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Inteligencia Emocional - Ebook
Inteligencia Emocional - Ebook
emocional
El coeciente de éxito: 77% aptitudes emocionales y 23% capacidad intelectual.
Maryam Varela
INDICE
1. ¿Dónde está el ser humano del Siglo XXI?
2. ¿Qué es la inteligencia emocional?
3. Pasos para desarrollar la I.E.
Paso 1. Auto-conocimiento: ¿Cómo aprender a conocerse?
• Descubrir las caras del ego
• El camino
• Los obstáculos
• La superación
• El género
• Niveles de consciencia
1. ¿Dónde está el
ser humano del 1. ¿Dónde está el ser humano del Siglo XXI?
Siglo XXI?
Un mundo nuevo, un ser humano nuevo
Un mundo nuevo, un ser
La globalización y el desarrollo tecnológico han cambiado el
humano nuevo mundo. El mundo que hoy vivimos es diferente; parte de lo que
hemos aprendido hoy ya no sirve, los pilares que han sostenido a
generaciones ya apenas son válidos. Han de surgir valores nuevos y
readaptarse algunos de los viejos.
1. La precariedad,
2. La incertidumbre.
3. U
na individualización sin lazos, que construye sus relaciones
de manera más abierta y lábil.
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Fuente: Andres Lopez Astudillo
Los nuevos movimientos sociales como espacios de experimentación que podían contribuir a la eclosión de esos
nuevos escenarios.
No los conocemos aún, por eso estamos como estamos. La fase actual es de transición, de lo viejo a lo nuevo; y como
transición que es, conlleva una gran dosis de incertidumbre para todos: el pasado ya lo vemos como pasado, pero el
futuro aún no podemos vislumbrarlo.
Esto nos hace sentirnos perdidos, incómodos e inseguros, por eso vivimos tan centrados en nosotros mismos en vez
de realizando un viaje hacia adentro. La vida en sí es una búsqueda constante por alcanzar nuestro centro.
Ha de surgir un nuevo ser humano que aún está tratando de encontrar su rumbo. Un ser humano que aprenda a
equilibrar todos los aspectos de su vida, para lo cual es necesario trabajar y dedicar atención plena diariamente a estas
9 áreas de la vida: SER: Cuerpo, Mente y Alma; HACER: Empresa, Educación y Entretenimiento;
El ser humano no puede vivir de espaldas a sí mismo, y los últimos años los hemos vivido así, sin pensar, sin saber en
realidad a dónde íbamos. En apariencia, los dictámenes del consumo nos lo ponían todo claro:
“Conozco el secreto para hacer que el hombre crea lo que yo quiera. Me basta con controlar la televisión… Pones
algoen la televisión y se convierte en real”
Hal Becker
07
Lo que sí es una realidad, que no sé si sabías, es que todos los seres humanos compartimos tres experiencias:
Pema Chödrön
Pocos de nosotros conocemos quiénes somos y qué somos. Hemos aprendido a basar nuestro sentido de la identidad
en aquello que no somos (posición, procedencia, posesiones) Sin embargo, esa lucha encarnizada en función del
“tener”, nos ha dejado vacíos. Empezamos a darnos cuenta de que las promesas de esta sociedad no eran reales; la
balanza esta desequilibrada, tiene más peso en la cantidad que en la calidad y no por ello somos felices.
En realidad, el ser humano de hoy se siente un poco hueco; no entiende dónde está ni porqué.
¿Y entonces?
Ya no podemos esperar instrucciones, ni dejarnos guiar, ni hacer lo que otras personas quieran que hagamos; esos
eran otros tiempos.
Hoy nosotros tenemos que elegir, tomar decisiones autónomamente, entender internamente por qué y para qué
lo hacemos. Encontrar nuestro sentido en aquello que hacemos, hacernos auto-responsables de nuestro camino y
gestores de nuestro propio destino.
En definitiva, creo que ha llegado el momento de tomar las riendas de nuestra propia vida.
Despréndete.
TAREA
1. Haz una lista de:
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2. ¿Qué es la
inteligencia
2. ¿Qué es la inteligencia emocional?
emocional?
“Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero
enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el
momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso,
ciertamente, no resulta tan sencillo”
(Aristóteles)
Debajo de esta parte consciente está nuestro subconsciente, que es lo que no pueden ver de nosotros, pero es lo que
dirige nuestra vida, nuestro comportamiento. Ciertamente esta parte, como en el iceberg, es mucho más grande y
es la que da forma a lo que somos, a través de nuestros actos, nuestros comportamientos, nuestras actitudes. Y aquí
encontramos los sueños, las creencias, nuestras necesidades, los valores, los miedos, nuestros paradigmas, las normas
impuestas y autoimpuestas, nuestras experiencias anteriores, los hábitos logrados, los conocimientos adquiridos, etc.
Es decir, viene a ser todo lo que es intrínseco a la persona y todas aquellas cosas en las que se quiere convertir.
Estos antecedentes me sirven para volver al iceberg para relacionar esta metáfora aplicándola al mundo del trabajo y
reflexionar de qué manera las personas se enfrentan a sus metas y objetivos con todo su potencial.
Las habilidades emocionales no sólo nos hacen más humanos, sino que en muchas ocasiones constituyen una
condición de base para el despliegue de otras habilidades que suelen asociarse al intelecto, como la toma de decisiones
racionales.
Creo que Daniel Goleman, te lo puede explicar mejor que yo: “Las personas con habilidades emocionales bien
desarrolladas tienen más probabilidades de sentirse satisfechas y ser eficaces en su vida, y de dominar los hábitos
mentales que favorezcan su propia productividad; las personas que no pueden poner cierto orden en su vida emocional
libran batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse en el trabajo y pensar con claridad”.
La Inteligencia Emocional determina la manera en que nos relacionamos y entendemos el mundo, constituye el
recurso necesario para ofrecer nuestro potencial interior de forma brillante.
Cada vez somos más conscientes de la importancia del uso y aprendizaje de la Inteligencia Emocional en nuestras
vidas, ya que constituye un ingrediente indispensable hacia el éxito en nuestras relaciones personales y cualquier área
de nuestra vida.
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Entonces, ¿Qué implica ser una persona inteligente emocionalmente?
La inteligencia emocional no es una cualidad que se tiene o no se tiene, es una capacidad que se puede desarrollar. Es
cuestión de trabajo personal. Eso sí, para ello hay que tener bien activadas las dos partes del cerebro:
Es cierto que en las mujeres existe una mayor interconexión entre las dos mentes. El hombre en cambio es más polar
hacia la mente racional. Ahora bien, muchas personas por educación, cultura o costumbre sólo utilizan uno de los dos
lados del cerebro. Si realmente queremos desarrollar nuestra inteligencia emocional, hemos de quitar el precinto al
El ser humano, ante cualquier estímulo, siente (emoción); piensa (razón) y, actúa. La persona emocionalmente
inteligente es auto-responsable de lo que hace con lo que siente.
Aprendiendo a dejar que el cerebro actúe por sí mismo. Tomando consciencia de cada uno de los tres pasos y
tomándote tu tiempo con cada uno. Es un proceso de maduración, de búsqueda de equilibrio, de búsqueda en tu
interior y de averiguar más cosas sobre ti:
Te lo voy a poner más fácil, la inteligencia emocional es una ARMONÍA con una partitura compuesta por 4 notas
secuenciales que consiguen en nosotros el equilibrio personal. Tendrías que trabajar 4 pasos que van a determinar el
modo en que te relacionas contigo mismo, con tus emociones, con tu propia vida y con los demás:
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3. Pasos para
desarrollar la I.E.
Paso 1. Auto-conocimiento
¿Cómo aprender a conocerse?
¿Cómo aprender a conocerse?
Descubrir las caras del ego Descubrir las caras del ego
En este punto, para empezar te diría que estoy de acuerdo con
los que piensan que el ser humano es un gran desconocido de sí
mismo. Desde temprano aprendemos a proteger nuestros miedos
con una máscara, con un ego que nos da seguridad. Esa máscara de
confianza con la que nos disfrazamos para enfrentarnos al resto del
mundo es falsa, nada tiene que ver con nuestra verdadera esencia,
pero preferimos identificarnos con ella que profundizar en lo más
hondo de nosotros y sentirnos aún más vulnerables.
¿Me estás diciendo que el ego es, entonces, una falsa imagen
que nos fabricamos de nosotros mismos?
Lo tengo claro, contesta a esta pregunta: “¿De qué vas tú por la vida?”. No me contestes rápidamente, piénsalo a solas,
dedícale tiempo a esta pregunta, ella te dará la clave para poder entrar en tu esencia.
En la vida todos vamos de algo, todos mostramos diferentes imágenes. El ego es como un espejo de 9 caras, todos
podemos reconocerlas con facilidad, porque todos tenemos algo de ellas, pero cada uno de nosotros se identifica más
con una; ésa sería de la que vamos en la vida.
Quizás, la siguiente relación de las 9 caras del ego te puede ayudar a saber cuál es la tuya:
1. La cara de Don/Doña Perfecto/a: Son personas con ira, que tienen miedo a mostrarla. Han aprendido a
mostrar una cara diferente de lo que realmente sienten; es decir, pueden estar verdaderamente cabreados y
mostrarse muy agradables. Son personas testarudas, planificadoras, organizadas, correctas, precisas, educa-
das, muy éticas, con un alto nivel de auto-exigencia y con un crítico interior que constantemente juzga sus actos.
Las situaciones que más desencadenan la actuación de su ego son aquellas en las que la otra persona no se
atiene a lo pactado, cambia el plan o no se toma en cuenta su estudiada recomendación:
Por ejemplo: “Si te lo dije…, esa lavadora daría problemas…”.(¿Cómo se te ocurre no hacerle caso?, si don
perfecto cuando va a comprar una lavadora analiza todas las que existen en el mercado, y siempre compra la
que tiene mejor relación calidad-precio. ¡Hay que ver con el curro que se ha dado con el Excel y tú sin hacerle
caso! Ves la cara que te estáponiendo, si parece que va a estallar de tanta irritación.)
2. La cara de Ayudador/a: Son personas que quieren ser queridas y tienen miedo a mostrar sus propias
necesidades. Se muestran por tanto siempre serviciales, buenas y dispuestas a echar una mano a quien
haga falta. Son personas preocupadas por los demás, generosas, posesivas, demostrativas, complacientes,
seductoras, persuasivas, orgullosas, cariñosas y con mucha empatía.
Su ego suele actuar cuando no se les tiene en cuenta, no se les escucha o no se les agradece todo lo que han hecho.
Por ejemplo: “Mira, mi amor, cariñito, te he traído chocolates, que sé que te gustan mucho”.(¡Cómo no te has
dado cuenta de lo mucho que te mima, si siempre está pendiente de lo que tú puedas necesitar! Dale las
gracias, venga, ¡qué te cuesta! Mira, parece que se va a poner a llorar, acuérdate de que la última vez estuvo un
mes sin hablarte, tú verás lo que haces.)
3. La cara del Hombre/La Mujer de éxito: Son personas con miedo a fracasar que se adaptan como un camaleón
a cualquier circunstancia con tal de mantener su imagen de éxito. Son personas ambiciosas, vanidosas,
competitivas, ganadoras, rápidas, eficaces, pragmáticas, entusiastas y prácticas. Tienen una elevada consciencia
de su imagen y una gran capacidad estratégica.
