Topónimos…………………………………………………………….36-38
Referencias Bibliográficas……………………………………………………….40-41
Anexos…………………………………………………………………………………
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INTRODUCCIÓN
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CAPÍTULO I: PROVINCIA DE MARISCAL CÁCERES
1.1.
REFERENCIA GEOGRÁFICA
Juanjuí es una ciudad del noroeste del Perú, capital de la Provincia de Mariscal
Cáceres (Región San Martín), situada a orillas del Río Huallaga. Posee un clima
cálido y húmedo, con temperaturas que van desde los 23 °C a 36 °C. La
temperatura promedio anual de Juanjui es 30 °C.
REFERENCIA HISTÓRICA
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quiere decir “llanura grande”. A esta área las comunidades nativas le tenían
temor por la existencia de la Cocha Huañushca, que era mística y tenebrosa.
Estos españoles rompieron el temor estableciendo la población de Juanjuí, cerca
de la orilla del río Huallaga, delineando las primeras calles y plaza de armas.
Se cree que el nombre de Juanjuí fue una imposición cultural de los inmigrantes
lamistas, ya que el sector de Vista Alegre de la provincia de Lamas ha existido y
sigue existiendo el nombre de la quebrada en Juanjuí. Es probable que el nombre
de la ciudad sea una copia del nombre de la quebrada de Lamas o del diminutivo
de Juanjuicillo.
Juanjuí continuó creciendo por el persistente flujo migratorio; de tal modo que
durante el gobierno del general Mariano Ignacio Prado adquiere, juntamente con
Pachiza, la categoría de distrito, perteneciendo ambos a la provincia del
Huallaga, cuya capital seguía siendo Tarapoto.
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produciéndose lo insólito, se llegó a la disputa de un sello que se sustrajo de la
subprefectura de Saposoa, para traerlo a la ciudad de Juanjuí e implementar una
oficina de la Subprefectura de sede en Juanjuí.
La misma ley establecía que los distritos de Juanjuí y Pachiza, que pertenecía a
la provincia del Huallaga, pasaría a conformar la naciente provincia, creándose
a su vez, los distritos de Huicungo, Tocache y Uchiza, formando parte de la
nueva jurisdicción.
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REFERENCIA POLÍTICA
REFERENCIA ETNOGRÁFICA
La Victoria
San Juan
Puerto Amberes
Puerto Pomarrosa
Santa Rosa
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Centros poblados menores cercanos al centro:
Sacanchillo
Villa Prado
Chambira
Pucunucho
San Roque
Huacamayo
Huayabamba
Gerbacio
Cayena
Vista Alegre
Richoja
Chaquisca
Huinguillo
Quinilla, ente otros.
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1.2. REDACCIÓN DE CUENTOS, MITOS Y LEYENDAS
En dicha llanura existía una laguna de nombre Cocha Huañushca, temida por los
nativos debido a la existencia, en sus aguas, de una serpiente gigante o
yacumama (madre del agua).
Cuando la cocha empezó a perder su caudal, se tejió una leyenda mística, pero
por muchos atestiguada. Uno de los testigos, don Artemio Valles, un morador de
La Merced, manifiesta que caminando con dirección a su chacra, por la quebrada
de Chaquishca, vio pasar por el canal un enorme tronco con la cabeza horrorosa,
con ojos brillantes y orejas grandes.
Fue la primera vez que se supo de una serpiente con tal proporción, existente en
esta parte de la selva. Desde ese día todos comentan de la Cocha Huañushca
tenía su madre y era la yacumama. De allí se tejieron historias como la de a
continuación:
En la parte noroeste de Juanjuí, cerca al cerro, existía una cocha con aguas
cubiertas de algas, rodeada por árboles frondosos. La cocha era oscura y en ella
existían shiruis, serpientes y aves de toda clase. Esta cocha era bastante
fangosa, de fácil hundimiento y tenebrosa. La frondosidad de los árboles
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producía mucha oscuridad, formando extrañas figuras que atemorizaban a
cualquiera.
