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Casos prácticos
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Introducción
PARTE 1
LAS TÉCNICAS
4. Sistema número/figura
8. Consejos
PARTE II
MEMORIZAR FECHAS
1. Años
Periodos
Series
2. Día y mes
4. Día de la semana
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PARTE III
1. La técnica
3. Una advertencia
4. Consejos
Representaciones
Las frases
Símbolos
Sinónimos
Un poco de cultura
Sin prisas
Mnemotecnias de apoyo
Repasos
PARTE IV
1. Consideraciones previas
2. la Aproximación
Ejemplo
Consideraciones
3. 2a Aproximación
6
Ejemplo
Consideraciones
4. 3a Aproximación
Ejemplo
Consideraciones
5. 4a Aproximación
Consideraciones
6. Alternativas
7. Trucos (I)
La voz
Acción
Figuras
Con música
8. Trucos (II)
El texto menguante
Iniciales
9. Textos especiales
Poesía
Textos legales
PARTE V
SISTEMA LEITNER
1. Olvidar y repasar
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La curva del olvido
Repasar
2. El sistema
Fichas
Fichero
Proceso
Ventajas
3. Consejos
Sin prisas
Sinceridad
4. Las mnemotecnias
5. La tecnología
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Las técnicas de memorización son sencillas, muchas personas las conocen y las utilizan
para recordar algún dato, pero pocas veces aprovechan todo su potencial. Probablemente
porque las han aprendido en libros con ejemplos más o menos prácticos, pero que no
desarrollan en profundidad asuntos complejos que exigirían explicaciones más extensas
y detalladas de las que corresponden a una obra de introducción.
Pues bien, este no es otro texto de introducción, aquí el objetivo es mostrar en detalle
cómo usar las técnicas para memorizar cuestiones más complejas que una simple lista de
palabras. Vamos a escoger unos pocos casos prácticos y tratarlos con la extensión que
sea necesaria, descubriendo cómo se ponen estas técnicas en acción.
•Las técnicas. Una rápida introducción a las técnicas de memorización para aquellos
que todavía no están muy familiarizados con la materia. Útil tanto para quienes
descubren estas técnicas por primera vez como para quienes deseen repasar algún
detalle.
•Memorizar textos palabra por palabra. Bien sea porque has de realizar una
presentación en público, porque estás preparando un examen que así lo requiere, o
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sencillamente porque hay que saberse los diálogos de una obra de teatro, tarde o
temprano, en alguna ocasión te verás en la tesitura de tener que memorizar un
texto de la forma más literal posible. Aquí vamos a estudiar las distintas estrategias
a seguir para abordar tan exigente tarea.
Seguro que echarás algo en falta: es fácil que quisieras ver incluido, entre los asuntos
tratados, un caso más concreto de tu interés. Bien, cubrir todas las materias es casi
imposible, pero lo bueno es que tampoco resulta necesario: lo importante de los casos
mostrados no es que sepas cómo abordarlos - que también-, sino que sirvan como
modelo que dé pie a adaptar estas estrategias a cualquier otra materia que para ti sí sea
importante.
Por tanto, confío en que la última página de este libro tan solo sea el principio del
éxito de tu caso particular.
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NOTA. Esta primera parte consiste en una rápida introducción a las técnicas de
memorización que, imprescindibles, es necesario conocer para abordar las siguientes
partes del libro.
Se incluyen estas páginas para aquellos lectores que todavía no conocen - o desean
repasar - dichas técnicas. El texto es un extracto del libro Consigue una excelente
memoria, publicado por esta misma editorial.
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Voy a ponerte a prueba. Supongamos que debes memorizar la siguiente lista de palabras:
De acuerdo, mira la lista otra vez y con los ojos cerrados trata de repetir estas
palabras, a ver cuántas eres capaz de memorizar.
Bien, ¿cuántas has logrado recordar? ¿Tres, cuatro, quizá cinco? Y además, con toda
probabilidad, en un orden distinto a cómo aparecen escritas. Veamos cómo mejorar estos
resultados.
Es decir, la idea del volante nos ha llevado al todoterreno de nuestro primo, este nos
ha hecho pensar en el bosque, el bosque en la selva, la selva en los incas, los incas en
Machu Picchu. ¿Y si esta secuencia de pensamientos, en lugar de dejarlos al azar,
pudiéramos programarla para que fuera siguiendo los distintos puntos que son de nuestro
interés?
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Volvamos al principio. Vas a enfrentarte nuevamente al reto de memorizar esas 10
palabras que veíamos antes, pero de la siguiente forma: como en una película, vas a
imaginar escenas en la que cada uno de estos objetos interactúa con el siguiente.
¿Preparado? Empecemos con las cinco primeras.
•Teléfono: piensa en un teléfono, puede ser el clásico teléfono rojo de las películas de
espía, o quizá un teléfono de época, o ese mismo teléfono que tienes en casa. El
primero que te venga a la mente servirá.
•Avión: ahora imagínate ese teléfono situado en el extremo del ala de un avión.
Imagínate a los pasajeros - como en una escena de la película Aterriza como
puedas, ¿la has visto? - saliendo por la puerta de emergencia y gateando, con
cuidado de no ser llevados por el viento, acercándose al extremo del ala del avión
para coger el teléfono y realizar su llamada. Vale, es una escena absurda, pero de
eso se trata, precisamente.
•Garaje: el avión ha aterrizado, pero todos los hangares están llenos. Hay un
momento de confusión, pero al final encuentran un garaje de coches desocupado.
Al introducir el avión, resulta que no han calculado bien y las alas chocan contra
los muros de la entrada, cayendo en pedazos. Ahora van todos tras el genio al que
se le ha ocurrido tan magnífica idea.
¿Bien hasta aquí? Se trata de imaginar escenas que involucren las palabras que
estamos tratando de memorizar, para luego recordarlas siguiendo el hilo de nuestros
pensamientos. Veamos que tal funciona: sin mirar atrás, intenta repetir estas cinco
primeras palabras. Te echaré una mano, la primera era teléfono... ¿dónde estaba situado
el teléfono?
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cinco siguientes.
•Cohete: en la última misión espacial han puesto persianas dentro del cohete para que
no entre la luz del sol, pero algunas se han atascado y los astronautas no han
podido subirlas para hacer fotos. Imagina al astronauta con sus gruesos guantes
intentando desatascar las persianas del cohete.
Bien, cuesta más de explicar que de hacer, pero, como ya he dicho antes, se trata de
imaginar escenas que involucren las palabras que estamos tratando de recordar. Por
supuesto, estas son las escenas que yo me he imaginado, pero tú eres libre de componer
las situaciones que quieras; eso sí, cuanto más extravagantes y originales, mejor (así
resultan más fáciles de recordar).
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Cuenta la historia que un noble de Tesalia llamado Scopas encargó al poeta Simónides
recitar unos versos en un banquete, pero al terminar solo le pagó la mitad de lo
convenido alegando que, puesto que el poema era en honor de los dioses Cástor y Pólux,
que fueran estos quienes le pagaran la otra mitad. En eso, avisan a Simónides de que dos
jóvenes de aspecto radiante preguntan por él; saliendo a ver de quién se trata, no
encuentra a nadie, pero justo en ese momento se derrumba el edificio sepultando a todos
excepto a Simónides, que se hallaba fuera. Los dioses le habían pagado su mitad.
Los asistentes al banquete quedaron tan destrozados bajo los escombros, que no fue
posible saber quién era quién; entonces Simónides, que había asociado el rostro y
nombre de cada invitado a su lugar en la mesa, fue diciendo quién era cada cual según su
posición.
«Infirió que las personas que deseen educar esta facultad [la memoria] han de
seleccionar lugares y han de formar imágenes mentales de las cosas que deseen recordar,
y almacén de esas imágenes en los lugares (que ya se tienen dispuestos en la memoria),
de modo que el orden de los lugares asegure el orden de las cosas, y de modo que las
imágenes de las cosas denoten las cosas mismas...» (Cicerón, De oratore, II, 354).
Cicerón nos está describiendo lo que durante siglos - hasta mediados del xvii
aproximadamente - fue el método mnemotécnico por excelencia, hoy conocido como
método «loci» o de los lugares. Veamos un ejemplo.
Ahora estoy en el salón de casa. Mirando alrededor, empezando por la izquierda, veo
la lámpara de pie, unas sillas, el televisor, la mesa, la ventana, etc. En el momento en que
deba memorizar una lista de palabras como:
iré asociando cada término con cada objeto que tengo presente en el salón de casa:
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Lámpara de pie-buzo (imagino que estoy utilizando la lámpara como perchero, y de
ella cuelga el traje de buzo con sus gafas, las aletas, etc.); sillas-vino (como en unos
dibujos animados donde las sillas cobran vida, las veo completamente borrachas con una
botella de vino en la mano y apoyadas una con otra para mantenerse en pie); televisor-
geografía (mi atlas geográfico lo guardo sobre el televisor, para que cuando dan alguna
noticia de algún sitio que desconozco, pueda consultar donde está; por cierto, que ahora
están emitiendo un documental del «National Geographics»); y así con el resto de
palabras.
En el momento en que desee recordar los elementos de la lista no tengo más que
echar un vistazo alrededor para que cada objeto me vaya evocando la palabra
relacionada. Al ver la lámpara me acordaré del traje de buzo colgando de ella, las sillas
borrachas me recordarán el vino, el televisor la geografía, etc. Se trata de aplicar los
principios que ya conocemos, pero en vez de relacionar un término con otro - como
hacíamos con el método de la cadena-, lo relacionamos con un objeto que tenemos
presente, de tal forma que repasando los objetos, estos nos recuerdan el asunto a
memorizar.
Pero volvamos al salón de casa para seguir con nuestro ejemplo. En estos momentos
tengo memorizada una lista de palabras y he de aprender otra. ¿Qué hacemos?
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volver a utilizar los mismos objetos para recordar distintas palabras, alguna se nos
confunda y al pensar en el televisor, por ejemplo, nos venga a la mente la palabra, no de
esta lista, sino de una anterior que teníamos memorizada (interferencias). No suele
ocurrir. En el momento en que dejas de prestar atención a una relación y la sustituyes por
otra más novedosa, en tu mente se queda lo más reciente, y aun cuando recuerdes la
relación primera, esta aparece en un se gundo plano y eres perfectamente capaz de
distinguir cuál es la última palabra que asociaste al televisor, no hay problema.
Si por el contrario, intento memorizar una lista de palabras sin olvidar la anterior, en
lugar de relacionarla con los objetos del salón utilizaré, por ejemplo, el cuarto de baño o
la cocina, de modo que cada lista aparezca ubicada en un lugar diferente.
Bien, hasta aquí he utilizado como simple ejemplo los muebles y estancias de una
vivienda, pero en verdad el método «loci» puede emplear cualquier relación de objetos o
lugares que guarden un orden y conozcamos bien. Por ejemplo, los comercios de una
zona: empezando la calle hay una panadería, al lado, una tienda de frutas y verduras,
después viene la ferretería y girando la esquina está el taller de coches... Pues para
memorizar nuestra lista de palabras (buzo, vino, geografía...), imaginaré un buzo en la
panadería comprando una barra de pan, en la frutería compondré una escena de naranjas
y limones medio borrachos pasándose la botella de vino unos a otros, en la ferretería
habrán dibujado en el escaparate un mapa geográfico empleando tornillos, tuercas y
arandelas, etc. Simplemente paseando por la calle - o imaginando nuestro paseo por la
calle-, las tiendas irán recordándonos la lista de palabras.
También podríamos haber empleado como «loci» o lugares las paradas de la línea de
autobús que tomo todos los días: como las conozco de memoria, puedo imaginar en cada
parada una escena con el término a memorizar, de forma que repasando la ruta del
autobús recordaré los elementos asociados a cada punto. Conozco un mecánico que
utiliza de referencia los distintos componentes de un coche ¡y le funciona bien! Otra
propuesta es utilizar como «locus» o elementos de referencia los miembros de nuestro
cuerpo: pie, tobillo, pantorrilla, rodilla, caderas... hasta llegar al último pelo de la cabeza.
Ahora asociaré el traje de buzo con mi pie (casi me mato de un batacazo al enredarse el
pie con un traje de buzo que había en el suelo), el vino con el tobillo (cada vez que bebo
vino se me hinchan los tobillos y no puedo andar), la geografía con la pantorrilla (me he
tatuado en la pantorrilla un mapa geográfico de mi tierra), etc. De esta forma, para
recordar la lista de palabras no tendré más que mirarme a mí mismo.
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El método del abecedario empieza a ser conocido a finales del siglo xv, si bien es posible
que su origen sea tan antiguo como el método «loci», con quien comparte la misma
mecánica de funcionamiento. En efecto, este sistema es un método «loci» en el que se
han sustituido los «loci» o lugares por las letras del abecedario. Veamos en qué consiste.
En primer lugar debemos crear nuestro propio abecedario «ilustrado», donde cada
letra estará representada por la imagen de algún objeto. Por ejemplo:
Pues bien, como siempre, vamos a imaginar una escena que vincule o relacione cada
una de estas palabras con una letra del abecedario o, mejor dicho, con el objeto que
representa a cada letra del abecedario:
•(A) Abeja - mantequilla: debido a una mutación genética, ahora las abejas en lugar
de flores van desesperadamente tras la mantequilla. Cada vez que abrimos el
recipiente de la mantequilla, la cocina se llena de abejas atraídas por el olor.
•(B) Burro - perfume: ha salido en las noticias de la tele el burro de una granja que
resulta ser muy presumido, le encanta que le echen perfume y oler bien. Si el
granjero no lo perfuma todos los días, se enfada mucho y empieza a cocear
destrozándolo todo.
•(C) Casa - cartas: hemos recibido tanta correspondencia, que tenemos la casa
inundada de cartas. Al llegar a casa después del trabajo y abrir la puerta, una
avalancha de cartas se nos ha venido encima.
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•(D) Dedo - abogado: durante un juicio, el abogado ha puesto literalmente el dedo en
la llaga, pues al levantar el dedo para acusar al testigo, ha tropezado justamente
con una herida de este que, enfadado y dolorido, ha saltado sobre el cuello del
abogado con muy malas intenciones.
Y así con el resto de palabras. Cuando queramos recordar nuestra lista, solo hemos de
repasar las letras del abecedario: A-Abeja (¿Qué ocurre con las abejas? Que ahora van
locas tras la mantequilla). B-Burro (¿Qué pasa con los burros? Pues han descubierto uno
al que le encanta el perfume). C-Casa (¿Alguna novedad en casa? Que la tengo llena de
cartas). Etc.
Este sistema tiene, sin embargo, una limitación marcada por el número de letras. Tan
solo podemos emplearlo para memorizar listas de no más de 27 ítems, que son cuantas
letras hay desde la A a la Z.No obstante, al igual que con el método «loci» podíamos
recurrir a varias estancias para me morizar diversas listas, de forma similar también
podemos emplear varios abecedarios con la misma finalidad.
Por ejemplo, puedo construir un alfabeto con nombres de animales, otro con nombres
de herramientas y utensilios, un tercero con los nombres de familiares y amigos o con
personajes históricos, etc.
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viento; la C, como una luna en fase menguante; etc.
De esta forma, para recordar nuestra lista de palabras (mantequilla, perfume, cartas,
abogado...), podemos imaginar escenas de un compás untado de mantequilla, un barco
con las velas desplegadas dentro de un frasco de perfume, unas cartas llevadas por el
viento hasta la luna, etc. Al repasar el abecedario, la A con forma de compás nos
recordaría la mantequilla, la B como las velas desplegadas de un barco nos recordaría el
frasco de perfume, etc. Se trata de aplicar el mismo mecanismo que ya he explicado
anteriormente.
