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Volumen II

Parshat Beahalotjá

Acerca del privilegio y deber de cada uno de difundir


los "manantiales de la Torá”, las enseñanzas del Jasidismo

Se publica en ocasión de Shabat Parshat Beahalotjá 5779


Bsd.

En esta Sijá el Rebe explica, inspirándose en los Rebes de Jabad que


lo antecedieron y principalmente en su suegro, el Rebe anterior, que la
tarea de nuestra generación es difundir los manantiales del Jasidismo
sin restricción de ninguna índole. Y al hacerlo, el amor al prójimo
debe ser visible. También, marca una importante diferencia: si bien
la tarea de difindir las enseñanzas jasídicas es de todos sin excepción,
sin embargo, qué difundir, es decir, el “preparado” del material, los
conceptos a enseñar, esa es tarea exclusiva de los Rebes, los Líderes
espirituales de cada generación.

Esta traducción al Español es libre. El texto en negrita corresponde


al original de la Sijá, mientras que las palabras y frases en letra clara
son agregados del Editor según su interpretación de la Sijá, puestos
de manera tal que si el lector los saltea accede a la Sijá propiamente
2 dicha.

14 de Siván 5779

Textos originales: Likutéi Sijot Tomo II, (ídish) Págs.: 314-319.

Traducción, Edición y Revisión final:


Rabinos David Stoler y Natán Grunblatt

Likutei Sijot
Bsd.

1. En la Haftará –sección de los Profetas– que se lee a continuación


de la Sección Semanal1 Behaalotjá, en la que se habla del encendido
de la Menorá –el Candelabro de Siete Brazos del Santo Templo–, está
escrito: “He visto, y he aquí que había una Menorá toda de oro”2, lo
que alude a Kneset Israel –las almas de toda la Comunidad de Israel–
pues todos los judíos juntos son “una Menorá toda de oro”3.
En la Menorá había siete lámparas. Análogamente, en los judíos
hay siete sendas diferentes de avodá, servicio a Di-s, tal como se
explica este concepto en detalle en la Filosofía Jasídica4: están
aquellos cuyo estilo de avodá es en la órbita de Jésed –bondad,
afabilidad–, aquellos cuya forma en el servicio a Di-s es en la órbita
de Guevurá –severidad, disciplina, rigor–, etc., hasta completarse
allí la enumeración de los siete diferentes modos y sendas de avodá.
Cada judío, conforme la raíz espiritual de su alma, se destaca en una
1
de estas siete modalidades e integra uno de los siete grupos de almas,
y estas, en conjunto, son las siete lámparas de la Menorá espiritual.
No obstante, al mismo tiempo que cada grupo de almas mantiene
su singularidad, el aspecto común a todas ellas es que todas son
luminarias, todas brillan en el Beit HaMikdash –el Santo Templo
de Jerusalén–, y es más, no se conforman con iluminar al Beit
HaMikdash sino que desde allí la luminosidad irradia hacia todo
el mundo.
A ello se debe que los ventanales del Beit HaMikdash fueran

1 Todos los Shabat y Festividades, a continuación de la Lectura de la Torá, se lee un


párrafo de los Profetas relacionado con el tema de la Sección Semanal o el de la Festividad.
2 Zejaria 4:2.
3 Pesikta Rabatí 8:4; véase también Bamidbar Rabá 13:8 y Shir HaShirím Rabá 4:7.
4 Véase Likutéi Torá, Bamidbar 29c. Véase también ibíd., 32d, y compárese con Séfer
Baal Shem Tov, Behar, párr. 3 y nota 1.