Muestran su ego cuando no pueden brillar, cuando se les hace responsable de la falta de eficacia de otros o
cuando no se les da el protagonismo que necesitan:
Por ejemplo: “Paseando por las playas de Bahamas, se me ocurrió que podíamos afrontar el tema de otra
forma...”.(¿Te ha quedado claro que estuvo en Bahamas? En Bahamas, ¡si es que este tío es la bomba, date
cuenta! Venga, hazle preguntas para que pueda lucirse un poco, que si no optará por pasar de ti o hablarte con
un tono cortante y agresivo.)
4. La cara del Diferente: Estas personas tienen miedo a ser del montón, les aburre la normalidad y echan en
falta la belleza pura, todo les parece poco auténtico. Ante los otros, proyectan una imagen de seres únicos y
especiales para evitar que puedan descubrir que ellos también tienen deficiencias. Son personas sensibles,
románticas, individualistas, idealistas, temperamentales, ciclotímicas (luz y oscuridad), victimistas, excéntricas,
creativas y amantes de la intensidad emocional.
El ego se les destapa cuando no se sienten comprendidas, cuando se les pide que hagan algo contrario a sus
principios, cuando se ignora su punto de excentricidad.
Por ejemplo: “No, si yo no bebo agua… me resulta tan aburrida”. (¡Si es que cómo se te ocurre ofrecerle agua,
si es un ser especial, además, todo el mundo bebe agua, qué vulgaridad! Date cuenta, ellos no pueden hacer lo
mismo que todos los demás. Préstale atención, que si no te la guarda o puede decirte algo hiriente, con mucha
ironía.)
5. La cara del Pensador/a: Son personas con miedo al vacío, que se aíslan del resto, y se protegen con una imagen
de sabios pensadores. Son personas racionales, distantes, intelectuales, reservadas, observadoras, tranquilas,
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objetivas y poco sensibles a las emociones. Tienen una constante necesidad de aprender, comprender, investigar,
así como una gran capacidad de concentración.
Los desencadenantes de su ego son aquellas situaciones en las que sienten que se invade su intimidad, que se
les presiona con muchas tareas o que no son escuchados.
Por ejemplo: “Existe una forma monolítica de inteligencia que bajo un enfoque empírico...”. (¡Te das cuenta de
lo profundo que es... si es que no hay forma de entenderle! Así nadie puede enjuiciarle ni opinar. Si es que se lo
monta muy bien, no te queda otra que escucharle, y como no lo hagas se indignará y se aisla)
6. La cara del/la Leal: Son personas con miedo a transgredir las normas, que mantienen siempre una imagen de
seres fieles y obedientes, proyectando en otros lo que no pueden admitir de sí mismos. Son personas inseguras,
preocupadas, responsables, comprometidas, con un alto sentido de la obligación y del cumplimiento del deber.
Son escépticas y desconfiadas, y les gusta verificar siempre las diferentes alternativas que existen ante cada
situación.
Su ego se fortalece cuando alguien es desleal con ellas o cuando se sienten presionadas, así como en situaciones
poco seguras, en las que resulta difícil confiar.
Por ejemplo: “¿Y si cuando lleguemos nos han anulado la reserva del hotel...?”.(Claro, si él se pone siempre en
lo peor. Además ¿cómo va a confiar en una reserva hecha por Internet...? Si lo normal es que cuando haces una
reserva te la anulan... Y encima que se quedan con el dinero. No te lo tomes a coña, que estos pueden ser muy
susceptibles, se aíslan y se ponen a analizarlo todo.).
7. La cara del/la Optimista: son personas con miedo a sufrir, que evitan el dolor, racionalizándolo, y así mantienen su
imagen de divertidas y positivas. Son personas osadas, alegres, bromistas, prácticas, consumistas, espontáneas,
versátiles, mentalmente ágiles y con una gran capacidad para entusiasmarse con todo. Sólo ven el lado positivo
de la vida.
Su ego sale a la luz cuando siempre les cuentan el mismo discurso, cuando se les critica injustamente o no se
les toma en serio:
Por ejemplo: “Este verano nos vamos a forrar, traeremos unos coches de Letonia que cuestan cuatro duros y
los venderemos en Marbella por miles de euros...”.
(Ya verás: va a ser un chollo, va a ser increíble. Luego, con la pasta que ganéis os podéis ir quince días al Caribe.
Hazle caso, que te está hablando muy en serio, y si no se va a picar y a llamarte pendejo con un chiste sin que
te des cuenta.)
8. La cara del/la Fuerte: Son personas cuyo miedo a sentirse vulnerables les lleva a negar su debilidad, así
mantienen una imagen de seres poderosos y fuertes. Son personas con carisma, seguras de sí mismas, vitalistas,
sinceras, protectoras, viscerales, imperativas, voluntariosas, amantes de las grandes hazañas y de los grandes
retos.
Varias circunstancias pueden desencadenar su ego: que no les hablen claro y directo, que se cometa alguna
injusticia, que no sean sinceros con ellas y que las personas no se hagan responsables de su trabajo:
Por ejemplo: “Si es que con estos gilipollas no se puede hacer nada... si es que habría que exterminarlos por
inútiles”. (Pues claro, si es que para éste, somos todos unos blandengues, gilipollas e inútiles… El único que
puede es él, no te habías dado cuenta de su fortaleza pero, hombre, si él es un tío de verdad. Mira que cara de
cabreo se le está poniendo. ¿A dónde va? Déjale, que cuando se enfada siempre se aísla para no explotar.)
9. La cara del/la Pacífica: son personas con miedo a entrar en conflicto, que adaptan un comportamiento al
margen, pasivo, para mantener su imagen pacífica. Son personas sacrificadas, bonachonas, perezosas,
conciliadoras, indolentes, modestas, satisfechas, complacientes, que siempre crean armonía y mantienen la paz.
También se caracterizan por tener su propio ritmo, que suele ser más lento que el de los demás. Su ego florece
cuando se les ignora, cuando se les dice lo que tienen que hacer, cuando alguien se comporta groseramente o
en aquellas situaciones en las que puede haber confrontación.
Por ejemplo: “Los dos puntos de vista, pese a ser contrapuestos, me parecen muy interesantes; creo que los
dos tenéis razón”. (Cómo no van a tener razón los dos, si este no se enfada con nadie, si todo el mundo le cae
bien. Además, imagínate tomar partido por uno, eso supondría un conflicto asegurado; si te fijas bien, aunque
no diga nada, puedes ver en él una cierta tensión facial.).
¿Y una vez que uno se identifica más o menos con alguno de estos egos, qué hace con ello?
Yo te diría que lo mejor es quedarse un rato en silencio, tú contigo mismo: EGO + ESENCIA.
A continuación, siempre con calma, desnúdate y mírate al espejo, quédate ahí hasta que puedas reconocerte de
verdad, si te gustas es que aún no te has visto, pues cuando te ves realmente sientes vergüenza.
¿Vergüenza?
Sí, reconocer la máscara que te acompaña da mucha vergüenza; uno se siente desnudo, descubriendo en sí mismo la
falsedad, las dos caras que todos tenemos: la privada y la pública.
Es importante, no acelerar esta fase, pues no estamos tratando de descubrir la esencia sino de detectar la máscara,
de identificarla bien y saber cómo actúa, de manera que cada vez que aflore seamos más conscientes de ella.
Y ahora, después de estar unos días reconociendo tu disfraz, decide tú cuando estás listo para pasar a conocer tu
esencia.
En presencia actuamos de manera espontánea, como nos sale, sin seguir cánones establecidos, como nos apetece en
ese justo momento, porque eso es en realidad vivir la vida. Somos auténticos, no amables.
Sin embargo, si vivimos en el mundo occidental desarrollado, en el mundo de las imposiciones de las modas, el ego
siempre va a querer salir a flote, porque es el que es admirado y valorado por los otros, y eso nos produce placer y nos
da seguridad, sin darnos cuenta que estamos dejando de vivir nuestra propia vida por vivir en función de los demás.
No hay necesidad de dar el poder al otro.
El ego no es nada, el ego es una invención, el ego no eres tú. Quien se presenta con el ego, sobreactúa, miente, es falso,
orgulloso y vanidoso.
Además, las personas sí pueden ver tu ego, las personas rechazan los egos de los otros porque son espejos de los
suyos propios. Hemos de ser conscientes del ego para, poco a poco, poder domesticarlo e ir suavizándolo cuando
actúa. Al ego hay que bajarle un poco los humos: es demasiado engreído.
17
“
¿Y eso cómo se hace?
Sí lo has leído bien, los seres humanos en nuestro mundo estamos metidos en diferentes cajas, no vemos nada más
que nuestras propias paredes de cartón, opacas y sin luz, pero las defendemos a ultranza porque son las nuestras.
Nuestras cajas son nuestros recintos de comodidad, donde nos sentimos seguros, pese a no poder ver nada más.
“Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos
gustaría conocer”.
“Una idea brillante muere rápidamente en una mente cerrada” Por eso es tan importante trabajar a diario por
desarrollar una mentalidad abierta: estar en disposición de escuchar las propuestas de los demás, incluso si van en
contra de nuestro criterio. Luego, claro, uno ha de valorar estas opiniones y decidir si las considera acertadas y si
quiere incorporar alguna a su vida.
TAREA
Haz dos fotos de tu cara y pega juntos dos perfiles 4. “La cara del diferente”: Son personas con
izquierdos (cara privada: esencia) y dos derechos talento “creativo”, como ven el mundo de
(cara pública: máscara). Ahora compáralos ¿cómo otro modo, les resulta fácil expresar lo que
te ves? sienten y aportar diferentes perspectivas y
puntos a tratar.
Revisa la redacción “Yo soy” que has escrito, y
5. “La cara del pensador”: Son personas con
ahora escribe la verdadera redacción. Deja de lado
un talento “para organizar recursos”, puesto
tu máscara y encara quien eres en realidad.
que son personas muy analíticas y muy
objetivas. Aportan una perspectiva racional
A continuación, escribe una lista de tus fortalezas de los hechos y las situaciones.
y piensa en cuál de ellas, con esfuerzo, voluntad y
perseverancia podrías convertir en talento. Quizás 6. “La cara del leal”: Son personas con talento
esta ecuación ego-talento te pueda ayudar a “para prever”, al ser un poco pesimistas
reflexionar: siempre se plantean “¿Y si...?” Con lo que
examinan y evalúan en detalle la información
1. “ La cara de Don perfecto”: Son personas y las situaciones.
con un gran talento “reformador”. Como se “La cara del eterno optimista”: Son
7.
fijan meticulosamente en todos los detalles, personas con talento para “elaborar ideas”,
son los únicos que tienen capacidad para al ser personas vitalistas y optimistas,
estructurar, sugerir normas y reformar siempre están generando nuevas ideas:
(procesos, situaciones, locales, empresas...), son un “brainstorming”. Además, como no
hasta llegar a la excelencia. les gusta el mal rollo, utilizan con acierto el
2. “La cara del ayudador”: Son personas con humor para aliviar tensiones.
un gran talento de “interacción con la gente”, 8. “La cara del fuerte”: Son personas con
consiguen fácilmente la participación de talento para “definir el objetivo global”. Se
todos los integrantes de un grupo y saben enfocan a los grandes desafíos, porque
meterse por el agujero de una llave para cuentan con visión global, por eso se cabrean
conseguir la información o aquello que tanto cuando les pides que te resuelvan un
necesiten. simple marrón.
