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EL CRITERIO SISTEMATICO

El último criterio que propone es al elemento sistemático de la interpretación.


Coincidimos con el autor cuando este afirma que el criterio tiene por objeto una
conexión cercana entre las instituciones y reglas del derecho en toda su amplitud
y que se ocupa de la relación de la norma a interpretar con el resto de las normas
que hacen parte del sistema jurídico y del sistema normativo en general.
Nino señala, que los problemas planteados por la coherencia y la plenitud del
derecho dan a una frustración de ideales, ideales que se espera satisfagan un
sistema normativo.
Como bien se dijo existen dos tipos de problemas en los sistemas jurídicos y
veremos la utilidad de los criterios para poder solucionar estos, claro está todo
desde un ámbito interpretativo.

El problema de las antinomias


Teniendo cuenta a Alchourrón y a Bulygin, y con el conocimiento de que una
antinomia (también llamada contradicción), se presenta entre dos normas
cuando correlacionan un caso con dos o más soluciones y es hecha de tal forma
que cuando estas soluciones se juntan crean una contradicción normativa,
podemos establecer entonces tres condiciones para que se dé la existencia de
una antinomia jurídica:
En primer lugar, las normas que son inconsistentes deben permanecer al mismo
sistema jurídico: segundo, estas normas deben referirse al mismo caso es decir
que tengan la misma validez; tercero que no exista una solución lógica
compatible que se derive de esas normas inconsistentes.
Y siguiendo el modelo de Ross podemos ver que existen varios tipos antinomias,
como por ejemplo:
1) La incompatibilidad absoluta, que se produce cuando ninguna de las
normas puede ser aplicada sin que entre en conflicto con la otra.
2) La inconsistencia ‘total-parcial’, que se produce cuando una de las dos
normas no puede ser aplicada bajo ninguna circunstancia sin entrar en
conflicto con la otra.
3) La inconsistencia ‘parcial-parcial’, que se produce cuando cada una de
las dos normas tiene un campo de aplicación en el cual entra en conflicto
con la otra, pero que posee un campo adicional de aplicación donde no
se generan conflictos.
Establecidos ya los tipos de antinomias y su definición, llega la pregunta más
importante: ¿Cómo se resuelven las antinomias entre dos o más?
Para este cuestionante, la doctrina y la jurisprudencia tienen la respuesta. Ellos
elaboraron una serie de criterios que serán descritos a continuación.
En primer lugar tenemos el criterio jerárquico, que dice que siempre que se
presente incompatibilidad entre dos normas prevalecerá aquella que sea
jerárquicamente superior. En esto denotamos entonces que en el derecho las
normas no están en un mismo nivel sino que están escalonadas.
En segundo lugar está el criterio cronológico, resuelve que la norma que debe
prevalecer es la que haya sido promulgada en último término. Coincidimos en la
señalación de Bobbio al decir que esto permite una adaptación del derecho a las
exigencias sociales, pues como sabemos la sociedad está en continuo
movimiento y lo que existe ahora no puede regirse por normas que no conocían
el alcance de la humanidad o el crecimiento que esta iba a tener dejándolas sin
un propósito claro.
Y en tercer y último lugar, está el criterio de especialidad. Esta se refiere a un
caso en el que ocurra que de las dos normas incompatibles, una sea de
contenido general y otra de contenido especial; resolviéndose que la de
contenido especial debe prevalecer.
Aunque en su mayoría los casos de antinomia son resueltos por estos criterios
de manera efectiva no podemos darles un carácter de ley lógica, Nino lo explica
al decir «su aplicación está sujeta a evaluaciones pragmáticas que dan lugar a
excepciones irregulares». Coincidimos con esto al ver cada criterio, si los
analizamos de manera profunda, existe una insuficiencia en ellos.

EL PROBLEMA DE LAS LAGUNAS


La constitución colombiana en su artículo 230 dispone que «los jueces, en sus
providencias, sólo están sometidos al imperio de la ley». En base a esta norma
el texto plantea un interrogante, ¿Qué se debe hacer cuando ‘la ley’, es decir el
derecho en conjunto general, no ofrezca ninguna solución a un caso concreto?
Aquí es más que evidente la diferencia que existe con una antinomia pues no se
presenta ninguna proliferación de normas, ninguna solución contradictoria; sino
que se presenta una ausencia de normas a interpretar. A esto se le conoce como
lagunas del derecho o vacíos legales. Estos vacíos legales ponen en duda el
ideal de plenitud del ordenamiento jurídico.
Alchourrón y Bulygin dicen que se considera la existencia una laguna normativa
cuando el sistema jurídico no correlaciona un caso con ninguna calificación
normativa de esa conducta en particular. Existen otros autores quienes se han
pronunciado frente a las lagunas normativas, como por ejemplo Carnelutti quien
acepta la existencia de lagunas pero sostiene que lo ideal sería eliminarlas.

