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as Motivaciones de la Expansión Geográfica

En el contexto histórico y geográfico del descubrimiento y colonización de América, se conjugaron una serie de factores que favorecieron el proceso de
expansión ultramarina, entre los cuales cabe destacar los siguientes:

* Económicos:

El florecimiento comercial que Europa alcanzó en su contacto con Oriente, a raíz de las Cruzadas, le había permitido tener acceso a las especias, sedas, piedras
preciosas, tejidos y perfumes de las lejanas tierras de India y China. La prosperidad alcanzada por los mercaderes y banqueros fue el impulso que lanzó al
capitalismo europeo en la búsqueda de oro y plata, necesarios como medios de transacción. El protagonismo de Génova y Venecia, dueñas del tráfico por el
Mediterráneo, contrastaba con la marginalidad de España y Portugal, cuya posición geográfica las mantenía alejadas de la dinámica comercial.

Por un lado, la caída de Constantinopla en poder de los turcos, en 1453, interrumpió el normal flujo del comercio, y era necesario evitar a los intermediarios árabes y
venecianos; y por otro, primero Portugal y más tarde España, tuvieron que buscar nuevas rutas para restablecer el intercambio con Oriente. Esta desventaja I de
tener una ubicación hacia el Océano Atlántico, orientó sus exploraciones a través de la costa africana, en el caso portugués, y la navegación rumbo a Occidente, en
el caso español.

* Político-religiosos:

Desde que los árabes invadieron la península ibérica, en el año 711, los reinos cristianos alimentaron el sueño de reconquista, que culminó afines del siglo XV. El
espíritu medieval de las Cruzadas se expresaba en lusitanos (portugueses) y españoles como el deseo de recuperar la soberanía del territorio peninsular para los
reinos cristianos. Lograda la reconquista, surgió la idea de evangelizar a los infieles y extender la doctrina cristiana más allá de los límites de Europa. Esta razón
explica la bula emitida en 1442 por el papa Nicolás V, en que autorizaba al monarca portugués Alfonso V, a someter y esclavizar a los infieles, paganos o
mahometanos. En la práctica, esta autorización legalizó la trata de negros que los portugueses llevaron a cabo en las costas africanas.

* Socio-culturales:

La mentalidad renacentista de la época estuvo marcada por el espíritu de aventura y la insaciable curiosidad por descubrir territorios insospechadamente ricos.
Guiados por _l ansia de gloria y riqueza, buscaban imitar las legendarias aventuras del joven viajero Marco Polo relatadas en su Libro de las Maravillas. En él
describía las fabulosas maravillas de Catay (China) y Cipango (Japón).

Éstas descripciones no tardarían en abrir los apetitos mercantiles europeos por llegar a esas tierras tan lejanas.

Mapa de los Descubrimientos Geográficos:


La iniciativa y la capacidad emprendedora de la burguesía europea haría que la mayor parte de las exploraciones y viajes de
descubrimiento tuviera un carácter privado, es decir, prevalecería en ellas el financiamiento particular sobre el estatal. Así, en muchos
casos, banqueros y compañías mercantiles aparecerán financiando empresas de España, Portugal y, posteriormente, de Inglaterra,
Holanda y Francia. Todo lo anterior, sin perjuicio de que el apoyo y la autorización de las correspondientes monarquías resultaran
imprescindibles.

2. LOS MEDIOS QUE HICIERON POSIBLE ESTA EMPRESA

La respuesta a todas las motivaciones solo podía ser favorable si el nivel de conocimiento geográfico y el desarrollo de la tecnología aplicada a la navegación, así lo
permitían. En efecto, el hombre del Renacimiento alcanzó, durante el siglo XV, un avance notable en estas materias gracias a la experiencia acumulada en siglos de
navegación por los mares del viejo mundo. Los éxitos más importantes serían alcanzados por los reinos ibéricos, al ser los primeros en explorar sistemáticamente el
casi desconocido Océano Atlántico.
2.1. El progreso de la ciencia geográfica

La difusión de los conocimientos geográficos del griego Ptolomeo (siglo Il), el [mago Mundi de Pedro D'Ailly y las ideas del cosmógrafo florentino Toscanelli, daban
plena credibilidad a la teoría de la redondez de la Tierra en los círculos de académicos y navegantes. El mito de que la Tierra era plana solo existía entre la masa
ignorante y supersticiosa.
El aporte en la elaboración de mapas y cartas de navegación hecho por árabes, genoveses, portugueses y mallorquines, permitió representar con gran exactitud las
costas del viejo mundo. De este modo, el desarrollo cartográfico se transformaría en un apoyo fundamental en la etapa de grandes exploraciones que comenzaría a
mediados del sigl9 XV.

