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I l l i ü l f l i IJIFÜI

POBRES
DE LA

PERSPECTIVAS
Desde los Pobres de la Tierra
Perspectivas de Vida Religiosa

Alejandro Cussiánovich

*
PRO MANUSCRIPTO
DESDE LOS
POBRES
DE LA
TIERRA
PERSPECTIVAS
RE VIRA
RELIGIOSA

cap
ALEJANDRO CIJSSIANOVICII
I I

A GERARDO POBLETE A LOS MILITANTES


sacerdote salesiano DE COMUNIDADES
muerto en las torturas el CRISTIANAS POPULARES
25-oct. 1973 DE LASQUE VAN
Iquique-Chile. NACIENDO NUEVAS
FORMAS
DE SEGUIMIENTO
CARLOSDORNAK DE CRISTO.
sacerdote salesiano
asesinado en Bahía Blanca
21-Marzo-1975
Argentina.
*
PRESENTACIÓN

Numerosos religiosos y religiosas en América Lati-


na viven su compromiso de vida evangélica en solidari-
dad con los sectores populares. No son pocas las tensio-
nes y las interrogantes que a nivel de vida personal y co-
munitaria suscita una opción por las clases oprimidas;
pero también sienten que desde esta identificación con
la vida y las luchas del pueblo se renueva el sentido más
profundo de la entrega al Señor.

"Desde los pobres de la tierra" quisiera constituir la


gran perspectiva que viene de la tradición profética—So-
fonías, 2,3—y que en Cristo Pobre queda confirmada co-
mo válida para entrar en la dinámica del Reino; y que
proclama nuestra convicción que desde ellos se cambia
la historia y desde ellos se renueva nuestra vida cristiana.
Quien se solidariza con los pobres se hace prójimo; es
en los pobres y oprimidos que se realiza la experiencia
de ser prójimo también con aquellos sin ser pobres es-
tán llamados a ser prójimo.

Estas páginas recogen reflexiones compartidas con


religiosos y religiosas en diversas ocasiones; ciertamente
que no desarrolla en forma sistemática los temas céntra-
les de vida religiosa; simplemente esbozan la perspectiva
que nos preocupa y que, como en el caso de la exégesis
militante, quedan sometidas a ulteriores y más exigentes
profundizaciones, así como a la autoridad del magisterio.
<, La perspectiva que viene de los pobres es primera-
mente un don del Señor; si no constituye una experien-
cia de vida y un permanente llamado a renovar nuestra
fidelidad a su amor desde la praxis misma de liberación,
nó pasa de ser un engaño para nosotros; una traición pa-
ra el pueblo y un pecado contra el Espíritu.
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CAPITULO PRIMERO

DESDE LA PERSPECTIVA
DE LOS POBRES

LOS RELIGIOSOS Y EL INDIO


La vida, religiosa forma parte de la historia de nuestro continen-
te, está incorporada a la misma gesta del descubrimiento de las
Indias.
Desde la conquista y la colonia los religiosos han estado de una
u otra manera presentes en la vida del pueblo; la mayoría de los
obispos fueron religiosos así como los encargados de las doctrinas
(1), aunque ya en tiempos de Toribio de Mogrovejo se nota la ten-
sión fuerte entre los religiosos que se resistían a dejar las parroquias
de indios y los clérigos que aumentando en número y preparación
eran propuestos por el obispo para dichos cargos (2); las resisten-

(1) Cfr. Enrique DUSSEL: "Les Evéques Hispano—Améri-


c a i n s . D é f e n s e u r s et évangélisateurs de l'lndien,
* 1504—1620", Verlag GMBH, Wiesbaden, 1970, p. 29 y el
apéndice I sobre la lista crítica de los obispos en este
perfodo, p. 228—249.
(2) Cfr. Concilium Límense 1538, M a t r i t i , Haroldus Francis-
co. Lima Limata Concilüs, Roma, 1673, en esta colección
se encuentran además las constituciones sinodales de Tori-
bio de Mogrovejo; de M O N T A L V O , Franciscus A . : Conci
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cias no siempre, desgraciadamente, respondían a intereses muy
evangélicos que se diga. La firmeza y la generosidad de los obispos en proteger al indio
Más que los religiosos como institución, son los obispos como reveían su gran mística misionera, su sensibilidad humana, y al
conjunto los que gracias a su responsabilidad pastoral, jugaron un mismo tiempo compensaban en algunos cierta falta de visión más
papel decisivo en la historia de la lucha social en favor del indio del estructural de la condición de conquistado y sometido del indio.
Continente; la perspectiva indigenista fue el ángulo, la opción desde Ciertamente que un Bartolomé de las Casas y con él un grupo de
la que se fue ubicando el episcopado en el continente conquistado otros Obispos, veían dónde residía el mal raíz de la infame situa-
(3). La opción por los oprimidos se concretizó, pues, en el episco- ción de los indios (5). Quizás algunos estaban más preocupados por
pado hispanoamericano en defensa y protección del indio, lo que el mal trato que acompañaba el sistema de explotación que por el
en realidad es casi equivalente al campesino. La motivación es neta- sistema mismo.
mente evangélico-misionera. La obra indigenista de estos hombres La riqueza evangélica y social de la opción por el indio nó
fue realmente histórica y signo concreto de su calidad evangélica, fecunda una reformulación teológica de la vida religiosa teniendo
de su santidad como experiencia de Dios vivida en la opción por el en cuenta que entre 1504 y 1620 el 66°/o de los obispos eran
indio (4). religiosos; ésta no era para ellos una preocupación central. Desde el
servicio a los indios estos hombres sí cuestionaron la vida de los
lia Limana, Roma, M D C L X X X I V ; Tejada, Juan: Colec- religiosos. El obispo Vasco de Quiroga en una carta de fines de
ción de Cánones y de todos los concilios de la Iglesia de Febrero de 1561 criticaba duramente el lujo y el número excesivo
España y de América, 6 tomos, Madrid, 1859; Apuntes de conventos y proponía una reforma de las órdenes religiosas. El
para la Historia Eclesiástica del Perú hasta el gobierno del obispo de Quito, Luis López Solís, que había sido provincial de los
V i l Arzobispo, Lima, 1873; Colección de Bulas, Breves y agustinos en Perú, escribía en 1594 que había decidido tomar el
otros relativos a la Iglesia de América y Filipinas, 2 tomos, mal por las raíces y hacer una visita "de moribus et vita" (sobre la
Bruselas, 1879; LISSON C H A V E Z : Colección de Docu- vida y costumbres) de los religiosos para ponerles freno y obligarlos
mentos para /a historia de la Iglesia en el Perú, Sevilla,
1943—1945, I—IV; 1947, V; Rubén V A R G A S LIGARTE:
Concilios Limenses, Tip. Peruana, Lima, 1951—1954, administrador del bautismo puesto que primeramente era
I—II; Episcopado de las diócesis del Virreinato cielPerú, el defensor del indio y manifestaba en el plano de la civili-
desde los orígenes hasta mediados del S . ' X V I I , en Bol. del zación, el " s i g n o " comprensible que permite el paso al
Inst. de Investigaciones Históricas, (Bs. As.) X X I V (1940) plano sobrenatural del Evangelio".
1—31; y E. DUSSEL, op. cit, dedica el capítulo I I I , p. 155
ss. a estudiar los concilios y sínodos hispanoamericanos. (5) E. DUSSEL, op. cit., p. X I I : " L a Iglesia toma en cuenta el
estado de conquistado y explotado y mientras lucha coh->¡
(3) E. DUSSEL, op. cit., cap. I I , nos presenta su hipótesis de fra la injusticia o la esclavitud deTindio, no llega a elevarse ...
trabajo: la institución episcopal tenía esencialmente por contra las estructuras mismas (sólo la acción de Las Casas,
fin el proteger al indio y efectivamente lo cumplieron. Se y por ejemplo, los sínodos de Juan del Valle, lascasiano
trata de estudiar al indio en presente en la conciencia intransigente, llegan al fondo de la cuestión y adelantan de
histórica de los obispos de las Indias, con las ambigüeda- varios siglos el problema indigenista)". Cfr. ibidem, p.
des y desniveles entre ellos cara a su misión pastoral, p. 93 103; J.B. LASSEGUE: " L a larga marcha de Las Casas",
ss; 102 ss. ed. CEP, Lima, 1974, passim; el mismo Bartolomé de las
(4) E. DUSSEL, op. cit., p. 227: " L o s obispos hispano-ameri- * Casas veía en la entrega de indios como paga la causa de la
canos del S. X V I habían comprendido bien aunque no corrupción, Cfr. Historia de las Indias, lib. I I I . cap. 90. (p.
tuviesen una conciencia expresa, que en una "pedagogía 103—105), la explotación del indio por el hispano era la
catecumenal de signos", la "lucha por la justicia" era el fuente de acumulación y ganancia en el sistema de enco-
primer paso necesario para que el indio pudiese compren- miendas y repartimientos en el campo y la mita en las
der el sentido de la evangelización. El obispo era protector minas".
de los indios, es decir que era predicador del Evangelio y
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a vivir con más disciplina (6). Y el arzobispo Lobo Guerrero decía que escritas en un código, grabadas en el corazón llevaban los mi-
que se imponía una reforma si se tenía en cuenta que los religiosos sioneros, estas preciosas recomendaciones: "que no se sirviesen de
del sector "habían acrecentado de tal manera sus bienes inmue- ningún indio ni india para sus propios menesteres" (10); "que con
bles. . .que poseían más de un tercio de los bienes raíz del país-- "(7) mansedumbre y demostraciones de amor sin muestras de rigores ni
Estas críticas, aunque revelan una situación real, no pueden ser enojos atrajesen la voluntad de los indios, acomodándose a la capa-
generalizadas (8). Los religiosos llegaron al Continente para jugar cidad de cada uno, sufriendo su ignorancia y trabajando con pa-
sus vidas en nombre del evangelio y en favor de los indios (9). Más ciencia. .."; "que no recibiesen ni del Rey ni de los encomenderos
un solo real de sínodo, salario ni estipendio, sino sólo aquello que
(6) LISSON C H A V E Z : Colección de Documentos para la HiSi hubiesen menester precisamente para un hábito de jerga y para una
torta de la Iglesia en el Perú", Sevilla (1943), I I , 595'; pobre y penitente comida..." También se ordenó que las limosnas
(1947), IV, p. 117. que recibiesen dentro de 24 horas las distribuyesen a los pobres sin
(7) LISSON C H A V E Z : op. cit. IV, p. 584. retener un solo real, o las entregasen al Prelado; "no admitiendo de
(8) Así expresaba el superior mercedario del Perú en pleno S. los indios oro, plata ni otro metal, salvo legumbres, maíz sin pre-
X V I su preocupación porque se enviase religiosos obser- venirse de comidas, porque su interés sólo había de ser adquirir
vantes a estas tierras: " Y pues, la tierra es tan aparejada, es
conciencia dexalla sin que lleve f r u t o , yo tengo mucha
ánimas para Dios, dando a conocer a los indios que los religiosos no
necesidad de quien me ayude en esto. Y pues V . M . al
buscaban riquezas en sus tierras como los demás españoles sino
principio, cuando vinieron a descubrir estas tierras, mandó introducir la fe y las virtudes en sus ánimas" (11).
particularmente que viniesen frailes de la orden del Señor La experiencia de vida religiosa en el Continente coincide con
de Sto. Domingo, V . M . lo mande continuar y mande que la experiencia evangelizadora misionera. Sin embargo la vida religio-
vengan. . . y. porque la orden del Señor de San Francisco y sa institucionalizada de Europa es trasladada con sus aciertos y sus
del Sr. Sto. Domingo siempre tuvieron hermandad; y estas límites a las Indias. Los monasterios y conventos son en su estilo
órdenes, según parece hoy di'a son las que más en obser-
vancia florecen entre los mendicantes y en estas tierras
exterior y en su vida interna fiel repetición de las centrales euro-
nuevas es menester más exemplo. Y destas dos órdenes me peas.
parece que V . M . debía poblar esta tierra y prohibir que no No se percibe con mayor nitidez la marca de perspectivas como
hubiese acá otras, porque allende de no hacer fruto en la las de Montesinos, Bartolomé de las Casas, Juan del Valle, etc. en la
tierra ninguno no entendiesen sino en sus propios intereses concepción de la obediencia, de la consagración, de la castidad;
y grangerías como seglares, y dan mal exemplo y los indios quizá es mayor la influencia en temas como la pobreza y la imita-
se escandalizan de ver tanta diversidad. . . " en B A R R I G A , ción de Cristo; no preocupaba tanto a estos evangelizadores refor-
V f c t o r : "Los Mercedarios en el Perú en el S. X V I " , 2o. mular la vida religiosa desde la misión (12). La práctica misionera
volumen, Arequipa, 1939, p. 114—115. Cfr. Además, E.
C Á R D E N A S : V . R . y sits. históricas", Ciar. 25, Bogotá (10) Desde un principio los obispos y religiosos fueron tajan-
(1974), en particular el cap. I I I , p. 81—101. tes: no tener servidores domésticos en sus conventos, en
sus casas. Cfr. E. DUSSEL, op. cit., p. 103; en los sínodos
(9) E. DUSSEL: op. cit.: " E n efecto los religiosos, hombres diocesanos de Toribio de Mogrovejo también se insiste; en
de Iglesia, fueron los primeros en elevar sus voces por la esta misma tradición los obispos peruanos vuelven en
defensa del Indio a partir de los principios evangélicos", p. 1973, en el Documento sobre Evangelización, sobre el
107—108. El sermón de Antonio de Montesinos el 21 de ¿ problema de los servidores del hogar (D. Ev. 4.3.2.)
diqembre de 1511 que impactara tanto en Bartolomé de (11) RUBIO, David: " L o s Agustinos en el Perú", Lima, 1912,
las Casas, revela la nitidez del rechazo evangélico a la ex- p. 32 ss. recoge las ocho preciosas recomendaciones que
plotación del indio: " V o z que clama en el desierto. . . según el cronista Calancha se daba a los misioneros.
ustedes están todos en pecado mortal, y en ese pecado (12) E. DUSSEL, o p . cit., p. 80—91, dedica este acápite a los
viven y morirán, por la crueldad y la tiranía que utilizan religiosos; el enfoque es más bien estudiar la relación de
con estas inocentes vfctimas". Historia de las Indias, Liv los religiosos cara al patronato, a la exención, a la relación
MI, chap. 4 ( I , p. 176).
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no remató espontáneamente en una nueva perspectiva teológica de
la vida religiosa; no hay, pues, una experiencia realmente original latinoamericanas.
de vida religiosa a partir del indio, del mulato, del cholo. Fray Estas comunidades nacidas para cumplir con tareas muy precisas
Martín de Porres es un moreno cuya vida muestra al mismo tiempo y muy proféticas como ser trabajadoras pastorales en zonas campe-
la preocupación de las órdenes religiosas por implantarse con perso- sinas sin sacerdotes, acompañar grupos étnicos, nativos, desplazarse
nal nativo, índice de cierta apertura,.y las restricciones de la legisla- en poblaciones nómadas, etc., no han podido en general escapar a
ción canónica: Martín fue sólo un hermanito lego. La perspectiva no la teología de la vida religiosa subyacente al encuadrámiento jurídi-
era la de repensar la vida religiosa a partir del mundo cultural y co del derecho. Gran riqueza carismática que se ha expresado en las
espiritual del indio, del mulato, del cholo. Los obispos y las institu- formas de la misión; pero desde aquí, nos parece, no se han refor-
ciones religiosas han luchado por admitir a las órdenes sagradas y a mulado los principios tradicionales de la teología de la vida religip^
la vida religiosa a los nativos (13), en una preocupación indigenista sa; cierta libertad en los campos de apostolado y hasta en la orgañi?
lamentablemente insuficiente para reinventar una nueva experien- zación de, la vida comunitaria, pero total dependencia en la funda-
cia de vida religiosa; en el fondo se trataba de una manera de mentacién y comprensión teológica clásica de la vida religiosa (16).
proteger al indio y reconocer su dignidad. Ciertamente que un De ser exacta esta apreciación, nos encontramos crudamente ante
estudio de la historia de los capítulos, congregaciones, definitorios este hecho: la generosa presencia y acción de los religiosos a lo
que durante la conquista y la colonia tuvieron lugar en las órdenes largo de la historia de América Latina en los sectores pobres y
cuyos miembros trabajaban en nuestro continente, podría con ma- marginados no ha estado suficientemente iluminada por una visión
yor exactitud indicarnos el aporte concreto para la renovación y una opción política alternativa y liberadora (17). Los religiosos fui-
práctica y para la maduración espiritual de esas familias religiosas
por parte de religiosos y problemática de vida religiosa de estos Toffbio de Mogrovéjo se preocupará, en'los CoffciTios y
pueblos pobres. Las raíces históricas de una teología de la vida Sfnodos diocesanos, de que sean observantes.
religiosa desde América Latina erágen un esfuerzo que supera nues- (16) Para ver la ubicación y tipo de trabajo de los religiosos en
tro intento, pero que debe tener en cuenta esa tarea (14). el continente, en el período actual, véase el trabajo de
A lo largo de la historia de nuestra Iglesia continental han sido Cecilio de Lora: "Estudio sociográfico de los religiosos y
florecientes no sólo las comunidades que vinieron a implantarse en religiosas en A L . " , C L A R , Perspectivas N o . 2, Bogotá
nuestras tierras (15), sino muchas de las numerosas fundaciones (1971). Para el Perú, Cfr. Conferencia de Religiosos, Bole-
t í n No. 4 , Nov. 1970, con un mapa que señala la distribu-
de superiores religiosos y obispos, a (os derechos de los ción de los religiosos en el país; básicamente continúa
religiosos en la misión, sus privilegios. siendo indicativo de la situación actual. Desde un punto
(13) L I M A L I M A T A : passim.: de vista histórico y sobre el tema preciso del monacato,
cfr. C Y M B A L I S T A M. Candida y otros: " L e monachisme
(14) Ver por ejemplo: F O N T A N A , Vicentius María, "Constitu- erj AméVique L a t i n e " , Chronique en Collectanea Cister-
tiones, Declarationes et ordinationes Capitulorum Genera- ciensia, Revue de Spiritualité monastique, T o m o 35
lium Sacrí órdTriís Fratrum Praedicatorum ab 1 2 2 0 a d (1973), l , p . 7 0 s s .
1 5 5 0 " , Roma, 1872; "Analecta Franciscana sive Chroníca (17) En general es probable que se puede aplicar a los religiosos
a l i a q u e documenta ad historiam Fratrum Minorum la misma apreciación que E. Dussel, op. cit., hace de los
spectantia", Quaracchi, 1885 ss. obispos lascasianos y los simplemente indigenistas, cfr. p.
(15) En el capítulo 8 del Apparatus historicus ad Limam Lima- * 103. Acertadamente afirma JOSÉ C A R L O S M A R I A T E -
tam de H A R O L D U S , Franciscus, Roma, 1673, tenemos GUI en "Siete ensayos de interpretación de la Realidad
una larga presentación de los conventos de regulares h o m - Peruana": "Todas las tesis sobre el problema indígena,
bres y mujeres y de las obras a las que se dedicaban. En que ignoran o eluden a éste como problema e c o n ó m i c o -
Lima habi'a la fundación de Santa Clara con 302 profesas social, son otros tantos estériles ejercicios teóricos —y a
y novicias; las de la Inmaculada Concepción con 279 m o n - veces sólo verbales— condenados a un absoluto descrédito.
jas; Tas dé Sarita Catalina de Siena con 220 monjas, etc. No las salva a algunas su buena fe. Prácticamente, todas no
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mos sensibles a las interpelaciones personales y comunitarias que nos
venían desde los humildes, desde los abandonados, desde los opri- en las masas indias, en los sectores populares, en las clases explota-
midos, para llevar una vida sencilla, pobre, austera; inclusive mantu- das.
vimos el empuje de las primeras generaciones llegadas a las Indias,
en la lucha reivindicativa y por buscar soluciones a la condición de NUESTRO INTENTO
injusticia de las mayorías; de ello testimonia el apostolado social de
muchas de nuestras instituciones religiosas; pero ni el proyecto de No se trata, pues, de una recuperación liberadora de la clásica
liberación ni los esfuerzos más significativos de los pobres por rom- vida religiosa, sino de un punto de partida nuevo; la novedad no
per su condición de explotados formaron parte de nuestra opción está sino en este hecho central y permanente: estar en relación con
institucional por ellos y en esto somos deudores del nivel mismo de la vivencia del evangelio en la iglesia del pueblo, sin esto rio ha>
conciencia política de aquellos a quienes intentamos consagrar novedad auténtica; por lo tanto se trata de un Evangelio vivido en
nuestras fuerzas. Pero ciertamente que aun existiendo una perspec- la Iglesia que nace de los pobres, de los oprimidos y explotados, de
tiva más política de nuestra opción por los pobres, por los campesi- las razas marginadas.
nos, por los marginados, por las comunidades nativas de nuestras Ni siquiera se trata de una nueva visión de la vida religiosa; no
selvas y de nuestros andes, no se garantizaría una reformulación hay visión, o reconceptualización de la vida religiosa al margen de
inmediata de la teología de la vida religiosa. La historia misma nos una nueva experiencia histórica de ser religioso y esta nueva expe-
muestráel alto nivel de politización de religiosos (18) y comunida- riencia tiene su lugar en la vida y muerte de los pobres, en la lucha
des enteras de nuestro continente ayer como hoy; sin embargo ahí y esperanza de los desheredados, en la angustia y soledad de las
lo político vivido desde los pobres no fue, por lo menos explícita- razas relegadas. El movimiento espiritual de comunidades cristianas
mente y en escritos, un lugar de reformulación de la experiencia populares en América Latina se va configurando como el lugar de
espiritual, de la vida religiosa.como institución y como conceptuali- una hermenéutica nueva del Evangelio, como una nueva compren-
zación teológica. sión de ser iglesia, de construir el sacramento de salvación universal
Las ambigüedades y los límites de lá opción de los religiosos por y como nueva manera de hacer la historia, de vivir lo político.
el indio de nuestro continente no invalidan la perspectiva desde la Desde aquí va naciendo esa tematización profédca que llamamos
que entendieron ser fieles al Evangelio, y a su vocación religiosa; teología de la liberación.
antes bien, nos invitan a retomar el único camino desde el que el Quisiéramos compartir algunas reflexiones incentivantes para re^
mensaje puede ser liberador: el de los humildes, el ¡de los pobres, y trabajar los temas centrales de vida religiosa que nacen de la prácti-
el único camino por el que se juega la significación y la fecundidad ca de hermanos y hermanas y de comunidades de nuestro país (19);
de los religiosos para el mundo. . ninguna pretensión, pues, de agotar esta reflexión ni mucho menos
El testimonio monumental de comunidades íntegras de religio- (19) G E F F R E , C L A U D E : " U n Nouvel age de la Théologie",
sos generosos y evangélicos nos llama a asumir el reto de recrear la ed. Cerf. París, p. 4 9 : " A causa de esta insuperable plurali-
vida religiosa en nuestro continente desde la misión evangelizadora dad de experiencias actuales de la existencia, existirán va-
rias teologías en función de aspectos fragmentarios de la
han servido sino para ocultar o desfigurar la realidad del vida humana. Y ninguna de esas teologías puede constituir
problema. . . La cuestión indígena arranca de nuestra eco- una síntesis coherente y completa de la fe. Esto crea una
nomía. Tiene sus rafees en el régimen de propiedad de situación nueva al Magisterio que lio puede permitirse juz-
tierra". P. 23, ed. Casa de las Américas, Habana. * gar un nuevo discurso teológico sin tratar de comprender
sus presupuestos filosóficos y culturales". Cfr. Leonardo
(18) NÍETO, Armando. "La Iglesia — La acción del clero"; en Boff: " L a vita religiosa nel processo di Liberazione". Noti-
Colección Documental de la Independencia del Perú, Li- ceial, C.E.I.A.L., aprile, 1973, No. 2, 1 - 1 1 , traducción de
ma (1972), T. X X , vol. I—II. Presenta numerosos testimo- " V i d a religiosa en el contexto latinoamericano: o p o r t u n i -
nios de presbíteros y religiosos que tomaron parte activa dad y desafío", conferencia en la I I . A . Internacional de
en las luchas por la emancipación. Religiosos, Bogotá oct.—nov. 1974, en Mensaje Iberoame?
ricano, No. 110, dic. 1974, Madrid, p. 16—20 y en Vida
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de universalizar estas indicaciones (20), que por otra parte no bus- cidos que la perspectiva de la teología de la liberación tiene algo
can ser un tratado de teología de la vida religiosa. Estamos conven- que aportar para una reconceptualización de la vida religiosa (21),
Religiosa, vol. 32, No. 238, Marzo 1975. El autor ensaya tanto más cuanto que la teología de la liberación nace y se alimenta
una presentación de "los temas clásicos revisados y repen- del dinamismo de comunidades cristianas populares de las que reli-
sados a partir de la situación en la que nos ha puesto giosos y religiosas forman parte a lo largo y ancho del Continente;
Dios", p. 2 (1.5); hay anotaciones muy valiosas aunque la teología va llegando sólo cuando esta práctica profética le ha ido
quizá no se vea muy claro en qué la vida religiosa queda abriendo el camino (22).
reformulada a partir de la práctica encarnacionista ni se Pero la vida religiosa en Ame'rica Latina no se renueva sólo desde
ubique la reflexión sobre la vida religiosa desde la praxis la praxis liberadora de los religiosos, sino desde la praxis histórica
de liberación como praxis política. del pueblo, de comunidades más amplias que nuestras comunidades
(20) G E F F R E , C : op. cit. p. 13: "Sin embargo la teología
como ciencia de la fe, no podría renunciar a su alcance
religiosas jurídicas, desde movimientos más globales que nuestras
universal para toda inteligencia, creyente o increyente, en familias espirituales (23); es de aquí de donde nacen perspectivas
búsqueda de verdad. Además una teología que no fuese insospechadas y también tensiones; es quizá desde esta plataforma
sino la justificación de la praxis de tal Iglesia particular (21) Nos interesa recuperar la exigencia, a todo esfuerzo global
correría el riesgo de volverse ideología". Pensamos que de reflexión teológica, de incluir a h i l a vida religiosa como
toda teología es particular si es una reflexión precisa y hace la " L u m e n G e n t i u m " ; lo que hace resaltar
situada sobre hechos y procesos bien determinados. Si es S C H U L T E , Raphael: " L a vie religieuse comme signe" en
cierto que por ser una reflexión desde la fe constituye una "L'Eglise de Vat. I I " , T. I I I , Unam Sanctam, 51c, 1966;
verdadera reformulación de experiencias cuya riqueza, cu- en castellano, Edit. Juan Flores, Barcelona. " L a vida reli-
ya perspectiva y dinamismo desbordan cada esfuerzo de giosa es una expresión de la esencia de la Iglesia. Para el
retematización (eso es la teología, una síntesis de reinter- teólogo que quiera ofrecer con plena validez una descrip-
pretación de experiencias de fe a partir de las concreciones ción dogmático-teológica de la Iglesia de Cristo, es ineludi-
que ésta va asumiendo en la praxis histórica de liberación), ble, por tanto, examinar también teológicamente la posi-
la teología tiene una perspectiva universal como dinámica • ción de estado religioso dentro de la Iglesia como pueblo
de vida, como experiencia espiritual, y no sólo como for- de Dios y Cuerpo m í s t i c o " , p. 1093. El autor tiene una
mulación científica de la fe. Y es universal en el sentido perspectiva teológica clásica: partir de la Trinidad, de la
que ningún logro en liberación es propiedad de quienes lo Palabra; para nada asoma una visión desde lo global y
consiguen; todo avance es universal en el profundo sentido conflictivo de la historia para repensar la teología de la
de su estructura colectiva, también el de la teología, pues V.R.
colectiva es la salvación- sobre la que reflexiona. Cfr.
Assmann, H., cuando habla de la teología como provisoria (22) Cfr. E. DUSSEL: "Historia de la Iglesia en A . L . — Coló'
y humilde, en "Reflexión Teológica a nivel estratégico-tác- niaje y Liberación 1 4 9 2 / 1 9 7 2 " , Ed. Nova Terra, p. 2 8 5 :
t i c o " , Encuentro Teológico, Bogotá, Julio, 1 9 7 1 , p. 76. "La toma de conciencia de la teología de pertenecer a una
Ver en qué sentido J. C. Scannone juzga aceptable la pos- cultura oprimida no fue inmediata. Antes que la teología
tura de Assmann en " F e y Cambio Social en A . L . " , el son los profetas los que existencialmente comienzan el
Escorial, Ed. Sigúeme, Salamanca, 1973, p. 260. Ibidem: camino; la teología viene después".
^Visión de síntesis del significado universal de la Teología (23) Sólo a modo de ejemplo es interesante señalar el Encuen-
Latinoamericana", p. 370—3*71. La fe se hace ideología * tro de Comunidades Cristianas de Base en V i t o r i a , Brasil,
cuando no parte del pobre, ver E. Dussel: " D o m i n a c i ó n - en enero 1975, ver SEDOC, v o l . 7, mayo 1975. C. G E -
Liberación", nota 26, Concilium, 96 (1974), p. 347. Ver REST¡ "Movimientos Espirituales e Instituciones ecle-
las preciosas anotaciones sobre la concepción y función de siales", ensayo histórico, Concilium, 89 (1973), p.
la teología, su carácter provisorio y coyuntural en GU- 340—341: "los movimientos espirituales son algo comple-
T I É R R E Z , G.: "Teología, Biblia y Misión Indígena", en tamente distinto de la simple reforma de la Iglesia. Las
Est. Indígenas, CENAPI, 4 (1972), 1 8 - 2 5 . reformas pueden conseguirse mediante la corrección de los
21
20
plica una cierta teología monolítica de la vida religiosa (25). Al
que sea posible ir tomando distancia de una teología creada sobre lado de la vida religiosa oficialmente reconocida como tal por la
una concepción juridicista de la vida religiosa y que, aunque mejor Iglesia, siempre se han ido desarrollando movimientos que han pre-
presentada, marca aún la vida de muchas comunidades (24), y ex- parado y luego lian dado a luz nuevas formas de vida religiosa (26 i.
abusos, la revigorización de los "cánones" del pensamien- La vida religiosa es en la historia de la Iglesia una experiencia
t o , del derecho o de la práctica. El movimiento se preocu- concreta, es un hecho permanente. Cuando hablamos de teología
pa de volver a encontrar no principios o reglas, sino un de la vida religiosa entendemos que esta experiencia es reflexionada
in.pulso. Su oposición a la ortodoxia comprobada frecuen- desde la fe; sólo cuando el fenómeno de vida religiosa sea una
temente, no es un mero accidente. Mantener la corrección experiencia masiva desde la praxis y proyecto popular de libera-
del razonamiento teológico, fijar la atención en la exacti- ción, podrá haber una nueva comprensión de su sentido teológico y
tud de las fórmulas, constituyen, en efecto, preocupacio- de su contenido espiritual. Aquí se ubica el núcleo central dé la
nes que amenazan esterilizar el deseo de renovarse en el
evolución de la vida religiosa (27).
e s p í r i t u " . Para nosotros se trata de un movimiento en el
que la praxis política constituye el nuevo lugar de expe-
Pero sabemos que una práctica, por buena que sea, no remata
riencia espiritual y por lo tanto, teológica. Ver V I D A L E S ,
espontáneamente en una buena teoría, antes bien postula con ma-
Raúl: " L a Iglesia Latinoamericana y la política después de yor exigencia el esfuerzo de explicitación teórica, retematización,
M e d e l l í n " , IPLA, 15/16 (1972), Q u i t o ; S. G A L I L E A : "El reconceptualización.
despertar espiritual y los movimientos de liberación en Conviene recordar la unidad orgánica entre praxis y teoría y la
A . L . " , Concilium, 89 (1973), 425—431; M U Ñ O Z , Rolan- distinción metódico-formal que implica en cada una racionalidades
d o : "Nueva Conciencia de la Iglesia en América L a t i n a " , específicas e instrumental adecuado (28).
Santiago (1973), Salamanca (1975), ed. Sigúeme, y "Dos Hay una concepción de la teología que la asimila a teoría, la
experiencias típicas de las comunidades cristianas latino- hace casi sinónimo de abstracto, de idealista y que parece tener
americanas comprometidas en el movimiento de libera- algunos indicadores en la contraposición en que se la pone con la
c i ó n " , Concilium, 96 (1974), p. 431—439; una selección
de textos de estas comunidades y corriente espiritual en tra una "posrción teológica t o m a d a " . Cfr. sobre la Influen-
"Signos de Renovación" (1969), Lima y "Signos de Libe- cia del pensamiento escolástico en la Teología de la V . R .
r a c i ó n " (1973), CEP, Lima. las anotaciones en A R T I G A S , Luis, F.M.S.: "Sobre la ora-
ción del religioso apostólico" en Confer., vol. X I I , No. 4 5 , ,
,(24) V E I L L E U X , A . : " E v o l u t i o n de la Vie Religieuse dans son Madrid (1973), p. 6 0 3 - 6 0 4 .
contexte historico-spirltuel" en Collectanea Cisterciensia, (25) RESTREPO, Alvaro: "De la " V i d a Religiosa" a la " V i d a
32 (1970) 2, 129—154. Se trata de una presentación sinté- consagrada", una evolución teológica", vol. I, I I , I I I , Tesis
tica de gran valor por su claridad y por poner de relieve los doctora!, P.U. Gregoriana, Roma, 1974. Excelente trabajo
aspectos de evolución más ricos en la experiencia de vida del jesuíta colombiano sobre los 25 años de reflexión teo-
religiosa en la Iglesia. El autor insiste en que la historia lógica en torno a la vida religiosa, que han antecedido al
demuestra que la renovación de la vida religiosa se hace Concilio Vat. I I ; cfr. p. 644, donde además nos recuerda
desde la base, desde la santidad y acción del Espi'ritu en la que "el derecho si desea en verdad favorecer la " v i d a " , ha
base y no en las reformas burocráticas, canonicistas, insti- de respetar y encarnar el espíritu de cada i n s t i t u t o " .
tucionales; Cfr. p. 138: "Se hizo la prueba de una vez por
todas que una reforma de la vida religiosa fundada prime- (26> Cfr. V E I L L E U X , A., Op. cit., p. 152.
ramente en la reforma de las instituciones, estaba conde- (27) KAMPSCHREUR, J . : " E l núcleo de la evolución de la
nada al fracaso". Y con Pío V en el Concilio de Trento V . R . " , Concilium, 9 6 1 1 9 7 4 ) , 143—147, se ubica en uña
hubo igual resultado por su carácter jurídico e institucio- perspectiva personalista de la que lo político y To popular
nal, p. 147. Ver sin embargo la crítica de A . de V O G Ü E no forman parte.
en R.H.E., 69 (1974) 2, p. 45—53, quien juzga que el (28) G U T I É R R E Z , G-: Notas de curso sobre "Teoría y Prácti-
trabajo de A . V . reposa en un "sistema erróneo" y demues- ca en K . M a r x " . (1973).
22 23
experiencia, las concreciones prácticas, etc. (29). Refiriéndose di- cambio de método para hacer teología en el Continente es expre-
rectamente a la teología de la vida religiosa, hay quien piensa que sión de un cambio ideológico y político en la concepción de la
de la teología no hay más nada que esperar para la renovación; esta historia y de las luchas por la liberación, y de una valoración de lo
afirmación es un acierto si por teología una vez más entendemos étnico-cultural (32).
una reflexión teórica que no parte ni llega a una praxis histórica
(30). Ciertamente que uno de los aportes más valiosos de la teolo-
gía de la liberación es no sólo haber puesto en luz la relación (1974), p. 49: " L a teología de la liberación corre el riesgo
praxis-teología, sino el marcar intransigentemente que se trata de de constituirse en una teología clasista".
(32) V I D A L E S , Raúl: "Cuestiones en torno al método en teo-
una praxis de liberación de las clases explotadas y teología (31); el logía de la liberación", M I E C - J E C I , Dcto. 9, Lima,
(29) Compartimos las agudas indicaciones del P. C H E N U , D. en (1974); "Logros y tareas de la teología latinoamericana",
"Expérience Chrétienne et théologie", SPIRITUS, No. 49, Concilium 96 (1974), 423—430; SCANNONE, J.C.: " E l
(1972): "Pienso que el paso no solamente teórico sino actual desafío planteado al lenguaje teológico latinoameri-
práctico, de una teología deductiva a una teología inducti- cano", CÍAS, 211 (1972), Bs. As., 5—20: el autor rechaza
va, es un fenómeno que no sólo vale para las nuevas Igle- la identificación dialéctica entre fe y política (dialéctica
sias o las experiencias de misión. Es el conjunto de la. hegeliana y / o marxista),y propone la unidad histórico-sal-
Iglesia que cambia de comportamiento en método de go- vifica de fe y política; " E l lenguaje teológico de la libera-
bierno y en método de inteligencia de la f e " , (p. c i ó n " , Víspera, 30 (1973), 4 1 ; "Teología Política; el ac-
131—132). Y más adelante, p. 138—9:' "Pienso que el lu- tual desafío planteado al lenguaje latinoamericano de libe-
gar de inteligencia de los valores humanos y cristianos, no ración", Fe y cambio social en A . L . , El Escorial, Salaman-
son primeramente los principios abstractos, sino la praxis, ca, 1973, 247—264; "Necesidad y posibilidades de una
dicho de otra manera la ventas vitae (la verdad de la vida) teología socio-culturalmente latinoamericana", ¡bídem,
de San Juan. La verdad no es una cosa abstracta que yo 353—372; SEGUNDO, Juan Luis: " L a Teología: Proble-
vengo a poner en una situación concreta; es la situación ma Latinoamericano", IDOC, 14 (1968); "Instrumentos
concreta misma que es el lugar de la inteligencia de la de. la Teología Latinoamericana", Encuentro teológico, j u -
fe . . . No se puede discernir el testimonio de la Palabra :ie lio, 1 9 7 1 : " . . . el hecho es que la interacción entre praxis
Dios sino en una praxis, es decir en un compromiso con él social y teología es el factor metodológico más decisivo
mundo". para la actual-futura teología latinoamericana. Ello equiva-
le a decir que no existirá aquí teología auténtica sin el
(30) A u n moviéndose a un nivel bastante general, las anotacio- aporte metodológico de la sociología", p . 4 1 ; ¡bídem, PA-
nes de C. G E F F R E , op. cit., p. 12, nos parecen oportunas; G O N , Luis N.: "Teología y Praxis de Liberación;
en efecto, la " p r a x i s " tiene otros elementos que la van WELSCH, Carlos: "¿Puede el proletariado hacer teolo-
precisando, se trata no de una "praxis de los cristianos" en gía? " , Pastoral Popular, 2 1 , 126 (1971), 45—48; NEGRE
general, sino de una praxis de liberación de los pobres, de R I G O L , Pedro; " L a significación de los cambios metodo-
las clases explotadas, de los esfuerzos de lucha, etc. " L a lógicos de las ciencias sociales para la interpretación teoló-
Teología no puede en efecto contentarse con ser la justifi- gica", Ene. sobre Teología de la Liberación, IDOC,
cación de la enseñanza del Magisterio y la transmisión de 7 1 — 1 8 1 - 0 1 2 . (retomado en Fe y Política, ISAL, 1974);
un saber ya establecido. La Teología como actualización V A R I O S : "Liberación Latinoamericana" (4—¡tem sympo-
de la Palabra vde Dios, no es fiel a su cometido si la vida de sium) en S T R O M A T A , enero—julio, 1972, 3—194; A L O N -
la Iglesia en tal situación determinada no constituye para SO H E R N Á N D E Z , E. Javier: "Reconceptualización de la
ella un lugar privilegiado y si su interpretación del cristia- Teología en A . L . " , Revista de Ciencias Morales Pentecos-
nismo no conduce a una renovación de la praxis de los tés, 28 (1972), 25—38; B R A V O , Carlos: "Notas margina-
cristianos". les a la Teología de la Liberación" en Ecclesiastica Xave-
(31) En este sentido no se trata de un riesgo sino de una pers- riana, X X I V , 1 (1974), Bogotá, p. 40—50, Cfr. G U T I É -
pectiva por la que se ha optado, Cfr. B R A V O , C. "Notas R R E Z , G.: "Teología de la Liberación", ed. CEP, p.
TnafgTriates: áTá T.IT. ,i en EccTesiastlca Xaveriana, X X V . 1 20—34, y S E G U N D O , J.L.: "Teología y Ciencias Soda-
24 25

Esta nueva perspectiva del quehacer teológico constituye una Desde la totalidad orgánica del proceso de liberación popular y
posibilidad de creatividad teológica (33) que cuestiona cierto em- experiencia cristiana la teología y con ella la teología de la vida
botamiento erudito y culto con el que se siente a veces trabada la religiosa tienen nuevas posibilidades de avance y de aporte;en este
reflexión, pero desde el que se pretende descalificar por "poco sentido no compartimos reflexiones como éstas: "Con todo la con-
rigurosa y crítica" la teología de la liberación y por demasiado clusión más clara de estos ensayos teológicos es que el problema
cristiana y espiritual, lo que llaman "Teología retórica" (34). fundamental no es de orden teológico sino de orden práctico. Se
les1', en Fe y Cambio en A . L . (Salamanca, 1973), constató que era relativamente fácil llegar a un acuerdo sobre las
285—295. posiciones fundamentales de una teología de la vida religiosa. En-
(33) C. G E F F R E ha captado y expresado muy nítidamente"" tretanto la confusión y obscuridad permanecen cuando se trata de
este ángulo metodológico cuando dice: "Esta perspectiva definir la orientación práctica de la renovación. De todas maneras
representa evidentemente una revolución con respecto a la renovación teológica no trajo a los problemas prácticos la luz que
cierta clase de teología que reflexiona de manera principal se esperaba. Hoy día los teólogos ya han aportado toda la contribu-
en torno al cristianismo en cuanto contenido doctrinal y ción que era posible dar. Ya no se puede esperar más revelaciones
muy poco sobre el cristianismo en cuanto acción", en " L a
conmoción de una teología profética", Concilium 96
por parte déla teología, entretanto el problema permanece abierto"
(1974), 3 0 4 - 3 0 7 . Cfr. G U T I É R R E Z , G.: "Teologi'a, (35).
Biblia y Misión Indígena" en Estudios Indígenas, CENA- Partiendo exactamente de un enfoque contrario se pretende es-
P I . 4 (1972), p. 1 7 - 3 6 , México. perar una renovación de la teología de la vida religiosa desde la
(34) Así nos suenan las beligerantes y a veces contradictorias renovación teórica de sus principios doctrinales (36); esta perspecti-
anotaciones de A . F I E R R O , quien, parapetándose en re-
clamos de rigor científico y crítico achaca a la teología de 57—111"; PEDRO D A M I A N O , Opus X V , 5, P.L. 145,339:
la liberación el ser teología, es decir vida espiritual, expe- " A l igual que el papel especial del sacerdote es darse total-
riencia de fe, comunicación de vida como parte de la reali- mente a la ofrenda del sacrificio divino y que el del teólo-
dad que transforma; si la teología no lleva y no nace per- go es predicar . . . " , señala la función eminentemente pas-
manentemente de esta praxis, todo su exquisitismo cientí- toral del teólogo; bien apunta U B I L L U S , J.A., en: "Direc-
fico no es sino repliegue ideológico cara a los desafíos más ción espiritual y concientización en A . L . " , tesis doctoral
profundos del misterio de Cristo Resucitado; sobre esto la P.U.G., Roma, (1973), p. 184—185: "Esta dimensión espi-
teología de la liberación no puede transar ni sucumbir al ritual de la teología, que es permanente, es la que se debe
chantaje de retoricismo que de un plumazo descalifica la re-descubrir y re-poner en práctica. Es decir, concebir y
más rica tradición patrística; Fierro separa al cristiano, al elaborar una teología cuya misma elaboración sea a la vez
místico ( ¡ r e t ó r i c o ! ) del teólogo, la homilía de la teolo- una actividad espiritual".
gía, p. 282: a " E l Evangelio Beligerante", Naviarra (1975), (35) C O M B L I N , Joseph: " A vida religiosa na sociedade á t u a l " ,
preferimos la concepción del teólogo en E V R A G I O : "Si en Revista Perspectiva Teológica, No. 5, julio—diciembre
rezas verdaderamente, eres teólogo", que pone de relieve (1971), edit. Facultade de T. Cristo Reí, 9an Leopoldo,
la dimensión espiritual y contemplativa de la teología; no R.S. Brasil, p. 214.
se hace teología para saber más eruditamente, sino para (36> Un representante de esta corriente es C A M B I E R , Jules:
conocer a Dios, es decir para amar a Dios; en esta misma "Théologie de la V . R . a u j o u r d ' h u i " , Etudes religieuses,
perspectiva la tradición oriental concibe al monje: "es un ¿ CEP, Bruxelles, sin fecha; ed, italiana en V A R I O S : "Per
teólogo que sabe orar" y por teólogo no se entiende un una presenza viva dei religiosi nella chiesa e nel m o n d o " ,
estudioso de conceptos, sino un hombre que a fuerza de (Torino), 1970. El autor se mueve dentro de la visión de la
purificaciones ha llegado a ser un " p r á c t i c o " de Dios en la "Perfectae Caritatis", su excelente preparación exegética
acepción global y vital del t é r m i n o " . ESPOSITO, R.F.:
nos hacía esperar un mejor cuestionamiento de la f u n d a -
"Monachesimo oriéntale e Communitá religiose nelle
mentación bíblica de la vida religiosa y su experiencia en
chiese della r i f o r m a " , en V A R I O S : Per una presenza viva
África, uri enfoque desde el Tercer Mundo, Cfr. p. 13—14
dei reliqiosi nella chiesa e nel m o n d o " , T o r m o (1970),
y 15.
26 27
riencia cultural y un proyecto histórico que interpela nuestra op-
va teologizante no parte de nuevas experiencias de vida cristiana en ción por los pobres como opción netamente política. Es este mun-
la lucha liberadora sino de una exégesis neotestamentaria en la que do en el que la vida religiosa debe redefinirse; es esta realidad desde
, lo político-cultural no es mediación vital, y de una reformulación la que los religiosos tienen posibilidad de significar algo para el
de laboratorio de los dogmas (37). resto (41). Todo esfuerzo de renovación que no pase por la media-
Nuestro intento puede reducirse a ensayar unas reflexiones que ción política y cultural de las clases explotadas desfigura los crite-
desarrollen inicialmente la perspectiva de nuestra misión y vida rios conciliares de la "Per'fectae Caritatis" para la adecuada renova-
espiritual. ción (42) y está condenado a la esterilidad. En este sentido nos
RELIGIOSOS DESDE LOS parecen correctas, pero insuficientes las proclamas generales en fa-
SECTORES POPULARES vor de la ortopraxis (43), es necesario explicitar su contenido popu-
lar, su perspectiva de clase.
La opción por los pobres, por los sectores populares, y por llegar La reflexión teológica sobre la vida religiosa desde una opción
a ser personal y comunitariamente pobres en la vida religiosa, rom- por los pobres, por las clases populares de nuestro continente, exige
pe y desplaza la preocupación de encontrar una identidad en defini- y rebalsa el aporte interdisciplinar. Hoy se es muy sensible al aporte
ciones esencialistas para entrar más-bien en la dinámica de un pro- de las ciencias humanas y al trabajo interdisciplinar en teología.
ceso de permanente incorporación a la vida y a la condición de Pero el concurso de nuevas disciplinas no garantiza obligatoriamen-
existencia de los más pobres (38). te que se esté partiendo y llegando a una perspectiva realmente
Es la preocupación misionera de Pablo cuando a los Filipenses nueva, liberadora. Podemos hacer más científica, más racional una
les recuerda que Cristo juzgó más importante entrar como hermano postura finalmente conservadora, podemos elaborar una teología
pobre en el dinamismo de la historia de la humanidad para que ésta más erudita y sabia, hasta más pastoral en el sentido de cercana a
pudiera creer en su mensaje, que deslumhrar con sus prerrogativas un público ilustrado y difícilmente alcanzable de estar la teología
de Hijo (39). encerrada en lo bíblico y patrístico; podemos hacer todo esto per-
• Esta es nuestra perspectiva para trabajar las experiencias y temas maneciendo en el mismo esquema, en la misma postura política e
de la vida religiosa.
Debemos sencillamente reconocer que el mundo de las clases (41) Cfr. FRAGOSO, A n t o n i o : "Profetismo y compromiso
explotadas es una realidad que cultural y racialmente está lejano de concreto con la liberación de la clase trabajadora y campe-
la experiencia de la mayoría de religiosos; su lucha secular por la sina" en Pastoral Popular, 19, 10—111 (1969), 11—16. .
justicia y sus aspiraciones más profundas (40) configuran una expe- (42) P.C. 2, 8, señala la vuelta al Evangelio, al carisma funda-
cional y a los signos de los tiempos como criterios de la
(37) B A R A U N A , Gmo., Notas de Curso sobre V.R. dado en adecuada renovación de la vida religiosa. Sobre esto volve-
Medellfn, Colombia (1972), a un grupo de Franciscanos remos más adelante; P. R A F F I N : "Resurgimientos espiri-
de A . L . , p. 13. tuales y Renovación de la V. Religiosa" en Concilium, 89
(1973), insiste que es en la renovación en el Espíritu don-
(38) G U T I É R R E Z , Gustavo: "Praxis de Liberación. Teologfa y dé la V.R. deberá rehacer; pero, ¿por dónde pasa esa reno-
A n u n c i o " en Concilium, 96 (1974), p. 372—374: "Solida- vación en el Espíritu? ¿cuáles son esas "conmociones del
ridad con el pobre y Pueblo de Dios; E. DUSSEL: " D o m i - m u n d o " que son portadoras de liberación? , y aunque afir-
nación—Liberación, un discurso teológico d i s t i n t o " , Con- * ma que la teología de lá vida religiosa no es neutra, no
cilium, 96 (1974), p. 337, 342, 349. precisa en qué sentido; no hay una perspectiva popular
(39) C E R F A U X , L., Le Christ dans la t h . de S. Paul, Cerf, como mediación política para la renovación.
París, (1954), p. 2 8 3 - 2 9 7 . (43) Cfr. D U M O N T , C A M I L L E : "Les trois dimensiohs retrou-
(40) Cfr. M E L L A F E , Rolando: "Breve historia de la esclavitud vées en tháologie: eschatologie, orthopraxie, herméneuti-
en A . Latina", ed.Sepsetentas^ México (1973); 19Í ps. En que" en N. R. T h . , 92 (1970), 561—591, extracto en Se-
realidad sé trata de Ta esclavitud negra; buena bibliografía lecciones de Teologfa, 50 (1974), 81—92.
al final.
28 29
ideológica. En este sentido el diálogo interdisciplinar en teología tar.ea de la comunidad más que de individuos; es indispensable que
tiene su límite cuando no implica una opción política por la libera- sea la experiencia de comunidades cristianas clasistas. (47).
ción desde los pobres, desde las clases explotadas; aquí está la La opción por el proyecto político de las clases explotadas pone
matriz del quehacer científico y teológico, aquí reside la razón de en crisis, es decir en tela de juicio, una perspectiva individualista
ser de estos esfuerzos; es en función de esta tarea histórica que se tan marcante aún en la vida espiritual y en las formas de vida
justifica la ciencia, la teología (44); partir de las clases explotadas religiosa; el mundo de lo político desde los sectores populares cues-
es encontrar además una perspectiva cultural y racial que marca y tiona y pone de manifiesto las limitaciones de cierta perspectiva
específica lo político, que señala un nuevo horizonte para diseñar personalista que no fue sino la cobertura fácil del carácter indivi-
la lucha liberadora y la creación del hombre nuevo (45); también la dualista de nuestros métodos de formación, de muchos de los valo-
teología que nace desde una praxis liberadora debe estar cultural y res y virtudes inculcados. Lo político y lo popular conllevan una
racialmente marcada por las comunidades cristianas de nuestros perspectiva más bien colectiva, comunitaria, universal.
pueblos dominados (46); no basta, además, que la teología sea Pero esta opción política por los oprimidos no sólo pone en
(44) G U T I É R R E Z , G.: "Desde la praxis de liberación", p. crisis una perspectiva individualista de nuestra vida religiosa, sino
354—360, en "Praxis de Liberación. Teología y A n u n c i o " , que desenmascara cierta perspectiva intraeclesial e intraconventual
Concilium, 96, (1974), p. 353 ss.; E. DUSSEL, " E l Estatu-
to del discurso teológico" en "Dominación—Liberación", T h . , T. 58, No. 4 , octubre (1974), hace una recensión de
Concilium, 96 (1974), 342 ss. este debate, p. 664—665; en cuanto al aporte de E. Ibarra
(45) Cfr. R E Y N A G A , Ramiro: " L u t t e de classes et lutte des el juicio de H..de L A V A L E T T E es más exacto: "exposi-
races en Améríque L a t i n e " en Fréres du Monde, 74 ción bastante tendenciosa. Tiende a hacer de la teología
(1971), 80—85, en que presenta la historia de A . L . como de la liberación la última moda, después de otras. Medellín
la historia de la opresión racial, cómo el colonialismo ha '" es casi una concesión, no muy seria a cristianos agitados.
penetrado en el pensamiento revolucionario, cómo la lu- Su gran miedo es la politización". Cfr. Bulletin de Théolo-
cha de clases podría a veces escabullir el drama indio, y gie Politique, R. Se. R., T. 62, No. 4 , oct—dic. (1974),
señala cómo la vanguardia de la revolución blanca está en 605—630. G U T I É R R E Z , G.: "Teología, Biblia y Misión
busca de las masas indias. Este trabajo puede ayudar a no Indígena", en Est. Indígenas, C E N A P I , I. 4 (1972), p.
perder de vista elementos culturales, antropológicos en el 32-34.
proyecto liberador de A. Latina. Quizá se apasiona por el (47) En este sentido hay que completar las indicaciones de L.
indio y pierde panorama político. El autor tiene escrito un del Valle, " E l papel de la Teología en A . L . " , Encuentro
libro: "Guerrillas blancas en las masas indias", ed. en Mé- teológico, julio, (1971) Bogotá, p. 28: " E l sujeto de la
xico y USA. Teología, el sujeto pensante o el que hace la reflexión
(46) Cfr. Symposium de Théologie sur les "Théologies noires et teológica no puede ser el teólogo de profesión, ni sólo el
sud-américaines de libération" organizado por el grupo maestro. Debe ser "la comunidad" en todos sus niveles. La
"Renouveau" del C. O.E., Ginebra, 1—4 de mayo (1973); pequeña y la gran comunidad". Compartimos la conclu-
L U M I E R E et V I E , No. 120 (1975); "Théologie de la Li- sión de X H A U F F L A I R E , Marcel, "Paraaigme cié la theo :
beration: les noirs ont la parole": ver las contribuciones logie politique et problémes institutionnels ecclésiaux", en
de CONE, James H.: "Prise de conscience des noirs et " L a Théologie positive", Cerf, París, 1972: " E n consecuen-
église noire", " L e Christ dans la Théologie noire", WAS- cia, la manera más correcta para la teología de insertarse
H I N G T O N , Joseph R. Jr.: " L a mission du peuple noir: en el campo de la lucha política revolucionaria como
" p e u p l e e ' l u " et serviteu'r souffrant"; CENTRE teología, es articularse en la práctica contra-institucional
D'ETUDES et DE RECHERCHES I N T E R D I S C I P L I N A I - de los "grupos de base". . . y es allí donde se renueva esa
RES EN T H É O L O G I E , (C.E.R.I.T.): "Théologies de la teología". Cfr. R. M U Ñ O Z , "Dos experiencias típicas de
libération en A . L . " , encuentro y debate, Univ. Strasbourg, las comunidades cristianas latinoamericanas comprome-
e d . en París, Beauchesne, (1974), 136 ps. Y. CONGAR en tidas en el movimiento de Liberación", Concilium, 96
"Libération et Salut", Bulletín de Théologie en R. Se. Ph. (1974), 4 3 1 - 4 3 9 .
30 31
de nuestras instituciones, congregaciones, obras, del mismo trabajo pseudo-universalizar las experiencias y la reflexión; no es posible
de los religiosos, así como muchos de los esfuerzos de renovación hablar de una teología única de la vida religiosa (51).
de vida espiritual personal y comunitaria. La perspectiva que quisiéramos fuese trabajada seriamente en
Lo político y lo popular como categorías inseparables nos obli- América Latina es la que señala el P. Tillard al hablar de la Fe y la
gan a repensar la misión de la Iglesia y de las comunidades; exigen Misión pero que él mismo deja de lado en su brillante obra,(52). Se
no sólo una apertura al mundo en términos generales, sino hacerlo trata del paso de la caridad concebida como "ayuda debida al
desde una plataforma más concreta aunque más particular, más vecino" a una caridad que es "hecha en favor de la justicia, de la
conflictiva aunque más esperanzadora. paz y de la libertad por los demás'; aquí no sólo se abre lo complejo
Este punto de partida es en América Latina para numerosos y conflictivo de lo político como mediación de la vida de los reli-
cristianos comprometidos en la vida religiosa, el inicio de una nueva giosos, sino, como bien siente Tillard, se trata del nivel-mismo en el
perspectiva para ubicar y comprender las tensiones y esfuerzos de que debe realizarse la necesaria reformulación de la vida religiosa
renovación, la profundizacion de sus carismas fundacionales. La (53).
teología de la liberación representa un punto de partida nuevo para En América Latina vivimos con angustia las interpelaciones vita-
reinterpfetar los problemas centrales de la experiencia cristiana; les que brotan del clamor de los pueblos y culturas oprimidos;
este punto histórico de arranque, las clases populares que luchan como religiosos sentimos las incoherencias y las infidelidades que.
por su liberación humana, no es sólo un punto motivacional, una tachonan la historia de muchas de nuestras comunidades cara a las
. plataforma de despegue, sino un punto de llegada; allí vuelve el exigencias del evangelio vivo que son los pobres de nuestro conti-
mensaje como fuerza transformadora, allí vuelve la comunidad co- nente. Pero de allí mismo de donde viene el cuestionamiento y
mo agente de liberación, allí vuelve la teología como experiencia hasta el reproche, viene también la esperanza; los oprimidos que
espiritual (48). desenmascaran nuestros repliegues y claudicaciones nos abren y nos
Desde los surcos abiertos por la# teología de la liberación (49), invitan a compartir su esperanza. La conversión y renovación de los
nos auguramos que pronto puedan'irse replanteando las experien- religiosos en América Latina pasan por el m isterio de Jesús revela-
cias y los elementos centrales para una teología de la vida religiosa do en los pobres del continente y vivido en sus luchas.
latinoamericana. Creemos que es urgente una reflexión de este tipo
y la necesitamos quienes laboramos en este continente, y hasta nos ta una total ignorancia de la vida religiosa en otros conti-
atrevemos a pensar que podría enriquecer la perspectiva del trabajo nentes.
teológico sobre la vida religiosa, que en otros continentes se viene (51) Cfr. B A R A U N A , G., op. cit., p. 8; RESTREPO, A., op.
cit., p. 868.
haciendo (50). También aquí ninguna pretensión de standarizar, de (52) T I L L A R D , J.M.R.: "Devant Dieu et pour le Monde. Le
(48) G U T I É R R E Z , G.: op. cit.-, p. 3 7 2 - 3 7 4 . projet des religieux", Cerf, París, (1'974), 460 pgs. Recoge
(49) Ciertamente que es pertinente la observación de C H . D U - una serie de trabajos reelaborados del autor; se trata de
QUOC cuando prefiere hablar de una teologi'a de los actos una obra seria, erudita, capaz de iluminar muchas interro-
de liberación; quizá más exacto sería hablar de teología gantes y de suscitar una búsqueda esperanzadora.
del proceso de liberación, lo que permite recuperar la idea (53) T I L L A R D , J.M.R., ibfdem, p. 47—48: no se trata tanto de
de continuidad, de progreso,'de evolución, de maduración vida profesional, sino de otra perspectiva para entender la
y afianzamiento de la liberación, como una experiencia fe, la misión; nuestro punto de partida es la praxis de
con continuidad al interior de los actos que la expresan. liberación y la opción por las clases explotadas como me-
Cfr. CAHIERS E V A N G I L E , " L i b e r a t i o n des hommes et diación histórica insoslayable para repensar el proyecto de
salut en Jésus—Christ, une étude b i b l i q u e " (2ére partie) 7, vida de los religiosos; Tillard se mueve en otra perspectiva
p. 1 1 - 1 3 . que ciertamente habría quedado enriquecida, si no modifi-
cada, sf por lo menos hubiese tenido en cuenta los aportes
(50) Así el No. 97 de Concilium (1974), dedicado a la vida más válidos de la teología política europea. Cfr. V A R I O S :
religiosa y de elaboración exclusivamente europea, mani- " L a pratique de la Théologie politique", Casterman,
fiesta Darte de los esfuerzos de reflexión teológica y deno- (1974), 326 p.
32 33

Sin embargo en América Latina no tenemos ya hecho el modelo


futuro (54); lo que tenemos es el desafío de un continente que nos
invita a renacer al evangelio renaciendo a sus aspiraciones más pro-
fundas; no hay renovación de nuestra vida religiosa por mecanismo
automático (55); la experiencia nos muestra la capacidad que tene-
mos de reabsorber en nuestros viejos esquemas y motivaciones de
vida religiosa la novedad histórica que viene de los logros de libera-
ción del pueblo. Creer y osar en el Espíritu es afirmar que esta
situación la podemos subvertir y es asumir con fortaleza las conse-
cuencias.
La vida religiosa en sus múltiples modalidades en América Lati-
na o es una de las imprevisibles concreciones de cristianos com-
prometidos en la praxis liberadora de los oprimidos, o pierde su CAPITULO SEGUNDO
carácter profético que pone en relieve su estructura pública; la vida
religiosa en América Latina no es anónima, se mueve en el mundo
de lo explícito aunque circunstancialmente no explicite y iftrlogre
convocar; pero su horizonte es cAe (56): vivir de Jesucristo, anun- ENFOQUES Y PREOCUPACIONES
ciar, explicitar y convocar en el esfuerzo mismo de la praxis de
liberación.