Esta cocha mística cobraba vida cuando alguien pescaba o cazaba en ella, se
iniciaban temblores, la cocha reventaba con grande oleajes y empezaba a soplar
un viento fuerte para luego llover. Los cazadores se aterraban, sentían como si
alguien les siguiera, los árboles comenzaban a caer tras ellos, creando así temor
en este lugar.
Las lluvias constantes que en muchas ocasiones inundaron todo Juanjuí eran
causadas por los misterios de la cocha. Los lugareños suponían que esta cocha
tenía madre y era una yacumama.
La sal de la mina de Sacanche era muy demandada por los lugareños, los
mismos que tenían que pasar peripecias para su extracción, hasta que apareció
la sal refinada de la costa con un precio más cómodo y de fácil adquisición. Ahora
la sal de la mina de Sacanche se utiliza solo para fines ganaderos, y cada vez
su extracción está siendo más difícil, debido al impacto ecológico que está
sufriendo nuestro planeta.
Pero, cuentan los lugareños que esta sal, en realidad, existe aún en gran
cantidad, solo que la irresponsabilidad y la avaricia del hombre ha enojado a la
Cachimama.
Cuentan que por el fundo del señor Perdomo, en Sacanche, cruza el camino que
conduce a la mina de sal. Este señor era tan egoísta y renegón; y para fastidiarlo,
los transeúntes inquietaban su cólera hurtándole algunos de sus sembríos. El
robo se había convertido en vicio, lo que provocó que el señor Perdomo se
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agenciara de unos perros guardianes, muy bravos, para ahuyentar a los
ladrones.
Una tarde cuando el señor Perdomo afilaba su machete, vio la apariencia de una
mujer de metro y medio de altura, de muy descuidada apariencia; parecía una
indigente suplicante de comida.
Y soltó a los perros. Faltando dos metros para que ellos llegaran, ésta
inexplicablemente desapareció dejando zozobra en el lugar y asustando a los
perros, que empezaron a babear sin descanso.
El señor Perdomo se interrogó por lo ocurrido toda la noche hasta que se quedó
dormido. En sus sueños, la misma mujer se le apareció:
Al día siguiente, el señor Perdomo no hizo caso de sus sueños, y por la noche
murieron sus perros. Al tercer día del encuentro, cuando vio que se sentía mal,
decidió colocar el letrero en la entrada de su fundo.
La salud del señor Perdomo se iba deteriorando cada vez, hasta que
nuevamente se le presentó la Cachimama y este le increpó:
-¿Qué culpa tengo de que la gente pase a la mina sin hacer caso al letrero?
-Por poner el letrero, te llamarán loco, y loco quedarás porque no fuiste del todo
convincente con la gente. Ahora la mina de sal irá desapareciendo
paulatinamente.
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1.3. TOPÓNIMOS DE LA PROVINCIA DE MARISCAL CÁCERES-JUANJUI
No hay que olvidar, por otra parte, que la toponimia-como testimonio de una
historia y de una cultura es- sobrevive la mayoría de las veces a algunos
accidentes geográficos y a muchos acontecimientos históricos a los que el
topónimo se refirió al nacer. Un poblado puede desaparecer, incluso sin dejar
memoria de su emplazamiento, pero el topónimo permanece, por ejemplo,
Artevirgo en la isla de Gran Canaria, sin que se sepa ahora en qué lugar estaba
asentado el poblado primitivo nombrado por ese guanchismo. A numerosísimos
lugares se les dio el nombre que correspondía a la vegetación predominante del
lugar (un palmeral, un sabinal, un sauzal, etc), o a la corriente de agua que por
allí pasaba, o a una construcción singular y pasado el tiempo han podido
desaparecer la vegetación, el agua y la construcción y han quedado vivos los
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nombres propios que los referenciaban, como testigos mudos de una historia
perdida y además ignorada por la mayoría de las nuevas generaciones. Así, ese
topónimo que en su nacimiento fue una palabra semánticamente motivada, llega
a convertirse en un término de significación arbitraria, sin ninguna relación con
la realidad designada. Por ejemplo, ¿quién que conozca la cuidad de Las Palmas
de ahora mismo podría decir que el nombre de Las Palmas se lo pusieron los
soldados de Juan Rejón por las muchas palmas que había en las orillas del
barranco Guiniguada donde establecieron su campamento? Pues la realidad de
entonces motivó el topónimo que nació como capital de la isla y de la conquista,
aunque los tiempos posteriores hayan cambiado radicalmente su paisaje físico y
las palmas no hayan quedado más en los relatos de las Crónicas fundacionales.
