de 6 a 17 años

COMO HACER FRENTE

AL CONFLICTO
DE LEALTADES:
NIÑOS Y NIÑAS
QUE VIVEN
ENTRE DOS
MUNDOS A VECES
INCOMPATIBLES
Artikulu honetan familien egoeren-
gatik leialtasun-gatazken eraginpean
dauden umeei nola lagundu azalduko
dugu. Gure inguruan gero eta maiza-
go gertatzen dira leialtasun-gatazka
hauek eta familia-eredu askotan era-
gin dute; esate baterako, banantzeko
edo dibortziatzeko prozesuetan zein
adopzioak edo harrerak egitean ager-
tu ohi dira.
¿Cómo surge un conflicto de lealtades
en un niño o niña?
Se da cuando un niño o una niña se siente entre
deseos y expectativas contradictorias entre sus
adultos de referencia, normalmente sus padres,
y afectan a su estabilidad emocional haciéndole
sentir que si se pone del lado de uno, el otro puede
sentir que le traiciona y viceversa.
Este conflicto se origina muchas veces cuando los
adultos transmiten al mismo niño o niña peticiones
o expectativas diferentes y a menudo contrapuestas
señalando que si se hace caso a uno se traiciona al
otro y viceversa. Pero también se produce a menudo
ante situaciones en las que los adultos aun no expli-
citando mensajes inadecuados tampoco ayudan a
manejar los miedos, ambivalencias y sentimientos
que los niños viven en situaciones de conflicto entre
sus padres o entre sus figuras de referencia.
Un ejemplo de esta última situación se produce
cuando los niños y niñas que viven situaciones de
separación o divorcio, sienten que si hablan con
un padre de lo que hacen con el otro, se pueden
enfadar o pueden aumentar lo conflictos entre
las partes.
¿En qué situaciones familiares
se dan este tipo de conflictos?
Este conflicto puede aparecer en cualquier situa-
ción familiar en la que exista un conflicto de inte-
reses entre los adultos implicados y no ha habido
posibilidad o habilidades en los adultos para evitar
poner en el medio de dicho conflicto a los niños
o niñas.
Un ejemplo: El conflicto de lealtades
en las familias normalizadas
A menudo se puede llegar a pensar que este con-
flicto puede ocurrir en familias “especiales” o en
familias de las que se espera algún tipo de pro-
blema. Aquél se da, por desgracia, en todos los
modelos de familias.
Hay familias en las que los conflictos entre los pa-
dres hacen que a veces los hijos/as sientan que si se
ponen del lado de uno, el otro se puede enfadar
y viceversa. Así los hijos/as terminan siendo confi-
dentes o cuidadores de uno u otro pensando que
ellos son los responsables de solucionar el proble-
ma o de que éste no vaya a más.
Pero además incluso se puede dar cuando no hay
problemas. En este sentido, el ejemplo común de
preguntar a quién se quiere más, muy habitual
como broma, es un ejemplo de este tipo de si-
tuaciones, porque diga lo que diga el niño/a ya
ha fallado a alguien. También ocurre cuando al
niño/a se le pone en la necesidad de que decida
entre dos cosas diferentes y cada padre o madre
es partidario de una u otra. El conflicto se previe-
ne no poniendo al niño en la situación de tener
que decidir entre las personas que son importantes
para él. Todos son importantes y necesarios para
éste y los adultos deben de ser capaces de tomar
decisiones que sean tranquilizadoras y respondan
a lo que los hijos/as necesitan.
Los menores piensan mucho más de lo que los ma-
yores a veces nos damos cuenta y son sensibles a
cuándo el afecto que tienen por sus padres o figu-
ras de referencia puede estar en juego por decir
algo inoportuno o algo que es contrario a lo que
piensa uno de sus padres.
¿Cómo afecta y qué consecuencias
tiene este conflicto?
Este conflicto genera mucha ansiedad y se mani-
fiesta a menudo por comportamientos que gran
parte de los niños presentan. Lo importante no va
a ser tanto lo que se observa en los niños sino lo
que activa por debajo dicho comportamiento es
decir qué sentimiento le hace comportarse así y la
intensidad de ese sentimiento.
Esta ansiedad conlleva a menudo temores a la
pérdida del adulto al que se siente desleal, sensa-
ción que puedan enfadarse con él/ella y por tanto
un gran sentimiento de culpa y responsabilidad.
A menudo para evitar estos conflictos muchos ni-
ños tienden a no expresar lo que sienten/desean y
a vivir la mayoría de sus sentimientos en silencio.
Por tanto el conflicto de lealtades puede afectar
a la capacidad de sentir que los adultos pueden
ayudarle y a vivir el mundo que les rodea como
una amenaza ya que haga lo que haga proba-
blemente termine haciendo daño a uno de sus
adultos.
Esto hace que además vivan la vida como dividi-
da en compartimentos estancos de manera que
cuando están con una de las partes hablan de uno
de los compartimentos y cuando están con la otra
parte, del otro. Por tanto, nadie termina cono-
ciendo cómo es y cómo se siente el niño/a com-
pletamente, porque para evitar fallar a nadie es
el niño el que termina dividiéndose en cachitos.
En un conflicto de lealtades todo el mundo pierde
pero quien más pierde es el niño/a que además es
quien no tiene ninguna responsabilidad sobre lo
que sucede.
¿Cómo se puede manejar
este conflicto?
Los niños solos no pueden manejarlo. Depende de
sus adultos de referencia y en caso que ellos no
puedan o no estén en condiciones de ayudar al
niño/a, es importante que incluso un profesional
o una tercera persona le ayude al niño a entender
por qué se siente así, le explique qué es un con-
flicto de lealtades y que éste no es responsable de
lo que pasa entre sus familias o entre sus adultos
de referencia.
Los adultos pueden ayudar a los niños/as facilitan-
do hablar de manera tranquilizadora de la otra
parte, adelantándose a los sentimientos que pue-
de tener diciéndole que es probable que pueda
sentir que falla a uno cuando hace o dice algo y
dándole permiso para que pueda expresar lo que
quiera y no se sienta en la obligación de tener que
vivir secretos entre sus adultos. El niño/a necesita
saber que sus adultos quieren saber todo lo que
le pasa o siente, sea lo que sea.
Asimismo es importante organizar con el niño/a
cómo hacer cuando se sienta así y cómo tiene que
pedir ayuda y a quién de manera que cuando se
sienta así no tenga que pensar la forma de afron-
tarlo. Esto ayudará a que el niño/a aprenda a con-
fiar en los adultos de nuevo y no sienta que lo
que éste vive, genera amenazas o puede generar
conflictos entre sus adultos de referencia.
Claramente en el manejo de esta situación es clave
que los adultos o familias de referencia sean capa-
ces de mantener una relación ordenada y cordial
en presencia del niño/a, que sean capaces de tras-
ladarse cuestiones fundamentales sobre el niño
de manera que éste no sienta que él debe ser “el
correo que va y viene”.
Sólo hay una fórmula para hacer frente al conflicto
de lealtades: ser capaz de ponerse en el punto de
vista de lo que los niños sienten y como adultos ser
capaz de aprender de los errores y de los aciertos,
es decir “haciendo camino al andar”. Esperamos
haberos podido contar algunas orientaciones cla-
ve para el camino. Buen viaje, vuestros hijos lo
necesitan.
Alberto Rodríguez Agintzari, Scis