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EGIPTO
César Tenorio Gnecco
Una de las civilizaciones más grandes de la historia de la humanidad, surgida en la porción más
septentrional del Nilo, con una poderosa sociedad agraria que subsistió durante 3.500 años,
desde los albores de la historia1 y la invención de la escritura hasta que el templo de Filae cerró
sus puertas en 550 d. de C., hecho que marca el fin de un sistema cultural, de una visión del
mundo, de un arte.

Los aspectos sobresalientes de esta cultura que se desarrolló a manera de una isla en medio de
un mar ilimitado de desiertos, desde sus primeros pasos inciertos hasta su último florecimiento
son la unidad, la coherencia y la originalidad.

Su antiguo nombre fue Kemi, “la Tierra Negra”, debido a los 2.000 kilómetros que mide el
valle de tierra negra y fértil que cruza el Río Nilo desde la segunda catarata hasta su
desembocadura en el Mediterráneo, valle que alcanza una anchura entre 8 y 10 kilómetros,
ampliándose finalmente a 600 en el Gran Delta. Es un valle situado entre dos desiertos, el
Arábigo y el Líbico, cerrado al sur por los macizos montañosos de Etiopía y los desiertos de
Nubia; zona rica en materiales pétreos en los acantilados que limitan el Valle del Nilo. Kemi,
Tierra Negra, para diferenciarlo de los desiertos circundantes a los que llamaban Khaset, Tierra
Roja; los griegos, desde Homero, le dieron el nombre de Aigyptos.

Podríamos decir sin temor a equivocarnos que la vida del mundo egipcio tuvo un nombre
propio, el Nilo2, ya que dio forma a la economía de este pueblo, determinó su estructura política
y creó los valores que rigieron su vida. Con él el país tenía asegurada el agua, además que por su
especialísimo régimen garantizaba una gran fertilidad para las cosechas y el trabajo del campo:

- Los meses de junio, julio y agosto conformaban el período del “Nilo Bajo”, época de sequía y
sol abrasador, cuando sopla el yamsim, o viento del desierto, que parecía cubrir al país entero de
polvo y como si fuera a sucumbir.
- En septiembre, proveniente del mar, sopla el viento del norte, el nivel del río comienza a subir,
arrastrando los depósitos corrompidos que durante la sequía se acumulaban en sus márgenes;
era el período del “Nilo Verde”, de aguas pútridas y no potables, momento en que los egipcios
recurrían a las reservas que habían guardado específicamente para esta etapa del año.
- Durante octubre y noviembre, el río crecía y con su curso rápido terminaba de eliminar los
depósitos corrompidos, tornándose su agua en potable, el “Nilo Rojo”, por el tono rojizo que
tomaba al arrastrar el limo3.
- El “Nilo Blanco” o de la “Gran Crecida” era el período comprendido durante diciembre y
enero; de curso rapidísimo, agua cristalina y pura, y de frecuentes inundaciones.
1
A lo largo de seis milenios una sociedad compleja pobló sus orillas con numerosas aldeas.
2
El segundo río de la Tierra por su longitud, 6671 kilómetros en total y 3000 en su paso por Egipto, con una
anchura media de lecho de unos 800 metros. Tres grandes corrientes convergen para formarlo: el Nilo Azul, que
nace en Etiopía, y el Nilo Blanco que nace en el Lago Victoria, procedente de Uganda, que se juntan en Khartum y
el río Atbara que se les une unos 320 kilómetros más abajo para formar el Nilo propiamente dicho, y desde este
punto las dos corrientes unidas recorren 3000 kilómetros hacia el Norte para desembocar en el Mediterráneo. Los
primitivos egipcios creían que brotaba de un mar subterráneo en la Isla de Elefantina, cerca de la Primera Catarata.
3
Producto originado en lo alto de sus márgenes durante el verano y de gran valor como abono.
2

- Durante febrero, marzo, abril y mayo el Nilo volvía a su cauce, dejando las márgenes
fertilizadas con el limo, época en que el agricultor, con el terreno ya regado, abonado y
dispuesto, sólo tenía que sembrar, o simplemente esparcir la semilla, obteniendo durante el
“Nilo Fecundador” hasta cuatro cosechas consecutivas4.

El Nilo podía ser tanto una bendición como una calamidad, ya que si el desbordamiento anual
alcanzaba un nivel demasiado alto, la inundación traía desastres, o si subía muy poco, el agua
vivificante no llegaba a las zonas más alejadas de la orilla, quedaba menos tierra para sembrar y
escaseaban los alimentos; si la influencia de la crecida se repetía durante varios años
consecutivos, venía el hambre, siendo entonces muy poca la distancia que separaba a la bonanza
de la calamidad. En otras palabras, unos cuantos centímetros más de la altura usual podían
acarrear la inundación de las aldeas; unos cuantos centímetros menos, quizá redundaran en
insuficiencia de alimentos. Así, cuando los egipcios descubrieron cómo regular la inundación
anual, empezaron a convertirse en nación.

Hace más de 5000 años, antes de la fundación de la I dinastía, los egipcios habían aprendido a
determinar las estaciones del año por los cambios del río, observación de la que nació el primer
calendario práctico, del cual derivó a su vez el moderno calendario occidental. Las estaciones,
que para ellos trajeron consigo la organización social, ya que el río y sus cambios determinaban
la forma de distribuir el trabajo, eran tres:
- “inundación”, “ajet”o época de la crecida, que duraba aproximadamente de junio a
septiembre, época que utilizaban para acarrear piedras para las construcciones, ya que los
campos estaban cubiertos de agua.
- “aparición de los campos al retirarse el agua”, “peret” a partir de octubre hasta febrero,
caracterizada por la humedad del suelo, cuando los hombres captaban y embalsaban las aguas
en retroceso, y sembraban en el barro.
- “sequía”, “shuemu”, época que duraba hasta junio, cuando volvía a repetirse el ciclo, período
en que cosechaban y trillaban.

Se hicieron diques para evitar que el río inundara las aldeas; con el fin de regar las tierras,
cavaron arcas de agua para retener el líquido cuando la inundación cediera; abrieron canales
para llevar a los campos el agua captada y perforaron pozos. Uno de los principales cargos en el
Bajo Egipto fue el de “cavador de canales”, ya que una de las medidas que servía para juzgar la
eficacia administrativa del faraón era la extensión de tierras que sus ingenieros ponían al alcance
de las vivificantes crecidas del Nilo, conformando los campos en geometría aplicada por sus
complicadas obras de riego trazadas por los “tendedores de cuerdas” o topógrafos.

Inventaron lo que podríamos llamar como “nilómetros”, aparatos para medir la crecida del río,
colocando uno de ellos cerca de lo que hoy es El Cairo, a la entrada del Delta, y otro
precisamente abajo de la Primera Catarata; al expandirse las fronteras de Egipto hacia el sur, se
colocaron otros de estos nilómetros, ya que el faraón necesitaba conocer lo más pronto posible
cómo auguraba el destino nacional de cada año.

El Nilo hizo de Egipto una nación agrícola; determinó el valor de las propiedades, pues las
tierras se dividían en aquellas que siempre recibían los beneficios del desbordamiento, las
beneficiadas algunas veces y las que nunca disfrutaban del agua, y los impuestos se establecían

4
Este prodigio de la naturaleza desapareció con la construcción de la presa de Assuán.
3

con estos valores, hasta era una de las cuentas que el espíritu debía presentar ante el juicio de
Osiris, el no haber retenido el agua en su estación, ni haber construido un dique para impedir
que corriera el agua.

El Nilo era una magnífica vía de comunicación, siendo los egipcios los grandes precursores del
transporte por agua; los lancheros del Nilo fueron los primeros en desarrollar la embarcación
fluvial, teniendo desde lanchas sin quilla hechas de junco para desplazarse por los canales, hasta
enormes embarcaciones de 60 metros de escola para cargar obeliscos; lanchas pequeñas para las
tareas diarias del transporte, barcos señoriales para los nobles, y cargueros para llevar el grano
río arriba o río abajo, barcos de madera a vela y a remo, con pequeñas cámaras en la popa para
aislamiento de los viajeros o protección de las mercancías. El tráfico por el Nilo era denso, y por
todas partes había canales, de modo que el servicio de los barqueros tenía gran demanda. En su
mitología trasportaban a los muertos reales por las aguas del mundo de ultratumba.

Pueblo de marcada religiosidad, que guardaba un ciego respeto a las fuerzas de la naturaleza
hasta llegar a divinizarlas, rendirles culto y temerles. Toda su cultura, arte y vida giran en torno
a los dioses.

La civilización del Egipto faraónico aparece ya formada hacia el 3100 a. de C., cuya evolución
muestra un salto repentino desde que las luchas de la prehistoria en este territorio se resuelven
con los avances técnicos de la agricultura, la cestería, la cerámica, la irrigación, el
perfeccionamiento del hacha y las herramientas de piedra pulida.

Desde épocas remotas, oleadas de pueblos de origen camita se instalan en las fértiles tierras del
Nilo, organizándose durante el período llamado predinástico, al principio de las épocas
históricas, en pequeños clanes totémicos5 o grupos tribales, en cantones independientes o
pequeños reinos como el de los reyes “Caña”, cuyo totem era la cobra, los reyes “Abeja”, cuyo
totem era el buitre, los pueblos del León, del Toro, del Chacal, del Orys o Antílope, Lykopólito
o del Lobo, Mormyrus un pez, regidos por reyes-sacerdotes, los que poco después configuran
dos reinos o Nomos, las llamadas “Dos Tierras”, cada uno con su animal totémico:
- El Reino de Butto, en torno a las regiones del Delta, en el norte, el Bajo Egipto, cuyas bases de
vida eran la agricultura y el comercio con otros centros mediterráneos. Su distintivo de poder
era el birrete rojo6 de los reyes “Abeja”, ornada en su parte delantera con el ureus o cobra
sagrada.
- El Reino de Nekhen, en las regiones meridionales hasta la primera catarata, cerca de la actual
Assuán, inmediatamente al sur de la isla Elefantina, el Alto Egipto, pueblo ganadero y de
carácter belicoso. Se distinguía por la tiara blanca de los antiguos reyes “Caña”7, ornada con el
buitre.

Estas dos regiones, de naturaleza diferente, tuvieron cada una su propia evolución cultural,
hecho que hace que la arquitectura egipcia no evolucionara partiendo de una base homogénea de
premisas y tradiciones; las poblaciones locales de ambas zonas desarrollaron tradiciones, modos
de vida, formas de viviendas y sepulturas diferentes, así como diferentes concepciones de las
5
El recuerdo de este régimen prehistórico perduró hasta los tiempos faraónicos, en los nomos o provincias a lo
largo del Nilo.
6
El atributo de biti, “el de la abeja”, animal simbólico del Bajo Egipto. La abeja era uno de los símbolos del
faraón, trabajadora inefable, geómetra y alquimista capáz de crear oro comestible.
7
Con el título de nesut, “el de la caña”, la planta simbólica del Alto Egipto.
4

fuerzas divinas y de la vida ultraterrena. En ambas regiones, desde tiempo inmemorial, la


cerealicultura y una primitiva economía agrícola constituían la base de sostenimiento de la
población autóctona.

El primer faraón, Menes8 o Nar-Mer, rey de Butto, unifica bajo su mandato los dos reinos hacia
el 3315 a. de C.9, coronándose con la doble corona blanca y roja ornada con el ureus y el buitre,
inaugurando la I dinastía. Se crea por primera vez en el Delta del Nilo un sistema político
completo, con jerarquías religiosas, económicas y sociales, hecho derivado sin lugar a duda por
el tipo de cultivos, que dependía de las crecientes periódicas del Nilo, que hizo necesario un
control de tipo astronómico-cronológico para determinar con precisión en qué épocas del año se
debían realizar las diversas fases del trabajo agrícola, llegándose entonces a una especialización
del trabajo y a la formación de grupos que se dedicasen al estudio de los astros, quienes eran a
su vez los encargados de planear y organizar las fases agrícolas; otro grupo realizaba las labores
de canalización de las aguas y su empleo en los cultivos; el último grupo era el encargado de
trabajar la tierra, creándose así una estructura social jerarquizada que redunda en la arquitectura.
Podemos afirmar entonces que Egipto crea el Estado. “Menes parece el tipo acabado del
monarca faraónico, legislador y soldado, y gran constructor además, ya que edificó el
legendario templo nacional de Ptha, en Menfis, ... y un “Palacio Sagrado, construido en obra de
piedra o ladrillo blanqueado, el llamado “Muro Blanco”.”10

A partir de la unificación de Menes se crea el gran “Imperio de las Dos Tierras”, época
dinástica o Imperio Faraónico, que se extenderá hasta el 30 a. de C. cuando Egipto se convierte
en provincia del Imperio Romano.

El período faraónico se divide en tres grandes etapas:


- Imperio Antiguo, o menfita cuya capital fue Menfis; I a X dinastías, concluyendo hacia el año
2060 a. de C.
- Imperio Medio, o tebano cuya capital fue Tebas; de la XI a la XVI dinastías, del 2060 al 1580
a. de C.
- Imperio Nuevo, de la XVII a la XXV dinastías, del 1580 al 651 a de C.

Un esplendor final tendrá lugar durante el Imperio Saíta, del 651 al 525 a. de C., cuando Egipto
es conquistado por Persia en el siglo VI a. de C., luego por Alejandro Magno en el IV a. de C. y,
tras la época de los Ptolomeos o sucesores de Alejandro, por Roma.

Alrededor del 3000 a. de C., durante el período de unificación del valle bajo el rey Nar-Mer,
surge la creación de un estilo auténticamente egipcio, cuyos rasgos específicos permanecen
inmutables durante 3.500 años, como lo ejemplifican los diseños emblemáticos que adornan las
espátulas de piedra 11, objetos en los que se puede observar el tratamiento egipcio de la figura
humana, “la Ley de la Frontalidad”, una visión conceptual que continuará con ligeras variantes
a lo largo de los imperios Antiguo, Medio y Nuevo hasta alcanzar los períodos ptolemáico y
romano.

8
Forma griega para el nombre egipcio de Mena.
9
Fecha tomada de Albert Champdor, El Libro Egipcio de los Muertos, pues generalmente se acepta como fecha de
unificación el 3200 a. de C., basándose este autor en las Tablas reales de Abydos.
10
PIJOAN, José Arte egipcio predinástico y del Antiguo Imperio. Historia del arte, t. I, Salvat Mexicana de
Ediciones, S.A. de C.V., México, 1979, p. 57
11
Usadas para la molienda de malaquita, material con el cual elaboraban cosméticos.
5

LEY DE LA FRONTALIDAD
La grafía egipcia sintetiza la figura en un lenguaje de dos dimensiones. Prototípicas del antiguo
Egipto son la conformación y postura totalmente convencionales en las figuras representadas, la
“Ley de Frontalidad”, que consiste en plasmar al hombre en los aspectos y posiciones que para
la estética egipcia eran los más nobles, importantes y simbolizantes del ser humano:
- La cabeza de perfil, para destacar la curvatura del cráneo, el relieve de los rasgos faciales y,
con mayor nitidez, la unión del cuello con el tronco.
- El ojo de frente, ya que importante para el mundo egipcio era plasmar claramente el ojo bien
abierto, medio para llegar al conocimiento de las cosas y principio de la sabiduría.

- El tronco de frente, para resaltar los volúmenes de los hombros y el estrechamiento de la


cintura. Las representaciones femeninas aunque muestran el pecho de frente sus senos son
representados de perfil.
- La parte inferior del cuerpo, de la cintura para abajo, de perfil, reproduciendo la idea de
caminar al adelantar una pierna con respecto a la otra. No siempre es la misma, en contradición
con la escultura exenta, en la que la pierna izquierda aparece siempre adelantada. Según el
personaje esté vuelto hacia la derecha o izquierda, el pie más adelantado es, por lo regular, el
que se encuentra más lejos del espectador; de este modo, el individuo que avanza hacia la
izquierda está representado con el pie derecho adelantado; el que camina hacia la derecha
avanza su pie izquierdo. El resultado es que siempre se ven las tres cuartas partes de la pelvis
del individuo; “... con ello queda visible ese centro de la vida, esa fragua de la procreación, no
siempre velada por vestiduras.”12

La Ley de la Frontalidad es pues “...una plasmación “mental” del hombre: no como “es” en
realidad, sino como “sabemos que es” y mezclando sus elementos en una síntesis de
ideogramas que viene a conferir al arte egipcio, en éste aspecto, una gran modernidad que bien
puede conexionarse con los principios vanguardistas de nuestro siglo [XX]. Y lo mismo sucede
con las perspectivas no “reales”, como la plana, abatida e, incluso, inversa.”13

Además de este lenguaje figurativo, los egipcios elaboraron una forma de escritura, la
jeroglífica14, la primera escritura utilizada por la humanidad y que marca la entrada del hombre
en la historia, en la que el pueblo egipcio plasmó sus avances técnicos, documentaron sucesos
12
DESROCHES NOBLECOURT, Christiane La pintura egipcia. Historia del arte, t. I, Salvat Mexicana de
Ediciones, S.A. de C.V., México, 1979, p. 107
13
DE OLAGUER-FELIÚ Y ALONSO , Fernando Egipto. Historia del Arte y la Cultura, t. 2; Editorial La
Muralla, Madrid, 1982. p. 37
14
Término de origen griego que significa talla sagrada, talla sacerdotal, ya que cuando Grecia estableció colonias en
Egipto, esta escritura era utilizada exclusivamente por los sacerdotes del valle del Nilo para realizar las
inscripciones grabadas en los muros de los templos. Los jeroglíficos nacieron como ideogramas, imágenes que
representaban ideas por medio de el reflejo del significado; más tarde el alfabeto se hizo silóbico mediante la
trasliteración de sonidos equivalentes a los términos que en un principio habían sido “retratados”, convirtiéndose en
un sistema esencialmente fonético. Durante el período Clásico egipcio, el alfabeto jeroglífico incluyó cerca de 700
signos, que en los últimos siglos del Egipto faraónico creció hasta rebasar los 2000. A veces el jeroglif se lee de
arriba hacia abajo, otras de izquierda a derecha y, en ocasiones, de derecha a izquierda. En las paletas predinásticas
los jeroglíficos son burdos y escasos, que sirven para indicar sólo un nombre o un título; con el tiempo, con la
técnica en la escritura,éJsta se hizo más elaborada y la flexibilidad del jeroglífico permitió documentar obras tan
importantes como los Textos de las pirámides, que datan de aproximadamente el 3400 a. de C., y cubren las
cámaras funerarias de Ne-User-Re y Pepi; estos textos se componen de varios millares de “versos”, siendo cada uno
de ellos un conjunto mágico o sagrado cuyo propósito es facilitar la vida del faraón en el más allá.
6

históricos, sus mitos y rituales.


Desde tiempos remotos una nutrida población se afincó en esta zona tan fértil y productiva por
su situación geográfica, desarrollando una importante cultura de continuidad durante largos
siglos y sin demasiadas interrupciones en su desarrollo por invasores o acontecimientos
perturbadores de otros pueblos. Este contexto geográfico, rodeado por el infinito de los desiertos
o del mar al norte, el sol rojo y enorme del desierto, velado por el estallido de tormentas
impresionantes de arena y viento que durante horas enteras sumían la región en trepidante y
caliente obscuridad, el resecarse y resquebrajarse del suelo tras la sequía del verano, el Nilo
desbordándose, los rayos y truenos de las tormentas, crearon en el egipcio un respeto ciego a las
fuerzas de la naturaleza hasta llegar a divinizarlas, rendirles culto y temer constantemente su
misterioso desencadenamiento, formando un pueblo de marcadísima religiosidad,
supersticiosos, que serán la causa de toda su cultura, arte y vida, que giran en torno “... al
misterio de las fuerzas superiores al hombre y, concretamente, en torno a la divinidad (los
dioses), y al “más allá” (los muertos), con lo cual la civilización egipcia, más que la de otros
pueblos de la antighedad ostentará como nota primordial su carácter espiritual y su dedicación
y esfuerzo más hacia fines sublimizados que hacia los meramente humanos.” 15

Egipto fundó su civilización en terrenos esencialmente religiosos, desplegando una


preocupación primordial por la vida después de la muerte; su religión fue el resultado de una
fusión de las creencias tribales propias de los diversos grupos étnicos que integraron la
población del valle, cosmologías y rituales que se combinaron para estructurar una mitología
coherente que permitía que cada región proclamara la supremacía de su propio dios.

Esta unificación religiosa, comparable a la unidad territorial del Alto y el Bajo Egipto, fue obra
del faraón, quien representaba la encarnación terrena del dios soberano y que a la vez era el
vínculo de sus manifestaciones. Al faraón se le identificó con Horus, Amón o Ra, ocupando
durante su vida y después de la muerte un lugar prominente y excepcional en la sociedad, ya que
fue deidad y el punto focal del sistema socio-religioso de Egipto; los grandes monumentos
funerarios se levantaron únicamente en su honor y su intención era garantizarle la vida en el más
allá; los sacerdotes oraban sólo por él, oficiaban en su nombre y solicitaban bendiciones divinas
para él y el país entero; el faraón era la cabeza de la comunidad, compartía la divinidad y la
representaba como mediador, en el sentido más estricto del término; sólo él podía mantener el
ciclo cósmico y preservar el orden del mundo.

“El hombre primitivo vive deslumbrado por el brillo del sentido mágico que confiere a la
realidad y a la casi totalidad de sus relaciones con ella. La conciencia de su inserción en el
mundo de fuerzas invisibles y misteriosas que lo rodean y de las que depende su vida, hace
necesaria la propiciación de éstas. El punto de contacto indispensable entre lo visible y lo
invisible se sitúa en la nueva sociedad egipcia en un ser de naturaleza mixta, humana y divina,
a él todo se le debe, porque es hermano e igual de las grandes fuerzas y los dioses. Del faraón
dependen la vida y la muerte del pueblo. Por eso puede pedir todo al pueblo y el pueblo todo
debe darle.”16

Los avances religiosos, que situaron a Egipto fuera del período neolítico, se acompañaron del

15
DE OLAGUER-FELIÚ Y ALONSO, Fernando op. cit. p. 25-26.
16
HENRÍQUEZ, Raúl Introducción al estudio de la arquitectura occidental; Universidad Nacional Autónoma de
México, México, 1988, p. 15.
7

descubrimiento significativo de la metalurgia; aunque las primeras dinastías dominaron el uso


del bronce, jamás llegaron a abandonar sus implementos líticos, sus vasijas de piedra tallada, ni
sus almádenas de piedra dura17 empleadas para esculpir la piedra caliza y los bloques de granito.
En el Reino Antiguo, los instrumentos cotidianos se hacían generalmente de piedra, y los
metales preciosos, oro y plata, se reservaban principalmente a las joyas de la aristocracia y a la
decoración de los templos y cámaras funerarias.

Como la generalidad de las tribus neolíticas europeas, los primitivos habitantes del valle del
Nilo vivían desnudos, tatuados y pintados, hábito que se conservó mucho tiempo en las clases
bajas, así como la costumbre de acentuarse las líneas de las cejas y los párpados con el kohol
perfumado, como lo podemos ver en los frescos de los templos faraónicos. Los grabados y
pinturas prehistóricos del Alto Egipto y los dólmenes de la Nubia son exactamente iguales a los
europeos.

La cerámica prefaraónica lleva sólo dos colores: el del fondo, rojizo, y el morado oscuro de la
decoración; en estas piezas se representaron personas, aves, barcas, gacelas y, entre líneas
onduladas, el río, que revelan muchos detalles de la vida de los primitivos habitantes de Egipto.
En algunas barcas pintadas en estas vasijas de cerámica, se distingue que llevan en la popa la
vela que se usa para remontar la corriente del Nilo aprovechando las brisas constantes del mar al
desierto; en otras son visibles los numerosos remos que, a ambos lados de la embarcación,
empujan la nave en el sentido de la corriente para descender el Nilo. En los mástiles aparecen
emblemas totémicos que repiten los símbolos de los nomos o principados del delta.

Junto con los vasos pintados del Egipto predinástico otros objetos proporcionan información de
la vida de este pueblo, como el cuchillo de Djebel-el-Arak del Alto Egipto; la hoja es de sílex y
su mango de marfil, decorado con relieves que representan un combate entre guerreros de
cabello largo y otros con la cabeza afeitada; un rey, con maza, agarra al primer prisionero de
larga cabellera. En el registro inferior hay dos clases de barcas, las superiores con grandes proas
como góndolas y las inferiores idénticas a las representadas en los vasos. En el reverso hay un
personaje entre dos gigantescos leones que parece recordar la alianza entre un rey y el pueblo
del León.

En las paletas, placas de pizarra con un depósito circular en el centro, que servía para diluir el
kohol y cosméticos de los faraones, los asuntos representados se refieren a episodios épicos de
conquistas. Destacan entre ellas la paleta del León, que probablemente representa al príncipe de
Menfis derrotado por una coalición de reinos menores, del Ibex, del Avestruz, de la Cabra, del
Ciervo y del Chacal, cuyos símbolos totémicos desfilan entre las dos hileras de soldados; los
guerreros que figuran en esta paleta llevan una indumentaria ya casi egipcia. En esta paleta, que
mide 65 centímetros, el león es asaetado por el rey, al que siguen sus guerreros con cola de
chacal.

En la paleta del León vencedor, el mismo león con la ayuda de los halcones, derrota a unos
bárbaros desnudos y chupa la sangre de uno que seguramente debe ser el jefe; es la más antigua
de un grupo de grandes paletas decoradas en relieve que resumen todo el sistema de
representaciones egipcio, posiblemente el origen de la ley de la frontalidad.

17
Diorita, argonito, gneis, etc.
8

La paleta del Toro de Abidos, representa el triunfo sobre un enemigo sometido entre los
cuernos del “Toro del Gran Poder”, título que adoptaron los faraones; en la parte inferior se
representa una ciudad amurallada con el león, su animal patronímico, en el interior.
La paleta de los Chacales, muestra a varios chacales y una jirafa que rodean el círculo central.
La paleta del rey Nar-Mer, monarca identificado con Menes, encontrada en el templo de
Hierakómpolis, muestra en el anverso al faraón portando la tiara blanca y cónica del Alto
Egipto, cuyo nombre está escrito en la parte más alta, en uno recuadro flanqueado por dos
cabezas de la diosa Hathor con orejas y cuernos de vaca; golpea con una maza a un enemigo
arrodillado a sus pies que indica el sometimiento del pueblo bajo su mando; le sigue su
“portasandalias”, idea de servicio al rey; y tiene enfrente al dios Horus, en forma de halcón, que
cuenta seis clavijas aludiendo a 6.000 vencidos en campañas gloriosas. En el reverso de la
paleta aparece en el primer registro el faraón, con la corona roja y chata del Bajo Egipto,
precedido de portaestandartes, inspeccionando a los caídos en el campo de batalla. En el
segundo registro, dos jirafas de cuellos entrelazados conforman el círculo central de la paleta; en
el tercer registro, el Toro derriba las murallas de una ciudad.

La organización del Imperio Egipcio tiene como base el dominio absoluto del faraón como
centro del poder mágico, religioso, económico y político, una organización social capaz de
reunir los brazos y los talentos necesarios para satisfacer las exigencias del Estado, un poder
absoluto sobre siete u ocho millones de hombres, a los que llega por medio del sacerdocio, la
corte y la burocracia estatal, haciendo posible la construcción de obras gigantescas donde se
concentran todas las potencialidades del trabajo, la técnica y la estética de este Estado.

De todos los pueblos de la antigüedad, ninguno ha manifestado un interés tan apasionado y


exclusivo por el misterio de la muerte como el egipcio, a la que, enamorados de la vida,
concibieron tan sólo como la venturosa continuación del vivir terrenal. Puede decirse que el
principio sustentante de la civilización egipcia era la vida eterna de los faraones, concepto que
se vislumbra en un antiguo texto egipcio, en el que el rey muerto pregunta al dios creador: “Oh,
Atón, cuánto durará mi vida?” “Tú estás destinado a vivir millones de millones de años, toda
una vida de millones”, y para satisfacer esta necesidad los faraones mandaron construir sus
tumbas, a las que comúnmente se les llamaba la “casa de la eternidad”, y sus respectivos
templos mortuorios que debían durar para siempre.

Las inundaciones anuales del río Nilo requirieron del trazado de canales y campos de irrigación,
inventándose la geometría que luego fue aplicada en el campo religioso, por la creencia de este
pueblo en la existencia de la vida de ultratumba18 y el pensamiento egipcio que el cuerpo debía
ser conservado en una tumba perdurable, que se convirtió en una construcción geométrica de
gran solidez y durabilidad. Al considerarse al faraón como un ser inmortal, por ser un dios, debe
dotársele al morir, para ellos aparente, de un albergue eterno e indestructible, desde el cual
protegería a su pueblo y le concedería todo cuanto necesitase.

18
En la religión egipcia, las relaciones con lo sobrenatural la establecían los letrados, mediante reglas y
proposiciones mágicas, cuyas formas propiciatorias o conjuros se constituían a base de fórmulas sagradas y
nombres, entre los que es común encontrar “He dado pan a los hambrientos; he dado de beber a los que tenían sed;
he vestido a los que estaban desnudos; he hecho cruzar el río a los viajeros ...”; estas fórmulas se grababan sobre el
sarcófago y en las paredes de la tumba, fórmulas que poco a poco fueron recopiladas en el célebre Libro de lo
Muertos, escrito en un rollo de papiro que se colocaba en la tumba, al lado del difunto. Protegían el cadáver con
amuletos, entre los cuales se encuentra con frecuencia el escarabajo, símbolo de la resurrección de los muertos.
9

Tan pronto como un faraón subía al trono, comenzaba a proyectar su tumba; la gran elite de
arquitectos y constructores se ponía en movimiento, emprendiendo la colosal tarea a la que se
enfrentaban junto con los trabajadores que, por cuota, cada aldea mandaba a las canteras o al
lugar de la edificación, en tanto que los almacenes reales proporcionaban herramientas y ropa.

Para el egipcio el hombre estaba integrado por tres elementos:


- El cuerpo, o parte material y corruptible.
- El alma, o principio vital, que daba movimiento y vida a la materia.
- El espíritu, soplo inmortal infundido por los dioses, elemento que hacía que el cuerpo movido
por el alma fuera inteligente y, por tanto, superior al resto de los seres vivientes.

Para ellos, la muerte19 era la separación de esos tres componentes, que por su creencia en la vida
inmortal cada uno de ellos necesitaba de espacios y tratamientos especiales para su
conservación:
- El cuerpo quedaba yerto, sin movimiento ni vida, convertido en simple materia que, de no
cuidarse, se descomponía y desaparecía; para conservarlo en perfecto estado y pudiera así
esperar la llegada del alma y del espíritu para emprender el viaje hacia su destino eterno, surge
en Egipto la momificación o embalsamamiento, que se realizaba en la llamada “casa de la
muerte”, lugar donde vivían y trabajaban los especialistas embalsamadores.

Dentro del ritual, el maestro momificador se colocaba una máscara de chacal, convirtiéndose en
el dios Anubis, encargado de tomar de la mano al difunto y guardarle por los peligrosos caminos
que conducían a la resurrección gloriosa en el más allá; de esta manera Anubis transformaba un
cuerpo mortal en uno inmortal, soporte del ser de luz que se fijaría en la momia correctamente
preparada.20

La momificación esencialmente consiste en extraer las entrañas, excepto el corazón, por una
incisión practicada en el costado para evitar la corrupción del resto del cuerpo, víceras que
previamente embalsamadas se depositaban en los vasos canopes; por medio de un garfio de
hierro se retiraba el cerebro a través de la naríz; luevo se lavaba cuidadosamente el interior del
cuerpo con vino de palma y aromas, se inyectaba un producto químico en las arterias, se
raspaban las grasas y untaban las cavidades del cuerpo con finos ungüentos y con una especial y
misteriosa substancia que hacía muy perdurable el mantenimiento de la piel y de los huesos, el
múm, de donde se deriva el nombre de momia, y con natrón21, rellenándose el interior del
vientre con cera, grosellas, canela, granos de loto tostados, tapones de tela impregnados de
aceite de cedro, mirto y cuerpos grasos antisépticos; la herida del costado era recubierta con una
placa protésica de cera o metal mantenida en su lugar por los cordones que rodeaban el vientre;
en medio de esta placa se encontraba el ojo Ujda, ojo mágico de Horus, símbolo sagrado que
servía de amuleto; se le teñían los labios y las uñas, las palmas de las manos y las plantas de los
pies.

Comenzaba entonces un largo tratamiento de natrón para deshidratar la piel, los huesos y los
cartílagos, evitando cualquir rastro de humedad. Pasada esta desdecación se procedía a un
19
El difunto nacía para el Más Allá, de allí las frecuentes alusiones a su primera juventud, a su misma infancia, a su
vigor juvenil, etc., que aparecen en los conjuros del Libro de los Muertos.
20
El papel de Anubis, el momificador, consistía en crear un Osiris, un dios recostruido, un ser aparentemente
inerte pero coherente, del que brotaría una nueva vida.
21
Compuesto natural de carbonato de sosa y bicarbonato de sosa.
10

postrer lavado. Una vez así preparado el cuerpo, proceso que podía durar entre sesenta días y
diez meses según la categoría del personaje, lo envolvían en muchos metros de finísima tela, de
lino blanco, que simbolizaban la red de fluido vital que rodea al cosmos, o evocaban la vela de
la barca en que el espíritu del resucitado bogaba por el más allá; quedaba perfectamente
amortajado y sin que ninguna parte quedase al descubierto, vendas que previamente se habían
esterilizado en un baño de alquitrán; así podían esperar el momento de su resurrección.

Entre las vueltas de la tela que los envolvía, se colocaban guirnaldas de hojas de sauce y de
olivo, ramilletes de azulejos, pétalos de loto azul y 104 talismanes dispuestos de manera
específica, según las prescripciones del rito osiriaco; sobre el pecho se le colocaba el pectoral de
oro simbolizando la resurrección osírica, el nudo isiaco en jaspe rojo, símbolo de la sangre de
Isis que fluirá sin detenerse jamás por el cuerpo de la momia, y el escarabajo de piedra verde
que simboliza el corazón del difunto.

Al desenrollarse la momia de Tutankhamen, se encontraron 35 amuletos colocados entre las


vendas dispuestas en 17 grupos que forman 13 capas superpuestas; sobre el tórax llevaba cuatro
collares de oro, el escarabajo del corazón en resina negra engastado en oro, sobre el que aparece
grabado un texto evocando al pájaro Bennu, al lado de la daga; el puñal funerario en oro,
ritualmente colocado con el mango a la derecha del vientre y la punta hacia abajo y vuelta hacia
la izquierda; y por último el anillo de oro del vientre. La momia era perfumada y aceitada con el
barniz mezet, el perfume de fiesta, el aceite safi, el perfume de aclamación, el aceite khnum, el
aceite tua, la esencia de cedro, el barniz abiro, la esencia de Libia y el aceite baq.

Los vasos canopes eran colocados en la cámara sepulcral cerca del ataúd, sarcófagos que poco a
poco se hicieron más fuertes y más herméticos22.Las tapaderas de estos vasos, desde el período
rameséida representan las cabezas de los cuatro hijos de Horus. Cada vaso estaba bajo la
protección de una diosa y contenía un órgano en particular: el hígado en el vaso de Imset, con
cabeza humana y protegido por Isis; los pulmones en el de Hapy, mandril, protegido por
Nefthys; el estómago en el de Duamfet con cabeza de chacal y protegido por la diosa Neith; y
los intestinos en el de Qebehsenut con cabeza de halcón y bajo la protección de Selkis.

Estos vasos se guardaban en un cofre de madera; al igual que la columna vertebral, las entrañas
tenían un carácter eminentemente sagrado, pues poseían la “fuerza mágica” sin la cual el muerto
no podía conservar su personalidad y su conciencia en el universo de la Duat; cada muerto debía
velar particularmente para que de ningún modo le fueran robadas sus propias entrañas por los
espíritus maléficos que pululaban en el más allá, siempre en busca de “fuerza mágica”, ya que
las entrañas eran consideradas un “testimonio” en pro o en contra del difunto en el juicio ante
Osiris.

Las necrópolis contaban con verdaderas ciudades donde vivían los artesanos y los servidores de
ellas, un innumerable personal encargado de la preparación de las momias, desde los
preparadores de cadáveres que sabían manipular las vísceras, a la claridad del aceite y los
manejadores de vendas que colocaban en los sitios convenientes los ciento cuatro amuletos que
debe poseer cada muerto, según las prescripciones del rito osiriaco, hasta los embalsamadores
cuya presencia estaba prohibida en la ciudad de los vivos, los oficiantes del rango de sam, o bien
22
Estos sarcófagos debían colocarse parados en las tumbas, ya que la posición vertical de la columna vertebral se
consideraba de gran importancia para la evolución del espíritu. Era considerada en gran parte dependiente de las
cuatro vértebras del cuello.
11

los portadores de catafalcos que recibían a la momia de alto rango en su triple féretro antes de
depositarla en la “Sala de Oro” con los muros recubiertos de una capa de escayola; los
portadores de lechos funerarios en forma de animales sagrados y a todo el pueblo bajo los
servidores encargados de depositar en las tumbas de sus dueños las cestas de frutos, las
lámparas de alabastro traslúcido con la forma de tres lotos simbolizando la tríada divina; las
trompetas de plata envueltas en cañas que serían tocadas en la hora de la resurrección ante
Osiris; las ocas sagradas envueltas en lino; los remos mágicos reservados a la navegación de la
barca funeraria sobre las aguas del mundo subterráneo; los emblemas de Anubis en madera
recubierta de finas placas de oro; los cofres en que estaban depositados los vasos canopes.

En el umbral de los valles por los que se accedía a los palacios funerarios de los faraones y a los
de sus esposas, millares de personas vivían del mantenimiento de las tumbas, velando porque
los difuntos que les eran confiados en arrendamiento recibiesen regularmente los alimentos, las
flores y los inciensos, así como porque fuesen observados en las fechas prescritas los sacrificios
que les eran debidos y las correspondientes purificaciones; también eran ellos quienes
proporcionaban los instrumentos accesorios, sellando detrás de los muertos la última puerta de
este mundo, estampando los sellos oficiales de la necrópolis en el lecho de yeso fresco; y ellos
cegaban los corredores de acceso con los escombros de la tumba nuevamente cavada con objeto
de que ningún ladrón pudiese encontrar jamás su emplazamiento.

Todo ésto contribuyó a la conservación del cuerpo que estaba destinado a resucitar.
Consideraban particularmente serio que un cuerpo se perdiera en el mar o fuera destruido por el
fuego, aunque en estos casos una estatua o un retrato del desaparecido servía como sustituto.
Aunque la momificación se da desde el Imperio Antiguo, su técnica alcanzó su culminación en
el Imperio Nuevo.

- El alma, o principio vital, el bha23 o alma-pájaro, ya fuera del cuerpo que había movido,
después de atravesar el “Portal de la muerte” emerge en el Más Allá y es deslumbrada por la
“plena luz del día”24; quedaba errabunda por la Tierra, para la que debía construirse un lugar
donde esperara al espíritu, sin perderse errando por el mundo, que habitaría guardando los
tesoros y bienes del difunto para que, cuando resucitase, pudiese llevarlos intactos con él. Se
erigen entonces complicadas tumbas que sirvieran para contener la momia, albergar el alma y
guardar, cual si fuera una caja fuerte, tesoros y bienes que en caso de grandes personajes o de un
faraón llegaban a ser incalculables.

- El espíritu, es irresistiblemente atraído hacia el cuerpo y el alma que acaba de abandonar, pero
las entidades se encargan de guiarlo, arrastrándolo lejos del sarcófago, atravesaba una “región de
tinieblas”25 llena de desesperación, lamentos y gritos, y luego subía al firmamento para ser
23
O vitalidad física, que reposaba en su tumba durante el día, aunque podía volver para visitar a los vivos como
espíritu errante en forma de ave.
24
Las primeras impresiones del alma después de separarse del cuerpo las relata este corto fragmento, aparentemente
mutilado del conjuro CLVIII del Libro de los Muertos:
¡Oh Osiris, Padre mío! ¡Oh Horus, Hermano mío! ¡Oh Isis, Madre mía!
Las vendillas me son quitadas.
Las que oprimían mi cabeza y mi cuerpo...
Mis ojos comienzan a distinguir los seres que me rodean.
Ante mí veo al dios Keb...
25
Magníficamente descrita en este fragmento realista intercalado en el conjuro CLXXV del Libro de los Muertos:
¡Oh Thum! ¡A qué lugar llego ahora?
12

juzgado por Osiris y ante su presencia, en el Amenti26, su morada, ya que este pueblo creía que
una buena conducta en esta vida aseguraba un tránsito seguro al más allá27.

El espíritu era pesado en la Balanza de los Siete Espíritus y en forma de vasija era depositado en
un platillo, colocándose en el otro una pluma, que representa la verdad. Presidiendo desde su
trono, ubicado en una plataforma de nueve peldaños, la Escalera de la Ascensión, Osiris
escuchaba los descargos que leía Thot, el notario o escriba de los dioses mientras Amit, ser
híbrido cuya parte trasera del cuerpo era de hipopótamo, la delantera de chacal, cabeza de
cocodrilo y melena de león, esperaba devorar al espíritu si era condenado y aullaba acusando al
difunto; Horus, con cabeza de halcón, y Anubis, con cabeza de chacal, vigilaban la pesada y
Maat, la diosa de la justicia, estaba también presente pero no tomaba parte en el juicio.

Si el resultado de dicho juicio era favorable, el espíritu se transformaba en un Espíritu


santificado, iakhu, volvía a la Tierra, buscaba al alma y juntos se introducían en el cuerpo que28
resucitaba y emprendía el viaje, surcando los cielos en una gran embarcación en la que llevaba
desde joyas y vestidos hasta comida29.

Si el el resultado era negativo, el espíritu pasaría a residir en el Reino de la Duat, mas el


resultado del juicio podía alterarse recitando correctamente un conjunto en el que el hombre
negaba haber cometido una lista completa de pecados30; era la llamada “confesión negativa”,

¡Ay¡ ¡No encuentro aire puro para respirar,


Y no hay agua!
No percibo por ningún lado, ni tampoco se adivina en las tinieblas,
Otra cosa sino abismos y precipicios...
¡Qué oscuridad impenetrable!
Mis pasos titubeos el camino
Y avanzo a tientas;
Alrededor de mi se siente pensar a las Almas desgraciadas...
Es imposible, en verdad, vivir en este lugar con paz de espíritu
Ni conocer las voluptuosidadades del amor.
¡Ojalá encuentre,
A falta de aire y de agua, y a falta de los placeres del amor,
La santificación de mi espíritu! ¡Y también, a falta de panes sepulcrales y de vino,
La paz para mi Espíritu!
26
País Occidental.
27
La vida pasada surgía con todas sus faltas ante la mirada del difunto que, para ser perdonado, afirmaba con
orgullo sus relaciones con lo divino de acuerdo a una serie de conjuros escritos en el Libro de los Muertos.
28
Invisible a los hombres.
29
Así comenzaba una nueva vida, libre de todos sus actos, de una libertad absoluta; puede recorrer a su voluntad el
Cielo, la Tierra y el Mundo Inferior, reconfortar a los condenados, visitar los Campos de la Paz y los Campos de los
Bienaventurados (el Paraíso); puede navegar en la Barca de Ra o con Khepra por el Océano celeste. Él mismo se ha
trasformado en un dios, está orgulloso, constata que es joven, vigoroso, que desborda vitalidad, en tanto que la
mayor parte de los dioses que lo rodean muestran signos de decrepitud, y por ello no cesa de proclamarse el
“heredero de los dioses” y los dioses saludan a su sucesor; así se identifica con estas deidades, unido a Osiris por su
muerte, se transforma en Atum, en Ptha, en Thot, etc.
30
No haber cometido pecado contra los hombres, no haber hecho nunca nada que pudiera disgustar a los dioses,
haber respetado las jerarquías, no haber matado ni ordenado matar, no haber causado sufrimiento a nadie, no haber
dado pruebas de avaricia midiendo a escondidas la comida y el incienso que era conveniente depositar en los
templos, ni haber hurtado los alimentos o las jarras de bebida de los muertos, ni haber fornicado en los lugares
puros, ni reducido el codo para robar la tierra del vecino, ni falseado las medidas, ni entorpecido los pesos de la
balanza, ni robado los pájaros de los dioses o los peces de los lagos sagrados, ni causado daño a los rebaños de
Amón tebano, ni contado mal los lingotes de plata que debían dedicarse al tesoro de los santuarios.
13

serie de fórmulas escritas en el Conjuro CXXV del Libro de los Muertos.

El viaje a Ultratumba estaba plagado de obstáculos en el camino, en el que los demonios


estaban dispuestos en cualquier recodo para atrapar el alma del difunto; el viaje feliz estaba
asegurado por la posesión de un rollo de papiro con una serie de encantamientos que al ser
recitados permitía al muerto pasar cuando encontraba un obstáculo o un demonio; era el
llamado Libro de los Muertos31, copia del cual se colocaba en la tumba para que éste la usara, o
en distintos períodos estas fórmulas mágicas fueron escritas en el sarcófago o en las paredes de
la tumba. Están copiadas las plegarias que deben recitarse al principio de la noche, cuando Ra
queda vencedor de sus innumerables enemigos del mundo inferior32, así como fórmulas
mágicas y redentoras, cuyo conocimiento permitía al difunto orientarse en el mundo inferior que
recorría en el curso de su viaje por las Doce Regiones de la Duat, reconocer a los dioses que
eran favorables y a los guardianes de los pilonos y de las ciudades, saber despertar su
benevolencia con plegarias y sobre todo no dejarse maltratar por los espíritus maléficos, que
eran numerosos, voraces y socarrones, ni dejarse sorprender por los demonios-serpientes que
devoraban su nombre de eternidad33, la memoria o las entrañas y vivían continuamente a la
sombra de las divinidades del universo de los muertos.

El funeral incluía una serie de procedimientos mágicos. Los ritos de “abrir el semblante”
cubierto por una malla que simboliza la malla cósmica, el orden vital que fue creado al mismo
tiempo que el universo, van acompañados en Abydos, la ciudad santa, de la figura del sacerdote
abriendo con las manos las puertas de la naos, siendo esta última el símbolo de una imagen
reducida del universo; la tumba y la naos donde reposa la momia representan así mismo el
universo, y el mismo himno resuena cuando se abren sus puertas para depositar allí la estatua
del muerto o su momia.

El san ankhu o “hechizo protector”, con objeto de que el difunto pudiera recibir por la espina
dorsal el fluido sagrado o sotpu sa34. Luego una serie de episodios que derivaban de las
doctrinas osiriacas y solares: la estatua del difunto era colocada de cara al sur sobre un lecho de
arena labrado en forma de túmulo; se la incensaba, y esta operación era repetida varias veces
sucesivamente; se la purificaba en nombre de los dioses de los cuatro puntos cardinales, Horus,
Seth, Thot y Sepa, con el agua contenida en dos tandas de cuatro vasos. Se purificaba la boca de
la estatua presentándole diez bolas de natrón, cinco por el sur y cinco por el norte, y cinco bolas
de incienso; estas eran depositadas en una cestita que el oficiante colocaba sobre la palma de su
mano, llevándola dos veces a la boca, dos veces a los ojos y una vez a la mano de la estatua,
tantas veces en conjunto como granos había. Esta serie de ritos purificadores terminaba con una
fumigación general de la estatua con los granos de incienso que acababan de serle presentados.
A continuación venía el oscuro episodio del personaje envuelto en una piel, y al que se
despertaba después de haberle encontrado dormido en una cama
31
También llamado Libro de lo que existe en el Hades, Libro de las rejas, Libro de las Letanías del Sol, Libro de la
Morada oculta, Libro de las Puertas, Libro de las Respiraciones, Libro de Aquello que está en la Duat o Escritura
de la cámara oculta, y según A. Laurent, el nombre correctos es Salida del Alma hacia la luz del día.
32
Quinientos cuarenta dioses y genios, que aparecen cuidadosamente enumerados en la tumba de Thutmés III.
33
El kha desde siempre tenía su nombre de eternidad, su nombre mágico sin el que nadie sobreviviría en el más allá
y sin el cual ningún dios querría reconocerle entre los Justificados, y por tanto, no podría contarse entre los
“inmortales” que habitan el norte del cielo, los llamados Campos de Ialu, o “Campos de Alimentos”, o “Campos de
Juncos”.
34
A menudo se ha representado a Isis detrás del faraón elevando su mano a la altura de la nuca del rey, para
comunicarle mediante pases magnáticos el fluido sagrado.
14

La llamada “la apertura de la boca, en la que ésta y otros orificios del cuerpo eran tratados
mágicamente para que el difunto pudiera continuar usando su cuerpo para comer, ver, oír, etc;
misma ceremonia que era hecha por el sacerdote kher-heb 35 sobre las estatuas y pinturas,
dotándolas de una forma de vida en el otro mundo.

Esta operación teúrgica se realizaba con la azuela, “el instrumento de Anubis”, una “varita
mágica” en forma de ureus; algunas veces esta apertura de la boca era hecha con los testículos
de un toro sacrificado. Este rito, una ceremonia de alta magia, tal vez era el más importante del
culto funerario, puesto que restituía al cuerpo momificado y fajado la facultad de la palabra y su
poder creador que ésta posee, después la vista, el oído, el gusto, el olfato, el tacto y la libertad de
movimientos de los brazos y las piernas. En el momento de la momificación, dentro del difunto
se colocaba un escarabajo de piedra bordeado de oro, amuleto que efectuaría en él la apertura de
la boca.

La apertura de la boca de la estatua se realizaba mediante el dedo meñique de uno de los cuatro
oficientes, que representan a los cuatro hijos de Horus, que se dirigía a la estatua como un hijo a
su padre; el sacrificio de un buey, de una gacela y de una oca; la presentación de la estatua de la
pata delantera y del corazón del buey; una tentativa de dar a probar a la estatua la parte
arrancada, haciendo cuatro veces el simulacro de frotarle la boca y los ojos con la carne
sangrante; la apertura de la boca y de los ojos de la estatua con instrumentos variados, las
azuelas y el mágico objeto llamado werhi-kau. Este último utensilio servía no sólo para volver a
poner en funcionamiento la boca y los ojos del muerto, sino también para asegurarle el dominio
sobre los dioses.

La ceremonia, que iba acompañada de palabras comentando cada uno de los gestos descritos,
apenas había terminado cuando se volvía a empezar, repetiéndose el episodio de la apertura de
la boca, mas empleando esta vez una nueva serie de instrumentos, el cincel de hierro, el dedo de
plata sobredorada, el saco de piedras rojas, los cuatro ladrillos de turba, etc. A continuación se
frotaba la boca de la estatua con una materia especial, una especie de grasa o de manteca,
después de lo cual se le humedecía con leche. Se renovaba igualmente el sacrificio del buey, de
la gacela y de la oca, y la ceremonia terminaba con el atavío de la estatua: se la cubría con el
cufi-yeh, se le ofrecían bandas de telas de diferentes colores, se la perfumaba, se la acicalaba y
se la revestía de atributos reales. Finalmente, se le incensaba, y se repetía esta operación en
honor de la diosa del ureus y de todos los dioses de Egipto. Al término de la ceremonia se servía
una comida, después de la cual se barría el suelo mientras que nueve cofrades o cortesanos
acababan alzando solemnemente la estatua.

La lectura de las letanías del Libro de los Muertos36 era hecha por los sacerdotes-lectores en
estado de pureza ritual, que vueltos hacia la momia del difunto durante todas las ceremonias
funerarias recitaban los textos sagrados, lo que constituía un simulacro de iniciación prematura
en el momento supremo en que el alma no iniciada dejaba la tierra; ciertas letanías aparecen

35
“el Que Abre las Puertas del Cielo en Karnak”, “el Hombre que ya tiene el Libro”.
36
Hace poco más de un siglo se descubrieron en el Valle del Nilo papiros procedentes de Menfis, Tebas y
Heliópolis, de los cuales los más importantes son los de las XVIII, XXI, XXVI y XXXI dinastías; se conservan
unos ciento noventa fragmentos de dimensiones y valor innegables. Los parientes del muerto solicitaban a los
escribas una selección de conjuros, siendo la más numerosa que se conserva la del papiro de Turín, de unos ciento
sesenta conjuros.
15

seguidas de rúbricas37 o cortas indicaciones de orden litúrgico o mágico que precisan cómo
debía recitarse tal o cual plegaria, utilizando objetos mágicos dotados de poderes; o bien pueden
ser reseñas históricas del conjuro que la precede.

Para los habitantes del Valle del Nilo la creencia en la vida después de la muerte fue esencial,
por eso, en su jornada al otro mundo, los muertos debían acompañarse de todo lo que en la tierra
les había causado placer, alimentos38, bebidas, muebles y riquezas, entre otras muchas cosas,
pero por encima de todo, su cuerpo se debía conservar, de ahí la idea de momificar y
embalsamar los cadáveres39. Inquietos por su porvenir en el mundo de ultratumba, por los
trabajos y gozos que les esperan, hicieron depositar cerca de sus momias una serie de figurillas
mágicas40 untadas con aceite de cedro, que por medio de la magia trabajarían en su nombre y en
su lugar en el Campo de los Bienaventurados, donde era preciso sembrar el grano y cosechar la
cebada y el mijo para vivir, como hacían en vida en el Valle del Nilo.

En resumen, por sus creencias de una vida de ultratumba era necesario que el ba41, o alma del
difunto, quedara asociada al kha, o su doble del elemento vital y al sekhem, el cuerpo42; a su vez
el ba no era disociable de su cuerpo, ya que sin éste la personalidad del difunto quedaría
incompleta y su supervivencia amenazada, de ahí la importancia de la momificación, ya que la
descomposición del cuerpo traería una anulación espiritual.

La importancia capital que la vida de ultratumba tuvo en esta cultura, conduce a que el arte
egipcio esté básicamente consagrado a una serie de finalidades mágico-religiosas; es un arte
concebido para la eternidad, que se caracteriza por su monumentalidad, majestuosidad y
sobriedad.

“Los artistas egipcios no producen una obra individual, sino que hay una serie estricta de
normas a las que deben apegarse. Es básico el hecho de que la belleza no es un fin en sí, sino
un medio.”43

La arquitectura egipcia se configura por dos grandes apartados que, en si mismos, nos dicen
mucho sobre el país del Nilo. El primero lo constituyen las construcciones erigidas para la

37
En el original estaban escritas en rojo, de ahí su nombre.
38
En la tumba de Tutankhamen, junto a la Sala de los Sarcófagos de Oro, se descubrió un almacén que contenía 36
grandes jarras de vino de las propiedades de Amón en Tebas, 350 litros de aceite, 40 vasos de alabastro traslúcido
que contenían ungüentos y perfumes y 116 canastas con frutos diversos, y probablemente debiá haber allí enormes
cantidades de panes blancos, panes de psen, de panes shens, de panes khenfu y de panes hbennu, para aplacar el
hambre faraónico. Por sus creencias, los difuntos se regocijaban al escuchar repetir muchas veces, al recitador
vestido con piel de pantera, que serían “luminosos y saciados”, “saciados por las ofrendas sepulcrales de Osiris”,
“saciados de pan, de cerveza y de aves asadas en la barca de Ra”, que podrían “tomar sus alimentos y calmar la sed
en presencia de Osiris, todos los días, realmente, continuamente, eternamente”; se regocijaban al escuchar al
sacerdote-lector salmodiarles que detrás de las cuatro aberturas del cielo, en las Regiones de la Felicidad, del Nilo
Celeste y de los Espíritus luminosos, "es bueno, con un poco de carne de ave, sentirse fortalecido entre los dioses
que han creado los mundos, y entre los faraones que reinaron cien mil años en Egipto.
39
Con solo internar el cuerpo en las arenas del desierto, la carne se secaba y parcialmente se preservaban los rasgos
del difunto.
40
Oushebti o shauebti, “los que responden a las llamadas”. Eran invocadas en el Conjuro VI del Libro de los
Muertos
41
Se le representaba bajo la forma de un pájaro con el rostro del difunto.
42
El cuerpo estaba conformado por otros dos elementos además de su forma, el khabit, su sombra y ren, su nombre.
43
CANSECO VINCOURT, Jorge Religión y Sentido de la Eternidad en el Antiguo Egipto.
16

eternidad, para la vida de ultratumba, los muertos, y para sus creencias divinas, los dioses; el
otro apartado lo integran las construcciones destinadas para la vida cotidiana y necesidades
humanas.

La arquitectura egipcia se reviste de un gran sentido simbólico, en la que el templo y su


distribución convergen con los relieves y el culto, para asegurar la prosperidad de Egipto
mediante la protección de sus dioses; y así la escultura exenta, el relieve y la pintura tienen una
finalidad mágico-religiosa, de gran importancia para la vida de ultratumba. En la escultura, las
obras tienen la finalidad de reemplazar a la momia en caso de que esta sea destruida o dañada,
las que eran animadas mágicamente a fin de que pudieran establecer contacto con el kha y
substituir el apoyo material que aportaba la momia.

Estas esculturas son verdaderos retratos del difunto, que era representado con la mayor
dignidad, en el apogeo de sus facultades físicas, que en el relieve y la pintura muestran la Ley de
la Frontalidad, que como vimos anteriormente, es la unión de un plano frontal y dos laterales,
representando el artista en ellos los elementos básicos de su personalidad desde diferentes
ángulos de apreciación, acompañados de los objetos con los que en vida había estado en
contacto y que le habían pertenecido.

La joyería y otras artes menores lograron un espléndido florecimiento; existieron dos tipos de
joyas, las que se usaban realmente, y las que eran realizadas únicamente para formar parte del
ajuar funerario, y por tanto sólo podían ser usadas en el más allá, colocadas junto a objetos que
el difunto había usado en vida.

