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Ciclo: V
Turno: Noche
Pucallpa – Perú
2018
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Índice
Caratula Pág. 01
Índice Pág. 02
Introducción Pág. 04
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Evolución Pág. 17
Supuestos según la ley No 27444 Pág. 17
La ley No 29060 Pág. 18
Efectos Pág. 19
Acto ficto Pág. 20
Silencio administrativo negativo Pág. 20
Como garantía del administrado Pág. 21
Jurisprudencia del T.C. Pág. 21
Ley No 27584 Pág. 22
Supuestos Pág. 23
Tributaria y aduanera Pág. 24
Norma derogada Pág. 25
Efectos Pág. 25
Resolución ficta denegatoria Pág. 26
Conclusiones Pág. 27
Anexos Pág. 28
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Introducción
La definición jurídica de procedimiento administrativo ha sido concebida desde
un enfoque amplio y otro restringido. En el primer supuesto se le entiende como
toda ruta o trámite formal que debe seguir la Administración Pública para el
ejercicio de sus potestades administrativas, abarcando así la emisión de actos
de administración interna, los reglamentos administrativos, contratos
administrativos, actos administrativos, actuaciones materiales, etc.
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Clases de procedimientos administrativos
Sin embargo, el error antes señalado se mantiene en la Ley Marco del Empleo
Público, norma que establece, en su artículo 21º, que el empleado público que
incurra en falta administrativa grave será sometido a procedimiento
administrativo disciplinario. Ello implicaría que el resultado de dicho
procedimiento constituiría un acto administrativo, lo cual no es cierto, como lo
hemos señalado líneas arriba.
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3. Manual de procedimientos institucionales
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Es evidente que no todo procedimiento administrativo puede ser iniciado de
oficio, pues existen actividades que se ejercen únicamente por particulares.
Por ello, la ley —de manera concordante con gran parte de la doctrina—
establece los supuestos que deben existir en forma alternativa a fin de que pueda
iniciarse de oficio un procedimiento administrativo, que son los siguientes:
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de inicio del procedimiento de oficio, puesto que el acto de iniciación devendría
en nulo.
Por otro lado, la norma establece que la notificación del acto de inicio del
procedimiento debe incluir la información sobre la naturaleza, alcance y, de ser
previsible, el plazo estimado de la duración del procedimiento, así como de los
derechos y obligaciones del administrado en el curso de tal actuación. La
referencia al plazo es de singular importancia, puesto que los procedimientos de
oficio, a diferencia de los procedimientos iniciados a pedido de parte, no poseen
plazo máximo establecido en la ley, y, en consecuencia, tampoco se encuentran
sometidos a silencio administrativo, por lo menos en primera instancia.
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Por otro lado, los administrados tienen derecho a ser informados en los
procedimientos de oficio sobre la naturaleza del mismo, el alcance de sus efectos
y tramitación; y, de ser previsible, del plazo estimado de su duración, así como
de sus derechos y obligaciones en el curso de tal actuación.
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Finalmente, los procedimientos de aprobación automática permiten a la
Administración Pública mejorar su eficiencia, enfocando la evaluación previa a
los supuestos que realmente lo justifiquen, es decir, aquellos en los cuales la
intensidad del interés general involucrado requiera de un análisis más exhaustivo
de la legalidad o pertinencia de lo solicitado por el administrado. Tal situación
genera una reducción de costos evidente en el ámbito de las entidades, que
beneficia a la sociedad en su conjunto, dado que los costos administrativos que
asume el Estado son finalmente cargados a aquella a través del sistema
impositivo.
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1. Aquellos conducentes a la obtención de licencias, autorizaciones, constancias
y copias certificadas o similares; resultados que favorecen al administrado y que
le permiten ejercer determinados derechos, los cuales requieren una respuesta
inmediata de la administración.
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ello perjudique a los administrados en la tramitación de los procedimientos
administrativos.
La fiscalización posterior comprende no menos del diez por ciento de todos los
expedientes sujetos a la modalidad de aprobación automática, con un máximo
de 50 expedientes por semestre, pudiendo incrementarse dicho número teniendo
en cuenta el impacto que, en el interés general, en la economía, en la seguridad
o en la salud ciudadana pueda conllevar la ocurrencia de fraude o falsedad en la
información, documentación o declaración presentadas.
Resulta imposible poder fiscalizar todos los expedientes tramitados ante una
entidad en esta modalidad, razón por la cual se establece un sistema de
muestreo. Ahora bien, esta fiscalización se realiza evidentemente a través de
muestras obtenidas al azar, sin que la determinación de los expedientes a
verificar pueda someterse a la discrecionalidad de la autoridad encargada.
