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La Comunidad Conyugal UGMA
La Comunidad Conyugal UGMA
Concepto:
Es la sociedad que por disposición expresa de la ley, existe entre marido y mujer desde el momento de
la celebración del matrimonio hasta su disolución, en virtud de la cual se hacen comunes de ambos los
bienes gananciales, de modo que después se partan por mitad entre ellos o sus herederos, aunque el
uno hubiese traído más capital que el otro.
Esta definición ha sido criticada porque viene a equiparar la sociedad conyugal con la sociedad de
gananciales y si bien es cierto que están íntimamente relacionadas al punto de que no existir sociedad
conyugal no existiría sociedad de gananciales, solo regula el aspecto económico o patrimonial de la
sociedad conyugal, mientras que esta comprende también las relaciones personales.
Para de Ruggiero “ la comunidad conyugal es una sociedad universal de ganancias”, este es el concepto
de nuestro legislador, puesto que el código civil en su artículo 1650 al prohibir expresamente toda
sociedad a titulo universal, exceptúa de esa prohibición la sociedad de ganancias entre conyugues.
Caracteres:
2. El haber común de los esposos está limitado en principio a las ganancias o beneficios adquiridos a
título oneroso por cualquiera de los conyugues o por ambos durante el matrimonio. Los bienes
adquiridos antes del matrimonio corresponden al adquiriente. Por esta razón se dice que hay tres
patrimonios: el de la esposa, el del esposo; y el común de ambos. Conviene aclarar que solo hay dos
patrimonios el del esposo y el de la mujer; y que el tercero se ha denominado como un tercer
patrimonio para comprender mejor la estructura. Los bienes comunes en realidad no forman una
entidad patrimonial distinta a la del marido y la mujer y los bienes que la integran deben estar a nombre
de uno o de otro y a cada uno de ellos le pertenece la mitad de esos bienes.
Bienes de la comunidad:
Se consideran en principio comunes todos los bienes que los esposos adquieren conjunta o
separadamente durante el matrimonio por actos a título oneroso; estos son (Art. 156 C.C):
1. Los adquiridos durante el matrimonio con el caudal común, bien se haga la adquisición a nombre de la
comunidad o al de uno solo de los conyugues. (Art. 156, Ord. 1 C.C.).
2. Los obtenidos por el trabajo, profesión oficio, industria o sueldo de los conyugues. (Art. 156, Ord 2
C.C.)
3. Los bienes donados o prometidos a uno de los conyugues por razón del matrimonio (y sus accesorios),
aun antes de su celebración, a menos que el donante exprese su voluntad en contrario (esta es
expresión al principio de que son bienes propios de los conyugues los que adquiera por causa lucrativa,
aun durante el matrimonio) (Art. 161 C.C.)
4. El aumento de valor de los bienes propios derivado de mejoras hechas con dinero de la comunidad, o
por industria de los conyugues (Art. 163 C.C.).
5. Los frutos, rentas en intereses devengados durante el matrimonio, procedente de los bienes comunes
y de los peculiares de cada uno de los conyugues (Art. 156 Ord. 3 C.C.).
6. Se presume que pertenece a la comunidad todos los bienes existentes mientras no se pruebe que son
propios de algunos de los conyugues (Art. 164 C.C.).
b. Título oneroso.
a. Por herencia.
b. Por legado.
c. Por donación.
d. Por cualquier otra causa lucrativa (excepto las donaciones con ocasiones del matrimonio).
2. Los adquiridos a título oneroso por subrogación de otros bienes propios:
a. Por permuta.
b. Por retracto.
d. Derechos de autor.