3. “La cara del hombre de éxito”: Son personas 9. “La cara del pacífico”: Son personas con
con talento para “definir objetivos y estrategias talento para “crear armonía”. Son personas
para conseguirlos”. Como ellos están orientados conciliadoras, que cuando se les escucha y
al éxito, les resulta muy fácil orientar a los se les deja a su ritmo proporcionan mucha
demás y motivarles para conseguirlo. información.
19
“
Paso 2. Auto-control:
¿Cómo controlar las emociones?
“La razón no me ha Como queda claro la preocupación, pues, por gobernarse a sí mismo
enseñado nada. Todo lo que y controlar impulsos y pasiones parece ir aparejada al desarrollo de
la vida en comunidad, pues una emoción excesivamente intensa o
sé me ha venido dado por el que se prolongue más allá de lo prudente, pone en riesgo la propia
corazón”. estabilidad y puede traer consecuencias nefastas.
Nuestras experiencias vitales y el medio en el cual nos haya tocado vivir irán moldeando con los años ese equipaje
genético para definir nuestras respuestas y manifestaciones ante los estímulos emocionales que encontramos.
O sea que es una respuesta de nuestro cerebro a un estímulo interno o externo. Cualquier situación genera una
emoción. Las emociones son flujos dinámicos que varían a lo largo del día en función de lo que te ocurre y de los
estímulos que percibes.
Pues claro, pero es que los seres humanos sentimos y somos vulnerables: “Cuando estamos abiertos y receptivos a
la vida somos vulnerables”. No podemos luchar contra ello, sino aprender de nuestra vulnerabilidad, porque nos da
mucho conocimiento sobre nosotros.
Las emociones no se explican, se viven. Todos los seres humanos tenemos emociones, pero cada uno las vive con
un grado diferente de intensidad. Las emociones son la fuente de nuestra vitalidad, están continuamente en cambio
y en proceso. Vivir nuestras emociones es ponerse a favor de ellas, en disposición de aprender, pues si vamos a
contracorriente de nuestras emociones, éstas van a buscar la forma de lograr sus fines.
• No es explotar: actuar a ciegas bajo el dominio emocional. Sentir y actuar, sin pensar, es irracional e impulsivo.
• No es reprimir: tragarse la emoción, reprimir el sentimiento. Reaccionar contra las emociones es peor que el
sentimiento en sí mismos, porque nuestra reacción las congela y los dirige contra nosotros mismos, llegando
incluso a “infectarse” a nivel físico o a estallar de forma explosiva.
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La vida a veces puede ser una montaña rusa emocional. Algunos días vas hacia arriba y algunos días vas hacia abajo.
Las emociones que sientes, y los pensamientos que tienes, pueden tener un impacto directo en tu salud física.
“Los estudios han demostrado que el dolor crónico podría no solamente ser causado por
lesiones físicas, sino también por el estrés y problemas emocionales”. Dra.
“A menudo, las funciones de dolor físico pueden advertir a una persona que todavía hay trabajo
emocional por hacer”.
Susanne Babbel
• Es regular o controlar: sumergirse en ella para aprovechar el poder orientador que tiene. Es expresarla de la
forma adecuada, es canalizar la energía para que salga sin destrozos, es sofocar la impulsividad y esperar el
momento oportuno.
Por ejemplo: ante un acontecimiento que te enfada, puedes hacer tres cosas:
1. Ponerte a gritar y cabrearte: yo te diría que varias actuaciones así crean una buena pandilla de enemigos;
si lo que quieres es mudarte de ciudad o cambiarte de trabajo a lo mejor es una buena opción.
2. N
o decir nada, tragarte el enfado, y no expresar absolutamente nada; todos dirán de ti que eres
políticamente correcto, e incluso que eres un gran profesional, pero por desgracia no disfrutarán mucho
tiempo de tu compañía, porque las emociones que se congelan se dirigen contra nosotros mismos y
provocan problemas psico-somáticos.
3. Canalizar la energía para que salga sin destrozo, es decir, enfadarse en el momento, por una razón
concreta y de la forma adecuada.
No se puede elegir de dónde nace el impulso de la emoción, esto es automático, pero sí podemos desarrollar la
capacidad de darnos cuenta antes de que actúe y poco a poco conseguir que se amplíe el espacio entre el impulso y la
acción. Es decir manejar de forma adaptativa con la persona correcta, con la intensidad justa, en el momento preciso
y de la manera adecuada.
A continuación te voy a mencionar varias técnicas que te pueden ayudar al control emocional, aunque luego vaya
emoción por emoción.
Susanne Babbel
Técnica 1.
EL ENSAYO EMOCIONAL
Es una herramienta que ayuda en las situaciones donde uno se siente rechazado que consiste en pensar de antemano.
¿Cuáles son las posibilidades? Solo el hecho de pensar con antemano las posibles respuestas te permite afrontar de
una manera más madura y reflexiva estas situaciones.
Técnica 2.
Ayuda a controlar cualquier desborde emocional en cualquiera de sus fases, ya que produce una expansión de la
energía y tranquiliza la mente. Es necesario realizar una ESPIRACION COMPLETA y LENTA, ya que ella permite una
inspiración profunda.
La ESPIRACION no es más que la relajación de los músculos respiratorios. El tórax se hunde bajo su propio peso, y al
hacerlo, expulsa el aire. Al ser lenta esta espiración, es silenciosa, lo cual nos señala el buen camino. La última etapa
de la espiración puede ayudarte la contracción de los músculos abdominales, que termina expulsando los últimos
restos de aire viciado.
Técnica 3.
Es importante que uno tenga una expectativa de recompensa, una manera más indirecta de lograr esquemas de
conducta deseados,
Técnica 4.
Mis motivos de estrés (qué me molesta, qué me saca de quicio o qué me produce estrés).
1.
2.
3.
4.
5.
Ahora que has dado respuestas personales a esta categoría, reflexiona sobre la pregunta más importante: ¿qué te
tranquiliza?
1.
2.
3.
4.
5.
23
TAREA
ESCRITURA AUTOMÁTICA: Escribe una hoja entera sobre la emoción que sientes más frecuentemente:
miedo (sensación de estar alarmado, asustado, paralizado, preocupado), ira (de estar rabioso, agitado,
enojado o furioso), tristeza (sensación de angustia, de estar perdido, deprimido, melancólico), alegría (de
estar encantado, arrebatado, entusiasmado). Y vete preguntándote por qué ante cada respuesta.
Ejemplo: la emoción que más siento es la melancolía. ¿Por qué sientes melancolía? Porque me acuerdo
mucho de los años con mi padre. ¿Por qué te acuerdas mucho de los años con tu padre? Porque
estábamos todos juntos y éramos muy felices. ¿Por qué estabais juntos y erais tan felices? Porque él nos
unía y era tranquilo, como yo... SI TE QUEDAS BLOQUEADO, PREGÚNTATE: ¿CÓMO TE SENTÍAS?
Manejar las emociones
Saber identificar la emoción es la mitad del proceso necesario para poder pasar a la siguiente fase. Sólo si reconocemos
la emoción que estamos sintiendo (LA EMOCIÓN SUBYACENTE: la que en realidad nos está afectando), podremos
manejarla inteligentemente, para lo cual es necesario contar con un amplio vocabulario emocional:
Por ejemplo: una mujer puede decir “¡Es que tengo una
pena!, ¡una pena!” con una postura encorvada, la mirada
baja, el tono apagado y llorando (entonces, es verdad que
está triste) o con el cuerpo erguido mirando al frente,
gritando y llorando (entonces, está rabiosa no triste; es
decir, su emoción “subyacente” es la rabia y la “manifiesta”
la tristeza).
Todos los seres humanos nos sentimos, en algún momento, tristes, melancólicos, deprimidos o desencantados. La
vida conlleva pérdidas.
Todo cambio (laboral, personal, geográfico, profesional) conlleva una pérdida, que cada cual siente de manera
diferente. Eso sí, sufrir la sufrimos todos, por eso necesitamos elaborar un proceso de duelo.
La tristeza como tal no es necesariamente un estado negativo; por el contrario, puede desempeñar las funciones
necesarias para una recomposición emocional, como sucede con el duelo tras la pérdida de un ser querido. Pero
cuando adquiere la naturaleza crónica de una depresión, puede erosionar la salud mental y física de una persona
llevándola incluso a cometer un suicidio.
Entre las medidas que han demostrado mayor éxito para combatir la depresión se encuentra la terapia cognitiva
orientada a modificar las pautas de pensamiento que la rigen. Esta terapia intenta conducir al paciente a identificar,
cuestionar y relativizar los pensamientos que se esconden en el núcleo de la obsesión y a establecer un programa
de actividades agradables que procure alguna clase de distracción, como por ejemplo el aeróbic, que ha demostrado
ser una de las tácticas más eficaces para sacudirse de encima tanto la depresión leve como otros estados de ánimo
negativos.
Todavía hoy la mujer se lo permite más que el hombre, queda claro por qué: el hombre lleva grabado en su software
aquello de que “Los hombres no lloran” ya lo decía la canción de Miguel Bosé: “Los chicos no lloran, tienen que pelear…”.
Sin embargo, son muchos los hombres y las mujeres que ante una pérdida se hacen “los fuertes”. Todavía hoy es
común escuchar en los funerales la frase: “¡Qué bien lo lleva la familia!”. Pero... ¿qué es que lo que lleva bien...? El no
ser capaces de expresar lo que están sintiendo, el no permitirse públicamente la tristeza… Yo diría más bien: qué mal
lo llevan, qué mal manejan sus emociones.
Dejamos caer los hombros, adoptamos una postura recogida, se nos contraen los músculos de la espalda y del cuello.
Miramos con frecuencia al suelo con la mirada perdida. Hablamos de forma entrecortada, tragamos mucha saliva y
adoptamos un tono de voz bajo y tristón. El corazón nos late con fuerza, se nos seca la boca, la piel parece más pálida,
dejamos de tener hambre o tenemos mucha.
En toda nuestra cara hay un halo de tristeza. Además sienten apatía para hacer cosas, les falta capacidad de disfrute.
La memoria, la atención y la capacidad de concentración también se resienten, así como la autoestima y las relaciones
con los demás.
Lo primero es sentirla, quedarse un rato en ella, viviéndola. La tristeza libera tensiones y te permite mirarte para
dentro. El sentimiento de tristeza bien canalizado te ayuda a reconstruirte para volver a vivir con fuerza.
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Después de un ratito de estar ahí solo con tu pena, hay 5 fórmulas que te pueden ayudar a sobrellevar el dolor:
1. Hablar: expresar a alguien que te quiera escuchar de corazón cómo te sientes. Hablar sobre la pérdida alivia la
angustia.
2. Escribir: expresar tus sentimientos por escrito también desahoga. Hay personas a las que les cuesta hablar
sobre lo que les duele, y se sienten más cómodas escribiendo sobre ello.
3. Dormir: recostarse a dormir. Descansar ayuda a desconectar.
4. Tomar una ducha: las duchas calientes relajan las emociones.
5. Llorar: derramar lágrimas, expresar la angustia mediante el llanto. Llorar desbloquea, para que fluya de nuevo
la energía.
Si te cuesta llorar:
• Mira películas: cuando las personas lloran en el cine, lloran por sus penas y no por las de otros, lo que no sé es
hasta qué punto son conscientes. (Las siguientes películas ayudan a derramar lágrimas: Love Story, Cuando un
hombre ama a una mujer, Los puentes de Madison…)
• Mira fotos de tu ser querido: mirar fotos de otros tiempos provoca el llanto a muchas personas, y logra que
saquen esa emoción que les está bloqueando.
