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“El que haga a otra persona imputaciones deshonrosas, incurrirá en prisión de uno (1) a tres (3)
años y multa de diez (10) a mil (1000) salarios mínimos legales mensuales vigentes”
“El que impute falsamente a otro una conducta típica incurrirá en prisión de uno (1) a cuatro (4)
años y multa de diez (10) a mil (1000) salarios mínimos legales mensuales vigentes”
Para nadie es un secreto que el derecho penal es uno de los instrumentos más
contundentes para el control social y jurídico, se recurre a este con el fin de prevenir y corregir y
principalmente está orientado a sancionar, sin embargo, el debate en torno a que, si estos delitos
ameritan la acción penal, para lo que se hace necesario analizar el principio podría ayudarnos a
desentrañar este aspecto.
Cuando hablamos de Ultima Ratio debemos saber que se trata de una expresión latina que
se traduce a ultima razón o último argumento, lo que quiere decir en referencia al derecho penal
es que este, debe ser la última opción, la última formula a tomar, indicando que solo debe
utilizarse cuando no haya más remedio o que definitivamente no exista otro modo menos
invasivo.
En ese sentido es que se entra a plantear la humanización de la pena donde esta debe
tener una finalidad preventiva para que las personas se abstengan de realizar conductas punibles y
que de ser necesaria la imposición de una pena haya proporcionalidad con el delito, en el
entendido que no por todo se debería hablar de derecho penal, teniendo en cuenta que existen
otras medidas represivas que podrían remediar la situación como por ejemplo de carácter civil,
laboral, administrativo y solo si a través vez de estas no se consigue lo esperado, podría comenzar
a operar el derecho penal.
Actualmente vivimos en una sociedad que ante cualquier conducta de inmediato, clama
por privación de la libertad o imposición de sanciones de tipo penal, asumiendo que es la primera
y única forma de castigar están desconociendo por completo la Ultima Ratio, y demostrando un
desconocimiento de la política criminal.
Debido a los cambios sociales y a el afán de poder ofrecer respuesta a la opinión pública
que exige cada vez más acciones o reacciones de parte del poder punitivo frente a determinadas
situaciones coyunturales, el legislador se ha visto en la tarea de crear nuevos tipo penales,
asumiendo que de esa manera las personas se abstendrán o evitaran cometer determinadas
conductas punibles, tiendo como resultado todo lo contrario en los últimos años no se ha visto
una disminución de esta conductas, pero si cada vez más aumenta la perdida de libertades
individuales.