Administración de la comunidad:
1. Gestión del activo común: en conformidad con lo dispuesto en los Artículos 168 y 169, C.C. cada
conyugue administra por si solo los bienes de la comunidad que hubiere adquirido con su trabajo
personal o por cualquier otro título legítimo. Pero para enajenar a título gratuito u oneroso o para
agravar los bienes gananciales cuando se trata de inmuebles, derechos o bienes muebles sometidos al
régimen de publicidad, acciones, obligaciones cuotas de compañías, se requerirá el consentimiento de
ambos conyugues, sin embargo el juez podrá autorizar a uno de los conyugues para realizar por si solo
sobre los bienes comunes, alguno de los actos para cuya validez se requiere el consentimiento del otro,
cuando este se encuentre imposibilitado para manifestar su voluntad y los intereses del matrimonio y de
la familia así lo impongan, igualmente, el juez podrá acordar que el acto lo realice uno de los conyugues,
cuando la negativa del otro fuere injustificada y los mismos intereses familiares y matrimoniales así lo
exijan.
Cuando se trate de bienes provenientes de donaciones con motivo del matrimonio, la administración
corresponde al conyugue a cuyo nombre se hizo la donación; y si fue hecha a ambos, se requerirá del
consentimiento de los dos para ejecutar los actos de administración, aplicándose las mismas reglas que
expusimos para los bienes gananciales. Solo los bienes señalados en los artículos 168 del C.C. necesitan
del consentimiento de ambos conyugues y siempre que se trate de agravarlos o enajenarlos a título
gratuito u oneroso; por tanto para los demás actos de simple administración, bastara la intervención de
uno solo de los conyugues sobre bienes muebles que no se encuentren entre los expresamente
señalados por el citado Art. 168 C.C.
2. Derecho de obligar a la comunidad: otro aspecto de interés en cuanto a la administración de la
comunidad de gananciales, es el referente a la capacidad jurídica de cada conyugue para obligar por si
solo a la comunidad. Lo cual ocurre en los casos siguientes:
b. Cuando contrae deudas y obligaciones a los efectos del mantenimiento de la familia y de la educación
de los hijos.
En ambos casos, la comunidad de gananciales responde con sus bienes de tales deudas y obligaciones,
aunque hayan sido contraídas por uno solo de los conyugues.
En los demás casos, en que cada conyugue puede administrar por si solo los bienes de la comunidad que
hubiere adquirido con su trabajo personal o por cualquier otro título legítimo, la legitimación en juicio
para los actos relativos a esta administración corresponde al conyugue que los haya realizado.
Libertad de administración y de disposición por acto oneroso: cada conyugue tiene la libre
administración y disposición de sus propios bienes
Administración por uno de los conyugues de bienes propios del otro: los actos de administración que
uno de los conyugues ejecute por el otro, con la tolerancia de este, son válidos (Art. 155 C.C.)
Se denominan cargas de la comunidad de gananciales, las obligaciones que en definitiva deben ser
soportadas de por mitad entre ambos conyugues, aunque la deuda respectiva la haya contraído uno
solo de ellos. Estas son (Art. 165 C.C.):
Deudas contraídas por alguno de los conyugues, cuando estos puedan obligar a la comunidad: serán
aquellas que nacen de la actuación de alguno de los esposos como administrador de la comunidad.
Réditos e intereses que afectan bienes propios y comunes: los réditos y los intereses vencidos durante el
matrimonio, a que estuvieran afectos tanto los bienes propios de los esposos como los comunes, se
consideran carga de la comunidad de gananciales.
Gastos de conservación y reparaciones menores de bienes propios: las reparaciones menores y los
gastos de conservación llevados a cabo durante el matrimonio en los bienes propios de alguno de los
conyugues, son también cargas de la comunidad.
Gastos de mantenimiento de la familia: mantenimiento de la familia, educación de los hijos comunes, así
como de los de uno solo de los esposos, cuando ellos tienen derechos a alimentos. Esta es la más
importante de las partidas referentes a las cargas de la comunidad.
Alimentos de ascendientes de los conyugues (excepcionalmente): esta obligación debe ser cumplida con
los bienes propios; sin embargo y por excepción, cuando el deudor no puede cumplirlos
individualmente, se consideran cargas de la comunidad.
Donaciones hechas de mutuo acuerdo por los conyugues a los hijos comunes: cualquiera que sea el
motivo, siempre que sean de mutuo acuerdo, a sus hijos comunes. Si os bienes de la comunidad no
alcanzan, los esposos responden con sus bienes particulares por partes iguales (Art. 166 C.C.).