2.2. La tecnología al servicio de la navegación

Tener que viajar manteniendo siempre a la vista el litoral fue


la gran dificultad que tuvieron que enfrentar los navegantes
de todas las nacionalidades durante siglos. Los birremes y
demás embarcaciones con velas cuadradas solo podían
servirse del viento de popa como elemento propulsor, de
manera que cuando el viento no era favorable, las velas
debían ser arriadas y acudir a la energía de los remeros. El
remplazo de los barcos medievales por las carabelas y las
naos, que agregaban a las velas cuadradas una triangular (la
vela latina), permitió aprovechar todos los vientos y navegar
en alta mar.
Los navegantes árabes del siglo XIII, dieron a conocer a los
europeos el gran invento chino de la brújula, que, a pesar de
ser en esos tiempos bastante rudimentaria, se fue
perfeccionando hasta permitir la orientación de los
navegantes de día o de noche, cualquiera fuese el estado
del tiempo. Más tarde, se agregó el uso del astrolabio, que
permitió a los marinos medir la altura meridional del sol y la
distancia de un punto respecto del plano de la línea del
Ecuador, esto ayudó a considerar en mapas y cartas
náuticas el uso de las coordenadas geográficas de latitud y
longitud. La navegación y la cartografía rompieron de esta
forma sus amarras y se constituyeron en el respaldo que
requerían los proyectos de expansión política y comercial.

Imagen 2: Mapa Conceptual sobre el siglo XV – XVI


3. PORTUGAL Y ESPAÑA AMPLÍAN EL MUNDO CONOCIDO

3.1. Portugal abre una nueva ruta hacia la India

Con gran visión de futuro, Enrique el Navegante, hijo del rey Juan I de Portugal, estableció en Sagres, en el extremo suroccidental de la península ibérica, una gran
academia científica y de navegación donde reunió a prestigiosos astrónomos, geógrafos, navegantes y cartógrafos. El impulso que esta escuela náutica dio a las
empresas descubridoras, puso a Portugal a la vanguardia de Occidente en la búsqueda de nuevas rutas para llegar a la India y la China.
Los avances lusitanos a través de la costa africana fueron vertiginosos: en 1418 descubrieron las islas Madeira; en 1430, redescubrieron las islas Azores, que ya
eran conocidas por navegantes árabes y venecianos; en 1434 llegaron al Cabo Bojador y, en el año 1452, las exploraciones alcanzaron el Golfo de Guinea. En
tiempos del rey Juan II, lograron llegar a la desembocadura del río Congo y, en 1488, Bartolomé Díaz navegó más allá del Cabo de las Tormentas, rebautizado
como el cabo de Buena Esperanza, en el extremo meridional de África.
En 1497, el portugués Vasco da Gama llegó al océano Índico y alcanzó la ciudad de Calcuta (India). A su regreso a Lisboa, cargando los más exóticos productos,
fue recibido como un verdadero héroe. Algunos años más tarde, en 1500, Pedro Álvarez Cabral emprendió una nueva expedición hacia la India, pero,
aparentemente, su ruta de navegación fue desviada hacia el oeste por una fuerte tormenta, la que lo llevóhasta las costas de Brasil. Algunos histo. riadores
atribuyen intencionalidad a este acontecimiento, en un supuesto deseo de Portugal de disputarle a España los beneficios de sus recientes descubrimientos de las
tierras que más adelante serían conocidas como América. Tras estas empresas, Portugal procedió a afianzar su hegemonía comercial, instalando varias factorías
que tenían como foco principal la ciudad de Calcuta. Más tarde, los navegantes lusitanos llegaron a las islas Molucas, controlando el comercio directo de las
especias, la seda y el algodón. De esta manera, Portugal se transformó en un imperio colonial que se extendía desde las costas del norte de África hasta los mares
del sudeste asiático.