Likutei Sijot
“anchos por fuera y angostos por dentro”5
–no como en el común de las casas, en las que las ventanas se
hicieron angostas por fuera y amplias por dentro con el propósito
de que entre la mayor cantidad de luz desde el exterior, sino que,
por el contrario, se hicieron de modo inverso, para que desde el
Beit HaMikdash la luz generada en su interior saliera hacia todo el
mundo–
pues éste es precisamente el propósito de la construcción de el
Beit HaMikdash.
¿Quién lograba esta luminosidad? Las luminarias, que son las
almas de Israel.
Si bien existen diferentes tipos de judíos, y cada uno debe servir
al Altísimo con sus talentos personales, como dicen nuestros Sabios:
“Yo no fui creado sino para servir a mi Hacedor”6, o sea que cada
cual junto con sus aptitudes individuales fue creado exclusivamente
para servir a Di-s con esas facultades y talentos personales, y eso
diferencia sustancialmente a un individuo del otro, pero no obstante
2 ello el común denominador a todos los diferentes tipos de judíos es
que todos son luminarias, todos generan luz.
La diferencia es sólo en cuanto al enfoque individual de la
avodá: en unos es por la vía de jésed –bondad– en consonancia
con sus facultades y talentos, mientras que en otros es por la vía
de guevurá –disciplina– asumiendo posturas más estrictas en su
servicio a Di-s y con un manto de severidad, en correspondencia
con las características de sus aptitudes personales. Esto, sin embargo,
sólo entraña una diferencia en lo que respecta al camino mediante el
cual se expresa la avodá de ellos, que es por medio del estricto rigor
en unos, o por medio de la bondad en otros, pero el propósito del
empeño es el mismo: iluminar.
Por otro lado, si bien la finalidad es común a todos, hay no
obstante una gran diferencia si el camino empleado es el de
5 I Reyes 6:4; véase Menajot 86b y el comentario de Rashi allí sobre “Shkufím”;
Vaikrá Rabá 31:7; Tanjumá Tetzavé 6 y Behaalotjá 2.
6 Kidushín 82a (con palabras ligeramente diferentes).

Likutei Sijot
guevurá o si desde un principio es el de jésed, pues si es el de jésed,
no hay necesidad de escarbar demasiado para reconocer a dónde
conduce, pues su propósito es inmediatamente evidente: también
de manera manifiesta este es el camino de “Ama a tu prójimo
como a ti mismo”7.
Y ésta, la conducta del amor y la tolerancia, era la senda que
caracterizaba el servicio a Di-s por parte de Aharón, el Sumo
Sacerdote, que encendía la Menorá8. Aharón “Amaba a las
criaturas y las acercaba a la Torá”9. Amaba incluso a personas que
sólo podían ser catalogadas como criaturas, es decir, aquellas que
no poseían virtud alguna, sólo defectos, y la única virtud suya era
haber sido creadas por Di-s, como lo interpreta el Alter Rebe10.
Incluso sobre ellas, Aharón extendía su amor.
En Aharón, esto, su amor al prójimo, no sólo constituía su meta sino
también era evidente en el medio que usaba a tal fin. O sea, incluso
visiblemente11, en él el camino era el de “ama a las criaturas” y a
través de ello “las acercaba a la Torá”, las transformaba en Tóire
Idn –judíos de Torá–. 3
Y éste fue también el camino de los Rebes, los Nesiím –líderes
espirituales– de las últimas generaciones de judíos, hasta mi suegro,
el Rebe anterior inclusive; la tarea de todos ellos fue la de “encender
las luminarias”12.
Todo judío posee “La lámpara de Di-s, que es el alma del
hombre”13, pero hay algunos que aguardan a que alguien la
encienda en ellos. Este es precisamente el trabajo de los Líderes
espirituales de Israel: encender “La lámpara de Di-s, el alma del

7 Levítico 19:18.
8 Números 8:3 y Midrash Agadá allí.
9 Avot 1:12 y comentarios allí. Véase Avot deRabí Natán 12:3 y Elihau Rabá, cap. 13.
10 Tania, cap. 32.
11 Obsérvese que las letras hebreas que forman la palabra Aharón también forman la
palabra Niré, “visible” (véase Zohar III 103a, y Nitzotzéi Zohar allí).
12 Compárese con Bamidbar Rabá 21:15; Tanjumá, Pinjás 11.
13 Proverbios 20:27; véase Tania, cap. 19.

Likutei Sijot
hombre” existente en cada judío, llegando a cada uno de ellos según
su característica individual, y en esto hay siete clases de almas y
estilos de servicio, como se mencionara.
El estilo de los Líderes de Jabad en general, y el de mi suegro,
el Rebe anterior, en particular, era el de manifestar abiertamente
el amor a todo judío. En sus actitudes, no sólo la finalidad era la
luz espiritual finalmente encendida en el prójimo, sino que también
el medio para alcanzar el objetivo era de modo luminoso. Con
actitudes acogedoras y estilo placentero, él encendió “La lámpara
de Di-s, el alma del hombre” en toda clase de judíos.