La naturaleza jurídica y los caracteres de la comunidad conyugal así como los principios que la
gobiernan, son muy diferentes de los de la comunidad ordinaria. Los principales rasgos diferenciales son
los siguientes:
En la comunidad conyugal a cada uno de los esposos le corresponde la mitad de los bienes comunes,
mientras que en la comunidad ordinaria del derecho con copropiedad puede ser infinito.
La comunidad de gananciales debe estar integrada por dos personas que deben ser marido y mujer, en
la ordinaria puede haber cualquier número de comuneros, sin ningún vínculo familiar.
Los conyugues no pueden disponer libremente de sus bienes comunes (a menos que se disuelva por la
ley); los comuneros ordinarios si.
La comunidad de gananciales se disuelve al fallecer uno de los conyugues; la ordinaria no, pues los
derechos del comunero fallecido pasan a sus herederos.
La comunidad ordinaria surge como consecuencia de actos voluntarios de personas que se proponen
obtener beneficios económicos. La comunidad de gananciales deriva única y exclusivamente de la
celebración del matrimonio.
La ley señala en forma taxativa las causas disolución de dicha comunidad y por tratarse de una materia
de orden público, cualquier pacto o comienzo en contrario es absolutamente nulo (Art 173 C.C).
Disolución del matrimonio: la comunidad de gananciales como régimen patrimonial que es constituye
un accesorio del matrimonio; cuando este se extingue, aquella no pueda subsistir.
Ausencia declarada de una de los conyugues: la simple no presencia de uno de los esposo, no
determina la disolución de la comunidad de gananciales; tampoco produce este efecto la ausencia,
meramente presunta. Es indispensable que exista sentencia firme de declaración de ausencia (Art. 421 y
sig. C.C.). Ahora bien, a suceder tal cosa, automáticamente termina el régimen de la comunidad, aunque
la decisión aludida no lo señale así de manera expresa.
Quiebra de uno de los esposos: como consecuencia de la declaración de quiebra, la administración del
patrimonio del fallido, (incluyendo sus derechos sobre los bienes comunes), pasa a la masa de
acreedores, la cual se comportara además, en cierta forma, como verdadera titular del mismo. En tales
condiciones no puede subsistir la comunidad de gananciales, pues resultaría absurdo mantener un
régimen matrimonial entre el esposo que no está en quiebra y los acreedores del fallido; por otra parte,
el conyugue no fallido no tiene por qué sufrir las consecuencias de esa declaración de quiebra.
De ese cambio en la posición jurídica de las partes respecto de los bienes comunes, deriva una serie de
consecuencias, entre las cuales debemos destacar:
a. El producto del trabajo, profesión, industria, oficio o arte de cada uno de los conyugues o ex
conyugues, pertenece en exclusividad a quien lo obtiene, a partir de la fecha de la disolución de la
comunidad (ya no es común).
b. Desparece la comunidad cobre los frutos, rentas e intereses procedentes de los bienes propios de
cada esposo o ex esposo, devengados o producidos desde la fecha de extinción del régimen de
comunidad.
c. Cesan los derechos del marido y de la mujer, respectivamente, de administrar los bienes comunes que
antes se encontraban confiados a su gestión, de acuerdo con las previsiones de los artículos 168 al 172
C.C.
d. Una vez extinguida la comunidad de gananciales, cada conyugue o ex conyugue se hace único
propietario de los bienes que adquieran.
e. La situación de comunidad ordinaria que surge entre los esposos o ex esposo, (o sus herederos) al
disolverse la comunidad de gananciales, no puede afectar a terceros extraños.
Acabamos de indicar que disuelta la comunidad conyugal de gananciales, los esposos o los ex esposos o
(sus herederos respectivos) quedan en situación de copropiedad ordinaria respecto de los bienes
comunes. En tal estado pueden continuar todo el tiempo que deseen, pero más tarde o más temprano
habría que proceder a la liquidación respectiva.