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1. Datos generales
1.1. Un valle muy fértil
“El Nilo recorre de sur a norte el noreste de África, en una ruta de 6 670
kilómetros. Nace en los lagos de la zona central del continente y,
aproximadamente a la altura de El Cairo, cerca ya del mar Mediterráneo, se
abre en numerosos brazos, formando un amplio delta. En su tránsito, el
territorio egipcio queda dividido en dos regiones:
Bajo Egipto: Es la zona del delta, en el norte de país. Es un área
pantanosa, de tierra arcillosa y rica en minerales. Antiguamente,
gracias a las crecidas, con su carga de sedimentos, esta región era
una de las más fértiles del mundo. Allí, además, adundaba la pesca
y se capturaba numerosas aves, además, en las orillas del Nilo de
esta zona crece el papiro.
Alto Egipto: Es la zona del valle, ene l sur del país. Esta área cubría
una extensión de 800 kilómetros, donde la franja de la tierra
cultivable era más estrecha que en el delta, por lo que el riesgo. allí,
el Nilo corría encajonado entre murallones de piedra y estaba
rodeado por mesetas desérticas a ambos lados.” (Santillana S.A.,
2006)
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“La fertilidad de la franja de tierra que bordea el Nilo y que permitía
mantener a unos siete millones de personas en el pasado, no hubiera sido
posible sin las crecidas del rio. En junio, durante la época más calurosa del
año, las aguas del rio crecían e inundaban las áreas próximas. Cuando en
octubre las aguas se retiraban, dejaban una gran cantidad de limo, es decir,
una capa de lodo cargada de minerales y nutrientes, que enriquecía la tierra
dejándola lista para la siembre. Los egipcios llamaban a esta zona fértil la
“tierra negra” (kemet), en contraste con la “tierra roja” (desheret), el
desierto donde nada podía crecer. Ya que el agua era indispensable para la
vida egipcia, su aprovisionamiento estaba controlado. Así, se castigaba a
los campesinos de que la desviaban en beneficio propio. También se
vigilaba que después de la crecida, la gente no desplazara los hitos que
limitaban sus propiedades para apodarse de más terrenos.” (Santillana S.A.,
2006)
2. El imperio antiguo
2.1. El esplendor egipcio
2.1.1. El Imperio Antiguo
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IV Dinastía. Durante esta dinastía se dio la expansión de Egipto
hacia el sur, hasta la segunda catarata del Nilo. Además, se llevaron
a cabo expediciones a los territorios de Nubia, al sur, y Libia, al
oeste, y se dio un gran impulso al comercio fluvial y marítimo. En
general, se reconoce a esta dinastía como el momento de mayor
esplendor de la historia egipcia, en parte a causa de la construcción
de las famosas pirámides de Gizeh, entre las que destacan las de los
faraones Kefrén, Keops y Micerino.
V Dinastía. Con esta dinastía se inició el gobierno de los sacerdotes
de la ciudad de Heliópolis. El faraón Usekaf unificó todos los cultos
de Egipto e impuso el que habría de ser el principal: al dios Ra, la
divinidad solar. Durante esta dinastía, los faraones dejaron de
construir grandes pirámides y prefirieron tumbas más modestas,
pero importantísimas para el estudio de la historia de Egipto, ya que
cada una de ellas se encuentra decorada con textos religiosos,
literarios y filosóficos del Imperio, así como con escenas de textos
religiosos, literarios y filosóficos del Imperio, así como con escenas
de los acontecimientos más destacados. Casi todas las tumbas se
encuentran en la necrópolis de Saqqara. Esta preferencia por la
construcción de tumbas continuaría en la VI Dinastía.
VI Dinastía. El derroche económico en las construcciones reales
tuvo sus consecuencias para el final del imperio Antiguo. Durante
el gobierno de Pepi II, es Estado perdió poder frente a los
funcionarios y los gobernadores locales de las provincias o nomos,
lo que se reflejó en la construcción de numerosas tumbas privadas.