EL CRITERIO TEOLOGICO
Todos los anteriores criterios de interpretación son propuestos explícitamente
por Savigny al hablar de los elementos de esta misma. Pero igual es posible la
existencia de otros criterios que Savigny habría propuesto de manera implícita.
El primero de ellos es el generalmente denominado como el criterio teológico o
finalista. Se creería que Savigny rechazara de plano cualquier recurso al criterio
teológico sin embargo, de cierta manera, Savigny llega a aceptar que es
necesario recurrir a otros medios en caso de leyes defectuosas.

CRITERIO PRAGMÁTICO-CONSECUENCIALISTA
Este es otro de los criterios que Savigny propone implícitamente. Aquí se habla
de la apreciación del resultado.
Aunque el anterior criterios Savigny de cierta manera lo acepte aún tiene sus
renuencias a él, pero es este criterio en particular al que considera más
aventurado pues el intérprete puede correr un riesgo de excederse de sus
poderes de interpretación y cruzar la línea hacia la legislación.
Savigny reconoce que es inevitable la voluntad y los criterios del juez al momento
de interpretar, y estamos de acuerdo con él ya que en la práctica todo cambia.
En este orden de ideas, incluso el mismo Savigny reconoce la profunda
Pero antes de llegar aquí, el texto destaca dos cosas en particular: Por un lado
destaca el vínculo de este criterio con el teológico, es decir el fin de la y por otro
lado, las dificultades que plantea la existencia de diversos fines de una norma o
de un sistema jurídico.

EL CRITERIO VALORATIVO Y DE PONDERACIÓN DE INTERESES


Uno de los criterios de interpretación es el de lograr una solución que se adaptara
en lo posible a los postulados de justicia, a propósito de este objetivo, se ha
planteado la dogmática entre la interpretación una interpretación que siga los
postulados de justicia que define el juez y una interpretación cuyo fin sea adaptar
los contenidos del derecho a los postulados de justicia vigentes en la sociedad.
Puede decirse que otro de los criterios de los que dispone el juez es el de poner
la norma que se va a interpretar bajo la luz conceptual de los valores sociales
que sustentan los contenidos de ella, más allá de lo que el propio juez pueda
pensar sobre lo que es justo.
Otra propuesta para la interpretación judicial es la denominada “jurisprudencia
de intereses” la cual se trata de un proceso evaluativo de los intereses que se
verían afectados por las soluciones que produzca la interpretación del derecho,
esencialmente los intereses de las partes que se encuentran en el litigio
(protección de intereses).

EL CRITERIO DEL PRECEDENTE


El último criterio de interpretación al que se hará referencia es al de precedente.
El derecho jurisprudencial (actividad judicial manifestada normativamente) es el
centro del sistema jurídico common law (vigente en Inglaterra, Estados Unidos y
otros países anglosajones), que normalmente se contrapone al sistema Statutory
Law (adoptado por Colombia y la mayoría de los países latinoamericanos).
La diferencia entre los dos es una cuestión de grado, el sistema common law
tiene el derecho jurisprudencial en el centro del sistema de fuentes del derecho,
mientras que el sistema Statutory law la legislación es la que tiene mayor peso.
El precedente judicial puede servir como herramienta para alcanzar una más
elaborada interpretación de las normas legislativas a ser aplicadas por el juez.
En cuanto a la perspectiva de la determinación de las normas jurisprudenciales
que van a ser interpretadas y aplicadas, resalta la propuesta de E. Levy, su
primera etapa consiste en un «razonamiento por vía de ejemplos», en donde se
establecen las semejanzas y diferencias entre el caso a ser resuelto y los casos
anteriores. Si son las semejanzas a las que se les otorga un mayor peso,
entonces la regla general que sirvió para resolver los casos anteriores servirá
para resolver el caso presente y habrá una continuidad, por el contrario, si en su
examen el juez encuentra que son las diferencias las que se destacan, ello dará
lugar a un cambio respecto a los precedentes y al comienzo de una nueva línea
jurisprudencial, en la segunda etapa se hace explicita la norma que fundamentó
la decisión de los casos anteriores que comparten con el caso presente los
mismos elementos esenciales, el intérprete se guía fundamentalmente por la
ratio decidendi y por último, la tercera etapa gira en torno a la interpretación y
aplicación de la norma que ha sido obtenida en la etapa anterior.

LOS POSTULADOS DE LA INTERPRETACIÓN


En el texto ha sido destacada como una de las características de los criterios de
interpretación la de que no puedan ser considerados como reglas que siempre
que se les aplica conducen con toda seguridad a una solución concreta y
correcta, esta característica ha sido objeto de debate y reflexión donde es posible
confirmar cierta tendencia a negar que los criterios tengan carácter concluyente
respecto a las soluciones que ofrece.