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El siguiente avance en la mnemotecnia surge a mediados del siglo xvii, donde
encontramos un sistema muy similar al método del abecedario, pero en el que se han
sustituido letras por números. Veamos en qué consiste.
Primero hemos de escoger un objeto que represente a cada número. Por ejemplo, el 1
podría ser una columna o un pilar (algo parecido a la raya vertical con que se escribe el
1); el 2 sería un pato o un cisne (su silueta que recuerda la forma del 2); el 3, un tridente
(o un triángulo, figura geométrica de 3 lados); etc. Es decir, elegimos objetos que de una
forma u otra nos recuerdan al número en cuestión.
columna
cisne
tridente
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Etc.
•(1) Columna - bandera: el mástil que sujetaba la bandera era tan endeble que se ha
roto; para que no se repita, en su lugar han construido una columna de mármol
sobre la que ondea la bandera.
•(2) Cisne - trineo: una bandada de cisnes ha invadido una estación de esquí en busca
de trineos para lanzarse por la nieve. Los científicos no entienden nada de esta
manía de los cisnes por los trineos.
Y así con todos los términos de nuestra lista. Para recordarlos, solamente hemos de
empezar a contar: 1-columna (¿Qué ocurre con las comunas? Han construido una como
mástil para sujetar la bandera); 2-Cisne (¿Qué pasa con los cisnes? Que ahora les gusta
deslizarse con un trineo); 3-Tridente (¿Para qué sirve un tridente? Pues sustituye al
tenedor en cierto restaurante); etc.
Aun siendo similar al método del abecedario, este sistema presenta una ventaja
importante. Si en el capítulo anterior nos hubieran preguntado, de la lista memorizada,
cuál era la palabra que aparecía en séptimo lugar, hubiéramos tenido que empezar a
contar las letras del abecedario hasta llegar a siete para saber que la séptima letra es G, y
a partir de ahí recordar qué palabra teníamos asociada a esta letra. Sin embargo,
utilizando números este problema desaparece, pues en séptima posición aparecerá el
término que he asociado con el objeto del número 7 (no necesito contar porque es obvio
que en séptimo lugar está el número 7).
Otra ventaja evidente es que ahora ya tenemos un sistema para memorizar cifras. Si
por ejemplo quiero acordarme del número 210, solo tengo que imaginar una escena en la
que intervienen un cisne, una columna y una rueda (la rueda representando el número
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cero).
Ahora bien, este método también tiene sus inconvenientes, pues la cosa se complica
un poco a partir del décimo ítem: representar números de dos dígitos requerirá dos
objetos que ya hemos utilizado anteriormente. Por ejemplo, el 12 será un pilar más un
cisne, elementos que hemos empleado para el 1 y el 2; el 21 de febrero será lo mismo
que el 2 de diciembre, y lo mismo que la cifra 212 (cisne, pilar, cisne).
Una solución sería elegir un elemento, por ejemplo una naranja, que represente el
número 10. Así, la figura de un cisne es el número 2, pero un cisne con una naranja en la
boca sería el número 12: cisne (2) + naranja (10) = 12.
Otra alternativa es, sencillamente, crear una imagen única para cada cifra. Así, por
ejemplo, el 11 estaría representado por un equipo de fútbol (que se compone de 11
jugadores), el 12 sería una docena de huevos (en las tiendas suelen venderse en cartones
de 12 unidades), el 13 podría estar encarnado por este personaje supersticioso que
siempre evita el número 13, etc. De esta forma, al pensar en el 12 no necesito recurrir
nuevamente al cisne, sino a la imagen de la docena de huevos que es el elemento
exclusivo para esta cifra.
No obstante, aunque a partir de estas ideas podamos elaborar un sistema más o menos
eficaz, no insistiré en ello. Comprobarás en los siguientes capítulos que para trabajar con
números hay un método más acertado.
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La principal dificultad que presenta memorizar un número mediante los principios
mnemotécnicos estriba en cómo formarse una imagen de algo que, efectivamente, nos
sirve para señalar la cantidad de algo, pero que no tiene significado en sí mismo. Es
decir, para la palabra silla tenemos la imagen de un objeto de cuatro patas que sirve para
sentarse, pero, ¿qué imagen representa al número 718281?
Este sistema se basa en relacionar cada número con una serie de consonantes con las
que podremos formar una palabra. Las vocales se utilizarán de comodín, sin tener otra
finalidad que la de relleno para formar la palabra necesaria. La letra «y» se omite por
tener una pronunciación igual a la vocal «i», así como la letra «h» que tiene un sonido
mudo (no se pronuncia).
•Uno. El número 1 tiene una grafía similar a la letra t, así pues esta será la primera
consonante que asignemos. Por similitud fonética, la d se pronuncia de forma
similar a la t; añadiremos también al número 1 la consonante d.
•Dos. Al número 2 le asignaremos la letra n, por aquello de que se escribe con dos
palitos. También la ñ por la misma razón.
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pues al número 5 le asignamos las letras v y 1.
•Siete. La letra f se parece mucho a un 7 escrito a la inversa, así pues queda asignada
a este número. También la letra j, que se asemeja a un 7 escrito boca abajo.
•Nueve. Para el 9 nos reservamos las letras p y b, que además de tener un sonido
similar, fácilmente nos recuerdan a un 9 al dibujarse también con una línea y un
círculo.
Aquí hemos utilizado todas las consonantes que aparecen en nuestro abecedario, sin
embargo, se quedan en el aire los sonidos que no representamos con una consonante,
sino con dos. Me refiero al sonido «rr» de carro, «ll» de llama y también «ch» de charco.
Vamos a utilizarlos asignando rr al 0 (igual que la r), 11 al 5 (igual que la 1) y ch al 8 por
formar parte de la palabra que define al propio número.
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NOTA. Esta tabla es mi propuesta personal. Cada cual es libre de componerla según
sus propios criterios. Lo importante es que al pensar en un número, inmediatamente lo
relacionemos con las letras correspondientes, y viceversa. Con objeto de mantener un
cierto criterio, todos los ejemplos que se describan en este libro se basarán en la tabla
aquí expuesta.
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Ahora ya tenemos la herramienta necesaria para convertir números en palabras. Veamos
algunos ejemplos.
El 1 será una palabra formada con una consonante t o d: día, tía, tea... cualquiera de
ellas sirve. El 2, siguiendo la tabla del código fonético, será una palabra construida con n
o ñ: año, Noé, uña. El 3 puede ser amo, humo, mayo, yema... recuerda que las letras h
(sonido mudo) e y (suena igual que la vocal i) no se tienen en cuenta.
Supongamos que no quieres olvidarte de tu próxima visita al dentista el día 10. Pues
muy fácil, solo tienes que ver a tu dentista perseguido por un toro (toro=10). Imagínate
la escena: un toro se ha colado en la consulta del dentista y anda persiguiéndolo dando
vueltas alrededor del sillón donde se acomodan los pacientes, y como es muy grande, va
tropezando y dando cornadas a todo lo que encuentra: armarios, sillas... ¡qué desastre!
Vaya, resultará imposible pensar en el dentista y no acordarse del toro (día 10). Se
trata, como siempre, de aplicar los principios mnemotécnicos que ya hemos practicado
imaginando una escena inusual, extraña, sorprendente... en definitiva, que nos llame la
atención.
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ajo, ¡bahhh! (ajo=7, mes de julio).
Cuando se presentan cifras elevadas de más de dos o tres dígitos, encontrar una
palabra con las consiguientes consonantes puede resultar una tarea difícil, cuando no
imposible. En estos casos aplicaremos la técnica del divide y vencerás, fragmentando la
cifra en grupos de dos o tres dígitos que formarán números fácilmente convertibles en
palabras. Veamos un ejemplo: supongamos que nunca logras recordar el año en que
Cristóbal Colón descubrió América: 1492. La verdad es que no se me ocurre ninguna
palabra con las consonantes necesarias para este número, así que lo divido en dos, 14 y
92. Ahora solo tengo que imaginarme a Colón bajando de la carabela comiendo un taco
(14) y fumando un habano (92).
O si prefieres, podríamos componer nuestra escena para los números 1 y 492: Colón,
que es todo un caballero, baja de la carabela llevando a tu tía (1) en brazos - para que no
se moje los pies-, dejándola en una cercana cabaña (492). Si tu tía es muy habladora,
imagínate que va dándole la lata a Colón y este, con una cara como pensando «¿no se
atragantará esta mujer?», en cuanto ve una cabaña la encierra allí para no oírla más. O si
tu tía pesa algún kilo de más, el esfuerzo de Colón para llevarla en brazos hasta la
cabaña...
Ahora enfrentémonos al reto de memorizar los primeros veinte decimales del número
pi:
14159265358979323846
Así de pronto puede parecer una tarea imposible, pero en realidad es tan sencillo
como aplicar el método de la cadena - por ejemplo - para recordar la siguiente lista de
palabras:
141592653 58 97 93238 46
ducado (141), alpino (592), islam (653), lago (58), paja (97), puma (93), enemigo (238),
queso (46)
No es tan complicado ¿verdad? Por supuesto, no deja de ser una elección personal de
cada cual el agrupar los números de esta forma y seleccionar estas palabras para cada
uno de ellos. Es mi propuesta, pero tú eres libre de proceder como gustes.
Bien, en estos momentos creo que ya estás en condiciones de poder memorizar sin
dificultad cualquier número que desees: fechas, teléfonos, códigos postales, números de
matrículas, de documentos de identidad, etc. ¡E incluso constantes matemáticas! Solo tú
dictas el límite de tu memoria.
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A continuación vamos a explotar todo el potencial del código fonético mediante lo que
se conoce como las palabras clave. Esto consiste, ni más ni menos, en crear una lista con
todos los números de 0 al 100 y asignar a cada número, de entre las palabras posibles, un
solo término muy concreto.
Yo, por ejemplo, al número 0 le asocio la palabra aro. ¿Por qué esta y no otra?
Simplemente porque fue la primera que se me ocurrió al buscar una palabra con la
consonante r. Tengo memorizada esta relación y siempre que oigo el número 0
automáticamente en mi mente se forma la imagen de un aro tan redonda como el propio
número, no necesito detenerme a ver qué letras corresponden al 0, qué palabras puedo
formar con esa consonante, etc. Es algo automático.
La experiencia indica que las mejores palabras clave son aquellas formadas por tantas
sílabas como dígitos tiene el número que representan, es decir, palabras de una sola
sílaba para los números del 0 al 9, de dos sílabas para el resto hasta el 99. Siguiendo con
el caso del 0, normalmente solemos asociarlo mejor con la palabra aro o rey antes que
con arroyo, por ejemplo, aunque los tres términos son válidos.
Si además cada una de las sílabas se compone de solo dos letras, en el orden
consonante más vocal, mucho mejor. Por ejemplo, para el número 10 una buena palabra
clave podría ser toro o torre (primera sílaba empieza con t, número 1, la segunda sílaba
con r, número 0), aunque palabras como atar, autor, hiedra, idear, odre, teoría, trío, útero,
etc., también representan el número 10 y perfectamente pueden constituir una palabra
clave. Normalmente, la primera que te venga a la mente suele ser la más acertada.
También suelo recomendar que si en una palabra clave eliges la letra t para el número
1, siempre que sea posible, continúes utilizando la t también en el resto de palabras
clave. Así, si elegiste toro para el número 10 (letra t), podrías seleccionar teta para el 11,
tuna para el 12, timo para el 13, etc. Si por el contrario elegiste duro (letra d), aconsejaría
dedo para el 11, duna para el 12, dama para el 13, etc.
Bien, pues pasemos a la acción. Ahora te toca a ti coger papel y lápiz para
confeccionar una lista con tus palabras clave (sugiero el lápiz por si más adelante para un
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número dado se te ocurre algún término más acertado y quieres cambiarlo). Si no viene
la inspiración o se te hace muy largo, no pasa nada, ya lo terminarás más adelante. Pero
eso sí, recuerda que hasta que no completes la tabla con las cien palabras clave no podrás
seguir avanzando.
Ahora que ya tenemos confeccionada nuestra lista de palabras clave, podemos empezar a
usar el método fonético al estilo tradicional. Veamos un ejemplo.
Como de costumbre, supongamos que debemos memorizar una lista de palabras tal
como:
Sigamos con año (palabra clave para el dos) y rana: en la fiesta de año nuevo han
encontrado una rana en el ponche. El camarero no se ha dado cuenta y al ir a llenar una
copa, la rana ha caído dentro. Imagínate la sorpresa al tomar un sorbo, la rana saltando
por la pista de baile, etc.
Bien, y así sucesivamente con las restantes palabras según muestra la siguiente tabla:
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Una vez tengamos hechas nuestra asociaciones, para recordar las palabras solo
tenemos que ir contando del uno a diez: uno es igual a tea, ¿qué imagen nos viene a la
mente al pensar en tea? El minero que la ataba en su caso. Dos es año, ¿qué destacaba en
la fiesta de año nuevo? La rana en el ponche. Y así sucesivamente.
Una de las virtudes del método fonético es que cada palabra clave lleva implícito un
número, lo cual nos permite saber en qué lugar tenemos memorizada cada palabra. Si en
un momento dado necesito saber qué aparece en séptima posición, pienso en la palabra
clave para el 7, que es hoja. ¿Qué término he asociado con hoja? Sombrero, luego en
séptimo lugar figura la palabra sombrero.
Por otro lado, los métodos expuestos en capítulos anteriores son muy eficaces para
rememorar listas de palabras breves, no tanto para listas de palabras largas. Con el
método fonético no hay ninguna limitación: solamente empleando nuestras cien palabras
clave ya estamos en condiciones de memorizar una lista de cien ítems sin ningún
problema. Y llegado el caso, podemos seguir ampliando nuestra lista de palabras clave
hasta donde sea necesario.
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inducir a interferencias (si tienes memorizadas varias listas con las mismas palabras
clave, puede ocurrir que al pensar en una palabra clave la imagen que te venga a la
mente no sepas a cual de las listas corresponde) y a algún olvido (al no utilizar nunca
una determinada palabra clave, es posible que cuando la necesites no recuerdes cuál era).
Por ejemplo, si deseas llevar tu agenda semanal de memoria, puedes asociar las tareas
para el lunes con las palabras clave del 10 al 19, martes con las del 20 al 29, miércoles
las del 30 al 39, jueves las del 40 al 49, viernes las del 50 al 59, sábado las del 60 al 69 y
domingo las del 70 al 79. Cuando quieras relajarte pensando en todo lo que vas a hacer
este domingo, bastará con que repases los números a partir del 70 para evocar las
imágenes que asociaste con sus correspondientes palabras clave.
Y para terminar la demostración, le repites las diez palabras del revés, desde la última
a la primera. Para ello basta con contar del 10 al 1, es decir, rememorar las palabras
clave del 10, del 9, del 8... hasta el uno.
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Quien no conoce los métodos mnemotécnicos se queda asombrado. Algunos artistas
de variedades incluyen en sus espectáculos demostraciones de una memoria portentosa,
pidiéndoles a los espectadores que citen términos que después recordarán en cualquier
orden. En realidad, no hacen más que aplicar el método fonético con las palabras clave
(y adornarlo con una actuación muy teatral, por supuesto).
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Como ya has observado, el pilar sobre el que se sustenta la mnemotecnia es nuestra
imaginación, nuestra capacidad de imaginar pequeñas aventuras en las que se asocian los
elementos que deseamos recordar. Y también habrás observado que cuanto más raras y
extrañas sean estas situaciones, mejor, pues al ser tan llamativas, atraerán nuestra
atención y mejor nos acordaremos de ellas. Esto es lo que se conoce como «efecto Ven
Restorff» o efecto del aislamiento: todo elemento que destaque o rompa las normas será
más recordado que los demás. Lo que significa que cuanto más rocambolesca y fuera de
lo normal sea la escena que imaginemos, más fácilmente quedará guardada en nuestra
memoria.