Esto, junto con una serie de desórdenes climáticos que dieron lugar
a un declive de la agricultura, las cada vez más frecuentes
invasiones de pueblos asiáticos en el norte y las revueltas internas,
genero un periodo de crisis y de anarquía de tipo feudal: el Primer
Periodo Intermedio. El Imperio Antiguo había llegado a su fin.”
(Santillana S.A., 2006)
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“El Primer Periodo Intermedio se extendió entre el 2160 y el 2055 a. C. y
abarco las dinastías VII y VIII, que gobernaron en Menfis; la IX y la X,
que se establecieron en Heracleópolis; y la XI, que tuvo su centro en Tebas.
Esta época se caracterizó por la incapacidad del gobierno central para
controlar los recursos del país, lo que dio lugar a que la monarquía quedara
como un símbolo, desprovista de poder e incluso a que se pusiera en duda
su condición divina de faraón. En general fue un momento de invasiones,
de inestabilidad política y de decadencia económica, todo lo cual configuro
una crisis que se reflejó en el arte en general.” (Santillana S.A., 2006)
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“La arquitectura egipcia estuvo básicamente dirigida a exaltar a los dioses y al
faraón. Así, caracterizadas por su monumentalidad, las construcciones egipcias,
entre las que destacan las del Complejo de Gizeh, tuvieron una función política
y religiosa.” (Santillana S.A., 2006)
“En la orilla occidental del Nilo, a unos 20 km al sur del centro de El Cairo,
nos encontramos con la última representante de las Siete Maravillas del
Mundo, la pirámide de Khufu (Keops para los griegos). Ésta se yergue en
la necrópolis de Guiza, acompañada de las pirámides de Khaefre, su hijo, y
Menkaure, su nieto, y de los recintos funerarios que acompañan a todas
ellas.
El faraón Khufu, conocido antiguamente como Khnum-Khufu, ‘‘El Dios
Khnum me protege’’, gobernó durante el Reino Antiguo, hacia el año 2551
a.C., y su mandato duró unos 30 años. Sucesor e hijo del faraón Snefru y de
la reina Hetepheres I, fue el segundo monarca de la IV dinastía (2575-2465
a.C.).
Su pirámide fue construida después de las tres que se edificaron durante el
reinado de su progenitor, y era conocida por los antiguos egipcios como
Akhet Khufu, ‘‘El Horizonte de Khufu’’.
Como contrapunto a su pirámide, la más grande construida en el antiguo
Egipto, del monarca poseemos únicamente, al menos hasta ahora, una
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pequeña estatua de marfil, de 7’5 cm, descubierta en 1903 en Abidos.”
(Pajares, Egiptología 2.0, 2017)
2.3.2. Kefrén
“De las tres famosas pirámides de Giza (que en realidad son las tres más
sobresalientes de la necrópolis, aunque haya muchas otras que fueron
construidas como satélites), la pirámide de Micerino es la más pequeña.
Mide 66 metros de altura (tras una pérdida de 4 metros), aunque el diseño
inicial era para una edificación de 30 metros, que luego fue ampliada.
También conocida como pirámide de Menkaura, fue ordenada por ese
faraón de la dinastía IV. Puede resultar difícil imaginarlo, pero al momento
de su edificación, la estructura fue revestido de granito rosado (de Asuán,
lógicamente). De modo que su apariencia original era muy diferente de la
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que conocemos ahora. Sin embargo, aún es posible observar fragmentos de
esas hiladas de granito.
Está ubicada en uno de los extremos de la línea diagonal formada por las
tres construcciones piramidales, y en la Antigüedad era conocida como
“divina pirámide”. Su seña distintiva es la gran hendidura que muestra en
uno de sus lados, realizada por saqueadores que, aunque hicieron un buen
intento, no llegaron muy lejos.
El complejo funerario de Micerino está formado, además de esta gran
pirámide, por otras tres pirámides menores, un templo mortuorio, otro
recinto conocido como el templo del valle, y un sendero que une ambas
entradas. Estos últimos tres elementos son análogos a los que pueden
distinguirse en el conjunto de Kefrén.