Ahora las palmas es un nombre absolutamente arbitrario respecto a su
significado.
Por otro lado, Noroña (1984) plantea que la topomástica se ocupa del estudio
de los nombres de lugar y sus relaciones con la lengua; pero que actualmente el
mayor interés del especialista en toponimia es el estudio de los modos de
aparición de los topónimos, es decir, los factores que influyen en la designación
o denominación de un lugar.
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“El universo físico, la tierra y por extensión los demás astros constituyen nuestro
mundo toponímico más importante y cercano.
Atencio (2011) habla sobre que la toponimia como disciplina estudia los
nombres de lugares o topónimos y debe involucrar en su análisis e interpretación
a diferentes ciencias humanas y sociales, por tanto se tiene como objetivo,
identificar el origen de los topónimos aimaras que nombran a las comunidades
bajo el contexto lingüístico y etnohistórico, pero no basta conocer el significado
de topónimos pues nos quedaríamos en la simple traducción del aimara al
castellano, por lo que realizamos un trabajo de investigación etnohistórica para
determinar qué hechos o acontecimientos influyeron para que los antiguos
pobladores mantuvieran u optaran por estos nombres, finalmente en el proceso
realizamos una interpretación de las descripciones geográficas de cada lugar
pues en la cosmovisión aimara cada objeto tiene vida, por tanto, en su evolución
sufrieron modificaciones que son necesarias comprender y explicar.
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Por el contario, Tejero (1972), dice que la toponimia tiene solo un valor auxiliar.
Después hace un repaso histórico de los distintos elementos que componen la
toponimia española. Después pasa a analizar algunos aspectos particulares de
la toponimia: los problemas etimológicos, la conservación en la toponimia de las
palabras latinas desaparecidas, cambios fonéticos conservados en topónimos,
etc.
Tort (2000), señala que el artículo trata sobre las relaciones existentes entre el
territorio y los nombres de lugar, o topónimos, y muestra la idoneidad del punto
de vista geográfico en el estudio de la toponimia. Con este fin se analizan
algunos aspectos teóricos de la ciencia onomástica, que luego se trasladan al
estudio de un área concreta: la comarca del Baix Camp, cuya capital es la cuidad
de Reus. Por razones de homogeneidad espacio-temporal hemos escogido para
nuestro análisis un tipo concreto de topónimos: los nombres de los núcleos
semánticos de esta toponimia nos suministra una información cualitativa muy
rica sobre el territorio en cuestión.
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los romanos debieron buscar en L’Albiol aquello que buscan ahora nuestros
contemporáneos: el agua. El topónimo L’Albiol debía designar aquello que era,
y es todavía, un depósito natural de aguas con su canalización hacia el llano.
Morera (1985) considera que se trata de un topónimo formado sobre el latín Villa
Fabrorum, equivalente a “villa de los herreros y de los carpinteros”. En concreto,
dice que es un nombre análogo al de Ferreria o Ferreries, topónimos habituales
en todo el dominio lingüístico. Como que la producción principal de este pueblo
es hacer carbón vegetal, se comprende que era un lugar excelente para
aprovisionamiento de herreros y fraguas.