La arquitectura imperecedera o eterna, que debe extenderse a lo largo de los siglos y, que en
efecto, ha terminado llegando a nosotros, para su durabilidad, se construía con piedra cortada en
sillares rectangulares perfectamente unidos y configurando recios muros levantados sobre
cimientos de gran resistencia; el elemento estético, en relación con la divinidad a la que estaba
dedicada, se centraba en el concepto de la monumental grandiosidad, para que a su lado el
hombre fuera casi imperceptible, comparándose simbólicamente su pequeñez con los dioses y
seres eternos de la vida del más allá.

Dos tipos de edificios son los más característicos del mundo egipcios y constituyen los mejores
ejemplos de su arquitectura, las tumbas, como morada para la eternidad y lazo de unión entre la
vida y la muerte, y los templos, la morada del dios, lugar donde éste se materializa en la tierra.
El único testimonio que se ha conservado de la raza egipcia proviene, en su gran mayoría, de sus
templos y necrópolis.

La tumba era, entonces, la casa de la eternidad, en la que creaban todas las condiciones
propicias para la vida de ultratumba, siendo construidas con materiales durables, como no
ocurría con las casas y aún con los palacios.

Las primeras manifestaciones de espacios funerarios fueron sepulcros subterráneos en el


desierto, conformadas por un foso circular circundado por un círculo de piedras y cubierto por
un montículo de arena, precarios monumentos funerarios que aparecen antes del año 3200 a. de
C.

Diferentes fueron las formas de sepultura practicadas en el Alto y el Bajo Egipto predinástico.
17

La población del Alto Egipto sepultaba a sus muertos lejos de la zona habitada, en los áridos
arenales del vecino desierto, levantando un túmulo sobre la fosa; al así quedar aislados de los
vivos, había que proveer a los difuntos en la propia tumba de sus armas, sus joyas, víveres y
bebidas. En cambio, en la húmeda llanura del Bajo Egipto, los muertos eran alojados en el
interior de las viviendas construidas en altozanos, quedando inhumado el muerto en sus
habitaciones y en estrecho contacto con los vivos. Estos dos tipos de sepultura evidencian
concepciones distintas de la vida ultraterrena y del consecuente culto de las ofrendas.

La tumba conformaba un complejo conjunto arquitectónico, estructurado de acuerdo a las


creencias funerarias de este pueblo, que desde el Egipto predinástico se establece como una
firme creencia en otra vida después de la muerte y en un culto funerario, encontrándose desde
los sepulcros más primitivos, datados hacia el quinto milenio a. de C., en el Neolítico, tumbas
con cadáveres y con su respectivo ajuar funerario, conformado por comida, y otros objetos;
posteriormente, la decoración de las tumbas indica cómo el egipcio concebía esa vida, que era
semejante a la de este mundo, con cacerías, cosechas abundantes, ricos banquetes y bellas
muchachas.

Esta concepción fue evolucionando desde la idea que el faraón pasaba la vida de ultratumba
junto a Ra, el dios sol, recorriendo diariamente el cielo con él, que luego fue vinculado con el
dios Osiris, con el que se identificaban a cada faraón al morir, privilegio que con el tiempo se
fue extendiendo gradualmente, primero a los nobles y después a todas las clases sociales, de
manera que todo hombre al morir de cierta manera se identificaba con Osiris44.

La doble naturaleza del soberano como “Señor de las dos Tierras” requería una sepultura en
cada una de las dos partes del reino; las diversas tradiciones funerarias desarrolladas en el
período histórico, tumbas “de túmulo” en el Alto Egipto y sepulturas dentro de las viviendas en
el Bajo Egipto, confluyeron directamente en la arquitectura de los complejos funerarios de los
faraones, manteniendo sus peculiaridades temáticas, de contenido y las tendencias formales; en
las necrópolis de Menfis, en el Bajo Egipto, se desarrolló la forma de la tumba como “morada”,
mientras que en la evolución de la tumba de túmulo en la zona de Abidos, en el Alto Egipto45,
sus dimensiones fueron aumentando progresivamente hasta alcanzar formas geométricas
abstractas. Estas dos formas distintas de tumba también influyó de modo diferente en los
edificios rituales.

Con el principio del primer período histórico, hacia el 3200 a. de C., y cronológicamente
anterior al Período Megalítico Europeo, en Egipto aparece súbitamente la arquitectura con un
alto desarrollo técnico y estético46. La concepción religiosa de este pueblo marca al arte egipcio,
el cual casi invariablemente está al servicio de lo mágico-religioso, hecho por el cual en Egipto
las formas artísticas, y entre ellas las arquitectónicas, desde el principio de su historia aparecen
44
Cuenta el mito que Osiris, el buen faraón, fue asesinado por su celoso hermano Seth, pero Osiris ayudado por su
esposa Isis y de otros dioses se convirtió en el dios de ultratumba, siendo un símbolo de la vida más allá de la
muerte.
45
Las estancias sepulcrales de las tumbas reales de túmulo de Abidos tenían muros de ladrillo, pavimentos y
paredes revestidos de madera de conífera importada, mientras el techo estaba formado por vigas.
46
Dos razones podemos dar al hecho que no sean conocidas las formas antecedentes, la utilización de materiales
perecederos en el período predinástico y, como hecho menos probable, que dichas formas no nacieran en Egipto,
sino que llegaron a él traídas por una raza invasora de alto nivel cultural proveniente de Asia que, según algunas
teorías, continuó su camino hacia América para conformar la cultura maya, como consecuencia de grandes
revoluciones geológ-cas que cambiaron el clima en toda la tierra, al principio de las llamadas épocas históricas.
18

casi concluidas y perfectas, sin que su evolución a lo largo de tres siglos sea muy marcada, ni
presente casi cambios fundamentales como lo demuestran los diferentes períodos de esta
cultura.

Mediante el estudio de los monumentos más relevantes, podemos constatar la atemporalidad de


la arquitectura egipcia, que se rompe levemente por la intervención de otros pueblos y la
infiltración de otras formas de vida y de pensamiento47.

IMPERIO ANTIGUO48
Una de las obras de arte relevantes de las primeras dinastías, que forman el llamado período
arcaico49, es la estela de Djet o del faraón Uto, el Rey-Serpiente, cuyo nombre jeroglífico,
Serpiente, figura sobre la fachada del palacio, la que presenta dos puertas y tres torres; todo ello
aparece cobijado bajo el Horus-el-Halcón, dios patronímico del Alto Egipto que se encarnaba en
la realeza, protector del faraón y de su palacio.

En la I y II dinastías, entre el 3200 y el 2789 a. de C., los sepulcros subterráneos se transforman


en tumbas, mediante el revestimiento de ladrillo en el foso y el uso de techos planos de madera
o de ladrillo conformando arcos, presentando construcciones exteriores de ladrillo secado al sol.
Surgen luego, y durante la I dinastía, las tumbas que presentan el perímetro del foso recubierto
con mampostería en piedra y sobre el techo de la cella funeraria y de las estancias adyacentes se
elevaba el verdadero túmulo de arena, rodeado de un muro de ladrillo; exteriormente, y en el
lado oriental del túmulo, se colocaban estelas con los nombres de los difuntos, y que se erguían
aisladas sin ningún nexo con el resto del conjunto, las que señalaban el lugar destinado para las
ofrendas.

La tumba de Menes, como las de los otros faraones y sus altos dignatarios de las dos primeras
dinastías, en Abidos, son subterráneas, con ofrendas funerarias conformadas por varios miles de
vasos en cada sepulcro, vasos que son verdaderas obras de arte y que confirman la tradición
recogida por Diodoro de Sicilia50, según la cual Menes introdujo el gusto por las cosas bellas en
los objetos de uso diario. Debía haber, además de los vasos, camas y mesas ricamente labradas
de las que quedan sólo los pies, de marfil. La tumba subterránea corresponde a los adoradores
de Osiris51, como imagen de la morada que tendrán los mortales en el reino de ultratumba.

La idea de la muerte como principio de una supervivencia mágica de duración indefinida, que
debía ser asegurada a toda costa, llena toda la vida de Egipto y en particular la del primer
Imperio. “La búsqueda de la permanencia, da al arte egipcio esa fuerza inmóvil y sagrada que
sugiere a la vez la inmortalidad, por situarlo fuera del tiempo y por su estatismo perfecto: la

47
Tales como la invasión de los Hiksos desde Asia, 1786-1570 a. de C.; la invasión asiria, 671-663 a. de C.; la
dominación persa, 525-332 a. de C.; el período ptolemáico, 332-30 a. de C.; 30 a. de C. en adelante, Egipto como
provincia romana.
48
I a X dinastías, 3.200 a. de C. concluyendo hacia el año 2060 a. de C.
49
De las dinastías Tinitas, período durante el cual se unen el Alto y Bajo Egipto bajo el cetro de Menes, teniendo
como capital a Heliópolis.
50
PIJOAN, José op. cit. p. 58
51
Dios que fue el predilecto en los comienzos del Egipto faraónico. Señor de los muertos, el Ounofer o Bienhechor,
que reina en un limbo pálido y gris, ubicado debajo del suelo hacia el Poniente, lugar al que van las almas
atravesando regiones oscuras y peligrosas que hay que salvar con letanías y con el sistro mágico que espanta el
maleficio.
19

muerte.”52

Hacia el 2780 a. de C., durante el primer Imperio53, surge la tumba conocida como mastaba54,
utilizada por los primeros reyes, nobles y altos funcionarios. Conformada por un cuerpo de
pirámide truncada, de base rectangular y cubierta plana, forma que, de manera evidente, sugiere
las habitaciones y chozas primitivas traducidas a la piedra, para con ella lograr la solidez y
durabilidad necesarias para la que debe ser morada permanente del faraón, y no provisional
como la requerida para la vida terrenal, hecha de juncos y de barro del río.

Hecha en piedra y rellena de ripio, pues sólo algunos pequeños espacios de ella quedaban
huecos, siendo compacto el resto, la mastaba se compone de dos elementos básicos, la parte
superior que sobresale de la tierra para formar su cuerpo visible, con una capilla dedicada al
culto público, en la que en el momento del entierro se hacían algunas ofrendas al difunto. En su
interior albergaba una capilla funeraria a la que se accedía por una puerta que, después de
realizados los ritos funerarios y ofrendas, era tapiada con gruesos sillares como los del resto del
revestimiento de la mastaba55; en una de sus paredes se colocaba una estela con escritura
jeroglífica, que constataba los datos del muerto, sus cargos oficiales y virtudes humanas.

Justo por su centro y con entrada desde la parte superior, descendía un pozo que, atravesando el
cuerpo de la mastaba, se adentraba en la tierra bajo la masa de la construcción, desembocando
en una pequeña cámara subterránea o hipogeo56, la cámara sepulcral, segundo elemento, en la
que se depositaba el sarcófago que contenía la momia del difunto; esta cámara subterránea se
cerraba con una gruesa losa y el pozo se cegaba por completo después del sepelio, disimulando
cuidadosamente la entrada para proteger los restos e imágenes del difunto, única garantía de
supervivencia mágica en el mundo de ultratumba.

Algunas mastabas tenían una segunda cámara57, el serdab, donde se ubicaba el kha o doble58;
parte de los tesoros del difunto se distribuían entre el serdab y la capilla, aunque lo más valioso
quedaba encerrado en la clausurada y cegada cámara funeraria de la infraestructura. Magnífico
ejemplo de serdab es el de la mastaba de Merekuda59 en Sakkarah, en la que el kha aparece
albergado en una hornacina.

A cada tumba le estaban destinados unos sacerdotes, que se encargaban de celebrar el culto a la
52
HENRÍQUEZ, Raúl op. cit., p. 29.
53
En el Imperio Antiguo, al que se le conoce como la era de las pirámides; su capital fue Menfis.
54
Palabra árabe que significa banco o sofá, ya que en efecto esta construcción tiene la forma de un diván.
55
Quedando así oculta para evitar una posible profanación.
56
Hipogeo: construcción excavada en la tierra.
57
Algunas mastabas llegaron a contener hasta treinta habitaciones, entre las cuales había una pequeña capilla en
donde los sacerdotes ofrecían sus presentes al difunto y los parientes y amigos depositaban los alimentos a él
destinados. En la tumba de un alto funcionario de la II Dinastía, descubierta por el arqueólogo inglés Emery, una de
las cuarenta y dos piezas fúnebres se asemejaba mucho a un comedor, con su mesa en la que aparecían puestos los
cubiertos, copas y platos de alabastro que contenían palomas asadas, peces del Nilo, legumbres variadas, un lomo
de vaca para diez convidados, salsas, frutas, repostería de forma redonda y hogazas de pan triangular, todo bien
conservado por el clima egipcio. Entre esas habitaciones destacaba la Sala de Oro, con sus techos decorados de
constelaciones sobre fondo azul, y tablas astronómicas, las cámaras de recepción de las momias, en cuyos muros se
copiaron los capítulos esenciales del Libro de los Muertos.
58
Escultura a tamaño natural que simbolizaba al difunto y servía, según la creencia egipcia, como apoyo o
residencia del alma en tanto el espíritu descendía a reunirse con ella.
59
Visir del faraón Teti, de la V dinastía.
20

memoria del difunto. Cada día pronunciaban las palabras de resurrección y aportaban ofrendas
al alma, que regresaba a la tierra bajo la forma de un pájaro antes de partir hacia la luz.

Los faraones de las I y II dinastías construyeron inmensas tumbas de ladrillo en Sakkarah60 y


Abidos. Eran bloques masivos en forma oblonga, de altura relativamente baja en comparación
de su largo y anchura, en ocasiones mayores a 57 por 26 metros que en sus fachadas, por lo
general, presentaban una decoración con redientes; las estrías, los elementos entrantes y
salientes, y las puertas falsas61 eran una copia de los muros que protegían a la ciudad de los
vivos en el fértil valle del Nilo; estas murallas circundantes asumen un valor decorativo, al ornar
los entrantes y salientes con motivos de entrelazos policromados o disponiendo los ladrillos
exteriores en figuras geométricas.

A finales de la I dinastía, la “fachada palatina” apanelada en la parte exterior de la mastaba se


redujo a dos nichos en la cara este, de los que el más importante era el cercano al ángulo
suroriental y que se convierte en el punto focal de culto funerario al difunto.

Esta tumba-palacio estaba rodeada por un muro bajo en cuyo lado exterior se alinean, como en
Abidos, las tumbas menores de los dignatarios; el lugar destinado al culto se halla ante un nicho
ubicado en el lado oriental, que hacía las veces de la “falsa puerta”.

Las mastabas privadas de la II dinastía, generalmente menores en su tamaño, continuaron


construyéndose en un orden aparentemente fortuito dentro de la zona occidental de las grandes
tumbas de la I dinastía; constituyen un vasto complejo de cámaras subterráneas excavadas en la
roca, de las que no quedan restos de sus superestructuras, las que fueron las tumbas reales de los
primeros faraones de la II dinastía, Reneb y Ninetjer. En el Bajo Egipto las mastabas se
agruparon en forma ordenada, configurando calles y llegando a construir auténticas ciudades de
los muertos. Una de las necrópolis del Imperio Antiguo se encuentra en la actual Thina el-
Gebel, con tumbas excavadas en la roca.

En los muros de las cámaras sepulcrales de las mastabas es frecuente encontrar relieves
policromados muy bajos, que cuentan la vida del difunto, la familia, el trabajo, los placeres, toda
la existencia de un pueblo pacífico, representados con la Ley de la Frontalidad de la que ni
siquiera escapan las de animales. En los relieves, los temas no solo enfocan los múltiples
aspectos de la vida humana, sino también el paisaje, del desierto al campo de labor, y toda la
fauna.

En la mastaba de Ti, en la necrópolis de Sakkarah, hay escenas pastoriles, los vaqueros


ordeñando a las vacas con las patas traseras atadas mientras los becerros, atados a un arbusto
mugen por sus madres; los segadores y gavilleros; los cazadores provistos de arpones que
navegan en ligeros esquifes persiguiendo a los hipopótamos que nadan en el río; un grupo de
pájaros que cantan ruidosamente escondidos entre los cañaverales y tallos de los papiros que
crecen en el agua.

60
Algunos historiadores escriben Saqqarah.
61
Esta puerta falsa representa una unión ideal entre el difunto y el mundo de los vivos; era el lugar en el que se creía
debería aparecer el difunto. Este elemento se continuará usando durante toda la historia del Egipto Antiguo, en
representaciones plásticas o solo pictóricas en templos y palacios, señalando el lugar por donde debería aparecer un
dios o un faraón muerto. Independiente en su forma y en su función, con frecuencia la falsa puerta está decorada con
motivos típicos de la arquitectura egipcia, como el bocel llamado toro y la gola.
21

La mastaba de Ptah-Hotep, gran visir del faraón Isirá, hacia el 2700 a. de C., está decorada con
parvadas de ocas, rebaños de cabras y de vacas62, además una serie de máximas escritas por el
visir: “No seas orgulloso porque sabes algo. Toma consejo del sabio como del ignorante,
porque el arte de vivir es difícil y no hay artista que sepa todo lo que hay que saber. A veces, un
buen consejo puede llegarte con palabras de la esclava de tu molinero.” La máxima 18 dice:
“Si quieres mantener la amistad en una casa que visites a menudo, sea de tu amo, de tu
hermano o de tu amigo, cuida de no acercarte a las mujeres. El lugar donde ellas están no es
bueno para ti. Por su causa van miles a la perdición. Los hombres se vuelven locos por sus
caras brillantes maquilladas, pero después se descoloran y su rostro adquiere el tinte de la
piedra pómez. El placer dura un instante, es como un sueño, y la muerte viene al final.”

Un gran cambio se realiza en Egipto con la III dinastía y marca el inicio del llamado Imperio
Antiguo, que se refleja en el sepulcro, posiblemente una reforma religiosa que no transcendió al
bajo pueblo, siempre devoto de Osiris. Sin repudiar enteramente a Osiris, estas clases superiores
se entregaron, a otro concepto religioso, a otro sistema filosófico, el de Ra, con un fervor que les
llevó a ejecutar grandes obras.

Desde tiempo inmemorial se había ido formando un verdadero sistema cosmogónico en el


santuario de On, que los griegos llamaron Heliópolis63, centrado en la idea de Ra, el dios solar,
mas por la popularidad de Osiris se le relegó a un segundo plano y Zoser, aconsejado por su
ministro, jefe de los Secretos de la Magia real y consejero, Imhotep64, impuso el concepto de Ra
a los miembros de su familia y de la corte; desde entonces el sepulcro no fue un antro
subterráneo sino construido en gigantescos monumentos sobre el nivel del suelo, la mastaba
para los altos funcionarios y, con el deseo de magnificar aún más las tumbas a partir de la II
dinastía, marca el origen de la pirámide escalonada, siendo ésta una superposición de mastabas
que multiplica las dimensiones de este tipo de tumba para los faraones, que por su mayor escala
y reiteración expresan la superioridad del faraón respecto a los sacerdotes y dignatarios de la
corte, cuyas vidas futuras tenían como residencia simples mastabas. Las pirámides más antiguas
datan de la III dinastía, siendo la primera pirámide escalonada, y probablemente la única que se
terminó, la de Sakkarah, perteneciente al primer faraón de la III dinastía, Netjerykhet Djoser, o
Zoser.

Aunque en la II dinastía tentativamente se utilizaron pisos, fachadas y enlosados de cantería y


granito, el uso de la piedra a gran escala es un suceso inesperado, e implica una revolución en la
tecnología egipcia; esta aportación se debe a Zoser e Imhotep. hacia el 2800 a. de C65 Imhotep,
autor del grandioso complejo funerario en las orillas del desierto de Sakkarah, el primer gran
conjunto arquitectónico egipcio, que aporta a la arquitectura una serie de soluciones técnicas
fundamentales y un lenguaje decorativo consumado e imponente.

62
Cuando se representan asnos, casi fue una excusa las escenas de la trilla en la era, y siempre con variantes
graciosísimas; a veces, un asno se encabrita y desbarata el orden de trabajo, o se pone de espaldas, o se para a
comer, o rebuzna exasperado.
63
Khemenu, en árabe Ashmuein; su necrópolis es el-Bersheh. La ciudad santa del dios Thot
64
El primer arquitecto que figura en la historia. Médico de tanta fama que los griegos lo identificaron con
Asclepios, Esculapio; posteriormente fuera deificado por sus contribuciones en los campos de la arquitectura, la
medicina, la filosofía y la escritura, venerado como dios de la medicina y de los escribas.
65
Otras fuentes dan como fecha de construcción hacia el 2630 a. de C, la primera pirámide en la historia egipcia y
por sus dimensiones la estructura en piedra más antigua del mundo.
22

La innovación en este monumento está en la petrificación general de todas las estructuras, que
hasta entonces se habían construido en ladrillo, madera o paja, cuyo propósito era asegurar la
perfección y la duración eterna de la obra, ya que la búsqueda de la eternidad fue una
preocupación constante en el mundo egipcio al desear entronizar a sus dioses y faraones eternos
en construcciones igualmente eternas, imperecederas. En la tumba del faraón la piedra sustituyó
a la mampostería de ladrillo tosco, el frágil entablado de madera y los tableros de las puertas.

La segunda contribución de Imhotep fue la invención de la pirámide, al sobreponer cuatro


mastabas, cada una más pequeña que la anterior, formando una estructura escalonada “... cuyo
significado simbólico parece ser el de simular la escala que permitiera al faraón ascender
hasta Rha.”66, conforme a las doctrinas solares heliopolitanas; en la fase final de la construcción
añadió dos escalones y aumentó el volumen de dos de los lados de la pirámide escalonada,
alcanzando el monumento una altura total de 60 metros, cimentados en una base casi cuadrada
de 120 por 110 metros. Es el primer intento de una pirámide, “... expresión plástica de severa
elementalidad ... cristalización de la aspiración hacia lo alto.”67.

Esta gran pirámide escalonada contaba con su serdab para el kha del monarca, y una cámara
sepulcral a gran profundidad que contenía la momia y el ajuar funerario, a la que se llega por un
pozo descendente desde el norte. Este gigantesco monumento se conforma por un laberinto
subterráneo de galerías que rodean la pirámide por sus lados este norte y oeste, y criptas cavadas
en la roca a 30 metros de profundidad de la superficie de la meseta y bajo la propia pirámide.
Las cámaras funerarias estaban enteramente recubiertas de mosaicos de color azul y
bajorrelieves que muestran al rey en celebraciones rituales.

La pirámide tenía otras construcciones subsidiarias, especialmente la tumba meridional y el


templo mortuorio, que aseguraban el bienestar del faraón difunto en su nueva existencia y
contribuían al mantenimiento de su culto para los ritos y ofrendas; una columnata de entrada,
con columnas protodóricas que reproducen en piedra los haces de juncos atados con bejucos;
una plaza cerrada por el famoso muro de la cobra, hileras de capillas que flanquean el patio,
varios altares y las Casa del Sur y del Norte, todas ejemplo de una sólida factura en piedra local
revestida con piedra caliza, con algunas bóvedas de cañon que recuerdan los techos de paja
usados en las viviendas del pueblo; y el complejo de las construcciones cercanas al ángulo
suroriental de la pirámide escalonada, del festival-sed, que es un rasgo característico de este
conjunto y del que no hay testimonio en otros lugares; representa una réplica en piedra de las
capillas y pabellones levantados para la celebración de la fiesta sed68.

El eje principal de este gran complejo rectangular se orienta de norte a sur, estando todo rodeado
por un alto muro de circunvalación, el llamado “Muro Blanco”, que reproducía la muralla de
ladrillos en cuyo interior se encontraban los palacios del rey, las capillas votivas y los edificios
de la administración de los dos países, que este faraón tuvo en vida en la vecina ciudad de
Menfis; presenta un ritmo geométrico de entrantes y salientes69 con redientes, de 10 metros de
altura por 1.650 metros de contorno, es decir, 550 por 275 metros.

66
DE OLAGUER-FELIÚ Y ALONSO, Fernando op. cit., p. 11.
67
PIJOAN, José op. cit, p. 61
68
La fiesta se celebraba para señalar el comienzo de una nueva fase en el reinado del faraón.
69
Elemento característico de las ciudades del Bajo Egipto.
23

El aspecto más sobresaliente de esta arquitectura simbólica es la sutileza de las formas; la


armonía de proporciones es evidente en las columnas, llamadas protodóricas70, siempre
adosadas y construidas en muros adyacentes, mostrando estrías cóncavas o convexas. A manera
de ornamentación, Imhotep usó elementos aparentes o trompe-l'oeil, como puertas falsas, pares
ficticias, imitaciones de pretiles de madera, puertas semiabiertas con bisagras petrificadas, etc.,
además de crear una impresión de grandes alturas al utilizar piedra caliza cortada en bloques de
dimensiones crecientes; los primeros bloques son pequeños y resultan ser sólo una mera
imitación del enladrillado pues, con el tiempo, los artesanos encargados de labrar la piedra
descubrirán que es más económico trabajar con bloques grandes; así, a fines de la IV dinastía
labran bloques de granito ciclópeos, cuyo peso rebasa las diez toneladas.

En torno a las pirámides se desarrollaban las necrópolis, donde todo el pueblo de la capital
dormía en ella; la de Menfis, en la orilla derecha del Nilo y cerca a la capital, en Sakkarah, con
sus mastabas entre las que destacan las de la V dinastía como la ya mencionada de Mereruka,
visir del faraón Teti, que contaba con treinta y dos salas, seis de ellas dedicadas a su esposa. La
necrópolis de Sakkarah cubre un área superior a los 6 kilómetros de longitud por más de 1,5 de
anchura; en ella se encuentran tumbas mastabas desde las pertenecientes a altos funcionarios de
la I dinastía, que forman casi una línea continua a lo largo del ángulo oriental de la amplia
meseta norte de la pirámide escalonada de Zoser.

Sus superestructuras, construidas con adobes secados al sol y provistas de una “fachada
palatina” en forma de paneles, fueron de dimensiones considerables, como la tumba S 3504 de
tiempos del faraón Wadj, que medía 56,45 por 25,45 metros; en el centro de la mastaba había
cámaras para el equipamiento funerario, mientras que la superestructura contenía una cámara
mortuoria situada en la parte central con otras estancias subsidiarias.

Hebenu, la actual Kom el-Ahmar, la primitiva capital del nomo XVI del Alto Egipto presenta
una pirámide escalonada, posiblemente de la III dinastía, y una necrópolis conformada por
tumbas excavadas en la roca que datan de finales del Imperio Antiguo.

Durante las III y VI dinastías aparecen las primeras representaciones del faraón en la escultura
exenta y toda su carga simbólica, ejemplificado en la estatua del rey Zoser71; al tallarse el
monarca y el trono en el mismo bloque, viene a significar la idea de unidad inseparable del rey,
trono y soberanía, el cetro en una de sus manos, como gobernador indiscutible, pero magnánimo
por la posición de su otra mano, abierta y extendida. Ostenta la llamada “barba osírica”72, como
simbolismo de su propia divinidad, barba postiza hecha en oro y con incrustaciones de
lapislázuli; en la cabeza lleva el klaft, simulando por su forma la cabeza de la cobra protectora
de la realeza; de rostro impasible y mirada que parece perderse en el más allá.

La estatua en diorita negra de Kefren, de la IV dinastía, sigue los mismos lineamientos variando
en el hecho que el faraón porta en su mano derecha el sello real, en su puño cerrado.

En el Imperio Antiguo, otra de las maneras frecuentes de representar al faraón fue acompañado
por su esposa, como la escultura en basalto del faraón Micerino y la reina Khamerer-Nebti. En
70
Ya que presagian las soluciones griegas.
71
Hallada en el templo próximo a la pirámide escalonada de Sakkarah, dedicado a su culto, parece ser la pauta para
las reglas iconográficas utilizadas posteriormente en la representación sedente de los faraones.
72
Apéndice capilar propio del dios Osiris, usada por los soberanos del país del Nilo para representarle.
24

estas esculturas el monarca viste el típico faldallín egipcio, el shendyt, en tanto que las figuras
femeninas usan unas finas túnicas de lino, que permiten vislumbrar su cuerpo y que fue la
vestimenta propia de las damas de alcurnia. O conformando triada junto a divinidades
protectoras, como la triada de Micerino luciendo la corona ornada con el buitre, flanqueado por
la diosa Hathor y la deidad protectora del Nomo del Perro Negro, región del Alto Egipto.

Junto a la representación del faraón fue también importante la estatuaria cortesana; el Imperio
Antiguo es el que mejores obras presenta. El faraón Keops mandó realizar una serie de
“estatuas vivas” de sus más fieles servidores y allegados; realizadas en piedra calcárea
policromada, presentan incrustaciones vítreas en los ojos y una diferenciación en el color de la
tez que responde al ideal de belleza egipcio, la piel tostada en el hombre, curtidos por sus luchas
o trabajos al aire libre, y blanco en la mujer, que en el interior de la casa se dedicaba a
menesteres más delicados. En las representaciones femeninas es notable la riqueza de las joyas
de las damas de rango real y la gran peluca con diadema que encuadra los rostros.

Paradigmas de esta modalidad escultóricas son:


- La estatua de Rahotep y Nofrit, perteneciente a la IV dinastía; es uno de los retratos más
antiguos identificados en toda la historia del arte73; representa al sacerdote y general de
Heliópolis y su única esposa, emparentada con la familia de Keops.

- El enano Seneb con su esposa y sus dos hijos, de la IV dinastía; muestra menor riqueza en sus
atuendos, indicando una clase social inferior.

También se realizaron esculturas de altos funcionarios de la corte, la administración y los


sacerdotes, personajes que, dominando la escritura y las cuentas, ocupaban puestos de
importancia y constituían un punto clave en la vida política de Egipto, como el Escriba en su
posición habitual, en cuclillas soportando sobre las piernas las tablillas de la escritura, portando
en su mano derecha el punzón con el que realizaba su trabajo y con los ojos fijos al frente,
pendiente de las órdenes de sus superiores. O personajes que ostentan rangos regionales en el
gobierno de las provincias o nomos como gobernadores, superintendentes o altos dignatarios. El
cheik el-beled, es el retrato de Kaapaer, noble de la IV dinastía y gobernador del Bajo Egipto; es
una de las pocas esculturas realizadas en maderas, material que era importado desde el Líbano
sólo para los más altos menesteres. Estaba recubierta con placas de metal.

“La raza de los antiguos egipcios era fuerte y robusta. Estaba formada por hombres fornidos,
de constitución vigorosa, inteligentes, de ideas simples, pero profesadas sin zozobrar ni
vacilaciones. Las mujeres compartían con el marido las fatigas y penalidades de la vida.
Muchas de estas laboriosas compañeras se han encontrado reproducidas al lado del marido,
con igual rango y derecho al retrato de las grandes damas; las de los burgueses están también
representadas en pequeñas figuras, ocupadas en la molienda del grano, en amasar el pan,
lavar la ropa, o entregadas a otros quehaceres domésticos de la vida diaria. Por estas estatuas
funerarias femeninas se puede apreciar la participación que tuvo la mujer en la vida civil del
pueblo faraónico durante el tercer milenio antes de nuestra era.”74

Los faraones de la III dinastía, después de Zoser, no pudieron menos que igualar las grandiosas

73
Descubierta en 1871 en una de las mastabas de Meidum.
74
PIJOAN, José op. cit., p. 71
25

construcciones de Imhotep; aunque sus obras son fallidas, con el arribo de la IV dinastía las
proporciones de las tumbas se acrecientan más. El cambio de la III a la IV dinastía se caracteriza
por la transición de la pirámide escalonada a la pirámide propiamente dicha, surgiendo la más
prototípica de las sepulturas egipcias, la pirámide, que hasta finales del Imperio Antiguo será el
tipo de tumba habitual de los faraones. Este paso radical se inició y completó durante los
reinados del último faraón de la III dinastía, Huni, y el primero de la IV dinastía, Snofru75,
nuevo aporte a la arquitectura egipcia y que tiene su máximo esplendor cuando Keops, Kefren y
Micerinos construyen las pirámides con caras triangulares en la necrópolis tebana de Gizeh.

La pirámide escalonada evoluciona a la pirámide de doble pendiente, siendo el único ejemplo


de éstas la pirámide de Dahshur, una de las dos erigidas durante el reinado de Seneferu o
Snofru, primer faraón de la IV dinastía y padre de Keops, que anuncia el período de los grandes
constructores de pirámides.

En Dahshur76, al sur de Sakkarah, el monumento del sur es la conocida como pirámide


romboidal o de doble pendiente 77, ya que la parte superior presenta un ángulo más bajo;
construida hacia el 2700 a. de C., la primera que se planificó desde sus cimientos como una
verdadera pirámide, pese a lo cual, cuando la estructura alcanzó más de la mitad de la altura
proyectada la inclinación de sus caras exteriores se redujo repentinamente, pasando de 54 o 27'
44" en el primer cuerpo a 42o 59' en el remate, dando origen a la característica silueta
“inclinada”, mientras que se mejoraba el método de revestimiento y de los bloques de relleno.
Alcanza una altura de 105 metros y su base es de 188 metros por lado, conteniendo dos extrañas
cámaras superpuestas, cuyo significado simbólico de esta colocación se desconoce.

Esta pirámide es la única que tiene dos entradas diferentes, la típica en la cara norte y otra en la
fachada occidental; al sur de esta pirámide se encuentra la habitual pirámide ritual subsidiaria y
el templo del valle está situado a unos 700 metros al nordeste, depositario de una serie de
relieves notables, algunos de los cuales muestran procesiones de figuras femeninas que
personifican los territorios de Snofru en el Alto y el Bajo Egipto.

Maidum muestra una estructura en forma de torre gigantesca, desplantada sobre una colina
formada por rocalla, restos de la primera piráide propiamente dicha que se intentó construir en
Egipto junto con el primer complejo piramidal que conocemos en todo su desarrollo y cerca a
la “Pirámide Inclinada” de Dahshur. Este monumento se inició como una pirámide de siete
escalones, que posteriormente se recubrió con otra estructura de ocho escalones y luego fueron
rellenados para recibir un revestimiento para convirtir la estructura en una pirámide propiamente
dicha. Originalmente, esta pirámide fue construida para Huni, último soberano de la III dinastía.

El faraón Snofru no se contentó con una sola pirámide en Dahshur, erigiendo otra a unos 2
kilómetros más al norte, la denominada “Pirámide Roja” o “Rosa” por el color de la piedra
caliza que se empleó en su construcción, cuya inclinación de las caras es la misma que la de la
parte alta de la Pirámide Inclinada; sus dimensiones, 220 por 220 metros y 105 de altura,
únicamente llegan a ser superadas por la pirámide de Keops.

Al norte y este de la pirámide existen cementerios con amplias mastabas en ladrillo cocido de
75
Las pirámides en que se puede ver ese proceso se encuentran en Maidum y en Dahshur.
76
La necrópolis de Dahshur es la más meridional de las menfitas; tiene una longitud de 3,5 kilómetros.
77
También llamada pirámide “inclinada”, “desmochada”, o “falsa”.
26

comienzos de la IV dinastía, destacando entre ellas las de mastabas gemelas de Rahotep, sumo
sacerdote de Heliópolis, y su mujer Nofrit; y de Enferma’at y su esposa Itet.

La pirámide propiamente dicha fue introducida a comienzos de la IV dinastía, que fue el


desarrollo natural de la pirámide escalonada anterior. En la mayor parte de estas pirámides, la
estructura consistía en una serie de contrafuertes que rodean el núcleo central, contrafuertes que
van decreciendo en altura desde el centro hacia afuera, es decir, dentro de toda pirámide
propiamente dicha hay una pirámide escalonada como núcleo, hábil disposición interior que
añadía estabilidad a la estructura y que fue evolucionando al mismo tiempo que la pirámide;
para su construcción se emplearon bloques de relleno para colmar los “escalones” formados por
las caras de los contrafuertes exteriores y bloques de revestimiento, a menudo de la piedra caliza
de Tura, de mejor calidad, que completaron la transformación en una verdadera pirámide.

En la necrópolis de Gizeh, junto a Menfis, se erigieron muchas sepulturas faraónicas,


destacando las de tres faraones de la IV dinastía, Khufu, Khafra y Men-Kau-Ra78, cuyos
reinados fueron los más fecundos del Imperio Antiguo y llevan la idea del sepulcro real a una
grandeza jamás superada por la arquitectura funeraria de otros pueblos o épocas, “... ni en sus
proporciones, ni tampoco por la impresión de fuerza indestructible y permanencia que de ella
se desprende.”79. Desde la antigüedad las dos mayores habían sido violadas, mas en la de
Micerino, que estaba intacta, se encontró el sarcófago real de pórfido, que contenía la momia
dentro de otra caja de madera. Encarnaban las colinas primordiales surgidas del océano en sus
orígenes.

La pirámide de Keops, construida en el 2650 a. de C., es una estructura de 2,5 millones de


metros cúbicos y una masa de 6 millones de toneladas, conformada por bloques colosales que
fueron transportados sin ayuda de vehículos rodantes; sólo utilizaron una suerte de trineos
empujados cuesta abajo en terrenos inclinados, con barro húmedo en la base para que actuara
como deslizador.

De 227 metros en cada uno de los lados de la base y 146 de altura, en su simplicidad de forma y
sistema constructivo lleva consigo serios problemas de orden plástico, cuyas proporciones
fueron establecidas mediante cálculos astronómicos80 y, por qué no, mágicos. El núcleo de la
pirámide está formado de piedra y adobes recubiertos por inmensos bloques cúbicos de granito,
que escalonándose dan la forma a la pirámide, cerca de 3 millones 300 mil bloques de piedra,
cada uno de 2 y media toneladas de peso aproximadamente, cuyo acabado final es un
recubrimiento plano de piedra caliza de Tura.

Justo en el centro de la pirámide se encuentra la cámara real, cobijada por triángulos de descarga
y espacios de refuerzo para evitar que el gran peso de los bloques no venzan su techo; dos
galerías de ventilación opuestas y diagonales, orientadas matemáticamente respecto a la Estrella
Polar, relacionan esta cámara con el exterior para que durante una noche de dos estaciones, el

78
Que conocemos con los nombres helenizados de Keops, Kefren y Micerino.
79
HERNÍQUEZ, Raúl, op. cit. p. 31.
80
La llamada Gran Pirámide de Gizeh está alineada en forma que sus vertientes miran casi exactamente a los cuatro
puntos cardinales. Los egipcios fueron grandes observadores de los cuerpos celestes, revelando esa misma atención
esmeradísima en sus obras y estudios de ingeniería; hicieron mapas del cielo, reconocieron muchas de las estrellas
fijas e inventaron instrumentos para calcular los movimientos de las demás. Cuando trazaban los cimientos de un
templo o monumento, determinaban su eje por las estrellas.
27

Nilo Blanco y el Nilo Fecundador, los momentos álgidos del año egipcio, en los dos momentos
en que más suerte y ayuda divina precisaba por la peligrosidad de las crecidas del río y por ser el
momento de la cosecha, penetrara la luz de esta estrella y el kha del faraón, alojado en esta
cámara, pudiera saber de su pueblo.

Otra serie de corredores conducían a otros espacios y pequeñas cámaras; una rampa descendente
y oculta tras largas galerías, puertas falsas y trampas de diversos géneros, conducía a la cámara
funeraria81 situada en la infraestructura de la construcción. Todas las galerías y corredores se
cerraban y compactaban después de depositarse la momia real y su correspondiente ajuar
funerario.

Para su construcción, durante los 20 años que duró el reinado del faraón se alistaron cien mil
hombres cada año, quienes trabajaban en ella durante los tres meses de inundación del Nilo, de
julio a octubre, para transportar la piedra, y cerca de cuatro mil albañiles especializados y
ayudantes durante todo el año.

La altura y la inclinación de estas pirámides revela que los egipcios conocían la relación entre el
cuadrado y el círculo, el número Pi (3.1416), que expresa la relación entre el radio de la
circunferencia y su longitud, como lo demuestra que la altura de las pirámides es exactamente el
radio de un círculo cuya circunferencia es igual al perímetro de la base, lo que da la inclinación
de las caras, de 51o 51'.

La pirámide de Kefren mide 214,5 metros por lado, 143,5 metros de altura, con un ángulo de
inclinación de 53o 7' 48"; la de Micerino mide 105 metros por lado, 65,5 de altura y un ángulo
de inclinación de 51o 20' 25".

Las caras de las pirámides recibían un tratamiento para que lucieran brillantes y pulidas para
acentuar el significado simbólico del triángulo, que representaba los rayos del sol convergentes
en un punto "... para formar una especie de escalera de Jacob que unía la tierra y el cielo." 82
Plinio supuso que las pirámides estaban decoradas con franjas de distintos colores, con la última
piedra terminal dorada83.

Estas enormes pirámides con galerías, cámaras funerarias, bóvedas y cámaras de tesoros, dado
el carácter religioso de los faraones, se complementaban con otras construcciones subordinadas
en su base, sus respectivos templos funerarios84, que eran utilizados para los ritos durante el
entierro real. Al igual que las mastabas tenían la habitación del doble, que se encuentra al pie
mismo de todas ellas; estas dependencias se comunicaban mediante una calzada, o avenida
monumental85, con el Nilo, en cuyas orillas se desarrollaba un embarcadero donde una gran
barca pétrea esperaba la resurrección del faraón para condurcirlo junto a Ra, y un templo cerca

81
Que alojó el triple sarcófago de este faraón, el primero de granito, el segundo de madera policromada y el tercero
de oro con esmaltes.
82
STIERLIN, Henri Arte y explendor del Mundo. EGIPTO Promociones Editoriales Mexicanas, S.A. de C.V.,
México, 1985, p. 20.
83
Como lo era el piramidón que remata los obeliscos en los monumentos de épocas posteriores.
84
Los templos funerarios y las tumbas siempre se construyeron al oeste del Nilo, ya que para los egipcios el reino
de los muertos se encuentra al oeste, donde se oculta el sol.
85
A la que los griegos llamaban dromos. La calzada de la pirámide de Keops corre sobre un terraplén monumental
de 500 metros de longitud.
28

al río para el culto del soberano divinizado después de su muerte.

Estos templos, construidos con enormes bloques de granito de Assuán, ostentan una sala
sostenida mediante columnas. Además, junto a ellas se construían las pirámides de las reinas, de
reducidas dimensiones, y fosos para barcos, donde se enterraba la barca que llevaba el ataúd
momiforme en la procesión fúnebre, y la que el faraón ocuparía en su viaje al más allá.

Los templos adyacentes a las pirámides son, en cierto modo, los antecesores de los grandes
templos tebanos de las dinastías sucesivas, ya que presentan todos los elementos característicos
del templo egipcio; en los templos de las pirámides de Abusir las columnas están formadas por
tallos de loto, con el capitel constituido por una flor cerrada; otros semejan tallos reunidos de
papiros o de palmas, y las basas de las columnas son siempre pequeñas o no existen.

Ejemplo de estos templos es el llamado “templo de la Esfinge”, perteneciente al culto faraónico


de Kefren, emplazado a un lado de la gran Esfinge. Construido con grandes losas de granito
labradas regularmente, con el techo sostenido por pilares que dividen su planta en varias naves;
consta de un patio anterior, una sala para el culto privado de los sacerdotes que cuidan el
edificio funerario y otra sala reservada para el dios, cuyo acceso estaba vedado y donde sólo
podían entrar los sucesores directos del monarca.

La Esfinge de Gizeh es una de las construcciones anexas a la pirámide de Kefren, obra


monumental tallada en piedra caliza, con cuerpo de león y cabeza humana de más de 4 metros
de ancho86, que es la imagen de Harmakuti o Harmakhis, divinidad que personificaba al Sol
Naciente el “Horus del Horizonte oriental”87. Era un templo al aire libre, presentando entre sus
grandes patas de león un altar, en el que a la salida del sol se realizaban sacrificios al faraón en
su advocación de Harmakuti.

Esculpida hacia el 2800 a. de C., es una colosal figura de 70 metros de longitud y 20 de altura;
para labrarla, aprovecharon un montículo de caliza de la llanura, que se completó con grandes
bloques.

Entre las patas de la Esfinge se halla la escena del sueño de Tutmosis IV, esculpida mil años
después, que explica cómo la Esfinge le dio el trono como recompensa por haberla salvado del
terrible suplicio de verse sepultada bajo la arena del desierto.

La pirámide de Wenis, último soberano de la V dinastía, se alza cerca del ángulo suroccidental
del recinto de la pirámide escalonada de Zoser; los muros del interior de dicha pirámide están
llenos de textos piramidales, los llamados “Textos de las Pirámides”, una colección de
encantamientos escritos con el propósito de ayudar al faraón difunto en el mundo inferior, y que
pudieron utilizarse durante la ceremonia funeraria. Este monumento fue el primero que contuvo
textos piramidales, que luego fue característico de las pirámides del Imperio Antiguo.

La calzada que une el templo funerario de la cara este de la pirámide con el templo del valle,
estaba decorada con relieves; entre otras escenas aparecen unos barcos transportando columnas

86
Se le ha considerado como la representación del faraón Kefren.
87
Lamentablemente mutilado, su rostro todavía resplandece maravillosamente cada amanecer bajo los primeros
destellos del astro que simboliza. Su faz estaba pintada de rojo.
29

y arquitrabes de las canteras de granito cercanas a Assuán para las obras de construcción de la
pirámide de Wenis; el viaje y transporte requería siete días.

Los elementos principales del nuevo desarrollo de la pirámide son el templo del valle y la
calzada; por lo general el templo mortuorio está frente a la cara este de la pirámide. El eje mayor
del complejo se orienta normalmente hacia el oeste.

El complejo piramidal de Sahu-Ra en Abusir, perteneciente a la V dinastía, es un buen ejemplo


de este tipo de monumentos funerarios; los desembarcaderos del templo del valle indican el
principal medio de llegada para el culto público del faraón, del que arranca la calzada
ascendente que lo conecta con el templo mortuorio, que consta de una parte exterior con un
pasadizo de entrada y un patio de columnas, y una parte interior, con cinco nichos para estatuas,
almacenes al norte y al sur, y un santuario; a menudo hay también una pirámide de tipo
subsidiario cerca de su ángulo suroccidental. En la mayor parte de las pirámides se llega al
interior por un pasadizo descendente que se abre en la cara norte; el techo de la cámara
mortuoria está formado por los bloques mayores y más pesados de toda la estructura.

La existencia de las pirámides en Egipto no fue simplemente una forma de tumba, un


monumento que sirven para contener o enmascarar las sepulturas reales. Son los monumentos
que dan en grado sumo la idea de majestuosidad, de monumentalidad y de atemporalidad de la
creencia egipcia en el más allá; son edificaciones pletóricas de simbolismos que las conecta con
el Sol y con la exaltación del faraón, pudiendo considerarse que la pirámide era un gran trono
solar, cuya forma recordaba el túmulo primordial. Así, es la idea de Ra88 que desde lo alto del
firmamento -la cúspide de la pirámide- lanza sus rayos bienhechores hacia los cuatro puntos
cardinales -las caras de la pirámide- para abarcar y abrazar las tierras de Egipto -la base-, un haz
de rayos solares que comunicaba al cielo con la tierra; era también una rampa que permitía al
faraón ascender a los cielos. Por otro lado, esta forma significa el ideograma del régimen
político egipcio, el faraón en la cúspide, haciendo descender sus órdenes a través de los
sacerdotes y cortesanos -caras de la pirámide- a todo su reino -la base-89.

La pirámide constituía la exaltación del faraón, tanto como dios viviente como monarca difunto
que había tenido acceso al trono de Ra, ya que desde la época predinástica el poder público
estuvo ligado al culto local y después de una larga evolución político-religiosa los faraones del
Imperio Antiguo se convirtieron en dioses vivientes, que a su vez eran los intermediarios entre
el pueblo y los otros dioses.

Así, la pirámide es a la vez una concepción teológica, un símbolo místico y una prueba palpable
de la majestuosidad del faraón; es la garantía de que éste seguirá protegiendo a su pueblo
después de la muerte, ya que al fallecer un faraón su actuación era más importante, y la reunión
del monarca muerto con el dios solar.

Debemos considerar a las pirámides como monumentos erigidos por un pueblo movido por una
fe, que concebía al faraón como centro de su mundo, y no el capricho de un individuo. En la
construcción de las pirámides intervenía todo el pueblo egipcio90, contándose con artesanos
88
El Sol.
89
Posiblemente, estos dos significados llevaron a la aplicación de la pirámide como morada ultraterrena del faraón,
de acuerdo a la creencia que el monarca después de muerto, por su calidad divina, seguía velando por su pueblo.
90
Afirma Canseco Vincourt que “Hay que descartar esa idea, tan difundida en el siglo XIX, del empleo de una
30

especializados y una notable técnica de construcción y de trabajo.

TIPOS DE SOPORTES VERTICALES EGIPCIOS


Abramos aquí un paréntesis para referirnos a los soportes verticales egipcios:

“La columna egipcia presenta gran variedad de formas que coexisten en todas las épocas: el
pilar cuadrado del llamado templo de la Esfinge lo encontramos profusamente todavía en el
Alto Egipto y las columnas con facetas planas se hallan tambiín allí en abundancia. Los
capiteles con flores de loto o de papiros que forman el gracioso remate de las columnas de los
patios de Luxor y del Ramesseum, en Tebas, tiene precedentes en el Egipto antiguo; una
rigurosa división cronológica de los estilos de Egipto basándose en los tipos de columna no es
posible establecerla. Pero existen unas formas preferidas del Antiguo Imperio, como los
soportes con capitel en forma de palmera; en cambio, otros capiteles complicados son
invenciones más recientes y usados más por los constructores de la época de los últimos
faraones. Los llamados pilares osíricos, o sea los soportes en forma de Osiris amortajado, con
los emblemas divinos, ... en el Ramesseum, parece que fueron principalmente erigidos durante
la dominación de los Ramésidas, y casi caracterizan las construcciones de los monarcas de esta
familia. Una circunstancia bien característica de la columna egipcia es la ausencia completa
de basa, reducida a lo más a un simple cojinete anular de poca elevación, de suerte que la
columna parece descansar sobre el suelo.”91

Estos tipos de soportes verticales son:


- Pilastrones de granito que soportan vigas del mismo material, como en el Templo del Valle de
la pirámide de Kefren en Gizeh, perteneciente a la IV dinastía.
- Columnas Protodóricas, que pueden ser de sección octogonal, como las de una tumba
excavada en la roca en Beni Hasan, de la VII dinastía; o estriadas, como las del pórtico del
templo-funerario de la reina Hatshepsut en Deir el-Bahri, de la XIX dinastía.
- Columnas Papiriformes, de botón o capullo cerrado, como en las naves laterales del Gran
Templo de Amón, de la XIX dinastía; o de flores abiertas, en el mismo templo, en la capilla
mortuoria de Ne-user-ra, en Abusir, de la V dinastía, y en el templo de Luxor, de la XIX
dinastía
- Columnas Lotiformes, en el templo-pirámide de Neferirkara, de la V dinastía, la tumba #18 en
Beni Hasan, de la XI dinastía, y el Ramesseum, en Tebas, XIX dinastía.
- Columnas Palmiformes, en el templo-pirámide de Sahura, de Abusir, de la V dinastía, y el
templo de Isis, en Filé, de la época ptolemáica.

- Columnas con capiteles historiados, Hathóricas, como las del templo de Hathor en Denderah,
de la época. ptolemáica, o el templo de Isis, en Filé.
- Columna Compuesta, propia de la época ptolemáica.
- Pilares Osíricos, como los del Remesseum.

Sin lugar a duda, las columnas papiriformes más hermosas del Egipto antiguo son las del templo
de Luxor, construidas bajo Amenofis III, en el siglo XV a. de C.; sus fustes simulan haces de
papiros recogidos en un collar por debajo del capitel, que se ensancha de nuevo formando un

masa esclavizada y maltratada. En el Imperio Antiguo, la cantidad de esclavos no era muy grande en Egipto, pues
no hay noticias de grandes guerras, ni de que existía comercio importante en ese ramo; por otra parte, la técnica
empleada no corresponde a la mano de obra sin habilidad y agobiada por el látigo.”
91
STIERLIN, Henri op. cit, p. 37.
31

recio cáliz que soporta el peso de los arquitrabes.

Cerremos este necesarísimo paréntesis, que nos muestra la atemporalidad característica del
mundo egipcio.
En toda la historia de Egipto el papel del faraón fue de primordial importancia, acentuándose
desde el Imperio Antiguo cuando el soberano es considerado como un dios viviente, llegando a
ser la encarnación de todos los dioses, y por tanto, el intermediario entre el cielo y la tierra.
Posteriormente, el faraón se convierte en el hijo del dios o en su representante, y así la
monarquía egipcia fue siempre la fuerza estabilizadora de la sociedad y la civilización egipcia,
por tanto la unidad y fuerza de la corona representan para Egipto épocas de prosperidad y
florecimiento, o por el contrario, su debilidad trae consigo el feudalismo, la anarquía y la
miseria para el país.

Aunque en este momento el monumento funerario característico fue la pirámide, durante la VI


dinastía los poderosos monarcas del nomo XII del Alto Egipto fueron enterrados en dos grupos
de tumbas excavadas en la roca y cercanas a la actual Deir el-Gabrawi. Algunos de aquellos
gobernantes locales conservaron también el título de “Gran señor del nomo de Abydene” y
controlaron la amplia zona que se extiende desde el nomo VIII, Abidos, en el sur hasta el nomo
XIII por el norte. Las tumbas de los gobernantes del nomo XV del Alto Egipto92, durante la VI
dinastía fueron excavadas en un abrupto acantilado que tomó el nombre de un santón musulmán
enterrado en la zona, el-Sheikh Said.

Dishasha es depositaria de tumbas de finales del Imperio Antiguo incluyendo algunas de los
principales funcionarios del nomo XX del Alto Egipto; la tumba de Inti, excavada en la roca,
contiene una insólita escena de asedio de una ciudad fortificada. Algunas de las escenas de la
tumba de Ibi fueron copiadas mil seiscientos años más tarde durante el reinado de Psamético I,
en la tumba número 36 de Tebas, perteneciente a un personaje con el mismo nombre.

El faraón no fue el único en la búsqueda de la eternidad y las tumbas de los nobles pronto se
agruparon en torno a la de éste; estas tumbas son verdaderas residencias esculpidas en la meseta
rocosa y tenían capillas, peristilos, cámaras de tesoros y corredores que se agrupaban en el
interior de inmensas mastabas. Al igual que las moradas de los vivos, las estructuras funerarias
contaban con largas calles y avenidas, en donde los sacerdotes, cuya tarea era asegurar la
siguiente vida de los muertos, iban y venían ocupados en sus labores.

Las siguientes dinastías con las que termina el Imperio Antiguo, no emprenden obras de tanta
importancia, pero mejoran las técnicas constructivas en piedra y crean algunas formas, como las
columnas de capiteles papiriformes y palmiformes, en las que se estilizan y representan en
piedra las formas vegetales propias del Valle del Nilo. Los templos existen tan sólo como
elementos complementarios de los conjuntos funerarios.

PRIMER PERÍODO INTERMEDIO


Al terminar la VI dinastía prácticamente desapareció el poder central de los faraones de Menfis,
comenzando un período anárquico e inestable que dura un siglo y medio, el Primer Período

92
El nomo de Hare, cuya capital fue el-Ashmunein, la antigua Khmun o “ciudad-8” llamada así por el grupo de las
ocho divinidades (ogdóada) que representaban el mundo antes de la creación; fue conocida por los griegos como
Hermópolis, la ciudad de Hermes, el equivalente al Thot egipcio.
32

Intermedio, en el que la nobleza feudal y el poder aislado de las ciudades se reparten el país93.
Un documento de esta época dice: “los pobres se han enriquecido y los propietarios han sido
despojados ... los criados se han vuelto insolentes ..., cada ciudad acuerda suprimir toda
autoridad ... los hombres hacen el mal en nombre del bien ..., los ladrones están por todas
partes; puertas, columnas y muros son presa del fuego; se rompen cofres de ébano y maderas
de acacia; en los tribunales se echan por la ventana los legajos.”

Después del glorioso florecimiento del Imperio Antiguo, la monarquía se debilita


paulatinamente, ya que durante cierto tiempo Egipto se había visto asolado por una serie de
insurrecciones que atentaban contra el poder absoluto de los faraones, pues una nobleza feudal
pretendía repartirse el país que prácticamente estaba dividido en el período que se conoce como
“Edad Media egipcia”; el poder cae en manos de los señores de las provincias, cuya autoridad y
sucesión adquieren carácter hereditario, creándose entonces un auténtico sistema feudal en el
que las cabezas o nomos de las provincias suspendieron el pago de tributos al tesoro central, con
lo que el soberano perdió poder y el orden social amenaza con desplomarse. La revolución es
inminente y estalla en el 2280 a. de C., cayendo el faraón en manos de bandas rebeldes, que
saquean su palacio, profanan pirámides y tumbas reales, se reparten los tesoros que yacían
ocultos en las cámaras secretas junto a los restos de los reyes deificados; la anarquía se apodera
de estas tierras, estado caótico que se prolonga hasta el 2065 a. de C., dos largos siglos en que
Egipto pierde su poderío, su capacidad creadora y se hunde en la confusión total.

Es este un período de dinastías de corta duración y todas ellas no fueron más que una rápida
sucesión de reyes. Mientras que en Menfis las familias de dos dinastías efímeras, casi
desconocidas más allá de su patria, aspiraban al trono, a unos 90 kilómetros al sur, en
Heracleópolis94, la capital del nomo XX del Alto Egipto, surgieron otras dos familias que
gobernaron con los títulos de dinastías IX y X. Su dios principal era Harsafes95, la deidad con
cabeza de carnero que más tarde se identificó con el semidios griego Heracles, por lo que la
ciudad cambió su nombre a Heracleópolis Magna. El templo de Harsafes fue construido en la
XII dinastía y ampliado en la XVIII.