Contrario a lo que ocurrió en las otras dos grandes pirámides de Giza, en
esta sí fueron hallados restos humanos momificados. En un sarcófago de
basalto, se encontró uno más pequeño de madera, y allí había una momia
que, sin embargo, no pertenecía a Micerino. Pese a ello, los expertos
especulan que el sarcófago de basalto, que se extravió durante un naufragio
cerca de las costas de España, sí había sido construido para el faraón.
Las pirámides subsidiarias cuentan cada una con una capilla, y la más
grande de ellas dejó de cumplir la función de satélite al ser utilizada como
tumba de la reina Jamarernebty II, una de las esposas de Micerino.”
(Rubín, 2009)
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extremo de sus patas delanteras hasta lo que pudiera ser el comienzo del
rabo, es igual a la anchura de un campo de futbol.” (Doreste, 1983)
“Los dioses egipcios fueron las figuras fundamentales para las creencias y
rituales en la sociedad del Antiguo Egipto Estas creencias formaban todo un
complejo sistema de interacción entre dioses y el pueblo civil, el cual estaba
convencido del control y los poderes sobrenaturales que tenían estas
divinidades, capaces de alterar el destino de las personas. De esta manera, los
atributos, ofrendas, plegarias y demás rituales dedicados a los dioses egipcios,
estaban exclusivamente dirigidos para ganarse la simpatía de los mismos y
poder contar con sus favores. Por otro lado, una figura bien conocida del
Antiguo Egipto es el faraón que, además de gobernar, servía de nexo entre la
divinidad y el pueblo. Los ciudadanos le expresaban todo tipo de reverencias
para mantener “contentos” a sus dioses y que estos mantuvieran un estado de
orden y paz permanente. .
Ammit: El cuerpo de este dios femenino estaba compuesto por tres
animales distintos: león, cocodrilo e hipopótamo. Al contrario que
el resto de los dioses, Ammit era considerada un demonio, y era
temido por todo lo que representaba (la muerte).
Shu: Padre de Nut y Geb, y esposo de Tefnut. Junto con su esposa,
fueron los primeros dioses egipcios creados por Atum. Fue el dios
del aire y de la luz solar; la tarea principal de Shu era la de sostener
el cuerpo de la diosa Nun y así separar el cielo de la tierra.
Nut: Diosa madre de Nephythys, Seth, Isis y Osiris. Por la
composición de su cuerpo fino, delgado y alargado, simbolizaba el
cielo. Según el antiguo Egipto, Nut se tragaba el sol cada atardecer
y le daba luz al romper la mañana. Su representación gráfica está en
muchos templos, así como en los ataúdes de los muertos.
Amun: Este dios era conocido también como Ammon, y era la
deidad principal de la ciudad de Tebas. Fue el patrón de los
faraones de la misma ciudad, y se le colocó en el nivel más elevado
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del panteón junto con el dios Ra. La fusión entre Amun y Ra dio
nacimiento al dios Amun-Ra, y fue bautizado como “el rey de los
dioses”.
Anubis: Este dios era representado como un hombre con cabeza de
chacal. Hijo de Seth y Nephythys, era el protector de los muertos.
Anubis era el encargado de llevar a los muertos al día de su juicio
final. También se le relacionaba con el proceso de momificación y
preservación de los cuerpos.
Amheh: Era un dios del inframundo, cuyo nombre tenía el
significado de “devorador de la eternidad”. Se le representaba como
un hombre con cabeza de can que habitaba en un lago de fuego.
Horus: Enemigo principal del dios Seth, este dios era hijo de Isis y
Osiris. Su representación siempre ha sido difusa: algunos
egiptólogos aseguran que era un hombre con cabeza de halcón,
otros como un halcón entero y algunos afirman que Horus era un
niño con rizos sentado en el regazo de su madre. Después de matar
al dios Seth, este se convirtió en el rey de Egipto, fue dios del cielo
y se le consideraba el protector de los reyes.