3.2. La azarosa empresa castellana

La situación interna que vivía España en la segunda mitad del siglo XV, la estaba dejando al margen de la búsqueda de nuevas rutas comerciales hacia el Lejano
Oriente. Después de producida la unión política y matrimonial entre Isabel I de Castilla y Fernando V de Aragón, los reyes católicos tenían que enfrentar aún la
guerra para desalojar a los musulmanes de Granada, su último bastión en la península ibérica. Sin embargo, la última década del siglo marcará el inicio de una
fuerte etapa de expansión. Enero de 1492 fue especialmente importante porque mientras se producía la expulsión definitiva de los moros, después de ocho siglos
de su llegada a la península, se dictaba también el decreto de la expulsión de los judíos, con lo que se obtenía la ansiada unidad religiosa.

Ese mismo año, un navegante genovés de nombre Cristobal Colón, firmaba con la monarquía española un contrato conocido como Capitulaciones de Santa Fe.
En ellas los monarcas españoles comprometían su apoyo al proyecto colombino, que consistía en llegar a las costas orientales de Asia, navegando hacia Occidente.
A cambio se ofrecían a Colón los títulos de Virrey y Capitán General de las tierras e islas por descubrir, obteniendo una décima parte de los beneficios económicos
de la empresa.

La gran amistad que unía a Cristobal Colón con los franciscanos del monasterio de La Rábida, los frailes Juan Pérez y Antonio de Marchena, fue el salvoconducto
que le permitió establecer el contacto necesario con los Reyes Católicos y hacer, que estos se interesaran en su proyecto. Después, con similar ayuda, Colón logró
el apoyo de los hermanos Martín Alonso y Vicente Y áñez Pinzón, para equipar dos carabelas, la Pinta y la Niña, y una nao, la Santa María, desde la cual, Colón
comandaría la travesía.
Al amanecer del 3 de agosto zarparon las tres embarcaciones desde el puerto de Palos de Moguer (ubicado en la ciudad de Palos de la Frontera), con casi un
centenar de tripulantes aragoneses, castellanos, vascos y andaluces. El itinerario se siguió según lo planeado, haciendo una escala en las islas Canarias para
reabastecimiento, luego la travesía siguió la ruta de los vientos alisios. Cuando las tripulaciones comenzaban a desesperarse tras diez semanas de interminable
navegación, Rodrigo de Triana, marinero de La Pinta, dio la voz de "tierra". Era la madrugada del 12 de octubre de 1492 y la isla descubierta, Guanahaní según la
denominación de los indígenas, fue bautizada por el Almirante como San Salvador al tomar posesión de ella a nombre de los reyes católicos. Convencido de haber
llegado a la India, Colón llamó indios a sus habitantes. En realidad se trataba de una de las islas del archipiélago de las Bahamas o Lucayas que hoy es conocida
con el nombre de Watling.

Siguió después el descubrimiento de la isla de Cuba a la que se llamó Juana. Más tarde, llegaron a la isla de Haití (que significa "Isla de las Montañas", en idioma
aborigen) y le pusieron por nombre La Española. En esta última, Colón ordenó construir el fuerte de Navidad en el que dejó a una treintena de tripulantes de la
Santa María que había naufragado, para luego emprender, con algunas dificultades, el regreso a España.

En los tres viajes siguientes realizados por Colón, la fortuna lo fue abandonando, a pesar dé sumar a los primeros descubrimientos una larga lista de lugares, entre
ellos las Pequeñas Antillas, Jamaica, Puerto Rico, Isla Trinidad, la desembocadura del río Orinoco y América Central, desde el Golfo de Honduras hasta el Golfo de
Darién.

Luego del cuarto y último viaje, regresó a España en noviembre de 1504, el mismo mes en que falleció Isabel la Católica. Con su muerte, Colón perdió el único
apoyo que lo libraba de las intrigas y la incomprensión de muchos funcionarios de la burocracia española. Los derechos adquiridos en las Capitulaciones de Santa
Fe nunca le fueron reconocidos en plenitud. Desilusionado, y sin saber que había descubierto un continente desconocido para Europa, murió pobre y casi olvidado
en Valladolid, el 20 de mayo de 1506.

3.3. El reparto del mundo

Tratado de Tordesillas, en el que España y Portugal se reparten el mundo.