(54) X H A U F F L A I R E , M.: "Cristianismo crftico y vida religio- La gran riqueza de la vida religiosa se ha expresado a lo largo de
sa" en Supplément de la Vie Spirituelle, 23 (1970), y en la historia con una sorprendente variedad de experiencias y de
Selecciones de Teología, 40, vol. 10 (1971); A . D U R A N D , enfoques.
"Recherches sur le sens de la V . R . " en Lumiére et vie, 96 A riesgo de simplificar quisiéramos rápidamente señalar, en gran-
(1970), p. 54—90; además de la apertura a no predetermi- des rubros, algunas aproximaciones y enfoques, ya que presentar
nar las formas de V.R. se requiere ligarla a los "agentes" un panorama histórico completo de la evolución de la vida religiosa
de esa nueva creación, los pobres, y a la perspectiva que es
su proyecto de liberación. Esto vale también para el ar-
en el cristianismo occidental y oriental desborda las intenciones de
tículo de L O E F F E N , H., "Entre el pasado y el f u t u r o " , este ensayo, y lograr una síntesis teológica de la vida religiosa cons-
Concilium 97 (1974), 138—142. tituye una empresa delicada y hasta atrevida en estos momentos.
Teniendo en cuenta esto, nuestra reflexión quiere centrarse en
(55) Cfr. D E L E P L Á N Q U E , B.: " L a ránovation de la vie reli- los enfoques y preocupaciones que, cara a la vida religiosa, tenemos
gieuse dans l'Eglise et le monde moderne" en Suppl. de la
V.S., 78 (1966), 3 3 9 - 3 6 4 ; R E G A M E Y , P.R., " L a V.R.
hoy en América Latina; será el contenido del capítulo tercero.
dans la mutation del monde et de l'homme", Suppl. de la Un rápido recorrido por la inagotable literatura que en torno a
V.S., 88 (1969), 1 3 2 - 1 4 3 , cuyo tono es más bien polémi- la vida religiosa existe, nos permite descubrir los presupuestos ideo-
co. pojíticos, culturales y teológicos con los que se elabora la reflexión;
(56) Nos parece que esto es también válido para los Institutos particular interés merecería el estudio comparado de las diversas
seculares: si bien sus miembros mantienen, en general, maneras de tipificar la llamada crisis de la vida religiosa y los facto-
anónima su pertenencia a la Institución, el horizonte de su res que explican su evolución, su cuestionamiento. Aquí radica, en
vida personal y de su acción en el mundo es el mismo: qu«* general, el punto de partida para reiriterpretar la teología misma de
los hombres reconozcan, vivan y anuncien el amor del la vida religiosa.
Padre.
Sin embargo no siempre hay una relación directa entre análisis
34 35
de la sociedad, interpretación de las causales de la crisis de la vida han. asignado suficiente espacio a evaluar los presupuestos político-
religiosa y el enfoque teológico. culturales y las caractensticas de la tipificación e interpretación de
Así el decreto sobre la renovación de la vida religiosa del Conci- la crisis de la vida religiosa (4).
lio Vaticano II prescinde de hacer un diagnóstico de la realidad
social y eclesial dentro de lá cual debe pensarse la renovación, ni significación teológica de los signos.de l¿r-vTdá"religiosa.
siquiera al nivel de generalidad en que se mueve la Constitución de L L A M E R A M. "Crisis y Reorientaron de la Vida Religio-
la Iglesia en el Mundo cuando habla de los signos de los tiempos sa" en Teología Espiritual, X V I I (73), 7—70; J.IVUR. T l -
(1). L L A R D consagra 45 pgs. a u n ensayo d.e diagnóstico de la
En un contexto más cercano, el documento de Medellín sobre crisis de la vida religiosa en "Devant Dieu et pour le mon-
Religiosos no se despega de la perspectiva conciliar y desgraciada- d e " , cap. I, París, (1974); tampoco hay aquí una visión
socio-política de la realidad, se mueve a nivel de los cam-
mente no parte ni incorpora en su enfoque la perspectiva señalada bios dé mentalidad, la secularización, la crisis de fe, su
en el mensaje a los pueblos de Ame'rica Latina, en la introducción y horizonte es más bien el mundo no creyente. Esta es la
en el documento sobre la Paz; ahí están señalados los rasgos funda- impresión que deja también el Concilio Pastoral Holandés:
mentales de la hora actual del continente: marginalidad, clases so- "Religiosos en una nueva Sociedad", ed. Sigúeme (1971),
ciales con chocantes desigualdades, frustraciones crecientes, opre- Salamanca; cfr. las observaciones de POZO, C A N D I D O :
sión de grupos y sectores dominantes, injusto ejercicio de poder " L a discussione sulla vita religiosa al Concilio pastorale
por parte de esos sectores, toma de conciencia por parte de los olandese" en Civiltá Cattolica, Junio (11970), 540—554;
oprimidos, tensiones internacionales, neocolonialismo externo, na- V A R I O S : "Presencia de los Religiosos ep la Nueva Socie-
cionalismo, etc. (2). Más aún, el documento ni siquiera sigue el d a d " , -Inst. Teólóg. de V . R , Madrid (1973), 492 pags.;
Conférence Religieuse Canadienne: "Les Religieux et
esquema de los otros, pues no parte de un diagnóstico ni contiene l'Evangélisation du M o n d e " , coll. Donum Dei, No. 21
una síntesis doctrinal. (1974), passim; y la rápida descripción de la crisis que
Los autores de algunos trabajos teológicos sobre vida religiosa, hace la C L A R : " L a Vida según el Espíritu en las Comuni-
así como grupos o comunidades, sienten cada vez más la necesidad dades Religiosas de A . L . " , No. 14 (1973), no recoge la
de analizar e interpretar los ejes centrales del cambio y de la reali- riqueza del enfoque de documentos anteriorescomo "Po-
dad político-económica y socio-cujtural en que se mueve la vida y breza y V.R. en A . L . " , No. 4 (1969); que tampoco están
la acción de la Iglesia y de las instituciones religiosas; es en estos suficientemente presentes en la reflexión teológica:
esfuerzos de tipificación que descubrimos, además de la diversidad, C L A R , No. 20 (1974): " V i d a Religiosa en América Lati-
los desniveles en la comprensión más científico-social de la realidad na, sus grandes líneas de búsqueda", 4 pgs.; el texto de
trabajo de la C L A R : " V i d a R. y situación socio-política
(3). Sin embargo los críticos de la literatura sobre vida religiosa no en A . L . " , (1972), representa un intento de retomar algu-
nos aspectos de la vida religiosa desde una visión más es-
(1) Concilio Vaticano i l , Constitución sobre la Iglesia en el tructural del continente; PÉREZ A G U I R R E , L U I S : "Teo-
mundo actual, exposición preliminar, No. 4 al 10, ed. logía Latinoamericana para la crisis de la Vida Religiosa",
BAC, 252. ed. Guadalupe, Bs. As. (1973), 156 pgs., trabajo precursor
(2) II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano: en el esfuerzo por repensar la teología de la vida religiosa
Documentos finales de Medellín, Ed. Paulinas, passím.. desde la reflexión teológica latinoamericana.
(3) A modo de ejemplo señalamos las indicaciones de E.
S C H I L L E B E E C K X : " H e t nicuwe mens" en "Godsbeeld in (4f Véase en este sentido: P. J A C Q U E M O N T : "Bulletin de
conflíct met het religieuze leven", Tijdschrift voor Théolo- Théologie: la vie religieuse á l'heure de Vatican I I " en R.
gie, 7 (1969), 1—27, ia secularización desafía las órdenes y Se. Ph. T h . , T. L l l , No. 3, (1968); D E L A L A N D E , Vian-
la V.R. misma; de Alaín Durand en su iluminador artículo ney: " L a Théologie de la vie religieuse, états des recher-
"Recherches sur le sens de la vie religieuse", en Lumiére et ches" en Vocation, 249 (1970), 1 0 1 - 1 1 8 ; B E Y E R , J . :
Vie, 96, T. X I X , Janvier—février (1970), p. 51 ss., para "Premier bilan des Chapitres de renoüveau", N.R.Th., 95
quien el cambio antropológico cultural pone en crisis la (1973), 60—86; R E N W A R T , L.: "Théologie de la vie reli -
36 37
nos, pero con el correr de los tiempos la mayoría de creyentes
DIVERSAS APROXIMACIONES abandonó las exigencias del período postpentecostal inmediato; es
Es nuestra intención señalar brevemente las líneas fuertes de entonces que los monjes se retiran del pueblo que se había relajado
ciertas aproximaciones a la comprensión y explicación de la vida del primer fervor y se alejan de las ciudades a los lugares escondidos
religiosa, tratando de recuperar los aspectos e intenciones más vale- para vivir en pobreza, en austeridad y en oración (6). De allí que el
deros de cada enfoque. término monje, jahid, significa querido, preferido, bienamado, úni-
No quisiéramos detenemos en el debate sobre vida religiosa y/o co, aislado, solitario, y en Pacomio,. célibe, entregado al ideal de la
vida consagrada, que por otra parte puede ser fecundo; el mismo virginidad evangélica, animado por el deseo de seguir a Cristo y a
los Apóstoles (7).
lenguaje se presta a confusiones cuando por vida religiosa entende- No es de extrañar que hasta el siglo XII la vida religiosa fuese
mos la forma de vida cristiana oficialmente reconocida como tal sinónimo de vida apostólica; la misma profesión religiosa se veía
por la Iglesia; por otro lado, vida consagrada evoca con frecuencia como prefigurada en la profesión de los apóstoles emitida por Pe-
la connotación menos positiva de separación, de huida. "La teolo- dro y recogida por Mateo 19,27; la tradición monástica suele deno-
gía de la vida consagrada no excluye los elementos constitutivos y minarla "professio apostólica", y San Bernardo en el siglo XII lla-
significativos de la vida evangélica formulados por la teología de la ma a la profesión monástica "renuncia al siglo", "apostólica pro-
vida religiosa. Pero en cuanto pone de relieve lo tipológico-carismá- fessio" (8).
tico, evita nivelaciones que afectan negativamente la autenticidad Otra de las vetas de la reflexión espiritual veía en el monje
de los patrimonios fundacionales y, consiguientemente, la manera que por su esfuerzo de ascesis, de purificación y de vida entregada
como deben vivirse y expresarse en la Iglesia" (5). al servicio y la alabanza de Dios había logrado un nivel de perfec-
lo ORIGEN Y FUNDAMENTO BÍBLICO (6) M.H. V I C A I R E : " L ' i m i t a t i o n des Apotres", París (1963),
19—20, 36—37, passim.
Frecuentemente en la tradición monástica se ha presentado la (7) M O R A R D , Fsc. E.: "Monachos, moine. Histoire du terme
vida de los monjes como continuación de la vida de la primera grec jusqu'au IV silcle. Influences bibliques et gnosti-
comunidad de cristianos. Se trataría en el fondo de una especie de ques"; separata de la Freiburger Zeitschrift für Philo-
sucesión apostólica en la forma de vida que se supone éstos lleva- sophie und Theologie, 20 (1973), 329—425; ver la presen-
ron. tación de C. K A N N E N G I E S S E R : "Theologie Patristique",
El monje Casiano habla de una verdadera continuidad histórica Bulletins Critiques, R. Se. R., T. 62 (1974), 3; A . V E I -
L L E U X : " L a Theologie de l'abbatiat cénobitique et ses
entre la comunidad apostólica de los Hechos y elmonaquismo; la implications liturgiques", Supplément de la V. Spirituelle,
forma de vida señalada en los Hechos era común a todos los cristia- No. 86, set. (1968), 351—394, artículo serio y didáctico:
su estudio sobre el cenobitismo en Oriente, origen y evolu-
gieuse. Bulletin bibliographique", VieConsacrée,46 (1974), ción, nos permite comprender el aporte del monaquismo a
104—116; RESTREPO, Alvaro, op. cit., pg. 120, en su ex- la experiencia de Koinonfa de la que Pacomio es conside-
haustivo estudio sobre la literatura pre-conciliar sólo en- rado el fundador.
cuentra la relación de la acción católica y el clero, y la con- (8) Cfr. C H E N U , M.D.: "Moines, eleres, laics au carrefour de
troversia entre sacerdotes diocesanos y sacerdotes religiosos la vie évangélique ( X I I siecle)" en R.H.E., 49 (1959),
como factores que inciden en la crisis de la identidad de los 59—89; L O Z A N O , I.E.: " D e vita apostólica apud Patres et
religiosos. Sciiptores monásticos" en Commentarium pro Religiosis
(5) RESTREPO, A., op. c i t , Conclusión, p. 868; Cfr. SEVE- et Missionariis, (1971), 97—120; " D e vita religiosa u i víta-
RINO, A . : Vida Consagrada, Síntesis Teológica". Inst. apostolica", ÍDid., 53 (1972), 3 - 2 3 , 1 2 4 - 1 3 6 ; G A R R T D O
Teológico sobre V.R., Madrid, (1973); ROGER V A N B O N A Ñ O , Manuel, O.S.B.: " L a Vida Monástica en la con-
A L L E N : "Religious life and Christian vocation", en tienda religiosa del siglo X I I " en CONFER, vol.XT, n. 3 9 ,
CROSS CURRENTS, vol. X X I I , 2 (1972), 1 7 9 - 1 8 0 . abril—junio, Madrid (1972), passim.
38

ción, una especie de ángel sobre la tierra, un hombre angelical; la de permanente contemplación y alabanza, la disponibilidad, la
vida monástica era una "vida angélica". A la fuga del mundo se koinonía, etc., venían a configurar; la vida religiosa aparecería en-
añadía la fuga en los cielos y pronto se sumaría la fuga al paraíso tonces como una anticipación de la vida gloriosa (12). Pero lo que
perdido! En este sentido se llega a hablar de una "ideología mo- subyace y está en juego bajo esta concepción, es una vez más el
nástica" como vida en el absoluto, huida del mundo, vida angélica, rechazo a ocuparse seriamente de los quehaceres terrestres, una
paraíso reencontrado fuera del siglo, vida puramente contemplativa relativización radical de la historia en nombre de la otra vida (13).
sin que los aspectos correlativos de presencia, de responsabilidad, En la medida que la vida religiosa encarna hoy los valores evan-
de mediación vengan a resituar el conjunto de la experiencia cristia- gélicos es que va siendo signo del Reino; una comprensión literal y
na en la vida religiosa (9); aunque sea un hecho claro que el mona- una aplicación directa del "seréis como los ángeles del cielo"... a
quisino asimiló una serie de ideas platónicas y pitagóricas, no todas la vida religiosa pudo quizá justificar la concepción de ser el adelan-
las desviaciones que en la vida religiosa más reciente encontramos, to de lo que será nuestra forma de vida en la vida futura (14).
podemos cargárselas a su cuenta (10). Decididamente los religiosos no somos una especie de botón de
Sabemos que en el monaquisino esenio de Qumrán la separación muestra o de maqueta de la vida futura; no somos una especie de
del mundo constituía un elemento importante en la búsqueda de la avant-premiére de la otra vida. Por nuestro estilo de vida tratamos
santidad y que en esa medida se participaba de la vida de los de ser signo que evoca las exigencias históricas de la presencia y de
ángeles. El cristianismo plantea otra concepción de la santidad ba- la venida del Reino y por eso mismo que las encarna.
sada en el amor al mundo, en el servicio a los hermanos, en una Lo que interesa no es que los demás al vernos se hagan una idea
presencia transformadora de nuestras relaciones con Dios, con los de cómo será su propia vida en la "otra", sino que experimenten en
hombres, con el mundo. sus luchas, en sus aspiraciones, en los esfuerzos por transformar el
No sin profunda razón el P. Congar se pregunta si finalmente lo mundo el amor que va dando contenido liberador y rostro humano
angélico es evangélico (11). a nuestras vidas; sólo así es signo de una vida otra más que de la
La vicia monacal no sólo era una vida apostólica sino que prefi-
guraba, adelantaba sobre la tierra la forma de vida futura; la signifi- (12) CARPENTIER, R.: "Siendo de orden social, la vida reli-
cación escatológica de la vida religiosa queda como concretizada en giosa establece en la tierra una " c i u d a d " que quiere adap-
las formas de vida que la castidad, la obediencia, la pobreza, la vida tarse a la vocación sobrenatural. En ella se escogen como
leyes universales el amor, la sumisión, la sujeción total a
(9) Cfr. L.J. B A T A T L L O N y J-P. JOSSUA: " L e mépris du Dios Padre, la caridad mutua, un orden orientado entera-
m o n d e " . R.S.P.T., 51 (1967), p. 27. mente hacia la bienaventuranza celeste. En el corazón mis-
(10) Cfr. BOUYER, L.: " L e sens de la vie monastique", Turrv mo de la Iglesia militante, es la anticipación de la Jerusa-
hout — París (1970); LECLERCQ, J . ; " L a vie parrarte, ién del cielo, a pesar de vivir en la tierra", en "Iniciación a
points de vue sur l'essence de l'état religieux", T u r n h o u t , la V.R. Testigos de la ciudad de Dios", p. 94.
Pan's (1958); ¡d.: " L e message des moines á notre temps",
París (1958); M O L L E , M.M. Van: " A u x origines de la vie (13) Cfr. D A N Í E L O U : "Puesto de los religiosos en la estructu-
communautaíre chrétienne, quelques equivoques détermi- ra de la Iglesia", Estudios en torno a la Constitución Con-
narttes pour l'avenir", en Supplément de la V.S., No. 88 ciliar sobre la Iglesia, obra dirigida por Gmo. Barauna, ed.
fév. (1969), 101—121, tercer y último artículo; los dos Juan Flores, Barcelona; según el autor, la vida religiosa
primeros en ¡bídem, febrero—setiembre (1968), 108—127, ¿ " p o r su desasimiento respecto a las riquezas, los placeres y
394—424. las ambiciones, hace notar que los bienes terrestres no son
los bienes últimos y vuelve las miradas hacia los bienes de
Jll) CONGAR, Y . : " L a vie religieuse dans l'Eglise seíon Vati- arriba", p. 1129.
can I I " en Vie Consacrée, 43 année, No. 2 (1971), 69 ss.
Cfr. D I D I E R , J.C.: "Angélisme ou perspectives eschatoló (14) Cfr. entre otros G O Z Z E L I N O , G.M.: " L a vita religiosa
giques? " , en Mélanges de Science Reiigieuse, 11 (1954), come segno e testimonianza", en "Per una presenza viva
25-53. dei religiosi nella Chiesa e nel m o n d o " , Elle di ci, Tormo—
Leuman, (1970), 349—390, quien llega a situar bien el
40 41
otra vida (15). No podría, pues sorprender que en la tradición y muy reciente-
Pero la vida monacal también fue comparada con la vuelta al mente haya quienes atribuyan un origen divino a la vida religiosa;
paraíso, y desde allí marcó cierta vida espiritual de los religiosos señalar que el estado religioso tenga origen divino no significa afir-
(16). En la analogía del paraíso se quiere evocar al mismo tiempo el mar obligatoriamente una superioridad de los religiosos, sino más
estado de vida en que el hombre fue creado por el amor de Dios, y bierj su carácter de mediación y de sacramento de salvación para los
el estado de vida perpetuado en el paraíso (17). demás. "Si alguien desconecta la vida religiosa de la redención, no
sólo rebaja la vida religiosa, sino que incurre en un mal mucho
problema de lo que es propio de la V.R. descartando una mayor, que es desvirtuar la redención de Jesucristo, la única reden-
serie de enfoques de la misma; al querer justificar el grado ción que existe, la única que salva a los hombres. La vida religiosa,
de "caridad superior" con el que el Concilio Vat. I I , des- como parte de la redención, es cosa que afecta a todos los fieles e,
cribe la V.R., el autor dice que aún quedando firme la incluso, a todos los hombres; porque si bien no están todos llama-
vertiginosa distancia de la vida terrena con respecto a la
vida gloriosa, la forma- de vida terrena eclesial que más se
dos a practicarla, sin embargo ninguno puede salvarse más que en
avecina a la inmediatez de la relación con Dioses precisa- virtud del único evangelio que Dios reveló y de la única redención
mente la V.R. Cfr. p. 374; en el fondo se la presenta como que envió a los hombres, de la cual la vida religiosa es inseparable"
signo con la mayor capacidad de indicar el Reino futuro (18). De allí que todo enfoque teológico que no considere el tema
ya presente en el mundo actual. Gozzelino se mantiene de la vocación divina del que la vida religiosa es una respuesta, no
estrictamente en la I mea conciliar y ve la V.R. como signo se ajustaría al Evangelio que propone un modo peculiar de seguir a
del Reino porque es una forma de vida más ajustada a la Cristo que es el modo encarnado en la vida religiosa (19).
que será la vida futura. Pero, ¿qué sabemos de la " f o r m a "
de esa vida futura? reino supraterreno de Cristo, en donde todas las cosas son
restauradas en su primitivo ser y es finalmente restableci-
(15) RONDET, M.: "Signification ecclésiologique de la vie reli- do el orden destruido por el primer pecado. Una vez más
gieuse" en Lumiére et Vie, No. 96 (1970), 150; en otra el paraíso de los orígenes es usado cual imagen del paraíso
perspectiva, hablando de la vida religiosa como manifesta- escatológicc. La locución PARADISUS C L A U S T R I y
ción visible del DON, de la gratuidad plena, G E N U Y T otras semejantes quieren significar que en los monasterios,
F.M.: "Approche philosophique de la vie religieuse", en en los eremitorios, en las cabanas de los anacoretas que
Lumiére et Vie, No. 96, T. X I X , janvier—fév. (1970), pueblan las soledades, son ya de algún modo actuales las
107—108, nos dice que "el religioso de alguna manera realidades futuras y se vive según el modejo d e j o s ánge-
anticipa la venida de ese Don por un estilo de vida que les" (hay traducción francesa: "Paradis et vie a'ngélique,
visiblemente se esfuerza por reproducir por adelantado los Le sens eschatologique de la vie chrétienne", París, 1963).
"efectos" que engendrarla la plenitud de ese Don"-
(18) B A N D E R A , A . : " A ejemplo y en representación dé Jesu-
(16) LECLERCQ, J . : " L e cloTtre est—i I un paradis? " , en: " L e
cristo, la consagración religiosa según " E v . Testificatio",
message des moines á notre temps", París, 1958, pg. 141
en CONFER, vol. XI—N39, Madrid, 1972, pg. 202. Esta-
ss.; id.: "Etudes sur le vocabulaire monastique du moyen—
mos en la I fnea de Gilberto Crispiñ que escribía a inicios
age", Roma, (Studia Anselmiana, 48), 1 9 6 1 . Cfr. la obser-
del S. X I I : "Nadie puede por lo tanto salvarse si no se
vación de R. Bultot en "Anthropologie et Spiritualité",
ajusta, en la medida de lo posible, a la vida del m o n j e " ,
R.S.P.T., T. L l , 1 (1967), p. 5, nota 7, para quien D.
citado por Tillare!, op. cit., p. 1 0 1 .
Leclercq no señala los rasgos negativos de algunos concep-
(19) B A N D E R A , A . : "¿Radicalismo evangélico o pluralismo de.
tos.
la Santidad? " , en CONFER, vol. X I , No. 38, enero-mar-
(17) COLOMBAS, G.M.: "Paraíso y vida angélica. Sentido es-
zo (1972), 22—33; artículo ortodoxo en cuanto a la doc-
catológico de la vocación cristiana", Monserrat (1958),
trina conciliar y del magisterio y polémico frente a la
246; "Si el retorno al paraíso constituye uno de los gran-
teoría del radicalismo evangélico a la que hace una serie de
des temas monásticos, no se trata en él del simple regreso
objeciones; en el fondo parece centrarse en el problema
a la condición del primer hombreólo que se quiere indicar
hermanéutico de Mt. 19¡ pjensa además el autor que la
es, más que la vuelta al jardín del edén, la entrada en el
42 43
Algunas consideraciones breves sobre el papel de la Escritura en
la reflexión teológica sobre la vida religiosa nos permitirán concluir La reflexión teológica sobre la vida religiosa queda profunda-
este acápite con la presentación de algunos principios teológicos mente cuestionada por las exigencias de la exégesis moderna, peto
vectores de la doctrina y del pensamiento de algunos autores. al mismo tiempo radicalmente.enriquecida; las consecuencias de
asumir con conciencia lúcida las interrogantes que nos plantea la
El uso de la Escritura en teología constituye un tema central en ciencia exegética no afectan sólo nuestro marco teórico de com-
la historia de la teología y en especial en la historia del dogma. La prensión de la vida religiosa, sino nuestras formas de comporta-
teología sistemática utilizó la exe'gesis como proveedora de pasajes miento, nuestras aspiraciones, nuestras formas de interiorizar cier-
confirmantes, probantes de sus afirmaciones; este proceso metodo- tos valores, es decir ciertas experiencias humanas y gestos o símbo-
lógico traduce una concepción bien precisa de la Escritura, no sólo los que decían algo a nuestra inteligencia y mucho a nuestro cora-
frente al quehacer teológico en sentido restringido, sino frente a la zón; esa exégesis más seria, por más crudamente purifícadora que
vida espiritual y a. la acción pastoral; pero expresa además con sea, es necesaria (22). Superar cierta tendencia alegorizante deca-
claridad una'etapa de la evolución y avance científico de la misma dente, cierto fundamentalismo bíblico, cierto subjetivismo, cierto
exégesis. pietismo en la interpretación de la Escritura ayudará a una mejor
El reducir la Escritura a pasajes de "apoyo" de fórmulas teológi- reflexión teológica sobre la vida religiosa (23).
cas, ha traido como consecuencia la destrucción del mismo texto y Nos es conocido el recurso que se ha hecho, a lo largo de la
el debilitamiento de la misma aserción teológica (20). En este tipo historia de la vida religiosa, de pasajes como los sumarios de los
de teología, de pastoral, de liturgia, la presencia de textos escritu- Hechos de los Apóstoles que describen la comunidad cristiana pri-
rísticos no garantizaba obligatoriamente un contenido bíblico, mitiva: no sólo para legitimar la vida en común, el discipulado, etc.,
La teología sobre la vida religiosa tampoco escapó a esta situa- sino para ver en esos pasajes la descripción histórica de la comuni-
ción, tanto más cuanto que se fundamentó siempre en la teología dad de Jerusalén de la que la vida religiosa es continuación (24).
dogmática. Quizá se le pudiera aplicar a ella lo que R. Ware dice a (22) ' L. ALONSO S C H Ó ' K E L : " ¿ E S necesaria la exégesis? " , en
propósito de cierto uso de la Escritura como norma de la teología, C O N C I L I U M , 70 (1971), hace una crítica a la exégesis
que "aun sobreabundando en .referencias textuales carece de sentido científica que califica de producto occidental, germánico
bíblico (21). y sajón, p. 470; que complica la lectura del fiel, p. 4 7 1 ,
pero que también tiene significativas aportaciones. " L a
teoría del radicalismo evangélico en fin de cuentas depen- exégesis científica, dice, tiene hoy una función crítica de
de de una preconcebida teoría sociológica que reduce el las múltiples tradiciones que han crecido un poco indisci-
pueblo de Dios al laicado. Cfr. SEVER'INÓ M". A L O N S O : plinadas y sin rendir cuentas. Por eso, no basta hoy apelar
"Origen divino-cristológico de la Vida Religiosa", en V.R., a la tradición para comprender la Escritura, porque a lo
junio (1971), p. 501—3. mejor estamos apelando a tradiciones o rutinas humanas",
(20) Cfr. DUQUOC, C H . : "Christologie", T. I, ed. du Cerf, p.475.
(1973), l , p . 9 - 1 0 . (23) M A R L E , R.: "Herméneutique et Catéchése", I.S.P.C, Pa-
(21) W A R E . R.: " L a escritura en la Teología actual", en CON- rís, (1970), p. 1 0 1 : " E l peligro de manipulación es tanto
C I L I U M , 70 (1971), p. 5 6 3 - 6 5 : " L a encíclica de Pablo más grande cuanto que uno se encuentra ante un lenguaje
V I sobre el celibato sacerdotal contiene ciento diez citas simbólico (y el lenguaje bíblico es eminentemente simbó-
bíblicas. Pero no hay en ella una reflexión bíblica como lico), cuyos términos están "sobredeterm¡nados'\ Cfr. L.
tal ni indicios de una valoración exegética. De hecho si * A L O N S O SCHÓKEL, ibid., p. 4 7 1 .
faltaran esas citas no se las echaría de menos. Contraria- (24) Para la relación entre exégesis y teología dé la vícfáTélígJó--
mente a la " D e i V e r b u m " ( n l 2 ) se atribuye a todas las sa, han sido decisivos, entre otros, los trabajos de S. LE-
citas el mismo valor especulativo y dogmático; a pesar de GASSE: "L'appel du riche, contribution a l'étude des f o n -
todo resultan insuficientes para fundamentar la necesidad dements scripturaires de l'état religieux,",.París, 1966; id.,
del celibato o siquiera para darle una base y un sentido "Les fondements évangéliques de la pauvreté religieuse"
bíblico post-factum". en Vie consacrée, 42 année, No. 5 (1970), P. 282—3; Cfr.
44 45
Algunos han querido ver en el celibato la esencia misma del La interpretación de pasajes del Nuevo Testamento en el sentido
estado religioso, el elemento constitutivo; deudores de una cierta de establecer una distinción entre consejos y preceptos a los que
interpretación de Mateo, 19,10-12 y de 1 Cor. 7,25-32. Los estu- corresponderían estados de vida, uno de perfección y otro común,
dios más recientes permiten ubicar mejor el sentido literal y el no puede más justificar una especie de doble moral; es del todo
contexto histórico de estos pasajes que por cierto no aluden explí- imposible atribuir a Jesús la intención de una doble categoría de
citamente a lo que hoy nosotros llamamos virginidad consagrada cristianos: la masa del pueblo y una élite; el discipulado no funda
por amor al reino; pero además demuestran que no es tan seguro una doble ética en el seno,del pueblo de Dios (26); las exigencias
como creíamos que en los escritos neotestamentarios se pueda uno fundamentales para la participación al reino son iguales para todos;
apoyar para justificar categorías de perfectos y de no perfectos en todos son llamados a ser perfectos, santos, consagrados, buenos
el pueblo de Dios, la vida célibe estando así ligada al camino de los (27).
perfectos, de los que siguen los consejos. Entre los autores más Si es cierto, pues, que ya no cabe hablar de texto bíblico, de
recientes, E. Schillebeeckx, T. Matura, R. Schulte, sostienen que la perícopa explícita que aluda directamente para fundamentar la vi-
castidad consagrada es el eje de la vida religiosa y/o el único conse-
jo que puede con seguridad ser reconocido en la Escritura (25). 353—375, quien echando mano de la Escritura, de la tradi-
ción, del pensamiento de S. Tomás trataba además de ae-
C A M B I E R J., op. cit., p. 26; L O Z A N O , I.E., op. cit., mostrar que hay una manera perfecta y otra imperfecta
passim; id..- "De vita apostólica apud canónicos regulares" de cumplir el precepto de la caridad; id.; " L a vida de
en Comm. pro Relig. et Miss., 52 (1971), 193—220; i d . : perfección en la Iglesia, sus líneas esenciales", Madrid
" D e vita apostólica apud ordines mendicantes", ibid. 52 (1963), passim; K. B A R T H en su "Kirchliche Dogmatik",
(1971), 3 0 1 - 3 1 3 ; H A U S H E R R , I.: "Vocatíon chrétienne T. I I I , sec. 4 — T. IV, sec. 2, llega a admitir que en base a
et vocatíon monasTique criez les Peres" en C. Colombo et la Biblia pueda justificarse una triple situación que equiva-
alíi: "La'ics et vie chrétienne parfaite", T. I, Roma (1963), le a los tres votos; fuga del mundo, celibato, obediencia.
35—115. En cuanto al balance crítico actual del uso de la (26) Aún sin establecer un doble código moral, para algunos
Escritura en la teología sobre la vida religiosa, remitimos a autores la existencia de un grupo restringido de "seguido-
los excelentes y eruditos capítulos III y IV de T I L L A R D , res-discípulos" llamados por Jesús a su misión y a ciertas
"Devant Dieu. . . " , París, (1974). exigencias no comunes a todos los creyentes, constituye
(25) Cfr. E. S C H I L L E B E E C K X : " L a mission de l'Eglise", Ed. un hecho histórico que no es permitido poner en duda;
du CEP, Bruxelles, 1969, p. 2 8 9 - 9 0 ; i d . : A u t o u r du céli- cfr. B. R I G A U X : " D i e Zwolf ¡n Geschichte und Keryg-
bat du prétre", París (1967), passim; T. M A T U R A : "Céli- m a " en "Der historische Jesús und kerygmatische Chris-
bat et communauté" París (1967), passim,- R, SCHULTE: t u s " , Berlín (1961), 4 6 8 - 4 8 6 .
" L a vida religiosa como «igno" en G. Barauna, " L a Iglesia (27) Además de las indicaciones de la nota 24, cfr. los desigua-
del Vat. H " , T. I I , Barcelona (1966), p. 1 1 1 3 - 1 1 1 4 ; V I - les trabajos de G A M B A R I , E.: "Principi evangelici e teolo-
L L A T T E , S A B I N E : "Redonner sens au célibat reli- gía della vita religiosa" en Via, Veritá e Vita, N ° 16
gieux? " , en Vie Consacrée, No. 3, mayo—junio (1971), p. (1967L 6—17; J.M. T I L L A R D : " L e projet de la "vita reli-
145; B A N D E R A : op. cit., p. 23. En una postura precisa- giosa" *dans l'ensemble du fait évangélique". Notes pro
mente contraria v«r entre otros: J.M.R. T I L L A R D : " L e manüscripto tantum, Bruxelles (1969); TURBESSI, G.:
fondement évangélique de la vie religieuse" en N.R.T., "Prefigurazioni bíbliche e fondamenti evangelici della vita
19637 916—955, en castellano: Selecciones de Teología religiosa" en "Per una presenza viva . . . " , Torino (1970),
35, vol. 9 (1970), p . ' 2 B 1 - 2 8 7 ; ÜÜR:AND',Á.-. '"Récñ'er- 182—228; ESPINEL, J.L.: "Fundamentos bíblicos de la
ches sur le sens de la vie religieuse" en Lumiere et Vie, No. vida religiosa", en Ciencia Tomista, 99 (1972) 11—71;
96 (1970), p. 65; S E B A S T I A N A G U I L A R , F.: "Origen de V A L L A U R I , E.: " L o stato religioso secondo il Nuovo
la vida religiosa" en CONFER, vol. X, No. 35 (1971), p. Testamento" en Laurentianum, 13 (1972), p. 2 6 5 - 2 9 3 ;
3 2 1 , a confrontar con su trabajo "Valoración teológica de V A N C A N G H , J.M.: "Fondement évangélique de la vie
los consejos evangélicos", «n CONFER, No. 7 (1965), religieuse" en N.R.Th. 95, (1973), 6 3 5 - 6 4 7 . -
47
46
giosa; no es posible una presentación evolutiva; se trata con esta
da religiosa; si es un hecho que por obra y gracia de la crítica rápida indicación de recordar algunos de los puntos de arranque
textual histórica se ha perdido irreversiblemente la trinchera de para explicar teológicamente la vida religiosa (30).
seguridad que nos daban algunos pasajes, hemos ganado el conjunto La distinción entre consejos y preceptos en la Escritura reforza-
de la experiencia que esos textos expresan parcialmente; el paso de ba y se apoyaba en una teología de la vida religiosa que perdura
un fundamentalismo biblicista al descubrimiento de que la intui- aún hoy en algunos autores, y que el mismo Concilio Vaticano II
ción que se desarrolla en la vida religiosa se enraiza en la dinámica no cancela claramente (31).
total del hecho y del misterio de Jesucristo: lejos de volatilizar la Ligado a esta separación con frecuencia muy rígida, entra el
inspiración carismática, profética de la vida religiosa, la renueva debate canónico-teológico sobre la vida religiosa como estado de
desde la gracia del Espíritu que habita las Escrituras y que las vida y como marcadamente distinto del estado laical y sacerdotal
desborda. La vida religiosa como experiencia del Espíritu se anida (32).
en el mensaje, se orienta permanentemente hacia él y lo epifaniza.
La única manera de tomar el Nuevo Testamento en serio, como (30) Cfr. A. RESTREPO, op. cit., quien dedica parte de su
norma teológica, como norma de vida espiritual, es asumirlo en su investigación al estudio de lo que él llama la fase teológica,
p. 860—861: "se trata de llegar a la naturaleza misma de la
totalidad; solo así es fundamento evangélico. vida evangélica, y de definir su misión eclesial. La vida
A lo largo de los siglos se ha reconocido siempre en el Nuevo religiosa es, esencialmente, un don y una participación a la
Testamento la fuente de los rasgos más salientes del programa de vida trinitaria, al misterio del amor salvffico que el Padre
vida de los religiosos; las tradiciones presentes en autores espiritua- comunica y revela por medio del Verbo encarnado y de su
les, fundadores de órdenes, de congregaciones, conforman un estilo Espíritu al Cuerpo Místico y, a través de éste, al mundo.
de lectura y de recurso a la Escritura, una exégesis espiritual que ha Gracias al sacerdocio de los fieles, el bautizado participa
puesto de manifiesto lo radical y lo total de la vocación cristiana y de la vida divina y es capaz de responder a la vocación a la
religiosa; una vez más tradición y Escritura es el problema que cual ha sido llamado: a la perfección de la caridad. Cuan-
deberá esclarecerse en cada etapa de la historia y de la teología de do ésta se interioriza en los miembros del Cuerpo Místico,
la vida religiosa. se hace visible y puede expresarse plástica y eficazmente a
través de actitudes evangélicas múltiples. Esto quiere decir
La verdad indefectible de la Biblia se sitúa más allá de la simple que, en primer lugar, la vida religiosa es fundamentalmen-
explicación literal o de las precisiones históricas, aunque para llegar te vida cristiana. 'Pero, secundariamente y dentro de la
a tal verdad se deba hacer también a través de esos esfuerzos críti- universal vocación a la santidad, ella posee una fisonomía
cos. El nivel en que se llega a la verdad de la Escritura es el de la propia. Es el f r u t o de una gracia qué no es concedida a
TOTALIDAD del testimonio escriturístico y más precisamente el todos y que se manifiesta a través de actitudes evangélicas
del acto de cumplimiento de toda la palabra en Jesucristo (28). La concretas, tanto más legibles y eficaces cuanto que son
totalidad de la Escritura nos pone en el corazón de la cristología. vividas en un estado sociológicamente bien definido en
Afirmar que la vida religiosa tiene un fundamento evangélico en la razón de su publicidad eclesial. De todo esto se siguen dos
consecuencias. Ante todo es imposible hacer teología de la
totalidad del mensaje es declarar su profundo enraizamiento cristo- vida religiosa por sí misma e independientemente de la de
lógico (29). los demás estados de la Iglesia". Buena síntesis del perío-
Finalmente, conviene enumerar algunos de los principios teoló- do anterior inmediato al Concilio, y que incluye muchos
gicos que han servido para, fundamentar la teología de la vida reli- , puntos que serían luego asumidos.
[2,8) Cfr. R. M A R L E , op. cit., p. 74, haciendo referencia a (31) Cfr. J.M.R. T I L L A R D : "Devant Dieu . . . " , p. 95—96, la
Norbert L o h f i n k : " L ' A . T . Bible du Chrétien a u j o u r d ' h u i " , nota 7 1 .
Centurión, París, (1969), 3 7 - 7 0 . (32) Cfr. J.M.R. T I L L A R D : " L a "vita religiosa" comme " é t a t "
(29) En ese sentido no compartirnos las críticas de P. G A L O T dans l'Eglise", Bruxelles, 1972, pro manuscripto, passim;
en Gregorianum 56, N ° 2 (1975), 387—388, al enfoque R. SCHULTE, op. cit, 1 1 0 1 , para quien la base es el ser
del P. Tillard, "Devant Dieu . . .".. creyente y las tareas que se asumen en el cuerpo de Cristo
48 49
El tema de la vida religiosa como estado no sólo evoca la estabi- la vida religiosa llegó a ser la teología de los estados de perfección,
lidad exigida por la opción (33), sino el sentido y alcance teológico y para F. Suárez esto significaría la obligación a "algo más peculiar
de la consagración por la profesión de los votos (34); se llegó con el y mejor", a "obrááde perfección y de supererogación" (36). El
tiempo a una concepción monolítica del estado religioso, a una magisterio de Pío XII daría aún más fuerza a esta teología de los
visión moralista; los tres votos fueron refiriéndose cada vez más a estados de perfección (37). Los esfuerzos del Concilio Vaticano II
los consejos de pobreza, castidad, y obediencia (35). La teología de por evitar establecer diferencias en el llamado a la santidad, no
configuran el estado; todo estado es algo especial, supleto-
logran supeíar desniveles y contradictorios enfoques en otros pasa»
rio al mero ser creyente; el laico no es un simple creyente; jes; de allúque se diga en la "Lkrnen Gentium", No. 44, 2 y en el
hay tres estados: laical-sacerdotal-religioso. último párrafo del No. 45 que los religiosos hacen algo más qué los
(33) STO. T O M A S : "Asf, pues, se dice hallarse uno en estado demás cristianos y que son llamafdos a una perfección superior.
de perfección, no porque tenga ya el estado de caridad > El Concilio sin embargo pondrá particular énfasis en mostrar la
perfecta, sino porque se obliga perpetuamente (sed ex hoc
quod obligat se perpetuo) y con alguna solemnidad a las glosa como estado, como opción por los consejos evangéli-
cosas que dicen relación con la perfección", en la Suma cos, como obligación por los votos de practicar la pobreza,
Teológica, I I , 2, q. 184, 4—5. Más que estado como condi- castidad y obediencia; el P.A. G E M E L L I en su precursor
ción estática, fija, hay que ligar la perspectiva de "perpe- trabajo " L e associazioni diTaice consacrati a Dió'hél moñ-
t u i d a d " a la experiencia de fidelidad que expresa no sólo d o " reaccionará recordando que la Escritura y la Tradi-
estabilidad sino iniciativa, creatividad. Cfr. "J.M.R. T l - ción ponen el acento en la totalidad de la consagración y
L L A R D : "Devant D i e u " , p. 60—61. cuestiona que la entrega se reduzca a los elementos parti-
(34) Sobre el tema de la consagración véase A . RE5TREPO, culares de pobreza, castidad y obediencia; su pensamiento
op. cit., cap. IV, además cfr. P.R. R E G A M E Y : " L a conse'- se iría abriendo camino lentamente. Cfr. KOSER, C :
cration religieuse, aujourd'hui contestée" en Suppl. Vie "Mensaje del P. General a los Franciscanos de M é j i c o " ,
Sp., no 75, Nov. 1965, p. 385 ss., breve comentario sobre 1969: "en el evangelio no hay sólo tres consejos, sino una
la doctrina del Concilio en relación a la consagración gran cantidad que podrían servir para una vida religiosa
bautismal y religiosa; pone de relieve la expresión "et divi- muy semejante a la que nosotros llamamos religiosa. Tene-
no obsequio intimius consecratur", 387—391; en la segun- mos por ejemplo éstos: sed pacíficos, sed mansos, perdo-
da parte toma un tono polémico con quienes rechazan el nad las injurias. Un Instituto con estos consejos como base,
concepto de estado religioso o que piensan que es arbitra- de su espiritualidad sería de una actualidad increíble y
rio el concepto de clausura, silencio, etc., P. 392—413; tendrfa una fuerza de atracción insuperable". Sin embargo
T R I A C C A A . M . : " L a vita di consacrazione nelle sue origi- lo que está en juego no es el número de consejo! sino la
ni sacramentarie", en "Per una presenza . . . " , Torino entrega total de sf que uno hace a través de cada uno de
(1970), 283—348, estudio bien documentado con una bi- esos consejos y de su conjunto; es lo que sugiere O.
bliografía clave sobre el tema de consagración bautismal y ROUSSEAU: " L e caractére totalitaire de la réponse a
religiosa, p. 289; B O N I , A . : " L a vita religiosa nel suo con- l'appel éVangélique dans la vie religieuse" en V A R I O S :
tenuto teologale" en Vita Consacrata, 7 (1971), 265—276; " L a liberté évangélique, París, (1965), 1 3 - 2 8 : R A N W E Z ,
id.: " N o t e storico-giuridiche sul concetto di consacrazio- E.: "Tres consejos evangélicos", ení CóncilTum, 9~ (19657»
ne n e l l a professione religiosa", ibidem, 8 (1972), p. 74—81; E. POUSSET: "L'existence húmame""éf Tes
665—682; B A N D E R A , A. " A ejemplo y en representación ' voeux de religión" en V.C. 41 (1969), 66—72; J . M .
de Jesucristo, la consagración religiosa según Evangélica H E N N A U X : "Voeu et promesse, supprimer les voeux
Testificatio", CONFER, vol. XI—n° 39 (1972), 179—204; temporaires? " en V.C. 44 (1972), 3 - 3 3 .
BEYER, Y . : " E l nuevo derecho de los religiosos, un pro-
yecto original y abierto" en Concilium 97, (1975), p. 102. (36) Cfr. F. S U A R E Z : " D e Religione", Tr. V i l , en O P E R A
O M N I A X V , Paris, 1859, passim.
(35) Cfr. T I L L A R D , op. cit., cap. V, p. 3 5 3 - 3 9 7 ; el canon 487 (37) Cfr. B E R T E T T O , D.: " L a vita religiosa nel magisterio d i
del D.C. sintetiza una concepción teológica de la vida reli- Pió X I I " , Alba (1960), passim.
50 51
relación de la consagración religiosa con la consagración bautismal, bien reciente, ponga de relieve la dimensión de renuncia, de abnega-
insistiendo en que no se trata de una consagración añadida, supe- ción, de ascesis que la consagración y profesión de los consejos
rior. Con esto sale al encuentro de toda una tradición patrística y conllevan. Ya el.P. Cotel insistía en que la renuncia es condición
medieval que elaboró alrededor de la profesión monástica una teo- inseparable del don de sí mismo a Dios (41).
logía del segundo bautismo para los religiosos (38). En la historia de la vida religiosa no faltaron quienes tendieran a
Más aún, la eclesiología del Concilio constituye un núcleo trans- hacer de la renuncia y de la ascesis el sentido y la naturaleza misma
cendental para la teología de la vida religiosa; el concepto de pue- de la consagración a Dios, la esencia de los consejos (42). El P.K.
blo de Dios, de signo de salvación, de servidora del mundo abre un Rahner se esforzará por dar una interpretación teológica a la abne-
nuevo camino para reelaborar la experiencia de vida religiosa; la gación como esencia de los consejos evangélicos que no es algo
dimensión escatológica, carismática, profética y pascual de la Igle- meramente negativo. "El hecho de renunciar a bienes materiales, a
sia son otros tantos elementos teológicos que permiten renovar el bienes del cuerpo y a la libre disposición de sí no constituye una
enfoque espiritual y pastoral de la vida religiosa. simple omisión. Por el hecho mismo de tener que "hacer" estas
Hasta entonces era frecuente encontrar cómo alrededor de algu- renuncias, se comprende que este acto: es también positivo. Por
nos principios dogmáticos se desarrollaba la explicaciójft del sentido otra parte, el vacío producido por las renuncias crea, inevitable y
de la vida religiosa. Así por ejemplo, el dogma de la Trinidad ocupa legítimamente, otras actitudes que representan, asimismo, una ob-
un lugar central en la obra de R. Carperitier (39); .es a través de la jetivación de la fe que ama. Precisamente por esto se opta por la
filiación adoptiva en Cristo que se participa de ese misterio y la abnegación. De ahí que positivamente los consejos sean una objeti-
perfección consistirá en vivir más íntimamente de él; también en vación y una manifestación de la fe en la gracia de Dios que tras-
i: Beyer el fundamento trinitario es punto'de partida (40). lis evi ciende al mundo, y que no se dan en cuanto tales, de otra forma.
dente que el misterio de Cristo y las exigencias de su seguimiento Aunque el conjunto de su reflexión, nos parece, gira más en torno a
transitan como hilo conductor en la tradición teológica sobre la la renuncia que a la sequela Christi (43), el P. Rahner reencuentra a
vida religiosa. Una eclesiología de los carismas tenderá a dar cierta
hegemonía al tema del Espíritu Santo y de sus dones en la refle- (41) Cfr. P. C O I E L : "Catéchisme des v o e u x " y luego en "Les
xión teológica más reciente; la pneumatología es un esfuerzo de principes de la vie religieuse" (Cotel-E. Jombart), donde se
comprensión del misterio cristológico y trinitario desde la vida y el nota el acento puesto en el carácter ascético de los votos
quehacer del Espíritu en el mundo, en la historia de los hombres, como instrumento de perfección y como condición para la
entrega a Dios.
en la comunidad de creyentes. (42) Cfr. V A N M O L L E , M.M.i op. cit., p. 1 0 5 - 1 2 1 , el tercer
Al explicar y dar sentido a la entrega incondicional a Dios, estos equfvoco en la comunidad pacomíana será la antítesis
ejes doctrinales han dado ocasión a que la reflexión teológica, tam- paulina carne-espíritu interpretada en el contexto platóni-
co de cuerpo-alma. Esto llevaría al ascetismo de matar el
cuerpo para que triunfe el alma. Cuando en el N.T. se
(38) Y . C O N G A R : op. cit., p. 8 0 - - 8 1 . habla de ayunos, vigilias, mortificación, se trata de las
(39) Cfr. CARPENTIER, R.: "Témoins de la Cité de D i e u " , consecuencias del trabajo apostólico y no de prácticas li-
Paris (1958), passim; el autor ha profundizado y enrique- beradoras, ver: DENIS, A . M . : "Ascese et vie chrétienne,
cido la visión en sus escritos post concil|ares. éléments concernant la vie religieuse dans le N.T." en Rev.
Cfr. BÉYER, J., op. cit.: " L o esencial en toda vtda consa-" Sciences Phil. Théol, (1963), 606—618.
grada es la consagración de la vida a Dios y a los hombres (43} K. R A H N E R : "Sobre los consejos evangélicos", en Escri-
en unión a la oblación eucarística de Cristo a su Padre por tos de Teología V i l , Madrid, (1969) p. 458, Nota 28; id.:
la salvación del m u n d o " ; para el autor el fundamentó " t r i n i - "Sobre la Teología de la abnegación", escrito en 1953,
tario de la vida apostólica se complementa'con un vivó Escritos de Teología I I I , Madrid (1961), p. 61—71, señala
sentido de la acción y de la oración y en la búsqueda de que el sentido ú l t i m o de Ja abnegación tiene que ser deter-
una adaptación a las actuales exigencias del mundo y de la minado desde el amor y que la renuncia a un valor positi-
Iglesia, lo que postula una pluralidad de carismas. vo sería absurda si se hiciera por la renuncia misma ya que
52 53
partir de la abnegación cristiana dos perspectivas teológicas que la aceptación de Dios en nuestra vida; evidentemente que las cosas
serán centrales en el futuro de la reflexión sobre la vida religiosa: la que digan relación más directa con Dios, aquellas que se suele
Iglesia como signo y la estructura escatológica del amor que consti- llamar como verticales por apuntar a lo alto tendrán un valor abso-
tuye su vida interior y su mensaje (44). luto, y las demás, aquellas que marquen la funcionalidad histórica,
En síntesis, la preocupación por fundamentar la vida religiosa en social, sólo serán'consideradas como relativas.
la escritura y en la teología dogmática traduce la viva intuición de
que se trata de una vida ajustada a las exigencias del Señor en el Se trata por lo tanto de "radicalizar" aquellas cosas, gestos,
Evangelio, y de una existencia que se alimenta de los misterios de actitudes, que hacen saltar con mayor exigencia lo absoluto dei
nuestra fe. Si es cierto que el avance de la exégesis y de la teología nuestra fe que es Dios, lo absoluto de nuestro proyecto de vida que
cambian el panorama, queda en pie que toda nueva comprensión de es el Señor.
la vida religiosa no podía ser auténticamente nueva sino en la medi- Quizá por contraste se deslice una concepción peyorativa de lo
da que nos ayude a centrar nuestra vida en el Evangelio total, en relativo frente a lo absoluto; no se trata tanto, en tal caso, de algo
Jesús, y en la medida que las verdades centrales de nuestra fe, no que dice "relación a", cuanto de algo a lo que le estamos quitando
tanto como doctrina encajonada en fórmulas dogmáticas sino como ;onsistencia, densidad.
experiencia viva de los que luchan y creen en el Señor, inspiren
nuestra vida y encuentren en ella concreción. Un esquema así nos aparece como cercano al de exterior e inte-
Doble es la preocupación que el énfasis puesto en la condición rior, y como una reformulación de la distinción de planos (45); no
de estado de perfección pone de manifiesto: esta doble preocupa- se trata de negar el carácter absoluto del amor del Padre, vale decir,
ción no sólo nos interpela hoy con. fuerza sino que nos exige man* que es lo fundamental, lo final que da sentido a nuestra vida de
tenerla creativamente: se trata de la fidelidad a nuestra entrega a lyer, de hoy y de mañana; pero tampoco quisiéramos negar el
Dios, sin vuelta atrás, y de nuestra vocación a ser santos; ahí radica ;arácter decisivo de las mediaciones históricas en las que se realiza
nuestra eficacia, ahí reposa nuestro aporte hoy como ayer. ese amor, en las que se vive ya del Absoluto (46). La teología;
escatológica de la esperanza como la política, al hablar de reserva
2° Radicalizar y Relativizar desde el Absoluto.— crítica para impedir que los procesos sociales se erijan como absolu-
tos, tienden a reforzar la distinción absoluto y relativo, y sugieren
Desde este enfoque podemos descubrir la preocupación de dar que de lo que se trata es de radicalizar aquello que nos conecta a lo*
todo su peso a Dios visto como el Absoluto en el proyecto de vida absoluto.
religiosa; la categoría de lo absoluto referida a Dios adquiere tai En la reflexión sobre la vida religiosa encontramos como una
contenido que toda otra realidad no puede ser sino relativa; este nueva manera de expresar el seguimiento de Cristo cuando se la ha
enfoque -señala el horizonte escatológico, transhistórico de la fe, de definido como vida radicalmente evangélica, o vivir la radicalidad
del bautismo, o cuando por ser una opción de fe se la entendió
eso es ontológicamente imposible y éticamente (como in- como vidaen referencia exclusiva al Absoluto.
tento) perverso; Cfr. en esta misma línea A. C O L O R A D O : Ei religioso es un apasionado por el Absoluto (47), y por eso^
" L o s consejos evangélicos a la luz de la teología actual",
tesis doctoral, Lux Mundi 13, Salamanca (1968); H A N S (45f Cfr. J. C O M B L I N : "Libertad y Liberación", en Conci-
URS V O N B A L T H A S A R : "Una vie livrée a D i e u " , en Vie lium. 96 (1974), p . 3 9 4 .
Consacrée, n ° 1 (1971), p. 5—23 hace de la disponibilidad (46) Cfr. J.L. SEGUNDO: "Capitalismo-Socialismo . . . " , ibi-
total el núcleo para reinterpretar la vida según los conse- dem, p . 4 0 5 , 408—409.
jos. Sin hacer de la renuncia la esencia de los consejos, ver (47) En esta línea citamos por ejemplo a G E N U Y T , F.M., o p .
Y. C O N G A R , op. cit., p. 74. cit., p, 105: " , . . el religioso sabe mejor que nadie que no
(44) K. R A H N E R : op. cit., p. 69. pretende ninguna superioridad moral, ni perfección espe-
54 55
llega a ser un especialista de Dios y de los asuntos religiosos (48); lo
ras establece en base a este empeño de radicalizar aquello que en el
esencial del proyecto está en la referencia típica a Dios, un "a causa
evangelio aparece como exigencia fuerte aunque ocasional muchas
de Dios" especial (49). La centralidad de la fe en la vida cristiana y
veces, y no para todos, la especificidad de los religiosos. Dos notas
en el proyecto de vida religiosa está a la base de la radicalidad con
en este radicalismo; se trata de algo que no es por igual generaliza-
la que se pretende vivir en forma absoluta la vocación bautismal
ble a todos; y que no rige sino en situaciones limite cara a la
•:(50); de lo que se trata es de 'vivir centrados en lo absoluto del
salvación; en la vida religiosa se inscribe uno entre aquellos que por'
Reino para que quienes viven alrededor de otras preocupaciones no
un don especial sienten que son llamados a las exigencias más radi-
¡olviden ni apaguen la presencia del Reino entre los hombres (51).
cales y luego se hace proyecto ordinario y cotidiano aquello que
'Con profunda razón el P. Tillard nos invita a ponernos esta pregun-
tendría sólo carácter ocasional o extraordinario. El resultado de
ta: ¿es la vida religiosa significativa de la fe? (52). Hablar de
este intento es lo que otros llaman una respuesta lo más total,
¡absoluto, de radicalidad es hacer de la fe el eje sobre el que reposa
absoluta y exclusiva que seaposible (55).
todo intento de comprensión de lo que es la vida religiosa.
La doctrina del radicalismo evangélico como perspectiva para En la dinámica misma de la radicalización desde el Absoluto,
ubicar la vida religiosa ha sido materia de algunas reacciones que está implicada una relativización de otros aspectos.
permiten quizá situarla mejor (53). El radicalismo evangébeotrata, Desgraciadamente, en nombre de la inminencia del Reino se han
"relativizado" las exigencias históricas del mismo, en la tradición
nos parece, de superar una división rígida entre consejos y precep-
vemos con frecuencia esta tendencia escatologista que vacía de
tos (54), y recuperar así otros acentos del mensaje; de todas mane-
contenido y significación histórico-social el mensaje; en la teología
cial; simplemente éi es o t r o , es un apasionado del Absolu- de la vida religiosa aún está presente con todas las consecuencias
to. Su función es manifestar por un apego exclusivo c i;. que esta concepción del Reino trae consigo: huida del mundo co-
transcendencia la dimensión religiosa inscrita en el cora- mo evasión de responsabilidades sociales, apoliticismo, ascetismo,
zón del h o m b r e " .
(48) Eso de hacer de los religiosos los profesionales de las cosas
etc. En este sentido relativizar desde los valores del Reino es como
de Dios, una especie de iniciados y prácticos, a muchos ya quitarle a la creación, a la transformación del mundo y de la histo-
no les sonríe como perspectiva para entender su vocación. ria su carácter de mediación y lugar de realización inicial de esos
Cfr. Roger von A L L E N : "Religious life and Christian Vo- valores (56).
c a t i o n " , en (Cross Currents), X X I I , 2 {1972), p. 177.
(49) Cfr. T I L L A R D , J.M.R., "Devant Dieu . . . " , p. 6 8 - 6 9 . (1975), 441—446; aunque no vemos claramente su postu-
ra para entender la diferencia entre consejos y preceptos,
(50) Así T I L L A R D en " L e fondement évangélique de la vie
el autor reacciona contra todo intento de hacer del radica-
religieuse", N. R. T h . 91 (1969), 916—955, parece poner
lismo una exclusividad de los religiosos y no acepta que a
el acento en lo que él considera "la llamada al radicalismo
implicada en la experiencia de fe estrictamente t a l " . Lue- los laicos se les exija lo mismo que a éstos.
go añade que hay una " f o r m a absoluta de vivir la vocación (55) Cfr. CONGAR, Y.: " L a vie religieuse dans l'Eglise selon
común". Vatican I I " , en Vie Consacrée, 2 (1971), 66, 79, 8 1 .
(51) Cfr. P. J A C Q U E M O N T , "B.ulletin . . .", op. c i t , p. 564. (56) En un enfoque mas bien conciliar A U B R Y J. "Teología
della vita religiosa", Torino (1969), piensa que la consa-
(52) T I L L A R D , "Devant Dieu . . . " , p. 53.
' gración da al religioso una relación con su Dios no ya a
(53) Asi B A N D E R A , A., en "¿Radicalismo evangélico o para- través dy lo profano, sino directamente, al servicio inme-
lismo de la santidad? " , op. cit., p . 3 4 , quien estima que diato de su Reino (p. 31); el religioso "se aleja de las
esta doctrina se concilia difícilmente con avances socioló- condiciones ordinarias de vida de sus hermanos", p. 17, y
gicos ya adquiridos y consolidados. renuncia a participar directamente en el desarrollo econó-
(54) Ver al respecto G A L O T : " L e fondement évangélique du mico y ejercitar una función de iniciativa política, y todo
voeu religieux de pauvreté", en Gregorianum, 56, 3 esto por amor al Reino. Cfr. además R A F F I N , P.: "Resur-
56 57