Imhotep: Fue uno de los pocos plebeyos al que se le concedió un
estatus divino. Era un experto matemático egipcio y sirvió como
canciller durante la época de la Tercera Dinastía. Él mismo hizo
construir su propia tumba en la que sería su última
Isis: Figura funda menta l en la mitología del antiguo Egipto, Isis
fue esposa de Osiris y madre de Horus. Estaba relacionada con los
rituales fúnebres y se dice que creó la primera momia con los restos
desmembrados de Osiris. Cuando resucitó a Osiris, dio vida a
Horus, por lo que también se le consideraba la diosa de la vida, la
sanación y una protectora de reyes. Para la cultura antigua, Isis
representaba a la esposa ideal, amorosa, devota y cariñosa.
Osiris: Uno de los dioses más importantes, fue el primer rey de
Egipto. Se asumió que fue él quien trajo la civilización a la raza
humana. Resucitado por su esposa Isis, se convirtió así en el dios
del inframundo y el juez principal de la muerte.
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Ra: Era el dios supremo del sol, representado como un hombre con
cabeza de halcón. Cada noche viajaba a los inframundos a combatir
el mal y el caos, y al amanecer renacía. Los reyes egipcios
aseguraban ser descendientes directos de Ra, por lo que se hacían
denominar “Hijos de Ra”.
Seth: Fue hijo de Geb y Nut, hermano de Osiris. Era considerado el
dios de la oscuridad, la confusión y el caos. Era representado como
un hombre con cabeza de hocico alargado y largas orejas,
posiblemente el cráneo de un cerdo hormiguero. Seth mató a su
hermano y le robó el trono de Egipto, y la mayoría de los dioses lo
odiaba. Horus logró acabar con Seth, en lo que se consideró la
batalla entre el bien y el mal.” (Haykal, 2018)
“Cuenta la leyenda que la idea de preservación del cuerpo nace con el mito
de Osiris, primera momia conocida. Un mito lleno de envidias, de afán por
el poder, pero también de amor y fortaleza.
Cuenta la leyenda egipcia que Seth mata a su hermano Osiris, rey de la
tierra Negra, para usurpar su trono. Su cuerpo vagaba por las tierras de
limo Negro hasta que su esposa, Isis, logra rescatarlo en las costas de
Byblos para darle sepultura. Seth, se entera, roba el cadáver de su hermano
y lo descuartiza en 14 pedazos para posteriormente esparcir los pedazos a
lo largo del río Nilo.
Isis, destrozada, junto a su hermana y cuñada Neftis, buscan los restos de
Osiris, hasta que logran encontrar todos los pedazos salvo su falo, el cual
fue devorado por un pez, el oxirrinco.
Isis reconstruye el cuerpo de su marido y con su magia, logra asemejar el
pedazo que le faltaba, y aquí, al final de la historia, es donde toma
protagonismo Anubis, quien ayuda a embalsamar el cuerpo de Osiris
logrando así, que su cuerpo perdure para siempre.
Esta vez Isis, muy cauta, esconde el cuerpo de su marido en un lugar que
tan solo ella sabría localizar. Así, su momia estaría a salvo para toda la
eternidad.
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Se cuenta que las primeras momias no fueron momificadas, que
simplemente eran depositadas sobre las cálidas arenas del desierto en
posición fetal, sobre su lado izquierdo, con la cabeza orientada hacia el sur
y la cara mirando hacia occidente.
De este modo, gracias a las altas temperaturas, el cuerpo se secaba de
manera natural, absorbiendo todo los fluidos que desprende el cuerpo una
vez inerte. De este modo, la preservación del mismo se conservaba por los
restos sin tener la necesidad de ser manipulado.
Más tarde, en el Reino Antiguo (2700-2200 a.C.), con un cambio en la
mentalidad egipcia, los cuerpos son trasladados de las ardientes arenas del
desierto a cámaras funerarias donde se veneraba al difunto y se depositaba
junto a él un ajuar funerario con los alimentos necesarios para su
supervivencia en el Más Allá.
Pronto se darán cuenta de que este cambio llevaba consigo la
descomposición del cuerpo y por lo tanto, el peligro de no poder resucitar,
pues un egipcio necesitaba su cuerpo para ello. Su Ka y su Ba (partes de las
que se componía el ser humano), debían poder identificar fácilmente al
cuerpo para poder convertirse en Akh, es decir, en el ser de la vida eterna.
Si el cuerpo se perdía, no se podían unir y por lo tanto, traería consigo la
mayor catástrofe para un egipcio: no pasar a la otra vida.