(de una Sijá del 10 de Shvat 5716 [1956])

2. El método correcto para la “difusión de los manantiales del


Jasidismo hacia afuera” no es esperar hasta que se acerquen a los
4 manantiales aquellos que entran en la categoría de “afuera”, sino
que la consigna es que “se difundan los manantiales hacia afuera”14,
es decir, salir y allí afuera diseminar los manantiales del Jasidismo.
Este sistema comenzó con Aharón, el Sumo Sacerdote, que
“Amaba la paz y perseguía la paz, amaba a las criaturas y las
acercaba a la Torá”9. Aharón no esperaba a que vinieran a él, sino
que tomaba la iniciativa e iba personalmente a ellas.
Y no sólo iba a individuos de su misma condición, sino también a
estas personas en el elemental rango de ‘criaturas’, o sea, también
a aquellos que no poseían ninguna otra virtud fuera de la de ser
briot, creaciones de Di-s. Incluso a ellos se dirigía Aharón y los
acercaba a la Torá15.
Pero esto no quiere decir que para acercarlos a la Torá cualquier
método es válido. Observemos que la terminología precisa empleada

14 Proverbios 5:16; véase Taanit 7a.


15 Véase arriba, secc. 1.

Likutei Sijot
por la Mishná es: “Las acercaba a la Torá”, pero no es que
acercaba la Torá hacia ellas. Esto significa que si bien Aharón se
dirigía a judíos de muy bajo nivel espiritual, no más que briot, aun
así no les daba la Torá de acuerdo a las convicciones, ideologías y
conveniencias de ellos; no hacía concesiones ni era permisivo en
ninguna de las cuestiones de la Torá. No acercaba la Torá al ánimo
caprichoso de las briot, no la diluía ni modificaba para satisfacer los
deseos del público, sino que por el contrario elevaba y aproximaba
las “criaturas” a la Torá tal cual la Torá es, una Torá íntegra, sin
“recortes” ni adaptaciones, sino perfecta tal cual es originalmente16.

3. Esta característica de la avodá de Aharón es insinuada en


la Sección de esta semana, cuando el versículo dice17: Behaalotjá
et hanerot – “Cuando hagas subir [las llamas al encender18] las
luminarias”–.
El término “luminarias” alude a las almas judías19, como está
escrito: “La lámpara de Di-s es el alma del hombre”20. En general, hay
siete tipos de almas judías, como se explica en Likutéi Torá21, que es 5
el concepto espiritual de las siete luminarias de la Menorá. Y la avodá
de Aharón consistía en encender y elevar todas estas “luminarias”.
En cada judío está la luz Divina, solo que ésta se encuentra en estado
latente; la tarea de Aharón era la de encender estas luminarias, y

16 Y la razón de ello es que incluso quien está en la mera condición de “criatura”, como
es un hijo de Avraham, Itzjak y Iaacov es un recipiente apto para recibir la Torá íntegra, como
expresa Maimónides (Mishné Torá, Hiljot Guerushín, fin del cap. 2): “Él quiere pertenecer a
Israel, y desea cumplir todas las mitzvot y alejarse de las trasgresiones, sólo que su Instinto
lo forzó”. De modo que lo único que se precisa es poner al descubierto aquello que aquel ya
lleva en su interior, por lo que hay que darle la Torá tal cual ésta es (del registro de los oyentes
durante el Farbrenguen).
17 Números 8:2.
18 Como la llama tiende hacia arriba, el versículo empleó en referencia a su encendido
la expresión “cuando hagas subir”, pues debe encenderlas hasta [asegurarse] que la llama
asciende por sí sola (Rashi, Números ibíd.).
19 Véase arriba nota 3.
20 Proverbios 20:27. Véase Tania, comienzo del cap. 19.
21 Véase arriba, nota 4.

Likutei Sijot
llevarlas así de su estado latente al plano manifiesto.
Y tan exitosa fue la influencia de Aharón en develar el potencial
innato en el alma de cada judío, que logró que “la llama ascienda
por sí sola”22. En tanto la “lámpara de Di-s” de las “criaturas” aún
precise recurrir a la asistencia de “Aharón”, que él la encienda,
significa que aún no se alcanzó el objetivo. La avodá correcta debe
ser: encender la luminaria hasta que la llama se eleve por sí
misma, lograr que no haya más necesidad de avivarla, pues si la
encendemos correctamente ella luego arde y brilla por sí sola.