En síntesis, el enfoque que parte del Absoluto para comprender la vida religiosa. El Concilio tiende a moverse en esta segunda pers-
la vida religiosa expresa la preocupación por recordarnos que el pectiva, influido por la teología existencial de corte europeo, aun-
Señor, que su amor es la razón última y por lo tanto permanente y que da pie por su enfoque global a mantener rígida la distinción ser
operante en cada instante de nuestra vida, de nuestro seguimiento y actuar que en la vida espiritual y religiosa sigue teniendo éxito
de Cristo. El hacer del radicalismo evangélico una acentuación fuer- (58).
te de las exigencias del Reino vividas en lo que hoy llámanos vida Con razón se ve por lo menos como peligroso el ponerse a hablar
religiosa, no debiera hacernos olvidar que lo radical de la Buena de la "naturaleza" de la vida religiosa, cuando ésta es fundamental-
Nueva reside en anunciar que el Reino está en medio de nosotros mente un hecho histórico (59). Pero también hay quienes como
porque los pobres, los oprimidos, los cautivos son liberados; desde Tillard piensan, y con acierto, que la hora de estar buscando el
esta opción radical insoslayable el llamado radicalismo evita cierto elemento específico de la vida religiosa ya se acabó y que lo que
"espiritualismo" *y cierto elitismo cualitativo. Lo radical es hacer existe no es tanto el religioso como tal, ut sic, sino un proyecto
que el Reino crezca entre los hombres y que los nuevos cielos y la suficientemente amplio, abierto a innumerables posibilidades de
nueva tierra sean su concreción histórica; no vemos que esta pers- expresión concreta y que el Espíritu inspira a cristianos deseosos de
pectiva esté presente en los teólogos del radicalismo evangélico ni ser fieles al Evangelio (60).
en sus impugnadores, quienes los atacan sin alterar absolutamente Decir proyecto es sugerir algo no acabado, sino más bien el
la perspectiva que con ellos tienen en común (57). esfuerzo de concreción de algo que se va haciendo. Nos parece feliz
La preocupación por responder a la fe y porque la vida religiosa el enfoque que hace de la vida religiosa un proyecto; encontramos
sea una experiencia centrada en Dios y una proclamación existen- allí el dinamismo con el que desarrolla su acción el Espíritu y al
cial del mismo responde quizá al contexto no creyente y ateo de las mismo tiempo la responsabilidad creativa de quienes acogen ese
sociedades opulentas. Ln nuestra realidad continental sentimos que don.
si esa referencia al Absoluto no pasa por las condiciones reales de En referencia más directa a Tillard que ha trabajado últimamen-
vida de las masas despose/das para cambiarlas y transfonnarlas, la te este enfoque, quisiéramos brevemente anotar alguna considera-
radicalidad eva:ibélica no supera una ascesis poco entusiasmante ción; encontramos valiosas aportaciones y compartimos su preocu-
hoy para gente ya desnutrida y golpeada por la necesidad. pación medular; cómo ser hoy testigos del amor insondable del

3 o Hacia un Proyecto de Vida.— . (58) Cfr. por ejemplo GALI-LEA, S., " A los pobres. . . " , o p .
cit., p. 84. Los esfuerzos por presentar la consagración-mi-
Después de una preocupación por definir los elementos esencia- sión tienden a mitigar una relación que por rígida es final-
mente dualista.
les de la vida religiosa, lo constitutivo del religioso, aquello que le
(59) Cfr. A Y E L , V., op. cit., p. 7, 33: "Quiero que se hable de
es específico, se abre paso un enfoque menos polarizado en defini- la naturaleza de la vida religiosa a condición de que por
ciones rigurosas y más sensible a describir en términos funcionales ella se entienda una acción y no una idea abstracta. Esto
no quiere decir que haya de alentarse el "subjetivismo" en
gimientos espirituales y renovación de la V . R . " , Conci- la definición de la vida religiosa. Hay una objetividad en la
lium, 89, p . 4 3 8 . vida religiosa que es de orden existencial: el hecho del
misterio de Cristo, el hecho de la historia de la vida religio-
(57) Cfr. T I L L A R D , J.M.R., "Devant Dieu . . . " , passim; SE- sa . . . " . Ver además D U R A N D , A-, o p . cit., p. 65: insiste
B A S T I A N , F.: "Origen de la vida religiosa", p.327—8; en que más que definiciones, lo que se busca es reencon-l
por otro lado B A N D E R A , A., o p . cit., passim; G A L O T , J., trar la significación profunda.
op. cit., passim. (60) T I L L A R D , J.M.R., o p . cit., p. 1 2 - 1 3 y 6 1 - 6 2 .
59
58
Padre para todos los hombres de nuestro mundo. Desde la perspec- En síntesis, este capítulo recoge muy sumariamente algunos de
tiva que hemos escogido somos sin embargo sensibles a ciertos los enfoques y preocupaciones en torno a la vida religiosa. Gracias
aspectos del enfoque de Tillard y que, a nuestro juicio, son objeta- al Concilio la tendencia a hacer de la renovación un esfuerzo de
bles. respuesta al mundo y al hombre contemporáneo ha ganado terreno
Nos parece que el diagnóstico social inicial se mantiene como no sin dificultades. Sin embargo, aun en los enfoques más avanza-
exterior al proyecto mismo, y en todo caso no se presenta la rela- dos, sentimos que el horizonte de ese mundo no es el de los sectores
ción al mundo haciendo de éste la mediación histórico-social del marginados, el de los pueblos oprimidos y el de las razas discrimina-
"por Dios". Aunque se afirma que ambas referencias son insepara- das. Pensamos que sólo desde esta preocupación tienen sentido
bles (61), no se ve clara la relación. nuestros esfuerzos por ser signos proféticos del reino, anunciado-
Vemos acertada la insistencia en hacer de la fuga del mundo una res con nuestra vida de la Buena Nueva para el mundo; el cambio
entrada en el mundo. Sin embargo una visión no-dialéctica de la radical de perspectiva nos abre asía otro enfoque teológico y de
historia y-un análisis no estructural de la sociedad hacen que la vida espiritual.
relación al mundo sobre la que acertadamente se insiste, no pase de Desde esta perspectiva creemos que la teología de la vida religio-
ser una generalidad politicamente no significativa. Creemos que sa debe ser reelaborada en nuestro continente.
esto afecta seriamente y priva de contenido histórico una presenta-
ción de la vida religiosa como profecía, como signo profético, y
que por lo tanto hace poco creíble a los hombres el "delante de
Dios" de nuestro proyecto de vida.
El marco histórico de referencia global queda incuestionado; de
allí que hacer de la vida religiosa una respuesta a la búsqueda de
sentido del hombre contemporáneo no tenga viabilidad; no cree-
mos que haya respuesta en perspectiva universal, colectiva, sin pa-
sar por la conciencia del no-sentido del orden establecido de las
sociedades desde las que escribe el autor, y por el esfuerzo de
construir una alternativa histórica. El rostro que la vida religiosa
debe, tener es el rostro de los miserables y hambrientos del mundo
que denuncian la irracionalidad de la explotación y de la injusticia
a escala mundial (62).
Para que la perspectiva de proyecto sea realmente significativa
de su referencia a Dios en el hoy de nuestros pueblos, deberá, a
nuestro parecer, vivirse y expresarse en el corazón mismo del pro-
yecto de liberación de los pobres, donde tiene raíces históricas
««estí* referencia al mundo como religiosos.
(61) Ibidem, p. 444.
(62) toidem, p. 416 ss.; 4 4 5 ; "libres de los atractivos He un
mundo por el que pasan libremente, esto es lo que deben
ser ios religiosos de h o y " , p. 4 2 8 ; y si ese mundo es de
injusticia y explotación, ¿se puede pasar no más?
61

CAPITULO TERCERO

VIDA RELIGIOSA =
REFLEXIÓN DESDE AMERICA
LATINA

Se trata fundamentalmente de presentar la reflexión post-conci-


liar que en el Continente se ha venido haciendo en torno a las
experiencias de vida religiosa. La década de Medellín se presenta
como un período sumamente rico en la vida de la Iglesia latinoame-
ricana y en los esfuerzos de reflexión teológica. A todo esto ha
contribuido también el aporte de no pocos religiosos (1). Poro
sobre todo, este vasto movimiento de vida cristiana, de experiencia
espiritual, de acción liberadora que se inscribe en la corriente de
Medellín, marca definitivamente la vida y la reflexión de los religio-
sos latinoamericanos.
Ayer como hoy, los religiosos forman parte vital de la historia
de nuestra Iglesia continental; en períodos anteriores así como en
el presente, los religiosos y las religiosas representan un alto porcen-
taje de las fuerzas activas de la comunidad cristiana latinoamericana
i&
(1) G. G U T I É R R E Z en "Teología de la Liberación", ed. Cep,
1971, p. 132, menciona la presencia de religiosos en el
aporte al compromiso de la Iglesia en el proceso de libera-
ción, ver nota 14, además.
(2) CECILIO DE L O R A y equipo op. c i t , passim.
62 63
Quisiéramos brevemente destacar las preocupaciones y los ejes
centrales de la reflexión teológica sobre la vida religiosa latinoame- con mayor claridad la opción por los oprimidos y por la liberación
ricana; la teología de la vida religiosa forma una sola cosa y expresa no muy explícita en todos los textos que señalamos(6); es lo que
en forma parcial el quehacer y la búsqueda de infinidad de grupos, se siente en las líneas que reproducimos y que traducen sin embargo
de comunidades de base, de sectores de Iglesia; ahí los religiosos y toda la disponibilidad, generosidad y calor humano con el que las
religiosas, cada vez más numerosos, juegan su propia vida, redefinen CTtounidades religiosas quieren servir al Continente. " . . . Súmase a
sus opciones, dan historicidad a su entrega al Señor. estas exigencias la no menos forzosa de nuestro arraigo en la vida e
Ya en 1965 la Confederación Latinoamericana de Religiosos historia de los pueblos de América, ya aun desde la gestación de su
(CLAR) había iniciado un estudio a fondo sobre la vida religiosa en descubrimiento. El cordón franciscano, en efecto, anudó tan ínti-
América Latina, a la luz del concilio y de las circunstancias pastora- ma e indisolublemente a los hijos de San Francisco con el destino y
les de nuestros países; a fines de 1966 la directiva aprobaría el el desarrollo de este continente, que constituye para nosotros un
documento sobre la "Renovación y adaptación de la vida religiosa deber ineludible continuar a su servicio de una manera actualizada
en América Latina y su proyección apostólica" (3) que marcaría el y eficaz, manteniéndonos adaptados a su idiosincrasia y a sus con-
inicio de una serie de trabajos realmente valiosos para la vida y diciones presentes y concretas, corriendo la misma suerte de estos
acción de los religiosos latinoamericanos. pueblos, .sufriendo sus mismas vicisitudes, alimentando sus mismas
Bajo el impulso conciliar y en vísperas de Medellín, numerosas esperanzas de progreso y colaborando, en la medida de nuestras
familias religiosas se habían reunido a nivel continental para evaluar fuerzas y por todos los medios a nuestro alcance, para la construc-
su vida y presencia, y para redefinir su aporte a la luz de las exigen- ción humana y cristiana de su porvenir" (7).
cias del Continente (4). En todas aparece la preocupación por res-
ponder a las interpelaciones de la realidad latinoamericana, lo que 1. La Vida Religiosa en Medellín.
exige conocer esa realidad; por asumir las tareas que más se ajustan
a los propios carismas y revisar las obras existentes (5); por renovar Los resultados de la Segunda Conferencia General del Episcopa-
la fidelidad al Señor. Evidentemente que el aporte de las conclusio- do Latinoamericano son fruto de largos y silenciosos años de bús-
nes de Medellín daría una serie ue nuevos elementos y marcaría queda, de ensayos, de fracasos y de logros de cantidad de cristianos
sinceramente comprometidos con el continente y vivamente cons-
(3) C.L.A.R. n ° 1, México, diciembre 1966, 3 ed., Bogotá cientes de su fe en el Señor Jesús y su pertenencia a la Iglesia (8).
(1969), pag. 3 2 - 3 9 .
(4) Así tenemos: Encuentro de Provinciales y Vicarios D o m i - (6) Cfr. Carta de los Superiores Prov. de la C. de Jesús que
nicos de A. del Sur, Buenos Aires, julio 1968; Primer En- trabajan en A . L . , Mayo de 1968, en C L A R n ° 8, p. 70 ss:
cuentro Franciscano de A . L . , Bogotá, agosto 1968; Terce- " E l problema social de A . L . es el problema del hombre
ra Conferencia Latinoamericana de Provinciales de los mismo. La época que vivimos en A . L . es un momento de
Hermanos de las Escuelas Cristianas, Bogotá, agosto 1968; la historia de salvación. Por eso nos proponemos dar a este
Carta de los Superiores Provinciales de la Compañía de problema una prioridad absoluta en nuestra estrategia
Jesús que trabajan en A . L . , Rio de Janeiro, Mayo 1968; apostólica. Más aún, queremos concebir la totalidad de
Conclusiones del Primer Encuentro Latinoamericano de nuestro apostolado en función de este problema . . . En
Inspectores Salesianos, Caracas, Mayo 1969. Estos docu- toda nuestra acción, nuestra meta debe ser la liberación
mentos, excepto el de los dominicos, aparecen en C L A R , ^ del hombre de cualquier forma de servidumbre que lo
n ° 8, Bogotá, 1969, 98, que sí incluye las conclusiones del oprima . . . nos proponemos, primero, desplazar una parte
encuentro de provinciales y vicarios dominicos de A . del de nuestras fuerzas apostólicas hacia la masa innumerable
Sur de La Paz, j u l i o 1969. y creciente de los abandonados".
(5) Los Hermanos de las Escuelas Cristianas y Salesianos, por (7) Primer Encuentro Franciscano de A . L . , Bogotá, 196í¿, ed.
ejemplo, ponen el acento en la acción juvenil, popular y 1969, p. 15—16, retomado en CLAR, n ° 8, p. 23.
pedagógica, cfr. ¡bidem p. 47—52 y 96—98. (8) G. G U T I É R R E Z : o p . cit., cap. V i l ; P A R A D A , H . : "Hace
cinco a ñ o s . . . en M e d e l l í n " , en: " M e d e l l í n ; cinco años
64 65

Medellín, pues, no cae como por encanto desde los cielos; el dad; quienes sufren con mayor fuerza los estragos de una sociedad
Concilio Vaticano II y las luchas revolucionarias de pueblos sacudi- dependiente y dominada son los pobres, es decir las mayorías de
dos por la injusticia que genera la violencia y que expresa una nuestros pueblos; el pueblo estigmatizado por todas las formas de
realidad inhumana, son el telón de fondo sobre el que madura la pobreza es un pueblo mayoritariamente creyente. No es posible
conciencia de la comunidad cristiana (9). anunciar el Evangelio de espaldas a la situación de explotación; la
Tres son las ideas-fuerza, las experiencias sentidas, que sintetizan' Iglesia no puede ser solidaria de los pobres sino bajo el signo de un
las preocupaciones centrales de Medellín: justicia, evangelización del compromiso eficaz por cancelar la injusticia; los cristianos reafir-
pueblo, pobreza (10). Estos tres, temas configuran una única reali- man así su convicción que el anuncio de un evangelio liberador,
desde una opción por los pobres, es un aporte en la construcción de
después sigue el desafío", ISAL, Cuadernos de Estudio una sociedad justa y fraterna. Aquí late el corazón de Medellín; de
nO 5, Santiago, 1973; se trata de una síntesis en ocho aquí brotan las exigencias históricas más concretas para la renova-
páginas de un estudio de 200 pgs; S I L V A , S.: " L a Iglesia ción espiritual de la comunidad.
Latinoamericana entre la tecnocracia y la liberación. Su
opción política, de Mar del Plata a M e d e l l í n " , ibidem; Cf. Medellín no significa sólo una preocupación en general por el
el trabajo de LÓPEZ, L Í B E R I O : "Medellín, nueva imagen Continente, sino un esfuerzo de análisis e interpretación de la reali-
de la Iglesia Latinoamericana" tesis doctoral, Paris, 1973, dad latinoamericana; aquí se inaugura un estilo de reflexión teoló-
460 pgs. a mimeo con una documentación muy completa. gica que incorpora más francamente los aportes de las ciencias
(9) G. G U T I É R R E Z , Prólogo a "Signos de Renovación", L i - sociales. Ya desde la preparación, al diagnóstico de la realidad se
ma, 1969, hace una excelente síntesis e interpretación del añadía un esfuerzo de profundizar teológicamente temas como el
proceso que vive la iglesia Latinoamericana; PAG INAS pa- de salvación, misión de la Iglesia (11). La vida de nuestras comuni-
ra una ACCIÓN S O L I D A R I A , n ° 34—35, dedicado a con- dades cristianas en lo que va de Medellín a nuestros días nos ha
memdrar los cinco años de Medellín, ed. CEP, Lima permitido ubicar mejor los aportes y las limitaciones del análisis
(1973), p. 1—27; E. DUSSEL: "Sentido teológico de lo social y de la perspectiva teológica; la praxis de cristianos realmente
acontecido desde 1962 en A . L . " en Nuevo Mundo, T, 1 comprometidos son la exégesis concreta de Medellín y el lugar de
(1971), n ° 2, p. 187—204, el A . afirma haber superado la
interpretación que él hiciera años atrás; ver además el ar-
continuidad y avance (12).
tículo un tanto desordenado de R. A V I L A : " L a teología Para nosotros Medellín representaba un esfuerzo por repensar el
de la liberación y los cristianos revolucionarios de A . L . " , Concilio desde los acentos de nuestra realidad continental y por
bosquejo de algunos de sus antecedentes, en ISAL, Santia- ubicarnos en ella a la luz de las perspectivas conciliares. El "Men-
go, 1973, Cuadernos de Estudio nP 5. saje a los pueblos de América Latina" y la Introducción señalan ya
(10) G. G U T I É R R E Z : "De lá Iglesia colonial a M e d e l l í n " en los rasgos fundamentales de la hora actual y nuestro aporte como
Víspera, 16 (1970), p. 3—8. Además cabe señalar cómo el ' Iglesia; el documento sobre la Paz nos presenta la situación latinoa-
Episcopado Peruano ha dedicado sucesivamente tres asam- mericana con mayor precisión: marginalidad, clases sociales desi-
bleas generales al estudio de esos temas: enero 1969: Con- guales, frustraciones crecientes, toma de conciencia de los oprimi-
clusiones de la X X X V I A.E.P., en "Signos de Renova-
c i ó n " , p. 255ss; agosto 1 9 7 1 : "Justicia en el M u n d o " , en
"Signos de Liberación", Cep, 1973, p. 178—185; enero de (11) Documento de Trabajo para la Segunda Conf. Generaí del
1973: "Evangelización", ed. Paulinas; sobre el documento Episc. Latinoamericano,' en "Signos de Renovación", p.
ver: Mons. G. S C H M I T Z : " E n torno al Dcto. "Evangeliza- 193-215.
ción:,algunas líneas pastorales de ta Conf. Ep. Peruana", (12) Cfr. R. V I D A L E S , op. cit., passim; PAG IN AS, n ° 3 4 - 3 5 ,
Lima, (1973), 32 ps.; "Evangelización, comentarios y no- p. 8—11—26—27: "Iglesia y realidad social latinoamerica-
r5 tas 7 ', Lima, Ed., Cep ( I 9 7 3 J , 58 ps.; SCANTMOÑE, J.C.: na en M e d e l l í n " ; J. C O M B L I N : "Medellín, problema de
" S i t u a c i ó n de la problemática' fe-política entre noso- interpretación", ISAL, Cuadernos de Est. n ° 5, Santiago
t r o s " , Bs. As. (1973), ed. Guadalupe, en especial p. (1973); M E J I A , J O R G E : "Valor de los Documentos de
28-46. M e d e l l í n " en T E O L O G Í A , 7, 1 5 - 1 6 (1969), 182—188.
66 67

dos, tensiones internacionales, neocoloriialismo externo, nacionalis- llín (20) e inclusive a trabajos como "Renovación y adaptación de
mos . . . Pues bien, el documento XII sobre los Religiosos no incor- la vida religiosa en América Latina y su proyección apostólica" de
pora su reflexión desde allí; ni diagnóstico, ni síntesis doctrinal; en laClaren 1966.
una palabra no sigue el esquema metodológico de los otros docu- Quizá la preocupación en los años que preceden y siguen a
mentos. Medellín giraba en tomo a una mejor comprensi bn del Concilio en
La dinámica del pensamiento en Medellín-Religiosos es recordar materia de vida religiosa (21). Una comprensión más vital y concre-
los principios conciliares y luego ver los aspectos de vida religiosa (20). Como señala S. G A L I L E A : "Teología de la liberación y
que tienen relación directa con el desarrollo y la pastoral de con- nuevas exigencias cristianas" en M E D E L L Í N , vol. 1, mar-
junto en América Latina (13). No se trata, pues, de repensar el zo, 1975, p. 36, la línea de fuerza es asumir y comprome-
conjunto de la vida religiosa en el Continente, sino de adaptar terse en el proceso de liberación de nuestros pueblos, lo
algunos aspectos a las condiciones culturales, sociales, econó- que supone análisis de la realidad, traducción teológica y
micas . . . (14). No se parte de las clases dominadas de las que nos cristiana de la realidad como "estado de pecado" y " v i o -
habla el documento sobre Paz, y entre las recomendaciones que se lencia institucionalizada", solidaridad con los pobres y
hace, ocuparse de las clases sociales marginadas ocupa el quinto oprimidos.
lugar (15). (21) En este sentido se orientan los trabajos de algunos latino-
El documento nos habla sobre la vida religiosa y el proceso de americanos o de religiosos trabajando en el continente.
humanización; pero el compromiso hace de este proceso el lugar de Cfr.: tres artículos de V I G A N O , E.: " L a naturaleza de la
V . R . y su aspecto eclesiológico", "Renovación en la Igle-
signo y testimonio, y no el hilo conductor desde el que hay que sia y consiguientes cambios de perspectiva en la V . R . " ,
repensar el contenido y las exigencias del signo y del testimonio " L o s religiosos en la pastoral de c o n j u n t o " , en " L a V . R . a
(16). la luz del Concilio Vat. I I " , Sec. Permanente de la Fed. de
Medellín privilegia la castidad consagrada como el lugar en que Inst. Relig. de Chile, 1966, ps. 9 1 - 1 5 0 ; KLOPPENBURG,
se expresa principalmente la identificación personal con Cristo que B.: " A doutrina do Vaticano II sobre a natureza da vida
se inició en el bautismo, y la caridad en la vida comunitaria que es religiosa", R.E.B. 30 (1967), 5.9—70; G. B A R A U N A diri-
un preanuncio de la perfecta unión en el Reino futuro (17). La girá la colección de comentarios a los documentos conci-
separación del mundo, lejos de ser un desprecio al mundo, tiene liares editados en varios lugares; en la misma perspectiva se
como objetivo recordar su carácter transitorio y relativo (18). pueden ver los primeros trabajos de G U E R R E R O , J.M., de
P. B E G U I N , de J. C O M B L I N (ni latinoamericano, ni reli-
A este documento puede hacérsele las mismas críticas que al gioso): "Os fundamentos teológicos da vida religiosa" en
"Perfectae Caritatis", de faltarle solidez teológica, inspiración evan- REB 29 (1969), 308—352; Ídem: "Os religiosos e o m u n -
gélica y audacia; pero tiene, conío su fuente conciliar, el mérito de d o " , ibidem, p. 550—579;. B E L T R A N V I L L E G A S : " L a
apuntar a lo práctico (19). No obstante la intención de responder visión renovada de la Iglesia como marco de la V . R . " en
más a nuestra realidad, el documento de Religiosos resultó más fiel C L A R , 2 (1969), p. 1 1 - 2 1 : M U Ñ O Z , R.: " L o s religiosos
al "Perfectae Caritatis" que a la perspectiva y exigencias de Mede- en la Iglesia y para el m u n d o " , ibidem, p. 23—37;
H O U T A R T , DE L O R A , C , POBLETE, R.: " L a vida reli-
(13) Medellín-Religiosos, n ° 6. giosa en A . L . : consideración sociológica" ibidem, p.
(14) Ibidem, n ° 8. 41—50; SIMAO V I G O T : " A vida religiosa como carisma"
en G R A N D E S I N A L , (1969), p. 71 ss; a fines de 1969 la
(15) Ibidem, nO 13.
C L A R aprobaba los" documentos "Pobreza y V . R . en
(16) Ibidem, n ° 10. A . L . " , C L A R , n. 4, y "Formación para la vida religiosa en
(17) Ibidem, n ° 4. A . L . " , C L A R 3—1, 3—2, que representaban un real esfuer-
zo de reflexión en la línea global de Medellín; ya en j u l i o
(18) Ibidem, n ° 3. de 1968 la Conf». de Relig. de Brasil había contribuido
US) A L D U N A T E , José: " A los cinco años de Perfectae Canta- con el documento: " A vida religiosa no Brasil de h o j e " ,
t i s " , en T E O L O G Í A y V I D A , X I , 1970, n ° 3—4, p. 177.
68 69
ta, no tanto del documento sobre religiosos sino de la opción de la "La vida religiosa es un misterio de fe. La fe no es sólo un punto
Iglesia Latinoamericana por los oprimidos y por su liberación abri- de partida, sino también un ideal, por realizar a lo largo de la vida.
ría el camino para una renovación de las comunidades y de la Hay que insistir que en última instancia es la fe la que justifica y
reflexión teológica sobre nuestra forma de vida como religiosos. explica nuestra consagración" (24).
La centralidad de la fe en el proyecto de vida religiosa señala
2. Teología y Vida Religiosa. directamente el carácter cristológico de este estilo de vida y cómo
desde una perspectiva teológica la vida religiosa desborda la concep-
Nuclear alrededor de algunos ejes centrales la reflexión teológica ción jurídica de la misma; además la sitúa como explicitación cris-
sobre la vida religiosa nos permitirá visualizar el enfoque y las tiana de la experiencia religiosa que es un fenómeno universal (25).
preocupaciones más saltantes desde América Latina; es el conjunto Según L. Boff lo que diferencia la vida religiosa cristiana de la
de estos temas el que refleja la riqueza y las limitaciones del aporte vida religiosa de otras confesiones es la motivación, no las formas
latinoamericano. mismas de vida; y señala estas motivaciones: el horizonte escatoló-
Es significativo de la situación de los religiosos en América Lati- gico, el principio de esperanza, la primacía del ágape, el cuerpo de
na el reclamo que hace un grupo de superiores mayores al señalar Cristo, su seguimiento e imitación (26). La fe, pues, es el eje alrede-
como expectativas más acuciantes una mayor profundización teoló- dor del cual se hace comprensible esta opción. " . . . La vida religio-
gica de la vida religiosa, cómo armonizar contemplación y acción, sa, hablando en cristiano, es también una cuestión de fe; aún más,
cómo asumir la dimensión político-social de la vida religiosa, cómo
integrarse al mundo de los pobres, cómo hallar pistas para lograr
que nuestra vida religiosa responda mejor a las exigencias de la (24) 'CLAR, N ° 3-2: Formación para la V . R . renovada en
realidad latinoamericana (22). A . L . " , p. 58.
(25) El documento base de " L a vida según el E s p í r i t u . . . "
señalaba cómo en sentido teológico, estrictamente hablan-
a) La Vida Religiosa como experiencia de fe. do, religioso era todo aquel que se esforzaba por vivir la
vida evangélica movido por el Espíritu; en el texto final no
Ya el Concilio indica claramente que la vida religiosa sólo puede aparece esta reflexión. Ver E. C O R N E L I S : "Phénoméne
comprenderse como expresión de la vida de fe, desde el momento universel de la vie religieuse" en Lumiére et vie, n ° 96
que se trata de una vida de seguimiento del misterio de Cristo. (1970), p. 4—24; L. B O F F : " O destino do homem e do
La experiencia del religioso consiste en hacer de la experiencia m u n d o " , Ed. Vozes, Petrópolis (1973): " E n esa perspecti-
de Dios el núcleo centralizador, catalizador y dinamizante de su va el fenómeno universal de vida religiosa se presenta co-
vida; el proyecto fundamental de su vida está en Dios; la relación mo sacramento del destino del hombre para la señal de la
con Dios pasa así a ser el hilo orientador de todas las dimensiones dimensión trascendente de la vida humana y el testimonio
de su vida (23). de la existencia de una realidad superior, Dios, experimen-
tada como presente dentro del hombre y al mismo tiempo
como totalmente otra, para la cual vale la pena sacrificar
presentado en la colección C L A R , N ° 6: " V i d a R. y desa- todos los bienes de la vida actual. Ya en ese nivel universal
rrollo latinoamericano": se trata de un trabajo serio que la vida-religiosa es el símbolo del amor de Dios para con el
retoma la" doctrina conciliar y del magisterio social de la hombre en el mundo futuro" 1 _p_. 152.
Iglesia.
(26) * L. BOFF: ibidem, p. 143: ' T o n t o d o lo que constituye, la
(22) C L A R , "Seminario Latinoamericano de Superiores Mayo- esencia de la vida religiosa no reside en la virginidad o en
res", abril-mayo (1974), Lima, DI-GI; quienes entre los cualquier otro voto. Estos pueden ser la expresión de algo
temores señalan la incertidumbre respecto al f u t u r o de la más profundo y fundamental: la experiencia de Dios. En
V . R . y a las reacciones frente a los cambios. cuanto tal, la vida religiosa revela una dimensión antropo-
(23) Cfr. C L A R , N ° 14: " L a vida según el Espíritu . . . " , 23 lógica muy vasta y que fue diferentemente articulada en
y 39. las diversas civilizaciones y religiones del m u n d o " .
70 71
es un fenómeno que se presenta a sí mismo como que sólo en la fe asumir la modalidad de vida que llevó Cristo y responsabilizarse de
tiene su razón de ser" (27). Precisamente por encontrar aquí su un sector específico de la acción misionera (34). Este segundo
sentido, la vida religiosa como la fe se verifica en la vida, en las elemento que forma parte del estilo de vida concreta de Cristo
obras a riesgo de estar muerta; es a nivel existencial en el que habrá revela la prioridad de la misión en la concepción misma de la vida
que buscar por tanto el significado más propio de los religiosos religiosa y en el cumplimiento efectivo del seguimiento de Cristo;
(28). de allí que el tema del seguimiento esté íntimamente ligado al de
evangelización y compromiso en la liberación. "Los religiosos que
b) La Vida Religiosa como seguimiento de Cristo. viven el seguimiento de Jesús no pueden esquivar las perspectivas
comprometedoras que su mensaje y actitudes contienen, y que
El seguimiento de Cristo constituye un valor primordial de la aquí en nuestro continente asumen un carácter de desafío para la
vida religiosa (29), la regla suprema de toda comunidad (30); no se fe" (35).
puede hablar de vida religiosa sin referencia al seguimiento de Cris-
to (31). En el seguimiento de Cristo se renueva y se sintetiza la relación
La Conferencia de Religiosos de Brasil señala varios elementos de filiación hombre-Dios, la relación de fraternidad hombre-
de este seguimiento de Cristo: la identificación con Cristo conlleva hombre, la relación de señorío hombre-naturaleza, hombre-historia
el participar de la angustia por la suerte de los hombres, la dispo- (36).
nibilidad a dar la vida. Pero hay además un lugar concreto en la Entender la vida religiosa como seguimiento de un Cristo pobre,
historia en el que el seguimiento a Cristo es evidente, tiene la fuerza y enviado a anunciar la buena nueva a los pobres, es situarse en una
de la autenticidad: seguir a Cristo es no sólo vivir en la fe e imitarle perspectiva dinámica, activa, misionera. De allí que la estructura
en su actitud cara a los valores universales; es aún más, se trata.de carismática, profética, de la vida religiosa esté muy presente en la
"reconocerlo en el pobre y en el que sufre" (32). La opción por los reflexión y búsqueda de nuestras comunidades (37). El Espíritu ha
pobres es coesencial al seguimiento de Cristo (33).
Dos elementos forman así parte de lo que es la vida religiosa: (34) C.R.B., op. cit. p. 20; la Ciar, n ° 31 insiste en que "La
vida religiosa instaura en este mundo un estilo lo más
semejante posible al de la vida bienaventurada", p. 12.
(27) R. M U Ñ O Z : " L o s religiosos en la Iglesia y para el m u n d o "
en CLAR 2 (1969), p. 25, reflexiones sugestivas para una (35) C L A R , n ° 14, p. 64.
teología renovada de la vida religiosa. (36) Ibidem, p. 32.
(28) C L A R , n ° 14, p. 64: "los religiosos, urgidos por su propia (37) La teología de la vida religiosa ha beneficiado de los acen-
fe, han de comprometerse con la historia de nuestro conti- tos puestos por la exégesis y la eclesiologfa en el carácter
nente que, compleja y ambigua, es sin embargo, la historia profético del pueblo elegido y de la comunidad cristiana.
de Dios con los hombres"; GUERRERO J.M.: "Religiosos La realidad latinoamericana ha incidido para que los cris-
de A . L . frente al desafío de un tiempo nuevo" en Vida tianos sientan las exigencias del anuncio y de la denuncia
Religiosa hoy, bolettfi de la CONFER, Arequipa, abril evangélica. Gustavo Gutiérrez hablará con razón de una
(1974), mimeo, en pa'g.' 11 recoge literalmente a R. Mu- pastoral profética en " L a pastoral de la Iglesia en A . L . " ,
ñoz, op. c i t , p. 34. Serv. Documentación, Montevideo (1968); y el tema de
(29) CLAR, n° 1,1967, p. 9. evangelización liberadora es otra manera de operacionali-
(30) R. M U Ñ O Z , op. cit., p. 34. > zar la vocación profética de la Iglesia; finalmente lo que él
(31) C.R.B.: " V i d a religiosa y desarrollo latinoamericano" en llama la "exégesis militante" no es otra cosa que una lec-
C L A R , n ° 2 , P- 19- tura profética de la Palabra en el hoy de la liberación. Cfr.
(32) Ibidem, p. 19. FRAGOSO, A . : "Profetismo y compromiso concreto con
(33) Cfr. L. Boff: " L a vita religiosa nel processo di liberazione" la liberación de la clase trabajadora y campesina" en Pas-
en Noticeial, C E . I . A . L , aprile (1973), n ° 2, p. 1-11, esp . toral Popular, 19, 110—111 (1969), p. 11—16; CONCA-
T T I , R.: "Profetismo y Política", Santa Fe, 1970, en Nue-
p. 4.
vo Mundo, 2 (1972) no 1, p. 90—108; G U T I É R R E Z , G.:
72 73
dado a la vida religiosa el carisma de la profecía (38). En América La radicalidad es entendida en un doble acento; como entrega
Latina renovar, revivir nuestros carismas fundacionales significa total, incondicional, absoluta del religioso al Padre y a su designio
más que un vuelco al pasado de origen, un esfuerzo por hacer de salvación vía un compromiso público en la Iglesia (41), y como
explícito y eficaz eri la historia 'presente del continente el cum- recuerdo, memorial para el mundo de las exigencias más fuertes y
plimiento de las promesas; se renueva el carisma de ayer en la fundamentales del evangelio (42). "Si uno vive radicalmente no
medida que se es profeta en el hoy de la liberación; en nuestros puede ser hombre a medias, sino alguien que torna a Dios palpable
países, lo veremos, la profecía tiene precisamente por ser religiosa, en este mundo donde no faltan las contradicciones" (43).
evangélica, un significado y una concreción política insoslayable Es inherente a esta radicalidad la fidelidad en el seguimiento del
(39). Señor; aquí se ubica la exigencia de continuidad creativa y perma-
El seguimiento y la imitación de Cristo son la expresión típica nentemente novedosa. La sequela Cristi se presenta más que como
para indicarnos cómo la vitta religiosa es una forma de vivir la un estado de perfección, como estar ininterrumpidamente en ten-
radicalidad evangélica. "El religioso hace de la radicalidad la norma sión hacia el Señor, como proceso; no sólo la fidelidad misma es un
básica que condiciona su modo de vida y estructura todas sus di- proceso sino que exige ser fieles a los ritmos del proceso de segui-
mensiones existenciales: amor, trabajo, familia, libertad, relaciones miento del Señor (44).
personales, etc. (40).
mo signo eficaz en la medida en que de veras se vive la
" E l fenómeno de la contestación en A . L . " en Concilium, radicaüdad", p. 49.
68 (1971) p. 41—53; C A B E L L O , R.: " E l sentido auténti- (41) C L A R : "Seminario Lat. americano de Sup. Mayores", Li-
co del profeta y del profetismo" en Christus, México, 36, ma (1974), mimeo: " L a radicalidad está en hacer de la
428 (1971), p. 50—53; G A L I L E A , S.: " E l profeta: garan- experiencia de Dios en Cristo el proyecto fundamental de
tfa de la pastoral en A . L . " , en Misiones extranjeras, i mi vida, el núcleo central de ella", D2 D3.
(1971), p. 13—20; sobre la vida religiosa ver entre otros, (42) CLAR, n° 20: "Vida religiosa en A.L., sus grandes lineas
V I G O T , S. op. cit.; C O M B L I N , J . : " A vida religiosa como de búsqueda", por el equipo de teólogos de la Ciar: " E n
carisma" en Grande Sinal, oct. (1970), p. 588; B A R R E I - medio de un mundo en el que Dios presente es cada vez
RO, A.: " A vida religiosa 3 luz do misterio da graca", en menos explicitado y recordado, nosotros con nuestra vida
Convergencia, 75 (1974), p. 1 1 7 3 - 1 1 8 0 ; B A T I S T A J.: de oración y de fraternidad, hemos de traer a la memoria
" V i d a Religiosa y Testimonio Público" en Ciar, n ° 19, de los hombres la certeza de que Dios es Amor y que está
Bogotá ( I 9 7 4 ) , ' 1 0 7 ps. ; PENNOCK, "G.: "Vida religiosa y actuando en la historia como Liberador, y de que la salva-
vocación bautismal" en Ciar, n ° 17, Bogotá (1974), espe- ción no es solamente futura sino que se historiza en movi-
cialmente el cap. I, p.-13—24, "inserción en Cristo profe- mientos y en hombres que buscan la fraternidad, la justi-
t a " ; PALMES, C : "Teología bautismal y Vida Religiosa", cia y la creación de un mundo más humano", p. 17.
en C L A R , no 16, Bogotá (1974), el cap. I I I , "la vida reli-
giosa signo p r o f é t i c o " p. 81—128; C L A R , n ° 14: " V i d a (43) C L A R , N ° 14, p. 23.
según el E s p í r i t u " , p. 43—45, 65—66. (44) Cfr. M U Ñ O Z , R. op. cit. "una explicación superada: el
estado de perfección" p. 28—9; PALMES, C. op. cit. " n o
(38) P A N Q U E V A , Alvaro: "La consagración religiosa", comen- es un estado sino un proceso. Otra característica de los
tario a C L A R , no 14, en Vinculum, 117 (1973), p. 45; votos considerados en la actitud interior que suponen, es
Cfr. Z E V A L L O S , N..- "Nuevas formas de vida religiosa y que no crean un estado adquirido sino que inician un
de comunidades religiosas en A . L . " , en Fe y Cambio social proceso dinámico que actualiza la consagración día a d?3T'
en A . L . , p. 374; EDWARDS-AGUDELO, ibidem, p. 379. p. 131—132; sin embargo, en la línea conciliar, también se
(39) Z E V A L L O S , N. op. cit., p. 375; BATISTA, J., op. cit., p. ha trabajado el carácter de estado de la vida religiosa. Cfr.
99. H O R T A L , J . : "Estado da vida consagrada— estado secu-
(40) PANQUEVA, A., op. cit., p. 4 7 ; " E l religioso no se define l a r . Ensaio de caracterizaclo canónico-teofógTca", en
como signo, sino como el que busca seguir radicalmente a Perspectiva Teológica, 5 (1971), pass¡m;P. B E G U I Ñ quien
Cristo; no posa de signo; la consagración pública vale co- tiene una sugestiva manera de analizar e interpretar la po-
74 75

c) La Vida Religiosa como Misión. Desde la misión deberá, por lo tanto, reinterpretarse el sentido
de la consagración. " . . . Si la consagración a Dios es consagración a
Dos notas centrales de la Iglesia han quedado claramente eviden- todo aquello que Dios ama y por lo que Cristo entregó su vida, la
ciadas en la eclesiología conciliar: su sacramentalidad y su estructu- conclusión clara es de que la consagración religiosa por ser tal es
ra comunitaria. Estas dos dimensiones apuntan y realizan ya la consagración al hombre y pone en relación indisoluble al consagra-
experiencia del reino. Desde esta perspectiva —y no sin exagera- do con todo lo humano y con todo lo que incide de una manera u
ción— se ha intentado repensar la teología de la vida religiosa como otra en la vida de los nombres. No a pesar de la consagración
expresión máxima de la sacramentalidad de la misma Iglesia (45). religiosa, sino en virtud de ella" (49).
De aquí nace el énfasis puesto en su carácter de signo, en su papel La Ciar se esfuerza por un lado en mantener la dinámica conci-
funcional con respecto al misterio de la Iglesia, al anuncio de la liar sobre la consagración bautismal (50) y por otro comienza a
buena nueva. señalar la misión como polo dialéctico de la reserva implícita en la
Pero en América Latina la realidad misma del pueblo nos obliga consagración (51).
a poner el acento en la misión, en el compromiso, en la acción Si la consagración es fundamentalmente misión (52), la fuga del
liberadora, en la presencia transformadora (46). mundo como desprecio, irresponsabiliüad histórica, apoliticismo, o
Es desde <jsta praxis que se ve la necesidad de repensar la vida como neutralidad, si siempre fue una desviación, en América Latina
religiosa en sus formas concretas de existencia y en su marco de sería un pecado contra el Espíritu por ser un pecado contra la
interpretación teológica. liberación que aguarda un pueblo sometido a la injusticia, a la
La misión pasa así a ser la experiencia y el principio-eje para la explotación, a la discriminación racial. Si seguimiento de Cristo es
conversión (47), para la santidad, para el quehacer teológico. Sin realmente echar a seguirlo, el itinerario del Señor es también el de
esta opción clara por la misión como lugar de renovación espirit?-:! un entrar cada vez más en él munao como lo recordará Pablo en
y teológica, toda reflexión sobre la vida religiosa corre el peligro de Filipenses 2, 6-11; su pasión y muerte son el colmo de su pertenen-
volverse abstracta y por lo tanto estéril (48). cia a la historia, de su entrega incondicional a los hombres. La
misión en Cristo es una fuga al mundo, ahí se pierde como hijo de
sición del .Concilio en cuanto a los estados de vida laical,
sacerdotal y religioso; Beguin afirma que los únicos esta-
Dios y ahí se le encuentra como liberador precisamente. Pues bien,
dos son el laicado y la vida religiosa, siendo la condición (49) D E L A N E Y , E.: "Reflexiones teológicas" en Vida en Fra-
del clero un estado intermedio, ver: "La vida religiosa ternidad, 12 (1973), p. 1 1 .
franciscana" en Cefepal 5 (1972), passim; " L a vocación de (50) C L A R , no 3, I, p. 11—12; PALMES, C , op. cit., cap. I I , p.
la orden h o y " , ibidem 20 (1972), p. 2 2 1 . 41-79.
(45) B E L T R A N V I L L E G A S , . o p . cit, p. 1 8 - 1 9 , 22. (51) C L A R , n ° 14, p. 39—45; ver el comentario de PANQUE-
(46) Cfr. BOFF, L., op. cit. p. 5 (2.11). V A , A., op. cit., p. 42 ss. Cfr. C O M B L I N , J . : " A vida
religiosa como consagracaó" en Grande Sinal, 24 (1970),
(47)' PALMES, C , op. cit., p. 65: "Convertirse a Cristo es asimi-
p. 2 1 - 3 0 .
lar su existencia y la existencia de Cristo es la M i s i ó n " ; CA-
(52) BOFF, L.: " V i d a religiosa y secularización", en C L A R ,
L I M A N , C : "Missáo, gratuidade divina e Esforzó h u m a n o "
n° 18, p. 14: " L a consagración y la reservación para Dios
en Convergencia, 57 (1973), p. 201-211.
no significa que Dios necesita del hombre para sí mismo.
(48) PENNOCK, G.: "Missáo e Tarefas Prioritarias" en Conver- Esto serfa un concepto pagano de consagración. Dios ne-
gencia, 59—60 (1973), p. 343 ss.: "Cuanto más se refle- cesita de instrumentos para actuar en el mundo, hacerse
xiona sobre el sentido de la vida religiosa, más se llega a la presente y visualizar las promesas de su Reino entre los
conclusión que ella es ante todo m i s i ó n " . Cfr. además: hombres. Desde a h ' q u e la consagración significa funda-
S A N S A Ü , J . : "Teología da Missáo", ibidem 53 (1973), p. mentalmente m i s i ó n " ; Ídem: " L a vita religiosa nef pro-
9—17; B A G G I O , H.: "Missáo e Comunidade", ibidem, 55 cesso . . .", p. 4—5 (2.9); la C.R.B. hace de la misión un
(1973), p, 73 ss. P E R A N I , C. "Missáo: proclamacáo do elemento constitutivo de la vida religiosa, C L A R , n ° 6,
Reino ou promogáo humana", ibidem 58 (1973), p. passim.
265-273.
76 77