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CACHIRUMI:
CAJAÑAHUI:
Caja=cerrado Ñahui=Ojo
Quiere decir ojo cerrado. //Lleva ese nombre por su estructura rocosa se asemeja
al rostro de una persona. Atractivo turístico ubicado en la provincia de Mariscal
Cáceres.
CAMPANILLA:
HUAYABAMBA:
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HUICUNGO:
JUANJUI:
Deriva del nombre Juan y de la huida que este joven lamista realizó, escapando
de la esclavitud. Uno de los distritos de Mariscal Cáceres.
PACHIZA:
Deriva del nombre del río Pachicilla. // Pájaro de vuelo alto. Distrito de la provincia
de Mariscal Cáceres.
PAJARILLO:
PANGUANA:
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SHITARIYACU:
2.1.
HISTORIA
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Recientes descubrimientos han permitido conocer la existencia de grupos
poblacionales, con dos centros de asentamientos; uno establecido en el actual
distrito de Shunté y otro en las zonas altas de Uchiza y Cholón, habiendo sido
catalogados ambos grupos como pertenecientes a los Uchihuanes (Uchiza) y
Cholones (Tocache).
Época Inca:
Época Republicana:
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definitivas, por las constantes inundaciones del río Huallaga y del río Tocache,
nuevamente un grupo de personas en el año 1935, abandonan el pueblo de San
Juan de Tocache para trasladarse al lugar que hoy viene a ser la ciudad de
Tocache, siendo rebautizado como Tocache Nuevo, creándose como anexo en
el año 1937, perteneciendo al distrito de Uchiza.
Tocache tal como la conocemos hoy, al igual que los otros espacios territoriales
de la Selva Alta del Perú, es producto de un largo proceso de colonización
andina. A grandes rasgos, el proceso de colonización y poblamiento de Tocache
estuvo marcado por diversos ciclos económicos, sociales y políticos, tales como:
la época de extracción del caucho y barbasco, a finales del siglo XIX; la época
de extracción de maderas finas, periodo del Café y Tabaco, durante el siglo XX;
el auge de la palma aceitera desde finales de los 70; y el boom de la coca,
narcotráfico y violencia social, durante la década del 80 e inicios de los 90.
GEOGRAFÍA:
La provincia de Tocache se ubica en la cuenca alta del río Huallaga, en el gran
complejo andino (o Cordillera de los Andes), y en la antigua Selva de
Pomabamba Ancash y comprende dos unidades morfo estructurales relevantes:
por el oeste, se encuentra la Cordillera Oriental y, por el este, la Cordillera o Faja
Subandina. Tocache presenta un relieve con gran variedad de formas, entre las
que destacan las zonas montañosas con diversas características de pendiente y
altitud. Asimismo, la acción dinámica de los ríos que drenan la provincia ha
desarrollado relieves relativamente planos a ondulados en algunos sectores.
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Ubicada paralelamente, en este territorio se han producido intensos procesos
pedogenéticos que dieron origen a la gran variedad de suelos, los cuales han
tenido, a su vez, influencia en la diversidad de la vegetación y hábitats. La red
hidrográfica de la provincia de Tocache forma parte de la cuenca alta del río
Huallaga, cuya longitud dentro de la provincia es de 218 km. El río Huallaga, en
su recorrido por la provincia, presenta alta pendiente y gran velocidad de
corriente. Los principales tributarios de este río nacen en la Cordillera Oriental y
en la Cordillera Subandina, caracterizándose por ser muy torrentosos y de alta
velocidad, presentando baja diversidad íctica, con alrededor de 71 especies de
peces.
CLIMA
El clima varía de húmedo y cálido en las áreas bajas de planicies y lomadas del
sector central de la cuenca, hasta muy húmedo y templado frío en las montañas.
Una característica fundamental de la provincia es el exceso de humedad, que da
lugar a escorrentía durante todo el año, bajo la forma de arroyuelos, riachuelos
y ríos de regímenes continuos. De esta manera, la escorrentía hídrica constituye
el principal factor para el potencial desarrollo de la actividad agropecuaria de la
zona.