La ley sin embargo no señala el mecanismo normativo que deberá emplear dicho
organismo para establecer dichos lineamientos. Por otro lado, la norma no
señala el mecanismo a emplear cuando se deba verificar la autenticidad de
aquello que ha sido presentado por el particular en un procedimiento de
evaluación previa.
Asimismo, el artículo 5º prescribe que en caso que el mínimo de 10% del total
de expedientes tramitados en el semestre por cada procedimiento exceda el
número de 50 expedientes, se podrá reputar que, en razón de su número e
incidencia, tal procedimiento tiene un impacto sustancial sobre el interés general.
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En este caso, las entidades de la Administración Pública están facultadas a
seleccionar, conforme al procedimiento previsto en el párrafo anterior, más de
50 expedientes hasta completar una cantidad de expedientes equivalente a la
raíz cuadrada del número total de expedientes por cada procedimiento
administrativo previsto en el TUPA.
Además, cada entidad a que se refiere el artículo I del Título Preliminar de la Ley
N.º 27444 dictará las normas internas referidas al personal a cargo de la
fiscalización posterior. Corresponde a los directivos a cargo de los órganos y
dependencias de las entidades que tramitan los procedimientos administrativos
previstos en el TUPA respectivo, realizar la evaluación de los resultados de la
fiscalización posterior, así como adoptar las acciones que correspondan.
La norma señala que se podrá solicitar a las entidades públicas y privadas que
corroboren la autenticidad de las declaraciones, documentos, información y
traducciones proporcionados por los administrados y que sirvió de sustento para
el inicio del respectivo procedimiento administrativo. Asimismo, los informes
semestrales conteniendo los resultados de la fiscalización posterior serán
emitidos dentro del semestre siguiente a aquel en que se tramitaron los
procedimientos administrativos materia de la fiscalización.
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información o en la documentación presentada por el administrado, la entidad
considerará no satisfecha la exigencia respectiva para todos sus efectos,
procediendo a comunicar el hecho a la autoridad jerárquicamente superior, si los
hubiere, para que se declare la nulidad del acto administrativo sustentado en
dicha declaración, información o documento. Como ya hemos señalado, dicha
nulidad debe declararse una vez efectuado el procedimiento de nulidad de oficio
respectivo, en el cual se le ha otorgado al administrado la posibilidad de
defenderse.
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consecuencia, existen procedimientos de evaluación previa sujetos a silencio
administrativo positivo, así como los procedimientos sujetos a silencio
administrativo negativo.
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El silencio administrativo
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En este orden de ideas, es necesario fomentar la formalidad de los agentes
sociales y económicos, a fin de que los mismos puedan incorporarse con
facilidad a la sociedad y al mercado. Para ello es indispensable a su vez facilitar
la obtención de determinados actos administrativos, permitiendo que, en los
casos en los que no se afecte seriamente el interés público, la inactividad de la
Administración genere la obtención de dicho pronunciamiento a favor del
administrado. En tal sentido, el silencio administrativo positivo debe constituir
más bien la regla, y no la excepción dentro del ordenamiento jurídico
administrativo; que es lo que se encuentra determinado de manera plausible en
la Ley N.º 29060, Ley del Silencio Administrativo.
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ejercicio. Esto último resulta curioso, pues nos puede llevar a pensar que toda
solicitud que permita habilitar para realizar actividades que se agotan
instantáneamente está sometida a silencio administrativo negativo lo cual no es
necesariamente cierto.
Por otro lado, dicho ejercicio de derechos deberá ser susceptible de afectar a
terceros, caso contrario nos encontraríamos ante el supuesto de aplicación del
procedimiento de aprobación automática establecido por la ley. Como resultado,
el silencio administrativo positivo funcionaba de manera residual, respecto a los
procedimientos sujetos a silencio administrativo negativo.
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La Ley del Silencio Administrativo establece en primer lugar que se encuentran
sometidas al silencio administrativo positivo las solicitudes cuya estimación
habilite para el ejercicio de derechos preexistentes o para el desarrollo de
actividades económicas que requieran autorización previa del Estado, y siempre
que no se encuentren contempladas en la Primera Disposición Transitoria,
Complementaria y Final; las cuales evidentemente se encuentran sometidas al
silencio administrativo negativo. Como resultado de esta disposición la reforma
del tratamiento del silencio administrativo positivo lleva a considerar este último
como la regla dentro de los procedimientos administrativos de evaluación previa,
siendo el silencio administrativo negativo más bien la excepción.