• Escucha música: hay cierta música que conecta a uno con el sentimiento de tristeza (tangos, fados, baladas de
todos los tiempos…).
Permítele sentirla, escúchale, estate ahí con atención plena al aquí y ahora de su vida En estas ocasiones no se trata de
“hacer”, se trata de “estar”. No trates de decir la frase mágica que consuele (no existe), ni de ser un animador de feria
(no funciona), en estos casos lo importante es tu presencia.
Deja que aflore su dolor, anímale a que ponga palabras a sus sentimientos, así afrontará mejor la situación.
Si ves que lleva demasiado tiempo llorando, sería bueno con-seguir que la persona levante la mirada y se ponga
erguido. Entonces, dejará de llorar casi al instante, pues se habrá salido del campo kinestésico para pasar al visual.
Puede ser que sufran una depresión, enfermedad que requiere tratamiento. En este caso, la emoción oculta no es
tristeza, sino mucha rabia no permitida. Los deprimidos de verdad no suelen decir nunca que están deprimidos y ni
siquiera encuentran la fuerza de la queja.
Yo me inclino más a que sean vampiros emocionales que sienten, como el mismo Víctor Hugo que “La melancolía
es la felicidad de estar triste”. Entonces, no los contemplo, no les dedico tiempo porque son personas que no están
dispuestas a la acción: prefieren compadecerse y complacerse en su tristeza (ser pasivos) que actuar y tomar
decisiones (ser activos).
Cuando nos regocijamos en nuestras tristezas, éstas aumentan y jamás se supera el dolor. Algunas personas o en
algunos momentos en la vida, asocian el sufrimiento con la “normalidad” o lo que tiene que ser. Pero, una cosa es que
el dolor forme parte de la felicidad y otra distinta es que la felicidad necesite del dolor para su existencia.
¿Y si se trata de un niño?
Explícale los hechos de forma que te pueda comprender, con palabras sencillas y directas. No utilices metáforas del
tipo “Se ha ido”, a la larga le crearás más confusión (el niño se quedará esperando a que vuelva). Anímale a hacerte
preguntas y a que te cuente sus inquietudes; él también necesita expresarse.
¿Cuándo sé que el proceso del duelo está completo?
En la elaboración de un duelo casi todos pasamos por las siguientes etapas, vividas con mayor o menor intensidad y
duración. Las etapas del duelo según la Dra. E. Kübler Ross son:
Negación y aislamiento:
“Me siento bien, esto no me puede estar pasando a mí”. La negación es un mecanismo de defensa temporal ante
una noticia inesperada e impactante. Como tal defensa temporal, pronto irá siendo sustituida por una aceptación
parcial.
Ira:
La negación es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento; surgen todos los por qué. Es una fase difícil
de afrontar para los familiares y personas próximas, porque la ira se activa contra todo y contra todos. Suelen
quejarse de cualquier cosa, muchas veces de manera injusta; todo es criticable. En otros momentos, la ira se
torna en dolor y lágrimas, culpa o vergüenza. La familia y quiénes rodean a la persona no deben tomar esta ira
como algo personal, sino que deben comprender las razones que la activan; así evitarán reaccionar a su vez
también con ira, y alimentar la conducta hostil del doliente.
Negociación:
«Dios, déjame vivir al menos para ver a mis hijos graduarse», «haré cualquier cosa por un par de años más».
La tercer etapa involucra la esperanza de que la persona puede de alguna manera posponer o retrasar la muerte.
Psicológicamente, la persona está diciendo: «Entiendo que voy a morir, pero si solamente pudiera tener más
tiempo...».
Depresión:
«Estoy tan triste, ¿por qué hacer algo?»; «voy a morir, ¿qué sentido tiene?»; «extraño a mis seres queridos, ¿por
qué seguir?»
En esta fase, la persona se debilita, adelgaza, aparecen otros síntomas y se verá invadida por una profunda
tristeza. Este proceso permite a la persona moribunda desconectarse de todo sentimiento de amor y cariño.
Es una etapa en la que se necesita mucha comunicación verbal, se tiene mucho para compartir. Tal vez se
transmite más acariciando la mano o simplemente permaneciendo en silencio a su lado. Son momentos en los
que la excesiva intervención de los que la rodean para animarla, dificultarán su proceso de duelo.
Aceptación:
Quien ha pasado por las etapas anteriores, en las que pudo expresar sus sentimientos -su envidia por los que
no sufren este dolor, la ira y la depresión- contemplará el próximo devenir con más tranquilidad. No hay que
confundirse y creer que la aceptación es una etapa feliz: en un principio está casi desprovista de sentimientos.
Comienza a sentirse una cierta paz, se puede estar bien solo o acompañado, no se tiene tanta necesidad de
hablar del propio dolor… la vida se va imponiendo.
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¿Pero cuánto dura la elaboración de un duelo?
Siempre va a depender del tipo de pérdida y del grado de sensibilidad de la persona (lo normal es que dure de 6 meses
a 3 años).
Lo importante es concederse el tiempo que cada cual necesite y no hacer nada que a uno no le apetezca. Cuando
estés viviendo un duelo: cuídate y sé egoísta, luego saldrás con más fuerzas y podrás ayudar a otros.
Poco a poco iras tomando consciencia del fin de un etapa y entonces comenzarás a dejar ir momentos de la vida que
se van clausurando. Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente “revolcándote” en los porqués. El desgaste va a ser
infinito, además no podrás estar en el presente si estás añorando el pasado. ¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!
La vida está para adelante, nunca para atrás.
Ludwig Börne
Todos sentimos miedo. ¿Y qué? ¿No es humano sentirlo? Desde niños sentimos miedo ante todo lo desconocido y con
la vida vamos aprendiendo a protegernos.
Miedos universales: son esos miedos comunes a todos los seres humanos: miedo a la muerte, a la enfermedad, a
hablar en público, a quedar mal...
Miedo fantasía: es un miedo basado en nuestra propia percepción, cuando nos imaginamos cómo van a ser las cosas.
Me imagino algo y a partir de esa idea tengo miedo. Este miedo es muy bloqueador, a muchas personas lo que perciben
les asusta tanto que les impide actuar.
Roosevelt decía: “La única cosa de la que debemos tener miedo es del miedo”. Por ejemplo: vas a ver la película de
tiburón, al día siguiente te vas a bañar en el mar, es el mar Mediterráneo, pero en ese dato, que es real, no lo piensas,
estás tan impactado con las imágenes de la película que ni siquiera puedes meter un pie en el agua; te imaginas esa
cabeza horrible y esa boca con colmillos que te va a devorar…
Miedo realidad: es un miedo basado en un hecho real acontecido. No es fruto de nuestra imaginación sino de nuestra
vivencia. A veces nos traumatiza tanto que nos roba la libertad, por eso es importante no dejarse acobardar por el
miedo, sino plantarle cara.
Por ejemplo: eres un experto en la práctica de surf, pero un día una gran la te tira, durante unos minutos, intentas
regresar al embarcadero, pero las olas son tan fuertes que no puedes alcanzarlo. De repente, alguien te ve y se tira
a por ti. Ahora tienes dos opciones: no volver a hacer surf nunca volver a hacerlo cuando el mar esté más calmado.
¿Eliges tú o elige el miedo?
Por cierto, este tipo de miedo puede ser contagioso (tu amigo al ver tu intento desesperado por llegar al embarcadero
decide abandonar la práctica de surf, pero bueno, eso ya es cosa suya ¿no crees?).
Miedos internos: estos son los miedos de adentro, son esos miedos que van con nosotros toda la vida, son los que
han sellado nuestra personalidad. Estos son los primeros miedos que sufrimos de niños en nuestro entorno y que
llevamos intentando enmascarar toda la vida. A estas alturas quizás reconozcas mejor su máscara que su cara oculta.
Detrás de cada una de nuestras máscaras o egos hay un miedo escondido y, como ya dijimos antes, dedicamos
más tiempo a defender nuestra propia imagen que a reencontrarnos con ese miedo, pues es lo que nos hace sentir
vulnerables en sociedad.
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Por ejemplo: un niño escucha en casa constantemente: “Tienes que hacer las cosas bien, has de sacar matriculas de
honor, tienes que dejar todo ordenado, has de ser educado…”. Con todo este software, este niño desarrolla el miedo a
ser imperfecto, no se permite cometer errores..., y al final desarrolla una máscara social de Don o Doña perfecta, y se
convierte en un adulto de esos que siempre te está diciendo lo que tienes que hacer y cómo tienes que comportarte.
El miedo tiene una función protectora; puede ayudarnos a ver lo que en verdad está sucediendo. Si no tuviéramos
miedo, saltaríamos sin paracaídas, pues no le veríamos el peligro a nada. El miedo nos aporta cautela y precaución. El
miedo nos da la capacidad de estar alerta.
En definitiva, cuando falla nuestro YO, se produce el vacío emocional. Simplemente, todo se convierte en meras
etiquetas, en parches que tapan nuestras heridas y en vendas que impiden ver a nuestros ojos.
La lucha contra el vacío no es fácil. Parece que gran parte de las emociones y sensaciones más
negativas que existen se han puesto en nuestra contra, aliándose para acabar con nosotros.
Sin embargo, siempre podemos decidir si cogemos las riendas de nuestra vida y comenzamos a definir lo que nos
inquieta o seguimos en un barco a la deriva, en una marea de incertidumbre y de dolor.
Cada ser humano tiene la posibilidad de bucear en su interior e intentar encontrar la clave de lo que le provoca la
sensación de vacío. No hay fórmulas mágicas ni remedios infalibles. La solución está dentro de cada uno y, por lo tanto,
solo depende de uno mismo llegar a la costa de la verdad.
La respiración se nos entrecorta, se nos acelera el corazón, los labios nos tiemblan, se nos pone piel de gallina, se nos
debilitan las piernas y sentimos retortijones de tripa. En situaciones extremas podemos llegar a perder el control del
esfínter y la vejiga.
Primero, como con cada emoción, déjate sentir un momento el miedo, reconócelo en ti, permítetelo. A continuación,
plántale cara, recuerda que todos lo sentimos, pero unos lo combaten y otros caen en sus garras. El miedo es como un
pulpo, si te dejas agarrar por sus patas no te podrás mover, serás su presa y él hará contigo lo que quiera.
Cuando uno se deja robar la libertad por el miedo, comienza a sentir envidia, celos, agresividad, intransigencia,
intolerancia, emociones que siempre se originan por la incapacidad de actuar.
Por ejemplo: yo envidio lo que tú has conseguido, porque yo no he sido capaz de dedicarle el esfuerzo que tú le has
dedicado. Yo no he sido capaz de vencer mis miedos, y tú sí.
Por tanto, ante el sentimiento de miedo, siempre hemos de actuar, lanzarnos a superarlo. Pues cuando lo logramos,
el miedo nos da la fuerza de “yo he podido contigo” y esa fuerza del miedo superado nos da la euforia de seguir
combatiendo otras batallas. De forma que al final seamos nosotros los que llevemos las riendas de nuestra vida y no
él.
Escuchamos sus miedos, le permitimos sentirlos, no lo juzgamos y luego le ayudamos a superarlos, acompañándole
a la acción.
Cuando tenemos miedo, nuestra mente genera excusas para justificar por qué no hacemos lo que deseamos. Nuestra
capacidad de inventiva es tan buena, que muchas veces llegamos a creernos nuestras propias excusas, y a olvidarnos
de que fuimos nosotros mismos quienes las creamos para combatir el miedo.