POBLACIÓN
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DIVISIÓN ADMINISTRATIVA
1. Tocache
2. Nuevo Progreso
3. Pólvora
4. Shunte
5. Uchiza
Distrito de Tocache:
Ubicado al sureste de la provincia forma parte de la cuenca del río Huallaga que
lo atraviesa de sur a norte, paralelamente a la carretera Fernando Belaunde
Terry, discurre en su territorio el río Uchiza y sus afluentes (ríos Pacota, Vista
Alegre, Tigre, Blanco e Ibáñez), el río Aspuzana y numerosas quebradas, con
una superficie de 860.98 km², representa el 14.68 % de la provincia a una altitud
de 490 msnm, en la ciudad de Nuevo Progreso, capital del distrito.
Distrito de Pólvora:
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altitud que oscila entre 481 y 3,438 msnm, y la ciudad de capital de Pólvora se
ubica a 843 msnm.
Distrito de Shunte:
Distrito de Uchiza:
Se localiza en la cuenca hidrográfica del río Chontayacu zona sur, afluente del
río Huallaga en su margen izquierda, con una superficie de 723.73 km²,
representa el 12.34% de la provincia a una altitud de 544 msnm, en la ciudad de
Uchiza, capital del distrito. Constituye el distrito más importante socio
económicamente, por la presencia de la agroindustria de la palma aceitera y el
pijuayo.
EL HUANCAHUI
Ave mitológica, fiel habitante de los bosques, con cierto parecido al gavilán
teretaño y aspecto cansino. Sorprende cuando cuelga desde los ramajes más
altos haciendo que los ofidios se aterren; después de paralizarlos, los atrapa a
picotazos con la ayuda de sus patas para llevárselos a devorar en un lugar
acogedor.
Narran los lugareños, que el Huancahui era un joven guerrero de la tribu de los
cocamas, elegido sucesor del jefe indio, que con el afán de impresionar a una
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joven bella de nombre Cucarda, todas las tardes tocaba el pífano(quena)
después de la pesca o cuando regresaba después de varios días de pesca.
Otro joven, hijo del brujo malero, también se hallaba enamorado de la misma
mujer.
Conocedor del caso, habló con su padre para deshacerse del guerrero que, a
decir de muchos, tenía atributos innegables.
Idearon un plan, padre e hijo invitaron a nadar en el río al joven Ninaco. Mientras
ellos nadaban alegremente, el brujo había convertido el pífano en una colorada
nacanaca, cuya mordedura es mortal.
Cuando salieron del agua, el joven Ninaco se vistió ligeramente. El pífano, que
permanecía junto al árbol donde dejó sus escasas prendas, lo atrajo hasta que
este lo llevó a su boca para soplarlo y recibió una mortal mordedura, pues era la
nacanaca.
Los brujos aprenden el canto del Huancahui, a tal punto de dominar a las víboras
para utilizarlas como mensajeras de la muerte. Si el brujo tiene mala suerte de
equivocarse al remedar al Huancahui, se vuelve ciego y sucumbe con el cerebro
destrozado por los picotazos del ave.
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LA LEYENDA DEL AYAPULLITO
Es una avecilla de mal agüero que ha sido creada para hacer el mal. Se
encuentra como pullito abandonado, muy tierno, y en las noches se esconden
en los follajes de los árboles altos. Se le conoce como el espíritu del brujo que
representa a la muerte camuflada en ave. Se presume que es el brujo malero en
busca de su víctima.
Nadie ha podido comprobar el color de sus plumas, aunque se cree que son
opacas. Unos dicen que su plumaje es amarillo, otros dicen que es negro y otros,
plomizo. Si canta o pía en los árboles cercanos, sin duda anuncia un funeral.
