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La Constitución de 1991: De Proyecto de Reforma a Sustitución Constitucional.

Nuestro país a finales de los ochentas y comienzos de los años noventa se vió
enfrentado a una gran ola de violencia por cuenta de la lucha del Estado contra el
narcotráfico, bajo este contexto, un grupo de estudiantes de diversas instituciones
superiores originaron el “frente unido estudiantil de Colombia”, con el cual se dio inicio
a las mesas de trabajo, donde surgió la idea de depositar una séptima papeleta en las
próximas elecciones presidenciales y que fueran los mismos estudiantes los encargados
de realizar los escrutinios, debido a que para ellos la registraduría nacional no tenía
injerencia en dicho conteo, dado que no era una consulta de algún mandato legal. Sin
embargo, el Presidente de la República basándose en el ejercicio de sus facultades del
Estado de sitio, manifestó que dicho escrutinio de los votos sería una herramienta para
superar la situación de perturbación del orden público en ese entonces, y ordenó que, en
las elecciones presidenciales de mayo de 1990, se incluyera dicha papeleta, en la cual se
consultara al pueblo su deseo de convocar o no a una “Asamblea Nacional
Constituyente”.

La Corte Suprema de Justicia, que para ese entonces realizaba la revisión de los
decretos de la máxima autoridad ejecutiva del Estado, procedió a realizar su análisis que
quedó plasmado en la sentencia 59 de la Sala Plena; allí la Corte consideró que a pesar
de la poca participación que tuvo dicha papeleta (dos millones de votos), esta era una
manifestación del constituyente primario y que dicha decisión no era contradictoria, ni
desconocía el articulado que permitía la reforma de la Constitución por la vía de trámite
de acto legislativo en el Congreso de la República. Además, la Corte consideró que, el
juicio constitucional debe consultar la realidad social a la que se pretende aplicar una
norma, y, por lo tanto, el no acceder a este clamor del pueblo, será sin ninguna duda un
factor de mayor desestabilización del orden público. Esta argumentación en la sentencia
dio prevalencia a un grupo minoritario de ciudadanos que, al mismo Estado de Derecho,
por lo tanto, quedó aprobada la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente por
parte de la Corte Suprema de Justicia.
Posteriormente, el presidente de ese periodo Julio César Gaviria Trujillo,
mediante decreto 1926 de 1990, “Por el cual se dictan medidas tendientes al
restablecimiento del orden público”, este decreto también se expidió a través de las
facultades extraordinarias que el Legislativo le otorgó al ejecutivo, en aras de asegurar
la soberanía y el orden público y con este se procedió a convocar a elecciones el día 9
de diciembre de dicho año, para que los ciudadanos tomaran la decisión si convocaban o
no la Asamblea, escogieran sus miembros, definieran sus elementos constitutivos y el
temario que implicaba el límite de su competencia. Siendo así estudiado este decreto por
la Corte Suprema de Justicia bajo el exámen de constitucionalidad, en el cual debía
resolver el problema jurídico no solamente si la convocatoria a dicha asamblea era
constitucional o no sino que consistía en estudiar si existía falta de conexidad de una
medida de carácter extraordinario (el decreto) que en una sociedad en crisis pretendía
facilitar la expresión de la voluntad popular en un asunto de tanta monta como su
régimen institucional cuya legitimidad proviene precisamente del respaldo de esa
voluntad.

La respuesta a este gran interrogante quedó plasmada en la sentencia 138 de


1990, donde la corporación en lugar de reconocer que dicha convocatoria violaba el
artículo 218 de la Constitución afirmó que por razones filosóficas como
jurisprudenciales, este análisis no bastaba con compararlo con los artículos 218 de la
Constitución y 13 del plebiscito del 1° de diciembre de 1957 si no que se tuvo en cuenta
su virtualidad para alcanzar la paz, aunque es imposible asegurar que el mencionado
decreto llevaría necesariamente a la anhelada paz, la Corte no podía cerrar esa
posibilidad. Hechas esas salvedades, la corporación continuó reafirmado la tesis de que,
a pesar de la escasa votación que secundaba esta asamblea, esta era representativa de “la
nación” y por consiguiente era manifestación del “constituyente primario” y que “puede
en cualquier tiempo darse una constitución distinta a la vigente hasta entonces sin
sujetarse a los requisitos que esta consagraba” (Corte Suprema de Justicia, Sentencia
138, 1990). Por lo anterior, declaro constitucional la convocatoria, debido al que el
decreto 1926 de 1990, tiene conexidad suficiente entre los motivos que determinaron la
declaratoria del estado de sitio y la recuperación del orden público perturbado, pero
declaró inconstitucional el temario que incluía la convocatoria a la reforma, pues
insistió en que a pesar de que el ejecutivo tenía facultades extraordinarias, no debía
imponer su voluntad sobre la manifestación de la voluntad general, dando vía a libre a
que la Constituyente hiciera con el texto lo que quisiera, oportunidad que aprovecharon
quienes participaron en dicha asamblea, pues de lo que se concibió como una reforma a
la Carta de 1886, terminó con la expedición de una nueva Constitución, la de 1991.

La sentencia 138 de 1990, marcó un precedente para la evolución del derecho


constitucional, con esta jurisprudencia se abrieron las puertas a una sustitución
constitucional, que si bien la voluntad política se expresó mediante el acto del
constituyente primario a través de la creación de la Asamblea Nacional Constituyente,
cuyo ámbito de acción se escapó a las limitaciones establecidas por el orden jurídico
anterior, esto adquirió una importancia relevante en el ordenamiento jurídico
colombiano, pues el poder constituyente se representa como una potencia moral y
política de última instancia, la cual en los momentos difíciles es capaz de dirigir el país.
Adicional a esto, la paz es uno de los valores reconocidos universalmente y era
mencionado en el preámbulo de la constitución de 1886, por eso la Corte lo tuvo como
criterio interpretativo en sus disposiciones, así mismo, la constituyente se citó con el
objetivo de lograr la paz. Con esta sustitución de la constitución, se incluyeron los
mecanismos de participación ciudadana, las cuales al día de hoy juegan un papel muy
importante, también se le dio expresamente su categoría de “norma de normas”, tal
como lo indica el artículo 4 y finalmente se creó un Tribunal Constitucional dedicado a
salvaguardar los fines esenciales y preceptos constitucionales.
Referencias

Fajardo Arturo, Luis Andrés, González Cuervo Mauricio, (2005. La Sustitución de la


Constitución un análisis teórico, jurisprudencial y comparado. Recuperado de:
https://repository.usergioarboleda.edu.co/bitstream/handle/11232/886/Sustituci%
C3%B3n%20de%20la%20constituci%C3%B3n.pdf?sequence=2&isAllowed=y

Corte Suprema de Justicia (1990), Sentencia 138. Expediente No. 2214 (351-E). M. P.
Fabio Morón Diaz, Hernando Gómez Otálora. Recuperado de:
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2003/c-551-03.htm

Reyes Blanco, Sergio (2016) La paz: de la Séptima Papeleta al Estado constitucional y


al reconocimiento como derecho fundamental. Recuperado de:
https://revistas.usta.edu.co/index.php/iusta/article/download/3297/3107

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