Por ejemplo: “Si yo no tengo ningún problema…”; “Si es que lo mío es genético…”; “Si es que con el marido que tengo…”;
“Si es que no tengo tiempo...”.
Cuando alguien te empiece a hablar en “Si es que…”, hazle un favor: mófate de él. Sí, ríete a carcajada limpia de sus
excusas, así aprenderá que se está justificando, y le movilizarás a la acción, de veras que te lo agradecerá.
IRA
¿Qué te enfada?
El enfado es una emoción negativa con un intenso poder seductor, pues se alimenta a sí misma en una especie de
círculo cerrado, en el que la persona despliega un diálogo interno para justificar el hecho de querer descargar la
cólera en contra de otro. Cuantas más vueltas le da a los motivos que han originado su enfado, mayores y mejores
razones creerá tener para seguir enojado, alimentando con sus pensamientos la llama de su cólera. El enfado, pues,
se construye sobre el propio enfado y su naturaleza altamente inflamable atrapa las estructuras cerebrales, anulando
toda guía cognitiva y conduciendo a la persona a las respuestas más primitivas.
Por su naturaleza invasiva, el enfado suele percibirse como una emoción incontrolable e incluso euforizante, y esto
ha fomentado la falsa creencia de que la mejor forma de combatirlo consiste en expresarlo abiertamente, en una
suerte de catarsis liberadora. Los experimentos liderados por Zillman han permitido concluir que el hecho de airear el
enojo de poco o nada sirve para mitigarlo. Aún más, Diane Tice ha descubierto que expresar abiertamente el enfado
constituye una de las peores maneras de tratar de aplacarlo, porque los arranques de ira incrementan necesariamente
la excitación emocional del cerebro y hacen que la persona se sienta todavía más irritada.
Todos nos enfadamos y eso no nos hace ni más machos ni me-nos finas, pese a que vivimos en una sociedad en la que
el cabreo está aceptado en el hombre: “Los hombres cabreados son muy machos”, pero no en la mujer: “Las mujeres
cabreadas son poco finas” (por eso nosotras cuando sentimos ira, lloramos).
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Sin embargo, hoy son pocos los que se permiten sentir ira, sobre todo en el mundo laboral, todos somos “políticamente
muy correctos”, pretendemos huir de la ira, como si se tratara de un sentimiento endemoniado, pero no podemos
escapar de lo que sentimos, y sentir ira también es humano.
Lo importante no es sentirla o no, sino lo que hacemos con ella, cómo la canalizamos, y qué es lo que a cada cual se
la origina.
La energía no transformada en acción nos intoxica, es decir toda emoción que reprimimos sale luego por algún lado:
¿Una sobre-reacción?
Sí, eso es lo más habitual hoy en día. La mayoría de las personas pasan en el trabajo más de 9 ó 10 horas, se cabrean y
se enfadan porque son humanos, pero en vez de hablar y canalizar la ira hacia fuera, optan por tragársela. ¿Entiendes?
¡No mostrar desacuerdos, queda mejor!, y además, las empresas fomentan que todo el mundo sea políticamente
correcto, para que haya menos conflictos.
Reprimir 9 ó 10 horas de ira es mucho reprimir, por eso cuando salen de trabajar necesitan desesperadamente soltarla.
Suelen elegir tres opciones diferentes, que yo llamo los tres pollos:
1. El pollo al volante: Coger el coche, meterse en la autopista y buscar a una inocente o no tan inocente víctima
para montarle un pollo del tipo: “Eh… tú, rubia, gilipollas, animal, mujer tenías que ser...”.
Si lo piensas un poco, es realmente liberador, además posiblemente a la rubia no la vuelvas a ver en tu vida. De
las tres opciones yo casi te diría que es la más sana.
2. El pollo al desconocido: Este conduce con mucha educación, porque prefiere esperar a llegar a su barrio, allí
cada día busca una persona diferente a quien lanzarle su cabreo: “Eh... que llevo una hora esperando por un
simple café (lleva 5 minutos); si es que hoy nadie es profesional (él sí), y encima está frío...”.
3. El pollo a los seres queridos: Éste llega hasta casa con la ira contenida, porque según dice es una persona
educada y correcta, cualquier hecho va a producir un desencadenante del pollo: “¿Quién tiene el mando del
televisor? Si es que cada vez que yo quiero ver algo, desaparece el mando; si es que en esta casa cada vez hay
más egoísmo, hay que ver, y yo trabajando todo el día para que no os falte de nada…” (además, normalmente el
pollo le cae al menos culpable, al que casualmente pasaba por allí).
Y esto mismo también ocurre a la inversa. Es decir, de casa al trabajo. Por lo tanto, mi sugerencia está en diseñar una
adecuada “Logística de pollos”, o lo que es lo mismo, que cada cual distribuya correctamente sus pollos, los de casa se
han de quedar en casa y los del trabajo en el trabajo, para evitar que los pollos anden de aquí para allá desorientados.
“Los pollos son en realidad residuos derivados de emociones poco adaptativas mal gestionadas o sin gestionar. Suelen
responder al miedo, la rabia, el rencor, etc. y la consecuencia de acumularlas deriva en un hábitat contaminado, en una
falta de autoconfianza y autoestima.
Benjamin Franklin sentenció que siempre hay razones para estar enfadados, pero éstas rara vez son buenas.
Como muy claramente explica Dolf Zillmann, psicólogo de la Universidad de Alabama, la mejor manera de acabar con
el enfado consiste:
En lugar de pedir a otro que cambie su conducta, ¿qué tal si cambias tú? o ¿cambias tu reacción frente a ella? La
conducta del otro no la puedes manejar, tu reacción sí.
Por lo tanto, yo creo que lo primero es conocer qué es lo que desencadena nuestra ira (¿qué necesidad tuya no estás
satisfaciendo?)…; cada cual ha de conocer las situaciones y los tipos de personas que nos provocan una explosión de
ira.
Si son situaciones, trata de evitarlas, pero en esto todos somos un poco masoquistas.
Por ejemplo: Si te cabrea ser un número y moverte en la masa, ¿qué haces de vacaciones en un “todo incluido”?
El detonante universal del enfado radica en la sensación de hallarnos amenazados, bien sea por una amenaza física o
cualquier amenaza simbólica en contra de la autoestima o el amor propio (como, por ejemplo, sentirnos tratados de
forma injusta o ruda o recibir un insulto o cualquier otra muestra de menosprecio).
En cuanto a las personas que te producen rabia o que te irritan, has de saber que lo que ocurre es que te tocan algo
tuyo. Me explico: esto es lo que yo llamo “la bestia humana”, esa parte de ti que no te ves pero que se te activa cuando
la ves en los otros, y además los otros sí la ven en ti.
1. El espejo: ves proyectado en el otro lo que menos te gusta de ti. Además, ese otro suele lucir sin pudor tu mayor
defecto.
Por ejemplo: te irritan los prepotentes, sin embargo tú, que no eres siempre prepotente, cuando se te deja
hablar de jazz, que es tu gran pasión, te pones un poco chuletilla ¿no?
2. El ideal: tú deseas o envidias algo que el otro tiene. Esta rabia es un sustituto para la acción, te paraliza y te hace
sentir inepto.
Por ejemplo: te irritan los prepotentes, porque muestran una seguridad en sí mismos que tú no tienes. En este
caso prefieres dejarte irritar que luchar por ti ganar confianza en ti mismo.
3. El reproche: cuando alguien te da tanto que tú no puedes devolvérselo. Entonces te defiendes, enfadándote
con él.
Por ejemplo: “Las flores son preciosas, pero me gustaban más las que me regalabas antes; es que antes eras
más cariñoso, es que antes...”.
4. La culpa: te enfadas cuando haces daño a otro y no lo quieres admitir.
Por ejemplo: “Si no te lo dije con esa intención es que tú me has malinterpretado... si yo no te quiero mal”
5. Los fantasmas del pasado: cuando una situación que estás viviendo te recuerda algo ya vivido en el pasado, lo
cual te provoca una emoción similar.
Sin embargo, yo soy de las que pienso que en la vida hasta que no resuelves un tema, te lo encuentras
constantemente en diferentes circunstancias y profesiones, hasta que comprendes que algo tienes que hacer
al respeto.
Por ejemplo: Si un profesor del colegio, que era bastante dictador, te las hizo pasar mal, cada vez que te
encuentras personas de este estilo tu cerebro se activará.
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¿Cómo manifestamos físicamente la ira?
Sentimos que el pecho nos estalla (el tope de la ira lo tenemos en el plexo solar, cuando dejamos que pase de ahí sin
control, por nuestra boca salen sapos y culebras), la cara se nos ruboriza, los orificios nasales se nos dilatan y, sobre
todo, sentimos como ganas de morder, pegar o actuar. La ira tiene mucha fuerza.
¿Y una vez que empiezo a ser más consciente de cuál o cuáles son mis bestias, qué puedo hacer cuando me asalte la
irá?
No sonrías, no te quedes resentido, permítete sentir la ira, concentra tu atención en ella, no en el objeto, respira hondo,
profundo y mientras lo haces, observa cómo ella misma se va desvaneciendo.
Es importante mirar con lupa a la ira, no el objeto que la desencadena. Cuando nos aferramos al objeto, nos aferramos
a la emoción y entonces no podemos desprendernos de ella, creemos que nos da fuerza, pero en realidad nos debilita.
Cuando te hayas calmado, permite que tus sentimientos salgan al exterior de un modo directo, sincero y sencillo.
La rabia nos da fuerzas para expresar cómo nos sentimos, pero es importante buscar bien “el cómo”. Es decir, el
momento, el tono y la frase adecuada. Lo cual no es para nada fácil.
Hay una clave que te puede ayudar, conjuga siempre el verbo sentir en primera persona sin hacer al otro culpable o
responsable de nada.
Por ejemplo: “Yo me he sentido mal porque quería haber tenido más tiempo para preparar la conferencia”, en vez de
“Me has robado el tiempo que yo tenía para preparar la conferencia”.
A veces, en estos casos, funciona bien el antídoto; es decir, un chiste, una ironía, un comentario banal. Si la persona
está fuera de sí, no se te ocurra ni intentarlo. Tampoco le pidas que se calme, salvo que quieres provocar una explosión
mayor.
Si tienes la oportunidad de irte hasta que la persona se haya tranquilizado, hazlo, es lo mejor, pues recibir la ira de otro
te deja sin fuerzas y con las energías desgastadas.
Si por lo que sea eso no es factible, aguanta el jarro de agua fría con paciencia, sin elevar en ningún momento tu tono
de voz. A veces el verte a ti impasible, hace que el otro se rebote más y pierda sus papeles. Recuerda que tus límites
siempre los pones tú, que tú decides qué y cuánto quieres aguantar.
Cierto, pero esos son enfados del alma, son de origen sistémico, relacionados con su sistema familiar: cuando uno
en edad adulta aún no puede perdonar a los padres que ha tenido y no acepta que fueron lo mejor para él, vivirá
acompañado por la ira el resto de sus días. Así, las mujeres enfadadas con su madre, están enfadadas con todas las
mujeres, y los hombres enfadados con su padre están enfadados con el resto de los hombres.
Si es este tu caso, lo mejor que puedes hacer es darles las GRACIAS, agradéceles la vida, porque eso sí te lo han dado,
y si no te han dado más es porque no han podido o no han sabido.
