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MOTIVACIÓN
Desde el punto de vista etimológico, la palabra Motivación está compuesta por el
latín Motivus (movimiento) y el sufijo -ción (acción y efecto).
La motivación es un conjunto de factores internos o externos que determinan en parte las acciones
de una persona. (Significado de Motivación en el diccionario de la Real Academia Española)
Entrando en el aspecto psicológico del concepto una de las definiciones más básicas, pero a la vez
más completas, de motivación es:
La motivación es un estado interno que incita, dirige y mantiene la conducta. (Woolfolk, p.372)
5. Principio de la vivencia. Relacionar una vivencia que nos haya resultado agradable con lo que
pretendíamos alcanzar puede ser muy motivador, esa vivencia puede referirse tanto a alguna
experiencia vivida anteriormente como a alguna experiencia novedosa que podamos llevar a
cabo gestionándola sensorialmente.
COMPROMISO
Según el pensamiento de S. Lehman “el compromiso es lo que transforma una promesa en realidad,
es la palabra que habla con valentía de nuestras intenciones, es la acción que habla más alto que las
palabras, es hacerse al tiempo cuando no lo hay, es cumplir con lo prometido cuando las
circunstancias se ponen adversas, es el material con el que se forja el carácter para poder cambiar
las cosas, es el triunfo diario de la integridad sobre el escepticismo.
En este sentido, la motivación laboral sucede cuando se satisfacen las necesidades de los
trabajadores y se cumple con sus expectativas. Para promoverla, deberán tenerse en cuenta variables
como la idiosincrasia, la edad, el sexo, la posición que se ocupa y el nivel social del empleado.
Es importante crear, consecuentemente, un clima organizacional que tenga una influencia positiva
en el ánimo de los trabajadores, es así que el administrador debe hacer uso de los incentivos más
apropiados.
Hay dos tipos de teorías sobre motivación laboral, las que se centran en el proceso y las otras
que se apoyan en el contenido.
Las que se centran en el proceso son:
• Teoría de las expectativas (Vroom), que tiene como supuestos que los trabajadores saben de
sus objetivos y que alcanzarlos depende de su desempeño, que existe una relación entre el
esfuerzo y el rendimiento laboral.
• Teoría de la equidad (Adams), que postula que los empleados sopesan sus contribuciones a
la empresa y las retribuciones que reciben.
• Teoría del establecimiento de metas, que sostiene que el sujeto debe tener conciencia de la
meta como algo por lo que se desea trabajar.
• Teoría del esfuerzo (Skinner), cuyo esquema es conductista: estímulo, respuesta, retribución.
• Necesidades aprendidas (McClelland), teoría que analiza las necesidades que impulsan la
conducta: poder, logro y afiliación.
• Jerarquía de las necesidades (Maslow), que supone tres necesidades básicas en las personas
que se desean satisfacer: sociales, fisiológicas, de protección, de consideración y
autodesarrollo.
• Modelo jerárquico (Alderfer), según el que las necesidades principales se engloban en tres
dimensiones: de relación, de desarrollo personal y de crecimiento.
3. Micromotivación y macromotivación
La micromotivación es aquella que sucede en el interior de una organización con el fin de mejorar
el rendimiento de los trabajadores, mientras que la macromotivación atiende a los aspectos
motivacionales que están fuera de la empresa, condiciones que también tienen influencia en el
desempeño laboral.
4. Motivación extrínseca
Este tipo de motivación refiere a lo que el trabajador puede obtener de los demás con su trabajo.
Lo que sucede con este tipo de motivación es que el trabajo parece algo ajeno a la historia
personal del trabajador, por lo que, en lugar de aumentar la productividad, podría incluso
perjudicarla.
5. Motivación intrínseca
En esta clase de motivación interesa lo que se obtiene en sí del trabajo, considerándolo como el
escenario para desplegar las propias capacidades. Se destacan los valores positivos del trabajo
en sí mismos, no para alcanzar otra cosa. La productividad tiende a ser más alta en estos casos.
6. Motivación transitiva
En este caso, se habla de lo que se puede aportar al resto a través del trabajo. En este sentido, si
bien es esencial la motivación intrínseca, que el propio trabajo resulte en beneficio de otros le
otorga una cuota de valor y aumenta el interés del empleado.
7. Motivación trascendente
Cuando se actúa por medio de una motivación transitiva que no responde específicamente a las
necesidades de los otros, esta resulta intrascendente. La motivación del líder es trascendente: se
puede satisfacer necesidades no demandadas, aumentar la potencialidad de los clientes,
pasando por encima de sí mismo.
Entre las acciones que se deben llevar a cabo para fomentar la satisfacción en un equipo de trabajo,
se encuentran:
Esta profecía, determinada por los conjuntos perceptuales, puede ser decisiva. Se basa en las
expectativas de, por ejemplo, un gerente, con respecto a determinado trabajador, que lo llevan
a otorgarle un trato preferencial y consigue así que este responda positivamente a sus tareas.