la fuga mundi para los religiosos del continente se plantea cada vez de nuestras comunidades algo más que dar catequesis y celebrar el
más como solidaridad con la suerte de nuestras mayorías margi- culto; se trata de la presencia y acción de la Iglesia en el proceso de
nadas y como rechazo de las opciones políticas y del sistema gene- transformación de América Latina, de su compromiso en la libera-
rador de esas masas explotadas (53). ción de nuestros pueblos; así América Latina se presenta como
Es a través de esta presencia en la vida de los hombres del lugar teológico de la misión (58), lo que equivale a reconocer la
Continente que la evangelización como expresión más explícita de perspectiva histórica, conflictiva, social, política desde la que se
la misión constituye el centro de la vida de los religiosos. intenta repensarla.
La vida religiosa se hace comprensible y eficaz en el corazón de Dos entre otras preocupaciones están presentes en la reflexión
la evangelización y de la santidad del pueblo; en el empeño por de los religiosos en torno a la misión; se trata de su inserción en la
hacer de todo un pueblo, un pueblo de Dios (54). pastoral diocesana, en los planes de pastoral concertada (59) y algo
La creciente centralidad que la misión tiene como lugar de expe- que toca muy en vivo nuestra formación pasada, la relación entre
riencia religiosa y como principio teológico, traduce para nosotros acción-contemplación (60) y más complejamente, el sentido, el pa-
la importancia de la doctrina conciliar que señalaba la acción apos- pel, la significación de los institutos de vida contemplativa en los
tólica como perteneciente a la naturaleza misma de la vida religiosa desafíos históricos de nuestro continente. La Ciar no vacila en
(55). Es de la comprensión misma de la misión hoy en América reconocerles un gran papel a condición de que se sitúen histórica-
Latina de la que nacen la renovación, las tensiones, los conflictos y mente en la realidad latinamericana (61), pero no se va más lejos.
la maduración de la vida de las comunidades religiosas (56); desde En pueblos como los nuestros tremendamente urgidos por la ac-
la misión nos toca por tanto pensar la formación y las estructuras ción, por la lucha, no es nada fácil que el signo de los contemplati-
(57). Cuando decimos misión estamos entendiendo en la práctica vos sea realmente captado y su testimonio aceptado; es probable
que la estima y hasta la admiración que ciertos sectores populares
(53) Cfr. C L A R , n ° 1, p . ' 1 6 - 1 7 ; Medellín-Religiosos, n « 3 : tienen por las "monjitas de clausura", como las suelen llamar, se
"Si es verdad que el religioso se coloca a cierta distancia deba a la coincidencia de ver en ellas como realizados los valores de
de las realidades del mundo presente, no lo hace por des-
precio al mundo, sino con el propósito de recordar su
carácter transitorio y relativo", se percibe en este lenguaje y de la sociedad humana es el criterio al cual es necesario
un enfoque que no logra reformular el sentido más positi- subordinar las actividades exteriores de las Congregaciones
vo y creador de la fuga m u n d i ; cfr. en una línea más Religiosas"; Cfr. Tercera Conf. L.A. de Provinciales
histórica D E L A N E Y , E.: op. cit., p. 12 y BOFF, L.: " V i - H.E.C., en Ciar, N ° 8, p. 55: " L a finalidad apostólica del
da reliqiosa y Secularización", p. 34—35. Instituto debe configurar toda la formación del Hermano
(54) C L A R . n ° 3 - 1 1 , p. 13: G L A R . no 13. p. 33. para evitar asf una dicotomía entre la vida espiritual y
(55) P.C., n ° 8; en este sentido no parece muy propio hablar de apostólica, peligro que señalaba nuestro santo fundador:
apostolado como proyección de la vida religiosa, cfr. Ciar, " N o hagáis diferencia entre los trabajos de vuestro empleo
n ° l , p . 21. y el negocio de vuestra salvación y perfección".
(56) C L A R , no 1, p. 20: " L s integración de la vida apostólica (58) C Á R D E N A S , E., op. cit. en C L A R , n° 15, p. 96—98; Cfr.
(en todas sus manifestaciones)-en la vida misma de los PÉREZ A . L . : op. cit., p. 1 2 7 - 1 3 9 .
institutos religiosos se está presentando en A . L . como pro- (59) Cfr. C L A R , N ° l , p. 19, 4 9 - 5 0 ; C L A R , n ° 4, p. 63;
blema de características dramáticas, especialmente entre C L A R , NO 20, p. 3 5 - 3 6 .
los jóvenes, más sensibilizados por los condicionamientos (60)' Cfr. Z E V A L L O S , N.: "Contemplación y Política", CEP,
del proceso de humanización del continente" Cfr. HER- Lima (1975), 42 pgs.; G A L I L E A , S.: "Contemplación y
N Á N D E Z PICO, J . : "Renovación de la V.R. en A . L . " , apostolado" en IPLA, 17, Bogotá, 1973, passim, y en "Es-
aporte al Congreso N. de Religiosos de Guatemala (1973), piritualidad de la V i d a " , ISPAJ, (1973), Contemplación y
en Vida en Frat., 20, (1974), P. 41—48 y en Boletín Compromiso, p. 13—32.
C L A R . enero 1974. (61) Cfr. C L A R , N ° 1, p. 23,- Institutos Contemplativos; y en
(57) C L A R , n ° 3—1, p. 57: " L a evangelización de los hombres C L A R , NO 14, p . 4 6 .
78 79
ascesis, de renuncia, de mortificación, de privación, de sacrificio, de América Latina se decide el destino del hombre: la política. Políti-
sufrimiento, de penitencia de los que está profundamente marcada ca entendida como participación obligatoria, en la medida de nues-
su propia religiosidad tradicional. tras posibilidades, en una praxis donde se trata de defender los
derechos humanos, promover íntegramente la persona y trabajar
d) La Vida Religiosa como compromiso liberador por la causa de la paz y de la justicia, con medios siempre confor-
mes al evangelio" (63).
Es en el compromiso con América Latina que se expresa históri- Ya Medellín había señalado el cambio como la aspiración básica
camente nuestra opción creyente por Cristo, por su seguimiento, de nuestros pueblos y cómo ese cambio no podía darse sin romper
por su anuncio a los hombres. El compromiso en el continente la situación de dependencia y dominación. En ese sentido la lucha
tiene hoy una exigencia cualitativa para los cristianos, debe ser social y política por la liberación no es sino la respuesta creativa y
liberador, vale decir, debe desplegarse en las luchas concretas por esperanzadora a la situación de violencia institucionalizada. Esta
liberar al pueblo de la explotación y de la injusticia y por crear una realidad es la que interpela a la vida religiosa. La nuestra no es
sociedad justa, fraterna, socialista. Este empeño sintetiza la acción obligatoriamente una crisis de generaciones adultas y jóvenes; se
política, la tarea revolucionaria. trata básicamente de una crisis de esclarecimiento y definición fren-
Los religiosos hemos ido tomando conciencia de esta exigencia te al proceso de lucha por la liberación del continente, desde aquí
no como un añadido a nuestra vocación, sino como algo que perte- entran en cuestionamiento nuestra fe, nuestra identidad, nuestros
nece a la naturaleza misma de la vida religiosa. En efecto, la acción carismas, nuestras obras.
benéfica, que la "Perfectae Cari-tatis"(No. 8) señala como formando Mucho se ha insistiao, y con razón, en que los religiosos debe-
parte, junto con la acción apostólica, de la naturaleza de la vida mos conocer mejor la realidad de nuestro continente (64), pero la
religiosa, se traduce en la historia presente de nuestro pueblo como crisis no es sólo a nivel de información sobre la realidad, sino de
liberación, obra benéfica grave y urgente. interpretación y de opción. "Nuestro modo de conocer la realidad
Con mucha lucidez la CLAR llega por eso a decir: "La hora de está condicionado por nuestro marco de referencia y por las perso-
América Latina da una particular urgencia a esta solidaridad y aper- nas que nos rodean" (65).
tura e impone una forma muy particular de vivirla. En este sentido, Hay una serie de factores que explican la crisis de la vida religio-
la necesidad de América Latina es norma para el modo en que sa. El factor vertebrador es la situación de subdesarrollo, de pobre-
hemos de vivir nuestra vida comunitaria. No es simplemente una za, de marginalidad, de discriminación como realidad estructural y
cualidad o una nota que ha de tener nuestra vida comunitaria. corno fenómeno masivo, de mayorías (66). Alrededor de este eje
Hemos de vivir una vida comunitaria tal que corresponda a la de-
manda de Cristo en Latinoamérica" (62). (63) Tercer Encuentro Latinoamericano de Superiores Mayores
Nosotros no escapamos a los riesgos, a las confusiones, a las Franciscanos, carta a sus hermanos dispersos por todo el
simplificaciones que en muchos cristianos pueden percibirse; son Continente, México, oct. (1972), en Nuevo Mundo, T 2
los gajes de optar por no enterrar los dones. Sin embargo se toma (1972), p. 453—4. Con mucha sencillez estos religiosos
conciencia y se comienza a expresar con mejor precisión la expe- reconocen en esa carta cvie no ha sido posible llegar a
riencia de reconocer que la salvación pasa por la liberación históri- conclusiones dada la heterogeneidad de horizontes cultu-
ca, que la evangelización pasa por esa misma liberación y que es allí rales y de mentalidades.
donde cobra o no sentido y eficacia la vida religiosa. (64) Cfr. CLAR, N" 1, p. 17; CLAR, N° 31, p. 47, n° 43;
CLAR, no 20, p. 30.
"Sabemos que la experiencia de Dios, escribe un grupo de fran- (65) CLAR, NO 4, p. 62, N° 110.
ciscanos, se da en la historización concreta de la vida del pueblo, y (66) Cfr. las excelentes anotaciones teológicas sobre el evange-
no sólo a nivel prfvatizante o meramente espiritual. En el fondo nos lio de los pobres ante el subdesarrollo de A . Latina en
tendremos que ver involucrados en aquella dimensión donde en C L A R , NO 4, p. 46—50, Nos. 81—89; C L A R , N ° 3 1 , p.
(62) C L A R , no 3 1 , p. 4 7 ; N ° 42b. 13—15, describe en términos muy generales la situación
mundial y señala la opresión y la miseria como los dos
80 81

podemos consignar el gigantesco esfuerzo popular por fortalecer el aspecto con mayor o menor originalidad (72); el creciente proceso
movimiento de liberación, .el nacimiento y articulación lenta de politización y la maduración teológica desde la praxis política
de una izquierda orgánicamente ligada a los sectores proletarios y a han permitido una comprensión latinoamericana de la seculariza-
las masas campesinas, la creación e implementación de un proyecto ción que en síntesis podría expresarse con estas exigencias: lo secu-
histórico alternativo desde las clases populares. Cuando a los reli- lar exigido por la misma fe se descubre desde la práctica política y
giosos se les invita a integrarse al movimiento de liberación, de todo se incorpora como una dimensión del proyecto histórico de libera-
esto se trata (67) y hoy en di'a se suman en el continente el trabajo ción; esto evita que la secularización sea en el fondo una nueva
clandestino, la represión, la tortura, el destierro, la muerte (68). manera de mantener el statu quo de una sociedad opulenta, de
Muchas de nuestras angustias y de nuestras búsquedas vienen de integrarse al sistema y de neutralizar por la privatización de la fe y
aquí y por querer en este contexto de enfrentamiento y de lucha de la Iglesia el mensaje profético del evangelio (73). Más que la
de grupos y clases, ser signo profético. (69). categoría de lo secular en general es la categoría de lo político
(74) la que marca y engloba el proceso de maduración de nuestros
Sólo desde esta perspectiva política global y concreta puede ser pueblos; quizá más exactamente es la categoría liberación la que
aceptable entonces hablar de cambios culturales, de secularización, apuntando más claramente al sentido y al contenido de lo político,
de nueva escala de valores, de nuevo tipo de hombre como compo- permite enfatizar que la vocación y la tarea histórica de nuestro
nentes de la crisis de la vida religiosa (70); el fenómeno de la pueblo es la liberación como praxis, como proceso y como proyec-
secularización ha ocupado un lugar central en la revisión de la vida to; aparece además con mayor fuerza lo más vital de los esfuerzos
religiosa (71), y en América Latina también se ha trabajado este de la lucha liberadora en el Continente: se trata de transformar un
mundo no-humano y de construir un mundo realmente humano;'
grandes problemas a nivel continental. En una perspectiva quizá en otras latitudes la preocupación es cómo hacer frente a un
mas tecnológica del desarrollo y con ausencia de una vi- mundo no-religioso, no-creyente (75).
sión más política, ver H O U T A R T - L O R A - P O B L E T E , o p .
cit. en C L A R , n ° 2, p. 47—50.
(72) Cfr. G U E R R E R O , J.M.: "Vida Religiosa en un mundo
(67) Cfr. P A T I N O , L.: "Problemi, compiti e prospettive" en secularizado" en C L A R , N ° 9, N ° 10; BOFF, L.: "Vida
" L ' a p p o r t o de¡ religiosi ¡taliani nella chiesa d e l l ' A . L . " , religiosa y secularización" en C L A R , N ° 18, 45 pgs. con
(Documentazione ed atti del Convegno), Roma (197-2), p. reflexiones iluminadoras.
172. (73) Cfr. G U T I É R R E Z , G.: "Teología de la Liberación", p.
(68) Innumerables son los religiosos y religiosas en esta situa- 85—90; ver G A L I L E A , S.: " L a fe como principio . . . " en
ción. Basta recordar a los dominicos brasileros torturados, " F e y Cambio en A . L . " , p. 154—155; POBLETE, R.:
al salesiano chileno Po'blete muerto por las torturas; a los "Formas específicas del proceso latinoamericano de secu-
que hoy viven en eLdestierro. larización", ibidem, p. 159—177; SCANNONE, J.C.: "Ne-
(69) Cfr. G U E R R E R O , J.M.: " E l religioso y la Política" en cesidad y posibilidades de una teología socio-culturalmen-
V I D A RELIGIOSA H O Y , Confer de Arequipa, oct. 1974, te latinoamericana", ibidem, p. 353—372, especialmente
mimeo, pg. 5. p. 3 5 7 - 3 5 9 .
(70) En este sentido, aunque justas, nos parecen partir de una (74) Entendiendo lo político como lo señala con claridad el
visión no suficientemente política las anotaciones del diag- excelente texto de trabajo de la C L A R : " V i d a R. y situa-
nóstico de T I L L A R D , J.M.R.: "Devant Dieu . . . " p. ' ción socio-económica en A . L . " , Cap I, p. 8—9.
15—58, e inclusive las valiosas aportaciones de D U R A N D ,
A. en "Recherches sur le sens de la V . R . " en Lumiére et (75) G U T I É R R E Z , G.: "Praxis de Lib . . . " , op. cit. p. 366:
Vie, 96, p. 5 5 - 6 1 . "Pero en un Continente como A . L . el reto no viene en
(71) Remitimos a los boletines del Instituto Fe y Secularidad, primer lugar del no creyente, sino del no hombre, es decir,
Madrid; cfr. Secularización, 1970, boletín n ° 1, en parti- de aquel a quien el orden social existente no reconoce
cular p. 76 y varios: " F e y Secularización en A m . L a t . " , como tal: el pobre, el explotado, el que es sistemática y
IPLA, 12, Bogotá (1972). legalmente despojado de su ser de hombre, el que apenas
82 83
Un segundo eje a cuyo alrededor se agrupan una serie de facto-
res teológico-pastorales, es la ubicación histórica de la Iglesia ins- tes" (77), que terminaron imprimiendo a la Iglesia y a las comuni-
titucional en la realidad continental. dades religiosas su mentalidad y sus intereses, abre interrogantes
humanos, personales y colectivos, de profundo alcance.
La toma de conciencia de la situación de injusticia y explotación
ha puesto al descubierto los aliados y los cómplices de esa realidad; Las renovaciones teológicas, los cambios en la eclesiología o el
cambio de comprensión de la misma Iglesia, de su misión, han
desafortunadamente no sólo cristianos sueltos, sino hasta la misma venido después y han iluminado el panorama al mismo tiempo que
institución se vio con frecuencia del lado de los poderosos, de los lo han complicado (78).
dueflos'de las vidas de las mayorías de nuestro Continente. Fácilmente podemos adivinar las dificultades de cantidad de reli-
"Esta innegable renovación de la vida religiosa, que no se hace giosos y hasta de comunidades íntegras con una comprensión más
sin dificultades y crisis, ¿es suficientemente profunda y masiva para histórica xdel país y de la Iglesia local, frente a la interpretación de
desvirtuar la imagen tradicional de la Iglesia ligada a los poderosos sus opciones hecha desde Roma, Madrid o París; y e'ste no'es
y opuesta a los cambios sociales? " El mismo Medellín recoge las obligatoriamente un problema de extranjeros o de centros de deci-
quejas "de que la Jerarquía, el clero, los religiosos son ricos y sión europeos de comunidades trabajando en América Latina; hay
aliados de los ricos" (76). también miembros de esos consejos o curias generalicias latinoame-
Estos hechos históricos-, de ayer y aún de hoy, son los que ricanos, o extranjeros que hicieron una temporadita de trabajo mi-
sacuden más vivamente a numerosos religiosos; el descubrir cruda- sionero en el Tercer Mundo, cada vez más desfasados para captar lo
mente que estábamos equivocados toda vez que se pensó que nues- que está pasando en nuestros países y en nuestras Iglesias de base
tro servicio al pueblo pasaba por la dedicación a lasXíclases dirigen- (79).
sabe que es un hombre. El no hombre cuestiona ante to- (77) C L A R , NO 4, p. 56, NO 103: "Pero aquí debemos recono-
do, no nuestro mundo religioso, sino nuestro mundo eco- cer un doble equívoco: porque sociológicamente las élites
nómico, social, político, cultural; y por eso mismo es un que podrían dirigir ei desarrollo son cada vez menos los
llamado a la transformación revolucionaria de las bases ricos y cada vez más los líderes surgidos del pueblo, y
mismas de una sociedad deshumanizante". Pero Gutiérrez teológicamente porque la " e c o n o m í a " de la expansión del
se pregunta a renglón seguido ¿cómo anunciar a Dios co- Reino parte normalmente por los pobres para invitar des-
mo Padre en un mundo no humano? ¿Qué implica decirle de allí a los ricos a convertirse". Texto clave para situar la
al no-hombre que es Hijo de Dios? , y ésta es la preocupa- renovación de la vida religiosa en el Continente.
ción de quienes hacen teología en A . L . ; no hay pues ni
postergación del problema, ni abandono del trabajo teoló- (78) C L A R , N ° 1, p. 40 señala la nueva eclesiología, el desarro-
gico de justificación de la fe, ni la ingenuidad de pensar llo de la teología del matrimonio, del laicado, de la autori-
que mecánicamente la liberación del pobre y explotado dad, como causas de la crisis de la vida religiosa; ver ade-
son la resurrección de Dios y la reformulación de las ex- más C L A R , NO 3—11, p. 49, NO 24—28, donde se añade el
presiones de fe, ni de abandonarse sólo a la liberación del antropocentrismo, la secularización, la falta de una teolo-
hombre como afirma FIERRO A., op. cit, p. 388—391, gía de la obediencia. Sobre el sentido de que la renovación
para quien la teología tiene como única aportación el ne- teológica viene después, ver SEGUNDO, J.L.: "Liberación
garse al cierre del mundo, de la sociedad y de la historia de la Teología", Cuadernos L.A., 17, Bs. As. (1975), p.
sobre sí mismos, expresándolo mediante símbolos. El pro- 88—104.
blema subsiste, cuando nos planteamos la mediación histó-
rica, concreta de ese mundo, de esa sociedad y de esos (79) Desde 1967 la CLAR ha venido insistiendo en la impor-
símbolos hoy. Cfr. DUSSEL, E.: "Dominación-Libera- tancia de la descentralización de las instancias de decisión,
c i ó n " , Concilium 96 (1974), p. 328—352. Cfr. C L A R , NO 1, p. 45—51, precisamente por haber tam-
bién señalado la urgencia desorientar a los jóvenes religio-
(76) C L A R , NO 4, p. 2 4 - 2 6 , n ° 33, 3 6 ; Medéllfn-Pobreza, IS|o sos en su participación en la evolución político—social de
2. A. Latina", ibidem p. 17.
84 85

No es éste un problema exclusivamente de disciplina, de orden Esta opción por los pobres tiene una sólida motivación teológica
jundico; la obediencia pasa por una mediación político-ideológica y una lúcida objetividad socio-política (82); teológicamente porque
y teológico-pastoral. Aquí hay una de las causas, no ciertamente la "la economía" de la expansión del Reino parte normalmente de los
menos frecuente, de la "salida" de religiosos y religiosas. pobres para invitar desde allí a los ricos a convertirse como nos lo
Es innegable que toda esta toma de conciencia por parte de los recuerda la CLAR; es desde el pobre que releemos el Evangelio; una
religiosos debe mucho al impulso conciliar por una Iglesia pobre. exégesis desde la experiencia de lucha de nuestro pueblo no sólo
El compromiso con los pobres ocupa así el lugar clave para permite descubrir el Evangelio de Cristo sino que constituye una
entender la vida religiosa como compromiso liberador en América exigencia para repensar el sentido y la función de la vida religiosa
Latina; es la perspectiva teológica de Medellín para reformular la hoy; las preguntas más incisivas de cantidad de religiosos, sólo tie-
presencia y acción de la Iglesia en el proceso de cambio del Conti- nen respuesta desde aquí (83); el Evangelio del Reino es dirigido a
nente. los pobres y ese reino implica que los pobres son liberados de su
pobreza; urge por lo tanto interpretar el Evangelio de los pobres en
Se insistirá, pues, en la necesidad de "integrarse", "encarnarse" función de la coyuntura histórica presente (84).
en el mundo de los pobres, lo que supone una "definición personal
muy clara frente al pobre, tal como existe en la sociedad económi- Más aún, el compromiso con los pobres no es algo facultativo, es
ca actual", dirá la CLAR en 1967, recordando que los religiosos exigencia del llamado a ser perfectos así como la práctica de la
deberán dar una atención preferencial a los pobres, "haciéndose pobreza evangélica (85). Sólo si los cristianos, si las comunidades
solidarios con ellos, con sus problemas, con sus luchas y con sus religiosas están realmente insertos en el pueblo, pueden ser y desa-
compromisos, según las normas pontificias y episcopales, en el sen- rrollar su vida y su misión escatológica (86). Con profunda sensibi-
tido evangélico de la auténtica justicia del Reino. Sólo de esta
manera se puede estar presente en el mundo de los pobres, tener ción entre pobreza personal y situación colectiva de no
una asimilación real de sus valores y adecuar en" consecuencia su pobreza; entre pobreza de espíritu y sociedad que engen-
género de vida al de ellos. Los religiosos deberían, por lo tanto,' dra pobres. Cfr. C L A R , N ° 6, p. 4 1 ; C L A R , NO 13; " L a
"encarnarse" en el mundo de los pobres" (80). religiosa hoy en América Latina", p. 27 y p. 41—42: inser-
No hay integración al mundo de los pobres sin una opción por ción entre los pobres; y C L A R , N ° 4, p. 55, N ° 100: "los
ellos; la integración, como voluntaria adopción de las formas de religiosos sean realmente signps vivos de la pobreza evan-
gélica, sin perder de vista la meta de una promoción huma-
vida de los pobres y de vivir con ellos, es consecuencia y debe na integral que ayude a los pobres a hacerse actores de su
encarnar la opción por sus intereses, por su proyecto histórico. propia liberación".
Aquí radica al mismo tiempo el sentido profundo de solidaridad
con ellos; de nada vale compartir sus actuales condiciones de vida, (82) CLAR, NO 4, p. 41—53, NO 98 y p. 56 NO 103.
si no compartimos el sentido y la concreción histórica de sus lu- (83) CLAR, NO 20, p. 29—30.
chas, de sus intereses. Desgraciadamente no son pocos los casos en (84) Excelente ejemplo de interpretación del Evangelio desdé
las circunstancias y vocación del continente en C L A R ,
que viviendo con y como los pobres nuestras comunidades no han NO 4, p . 44—50, Nos. 75—89.
hecho suyo el proyecto histórico de liberación de los mismos. Es lo
que con mucha claridad dicen las religiosas en su reunión de Méxi- (85) Ibidem, p. 39, NO 65 y p. 53, NO 95.
co, 1971: "Hemos de identificarnos con la realidad del pueblo (86) Ibidem, p. 52, NO 93; Cfr. PALMES, C : "Una V . R . más
latinoamericano, según su suerte, rescatar sus valores —fundamen- auténtica" en Vida en Frat., 18 (1974), p. 43; con obser-
talmente cristianos— y acompañarlo activamente en todos sus pro- vaciones muy valiosas, quizá el acápite tercero presenta, a
yectos históricos" (81). nuestro parecer, algunos puntos que merecerían ser recon-
siderados: así un cierto antimarxismo, una justificación de
(80) C L A R , NO 1, p. 34. cualquier tipo de trabajo y con cualquier clase social y un
énfasis más bien teológico y espiritual en la opción socio-
(81) En este sentido sé precisa más la insuficiencia de la distin- política.
87
86
los grupos oprimidos nos da un conocimiento de la realidad latinoa-
lidad evangélica se nos recuerda que nuestra comprensión de los mericana, pero ni ahorra que debamos interpretarla a la luz délas
signos de los tiempos depende de nuestra comprensión del mundo , ciencias socio-políticas, ni que renovemos permanentemente el sen-
de los pobres (87). tido y las metas de nuestra opción popular. Tanto más cuanto que
Esto hace evidente que el compromiso con los pobres se consti- nuestra opción por los pobres nos pone ante una realidad colectiva
tuya en el punto de partida unificador de nuestra comprensión del y una situación estructural (91).
evangelio y de la historia. La opción por los pobres es, pues, el Los formadores latinoamericanos se expresaban así en 1973:
"salto cualitativo" para la renovación de la vida religiosa como "creemos que la exigencia de nuestro llamado a la fraternidad uni-
carisma profético, como aporte en la liberación de nuestro conti- versal y a"la filiación importa un compromiso político contra toda
nente (88); en este compromiso es que el Señor quiere renovar la estructura injusta. . . Compromiso socio-económico y político es
santidad de su pueblo, la vida espiritual de quienes han dedicado su concretamente para nosotros un compromiso de liberación para
existencia a seguirlo en la vida religiosa; la opción por los pobres es con el pueblo oprimido. Liberar significa identidad de vida y de
una experiencia espiritual de tremendas complicaciones históricas intereses con los oprimidos para alcanzar la justicia, la libertad, la
para nosotros. fraternidad. Esto es también la salvación" (92).
No sólo hemos tomado conciencia de la riqueza evangélica de Sin embargo cuando se está frente a situaciones bien precisas, se
este compromiso, sino de sus implicancias socio-políticas. • •complica el panorama; "no hay pautas, ni siquiera pistas claras allí
Con serenidad y audacia advierte la CLAR en 1967 que polari- donde se juega el destino de nuestros pueblos" (93). El compromi-
zarnos hacia una determinada clase social —se trata de los pobres—, so sindical y ciertas formas de participación política más directa,
nos puede hacer olvidar la perspectiva universal del pueblo de Dios, responden precisamente a la capacidad de respuesta, al sentido de
pero que "dadas las circunstancias peculiares de América Latina, eficacia, a la flexibilidad de nuestro servicio, y a la viva preocupa-
aquellos para quienes la pobreza, necesidad, ignorancia o enferme- ción por la fidelidad al Evangelio y al carisma profético de la vida
dad constituyen un obstáculo en su promoción humana o en su religiosa (94). Esta» punto de la opción política directa, en nuestro
aceptación del mensaje salvífico, reclaman especial cuidado" (89). continente,es central y delicado (95);el esclarecimiento vendrá, una
Es el trabajo con campesinos y obreros, las tareas de acompaña-
miento y de capacitación de la gente del pueblo lo que nos pone en - A . L . " , p. 13, n. 56.
el corazón mismo del quehacer político; trabajar con los pobres nos (91) C L A R , N ° 4, p. 48, N ° 86: "Si el Evangelio nos pidiera
exige una conversión a la pobreza evangélica y a la racionalidad solamente atender a las personas, aisladas" y según estén al
política (90), y el contacto directo con los problemas sociales de alcance de nuestra acción " p r i v a d a " , esto significaría hoy
día que para el Evangelio no cuenta que la acción de los
(87) Ibidem p. 9 N« 2. cristianos al servi.cio de los pobres sea o no eficaz".
(88) E D W A R D S - A G U D E L O , op. cit., p. 379 a. (92) C L A R : Primer Seminario L.A. sobre formación para la
(89) C L A R , N ° 3—11, p 62. V.R., Lima (1973), en Vida en Frat., 20 (1974), p. 22.
(90) C L A R , N ° 3—11, p. 29, N ° 4 : " E l trabajo de promoción- (93) Carta de los Sup. Mayores Franciscanos, México (1972),
de campesinos y obreros, la participación en gremios juve- en Nuevo Mundo T 2 (1972), NO 2, p. 453—454.
niles, las tareas de concientización son actividades adecua- (94) En 1967 la Ciar apuntaba: " E n términos generales, las
das a la formación de la pobreza evangélica. Hay que tener estructuras de inserción en el mundo deberán nacer de la
presente la dimensión política que muchas veces se nos profesionalización del trabajo de los religiosos. Más con-
plantea. Con serenidad y objetividad, teniendo en cuenta cretamente, se encarnarán en las asociaciones representati-
las circunstancias concretas, se debe buscar en confianza y vas que unen a los miembros de una misma profesión".
diálogo una posición madura que tenga presente compro- (95) En una perspectiva más bien reticente cfr. C I F U E N T E S ,
miso y responsabilidad"; " L a conversión de los religiosos J.: " L a religiosa y la p o l í t i c a " en " T e s t i m o n i o " , 17
en la línea de pobreza evangélica y del servicio de los (1972), Confer. Chile, quien da quince razones para que la
oprimidos es un acto político de muchas proyecciones", religiosa no tome parte activa en la política; BIGO, P.:
C L A R , texto de trabajo: " V . R . y sit. socio-política en " V i d a r. y Liberación" en Mensaje, 226 (1974), p. 21ss.,
88 89
vez más, desde la práctica madura y creativa, desde la evaluación quieren dividir nuestras comunidades y vaciar nuestros conventos;
seria y serena de las experiencias. La historia de nuestros países y Jo político que cuestiona y sacude nuestras comunidades, abre tam-
de nuestras Iglesias puede iluminar la búsqueda (96), pero América bién a muchos a una comprensión y concretización histórica de la
Latina vive procesos que son inéditos en muchos países y esto nos solidaridad universal del pueblo de Dios, de los pobres, de los humi-
llama a la prudencia y a la audacia del Espíritu. La situación es llados. "Las comunidades religiosas sufren hoy las tensiones entre
tanto más espinosa cuanto que la acción política no se desprende ni miembros de distintas opciones ideológicas. Al mismo tiempo surge
se sustenta obligatoriamente de principios teológicos, sino de su una nueva solidaridad entre religiosos de pensamiento semejante,
propia racionalidad, y desde el momento que estas opciones son de diversas congregaciones. Igualmente, de país a país va aparecien-
expresión de carismas personales, no por cierto normativos para el do una sintonía entre los que tienen posiciones similares. Conven-
resto de la comunidad; y cuando son carismas más colectivos o dría que en todos los religiosos se afirmara la conciencia de pertene-
comunitarios, no lo son necesariamente del resto de la provincia o cer a América Latina como a la Patria grande, unida en un mismo
congregación. estado de dependencia y en un mismo anhelo de liberación. Los
Las concreciones políticas de nuestra opción evangélica por los religiosos deberían ser un elemento cohesionador y dinamizador de
oprimidos no son, pues, las huellas de personajes diabólicos que la tranformación de este continente" (97).
Los desafíos no están puestos sólo al cómo dar esta formación
quien insiste en la dimensión liberadora de la vida religiosa socio-política a los religiosos (98), sino cómo desde lo político
sin que provenga de una opción poh'tica, sin que parta de retomar y profundizar el seguimiento de Cristo, la vida de oración,
una ¡deologfa o inspiración política, sino del espíritu evan- el sentido de koinonía, la vida en fraternidad.
gélico (p. 27); para el autor la obra de liberación de Jesús
fue ni política ni apolítica (p. 22); en "Jesús y la Política
Finalmente, la experiencia de todos aquellos que han abrazado
de su tiempo" en Meúellín, 1 (1975), p. 5 1 , con acierto la causa de los oprimidos es una experiencia de pasión y muerte; la
nos recuerda que su mensaje no es político porque no Cruz es inherente a la liberación de los pobres; la lucidez y genero-
propone ni una ideología, ni una estrategia. Con aporta- sidad de tantos cristianos y religiosos realmente comprometidos
ciones audaces, aunque desiguales, ver G U E R R E R O , J.M.: van contribuyendo a que la liberación brote y se fortalezca de la
" E l religioso y la P o l í t i c a " e n V.R. Hoy, Confer— Arequi- cruz que vive el pueblo. La vida religiosa siempre tuvo en el marti-
pa, octubre (1974), p. 2—15, mimeo. rio una imagen; aquí la entrega serena y discreta de religiosos y
(96) Cfr. C L A R , texto de trabajo: " V i d a R. y situación socio- religiosas a la causa de los pobres es con frecuencia una experiencia
política en A . L . " , cap. I I , p. 15, NO 60—75 y cap. I I I , p. del martirio que sufre el pueblo; aquí sí se puede entonces reinter-
20, NO 81—84, 117: " L a situación lleva muchas veces a
asumir opciones en que será muy difícil discernir si se va
pretarse esta imagen con la que se tipificaba la profesión religiosa
muy lejos o no. Cada día los religiosos se ven en coyuntu- en la tradición.
ras más difíciles y variadas: trabajos en fábricas con la
consecuente entrada en sindicatos o a partidos políticos, (97) Ibidem, p. 26, N° 118—119; cfr. "Conclusiones de la
participación en huelgas, marchas de protesta, batallas ca- reunión de las Hermanas de M a r y k n o l l " , Perú (1971), en
llejeras, firmas de cartas públicas denunciando injusticias o C O N T A C T O , 8, 1 (1971), p. 9 5 - 9 7 .
adhiriendo a alguna postura, etc. Todos estos problemas
deberían ser tratados y dilucidados con el aporte de la (98) Cfr. CLAR, N ° 1, p. 1 7; Tercera Conferencia L.A. de Pro-
comunidad, la cual debería.acompañar a los afectados con , vinciales H.E.C. (1968), en C L A R , n ° 8, p. 59: "Que el
una crítica o un apoyo lúcido que tomara en cuenta todas postulante dé pruebas de una verdadera inquietud sobre el
las circunstancias que juegan en el caso". Ver, por ejem- problema social latinoamericano; Cfr. sobre el problema
plo: GÓMEZ C A Ñ E D O , L.: "Evangelización y Promoción específico de la mujer, PÉREZ Ma. del C : " L a religiosa y
Social, algunos antecedentes históricos" en Nuevo Mundo, la promoción de la mujer" en Testimonio, 9 (1970), p.
T2 (1972), N ° 2, p. 322—362, estudio serio sobre la ac- 26ss. ; N A T O L I , M.A.: " L a visión de la Religiosa de hoy
ción de los franciscanos y sus conflictos sociopolíticos. como contribución a la liberación de la mujer de maña-
na", ibidem, p. 32ss. ; C L A R , N ° 13, p. 1 7 - 1 8 , 29—33.
90 91

"La autenticidad de esta renovación, añade la Ciar, que aunque Con gran acierto y profundidad, la Conferencia de Religiosos del
no mayoritaria es cualitativamente importante, está siendo probada Brasil liga indisolublemente santidad y desarrollo del Continente;
por las críticas y aun persecuciones que injustamente sufren sacer- "La santidad es también participación de la propia santidad de
dotes y religiosos a raíz de su compromiso con los pobres" (99). Dios, es decir, de su poder al servicio de su bondad; tanto es así que
La vida religiosa como compromiso liberador acentúa el segui- podemos decir que para nosotros santidad sería el desarrollo inte-
miento y la imitación de Cristo desde los pobres y pone de relieve gral al servicio del Amor" (103). Si la caridad pasa por la libera-
las exigencias históricas del Reino, del Amor de Dios; sólo desde la ción, la liberación no tiene otro móvil ni otra meta que construir y
esperanza de los pobres es signo de la esperanza escatológica. (100). madurar el Amor (104).
Concebir así la santidad es marcar su lugar de verificación y es
e) La Vida Religiosa como vida según el Espíritu. señalar dos dimensiones esenciales; en primer término su perspecti-
va colectiva e integral y luego su carácter transformador del orden
El capítulo quinto de la "Lumen Gentium" sobre la vocación social.
universal a la santidad en la Iglesia, cancela oficialmente, por un Es fácil adivinar el carácter subversivo de una santidad de los
lado, cierta apropiación de la vocación a la santidad que parecía religiosos así entendida. Aquí se hacen comprensibles también las
cada vez más entre las manos de quienes habían hecho profesión de dificultades para repensar los "medios que conducen a la santidad",
aspirar a la perfección, y abre, por otro lado, una nueva compren- como se decía en muchos manuales de espiritualidad.
sión del amor cristiano como eje de la vida a la que el Señor nos La santidad expresa en alguna forma la transformación del Con-
llama a todos (101). tinente y del hombre latinoamericano y su conciencia y orientación
Finalmente la santidad no es otra cosa que caridad, que amor a al amor gratuito del Padre en Cristo por el Espíritu. En esta pers-
Dios y amor a los hermanos; santidad es el esfuerzo por hacer pectiva se venía buscando una espiritualidad del desarrollo (105).
coincidir la fraternidad con la' filiación (102). La Ciar ha querido dedicar uno de sus mejores esfuerzos de.
En nuestro continente la fraternidad entre los hombres pasa por, reflexión a la vida según el Espíritu en las comunidades religiosas
la liberación de todo lo que genera situaciones y actitudes inhuma- de América Latina, aunque su perspectiva desborda el ámbito de la
nas; la caridad exige como lugar de verificación la justicia. vida religiosa formal.
La preocupación por la vida espiritual, por el crecimiento del
(99) C L A R , NO 4, p. 24, NO 32; cfr. C L A R , N ° 8, p. 7 0 - 7 1 ; amor en nuestra vida y en el mundo ha encontrado una sólida motiva-
cfr. ISAAC, J.: " L a Cruz esencia de la vida religiosa" en ción en la renovación bíblico-litúrgica y en la profundización teoló-
Cuadernos monásticos, V I I I (1973), p. 25—40.
(100) H E R N Á N D E Z PICO, J . : . o p . cit., p. 46: " L a justicia se (103) Cpnf. Religiosos de Brasil, 1968, en C L A R N ° 2, p. 22.
deteriora cada vez más en nuestro mundo. Pero estar con (104) GUTIÉRREZ, G.: "Praxis de Lib . . .", op. cit., p.
los pobres, con los indígenas, con los marginados, y acep- 359—360.
tar los riesgos de una postura clara en su favor, es el único
signo que hará creíble nuestra pretendida radicalidad cris- (105) Primer Ene. Franc. de A . L . (1968), en C L A R , N ° 8 , p.
tiana y el único signo de que esperamos contra toda espe- 34: "Es preciso hermanar el conocimiento exacto de la
ranza"; cfr. además BOFF, L.: " V i d a Reí. en el contexto realidad socio-cultural de nuestro pueblo con el conoci-
latinoamericano: oportunidad y desaffo" conferencia en miento profundo de la teologfa católica y del pensamiento
Bogotá (1974) en la II As. Lat. de Religiosos, en V.R., 38, * franciscano, a fin de crear una verdadera espiritualidad
NO 283 (1975); M O U R E A U X , E.: " A vida religiosa entre cristiana del desarrollo"; en el mismo encuentro la ponen-
os pobres", en Convergencia, 44 (1972), p. 31—40. cia de FRANCO, E.: "Pastoral franciscana en A . L . " , quien
sin embargo parece sugerir una espiritualidad social para el
(101) Cfr. KLOPPENBURG, B.: "Normas del Vaticano II para desarrollo como solución a las causas del subdesarrollo "en
una vida santa" en Cuadernos Monásticos, V I I I , (1973), p. el V o l . ed. por la Coord. del Primer Encuentro, Bogotá
7-24. (1969), p. 1 1 1 .
^102) Cfr. C L A R , NO 1, p. 9Ss.: la santidad es la caridad.
92 93
gica sobre la acción del Espíritu Santo (106).
Entre otras, tres son lasj>reocupaciones medulares que marcan
La vida espiritual es obra, iniciativa y tarea del Espíritu de Jesu- las dimensiones características de una espiritualidad liberadora en-
cristo (107); la espiritualidad sobre la que el grueso de religiosos tre nosotros: el compromiso con los pobres, la praxis transforma-
latinoamericanos andamos inquietos es una difícil, pero al mismo dora de la historia desde la realidad y criterios de los pobres y la
tiempo nueva manera de vivir la fe, de ahondar nuestra esperanza y celebración de la Palabra a la luz de esa praxis.
de compartir el amor en el corazón mismo de las angustias y luchas La experiencia de Dios es entonces histórica, comunitaria, cul-
de nuestro pueblo; la experiencia de Dios pasa, se alimenta y rebal- tual (109); la experiencia del Espíritu pasa a ser experiencia sólo
sa nuestra experiencia revolucionaria. cuando se hace historia, cuando se hace pueblo, cuando se hace
La reflexión teológica sobre espiritualidad liberadora es cada vez pobre, cuando se hace confianza, fortaleza, fidelidad, audacia, luci-
más rica y abundante; es la reflexión sobre una praxis hecha ora- dez en las luchas por la liberación (110). Aquí cobra pleno sentido
ción, hecha poema, hecha arte, porque en todos esos niveles se va la vida de oración como experiencia que sintetiza nuestra opción
expresando nuestra comprensión del amor gratuito de Dios Padre, por la liberación y nuestra opción por querer reconocer, agradecer
•el amor militante de su hijo Jesús y el amor creativo de su Espíritu; y anunciar a Jesús en esos esfuerzos de liberación.
de esta vasta experiencia espiritual que es el vuelco masivo de los La vida de oración está indisolublemente ligada con la vida, el
cristianos a jugar su fidelidad bautismal en los avatares de la libera- servicio y la comunión a los hermanos (111). "Por eso es preciso
ción continental, beneficiamos los religiosos para esclarecer nues-
tras propias experiencias personales o comunitarias (108). t i m o n i o , 78 (1975), p. 1 3 - 1 7 ; Mov. Sac. ONIS: "Espiri-
tualidad Liberadora", documento de trabajo N ° 3, Lima
(106) Cfr. H E N R I Q U E C. de L I M A V A 2 : " E l Espíritu y el (1974), mimeo; Carmelitas Descalzos: " L a espiritualidad
M u n d o " en G R A N D E S I N A L , 1 (1972), p. 5—22 y en para un continente en cambio. Teología y espiritualidad
"Panorama de la T. Lat. Americana", 1, Seladoc, (1975), de la liberación", III Ene. Lat. A m . de Espiritualidad, Qui-
p. 71—90; BOFF, L.: " L a era del E s p í r i t u " , ibidem 10 t o . (1974), en " V i d a espiritual", 47/49 (1975), 3 - 2 6 9 .
(1972), p. 723—733, retomado en "Panorama . . . . " , p. (109) Son las mismas dimensiones que los Obispos peruanos exi-
91-102. gen a la evangelización; cfr.: "Evangelización", 4 , l.ss;
(107) C L A R , NO 14, p. 25—9; Cfr. RESTREPO, Darío: "Espí- H O R T A L , J . : "Experiencia de Deus: seu lugar na teología
ritu Santo y Vida Religiosa" en V i n c u l u m , 117, (1973), actual" en Perspectiva Teológica, 6 (1972), p. 59—71 y en
24—28, presentación didáctica. Sobre la relación experien- "Panorama de la Teolog. Lat. A m . " , I (1975), p. 13—26;
cia de Dios, conversión, acción del Espíritu, contempla- C L A R , NO 14, p. 19 ss.
c i ó n , y experiencia y conocimiento religioso, ver: (110) F O N T A I N E , P.: " V i d a R. y Experiencia de D i o s " en Tes-
KLOPPENBURG, B: " A s razoes do coragao", R.E.B. 34 t i m o n i o , 28 (1975), p. 5-7; excelente reflexión sobre la
(1974), 134, p. 3 4 3 — 3 5 Í y en Vinculum, 120 (1974), p. experiencia histórica, comunitaria y personal de Dios; el
12-19. autor acertadamente identifica la experiencia histórica de
(108) Sólo una breve indicación bibliográfica: G U T I É R R E Z , G.: Dios con la experiencia desde los pobres; CHEISIE, C H . :
" L a Espiritualidad de la liberación" en " T e o l . de la L i b . " , "Hacia una espiritualidad carismática latinoamericana",
cap. X ; Ídem: "Espiritualidad liberadora", conferencia ibidem, p. 8—12, más bien crítico, hace valiosas obse/va-
(1973), mimeo, Lima; Ídem: "Praxis de Lib . . ,", op. cit., ciones: frente al movimiento carismático como una espiri-
p. 362—3; Ídem: Presentación a "Signos de Liberación", tualidad ahistórica y apolítica, dependiente culturalmente
p. 13—36; G A L I L E A , S.: " A los pobres se les anuncia el * de los grandes centros pentecostales o neopentecostales
evangelio", IPLA, N ° 1 1 , passim; ídem; "Espiritualidad católicos de USA y Europa, sin mordiente entre los pobres
Liberadora", recopilación de algunos artículos por ISPAJ, y los jóvenes más politizados, elitista; más positivamente,
(1973); Ídem: "Contemplación y Apostolado", art. cit.; se pregunta cómo, en qué categorías culturales presentar
Ídem " L i b . como encuentro de la política y de la Contem- en A . Lat. al Espíritu Santo, ¿metafísicas? , ¿existencia-
plación", en Concilium, 96 (1974), p. 313—327; ¡dem: les-personalistas? , ¿semitas? , ¿místicas? , ¿políticas?
"Espiritualidad Liberadora de S. Juan de la Cruz", en Tes- (111) C L A R , NO 3 - 1 1 , p. 4 3 - 4 4 , n. 2 8 - 2 9 .
94 95
llevar a la oración lo que se vive y hacer de cada acto una oración.
En la medida que la oración se aleja del acontecer cotidiano va prácticas, su oración es la de los místicos, una oración-actitud (115).
perdiendo fuerza. Se comienza a producir un paralelismo entre vida Ni los tiempos fuertes ni la oración personal son minimizados; lo
real y oración. . . En otras palabras, la realidad de nuestra vida que sucede es que situarse en esta perspectiva de compromiso libe-
—termina la Ciar— no es sólo el estímulo de la oración, sino la rador y de oración-actitud, establece otros criterios y otras instan-
materia de la misma" (112); en esta perspectiva la relación personal cias que tradicionalmente no eran tiempos fuertes como tales, y
con el Señor lejos de perder la mediación histórica se enriquece y nos hace descubrir que toda oración por ser personal es precisamen-
problematiza, lejos de quedar aplazada, tiene sentido y da sentido te no individual sino colectiva, social (116).
al compromiso (113). La vida de oración evoca, finalmente, la exigencia de discerni-
La opción por los oprimidos, por los pobres que no revierte en miento (117) y de ascesisen la vida apostólica (118).
una actitud y vivencia de la pobreza evangélica y de la sencillez de No se trata, evidentemente, de hacer de la vida religiosa una
espíritu, queda, para nosotros, a mitad de camino. De allí que la forma de ascesis; desgraciadamente con frecuencia espiritualidad,
vida de oración, que supone y crea una actitud de infancia espiri- hombre espiritual, eran sinónimos de ascesis, de mortificación. La
tual, debe expresar nuestra opción por los explotados y nuestra espiritualidad liberadora por ser una espiritualidad pascual incorpo-
apertura a aquel de quien procede todo don. "En especial merece ra la experiencia y la perspectiva transformadora de la Cruz; pero la
destacarse aquí la necesidad de dar a la oración fraternal una di- aácesis, los sufrimientos, los ayunos, las renuncias no son medios o
mensión social ante .el Padre en favor de todos los pobres y necesi- instrumentos para la santificación sino que son las consecuencias,
tados del continente, quienes hoy, más que nunca, necesitan que las resultantes de la misión. Sólo ahí tienen capacidad de expresar
sus problemas y su desesperante situación lleguen a ser parte viva la intencionalidad profunda de liberación que anima todo apóstol y
de la oración de los religiosos. La oración fraternal llevará a éstos a que mueve a todo religioso (119).
una revisión de su compromiso con los pobres" (114).
Ubicar aquí la vida de oración no' significa haber solucionado los (115) C L A R , N ° 14, p. 46—47, donde bien se dice que la preo-
problemas que cantidad de religiosos afrontan hoy; cada vez son cupación por los otros para los que tienen al Sepbr
más los que se sienten identificados con lo que la Ciar dice acerca como proyecto fundamental de su vida —ya establece un
de religiosos que viven la oración más como actitud de vida que co - encuentro con Dios. Ver además los comentarios al docu-
mo un tiempo fuerte dentro del tiempo y expresado en fórmulas y mento de URIBE, H.: "Oración y Vida Religiosa", en
V i n c u l u m , 117 (1973), p. 52—63.
(112) Ibidem, p. 17, N ° 37; C L A R , N ° 6 , p. 4 6 . " L a oración no (116) C L A R , N ° 14, p. 4 8 : "Por eso, toda oración personal es
es pues, una fuga de la vida real, de lo profano, de las de alguna manera comunitaria, como toda oración comu-
tareas humanas que competen a cada uno y a los grupos, nitaria es también oración personal". Con mucha razón al
sino una actividad de la fe de quien vive en comunión con hablar de la formación, la C L A R , N ° 3 1 , p. 2 1 , n. 9, nos
lo real. Para que no sea una evasión sin sentido, la oración recuerda que " u n valor evangélico es siempre comunitario
debe brotar de la misma profundidad humana de donde y más amplio que los individuos que lo encarnan"; esta
brota la fe, esto es, del espíritu humano consciente de su estructura colectiva, comunitaria de los valores evangélicos
responsabilidad frente a su destino personal y comuni- nos permite comprender mejor la estructura colectiva del
tario". ser cristiano, de la santidad. Ver además BOFF, SPINDEL-
(113) Ibidem, p. 14—16, N ° 2 8 - 3 5 . > D R E I E R , H A R A D A : " A oracao no mundo secular", Pe-
(114) Ibidem, p. 19, n. 42 y 52: " L a oración debe ser cauce en trópolis, R.J. (1972).
el que se canalice el anhelo latinoamericano de acción (117) C L A R , NO 14, p. 5 3 - 5 8 .
social, desarrollo y liberación. Lejos de ser un obstáculo (118) C L A R , NO 14, p. 59—61.
para el compromiso concreto, ha de constituirse en impul- (119) Ibidem, p. 6 1 : " L a vivencia sincera de sus votos como
so permanente para él y ser captada como expresión nece- exigencias de la obediencia y'su solidaridad con los margi-
saria del mismo". nados de nuestro continente, participando de sus trabajos
y de los riesgos personales y comunitarios que esto ¡mpli-
96 97