4. En lo que respecta al encendido de la Menorá en el Beit


HaMikdash hay tres normas:
a) el encendido es válido incluso si lo hace alguien ajeno al
sacerdocio, es decir, que no es un Kohén;
b) la preparación de las luminarias para su posterior encendido
sólo podía realizarla un Kohén; y
c) el lugar de encendido de la Menorá era, específicamente, el
6 salón intermedio23 del Heijal del Beit HaMikdash24.
Obviamente, también en el encendido de la Menorá espiritual,
es decir, en la tarea de iluminar las almas judías, están presentes
estas mismas tres condiciones:
a) “El encendido es válido incluso si lo hace alguien ajeno al
sacerdocio”.
Esto quiere decir que la tarea de influir en los demás y “diseminar
los manantiales del Jasidismo hacia afuera” no está restringida
sólo a personas de cualidades inusuales. Es privilegio y a la vez
deber de cada judío, como dice la Mishná instando a cada judío

22 Shabat 21a y Rashi sobre Números 8:2 (citado en la nota 18).


23 El Heijal era el edificio en el Santo Templo que contenía tres salones: el Ulám
(“vestíbulo”), el Kódesh (“Santo”, donde estaban la Menorá, el Altar de Incienso y la Mesa),
y el Kodesh HaKodashím (“Santo de Santos”, donde estaba el Arca Santa); véase Manual de
Conceptos Judaicos (ed. Ner, Bs. As. 2015), pág. 268.
24 Véase Iomá 24b; Mishné Torá de Rambam, Hiljot Biat HaMikdash 9:5 y 7. Véase
también Sifrá sobre Levítico 24:4; Menajot 98b; Iomá 33b; Rambam, Hiljot Beit HaBejirá 1:7 y
3:17.

Likutei Sijot
individualmente: “Sé tú de los discípulos de Aharón...”25. Cada
judío, sin excepción, debe marchar por la senda de Aharón, la de
acercar incluso a las briot a la Torá.
b) No obstante, “la preparación” de las luminarias es algo que
sólo puede realizarla un Kohén.
Uno podría pensar: “Dado que lo primordial es influir en el
prójimo, ¿a quién le importa con qué métodos y medios he de
lograrlo? Yo le explicaré a aquel un concepto de la Torá según yo
entiendo que es acorde al nivel intelectual de mi interlocutor; o
elegiré un enfoque hacia las mitzvot que sea afín a mí y a él, y cosas
por el estilo, y de esa forma lograré un impacto en los demás”.
Precisamente como respuesta a esto viene la enseñanza que no es
así, que “la preparación de las luminarias”, es decir, la colocación
del “aceite” y las “mechas”, los elementos mediante los cuales se
“enciende” esta lámpara de la Menorá, el alma de otro judío, sólo
puede realizarse por intermedio de un Kohén. No toda persona
es capaz y apta para elegir y preparar los elementos, es decir, los
medios a ser utilizados para encender las luminarias, las almas, de 7
los judíos. Sólo un “Kohén” puede hacerlo.
La característica distintiva del Kohén es que “no posee porción
ni herencia” en el territorio de Israel, sino que, en cambio, “Di-s es
su heredad”26, una actitud que, como escribe Maimónides27, puede
ser válida para cualquier persona: “No sólo [separó Di-s para Sí] a la
Tribu de Leví, sino que aquel cuyo espíritu lo impulsó... a apartarse
de lo mundano y pararse ante Di-s y servirlo... [esta persona] se
consagró santo de santos y Di-s es su parte y porción para toda la
eternidad”. De modo que sólo quien está más allá de las cuestiones
mundanas, y todo su empeño consiste en apegarse a Di-s y servirlo,
exclusivamente alguien así puede preparar los elementos con los
cuales encender la luminaria del alma. Y luego, una vez que el
25 Avot 1:12. Es el comienzo de la Mishná que describe a Aharón como que “ama la paz...
ama a las criaturas y las acerca a la Torá”, y nos insta a ser de sus discípulos e imitar sus pasos.
26 Deuteronomio 18:12; véase también ibíd. 10:9.
27 Mishné Torá, al final de Hiljot Shemitá Veiovel (13:13).

