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Para comenzar, es necesario mencionar algunos conceptos básicos sobre psicología

ambiental, que facilitarán la comprensión de los resultados obtenidos, detallados en la


segunda parte de este escrito.

En primer lugar, la psicología ambiental, como su nombre señala, es una interdisciplina


que se preocupa de las relaciones que ocurren entre la conducta del ser humano y su
contexto, ya sea físico, natural y social, en el cual la conducta puede ser efecto del
ambiente o la causa de las modificaciones de éste (Roth, 2000). Es relevante para la
psicología y disciplinas como la ecología, el urbanismo, etc., estudiar el
comportamiento de los sujetos en diversos ambientes -casa, trabajo, ciudad, naturaleza-
y describir cómo éstos van influyendo en los espacios, a su vez que el ambiente va
modificando la conducta. En ese sentido, es un proceso dinámico, tal cual señalan
Itelsson y cols. (1974): “la concepción tradicional de un medio ambiente fijo al que el
organismo debe adaptarse o perecer, es actualmente reemplazado por la visión
ecológica que enfatiza el rol de los organismos de crear su propio ambiente” (p. 5, en
Roth, 2000, p. 68).

Pero no tan sólo la conducta es un aspecto a relevar, sino también la emoción asociada
con el medio ambiente. Pol y Vidal (2005), señalan que por medio de la acción, los
sujetos incoporan activamente el ambiente a sus procesos cognitivos y afectivos. Ésto
alude a la significación que se otorgan a los espacios, desde el polo de los sentimientos
más agradables o placenteros hasta los más displacenteros. Cabe señalar que también se
mencionan los aspectos cognitivos implicados en este proceso, dentro de lo cual se
destaca el concepto de mapa cognitivo, entendido como un constructo que explica “la
adquisición, almacenamiento, codificación, recuperación y manejo de la información
proveniente del ambiente físico y de su estructura espacial” (Roth, 2000, p. 70)

Con esta breve reseña cada lector puede hacer el ejercicio de pensar en algún lugar, el
primero que venga a su mente, y preguntarse cómo es ese ambiente, qué características
tiene, qué emociones provoca, y cómo actúa en dichos espacios. Las respuestas serán
variadas y singulares para cada uno, pues si bien el espacio posee determinadas
características objetivas, cada una estará enlazada a recuerdos o percepciones
subjetivas. Así, “los estilos de vida de la gente, el grado de familiaridad, la condición
social, el grado de participación en actividades comunitarias y las diferencias de género
parecen influir diferencialmente sobre la percepción del espacio que habitan” (Roth,
2000, p.70).

Ahora bien, en Psicología Ambiental también se investigan los riesgos y la percepción


de los sujetos asociados a éstos. Un riesgo puede definirse como “la posibilidad física,
social y/o financiera, de algún daño, perjuicio y/o pérdida en un contexto determinado
debido a la presencia de un peligro” (Slovic y Weber, 2002, en Mikulic, Cassullo,
Crespi, Caruso, Elmasian y Muiños, 2012, p.38). Los riesgos pueden definirse como
esquemas que se construyen de acuerdo a diferentes contextos (Mikulic et al., 2012).
El concepto de peligro se diferencia al de riesgo, pues el primero sería un
acontecimiento real o sustancia que pueda llegar a perjudicar a las personas, el
ambiente natural o instalaciones construidas por el ser humano (Mikulic et al., 2012).
Pueden ser peligros naturales (inundaciones, terremotos, etc), que tienen
consecuencias inmediatas sobre el ambiente y la población, o peligros de
contaminación ambiental, relacionados con las consecuencias producidas sobre el
ambiente por la acción humana o tecnológica (a largo plazo) (Aragonés y Puy, 1997).

La percepción de los riesgos son parte de la experiencia humana, en la medida que los
sujetos interpretan la realidad a partir de la propia subjetividad, dirigiendo la acción a
la toma de decisiones, influyendo así sus comportamientos antes, durante y después
del fenómeno (Rohrmann, 2008). Se enfatiza en los juicios que realizan los sujetos
sobre dicho riesgo, vinculado a características socio-culturales del sujeto que los
percibe y del ambiente en que se producen dichos juicios. (Puy, 1995, en Aragonés y
Puy, 1997). Es decir que los riesgos son esquemas construidos dependiendo del
contexto que influencia su percepción (Mikulic et al., 2012).

Según Corral, Frías y Gonzalez (2003) es crucial conocer cuáles variables (sociales y
psicológicas) predicen los juicios de peligrosidad ambiental para los individuos, y así
establecer qué estrategias de intervención y qué tipos de personas son más propensas
a percibir diferentes niveles de riesgo ambiental.