Finalmente, no hay vida cristiana realmente centrada en Cristo pensarse la renovación de la vida religiosa, es la viva conciencia y
sin una dimensión mañana; en nuestro continente la Virgen María experiencia de ser un continente de injusticia y explotación, donde
es parte medular de la experiencia religiosa de las masas populares; las masas populares viven en situación inhumana.
una espiritualidad liberadora debe reformular e incluir esta tónica De allí que el sentido, el aporte y la calidad de la vida religiosa
marial. Quizá éste sea un aspecto, aunque presente, no suficiente- latinoamericana estén ligados a su fecundidad y eficacia en la trans-
mente trabajado y explicitado en la reflexión teológica sobre la formación de esta realidad. No se puede hacer teología de la vida
vida religiosa; esperamos que lo sea pronto (120). religiosa de espaldas a esta situación, no se puede renovar la santi-
Abordar la vida religiosa como vida según el Espíritu es otra dad de nuestras comunidades al margen de esta tarea, no se puede
forma de entender la vida religiosa como signo, como profecía, ser signo del Reino fuera del esfuerzo transformador de esta histo-
como concreción del hombre nuevo; pero un nuevo hombre que es ria escandalosa.
tal en la medida que se realizan en el Continente hoy "los nuevos En este sentido la opción por los pobres es coesencial al proyec-
cielos y la nueva tierra", la transformación histórica de Latinoamé- to de vida religiosa; las dificultades concretas para vivir esta exigen-
rica. Esto es salvación, esto es santidad. cia se suman a ciertos desniveles en la comprensión más política de
esta opción, lo que explica cierta vacilación en muchos; sin embar-
3. BALANCE go alrededor de este compromiso va girando cada vez con mayor
nitidez la reflexión teológica sobre los temas centrales de la vida
a) En síntesis, cabe destacar la importancia de la lia. Conferen- religiosa, seguimiento de Cristo, fuga del mundo, consagración
cia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín para la re- (121), vida en fraternidad, pequeñas comunidades (122), etc. Des-
flexión posterior sobre vida religiosa. La cuestión no es sólo de de aquí se mira esperanzadamente, no sin conflictos, el futuro de la
orden práctico, qué adaptar, cómo hacerlo, sino la preocupacióti vida religiosa (123): ligada orgánicamente a los pobres en el cora-
netamente pastoral ha exigido un .esfuerzo de profundización de zón mismo de las fatigas por combatir la injusticia y levantar un
criterios y fundamentación teológica. continente nuevo.
Lo que marca claramente el contexto vital dentro del que debe Así viven numerosos religiosos, y algunas comunidades que des-
de esta vivencia se sienten renacer- al Evangelio y volver a la histo-
ca, es una manera quizá más efectiva de vivir la ascesis y ria; por aquí va pasando el crederite proceso de politización de
cargar hoy la Cruz de Cristo". Sin embargo en otros párra- muchos de ellos que les permite, no sin sorpresas y angustias, ahon-
fos parece que no se mantiene esta perspectiva, por lo
dar la perspectiva colectiva y universal de su opción por los pobres;
menos con esta nitidez. Cfr.: H O O R N A E R T , E.: "Origem
da "vida religiosa" no cristianismo" en Perspectiva Teol.,
en este nivel más social y político del compromiso con los pobres,
NO 5 U 9 7 1 J , Inst. de.T. de Recife, p. 232; A L D U N A T E (121) D E L A N E Y , E.: " L o s religiosos y el pueblo argentino", en
J.: "Una nueva ascesis para el mundo de h o y " , en Cuader- Vida en Frat., 17 (1974), passim.
nos Testimonio, 4, Santiago de Chile (1972), p. 15—23;
(122) Cfr. C L A R , N ° 1, p. 13; C L A R , N ° 3—1, p. 35—36;
M A R Í A A N G E L A : "Una ascesis para los años de forma-
C L A R , N ° 14, p. 58; C L A R , N ° 20, p. 39—42; sobre pe-
c i ó n " , ¡bidem, p. 24—32, son sugerencias prácticas más
queñas comunidades, cfr. C.R.B.: "Encontró sobre peque-
bien; H A L L E T , C : "Para una renovación de la ascesis de
ñas comunidades empenhadas diretamente na Pastoral",
la V . R . " ¡bidem, p. 3 - 1 2 .
en Convergencia, 75 (1974), p. 1163—1167; C L A R ,
(120) Cfr. C L A R , N ° 14, p. 34—35: María figura y modelo de la
* N° 31, p. 45-47.
vida según el Espíritu; C L A R , N ° 13, p. 2 8 - 2 9 , 34;
C L A R , N ° 3—II, sobre la formación le dedica tres líneas, (123) Cfr. PERDÍA, M.: " L O S religiosos del futuro vistos desde
p. 2 1 , 36, 4 2 ; C L A R , N ° 4, p. 3 9 ; C L A R , N ° 16, unas Lat. A m , " en Razón y fe, 904 (1973), p. 387—392; ED-
dieciocho líneas, p. 130, 150, 1 5 1 ; C L A R , N ° 20 no in- WARDS, M.: '.'La religiosa del f u t u r o " en Suplemento 15,
cluye entre las características latinoamericanas a las que la Boletín CIRM (1973), p. 1 0 - 1 1 ; D O M Í N G U E Z , J-: " E l
V . R . debiera responder los rasgos religiosos más significati- futuro de la vida religiosa" en CHRISTUS, 465, México
vos: María (no tiene ni mención honrosa! ) sería uno. (1974), p. 2 3 - 2 6 .
98
99
se anuda - con una fecundidad nueva- la relación entre profecía y
utopía, elementos vertebradores de la vida cristiana y religiosa en la relación vida religiosa y línea política, es decir de las nuevas
nuestro continente. interpelaciones que la vida en fraternidad, la obediencia, la orienta-
No sólo hay en nosotros un nuevo contexto para marcar la ción de las obras, etc., se plantean desde cierta pluralidad política
primacía de la misión (124), siiio la preocupación por repensar la dentro de la opción común por los pobres y oprimidos y por una
teología de la vida religiosa desde allí. Esto es un tanto reciente en sociedad socialista. La renovación de la vida religiosa en América
la historia de la vida religiosa y de su teología en América Latina; Latina no puede escamotear este contexto a menos que renuncie a
sin embargo más es lo vivido y lo compartido "en caliente" que lo ser signo y profecía del Reino (126). El aporte dé la vida religiosa
escrito. al proceso de liberación latinoamericano no tiene exclusivamente
parámetros socio-políticos para ser evaluado; la eficacia de la con-'
b) Las exigencias abiertas a los religiosos en nuestros países han tribución de los cristianos religiosos o religiosas al Continente apa-
sido bien sintetizadas por el equipo teológico-CLAR: una vida reli- rece como algo más global y por lo tanto no menos concreto, como
giosa más auténtica, más latinoamericana, más comprometida con algo que en la mediación de lo político y de lo cultural, apunta al
América Latina, más integrada en la Pastoral, más fraternal (125). sentido mismo del esfuerzo de liberación (127).
Sin embargo es a nivel de la tipificación y análisis e interpreta-
ción de la realidad latinoamericana en la que nos toca ser religiosos, Los mejores esfuerzos de reflexión sobre la vida religiosa en
donde se plantean una serie de cuestiones que van siendo parcial- América Latina tratan de partir de este marco y de estas tareas y de
mente esclarecidas desde diversas experiencias. No se trata sólo de encontrarles ui.« respuesta. La acogida es muy desigual y no son
tener una visión de la realidad, ni de tener en cuenta la dimensión
política de la vida religiosa. Se trata, mucho más exigentemente, de (126) Cfr. G A L I L E A , S.: "Algunas condiciones para la renova-
ción de la vida religiosa" en.SERVIR, (1972), p. 4 5 - 5 2 ;
C A L I M A N , C : " A prudencia na renovagao da vida religio-
(124) Como bien dice A G U D E L O , Ma. en "Integración del reli-
sa" en Convergencia, 52 (1972), p. 20—30; P E R A N I , C.
gioso no nativo en la Iglesia local" en CONFER, X I
"Missao: proclamagao do Reino ou promogao humana",
(1972), NO 40, fase. 3, en Vinculum, 115 (1973) y en
ibidem, 58 f l 9 7 3 ) , p. 265—273, aun sin hacer un diagnós-
" L ' a p p o r t o dei religiosi italiani . . .", op. cit., p. 1 3 1 - 1 4 8 ;
tico de la crisis, señala que la V.R. como carisma escatoló-
"la línea directiva es la búsqueda de la liberación" desde la
gico no puede asumir lo social, lo político, lo económico
que hay que desafiar a nativos y extranjeros. Cfr. CUZZO-
sólo como parte de nuestro compromiso sino como lugar
L I N , A . : "Validitá del contributo dei religiosi stranieri",
central en la V.R. y admite que ésta nos sitúa en la clase
trabajo interesante, refleja toda la sensibilidad y sinceridad
burguesa; además propone tener una visión de clase, par-
en que debieran dejarse interpelar quienes optan por venir
tiendo desde la misión como promoción humana para re-
a A . L . (en " L ' a p p o r t o . . . " ) ; V I G A N O , E.: "Contribuigao
pensar la V . R .
dos religiosos e das religiosas estrangeiros a A. L a t . " en
(127) BOFF, L., en Vida en Frat., No 13, p. 28: "Si abordamos
Convergencia 4 8 / 4 9 , (1972), p. 41—4?; Ídem: " E l papel
la naturaleza de la vida religiosa dentro del horizonte de la
del religioso en la tarea de liberación", Testimonio, 9
pregunta: ¿para qué sirve? ¿cuál es su fin? ¿cuál es su
(1970), p. 7 ss., reflexiones para introducir el trabajo de
utilidad? corremos el riesgo de desfasarnos y no compren-
comisiones, pero sin abordar la perspectiva más política de
der nada de su fundamento y esencia. Porque dicho con
la liberación.
otras palabras menos racionales: la vida religiosa es inútil.
(125) C L A R , IM° 20, 42 pgs.; reflexión de cómo la Ciar ve su
Y en tal inutilidad reside su principal riqueza y su radical
papel en A. Lat. y cómo ve la vida religiosa actualmente
sentido. Ella es inútil para empresas de tinte técnico, para
en el Continente, no tanto una evaluación cuanto las lí-
el dominio de los problemas económicos y como punto de
neas que constituyen ya su presente y que deben marcar
partida liberador del subdesarrollo. Pero esta inutilidad no
su futuro p r ó x i m o . Quizá el orden de secuencia de las
es una nota exclusiva de la vida religiosa porque en este
características podría haber sido o t r o , teniendo en cuenta
sentido también Dios, su gracia, Jesucristo y su mensaje
que desde la opción por la liberación deben reinterpretarse
son igualmente inútiles. En cambio poseen un sentido pro-
y verificarse su autenticidad, latinoamericanidad, etc.
fundo".
100 101
pocas las tensiones que generan; es eí caso de la Ciar (128). Ciertamente que este camino inaugura un estilo nuevo de hacer
c) Quisiéramos finalmente recordar tres aspectos que la refle- teología y de exégesis. La práctica revolucionaria de Cristianos la-'
xión sobre la vida religiosa debe seguir marcando y que cobran tinoamericanos abrió un estilo y sobre todo un contenido al que no
nueva fuerza a la luz de la, teología de la liberación; en cierto se estaba tan acostumbrado en la interpretación de las Escrituras; se
sentido se trataría de enfatizar y visualizar mejor algunos puntos trataba de una exégesis que no sólo partía de la vida sino de la vida
que están inicialmente trabajados en la teología latinoamericana; que se juega en la violencia, en la represión, en la tortura, en las
sólo así nos acercaríamos más explícitamente a la teología de la luchas reivindicativas como en el trabajo de formación de cuadros y
liberación como teología de la vida religiosa. de movilizaciones masivas, a la luz de experiencias duras y esperan-
En primer término el método teológico nos pone inexorable- zadoras, cantidad de campesinos, obreros, estudiantes han hecho
mente ante una opción de vida: optar por los oprimidos, por las con sus vidas la exégesis más concreta, la lectura más difícil, y nos
clases populares y por su proyecto de liberación; sin esta praxis han destapado así el sentido más pleno, espiritual y teológico, de la
histórica no son comprensibles los otros niveles, pasos y el sentido Palabra del Señor. La teología de la liberación, sin descuidar los
mismo del método. Lo propio de la Teología de la Liberación no es rigores científicos de la exégesis moderna, echa sin embargo sus
darnos un análisis científico y una interpretación política de la raíces en esta exégesis de un pueblo combatiente; sin una "exégesis
realidad, sino señalar desde el núcleo mismo de la fe que se expresa militante" la teología latinoamericana pierde su empuje espiritual y
en la opción por los pobres como pueblo y razas explotadas que desvirtúa su aporte histórico.
esta opción nos exige aquellos análisis de la realidad que partan No sin razón se ha escrito que "los contactos y las conexiones
desde las clases y culturas dominadas (129). Podrán modificarse las con la hermenéutica bíblica en la Teología de la Liberación, sobre
teorías sociológicas de análisis e interpretación, pero esto no invali- todo en América Latina, son muy originales y autónomos. En estos
da ni la perspectiva metodológica ni la pregunta que inaugura el que- autores el punto de partida para una' nueva hermenéutica o inter-
hacer teológico: a la luz de la fe ¿qué hago, qué me toca hacer, qué pretación del mensaje bíblico, no está constituido por provocacio-
pienso, cómo califico esta situación, ¿cómo dinamiza y problema- nes o estímulos de tipo cultural, como sucede en la "nueva herme-
tiza a la misma fe? (130). néutica" alemana o en la hermenéutica francesa o inglesa, sino por
la situación en la que se encuentran las Comunidades cristianas del
(128) Cfr. Convergencia,. 53/54 (1973), p. 33—37: "Ciar o que e ambiente sudamericano, donde es preponderante la instancia socio-
Ciar"? " , artículo que presenta lo que es la Ciar y algunas política. De aquí nace también la franca orientación a la "praxis" o
de las críticas que se le hacen como no ser suficientemente al actuar y esto llega a ser precisamente el "criterio hermenéutico"
representativa, secularización, experiencias que son peli-
grosas, se pierde el carisma propio, la promoción de reli-
no sólo en la teología sino en la lectura del mensaje bíblico" (131).
giosos es peligrosa, la teologi'a de la liberación que la inspi- La exégesis militante tiene entre otras estas características. Se
ra. En Ciar,, n. 20, hay una respuesta, aunque parcial, bien trata en primer término, de una exégesis teológica según la expre-
fundamentada a algunas de estas críticas. sión de K. Barth (132); es decir un esfuerzo por escuchar la palabra
(129) Cfr. además de la nota 32 del cap. I, V A N NIEUWENHO-
V E J.: " L e projet théologique de Gustavo Gutiérrez. Dia- le permitirá, en su elaboración posterior, evitar la trampa
logue avec sa théologie de la L i b . " , Bruxelles (1973), 23 p. de una teología "ideologizada" y mantener su nivel profé-
mimeo, retomado luego como " L a Théol, de la Lib. de tico, donde cristianos de diversas opciones ideológicas de
G.G. Reflexión sur son projet théologique", en Lumen ' cara a la liberación, podrán encontrarse", p. 38—39.
Vitae (1974), p. 200—234; el autor califica de implicación (131) FABRIS, R: "L'ermenutica bibblica" en Vita e Pensiero,
recíproca no reductiva el método de G. Gutiérrez. nova serie, N ° 1 (1975), p. 92—93; el autor llama "herme-
(130) Cfr. G. Gutiérrez, en "Diálogo sobre la L i b . " , Celam, néutica de la liberación" a lo que Gutiérrez llama "exége-
1973, p. 68—85; G A L I L E A , S.: " T . de la L i b . y Nuevas sis m i l i t a n t e " , ver su conferencia en el curso de Teología
exigencias cristianas", Medellín 1 (1975): " L a teología de la P.U.C., feb. 1975, mimeo.
parte del hecho, no de una teoría de la dependencia. Eso (132) Cfr. K. B A R T H : " C R E D O " , Munich (1935), p. 153.
102 103
de Dios en el texto, comprenderla, interpretarla en favor de los integral a la realidad de la Escritura" (136). Cuando decimos que
demás (133); pero no basta que la comprensión del mensaje y su cualquier línea del Evangelio, aunque particular o parcial, nos abre,
comunicación sean hechos por la comunidad (134), la mediación nos introduce al conjunto del mensaje, estamos recordando que
de la praxis liberadora es la que hace que esta exégesis teológica ningún aspecto ni línea es separable del conjunto, lo integra, lo
, adquiera su contenido y concreción histórica. ilumina y es iluminado y vuelto comprensible por el resto; puede
Bultmann a partir de una preocupación netamente pastoral plan- ser exagerado, pero para una exégesis militante es fundamental; es
teó el paso a una exégesis "desmitizante", "existencial"; su preo- la manera de entender el sensus plenior de la exégesis bíblica (137).
cupación era responder a una cuestión central: ¿Conserva aún signi- Santo Tomás afirma que el acto del creyente, el acto de fe no
ficado para el hombre moderno la predicación dé Jesús sobre el termina en lo que se enuncia, en lo que se proclama sino en la
Reino? Bultmann no vacila en responder que sí a condición de realidad que se enuncia (138); en el Vaticano I se utiliza el princi-
desmitologizar el mensaje. La exégesis militante parte también de pio de analogía de la fe según el cual cada afirmación debe ser
una preocupación misionera: ¿La fe en Jesús Resucitado, el anun- entendida en función del conjunto de las otras (139), y el Vaticano
cio de su Evangelio, son una experiencia capaz de transformar polí- II nos orienta hacia una concepción interior y orgánica de la reali-
tica y culturalmente la historia de nuestro continente? Nosotros dad dogmática.
decimos que sí, con tal que el mensaje sea "desidcolo- La expresión, pues,"articulum fidei','de los teólogos medievales,
gizado" de su carga y lectura burguesa; los únicos que pueden hacer nos remite al "todo"" de lo que el articulum es parte; cada artículo
' esta exégesis teológica son los pobres, los oprimidos, quienes devol- tiene sentido en la medida que se refiere al conjunto y a cada uno
verán a las masas y a todos los hermanos un evangelio liberador de los demás, en este caso al símbolo, al credo (140).
capaz de dar sentido al conjunto de la lucha liberadora. El militante Con las debidas salvedades, esto es lo que los militantes hacen
se pone así ante el mensaje con una precomprensión del hombre, cuando confrontan sus vidas y sus luchas con la Palabra de Dios en
de la historia; la relación fecunda, pero no menos dolorosa, entre este o aquel pasaje más preciso; cada texto, cada línea no es sino el
nuestro continente hoy. y la utopía de su proyecto de liberación, pretexto de entrada y de contacto con el Señor.
de sus aproximaciones estratégico-tácticas es el punto de arranque La perspectiva que viene de la praxis de liberación como una
y de verificación del círculo hermenéutico del militante. La exége- praxis global, ya que la liberación es una dimensión y tiene un
sis militante no es sólo una exégesis existencial en general, sino una contenido totalizante y unificador, hace que la hermenéutica mili-
hermenéutica que pone claramente el acento en el carácter político tante -marque fuertemente su lugar de verificación, la transforma-
y en la orientación liberadora del mensaje desde los pobres, desde ción histórica del pueblo, y su carácter espiritual, vale decir su
las clases y razas marginadas, reconociendo los problemas de len- preocupación por vivir del Espíritu que atraviesa, anima, engloba y
guaje subyacentes a toda esta perspectiva militante. desborda el texto, el pasaje, la perícopa.
En segundo lugar la exégesis militante, aunque aparentemente Esta manera, muy rápidamente señalada aquí, de entender la
no abarca sino unos cuantci textos (135), es una exégesis que nos exégesis que está a la base de la teología de la liberación, nos
ubica en el dinamismo que pasa por todo el texto, que lo desborda
y que rompe sus formas y redacciones, "haciendo posible un acceso (136) W A R E , R.: o p . cit. Concilium, 70 (1971), p. 562.
(137) Cfr. una postura distinta de entender el sensus plenior,
(133) Mac K E N Z I E , R.: "La autocomprensión del exegeta" en BENOIT, P.: "Exégése et T h . " T . I . , Paris (1961), p. 2 1 ,
Concilium, 70 (1971), p. 449. ' para quien el sensus plenior debe reservarse a los avances
(134) Cfr. G. H A S E N H Ü T T L : '.'Diálogo entre el teólogo y el que se dan de un texto al interior de la revelación y no de
exegeta", ¡bictem, p. 447. una reflexión teológica posterior.
(135) Cfr. G U T I É R R E Z , G.: conferencia, curso de teología (138) "Actus credentis non terminatur ad enuntiabile, sed ad
P.U.C., Lirna (1975), mimeo, sobre la utilización de la rem . . .", citado por R. Marlé, op. cit., p. 114.
Escritura en los documentos de las comunidades cristianas (139) Dz. 3016.
según "Signos de Renovación" y "Signos de Liberación". (140) Cfr. Sto. Tomás. S. T h . , 2a llq. 1 a 6.
104
105
permite repensar la vida religiosa precisamente como una exégesis
viviente, como una entrada y hermenéutica militante del evangelio lar de nuestra militancia (142); la exégesis militante, a diferencia de
para el hoy de nuestros pueblos. la exégesis bultmanniana dependiente de la filosofía heideggeriana,
se apoya en la perspectiva político-cultural de las luchas de los opri-
La vida religiosa en sus múltiples formas, en América Latina, es midos por su liberación.
una especie de articulum fidei; se trata del enunciado formal y
parcial de una unidad orgánica que es el Evangelio, que es el Señor La exégesis teológica de los militantes llega también a cuestionar
Jesús. La vida religiosa como exégesis teológica es la expresión las representaciones míticas, las presentaciones ideologizadas de la
original del dinamismo que cualquier texto expresa en forma frag- Palabra, pero este proceso es consecuencia de la crítica radical que
mentaria y hasta torpe muchas veces. se hace de la sociedad, en la que la religión y la Biblia han sido
capturadas por las clases dominantes para legitimar su posición, sus
La vida religiosa latinoamericana se presenta pues como una intereses y sus condiciones de vida. La exégesis militante es en este
interpretación creyente, militante, como una lectura contemplativa sentido una exégesis política, profética y subversiva de la herme-
y combativa del sentido y del mensaje de salvación, como esa néutica práctica y secular que las clases dominantes han hecho para
"plusvalía" de la que habla Mac Kenzie (141); los religiosos serán sí y para el pueblo.
esa exégesis teológica de la Palabra cuando esa "plusvalía" sea de-
vuelta y compartida en la praxis liberadora y en la tarea evangeliza- La teología de la liberación desde su método, desde su eclesiolo-
dora al pueblo que nos permitió "sacarle a las Escrituras" esa plus- gía y cristología, es decir como teología espiritual, abre a la vida de
valía. los religiosos posibilidades apasionantes de renovación y crea condi-
La vida religiosa sería una suerte de exégesis sensus plenior del ciones para repensar su marco teológico (143).
Evangelio; es untipode comprensión de la dinámica del mensaje del El desafío central cobra luz y acentúa sus exigencias: dar testi-
Señor, pero sobre todo del Señor que es anunciado y comunicado monio del amor del Padre, de la fecundidad del Espíritu de Cristo
en ese mensaje. Resucitado en los esfuerzos mismos de liberación de las masas
Quizá esto nos pueda dar una luz para repensar el valor de los
(142) Cfr. los trabajos, entre otros, de C R O A T T O , S.: " E l me-
carismas específicos de cada comunidad o el espíritu de cada insti- si'as liberador de los pobres" en Revista Bíblica, 3 1 , 137
tuto o congregación, que al privilegiar algún aspecto del Evangelio (1970), p. 233—240; BOJORGE, H.: " G o e l : Dios libera a
no hacen sino escoger una entradita en ese Evangelio y una ventani- los suyos", ibidem, 32, 139 (1971), p. 8—12; Ídem: "Para
ta desde la que quisieran entregar al mundo, a los sectores popula- una interpretación liberadora", ibidem, 32, 139 (1971), p.
res, el conjunto del mensaje y del amor del Señor. 67—71; R I V E R A , L.: "Sobre el Socialismo en Santiago",
Pero quizá también podamos mirar y captar mejor el sentido de ibidem, 34, 143 (1973), p. 3—11; MORENO, A.: "Jere-
aquello que la vida religiosa es una forma de vivir radicalmente el mías, lo política en la vida de un profeta" en Teología y
evangelio; radicalizar la letra misma del Evangelio es para nosotros Vida, 12, 3 - 4 (1971), p. 187—208; S A R T O R ' R.: " L a
epístola de Santiago releída a la luz de la condición latino-
una exégesis militante, una lectura desde la opción por las clases y americana" en Nuevo Mundo, T . L . (1971), N ° 2, p.
razas marginadas del sensus plenior que se encuentra al interior 275—290; Ídem: " C u l t o y compromiso social según San-
mismo de esa letra. „ tiago", en Revista Bíblica, 34, i 4 3 (1972), p. 21—30.
Quisiéramos, sin embargo, evitar la tentación iluminista cuando
hablamos de la vida religiosa como una exégesis viviente del Evan- (143) G A L I L E A , S., op. cit., nos recuerda que quienes con él se
,» han adentrado en esta teología latinoamericana a partir de
gelio; la tentación consiste en pretender encarnar el Evangelio de- preocupaciones misioneras, "hemos ido tomando concien-
jando de lado la historia, la Escritura, la Tradición que nos lo cia que ella está llamada a influir también en otros aspec-
explican; quisiéramos además que la exégesis científica cuando de- tos de la llamada teología pastoral, especialmente en la
tiene en exégesis teológica esté marcada por la perspectiva popu- eclesiologfa y en la doctrina de los sacramentos. La Teol.
de la Lib. es y será más y más una fuerza que empuje a la
(141) Mac K E N Z I E , R., op. cit., passim. Iglesia Lat. a su reforma misionera. Creo que en ello está
una de las causas de su conflictividad actual", p. 35—36.
106 1Ü7

campesinas, obreras, marginadas de nuestro Continente


Nuestra vida centrada en Cristo será reconocida.y fecunda en la
difícil síntesis de una entrega generosa y lucida a la causa histórica
de nuestro pueblo y a la construcción desde allí de la Iglesia del
Señor.

CAPITULO CUARTO

CONSAGRADOS A LOS POBRES


DEL PAÍS

La constante más saltante de la búsqueda de los religiosos lati-


noamericanos es su inquietud y empeño por encarnarse en el mun-
do de los pobres; es, creemos, el paso decisivo de la renovación y de
aquí nacen las esperanzas y los bloqueos de numerosas comunida-
des; la comprensión concreta y la vivencia efectiva de esta exigencia
brotada de las condiciones objetivas del Continente constituyen la
piedra de escándalo para muchos, la fuente de tensiones personales
y colectivas para no pocos, y la tarea principal sin la que no se
puede ser fieles al Espíritu, para una creciente mayoría.
El hecho contundente de ser un continente de mayorías aplas-
tantemente pobres, marginadas, explotadas, nos obliga a reconocer
con nu.eva fuerza y significación el signo de los tiempos por exce-
lencia que es Cristo Pobre. No es posible desligar la condición de
pobre, de humillado, de oprimido, del hecho y del misterio de
Cjisto; por eso es que Cristo se nos presenta como Liberador y que
lo podemos reconocer como tal, porque su condición de pobre no
•es una "casualidad", es una exigencia de toda la historia de salva-
ción y es una opción del insondable amor de Dios; y es a los pobres
a los que históricamente está ligado el amor liberador de Dios desdj
siempre.
108
109
En Cristo ha quedado inseparablemente ligada la entrega incon-
todos los pobres del país . . ."; Isaías, 14,32 en una monición a los
dicional al Padre con el don efectivo e ilimitado a los pobres (1);
filisteos: "Yahvé ha fundado Sión y los pobres de su país (pueblo)
ahí se anuda para siempre la concreción histórica de su amor
-ahí se refugiarán"; la expresión está también en Jeremías, 40,7 y en
universal y liberador; el signo de su filiación pasa por su condición
2 Reyes, 25,12, 22-26, 30, cuando en la segunda deportación, des-
de pobre y se desarrolla y unlversaliza para todos los hombres
pués del saqueo de Jerusalén, el comandan-te deja "parte de los
desde los pobres.
pobres del país como viñadores y peones". Consagrados a lo^po-
La consagración de Cristo a la misión confiada por su Padre bres del país significa haber optado por aquellos que no solé son
tiene en su consagración a los pobres el signo que la verifica históri- preferidos de Yahvé, en quienes él pone sus ojos, los justos, los
camente; ahí es reconocible la presencia del Reino. bendecidos, los íntegros, los rectos, los santos, sino que son aque-
En este contexto quisiéramos que se entendiera el título de este llos que heredarán la tierra, a quienes está ligada la promesa y el
capítulo. cumplimiento de la liberación, vale decir la transformación de la
Con profunda sensibilidad evangélica Ignacio de An.tioquía po- historia, de los nuevos cielos y de la nueva tierra (3). Por Cristo, en
día escribir a los pobres de Efeso: "Necesitamos ser ungidos por los pobres se identifica la irrupción de la salvación definitiva y la
• Uds. . . ." (2); el signo creíble de la consagración por Dios es cuan- inauguración de un mundo que se transforma hacia la justicia y la
do los pobres, los sencillos, los despojados, los humildes, los malde- liberación.
cidos, nos reconocen y se reconocen como depositarios de la buena Una teología de la vida religiosa en America Latina debe co-
nueva que con ellos compartimos y que nos la "devuelven" para menzar desde donde históricamente se inicióla presencia de los
que nos convirtamos más radicalmente. religiosos en estas tierras: al lado del indio, de las masas aborígenes
Estos son los "pobres del país" como bien los llama Yahvé en y nativas —"los pobres del país"— para servirles el Evangelio. Se
boca de sus profetas: ver Sofonías, 2,3: "Busquen a Yahvé, Uds., trata de la conciencia evangélica más original y fiel de estos misio-
neros aunque no exenta de limitaciones: hoy no podríamos repetir
( 1) M U Ñ O Z , R. en "Nueva Conciencia . . .".- " A m o r a Dios y los condicionamientos y las "lealtades" que entonces entrabaron a
amor eficaz al pobre son inseparables no sólo porque Dios muchos religiosos.
lo haya establecido asi' como una regla, exigiéndonos una La práctica histórica de liberación en el continente ha dejado un
" p r u e b a " que no tendría relación intrínseca con el amor a saldo de valiosas experiencias; el avance de las ciencias sociales y la
su persona. Son inseparables porque Dios mismo tomando
nuestra humanidad en Cristo, ha querido identificarse per- maduración de la presencia, acción y reflexión de comunidades
sonalmente con los necesitados y oprimidos, con los que cristianas, nos permiten, en la línea de Bartolomé de Las Casas y
sufren. Y ha querido identificarse hasta tal punto — como otros, mejorar las motivaciones, los alcances y complicaciones so-
lo enseña el propio Jesús en la parábola del juicio final, cio-políticas de nuestra opción por los indios de nuestra América,
tantas veces citada por nuestros documentos •— que sir- por sus sectores y razas marginadas, por sus clases explotadas.
viendo a los pobres por ellos mismos, es a Cristo mismo a
quien servimos aun sin saberlo, y que éste es el único Todo esto conforma el marco dentro del cual nos toca redefinir
criterio según el cual, en definitiva, será juzgada nuestra nuestra vida, nuestra acción y nuestra autocomprensión como reli-
vida entera", p. 260. giosos en continuidad con la mejor tradición misionera y en la
I 2) IGNACIO DE A N T I O Q U I A , Carta a los Efesios, en novedad de un continente como el nuestro hoy.
Lettres, Sources Chrétiennes, texto griego, introd., tra-
duce, y notas de P. T h . CAM ELOT, I I I , 1: "Soy yo quien ( 3) Cfr. J. DUPONT, "Les Beatitudes", T. I I I , París (1973), p.
tengo necesidad de ser ungido por ustedes de fe, de exhor- 430—448; estudia la relación entre "el pueblo del país" y
taciones, de paciencia, de longanimidad". los "pobres en e s p í r i t u " .
no 111
El contenido teológico, evangélico de nuestro compromiso con
el indio, con el nativo, con los pobres y marginados, se ha enrique- que son los pobres los que cambian el sentido de la historia hacia lo
cido y profundizado gracias a una presencia no sólo más numerosa humano, lo universal y que el Reino crece y se expresa en las luchas
sino más lúcida y esclarecida en la vida del pueblo, y al esfuerzo y conquistas de humanización, del mundo que con sus vidas arran-
por releer desde allí el Evangelio que desafía la vida y las estructu- can los pobres y los sencillos (4). Es desde esta profesión práctica
ras de la Iglesia. de fe, de esperanza y de amor a los pobres desde la que se tratará
Pero ese contenido evangélico se ha problematizado y renovado de diseñar el enfoque y las preocupaciones de algunos temas centra-
porque hemos descubierto con mayor nitidez y complejidad las les de la vida religiosa en nuestro continente.
consecuencias políticas de estar al lado del pobre y defender su
causa; poique hemos ido visualizando y recorriendo en el movi- 1.- LOS POBRES DEL PAÍS: OPCIÓN POLÍTICA.
miento de liberación del continente canales concretos de expresión
de nuestra solidaridad con los débiles. Medellín señaló sin recortes la voluntad de la Iglesia de asumir la
causa de los sin voz del continente. El profundo en-raizamiento
La opción por los "pobres del país", por los explotados, cobra' cristiano de esta opción, lejos de encubrir, pone de manifiesto y
así nueva luz para nuestra vida cristiana y se nos presenta como una obliga a explicitar su carácter conflictivo: ligar su suerte a una
auténtica conversión evangélica y como una insoslayable definición historia conflictiva como la de nuestros pueblos es hacer una elec-
política. Este es el paso inaugural del seguimiento de Cristo; estar ción ella misma conflictiva y crucificante. En el nervio mismo de la
del lado del pueblo marginado y explotado es signo de la presencia inspiración evangélica de la solidaridad por ios oprimidos radica su
del Reino y es prueba de la acción del Espíritu de Cristo Resucita- carácter social, su contenido político.
do en la historia de nuestro continente; la opción por los sectores
Conscientes de esto, los obispos se declararon dispuestos a sacar
populares se constituye en acto fundacional teológico y político,
la cara por los sacerdotes y religiosos que fueran perseguidos o
cultura] y espiritual, de nuestro ser cristiano.
criticados por vivir y jugar su existencia por los pobres (5). El
La solidaridad con los pobres es, pues, la condición ineludible,
contexto de Medellín crea así nuevas condiciones para que los
aunque no opera mecánicamente, para la renovación de la Iglesia,
cristianos se enrolen en las luchas de los pobres del continente.
para el cambio profundo de nuestras vidas; sólo después, y una vez
más no automáticamente, es el lugar desde el que es posible recrear
la vida religiosa y la teología que la expresa. Repensar la vida a) Desde la dinámica de la fe.—
religiosa desde las perspectivas de la teología de la liberación signifi-
ca que aceptamos que el método teológico nos exija primeramente El que un significativo número de religiosos hayamos ido llegan-
una identificación, una definición histórico—social; no se puede do a un compromiso con los sectores explotados, jalados por la
hacer teología de la liberación sino desde esta inserción, desde esta dinámica misma de la fe y de la vida de ciertas comunidades cristia-
praxis que en nuestro continente tiene color y signo político-cultu- nas o de cierta sensibilidad pastoral, no invalida ni desmerece la
ral bien preciso: clases populares, sectores marginados, razas domi- legitimidad de nuestra evolución;lo que pasa es que desde entonces
nadas, pueblos oprimidos. Sin esta opción, para nosotros —a rjesgo el panorama se nos ha ido complicando en la medida que el carác-
de aparecer separando—, ni hay teología, es decir fuerza, vida, luz,
fe que transforma la historia, ni hay liberación, es decir proyecto ( 4) M U Ñ O Z , R., op. cit., p. 326—327, donde recoge un texto
alternativo total. de la Ciar, n . 4 , p. 56, n. 103.
• Quisiéramos que este capítulo marque con nitidez lo que nues- ( 5) Medellín, Pobreza, 1 1 : " . . . para que sientan nuestro
tra consagración a los pobres pone de manifiesto: la convicción de aliento y sepan que no escucharemos voces interesadas en
desfigurar su labor".
112 113