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“Kohén” preparó el “aceite” y las “mechas”, recae sobre cada uno
la responsabilidad de encenderlas – diseminar estos manantiales
específicos, preparados por el Kohén, también hacia afuera.
c) “El lugar de encendido de la Menorá era, específicamente, el
Heijal del Beit HaMikdash”.
Dice la Mishná28: “Hay diez niveles de santidad” (el Santo
de Santos, el Heijal, etc.). También los niveles inferiores al del
Heijal, enumerados en la Mishná después de éste, son sagrados. Sin
embargo, si la Menorá es encendida en algunos de estos sitios cuya
santidad es inferior a la del Heijal, no se cumple la mitzvá. Cada
cosa existente en la Creación tiene el lugar que le corresponde a su
función, su propio “campo de acción”, y la función de la Menorá es
la de alumbrar en el Heijal.

5. La enseñanza de esto que se ha expuesto, aplicada a la avodá


de la persona, es la siguiente:
Que la persona no diga: “Cierto, yo debo encender la luminaria
8 que hay en mi interior y la que está en el prójimo. Pero, ¿quién
dice que debo hacerlo en un estado tan sublime de santidad? Hay
muchos judíos a los que no se les exige tanto. ¿Por qué, entonces
se exige esto de mí?”.
Para responder a ello se nos enseña que cada individuo tiene
su función única, la misión que depende sólo de él. Por lo que se le
dice: “En vista de que tú fuiste dotado de virtudes y fortalezas, y
se te brindó la posibilidad de brillar en un lugar que es más santo
que otro, eso mismo demuestra que esa es precisamente tu función,
aquello que el Creador, bendito sea, desea de ti. Y si no haces lo
que te corresponde, no cumpliste con tu deber, pues no concretaste
la Voluntad del Creador”.
Puede ser que aquel individuo sí haya hecho al menos algo para
satisfacer la Voluntad Divina, pero con ello no es suficiente. Como

28 Kelím1:6.

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se sabe29, es axiomático que ratzón –la voluntad humana, el deseo,
en lo que respecta a su concreción–, no es algo fraccionable, y en
ello radica la diferencia entre intelecto y voluntad: en lo que atañe
al ámbito del intelecto y la comprensión, es posible entender un
concepto de manera parcial, una parte de la idea. En contraste, en
cuanto a la facultad de deseo, o sea, cuando la persona quiere algo,
si no lo concretó en todos sus pormenores, no es plausible decir
que satisfizo al menos la mitad del deseo. En un caso tal, la persona
no logró en absoluto lo que deseaba30. De hecho, lo cierto es a la
inversa: al concretar un deseo sólo a medias, hizo lo contrario a lo

29 Véase la Sijá del Rebe anterior del segundo día de Shavuot 5693 en Likutéi Diburím,
vol. IV, pág. 1540. También, Likutéi Sijot, vol. 13, fin de la pág. 67 y ss., y referencias allí; Séfer
HaMaamarím Kuntreisím, vol. II, 312a.
30 Una diferencia básica entre Voluntad e Intelecto es que en el caso de la primera, lo
que predomina es el individuo por entero que quiere algo. La Voluntad no es una herramienta
que usa el alma, sino una actitud del alma propiamente dicha (por lo que en ningún órgano
del cuerpo hay más Voluntad que en otro), en tanto que el caso del segundo, es el alma
abordando por medio de una de sus facultades un determinado objetivo buscado (la gestación
o el entendimiento de un concepto intelectual) y eso es lo que prima. O sea, Voluntad es
una postura asumida por la esencia indivisible misma del alma como un todo (por eso se la 9
denomina makíf, “facultad global”, o kóaj atzmí, “facultad esencial”), lo que significa que es
la manifestación de todo el alma canalizándose hacia un propósito específico, en tanto que
Intelecto es una facultad específica accesoria (una “facultad interior”, pnimí) del alma que surge
de ésta luego de contraída su manifestación esencial y tras emanar del alma, instancia en la
que está restringida a un área determinada del cuerpo, el cerebro, y se irá desarrollando con
los años, dependiendo también del esfuerzo que la persona ponga en ello (por eso, no bien un
niño nace ya tiene deseos, pues ya tiene un alma, pero no tiene entendimiento pues éste es un
desarrollo del alma que requiere de entrenamiento y esfuerzo a lo largo del tiempo).
En consecuencia, como Intelecto no es el alma misma en determinado estado sino una
actividad de ésta ante un cierto objetivo (por ejemplo, una idea intelectual), puede fraccionarse
y es admisible una comprensión apenas parcial (cuantitativa o cualitativa); es factible decir
que se entendió al menos una parte del concepto. Pero cuando de querer algo se trata, rige
el axioma que Étzem biltí mitjalek, “la esencia es indivisible” – está o no está, no hay términos
medios. Ese “querer” es una unidad absoluta, una tendencia del alma misma por entero. Él
quiere. Podrá cambiar cuantitativamente la intensidad con que se quiere, pero la facultad
propiamente dicha no variará cualitativamente según quién es el que quiere o qué cosa se
quiere (un estudioso en procura de conocimiento, un hombre simple en busca de sustento, o
un niño que desea algo menor) porque lo que aquí importa es que él quiere.
Por lo tanto, si ese deseo se satisfizo apenas parcialmente, no sólo que la Voluntad no
logró su objetivo, sino que aquello que no logró eclipsa el resto y tiene un efecto contrario. Un
deseo concretado a medias puede ser satisfactorio desde la perspectiva de Intelecto, pero
no lo será desde la de la Voluntad. (Esta nota está basada parcialmente en la explicación del
Rebe en Likutéi Sijot, vol. 13, pág. 68, y otras fuentes. Véase también la amplia explicación de
la diferencia entre Voluntad e Intelecto en la Serie de Maamarím 5672, vol. I, pág. 85 y ss.).