Este mensajero del brujo, fiel cumplidor de sus órdenes, primero pía y pía, dando
tiempo a que el brujo actúe, para luego entrar en los domicilios guiados por su
dueño y hacer lo que le ordenan.
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2.3. TOPÓNIMOS DE LA PROVINCIA DE TOCACHE
“El estudio de los nombres de lugar es una de las cosas que más ha desvelado
la curiosidad de los eruditos e incluso la del pueblo en general. Es natural que
sea así. Estos nombres se aplican a la heredad de la que somos propietarios, o
a la montaña que limita nuestro horizonte, o al río de donde extraemos el agua
para el riego, o al pueblo o la ciudad que nos ha visto nacer y que amamos por
encima de cualquier otra, o a la comarca, el país o el estado donde está
enmarcada nuestra vida colectiva. Puede pensarse que el hombre, que desde
que tiene uso de razón se pregunta el porqué de todas las cosas que ve y que
siente, no se preguntaría sobre el porqué de estos nombres que todo el mundo
tiene continuamente en los labios”.
“El nombre de lugar es a la vez propiedad de todos y de nadie. Si hay que hablar
en cualquier caso de pertenencia hay que referirse a la memoria colectiva. Tal
nombre es tomado en préstamo por sus usuarios, con la particularidad de que el
uso puede modificar el objeto del préstamo. En definitiva, el nombre de lugar es
antes que nada un modo de comunicación y un testimonio del contexto de su
origen, de sus transformaciones y de todo aquello que tales transformaciones
atestiguan”.
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Los diccionarios acostumbran a definir el término topónimo como “nombre propio
de lugar” en este sentido, Real Academia Española (1984). Se trata, de todos
modos, de una definición excesivamente abierta, que algunos autores han
intentado acotar. En este sentido, una definición propuesta que creemos
significativa es la de Moreu-Rey (1995) que considera el topónimo como un
“nombre propio que sirve para distinguir un lugar preciso y único en un contexto
concreto”. De todos modos, tales intentos de definición no son incompatibles con
la voluntad, manifestada en ocasiones, de caracterizar el concepto de topónimo
desde una perspectiva más amplia y más abierta, por tanto, más útil a efectos
prácticos. Moreu-Rey (1982), precisamente, en una de sus obras fundamentales
sobre los aspectos teóricos de la toponimia, propone una aproximación
conceptual que nos parece muy remarcable, puesto que pone un énfasis
particular en la vertiente espacial o locacional:
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Por su parte, Dauzat (1971) incide de un modo particular en las vertientes
psicológica y sociológica de la toponimia, y afirma que “esta ciencia constituye
un capítulo precioso de psicología social. Nos enseña cómo se han designado,
según las épocas y los medios las villas y los pueblos, las propiedades y los
campos, los ríos y las montañas. En suma, nos permite comprender mejor el
alma popular, sus tendencias místicas o realistas, sus medios de expresión en
definitiva”.
“Recordemos en primer lugar que la toponimia, del mismo modo que numerosas
ciencias humanas, se inscribe en una doble dimensión: la
del espacio (denominada también ‘función toponímica’) y la del tiempo (la
‘memoria toponímica’). En consecuencia, la toponimia tiene una relación
esencial con la geografía (los nombres de lugar constituyen el vocabulario propio
de esta ciencia) y con la historia (puesto que los nombres son el testimonio, a
través del tiempo, de una forma determinada de relación entre el hombre y el
lugar). Por otro lado el nombre de lugar es un signo lingüístico y, como tal,
interesa a la semiología. Asimismo es la expresión de la percepción de un
comportamiento, por lo que implica a la psicología, sobre todo a la psicología
social. Finalmente, el análisis morfológico o semántico del nombre, tanto en su
origen como en su evolución posterior son objeto de estudio de la lingüística y
de la psicolingüística, mientras que el análisis sintético o sinóptico de grandes
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contingentes de nombres queda para el campo de la sociolingüística y puede
desembocar en estudios propiamente sociológicos”.