ter netamente "político de nuestra presencia y trabajo con las clases significativamente fecunda para ellos, para el pueblo a quien entre-
populares, nos ha ampliado no sólo las motivaciones para la solida- gan su vida y quizá algún día también para sus comunidades religio-
ridad, sino las concreciones históricas de la misma. Paradojalmente, sas; a mediano plazo ésta será la experiencia de muchos más; por
aún en las órdenes y congregaciones nacidas para servir a los más aquí' se decidirá en el Continente el futuro de la vida religiosa
pobres, hubo que librar largas y desgastadoras batallas para poder porque por aquí se va definiendo ya el presente y el futuro de las
"integrarse" en el mundo de los pobres, para estar en medio de los clases populares.
destinatarios soñados por los fundadores; no son raros los casos en
que las mismas comunidades que empujaban a sus miembros en b) Comprensión cualitativamente distinta de la realidad.—
aras del carisma a vivir y trabajar con los pobres, les recordaban
insistentemente que ese compromiso no era político y que debía En general somos mayoritariamente de extracción no proletaria,
evitarse todo tinte político del apostolado con los pobres (6); en el y además la formación para la vida religiosa ha vehiculizado en
fondo toda motivación o criterio politice) aparecía como desdibu- nosotros con gran éxito la ideología pequeño-burguesa, precio pa-
jando la intuición específica religiosa de nuestra misión y de nues- gado para ocupar como institución un sitial de prestigio en nuestras
tra propia identidad. Pero hoy debemos señalar otro aspecto delica- sociedades. Es por esto que hablamos de una opción que aunque
do y no menos importante para numerosos religiosos y religiosas necesaria también para quienes de origen popular no tienen con-
cara a sus comunidades; no se trata sólo de reconocer y admitir la ciencia clara de su clase, es para todos un proceso.
inevitable dimensión política de nuestra presencia y de nuestro Con frecuencia hemos estado más marcados por la visión que de
trabajo desde los sectores populares; el debate que impacta nuestra la realidad tenían nuestros insignes bienhechores a quienes les ha-
experiencia de fe, que sacude nuestra vida de comunidad, que inter- cíamos la corte para que patrocinaran nuestros apostolados entre
pela nuestra vocación a la Koinonía, que sorprende nuestra concep- los pobres con su aporte voluntario, o hemos sido impactados por
ción de fraternidad y que explica muchos de nuestros silencios, de la manera de juzgar la situación de nuestros prestigiosos ex-alumnos
nuestras soledades, de nuestras tensiones, pero que también revela ya colocados y logrados en la sociedad, o por los padres de familia
nuestra esperanza, nuestra mística, nuestro dinamismo y hasta de los alumnos de nuestros colegios bien, o por las amistades conse-
nuestra impaciente intransigencia frente a la mediocridad y al de- guidas entre las autoridades del lugar; pero bastante menos por la
rrotismo, es la concreción partidaria de nuestra opción por las cla- manera quizá poco culta con que los mismos pobres analizan e
ses explotadas y el margen de líneas y programas que se nos abre. interpretan su situación, y por la visión de quienes cuestionan la
En este sentido no basta decir que se está en una línea de libera- nuestra como postura y defensa de los intereses de las clases domi-
ción, lo que ya es una plataforma en común; se trata de esclarecer nantes.
cómo se implementa concreta y orgánicamente esa perspectiva. Aunque este panorama ha comenzado a variar, es innegable que
El horizonte se complica aún más cuando sincera y honestamen- en general la visión de la realidad que tienen muchas de nuestras
te desde esta búsqueda seguimos indesmayablemente interesados comunidades, no sólo es ingenua, sino políticamente reaccionaria.
por' nuestra comunidad religiosa, por cada uno de nuestros hemia- 'Ubicarse en la vida desde los sectores populares implica asumir
rios, por la vida en fraternidad, por el anuncio y celebración de la creativamente su visión de la realidad; esto equivale a una inteligen-
Palabra; aquí radica hoy para muchos religiosos latinoamericanos cia, a una comprensión cualitativamente distinta de la historia de
su experiencia pascual más cruda, pero -estamos seguros— más nuestro continente, no sólo de la pasada, sino de la actual: optar
por las clases oprimidas para comprender la historia, aquella que
( 6) Ciar, NO 8, p. 70.
tiene mensaje, aquella que es portadora de esperanza, aquella que
114 115
nuestros países (9). con todas las viejas limitaciones reformuladas
es historia de salvación. En este sentido profundo cabe afirmar
quizá en otros términos hoy. Con acierto se señala que no basta
parafraseando el creer para comprender (7), optar por los pobres
una adaptación o asimilación superficial, hablar la lengua, aprender
para comprender la realidad y para comprender la fe en Cristo:
las costumbres locales, sino que hay que incorporarse al dinamismo
optar para comprender.
interior del pueblo (10); cierta crítica a la labor misionera responde
Brevemente quisiéramos señalar algunos de los elementos que en
al cuestionamiento de la occidentalización que la labor evangeliza-
el proceso de politización,'es decir, de transformación y compren-
ddra y promotora producía en las comunidades nativas, pero aún
sión de nuestra realidad latinoamericana, han enriquecido nuestra
solidaridad con los pobres. aquí el encuadramiento más global políticamente no aparece con
suficiente fuerza; se trata de encarnarse sin destrozar las culturas
1.— De la "integración" al mundo de los pobres al proyecto históri- aborígenes, y recuperar los inapreciables valores de esas poblacio-
co de liberación.— nes; quizá nuestras categorías científico-sociales para el diagnóstico
y luego para la estrategia de liberación deban ser mejor -trabajadas
Sin el insistente llamado y luego concreción a "encarnarse" en el en lo que concierne a la realidad de comunidades aborígenes. Esta
mundo de los pobres, no habría pasado nada en la renovación de la situación es una real dificultad para los numerosos religiosos y
vida religiosa; nunca se quiso a través de esas invocaciones a inte- religiosas que generosamente se esfuerzan por integrarse al mundo
grarse, canonizar como ideal la condición de pobreza, miseria y nativo de nuestras amazonias; las barreras son múltiples, la cultural,.
explotación, ni hacer una especie de captado benevolentiae o de la religiosa, la económica; y, la tensión es fuerte cuando esos reli-
recurso demagógico. Integrarse al mundo de los pobres expresaba giosos van siendo más conscientes de las exigencias políticas de su
en positivo nuestra convicción y el deseo de señalar claramente que trabajo en esas regiones.
desde ahí, desde los pobres, uno mismo renace y se recrea la espe- Si es cierto que no basta cierta aculturación ( i I), también es
ranza de que es posible cambiar esta sociedad, y es reafirmar que la
liberación no viene de los grandes, ni del dinero, ni del prestigio. ( 9) PALMES, O : "Una vida religiosa más auténtica", en Vida
Sin una inserción realmente vital en las condiciones de vida del en Frat., N ° 18 (1974); p. 43 ss.; B O F F , L.: " A vida
pueblo, no habríamos ciertamente sentido el clamor de sus voces. religiosa e a Igreja no processo de libertagáo", ed. Vdzps,
CKB, ( 1 9 / b ) , p. 38, 85—88, 97—99.
Con razón la CLAR ponía como condición para integrarse en el
(10) PIRONIO, E.: "Invio di personale apostólico ¡n A . L . " '
mundo de los pobres y adecuar nuestro género de vida al de ellos, (1972), p. 28; sin embargo no desarrolla una visión más
el que hiciéramos una opción personal bien clara frente a los po- política de lo que es "incorporarse al proceso creativo del
bres, haciéndonos solidarios con ellos, con sus problemas, sus lu- Pueblo de Dios" y presenta lo político más bien como
chas, sus compromisos (8). problema de una fácil e ingenua politización del clero o
religiosos y laicos extranjeros; M. A G U D E L O , "Integra-
Es notable el número de religiosos que se han ido volcando en
ción del religioso no nativo en'la Iglesia local", CONFER,
estos últimos años en los sectores marginales y pauperizados de vol. X I , N ° 40 (1972), señala la liberación como línea
directiva, la pastoral de conjunto y la urgencia de cerrar
( 7) G U T I É R R E Z : o p . c i t . , en Concilium, 96, p. 363—4. filas para combatir en la realización de la justicia del conti-
( 8) Ciar, N ° 1, p. 34; en otra perspectiva en la que no se nente. En una perspectiva más política ver M U G I C A ,
marca la preocupación por el pobre, sino que se habla de Gmo., "Figura y labor del misionero en el marco de una
la inserción como condición para la animación, ver LE- teología de la liberación" en Misiones Extranjeras, 16—17
CLERCQ, J . : "La influencia de los religiosos en la anima- (1973), 1 3 5 - 1 5 0 .
ción espiritual de nuestro t i e m p o " , p. 121 — 128, en "Pre-
sencia de los R. en una N. s o c " , Madrid (1975). (11) En tiempo de Toribio de Mogrovejo el Concilio Provincial
Limeño, 1 5 9 1 , manda que los religiosos hagan en el idio-
116 117
evidente que la solidaridad por las clases populares no sólo debe desarrollo y de justicia (12).
afinar sus presupuestos ideológicos y políticos sino su contexto, su
Del hecho de encamarse en el mundo de los pobres a la opción
universo cultural; ei ámbito psico-social, religioso del pueblo lati-
del proyecto político de lucha liberadora del pueblo, hay un paso
noamericano obliga a repensar la eficacia de cierta ortodoxia cientí-
que complica y enriquece nuestra vida al ubicarla más netamente
fico-social y las exigencias de lo estrate'gico y táctico. ¿Cómo re-
en el dinamismo histórico de un pueblo que combate por sus inte-
pensar permanentemente el proyecto histórico de liberación desde
reses más justos (13).
los acentos propios de nuestras razas mestizas, indias, aborígenes?
De allí que la opción por los pobres, por los oprimidos, no es
De allí que no baste "tener la opción" sin un esfuerzo por encar-
una tarea entre otras (14); se trata del acto matriz, del salto cualita-
narse y vivir con el pueblo; la experiencia cultural de lo que son los
tivo, y éste es tal sólo cuando hacemos nuestro su proyecto históri-
pobres y clases marginadas, amén de darnos "objetividad" en el
compromiso, nos obliga a re formular en términos operativos, efica-
ces, los planteamientos políticos, nuestros análisis e interpretacio- (12) Cfr. G E R A , L.: " L a misión de la Iglesia y del presbítero a
nes de la situación. la luz de la T. de la L i b . " , separata de "Seminarios" y en
"Pasos", N ° 14 p. 12—13, Santiago de Chile: "Pero la his-
Lo que ocurre es que ya numerosos religiosos están ahí, con los toria de ese pueblo está en una coyuntura, en una situa-
pobres, y ¿qué piensan muchos de ellos? Precisamente el -haber ción tal que lo lleva a encarar la lucha por su propia libera-
compartido y sentido algo de los sufrimientos que marcan al pue- ción. La de ese pueblo, su proyecto, su vida colectiva y su
blo ha provocado en ellos la urgencia de avanzar, de situar el con- proceso histórico están consignados por ese valor de la li-
beración. De una libertad que quiere conquistar. Por lo
junto de sus motivaciones, experiencias y aportes en una perspecti- tanto la Iglesia tiene que encarnar su mensaje, su evange-
va más amplia y que ofrezca alternativas más de fondo. lio, en esa realidad del pueblo; por consiguiente la opción
De Ja integración se pasa a la lucha por la "desintegración" del pastoral del momento es asumir el proyecto histórico del
sistema que genera esa situación de vida para las mayorías como pueblo".
condición del progreso y bienestar de las minorías. (13) Cfr. para los grandes rasgos del proyecto de liberación,
Esto se hace más evidente toda vez que se toma conciencia que Gutiérrez, G., Teología de la Liberación, Cap. I I , V I , X I ,
X I I B3, X l l l C; ¡d: Concilium, 96, p. 356—360, 372—3:
no es al Evangelio ai que hay que pedirle un proyecto politice). Así
SEGUNDO, J.L.: "Capitalismo-Socialismo, Crux theolo-
pues el proyecto histórico de liberación de los oprimidos se presen- gica", Concilium, 96, p. 403—422. En otra perspectiva,
ta como, el camino y el proceso que da cohesión a los esfuerzos de ver A S S M A N N , H.: "Proyecto Histórico", ed. Miec—Jeci.
(14) Asila presentan algunos, cfr. Agudelo, M., op. cit., quien al
ma de los indios como ya se había prescrito en el Concilio señalar las grandes líneas continentales de la acción, men-
de 1583, el catecismo, la confesión y los sermones. Pero ciona siete, la última de las cuales es el compromiso con
también el Primer Sínodo diocesano, cap. x x , prohibiría I; .; oprimidos j u n t o con la organización de equipos itine-
tener negros o negras para lucrar, ver Lima Limata, rain-.'S, la implantación de diáconos casados, etc.; más allá
passim. La perspectiva lascasiana abría nuevos cauces al de esta observación, el artículo trae sugerencias prácticas
esfuerzode adaptación al indio; Cfr. H O O R N A E R T , E: muy valiosas. Pero tampoco pensamos que la opción por
" A tradigáo lascasiana no Brasil", en R.E.B. 35 (1975). los pobres se desprende del voto de pobreza como señala
Cierta concepción de la misión como acción transcultural * G U E R R E R O , J.M. en " E l religioso y la Política", Confer,
marcó hasta la década del 60 buen número de misioneros Arequipa, octubre (1974), mimeo, p. 8; por el contrario es
que llegaron a A . L . En una perspectiva nueva Cfr. G U T I É - al interior de una opción por los oprimidos, por su proyec-
R R E Z , " D e la Teología de la Misión a la Teología del to histórico de liberación, que el voto de pobreza expresa
Encuentro", en ESTUDIOS I N D Í G E N A S , V o l . 1, N ° 1 , históricamente lo que significa evangélicamente: solidari-
Set. 1 9 7 1 , p. 9 - 1 6 . dad con los pobres, lucha contra la explotación y segui-
miento de Cristo.
118 119
co de liberación, paso que si desborda la so'la inserción física en el
El concepto de pueblo cubre una vasta gama de notas; ahí en-
pueblo, la exige con mayor fuerza y le da cauces de fecundidad; la
tendemos a los pobres, olvidados, las masas obrero-campesinas, las
opción por los oprimidos es el origen del discurso teológico (15) y
poblaciones marginadas, los sectores oprimidos; pueblo apunta
el inicio del proyecto histórico de liberación.
también al actor desconocido, algo así como al "soldado desconoci-
do" de las gestas libertarias de nuestra historia (17), y en todo caso
2.— De la opción por el pueblo a la opción clasista.—
al que debe ser el agente de la revolución latinoamericana hoy (18).
La expresión criolla "ésa es gente de pueblo" no deja lugar a
Cuando se habla de la necesidad de encarnarse en el mundo de
dudas sobre la connotación socio-cultural del término pueblo: gen-
los pobres surgen espontáneas preguntas como éstas: ¿quiénes son
te sencilla, de humilde cuna, menesterosa "vergonzante" decían
los pobres y oprimidos? , ¿qué entendemos por el pueblo? , ¿hasta
nuestros católicos de fines del siglo XIX (19)', del interior, provin-
qué punto hay que vivir como ellos cuando los mismos pobres
cianos, de arriba no precisamente de las clases altas, sino de las
rechazan su situación? , etc.
alturas de nuestros Andes--, de color, etc. Es decir, abarca la condi-
Las respuestas dadas a estas interrogantes por muchos religiosos
ción de vida, la raza y basta la ubicación geográfica.
o comunidades evidencian los diferentes ángulos desde los que nos
La categoría pueblo sugiere no sólo la nota proletaria sino la
ubicamos en la selección de criterios para concretizar la opción. Es
estructura colectiva de ios pobres así como su carácter protagónico
aquí precisamente donde los aportes de las ciencias socio-políticas
en la lucha por la liberación (20).
y la sensibilidad evangélica se conjugan con mayor fecundidad para
lograr al mismo tiempo la eficacia en la lucha liberadora y el aporte una visión política del destino del pueblo en la historia,
a la misma de todos "los sectores y grupos que conforman las masas marca sí y bien su carácter de "pobre-sufriente" pero po-
populares. co su carácter de clase y su proyecto histórico de libera-
ción.
Se trata de quienes en nuestro continente sufren en forma "acu- (17) Cfr. Dussel, E.: " L a "emancipación nacional" neocolonial
mulativa" las diversas expresiones de la pobreza, de la opresión, de \ oligárquica no fue una revolución popular . . . El " p u e b l o "
la explotación, del despojo y discriminación. latinoamericano, los empobrecidos, los mestizos, zambos,
En América Latina más que en otros continentes el término indios, negros, no tienen participación en el proceso. Son
pueblo tiene una expresividad y una importancia crecientes (16). dominados por los nuevos señores, los mayordomos de-
pendientes. Son los "pobres" del Evangelio, en los que
habría que creer", exposición en El Escorial, op. cit., p.
(15) Cfr. Gutiérrez, G. op. cit.,'Concilium, 96, p. 360. 89-90.
(16) C O M B L I N , J.: "Desde los orígenes, la revolución mexica- (18) Esta es la perspectiva de Medellín y de innumerables docu-
na destaca el concepto fundamental de la revolución lati- mentos episcopales, de comunidades cristianas.
noamericana, el concepto de pueblo. Habría que hacer el (19) Entre los acuerdos del Primer Congreso Católico del Perú,
análisis histórlco-socio-cultural de ese concepto de pueblo Lima (1896), se decidió establecer la obra llamada olla de,
que no tiene equivalente en otro continente", en " M o v i - los pobres, con estos considerandos: " q u e entre muchas
mientos e Ideologías en A . L . " , exposición en El Escorial, otras, la de dar de comer a los pobres vergonzantes, es de
op. cit., p. 103. ' urgente realización, y que toca en primer término al cora-
Recientemente J.B. M E T Z : "Iglesia y pueblo o el pre- zón caritativo de la mujer cristiana atender a esta premio-
cio de la o r t o d o x i a " , en Varios: "Dios y la Ciudad, nuevos sa necesidad de las familias vergonzantes", p. 3 2 2 , cuarta
planteamientos en T. Política", ed. Cristiandad, (1975), p. sección.
117—143, tiene reflexiones sumamente interesantes, sien-
(20) Los obispos peruanos al hablar de la participación del pue-
do consciente de cierto " p o p u l i s m o " que pudiera achacár-
blo en el proceso de liberación, nos recuerdan que éste
sele, que creemos no sería justo; pero el autor no trabaja
debe tener una participación real y directa en la acción
120 121
Hay tres factores que con incidencias distintas acentúan los ries- El cambio no puede darse a partir de una visión de "individuo"
gos reales de cierta ambigüedad de lo que entendemos por pueblo sino a partir de una visión de clase, es decir, desde una perspectiva
en cada uno de nuestros países. Se trata del carácter hegemónico colectiva, desde el contenido de los intereses de los pobres (25).
atribuido a los sectores medios en el proyecto político de algunas Esta visión de clase permite recuperar el carácter de explotado,
corrientes o movimientos sociales latinoamericanos; ligado a este marginado, postergado, del pueblo, pero pone de relieve los inte-
factor, el populismo acentuado de gobiernos y programas políticos; reses de clase.dominada que están en juego y marcan así inequívo-
finaljnente, los movimientos de afirmación nacionalista (21). Todo camente el signo político del proyecto histórico de liberación.
esto hace delicado y exigente el lenguaje político con el que en Ligada a esta perspectiva de clase está una de las etapas más
nuestras comunidades expresamos nuestra solidaridad con los po- significativas y conflictivas del proceso de politización de comuni-
bres. dades cristianas y de numerosos religiosos y religiosas, no sólo por-
Sin embargo, el análisis social permite enriquecer y precisar di- que el análisis de la situación y las alternativas adquieren un nuevo
versas características de lo que abarcamos en el término pueblo giro, sino porque nos hace tomar conciencia del sentido más oculto
(22). Nuestros mismos documentos pastorales emplean, qui/á po- y dramático del enfrentamiento social en nuestro continente y de
niendo matices, algunos de estos aportes. En Medellín Religiosos nuestra ubicación ahí.
se habla expresamente de "atender, educar, evangelizar y promover El proyecto histórico de liberación pasa por la lucha contra el
las clases sociales marginadas" (23), y cada ve/ con mayor eviden- proyecto histórico de opresión de las clases dominantes (26). La
cia hemos descubierto que no es posible el trato de pobre por solidaridad con los pobres es en este sentido una opción de clase.
pobre a partir de acciones privadas cuando los pobres son una El contenido clasista de nuestra inserción histórica con los po-
realidad colectiva y su situación se comprende a la luz de una visión bres y oprimidos - lejos de nosotros pretender reducir pobres a
estructural, objetiva de la sociedad (24). proletariado o a clase obrera en sentido estricto (27), pero es de
ellos que se trata y de las masas subproletarias, desocupadas, de los
revolucionaria contra las estructuras y actitudes opresoras,
ver Justicia en el Mundo, N. 9.
(25) P E R A N I , C. op. cit., en Convergencia, 58, p. 2 7 1 : " L a
(21) El repliegue ideológico nacionalista ha'bilmerite implemen- conversión exigida debe pasar por todo esto y no puede
tado por las clases dominantes a lo largo de la historia quedar restringida a una actitud de mayor generosidad";
emancipatoria de nuestros países ha marcado hondamente Ames, R., op. cit., p. 53—4, señala cómo, reconocida ¡a
al pueblo y hace arduo ej trabajo en una perspectiva clasis- contradicción objetiva, la opción clasista se impone y có-
ta que, incorporando los valores de la identidad "nacio- - mo el contenido socialista es una orientación que busca
n a l " , sitúe ésta en un proyecto que exprese los intereses y hacer eficaz a nivel económico y político la praxis de
aspiraciones de las clases populares. liberación del pueblo. Cf. desde una perspectiva teológica
(22) AMES, R.: " E n efecto liberación implica realización de Gutiérrez, G., exposición en El Escorial, op. cit., p.
todas las dimensiones humanas, el sujeto de la liberación 234—5; Ídem, en Concilium, 96, op. cit., p. 356.
es el hombre oprimido que el análisis social descubre f u n - (26) G I R A R D I , G. " L a nuova scelta fundaméntale dei cristia-
damentalmente como clase explotada. La acción de y con n i " , trad. y condensado en Selecciones de T., 54 (1975),
las clases populares explotadas es la práctica central en el D. 1 7 9 - 1 9 3 .
proceso de liberación", en "Factores económicos y fuer- (27) Cfr. SORGE, B.: "Evangelio y pobreza h o y " , en Criterio,
zas políticas en el proceso de liberación", exposición en El abril-mayo (1973), en un enfoque más bien distorsionador
Escorial, op. cit., p. 53—4. de la perspectiva de clase y política de la opción por los
(23) Medellín-Religiosos, N ° 13. pobres. Sin asumir tampoco esta visión, ver H A M E Y ,
Th.R.: "Politicalizing the Reform of Religious", en R. for
(24) C L A R , NO 4, p. 48, NO 8 6 . Religious, V o l . 29, N ° 3, mayo 1970, p. 124 ss.
122 123
pobres del campo, de las poblaciones, razas y etnius discriminadas, Ln todo caso si nuestra solidaridad de clase no hace que los
etc.— expresa al mismo tiempo nuestro rechazo al sistema y a las pobres, además de ser una realidad de la que tomamos más concien-
voluntades políticas (28) que lo sostienen, y el ofrecimiento de una cia, pasen a ser la norma, el criterio desde el que revisamos nuestra
alternativa realmente humana, universal. Precisamente porque nos vida personal y comunitaria, nuestra fidelidad al Señor, etc., nues-
desalía a un nuevo proyecto, a una nueva manera de ser hombre, tro aporte a la liberación de América Latina y a la transformación
de ser pueblo, de ser cristiano (29), la identificación con las clases
Je ia Iglesia no será creíble.
populares es una denuncia y una condena de los intereses de las
clases dominantes; paradojalmente la opción de clase por los pobres
3.— Dimensión política y organizaciones políticas.—
es la única que nos sitúa en el horizonte de un proyecto, de una
experiencia y de un mensaje universal, colectivo y evangélico de
Muchos han sido los factores que han hecho difícil por largo
liberación, porque la salvación del Señor es don universal y colecti-
tiempo que los religiosos en su conjunto tomáramos en serio el
vo.
conocer la realidad socio-económica y política de nuestros países;
Nuestro compromiso con los débiles, los humildes, los pobres cierta concepción tradicional de clausura, de convento, del retiro
como opción de clase es la proclamación más firme de nuestra del siglo, de nuestra vocación a ser hombres y mujeres de paz,
convicción evangélica que la sociedad dividida en clases es inhuma- cuyas vidas girando en torno a Dios, poco o nada tenían que ver
na y que -no sólo es probable sino posible levantar una sociedad sin con las trifulcas del mundo; pero aún cuando hubo una real preocu-
clases. Toda vacilación en esto traduce nuestra incredulidad en la pación por la situación social, no siempre logramos percibir los
fuerza del Espíritu que se revela en las luchas y en los logros de hechos de la historia; la realidad compleja y conflictiva de nuestros
liberación de las clases explotadas de nuestro continente. pueblos en relación con nuestra vida interior, con nuestra vocación
La visión de clase nos ayuda asía controlar cierto "populismo" religiosa; el mundo de lo político nos quedaba como algo ajeno,
en nuestra opción por los pobres (30) y cierto "interclasismo" en difícilmente manejable.
los presupuestos ideológicos que justifican el estilo o tipo de mu- Pero ésto va cambiando y aceleradamente; los procesos sociales
chas de nuestras obras o de las funciones que juegan nuestras comur y políticos de nuestro continente han sacudido nuestras comunida-
nidades (31). des, aun las más "firmes"; hoy la nota dominante es un deseo y^
hasta presión por conocer, estar informados, tener un juicio sobre
(28) Obispos peruanos; Documento Evangelización, 1.6. la realidad latinoamericana o local. Lo qué había pasado era que
(29) Bien lo dice Gutiérrez, G., en Concilium, 96, op. cit., p. durante los últimos siglos la teología, y por ende la espiritualidad y
355: "Esta opción constituye por eso el eje "sobre el que la pas'toral, se había elaborado sin tener en cuenta los análisis po-
gira hoy una nueva manera de ser hombre y de ser cristia- lítico-sociales de la realidad (32).
no en América Latina".
(30) La falta de una visión estructural y política de nuestra
presencia en el pueblo y el celo generoso por servir a ios ninguna manera se trata que tengamos que abandonar a las
pobres están al origen de cierta tendencia populista en clases medias y altas de la sociedad, apunta que todo el
nuestras obras de apostolado y en nuestro estilo de traba- > problema religioso y la situación socio-política se puede
jo. centrar en la necesidad de tomar opciones mas claras y
(31) Ver en este sentido las reticencias y postura conciliadora definidas en favor de los pobres, viviendo esta opción en
de las reflexiones en Cecilio de Lora, " A l c u n i punti base cualquier clase de trabajo que estemos realizando; BIGO,
per inquadrare la situazione pastorale della A . L . " , Con- P., op. cit., p. 25.
vegno di Roma (1972), la relación de grupos, p. 74; P A L -
MES, C , o p . cit., p. 4 3 , quien después de señalar que de (32) Cfr. BOSC, R., o p . cit.: " L o s teólogos hasta los grandes!
124 125
Los obispos peruanos llegan a ver en la falta de claridad y de do más profundo la acción política como praxis transformadora de
análisis serio de la realidad una de las causas principales por las que la realidad desde los intereses y, desde el mensaje liberador de los
hemos sido hasta hpy incapaces de dar respuesta a los problemas oprimidos, expresa la convicción y voluntad de crear ya una socie-
graves de América Latina (33). dad fraterna, de unir a los hombres. Para nosotros la fraternidad
Sin embargo el grueso de nuestras comunidades va tomando humana es sacramento del amor inquebrantable del Padre de Jesús.
conciencia que la dimensión histórica de la misión evangelizados El descubrimiento de lo político como entrada en el mundo del
(34) brota como exigencia del mismo mensaje; sabemos que el pobre, de las clases dominadas, como proyecto histórico (38), nos
Evangelio, como la fe, la presencia y la acción de la Iglesia, las pone ante algo que es difícil, conflictivo; ante un panorama que se
obras o servicios de nuestras congregaciones, etc., tienen una inevi- vuelve más complejo y exigente; ante una perspectiva que engloba
table dimensión política (35); pero no sólo la pastoral tiene conte- todo.
nido salvífico y dimensión política (36), sino que lo político mis- En este sentido sería interesante profundizar la reflexión sobre
mo tiene densidad evangélica (37), desde el momento que en sentí-. la acción política como profecía y los movimientos políticos de los
pobres como verdaderos movimientos proféticos.
teólogos del siglo X V I , se puede decir que estudian la
realidad política, pero después del siglo X V I llegamos a un Abrir los ojos sobre América Latina es problematizarse; la vida
gran vaci'o en la historia . . . Desde el S. X V I , hasta Pió se nos hace más compleja; no podemos despacharnos con ligereza
X I I más o menos, los teólogos van repitiendo las mismas ni sobre lo que está sucediendo, ni sobre las causas de la situación,
fórmulas del pasado sin ningún conocimiento o estudio de y mucho menos sobre las alternativas. Con certeza señala inclusive
la realidad social, y por eso hay un vacío total de pensa-
miento católico en los terrenos políticos, sociales y econó- la Comisión teológica del Celam que de modo general dos son las
micos durante tres siglos. Los cristianos no tienen nada en constantes de la conciencia política actual en el continente; se trata
esos siglos por parte de la enseñanza de la Iglesia sobre de una conciencia más neta cara a la antinomia opresión-liberación,
estos" temas, y siguen todos los errores de la e'poca: nacio- y luego la profunda convicción de los mismos explotados sobre la
nalismos, imperialismos, restablecimiento de la esclavi-
injusticia de que son víctimas así como de las posibilidades de
tud".
liberación de esa situación (39). En la medida que religiosos y
(33) . Cfr. Doc. Evangelización, 2.4.1.
(34) Ibidem, 3.4.2 y 3.4.3.
cumento N ° 2, Evangelización Liberadora, Lima (1973),
(35) Obispos peruanos: Justicia en el m u n d o , N ° 28; Evangeli-
mimeo, passim; para la relación salvación-liberación, ver
zación, 3.4.2: "Por eso la tarea salvífica no puede ser
G U T I É R R E Z , G., " T e o l . de la L i b . " , Cap. IX.
indiferente ante el orden social existente". Cfr. M A R T I N ,
J.P.: " N o hay un solo juicio profético que no se enfrente (38) También lo indica el C E L A M , "Iglesia y Política", equipo
con realidades políticas concretas. La trascendencia del de ref. teológica, Bogotá (1973), Dcto. N ° 13: " E n la
juicio político del profeta no está en la enajenación déla actividad política se pueden distinguir dos niveles que es-
escatología pura, sino en la profuñdización de la política, tán estrechamente compenetrados: el de las ciencias posi-
donde cobra sentido lo escatológico", en "Liberación, sal- tivas con sus avances y recursos tecnológicos que aquí
vación y escatología1,' Buenos Aires, 1973, p. 126. Ver ade- denominamos nivel científico, y el nivel del proyecto his-
más A M S L E R , S.: "Les prophétes et la p o l i t i q u e " , en tórico con los cambios cualitativos que entraña en el ser
R.T.P., 1, (1973), 1 4 - 3 1 . * social", p. 34-35.
(39) Ibidem, p. 19: " H a y en eso una cierta novedad que va másv
(36) Cfr. G A L I L E A , S.: " A los pobres se les anuncia el Evange-
allá de las posiciones tenidas en cuenta en Medellfn y que
l i o " , IPLA, (1972), p. 47 ss.; varios: " L a vertiente política
puede configurar un diagnóstico relativamente nuevo; se
de la pastoral", IPLA (1970), passim,
trata, en efecto, de una tendencia que sin negar la diversi-
(37) Cfr. Movimiento Sacerdotal ONIS, Documento N ° 1, Op- dad de enfoques y matices, tiene de común el ser dinámi-
ción por los oprimidos, Lima (1973), mimeo, passim; Do- ca, creadora, revolucionaria, en la búsqueda de distintas
126
127
religiosas van concretizando su opción por los sectores explotados,
no puede ser una especie de negación del carácter eficaz, histórico
estos dos rasgos van abriendo nuevas interrogantes y creando otras
y causal de la liberación en la construcción del Reino (43).
condiciones para la vida en comunidad, para las obras, para las
Esto significa que no podemos dejar que nos reduzcan al ámbito
tareas u ocupaciones, para la comprensión misma de lo político
de lo espiritual sin reducir lo espiritual y que desentendemos de las
(40).
exigencias políticas de nuestra realidad so pretexto de conservarla
Además, se torna más claro entre los religiosos que no podemos
libertad profética, que nuestra misión impone, es dar testimonio de
juzgar válidamente la realidad desde una pretendida trinchera apolí-
una libertad que no libera y de una profecía que no transforma
tica, desde los parapetos de una pretendida neutralidad, o bien
(44).
desde lo estrictamente religioso, desde lo escuetamente evangélico
"El compromiso histórico, temporal, en el orden déla "carne",
(41); todo juicio sobre la realidad socio-política se debe hacer des-
y la función político-profétíca del religioso es el signo real de su
de la mediación de lo político, conscientes de los presupuestos
compromiso con el Reino en función escatologica" (45).
ideológicos y políticos de nuestro análisis y de las alternativas. Lo
mejor de los esfuerzos de la teología política ha servido para hacer Muchos son los cristianos que en nuestros países no sólo han
evidente que la reserva crítica de la Iglesia en el seno de la sociedad tenido clara la dimensión política de su fe y de su compromiso con
es una función de carácter político, y que precisamente por ser una los pobres, sino que la práctica misma les ha ido haciendo descubrir
crítica desde la perspectiva o el horizonte de lo escatológico se la importancia de un trabajo más orgánico y de una militancia más
ejerce en la historia, en la coyuntura; pero lo que aquí tratamos de formal. No son pocos los religiosos y religiosas que como miembros
apuntar es que esa reserva crítica para nosotros tiene el signo políti- de estas comunidades cristianas o bien a partir de su trabajo profe-
co-cultural de las clases oprimidas del continente (42). Es esto lo sional, sienten también la necesidad de dar a su aporte en la lucha
que permite que la reserva crítica sea ejercida, al mismo tiempo de los pobres, canales más orgánicos y programas más definidos
desde el horizonte del proyecto histórico de liberación y desde la social y políticamente.
vocación escatologica del mismo; tanto más que la función crítica El problema no es de hoy en América Latina. Nuestra historia
da testimonio de múltiples formas de cómo religiosos y comuni-
modalidades en el hecho p o l f t i c o " . dades íntegras concibieron su colaboración con los movimientos
(40) Los obispos peruanos en el Dcto. sobre el Sacerdocio Mi- políticos, con las luchas de emancipación (46).
nisterial para el Sínodo 1 9 7 1 , entendían la política en un
primer nivel como el campo en el que el hombre se hace
(43) Cfr. SEGUNDO, J.L., en Concilium, 96, o p . cit., p.
dueño de su propio destino histórico y participa en la
409-411.
orientación de la sociedad a la que pertenecemos, para
(44) Cfr. B A T I S T A , J., o p . cit., p. 13; C L A R , " V . R . y situa-
hacerla más justa, más libre, más fraterna, de allí que sea
ción socio-política en A . L . " , texto de trabajo, p.18-19,
una obligada dimensión de toda acción humana; un segun-
N ° 76;*GUERRERO, J.M., " E l religioso y la p o l í t i c a " , op.
do nivel le correspondería a la opción partidaria que impli-
cit., p. 10, por un lado exige que en circunstancias el reli-
ca modelos concretos de organización social, de ideología
gioso anime a la lucha y hasta la violencia, por otro parece
y programa de acción, N ° 4.3.6.
supeditar la libertad profética para criticar a una absten-
(41) Cfr. B A T I S T A , o p . cit., p. 103.
' ción de ser protagonista y activista en lo polftico.
(42) Cfr. Testimonio, N ° 150, p. 17: " T o d a actitud crítica an- .
(45) C L A R , " V . R . y situación. . .", p.19, N ° 77: " E l compro-
te los cambios, por razones éticas o técnicas, deberá ser
miso histórico, temporal, en el orden de la " c a r n e " , y la
respetada y mantenida. Pero no podemos comprender al
función político-profética del religioso, es el signo real de
religioso que critica esos cambios por solidaridad, familiar
su compromiso con el Reino en función escatologica"
o afectiva, con la clase dominante", encuentro en Padre
Hurtado, enero 1972. (46) C L A R , ibidem, p. 17, N° 6 9 : "Estos ejemplos d e t ^ . ,.a-
cernos ver que las situaciones históricas son complejas y
128 129
Lsta participación no es sólo coyuntural aunque tenga tiempos y mismo de las motivaciones y concreciones de nuestra opción por
motivaciones fuertes. Los hechos de la historia pasada no son nor- los oprimidos están para muchos los gérmenes del carisma de mili-
mativos en sentido estricto para los religiosos de hoy, pero nos tancia directa (50).
dejan como saldo una experiencia y una práctica que cuestiona El juicio de discernimiento sobre la oportunidad y eficacia de
cierta casuística o ciertas posturas principistas o pretendidamente los religiosos como participantes de una acción política orgánica es
teológicas para condenar la participación directa, orgánica de reli- coyuntural y debe conjugar desde carismas personales para este
giosos en lo político. "No hay propiamente incompatibilidades ab- tipo de tareas hasta la relación con la comunidad cristiana y la
solutas o radicales entre el ministerio sacerdotal y la activa partici- propia comunidad religiosa.
pación en la política" (47). No se trata de una concesión secula- Si es cierto que nuestra condición de religiosos no es un óbice
rizante (48): en el corazón mismo de nuestro empeño por hacer para vivir radicalmente nuestra inserción histórica en las luchas de
que el amor a los pobres se haga historia y transforme la historia los oprimidos, ni puede tampoco legitimar que seamos mediocres y
radica la dimensión política de nuestra misión (49); en el núcleo conservadores en la perspectiva de nuestro compromiso con las
clases explotadas, sí puede circunstancialmente modificar los cana-
tienen sus exigencias y que en los problemas que hoy se
nos plantean están en juego los mismos principios que
les, las plataformas desde las que se ejerce una acción política (51).
entontes, aunque las circunstancias son nuevas".
(47) Equipo de reflexión teológica del Celam, Dcto. N ° 13, p. " . . . la dimensión política está en el dinamismo mismo de
una Palabra que busca encarnarse en la historia".
4 9 ; aún teniendo en cuenta la realidad chilena de enton-
(50) Cfr. R O T Z E T T E R , A.: "La fraternidad franciscana de
ces, no nos parece admisible la postura global de Cifuen-
hoy en el contexto eclesial", en Cuadernos Franciscanos
tes, G.: " L a religiosa y la p o l í t i c a " , en Testimonio, N ° ' 7 ,
de Renovación, setiembre, 1973, p. 165: " L a prirriera re-
(1972), cuando presenta estas razones para que la religiosa
gla no habla de política. Sin embargo, el empeño por la
no tome parte activa en la política: dictadura espiritual al
paz y la no violencia, dan a la vida franciscana dimensión
poner su peso moral en un partido, le resta eficacia apos-
política. Ma's tarde los teólogos franciscanos analizarán es-
tólica, se corta de la otra gente, da la impresión que actúa
ta dimensión: Adam de Marsh, Rogelio Bacon, Raymundo
fuera de su competencia, es considerar a los laicos como
Lulio. Elaboraron un vasto plan político y aún se aventu-
menores de edad, falta de respeto al adulto, sería poner la
raron a una crítica radical a la idea de cruzada". Ver ade-
bandera del mensaje en un grupo y esa bandera legítima-
más-, el texto pedido por los Ministros Provinciales O F M ,
mente no debe flamear en ninguno, por su condición de
Conferencia francesa, " L a vocación de la orden h o y " ,
mujer sería fácilmente ap/ovechada y utilizada por los po-
ibídem, N ° 20, dic. 1972, p. 227: " E n cuanto a los com-
líticos, quebraría la unidad de los hombres entre sí, ella
promisos políticos en sentido estricto (opción por tal o
que es representante de la Iglesia, es meter a la Iglesia
cual partido político), reconocemos a cada hermano el
como tal en un terreno que no le corresponde así como las
derecho de tenerlos, siempre que no sean contrarios al
F F . A A . no entran (sic). passim.
Evangelio y que el hermano sepa relativizarlos y subordi-
(48) BOASSO, F.: "Sacerdocio y Política" en CÍAS, 220 narlos a nuestras opciones esenciales y a la vida en frater-
(1973), p. 18: " L a legitimación de una opción política no nidad. Nos parece que, salvas excepciones, las fraternida-
se funda, como interpreta la vertiente secularizante, en el des corrió tales no pueden tomar una opción política que/
derecho que el sacerdote posee "a>mo ciudadano" (asu- comprometa a todos sus miembros".
mir un valor secular para autorrealizarse), sino en co-
nexión con la misión de la Iglesia que' camina con los (51) Cfr. lo que el Dcto. 13 del Celam llama incompatibilidades
pueblos"; ver G A R C Í A , B O R R A T , PALACIOS, PELE- relativas, p. 4 1 ; ciertamente que la teología que entrega al
G R I : "Ministerio sacerdotal, justicia y p o l í t i c a " en Misio- laicado la ciudad terrestre y nos asigna a religiosos y sacer-
dotes la ciudad celeste, no ayuda para situar este proble-
nes Extranjeras. 11—11 (1972), p. 113—130.
ma; igualmente nos parece insuficiente para dar salida a la
(49) Cfr. G U T I É R R E Z , G. en Concilium, 96, o p . cit., p. 369:
opción política de los religiosos y sacerdotes la distinción
130 131
campo y de la ciudad, con su mundo cultural. Ciertamente que la
Debemos, pues, claramente reconocer que la opción política de
riqueza y profundidad evangélica de nuestra conversión al Señor en
los religiosos no tiene como único canal, ni como obligado indica-
los humildes, en los pobres, abre un margen imprevisible de sensibi-
dor de mayor radicalidad la filiación partidaria (52), sena una grave
lidad y solidaridad con el pueblo, de comprensión de la vida y del
ingenuidad; más aún, la definición política de cada uno de nosotros
sentido profundo de la historia, que está llamado a fecundar y
y de cada comunidad no puede ser normativa, ya que ni siquiera lo
dinamizar el proyecto de hombre nuevo y los programas de ludias
es para nosotros mismos de la misma manera en las diversas etapas
reivindicativas, que no son sólo económicas por cierto.
de nuestro proceso demilitancia (53).
El contenido y la autenticidad de nuestra radicalidad evangélica
Lo más importante es que no perdamos de vista la perspectiva:
y de nuestra radicalidad política vienen de nuestra capacidad de
los pobres, los humildes, las razas discriminadas, listo nos plantea
fidelidad a los pobres, a los abandonados, una fidelidad al gran
una exigencia permanente: la relación pueblo y organizaciones po-
niovüniento de liberación que nace y se fortalece en las masas
líticas (54); confrontar incansable y creativamente las acciones po-
desposeídas del continente.
líticas con los intereses,aspiraciones y necesidades de los pobres del
Ya la toma de conciencia de la dimensión política de nuestra
entre Iglesia Institucional e Iglesia como pueblo de fieles, misión, pero en forma quizá más neta la participación orgánica
ver C O N G A R , Y., "Evangelizaron y humanización — Sal- plantean en nuestras comunidades la urgencia de una cabal com-
vación y Liberación" en Ev. y Humanización, USIG, Nov. prensión de lo que se entiende por pluralidad; no se trata de que
(1973), X l i Reunión, Roma, ruimeo., p. 3 ss.; F E R N A N -
D E Z , J.: "Criterios para ayudar a definir la actitud del
nuestras congregaciones jueguen cualquier rol político, no todos
Religioso frente a la p o l í t i c a " en CONFER, Arequipa son compatibles ni con el Evangelio ni con los carismas fundaciona-
(1974), N ° 24, p. 1 6 - 2 1 , hace del carisma y de la f u n c k ' i les (55); el aprendizaje es quizá aún costoso y no siempre la pers-
pastoral un elemento restrictivo. pectiva universal, colectiva del proyecto mismo de las organizacio-
(52) G A L I L E A , S., Op. cit., en El Escorial, p. 1 5 1 - 1 5 2 : nes políticas logra disipar los procesos de sectarismo, las desviacio-
" . . . la acción política en A . L . requiere hoy de conciencia, nes capillistas y las tendencias al fanatismo que no son raros en el
organización y acción de los que padecen opresión. Esto
es lo que llamamos movilización política o " p o l i t i z a c i ó n " .
fragor de la lucha por la liberación (56).
Esta no tiene siempre por cauce los partidos políticos En América Latina sentimos como más importante y delicado el
—aun que muy habitualmente sea así— sino que también desafío que viene a la obediencia, al diálogo, a la convivencia frater-
se expresa en organizaciones sindicales, vecinales, etc., que
constituyen diversas formas de acción política, en vistas a
na desde la concreción política de nuestras opciones pastorales;
influir o participar en el poder".
(55) Cfr. D U R A N D , A. " A m b i g ú i t é du pluralisme et exigences
(53) G U E R R E R O , J.M., op. cit., p. 6, hace un planteamiento
politiques des communautés chrétiennes", en Lumiére et
que merece ser trabajado. Habla de dos grandes tipos de
Vie, X X , 105 (1971), p. 1 1 6 - 1 3 0 .
comunidades, las que ya conocemos y luego otras de servi-
cios que deberían asumir una política; es normal que las
(56) Cfr. B A T I S T A , J., op. cit., p. 1 0 3 - 4 ; SAEZ, J.A.: "Refle-
relaciones entre ambas no sean siempre armoniosas. En
xiones ante nuestro pluralismo y la formación permanen-
efecto no puede standarizarse el compromiso político de
t e " en C O N F R A G U A , (1974), Guatemala, p. 36, afirma
los religiosos y/o comunidades.
que el pluralismo en la V . R . nace de una opción a ciar un
(54) V e r C L A R , op. cit., p. 19, N ° 80: " E l religioso, en su testimonio centrado en los valores más radicales del Evan-
función político-profética, se sitúa más allá del orden in- gelio; no tenemos sino que añadir que lo radical cara a la
justo establecido y pone la cara por el pobre". Cfr. Celam, historia y al Reino le viene al mensaje de ser puesto y
Dcto. 13, p. 54, que insiste en que el religioso en el m u n - vivido desde los pobres; MIGUEZ BONINO, J-, exposición
do político debe buscar la solidaridad con el pobre y mar- en El Escorial, op. cit., p. 202.
ginado.
132 133
aquí' se sitúan para un creciente número de religiosos los desencan- La pluralidad, pues, en formas de trabajo, de comunidad, de
tos cara a la renovación; aún los cambios de estructuras de gobier- vestir, de compartir las responsabilidades, e t c . . . es necesaria; la
no, de administración y de formación, la creación de nuevas formas pluralidad que hoy nos preocupa es la que pasa por la opción
de vida en comunidad, etc., no llegan al nervio de la cuestión. Para común: liberación de las clases y etnías marginadas del continente;
los miembros de poderosas instituciones internacionales, cada vez de aquí vienen hoy nuestras tensiones más inquietantes, aquí se
más las h'neas de capítulos y asambleas a escala mundial parecen expresa nuestra inquietud más evangélica. Creemos que la apertura
como conclusiones de compromiso entre la variedad de situaciones que nos viene del contenido escatológico del mensaje, y la universa-
para las que al mismo tiempo se pretende dar criterios comunes que lidad del hombre nuevo y de la nueva sociedad a la que apunta la
salven el espíritu y el carisma de origen. Sería ingenuo sin embargo acción política, son factores que gravitan permanentemente para
pensar que hoy las discrepancias son coincidentes con las demarca- superar los repliegues y las absolutizaciones, negación de una plura-
ciones geopolíticas de nuestros continentes y países; "en todas lidad fecunda para la causa de los oprimidos y necesaria para la
partes se cuecen habas". Da la impresión que se está dispuesto a renovación de nuestra vida religiosa.
modernizarlo todo, a cambiar cuanto se nos pueda ir ocurriendo en
las formas, con tal de no asumir las consecuencias sociales, políticas
y culturales a escala internacional de una real solidaridad de clase c) Algunas perspectivas para la vida religiosa.—
con los sectores explotados del mundo; esto explica quizá la medio-
cridad de nuestra conversión evangélica al Señor y el estilo poco Es evidente que hay otros caminos para abordar el tema de la
cautivante de los "modelos" de santidad que tenemos expuestos en politización de los religiosos y cómo viven la relación fe—política,
las vitrinas de nuestras congregaciones. En el fondo muchos de los compromiso con los pobres y línea política de acción.
•cambios concedidos a las "bases", al mismo tiempo que crean la Después de señalar tres factores: la perspectiva de proyecto, el
imagen de cierta liberalidad y hacen un tanto incómodo el seguir carácter de clase de la solidaridad con el pueblo y la experiencia
pidiendo el cambio, son un argumento para que no veamos por política orgánica, quisiéramos brevemente esbozar las perspectivas
dónde pasa el salto cualitativo de nuestra renovación: una opción que se abren a algunos aspectos de la vida religiosa cuando ésta se
genuinamente evangélica por las clases y razas discriminadas del intenta desde el lado de los oprimidos como opción histórico-cultu-
mundo y políticamente concretizada en la lucha y proyecto históri- ral.
co de su liberación (57). 1.— El carácter latinoamericano no le viene primeramente a la
vida religiosa en el continente del hecho de asumir los usos, cos-
tumbres, lenguas del pueblo; no es por un proceso de mimetización
(57) A s í sintetiza M U Ñ O Z , R. en "Nueva conciencia. . . " , op. y folklorización que se es más latinoamericano. Se trata de captar,
cit., p. 299, el sentir de muchos cristianos latinoamerica- de hacer propia y de profundizar la vocación histórica de los pue-
nos: "Tenemos que buscar un socialismo popular y demo- blos de América Latina en la lucha internacional por un mundo
crático. Un socialismo original, que responda a nuestras
características y que evite los excesos opresores que han justo, humano, fraterno. Sólo aquí se afirma al mismo tiempo lo
tenido su aplicación en otros países, en concreto. Un so- peculiar latinoamericano y lo universal del horizonte en el que se va
cialismo que evite la rigidez totalitaria y burocrática que siendo latinoamericanos y miembros de la humanidad. Es el pro-
impide la participación real del pueblo. Un socialismo que yecto histórico de liberación de nuestras masas el que centra el
evite el dogmatismo, que pretendiendo defender la ciencia
y los intereses del pueblo, impone el pensamiento de un
carácter latinoamericano de nuestra vida religiosa (58); ahí tiene
grupo y no admite que la fe cristiana pueda ser otra cosa
que un producto de la ideología burguesa. . . " .
(58) Cfr. C L A R , N ° 20, p. 30: q u ^ nos recuerda que lo que
134 135
pleno sentido encarnar las formas culturales del pueblo; expresar en
el color, sabor y lengua de nuestros pueblos los programas y tareas es CATEGORÍA de vida y criterio de reformulación de nuestras
de la liberación. especificaciones congregacionales. Este es el planteamiento concre-
2.— Con razón se ha señalado que dos fenómenos son caracterís- to; a partir de él hay que hacer frente a las deformaciones con que
ticos de la realidad del continente: POBREZA y JUVENTUD (5«); hemos ido cargando a nuestros carismas fundacionales o las poten-
estamos ante unas clases populares pobres y ante un porcentaje cialidades aún no desarrolladas de los mismos en nuestro continen-
elevado de jóvenes; somos un continente de pobres y jóvenes. Estas te; los desajustes no se corrigen de un día para otro, pero marque-
dos características desafían frontalmente la historia de nuestros mos la perspectiva desde la que hay que encaminar esta renovación,
institutos en América Latina, pero sobre todo nos crean exigencias esta reforma de nuestros institutos.
para el presente y futuro próximo. Estas dos realidades, pobres y 3.- El Concilio nos dejó en la "Perfectae Caritatis" tres criterios
jóvenes, no son separables, ambas configuran la situación más dra- para la adecuada renovación: el Evangelio, el carisma del Fundador,
mática de nuestros países, en ambas se cifra nuestra confian/a cara las señales del mundo de hoy. Estos tres parámetros nos parecen
al futuro. válidos, y asumidos desde nuestra situación cobran fuerza y preci-
La identidad de nuestras congregaciones, de nuestro carisma sión. La opción por las clases populares establece una lectura bien
fundacional sólo puede ser dinámica y fecunda si acepta reformu- precisa de los signos de la historia de hoy desde los que debemos
larse desde las clases populares. Los Institutos nacidos para atender profundizar el espíritu del fundador y las exigencias evangélicas.
a la juventud deberán en América Latina obligatoriamente repensar Pero cuando a esta solidaridad con los pobres le queremos dar
su carisma desde la realidad de los POBRES, de los oprimidos, de todo el peso político que ella tiene y cuando se expresa en tareas
las mayorías populares. No se puede entrar por otro lado; que en políticamente bien definidas, sentimos que esos criterios pierden el
otras latitudes "desarrolladas" estos mismos institutos trabajen con sabor a vaguedad y neutralidad que los hacía un tanto inocentes e
jóvenes ricos aunque "pobres de espíritu" y "oprimidos por la ineficaces para la renovación
corrupción de la sociedad de consumo", que lo vean, nosotros les El problema vierte del tercer criterio; si no precisamos que se
dejamos que entierren a sus muertos; aquí la realidad de los secto- trata de leer la historia desde las masas explotadas, desde sus intere-
res populares, de los oprimidos, de los despojados y pauperizados ses y aspiraciones, desde el proyecto histórico que los expresa,
nuestra lectura y reflexión espiritual, teológica del carisma, del
podríamos llamar vida, .religiosa latinoamericana, más que evangelio y de las "realidades terrestres", será de espaldas y hasta
establecerla de antemano sólo se va descubriendo si "aten- en contra del movimiento de liberación, lugar de la presencia y
tos a los llamados del Espíritu, nos encarnamos en nuestro construcción del Reino.
pueblo y desde él leemos nuevamente el Evangelio".
4.— La formación" tiene aquí su punetum dolens. No se trata
(59) Ibídem, p. 28: " L a Iglesia sufriendo las consecuencias de sólo de añadir a la formación intelectual, a la formación humana, a
esa dependencia e impulsada por pobres y jóvenes, co- la formación espiritual, un rengloncito de formación o información
mienza a reflexionar sobre este nuevo fenómeno que im- política o sobre la realidad nacional o continental. Se trata de hacer
pacta al pueblo cristiano, lo cual le da pie para releer el
Evangelio en este inédito contexto ante el cual toda la
del contenido político de nuestra opción por los oprimidos el ángu-
teología claudicaba, como ayuda válida". Cfr. C L A R , N ° lo desde el que hay que repensar la formación intelectual, la capaci-
8, p. 82—3: " L a comunidad salesiana de A . L . se encuentra tación profesional o no, la formación humana, la formación espiri-
frente a dos características típicas y notorias en todo el tual, la formación del espíritu y carisma del instituto, aunque el
continente: la preponderancia numérica de los jóvenes, la fundador nunca lo pensó así en su tiempo. Lo interesante no es que
impostergable necesidad de desarrollo de las clases popula-
res". salgan preparados para el mundillo de lo político, así como antes se
les preparaba para las tentaciones y que estuviesen listos para supe-
136
137
rar todo movimiento desordenado.
El desafío que se nos plantea es el de una creatividad que evite Pero una perspectiva como la que se nos abre desde las aspiracio-
la facilidad de echar al tacho perspectivas de vida y caminos de nes a la liberación en los pobres, nos permite redescubrir el profun-
fidelidad al Señor en los que otras generaciones trataron de respon- do y más positivo sentido que tanto la consagración a Dios como la
der a las exigencias de sus tiempos; precisamente desde las radicales fuga del mundo tuvieron en la historia de la vida religiosa.
exigencias de los pobres de nuestro continente, redescubrir los lla- En efecto, la fuga del mundo es una protesta, es un rechazo a la
mados del Señor a vivir su misterio de entrega al Padre, de contem- instalación de los cristianos en la sociedad;era una protesta religio-
plación y de fidelidad, a la misión; desde los acentos de la lucha por sa con un cierto contenido de crítica política a la sociedad. Dado
la liberación y desde los pasos que va dando el pueblo, hacer saltar que muchos crisitanos terminaban sosteniendo, manteniendo, la
la riqueza y fecundidad del amor cristiano, del seguimiento de sociedad, el statu quo, la fuga lejos de ser una evasión, se convertía,
Jesús en todas sus implicancias históricas y políticas. por los valores que contraponía y por el proyecto que recordaba,
5.— La vida religiosa activa, nos recuerda el Concilio, se renueva en un aporte a la transformación de la sociedad.
desde la misión. Este principio cobra historicidad toda vez que La solidaridad con los oprimidos, la opción por su proyecto de
reconocemos en la praxis de liberación de los oprimidos el lugar de liberación dan a la fuga mundi de los religiosos latinoamericanos su
verificación de la misión; el lugar de anuncio y cumplimiento de las carácter de ruptura y su contenido de alternativa histórica. La pers-
promesas; el lugar desde el que el mensaje se hace creíble y se pectiva política de la solidaridad con las clases y razas discrimina-
universaliza. Es este "apostolado" así entendido el que está llama- das nos ha aportado elementos correctivos a las desviaciones e inge-
do a renovar nuestra vida religiosa. nuidades, en cuanto a visión de la realidad, subyacentes a cierta
6.— Seguir a Cristo en los pobres es adentrarse en los vericuetos comprensión de la luga mundi;la racionalidad científico-social nos
de la vida, pasión y muerte de las clases populares, pero también es ubica en otra visión de la historia que la marcada por tendencias
hacer nuestra su esperanza en la victoria final. En ese seguimiento subjetivistas, maniqueas, estoicas, neoplatónicas, etc.; se trata de
encuentra acentos inconfundibles la experiencia pascual, el sentido una visión política como transformación del mundo, de la historia.
de kénosis, los llamados a la generosidad, a la fidelidad, a la gratui- Pero además, esta perspectiva diseña una alternativa histórica -el
3ad. El proyecto histórico de los humildes, de los sencillos, de los proyecto de liberación— en la que cobran dimensión social los
abandonados no es alternativo al proyecto de seguimiento de Cris- valores del Evangelio que la fuga mundi había espiritualizado.
to; lo más profundo que está en juego en el proyecto político de En este sentido el carácter de ruptura y de alternativa histórica
los oprimidos responde al sentido'pleno de] seguir a Cristo; seguirle de la fuga mundi se .encuentra expresado en la transformatio mun-
es hacer lo que él hizo: transformar la historia de los hombres en di.
una historia de fraternidad. La solidaridad con los pobres es la Los oprimidos del continente toman cada vez más conciencia de
expresión histórica, y por eso, compleja y conflictiva, de nuestro su vocación a ser agentes y transformadores de la historia; la voca-
seguimiento de Cristo. ción de los religiosos como consagrados al Señor, como seguidores
7.— La consagración a Dios tiene su signo concreto en nuestra de Cristo, como servidores de los pobres, debe ser vivida en la
consagración a los pobres; como religiosos estamos "reservados" vocación común con ellos a transformar América Latina.
para ellos. El tema de la consagración ligado al de la fuga del No se trata., pues, de "espiritualizar" esa fuga mundi sino de
mundo estuvieron marcados por cierta comprensión negativa del hacerla cada día más histórica, mái social, más política, vale decir
mundo, de la vida en la tierra (60).
vida evangélica y las opciones profesionales y apostólicas
(60) Cfr. la sfntesis de G U T I É R R E Z , V.L., "El proyecto de del religioso", en "Presencia de los religiosos en una Nueva
Sociedad", Madrid (1975), p. 317—374, esp. 337—338.
138 139
más subversiva de la situación actual. koinonía, y nos abre a nuevas amistades; nos aisla por un lado y
8.— La solidaridad con los pobres nos saca, nos pone fuera del nos incorpora, nos solidariza por otro. Del amor de comunión con
sistema, nos pone al margen de la ley, nos pone contra muchos, los pobres debe venirnos la fuerza, la alegría y la fortaleza para
contra los nuestros. Sin embargo, así como rompe nuestra identi- asumir nuestras soledades en la comunidad; para hacer de ellas un
dad y nuestra identificación con el sistema y dentro' del sistema con signo de disponibilidad, de gratuidad y de esperanza que hagan
ciertos grupos, así la opción por los oprimidos funda, inaugura una creíble para otros aquello en que creemos. Paradojalmente, del
nueva identidad en cada uno de nosotros y a nivel de comunidad. mismo proyecto político de liberación de los opriniidos de donde
Nuestra identidad comienza a estar más ligada a la capacidad de vienen las tensiones y hasta las rupturas en nuestras comunidades,
identificar al pobre, al oprimido, al pueblo explotado; nuestra iden- de ese mismo proyecto vienen las exigencias y las posibilidades de
tidad pasa por ir haciendo nuestros no sólo sus niveles de vida, sino vivir como hermanos, de darle expresión histórica y colectiva a la
sus aspiraciones e intereses más justos, sus esfuerzos por conquistar koinonía.
y compartir esos logros. 10. La opción del proyecto histórico de liberación de los po-
Se trata, pues, de una identidad "movediza", un tanto 'nóma- bres nos abre además al tema del hombre nuevo, central en la vida
da", con una "inestable estabilidad". religiosa.
Nuestras crisis de identidad son crisis de opción; jugarse por los La perfección a la que nos invitan nuestras reglas y constitu-
pobres no es encontrar una identidad, sino más bien encaminarse a ciones no es sino el empeño de construir él hombre nuevo según la
construir un proyecto de liberación que nos va identificando con justicia y la santidad.
todos nuestros hermanos y con el Señor; por aquí pasan nuestras La perspectiva política nos ayuda a descubrir aspectos muy con-
perdidas identidades sacerdotal, religiosa. cretos de ese hombre nuevo que la lucha liberadora de los explota-
9.— La solidaridad con los pobres, por su ideal histórico de dos quiere dar a luz; ahí resaltan con características de profunda
liberación nos exige ahondar la experiencia de koinonía no sólo significación y eficacia política ciertas perspectivas evangélicas: el
con el resto de la humanidad, sino más cercanamente con nuestros sentido de lo colectivo, el valor de la gratuidad, la sensibilidad por
hermanos de comunidad. la justicia, la convicción de la mística, la capacidad de admiración,
La exigencia política de esta identificación provoca una serie de la preocupación por los más sencillos, una-relación con el universo
interrogantes sobre las posibilidades reales de nuestras comunidades y la materia creadora de fraternidad, la fuerza de amar, el conte-
para seguir convocándonos a la koinonía. nido liberador de la muerte militante, la amistad como alternativa a
La amistad que es expresión y sacramento de koinonía encuen- la relación señor-esclavo, etc.
tra en la radicalidad política ocasión para crecer y fortalecerse, Nos toca avanzar en la perfección del hombre nuevo según Cris-
pero también solicita madurez y apertura para no enfriarse y desa- to vía la construcción del hombre nuevo que nace ya de los pobres.
parecer.
Numerosos religiosos y religiosas viven la soledad más dura con 2.-POBRES DEL PAÍS: OPCIÓN EVANGÉLICA
hermanos cuya postura política es incompatible con los reclamos
más elementales de los pobres; pero lo fecundo de la experiencia de Nuestra solidaridad con los pobres y oprimidos, con los ham-
estos religiosos radica en su inquebrantable fidelidad más allá de brientos y perseguidos, con los pecadores y afligidos, precisamente
estos silencios, de estos escándalos; también los explotados del pue- por ser cumplimiento de la Buena Nueva y por ser una opción
blo más militantes saben lo que es la indiferencia, el vacío y la genuinamente evangélica, tiene significación histórica (61); su carga
incomprensión de sus compañeros, de sus familiares. El compromi-
so con los oprimidos dilata hasta los horizontes de lo universal la (61) Cfr. J. DUPONT: "Les Beatitudes", T. I I , (1969), p. 216,
140 141
subversiva le viene de inscribirse en el dinamismo profético de las de la que él se reviste es la humanidad del pobre, son las condicio-
promesas v en la fuer/a transformadora del Reino. nes humanas del pobre es decir las inhumanas condiciones en las
Nos limitaremos a indicar casi sumariamente algunos aspectos de que viven las clases marginadas, los pueblos oprimidos. Este hecho
este contenido evangélico y su incidencia en la reflexión sobre es de por sí una exégesis vivencial, teológica, de toda la tradición
algunos aspectos de la vida religiosa. anterior y el criterio hermenéutico para comprender el misterio que
expresa su mensaje.
A . - inteligencia cualitativamente distinta de la Palabra.— 2 . - La encarnación y vida de Cristo como pobre define como
auténtica, es decir, como realmente portadora de liberación, la es-
La experiencia de inserción histórica en las ciases explotadas peranza de los pobres en el Mesías; Cristo es el Mesías de los pobres
constituye una nueva manera de entender la realidad y de ubicar- (62), es de esa corriente de la que Cristo se hace garante y cumpli-
nos en el devenir histórico; optar para comprender el sentido dor. Ese Mesías tendría dos características, según lo había anuncia-
hondo de las luchas y esperanzas de los pueblos oprimidos; optar do el segundo Isaías: sería servidor y sufriente; estas dos notas
para comprender asimismo el dinamismo de la gracia y del amor del expresan ya las condiciones de vida de los pobres de todos los
Padre a lo largo de toda la historia de salvación. Sin esta solida- tiempos; el pobre es por definición siervo y ser pobre conlleva una
ridad, es nuestra perspectiva, no hay una comprensión liberadora experiencia de sufrimiento, de privación, de despojo. Por eso que el
del Evangelio, no se comprende el Cristo de la historia ni su mensa- Mesías sería el GRAN POBRE (63) y cada pobre de la historia es
je como el sacramento del Gran Pobre.
I. El hecho de ( risto histórico, terrestre, venido en condición La salvación llegaría por el Mesías de los pobres, pobre él mis-
de pobre es un acontecimiento irreversible y decisivo en la historia mo; la liberación coincide así con la era mesiánica de la que el
de salvación; zanja definitivamente las tendencias e interpretaciones pobre será el centro (64).
que se hacían de las Escrituras, pero sobre fodo viene a establecer La vida de Cristo y su muerte como pobre confirman estas
el criterio, la horma de vida, de fidelidad, de práctica liberadora de experiencias del pueblo cualitativo de Yahvé: Dios es fiel y no
la fe. abandona a su pueblo; los pobres son depositarios de la promesa y
La venida de Cristo en condición de pobre responde a la lógica del cumplimiento; los hombres son fieles a Dios si respetan al po-
misma de las promesas: sólo asi' sería reconocible y verificable la bre, al humilde, al sencillo, al desvalido; en las luchas y fatigas de
autenticidad de su mensaje (Isaías 61,1 ss.; Lucas 4, 16). En Cristo los., pobres por su liberación y justicia se manifiesta y realiza el
su opción p o r ser pobre, uno de ellos, es el primer gestó de fideli- amor fiel de Dios; los pobres son pieza central en la historia de
dad a su Padre y a su pueblo; en los pobres se daba la síntesis de los salvación, pasan a ser la mediación necesaria en la relación D i o s -
sensibles y abiertos al amor de Yahvé, y los convencidos de que el hombre, en la relación hombre—hombre y en la relación del hom-
cumplimiento de las Promesas cambiaría su vida, transió miaría la
historia. (62) Cf. DUQUOC, C H . , "Christologie, Le Messie", ed. Cerf,
Cristo entra históricamente en la humanidad vía la mediación (1974), p. 245; C R O A T T O , S.: " E l Mesías liberador de
del pobre; Cristo no es un miembro de la humanidad así a secas; los pobres", en R. Bíblica, 3 1 , 137 (1970), p. 2 3 3 - 4 0 1 .
Cristo es mie'mbro de un pueblo pobre, y la humanidad histórica (63) Cf. G E L I N , A., " L o s pobres de Yahvé", ed. Nova Terra,
(1965), p. 138; BOJORGE, H.: " G o e l : Dios libera a los
suyos", R. Bíblica, 32. 139 (1971), p. 8 - 1 2 ; L E P O I N T E ,
276—7; el autor muestra bien que no se trata de personas R.: "Pauvreté et messianisme", en Kerygma, 5 (1971), p.
espiritualmente mejor dispuestas, sino de quienes están 37-50.
sufriendo y forman ¡a parte inferior de la sociedad. (64) GELIN, A., óp. cit., p. 101.
142 143
bre con la naturaleza, con el universo que no puede servir para
marcar más la injusticia, la desigualdad, la discriminación, sino que invalida la condición de pobre sino que confirma que ahí tiene su
precisamente será escenario de la fraternidad, nueva tierra (65). cumplimiento la promesa. La vida histórica de Cristo tuvo como su
El hecho de Cristo pobre quiebra las"esperanzas puestas en el sentido profundo, como.su razón de ser, la lucha por la justicia
poder de los grandes, en la fuerza de un rey, en la destreza e (69), para esto vino y por esto murió Jesús. Pero esta búsqueda de
ingenio de los sabios; ni los grandes ni los mismos pobres creían la justicia se torna en verdadera lucha desde el momento que Cristo
que de los sencillos y débiles vendría la transformación de la histo- se presenta como Mesías pobre, desde que desenmascara la "justi-
ria, es decir el cumplimiento de la Promesa. De allí que creer en el cia" de los enemigos del pobre y del humilde, desde el momento
Mesías como Mesías de los pobres es un don.es una conversión; de que denuncia el uso de la religión para legitimar el atropello y la
allí que creer en los pobres de hoy y convertirse a ellos es una injusticia con los sencillos y cargarles el peso de la ley a los débiles.
gracia del Espíritu, es un don a acoger y cultivar. En Cristo se da el enraizamiento profundamente bíblico, religioso
3.— Paradojármente la vía por la que Cristo pasa a ser "propie- de su opción por los pobres, y al mismo tiempo, la carga subversiva
dad colectiva' 'de los hombres es haciéndose pobre y pobre hasta la de ésta en la sociedad de su tiempo (70). El anuncio del Reino
muerte (Filipenses 2, 6 ss.) y haciendo de los pobres agentes de comportaba inseparablemente esas dos dimensiones; más aún, los
redención, sacramento de liberación, lugar de salvación (66). La cambios históricos, los logros en la liberación de los pobres son el
universalidad de Cristo y de su mensaje se juegan a partir de una lugar en el que la Palabra, la Promesa se van haciendo históricas,
opción total y permanente por los pobres. Le sin pobre es fe muer- creíbles, eficaces y desafío universal.
ta, es fe sin promesa y sin cumplimiento, es fe sin esperanza,'es fe 5.— Si en Cristo hemos muerto y Jiemos resucitado, es en la
sin perspectiva universal. Cruz y en la resurrección de un pobre que hemos sido salvados. La
Cristo renueva la vocación universal del pueblo elegido ayudán- liberación nuestra pasa por la condición de pobre de Cristo, en la
doles a romper toda interpretación de las Escrituras y toda actitud que se cumple la humillación sufriente y la exaltación señorial; es
sectaria y de ghetto; su lectura es la lectura de un pobre en la línea ahí donde se realiza la promesa: derriba a los poderosos y exalta a
de los profetas (67). Esta exe'gesis hace saltar el carácter universal y los humildes. El Señorío de Cristo es el Señcrrío del pobre, es decir
colectivo del mensaje y de la salvación y hace patente el carácter con otra carga, con otro signo; no es el señorío de los poderosos
conflictivo de la liberación, obra del pobre y del sufriente. que subyugan y aplastan; es el señorío que hace fuertes y que hace
En Cristo pobre tenemos el lugar de concreción y universali- señores es decir creadores, agentes, responsables, libres y no escla-
zación del amor eterno de Dios. - vos a quienes lo acogen; el señorío del Pobre es otro porque nace
4.•-- En Cristo la condición de servidor, es decir de pobre, no es de una experiencia de pobreza real y responde a otro proyecto, que
válida sólo para su historia hasta la pascua. La exaltación (68) no inaugura un nuevo tipo de hombre; ser hermanos y reconocerse
hijos del Padre, como experiencia de ser pobres de espíritu.
(65) Así definía PROUDHON al Dios del Evangelio: " E l Dios'
de los pobres y de los obreros, siempre el Dios de los
oprimidos y de los pecadores, siempre el Dios de todos los (69) Ibfdem, p. 227 y 239 ss.
que sufren, el Dios de aquella numerosa clase de la que sé
reniega y a la que se exprime, se le roba y se encarcela, a la (70) Cfr. GEORGE, A., " L e probléme politique d a n s l e m i l i e u
que atrozmente calumniamos", ver DUQUESNE, J., " L a de Jésus", en Lumiére et Vie, X X (1971), p. 6—17; en la
gauche du Christ", ed. Grasset, (1972), p. 159. misma perspectiva, BIGO, P., "Jesús y la Política de su
t i e m p o " , en Medellm, 1 (1975), p. 51 ss¡ desde la perspec-
(66) Mateo 25; ver G E L I N , A., op. cit., p. 138.
tiva de la teología de la liberación, ver G U T I É R R E Z , G.:
(67) Cfr. DUQUOC, Ch., op. cit., p. 244.
"Jesús and the Political W o r l d " , en Worldview; 9 (1972),
(68) Ibfdem, cap. I I , p. 7 1 - 1 6 9 y 228. 43-^*6.
144 145
I).— Algunas reflexiones para la vida religiosa.— liberación es la herramienta hermenéutica para discernir, compren-
der y vivir en la voz del pobre la voz de Dios; la praxis de liberación
1.— Paradojalmente la opción por los pobres no es algo "opta- es el lugar de exégesis militante para oír, aceptar y compartir la
tivo", algo que quede librado a la buena voluntad de cada cual, a Palabra de Dios como palabra para el pobre y para sus aspiraciones
inclinaciones personales, a tener el carisma, o para la gente con más profundas.
"emoción social". 1:1 acontecimiento de Cristo Pobre y su mensaje 3. La opción por los oprimidos es condición previa para dar
hacen que esta identificación sea coesendal a nuestra opción por sentido al llamado voto de pobreza (73). La solidaridad con los
Cristo en la fe. El Señor nos ha manifestado que por ellos pasa el pobres no se desprende del voto de pobreza. Curiosamente mien-
Reino, que sólo desde ellos se nos abre el corazón para entender las tras afanosamente se ponía en tela de juicio la opción por los
Escrituras, que frente a ellos se define nuestra fidelidad a El. Y pobres y oprimidos en algunas de nuestras comunidades, el voto de
nosotros hemos pasado largas batallas en muchos de nuestros insti- pobreza cada vez se tornaba más sinónimo de voto de "pobreza
tutos para que en los capítulos provinciales o generales nos definié- espiritual"; esta operación que vaciaba de contenido histórico, polí-
ramos por los pobres, y como gran concesión se ha ido permitiendo tico a nuestro voto de pobreza por no enraizarse en un compromiso
que con todas las medidas de prudencia del caso, nuestros herma- con las clases explotadas, lo ha privado también de ser un medio
nos o comunidades fueran comprometiéndose con los pobres. eficaz de santidad y de vida espiritual. La pobreza espiritual históri-
2.— Si en el servicio y solidaridad con los pobres, con los oprimi- camente ha germinado y se ha renovado desde la experiencia de
dos, con los abandonados se es salvo (71), es dedr se realiza el pobreza- pobreza (74). Nos hemos quedado sin soga y sin cabra, ni
encuentro con el Señor Mt. 25 ahí mismo sobre esta práctica, a
la luz de esta experiencia es que podemos entender el mensaje y i al discípulo en seguimiento de Cristo. Y como Cristo, le
hacen recorrer el itinerario de un anonadamiento. De la
podemos compartirlo, ésta es la fuente desde la que brota y se pobreza a la persecución. De la carencia de bienes y servi-
fortalece nuestra vida espiritual, éste es el lugar desde el que se cios a la carencia de t o d o , hasta de la libertad e integridad
recrea la Teología, aquí y sólo aquí la experienda de vida religiosa física, hasta de la propia vida. Este vaciamiento progresivo
tiene posibilidades de renovarse. es itinerario inevitable del discípulo bienaventurado por-
que sigue los pasos de aquel que nació pobre y se fue
La perspectiva evangélica de este encuentro se enriquece cuando empobreciendo tanto más cuanto más sufrió la persecu-
sabemos que históricamente jugarse por los pobres, por las clases ción hasta esa pobreza y persecución total que fue su
dominadas conlleva la experiencia pascual precisamente por asumir muerte en la Cruz (Filip. 2, 6 - 1 2 ) " . Ver F O U R E Z , G.,
las implicandas sociales, históricas de la liberación, las inciden das " L a vie évangélique comme signe de contradiction", en Le
políticas y culturales del anuncio del Reino (72). La praxis de Suppl., 110 (1974), p. 3 0 4 - 3 1 3 .
(73) Cfr. Cecilio de L O R A , o p . cit., p'. 74—75: "¿Cómo puede
expresarse c o m u n i t a r i a m e n t e la p o b r e z a en
(71) Bien decían los participantes en el primer Seminario Lati- A.L.? . . . puede considerarse de muchos puntos de vista.
noamericano de formación para la vida religiosa, cfr. Vida Pero la primera y más importante consideración es que el
en Frat., 20 (1974), p. 22, "la opción por la liberación de Evangelio no habla de pobreza sino de pobres".
los oprimidos sólo se entiende desde una vivencia y un
(74) Ver G E L I N , A., o p . cit., p. 138; B O R R A T , H., o p . cit.,
testimonio de esperanza. Esto es anunciar que es posible la
señala tres lecturas distintas de las bienaventuranzas, la
fraternidad. Es recibir la salvación que viene de los po-
privatista, la eclesiocéntrica y la clasista; nuestra perspecti-
bres. . . " .
va pretende ser una síntesis de la segunda y tercera lectura
(72) Cfr. B O R R A T , H., "las bienaventuranzas y el cambio so- por el acento puesto en la construcción de la Iglesia desde
c i a l " , exposición en El Escorial, op. cit., p. 216 ss. "Las los pobres y por el contenido político desde el que nos
bienaventuranzas son drásticamente cristocéntricas. Ponen toca realizar la misión en el continente. Cfr. en una pers-
147
146
motivaciones evangélicas y políticas absolutamente autónomas sin
santos, ni útiles para la transformación de nuestro continente. Sin mutuas incidencias, casi paralelas. En ese sentido la mili tanda de
embargo, el desafío para muchos que sí ven la opción por las clases religiosos no es por suplencia sino por vocación política que se
marginadas como el salto cualitativo de su vida es ser consecuentes asume.
para que desde allí se saquen las exigencias de una vida austera,
Sin embargo, cuando se trata de un compromiso con los oprimi-
despojada, ajena a todo atisbo de figuración, motivada siempre por
dos en términos no partidarios, incluso sin un programa, nos es más
un vivo amor al pueblo; no sea que seamos de quienes nos dejamos
difícil tener criterios de selección de nuestros compromisos o sig-
"quemar vivos" como diría Pablo (1 Corintios 13, 3), aquí di-
nos de solidaridad; contamos sí con toda nuestra generosidad para,
ríamos "nos proletarizamos", pero sin captar la carga subversiva
ponernos al lado de los pobres y cierta libertad; pero lo que consti-
que en una sociedad injusta tiene la austeridad, la pobreza según el
tuye nuestro aporte, a nivel personal como comunitario, con fre-
evangelio.
cuencia es también la fuente de nuestras preplejidades, vacilaciones
4. La riqueza evangélica de la solidaridad con los pobres, con o errores ante situaciones más precisas. Nos toca hacer un aprendi-
las clases y razas discriminadas nos reclama no confundirla con la zaje exigente que desafía la capacidad de acogida y.de diálogo en
racionalidad política (75); la dimensión salvííica de lo político no nuestras comunidades para quienes en elLs sí plantean un testimo-
le vacía su carácter específicamente tal. Con frecuencia marcamos nio más directo. Que la cautela por evitar los riesgos de ingenuidad o
la motivación profundamente pastoral, apostólica, religiosa de anarquismo no nos prive de la fidelidad al Espíritu: él es quien nos
nuestra presencia y acción en medio de los sectores populares, lo llama también a sectores que, aunque de gravitación política no
que es necesario, pero contraponemos la motivación evangélica a prioritaria en términos de la toma del poder, sí están destinados a
sus implicancias políticas,' ideológicas (76); llegamos casi como a ser un aporte al proyecto de liberación y creación de un nuevo
tolerar que existan. Es evidente que en un creciente número no se hombre.
trata tanto ni de tolerar esas implicancias ni de mantener como 5. • El religioso para ser de todos tiene que ser de los pobres;
para pertenecer a la humanidad debe ser de los débiles, de los
pectiva histórica N O R M A N H O R A C I O PIPO, " L o s pobres humillados; para ser hermano universal tiene que ser pertenenda de
en la Iglesia", en Teología, t. I I , 1 - 5 (1964), 3 - 3 1 , quienes tienen mensaje y construyen una fraternidad universal; ésos
107-149.
(75) D. H E R V I E U — L E G E R , "¿Signos de un resurgimiento re- en la historia de los pueblos han sido los pobres; a ellos en la
ligioso contemporáneo? " , en Concilium, 89, (1973), p. historia de salvación les fueron hechas las promesas y en ellos tuvie-
325: " N o es infrecuente que la reactivación religiosa vaya ron cumplimiento.
acompañada de una contracción en relación con toda for- Así como con razón se señaló la necesidad de una apropiación
ma de acción militante en el campo propiamente poh'tico.
Por lo demás, no tiene nada de extraño que pueda servir social, colectiva, popular del Evangelio (77), asilos religiosos debié-
de coartada a aquellos cuyo compromiso revolucionario ramos ser propiedad de los sencillos de nuestro continente; la vida
nunca llegó a ser otra cosa que la proyección de sus fantas- religiosa como institución y fenómeno global no forma parte de las
mas religiosos y no la expresión de una solidaridad de cosas que nuestro pueblo siente que le pertenecen. Ante los religio-
clase, sobre todo si tenemos en cuenta los estratos sociales
en que se desarrolla principalmente este m o v i m i e n t o " .
sos como ante la Iglesia se ubicaron más bien como clientes. La
apropiación social del Evangelio se da también en la apropiación
(76) Cfr. G U E R R E R O , J.M., o p . cit., quien afirma que la de-
nuncia debe ser valiente, veraz, eficaz, hecha a partir no de que los humildes y pobres del pueblo hagan de las instituciones que
una ideología sino del Evangelio; ver SEGUNDO, J.L., en se presentan como deudoras del Evangelio en su inspiración y en su
"Liberación de la Teología", (1975), fe sin ideología es fe 1
1
muerta, p. 1 1 1 - 1 9 9 ; SCANNONE, J.C., op. cit., El Esco-
(77) . G U T I É R R E Z , G., op. cit. en Concilium, 96, p. 373.
rial, p. 259, sobre fe—ideología y proyecto político.
148 149

misión; la vida religiosa es una de ellas, tanto más que solemos Desde este horizonte miramos no sin interrogantes y tensiones el
decir que los religiosos somos una especie de Evangelio vivido en llamado del Señor a renovar nuestra vida, a crecer en el Espíritu y a
toda su radicalidad. lista perspectiva puede aparecer como irreal, madurar en la lucha por la justicia, por el Reino; desde nuestra
|iero sentimos que s¡ nos encamináramos hacia la renovación de la consagración a los pobres se agiganta la esperan/a de que los religio-
vida religiosa teniendo este horizonte,una serie de aspectos como la sos podamos realmente en Latinoamérica.renovarnos en santidad
consagración, la transformación del mundo (fuga mundi), la obe- que transforme nuestro continente (78).
diencia, etc., cobrarían otra luz. Sin caer en mecanismos esponta-
neístas, la apropiación social del Evangelio va de la mano con el
afianzamiento del proyecto de liberación del pueblo; en ese dina-
mismo se nos exige a los religiosos latinoamericanos ir dejando que
el pueblo cree sus formas de vivir el Evangelio a las que nuestra
experiencia tiene elementos valiosos que aportar, y de las que el
Señor quiere llamarnos a una renovación no sólo de estructuras
sino principalmente de vida espiritual, de identidad evangélica. Te-
nemos mucho que reflexionar sobre la experiencia de participación
y cercam'a de monjes budistas a su pueblo y a sus luchas.

En síntesis, quisiéramos recordar la intención de este capítulo.