Por ello, empezaron las investigaciones, llegando a la conclusión de que si
extraían la mayor parte de los órganos que se descomponían poco tiempo
después del fallecimiento del difunto y ayudaban al mismo a absorber sus
fluidos con mayor rapidez, obtenían de igual modo, la preservación del
cuerpo.
Así fue como empezaron a extraer las vísceras del organismo, a utilizar el
natrón, una solución de carbonato sódico, procedente de la zona de Wadi -
Natrum que fue llamado por los antiguos egipcios como ‘‘sal divina’’.
Este natrón ayudaba a secar el cuerpo en un tiempo más o menos
prudencial, lo habitual eran 40 días, pero podía variar según el tamaño del
difunto.
Con la momificación ‘‘artificial’’ nace la figura del wt o “embalsamador”,
personas que lejos de pertenecer a una clase baja o a prisioneros de Estado
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como se ha propuesto, se cree que pudo ser un gremio familiar proveniente
de una élite antigua destinada a heredar este oficio.
Durante los reinos Antiguos y Medio, se sabe que el faraón tenía su propia
élite de embalsamadores. Estos se encargaban de los cuerpos de los
fallecidos en la capital y en determinados casos, el propio rey los enviaba a
provincias para realizar su labor.
Apenas existen datos sobre quiénes eran estos hombres. Sin embargo, los
pocos textos que se conservan nos informan que eran varias las personas
que oficiaban el proceso de momificación. Por un lado, lo encabezaba un
Hery Seshet o ‘‘jefe de secretos’’ el cual se identificaba con el dios Anubis.
A este ‘‘jefe de secretos’’ lo acompañaba un Hery Hebet o ‘‘sacerdote
lector’’, como mencioné anteriormente, la momificación es un proceso
tanto espiritual como técnico, necesario para la resurrección en el Más
Allá, por ello, la necesidad de un sacerdote que fuese pronunciando las
fórmulas mágicas pertinentes para llevar a cabo el objetivo final. Por
último, se encontraban los wt, aquellos que realmente manipulaban al
cadáver, y por lo tanto, llevaban a cabo la momificación.
Una muerte es una desgracia para cualquiera y los antiguos egipcios no la
vivían de manera diferente, proclamando su dolor.
Una vez fallecía un ser querido y antes de llevarlo a embalsamar, se
procedía a una etapa de duelo ritual en el que la grey femenina de la casa se
embadurnaba la cabeza y a veces la cara de barro, para posteriormente,
hombres y mujeres de la casa, cada uno por su lado, iban por toda la ciudad
dándose golpes en el pecho acompañadas de todos sus allegados.
El proceso de la momificación era largo, y según el periodo en el que nos
concentremos, más o menos minucioso. Puede decirse que su edad de oro
se concentró con la llegada del Reino Nuevo.
Durante este periodo se unificó el modo de llevarse a cabo, llegando a
reconocerse hasta 14 pasos en su procedimiento según J. Miguel Parra; 13
según Iskander o 12 según A.P. Leca, todo depende de la agrupación que se
le quiera dar a la hora de proceder.
La momificación era un proceso que constaba de varias etapas: un proceso
que contaba con un ritual previo (antes de la llegada del difunto a la sala de
embalsamamiento), la momificación en sí y, por supuesto, un ritual
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posterior definitivo para que el fallecido recobrase la vida y así, pudiese
enfrentarse a las terribles pruebas que le ofrecía el Duat para
posteriormente, enfrentarse a la prueba final frente a Osiris, superarla y ser,
por lo tanto, merecedor de los Campos del Aaru, como un Dios más.
Por ello, todo el proceso post mortem era un proceso laborioso, cargado de
detalles.
Los primeros testimonios acerca del proceso de momificación vienen
descritos de puño y letra de dos grandes en la Historia: Heródoto de
Halicarnaso y Diodoro de Sicilia. Gracias a Heródoto, aunque con algunos
errores en su descripción, resueltos por el tiempo, en sus versículos 85 al
90, sabemos que las casas de embalsamamiento ofrecían tres tipos de
momificación, diferenciadas por los rangos sociales que establecía la
sociedad de aquel momento.