A continuación, expongo una pequeña guía con los puntos que debe cumplir una
buena escena:
2.Debemos dotar nuestras escenas de acción, es decir, lejos de ser como una
fotografía-una imagen estática-, deben ser como un fragmento de película donde
hay movimiento, donde vemos a los objetos interactuar. En el ejemplo anterior,
donde los protagonistas son una señora y una silla, podemos ver a la señora
poniéndose la silla sobre la cabeza, mirándose en el espejo a ver cómo le queda,
ajustando la silla sobre el peinado, etc.
3.Familiaridad. Si esta señora se parece a nuestra tía Enriqueta y la silla que está
probándose a modo de sombrero es como la de nuestro dormitorio - esa donde
dejamos la ropa-, seguramente compondremos nuestra escena con más facilidad
que con objetos que nos resulten ajenos. Además, al tratarse de cosas que nos
atañen directamente, nos acordaremos más fácilmente de ellas.
4.Adornar, enriquecer las escenas con diversos detalles. Hoy día no es habitual el uso
de sombreros, sin embargo, sí lo era a principios del siglo xx, así que podemos
imaginar a nuestra protagonista con un vestido de época en un ambiente como los
que aparecen en las viejas películas en blanco y negro, probándose sobre la cabeza
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una silla de estilo victoriano.
Por otro lado, una de las principales dificultades que surgen a la hora de componer
nuestras escenas es cuando debemos memorizar adjetivos, acciones, conceptos o
simplemente términos que nos son desconocidos y para los cuales no encontramos una
imagen que los identifique claramente. Por ejemplo, una silla es algo que todos
conocemos y resulta fácil representar este objeto. Sin embargo, si te pido que recuerdes
la palabra ambrosía... ¿qué es ambrosia? Y aun cuando sepas su significado, ¿qué
imagen puede representar esta palabra?
Pues bien, en esas situaciones podemos recurrir a alguna de estas dos estratagemas:
En resumen, a ese término indefinido le daremos sentido bien con algo que suena
muy parecido o bien con la figura de algo que lo represente.
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.En qué año se inició la primera cruzada?
Seguro que alguna vez nos hemos visto en apuros ante preguntas de este estilo. Sin
embargo, con la ayuda de la mnemotecnia, recordar este tipo de fechas resulta una tarea
de las más sencillas. La técnica es simple: basta con convertir el número del año en algo
fácil de imaginar - con la ayuda del código fonético - y componer una escena llamativa
en la que involucramos el hecho, la cruzada en este caso, junto con aquello que
representa el año.
La primera cruzada se inicia en el año 1095, que podemos representar con la palabra
terrible (t=1, rr=0, b=9, 1=5). Es fácil ver que las cruzadas tuvieron consecuencias
terribles: imagina, por ejemplo, una batalla de cruzados batiéndose con los sarracenos en
una lucha cruenta que deja tras de sí un reguero de muertos tanto en uno como en otro
bando, algo terrible (1095).
Otro ejemplo: ¿cuándo volverá a ser visible el cometa Halley cerca de la Tierra? En
el año 2061, cifra que podemos convertir en la palabra narizota (n=2, r=0, z=6, t=1):
imagina al cometa con una prominente narizota, o al astrónomo Halley que nos ha
mentido respecto a la fecha y por eso le ha crecido una enorme narizota, como a
Pinocho. Las posibilidades son múltiples.
a)Convertir la fecha del año en un término comprensible con la ayuda del código
fonético.
Al poner en práctica esta técnica, solo encontraremos dos tipos de dificultades que
podemos vencer fácilmente.
Encontrar una palabra para representar las fechas de los primeros siglos resulta más o
menos fácil, pues son cifras de pocos dígitos. Por ejemplo, la llegada de los musulmanes
a la Península Ibérica fue en el año 711, que podemos representar con la palabra afeitado
(f=7, t=1, d=1): a pesar de que gustaban llevar barba, lo primero que hicieron los
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musulmanes al llegar a la Península fue adecentarse con un afeitado, o bien podemos
imaginar que a todo aquel que les oponía resistencia le hacían un buen afeitado (lo
degollaban).
Sin embargo, tarde o temprano nos daremos de bruces con algún año para el que no
encontramos palabra alguna que lo represente. Pensemos, por ejemplo, en el
descubrimiento de América en 1492.
Otro ejemplo: la llegada del hombre ala luna en 1969. Tras darle varias vueltas, no
encuentro ninguna palabra para la cifra 1969, así que la dividiré en 19 y 69; la aventura
podría ser algo como esto: la cápsula lunar fue a tomar tierra - bueno, mejor dicho, a
tomar luna - justo a la hora de cenar, así que el astronauta cogió una tapa (19) para cubrir
su plato de sopa (69), que no se le enfriase la cena mientras bajaba a la superficie lunar
(sí, ya sé, una historia absurda, pero cuanto más extraña y rocambolesca, mejor nos
acordaremos de ella).
Esta opción de separar la cifra en dos, sin embargo, aunque válida, no termina de ser
perfecta; por un lado, requiere introducir en la escena dos elementos, no uno, para
representar el año (el taco y el habano en el caso de Colón, la tapa y la sopa en el caso
del astronauta); por otro lado, derivado de la condición anterior, estamos expuestos a que
en algún momento surja la duda de en qué orden aparecen los elementos representativos
del año: ¿era un taco y un habano, o un habano y un taco?
Siguiendo con el ejemplo de Colón, sé que la llegada a América fue después del año
1000, luego, en realidad, lo único que necesito memorizar es la cifra 492, el 1 inicial se
sobreentiende. Así, puedo imaginar a Colón que encuentra las indicaciones para llegar a
América en una abandonada cabaña (c=4, b=9, ñ=2). Al pensar en Colón y su llegada a
América recordaré la cabaña, que en realidad indica el año 492, pero como sé que esto
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sucedió después del año 1000, a la cifra señalada añado un 1 inicial. Resultado: el
descubrimiento de América por parte de Colón fue en 1492.
Como hemos visto, las cruzadas empiezan más o menos en la frontera del año 1000,
por tanto, cualquier hecho histórico posterior necesariamente debe empezar por 1 (o por
2, si es muy reciente). Colón descubrió América, ¿antes o después de las cruzadas?
Obviamente, después, luego la fecha del descubrimiento empezará por 1. Y no es
necesario memorizar un dato que ya conozco.
❑ Antes de Cristo
Una duda que puede asaltarnos cuando se trata de fechas muy lejanas es saber si es antes
o después de Cristo. Por ejemplo, la coronación de Cleopatra sucedió en el año 51 a. C.
¿Cómo recordar que fue antes y no después de Cristo?
Podemos entonces aprovechar esta característica para establecer la norma de que los
años anteriores al 1 los escribiremos siempre con un 0 delante, siendo indicativo ese 0
inicial de que se trata de una fecha antes de Cristo.
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Por ejemplo, puedo establecer que las fechas antes de Cristo se simbolizan con algo
roto. Así, siguiendo con el ejemplo de Cleopatra, imaginaré la escena en que durante la
coronación un súbdito desairado le lanza una lata (51) que al impactar sobre la corona, la
rompe. En esta ocasión, la lata señala el año 51 mientras que el objeto roto indica antes
de Cristo.
En vez de un elemento roto podría haber optado por otra característica, por ejemplo,
el color blanco (entonces imaginaría a Cleopatra coronarse vistiendo una impecable
túnica blanca) o la presencia de algo mojado (la corona está mojada y gotas de agua se
escurren por la nariz de Cleopatra), etc. Si en la escena en cuestión no aparece ese
elemento característico, el hecho ocurre tras el nacimiento de Cristo.
En cualquier caso, siempre debe primar la razón. Si, por ejemplo, estamos estudiando
hechos acaecidos en el periodo heleno, en la época de los grandes filósofos griegos, es
evidente que las fechas señaladas serán siempre anteriores a Cristo, por tanto, no es
necesario imaginar a Platón o Aristóteles vestidos con una túnica rota, blanca o mojada,
es decir, podemos renunciar al hecho indicativo de antes de Cristo cuando por lógica
esto se deduce sin dificultad.
PERIODOS
Por ejemplo, el rey Fernando el Católico nació en 1452 y falleció en 1516. Recordar
estos datos resulta sencillo: prescindo del 1 inicial (sucedió en la época en que Colón
descubrió América, bastante después del año 1000) y veo cómo la crónica cuenta que el
rey nació rodeado de su clan (c=4, 1=5, n=2) y hasta el mismo día de su muerte le
llamaron alteza (1=5, t=1, z=6). Es decir, puesto que necesitamos recordar dos años,
recurrimos a dos imágenes, en este caso, nacimiento y muerte.
Siguiendo con el mismo ejemplo del rey Fernando, en lugar de memorizar las fechas
de 1452 y 1516 puedo tener la misma información memorizando 1452 y 64, es decir,
fecha del nacimiento más la edad del monarca a fecha de su fallecimiento. En el
momento en que necesite saber el año de su muerte, simplemente sumo 64 a la fecha
inicial: 1452 + 64 = 1516.
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La ventaja de este procedimiento, desde el punto de vista mnemotécnico, es que
seguramente resulte más fácil memorizar 64 que 1516, aparte de que en ocasiones puede
resultar más útil saber la duración de un periodo que no la fecha de finalización (aunque
ambos datos se pueden obtener fácilmente con una simple suma o resta).
Sin embargo, nada es perfecto, y puede ser que alguna vez, en algunas circunstancias,
confundas el dato de la duración con el año final, es decir, que no sepas si el 64 se refiere
a la edad o al año 64. Si surgiese este problema, puede solucionarse recurriendo al truco
del 0: cualquier cifra que empiece por 0 significa que corresponde a la duración, no a un
año.
Supongamos, por ejemplo, que como ya sabes que el rey vivió en el siglo xv (los
años que empiezan por mil cuatrocientos), en las fechas omites los dos dígitos iniciales y
memorizarás solamente los números 52 y 64. El 52 está claro que corresponde al año
1452, pero el 64, ¿significa que murió en 1464 o que vivió 64 años? Es en este caso
cuando utilizarás el 0 para evitar confusiones: los datos a memorizar, en realidad, serán
52 y 064 (el 0 indica que 64 era la edad del rey cuando murió - duración-, no la fecha de
fallecimiento).
SERIES
Un caso muy similar al anterior es cuando se presentan una serie de fechas relacionadas
con el mismo suceso. Pensemos, por ejemplo, en los cuatro viajes de Colón a América:
zarpó rumbo al Nuevo Mundo en 1492, 1493, 1498 y 1502. ¿Cómo memorizar estas
cuatro fechas?
Bien, una forma de abordar esta tarea es memorizar la primera fecha y, tomando ésta
de referencia, del resto memorizar solamente los dos últimos dígitos. La secuencia a
recordar sería 492, 93, 98 y 02: 492 está claro que indica el año 1492, a partir del cual se
deduce que 93 indica 1493, 98 indica 1498 y el 02, vaya, podríamos pensar que
corresponde a 1402, pero esta fecha es imposible - necesariamente debe señalar un año
posterior al anterior, es decir, mayor de 1498-, por tanto, por lógica, el 02 corresponderá
a 1502.
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Así pues, para recordar el incio de los cuatro viajes de Colón bastará con memorizar
esta secuencia de palabras: cabaña (492), puma (93), pecho (98) y rana (02). Recurriendo
al truco de la historieta, podemos imaginar la aventura de Colón: tras desembarcar en
América, se va a descansar a una cabaña (492), pero allí se encuentra con un puma (93)
que le hiere en el pecho (98) y no le inflige más daños porque huye despavorido al ver a
una inocente rana (02).
En este caso, la secuencia de palabras a memorizar será: cabaña (492), té (1), olé (5)
y eco (4). La aventura de Colón en este caso podría ser que en la cabaña (492) encuentra
un sabroso té (1) y al probarlo exclama: «¡olé (5), qué bueno!», frase que se oye varias
veces por el eco (4).
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Hay ocasiones en las que el dato a memorizar no es el año, sino una fecha de día y mes,
por ejemplo, un cumpleaños. El proceso a llevar a cabo para memorizar este tipo de
información no tiene mayor misterio. Veámoslo con un ejemplo.
Y así con todo. El día de los enamorados, San Valentín, es el 14 de febrero, que
puede representarse con la palabra tacaño (t=1, c=4, ñ=2): imagina, por ejemplo, una
chica enfadada porque su novio, el día de los enamorados, por ahorrar, en vez de
regalarle flores solo le ha regalado los pétalos ¡el muy tacaño (142, 14 de febrero)!
Ahora bien, este sistema tiene un peligro. Supongamos que la fecha a memorizar es el
1 de diciembre, ¿cómo distinguirla del 11 de febrero? Ambas fechas coinciden con el
mismo número, 112.
Una solución a la que recurren muchos mnemonistas - por ejemplo, Harry Lorayne -
es aprovechar el 0 y establecer la norma de que, en caso de duda, siempre corresponden
al mes los dos últimos dígitos. Siguiendo esta regla, 1 12 correspondería pues al día 1 del
mes 12 (diciembre). ¿Cómo se representa entonces el 11 de febrero? Puesto que el mes
debe escribirse con dos dígitos, a los meses del uno al nueve se les añade un 0 delante,
de forma que febrero pasa a ser el mes 02; el número resultante será 1102 (día 11 del
mes 02, febrero).
Recuerda: en caso de duda, para evitar cualquier confusión, el mes se escribirá con
dos dígitos, añadiendo un 0 delante para los meses de enero y febrero. Unos ejemplos:
•1 de enero: 11 (no hace falta aplicar la norma, puesto que si solo hay dos dígitos,
está claro que uno corresponde al día y otro al mes).
•11 de enero: 1101 (aquí sí debemos aplicar la norma, puesto que la cifra 111
corresponderá al 1 de noviembre).
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•21 de febrero: 2102 (hay que distinguirlo del 2 de diciembre, que será 212).
•11 de marzo: 113 (aquí no hay posible confusión porque el mes 13 no existe, así que
podemos prescindir del 0).
No obstante, existen otro tipo de soluciones. Por ejemplo, la alternativa que propone
Salomón Witty es la siguiente: el problema viene dado porque hay tres meses que se
escriben con dos dígitos, octubre (10), noviembre (11) y diciembre (12), que más o
menos coinciden con el periodo de otoño. Pues bien, cuando la cifra corresponda a
alguno de estos meses, imaginemos una escena que se desarrolla en un entorno con hojas
caídas, una estampa propia de los meses otoñales.
Por ejemplo, el número 112 representado por la palabra tetina (t=1, t=1, n=2): si la
escena de un bebé con el biberón transcurre en un parque de hojas caídas, está claro que
co rresponde a una época otoñal, luego la fecha será 1 de diciembre (mes 12, hojas
caídas = otoño); pero si la escena transcurre en una estación de esquí, rodeado de nieve,
entonces la fecha será 11 de febrero (mes 2, nieve = invierno).
Esta técnica, que nos ahorra el trabajo de ir añadiendo el número 0, nos impone a
cambio imaginar escenas en entornos determinados, que señalarán el mes: la nieve
simboliza los meses de invierno (enero, febrero, marzo), las flores la primavera (abril,
mayo, junio), la luz de los días radiantes de la época estival el verano (julio, agosto,
septiembre) y las hojas caídas, como ya he apuntado anteriormente, los meses de otoño
(octubre, noviembre, diciembre).
