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Madres Que Matan Un Estudio de Caso PDF
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Un estudio de caso1
Por más sagrado que sea el ser humano (igualmente esa vida
que contiene en sí: la vida terrenal, muerte y posteridad) no lo son sus
condiciones o su vida corporal que sus semejantes convierten en
precarias. Probablemente no valga la pena investigar el origen del
dogma de la sacralidad de la vida. Posiblemente sea algo muy reciente.
Una última confusión de la debilitada tradicional occidental por querer
recuperar al santo que ha perdido en la inescrutabilidad cosmológica.
Walter Benjamin
Introducción
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Los nombres y lugares fueron conservados dado la enorme publicidad del caso y el
conocimiento comunitario acerca de él. Además, la misma ahora condenada
autorizó el uso de su nombre verdadero. Cabe anotar que los expedientes
judiciales son un instrumento público y las identidades deben resguardarse en
forma obligatoria solo en el caso de menores. Esta masacre familiar ocurre en la
ciudad de Cutral Có, Provincia del Neuquén, Argentina, en la navidad de 1999.
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Kalinsky, B. En prensa
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La condena
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La cuest ión de un déficit de personalidad no at endible com o enferm edad m ent al
(psicopatía o conducta asocial) sigue abierta. (Kalinsky)
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Que pueden incluir o no la muerte del esposo.
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Este diario es regional, fundado en 1912, y da amplia cobertura a este caso.
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Esta parte corresponde a una síntesis de entrevistas mantenidas con Sara durante
el lapso comprendido entre enero de 2001 a julio de 2002.
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juntos porque no tenía con quién dejar a los chicos, además que eran muy
pequeños.
El marido la golpeaba mucho, y ella no respondía porque no era capaz
de recibir un golpe y no devolverlo.
El marido tenía mucha fuerza, ella es chiquita proporcionalmente. Y cuando
estaba borracho tenía más fuerza aún. Siempre discutían por cuestión de
dinero o celos.
No hacía las denuncias por golpes porque nadie sabía que la golpeaba. A
veces andaba con anteojos negros o se maquillaba. Le daba vergüenza, y
además no hay comisaría de la mujer, no tenía dónde irse con los chicos.
Además ella ya no trabajaba y tenía la experiencia de su hermana que una vez
separada, el marido la perseguía todo el tiempo. Entonces, ¿para qué
separarse si iba a ser lo mismo o peor?
Dice que el papá quería más a la nena. Le decía que ella criaba al nene como
un “puto de mierda, que lo criaba maricón, que no tenía que llorar, que iba a ser
un puto”.
Al nene nunca le compró ropa, usaba ropa regalada. Cuando ella le pedía algo
para el nene, contestaba “Ah! No me puedo comprar para mí porque tenemos
que comprarle al nene”.
Sara dice que su marido le tenía envidia. A sus ojos, bonitos por cierto,
los llamaba “ojos podridos” que no descartamos que pueda ser una forma
cariñosa de referirse a ellos viniendo de un alguien muy rudo. Sin embargo, a
veces solía decir que se iba a comprar lentes de contacto de ese mismo color.
Le reprochaba que cuando salía se cambiaba y que no se ponía linda para él.
Siempre decía que todas las cosas le salían mal.
A veces, y en tono de broma, los amigos le decían qué lindos hijos tenía y que
no parecían de él. En esos casos, volvía furioso a la casa y la empezaba a
golpear
Le reprochaba todo lo que le compraba. Nuca le dijo que se quería ir, en cuanto
lo pensaba esa idea se le iba de la cabeza.
Le había costado mucho sacarlo de a vida de joda, le consiguió trabajo y fue
finalmente responsable por el trabajo en el Aeropuerto, pero es ahí justamente
donde vuelve a la “joda”.
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Mantenía la esperanza que a futura iba a tener una vida un poco mejor. Sabía
que le era infiel pero nunca lo pudo comprobar, incluso con su ex mujer.
Pero él nunca decía de irse. Necesitaba que el esposo recapacitara.
Finalmente, saca la conclusión de que ya no se podía más, que se fuera
siempre que le dejara a los chicos.
Un día, poco antes de los hechos, la nena se puso a llorar porque no se quería
ir a su casa. El padre le ordenó, Sara le rogó y se fue. La abuela pensó para
adentro que un día la iba a “trabajar” para preguntarle qué es lo que le pasaba,
porque era muy cerrada, no hablaba de sus cosas, “costaba hacerla hablar”. La
abuela dice “estaba mañeada”.
La madre de ella nunca pensó que el esposo la golpeara. Un día,
arrancó con todo el auto y la nena se golpeó porque iba adelante y no tenía
puesto el cinturón de seguridad. La culpó a la nena diciéndoles que “ella no se
agarra”. Cuando él tocaba bocina, Sara salía corriendo con los chicos. Él
decía: “vamos”. La principio la nena era muy apegada a él pero de mayorcita
ya no quería quedarse con el padre. No le tenía confianza, o quería quedarse
tampoco con los abuelos paternos pero no decía por qué.