Hemos señalado cómo nuestra consagración a los pobres tiene sus
raíces evangélicas y cómo las Escrituras son comprensibles desde
una exégesis cristológica que marca en Cristo su condición de Po-
bre. Desde este ángulo seguir a Cristo, consagrarse a Dios, vivir en
castidad, pobreza, fraternidad, tienen acentos nuevos. Pero partir
de los pobres de nuestro continente como mediación histórica del
encuentro con el Señor es también descubrir y optar por una com-
prensión de la realidad latinoamericana que también tiene acentos
y consecuencias nuevas para muchos de nosotros. La práctica de
numerosos religiosos los ha llevado a incorporar y a repensar su
opción evangélica por los pobres desde las exigencias del contenido (78) A. T Ó R T O L O en las observaciones que le hace a Delaney
social y de su racionalidad política; la perspectiva de clase, el dise- por su artículo, " L o s religiosos y el pueblo argentino", en
ño de un proyecto de sociedad socialista, la colaboración más orgá- V. en Frat., 19 (1974), encuentra insalvablemente antiteo-
nica para implementarlo, etc., les ha complicado el panorama pero lógica la perspectiva ele la consagración al pueblo, y nos
recuerda a Sto. Tomás, " v o t u m solí Deo f i t " , afirmación
ha dado concreción histórica, por lo tanto credibilidad, al mensaje que sigue válida. Lo que nos preocupa es ver la mediación
y al testimonio evangélico. histórica que hace significante, eficaz, sacramental dicha
consagración a Dios. Esa mediación insalvablemente teoló-
gica es en el seguimiento a Cristo una entrega a los pobres
en cuya carne él se hizo hermano de todos y expresó su
filiación al Padre.
151

CAPITULO QUINTO

PROYECTO DE LIBERACIÓN
Y PROYECTO DE
VIDA RELIGIOSA

liste capítulo trata de esbozar algunas reflexiones, sobre la vida


religiosa como forma de vida según las exigencias del Reino; no
entramos a presentar los votos, por ejemplo, sino a señalar el enfo-
que global que viene de la perspectiva de liberación.
Al hablar de liberación en sus diversos niveles de expresión his-
tórica (1), nos estamos refiriendo al mismo tiempo al proyecto
histórico de las clases populares como diseño global y al mismo
tiempo como punto referencial del proceso de liberación que la
praxis social mantiene en dinamismo, en creación permanente.
lin efecto, la perspectiva adoptada por la teología de la libera-
ción como reflexión creyente, no sólo sobre la praxis de liberación
histórica de los oprimidos sino desde esa praxis — parece que el
lenguaje de la Teología de la Liberación ha sido capturado por-
teólogos cuya absoluta desconexión práctica de los sectores popula-
res es harto conocida, de allí nuestra insistencia en el desde la
praxis -, nos abre a una concepción de la vida religiosa como

(1) Cfr. Gutiérrez, G.: TeologCa de la Liberación, p. 42-59;


227.
152 153
proyecto que incorpora las riquezas y los desafíos de la liberación
verlo.
pol it ica de 1 con tin en te.
El Reino de Dios es la promesa de salvación que se cumple ya e u
la historia por Cristo muerto y resucitado, y que se cumplirá p 0 r
A.— Proyecto Popular como signo del Reino.—
Cristo cuando vuelva.
Precisamente Jesús en su predicación describe el Reino como el
La búsqueda infatigable de la justicia y de la paz constituye el
tiempo de salvación, como la consumación del mundo y la restaura-
nervio de las aspiraciones y ludias de los pueblos oprimidos y
ción de la comunión (4). No se trata por tanto de una realidad q U e
marginados. El proyecto histórioo de liberación tiene entonces una
marca popular desde que es hechura del pueblo, y desde el momen- podamos a tal punto espiritualizar que terminemos arrinconándola
to que expresa el alma genuina de las clases populares. Para noso- en el corazón del hombre. Cuando Jesús declara que no podemos
tros creyentes, contemplar desde la fe este movimiento y este pro- adelantar en el tiempo al Reino ni circunscribirlo a un lugar geográ-
yecto de liberación es reconocer en ellos la presencia y la fuerza del fico, de ninguna manera nos está diciendo que es el corazón del
Espíritu, es hacer una experiencia de acogida del Reino que allí se hombre donde se oncucnlra (5). Dado que "el Reino no es ni un
expresa históricamente. concepto espacial ni un concepto estático, sino un concepto dina-
i mico" (6), es que lo reconocemos ahí donde en la historia se va
1.— Reino y Liberación. [ dando ese dinamismo de amor, de bondad, de comunión fraterna.
i
Sin embargo el Reino no se confunde con cada una de sus concre-
Uno de los aportes más originales, bíblico—teológico, del pensa- ciones históricas. El reino es reconocible en la liberación histórica
miento de G. Gutiérrez es precisamente el enfoque que hace del política; es en los acontecimientos históricos liberadores, -- por lo
tema del Reino y la Liberación política. Son páginas llenas de un tanto parciales en los que se hace realidad humana, eficaz el
sentido profundo enraizado en las Escrituras leídas desde el vuelco Reino, la gran Promesa; y es en el dinamismo de estas parciales
que en la experiencia misma del pueblo elegido, la liberación políti- concreciones histdt'ieási que nos mantenemos abiertos a ulteriores
ca dio a la comprensión de 'las promesas y al mensaje proíetico (2). logros de liberación y al sentido profundo del Reino que allí fecun-
Es- precisamente alrededor de este eje Reino—Liberación política damente se empresa. Es señalar la relación entre liberación y creci-
que cobran sentido y concreción el enfoque teológico de la salva- miento del Reino (7). En efecto el Reino de Dios es anunciado
ción, la cristología como expresión de Cristo Liberador, las prome- como nueva creación precisamente por ser el cumplimiento de la
sas escatológicas como cumplimiento histórico de la Promesa y la liberación prometida (8). Las realizaciones históricas del Reino in-
vida espiritual; es aquí donde el esquema de distinción de planos dican que algo nuevo se cumple, pero ese algo apunta al mismo
queda superado (3). tiempo al sentido profundo que engloba cada concreción histórica
.Desde esta perspectiva creemos que se abren nuevas pistas para como parte de un proceso. Ciertamente que los logros en la libe-
reflexionar sobre la experiencia de vida religiosa, como tratamos de ración, lejos de agotar abren la historia a la plenitud del sentido que

( 2) Ibidem, cap. I X , especialmente p. 201-225. ( 4) Cfr. JEREMÍAS, J.: "Teología del N. T . " , vol. I, ed. Si-
( 3) Es comprensible cierta perplejidad en la apreciación del P. gúeme, (1974), p. 125.
Congar cuando trata de evaluar el aporte teológico de G. ( 5) Ibidem, p. 125; Cfr. Gutiérrez, G., o p . c i t , p. 210-213.
Gutiérrez al respecto. Cfr. CONGAR, Y : " L i b e r a t i o n et (6) J E R E M Í A S , J . : o p . c i t . , p. 121-122.
Salut", B u l M i n de Théologie, en R. Se. Ph.'Tn., T. 58,
( 7) Gutiérrez, G., o p . c i t . , p. 216-221.
N ° 4 , 1975,, p. 657-671.
( 8) Duquoc, Ch., op. cit., vol I I , p. 227; Cfr, Gutiérrez, G-,
o p . c i t . , p. 197 y 223.
154 155

ya los orienta y hacen ere fule esa apertura no obstante la tensión ción; en la buena nueva cumplida en los pobres y oprimidos echa
que siempre supone lo presente y lo que se espera (l>). lis conlesar sus raices la salvación para el mundo, ahí se enraiza nuestra espe-
claramente que el Reino no es reducible o confundible con una ranza. Ll colmo de la exigencia de cambio, de conversión en la vida
etapa histórica determinada ( l ü ) . sin que esto de'pie a reducciones era aceptar que de los pobres y abandonados llegara el Reino do
espirituales, intimistas. o a concreciones históricas, apolíticas o ino- Dios. Sin esta opción por los pobres y oprimidos no hay acceso al
centes para el orden social actual. Reino. Se nos hace más evidente por qué no es "optativa" esta
No solo el Reino dice relación o realizaciones concretas históri- opción, y por qué hoy como ayer el radicalismo evangélico que no
cas, sino que el crecimiento del Reino se da en aquellos aconteci- parta de la lucha por la justicia de los pobres corre el riesgo de ser
mientos históricos que conllevan un crecimiento en humanidad, en una escalada de ascetismo espiritualista.negación concreta del Rei-.
justicia, en solidaridad fraterna, en amor; es a esos hechos de la no. Ln efecto el Reino no es pura interioridad sino hecho social; la
historia a los que está amarrada la eficacia del Reino sin que la predicación de Cristo no es el anuncio de una ideología encubrido-
agoten; entre liberación política, es decir total, y crecimiento del ra de lá injusticia; precisamente él instaura y anuncia un modo de
Reino, hay una relación de causalidad, se llegará a afirmar ( l l ) . •vida nuevo (14); la persecución que lo llevará a la muerte no es sólo
por el vocabulario empleado sino por el contenido que ese lenguaje
adquiría al ponerlo en los pobres, en los sencillos, al hacer de los
2.— Reino y Proyecto histórico de Liberación.
oprimidos los únicos herederos del Reino; tomar el partido de los
desvalidos y miserables es desenmascarar las injusticias sociales, los
Ll reinado de Dios consiste en la liberación que Jesús trae a los
crímenes y atropellos perpetrados al abrigo de una capa de obser-
oprimidos. Sabemos que la vida de Jesús está totalmente orientada
vancia de la religión, de cumplimiento escrupuloso de la ley pero de
por el sentido del Reino, es decir la lucha por restablecer la comu-
insalvable infidelidad a Dios.
nión entíe los hombres y de éstos con Dios, Ll reino para ser esa
comunión fraterna debía históricamente coincidir con la instaura- Ll Reino de Dios sé revela y concretiza históricamente en el
ción de la justicia, instaurar la justicia es asumir las consecuencias movimiento de todos los pobres, humildes y despojados que luchan
de toda acción liberadora que combate el mal: persecuciones, jui- por la justicia, la libertad, el amor; éste es el proyecto histórico de
cios ante las autoridades, traición, muerte (12). liberación de los que son la basura del mundo (15).
Pero hay algo que hace la novedad de la buena nueva y que es Ll proyecto histórico de liberación expresa -- den tío de las limi-
característica esencial del Reino:.el Reino es un don y una promesa taciones humanas, de las contradicciones del pueblo — la alternati-
que se da y se cumple en los pobres, en los oprimidos. lil Reino va que por su carácter universal, por su perspectiva utópica y por su
como salvación, como comunión, como transformación dd mundo estructura popular, es decir colectiva, nos permite reconocer signos
es ofrecido a los pobres, y esto es insoportablemente escandaloso. de la presencia y de la fecundidad del Reino: una sociedad fraterna,
Más fuerte aún, el Reino es únicamente de ellos (13). sin clases, un hombre nuevo. Lo fundamental es el Reino, pero lo
La radiuilidad del Reino está en esto; ésta es la raíz de la libera- decisivo históricamente es la mediación del proyecto histórico de
liberación, de la praxis social de los oprimidos.
( 9) Gutiérrez, G., op. cit., p. 208-209.
(10) Ibidem, p. 306.
(11) SEGUNDO, J.L., art. cit. en Concilium, 96, p. 4 1 0 - 4 1 1 ,
421.
(14) Mateo, 7, 21-24-26; 13, 20-21.
(12) Cfr. Mateos, Juan: "Algunos conceptos del N.T." en NT
de la N. Biblia Española. Ed. Cristiandad, 1974, p. 768.
(15) 1 Corintios 1, 27-28.
(13) Jeremías, J.: op. c i t , p. 122 y 133.
156 157
3 . - Proyecto histórüSí: signo del R e i n o . -
contra toda esperanza que la salvación lia llegado y que la libera-
Estas notas, universal, colectivo y utópico, hacen del proyecto ción de los pobres es su signo inequívoco.
de liberación del pueblo el signo fuerte del cumplimiento de las 4.— Perspectivas para la vida religiosa.
promesas, del crecimiento del Reino.
En la medida que este proyecto histórico conserva su perspecti- a) Es cierto que el Reino no se reduce a su expresión histórica:
va universal, su contenido comunitario y su mensaje profe'tico. es la liberación social, humana, religiosa, pero también es cierto que
para nosotros hoy en América Latina el lugar de fidelidad ai Reino ahí reconoceremos su concreción y crecimiento.
y de respuesta a sus exigencias; se constituye en el filón de síntesis Toda forma de existencia que pretenda ser una vida según el
entre transformación de la historia y conversión al Señor; se nos Reino, por amor al Reino o desde las exigencias del Reino deberá
presenta como el lugar de experiencia espiritual, de infancia y po- pasar por las concreciones y exigencias de la liberación histórica; la
breza de Espíritu. liberación es el hilo histórico conductor y significante del dina-
I¡1 proyecto de liberación de los humildes encuentra en Ja praxis mismo del Reino, de la gracia y de la fuerza del Espíritu (17).
histórica de los explotados la conversión parcial, pero transforma- La vida religiosa para ser signo del Reino debe encontrar en el
dora, de su mensaje: hacer del anior humano una realidad histórica, proyecto de los oprimidos por su liberación el lugar de la concre-
universal y comunitaria; por esto que la utopía de los pobres es ción de lo que quiere significar, del mensaje que quiere compartir;
sacramento del Reino. es ahí donde nos toca reconocer y explicitar el sentido del Reino
Sabemos que el Reino como las promesas son un don universal que. ya se expresa en esas luchas, avances y conquistas de los pobres
de estructura colectiva. No se entra en la universalidad del Reino en orden a la libertad, a la solidaridad, al amor.
sin entrar en la comunión, sin aceptar ser comunidad, pueblo; el En el proyecto de liberación de los explotados tenemos el lugar
Reino se acepta como un don en la medida que nos descubrimos y histórico de nuestra fidelidad al Reino y a nuestra historia, fideli-
aceptamos como una colectividad, como un solo pueblo con voca- dad vivida en las tensiones, en las contradicciones y en las esperan-
ción a ser un solo corazón, un solo cuerpo, un solo espíritu, comu- zas de un pueblo marcado por siglos de sumisión, de engaños y de
nidad de un solo Dios y Padre. falsas ilusiones. Situarse en el proyecto real de los pobres es poner-
El mensaje de un hombre nuevo porque solidario, justo, movido se en el corazón de todas estas circunstancias, muchas de ellas
signos de pecado.
por la fuerza del amor, hace del proyecto histórico del pueblo y de
sus realizaciones (16) el lugar privilegiado de cumplimiento de las b) Mucho se ha hablado de la vida religiosa como forma de
promesas, fuente de renovación de carismas y expresión de la fuer- existencia que hace del radicalismo evangélico la norma ordinaria
za e inspiración profética de los pobres de espíritu. de vida. Nuestra impresión es que no se señala aquello que hace
El proyecto de liberación de los explotados expresa histórica- radical la Buena Nueva: la opción por los pobres como lugar de
mente la convicción y la confianza del pueblo en que desde los
pobres es hoy posible creer en la transformación de la situación y (17) Cfr. D U R A N D , A.: " E n busca del sentido de la V . R . " , en
que todo esfuerzo de liberación que no pase e incorpore las aspira- Sel. de Teol., 40 (1971), p. 356: quien intenta mostrar
ciones más profundas de las masas desposeídas del continente no que la V.R. en tanto adquiere su significado escatológico
tiene mensaje ni carga subversiva, ni conlleva una real conversión; la en cuanto que pone en juego mediaciones humanas posi-
tivas y sociales; "sólo en la medida en que la vida religiosa
acogida del Reino implica en términos históricos esa actitud: creer sumerja sus rafees en un proyecto humano positivo, en la
historicidad, podrá pretender poseer un significado escato-
(16) Gutiérrez, G., op. cit. p. 303ss. lógico real".
158 159
verificación del Reino. Para nosotros no hay radicalismo evange'lico vida allí donde bulle la vida de un pueblo que construye hoy un
si se soslaya el carácter central, definitivo y desenmascarador de la futuro de libertad y amor; nuestra vida religiosa como proyecto de
opción por los oprimidos, por su proyecto de nuevo hombre y de existencia según la Promesa cobrará consistencia histórica y será un
sociedad fraterna, sin clases, justa. Sin este salto cualitativo nos aporte si se va viviendo en el proyecto histórico de liberación de los
parece que la doctrina del radicalismo evangélico no pasa de ser una sectores oprimidos.
reedición de una visión ascetista de la teología de la vida religiosa.
Nos parece que no es posible una renovación de la vida religiosa
La ascesis y la cruz son exigencia del evangelio precisamente como
significativa para los hombres de nuestra América Latina si no se da
consecuencia de querer vivirlo en radicalidad, vale decir como expe-
al interior de sus esfuerzos de liberación; por lo tanto no hay
riencia de los pobres, desde las exigencias de su liberación total, ti
evangelio pierde su radicalidad profética cuando no se vive desde renovación de la teología de la vida religiosa sino como teología de
los pobres, deja de ser Buena Nueva para todos y fácilmente se la liberación.
convierte en código ascético y en ideología político-religiosa. Los
religiosos en Ame'rica Latina estamos llamados a redescubrir la radi- B.- PROYECTO DEL PUEBLO Y SEGUIMIENTO DE CRISTO
calidad evangélica desde la opción por nuestras masas despojadas; la
radicalidad no es proporcional a la exageración de la letra sino a La vida de Cristo como Mesías sufriente y el mensaje de la
descubrir el Espíritu, a cambiar de óptica: la del Reino que es Buena Nueva precisamente por rectificar las desviaciones de ciertas
promesa y cumplimiento en los pobres. corrientes religiosas de su pueblo (19), hacen del Reino de Diosla
c) Si es cierto que la vida religiosa expresa con cierta pecu- respuesta plena a las aspiraciones más profundas y auténticamente
liaridad de formas el carisma profético del pueblo de Dios, lo es en humanas de los pueblos (20); es en la medida que el proyecto de
la medida que recuerda y reconoce la Promesa, y que nos abre a la liberación de los pobres expresa y realízalo utópico del corazón de
esperanza .de que también se seguirá cumpliendo hoy como ayer, todos los hombres, que el Reino de Dios encuentra en e'l arti-
mañana como hoy. No es posible desligar el carisma profético del culación histórica.
cumplimiento de la Promesa, es decir, de los acontecimientos his- Es importante recordar cómo la expresión Reino de Dios es
tóricos, liberadores, y de la lucha por la justicia (18); ahí cumple su equivalente a seguir a Cristo, a discipulado, y las exigencias son las
papel iluminador, su permanente función de explicitar el signi- mismas en ambos casos (21). No sólo hemos espiritualizado el Rei-
ficado profundo de los hechos como expresión del sentido del (19) Cfr. Duquoc, Ch., op. cit., I I , p. 263-280.
Reino y su llamado incesante a vivir en coherencia con las exigen-
cias de la Promesa. ¿Cómo hacer de la liberación del Continente el (20) Con acierto Boff L., en "Salvación en Jesucristo y Proceso
de Liberación", Concilium, 96, p. 378ss. nos recuerda que
signo profético de la presencia y crecimiento del Reino? Para que
el "Reino de Dios" es la expresión que designa lo utópico
sea creíble nuestro mensaje nos toca explicitarlo jugando nuestra del corazón huma»':, y :.or\ la que Jesús articula un dato
radical de la existencia humana, su principio-esperanza y
(18) Cfr. Duquoc, Ch., op. c i t , vol. I I , p. 238-248, en que su dimensión utópica. Sin embargo Boff insiste que el
muestra bien en qué sentido la vida profética de Jesús fue Reino no es una mera prolongación orgánica del mundo
una lucha por la justicia, profecía y liberación. Ver por el presente; el Reino no evoluciona sino que irrumpe, es una
contrario la postura de Schnackenburg, R., en "Régne et revolución de las estructuras de este mundo.
Royaume de. D i e u " , París (1965), p. 80, para quien el (21) Lucas, 18, 22-24 y 14, 33; Mateo, 18, 4 y 20, 26. No nos
elemento terrestre, nacional, político-religioso fue entera- parece clara la postura de quienes hacen del seguimiento
mente eliminado por Jesús de la idea de Reino que es una de Cristo una expresión cualificada de la aceptación del
realidad puramente religiosa. carácter escatológico del Reino y además fruto de una
vocación especial; ver en esta línea AU RRECOEXTÉÁ,
161
160
de configurar el conjunto de nuestra vida dentro de la perspectiva
no como experiencia intimista, sino que hemos hecho de la sequela
con la que Cristo vino al mundo y asumir las tareas históricas,
Christi una imitación forma) de la vida de Jesús y un sinónimo de
actuales, que de ella se van desprendiendo. Esa perspectiva está
configuración interior con las virtudes de Cristo. Si el Reino se
dada por dos notas inseparables: el anuncio del Reino como prome-
realiza dentro del proceso de liberación (22), el seguimiento e
sa que se está cumpliendo, y los pobres como lugar de verificación
imitación de Cristo no pueden realizarse fuera del proceso histérico histórica del carácter profético y del contenido liberador del Reino.
de liberación de los pobres; es aquí' donde se acoge la sequela que La tarea histórica que se nos asigna desde la perspectiva del Reino,
es un don antes que una tarea del hombre, pero es también aquí' de la promesa, es la transformación de la historia, la creación hoy
donde se desarrolla (23). de una sociedad y de un hombre nuevo (25).
Es un hecho históricamente' irreversible que el seguimiento de
£1 anuncio y cumplimiento de la liberación en Cristo nos lleva
Cristo como discipulado y acompañamiento físico acabó cuando el también a ubicar la lucha de Jesús por la justicia en el esquema de
Señor vuelve a su Padre y que desde entonces la comunidad cris- la Resurrección, del que la Buena Nueya recibe sin vuelta atrás su
tiana en el relato de Lucas en los Hechos- extiende a todos los carácter histórico, cósmico, material y su dimensión universal (26),
cristianos la obligación de seguir a Cristo (24); de lo que se trata es De allí que pretender en la economía post-pentecostal hacer del
seguimiento de Cristo una mimesis interior, espiritualista, es no
J.L. " L a vida religiosa como seguimiento de Cristo", en
CONFER X I I , 45, Madrid (1973), p. 553, quien por otro
seguir a Cristo resucitado, es negar la fuerza y la novedad de la
lado explica bien la evolución del tema del seguimiento resurrección, es vaciar de vida nuestra fe en El, en el Reino; es
que en el pen'odo post-pascual, si es cierto que se unlversa- hacer inútil, vana nuestra proclamación de la liberación a los hom-
liza, pierde su radicalidad histórica al reducirse a una acti- bres de hoy (27). La exaltación de Cristo, su subida a los cielos no
tud intimista, espiritualista. legitiman un tal proceso de interiorización y espiritualización de
(22) Boff, L., art. cit., p. 387; RASCO, E.: "Jesús y el Espi'ritu, Cristo. La Resurrección del Señor torna inseparable y vuelve com-
Iglesia e Historia", elementos para una lectura de Lucas", prensible la relación justicia-liberación como síntesis del mensaje y
en G R E G O R I A N U M , 56/2 (1975), p. 360ss.: " E l Reino
de Dios.no es una dimensión externa a la historia, Lucas la como experiencia del Reino.
introduce en ella, no por una ¡ntei iorización de tipo mora- Seguir a Cristo es convertirse a su amor en el esfuerzo por hacer
lista o "espiritualizante", sino por una "in-mediación", hoy eficaz y creciente en América Latina el dinamismo que su
dría "a-dentración" entre los hombres. Está en medio de la
historia". Í25) Cfr. S A M A I N , E.: "Manifestó de L i b e r t a d o : o discurso
(23) Según T h . Aerts, "Suivre Jesús", en Eph. T h . Lov., 42 programa de Nazaré", en R.E.B., 34 (1974), 134.
(1966), 472-512, hay tres acepciones de seguirá Jesús: al
Cristo pre-pascual, es dejarlo todo y acompañarlo adonde (26) En la respuesta que Ch. Duquoc hace a las objeciones de
vaya; al Cristo post-pascual, es seguir sus exigencias como Marxsen en torno a la presentación de la Resurrección;
tomar la cruz, negarse a si'mismo; al Cristo post-pentecos- queda sólidamente fundamentada desde la cristología la
tal, es seguir moral, espiritual y físicamente al Cristo de la relación justicia-Resurrección, y cuestionado todo intento
fe y de la historia. Sin embargo nos parece que no queda de vaciar las fórmulas de la presentación de la Resurrec-
clara en esta tercera acepción la referencia a la realidad ción de su contenido cósmico, histórico; ver o p . cit-, p.
histórica, a las aspiraciones de los hombres, a la transfor- 248-262.
mación del mundo como signos del Reino, como expre- (27) Ibidem, p. 256, en efecto la proclamación del mensaje no
sión colectiva y social de la presencia y crecimiento del anula, no cancela las injusticias, la explotación; nos recuer-
Reino. da que hasta que no hayamos logrado, por nuestra lucha,
(24) Cfr. entre otros G A L O T , J., " E l Evangelio norma suprema cancelarlas, no podemos pensar que la promesa se ha reali-
de la vida religiosa", en Cuadernos Monásticos, 27 (1973), zado.
559-570.
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muerte y resurrección han impreso a la historia: la inquebrantable
certeza de que en la lucha de los pobres por la justicia, por hacer de mundo y de las relaciones humanas va plasmando la radicalidad
nuestro mundo un mundo de hermanos —imágenes de Dios— la matriz del Evangelio: la opción por los pobres (28). Es aquí donde
vida de todo hombre encuentra sentido y fecundidad. Este es el el seguimiento del Señor para los religiosos adquiere toda la fuerza
principio que mueve la historia porque aquí nace y se fortalece la y radicalidad de que hoy es necesario estar armados para asurnir los
esperanza de los hombres, porque aquí se reviste de concreción desafíos de nuestro Continente (29); y es aquí donde se renueva y
histórica el amor humano —don de Dios— más fuerte que la muerte se toma conciencia que seguir al Señor desde los sencillos es un
y más fuerte con la muerte en la experiencia de nuestros pueblos don, que nos obliga a vivir la opcicm por el proyecto de liberación
víctimas de brutal represión. Ciertamente que el amor cálidamente como experiencia de gratuidad y a celebrar sus logros como conte-
humano que inspira y corona el incontenible proceso de liberación nido de nuestra acción de gracias al Padre.
de los oprimidos constituye la experiencia colectiva de la Resurrec- En esta perspectiva seguir a Cristo -valor primordial de la vida
ción que opera ya en la historia de los pobres del país, que gimen religiosa— será realmente esforzarnos por hacer de la comunión a
con dolores de parto por hacer que el amor sea hoy y para todos -nuestros hermanos el lugar de comunión con Dios (30).
más fuerte que la muerte, que la injusticia, que la explotación, que (28) En este sentido nos parecen un tanto I Trieos los llamados a
la discriminación de pueblos. En la Resurrección Cristo ha vencido ser " p o u r le m o n d e " con que el P. Tillard concluye su
para siempre sobre todo esto; en la lucha de los pobres por la cuidada obra "Devant Dieu et pour le m o n d e " , París,
liberación su Resurrección alcanza concreción histórica colectiva. (1974), p. 400ss, como componente del proyecto de vida
El seguimiento de Cristo muerto y resucitado inaugura entonces religiosa; quiza la laguna más seria en la presentación que
va haciendo de lo que entiende poc. radicalismo evangélico
una nueva manera de presencia en el mundo, en la historia; ríos en este trabajo, sea no ubicar en los pobres la radicalidad
compromete a dar al Reino su actualidad histórica para los hom- de la Buena Nueva, su originalidad y su escándalo; el enfo-
bres de nuestro Continente: la transformación de una realidad inju- que, nos parece, no tiene ni la agresividad evangélica que
sta y la creación de un hombre nuevo. viene del pobre ni la perspectiva histórica que viene de su
proyecto histórico de liberación. Cfr. R I G A U X , B.: " L e
El marco histórico desde el que debemos intentar el seguimiento radicalisme du régne: la pa'.'vreté évangélique", en Lire la
de Cristo está dado por el proyecto histórico de liberación del Bible, 27 (1971), p. 1 3 5 - 1 7 Í .
pueblo; pero a la luz del mensaje de Cristo y de quienes lo hacen el (29) Cfr. B D F F , L.: " L a V . R . nel processo . . .", p . 4 : "Seguir
eje vertebral de su vida -la Buena Nueva está dada a los pobres-, a Jesús, significa seguir sus opciones que fueron en favor
del pobre, de la oveja perdida, del hijo pródigo, de los
este proyecto recibe tambie'n un'horizonte y un sentido de plena marginados social y religiosamente. El religioso que se pro-
densidad humana. pone vivir el seguimiento de Cristo deberá tratar de identi-
Es al interior de la vocación universal al seguimiento de Cristo ficarse'con los más débiles, puesto que con ellos se identi-
que los teólogos del radicalismo evangélico hacen de éste lo pecu- ficó el Hijo del Hombre. Seguir a Cristo quiere decir asu-
mir como normal y consecuente la posibilidad de persecu-
liar para los religiosos de su sequela Christi; sin em bargo parece que ciones, calumnias, prisión y quizá hasta la muerte en favor
la perspectiva cristológica de la Resurrección, con lo original que de los hombres". La vida religiosa que se compromete en
tiene en sus representaciones bíblicas frente al pensamiento plató- este modo concreto con Jesucristo acepta en su opción
nico y similares, no marque suficientemente la estructura histórica, fundamental el sacrificio, el martirio, que hoy en América
cósmica del seguimiento del Señor, por lo tanto el carácter trans- Latina puede asumir variadas formas". Cfr. además C L A R ,
N ° 6, p. 19.
formador de la "fuga" del mundo. Asimismo el proyecto de libera-
(30) Cfr. TURBESSI, op. cit., p. 223; A Y E L , V.: " L a exigencia
ción de los pobres no es asumido en dicha perspectiva teológica, evangelizados de la V . R . "en a c t o " , en USIG, Evang. y
como expresión histórica actual en la que esa transformación del V.R., Roma (1974), p. 4-34: " L a V . R . no será pues, se-
164 165
Creemos que desde el proyecto histórico del pueblo y su& exi- Los votos con los que a lo largo de la historia se ha ido expresan-
gencias de vida hay una lectura de los elementos que tradicional- do la entrega al Señor, lejos de minimizar la fuerza y totalidad de
mente jalonan el seguimiento de Cristo en la vida religiosa, y que
esa consagración, han ido poniendo de relieve diversas maneras de
merecerían ser sistematizados. Nosotros apenas sugerimos algunas
comprender y concretizar la riqueza desbordante de Aquel a quien
reflexiones iniciales.
se trataba de seguir, Cristo Jesús. Si es cierto que la triada pobreza-
castidad-obediencia expresa niveles vitales de la existencia humana,
Seguimiento de Cristo: entrega total jamás agotó las múltipes formas de vida evangélica. Como ya lo
hemos señalado en páginas anteriores, cualquier línea del Evangelio
El seguimiento de Cristo como llamado universal a vivir tras El cuando es vivida en profundidad, permite recuperar el conjunto del
expresa nuestra total consagración al Señor. Con frecuencia en la mensaje y de sus exigencias, aun admitiendo las diversas teologías
vida religiosa se olvidó no sólo la consagración bautismal como presentes en las redacciones actuales del Nuevo Testamento. Toda
consagración fontal, sino su carácter de totalidad. El Vaticano II ha entrada empalma la dinámica global del hecho y del misterio de
devuelto asi' a la consagración bautismal su carácter típico y su Cristo; esto ha acontecido históricamente con quienes leyeron el
dimensión englobante en la configuración con Cristo. Evangelio desde una particular sensibilidad por la pobreza, o por la
La presentación de la vida religiosa como consagración, sea alre- disponibilidad de Jesús a la voluntad de su Padre o por su preocu-
dedor de uno o varios valores evangélicos, nos ha llevado a concebir pación por los sencillos, los enfermos, los abandonados, o por su
en forma parcelaria, segmentada, la sequela Christi; estamos frente entrega incondicional a la misión, etc.
al largo proceso de esclarecimiento sobre los consejos, su número,
su fundamento escritun'stico; su sentido teológico (31). En efecto, no obstante las diferencias de acento, se trata de un
único Señor a quien hay que seguir.
La vida religiosa es una manera de vivir, de entender, y de anun-
cuela Christi, más que si está insertada en plena actualidad
de las necesidades del mundo, para manifestar en ello la ciar la globalidad del Evangelio, su dinámica totalizante de la vida
venida del Reino , . .", p. 19; Cfr. C L A R , N ° 1, p. 9. humana; es una manera de actuar el todo de la vida cristiana. El
(31) Cfr. MENNESSIER, I., "Donation á Dieu et voeux de problema no es ver qué privilegia o selecciona de la vida cristiana,
religión", en Supp. á la Vie Sp., 49 (1936), 277-301; del mensaje, sino cómo recupera el todo del Evangelio desde for-
idem: "Conseils évangéliques" en D.S.2, París (1953), mas y entradas concretas y por eso mismo parciales y variadas;
1592-1609; RANWEZ, E-: "¿Tres Consejos evangélicos? "
en Concilium, 9 (1965), p. 74-81, comenta la perspectiva teológicamente ser religioso es ser un cristiano que entra en su
del Vat. II y concluye afirmando que los consejos evangé- vocación bautismal —global— desde una perspectiva dada y escogi-
licos no son exclusivamente aquellos que se profesan en da como camino, como filón que conduce al Cristo total. Desde
los institutos religiosos; S E B A S T I A N A G U I L A R , F.: " V a - una consideración histórico-eclesial, las entradas o formas parti-
loración teológica de los Consejos Evangélicos", en CON-
FER, 7 (1965), 353-375; R A N Q U E T , J.M.: "Conseils
culares de entrar en el todo de] Evangelio han conocido en la
évangéliques et maturité humaine", 1968, Desclée de B.; pobreza-castidad-obediencia, en la vida fraterna, etc., modalidades
R A H N E R , K., "Sobre los consejos evangélicos", en Esc. concretas, caminos inclusive eclesiásticamente reconocidos como
de Teol., V i l , Madrid (1969), 4 5 ; Q U A R E L L O , E.: " I I formas de vida religiosa.
significato dei consigli Evangelici" en "Per una pre-
senza . . .", Torino (1970), 391-413; T U R R A D O , A . : del Evangelio y consejos evangélicos", en Cuadernos Mo-
"Teología, antropologfa y Consejo Evangélico", en Rev. násticos, 27 (1973), 625-637; T I L L A R D , J.M.R.: "Devant
Agustiniana de Esp., (1972), 9-3¿; ISAAC, J . : "Réévaluer Dieu . . .", p. 142-152, 387-397; BOFF, L.: " L a estructu-
les voeux", París (1973); C Y M B A L I S T A , M.C.: "Consejos ra antropológica de los votos: un voto en tres", en C L A R ,
N ° 22 (1975), p. 9-19.
166 167
Esto que llamamos entrada parcial en la totalidad de la dinámica sus repercusiones sociales" (Doc. Evangelización, 33.5).
evangélica pone acentos y configura perspectivas variadas en el pro- Es lo que koinonía expresa: hacer que el ágape de los hombres
yecto de vida religiosa: es desde esas entradas que pretendemos sea la experiencia del ágape de Dios. Es ésta la tarea y el contenido
testimoniar, compartir, leer para nosotros y para los demás el men- del seguimiento de Cristo; lo que hace que la vida de un hombre sea
saje del Señor. La novedad no esta sólo en ser fieles a la dinámica conscientemente seguimiento de Cristo es el reconocer y celebrar la
total del Evangelio sino en ser fieles también a las entradas que el liberación de los pobres como signo de acogida del Reino, como
Espíritu ha suscitado: pobreza-castidad-obediencia y otras; ser fie- lugar de anuncio de la promesa y como contexto vital en el que hay
les a esas entradas significa capacidad de reinventar desde allí' el que vivir y asumir las consecuencias de optar por Cristo en la
Evangelio, de recrear su fuerza, de revelar sus insospechables apor- opción por los oprimidos. Es de esta fraternidad humana de la que
tes a la vida de los hombres. Creemos que en la opción por los se trata cuando se habla de koinonía.
oprimidos, por su proyecto de liberación, esas "entradas clásicas"
pueden ser reinterpretadas y renovarse como síntesis de un proyec- El proyecto de liberación busca cambiar las relaciones sociales
to de vida de la totalidad del Evangelio y al mismo tiempo de su entre los hombres, todo lo que hace que unos hombres sean alquila-
radical concreción en la historia de nuestro pueblo. La vida religio- dos por otros, vendidos a sus semejantes para subsistir; la utopía
sa, cada uno de nosotros, debe ser exégesis viviente y militante del que mueve a los oprimidos en su proyecto es cancelar esta sociedad
dinamismo totalizante del Evangelio; cada línea de ese mensaje dividida en clases e instaurar un mundo en que los hombres nos
puede caracterizar nuestro proyecto de seguimiento de Cristo, vale movamos en términos de gratuidad, de creatividad, de profunda
decir de construcción del Reino, de transformación radical de la amistad, de fraternidad. La experiencia de muchos que de cerca
vida de nuestros pueblos. Esto es afirmar al mismo tiempo la vali- comparten los afanes y las luchas de campesinos, obreros, poblado-
dez de acentuar algunos aspectos y recordarnos que cada acento res de barrios marginales sabe que esto va siendo una realidad; la
encuentra su sentido pleno en la dinámica que evoca: la totalidad entrega a la causa de los explotados es una experiencia de gratuidad
del Evangelio, la radicalidad del Reino. y es una expresión no sólo de convicción ideológica sino de profun-
da sensibilidad, y de inquebrantable confianza en ellos que hace
creíble su proyecto histórico. La fraternidad humana es el corazón
La koinonía como proyecto histórico de liberación. mismo del proyecto de los pobres; la praxis política de los oprimi-
dos, el vasto movimiento de liberación que ellos animan, son el
El cumplimiento de la promesa consiste en que la comunión con signo de la presencia viva del Reino. El proyecto del pueblo nos
Dios permanece como vocación, es decir como don y proceso. En compromete a sumar nuestra vida a la vida de los explotados que
el anuncio y cumplimiento de la liberación en Cristo, la comunión con sus luchas conquistan una sociedad marcada por la fraternidad,
con los hombres permanece como lugar de comunión con Dios. La por la solidaridad, por el amor humano. La koinonía evangélica no
vida y la misión de la Iglesia es hacer que la fraternidad humana es creíble al margen de este dinamismo por donde pasa la historia
haga creíble a otros su experiencia de filiación. Es éste el sentido de liberación de los pueblos de nuestro continente; el proyecto de
profundo de la koinonía. liberación da al ágape de Dios su concreción histórica en la fraterni-
Los obispos peruanos, al hablar de liberación, así Ja entienden: dad humana; la comunión con Dios abre irreversiblemente el pro-
"La liberación, como obra salvadora de Cristo, es el proceso, a lo fundo sentido liberador del amor fraterno a su dimensión más sub-
largo del cual el hombre va aproximándose a la comunión plena con versiva: ser más fuerte que la muerte.
Dios y con sus-hermanos, al superar, por la verdad de Cristo y Con razón se ha presentado la vida religiosa como una expe-
el ministerio de la Iglesia, todo aquello que le impide ser plena- riencia de koinonía; quizá en un tiempo hizo dificultad el asimilar
mente hombre desde el pecado que habita en él hasta el pecado en
168
169
koinonfa a vida en común, a comunidad (32). Sin embargo la vida
comunitaria sólo tiene sentido si realmente es una experiencia de mensaje de solidaridad humana y que sus logros concretos son
koinonía, de amor fraterno; si concretamente está consagrada a signos de koinonía, del Reino; asimismo aunque se señala que la
construir la fraternidad humana en la historia actual de nuestros comunidad religiosa es teoce'ntrica y lugar de reconciliación, no se
pueblos. La vida en fraternidad, en comunidad, tiene asi'fuerza de siente cómo esa reconciliación significa una subversión del orden
signo en la medida que es lugar de concreción —parcial— de la social, histórico, actual del continente, situación que es negación de
fraternidad por la que se lucha desde el pueblo; la comunidad fraternidad entre los hombres; y aunque con frecuencia se declare
religiosa es experiencia de koinonfa en la medida que ese compro- que comunidad es tener un único ideal y un mismo proyecto, no
miso con los oprimidos por la construcción de una sociedad fra- vemos las raíces históricas, políticas de ese proyecto de koinonía
terna es reconocido y celebrado como Ágape de Dios, como sacra- humana; se trata de una visión irónica de la realidad histórica y por
mento del Reino. eso se recae en cierto personalismo intracomunitario aun cuando se
hacen esfuerzos por recordarnos el polo histórico de nuestra gracia
La comunidad religiosa marcada por la comunión con los hom- bautismal. En el fondo hay una concepción espiritualista de la
bres, es decir por la lucha por la justicia que haga irreversibles los koiuonía aunque se habla del compromiso apostólico; de allí que
avances de solidaridad del pueblo, dejará de ver la vida religiosa en -el caso de Tillard, nos sepa tan vago su "por el mundo" del
como algo puramente intraconventual e intimista; no hay vida reli- proyecto de vida religiosa y en consecuencia tan poco histórico su
giosa fraterna creíble sin total dedicación a.la lucha por una socie- "delante de Dios" (34).
dad fraterna. De aquí es de donde nacen las tensiones, de la- pers-
Para nosotros el proceso de liberación es una experiencia his-
pectiva histórica, colectiva y confhctiva de la tarea liberadora.
tórica de comunión, de fraternidad; la opción por las clases popula-
Es en el marco del proyecto histórico de una sociedad y de un res nos hace camaradas con muchos otros; ¿cómo hacer que la
hombre realmente fraterno que debemos repensar la vida comu- experiencia de camaradería revolucionaria sea lenguaje vivo del sen-
nitaria, su adaptación a la misión (33). tido de fraternidad que ahí hace histórica la presencia del Reino?
Sobre la vida de comunidad como koinonía se han escrito pági- El pasaje de Mateo 25 es el reconocimiento del contenido salví-
nas sumamente eruditas y con anotaciones realmente valiosas; sin fico de la camaradería y el aval de su función de signo de la koino-
embargo, en algunos trabajos recientes nos parece que la dimensión nía evangélica. Lo que se juega en el corazón mismo de la camara-
fraterna no va más allá de un enfoque personalista de "estar con los dería y solidaridad que genera y alimenta la praxis liberadora de los
demás", saberse "sujeto en relación con otros", desarrollar las incli-
naciones profundas a "ser con los demás"; luego al hablar de frater-
(34) Cfr. T I L L A R D , J.M.R., op. c i t , p. 223-233, 234-54,
nidad cristiana no se marca que los pobres son los portadores del 263-4, 278ss; en esta misma línea G U E R R E R O , J.M., en
" V . R . en el mundo secularizado", Ciar, N ° 9, p. 51-59;
(32) Para una mejor comprensión de lo que es vida común ver G A M B I N O , V.: " L a Dimensione Comunitaria o di Koino-
A . RESTREPO, op. c í t , p. 53-54, quien trae precisiones nía della vita religiosa" en "Per una presenza . . . " , p.
de A. Larraona en torno a la " L e x Peculiaris" de los Institu- 555-558, en la misma perspectiva de los anteriores, para
tos seculares; Larraona introduce la vida común ordinaria Gambino la koinonía no incluye la mediación de comu-
no contemplada por el Derecho Canónico (c487, c673ss) nión a los pobres como signo de la comunión a Dios y la
y que dependería de las constituciones o de otras formas comunidad religiosa escapa a las condiciones conflictivas
de derecho particular. de la realidad; total ausencia de perspectiva política. Por el
(33) Cfr. aunque en un contexto distinto al nuestro, por contrario G. Gutiérrez, " T e o l . de la L i b . . " p. 328-329 nos
ejemplo B l A N C H I , E.: "Una comunidad interconfesional recuerda que la koinonfa como encuentro con el Señor
en Italia: Bose", en Concilium 89 (1973), p. 416-417. seviveen la fraternidad humana y se celebra en la Eucaristía.
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explotados es la fraternidad humana buscada como proyecto, como
ideal, como vida; ahí reconocemos nosotros el don de la koinonía y sentimos que viene el cuestionamiento, está la respuesta.
de allí nacen sus exigencias, sus terribles exigencias hasta dar la Muchas órdenes o institutos religiosos nacieron así sencillamen-
vida. te, pero su propio éxito y quizá factores históricos más globales
lin esta perspectiva el proyecto de los pobres es lugar de comu- hicieron que con el correr de los tiempos fueran alejándose cada
nión fraterna y en la medida que la vida religiosa se juegue allí, vez más de los ideales de origen. Los pobres del Continente reuni-
tambie'n ella será lugar del seguimiento de Cristo, y recuperará la dos en comunidades de fe y de lucha nos exigen fidelidad a las
carga subversiva del seguir al Señor en los oprimidos (35). intuiciones evangélicas de origen; ¿aceptaremos el reto?
Innumerables religiosos y religiosas están viviendo como miem- No son pocos los religiosos y religiosas que sienten fuertemente
bros de comunidades cristianas populares; allí son un militante interpelada la vida de comunidad en sus institutos precisamente
más. Estas experiencias lejos de privar de sentido nuestras comuni- cuando gracias a una opción por las clases explotadas y a vivir en
dades religiosas nos están permitiendo mirarlas con serenidad y comunidades cristianas populares, descubren la riqueza de sus caris-
esperanza aunque no sin serios interrogantes. Lo que muchos anhe- mas fundacionales y el sentido profundo de una vida total e irrever-
lan es que nuestras comunidades religiosas pudieran tener la senci- siblemente consagrada al Señor.
llez y la vitalidad apostólica de esas comunidades populares; la vida ¿Cómo reformular aquí la comunión con la propia con-
de militantes campesinos, obreros, entregados a la lucha por la gregación? ¿Cómo sentirse unidos cuando ninguno de los signos
liberación, nos hace ver cómo hay formas más sencillas de ser reli- con que se expresó históricamente el carisma tiene fuerza? Nos
giosos en el corazón mismo del pueblo; hasta nos preguntamos si la pasa lo que al pueblo elegido, ¿cómo seguir creyendo cuando no
vida religiosa canónicamente reconocida no llega a sus límites ante hay templo, no hay culto, no hay profetas, no hay sacerdotes y se
este vasto y profundo movimiento de renovación comunitaria, de está en tierra extranjera? (36). Este es el desafío para tantos reli-
giosos que en América Latina buscan sinceramente ser fieles al
experiencia fraterna que surge desde la Iglesia del pueblo. Estas
pueblo siendo inquebrantablemente fieles a sus opciones de vida.
comunidades populares no pretenden acaparar carismas bajados de
La koinonía vivida desde el proyecto de los pobres no sólo cobra
lo alto, ni viven de historias de cómo conquistar a los "grandes" de
concreción histórica sino que es fuente de fortaleza y exigencia de
la sociedad y de la Iglesia para que protejan sus fundaciones; no
fidelidad.
tienen anales que narren las astucias de fundadores para arrancar
sucesivas aprobaciones de constituciones y reglamentos, y bendicio-
(36) No es tanto el tipo de apostolado o las necesidades que
nes papales. La vida cristiana que se comparte en muchas de esas hay que cubrir, cuanto la perspectiva ideológica y política
comunidades de base cuestiona la solemnidad y complejidad de de la opción por las clases explotadas la que pone a mu-
nuestras monumentales instituciones; la Iglesia del pueblo signo de chos religiosos en la puerta y más afuera de sus conventos.
liberación nace ya de esas comunidades militantes, no de nuestras Lo que se conoce son permisos, dispensas temporales, has-
ta que se vaya o se someta y vuelva. Quizá se debiera
rimbombantes instituciones más preocupadas a veces en completar aplicar lo que en Oriente se llama la vida idiorítmica- el
largas galenas de santos de otros siglos; ¿no será que una vez más. el ( religioso está ligado, forma parte de la comunidad con la
Señor confunde a los grandes y poderosos? Pero allí mismo donde que según su ritmo se relaciona; no se trata de una ex-
claustración sino de una forma de vida así como la vida
eremítica, cenobítica. Cfr. C A B R A , P.G.: "Reflexión so-
(35) Cfr. los artículos de G A R A U D Y , R.: " L a base en el
bre el estado actual de la V . R . en cuanfo a su fuerza
marxismo y en el cristianismo", en Concilium, 104,-
evangelizados", en Ev. y V.R., USIG, (1974), p. 35 ss.;
(1975), 62-75, y DUSSEL, E.: " L a base en la teología de
ver B Ü N T I G , A . : "Las Ce. de base en la acción p o l í t i c a " ,
la liberación" ibidem, p. 76-89.
en Concilium, (1975), 104, p. 111-121.
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Praxis dt- Liberación y Amor Humano
ni sexualidad, ni sensibilidad, ni sentido estético, etc. El proyecto
Sabemos que la vida, la lucha de los e.,flotados, su praxis his- histórico de los pobres nos invita permanentemente a revisar nues-
tórica es finalmente un gigantesco y conflictivo acto de amor hu- tra propia experiencia y comprensión del amor humano, de la afec-
mano; por eso y para eso combate el pueblo. tividad, tanto más cuanto que el proyecto no es algo para después,
La opción por las clases oprimidas, por su proyecto de libera- ya se vive hoy en la praxis misma que lo va implementando.
ción conlleva una opción por el amor humano, por creer firmemen- Si optar por los oprimidos es pasar a ser pertenencia del pueblo,
te que esa es la vocación de todo hombre; la solidaridad con los ¿cómo siente el pueblo que nuestra vida afectiva le pertenece irrever-
pobres implica comprometerse a hacer del amor humano una expe- siblemente? , ¿cómo experimenta que el punto convergente de
riencia colectiva, una realidad sin retrocesos. El amor humano es la nuestras fuerzas vivas y vivificantes de hombres y de mujeres como
constante, la realidad base, profunda, permanente que hace que la es el amor humano es realmente un aporte signficativo para sus
praxis social y política vaya siendo históricamente liberadora, luchas? , ¿cómo vivir personalmente esta exigencia cuando se es
transformadora de las relaciones sociales, creadora de una nueva célibe? ; ¿cómo vivirla cuando se comparte la vida matrimonial?
manera de ser hombre. Desgraciadamente hemos hecho de estas interrogantes un pro-
Este es el mensaje profe'tico grabado en la carne del pueblo blema de tiempo, de mejores condiciones para el trabajo, de posibi-
oprimido, aquí reside su vocación universal; por eso que los misera- lidades de disponibilidad; reducirse a esto es escamotear el sentido
bles de la tierra son el sacramento de la nueva humanidad; creer en de nuestra presencia en el pueblo y el sentido que el proyecto de
esto es comenzar a subvertir la historia. liberación del pueblo da a nuestra vida.matrimonial o célibe. El
El amor humano no es por tanto una realidad intimista e indi problema no es de tiempo disponible sino de significación, de senti-
vidual; se trata de instaurar relaciones sociales de un orden econó- do y aquí radica su eficacia política, su incidencia histórica, su
- mico, social, político y cultural justo y fraterno. Es al interior de contenido humano.
esta perspectiva que la maduración sexual como expresión de la Para los cristianos el matrimonio o celibato consagrado son
vitalidad total del hombre y de la mujer, se presenta como ineludi- siempre por amor al Reino o no son opciones de fe (37); y decir por
ble; es aquí donde el amor encuentra su calor humano, donde se amor al Reino no significa por amor a la otra vida, sino por amor a
recrea ingeniosa e inagotablemente su concreción histórica, donde la historia, a los hombres más sencillos y humildes, a la transforma-
renueva su dimensión particular y su horizonte universal. También ción del mundo en un mundo de hermanos, a la justicia, a la
aquí, la sexualidad no es un problema individual, no es una realidad liberación.
intimista;-su estructura es colectiva; el haber hecho de la sexualidad Así entendían su compromiso matrimonial dos jóvenes militan-
un problema de hotel nos ha llevado a no ver más su profunda tes jocistas. Escogerse y optar totalmente el uno por el otro como
relación con la conciencia social y política de las masas, al quitarle
al proyecto de lucha de los pueblos el vigor, la creatividad y los (37) Cfr. POHIER, J . M . : " L e célibat consacré comme discours
acentos que hombre y mujer son capaces de poner a valores como sur Dieu et sur la sexualité", en Supplément, 110 (1974),
la solidaridad, la generosidad, la fidelidad, etc. p. 275.SS; ver M O N N O V E R , F. "Reflexiones sobre el celi-
A esto nos llama el proyecto de liberación; ésta es la tarea para bato involuntario", en " M a t r i m o n i o y Celibato" (1967),
p. 269-275. Sobre la tradición en torno a matrimonio y
todos, casados y célibes. La opción de clase, es decir por los intere- celibato, ver LÓPEZ A Z P I T A R T E , E.: "Sexualidad y Ma-
ses de los explotados, no es una opción cerebral, a nivel sólo de trimonio h o y " , Santander (1975), p. 349-352; para una
esclarecimiento y cambio de ideas; se trata de algo más profundo y visión de la exégesis reciente sobre el celibato en el N.T.,
ínás global; nada de nuestra vida puede quedar fuera, ni afectividad, ver los trabajos de M A T U R A , T h . , en N.R.Th., (1975), p.
481-500 y 593-604.
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renovación de su opción de clase; desposarse con una mujer del
pueblo implicaba asumirla como miembro de una clase; aceptar esto pudiera variar, siempre habrá hombres y mujeres que harán de
compartirlo todo con ese trabajador era unirse en él a todo un la virginidad, de la vida célibe su forma de vida. Hoy como ayer y
pueblo en lucha por la justicia y la fraternidad; casarse era, por la como mañana será siempre difícil que se entienda el sentido pro-
mediación de él y de ella, volver a estar presentes en el corazón de fundo de esta opción y su significación histórica.
la propia clase; aceptar la aventura del proyecto matrimonial como Si es en el proyecto de liberación que la vida religiosa encuentra
signo y como concreción del gran proyecto de liberación de los el marco histórico de su significación y aporte, lo célibe de nuestra
explotados y la radical seriedad y particularidad del amor a un vida —que aun sin ser el fundamento o la esencia de la vida religio-
hombre, a una mujer, lejos de distraer reforzaría la perspectiva de sa, sí es social y culturalmente el aspecto más im pactan te - o s e
clase, el horizonte colectivo del amor, su contenido universal. La torna allí significativo o no es comprensible y no entrega su mensa-
experiencia matrimonial se presenta entonces como un tiempo pri- je.
vilegiadamente fuerte y significativo para renovar la opción por el Lo que la virginidad consagrada o vida célibe expresa como
propio pueblo y sus luchas, opción vitalmente englobante no sólo proyecto, como ideal, es algo que está presente en el proyecto y en
por desafiar la posición ideológica y la praxis poh'tica sino por la vida del pueblo: hacer real que el amor humano es la meta y el
llevarlas a fecundar el campo de la afectividad, de la ternura, de la sentido de la vida de los hombres y que esta experiencia no está
experiencia sexual, el sentido de la paternidad, maternidad, etc. El exclusivamente ligada a las relaciones de sangre, de parentesco, de
amor hasta en la carne y el destino del hombre y la mujer en el familia, de raza, de nación y de clase; la fraternidad humana, la
matrimonio —así entendido invita a llevar la camaradería y la solidaridad entre los hombres, el amor humano se construye en
solidaridad de clase hasta la amistad, la fraternidad, a recordarnos base a gratuidad. El problema es cómo hacer este aporte eficaz
que es ese tipo de amor humano el que está en juego en la opción históricamente desde el compromiso con los sectores populares.
revolucionaria. La razón profunda de la opción por la vida célibe no radica en
Es así como el matrimonio proletario va siendo signo del Reino una mayor disponibilidad de tiempo, ni siquiera en el deseo de
en la medida que es experiencia de amor que transforma la historia llevar esa vida porque Cristo así vivió, sino en el por qué Cristo fue
en la perspectiva de la Promesa e imprime su dinamismo al conjun- célibe; ciertamente que la dedicación a la misión exigía total dispo-
to de la vida humana. Para las parejas de extracción no popular la nibilidad, pero creemos que más fuerte que esto es demostrar que
perspectiva es la misma si bien el punto de partida es distinto; de lo la promesa, que el Reino tiene como fin instaurar relaciones de
que se trata en definitiva es de expresar desde el proyecto de amor total gratuidad entre los hombres y entre éstos y el Padre; la frater-
conyugal los valores del hombre nuevo que la praxis de liberación nidad y la filiación no son la resultante de otra conquista que no
de los explotados trata de instaurar: el amor humano es una expe- sea la de abrirse plenamente a la gratuidad; su vida célibe cuestiona-
riencia colectiva y es el sentido de la vida de todo hombre. ba así todo intento de reducir el cumplimiento de las promesas, de
¿Soñamos con cosas irreales? lo que aquí —quizá confusamen- la alianza, a los miembros de un pueblo, a los descendientes de una
te— expresamos es la experiencia rica y fecunda de numerosas pare- raza, a los vastagos de una tribu, a los adeptos a un credo. La
jas de militantes. opción célibe de Cristo tiene así una profunda carga religiosa,
Ciertamente que la continencia o celibato no son inherentes a la social y política y se inscribe en la perspectiva de mesianismo que
entrega y consagración al Señor aunque sí sean exigencia en la vida
religiosa^ canónicamente reconocida como tal (38). Pero aunque s o " , en Concilium 97 (1974), p. 72ss.; G A R D E Y , B.: Con-
ditions nouvelles d'un célibat permanent", Supplément,
78, set. (1966), 4 5 3 4 5 8 ; V I L L A T T E , S.: "Redonner sens
[38) Cfr. L A F O N T , G h . : " L a Institución del celibato religio- au célibat religleux? " en V i e Consacrée, 3 (1971),
129-157.
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El escoge. Si bien su opción no es normativa, ella es profundamente exigidas por el compromiso con las luchas del pueblo, no permiten
significativa y en el fondo incide históricamente al concretizar una que nuestra identidad más profunda sea compartida sino por unos
de las aspiraciones de los pobres del país: hacer que los hombres pocos, creándonos así condiciones difíciles no sólo para vivir nues-
nos relacionemos como hermanos, vale decir rompiendo los secta- tra opción sino para compartirla. Lo arduo de la tarea no nos
rismos de clan, de tribu, de estirpe, de nación, de sangre, y nos dispensa de intentarlo (39).
abramos a la gratuidad del amor humano. Por eso que Cristo podía Ni el matrimonio, ni el celibato agotan todas las dimensiones de
exigir que los casados se hicieran eunucos por amor al reino, es nuestra vida (40), pero ambos apuntan a algo que sí las anima
decir por amor a la liberación, para demostrar que el amor humano, todas, el amor humano como experiencia de liberación. Lo que está
que la fidelidad y la solidaridad no crecen y maduran sólo en los en juego en cada estilo de vida es vivible por el otro, forma parte
símbolos y gestos del amor conyugal, o en los lazos del parentesco del otro proyecto de vida aunque los signos y los acentos sean
y la estirpe. distintos. La perspectiva universal del amor humano adquiere mati-
Desde esta perspectiva nuestra vida como célibes puede ser un ces y riquezas variados según se intente desde el matrimonio o
aporte altamente subversivo de la estructura ideológica de nuestra desde la vida célibe (41); la ternura y el afecto que en la concreción
sociedad. Lo que sucede es que en el trabajo político, en la vida particular en un hombre o mujer tiene ei amor humano, saca a
con el pueblo tendemos a creer que lo mejor que podemos aportar relucir aspectos y suscita energías que solo son alcanzables cuando
es lo que más inmediatamente se nos solicita, cierta disponibilidad' se vive en el proyecto matrimonial o en el célibe. Ni una ni otra1
de tiempo, conocimientos técnicos y otras cualidades humanas; dimensión, la universal y la particular, son mecánicamente alcanza-
además es cierto que para comprometernos con el pueblo y sus bles por los célibes o por los casados. Tanto el proyecto de vida
luchas no hace falta no casarse o no tener compañera; por otro lado matrimonial como el de vida célibe constituyen una opción evangé-
cuanto más "primitivos" son los grupos populares o aborígenes con lica por amor al Reino. El amor humano en gestos concretos es la
los que trabajamos, menos comprensible es para ellos privarse de la
fecundidad de la carne.
¿Cómo comunicar lo valioso y profundo de nuestra opción de (39) En efecto si no damos importancia debida al afecto, a la
bondad, al calor y ternura del amor Humano, t c ó m o pode-
vida célibe, el amor entrañablemente humano a la vida, a cada mos en la práctica anunciar el amor de Dios como expe-
persona, al pueblo? La camaradería a la que nos llama la opción riencia de libertad y de sentido profundo de nuestra vida
por las clases explotadas no es quizá el mejor clima para compartir humana?
vivencias que sólo son comprensibles y comunicables cuando se han (40) Cfr. D U R A N D A., o p . cit., p. 355.
tendido lazos de confianza, de afecto y de amistad, verdadero ros- (41) Nos parece importante señalar como central para la vida
tro-humano de la solidaridad de clase. religiosa la apertura universal; sin embargo históricamente
lo universal transita por lo particular y concretamente por
Es por esto que quizá no logramos explicitar qué significa para los sectores populares. Alain D U R A N D , que con mucha
nosotros el calor humano, la ternura y ía sensibilidad ante el cariño certeza ha trabajado en su artículo "Recherches sur le sens
de los demás; quizá porque no sabemos hacerlo, o porque la lucha de la vie religieuse", en Lumiére et Vie, 96 (1970), p.
59ss., la perspectiva y significación de la vida célibe y
política nos ha endurecido o porque sucufnbimos al chantaje de matrimonial, es consciente que no basta hablar en general
que lo prioritario es la toma del poder y no hay tiempo para de apertura universal. En ese sentido jamás nos creerá el
sentimentalismos ni romanticismos, o qui£á porque en el fondo no pueblo que nuestro amor es universal si no nos siente
hemos encontrado las expresiones culturales del pueblo para hacer totalmente de él, de cada uno. No nos parece entonces
pasar la experiencia afectiva y sexual finalmente marcada por nues- válida la expresión de R. SCHULTZ para indicar la univer-
salidad del amor célibe: "abrirle los brazos a todos sin
tro origen pequeño burgués; o porque las medidas de seguridad estrecharlos en nadie", ibidem, p. 144.
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verificación de la caridad; ésta deja de ser experiencia de comunión acción transformadora y creadora de comunión, por eso y para eso
con Dios cuando no pasa por ser experiencia de amor humano. De obedece para que la promesa siga siendo cumplimiento. No pode,
lo que se trata es de hacer significativo para los pobres y por lo mos desligar la obediencia de Cristo del proyecto del Padre: g¡
tanto transformador de la historia el amor humano, para que sea Reino, ahí se vuelve fidelidad, es decir acto de amor, de confianzay
creíble el mensaje de filiación y de fraternidad que como seguido- de apertura.
res de Cristo les anunciamos con nuestra vida y nuestra palabra. Precisamente porque la obediencia es fidelidad, Cristo es con
frecuencia tremendamente desobediente, para ser fiel (42); su ohe,
Fidelidad y praxis de liberación diencia aun cuando aparentemente no le quedara otra cosa que
hacer como es el caso de su pasión y muerte, constituye para él un
La vida de koinonía como experiencia de amor humano expresa gesto de libertad y fidelidad: "A mí la vida nadie me la quita, soy
y exige una actitud de incondicional fidelidad; la historia del amor yo que la doy".
de Dios a los hombres es la historia de un amor fiel. La fidelidad de La obediencia de Cristo está ligada a su señorío, como lo recor-
Dios a sus promesas, a su pueblo es la fuente de nuestra fidelidad. dará Pablo (43), y sólo es comprensible como fidelidad a la misión,
En Cristo Jesús esa fidelidad amorosa de Dios ha eclosíonado a la lucha por la justicia; para algunos exégetas la vida de Cristo se
con toda su fuerza salvadora. Es la fidelidad del Padre que da pleno sintetiza y se explica desde su obediencia, y esto explica por qué al
sentido a la obediencia del Hijo. reflexionar sobre vida religiosa quieren ver en la obediencia el ele-
En efecto estamos en una economía de fidelidad, de gratuidad: mento constituyente de la misma (44).
decir fidelidad es evocar un contexto de confianza, una relación de De todas maneras la obedienda es hoy en el continente un
amistad y no de amo y siervo; la fidelidad nos recuerda que no se terreno espinoso en nuestras comunidades religiosas. Los compro-
trata sólo de persistir en algo sino de avanzar, de caminar en el misos asumidos y la dinámica a la que nos va llevando el trabajo
dinamismo de aquello por lo que uno pone su propia vida; la fideli- con la« clases populares cuestionan frontalmente una concepción
dad no sólo solicita respuesta y ejecución de algo sino que exige muy legalista y formal de obedienda en la comunidad. Lo que está
conservar _y_ profundizar las motivaciones de fondo, la adhesión de en juego es el discernimiento de la voluntad de Diosen las mediacio-
espíritu, la convicción, la mística de lo que se juega en lo que uno nes históricas que la solidaridad con los explotados crea. El acento
cumple. Si la obediencia no es fidelidad se torna observancia, suje- se desplaza hacia la fidelidad al proceso de liberación del pueblo y
ción infantil, legalismo, pasividad; se observa la ley, pero se corre el desde allí a las exigencias de la comunidad (45). La prioridad de la
riesgo de no ser fieles al plan de Dios, de no entrar en la experiencia misión como lugar de síntesis de nuestra vida consagrada marca ya
de su amor liberador. el ángulo desde el que la obediencia religiosa debe redefinirse; cuan-
Hablar de obediencia en la vida religiosa es hablar de fidelidad;
sólo en esta perspectiva la obediencia es creativa y transformadora. (42) Cfr. R A H N E R , K.: "Jesucristo, modelo de obediencia" en
La obediencia en Cristo fue expresión de haber hecho suyo el Cuadernos monásticos, 25 (1973), p. 271-2.
plan del Padre; obedecer era ser fiel a ese proyecto y a sus conse- (43) Filipenses, 2, 6 - 1 1 . '
cuencias. Cumplir la voluntad del Padre, lejos de ser un desplazar la (44) Cfr. C A M B I E R , J., op. cit., p. 3 9 - 4 1 .
responsabilidad en el otro, era indicar cuál era la fuente que daba (45) Aunque en otra perspectiva, ver las interesantes reflexio-
nes de BOFF, L. én " V i d a Religiosa y secularización",
sentido al proyecto por el que estaba dando su vida: el amor tierno C L A R , 18, p.5; Ídem: "Tensáo entre a busca de realizagáo
y fiel de Dios a los hombres. pessoal e a obediencia religiosa" en R.E.B., X X X I V ,
La obediencia de Cristo no es resignación sumisa, es la síntesis (1974), 329-342, en castellano C L A R , N. 2 2 ; Cfr. además
de su fidelidad a los hombres y de su fidelidad a Dios; obediencia es D E L E P L A N Q U E , B., o p . cit., p. 361-2.
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do esta misión se concretiza en solidaridad con las clases explotadas muy repetida entre nosotros.
y hace de la praxis de liberación el lugar de anuncio del Evangelio y La obediencia para nosotros no puede seguir siendo sinónimo de
de verificación de la fe, entendemos cómo la obediencia asumida guardar las reglas de juego íntraconventuales; esa observancia no es
como observancia y regularidad intraconventual no tiene más signi- significativa para el pueblo ni es creadora de auténtica koinonía en
ficación para numerosos religiosos realmente comprometidos y nuestras instituciones religiosas (48).
amarrados a la suerte del pueblo. La voluntad del Padre es una La perspectiva del proyecto de liberación como lugar de fideli-
voluntad de cambio y transformación del hombre, de la historia; la dad al Evangelio y a nuestro carisma fundacional, es exigencia por
vamos reconociendo allí donde se descubren los signos históricos igual para quienes temporalmente se les pide ser superiores.
de la presencia y crecimiento en libertad, solidaridad, fraternidad Hemos hecho del superior y de los hermanos de comunidad el
que viene de los más pobres. No debiera ser otro el camino trazado lugar de reconocimiento de la voluntad de Dios, y en parte está
por nuestras reglas, ni otra la preocupación de nuestras comunida- bien; pero desgraciadamente no siempre nos hemos confrontado,
des. El seguimiento de Cristo en obediencia fiel pasa por nuestra superiores y demás miembros de la comunidad, con las exigencias
fidelidad al proceso histórico de construcción de la fraternidad, del del Reino expresadas en las exigencias del pueblo. Desligar la regla,
amor entre los hombres. Desgraciadamente muchas de nuestras ins- el criterio de discernimiento del superior y de la comunidad, de la
tituciones se han cargado de tradiciones y de prescripciones que vida y de las luchas de los pobres con quienes se supone que esta-
han desligado la obediencia religiosa de la fidelidad al seguimiento mos, es distorsionar los criterios de acción y desfigurar la perspecti-
de Cristo en la vida y en las luchas de los más despose/dos y va evangélica que da sentido a la obediencia. Esto no elimina las
marginados; aun en ciertas nuevas formas de vida consagrada, pare- tensiones pero las-sitúa; no suprime los errores, pero los corrige
ciera que la obediencia quedara privada de toda su carga subversiva desde donde se trata de cambiar la historia en fraternidad universal.
del orden social actual si no es entendida como fidelidad al proyec- Sólo así la obediencia es camino de comunión con Dios cuando es
to de lucha de los pobres (46). comunión con los pobres. Fuera de este marco los problemas reales
En el Occidente hemos quedado marcados por una obediencia y de obediencia, es decir de fidelidad, de relación, de responsabilidad,
un culto a la regla que han terminado quitándole a la vida obedien- se nos presentan como problemas de dinámica de grupo, de psicolo-
te su capacidad de respuesta e iniciativa ante los desafíos más exi- gía grupal, de técnicas de socialización o de dominio de sí, de
gentes de la misión, de la solidaridad con los oprimidos. En el control cerebral (49). Nada de esto es descuidable, pero lo que está
monaquisino oriental ninguna regla amarra, allí suena a algo sin senti-
do y hasta a escándalo una expresión como ésta: "mostradme un Cfr. V E I L L E U X A., " T h e interpretaron of a Monastic
religioso que observe perfectamente su regla y lo canonizare" (47), Rule" en Cistertian Studies, 3 (1969), passim; LE-
CLERCQ, J„: "Qu'est-ce que vivre "selon une regle? " , en
Collectanea Cistercensia, T , 32 (1970) 2, p. 155 ss.;
(46) Prescindiendo de anotaciones muy sugestivas, nos parece P L A M A D E A L A , A . : " L a obediencia en la tradición orto-
que el P. M A R T E L E T , G., en su artículo "Pour u n e m e i - doxa ayer y h o y " , en Cuadernos Monásticos, 25 (1973),
lleure ¡ntelligence des ¡nstituts séculiers: la question de pi 288 ss.; D E S E I L L E , P.: " L o s monjes de occidente, dis-
l'obéissance séculiére", en Vie Consacrée, 6 (1970), 372 cípulos del monaquisino o r i e n t a l " , ibidem, p. 309-330,
ss., presenta la obediencia como sumisión a la sociedad indica bien los acentos positivos de la tradición oriental.
actual, no hay una visión política desde los pobres que al (48) Cfr. G A L I L E A , S.: " ¿A los pobres se les anuncia el Evan-
cuestionar esta sociedad secular permita enfocar la obe- gelio? " , p. 22-23.
diencia como opción de fidelidad a la transformación de la (49) Con gran acierto Thomas Merton en " E l lugar de la obe-
historia. diencia en ta renovación monástica", ibidem, p. 299-307,
(47) La refjla tiene un carácter indicativo en el monaquisino. dice que todo esto es inútil si no tenemos nuevas perspec-
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en juego es algo más profundo, es la concepción misma de la vida trazando el camino de liberación para todos, también para nuestras
religiosa como proyecto de vida y de seguimiento de Cristo desde congregaciones. La soledad no es sólo la de los casados vueltos
los acentos y ritmos del proyecto histórico de liberación del pue- eunucos por amor al Reino de Mt. 19; es también la de los religio-
blo. sos vueltos solitarios por amor al Reino cuando más allá de los
Sin duda la disciplina es necesaria (50); pero disciplinar es crear lazos, las amistades y las estructuras que expresaban su proyecto de
conciencia, es infundir mística; sin mística, sin utopía la obediencia vida consagrada les toca vivir igualmente fieles en la entrega y la
no transforma, no es expresión de libertad, no es creativa, a lo espera. Cuando la cruz es consecuencia de la fidelidad a la misión,
sumo es un mecanismo de seguridad encubridor de nuestra inmadu- al anuncio de la buena nueva a los pobres, es siempre camino de
rez. libertad y de vida.
El trabajo con el pueblo nos exige por un lado estabilidad, lo
que hace compleja toda redistribución de personal cuando se parte Una Vida Solidaria con los Pobres
de las obras o cuando se está a merced de las interminables búsque-
das personales de realización e identidad. Pero por otro lado obliga Del conjunto de nuestra reflexión se desprende la perspectiva
también a cierta movilidad, a cierta permanente desestabilización que da sentido a la vida religiosa como una vida de pobreza; la
de horarios y ritmos de vida; quienes acompañan grupos y organiza- pobreza social de los religiosos debe hoy ser en el continente signo
ciones populares saben bien la disponibilidad que esto supone y la de credibilidad de nuestra pobreza evangélica (51). La pobreza co-
capacidad de redistribución de tiempo que demanda. De allí que la mo condición de vida humana, cultural, económica, social y políti-
vida de comunidad y el trabajo de cada miembro deban permanen- ca es signo del mal y por lo tanto no puede ser un fin en sí misma
temente buscar cómo conjugarse. Hacer pasar nuestra obediencia (52). Si nos revestimos de pobreza no es para idealizar como bueno
como comunidad y como individuos por los trajines del trabajo con algo que es malo, sino a semejanza de Cristo que tomó cuerpo de
el pueblo nos obliga no sólo a flexibilizar las estructuras sino a una pecado para vencer el mal, para liberarnos del pecado, combatir las
conversión permanente. causas que lo generan. Por eso que nuestra pobreza sólo tiene senti-
Tratar de repensar la obediencia religiosa desde las exigencias de
nuestra solidaridad con las clases explotadas es intentar un camino
que con frecuencia nos pondrá en situaciones límite ante nuestras (51) Bien apunta E L L A C U R I A , op. cit., p. 17-18: "Desde lue-
comunidades, pero ciertamente fecundas si sabemos ser fieles •- por go la pobreza de la vida de Jesús tiene un valor teológico
fundamental. No se trata de una reacción psicológico-afec-
lo tanto audazmente fuertes a nuestras opciones originales. Tam- tiva de ser pobre con Cristo Pobre por alcanzar un mayor
bién por amor al Reino nos toca ser obedientemente desobedien- parecido con él; el planteamiento debe ser mucho más
tes, sin amarguras, sin rencores, con la plena confianza que la in- radical. La pobreza de la vida de Jesús tiene un significado
contenible fuerza de los humildes, de los sencillos, de los despoja- socio-teologal de primera importancia. Es la pobreza de su
vida, por un lado condición y a la vez resultado de su
dos, de los débiles va marcando en la historia los signos del Reino y libertad absoluta frente a los poderes de este m u n d o ; por
otro lado, es la condición de acceso a una vida, sólo en la
tivas teológicas. cual se revela Dios".
(50) Cfr. J A C Q U E M O N T , P.: " A u t o r i t é et obéissance selon
l'Ecriture" en Sup. de la Vie Sp., 86 (1968), 340-351; DI (52) Como nos lo recuerda el P. R E G A M E Y en " L a Pauvreté",
M A R I N O , A . : " A u t o r i t a ed obbedienza", en "Per una pre- Aubier, (1941), p. 102, a propósito de la desviación fran-
senza . . . " , p. 483—513; T I L L A R D , J.M.R.: "Repenser le ciscana como una mística exagerada de la pobreza enten-
gouvernement des ¡nstituts", en Vie Consacrée, 4 (1970), dida como fin en sí: "Es una doctrina sostenida por el
Capítulo General de los Hnos. Menores que Juan X X I I
artículo práctico, casi un recetario.
declaró herética".
184 185