Si una fuente de peligro es de carácter natural, los sujetos pueden actuar de modo que
desarrollen estrategias de acción para prevenir los riesgos de otro desastre en el futuro.
Se logra tolerar el riesgo, al comprometerse voluntariamente, percibiendo mayor
control sobre las conductas (Mikulic et al., 2012).

Dentro de estas variables, características o factores que influyen en la percepción


social del riesgo, el llamado paradigma psicométrico, sería el que mejor lo describe,
referido a las características cualitativas de las fuentes de riesgo -dimensiones- y su
relación con una estimación cuantitativa (Aragonés y Puy, 1997).

Un ejemplo de lo que se ha mencionado; Chile es un país sísmico, por tanto su


población se enfrenta periódicamente a movimientos telúricos, los cuales han
alcanzado en los últimos diez años los 8.8 y 8.4 grados en la escala richter. Estos
fenómenos ambientales constituyen un peligro para las personas que allí habitan, pero
al estar expuestos constantemente a estos eventos de carácter natural, se puede
generar una mayor preparación relativa a la autoprotección (Cid, Castro, Rugiero de
Souza, 2012). Estos resultados pueden variar en la población de otros países con bajos
índices de sismos y terremotos, como el caso de Argentina, lo cual es apoyado por los
postulados de Corral, Frías y Gonzalez (2003), que señalan que la percepción que los
individuos tengan del riesgo ambiental determina cuán preparados estarán para
enfrentar dichos peligros. Asimismo Cid, Castro y Rugiero de Souza (2012) señalan
que la familiarización con la fuente del peligro influye en la percepción que los
individuos tengan de éste, subestimándolo porque ocurren con mayor periodicidad.

Dado el impacto de los riesgos, se deben generar en los territorios mecanismos para
mitigarlos o disminuirlos, denominándose este proceso gestión del riesgo, requiriendo
para ello de recursos tanto físicos, materiales, sociales, psicológicos, etc. (Rohrmann,
2008). Es decir, debe haber una estrategia que evalúe el riesgo y sus consecuencias,
liderado por las autoridades de un territorio en particular.
En relación a lo expresado en párrafos precedentes, debe tenerse en cuenta la
interacción de los sujetos y su medio, a través de procesos psico-sociales, donde la
percepción, la emoción, cogniciones y conductas son fundamentales, debiendo
estudiar dichas características en una población particular frente a determinados
riesgos y peligros. Por tanto, es insoslayable el intercambio entre psicología y
ambiente para comprender de modo integral la complejidad de dichos fenómenos.

2. Los objetivos del presente guardan relación con evaluar la valoración que hacen los
sujetos de la muestra acerca de diferentes situaciones de riesgo, describiéndolas y
estableciéndo comparaciones entre grupos divididos por sexo, edad, nivel de estudios
y ocupación.

Los participantes fueron seleccionados mediante un muestreo no probabilístico,


intencional simple. La muestra estuvo conformada por 12 sujetos, todos ellos de
nacionalidad Chilena, residentes en la ciudad de Santiago, Chile. La media de edad
para el total de los sujetos fue de 27,67 (DS=3.085). La muestra se distribuyó entre un
58.3% femenino y 41.7% masculino. Siendo el 50% profesionales, el 33% con
estudios universitarios incompletos y un 16.7% en categoría “otros”.

Instrumento utilizado: Listado de situaciones de riesgo (Mikulic, 2010). Este


instrumento identifica 6 factores, constituidos de la siguiente forma: el primero
compuesto por los ítems tormentas, inundaciones e incendios, denominado desastres
naturales; el segundo compuesto por ítems de industria química, planta nuclear,
aeropuerto, contaminación y delitos, denominándose como fuentes de peligros
producidas por el hombre; el tercer factor se llama trabajos riesgosos y está
compuesto por ítems de asbesto, radiografías, minero y bombero; el cuarto factor de
conductas personales de riesgo se conforma por ítmes de drogas, relaciones sexuales
sin protección, fumar, comer en exceso y apuestas; el quinto factor llamado prácticas
urbanas se compone de los ítems manejar autos, deportes de alta exigencia y ciclismo
urbano; el sexto factor se compone de los ítems dejar un trabajo seguro pero
insatisfactorio, inversión segura y viajar en un país inestable e inseguro, llamándose
toma de decisiones que implican riesgo (Mikulic et al., 2012).