Aunque cualquiera de estas alternativas son efectivas - basta con un poco de práctica
para acostumbrarse y obtener buenos resultados-, no acaban de ser perfectas, pues tienen
su pequeña dificultad: no siempre vamos a encontrar fácilmente una palabra para la cifra
que representa la fecha, a veces hay que pensar un poco, otras veces un mucho y otras,
simplemente, no habrá forma de encontrar ninguna palabra (por ejemplo, intenta hallar
un término para el 11 de noviembre).
No se trata de un problema grave, pues siempre podemos emplear, en vez de una, dos
palabras representativas, una para el día y otra para el mes. Pero esto también tiene su
inconveniente, pues en una escena donde aparece Noé (2) apuntando con el dedo (1 1),
¿eso es 2 de noviembre o significa 11 de febrero?
Aunque todo tiene solución y este tipo de problemas se presentan de tarde en tarde -
ya sería mala suerte tener que memorizar una fecha tan complicada-, yo personalmente
utilizo otra técnica que me evita todo este quebradero de cabeza y resulta igualmente
efectiva. Consiste en lo siguiente.
El número del día lo convierto en palabra según el código fonético - como hemos
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visto hasta ahora-, pero el mes lo represento con otra técnica: mediante algo que sea
característico del mes en cuestión.
Por ejemplo, enero es frío (pleno invierno) así que cualquier escena donde el frío
tenga un papel protagonista, significa que se desarrolla en enero. ¿Cómo recordaría el
día de los Reyes Magos, 6 de enero? 6 = oso, enero = frío: los niños se han levantado
ilusionados por ver qué regalo le han dejado los reyes magos ¡un oso! (s = 6, día 6) pero
no pueden abrazarlo porque ha estado toda la noche a la intemperie y se ha congelado,
está muy frío (frío, mes de enero).
Seguro que a ti se te ocurrirá algo mejor, pero a modo de ejemplo, así es como
represento los meses:
•Marzo: papá (19 de marzo, san José, día del padre). Las fallas de Valencia.
•Abril: Semana Santa, procesiones, iglesia (aunque varía, las fechas de Semana Santa
suelen ser en abril).
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Habiendo adquirido ya cierta habilidad para recordar días de cumpleaños y años en que
sucedieron hechos históricos, unir estos datos para memorizar una fecha exacta de día,
mes y año no requiere mayores explicaciones, basta con urdir una secuencia en la que
van apareciendo ordenadamente los elementos representativos de estos datos.
El único requisito es que sigas siempre el mismo orden, esto es importante. Como
puedes apreciar en los ejemplos, primero presento el hecho (los soldados desembarcando
en la playa, la Constitución empezando a trabajar), después apa rece el elemento del día
(oso, nube), del mes (fiesta de San Juan, papá Noel) y finalmente el año que, en estos
casos, como ya sé que transcurren en el mil novecientos, reduzco solamente a sus dos
últimos dígitos (caca y fax).
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Un juego clásico dentro de la mnemotecnia es aquel en el que el protagonista simula
haber memorizado todos los días de la semana para cualquier fecha del año. Ante
preguntas como «¿En qué día cae Navidad?», tras pensarlo un momento - con una
pequeña pausa para el suspense-, respondes que martes, sin duda. Y en efecto, es martes.
Desde el punto de vista práctico no creo que tenga mucha utilidad, pero aprovecha
para presumir entre los amigos de una excelente memoria. Aunque existen diversas
formas de lograr esta «proeza», voy a explicar la técnica que sigue Harry Lorayne y
otros mnemonistas, pues creo que es de las más sencillas.
Como en muchos juegos, aquí hay más truco que habilidad mnemotécnica. Veámos
cómo funciona: supongamos que eres un apasionado del cine y quieres conocer el día de
la semana para cualquier fecha del año 1984, cuando se estrenó la película Terminator.
El primer paso consiste en confeccionar una tabla con las claves de los meses, que
corresponden al primer domingo de cada mes. Por ejemplo, el primer domingo de enero
es el día 1 (clave para enero: 1), el primero domingo de febrero es el día 5 (clave para
febrero: 5), etc.
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Y esto es todo lo que necesitamos saber, pues teniendo estos dados, cualquier fecha
puede deducirse con facilidad.
Las semanas tienen siete días, luego si el 1 de enero es domingo al cabo de siete días
volverá a ser domingo otra vez, es decir, el día 8 de enero también será domingo (1 + 7 =
8), y el 15 de enero también será domingo (8 + 7 = 15), etc.
Por tanto, si nos preguntan en qué dia cae el 16 de enero, la respuesta se calcula
fácilmente: el primer domingo es el 1, luego el 8 es domingo, el 15 es domingo, etc. así
que el 16, el día siguiente al domingo 15, tendrá que ser lunes.
Con un poco de aritmética la cosa resulta incluso más sencilla: supongamos que el
primer día de la semana es lunes, el segundo es martes... y así hasta el séptimo día, que
es domingo. Pues bien, si nos preguntan qué día es el 16 de enero, podemos hacer la
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siguiente cuenta: al día señalado le restamos la clave del mes, en este caso 1 (enero = 1),
por lo que tenemos 16 - 1 = 15. A la cifra resultante le vamos restando 7 hasta obtener un
número entre 1 y 7: 15-7=8;8 - 7 = 1; y ese último número corresponde al día de la
semana, en este caso, primer (1) día de la semana, es decir, lunes. Resultado: 16 de enero
es lunes.
A primera vista puede resultar un poco complicado, pero te aseguro que es muy
sencillo. Pruébalo calculando el día de varias fechas y verás que no solo aciertas con
absoluta precisión el día de la semana, sino que además resulta mucho más fácil de lo
que parece.
Una vez adquirida cierta destreza con el cálculo, lo suficiente como para hacer las
operaciones matemáticas rápidamente de cabeza, queda pendiente el trabajo
mnemotécnico de aprenderse la tabla con las claves de los meses.
Es una tarea que no tiene mayor misterio, puedes elegir la técnica que quieras.
Por ejemplo, recordar que enero es 1 resulta fácil, pues coincide con el primer (1)
mes del año; febrero lo represento con el carnaval: imaginaré la escena de una gran ola
(5 según el código fonético) que ha mojado a todos los que celebraban en el puerto un
carnaval; y así con todos los meses. De esta forma, para saber la clave de febrero, pienso
en el carnaval y la escena de todos mojados por una gran ola de mar me recuerda el
cinco: clave de febrero, 5.
Otra posibilidad consiste en agrupar las claves de los meses de dos en dos y
convertirlas en palabras según el código fonético:
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Memorizando la lista de palabras mediante el truco de la historieta, o mediante el
método de la cadena, sabrás las claves de los meses (al transformar las palabras en
números): enero y febrero, 1 y 5 (tila); marzo abril, 4 y 1 (cohete); etc.
Si agrupas las claves de tres en tres obtendrás cuatro palabras que corresponderán,
más o menos, con los meses de las cuatro estaciones del año:
Con solo memorizar estas cuatro palabras, más un poco de habilidad con los cálculos,
podrás presumir de una prodigiosa memoria capaz de recordar el día de la semana para
cualquier fecha del año 1984.
Lo dicho hasta ahora se puede llevar un paso más allá y confeccionar una especie de
calendario perpetuo con una serie de reglas que nos ayuden a saber el día, no para un
año, sino para todos los años de un siglo (o incluso más).
Obviamente, el sistema resulta un poco más complejo - entre otras cosas, hay que
tener en cuenta las disonancias que introducen los años bisiestos - y aunque no se trata
de algo extremadamente dificil, considero que ya se aleja de lo que es simplemente
mnemotecnia y, por tanto, como curiosidad, bastará con las explicaciones detalladas para
un año.
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Lo más dificil de memorizar es aquello que no comprendemos, que carece de significado
y no tiene ningún sentido (al menos, para nosotros). Por ejemplo, los elementos de la
tabla periódica. ¿Qué demonios es eso de «darmstadtio»? ¿Y lo de «bismuto»? ¿O
«iterbio»? Etc. Son términos que probablemente no hayas oído en tu vida y ni remota
idea de qué significan. En consecuencia, memorizarlos no resulta una tarea fácil.
Por ejemplo, «helio» puede presentarse por «el lío», que suena casi igual. De esta
forma, el elemento «helio» pudiera ser la imagen de una red de pesca toda enmarañada,
imposible de deshacer «el lío» (= helio).
Una vez salvado este obstáculo, el siguiente paso es asociar el elemento químico con
su correspondiente número atómico: hidrógeno = 1, helio = 2, etc. Esto es mucho más
sencillo de lo que pueda parecer.
Seguramente, mediante el código fonético ya habrás creado una lista de cien palabras
clave que representan cada uno de los números del 1 al 100: 1 = tea, 2 = Noé, etc. Pues
bien, como siempre, vamos a imaginar una escena en la que asociamos el objeto que
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representa al elemento químico con el objeto que representa al número atómico. Por
ejemplo:
2.Noé (= 2) - El lío (= helio): mientras están entrando los animales en su arca, Noé
piensa que quizá debería también coger unos peces, por si acaso. ¿Dónde esta rá la
red de pesca? Ya la ha encontrado, pero está toda enmarañada... Así que ahí tienes
a Noé, intentando deshacer el lío (= helio).
1.Como hay más de cien elementos químicos, la lista de palabras clave tendrás que
ampliarla más allá de cien: si 100 es torero, 101 puede ser tarta, 102 tren, 103
tarima, etc. Hasta el 112.
2.Cada escena que imagines asociando el número con el nombre del elemento
químico, resúmela en una frase, que deberás anotar junto a los datos que
representa. Este paso es muy importante porque: primero, cuando dentro de unas
semanas, unos meses o unos años quieras repasar la tabla periódica de los
elementos, seguramente no recuerdes la escena que compusiste en su momento,
pero gracias a la frase podrás volver a recordarla sin problemas; y segundo,
leyendo en voz alta la frase que has puesto por escrito lograrás que la información
te entre también por el oído, y será más difícil de olvidar: quizá en un momento
dado no recuerdes las palabras clave en la escena que imaginaste, pero sí en la
frase que escribiste. Cuantos más caminos lleven a Roma, más fácil será llegar
hasta allí.
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1H
Hidrógeno
Representación
2 He
Helio
Representación
Noé está intentando deshacer helio (el lío) de la red para llevar unos peces a su
arca (aunque en una inundación los peces sobrevivirán por sí solos ¿no?).
3 Li
Litio
Representación
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Asociación con Humo (3)
4 Be
Berilio
Representación
Emilio (= berilio).
5g
Boro
Representación
6c
Carbono
Representación
El oso del zoo está jugando una partida a las cartas con el carbono.
56
7N
Nitrógeno
Representación
80
Oxígeno
Representación
Todos los días sopeso la hucha, a ver si me llega para comprar una nueva botella
de oxígeno.
'F
Flúor
Representación
lo Ne
Neón
57
Representación
"Na
sodio
Representación
Odio (~ sodio).
12 g
Magnesio
Representación
«En un lago de Escocia, una extraña figura asoma. ¿Qué es eso? Es magnesio».
13 Al
Aluminio
Representación
58
Asociación con Timo (13)
14 Si
Silicio
Representación
Silencio (a silicio).
Había tanta hambre que se hizo el silicio tan pronto sirvieron los tacos mexicanos;
todo el mundo se puso a comer sin chistar.
15 p
Fósforo
Representación
16 S
Azufre
Representación
¡Ojo! Si esta señora te ofrece una taza de té, di que no: sabe como azufre del
infierno.
59
17 Cl
Cloro
Representación
Una pastilla de cloro (z cloro), de las que se usan para mantener limpia el agua de
las piscinas.
Los operarios de la piscina, a falta de guantes, están cogiendo el cloro con teas
que se han caído del tejado.
18 Ar
Argón
Representación
Aragorn (= argón), personaje de El señor de los anillos, rey del Reino Unificado.
Argón, con los años, se cansó de cabalgar y para sus desplazamientos pedía un
taxi.
19 K
Potasio
Representación
20 Ca
60
calcio
Representación
21 SC
Escandio
Representación
Escándalo (= escandio).
A ver qué pasa cuando vaya el camarero a decirle «aquí tiene su cuenta».
22 Ti
Titanio
Representación
Titanic (= titanio)
La orquesta del titanio, viendo que todos iban a dormir para la eternidad, decidió
que su última pieza sería una nana.
23v
Vanadio
61
Representación
Durante el sepelio, los familiares de los difuntos están muy tristes. El sacerdote
intenta dar consuelo: Ánimo, vanadio.
24 Cr
Cromo
Representación
25 Mn
Manganeso
Representación
Dos ladrones asaltando una casa. Uno se queda embobado ante un cuadro de una
barcaza cruzando el nilo.
26 Fe
Hierro
Representación
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Asociación con NASA (26)
El hombre de hierro no pierde la fe. Se pasa el día rezando para que le llamen de
la NASA a participar en el proyecto espacial.
27 Co
Cobalto
Representación
28 Ni
Níquel
Representación
Líquen (= níquel).
Han descubierto un níquel que crece una barbaridad, pero solo de noche. ¡Ni que
se alimentara de la luna!
29 CU
Cobre
Representación
¿Cómo extraer lluvia de las nubes? Con este aparato, compuesto por 29 bobinas
de cobre. Ahí va el loco inventor, dispuesto a cubrirse de gloria.
63
3o Zn
Cinc
Representación
Cinco (= cinc).
31 Ga
Galio
Representación
32 Ge
Germanio
Representación
Germano (= germanio).
En los tiempos de Hitler los alemanes eran muy patrióticos; cuando sonaba el
himno germanio todos levantaban la mano.
33 As
64
Arsénico
Representación
Al gran Arsénico Lupin han intentado envenenarlo - con arsénico, claro-, pero él,
que es todo un as, se ha dado cuenta. Le ha devuelto el plato al camarero,
diciendo:
34 Se
Selenio
Representación
Sereno (= selenio).
Este selenio, en lugar de hacer las rondas, se pasa la noche tumbado en una
hamaca.
35 Br
Bromo
Representación
Broma (= bromo).
36 Kr
Kriptón
65
Representación
Desde que se encontró con una piedra de su planeta kriptón, supermán anda flojo,
parece que le hubiesen dado con un mazo.
37 Rb
Rubidio
Representación
Rubí (= rubidio).
38 Sr
Estroncio
Representación
Destrozo (= estroncio).
39 Y
Itrio
Representación
Sitio (= itrio).
66
Asociación con Mapa (39)
40 Zr
Circonio
Representación
-Yes, «zir».
41Nb
Niobio
Representación
Mi novio (= niobio).
A niobio (mi novio) el traje le viene corto, las mangas le quedan por el codo.
No, mamá, no bebe por los codos, ¡que las mangas le quedan por el codo!
42 Mo
Molibdeno
67
Representación
43 Tc
Tecnecio
Representación
Es tan tecnecio, que no abandona sus cachivaches (o «gadgets», como dicen los
anglófonos) ni en la cama.
44 Ru
Rutenio
Representación
45 Rh
Rodio
Representación
68
Rodeo (= rodio).
46 Pd
Paladio
Representación
47 Ag
Plata
Representación
48 Cd
Cadmio
Representación
Camión (= cadmio).
69
Para darle un aspecto nuevo a su coche, le ha adaptado ruedas de cadmio.
49 In
Indio
Representación
Indio (= indio) norteamericano, como los que aparecen en las películas del Oeste.
En esta nueva película han querido darle un aspecto heroico a los indios; ahora ya
no visten plumas, sino ~as de superhéroes.
So Sn
Estaño
Representación
Extraño (= estaño).
51 Sb
Antimonio
Representación
-Durante el safari los monos no nos dejaron en paz, nos robaron toda la comida en
lata.
70
52 Te
Telurio
Representación
53 1
Yodo
Representación
Un bote de yodo (,z yodo), del que empleamos para curar las heridas.