En Tebas, ciudad provincial situada río arriba, apareció al fin una quinta familia que luchó y
venció a los heracleopolitanos, estableciéndose con el nombre de dinastía XI, para extender sus
dominios hacia el norte. Con la XII dinastía Egipto se volvió a unificar y aunque los monarcas
conservaron su interés por Tebas, establecieron su capital en Lisht, unos 30 kilómetros al sur de
Menfis.

Zawty fue la capital del nomo XIII del Alto Egipto; su sitio en la historia egipcia estuvo
asegurado por su posición estratégica en un punto en que el desierto libio invade las tierras de
cultivo y el valle del Nilo se hace más angosto y donde arranca la ruta caravanera de Darb el-
Arbain hacia el oasis de el-Kharga y más hacia el sur. Durante el I Período Intermedio los
“Grandes señores del nomo Lykopólito” o del Lobo, Khety I, Itefibi y Khety II fueron
partidarios leales de los faraones de Heracleópolis y el nomo constituyó el límite meridional de
sus dominios; la victoria final de Tebas afectó negativamente al status de Djefaihapy I y
93
En un movimiento histórico que recuerda a la Edad Media europea y que ha hecho hablar de una “Edad Media
egipcia”.
94
La actual aldea de Ihnasya el-Medina, cuyo nombre deriva del antiguo Henennesut, del copto Hnes. A unos 15
kilómetros al oeste de Beni Suef, en la orilla derecha de Bahr Yusuf.
95
En egipcio Herishef, “el que está en su lago”.
33

Djefaihapy III, funcionarios del nomo en la XII dinastía, pero sus tumbas mantuvieron los altos
niveles artísticos del período anterior.

Aunque Zawty96 contó con templos entre los que cabe nombrar el del dios-lobo local
Wepwawet, y capillas funerarias, destaca por la necrópolis ubicada al norte de la ciudad
moderna, cuyas tumbas más importantes datan de las dinastías IX, X y XII y las ramésidas de
Siese y Amenhotep.

“El pueblo egipcio fue psicológicamente afectado por tan largo período de disturbios y su
confianza en la estabilidad inmutable del mundo había sido con gran dureza golpeada. Todo
ello se refleja directamente en el arte del Imperio Medio, en el que a la pasión por la Muerte
sucede un amable tono menor, una poesía de la vida cotidiana que procura, al contrario,
adoptar una melancólica posición de olvidar el pasado y aprovechar el presente.”97 Así lo
expresan los escritos de las XI y XII dinastías, impregnados de alto pesimismo: “Todo lo que
existe tiene que desaparecer. Jóvenes y muchachas corren hacia su destino ... Los niños
también van donde tienen que ir. Sé, pues, feliz. Ven: perfumes serán esparcidos ante ti y
pondrán flores en los brazos y en el cuello de tu amada. Ven: cantos y músicas te esperan.
Olvida toda preocupación, no pienses más que en la alegría hasta que llegue el día bajarás
hacia el país que ama el silencio.”

IMPERIO MEDIO98
El Imperio Medio inicia hacia el 2060 a. de C., cuando el príncipe tebano Nebhepetre
Mentuhotep II, perteneciente a la XI dinastía, el faraón más notable de ella, restableció la
estabilidad y la antigua unidad política, adoptando con nuevo brío la tradicional denominación
de “Unificador de las Dos Tierras”, cuya capital fue Tebas, en el Alto Egipto, transformando un
humilde pueblo de mercaderes en una metrópoli nacional, que engrandeció y continuaron
embelleciendo todos sus sucesores, como los Amenemhet y los Sesostris de la XII dinastía.

El arte también expresa este cambio, tanto en la expresión de las estatuas de los faraones como
en la técnica de los relieves; estelas en relieve ocupan el lugar de las esculturas exentas en la
antesala del sepulcro, cuyo tema responde casi siempre al mismo tipo: el difunto está
representado recibiendo las ofrendas con la mano derecha en gesto de aceptar los manjares que
le traen, solo o acompañado de su esposa e hijos; enfrente del difunto, los sucesores o parientes
practican el rito mágico que espiritualiza los alimentos que le acompañarán a la tumba. Las
mujeres generalmente aparecen representadas aspirando el perfume de la flor de loto.

El estilo cambia del alto al bajorrelieve o "relieve hundido", que parece más bien dibujo, de
líneas deliberadamente alargadas, como lo ejemplifican las gráciles y esbeltas figuras femeninas
de la estela del intendente Nakht99. Algunas veces las figuras eran coloreadas, los hombres en
tono rojo oscuro y las mujeres en rosado pálido, como lo muestra la estela del tesorero Mereu y
las de la tumba de Djehuty-hetep100.

96
La actual Asyut.
97
PIJOAN, José Arte egipcio de los Imperios Medio y Nuevo . Historia del arte, t. I, Salvat Mexicana de
Ediciones, S.A. de C.V., México, 1979, p. 75.
98
Conocido como la era feudal egipcia; abarca desde el 2.200 al 1.786 a.de C. y comprende las dinastías XI a XVI.
99
En Museo del Louvre.
100
En el Museo Egipcio de Turín y en el Museo de El Cairo, respectivamente.
34

El Imperio Medio deja monumentos de menor importancia, las proporciones de las tumbas se
reducen, las pirámides, como las de Dahshur y Abidos, son mucho más pequeñas, construidas
en ladrillo y utilizando la piedra calcárea tan sólo para sus revestimientos; las mastabas se
convierten en la tumba propia de la clase media acomodada.

En la construcción de las pirámides de las XII y XIII dinastías se empleó otro método101, el
sistema de construcción-núcleo; consistía en unos sólidos muros de piedra que partían del
centro a modo de radios, mientras que otros muros transversales más cortos creaban una serie de
cámaras interiores que se rellenaban con bloques de piedra, escombros o adobes; su
revestimiento exterior, de piedra, producía un efecto comparable al de las pirámides construidas
totalmente con este material. Aunque este método fue efectivo a corto plazo, todas las pirámides
construidas de esta forma se hallan en estado completamente ruinoso.

Las restantes pirámides en la necrópolis de Dahshur, a cierta distancia unas de otras y sin formar
un grupo, son estructuras menores de la XII dinastía, pertenecientes a los faraones Amen-em-het
II, la “Pirámide Blanca”, Senwosret III y Amenemhet III la “Pirámide Negra”, éstas dos últimas
de ladrillo. Cerca de la pirámide de Amen-em-het III se encuentra la tumba de un faraón efímero
llamado Awibre Hor y una pequeña estructura piramidal de Amenyqenau, ambos de la XIII
dinastía.

Siguiendo el modelo habitual, las pirámides están acompañadas por tumbas de otros miembros
de la familia real, de funcionarios y sacerdotes; cerca de las pirámides de Amenemhet II y de
Senwosret III, pero todavía dentro de los muros del recinto piramidal, se hallan las mastabas de
las princesas Iti, Khnemt, Itiwert y Sitmerhut, hijas de Amenemhet II, las de Ment y
Sentsenebtisi hijas de Senwosret III y de reinas.

Hawara conserva una pirámide de Amenemhet III102 con su amplio templo funerario, conocido
como “El Laberinto”.

La pirámide de el-Lahun103, zona a la que dedicaron gran atención los faraones de la XII
dinastía, fue mandada edificar por Senwosret II. Para su construcción se aprovechó un
montículo rocoso natural siguiendo el sistema de construcción-núcleo usado ya a finales del
Imperio Antíguo; la entrada al interior de la pirámide se hacía a través de dos pozos próximos a
la cara sur, lo cual era muy poco usual ya que normalmente la entrada se hallaba en la cara
norte. Al sur de la pirámide estaba la tumba de la princesa Sithoriu-net, rodeada de mastabas y
que pertenecen a casi todos los períodos de la historia egipcia.

El templo dedicado al culto del faraón se ubica en el valle, aproximadamente a 1 kilómetro al


este de la pirámide, cerca de la línea de las tierras de cultivo. Contiguo al mismo está el
asentamiento amurallado de el-Lahun104; la mayor parte de la ciudad fue planificada y
construida al mismo tiempo, con calles y casas dispuestas en perfectas hileras geométricas,
dividida en al menos tres barrios separados por muros: la “acrópolis”, tal vez proyectada para el
propio faraón; el barrio oriental con grandes mansiones, aproximadamente de 40 por 60 metros,
101
La razón principal de esta novedad fue la económica, ya que era viable para estas estructuras relativamente
modestas con materiales de menor calidad.
102
Otra pirámide del mismo faraón se levanta en Dahshur.
103
A unos 3 kilómetros al norte de la actual ciudad de El-Lahun.
104
Conocido también como Kahun.
35

y consistentes en 70 u 80 habitaciones; y el barrio occidental, de pequeñas viviendas uniformes


de poco más o menos de 10 por 10 metros, que pueden tener de cuatro a doce habitaciones. La
ciudad albergaba a sacerdotes y funcionarios relacionados con la pirámide; este pudo haber sido
uno de los numerosos complejos que fueron construidos cerca estos monumentos.

Entre las mastabas de la necrópolis de Dahshur, las más interesantes son las que se remontan a
la XII dinastía, cercanas a la pirámide septentrional de Amenemhet I, pertenecientes al visir
Inyotefoqer, al mayordomo jefe Nakht, al superintendente de los funcionarios de los sellos
Rehuerdjersen y a la señora de la casa Senebtisy; y las mastabas cercanas a la pirámide
meridional de Senwosret I, pertenecientes al sumo sacerdote de Heliópolis, Imhotep, del
mayordomo Sehetepibre-ankh, la del sumo sacerdote de Menfis, Senwosret-ankh, y otras.

LISTA COMPLETA DE PIRÁMIDES


Esta lista contiene todas las pirámides reales de Egipto conocidas hasta la fecha105 y de algunas
hemos hablado con anterioridad. Las pirámides tienden a formar campos piramidales, que se
designan con los nombres de las aldeas modernas cercanas a las mismas, concentrándose las del
Imperio Antiguo en las necrópolis cercanas a Menfis, mientras que las del Imperio Medio se
levantaron junto a Itjawy, cerca de la moderna el-Lisht, capital del Imperio por aquel tiempo. A
comienzos de la IV dinastía se empezó a dar nombre a las pirámides y a sus construcciones
anexas, siendo para la XII dinastía que cada una de las partes del complejo piramidal
probablemente tuvo su propio nombre106.

De la III dinastía:
- En Zawyet el-Aryan, pirámide escalonada probablemente perteneciente a Khaba, conocida
actualmente como “La Pirámide Estratificada” o “el-Medowwara”. 78,5 metros por lado. Sin
terminar.
- En Sakkarah
* Netjerykhet Djoser, pirámide escalonada conocida actualmente como “La pirámide
Escalonada” o “el-Haram el-Mudarrag”. 140 por 118 metros; altura 60 metros. Iniciada como
tumba-mastaba; plano modificado seis veces; forma final de la superestructura una pirámide de
seis escalones; es la pirámide más antigua de las construidas en Egipto.
* Sekhemkhet, pirámide escalonada conocida actualmente como “La Pirámide Sepultada”. 120
metros por lado. Sin terminar, construida sólo hasta siete metros de altura; en la cámara
sepulcral se encontró un sarcófago sellado pero vacío.
- En Maidum
* Probablemente perteneciente a Huni; pirámide escalonada que fue transformada en pirámide
propiamente dicha. 147 metros por lado; ángulo de inclinación 51º 50' 35"; altura original 93,5
metros; 1 pirámide subsidiaria. Tal vez terminada por Snofru.
De la IV dinastía:
- En Sakkarah:
* Shepseskat, “La pirámide purificada”, pirámide en forma de sarcófago. 100 por 72 metros. El
único monumento semejante es la tumba en Gizeh de Khenthaus, madre de los primeros
faraones de la V dinastía.
- En Dahshur:

105
Tomada de BAINES, John y MALEK, Jaromir op. cit.
106
Anotamos de estas pirámides su propietario y dinastía, nombre antiguo o en su defecto el contemporáneo, área,
ángulo de inclinación, altura, edificios complementarios y estado actual.
36

* Snofru, “La pirámide brillante” 220 metros por lado; ángulo de inclinación 43o 22'; altura
original 104 metros.
* Snofru, “La brillante pirámide meridional”. La única pirámide de doble pendiente; 183,5
metros por lado; ángulos de inclinación 54o 27' 44" y 43o 22'; altura original 105 metros; 1
pirámide subsidiaria.
- En Abu Rawash, antiguamente llamada “la pirámide que es la estrella-Sehedu”, perteneciente
al faraón Radjedef. 104,5 metros por lado; ángulo de inclinación 60o; 1 pirámide subsidiaria.
Incompleta, revestida en granito.
- En Gizeh:
* Khufu, Keops, “la pirámide que es el lugar de la salida y puesta del sol”. 230 metros por
lado; ángulo de inclinación 51o 50' 35"; altura 146 metros; 1 pirámide subsidiaria; 3 pirámides
de las reinas; 5 fosos de barcos, uno contiene un barco desmantelado, otro está aún sin abrir107.
* Khafra, Kefren, “La Gran Pirámide”. 214,5 metros por lado; ángulo de inclinación 53o 7' 48";
altura 143,5 metros; 1 pirámide subsidiaria; 5 fosos de barcos. Hilada inferior de revestimiento
en granito; restos de revestimiento original en piedra caliza cerca del vértice.
* Men-kau-ra, Micerino, “La Pirámide Divina” 105 metros por lado; ángulo de inclinación 51o
20' 25"; altura original 65,5 metros; 3 pirámides de reinas. La pirámide fue reamueblada durante
la XXVI dinastía; 16 hiladas inferiores con revestimiento de granito.
- En Zawyet el-Aryam, pirámide que posiblemente perteneció al sucesor de Kefren, conocida
actualmente como “La Pirámide Incompleta” 209 metros por lado. Solo se inició la obra de
infraestructura; empotrado en el suelo de la cámara sepulcral se encontró un sarcófago de forma
poco frecuente.
De la V dinastía:
- En Abusir:
* Sahu-Ra, “La pirámide en que se alza el espíritu-Ba”. 78,5 metros por lado; ángulo de
inclinación 50o 11' 40"; altura original 51,1 metros; 1 pirámide subsidiaria.
* Ne-user-Ra, “La pirámide que es reputada de lugares”. 81 metros por lado; ángulo de
inclinación 51o 50' 35"; altura original 51,5 metros; 1 pirámide subsidiaria. Templo del valle y
parte de la calzada construidos originariamente para Neferirkare y posteriormente usurpados.
* Neferirkara, “La pirámide del espíritu-Ba”. 105 metros por lado; ángulo de inclinación 53o 7'
48"; altura original 70 metros. Templo del valle y calzada sin terminar a la muerte del faraón y
usurpados posteriormente por Neuserre.
* Raneferef probablemente, “La pirámide que es divina de los espíritus-Ba”. 65 metros por
lado. Apenas iniciada.
- En Sakkarah:
* Userkaf, “La pirámide que es pura de lugares”. 73,5 metros por lado; ángulo de inclinación
53o 7' 48"; altura original 49 metros; 1 pirámide subsidiaria. Templo mortuorio situado en
contra del uso habitual al sur de la pirámide.
* Wenis, “La pirámide que es hermosa de lugares”. 57,5 metros por lado; ángulo de inclinación
56o 18' 35"; altura original 43 metros; 1 pirámide subsidiaria; 2 fosos de barcos. Textos
piramidales; calzada decorada por una serie de relieves notables.
* Izezi, “La pirámide bella”. 78,5 metros por lado; ángulo de inclinación 53o 7' 48"; altura
original 52,5 metros; 1 pirámide de reina.
* Menkauhor, “La pirámide que es divina entre los lugares”.

De la VI dinastía:

107
Dato perteneciente a 1993.
37

- En Sakkarah:
* Teti, “La pirámide que soporta lugares”. 78,5 metros por lado; ángulo de inclinación 53o 7"
48"; altura original 52,5 metros; 1 pirámide subsidiaria; 2 pirámides de las reinas Iput I y Khuit.
Textos piramidales.
* Pepi I, “La pirámide asentada y bella”. 78,5 metros por lado; ángulo de inclinación 53o 7'
48"; altura original 52,5 metros. Esta pirámide dio nombre a la ciudad de Menfis; textos
piramidales.
* Merenre, “La pirámide brillante y bella”. 78,5 metros por lado; ángulo de inclinación 53º 7'
48"; altura original 52,5 metros. Textos piramidales.
* Pepi II, “La pirámide establecida y viviente”. 78,5 metros por lado; ángulo de inclinación 53o
7' 48"; altura original 52,5 metros; 1 pirámide subsidiaria; 1 pirámide las reinas Neit, Iput II y
Wedjebten. Textos piramidales.

De la VII o X dinastía:
- En Dara
* Khui probablemente. 130 metros por lado; construida en ladrillo.
- Localización desconocida
* Ity, “La pirámide de los espíritus-Ba”.

De la VIII dinastía:
- En Sakkarah:
* Ibi. 31,5 metros por lado; pirámide demasiado dañada; templo mortuorio sólo de ladrillo.
Textos piramidales.
* Neferkare, “La pirámide duradera y viva”.

De la IX o X dinastía:
- En Sakkarah
* Merykare probablemente, “La pirámide que es floreciente en lugares”. 50 metros por lado
aproximadamente.

De la XII dinastía:
- En Dahshur:
* Senwosret III. 105 metros por lado; ángulo de inclinación 56o 18' 35"; altura original 78,5
metros. Construcción de ladrillos; 6 barcos de madera sepultados cerca de la pirámide.
* Amenemhet II, “La pirámide poderosa”. Más de 50 metros por lado.
* Amenemhet III, actualmente conocida como “La Pirámide Negra”. 105 metros por lado;
ángulo de inclinación 57o 17' 50"; altura original 81,5 metros; construida de ladrillo.
- En el-Lisht108:
* Amenemhet I, “La pirámide alta y hermosa” o “La pirámide de los lugares de la salida”. 78,5
metros por lado; ángulo de inclinación 54o 27' 44"; altura original 55 metros. En el núcleo
volvieron a utilizarse como material de construcción muchos bloques decorados del Imperio
Antiguo.
* Senwosret I, “La pirámide que domina los Dos Países”. 105 metros por lado; ángulo de
inclinación 40o 23' 55"; altura original 61 metros; 1 pirámide subsidiaria; 9 pirámides de reinas
y princesas. Estas dos pirámides están separadas 1 kilómetro y medio, que aparecen rodeadas

108
La proximidad de la necrópolis de Menfis proporcionó al faraón una fuente de material de construcción
convenientemente preparado, reutilizando numerosos bloques decorados pertenecientes a templos reales anteriores.
38

por otras menores y por mastabas de miembros de la familia real y de funcionarios, así como
cementerios de tumbas corrientes.
- En Hawara:
* Amenemhet III. 100 metros por lado; ángulo de inclinación 48o 45'; altura original 58 metros.
Construcción de ladrillo.
En el-Lahun:
* Senwosret II, “La pirámide brillante”. 106 metros por lado; ángulo de inclinación 42o 35';
altura original 48 metros; 1 pirámide de reina.

De la XIII dinastía:
- En Sakkarah:
* Khendjer. 52,5 metros por lado; ángulo de inclinación 55o; altura original 37 metros; 1
pirámide de una reina. Construida principalmente en ladrillo.
- En Dahshur:
* Amenyqemau. 45 metros por lado; sin terminar.
- En Mazghuna:
* Tal vez Amenemhet IV o Nefrusobk de la XII dinastía o más probablemente un faraón de la
XIII dinastía. 52,5 metros por lado; construida en ladrillo.

Las pirámides son monumentos funerarios propios del Bajo Egipto, en los alrededores de la
antigua capital; cuando la corte se trasladó a Tebas, aún se construyeron algunas pirámides, pero
pronto se adoptó el sistema de excavar las sepulturas en la roca.

Al trasladarse la corte a Tebas, “la de las cien puertas”109, sus sepulcros durante bastante
tiempo conservaron la forma de la pirámide, pero sólo como un simbolismo, puramente
honoríficas para manifestar la calidad de la sepultura. La tumba de Mentuhotep II, construida al
pie de los acantilados de Deir el-Bahri, cerca de Tebas, ostenta una pirámide atrofiada, que tenía
como propósito perpetuar el simbolismo del Reino Antiguo, pirámide-cenotafio que se reduce
hasta llegar a caber dentro de un patio del templo, rodeada con pórticos y salas por sus cuatro
costados; este es un monumento funerario completamente original, que era en realidad un
maravilloso conjunto arquitectónico apoyado en un acantilado rocoso, dispuesto en tres niveles
y adornado con árboles. A la entrada del conjunto había un gran patio con pórtico, del que salía
una rampa que llevaba a una terraza porticada, de la cual, a su vez, se pasaba a otra terraza; en la
parte alta se alzaba la pirámide sobre todo el conjunto, y excavada profundamente en la roca de
los acantilados se extendía la amplia capilla para los cultos en su honor110. De pie y sentadas, se
alineaban las estatuas a lo largo del patio que llevaba al templo.

Este monumento reviste doble importancia, por ser el primer caso en que el faraón mande
construir una tumba para el reposo de su momia y la custodia de sus tesoros, y un templo en su
recuerdo para su culto posterior, pero conformando conjuntos distintos y lejanos el uno del otro;
y desde el punto de vista simbólico de la autoridad del faraón, ya que Mentuhotep II al haber
restablecido la unidad política, para su templo ordenó la construcción de una forma
piramidal111, como alusión a la instauración del régimen tradicional egipcio, con el faraón en la
109
Para los egipcios, Tebas es la colina divina donde, en el comienzo del mundo, el dios se situó para separar el
cielo de la tierra.
110
Actualmente se conserva sólo la primera plataforma o columnata, la rampa que daba acceso a la segunda y las
partes inferiores de algunas de sus columnas.
111
En este caso, en forma de obelisco.
39

cúspide y siempre en sentido descendente los sacerdotes, nobles y demás clases sociales.

Este templo funerario, seis siglos más tarde sirvió de modelo para el que Senenmut levantó para
la reina Hatshepsut, 100 metros al norte del primero. Esta sepultura inaugura la serie de
monumentos faraónicos del Imperio Medio112.

Aparte de esta obra de Mentuhotep, sólo sobrevive del Imperio Medio una capillita que mandó
construir Amenemhet III en Medinet Madi, ya que los faraones del Imperio Nuevo alteraron o
reconstrueyeron todos los restos del pasado.

A comienzos de su reinado, el faraón Amenemhet I, de la XII dinastía, trasladó la capital


administrativa de Egipto y la residencia real de Tebas a Itjtawy113, una ciudad amurallada de
reciente fundación cuya importancia duró al menos trescientos años, hasta que cedió ante el
centro hikso de Avaris, al nordeste, y la ciudad de Tebas durante el II Período intermedio. Su
necrópolis principal era el-Lisht.

Se tomaron medidas para incrementar la importancia económica del cercano el-Fayum,


reduciendo el caudal de agua que entraba al lago para ganar terreno fértil. Aunque
habitualmente se describe a el-Fayum114 como un oasis, está conectado con el valle del Nilo por
un brazo fluvial conocido como Bahr Yusuf “El río de José”; es una extensa depresión
extraordinariamente fértil de unos 65 kilómetros de este a oeste, y con un lago en su parte
noroccidental, el moderno Birket Qarun115.

Durante el Imperio Medio el-Fayum alcanzó una importancia que ya nunca iba a perder,
mientras que durante algunos años de la XVIII dinastía el-Amarna se convirtió en la residencia
real.

Aunque durante el Imperio Medio se construyeron pirámides116, este elemento tradicional fue
abandonado ya por completo por los últimos faraones de la XIII dinastía; surge un nuevo tipo de
tumba para los faraones, los grandes sacerdotes y nobles principales, característicos de esta
época, el hipogeo, construcciones excavadas y totalmente invisibles al exterior; por tanto se
creían imposibles de localizar e inviolables. El hipogeo se desarrolla en dos modalidades:
- Excavado horizontalmente en los acantilados del río, labrados en las grietas de la montaña, ya
que la quebradura cercana al valle se prestaba de manera admirable para disimular en su
acantilado la entrada de los corredores funerarios y el macizo de la sierra ofrecía mayor
seguridad al monumento que la costosa montaña artificial que representaba la pirámide. Esta

112
Los primeros faraones tebanos se hicieron construir en el Bajo Egipto su pirámide correspondiente, en la que sin
embargo nunca fueron enterrados sus cuerpos mortales, como si en ellos “... permaneciera una supervivencia del
gran concepto de Ra con todas sus consecuencias, que tuvieron los monarcas antecesores suyos y que los faraones
de las nuevas dinastías, comprendiendo sólo vagamente, no se atrevían de golpe a abandonar.” PIJOAN, José op.
cit., p. 81.
113
Ubicada entre el-Fayum y Tebas; de ella se desconoce su ubicación.
114
En antiguo egipcio She-resy, “el lago meridional” más tarde subdividido en She-resy y Mer-wer “el gran lago”
en griego Moeris.
115
Actualmente el lago sólo ocupa una quinta parte de el-Fayum y está a unos 44 metros bajo el nivel del mar; pero
en el pasado era mucho mayor, con un gran contenido de especies salvajes y en sus orillas había una exuberante
vegetación.
116
Ver Lista de Pirámides.
40

modalidad se ejemplifica con los hipogeos de Beni Hasan117.


- Perforadas en profundidad en el propio suelo, como los realizados en el valle que se extiende
al otro lado de Tebas, la nueva capital.

En las dos modalidades sus partes son similares, a saber; un angosto corredor conduce a la
capilla funeraria, en la que se ubican un altar para las ofrendas y una estela, dependencia unida
por otro pequeño pasillo con el serdab, lugar del kha para el reposo del alma; partiéndo de éste,
en lo más profundo de la excavación del acantilado o en lo más hondo del subsuelo, una
estrecha galería conduce a la cámara sepulcral, lugar de reposo de la momia y todos sus tesoros;
en ocasiones, y sobre todo si se trata de un faraón, es frecuente que el hipogeo cuente con otro
compartimiento habilitado para cámara del ajuar. Una vez realizado el sepelio, todos estos
pasillos, corredores y galerías se tapiaban y compactaban con grandes y fuertes bloques de
piedra.

La necrópolis real de Tebas, en el Valle de los Reyes, estaba conformada por una serie de
galerías y salas para habitación del doble, esculpidas en los riscos al oeste de Luxor y Karnak,
conformando verdaderas ciudades o necrópolis subterráneas para uso de los aristócratas, ya que
los nobles aprovecharon el auge económico resultante del imperialismo faraónico para construir
espléndidas sepulturas. En los hipogeos, los pasillos eran tanto más largos y profundos cuanto
más importante era la tumba, a veces interrumpidos por pozos, en los que se disimulaba la
abertura que conducía a la cámara funeraria; antes de llegar a ella, se desarrollaba una falsa
tumba que guardaba un sarcófago monumental abierto para simular que ya había sido
profanada. Tras la puerta oculta y después de atravesar una serie de cámaras y vencer no pocas
dificultades más, se llega a la verdadera tumba que contenía un segundo sarcófago,
generalmente de madera, que alojaba la momia real.

Estos hipogeos se esculpieron en la cantera suave, que tiene vetas de cal y grava con formas
irregulares; los muros se cubrieron con yeso y sobre estas paredes los pintores realizaron vastas
composiciones en las que se ilustró la vida del futuro ocupante de la tumba, con las imágenes
simbólicas de las provisiones para su jornada al otro mundo. Además de las escenas clásicas en
las que el dueño de la tumba aparece navegando en un esquife de papiro en los mares, o bien
entregado a la cacería de aves con un objeto parecido al búmerang, o de pesca con una jabalina;
se representaron tareas agrícolas de arado, siembra, cosecha o pizca de uva, fiestas que incluyen
músicos y danzantes; frecuentes son las escenas que se refieren a los funerales, y en ellas
aparecen los deudos y el cortejo de tributarios118.

Estas pinturas documentan la vida cotidiana, representando a los nobles entregados al trabajo o
al juego, rodeados por figuras más estereotipadas tomadas de textos funerarios, como tablas
mágicas o divinidades protectoras.

El templo funerario, donde se celebraban las ostentosas ceremonias fúnebres, se construyó a lo

117
A unos 23 kilómetros al sur de el-Minya, en la orilla oriental del Nilo.
118
El rito funerario egipcio disponía que los entierros se hicieran en el oeste, por donde se pensaba que el Sol
iniciaba su viaje nocturno a través del inframundo. Primero en balsas por el Nilo y después por tierra, en carretas de
bueyes, iban grandes procesiones de dolientes; se contrataban plañideras para llorar y acompañar a la familia en su
duelo. Llevaban la momia en su sarcófago para depositarla en la tumba, conducida la procesión y el ceremonial por
sacerdotes que quemaban incienso y entonaban los cantos rituales, terminando la procesión a la puerta de la tumba
donde se cumplían los últimos ritos, una danza ritual y una fiesta funeraria.
41

lejos, en el valle y sin comunicación alguna que pudiera delatar el lugar de la sepultura, cuya
entrada se escondía con rocas superpuestas; las grietas de Abidos son el ingreso a los
magníficos corredores de las tumbas reales, cuyos sarcófagos eran depositados por los
sacerdotes de la XXI dinastía sin pompa alguna y en el mayor desorden, confundidos reyes y
reinas en dos tumbas secretas119.

Beni Hasan tiene la necrópolis provincial más importante del Imperio Medio dentro del área
comprendida entre Asyut y Menfis. Contiene 39 tumbas120 excavadas en los acantilados rocosos
que rodean el valle, entre las cuales al menos ocho pertenecen a los “Grandes Señores del nomo
Orys” o Antílope, el nomo XVI del Alto Egipto, tumbas de fines de la XI y comienzos de la XII
dinastía, destacando entre ellas la de Amenemhet, del reinado de Sewosret I y las de sus
sucesores Khnumhopte II y III.

Los hipogeos de Beni Hasan, de la XI dinastía, presentan pinturas cuyos temas se refieren a
escenas de navegación y cacerías, entre otros. La pintura tebana de la tumba de Khnumhotep, de
la XII dinastía121 hacia el 1950 a. de C., ostenta pájaros pintados, en la que cada una de las aves
aparece simplemente yuxtapuesta, sin crearse ninguna relación entre ellos y como si el
espectador también debiese contemplarlos por separado, sin concederle importancia a lo
verosímil del conjunto, aunque cada especie ha sido estudiada cuidadosamente y las aves
aparecen representadas con gran exactitud.

Entre las pinturas de la XVIII dinastía, destaca la perteneciente a la tumba 96b de Tebas,
Sennefer y su esposa bajo la parra funeraria adoran a Osiris, realizada hacia el 1450 a. de C.

La planta de las últimas tumbas de Beni Hasan presenta un patio exterior con un pórtico
formado por dos pilares, que antecede a una estancia rectangular con cuatro pilares poligonales
y un nicho para el kha. Aparecen decoradas completamente con pintura mural, predominando
los temas relacionados con actividades militares y escenas de asedio.

También en Assuán se construyeró un tipo similar de hipogeos en las rocas, para proteger los
restos de los gobernantes de las provincias, ya que los nobles del Imperio Nuevo prefirieron este
tipo de mausoleo.

La capital del nomo XIV del Alto Egipto fue Qis (Cusae), en la orilla occidental del Nilo, cuyos
gobernantes fueron enterrados a unos 7 kilómetros al oeste de la actual el-Qusiya, en la actual
aldea de Meir que dio su nombre a varios grupos de tumbas ubicadas más al oeste, en una ligera
pendiente que conduce a la meseta desértica; las más importantes de estas tumbas excavadas en
la roca pertenecen a los gobernantes del nomo durante las VI y XII dinastías, tumbas que
muestran una secuencia ininterrumpida durante este tiempo siguiendo la transmisión hereditaria

119
En la que fue la tumba de Amenofis II se amontonaron trece momias reales. En la tumba inacabada de la reina
Astemkhet se encontraron cuarenta cadáveres de faraones y sus reinas; ubicada en una colina cercana al templo de
Deir el-Bahari, estaba conformada por un pozo de trece metros de profundidad, cuya entrada había sido disimulada
con piedras; al fondo se abría un corredor que giraba hacia la derecha y al fondo de éste se llegaba a la gran tumba,
donde estaban amontonados gran cantidad de sarcófagos, entre los que se encontraron los restos de los soberanos
más poderosos de la historia de Egipto, como Ahmosis I el vencedor de los hiksos, Tutmosis III, Ramsés II el
Grande, quien reinó durante setenta años, y Sethi I.
120
Estos sepulcros presentan las primeras columnas egipcias de estilo protodórico.
121
Quizá realizada durante el reinado de Amen-em-het II o de Sesostris II.
42

del cargo que pasaba al hijo o al hermano menor.

De ordinario, la decoración está ejecutada en relieve; los artesanos de la XII dinastía crearon
escenas de una sorprendente vitalidad como lo ejemplifica una escena de caza en el desierto, en
la tumba B.1 de Senbi, del tiempo de Amenemhet I; en la última de las tumbas, perteneciente a
Wekh-hotpe, C.1, las paredes están simplemente pintadas.

Las tumbas del nomo XV del Alto Egipto, efectuadas durante la XII dinastía, se excavaron en
los acantilados de Deir el-Bersha122, siendo la más espectacular de ellas la del “Gran Señor del
nomo Hare”, Djehutihotpe, quien vivió durante los reinados de Amenemhet II, Senwosret II y
Senwosret III; su capilla consiste en un profundo pórtico con dos columnas de capitel
palmiforme; conteniendo la estancia interior un nicho en la pared del fondo. Su decoración está
realizada en un relieve muy bajo y en otros puntos sólo está pintada, como lo muestra la pared
occidental de la estancia interior que presenta una escena del transporte de una estatua colosal
desde las canteras de alabastro de Hat-nub.

En Byahmu, se encuentran como único restos monumentales las bases en mampostería de un


par de estatuas colosales sedentes del faraón Amenemhet III. En Kom Ruqaiya, destacan las
tumbas excavadas en la roca, probablemente de la XII dinastía; en Hawara se encuentran
cementerios con tumbas y sepulturas excavadas en la roca pertenecientes al Imperio Medio y de
finales del período grecorromano.

Templos construidos en este período son:


- El templo inconcluso de Qasr el-Sagha, del Imperio Medio.
- En Medinet el-Fayum, o el-Medina, Kokodrilopolis o Arsinoe, templo dedicado a Sobek de la
XII dinastía y ampliado en épocas posteriores.
- En Medinet Madi, Narmouthis, un complejo sagrado de la diosa serpiente Renenutet o
Termuthis, iniciado por los faraones Amenemhet III y IV con añadidos ptolomaicos.

En este período, dos son las formas escultóricas oficiales para representar al dios-soberano “...
iconografía que responde a la situación histórica de Egipto en esos años, en que peligra el
autoritarismo del faraón, buscándose entonces plasmar en la estatuaria real el carácter de ser
divino del faraón y su condición de máxima autoridad sobre la Tierra; por tanto estas estatuas
desarrollan su expresión hierática, su monumentalidad y la proliferación de símbolos del poder
real y divino.”123:
- Sedente en el trono, con todos los símbolos del poder, coronas, barba osírica, centro y sello,
buscando con su gran hieratismo lograr un efecto casi aterrador, como lo ejemplifica la estatua
de Mentuhotep II124. Los Colosos de Memnón, son dos estatuas de 15 metros de altura talladas
en un solo bloque de granito125, que representan a Amenofis126 III, único vestigio del inmenso
122
Casi al frente de la actual ciudad de Mallawi, en la banda oriental del Nilo y en el valle del wadi de el-Nakhala.
123
DE OLAGER-FELIÚ Y ALONSO, Fernando op. cit., p. 26.
124
Hallada por Carter en su templo funerario de Deir el-Bahari.
125
Traídos desde las canteras situadas en el Bajo Egipto, cerca a El Cairo, a 600 kilómetros de distancia.
126
Versión griega de su nombre egipcio Amenhotep, que quiere decir "la paz de Amón". Los griegos, que
consideraban estos colosos como una de las siete maravillas del mundo, los bautizaron con el nombre de Memnón,
el héroe de Etiopía, hijo de la Aurora. Amenhotep, hijo de Hapi, en una inscripción del templo de este faraón
escribió: "Mi señor me hizo jefe de todos sus trabajos. Yo no edifiqué obras sin grandeza como tantos otros antes
de mi. Hice tallar para él montañas de granito, porque es el heredero de Ra. Reproduje su parecido en estas
estatuas, con piedras que durarán como los cielos. Nadie ha hecho obras parecidas desde el tiempo de la
43

templo funerario dedicado a su nombre, construido totalmente en ladrillo por el arquitecto


Amenhotep en la orilla izquierda del Nilo, al oeste de Tebas.

- De pie, en actitud de caminar, con los sellos reales en ambos puños cerrados, ostentando los
demás signos de su poder, corona, el ureus, los cetros, etc; ejemplificado con la escultura de
Sesostris I, de la XII dinastía.

Otra serie de figuras típicas de este Imperio son los llamados “modelos” o “maquetas” y las
figuras de sirvientas, esclavas o oushebtis, que conformaban el séquito funerario de los grandes
señores127. Algunos de estos modelos, realizados en madera, representan moradas enteras, o
granjas, talleres, una carpintería, matadero, granero o la panadería del señor feudal, con todos
sus siervos trabajando en las mismas tareas que realizaban en vida; en el caso en que el difunto
era un general, en su tumba se depositaba una compañía en miniatura de soldados de madera
pintada. Algunas de estas figuras podían ser de dimensiones mayores, como las grandes y
esbeltas figuras de la XII dinastía, siendo ejemplo de ellas la “Portadora de ofrendas”
procedente de Assiut128, figura hecha en madera, revocada con yeso y pintada.

“En el Primer Imperio Intermedio, cuando se empobrecieron los nobles ... apareció la creencia
de que incluso los poderosos estaban expuestos al trabajo servil después de la muerte; y a
partir del Imperio Medio se surtieron abundantemente las tumbas con artículos llamados
oushebtis, o figuritas de las que se esperaba que ejecutaran en vez del muerto los trabajos
pesados exigidos por los dioses para la labranza de los campos celestiales. Así se pretendía que
el difunto pudiera gastar el tiempo en placeres.”129

Las oushebtis pertenecen a la escultura popular; estas pequeñas figuras de barro cocido o
madera, policromadas en forma llamativa que vienen a representar oficios, escenas aisladas
como la oushebti preparando cerveza130, y costumbres del país del Nilo. Ejemplo de las
maquetas es la de oushebtis navegando, que alude aquí al viaje funerario al más allá. “Siempre
predomina en ellas el realismo naturalista y, aunque tendente a obra ingenua y no de buena
calidad técnica, su valor expresivo es tal que bien puede ubicarse su producción entre la más

fundación de las Dos Tierras."


127
Eran invocadas en el Conjuro VI del Libro de los Muertos:
“¡Oh tú Figurilla mágica, óyeme!
Si he sido convocado
Si he sido sentenciado a realizar tareas de toda índole,
Las mismas que obligan a ejecutar a los Espíritus de los Muertos en el Más Allá:
Pues entonces, ¡oh Figurilla mágica:
Ahora que ya posees instrumentos,
Debes obedecer al hombre en su requerimiento!
Debes saber que tú serás la condenada
En mi lugar, por los vigilantes del Duat:
A cultivar los campos,
A colmar de agua los canales,
A transportar la arena
Del Este al Oeste...
(La Figurilla contesta:)
-Aquí estoy... Espero tus Ordenes...
128
En el Museo del Louvre.
129
CASSON, Lionel op. cit.
130
En el Museo del Cairo.
44

destacable del mundo antiguo del Próximo Oriente.”131 Además para tener los placeres del
amor, se le acompañaba con figurillas femeninas privadas de sus piernas para que no pudieran
escapar al deseo de su dueño eterno.

Como interpretación del destino humano132, en el Imperio Medio una nueva devoción
relacionada con el culto de Osiris fue ganando un creciente prestigio.

La centralización que habían logrado gradualmente los primeros faraones de la XII dinastía “...
acabó rompiendo la unión de familias de monarcas en todo el Egipto Medio y entonces cesaron
de construirse las grandes tumbas excavadas en la roca.”133

MENFIS La ciudad de Men nefer, Menfis, la “Ciudad de Realeza”134 fue el centro


administrativo y religioso del nomo I del Bajo Egipto; fundada alrededor del 3315 a. de C. por
Menes, a unos 30 kilómetros al sur del vértice del Delta, “en el punto donde “las tierras del
Norte y del Sur se equilibran”…”135, estableciendo en ella su capital, destinada a convertirse en
la ciudad más grande de todo el territorio, ya que Menes y sus sucesores inmediatos, 18 faraones
de dos dinastías que reinaron durante 400 años aproximadamente, gobernaron desde ella; fue la
residencia de los faraones y capital de Egipto a comienzos del Período dinástico y del Imperio
Antiguo, y muchos soberanos posteriores mantuvieron allí su palacio. Los templos de la ciudad
se contaban entre los más importantes del país. Menfis, desde el 2920 a. de C., fue uno de los
lugares más populosos y renombrados de Egipto, y por ende del mundo entero, habitado por una
comunidad realmente cosmopolita. Su puerto y sus talleres locales tuvieron un papel importante
en el comercio exterior egipcio.

“En Menfis es donde los sucesores iban a recibir, en lo sucesivo, de manos de su padre divino,
la doble corona y los símbolos mágicos de sus poderes, y a identificarse con Horus, con Ra,
con Osiris, y a convertirse en los propietarios de los continentes, de la vida de sus súbditos, de
las vegetaciones; en adelante serán la faz de los dioses, los servidores de los dioses, los
Grandes Magos, los déspotas más absolutos; serán ankh, onza, semb, es decir, vida, salud y
fuerza ...”136

Menes, considerado tradicionalmente como el primer faraón de Egipto construyó un dique para
proteger a la ciudad de las inundaciones del Nilo; Athothis, su sucesor, construyó los palacios
más antiguos de la ciudad.

“La posición de la ciudad, o al menos su centro, probablemente no se mantuvo estable a lo


largo de la historia egipcia, con la prosperidad de zonas nuevas que ganaban en importancia a
costa de otras cuya popularidad había decaído. Esta puede ser una de las razones de la enorme

131
DE OLAGUER-FELIÚ, Fernando op. cit.
132
En el mito egipcio, Osiris es el dios que muere y resucita, es una divinidad subterránea como la fertilidad de la
tierra.
133
BAINES, John y JAROMIR, Malek op. cit.
134
Actualmente desaparecida casi por completo. Su nombre más antiguo fue Inebhedj, “la Muralla Blanca”,
expresión que tal vez refleja el aspecto de su residencia fortificada. En el Imperio Medio se le llamó Ankh-tawy, “lo
que une los Dos Países”, subrayando la posición estratégica de la ciudad en el vértice del Delta, posición que
probablemente indujo a los faraones de la I dinastía para el establecimiento de la capital.
135
CHAMPDOR, Albert op. cit.
136
CHAMPDOR, Albert op. cit.
45

extensión longitudinal que cubren los cementerios urbanos, aunque indudablemente hubo otras,
como la búsqueda de emplazamientos adecuados para los proyectos de construcción de
pirámides a gran escala.”137

Reflejo de la magnitud e importancia de Menfis es la extensión de sus necrópolis138, con más de


30 kilómetros de longitud, ubicados al borde del desierto y en la ribera occidental del Nilo.

En la necrópolis de Mit Rahina se hallan el templo de Ptah, el principal dios de Menfis139, con
estatuas colosales de Ramsés II fuera de las puertas de los lados norte y sur, quien construyó el
pilono occidental que conduce a la sala hipóstila; una esfinge y numerosos templos menores de
distintos períodos entre ellos uno levantado por Ramsés II en el ángulo suroccidental de recinto,
el templo construido por Tutmosis IV ampliado por otros soberanos de la XVIII dinastía, y las
capillas menores de Shabaa y Amais; la Casa de embalsamiento de toros Apis, mandada
construir por Shoshenq I; y tumbas de sumos sacerdotes de Menfis de la XXIII dinastía.

Cerca de Mit Rahina, se construyó el palacio de Merneptah en Qom el-Qala, con un pequeño
templo dedicado a Ptha.

KHMUN Capital del nomo XV, fue desde tiempos remotos el principal centro de culto al dios
Thoth, deidad de la salud, de la sabiduría y patrono de los amanuenses, al que estaban dedicados
los mandriles e ibis.

IHNASYA EL-MEDINE Fue la residencia de los faraones herakleopolitanos cuando durante


la XII dinastía la capital estaba más al norte, en Itjarvy y cerca de el-Lisht.

“La expresión Egipto Medio se aplica a la zona situada entre Asyut y Menfis lo que viene a
significar más o menos la parte septentrional de lo que la terminología tradicional se denomina
Alto Egipto. Ambos límites están geográficamente bien definidos y tienen relevancia histórica.
Asyut constituyó el meridional del reino de Herakleópolis durante el I Período intermedio. La
frontera entre las regiones administrativas del sur y del norte siguió estando cerca de allí hasta
fines del Imperio Nuevo.”140

El área se caracteriza por las tumbas provincianas de fines del Imperio Antiguo y del I Período
intermedio excavadas en los riscos que bordean la meseta del desierto.
Superada la crisis, las entidades políticas locales gradualmente fueron reestableciendo su
autoridad sobre las provincias; los príncipes de las ciudades alejadas de la antigua capital, como
Assuán y Beni Hasan, restauran una semblanza de orden social, exigiendo las prerrogativas que
antes habían tenido los faraones de Menfis y en esta aristocracia de las provincias se nutre el
renacimiento egipcio.

En la dinastía XII, hacia el 1990 a. de C., Egipto recobró su poderío durante los reinados de
Amenemhet y Sen-Usert, dos soberanos que establecen su capital en el-Lisht, cerca de el-Fayún,
en la línea divisoria entre el Bajo y el Medio Egipto, región que pasa por un período de
137
BAINES, John y MALEK, Jaromir op. cit.
138
De Dahshur, Sakkarah, Abusir, Zawyet el-Aryan, Gizeh y Abu Rawash, estas dos últimas pertenecientes al nomo
II del Bajo Egipto. Estos nombres derivan de los de las aldeas modernas cercanas.
139
Identificado en la antiguedad clásica con Hefestos, el romano Vulcano.
140
BAINES, John y MALEK, Jaromir op. cit.
46

extraordinario desarrollo por sus monumentales obras de riego, y así Egipto parece retomar su
estado anterior; los faraones vuelven a construir pirámides y templos funerarios colosales al
restablecerse firmemente el gobierno central.

De esta época gloriosa no subsisten vestigios arquitectónicos significativos, del famoso


Laberinto que fue el colosal templo funerario de Amenemhet III141, o de las pirámides de el-
Lisht, construidas con un relleno de barro y grava y recubiertas con piedras que, posteriormente
fueron utilizadas en la construcción de otros edificios, como en los cimientos del tercer pilono
construido por Amenhotep III en Karnak, piezas de piedra caliza con tallas delicadas que
integraban una pequeña construcción, que fueron identificadas por varios arqueólogos y después
de retirarlas cuidadosamente armaron la llamada Capilla Blanca o altar de la corteza sagrada,
construida por Sen-Usert I hacia el 1950 a. de C.

“Pruebas de la calidad arquitectónica alcanzada durante el Reino Medio son el clasicismo sin
ornatos en la estructura, la cual se presenta despojada de aquello que no es esencial; así como
el bajorrelieve tallado en hueco que muestra al gobernante en el momento de ofrecer un
sacrificio al dios Amón, simbolizado aquí como Min, el generador cósmico. Si bien los rasgos
más interesantes de esta obra maestra son su sencillez y armonía, no debemos olvidar que es la
única construcción del Reino Medio que ha sobrevivido y, conforme a los cronistas, las obras
de este largo período de tres siglos eran suntuosas y recurrían a la ostentación extrema.”142

Durante el Imperio Medio se renovó la política exterior de los faraones de Menfis, desplegando
Egipto un intenso comercio con Biblos143, basado principalmente en la necesidad que Egipto
tenía de madera de cedro. Las relaciones comerciales con las costas fenicias se establecieron en
épocas de los reyes tanienses en el IV milenio a. de C., existiendo gran actividad comercial
durante el reinado de Keops, en 2650 a. de C. aproximadamente144.

Estas relaciones comerciales podemos recrearla con mayor exactitud con los numerosos
modelos y miniaturas encontradas en la tumba del visir Meket-Ra, ministro de Mentuhotep, en
Deir el-Bahari, que representan una flotilla copiada con gran precisión en madera y tela; se
compone de cruceros, barcos de carga, naves de pesca y un barco armado, entre otros, y
demuestra que el papel de la navegación en la vida egipcia no se limitaba a rituales funerarios en
los que las barcas de los difuntos transportaban sus almas hasta el más allá. Estas flotas eran
indispensables para el imperialismo faraónico.

141
“:.. admirado por los antiguos como la creación faraónica más sobresaliente ...” STIERLIN.
142
STIERLIN, Henri op. cit.
143
No debe descartarse la posibilidad que Biblos haya sido una colonia egipcia.
144
Como lo atestigua un descubrimiento arqueológico hecho en 1954; al pie de la gran pirámide se encontraron dos
navíos de cedro, enteramente desmantelados pero intactos, que habían permanecido durante cuatro y medio
milenios, en el fondo de un foso cavado en las rocas de Gizeh y cubiertas con 41 capas de piedra caliza a manera de
protección. En los bajorrelieves que adornan la tumba de Ti, en Sakkarah, se representaron las últimas fases de
construcción de una nave egipcio, de ahí la importancia del descubrimiento de Gizeh, que revela la existencia de
enormes navíos egipcios capaces de adentrarse en alta mar, de 37 metros de largo; algunos de sus baos de madera
alcanzan 23 metros y pesan dos toneladas. Las cubiertas se ensamblaban mediante un sistema de canales tallados en
la madera que atravesaban los tablones, en vez de clavos o remaches; estos canales siguen un patrón ondulante que
se bifurca en ambos extremos, de tal suerte que no era necesario calafatear, chapear ni barnizar. Una nave de estas
dimensiones hace patente la existencia de relaciones comerciales con el Líbano, ya que su construcción exigía
toneladas de madera importada de las montañas que dominaban las costas fenicias.
47

Hacia fines del reinado de Amenemhet IV, 1790 a. de C., la influencia egipcia sobre Asia
declinó de manera abrupta; el país cae en la anarquía aunque la causa de este desorden no es
clara. En 1730 a. de C., los hiksos, atraídos por la impotencia de un estado debilitado por la
disensión interna, alcanzan el delta del Nilo que, hasta ese momento, había estado relativamente
libre de invasiones, debido a su posici\n que semeja una isla flanqueada por el desierto al este y
oeste145.

SEGUNDO PERÍODO INTERMEDIO


La restauración imperial lograda originalmente por Mentuhotep II fue sofocada cuando
gobernaba la XIII dinastía por la invasión de los hiksos o “caudillos extranjeros”, que se
infiltraron gradualmente en la porción oriental del delta, tomando el poder en el Bajo Egipto
alrededor del 1700 a. de C.; este pueblo de origen semita procedente desde Palestina se
infiltraron a través del desierto de Arabia, estableciéndose cerca de la frontera oriental de
Egipto. Dominaron el Delta durante casi un siglo y medio, a quienes los faraones pagaban
tributo desde Tebas. Establecieron su capital en Avaris, también llamada Tanis;
progresivamente toman posesión de todo Egipto, cuyo éxito militar residía en el uso de nuevas
armas que trajeron de Asia, como las armaduras que cubrían todo su cuerpo, cimitarras, dagas
mortíferas, arcos sólidamente hechos de madera y cuero y carros tirados por caballos hasta
entonces desconocidos en la región146; estos contingentes móviles, aunque en número reducido,
derrotan a los egipcios, que posteriormente utilizarán estas nuevas armas después de expulsarlos
de sus territorios tras 150 años de dominación.

Este Segundo Período Intermedio termina en el 1580 a. de C., cuando Ahmosis o Ahmés I,
fundador de la XVIII dinastía, los expulsó hacia Palestina, iniciándose así la larga etapa de la
historia egipcia que se conoce como Imperio Nuevo.

IMPERIO NUEVO147
Después de 150 años de ocupación hiksa, el gobierno faraónico, cuya capital es Tebas,
emprende la expulsión de los bárbaros asiáticos; Amosis I, hacia el 1590 a. de C., se apodera de
Avaris y pone punto final a la dominación de los hiksos. A partir de este momento, Tebas
sustituyó a Menfis como capital de Egipto, tanto desde el punto de vista religioso como político.

“La organización del Imperio egipcio conservaba una sombra de independencia a las
provincias, o nomos, subsistente todavía de la primitiva distribución de las tribus prehistóricas
a lo largo del Nilo. Este régimen feudal tenía la ventaja de procurar siempre pretendientes
enérgicos y ambiciosos cuando las familias de los faraones se agotaban con las fatigas y el
goce desmedido del poder. Pero los nuevos usurpadores afirmaban en seguida su situación
contrayendo alianzas con los legítimos príncipes destronados, y ponían gran empeño en
demostrar la segura posesión de su derecho apoderándose de la capital y recabando el
reconocimiento de los sacerdotes de Tebas, omnipotentes durante largos siglos. De aquí que la

145
Es en este momento cuando movimientos migratorios causan repercusiones en todo el Cercano Oriente; hordas
indo-arias invaden sucesivamente la región y arrollan las civilizaciones antiguas, los hititas ocupan Capadocia, los
huros llegan al Eufrates y los kasitas toman posesión de Mesopotamia.
146
Estos regimientos sobre ruedas cambian por completo la estrategia terrestre que se había basado en maniobras de
infantería; la rapidez de los ataques con carros desequilibran las fuerzas en el campo de batalla.
147
El Imperio Nuevo, o Imperio Egipcio en Asia y Nubia, también tuvo a Tebas por capital; comprende las
dinastías XVII a XXV, entre los años 1560 y 651 a. de C. Período conocido también como la Era de los Grandes
Templos.
48

sucesión de las dinastías no fue causa de grandes variaciones en el régimen del Estado ni en el
culto, y sólo algunas veces, siempre con carácter provisional, nuevos faraones, poseídos de un
extraordinario fanatismo por su ciudad o provincia, tuvieron especial empeño en trasladar a
ella la capitalidad para colmarla de los beneficios que procuraba la corte. Tebas y sus dioses
quedaron por algún tiempo relegados a segundo lugar; pero fuera de estas cortas
interrupciones, durante los quinientos años que van de la XVIII a la XXI dinastías, es decir, del
1570 al 1085 antes de nuestra era, Amón-Ra, el gran dios tebano, mereció los honores del culto
nacional en sus templos.”148

Así como la gran revolución marca el fin del Imperio Antiguo, la reunificación simboliza una
nueva era en la historia gloriosa de Egipto; los faraones retoman las tradiciones de su pasado y
desde sus inicios el Imperio Nuevo se distinguió por la firme voluntad de revivir las creencias
del Imperio Medio, siendo un buen ejemplo de ello el pabellón construido por Amenhotep I,
hijo de Amenofis, en el templo de Karnak hacia el 1550 a. de C. Este pabellón se encontró
desmantelado en los cimientos del tercer pilón junto con la Capilla Blanca de Sen-Usert I; se
trata de una pequeña estructura construida enteramente en alabastro, que fue reconstruida piedra
por piedra, y casi intacta da una clara idea de la pureza clásica de las líneas en boga hasta fines
del Imperio Nuevo, como sus tableros delicadamente grabados y enmarcados con toro149 y
coronados con una cornisa de caveto, típica de la arquitectura egipcia.

Durante el reino de Tutmosis I, sucesor de Amenhotep I, Egipto atravesó por un período de


grandes conquistas territoriales que restablecieron la influencia del faraón tanto en Asia cuando
sus ejércitos atraviesan el Eufrates, como en Nubia donde las tropas egipcias llegan hasta la
Cuarta Catarata, a mil kilómetros al sur de Tebas. Comienza así la era más brillante de Egipto,
que continúa bajo el reinado de Tutmosis II, primer esposo de la reina Hatshepsut150 e hija de
Tutmosis I; de acuerdo con la costumbre faraónica, contrajo matrimonio con su medio hermano,
pero la muerte de éste le dio la libertad de acción que requería, y viuda decide tomar por esposo
a su propio hermano, Tutmosis III, con el fin de legitimar su reinado y al mismo tiempo
mantener a su nuevo cónyuge en la humillante situación de “príncipe consorte”.151

El hipogeo continda siendo el tipo de tumba más característico durante el Imperio Nuevo,
siendo el lugar de su construcción el llamado Valle de los Reyes, al otro lado del río, frente a
Tebas.152

Los continuos saqueos de tumbas en épocas de crisis, hacen a los faraones de Tebas más
previsores, y durante el Imperio Nuevo optaron por separar los dos elementos principales en los
enterramientos, la ceremonia fúnebre se lleva a cabo en el templo construido en la ribera

148
NOUGIER, Louis-René op. cit.
149
Tipo de moldura tomado de la arquitectura de adobe.
150
La única mujer que gobernó Egipto antes de los ptolomeos y de la reina Cleopatra.
151
Esta inteligente mujer, que se autoproclamó rey, usurpó títulos reales y llevó la barba falsa como símbolo de
autoridad.
152
Lugar que ya en el Imperio Medio se había utilizado para estos menesteres, ahora sacralizado al convertirse en
un lugar sagrado por excelencia, levantándose múltiples templos y se excavaron gran número de tumbas. El valle
está encajonado por pequeños desfiladeros a derecha e izquierda y dominado por el gran picacho de el-Qorn, que
era adorado por el pueblo de Tebas, quien le confería el don de poder castigar y perdonar. Este picacho era el
guardián de las tumbas allí excavadas y a él se rendía ciertos cultos en los templos que en el valle se construyeron;
además de esta “protección” Tutmosis III, de la dinastía XVIII, mandó colocar una serie de fosos-trampa que
protegían las tumbas contra los profanadores.
49

occidental, mientras que el entierro mismo se realiza en una tumba que permanecerá oculta;
estas tumbas se escondieron bajo tierras yermas y baldías en el Valle de los Reyes, al pie de
Kurn. Así, galerías estrechas atraviesan las montañas a una profundidad de diez metros o más,
como es el caso del hipogeo de Ramsés VI, 110 metros; la entrada generalmente se oculta bajo
un cono de tierra y desechos con el fin de preservar el sepulcro de la codicia de profanadores
que sabían que inmensos tesoros yacían enterrados junto a los restos de los gobernantes.