En estos casos también es muy aconsejable hacer ejercicio físico hasta la extenuación: Boxing, paddle, tenis, fútbol…
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ALEGRÍA
¿Qué te pone alegre?
La felicidad no es algo que aparezca por arte de magia. La felicidad hay que salir a buscarla. Las decisiones, los
pensamientos y las acciones de cada persona pueden influir en su nivel de felicidad, así como su actitud ante las cosas
que le ocurren.
Según las investigaciones y las conclusiones de los expertos, la felicidad depende principalmente de la personalidad y,
sobre todo, de los pensamientos y los comportamientos que se pueden cambiar.
Eso quiere decir que, básicamente, todo el mundo puede ser feliz porque todo el mundo puede aprender a ser feliz
simplemente adoptando unos comportamientos determinados, entre otras cosas.
De alegría no enferma nadie, los que se permiten estar alegres no se sienten mal. Los que se sonríen y se ríen suelen
ser personas que aceptan la vida como es, que viven su lado más holístico, viven en armonía con el aquí y ahora de la
vida.
Esa capacidad preciosa de utilizar los sentidos para discernir, para captar información, para SENTIR y embelesarse con
y de la vida, se nos ha brindado a todos los seres humanos.
Hoy, en vez de disfrutar de lo que existe, buscamos con avidez satisfacciones rápidas e inmediatas. Compramos
promesas de placer, felicidades de plástico que sólo nos dejan insatisfacción y desencanto. Esos placeres mueren
nada más ser comprados, además cuestan mucho esfuerzo y mucho dinero, pero así somos los seres humanos del
siglo XXI.
Las personas que son realmente felices parecen saber intuitivamente que su felicidad es la suma de sus opciones de
vida:
Reconéctate con tus sentidos, ellos nos brindan bellezas gratis, bellezas verdaderas, no ilusiones. ¿Qué tal si nos re-
encontramos un poco con ellos? Yo lo llamo los “actos de la vida”; son esas pequeñas cosas que nos trae la vida y que
sólo con calma disfrutamos. Yo disfruto de:
• El “acto de despertarme”: despertarme en la cama, mirar a mi chico, sonreírnos, decirnos buenos días y
besarnos.
• El “acto de preparar el desayuno”: encender unas velas, colocar unas flores, poner la mesa, cortar y oler la piña
y el mango, disfrutar del olor a café y a pan tostado, saborearlo sin prisa, bocado a bocado.
• El “acto de tener un niño en mis brazos”: olerle, abrazarle, disfrutarle, ver cómo va creciendo.
• El “acto de leer”: coger un libro cualquiera y disfrutarlo durante horas.
• El “acto de arreglarme”: sentir y escuchar el agua en mi cuerpo, el olor a jabón, echarme crema de cacao,
peinarme con calma, escoger algo que ponerme.
• El “acto de estar en la playa”: recostada en la arena, sin toalla ni nada, bañarme en el mar.
• El “acto de ver amanecer o anochecer”: sin prisa en cualquier lugar del mundo, hay tantos como días y lugares.
• El “acto de dar o recibir una sonrisa”.
• El “acto de hacer una llamada para decir “hola” a alguien de quien me estaba acordando en este momento”.
• El “acto de enviar una simple nota para dar las gracias”, “enviar una postal...”.
Todos aquellos actos que impliquen dar, expresar y recibir amor, si te dejas, provocan una inmensa alegría.
Pero para vivirlos la única forma es estar en el momento presente, el único del que disponemos.
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TAREA
Ahora te toca a ti: haz una lista con todo lo que te apetece hacer, sólo y acompañado. Luego prioriza, elige una,
empieza y alégrate de la vida tú también.
¿Que tú no puedes?
Todos podemos sentir alegría si nos la permitimos. A veces el hecho de haber vivido una situación traumática en
el pasado, una pérdida en edad temprana, nos impide poder disfrutar de la alegría, sentimos como que no es para
nosotros; eso es lo que yo llamo no permitírnosla.
1. Ser melancólicos: NO permitirnos la alegría, convertirnos en victimas de nuestro pasado, y así dedicar la vida
siempre a quejarnos, a culpar a los demás, a hablar con pesimismo, negatividad y a adoptar una actitud pasiva
de infelicidad, sin hacer nunca NADA. Es cierto que recibirán quizás más atención.
1. Ser alegres: La gratitud hacia la vida es el estado mental para disfrutar, es una fuente enorme de energía que
como el amor transforma, convierte y sobre todo enriquece la vida. Si tomáramos cada día como un regalo,
como una experiencia maravillosa a descubrir nuevos paisajes, relaciones, secretos, misterios, sonrisas…
Déjate llevar por esa energía que emana, no envidies su alegría, únete a ella, no le juzgues. Piensa en rosa en lugar
de gris, todo en la vida se puede ver de dos colores, decide cual prefieres tú.
Venga, déjate llevar, regala tu también sonrisas, suelta frase bonitas, baila con la espontaneidad, ama lo sencillo, lo
que estaba donde ayer, no te pierdas el mágico espectáculo de la vida, ni dejes que nadie se lo pierda.
Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para reír.
Paso 3. Auto-motivación:
El equipaje emocional de una persona, junto a su habilidad para controlar y manejar esas tendencias innatas, proveen
los límites de sus capacidades mentales y determinan los logros que podrá alcanzar en la vida.
Habilidades emocionales como el entusiasmo, el gusto por lo que se hace o el optimismo representan unos estímulos
ideales para el éxito. De ahí que la inteligencia emocional constituya la aptitud maestra para la vida.
Si comparamos a dos personas con unas capacidades innatas equivalentes, una de las cuales se encuentra en la
cúspide de su carrera, mientras la otra se codea con la masa en un nivel de mediocridad, encontraremos que su
principal diferencia radica en aspectos emocionales: por ejemplo, el entusiasmo y la tenacidad frente a todo tipo de
contratiempos, que le habrán permitido al primero perseverar en la práctica ardua y rutinaria durante muchos años.
En cuanto al entusiasmo y la habilidad para pensar de forma positiva, C. R. Snyder, psicólogo de la Universidad de
Kansas, descubrió que las expectativas de un grupo de estudiantes universitarios eran un mejor predictor de sus
resultados en los exámenes que sus puntuaciones en un test llamado SAT, que tiene una elevada correlación con el
coeficiente intelectual. Según Snyder, la esperanza es algo más que la visión ingenua de que todo irá bien; se trata de
la creencia de que uno tiene la voluntad y dispone de la forma de llevar a cabo sus objetivos, cualesquiera que estos
sean.
En definitiva, el optimismo es una actitud que impide caer en la apatía, la desesperación o la depresión frente a las
adversidades.
En síntesis, canalizar las emociones hacia un fin más productivo constituye una verdadera aptitud maestra. Ya se trate
de controlar los impulsos, de demorar la gratificación, de regular los estados de ánimo para facilitar el pensamiento
y la reflexión, de motivarse a uno mismo para perseverar y hacer frente a los contratiempos, de asumir una actitud
optimista frente al futuro, todo ello parece demostrar el gran poder de las emociones como guías que determinan la
eficacia de nuestros esfuerzos.
Las emociones nos ponen en movimiento. Por ello, desarrollar la capacidad de entusiasmarnos con lo que tenemos
que hacer para dar lo mejor de nosotros y de la mejor forma, mejora el rendimiento de cualquier tarea que deseemos
emprender.
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No todos tienen claro el sentido de su vida, ni definen sus
metas ni priorizan los pasos a seguir para lograrlas. Muchos
prefieren abandonarse a la suerte en vez de luchar por
conseguir aquello que ellos quieren.
Yo creo, que como decía Gandhi: “En la vida hay algo más importante que incrementar su velocidad”. Por eso es tan
necesario cuidar de nuestro equilibrio. Para cuidarse bien hay que llevar una vida tranquila, reposada, donde cada acto
se realice a su propio ritmo, sin prisas.
La vida del ser humano es como una caja de 7 u 8 quesitos donde cada porción ha de tener la misma dimensión y el
mismo tamaño para que encaje, para que la vida esté en equilibrio.
Cuando digo que las porciones han de ser del mismo tamaño me estoy refiriendo a que en la vida habría que dedicarle
el tiempo y la energía correspondiente a cada una de las siguientes facetas:
1. Cuidado físico:
Vete por la vida más despacio, más lento. Respira profundo (desde el diafragma), haz ejercicio, duerme
bien y aliméntate de comida de la tierra. Disfruta de cada cosa mientras la haces, no intentes hacer
varias a un tiempo.
• Deporte: endurece y tonifica tu cuerpo.
• Prioriza: respira hondo y haz una cosa a un tiempo, cuando te apetezca (come cuando tengas hambre,
no cuando sea la hora). A veces permítete también no hacer nada.
• Higieniza tu cuerpo: come más frutas (mejor en ayunas) y más verduras (80% de nuestro organismo
es agua) menos hidratos y proteínas.
• Mima tu cuerpo: permítete un masaje semanal, tómate un baño relajante cada noche, vete a la
peluquería de vez en cuando y hazte el cabello, la manicura y la pedicura.
• Suprime el uso de “levanta-muertos” y “lácteos”: alcohol, cafeína, tabaco y azúcar; yogur, queso…
• Come alimentos compatibles: los alimentos que combinan son: hidratos + verduras, y proteínas +
verduras. Si combinas hidratos y proteínas te sentirás cansado y con pocas fuerzas.
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2. Desarrollo personal y profesional:
Dedícate tiempo a ti, de soledad, medita, permítete ser. Tómate unas vacaciones de las noticias y de los
compromisos, entonces aprenderás lo que es vivir en libertad.
Cuando tenemos tiempo libre, también corremos para llenarlo de placeres efímeros, buscando más
que una diversión una evasión, pero créeme: la mejor aventura que hoy podrías vivir es desacelerar,
hacer todo lentamente, sin horarios, sin relojes, simplemente cuando te apetezca: aprenderás a ser
consciente de lo que realmente es la vida. Valora la vida, el mundo a tu alrededor, la naturaleza, los
seres vivos, los seres humanos.
Simplifica tu vida: despréndete de lo que no utilizas, subcontrata a alguien que te ayude, organiza bien
los armarios y archivos, automatízate (la tecnología bien utilizada ahorra mucho tiempo). Lee, estudia
y profundiza en todos aquellos temas que sean de tu interés. Mantente al día en tu campo y aprende
algo nuevo cada año.
3. Trabajo:
Dedícale al trabajo el tiempo correspondiente (subcontrata tareas; chequea el email dos veces al día),
si en tu vida sólo trabajas, por mucho que te guste, no estás viviendo.
La adicción al trabajo es uno de los males del siglo XXI. Las personas que sólo trabajan han perdido el
foco de lo que significa vivir. El trabajo no es lo único importante en esta vida, si no nos damos tiempo
para dedicarlo a nuestro mantenimiento y crecimiento no vamos a llegar muy lejos.
Algunas incluso se llegan a morir o a enfermar porque la bolsa ha bajado o porque el producto que
representan no se vende lo suficientemente bien; otras dejan a sus parejas, sus padres y a sus hijos las
migajas de su tiempo, porque la empresa, que ni siquiera es de ellos, incremente sus beneficios.
Piénsalo un rato: ¡Tan poco valoramos la vida!
4. Amistades:
Dedícale tiempo a las relaciones, te abrirán diferentes perspectivas, diferentes prismas, pero tampoco
te sientas comprometido a hacer cosas y aceptar invitaciones que no te apetezcan.