Para curar una herida, si no tienes yodo, un chorrito de lima, de la que se utiliza
en los cócteles.
54 Xe
Xenón
Representación
Los automovilistas han descubierto un nuevo truco: los faros de xenón brillan
más si los rocías con laca.
55 CS
Cesio
Representación
71
Cesión (= cesio).
56 Ba
Bario
Representación
Varios (= bario).
57 La
Lantano
Representación
Lata no (= lantano).
58 Ce
Cerio
Representación
72
Serio (= cerio).
59 Pr
Praseodimio
Representación
Estoy examinando con lupa el proyecto del nuevo praseodimio (paseo «di mio»)
amigo italiano.
60Nd
Neodimio
Representación
61 Pm
Promecio
Representación
Prometió (= promecio).
73
Tras casi morir al probar una seta venenosa, promeció no volver a comer setas
jamás:
62 Sm
Samario
Representación
Sumario (= samario).
63 Eu
Europio
Representación
Europa (= europio).
64 Gd
Gadolinio
Representación
-Solo un gadolinio.
74
6' Tb
Terbio
Representación
66 Dy
Disprosio
Representación
Disparo (= disprosio).
"Ho
Holmio
Representación
Holmio resolvió su último caso sin tan siquiera levantarse del sofá.
68 Er
Erbio
Representación
75
Ebrio (,z:; erbio).
Este músico es incapaz de tocar bien el saxo sin estar erbio; necesita unas cuantas
copas antes de cada concierto.
69 Tm
Tulio
Representación
70 Yb
Iterbio
Representación
La primera vista que tuvo Iterbio de la costa fue a la luz de un faro, pues su barco
llegó de noche.
71 Lu
Lutecio
Representación
76
Lutero (= lutecio).
Lutecio, tras la famosa escena en la que clava sus tesis a la puerta de la iglesia, de
exisir entonces la fotografía seguro que hubiese posado para una foto.
72 Hf
Hafnio
Representación
Afinó (= hafnio).
El músico hafnió su guitarra en mitad del concierto - sonaba fatal-, cosa que
agradecieron sus fans.
73 Ta
Tantalio
Representación
74W
Wolframio
Representación
77
Cuando se deprimía, Wolframio se hinchaba a comer hasta ponerse como una
foca.
75 Re
Renio
Representación
76 Os
Osmio
Representación
77 Ir
Iridio
Representación
78
78 pt
Platino
Representación
Este cantante es puro tonto, todo lo que ganó con el disco de platino, se lo gastó
en fichas del casino.
79 Au
Oro
Representación
En el viejo Oeste, durante la fiebre del oro: tenía tanta fobia a ser engañado, que
todas las monedas de oro las mordía, para ver si eran auténticas. Hasta que se le
rompió un diente: ¡Au! ¡Qué daño!
so Hg
Mercurio
Representación
81 Ti
79
Talio
Representación
De un solo chut cortó el talio de varias plantas. Imagina unos chicos jugando al
fútbol cuando uno suelta un chupinazo, rompiendo las plantas de su madre por el
tallo.
82 Pb
Plomo
Representación
83 Bi
Bismuto
Representación
Bismoto (= bismuto), en vez de una moto con sidecar, dos (bis) motos unidas.
Chimo eran unos caramelos redondos con un agujero en medio, como las
rosquillas. Puede imaginarse un dulce en forma de bismuto (dos motos) donde se
simulan las ruedas con chimos.
84 Po
80
Polonio
Representación
Polonia (= polonio).
Examen en clase:
-En Polonio.
85 At
Ástato
Representación
86 Rn
Radón
Representación
Ratón (= radón).
87 Fr
Francio
81
Representación
Francia (= francio).
Gran verdad es
88 Ra
Radio
Representación
Esta chacha no hace ninguna tarea del hogar; se pasa el día bailando la música
que suena en la radio.
89 Ac
Actinio
Representación
Para controlar que realmente lleven bífidus actinio, la nueva ley obliga a los
yogures incluir un chip.
9° Th
Torio
Representación
82
Thor (a torio), el dios nórdico del trueno.
91 Pa
Protactinio
Representación
Esta película no terminará nunca; el «prota» no atina (protactinio) ni una con los
diálogos, siempre está metiendo la ata.
92 U
Uranio
Representación
93 Np
Neptunio
Representación
83
Asociación con Puma (93)
¿Sabes por qué Neptunio eligió ser el dios de los mares? Porque en tierra siempre
le perseguía un urna que la tenía tomada con él.
94 PU
Plutonio
Representación
Mickey quiere hacer unas reformas en su jardín pero Plutonio no le deja trabajar,
está continuamente quitándole el pico.
95Am
Americio
Representación
Amaneció (e americio).
Americió América con el ruido de las palas de los obreros levantando esta gran
tierra.
96Cm
Curio
Representación
¡Tropecé y casi me caigo al pozo! Por suerte todo quedó en una herida que me
curió María.
84
97 Bk
Berkelio
Representación
98 Cf
Californio
Representación
California (= californio).
Ah, la soleada californio, con sus playas llenas de chicas luciendo sus hermosos
pechos.
99 Es
Einstenio
Representación
Einstein (= einstenio).
Einstenio se hizo tan famoso que hasta quisieron nombrarlo Pina, pero renunció al
Vaticano.
85
100 Fm
Fermio
Representación
101 Md
Mendelevio
Representación
102 No
Nobelio
Representación
103 Lr
Laurencio
86
Representación
104 Rf
Rutherfordio
Representación
105 Db
Dubnio
Representación
Empezaba el vals del Dubnio azul cuando, al dar unos golpecitos con la batuta, al
director de orquesta se le rompió el atril.
106 Sg
Seaborgio
Representación
87
Sea Borgia (= seaborgio).
Los cardenales están reunidos en cónclave para elegir al nuevo Papa, pero no hay
acuerdo. El más veterano e influyente de ellos, reflexiona asomado a la terraza.
Finalmente, se gira y dice:
107 Bh
Bohrio
Representación
Bohrio sería muy inteligente, pero vestía fatal. ¡Se ponía cada tse!
Imagina a Bohr escribiendo frente a la pizarra una fórmula, mientras sus alumnos
contienen la risa al verlo con un traje raído, o cuadriculado como un tablero de
ajedrez, o cualquier otra rareza.
108 Hs
Hassio
Representación
Papá se ha llevado a los chicos a pescar trucha para cenar. Durante la cena, en un
descuído, se la han quitado del plato.
-¿Quién hassio?
109 MÍ
88
Meitnerio
Representación
Misterio (= meitnerio).
En las novelas de meitnerio siempre aparece algún personaje pobre, con la tripa
vacía. También suele haber muchos tiros.
'lo Ds
Darmstadtio
Representación
111 Rg
Roentgenio
Representación
112 Cn
Copernicio
Representación
89
Copérnico (e copernicio), el famoso astrónomo, de donde toma nombre este
elemento químico.
Imagina la típica estampa que aparece en las películas de un teutón (un hombre
alto, rubio, fuerte) ensamblando con cuidado las lentes de un telescopio y
regalándoselo a Copérnico; este dando saltos de alegría abrazando al teutón.
90
Estas asociaciones y representaciones mostradas en el capítulo anterior debes tomarlas
solamente como ejemplo. Igual que yo he creado estas composiciones, tú debes crear las
tuyas propias. Si te limitas a copiar lo que haya hecho yo o cualquier otra persona, te
garantizo el más absoluto fracaso.
¿Por qué imaginar nuevas escenas y escribir tus propias frases teniendo una lista que
ya está hecha? Por las siguientes razones:
Es decir, debes crear las asociaciones con tu lista de palabras clave, que no
necesariamente han de ser las mismas que utilizo yo.
2. Como es natural, establezco asociaciones con cosas que conozco y que me son
familiares, pero que quizá a ti te resulten totalmente desconocidas.
Por ejemplo, el elemento químico 69: cuando leo la palabra «tulio» automáticamente
me viene a la mente la imagen de Cicerón (Marco Tulio Cicerón), pero es posible que tú
no sepas quién fue Cicerón, por tanto, difícilmente lograrás componer una buena escena
con un personaje que te resulta desconocido.
Sin embargo, es posible que «tulio» te recuerde a «julio» - son dos palabras que
suenan muy parecido - y se da la casualidad de que Julio es el nombre de un antiguo
compañero de clase. En tal caso, recordarás mucho mejor una escena de tu amigo Julio
en el comedor de la escuela que no la de un tal Cicerón a las puertas de no se sabe qué
Senado.
Lo mismo ocurre con palabras o expresiones que para mí son habituales pero que
quizá a ti te suenen a chino.
Por ejemplo, el elemento químico 52: que a uno le vayan a cardar la lana significa
que le van a sacar todo el dinero, que le dejarán sin un céntimo. Y al igual que antes, si
91
nunca has oído esta expresión, será muy difícil que compongas una buena escena: puede
que recuerdes el «tugurio» pero no llegarás a la palabra «lana», que al fin y al cabo es la
que señala el número 52.
Es decir, no es tanto la imagen o la frase lo que hace que te acuerdes de las cosas,
sino el trabajo de buscar y crear esa imagen o esa frase. En el momento en que tomas
prestadas las ideas de otros, ese trabajo de buscar y crear no lo has llevado a cabo; en
consecuencia, será mucho más dificil que recuerdes los datos.
Eso no quiere decir que si ves algo que te parece genial e insuperable, no lo adoptes.
Aprovecha lo que consideres útil, pero no sin antes tratar de mejorarlo o, en todo caso,
adaptarlo a tu gusto, dándole un toque personal que lo haga más familiar.
92
LAS PALABRAS CLAVE
Un primer paso, evidente, es conocer a la perfección todas las palabras clave que van a
representar los números atómicos del 1 al 112. De nada sirve componer una escena
estupenda con el nombre del elemento químico si luego al pensar en el número 72 - por
ejemplo-, no recuerdas qué palabra clave has utilizado para este número (yo uso el
término «fan», ¿y tú?).
Luego, no estaría de más hacer la siguiente prueba: ante una hoja de papel en blanco,
empieza a escribir todos los números del 1 al 112 acompañados por su correspondiente
palabra clave. No deberías seguir adelante hasta comprobar que eres capaz de recordar
todas y cada una de las palabras sin el más mínimo titubeo.
REPRESENTACIONES
También debes tener presente que la representación del nombre de los elementos
químicos debe llevarse a cabo con algo que sea fácil de imaginar, con lo que se pueda
componer una escena. Por ejemplo, podrías representar «helio» como el dios del sol,
pero si no sabes qué hace el dios del sol ni qué aspecto tiene, ¡vaya!, has pasado de una
cosa desconocida a otra igualmente desconocida: sigues sin tener una referencia válida
para «helio». No basta con ser ocurrente, además debes tener una ocurrencia que se
pueda aprovechar, claro está.
LAS FRASES
Las frases también son un elemento que van a resultar de mucha ayuda y que constituyen
un arte por sí mismas: no solo deben evocar la escena que imaginamos, sino que también
deben resaltar las palabras clave que representan el nombre del elemento químico (en
cursiva) y su número atómico (subrayado).
Si observas los ejemplos, intento siempre que estas palabras aparezcan al principio y
final de la frase, de forma que sea fácil identificarlas (al fin y al cabo, son las que señalan
los datos a recordar). Eso hace que en ocasiones las frases resulten un poco forzadas y
con una estructura gramatical un tanto extraña, pero siendo eficaces para la memoria,
esto es lo de menos.
93
De hecho, durante el siglo xix la mnemotecnia de moda consistía en componer frases
con una rígida estructura que obligada a situar las palabras significativas en tal o cual
posición, para después recordar los datos simplemente evocando esas frases.
Estas frases también pueden aparecer en forma de breve diálogo -yo lo utilizo a
menudo, por ejemplo, elemento 39, el 64, etc. - o incluso algún poema, aunque sea muy
malo (reconozco que solo lo he intentado con el elemento 87).
SÍMBOLOS
Y tampoco hay que olvidar la cuestión de los símbolos de los elementos químicos.
Normalmente son fáciles de deducir a partir del nombre del elemento - es común que
correspon da a las primeras letras o primeras consonantes-, pero hay ocasiones en que no
guardan similitud alguna, caso del sodio (Na), oro (Au), mercurio (Hg), etc.
Así, en la escena del sodio incluyo una nariz, para el oro una exclamación de dolor
¡Au! o una pregunta para el mercurio ¿Hay ganas? Cualquiera de estas estrategias resulta
válida y apenas añade dificultad a la composición de escenas o frases, que resultan más
completas al proporcionar más información.
SINÓNIMOS
Otro factor importante a tener en cuenta siempre que se utiliza el código fonético es el de
los sinónimos.
Por ejemplo, como palabra clave para el número 22 puedo seleccionar el término
«niño»; también sería fácil escoger «chico» para el 84. Aparentemente está todo bien, sin
embargo, aquí hay un problema: al rememorar la escena de un niño es fácil que me
venga a la mente la palabra «chico» en lugar de «niño» - ambos términos vienen a
significar lo mismo-, y esto me llevaría a un error, pues donde corresponde un 22 (=
niño) estaría diciendo 84 (= chico).
Hay que evitar a toda costa palabras clave con un significado parecido. De hecho,
estaba utilizando la palabra «niño» para el número 22 hasta que llegué al 84 y puse
«chico»; al darme cuenta del problema, me vi en la necesidad de cambiar una u otra, y al
final me decidí a utilizar «nana» - canción de cuna - para el 22 (también podría haber
escogido «niña» en lugar de «niño», pero prefiero la libertad de poder componer escenas
94
con personajes de cualquier género y no tener que estar pendiente de recordar que si es
masculino corresponde a un número, pero si es femenino, a otro).
Algo similar ocurre cuando escogemos palabras sustitutas para representar el nombre
de los elementos químicos, o sencillamente con los objetos que forman parte de nuestras
escenas. Por ejemplo, observa las frases para el elemento 49 y 85: aquí hay un elemento
común en ambos casos - la «capa» de héroe - y esto puede inducir a interferencias, es
decir, que al pensar en uno me acuerde de otro y no llegue a distinguir cuál es cuál.
En este caso concreto, no quiero quitar «capa» de la escena del elemento 49 - esa
palabra es precisamente la que me señala el número atómico-, pero fácilmente puedo
componer otro tipo de escena para 85: «El zorro, muy astuto, se ha dado cuenta de que lo
que andaba buscando lo tenía escondido su mujer bajo el chal», por ejemplo.
También pueden inducir a error las composiciones de los elementos 51 y 57. Esta vez
la cosa no es tan fácil de arreglar, puesto que «lata» es clave tanto en un caso como en el
otro. Bien, no pasa nada mientras logres distinguir una escena de otra, pero ten presente
que estos casos son proclives a interferencias y, por tanto, debes prestar especial
atención a fin de evitar futuras confusiones.
UN POCO DE CULTURA
Una tarea complementaria, que sin duda resultará interesante, consiste en documentarse
un poco sobre la materia que estamos memorizando. Esto nos ayudará a realizar
composiciones más ricas y mejor acabadas. Por ejemplo, ¿sabías que el curio debe su
nombre a Marie Curie? Por eso, en la escena del elemento 96 quien me cura es María
(Marie Curie). O en el elemento anterior, el 95: amanece en América porque de ahí surge
el nombre de americio.
SIN PRISAS
No tengas prisa por completar la lista de todos los elementos químicos con sus
respectivas composiciones. Una escena improvisada con rapidez seguramente se olvide
pronto, pero una escena bien escogida, reflexionada, imposible de superar, te permitirá
recordar los datos durante años.
95
que se me había ocurrido durante el desayuno, completaba otro elemento, etc. Y estoy
convencido de que si hoy le dedicara unas horas, todavía podría mejorar algunos puntos.