En los confines del Valle se han localizado cerca de 60 tumbas, y aunque un muro escondía los
pasajes más accesibles para protegerlas de los saqueadores del desierto, todas fueron profanadas
y robadas excepto la tumba de Tutankhamon; la mayoría de ellas son extraordinarias en su
profusa decoración, para satisfacer propósitos mágicos y conducir al difunto a través de las
emboscadas y peligros que implicaba el viaje al más allá, trayecto que, además, se suponía
poblado de monstruos y espíritus malignos. Esta ornamentación pintada, a menudo rica en
color, ilustra los famosos textos funerarios del Libro de los Muertos153, que contiene conjuros
para romper hechizos malignos y asegurar la vida eterna del difunto; esto explica la presencia de
dioses encargados de juzgar, embarcaciones en las cuales navegan los difuntos y las pruebas a
las que se somete el faraón quien, victorioso y triunfante, se equipara con los dioses. Los
relieves que despliegan los misterios del otro mundo adn adornan los muros de las largas
galerías y tumbas profanadas.

Las consortes reales también tenían su propio valle, el Valle de las Reinas, al otro lado de la
montaña; algunas de estas tumbas, como la de Nefertari154, se cuentan entre las más bellas y las
mejor conservadas.

Tebas, la capital del Imperio Nuevo, sepulta a sus faraones y sus reinas en la rivera izquierda del
Nilo, en los valles y desfiladeros del desierto. Mientras que las tumbas de la gente del pueblo
son muy sencillas, las de los funcionarios y sacerdotes son más elaboradas.

En contraposición a los hipogeos del Imperio Medio, los del Valle de los Reyes no presentan
una organización tan regular, presentando Éstos en común su configuración en construcción
excavada y su estructura en galerías con cámaras; carecen de capilla funeraria, construyéndose
un templo aparte, y diferentes distribuciones en los que varía el número de camaretas para alojar
los tesoros y pertenencias del faraón, encontrándose desde la modalidad de eje de simetría y la
de formas acodadas, con diverso número y distribución de compartimientos. Citemos algunos
de la XVIII y XIX dinastías:
- De Tutmosis III
- De Tutmosis IV
- De Horemheb
- De Sethi I
- De Ramsés IV

153
El primer Libro de los Muertos que se conoce es el texto grabado en las pirámides, que comprende como mínimo
453 capítulos, que fueron codificados mucho más tarde en 165, en el siglo VII a. de C., bajo el reinado de los
Psaméticos. El mejor ejemplar de esta recensión es un papiro de 20 metros de largo, actualmente conservado en el
Museo Egiptológico de Turín, publicado por vez primera por Lepsius, quien tambión tradujo una serie de textos de
sarcófagos que adornaban las paredes de los féretros. G. Maspero, director de Excavacio-nes y Antiguedades de
Egipto, abrió la pirámide de Ounas, en Sakkarah, cuyas cámaras secretas contienen los más antiguos textos
religiosos egipcios conocidos.
154
O Nofretari, esposa de Ramsés II.
50

Entre los hipogeos, uno de los más sobresalientes es el del faraón Tutankhamon155, al presentar
una nueva estructura, a base de galería no muy extensa, con antecámara, cámara funeraria,
estancia del tesoro y camareta, presentando gran concordancia con la distribución de la casa
popular egipcia del momento; es una de las poquísimas que han llegado intactas hasta nuestros
días.

La aldea de Deir el-Medine aportó testimonios relevantes sobre la excavación de la titánica


necrópolis de Tebas; construida al pie del acantilado que alberga las tumbas del Imperio Nuevo,
en esta aldea amurallada se encontraron bocetos de los cascos, u ostraca, relaciones de los
procedimientos instituidos para evitar robos, peticiones, recuentos de las huelgas de trabajadores
mal pagados, etc. De esta valiosa información se desprende que el trabajo se realizaba mediante
un sistema de turnos y se vislumbra algo de la existencia de artistas talentosos que dieron vida al
mensaje de la pintura egipcia.

Aparece la gran arquitectura egipcia con el apogeo cultural, político y económico del Imperio
Nuevo, en el que el esfuerzo principal de los faraones se concentra en la construcción de
templos funerarios, cuya única garantía de inviolabilidad consiste en el aspecto imponente de
solidez de la construcción156; las tumbas tratarán de ocultarse y desaparecerlas casi totalmente
bajo la tierra o en la roca de los acantilados que cierran el Valle del Nilo, intento que también
fue inútil, para proteger la “inmortalidad de los reyes-dioses de Egipto.”

Durante este Imperio, el templo tiene más importancia que la tumba, ya que el faraón sólo será
el hijo de Amón-Ra157. En Tebas, capital de los Imperios Medio y Nuevo, se construyeron los
más grandiosos edificios religiosos de todo el valle del Nilo158, “... los mayores que haya
construido la humanidad, sólo comparables por sus colosales proporciones con las antiguas
pirámides de las primeras dinastías que tuvieron en Menfis su capital.”159

Los faraones que construían los templos aspiraban a honrar a los dioses no sólo con la
edificación, sino también con obras de arte. A menudo erigían en ellos enormes estelas de
piedras grabadas con jeroglíficos para pregonar el celo del monarca por servir a los dioses, así
como su satisfacción por las cualidades artísticas de los templos. La inscripción hallada en una
estela se ufana del ornato de un templo de Tebas, mandado construir por Amenhotep III:

“Y he aquí que el corazón de Su Majestad


estaba satisfecho por hacer un monumento
muy grande; nunca ha sucedido nada parecido
desde el principio. Lo hizo como un
monumento a su padre, Amón, señor de Tebas,

155
Faraón de la XVIII dinastía, poco importante poco importante para la historia de Egipto, muerto en la
adolescencia. Su tumba fue hallada por Carter en 1922.
156
Aunque en la antiguedad los violadores de tumbas saquearon infinidad de ellas, llegando hasta las cámaras
funerarias y secretas de las pirámides, a pesar de las trampas mortales y los “poderosos conjuros” que las protegían.
157
El omnipotente padre del cielo y de la tierra; Amón era el dios local de Tebas, que en este imperio fue
identificado con Ra.
158
La llanura de Tebas desde los tiempos prefaraónicos fue un lugar sagrado, en ella se encontraban las tumbas de
los faraones de las dos primeras dinastías, y en Abidos, la tradición coloca también la tumba de Osiris.
159
NOUGIER, Louis-René op. cit.
51

construyéndole un augusto templo al oeste


de Tebas, una fortaleza eterna e
imperecedera de fina piedra arenisca,
trabajada toda ella con oro; adornado su
piso con plata, todos sus vestíbulos con
electro [aleación de oro y plata]; lo
hicieron muy largo y muy ancho, erigido
para siempre; y lo adornaron con este
tan grande monumento [es decir, la estela
en la que aparece esta inscripción].
Contiene gran número de estatuas reales
de granito de Elefantina, de suntuoso
asperón, de espléndidas y costosas piedras,
erigidas como obras sempiternas. Su
altura resplandece más que los cielos,
sus rayos llegan a los rostros como el sol
cuando refulge al romper el día. Se le ha
dado un “Puesto del Rey”, forjado con oro
y muchísimas piedras preciosas. Se han
puesto ante él astas de bandera hechas de
electro; se asemeja al horizonte cuando Ra
se eleva sobre él. Su lago está lleno con
agua del gran Nilo, señor de peces y aves.”160

EL TEMPLO
El templo completa aunado a la tumba el gran dualismo siempre presente en el mundo egipcio,
compuesto por muertos y dioses; a los primeros dotándolos de un espacio para proporcionarles
su eternidad y a los otros tributándoles numerosísimos cultos, sacrificios y ceremonias en
magníficas construcciones pétreas y columnarias, desarrollándose en el Valle de los Reyes y en
los acantilados del Nilo.

Veamos su desarrollo. “La necrópolis real de Abidos, situada a dos kilómetros del valle del
Nilo en la llanura desértica, estaba bajo la protección de una divinidad funeraria, el “Primero
de los Occidentales”, a la cual estaba consagrado un templo en una ladera del valle. Ese
templo de ladrillo, del que han quedado los cimientos, es el único ejemplo de edificio religioso
de comienzos del período dinástico. La planta es muy alargada: en el lado menor, dos entradas
introducían en dos vestíbulos sucesivos y, de allí, a una tercera estancia donde, en la pared del
fondo, se hallaba la capilla para la imagen del dios. Se trata de la transposición en ladrillo de
la “Cabaña del dios”, que originalmente surgía aislada al aire libre, rodeada por una
empalizada, y estaba construida solo con esteras, como se ve en las representaciones antiguas.
La cabaña se retiró hacia la pared final y se insertó, funcionalmente, en el interior de un
edificio cerrado.”161

Durante las cuatro primeras dinastías los templos anexos a las mastabas, pirámides escalonadas
y pirámides, cumplieron la doble función del culto, funerario y divino; “... allí, en procesiones

160
CASSON, Lionel op. cit.
161
MULLER, Hans Wolfgang op. cit.
52

precedidas por el faraón o los sumos sacerdotes, acudían los fieles a honrar a sus múltiples
divinidades.”162

Desde Keops, y más concretamente desde la V dinastía, el faraón pasa a ser considerado como
protegido especialmente por Ra el dios sol, en todo su esplendor del medio día, del cual es su
hijo predilecto e, incluso, es el mismo Ra transformado en hombre para regir los destinos de
Egipto en la Tierra.

Hasta finales del Imperio Antiguo se erigen grandes santuarios solares para honrar a Ra y al
propio faraón. Aunque su distribución variara, en todos los casos presentan dos elementos
fundamentales:
- Un gran obelisco163 levantado sobre una forma piramidal truncada, “... que, cual dedo pétreo
terminado en punta, señalaba al astro-rey.”164
- Una gigantesca barca, hecha en piedra y ladrillo, que simbolizaba el navío en que el dios sol
navegaba diariamente por el cielo.

Grandes ejemplos de estos santuarios solares son el levantado por el faraón Neuserre, de la V
dinastía, en Abu Ghurab; y en Abu sir, el templo solar de Userkaf.

A lo largo del Imperio Medio, menos frecuente fueron los conjuntos templarios, por ser un
período conflictivo históricamente hablando. Pertenece a esta etapa el templo erigido por orden
de Mentuhotep II, en Deir el-Bahri.

Siguiendo esta tipología, a partir de la XI dinastía, se tenderá a hacer el enterramiento en un


hipogeo escondido y un gran templo, sin cámara funeraria, aparte y en lugar bien visible.

La arquitectura egipcia alcanza su culminación en los templos erigidos por los faraones en la
llanura tebana, entre las dinastías XVIII y XIX, siendo los más característicos los que fueron
levantados en el Imperio Nuevo; en ellos y a través de sus modalidades, se pautan las estructuras
del templo egipcio, así como sus ceremonias más conocidas y espectaculares165.

Dos modelos podemos señalar:


A. Constituido por los denominados “grandes templos”, enormes construcciones erigidas en el
Valle de los Reyes o en los desiertos circundantes, y cuya finalidad era la de honrar a los dioses
y celebrar en su ámbito grandes ceremonias referidas al faraón166. Los grandes templos cubrían
una extensión, que en algunos casos, podían alcanzar varios kilómetros de longitud; realizados
con hileras de piedra a unión viva y, en sus muros más gruesos, configurando forma de talud
para su mejor asentamiento en el suelo arenoso de Egipto.

162
DE OLAGUER-FELIÚ, Fernando op. cit.
163
Los primeros obeliscos se construyeron hacia el 2600 a. de C., que según Herodoto estaban recubiertos por finos
metales, y servían como inmensos pararrayos, cuya finalidad era llamar la atención de los dioses. Los obeliscos
mandados construir por la reina Hatshepsut estaban recubiertos de electrum, una aleación conformada por 75% de
oro, 25% de plata y con pequeñas adiciones de cobre.
164
DE OLAGUER-FELIÚ, Fernando op. cit.
165
Hecho nada extraño si se tiene en cuenta que fue durante el Tercer Imperio cuando las solemnidades y la pompa
cortesana alcanzan más altos grados.
166
Hecho nada extraño si se tiene en cuenta que fue durante el Tercer Imperio cuando las solemnidades y la pompa
cortesana alcanzan más altos grados.
53

Sus cubiertas eran arquitrabadas y el elemento esencial en muchas de sus dependencias fue la
columna, que, en sus modalidades más esenciales, copia las formas vegetales nilóticas “... con el
simbolismo de que la principal flora del país llene los templos, cual canto de agradecimiento de
los dioses por parte de un país que tiene perennemente (cual la piedra en que las columnas
están hechas) una riqueza agrícola merced a la bondad divina que les proporciona el agua del
Nilo. Así, la columna lotiforme, la papiriforme y la palmiforme serán los modelos más
repetidos, en alusión al loto, la planta de papiro y la palmera que tan aprovechados fueron -y
para los más diversos menesteres- en el mundo egipcio. Otras formas columnarias fueron
aquellas que hacían referencia directa a algún dios como la hathórica o columna cuyo capitel
reproducía la cabeza de la diosa Hathor, con sus largos cuernos y el disco solar apresado
sobre ellos, o la que, en simbolismo del dios Horus, tenía esculpida en su capitel la cabeza de
un halcón coronado. En estos últimos casos el simbolismo se refería a que dichos dioses eran
los soportes y protectores del templo y la religión, y que sin su ayuda el techo (alusión al
firmamento) se vendría abajo, creando el caos en la Tierra (representada por el suelo de los
recintos).”167

Los grandes templos son entonces simbología pura:


- La piedra representa la idea de la perennidad de los dioses.
- La uniún viva con que sus sillares encajan, sin argamasa, nos habla de la pureza de la materia
con que se constituyen.
- La forma de talud168 de sus muros capitales aluden a la divinidad que, descendiendo del cielo,
se apega con fuerza al país egipcio.
- Las columnas, techo y suelo son la unidad del espacio divino.
- Las dos moles de los pilonos simulaban dos montes entre los cuales salía Horus cada mañana
para tender su espada invencible al faraón a fin de que éste pudiera aplastar a cualquier enemigo
de Egipto.

El gran templo egipcio siempre presenta los mismos elementos, con pequeñas variaciones:
- La “avenida de esfinges”, calle de gran anchura y, en ocasiones, de considerabilísima longitud,
flanqueada por una serie de esculturas realizadas en basalto o granito, la mayoría de las veces de
gran tamaño, de cuerpo felino y cabeza humana o de otro animal divino169. Su simbolismo era
el de los dioses protectores del templo, que al alinearse ante él formando una calle impedían que
cualquier principio maléfico penetrara en el recinto sagrado. Este elemento relacionaba al Nilo
con el edificio.

La avenida de acceso al templo de Amón en Karnak, Tebas, estaba bordeada por doble hilera de
esfinges170, cuarenta en total, con cuerpo de león, cabeza de carnero como alusión al dios Amón
y entre sus patas delanteras la imagen del faraón, a modo de “guardián del doble horizonte”.
- La denominada “explanada del los obeliscos”, plaza en la que terminaba la avenida de las
esfinges, en cuyo centro se desplantaba uno o dos obeliscos que en sus caras tenían grabadas en

167
DE OLAGUER-FELIÚ, Fernando op. cit.
168
Esta inclinación de las paredes exteriores se atribuye a antiguas experiencias de construcciones arcaicas con
adobes.
169
Variaba en su tipología, siendo la más usual la de cuerpo de león y cabeza humana, la del faraón que mandó
construir el templo; o bien, cabeza de carnero, símbolo del dios Amón, una de las divinidades más importantes
durante el Imperio Nuevo; o cabeza de halcón con la corona del Alto o del Bajo Egipto, haciendo alusión al dios
Horus.
170
Son el símbolo de Amón, síntesis de Ra y Harmakhis, los antiquísimos dioses solares del Bajo Egipto.
54

escritura jeroglífica alabanzas a los dioses y a los faraones.

- Tras de la plaza de los obeliscos se erguía la gran fachada del templo, conformada por los dos
pilonos conmemorativos171, que es la puerta triunfal, conformada por muros trapezoidales
culminados por una gran cornisa, la única moldura de la construcción egipcia,la gola invertida,
que, con su forma saliente, proyecta la sombra del sol en las líneas horizontales del remate. Los
pilonos flanqueaban una puerta rectangular de acceso al templo; su función era puramente
decorativa, no hay habitación alguna dentro de ellos, sólo una pequeña escalera para llegar a los
agujeros de donde salían las grandes abrazaderas que sostenían los mástiles con gallardetes en
los días solemnes de fiestas. Las grandes superficies planas de las paredes inclinadas de las
torres del pilono se prestaban ya a la decoración en relieve, con episodios de la vida del faraón
constructor del edificio, que solía estar representado en grandes figuras a ambos lados de la
puerta.

Para enriquecer esta entrada, a veces se añadieron obeliscos de granito172, labrados en una sola
pieza, o dos gigantescas columnas a cada lado de la puerta, que servían de adorno.

- El templo propiamente dicho, constituido por una serie de espacios que estructuran de acuerdo
a un eje longitudinal, siendo una serie de dependencias de menor dimensión y altura, capillas
consagradas a diferentes divinidades, rematando en la habitación del dios tutelar del templo, en
la que se colocaba la imagen de la divinidad:
* Atravesada la puerta, se encuentra un primer patio173, la sala hípetra174, elemento de
transición entre el interior y el exterior, un espacio semiabierto conformado por un gran patio
porticado.

Los patios son de gran variedad por lo que se refiere a sus dimensiones y composición. Unas
veces los patios no tienen columnas a su alrededor; otras éstas están dispuestas en una o dos
filas, pero solamente a los lados; otras forman un verdadero claustro, con columnas en los
cuatro lados del patio descubierto, la sala hípetra propiamente dicha.

El primer patio de Karnak lleva en el centro, de puerta a puerta, dos filas de columnas
monumentales que conformaban una avenida o calle en medio del inmenso cuadrado del patio,
como prolongación de la gran Avenida de las Esfinges. Algunos de estos patios están decorados
con una hilera de colosos en las dos paredes, como puede verse en Karnak y en el Ramesseum.

Cuando las columnas se hallan en los cuatro lados del patio, a veces no todas son del mismo
orden, sino que las de enfrente llevan capiteles acampanados y las laterales capiteles de flor de
loto sin abrir, pero por regla general, los cuatro lados del pórtico son semejantes, como en el
templo de Luxor.

A veces entre las sala hípetra y la siguiente dependencia, la sala hipóstila175 hay un segundo
pilono, pero en los templos má sencillos se pasa por una simple puerta.

171
Representando las Dos Tierras de Egipto.
172
Cuando el templo no contaba con su propia plaza de los obeliscos.
173
Similar al nártex del templo cristiano.
174
Es decir sin techo.
175
Nombre griego que designa una sala columnada cubierta totalmente.
55

* Al fondo de la sala hípetra y a eje de los pilonos se accedía a la gran sala hipóstila176, plagada
de columnas e iluminada tan sólo por la luz que penetraba del patio exterior y la luz que recibía
desde lo alto, al dividirse en naves por medio de filas de columnas, más altas las de la nave
central, cuya diferencia de alturas se cerraba con celosías de piedra. Una sala hipóstila egipcia
es, pues, una sala grande, estructurada mediante columnas que soportan el techo plano formado
por grandes dinteles, con la nave central más alta cubierta con bloques monolíticos, sin ventanas
en los muros, pero dotada de iluminación superior. “Las salas hipóstilas de los templos
egipcios, con penumbra misteriosa, sin ninguna abertura indiscreta, a excepción de las celosías
superiores; con sus hileras de columnas, que tamizaban la luz de lo alto; decoradas siempre
con los fulgores vivos de los relieves policromados, debían de ser la obra maestra de la
construcción y el arte egipcios.”177

Algunas de ellas tienen dimensiones estupendas; la gran sala de Karnak es todavía la mayor sala
cubierta de piedra que existe en el mundo, iniciada por Sethi I y terminada por Ramsés II; mide
152 metros de largo por 51 de ancho, cuyo techo estaba soportado por 134 columnas178,
enormes columnas de 10 metros de circunferencia y 23 de alto.

* Al fondo de la sala hipóstila está la entrada a la naos o “sancta santorum”, comunicado con la
sala anterior por una o varias puertas, el santuario propiamente dicho, a veces precedida de un
patio más pequeño que la sala hípetra. Era la parte más sagrada del templo, pequeña cámara
muy reservada a la que sólo tenía acceso el faraón, como ser divino, o algún sumo sacerdote
que, al pertenecer a la familia imperial, también tuviese cierto grado de divinidad.

* El templo podía complementarse con una serie de dependencias ubicadas atrás del santuario y
alrededor del núcleo central del templo, la Sala de Adoración179 donde el faraón reinante era
purificado con agua en calidad de “Hijo de los Dioses”, una serie de cámaras, en las que se
guardaban los objetos propios del culto, los tesoros del templo, las habitaciones de los
sacerdotes, escuelas180 religiosas, almacenes de aprovisionamiento para las clases sacerdotales,
edículos y templetes dedicados a otras divinidades.

Algunos templos presentan un segundo patio, en el fondo del cual estaban las dependencias,
almacenes, observatorios para los sacerdotes-astrónomos, los llamados “Grandes
Observadores”, y habitaciones de los guardianes del santuario. Todo el conjunto del templo
estaba encerrado en un rectángulo formado por una doble pared, con un corredor que lo aislaba
completamente del exterior.
Este partido es común a todos los templos egipcios, con varia-ciones no muy importantes.

El aspecto exterior de un templo egipcio no tenía la función de representar un espacio sagrado,


sino el de un centro de poder, ya que su objetivo era manifestar al pueblo, que no penetraba en
el templo, la majestad del dios al que estaba dedicado, y no el rito que se realizaba dentro, rito
que iba dirigido a asegurar el favor de los dioses hacia Egipto.

176
Espacio columnado, con techo.
177
NOUGIER, Louis-René op. cit.
178
Esta obra colosal de la XIX dinastía es el mayor espacio religioso construido en la historia de la humanidad.
179
Esta Sala de Adoración, a la que los egipcios llamaban Pa-duaát, también se encontraba en las tumbas.
180
Anexas a los templos solía haber escuelas de escribas, pero también había una en el palacio, y de vez en cuando
los escribas seglares dirigían sus propias escuelas en las aldeas.
56

Se edificaron dos tipos principales de templos:


- El templo cultural o de la región; algunos de éstos eran templos principales y otros estaban
dedicados a posada de Amón, que se detenía en ellos cuando hacía viajes periódicos desde su
templo principal en Karnak hacia otro templo, con motivo de alguno de los muchos festivales.
- El templo funerario, dedicado a la memoria de un faraón muerto que era considerado como un
dios.

El templo era como la casa del dios, cuya disposición era similar a las casas de los nobles y
funcionarios, pero con la diferencia que en el templo se distribuían en torno a un eje para
permitir que las procesiones pasaran desde la puerta principal al santuario sin recorridos
complicados.

Algunos templos estuvieron en uso durante varios centenares de años, siendo cambiados y
ampliados, algunas veces demolidos y vueltos a construir, pero siempre manteniendo el mismo
diseño.

Hubo pocas excepciones, como cuando dos deidades de igual rango ocupaban el mismo templo,
habilitándose una doble nave y dos santuarios como en Kom Ombo.

“Los templos representaban a Egipto en miniatura. La gran entrada monumental era similar en
su forma al jeroglífico que indicaba el horizonte o los límites del país. En las paredes exteriores
de esa puerta vemos al rey destruyendo a sus enemigos extranjeros. En el interior las salas
estaban decoradas como enormes follajes, los suelos pintados representando el agua y los
techos punteados con estrellas. Los arquitectos no conocían la bóveda, y por eso los bloques de
piedra lisa que formaban los techos tenían que apoyarse en columnas angostas sobre
basamentos a su vez en forma de planta y normalmente con capiteles adornados con papiro o
de loto”.181

El templo estaba apartado del mundo exterior para proteger su pureza ritual; en su construcción,
en la ceremonia de colocación de la primera piedra se cubría un pozo con arena limpia a la que
se añadían amuletos mágicos para ahuyentar toda influencia maléfica que le pudiera atacar
desde abajo; las esquinas del templo las protegían sepultando en los cimientos animales
sacrificados, utensilios y otros objetos; se construía un alto muro para proteger la superficie
exterior del templo, mientras el edificio verdadero y propio del recinto sagrado se levantaba
dentro de otro muro y de un pasillo o corredor que formaba un cordón a su alrededor.

Para evacuar el agua de lluvia del tejado, se tomaban estudiadas precauciones, mediante un
complejo sistema de canales y grandes gárgolas, el santuario con frecuencia se construía como
edificio separado, dentro del templo principal y contaba con su tejado propio evitando de este
modo el contacto con el mundo exterior.

Dentro del edificio principal había varias habitaciones dedicadas a servicios particulares, una de
ellas era la biblioteca en la que se guardaban los rollos de papiro que contenían los textos
rituales otra era donde se guardaban los vestidos sagrados y otra hacía las veces de la sacristía de

181
RUFFLE, John. Los templos egipcios: Centros de Poder. El Antiguo Egipto.
57

los templos cristianos, donde se guardaban copas, incensarios y otros utensilios propios del
culto.

Además del dios principal al que estaba dedicado el templo, había otros dioses quizá miembros
de su familia, que lo compartían, cuyas imágenes se custodiaban en capillas más pequeñas
ubicadas en torno al santuario principal.

Las paredes del templo estaban decoradas con bajorrelieves con escenas rituales e inscritas las
palabras que se recitaban en la celebración, por las que se ha podido determinar el uso de las
diferentes salas. “Las esculturas no eran sólo como un manual de culto con caracteres gruesos;
el rito celebrado cuando el edificio acabado se le ofrecía formalmente al dios incluía una
apertura de la boca, ritual con que todas estas esculturas cobraban vida, y eficacia perpetuas.

“Así, la mera representación del rito garantizaba su continuación para siempre aún en el caso
de que los sacerdotes dejaran de realizarlo”.182

En el techo se realizaban también algunas ceremonias importantes, como por ejemplo la unión
de la imagen divina con el sol, al que se subía por escaleras especiales de peldaños bajos, que
permitían que la imagen del dios pudiera ser elevada en una pequeña hornacina portatil; en el
techo se construían pequeñas capillas para el culto.

Fuera del edificio principal del templo, dentro del muro que lo rodeaba había muchas otras
edificaciones, pequeños santuarios o capillas en las que se representaba ritualmente un
matrimonio y un nacimiento divino; otras servían de alojamiento para los sacerdotes, una
escuela, talleres, mataderos y panaderías donde se preparaban las ofrendas, graneros y otros
almacenes, en sí todos los servicios requeridos por la numerosa y variada comunidad dedicada a
servir al dios; había también un pozo que suministraba agua lustral y un lago sagrado, el Lago
de la Oca, donde se realizaban rituales, donde simbólicamente el muerto debía ser purificado
antes de presentarse ante los dioses.

Los templos egipcios presentan una jerarquización del espacio, desde el exterior casi ilimitado,
al patio porticado en que se delimita el espacio arquitectónico en todas direcciones por medio de
los pórticos y los muros que lo rodean, permitiendo tan solo escapar la vista hacia lo alto
mediante el patio.

A medida que se penetra en el templo, el espacio se va cerrando en todas direcciones, los patios
y las salas van reduciéndose de dimensiones, el techo es más bajo, el nivel del suelo se eleva y
la luz también se va menguando, preparando así el ánimo para penetrar en el lugar oscuro donde
estaba la imagen de la divinidad, estatua antropomórfica del dios, además de otras reliquias
mágicas, como sucede al pasar del patio porticado ala semipenumbra de la sala hipóstila183, en
la que las hiladas de grandes columnas y la disminución progresiva de la altura de los elementos
hacia el fondo fuerzan la perspectiva para dar la impresión de mayor profundidad y dirigen la
vista hacia el fondo “lejano e indistinto donde en la sombra se presiente el santuario.”184

182
RUFFLE, John. El Antiguo Egipto.
183
Es aquella con techo plano en dos niveles sostenidos por columnas, cuya parte central más alta permite la
iluminación por la diferencia de altura.
184
HENRÍQUEZ, Raúl op cit.
58

Estos espacios tenían una jerarquización que pautaban la celebración de los rituales del culto;
así los fieles que en ellos intervenían procesionalmente podían acceder a determinados espacios;
el pueblo avanzaba a lo largo de la avenida de las esfinges hasta la plaza de los obeliscos; la
clase social más privilegiada, como la nobleza, cabezas de ejército y familia real, atravesaban la
puerta de los pilonos; a la sala hipóstila sólo pasaba la familia real, los grandes sacerdotes y la
nobleza más escogida; al sancta santorum sólo entraba el faraón.

“Esta jerarquización social que iban pautando las diferentes estancias también llevaban
consigo una graduación lumínica relacionada con el misterio y la capacidad que de él tenían,
según su formación cultural, cada una de las clases comentadas. Así, la avenida de las esfinges
y la explanada de los obeliscos, a plena luz era el lugar propio del pueblo, incapaz de conocer
el misterio (que simbolizaba la oscuridad); la sala hípetra también con luz, pero ya más
matizada, sería el sitio adecuado para aquellos que aunque con más cultura, todavía no tenían
capacidad para la iniciación en el secreto divino; la sala hipóstila, prácticamente sin luz
natural y de bastante oscuridad, era la ubicación idónea para los iniciados; y la cámara final,
en tinieblas totales, constituía el lugar por excelencia para el faraón, cuya naturaleza divina le
hacía estar en comunicación perfecta con el misterio que en esta tierra sólo él conocía.”185

“Todo dentro de la composición espacial y lumínica va encaminado, por medio de espacios


claramente diferenciados y sucesivamente más pequeños y oscuros que el anterior, hacia una
culminación emotiva en la oscuridad sagrada y terrible del santuario.

“La creación de espacios y volúmenes arquitectónicos expresivos que sirvan a la función básica
del edificio, es tal vez el problema más difícil e importante de satisfacer para la arquitectura de
todos los tiempos. La arquitectura egipcia dio a sus templos una solución ejemplar, al crear en
ellos una serie de espacios en la que de manera progresiva y hasta alcanzar en el santuario el
clímax, se suscita y obtiene una culminación de la emoción religiosa, mezclada con el terror
mágico necesario para la máxima eficacia de las ceremonias mágico-religiosas. Se cumple así
la función primordial del templo y se satisface una necesidad del mundo que la creó y al que
refleja en aspectos esenciales.”186

Los muros exteriores, al igual que los interiores, se cubren con el bajorrelieve a penas excavado
del plano exterior del muro, forma típica de decoración egipcia; este tipo de bajorrelieve, por su
policromía y poca profundidad aparece más como dibujo que como forma escultórica, siendo un
caso límite entre estas dos artes, la pintura y la escultura.

Al no usarse cimbras de madera para la construcción de las cubiertas, las salas se llenaban con
arena para colocar las losas del techo en su posición definitiva.

“Los templos son libros secretos, y detrás de sus pilonos, a la sombra de las columnas de sus
colosales salas hipóstilas, el milagro de la presencia de los siglos muertos es exaltante como
exaltante es la larga caricia del dios-río endulzada por la pureza y el brillo de un cielo
incomparable.” 187

185
DE OLAGUER-FELIÚ, Fernando op. cit.
186
HENRÍQUEZ, Raúl op. cit.
187
CHAMPDOR, Albert op. cit.
59

Los más característicos templos de esta tipología se construyeron en Luxor y Karnak, que son la
obra sucesiva de faraones pertenecientes a las dinastías XVIII, XIX y XX; posteriormente, los
ptolomeos o faraones helenísticos y algunos emperadores romanos quisieron agregar elementos
a estos edificios188. Estos dos templos en la antiguedad estaban unidos por una avenida
monumental. Los más tardíos son los templos de Edfú y Filae.

- El Gran Templo de Amón, el “rey de los dioses”, es el más grande y mejor construido de esos
templos, en la orilla oriental del Nilo, justamente al norte de Tebas, en Karnak. Es un edificio
que presenta diferentes etapas construcctivas; nació sobre un modesto santuario erigido durante
la dinastía XII en honor de Amón, cuando este dios era apenas una oscura divinidad local; a
partir de la dinastía XVIII, al engrandecerse el Imperio y ahondar en el pueblo la gratitud hacia
Amón, casi todos los faraones fueron añadiendo algo al templo para conmemorar sus victorias
en el exterior. Al cabo del tiempo el conjunto de templos cubría un área que medía unos 360 por
450 metros.

Los elementos fundamentales del templo de Karnak fueron erigidos durante los reinados de
Thutmés I, Hatshepsut y Thutmés III, pero las edificaciones más importantes son obra de los
faraones posteriores a la dinastía XVIII; al conjunto ya existente añadieron Sethi I y su hijo
Ramsés II, de la dinastía XIX, otro suntuoso vestíbulo, la gran sala hipóstila, con 134 columnas
que semejaban gigantescos troncos de árboles, esculpidas con escenas donde se describe al
faraón adorando a Amón. Hasta el tiempo de los griegos, los gobernantes de Egipto siguieron
añadiendo pilonos, patios, tumbas y estatuas al conjunto de templos. Este templo fue el principal
centro de la actividad religiosa y política del Imperio Nuevo, cuya planta es de gran
complejidad.

- El Templo de Amón, en Luxor a unos 3 kilómetros al sur de Karnak, el segundo gran templo
dedicado a este dios; edificado durante las dinastías XVIII y XIX, fue comenzado por
Amenhotep III y ampliado por Ramsés II189. A pesar de que un faraón posterior le añadió el
patio exterior y el pilono, que no están alineados propiamente con la parte original de la
estructura; el templo de Luxor es, en su mayor parte, más armonioso y coherente en su diseño
que el templo de Karnak. Una razón de ello es que refleja el gusto de un hombre, Amenhotep
III, de la dinastía XVIII, con quien llegaron a un nivel muy alto la destreza y el gusto egipcios.
Sus graciosas columnas producían sombras tan bellas como las columnas mismas.

- Templo de Sethi I en Abidos, perteneciente a la XIX dinastía.


- Templo de Konsu en Karnak, dinastías XX y XXI.
- Templo de Amenhotep III en la Isla de Elefantina; perteneciente a la dinastía XVIII. Fue

188
El patio ya construido se enriqueció con una nueva hilera de columnas; otro colocó dos obeliscos; otro hizo
grabar su nombre en las paredes de los pilonos. “En cada época de prosperidad se restauraron los desastres
causados por las anteriores revoluciones o guerras civiles, y hasta durante las invasiones los mismos dominadores
extranjeros, como los persas, no pudieron desentenderse de la sugestión formidable que les producían los templos
tebanos y mostraron especial empeño en añadir sus nombres bárbaros a la lista de los fundadores nacionales. La
historia de estos edificios es en esencia el resumen monumental de la historia de Egipto. Ellos fueron los
verdaderos centros de la actividad religiosa y política del Imperio tebano. A su erección dedicaron los faraones
todos sus esfuerzos, dejando en segundo lugar la que en otros tiempos había sido obra predilecta de las primeras
dinastías, es decir, las tumbas reales.” NOUGIER, Louis-René op. cit.
189
Aprovech los monumentos de sus antecesores, borr las dedicatorias y puso nuevas inscripciones en las que
se glorificaba como el m s grande de los monarcas.
60

construido en el año 1822 a. de C.


- Templo de Luxor, construido por Ramsés II, en la dinastía XIX.

En el lado opuesto, sobre la “ribera de los muertos”, los faraones de las dinastías XVIII, XIX y
XX levantaron sus templos funerarios y construyeron sus santuarios en el Valle de los Reyes.

En los monumentos egipcios se da por primera vez la estrecha relación entre las llamadas tres
artes liberales, arquitectura, pintura y escultura, ya que estas dos últimas contribuyen al aspecto
general del edificio; los templos aparecen decorados con relieves policromados que cubren las
partes planas del edificio, llenando todo espacio en las paredes y los fustes de las columnas; “...
los escultores lo llenan de relieves y tapan las juntas de las piedras para no tener que encerrar
sus asuntos dentro de los límites de cada hilada.”190

B. Los speos, excavados en los acantilados del Nilo, y cuyo carácter aunque era funerario, no
presentaba ámbito sepulcral; se erigían en recuerdo de un faraón difunto siguiendo la tradición
iniciada por Mentuhotep II. Templos construidos en recuerdo de un determinado faraón, quien
generalmente lo había mandado construir en vida; en este tipo de templo las celebraciones eran
mucho menos frecuentes, y menos espectaculares.

Se excavaban en los acantilados, cuya única fachada se esculpía directamente en la roca. Su


interior se hacía profundizando en sentido horizontal en los acantilados, conformado por tres
salas decrescientes en altura, tamaño y, consecuentemente, en iluminación191.

Ejemplos prototípicos de speos son los mandados construir por Ramsés II en Abu Simbel,
Nubia, en la orilla izquierda del Nilo a unos 40 kilómetros al norte de la segunda catarata; de la
XIX dinastía, uno dedicado a él mismo, y el otro en honor de su mujer, Nefertari, de más breves
dimensiones.

- El speos de Ramsés II, la obra más espectacular de este reinado que se caracterizó por sus
empresas colosales; dedicado a conmemorarar su gloria, presenta en su fachada cuatro colosales
estatuas del faraón entronizado, talladas en la roca, de poco más de veinte metros de altura;
encima de estas cuatro figuras gigantescas corre un friso con treinta y tres monos cinocéfalos de
cara al Este, de más de dos metros de altura, adorando al Sol naciente.
Poseía la curiosa peculiaridad que los días equinocciales (21 de febrero y 19 de octubre, en las
estaciones del Nilo Fecundador y el Nilo Rojo) el primer rayo de sol penetraba a lo largo de sus
tres salas para iluminar por brevísimos instantes la gran estatua del faraón, que se encontraba en
la última cámara. Tras esta majestuosa fachada se desarrolla una primera sala, decorada con
ocho pilares osíricos que también presentan la imagen del faraón, y relieves que narran su
victoria sobre los hititas en Kadesh; de ella se pasa a otro espacio más pequeño que hacía las
veces de sala hipóstila, y luego una tercera dependencia, cuadrada, que corresponde al sancta
santorum, rodeado por una serie de capillas laterales, sacristías y depósitos para objetos
sagrados.192

190
NOUGIER, Louis-René op. cit.
191
Similares en estructura y significación a los grandes templos.
192
Cuando en 1965 las aguas de la Presa Alta empezaron a subir el templo, a 350 kilómetros de Assuán, iba a
quedar sumergido y con la ayuda de la UNESCO se realizó una operación de rescate para evitar la pérdida
irreparable de esta obra de arte de más de 3200 años de antiguedad.
61

- Más pequeño es el labrado para glorificar a la reina Nefertari, esposa de Ramsés II, que
aparece esculpida en la fachada, junto a las estatuas de su esposo y de la diosa Hathor.193

- El speos de la reina Hatshepsut194, o Templo Funerario de Amón, de la XVIII dinastía, erigido


en Deir el-Bahri junto al templo de Mentuhotep II.sobre la vertiente occidental del acantilado
líbico. Diseñado y construido por su arquitecto y favorito Sennenmut.

Hatshepsut, hija de Tutmosis I y heredera legítima al trono que fue desposada con su medio
hermano, Tutmosis II quien reinó en vez de la joven princesa; a su muerte, caso poco habitual
en Egipto, reinó Hatshepsut, pretendiendo que el dios Amón le había ofrecido el trono y por ello
se arrogaba las prerrogativas reales. Parece que su reinado no fue muy próspero, todo lo
contrario de lo que representa su templo funerario, perdiendo Egipto durante su reinado
prácticamente las posesiones en Siria. Esta reina de la XVIII dinastía, ordenó la construcción de
un santuario que siguió los lineamientos del templo funerario de Mentuhotep II.

Este templo funerario en Deir el-Bahri195 representa, sin lugar a dudas, uno de los logros más
fascinantes de la arquitectura egipcia. A pesar de haber seguido en esencia el diseño de
Mentuhotep II, la manera como se abordó el problema es una muestra del talento del arquitecto,
quien al igual que en el modelo del Imperio Medio, desarrolló el santuario de esta reina
ocupando una extensión de 1 kilómetro, que arrancaba desde los campos de cultivo en el valle,
se continda por un camino flanqueado por colinas de árboles sagrados y asciende con suavidad
hasta rampas alineadas con columnas que sustentan las terrazas superiores; al final de la rampa,
el templo se eleva hasta la montaña para fundirse con los 120 metros de altura del acantilado
que forma un anfiteatro de rocas coronado por la sierra de Kurn, como una pirámide natural que
domina Tebas, y usado como telón para enmarcar el monumento.

Senenmut se enfrentó a la tarea de incorporar su obra a esta poderosa muralla vertical, de tal
suerte que se uniera en armonía, como otro elemento del paisaje y se acentuaran las líneas
verticales de la arquitectura. El arquitecto logró un triunfo de ambiente y diseño; el edificio
parece salir de las majestuosas escarpas situadas detrás.

“Es importante destacar en él el hecho de que sus líneas y perfiles están inspiradas
visiblemente en las formas mismas del paisaje, del que toma a la vez las líneas horizontales de

193
La gran presa de Assuán, cuya primera fase fue inaugurada en 1965, hacía necesario cubrir este valle con las
aguas del inmenso embalse. Esto obligó al gobierno egipcio, con el apoyo de la UNESCO, a trasladar los templos y
reedificarlos en un promontorio cercano, más alejado del río, donde se encuentra actualmente. En la década de los
60, una empresa alemana en colaboración con otras sociedades internacionales, para salvar las superficies
esculpidas en la fachada y los santuarios subterráneos rasuraron verticalmente la piedra y cortaron el acantilado de
Abu Simbel en el que estaban excavados los templos en más de 1000 gigantescos bloques cúbicos, que pesaban
entre 20 y 30 toneladas cada uno y pieza por pieza los volvió a montar en su nuevo emplazamiento, a 70 metros por
encima de su antiguo emplazamiento, cuyos bloques se colocaron cuidadosamente en su lugar y las esculturas se
yerguen con un esqueleto invisible de cemento al recrearse el entorno de rocas. Las obras de Ramsés II fueron
colocadas en su antigua posición, de tal suerte que los rostros apuntan hacia el sol naciente, el dios Ra, a quien están
dedicadas estas esculturas prodigiosas.
194
Aunque es casi excepcional en su tipo, no carece de antecedentes, como es el ya mencionado templo funerario de
Mentuhotep II, faraón del Imperio Medio; corresponde al tipo de construcción conocida como semihipogeo,
realizado en parte fuera de la montaña y en parte dentro de ella, excavándola.
195
“Convento del Norte.”
62

los estratos y las estrías verticales del acantilado al cual los egipcios denominaban la “Cima de
Occidente”.” 196

Para realizar el templo funerario de la reina Hatshepsut se excavaron en la roca viva tres
cámaras funerarias, antecedidas por igual ndmero de terrazas, que ascienden escalonadamente,
cuya profundidad decrece proporcionalmente desde la primera, que es la más baja y larga, hasta
la tercera, que es la más alta y limita con la pared del acantilado. Cada terraza se sostiene al
frente por un pórtico columnado, tras del cual se desplanta un muro de piedra calcárea decorado
con bajorrelieves policromados, que representan las campañas victoriosas de sus generales, “... y
aún de ella misma, cuando, con aspecto masculino y entereza varonil, combatió al lado de su
padre, el dios Amón.” 197

Estos pórticos, relativamente bajos, desarrollados en una extensión de 55 metros, están


conformados por pilares cuadrados de gran sencillez, sin basa ni capitel, colocadas frente a cada
una de las dos terrazas bajas, levantándose once pilares a cada lado de la rampa, en tanto que las
de la tercera terraza se adornan con estatuas de Osiris y con la efigie de la reina, formando el
vestíbulo del corredor hipóstilo seguido por el sancta sanctarum cuya bóveda está tallada en la
roca.

En el lado norte presenta columnas protodóricas, que son el rasgo distintivo de la fachada del
pórtico de la capilla de Anubis, columnas de 16 lados que a lo lejos parecen estriadas, rematadas
con un ábaco simple a manera de capitel y fustes hechos con tambores superpuestos, sin éntasis
ni inclinaciones y con basas planas y redondas. Su constructor varió hábilmente la forma y
disposición de las columnas, y las integró cuidadosamente con más de 190 estatuas y relieves
donde se glorifica el divino nacimiento de la reina y se describe la expedición al Punt.

Estos tres planos se unen por medio de una rampa central tallada en la roca, que asciende
libremente de terraza en terraza, si-guiendo el eje longitudinal de la construcción.

Desde el río, mediante el manejo óptico de la disminución deliberada de la profundidad de cada


terraza con respecto de la anterior, se fuerza la perspectiva generando la sensación de mayor
grandiosidad del edificio.

“El aire y la delicadeza de este orden, que parece anticipar la arquitectura griega clásica
griega, a mil años de distancia, forman un contraste con el gigantesco prolijo de las obras de
Ramsés. Es indudable que el arte de Senenmut, como se muestra en Deir el-Bahri, conmueve
principalmente por sus proporciones, que siempre se mantienen a escala humana.”198

Los bajorrelives de este templo conmemoran los eventos sobresalientes del reinado de
Hatshepsut, como una particular expedición hecha por mar hasta las tierras de Punt199, país del
incienso, la mirra y otras resinas aromáticas, descrita en los relieves de la segunda terraza, que

196
DE OLAGUER-FELIÚ, Fernando op. cit.
197
NOUGIER, Louis-René op. cit.
198
STIERLIN, Henri op. cit.
199
Posiblemente Etiopía o Arabia del Sur; para otros debió estar a caballo entre la región costera del Yemen actual
y el Cuerno de África, es decir en las costas de la actual Somalia. Los artistas representaban a Punt como el lugar de
todos los placeres terrenales.
63

de todas las iniciativas de esta reina, fue la que ella consideró más gloriosa, encomendada a sus
dos confidentes, el arquitecto Sennenmut y el tesorero Tutiy. Estos relieves describen todas las
peripecias de las expedición y terminan con el desfile de los soldados que regresan del Punt,
cada uno cargado con una rama del árbol del incienso como trofeo; de este viaje los navegantes
egipcios regresaron con incienso, mirra y aromas preciosos que se usaban para embalsamar, así
mismo trajeron marfil y maderas preciosas.

Los relieves de muchas tumbas y templos están colocados de tal manera que se han de
contempla en la semioscuridad, pero los de Hatshepsut se pueden ver a la luz gracias a la
ingeniosa disposición de Sennenmut.

El templo de Deir el-Bahri no sólo es un edificio funerario. A diferencia de algunas de las


primeras pirámides, diseñadas por partes y cuyos planos se alteraban muchas veces durante la
construcción, el templo de Hatshepsut fue proyectado y completado como unidad; fue pensado
como monumento conmemorativo del esplendor y poderío de esta gran reina, diferente por tanto
de los otros templos, en los que se recurrió a la creación de espacios misteriosos internos que
sugerían y suscitaban en sus sombras el terror sagrado propicio para las ceremonias funerario-
mágicas de la religión egipcia.

Tutmosis III, su hermano, esposo y sucesor enemigo encarnizado de la soberana, mandó arrasar
este templo funerario; al terminar el reinado de Hatshepsut, Tutmosis III tomó venganza contra
su esposa y hermana, la autora de su humillación, ordenando borrar el nombre de la faraona de
todos los emblemas reales y todos los retratos de la reina que decoraban su templo.

Al sur de Beni Hasan se halla el Speos Artemidos200 un templo excavado en la roca, mandado
edificar por la reina Hatshepsut y dedicado a la diosa-leona local, Pakhnet.

En el Imperio Nuevo, la estatuaria ostenta un carácter más delicado y elegante, los cuerpos se
estilizan, los ademanes son más flexibles, la expresión de los rostros se suaviza tornándose
acorazonados, como lo ejemplifican las estatuas de la reina Hatshepsut y de Tutmosis III,
pertenecientes a la XVIII dinastía.

La escultura de cubo tiene su máximo desarrollo en el Imperio Nuevo201. Generalmente plagada


de alabanzas al monarca, representado con la adición de la cabeza faraónica encima de un cubo,
representación que en estos casos solo porta el klaft y la barba osírica. Ejemplifica esta
modalidad la estatua de Senenmut.

Otra representación iconográfica del faraón es la que aparece arrodillado ofrendando a los
dioses de las Dos Tierras, según el ritual egipcio de adoración a las deidades, dos recipientes
redondos probablemente con productos propios del norte y del sur del país como ofrenda a los
dioses del Alto y del Bajo Egipto. La escultura de Amenofis II202 es “... de todas las
representaciones vistas, la más realista y humanizada, pues en ella el monarca, como cualquier
sacerdote e, inclusive, como cualquiera de sus sdbditos, rinde tributo a la divinidad.”203

200
Llamada localmente Istabl Antar.
201
Aunque surgió concretamente en el Imperio Medio.
202
En el Museo de Turín.
203
DE OLAGUER-FELIÚ, Fernando op. cit.
64

En el Imperio Nuevo la estatuaria cortesana, aunque también reprodujo a nobles y funcionarios


imperiales, tuvo su característico aspecto en la representación femenina, como princesas reales,
sumas sacerdotisas y grandes damas de la corte, como el busto de la hija de Ramses II, que
muestra a una joven de rostro acorazonado de expresión serena que parece insinuar una leve
sonrisa, tocada con una gran peluca ureus distintivo de su estirpe real y gran corona cuyas
cobras y discos solares la proclaman como hija del propio faraón, portando en la mano una
figurilla de una diosa protectora; sus collares, pulseras y pendientes dan una clara idea de la
riqueza y la pompa cortesana de la XIX dinastía. Y la estatuilla de la Dama Tui, sacerdotisa
suprema del dios Min, perteneciente a la misma dinastía.

Tutmosis III, constructor del Imperio como se la ha conocido en la historia de Egipto por sus
conquistas militares, especialmente en el Cercano Oriente contra los príncipes sirios204,
consolidó la posición de Egipto en el Alto Nilo, al tomar Meroe, en la Cuarta Catarata. El
Imperio, firmemente establecido, recibe en Tebas las riquezas y tributos, ocupando el templo de
Amón un sitio más importante en el campo político.

Durante los reinados de Amenhotep II y Tutmosis IV Egipto formó una alianza con Mitani,
tratados militares que son ratificados con los matrimonios de los faraones con princesas
mitanias. El reinado de Amenhotep III fue un período de paz y prosperidad para Egipto,
dedicando este faraón todas sus energías en la construcción de su enorme templo funerario, en el
que dos colosos que sostienen su efigie vigilan la entrada205; los llamados colosos de Memnón,
están esculpido en un bloque de cuarcita de 15 metros de altura, sin contar con el pedestal206. El
templo fue construido a la misma escala; pilonos y corredores hipóstilos, lamentablemente
destruidos por un terremoto, se levantaban formando un recinto de 600 metros de largo desde el
frente hasta la parte trasera. Las piedras de este monumento fueron reutilizadas en otras
construcciones desde antes de la XIX dinastía.

Durante el reinado de Amenhotep III, la milenaria religión egipcia sufrió severas


transformaciones, particularmente en lo que se refiere al culto de que era objeto el faraón. “Al
parecer, el sistema imperialista faraónico implicó cierto grado de sincretismo de los cultos
egipcios y del Medio Oriente, y el resultado se manifestó en la necesidad de una religión
unificada, capaz de reunir tanto el politeismo del valle del Nilo, con sus innumerables deidades,
como las aspiraciones monoteístas de las posesiones egipcias en Palestina, Fenicia y Siria. Ya
en el pasado, lo cosmología heliopolitana, predominante en el Bajo Egipto y centrada en la
figura de Ra, había tenido su contraparte en el Alto Egipto con el dios Amón de Tebas, que se
convirtió en el gran Amón-Ra del Reino Nuevo. El rey de los dioses, que los incluía y los
precedía a todos, tenía su templo en Carnac [sic], y por ende éste era el santuario más
importante del país.

“Este poderoso movimiento hacia la unidad religiosa y el culto a un solo dios es testimonio de
la inquietud y la búsqueda religiosa. Bajo Amenhotep III, hacia 1400 a.C., las especulaciones
teológicas intentan consolidar la supremacía del poderoso dios, mediante varias apelaciones:
el Único, el Oculto, el Desconocido, Atón, bajo el símbolo del disco solar. El politeísmo del
204
Principales y frecuentes enemigos del poderío egipcio.
205
Este tipo de estatuas monolíticas se hizo muy frecuente en épocas posteriores, hecho que indica probablemente
un cambio en la forma de adoración al dios-rey, lo cual dio como resultado un notable desarrollo técnico.
206
Estos bloques pesan alrededor de 550 toneladas, y fueron traídos desde el desierto oriental, cerca de Assuán y a
700 kilómetros de distancia.
65

valle, que resulta de la conjunción de diversos grupos étnicos, parece estar a punto de
convertirse en un sistema monoteísta. El hijo de Amenhotep III, (Neferjeprure) -primero
conocido como Amenhotep IV, nombre que cambia posteriormente por el de Akenatón- repudia
a Amón-Ra y proclama a Atón como dios único y supremo del Imperio.”207

Nieto del gran Tutmosis y descendiente directo de los faraones que instalaron la capital de
ambos Egiptos en Tebas, coronado con el nombre de Amenofis IV, tomó el nombre de
Akenatón quien generó una reforma religiosa, ayudado por su esposa Nefertiti208.

Este faraón “... no quiso resignarse a ser sencillamente uno más en la serie de los monarcas de
la XVIII dinastía, sino que osó pensar, creer y hacer pdblica su fe, aunque sin imponerla a sus
súbditos como una ortodoxia inevitable. La fe de Akenatón, bien conocida por sus escritos
grabados en los jeroglíficos, es estrictamente monoteísta, que desprecia el numeroso panteón
de dioses egipcios, y ve la representación del dios único en el gran disco solar, Atón, que con
sus rayos envía la fuerza vital y que hace crecer animales y plantas, da calor al mundo y nos
comunica espíritu y bondad.
“La nueva religión de Atón es más naturalista, más sentimental que el misticismo puramente
simbólico y geométrico de Ra; en cierto modo parece ser un progreso, aunque Ra con sus
fórmulas y formas también definía y, por tanto, creaba la vida entera. Pero respecto de quien
Atón representaba un verdadero progreso era de Amón, el dios solar ya humanizado, con
consorte, hijo y corte celestial. A este Amón de Tebas, híbrido de un tótem prehistórico el
carnero, en el cual se vio una encarnación solar, y Ra, importado del delta, fue al que Akenatón
declaró guerra a muerte.”209

Su reforma religiosa constituía en abolir el politeísmo, repudiar absolutamente los cultos


religiosos y establecer la creencia en un solo dios al que denominó Atón, dios omnipresente,
omnipotente y creador, y que representando al sol constituía el principio de todas las cosas.
Renunció a su calidad de dios para trocarse en servidor de éste, padre-madre de todo lo creado.

Llevado por un impulso místico incontrolable, el faraón todopoderoso se considera a sí mismo


como el primer profeta de Atón e inicia así una extraña revolución religiosa; gracias al poder
que se le confiere como monarca absoluto, decide llevar a cabo una reforma con el fin de
democratizar el culto, de allí que los templos oscuros, el reinado esotérico del sacerdocio en
estrecha relación con los fieles, se ven sustituidos por el culto al sol, venerado a la luz del día y
abiertos a todos los que lo deseen. Egipto no estaba preparado para este cambio y
repentinamente se le pidió la abolición de todas sus creencias para venerar sólo al dios visible,
cuyo profeta y teólogo era el faraón, Akenatón, adorador de Atón, ayudado por su bella esposa
Nefertiti.

Intentó llevar a Egipto hacia unos nuevos rumbos sociales, políticos y religiosos, reforma que
duró lo que su vida y que artísticamente tuvo grandes repercusiones en la escultura. La reforma
de Amenofis IV propugnaba una serie de medidas sociales de enorme novedad y progresismo,
como era:
- La promulgación de leyes populares en la que imperaba la justicia humana e hicieran a todos
207
STIERLIN, Henri op. cit.
208
Que quiere decir “la Bella” en superlativo.
209
NOUGIER, Louis-René op cit.
66

los hombres iguales.


- Un adecuamiento más higiénico de las viviendas humildes ordenándose que en las aldeas los
animales no permanecieran en las mismas habitaciones que los humanos.
- Las casas dispusiesen de retrete y de cocina, así como que tuviesen un número mínimo de
superficie adecuado a la cantidad de familia que la habitase.
- Un reparto de tierra a los labradores y colonos, expropiándoselas a las clases sacerdotales y
nobiliaria a las que pertenecían las zonas más fértiles de las riberas del Nilo.
- Disolvió el ejército, pues pretendía llegar a un estado pacifista perfecto.