Las noticias del descubrimiento de una nueva ruta hacia el Oriente hicieron reiniciar las disputas entre España y Portugal, pero como ambas monarquías eran
cristianas, sometieron sus diferencias al arbitraje del papa Alejandro VI. En 1493, el Papa dictó la Bula Inter Caetera, en virtud de la cual se trazó un meridiano
ubicado a 100 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde dividiendo los territorios descubiertos y por descubrir entre la corona de Castilla, al oeste del meridiano y la
corona lusitana al oriente de dicha línea. Insatisfecho, el rey de Portugal logró llegar; a un acuerdo con los reyes católicos en 1494, fecha en que firmaron el Tratado
de Tordesillas que significaba correr el meridiano hasta 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde. La nueva demarcación daría plenos derechos a Portugal a
compartir algunos de los nuevos territorios que se habrían de descubrir.

4. LA CONQUISTA DE AMÉRICA: DISTINTOS MODELOS PARA UNA MISMA EMPRESA

4.1. El modelo español

En una primera etapa, la conquista española adoptó la forma de una empresa privada a través del sistema del adelantazgo. En las capitulaciones o contratos de
descubrimiento y de poblamiento de Indias, el rey daba el título de adelantado para una o dos generaciones a los jefes de las expediciones descubridoras y
conquistadoras, quienes las costeaban sin cargo para la Corona. El adelantado o capitán de conquista podía repartir tierras, encomendar indios y nombrar las
personas que debían desempeñar tareas subalternas. El adelantado era a la vez gobernador, capitán general y alguacil mayor de la región a su cargo, es decir,
ejercía el poder político, militar y administrativo.
Este carácter privado se explica por la difícil situación financiera que vivía España a fines del siglo XV y comienzos del XVI. Los reyes católicos habían incurrido en
gastos enormes para financiar la prolongada guerra de reconquista en la península, Más tarde, su nieto, Carlos I de España y V de Alemania (1516-1556),
defendiendo su idea imperial, derrochó fuertes sumas de dinero en las guerras contra Francia y los turcos y solo después de superada la etapa de conquista militar
pudo iniciarse una etapa de colonización propiamente tal. Esta característica explica el rápido mestizaje entre los conquistadores y las mujeres indígenas, en vista
de que en las 'primeras décadas desde su llegada a América, las expediciones hispanas estaban formadas casi exclusivamente por huestes de aventureros y
militares. La búsqueda y explotación de metales preciosos, así como la necesidad de mano de obra indígena, motivaron la penetración de las huestes españolas al
interior del continente. El impacto de la tecnología militar española, la dura explotación a que fueron sometidos los naturales a través del sistema de encomiendas y
la mita, y los millares de víctimas que dejaban las enfermedades traídas por los europeos, redujo en un 70 % a la población indígena, habiendo transcurrido un siglo
de la llegada de Colón. La desaparición de la mano de obra motivó la incorporación de miles de esclavos negros, que se constituyeron en un nuevo componente
para el proceso de mestizaje en gran parte de América.
Superadas parcialmente las dificultades económicas que sufría la monarquía española, con la llegada del oro y la plata desde América, se impulsó una etapa
centralizadora en la que las instituciones estatales controlaron todos los ámbitos de la
- vida en sus colonias. La Casa de Contratación (1503) supervisaba estrechamente el monopolio comercial; se crearon organismos políticos, administrativos y
judiciales como el Consejo de Indias (1524), los virreinatos, las gobernaciones, audiencias y capitanías generales. A esta etapa, ya consolidada a mediados del siglo
XVI, corresponde la llegada de familias completas desde la metrópoli.
Tanto la etapa inicial de conquista como la posterior, de centralización administrativa, fueron acompañadas permanentemente por la misión evangelizadora. La
imposición de lá fe católica a los pueblos sometidos, se daba en el contexto del espíritu de las Cruzadas que animaba a Europa en su lucha contra el Islam y los
protestantes. España envió diversas órdenes religiosas, entre las que se destacaron las de los agustinos, franciscanos y dominicos, seguidos, más tarde, porjesuitas
y mercedarios. Entre todos se distinguieron de manera especial los dominicos Antonio de Montesinos, Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria, que intentaron
frenar la brutalidad de los conquistadores hacia los indígenas. Si bien sus esfuerzos terminaron la mayoría de las veces en fracasos, al menos contribuyeron a
despertar la adormecida conciencia europea frente a este problema.