Algo mal hecho obliga a estar continuamente repasando, porque se te olvidan las
cosas. Por eso, aunque tardes algo más, hazlo bien, sin prisas: ahorrarás tiempo.
MNEMOTECNIAS DE APOYO
El recurso más sencillo consiste en enlazar las figuras de los elementos que aparecen
seguidos.
Observa, por ejemplo, los elementos 92, 93, 94: su nombre deriva de los últimos
planetas del sistema solar (urano, neptuno y plutón), de forma que si en un momento
dado no logro recordar el número atómico de plutonio, no pasa nada, pues sé que va a
continuación de neptunio, y neptunio es el 93, luego plutonio será 94.
Otro ejemplo, los elementos 98 y 99: ¿a quién le gustaba pasear por las soleadas
playas de California? Nada menos que a Einstein (aunque trataba de disimularlo, lo
cierto es que se le iban los ojos tras las muchachas que se ven por allí...). Si en un
momento dado no logro dar con el número atómico del einstenio, pensaré en la figura de
Einstein a ver qué me recuerda: las playas de California; si californio es 98, entonces
einstenio será el 99 (primero fueron las playas, luego apareció Einstein).
Un ejemplo más: es muy conocido el acrónimo «la bbc no funciona» para recordar
los elementos químicos de la segunda fila, del 3 al 10: la (litio) bbc (berilio, boro,
carbono) no (nitrógeno, oxígeno) funciona (fluor, neón). Bastará con recordar el número
atómico de alguno de ellos para poder deducir, a través de la frase, el resto de elementos.
En cualquier caso, no creo que sea necesario aplicar estas mnemotecnias alternativas
a todos los elementos de la tabla periódica. Bien desarrollado, el mecanismo que hemos
utilizado desde el principio con el código fonético resulta muy efectivo. Tan solo, si
observas que algunos elementos que se te despistan con cierta facilidad, puedes entonces
reforzar su memorización con este sistema.
Más útil resulta para saber alguna información complementaria. Por ejemplo, podrías
relacionar el lantano con el lutecio para recordar que todos los elementos entre uno y
otro (ambos incluidos) forman el grupo de lantánidos, nú meros atómicos del 57 al 71. 0
asociar un manotazo (por aquello que en la mano hay cinco dedos) con el rubidio: así
96
recordarás que con este elemento (número atómico 37) se inicia la quinta fila de la tabla
periódica. Y de forma similar, todo lo que estimes conveniente.
REPASOS
Finalmente, solo quedará una cosa por hacer: repasar periódicamente todo cuanto has
memorizado para que el recuerdo se afiance en la memoria.
Por ejemplo, coge a la persona que tengas más a mano y entrégale una tabla
periódica. Que te pregunte, escogiendo al azar, qué elemento corresponde al número
atómico, por ejemplo, 43; tú responderás: «tecnecio». ¿Y el 67?: «holmio»; y así
sucesivamente. Y luego del revés, es decir, oyendo el nombre del elemento deberás
indicar su número atómico (como extra, intenta dar también el símbolo del elemento
químico, a ver qué tal).
Es importante comprobar en los primeros tests que, en efecto, indicas el nombre del
elemento químico correctamente sin omitir, añadir o cambiar ninguna letra. Es fácil
cometer este error en tanto que las palabras sustitutas te recuerdan por similitud el
nombre del elemento, pero no señalan letra a letra cómo se forma este nombre.
Por tanto, un buen ejercicio que puedes aplicar también como repaso es sencillamente
coger una hoja de papel en blanco y empezar a escribir, del 1 al 112, qué elemento
químico corresponde a cada número atómico. En el momento en que te asalte alguna
duda, comprueba si has sabido hacerlo correctamente.
97
98
Dios se apiade de tu alma si alguna vez necesitas memorizar un texto palabra por
palabra. No existe técnica ni milagro que te vaya a evitar largas y duras horas de trabajo.
Pero, si no queda más remedio que aprenderse el texto literalmente, palabra por
palabra, ¿existe alguna técnica que nos facilite el trabajo de memorización?
Desde la época del Imperio Romano, donde los oradores memorizaban sus discursos
para después recitarlos ante el Senado, ha existido una batalla entre quienes afirman que
sí, que las técnicas de memorización son útiles para memorizar textos, y quienes afirman
que no, que resulta tan laborioso y complejo aplicar estas técnicas, que antes nos
aprendemos el texto por pura repetición que ayudados por la mnemotecnia.
Personalmente, soy más afín a los argumentos de los detractores que de los
defensores. Sin embargo, entre memo rizar solo por repetición y memorizar solo con
mnemotecnias, hay una serie de pasos intermedios que sí van a ser de ayuda.
99
Reproduzco a continuación el primer párrafo de la inmortal obra de Cervantes El
ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, texto que utilizaré como ejemplo en los
siguientes capítulos.
100
El primer paso en nuestro propósito, ineludible, consiste en una lectura previa y
completa del texto. Tras obtener así una idea global, iniciamos un análisis que nos
permita dividir el texto en fragmentos, en unidades individuales cuya suma forma el
texto completo.
Los autores suelen facilitar esta tarea separando el texto en párrafos, cada uno de los
cuales desarrolla una idea, un concepto o un hecho que, aunque relacionado con otros,
puede tomarse por separado. En el caso de párrafos extensos, debemos dividirlos en
fragmentos más breves, pero siempre manteniendo cierta coherencia. Es parecido a
cuando en televisión interrumpen la película para los anuncios publicitarios: ¡maldita la
gracia que corten la escena en medio de un diálogo o en plena persecución! Pues en este
caso es lo mismo, no cortes los textos en medio de la acción, sepáralos pero en escenas
individuales.
Una vez establecidos los párrafos o fragmentos que componen el texto, iniciaremos,
uno tras otro, el estudio de cada uno de ellos.
Y ahora es cuando viene el trabajo más ingrato: vas a leer y releer una y mil veces
este fragmento del texto hasta retenerlo perfectamente en tu memoria. Observa la palabra
principal - la que has subrayado - y céntrate exclusivamente en este párrafo, lo que haya
delante o venga detrás no importa.
Repite este proceso párrafo tras párrafo hasta completar el texto. Al final,
simplemente repasando las palabras subrayadas deberías ser capaz de recitar el texto
completo sin necesidad de leerlo.
Pero el trabajo aún no está concluido. El último paso consiste en memorizar con el
método de la cadena aquellas palabras principales que has subrayado, de forma que
puedas volver a traerlas a la memoria cuando quieras. El objetivo es que rememorando
esta lista de palabras, cada una te dé pie a recordar el párrafo correspondiente.
NOTA. También puede hacerse del revés, es decir, memorizar primero la lista de
palabras y después estudiar los fragmentos que corresponden a cada una de ellas.
101
EJEMPLO
Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta y una sobrina que no
llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza que así ensillaba el rocín
como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los
cincuenta años. Era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro,
gran madrugador y amigo de la caza.
Puesto que el autor desarrolla párrafos muy largos, se hace necesario dividirlos en
fragmentos más asequibles. En este caso, he considerado apropiado dividir el párrafo
original en tres partes, aprovechando que desarrolla tres temas que podemos tomar por
separado, señalando las siguientes palabras principales:
2. Después hace una presentación de personajes, empezando por el ama, que tomaré
como palabra clave para este segundo fragmento.
CONSIDERACIONES
102
El proceso llevado a cabo en esta primera aproximación no se diferencia mucho del
insufrible trabajo de memorizar las cosas por pura repetición, sin embargo, hemos
introducido dos puntos importantes:
En el caso de textos no muy extensos, se puede recurrir a dos palabras principales por
párrafo (una al principio y otra al final) o incluso experimentar alguna vez con tres (al
principio, mitad y final). Pero esto incrementa mucho la cantidad de palabras que
después habrá que memorizar con el método de la cadena; llegados a este punto, casi
mejor ver el proceso que usaremos en el siguiente capítulo: la segunda aproximación.
103
Este segundo proceso se inicia, al igual que el anterior, con una división del texto en
fragmentos. Pero ahora esta división la llevaremos más allá y cada fragmento, a su vez,
lo dividiremos en pequeños fragmentos más cortos y fáciles de memorizar. Es decir, si
antes separábamos el texto en párrafos, ahora, además, cada párrafo lo separaremos en
sencillas frases. El objetivo es que los fragmentos resulten significativamente más breves
y, por tanto, más simples de recordar.
Así pues, una vez identificados los párrafos o fragmentos principales, debemos
separarlos en frases individuales - en caso de frases muy extensas, podemos aprovechar
la pausa sugerida por alguna coma para dividirlas en dos o más partes - e identificaremos
cada uno de estos pequeños fragmentos, igual que en el caso del capítulo anterior, con
una palabra principal, la más significativa o descriptiva de la frase.
Una vez memorizadas las frases, reconstruir el párrafo completo no debe ser
problema: bastará con unir las distintas frases que nos sugieren las palabras subrayadas.
Queda pendiente memorizar las palabras principales cuyo recuerdo nos ha de permitir
reconstruir el texto. No re sultará una tarea tan sencilla como en la primera
aproximación, ya que esta vez cada párrafo contiene, no una, sino varias palabras
principales (una por cada frase que forma el párrafo). Pero lo lograremos combinando el
método de la cadena - que ya hemos visto con anterioridad - junto con el método «loci»
o de los lugares. El proceso es el siguiente:
1. Primero preparamos las listas de palabras principales que aparecen en cada párrafo
para memorizarlas mediante el método de la cadena: primer párrafo, una lista; segundo
párrafo, otra lista; etc.
104
Pues bien, a la primera lista añadiré una palabra inicial que se corresponde con el
primer objeto del salón, en este caso, la lámpara de pie. Así, la lista de palabras clave del
primer párrafo - las que memorizo con el método de la cadena-, empezará con «lámpara
de pie». A la lista de palabras clave del segundo párrafo añadiré la palabra inicial
«sillas»; a las del tercer párrafo, «televisor»; etc.
De esta forma, para recordar el texto completo, echaré un vistazo a los muebles del
salón: la lámpara de pie me recordará la lista de palabras principales del primer párrafo,
y a través de ellas, reconstruiré las frases que forman dicho párrafo; las sillas me
recordarán las palabras principales del segundo párrafo; el televisor, el tercer párrafo;
etc.
EJEMPLO
Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y
quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los
domingos, consumían las tres partes de su hacienda.
El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas,
con sus pantuflos de lo mesmo, y los días de entresemana se honraba con su
vellorí de lo más fino.
Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta y una sobrina que no
llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza que así ensillaba el rocín
como tomaba la podadera.
Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años. Era de complexión
recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza.
Pero esto importa poco a nuestro cuento: basta que en la narración dél no se
salga un punto de la verdad.
105
lámpara de pie - mancha - olla - sayo - ama - hidalgo - quijada - cuento.
CONSIDERACIONES
No conviene que sean largos, con muchas frases, pues esto daría lugar a listas de
palabras muy largas en las que sería fácil olvidar algún término. Pero tampoco conviene
que sean breves, con pocas frases, pues entonces tendríamos muchos párrafos y la
necesidad de muchos puntos de referencia, con el peligro, en tal caso, de quedarnos sin
suficientes muebles en la habitación.
Como punto de partida, considera dividir el texto en párrafos de ocho o diez frases -
aproximadamente - con alguna excepción, si se da la necesidad, de fragmentos más
cortos o largos.
a) Haciendo frases cortas, de pocas palabras. En tal caso, suele ser necesario separar
las frases originales del autor en varias frases más pequeñas.
b) Utilizar dos, tres o incluso cuatro palabras clave por cada frase. Si te decides por
esta opción, ten en cuenta estos puntos:
1. Todas las frases deben tener la misma cantidad de palabra clave. No se trata de
algo estrictamente necesario, pero sí muy conveniente.
2. La cantidad de frases que contiene cada párrafo debe reducirse a la mitad si usas
dos palabras clave por frase, a una tercera parte si utilizas tres y a una cuarta parte si
empleas cuatro; así evitarás tener que memorizar listas de palabras exageradamente
largas.
Si a pesar de todo consideras que resulta muy duro memorizar las frases por pura
repetición, a base de leerlas una y otra vez, intenta el procedimiento del próximo
capítulo: la tercera aproximación.
106
Como ya intuirás, el primer paso en este tercer modo de abordar los textos consiste,
como de costumbre, en una lectura y análisis que nos permita definir los párrafos o
fragmentos que exploraremos de forma individual. Nuevamente, dividiremos estos
párrafos en frases o fragmentos más pequeños de tal forma que, al contener menos
información, resulte más fácil trabajar con ellos.
Así pues, bastará con releer cada frase dos o tres veces - no muchas más - para que
seamos capaces de reconstruirla añadiendo los artículos, adverbios, conjunciones, etc.
que, junto a las palabras principales, forman la frase completa.
Por ejemplo, supongamos que tomo el salón como la primera habitación de casa; allí
veo una lámpara de pie, unas sillas, el televisor, etc. De forma similar a como
actuábamos en la segunda aproximación, los objetos de la primera habitación me
servirán para recordar las frases del primer párrafo, es decir, la lista de palabras que
forman la primera frase la memorizo con el método de la cadena añadiendo lámpara de
pie como palabra inicial (primera frase, primer objeto); las palabras principales que
forman la segunda frase las memorizo incluyendo sillas como palabra inicial (segunda
frase, segundo objeto); y así hasta concluir todas las frases que forman el primer párrafo.
2. Para el segundo párrafo procederé igual, pero utilizando los objetos de la segunda
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habitación (podría ser, por ejemplo, la cocina); para el tercer párrafo, la tercera
habitación (el dormitorio)... y así sucesivamente, hasta completar todo el texto.
EJEMPLO
Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, y duelos
quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los
domingos, consumían las tres partes de su hacienda.
Listas de palabras clave correspondientes a las primeras frases del primer párrafo
(primera estancia):
sillas - olla - vaca - carnero - salpicón - noches - duelos y quebrantos - sábados - lentejas
- viernes - palomino - añadidura - domingos - tres partes - hacienda.
CONSIDERACIONES
Trata de subrayar el menor número posible de palabras, descartando aquellas que puedas
recordar fácilmente. Por ejemplo, en el fragmento «... adarga antigua...», solamente
subrayo adarga, pues se trata de un tipo de escudo muy antiguo..., es decir, resulta fácil
adivinar que tras «adarga» viene «antigua», igual que tras «rocín» viene «flaco» (siendo
el caballo de don Quijote, ¿cómo ha de ser, si no?) y tras «galgo», «corredor» (los galgos
destacan por ser una raza de perros que corren mucho, luego es lógico que un galgo sea
corredor).
También podemos considerar como una sola palabra aquellas expresiones o conjunto
de palabras que representan, o podamos representar, como una sola cosa. Por ejemplo,
«duelos y quebrantos» es un típico plato de huevos revueltos con chorizo, tocino, etc., es
decir, son tres palabras pero corresponden a una sola cosa, de ahí que consideremos las
tres palabras como una sola. Algo parecido ocurre con «tres partes» que podemos
imaginar como una tarta de la que falta una un cuarto, es decir, quedan tres partes.
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Las frases largas con muchas palabras subrayadas será conveniente dividirlas en dos -
o más, si es necesario - a fin de que la lista de palabras resultante no sea demasiado
extensa (cuantas más palabras, más fácil es que se despiste alguna a la hora de
recordarlas; inicialmente, como punto de partida, intenta no superar la cifra de diez o
doce).
De forma parecida, la extensión de los párrafos viene dada por el número de objetos o
puntos de referencia que tengas establecidos en cada habitación. Recuerda que para cada
frase utilizarás un objeto (el primer elemento de la lista), por tanto, un párrafo no puede
contener más frases que objetos hayan en esa habitación.