Los resultados de este trabajo indican que los ítems valorados con mayor puntuación
son: fumar en exceso durante mucho tiempo (M=4.83, DS=0.389), mantener
relaciones sexuales poco seguras y sin proteccion (M=4.75, DS=0,622), comer en
exceso comida con alto contenido graso (M=4.33, DS=0.778), trabajar como minero
bajo tierra (M=4.33, DS=0.778), consumir drogas alucinógenas (M=4.17, DS=1.030),
vivir cerca de una planta nuclear (M=4.50, DS=0.905). Entre las situaciones
evaluadas con menor riesgo percibido asociado al daño y consecuencias negativas
para la vida están los siguientes ítems: participar regularmente de deportes que
impliquen esfuerzo físico (M=1.75, DS=0.754), usar regularmente el teléfono celular
(M=2.33, DS=0.985), vivir cerca de un gran aeropuerto (M=2.75, DS=1.215).

Según los resultados obtenidos de la comparación de medias según diferencias entre


sexo -femenino y masculino- para cada uno de los ítems, es posible concluir que
existen diferencias estadísticamente significativas entre grupos en el ítem 6 -comer en
exceso comida con alto contenido graso- (sig=.037<.05), ítem 11 -trabajar como
minero bajo tierra- (sig=.001<.05) e ítem 26 -vivir cerca de una planta eléctrica
alimentada por carbón-.

Los resultados arrojados según análisis de varianza para los grupos por edad,
muestran que existen diferencias significativas sólo para el ítem de riesgo 15
-participar regularmente en juegos de apuestas- (sig=.047<.05).

No existen diferencias estadísticamente significativas respecto del riesgo percibido


asociado al daño y consecuencias negativas para la vida, según nivel de estudios y
ocupación.
Si bien el presente trabajo tiene limitaciones debido al reducido tamaño muestral, es
posible afirmar que variables como la edad, sexo o país de residencia influirán en las
diferencias que existan sobre la valoración que los sujtos hacen de los riesgos y
perjuicios de acuerdo a las diversas situaciones presentadas en el cuestionario. En este
caso, el factor de conductas personales de riesgo fue valorado con mayor puntuación a
diferencia, por ejemplo, de prácticas urbanas. Se encontraron diferencias
estadísticamente significativas por sexo y edad, pero no por nivel de estudios y
ocupación.

Es importante ampliar este tipo de estudios, dada la relevancia otorgada a los riesgos
y su percepción, ya sea en nuestro contexto local, como en el resto del mundo por el
debate que han generado, por ejemplo, los riesgos producidos por el hombre, tales
como contaminación, plantas nucleares, asi como también aquellos desastres naturales,
entre otros.

Referencias

Aragonés, J. y Puy, A. (1997). Percepción social de los riesgos y gestión de las


emergencias ambientales. Desastres y Sociedad, 8, 5-24.

Cid, G., Castro Correa, C. y Rugiero De Souza, V. (2012). Percepción del riesgo en
relación con capacidades de autoprotección y autogestión, como elementos
relevantes en la reducción de la vulnerabilidad en la ciudad de La Serena. Revista
INVI, 27(75), 105-142.

Corral, V., Frías, M., y González, D. (2003). Percepción de riesgos, conducta


proambiental y variables demográficas. Región y Sociedad. Revista de El colegio
de Sonora, 15(26), 49-72
Mikulic, I.M., Cassullo, G., Torcassi, V., Fernández, G., Paolo, A., Caballero, R. y
Aruanno, Y. (2010). Aportes de la evaluación psicológica a la psicología
ambiental. Estudio de la percepción de riesgo en distintos grupos sociales.

Mikulic, I.M., Casullo, G., Crespi, M., Caruso, A., Elmasian, M. y Muiños, R.
(2012). Evaluación de la percepción de riesgo en diferentes grupos sociales:
propuesta de un modelo de ecuaciones estructurales. Anuario de
investigaciones, 19(2), 37-44.

Pol, E. y Vidal, T. (2005). La apropiación del espacio: una propuesta teórica para
comprender la vinculacón entre las personas y los lugares. Anuario de
psicología, 36(3), 281-297.

Rorhmann, B. (2008). Risk perception, risk attitude, risk communication, risk


management: a conceptual appraisal. In: The International Emergency
Management Society (Ed.) Global co-operation in emergency and disaster
management - 15th TIEMS Conference booklet.

Roth E. (2000). Psicología ambiental: interfase entre conducta y naturaleza. Revista


Ciencia y Cultura, 8, 63-78.

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