Akenatón desea por encima de todo romper con la influencia de Tebas; humilla a los sacerdotes
de Amón y abandonando la antigua capital, funda una nueva ciudad en el Egipto Medio, al otro
lado del río, Akhetatén, la actual Tell el-Amarna, donde habitó él, su familia y todos sus
seguidores, colaboradores y amigos. Contaba con templos, palacios, archivos diplomáticos,
puerto en el río y tumbas en las rocas. “La aventura mística de la pareja real, intoxicada con
esta nueva deidad, se realiza en este sitio.”210

Akhetatén211, “El Horizonte del Disco Solar”, fundada en el siglo XVI a. de C., fue la efímera
capital de Egipto, la residencia real durante la mayor parte del reinado de Akenatón y el centro
de la nueva religión estatal introducida en aquella época. Contruida por el arquitecto y escultor
Bek, las fronteras de la ciudad estaban marcadas por una serie de estelas que rodeaban el área
por las dos orillas del río; se extendía sobre una llanura en forma de cuarto creciente, de unos 13
kilómetros de largo por 5 de ancho, atravesada por amplias avenidas, cuya parte central y más
importante contiene el Per-Atem-em-Akhetatén, conocido como “El Gran Templo” y la
construcción política oficial, “el Gran Palacio”, constituido por los “apartamentos estatales”
formados por una serie de patios y salas columnadas y construidas en piedra; el “Harim” con los
alojamientos adyacentes de la servidumbre; y la denominada “Sala de la Coronación.”

La residencia privada de Akenatón estaba al otro lado de la calle, frontal al “Gran Palacio” con
el que la unía un puente; cerca estaba la “Oficina de Archivos” que contenía la correspondencia
diplomática cuneiforme212 que los faraones Amenofis III, Akenatón y Tutankhamon
intercambiaron con los gobernantes y vasallos de Palestina, Siria Mesopotamia y Asia Menor.
Este conjunto de edificios oficiales estaba rodeado en sus lados norte y sur por casas
particulares213, talleres y estudios de escultura.

El palacio y las villas de los ricos quedaban en el sector central de la ciudad, que contaban con
amplios jardines, altas salas de recibir decoradas con alegres murales, corredores orientados de
forma que recibieran la brisa de la tarde, pórticos exteriores para dormir, habitaciones, cuartos
de baño con lavabos, retretes y agua corriente; hasta las casas de los más humildes tenían
210
STIERLIN, Henri op. cit.
211
“Su trazado y arquitectura se conoce perfectamente bien porque el sitio fue abandonado unos 15 años después
de su fundación con lo cual la ciudad se libró de la destrucción que comporta la habitación continuada. El faraón
Akhenatón la edificó en suelo virgen, no contaminado por la presencia anterior de otras gentes [sic] con sus
dioses, aunque no se conozca las razones exactas de su elección en la amplia extensión de terreno de la orilla
oriental del Nilo, al norte del macizo de Gebel Abu Feda; recientemente se ha sugerido que la apariencia del
paisaje, que recuerda el jeroglófico del amplio “horizonte”, podría haber sido una de las razones.” BAINES, John
y JAROMIR, Malck op. cit.
212
“Las Cartas de el-Amarna”.
213
Los nombres de los propietarios de muchas de las casas son conocidos por inscripciones que aparecen en los
elementos arquitectónicos, entre ellos el escultor Tutmosis y el visir Nakht.
67

servicios sanitarios.

Cerca del extremo meridional del llano de el-Amarna estuvo el Maru-Aten, un grupo de
edificaciones que incluían un lago, un pabellón sobre una isla y parterres de flores, con
pavimentos pintados; en el extremo norte del llano se alzaba el “Palacio septentrional” y tal vez
otra residencia real.

Las fronteras de Akhetatén estaban marcadas por una serie de estelas, que rodeaban el área por
las dos orillas del río. En la actual Tuna el-Gebel, ubicada a 7 kilómetros al oeste de el-
Ashmunein, se encuentra la Estela A, que marcaba el límite entre la ciudad de Akhetatén y su
zona agrícola; por la banda oriental, Akhetatén se extendía hasta cerca de las tumbas de el-
Sheikh Said, límite marcado por la Estela X.

Los funcionarios de el-Amarna excavaron sus tumbas en los riscos que rodean la llanura214; las
tumbas forman dos grandes grupos, cuyas plantas son similares al de las tumbas tebanas de la
XVIII dinastía, conformadas por un patio exterior, una larga sala y una sala más ancha, ambas
con algunas columnas y un nicho para la estatua.

Su decoración se realizó en relieve inciso. Muchas de estas tumbas no se usaron, ya que algunos
de sus propietarios habían construido sus tumbas antes de trasladarse la corte a el-Amarna, o
después, siendo ejemplo de esta situación la tumba número 25 del grupo meridional, mandada
construir por Aya, que sería el último faraón de esa dinastía y que fue enterrado en una tumba
del Valle de los Reyes en Tebas, la tumba número 23.

“Durante la evolución milenaria del arte egipcio, nunca estacionario, con cambios de estilo y
de técnica, no sufrió más que una sola grande y verdadera sacudida, un cambio súbito y éste
fue en tiempo del faraón herético Akenatón.”215

Akenatón creó talleres de escultura en Amarna, cuyas obras principales fueron el retrato, pero
naturalista, donde los rasgos del personaje captado fuesen los propios y donde la belleza y
fealdad, perfección y deformaciones fueran plasmadas en piedra, no como símbolo de poder, de
cargo o cuna.

El revolucionario Akenatón quiso transformar los cánones del arte como hizo con los dogmas
religiosos. Ningún modelo se prestaba mejor al tratamiento naturalista que la misma fisonomía
del faraón, por ser hombre de aspecto extraño, con el cuello delgado, torso piriforme, piernas
delgadas y sin músculos, boca delicada y sensible; dispuso que los artistas lo representaran en
los relieves con su familia, mondando la carne de un hueso en la mesa o meciendo a alguna de
sus hijas pequeñas sobre las rodillas. Nunca antes habían aparecido en el arte egipcio escenas de
alegría o de satisfacción emocional; la familia se había representado siempre en actitudes más o
menos convencionales.

En el arte, el estilo de Amarna se distingue por el deseo de abandonar el hieratismo solemne del
culto de Amón-Ra para adoptar un retrato más vívido, directo y familiar de la vida cotidiana,

214
Tell el-Amarna, a excepción hecha de Tebas y Sakkarah, es el único sitio que puede describirse como una
necrópolis importante del Imperio Nuevo.
215
NOUGIER, Louis-René op. cit.
68

con representaciones del hombre en su sociedad y su relación con su hacedor.

El arte de Amarna es expresionista; mientras que los retratos de Nefertiti, hallados en el taller
del escultor Dhutmose, son la culminación de la gracia y la idealización de los rasgos
femeninos; los colosos de Karnak son enormes caricaturas que retratan al propio gobernante y,
al mismo tiempo, son testimonio de una tendencia totalmente ajena al arte del antiguo Egipto.

Excelentes ejemplos de la escultura amárnica son la estatua de Akenatón hecha por el escultor
Bek, en la cual el rey aparece portando los tradicionales símbolos del poder, marcados pómulos,
cuerpo de cuello desmesurado, hombros caídos, pecho hundido, frágiles brazos y prominente
vientre216; los diferentes retratos de Nefertiti, esculturas realizadas en piedra caliza policromada;
y la cabeza de princesa amárnica, Meritatón, hija de Akenatón, que presenta la deformación
craneana propia de los hijos de Nefertiti, ya que ella tenía dificultades en el parto y sus hijos
debían ser extraídos por un proceso que deformaba a los infantes, deformación que se convirtió
en moda en la corte.

“El impulso liberador y expresivo dado al arte por la escuela de Tell-el-Amarna influyó toda la
época de los Ramésidas, o sea la XIX dinastía.”217. La religión de Atón estimulaba a no
esconder el cuerpo, obra divina, producto de los rayos del Sol. Uno de los grandes escultores de
esta escuela fue Tutmés.

“... a pesar de que la aparición del dibujo es anterior al tercer milenio antes de nuestra era,
habrá qué esperar hasta el período de la revolución cultural y religiosa amarniense, de Tell-el-
Amarna (hacia 1380 a. de JC.), para que los artesanos tengan el derecho a transgredir e
incluso inflingir determinadas leyes religiosas que regían en toda figuración.”218

Las tumbas de las necrópolis de Tebas conservan un excelente repertorio de pintura mural de la
XVIII dinastía, “... sin duda alguna, los mejores testimonios de la pintura egipcia ...”219,
momento en que ésta alcanzó su apogeo; desde los comienzos de la XVIII dinastía hasta el
reinado de Tutmosis III, los pintores de Tebas continuaron la pintura tradicional de la época
menfita, momento al que corresponde la decoración mural del santuario de Amon y Hathor, en
Deir el-Bahri, cuya bóveda reproducía la celeste.

El cambio religioso y político introducido por Amenofis IV220 o Akenatón, entre 1361 y 1340 a.
de C., tuvo también su repercusión en la pintura; el efecto de la nueva expresión artística fue
aún más espectacular. Además de pintar con mayor naturalismo que en cualquier época anterior,
los artistas hicieron nuevo uso del espacio: se pintaron en las paredes escenas completas, en vez
de representarlas en filas o registros; algunas escenas pasaban de una pared a otra, y las figuras
se integraban en rudimentarios fondos arquitectónicos y paisajísticos; del mismo modo que en la
escultura, se creó un nuevo prototipo humano, de alargado cráneo, miembros delgados y vientre
prominente, “... inspirado probablemente en el aspecto físico del propio faraón.”221

216
El vientre prominente en la estética amárnica simbolizaba, en hombres y mujeres la preñez de la luz de Atón.
217
NOUGIER, Louis-René op. cit.
218
DESROCHES NOBLECOURT, Christiane op. cit.
219
PORTELA SANDOVAL, Francisco Antiguedad y Extremo Oriente Historia de la Pintura, Tomo I.
220
Amenofis IV sustituyó su nombre Amenhotep “Amón (fuerza oculta) está apaciguado” por el de Akenatón “El
que es útil (favorable) al Globo (del ojo) solar” o “La radiación encarnada de Atón”.
221
PORTELA SANDOVAL, Francisco op. cit.
69

Del reinado de Akenatón, la decoración de la pajarera de la reina Nefertiti222, en Akhetaten, la


actual Tell el-Amarna, realizada hacia el 1360 a. de C., muestra una escena de fuerza plástica
extraordinaria, que representa a un martín pescador entre los papiros. “Las pesadas corolas de
las plantas exuberantes curvan sus tallos y ofrecen una sinfonía vegetal de finos matices. En
ella se insertan esos pájaros magníficos. El arte logra aquí una identificación entre poesía y
realismo que será difícil ya de encontrar en las siguientes épocas de la evolución de la pintura
egipcia.”223

El reinado de Atón es un interludio trágico que dura sólo 16 años, sin embargo ejerce una
influencia cuestionable en la evolución artística y espiritual de Egipto; el pacifismo del faraón
también trae consigo consecuencias desastrosas en el ámbito internacional, ya que los sometidos
a su gobierno y los estados satélites, conscientes de que sus intentos por recobrar la
independencia se encontrarán sólo con una oposición débil, rompen paulatinamente con el
Imperio.

Su reinado duró de 1376 a 1358 a. de C. y con su muerte todo volvió a ser igual, cumpliéndose
las palabras del faraón al morir “Todo será como antes. El terror, el odio y la injusticia volverán
a gobernar el mundo, y los hombres tendrán que volver a sufrir. Hubiera sido mejor para mí no
haber nacido nunca, pues así no hubiera visto cuanta maldad hay en la Tierra”.

Akenatón y su esposa Nefertiti procrean seis hijas pero no tienen herederos varones, por lo que
el faraón desposa a una de sus hijas con el prncipe Tutankhamon224, quien al morir el faraón
solo tiene diez u once años de edad. Muerto Akenatón, se dejó sentir inmediatamente la
previsible reacción, sobreviniendo la abolición del culto de Atón y la Akhetaten fue arrasada
hasta sus cimientos, restaurándose el culto a Amón-Ra en Karnak. Si bien respetan al joven
Tutankhamon, se promulga un edicto que pone fin a la herejía y lo firma el rey; este joven
soberano, carente de rasgos distintivos, muere después de nueve años en el poder, en 1345 a. de
C., antes de cumplir veinte años de edad. Fue el último miembro de la dinastía XVIII, y aunque
este rey adolescente y desconocido fue una mera herramienta de la reacción ortodoxa, su fama
fue póstuma y difícil de igualar, por el fabuloso tesoro que guardaba su tumba, la única en el
Valle de los Reyes que se conservó sin profanar.

Akenatón, el faraón hereje, reinó dieciséis años, sucedióndole su yerno Semenekhkaré, cuyo
reinado no duró ni un año; probablemente fue víctima de los sacerdotes de Tebas, que esperaban
recobrar su perdida influencia colocando en el trono a otro de los yernos de Akenatón, un joven
de quince años, Tutankhatón, quien rápidamente apostató y cambió su nombre por
Tutankhamon.

El egiptólogo inglés Howard Carter encontró el 4 de noviembre de 1922 estatuas, divanes,


sillas, carrozas, cofre y joyas, sin mencionar la extraordinaria máscara de oro macizo de la
momia que se hallaba en el interior de un ataúd de oro, dentro de los ataúdes cincelados y de un
sarcófago de piedra, protegido a su vez por cuatro altares emplomados y cincelados que ofrecían
protección eterna al cuerpo del faraón. Estas obras de arte ilustran el rasgo definitivo de la moda

222
Del palacio norte de Tell el-Amarna última morada de esta reina.
223
DESROCHES NOBLECOURT, Christiane op. cit.
224
El último hijo de Amen-hotep III y de la reina Tiye.
70

amarna “... y las preocupaciones religiosas en una época obsesionada por intensas inquietudes
místicas, como si la crisis de Amarna hubiera sido resultado de la opulencia egipcia, como si la
angustia metafísica hubiera podido encontrar una válvula de escape sólo en un mundo a salvo
de las ansiedades materiales. En síntesis, es como si el drama de Aten fuera el lujo de una
civilización que ya había llegado a la cúspide del poder y la riqueza.”225

La máscara de oro macizo es en sí una representación simbólica de la perfección material, que


cobra vida por la tensión espiritual, perfección similar que caracteriza los muebles, con su
altivez exquisita, y las estatuas policromadas; las incrustaciones que ornamentan el respaldo del
trono de oro recrean la vida familiar de la pareja real, donde la reina Ankh-es-namen aparece en
una pose graciosa y tranquila en el momento de ungir con perfumes a Tutankhamon. El estilo de
las escenas de caza anticipa los bajorrelieves magistrales de Medinet Habu; en ellas se muestra
al faraón en su carro, sosteniendo un arco.

En la tumba de Tutankhamon se encontraron tres lechos de resurrección, uno con cabeza de


león que simbolizaba la vigilancia, otro con cabeza de vaca que evocaba la madre celestial y el
último con cabeza de hipopótamo encarnando la matriz de renacimiento; estos tres lechos eran
utilizados por el faraón en la fiesta de regeneración.

Las manos cruzadas sobre el pecho de este joven faraón sujetaban el mágico báculo del pastor y
el mayal agrícola; ostentaba la corona protectora de la diosa buitre, madre del mundo, y de la
diosa cobra, símbolo de la potencia vital.

El arte postamarna plasmado en este tesoro faraónico, con toda su ostentación, delicadeza y
prolijidad ocasional, con la suavidad amanerada de sus obras en alabastro, marca la línea
divisoria entre la familiaridad de Akenatón y la jerarquización majestuosa de Ramsés II.

Después de la crisis religiosa y del breve interregno que se caracterizó por el triunfo de la
reacción ortodoxa, el trono permaneció vacante y el país perdió su Imperio colonial, hasta que
Eye, un general que había sido partidario de Atón y preceptor de Nefertiti, regresa a la ortodoxia
tebana y asume las riendas del gobierno; Horemheb226, otro general, lo sucede en el trono,
mandando borrar del Canon Real los nombres de sus dos predecesores y ayudado por dos visires
restaura el Imperio. Ramsés I y su hijo Sethi I, fundadores de la XIX dinastía que lleva a Egipto
al pináculo de la gloria.

La tumba del faraón Horemheb, número 57, presenta tal profusión decorativa que la convierte
en un “estuche” en que reina la policromía; realizada hacia el 1340, en una esquina el faraón
aparece rodeado por varios dioses; en otra escena, el faraón ofrece dos jarritas de vino a la diosa
Hathor.

En la tumba de Sethi I, número 17, dos escenas en forma de viñetas superpuestas, acompañadas
de leyendas jeroglíficas muestran, en la banda superior al Sol que ha muerto y viaja en la barca
de la Muerte, tirada por los genios227; en la banda inferior, el dios castiga a los pecadores. Los
225
STIERLIN, Henri op. cit.
226
Escrito por algunos autores como Har-em-hab.
227
Aunque su simbolismo no se ha descifrado por completo, los egipcios creían que el Sol viajaba durante las doce
horas de la noche para recuperar la energía perdida durante el día, periplo que el faraón muerto debía igualmente
realizar para poder renacer.
71

relieves policromos, en los que parecen haber sido olvidados ya los aspectos naturalistas de Tell
el-Amarna, el faraón aparece en actitud de presentar sus ofrendas al dios Ra, con cabeza de
halcón, quien en reciprocidad le otorga el poder, vida y estabilidad, simbolizados por otros
tantos signos de carácter jeroglífico.

En la tumba de Djeserkareseneb, número 38, pintada hacia el 1420 a. de C., el pintor captó con
línea elegante y difuso colorido el momento en que dos sirvientas adornan a una invitada al
banquete; las tres mujeres llevan sobre la cabeza el curioso recipiente transparente con el
unguento perfumado.

De la tumba de Nakht, número 52, dos bailarina y dos músicas amenizando un banquete, pintura
realizada hacia el 1420 a. de C., muestra la costumbre de las fiestas de la XVIII dinastía; la
actitud quieta de las músicas contrasta con el movimiento que agita el cuerpo de la bailarina,
desnuda y enjoyada, cuyo dinamismo lo enfatiza la diferente orientación de los rostros.

Después del corto período amárnico la pintura egipcia volvió a las formas antiguas, a las
convenciones que imponían las reglas del antiguo canon y a los temas tradicionales; aunque
Horemheb, último faraón de la XVIII dinastía, quiso abandonar el arte amárnico, el grafismo del
dibujo de su tumba que ilustra el ritual funerario real llamado “Libro de las puertas” presenta
aún características propias del período de Akenatón.

De la tumba 58 del Valle de los Reyes, Amenofis II ante el dios Osiris, perteneciente a la tumba
de este faraón, permite apreciar la importancia decisiva del dibujo previo en la pintura egipcia,
antes que el colorista llenase los espacios dibujados.

De la tumba de Thanuny, número 74, del reinado de Tutmosis IV y pintado hacia el 1420 a. de
C., el fragmento de “el caballo rosa” muestra la influencia artística de la pintura cretense
coetánea.

En el “Bailarín nubio”, pintura realizada hacia el 1420 a. de C. durante el reinado de Tutmosis


IV, el artista representó además de las características faciales de la raza negra, el estilo
descoyuntado de las danzas negras africanas en el movimiento hábilmente esbosado del cuerpo.

Pertenece a la tumba 96b una obra típica de esta época, es el retrato de Meryt-Amon228, por la
energía del trazado, las masas de colores planos y la seguridad del dibujo, es un buen ejemplo de
las convenciones fijas que ostentará toda la pintura egipcia, el rostro de perfil y el tronco de
frente.

Desde Tutmosis III hasta Amenofis IV, la pintura fue ganando en libertad y belleza al adquirir
las figuras mayor movimiento y estar ejecutadas a base de sutiles combinaciones cromáticas,
como lo ejemplifican las pinturas de la tumba de Nebamun, que describen un banquete
celebrado el día de la “Fiesta del Valle”, en honor de los dioses, de los difuntos y también de
todos los parientes y amigos supervivientes. En ellas el dibujante se liberó de los
convencionalismos, hecho marcado en la representación de las bailarinas y los rostros de las dos
músicas, que aparecen de frente.229

228
Esposa de Sennefer, intendente de la ciudad del Sur bajo el reinado de Amenofis II.
229
“... constituyen una excepción única en toda la pintura egipcia.” DESROCHES NOBLECOURT, Christiane
72

“El pequeño boyero”, de la misma tumba, es “... una de las más preclaras muestras de la
evolucionada escuela tebana. Se diría, por el frescor y la vivacidad de la escena, que el pintor
observó del natural y luego recreó de memoria los detalles. Un hábil encadenamiento de los
contornos y un extraordinario juego de yuxtaposiciones de enorme libertad componen un ritmo
ondulante que consigue producir una sorprendente calidad estética.”230

En 1301 a. de C. Ramsés II231 hereda un Imperio guerrero que sus tres antecesores, reyes
guerreros, habían restaurado después de la desastrosa política exterior de no intervención
instrumentada por el indiferente Akenatón. Gobernó al lado de su padre Sethi I, consciente que
el peligro de la paz reside en las fronteras al norte de Egipto bajo la amenaza hitita232, en las
posesiones sirias y palestinas que su padre había reconquistado.

Las fiestas de coronación de Ramsés II debilitaron el control egipcio, teniendo las guarniciones
apostadas en las fronteras siriopalestinas que enfrentarse a constantes revueltas, abandonando
Kadesh a los hititas.

El faraón, consciente del peligro que amenaza a su Imperio, ordenó acercar su cuartel general a
la zona de operaciones, abandonando Tebas, la lejana capital religiosa en el Alto Egipto,
fundando en la orilla oriental del delta una capital político-militar enteramente nueva, que
bautizóócon el nombre de Pi-Ramsés233, hallándose entonces en posición de enfrentarse a las
intrigas de su adversario hitita; Muwattalis realizó una maniobra similar al transferir
temporalmente su capital de Hattusas234 a la antigua ciudad de Kanesh, al sur del río Halis,
preparándose los dos enemigos para el choque de imperios que decidiró la suerte de estas dos
potencias del siglo XIII a. de C.. Ramsés II logró salvarse de una emboscada tendida por
Muwattalis y después de cruento combate los dos oponentes caen en cuenta que sus fuerzas son
iguales y evitan la batalla decisiva, celebrando ambos de regreso a sus capitales la victoria. Las
hazañas de Ramsés II se glorifican en el poema de Pentaur, uno de los textos más largos de la
literatura egipcia.235

El texto, que exalta la valentía del gobernante egipcio, no es la única obra que conmemora la
batalla de Kadesh; en los muchos templos que mandó construir Ramsés II en los 67 años de
gobierno, inmortalizó su “victoria”236 tanto en inscripciones como en bajorrelieves, y gracias a
ese combate Egipto se enriqueció con nuevas obras de arte, más vitales que cualquiera de las
op. cit.
230
DESROCHES NOBLECOURT, Christiane op. cit.
231
Con sólo 21 años de edad.
232
Tribu de Anatolia que seguía una política de expansión a cualquier precio, mediante tratados, fomentando la
infiltración y revueltas en los confines del Imperio egipcio. Sethi I los combatió al pie de las murallas de Kadesh, un
bastión hitita ubicado en la ribera del Orantes, a poca distancia del lago Homs en Siria, a menos de 10 kilómetros de
la frontera norte del actual Líbano. En este primer enfrentamiento los hititas salen derrotados y el rey Muwattalis
retiró sus tropas firmando un tratado de paz con Egipto, pero el monarca hitita, a quien, a partir de ese momento, los
egipcios llamaron “el caído de Hatti”, no se consideraba derrotado haciendo planes para cobrar venganza.
233
Posiblemente esta imponente fortaleza estuvo en terrenos de Tanis, antes Avaris.
234
Ubicada en el corazón de la meseta anatolia.
235
En esta obra, el faraón se siente perdido, solo entre sus enemigos y clama a los dioses, implorando su ayuda en
tonos patéticos; Amón da respuesta a las plegarias del rey y le concede el valor y la fuerza necesarios para liberarse
y reunirse con sus tropas.
236
En realidad, la victoria consistió en haber evitado el cautiverio y una derrota desastrosa, pero los comunicados
oficiales no se cohibieron frente a esas sutilezas.
73

anteriores, en las que el sentido de movimiento, la observación aguda y violenta, la sorprendente


economía en la línea, son elementos que quizá se derivan de una percepción distinta de la
naturaleza provocada por la reforma de Amarna.

Ramsés II, llamado “el Grande”, engendró más de cien hijos y erigió los edificios más grandes y
ostentosos de Egipto, entre ellas la gran sala hipóstila del templo ceremonial de Karnak, la
columnata de Luxor; el Ramesseum, templo funerario construido por él para gloria propia y del
dios Amón en la orilla occidental del Nilo, en Tebas; el gran templo de Abidos, dedicado al dios
Osiris: varias construcciones en Menfis; los templos de Abu Simbel con los colosos monolíticos
de granito con su efigie237; y las fortalezas fronterizas, las nuevas ciudades de Pi-Ramsés, la
“Casa de las grandes victorias de Ramsés” y Pi-Tum a poca distancia del actual canal de Suez.

Muchísimas de las edificaciones antiguas que están en pie todavía en Egipto se construyeron
dirigidas por Ramsés II, cuyo apetito constructor era insaciable. Aunque afirmaba que su deseo
era tributar homenaje a sus antecesores, tomó sin miramientos las piedras de sus edificios,
expropió sus monumentos y ordenó que grabaran su propio nombre en ellos238. En los tiempos
de Ramsés la gracia y la proporción estéticas de la arquitectura egipcia estaban desapareciendo
para dejar paso al afán de lo grande, indicio quizá del orgullo creciente que invadía a los
egipcios según engrandecían su imperio e imponían su preponderancia a otros países de la
Antiguedad.

En Nubia239 se hallaban los yacimientos de los que procedía el oro; para asegurarse su posesión
Ramsés II hizo construir una cadena de fortalezas militares a lo largo del Nilo, y los speos o
templos rupestres excavados en la roca de Abu Simbel.

En el templo de Gourna, se asocian los cultos de diferentes faraones de la misma dinastía,


comenzado por Ramsés I, fundador de la XIX dinastía, continuado por Sethi I y finalizado
probablemente por Ramsés II. Por lo general, los templos fueron la obra de un solo reinado,
concluidos, a lo más, por la piedad filial de su sucesor.

Las hazañas del faraón decoran el Ramesseum, la “Mansión del rey Usimare del millón de
años”, y el templo funerario de Ramsés II240, en Abu Simbel, y no sólo la victoria de Kadesh,
también la toma de la fortaleza de Dapur, al sur de Alepo en 1290 a. de C.241.

El Ramesseum se alza en la orilla izquierda del Nilo y al oeste de Tebas, levantado en honor de
Ramsés II, uno de los más ambiciosos constructores de la historia de Egipto, y dedicado al dios
Amón. Conformaban su decoración colosos de granito rosa de 18 metros de altura y de 1200
toneladas de peso, cuya cabeza mide más de dos metros de oreja a oreja, que representaban a
“Ramsés, el sol de los soberanos.”

237
Pesan hasta 1000 toneladas, que fueron transportadas en balsas desde Assuán hasta Tebas y Menfis.
238
Otros faraones habían hecho lo mismo pero no con tanta porfía.
239
La frontera del Egipto propiamente dicho, era la primera catarata del Nilo; más allá de ella empezaba la Nubia,
llamada por los egipcios Kush, poblada de tribus de tez más oscura y de negros.
240
El historiador griego Diodoro la llamó “tumba de Osimandia”, como deformación del nombre del faraón.
241
Kadesh y todas las tierras de Amurru permanecieron en manos de Muwattalis, quien no olvidó sus propósitos
expansionistas y pronto fomentó nuevas revueltas en Palestina, pero muere cuando Ramsés II envió tropas para
aplastar la insurrección; en esta segunda campaña los egipcios toman Dapur.
74

El segundo pilono, o segunda puerta triunfal, se halla entre el patio o sala hípetra y la sala
hipóstila, dos torres macizas que en su interior sólo presenta una estrecha escalera para poder
colocar en su cumbre los gallardetes cuando la solemnidad lo requería. Frente al segundo pilono
se desplantaban las estatuas del faraón Ramsés II, que sobre sus pies presenta la pequeña figura
de su esposa Nefertari, siendo un buen ejemplo de “perspectiva jerárquica”. Para su decoración,
Ramsés II ordenó traer cantidades ingentes de estatuas de otros monumentos anteriores, y las
transformó en su propio retrato; en este templo funerario hay dos mil efigies del faraón.

Las mismas proporciones gigantescas presenta el corredor hipóstilo de Karnak, con sus 134
columnas distribuidas en 100 metros de frente por 50 de fondo; las más altas, cuya altura
máxima es de 24 metros sobre el pavimento y alineadas al centro, sostienen los pesados dinteles
de piedra.

A unos 200 metros al sur del templo de Thoth, en Khmun, había un pilono primitivo de Ramsés
II en cuyos cimientos se encontraron 1.500 bloques pertenecientes a los templos desmantelados
de el-Amarna. De la antigua Khmun se conservan la entrada al templo de Amenemhet II y el
primer pilono de un templo de Amón perteneciente a la XIX dinastía con relieves de Sethi II242.

En la actual el-Sheikh Ibada Ramsés II levantó un templo dedicado a los dioses de el-
Ashmunein y de Heliópolis.

En Kom el-Aqarib, al sudeste del templo de Harsafes, Ramsés II construyó otro templo; en Kom
el-Rabia, cerca al santuario de Phta en la necrópolis de Mit Rahina de Menfis, construyó el
templo de Hathor.

Después de un período de desórdenes en Anatolia, Khattusilis II, sucesor de Muwattalis, buscó


restablecer la paz, invitando a los plenipotenciarios egipcios a negociar en su capital
Hattusas243; este tratado firmado en 1280 a. de C. por el faraón y el rey hitita es el texto más
antiguo de un acuerdo internacional que se conserva, en el que se establece un dominio conjunto
de egipcios e hititas sobre el Medio Oriente, convenio que después de trece años de acuerdo,
éste es ratificado por Ramsés II al tomar por esposa a una de las hijas de Kattusilis, matrimonio
político que se realiza en Pi-Ramsés en el año 34 del reinado del faraón; ya libre de amenazas en
sus fronteras nororientales, el faraón dedicó toda su energía en las grandes obras arquitectónicas
colosales que distinguieron su reinado, cubriendo literalmente a Egipto de monumentos, desde
el delta del Nilo hasta el Alto Nubia.

A pesar que al terminar el reinado de Akenatón la capitalidad retornó desde Tell el-Amarna a
Tebas y el arte volvió a los derroteros tradicionales, los pintores tebanos no olvidaron la vena
naturalista amarniana y en muchas ocasiones se mantuvieron fieles a ella.

Un ejemplo de la pintura aplicada al relieve en el que representa a la diosa Anuket


amamantando a Ramsés II, realizada hacia el 1300 a. de C., que se halla en el templo de este
faraón en Bót el-Uali, en Nubia. “La más sutil simbología mística se reviste aquí de la
242
Todas estas construcciones estaban en el interior de un área sagrada y céntrica de la ciudad, rodeada por un
recinto imponente de adobes del tiempo de la XXX dinastía.
243
La actual Boghazkú y, un poderoso valuarte protegido por una muralla de 6 kilómetros, dotada de un pasadizo
subterráneo que permitía a los sitiados alcanzar la explanada que protegía templos y palacios, y atacar al enemigo
por la espalda.
75

apariencia más realista, porque los sacerdotes que dirigían al artista estaban preocupados
sobre todo por la inteligibilidad de las metáforas religiosas. Las imágenes debían ser tan
claras como los textos sagrados.”244

El mejor conjunto de pintura mural de la XIX dinastía es el de la tumba de la reina Nefertari, en


el Valle de las Reinas, número 66 de Tebas. Realizadas hacia el 1300 a. de C., “... su estilo es
bastante más rígido que el de la dinastía anterior, pero la misma línea elegante.”245 Las
paredes de la tumba, totalmente cubiertas de pinturas, representan grandes figuras del dios
Osiris, sentado en el trono ante cuya presencia comparece Nefertari acompañada por Isis y
Horus, o protegida por la diosa Maat, la Verdad arrodillada que extiende sus alas hacia la reina,
o la esposa favorita del faraón Ramsés II muestra el vestido plisado de lino transparente propio
de la moda de la época, mientras que la diosa Neith lleva el antiguo vestido tradicional, que
alude a la eternidad.

El famoso Ostrakon de la bailarina. En este esbozo, la danzarina acróbata cubre el suelo con su
rizada cabellera al “hacer el puente”. En esta pintura destaca la extrema libertad la
independencia del artista respecto de las fórmulas del arte tradicional.

Los monos verdes, genios benéficos, que se hallan en la tumba anónima de una esposa real,
número 40 de Tebas, en el Valle de las Reinas, fechada hacia el 1260 a. de C. a finales del
reinado de Ramsés II.

Escena de la vendimia en la finca de Ipy, de la tumba 217 de la necrópolis de Tebas. Las


convenciones pictóricas tradicionales aparecen aquí absolutamente superadas y por doquier
reina una libertad que permite captar la realidad del modo más directo posible. Aquí las hojas
presentan una disposición sumamente irregular, vistas de frente y de perfil, mezcladas con los
racimos. También los gestos de los vendimiadores acusan un gran naturalismo y las expresiones
de sus rostros la máxima espontaneidad.

Arynefer y su esposa en oración, pintura de la XIX dinastía, realizada hacia el 1270 a. de C. en


un hipogeo de Deir el-Medineh246, número 1 de Tebas. Sus cabellos blancos son insólitos en la
pintura egipcia; es evidente que aquí el artista ha querido representar a los difuntos con el color
de la ancianidad, es decir, a la edad en que había ocurrido su fallecimiento.

La pintura de la tumba de Imenherkhopchef, número 55 de Tebas, perteneciente a la XX


dinastía y realizada hacia el 1180 a. de C., representa a uno de los hijo de Ramsés III, portador
del “flabellum” y siguiendo a su padre. En ella ya se hace evidente el retroceso hacia las
fórmulas rituales, en contraste con el realismo de las representaciones de finales de la XVIII
dinastía. El color desempeña una función simbólica, de carácter mágico.

La ilustración de un papiro funerario de la XX dinastía, que representa a la dama Herubén en


adoración ante el dios-cocodrilo Sobek. “La innegable maestría del ilustrador y su hábil
distribución de los espacios no pueden ocultar que se trata de unas imágenes severamente
previstas por un ritual sagrado.”247
244
DESROCHES NOBLECOURT, Christiane op. cit.
245
PORTELA SANDOVAL, Francisco op. cit.
246
Poblado donde habitaban los artesanos que trabajaban en la necrópolis de Tebas.
247
DESROCHES NOBLECOURT, Christiane op. cit.
76

La pintura de la tumba de Imennakht, número 278 de Tebas, situada en Deir el-Medineh, de la


XX dinastía y realizada hacia el 1200 a. de C., representa la cosecha de lino y el jardín ideal del
difunto y su esposa, cuyas características ya no son las de la pintura mural, sino las de una
viñeta o ilustración de los papiros funerarios que contienen el texto del Libro de los Muertos.

Después de la caída de Knossos y del eclipse del poder cretense, durante el reinado de Amen-
hotep III, Micenas construye un estado feudal poderoso, conquista Troya y asienta su dominio
sobre las costas de Asia Menor, en posesiones hititas; una nueva ola de invasores avanza hacia
el Egeo, los dorios, que ocupan Grecia y el Asia Menor, provocando la huida de sus pobladores,
y así los aqueos y muchos otros pueblos cruzan el mar, llegando a las costas de Libia y
Palestina, migraciones marítimas que son una amenaza continua para el Imperio faraónico.

Casi siempre los reinados prolongados son causa de desórdenes, ya que la autoridad declina
necesariamente a medida que envejece el soberano; la era de las revoluciones comienza bajo
Pepi II248 siendo el resultado final un caos absoluto; aunque en menor grado, durante los últimos
años del reinado de Ramsés II, Egipto se enfrentó a dificultades crecientes pues el viejo faraón,
que permanece en el trono hasta la edad de 87 años, había mantenido al país bajo un puño de
hierro, pero en sus últimos años se da una tregua, pierde autoridad y algunas tierras sometidas
aprovechan la situación. Al mismo tiempo, el poder asirio se fortalece y conquista una posición
en el Eufrates, aunque la principal amenaza está en el norte, un grupo peligroso al que se le dio
el nombre de Pueblos del Mar.249

Merenpath, cuarto hijo de Ramsés II, asume el poder en 1235 a. de C, después de haber reinado
junto a su padre; durante el quinto año de su gobierno, una orda de invasores procedentes del
Líbano avanza hacia el delta, que son derrotados por los egipcios después de un sangriento
combate, mas Egipto no está fuera de peligro, ya que los Pueblos del Mar llevarán a cabo sus
próximos combates al otro lado del delta del Nilo.

A pesar de tener una “fachada brillante”, la sociedad egipcia sufre un proceso de erosión
causado principalmente por la influencia de los sacerdotes y el fortalecimiento gradual del
feudalismo; el imperio colonial, que había asegurado la opulencia de Egipto gracias a los
muchos tributos pagados al tesoro, está perdido; el país se repliega dentro de sus fronteras
nacionales y Egipto, acostumbrado a su riqueza durante tanto tiempo, se enfrenta a una crisis
económica aguda, ya que se han asentado en el valle demasiados prisioneros de los que Ramsés
II había capturado en sus campañas y ahora sirven al ejército; cae la monarquía y una serie de
efímeros gobernantes ocupan el trono. Hacia el 1200 a. de C. Ramsés III restaura la monarquía,
estableciendo con firmeza un poder ejecutivo central, reconstruye el ejército y la flota con el fin
de vencer el peligro siempre presente de los Pueblos del Mar; derrota a contingentes de
invasores libaneses y lanza el grueso de sus fuerzas contra Palestina y Siria, obliga a retroceder
al enemigo hasta las riberas del Orontes y restaura así la dominación egipcia sobre Fenicia; sin
embargo, al oeste, una nueva horda de invasores cruza las fronteras del Líbano, y una vez
sometidos, el faraón considera táctico dejar que se establezcan pacíficamente en las orillas del
delta, para utilizarlos como defensa frente a futuras invasiones.

248
Quien vivió 100 años y gobernó durante 80, el gobierno más largo de la historia.
249
Varios pueblos indoarios como los aqueos, que se movilizan hacia el sur y se establecen en el mar Egeo.
77

Ramsés III estabiliza la situación, estimula la economía y fortalece el ejército, poniendo a


trabajar a sus arquitectos que habían permanecido ociosos desde la muerte de Ramsés II.

Ordena construir un enorme templo funerario en Medinet Habu, frente a Luxor, al que se accede
por una caseta impresionante que copia el diseño de las fortalezas sirias, en cuyos bajorrelieves
se representaron las campañas asiáticas del faraón. Toda la construcción está protegida por dos
murallas de ladrillo, midiendo la externa 18 metros de altura, 10 de ancho, 350 de frente y con
un perímetro de 1200 metros. El edificio, con sus ventanas amplias y bajas y sus muros
verticales, es sin lugar a dudas copia de los donjons asiáticos que aparecen en los bajorrelieves
del sitio de Dapur, en el Ramesseum. Un antiguo templo empezado por Hatshepsut y terminado
por Tutmosis III, se hallaba en este lugar y fue incorporado a la “Mansión del millón de años”
de Ramsés III; este templo es uno de los mejor conservados del Imperio Nuevo, en el que
pueden verse casi intactos los dos pilonos que preceden los patios columnados, con su cornisa
caveto a la usanza egipcia. El corredor hipóstilo y las capillas que rodean el sancata santorum
están en ruinas.

Bellos bajorrelieves decoran los muros de este templo; en la cara interna del pilón principal se
observa una escena de caza donde el faraón persigue a búfalos de agua hasta los pantanos, obra
plena de movimiento donde la escena sorprende por espontánea a pesar de la actitud hierática
del faraón que aparece inclinado con rigidez sobre un arco, al tiempo que su carro avanza al
galope. Otros relieves muestran una batalla naval contra los Pueblos del Mar, combate que
probablemente se realizó en un ramal del Nilo, en el delta.

El palacio como tal subsiste, y pueden reconocerse el harem, los baños y los corredores de
audiencia con columnas.

La paz con los Pueblos del Mar se mantiene después de la muerte del faraón y continúa durante
los reinados de sus sucesores Ramsés IV hasta Ramsés XI; no obstante, el poder del gobierno
declina, mientras que los sacerdotes que eran jefes de vastas posesiones en templos, aumentan
constantemente su autoridad y por ejemóplo, el santuario de Amón, en Karnak, ejerce una
autoridad comparable con la del propio faraón; conforme a los archivos, poseía y administraba
24.000 hectáreas de tierras fértiles.

En la antigua Zawty los ramésidas de Siese y Amenhotep construyeron sus tumbas.

“El último período de la historia egipcia, la época tardía se encuentra bajo el signo de la
dominación extranjera. Empieza con el período de gobierno nubio y termina con el ptolemáico
en el que los soberanos egipcios eran griegos descendientes de Ptolomeo uno de los generales
de Alejandro Magno. En el centro de esta época tardía se sitúan las invasiones de Egipto y sus
continuadas conquistas por asirios y persas.”250

A la muerte de Ramsés XI, Herihor, sacerdote de Amón, comandante del ejército y virrey de
Nubia, se proclama rey y funda la XXI dinastía; durante esta dinastía, el enorme poder que el
Imperio faraónico venía acrecentando desde comienzos del Imperio Nuevo comenzó a decaer.
En este período el reino se divide entre dos gobernantes, uno en Tebas y otro en Tanis,
coexistiendo durante 50 años dos dinastías, ya que los faraones del delta del Nilo mantuvieron

250
PIJOAN, José op. cit.
78

una manifiesta enemistad con la clase sacerdotal que, por aquel entonces, había alcanzado una
gran preponderancia y ascendiente moral entre el pueblo y los grandes del reino, que trajo los
consiguientes problemas internos de sublevaciones y faltas de sumisión al faraón.

Los tiempos son difíciles para el gran Egipto faraónico, ya que huelgas y hambrunas hacen
estragos, agrabándose los problemas a lo largo de la XXII dinastía251, fundada hacia el 950 a. de
C. por Sheshonk I, que unificó al país con capital en Bubastis durante un breve período, mas la
anarquía irrestricta lo debilita y el estado egipcio continda su caída; los generales dictan órdenes
tanto en las esferas políticas como religiosas.

Las dinastías XXI y XXII, gobernaron durante tres siglos en los que el agotamiento y
paralización del arte son cada vez más evidentes; igual que en todas las épocas tardías hay una
tendencia a inspirarse en las obras de las épocas antiguas e incluso arcaicas, o en el espléndido
período de las XVIII y XIX dinastías. La XXI dinastía terminó el templo de Khons en Karnak y
la XXII diversos pequeños templos en el Egipto Medio y en Bubastis.

El pequeño templo de el-Hibe iniciado por Sheshonk, faraón de la XXII, dinastía ejemplifica
una nueva idea arquitectónica que aparece en este momento y que será adoptada posteriormente
sobre todo el período ptolemáico; su patio se cierra mediante paredes construidas entre las
columnas que lo rodean que llegan hasta la mitad de las mismas.

La división de ambos reinos, del Delta y Tebas, continda; las luchas entre los nobles del delta y
de las tierras del interior se generalizan hasta que los etíopes invaden Egipto y asume el poder la
dinastía Cushita o sudanesa, en Meroe, y gobierna lo que, a partir del 715 a. de C., es el Imperio
etíope; los reyes de Siria retiran el vasallaje al faraón y el gran Imperio entra de lleno en el
drama de su decadencia final, que a lo largo de las dinastías XXIII, XXIV y XXV cada vez se va
acrecentando más.

Aunque esta es una época de decadencia, se realizaron obras artísticas de enorme calidad “... y,
lo que es más importante, con nuevas técnicas, lo que por sí mismo nos habla sobre la
continuidad del genio creador egipcio.

“Así, en los momentos en que el Egipto faraónico va lentamente sucumbiendo, sus artistas
llegan a un gran dominio en la producción de estatuas de bronce de gran tamaño; técnica a la
que, además, incorporan el trabajo del cincelado, la labor de la ataujía y la aplicación de
chapas de oro, consiguiendo unas creaciones de muy altas cotas estéticas.”252, como lo
ejemplipica la estatua de la reina Karomana, esposa de Takelot II, de la XXII dinastía; es un
bronce damasquinado en oro, plata y electrum, que representa a la reina ataviada con una
ajustada ténica y tocada, sobre su peluca ceremonial, con el modius o pequeña corona rematada
por dos plumas. En sus manos, avanzadas al frente, sostenía dos sistros253, hecho que hace
suponer que la soberana se representó en el instante en que, comenzando a marcar el ritmo
musical, inicia el primer paso del baile.

TERCER PERÍODO INTERMEDIO

251
XXII dinastía o Libanesa.
252
DE OLAGUER-FELIÚ, Fernando op. cit.
253
Instrumento musical utilizado en Egipto para acompañar las danzas.
79

Los asirios que entonces se encontraban en la cumbre de su poder, constituían un peligro


amenazador para el imperio egipcio. Las invasiones asirias contribuyen con los últimos golpes a
la caída de Egipto en el 671 a. de C.; Assarhadon conquistó el Bajo Egipto convirtiéndolo en
provincia de su reino en el 670 a. de C. tomó Menfis y en el 667 Asurbanipal conquistó Tebas;
en el 664, después de una insurrección, saquea la ciudad, profana sus templos, derrumba los
colosos y hurta el tesoro.

EGIPTO SAÍTA
Después de seis siglos de oscuridad y caos, Egipto atraviesa por una fase de revitalización
cultural, durante el llamado Renacimiento Saíta, entre el 651 y el 525 a. de C, concluyendo
cuando el rey persa Cambises conquista el país.

Psammetico I expulsó a los asirios en el 651 a. de C. y funda la XXVI dinastía, con capital en
Sais, dinastía que durante más de un siglo logra dar unidad a Egipto y una cierta gloria cultural.
Su sucesor, Psammetico II, sometió a los etíopes y se apodera de Napata.

El período saíta puede definirse como un genuino renacimiento cultural, caracterizado por un
despliegue de actividad en los terrenos literarios, éticos y artísticos, dominando la voluntad de
regresar a las fuentes del los Imperios Antiguo y Medio, como si el reinado que se inicia
quisiera demostrar sus nexos con el pa-sado glorioso de dos mil años.

Sais era una antiquísima ciudad del delta, la ciudad de la pasión de Osiris; cuando ocurrió la
invasión asiria, estaba gobernada por Neco254 cuyo hijo Psamético II afianzó definitivamente la
dinastía saíta, la XXVI.

En el período saítico se inicia la influencia griega en Egipto, ya que Psammético II permitió a


colonos y comerciantes griegos instalarse en el delta255. Esta dinastía duró hasta el 525 a. de C.
cuando Egipto fue conquistado por los persas y convertido en una satrapía del imperio.

La escultura saíta es tan similar a las grandes obras de la época de las pirámides, que es difícil
saber a cual de estos dos períodos, separados por veinte siglos, pertenece una obra determinada;
artistas y monarcas saítas se interesaron por la arqueología, restauran templos, crean esculturas a
la manera antigua, exhuman textos y renuevan el culto a soberanos muertos hace varios siglos.

La época saítica aporta nuevas creaciones al milenario arte egipcio, destacando el retrato
realizado en durísimas piedras, como basaltos y esquistos, pulimentadas hasta parecer brillantes
metales, como lo muestran dos obras sublimes, el Retrato del Sacerdotey la Cabeza Verde256,
fragmentos ambos de esculturas que debieron ser de cuerpo entero, “... verdadero prodigio
dentro del arte de la talla, pues, si las observamos con detenimiento, veremos cómo, tras la
superficie de las facciones, podemos apreciar los detalles del esqueleto, como la estructura
craneal, los arcos superciliares, etc. Y ambas también con una captación psicológica que, a
través de sus arrugas, del marcaje de las comisuras de los labios y de los ojos entreabiertos,

254
Príncipe valeroso, enérgico y hábil, quien conspirando contra los nubios del Sur y contra los asirios instalados en
el delta, consiguió hacerse el hombre indispensable para todas las combinaciones políticas de Egipto; cuando fue
llevado prisionero a Nínive por los asirios a causa de una conspiración tramada contra ellos con el soberano de
Nubia logró ganarse hasta tal punto la confianza de Asurbanipal quien lo reintegró a su trono cargado de honores.
255
Es el gran momento de la civilización jonia cuya cumbre coincide con el avance de los persas.
256
Actualmente en los museos de Boston y Berlín.
80

nos comunica una concentración y espiritualidad que inmediatamente nos puede hacer pensar
se tratasen de los retratos de dos sacerdotes cultos, inteligentes y -¿por qué no?- empeñados en
intrigas cortesanas.”257

Organizan audaces expediciones, como la odisea náutica del faraón Neko, cuya flota realizó en
tres años la primera circunnavegación del Africa; este monarca excava un atrevido canal de
Suez y restaura la política expansionista de los grandes reinos del pasado, reinstalando la
influencia egipcia sobre Palestina y Siria.

Neko es derrotado por el babilónico Nabucodonosor, y al mismo tiempo un nuevo enemigo se


levanta en el horizonte egipcio, los persas; en el 525 a. de C. el último monarca saíta, Psamético
III es derrotado por Cambises en Pelusa258, y así se interrumpe el brillante renacimiento saíta,
ocupando los persas un país sacudido por rebeliones continuas. El desprecio de los invasores
hacia las tradiciones, la religión y la cultura egipcia, ocasionó que este pueblo dominado les
respondieran con un odio implacable y continuas rebeliones, mas la insurrección que encabeza
Amirteo en el 404 a. de C. y que restaura la independencia del valle del Nilo, iniciando un
nuevo período de libertad, en el 341 es truncada por Artajerjes III, quien invade de nuevo a
Egipto.

EGIPTO PTOLEMÁICO
El dominio persa acabó en el 333 a. de C. con la conquista de Alejandro Magno, quien derrota a
Darío III en Issos, hecho que es acogido con entusiasmo por el pueblo egipcio, tanto así que
cuando el emperador macedonio toma posesión del territorio conquistado, se le recibe
triunfante, en calidad de libertador del yugo persa y no como conquistador; ante esta reacción,
Alejandro se postra ante Apis de Menfis, tributa homenaje a Amón en el santuario de Siwa y
coloca sobre su cabeza la doble corona del Alto y del Bajo Egipto, afirmándose como sucesor
legítimo de los faraones. Antes de abandonar el país para continuar con sus campañas,
personalmente trazó el emplazamiento de una nueva ciudad, Alejandría, que fue fundada en el
lugar donde los faraones de la XVIII dinastía levantaran el puerto de Faros. Esta ciudad, la
nueva capital de Egipto, se convirtió rápidamente en el centro del comercio mediterráneo y en
uno de los núcleos creadores de la cultura griega.

Los sucesores de Ptolomeo, el general a quien Alejandro concedió el dominio de Egipto,


mantuvieron, aún durante la conquista romana, una última prolongación del arte egipcio
autónomo, “... dejando su huella en el mundo paleocristiano y en el Imperio de Bizancio. El
arte egipcio, pues, no muere.”259

Los ptolemaicos, por prudencia política, se declararon legítimos sucesores de los antiguos
faraones, con un escrupuloso respeto por las creencias religiosas, las costumbres y tradiciones
del pueblo egipcio, granjeándose la fidelidad de la poderosa casta sacerdotal por su actividad
constructiva, siendo el templo de Horus, en Edfú en el Alto Egipto y a cien kilómetros al sur de
Luxor, el ejemplo más notable del interés de los faraones de origen griego por la cultura egipcia,
un gigantesco monumento de fidelidad a las tradiciones.

257
DE OLAGUER- FELIÚ, Fernando op. cit.
258
Localidad del Delta.
259
DE OLAGUER-FELIÚ, Fernando op. cit. La negrilla es mia.
81

En el 332 a. de C. Alejandro el Grande conquistó Egipto, marcando el inicio de una era de


intensa actividad arquitectónica que continúa durante todo el período ptolomáico; aunque
Egipto se convierte en vasallo de Grecia y sus faraones son gobernantes extranjeros que reinan
sobre la nueva capital, Alejandría, centro de las grandes creaciones. No se opaca la grandeza del
país, ya que el arte ptolomáico es un digno sucesor y legítimo heredero de la religión y la
tradición arquitectónica.

Aunque la dinastía griega reina sólo entre el siglo IV a. de C. y el principio de la era cristiana, el
arte egipcio sobrevive en todo su esplendor hasta el siglo IV d. de C. en los templos de Edfú,
Denderah, Kom, Ombos, Esna y Filae, por mencionar sólo los más importantes y mejor
conservados de épocas posteriores y que son monumentos a la intensa vitalidad de la
civilización antigua, construidos en los 650 años de gobierno ptolomáico y romano.

En esta época se realizan esfuerzos por restaurar edificios que fueron destruidos por los asirios,
siendo el objetivo de reconstruir los sitios de adoración de escalas colosales, que habían sido
saqueados y dejarlos como en los días de mayor poderío egipcio, en el imperialismo faraónico, y
aunque Egipto se encuentra bajo el dominio del invasor griego, a quien le paga tributo, y siendo
extranjeros los faraones, éstos imitan la etiqueta ceremonial, la pompa y los rituales de la corte
egipcia; usurpadores de las insignias faraónicas, han olvidado la antigua lengua de los
sacerdotes, quienes son los únicos que siguen utilizando la escritura jeroglífica.

De acuerdo a la atemporalidad que caracteriza al arte egipcio, no es extraño que en su última


fase no sea decadente; pocos santuarios faraónicos alcanzaron una sencillez arquitectónica tal
como la lograda en esta época, con sus superficies claramente definidas, formas y volúmenes
legibles y ángulos limpios. Los grandes centros religiosos del Imperio Nuevo pasaron por
innumerables modificaciones, que los tornaron cada vez más complejos, ejemplificado por las
extensiones colosales de Karnak, con su laberinto de cámaras, capillas y adoratorios.

Esta sencillez se destaca en las obras posteriores, por el deseo de alcanzar la perfección técnica,
objetivo que las distingue de las obras del período de los Ramsés, en las que predominaba la
intención de exaltar al monarca descuidando ciertos aspectos; con frecuencia los arquitectos
antiguos apilaban materiales heterogéneos sobre soportes poco estables y al pasar el tiempo los
edificios sufrían las consecuencias del descuido, los pilonos caían, los muros se separaban, los
cimientos se hundían, lo que no sucedía con las obras del período ptolemáico, ya que surgen
artistas que se entregan a continuar las obras de santuarios gigantescos que duran varios siglos y
los obreros que trabajan en ellos se adaptan como si fuera un mecanismo colosal y bien
ajustado, cuidándose los acabados de manera especial.

El templo de Horus, en Edfú, es ejemplo de la fuerza arquitectónica ptolemáica, fiel a las más
puras tradiciones faraónicas en su diseño y manejo de espacios; gigantesco santuario que
sorprende por su estado de conservación, donde se vislumbra el pasado y devela sólo los
objetivos más evidentes de sus arquitectos; conserva intacta la techumbre y gran parte de su
ornamentación; cada habitación muestra la atmósfera que sus autores quisieron imprimirle,
donde las variaciones en la intensidad de la luz determinan una gradación que tiene como
propósito manipular la percepción que el espectador debía tener del espacio.

Comenzado en el 237 a. de C., fue terminado 180 años más tarde; es un enorme edificio de 140
metros de largo por 80 de ancho, cuyo pilono se levanta a una altura de 36 metros, abarcando un
82

área de 7000 metros cuadrados rodeados por una muralla de 11 metros de altura.

La puerta principal, situada entre los dos pilonos, se abre a un amplio patio flanqueado por un
pórtico columnado; los 32 fustes, de 9 metros de altura, son el entorno perfecto para la alta
fachada del gran corredor hipóstilo. Los intercolumnios están cerrados por muros abovedados
excepto en la entrada principal; el techo del corredor se apoya en 18 columnas masivas y remata
en enormes dinteles, separados los monolitos en el pasillo central a 5 metros de distancia. El
corredor hipóstilo, que conforma la sala hípetra, está bien iluminado desde el exterior, mas a
medida que se avanza hasta el tercer vano, la penumbra invade todo; un extremo del corredor
remata en un muro que se distinguen por su inclinación descendente, similar a la de un pilono,
al centro del que se abre una puerta monumental, tercer umbral que comunica con la sala
hipóstila sumida en las tinieblas, cuyas columnas no son muy altas y sus capiteles se pierden en
la obscuridad, corredor que de sólo 20 metros de largo y 13 de ancho parece no tener límites
visibles al estar iluminado de trecho en trecho por rayos de luz que caen desde las aperturas
entre los bloques que forman el techo.

Una cuarta puerta, cuyos tableros de madera están cubiertos con metal, conduce hasta el
vestíbulo o sala de los ofrecimientos, donde se abre el quinto y último umbral que conduce al
sancta sanctorum, en absoluta obscuridad260, circundado por altos muros, espacio rodeado por
un corredor que conduce hasta varias capillas que rodean al santuario, una nave brillante de
granito negro, obra de Nectanebo II en el siglo IV a. de C., que albergaba la estatua de Horus, el
dios sol, el halcón de Edfú, en el que los sacerdotes celebraban tres servicios diariamente; al
amanecer, al medio día y al atardecer, le ofrecían alimentos al dios, cubrían su imagen con
incienso y perfumes exóticos y lo deleitaban con cantos; con regularidad bañaban y vestían la
estatua que se adornaba con un atuendo costoso y joyas; a sus pies colocaban pan, frutos y agua
extraída del pozo del templo.

Como en los templos construidos en el Imperio Nuevo, en éste la altura de las estructuras
disminuye, desde los 36 metros de los pilonos, la fachada de la sala hípetra a 17 metros, la
entrada a la sala hipóstila a 12, el vestíbulo que conduce al sancta sanctorum a 7 y la nave
alcanza sólo 4.

“Al revisar el santuario mejor conservado que nos legó la civilización egipcia, se descubren
varias leyes que gobernaban la estructura del templo. Por una parte, el templo era un claustro
sagrado -exclusivo para el dios y sus sacerdotes siervos-, no se permitía el acceso al pueblo.
Esta razón explica que el edificio recuerde una fortaleza sagrada, con todo el aparato
defensivo. Por otra parte, su diseño presenta numerosos claustros, uno contiene al otro como
una caja china. Si es correcta la interpretación acerca de los numerosos sarcófagos que
encierra la momia de Tutankhamon, podemos comparar las cubiertas protectoras de los
cadáveres con la disposición arquitectónica del templo.”261

Del templo de Thoth, en Khmun, sólo se conservan dos hileras de columnas de la sala hipóstila
de los tiempos de Alejandro Magno y de Filipo Arrhideo.