Las más de las veces, sin embargo, los estudios que se han hecho de
determinados corpus toponímicos desde una pretendida perspectiva lingüística
se han anegado en las aguas de cualesquiera de las otras disciplinas
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competidoras. Se ha operado de tal forma que se ha creído resolver los
problemas lingüísticos de un topónimo, El Escorial, por ejemplo, diciendo que
antes de que existiera el pueblo que hoy existe en la sierra madrileña, por ser un
importante lugar de paso, hubo allí una herrería que al cabo del tiempo produjo
muchas escorias, y de ahí el nombre. Y de ser esto así, no pasaría de ser historia,
en todo caso etimología, que sólo es una parte que interesa a la lexicología. Los
problemas verdaderamente lingüísticos de la toponimia hay que buscarlos en el
comportamiento de sus componentes. En el plano de la expresión, sobre todo,
en la procedencia léxica, sí, en los variadísimos fenómenos de tipo fonético que
allí se producen, en los también variadísimos procedimientos de derivación y
composición para la formación del léxico toponímico y en el complejo léxico en
que se constituyen los topónimos desde un punto de vista formal y funcional. Por
lo que respecta al significado, la toponimia plantea problemas teóricos
importantes relacionados con su condición de nombres propios, con el tema de
la designación/significación, con la arbitrariedad/ motivación del signo lingüístico,
con la particularidad de un léxico que tiene la referencia a la geografía como
“función primaria” (montaña, valle, río) frente a otro léxico que es toponímico sólo
en una “función secundaria” (lomo, morro, mesa), y con la determinación del
significado a partir de estructuras semánticas dialectales, entre los problemas
más importantes. Puede decirse sin exageración que en la toponimia de
cualquier lugar están reunidos todos, absolutamente todos los problemas
lingüísticos que quepa estudiar en un repertorio léxico dialectal. En el
entendimiento, claro, de que los problemas lingüísticos de la toponimia alcanzan
sólo el nivel del léxico, como unidades designativas que son, al margen de sus
relaciones sintagmáticas oracionales. Por poner un ejemplo, en la toponimia se
dan todas las clases de nombres que existen en el español. Si se toma una de
las muchísimas clasificaciones que se han hecho, la de Bello, por ejemplo, que
es, por lo demás, la más aceptada y base de todas las que posteriormente han
pretendido mejorarla. Por Bello (1988) se podrá comprobar que ninguna de las
categorías contempladas, ni una siquiera, quedará sin su ejemplo toponímico
correspondiente. En su función toponímica todos los nombres son propios, pero
por naturaleza pueden ser propios de persona o de lugar, pero también comunes
(Montaña, Valle, Llano); primitivos o derivados (Montañeta, Palmeral); simples o
compuestos (Valleseco, Roque Nublo); individuales (Risco, Roque) o colectivos
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(Salvial, Pinar); y hasta abstractos y concretos (La Heredad, Cruce de los
Espíritus); y dentro de los abstractos, de cantidad (Cuatro Puertas, Media
Fanega) y de cualidad (Cueva del Viento, La Angostura); etc.
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CACHILLAQUILLO
CAJATAMBO
CHALLUAYACU
Significa pez que disfruta de las aguas del distrito de Polvora, provincia de
Tocache en la región San Martin.
CHONTAYAQUILLO
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HUAQUISHA
Mediante esta planta se podía crear una red para la pesca, pertenece al distrito
de Tocache, región de San Martin.
MULATAMBO
Significa animal posando bajo la sombría choza artesanal, este centro poblado
se encuentra ubicado en el distrito de Shunte, provincia de Tocache, región de
San Martin.
PALMAWASI
PUCAYACU
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SHICSHIYACU
UCHIZA
Ut= significa candela o fuego Chipzan= vienen juntos
YACUSISA
YANAJANCA
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CAPÍTULO III
CONCLUSIONES
39
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
40
Tort, J. (2000). Interpretación geográfica. Barcelona.
41
ANEXOS
42