RESEÑA DE UN LÍDER PEDAGÓGICO A NIVEL NACIONAL

PATRICIA DALMAU
PROMOTORA MIRAFLORES S.A.C. – LE CORDON BLEU

El grupo “Le Cordon Bleu”

Perú, busca generar
cambios positivos en el
Perú, queremos que se
conozca el potencial
transformador de la
gastronomía”

Aunque su mundo es el de la gastronomía y la educación, cuando Patricia Dalmau define

su estilo de liderazgo prefiere usar una analogía propia de la industria pesada: “Soy un
bulldozer cuando quiero algo”. Así lo afirma esta empresaria nacida en Valencia (España)
hace 64 años. Según cuenta, está provista de la voluntad de acero que aprendió de su
padre, el diplomático y emprendedor Sixtilio Dalmau. Gracias a esta fortaleza, hoy
Patricia se da tiempo para administrar las exigentes unidades de negocios de la
corporación Le Cordon Bleu Perú, lo que equivale a decir una universidad, un instituto,
un centro de capacitación técnico productivo, el centro L’Ecole y el restaurante Wallqa.
Patricia ingresó en el rubro de la educación en gestión y gastronomía en 1992, cuando
empezó a ayudar a su padre con la otrora Escuela Superior de Administración de Hoteles,
Restaurantes y Afines (INAT). Ambos, padre e hija, tuvieron que afrontar adversidades e
incomprensiones. En primer lugar, se empeñaron en hacer empresa en un país
profundamente golpeado por el terrorismo y la crisis económica. Y, quizá más importante,
tuvieron que remar a contracorriente y convencer a las autoridades educativas sobre la
importancia de las carreras que proponían, casi desconocidas hasta entonces: Cocina,
Pastelería y Bar. Hasta hoy, señala Patricia, pese al auge y prestigio de la gastronomía
peruana, la incomprensión sobre sus carreras profesionales es un problema que duele.
A partir del 2000, las cosas empezaron a mejorar. Aquel año Patricia y su padre Sixtilio
firmaron un convenio con André Cointreau, el CEO de Le Cordon Bleu Internacional, para
abrir el instituto Le Cordon Bleu Perú. Con la experiencia adquirida en INAT, empezaron
a formar a los mejores técnicos en gastronomía y gestión de restaurantes y hoteles del
país. Sin embargo, no se quedaron ahí y apuntaron hacia el gran objetivo: la universidad
propia. Esto se logró a mediados del 2009, pocos meses antes del fallecimiento de
Sixtilio. Desde entonces, Patricia se ha encargado de mantener vivo el sueño empresarial
de su padre, un consorcio educativo que cree conocimiento para impulsar el desarrollo
del país. Patricia, en efecto, es una mujer convencida del poder transformador de la
gastronomía. Hoy, por ejemplo, impulsa un proyecto para mejorar la situación económica
y nutricional de los comuneros de Huaripampa, en la sierra de Áncash. A través de
capacitaciones, Patricia busca que los campesinos aprendan sobre qué alimentos deben
producir para nutrir mejor a sus hijos.
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El gran objetivo de Patricia es que sus alumnos puedan ayudar en la erradicación de

males como la anemia y la desnutrición.
Patricia, además de gozar del cariño de su esposo, sus tres hijos y cuatro nietos, está
concentrada en obtener el licenciamiento de la Universidad Le Cordon Bleu ante la
Sunedu. Su centro de estudios aprobó las dos primeras fases de este proceso
exitosamente y ahora está en su última etapa. La Universidad Le Cordon Bleu atiende
a 600 estudiantes, pero espera crecer con el licenciamiento.
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“Nada nos detiene cuando hay

una meta que va más allá de
nosotras y que pueda impactar
positivamente en el país”

F iorella de Ferrari lleva el arte en las venas. De niña, recreaba con sus
primos obras de teatro como las que dirigía su madre, Chela de Ferrari; y,
al crecer, ha demostrado su talento sobre las tablas y en la televisión.
Marisol Bellatín, su amiga y vecina de la infancia, tiene la agudeza y el
orden que se requiere para que los negocios caminen. Sin embargo, las
dos fundadoras del nido La Casa Amarilla han compartido desde chicas la
pasión por la enseñanza.
Cuando su familia decidió instalarse en Córdoba, Argentina, para alejarse
de la demencia terrorista, Fiorella encontró paz sirviendo a los niños de las
villas miseria. A los catorce años, pese a declararse atea, se involucró en
las obras sociales de una parroquia católica. Le tocó trabajar con un grupo
de niños de 3 a 11, amenazados por la adicción al Terokal. Los hacía jugar.
Crear. Por eso, resultó natural que, a su vuelta a Lima, decidiera estudiar
Educación. Ella sería una maestra de Inicial, pero una maestra diferente.
En Lima, Marisol había decidido estudiar Administración de Empresas, pero
la vocación sabe gritar fuerte. Mientras estudiaba en la Universidad de
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Lima, daba clases en nidos. Dictaba talleres de verano. Prefería el alboroto

de la infancia a la elegancia corporativa. Cuando Fiorella regresó, pronto
comenzaron a soñar con poner un nido juntas. El sueño cobró aún más
fuerza cuando coincidieron en Mad Science, un programa de televisión
centrado en el vínculo entre el juego y el aprendizaje. Marisol llegó allí como
jefa de producto; Fiorella, quien había llevado talleres de improvisación y
clown, era la conductora.
Marisol, que también ha hecho estudios en Psicología, ha aportado sus
conocimientos de gestión para hacer crecer una propuesta educativa
innovadora, en la que los chicos construyen de forma activa su aprendizaje.
Juntas, Marisol y Fiorella pusieron en marcha La Casa Amarilla con apenas
25 años. Juntas afrontaron la frustración cuando un primer intento de abrir
el nido fracasó por la oposición de los vecinos. Juntas perseveraron en su
modelo educativo, inspirado en la experiencia de la municipalidad italiana
Reggio Emilia, aun cuando al inicio los padres no lo comprendían.
Lo que empezó en una casa de San Isidro se ha convertido en una red de
seis nidos, además del colegio Aleph, y está irradiando su creatividad.
Brinda asesorías para elevar la calidad de los colegios de zonas de bajos
recursos, y cada año, capacita a cientos de educadores del Perú y del
extranjero.

Nada nos detiene cuando hay una meta que va más

allá de nosotras y que puede impactar positivamente
en el país”