Pero al mismo tiempo debes evitar también los párrafos cortos - con pocas frases-,
pues si son breves, significa que necesitarás muchos párrafos para cubrir el texto entero,
es decir, una casa con muchas habitaciones (salvo que vivas en un palacio, comprobarás
que el número de estancias de una casa no suele dar para textos muy largos).
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El objetivo en esta cuarta y última aproximación es utilizar las técnicas de memorización
para memorizar - vaga la redundancia - todas y cada una de las palabras del texto,
incluyendo signos de puntuación como comas, puntos, etc.
La principal dificultad será encontrar, para cada palabra, una imagen que la
represente y que podamos utilizar para memorizar dicha palabra con el método de la
cadena.
Por supuesto, se trata de algo que puedes solucionar a medida que se presente el
problema, pero hay términos que en todo texto se repiten con frecuencia - artículos,
conjunciones, etc. - y ahorrarás mucho tiempo si de antemano tienes ya preparada una
imagen para cada uno de ellos. Luego, el primer paso será detectar qué palabras se
repiten con asiduidad e identificarlas con una imagen muy concreta.
Otro ejemplo, los artículos un, una, unos, unas: «un» podría ser el número 1 con
bigote y pajarita, «una» el 1 con falda y zapatos de tacón; o bien «un» un 1 de pie, «una»
un 1 tumbado (o al revés). «Unos» podrían ser los hunos, pueblo bárbaro liderado por
Atila el huno a la conquista de Roma; «unas» serían las esposas de los hunos, dedicadas
a saquear Roma mientras sus esposos duermen la borrachera tras la celebración de la
conquista...
Comprobarás que es bueno tener preparadas imágenes para términos como «que»,
«porque», «como», «cuando», etc. Una vez establecida una imagen para una palabra,
consérvala: si un tirachinas significa «y», un tirachinas será «y» para siempre (salvo que
alguna vez encuentres una imagen realmente mejor).
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Lo mismo debe aplicarse a expresiones tipo «no obstante», «es decir», «en primer
lugar», «en realidad», etc. Una imagen para cada expresión. Por ejemplo, «en primer
lugar» es una medalla de oro con un gran 1 grabado, premio que siempre dan al que llega
en primer lugar.
Y lo mismo se aplica también a los signos de puntuación. El punto podría ser una
bola, pelota o balón; la coma, un palo o un bastón; punto y coma, un jugador de golf
(pelota y palo); etc.
CONSIDERACIONES
A fin de que las listas de palabras no resulten kilométricas, debes construir frases cortas
(como punto de partida, salvo excepción, considera oraciones de diez o doce palabras, no
más).
Esto implica párrafos con bastantes frases y, a menudo, también una cantidad
considerable de párrafos. Es decir, que para aplicar el método «loci» necesitarás
habitaciones bien amuebladas - con bastantes objetos-y construcciones grandes, de
cuantas más habitaciones, mejor.
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En los actuales libros de mnemotecnia no es habitual encontrar consejos sobre cómo
memorizar textos, y cuando lo hacen, es para describir un proceso muy similar al que se
explica en la primera aproximación, sin desarrollar mucho más este tema.
Además, para memorizar la lista de palabras clave, en lugar del método de la cadena
suelen recurrir al clásico método «loci» en su variante de «la ruta» o «el paseo».
Consiste en lo siguiente: lo primero es tener preparada una ruta por donde transitamos
muy a menudo y que conocemos perfectamente, sabemos ya de memoria todo lo que
encontraremos a nuestro paso: el bar de la esquina, el taller de coches, el parque, la
guardería, etc. Pues bien, cada uno de estos lugares actuará como un punto de referencia
(igual que los muebles de nuestro salón).
Así, cuando tengamos que memorizar la lista de palabras principales que forman
nuestro texto, iremos relacionando cada una de ellas con cada uno de los puntos que
encontramos en nuestra ruta.
De esta forma, repasando los distintos puntos de la ruta, voy recordando las palabras
principales que darán pie a recordar los párrafos del texto.
Evidentemente, cuanto más larga y más puntos haya en la ruta, más palabras
principales se podrán asociar, lo que permitirá párrafos más cortos y, por tanto, más
sencillos de memorizar.
Otro caso parecido es cuando por cualquier razón necesitas numerar los párrafos, de
tal forma que en un momento dado sepas decir el párrafo siete, el tres o el trece. La
técnica es la siguiente: una vez desglosado el texto en párrafos y señalada la palabra
principal, aprovechas los márgenes para numerarlos y anotar la palabra correspondiente
al número según el código fonético: el primer párrafo, el 1, es una tea; el segundo es año;
el tercero, humo; etc.
112
hacienda); segundo párrafo, año (2) / ama (en su cumpleaños, el ama se deprime al verse
un año más vieja); etc.
1. Si en un momento dado queremos saber cuál era, por ejemplo, el párrafo séptimo,
solo tenemos que pensar en la palabra principal que asociamos a hoja (hoja = 7) y a
partir de esta palabra principal, reconstruir el párrafo.
2. Solamente con las cien palabras clave del código fonético podemos numerar cien
párrafos, y si es necesario, incrementar el número de palabras clave hasta que tengamos
más que suficientes. Como no hay límite, somos libres de reducir o ampliar el tamaño de
los párrafos a la extensión que queramos, desde una sola línea hasta varios renglones, lo
que más cómodo nos resulte para memorizarlos.
En caso de querer utilizar la segunda aproximación, donde para cada párrafo tenemos
varias palabras principales - una por frase-, no hay ningún inconveniente en emplear las
técnicas que acabamos de ver, tan solo hay que combinarlo con el método de la cadena.
De esta forma, al repasar la ruta, el bar te evocará la lista de palabras principales del
primer párrafo.
Si en lugar de una ruta quieres numerar los párrafos y emplear el código fonético,
esta misma lista de palabras principales empezaría, en lugar de con bar, con tea que es la
palabra para el 1 (primer párrafo):
Si te pones a reflexionar, te darás cuenta de que existen diversas formas de aplicar las
técnicas de memorización, y si lo pruebas, seguro que terminas desarrollando un sistema
propio para memorizar textos.
Por ejemplo, en un texto corto de no más de 25 párrafos, puedes numerar estos con
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letras (a, b, c, etc.) y en lugar del código fonético, emplear el método del abecedario. O
puedes sustituir alguna vez el método de la cadena por el truco de componer un cuento o
una historia con las palabras principales a recordar.
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Cuando tenemos que memorizar un texto literalmente a base de leer y releer - tarea
ingrata donde las haya, pero necesaria, principalmente cuando trabajas con la primera y
segunda aproximación-, podemos echar mano de algunos trucos que nos permitirán ser
más eficaces en nuestro cometido. Vamos a conocerlos.
LA VOZ
Lee siempre en voz alta, de forma que las palabras entren tanto por la vista como por el
oído. Incluso puedes grabar tu voz para luego repasar el texto escuchándolo en tu
reproductor de mp3 mientras vas paseando, en el bus, etc.
ACCIÓN
¡Muévete! Los actores, cuando ensayan, para recordar mejor los diálogos, se fijan en que
han de recitar tal frase en tres pasos, al llegar a la mesa deben pronunciar tal expresión, y
al sentarse tal otra... Es decir, crean como una coreografía en la que sincronizan los
movimientos con el texto, de tal forma que después, al repetir los mismos movimientos,
estos van dando pie a recordar las palabras que deben recitar en cada ocasión.
Pues bien, haz lo mismo: ponte a la puerta de casa y empieza a leer. La primera frase
dura tres pasos, justo hasta el pasillo; luego viene tal otra que es cuando entras en la
cocina, etc. Cuando pronuncies una palabra subrayada, un salto (o cualquier otra tontería
que se te ocurra). Y no olvides leer en voz alta.
FIGURAS
Pero si estudias en una biblioteca, o no quieres que en casa te tomen por loco, será mejor
evitar los puntos anteriores. Una alternativa en tal caso - aunque algo pobre - es recurrir a
garabatos.
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Se trata de ir dibujando rayas, curvas, etc. a medida que vas leyendo el texto; los
trazos sobre el papel serían el equivalente - más o menos - a los desplazamientos que
harías por casa. Cada vez que lees el mismo párrafo haces el mismo dibujo, de tal forma
que el hábito del dibujo te induce a recordar las palabras que leías al hacer esos mismos
trazos.
Puedes dibujar sobre las líneas un pequeño círculo o cuadrado en la posición donde
corresponde una palabra principal o incluso directamente escribirla. El resultado será una
especie de jeroglífico que representa el texto que estás estudiando.
CON MÚSICA
Otro truco habitual, si te gusta la música, es cambiar la letra de una canción por el texto
que estás memorizando. Debe ser una melodía que conozcas bien, claro está. Se trata de
adaptar el texto al ritmo de la música, de forma que recordando la canción te venga a la
memoria la nueva letra que le has puesto. Si además la bailas - para unir música, letra y
movimiento-, mejor.
En fin, ninguno de estos recursos puede asegurar una memorización rápida y eficaz
del texto, pero a menudo suelen servir de ayuda. ¡Pruébalos! (tienen su razón de ser,
aunque parezcan una tontería). En cualquier caso, una cosa es segura: el trabajo de
memorización resultará más entretenido.
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Una vez memorizado el texto, solo hay una forma de que no se olvide: repasando.
Por muchas técnicas que utilices, nada garantiza que el material estudiado vaya a
permanecer indefinidamente en tu memoria. Es necesario repasarlo a menudo. Eso
significa que de vez en cuando tendrás que sentarte frente a una hoja en blanco, o
ponerte ante al espejo, y empezar a escribir o recitar el texto completo de memoria.
Para facilitar el trabajo, y que resulte más entretenido, existen un par de trucos que te
ayudarán en la tarea de repasar e incluso memorizar mejor el texto en cuestión. Son los
que presentamos a continuación:
EL TEXTO MENGUANTE
Una vez hayas comprobado que eres perfectamente capaz de rellenar los huecos con
las palabras correspondientes, re pite el proceso borrando una segunda palabra de cada
línea. Ahora es más difícil, pues tienes que cubrir de memoria dos huecos por renglón.
Cuando lo consigas, empieza de nuevo borrando una tercera palabra de cada línea, y
luego borrando una cuarta, una quinta, etc. Al final, deberás ser capaz de recitar el texto
íntegramente de memoria, simplemente... ¡leyendo un papel en blanco! (como cada vez
vas eliminando una palabra, al final terminarás borrándolas todas, teniendo solamente
una hoja en blanco).
INICIALES
Sobre una hoja en blanco, o en la pantalla del ordenador, debes escribir el texto que has
de memorizar pero anotando solamente la primera sílaba de cada palabra.
El objetivo es que, con las letras iniciales a la vista, repitas el texto pronunciando las
palabras completas. Si se te despista alguna, consúltala y repite hasta que logres
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reproducir el texto entero sin ninguna duda.
Cuando lo consigas, repite el proceso otra vez pero ahora escribiendo, en lugar de una
sílaba, tan solo la letra inicial de cada palabra.
¿Lo has vuelto a conseguir? ¿Eres capaz de reproducir el texto viendo solamente las
iniciales de cada palabra? Enhorabuena. Ahora inténtalo de nuevo pero eliminando,
paulatinamente, incluso las iniciales, tal como veíamos antes en el punto de «el texto
menguante».
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POESÍA
La poesía siempre se ha considerado más fácil de memorizar que la prosa, pues el ritmo
cadencioso y la rima suelen ser de ayuda a la memoria. Luis Vives decía: «El verso
ayuda mucho a la memoria con la armonía y medida del ritmo y, así, aquellas materias
que sean dignas de recordar, deben adaptarse a ritmos».
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«Temido» pintado a un costado; para la segunda estrofa, capitán, cantando alegre en la
popa; etc.
Si las estrofas resultan largas, nada nos impide dividirlas en un número menor de
versos. En este caso bien pudiéramos agrupar los versos de cuatro en cuatro, logrando así
fragmentos más cortos (aunque esto, consecuentemente, derivará en un mayor número
de palabras clave).
En poesía, sin embargo, es muy común señalar como palabra principal la primera de
cada fragmento; la idea es que habiendo ensayado varias veces cada estrofa, recuperando
la primera palabra, esta de pie a recordar el texto que le sigue. O para mayor seguridad,
tomar dos palabras, la primera y la última de cada fragmento, con el propósito de que la
última palabra de una estrofa señale la primera de la siguiente y esta de pie a recordar el
fragmento correspondiente. Si optáramos por esta solución habiendo agrupado los versos
de cuatro en cuatro, las palabras clave serían: cañones, bergantín, bajel, confin, luna,
azul, capitán, Estambul, etc.
TEXTOS LEGALES
Los textos legales presentan dos características que los hace especiales:
1. Por un lado, rara vez es necesario memorizarlos literalmente, palabra por palabra;
lo importante es lo que dicen, no cómo lo dicen. Dicho de otra forma: lo importante es el
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concepto que expresan, no las palabras que utilizan para expresar ese concepto, por
tanto, no es necesario memorizarlos al pie de la letra.
Ahora bien, el artículo 27 se divide, a su vez, en diez puntos que también deseo
memorizar. Haré lo siguiente: seleccionaré la palabra principal de cada punto y la
asociaré con el profesor, creando una pequeña aventura.
Punto 3: «Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que
sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones». En eso llegó el alcalde (poderes públicos), que había recibido una carta
de los padres del chico musulmán de la tercera fila - el que se sentaba detrás del bajito -
pidien do que no le diesen nada de comer a su hijo durante el día, pues eran fechas de
Ramadán (de acuerdo con sus propias convicciones).
Memorizar entonces el asunto sobre el que trata cada uno de los 169 artículos de la
Constitución es una tarea relativamente sencilla, basta con asociar el número del artículo
con una imagen representativa de la idea que desarrolla. Y para aquellos artículos
importantes que es necesario conocer bien, creamos una aventura que nos detalle su
contenido, tal como hemos hecho con el artículo 27.
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Este proceso sería el equivalente a la primera aproximación que veíamos en un
capítulo anterior. Si te propones memorizar el texto de forma literal, palabra por palabra,
nada impide experimentar también con la segunda o tercera aproximación, pero
considera entonces si el esfuerzo y la dificultad de memorizar tan elevado número de
palabras principales es realmente imprescindible.
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El sistema Leitner, también conocido como flashcards, no es en realidad un sistema
mnemotécnico o, al menos, nada tiene que ver con la idea tradicional que tenemos de
sistemas de memoria; a diferencia de estos, que se apoyan principalmente en la
imaginación y creatividad, el sistema Leitner busca fijar los datos en la memoria por
simple y pura repetición.
Quizá por esto, como técnica de memorización puede considerarse muy pobre y raro
es que se mencione en los libros de mnemotecnia. No obstante, se trata de una
herramienta de aprendizaje de gran valor a la que se puede sacar mucho provecho.
Veamos el porqué.
Las clásicas mnemotecnias pueden ser muy útiles para memorizar unos datos de
forma rápida y duradera, pero nada garantiza que estos datos vayan a quedar guardados
en la memoria para siempre, pues lo natural es que con el tiempo se olviden.
A finales del siglo xix, el psicólogo alemán Herman Ebbinghaus inauguró el estudio
experimental de la memoria mediante una serie de tests que ponía a prueba consigo
mismo. Confeccionaba listas de sílabas tomadas al azar y sin ningún sentido con el
propósito de memorizarlas. Una vez lo grado su objetivo, cronómetro en mano, trataba
de medir a qué ritmo se le olvidaban.