Likutei Sijot
que pretendía la voluntad.
Tal como hay diferencias de un ser humano a otro31 en que
cada uno tiene su misión específica32, y no necesariamente lo que
es útil para uno sirve para el otro, lo mismo es aplicable a las
diferencias entre una generación y otra33: si bien en generaciones
pasadas había muchos judíos temerosos de Di-s que no estudiaban
Pnimiut HaTorá –la faceta oculta, mística, de la Torá– en las
últimas generaciones, cuando se dio a conocer Pnimiut haTorá,
esta revelación misma que por Providencia Divina tuvo lugar en un
momento específico evidencia que el estudio de esta faceta de la
Torá es una de las funciones de nuestra generación, es decir, Di-s
quiere que se estudie lo interior y profundo de la Torá, y por eso hizo
que se revelara. Siendo así, no puede ser de otra manera, pues,
como se dijera, en ratzón –la satisfacción de un deseo, en este caso
un deseo Divino– no puede haber fraccionamiento.
En definitiva: el encendido de la Menorá nos enseña que hay que
dedicarse a estudiar Pnimiut haTorá. Y tal como se dice respecto
10 de una llama34, debemos saber que no es suficiente con el “fuego
oscuro”, es decir, el estudio de únicamente Galia deTorá –la faceta
revelada de la Torá– sino que también debe haber “fuego blanco”,
es decir, Pnimiut haTorá35.

31 Berajot 58a; Mishné Torá, Hiljot Deot 1:1; More Nevujím II:40.
32 Véase Tania, Igueret HaKodesh, Epístola VII, explicando a Shabat 118b.
33 Véase ibíd., fin de la Epístola VII.
34 En la llama existen dos clases de colores de fuego: un fuego oscuro (que está
cerca de la mecha) y uno claro (‘blanco’, transparente). Véase Zohar I, 51a; y compárese con
Berajot 52b. Véase Dérej Mitzvotéja, Mitzvat Tzitzít, cap. 3: “El fuego ‘claro’ es el color esencial
del fuego; el fuego oscuro está cerca de la mecha, que es donde el color (esencial) del fuego
cambia debido a que otra sustancia se mezcla con él”. Y lo mismo sucede con la Torá, que
fue comparada al fuego. Mejilta Itro, Bajodesh, cap. 4; Sifrí, Berajá, fin del párr. 343; Tanjumá,
Itró 12; y compárese con Berajot 22a; véase también la nota siguiente.
35 Compárese con Zohar I, 23b y 252b (Zohar Jadash, Tikuním 115a) y Tikunéi Zohar,
Tikún 56 (90b), donde se señala que en la Torá hay un fuego oscuro y uno claro, “el claro
adentro (la parte interior) y el oscuro afuera (la parte externa)”.

Likutei Sijot
Y este estudio de Pnimiut haTorá le dará a quien se dedica a
él la capacidad y fuerza para imponerse a todo obstáculo, e
incrementará también su entusiasmo en el estudio de la faceta
revelada de la Torá y en la observancia de las mitzvot.

(de una Sijá de Jag HaShavuot 5717 [1957])

11

Likutei Sijot
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