do cuando expresa inseparablemente solidaridad y rechazo (53), desnutridos, enfermizos, etc., nos hacían pobres en contra de los
cuando hace de la lucha contra la injusticia y la explotación la intereses de las clases populares. Hoy vamos tomando conciencia de
mediación histórica de su contenido evangélico, espiritual (54), de esta situación y son numerosos los religiosos en América Latina que
otro modo se reduce a un simple ejercicio ascético incapaz de realmente tratan de vivir su voto de pobreza desde las implicancias
transformar la vida de los pobres. Quizá éste ha sido nuestro pro- personales y comunitarias que significa practicarlo en solidaridad
blema en la vida religiosa, hacer de la pobreza un instrumento de con las clases explotadas.
perfección ascética, de purificación espiritual, hasta de severa auste- Estamos así" lejos de un voto de pobreza sinónimo de voto de
ridad individual, pero sin impacto en la vida de las masas pobres pedir permisos; en efecto todo lo que tienen muchas de nuestras
(55). congregaciones, todito está con permisos; hasta no hace mucho ni
Quisiéramos añadir dos observaciones. Es cierto que como reli- terrenos, ni construcciones, ni acciones en empresas se conseguían
giosos hemos sido capaces de hacer voto de pobreza y hasta de vivir sin licencia de los gobiernos centrales, y cuando no se obtenía, se
pobres, y quizá nuestras obras o nuestro apostolado, en el fondo encontraban otras salidas (56).
por no cuestionar la realidad que genera hombres y mujeres pobres, Pero es en torno al trabajo como forma de pobreza que quere-
mos compartir algunas anotaciones.
Una de las líneas fuertes de la renovación conciliar de la vida
(53) El cap. X I I I de G. G U T I É R R E Z en la T. déla L i b . consti-
tuye la mejor síntesis bíblico-teológica para iluminar el
religiosa es en el incesante llamado a vivir del propio trabajo. Este
marco de reflexión de nuestro voto de pobreza. llamado está presente en documentos y decisiones de capítulos
(54) Cfr. BOADO, F.: "Renovación doctrinal y práctica de la generales, y sobre todo en la práctica de cada vez más numerosos
pobreza religiosa", en CONFER, X, 35 (1971), 344; no religiosos y religiosas (57).
obstarrte lo valioso del aporte de Boff, L., en " L a pobreza Hay una razón histórica que explica esta insistencia: en la socie-
en el misterio del hombre y de Cristo", Ciar, N ° 22, p.
39-62, nos parece que carga el acento en la perspectiva
dad difícilmente se ha considerado como trabajo el tipo de vida de
espiritual, interior, no asf en " A vida reí. e a Igreja . . . " frailes y monjas en sus conventos, y esto comprometió siempre la
(1975), p. 94. credibilidad de su mensaje y el contenido del testimonio que pre-
(55) Acertadamente escribe H O O R N A E R T , E., op. cit., p. tendían dar; de allí que las formas de empleó del tiempo, de traba-
231-2: " E n un contexto de riqueza y dominación, la vir- jo manual y artesanal para subsistir, las pequeñas empresas de pro-
tud de la pobreza se volvió ascética . . . Hombres pobres al
servicio de una estructura rica. No pudiendo reformar la ducción agrícola y alimenticia, y mil ingeniosidades más con que
estructura, los hombres harían deJa pobreza una virtud numerosos conventos trataban de sobrevivir, no han sido suficien-
"para uso privado". La pobreza practicada por muchps tes para quebrar la imagen rje que los religiosos somos gente que
monjes y clérigos ya no tenía relación alguna con la verda- escapa a la ley del trabajo (58). De todas maneras, hoy se insiste
dera pobreza del pueblo fuera del convento o de la estruc-
para que trabajemos, para que estemos en la producción, en las
tura eclesiástica. La pobreza dejó de ser una señal para el
mundo y se tornó en un ejemplo interno para edificar a estructuras que hacen crecer, desarrollar al país, que seamos hom-
los hermanos de la misma comunidad conventual. La po-
breza evangélica no significa que existen hombres ascética- (56) Cfr. GÓMEZ M I E R , V., "La pobreza en los institutos reli-
mente pobres en una estructura rica, sino que el evangelio giosos; estructuras tradicionales y nuevas perspectivas", en
es vivido entre los pobres, que los "pobres son evangeliza- CONFER, X I , 41 (1972), 551-564, esp. 553.
dos", que toda la Iglesia toma partido por los pobres y (57) Cfr. C L A R , N. 1 , p. 3 7 ; C L A R , N ° 8, p. 16, 8 9 ; C L A R
oprimidos. En el cristianismo, la pobreza es señal de Dios NO 13, p. 7.
que camina con los pobres para su liberación definitiva; en (58) Cfr. Las observaciones pertinentes de DELEPLANQLÍE,
el paganismo, es sólo una forma de ascetismo". B., o p . cit., p. 357-8.
186 187

bres de nuestro tiempo y de nuestra historia insertos en el mundo Con mucha agudeza el P. Tillará subraya las dificultades que
del trabajo. pueden surgir al no tener ciertos criterios cuando se habla de vivir
Ciertas teologías del trabajo han venido a dar legitimidad doctri- del propio trabajo (60).
nal a esta forma de entender la pobreza religiosa; estas teologías ¿Qué hacer? En efecto no se trata de no entrar a vivir del
han exaltado el trabajo como lugar de conquista de la propia digni- propio trabajo, sino de estar vigilantes por un lado a las desviacio-
dad humana y como medio de socialización. Lo malo es que en nes que puedan sobrevenir y de otro lado — y esto es lo más
general no han cuestionado la estructura social, económica y políti- importante - tener conciencia permanentemente renovada de que
la división social del trabajo en el sistema capitalista es la raíz de la
co-ideológica en la que el trabajo se da en la sociedad capitalista; se
división de clases, la fuente de explotación de las mayorías y que
ha hecho una teología del trabajo legitimadora en última instancia
esta situación puede y debe ser cancelada por la lucha de los explo-
de la explotación inherente a la división capitalista del trabajo.
tados.
Y cuando en nombre hoy de una teología de la secularización,
No será suficiente por lo tanto tener trabajo y ser eficientes, si
se nos invita a los religiosos a inserirnos en la sociedad vía una
no tenemos al mismo tiempo un compromiso de base que se enca-
entrada en el trabajo como cualquier hijo de vecino, sentimos que
mine, en el proyecto histórico de liberación, a cambiar las relacio-
nuevamente queda incuestionada la realidad estructural de fondo. nes sociales y de producción.
Hacer llamados a vivir del propio trabajo en nombre de estas
Tener esta perspectiva que es concretamente una solidaridad con
teologías de la secularización o del trabajo sin cuestionar la división
las clases explotadas nos permite encontrar criterios de evaluación
internacional del mismo, es pretender ser pobres en contra de los
de nuestra vida de pobreza personal y comunitaria; nos permite
intereses de los explotados; nos parece que aquí se evidencia una redefinir constantemente nuestro papel como te'cnicos o profesio-
vez más la perspectiva política implícita en estas teologías. nales, nuestro aporte como intelectuales, si lo fuéramos.
No basta pues plantearse la pobreza religiosa como vivir del
La fuga de cerebros no consiste en que nuestros intelectuales se
propio trabajo (59), es necesario tener conciencia y combatir con-
nos vayan al extranjero, sino que la gente mejor preparada de nues-
tra una sociedad de explotación del hombre por el hombre que ha tras comunidades no esté trabajando más cerca del pueblo; fugarse
alienado el trabajo humano. "para arriba" es a veces peor que fugarse "para afuera", y no
(59) Cfr. T U R R A D O , A . "Teología, antropología y consejos
trabajar con los pobres y explotados es robarle al pueblo, porque si
evangélicos", en Rev. Agust. de E s p l r t . , 12 (1971), 7-65; de algún lado salió el dinero para prepararnos y sale para pagar
13 (1972), 9-32; 14 (1973), 9-40; 46-47 (1974), p. 3 2 : nuestros sueldos, es de los explotados.
"Trabajo—salario—seguridad social. La integración de este Otra de las desviaciones, a las que aludimos antes, puede venir
patrimonio de la sociedad de consumo en la vida de los del hecho de tener comunidades en las que cada miembro, gracias a
consejos evangélicos no debería ser ya para nadie cosa
nueva . . . " y cuando se refiere a realidades como las nues- su trabajo profesional, gana hasta diez veces más que el sueldo de
tras dice: " . . . En ciertos ambientes sociales y en los hambre de un trabajador manual, y que puesto eso en común,
países del tercer mundo ese testimonio (trabajo como ser- resultamos viviendo no sólo individual sino colectivamente como
vicio a la sociedad y x testimonio de nuestra esperanza) de- burgueses. No basta entonces con mantener un religioso desprendi-
berá revestir otras características: trabajo gratuito o con
un m í n i m o de recompensa, lucha contra la injusticia y la
miento de los bienes temporales, hay que estar comprometidos, en
m i s e r i a , compartiendo esta miseria con los necesi- solidaridad con las clases populares, en la praxis de liberación que
tados . . .", visión regionalista y no científica de la explo-
tación. En esta misma línea GÓMEZ M I E R , op. cit., p.
561-562. (£0) T I L L A R D , J.M.R.: "Devant Dieu . . . " , p. 48.
188 189
hace ya una realidad su proyecto histórico.
Entonces el seguimiento de Cristo Pobre en los pobres de nues-
tro continente adquiere todo el dinamismo histórico que nuestro
voto de pobreza quiere expresar. La vida pobre y la austeridad no
sólo pasan a ser una práctica evangélica sino una condición insalva-
ble hoy en nuestros países para romper con el sistema capitalista y
encaminarnos hacia una sociedad realmente justa y fraterna. ¿Sere-
mos los religiosos, por el testimonio de pobreza y austeridad, un
aporte a ese nuevo hombre que nace de los esfuerzos de libertad de
nuestro pueblo? CAPITULO SEXTO
Ser pobres en plenitud es estar abiertos a que los humildes y
abandonados,' los sencillos e ignorantes de este mundo cuestionen
nuestra fidelidad al Evangelio, al interpelar nuestra solidaridad con
ellos.
PRAXIS DE LIBERACIÓN
Deseamos concluir este capítulo recordando que la vida religiosa CAMINO DE
como forma de vida evangélica encuentra en el proyecto histórico SANTIDAD
de los pobres su lugar de verificación. Pero también creemos que
los valores evangélicos del proyecto de vida religiosa, en las diversas
formas y acentuaciones que a lo largo de la historia pueda tener, Si la vida religiosa como proyecto de vida evangélica encuentra
constituyen un aporte y son la concreción del sentido profundo en el proyecto histórico de liberación el lugar de permanente verifi-
que anima la lucha por la liberación. Decir que la vida religiosa es cación, esto equivale a afirmar que la santidad como vida en el
seguimiento de Cristo, que allí esta su riqueza y su permanente Espíritu, como fidelidad absoluta a la voluntad del Padre y como
novedad es recordar algo aparentemente tradicional, pero asumido seguimiento radical de Cristo, dice relación estrecha con la historia,
desde la mediación de los miserables y explotados de nuestra Amé- concretamente con la vida de los pobres, de los hambrientos, de los
rica Latina no sólo se torna original, sino que desarrolla toda su marginados a quienes el Señor los felicitó porque el Reino era de
fuerza transformadora y se convierte en real experiencia de comu- ellos y porque la Buena Nueva les era anunciada; son estos pobres,
nión fraterna y de unión con Dios. a quienes se les revela la voluntad del Padre escondida para los
grandes y sabios.
No es nuevo relacionar vida espiritual, experiencia de Dios y
realidad lüstórica; ésta es la única espiritualidad cristiana, la que
echa raíces en la tradición veterotestamentaria y que con Cristo
confirma que no se puede desligar acogida y crecimiento del Reino
de las transformaciones históricas que revelan su presencia (1). Es

( 1) Ver el artfculo de A . M . B E S N A R D : "Tendencias domi-


nantes en la espiritualidad contemporánea", en Concilium,
9 (1965), 26-47; cuando habla de una espiritualidad de la
190 191
aquí'donde el cumplimiento de las promesas anuda irrevocablemen- El proceso de liberación, de justicia que los pobres alientan ron
te fidelidad a Dios y fidelidad a los hombres, específicamente a los sus luchas en el Continente son expresión histórica del mensaje de
sencillos, a los despojados, a los débiles. Santidad y justicia son no salvación. La Jucha por la justicia es exigencia insoslayable para ser
sólo los tenias de la promesa sino la vocación de la colectividad;el justos ante el Señor. Creemos que la praxis histórica que instaura la
Reino es eso, un'reino de santidad y de justicia, es decir de cumpli- justicia entre los hombres es camino de santidad, vale decir de
miento sin restricciones de la voluntad plena del Padre (2). Santi- conocimiento y de amor a Dios (5).
dad y justicia son los signos del hombre del Reino, del hombre
nuevo. 1.— Liberación y Experiencia del Espíritu.
Lo que constituye en el capítulo quinto de la Lumen Geiitium
un aporte es el haber recordado con el peso de una aprobación La relación de santidad y justicia tal cual se cumple en la misión
conciliar la vocación universal a la santidad, que desgraciadamente de Cristo, en su vida y su mensaje, quiebra cierta concepción fari-
parecía haber sido restringida a quienes por profesión se compro- saica de la virtud, de la santidad (6); la santidad no consiste en
metían a seguir el camino de perfección, como se decía. conocer la ley, ni siquiera en observarla, sino en acoger el Reino; no
En efecto, Cristo no ha venido para llamar a la perfección a es la ley camino de santidad, es la vida del Espíritu. En efecto
individuos sino para recrear la humanidad entera en santidad y aceptar la Buena Nueva, abrirse al Reino es don del Espíritu, pero
justicia. (3). compartirla, anunciarla es también fruto del Espíritu. Acoger el
Ciertamente que el tema de la justicia no puede prestarse a Reino es algo más que ser fieles a la ley; es entrar en la dinámica
rápidas acomodaciones exege'ticas desde presupuestos teológicos y transformadora del Espíritu, es comenzar a ser nueva creación:
pastorales á priori. Pero también es cierto que la dinámica de la " . . . donde hay un cristiano -dice Pablo-, hay humanidad nue-
historia de salvación, que el acontecimiento central de la misma va. . . " (2 Cor, 5,17). Pero precisamente Jesús rompe esta concep-
—Cristo muerto y resucitado- niegan todo intento de hacer siste- ción judía de santidad ligada a conocimiento de las escrituras, al
máticamente de la justicia una exclusiva actitud del corazón frente hacer de los ignorantes, de los que no son expertos ni entienden la
a Dios sin raíces en la historia, sin la mediación de un cambio de ley los herederos del Reino, los destinatarios de la Buena Nueva
relaciones sociales con los demás, sin la verificación en obras que (7).
cancelen el maltrato, la explotación, la discriminación de] pobre, de
la viuda, del desvalido (4). En la cristología lucana la relación Jesús-Espíritu es central,
pero marcando la mediación de la misión, es decir de la tarea y las
consecuencias del proclamar que el Reino está cerca (8).
vida y en el mundo, p. 31-34, nos advierte que no se trata
de salpicar de intencionalidad espiritual, de referencias
mentales a Dios en los intervalos de la acción profesional. dos", los desgraciados, los pobres; se niega a hacer de la
( 2} Para un estudio de la relación entre "hacer la justicia" y justicia una virtud a la griega, p. 258-9; ver también D U -
"hacer la voluntad de m i Padre que está en los cielos", ver PONT, op. cit., T I I I , el cap. IV sobre la justicia cristiana
DUPONT, "Les Beatitudes", T . l l l , p.253ss. en Mateo, p.211-305 y su artículo "L'ambassade de Jean-
( 3) Cfr. LEGASSE, S.: "L'appel du riche", Paris (1966); el Baptiste", en N.R.Th., 8 (1961), 805-821 y 943-959.
capítulo que dedica a la perfección según Mateo, p. ( 5) Obispos Peruanos: Justicia en el Mundo, N ° 7.
113-146, DUPONT, o p . cít., p. 249ss. ( 6) Cfr. F. H A U C K , art. OSIOS, TWNT (1954), 488-492, so-
( 4) C f r . DUQUOC, CH., o p . cit., T I I , "Justicia y resurrec- bre las diversas acepciones y usos de santidad, santo.
c i ó n " , p. 238-263, señala bien como en Jesús que es libre ( 7) Cfr. DUPONT, o p . c i t , T. I I , p. 216 y 137.
y justo, la justicia como tal no interesa, sino los "despoja- ( 8) Cfr. RASCO, E., art. cit., 374 ss; D U P O N T , op. c i t , T I I ,
p. 134 ss; I. de la POTTERIE, " L ' o n c t i o n du Chrlst.
192
En Cristo la experiencia del Espíritu no sólo como acto en su ''íéé " e W ^ a ^ q ^ J e M í s 1 $0"^Espíritu'creí ^étíó?»'
unción bautismal, sino como economía del Espíritu está ligada a su
s í í Í J r ^ i W , W ^ ^ 2 f ^ ' ^ ^ ^ i l á , i í ) í r á í ' ^ íl<?ht buena ; fiotim'srW''
misión sellada por su resurrección. Veamos muy brevemente un
pofefé1¿íNtfé%aí'e^vráü^
texto de Lucas, 4,16ss., que a nuestro parecer permite hacer una
vi'dWfoS J tf8$k Pá^ilberar ij'ljjs^fjini do separa ^roclamar'el' 1
síntesis de los temas centrales de todo proyecto de vida que quiera
tener en Cristo Jesús su eje vertebrador, y que además no sólo aifrfde p t í a ' W ^ B ó r ^ I ^ ^ i ^ ' E W realidad no'kiguió adelanté"
justifica sino que inaugura y funda una teología de la liberación yW í fe6 n ^ , p¿a' J rtifí¿sa i W^¥¿^e-asistrd''aq^el : sábadb-'á J lá' i <
(9). sinagoga. n , . ,' < . ' i
%^lfe?/íí/; , 'ibSífeKüWJr J stfíBri¿íétíba J dé'lá'^^cif¿yWeffia :,
Se trata de un texto delicado por la parte que Lucas mismo
d é f í ^ i f u 1 ^)bre ; étMiríaé: alivié 1 ^iSÍÓrt5x^erieWcÍrrM ; !
tiene en la redacción. Sin embargo en opinión de numerosos exege-
EshíVitif^ V.&lai1íaíiB^deÍll1;eiiibl:víiHsid¿,la rdáitó; "Hoy "eíí W»
tas, aun admitiendo la parte propia de Lucas, consideran que es
probable que nos hallemos ante elementos arcaicos de la tradición CnstoTes/su Ifotal dedicación áía íárea de decirles á ios pobres que*'
evangélica (10). el"Relifná!,es<(a cércales'aecir'én meciib de ellos. Los signos que Jesús J
Es evidente que la presencia de Isaías 61,1, texto puesto en boca enumera, ¡prestados del nroleta — no son una especie de santo y
de Jesús en un momento tan decisivo como era el inicio de su sena o cíe carta de presentación;.esos cambios reales en la vida de
misión, da al conjunto de este pasaje una fuerza y significación lós.caúilvctó'de los'oprimidos, dé^q's pobres;de los hambrientos 'í|e¡'
particular (11); las mismas bienaventuranzas en Lucas cobran todo los despojados, etc.. son ya el RéíriO que viene- El año de gracia éi"1
su sentido cuando son vistas a la luz y en el marco de las exigencias creíble precisamente porque la promesa es ya realidad en los sentí-"
de Isaías 61, 1 -2; la formulación de la primera bienaventuranza está llbsl'eñ'tós'caufivc')^ en los afligidos.'Esta perspectiva universal pasa
cercana a la redacción de este pasaje profético (12). iricxbrarjíe'nie'iífe 'póíél cumplimiento en una clase determinada, éii
Estamos ante una perspectiva profóticade la misión de Jesús, no lo¥,Hliís^r'afeM'rJ¿Í;-ipte'!('l4)V(;dé feJ'J3uena noticia de salvación;1 pero'1
sólo porque casi textualmente se cite a un profeta cuanto que el elWó'^gVáciHüi^e'rvk' 'tódiñSíí fíii¿arnbre social, histórica. ;
'
contenido mismo de la unción de Cristo a la que se aplica el pasaje '• ÉVnMfáifia Ü^. fésu s evocá'^ííArjÜé ho falten dificülta'dteS exegé-i;!
íi J :
evoca esa significación profética de su ministerio (13). ticaVpor'resÓÍvef1;tó^ctitcriosWijÜfcíd'éh'Mateo 25:;dámelecorrtéH
al:Mmyfferr{fJfv^Síítáularf)rés6^,ve^tif:<íh desnudo, ésii és'la buena1"
nueva hecha vida, hecha praxis histórica1; •hacerlo''eS'errtfár en él
Etude de théologie b'iblique", en N.R.Th., 3 (1958),
p.227-9 y 252.
dinamismo del amor de Dios, es vivir, aun sin tomar conciencia, de
( 9) Cfr. S A M A I N , E.: "Manifestó de Libertagáo: o Discurso- la fuerza del Espíritu, es hábSP^atibl QéMérí¿d&ft:>8<!xÁÚ>M¡&ft&
programa de Nazaré" (Luc. 4, 16-21), en REB, 34, gracia del Señor.
i! !:
(1974), 261-287, aquú p. 287. €l pásajé('dei]a^hta'góga e&tablece ef contenido eristoíógico de¡la
(10) Cfr. la bibliografía que trae S A M A I N , E., ibidem, p. 261 y reIaéi6r£1expérié'nci'a4ePEsi^r*rítu f¿liberación;•h'ác& deAwtarea''ini*q'.
266; DUPONT op. cit., T. I I , p. 130-131. sionera el lugar de vida, de crecimiento en eliJEspírltu;_np.._hay„
(11) Cfr. JEREMÍAS, J., op. cit., p. 128-9; 99-100; D U P O N T , saijt^d ^esHgad^ d e j j c ^ M09^> 4§¡ aWÍ?113 ^H?;)
op. cit., T I I , p.92.
(12) Ver el minucioso estudio de DUPONT, o p . cit., T . I I , p. eüjnj^^i^amrbre.yylafcse.didÉj ¿siiarnbrien,tps:>aqtteiia qvjejcanceía
92-98. ' • ' t " « -intur. Ki -vCf-F i > ,(J^veí) Oi' ,r;¡:j!íorio:) ns ."noij
(13) Cfr. el estudio de I. de la POTTERIE, op. cit., p. 230 ss. y (isqlpb ng!f)-nij|t WOR'NIANN: \!krn¡t*at¡&Pf:*IIÍ65fégéS© l ó e t e m e " , en
235, la nota 3 1 , y 251-2; DUPONT, op. cit., T. I I , -9Í3G i s v L í i í é T H í B i B f e B f 1 2 ° P S W ( I S ^ Í ^ o W6¿s*¡pQ&P&ÑT, op.
p.134-136. .dt> .q .¿¡¡f) .qro •lloj^Gl^yigi^jYTJítRpíEI'etnoD'' :mübi. e£m
194
195
la opresión y la explotación, aquella que combate la pobreza de los hacen ver cómo el Señor se guarda bien de empujar a sus oidores a
pobres. La evangelización para ser buena nueva debe pasar no sólo practicar virtudes. Ese era eí lenguaje de sus enemigos. La perfec-
por los pobres sino por la transformación de la realidad social, ción no es ejercitar virtudes como era para los griegos, para los
histórica, política de los pobres, lista es la misión a la que Cristo se estoicos, para los maestros de escuelas filosóficas (16).
siente consagrado porque esta es la Buena Nueva; en esa tarea crece
La santidad es entrar en el Reino y en el dinamismo de sus
su conciencia de redentor, su conciencia de hermano; la misión
exigencias histórico-sociales; totalmente otra cosa que ponerse en
constituye una experiencia espiritual. Jesús en su programa nos
competencia para adornar el corazón con el mayor número posible
hace ver que no se trata de proclamar un año de gracia desligado de
de virtudes (17). Los pretendidamente virtuosos del tiempo de
la liberación de los cautivos. No hay experiencia gozosa de Dios sin
Jesús fueron los que merecieron sus más duros ataques; es contra
experiencia de liberación humana; pero tampoco hay vida en el
una religión de acaparadores de virtudes que lucha Cristo;el mensa-
Espíritu al margen de una consagración a los pobres; es porque los
je que él trae es para los no-virtuosos, para quienes saben que no
pobres son liberados que experimento que el Espíritu ahí presente
pueden ser justos si Dios no los hace tales por su amor infinito;la
en ese dinamismo está también sobre mí. Lo que hemos llamado
santidad a la que Cristo llama a sus seguidores no es la resultante de
contemplación es en realidad esto, experimentar que el Espíritu
ejercicios ascéticos sino de una total apertura a las exigencias de la
nos transforma desde el momento que se renuévala faz de la tierra
misión, de una fidelidad inquebrantable al anuncio de la Buena
para los humildes y desposeídos. Reconocer y admirar la presencia
Nueva a los oprimidos.
del Espíritu como fuerza, como dinamismo profético en el corazón
mismo de la misión, de los destinatarios del Reino. No hay santidad sin cambio de proyecto, sin hacer nuestro el
proyecto evangélico de Cristo tal cual él mismo lo anunciara en la
Pero lo que está en juego finalmente es el amor de Dios recono- sinagoga; sin una consagración total a los pobres para solidarizarnos
cible en eí amor a ios oprimidos, y que nos abre no sólo a una con sus luchas por la justicia, la buena nueva de que el Reino está
fraternidad universal sino a una total y plena realización de su amor, cerca no es creíble, y la experiencia del Espíritu no es significativa
esto es lo fundamental; Dios libera gratuitamente. La dirección de para la vida de los hombres, no los transforma, pierde su dinamis-
la experiencia de vida en el Espíritu no es otra que la que apunta a mo, deja de ser vida en el Espíritu (18).
la liberación de los afligidos y cautivos, vale decir, la que conduce a
la Cruz. La liberación de los hombres se nos presenta entonces Santidad es transformar esta historia de injusticia y explotación
como experiencia del Espíritu (15). en historia de fraternidad y amor, y hacerlo desde los pobres, desde
los humildes, desde los hambrientos.
2.— Santidad como Praxis de Liberación
(16) URS von B A L T H A S A R , H. " E l evangelio como criterio y
norma de toda espiritualidad", en Concilium, 9 (1965), p
La experiencia misma de Cristo que venimos de recordar en su 7-25; el autor indica en qué sentido Cristo constituye el
programa misionero de la sinagoga y el resto de su predicación nos centro de unidad dinámica de todas las espiritualidades
humanas, precisamente por quedar en El superadas y por
encontrar en el evangelio su crítica normativa.
(15) Cfr. las valiosas anotaciones de G A L I L E A , S. " L a libera- (17) Cfr. O. B A U E R N F E I N D , arete, T W N T , 1219-1228 ;
ción como encuentro de la política y de la contempla-
(18) F O N T A I N E , P.: " V i d a Religiosa y experiencia de*Dios",
c i ó n " , en Concilium, 96 (1974), 313-327; el autor señala
en Testimonio, 28 (1975), p. 5, nos recuerda que se trata
que la contemplación no hay que verla en función de la
de una experiencia histórica y que invocar el Nombre de
liberación sino como su dimensión más profunda; ver ade-
Dios y no ponerse al servicio de los marginados de nuestra
más ídem: "Contemplación y Apostolado", op. cit., p. 4 6 .
sociedad es caer en la idolatría.
-,786
1197
t r 1 r a
, ,, .La.santídad.que ,no sq^x^re.sa.jírj.af7í/?5^ T9 í?fí?ffJ ^.-9 n#Jk¿l
'historia de los 'oiyidadqs fe'.fty$?jf$Vj>$pÍfflfeMMfivtfl!;ffiJr$P a^jó^.^eliEspírMu.desborda la historia, pero en ningún sentido la
¿fo ios.donesdplí^pintudg).;,'^^ ; l ; ! m j l ; v 1!; n., ly p xy o n n o b ¡JpQne rq;rx>r un instante entre paréntesis; la santidad como obra del
La praxis, de liberación ¡ d e j ^ j s . ^ b r e s ^ ^ / p ^ f (SJgpOgfJJJfofjys Jjsypi'ritu, de^.bqrda la praxis histórica precisamente porque la con-
Revela la presencia del Re.inq^sjj pjichriif$fo,/i}}j) f^ftffillp xjipdia- fronta permanentemente con el proyecto global que dicha praxis
.tata; de hacer realidad. En esta h'nca cobra toda su densidad evan-
i cióp''que hace viva ^ i i e s t r a ^ ^ q p e q a n j . ^
..praxis de.liberación es.en esf^^ljido ej^f^gf; (|egjpiyp e n ^ u ^ r p ¡ppjica y todo su mordiente histórico aquello de obrar la justicia es
/amor a Dios, en la acción,.s^jtif/g^dora,;d^¿ pspfi-^u ( 2 0 ) ^ 0 ^ experimentar a Dios (ver 1 Jn. 2,29), y se precisa el sentido de la
gírala.de, hacer de esta praxis ej l'ugaf,APt9,'J4p^Yfcj^ble para gx|§ji- , ¡pqixjs de, liberación como camino de santidad.
.,der y presentar, el mensaje,.,si!)q#ue; des(|gl.tJjLcrÍiai(p¿"^!is ^,fWiMe ?A)\ ,La acción .liberadora de los explotados apunta a hacer de los
..mismo es redescubjerto y pro.fun^ado Jyi.p1q^p.|iii^q.proc^macla .fjjQn]))res un .(mico pueblo,.hoy algo imposible sin transformar radi-
,1a novedad del espíritu que^allí gcjtúa, E|}(f fgclq,^ rpjaciói].^,ja (J^¡alnj^iiue,.el orden social, poh'tico y económico vigente; sólo así se
..praxis liberadpra es, interior .aja ¡íeK SífeflW^ffW^)!? 1 /^P 11 i í l ls a instaurará una nueva forma de relación entre los hombres, entre los
jamisMn.de.pi-qelamara ^ .^jjuel-ilqs. Comprender el mensaje de la lluena Nueva no es sólo
¡JtÍ5tÁrico'de,los:[pqbres y desu prax^^i^F/lriflM S.yíilSLc0,KkiCÍHr .^b^ ir se ¡a lpsdeinás, estar junto a los demás, sino empeñarse por
de nuestra vida no debiera por lo tanto sepa/^^s.j^d^aeruos^e ¡ij^fcr que nuestra relación a los otros sea distinta; este carácter
la vida de fe, de, oración, de la exppi^enqa de) ^ g j n t u ^ ; ! ) . La .jpu^ljlativamente distinto de la relación social entre los.hombres
.ILUíii, i '• • l ' "Vil) ¡ (Wll'J'JJtl ' 3 l'j'.n q
.yVien.e del proyecto, de liberación. La liberación entonces es una
¡.p^.pcriencia colectiva de ir siendo pueblo, comunidad, de ir,hacién-
{\9)\„bÉ1r. X. LEON-DUFÜUR'i'í'BulPetírfid'Ertéíj&é dü'iNT.lfén
,1 y-nr.gjiR. Se. R., 62 (1974), p, 288; al cbimeniar' el excedente donos libres (22),
if¡ roí-^frajo de Spicq, C , " V i e chiptienne^etiPéiegí ir¡at|Ofjj§e- ,yü ,,La santidad que no esotra cosa que comunión con los hermanos
"'
líjllt
, q'on le N T " . , París (1972), 225 ; ps,, nqs advieite¡que f ,la ,.y:!.comunión (Je estos con Dios, tiene un carácter colectivo, comuni-
"""' ' ljfcatequesis primitiva lelauona constantemente la santidad
|,J vtaj;jo.. "Id hombre bíblico niega ki separación entre una vida públi-
a la " f i l a d e l f i a " , al amoi fíateme,' á'ta caridad. ' lfi
«{•ZGJfufq .Acertadamente, P. JACQUEMONT ert '"¿Es la atdórr una
,,ca, . . y la,masa de los individuos confinados en una vida privada. El
ii <• 4) rf, ' W a c i ó n 7 ", &n Concilium /9 <19?&)¡ La actitud dér(viaWa pueblo e> un modo de vida en común, y Dios es el testigo y el
nos revela que la acción no es au'tosuficienti* H i c i e r e . respaldo de ese modo de vida en común. . . En la Nueva Alianza se
tener sentido. La acción de. servn a o t i o lecibesu sentido r pone en entredicho la distinción entre lo privado y lo público,
de este otro, el acogido, que proporciona a Marta" ehpader
seivir. La fuente y el sentido de nuestia acción ladicag^qn
entre el individuo y la colectividad "(23). Si ser santos fuera cues-
y ono'<. / u 0 t l 0 > y e | totahtai ismo de la acción nos lo hace olvidar |.|iftr»ide¡¿fidelidad interior e individual, la cosa sería menos complica-
q u.f)G') 0 q U , e r e i g n o i a i l o " , p.349, vei aaemás B O U T I N , Maurice: -ínrj ¡nivir —u—-i—- • -• •
[9,r'Xü| ^''Evangélisation comme piojet dans la c u l t u i e " , en "Les
t'gbebilcL, fehgieux et l'Evangélisation du monde 1 '., C-R- Canadiense, . -?MÜU ')b 'problema de relacionar su vida espiritual y las realidades
ioq v 2En 1 g. 7 4 i C 0 ||_ o o n u m Dei, n° 2 1 , el autor emplea el esque- -oaoii nu -.profanas que descubrían por el estudio del latín! Hoy las
ma fundamental y decisivo pata senalai la reíaciónp.qpe 3 }j JJZ9fTt()-!cosas se han complicado y la perspectiva ha variado, re-
, hay entre la fe erl''Jesucí isto y la c u l t u f a y superar.*^l , planteando así el problema medular: experiencia espiritual
" Í Í I I Q i esquema ex+erior^rft'éi IOI , absoluto-ielativo'. 2 ' í"' y lucha por la liberación, que ya no es por el latín sino por
r.l íncb Días ciencias socio-políticas que vamos conociendo mejor.
'(22)'^ x ' ' j . C O M B L I N : " L i b e i t a d y Libeíación, conceptos teoló-
'< 91JP " 'yicos", eh Concilmm, 96 (1974), p. 397.
,ci ifÉI J b i f>i %£¥\ ^ I b i d e m , pg. 396-397.
t98 199
da, quizá. Pero descubrir la realidad social, la estructura pública, que el Espíritu haría lo que El no hizo sino comenzar.
histórica de la vida en el Espíritu, nos lleva a sospechar de la La aurora de un mañana pronto, experiencia de fraternidad y de
calidad de santidades que han dejado inalterado un mundo de injus- justicia para nuestro pueblo, despierta en nosotros a cada instante
ticia y explotación. la conciencia del carácter decisivo de nuestra entrega hoy.
Sentimos que los santos llamados a contagiar y a inspirar la vida Afirmar que la praxis de liberación es camino de santidad equi-
de los hombres más significativos para la historia de nuestro conti; vale a señalar que en dicho esfuerzo encuentran su contexto históri-
nente, serán aquellos cuyo testimonio de fidelidad al Espíritu pase co nuestra vida de oración, nuestra vida sacramental, que cierta-
inexorablemente por una fidelidad sin tregua al movimiento de mente debieran ser profundizadas desde esta perspectiva.
liberación popular; y los hay aunque ciertamente "no subirán a los La línea que llamamos de liberación en la teología, en la pasto-
altares"; se quedarán abajo porque el "milagro" de ir transforman- ral, en la espiritualidad tiene origen en la vida de comunidades
do un continente combatiendo la opresión no es computable para cristianas nacidas y entroncadas en,el movimiento deliberación de
hacer carrera en el escalafón de santidad oficial (24). las clases populares. Esta perspectiva liberadora sólo puede pasar a
La espiritualidad que anima a estos hombres, a comunidades ser vivificadora de la gran comunidad que es la Iglesia, y sólo puede
enteras, se inspira en algunos rasgos de la experiencia del Éxodo; ser expresión viviente de las actuales exigencias de las luchas popu-
hay una característica "mosaica" de esta espiritualidad liberadora, lares de América Latina, por la "vía redentora de la Cruz" y no por
de esta mística que nos anima. Moisés no entró en la tierra prometi- la vía de la explicación magistral, de la imposición autoritaria o de
da; creyó en ella, pero quizá no tanto como para creerla más cerca- la manipulación hábil.
na y para hacerla más cercana; trabajó por esa tierra, pero no la El mensaje, la línea del Reino que Cristo inaugura no pasó a ser
alcanzó sino en los que siguieron en la lucha y la conquistaron. Se liberador sino por el poder de la cruz, por el testimonio de la
trata en nuestro caso de una experiencia por demás expresiva de muerte, por la fuerza de la generosidad y de la entrega coherente.
nuestra entrega, de nuestros compromisos concretos, de nuestra La teología de la liberación se abrirá paso como nuevo soplo del
militancia sin tregua, de nuestra "fe incrédula" como la de Moisés y espíritu gracias a la santidad "al vivo", por el testimonio existencial
al mismo tiempo de nuestra lúcida conciencia de que aquello que dado también en categorías "tradicionales y clásicas": la obedien-
esperamos es la plenitud de lo que ya vivimos. ¿Veremos nosotros cia, la fidelidad, la austeridad, la cruz y la muerte. Sin el aval de
esa sociedad nueva .como experiencia colectiva, como experiencia estos signos no es creíble nuestro mensaje, no llama a la conversión,
realmente de libertad fraterna? La convicción de que no será así en no es transformador de la historia. La perspectiva que viene de los
nada paraliza la experiencia que vamos haciendo hoy, aunque frag- pobres no cifra su fuerza en la erudición ni en la ortodoxia de los
mentaria, de ese nuevo hombre, de esa nueva sociedad;muy por el cultos; su fecundidad radica y se expresa en su capacidad de trans-
contrario esta dura realidad agudiza nuestra fe, asienta nuestra con- formar la historia, su futuro reposa en la santidad de quienes hacen
fianza y dinamiza nuestra praxis de liberación. Este rasgo de nues- de la lucha de los pobres y oprimidos de la tierra el lugar del
tra experiencia militante y de nuestra vida espiritual revive en noso- seguimiento de Cristo Jesús. Esta es la tarea más urgente y el desa-
tros la experiencia misma de Cristo en el Calvario y la promesa de fío más concreto y permanente para nuestra generación.

(24) Cfr. Mons. A . P L A M A D E A L A , " L e Monachisme dans la


société moderne, 3 partir de l'expérience o r t h o d o x e " , en
Col), Cistercensia, 35 (1973), 19-37: llega a decir que si
fuese Dios no canonizaría jamás a un hombre que se haya
hecho santo viviendo en clausura y del trabajo de otros!
201

CONCLUSIÓN

La preocupación evangelizadora llevó a los cristianos a tener una


mejor comprensión del don de la salvación; deí aforismo "fuera de
la Iglesia no hay salvación", se llegó a descubrir que lo fundamental
para salvarse dentro como fuera de la institución era el amor. De
"fuera del amor humano no hay salvación", hemos llegado gracias a
una lectura del Evangelio desde la solidaridad con las clases oprimi-
das del continente a afirmar que fuera del amor al pobre, al ham-
briento, al afligido, al oprimido, no hay salvación. Cristo Pobre es
el eje y el principio de comprensión de la Buena Nueva; textos
como Mateo 25, como las bienaventuranzas y como el discurso-pro-
grama de liberación de Jesús en la Sinagoga —Le. 4.16— 21. cobran
fuerza e inspiración para nosotros hoy. En ei poore, en el indio, en
el aborigen de nuestras selvas el Sefior nos llama a los religiosos a
renovar nuestra consagración a ser anunciadores de la Buena Noti-
cia.
La renovación de la vida religiosa pasa por nuestra opción por
los sectores pobres de nuestro continente; desde allí'el seguimiento
de Cristo cobra concreción histórica. El futuro de la vida religiosa
en América Latina no consiste en hacer que campesinos y obreros,
hombres y mujeres del pueblo llenen nuestras comunidades y con-
ventos; militantes cristianos comprometidos indesmayablemente.
con las luchas de su clase por la liberación viven hoy en numerosas
comunidades cristianas populares nuevas formas de seguimiento de
Cristo. Un pueblo capaz de vencer la explotación, capaz de cons-
truir una sociedad fraterna también, es ya creador de nuevos cami-
nos de consagración a Cristo, de fidelidad bautismal. De aquí ven-
drá una teología de la vida religiosa realmente expresión del Espíri-
tu que renueva la faz de la tierra.

Lima, Noviembre de 1975.


202 203

ÍNDICE — Algunas perspectivas para la vida


religiosa. 133
'RESENTACION • 2. Pobres del país: opción evangélica. 139
— Inteligencia cualitativamente dis-
CAPITULO 1 DESDE LA PERSPECTIVA DE LOS tinta de la Palabra. 140
POBRES 9 Algunas reflexiones para la vida
1. Los religiosos y el indio 9 religiosa. . 144
2. Nuestro intento 17
3. Religiosos desde los sectores popu- CAPITULO V PROYECTO DE LIBERACIÓN Y
lares. 26 PROYECTO DE VIDA RELIGIOSA 151
CAPITULO 11 ENFOQUES Y PREOCUPACIONES 33 1. Proyecto popular como signo del
Diversas Aproximaciones 36 Reino. 152
1. Origen y fundamento bíblico. 36 — Reino y liberación. 152
2. Radicalizar y relativizar desde el — Reino y proyecto histórico de li-
"Absoluto" 52 beración. 154
3. Hacia un proyecto de vida. 56 — Proyecto histórico como signo
• — del Reino. 156
CAP1IULOIH VIDA RELIGIOSA: REFLEXIÓN — Perspectivas para la vida religiosa. 157
DESDE AMERICA LATINA. 61
1. La vida religiosa en Medellín 63 2. Proyecto del pueblo y seguimiento
:
2. Teología y vida religiosa 68 de Cristo. ':')
— La vida religiosa como experien- — Seguimiento de Cristo: Entrega
cia de fe. ' 68 total. 164
— La vida religiosa como segui- — La Koinonía como proyecto his-
miento de Cristo. 70 tórico de liberación. 166
— La vida religiosa como misión. 74 — Praxis de liberación y amor hu-
— La vida religiosa como compro- mano. 172
miso liberador. 78 — Fidelidad y praxis de liberación. 178
-• La vida religiosa como vida se- — Una vida solidaria con los po-
gún el Espíritu. 90 bres. 183
3. Balance. 96
CAPITULO VI PRAXIS DE LIBERACIÓN Y CA-
CAPITULÓ IV CONSAGRADOS A LOS POBRES MINO DE SANTIDAD: 189
DEL PAÍS 107 1. Liberación y experiencia del Espíri-
1. Pobres del país: opeión política. 111 tu. 191
— Desde la dinámica de la fe. 111 2. Santidad como praxis de liberación. 194
— Comprensión cualitativamente
distinta de la realidad. 113 CONCLUSIÓN 201
DESDE LOS POBRES
DE LA TIERRA
Perspectivas de Vida Religiosa
de Alejandro Cussianovich, Publicado
por CEP se terminó de imprimir en los
talleres de Gráfica 30, Jr. Callao 712,
Lima, el día 31 de diciembre de 1975.

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