Sara siente culpa y responsabilidad por no haber podido salvar a sus
hijos. No les dio el padre que ellos se merecían; dice que la hija era muy
sumisa, quizá debido a cómo veía a la madre comportarse con el padre.
Sara dice que él dependía de ella, pero si estaba insatisfecho, por qué
no se fue. Ella siempre le decía que si se iba, le iba a dejar ver a los chicos.
Ante la pregunta si ella dependía de él, dice “no sé”.
Lo sentía como una amenaza constante. Una de las hermanas de Sara dice
que la veía muy distinta y se sorprendía de la conducta sumisa de su hermana.
Cuenta que capaz que “él está sin hacer nada y Sara muy ocupada y le dice
andá a limpiarle los mocos a los chicos. Sara deja todo y va y lo hace. O vos
que sabés dónde está [algo], andá a buscarlo. La hermana le contesta que
Sara no es su sirviente, pero Sara sigue callada y obediente. Y le dice que
además es un vago que no ayuda en nada a Sara.
Se arrepiente de no haber cuidado a su hija sola; si la hubiera criado
sola hubiera sentido orgullo.
Fue algo que la superó, no pudo calmar la situación y se descontroló.
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Durante los hechos, de lo que recuerda, es que quiso calmar al nene con una
biberón y empezó a rezar. El marido se dio cuenta y le dijo:
“Ni dios ni el te van a salvar”.
Esta imagen, unida a rumores sobre una joven de “vida ligera” cuando
era soltera, en un contexto social como el que presenta Cutral Có, una ciudad
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Un m ensaj e subrept icio del t ipo: “ si t e vas, t e m at o” , “ si denunciás, t e m at o” , “ si
cont ás, t e m at o” , “ si buscás apoyart e en alguien, t e m at o” , y al final “ si hacés o
decís cualquier cosa, te mato”.
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Una muestra certera fue la proyección del video de la escena del crimen. Antes de
iniciarse la prim era j ornada del j uicio oral y público, hubo un pequeño cam bio de
pareceres entre los jueces acerca de la necesidad de pasar el video de la escena del
crim en, t om ado por la policía, frent e al público y a la im put ada. Prim ó la idea de
que si bien no era una prueba que pudiera aport ar elem ent os de peso, “ era
necesario” . Se j ugó, aquí, con un golpe de efect o que se ret om a en la sent encia
para apoyar la idea de que la im put ada reaccionó frent e a su vist a “ com o una
psicópata”.
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como si hubiera una única posibilidad de dilucidación de los hechos: Sara mató
a su familia.
4. El padre no legitima sus embarazos. Siempre dice que son de otros. Puede
haberlo sentido como que no eran totalmente “hijos” si no tenía una
aprobación en palabras y en hechos del padre.
5. El papel de la iglesia evangélica por el que ella pelea con su suegra y el
marido habría mantenido una relación ambigua. Anuncia el bautismo de su
hijo por el rito evangélico sin haberlo consultado con ella. Está apremiada
por hacer una elección religiosa en contra de sus convicciones.
6. Necesidad de volver a hacerse visible. Frente al aislamiento material y
emocional, al estrechamiento de sus papeles sociales, al sometimiento al
marido necesita volver a ser visible para ella y para los demás.
7. Habría explotado cuando le da un cuchillo de cocina y dice “defendete”
mientras carga el arma, riéndose de ella.
8. Estilos de vida: que no garantizan la cohesión social y menos el conjunto de
valores que deben ser protegidos y respetados, dejando los espacios
públicos librados a diferentes formas de compromiso. Esto con relación a
Cutral Có como una ciudad con un fenómeno de violencia específico. El le
anulaba todas las opiniones, especialmente políticas. No tenía ningún
poder de decisión. Pero seguía manteniendo la esperanza de que las cosas
mejoren. Lo eligió a él porque sería el hombre que necesitaba en ese
momento.
9. Ciclo de vida de la familia: la nena iba a empezar el jardín de infantes,
parece que era muy sociable más allá de los indicios de sumisión que
comenta Sara. Es posible que empezara a comparar y a hablar con la
maestra. Muchas veces son las maestras, que para bien o sin mucho
recaudo, hacen las denuncias. Era un momento en que la vida doméstica
tenía que entrar necesariamente en una esfera pública, la escuela, y por
ende, las cosas ya no podían ser “tan secretas” como hasta entonces.