260
“Un ingenioso sistema de iluminación recuerda el centelleo de las constelaciones y presagia los “cañones de
luz” que inventara Le Corbusier.” STIERLIN.
261
STIERLIN, Henri op. cit.
83

El templo de Hathor en Denderah, fue iniciado por los últimos faraones ptolemáicos, siendo
análogo al de Edfú en su aspecto y medidas. Los capiteles que coronan sus columnas son
gigantescas cabezas de la diosa Hathor, mostrando el peinado que llevaban las reinas de la XII
dinastía.262

La isla de Filé263, ya en la frontera de Nubia y en el lago que formaba el Nilo sobre la primera
catarata, se conservan magníficas construcciones de la época ptolemáica, que por la veneración
siempre creciente por Isis hasta en la época romana se multiplicaron los templos y la isla se
convirtió en lugar de peregrinaciones. Destaca el templo de Isis, y en cada uno de los extremos
de la isla se levantan dos elegantísimas construcciones llamada una de ellas el pabellón de
Nectanebo, que son propiamente dos desembarcaderos para las procesiones terrestres y náuticas,
“... o quioscos descubiertos. Las columnatas de bellas proporciones, se reflejaban en las aguas,
y su sombra deliciosa estaba más resguardada por un alto antepecho del tipo de los
introducidos por la XXII dinastía, gracias al cual en los intercolumnios quedaban abiertos tan
sólo unos espacios pequeños a modo de ventanas. La escalinata, que desde el agua conducía a
uno de estos edificios, tenemos que reconstruirla mentalmente: en un rellano se levantaba un
gracioso obelisco de granito y más arriba se encontraba el pórtico como recogiendo toda la
brisa del Nilo. Desde allí la vista se extendía sobre el pequeño mar, sembrado de isletas
pequeñas, que formaba el río.”264

Hacia el sur de Tuna el-Gebel se halla una necrópolis de época posterior a la de el-Ashmunein,
que contiene casi una de las pocas tumbas de la familia de Petosiris perteneciente al reinado de
Filipo Arrhideo; tiene forma de templo con un pórtico de entrada seguido de una capilla de
culto, ya que los enterramientos de esta época eran cámaras subterráneas; en el pórtico se
encuentran escenas de la vida diaria y portadores de ofrendas en un estilo híbrido greco-egipcio.
Esta “casa” mortuoria #21 de Tuna el-Gebel perteneciente al siglo II d. de C., presenta en el
panel decorativo del pie motivos egipcios y jeroglíficos; en el registro superior aparecen Horus y
Thoth vertiendo libaciones sobre la difunta representada en estilo griego y a la derecha del
grupo aparece simbólicamente la “sombra” de la mujer como un cadáver demacrado y negro. La
capilla contiene escenas religiosas tradicionales y textos importantes que incluyen una extensa
descripción de los trabajos realizados en Hermópolis.

Al sur de la tumba de Petosiris se extiende una amplia ciudad griega de los muertos de los
primeros siglos después de Cristo “... con tumbas y casas mortuorias que presentan una
compleja decoración en los estilos griegos y egipcios.”265

La llamada época ptolemáica termina el 30 a. de C. con el suicidio de Cleopatra, después de su


derrota frente a Octavio Augusto en la batalla de Actium.

EGIPTO DURANTE EL IMPERIO ROMANO


En Egipto la transición entre el dominio griego, ejercido a través de la dinastía ptolemáica, y la
supremacía romana es apenas perceptible, y habría pasado inadvertido, como un mero cambio
262
Ejemplo del gusto por lo arcaico en el arte egipcio tardío, ya que esos dos grandes mechones de pelo pendientes
a cada lado del rostro ya se había olvidado cuando se construyó el templo.
263
Los sacerdotes aseguraban que en esta isla Isis había dado a luz al hijo póstumo de Osiris, Horus el vengador.
264
PIJOAN, José op. cit
265
BAINES, John y MALEK, Jaromir op. cit.
84

de dinastía, a no ser por las batallas entre César, Cleopatra, Antonio y Octavio. En el 30 a. de C.,
con la anexión de Egipto al Imperio Romano el asiento del gobierno egipcio pasa de Alejandría
a Roma, siendo muy impersonales los gobernantes, más ficticios que nunca, en contraposición a
los ptolomeos que gobernaban desde el país y gozaban de alta estima entre los sacerdotes y
escultores del Alto Egipto.

A partir del dominio romano, los emperadores usurpan las insignias faraónicas en los
bajorrelieves y utilizan la estructura religiosa egipcia exclusivamente para mantenerlos bajo su
control, plenamente conscientes que para someter a este pueblo deben adaptarse a sus
tradiciones y así deciden ejercer el papel de mediadores frente al dios, como lo hicieron los
soberanos anteriores.

“Estos “faraones egipcios” son tan vacuos e insubstanciales como sus nombramientos
abstractos y, si bien mandan grabar los grandes himnos sobre los muros de Denderah, Esna y
Filae, solicitando las bendiciones para Trajano, Adriano y Caracalla, en realidad su intención
es perpetuar el antiguo sistema y mantener sus formas de veneración para beneficio de
Roma”.266

En este período continúa la construcción de grandes santuarios, aunque el país tenga que pagar
cuantiosos impuestos, persistiendo las proporciones colosales y libres de toda influencia
romana, como el templo de Denderah, edificado conforme a un diseño similar al de Edfú y
según las inscripciones, inspirado en un monumento que data del reinado de Keops; su gran
corredor hipóstilo está conformado por 24 columnas de 17 metros de altura en forma de sistros,
dedicado a la diosa Hathor.

El templo de Khonsu, en Esna, construido durante el reinado de Claudio, muestra proporciones


similares en su corredor hipóstilo, con inscripciones tan abundantes que cubren virtualmente
muros, techos y pilares.

El templo de Isis en Filae267, obra de arte del período greco-latino, presenta varias etapas
constructivas, levantándose un templo en el siglo IV a. de C., que se continuó a lo largo de los
períodos ptolemáico y romano, perteneciendo las últimas inscripciones al reinado de Teodosio y
el año 392 d. de C., fecha del decreto imperial que prescribe el paganismo.

Es importante destacar la construcción de un templo dedicado a esta diosa, cuyo culto llegó a
Roma y constituyó una indudable amenaza para el naciente cristianismo; Isis originalmente fue
el símbolo de la fertilidad, y luego de la piedad, el amor y la caridad, deidad que fue objeto de
ferviente devoción durante el período de restauración de los cultos faraónicos, en los últimos
“días” del antiguo Egipto y bajo la influencia de religiones que prometían la salvación eterna. La
importancia de este templo crece gradualmente durante los últimos siglos de la civilización
egipcia, por su propia fuerza y especialmente por el culto a Isis.

Este santuario, que mide 65 metros de largo, siguiendo los lineamientos clásicos ostenta dos
pilonos en su fachada, y un corredor hipóstilo que antecede al patio donde se custodia un

266
STIERLIN, Henri op. cit.
267
Filé, pequeña isla de granito situada arriba de Assuán, en la Primera Catarata del Nilo, zona llamada por los
antiguos la “puerta de las inundaciones”.
85

mammisi o capilla del nacimiento divino.

Además de este templo, en la isla de Filae se levantaron numerosas construcciones, una capilla
dedicada a Osiris, el templo de Hathor, el pabellón Trajano, la capilla de Imhotep, columnatas,
terraplenes, embarcaderos y obeliscos hoy destruidos.268

A 2 kilómetros al norte de la necrópolis de la actual Tihna el-Gebel se hallaba la antigua ciudad


de Akoris con tres pequeños templos y su necrópolis.

Per-medjed269 fue la capital del nomo XIX del Alto Egipto, alcanzando su máximo esplendor
durante el período grecorromano, tomando el nombre de Oxyrhynchus, derivado del pez
Mormyrus, que recibía culto local.

La mayor parte de los asentamientos de el-Fayum pertenecen al período grecorromano, cuando


la zona volvió a convertirse una vez más en el centro de la atención real; el lago fue reducido
artificialmente para disponer de mayor cantidad de terreno cultivable, mientras que Ptolomeo II
Filadelfo introducía nuevos colonos en la región, los cuales eran principalmente veteranos
greco-macedonios.

Templos de este período son:


- El grecorromano de Kom Aushim, Kamaris dedicado a los dioses locales Petesuchos y
Pneferos.
- Los ptolomaicos de Dimai, Soknopaiou Nesos, dedicado a Sonopaios, una forma del dios
cocodrilo Sobek; el de Pneferos en Batn Ihrit, Theadelphia; el de Tell Umm el-Breigat,
Tebtumis, y su ciudad.
- El de Qasr Qarun, Dionysias, de finales del Período Ptolemaico.

En la necrópolis de Sakkarah cerca a Menfis, el Serapeum y otros sectores de necrópolis de


animales sagrados, con templos de los períodos tardío y grecorromano.
Los bajorrelieves de la época ptolemaica se han considerado como excesivamente recargados,
mas son obras ejecutadas dentro del más puro estilo hierático y original que en nada recuerda a
los de las épocas anteriores; el relieve aparece más pronunciado y los cuerpos de las deidades
adquieren cierta sensualidad, desaparece el sentido de movimiento que identificaba a las
grandes composiciones militares y las escenas de caza para dar paso a la inmovilidad ritual, ya

268
Hasta hace relativamente pocos años, este importante complejo arquitectónico estaba sumergido en una bahía
situada entre la antigua presa de Assuán, construida en 1899, que fue modificada en su altura en 1907 y en 1929, y
la moderna Presa Alta en Sadd el-Ali; así, el vertedero que inundaba los muros del templo hasta la mitad de los
pilonos amenazaba con derrumbar los bloques de arenisca y erosionar las esculturas, por tanto, dentro del programa
de grandes operaciones de rescate, la UNESCO estudió la posibilidad de desplazar este templo, operación que se
realizó en 1972. Se levantó una presa de tablestaca de 900 metros de alto para aislar la tierra sumergida del lago
artificial, se bombeó el agua de los templos inundados y se procedió a desmontarlos piedra por piedra, numerándose
cada elemento, y los 40.000 bloques, cuyo peso varía entre 2 a 5 toneladas, fueron colocados en tierra seca mientras
se decidía su reubicación. A 300 metros de su ubicación original está la pequeña isla de Agilkia, la que durante todo
el año está muy por encima del nivel del agua, siendo entonces propicia para el nuevo emplazamiento, mas para que
pudiera albergar los edificios, fue necesario nivelar 90.000 toneladas de roca.
Esta magna obra recuerda el mito de Isis y Osiris, en el que este último revive gracias a lo cuidados de Isis, quien
unió los pedazos del dios después que Seth lo mutiló y arrojó sus miembros al Nilo. De la misma manera, el templo
de Isis después de haber estado sumergido y desmembrado, renació piedra por piedra en su nuevo emplazamiento.
269
La copta Pemdje.
86

que el arte ptolemaico es obra exclusiva de los sacerdotes y la intención ya no es glorificar las
hazañas del faraón. “No obstante, siluetas graciosas, líneas seguras, detalles delicados, joyas y
vestuarios cuidadosamente documentados, gestos y posturas nobles, dan cuenta cabal de las
posibilidades inagotables de estilización que sugiere el arte ptolemáico.”270

Los muros, techos y columnas se cubren con numerosas descripciones en bajorrelieves que
permiten identificar la función de cada sala, la Casa de los Libros, el Laboratorio de Perfumes,
la Sacristía, el Altar de la Barca Sagrada, la Cámara del Tesoro, entre otras, descripciones que
narran la forma de veneración en estos espacios.271

En su integridad se conservan en la antigua Khmun el ágora del período romano, con su


primitiva basílica cristiana.272

La actual el-Sheikh Ibada corresponde al emplazamiento de la antigua Antinoópolis, fundada


por el emperador Adriano el 130 d. de C. en memoria de su favorito Antinoo que allí se ahogó.

150 años después del edicto Teodosio, que ordenaba la clausura de templos paganos, las últimas
comunidades que celebraban rituales a la manera faraónica se refugiaron en la isla de Filae,
continuando vivas las ceremonias del antiguo Egipto en el santuario de Isis, la piadosa. A pesar
de la presencia de anacoretas y monjes tebanos, en Filae se conservaron los rituales faraónicos,
gracias a los esfuerzos de los últimos sacerdotes egipcios aún capaces de leer los jeroglíficos,
mas la civilización egipcia muere en el 550 d. de C. cuando el cristianismo es ya tan vigoroso
que arrasa con todas las creencias antiguas, y por decreto de Justiniano, expedido en Bizancio,
se cierran las puertas del templo de Isis. Con el advenimiento de la cristiandad, el símbolo de la
cruz sustituye a las llaves de la vida sobre los muros de los templos, cayendo en el olvido una de
las civilizaciones más grandes de la historia de la humanidad.

Desde ese momento, lamentablemente las sagradas imágenes egipcias y los bajorrelieves son
objeto del vandalismo, cubriéndose el cuerpo, demasiado sensual de la diosa con gruesas capas
de argamasa. “Sus rasgos, su sonrisa que conjuga ternura y piedad, son arrasados cruelmente
por los cenobitas del desierto. Derrumban las puertas del santuario para dar paso a la
muchedumbre. Profanan el sancta sanctorum y caen decapitadas las estatuas que albergaba la
nave. Saquean el tesoro, destruyen la biblioteca y los rollos de papiros arden en la hoguera,
con la esperanza de abolir la sabiduría antigua de la nación faraónica. Las incontables
inscripciones, grabadas en los muros del templo profanado, permanecerán mudas durante
siglos. Desde ese instante, se tornan incomprensibles estos textos en los cuales los sacerdotes,
al enfrentarse al desastre inevitable, sintetizan la herencia egipcia. Pasan 1300 años, desde que
el último escriba, perseguido por la muchedumbre, abandona el templo, hasta que Champollion
restaura la facultad del habla a estos documentos que resumen el pensamiento del antiguo
Egipto.”273

En los bajorrelieves y pinturas de los templos de Menfis y Tebas se encuentran los orígenes de

270
STIERLIN, Henri op. cit.
271
Algunos de los textos ptolemaicos muestran un delicado lirismo y profundidad de pensamiento, especialmente en
los grandes himnos obras consideradas entre las más bellas de la literatura universal.
272
Testimonio de la notable prosperidad de la ciudad a finales de los tiempos antiguos. Hermópolis y Tuna el-Gebel
fueron importantes centros de peregrinación para griegos y egipcios.
273
STIERLIN, Henri op. cit.
87

todas las ciencias, toda la sabiduría de la humanidad, la solución a los misterios del universo, las
matemáticas y la geometría, la astronomía274, la medicina, la filosofía, la literatura creando
textos religiosos admirables, cosmogonías, himnos que claramente anticipan los textos bíblicos
al convertirse en salmos, plegarias, invocaciones, oráculos, poesía erótica, narraciones de
aventuras, cuentos y sátiras; lamentablemente la música egipcia está perdida por no existir una
escritura musical, conservándose de ella en los muros de las tumbas los danzantes y músicos
con todo tipo de instrumentos, desde la flauta y el arpa hasta laúdes y trompetas. Tal vez el
único vestigio de la música se encuentre en los cantos de la antigua liturgia de los coptos, en la
que se perciben el eco distante del lenguaje que hablaron los antiguos egipcios.

A lo largo del III Período Intermedio y del Período Tardío el Egipto Medio fue el punto de
reunión del Delta y del sur; a finales de la antiguedad era una región próspera que comerciaba
ampliamente con los oasis; y aunque no tan grandes y menos espectaculares que sus
contemporáneos del sur, muchos templos certifican la renovada vitalidad de las ciudades del
Egipto Medio.

La prosperidad del período grecorromano se debió principalmente a la agricultura y el prestigio


del dios Thoth que fue venerado por egipcios y griegos como Hermes Trismegisto, “Hermes
tres veces grande”, a quien le atribuyeron el Corpus Hermeticum de escritos místicos.

ARQUITECTURA CIVIL
Refirámonos ahora a la arquitectura perecedera, cuya existencia sobre la tierra, como la del
hombre, es sólo transitoria y, por tanto, provisional, habiendo llegado a nuestros días muy pocas
muestras de ella.

“Desde tiempo inmemorial, los campesinos sedentarios tendían a construirse viviendas fijas y
sólidas, con almacenes para la conservación de provisiones y cuadras para el ganado y los
aperos de labranza. En el Alto Egipto, además de los campesinos con vivienda fija, vivía un
grupo étnico nómada, emigrado al valle del Nilo desde la estepa desértica. Cazadores y
pastores nómadas, hombres y mujeres que se alejaban en busca de zonas de caza y prados
fértiles y que, en consecuencia, tenían viviendas fáciles de construir y de desmontar según las
necesidades: estructuras ligeras, semejantes a tiendas de campaña, con techo y paredes de
pieles de animales o esteras tensadas sobre una armazón portátil.”275

Desde tiempos muy antiguos, los habitantes del valle del Nilo y del Delta construyeron
cobertizos y cabañas con cañas y esteras. Las cañas de agua y de papiro, representan el material
de construcción más antiguo empleado en Egipto; atadas y entretejidas se utilizaban como
paredes exteriores, o atadas en haces como ligeros sostenes de techo. Por los ideogramas
antiguos podemos deducir que presentaban una estructura con cubierta en bóveda, en sentido
longitudinal, entre dos paredes altas.

A estas cabañas del Bajo Egipto corresponde en el Alto Egipto la tienda de campaña usada por
los jefes nómadas; era una estructura con enrejado en forma de animales, provista de cuernos
salientes en la fachada, que quizá presentaban un recinto ante la entrada principal y en el lado
274
Aunque jamás supera la astronomía babilónica, ni siquiera sus leyes pueden compararse con los rigurosos
códigos babilónicos.
275
MÛLLER, Hans Wolfgang op. cit.
88

posterior se colocaba una cola de animal. Los jefes nómadas, que en calidad de reyes realizaron
la primera unificación de los dos territorios y crean el reino unido, llevaban largo tiempo
instalados en el valle del Nilo, mantuvieron su tipo de vivienda con su forma característica de
tienda de campaña, recubriendo la estructura portátil con esteras coloreadas; después de la
fundación de Menfis, la residencia estable del rey del Egipto unido, este tipo de vivienda
continuó siendo el modelo para el palacio del rey276 y para las capillas de los dioses adorados en
ese territorio.

“También en otro tipo de construcciones, como no lo han transmitido los documentos gráficos,
los vegetales representaban el material fundamental. Se trata de un edificio con alta fachada
rectangular, con recinto exterior de haces cilíndricos de vegetales, que daban rigidez y refuerzo
a las esquinas y a la parte posterior cubierta con esteras. Se supone que la moldura
representaría, en forma estilizada, el extremo libre de los juncos, con los cuales los bordes
superiores de las paredes de estera quedaban unidos a la parte superior reforzada. Como
ideograma, esa cabaña simbolizaba la “Cabaña del dios”, y en la arquitectura monumental
asume la forma exterior de la capilla coronada con una moldura convexa que lleva encima otra
moldura cóncava. En los grafemas antiguos también está testimoniada en otra forma
particular, es decir, como tienda de forma de sombrilla sostenida con maderos. En la
arquitectura monumental, este tipo de cabaña llegaría a ser el modelo de los “templos de
baldaquino”, erigidos en la zona de los grandes templos, que servían para ceremonias
particulares y como “estaciones” para poner la efigie de los dioses y las barcas respectivas
durante las procesiones. La cabaña que lleva encima una tienda en forma de sombrilla servirá
también de modelo de los llamados “Santuarios de nacimiento” en los templos de la Baja
Epoca.”277

Partiendo de las habitaciones construidas con material vegetal, se evoluciona a las chozas de
forma rectangular o cónica, construidas con muros de adobe278, o paredes de caña con barro
apisonado; posiblemente sus techos eran planos, soportados por hileras contiguas de troncos de
palmera, conformados por hojas de palmera y bejucos que soportaban la capa de barro
apisonado, elementos constructivos y formas primitivas que conforman el origen de los estilos
que se construirían posteriormente en piedra; así las cabañas, construidas con materiales
perecederos, fueron, junto con las construcciones de adobe, los arquetipos de la posterior
arquitectura monumental. Los muros se esgrafiaron sobre el aplanado de barro con formas
decorativas y con conjuros que protegían a los habitantes de la vivienda.

Ya en el período predinástico, la casa compuesta por un solo ámbito de planta rectangular y


construida con masa compacta y apisonada de fango del Nilo, constituía el tipo clásico de
vivienda de los campesinos con vivienda estable. “El modelo de una vivienda de este tipo,
hallado en una tumba como utensilio funerario, muestra claramente paredes exteriores
escarpadas, una puerta y ventana pequeñísimas abiertas en la parte superior que más servían
para la ventilación que para la iluminación. La cubierta, de la que no quedan restos, era plana
y probablemente estaba hecha en general, con troncos de palmera alineados paralelamente. En
las posteriores construcciones sepulcrales de piedra, este tipo de cubierta se recordará en los
motivos plásticos representados en los techos del interior de los corredores y las cámaras de

276
El palacio del soberano, siguiendo estos modelos, se construyó con materiales sólidos, adobe y madera.
277
MÛLLER, Hans Wolfgang op. cit.
278
Mezcla de arcilla del Nilo con paja.
89

culto ...”279

Desde los tiempos predinásticos se utilizaron ladrillos de barro secados al sol para construir las
viviendas, de las cuales no nos queda testimonio; la madera en esta región era escasa, hecho por
el cual los arcos se construían sin cimbra, mas abundaba la piedra caliza, arenisca, granito280,
pórfido y basalto. La madera sólo era utilizada como elemento de lujo, ya que debía ser
importada; la usaban tallada a escuadra y en tablas.

En las márgenes navegables del Nilo se construyeron varias aldeas de piedra negra y arcilla
cenagosa, pero a consecuencia de los movimientos sísmicos varias de ellas se derrumbaron; los
constructores se dieron cuenta que las edificaciones funerarias no sufrieron daño alguno, por lo
que optaron construir, en lo futuro, viviendas que siguieran el tipo funerario, apiramidadas,
colocando las hileras de piedra o ladrillo en forma de comba. Así, encontramos en Egipto una
de las primeras respuestas para lograr la estabilidad de los muros, haciendo la base más ancha
que la parte superior, siendo posible que desde épocas remotas los adobes presentaran la forma
que adoptaron posteriormente los muros perimetrales de los templos, cuya cara exterior es un
talud en tanto que la interior es completamente vertical.

La arquitectura perecedera o humana, se realizaba en ladrillo, adobe o tapial, construcciones que


continuamente se rehacían, ampliaban o reforzaban segdn las necesidades prácticas del
momento.

Las escenas pintadas y relieves que cubren las paredes de las mastabas, aportan datos
importantes sobre la arquitectura civil del Imperio Antiguo; las casas particulares estaban
hechas con madera, cañas y esteras de colores. Los pies derechos se ensamblan con las piezas
horizontales.

La casa egipcia fue en sus principios probablemente la misma que en la actualidad habitan los
fellahas, construidas de juncos y de barro del río, habitación que desde la época predinástica se
sustituyó por la construida en adobes para morada de las clases superiores, modelo del cual
evolucionaron las formas adoptadas más tarde en las tumbas, casas, palacios y en la gran
arquitectura religiosa y funeraria.

La elevada temperatura y el exceso de luz determinaron la disposición de las casas. Carecían


casi de ventanas, abriendo al exterior únicamente unos estrechos respiradores rectangulares,
ubicados en sus partes altas y protegidos por especies de celosías, cuya finalidad era
proporcionar tan sólo la ventilación suficiente a los interiores resguardándolos del calor y
tamizando la entrada de la luz del día.

El partido general se compone comúnmente de un patio como núcleo central, alrededor del cual
se desarrolla la vida doméstica, en una estancia sostenida por columnas, elemento principal por
su uso y dimensiones, rodeada por una serie de habitaciones mucho más bajas, hecho que
permitía de esta manera su iluminación y ventilación superior cruzada, cuyas columnas le daban
una mayor amplitud y belleza al espacio interno. Las otras habitaciones cumplían las funciones

279
MÛLLER, Hans Wolfgang op. cit.
280
Roca cristalina muy dura, formada por feldespato, cuarzo y mica; pórfido, roca compacta y dura, formada por
una sustancia amorfa, con grandes cristales de feldespato y cuarzo; basalto, roca volcánica negra verdosa, muy dura.
90

de alcobas, cocina y bodegas, presentando una escalera que permitía el acceso a la azotea.

Las fachadas presentan tan solo las aberturas indispensables, como son la puerta de entrada y
algunas ventanas pequeñas y altas; exteriormente sólo presentaba las tapias circundantes que
permitían la privacidad doméstica, conformando un recinto rectangular cuyo jardín era un lugar
de esparcimiento íntimo que proporcionaba descanso y frescura, espacios arbolados y estanques
que tanto servían para la irrigación del jardín como para reserva en época de sequía.

La casa habitación se desarrollaba generalmente en un solo piso, aunque podía contar con dos o
tres superpuestos.

De forma siempre rectangular, presentaban cubiertas planas, sobre las que se alzaba una terraza
que constituía el “pulmón nocturno”281 de sus habitantes siendo común que, en las estaciones de
más elevada temperatura en ella durmiese la familia. En ocasiones, podía tener un jardín trasero,
muy utilizado durante el día por los miembros de la casa.

Las fincas de recreo de las clases acomodadas, conformaban conjuntos mayores y más
complejos. En general se cerraban con tapias conteniendo un jardín plagado de vegetación y
estanques, en cuyo centro se alzaba la mansión, que además de dormitorios, servicios y
dependencias con cocina almacén de víveres y habitáculos para los esclavos, disponía de
grandes estancias y salones para el solaz de la familia propietaria y la celebración de fiestas
privadas.

El campesino vivía en humildes construcciones de adobe, a la orilla del Nilo desde donde
“...podía mirar sobre el río, surcado por un tráfico intenso de botes y barcas, hacia la otra
orilla donde bullían los obreros en un edificio a medio terminar. La mayoría de los
trabajadores -los albañiles, carpinteros y artesanos menores- vivían tan sencilla y
austeramente con los campesinos. Los escultores, pintores y otros artífices que sabían añadir
un toque final al templo, vivían mejor, al menos en épocas de prosperidad. Sus casas, como las
de los burócratas de la clase media, tendrían quizá dos pisos y un jardín pequeño.”282

El noble que controlaba la tierra labrada por los campesinos vivían con bastante lujo; si era un
funcionario de alta categoría, su casa, ya fuera urbana o campestre, solía ser también de ladrillos
de adobe a la usanza de los egipcios en toda su arquitectura doméstica, desde las chozas hasta
los palacios, mas en este caso rodeadas por un jardín natural y cercada por un alto muro; se
recibía a los visitantes en un salón central entorno al cual habían salas públicas más pequeñas,
cuartos de huéspedes y las habitaciones privadas de la familia. La casa del noble era mucho más
que una vivienda familiar; tenía entorno una serie de talleres, establos, capillas y salones de
banquetes. “Los sirvientes andaban siempre ocupados en cocer el pan en los hornos, embotellar
la cerveza en la bodega de la casa, almacenar los cereales en los silos. Había escribas,
vinateros, carpinteros y pastores.”283

281
DE OLAGUER-FELIÚ, Fernando op. cit.
282
CASSON, Lionel op. cit.
283
CASSON, Lionel. op. cit.
91

Existía la creencia mágica de que se podía proveer al difunto para su vida de ultratumba de todo
lo necesario, sólo con poner en la cámara sepulcral los símbolos y reproducciones de seres y
objetos deseables, habiéndose encontrado dentro de las tumbas ex-votos que reproducen la casa
del difunto, los que junto con el resultado de algunas excavaciones permiten formarnos una idea
de cómo fueron las viviendas egipcias.

Con el fin de ceñirse lo más posible a las riberas del Nilo, que la abastecía de agua, la ciudad
egipcia presentaba forma alargada, conformándose por dos partes fundamentales en las que se
ubicaban los establecimientos comerciales:
- Una gran calle principal que la atravesaba de oeste a este, aproximadamente hacia la mitad de
su extensión, en la que se levantaban las casas de los ricos ciudadanos. Al norte y sur de este eje
transversal se alzaban las casas de la población en un entramado irregular de callejuelas y de
trazado confuso. En sus alrededores se levantaba “la casa de la muerte”, y en las zonas verdes
próximas al Nilo los nobles y la clase media acomodada tenían sus fincas de recreo a las que se
trasladaban en los calurosísimos meses del Nilo Bajo.
- Una plaza de grandes proporciones, que se abría en el centro de la calle principal. En ellas se
celebraban los mercados en ciertos días de la semana.

Las grandes ciudades egipcias se complementaban con la masa del palacio284 del faraón. En la
época Tinita, de los dos tipos de construcción predinástica, es decir, el palacio en forma de
tienda de campaña del Alto Egipto y la muralla con entrantes y salientes del Bajo Egipto, “se
formó en la figuración artística “el nombre de Horus”, uno de los nombres oficiales que se
conservaría entre los epítetos reales del Egipto unido ...”285 como lo ejemplifica la estela de
Djet, que en un rectángulo encierra la representación convencional de dos entradas, sobre las
que se cierne el halcón Horus, símbolo del soberano.

Generalmente se ubicaba fuera de la urbe, rodeado de jardines y con una calzada, que lo
comunicaba directamente con la calle principal de la ciudad286. Eran estructuras cuadrangulares,
con cuatro grandes patios en su interior, a las que se habrían las dependencias principales; sus
fachadas se encontraban reforzadas por torreones entre los cuales, dos por lado se abrían altas
puertas, únicos vanos al exterior.287

Los que vivían en el palacio real disfrutaban de una vida de esplendor; por los anchos patios, las
salas decoradas y los corredores adornados con frisos, fluía la incesante actividad de los
negocios imperiales. Sobre un estrado, en un majestuoso salón de columnas, se alzaba el trono
que ocupaba el faraón y dios, rodeado por su guardia personal y asistido por los cortesanos; las
habitaciones privadas del soberano se hallaban apartadas del fausto de la corte, el llamado
“Balcón de las Apariciones” desde el que el monarca se mostraba a la muchedumbre reunida en
un patio que quedaba abajo, desde el que repartía sus dones, confería regalos y honores, el
dormitorio, el vestidor, el cuarto de baño y las viviendas anexas del harén real.

284
Cabe aclarar que en lengua egipcia la palabra faraón significa “la gran casa”, hecho que denota cómo los
conceptos rey y palacio eran inseparables para la mentalidad del pueblo.
285
MÛLLER, Hans Wolfgang op. cit.
286
“En algunas ocasiones, el faraón, en su silla gestatoria, rodeado de los sumos sacerdotes y la escolta militar
podía atravesar dicha calle transversal, pasando por la plaza, hasta llegar al puerto de las riberas del Nilo, con el
fin de desplazarse por el río en la barca real.” DE OLAGUER-FELIÚ.
287
En la parte baja de la estela del rey Uto, o Rey-Serpiente se encuentra una reproducción de una de estas
fachadas.
92

La arquitectura civil del Egipto tebano no fue tan espléndida ni tuvo el carácter de permanencia
de los templos; los palacios generalmente estaban construidos exclusivamente de ladrillo, como
el palacio de Amenofis IV en Tell el-Amarna, ejemplo de las residencias faraónicas en las
provincias. Medinet-Habu, cerca de Tebas, que posiblemente fue la residencia favorita de
Ramsés III, es un espléndido edificio de dos pisos, construido de piedra y con cierto carácter
militar.

En los relieves de los templos y en las pinturas de las tumbas a menudo aparecen representadas
las casas particulares y las villas de recreo de los altos funcionarios de la corte faraónica. Las
plantas presentan a lo más tres tipos, con un patio o corredor central, algunas veces en forma de
pabellón rodeado de hermosos jardines.

La ciudad de Tebas estaba conformada por sencillas casas de barro sin cocer, posiblemente
rodeada de murallas con sus respectivas puertas, que debieron ser poco importantes ya que
Egipto estaba defendido por su propia situación geográfica, cuyo único punto débil residía en el
istmo de Suez, lugar por donde entraron los hiksos. Construyeron, sin embargo, castillos o
fuertes para prevenir toda sorpresa por parte de los enemigos del país; más tarde, cuando con
sus campañas en Siria, Egipto se puso en contacto con los pueblos orientales aprendió a
proteger sus fortalezas con fosos y reductos avanzados.

Tumbas, templos y palacios cubrieron sus paredes con relieves y pintura, hecho por el cual un
estudio de la arquitectura egipcia quedaría incompleto al no tratarse este tema.

ESCULTURA Y PINTURA EN EL ARTE EGIPCIO


La escultura, sea relieve o escultura de bulto, y la pintura nos permiten profundizar en el
carácter y sentido de la civilización faraónica.

PINTURA
En Egipto el color lo cubría todo, siendo elemento indispensable para la obra arquitectónica, su
vestidura esencial, conociendo un gran desarrollo y de modo especial en la ornamentación de las
tumbas, aplicada directamente sobre la pared; indispensable fue también para las demás artes,
complementos de la arquitectura, las esculturas exentas y el bajorrelieve, que así adquirían
mayor volumen.

Durante casi toda la civilización egipcia faraónica la pintura estuvo al servicio del colorido
ritual impuesto por la religión que regulaba la vida de los hombres “... y que tiene como fin,
ponerlos en relación con el cosmos, al cual quedarán integrados, después de su paso por la
tierra, si han sabido mantenerse en armonía con la Ley. En caso contrario, estaban
condenados a la más completa aniquilación. Por consiguiente aquel colorido debe ser lo más
exacto posible y reconstituir el elemento necesario.”288 Este es el tema al que se refiere la “de
Sennefer y su esposa”, pintura mural de la tumba 96b de las necrópolis de Tebas, realizada hacia
el 1450 a. de C. bajo el reinado de Amenofis II, “... demuestra hasta qué punto el pintor se
comporta como un escriba que registra puntualmente en imágenes las escenas que le
encargaba el ritualista. Todos los detalles, incluso los más especialmente anecdóticos, figuran

288
DESROCHES NOBLECOURT, Christiane op. cit.
93

en esta acta gráfica.”289

La disposición de la decoración pintada también estaba sometida a regulaciones muy estrictas,


como una Ley casi inmutable que regía la elección y localización en cada sala respecto a su
situación en el edificio y en cada pared con respecto a su orientación dentro de la sala; los
sacerdotes eligían los temas, las actitudes, los grupos y sus gestos. Dada la aplicación de la
pintura, es lógico pensar que la mayor parte de los temas fueran religiosos, pero no faltaron las
escenas cotidianas de profundo naturalismo, las composiciones llamadas “civiles” que también
responden, en líneas generales, a las mismas disposiciones, aunque con cierta fantasía en el
detalle y la anécdota. A todas ellas se asociaron abundantes inscripciones jeroglíficas de
acentuado carácter ornamental.

Desde la época predinástica, las tumbas egipcias, como las de Hierakómpolis, ofrecen
decoración pictórica realizada al fresco. Las composiciones murales del Antiguo Imperio, como
el friso de las ocas de la tumba de Nefermat y Atet290, en Meidum, perteneciente a la IV dinastía
y realizada hacia el 2700 a. de C., introducen junto al blanco y negro los ocres, rojos y amarillos,
los azules y los verdes, que producirán una gama de tintes excepcionales, mezclados unos con
otros y que pasan por los más suaves y refinados matices; en este mural, que es uno de los
primeros del Antiguo Imperio, se utilizaron pigmentos en su estado natural291. Con el realismo
propio del arte egipcio292, estas seis ocas aparecen sobre un fondo gris-rosáceo, entre hierbas y
pequeñas gramíneas en flor sabiamente distribuidas en manojos.

Los tonos de color son planos, sin variedad de matices, pero en cambio el dibujo sobre todo en
los contornos, es de gran firmeza en el trazo.

Desde las primeras obras del Antiguo Imperio “La pintura y el dibujo ... son primordialmente
una escritura, aunque una escritura ornamental que no sirve para expresar una confidencia, ni
para transmitir, mediante su lenguaje, un mensaje estético; es un medio, un auténtico
instrumento para crear, de acuerdo con los preceptos religiosos, un “ambiente”, un mundo que
hay que presentar distinto de como aparece; las alusiones pintadas le permiten existir en un
plano diferente a las disposiciones del muerto. En diversas ocasiones se ha dicho que el
egipcio, en general, jamás produjo arte por el arte: la pintura no es una excepción a esta regla.
No obstante, eso no impedirá nunca que un pueblo tan dotado como el egipcio se sienta
profundamente enamorado de la pureza de la línea, la armonía de una forma, el equilibrio de
la composición, el inigualable juego de colores. Posee una sensibilidad artística innata, un
refinado gusto casi sin tacha y una habilidad lindante con el virtuosismo. Añádase a ello la
natural amenidad de carácter del egipcio, pacífico y poeta, contemplativo -capaz, por
289
DESROCHES NOBLECOURT, Christiane op. cit.
290
Perteneciente al reinado de Snofru, padre de Keops y primer faraón de la IV dinastía, quien reinó hacia el 2680
a. de C.

291
El negro era de humo o de carbón; el blanco se extraía de la piedra caliza o del yeso pulverizado, carbonato de
calcio; el amarillo puro era un oropimento trisulfito de arsénico; óxido de hierro para los rojos y marrones,
malaquita y azurita para los verdosos y azules, que luego fueron sustituidas por una pasta de vidrio en polvo,
obtenida a partir del cobalto para los azules, y de óxido de cobre para los verdes, mezclada con caliza y cuarzo
triturados a los que se añadía carbonato de sosa natural. Para lograr la adhesión y aglutinar estos pigmentos se usó
una solución a base de goma arábiga, clara de huevo y agua en pequeñas cantidades.
292
Aclaremos, no como servil copia de la naturaleza, ya que el artista egipcio resume la forma, la sintetiza y la
destaca.
94

naturaleza, de analizar lo que le sirve de espectáculo-, amante de la vida familiar y sociable


con los demás. El humor no le resulta extraño, la sátira discurre por sus venas. El énfasis de la
expresión, el entusiasmo de un país soleado, la afectividad a veces llevada a extremismos hacen
que se afirme exteriorizándose más, tal vez, que cualquier otro pueblo, aunque, sin embargo,
con una moderación y contención notables. Su espíritu religioso y el telón de fondo de una
magia que es un “instrumento en sus manos”, le incitará a trazar, en una síntesis
extraordinaria, cuantas formas y colores hay que evocar para que el objeto quede perpetuado,
para que la acción tenga cumplimiento y la acción alcance su fin. Por lo tanto, repitámoslo, el
dibujo y la pintura no son más que escritura. Y hay que abordar estas dos manifestaciones
desde este punto de vista.” Así, la decoración pictórica de las capillas funerarias tenía un valor
mágico-religioso.

En el arte egipcio todo es convención, respetada religiosamente, “... en el campo de los colores,
estas convenciones desempeñan su papel ..., ya que la expresión coloreada es también un juego
de escritura, un lenguaje mágico y nada se deja a la aventura ni a la improvisación. También
aquí, una gramática rigurosa regula las tonalidades y no puede prescindirse de ella. Tanto en
la decoración pictórica mural, como en los signos jeroglíficos que a menudo la comentan, no se
da la entrada a la fantasía al azar; la forma el color sólo están presentes para evocar un rito,
expresar una intención. Con la pintura, se afirmará que el rito queda incluso aplicado. En
Egipto, el color siempre ha sido un medio de transposición de unos valores y nociones
fundamentales que corresponden a la naturaleza de los seres vivos y las cosas, y no a su
aspecto. El verde, color del papiro tierno, evoca simultáneamente frescor y juventud, y el negro
es la tierra de Egipto, hecha de humus constantemente fertilizado que da vida a ambas riberas.
El rojizo, por el contrario, significa la esterilidad, las arenas del desierto, en oposición a la
opulencia y generosidad de la tierra arable. Por extensión, todos los seres que tienen la piel y
el cabello rojizo estarán abocados al dios estéril de la turbulencia, de la agitación, de la
agresividad. El blanco es la luz que apunta al amanecer, la fosforescencia que libera del poder
ctónico de los demonios. El amarillo intenso representa el oro, carne de los dioses,
incorruptible, imputrescible, color de eternidad. El amarillo claro se utiliza para representar
las carnes de las mujeres; el moreno rojizo es el color de la piel de los hombres. Así diferenció
el Creador las especies y las razas, individualizándolas por el color de su piel. (Señalemos, de
paso, que el signo jeroglífico para escribir “color” significa igualmente “piel” y “cabello”.)
Pero fijémonos en el rojo vivo, color de la sangre: es la idea concentrada; es el tabú o la señal
que encontramos incluso en el trazado de los títulos literarios y que los romanos nos
transmitieron con la utilización de la rúbrica. Queda el azul y sus dos tonalidades principales:
turquesa y lapislázuli. El azul muy profundo, lejanísimo, el que forma la cabellera de todos los
entes divinos, es el lapislázuli. Y la delicada turquesa de radiaciones profilácticas, que conduce
al nacimiento del mundo antes de que apunte el alba, es el anuncio de una nueva vida; es la
transparencia de las límpidas aguas, del océano primordial en el que a lavarse las impurezas el
dios que renacerá.”293

Tanto en el relieve como en la pintura, por regla general la superficie está decorada en bandas,
frisos o registros horizontales superpuestos y separados por una línea que constituye un
elemento común entre ellos, reservándose desde la tumba del Antiguo Imperio, en un lugar del
muro, una amplia superficie para el desarrollo de una escena, que originalmente, como telón de
fondo, aparece una gran pantalla de papiros para episodios del viaje de ultratumba; luego se

293
DESROCHES NOBLECOURT, Christiane op. cit.
95

representó en este lugar la destrucción de los animales, ejemplificado por el “zorro agonizante”,
de la tumba de Usirhat, número 56, pintada hacia el 1450 a. de C., que refleja una gran
sensibilidad respecto al drama en el mundo animal. De la tumba de Kenamon, número 93 de
Tebas, “animales escondidos en sus guaridas durante la caza”, pese a que ilustra el episodio
ritual de la caza, tema frecuente en las representaciones funerarias, es un buen ejemplo de la
libertad en la concepción imaginativa del artista, generalmente frenado por los preceptos
religiosos. O también la protección de los animales, como lo ejemplifica la pintura mural de la
tumba de Horemhed, número 78; esta pintura representa al guardián de los pelícanos, realizada
hacia el 1420 a. de C.

ESCULTURA
La escultura se integra por dos grandes bloques, que se dan paralelos a lo largo de los tres
Imperios, presentando las mismas ideas simbólicas y los mismos principios mentales:

RELIEVE
Cubre, en múltiples ocasiones, casi todas las paredes de templos, tumbas y palacios, con una
triple finalidad:
* Religiosa: transmitir los poderes y virtudes de los dioses.
* Política (y hasta propagandística): relatar las hazañas del faraón y sus grandes personajes.
* Anecdótica: exponer la vida cotidiana del país del Nilo mediante sus trabajos agrícolas,
comerciales o artesanales.

Todos ellos suelen ir acompañados de escritura jeroglífica294, permitiendo, en conjunto,


reconstruir la vida del Egipto antiguo. Los relieves se ordenan en la misma forma que los
papiros, por pisos o registros, en filas seguidas sin separación de escenas y con la representación
jerarquizada de los personajes, apareciendo los dioses, el faraón y los grandes dignatarios.

Las técnicas varían de acuerdo a los imperios:


- En el Imperio Antiguo: a dos planos, resaltando las figuras sobre el fondo.
- Imperios Medio y Nuevo: el rehundido, excavando el perfil de las figuras, lográndose un
relieve sin resalte alguno, pero sumamente claro y destacable sobre el muro de piedra.

Los relieves, que frecuentemente fueron obras escultórico-pictóricas al policromarse, tienen su


inicio durante las primeras dinastías, en paletas de tocador para unguentos como la famosa
paleta del rey Nar-Mer, y en estelas conmemorativas.

En el Imperio Antiguo, y en especial en las IV, V y VI dinastías, son más numerosos los relieves
y mayor delicadeza en su ejecución, como lo ejemplifica el relieve policromo de una tumba de
la necrópolis de Sakkarah, en la que se representa al difunto frente a una mesa de libaciones.

En el Imperio Medio, es más frecuente el relieve rehundido, siendo más patente el linealismo de
sus representaciones, como lo muestra el sarcófago de la reina Kawit, de la XI dinastía,
destacando dos escenas: una en que la soberana es atendida por sus doncellas; la otra, el
ordeñamiento de una vaca para el desayuno de la princesa.

294
Tras el descubrimiento de sus transcripciones por Champolion en 1822, el dibujo y la palabra son plenamente
identificables.
96

En el Imperio Nuevo se realizan los grandes relieves rehundidos en los pilonos de los templos,
“donde las hazañas del faraón cantan su gloria y la representación de los dioses hablan al
pueblo de su protección y tutela”295, siendo ejemplo el relieve que narra las cacerías de Ramsés
III, en el pilono de Medinet Habú.

ESTATUARIA
La estatuaria tenía lugares principales de ubicación, los serdabs de las tumbas y las salas
interiores de los templos, también en el palacio del faraón, en sus inmediaciones, e incluso en
las mansiones señoriales de sacerdotes y nobles296.
En la escultura exenta la temática más importante fue la representación del faraón, que pautó las
técnicas y modelos iconográficos para los otros temas, tales como la escultura cortesana, la
funeraria y la representación de los dioses.

La centralización del régimen político egipcio en su gobierno y su carácter divino, explican la


razón de su frecuencia desde los primeros momentos, y su doble idea, autoridad (realeza) y culto
(divinidad), por tanto plagada de simbolismos religiosos mezclados con aquellos referentes a la
autoridad y soberanía del Estado.

Junto a la representación del faraón, también fue muy importante la estatuaria cortesana, que
permite ahondar en las clases sociales egipcias. El Imperio Antiguo es el período que mejores
ejemplos dejó de esta modalidad estatuaria, como la escultura de Rahotep y Nofrit.

Completa el panorama de la estatuaria la escultura popular, conformada por pequeñas figurillas


de barro cocido o de madera, policromadas en forma llamativa, que representan oficios, escenas
y costumbres de la vida cotidiana egipcia.

LA RELIGIÓN EN EGIPTO
“La historia de Egipto está asociada a los trastornos cósmicos de la creación del mundo, y a
los furores fratricidas de los dioses que, así mismo, fueron los primeros faraones. Entre el
advenimiento de los reyes tinitas, alrededor de cuatro mil años antes de la era cristiana, y las
decadentes saítas -treinta siglos más tarde- que los famosos Anales de Asurbanipal, el
destructor de Tebas, se dignan mencionar, la historia del antiguo Egipto podría ser resumida
como el más asombroso logro, tanto en el plano material como en el cultural, de todos los
pueblos civilizados ...”297

Esta civilización que floreció en el valle inferior del Nilo desde el 3100 al 30 a. de C., año en
que los romanos ocuparon el país, es uno de los pueblos más religiosos que han existido, en el
que la religión influía en casi todos los aspectos de la vida y constituyéndose en una auténtica
vivencia.

“Todo conducía en el Antiguo Egipto a la creación de un concepto de eternidad. En el aspecto


geográfico, las crecientes regulares del Nilo presentaban un eterno renacimiento de la vida, a
su vez, las condiciones del terreno y del clima permitieron una preservación natural del cuerpo
humano, es muy probable que la observación de ese hecho condujese a la creencia de una

295
DESROCHES NOBLECOURT, Christiane op. cit.
296
Hecho constatado por las excavaciones practicadas en las ciudades de Amarna, Menfis y Tebas.
297
CHAMPDOR, Albert op. cit.
97

existencia continua; así la muerte ya [no] constituía el final de la vida humana sino que era
una transición a un aspecto de eternidad.”298

Ya que la escritura fue empleada en Egipto hacia el 3100 a. de C., para conocer sobre su religión
debemos deducirla de los objetos encontrados en los hallazgos arqueológicos pertenecientes a
2000 o 3000 años; son amuletos probablemente relacionados con la caza o con la fertilidad,
conformados por colmillos de animales que eran llevados como pendientes para proteger al
cazador y garantizar el éxito, estatuillas en terracota de mujeres desnudas para asegurar una
prole numerosa y sana.

Al parecer, en un principio el culto era politeísta, ya que los egipcios rindieron culto a fuerzas de
la naturaleza, tales como el sol, la luna, el cielo, el Nilo, etc; de hecho creían en la existencia de
una personalidad detrás de cada fenómeno natural.

En el Paleolítico la religión va unida al aspecto totémico, de allí que podamos decir que
mezclado al culto de la Naturaleza aparece el de los dioses tribales, que podían encarnar en un
animal, una planta o algún objeto.

En el Neolítico aparece el culto a la diosa madre, culto que se diversifica, encontrándose


multitud de figurillas que representan a esta diosa, con diferentes aspectos y nombres; estas
deidades se fueron asociando a los dioses locales, siendo reemplazadas luego por las parejas
divinas y las triadas.

A falta de una explicación escrita es imposible descifrar algunas figuras en cerámica o rupestres
que parecen representar ritos religiosos que posiblemente se refieren a ceremonias y figuras
pertenecientes al período histórico.

La religión presenta una gran fluidez, apareciendo contradicciones entre los dioses, que a lo
largo de la historia cambian de atributo o de nombre, de categoría, y aún de familia. “... todo ello
no chocaba en lo más mínimo a los egipcios, que creían que el universo era la manifestación de
una serie de deidades más o menos personificadas, de ahí que fuese imposible abarcarlas o
identificarlas plenamente.”299

El elemento fundamental de la religión egipcia fueron los dioses que reinaban en una porción de
tierra desde tiempo inmemorial, cuando Egipto solo era una serie de pequeñas comunidades
agrícolas individuales; a medida que los clanes fueron evolucionando y se fueron estableciendo
unidades territoriales, los dioses totémicos se fueron convirtiendo en deidades locales300,
surgiendo después los “dioses cósmicos” al nacer la necesidad de explicar el universo, que con
el tiempo adquirieron caracteres propios de los territoriales; tenían su templo en el centro de su
propio cantón.

Al unirse estas deidades locales adquirieron importancia a nivel nacional. Después de la


unificación política del país, se identificaron con otras deidades y formaron familias301; los
298
CANSECO VINCOURT, Jorge op. cit.
299
CANSECO VINCOURT, Jorge op. cit.
300
Podían ser masculino o femenino, siendo las más antiguas deidades las de este último género.
301
En Heliópolis se organizó el sistema denominado la Gran Enneada, nueve dioses primarios, que conforman
la base del sistema religioso egipcio. Cada lugar mantiene a sus dioses locales, de ahí que el panteón egipcio
98

dioses de las ciudades más poderosas prevalecieron sobre los demás, originando una serie de
complicaciones mitológicas en las que las divinidades asumieron nuevas funciones en relación
con su importancia.

El dios de Menfis era Ptah, mas al principio de la época dinástica y cuando el faraón Menes
fundó a esta ciudad como capital del país unido, Ptah se convirtió en el patrono de la nobleza;
conforme se extendió su influencia, se casó con la diosa-leona Sekhmet, que presidía en un
territorio vecino. El dios personal de Menes era Horus, el halcón o dios del cielo, capaz de
recorrer el aire y vigilar el dominio unido, por lo que Horus y el faraón acabaron siendo lo
mismo. De modo semejante, en la IV dinastía, Heliópolis había ganado mayor influencia, y de
ella salió el culto al dios solar Ra, y entonces el faraón pasó a ser hijo de Ra. Amón, dios de
Tebas, surgió junto con su ciudad antes del Imperio Medio, a quienes los faraones atribuyeron la
reunificación del país, convirtiéndose en la deidad principal que guió y protegió a la nación
durante el Imperio Nuevo cuando su ciudad originaria se convirtió en la sede del poder real,
culto que no fue exclusivo, ya que a los ciudadanos de otras comunidades se les permitía seguir
dando culto a su dios local, teniendo el pueblo egipcio la libertad de implorar a cualquier deidad
para obtener ciertos favores; pongamos un ejemplo: un escriba originario de Denderah después
de acompañar al faraón al templo de Amón en Tebas para después de una batalla tributar a la
divinidad, en su ciudad natal adoraba a Hathor; y así mismo podía orar a Thot deidad, protectora
de su oficio.

A pesar de todas las fusiones de dioses, Egipto siguió siendo un país de divinidades locales; de
cada una de las deidades se pensaba, por regla general, que era inmanente a su lugar de origen y
que ahí vivía en un templo especialmente erigido para él. “Sin prescindir de la reverencia a
otras deidades, un dios podía ganar popularidad, convertirse en dios supremo de la nación y
seguir siendo influyente mientras lo fueran la ciudad o los hombres que le tributaran culto. La
adoración de ese dios se extendía entonces, en diversos grados, por todo el territorio, y en
ciudades y aldeas aparecían santuarios pequeños como ramas de su templo principal. Como
dios supremo, se encarnaba en el faraón, y el faraón, por consiguiente, era muchos dioses en
uno; era Ptah, el hijo de Ptah y el hijo de Ra, al mismo tiempo que era Horus y el hijo de
Osiris.”302

Algunos de los dioses del Antiguo Egipto, que aparecen representados en tumbas y templos,
presentan formas complejas y extrañas, todas las formas intermedias entre el animal que era su
símbolo totémico y la figura humana, por lo tanto podían tener una apariencia totalmente de
animal303, o cabeza de animal sobre cuerpo humano, o completamente humanos, con algún
atributo que recordaba su origen.

“Poco antes de subir al trono la dinastía I, apareció en la religión el antropomorfismo o


concepción de los dioses en figura humana. ... Los egipcios adoptaron poco a poco el
antromorfismo, fundiéndose las tres ideas de naturaleza, animal y hombre.”304

llegase a contar con centenares de deidades.


302
CASSON, Lionel op. cit.
303
“En realidad no hay un culto zoomorfo, ya que se reverencía al dios, pero éste puede ser representado por el
animal de origen totémico con quien está conectado. La deidad puede encarnar en un ejemplar de dicha especie
animal, en ese caso el culto no es al animal, sino al dios que ha encarnado en él.” CANSECO VINCOURT, Jorge
op. cit.
304
CASSON, Lionel op. cit.
99

Así, representados en forma de animales, el sol era un halcón y la cobra era la diosa de las
mieses; ya desde el primer período aparecen los dioses con cabeza de animal y cuerpo humano,
con características propias, como Thot con cabeza de Ibis, deidad de los escribas y de la
escritura; Khnum, con cabeza de carnero, era el dios creador de los hombres en su rueda de
alfarero.

Una de las primeras deidades que muestra la fusión de los tres elementos de adoración egipcia
es Hathor, diosa del amor y del parto, a la que se le atribuía cuerpo y cabeza humanos, pero
coronada con cuernos de vaca. Thoth adquirió cuerpo humano pero conservó su cabeza de ibis,
al igual que Anubis con su cabeza de chacal y Khnum con su cabeza de carnero.

Posteriormente las deidades se van a representar plenamente con forma humana, siendo el
primero Ptha, dios de las artes, que apareció por primera vez en la historia con la fundación de
Menfis como capital del Imperio Antiguo; luego Osiris, representado siempre momiforme.
Amón305 era un dios invisible, concebido a veces como hálito que anima a todos los seres
vivientes, y por tanto era un espíritu que podía estar en todas partes; pero un espíritu necesitaba
una forma visible para un pueblo amante de la expresión pictórica, recibiendo Amón una
representación corpórea, como carnero, como ganso o como serpiente primigenia, siendo la más
frecuente como rey coronado, cuya corona solía llevar un par de plumas que simbolizaban las
dos tierras de Egipto, o los cuernos curvos de un carnero; después este dios se asimiló con Ra,
cuya corona entonces ostentaba los rayos del Sol; a veces llevaba juntos todos estos atributos.

Varias escuelas teológicas intentaron explicar el origen del mundo y de la humanidad,


produciéndose entonces un sincretismo religioso. El pueblo egipcio tenía diversos mitos sobre
la creación; consideraban que al principio reinaba el caos y que la tierra estaba cubierta por las
aguas, surgiendo de ese océano primordial el Sol, quien creó una pareja divina, que a su vez dio
origen a otras; o imaginando el universo inicialmente lleno de agua de la que emergió una
montaña donde comenzó la vida306; desde este origen los mitos se fueron haciendo más
complejos; así los dioses emergieron en algunas versiones de esta montaña o del agua,
existiendo diversas versiones de cómo crearon a los otros dioses; aseguraban que muchos de sus
grandes templos habían sido construidos sobre esa montaña primitiva.

“Los egipcios no sólo tenían una multitud de dioses, sino también varias explicaciones
mitológicas alternativas para el mismo fenómeno. Todos los centros religiosos importantes
(esto es, cada ciudad de importancia donde se adoraba a un dios) tenía su idea de la creación.
Los sacerdotes de Heliópolis la atribuían a Atón, dios representado como ser humano, aunque
se le identificaba con el dios solar Ra. Su teoría tenía algo que ver con la aparición de la luz en
las tinieblas. Los fundadores del Imperio Medio, en Tebas, atribuyeron la creación a Amón.
“El pueblo de Menfis ... buscaron un Primer Principio y concibieron la teoría de que Ptah, el
dios de Menfis307, había creado el mundo por una serie de actos de su corazón y su lengua.
Para los egipcios, “corazón y lengua” significaban “mente y palabras”; decían, por
consiguiente, que Ptah concibió la idea del universo y que realizó esta idea emitiendo una
orden. Dicho de otro modo, suponían que en la creación hubo una inteligencia y una voluntad
305
Cuyo nombre significa el “escondido”.
306
Como consecuencia al observar retirarse cada año las aguas del Nilo.
307
El Gran Universo Líquido del que nacieron todos los dioses, ya que sus funciones no eran más que la realización
del deseo de Ptah.
100

coordinadas.