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El Decreto Legislativo N.º 1029 resuelve esta antinomia, preceptuando que al
plazo de comunicación de la entidad debe agregarse el plazo de notificación, con
lo cual en la práctica las entidades tienen cinco días más para resolver.
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procedimientos administrativos deban tramitarse teniendo como principio la
aprobación automática o el silencio administrativo positivo.
Ahora bien, hasta hace algún tiempo, la jurisprudencia peruana había tenido
decisiones contradictorias respecto al principio que venimos explicitando.
El Tribunal ha señalado que incluso una interpretación literal del dispositivo legal
que regulaba en aquel momento el silencio administrativo negativo descarta la
tesis de que el mismo genera transcurso de plazo. En efecto, el Tribunal señala
que, de conformidad con el artículo 99º de la Ley de Normas Generales de
Procedimientos Administrativos, ya derogada, el término para la interposición de
este recurso es de quince (15) días y deberá resolverse en un plazo máximo de
treinta (30) días, transcurridos los cuales, sin que medie resolución, el interesado
podrá considerar denegado dicho recurso a efectos de interponer el Recurso de
Revisión o la demanda judicial, en su caso, o esperar el pronunciamiento expreso
de la Administración Pública. La norma precisaba claramente que el
administrado podrá considerar denegado el petitorio, siendo que el transcurso
de plazo no generaba un pronunciamiento ficto.
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plazo de treinta días no puede considerarse como causal de exclusión de la
potestad del administrado de esperar el pronunciamiento expreso de la
administración.
El Tribunal continúa señalando que el principio pro homine impone que, en lugar
de asumir la interpretación restrictiva, en este caso, de ocasionar la caducidad y
así impedir el ejercicio del derecho a la tutela judicial, se tenga que, por el
contrario, optar por la tesis que posibilite que el particular pueda ejercer su
derecho a la tutela jurisdiccional, para impugnar el acto administrativo
presuntamente lesivo. El Tribunal ha señalado, de manera correcta, que la tesis
interpretativa que posibilita esto último es justamente la que proviene del propio
tenor literal de la norma antes referida y de la propia naturaleza del silencio
administrativo negativo; esto es, la que establece que el administrado, luego de
haber impugnado un acto administrado y transcurrido el plazo para resolverlo,
puede acogerse al silencio administrativo o esperar el pronunciamiento expreso
de la Administración, sin que la opción por esta última alternativa genere la
caducidad en el ejercicio del derecho de acción.
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establecido por la jurisprudencia y la doctrina respecto a dicha materia. Inclusive,
la norma establece el régimen aplicable al acto tardía, señalando que carece de
eficacia el pronunciamiento hecho por la administración una vez que fue
notificada con la demanda contencioso-administrativa; Ello es enteramente
lógico, aunque habría sido más pertinente hablar de invalidez antes que de
ineficacia, puesto que el acto expreso habría sido emitido cuando el administrado
ya le ha otorgado efecto jurídico a la falta de pronunciamiento de la autoridad
administrativa.
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En el segundo caso es evidente que no puede someterse a silencio
administrativo positivo un procedimiento en el que se pretende una actuación
material del Estado, puesto que aquel está pensado para un dejar hacer de la
Administración. Este precepto también se encontraba contenido en la norma
derogada. En el tercer caso se considera que, en el caso de casinos de juego y
máquinas tragamonedas, existe un nivel particularmente intenso de interés
general involucrado, razón por la cual dichos procedimientos debe estar
sometidos al silencio administrativo negativo.
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y cinco (45) días hábiles, el deudor tributario podrá interponer recurso de
reclamación, dando por denegada su solicitud, siendo aplicable el silencio
administrativo negativo.
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lo hemos señalado. Como lo hemos señalado, el silencio administrativo positivo
resulta ser el mecanismo más plausible para tutelar el derecho de petición, el
mismo que posee no solo protección constitucional sino también la proveniente
de instrumentos internacionales, como lo hemos señalado en capítulos
anteriores de este manual.
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Conclusiones
Por otro lado, el derecho procesal establece una diferencia entre el proceso y el
procedimiento, el proceso son los actos procesales que se ordenan para
alcanzar la solución de un conflicto de intereses o una incertidumbre jurídica, el
procedimiento establece la vía que debe seguir el proceso, establece los
trámites y plazos.
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Anexos
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