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Mi versión del principio de inducción dice así: “si en una gran variedad de condiciones se
observa una gran cantidad de A y todos los A observados, sin excepción, poseen la
propiedad B, entonces todos los A poseen la propiedad B”. Este principio, es el principio
básico en el que se basa la ciencia, si se acepta la postura inductivista ingenua. Una
cuestión a la que se enfrenta el inductivista es: ¿Cómo se puede justificar el principio de
inducción? Esto es, si la observación nos proporciona un conjunto seguro de enunciados
observacionales como punto de partida, ¿Por qué el razonamiento inductivo conduce al
conocimiento científico fiable e incluso verdadero? Al inductivista se le abren dos vías de
acercamiento al problema para intentar responder a esta cuestión. Podría tratar de
justificar el principio apelando a la lógica, o podría intentar justificar el principio apelando
a la experiencia, recurso que yace en la base de toda su concepción científica.
Aquí se infiere un enunciado universal que afirma la validez del principio de inducción a
partir de cierta cantidad de enunciados singulares que registran aplicaciones con éxito del
principio en el pasado. Por lo tanto, la argumentación es inductiva y, no se puede, pues,
utilizar para justificar el principio de inducción. No podemos utilizar la inducción para
justificar la inducción. Esto ha sido denominado “el problema de la inducción”.
Hay una manera muy evidente de moderar la postura extremista del inductivismo
ingenuo.
No podemos estar ciento por ciento seguros de que solo porque hayamos observado en
muchas ocasiones que el sol sale cada día, el sol saldrá todos los días. (De hecho en el
Ártico y en el Antártico hay días en que el sol no sale). No podemos estar ciento por ciento
seguros de que la siguiente piedra que arrojaremos no “caerá” para arriba. Sin embargo,
aunque no se puede garantizar que las generalizaciones a las que se ha llegado mediante
inducciones licitas sean perfectamente verdaderas, son probablemente verdaderas. A la
luz de las pruebas es muy probable que el solo siempre salga en Sidney y que las piedras
caigan hacia abajo al ser arrojadas. El conocimiento científico no es un conocimiento
probado, pero representa un conocimiento que es probablemente verdadero. Cuanto
mayor sea el número de observaciones que formen la base de una inducción y cuando
mayor sea la variedad de condiciones en las cuales se hayan realizado estas observaciones,
mayor será la probabilidad de que las generalizaciones resultantes sean verdaderas.
Los inductivistas han tropezado con dificultades al intentar construir la ciencia como un
conjunto de enunciados que se pueden establecer como verdaderos o como
probablemente verdaderos a partir de una evidencia dada.