Observó que olvidaba mucho al principio, pero cada vez menos a medida que
transcurría el tiempo. Concretamente, tras memorizar sus listas comprobó que al cabo de
media hora ya casi había olvidado la mitad de las sílabas y transcurrido un día apenas
alcanzaba a recordar una tercera parte; sin embargo, la mayor parte de las sílabas que
recordaba al cabo de una semana seguía recordándolas después de un mes.
Definió entonces lo que conocemos como la curva del olvido, donde se aprecia de
forma gráfica esta evolución.
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Pues bien, la pregunta que se plantea es la siguiente: ¿cómo contrarrestar este proceso
natural del olvido? La respuesta es simple: mediante repasos.
REPASAR
Es un hecho contrastado que cada vez que traes un dato a la memoria - o lo vuelves a
memorizar-, el recuerdo se afianza. Es como quien viaja a un sitio desconocido: la
primera vez anda perdido pero, tras repetir el mismo trayecto unas cuantas veces, se dice
que ya conoce el camino «de memoria» - la repetición ha afianzado el recuerdo - y es
difícil que se pierda.
Lo mismo ocurre al repasar cualquier lección: con cada nuevo «viaje» los datos se
consolidan. Con la ventaja añadida, según comprobó el propio Ebbinghaus, de que
volver a memorizar la parte olvidada requiere menos tiempo que memorizarla por
primera vez.
Así pues, una memoria duradera pasa por programar una serie de repasos que
compensen la acción natural del olvido.
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¿Y cada cuánto tiempo repasar? Puesto que se olvida muy rápido al principio y más
lentamente después, lo ideal sería repasar más a menudo al principio y más de tarde en
tarde después, en la misma progresión que nos muestra la curva del olvido.
Pues bien, teniendo todo esto en cuenta, el psicólogo alemán Sebastian Leitner diseñó
allá por los años setenta un sistema - descrito en su libro Así se aprende (edición en
español publicada por Editorial Herder, S.A.Barcelona 1973; ISBN 8425407834)-, que
ya, sin más dilación, paso a detallar.
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El sistema Leitner empieza por reducir o convertir todo el material a memorizar a
unidades mínimas de información, adaptándolo a un sencillo sistema de preguntas y
respuestas. Por ejemplo, la llegada a la luna. ¿En qué año llegó el hombre a la luna?
1969. ¿Cómo se llamaba el primer astronauta en pisar la luna? Neil Armstrong. ¿Qué
país llevó a cabo la misión espacial? Estados Unidos. Etc.
FICHAS
Anverso
Reverso
127
Las fichas son muy fáciles de conseguir, basta con tomar una hoja de papel y cortarla
sucesivas veces por la mitad hasta obtener, de cada hoja, ocho fichas (ver figura al final
del capítulo).
FICHERO
A continuación construiremos el fichero que nos permitirá trabajar con estas y todas las
fichas que preparemos en el futuro. Con unas cartulinas confeccionaremos una especie
de caja de zapatos estrecha y alargada (5 de alto, 11 de ancho y 30 centímetros de
fondo), dividida en cinco compartimentos o cajones de tamaño progresivo (uno, dos,
cinco, ocho y catorce centímetros) y numerados del 1 (el más pequeño) al 5 (el más
grande).
PROCESO
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compartimento, el más pequeño - y con ellas llenamos el compartimento 1.
3. Repite el paso anterior con la siguiente ficha del compartimento 1; así una y otra
vez.
Llegará un momento en que, de las fichas de este primer lote, empiecen a repetirse las
que has fallado. ¡Perfecto! Nueva oportunidad para ver si ahora aciertas y puedes
pasarlas al siguiente compartimento.
Las fichas acertadas pasan al siguiente compartimento, al tercero en este caso; las
falladas vuelven al final de compartimento 1.
Las fichas acertadas pasan al siguiente compartimento; las falladas vuelven al final
del compartimento 1. Repito: las que no aciertes, vuelven al final del compartimento 1
(no al anterior, sino siempre al 1).
7. Las fichas del compartimento 5 que aciertes puedes darlas por bien sabidas: se
retiran del juego.
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pasado todas las fichas por todos los compartimentos, el fichero quede vacío. Objetivo
conseguido. Fin.
VENTAJAS
Puede parecer aburrido, pero este sistema presenta dos cualidades que lo hacen muy
interesante.
Primera. Como hemos visto al examinar la curva del olvido, memorizar una materia
realmente bien requiere una serie de repasos cada determinado tiempo. Pero si cada
repaso consiste en revisar de nuevo toda la materia, desde el principio hasta el final,
estamos siendo muy ineficaces; lo ideal es repasar pero solo la parte que no recordamos.
¿Para qué repasar lo que ya sabemos? ¿No es esto perder el tiempo?
Con el sistema Leitner no existe este problema pues las preguntas que fallamos se
repiten a menudo, pero las que acertamos pasan al siguiente compartimento y cada vez
tardan más en volver a salir. Por tanto, al repasar constantemente las fichas del
compartimento 1, nuestra atención se cen tra en lo que no sabemos, ahorrándonos el
trabajo de repasar lo ya conocido.
Segunda. Por otro lado, la curva del olvido nos muestra también que olvidamos muy
rápidamente al principio y más lentamente después. Por eso se aconseja hacer los
primeros repasos tan pronto como al cabo de una hora, un día, y más espaciados después,
a la semana, al mes.
Pues bien, si observas el fichero del sistema Leitner verás que está diseñado para
cumplir con esta norma: los primeros compartimentos son pequeños, de forma que caben
pocas fichas y no hay más remedio que repasarlas a menudo. Pero a medida que avanzan
los compartimentos son más largos, caben más fichas y se tarda más tiempo en
repetirlas, lo que se traduce en repasos cada vez más espaciados.
Vemos, por tanto, que el sistema Leitner se convierte en el sistema ideal para afianzar
los datos en la memoria mediante el ejercicio de repasos programados.
130
131
132
Como habrás visto, poner en práctica el sistema Leitner es fácil. No obstante, para un
mejor resultado, conviene tener en cuenta un par de detalles.
SIN PRISAS
No conviertas este sistema en una competición por ver cuán rápido eres pasando todas
las fichas por los cinco compartimentos. Más bien, al revés. En circunstancias normales,
una ficha permanecerá en el fichero varias semanas, incluso meses.
Veíamos, al observar la curva del olvido, cómo el último repaso se ha de dar, como
muy pronto, al cabo de un mes. Por tanto, una ficha que abandona pronto el fichero no
hay garantías de que esté bien memorizada.
Bueno, entonces sí, habrá que acelerar un poco e intentar lograr el mejor recuerdo
posible para dentro de siete días. Ahora bien, debes tener en cuenta lo siguiente: este
sistema no se lleva muy bien con sesiones maratonianas de interminables horas.
Funciona mucho mejor utilizado con frecuencia pero a intervalos cortos de cinco, diez o
quince minutos. Es decir, obtendrás mejores resultados practicando con el fi chero
durante cuatro sesiones de quince minutos que estrujando las neuronas durante una hora
seguida. Por tanto, si urge memorizar todo el material, al menos programa unas pausas
que permitan «desconectar» o distraer la atención cada poco tiempo: aprovecha para salir
un momento a comprar el pan, tomar un té, visitar el baño o, sencillamente, asomarte por
la venta a ver qué tiempo hace. No tiene sentido insistir cuando el trabajo resulta
fastidioso: el rendimiento cae en picado y solo conseguirás acumular fichas en el primer
compartimento. Con todo, cuando te habitúes a trabajar con el fichero, podrás ir
ampliando el tiempo de las sesiones si observas que a pesar de llevar veinte, veinticinco
minutos o más, no se te hace pesado.
Leitner aconsejaba además practicar en diversos momentos del día yen las más variadas
situaciones. La idea es que aquello memorizado de noche en la tranquilidad de tu
habitación puede ser más difícil recordar de día con el ajetreo y el estrés de unas pruebas.
Por tanto, lo ideal es que practiques en tu habitación, en la cocina yen el baño; en casa,
133
en el parque y en el bar; de noche, al amanecer y a mediodía; en silencio, escuchando a
Mozart o con música heavy a todo volumen. Se trata de habituar tu mente a recordar
bajo cualquier circunstancia.
SINCERIDAD
Y, por supuesto, sé honesto contigo mismo. Hacer trampas para que una ficha avance al
siguiente compartimento es como mentirle al espejo, el engañado eres tú mismo. Por
ejem plo, si al coger una ficha acierto la respuesta porque puedo leer el reverso a través
del fino papel, lo que haré es preparar una nueva ficha - esta no me sirve-, escribiendo la
respuesta con un suave lápiz, de tal forma que resulte imposible ver desde un lado las
líneas trazadas en el otro.
Recuerda: el propósito de todo esto no es que las fichas avancen rápidamente por los
diversos compartimentos del fichero, sino que logres memorizar las respuestas escritas
en ellas.
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Cuando Sebastián Leitner diseñó su sistema no tenía en mente el uso de ninguna
mnemotecnia, su objetivo era memorizar por repetición. Mi propuesta, sin embargo, es
memorizar con ayuda de mnemotecnias y utilizar el sistema Leitner solamente como
método de repaso.
Esto se lleva a cabo de forma muy simple. Se desarrolla el mismo proceso visto hasta
ahora con el añadido, a la hora de crear las fichas, de incorporar junto a la respuesta un
dibujo o descripción de la mnemotecnia compuesta para recordar el dato.
Por ejemplo, la llegada a la luna en el año 1969. En un capítulo anterior hemos visto
como, para memorizar este dato, recurría a la imagen del astronauta con su traje
manchado de sopa (sopa = 69, según el código fonético). Pues bien, en la ficha donde se
pregunta la fecha incluiré, junto a la respuesta - 1969-, el dibujo del astronauta con una
mancha en el traje:
Anverso
Reverso
135
De esta forma no solo repaso el dato, también algo más sencillo y rápido: la imagen
de la mnemotecnia que evoca el dato. Esto será especialmente útil si dentro de algunos
años, por cualquier circunstancia, tengo que refrescar mi memoria y volver a repasar las
fichas.
Vamos a poner en práctica todo lo dicho hasta ahora con una tarea que se ajusta muy
bien a este sistema, la adquisición de vocabulario de lenguas extranjeras.
Más o menos por las mismas fechas en que Leitner daba a conocer su sistema, Richard
Atkinson popularizó, como ayuda en el aprendizaje de idiomas, un método para adquirir
vocabulario de lenguas extranjeras basado en principios mnemotécnicos. La técnica de la
palabra clave, nombre con el que se conoce, consistía en lo siguiente: supongamos que
quiero aprender una nueva palabra en inglés, por ejemplo address, que significa
dirección o domicilio donde uno reside. El proceso a seguir es el siguiente:
•Reconstrucción. El primer paso consiste en buscar una palabra - palabra clave - que
al pronunciarla suene muy parecido al término que quiero aprender. En es te caso,
pensando un poco se me ocurre el nombre de un vecino mío llamado Andrés. Así
pues, Andrés será la palabra clave para address.
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será fácil. ¿Cuál era su palabra clave? Es sencillo, pues su sonido era muy
parecido: Andrés. ¿Y qué imagen tengo asociada con Andrés? El alcalde dando el
nuevo nombre a la calle, mis cartas que llegan a la dirección de mi vecino... pues
está claro: address significa dirección.
... y después realizar una asociación entre la palabra clave y el significado del término
extranjero, mediante el mecanismo que ya conocemos de imaginar una escena llamativa.
Pues bien, ¿cómo incorporamos esta técnica al sistema de fichas? Seguro que puedes
adivinarlo. En el anverso de cada ficha, la palabra extranjera; en el reverso, su
significado, al que añadimos la mnemotecnia correspondiente: la palabra clave junto con
un dibujo o explicación.
Anverso
Reverso
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De esta forma, confeccionando un buen número de fichas, pronto estaremos
dominando un vocabulario básico.
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A pesar de las indudables ventajas que ofrece este sistema, deben conocerse también los
pequeños inconvenientes que presenta.
Las fichas. Preparar las fichas requiere bastante dedicación, es decir, tiempo y
esfuerzo. Se trata, no obstante, de un inconveniente relativo, ya que este trabajo suele
estar bien recompensado: preparar las fichas ayuda en gran medida a asimilar la
información (y si en un futuro necesitas repasar la materia, no sabes cuánto agradecerás
reencontrar tus viejas fichas).
Pues bien, parte de estos problemas desaparecen gracias a la ayuda que prestan los
actuales dispositivos electrónicos.
Cuando Leitner desarrolló este sistema a principios de los setenta, aún faltaban unos
cuantos años para la revolución de los ordenadores o computadoras personales -y mucho
más para la llegada de los netbook, smartphone, tablet y cachivaches similares-. Intuyó,
sin embargo, las ventajas de este tipo de dispositivos para mostrar las preguntas en una
pantalla y programar automáticamente su número de apariciones en función de las
respuestas, sin necesidad de estar moviendo físicamente unas fichas de un lugar a otro,
de forma transparente para el usuario.
Internet, por cierto, se convierte para muchos en una especie de maná: alguien que ha
preparado una colección de fichas sobre determinada materia puede compartirla
libremente en la red, poniéndola a disposición de quien también esté estudiando esa
misma materia e igualmente necesite memorizar los mismos datos; así, aprovechando la
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generosidad de unos, otros evitan el trabajo de preparar sus propias fichas.
Ten en cuenta, eso sí, que no todas las aplicaciones funcionan exactamente tal como
propuso Leitner; algunas, por ejemplo, al fallar una pregunta, mueven la ficha al
compartimento anterior en lugar de pasarla al compartimento 1 (la idea original se ha
tratado de mejorar, con más o menos éxito, incorporando nuevas funcionalidades y
nuevos algoritmos a la hora de programar el orden y la frecuencia de aparición de las
preguntas).
Aparte del peligro evidente de que por error elimines los archivos del programa y sus
fichas (acción tan dolorosa como ver las fichas de papel esparcidas por el suelo, o más)
el principal inconveniente vendrá dado por la dificultad de incorporar a las fichas en
pantalla el dibujo con la mnemotecnia que hayas creado para recordar la respuesta. En
caso de que llegue a ser imposible - recuerda que el sistema Leitner no fue concebido
con la idea de usar mnemotecnias-, siempre puedes buscar una solución de compromiso:
dibujar las mnemotecnias por separado en una libreta y cuando falles una pregunta,
repasar la mnemotecnia apuntada en papel.
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Índice
Introducción 8
LAS TÉCNICAS 10
1. Método de la cadena o del enlace 11
2. Método «loci» o de los lugares 14
3. Método del abecedario o sistema letra/figura 17
4. Sistema número/figura 20
5. El código fonético (1) 23
6. El código fonético (II) 26
7. Las 100 palabras clave 28
8. Consejos 33
MEMORIZAR FECHAS 35
1. Años 36
Periodos 40
Series 41
2. Día y mes 42
3. Día, mes y año 45
4. Día de la semana 46
MEMORIZAR LA TABLA PERIÓDICA DE LOS ELEMENTOS 50
1. La técnica 51
2. Los elementos químicos 54
3. Una advertencia 90
4. Consejos 92
Las frases 93
Sinónimos 94
Un poco de cultura 95
Sin prisas 95
Repasos 97
MEMORIZAR TEXTOS PALABRA POR PALABRA 97
1. Consideraciones previas 98
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2. la Aproximación 100
Ejemplo 101
Consideraciones 102
3. 2a Aproximación 103
4. 3a Aproximación 106
5. 4a Aproximación 109
6. Alternativas 111
7. Trucos (I) 114
Acción 115
Con música 116
8. Trucos (II) 116
Iniciales 117
9. Textos especiales 118
Textos legales 120
SISTEMA LEITNER 122
1. Olvidar y repasar 123
Repasar 125
2. El sistema 126
Fichero 128
Ventajas 129
3. Consejos 132
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