Ahora bien, es importante que te relaciones con personas equilibradas: las personas sanas, pese a
que siempre pueden tener un mal día, te aportan energía, conocimiento y seguridad, profundiza en
ellas; las personas insanas son fuente de problemas, de envidias, y poco a poco te drenan la energía.
(Después de estar con ellas un rato, te sientes agotado.)
Lo que significa vivir. El trabajo no es lo único importante en esta vida, si no nos damos tiempo para
dedicarlo a nuestro mantenimiento” y crecimiento no vamos a llegar muy lejos.
5. La familia:
Todos necesitamos cuidar de nuestra pertenencia más profunda, la familia de la que nacemos. Es
importante respetarlas dos leyes principales del sistema familiar (Hellinger):
a) La ley de pertenencia: todo el que pertenece a una red familiar tiene el mismo derecho a formar
parte de ella. Preocúpate de todos, sin excepciones.
b) La ley de la prioridad de los anteriores: el que aparece primero en un sistema, tiene prioridad respecto
al que llega después. Cuida el orden de nacimiento, cada cual tiene un rol que jugar en la familia.
6. La pareja:
Deja que el otro sea como es, que piense como piense. Mi mantra en este sentido es “como tú seas,
está bien para mí”. La clave está en dialogar, hablar de lo que cada cual necesita, en cuidar el equilibrio…
Él es uno y tú eres otro, los dos aportáis a la pareja lo que sabéis y podéis. La clave está en cuidar el
equilibrio entre “dar y tomar” (cuando él te da, tú tomas; entonces, para equilibrar la balanza, te toca
a ti dar y a él tomar) y en nutrir a diario la relación sin dar prioridad al rol de padres sobre el de pareja,
pues esto la pone en peligro.
7. Las finanzas:
Cuida tus gastos e ingresos. Lleva diariamente una relación de lo que gastas, permítete algún capricho,
pero ahorra (aunque sea una cantidad mínima, para las vacaciones) e invierte si puedes. Algo que
ayuda mucho es quitarse las tarjetas de crédito, y vivir con lo que realmente se tiene disponible en cada
momento.
Es importante no confundirla con el crítico interior que lo único que hace es intentar sabotear cada una de tus
decisiones: “No deberías haber hecho eso, ya verás como va a salir mal”.
No, no es difícil, es sólo cuestión de practicarlo. Intenta, como te decía, pasar más tiempo sólo contigo. Verás como
poco a poco empiezas a oír en tu interior una voz que te va dando mensajes. No los minusvalores, hazle caso a esa voz
aunque te parezca algo irrisorio o arriesgado, poco a poco tú mismo irás comprobando que las acciones que realizas
y las decisiones que tomas son las acertadas.
Por ejemplo: una persona tiene un trabajo administrativo en una oficina, está bien pagado y, además, como lleva
tiempo, lo realiza con facilidad y eficacia. Sin embargo, no le llena. Piensa por un momento en esto último: “No le llena”.
¿Cómo sabe que no le llena? Algo en su interior se lo está diciendo, y ese algo es su sexto sentido.
Esa misma persona, que está abierta a su voz interior, se va dando cuenta de que todos sus compañeros siempre le
piden consejos sobre asuntos personales, y ella se los da y, además, se siente a gusto haciéndolo. (Ahí hay una pista.)
Entonces decide apuntarse a un curso de psicología por Internet, pero pronto se da cuenta que es demasiado denso
y poco específico (otra pista); acaba el curso y se apunta a un cursillo de terapia familiar.
Enseguida siente que ahí está su sitio (pista); acaba el curso y se apunta a otros más. En dos años tiene su propio
gabinete y le va muy bien. Ella encontró su destino, pero luchó y trabajó por ello.
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El camino
“¿Cómo transcurre nuestra vida? Día tras día, nos esforzamos valerosamente por representar nuestro papel en esta
comedia fantasma. Como primates que somos, lo esencial de nuestra actividad consiste en mantener y cuidar nuestro
territorio de manera que éste nos proteja y halague, en subir o no bajar en la escala jerárquica de la tribu…” (Muriel
Barbery)
Para encontrar tu motivación es importante saber a qué has venido a este mundo, para que así encuentres la plenitud
y no te sientas vacío. Ahora bien, definir el camino, o el sentido de la vida, no es un objetivo, sino un proceso que lleva
tiempo, que requiere mucha reflexión, lectura y trabajo, por eso es importante disfrutar mientras se está viviendo el
proceso.
1. Comienza un diario: en la primera hoja de tu diario escribe esta pregunta: ¿Qué entiendes tú por una vida llena?
Dedica todos los días 15, 30 ó 60 minutos a contestar esta pregunta. No trates de hacer una estructura, déjate
libertad, procura que las palabras salgan solas; ya las organizarás luego.
2. Haz una lista de deseos: en base a lo que llevas escrito, haz una lista de diez cosas que quieres hacer o dejar de
hacer. Salte de la obligación y del deber, guíate por el deseo, por aquello que realmente te apetezca.
3. Clasifica la lista en 3: cosas que quieres “tener”, cosas que deseas “hacer” y cosas que sueñas “ser”.
4. Empieza por elegir 1 del apartado “ser”.
Por dentro sientes serenidad, pues vives en consonancia con tus propios valores y principios. Piensas, sientes y actúas
con coherencia.
En tu vida todo está integrado, lo que dices, haces, tienes y sientes. “No puedes vivir, vivir de verdad, sin sentir pasión
por lo que haces”.
Cuando pones tus talentos, tu experiencia y sabiduría al servicio de los otros, entonces los albedríos de la suerte ya no
tienen cabida, porque tú tienes una razón de ser y de actuar.
Los obstáculos
Todos nos justificamos, nos ponemos excusas para explicar por qué no hacemos las cosas, por qué no estamos
motivados:
Nos quejamos, inventamos excusas para auto-engañarnos, pero no hacemos nada para cambiar nuestra situación.
“Nuestra mayor debilidad reside en que tendemos a abandonar. La manera más segura de
lograr los objetivos siempre es intentarlo una vez más.”
Tomas A. Edison
¿Te resultan conocidas? ¿Cuántas veces al día tiras de una de estas excusas?
Ésa es la peor: ¡Mal de muchos, consuelo de tontos! Te cuento, en la vida hay gente que hace y gente que no hace,
personas que consiguen sus objetivos y personas que no los consiguen, ¿y sabes de qué depende?
Las personas que creen que pueden triunfar, triunfan. Los que en su mente albergan la creencia de que no, fracasan
y se buscan excusas para sentirse bien.
La zona de confort, es el conjunto de límites que nos impiden avanzar, si superamos estos límites, ampliamos nuestra
perspectiva, y logramos alcanzar nuevos horizontes.
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Ese hacer algo nuevo. Experimentar y tener curiosidad en todo momento te ayudará a expandir tus límites. En realidad
nuestros límites son netamente mentales, expandirlos será cuestión de tiempo.
Así es, tus creencias determinan tus expectativas; éstas influyen en como tú actúas, y tu forma de actuar determina
los resultados que obtienes en la vida. Tú puedes cambiar en tu vida todo lo que tú quieras cambiar.
Una vez que eres consciente de esos obstáculos o limitaciones que te han llevado a estar donde estás, tienes dos
caminos:
• Quedarte ahí con tus excusas y seguir como estás (entonces posiblemente responsabilizarás al otro de tu infelicidad:
“Si tu felicidad depende de los cambios que haga el otro, nunca serás feliz”).
• Vencerlas, seguir adelante y cambiar tu actitud (eso sí, siempre que seas consciente de que todo cambio lleva
implícita una “fase de transición” en la que uno se siente mal, porque está fuera de su zona de confort).
Intenta cada día, hacer algo nuevo. Prueba tomar diferentes caminos, visitar diferentes lugares, hablar con personas
distintas o realizar tareas de formas alternativas. Esto poco a poco te acondicionará para aceptar el cambio y lo nuevo.
La superación
“Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura
es la victoria sobre nosotros mismos.” (Aristóteles)
Yo estoy convencida de que siempre podemos cambiar, aprender y crecer. Todos tenemos la capacidad de darle un
vuelco total a nuestras vidas en cualquier momento. El pasado no tiene por qué ser determinante; las cosas se pueden
hacer de forma diferente a como las hacíamos en el pasado.
Muy fácil, teniendo claro qué es lo que uno quiere conseguir, marcándose un plan de acción y siendo constantes en
su cumplimiento.
Es decir:
Ninon de Lenclo
En definitiva, tres son los ingredientes para conseguir nuestros objetivos en la vida y encontrar nuestro camino:
TAREA
1. Párate y contesta en un folio a esta pregunta: “¿Dónde estás?”.
• Marca en tu agenda dos o tres horas de un día a la semana para pensar en ti y hacer los ejercicios que vienen
a continuación. ¿Qué día y qué horas has elegido?
5. Haz también una lista de las 5 cosas que quieres hacer en esta vida y todavía no has hecho, 5 cosas que quieres
ser y aún no eres, y 5 cosas que quieres tener.
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Paso 4. La empatía:
La empatía es el nombre que recibe la aptitud que implica reconocer las emociones de los demás. Nos permite la
capacidad de “sentir dentro” de nuestra persona lo que el otro siente. La clave para ser personas con alta empatía
reside en saber interpretar con destreza el lenguaje corporal.
(Wilfredo García)
Todo el mundo cuando habla de empatía dice que es “ponerse en el lugar del otro”, “ponerse en sus zapatos”; piénsalo
un momento:
Ahora dime, ¿cómo ésta mujer se puede poner en el lugar de este hombre, si no tienen absolutamente nada en
común?
Cuando las personas hablan de ponerse en el lugar del otro, lo que quieren decir es “yo me coloco donde tú estás”,
pero con mis valores, creencias y paradigmas... Entonces, si te soy sincera, tú estás de más, salvo para escuchar sus
recomendaciones sobre lo que tienes que hacer y cómo debes vivir.
Ésta es la FALSA EMPATÍA: no hay mala intención, lo que ocurre es que la mayoría de las personas creen que su
mundo es la realidad, y piensan que lo que a ellos les hace sentir bien, a ti también.
No vemos más allá de nuestras creencias, no nos esforzamos en conocer a las personas. Nos limitamos a guiarnos
por las apariencias y por clasificaciones mundanas en lugar de ir más hondo y profundizar en los diferentes seres
humanos que nos vamos encontrando.
Cada persona que atraemos tiene algo que ver con nosotros; estas personas son espejos de nosotros mismos.
“La empatía es la capacidad de pensar y sentir la vida interior de otra persona como si fuera la propia”. No es conectar
con mis sentimientos sino con los sentimientos de la otra persona. Cuando doy empatía y aparecen mis propios
sentimientos es que he perdido a la otra persona. La mayoría de las personas tienen una inmensa sed de empatía y
sienten un rotundo bienestar cuando sienten que hay alguien que les escucha y trata de comprender sus sentimientos
y sus necesidades, sin para ello recurrir a inútiles consejos y simples palabrerías. . Si sólo exclamáramos la gran
pregunta: ¿qué puedo hacer por ti?
Los verdaderos encuentros, las verdaderas relaciones, no se dan desde la amabilidad y la falsa cortesía sino desde
la autenticidad y el entendimiento sin juicios, sólo estando en PRESENCIA, prestando atención al aquí y al ahora,
podemos llegar a vincularnos con el otro desde el corazón y el alma.
Y entonces, ¿qué es la empatía?