10. Motivos para la acción: las personas no nos diferenciamos por ser
normales o desviadas, por ser sanas o mentalmente enfermas, por ser
morales o inmorales, por ser benévolas o malvadas pero sí nos
diferenciamos drásticamente en las opciones que se nos presentan en
cuanto al cumplimiento de acciones legítimas. Algunas personas tienen
mejores accesos (voluntarios o no) que otras para cumplimentar con las
acciones que se inscriben en el marco de la legalidad. (Sutton 1996) Sara
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“ Frenando su caráct er poco pacient e y agresivo soport aba con m ansedum bre
brom as que a veces lo ponían fuera de sí y que hacían que en su casa se
desahogara violent am ent e cont ra cualquier persona de su fam ilia. [ ...] En la
escalera gritó: “ya sabés, pronto vuelvo. Voy a preparar todo; esta noche te mato a
ti y a tus hijos; mañana habla la prensa”. (Capurro y Nin 1995:134)
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la vida de Sara, irrepetible y sin sentido, esto último, por ahora. O al menos
carente de un sentido unívoco y precisado.
Si fuera ella la culpable, habría pasado un límite extremo al supuestamente
matar a sus hijos. Un delito extremo y específico y en el que se conjugan una
cantidad de circunstancias que por azar o porque se fueron armando paso a
paso, le crean un sentido deficitario de la realidad en donde poco puede hacer
para cambiar las cosas, a menos que fuera de una manera drástica.
En este sentido, Sara pone en duda el carácter real de la sociedad,
actuando contrario a la norma. Sara no cumple con las expectativas que se
dirigen a ella como persona y como mujer. De esta manera, Sara se sitúa en
un mundo equivocado y la eventual pena solo hará que la sociedad la reclame
como persona en un plano meramente formal. Por esto mismos seguirá siendo
un “sujeto frágil”, que padece de una desigualdad o está inmerso en una
situación o conflicto que le impide o dificulta el ejercicio de sus derechos.
(Pietro Sanchís 1996)
Otra persona pudo haber reaccionado de otra forma. Pero estamos frente a
Sara, sus hijos y su marido en las condiciones que se dieron en forma conjunta
y exacta y que tuvieron una impresión específica en el pensamiento y la
conducta de Sara.
Al contrario del sentido común, que dirá que quien mata a los hijos puede matar
a cualquiera, parece más bien lo contrario. Se mata a los hijos y nada más. Es
un acto cerrado en sí mismo, porque la familia se le convirtió en una cárcel,
pero sin reglas ni mandamientos que resolvieron la convivencia familiar en
forma equitativa y arreglada de acuerdo a criterios previamente concertados.
Es probable que Sara sea tal como lo plantean las pericias psiquiátricas10, pero
es casi obvio que alguien que emprende tarea tan extrema contra sus propios
hijos está, al menos momentáneamente, desquiciado. Pudo no haber estado
loca, sino muy lúcida, entendiendo lo que estaba haciendo y pudiendo dirigir
sus acciones (o sea que no es inimputable.) Pero, nadie que tenga opciones a
la mano decide por acciones extremas. Antes busca, no se saltea nada, sobre
todo si está en su sano juicio como indican las pericias. Quizá Sara buscó y no
encontró. Pero en el desencadenamiento final de los hechos no contó con
algunos factores imprevistos: las amenazas o el llanto del bebé.
Sara rompió finalmente con los vínculos de sangre, y si fuera ella la culpable, lo
hizo de la peor manera posible ¿Cree haber “salvado” a sus hijos de un destino
incierto? ¿Cree no haber podido ser una “buena madre” y lo es ahora que ya
no lo es, al menos en un sentido presencial? ¿Cree que puede hacer borrón y
cuenta nueva a partir de esta espantosa experiencia?
Qué es lo que ahora cree Sara puede ser de valor cognoscitivo con relación a
lo sucedido. Para eso hay que preguntarle y atender a sus respuestas,
dándoles el valor que merecen.11
Sara sabe lo que pasó, sabe en qué situación se encuentra y conoce la pena
que acepta sin pormenores. Más aún, dijo: [acá en la cárcel] “me siento libre.
Ya nadie me puede lastimar y mis hijos están en un lugar seguro, están
protegidos por siempre”.
Además de poderla interpretar como una aceptación casi explícita del delito
cometido, analizar con cierta profundidad ésta, como otras frases, permite
reconstruir el sufrimiento desde donde se empiezan a prefigurar las acciones
futuras.
Al contrario de lo que sostiene uno de los jueces de sentencia, los
motivos no parecen ser ningún “misterio”; salvo que se piense que teniendo
una casa, trabajo, comida e hijos -un hogar- ya cualquier mujer ha alcanzado
la plenitud de sus potenciales y expectativas para su vida, debiendo sentirse
plenamente satisfecha y haciendo caso omiso de “pequeños detalles” como la
violencia y el alcohol.
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Es decir, penalm ent e responsable porque com prendía el act o delict ivo y podía
controlar sus acciones.
11
Además, no es de poca importancia la cuestión de que primero debe salvarse ella
misma como víctima para luego proteger a sus hijos.
20
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