La más costosa y por lo tanto, la que se procedía con mayor minuciosidad y
más pasos a seguir era la reservada para la realeza y clases altas.
Una vez la persona hubiese fallecido, el cuerpo era lavado minuciosamente,
en una especie de jaima seguramente apartada de la civilización que,
dependiendo de la clase social de la que procediera la familia del difunto,
se trasladaba a un lado u otro. Por ello, los miembros de la realeza eran
trasladados al seh-netjer o ‘‘cabina divina’’, mientras que la clase común al
ibu en hab o ‘‘tienda de la purificación’’.
Una vez se lavaba el cuerpo, este era trasladado hasta el Wabet wat ‘‘lugar
puro’’ (taller de los embalsamadores) donde eran colocados sobre una mesa
de operaciones y comenzaba el proceso de la momificación propiamente
dicho con la extracción del cerebro por las fosas nasales con un urgón
afilado, aunque en ocasiones se realizaba por la cuenca de los ojos.
Posteriormente comenzaba la evisceración del cadáver realizando un corte
en el lado izquierdo del abdomen, donde los embalsamadores metían la
mano por la abertura y por orden extraían: los intestinos, el estómago y el
hígado. Luego, tras rajar el diafragma con un cuchillo, podían extraer los
pulmones (J.M. Parra), el corazón al ser la fuente de la razón se dejaba en
el mismo sitio, en ocasiones acompañado de un escarabeo.
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A continuación, se limpiaba esa cavidad con agua y vino de palma para
desinfectar la zona, para posteriormente, desecar los órganos extraídos con
patrón, se vendaban e introducían en los vasos canopos.
Una vez hecho esto, le tocaba el turno al cuerpo del difunto. Como se
habían extraído parte de sus órganos, era necesario que estos fuesen
sustituidos por paquetes de natrón, lino, resina y mirra, para desecar,
absorber líquidos, desinfectar y dar buen olor, por ese orden, al cuerpo.
Luego, se colocaba, las manos y los brazos del difunto en la posición
correcta. Una vez colocados los brazos y manos, se procedía a cubrir el
cuerpo completamente por natrón durante un total de 40 días.
Una vez transcurridos los 40 días, se limpiaba bien el cuerpo de natrón, se
vaciaba el relleno y se devolvía al cadáver su aspecto natural, ya que con la
desecación se perdía hasta el 50% del peso. Por ello, el cráneo se rellena
con resina y el resto del cuerpo con saquitos de natrón, arena y cebollas. Ya
finalizado el relleno se procedía a cerrar la incisión mediante resina o una
tela impregnada con este material, incluso a veces, según el rango del
difunto, podía ser tapada también con una placa de oro.
Posteriormente, llegaba la hora de tapar los orificios del difunto para evitar
que algún fluido saliese a la superficie.
A continuación se maquillaba todo el cuerpo y se ungía con aceites
aromáticos. Luego, se impermeabilizaba el cuerpo derramando resina
líquida sobre él.
Ya falta poco para finalizar la momificación en sí. Llega el turno de el
laborioso papel de las vendas, las cuales podían ser de ropas pertenecientes
al difunto. Este último proceso se llevaba a cabo en un orden en concreto.
Primero se vendaba la cabeza, luego el tronco, las piernas y se finalizaba
con los brazos. En ocasiones, se finalizaba este proceso colocando un
máscara sobre el rostro del difunto, una máscara que lo identificaba o en
otros casos, un sushet (sudario).
El siguiente proceso de momificación que cita Heródoto, es un proceso
menos costoso y se procedía de la siguiente manera: una vez llegado el
cuerpo al taller, se le introducía una jeringuilla por el ano con un aceite que
provenía del enebro de la miera. En este proceso no se realizaba ninguna
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incisión ni se extraía ningún órgano, sino que una vez introducido el aceite,
se conservaba el cuerpo en natrón el número de días prescrito.