“... Fuera quien fuese su dios, la mayoría de los egipcios concebían el nacimiento del mundo
como aparición de un montón de tierra sobre el caos de las agua primordiales, imagen
sugerida indudablemente por la emergencia anual de los promontorios sólidos sobre las aguas
desbordadas del Nilo, cuando empesaba a retroceder la crecida. Los sacerdotes de Menfis,
Heliópolis y Tebas pretendían todos que sus respectivas ciudades eran el lugar donde se
localizó la eminencia originaria.

“Además de los objetos del culto, las religiones tienen un contenido moral, y la ética principal
de los egipcios se encerraba en lo que llamaron el maar. Es casi imposible traducir con
precisión esta palabra, pero había en ella una combinación de ideas tales como “orden”,
“verdad”, “justicia” y “rectitud”. Se consideraba que el maar no era una cualidad de los
hombres, sino del mundo, introducida en éste por los dioses en el momento de la creación.
Como tal, representaba la voluntad de los dioses. La persona se esforzaba en obrar de acuerdo
con la divina voluntad de los dioses. La persona se esforzaba en obrar de acuerdo con la
divinas voluntad, pero era la única forma de estar en armonía con las divinidades.. Para el
campesino egipcio, el maar significaba trabajar ardua y honradamente; para el funcionario,
proceder con justicia.

“Durante los trastornos y las amargas desilusiones que plagaron al primer período intermedio,
surgió (aunque no duró mucho) la idea de que el maar no era exactamente una cualidad
exactamente una cualidad pasiva inherente al mundo, sino que los súbditos del rey-dios tenían
derecho a esperar que se ejerciera. En esto había un paso hacia el desarrollo del concepto de
la justicia social, pero no se llegó muy lejos en ese sentido. Una vez que el Imperio Medio
devolvió la prosperidad a Egipto, la vida tornó a ser llevadera y la gente olvidó sus
preocupaciones respecto a la forma en que se debía mantener el maar.

“Concebido como cualidad pasiva, inherente a la naturaleza del mundo, el maar tenía
limitaciones. Como era hechura de los dioses y no de las conciencias humanas, se suponía que
habría de mantener la perfección del mundo y de la sociedad, dispuesta por los dioses y por
consiguiente inmutable. Así pues, impedía que se pusiera seriamente en tela de juicio la
estructura de la sociedad o que se pensara siquiera en la posibilidad de reformarla. El mundo y
todo lo que hay en él había sido creado por los dioses, precisamente en la forma que los dioses
quisieron darle. Por tanto, todo era tal como debía serlo, todo estaba fijado, todo era eterno y
había sido ejecutado debidamente ...

“La misma actitud determinó la concepción egipcia del morir y la importancia que se asignó a
la muerte. Las creencias que abrigaron los egipcios en lo referente a la vida futura, como los
tocantes a los dioses, tenían antiguas raíces en el Valle del Nilo.”308
En Egipto el pensamiento cosmogónico se desarrolla de una forma particular, ya que en el
centro de la religión y de la política estaba el orden cósmico “maat”, por tanto se preocuparon
en definir las condiciones en que por “primera vez” el universo salió del caos, planteando de
diferentes maneras el origen del mundo y el modo de mantener la armonía universal,
distinguiéndose varias “escuelas”, como las de Tebas, Heliópolis, Hermópolis y Menfis,
creadoras de diferentes cosmogonías en las que lo referente a la vida de ultratumba está casi

308
CASSON, Lionel op. cit.
101

totalmente ausente de los mitos.

La versión de Heliópolis se centra en la formación a partir de un único antepasado; la versión de


Menfis en la creación por el verbo y la palabra; la de Hermópolis intenta describir cómo el
mundo nació de la materia sin organizar. Todas estas concepciones coinciden en varios puntos,
completándose con otras versiones en lo referente al acto creador.

“Se tiene mas bien la impresión de un fondo común de imágenes y de vocabulario que sirvió
luego a diversas síntesis, por otra parte muy dúctiles. Cualquier gran dios, sean cuales fueren
además sus funciones en el panteón es apto para convertirse localmente en el creador y usurpa
de ese modo las funciones de todos los demás.

“Más que de sistemas organizados, hay de que hablar de diversos temas cosmogónicos en los
que la creación se concibe según el modelo de operaciones naturales que dan existencia a una
realidad nueva. El primer modelo, el más evidente es el de la gentilidad. Ya en el egipcio
corriente el verbo hacer (ir) y el verbo dar a luz (mes) son prácticamente intercambiables. Hay
numerosos mitos que relacionan la creación del mundo de los dioses y de los hombres con una
pareja primitiva, de la que se supone se proceden todos los demás. La actividad creadora se
atribuye así con predilección a los dioses que tienen una actividad sexual preponderante, por
ejemplo el Carnero “Señor de Menes”, o Khnum, otro dios-carnero. El mito heliopolitano
intenta ir más lejos y superar la dualidad inerte a toda generación, poniendo al principio un
acto solitario del Demiurgo309 “autofecundándose”, por así decirlo, por masturbación. El
segundo modelo igualmente universal es el dios artesano. Alfarero como Khnum, herrero como
Ptah el dios crea dando una forma a lo informe, modelando (nebi o qed, palabras que para el
egipcio están muy cerca de la noción de creación).

“Otra forma de creación, presente ya en el texto de las pirámides..., asocia la procreación de


los seres a una secreción del cuerpo divino: esputo, lágrima, sudor, sangre de la nariz... La
forma más elaborada y sin embargo muy antigua del mito cosmogónico ve en el actor
demiúrgico una operación intelectual, análogo a la producción del verbo humano a partir del
pensamiento interior; la pareja “corazón” y “lengua” o “conocimiento” (sia) y “sentencia” (hu)
sirve entonces para expresar la dialéctica que lleva a pasar de lo uno a lo múltiple.

“El rasgo común de estos diferentes modelos es su antropomorfismo, pero existe otro tipo de
representaciones... es lo que podríamos llamar las representaciones naturistas, que subrayan
tanto el acto creador en cuanto acontecimiento personal como el proceso natural por el que se
ha llegado al mundo actual. De ese modo se afirma quizás el primer concepto precientífico de
interpretación del mundo actual. Todas estas explicaciones se derivan visiblemente de la
experiencia de la crecida y la bajada del Nilo a partir de un universo en el que todo se
confunde en las aguas cenagosas del caos, van surgiendo poco a poco la tierra, la luz y la vida.
Sobre el primer islote de tierra que aparece se encuentran a veces un huevo, apareciendo sin
saber cómo, o una flor de loto de la que surgirá el sol.”310

Se desconoce la antiguedad de las diferentes cosmogonías egipcias y posibles influencias entre

309
Del griego creador. Dios creador, en la filosofía de los platónicos y alejandrinos. Alma universal, principio
activo del mundo según los gnósticos.
310
CASSON, Lionel op. cit.
102

ellas; así Heliópolis se basa en los textos de las pirámides, mas éstos pueden ser más viejos que
los mismos monumentos; son algunos de los textos más antiguos de Egipto, que fueron
grabados en las paredes interiores de las pirámides de la quinta y sexta dinastías, entre el 2400 y
2200 a. de C., que conforman una colección de formulas de origen heliopolitano cuya finalidad
era asegurar al faraón su supervivencia y glorificación; Menfis se basa en el texto llamado
“teología menfítica” cuyos orígenes parecen situarse en el Imperio Antiguo.

Es la llamada piedra de Shabaka, nombre del etíope de la XXV dinastía quien ordenó grabarla a
finales del siglo VIII a. de C., copiando un manuscrito más antiguo311, perteneciente sin duda al
Imperio Antiguo; “En él se explica toda la creación por un proceso psicológico, por la
dialéctica del corazón, del pensamiento y de la voluntad, así como de la lengua y de la palabra
eficaz.”312. En este texto aparece el elemento mitológico, referente a Ptah y otras deidades como
aspectos diversos de este gran dios de Menfis, es notorio también el laborioso esfuerzo de
conjugar la cosmogonía menfita con la heliopolitana al referirse a la Ennéada. “Su Ennéada está
ante él, siendo sus dientes y sus labios, es decir, la semilla y las manos de Atum. En efecto, la
Ennéada de Atum se manifestó como su semilla y sus dedos. Pero la Ennéada es, de hecho, los
dientes y los labios en esa boca que pronunció el nombre de todas las cosas, de donde salieron
Shu y Tefnut, y que trajo al mundo a la Ennéada”.

Otros textos que se refieren a la cosmogonía egipcia son el mito de la creación en Edfú, el
llamado “Papiro Salt 825”, la Enseñanza para Merikaré, El himno a Amón de Leiden, El
portón de Euergetes en Karnak, sin olvidar algunos textos bíblicos relacionados con textos
egipcios.

La “Enseñanza para Merikaré” es un texto sapiencial perteneciente a la colección de máximas


del Imperio Antiguo; son una serie de consejos que el faraón dio a su hijo en los tiempos
difeciles de la X dinastía (siglo XXI a. de C.) cuando Egipto estaba dividido entre los príncipes
de Heracleopolis, los de Tebas y los extranjeros que aprovecharon estas disensiones para invadir
parte del Delta del Nilo. El tono de este testamento político es sereno y lleno de humanidad en
el que la sabiduría política se subordina a una visión del hombre y de la divinidad, estando el
mito casi ausente por completo313 y al dios no se le designa con ningún nombre propio,
llamándolo “Dios, creador y remunerador, que preside los destinos humanos”; de esta manera
cada ciudad podía adecuarlo a su deidad local.

En este texto la doctrina de la creación afirma la benevolencia del Demiurgo con sus criaturas y
el lugar privilegiado del hombre en el cosmos como imagen de Dios. Veamos un extracto:

“Obra bien con Dios para que él se porte lo mismo contigo (...). Dios sabe quien se porta bien
con él. Ocúpate de los hombres, que son el rebaño de Dios, pues ha creado el cielo y la tierra
para provecho suyo. Reprimió la voracidad de las Aguas314; dio el soplo de vida a sus narices,
ya que son su retrato salido de su carne. Brilla en el cielo en favor suyo.

“Hizo para ellos la hierba, los ganados y los peces para alimentarlos. Pero mató a sus
311
Es esta la época en que los escribas egipcios se mostraron especialmente interesados en descubrir los textos
antiguos para renovar las tradiciones de las grandes épocas pasadas.
312
GITTON, op. cit.
313
Vislumbrándose en el fondo el mito de la rebelión y el castigo de la humanidad.
314
Posiblemente como personificación del mal, elemento peligroso que amenaza la existencia de los hombres.
103

adversarios con sus hijos porque intentaban rebelarse contra él.

“Hizo el día en favor suyo. Navega (en la barca solar) para verlos. Los rodeó de una capilla315
y cuando lloran, los escucha. Hizo para ellos gobernantes desde su más tierna edad, un apoyo
para aliviar las espaldas del débil!.

Entre 1375 y 1350 a. de C. hubo un intento de monoteismo, con la reforma del faraón Amenofis
IV316 quien gradualmente impuso el culto de Atón, o del disco del sol, hasta que fue el único
cuyo culto era permitido y las otras deidades fueron proscritas, cerrados sus templos y disueltos
sus cuerpos sacerdotales y sus nombres borrados de todos los documentos en que figuraban; el
culto de Amón fue atacado fuertemente. Atón era considerado como la fuente de toda la vida,
don que decía este faraón, quien cambió su nombre por Akenatón, “El Único favorecido por
Atón”, le había sido transmitido a su familia y al pueblo egipcio.

Es posible que esta reforma religiosa tuvo razones políticas, tal vez en un intento por unificar la
nación, que no fue aceptada por los sacerdotes, ya que el faraón los privó de sus fuentes de
mantenimiento, culto que no sobrevivió a la muerte de Akenatón.

Muchos dioses representaban las fuerzas de la naturaleza, como la diaria aparición del sol y las
periódicas inundaciones del Nilo, de las que dependía la prosperidad de Egipto; estas fuerzas
naturales y otras eran consideradas como dioses a los que era necesario alagar o aplacar
mediante el culto y el sacrificio.

Existen evidencias de la creencia en un Dios supremo, poder divino, universal y sin nombre,
que controlaba todo el Universo, siendo el defensor de los buenos contra los malos. Veamos
algunas de estas deidades egipcias:

Aati Espíritu que se manifestaba en Heliópolis; aparece mencionado en la Confesión Negativa


del Libro de los Muertos del Papiro Nebsenti, ante el cual el espíritu del difunto confesaba no
haber pecado de hablar demasiado. También es el nombre de un lugar del Más Allá en que se
manifiesta el Espíritu Tafut.
Ahiu Dioses del Más Allá ante los que comparece el espíritu del difunto metamorfoseado en
fénix real.
Aker Divinidad poco conocida, con forma de león bicéfalo.
Akeru El dios-León, dios de la Tierra que forma el destino, los “planos”. En las etapas de la
iniciación, los pasajes a través de las regiones de este dios y de Isis corresponden a los signos
del zodiaco Leo y Virgo.
Akhekhu Lugar mitológico del que salía el Espíritu cuya pierna estaba envuelta en fuego, ante
quien el difunto confesaba jamás haber sido impaciente.
Akrid Demonios enemigos de Ra que habitaban en el Cuarto Iat.
Am-aau Demonio que en el Más Allá a menazaba la existencia de los muertos.
Amaunet o Ament Esposa de Amón en la tríada tebana. Porta en su mano, como otras deidades
egipcias, la cruz ansada o de anillo, la cruz ankh.
Amihaf Dios de Heliópolis poco conocido, que luego se convirtió en mujer; aparece
mencionado en el conjuro CXV del Libro de los Muertos.

315
Lugar protegido en donde reposa la imagen del Dios.
316
Considerado por muchos historiadores como un visionario o como un lunático.
104

Amit “El Devorador” o “La Gran Comedora”. Deidad cuya parte trasera del cuerpo era de
hipopótamo, la delantera de chacal, rostro de cocodrilo y melena de león, quien siempre estaba
presto a devorar el espíritu del difunto si su juicio no era favorable.
Amón Dios de Tebas y deidad del cielo; se le identificaba con el sol bajo el nombre de Amon-
Ra. Se le representaba con forma humana tocado con dos grandes plumas; era el esposo de
Mout y padre de Jonsu. A él estaban consagrados el carnero de cuernos bajos y la oca del Nilo.
Dios de los dioses, divinidad protectora de los faraones.
Ampú Deidad poco conocida, mencionada en el conjuro CXL del Libro de los Muertos.
Amnsn-ket Espíritu que habitaba en el Primer Iat.
Amsú Dios de bello rostro nombrado en el Conjuro CXXIV del Libro de los Muertos. Ante él
el difunto confesaba no haber dejado de ser casto en la soledad.
Andebd Nombre del Guía de las dos Tierras en el Mundo Inferior.
Aner Deidad poco conocida, padre de Thoth.
Ankh La cruz ansada o de anillo, símbolo de los millones de años de vida futura cuyo círculo
representa al alma, que es eterna, y símbolo también de los misterios esotéricos, la que abre las
puertas del mundo de los muertos y permite penetrar en el sentido oculto de la Vida eterna.
An-Maut-f Uno de los nombres del Ojo de Horus.
Anru-tef Región de la Duat, la Región de los Bienaventurados.
Anti Uno de los lugares mitológicos donde moraba Osiris.
Anubis Dios de Cinópolis, deidad de la momificación y que había revelado los secretos de ésta,
enseñando a los primeros hombres el arte de hacer incorruptibles los cuerpos, con objeto de que
el pájaro del alma que los abandonaba en el instante de la muerte pudiese, en todo momento y
millones de años más tarde, reintegrarse al cuerpo que había animado cuando estaba vivo en el
Valle del Nilo; “Señor de los difuntos que ve en la noche”, “Señor de la Tierra Sagrada” y
protector de las almas de los justos a las que abría las puertas del otro mundo; guardián de las
tumbas, de los cementerios y de los textos mágicos; protector de Thot, una de las deidades de la
Luna, a la que los monstruos quieren devorar todos los meses y a la que se tragan en cuanto
aparece a través de las constelaciones. Constituyó la primera claridad de la creación antes de ser
el sol de la creación, quien dio el resplandor al globo cósmico; a él pertenece una de las Tres
Luces, la Luz Anubiana, que es la que el alma recibe después de la ceremonia de la “apertura de
los ojos” (Las otras dos Luces son la Luz de los Rayos del Sol y la Luz de Ra). Personaje
principal del tribunal de los dioses que juzga a las almas, las redime y purificaba, viene al
encuentro del difunto y le conduce de la mano ante Osiris a fin, por lo que las tumbas primitivas
se cubrían con piedras para evitar esta profanación. de que se cumplan los ritos de la psicostasia.
“Determina el puesto de cada uno el día de la creación del universo, y lo determina de forma
que cada puesto quede marcado para cada uno hasta el fin de los tiempos, en este mundo y en
el otro.”(Champdor). Anubis es el responsable de los movimientos, de los espacios, de las
formas, de los números y los planetas. Es el escriba amado de los otros dioses, porque él es
quien escribe en las hojas del árbol sagrado de Heliópolis los nombres de los faraones que aún
están por nacer y que reinaran en Tebas. Se le denomina también el Reparador de huesos, El
que Abre las Puertas de abajo, el Señor de Sepa. Se le representaba con cuerpo humano y
cabeza de chacal, que era su animal sagrado, o como chacal recostado, hecho paradójico ya que
el chacal cavaba las tumbas para sacar los restos humanos
Atare-Am-Djer-Quemtd-Ren-Parsheta Deidad poco conocida; en el Conjuro CLXIV del Libro
de los Muertos se le cita como hijo del dios del rostro temible.
Atef o Atefú Nombre de la corona del Alto Egipto.
At-Habu Otro de los nombres de Osiris, descuartizado por Seth.
Atón Personificación del sol; por breve tiempo, durante el reinado de Akenatón, fue el dios
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principal y único. En la cosmogonía de Heliópolis, al principio existía el Nun, las aguas


primordiales; ni la luz, ni sonido, el silencio completo, las tinieblas infinitas. Surgió luego Atón,
el dios ceador, que era al mismo tiempo la Nada y la Totalidad. El primer día creó la pareja
divina, Shu y Tefnut, de su propia saliva o de su propi esperma, escupiendo o masturbándose.
Atum Dios de Heliópolis, personificación del Sol de la Tarde que atraviesa el mundo inferior
por la noche, a quien llamaban el “unico”, el “solitario”; se le representaba como un faraón
tocado con la doble corona. Padre de las ennéadas heliopolitanas a quien estaban dedicados el
toro, mnevis, el león, la mangosta y la serpiente. Es el Demiurgo, el principio y fin de todas las
cosas, personificación del estado del Cosmos antes de la “escinción”, antes de la salida del Sol,
de la Luna, de la Tierra original; es el único dios inmortal, pues según la teología egipcia la
muerte acecha a todos los dioses. El conjuro XVII del Libro de los Muertos se refiere a él: “Yo
soy el dios de los espacios del cielo, y el principio de los tiempos y de las formas, cuando el
espacio era como un océano líquido ilimitado. Nadie me ha procreado porque yo es-taba ya
antes de toda existencia. Por la intersección de los poderes mágicos de todos los nombres con
que me adorno, he creado las jerarquías celestes y la divina materia que se reproduce a sí
misma ... Yo soy Atun y ya existía cuando no había ningún signo de vida en el océano cósmico.
Yo soy aquel que constituyó el principio del universo, y soy aquel que representará su fin
cuando sea extendido el gran sarcófago. He hecho brotar de la nada la fuente de las existencias
que han sido eclipsadas después de largo tiempo como se eclipsan las aguas del río, y llevo en
mi cuerpo innumerables las existencias de mañana ... Yo soy Atun y sé que los muertos son
eternos en Osiris, porque Osiris es al mismo tiempo la eternidad y el infinito para aquellos que
fueron justos y caritativos y expulsaron el mal de la tierra de Egipto. Después de la Gran
Destrucción, después de que fuesen esparcidos los miembros de Osiris, y después de que se
derrumbasen los mundos, he restablecido el equilibrio de los universos celestes, les he
restituido suesplendor y he visto nacer a Ra, cuya luz es mi luz ... Yo soy Atun, el Gato divino de
Heliópolis. (Oh, muertos justificados que habéis combatido contra el espíritu del mal cuando
estabais vivos, yo alejaré de vosotros en el Amenti a los espíritus de largos cuchillos que
masacran a los servidores de Osiris y hacen hervir infernales calderas! Alejaré de los muertos
a los demonios devoradores de cadáveres y de pesadumbres porque yo soy Atun, el de los
espacios del cielo, Atun, el del origen y el fin del mundo.” (Champdor) Es quien crea los
cuerpos de los hombres la “morada”. Como en casi todas las religiones, se simboliza con un
árbol gigantesco.
Atum-Ra Dios que con Atum emergió de las aguas para convertirse en sol.
Aukert, Akert, Augert, Ogert u Okert El Más Allá, el Mundo Inferior.
Aurauaakersa-ank-Rebati Uno de los nombres del dios-León.
Ave Fénix En Heliópolis era considerada como el alma de Ra nacido de la materia primordial;
es el símbolo del hombre que renace en otro cuerpo de luz; es el devenir eterno y la propia
eternidad; es el infinito.
Babai o Baba Otro de los nombres de la divinidad con cabeza de cocodrilo que devoraba a las
almas de los condemados.
Bahd Dios de las inundaciones poco conocido, mencionado en el conjuro CXL del Libro de los
Muertos.
Baket Uno de los lugares mitológicos donde moraba Osiris.
Bakhau Una de las dos montañas que sostenía el Cielo, ubicada al Este; medía treinta mil varas
de altura y quince mil de ancho.
Bast Diosa poco conocida, Señora de las Llamas Reales.
Basti Espíritu ante quien el difunto confesaba nunca haber hecho llorar a sus semejantes.
Bastis o Bastet Diosa patrona de Bubastis, deidad guerrera a la que se le representaba con
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cabeza de gata, su animal sagrado. Estrechamente relacionada con Mut y Sekhmet.


Bati-Erpit Uno de los nombres de Osiris-Ptha.
Bennu Pájaro Fénix, símbolo de la resurrección y del alma universal de Osiris, que resurgirá
sin fin de ella misma en tanto que duren los tiempos y la eternidad; acompaña y protege a los
muertos cuando en la Barca Solar se dirige hacia el Oriente, donde fueron creados los dioses, el
Campo de las Cañas y las Ofrendas, los Campos de los Bienaventurados. Es considerado
también como una manifestación del Alma de Ra; Heliópolis era el centro iniciático consagrado
al culto de esta divinidad. Heliópolis fue el nombre que tomó la ciudad de Annu o Iunu al
identificarse a Ra con el dios griego Helio.
Chu o Shu Deidad de Leontópolis; dios cósmico al que se identifica con el aire y la luz. Tenía
figura humana, tocado con una pluma de avestruz; hijo de Ra y esposo de Tefnut; su animal
sagrado era el león. En el origen de los tiempos se interpuso entre el cielo y la tierra que estaban
estrechamente abrazados, los apartó por la fuerza y sostuvo en suspenso a Nut sobre sus brazos
extendidos. Miembro de la ennéada heliopolitana. La fuerza de Shu se apoyaba en la Escalera
de los Siete Peldaños, la Escalera de Schmun, expresión de las leyes de la mecánica celeste.
Debti Lugar mitológico donde surgía el Espíritu del corazón altivo, ante quien el difunto
confesaba nunca haber ensuciado las aguas.
Dep Una de las dos mitades de la ciudad de Butto.
Djafi Es un “alma doble”, o cualidad de Osiris y de Ra, o de Horus y Ra, en una misma
persona.
Djed Pilar liso, más ancho en su base que en la mitad, cruzado en su parte superior por cuatro
barras horizontales. Era el símbolo más antiguo de Egipto y tan importante como la cruz
cristiana; representaba la columna vertebral de Osiris y el fluido mágico que hay en ella, eje del
mundo, al propio Osiris, a la duración del alma, a la eternidad y a la estabilidad, el Ser
contrapuesto al devenir. La ceremonia más antigua consistía en el “enderezamiento” del Djed
acostado, que simbolizaba la resurrección de Osiris y, por eso mismo, la esperanza de salud
eterna del difunto.
Djedi Uno de los epítetos de Osiris. También es el nombre que le daban a Mendés, una de las
dos ciudades del Delta donde Osiris era particularmente venerado.
Djedu Nombre que le daban a Busiris, una de las dos ciudades del Delta donde Osiris era
particularmente venerado.
Djefit Ciudad mitológica donde se manifestaba el Espíritu de múltiples rostros, ante quien el
difunto confesaba nunca haber obrado con precipitación.
Djeft Una de las Regiones del Más Allá, donde el espíritu, después de pasado el juicio de
Osiris, se colocaba los vestidos consagrados a Horus.
Djesert Diosa poco conocida, mencionada en el conjuro CX del Libro de los Muertos; de
cabellos lacios y dos cuernos sobre la cabeza.
Djetta Deidad poco conocida, mencionada en el conjuro CXL del Libro de los Muertos.
Duamfet o Duatmutf Una de los cuatro hijos de Horus, que con su padre y su hermano
Kebhensennuf fue deidad de Nekhen. Desde el período ramésida aparecía su cabeza, en forma
de chacal, representada en la tapadera del vaso canope que contenía el estómago del difunto.
La Duat El mundo inferior, que ocupaba el centro del mundo, como el ombligo el centro del
cuerpo humano; estaba conformado por doce regiones sombrías y desoladas que correspondían
a cada una de las doce horas de la noche, por las que corría el río sagrado sobre cuyas aguas
navegaba la barca del Sol, halada por los muertos que la aclaman, con la ayuda de una cuerda
que es una larga serpiente; también allí estaba el Lago de Fuego, los Campos de Fuego y los
demonios, el Infierno, propiamente dicho. “En la Primera Hora del “Libro de la Duat”, que es
la primera hora de la noche, los muertos avistarán, con terror, la serpiente guardiana del
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Infierno que multiplica el fuego proyectándolo con violencia. Si los muertos son hábiles, si
poseen los amuletos protectores y si conocen las palabras mágicas, conseguirán burlar la
vigilancia del temible cancerbero del Mundo Inferior y sabrán hacerse intocables entre las
argollas del monstruo. Entonces, penetrarán por la puerta del Occidente en la primera región
del más allá. En la Segunda, y en la Tercera Hora, los muertos pasarán por la puerta de
Anrutef, que es la puerta del mundo de las almas, y descubrirán los fríos espacios de las
regiones de Quernés y de Osiris; saludarán al sol de cabeza de carnero venido del Occidente,
que constituye el límite del mundo de los vivos para aquellos que poseen el soplo de la vida y
cuya piel es blanca y no verde. Los difuntos honrarán al sol convertido en un cadáver,
convertido en “su carne”, después de haber abandonado la Barca del Día para emprender su
lenta navegación a bordo de la Barca de la Noche por las doce regiones del mundo inferior,
antes de resucitar bajo la mirada de la esfinge como lo hace cada día desde el principio de los
tiempos. En la Cuarta y Quinta Hora, los Justificados verán pasar el sol por las cavernas
secretas de Sokaris, el antiguo dios de los muertos, con rostro de halcón, del nomo de Menfis;
en este lugar las tinieblas son como las aguas del fondo de los mares y Ra no ve a los que están
allí, pese a lo cual los muertos viscosos como el limo pueden escuchar su voz cuando da
órdenes. La Barca sagrada se deslizará en las tinieblas de Sokaris, donde se transformará en
una larga serpiente más o menos invisible en esta terrible noche de los Infiernos. En la Sexta
Hora, los muertos verán millares de almas-pájaro y extrañas diosas sosteniendo en las manos
las pupilas de los ojos de Horus; verán a Khepra el Escarabajo y también verán serpientes de
cinco cabezas portadoras de puñales. En la Séptima Hora, los muertos estarán ante Isis presa
de justos furores contra los demonios; verán a los enemigos de Osiris decapitados y amarrados
como los asiáticos por dioses leontocéfalos, contemplaráan así mismo, el revés de los
firmamentos terrestres y al dragón Apofis llenando el séptimo círculo del infierno con sus
viscosas espirales y bebiendo el agua de debajo de la Barca solar con el fin de impedirle
deslizarse sobre las aguas que la transportan. En la Octava Hora, los muertos regocijados
escucharán el clamor, el “maullido” de los resucitados salidos de sus moradas, construidas
bajo tierra, para alabar al Sol y volver a ver su esplendor. De la Novena a la Onceava Hora,
los muertos atravesarán el agua y el fuego del mundo infernal que los textos llaman el Agarit;
los remeros abandonarán entonces la Barca solar y regresarán a sus misteriosas cavernas. La
cuerda que sirvió para sirgar la barca en el curso de su navegacó\n nocturna se convertirá en
una serpiente, y un escarabajo se posará cerca del sol. Finalmente, en la Doceava y última
Hora, los muertos verán renacer de nuevo al Sol bajo la forma de un escarabajo, antes de que
el universo de los vivos sea deslumbrado. Nut alumbrará al nuevo sol, “que saldrá de entre sus
muslos y aparecerá fuera de su pubis”. Que se alegren entonces los muertos y que los vivos se
alcen para contemplar su luz, porque del seno de los infiernos el sol de los muertos saldrá para
volver a ser Khepra, dios del Sol de la mañana, el nuevo sol nacido de sí mismo después de
tantas tr-bulaciones y metamorfosis en las doce Regiones del Mundo inferior, cuyos rumores se
escuchan brotar a veces cuando se acallan los ruidos que hacen los hombres ...” (Champdor)
Las altas puertas de la Duat estaban protegidas por dioses arma-dos con cuchillos, y guardadas
por serpientes erguidas sobre su cola y por ureus vomitando llamas. Estas doce regiones del
mundo inferior se encontraban habitadas por innumerables dioses, espíritus y muertos.
Enheri-Ertitsa Divinidad poco conocida.
Ennur Pájaro cuya voz no callaba nunca; protector de los vasallos de Ra en el Octavo Iat.
Etishef Príncipe de los dioses, citado en el Conjuro LXIV del Libro de los Muertos.
Geb Divinidad de la Tierra, miembro de la ennéada heliopolitana, a quien estaban consagradas
las ocas.
Gengen-Ur Deida poco conocida, que en el Conjuro LVI del Libro de los Muertos aparece
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relacionada con el Huevo Cósmico.


Haas Demonio que en el Más Allá amenazaba la existencia de los muertos.
Ha-hopep Deidad del Octavo Iat que gobernaba sobre sus ríos, cuyos torrentos sólo él podía
dominar y su estruendo producía terror.
Hai Demonio, a quien Thot cortó la cabeza. Amenazaba en el Más Allá la existencia de los
Muertos.
Hakahaker Uno de los nombres del dios-León.
akau Deidad poco conocida, que da nombre a una de las clavijas de la Barca en el Mundo
Inferior.
Hapdré Uno de los templos del Más Allá.
Hapi El Nilo, particularmente de la inundación. Dios de la fertilidad, representado por un
hombre barbudo coloreado de verde o de azul, con pechos femeninos y una mata de plantas
acuáticas en la cabeza. Posteriormente se le asoció con el buey Apis, un toro
Hapy Una de las tres deidades de la Región de Butto, junto con Horus y Mestha, su padre y
hermano. Desde el período ramésida su cabeza, en forma de mandril, aparecía representada en
la tapadera del vaso canope que contenía los pulmones del difunto.
Harajtes Deidad de Heliópolis, conocido como Hurus el Grande, al que se le identificaba con
el sol; dios con cabeza de halcón, que corona el disco solar; padre de la ennéada heliopolitana;
su animal sagrado era el halcón.
Harepugakashareshabaiu Uno de los nombres dados a la diosa Sekhmet-Ra-Bast, cuando
permanece sentada en la parte delantera de la Barca de Ra.
Harpócrates o Harsiesi “El Niño Divino”. Representado como un niño con el dedo en la boca
y la coleta de lado, cuya hebilla, en forma de espiral, simbolizaba la evolución del espíritu y era
considerada como poseedora de una poderosa magia. Miembro de la ennéada heliopolitana, hijo
de Osiris y de Isis.
Harsafes o Arsaphes Dios de Heracleópolis, se le representaba como carnero o con cabeza de
carnero, su animal totémico; esposo de una Hathor local. Estrechamente relacionado con Re,
Osiris y Amón.
Harthi Uno de los nombres dados a Osiris.
Hast Una de las Regiones del Más Allá, habitada por demonios.
Hathor Deidad adorada en Afroditópolis y Denderah, diosa de los placeres, del amor y de la
danza, Señora del Averno y de las estrellas, patrona de las mujeres, del cielo, de los árboles y
diosa de las necrópolis; llamada “Madre del Mundo”, personificación de la naturaleza
elemental. Esta diosa celeste del Antiguo Egipto se convirtió en la diosa vaca, animal que le
estaba consagrado, que la representaba; también como una mujer con cabeza de vaca que lleva
el disco solar entre los cuernos liriformes, o con un tocado conformado por los cuernos y con el
disco solar contenido entre ellos. Sus sagrados instrumentos eran los sistros de madera dorada y
de bronce, que al ser tocados con un ritmo lento y regular emitían vibraciones que disipaban las
ondas maléficas y atraían hacia la tierra el amor de la diosa.
Hati En un principio significaba “lo que está delante”, “pecho” y después se utilizó en el
sentido de corazón físico, situado en la vida subconciente e instintiva. Es el pasado, el Karma
fijo.
Hebsbagai Genio que oculta la muerte y uno de los centinelas de las puertas del Amenti; es una
de las manifestaciones de Osiris, el amo de la Duat.
Hekat Lago del Más Allá donde se aparecía un espíritu en forma de un niño, ante quien el
difunto confesaba nunca haber desoído las palabras de Justicia.
Héket Señora de la región de la primera catarata, asistente de Jnum, su esposo, en la creación
de los seres en el torno de alfarero; se le representaba como una mujer con cabeza de rana.
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Hemmomit Seres descarnados que habiendo culminado la vida en el Más Allá, se preparaban
para una nueva encarnación.
Henmenit Almas en espera de su reencarnación.
Hennú La Barca Sagrada.
Hershefi Otro de los nombres de Harsafes.
Heru-Khuit Deidad mencionada en el conjuro CIX del Libro de los Muertos.
Heskheri En el conjuro CIX del Libro de los Muertos se le llama Hijo de la Viuda;
posiblemente es otro de los nombres de Horus.
Hétep-Sekhus Una de los 42 jueces que ocupaba un asiento detrás de Osiris en el divino
Tribunal; se les representaba agachados sobre sus talones, portando un cuchillo y representaban
cada uno una provincia del doble reino del Lirio y del Papiro que era el antiguo Egipto, y cada
uno de los 42 pecados regulares que cometen los hombres. Era la forma femenina de la llama
solar.
Hi Uno de los nombres del Sol, ante cuyo Espíritu, uno de los cuarenta y dos jueces del tribunal
de Osiris, el difunto confesaba jamás haber hablado con altanería.
Hipostasia Juicio tras la muerte ante el tribunal de Osiris.
Hnemi-nesu Herakleópolis.
Horakhte El Sol vespertino.
Horus el Grande Hijo de Osiris y de Isis, nacido en la mitad del Océano celeste. Deidad
patrona de Sam-Behdet, dios del cielo y deidad solar, tronco de la dinastía faraónica del Bajo
Egipto; Ra concedió a Horus la Región de Butto como indemnización por la herida recibida en
su ojo durante su lucha contra Seth, quien se había transformado en jabalí negro. Se le
representaba de múltiples formas de acuerdo a sus diferentes advocaciones: con cuerpo humano
y cabeza de halcón tocado con el disco solar, El que Abre los Cuerpos, o como un halcón que
era su animal totémico, de alas tan vastas como el cosmos; es Osiris resucitado por Isis,
representando la evolución, la ascención del alma y su transformación por la purificación, es el
Horus-Sothis, el Horus luminoso, la luz que sale del cadáver que es también “la luz de la Vía
Láctea, primer peldaño de la Escalera luminosa que permitirá al muerto esperar, al mismo
tiempo que sus millones de años de existencia futura, la última y la más eterna de las luces, la
luz solar ardiente en el seno del globo cósmico...” (Champdor); es Harmakhis, el “Horus en el
Horizonte”, el Sol rojo naciente como rojo es todo nacimiento; es Horus-Khuti, el “Horus de los
Dos Horizontes”; es el alma de Ra que se mutila para que las gotas de su sangre se conviertan
en dioses; es el dios poseedor de todos los poderes de la creación en su aspecto ilusorio de
faraón-dios. En los Textos de las Pirámides se encuentra la narración del terrible combate entre
Seth y Horus, en el que éste castró a Seth y Horus perdió un ojo.
Hou Piloto de la cola de la Barca Solar.
Hotep Dios de la paz después de la muerte.
Hotep-Sekhus Una variante del “Ojo de Ra”, que combate y quema a sus enemigos.
Hu Personificación del Néctar de los dioses, similar al Soma de los hindues y al Haoma de los
iranios.
Iaani Espíritus servidores de Thot, adoradores del sol y maestros de sabiduría; son divinidades
con cabeza de mono.
Iahd Una de las tres divinidades que personificaban la Luna.
Iat Cada una de las catorce divisiones o “moradas” del Sekht-Ianrú. Para algunos egiptólogos
eran islas. El Primer Iat era el lugar donde los muertos retornaban a la vida probando el pan
consagrado; el Segundo era los Campos de Juncos cuya divinidad era Ra-Harakhté; el Tercero
es el de los Espíritus santificados; el Cuarto es un Iat de dos montañas altas; el Quinto es el de
los Espíritus; el Sexto es el reino del dios Sokari; el Séptimo era la morada de Rerek; el Octavo
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es el reino de Hahopep; el Noveno Iat es el reino de la Gran Divinidad que habita en el Huevo
cósmico; el Décimo era la ciudad de los dioses Kahd; el Undécimo era el lugar de los muertos
condenados; el Duodécimo estaba rodeado por llamas; el Decimotercero era el Iat de las Aguas,
formado por torrentes de fuego líquido; y el último era el Iat de Kher-Aha.
Ib Era el comienzo, el corazón conciente, lleno de aspiraciones y deseos, y lugar donde residía
la voluntad lúcida y la conciencia moral; es el principio maternal, la potencialidad ilimitada.
Después de la muerte Ib era quien en primera instancia juzgaba la vida terrestre del difunto; era
el destino futuro, la posibilidad, por lo que en el Libro de los Muertos, los conjuros XXVI al
XXX, el difunto insiste en sustituir el corazón hati por el corazón ib.
Idd Ciudad del Undécimo Iat, donde los cuerpos eran esfumados y los Espíritus santificados
eran tomados prisioneros. Era el lugar donde estaban encerrados los muertos condenados, que
lanzaban gritos llenos de amenazas mientras que los dioses benévolos les transmitían los
Misterios.
Igau Uno de los nombres de Anubis.
Ikesi Misteriosa ciudad del Noveno Iat, cuyo nombre causaba terror a los Espíritus y miedo a
los dioses, a la que sólo podía entrar la Gran Divinidad que habita en el Huevo cósmico, quien
la fundó para vivir en ella y gozar de su soledad. Su entrada estaba rodeada de llamas.
Imhotep Hijo de Ptha y de una mujer llamada Khreduankh. Sabio, mago y arquitecto
divinizado por el faraón Zoser; patrono de los amanuenses y de la medicina.
Immehet El Sexto Iat, reino del dios Sokaris.
Imset Uno de los cuatro hijos de Horus; desde el período ramésida su cabeza, de forma
humana, se representaba en la tapadera del vaso canope que contenía el hígado del difunto. En
el conjuro CXII del Libro de los Muertos aparece con el nombre de Mestha.
Ir-nef-djest Deidad poco conocida, que da nombre a una de las clavijas de la Barca en el
Mundo Inferior.
Isis Símbolo del Alma Universal. Diosa patrona de Iseion, compañera y protectora de Osiris; se
le representaba como una mujer que lleva en la cabeza la silla, jeroglífico de su nombre.
Hermana y esposa de Osiris; madre de Horus niño. Gran diosa madre, reina de los dioses, diosa
de las cosechas, de la magia y de la fertilidad. Considerada por los faraones de la IV dinastía
como el origen de todas las cosas, el motor del Universo y de ella nacía cuanto hay de divino y
de inmortal en cada ser, en cada criatura, en todas las cosas que tienen una existencia real,
humanos, animales, vegetales e incluso los objetos inanimados en apariencia y sin embargo
dotados de una vida secreta y latente, en sí, todo lo que participa en el orden de la naturaleza.
Miembro de la ennéada heliopolitana, fue inmortalizada en la estrella Sirio, la más grande de las
estrellas de la constelación de Orión. Bajo su protección, desde el período ramésida, estuvo el
vaso canope que contenía el hígado del difunto.
Iss Ciudad ubicada en el Séptimo Iat, habitada por el demonio-serpiente Rerek.
Jentamentiu Deidad de Abidos, dios de los muertos que era relacionado con Osiris desde el
Imperio Medio; se le representaba como un hombre con cabeza de chacal.
Jnum o Kenum Dios patrono de Elefantina, modelador de los seres en su torno de alfarero,
creador de las aguas. Antiguo dios del Alto Nilo.
Jofri Dios patrón de Heliópolis, personificación del sol, asimilado a Atum y a Ra; se le
representaba con cuerpo humano y cabeza de escarabajo, su animal totémico.
Jonsu o Khonsu Deidad de Karnak, personificación de la Luna, al que se le representaba como
un niño real tocado con el disco solar. Hijo de Amón y de Mut.
Ka Doble etérico de todo ser humano. Para algunos egiptólogos es el “doble” del muerto, para
otros su genio protector y para otros el “cuerpo vital”.
Kaa Dios poco conocido, nombrado en el Conjuro XCVIII del Libro de los Muertos.
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Ka-Ha-Hoted Guardián del Octavo Iat.


Ka-Haresu-Pusarem-Karement Nombre dado a la diosa Sekhmet-Ra-Bast como advocación
de la diosa del fuego.
Ka-Hotep Uno de los nombres de Horus.
Kahd Dioses que cazaban a los Espíritus santificados y se adueñaban de las Sombras de los
muertos en el Décimo Iat.
Kam-Ur Nombre de un toro sagrado, de una ciudad que le fue consagrada y de un lago en la
Duat.
Kaui Lugar mitológico donde se manifestaba el Espíritu-destructor, ante quien el difunto
confesaba no haber violado la ordenación de los tiempos.
Keb Personificación de la Tierra; esposo de Nut, de la que Chu le separó violentamente. Padre
de Osiris, Isis, Neftis y Seth. Juega un rol importante en el Más Allá, protegiendo los primeros
pasos del difunto.A él estaba dedicado el Portal de la primera región de la Duat.
Kefdend Uno de los lugares mitológicos donde moraba Osiris.
Kemkem Divinidad poco conocida; hijo de Seksekt y hermano de Khebent.
Kem-Ur Uno de los lagos salados del Delta oriental.
Kenemet Lugar mitológico donde se manifestaba el Espíritu Kenemti.
Kenemti Espíritu ante el cual el difunto confesaba jamás haber injuriado a nadie.
Kenkent Una de las Regiones del Más Alla, ubicada antes del Amenti.
Kerti Las subdivisiones del Mundo Inferior y las divinidades que en ellas residían.
Kesi Ciudad mencionada en el conjuro CXIV del Libro de los Muertos.
Kha Dios cósmico que se identificaba con la Tierra; se le representaba como un hombre
tumbado con el cuerpo cubierto de plantas. Hijo de Chu y esposo de Nut.
Kharsata Uno de los nombres del dios-León.
Kharu Pájaros que frecuentaban un lado del Segundo Iat.
Khas Deidad del Mundo Inferior poco conocida, mencionada en el Conjuro CXXV del Libro
de los Muertos.
Khebent Deidad que fuera del contexto del Conjuro LXXV del Libro de los Muertos es casi
desconocida; hija de Seksekt y hermana de Kemkem.
Khemend Una de las Regiones del Más Allá, la ciudad celeste, por cuya Puerta del Este cada
día salía Ra en su Barca.
Khenti-Amenti Otro de los nombres de Osiris. O de Anubis.
Khépra o Khepré “Dios que se transforma”. Deidad con cabeza de escarabajo que representaba
al Sol en su viaje nocturno por las doce puertas de la Duat, navegando en su Barca solar y
acompañado de los monos cinocéfalos, sus adoradores. Es la personificación del devenir
universal, que presidía el Porvenir cósmico; moraba en la Región del Eterno Devenir que, entre
los mundos suprasensibles, es la más próxima a nuestro mundo terrenal. Señor de la
Metamorfosis. Por la mañana el Sol se presenta con los rasgos de Khepra; al mediodía con los
de Ra y al poniente con los de Atum.
Kher-Aha Uno de los centros antiguos de misterios; ciudad situada bajo el emplazamiento de
Fustat, el actual Viejo-Cairo.
Khersero Uno de los nombres del dios-León.
Khnum El Gran Alfarero. Antiguo dios del Alto Egipto, uno de los dioses asociados a la
creación, creador de los dioses, de los hombres y de las aguas. Se le representaba como carnero
o con cabeza de carnero, animal que los egipcios consideraban extraordinariamente prolífico.
En el mito de la creación modelaba a los hombres y a los niños por nacer en un torno de
alfarero.
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Khons Se le representaba con aspecto de niño visto de lado y con larga cabellera, a veces con el
cuarto creciente de la Luna y a menudo en forma de momia; o como buitre con tocado o con
coronas blanca o doble; o con cabeza de leona.
Khonsu Dios de la Luna, hijo de Amón.
Khpesh La constelación de la Osa Mayor. Llamada también Constelación de la Cadera.
Ku-Kheper-Uru-Barkhata-Djaua Nombre que le daban al cuerpo muerto de Osiris, que
descansaba en Heliópolis.
Khum Dios de la fecundidad.
Ksemiu Demonios de la Duat.
Maa-an-tef Deidad poco conocida, que da nombre a una de las clavijas de la Barca en el
Mundo Inferior.
Maat Personificación del Recto Orden, la noción de Orden en el Caos y la Verdad. Diosa
teológica que representa un logos femenino en la teología solar; se le representaba como una
mujer tocada con una pluma de avestruz, que era su jeroglífico, pluma que era el contrapeso en
el pesaje del espíritu de los difuntos, al ser la diosa de la justicia. Consiserada también como el
barquero entre nuestro mundo y el de los dioses; la pluma es entonces un elemento rector, ya
que es tanto el timón de los pájaros en su cola y por analogía el timón del espíritu del ser
humano.
Mandjit Nombre de la Barca de Ra hasta el mediodía.
Manu Una de las dos montañas que sostenía el Cielo, ubicada al Oeste.
Matet El barco del Sol
Mathit Ciudad mitológica donde se celebraban las fiestas de la Asunción de Neith.
Medjedu Doble halcón de oro, representación de Horus, el del poderoso brazo.
Meheb-Ko Espíritu que habitaba en el Primer Iat.
Mehen Diosa-serpiente que protege a Afu-Ra en su Barca, antes del viaje nocturno por la Duat.
Mehurt “Vaca celeste”, diosa del cielo y esposa de Nekhen.
Menourit La vaca divina, sobre cuyo lomo se dirigían los muertos al mundo de los dioses.
Mentha Deidad poco conocida, mencionada en el Conjuro CXL del Libro de los Muertos.
Mentu Deidad con cabeza de toro.
Merti Deidadades poco conocidas, que en el Libro de los Muertos dan nombre a los costados
de la Barca en el Mundo Inferior.
Mesket Una de las regiones de la Duat.
Mes-Ptaha Espíritu que hacia guardia ante el segundo pilono de la Sekth-Ianrú.
Mestha Una de las tres divinidades de la Región de Butto, hija de Horus.
Min o Amsu Una de las más antiguas divinidades egipcias, una forma arcaica del Amón de
Tebas. Dios adorado en Coptos y Panópolis, deidad protectora de las caravanas del desierto; era
un personaje momiforme ictifálico que blande un azote, tocado con un gorro con dos plumas y
cinta, con la barba osírica; dios de la fertilidad y patrono del desierto oriental. Esposo de una
diosa que regía el Oriente, que más tarde fue identificada con Isis.
Montu Deidad de Hermontis, dios guerrero, al que se representaba con cabeza de halcón con el
disco solar coronado por dos plumas, armado con un hacha y con un arco, dios encargado de
proteger al faraón durante los combates y proporcinarle el poderío guerrero que llevaba a la
victoria; esposo de Reat-Taui y padre de una de las formas del dios Horus, Horfré; sus animales
sagrados eran el toro y el bukis.
Mut Diosa patrona de Karnak; esposa de Amón, originalmente una diosa buitre, que era el
animal totémico del Alto Egipto. Deidad guerrera que se le representaba como un buitre o como
una mujer con la corona doble. Madre de Jonsu. También se le representaba con tres cabezas.
113

Nad Deidad-serpiente poco conocida, mencionada en el conjuro CXL del Libro de los Muertos.
Neb-er-Dher “Señor de los Mundos” o “Señor del Cosmos”. Un epíteto corriente de Osiris y
Ra.
Nebt Demonio que se ocultaba tras un anillo de llamas para atacar al espíritu del difunto en el
Más Allá.
Nedja Uno de los demonios del Más Allá.
Nedjeft Uno de los lugares mitológicos donde moraba Osiris.
Nebjesti Advocación de Osiris como deidad del gran cuchillo.
Nefer-Sent Deidad poco conocida.
Nefertem Diosa comparada como la flor de loto,que es el aliento de Ra.
Nefer-Tum Una de las personificaciones del Sol. Señor de Menfis, al que se le representaba
con la cabeza coronada con una flor de loto; hijo de Ptah y de Sejmet. Ante él el espíritu del
difunto confesaba no haber defraudado ni obrado perversamente.
Neftis Señora de Diópolis parva, diosa asistente de Osiris y de Isis. Se le representa como una
mujer que lleva sobre la cabeza el jeroglífico de su nombre. Hermana gemela de Isis, esposa de
Seth y madre de Anubis; miembro de la ennéada heliopolitana, fue inmortalizada en el satélite
gemelo de la estrella Sirio. Desde el período ramésida estuvo bajo su protección el vaso canope
que contenía los pulmones del difunto.
Nehatd Lugar del Más Allá donde surgía el Espíritu del jefe de los dioses antiguos, ante quien
el difunto confesaba jamás haber atemorizado a la gente.
Neheb-Kau Uno de los cuarenta y dos Espíritus del tribunal de Osiris, ante quien el difunto
confesaba jamás haberse hecho valer o haber intrigado.
Neheb-Nefert Uno de los cuarenta y dos Espíritus del tribunal de Osiris, ante quien el difunto
confesaba nunca haber sido insolente o impertinente.
Neith Señora de Sais; diosa de la guerra y de la caza, asimilada por los griegos a Atenea; diosa
que revela el Verbo, quien enseñaba cómo fue hilado y tejido el mundos; pronunció las siete
palabras que dan la vida. Se le representaba como una mujer tocada con la corona roja del Bajo
Egipto, o dos flechas cruzadas y un escudo, portando un arco y dos flechas. Madre de Ra según
la teología de Sais; estrechamente relacionada con Sobek. Desde el período ramésida estuvo
bajo su protección el vaso canope que contenía el estómago del difunto; ante su Espíritu el
difunto confesaba jamás haber sido querellador.
Neheb-Kau Otro de los nombres de Ra.
Nejret Patrona de Heracómpolis, diosa dinástica del Alto Egipto; se le representaba como un
buitre o una mujer con la corona del Alto Egipto.
Nekhbet El buitre, garante de la titularidad sagrada. La diossa buitre de Hieracómpolis,
protectora del Alto Egipto.
Nekhen Dios que reside en el Huevo Cósmico, esposo de la diosa Mehurt.
Nekou Demonio del Mundo Inferior.
Nemú Deidad poco conocida.
Nepra Dios poco conocido, que en el Más Allá devolverá el uso de la laringe al espíritu del
difunto.
Nerau Espíritu que montaba guardia ante el primer pilono de la Sekht-Ianrú.
Neterduai Personificación de la Estrella de la Mañana.
Neterd Uno de los lugares mitológicos donde moraba Osiris.
Nshem Señor de Heliópolis y de Pe.
Nonet Aspecto femenino de Ptha; fue la madre que gestó a Atón.
Nun El esperma universal, que contiene el esperma de toda creación. En la cosmogonía de
114