4.2. Las conquistas de México y Perú: ejemplos del modelo español
La conquista del Imperio Azteca, llevada a cabo por Hernán Cortés a partir del año 1519 y la del Imperio Inca realizada por la sociedad de Francisco Pizarro, Diego
de Almagro y el sacerdote Fernando de Luque, a partir de 1524, son claros ejemplos del carácter privado de la empresa conquistadora de España.
No deja de sorprender la rapidez con que ambas empresas de conquista lograron someter a imperios tan poderosos y extensos. Sin embargo, al analizar las
características políticas, sociales y culturales de dichos imperios, se comprende lo inevitable de su derrota frente a las huestes invasoras. En primer lugar, ambos
imperios poseían una estructura política jerárquica, por lo que al desaparecer sus reyes, Moctezuma y Atahualpa, los imperios azteca e inca, respectivamente,
quedaron prácticamente postrados a los pies de los invasores. En segundo lugar, los dos imperios enfrentaban graves conflictos políticos al momento de la llegada
de los españoles. Los aztecas enfrentaban el odio de otros pueblos de México, a los que solía enfrentar en las guerras floridas de donde obtenían esclavos y
víctimas para sus sacrificios a los dioses. Esto explica la facilidad con que Cortés logró establecer alianzas con otros pueblos aborígenes, como los Tlaxcaltecas,
para enfrentar a los aztecas. Por su parte, el estado incaico salía de una guerra civil ocurrida luego de la muerte del emperador Huayna Capac. Este había dividido
el imperio entre sus hijos Atahualpa y Huáscar que se disputaban el poder absoluto. Atahualpa había triunfado y mantenía a su hermano en prisión. Cuando Pizarro
aprisionó a Atahualpa, le exigió un rescate equivalente a varios años de producción europea de oro y plata. Atahualpa cumplió, pero con ello no salvó su vida ya que
Pizarro ordenó su ejecución, acusándolo de intentar una rebelión. Descabezado el imperio del Tahuantinsuyu, cayó rápidamente bajo el poder de los
conquistadores.
Otra coincidencia favorable a los conquistadores fue que tanto el pueblo azteca como el pueblo inca poseían mitos que hablaban del regreso de dioses barbados:
Quetzalcoatl, en el caso azteca y Viracocha en el caso de los incas. Estas creencias confundieron a la clase política de ambos imperios, lo que facilitó a los
españoles el valerse del engaño y más tarde de la sorpresa.
Por último, la tecnología de guerra de los españoles, con el uso de armas de fuego, el hierro y la caballería, fueron elementos que ayudaron a explicar la corta
duración del proceso de conquista en México y Perú.
4.3. El modelo portugués
Durante el siglo XVI, los esfuerzos portugueses en la conquista de América fueron mucho menores que los desplegados por España, por
cuanto los principales intereses de la corona lusitana se centraban en conseguir la supremacía en el comercio de las especias y demás
productos asiáticos.
El objetivo de la corona portuguesa fue, ante todo, buscar puntos de apoyo para su tráfico hacia África y el Extremo Oriente. A esto se
agrega que, debido al régimen atlántico de los vientos en el hemisferio austral, los convoyes se veían obligados a pasar muy cerca del
litoral brasileño. Esto explica su estrategia inicial de instalar factorías comerciales en la costa atlántica sudamericana que les sirvieran de
escala en sus viajes de Ida y vuelta desde Lisboa hasta las Indias. El Estado portugués se esforzó en crear y administrar su imperio en
torno a la ruta hacia la India y Japón. Con algunas variantes, la corona portuguesa reprodujo en lo esencial el modelo adoptado por la
monarquía española, aunque utilizó, simultáneamente, los regímenes privado y estatal en un modelo mixto.
Sin perjuicio de lo anterior, hacia el año 1530, la monarquía lusitana repartió tierras a modo de concesiones de carácter semi feudal
llamadas capitanías, favoreciendo con ello el régimen económico de plantaciones azucareras y de explotación de la madera llamada
"Palo de Brasil" utilizada para teñir telas. El régimen de trabajo se basaba en la utilización de la mano de obra esclava de negros. En el
año 1549 se nombró a un Gobernador General y se abolieron las capitanías, lo que permitió a la corona comenzar a recibir impuestos
regulares y a ejercer plena soberanía sobre el territorio. Fue también a mediados del siglo XVI cuando llegaron a Brasil los primeros
jesuitas que ayudaron en gran medida a la estructuración colonial del territorio. Solo a fines del siglo XVII, comienza la conquista del
interior a través de grupos de aventureros llamados bandeirantes, que llegaron atraídos por el descubrimiento y explotación de piedras
preciosas.
4.4. Inglaterra, Holanda y Francia tras la riqueza americana