Las empresas deben otorgar reconocimientos a aquellos que se destaquen y a la vez mejorar las
condiciones –herramientas, por ejemplo– de trabajo, de manera que se articulen perfectamente
el objetivo de lograr ganancias de la empresa y el deseo de superación individual.
¿Cómo citar?
"Motivación Laboral". Autor: Julia Máxima Uriarte. Para: Caracteristicas.co. Última edición: 27 de
septiembre de 2017. Disponible en: https://www.caracteristicas.co/motivacion-laboral/.
Consultado: 16 de mayo de 2019.
El ciclo motivacional
Si enfocamos la motivación como un proceso para satisfacer necesidades, surge lo que se denomina
el ciclo motivacional, cuyas etapas son las siguientes:
El ser humano se encuentra inmerso en un medio circundante que impone ciertas restricciones o
ciertos estímulos que influyen decididamente en la conducta humana. Es indudable también que el
organismo tiene una serie de necesidades que van a condicionar una parte el comportamiento
humano. Así, por ejemplo, cuando tenemos hambre nos dirigimos hacia el alimento. Allí tenemos una
conducta. Cuando tenemos hambre, en nuestro organismo se ha roto un equilibrio; existe, por tanto,
un desequilibrio que buscamos remediar; entonces el organismo actúa en busca de su estado
hemostático. El estado “ideal” sería el de tener el estómago lleno; pero cuando este equilibrio se
rompe, inmediatamente nuestros receptores comunican al sistema nervioso central que el estómago
está vacío y que urge volver a llenarlo para mantener la vida. Entonces ese equilibrio, ese estado
hemostático, se rompe y el organismo busca restaurarlo nuevamente. Sin embargo, recuérdese que
la homeostasis no es absoluta sino dinámica, en el sentido de permitir el progreso.
Aprendizaje de la motivación
Algunas conductas son totalmente aprendidas; precisamente, la sociedad va moldeando en parte la
personalidad. Nacemos con un bagaje instintivo, con un equipo orgánico; pero, la cultura va
moldeando nuestro comportamiento y creando nuestras necesidades. Por ejemplo, mientras en una
ciudad occidental, cuando sentimos hambre vamos a comer un bistec o un pescado, o algo
semejante, en China satisfacen el hambre comiendo perros. Allí el perro constituye un manjar
exquisito. En nuestra cultura esa situación no está permitida. Asimismo, en nuestra cultura es
importante usar el cuchillo, el tenedor, las servilletas, hay que sentarse de cierta manera, etcétera
para satisfacer la urgencia de alimento. De ninguna manera nos sentamos a comer con los dedos
cuando vamos a un restaurante.
Las normas morales, las leyes, las costumbres, las ideologías y la religión, influyen también sobre la
conducta humana y esas influencias quedan expresadas de distintas maneras. Tal vez se les acepte e
interiorice como deberes, responsabilidades o se las incorpore en el auto concepto propio; pero
también se las puede rechazar. En cualquiera de tales casos, esas influencias sociales externas se
combinan con las capacidades internas de la persona y contribuyen a que se integre la personalidad
del individuo, aunque, en algunos casos y en condiciones especiales, también puede causar la
desintegración.
Sucede que lo que una persona considera como una recompensa importante, otra persona podría
considerarlo como inútil. Por ejemplo, un vaso con agua probablemente sería más motivador para
una persona que ha estado muchas horas caminando en un desierto con mucho calor, que para
alguien que tomó tres bebidas frías en el mismo desierto. E inclusive tener una recompensa que sea
importante para los individuos no es garantía de que los vaya a motivar. La razón es que la
recompensa en sí no motivará a la persona a menos que sienta que el esfuerzo desplegado le llevará
a obtener esa recompensa. Las personas difieren en la forma en que aprovechan sus oportunidades
para tener éxito en diferentes trabajos. Por ello se podrá ver que una tarea que una persona podría
considerar que le producirá recompensas, quizá sea vista por otra como imposible.
El mecanismo por el cual la sociedad moldea a las personas a comportarse de una determinada
manera, se da de la siguiente manera:
1. El estímulo se activa.
2. La persona responde ante el estímulo.
3. La sociedad, por intermedio de un miembro con mayor jerarquía (padre, jefe, sacerdote,
etc.), trata de enseñar, juzga el comportamiento y decide si éste es adecuado o no.
4. La recompensa (incentivo o premio) se otorga de ser positivo. Si se juzga inadecuado,
proporciona una sanción (castigo).
5. La recompensa aumenta la probabilidad de que en el futuro, ante estímulos semejantes, se
repita la respuesta prefijada. Cada vez que esto sucede ocurre un refuerzo y, por tanto,
aumentan las probabilidades de la ocurrencia de la conducta deseada. Una vez instaurada
esa conducta se dice que ha habido aprendizaje.
6. El castigo es menos efectivo; disminuye la probabilidad de que se repita ese comportamiento
ante estímulos semejantes.
7. El aprendizaje consiste en adquirir nuevos tipos actuales o potenciales de conducta. Este
esquema no sólo es válido para enseñar normas sociales sino, además, cualquier tipo de
materia. Una vez que se ha aprendido algo, esto pasa a formar parte de nuestro repertorio
conductual.