Heliópolis al principio existía el Nun, las Aguas Primordiales. En el Libro de Thot Ptha es el
Nun, el padre que modeló a Atón
Nut Personificación del cielo; esposa de Keb y madre de Osiris, Isis, Seth y Neftis. Diosa
concebida como una mujer gigantesca combada por encima de la tierra, arcada entre el Oriente y
el Ocidente los cuales toca con sus pies y sus manos, de cuyo vientre el sol salía cada mañana y
volvía a entrar en su boca cada tarde. Miembro de la enneada heliopolitana.
Nuu o Nuun La más antigua de las divinidades egipcias. Dios del Espacio líquido e ilimitado,
personificación del Océano Cósmico primordial, agua pristina, génesis de todo, que rodea el
mundo por doquier, donde reposan los gérmenes de los mundos por venir.
El Ojo de Horus Era una de las más poderosas imágenes-visión del Más Allá, denominado en
el Libro de los Muertos la “Patria de Origen”; en la Tierra su equivalente es el Disco solar. Era
una divinidad poderosa, distinta, guerrera, vengadora y activa, que velaba por la ordenación
cósmica y combatía a sus enemigos.
Onuris Deidad de Tis, asimilado a Chu al que se le representa con una túnica larga abigarrada,
tocado con dos plumas en la cabeza, tirando de una cuerda que cuelga del cielo; esposo de
Mehet, diosa leona asimilada con Tefnut.
Opois Dios patrono de Asfut, deidad guerrera al que se le representaba como un lobo de pie
sobre una enseña.
Orión Desde época remota tuvo el cargo de jefe de los muertos que eran beatificados en el
firmamento en forma de astros.
Osiris Rey-dios, posiblemente un dios arcaico de la fertilidad, a quien se atribuía haber dado a
Egipto su civilización. Señor de Busiris, tenía su santuario en Abydos, rey y protector de los
muertos, de la fertilidad, de la vegetación, del agua, del trigo; símbolo de todo aquello que nace
por lo es juez supremo de los muertos, que deben nacer una segunda vez antes de vagar
eternamente a la orilla de los ríos celestes que ponen en movimiento las galaxias, “antes de
evolucionar en el tiempo ya que no guardan memoria, entre los espíritus luminosos que tal vez
son el origen y “el devenir” de lo que llamamos universo.” (Champdor) El alma de cada muerto
renacía fecundada espiritualmente gracias al misterio de su naturaleza isiaca, con el fin de que
pueda vivir eternamente en el cielo, donde llegará a ser el alma-Horus y brillará con su propia
luz sotiaca, que es la Luz de la Vía Láctea. Osiris es la actividad vital universal, ya sea espacial
o terrestre, que bajo la forma visible de un dios desciende al mundo de los muertos para
prometerles la regeneración y la resurrección en la gloria osiriaca.
Llamado el “Ojo del Sol”, “Señor del Amenti”, el “Dios Bueno”, el “Dios-del-Corazón-
Detenido”, título oficial de Osiris como rey de los muertos y dios del Más Allá; “Toro del
Amenti”, es decir, Todopoderoso del Más Allá, porque el toro representa la fuerza, el poder;
“Amo de la Corona”, “Amo de los Manantiales Primeros de Vida”, que insufla su hálito
vivificador sobre las aguas primordiales.
Rey del Mundo Inferior, que simboliza la continuidad, sin que pueda existir ruptura alguna entre
las dos existencias del hombre, la terrenal y la eterna.
“Existe, pero es un fantasma, un fantasma menos real que los muertos mismos. Y en esto
consiste el carácter específico, único del Libro de los Muertos, en esta conciliación singular y
suprema de un Osiris a la vez presente y ausente [...] La falta de Osiris transforma a la
existencia terrestre en irreal, en un crepdsculo para la vida póstuma, la única auténtica”
(Laurent).
Fue el dios supremo de Egipto junto con Ra y posteriormente sus roles caen sobre los otros
dioses, Ra, Atum, Horus, etc.; como juez supremo de los muertos, presidía el tribunal de los 42
jueces que asistían al pesaje del espíritu de los difuntos. Esposo de Isis y padre de Horus, como
personificación del Nilo; se le representaba como un hombre con un envoltorio de momia,
115

tocado con alto bonete cónico flanqueado de plumas y llevando en sus manos cruzadas sobre el
pecho el cetro y el látigo; su animal sagrado era el macho cabrío.
Según el mito fue asesinado por su hermano Seth, quien lo descuartizó y dispersó sus 13
pedazos por todo Egipto, mas su esposa, Isis, los recuperó, excepto el falo que se lo habRa
tragado un pez voraz del Nilo, el oxirinco, devolviéndolo a la vida; “La tragedia de Osiris baña
a todo Egipto de una angustia indecible y, como resultado, tenemos una actividad espiritual
única en todos los anales del espíritu humano.” (Laurent). Su hijo, Horus, vengó posteriormente
la muerte de su padre, venciendo a Seth y arrebatándole el gobierno de la Tierra.
Todos los faraones gobernaban en este mundo como Horus, mas cuando morían se convertían
en Osiris gobernando en el mundo de ultratumba, y su hijo, el nuevo faraón, subía al trono en
forma de Horus. En el Libro de los Muertos se habla del brazo izquierdo de Osiris, que
correspondía al Oriente, y un ataque a este “lado débil” era para él un peligro mortal. Fue
inmortalizado en la constelación de Sahu, Orión.
Ouakh Una de las Regiones del Más Allá, donde el espíritu comía los alimentos preparados por
sus hijos después de pasar el juicio de Osiris.
Pajet Señora de Espeo-Artemido, diosa gata.
Parhaka-Kheprd Deidad poco conocida, citado en el Conjuro CLXIV del Libro de los Muertos
como esposo real de Sekhmet-Ra-Bast.
Pashakasa Hijo de Parhaka-Kheprd y Sekhmet-Ra-Bast.
Pe Una de las dos mitades de la ciudad de Butto.
Ped-She Uno de los lugares mitológicos donde moraba Osiris-Sokari.
Pekhat Una de las diosas-serpientes.
Pesg-Re Uno de los lugares mitológicos donde moraba Osiris-Sokari.
Ptah Deidad patrona de Menfis, de los constructores, su imagen protegía las edificaciones de
insectos perjudiciales; de los artesanos, de los artistas, de los escultores y de los herreros; en el
Antiguo Egipto fue el dios de los muertos y de la fertilidad; creador de todo lo que existe, de los
dioses y de Egipto; recordaba el valor sagrado de cada acto cotidiano.“Gracias a él las palabras
divinas fueron pronunciadas al comienzo del mundo y los dioses conocieron la existencia,
porque Ptha “es el corazón y la lengua”, que son órganos de procreación según la teología
menfita.” (Chamdor) Se le representaba como un personaje momificado de cabeza afeitada
portando uno o tres cetros en la mano, que simbolizaba los millones de años de vida, los
jubileos, prometidos a los futuros muertos cuando apenas acababan de formarse las aguas y las
tierras en el caos inicial. Esposo de Sejmet y padre de Nefertum; su animal sagrado era el buey
Apis.
Qebehsenut o Kebhsennuf Uno de los cuatro hijos de Horus, y junto con su padre y su
hermano Duamutf, fue deidad de Nekhen; desde el período rameséida su cabeza, en forma de
halcón, aparecía representada en la tapadera del vaso canope que contenía los intestinos del
difunto.
Ra Señor de Heliópolis, dios cósmico cuyo nombre significa “sol”, su personificación; dios-
legislador y justiciero cósmico al igual que Shamash, el dios-Sol de Babilonia. Ra se eleva cada
día en el horizonte y los dioses quedan purificados por su visión. Se le asimilaba a Jopri en su
advocación del sol de la mañana y de Atum como el sol de la tarde; dios halcón de cabeza
coronada por el disco solar. Surcaba el cielo en dos barcas dotadas de tripulación, la del día y la
de la noche. En un antiguo mito era un escarabajo que empujaba la bola en que Jopri guardaba
sus huevos. Fue uno de los primeros dioses que alcanzaron el reconocimiento de toda la nación,
y siguió siendo una de las principales divinidades durante toda la historia egipcia excepto en el
período herético de Akenatón. Una de sus manifestaciones era el “Gato divino”, siendo uno de
sus epítetos más corrientes Neberdjer, “Señor de los Mundos”. Como Ra-Harakhtí es la
116

divinidad del segundo Iat. Cuenta una leyenda, que un día que Ra lloró, sus lágrimas al caer a la
tierra se habían transformado en abejas; nacidas de la luz divina y ellas habían construido la
naturaleza.
Re Dios solar que fue la deidad principal del Antiguo Egipto, rey de los dioses, padre de la
humanidad y protector de los faraones. Se le representaba con el disco solar sobre la cabeza de
halcón; se le identificaba con Harakhty, Re-Harakh-ty, y con Atum, Re-Harakhty-Atum.
Rehenenet Uno de los lugares mitológicos donde moraba Osiris.
Rehu León que arrojaba llamas por la boca y su cabeza estaba circundada de fuego.
Rennut o Rennit Diosa-nodriza. El Conjuro CLIX del Libro de los Muertos se refiere a ella:
“¡Oh tú que todos los días sales de tu templo! Aquí está la gran diosa... ¡Oye su voz! Ella
cumple sus revoluciones alrededor de las Puertas del doble Santuario. Ella toma posesión del
poder mágico de su Padre. (Este poder es un Cuerpo Glorioso que mora en el Toro sagrado de
la diosa Rennut.) Ella recibe con alegría a todos los que se le cruzan en su camino, dispuestos a
seguirla. Ya que realiza el viaje en sentido opuesto y recorre los caminos de antes. Ella le da
suerte a aquellos que caen en desgracia y son perseguidos...”
Rennut-Maut Diosa regente; nombre dado a Sekhmet-Ra-Bast.
Remrem Deidad poco conocida.
Rerek Uno de los demonios, con cabeza de serpiente; su lomo era de siete codos de largo, sus
ojos lanzaban relámpagos y se alimentaba de muertos. Habitaba la ciudad de Iss en el Séptimo
Iat.
Resd Uno de los lugares mitológicos donde moraba Osiris.
Ro-Setau o Re-stau Región Superior de la Duat, morada del dios Sokaris, la región más
inaccesible del Más Allá y la parte más difícil de la “travesía” de la Barca de Ra, donde no podía
avanzar y era reempla-zada por trineos; a ella se entraba por la Puerta de Fuego, guardada por
un dios armado con un cuchillo; comprende dos caminos sinuosos, el “Camino de las Cosas
Secretas”, uno inferior de fuego, y otro superior de agua, separados por el lago de Fuego, región
con puertas, monstruos y espíritus maléficos que el espíritu debía vencer para entrar a la Región
de los Bienaventurados. Era la cuarta y la quinta etapa del viaje nocturno de la Barca de Ra.
Sa Dios de la Sabiduría sagrada.
Sahd Cuerpo Glorioso. Penúltimo o último escalón de la divinización del espíritu humano.
Sais Ciudad del Delta, consagrada a la diosa Neit.
Saknakat Diosa del fuego.
Satis o Satit Patrona de Elefantina; era la diosa de la primera catarata, representada como una
mujer con la corona del Alto Egipto, combinada con dos cuernos liriformes. Hija de Jnum y de
Anukis.
Satid Lugar mitológico donde salía el Espíritu adornado de cuernos, ante quien el difunto
confesaba nunca haber usado palabras excesivas en sus discursos.
Sad Uno de los lugares mitológicos donde moraba Osiris.
Sebagd o Sbagd El planeta Mercurio.
Sahu El Cuerpo Glorioso.
Sebek Forma masculina de la llama solar.
Sechat Era el cronista de los dioses, a la que se le representaba como una mujer vestida de
leopardo, portando un tintero y un cálamo.
Sehna-Pasrkana Ciudad donde descansaba el cuerpo muerto de Osiris, posiblemente la misma
Heliópolis.
Sehtet Uno de los lugares mitológicos donde moraba Osiris.
Sejmet o Sekhmet Diosa adorada de Rehesu, deidad guerrera a la que se representaba como
una mujer con cabeza de leona y con el disco solar sobre ella. Cada fin de año intentaba destruir
117

a la humanidad a través de hordas de miasmas, enfermedades y gérmenes nocivos; recorría la


tierra para extender la desgracia y la muerte. Sólo los médicos podían contrarestar a la terrible
divinidad que era también su patrona; solo ella les enseñó el arte de curar y el secreto de sus
remedios. Esposa de Ptah y madre de Nefertum.
Sekhat-Herd Diosa en forma de vaca celestial, identificada con Isis o con Hathor.
Sekhem La ciudad celeste. Nombre con que citan a Letópolis en el Libro de los Muertos. Es
también el poder mágico de la voluntad.
Sekhmet-Ra-Bast Diosa alada, llamada la “directora de los dioses”, a quien ningdn dios
somete, dueña del gran Poder mágico; madre de Pashakasa y esposa real de Parhaka-Kepré.
Sekht-hotep Los “Campos de la Paz”, la gran Región Soberana de los Vientos, era el lugar
donde los espíritus que habían pasado positivamente el juicio de Osiris podían trabajar la tierra
y recolectar el trigo, o más bien ordenar a sus oushebtis que lo hicieran por él, donde podían
comer, beber y convivir, en síntesis realizar todos los actos de la vida terrestre.
Sekht-Ianrd Los “Campos de los Bienaventurados” o “Campos de la Paz”. Contaba con
veintiún pilonos protegidos cada uno por un Espíritu guardián.
Seksekt Deidad que fuera del contexto del conjuro LXXV del Libro de los Muer-tos es casi
desconocida; madre de Kemkem y Khebent.
Sektet Nombre de la Barca de Ra después del mediodía.
Selkis o Serket o Selkit Era la diosa que sancionaba los crímenes; se le representaba como un
escorpión con cabeza de mujer, o como mujer coronada por un escorpión. Madre de Harajtes.
Desde el período ramésida estuvo bajo su protección el vaso canope que contenía los intestinos
del difunto.
Senhakarha Pantano donde Isis encontró uno de los brazos de Osiris cuando fue asesinado y
desmembrado por Seth.
Sehna-Parkana Ciudad donde descansaba el cuerpo tendido de Osiris.
Sepdú Nombre de varias divinidades, unas con cabeza de león y otras con cabeza de ibis.
Septet Otro de los nombres dados a la estrella Sirio.
Seqtet El barco del Sol en la tarde.
Serkit Diosa poco conocida, nombrado en el Conjuro XLII del Libro de los Muertos.
Sesend o Khemend Las ocho grandes divinidades de Hermópolis.
Sesheta La diosa del Saber sagrado.
Seth El enemigo, señor de Ombos, dios, guerrero al servicio del Sol y rival de Osiris, que según
el mito fue quien lo asesinó, deidad de la tempestad, del desorden y de los desiertos; príncipe
del mal, de personalidad violenta y peligrosa, al que se invocaba en las maldiciones; se le
representaba como un guerrero armado, con cabeza de animal fantástico de hocico romo y
largas orejas; su símbolo es la serpiente Apopis.
Por haber lanzado “inmundicias” a Horus, éste le arranca los testículos, quitándole de ese modo
su fuerza y su actividad. “Este conflicto Horus-Seth, este mito cósmico, es el eterno combate del
Bien y del Mal que se mantiene desde los orígenes del mundo bajo formas diversas ...”
(Champdor) Hermano de Osiris y esposo de Neftis; ya existía antes de que naciese la luz, de que
se completasen y armonizasen los elementos constitutivos del universo, de que evolucionasen
las formas de la creación. Cuando la luna mengua durante dos semanas, Seth, el Espíritu del
Mal, parecido a un puerco o jabalí negro; devoraba en pleno cielo el Ojo de Horus, ojo
misterioso que dominaba el mundo de los muertos.
Sha Personificación de la inteligencia: es el piloto de la Barca Solar.
Shaka-Amen-Shakansa Nombre verdadero del Ojo divino Shapu-Irka.
Shapu-Irka Nombre de uno de los dos Ojos divinos.
Share-Share-Shapu-Ari-Ka Nombre de la pupila del Ojo divino.
118

Share-Share-Kheit Nombre de uno de los dos Ojos divinos.


Sheniu Cámara de la Duat, “esa Región Mancillada del Amenti donde todo se oscurece y se
seca, esa Región de la “Noche del Fuego de AuaV”.” BUDGE, Sir E. A. Wallis.
Shenmd Lugar mitológico citado en el Conjuro CLX del Libro de los Muertos.
Shutet Divinidad nombrada en el conjuro CXII del Libro de los Muertos como diosa de las
Estrellas Fijas.
Smam Literalmente el dios-víctima. También es el nombre de una de las Regiones del Más
Allá, a la que el espíritu, después del juicio de Osiris entraba con la cabeza adornada por una
corona blanca.
Sobek o Sukhos Dios patrón de Fayum y Kom Ombo, símbolo de la “Inteligencia” y la
“Destreza”; deidad del agua, personificación del mal y de la muerte, genio tutelar del planeta
Mercurio. Se le representaba como cocodrilo o como hombre con cabeza de cocodrilo, su
animal sagrado.
Sokaris Deidad de Sakkarah, la más antigua de las divinidades del la región de los muertos, al
que se le representaba como una momia con cabeza de halcón. Su morada era el Re-stau.
Personificación de las dificultades creadas por los obstáculos.
Sonnu Uno de los lugares mitológicos donde moraba Osiris.
Sopdu Señor de Saft-el-Henneh, dios guerrero al que se le representaba como guerrero asiático
o halcón momificado to-cado con dos plumas erectas.
Sothis o Septet La más venerada de las estrellas, Sirio, cuyo orto helíaco coincidía con el
principio de la crecida del Nilo y que señalaba el principio del otoño.
Sui Uno de los ocho demonios con cabeza de cocodrilo, que habitaban dos en el Norte, dos en
el Sur, dos en el Este y dos en el Oeste del Más Allá.
Tamesdjetta Deidad poco conocida, mencionada en el conjuro CXL del Libro de los Muertos.
Tar Demonio del Mundo Inferior.
Tatuf Espíritu que se manifestaba en Aati, ante quien el difunto confesaba no haber
pronunciado maldiciones a los que le habían causado daño.
Tatunen Otro de los nombres de Ptah.
Tenait Un distrito de la Duat.
Tefnut Señora de Oxirrinco, diosa cósmica que se identifica con el principio húmedo se le
representaba como una leona, o mujer con cabeza de Leona. Esposa de Shu.
Tehenet Una de las regiones de la Duat.
Thaui Nombre dado a las divinidades gemelas, a Shu y Tefnut, o a Isis y Neftis.
Thet-em-aua Deidad poco conocida, que da nombre a una de las clavijas de la Barca en el
Mundo Inferior.
Tmem-reu Deidad poco conocida.
Thot Dios patrón de Hermópolis (Nombre que tomó esta ciudad al ser asimilado con el Hermes
griego; su templo era la sede de los misterios de Thot y de una escuela de teología rival a la de
Heliópolis.) inventor de la escritura, del cómputo del tiempo, de la ciencia, encarnación de los
Amos de la Sabiduría y personificación de la Luna en su fase creciente, guardián de la puerta de
la morada de Osiris; se le representaba como un hombre con cabeza de ibis tocado con el disco
lunar sobre un ideograma de su fase creciente, y otras veces como mandril, quizá porque su
grave expresión sugería un espíritu meditabundo.
Esposo de Sechat e hijo de Aner; a él estaban dedicados el ibis, el mandril y el babuino. Era
quien realizaba el pesaje del espíritu de los muertos ante Osiris, que preside el tribunal
conformado por cuarenta y dos jueces. Cazaba en el mundo de los vivos al puerco, enemigo de
Osiris.
Tum-Sep Uno de los nombres de Osiris, ante cuyo Espíritu el difunto confesaba no haber
119

maldecido al Rey.
Uadjet La cobra, fuente del dinamismo del ser. Diosa cobra de Buto, señora del Bajo Egipto.
Uadjit Una de las personificaciones del “Ojo de Ra”; diosa-serpiente, vigía del Bajo Egipto.
Uakh Una de las Regiones del Más Allá, reservada para los Bienaventurados.
Uamenti Espíritu que surgía en las cuevas de tortura del Más Allá, ante quien el difunto
confesaba nunca haber cometido adulterio; aparece mencionado en la Confesión Negativa del
Libro de los Muertos del Papiro Nebsenti.
Udjat Diosa de la Justicia y el Combate; se la representaba como un Ojo alado. Tambien era el
nombre de Osiris que era pintado en las embarcaciones egipcias.
Uhem-Hra Dios poco conocido, mencionado en el conjuro CXXIII del Libro de los Muertos.
Unes Lugar mitológico donde surgía el Espíritu ante quien el difunto confesaba nunca haber
iniciado querellas.
Un-Nefer El ser perfecto, posiblemente es el nombre dado a una de las divinidades principales,
con el que se conparaba el espíritu del difunto en el Más Allá.
Unnu Localidad del Mundo inferior, santuario de la diosas Nut.
Unt Duodécimo Iat, lugar rodeado por llamas que ni los dioses ni Espíritus podían acercarse a
él, pues los Uraei en llamas harían desaparecer sus Nombres.
Unth Lugar mitológico donde surgía el Espíritu ante quien el difunto confesaba nunca haber
faltado el respeto a los dioses.
Unti Dios poco conocido, relacionado con el poder de la palabra.
Up-Uaut o Up-Uoto Divinidad en forma de chacal que abre los caminos.
Ureret Corona real de Ra.
Urit Lugar mitológico donde surgía un Espíritu ante quien el difunto confesaba no haberse
encolerizado nunca.
Uro Diosa-serpiente dinástica del Bajo Egipto.
Usrt Una de las Regiones del Más Allá, cerca del Lago-de-los-Incontables-años.

GENIOS AGRÍCOLAS
Adoraban a un grupo de semidioses o genios, dioses de categoría inferior, creación del folklore,
o reliquias de religiones desa-parecidas, que estaban más próximos y unidos a la vida cotidiana
del pueblo que los grandes dioses; carecían de santuarios y de importancia en las lucubraciones
religiosas.

Ernenutet Diosa de la cosecha.


Hapi Personificación del Nilo, pingue individuo cuyo único vestido era el ceñidor de los
marineros y su cabeza rematada por una crencha de papiros.
Decían los antiguos egipcios que estornudó Dios y nació el mundo; después una diosa lloró en
el cielo, y sus lágrimas se vertieron hasta la tierra formando una corriente, y así es como
comenzó el Nilo.
Nepri Deidad del grano.
Sejet Personificación de la campiña fértil, al que se le representaba con un loto en la frente.

DIOSAS QUE SE OCUPABAN DEL NACIMIENTO


Una con cabeza de rana, asimilada a Heket, que expelía el hálito de vida.
Bes Se le representaba como un enano deforme, bonachón y jobial, de barba hirsuta, con la
lengua colgante, vientre abombado, piernas torcidas y cola de leopardo, a menudo con corona de
plumas y melena leonina. Cumplía las mismas funciones que Tueris, además de ser el patrono
de la música, la danza y el arte del tocado. Era el dios que mantenía la alegría y la vitalidad.
120

Mesjenet Regía los partos.


Las siete Hathores, señalaban el destino.
Tueris o Taweret Patrona de las mujeres embarazadas, protectora y defensora contra los malos
espíritus; se le representaba con cuerpo híbrido de hipopótamo y mujer, rostro de hipopótamo,
patas de leona, manos de mujer y cola de cocodrilo. Su animal sagrado era el hipopótamo
hembra gris blanquecino

Junto a sus dioses principales los egipcios adoptaron otras divinidades, hasta el punto que
algunos personajes que se habían distinguido por algún hecho importante fueron deificados,
como Imhotep317; quien fue honrado como un dios menor dotado del poder de curación, cuyo
culto tuvo gran popularidad durante el período de influencia griega en Egipto. En los primeros
siglos a. de C., el faraón a veces fue considerado como dios, al que dirigían sus miradas como al
“buen dios”318; una de las contradicciones de la religión egipcia fue la de considerar al faraón
tanto como dios y sacerdote supremo.

Adoraban a semidioses o genios; eran dioses de modesta categoría nacidos de reliquias de


religiones desaparecidas, deidades que estaban más relacionados con la vida diaria del pueblo;
no tenían un santuario propio y carecían de “importancia en las lucubraciones teológicas”319.

Según el lugar y el momento histórico, los animales constituyen un aspecto importante en la


religión, ya que rendían culto a algunos de ellos que consideraban encarnaciones de dioses;
durante gran parte de la historia egipcia los templos mantuvieron con verdadero lujo animales
vivos identificados con los dioses, entre los que cabe nombrar el toro o buey Apis encarnación
de Ptah en Menfis; Mnevis, encarnación del sol en Heliópolis; bukis, encarnación de Montu en
Hermontis; el carnero, encarnación de Amón en Tebas, de Jum en Elefantina y de Harsefes en
Heracleópolis; el chivo, encarnación de Osiris en Busiris y Mendes; en la alberca del templo de
Cocodrilópolis había un cocodrilo que representaba a un dios del sol, la tierra y el agua,
considerando a este animal como encarnación de Sobek en Fayum; la gata, símbolo de la diosa
de la alegría y el amor, encarnación de Bastis en Bubastis.

Hacia el final de la historia del Antiguo Egipto la mayoría de las especies animales fueron
consideradas sagradas, en conexión a los dioses a quienes representaban, llegándose hasta
considerar sagrados a todos los miembros de esas especies320, como gatos, ibis, perros,
cocodrilos y babuinos, llegándose hasta momificarlos y sepultarlos en grandes monumentos,
siendo un caso particular cuando en ciertos lugares se escogía a un toro con algunos rasgos
distintivos, se le introducía en el templo donde era objeto de cuidados extremos durante toda su
vida y al morir era momificado y enterrado con ritos solemnes.

Para los egipcios sus dioses tenían las mismas necesidades e instintos que los humanos, por lo
que las fiestas y los cultos diarios se orientaban a cubrir esas necesidades; en el ritual, el día
comenzaba despertando al dios con un coro, se le despojaba del vestido de noche, se le lavaba,

317
Visir del faraón Djoser (hacia el 2680 a. de C.). Escribió un tratado sobre medicina, un libro sobre sabiduría y
constructor de la primera pirámide, la de Sakkarah.
318
Pocos de los faraones vieron su estatua colocada en el santuario de un templo como objeto de culto.
319
DRIOTON, Etienne; CONTENAU, Georges; DUCHESNE, J; GUILLEMIN. Las Religiones del Antiguo
Oriente.
320
“... pero hay que distinguir que no eran dioses en sí, y que eso fue al disgregarse la teología egipcia y difundirse
multitud de supersticiones.” CANSECO VINCOURT, Jorge op. cit.
121

se le vestía y alimentaba, estando ya así preparado para recibir a los visitantes, pronunciar sus
oráculos y realizar otras actividades. Durante el día recibía otras ofrendas de alimentos y en la
noche era puesto en la cama dentro de su santuario. Esta rutina diaria era interrumpida durante
las fiestas, algunas breves, que consistían en una sola ofrenda especial y una procesión por el
interior del templo; otras comprendían largas procesiones por la orilla del Nilo hasta el templo
de otro dios.

En el caso de Amón, era llevado en procesión en barca por el río desde su gran templo nacional
en Karnak al pequeño santuario de Luxor, que era considerado como su hogar en el que
permanecía varios días en compañía de su esposa Mut, para retornar después por su camino
procesional. Hathor viajaba 170 kilómetros en barco desde su templo en Denderah hasta el
templo de Horus en Edfú, visita que se realizaba cada año.

Durante festividades en las que se realizaban procesiones, ya fueran en la ciudad o a lo largo del
río, el pueblo se alineaba en el trayecto para aclamar y adorar a la estatua del dios, por tanto era
día de descanso, ya que algunos hacían largas peregrinaciones para poder asistir a la
ceremonia321; lamentablemente solo se conoce el nombre de algunas de estas fiestas como el día
de las cebollas olorosas, desconociéndose qué rituales se realizaban en ellas.

Es de lamentar que las estatuas de estos dioses no se hayan conservado322; en las ceremonias
eran llevadas, ocultas a los ojos del pueblo, en relicarios de madera policromada colocados en
andas que tenían la forma de barco, cargadas en hombros de varios costaleros. Para las
procesiones por el Nilo, el dios viajaba en embarcaciones especiales de madera, cuyo diseño
semejaba las primitivas barcas de caña, hecho que supone el origen de estas ceremonias en
tiempos remotos.

En teoría era el faraón quien fungía como sacerdote en las ceremonias religiosas, como lo
atestiguan todos los relieves de los templos, donde aparece haciendo las ofrendas, más éstas las
hacían sus representantes.

Los sacerdotes eran los depositarios de la cultura intelectual; la magia legítima o “blanca” había
sido el coto tradicional de los sacerdotes letrados. En el período tardío los sacerdotes asimilaron
una mayor importancia cultural, y una mayor influencia sobre el pueblo a nivel político.

Inicialmente el sacerdocio fue un oficio realizado por los dignatarios locales, hasta llegar a
constituirse un sacerdocio profesional, revistiendo tal importancia que en determinados perídos
de debilidad del poder del faraón el sumo sacerdote de Amón o de cualquier otra deidad
importante llegó a ser el verdadero soberano de Egipto.

Existió una rigurosa jerarquía sacerdotal, con sus respectivos grados y títulos, en la que no
estaban excluidas las mujeres, numerosas personas estaban al servicio de los templos, desde los
coristas y bibliotecarios hasta los cocineros y jardineros.

En su servicio a cualquiera de los dioses, los sacerdotes de todo el Valle del Nilo ejecutaban un
complicado ritual matutino que cambió poco desde la época del Imperio Antiguo.

321
Existen referencias de setecientos mil peregrinos reunidos para una festividad.
322
Seguramente ornamentadas con gran riqueza, eran de piedra o de un metal precioso.
122

Después de tomar en la alberca sagrada un baño de purificación al amanecer, entraba por las
puertas del templo un grupo de unos 12 sacerdotes que, marchando en fila por un patio abierto,
penetraban en el templo propiamente dicho. El público podía observar la procesiín a través del
atrio, pero no podía traspasar el umbral. Una vez dentro del templo, el sacerdote de más alto
rango se aproximaba al santuario y rompía los sellos de arcilla que cerraban sus puertas. En el
momento que el Sol lanzaba sus primeros rayos por el horizonte, el sacerdote abría las puertas
para que se viera la efigie del dios, figura semejante a una momia y poco más pequeño que un
hombre. Postrándose ante él, se levantaba después, entonaba oraciones y purificaba el aire con
incienso. Más tarde sacaba la imagen del nicho, la desvestía, la limpiaba, le ponía nuevas
vestiduras, la perfumaba y la volvía a colocar en su lugar. Por fin ofrecía al dios alimentos y
bebidas. Al terminar la ceremonia, el sacerdote volvía a sellar el santuario y se marchaba,
borrando cuidadosamente al mismo tiempo sus huellas y cualquier otro indicio que hubiera
podido dejar de su presencia allí.
Estas ceremonias diarias variaban en la época de grandes festividades, cuando sacaban de sus
templos a las imágenes de los dioses, con todo el boato y acompañadas por un cortejo, y las
llevaban por el campo. Se consideraba que el festival servía de entretenimiento tanto para los
dioses como para el pueblo, y era la única vez que se permitía al pueblo acercarse a las
divinidades para verlas pasar por las calles.

Había muchos festivales, pero quizá el más espectacular era el que se celebraba en honor de
Amón durante la época de la inundación. En pintoresca procesión de todos los sacerdotes, se
llevaba al dios desde su templo de Karnak hasta las orillas del Nilo, donde se le embarcaba en
una lancha sagrada para conducirlo, río arriba, al templo de Luxor. Allí estaba durante casi un
mes, para volver después a Karnak con la misma pompa. Otras celebraciones solemnes tenían
efecto en Abidos, lugar de las tumbas de los primeros faraones y, para muchos egipcios, sitio
donde estaba enterrada la cabeza de Osiris. La ciudad era meta de una peregrinación popular.
Todos los egipcios que podían hacerlo acudían allí para asistir a la reconstrucción del mito de
Osiris.

Los sacerdotes que oficiaban los servicios se ordenaban por jerarquía descendente a partir del
faraón, cuyos delegados eran. En teoría, todas las promociones sacerdotales dependían del
monarca, quien nombraba a voluntad los sacerdotes. Durante la época del Imperio Nuevo no fue
infrecuente que una persona buscara seguridad para toda la vida comprando un cargo sacerdotal,
al que iban aparejadas muy buenas rentas.

Sólo los pocos sacerdotes autorizados a entrar en el sancta sanctorum del templo y a ayudar en
el divino aseo, dedicaban todo el tiempo al servicio del dios. Había otros sacerdotes de categoría
inferior, que eran los especialistas: astrólogos, eruditos, lectores de textos sagrados, escribas,
cantores y músicos. Servían por turnos, abandonando sus actividades profanas para vivir en el
recinto del templo un mes de cada cuatro años. El bajo clero también prestaba servicio por
turnos, y estaba encargado de llevar los objetos sagrados, interpretar los sueños y vigilar a los
artistas que trabajaban en los templos.

En su período de servicio, tanto los especialistas como los sacerdotes menores llevaban una vida
de pureza monástica. Se afeitaban todo el cuerpo (hasta las cejas y las pestañas), se lavaban con
frecuencia y se abstenían de todo comercio carnal. Como los sacerdotes varones de cualquier
sociedad, los de Egipto se distinguían de otros ciudadanos por su forma de vestir: un paño de
123

lino blanco enrollado en la cintura que desde los tiempos predinásticos jamás sucumbió a los
cambios de la moda. Cuando no estaban de servicio, tanto los especialistas como el bajo clero
observaban las mismas costumbres que todos los demás ciudadanos.

Las mujeres servían parcialmente como sacerdotisas y algunas desempeñaban las mismas
funciones que los sacerdotes. En su caso, durante la dinastía XVIII, el faraón dispuso que la
reina realizara los oficios religiosos más eminentes del país: los del segundo sumo sacerdote del
dios Amón en Karnak. Pero en términos generales, las sacerdotisas se limitaban a llenar las
funciones del canto y la música.

La época del Imperio egipcio se señaló por cambios que influyeron en casi todas las costumbres
antiguas del país, incluso en las relativas a la religión y a los faraones. En los días del Imperio
Antiguo el faraón había sido la única e indiscutible fuente de la palabra divina. Cuando fueron
creciendo en número los dioses nacionales -y con ellos el complicado aparato del sacerdocio-
menguó la autoridad divina del monarca, a la par que crecían la riqueza y el poderío de los
sacerdotes, que llegaron a ser los hombres más ricos y más poderosos de la nación. Esta fue la
situación que prevaleció en la segunda mitad de la dinastía XVIII, cuando el faraón Akhenatón,
introdujo su herética revuelta contra el gran dios Amón, principal deidad de la época y trató
imponer a Egipto un nuevo dios y una nueva forma de culto.

LITERATURA EGIPCIA
A lo largo de las riberas del Nilo, y sobre todo en los marjales del Delta, crecía profusamente el
papiro, de cuyo tallo se obtenía un excelente papel, que fue el más práctico y mejor medio para
escribir que tuvo el mundo antiguo323, infinitamente más fácil de manejar que las tablillas de
barro, ligero y que se podía enrollar; con las fibras retorcidas se hacían excelentes cuerdas, tanto
así que muchísimas de las embarcaciones que navegaban por el Mediterráneo llevaban cordajes
de papiro egipcio; todas las lanchas pequeñas y muchas de las embarcaciones que surcaban el
Nilo estaban construidas con manojos de tallos de papiro; además esta planta servía para hacer
cestas, cajas, esteras, sandalias, cribas y banquillos.

El nombre “jeroglífico” viene del griego que significa “grabado sagrado”324; en sus orígenes,
cada jeroglifo representaba una palabra o una frase completa, sin embargo cuando se
perfeccionó este tipo de escritura la mayoría de los signos toman valores fonéticos; se usaban
para representar sonidos y, junto con otros jeroglifos para deletrear palabras que nada tenían que
ver con las imágenes pintadas325. Tenían 24 jeroglifos, uno para cada uno de sus diferentes
sonidos consonanticos y añadieron otros que representaban agrupaciones de consonantes; así se
aproximaron a un alfabeto, pero como les faltaban las vocales, nunca llegaron a dar el último
paso a la escritura alfabética; en su escritura entonces mezclaron jeroglifos representativos de
sonidos con aquellos que representaban ideas.

Los jeroglifos más antiguos datan del 3100 a. de C. aproximadamente, constituyendo una
escritura plenamente desarrollada; la última inscripción conocida puede fecharse en el año 349
d. de C., cuando Egipto ya hacía tiempo era provincia romana.

323
Los egipcios exportaban hojas hechas del papiro y mantuvieron un lucrativo monopolio de esta mercancía hasta
aproximadamente el siglo XII d. de C., cuando empezó a desplazarlo el papel hecho de trapos y pulpa de madera.
324
Probablemente porque los viajeros griegos lo vieron por primera vez en los templos.
325
Como si nosotros para escribir la palabra soldado usáramos los dibujos de un sol y de un dado.
124

Los jeroglifos fueron suficientes mientras la mayoría de la escritura se tallaba en la piedra, pero
cuando se les ocurrió a los egipcios usar otros materiales para escribir, inventaron otros dos
modos más fáciles de escritura a partir de los jeroglifos; el primero fue la escritura hierática o
“sacerdotal”326, casi tan antigua como la jeroglífica y que es una forma simplificada de esta
última, a propósito para escribirla rápidamente con un pincel sobre una tablilla o con una pluma
de junco sobre el papiro. La segunda forma de escritura fue la llamada demótica o “popular”,
más refinada y esquematizada que la escritura hierática; apareció bastante tarde, hacia el 700 a.
de C., y sobre todo se usaba en cartas y registros. Al igual que la hierática, se utilizaba
principalmente en papiros.

Con la revolución de Akhenatón, aunque los textos se siguieron escribiendo en el idioma


egipcio clásico, empezó a deslizarse en sus párrafos el lenguaje vernáculo. Casi todos los retos
hallados son relatos de la creación, relatos de los hechos de los dioses, colecciones de aforismos
y observaciones acerca del estado del mundo.

Encontramos en Egipto, junto a los mitos, himnos y plegarias a los dioses muy parecidos a los
Salmos del Antiguo Testamento, siendo de gran importancia los libros sapienciales327 que
contienen desde consejos prácticos y morales hasta reflexiones teológicas generales sobre la
naturaleza de la vida, en los que se exhorta a vivir según un código moral y ético dictado por
una religiosidad personal, ya que es el camino para ser respetado por sus congéneres y por ser
grato “al dios”; también formulas mágicas en las que invocaban a los dioses para pedirles
protección y ayuda contra toda clase de visicitudes; por tanto pueden calificarse como religiosas.

El Libro de los Muertos, al que nos hemos referido con anterioridad, nos muestra la concepción
egipcia del mundo de ultratumba Los egipcios pretendían que este “Libro” estaba inspirado por
el propio Thoth y en el Conjuro I es este dios quien habla por la boca del difunto, quien revela la
voluntad de los dioses.

En las primeras épocas el rito mortuorio fue privilegio de los reyes o altos funcionarios y pronto
se trasladó a todas las capas sociales, y así “...todo ser normal ambicionaba poseer las
“Palabras de Potencia”, las fórmulas para devenir un dios, para sobrevivir en la tumba.”328
Con este repertorio de sentencias el kha del difunto no olvidaba su nombre de eternidad y con
ellas podía nombrar los cuatro cántaros de la diosa de los torbellinos de Elefantina, identificar el
aliento de la Víbora del Valle y las 37 formas que tomaba el sol todas las noches en el mundo
inferior antes de resucitar bajo la apariencia de un escarabajo al filo del horizonte; mediante
estas plegarias evitaban que sus cuerpos se corrompan y su kha podrá resucitar ante los dioses
justos; recitar las letanías de las confesiones negativas, pronunciar las palabras “que abren
puertas”, escapar de las divinidades solapadas armadas de cuchillos que aprietan sobre sus
vientres para hacer estallar sus vísceras o como hace Shesmu “devoran el poder mágico de las
palabras” y así podrán no temer a los dioses que osan desafiar a los Grandes del cielo.
“El cuerpo del volumen consiste en un vasto monólogo del difunto, que dirige tanto a sí mismo
como a los dioses y entidades del Más Allá. Como todos los textos de origen oriental la
repetición es una de las claves de la transmisión oral de las ideas. La actitud del recitante (el
difunto) es, en general, la de un visionario: las visiones suceden a las visiones, y donde una

326
Su nombre es erróneo, ya que también se usó con fines seculares además de los religiosos.
327
Como el libro de los Proverbios de la Biblia.
328
LAURENT, A op. cit.
125

cierta incoherencia no está jamás ausente. De las preocupaciones prosaicas (bienes, comida,
bebida) se pasa a sublimes elucubraciones sobre la Eternidad y el Absoluto. Algunos pasajes
son dramáticos, otros patéticos, pero todos imbuidos de una profunda religiosidad.”329

- Los primeros conjuros330, del I al XIV, preparan a los difuntos para las ceremonias funerarias
durante las cuales las “momias iluminadas” penetrarán en el otro mundo.
- El conjuro XV evoca la creación del mundo.
- El conjuro XVII constituye uno de los principales himnos de adoración que debían
pronunciarse cuando el difunto penetraba en el Amenti; revela que únicamente los dioses saben
de donde viene y adónde va el hombre. Es uno de los textos más antiguos del Libro de los
Muertos.

- En los conjuros XXI a XXX se exponen los medios y fórmulas que permitirán al difunto
adquirir una nueva memoria, encontrar los “poderes de su boca en la Divina Región Inferior”, y
escapar de los sortilegios de los dioses de Heliópolis que disputan entre sí por “arrancarle el
corazón del fondo de sus entrañas”.
- El conjuro XXVI le recuerda que debe recitar ante las Puertas del Cielo “para que Anubis
afirme sus piernas”.
- El conjuro XXX evoca lo que será un primer juicio, que hallará su total desarrollo en el
CXXV, que en cierto modo es una repetición de la psicostasia.
- Los conjuros XXXI a XLI serán recitados por el sacerdote para que el difunto sepa luchar
contra los ocho demonios de cabeza de cocodrilo que se alimentan de deyecciones y escupen
fuegos devastadores, por lo que es absolutamente necesario que el difunto pueda conservar los
hechizos maléficos de que ha sido provisto, y debe gritar sus plegarias para espantar a los
espíritus maléficos que le acechan, debe saber resistirse y prometer vengarse.
- Los conjuros XLII al XLVII tienen por objeto la “divinización de los miembros del difunto”:
“Mi columna vertebral será la de Seth; mi falo, el falo de Osiris”. Es importante que el difunto
conozca bien las letanías que le explicarán que su cadáver no habrá de pudrirse ni será
despedazado como lo fue el cuerpo de Osiris, sino que se convertirá en “un cuerpo espiritual
capaz de elevarse hacia la luz”.
- Los conjuros XLVIII y XLIX repiten los conjuros X y XI.
- Los conjuros L a LXIII son los sortilegios gracias a los cuales el alma vuelve a encontrar “el
soplo de vida” y ve abrirse ante ella las puertas de la tierra y el cielo, y también las aguas de los
Nilos celestes que son la morada de Osiris: “Haz que yo esté en posesión del agua”.
- Los conjuros LXIV331 a LXXV cuentan cómo el alma “se elevará hacia el sol”, cómo se
rejuvenecerá en el seno de Isis, cómo renacerá en el espacio celeste “que es su madre”, y cómo
será admitido a residir con los dioses de Heliópolis que están en el cielo. El conjuro LXXII se
copiaba sobre el féretro, el que explicaba cómo arreglárselas para no perderse por los caminos
del mundo inferior.
- En los conjuros LXXVI a C se recomienda al difunto que escoja las “fórmulas de
transformación” que le permitirán metamorfosearse; podrá ser el Halcón de Horus o el Espíritu
luminoso de las Regiones Frías; será calor o luz y será vibración en la eterna vibración cósmica.

329
LAURENT, A. op. cit.
330
A. Laurent, op. cit., aclara que la palabra “ra-u” traducida generalmente por los egiptólogos como capítulo,
significa en realidad encantamiento, sortilegio o conjuro, y siguiendo a este autor los denominaremos así.
331
Este conjuro, referente a la salida del alma hacia la luz del día, fue encontrado en tiempos del faraón Micerinos,
Men-Kau-Ra, en la ciudad de Kheme-nú, bajo los pies de la estatua del dios Thot.
126

Estas fórmulas de transformación serán salmodiadas por el recitador para que el alma del
difunto sea capaz de adquirir una nueva sabiduría, para que sepa presentarse ante el Tribunal
que la justificará entre los Bienaventurados o la arrojará en el universo de los réprobos, para que
pueda ocupar un sitio en la barca solar de Ra, para que sepa pasar por la serpiente que simboliza
“el Doble de la Vida de los dioses”, y que doce mujeres remolcan en el mundo inferior: “El
alma penetrará en el cuerpo de la serpiente por la cola, que apunta hacia el lado de las tinieblas,
y saldrá por su boca, que está siempre del lado de la luz.”; de este modo, después de haber
“atravesado” la serpiente, símbolo de la eternidad y de la reencarnación, podrá adquirir nuevos
poderes mágicos; cuando el difunto penetre en el otro mundo, verá por todas partes las huellas
de los “cataclismos de otro tiempo.”332
- Los conjuros CI a CXXIV contienen sortilegios que serán dichos para facilitar al difunto el
conocimiento de los Libros secretos de Thot, escriba de los dioses, y el de los misterios de
Occidente; para que pueda atravesar los “Siete Peldaños de la Luz” antes de encontrarse ante la
Puerta de Ro-Setau, que es el reino de Osiris.
- El conjuro CXXV es el famoso juicio y el acto de pesar el alma ante los Señores de la Justicia
y de la Verdad del divino Tribunal, ante los Siete Luminosos, los Siete Espíritus, ante Osiris, el
gran Juez, ante los cuatro hijos de Horus, ante los dioses protectores del Amenti, ante los jueces
que ocupan un asiento detrás de Osiris. Es el momento de su confesión purificadora, de la
confesión negativa; ante los 42 dioses armados de cuchillos, ante Thot y ante Anubis, el difunto
se golpeaba el pecho y decía dirigiéndose a cada una de las 42 divinidades que integraban el
Jurado: “Puedo asegurar que he dedicado mi vida a realizar el bien, y sin mentiros, oh dioses
eternos y bienamados, puedo pronunciar mi elogio, porque he sido el mejor entre los mejores.
He alimentado a los escuálidos, dado agua a aquellos que tenían sed en mi jornada; he
prestado mi barco de pesca a los que no tenían nada. ... (Por Heliópolis, no he pecado en
absoluto! (Por el portador de las llamas de Kher-úua, no he robado en modo alguno! (Por la
nariz de Hermópolis, jamás he engañado! (Por el Devorador de sombras, nunca he matado
hombres! (Por la Doble leona del cielo, jamás se me ocurrió robar ganado! (Por el
quebrantador de osamentas de Heracleópolis, nunca me dediqué al pillaje de la fortuna del
templo! He dado sepultura a mis padres. No he reducido a servidumbre a la hija de ninguno de
mis servidores. He alimentado a los buitres del cielo que son animales sagrados. Desde que
nací, no he sido golpeado ni una sola vez ante un magistrado y en modo alguno he trazado
signos que hubiesen podido aterrar el alma de un muerto, ni signos cuya imagen pudiera
evocar cosas impuras. ... Sed alabados, oh dioses que reconocéis el olor de aquel que viene de
la tierra de Egipto y que se muestra ante vosotros después de haber sido embalsamado y
sepultado, así como ungido con la pomada mágica que favorece el desdoblamiento,
permitiendo al ser interior salir del ser aparente, después de haber sido purificado como lo fue
el fénix de Heracleópolis, que es el alma de Ra. Alabados seáis, oh dioses de envoltura osiriaca
que estáis tras las puertas del Amenti, vosotros que sabéis reconocer a aquellos cuyos
miembros se pudren y corrompen por haber masacrado a sus semejantes, o haber robado
animales en el patio de los templos, o haber sido impuros en la soledad o haber contaminado
las aguas del río. (Sed eternamente alabados, espíritus divinos, espíritus cinocéfalos! Antes de
comparecer ante vosotros, yo, que estoy muerto y recién nacido, he visto que mi cuerpo ha sido
lavado y envuelto en vendas y mis ojos embadurnados de antimonio. Vosotros sabéis que no he
roto el huevo en formación, ni jurado por el macho cabrío de Mendes, ni pronunciado el

332
En el Libro de los Muertos a menudo se trata de las “guerras en el cielo”, que precedieron “al hundimiento de los
mundos”.
127

nombre de Ptah-Ttenen en Abidos, (sálvame! Cobijadme junto a vosotros, porque mi alimento


es puro, mi corazón es puro, mis manos son puras, y aquellos que ven dicen: “Sé bienvenido, oh
tu que eres puro, y que tu alma esté en paz en el mundo inferior ... Sé bienvenido, porque has
lavado tus vísceras en el lago de Maat y puedes presentarte, oh tu que eres puro, ante Osiris, el
toro del Amenti, ante Osiris Neberdjer, ante Osiris Djedi, cuya columna vertebral es el eje del
universo.”

Después de haber escuchado la confesión negativa del difunto, Thot y Anubis consultan la
balanza, saben que el difunto ha depositado los panes rituales, la cerveza, las patas de un toro
bermejo, las cuatro escudillas de sangre y las cuatro de leche de una vaca blanca sobre la mesa
de las ofrendas, ha hecho colocar en su cuerpo el amuleto udjat en lapislázuli o en jaspe y el
brazalete de flores ankham, ha pedido que se le enciendan los doce fuegos sobre los altares, que
le han copiado sobre su féretro el conjuro LXXII del Libro de los Muertos, que no ha olvidado
depositar una estatuilla representándole en la proa de la barca solar decorada con imágenes
pintadas de los Espíritus guardianes de la ciudad, y que ha ordenado untar una barca verde de
porcelana con aceite de cedro, y si los platillos de la balanza se equilibran, teniendo uno de ellos
el corazón del difunto, que es la sede de su voluntad lúcida y la de su conciencia moral, y en el
otro la pluma de Maat, la pluma de la verdad, entonces Thot se vuelve hacia Osiris confirmando
el veredicto de justicia; entonces el muerto se hacía Maa kheru, justo y justificado, había llegado
a ser Osiris e iba a ser luminoso como Osiris renaciendo en Ra. Es el momento de su
resurrección oficial y de su ascención, cuando se le abría ante ellos las puertas del Oeste y
podrán salir a la luz del día con una copia del conjuro XX atada al cuello para ir a refrescarse al
borde del Nilo bajo los sicomoros y para alegrarse con lo que ha creado Nut, la diosa del cielo;
su corazón, que había poseído cuando vivo, no había testimoniado en absoluto contra él ni le
había abrumado en modo alguno ante los dioses, y así, en adelante y tanto como durase la
eternidad el muerto pesado, intacto y sin menoscabo, podía dirigirse allí donde quisiera, a la
tierra de los vivos, a las doce regiones del mundo inferior, o bien a las profundas vías lácteas,
podía ir hacia Abidos donde se le permitiría contemplar el rostro de los dioses de Egipto, y Maat
podía hacer pasar para siempre su fluido mágico por la espina dorsal del difunto, así como
abrazar las carnes de su espalda y de su pecho, impregnarlas de su aliento.

Hasta este momento el alma del difunto, el kha o su doble, se había limitado a entrever los
Campos Elíseos, pues todavía no había penetrado allí; después de su justificación ante el
Tribunal de los dioses, podrá ser integrada en el universo celeste, el de los Bienaventurados, y
ser llamada por su nombre de eternidad, el único auténticamente suyo, y su naturaleza será igual
a la de los dioses.

- Los conjuros CXXVI a CXXXIX recuerdan las fórmulas que deben decirse en el momento de
la purificación del alma, cuando se convierte en Osiris, cuando alcanza la perfección definitiva,
aquella que será eterna en el tiempo y en el espacio, cuando se fusione con la luz en la luz
creadora, cuando “se regocije en el seno de su propia luz” y sea incorruptible, y cuando por ella
el difunto “resplandezca en el cielo de la Morada de Osiris”.
- El conjuro CXC, que es el último, trata del perfeccionamiento del Espíritu divinizado en el
seno de Ra y lo magnifica cerca de Osiris, haciéndolo poderoso cerca del Señor del Amenti y
digno de veneración cerca de las Jerarquías de los dioses; revela los secretos de las Moradas
misteriosas de la Duat y sirve como guía de iniciación a los misterios del mundo inferior. “Al
recitar este Libro, no te dejes ver por ningún ser humano, salvo por aquellos que te son
queridos y por el sacerdote Kher-Heb ... Enciérrate en una pieza tapizada de tejidos
128

estrellados. Entonces el Alma de todo aquel difunto por quien hayan sido recitados estos
últimos textos podrá circular entre los vivos, a plena luz del día; será poderosa cerca de los
dioses ... y los dioses, después de examinarla, reconocerán en el difunto a su igual ...”333

Uno o varios conjuros del Libro de los Muertos eran depositados en el sarcófago de la momia al
mismo tiempo que los amuletos. Ciertos conjuros hacían alusión a terribles secretos que estaba
prohibido revelar a ningún hombre, “porque aquellos que no han sido iniciados no pueden
conocer de ningún modo las cosas ocultas, ni la fórmula de la morada escondida”.334

“Toda la atención del hombre está sujeta a su vida futura, y son precisamente estos conjuros
los que indican el camino a seguir. Todo es caótico allí: el triunfo al lado del terror, de la
barca de Ra a las tinieblas del Duat, de los Campos de los Bienaventurados a la constelación
del Anca [...]

“El antiguo Egipto estaba fascinado por el Misterio de la Muerte. El Universo todo es un gran
sarcófago, inmenso, cósmico. En el centro se encuentra Osiris, muerto y momificado, derrotado
por las fuerzas del Mal. Sólo los otros dioses actúan, veneran a Osiris, vengan a Osiris, pero
son arrastrados por los peligros y ha veces “mueren”. Las diosas viven sollozando y
lamentándose. Una atmósfera lúgubre, funeral se extiende sobre toda la vida egipcia.

“Las fuerzas del Mal triunfan. Por cierto Isis y Neftis, Hathor y Neith protegen al mundo, pero
Isis, la diosa principal está viuda, y por ende todo iniciado, todo egipcio, está desprotegido,
abandonado...”335

Dos obras en prosa que destacan y que fueron compuestas tal vez en los caóticos años que
transcurrieron entre el Imperio Antiguo y el Imperio Medio, son:
- Las protestas del aldeano elocuente: “El aldeano quejoso había sido despojado por alguien
con buenas relaciones en la corte, y se quejaba al mayordomo principal del palacio. El
mayordomo, cautivado por la elocuencia del campesino, lo escucha mientras hace nuevas
sdplicas, y después le devuelve la hacienda que le habían robado. La importancia del relato
está en el hecho de que se concediera libertad de expresión al humilde campesino y se obligara
al ladrón -hombre de clase más alta- a restituir lo rodado. Estas circunstancias indican un
despertar de la justicia social (idea inconcebible en tiempos del Imperio Antiguo).”

- Las admoniciones de Ipuwer: “... es la obra de un sabio con humor melancólico. Se quejaba
de la pérdida de las antiguas costumbres y se atrevía a reprochar al monarca que no hubiera
sabido mantener el orden. Decía que el faraón es “el pastor de todos los hombres ... Autoridad,
Percepción y Justicia están en tí, pero es confusión lo único que verás por todo el país”.”

El narrativo es el género de prosa en que los autores egipcios alcanzaron la mayor perfección,
siendo un ejemplo La historia de los dos hermanos, “... escrita hacia finales del Imperio Nuevo,
promete, al principio, ser el paralelo egipcio de la historia bíblica de Putifar y José. En la
versión egipcia, la esposa del hermano mayor trata en vano de seducir a Bata, el hermano más
joven. Como la historia de la Biblia, el inocente resulta castigado porque lo acusó la

333
Traducción de G. Kolpaktchy en CHAMPDOR, Albert op. cit.
334
El entrecomillado pertenece a Albert Champdor op. cit.
335
LAURENT, A. op. cit.
129

despreciada mujer. Sin embargo, después de un comienzo vivaz y picante, la narración se


pierde en un maremágnum de fantasías mitológicas que sólo un egipcio sería capaz de
saborear.

“Del período inmediatamente posterior a la decadencia del Imperio Nuevo procede una
narración única cuyos merecimientos pocos pondrán en duda: El viaje de Wenamon. Esta obra
tiene las cualidades del buen relato, está llena de acción y es tan realista que nos hace vivir en
el mundo del siglo XII a. de C. La historia, escrita en forma autobiográfica, narra las pruebas y
tribulaciones de un sacerdote ridículamente arrogante, a quien mandan a Siria para que
compre troncos de cedro destinados al bote divino del dios Amón-Ra. Aunque Egipto ya no era
entonces una potencia de primera categoría, Wenamon se comportaba como si hubieran vuelto
los primeros días de Thutmés III. Las tribulaciones del pobre hombre empezaron cuando su
barco tocó un puerto palestino y le robaron. Después de resolver el apuro en que se hallaba
recurriendo al sencillo expediente de robar a algún otro, empezó a ir de mal en peor. Celebró
una humillante entrevista con el Príncipe de Biblos, que tenía madera para vender: tuvo que
esperar durante meses que su patrono le entregara el pago que el despiadado vendedor insistía
en recibir antes de la entrega; después salió con su precioso cargamento y eludió a una
cuadrilla de marineros que le exigían parte del producto del robo que había cometido. Aunque
escapó de ellos, sólo consiguió naufragar en Chipre. En este momento se interrumpe la
historia, porque se ha perdido el resto del papiro en que está narrada.”

Sinuhé el Egipcio es una excelente novela histórica referente al Imperio Medio; “... entre sus
virtudes se encuentra el veraz reflejo del clima político de la dinastía XII y el retrato de la
apasionada fidelidad que sentía el egipcio por su tierra natal. Dice cómo Sinuhé, cortesano
muy encumbrado, salió del país después de que el faraón fue atacado y muerto por unos
conspiradores. Probablemente Sinuhé no estuvo entre los asesinos, pero de todos modos huyó;
fue a Siria, donde prosperó mucho. Sin embargo, se sentía desdichado porque, como todos los
egipcios, consideraba que Egipto era el único lugar digno de vivir en él; y cuando, ya en su
vejez, le permitió el nuevo faraón volver a Egipto, se sintió lleno de gozo ante la idea de
reposar en una tumba en su tierra. La obra tiene algunos aciertos: por ejemplo, la animada
descripción de cómo recibieron a Sinuhé en la corte y del alivio que sintió al despojarse de las
pesadas vestiduras sirias para ponerse los cortos y frescos linos de Egipto.”
La literatura sapiencial336, fue el género favorito de las letras egipcias, y popular durante todos
los períodos. La instrucción del rey Merikaré “... contiene los consejos dados al nuevo monarca,
donde se revela un claro concepto de las obligaciones del gobernante; insiste en que hay que
valorar al hombre por su capacidad y no por su nacimiento.

La obra más fascinante de este género es la Instrucción de Amenemopet relativamente tardía,


escrita en algún momento de la época posimperial. Aconseja la humildad y la resignación,
actitudes que nacieron con la decadencia del Imperio Nuevo, cuando ya se había desvanecido
la confianza del egipcio en sí mismo. Tiene trozos tan sumamente parecidos a algunas partes
del Libro de los Proverbios, del Antiguo Testamento, que su relación mutua es indudable.
Amenemotep empieza con las palabras siguientes: “Presta tus oídos, oye lo que se dice, pon tu
corazón para que les entiendas.”337.”

336
O concejos que da algún sabio maduro a un hombre joven, que durante el Imperio Antiguo eran todos de tipo
práctico e inmediato, cambiando el tono de este género literario para el Imperio Medio
337
Proverbios XXII,17 dice “Acerca tu oído y escucha mis palabras, y aplica tu corazón para entenderlas.”
130

Algunas de las obras literarias más bellas de Egipto las encontramos en el campo de la poesía
lírica, especialmente durante el Imperio Nuevo, que produjo, con su espíritu mundano, una
poesía encantadora y llena de sentimiento. “He aquí el anhelo lírico de un amante que no ha
podido ver durante una semana entera a su amada, a quien llama “su hermana”:

Ayer hizo siete días que no te he visto,


hermana,
y el mal me ha invadido.
Mi cuerpo se ha hecho pesado
y me olvido de mí mismo.
Si vienen los principales médicos,
mi corazón no se contenta con sus remedios;
en los sacerdotes lectores no encuentro
consuelo:
mi enfermedad es insondable.
Que me digan: “¡Aquí la tienes!”
eso me reviviría:
su nombre levantará mi ánimo;
recibir mensajes suyos y mandárselos,
es lo que reanimará mi corazón.
Me es más beneficiosa la hermana
que cualquier remedio;
para mí es más
que las palabras escritas.
Mi salud está en que llegue de lejos:
cuando la veo, me siento bien.
Si abre los ojos, mi cuerpo rejuvenece:
si habla, me siento vigorizado otra vez;
cuando la abrazo, espanta de mí el mal.
¡Pero se ha separado de mí desde hace
siete días!.”

“A pesar de su limitado sistema de cálculo y su primitiva numeración de las fracciones, los


egipcios hicieron dos aportes de fundamental importancia para la prosperidad. El primero fue
el calendario solar de 365 días. Los babilonios, considerados más adelantados en astronomía
que los egipcios, se atuvieron a un calendario lunar sumamente insuficiente ... los egipcios, ya
desde el tercer milenio a. de C. habían establecido un calendario muy aceptable. Se basaba en
el Sol y tenía doce meses de 30 días, más cinco días por año. Llegaron a ese calendario
observando los movimientos de Sirio, la estrella más brillante del cielo. Una vez cada año Sirio
sale por el oriente un momento antes de la aurora. Los egipcios observaron que ese era el
preludio de la ansiada crecida anual del Nilo, y señalaron el momento como principio de cada
año en su calendario338.

“La segunda contribución importante derivada de las observaciones celestes que hicieron los
338
Cuando en el siglo I a. de C. Julio César quiso mejorar el calendario lunar que se usaba en su época en Roma,
encargó la tarea a un astrónomo de Alejandría; el sabio hizo una adaptación del calendario egipcio, naciendo el
calendario juliano usado en Occidente a partir de entonces durante 16 siglos.
131

egipcios fue la división del día y la noche en 12 partes cada una. Cada sección representaba
1/12 del tiempo transcurrido entre la salida y la puesta del Sol o entre la puesta y la salida; por
consiguiente, la duración de la hora variaba según las estaciones. Los egipcios medían el paso
de las horas con un cuenco de piedra que tenía en el fondo un agujero, por el cual escapaba el
agua a una velocidad determinada. El cuenco estaba marcado con varias rayas que indicaban
la hora en las diferentes estaciones del año. El reloj de agua egipcio, más o menos modificado,
siguió siendo el instrumento más eficiente para medir el tiempo hasta que se inventó el reloj
mecánico en la Europa medieval y se adoptó la hora normal.”339

M. en Arq. César Tenorio Gnecco


Ciudad de México, a 3 de marzo de 2006

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