Al cabo de ese tiempo, se limpiaba el cuerpo de natrón y se le sacaba la
cavidad abdominal el aceite que arrastraba consigo los intestinos ya
disueltos y las vísceras. En este proceso solo quedaba la piel y los huesos,
el resto de partes carnosas se disolvían en natrón y una vez finalizado este
proceso, se devolvía el cuerpo a sus familiares.
Por último, el proceso más económico y por lo tanto más rápido y menos
minucioso, consistía en la limpieza de la cavidad abdominal, que se
realizaba con una purga (medicina utilizada para limpiar el vientre). A
continuación se conservaba el cuerpo en natrón durante 70 días para
posteriormente, ser entregado a sus familiares.
Como se puede apreciar el arte de la momificación no era ni mucho menos
un trabajo gustoso, pero sí muy minucioso y meticuloso, que tan solo se
podía llevar a cabo con ciertos conocimientos en la materia.
Una vez se devolvía el cuerpo del difunto a los familiares, se procedía al
último paso de este rito funerario. En el que entraba en juego la procesión
hacia la tumba donde se trasladaba al difunto en la barca sagrada (cuando
pertenecía a la clase alta) acompañado de sus familiares, plañideras y
sacerdotes.
La procesión era encabezada por un montón de ofrendas, como alimentos o
coronas de flores. Detrás, los vasos canopos para estar seguidos de todo el
ajuar funerario perteneciente al difunto: las estatuas del Ka del difunto, el
propio ataúd y la figura de la esposa delante del mismo, reinterpretando el
papel de la diosa Isis (denominada como milano mayor) y una segunda
figura femenina, detrás de la barca, representando a la diosa Neftis
(denominada como milano menor),ambas diosas muy importantes en el rito
funerario ya que fueron las responsables de llevar a cabo la resurrección del
dios Osiris.
Al lado de la mujer del difunto iba un sacerdote portando la máscara de
Anubis y el sacerdote Sem, encargado del ritual de ‘‘la apertura de la
boca’’. Durante esta ceremonia el sacerdote iba tocando con una azuela, la
boca, los ojos, la nariz y los oídos de la momia.
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Con esto, los sentidos del difunto se activaban y así, podía utilizarlos para
contemplar el mundo de los vivos y disfrutar de los enseres depositados en
su tumba. Normalmente el sacerdote Sem, sobre todo a partir de la XIX
dinastía, solía ser el primogénito del faraón, confirmando así, la sucesión al
trono del mismo.
Para finalizar, una vez se llegaba a la tumba se depositaba a la momia cuyo
ajuar estaría ya en la misma. Posteriormente, se sellaría el lugar de
descanso eterno para dar paso a la situación más difícil por la que pasa un
egipcio, el paso por el Duat (inframundo egipcio) para conseguir un puesto
en los campos del Aaru (paraíso egipcio); optar a la eternidad y convertirse
así, en un Dios.” (Bast, 2016)
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Alimento: otros animales eran momificados como parte de los
alimentos ofrecidos como ofrendas en el Más Allá.
Ofrenda: eran momias votivas que eran ofrecidas por los peregrinos
y sacerdotes a la divinidad correspondiente. Solían ser enterrados en
cementerios específicos.” (Reyes, 2018)
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siempre reducidos a la cabeza con o sin articulaciones o con la cabeza
separada del cuerpo.” (De Halicarnaso, 2018)
2.7. Conclusiones
(s.f.).
Bast, A. (2016). La momificación: La preparación del difunto para el Más Allá. Egiptología 2.0,
14 - 21.
Pajares, S. (15 de Abril de 2018). Egiptologia 2.0. Obtenido de Egiptologia 2.0 website:
http://egiptologia20.es/la-piramide-kefren
Pérez, M. (16 de Septiembre de 2018). Antiguo Egipto XXI. Obtenido de Antiguo Egipto XXI
website: http://www.antiguoegiptoxxi.com/el-conjunto-monumental-de-giza/
21
Reyes, V. (2018). La momificación de los animales en el Antiguo Egipto . Egiptología, 22-25.
Rubín, M. (16 de Abril de 2009). Sobre Egipto. Obtenido de Sobre Egipto website:
https://sobreegipto.com/2009/04/16/la-piramide-de-micerino/
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