A pesar del intento de las coronas ibéricas de mantener un control absoluto sobre la riqueza de ultramar a través de las prácticas monopólicas, la inmensidad de sus posesiones en
América hacía imposible frenar los intentos de Inglaterra, Holanda y Francia por participar de las grandiosas posibilidades que ofrecía el Nuevo Mundo.
Las primeras exploraciones de la costa atlántica de norteamérica, realizadas por Juan Cabot, Verazzano y Cartier a fines del siglo XV y comienzos del XVI, además de los breves
intentos de Francia y Holanda por disputarle a Portugal su presencia en Brasil, fueron solo el preludio del esfuerzo principal por colonizar Norteamérica, que se llevaría a cabo en el
siglo XVII. Así, durante el siglo XVI, España y Portugal solo vieron amenazada su hegemonía por la presencia de piratas y corsarios de Inglaterra, Holanda y Francia que, como
principal botín lograron apoderarse de algunas islas en el mar Caribe.
Fue entonces, al iniciarse el siglo XVII, cuando estos países comenzaron la definitiva colonización de Norteamérica. Los esfuerzos ingleses se tradujeron en las iniciativas privadas de
las Compañías de Londres y de Plymouth y de distintas inmigraciones de puritanos, cuáqueros y católicos, que venían huyendo de la profunda intolerancia religiosa que por esos
tiempos imperaba en Europa. En suma, Nueva Inglaterra se formó originalmente con los estados de Virginia, New Hampshire, Massachussetts, Rhode Island, Connecticut y Maryland.
A ellas se agregarían más tarde las Carolinas con inmigrantes cuáqueros y hugonotes. La principal actividad económica desarrollada por los colonos fue el cultivo del tabaco y del
algodón.
Holanda, por su parte, a través de la Dutch West India Company había instalado las colonias de Nueva Amsterdam en el islote de Manhattan, Nueva Jersey, Delaware y Pensilvania,
pero todas ellas fueron traspasadas, más tarde, a Inglaterra.
Se hicieron presentes también compañías mercantiles francesas que, con apoyo real, colonizaron Canadá. La penetración más importante fue la de comerciantes, cazadores de pieles y
misioneros jesuitas, quienes recorrieron el río Mississippi llegando hasta su desembocadura. En esta travesía, La Salle bautizó la región como Luisiana en honor a su rey Luis XV. En
el siglo XVIII, Francia perdió sus dominios americanos en la guerra contra Inglaterra.
Los rasgos distintivos de la colonización anglosajona de Norteamérica se advierten en la ausencia de un proceso de mestizaje, dado que el elemento indígena fue totalmente excluido
del ordenamiento social, entre otras razones, porque los inmigrantes llegaron a las costas norteamericanas con núcleos familiares completos los que, en su mayoría, venían huyendo de
las persecuciones religiosas. El claro predominio protestante influyó en las concepciones laborales y económicas donde el ahorro y la acumulación de riqueza eran muestra de
bendición divina. La ausencia de minerales preciosos de la costa atlántica, así como la pobreza de las comunidades indígenas de la región, a diferencia de lo que ofrecían México y
Perú, desviaron los esfuerzos de los colonos hacia la agricultura y la industria.
Finalmente, frente al centralismo del modelo político-administrativo impuesto por España en sus colonias, los colonos norteamericanos recogieron la herencia parlamentaria de
Inglaterra y construyeron un modelo más participativo y de mayor autonomía frente a la tutela de la metrópoli.
Los estilos políticos y de administración territorial asumidos tanto por el modelo de conquista anglosajón como el hispano, determinaron las formas de gobierno instauradas por las
nacientes repúblicas tras la independencia-d8-SJJs correspondientes metrópolis.
El modelo federal establecido por las 13 colonias norteamericanas en la Constitución de 1787, interpretó de manera fiel la experiencia de su etapa colonial.
En contraposición, la mayor parte de las colonias hispanoamericanas, encontraron en el modelo unitario de gobierno la continuación natural a siglos de ejercicio de administración
central.

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