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CLaudio Naranjo Sobre Lo Apolineo y Lo Dionisiaco
CLaudio Naranjo Sobre Lo Apolineo y Lo Dionisiaco
I
Últimamente se viene hablando mucho de la necesidad de una educación emocional, e
incluso más
específicamente de una educación que nos haga más benévolos y solidarios; pero a
pesar de haberse llegado a
considerable acuerdo en que la educación sea más que enseñanza y la UNESCO haya
propuesto que no se
descuide el apoyo a que los educandos aprendan a convivir y también a ser, no ha
llegado a hacerse realidad una
educación emocional.
Milita contra la idea de una educación emocional, me parece, la resistencia de la
educación a romper el limite
entre su quehacer y el de la psicoterapia. En los tiempos de la aparición del
psicoanálisis y su popularidad,
resistieron los educadores a la tentación de que fuesen los psicoanalistas quienes
se hicieran cargo de llenar esta
laguna, y me parece que haya sido sabio de su parte el rechazo de tal propuesta.
También durante los años del
auge de la psicología humanista hubo quienes pensaron que sería una gran cosa
llevar los grupos de encuentro
al ámbito escolar; mas surgió un partido opuesto formado por quienes protestaron
con cierto escándalo de que
las intimidades de la vida familiar llegaran a conocerse más allá de la privacidad
de los hogares. Y sobre todo,
me parece, militó contra la influencia de la psicología humanista el conflicto
implícito entre el carácter
disciplinario y represivo de las escuelas tradicionales y el carácter
predominantemente permisivo de la
psicoterapia. Pero seguramente ha influído en que la palabra “amor” haya sido
evitada tanto por el mundo
académico como por el mundo burocrático el hecho prácticamente evidente que la
inspiración cristiana de
nuestra civilización occidental no haya podido evitar el desarrollo de la
violencia.
Por esto me parece que si la educación de hoy pretende un mayor éxito que la de los
siglos pasados en formar a
personas amorosas, debe echar mano de más recursos que la simple prédica. De ahí
los temas sobre los que
quiere llamar la atención este encuentro
Después de haber escrito y hablado ya bastante sobre la educación para el amor y
también en vista de una
convicción de que difícilmente puede cultivarse el amor al prójimo sin la base del
amor hacia uno mismo, he
propuesto que el tema de este encuentro sea el de aspectos de la mente que
constituyen los fundamentos
descuidados de que se pueda formar a personas más capaces de interesarse en el bien
del prójimo.
La cultura (al servicio del producto bruto) nos enseña a hacer esto o aquello ,
pero no nos enseña ano hacer
nada. Pero pienso que Pascal estaba en lo cierto al llamar la atención hacia cómo
sabemos tan poco estar
con nosotros mismos que inventamos toda clase de pretextos para distraernos. Si la
educación de niños,
jóvenes y adultos se ocupara de darles a cada generación la capacidad de dejar caer
el mundo seguramente
contribuiría ello a que podamos elevarnos por sobre nuestra pasiones mezquinas.
V Lo dionisíaco en la educación
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VI
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Y qué hacer de lo dionisíaco? Los grandes educadores han pensado que la educación
debe ser
emancipatoria, pero hoy en día el mimo concepto de libertad se ha tergiversado y
degradado hasta
volverse una simple libertad de vender--y supuestamente de comprar.
No hay en nuestra cultura patriarcal suficiente fe en la libertad del individuo
respecto a las cadenas de
los condicionamientos infantiles, que a su vez han derivado del traspaso de una
patología social fundada
en la desconfianza en la naruraleza humana. Explicar Pensamiento de Freud al
respecto).
Pero hay un gran obstáculo para que pueda la educación sanar el espíritu represivo
de la sociedad: la
ignorancia o ceguera psicológica de ésta. (caso de Summerhill y los intentos de
reforma durante los años
60).
Por ello, es importante que la educación incluya entre sus propósitos el de
corregir el supuesto erróneo
de que la permisividad implicará pérdida de límites, respeto o comunidad (Pesta).
También es importante que se comprenda que el amor al prójimo no puede
desarrollarse a base de meros
sermones o explicaciones, y que requiere del amor a si mismo que a su vez equivale
a una entrega
confiada a la voz de la vida dentro en nosotros—que a su vez encarna en nuestros
cuerpos, en nuestra
naturaleza animal y en nuestro “niño interior”—que hemos aplastado
inconscientemente y debemos desdemonizar para recuperar la salud psíquica.
A manera de Colofón