LA LIMITACIÓN JURÍDICO-NORMATIVA O POSTULADO DE LA


UNIVERSALIDAD
La actividad desarrollada por el juez al interpretar las normas jurídicas pretende
realizarse dentro del marco de los lineamientos establecidos por las normas. Se
trata del «sustrato normativo» de la interpretación que permitiría, por una parte,
excluir las interpretaciones absurdas y, por el otro, limitar el número de
posibilidades interpretativas que la norma pueda ofrecer.

En esta parte del texto, juega un papel muy importante los conectores, la
terminología previa y demás términos que han sido expuestos anteriormente, ya
que se conectan o influyen de alguna manera con los nuevos temas a exponer,
aunque este factor podría complejizar un poco el entendimiento, el texto los
aborda de una manera muy dinámica, explicando los temas con ejemplos (en
algunos casos) haciendo que sea más digerible la nueva información o por el
contrario , da la explicación de una manera muy puntual y clara, por otro lado,
cabe resaltar que a este punto del texto , permite que los lectores comprendamos
y seamos más conscientes del papel de los jueces a la hora de interpretar , la
ardua labor que conlleva esta actividad y todos los factores que influyen en dicha
interpretación.
La interpretación judicial no sólo hace miras en el pasado, al adecuar los hechos,
sino también vela por los resultados bajo un enfoque consecuencialista,
observando la evolución a futuro. Para Atienza las decisiones judiciales tienen
dos bases sustantivas; las consecuencialistas que promueven un estado de cosa
considerado como valioso; y olas de corrección, que considera una acción
correcta o buena sin tener ningún tipo de fin ulterior. Para Wróblewski se trata de
directivas que se excluyen entre sí para cada caso. La interpretación cuenta con
máximas que pueden ser restrictivas, plenificantes o privilegiantes, según el tipo
de norma y el fin que se le quiera dar a la misma.
Las etapas de la interpretación las define Dworkin a manera de interpretación
constructiva, con la cual busca llegar a “la mejor decisión posible”; dichas etapas
son:
1) Pre-interpretación (hallar los materiales jurídicos que sustentarán la
decisión), en la que se buscan los principios que dan cuenta del material;
interpretación (determinar mediante justificación los valores que persigue
la práctica) que busca los valores sustantivos.
2) Post-interpretación (ajustar el orden a establecer que necesita “en
realidad” la práctica para adecuarse a la realidad) en la que se obtiene
una única respuesta correcta para casos particulares. Se advierte que
estas etapas son circulares y no lineales, pues no se desarrollan
secuencialmente, si no que se realizan de manera recursiva.

Se entiende pues, que el motivo principal de desplegar tal cantidad de


herramientas en la interpretación judicial sucede con motivo de generar, más que
sólo seguridad jurídica, una cohesión y concordancia de las decisiones para
evitar caer en confusiones judiciales a causa de las decisiones tomadas, y que
en un caso concreto se pueda tomar siempre la mejor decisión posible con base
en los materiales jurídicos que se puedan disponer.
Consideramos que las etapas interpretativas de Dworkin tienen un fundamento
interpretativo consecuencialista lógico que se entiende como tal por la
adecuación de la norma a un caso concreto en la etapa post-interpretativa, la
adecuación dependerá, en gran medida, de la interpretación que haga el juez de
los materiales jurídicos y de su consecuencia en la pre-interpretación por tanto,
es necesario aclarar que, aunque no se tuvo en cuenta en la elaboración de las
etapas, fue el papel que toma la jurisprudencia en la post-interpretación, pues a
nuestro parecer, es ésta misma la mejor garantía y prueba de una correcta
adecuación de los materiales jurídicos al caso concreto, una decisión fiel a los
principios que se tratan por medio de normas y en la que además, se da fe de la
coherencia sistemática de los materiales jurídicos al caso puntual; por lo cual
pensamos, Dworkin debió tener en cuenta éste elemento como un axioma que
condicione el resultado de la decisión a la resolución de casos similares
anteriores al mismo.
De otro lado las etapas de la interpretación no dan cuenta de un curso de acción
en caso de colisión entre principios resultado de los mismos materiales jurídicos,
pues aunque el autor hace referencia al amplio consenso de los materiales
jurídicos, sólo se refiere a la aceptación o no de los mismos como tales, es por
esto que no se muestra un proceso de identificación de los principios frente a los
mismos como valores axiológicos de las normas; la crítica consiste entonces, en
resaltar la necesidad de una sub etapa dentro de la etapa en la que se contrasten
los materiales jurídicos y se de relevancia al peso jurídico que tienen dentro del
ordenamiento, una manera sería mediante las denominadas máximas y,
además, en la etapa interpretativa, adicional a la elección de un método
interpretativo, se contrasten las normas en conflicto con los principios que las
sustentan para lograr así algo similar a lo planteado por los conflictivitos, en
donde la norma se enmarca al hecho, pero también, el hecho se encuentra
regulado únicamente por esa norma, por lo que se esperaría que la decisión
tomada sería la más fuerte y concisa dentro del ordenamiento en cuestión.

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