La palabra empatía proviene del griego empatheia, que significa “sentir dentro”, y denota la capacidad de percibir
la experiencia subjetiva de otra persona. El psicólogo norteamericano E.B. Titehener amplió el alcance del término
para referirse al tipo de imitación física que realiza una persona frente al sufrimiento ajeno, con el objeto de evocar
idénticas sensaciones en sí misma.
A lo largo de la vida, esa capacidad de sintonizar emocionalmente y comprender lo que sienten los demás afecta un
espectro muy amplio de actividades, que van desde las ventas hasta la dirección de empresas, pasando por la política,
las relaciones amorosas y la educación de los hijos.
La VERDADERA EMPATIA tiene más que ver con seguir haciendo preguntas al otro: “¿Quién eres?, para conocer bien
cómo vive el universo, cómo entiende la realidad; para poder “ver el mundo con sus ojos”. Es decir, consiste en salir de
nuestra biografía, de nuestros valores, creencias y puntos de vista para adentrarnos en el marco de referencia del otro
y así conocer su historia y comprender cómo él entiende el mundo.
La empatía es “estar de verdad”, ver más allá de las apariencias, buscar al otro y tratar de entenderle y comprenderle,
viéndole des-de su perspectiva, aunque a veces no la puedas entender del todo o no puedas compartir su punto de
vista.
Para llegar a ser empático hay que escuchar en el plano de la verdadera escucha: de la escucha total.
Escuchar con atención implica primordialmente tener una disposición de apertura hacia lo que está ocurriendo en
el momento presente, implica poder salir del propio marco de referencias, prestar atención y reconocer a los demás
en su manifestación única: ser con otros, aceptando y valorando las diferencias, como también identificando aquello
aspectos que tenemos en común.
“La escucha atenta no es tanto una habilidad mental o un método como una actitud, un
estado mental que combina concentración y atención con curiosidad y respeto”.
Rebecca Shafir
51
“
¿Qué es la escucha total?
Cuando logras identificar cómo se comunica el otro, te adaptas a él en el ritmo y la forma de hablar, sintonizas con él.
Entonces sí se podría decir que hay conexión y entendimiento.
Las personas visuales entienden el mundo a través de imágenes, de lo que ven; por eso les gusta explorar y procesar
la información a través de sus ojos.
Las personas kinestésicas son sensibles. Sus actos son de gran sensibilidad y sus movimientos son lentos.
Son personas intensas que hablan mucho de sus sentimientos y se emocionan con facilidad, llegando a menudo a
actuar de forma impulsiva.
Hablan despacio y utilizan expresiones relacionadas con los sentidos: “como yo lo sentí”, “te imaginas”, “me huele mal”.
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El sistema auditivo (escuchar las cosas)
Las personas auditivas son cerebrales, les importan los conceptos, las palabras concretas, son selectivos a la hora de
utilizar el vocabulario, son precisos.
No necesitan comprobar las cosas con sus ojos, las escuchan en profundidad.
Cuando hablan dicen frases como “le escucho”, “la palabra es…”, incluso llegan a matizar las palabras cuando no se
utiliza adecuadamente.
Visual: es una casa pequeña, con el tejado rojo y la fachada blanca, dos habitaciones en suite, un salón y una cocina...
Kinestésico: es una casa muy especial, donde uno se siente super cómodo, se respira buena energía y huele a
naturaleza.
Un truco que ayuda es adoptar la postura, las expresiones facia-les y la respiración del otro, pues cuando lo haces, te
das cuenta de que experimentas las mismas sensaciones y pensamientos: entras en sintonía.
Todavía en el siglo XXI se necesita desarrollar la empatía en la comprensión de género. El hombre y la mujer se pasan
la vida peleando por ganar importancia, sin entender aún que son dos partes de un todo; es decir, que son diferentes
y complementarios.
El género
La diferencia de género no es lo mismo que la desigualdad de género. La diferencia implica que por razones particulares,
los integrantes del género masculino tienen cualidades esencialmente distintas que las de género femenino, pero de
esto no se deriva una superioridad de uno sobre otro. Es una distinción de características biológicas o fisiológicas.
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“Ha llegado el momento… de construir
nuevas formas de entendimiento entre
hombres y mujeres y de trabajar juntos.”
Helen Fisher
El cerebro está dividido en dos hemisferios...
Los cerebros femenino y masculino, son iguales en inteligencia, pero notablemente diferentes en estructura y
funcionamiento.
El cerebro derecho tiene que ver con las emociones, la creatividad, la fantasía y lo subjetivo.
Cada uno intenta cambiar al otro en vez de intentar ver el mundo con distintos ojos, para entenderse mejor y
enriquecerse con él.
¿Sabes algo que a mí me ha parecido revelador?: si nuestra mente consciente es masculina, la inconsciente es
femenina. Es decir, dentro de cada hombre hay una mujer, y de toda mujer, un hombre.
Como puedes ver en la siguiente tabla, existe un cerebro de mujer y un cerebro de hombre, por lo tanto, hay tareas
que la mujer realiza mejor y otras que realiza mejor el hombre. Además, procesamos la realidad y vemos el mundo de
forma diferente, por eso ambos somos necesarios:
Como puedes ver, en esta breve reseña de nuestras diferencias nadie es mejor que nadie, nadie es más importante
que nadie, estamos diseñados para complementarnos. Es por eso que insisto tanto en la necesidad de entendernos.
En el momento en que comprendamos nuestras fuerzas, entenderemos el mundo del otro y desarrollaremos una
nueva manera de relacionarnos mucho más rica y empática.
Niveles de consciencia
Te cuento ya lo último: cada ser humano aprecia y comprende el punto de vista del otro, siempre y cuando comparta
el mismo nivel de consciencia, si no es difícil el entendimiento, salvo que el nivel de consciencia de uno sea más
elevado (éste es el que comprende) que el del otro (éste no entiende mucho).
Si realmente quieres lograr la plena empatía, es necesario que sepas que existen tres niveles de consciencia, de
comprensión, a los cuales se les llama centros:
Uno comienza a entender que detrás de cada ser
Centros inferiores humano hay una vida, que las personas no somos como
somos, ni nos comportamos de una u otra forma por
Cuando estamos atrapados en los centros inferiores nada; cada cual tiene su razón de ser.
vivimos la vida con mucha angustia y con mucha
exigencia. El miedo nos domina y no podemos ser libres. Cuanto más conscientes somos de los lazos de amor
Exteriormente podemos tener muchas cosas, pero que nos unen, más vivimos el aquí y ahora, disfrutando
internamente nos sentimos atemorizados, con miedo de lo que en cada momento nos trae la vida, y entonces
a perder la seguridad, el amor, o el poder que tenemos. nos damos cuenta de que la vida es mucho más rica de
lo que antes habíamos apreciado.
No vivimos el aquí y el ahora, vivimos preocupados por
el futuro, buscando constantemente placebos que nos Por ejemplo: “cuando le llegué a conocer le entendí,
sacien, que llenen nuestro vacío interior, tratando de pude ver más allá de su agresividad y comprendí porque
aumentar nuestro prestigio y riqueza para sentirnos se comportaba de esa forma.”
poderosos. Pero por dentro sólo hay frustración,
insatisfacción, culpa, odio, y hostilidad.
Centros de la realización
Por ejemplo: “Jamás me iría a vivir a un país
subdesarrollado, pues en esos países si te pones Este es último nivel de consciencia, cuando logras
enfermo no la cuentas” (centro inferior: su adicción a la realmente liberarte de las cadenas sociales y te vuelves
seguridad le impide vivir). plenamente consciente de tu cuerpo y tu mente.
Aprendes de todo y de todos; cada paso en la vida es un
aprendizaje y te enriqueces continuamente.
Centros gozosos
En este centro no juzgas lo que te ocurre, ni lo que le
Éste es un segundo nivel, cuando uno se adentra en este ocurre al otro, simplemente lo vives, y observas su fluir,
nivel se dice que ha comenzado “el viaje del despertar no te pones en contra, sino a favor de la corriente para
de la vida”. Abandonamos las adiciones humanas más así aprender la lección que te trae cada acontecimiento.
primitivas (seguridad, amor y poder), para realmente Se es feliz en el instante presente, se disfruta de lo que
comenzar a vivir. se tiene, una sensación tras otra. Uno ya no tiene miedo
a que le falte nada. Uno se entrega a la vida y deja que
Nada en este mundo es permanente, con lo cual la vida le lleve.
permanecer en los centros de inferiores es tan sólo
vivir una ilusión, esa comedia fantasma que es la vida Por ejemplo: “Ahora entiendo que la vida me trajo
humana. Abrirse al amor incondicional de unos y otros aquella ruptura para que yo me abriera al amor y
es mucho más saludable y da más satisfacciones reales. encontrara a la persona que estaba reservada para mí.”
TAREA
1. Elige una persona importante para ti y pídele que te conteste a la pregunta “¿quién eres?”, practicando la
escucha total.
4. ¿Qué tal si comienzas el camino para despertar a un nivel de consciencia superior? Sigue los siguientes pasos.
• Sé aquí y ahora.
• Interactúa con los demás: todos los que te rodean tienen algo que enseñarte.
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Conclusión
Una persona que carece de control sobre sus emociones negativas podrá
ser víctima de un arrebato emocional que le impida concentrarse, recordar,
aprender y tomar decisiones con claridad. De ahí la frase de cierto empresario
de que el estrés estupidiza a la gente.
El precio que puede llegar a pagar una empresa por la baja inteligencia
emocional de su personal es tan elevado, que fácilmente podría llevarla a la
quiebra.
Los esfuerzos hoy han de estar centrados en crear una cultura laboral más
tolerante deben partir del rechazo explícito a toda forma de discriminación
o acoso, por pequeña que sea (como los chistes racistas o las imágenes de
chicas ligeras de ropa que degradan al género femenino). Por lo tanto, una
política empresarial de tolerancia y de no discriminación debe permear todos
los espacios de la empresa y constituir una práctica arraigada en cada acción
cotidiana.
Los estragos que la ineptitud emocional causa en el mundo son más que
evidentes. Basta con abrir un diario para encontrar consignadas las formas
de violencia y de degradación más aberrantes, que no parecen responder a
ninguna lógica.
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Después de lo leído tu mismo puede evaluar tus niveles de Inteligencia Emocional.
Valora del 1 al 5 cada una de estos ítems, en función de que no estés de acuerdo (1) a
estás totalmente de acuerdo (5).
35. Encuentro sentido al esfuerzo si lo que hago está acorde con mi misión
vital
36. Recurro a mis valores personales para tomar mis decisiones personales
37. Recurro a los valores familiares para tomar mis decisiones familiares
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40. Soy una persona dispuesta a aprovechar las oportunidades
44. Insisto en lograr mis objetivos a pesar de los obstáculos que se presenten
45. Actúo más desde la perspectiva del éxito que desde el miedo al fracaso
48. Soy una persona sensible y comprendo los puntos de vista de los demás
62. Percibo las redes sociales más importantes dentro de los grupos que
participo
63. Percibo y comprendo los valores que rigen en los grupos que participo
71. Permanezco abierto tanto a las buenas noticias como a las malas
72. Manejo a las personas difíciles y las situaciones tensas con diplomacia y
tacto
76. Soy entusiasta con las metas compartidas por los grupos a los que
pertenezco
63
80. Me lidero cumpliendo con los compromisos que he adquirido conmigo
mismo
91. Equilibro el tiempo dedicado a las relaciones con el que dedico a las
tareas
97. Cuido al grupo y no hablo mal de los demás con otras personas
65
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